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Danilo Pérez - Lobby

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HOMO ERECTUS<br />

0 LOBBY<br />

Una emoción llamada Jazz<br />

Esa emoción llamada Jazz se levantó un día de su cama y con la decisión propia<br />

de los eventos destinados a ser eternos, empacó maletas y se fue al norte de<br />

su América nativa.<br />

Por: César Landaeta H.<br />

Todos los biógrafos del Jazz coinciden en<br />

ubicar su nacimiento en el sur de los<br />

Estados Unidos, no se sabe con exactitud<br />

si a finales del siglo XIX o principios del XX, y de<br />

padres africanos y europeos.<br />

Esa particular combinación de genéticas e<br />

inconscientes colectivos, tal vez sea lo que<br />

le haya conferido tan extraña combinación de<br />

ritmos. Sus altibajos de la música, unas veces<br />

alocada y escandalosa y otras melosa y relajante<br />

que le asemejan a la de una personalidad bipolar,<br />

y esa magia imperecedera que lo ha mantenido<br />

en nuestra vida desde siempre y para siempre,<br />

son la esencia de lo que une al Jazz con los<br />

humanos.<br />

Y es que, lejos de los sesudos y respetables<br />

análisis de los connaisseurs para entender de<br />

qué demonios se trata (y cómo tratarla), lo que<br />

es indudable es que el Jazz es una emoción<br />

humana.<br />

Ciertamente, igual como lo son la rabia, el miedo,<br />

la tristeza y la alegría, esa música apasionada es<br />

una emoción en sí misma y por ello a menudo<br />

desata reacciones extremas en quienes la<br />

escuchan.<br />

A cierta clase de personas convencionales y<br />

pasivas, enfrentadas por ejemplo a un solo<br />

proveniente del saxo irrespetuoso de John<br />

Coltrane, le estallarán los oídos y buscarán<br />

alejarse cuanto antes de la fuente del sonido,<br />

mientras que a otros de esos que siempre andan<br />

buscando “cambiar las cosas”, les inspirará y les<br />

fortalecerá su espíritu reivindicativo.<br />

Los primeros desde luego, disfrutarán mucho<br />

más con las notas suaves del cool Chet Baker<br />

o del saxo disuasivo de Ben Webster. Hay para<br />

todos los gustos.<br />

Esa emoción llamada Jazz se levantó un día de<br />

su cama y con la decisión propia de los eventos<br />

destinados a ser eternos, empacó maletas y se<br />

fue al norte de su América nativa.<br />

Después de muchas vicisitudes para conquistar<br />

los mercados de Nueva York y Chicago y una vez<br />

asegurada victoriosamente en esas plazas, se<br />

lanzó a la conquista del resto del planeta.<br />

Es así como hoy en día, apenas a un siglo o<br />

algo más de su nacimiento, encontramos a sus<br />

descendientes - y sospecho que el padre original<br />

anda camuflado por ahí en alguna parte del<br />

continente africano -, en todas las regiones de<br />

este SU mundo.<br />

Gracias a ese implacable fenómeno expansivo,<br />

países como Francia, Inglaterra, Italia, España,<br />

Japón, casi toda Latinoamérica y hasta zonas<br />

tan remotas como Rusia y la siempre estoica<br />

China, tienen en su seno esa representación que<br />

universaliza a las emociones del espíritu más<br />

elevado.<br />

Entonces, ¿Qué hace usted ahí sentado en ese<br />

silencio emocional? ¡Salga a buscar a su amor!<br />

Conéctese con las ondas sensoriales de su alma<br />

y ponga en su equipo algo de Jazz.<br />

Baile con Eddie Palmieri, llore con la voz felina de<br />

Billie Holiday, viva su melancolía junto con Nina<br />

Simone, contraste su romanticismo con el de Mel<br />

Tormé (The velvet fog) y por supuesto, nunca deje<br />

en su caja ninguna grabación de ese fenómeno<br />

panameño llamado <strong>Danilo</strong> <strong>Pérez</strong>.<br />

Estoy seguro que me agradecerá que le haya hecho<br />

esta sugerencia, pero mucho más agradecido<br />

estará su emocionado corazón. ¡Un brindis por el<br />

Jazz y todos sus descendientes! ✤

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