ALONSO, MI VERDADERO CONQUISTADOR - Publidisa
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JOSÉ VICENTE <strong>ALONSO</strong><br />
<strong>ALONSO</strong>,<br />
<strong>MI</strong> <strong>VERDADERO</strong><br />
<strong>CONQUISTADOR</strong><br />
CULTIVALIBROS
JOSÉ VICENTE <strong>ALONSO</strong><br />
<strong>ALONSO</strong>,<br />
<strong>MI</strong> <strong>VERDADERO</strong><br />
<strong>CONQUISTADOR</strong><br />
COLECCIÓN AUTOR. NÚNERO 52
Primera edición: Julio 2009<br />
© José Vicente Alonso<br />
© Cultiva Comunicación SL<br />
Teléfono: 9150 60 975<br />
www.cultivalibros.com<br />
Edición: A. de Lamo<br />
Maquetación: José Mª Lázaro Castillo<br />
Impresión:<br />
Precio ejemplar: 15 €<br />
ISBN 13: 978-84-9923-055-9<br />
ISBN eBook: 978-84-9923-072-6<br />
Depósito Legal:<br />
La reproducción total o parcial de este libro no autorizada, vulnera<br />
derechos reservados. Cualquier utilización debe ser preferentemente<br />
concertada.<br />
IMPRESO EN ESPAÑA · UNIÓN EUROPEA
PRESENTACIÓN<br />
Dedicado a Gustavo Bustos. Sin su apoyo, hubiese cogido<br />
la mochila y hubiese hecho de mi vuelta a casa mi<br />
verdadera aventura.<br />
Probablemente este libro tiene tanto de mentira como el<br />
propio programa. Lo he escrito yo y, aunque he querido ser<br />
sincero y objetivo, soy yo el que pone y quita; realzo cosas<br />
a las que tengo mucho cariño y omito otras de las que no me<br />
quiero acordar.<br />
He de decir que, aunque pienso que los productores mueven<br />
algunos hilos en el programa, probablemente si esto no<br />
fuese así, nadie iría a esta aventura. No serviría para nada,<br />
ni tendría la audiencia que tiene. Se trata de un reality, y la<br />
empresa es de ellos; quién mejor que ellos para saber lo que<br />
hay que hacer. Muchas cosas son suposiciones mías y no<br />
verdades absolutas.<br />
Muchas gracias a Txema Montoya y Joxan Goñi por su<br />
apoyo y tolerancia. Me invitaron a pasármelo bien y disfrutar.<br />
Tenían razón.<br />
No soy escritor ni lo pretendo. Simplemente, tenía ganas<br />
de contar lo que viví allí, no lo que pasó, ni mucho menos lo<br />
que emitirán por televisión.
7<br />
I-EL CASTING<br />
Todo comienza hace cuatro años delante del televisor,<br />
viendo un programa de aventureros en Argentina. Su objetivo<br />
es llegar a tocar el faro de Les Eclarieurs tras ir pasando<br />
una serie de pruebas físicas. Por cierto, el faro que se encuentra<br />
en Ushuaia, en medio del canal de Beagle, no es el más<br />
austral. Todavía hay uno más al sur que pertenece a Chile.<br />
Todos los lunes por la noche, a las diez, estaba enganchado<br />
al televisor para ver las aventuras y desventuras de estos<br />
esforzados conquistadores. Los concursantes, diez hombres y<br />
diez mujeres, estaban divididos en un principio en dos equipos:<br />
los Pumas y los Cóndores y se enfrentaban, no sólo a la<br />
dureza de la tierra y el clima, sino también a las diferentes<br />
pruebas a las que eran sometidos. Las condiciones de vida<br />
eran duras, debiendo soportar frío, hambre y sed. Tanto la<br />
condición física como la capacidad de convivir con desconocidos,<br />
son fundamentales para sobrevivir a esta aventura.<br />
Allí estaba yo, asistiendo a los avatares de estos personajes<br />
cada vez con más ansia y nerviosismo. Algunos eran mis<br />
preferidos, he incluso les animaba desde el sofá; otros eran<br />
odiosos e, incluso cuando hacían las cosas bien, quería que<br />
los eliminaran.<br />
En la cuarta edición del programa, ya estaba totalmente<br />
integrado en el juego. Solamente me hacía falta pasar hambre<br />
y frío para sentir al cien por cien las pruebas. Tanto me involucraba<br />
en el juego, que hasta comentaba en voz alta lo bien o<br />
mal que hacían los concursantes las pruebas o los momentos<br />
de la convivencia. Sólo me faltaba contestarme y mantener<br />
un diálogo yo solo.
Así que, al terminar el último capítulo de la cuarta edición<br />
y ver en los títulos de crédito la dirección donde había que<br />
mandar los datos para presentarse al casting y poder participar,<br />
no dudé un segundo en conectar el ordenador y mandar<br />
mis datos a al dirección reseñada. Yo quería ser uno de<br />
aquellos superhombres, e intentaría hacer las cosas como yo<br />
creía que se podían hacer, comportándome de manera más<br />
educada y como yo lo veía. En aquellos momentos, pensaba<br />
que reunía las condiciones físicas y mentales ideales para ser<br />
el conquistador del fi n del mundo o, por lo menos, para ser<br />
uno de los elegidos en esa aventura tan particular.<br />
Varios meses después, recibí una llamada telefónica de una<br />
chica muy educada y agradable que me invitaba a realizar<br />
un casting en un hotel de Vitoria. En la fecha indicada y a la<br />
hora convenida estaba yo, con todas mis ilusiones y muchos<br />
miedos, en una gran habitación del hotel rellenando un cuestionario<br />
de unas veinte preguntas, al que tendría que grapar<br />
unas fotos, y esperando mi turno para realizar una entrevista<br />
personal delante de una cámara de grabación. Mientras esperaba<br />
por los pasillos del hotel, observaba las caras de los<br />
demás aspirantes y pensaba que, probablemente, denotarían<br />
tantos miedos e ilusiones como la mía. Alguno parecía tener<br />
más valor y no estar tan nervioso, pero sólo se trataba de haber<br />
realizado algún que otro casting más. Dicen que la experiencia<br />
es un grado.<br />
Observándoles, pude darme cuenta que el perfi l físico de la<br />
mayoría era idéntico: chicos de entre 20 y 30 años, curtidos<br />
en gimnasios, altos, jóvenes y guapos; probablemente, estudiantes<br />
de INEF.<br />
Por fi n, llegó mi turno. Detrás de una larga mesa, se encontraban<br />
tres personas observándome muy atentamente y, a un<br />
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lado y rodeado de algunos focos, un chico que grababa detrás<br />
de una cámara colocada sobre un trípode.<br />
- Buenas tardes. Me llamo José Vicente Alonso, tengo 39<br />
años y soy de Vitoria. Soltero y sin compromiso, con 17 años<br />
debuté en Barcelona como pelotari profesional, ofi cio que desempeñé<br />
durante nueve años por diversas ciudades del mundo,<br />
terminando en Milán en el año 1996. En la actualidad, soy fontanero<br />
y tengo una pequeña empresa con cuatro empleados.<br />
Nos dedicamos, principalmente, a hacer destajos para empresas<br />
de fontanería más grandes. Soy un enamorado de Andalucía<br />
y todos los años voy al Rocío; pertenezco a la Hermandad<br />
de Palos de la Frontera, pueblo al que cada vez que puedo me<br />
escapo y en el que me siento muy querido e integrado.<br />
A partir de esta pequeña presentación, una de las personas<br />
que me estaba entrevistando, Joxan Goñi, en vez de preguntarme<br />
cosas, comenzó una animada charla conmigo que<br />
trataba, sobre todo, del mundo de la pelota. Parece mentira,<br />
pero estoy convencido de que, de aquella conversación tan<br />
informal, sacó toda la información que quería acerca de mi<br />
personalidad.<br />
Casi para fi nalizar, me dijo que siendo un amante del Rocío,<br />
cantaría bien y me propuso cantar una canción. Estaba<br />
muy a gusto y distendido, por lo que me puse a cantar una<br />
canción muy divertida y estridente que mis compañeros de<br />
Barcelona habían inventado en el año 1987 y que todos los<br />
pelotaris que han jugado conmigo cantan cuando están de<br />
fi esta o se acuerdan de mí.<br />
La canción tiene un tono muy estridente y dice así:<br />
“¡Alonsooo…! América te espera. Estos intendentes son la<br />
pera”.<br />
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“¡Alonsooo…! El público está contigo y el que no está con-<br />
tigo es por que no es tu amigo”.<br />
“¡Alonsooo…! Todos los niños de Barcelona quieren ser<br />
como Alonso”.<br />
Tras esta entrevista, que duró alrededor de veinte minu-<br />
tos, salí de aquella habitación con la plena convicción de que<br />
me llamarían para concursar en un programa tan ansiado por<br />
mí. Nada más salir del casting tenía que ir al médico, y lo primero<br />
que le dije fue que iba a participar en un programa de<br />
televisión. Le conté a grandes rasgos la entrevista y le expresé<br />
mi convencimiento de que yo sería uno de los participantes<br />
en la quinta edición del programa.<br />
Unos meses más tarde, recibí una llamada de la misma chica<br />
que me había invitado tan amablemente al casting para<br />
comunicarme que estaba entre los seleccionados para participar<br />
en la aventura. Unos días después, estaba en Miramón;<br />
en los estudios que ETB tiene en Donosti. Allí, después de<br />
probarme la ropa, fi rmar un montón de hojas (aproximadamente<br />
diecisiete), hacer una pequeña prueba delante de una<br />
cámara y coger los datos de mi pasaporte; todo estaba organizado<br />
para que el día 22 de octubre a las nueve de la mañana<br />
pasara un coche de la productora a buscarme y me llevara al<br />
aeropuerto camino de Argentina.<br />
Durante aquel día en Miramón, hubo varios detalles que se<br />
me quedaron grabados en la cabeza. Mientras hablábamos y<br />
fi rmaba el contrato, Joxan tuvo mucho interés en conocer mi<br />
opinión acerca de Juanito Oiarzabal (un mito de la montaña<br />
que, tras haber participado en tres ediciones anteriores del<br />
programa, tiene fama de gruñón y prepotente). Yo comenté<br />
que no le conocía, por lo que no tenía una opinión formada.<br />
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Era cierto que tenía mucha fama de gruñón y cascarrabias<br />
pero, mientras a mí no me hiciera nada, yo no podría decir<br />
nada malo de él.<br />
Otra de las cosas que me llamó la atención y me dejó preocupado,<br />
fue que tenía mucho interés en que cantase aquella<br />
famosa canción de Barcelona. En un momento de la conversación,<br />
me di cuenta que le hacía mucha gracia mi forma de<br />
expresarme y de hacer las cosas; entonces yo le pregunté que<br />
si me iban a llevar al programa por graciosillo. No me apetecía<br />
nada hacer el payaso en la televisión para todo Euskadi.<br />
Le expliqué que yo era un tipo muy divertido, pero sólo para<br />
mis amigos y en la intimidad; que yo iba al programa con<br />
mucha ilusión de ver mi fuerza física y de poner al límite mi<br />
instinto de supervivencia. Joxan me tranquilizó diciéndome<br />
que no se iban a aprovechar de mí, que todo el mundo sale en<br />
televisión como es y que ellos no manipulaban nada. A parte<br />
de confi rmarme que se trataba de un juego de supervivencia,<br />
también me comentó que lo único que se nos pedía a los<br />
participantes era cooperar y contestar a todas las preguntas<br />
que se nos hicieran a lo largo del rodaje. Por experiencia, sabía<br />
que nos íbamos a enfadar con los demás concursantes y<br />
con los cámaras, e incluso llamarnos “hijos de puta” o llegar<br />
a las manos. Pero, también me dijo que todo eso eran acaloramientos<br />
propios de la tensión del programa y que lo verdaderamente<br />
importante, y que me pedía, era contestar a las<br />
preguntas de los guionistas.<br />
Con todo esto, llegamos a un pequeño pacto oral entre caballeros:<br />
la tele no se aprovecharía de mí y yo contestaría y<br />
reaccionaría siempre de manera natural y espontánea.<br />
Pues ya estaba todo organizado para volar.<br />
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Día 22 de octubre.<br />
12<br />
II-EL VIAJE<br />
Me levanté muy temprano porque no podía dormir. Como<br />
cada mañana, fui al bar que hay debajo de mi casa para tomar<br />
mi cafetito y degustar las primeras caladas de tabaco. Aquel<br />
día, creo que fueron algunos cigarritos más de lo común, ya<br />
que el coche negro tipo limusina no llegó hasta las diez de la<br />
mañana y, digo yo que los nervios también infl uirían algo.<br />
Ya en el coche, conocí a mi primera compañera de viaje, Loli<br />
Fuste, una chica de Araia, casada y madre de dos hijos de 21<br />
y 17 años; una mujer muy fuerte y de carácter muy agradable.<br />
Creo que hablamos más con el chófer que entre nosotros,<br />
probablemente por los nervios y el miedo a lo desconocido.<br />
Media hora después, llegamos al aeropuerto de Loiu, donde<br />
nos esperaban el resto de nuestros compañeros. Allí conocimos<br />
al siguiente compañero, Josu Ábrego; un chico de 42<br />
años, que hablaba muy raro y nos hacía preguntas muy extrañas<br />
como que si éramos participantes o concursantes. Nosotros,<br />
no entendíamos la diferencia. Además, tenía una cámara<br />
de fotos muy ostentosa, de profesional, y pasaba el tiempo sacando<br />
fotos a todo y haciendo preguntas muy extravagantes.<br />
Este chico, había vivido los últimos doce años en Australia,<br />
pero desde los veinte vivía fuera de casa y se había dedicado<br />
a viajar por todo el mundo. Se apreciaba que tenía un nivel<br />
cultural muy alto pero, como empleaba tantos tecnicismos y<br />
rebuscaba tanto las palabras, resultaba un poquito cargante.<br />
Con él llegó un chico de color: Ndiaga Ngom; un joven de<br />
treinta y seis años, nacido en Senegal, muy alto y aparente-
mente muy fuerte. Aunque parecía tímido y reservado, nos<br />
contó que tenía una hija de diez años y que estaba separado.<br />
Poco a poco, fueron apareciendo los demás: Vanesa Bergara<br />
era una chica de Vitoria. Lo que más me llamó la atención<br />
de ella fue su corte de pelo con mechas y trenzas. De complexión<br />
bajita y fuerte, estaba todo el tiempo remangándose<br />
la camiseta, con lo que se podía ver que poseía unos brazos<br />
muy fuertes; vamos, que tenía los brazos más grandes que mi<br />
cabeza. Llegó con su pareja, una chica muy alta y muy agradable.<br />
Vanesa fumaba, por lo que tuvimos el placer de charlar<br />
mientras nos deshacíamos de unos cigarritos. Comentó que<br />
era gruista y que solía ir al gimnasio; con lo cual, no me quedó<br />
ninguna duda sobre de dónde habían salido aquellos brazos.<br />
En ese momento, llegó Ainhoa Bárbara. Desde lejos y sin<br />
hablar con ella, se podía intuir que nos acompañaría en la<br />
aventura; quizás por su aspecto un tanto peculiar: tenía el<br />
pelo verde, muy largo, vestía con un montón de cadenas y<br />
llevaba varios piercings. En la boca, la nariz, la ceja, la lengua<br />
e incluso uno en la mejilla. La ropa tampoco era muy convencional,<br />
pero sí muy acorde con su imagen. Vestía una chupa<br />
de cuero negra, unas botas altas por fuera del pantalón y un<br />
collar muy grande metálico con una calavera.<br />
Iñaki Sanz llegó con unos amigos. Al parecer, habían estado<br />
de juerga toda la noche y acababan de almorzar en el bar<br />
que éste regentaba en la localidad costera de Plentzia. Era un<br />
chico joven, de veinticuatro años; muy risueño y aparentemente<br />
agradable. Vestía con una camiseta verde que llevaba<br />
publicidad de su local (Izarraitz) y una gorra. Además, de la<br />
parte trasera de su cabello, colgaban cuatro rastas.<br />
Raúl Llata apareció en el aeropuerto con una chica muy<br />
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guapa, de ojos claros, que debía ser su novia. Este chico tenía<br />
también un look bastante peculiar: patillas muy largas y pobladas<br />
que le llegaban hasta la barbilla y varios piercings por<br />
todo el cuerpo. Llevaba unos pantalones de estilo surfero que<br />
le cubrían hasta debajo de la rodilla. Era un joven muy extrovertido,<br />
y nos explicó que era monitor de snow y de deportes<br />
de riesgo. Hasta el momento y junto con Loli era, por su carácter<br />
afable y educado, la persona más afín a mí.<br />
Poco después, llegaría Nerea de la Horra: muy guapa y elegante,<br />
era rubia y venía con su marido, que llamaba más la<br />
atención que ella porque era un chico alto y muy atractivo.<br />
Son padres de una niña de 10 años, Ane.<br />
Por último, apareció Nagore Urkiaga; una joven de 27 años<br />
muy pequeñita y delgada, que vestía un palestino y mallas de<br />
colores. Era muy risueña y, mientras tomábamos un cafetito,<br />
nos contó que se dedicaba a la escalada y que había sido campeona<br />
de España de kárate.<br />
Tras conocer a todos, y aún con el fl ash de la primera vista,<br />
pensé que éste era mi equipo y ¡vaya banda! Cada uno de un<br />
padre y de una madre. No teníamos nada que ver entre nosotros<br />
ni proponiéndonoslo.<br />
Con nosotros estaba Beronike, la chica que siempre llamaba<br />
de la productora para coordinar todas las cosas. Tras<br />
facturar las diez mochilas con lazos naranjas que llevábamos,<br />
subió en el avión con nosotros y nos acompañó hasta Madrid.<br />
Todos le preguntábamos muchas cosas acerca de las mil dudas<br />
que teníamos, en especial, Loli. Pero ella, sólo contestaba<br />
a lo más esencial o evidente; en ningún momento nos comentó<br />
qué iba a pasar o si éramos del mismo equipo o no. Asumiendo<br />
el riesgo de parecer pesada, Loli seguía insistiendo;<br />
pero sin conseguir nada.<br />
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Al llegar a Madrid comimos en el aeropuerto. El ambiente<br />
que se respiraba era muy divertido y positivo, pero se podía<br />
oler que todos estábamos nerviosos y preocupados, ya que lo<br />
único que sabíamos era que nos dirigíamos a la Patagonia a<br />
vivir la experiencia más espectacular de nuestras vidas. Todo<br />
lo demás, eran suposiciones y cábalas. Muchas, o la gran mayoría<br />
de ellas, erróneas.<br />
Poco antes de embarcar y despedirnos de Beronike, como<br />
buen macarra de playa y con intención de sacarle alguna información,<br />
le di dos besos y, al oído, me atreví a susurrarle:<br />
- Si llego a Ushuaia te invito a cenar.<br />
- Allí te invito a cenar yo- fue lo que me contestó.<br />
No había comenzado el programa, y yo ya había quedado<br />
para cenar con una chica al fi nal de la aventura. Por otro lado,<br />
pensar que alguien de la productora contaba conmigo en Ushuaia,<br />
me daba un plus de confi anza. Vamos, que era un fenómeno.<br />
Con esa ilusión, monté en el avión rumbo a Buenos<br />
Aires.<br />
Durante el vuelo hubo poco que reseñar aunque, para todas<br />
las personas que viajaban con nosotros, el grupo que formábamos<br />
llamaban mucho la atención. Llata tenía miedo a<br />
volar, por lo que para pasar los nervios se recostó sobre la<br />
ventanilla e intentó dormir. Josu se tomó una pastilla, se colocó<br />
un antifaz y no supimos más de él hasta el aterrizaje.<br />
Nagore, la más avispada, en vez de dormir en el asiento, se<br />
buscó un recoveco junto a la salida de emergencia y allí pasó<br />
la noche descansando. Las chicas alternaban pequeñas conversaciones<br />
con cabezadas una sobre el hombro de la otra;<br />
parecía que había buen feeling entre ellas. Iñaki se acercó a<br />
mí para ayudarme con mis crucigramas; no había hecho nin-<br />
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