Tomo 1 - Renta Básica de las Iguales

Voltaire lo explicaba así: “puedo no estar de acuerdo con lo que dices, pero voy a defender siempre tu
derecho a expresarte”; es decir, de alguna manera, estaba afirmando que yo espero de ti la misma actitud,
que lo que no quiero para mí no se lo he de hacer al otro, lo mismo que yo respeto sus ideas o credos, el
otro no ha de imponerme las suyas o los suyos.
Vano intento. Decir que mi libertad se acaba donde empieza la del otro y viceversa puede ser muy
bonito y deseable, pero ¿quién y dónde se fija este límite? Mi opinión es que, en las sociedades
propietaristas, y en concreto en el capitalismo, la libertad la tienen los poderosos y el límites los fijan
ellos. La prueba nos la ofrece la llamada guerra de las viñetas.
Algunos derechos cogieron el fusil… ¿dónde queda el respeto a la diversidad?
En el septiembre del 2005 y lo que va del 2006, parece ser que los derechos de pensamiento,
expresión, de prensa, y de opinión política comenzaron a disparar contra los derechos a la religión, a la
creencia, y a la expresión religiosa.
Utilizando el derecho de expresión y prensa, unos periodistas del diario danés Jyllands-Posten
publicaron el 30 de septiembre del 2005 unas caricaturas de Mahoma que irritaron a algunos imanes y
desataron una fuerte violencia, con el beneplácito de algunos gobiernos musulmanes.
Invocando y defendiendo estos derechos, otros rotativos, como el diario popular francés France-Soir
publicó en su portada una caricatura del profeta Mahoma como información principal, con un título a toda
página en la que podía leerse: “Sí, tenemos derecho a caricaturizar a Dios”. En el
dibujo, donde sobre una nube puede verse a Buda, a Yahvé, a Jesús y a Mahoma, el
católico le dice al musulmán: “No la montes, Mahoma, aquí nos han caricaturizado a
todos”. Asimismo, este diario reproduce en sus páginas interiores los dibujos
publicados el 30 de septiembre por el diario danés Jyllands-Posten, que han sido
motivo de polémicas en el mundo musulmán. “No pediremos perdón por ser libres de hablar, pensar o
criticar”, afirma el editorial del diario, donde se puede leer que “mientras sea necesario, se tiene el
derecho de caricaturizar a Mahoma, Jesús, Buda, Yahve y todas sus declinaciones”. “Eso se llama libertad
de expresión en un país laico”, prosigue. France-Soir dice no querer provocar con la publicación de estos
doce dibujos. Además, constata que ninguno de ellos tiene “intención racista” o “voluntad de denigrar a
una comunidad”, a pesar de la airada reacción de ciertos países de fe musulmana, y que aún colea.
Entre periódicos estadounidenses, el The New York Sun, con circulación limitada y de marcada tendencia pro israelí, publicó
otras dos de las viñetas.
La Eurocámara también salió en defensa de la libertad de expresión “como un derecho universal… La
independencia de la prensa no debe ser socavada por ningún individuo o grupo”.
Entre las personas o personajes, tenemos al ministro italiano de extrema derecha Calderoli, que
continuaba echando más leña al fuego, al mostrarse en televisión con una camiseta estampada con la
efigie de Mahoma. Y la opinión de Ayaan Iris Ali, mujer guionista de la película Sumisión, que le costó la
vida a su director Theo van Gogh, asesinado por un fundamentalista islámico, alaba “el derecho a ofender
y cree que la libertad de expresión no puede negociarse con nadie, pues es la esencia de la democracia”.
Hasta aquí, fogonazos en defensa de emplear unos derechos de expresión aunque supuestamente
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