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HOMO ERECTUS<br />
0 LOBBY<br />
Una emoción llamada Jazz<br />
Esa emoción llamada Jazz se levantó un día de su cama y con la decisión propia<br />
de los eventos destinados a ser eternos, empacó maletas y se fue al norte de<br />
su América nativa.<br />
Por: César Landaeta H.<br />
Todos los biógrafos del Jazz coinciden en<br />
ubicar su nacimiento en el sur de los<br />
Estados Unidos, no se sabe con exactitud<br />
si a finales del siglo XIX o principios del XX, y de<br />
padres africanos y europeos.<br />
Esa particular combinación de genéticas e<br />
inconscientes colectivos, tal vez sea lo que<br />
le haya conferido tan extraña combinación de<br />
ritmos. Sus altibajos de la música, unas veces<br />
alocada y escandalosa y otras melosa y relajante<br />
que le asemejan a la de una personalidad bipolar,<br />
y esa magia imperecedera que lo ha mantenido<br />
en nuestra vida desde siempre y para siempre,<br />
son la esencia de lo que une al Jazz con los<br />
humanos.<br />
Y es que, lejos de los sesudos y respetables<br />
análisis de los connaisseurs para entender de<br />
qué demonios se trata (y cómo tratarla), lo que<br />
es indudable es que el Jazz es una emoción<br />
humana.<br />
Ciertamente, igual como lo son la rabia, el miedo,<br />
la tristeza y la alegría, esa música apasionada es<br />
una emoción en sí misma y por ello a menudo<br />
desata reacciones extremas en quienes la<br />
escuchan.<br />
A cierta clase de personas convencionales y<br />
pasivas, enfrentadas por ejemplo a un solo<br />
proveniente del saxo irrespetuoso de John<br />
Coltrane, le estallarán los oídos y buscarán<br />
alejarse cuanto antes de la fuente del sonido,<br />
mientras que a otros de esos que siempre andan<br />
buscando “cambiar las cosas”, les inspirará y les<br />
fortalecerá su espíritu reivindicativo.<br />
Los primeros desde luego, disfrutarán mucho<br />
más con las notas suaves del cool Chet Baker<br />
o del saxo disuasivo de Ben Webster. Hay para<br />
todos los gustos.<br />
Esa emoción llamada Jazz se levantó un día de<br />
su cama y con la decisión propia de los eventos<br />
destinados a ser eternos, empacó maletas y se<br />
fue al norte de su América nativa.<br />
Después de muchas vicisitudes para conquistar<br />
los mercados de Nueva York y Chicago y una vez<br />
asegurada victoriosamente en esas plazas, se<br />
lanzó a la conquista del resto del planeta.<br />
Es así como hoy en día, apenas a un siglo o<br />
algo más de su nacimiento, encontramos a sus<br />
descendientes - y sospecho que el padre original<br />
anda camuflado por ahí en alguna parte del<br />
continente africano -, en todas las regiones de<br />
este SU mundo.<br />
Gracias a ese implacable fenómeno expansivo,<br />
países como Francia, Inglaterra, Italia, España,<br />
Japón, casi toda Latinoamérica y hasta zonas<br />
tan remotas como Rusia y la siempre estoica<br />
China, tienen en su seno esa representación que<br />
universaliza a las emociones del espíritu más<br />
elevado.<br />
Entonces, ¿Qué hace usted ahí sentado en ese<br />
silencio emocional? ¡Salga a buscar a su amor!<br />
Conéctese con las ondas sensoriales de su alma<br />
y ponga en su equipo algo de Jazz.<br />
Baile con Eddie Palmieri, llore con la voz felina de<br />
Billie Holiday, viva su melancolía junto con Nina<br />
Simone, contraste su romanticismo con el de Mel<br />
Tormé (The velvet fog) y por supuesto, nunca deje<br />
en su caja ninguna grabación de ese fenómeno<br />
panameño llamado <strong>Danilo</strong> <strong>Pérez</strong>.<br />
Estoy seguro que me agradecerá que le haya hecho<br />
esta sugerencia, pero mucho más agradecido<br />
estará su emocionado corazón. ¡Un brindis por el<br />
Jazz y todos sus descendientes! ✤