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una crisis global, donde puede estar
discutiéndose, incluso, un cambio de
predominios en la economía global.
En suma, son demasiados elementos
para pensar que con las reservas, el
tipo de cambio flexible y el superávit
fiscal pueda alcanzar. En coyunturas
como estas, la densidad y diversidad
productiva, el desarrollo tecnológico y
la capacidad de decisión soberana sobre
el proceso de inversión adquieren
especial importancia. Aspectos estos
que no han estado en la agenda de los
últimos años y que, nos encuentran
hoy, en una matriz productiva que si
bien ha crecido no se ha diversificado
y con una cúpula empresaria donde el
predominio trasnacional es absoluto.
Es más, podría decirse que la aceptación
pasiva de los precios que hasta
hoy nos brinda la economía mundial
(altos precios para los alimentos y las
commodities así como bajos precios
para la adquisición de maquinarias y
equipos) tiende a consolidar la matríz
primaria, extractiva y de baja densidad
productiva que hoy caracteriza a
nuestro país”.
Hemos crecido pero, nos hemos desarrollado?
En análisis anteriores hemos dado cuenta
que, desde hace 4 décadas, nuestro
país gasta por habitante exactamente
lo mismo, sin embargo, esa distribución
ha ampliado la desigualdad. Así lo
confirman los números del primer trimestre
de este año, el índice que mide
la brecha entre los más ricos y los más
pobres aumentó de 27 a 30. Sin dudas,
gracias a esa desigualdad se produjo
un mayor dinamismo en diversos rubros,
por caso, el negocio inmobiliario,
la construcción y las automotrices,
sectores que representan el consumo
de aquellos de mayores ingresos que
son los únicos que han podido expandirse.
Los jóvenes, por el contrario,
reflejan la otra cara de la moneda.
Aquellos que tuvieron la suerte de alcanzar
títulos de grado, por ejemplo,
dependen de la suerte económica de
sus padres porque la elevada inflación,
los precios inmobiliarios inalcanzables
y los empobrecidos salarios determinan
que, a pesar de tener mayores estudios
que sus padres, su estándar de
vida depende de éstos. De hecho, ya
se registran atrasos en los pagos de las
cuotas de los préstamos tomados, tanto
hipotecarios como personales y, según
el Índice General de Expectativas
Económicas de mayo, elaborado por la
Escuela de Economía de la UCA y TNS
Gallup, 6 de cada 10 argentinos declaran
que la entrada mensual de dinero
de su familia no les alcanza para vivir
con decoro. Así es, de acuerdo al análisis
del diputado Lozano “es la inflación
la que actúa como mecanismo preservador
de las ganancias extraordinarias
del empresariado más concentrado.
A la vez, en tanto amplía la desigualdad
reduce los efectos positivos que
en materia de ingresos produce el
crecimiento económico. El año 2007
exhibe crecimiento, caída del salario
real, mantenimiento de la pobreza y
aumento de la indigencia (hambre) por
alza en el precio de los alimentos”. De
hecho la puja entre el campo y el gobierno
acelera las presiones inflacionarias.
El consumo se resiente ante
la fuerte pérdida de poder adquisitivo
afectando, incluso, la estabilidad social
y económica del modelo.
Hemos visto que el país creció, aunque
no fue acompañado por las inversiones.
Estas se ubican todavía
por debajo de los ’90. En ese sentido,
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