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POESÍA ISMAEL ENRIQUE ARCINIEGAS - Dirección Cultural UIS ...

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<strong>POESÍA</strong><br />

<strong>ISMAEL</strong> <strong>ENRIQUE</strong><br />

<strong>ARCINIEGAS</strong><br />

<strong>Dirección</strong> <strong>Cultural</strong><br />

Biblioteca MÍnima Santandereana


© Universidad Industrial de Santander<br />

Colección<br />

Biblioteca Mínima Santandereana No. 3<br />

Poesía. Ismael Enriqe Arciniegas<br />

<strong>Dirección</strong> <strong>Cultural</strong><br />

Rector: Jaime Alberto Camacho Pico<br />

Vicerrector Académico: Álvaro Gómez Torrado<br />

Vicerrector Administrativo: Sergio Isnardo Muñoz<br />

Editor<br />

<strong>Dirección</strong> <strong>Cultural</strong><br />

Luis Álvaro Mejía A.<br />

Impresión<br />

División de Publicaciones<br />

Primera Edición: marzo de 2009<br />

ISBN:<br />

<strong>Dirección</strong> <strong>Cultural</strong>. <strong>UIS</strong><br />

Ciudad Universitaria Cra. 27 calle 9<br />

Tel. 6846730 - 6321349 - Fax 6321364<br />

divcult@uis.edu.co<br />

Bucaramanga, Colombia<br />

Impreso en Colombia


Ismael Enrique Arciniegas<br />

<strong>ISMAEL</strong> <strong>ENRIQUE</strong> <strong>ARCINIEGAS</strong><br />

Esta gran figura de la poesía y del periodismo<br />

nació en Curití (Santander) en 1865; y murió en<br />

Bogotá el 23 de enero de 1938. Dirigió “El Nuevo<br />

tiempo” durante 27 años (de 1905 a 1932),<br />

y, al lado del diario, un precioso suplemento, “El<br />

Nuevo Tiempo Literario”, que es un emporio de<br />

nuestra literatura de los albores del siglo XX.<br />

Ocupó cargos diplomáticos de mucha importancia,<br />

entre ellos los de ministro de Colombia<br />

en Venezuela, Panamá, Ecuador y Francia. En<br />

las luchas civiles de fines de siglo XIX alcanzó el<br />

grado de coronel.<br />

En la producción poética de Arciniegas hay dos<br />

épocas bien definidas: la de su juventud, a la<br />

cual pertenecen casi todas las producciones<br />

originales que le dieron rápidamente renombre<br />

continental, y la de su vejez, en que, con<br />

sorprendente frescura e inspiración, se dedicó<br />

3


a verter al castellano a Heredia y a Horacio, y<br />

a trazar admirables evocaciones de la Bogotá<br />

Colonial.<br />

Publicó los libros “Traducciones poéticas”, “Antología<br />

poética” y la versión de “Los Trofeos de<br />

Heredia”.<br />

4


Ismael Enrique Arciniegas<br />

INDICE<br />

Den adhem y el ángel 7<br />

Paisaje 11<br />

En great park 13<br />

A solas 15<br />

Nuestra señora de los ladrones 19<br />

El peregrino 25<br />

Atracciones 29<br />

La balada del poeta 31<br />

El alma muerta 35<br />

La nave entre hielos 37<br />

En colonia 41<br />

El regreso 45<br />

Anhelo de poeta 47<br />

Abanicos de museo 49<br />

Su corsé 53<br />

La tonada del boyero 55<br />

Códice antiguo 57<br />

5


Ismael Enrique Arciniegas<br />

DEN ADHEM Y<br />

EL ÁNGEL<br />

7<br />

(Leigh Hunt)<br />

A Tomás Surí Salcedo<br />

Ben Adhem (que su tribu florezca<br />

eternamente!)<br />

Dormía, cuando un hálido vino a rozar su<br />

frente,<br />

y despertó.


Su alcoba brillaba con un rayo<br />

de la luna; brisa de la noche de Mayo<br />

traía de los valles el olor de las flores,<br />

y un ángel vio, las sienes ceñidas de fulgores,<br />

que en un libro escribía.<br />

Ben Adhem, con rudeza,<br />

dijo el ángel: “Qué escribes?<br />

Levantó la cabeza<br />

la visión, y en acento de indecible dulzura<br />

que llegó a sus oídos como voz de la altura,<br />

“Los nombres de los que aman al Señor,”<br />

le responde.<br />

Y con acento trémulo, que la ansiedad<br />

esconde,<br />

Velado por las lágrimas, al ángel<br />

preguntó:<br />

“Has escrito mi nombre?<br />

Y el ángel dijo: “No!”<br />

Ben Adhem habló entonces con voces<br />

suplicantes:<br />

“Pon mi nombre como uno que ama á sus<br />

semejantes.”<br />

Un nombre escribió el ángel.<br />

A la noche siguiente<br />

8


Ismael Enrique Arciniegas<br />

volvió a la alcoba, en medio de luz<br />

resplandeciente,<br />

y le mostró las páginas en donde están<br />

escritos<br />

los escogidos nombres, por el Señor benditos.<br />

Ben Adhem, de rodillas, cayó ante el<br />

mensajero,<br />

porque vio que su nombre llenaba el libro<br />

entero.<br />

9


Ismael Enrique Arciniegas<br />

PAISAJE<br />

De verdes sauces entre doble hilera,<br />

de la agria roca al coronar la altura,<br />

a lo lejos, cortando la llanura,<br />

se ve la polvorosa carretera.<br />

Donde se parte en dos la cordillera<br />

se divisa una casa, y su blancura<br />

resalta del trigal en la verdura,<br />

cual si velamen de una barca fuera.<br />

11


Del saucedal bajo el ramaje amigo<br />

clavo la vista en el hogar risueño.<br />

de dos almas talvez dichoso abrigo;<br />

Y bajo el peso de tristeza ignota<br />

finjo visiones de un borrado sueño,<br />

y hondo suspiro de mi pecho brota.<br />

12


Ismael Enrique Arciniegas<br />

EN GREAT PARK<br />

Por el parque, abstraída, bajo el cielo otoñal,<br />

donde puso la tarde lividez de marfil,<br />

el semblante cubierto con un velo sutil,<br />

de la Quinta Avenida va la flor ideal.<br />

En contraste armonioso con lo obscuro del chal<br />

las mejillas resaltan, como rosas de abril,<br />

y parece, en su coche, Dogaresa gentil<br />

que en su góndola fuera recorriendo el Canal.<br />

13


La adorable flor rubia de esta enorme Babel<br />

se confunde, a lo lejos, entre el raudo tropel<br />

de las hojas marchitas, bajo el cielo otoñal;<br />

Mientras sueña en su triunfo, cuando al<br />

brillo del sol,<br />

en París, el bosque, sea un áureo arrebol<br />

De su muelle carruaje la corona condal.<br />

14


Ismael Enrique Arciniegas<br />

A SOLAS<br />

Quieres que hablemos? … Está bien …<br />

Empieza:<br />

Habla a mi corazón como otros días.<br />

Pero no … que dirías?<br />

Qué podrías decir a mi tristeza?<br />

No intentes disculparte … todo es vano!<br />

Ya murieron las rosas en el huerto;<br />

el campo verde lo secó el verano,<br />

y mi fe en ti, como mi amor, ha muerto.<br />

15


Amor arrepentido,<br />

ave que quieres regresar al nido<br />

al través de la escarcha y las neblinas;<br />

amor que vienes aterido y yerto,<br />

donde fuiste felíz… ya todo a muerto!<br />

No vuelvas … todo lo hallarás en ruinas!<br />

A qué has venido? … Para qué volviste?<br />

qué buscar? … Nadie habrá de responderte!<br />

Está sola mi alma, y estoy triste,<br />

inmensamente triste hasta la muerte!<br />

Todas las ilusiones que te amaron,<br />

las que quisieron compartir tu suerte,<br />

mucho tiempo en la sombra te esperaron,<br />

y se fueron … cansadas de no verte!<br />

Cuando por vez primera<br />

en mi camino te encontré, reía<br />

en los campos la alegre primavera:<br />

toda esa luz, aromas y armonía.<br />

Hoy … todo cuán distinto! Paso a paso,<br />

y solo voy por la desierta vía<br />

- Nave sin rumbo entre revueltas olas –<br />

pensando en las tristezas del ocaso,<br />

y en las tristezas de las almas solas,<br />

16


Ismael Enrique Arciniegas<br />

En torno la mirada no columbra<br />

sino aspereza y páramos sombríos;<br />

los nidos, en la nieve, están vacíos,<br />

y la estrella que amámos, ya no alumbra<br />

el azul de tus sueños y los míos!<br />

Partiste para ignota lontananza<br />

cuando empezaba a descender la sombra.<br />

… Recuerdas? Te imploraba mi esperanza,<br />

pero ya mi esperanza no te nombra!<br />

No ha de nombrarte! … Para qué … Vacía<br />

Está el ara, y la historia yace trunca.<br />

Ya para qué esperar que irradie el día!<br />

Ya para qué decirnos: Todavía,<br />

si una voz grita en nuestras almas: Nunca!<br />

Dices que eres la misma; que en tu pecho<br />

la dulce llama de otros tiempos arde;<br />

que el nido del amor no esta desecho,<br />

que para amarnos otra vez, no es tarde.<br />

Te engañas! … No lo creas! … Ya la duda<br />

echó en mi corazón fuertes raíces.<br />

Ya la fe de otros años no me escuda …<br />

Quedó de sueños mi ilusión desnuda,<br />

y no puedo creer lo que me dices!<br />

17


No lo puedo creer! … Mi fe burlada,<br />

mi fe en tu amor perdida,<br />

es ansia de una nave destrozada,<br />

ancla en el fondo de la mar caída!<br />

Anhelos de un amor, castos risueños,<br />

ya nunca volveréis … Se van … Se esconden!<br />

Los llamas? … Es inútil! … No responden …<br />

Ya los cubre el sudario de mis sueños!<br />

Hace tiempo se fue la primavera …<br />

Llegó el invierno, fúnebre y sombrío!<br />

Ave fue nuestro amor, ave viajera,<br />

y las aves se van cuando hace frío!<br />

18


Ismael Enrique Arciniegas<br />

NUESTRA SEÑORA DE<br />

LOS LADRONES<br />

Apagado el incendio quedó el templo<br />

en ruinas …<br />

Hiedra en vez de brocado. Las lívidas arañas<br />

con sus hilos envuelven las santas bizantinas.<br />

De los rotos mosaicos brotan plantas extrañas,<br />

plantas de los abismos … Y la humedad<br />

sombría<br />

pone manchas verdosas en muros y peañas.<br />

19


Tras vidrio de colores, una Virgen María,<br />

como un rayo de luna, lilial y cansada,<br />

en las sombras se yergue de la iglesia vacía<br />

Por las lágrimas muestra la mejilla surcada;<br />

su lividez de tísica da a las almas pavura,<br />

y hay tristezas de ángeles en su dulce mirada.<br />

Siete espadas al rostro dan sello de amargura;<br />

los anillos, sin piedras, guardan sólo el<br />

engaste,<br />

y su pálida boca, temblorosa murmura:<br />

-“Oh Jesús! Oh hijo mío! Por qué me<br />

abandonaste<br />

en medio de estas ruinas de calma aterradora,<br />

do la luna es fantasma y es el sol un<br />

contraste?<br />

Mi vestido y mi manto son harapos ahora;<br />

mi diadema, sin joyas, ya cual antes no brilla,<br />

y mi boca es un astro que la luz lo colora.<br />

Ya, contricto, a mis plantas ninguno se<br />

arrodilla;<br />

nadie cirios me trae … y tan sólo oraciones<br />

oigo aquí de las almas que el pecado mancilla.<br />

20


Ismael Enrique Arciniegas<br />

Nadie viene a pedirle dulces consolaciones,<br />

bálsamo para el alma por el dolor herida …<br />

Soy ahora, hijo mío, Vírgen de los Ladrones.<br />

Las lágrimas dejaron ya mis ojos sin vida;<br />

yo que siempre refugio fui de humanos<br />

dolores,<br />

hoy aquí de murciélagos soy tan sólo guarida!<br />

Oh mi altar de otros días con sus luces y<br />

flores! …<br />

Oh música del órgano! … Templo siempre<br />

aromado<br />

del incienso y la mirra con los gratos olores! …<br />

Hizo un búho en mis brazos suave nido<br />

abrigado,<br />

y amé el búho (Los búhos son aves<br />

desgraciadas) y crié sus polluelos con<br />

materno cuidado.<br />

Pero un día su vuelo por las ruinas calladas<br />

levantaron … y huyeron … De este abismo de<br />

espanto<br />

todos huyen por siempre … menos estas<br />

espadas!<br />

21


Oh Jesús, hijo mío! No te mueve mi llanto!<br />

Quiero en vez de lluvia, la tristeza y el viento,<br />

incensarios y música, y jazmines y canto!<br />

De mis penas apiádate, de mi duro tormento!<br />

Por qué sola me dejas, y por qué no me<br />

abrigas,<br />

por qué, tú eres suave cual perfumado<br />

ungüento?<br />

Mas si debo, con frío, quedarme aquí entre<br />

ortigas,<br />

si tal es el mandato de tus fallos divinos,<br />

dame un manto … Este manto parece de<br />

mendigas.<br />

Dame anillos, rubíes, diamantes peregrinos …<br />

Los ladrones, a veces, tienen hambre,<br />

cuidalos!<br />

Tienen hambre, y no pueden robar en los<br />

caminos.<br />

Dame flores … No armiños! … lirios<br />

embalsamados;<br />

la flor azul del lino; y miosótis en donde<br />

tiemble el rocío; rosas, y claveles rosados!”<br />

22


Ismael Enrique Arciniegas<br />

Así habló … mas ninguno a la Virgen responde.<br />

Todo es paz y silencio … La noche es<br />

negra y fría.<br />

Y Jesús qué se hizo? … Duerme acaso, ó se<br />

esconde?<br />

Está triste la noche cual tu alma, oh María! …<br />

Los murciélagos vuelan … Melancólicamente<br />

van pasando fantasmas por la obscura<br />

arquería.<br />

Más de pronto la luna se destaca en Oriente,<br />

y robando colores a los altos vitrales,<br />

ilumina, en las sombras, a la Virgen doliente.<br />

A sus pies pone flores y fulgentes cendales;<br />

cambia en llamas el cinto y el manto hecho<br />

jirones;<br />

le da anillos y joyas de esplendores astrales.<br />

De la Virgen María cantan las Ilusiones<br />

en las dulces pupilas. Y clama entre<br />

guirnaldas:<br />

“Oh ladrones! Oh amigos! Venid, venid,<br />

ladrones!<br />

Robaos mis anillos! … Robad mis esmeraldas!”<br />

23


Ismael Enrique Arciniegas<br />

EL PEREGRINO<br />

25<br />

- De Eugenio de Castro -<br />

A JUAN M. ABELLO<br />

En el poniente<br />

el esplendor del sol se diluía,<br />

y mi caballero, en un vetusto puente,<br />

meditaba y decía:<br />

-“Judith, Ana y Arminda,<br />

y Lidia, de labios sensuales,<br />

Inés, la rubia linda,<br />

todas fueron iguales!


Soñadas alegrías<br />

ya sois cual secas rosas!<br />

Ay! Y en vano mis días, tristes días,<br />

quisieran ser doradas mariposas …<br />

Cansáronme los besos, y el hastío<br />

a mi lado ya veo.<br />

Del desencanto invade mi corazón el frío,<br />

y no he saciado nunca la sed de mi deseo<br />

El alma traigo envuelta en una túnica<br />

que ha tejido el Cansancio en horas tristes<br />

En dónde estás, si existes?<br />

En dónde estás, oh única?<br />

Responde al que te ama!<br />

Debo olvidarte como bien perdido!<br />

Responde al que en las sombras a ti clama;<br />

Vives, moriste acaso… ó no has nacido?<br />

Y no cruza ninguna mi camino,<br />

Princesa rubia o bella<br />

Zagala, sin que diga a mi destino:<br />

será ella?<br />

Una niña vi un día<br />

junto a una anciana de cabello cano,<br />

y me dije: Cuál de ellas es la mía?<br />

Llegué tarde tal ves? … Llegué temprano?<br />

26


Ismael Enrique Arciniegas<br />

Busco el jardín soñado<br />

de sus encantos a la luz se abrieron,<br />

y la llamo … y tal vez paso a mi lado,<br />

y llorosos mis ojos no la vieron!<br />

Cuando creo que nunca he de encontrarte,<br />

cómo sufro al pensar, oh dulce amada,<br />

que quizá vives, sola y desgraciada,<br />

y que no puedo ir a consolarte!<br />

Murió la Primavera; también pasó el Estío<br />

y viene ya el Otoño las hojas arrancando,<br />

y mientras en tu busca voy llorando,<br />

me esperarás llorando, dueño mío.<br />

Y prosigo buscándote rendido,<br />

aunque una voz en medio de las sombras<br />

irónica me diga: la que nombras<br />

ni vendrá … ni está muerta … ni ha nacido! “<br />

Al extremo del puente, airosa dama<br />

surge, suelta la rubia cabellera,<br />

y su voz en el viento, pálida rosa, clama:<br />

“Yo soy la que aguardabas. Ven, que mi amor<br />

te espera.”<br />

27


El caballero parte …<br />

Traicionero<br />

Abismo era ese puente;<br />

y al instante rodaron al torrente<br />

caballo y caballero<br />

Hervía un mar de sangre en el poniente<br />

mientras de sangre el agua se teñía,<br />

y allá, al extremo del hundido puente,<br />

la dama reía … reía … reía.<br />

28


Ismael Enrique Arciniegas<br />

ATRACCIONES<br />

Oh mano larga y fina, mano que entre la bruna<br />

noche parece un lirio besado por la luna;<br />

Oh mano transparente y exangue, que<br />

armoniza<br />

de pálidas perlas con la luz enfermiza;<br />

Labios que no supieron nunca reir, en donde<br />

una vaga sonrisa cual capullo se esconde;<br />

29


Pudorosas pupilas; ojeras azuladas,<br />

nunciadoras de insomnios en las noches<br />

calladas,<br />

Cuando voz del pasado, que un bien perdido<br />

nombra,<br />

llega a nuestros oídos al través de la sombra;<br />

Palidez de la frente, cual palidez de cielos<br />

invernales, que dice de callados anhelos,<br />

De sacrificio y luchas de una alma siempre<br />

sola,<br />

que vencida sucumbe sin amor ni aureola …<br />

(Oh atracciones secretas … misteriosa<br />

armonía!)<br />

Cómo habláis sin palabras a mi melancolía!<br />

30


Ismael Enrique Arciniegas<br />

LA BALADA DEL POETA<br />

Bajo un cámbulo en flor, en la llanura,<br />

cerca de clara fuente rumorosa<br />

que va regando a su rededor frescura,<br />

sin cruz la abandonada sepultura,<br />

el poeta suicida en paz reposa<br />

Caprichoso juguete del destino,<br />

pálido, siempre triste, torvo y ceño,<br />

fue en extrañas regiones peregrino,<br />

31<br />

A Luis G. Urbina


siempre buscando su ideal divino,<br />

y siempre en pos de su imposible sueño.<br />

Una tarde, a los últimos fulgores<br />

de Sol, cuando en el viejo campanario<br />

del Angelus vibraban los clamores,<br />

regresó, con su fardo de dolores,<br />

a su hogar el poeta solitario<br />

“Mi corazón, nos dijo, paz desea;<br />

escribiré” …Para luchar cobarde<br />

Nada más escribió. Su sola idea<br />

era la de la muerte … Y otra tarde<br />

lo vimos que salía de la aldea.<br />

“Dónde vas?” Le dijimos<br />

Una cita;<br />

Voy de prisa … me esperan” … Infinita<br />

calma brillaba en su pupila inerte<br />

“Quien? No lo sé. Beatriz … o Margarita,”<br />

… Y su cita … era cita con la muerte!<br />

Ya duerme … Y a las sombras, a lo ignoto,<br />

a la negra, infinita lontananza,<br />

lanzó el cansado y pálido piloto,<br />

su blanco ensueño, como mástil roto,<br />

como tabla deshecha, la Esperanza.<br />

32


Ismael Enrique Arciniegas<br />

Como es tierra maldita, no hay camino<br />

a do el triste cantor descansa inerme;<br />

huye su sepultura el campesino,<br />

solo … y en paz, con su laúd divino.<br />

Pero cuando la luna en los desiertos<br />

ámbitos se levantan, como aurora,<br />

como la blanca aurora de los muertos,<br />

desentume el canto los brazos yertos,<br />

y en su huesa callada se incorpora.<br />

Qué dulce voz de misterioso encanto<br />

rompe el silencio de la noche? Es una<br />

serenata de amor? … Plegaria ó llanto?<br />

Notas de arpas celestes? … Es el canto<br />

del poeta, a los rayos de la luna!<br />

Y surgen a su acento, cual visiones,<br />

las bellas heroínas inmortales<br />

de sus castos poemas y canciones …<br />

De su vida, las blancas ilusiones;<br />

del poeta, las novias ideales!<br />

Van surgiendo al vibrar de la armonía,<br />

halo de luz sobre la frente, y llenas<br />

de albas rosas las manos … Se diría<br />

de canéforas blanca Teoría,<br />

bajo arcadas de mármol, en Atenas.<br />

33


En silencio lo escuchan … Ni un acento<br />

Se levanta inoportuno … Ni suspira<br />

Entre las ramas del guadual el viento.<br />

En torno todo es paz, recogimiento;<br />

todo es quietud al sollozar la ira.<br />

Callad al fin las notas armoniosas;<br />

y a la luz de la luna, que en la quieta<br />

llanura se difunde, las hermosas<br />

ponen sobre las sienes del poeta<br />

una corona de laurel y rosas<br />

Vuelve a cantar la brisa … Lentamente<br />

las visiones se extinguen una a una;<br />

como un áureo jardín es el Oriente,<br />

y el poeta en la fosa hunde la frente,<br />

mientras se borra en el azul la luna.<br />

34


Ismael Enrique Arciniegas<br />

EL ALMA MUERTA<br />

Oh la paz y el silencio de los tiempos feudales,<br />

cuando fuí solitario monje benedictino;<br />

cuando el amor de mis noches fue el Cordero<br />

divino,<br />

y pintaba mayúsculas en los grandes misales!<br />

De mi carne el cilicio fueron verdes rosales,<br />

y mi solo regalo fue la hostia y el vino,<br />

y de abrojos punzantes ericé mi camino,<br />

do vagaron un tiempo los Pecados mortales.<br />

35


Pero fueron ayunos y oraciones en vano …<br />

Siempre rojas mayúsculas dibujaba mi mano,<br />

siempre en rojas mayúsculas se extasiaban<br />

mis ojos.<br />

De Satán fue mi alma, de Satán fue mi<br />

anhelo …<br />

Pues cerró con tinieblas mi camino hacia el<br />

cielo<br />

el recuerdo implacable de unos labios muy<br />

rojos.<br />

36


Ismael Enrique Arciniegas<br />

LA NAVE ENTRE<br />

HIELOS<br />

En el ártico mar, bajo la grave,<br />

fría techumbre del borrado cielo,<br />

rota la proa, yace antigua nave,<br />

prisionera entre témpanos de hielo.<br />

A do vayan inquietas las miradas<br />

en esa soledad do el hielo impera,<br />

37<br />

A Diego Uribe<br />

(De Graf)


tan solo ven llanuras desoladas,<br />

rocas de hielo … hielo donde quiera.<br />

Entre las sombras de la noche bruma,<br />

Del horizonte en el confín distante;<br />

turbio aparece el sol, fosca la luna,<br />

y en el cielo se ven solo un instante.<br />

De la llanura en la extensión inerte<br />

jamás de vida palpitó un aliento,<br />

y no flota en la calma de esa muerte,<br />

sobre ese horror, ni voz ni movimiento.<br />

Antes de que sus flancos destrozados<br />

fueran allá donde la nave mora,<br />

de los rugientes mares dilatados<br />

todas las playas conoció su prora.<br />

De las hijas del viento en compañía<br />

la vio del ecuador el cielo urgente,<br />

y cruzó con gallarda bizarría<br />

los mares todos, desde Ocaso a Oriente.<br />

Vió la boca del Ganges; el distante<br />

Cabo de la Esperanza; surcó el seno<br />

del Mar de las Antillas resonante,<br />

y su bandera recorrió el Tirreno.<br />

38


Ismael Enrique Arciniegas<br />

Era su nombre PORVENIR; su vida<br />

fue el libre y ancho mar; y yace ahora<br />

por témpanos de hielo detenida,<br />

e inmóvil yace su volante prora.<br />

Los años pasan. Desde el turbio Oriente<br />

la mira un sol de luz amortiguada,<br />

y una luna sin brillo … y lentamente<br />

la nave se deshace abandonada.<br />

Ya derribó los mástiles el noto;<br />

la quilla, entre los hielos, yace endida;<br />

se hunde el puente … el timón está roto,<br />

y cayó al mar el ancla desprendida.<br />

Arriba, el cielo tenebroso y frío<br />

y el desierto en redor, mudo y sombrío!<br />

Tomado de:<br />

El nuevo Tiempo Literario. T II<br />

Abril 20 de 1904 - Abril 16 de 1905<br />

39


Ismael Enrique Arciniegas<br />

EN COLONIA<br />

En la vieja Colonia, en el oscuro<br />

rincón de una taberna,<br />

tres estudiantes de Alemania un día<br />

bebíamos cerveza.<br />

Cerca el Rhin murmuraba entre la bruma<br />

evocando leyendas,<br />

y sobre el muerto campo y en las almas<br />

flotaba la tristeza.<br />

41


Hablábamos de amor, y Franz, el triste,<br />

el soñador poeta,<br />

de versos enfermizos, cual las hadas<br />

de sus vagos poemas,<br />

“Yo brindo, dijo, por la amada mía,<br />

la que vive en las nieblas,<br />

en los viejos castillos y en las sombras<br />

de las mudas iglesias;<br />

por mi pálida musa de ojos castos<br />

y rubia cabellera,<br />

que cuando entra de noche<br />

a mi buhardilla<br />

en la frente me besa”<br />

Y Kart, el de las rimas aceradas,<br />

el de la lira enérgica,<br />

cantor del sol, de los radiantes cielos<br />

y de las hondas selvas;<br />

el poeta del pueblo, el que ha narrado<br />

las campestres faenas;<br />

el de los versos que en las almas vibran<br />

cual músicas guerreras,<br />

42


Ismael Enrique Arciniegas<br />

“Yo brindo, dijo, por la amada mía,<br />

la hermosa lorenesa<br />

de ojos ardientes, de encendidos labios,<br />

y riza cabellera;<br />

por la mujer de besos ardorosos<br />

que aguarda ya mi vuelta<br />

en los verdes viñedos donde arrastra<br />

sus aguas el Mosela.”<br />

“Brinda, tú!” – me dijeron. Yo callaba,<br />

de codos en la mesa,<br />

y ocultando una lágrima, alcé el vaso<br />

y dije con voz trémula:<br />

“¡Brindo por el amor que nunca acaba!...”<br />

y apuré la cerveza,<br />

y entre cantos y gritos exclamámos:<br />

“¡Por la pasión eterna!”<br />

Y seguimos risueños, charladores,<br />

en nuestra alegre fiesta…<br />

¡Y alli mi corazon se me moría,<br />

se moría de frío y de tristeza!<br />

43


Ismael Enrique Arciniegas<br />

EL REGRESO<br />

Volví después de muchos años. Todo<br />

lo mismo. El puente de madera. El río<br />

lento, entre guaduas y negruzco lodo;<br />

y de teja y de paja el caserío.<br />

La calle principal, con su empedrado<br />

roto a trechos. Asómanse curiosos…<br />

niños que van corriendo por el prado,<br />

y en la plaza, naranjos rumorosos.<br />

45


Y su casita, como entonces. Flores<br />

en la ventana, adonde fui temblando<br />

en años idos con canción de amores…<br />

de esa ventana me alejé llorando.<br />

¿Casada? ¿Muerta? No lo sé. La vida<br />

desgarró mi ilusión, ensueño de oro.<br />

¡Amor y versos de mi edad florida!...<br />

… Y nuevamente en las tinieblas lloro.<br />

46


Ismael Enrique Arciniegas<br />

ANHELO DE POETA<br />

Quiero el poeta ser de almas heridas<br />

que la piedad de la palabra imploran,<br />

de tantas tristes, solitarias vidas,<br />

de corazones que en silencio lloran.<br />

Quiero dar ritmo a lo indeciso y vago,<br />

que es cual bruma y recóndita belleza,<br />

y ser voz del que sueña junto a un lago<br />

sin que dar pueda voz a su tristeza.<br />

47


Quiero en cadencias expresar lo ignoto<br />

y en el azul dar alas a lo inerme,<br />

juntar en ritmos un ensueño roto,<br />

y canto ser de lo que oculto duerme.<br />

Y quiero compartir el sufrimiento<br />

de otros; y ser su confidente ansio …<br />

¡Y dar no puedo vida a lo que siento,<br />

ni forma puedo dar a lo que es mío!<br />

48


Ismael Enrique Arciniegas<br />

ABANICOS DE MUSEO<br />

Bajo cristales, en vitrinas,<br />

reposando estáis olvidados,<br />

abanicos de sedas finas<br />

en lejanos tiempos bordados.<br />

J´aime les éventails fanés<br />

Dont le lointain passé chagrine.<br />

49<br />

Max Waller


Y os abrís, en un sepulcral<br />

silencio, en fondo carmesí,<br />

a la luz de tarde otoñal,<br />

en el Museo de Cluny.<br />

Y al pensar en lo que no existe,<br />

encanto ayer y hoy desengaño,<br />

decir parece el alma triste:<br />

“¿Dónde están las nieves de antaño?”<br />

¿En cuáles manos marfilinas<br />

lucirían vuestros encajes,<br />

en dulces citas vespertinas<br />

bajo los trémulos boscajes?<br />

Corte de los Luises de Francia,<br />

reverencias ante el estrado…<br />

¡Abanicos! ¡Sois la fragancia<br />

Que va surgiendo del pasado! …<br />

Fragancia que se desvanece<br />

en ideal mundo risueño,<br />

mientras el alma se adormece<br />

en una bruma azul de ensueño.<br />

Al veros, llegan a la mente<br />

ecos de fiestas cortesanas,<br />

cuando os plegábais lentamente<br />

como al compas de las pavanas.<br />

50


Ismael Enrique Arciniegas<br />

“Delfin! ¡Callad, os lo suplico!”<br />

decía la rubia Marquesa,<br />

y en tanto, tras el abanico,<br />

reía una boca de fresa.<br />

Restos de antigua aristocracia<br />

que llevó del tiempo el turbión.<br />

¡Cómo os abriríais con gracia<br />

en los jardines del Trianón!<br />

¡Y qué encantadores secretos<br />

guardareis de épocas remotas,<br />

cuando en Versalles, los minuetos<br />

alternaban con las gaviotas!<br />

Abanicos de sedas finas<br />

que durmiendo estáis olvidados,<br />

desde el fondo de las vitrinas<br />

¡cómo evocáis tiempos pasados!<br />

Tomado de:<br />

Los poetas. Flores de varia poesía. Nº. 81<br />

Selección Samper Ortega de Literatura Colombiana.<br />

Bogotá, Ed. Minerva, 1937.<br />

Los poetas. Del amor y de la mujer. Nº. 83<br />

Colección Samper<br />

Ortega de Literatura Colombiana<br />

Bogotá, Edit. Minerva, 1937<br />

51


Ismael Enrique Arciniegas<br />

SU CORSÉ<br />

Corrido el cortinaje,<br />

desde el balcón de enfrente vi su cuarto,<br />

el cuarto de la virgen, que mi sueño<br />

arrulla en las mañanas con su canto.<br />

Jarrones de Sajonia descansaban<br />

sobre consola de bruñido mármol;<br />

y del sol que moría<br />

los postrimeros rayos<br />

hacían resaltar en la penumbra<br />

las doradas molduras de los cuadros,<br />

53


las lámparas de bronce<br />

los ricos muebles de nogal tallado,<br />

las cortinas del lecho, y en el muro<br />

los brillantes espejos venecianos.<br />

Y en un rojo sillón, que parecía<br />

a su dueña esperar medio borrado<br />

por la naciente sombra,<br />

se veía un corsé de blanco raso<br />

Y pensé entonces en las frentes pálidas,<br />

y en los risueños labios,<br />

en los azules ojos<br />

y en los cabellos áureos,<br />

en las cinturas breves<br />

y en los ebúrneos brazos;<br />

en el velo flotante de las novias<br />

y de las niñas en los sueños castos,<br />

y de las vírgenes carnes sonrosadas<br />

y en los púdicos senos de alabrastro<br />

¡Quién fuera su corsé, me dije entonces,<br />

quién fuera su corsé de blanco raso,<br />

para saber si late aún su corazón ingrato.<br />

54


Ismael Enrique Arciniegas<br />

LA TONADA DEL<br />

BOYERO<br />

Íbamos todos al río<br />

en alegre caravana.<br />

Yo, a su lado … La mañana<br />

era mañana de estío.<br />

Cantando triste tonada<br />

pasó entonces un boyero;<br />

Por una mujer me muero,<br />

pero ella no sabe nada<br />

55<br />

A Ricardo Nieto


Caminando, caminando<br />

ella cantaba y reía.<br />

Una flor aquí cogía,<br />

otra allá, siempre cantando.<br />

En el sombrero, albos tules,<br />

y de albo linón vestida,<br />

¡cómo brillaba la vida<br />

en sus pupilas azules! …<br />

Y lejos, en el sendero,<br />

bajo el oscuro pinar,<br />

se iba perdiendo el cantar:<br />

“Por una mujer me muero…”<br />

Mis ojos se iban tras ella<br />

mientras vagaba sombrío.<br />

¡Y ella, a la orilla del río,<br />

entre todas, la más bella!<br />

Al regresar se encendían<br />

las luces en el poblado.<br />

Yo, en mis ensueños callado,<br />

y cantaban y reían.<br />

Y pensaba en la tonada<br />

que oí cantar al boyero.<br />

“Por una mujer me muero,<br />

pero ella no sabe nada”<br />

56


Ismael Enrique Arciniegas<br />

CÓDICE ANTIGUO<br />

En Cluny, Siglo XV. Bajo álamos de plata<br />

sus aguas el Saona, rumoroso dilata<br />

por el lento deshielo. La mole ennegrecida<br />

de piedra, corta el llanto que despierta a la<br />

vida.<br />

En el parque, vagando, y humilde la mirada,<br />

las manos sobre el pecho y en la oración<br />

callada,<br />

pasan monjes, tendida hacia atrás la cogulla<br />

y como una armonía celeste al campo arrulla.<br />

57


Cielo tranquilo y diáfano. La quietud del<br />

convento<br />

a la plegaria incita y a hondo recogimiento.<br />

Las ventajas abiertas dan al jardin. Las rosas<br />

sonríen bajo errante vuelo de mariposas;<br />

y en las frondas, de nidos y de aves la algazara<br />

es saludo a la aurora, que surge azul y clara.<br />

En la amplia biblioteca, monje benedictino<br />

tiene abierto en la mesa borroso pergamino,<br />

donde paciente artista de tiempo muy lejano,<br />

al principiar capítulos, pintó con hábil mano,<br />

en grandes iniciales y con vivos colores,<br />

dragones, ninfas, grifos y ultraterrenas flores…<br />

Con sus rubios cabellos sobre la frente vasta,<br />

su palidez y el brillo de su pupila casta,<br />

y con su hábito blanco, parece el monje,<br />

efebo,<br />

del jardín ante el tibio primaveral renuevo<br />

Copia un códice antiguo; “Dafnis y Cloe”.<br />

Aromas<br />

de los rosales suben y arrullos de palomas.<br />

Absorto escribe:<br />

y Cloe se yergue ante sus ojos,<br />

y de la vida en el áurea puerta<br />

con sus promesas el amor.<br />

58


Ismael Enrique Arciniegas<br />

De la luna la luz de plata<br />

brillaban en el barrio desierto,<br />

y una canción de serenata<br />

subía al balcón entreabierto.<br />

Pendiente la escala de seda<br />

de los barrotes del balcón …<br />

del pasado ya sólo queda<br />

un rescoldo en el corazón.<br />

Paseos bajo la luz de luna<br />

por alamedas de rosales;<br />

dos bocas que el amor aúna<br />

en claras noches estivales…<br />

Entonces… cantos, alegría,<br />

juramentos de eterna fé;<br />

y ahora, gris melancolía<br />

del dichoso tiempo que fue…<br />

III<br />

La frente apoyo en la vidriera:<br />

en el parque, vestidos blancos,<br />

y amantes en la primavera<br />

bajo los pinos, en los bancos<br />

59


Primeros versos a la amada,<br />

cantos primeros de ilusión…<br />

son hoy cual queja desolada<br />

en el fondo del corazón.<br />

Tú, flor de la tierra nativa,<br />

de los ojos fuiste embeleso.<br />

Sólo a tu boca, rosa viva,<br />

le dio la muerte el primer beso.<br />

Cuando se recuerda el pasado<br />

hay un deseo de llorar.<br />

¡El árido camino andado,<br />

si se pudiera desandar! …<br />

Sombras doloridas que vagan<br />

y esperanzas muertas deploran:<br />

astros que en tinieblas se apagan,<br />

voces que en silencio lloran! …<br />

A la claridad matutina<br />

fragante erguíase el rosal<br />

ya sobre el agua gris se inclina<br />

la amarilla rama otoñal…<br />

Una palabra … un juramento …<br />

¿Era verdad o era mentira?<br />

Mentira o verdad es tormento<br />

cuando sola el alma suspira.<br />

60


Ismael Enrique Arciniegas<br />

Se abría a la luz la ventana<br />

en un radioso amanecer,<br />

la ilusión decía: “¡Mañana!”<br />

Y hoy el corazón dice “¡Ayer!”<br />

¡Mañana! ¡Ayer! Polos remotos …<br />

Lo que es dolor y lo que salva.<br />

Claros sueños y sueños rotos,<br />

gris de la tarde y luz del alba<br />

Y al Amor, que en sombras se aleja,<br />

el alma dice: ¿Volverás?<br />

Y como una lejana queja<br />

se oye en el pasado, “¡Jamás!”<br />

La hiedra fija sus raíces<br />

Aun bajo nieve en la piedra.<br />

Recuerdos de días felices:<br />

sois del corazón … siempre hiedra!<br />

IV<br />

Aromadas rosas de Francia<br />

en los Casinos y en el Ritz;<br />

rosas que dais vuestra fragancia<br />

en Montecarlo y en Biarritz.<br />

61


Reservados de Restaurante;<br />

de vida y de goce ansias locas,<br />

el áureo champaña espumante,<br />

temblando de ósculos las bocas.<br />

Nerviosa espera de la cita,<br />

penumbra de la “garconiére”<br />

Fausto a los pies de Margarita<br />

en el rosado atardecer …<br />

Otra … extraño acento de arrullo,<br />

honda nostalgia en su mirada,<br />

y severo siempre su orgullo<br />

en su dolor de desterrada.<br />

Su imagen el pasado alegra,<br />

y fijos en la mente estan<br />

su traje blanco y su capa negra<br />

en las carreras de Longchamps.<br />

Días lejanos de estudiante,<br />

embriaguez de ideal divino,<br />

el corazón, rosa fragante,<br />

en noches del Barrio Latino …<br />

Midineta bulevardina,<br />

boca roja, frente de lis,<br />

incitadora, parlanchina,<br />

jilguero alegre de París.<br />

62


Ismael Enrique Arciniegas<br />

Y del “cabaret” la alegría,,,<br />

¿Era del Rhin o era del Volga?<br />

En su vida un misterio había …<br />

¿Era su nombre Elisa u Olga?<br />

En otra, del vuelo el arranque,<br />

mirar nostálgico … y pasó!<br />

Muchas veces junto a un estanque<br />

soñando la luna nos vió.<br />

Tú mejicana – parísina,<br />

del cabello como aureola<br />

de luz, de sol y habla divina<br />

entre francesa y española.<br />

En la tristeza de un suspiro<br />

lejos, a la orilla del mar,<br />

una margarita aun te miro<br />

Melancólica deshojar.<br />

Húngara triste, flor bohemia,<br />

de ojos, miosotis del Danubio:<br />

¡Cuán adorable era tu anemia<br />

en marco de cabello rubio!<br />

Tus pupilas vagas de Isis<br />

fingían decir un adiós;<br />

y casi exangüe por la tisis<br />

caíste de un golpe de tos.<br />

63


La frente apoyo en la vidriera…<br />

Un claro sol el cielo dora,<br />

riega rosas la primavera…<br />

El otoño en el alma llora.<br />

Se oye como una voz que ruega,<br />

como un gemido de laúd …<br />

¡Es la tarde que ya llega<br />

el adiós de la juventud!<br />

64


Colección<br />

Biblioteca Mínima Santandereana<br />

N° 1. Cuento. Tomás Vargas Osorio<br />

N°2. Poesía. Tomás Vargas Osorio

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