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relatos premiados - Ayuntamiento de Albalate de Zorita

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tiempos que corrían: el hambre, el dinero, la enfermedad, la muerte… La<br />

gente se encerraba en sus casas cuando advertían en sus vecinos las<br />

primeras e inequívocas señales <strong>de</strong> que se podía producir una epi<strong>de</strong>mia.<br />

Pero eso a Jared no le importaba en absoluto. Era una ordinariez<br />

concentrarse en aquellos temas vanales. Por mucho que sus vecinos<br />

rogaran, su hambre nunca sería saciada <strong>de</strong>l todo, su dinero no se<br />

multiplicaría, la enfermedad no los esquivaría y la muerte acabaría por<br />

arrastrarlos cuando llegara el momento preciso. Para los <strong>de</strong>más<br />

ciudadanos, aquellos temas eran <strong>de</strong>masiado importantes como para no<br />

pensar en ellos, pero para aquel extraño señor, los temas realmente<br />

importantes eran aquellos que nacían en la mente. Y él tenía un<br />

problema gravísimo. Pa<strong>de</strong>cía una extraña enfermedad que muchos<br />

parecían no compren<strong>de</strong>r o no valorar lo suficiente como para temerla.<br />

Su enfermedad era la falta <strong>de</strong> inspiración. No muchos conocían aquella<br />

sensación, pero los que la habían experimentado en algún momento<br />

habían aprendido a temerla con toda su alma. Era como caminar por<br />

una extensa y bien surtida biblioteca en la que todos los libros estaban en<br />

blanco, porque, ¿en qué idioma se podían escribir las i<strong>de</strong>as? Había<br />

muchos clientes en aquella biblioteca, clientes que se <strong>de</strong>jaban llevar por<br />

su mente y tomaban la i<strong>de</strong>a perfecta.<br />

La no-inspiración era precisamente lo contrario. Era entrar en un<br />

cuarto vacío, con algún que otro libro polvoriento y sin ninguna i<strong>de</strong>a<br />

válida. El cliente estaba con<strong>de</strong>nado a vagar por el reducido espacio en<br />

busca <strong>de</strong> una buena i<strong>de</strong>a, un rayo <strong>de</strong> luz en aquel lugar oscuro, en<br />

aquel ruinoso templo <strong>de</strong> aguas negras.<br />

Aunque, por supuesto, siempre había un salvador. Los gran<strong>de</strong>s<br />

bancos <strong>de</strong> i<strong>de</strong>as que habían comenzado sus larga y provechosas vidas<br />

siendo cuartos ruinosos. Siempre llegaba alguien que conservaba la<br />

esperanza, cogía un libro sin nada y lo llenaba con sus propios<br />

pensamientos. Ponía su mente al servicio <strong>de</strong> los <strong>de</strong>más clientes.<br />

Y aquella era precisa y elementalmente lo que Jared no podía o no<br />

quería compren<strong>de</strong>r. Que la no-inspiración no era estar en un cuarto<br />

cochambroso, sin ninguna i<strong>de</strong>a, sin ningún pensamiento aprovechable,<br />

sino que era el no po<strong>de</strong>r mol<strong>de</strong>arlo para crear con sus cimientos un<br />

templo <strong>de</strong>l saber.<br />

Pero claro, para Jared, aquello no tenía lugar.<br />

Para un escritor frustrado, aquello no podía ser.

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