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Colección Pensamiento Dominicano, Volumen I: Poesía y Teatro

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COLECCIÓN<br />

PENSAMIENTO DOMINICANO<br />

VOLUMEN I<br />

<strong>Poesía</strong> y <strong>Teatro</strong>


COLECCIÓN<br />

PENSAMIENTO DOMINICANO<br />

VOLUMEN I<br />

<strong>Poesía</strong> y <strong>Teatro</strong><br />

<strong>Poesía</strong><br />

DOMINGO MORENO JIMENES | ANTOLOGÍA<br />

FRANKLIN MIESES BURGOS | ANTOLOGÍA<br />

JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMOS I Y II<br />

SALOMÉ UREñA DE hENRÍqUEz | POESÍAS ESCOGIDAS<br />

PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA<br />

<strong>Teatro</strong><br />

MANUEL RUEDA | LA TRINITARIA BLANCA. COMEDIA DRAMÁTICA EN TRES ACTOS<br />

INTRODUCCIóN: Jeannette Miller<br />

EPÍLOGO: Jorge Tena Reyes<br />

Santo Domingo, República Dominicana<br />

2008


Sociedad dominicana<br />

de BiBliófiloS<br />

CONSEJO DIRECTIVO<br />

Mariano Mella, Presidente<br />

Dennis R. Simó Torres, Vicepresidente<br />

Tomás Fernández W., Tesorero<br />

Manuel García Arévalo, Vicetesorero<br />

Octavio Amiama de Castro, Secretario<br />

Sócrates Olivo Álvarez, Vicesecretario<br />

VOCALES<br />

Eugenio Pérez Montás • Miguel de Camps<br />

Edwin Espinal • Julio Ortega Tous • Mu-Kien Sang Ben<br />

Antonio Morel, Comisario de Cuentas<br />

ASESORES<br />

José Alcántara Almánzar • Andrés L. Mateo • Manuel Mora Serrano<br />

Eduardo Fernández Pichardo • Virtudes Uribe • Amadeo Julián<br />

Guillermo Piña Contreras • Emilio Cordero Michel • Raymundo González<br />

María Filomena González • Eleanor Grimaldi Silié<br />

EX-PRESIDENTES<br />

Enrique Apolinar henríquez +<br />

Gustavo Tavares Espaillat • Frank Moya Pons • Juan Tomás Tavares K.<br />

Bernardo Vega • José Chez Checo • Juan Daniel Balcácer<br />

Jesús R. Navarro zerpa, Director Ejecutivo


BANCO DE RESERVAS<br />

DE LA REPúBLICA DOMINICANA<br />

Daniel Toribio<br />

Administrador General<br />

Miembro ex oficio<br />

CONSEJO DE DIRECTORES<br />

Lic. Vicente Bengoa<br />

Secretario de Estado de hacienda<br />

Presidente ex oficio<br />

Lic. Mícalo E. Bermúdez<br />

Miembro<br />

Vicepresidente<br />

Dra. Andreína Amaro Reyes<br />

Secretaria General<br />

VOCALES<br />

Ing. Manuel Guerrero V.<br />

Lic. Domingo Dauhajre Selman<br />

Lic. Luis A. Encarnación Pimentel<br />

Dr. Joaquín Ramírez de la Rocha<br />

Lic. Luis Mejía Oviedo<br />

Lic. Mariano Mella<br />

SUPLENTES DE VOCALES<br />

Lic. Danilo Díaz<br />

Lic. héctor herrera Cabral<br />

Ing. Ramón de la Rocha Pimentel<br />

Ing. Manuel Enrique Tavárez Mirabal<br />

Lic. Estela Fernández de Abreu<br />

Lic. Ada N. Wiscovitch C.


Esta publicación, sin valor comercial,<br />

es un producto cultural de la conjunción de esfuerzos<br />

del Banco de Reservas de la República Dominicana<br />

y la Sociedad Dominicana de Bibliófilos, Inc.<br />

COMITÉ DE EVALUACIóN Y SELECCIóN<br />

Orión Mejía<br />

Director General de Comunicaciones y Mercadeo, Coordinador<br />

Luis O. Brea Franco<br />

Gerente de Cultura, Miembro<br />

Juan Salvador Tavárez Delgado<br />

Gerente de Relaciones Públicas, Miembro<br />

Emilio Cordero Michel<br />

Sociedad Dominicana de Bibliófilos<br />

Asesor<br />

Raymundo González<br />

Sociedad Dominicana de Bibliófilos<br />

Asesor<br />

María Filomena González<br />

Sociedad Dominicana de Bibliófilos<br />

Asesora<br />

Jesús Navarro zerpa<br />

Director Ejecutivo de la Sociedad Dominicana de Bibliófilos<br />

Secretario<br />

Los editores han decidido respetar los criterios gramaticales utilizados por los autores<br />

en las ediciones que han servido de base para la realización de este volumen<br />

COLECCIÓN<br />

PENSAMIENTO DOMINICANO<br />

VOLUMEN I<br />

<strong>Poesía</strong> y <strong>Teatro</strong><br />

<strong>Poesía</strong><br />

DOMINGO MORENO JIMENES | ANTOLOGÍA<br />

FRANKLIN MIESES BURGOS | ANTOLOGÍA<br />

JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMOS I Y II<br />

SALOMÉ UREñA DE hENRÍqUEz | POESÍAS ESCOGIDAS<br />

PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA<br />

<strong>Teatro</strong><br />

MANUEL RUEDA | LA TRINITARIA BLANCA. COMEDIA DRAMÁTICA EN TRES ACTOS<br />

ISBN: <strong>Colección</strong> completa: 978-9945-8613-9-6<br />

ISBN: <strong>Volumen</strong> I: 978-9945-457-00-1<br />

Coordinadores:<br />

Luis O. Brea Franco, por Banreservas; y<br />

Jesús Navarro Zerpa, por la Sociedad Dominicana de Bibliófilos<br />

Ilustración de la portada: Rafael Hutchinson | Diseño y arte final: Ninón León de Saleme<br />

Corrección de pruebas: Juan Freddy Armando | Impresión: Amigo del hogar<br />

Santo Domingo, República Dominicana. Abril, 2008<br />

8


CONTENIDO<br />

Presentación<br />

Origen de la <strong>Colección</strong> <strong>Pensamiento</strong> <strong>Dominicano</strong> y criterios de reedición ............................. 11<br />

DA N i E l TORiBiO<br />

Administrador General del Banco de Reservas de la República Dominicana<br />

Exordio<br />

Reedición de la <strong>Colección</strong> <strong>Pensamiento</strong> <strong>Dominicano</strong>: una realidad ........................................ 15<br />

MA R i A N O ME l l A<br />

Presidente de la Sociedad Dominicana de Bibliófilos<br />

Introducción<br />

Rescatando la poesía y el teatro con la <strong>Colección</strong> <strong>Pensamiento</strong> <strong>Dominicano</strong> .......................... 17<br />

JE A N N E T T E Mi l l E R<br />

<strong>Poesía</strong><br />

DOMINGO MORENO JIMENES. ANTOLOGÍA<br />

(Selección y prólogo): Domingo Moreno Jimenes. Una interpretación de su poesía ....... 31<br />

Fl É R i D A D E NO l A s C O<br />

FRANKLIN MIESES BURGOS. ANTOLOGÍA<br />

(Selección y prólogo): Un aspecto de la poesía de Franklin Mieses Burgos. Ubicación ...... 107<br />

FR E D D Y GA T ó N AR C E<br />

JUAN ANTONIO ALIX. DÉCIMAS –TOMOS I Y II–<br />

(Selección y prólogo): La moral y la literatura ................................................................. 175<br />

JO A q u Í N BA l A G u E R<br />

SALOMÉ UREñA DE hENRÍqUEz. POESÍAS ESCOGIDAS<br />

Salomé Ureña de Henríquez ....................................................................................... 409<br />

PE D R O HE N R Í q u E z uR E ñ A<br />

POESÍA DOMINICANA. ANTOLOGÍA<br />

(Selección y prólogo): <strong>Poesía</strong> dominicana ....................................................................... 503<br />

<strong>Teatro</strong><br />

PE D R O RE N É CO N T Í N AY B A R<br />

MANUEL RUEDA. lA TRiNiTARiA BlANCA (COMEDIA DRAMÁTICA EN TRES ACTOS)<br />

(Prólogo) ....................................................................................................................... 637<br />

Ju A N GO N z á l E z CH A M O R R O<br />

Epílogo<br />

Presencia del libro en Santo Domingo desde el siglo XVI hasta Julio Postigo<br />

JO R G E TE N A RE Y E s ...................................................................................................................... 709<br />

Semblanza de Julio D. Postigo, editor de la <strong>Colección</strong> <strong>Pensamiento</strong> <strong>Dominicano</strong> ....... 743<br />

9


PRESENTACIóN<br />

Origen de la <strong>Colección</strong> <strong>Pensamiento</strong> <strong>Dominicano</strong><br />

y criterios de reedición<br />

Es con suma complacencia que, en mi calidad de Administrador General del Banco de<br />

Reservas de la República Dominicana, presento al país la reedición completa de la <strong>Colección</strong><br />

<strong>Pensamiento</strong> <strong>Dominicano</strong> realizada con la colaboración de la Sociedad Dominicana de Bibliófilos,<br />

que abarca cincuenta y cuatro tomos de la autoría de reconocidos intelectuales y clásicos de<br />

nuestra literatura, publicada entre 1949 y 1980.<br />

Esta compilación constituye un memorable legado editorial nacido del tesón y la entrega<br />

de un hombre bueno y laborioso, don Julio Postigo, que con ilusión y voluntad de quijote<br />

se dedica plenamente a la promoción de la lectura entre los jóvenes y a la difusión del libro<br />

dominicano, tanto en el país como en el exterior, durante más de setenta años.<br />

Don Julio, originario de San Pedro de Macorís, en su dilatada y fecunda existencia ejerce<br />

como pastor y librero, y se convierte en el editor por antonomasia de la cultura dominicana<br />

de su generación.<br />

El conjunto de la <strong>Colección</strong> versa sobre temas variados. Incluye obras que abarcan desde<br />

la poesía y el teatro, la historia, el derecho, la sociología y los estudios políticos, hasta incluir<br />

el cuento, la novela, la crítica de arte, biografías y evocaciones.<br />

Don Julio Postigo es designado en 1937 gerente de la Librería Dominicana, una dependencia<br />

de la Iglesia Evangélica Dominicana, y es a partir de ese año que comienza la<br />

prehistoria de la <strong>Colección</strong>.<br />

Como medida de promoción cultural para atraer nuevos públicos al local de la Librería<br />

y difundir la cultura nacional organiza tertulias, conferencias, recitales y exposiciones de<br />

libros nacionales y latinoamericanos, y abre una sala de lectura permanente para que los<br />

estudiantes puedan documentarse.<br />

Es en ese contexto que en 1943, en plena guerra mundial, la Librería Dominicana publica<br />

su primer título, cuando aún no había surgido la idea de hacer una colección que reuniera<br />

las obras dominicanas de mayor relieve cultural de los siglos XIX y XX.<br />

El libro publicado en esa ocasión fue Antología Poética Dominicana, cuya selección y prólogo<br />

estuvo a cargo del eminente crítico literario don Pedro René Contín Aybar. Esa obra<br />

viene posteriormente recogida con el número 43 de la <strong>Colección</strong> e incluye algunas variantes<br />

con respecto al original y un nuevo título: <strong>Poesía</strong> Dominicana.<br />

En 1946 la Librería da inicio a la publicación de una colección que denomina Estudios,<br />

con el fin de poner al alcance de estudiantes en general, textos fundamentales para complementar<br />

sus programas académicos.<br />

Es en el año 1949 cuando se publica el primer tomo de la <strong>Colección</strong> <strong>Pensamiento</strong> <strong>Dominicano</strong>,<br />

una antología de escritos del Lic. Manuel Troncoso de la Concha titulada Narraciones<br />

Dominicanas, con prólogo de Ramón Emilio Jiménez. Mientras que el último volumen, el<br />

número 54, corresponde a la obra Frases dominicanas, de la autoría del Lic. Emilio Rodríguez<br />

Demorizi, publicado en 1980.<br />

11


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

Una reimpresión de tan importante obra pionera de la bibliografía dominicana del<br />

siglo XX, como la <strong>Colección</strong> <strong>Pensamiento</strong> <strong>Dominicano</strong>, presenta graves problemas para editarse<br />

acorde con parámetros vigentes en nuestros días, debido a que originariamente no<br />

fue diseñada para desplegarse como un conjunto armónico, planificado y visualizado en<br />

todos sus detalles.<br />

Esta hazaña, en sus inicios, se logra gracias a la voluntad incansable y al heroísmo<br />

cotidiano que exige ahorrar unos centavos cada día, para constituir el fondo necesario que<br />

permita imprimir el siguiente volumen –y así sucesivamente– asesorándose puntualmente<br />

con los más destacados intelectuales del país, que sugerían medidas e innovaciones adecuadas<br />

para la edición y títulos de obras a incluir. A veces era necesario que ellos mismos<br />

crearan o seleccionaran el contenido en forma de antologías, para ser presentadas con un<br />

breve prólogo o un estudio crítico sobre el tema del libro tratado o la obra en su conjunto,<br />

del autor considerado.<br />

Los editores hemos decidido establecer algunos criterios generales que contribuyen a<br />

la unidad y coherencia de la compilación, y explicar el porqué del formato condensado en<br />

que se presenta esta nueva versión. A continuación presentamos, por mor de concisión, una<br />

serie de apartados de los criterios acordados:<br />

Al considerar la cantidad de obras que componen la <strong>Colección</strong>, los editores, atendiendo<br />

a razones vinculadas con la utilización adecuada de los recursos técnicos y financieros<br />

disponibles, hemos acordado agruparlas en un número reducido de volúmenes, que<br />

podrían ser 7 u 8. La definición de la cantidad dependerá de la extensión de los textos<br />

disponibles cuando se digitalicen todas las obras.<br />

Se han agrupado las obras por temas, que en ocasiones parecen coincidir con algunos<br />

géneros, pero ésto sólo ha sido posible hasta cierto punto. Nuestra edición comprenderá<br />

los siguientes temas: poesía y teatro, cuento, biografía y evocaciones, novela, crítica de<br />

arte, derecho, sociología, historia, y estudios políticos.<br />

Cada uno de los grandes temas estará precedido de una introducción, elaborada por<br />

un especialista destacado de la actualidad, que será de ayuda al lector contemporáneo,<br />

para comprender las razones de por qué una determinada obra o autor llegó a considerarse<br />

relevante para ser incluida en la <strong>Colección</strong> <strong>Pensamiento</strong> <strong>Dominicano</strong>, y lo auxiliará<br />

para situar en el contexto de nuestra época, tanto la obra como al autor seleccionado.<br />

Al final de cada tomo se recogen en una ficha técnica los datos personales y profesionales<br />

de los especialistas que colaboran en el volumen, así como una semblanza de don Julio<br />

Postigo y la lista de los libros que componen la <strong>Colección</strong> en su totalidad.<br />

De los tomos presentados se hicieron varias ediciones, que en algunos casos modificaban<br />

el texto mismo o el prólogo, y en otros casos más extremos se podía agregar<br />

otro volumen, al anteriormente publicado. Como no era posible realizar un estudio<br />

filológico para determinar el texto correcto críticamente establecido, se ha tomado como<br />

ejemplar original la edición cuya portada aparece en facsímil en la página preliminar<br />

de cada obra.<br />

12


PRESENTACIóN | Da n I e l TorIbIo, aD m I n I s T r a D o r Ge n e r a l D e ba n r e s e rVa s<br />

Se decidió, igualmente, respetar los criterios gramaticales utilizados por los autores<br />

o curadores de las ediciones que han servido de base para la realización de esta publicación.<br />

Las portadas de los volúmenes se han diseñado para esta ocasión, ya que los planteamientos<br />

gráficos de los libros originales variaban de una publicación a otra, así como<br />

la tonalidad de los colores que identificaban los temas incluidos.<br />

Finalmente se decidió que, además de incluir una biografía de don Julio Postigo y<br />

una relación de los contenidos de los diversos volúmenes de la edición completa, agregar,<br />

en el último tomo, un índice onomástico de los nombres de las personas citadas, y otro<br />

índice, también onomástico, de los personajes de ficción citados en la <strong>Colección</strong>.<br />

En Banreservas nos sentimos jubilosos de poder contribuir a que los lectores de nuestro<br />

tiempo, en especial los más jóvenes, puedan disfrutar y aprender de una colección bibliográfica<br />

que representa una selección de las mejores obras de un período áureo de nuestra<br />

cultura. Con ello resaltamos y auspiciamos los genuinos valores de nuestras letras, ampliamos<br />

nuestro conocimiento de las esencias de la dominicanidad y renovamos nuestro orgullo de<br />

ser dominicanos.<br />

13<br />

Daniel Toribio<br />

Administrador General


EXORDIO<br />

Reedición de la <strong>Colección</strong> <strong>Pensamiento</strong> <strong>Dominicano</strong>:<br />

una realidad<br />

Como presidente de la Sociedad Dominicana de Bibliófilos siento una gran emoción al poner<br />

a disposición de nuestros socios y público en general la reedición completa de la <strong>Colección</strong><br />

<strong>Pensamiento</strong> <strong>Dominicano</strong> cuyo creador y director fue don Julio Postigo. Los 54 libros que<br />

componen la <strong>Colección</strong> original fueron editados entre 1949 y 1980.<br />

Salomé Ureña, Sócrates Nolasco, Juan Bosch, Manuel Rueda, Emilio Rodríguez Demorizi,<br />

son algunos autores de una constelación de lo más excelso de la intelectualidad dominicana<br />

del siglo XIX y del pasado siglo XX, cuyas obras fueron seleccionadas para conformar los<br />

cincuenta y cuatro tomos de la <strong>Colección</strong> <strong>Pensamiento</strong> <strong>Dominicano</strong>. A la producción intelectual<br />

de todos ellos debemos principalmente que dicha colección se haya podido conformar por<br />

iniciativa y dedicación de ese gran hombre que se llamó don Julio Postigo.<br />

qué mejor que las palabras del propio señor Postigo para saber cómo surge la idea o la inspiración<br />

de hacer la <strong>Colección</strong>. En 1972, en el tomo n.º 50 titulado Autobiografía de Heriberto Pieter,<br />

en el prólogo, Julio Postigo escribió lo siguiente: (...) “Reconociedo nuestra poca idoneidad en<br />

estos menesteres editoriales, un sentimiento de gratitud nos embarga hacia Dios, que no sólo<br />

nos ha ayudado en esta labor, sino que creemos fue Él quien nos inspiró para iniciar esta publicación”<br />

(...); y luego añade: (...) “nuestra más ferviente oración a Dios es que esta <strong>Colección</strong><br />

continúe publicándose y que sea exponente dentro y fuera de nuestra tierra, de nuestros más<br />

altos valores”. En estos extractos podemos percibir la gran humildad de la persona que hasta<br />

ese momento llevaba 32 años editando lo mejor de la literatura dominicana.<br />

La reedición de la <strong>Colección</strong> <strong>Pensamiento</strong> <strong>Dominicano</strong> es fruto del esfuerzo mancomunado<br />

de la Sociedad Dominicana de Bibliófilos, institución dedicada al rescate de obras clásicas<br />

dominicanas agotadas, y del Banco de Reservas de la República Dominicana, el más importante<br />

del sistema financiero dominicano, en el ejercicio de una función de inversión social de<br />

extraordinaria importancia para el desarrollo cultural. Es justo valorar el permanente apoyo<br />

del Lic. Daniel Toribio, Administrador General de Banreservas, para que esta reedición sea<br />

una realidad.<br />

Agradecemos al señor José Antonio Postigo, hijo de don Julio, por ser tan receptivo con<br />

nuestro proyecto y dar su permiso para la reedición de la <strong>Colección</strong> <strong>Pensamiento</strong> <strong>Dominicano</strong>.<br />

Igualmente damos las gracias a los herederos de los autores por conceder su autorización<br />

para reeditar las obras en el nuevo formato que condensa en 7 u 8 volúmenes los 54 tomos<br />

de la colección original.<br />

Mis deseos se unen a los de Postigo para que esta colección se dé a conocer en nuestro territorio<br />

y en el extranjero, como exponente de nuestros más altos valores.<br />

15<br />

Mariano Mella<br />

Presidente<br />

Sociedad Dominicana de Bibliófilos


INTRODUCCIóN<br />

Rescatando la poesía y el teatro<br />

con la <strong>Colección</strong> <strong>Pensamiento</strong> <strong>Dominicano</strong><br />

JE A N N E T T E Mi l l E R<br />

I<br />

El Banco de Reservas de la República Dominicana inicia un programa de reedición de las<br />

obras publicadas por la <strong>Colección</strong> <strong>Pensamiento</strong> <strong>Dominicano</strong>, con el interés de ofrecer al<br />

público importantes selecciones de connotados autores nuestros en los campos de poesía<br />

y teatro, cuento, novela, ensayo, biografía, crítica de arte, derecho, historia, ensayos sociológicos<br />

y narraciones; muchos de estos renglones recogidos en antologías de distinto<br />

orden.<br />

El proyecto editorial que cuenta con el padrinazgo de la Sociedad Dominicana de<br />

Bibliófilos, comienza incluyendo en un solo tomo los libros de poesía que fueron editados<br />

por la <strong>Colección</strong>; a saber, cuatro antologías personales: Salomé Ureña (1850-1897),<br />

Domingo Moreno Jimenes (1894-1986), Juan Antonio Alix (1833-1918) y Franklin Mieses Burgos<br />

(1907-1976); y una antología general, <strong>Poesía</strong> Dominicana, realizada por Pedro René Contín<br />

Aybar (1907-1981). Además, se incluye en esta misma edición la obra de teatro La Trinitaria<br />

Blanca de Manuel Rueda (1921-1999), única de este género que publicó la <strong>Colección</strong> <strong>Pensamiento</strong><br />

<strong>Dominicano</strong>, y que por ser su autor uno de nuestros poetas más importantes,<br />

encontramos en muchos de sus parlamentos, el ritmo que aporta un oído acostumbrado al<br />

manejo de la versificación.<br />

La <strong>Colección</strong> <strong>Pensamiento</strong> <strong>Dominicano</strong> fue probablemente el primer proyecto editorial<br />

que clasificó sus ediciones por género, y que tuvo una especie de comité de publicaciones<br />

formado por grandes intelectuales entre quienes se encontraban Julio Postigo (1904-1991) 1 ,<br />

director y dueño de la <strong>Colección</strong>; don Emilio Rodríguez Demorizi (1906-1986), historiador<br />

y compilador nuestro de primer orden; y otros escritores de renombre.<br />

La similitud del diseño: fachada de la Catedral Primada de América en las portadas,<br />

un retrato o dibujo del rostro de los autores o de los que eran motivo de los estudios al<br />

principio del libro, igual tipo de letra… crearon un estilo, que permitía al lector identificar<br />

de inmediato la edición.<br />

La <strong>Colección</strong> <strong>Pensamiento</strong> <strong>Dominicano</strong> inicia sus publicaciones en 1949, con la edición<br />

de Narraciones dominicanas de Manuel de Jesús Troncoso de la Concha, con prólogo de Ramón<br />

Emilio Jiménez 2 ; desde entonces, y de manera ininterrumpida, fueron saliendo ediciones de<br />

tomos de gran valor que abarcaban variables propias de la creatividad y del pensamiento<br />

dominicanos.<br />

Como su nombre lo indica las ediciones fueron siempre de obras de escritores nuestros,<br />

a excepción de Moral Social y Páginas Dominicanas de Eugenio María de hostos, humanista<br />

puertorriqueño que se integró a República Dominicana con trabajos y proyectos que lo<br />

convierten en parte del pensamiento nacional.<br />

17


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

Importantizar lo dominicano adicionó al valor de la propuesta editorial un tomar en<br />

cuenta lo nacional que todavía no había arraigado completamente en el espíritu del escritor<br />

criollo, y esto podemos encontrarlo en muchos de los prólogos a los libros editados.<br />

En lo concerniente al renglón poesía hemos considerado tanto al autor antologado como<br />

a los prologuistas de las cinco ediciones. Firmas tales como: Flérida de Nolasco (1891-1976),<br />

quien analiza la obra de Domingo Moreno Jimenes (1894–1986); Joaquín Balaguer (1906-2002)<br />

a Juan Antonio Alix (1833-1918); Freddy Gatón Arce (1920-1994) a Franklin Mieses Burgos<br />

(1907–1976); Pedro henríquez Ureña (1884-1946) con una biografía de Salomé Ureña de<br />

henríquez (1850–1897); y Pedro René Contín Aybar (1907-1981), con una breve explicación<br />

de los criterios adoptados en su antología <strong>Poesía</strong> Dominicana.<br />

En el prólogo a la obra de teatro La Trinitaria Blanca de Manuel Rueda, el español Juan<br />

González Chamorro (¿?-¿?), quien en 1957, año de la publicación, era director del <strong>Teatro</strong><br />

Escuela de Arte Nacional 3 , afirma: ”El color blanco de esta trinitaria adquiere un alto sentido<br />

simbólico en la obra de Manuel Rueda, cuyo problema gira en torno a la frustración<br />

motivada por los prejuicios familiares y sociales que pesan sobre el carácter de una mujer,<br />

cohibiendo sus instintos naturales y encerrándola en una forzada soltería a la que no quiere<br />

resignarse… apoyada en un diálogo cortante, incisivo, ágil y de gran agresividad… en<br />

su construcción, estaba concebida y desarrollada con tal maestría que reflejaba un seguro<br />

dominio del difícil arte teatral”. 4<br />

González Chamorro compara la obra de Rueda con quienes afirma son sus antecedentes en<br />

el tema de la soltería: Doña Rosita la soltera de García Lorca y Frenesí de Peyret-Chapuis, afirmando<br />

que el personaje “Miguelina” de Manuel Rueda tiene un ”superior alcance humano” y la solución<br />

de la obra cuenta con ”mayor intensidad dramática”. La excelencia de Rueda como autor teatral,<br />

sería confirmada en 1995, al otorgársele el Premio Internacional de <strong>Teatro</strong> Tirso de Molina a su<br />

obra Retablo de la Pasión y Muerte de Juana la loca.<br />

El texto que sobre la poesía de Domingo Moreno Jimenes escribe Flérida de Nolasco, resulta<br />

un verdadero ensayo de su obra. En Domingo Moreno Jimenes, una interpretación de su poesía, la<br />

experta analiza desde las primeras composiciones del poeta, hasta las aparecidas en la época de<br />

la edición hecha en 1949, que ella declara ser la primera antología del vate de la Colina Sacra. 5<br />

Imbuida de su decidido espíritu hispanista, la escritora hace gala del manejo de la poética<br />

castellana de “rancia entraña popular” y mientras analiza la métrica del poeta versolibrista,<br />

teje asociaciones de sus versos con los cantares de gesta, con Gonzalo de Berceo, Juan de la<br />

Encina, Boscán, Lope de Vega… hasta llegar a Garcilaso y San Juan de la Cruz, para terminar<br />

con Rubén Darío. Unos por la forma, otros por el sentido, todos son conectados a la obra de<br />

Moreno Jimenes a través de una lógica sapiente capaz de crear un cuerpo de unificaciones,<br />

donde la poesía del criollo, concuerda en sus distintas etapas, con los mejores versificadores<br />

de la lengua castellana.<br />

Flérida de Nolasco establece el valor de Moreno Jimenes como uno de los iniciadores<br />

del verso libre en la poesía nacional, destacando su profundo nacionalismo que desbordaba<br />

amor a la tierra que lo vio nacer y su amplia formación, capaz de asociar los elementos<br />

clásicos de la cultura occidental con los de nuestro país.<br />

Sobre las reticencias que todavía, a la altura de 1949, pudiera motivar el decidido<br />

versolibrismo de Jimenes, de Nolasco señala: “Pasaron años, pasaron siglos, antes de que<br />

18


INTRODUCCIóN | RESCATANDO LA POESÍA Y EL TEATRO | Je a n n e T T e mIller<br />

la forma sin forma determinada que traduce mejor el genio propio del idioma, se hiciera<br />

carne en una visión de la belleza que, de puro Antigua, sorprendió y hasta escandalizó a<br />

los timoratos.” 6<br />

Esta afirmación va seguida del concepto del verso como ritmo, en un análisis profundo y<br />

completo de la obra de este gran iniciador de la poesía moderna dominicana, que permanece<br />

vigente gracias a la calidad de sus composiciones.<br />

El prólogo de Flérida de Nolasco es un excelente análisis crítico que no sólo confirma la<br />

importancia de Moreno Jimenes en la literatura dominicana, sino que establece los profundos<br />

conocimientos de la autora, indiscuiblemente, una de nuestras primeras y más valiosas<br />

ensayistas.<br />

Las décimas de Juan Antonio Alix abarcan dos tomos. Esta publicación resulta sumamente<br />

importante por ser la primera agrupación de la obra de Alix que se encontraba en papeles<br />

dispersos o en la memoria de sus admiradores; igualmente, por representar la versificación<br />

popular dominicana, ya destacada por el famoso improvisador Meso Mónica (s.XVIII),<br />

pero que en el caso de Alix, abarca las características de un realismo costumbrista donde la<br />

caricatura de personajes y situaciones exacerba una realidad que fluctúa entre lo sublime y<br />

lo ridículo, entre la risa y el drama, en busca de elementos que construyan su identificación<br />

en medio de guerras intestinas e inseguridades de pertenencia, como era el caso dominicano<br />

a lo largo del siglo XIX, época en que al decimero le tocó vivir.<br />

El prólogo La moral en la literatura escrito por Joaquín Balaguer se basa mayormente en un<br />

planteamiento de contenido que arranca del concepto de la “pornografía en la literatura”. 7<br />

Impecablemente escrito, Balaguer parte de los clásicos grecolatinos recorriendo el medioevo,<br />

el renacimiento y la ilustración, en busca de ejemplos que justificaran el uso de “malas<br />

palabras” o de situaciones comprometidas en la gran literatura de todos los tiempos.<br />

Los discursos de Catón, los aforismos de Séneca, los cuentos de Bocaccio, el Sueño de una<br />

noche de verano de William Shakspeare, se refieren como una manera de justificar la terminología<br />

“suelta” de Alix, pero principalmente la inclusión en la antología de la más famosa<br />

de sus décimas, El follón de Yamasá: “En la literatura ‘pornográfica’ es menester distinguir lo<br />

que es verdaderamente inmoral de lo que es simplemente sucio; lo que se halla en oposición<br />

a las buenas costumbres, de lo que sólo afecta a la urbanidad y a la cultura.” 8<br />

Tanto cuido sobre lo pornográfico sólo se justifica si nos vamos al contexto de época:<br />

una edición hecha en plena dictadura de Trujillo (1953), y siendo el prologuista Secretario<br />

de Estado de Educación. Por otro lado, la justificación de la terminología procaz<br />

“alixiana” ocupa el texto de Balaguer, excluyendo un análisis del valor formal de los<br />

textos antologados. 9<br />

Cuando un poeta escribe sobre otro poeta, y más si son cercanos, difícilmente su palabras<br />

logran la objetividad de reconocer en su verdadera dimensión la calidad de quien<br />

es el objeto del análisis. Sinembargo, este criterio se contradice ante la singular selección<br />

y presentación de la obra poética de Franklin Mieses Burgos (1907-1976), que hace Freddy<br />

Gatón Arce (1920-1994) en la Antología del primero, que publica la <strong>Colección</strong> <strong>Pensamiento</strong><br />

<strong>Dominicano</strong> en 1952.<br />

Miembros del Movimiento La <strong>Poesía</strong> Sorprendida (1943-1947) 10 ambos escritores se ubican<br />

entre los cimeros de la poesía dominicana de todas la épocas. Por otro lado, Gatón Arce fue<br />

19


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

periodista y ensayista de primera, y estas cualidades se traslucen en el trabajo que sirve de<br />

prólogo a la selección realizada por él.<br />

Publicada en 1952, Gatón Arce advierte que es la primera antología que se hace de la<br />

obra de Mieses Burgos, y naturalmente la selección abarca hasta lo producido a la altura<br />

del año de la edición.<br />

Partiendo de que Mieses Burgos realizó su labor poética “sin pausa y sin prisas”, 11 el<br />

prologuista establece los nexos del poeta con el barroco y el romanticismo; sinembargo, advierte<br />

que el escritor internaliza estos puntos de partida convirtiéndolos en suyos a través<br />

de una nacionalización de los elementos en juego.<br />

Franklin Mieses Burgos es un maestro del ritmo y la melodía, su lenguaje penetra a través<br />

de la escogencia de términos precisos y conmovedores que dan la imagen, el sentimiento de<br />

lo que él quiere trasmitir. “Musicalidad y limpidez lírica…” –dice Gatón Arce– “…unifican<br />

su obra…”. 12<br />

En esta Antología siempre hemos echado de menos Paisaje con un Merengue al Fondo publicado<br />

en 1943 13 . Este poema magistral se desarrolla entre lo lírico y lo épico, con una visión del<br />

ser humano basada en los sentimientos y sinembargo, estructurada a través de una historia<br />

dramática y llena de contradicciones –que simbólicamente alude a la dictadura– donde lo<br />

que se considera lastre cultural en la manera de “ser” del dominicano, emerge como una<br />

característica para poder existir a contratiempo, a contraespacio, logrando sobrevivir a un<br />

destino que para el poeta parece estar determinado.<br />

Nadie como Mieses Burgos para describir el paisaje criollo. Nadie como este poeta deslumbrante<br />

para dar la esencia del hombre dominicano y su manera de ser o no ser…<br />

La validez de influencias como enriquecimiento del escritor, sin caer en el calco o repetición<br />

de otras voces, queda establecida por Gatón Arce en la siguiente afirmación: “En<br />

los últimos siglos, y sobre todo en el mundo de hoy, las tansculturaciones son incesantes e<br />

intensas, y se escribe para todos los hombres y mujeres de la tierra y de su tiempo, acorde<br />

las circunstancias de cada quien”. 14<br />

“Mieses Burgos, poeta permeable y abierto, es por esto mismo, un creador auténtico,<br />

consciente de sus fuerzas. Y su canto será más fidedigno, dominicano y universal, cuanto<br />

mayor cantidad de bondades líricas de diversa tendencia asimile y participen en la depuración<br />

de su acérrimo intrumento expresivo”. 15<br />

Estas palabras acordes a lo que fue el lema de La <strong>Poesía</strong> Sorprendida: “<strong>Poesía</strong> con el<br />

hombre universal”, actúan como síntesis del concepto que primó en la excelente selección<br />

de la obra de Mieses Burgos hecha por Freddy Gatón Arce, que entre otros poemas incluye:<br />

Esta canción estaba tirada por el suelo, Elegía por la muerte de Tomás Sandoval, Rosa en vigilia…<br />

y al final, juicios críticos con las firmas de Iván Alfonseca (¿?-¿?), Alberto Baeza Flores<br />

(1914-1998), Pedro René Contín Aybar (1907-1981), Mariano Lebrón Saviñón (1922), Manuel<br />

Rueda (1921-1999), María Ugarte (1914) y Manuel Valldeperes(¿?-1970), entre otros, quienes<br />

completan una evaluación amplia y ponderada de Franklin Mieses Burgos, uno de los<br />

nombres principales –si no el principal– de la poesía dominicana.<br />

En las <strong>Poesía</strong>s Escogidas de Salomé Ureña de henríquez el prólogo se sustituye por<br />

una biografía objetiva y equilibrada escrita por su hijo, Pedro henríquez Ureña. Con una<br />

sinceridad conmovedora, henríquez Ureña advierte que los versos que aparecen en la<br />

20


INTRODUCCIóN | RESCATANDO LA POESÍA Y EL TEATRO | Je a n n e T T e mIller<br />

edición han sido corregidos y que no ha sido incluida toda la obra poética de su madre –más<br />

de veinte poemas de juventud y la poesía Anacaona, escrita en 1879–. Destaca que la formación<br />

de Salomé se basó en la lectura de los clásicos castellanos. Igualmente habla de la no<br />

muy extensa producción de la escritora en la que sobresale su poesía civil y patriótica, de la<br />

que Ruinas (1881) y Mi ofrenda a la Patria (1887), son quizás los mejores ejemplos. Asimismo,<br />

ubica su labor educativa como sin precedentes, y echa de menos sus cartas y otros textos en<br />

prosa donde Salomé Ureña de henríquez establece su manera de pensar y su compromiso<br />

con la patria, la civilización y el progreso. Igualmente afirma que para la insigne educadora<br />

y escritora, su labor docente fue más importante que su producción literaria: “La preocupación<br />

patriótica llegó a sobreponerse a toda otra idea en el espíritu de la joven poetisa: la<br />

literatura fue para ella consideración secundaria…” 16<br />

La antología <strong>Poesía</strong> Dominicana de Pedro René Contín Aybar resulta ser una selección de<br />

poetas nacionales aparecidos entre 1845 y 1951.<br />

quiérase o no, una antología es una escogencia basada en los gustos y preferencias del<br />

antólogo. que en algunos casos la selección se atenga a esfuerzos de objetividad más que<br />

en otros, es posible; pero las preferencias siempre saldrán a la vista. Este es el caso de la<br />

Antología de Pedro René Contín Aybar, donde el autor incluye poetas y trabajos de indiscutible<br />

calidad y permanencia, aunque también otros, –cuyos nombres no consideramos necesario<br />

reproducir– puedan parecer producto del capricho.<br />

hecha con conocimiento y desenfado, la antología de Contín Aybar tiene todavía una<br />

vigencia inaplazable para cualquier estudioso de la producción poética dominicana, pues<br />

abarca desde un año después de la Independencia (1845), hasta 1951, fecha de la segunda<br />

edición, a la que él afirma, en el prólogo que comentamos, no haber agregado ningún<br />

nombre, pero sí haber eliminado unos cuantos que se incluían en la primera edición de<br />

1945. Ambas publicaciones –la de 1945 y la de 1951– llevaron el nombre de Antología Poética<br />

Dominicana.<br />

Refiriéndose a Contín Aybar, Manuel Rueda escribió: “…el único libro que materializó<br />

su prestigio un tanto etéreo de charlista y crítico ocasional, fue su popular Antología Poética<br />

Dominicana, donde se dio a la tarea de realizar valoraciones “definitivas” de nuestros<br />

poetas y donde marginaba, especialmente en la segunda edición, a figuras proscritas por<br />

la dictadura.” 17<br />

En apenas dos páginas y media Pedro René Contín Aybar establece su criterio de poesía<br />

dominicana, entre otras cosas reforzado por el período que abarca su recolección, 1845-1951:<br />

“…este volumen de la <strong>Colección</strong> <strong>Pensamiento</strong> <strong>Dominicano</strong> se intitula <strong>Poesía</strong> Dominicana, esto<br />

es, poesía escrita hasta el 1951, por poetas dominicanos. Y que viene a suplir, en parte, las<br />

ediciones de mi Antología Poética Dominicana, 1945 y 1951, agotadas.<br />

Para obviar esta falta he compuesto este volumen, a pedido del director de la <strong>Colección</strong>,<br />

Julio D. Postigo. No se incluyen otros poetas que los aparecidos en la primera<br />

edición, algunos de los cuales, por razones obvias, debieron ser suprimidos en la segunda…”<br />

18<br />

En ella establece que la verdadera poesía dominicana nace con Domingo Moreno Jimenes<br />

y el Postumismo: “Me refiero nomás a la circunstancia ‘poesía dominicana’ poesía de<br />

ambiente nacional, (aunque con sentido universalista, porque si no se entra en el campo,<br />

21


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

terrible, de lo simplemente folklórico, o en lo que es algo peor, en el chauvinismo literario)<br />

y la cual advino luego, a partir, como ya dije, de Domingo Moreno Jimenes.” 19<br />

Los poetas con mayor cantidad de trabajos incluidos son: Fabio Fiallo (1866-1942), Domingo<br />

Moreno Jimenes (1894-1986), Franklin Mieses Burgos (1907-1976), Manuel del Cabral (1907-1999)<br />

y Rubén Suro (1916-2004); lo que nos ayuda a formar una idea sobre sus preferencias.<br />

Por el momento histórico y las características de la publicación, la Antología de Pedro<br />

René Contín Aybar fue piedra de escándalo y en ese mismo sentido, muy solicitada.<br />

II<br />

En los estudios críticos de carácter histórico las selecciones se aprietan con el tiempo y va quedando<br />

lo que realmente ha trascendido. En la poesía dominicana: clasicismo, romanticismo, modernismo,<br />

versolibrismo, surrealismo, simbolismo, coloquialismo se han venido sucediendo y llegan a<br />

nosotros a través de obras únicas o del conjunto de obras de los autores más prolíficos.<br />

Valorando los textos poéticos de la <strong>Colección</strong> <strong>Pensamiento</strong> <strong>Dominicano</strong> que hoy se reeditan<br />

en un solo tomo, resulta interesante compararar los distintos enfoques producto de la<br />

formación y preferencia de los prologuistas, lo que en cierto sentido nos permite tomar el<br />

pulso de la época en cuanto a las visiones críticas y evaluativas que se hacían a la producción<br />

literaria a mediados del siglo XX.<br />

Un factor importante es que los libros que tratamos –algunos de ellos, segundas o terceras<br />

ediciones– fueron publicados entre 1949 y 1961; es decir, durante los últimos doce años de<br />

la dictadura de Trujillo, en que la mordaza y los medios represivos llegaron a sus extremos,<br />

condiciones que indiscutiblemente pesaban tanto en las selecciones como en los ensayos<br />

críticos que servían como prólogos.<br />

Otro factor a tomar en cuenta es que a excepción de Gatón Arce sobre Franklin Mieses<br />

Burgos, y Contín Aybar en su Antología Dominicana, estos ensayos no toman en cuenta los<br />

referentes literarios nacionales como contexto e influencia.<br />

Pasado el tiempo, los dominicanos han ido tomando conciencia de su propia historia y de<br />

los elementos que los han distinguido e identificado como herederos de una serie de hechos<br />

que permanecen en lo que reconocemos como país, raza, entorno geográfico, habitat, modos<br />

y respuestas distintos, propios… La manera de hablar, el color de la piel, la forma de concebir<br />

nuestras edificaciones, lo que comemos, incluso nuestros sueños plasmados en la pintura, en<br />

la literatura, en la música, en el baile, en la artesanía… son parte de una identidad cambiante<br />

reforzada por la capacidad de inventar respuestas para poder sobrevivir. Todo lo acontecido<br />

hasta hoy nos ha condicionado, incluso a aquellos que no aceptan este punto de vista.<br />

Son los escritores de la década de 1960, que habiendo vivido los últimos años de la gran<br />

dictadura (1930-1961) y siendo protagonistas de la vorágine social, política, económica y<br />

humana que aconteció en ese decenio, se lanzan a la apertura y al cuestionamiento.<br />

Ya la belleza no es sólo blanca y marmórea, ya no sólo los alcázares y palacios mueven<br />

al poeta, tampoco hay que recurrir a fantasías indígenas, ni llorar por un negro visto desde<br />

Europa como esclavizado y dimensionalizado en su dolor. hoy, los mulatos somos la isla, en<br />

la que paisajes de ensueño coexisten con el hambre, las chozas, el atropello, el turismo socavante,<br />

el comercio humano, la propaganda y el consumo indiscriminado. Ahora escribimos<br />

22


INTRODUCCIóN | RESCATANDO LA POESÍA Y EL TEATRO | Je a n n e T T e mIller<br />

los nuevos sueños de la vieja migración tratando de definir a los habitantes de un espacio<br />

con frontera de mar y tierra: la melancolía de la hégira, la tristeza honda del autoexilio, el<br />

grito de la transculturación… y nombres innovadores como Norberto James (1945), Cayo<br />

Claudio Espinal (1955) y José Mármol (1960); o desacralizantes como Alexis Gómez Rosa<br />

(1950) y Soledad Álvarez (1950), se sumergen en la libido o reseñan la patria en una introspección<br />

que interactúa con el devenir histórico tratando de crear los nuevos códigos, las<br />

nuevas formas de existir, las lejanías… que en este caso reafirman la memoria.<br />

Igualmente, los enfoques de la producción literaria asumen nuestra propia historia y nombres<br />

como los de Manuel Rueda (1921-1999), José Alcántara Almánzar (1946), Tony Raful (1951), Pedro<br />

Peix (1952), Andrés L. Mateo (1946), Diógenes Céspedes (1941), Franklin Gutiérrez (1951), sin<br />

olvidar a ese gran chileno-dominicano, Alberto Baeza Flores (1914-1998), registran un acontecer<br />

donde esa “intelección de la idea nacional” 20 que llevamos a cabo de manera permanente, se<br />

nutre de las influencias externas digiriéndolas para mezclarlas con el sedimento de la isla,<br />

con la sal y el yodo del litoral, con la vegetación umbría y misteriosa, con la sangre cotidiana,<br />

con el ritmo extravagante, surreal y expresionista que nos ata a la existencia, con la “violenta<br />

alegría de la vida y de la muerte” 21 , en una tierra insólita que siempre nos sorprende<br />

modificando las respuestas, apropiándose de ellas.<br />

Y como prueba, los testimonios de Eugenio Fernández Granell (1912-2001), María Ugarte<br />

(1914), Manuel Valldeperes (¿?-1970), José Gausachs (1889-1959)… talentos europeos que fueron<br />

atrapados por la magia y el asombro de las “peinetas derretidas”, –como decía Wifredo<br />

Lam (1902-1982)– 22 en un entorno paradisíaco y contradictorio, donde el deslumbre de la<br />

naturaleza siempre ha contrastado con los profundos índices de miseria y escasez.<br />

La búsqueda de la respuesta a esa dicotomía todavía se mantiene y es parte nodal de nuestro<br />

cuestionamiento; eso somos y esos elementos son los que salen en nuestra poesía, una poesía<br />

rítmica y melódica que partiendo del siglo XIX toma de la mano a Salomé Ureña (1850-1897),<br />

Gastón Deligne (1861-1913), Federico Bermúdez (1884-1921), Altagracia Saviñón (1886-1942),<br />

Domingo Moreno Jimenes (1894-1986), Franklin Mieses Burgos (1907-1976), Freddy Gatón<br />

Arce (1920-1994), Manuel Rueda (1921-1999), Aída Cartagena Portalatín (1918-1994), René<br />

del Risco Bermúdez (1937-1972) y muchos más, alcanzando, al llegar al siglo XXI, adultez<br />

y calidad indiscutibles.<br />

La importancia de la reedición de la <strong>Colección</strong> <strong>Pensamiento</strong> <strong>Dominicano</strong> es innegable.<br />

Por un lado, rescata parte importante de nuestro pensamiento y de nuestra cultura durante<br />

un período (1949-1980) 23 que todavía estamos aireando; pone sobre el tapete nombres que,<br />

aunque parezca mentira, se han ido olvidando; y hace honor a un valioso editor, Julio Postigo,<br />

porque sin su empecinamiento en difundir las letras nacionales, hoy no tendríamos a<br />

la mano estos documentos.<br />

Por otro lado, los aportes de la publicación enriquecen, y hasta cierto punto modifican,<br />

el criterio editorial del Banco de Reservas de la República Dominicana, trazando pautas para<br />

un rescate de nuestra memoria como país en el aspecto de lo cultural, artístico y literario,<br />

campos de manifestación del intelecto y del espíritu que garantizan la permanencia de lo<br />

que debe ser considerado como valor nacional.<br />

Santo Domingo, noviembre de 2007.<br />

23


Citas y notas<br />

COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

1. Julio Postigo, reconocido editor y librero dominicano, tuvo su Librería Dominicana –luego<br />

Librería hispaniola– en la calle Mercedes, al lado del templo evangélico que hace esquina con 19 de<br />

Marzo, en el cual era pastor. Fue un gran promotor de las letras nacionales y entre sus logros se menciona,<br />

no sólo haber sido el editor de la <strong>Colección</strong> <strong>Pensamiento</strong> <strong>Dominicano</strong>, sino el responsable de que<br />

en 1950, se instituyera el 23 de abril como Día del Libro, en honor a Miguel de Cervantes Saavedra,<br />

y de que en 1951 se realizara la primera Feria del Libro en República Dominicana. Ver historia de la<br />

Feria del Libro: www.ferilibro.com<br />

2. Frank Moya Pons, Bibliografía de la Literatura Dominicana 1820-1990. Santo Domingo: Imprenta<br />

Amigo del hogar; 1997. 2 volúmenes. p.93.<br />

3. El <strong>Teatro</strong> Escuela de Arte Nacional se fundó el 19 de marzo de 1946. Ver bellasartes.gov.do<br />

4. La Trinitaria Blanca: comedia dramática en tres actos. Prólogo de Juan González Chamorro.<br />

<strong>Colección</strong> <strong>Pensamiento</strong> <strong>Dominicano</strong>. Talleres Tipográficos “Librería Dominicana”. Ciudad Trujillo,<br />

República Dominicana.1957. pp.12-14 .<br />

5. A partir de 1918, se llamó Colina Sacra a la casa de Domingo Moreno Jimenes en el sector de Villa<br />

Francisca, en Santo Domingo. Alllí se celebraban peñas literarias de escritores y literatos, en especial de<br />

los pertenecientes al Postumismo. Ver Biografía de Domingo Moreno Jimenes en wikipedia.com<br />

6. Domingo Moreno Jimenes. Antología. Selección y Prólogo Flérida de Nolasco. <strong>Colección</strong> <strong>Pensamiento</strong><br />

<strong>Dominicano</strong>. Librería Dominicana. Ciudad Trujillo, República Dominicana. 1949. p.9.<br />

7. Pornografía; obra literaria o artística de carácter obsceno. Ver Diccionario de la Lengua Española.<br />

Real Academia Española. Espasa-Calpe. Madrid, España 1970.<br />

8. Juan Antonio Alix. Décimas. Selección y prólogo Joaquín Balaguer. <strong>Colección</strong> <strong>Pensamiento</strong> <strong>Dominicano</strong>.<br />

Librería Dominicana . Ciudad Trujillo, República Dominicana. 1953. II tomos. Primer tomo. p.12.<br />

9. Nos referimos a un análisis de la décima en Santo Domingo y sus características en Juan<br />

Antonio Alix. La décima, esencia de la versificación popular, mayormente ha permanecido en la<br />

oralidad. En el caso de Alix, es importante la inclusión de términos propios del habla cibaeña, lo<br />

que adiciona valor a sus trabajos. Ver Luis Beiro Álvarez y huchi Lora. La Décima Escrita en la República<br />

Dominicana. (Antología Histórica). Fundación Barceló Procultura. Editora de Colores.1994. Santo<br />

Domingo, República Dominicana.<br />

10. La <strong>Poesía</strong> Sorprendida, agrupación literaria que surgió en Santo Domingo en 1943 con el lema<br />

“<strong>Poesía</strong> con el hombre universal”. Sus integrantes fueron: Rafael Américo henríquez, Manuel Llanes,<br />

Franklin Mieses Burgos, Aida Cartagena Portalatín, Manuel Valerio, Freddy Gatón Arce, Manuel Rueda,<br />

Mariano Lebrón Saviñón, Antonio Fernández Spencer y José Glass Mejía. Estuvieron unidos al grupo el poeta<br />

y ensayista chileno Alberto Baeza Flores, y el pintor, músico y escritor español Eugenio Fernández Granell.<br />

Permanecieron activos desde octubre de 1943, fecha de la aparición de la revista La <strong>Poesía</strong> Sorprendida,<br />

hasta mayo de 1947, cuando circuló el último número de dicha publicación. Durante esos cinco años<br />

salieron a la luz pública 21 números. Ver La <strong>Poesía</strong> Sorprendida en www.escritoresdominicanos.com<br />

11. Franklin Mieses Burgos. Antología. Selección y prólogo Freddy Gatón Arce. <strong>Colección</strong> <strong>Pensamiento</strong><br />

<strong>Dominicano</strong>. Librería Dominicana. Ciudad Trujillo, República Dominicana. 1952. p.7, sin numerar.<br />

12. Franklin Mieses Burgos. Antología. Selección y prólogo Freddy Gatón Arce. <strong>Colección</strong> <strong>Pensamiento</strong><br />

<strong>Dominicano</strong>. Librería Dominicana. Ciudad Trujillo, República Dominicana. 1952. p.7.<br />

13. La <strong>Poesía</strong> Sorprendida, 1943. Edición completa 1943-1947. Editora Cultural Dominicana, Santo<br />

Domingo. República Dominicana. 1973. Ver Núm. 3 de La <strong>Poesía</strong> Sorprendida.<br />

14. Franklin Mieses Burgos. Antología. Selección y prólogo Freddy Gatón Arce. <strong>Colección</strong> <strong>Pensamiento</strong><br />

<strong>Dominicano</strong>. Librería Dominicana. Ciudad Trujillo, República Dominicana. 1952. p.8.<br />

24


INTRODUCCIóN | RESCATANDO LA POESÍA Y EL TEATRO | Je a n n e T T e mIller<br />

15. Franklin Mieses Burgos. Antología. Selección y prólogo Freddy Gatón Arce. <strong>Colección</strong> <strong>Pensamiento</strong><br />

<strong>Dominicano</strong>. Librería Dominicana. Ciudad Trujillo, República Dominicana. 1952. p.10.<br />

16. Salomé Ureña de henríquez. <strong>Poesía</strong>s Escogidas. <strong>Colección</strong> <strong>Pensamiento</strong> <strong>Dominicano</strong>. Librería<br />

Dominicana. Ciudad Trujillo, República Dominicana. 1960. p.8, sin numerar.<br />

17. Manuel Rueda. Dos Siglos de Literatura Dominicana (S.XIX-XX). <strong>Poesía</strong>. Tomo II. <strong>Colección</strong><br />

Sesquicentenario de la Independencia Nacional. <strong>Volumen</strong> X. Editora Corripio C x A. 1996. Santo<br />

Domingo, República Dominicana. p.80.<br />

18. <strong>Poesía</strong> Dominicana. Antología. Selección y prólogo Pedro René Contín Aybar. <strong>Colección</strong> <strong>Pensamiento</strong><br />

<strong>Dominicano</strong>. Librería Dominicana. Ciudad Trujillo, República Dominicana. 1969. p.6.<br />

19. <strong>Poesía</strong> Dominicana. Antología. Selección y prólogo Pedro René Contín Aybar. <strong>Colección</strong> <strong>Pensamiento</strong><br />

<strong>Dominicano</strong>. Librería Dominicana. Ciudad Trujillo, República Dominicana- 1969. p.6.<br />

20. Emilio Rodríguez Demorizi. Pintura y Escultura en Santo Domingo. <strong>Colección</strong> <strong>Pensamiento</strong><br />

<strong>Dominicano</strong>. Librería hispaniola. Santo Domingo, República Dominicana. 1972. p.38.<br />

21. Jeannette Miller. Fichas de identidad / Estadías. Respuesta a una nota masoquista de mi amigo…<br />

Editora Taller. Santo Domingo, República Dominicana. 1985. p.77 de Fichas de Identidad<br />

22. Jeannette Miller y María Ugarte. Arte <strong>Dominicano</strong>, artistas españoles y modernidad. 1920-1961.<br />

Centro Cultural hispánico e Instituto de Cooperación Iberoamericana. Editora Corripio, Santo Domingo,<br />

República Dominicana. 1996; y Silvano Lora. Wifredo Lam y Santo Domingo. Galería Boinayel.<br />

Arte e Impresión Mograf S. A. Santo Domingo, República Dominicana. 1985.<br />

23. La primera publicación de la <strong>Colección</strong> <strong>Pensamiento</strong> <strong>Dominicano</strong> fue en 1949: Narraciones<br />

Dominicanas de Manuel de Jesús Troncoso de la Concha, con prólogo de Ramón Emilio Jiménez; y la<br />

útima, Frases dominicanas de Emilio Rodríguez Demorizi, en 1980. Ver Diógenes Céspedes La <strong>Colección</strong><br />

<strong>Pensamiento</strong> <strong>Dominicano</strong> son 55 libros, no 54. hoy Digital.<br />

Publicaciones de referencia<br />

Alcántara Almánzar, José. Antología de la literatura dominicana. Editora Cultural Dominicana. Santo<br />

Domingo, República Dominicana. 1972.<br />

Alcántara Almánzar, José. Estudios de poesía dominicana. Editora Alfa y Omega, Santo Domingo, República<br />

Dominicana. 1979.<br />

Antología Concurso de <strong>Poesía</strong>. Casa de <strong>Teatro</strong> 1984. Editora Corripio C x A. Santo Domingo, República<br />

Dominicana.1986.<br />

Baeza Flores, Alberto. Los Poetas <strong>Dominicano</strong>s del 1965: una generación importante y distinta. <strong>Colección</strong><br />

Orfeo, Biblioteca Nacional. Santo Domingo, República Dominicana. 1985.<br />

Baeza Flores, Alberto. La poesía dominicana en el siglo XX. <strong>Colección</strong> Estudios, Universidad Católica<br />

Madre y Maestra. Santiago, República Dominicana. 1977. bellasartes.gov.do<br />

Beiro Álvarez, Luis y Lora, huchi. La Décima Escrita en la República Dominicana. (Antología Histórica).<br />

Fundación Barceló Procultura. Editora de Colores.1994. Santo Domingo, República Dominicana.<br />

Céspedes, Diógenes. Lenguaje y <strong>Poesía</strong> en Santo Domingo en el Siglo XX.<strong>Colección</strong> Arte y Sociedad No.19.<br />

Editora Universitaria UASD. Santo Domingo, República Dominicana. 1985.<br />

Céspedes, Diógenes. Miniantología Poética del ’88. Cuadernos de Poética. Año V, Núm.14. Enero-abril<br />

de 1988. Editora Taller. Santo Domingo, República Dominicana.1988.<br />

Cortázar, Julio. Literatura en la Revolución y Revolución en la Literatura. Siglo XXI. Editores. México.<br />

Diccionario de la Lengua Española. Real Academia Española. Editorial Espasa-Calpe, S. A. Madrid,<br />

España. 1970.<br />

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COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

Gutiérrez, Franklin. Antología Histórica de la <strong>Poesía</strong> Dominicana del Siglo XX (1912-1995). Ediciones<br />

Alcance. Nueva York. N. Y. EE.UU.<br />

Gatón Arce, Freddy. Franklin Mieses Burgos. Antología. <strong>Colección</strong> <strong>Pensamiento</strong> <strong>Dominicano</strong>. Librería<br />

Dominicana. Ciudad Trujillo, República Dominicana. 1952. genealogiadominicana.com<br />

La <strong>Poesía</strong> Sorprendida. Edición completa 1943-1947. Editora Cultural Dominicana. Santo Domingo,<br />

República Dominicana. 1973.<br />

Lora, Silvano. Wifredo Lam y Santo Domingo. Galería Boinayel. Arte e Impresión Mograf, S. A. Santo<br />

Domingo, República Dominicana.1985.<br />

Mateo, Andrés L. <strong>Poesía</strong> de Post-guerra/Joven <strong>Poesía</strong> Dominicana. Santo Domingo, República Dominicana.<br />

(1981).<br />

Miller, Jeannette. Fichas de identidad/Estadías. Editora Taller. Santo Domingo, República Dominicana.<br />

1985.<br />

Miller, Jeannette. Fredy Miller: realidad y leyenda. Cuentos, poemas y otros textos. Banco Central de la<br />

República Dominicana. Santo Domingo, República Dominicana. 2005.<br />

Miller, Jeannette y Gatón Arce, Freddy. El Paisaje <strong>Dominicano</strong>: Pintura y <strong>Poesía</strong>. Ediciones Empresas<br />

BhD. Impresora Amigo del hogar. Santo Domingo, República Dominicana. 1992.<br />

Miller, Jeannette y Ugarte, María. Arte <strong>Dominicano</strong>, artistas españoles y modernidad: 1920-1961. Centro<br />

Cultural hispánico e Instituto de Cooperación Iberoamericana. Editora Corripio. Santo Domingo,<br />

República Dominicana. 1996.<br />

Moya Pons, Frank, Bibliografía de la Literatura Dominicana 1820-1990. Santo Domingo: Imprenta Amigo<br />

del hogar; 1997. 2 volúmenes.<br />

Nolasco, Flérida de. Domingo Moreno Jimenes. Antología. <strong>Colección</strong> <strong>Pensamiento</strong> <strong>Dominicano</strong>.<br />

Librería Dominicana . Ciudad Trujillo, República Dominicana. 1949.<br />

Pueblo, Sangre y Canto. Publicación del Frente Cultural. Santo Domingo, República Dominicana 1965.<br />

Sin nombre de editora.<br />

Raful,Tony y Peix, Pedro. El Síndrome de Penélope en la <strong>Poesía</strong> Dominicana.<strong>Colección</strong> Orfeo. Editorial<br />

Santo Domingo. Santo Domingo, República Dominicana.1986.<br />

Rodríguez Demorizi, Emilio. Pintura y Escultura en Santo Domingo. <strong>Colección</strong> <strong>Pensamiento</strong> <strong>Dominicano</strong>.<br />

Librería hispaniola, Editores Julio D. Postigo e hijos. Santo Domingo, República Dominicana.<br />

1972.<br />

Rueda, Manuel. La Trinitaria Blanca: comedia dramática en tres actos. Prólogo de Juan González Chamorro.<br />

<strong>Colección</strong> <strong>Pensamiento</strong> <strong>Dominicano</strong>. Talleres Tipográficos “Librería Dominicana”. Ciudad Trujillo,<br />

República Dominicana.1957.<br />

Rueda, Manuel y hernández Rueda, Lupo. Antología Panorámica de la <strong>Poesía</strong> Dominicana Contemporánea<br />

(1912-1962). <strong>Colección</strong> Contemporáneos. Universidad Católica Madre y Maestra. Santiago de los<br />

Caballeros, República Dominicana. 1972.<br />

Sánchez, Enriquillo. La <strong>Poesía</strong> Bisoña (poesía dominicana 1960-1975) Reseña y Antología. Editora Casanova.<br />

Santo Domingo, República Dominicana. Sin fecha.<br />

Ureña de henríquez, Salomé. <strong>Poesía</strong>s Escogidas. Biografía de la autora por Pedro henríquez Ureña.<br />

<strong>Colección</strong> <strong>Pensamiento</strong> <strong>Dominicano</strong>. Librería Dominicana . Ciudad Trujillo, República Dominicana.<br />

1960.<br />

www.escritoresdominicanos.com<br />

www.ferilibro.com<br />

26


<strong>Poesía</strong><br />

DOMINGO MORENO JIMENES | ANTOLOGÍA<br />

FRANKLIN MIESES BURGOS | ANTOLOGÍA<br />

JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMOS I Y II<br />

SALOMÉ UREñA DE hENRÍqUEz | POESÍAS ESCOGIDAS<br />

PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA


DOMINGO MORENO JIMENES<br />

ANTOLOGÍA<br />

Selección y prólogo<br />

Fl é r I D a D e nolasco<br />

N O. 2


DOMINGO MORENO JIMENES<br />

Una interpretación de su poesía<br />

Por primera vez se reúne en volumen un manojo de poesías escogidas de nuestro poeta<br />

Domingo Moreno Jimenes. Su vasta obra, hasta ahora dispersa y aun maltratada en ediciones<br />

minúsculas de pésima calidad material, puede decirse que no es conocida en su valor<br />

verdadero. Al lanzar al público este libro es intención de los editores –intención que por sí<br />

misma se alaba– dar a conocer al poeta, haciendo resaltar lo más artístico y más noble de<br />

su producción.<br />

El material se ha dividido en tres momentos, y los dos últimos se subdividen en distintos<br />

planos de inspiración, facilitando así la comprensión del desarrollo intelectual y anímico del<br />

poeta. Los tres momentos corresponden a una ascensión gradual y constante: a un crecimiento<br />

de elevación y profundidad, a un latido espiritual y de penetración, al mismo tiempo de<br />

natural y espontánea intuición y de un atento cultivo artístico.<br />

En sus poesías de adolescencia y juventud Moreno Jimenes es uno de tantos iniciados<br />

que miran hacia atrás, hacia lo hecho, hacia lo tradicionalmente trazado y aceptado. Su buen<br />

gusto desde entonces lo guía, conduciéndolo por los caminos acostumbrados y aun por<br />

los entonces nuevos caminos. Pero se avecina la inquietud; ya tiembla en sus palabras, con<br />

la inseguridad y el temor de que pueda no ser cierto que viva dentro de sí lo inusitado, lo<br />

verdaderamente extraordinario. ¡Oh el desgarramiento de palparse, de sentirse que se es,<br />

de oírse llamado a seguir muy de cerca al dador de todo don y de toda gracia, e ir a tientas,<br />

sin saber el cómo ni el cuándo!<br />

Es la edad temprana, y ya tiene en los labios el zumo castizo, la rancia entraña popular<br />

que es savia de la poesía castellana. Lectura de los siglos de oro se entrevén en sus estrofas<br />

juveniles: salta sin extraños disfraces la copla irónica, risueña o nostálgica, como la hemos<br />

visto, rediviva, en los versos sencillos de Martí. Aparece asimismo una forma del viejo rondel,<br />

el casi milenario zéjel, el que siendo flor de campos sin cultivo también florece en los jardines<br />

de un Juan del Encina, de un Boscán, de un Garcilaso, o de un Lope de Vega.<br />

Empleará Moreno Jimenes, el joven, a más del típico octosílabo, el verso de siete, de<br />

diez, de once, de doce, de catorce sílabas; y, además ensayará combinaciones métricas, y<br />

airosamente se encerrará en el clásico y ceñido molde del Soneto. También manejará con<br />

soltura el infrecuente verso de nueve sílabas:<br />

Tras unos árboles diviso<br />

vagos celajes rosa y oro…<br />

los que inmortalizó Rubén Darío con<br />

Juventud, divino tesoro…<br />

hasta aquí es Moreno Jimenes un seguidor, a distancia de siglos, del buen Berceo, del<br />

que quiso bien trovar. Pero ya tienta y casi adivina una estética aun más atrevida y libre que<br />

la del mismo Rubén, que nos había hecho recorrer en embeleso de nuevo sabor, desde las<br />

formas más cultas, pasando por el movido y travieso Arcipreste, hasta el decir popular de<br />

31


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

la gaita gallega de que gustó el alado San Juan de la Cruz. Nos probó Rubén Darío que<br />

en el campo de la métrica no había desecho de hermosura para él vedado o desconocido.<br />

Pero con todo, es lo cierto que, desenterradas y manejadas con igual destreza todas las<br />

formas de poesía de sílabas contadas, todavía quedaban reservadas para futuros días,<br />

otras resurrecciones.<br />

El Cantar de Gesta ¿se quedaría para siempre como ejemplar momificado? Sus inauditas<br />

libertades que traían inquietos y confusos no sólo al mundo de los poetas estudiosos,<br />

sino a los propios investigadores de la lengua, ¿no habría quien se atreviera a intentarlas<br />

de nuevo?<br />

El arte español se caracteriza por su libertad de acción, que abunda en calor de verdad<br />

y vida. No triunfó Berceo con la medida exacta de sus versos: se abandonó lo que quiso<br />

imponer después del vigoroso ímpetu de los primitivos cantares, de una poesía anónima<br />

que no sacrificaba su lozanía a reglas convencionales. Se insistió en la irregularidad de<br />

la medida. El pulcro Marqués, de un popular españolismo en el repetido motivo de las<br />

serranas, presume de elegancia exótica en el molde impecable, y tras él se regulariza la<br />

versificación culta.<br />

Pasaron años, pasaron siglos antes de que la forma, sin forma determinada, que traduce<br />

mejor el genio propio del idioma, se hiciera carne en una visión de la belleza que, de puro<br />

antigua, sorprendió y hasta escandalizó a los timoratos del arte. ¿qué verso era éste que<br />

pretendía existir sin forma establecida? ¿En dónde encontraría su apoyo? ¿En la repetición<br />

de sonidos iguales? ¿En la mecánica de un ritmo sostenido y escogido a priori? No; abandonaba<br />

toda regla; no toleraba trabas, ni límites, ni moldes que constriñeran, tal vez helándolo,<br />

el soplo de la inspiración. Para descartar el justo y útil temor de que la poesía muriera en<br />

manos de tan extraña estética que así abandonaba los recursos propios del verso, se recordó<br />

a tiempo que poesía no es sólo el consonante, ni el asonante, ni la regularidad de la medida<br />

silábica; ni siquiera la colocación de los acentos; se tuvo presente que la poesía es máxima<br />

y recóndita belleza; que salta del manantial oculto del sentimiento, de lo no elaborado, de<br />

lo no aprendido, que surge del alma como no nacida, como no formulada, como creación<br />

que pudiera no ser creada. Eso es y será la poesía, no importa cómo sea escrita, y el que<br />

esto haga será poeta. La presencia del versificador, del que sabe cómo se fabrica el verso,<br />

ni sobrecoge ni sorprende. Tampoco interesa. El poeta, en cambio, es de aquellos milagros<br />

que todavía ocurren en el mundo, y que se producen donde menos se espera: lo mismo en<br />

la sabia Europa, en la exuberante y dilatada América, como en una mutilada Isla del Mar<br />

Caribe. Porque el Espíritu sopla donde quiere.<br />

En Moreno Jimenes tiene nuestra tierra, ¡la tierra de los inesperados milagros! un<br />

auténtico poeta. Su nombre merece devoción y respeto. Es un artista del pensamiento,<br />

del sentimiento, y de la palabra. Nos dice la verdad de su alma, y tanta verdad dice que a<br />

veces su sinceridad casi ahoga la forma. No es un poeta de imaginación; su mundo no es<br />

un mundo imaginado, es un mundo vivido, es un mundo suyo, que tanto se estremece en<br />

su conciencia como palpita delante de sus ojos. No mentirá si algún día nos asegura que<br />

todo el universo está comprendido en su alma. Todos los dolores, todas las esperanzas,<br />

todas las ternuras, la visión de todas las vidas humanas, convergen en su arte; él es en sí<br />

mismo el centro de toda vida y de toda muerte; y más de una vez lo hemos visto morir en<br />

la criatura que muere. ¿Extrañarán si se levanta a regiones incomprendidas, de las cuales<br />

nos falta la experiencia?<br />

32


DOMINGO MORENO JIMENES | ANTOLOGÍA<br />

Forma y pensamiento, aunque sean en la poesía partes de un todo, deben estudiarse deslindándose.<br />

La inquietud de encontrar una forma personal fue en Moreno Jimenes realidad<br />

temprana:<br />

quiero escribir un canto<br />

sin rima ni metro;<br />

sin armonía, sin ilación, sin nada…<br />

En 1918 publicó Paisaje, poesía con que inicia su revolución poética. La evolución, sin<br />

embargo, es gradual y se verifica cimentada por nuevos conocimientos. La versificación<br />

irregular en la poesía castellana, de Pedro henríquez Ureña, 1 lo afirma en la veracidad de su<br />

excepcional vocación. Algunos poetas de España, Juan Ramón Jiménez, Moreno Villa… habían<br />

acomodado su inspiración al verso nuevo, al que dibuja y sostiene el ritmo como onda<br />

que se desenvuelve sin pueriles escrúpulos, sin soportes innecesarios.<br />

En el arte contemporáneo el fenómeno de la santa libertad no se comprueba sólo en la<br />

poesía. Baste el ejemplo de la música, que ha llegado en nuestros días a libertades nunca<br />

soñadas ni siquiera por los que se creyeron novísimos románticos y que hoy empalagan el<br />

gusto moderno más sobrio, más dado al aliento rítmico que al sonido blando. El predominio<br />

del ritmo en el verso amétrico parece seco, puede llegar a ser agrio y hasta desconcertante, y<br />

es que lleva oculto el canto, y como encajado, o como prendido en peregrino equilibrio, en<br />

un diseño de invención muchas veces oscilante, cambiante, movedizo, como las ondas del<br />

mar, como el correr de los vientos, como los colores inconstantes y mudables del cielo.<br />

La magna revolución estética (la de nuestros días) que ha conseguido, en feliz retorno,<br />

acercarnos a la naturaleza, tardó en llegar; pero llegó en buen hora. Arte que emociona por<br />

su sinceridad; realizado, no con prácticas ilusas, sino con técnica más humana, más conforme<br />

a la razón de ser, más acorde, si es de mano maestra, con nuestros propios sentimientos.<br />

De los primeros poetas en adoptar la inusitada manera, fue nuestro Moreno Jimenes. La sorpresa<br />

desconcertó a muchos. No era para menos que un dominicano fuera de los creadores de la<br />

novísima poesía. Se formó un cenáculo: algunos creyeron en la renovación que en Santo Domingo<br />

se bautizó con el nombre de Postumismo; tal vez porque no contaba sino con una póstuma aceptación.<br />

Los profanos apuntaban el desdén; los más sonreían, y unos pocos sonríen todavía. Sin<br />

embargo, lo nuevo ya es casi viejo. En Puerto Rico, Llorens Torres acierta rompiendo diques; en<br />

España García Lorca, después del Romancero Gitano, olvidará exprofeso la tradición del romance<br />

por una más antigua y más nueva; revolucionará su técnica Juana de Ibarbourou; aparece en<br />

Chile Neruda… y ahora, si no todos gustan del último manjar de los dioses, ya nadie quiere<br />

pasar por anticuado tomando por cosa de broma el reinado del ritmo libre.<br />

En 1926 Leopoldo Marechal, en polémica con el maestro Lugones, trataba de convencerlo<br />

de que “en la hora actual el hombre está cansado de métrica y pide versos libres”.<br />

La actual invasión del verso sin medida ni rima es para muchos desazón y plaga, es la lluvia<br />

de fuego, la abominación de la desolación. Pero es. “Los poetas del verso libre son multitud<br />

ahora en toda Europa y toda América. Se les negará el derecho de existir; pero existen”. Dijo<br />

Pedro henríquez Ureña interviniendo con ponderadora autoridad en la disputa.<br />

A Domingo Moreno Jimenes su estrella fiel le dijo como a Paul Fort:<br />

1 Tengo noticias de que en la segunda edición de esta obra aparece un fragmento de Moreno Jimenes junto a<br />

otros de Juana de Ibarbourou, Jorge Luis Borges, Pablo Neruda y Jaime Torres Bodet, como ejemplos de la evolución<br />

del verso en América.<br />

33


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

—Sigue tu ruta, sencillamente, y ríete de la tempestad que amenaza. Prosigue hasta la<br />

muerte, donde se quiebra el misterio…<br />

Si el río lo ha de limitar a su estrecho curso, escogerá, él también, la amplitud del mar.<br />

Pedirá la barca y partirá solo.<br />

Pero no todo es paz y bonanza. La sacudida no se hará esperar: en medio del camino<br />

volverá hacia atrás la mirada nostálgica:<br />

“Yo siento vagos estupores por mi abandonado canto clásico”.<br />

Pero abatida, deshecha la tentación, en el íntimo y callado reposo escuchará la voz rectora<br />

de la hermana, de la hermana mayor:<br />

“Extasía montañas y desvela horizontes”.<br />

Y prestará oídos a la palabra del anciano que supo vaticinar el triunfo de la aurora sobre<br />

las ríspidas breñas.<br />

Oye voces interiores. ¿Sueña? Sueña. Pero no se ausenta de la realidad objetiva. Lo anima<br />

una doble visión, y disfruta a un tiempo de su realidad subjetiva y del mundo exterior que<br />

lo circunda. Doble e inseparable latido de su poesía.<br />

Se detiene arrobado ante el paisaje de la rústica aldea, donde ha ido a curarse de viejos males,<br />

porque tiene la mirada cansada de mirar cosas tristes. El reducido caserío de casas minúsculas no<br />

basta a interrumpir el dilatado horizonte. Recreo es contemplar la jubilosa cría, el dorado<br />

maíz que salta desgranado… La presencia inesperada de la muerte surge como mancha<br />

negruzca en el límpido lienzo… han pasado, junto a él, en conjunción extraña, la vida y<br />

la muerte. Y en su recóndito vivir pesa su inacabable carga de dolores, como un castigo.<br />

Insensiblemente regresa a su plano habitual de silenciosa meditación:<br />

“Montaña, que eres más que un hombre…”<br />

¡Oh, pueblecito pobre y escondido, “si algún día soy a ti deberé esta condescendencia<br />

con la cumbre!…” Y en la contemplación del estrecho villorrio, su labio quedará “transido de<br />

augurios”. El panorama se retrata en su alma, y en ella se diluye y con ella se confunde.<br />

Sobre el pueblo, él velará para que no muera: que si una conciencia sola vela a su lado,<br />

siempre estará despierto…<br />

La nota melancólica apenas abandona a nuestro poeta. Del dolor se sustenta, y hasta en el<br />

instante del fugitivo placer tiene presente ante sus ojos la muerte. En la mirada de la hembra<br />

cree ver “nostalgias de otoño”, “mixtura de infinito y de llanto…” Oímos el extraño ruego:<br />

“Comprende a tu hombre triste, salmodia tu muerto…”<br />

Y en la queja dolorosa, con dejos de reproche, nos da un esbozo de autorretrato:<br />

Oh, mujer, qué remoto debiste verme,<br />

con mis zapatos viejos,<br />

mi sombrero deteriorado,<br />

y mi doliente afán de ajuar antiguo…<br />

34


Porque Moreno Jimenes usa una indumentaria inconfundible, y, al verlo, sin querer se<br />

nos ocurre la absurda comparación con aquel bienaventurado Benito Labre: pobre entre<br />

ricos, humilde entre los soberbios, despreciador de lo transitorio, contrapeso de pecado, en<br />

“alocado afán de futuros inéditos”.<br />

El amor, que no es extraño al poeta del dolor y del silencio, sólo rara vez queda exento<br />

de la gota de acíbar. Así en La niña Pola, donde el matiz de gracia completa la factura esencialmente<br />

artística, ni cargada de pensamiento, ni cargada de ningún otro interés que no<br />

sea el puramente estético; así en La Siesta que, con pudores de marchitos deseos, repudia<br />

hoy el autor por parecerle sin misericordia, en la que la belleza resalta sin preocupaciones<br />

y los colores fulguran con plástica excepción: rostro negro, blancos dientes, verdes y rojizos<br />

naranjos, acacias de matices tiernos, brillantes tornasolados, azafranes, verdes y rojos encendidos<br />

de la cotorra, labios oscuros, senos de uva morada…<br />

Pasan los años, y el poeta del silencio ansía cada vez más el apartado retiro. quiere sentirse<br />

solo, aunque universal; singular, aunque múltiple. Para siempre quiere dejar el pueblo<br />

por la aldea callada:<br />

Partiré del pueblo.<br />

Me roerá la angustia que a los peregrinos<br />

acoge en silencio.<br />

Angustia. Porque su paz sigue siendo anhelo recóndito. Ama a los suyos; y al partirse<br />

de ellos lloró de sus ojos, como el despedido Señor de Vivar. Al ver que se aleja sin cayado,<br />

sin túnica, sin otra bolsa “que la mochila de su divagar”, “las perdices levantarán el vuelo;<br />

llorará en una palma una tórtola triste”.<br />

Desde entonces deambula solitario, cargado con los versos que escribe; acongojado,<br />

porque sabe de cuántas miserias visibles e invisibles está hecho el mundo: antítesis de amor,<br />

negación de misericordia. El mundo que asquea, el que aborreció Jesús cuando dijo al Padre:<br />

“No te pido por el mundo”.<br />

El poeta del silencio ya no lee en los libros. Para ilustrarse le basta con meditar en su propia<br />

vida: pobre, aunque todo lo posee; solitaria, aunque poblada de inefables misterios…<br />

“Mi vida tosca y triste; mi vida llena de miserias<br />

y de lampos de infortunio”.<br />

Sigue su camino:<br />

y:<br />

DOMINGO MORENO JIMENES | ANTOLOGÍA<br />

“como una luz crepuscular que entre las raudas sombras<br />

se apaga”<br />

“quisiera que el mundo se trocara en un gran silencio…”<br />

En adelante, no ansiará, no anhelará. Se ha desnudado de todo, y no tiene deseos.<br />

Este maravilloso desprendimiento de lo sensible, el desapego completo de toda sensualidad<br />

¿no será la noche oscura donde a nosotros, inútilmente, nos ha querido introducir San<br />

Juan de la Cruz? En ella, sin memoria de cosa alguna, en un olvido total de lo transitorio, en<br />

la ignorancia completa de lo intrascendente, encontrará un destello de luz en las tinieblas:<br />

la eterna compañía en la aparente soledad.<br />

35


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

Después de esto, después que ha visto abiertas para él las puertas, después de introducirse<br />

en la cámara de los elegidos, donde se revelan los verdaderos nombres, donde se<br />

miden todas las dimensiones, donde se descubre el misterio de la verdad, ¿a dónde habrá<br />

de llegar? Llegará hasta la misma muerte; traspasará sus linderos. Conocerá que la muerte<br />

no es muerte, sino la vida que se proyecta en lampo de luz creciente y ascendente, como un<br />

raudal de amor que viene de lo eterno y va a lo eterno.<br />

Su pensamiento se vuelve metafísico: Dios, como Ser, como Verbo, como Belleza, como<br />

Ciencia, como Luz que ilumina a todo hombre; el Cosmos, como obra incomprensible; el<br />

hombre, como alma que no puede morir; el espíritu, como guía y gobernalle de la vida del<br />

mundo; nuestra vida, como inacabada en el tiempo, e inacabable en el seno de Dios…<br />

A toda hora estará abstraído en el misterio. Pasemos a su lado calladamente, no interrumpamos<br />

sus divagaciones que tocan, en los Poemas de la Muerte, lo verdaderamente<br />

sublime.<br />

Frente a la muerte se siente “adulto de comprensión”. Entre las sombras densas y las<br />

luces que fulguran “¡cuántos horizontes insospechados!” Se abisma en la desnudez de la<br />

palabra; porque el signo le falta en su incompleto nombrar. Dolor de dolores es sentirse todavía<br />

subordinado a la vida, luego de anegarse en los misterios abismales.<br />

La hija ha muerto. Lo sabe, porque “se agiganta la nada sobre la soledad de su aposento”.<br />

Y ahora quisiera amar, amar con ilimitado y violento amor, a “una abstracta humanidad”<br />

La muerte pasa; ha pasado ya congelando el suspiro y la esperanza. En tanto, la corriente<br />

prosigue su curso: el rico seguirá viviendo de su oro, y los otros… los otros continuarán<br />

mintiéndole a la vida con la carcajada del impuro goce.<br />

El poeta continuará como sonámbulo que desconociera el presente. Acudirá al arrullo<br />

de la tierra, de la madre tierra. Junto al Morro de Monte Cristi se le ha revelado un nuevo<br />

destino, quizás un último destino: América. Soñará cosas lejanas; porque la angustia lo ha<br />

apartado para siempre del mundo que pisan sus pies.<br />

Después de los incomparables Poemas de la Muerte, el culto a América, “la religión de<br />

América”, como él lo llama, parece ser el eje que sostiene su poesía. Su afecto, desbordado,<br />

adquiere dimensión universal. Ama la raza, nuestra raza mestiza, y abarca en síntesis admirable<br />

al hombre, al humano que padece y sufre sobre la tierra. Se ha hecho magnánimo.<br />

¿Profetiza? Vemos que su inspiración se agiganta generosamente, inflada por hálitos de Fe,<br />

de Esperanza y Amor. Con su canto quisiera envolver un mundo comprensivo y doliente. ha<br />

dejado atrás la nota sombría, último hilo que lo ataba a lo temporal. Ya no provoca pavores<br />

interiores; pero guarda su filtro de ternura que destila la nota noble y serena. La que hinchó<br />

de lágrimas la voz cuando dijo a la madre muerta:<br />

“Madre: deja que me siembre en la tierra para adorarte como debo”.<br />

Advertimos en el Moreno Jimenes de Plenitud, y más aún en el de Madurez, que el apoyo<br />

esencial de su verso es la rima de las ideas, el canto interno, el ritmo del pensamiento y del<br />

sentimiento, que cristalizan de tal manera unidos y de tal manera inseparables que dominan el<br />

ritmo del sonido. Peregrina invención que es estremecimiento y es arrobo en la poesía hebrea:<br />

Isaías, David… profecías y psalmos que impulsan nuestra sensibilidad hasta levantarla en<br />

espiral ascendente. La emoción, lanzada por su estímulo, se levanta en la curva del pensamiento<br />

que habrá de cerrarse, completándose, en descanso que es como cadencia musical,<br />

36


DOMINGO MORENO JIMENES | ANTOLOGÍA<br />

y que contiene no sólo un valor de sonido recóndito, sino un valor oculto de cantidad, de<br />

medida interna, que provoca deleitoso halago y saludable reposo.<br />

Para el poeta del silencio, mudo, con “mudez que tiene sabor de siglos”, es un mal subordinar<br />

la poesía a la palabra. Y en ascensión constante hacia mayor pureza, ha querido:<br />

liberar el verso; liberar la poesía del verso; y por último –casi inconcebible aspiración– liberar la<br />

poesía de la palabra.<br />

Valorizo la presente selección de poesías de Domingo Moreno Jimenes como no menor,<br />

en el maravilloso acoplamiento de forma, de intuición poética y de pensamiento elaborado,<br />

que la de los poetas contemporáneos sobresalientes de nuestra lengua. Pero he sentido la<br />

nostalgia de un mayor tamaño, de una mayor autoridad; pues si en expansión ideal y emotiva<br />

me sumerjo en su medida como si fuera mi propio recipiente espiritual, siento su urgencia<br />

para que la exaltación que he deseado hacer de la obra escogida de Moreno Jimenes, pudiera<br />

pesar con fuerza eficaz de convicción.<br />

Soy providencialista: una rezagada de mejores tiempos. Y cuando considero con espíritu<br />

desbordante y con unción respetuosa, de hacimiento de gracias, la complacencia excepcional<br />

de Dios por algunos seres, creo vislumbrar las razones misteriosas y ocultas de la economía<br />

divina en sus desiguales preferencias ¡tantas veces incomprensibles!<br />

Pero si ante la admiración, el signo se escapa y la palabra falta:<br />

“Tomad lo escrito como rizo de agua que el segundo disuelve…”<br />

37<br />

Flérida de Nolasco.


Versos de iniciación<br />

Saeta<br />

COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

Porque te he sido sincero<br />

me desdeñas, enemiga,<br />

en lugar de ser mi amiga,<br />

porque te he sido sincero.<br />

Por un capricho altanero<br />

de mi suerte, no mendiga<br />

mi alma tu afecto, enemiga,<br />

por un capricho altanero.<br />

Que al fin y al cabo tú has sido<br />

lo que debiste haber sido<br />

antes de yo conocerte:<br />

Insinuación petulante,<br />

liviandad, no amor constante,<br />

antes de yo conocerte…<br />

1914.<br />

A un poeta melancólico<br />

No entristezcas el amor,<br />

que el amor es siempre triste<br />

en este mundo en que existe<br />

la espina junto a la flor.<br />

.........................................................<br />

¡Tendrás al fin que sufrir!…<br />

Pues, olvida el sufrimiento<br />

y antes que venga da aliento<br />

a los que quieren morir.<br />

1912.<br />

Sinceramente<br />

Nunca dolor humano<br />

fue comparable al lento<br />

pesar, que va minando<br />

mi existencia a desvelos.<br />

Todos ríen alegres;<br />

todos miran el cielo<br />

cual si de él esperasen<br />

38


algo que, aunque está lejos,<br />

llegará como llegan<br />

al mar los arroyuelos<br />

en la cuitada noche,<br />

tras el murmurar poético<br />

de los ramajes tristes…<br />

A todos cuando el tedio<br />

se aleja, la esperanza<br />

impulsa al raudo vuelo!…<br />

A unos les acaricia<br />

el errabundo ensueño<br />

con su mano de gasa;<br />

otros tienen un tierno<br />

corazón oprimido;<br />

y los más, el consuelo<br />

de un niño, de una amiga,<br />

o de un amor eterno…<br />

Yo vivo solo siempre.<br />

Del cielo nada espero.<br />

En mi pasado sólo<br />

flota como un recuerdo,<br />

que por ser tan lejano<br />

no advierto sus destellos.<br />

Mi presente es el mismo<br />

que ayer, cuando a los vientos<br />

lanzaba mis canciones:<br />

sólo que ahora no sueño…<br />

¿Amor? El que tenía,<br />

la distancia y el tiempo<br />

van hiriendo de muerte…<br />

¿Anhelos? Sí, el anhelo<br />

de descansar muy pronto,<br />

una tarde de invierno,<br />

bajo un ciprés muy alto,<br />

allá, en el cementerio…<br />

1916.<br />

Atardecer campestre<br />

DOMINGO MORENO JIMENES | ANTOLOGÍA<br />

Ya se acerca la hora que los poetas cantan.<br />

Del sol algunos lampos aún doran la montaña.<br />

Corre tranquilamente el rumoroso río.<br />

Pregonan la llegada de la noche los grillos<br />

en la selva. Dos potros pacen sobre la grama;<br />

39


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

los dos son blancos; pero, uno tiene una mancha<br />

cerca del cuello, negra, como un lunar. Ya el frío<br />

va poniendo las manos y los rostros cenizos.<br />

Voy sosegadamente en dirección al pueblo.<br />

Sesgo para occidente y en los espacios veo<br />

arder el sol en una pira de llamas rojas,<br />

y colorear las nubes de azul, violeta, rosa.<br />

Mientras prorrumpe el ángelus en la vecina iglesia<br />

y en coro las mujeres pausadamente rezan.<br />

1914.<br />

Para un breviario<br />

Mientras un soplo exista vital y triste<br />

en mi ser, ese soplo será primero<br />

para el arte sublime que me subyuga:<br />

él derrama la lumbre de su consuelo;<br />

él sostiene la rosa de mi esperanza;<br />

él cuida de los lirios de mis ensueños…<br />

Si la dulce poesía que me conforta<br />

abandonara el mundo, quedara muerto<br />

el corazón que huye de los amores,<br />

pues los amores sólo dejan recuerdos<br />

que vierten sus congojas en el crepúsculo<br />

y yerguen sus espinas en el sendero.<br />

Nada tan arrobante como las horas<br />

pasadas en el dulce recogimiento<br />

de la armonía tenue de un verso raro,<br />

de la cadencia núbil de un ritmo nuevo.<br />

¡Oh el eternal oasis! Ningún amigo<br />

para curar heridas como éste, ¡oh, cielos!<br />

que en las horas de duda me presta alientos<br />

y preludia mis albas como un lucero!<br />

1916.<br />

La cita<br />

Llevaba una caléndula en la mano, entreabierta.<br />

Sus ojos parecían dos soles negros. Toda<br />

ella temblaba muda de pasión y de miedo.<br />

En su semblante pálido florecían dos rosas.<br />

Un estremecimiento su ser ya casi exánime<br />

40


ecorrió. Yo sentía su corazón ardiente<br />

latir. Nos separamos sin hablar. Un reloj<br />

que sonaba a esa hora me recordó la muerte.<br />

1917.<br />

Ofrenda muda<br />

DOMINGO MORENO JIMENES | ANTOLOGÍA<br />

I<br />

Maldije mi dolor, y ciegamente<br />

apuré los placeres de la vida;<br />

a la luz de la luna enternecida<br />

o enroscado en la fúlgida serpiente.<br />

Tras cada ignoto anhelo o ansia ardiente<br />

quedaba mi alma cándida sumida<br />

en un mar de estupor, y enmustecida<br />

la flor de gasa y oro de mi frente.<br />

Hube de despertar al fin, del sueño,<br />

y lejos de la senda del ensueño<br />

vagué mil veces con la faz tediosa.<br />

Mas, a poco, lancé mi alado ruego,<br />

y herido por la flecha del dios ciego<br />

fui a implorar a las puertas de una hermosa.<br />

II<br />

Abril sus armonías y sus flores<br />

iba esparciendo con albar dulzura;<br />

la fuente deshacíase en rumores<br />

y mil aves poblaban la espesura.<br />

Ella que es casta, silenciosa, pura,<br />

por esquiveces me mostró rubores,<br />

y temblando de célicos temores,<br />

confesóse ante mí, toda ternura.<br />

Si un día, por seguir mis ideales,<br />

tuviera que dejarla entristecida<br />

de la desilusión en los umbrales,<br />

hallaría, después de la victoria,<br />

de abismos el camino de la vida,<br />

de espinas la corona de la gloria.<br />

1917.<br />

41


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

A unas manos<br />

En vano es que mis ojos con ternura<br />

persigan la mirada de otros ojos;<br />

en vano que le tema a los abrojos;<br />

en vano que me mueva un ansia pura.<br />

Por la terrena lid sólo despojos<br />

encuentro de la diáfana ventura<br />

que de mí huyera ayer: claveles rojos,<br />

hijos del desenfreno o la impostura.<br />

Atado a la ignominia del deseo<br />

tanto tiempo viví, que ya no creo<br />

perderme en las eróticas escalas.<br />

Mas, como para amar vine a la vida,<br />

ahora inquietan mi alma entristecida<br />

dos manos, que pudieran ser dos alas!<br />

1916.<br />

Drogas para mi tedio<br />

OPIO<br />

El sol dorando las enhiestas cumbres.<br />

En un jardín florido<br />

mi amada se recrea<br />

viendo correr un niño.<br />

Bajo la verde sombra<br />

de unos pinos,<br />

yo sueño.<br />

¡Inmortal sueño el mío!<br />

ALOE<br />

El parque iluminado por la luna.<br />

Yo en él, y triste como siempre;<br />

los mancebos del brazo de las mozas,<br />

mil perfumes vagando por el éter;<br />

los acordes perdidos de una música<br />

terrenal o celeste;<br />

un “te adoro” que llega a mis oídos<br />

a la par que un “¿me quieres?”;<br />

el dolor que me muerde las entrañas;<br />

frío sudor que corre por mi frente;<br />

¡y un surtidor, oculto de indiscreta malicia,<br />

y una rosa de nácar caída sobre el césped!<br />

1917.<br />

42


De toda blanco<br />

Cuando te pongan de toda blanco<br />

acuérdate de mis largos besos tristes,<br />

de mi pasión por las violetas,<br />

de mi desinterés por el oro,<br />

de mis quietas nostalgias infinitas,<br />

de mi desenfrenado delirio de paz,<br />

y de otras cosas que silencio por no verte morir!…<br />

Y si esa noche<br />

el mar divisas desde la niebla de tu ventana<br />

lanza un gemido sobre la ruta de mis postreros adioses!…<br />

Cuando el cáliz de mi amor sea violado,<br />

trae a tu mente mis rebeldías que fueron flamas;<br />

y ten olvido para mi olvido,<br />

como un arrullo para mis mansos sueños de gloria:<br />

—Yo le perdono<br />

sus infidencias y sus desvíos, yo le perdono<br />

hasta su enlace con una sombra;<br />

y más que eso, hasta mi crimen,<br />

hasta mi crimen yo le perdono!<br />

1918.<br />

Oración<br />

Tras unos árboles diviso<br />

vagos celajes rosa y oro.<br />

La luna esplende de improviso<br />

sobre el pinar mudo y sonoro.<br />

Sin un rumor se pierde el río.<br />

Sólo una tórtola se queja.<br />

Los perros huyen. hace frío.<br />

De súbito pienso en mi vieja.<br />

(Ella estará sufriendo ahora<br />

los abandonos de mi ausencia;<br />

quizás le falte hasta un pan duro).<br />

Sobre la mar de mi existencia<br />

ya no navega ni una aurora:<br />

mi fe, mi arte… todo oscuro.<br />

1918.<br />

DOMINGO MORENO JIMENES | ANTOLOGÍA<br />

43


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

Metamorfosis<br />

Por el postigo abierto de mi ventana fría<br />

entró una bruja negra;<br />

fue moviendo las alas con lentitud y pausa<br />

hasta que sobre un mueble de laca quedó inmóvil.<br />

Toda la noche estuvo ensimismada o muerta.<br />

No bien despuntó el alba,<br />

cuando meció los aires con vuelo fatigoso<br />

por el hogar. Ardían aún las constelaciones.<br />

Me decía: —Tal vez me trae alguna nueva<br />

horripilante y triste,<br />

vestiré luto rígido<br />

o el desamor desmayará mis flores.<br />

hice lo que no hacía en muchos años:<br />

orar y prometer a más ser bueno.<br />

1919.<br />

44


Versos de plenitud<br />

Rutas de estéticas<br />

Aspiración<br />

quiero escribir un canto<br />

sin rima ni metro;<br />

sin harmonía, sin ilación, sin nada<br />

de lo que pide a gritos la retórica.<br />

Canto que tuviera,<br />

sólo dos alas ágiles,<br />

que me llevaran hasta donde quiere,<br />

con su sed de infinito,<br />

en las noches eternas volar el alma.<br />

Canto que, como un río<br />

sereno, fuera diáfano;<br />

y en su fondo se vieran<br />

como piedras cambiantes, mis ilusiones,<br />

como conchas de nácar, mis pensamientos,<br />

como musgos perpetuos, mis ironías<br />

sobre los arenales de mi esperanza.<br />

Y allí mostrarme todo<br />

como soy en la vida<br />

y seré tras la muerte<br />

cuando la eternidad orle mi gloria<br />

con sus palmas de luz!<br />

1916.<br />

Melancolía<br />

DOMINGO MORENO JIMENES | ANTOLOGÍA<br />

Dejaré mis niños.<br />

Partiré del pueblo.<br />

Me roerá la angustia que a los peregrinos<br />

acoge en silencio.<br />

El día que parta,<br />

todos a sus puertas saldrán a verme;<br />

encontraré en mi senda alguna anciana<br />

de las que socorría algunas veces…<br />

Cuando unos pinos cruce<br />

fustigaré mi potro;<br />

y aunque el norte no empañe ni una nube,<br />

el pañuelo de hilo me llevaré a los ojos.<br />

45


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

Al verme las perdices<br />

levantarán el vuelo;<br />

llorará en una palma una tórtola triste,<br />

y tal vez si un can sucio me seguirá a lo lejos…<br />

Por semanas y aun meses<br />

me instigará una sombra;<br />

luego… mis cantos en la mañana alegre.<br />

¿Y después?… el olvido y algunas muertas rosas.<br />

1918.<br />

Profesión de fe<br />

Si supieran tus débiles manos,<br />

hija,<br />

tus débiles manos.<br />

Dios<br />

creó<br />

al hombre<br />

para la gracia, el bien y la verdad.<br />

¿Te apartarás de tu camino?<br />

¿Confundirás la cal con el cieno?<br />

¿Serás sobre el ventisco un árbol más?<br />

No sé:<br />

¡Toda la dicha consiste en no cejar!<br />

1923.<br />

Paisaje<br />

Se ajan con el sol las rosas blancas;<br />

el día parece de oro,<br />

y el azul de los cielos se ha tornado cenizo.<br />

Se ajan con el sol las rosas blancas;<br />

sobre el mar hay una vela,<br />

y la paz triunfa hasta en el aire.<br />

Se ajan con el sol las rosas blancas;<br />

los ruiseñores van de huida,<br />

y una oración conmueve el bosque.<br />

Se ajan con el sol las rosas blancas;<br />

rima el camino su cinabrio,<br />

y el guayabal su verde perla.<br />

46


Se ajan con el sol las rosas blancas;<br />

entre la grama crece un tilo,<br />

y sin silbar corre una fuente.<br />

1918.<br />

Postumismo<br />

La hermana mayor,<br />

la hermana,<br />

me ha dicho palabras que no se ha llevado el viento.<br />

Palabras pétreas,<br />

eternas<br />

y claras.<br />

Mi hermana mayor,<br />

la que me dijo:<br />

extasía montañas y desvela horizontes.<br />

Lo que me mata:<br />

mi piedad;<br />

lo que me salva:<br />

la inquietud.<br />

Constatar que de mal,<br />

de un poquito de mal,<br />

dependen todos,<br />

¡hasta yo mismo!<br />

y desear<br />

amar<br />

a trueque de perder<br />

la gloria y la vida!<br />

DOMINGO MORENO JIMENES | ANTOLOGÍA<br />

Aquel joven pálido,<br />

yo lo conocía,<br />

yo presentía su existencia lejana<br />

a través de las brumas de mis sueños.<br />

Niño yo,<br />

y bobo<br />

como aquellos seres cuyas almas parecen péndulos<br />

y cuyos corazones<br />

destilan, destilan<br />

levedad y tristeza en el silencio.<br />

Su voz fatigaba la aldaba<br />

de mis augurios incógnitos,<br />

y yo seguía entregado a mis juegos locos,<br />

a mi pesar y a mi mutismo.<br />

47


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

Y aquel anciano,<br />

¿no sabéis que mi alma<br />

cuando lo contemplaba quería romper a volar?<br />

¡Esperaba de su silencio tantas cosas!<br />

Su nombre se insinuó siempre bien,<br />

y su voz<br />

cavernosa y todo, me agradaba.<br />

De susto no me cogerá jamás<br />

saber<br />

que él<br />

vaticinó el triunfo de la aurora sobre las ríspidas breñas!<br />

Convencido más de una vez tengo que estar<br />

que la vida no acaba aquí.<br />

La vida que se vive no es sólo la vida.<br />

Todo acto crece en la eternidad.<br />

1923.<br />

Desaparición<br />

Alba: tráeme el canto,<br />

la canción loca o la sinfonía mansa;<br />

los turpiales entonan en los nidos himnos<br />

y yo mismo he sido impelido por una voz alta…<br />

Alba: seas purificación o armonía; ayúdame;<br />

como quieras o como te sea posible;<br />

con alas<br />

o con el impulso ciego que es más que alas;<br />

préstame alientos;<br />

dame tu báculo formado con madera de rosas…<br />

Alba: mi amada es vieja,<br />

pero en rostro joven hasta la noche luce…<br />

El té para mis decaimientos y mis achaques hierve<br />

y la luz en mi alma es escasa,<br />

¡por demás escasa!<br />

Te veo en el hilo de agua,<br />

en la roca,<br />

en el pichón de loro,<br />

en el alcatraz, en el cerdo,<br />

en la paloma y en su detentador el milano,<br />

en las innovaciones<br />

y en las reacciones sordas de los sórdidos ídolos clásicos:<br />

transfigurada en el loco perfume,<br />

o en la gracia pertinaz o leve,<br />

48


siempre eres un ascenso, una cumbre<br />

¡oh alba, halo de mis deliquios<br />

o refrigerio de mis nervios!<br />

1924.<br />

Macito de dalias<br />

Aquella sombra de mujer<br />

que saeteaba todos los días por mi vera.<br />

¿No ves en mis ojos el eco santo de lejanas canciones?<br />

.....................................................................................<br />

Yo siento vagos estupores por mi abandonado canto clásico,<br />

y si no suelto el cayado es porque me encuentro, aun sin<br />

sospecharlo, entre los bosques del Cosmos, perdido.<br />

1929.<br />

La colina sacra<br />

DOMINGO MORENO JIMENES | ANTOLOGÍA<br />

¡Ya es un pueblo!<br />

En el alero donde revoloteaban las golondrinas,<br />

ya hormiguean los hombres…<br />

Ya el poeta puede en la calenturienta noche<br />

ver la luz de la Religión Universal.<br />

Ya el filósofo puede<br />

sintetizarla y explicarla.<br />

zumbidos de nuevas conciencias andan por la tierra de América.<br />

Reverberaciones de estelares soles se insinúan y conciertan por el mundo.<br />

Ya mi casa no está en una calle ni en un barrio:<br />

¡mi visión iluminó el promontorio entero!<br />

1940.<br />

49


Amorosas<br />

COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

Mafalda<br />

¿habéis visto una rosa cuando comienza a abrirse,<br />

feliz por el rocío, la paz y el tibio sol,<br />

risueña sonreírse,<br />

presa a la vez de anhelo, de júbilo y temor?<br />

Pues converged la vista por el briznal camino,<br />

y la veréis allí,<br />

clavadas las pupilas en el azul divino,<br />

haciendo del pasado presente y porvenir.<br />

En sus dorados bucles luce una flor, y lleva<br />

un traje verde tierno, matizado de azul,<br />

que su ser más eleva<br />

a la mansión del beso, del trino y de la luz.<br />

Es casta, ingenua y ágil, como quien tuvo, pura,<br />

sólo una inquietud vaga que le inundó la faz<br />

de un rubor que aún perdura<br />

carminando y ungiendo sus mejillas al par.<br />

A veces una duda falaz la martiriza;<br />

mas, cuando llegue él,<br />

le ofrendará, añorosa, su más blanda sonrisa<br />

cediéndole las manos o los labios… tal vez!<br />

1918.<br />

Desasimiento<br />

Era blanca<br />

y me perseguía;<br />

era pálida<br />

y me perseguía;<br />

era casi diáfana<br />

y me perseguía.<br />

Mujer,<br />

¿no sabes que ya yo he olvidado la vida?<br />

Mujer,<br />

¿no sabes que ya yo he trocado mi corazón por un cayado?<br />

Mujer,<br />

¿ignoras que hasta la lumbre de mi sentir se ha desvanecido?<br />

1938.<br />

50


Siesta<br />

La negra de los dientes blancos<br />

me ha prometido<br />

darme una cita junto a los naranjos,<br />

a la hora de la umbría,<br />

en el momento que gorjean los pájaros.<br />

Se fue por la avenida de las acacias. Y en tanto<br />

que unas cotorras la empalizada brincan<br />

y ella por el andén se va alejando,<br />

por mi memoria cruza<br />

la visión de otro cuadro,<br />

vivido hace unos meses<br />

en el campo.<br />

La quietud y el bochorno<br />

me van amodorrando,<br />

y ya siento en mis brazos su cintura<br />

y en mis labios sus labios;<br />

tiemblan cual uvas sus morados senos;<br />

y como un tronco al cual ya ha herido un rayo<br />

cae su cuerpo por tierra, y en el bosque<br />

los ruidos cesan por un rato.<br />

Y ya desvanecido aquel mal sueño,<br />

con los ojos fijos en el término vago<br />

continúa mi impiedad, indiferente<br />

como si nada hubiera pasado.<br />

1919.<br />

Madrigal<br />

DOMINGO MORENO JIMENES | ANTOLOGÍA<br />

quisiera ser ahora lo encantadoramente bueno.<br />

Dejas correr tus trenzas con la placidez de una niña,<br />

piensas en las acacias, en los lirios de nieve,<br />

en las estefanotas de espuma ¡y sin embargo<br />

yo deslizara en la selva de tus cabellos un clavel rojo!<br />

Todos los días<br />

cuando el alba desciende de las montañas<br />

viene mi gato negro<br />

con un festón de luna sobre el mostacho<br />

a traerme la nueva<br />

de que el sol en la noche clavó su garra.<br />

(En este instante<br />

debes bordar bajo el crepúsculo<br />

o con la mano en la mejilla,<br />

51


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

estática,<br />

sonreír al amor venidero).<br />

1921.<br />

La niña Pola<br />

¿qué será de la niña Pola,<br />

que estaba en el campo,<br />

que su padre figuraba tonta<br />

y echaba a rodar a los vientos de la alborada su risa loca?…<br />

Crepúsculo y alma,<br />

ingenuidad y gloria;<br />

suspirillos de un pecho que no había tenido pesares nunca,<br />

inquietud de unos ojos que habían rondado por la montaña,<br />

tras el arco-iris que los corpúsculos tornasola…<br />

Sobre blanco rojo,<br />

y sobre rosado, moreno.<br />

Brillo como aquel brillo, yo no he encontrado ni en el diamante ni en el destello;<br />

castidad parecida,<br />

ni en la albahaca ni en el romero,<br />

ni en la petunia, ni en la magnolia, ni en la paciencia;<br />

(el sol de espaldas o el sol de hinojos junto del cerro!…<br />

—Es muy tranquilo; pero me lleva catorce años.<br />

(¡Oh, si supieras, cuántos abismos, cuántos obstáculos,<br />

salvo en la tarde, salvo en el alba, para tenerte junto a mi sueño!<br />

¿qué será de la niña Pola,<br />

que estaba en el campo,<br />

que su padre figuraba tonta<br />

y echaba a rodar a los vientos de la alborada su risa loca?<br />

La sangre aborta, y a las miradas que están en éxtasis<br />

no le es posible seguir el curso ya desarbolado de la égloga!…<br />

1927.<br />

Estéril<br />

¡Oh tú, vagabunda con quien me di el abrazo en el río,<br />

no te engañe el lucero del alba,<br />

no te engañe la luna de julio,<br />

no idolatres la gasa del monte<br />

ni profieras: La Patria es mentira!<br />

52


Yo alenté tus primeros impulsos,<br />

gasté en plata tus rútilas perlas<br />

y he incendiado las aguas de instintos;<br />

como he constatado en un rapto de suprema constancia<br />

la terrible igualdad de la risa, de la sal, de la sangre y el agua.<br />

Vivo yo, debes creer que ya he muerto;<br />

muerto yo, debes mirar que vivo<br />

hecho miedo en tu risa de histérica,<br />

hecho espasmo en la simultaneidad de la muerte y la vida!<br />

1932.<br />

Briznas de la colonia<br />

I<br />

quisqueyana, déjame besar los vellos de tus piernas;<br />

déjame inundar la inédita vía de tu anhelo…<br />

Mujer de los arqueados ojos<br />

y las crispadas manos:<br />

sostenme en el torbellino de mis aspiraciones y mis deseos;<br />

¡cunde mi plectro con la suavidad de tus manos<br />

y reverdece con tus palabras el apagado cenit de mi anhelo!<br />

Mujer, mixtura de infinito<br />

y de llanto:<br />

comprende a tu hombre triste, salmodia tu muerto,<br />

¡y coge al vuelo la paloma de los pies y de los ojos<br />

alados!<br />

…Calló la voz<br />

y el crepúsculo se derramó en cadencias<br />

sobre las puertas sin forma de lo desconocido.<br />

II<br />

Venía un vals lento.<br />

Todo el mundo callaba en la aldea.<br />

¿Si la música se parecerá a la muerte?<br />

1933.<br />

India<br />

DOMINGO MORENO JIMENES | ANTOLOGÍA<br />

India, desde la cabeza hasta los pies,<br />

in-dia;<br />

debí decir mestiza,<br />

pero ya ves, escribí india<br />

y no me arrepiento:<br />

¡a veces la salvación de un porvenir está en el pasado!<br />

53


No sé si vienes de Boyá,<br />

donde se consumió la indiada nuestra,<br />

o de Enriquillo<br />

¡dónde se sublevó el cacique que enarboló ese nombre!<br />

Con la tristeza de tu mirada<br />

y la majestad de tus senos,<br />

yo estoy comulgando horizonte arriba…<br />

(¡Oh, tú, que viniste a mí con la nostalgia del otoño<br />

y la reciedumbre de la primavera!)<br />

¿En mí estabas buscando un hijo que tal vez se te había perdido,<br />

o el primer varón del orbe que se había de tus sentidos eclipsado?<br />

Me sonreías de soslayo<br />

y me lanzabas responsos de diatribas.<br />

Ahora, ya ves, yo me he alejado…<br />

¡Y he dejado el presente a tus pies como una cosa muerta!..<br />

Seguiré en mi afán de realizar a América;<br />

aunque ya no en la voluta de la caricia<br />

ni en el volcán de la sangre,<br />

sino en este vislumbrar de rey vencido…<br />

(¡Trescientos siglos diluidos en cuarenta y cuatro años!)<br />

¡Oh, Mujer, qué remoto debiste verme,<br />

con mis zapatos viejos,<br />

mi sombrero deteriorado,<br />

y mi doliente afán de ajuar antiguo!…<br />

¡qué soso te debí parecer siempre<br />

con mi alocado afán de futuros inéditos!…<br />

1938.<br />

Óleo<br />

COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

(A la manera antigua)<br />

La niña de la pampa,<br />

la flor del tabacuelo,<br />

el bucle en onda corta,<br />

el mirar, riachuelo.<br />

La faz canela brava,<br />

el pecho jardín ancho,<br />

visión de un sueño esclava,<br />

nitidez en el rancho.<br />

Amor tocó a su puerta.<br />

Canción sonó en su oído.<br />

54


La esperanza en el viento.<br />

Polen de alba en el nido…<br />

En tanto, cuatro o cinco<br />

nubes por el andén<br />

revuelan con ahínco<br />

sobre la tarde sen.<br />

1938.<br />

La inencontrada surge<br />

DOMINGO MORENO JIMENES | ANTOLOGÍA<br />

I<br />

Y seré, y vuelvo a ser…<br />

Y seré, y vuelvo a ser.<br />

¡Oh, amada: por ti mi rosal ha despabilado sus estrellas!<br />

Sólo a tu conjuro la noche me ha soliviantado en su ancho Océano…<br />

Me interné en la infancia;<br />

entré y salí del alba de la muerte<br />

por ti, y sólo por ti!<br />

II<br />

¡Oh, amada, el día que te desmayaste en mis brazos,<br />

abril era, la felicidad había estremecido mis ámbitos,<br />

y mi corazón no lo advertía!<br />

(Todavía tengo el corazón inflamado<br />

y un zahumerio de lilas que me cala el ser todo entero).<br />

III<br />

Parece que te he visto,<br />

porque hoy al despertar<br />

me ha sabido a azucena la brisa.<br />

IV<br />

única, tenías que ser así, única;<br />

misteriosa y altiva;<br />

risueña y triste;<br />

esclava de mis ansias;<br />

reina de mi ser;<br />

mía en el día que se agita;<br />

mía en la noche que renace;<br />

mía en el alba que despierta;<br />

mía en el crepúsculo de la raza futura que aún no ha germinado.<br />

¡Mía, mía, mía!<br />

Mía hasta antes de nacer<br />

¡y hasta más después de morir!<br />

55


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

V<br />

Cuando me ibas a mirar te sonreías<br />

y cuando te besé por primera vez lloraste.<br />

¡Oh, el dolor del beso primero!<br />

¡Oh, el martirio del beso primero!<br />

¡Oh, el infinito gozar y sufrir a un tiempo del beso primero!<br />

VI<br />

Ya en tu patio los rosales no dan rosas, sino estrellas<br />

No lo dudes: “me amas”, “me amas”, “me amas”.<br />

VII<br />

Y si no me amaras, ¿qué sería del orbe,<br />

y del pájaro solitario en la rama,<br />

y de la pobre onda líquida cuyo equilibrio es su desequilibrio?<br />

En ti laten causas de mundos;<br />

pero te vistes de levedad<br />

para que te ignore hasta el átomo.<br />

VIII<br />

¡Oh, amada, la que te me ocultabas<br />

a cada paso del camino,<br />

a cada sin razón de la jornada,<br />

y que ahora,<br />

inesperadamente,<br />

me vuelves de niebla los pies y las manos!<br />

Y junto a ti estoy siempre<br />

a despecho de la vida,<br />

del porvenir,<br />

y del pasado.<br />

1939.<br />

56


Varias<br />

Nuevos motivos<br />

I<br />

La flor de la maravilla<br />

se ha abierto para mí en la tarde;<br />

sus pétalos son afilados,<br />

su perfume es tenue;<br />

yo he comulgado con la melodía de su porvenir, ignotamente,<br />

y he sentido gemido de astros<br />

y levantarse un polvo de resplandor en mi camino.<br />

II<br />

Llegué hoy más tarde.<br />

El sol presentaba una nube.<br />

El jardín se contenía en su silencio.<br />

Llegué hoy más tarde.<br />

Las flores de su jardín estaban mustias.<br />

Llegué hoy más tarde.<br />

Ella era toda para mí y para sí misma.<br />

En nuestro derredor no hablaba ni una hoja.<br />

Llegué hoy más tarde.<br />

¿Conocemos la evolución del mundo<br />

a cada nueva ojeada del mundo?<br />

El hombre despertó, y en el libro abierto de la vida<br />

había una hoja en blanco!<br />

¿Diría mártir? ¿Diría libertador? ¿Diría poeta?<br />

1918.<br />

El haitiano<br />

DOMINGO MORENO JIMENES | ANTOLOGÍA<br />

Este haitiano que todos los días<br />

hace lumbre en su cuarto<br />

y me llena las fosas nasales de humo;<br />

este haitiano<br />

que no puede prescindir de la cuaba,<br />

y prefiere tabaco del fuerte<br />

y aguardiente del malo,<br />

es bueno a su modo,<br />

y a su modo rico<br />

y a su modo pobre.<br />

57


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

¡Benditos los seres que maltrata el hombre!<br />

¡Bienaventuradas las cosas humildes<br />

que se yerguen siempre sobre el polvo frío de todas las cosas!…<br />

1927.<br />

Maestra<br />

Maestra: recuerda el amanecer con su vaca lechera,<br />

su humo de sol,<br />

su organillo de pájaro…<br />

háblanos del plátano que rezaba a la sombra<br />

y del guineo que amarillaba junto al oreganito;<br />

del maizal que nos confirma que en américa<br />

no es exótico ni lo rubio ni lo negro.<br />

¡Maestra, no te muestres tan distraída ante tus parroquianos hombres!…<br />

Piensa que ser mujer,<br />

y mujer con m minúscula,<br />

es de todas las cosas lo que en verdad te importa.<br />

Trocar los sexos, ¿y con qué objeto,<br />

siendo, como eres, en realidad, de un sentir prolijo y tierno?<br />

Así: minuciosa, sensible y sumisa<br />

te soñó mi egoísmo,<br />

y te anhelan mis hijos que están en gestación desde la infancia!<br />

1938.<br />

Panacea<br />

Partió por el horizonte de la dicha<br />

y era una bandera santa de recuerdos.<br />

El pan medio quemado estaba sobre la mesa limpia<br />

y los niños ya no querían jugar ¡tenían como los rostros imprecisos!<br />

Sobre la mecedora el mechero de gas casi apagado,<br />

y bajo la plancha, mi camisa.<br />

La tarde hacía las veces de un gran salmo incoloro<br />

que estrangulaba entre sus manos la noche.<br />

1929.<br />

Nuevo madrigal<br />

El aguijón estaba perfumado.<br />

La herida estaba perfumada.<br />

58


Ascendió al cerro un velo de perfume.<br />

Una neblina de sándalo anunció la mañana.<br />

—¡La abeja ha muerto, madre!<br />

Y al irrumpir, quedaste ensimismada,<br />

cual si el dolor se te volviera aroma,<br />

iris el grito y tornasol la lágrima.<br />

hija mía,<br />

expía en tu vida la íntima fragancia!<br />

1930.<br />

Hora azul<br />

Ondas.<br />

Vuelos.<br />

Romanzas lejanas.<br />

Medialuz.<br />

Bisbiseos de sombras en el puerto.<br />

Gasas que cubren el horizonte reverberante.<br />

Crujir de jarcias recias.<br />

(Ay Dios! ¡qué será de las lilas<br />

con medio cuerpo bajo el cieno, y medio cuerpo sobre la vida!)<br />

1930.<br />

Hora gris<br />

Atravesé el cementerio de la aldea:<br />

no tenía dolientes:<br />

se estremeció mi alma junto a un jazmín triste,<br />

gimieron mis sentidos junto a una rosa cárdena.<br />

Después,<br />

lancé la rosa y los jazmines al viento,<br />

y sólo quedó flotando en el instante esta sola palabra:<br />

“Tierra”.<br />

1930.<br />

Campiña poblada<br />

DOMINGO MORENO JIMENES | ANTOLOGÍA<br />

Vi el sol desparramándose por las puertas;<br />

sentí la paz emergiendo dentro de las almas.<br />

Vi a los niños reír<br />

y sentí el amor que sonreía.<br />

La tarde tenía júbilos de mañana<br />

y un mango proyectaba en la soledad su ennochecida sombra.<br />

59


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

Junto a la pareja estremecida por el cierzo, dije:<br />

¡Grato el desamparo que os une!<br />

¡Grande el dolor que os reconcentra!<br />

¡Leve la realidad que os eterniza!<br />

Todos los ojos de la Naturaleza<br />

querían como sumergirse en el crepúsculo de la tierra,<br />

y yo que avanzaba sobre la tierra,<br />

a duras penas comprendía<br />

que el cielo era más tierra que la tierra…<br />

1935.<br />

Los últimos canjilones de la primavera<br />

—Buen viejo, ¿de dónde brota el canto?<br />

—Los cantos borbotan de la sangre.<br />

—Madriguera,<br />

¿y el amor?<br />

—De sí.<br />

—Mar,<br />

¿cuál es la melodía de las campanas en el crepúsculo?<br />

—Dolor,<br />

¿cuál es tu friso, a dónde tiende el hálito de tu propulsión?<br />

—Infinito, tú solo me bastas hoy para estar triste.<br />

1925.<br />

Vislumbrar América<br />

En todo viaje<br />

hay una rosa náutica:<br />

el punto de partida,<br />

el lugar de llegada,<br />

los objetivos presentidos<br />

y las posibilidades exteriores.<br />

Me ofreció los labios en un arranque<br />

de entusiasmo,<br />

de timidez,<br />

de locura.<br />

¡Adiós, me decía su mano tranquila!<br />

¡Puede ser, me decían sus ojos turbados!<br />

¡Será, no será, me osó decir a un mismo tiempo su seno oprimido!<br />

Cuando me tengo que levantar de noche,<br />

porque la creación me quita el sueño;<br />

y tengo que continuar, mentón en mano,<br />

60


todo un cuarto de noche,<br />

todo un tercio de tarde<br />

y todo un crepúsculo de día;<br />

cuando la copian a mi lado<br />

vocablos que no son seres,<br />

pero que ni tampoco son fantasmas,<br />

y palpo el vacío de la vida,<br />

y la oscuridad de mi entendimiento,<br />

olvido el principio de las cosas,<br />

y parto del fin de las cosas,<br />

al principio de la irrealidad y de la vida.<br />

Lo vi como un sátrapa de todos los Continentes,<br />

asquearse del prójimo que le había enseñado el camino,<br />

traicionar al amigo que le había tendido la mano<br />

y hasta maldecir a la madre que lo había parido…<br />

Su mano en el horizonte turbaba las sombras,<br />

¡y su cabellera era una selva iluminada!<br />

¿Te convenciste?<br />

Con la cal de mis huesos está hecho todo:<br />

lo que palpas<br />

y lo que ni siquiera presumes.<br />

—Soy bella,<br />

es verdad;<br />

pero no puedo ser eterna.<br />

DOMINGO MORENO JIMENES | ANTOLOGÍA<br />

—Sigue prolongándote,<br />

hasta que te des de bruces con el silencio y con la muerte.<br />

Franqueado el primer paso,<br />

¿por qué vacilas en dar el último?<br />

Lo último cuaja el hecho en bramido de acto…<br />

Por eso los reciénllegados en la vida son hombres de coraje…<br />

Ojos absortos en los accidentes lejanos,<br />

manos de forasteros posadas en el lienzo de los destinos.<br />

Mujer u hombre, piedra o santo:<br />

¿ves la vida?<br />

Asómate a la claraboya de la nada.<br />

¿No ves nada? ¿No ves aún, todavía?<br />

¡Pues escucha, para que tu silencio se torne clamor pensante,<br />

y en el albear de una isla desierta, divises el claror de una reciénvenida vida!<br />

1926.<br />

61


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

Cantos de la tierra<br />

El diario de la aldea<br />

¡Ay Dios, que ves el viento y ves la nube,<br />

compadécete de mi alma<br />

que es una nube fría en un cielo claro!<br />

Mi andar no es andar de consciente sino de sonámbulo;<br />

llevo las manos en el aire<br />

y el pensamiento en el azul;<br />

llamo “madre” a las plantas<br />

y a las margaritas “hermanas”;<br />

en cualquier riachuelo veo la faz de mi padre,<br />

y los luceros, carbunclos de la noche, son mis “hijos”.<br />

Esta síntesis del mundo que llevo conmigo a veces me sume en la tiniebla;<br />

pero siempre me arrastra a la luz!<br />

Oh naturaleza, ¿qué mal te he hecho<br />

para que me castigues con una carga tan desapacible?<br />

Yo sé que vine del misterio,<br />

pero los cambiantes de la vida son más inexplicables que<br />

las flaquezas de la muerte, o que la sencillez de la nada.<br />

Tú no me podrás dar la alegría riente<br />

de lejanos días y lejanos tiempos<br />

en ti vengo a curarme de viejos males,<br />

en ti vengo a reposar.<br />

El pájaro herido busca el antiguo albergue de sus dichas.<br />

Junto a aquella rama, yo soñé;<br />

bajo la sombra de aquel árbol yo medité;<br />

el susurrar del río ya no me sabe a música, pero a un despertar próximo me suena.<br />

Mariposillas: no voléis,<br />

brisas: no entremezcléis mi cabello cano.<br />

¡Siga mi frente erguida y luminosa como una antorcha!<br />

Este hueco de cañada me recuerda la vida<br />

y esta placidez de soledad me quiere como hablar de niñez.<br />

Yo fui un niño como todos los otros,<br />

aunque un poco más cándido y más triste.<br />

De ayer a hoy, ¡qué abismo!<br />

y de ayer a mañana, ¡qué universo!<br />

Con moras frescas me teñí las manos<br />

y tengo la mirada cansada de soñar cosas tristes.<br />

El cielo que tengo por delante no es doloroso;<br />

pero el horizonte de mi vida presente, sí que lo es!<br />

62


El maíz brillaba en las manos del hombre,<br />

la polla se internaba entre los matorrales,<br />

el cielo se encapotaba sereno.<br />

¡quién fuera madreselva!<br />

¡quién fuera río!<br />

¡quién fuera cañada!<br />

Flores,<br />

flores,<br />

flores.<br />

¡Oh Mayo!<br />

¡oh dolor!<br />

Tal cuando el sol tramonta,<br />

y las nubes obscuras se entretejen de grana<br />

y los aires se llenan de infinitos vapores;<br />

tal cuando la torcaz da el grito que espanta la nidada y el ruiseñor;<br />

tal cuando las montañas que están por arriba de mi cabeza sueñan;<br />

tal cuando los árboles tiemblan y los arroyos cantan.<br />

Relinchos de caballos en mi puerta,<br />

más luego, pasos y voces;<br />

a poco, un loco sobresalto de mi ser solamente;<br />

en seguida, el sol, la alegría de los pájaros, la mañana,<br />

dos aldeanas rientes,<br />

una mujer pálida,<br />

dos niñas, sus hijas, enmascaradas de riguroso luto,<br />

la cruz de un muerto,<br />

mi estupefacción al ver, hasta el dolor, metamorfoseado de esa manera;<br />

mi expresión: “vuestras lágrimas sean benditas”;<br />

al momento, mi pretexto de buscar la lechera.<br />

Después… el campo y yo con el campo y los pájaros, solo.<br />

1925.<br />

Islas mentales<br />

DOMINGO MORENO JIMENES | ANTOLOGÍA<br />

Cuando le puso la moneda en la mano,<br />

el esclavo se dijo: esta es mi libertad…<br />

y le volvió la espalda para siempre.<br />

Toda la tarde se desvanecía en un rosicler mustio,<br />

y el espejear de todos los días venideros estaba como pendiente<br />

de un arroyo de láudano,<br />

y de tinta.<br />

La charla de los sembradores ponía como la tierra mansa.<br />

Sabaneta parecía una forastera cargada de collares rojos<br />

63


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

y de lugares comunes blancos.<br />

Yaguajal ofrecía su reflejo verdoso<br />

Y Tomines enrostraba sus pedregales al caminante.<br />

La tarde que quería como venírsenos encima,<br />

nos envolvía en un ambiente de lunas y de pájaros.<br />

La trepidación de una espontaneidad superior<br />

hendía los aires y los recreaba,<br />

y ahorcajadas, sobre toda cosa viviente o presentida,<br />

el afilado diente de la noche.<br />

1929.<br />

Trozo de pueblo<br />

Esas casas de cana<br />

donde se respira felicidad.<br />

Esos albergues tímidos<br />

donde hasta la angustia es un silencio.<br />

Esa jovialidad de pecho joven<br />

que hace brava la gente.<br />

Esas canas de anciano que al sol vigilan vírgenes.<br />

Esa tranquilidad de perspectivas.<br />

Ese canturrear de la madrugada;<br />

ese respeto de la tarde;<br />

esa serenidad de la noche…<br />

Esos pasos ignorados de los héroes<br />

por campos de ausencia y de muerte.<br />

La tarde humeaba;<br />

el horizonte echaba chispas;<br />

al frente, unas luces,<br />

un poco distante…<br />

(¡Ay Bartolina, si yo volviera a verte<br />

como en la época de tu fresca hermosura!)<br />

1925.<br />

Impresiones de Sabaneta<br />

I<br />

Una mujer junto al río y una escuela junto a la montaña;<br />

un dulce creer en Dios y un grato olvido de las cosas mundanas.<br />

Todas las mañanas el humo,<br />

todos los días el sol,<br />

todas las tardes el alma;<br />

y un día y una hora no esperada, la muerte,<br />

64


cerca del pinar,<br />

con paz y sin miedo, junto al río y la montaña.<br />

II<br />

Veía con el pensamiento mis burros lentos,<br />

veía las grandes piedras que no los dejaban caminar,<br />

veía el agua de los bidones que se derramaba por el camino,<br />

y fui a una gramita pálida y medio mustia,<br />

donde conversé mucho conmigo mismo<br />

y puse en mi interior los puntales de estas palabras,<br />

que hoy son emoción,<br />

y entonces sólo eran reminiscencia de un recuerdo…<br />

III<br />

Pueblo: duerme tu sueño de catorce mil siglos,<br />

que si una sola conciencia vela a tu lado<br />

siempre estarás despierto, ¡aunque nunca llegues a despertar!<br />

IV<br />

Continúa abriéndome tu herida más honda,<br />

hasta que ya no exista.<br />

(O que yo y los hombres creamos que no exista!)<br />

1930.<br />

Voz interna<br />

¡Oh, generosidad que por doquiera nos haces crear espectros!<br />

¡Oh, lágrimas!<br />

¡Oh, razón de ser de la vida inútil!<br />

Bien está que nos nublen la esperanza y nos festinen el recuerdo;<br />

bien está que nos acorten la fuente del instante;<br />

bien está que nos truequen la dicha en una mariposa loca.<br />

Siempre habrá aldeas esparcidas por colinas abruptas,<br />

y silencios desconocidos…<br />

1930.<br />

Aleluya de invierno<br />

DOMINGO MORENO JIMENES | ANTOLOGÍA<br />

El rancho. La hembra. Salirse de la vida.<br />

El cielo. El prado. El bosque.<br />

Imágenes de sueños desvanecidos.<br />

Recuerdos de existencias remotas.<br />

La brisa. El humo. El túbano que comprime silencio.<br />

65


El niño; el perro; el asador de la cocina.<br />

Bosquejos incompletos de un porvenir hecho jirones.<br />

Gasas en el poniente y realidad sobre mi vida…<br />

¡Salve! a los poetas que renegaron la palabra.<br />

¡Salve! a los conductores de pueblos que se anegaron en la sombra.<br />

¡Salve! al brillo oculto de las sapiencias ignoradas.<br />

Arco iris de luz sobre la frente de la infancia;<br />

arco iris de paz sobre la inestabilidad de la vida.<br />

Un rumor de destinos me hace un signo en la frente.<br />

Una crucifixión de albores me distiende el oriente del camino.<br />

Miro para adentro y sigo la sesgada senda;<br />

le doy una ojeada al porvenir, y me pierdo en la inestabilidad de la vida!<br />

1930.<br />

Parábola de los dones<br />

Dije al río<br />

en la emoción de su desenvolvimiento apacible:<br />

—Padre del bosque,<br />

hermano de las sencilleces astrales.<br />

Dije al mujido de la vaca:<br />

—Fuerza, alegría, salud.<br />

Dije al manglar:<br />

—Tu sombra está más llena de perfumes que la noche.<br />

Dije a la montaña:<br />

—Verte es crecer,<br />

recordarte es comenzar a desandar la vida.<br />

1931.<br />

Salutación<br />

COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

Vi el desfile de las muchachas para Gurabo,<br />

el orto en siesta,<br />

el nácar de la luna sobre el crepúsculo,<br />

y he hundido mi planta en el río sin sentirlo y sin saberlo,<br />

como si estuviera atacado de Sonambulismo.<br />

Tú has cruzado a pie el destino,<br />

y desde el útero de la Naturaleza,<br />

te has llenado de cal y de aliento, de color y de canto;<br />

de la montaña tomaste el iris gris violeta<br />

y de la cinta del camino el alma.<br />

66


Recojamos en este grito de salutación todas las almas dispersas del mundo.<br />

y dejemos que la maravilla de tu palabra<br />

incendie el presente de mitos.<br />

1932.<br />

A la mujer ilustre de Santiago<br />

DOMINGO MORENO JIMENES | ANTOLOGÍA<br />

Mujer que ves a este peregrino<br />

llegar,<br />

¿comprendes su hastío de la vida,<br />

adviertes su anhelo no colmado,<br />

presientes las ortigas que rodean sus pies?<br />

Mujer que ves a este peregrino<br />

llegar,<br />

ábrete las venas de los deseos,<br />

y con la mirada en alto,<br />

convéncele que suba y que no ceje…<br />

Él había llegado a pensar que en la cúspide podían tornarse cuerdos sus sueños.<br />

Él huía, huía de las praderas de sus éxitos<br />

como si sonreír fuera crimen.<br />

A los árboles, prefería la sombra de los árboles;<br />

y al prado virgen, la soledad petrificada del prado virgen.<br />

Llegó a enloquecer en su anhelo de querer que nadie sufriera.<br />

Con la existencia trunca<br />

y algunas canas viriles todavía.<br />

Mujer, tú sola puedes<br />

darme un adiós,<br />

y un beso.<br />

(O en un adiós entretejido el ulular de un beso,<br />

como si fuera brisa de pinos que recortan en verde terroso el gris…)<br />

Tú sí sabes sentir como nadie en el mundo,<br />

alfarera de mi desnuda y desolada Patria;<br />

elíxir de los sentidos superiores;<br />

hoja de la tierra que expandes en cimas múltiples el barro…<br />

Reverencio en ti el alma de mi madre muerta<br />

y la carne de mi madre viva.<br />

¡Silenciaré<br />

para que me puedas interpretar mejor en esta soledad<br />

de páramo fuerte que es mi vida! …<br />

1932.<br />

67


Río pueblo<br />

COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

Alto.<br />

¡Jocundo!<br />

Pareces una bruma de noche…<br />

El alba siempre te está aguardando porque presiente que te entregarás pleno!…<br />

¡Mejor tálamo jamás pudo soñar la muerte!<br />

¡Mejor florón de inquietud jamás pudo imaginar la vida!<br />

Mejor espejo de horizontalidad jamás pudieron anhelar los vastos horizontes!<br />

¡Oh río; oh arteria; oh fuente,<br />

que haces posible en el común momento la inalcanzable cima,<br />

que recreas, alzándonos del rudo polvo de que todas las cosas están hechas!<br />

Si abajo, es el amor,<br />

si arriba, son las nubes;<br />

si en tu rostro, es la más dulce plática del viento!<br />

¡Tú que has hecho posible que la montaña se desnude,<br />

que se irga el árbol<br />

y que la pradera se peine!<br />

Si un pájaro canta, su armonía es espíritu,<br />

porque tú fecundas de ambrosía el gorjeo.<br />

Corona eres que rodeas a Santiago,<br />

y serpiente de eternidad que aseguras el Norte!<br />

—¡Oh las partidas sin partida del Atlántico,<br />

que palpan a Europa y dejan a la América intacta!<br />

Pulmón de ensueño,<br />

gasa de idealidad,<br />

corazón de infinito…<br />

Mis sienes esperan el descanso de tus márgenes,<br />

y a mis manos sobre tus ondas no les duele estar prematuramente marchitas!<br />

¡Río!… iba a decir puerto.<br />

La lluvia cayó sobre la montaña.<br />

Por el Este aparecieron tres astros de rostros minúsculos,<br />

pero el devenir de la humanidad estaba parado:<br />

entre la cruz y un alfanje giraba su mente!<br />

1934.<br />

A San Francisco de Macorís<br />

Macorís: ¡permite que al romper el alba te salude!<br />

Tú no sabes de espectacular vida muelle;<br />

tu noche es como el aura de tus mujeres de cabellera bruna;<br />

tu sol es más dulce que el sol del Este,<br />

68


más fuerte que el sol de Occidente,<br />

¡más rico y más complejo que ese todopoderoso sol del Norte!<br />

¡Oh pueblo, que tienes por los cuatro costados el campo!<br />

No reniegues de tu virtud,<br />

y que jamás te abofeteen el rostro<br />

los cintarazos de enmohecidas y pretéritas civilizaciones!<br />

En tu jolgorio alegre está tu fuerza;<br />

en tu sana jovialidad está tu mina;<br />

en tus silencios reconcéntricos están tus intactas dignidades latentes;<br />

tu sobriedad es una carcajada aguda y triste;<br />

tu honradez sabe a ampolla en los labios de los que mienten.<br />

¡Oh pueblo,<br />

grande en el gesto de morir y grande en el gesto de vivir:<br />

permite que me quite las orquídeas de mis meditaciones pálidas<br />

y sobre la frente de tu mujer de mirada más firme<br />

deje una cruz resplandeciente!<br />

(¡Oh pueblo, que tienes en tus sonrisas y en tus miradas crepusculares<br />

el más alto Tabor!…)<br />

1933<br />

16 años<br />

DOMINGO MORENO JIMENES | ANTOLOGÍA<br />

Mujercita del Yaque de la arteria caliente<br />

y la frente en luz baja:<br />

¿Me palpaste la sangre en la noche del lunes?<br />

¿Me rizaste el ojo en la tarde del sábado?<br />

Mujercita del Yaque de la tez de amapola<br />

y los senos de nardo:<br />

¿son tus pies una esfinge y un turpial tus cabellos<br />

en la lidia del día y en la fiesta del alba?<br />

Mujercita sumisa,<br />

dulce, altiva, serena!…<br />

¿Será cierto que he sido un aliento en tus plantas?<br />

¿Será cierto que he puesto un rumor en tu nido?<br />

Mujercita del Yaque de la arteria caliente<br />

y la frente en luz baja:<br />

¡qué dolor esta ausencia!<br />

¡Y qué hastío esta noche!<br />

¡Y qué frío en esta alba!<br />

Mujercita del Yaque de la arteria caliente<br />

y la frente en luz baja:<br />

69


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

el tiempo cuaja en boda la más leve sonrisa<br />

y el silencio es por siempre la más grande palabra!<br />

1934.<br />

El pueblo San Rafael<br />

A dos kilómetros y cuarto,<br />

a dos kilómetros y tercio,<br />

aproximadamente<br />

—no mido con los dedos la distancia sino con el espíritu—<br />

Lejos de la herrumbre de Puerto Plata,<br />

que tal vez hizo decir a una joven empingorotada<br />

a su comensal capitaleño:<br />

—¿No ha advertido que aquí no carecemos de la brisa marina?<br />

Cerca del pueblo de La Rosa, que contra deliquios y algazaras<br />

ofrece al sol sus soliloquios;<br />

de puntillas apenas junto al camino de la Línea.<br />

—¡Oh, Guayacanes con su balsié!<br />

¡Oh, Juan Gómez con su General!<br />

¡Oh, Villa González con sus hembras!—<br />

Cerca de la extinguida Exposición y a borrosos pasos de la hondonada de Gurabo<br />

estás, ¡oh, pueblecito! con tu parque de juguete,<br />

con tus colmados de juguete, con tus carnicerías y<br />

lecherías donde se siente hasta cruzar una mosca.<br />

Allí la mujer descarriada llega y se humilla;<br />

allí el leproso siente que en la noche florecen de azucenas sus llagas,<br />

el ciego, calor;<br />

el friolento, luz.<br />

El invierno vio llegar allí a un pobre,<br />

que algunos tienen por iluminado<br />

y la generosidad por loco.<br />

Lo que aconteció entre su alma sencilla y débil<br />

y el alma de huracán de ese hombre,<br />

sólo un silencio de cien centurias<br />

y un minuto de siglos<br />

voltearlo puede en el reposo de su olvido valetudinario.<br />

¡Oh, pueblo, que estando en laxitud estás vivito como el agua en la aurora,<br />

que siendo joven y teniendo sangre<br />

te aduermes como si nunca hubieras existido!<br />

Oye el secreto de mi corazón esta tarde:<br />

si algún día soy a ti deberé esta condescendencia con la cumbre.<br />

Eres el impulso de mi ideal grande<br />

y el mesurado fuego de mi sueño pequeño.<br />

70


A ti llegué, mondo,<br />

triste,<br />

y hoy me devuelves con una fijeza de claridad<br />

y una seguridad de visiones,<br />

como si en la sustancia de mi ser se hubiera periclitado el tiempo.<br />

1936.<br />

Villorrito La Rosa<br />

DOMINGO MORENO JIMENES | ANTOLOGÍA<br />

En cruz sobre la carretera de Gurabito,<br />

vio al hombre con su palo, su bulto y su niña.<br />

El sol respiraba a pulmón pleno;<br />

el palo no tenía cabeza,<br />

el bulto está deshilachado,<br />

la niña, etcétera, etcétera, etcétera…<br />

hacía semicírculos en mi cabeza el ideal.<br />

Creía en la paz, y hasta comenzaba a creer en el sueño.<br />

Dije instintivamente, ¡Oh olvido, qué grato me eres!<br />

Creo en ti, paz; porque me anulas el silencio y me confinas con el olvido.<br />

Desperté de mi ensimismamiento y ya era tarde:<br />

la luna doraba la yerba del camino,<br />

los perros aullaban fieros sobre el puente;<br />

quise avanzar, y me fue imposible;<br />

quise retroceder, y me fue imposible;<br />

quise mentir, y la conciencia de mi interior<br />

me dio a entender que hasta esto quizás me sería negado…<br />

Me sonreí, presentidamente.<br />

En una grande oscuridad, como noche de verano fresca,<br />

con la tiesura de las manos encallecidas por la labor,<br />

alguien se ladeó un poco, y mostrando al caminante<br />

un senderito recto:<br />

—hole, ¿no le han hablado nunca del pueblecito de “La Rosa”?<br />

Llegar y ver un montón de casas casi junto al río,<br />

tres perros sañudos,<br />

algunos falderos realengos,<br />

unas niñas que de tanto reír y sonreír estaban cansadas,<br />

algunas viejas cortas de vista,<br />

algunos hombres recios de palabra.<br />

En el bautismo de la sombra,<br />

y casi en el instante del requinto del grillo…<br />

la hora comenzaba a tornarse indecisa.<br />

Sin decir palabra di la espalda a la felicidad,<br />

y sin decir palabra me encontré entre las manos<br />

71


con ese cúmulo de cosas inertes que son una vida!…<br />

La noche me había cercado<br />

y yo no había decidido, si en lo sucesivo debía ser<br />

caballero u hombre.<br />

La carretera seguía instándome<br />

y yo seguía protestando con mis nervios y con mi sangre<br />

de la infalibilidad de la carretera.<br />

De improviso el sol hizo amago como si fuera a sobrevivir<br />

y yo balbuceé:<br />

¡Te amo, mundo, porque me haces olvidar de mi mismo!<br />

¡Te odio, silencio, porque reproduces todos mis actos!…<br />

Después quedé, hombre-átomo,<br />

con el labio transido de augurio<br />

y estas palabras sueltas como ascuas:<br />

¡hasta cuándo nos pesará la verdad<br />

tanto como nos pesa la vida!<br />

1936.<br />

La ceiba de mi barrio<br />

La ceiba centenaria que da sombra a las plantas,<br />

que da rocío a los niños,<br />

que pone su halo de espera sobre los caminantes,<br />

es buena, fuerte, mansa.<br />

Por su actitud, es virgen.<br />

Por su experiencia, anciana.<br />

Nadie que a su pie llega se aleja, defraudado.<br />

Es el alivio y la recordación de la comarca.<br />

Ceiba: a los que se preparan a convertirte en leña,<br />

les espera en tu silencio el filo de mi espada!<br />

1943.<br />

Simbología<br />

COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

Se cruzó en el lindero de la Vida<br />

con Bahoruco (la montaña) el devenir de sus distantes sueños<br />

y la sombra del padre Enriquillo.<br />

La tarde venía escasa,<br />

y el tiempo que había bordado de aldeas los montes<br />

quería y no quería tener el seño adusto.<br />

De repente, dominando la extensión, sonó una voz<br />

a manera del movimiento de un astro:<br />

72


Y el río Yaque del Sur fulguró como una espada de armonía<br />

en medio del mundo en desarmonía,<br />

en medio del ideal en desarmonía<br />

y el hombre perdido en la órbita de sí mismo.<br />

Apenas una chimenea de humo denso,<br />

apenas unos bueyes,<br />

apenas el sol,<br />

apenas unas cañas.<br />

(Dios y el infinito estuvieron largo rato tartamudeando la palabra “hombre”).<br />

Las estrellas se apagaban y se encendían,<br />

se encendían y se apagaban;<br />

el viento soplaba;<br />

la luna se tornaba opaca como si corriera a anonadarse,<br />

pero no amanecía, no amanecía…<br />

¿Se equivocó Dios en sus cálculos en la creación del mundo?<br />

No sé:<br />

¡sólo conozco que el hombre desde hace tiempo es extraño al hombre!<br />

1940.<br />

Palabras en el agua<br />

DOMINGO MORENO JIMENES | ANTOLOGÍA<br />

I<br />

he despertado enhiesto.<br />

La montaña pulimentó mis sueños.<br />

Por ella nació y creció en mi pecho el silencio.<br />

De su corazón salí virgen como el agua de manantial.<br />

Sensible al más ligero soplo sensible.<br />

Descorazonado de todo ideal grande.<br />

¡Crucificado de mí mismo!<br />

Con las alas abiertas a un imborrable empeño.<br />

La gracia era flor en mi mente.<br />

Ahora la gracia me guarda como cendal en el mundo pequeño.<br />

¡Bendito silencio!<br />

Sacrosanta verdad que me amparas: electriza mis ecos!<br />

Dios volvió al mundo cuando el mundo se anegaba en luchas,<br />

y Dios tiene que aparecer ahora en la planicie de la vida,<br />

sobre una cresta de silencio!<br />

Por ti salí, mundo;<br />

y por ti volví, montaña, a la vida de nuevo!<br />

hazme suspender de cimas no exhaustas;<br />

y si renuevo mi pensamiento,<br />

que nunca me abandone la armonía del pensamiento.<br />

que quede como partícula sola,<br />

73


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

aunque rastreen como nadadoras, los hombres,<br />

y como rebaños de cerdos, las plantas;<br />

y así, nota perdida en el cordaje de los siglos,<br />

que extinga Dios en mí su sed de infinito, sin límite ni término…<br />

II<br />

Montaña que asomo a ver todos los días:<br />

hoy me mostraste el rostro entrañable,<br />

derramaste sobre mí sombras que son luces.<br />

Montaña, montaña: ¡qué paz derramas sobre todo lo que te circunda!<br />

¡qué agobio de fuerzas internas!<br />

¡qué alegría de júbilos no exhaustos!<br />

Se diría que te cerniste sobre el Atlántico,<br />

para que sobre tu frente grabara su nido de ideales, el hombre.<br />

Montaña, montaña, ¿por qué esa adustez?<br />

¿Por qué esa insensibilidad de que a veces haces alarde?<br />

¿Se te escapa tu misión de orientar en los múltiples caminos de la multánime vida<br />

a los microscópicos seres?<br />

O acaso con tu ignorancia más sapiente que la sapiencia,<br />

dejas en blanco la palabra y el pensamiento,<br />

para que culmine Dios sobre las cosas?<br />

1943.<br />

Armonía cósmica<br />

I<br />

¡Oh mar de Monte Cristy!<br />

El viandante siente que la sangre se le va adormeciendo;<br />

que las colinas, los hombres y los árboles<br />

se le han de los ojos perdido<br />

y sólo un vaho de sol y de sueño<br />

le transforma en sopor los sentidos…<br />

El viandante siente músicas interiores arpegiarle las brisas,<br />

el descanso de los bueyes le llena el alma de silencio<br />

y la paz del recinto le puebla el recuerdo de pubertades tímidas.<br />

El viandante ha erguido la cabeza,<br />

y sobre los hombros, sus hombros,<br />

¡ha amanecido el mundo!<br />

El cerdo roncó a su lado<br />

y la mariposa se alejó, volandera…<br />

El viandante ha hecho un alto<br />

en su camino de tempestades<br />

y no es seguro que vuelva a inclinar la cabeza.<br />

La aldea le pinta a su vera mirajes de calma y de sueño,<br />

y un gallo que arquea la figura le trata, parece, de alentar, sonriendo.<br />

1932.<br />

74


Versos de madurez<br />

Íntimas<br />

El poniente de los horizontes inumerables<br />

quiero cerrar la boca siempre.<br />

quisiera que el mundo se trocara en un gran silencio<br />

largo y confuso,<br />

que se prolongara con el tiempo.<br />

“Cámbiame este oro porcino y vil<br />

por papeletas haitianas<br />

para no internarme por ninguna ruta lejos de Sabaneta”.<br />

Vengo asqueado de la ciudad.<br />

Traigo un escepticismo agudo por todo lo formal<br />

y exterior.<br />

A la prolongada agitación de la llegada<br />

le ha seguido un silencio que es un retorno.<br />

No ansiaré,<br />

no anhelaré,<br />

no me desorbitaré.<br />

DOMINGO MORENO JIMENES | ANTOLOGÍA<br />

Ni el ayer ni el hoy pesarán un adarme en la mochila de mi divagar.<br />

Amo el silencio por ser mármol<br />

y admiro el mármol por estar construido de calma y silencio.<br />

El muchacho que juega<br />

y la mujer que se deleita,<br />

igual asco y desprecio me dan.<br />

¡qué alegría ésta de vivir sólo para mí mismo!<br />

El verdadero camino conduce a todas las puertas del infinito.<br />

hay una forma ejemplar<br />

de seguir el flujo y reflujo del exterior:<br />

vivir.<br />

¿Te dirían egoísta?<br />

¿y qué?<br />

Tú te justificarás viviendo, que es la más bella forma de altruismo.<br />

Acuérdate:<br />

toda acción que desvía tu camino perjudica tu prójimo.<br />

75


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

El Universo,<br />

¡qué más bello prójimo del hombre!<br />

De regreso del campo,<br />

al atardecer,<br />

me dije:<br />

reflexionaré;<br />

y hoy, después del alba, en pleno pueblo,<br />

exclamo:<br />

el horizonte todo es una recta blanca,<br />

¿qué hacer? ¿qué camino me queda?<br />

Seguir.<br />

Alcanzaré el paraje donde se cruzan todos los caminos.<br />

Y, desde ese punto,<br />

escuchar,<br />

hender,<br />

¡columbrar!<br />

El instante de la dádiva no se hará esperar mucho tiempo.<br />

¡Oh, el día que ceda mi cuerpo a todos los devenires<br />

como una acción de gracias!…<br />

1926.<br />

Lirios tumbados<br />

I<br />

Exánime.<br />

¿Muerta? No puede ser. ¿Viva? Parece mentira.<br />

De ella no queda más que el pensamiento que va a todas partes.<br />

Su alma es lúcida pero sus ojos son profundos.<br />

¡Oh, la mujer que en una mirada vesperal me rescató la gloria!<br />

“Ella”, dice temblando mi palabra en la caverna de mí mismo.<br />

“Ella”, repite mi canción al sentirla correr en la<br />

inconsciencia de toda mi vida aniquilada<br />

Banderas a ambos lados de la meta.<br />

Cardos amagando heridas y escabrosidades proyectando sombras…<br />

IV<br />

Me empolvaré con esa almohadilla para hacerme<br />

de cuenta que me besas todas las noches.<br />

Me embriagaré con ese bordado para figurarme que me contemplas y sonríes.<br />

¡Oh, mis amores antes de conocerte! ¡Oh realidad del retorno cumplido!<br />

76


Tú eres dolor y almendra, mujer y ángel, estremecimiento<br />

e infinito, florescencia y miseria.<br />

Mi amor era caliche, y por ti se tornó hoja color de absintio.<br />

A la inmensidad di vueltas primero, y después me<br />

cercaron un temor, una duda, dos silencios distintos.<br />

hice como que no veía todo ese montón de tierra inútil.<br />

—Estiércol donde se sembraba toda la flor de un arte múltiple—<br />

Freno de mi vera: deja pasar la fuente de mis lágrimas.<br />

Manjar moreno: deja que en la selva de tus deseos se<br />

extiendan mis furores como serpientes.<br />

En ti la mañana abrió todo su sésamo de melodías.<br />

Eres como el rumor lejano de una magnolia, hundido,<br />

por la penumbra de un poniente.<br />

“Sigue virgen” sentí decir a la imposibilidad de la noche;<br />

mi cuerpo estaba envuelto en sábanas de margaritas,<br />

y mi pensamiento, —a ti menos que a nadie tengo que decirlo!—<br />

ardía en una llamarada de silencio azulado.<br />

La noche era cristalina,<br />

la yerba se había tornado gris por la niebla, en el plato de sangre del crepúsculo.<br />

Pensé en Judith, en holofernes, en el Manú, y hasta en la<br />

transfiguración de Jesucristo,<br />

y saludé –chistera en mano– a todos los reyes mendigos,<br />

a espaldas de la noche.<br />

1927.<br />

Canto grito<br />

Mi vida tosca<br />

y triste;<br />

mi vida llena de miserias y de lampos de infortunio, infinitos;<br />

mi vida ahuecada por el presente<br />

y paralizada por el futuro;<br />

mi vida poblada de infantes que piden pan y de mujeres que esquivan caricias;<br />

mi vida torpe y desgarrada como una pitahaya;<br />

mi vida, sin razón de ser y sin sentido, como la misma muerte que circunda la Vida.<br />

Mi vida, —¡oh, sopor de abismo; oh faro apagado por el<br />

pensamiento; oh destino que devuelve el destino!<br />

1931.<br />

Palabras sueltas<br />

DOMINGO MORENO JIMENES | ANTOLOGÍA<br />

No mascullo caldeo<br />

ni ninguna palabra antigua;<br />

pero no importa<br />

si la actitud de hablar me parece fosca<br />

77


y hasta la de pensar me parece risible.<br />

Soy todo acto de la cabeza hasta los pies;<br />

y de la intuición a la obra,<br />

¡quiero ser todo acto!<br />

“El mar, el mar…”<br />

¡Todavía queda sobre la tierra el mar,<br />

como huella del hombre contra el destino!<br />

¡qué sería del hombre y de sus anhelos<br />

si no existiera el mar!<br />

Por el mar nacemos,<br />

y por el mar tenemos que morir.<br />

he aquí, el mar, astros,<br />

como la única razón de ser del hombre!<br />

1934.<br />

Éxodos<br />

I<br />

Disfracé mi dolor con crueles frases:<br />

El campo…<br />

la hija de la lavandera de mi familia…<br />

¡Ay, yo mismo, que soy un dolorido corazón,<br />

ignoraba que en el fondo de toda gran desdicha existe un gran consuelo!<br />

Ignoraba o presentía que no lo sabía.<br />

¡Oh, humilde voz infantil y límpida!…<br />

El madrigal de mi desesperación es para ti ahora.<br />

II<br />

Al subir el barranco, la luna<br />

me advirtió que no era de tarde.<br />

Luna:<br />

¿qué te pasa?<br />

¿por qué en el oro de tu disco<br />

ofreces tonos encarnados?<br />

¿Mi vieja prosigue aún enferma<br />

o, sencillamente,<br />

tú le has susurrado levemente<br />

pláticas que son alboradas?<br />

1924.<br />

La vida<br />

COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

Tu palabra en la soledad de mi vida,<br />

tu palabra en la seguridad de mi muerte,<br />

78


tu palabra en la acidez de mis días amargos.<br />

Tu palabra:<br />

hecha un relámpago de piedad<br />

o una daga de dolor agudo.<br />

(El aire se ha tornado tibio<br />

como si el celaje de tu mano me penetrara…)<br />

1929.<br />

Ecuanimidad<br />

No me des la fortuna,<br />

Dios,<br />

no me des la fortuna.<br />

¡quiero vivir en paz con los hombres!<br />

Si tuviera demasiados amigos<br />

y hasta quizás cuidados,<br />

¿qué sería de mi albergue solitario,<br />

de mis cuitas,<br />

y de mis resplandores árticos?<br />

Deja en la paz tender mis días<br />

y en el nublado descifrarse mis últimas verdades.<br />

Déjame concluir sin ahínco<br />

y sin lucha,<br />

como una luz crepuscular que entre las raudas sombras se apaga.<br />

1930 .<br />

Inquietud<br />

DOMINGO MORENO JIMENES | ANTOLOGÍA<br />

¡Pasé como un soplo!<br />

Estremecido, delirante, triste;<br />

apresado en un zócalo, bajo los barrotes de la lluvia.<br />

¡Pasé como un soplo!<br />

Y la vida iba y venía a mi derredor<br />

sin que nadie se diera cuenta.<br />

¡Pasé como un soplo!<br />

¿Y acaso el porvenir de la humanidad<br />

podrá estar pendiente de algún leve pedúnculo de tiempo?<br />

La realidad podría ser en los otros,<br />

pero el infinito no era ni siquiera en mí…<br />

Y quedé pasmado en mi tremulación,<br />

¡no sé qué días! ¡qué horas! ¡qué años!<br />

79


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

Parecía una vértebra perdida en la supra-realidad desconocida.<br />

Las agujas de mi reloj no medían números,<br />

y yo era una miseria de afilados suspiros sobre el segmento!<br />

1932.<br />

Confidencia<br />

Desde que naciste<br />

ya nos había separado el Destino.<br />

hijo, resígnate<br />

a tener un padre extranjero en el mundo.<br />

Los años pasan<br />

y aprehender el ritmo del día él no aprende.<br />

El egocentrismo lo hiere,<br />

¡y él permanece ante la estatua del Sanchopancismo,<br />

desnudo!<br />

Su mirada se vuelca,<br />

no para “el dos y dos son cuatro”<br />

sino para la estratosfera que existe en la raíz de todo hombre.<br />

Su pupila tiene un radio espiritual superior a su rostro,<br />

y es justo que sufras,<br />

hambre, tortura y desnudez aún después de la muerte.<br />

¡qué sería de ti y de los demás hombres,<br />

si así no fuera!<br />

1937.<br />

80


Los poemas de la muerte<br />

Mi vieja se muere<br />

I<br />

En este momento en que escribo el día es pálido,<br />

blanco el papel en que trazo estas líneas,<br />

y aun más blanca mi desolación fantástica.<br />

II<br />

¿Se creerá que duermo?<br />

¿o que estoy loco?<br />

¿o que me pasa algo anormal o absurdo?<br />

¿pensarán muchos que no puedo dialogar ni conmigo mismo?<br />

¿Tengo el mirar triste,<br />

manso,<br />

leve,<br />

ardiente,<br />

plácido? (Ignoro si cabría aquí el dicterio de plácido!)<br />

Sea como se desee, espero más que pienso…<br />

Se fue la noche sin rastro ni asomo de lumbre…<br />

La mañana en que he caído me hace soñar demasiado despacio…<br />

III<br />

Cuando veía a los niños ante el pizarrón<br />

sudar,<br />

trazar embelecos más o menos amables,<br />

callar o hacer preguntas,<br />

importunar o continuar toda la clase quietos,<br />

me dije por más de diez veces: “esto vale de veras<br />

toda su alba, todo su anhelo y toda su sonrisa”.<br />

IV<br />

Y el sábado tardaba…<br />

Apenas la víspera<br />

con su preludio de ilusiones<br />

y el caos, ¡oh el hosco caos del tedio!<br />

Sé distinguir los días que preceden a los faustos sucesos<br />

y las noches que preceden a los días de luto;<br />

los primeros son fríos, plomizos y grises;<br />

las últimas tienen una muda elocuencia abismal<br />

que nos engaña, porque en su seno los astros y las nubes brillan más y mejor.<br />

V<br />

¿ha anochecido?<br />

¿O amanecido?<br />

DOMINGO MORENO JIMENES | ANTOLOGÍA<br />

81


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

¡Oh, sus trenzas bordadas!<br />

su nombre,<br />

sus ternuras,<br />

sus reproches<br />

y su velada voz!<br />

Me parece que no he acertado a bosquejar un pensamiento ni a formular una<br />

palabra.<br />

Esqueletos de sensaciones y de ideas sólo reposan a mis plantas.<br />

VI<br />

hice a pie un trayecto muy largo,<br />

vadeé un río,<br />

me flageló el sol,<br />

columbré una montaña…<br />

¡Si para algo sirvieran estas escaramuzas y estas treguas!..<br />

Amar<br />

o no haber amado nunca, ¿no es lo mismo?<br />

Sí, o tal vez;<br />

pero yo querría decir, “me demudé,<br />

pero al fin pude realizar todos mis sueños…”<br />

La inacción de los ideales, ¿no es una muerte?<br />

VII<br />

En fin: oí sus risas<br />

y la tuve en mis manos,<br />

soporté las interminables esperas,<br />

fingí;<br />

pero como las olas del mar, volví a quedar por breves horas quieto.<br />

VIII<br />

El baño en el arroyo perfumado por su cuerpo joven y tibio<br />

y los sordos clamores de la noticia cruel y horrible,<br />

¡Oh dolor, que me obligas a buscar el amor como punto de apoyo<br />

en el dédalo de mis dóciles dudas humanas!<br />

IX<br />

Las monjitas de la Caridad;<br />

su cama blanca, o mejor, su cuna.<br />

que ensordezca;<br />

¡que no me lo digan!<br />

XI<br />

¡Ay! su apostolado.<br />

¡Oh! su sacrificio.<br />

¡Oh, su abnegación!<br />

¡Oh, su necia ternura de querer ser mi madre!<br />

82


XII<br />

Llegar,<br />

aunque me extravíe,<br />

aunque pierda los frenos,<br />

aunque sobrenade en el vacío de la espantosa noche, ¡habré de llegar!<br />

1923.<br />

La intocada<br />

DOMINGO MORENO JIMENES | ANTOLOGÍA<br />

I<br />

Ella es sol en mi vida,<br />

yo no sé,<br />

ella es la perla blanca dentro de mi sentir turbio.<br />

Ella es un ramo de miosotis en el torrente de mis días alocados.<br />

Ella es una bocanada de éter en la caverna de mis introspecciones.<br />

Ella es una luz radiosa, tenue,<br />

en mis caídas y mis alzadas en el mundo.<br />

Ella es anterior a mí,<br />

y posterior a todo lo que llegue en espíritu o en substancia.<br />

Es verdad que ha muerto;<br />

pero en mis actos está intacta,<br />

pero en mis sueños está intacta,<br />

pero en todas mis emociones está intacta.<br />

II<br />

hija: tú no conociste a mi madre;<br />

y yo temo a tus días venideros, ¡sólo por eso!<br />

III<br />

¿Acaso no me dijo ella una vez<br />

que amara a quien me odiara<br />

y huyera de las acciones interesadas, siempre…?<br />

IV<br />

¿Acaso, cuando el astro del amor se alzó en mi vida,<br />

no fue por el riego de sus palabras,<br />

la inclinación de sus ojos,<br />

y el contacto tenuísimo de sus manos?<br />

V<br />

¿Acaso este yo mío que esplende no es su obra,<br />

o el más burdo modelo de sus más pobres obras?<br />

VI<br />

Martirio del amor fue ayer su vida…<br />

¿Martirio del amor no es hoy su vida?…<br />

83


VII<br />

¡Madre: deja que me siembre en la tierra para adorarte como debo!<br />

¡Madre: no impidas que cuando sea albor de polvo, no te adore menos de como debo!<br />

1932.<br />

El poema de la hija reintegrada<br />

MARÍA JOSEFA MORENO. In Memoriam<br />

Agonía<br />

COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

I<br />

hija, yo no sé decirte si la muerte es buena<br />

o si la vida es amarga;<br />

sólo te aconsejo que despiertes, adulta de comprensión más que tu Padre!<br />

II<br />

hija, ya no habrá oriente ni poniente para tu porvenir:<br />

una sábana blanca serán tus días,<br />

una sábana blanca será tu pasado<br />

y tu recuerdo una estrella que frente a frente me iluminará el porvenir!<br />

III<br />

No sé por qué tu agotamiento<br />

me trae una recóndita dicha anegada en lágrimas,<br />

que me hace amainar la pulsación de la tarde.<br />

IV<br />

Tu infancia y tu silencio me parecen hermanos.<br />

V<br />

hija, hazme tomar la resolución de los otros:<br />

vuelve mi proa añicos<br />

y mi voluntad una piragua;<br />

que nada sea mío desde hoy, que no quiera poseer nada mañana;<br />

desnudo de bienes y desnudo de virtudes hazme;<br />

sin egoísmo de lealtades y sin egoísmo de pureza;<br />

¡hazme entero el milagro de darme todo a los elementos,<br />

como si fuera en sustanciación un ser increado!…<br />

VI<br />

Tu vida fue microscópica, pero grande;<br />

el segundo de tu inexistir, eterno!<br />

VII<br />

hija, ¡cuántas nubes,<br />

cuántos pájaros,<br />

cuántos horizontes insospechados me abre en el amanecer tu ruta!<br />

84


DOMINGO MORENO JIMENES | ANTOLOGÍA<br />

VIII<br />

hija mía, para ti la mañana no será clara ni fresca;<br />

verás envuelta el alba en la noche,<br />

y las cosas de mayor transparencia<br />

tomarán ante tus ojos la actitud de un largo crepúsculo.<br />

IX<br />

En este mundo donde sólo se premia la capacidad de fingir mejor<br />

era justo que llegaras, y después de breves instantes,<br />

ya estuvieras confundida con la cal y con la mariposa, con el carbón y con la piedra.<br />

X<br />

¡Cómo me alivianas la sombra, al advertir desde que te dormiste<br />

que en mi derredor todo es sombra!<br />

XI<br />

¡Oh tú, que me enseñaste desde que naciste<br />

a ver la vida con ojo más sabio<br />

y a la humanidad con ojo más triste!<br />

Triste, triste; ¿y no es acaso la suprema alegría de los seres mudables el ser tristes?<br />

Triste fue la faz de la tierra cuando se desperezó el primer hombre.<br />

¡Triste tiene que quedar la tierra cuando se desentuma en su regazo el último hombre!<br />

XII<br />

¡Oh, tú, que desde que naciste pude decir: boleta de la tumba!<br />

Oh tú, que ya crecida pude decir, por tu desvalidez, la preferida mía!<br />

XIII<br />

Por ti quise cambiar y que la fortuna me sonriera;<br />

y por ti no cambié<br />

y la fortuna no me sonreirá nunca!<br />

XIV<br />

hija, cada vez que examino tu vida<br />

me doy cuenta que tú eres como mi vida:<br />

¡una sombra entre dos crepúsculos!<br />

XV<br />

Iba a decir entre dos agotadoras auroras<br />

y ya vez, reincidí, sin querer, ¡entre dos crepúsculos!<br />

XVI<br />

¿Por qué tan pura, tan casta y tan leve, te debas parecer al crepúsculo?<br />

XVII<br />

Olvidaba que toda adjetivación es cruel y ruda:<br />

Dios dio desnudo a los hombres el verbo,<br />

¡y del lenguaje sólo debe quedar desnudo el verbo!<br />

85


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

XVIII<br />

Toda filigrana de síntesis es una profanación, ¿verdad, hija mía?<br />

Ya te puedo buscar sin parcializaciones, sin atributo contingente:<br />

¡serás en mi incompleto nombrar, sencillamente, el vaho de las cosas!<br />

XIX<br />

No te puedo asir con una palabra,<br />

y no debe extrañarte, recónditamente,<br />

¡porque tú estás para mí más alta que la región de las palabras!<br />

XX<br />

Y vuelvo a caer en las comparaciones.<br />

¡Oh, hija, cuán subordinado estoy a la vida!<br />

XXI<br />

Miserable del hombre que osa creer que después de la sombra la vida es vida!<br />

XXII<br />

De imperfecciones se forman nuestras excelencias<br />

y es toda la existencia del hombre un brazo tendido<br />

hacia el turbio por qué de los enigmas.<br />

XXIII<br />

—Tiene el pulso demasiado débil,<br />

pero este letargo no es la muerte—<br />

Su médico era mi propia almohada de cabecera<br />

¡y yo quedé perplejo ante su callado sufrimiento y la miseria de la vida!<br />

XXIV<br />

Si fuera bizco de pensamiento<br />

y tuviera la boca siempre llena de mentidas palabras;<br />

¡hija, iba a blasfemar por tu dolor… pero, ¡perdona!<br />

XXV<br />

¡Compran caro el suelo donde colocan a los muertos<br />

y ellos son más dueños de la tierra que los hombres que comercian con ellos!<br />

XXVI<br />

Al través de los milenios, los hombres son puñados de tierra<br />

que se deforman a su antojo!<br />

XXVII<br />

hija, han venido a avisarme que tus pies están fríos.<br />

hija, resígnate a que lo blanco no sea blanco y a que lo negro no sea negro.<br />

XXVIII<br />

hija, ¡cuánto crece el sol sobre la sombra de los tilos,<br />

cómo se agiganta la nada sobre la soledad de tu aposento,<br />

cómo nace y renace la esperanza por entre los ámbitos de la vida!<br />

86


XXIX<br />

—Tibien la leche terciada con agua<br />

para si mi chiquitina despierta.<br />

Cuídenmela, hasta que se vuelva esperma como capullo inmortal el cuidado.<br />

Ella es carne de mi vida, flor de mi pensamiento, cemento de mi alma.<br />

XXX<br />

(¡Eres, amada mía,<br />

como la flor del higüero joven,<br />

como el azogue del crepúsculo,<br />

como la diafanidad de la Naturaleza toda!)<br />

XXXI<br />

—No seas padre, sé hombre,<br />

sencillamente.<br />

Gira tu vista a tu derredor<br />

y que tu amor a una abstracta “humanidad”,<br />

no te haga olvidar jamás de que eres hombre!<br />

¿La muerte?<br />

DOMINGO MORENO JIMENES | ANTOLOGÍA<br />

1<br />

Como quiera que las velas del ataúd estaban menguadas,<br />

cogí un tercer cirio<br />

e hice trizas la niebla que levantaba una penumbra gris sobre su rostro.<br />

Oprimí en mi interior “una muñeca”<br />

y quedé por largos instantes, perplejo, con el cirio pegado de la mano.<br />

2<br />

El tercer día de su nacimiento<br />

tuve como una clara preconciencia de su cercano fin;<br />

ardía el ascua del aceite en la pieza contigua;<br />

las hojas de un libro abierto se abanicaban leves,<br />

y un rumor de canto desvalido daba a la soledad trasunto de incienso.<br />

3<br />

La chiquillería se agita en la acera,<br />

las máscaras pasan;<br />

tal o cual voz lanza viandas o chistes<br />

y el día está igual, como el día de su nacimiento,<br />

como el día de su muerte,<br />

como antes de que presintiera que naciera…<br />

4<br />

(Para cambiar, Naturaleza, ¡para cambiar! ¿Si habrás de ser hasta tu postrera extinción<br />

madrastra del hombre?<br />

87


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

5<br />

La risa se me congela en los labios<br />

y quedo, por parco tiempo, con la vista perdida en las inmensidades presentes.<br />

6<br />

Un trazo de montaña al final de la calle,<br />

un framboyán en su inmediación,<br />

y el hospital a donde iba todas las mañanas a pedir una<br />

limosnita de salud para mi hija…<br />

7<br />

El sol caldea las tablas de mi vecindario modesto;<br />

la brisa fragua un nidal sobre la testa de los rapaces;<br />

¡estamos a 23 de Julio!<br />

8<br />

La hora parpadea en el péndulo de un anochecer polvoriento;<br />

se inicia una noche invertida en el horizonte de la tarde,<br />

concluye un amanecer preestablecido en la clarividencia de la noche.<br />

9<br />

Los trasnochadores apuran, a sorbos, el café medio amoscado;<br />

sobre el torrente de la sangre han caído algunas mostazas ariscas.<br />

¿ha llorado alguien?<br />

Se ha sentido un vagido circundar los ámbitos del cuarto.<br />

El paisaje está inmóvil: todo está adherido con agua y harina como para un retrato!<br />

10<br />

Llévenla a la falda de aquella colina,<br />

el enterrador no es estéril y señalará el sitio donde es más necesario regar la simiente.<br />

11<br />

¡qué bella nube!<br />

¡qué empinada montaña!<br />

¡qué inimaginado marco de horizonte!<br />

12<br />

En este sitio hubiera querido haber morado tu padre;<br />

reposa en él,<br />

y que las cuentas de tu destino no lo culpen de haberte amado mucho!<br />

13<br />

queda ahí;<br />

tu madrina te arreglará las flores,<br />

y tu madre sigue en la casa, deshecha en lágrimas…<br />

14<br />

Déjame volver,<br />

para ver si descubro en mi peregrinación la huella de tu existencia en alguna parte!<br />

88


Epílogo<br />

DOMINGO MORENO JIMENES | ANTOLOGÍA<br />

1<br />

Rasgué un pan y lo puse sobre la mesa sin probar ni bocado,<br />

eran las diez de la mañana,<br />

mis hijos no habían comido<br />

y por el postigo de mi puerta runruneaba un viento.<br />

Sentí un temblor cuando ya repartido en pedazos<br />

hice la llamada acostumbrada a los que me circundan.<br />

“Ella está ahí”, dije a mis aspiraciones de verla viva y grande,<br />

“en el sitio en que no puede hacer que los suyos se inquieten o delincan”.<br />

2<br />

Intacta, inmóvil, sin que un átomo intente envanecerla.<br />

ni un segundo pueda cambiarla!<br />

3<br />

La pradera ha comenzado a reverdecer con la reciente lluvia,<br />

el “pío” de la tarde empieza a ponerse triste con la noche que llega,<br />

una piedra de niño rompe el cristal del charco próximo,<br />

una consumación de hombre deslíe su negror en el silencio.<br />

4<br />

Ya estoy en la aldea de Sabaneta,<br />

en la aldea donde moró mi madre eterna dos años;<br />

he dejado hacer a los otros, algo que concierne a mi vida, a mi obra y a todos los míos;<br />

no puedo avanzar que medito, pero tampoco puedo<br />

confirmar que he dejado las horas en suspenso.<br />

Tengo como Oriental, un párpado medio cerrado,<br />

y como Occidental, el pensamiento, en la matriz, abierto!<br />

5<br />

Por el cielo veo asomarse, una, dos, tres estrellas tétricas,<br />

las cabañas tienen luz de gas humilde;<br />

la sombra ha restañado la sangre del crepúsculo<br />

y en mi pecho, la paz se ha agitado en la hora hasta zozobrar en el segundo!<br />

6<br />

En Monte Cristy, cerca a los arrecifes,<br />

y junto a la imponente montaña vecina:<br />

AMÉRICA, ESTA ANGUSTIA ME hA APARTADO DEL MUNDO<br />

Y YA PUEDO DARME A TU RELIGIóN TODO ENTERO.<br />

En el mar, la sombra de las nubes<br />

proyectaba una interrogación, a bruscos intervalos.<br />

7<br />

(habla el Morro, montaña de forma singular que se halla al frente de Monte Cristy)<br />

¡Presencié la desaparición de la Atlántida<br />

89


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

y hoy extiendo la indolencia de mi carne cobriza junto<br />

a unas aguas que tienen del plomo la pesadez y del aloe la pauta.<br />

Grito de agonía marca la ciencia en esta hora de crepusculización del mundo,<br />

una despereza de germinación presenta el arte frente a<br />

los procesos subjetivos de la materia cósmica.<br />

Ojo de cíclope, vuelca los ríos de tu retrospección para adentro.<br />

Matriz de unidad, haz parir una nueva conciencia unigénita al viento.<br />

8<br />

La mar seguía agitándose;<br />

y las estrellas se seguían mezclando a la onda del mar y a la desolación de la vida.<br />

1933.<br />

Extraño saludo<br />

A la hermana de la Hija Reintegrada<br />

I<br />

Llegas,<br />

¡y en qué tiempo!<br />

Todavía tengo dolores de la otra<br />

y tú asomas en el dintel de mi existencia,<br />

como bañada de tenue resplandor.<br />

¿Buscas asiento para palpar el mundo?<br />

¿Reclamas esencias de infinito?<br />

¿Serás no-ser en la ilusoria realidad de mis nublados días?<br />

hija,<br />

te esperaba,<br />

y hoy ante tus ojos me turbo,<br />

y tiemblo, por el ser que te di, aun a mi pesar.<br />

¿Ayer? ¿Mañana? ¿hoy?<br />

(¡En un instante!)<br />

II<br />

Llevarás su mismo nombre!<br />

Tú que naciste del embate entre mi pesar y el destino.<br />

En ti aprendí a querer mis otras obras póstumas.<br />

No lo necesitaba.<br />

Persistía en mí un vago paroxismo,<br />

unido a una realidad grave.<br />

(hija, tú llegas y sacudes el árbol de mi vida<br />

hasta la más íntima fibra!<br />

Pero haces bien:<br />

llega, llega;<br />

aunque de tanto esperarte<br />

yo casi ya no te esperaba…)<br />

1935.<br />

90


BURBUJAS EN EL VASO DE UNA VIDA BREVE<br />

El alba<br />

I.<br />

Es nacer tan doloroso como morir. Toma la actitud del silencio; intégrate o desintégrate,<br />

y toma la actitud de la palabra infinita del más allá! Con dos dedos de sol sobre<br />

la frente, y un paso casi cansado por la gravedad. Proximidad agobiante de reposo.<br />

Niños inútiles y mujeres fecundas. Bosque de cruces. Par de bípedos. La luz que nos<br />

ensombrece más la frente. Una voz grave que quiere ser alegre. Más de tres mil en un<br />

corto recinto. Los hombres cuando mueren humildes se acercan tal vez más. El mármol<br />

se hizo aquí como de yerba blanca, y la tierra se perfiló en montaña interior.<br />

El día<br />

DOMINGO MORENO JIMENES | ANTOLOGÍA<br />

I.<br />

Nos tienes por delante junto a una tumba compañera. El sol que abate tus flores orea<br />

nuestras frentes. Un niño, tal como vino al mundo, te guarda de los hombres y nosotros<br />

nos guardamos del mundo junto a tu dintel adorable. La tarde nos amortaja junto a tu<br />

pendiente y el silencio nos envuelve a todos como un himno presente y ausente.<br />

II.<br />

¿A qué prolongar la eternidad en el tiempo, cuando la eternidad no tiene tiempo?<br />

III.<br />

El cielo se ha rejuvenecido; la tierra se ha rejuvenecido; ella también se ha rejuvenecido,<br />

contemplándonos. Dejémosla por unos instantes en su soledad de eternidad<br />

anterior a la vida…<br />

IV.<br />

Para el poeta es amable el dolor y para el sacerdote adorable la vida.<br />

V.<br />

La vida es fea cuando el hombre quiere que lo sea. No hay vidas opacas posibles<br />

sin la voluntad del hombre.<br />

VI.<br />

Estamos regresando de la soledad para confundirnos con ella. Y nos entramos al<br />

camino que nos desenvuelve el angelito que fue nuestro acompañante en la hora<br />

solemne. La brisa se ha puesto eléctrica de dulzura, tierna como piel de reciénnacido,<br />

jovial como pascua de mañana. El sol con sus rayos de pelo lacio sólo nos<br />

besa la piel, como nos besan entre sueños.<br />

VII.<br />

¡qué pobres somos y qué ricos nos has vuelto! Parece que todos los dones de Dios<br />

y de los hombres nos sembraste en el camino, como árboles fecundos, para que nos<br />

saciáramos de eternidad aun en el dintel de la eternidad misma.<br />

VIII.<br />

La yerba se esmalta de amatistas, de rubíes y de ópalos. El niño canta al correr como<br />

si reciennaciera. El río torna de leche de cabra sus esmeraldas y sus jacintos. queda<br />

trunca la verdad y turbado el silencio.<br />

91


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

IX.<br />

Portal de almendro: regocíjate con la llegada de estos caminantes que portan unas<br />

andas invisibles que los humanos no presienten. hablé del silencio y caí en el silencio,<br />

sin advertir que era de silencio hasta la palabra con que me valía muchas<br />

veces para sacarla del silencio.<br />

X.<br />

Silencio, silencio y silencio, para que nadie ose cultivar otra rosa más pura que la<br />

soledad de tu ejemplo, que pone a las palabras proyecciones de astros y al silencio<br />

hace inútil ante cada uno de sus astros solos!<br />

XI.<br />

A tus odres no los podrá maltratar la vulgaridad. Dios te puso en la mano una antorcha<br />

para que nos ilumines en el infinito de la muerte.<br />

XII.<br />

Y en paz quedas tú con nosotros, que nos volvimos polvo esta tarde para confundirnos<br />

con tu polvo y resucitar en la eternidad unidos.<br />

XIII.<br />

(Por aquí no salen los vivos sino los muertos: los que se abrieron ellos mismos la<br />

puerta de todos los caminos; los que no tienen oriente ni poniente; norte ni sur;<br />

tiempo ni tierra; nadir ni cenit; los que quedaron en diálogo perenne con la inexistencia<br />

de la existencia…)<br />

XIV.<br />

Su vida fue excelsa y su muerte es excelsa también. Viva la vi como una madre tierna, y<br />

viva la presiento tal vez como una novia del mundo. Su severidad era alegre y su alegría<br />

muy triste. Andaba entre zarzas y parecía estar rodeada de estrellas y de ángeles!<br />

XV.<br />

Su sangre no le dolía a ella: su sangre para ella no era sangre sino ofrenda de regocijo…<br />

Hoy todas sus heridas se han petrificado y es una estatua de dignidad dominando<br />

el silencio del silencio.<br />

XVI.<br />

quedemos, en este valladar, hundidos; ante ella que nunca tuvo valladar para su<br />

esfuerzo! Salvemos el río con los dientes y hagamos trizas la sábana de las nubes<br />

con las uñas; pisoteemos las flores ojerosas y magullemos con nuestro aliento las<br />

palabras de la realidad que acabamos de sepultar ahora.<br />

XVII.<br />

Ahí está ella para enseñarnos que sólo tendrá vigencia el latido; la tempestad de las<br />

emociones; en fin, el mar del alma que ciega e ilumina a los hombres!<br />

XVIII.<br />

Nominé los hombres y me cubro de rubor los ojos; ¡porque jamás los hombres la alcanzaron<br />

en soledad, en martirio y en muerte! Pero blasfemo ahora que oso nombrar<br />

la muerte: sólo los fríos de corazón que no la comprendieron, quedan desde ahora<br />

muertos!<br />

92


XIX.<br />

Y que la música de las incoherencias rasgue la estulticia de la música infame, cruel,<br />

de los que están de espaldas, ignorando que sólo su espalda tiene por frente.<br />

XX.<br />

Esta carne que me tienta y que no me deja estar con la eternidad a solas… Pero estaba<br />

su hijo presente, para que se me volviera hasta eternidad la vida.<br />

El crepúsculo<br />

I.<br />

Desde hoy no sabemos si el 6 es el 5 o si el 5 es el 8; sólo sabemos que Dios parió a<br />

la tierra y la eternidad parió a la vida. Sus ojos desdeñosos miran la eternidad y le<br />

dicen a los hombres: “¿me comprendes? ¡Ah, me comprendes! ¡te tardaste un poco,<br />

pero me comprendiste al fin, cuando el abismo de mi muerte se te abrió a los pies<br />

como una herida; el cielo de mi muerte; la dicha de mi muerte; morir para que todos<br />

resuciten; y vivir muriendo para que todos ignoren que la muerte es la vida!” ¡Ah,<br />

siempre el juego de las palabras, hasta cuando se agote la garganta del infinito en<br />

la mente de Dios!… ¿Dios? El hombre no ha comenzado a amarse. Dios nacerá en<br />

verdad cuando los hombres se comprendan!<br />

La noche<br />

DOMINGO MORENO JIMENES | ANTOLOGÍA<br />

1.<br />

Su imperceptible palabra suena, y parece que está lejana. Pero su lejanía es de las lejanías<br />

que confunden y aturden… Lejana como parece estar, está tan cerca de nosotros<br />

como esta tarde o más aún. Su lejanía, hecha de recuerdos y de miradas furtivas, nos<br />

mantiene suspensos y apegados a todo lo existente. Su lejanía, hecha de montaña y<br />

de sopor de sima; compendio de barro y de nube; de azul y de noche; de aurora y de<br />

crepúsculo; de luz y de tinieblas. Su lejanía aparente y sutil, que vuelca el espacio y<br />

anonada el tiempo.<br />

2 .<br />

¿No habéis oído hablar de astros en la tierra? Los astros de tempestades y de clarividencias<br />

existen porque ella los promueve… Ella, la inconmovible; la desolada; que<br />

desvaneció en sí la nube de la desolación; por qué y conjuro del resplandor de lo absoluto;<br />

definición que apagó el abismo de la definición. Hoy nos atrae con mirada<br />

suspensa y palabra muda; con grito innominado, y sordo silencio. Penetración de<br />

Dios sobre el filo cortante de las posibilidades humanas. Con los ojos nublados por<br />

una lágrima que no estalla; pero que borra la alegría de los ojos; fijo el pensamiento<br />

que no es del infierno ni del paraíso, sino que abre longitudinalmente en tres partes<br />

la raíz del hombre.<br />

3 .<br />

Pareció morir la evolución ante su poder de mantener el segundo paralizado. La evolución<br />

que siempre fue aparente, porque no involucró el espíritu en la retorta de las<br />

arterias y los nervios. Nosotros te clamamos como a madre buena, y te imploramos<br />

que nos libres de la impureza del perdón, y nos permitas proyectar tu ejemplo sobre<br />

la eternidad que no tiene principio y tu heroísmo que nunca tendrá fin!<br />

93


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

4.<br />

A estas raíces verdes les nacen unas flores escarlatas para imponernos sus gritos desolados<br />

en el tiempo. Ella fue naturaleza como este aire, como este aliento letal, como<br />

esta luz apagada de los focos, como este resplandor vanidoso de las luces; como esta<br />

sombra si es sombra o no es sombra de la puerta; como este paso si es paso o no es<br />

paso del transeúnte; como esta vida si es vida o no es vida de la colectividad humana.<br />

Ahora su inanición, su inmovilidad, su silencio; su soledad, bordada de palabras; sus<br />

palabras, bordadas de silencio: partieron en dos la rutina de la razón cosmopolita e<br />

hicieron el universo múltiple y la realidad de sustancia de nada.<br />

5.<br />

Conmovida sin una posible conmoción que para todos no conmueve, nos ha amarrado<br />

por los pies a todos sus hijos, para dejarnos las luces de las frentes vagando por<br />

los espacios, como cocuyos carmesíes, o como mástiles errantes. Ella, ¡tan grande y<br />

tan igual a ella! Siempre toda para sí, que era una forma de darse en silencio para<br />

todos. Retorcida en servicios interiores para los suyos; en menesteres pequeños<br />

que anulaban su culminación haciéndola más grande. Tú ordenas desordenando<br />

la perfección, y haces imperfecto lo perfecto, para comunicarle una perfección que<br />

la razón apenas vislumbra. Llama carcomida que chamuscó la llama; barreno de<br />

corazón que en un gesto de inmortalidad paralizó su vida. Ahora quédate en paz<br />

algunas breves tardes, mientras el coloquio de los astros y los insectos detiene la<br />

ilusión de los vivos.<br />

6.<br />

(Ella muere; pero nace su poema para lavarla de la afrenta de no comprenderla el<br />

mundo. Este poema dice por qué se fue ahora, por qué vino a la tierra).<br />

7.<br />

¿Habrá que definirla cuando ya no tiene definición: cuando parece haberse escapado<br />

de los ámbitos de la definición misma?…<br />

8.<br />

Se divinizó de tan humana que era. Su amor casi hace trizas la palabra amor. Serías<br />

abatido por su realidad tan magnífica. Su silencio fue tan grande, que ahogó la palabra<br />

infinita. Se sintieron alas volar y de un solo hachazo caer un árbol.<br />

9.<br />

Yo soy un loco en la tierra, porque reiné allá, en el mundo de los espíritus. Ella, que<br />

no pudo reinar en el mundo de los espíritus, fue una majestad en la tierra, incomprendida<br />

del hombre.<br />

10.<br />

A mí no me importa que me comprendan, porque ya yo fui comprendido; ella murió<br />

con el pesar de la incomprensión a cuestas; pero esta incomprensión es su gloria y<br />

su honra, pues la torna rarísima y cara ¡hasta para ella misma!<br />

11.<br />

La ves a ella hasta en la majestad de ese árbol enano que desenvuelve sus grandes<br />

penachos a tu vista; ¡y habrá quien se atreva a creerla muerta ya! Muertos son<br />

94


los que no la ven ni la oyen, y sin embargo respiran con muelles de pulmones<br />

de mimbre; a los que por ignorarla, redujo a sombra y frío la muerte antes de que<br />

llegara la muerte.<br />

12.<br />

Sonrisa que comunica vitalidad hasta a la misma lividez de la angustia y a la soledad<br />

de la espalda indolente. Sonrisa que nos dejas inmóviles, como si el movimiento<br />

fuera un crimen y el cambio un anatema. Sonrisa que sacas a la magnolia del barro<br />

y al rubí de la estafanota de la desposada. Sonrisa que tienes la virtud de petrificar<br />

el gesto vasto y la soledad microscópica del hombre hormiga. Sonrisa que nos sirves<br />

en partes iguales la dicha y el mal, la desdicha y el bien. ¡Moral que integras y<br />

descompletas a la moral misma!<br />

13.<br />

El color amarillo ahora sonríe y ora; al azul, antes tan taciturno, tus manos le dieron<br />

limpidez de espejo claro. hablaste para que el verde no importunara a la adolescencia<br />

ni ruborizara a la vida. El gris junto a tu frente quedó inmóvil en la siega de<br />

las primeras luces. Rojo insospechado que hace rosado pálido lo rojo, y lo blanco<br />

transparente, y lo negro lúcido. ¡Oh gama tropical que anulas el trópico y haces nacer<br />

la flora invisible del perfume de la flora visible! ¡Meta que dejas en soledad la meta, e<br />

himno que modelaste en el silencio un himno!<br />

14 .<br />

Me duele que le den méritos, a lo que ella me tiene obligado sin un ligero olvido.<br />

Realidad que nace en mí inconsciente, y el mundo da conciencia cuando la ve nacida.<br />

Realidad de realidad que el mundo tiene tuerta y yo acuno en mis brazos como a<br />

un recién nacido.<br />

15.<br />

El que se asfixia en el ambiente de lo extraordinario, ése no puede ser elegido por ella.<br />

Ella es la extraordinaria parte del extraordinario todo de lo incompleto extraordinario.<br />

Ala que abatió todas las alas de las excelsitudes aladas. hito que constituyó el hito<br />

largo e incongruente donde tendría que venir a perecer el hito. Definición informulable<br />

del cuadrante de las absolutas definiciones. Letra inicial del nuevo alfabeto del<br />

silencio. Signo que borra el signo. Punto que detiene a Dios y le pone dos comillas<br />

en las manos para que el hombre se le entregue. Entrega que es trasiego del más allá<br />

al más acá del Todo. Rumor que al rumor suspendió en acto no cumplido. Nota que<br />

mantendrá por todos los siglos, paralizada y suspendida, la nota.<br />

El alba<br />

DOMINGO MORENO JIMENES | ANTOLOGÍA<br />

I.<br />

El sol sonríe ahora y se torna nodriza de la tierra. El sol puso gasas tibias sobre el<br />

asfalto de las calles. Ya no es un truhán rubio sino un hombre sereno. Él más que<br />

nadie la ha sentido en lo íntimo a ella, y se ofrece a Dios sin una rista, de espaldas<br />

a la Física y a la química, que desintegran el alma de su obra.<br />

1946.<br />

95


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

Su majestad la muerte<br />

hendido así,<br />

de cara al Cosmos,<br />

lo vemos más cuando se rinde en lo incomprensible;<br />

cuando es halo y no cuerpo,<br />

cuando es luz y no vida.<br />

Pasa como si se perdiera hundiéndose en nosotros;<br />

y lejano y cerca de las cosas,<br />

vuelve y vuelve,<br />

pero no lo vemos,<br />

sino que lo advertimos muy junto,<br />

y como desleído en nosotros.<br />

El rayo iba a caer, pero no cayó,<br />

sino que quedó suspendido entre Dios y nosotros.<br />

Ahora vive en el agua;<br />

y en el niño que nos desconoce;<br />

y en la pisada tenue de la brisa;<br />

y en la religiosidad que nos arcana el dolor;<br />

y en la alegría superflua de todo humano triunfo;<br />

y en el goce mentido de la caricia de la tarde;<br />

y en la angustia compasiva de la ansiedad;<br />

y en el instante que se soñó un milenio;<br />

y en el milenio que fue un instante.<br />

quedó prendido en el cordaje de Dios, como nota que desnivela el tiempo<br />

que contrae el mundo hacia el átomo;<br />

y que en un átomo vuelve a recrear el mundo.<br />

¡Tan asequible y tan lejano<br />

¡Tan perdido y tan nuestro!…<br />

Ya no es de su esposa, ni de sus hijos, ni de su madre;<br />

sino mío y de todos…<br />

La muerte tentó a Dios;<br />

y los muertos no tienen estado, no tienen dimensión ni tienen domicilio.<br />

Los muertos son libres como el aire, y aún más.<br />

Nadie puede huirles; nadie es capaz de aprisionarlos;<br />

se salen de las manos del amor;<br />

miran al bien como un extraño;<br />

el rostro del mal desconocen;<br />

poseen una conciencia tan consciente, que llega a los linderos de la inconsciencia<br />

y Dios no los alcanza, porque toman su forma informe y<br />

su silencio de sonoridades desoídas.<br />

96


...........................................................................................<br />

El cadáver estaba caliente hace pocos ratos,<br />

pero yo ignoro el tiempo y hasta desconozco el astro porque he sido influido!<br />

1944.<br />

Sinfonía<br />

¿Suenan las esquilas?<br />

Una muerte.<br />

DOMINGO MORENO JIMENES | ANTOLOGÍA<br />

El aire está parado como una inexpresiva mirada.<br />

Alegros de niños y de vellones a lo lejos.<br />

Este paisaje entre montañas,<br />

que me hace,<br />

naturalmente, andar entre cumbres.<br />

La exaltación de todas mis fibras ante el dolor irremediable<br />

El lecho se me ofrece en el oasis para descansar o dormir.<br />

¿Si aun después de dormido me acibarrará la perdurabilidad de la vida?<br />

¿Si aun entre sueños se agitará la sombra de un lento aleteo?<br />

Oteo el prado, y por el lado de la fortaleza todo es niebla azul,<br />

y por el opuesto de la selva, todo albor lunático.<br />

Ya no se siente la emanación de los árboles ni el cuchicheo de las ranas en el estanque<br />

mal humorado.<br />

¡Y a no ser por un grito de perdiz, se diría que la<br />

Naturaleza había muerto!…<br />

1927.<br />

97


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

América<br />

Cantos de fe, de esperanza y de amor<br />

La encrucijada<br />

¡Oh pueblo futuro de América,<br />

que estás hecho con la amasija de todos los hombres perseguidos del mundo!<br />

Entre la montaña y tú,<br />

ya se inició el diálogo de los ponientes largos;<br />

entre el océano y tú,<br />

ya se iniciaron los silencios inaugurales.<br />

.............................................................................................<br />

Mi boca se cuarteó<br />

en el momento de irrumpir en la mueca de la palabra,<br />

y vi una cruz de ceniza a mis pies,<br />

y un sol resplandeciente en mi horizonte.<br />

A lo lejos, un cuerpo se estiró en arco<br />

y lanzó la flecha-grito<br />

contra la Nada que disuelve el Todo<br />

y que sin embargo, ¡es la Nada!…<br />

.............................................................................................<br />

Dios estiraba su cuerda<br />

y la amiba su vientre<br />

en la circunvolución de las conciencias milenarias.<br />

1936.<br />

Moderno apocalipsis<br />

Este olor penetrante de la noche.<br />

¿Por qué me hablará del más allá,<br />

de la muerte y de la duda?<br />

Este olor penetrante de la noche.<br />

¿Por qué dejará mis miembros fríos?<br />

¿No es mi alma un aspecto de la noche?<br />

¿No es mi ser un destello de la nada?<br />

Entonces, ¿por qué no me aquieto más y más<br />

ante el inevitable seguro de todas las cosas?<br />

¿No será la Creación realidad mía?<br />

¿Me inhibiré de ser actor del Cosmos?<br />

Todo lo que nace y muere<br />

nace y muere en mí,<br />

como si en mi débil humanidad se compendiara el mundo.<br />

Estoy dormido desde hace XII siglos:<br />

¿La humanidad ha muerto?<br />

98


hombre de la Era actual:<br />

¿Por qué donde estérilmente<br />

dibujaste verdad no grabas vida?<br />

Tu Ciencia es tuerta<br />

Y tu Arte es, ya lo ves, ¡terriblemente limitado!<br />

El continente no puede encadenar al contenido,<br />

y eres en este vacío de agua y simiente,<br />

el desencadenador del desequilibrio eterno.<br />

Soy del Nuevo Mundo.<br />

Vivo en el desierto de dos mares,<br />

y me consumo en la inanidad de dos mundos.<br />

¿Será esta la causa porque todo me suena a rellenado<br />

y desespero al no ver florecer en la actividad vital el sexto sentido?<br />

Esta falta de árboles,<br />

esta desolación,<br />

estos arroyos que agitan la inquietud de su murmuración<br />

por entre ríspidos barrancos,<br />

¿no están augurando una Civilización,<br />

que sentará sus inconmovibles yacimientos entre las rocas vivas?<br />

Ya para entonces, ¡oh América!<br />

tú te habrás estremecido de la bruma del alba y de la tiniebla de la noche,<br />

y entregada a la modelación de tu destino,<br />

no habrá saeta ni esquife que trate de dar cuerpo a la pulsación de tu propia sangre.<br />

Tú sola te bastarás para la dicha y el poniente,<br />

y quedarás guardada para la fecha sin término,<br />

como la sístole y la diástole del mundo.<br />

América, ¿qué vas a ser con el olor a cedro que despiden tus campos?<br />

¿Con el insospechado azul que distienden tus lomas?<br />

¿Con el no hollado oro de tu sol que nos tatúa la frente?<br />

Desenvolver las más radiantes realidades en una baja atmósfera,<br />

ese parece ser tu sino!<br />

Desesperanza del Presente<br />

y devaneo de la Inmortalidad:<br />

¿No puso, por ventura, sobre tu lomo sus arreos, la<br />

humanidad por siempre, yegua de la tierra?<br />

“Yegua de la tierra y costal del cielo”,<br />

como te nominarán en la mañana edénica los imberbes poetas.<br />

Primero fue una sombra,<br />

después fue un brazo,<br />

después fue un miembro,<br />

DOMINGO MORENO JIMENES | ANTOLOGÍA<br />

99


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

luego fue una cabeza.<br />

Los ojos eran tristes;<br />

el matiz de las pestañas era del color del bermellón subido;<br />

el hablar era precipitado como una veta de mil arroyos que no tuvieran cauce;<br />

el eco de la voz se escurría por los capilares del pecho<br />

como un hilo de tenue crepúsculo.<br />

Este era el continente del primer hombre que en América pudo releer la Inmensidad.<br />

Desinterés de todos los hartazgos de la razón.<br />

¡Ovulo en el útero de una extraña Mujer!<br />

El pico de diamante estaba sobre la pradera de plomo,<br />

pero los ojos del Hombre-lava lo miraban con desconfianza:<br />

¡se había mentido tanto desde los griegos!<br />

¡El mapa del futuro no está en los pies sino en la cabeza!<br />

hombre de la Era actual:<br />

¿Por qué donde estérilmente<br />

dibujaste verdad, no grabas vida?<br />

¿Oteaste en tu estabilidad trascendente algo, en substanciabilidad, superior a la vida?<br />

Inútilmente: la vida toda, fuera de la vida: nada.<br />

(Caen mis manos flácidas, con dejadez, y hasta con<br />

pesadumbre, sobre el libro del Tiempo).<br />

¿Los adelantos de La Mecánica?<br />

¿El Telégrafo? ¿el Teléfono?, ¿la Radiodifusora?<br />

Esto es artificial:<br />

me sabe a bebedizo de papel.<br />

Los acato; pero no me pueden suplir las montañas.<br />

Mi sed parte de adentro y no se puede satisfacer con simulacros de realidades.<br />

¡El futuro! ¡El futuro!<br />

No tiene objeto,<br />

para los que hemos esperado la edad de la tierra,<br />

probablemente cuatro cientos mil años!<br />

La realidad para mí ya no existe<br />

y sólo espero ver en mi derredor esparcir el silencio.<br />

No tengo nombre…<br />

Soy el Caos del principio del mundo.<br />

Levanto un dedo sólo:<br />

siento surgir un vago rumor de todo lo creado.<br />

Siete paletadas cayeron sobre mi ataúd, pero no importa:<br />

¡cien años antes que los hombres me ultimaran<br />

ya yo me había muerto!<br />

100


¡Y cómo no estar muerto,<br />

si estoy mudo,<br />

y mi mudez tiene sabor de siglos!<br />

Mi frente es un jeroglífico de interrogaciones sutiles<br />

y mi párpado vela el violeta de la luz de la tarde;<br />

por las ventanillas de mi nariz el aire llega sin compás,<br />

y mi boca en un rictus de inquietud, se hunde en el cráter de mi semblante.<br />

No he dicho nada; no he podido modular nada.<br />

Tomad lo escrito como un rizo de agua que el segundo disuelve.<br />

1934.<br />

América nace<br />

DOMINGO MORENO JIMENES | ANTOLOGÍA<br />

I<br />

Te quiero por última;<br />

te amo por irrealizada;<br />

te presiento así, incidiendo el mundo.<br />

“Una maravilla”, dijo la vida.<br />

“Una maravilla”, forjó la inmensidad.<br />

“Un nuevo astro”, insufló el viento.<br />

Miríadas de soles y de caminos.<br />

Se te vislumbra hasta en las vértebras.<br />

Miríadas de milagros opresos<br />

se bosquejan en tus cuadrantes.<br />

Miríadas de flujos y reflujos,<br />

que exaltan y anonadan a la nada y al hecho.<br />

Cima del cálculo y final de la cifra.<br />

¡Oh, virgen vendada con una cruz de ideal blanco!…<br />

Los caracoles suenan en las playas<br />

como un conjuro de nuevos sucesos.<br />

América, ¿estás abriendo el sésamo de la Tierra<br />

que ha siglos, ha milenios<br />

los hombres encontraron cerrado?<br />

¿O es que al enloquecer te desvaneces<br />

y descifras a la Esfinge,<br />

a ese fantasma de la insegura e inestable Civilización,<br />

una serie de inquietas e insondables preguntas?<br />

La frase se me enreda y mi intención balbuce.<br />

¡Si habrá poca esperma<br />

101


Vado<br />

COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

en el piélago de la mente,<br />

para formar en el desierto de este aluvión de voces un positivo canto!<br />

Las olas creciendo y decreciendo<br />

son más elocuentes que todos los hombres.<br />

Una montaña muda<br />

es más leal que un hombre hablando.<br />

El cielo de la tarde protesta por una hendida frente<br />

y la oquedad de la noche<br />

es Dios mismo, sobrecogido de insólito cansancio.<br />

Una a una vi al Inca quebrar sus flechas de palabras<br />

y al Azteca enmudecer a una altura más alta que el silencio.<br />

¡Oh América, que haces trizas las razas;<br />

dialecto las lenguas,<br />

murmullo perenne y vivificador el murmullo!<br />

Creadora de algo no visto ni oído;<br />

pero instintivamente, por todos los seres de la creación,<br />

preoído y entrevisto.<br />

Reflejo e hito<br />

de la realidad irreal de la vida.<br />

Mar donde van a parar todos los ríos del mundo.<br />

Sin fisonomía, sin orientación:<br />

sin cohesión apenas en tus fronteras;<br />

pero sin embargo…<br />

Tu historia la hicieron con el trasunto de todas las historias,<br />

y la falsedad de los falsos ideales del hombre<br />

modelaron tu vida.<br />

Con todo, eres de veras grande;<br />

eres de veras original;<br />

eres de veras única.<br />

Inexistente para los demás: ¡existes!<br />

Y esperanzando o desesperanzando a tus moradores,<br />

¡eres la Esperanza del Mundo!<br />

1938.<br />

En medio de mi sentir opaco y doble;<br />

en medio de las cataratas de mis instintos encrespados;<br />

loco de paz y más loco de conciencia anímica;<br />

junto a estos hongos que mi espíritu separó de mi carne<br />

102


y que en mi carne florecieron de espíritu,<br />

¡América, fuiste sólo mi sueño!<br />

hoy ya no tengo sueño:<br />

me pierdo en una soledad más vasta que la vida.<br />

¡Soy el páramo de un ideal desvanecido!<br />

1940.<br />

DOMINGO MORENO JIMENES | ANTOLOGÍA<br />

103


FRANKLIN MIESES BURGOS<br />

ANTOLOGÍA<br />

Selección y prólogo<br />

Fr e D D y Ga T ó n ar c e<br />

N O. 7


Un aspecto de la poesía<br />

de Franklin Mieses Burgos<br />

Ubicación 1<br />

Esta serie del <strong>Pensamiento</strong> <strong>Dominicano</strong> se enriquece ahora con una selección amplia de<br />

la obra de Franklin Mieses Burgos, cuya poesía ha sido acogida con beneplácito en todos los<br />

círculos nacionales y extranjeros donde se la conoce. Reunidos en un volumen por primera<br />

vez, los poemas que aquí se ofrecen confirmarán los méritos de una labor realizada sin pausa<br />

y sin prisa, de suerte prodigiosa, en soledad abierta y atesorante.<br />

La poética de Mieses Burgos cautiva por su musicalidad y su limpidez lírica, sin par<br />

en la literatura dominicana. Estos atributos unifican su obra y al propio tiempo sigilan las<br />

ideas que expresan o insinúan sus versos, al extremo de parecer que un solo asunto, central<br />

y misterioso, es el objeto de su canto. quizá la repetición de imágenes, términos y giros<br />

idiomáticos disimule su pensamiento vario y sugerente, pero es obvio el predominio de la<br />

magia sobre lo sensible, sobre lo escuetamente objetivo y sistematizado.<br />

Su poesía, de raigambre barroca y romántica y abastecida por las corrientes literarias<br />

contemporáneas, es opulenta en bienes humanos y estéticos. Pero las influencias, rectoras<br />

o accesorias, están moduladas por la exuberancia, el brillo alucinante y la intuición desmedida<br />

peculiares a un hijo de los trópicos. Consecuente y audaz consigo mismo, Mieses<br />

Burgos esclaviza cuanto acaudala de otros y lo transforma en riqueza nueva y suya, por<br />

virtud de su primitiva y constante concepción harmónica del verso, de su lirismo inconfundible<br />

y de su acento.<br />

En este sentido, es nuestro poeta representativo. Las asimilaciones más diversas se<br />

acumulan en él sin hostilidad y operan con eficacia sobre el nervio todo de su poesía:<br />

son afluentes frescos que renuevan su canto personalísimo y vigoroso. Y esta es, si no<br />

la más excelsa, una de las mejores modalidades de ser nacional en literatura. En los<br />

últimos siglos, y sobre todo en el mundo de hoy, las transculturaciones son incesantes<br />

e intensas y se escribe para todos los hombres y mujeres de la tierra y de su tiempo,<br />

acorde las circunstancias de cada quien. Ineludible que así sea, pues la eternidad y el<br />

exilio, en el quehacer poético, son vicios igualmente reprobables, trampas que vuelven<br />

evasivos y falsos la escena y el presente del escritor; son un escamoteo a la persona<br />

como ente histórico y conducen a un memorismo excluyente y sustitutivo de lo vital;<br />

producen una vida precaria que se traduce en la obra, menguándola con todos los defectos<br />

de la superchería. Refiriéndose a Mieses Burgos, Manuel Valldeperes apunta que<br />

aquél “realiza el milagro de la revelación a través de poemas en los que sólo alienta el<br />

simbolismo del paisaje”. Pedro René Contín Aybar observa “flora y fauna, principalmente<br />

marinas, abundosas, peculiarísimas”, entre los elementos formativos de la obra<br />

del autor. Manuel García hernández dice sobre Presencia de los días: “La tierra de Santo<br />

Domingo incita como el buen vino… el eterno poema del isleño. El mar es cuanto se ama<br />

y se respeta. Es el elemento turgente que grita en los oídos y en los corazones y este poeta<br />

dominicano no se evade de tanta sugestión física”. Alberto Baeza Flores sintetiza: “La<br />

poesía en Santo Domingo tiene que responder, necesariamente, a su naturaleza distinta,<br />

1 Fue co-fundador de La <strong>Poesía</strong> Sorprendida.<br />

107


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

y al vivir del hombre más encerrado en sus comienzos y en sus fines”, al presentarlo en<br />

Brigadas Líricas.<br />

he aquí, pues, que la escena en que se mueve como hombre, cuenta en la lírica de Mieses<br />

Burgos. No es un desarraigado. No se exilia para escribir, no obstante su fuerte imaginación<br />

e incontrastable fantasía. Simplemente subyuga y exhibe su ámbito por estas dos virtudes poéticas<br />

suyas. Vemos que también de este otro modo se revela su dominicanidad.<br />

en pleno siglo veinte, un autor sin influencias sería un espécimen apócrifo y representaría un<br />

individualismo exacerbado. este extremo equivale a regreso y anquilosamiento, pues es irrefutable<br />

que en la creación poética es necesario partir de los supuestos líricos existentes, del pasado, y nutrirse<br />

de los buenos ejemplos que ofrecen los coetáneos magníficos. otra actitud espiritual auspiciaría una<br />

autosuficiencia perjudicial por impermeable y cerrada, a causa del aislamiento negativo que implica.<br />

Para el enriquecimiento y logro de una voz propia, el eclecticismo es la vía saludable. mieses Burgos,<br />

poeta permeable y abierto, es por esto mismo un creador auténtico, consciente de sus fuerzas. Y su<br />

canto será más fidedigno, dominicano y universal, cuanto mayores bondades líricas de diversa tendencia<br />

asimile y participen en la depuración de su acérrimo instrumento expresivo.<br />

domingo moreno Jimenes, Rafael américo Henríquez y Héctor incháustegui cabral, por sólo<br />

mencionar a los ahora más importantes, son poetas con asimilaciones menos heterogéneas que mieses<br />

Burgos; pero tanto en la obra de aquéllos como en la de éste, el ambiente entra con una dignidad<br />

literaria, si diferente, de igual jerarquía. adrede dejé fuera de este grupo a manuel del cabral, para<br />

mí con timbres humanos y estéticos comparables a los de los antes nombrados, porque en su caso<br />

no se puede hablar de influencias, sino de impregnación. Y a Tomás Hernández franco, por ser una<br />

figura aislada e interesante de la poética vernácula. mas lo cierto es que estos seis creadores amplían<br />

y consolidan la sensibilidad dominicana y la elevan a un grado que la hace cotejable con las más<br />

ilustres de Hispanoamérica.<br />

Ánimo Social<br />

Cualquiera maliciaría que haya de ingeniármelas para exhibir el aspecto social o socializante<br />

de la poética de Franklin Mieses Burgos, porque entienda que ese rasgo envuelve<br />

necesariamente una tendencia y un extremismo. Nada más lejos de mi empeño. Voy a examinar<br />

el ánimo literario de quien expone el amor, la bondad y la autonomía como conquistas<br />

personales; el ánimo de quien desea que los hombres aprendan a sentirse solos de veras, a<br />

contemplarse sin ataduras, para el logro de aquellos atributos.<br />

Si se le sigue el hilo al poeta que escribió “una balumba de versos de amor, de poemas<br />

eglógicos, de cantos patrióticos”, y que luego se retira al silencio y la solitud a realizar una obra<br />

de valía, justo es estimar que, al producirse su alejamiento, ya estaba nutrido, lo colmaba la<br />

vida. Iba, y fue, a devolverle a ésta, en bienes de hermosura, sus inquietudes y enseñanzas.<br />

Así se explica que Mieses Burgos diga:<br />

Esta canción estaba tirada por el suelo,<br />

como una hoja muerta, sin palabras.<br />

La hallaron unos hombres que luego me la dieron,<br />

porque tuvieron miedo de aprender a cantarla.<br />

El canto por tierra, sin corporeidad, sólo música, fervor temible. El poeta lo recibe informe de<br />

sus semejantes y le da expresión, existencia verdadera, en las diluidas sombras de los pájaros.<br />

108


FRANKLIN MIESES BURGOS | ANTOLOGÍA<br />

Su entusiasmo crece, ha entregado el mensaje, pero la orfandad y la queja lo conmueven:<br />

Y esta es mi pena ahora, el término y distancia.<br />

el que yo muera siempre mientras los otros cantan.<br />

Pasados el asombro, la euforia y el desengaño, viene la admonición:<br />

únicamente aquellos<br />

que todavía no saben<br />

que la tierra es muy grande<br />

y sólo de unos pocos,<br />

únicamente ellos<br />

no abrirán el corazón<br />

a la mirada triste<br />

de los niños sin pan<br />

y los perros sin dueño.<br />

Luego la impotencia, el saberse el poeta en un clima en que ni la verdad de los demás es<br />

suya, lo conduce por corredores soledosos y amplios, en donde la holgura es una ficción:<br />

Sólo se es libre<br />

cuando se está solo.<br />

Y también somos únicamente<br />

un prisionero de la soledad.<br />

El amor, la bondad, lo individual supremo, le ganan en el ámbito interior en que sus únicas<br />

servidumbres son el apartamiento estimulante y la contemplación de sí mismo como persona<br />

y como creyente, como ser alimentado por el vivir de los demás y por el suyo propio. El<br />

canto que un día le dieron los hombres y que él les devuelve ahora sin tasa, es ya una verdad<br />

mediatizada por su yo así enriquecido e individuado y por su fe corroborada en los otros;<br />

es ya un elemento hermoso que sólo Mieses Burgos puede arbitrar para todos. El poeta está<br />

apto, y ágilmente se lanza por los mundos de la sensibilidad y el espíritu, comunicándolos<br />

con júbilo y belleza.<br />

Y estoy seguro que el lector habrá hallado, al cerrar este volumen y excediendo lo meramente<br />

lírico, una canción que otrora rodaba por el suelo. Sea enhorabuena.<br />

109<br />

Freddy Gatón Arce.


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

Orden del libro<br />

En la división de este libro no se ha seguido un orden cronológico, sino que se han<br />

agrupado las diversas secciones conforme su afinidad poética. Sin embargo, en la<br />

primera parte, Orígenes, sólo se incluyen poemas de la etapa inicial del autor.<br />

En Presencia de los días se le dio cabida a Cuando la rosa muere, canción que al principio<br />

no formaba parte de aquella obra.<br />

El ángel destruido estaba inédito hasta ahora. El poeta permitió que se escogieran los<br />

fragmentos que se ofrecen, como primicia y regalo para el lector.<br />

En Juicios se recogen algunas de las opiniones acerca de Franklin Mieses Burgos<br />

externadas por nacionales y extranjeros, con el propósito de satisfacer mejor las<br />

finalidades de divulgación de esta <strong>Colección</strong>.<br />

110


Orígenes<br />

Esta canción estaba tirada por el suelo<br />

Esta canción estaba tirada por el suelo,<br />

como una hoja muerta, sin palabras.<br />

La hallaron unos hombres que luego me la dieron,<br />

porque tuvieron miedo de aprender a cantarla.<br />

Yo entonces ignoraba que también las canciones,<br />

como las hojas muertas, caían de los árboles.<br />

No sabía que la luna se enredaba<br />

en las ramas que sueñan bajo el agua,<br />

ni que comían los peces<br />

pedacitos de estrellas<br />

en el silencio de las noches claras.<br />

Yo entonces ignoraba muchas cosas iguales<br />

que eran todas posibles<br />

en la tierra del viento.<br />

En donde la leyenda<br />

no es una hierba mala<br />

crecida en las riberas,<br />

sino un árbol de voces<br />

con las cuales dialogan<br />

las sombras y las piedras.<br />

Yo entonces ignoraba muchas cosas iguales<br />

cuando aún no era mía<br />

esta canción que estaba tirada por el suelo,<br />

como una hoja muerta, sin palabras.<br />

Pero ahora ya sé de las formas distintas<br />

que preceden al ojo<br />

de la carne que mira.<br />

Y hasta puedo decir por qué caen de rodillas,<br />

en las ojeras largas<br />

que circundan la noche,<br />

las diluidas sombras de los pájaros…<br />

Canción de los ojos que se fueron<br />

FRANKLIN MIESES BURGOS | ANTOLOGÍA<br />

Se me fueron los ojos para ver la presencia<br />

posible de las cosas que pasan como el río,<br />

como el pájaro blanco de una luna sin alas,<br />

111


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

como el cristal en donde<br />

se desnuda el silencio.<br />

Desde niño se fueron…<br />

Y ahora tengo en la sangre<br />

otros ojos que miran por encima del aire,<br />

por encima de toda transparencia distante.<br />

Y esta es mi pena ahora, el término y distancia:<br />

el que yo muera siempre mientras los otros cantan,<br />

cuando yo me deshago de llanto entre las yerbas<br />

buscando las sonrisas que olvidan las estrellas.<br />

Yo me iría tirando también como los otros,<br />

en un cauce perfecto, mis redondas palabras…<br />

Pero no puedo, no; hay otras formas mudas<br />

que me llaman más hondo<br />

que la voz de las aguas.<br />

Yo sé que nadie ignora la vida de mis ojos<br />

allí donde la niebla<br />

tiene toscas moradas.<br />

Y el silencio devora la imagen de otra luna<br />

hecha de anochecidas<br />

canciones apagadas.<br />

Allí donde los nardos son palomas crecidas<br />

con las alas quebradas.<br />

Y la alondra no es sólo la dulzura de un canto,<br />

sino una ruta ancha por donde llega el alba.<br />

Allí donde las hojas todas tienen por dentro,<br />

en el cielo inmutable de sus verdes entrañas,<br />

el silencio de una primavera enterrada,<br />

en donde están gritando de angustia por la vida<br />

las rosas que no nacen.<br />

¡Allí están mis ojos! ¡Los ojos de mi sangre!<br />

Los que miran tan sólo<br />

por encima del aire,<br />

por encima de toda transparencia distante.<br />

¡Los ojos que me dieron, que no fueron de carne!<br />

¡Allí están, en la sangre!<br />

Mirando el lado opuesto, la forma diferente,<br />

el oculto sentido de la carne y la esencia.<br />

Porque todas las cosas tienen su doble sombra,<br />

hasta la voz y el viento.<br />

¿Qué serafín es ese?<br />

Allí donde furiosos los pájaros devoran<br />

con el ámbar pulido de sus últimos cantos<br />

112


el crecido racimo de una luna madura;<br />

allí donde florecen todas las claridades<br />

mi amor está esperando que retorne tu risa,<br />

madrugada desnuda parida entre dos rosas,<br />

rumor de caracoles en las manos del viento.<br />

¡Yo no quiero que llores! Sólo quiero que digas<br />

qué serafín es ese, que en tus manos vendimia<br />

ternuras de azucena.<br />

¿qué serafín es ese?<br />

No es ilusión de nieblas crecidas en mis ojos,<br />

ni galanteo de pájaro que juegue entre las hojas;<br />

es sólo una pregunta que se asoma a mis labios<br />

cuando miro tus manos que recuerdan palomas…<br />

Todas las lumbres altas nos anuncian auroras;<br />

todas las mariposas, una ruta viajera.<br />

Pero por ello mismo recordamos la rosa,<br />

andariega de aromas<br />

en un tallo clavada.<br />

Un día yo te dije.<br />

—Mi verdad es tan sólo<br />

un reboso de luna derretido en el agua.<br />

Mi voz vive distante como un clamor ausente<br />

de la carne perenne que concreta las cosas.<br />

Pero a pesar de todo, yo sigo siendo un niño<br />

sorprendido entre tantos<br />

crespones transparentes,<br />

y entre tantas verdades<br />

podridas como sombras.<br />

Los caballos de Suro vienen por el viento<br />

Ya llegó la vendimia<br />

de los frutos sin nombres,<br />

por donde en cada germen<br />

que oculta la simiente<br />

hay un hálito macho<br />

gozando una doncella.<br />

Yo la vi desde el árbol<br />

donde el viento es nodriza<br />

de los retoños nuevos.<br />

Y ha llegado tan solo<br />

porque el rosal crecido<br />

tiene todas sus manos<br />

llenas de voces blancas.<br />

FRANKLIN MIESES BURGOS | ANTOLOGÍA<br />

113


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

—Madre:<br />

los caballos de Suro<br />

vienen por el viento!<br />

Un paso más, y ahora<br />

descolgarás la luna,<br />

sin que nadie nos diga<br />

que es una voz distante,<br />

una gardenia muerta<br />

o una canción redonda<br />

clavada sobre el cielo.<br />

—Madre:<br />

los caballos de Suro<br />

vienen por el viento!<br />

únicamente aquellos<br />

que todavía no saben<br />

que la tierra es muy grande<br />

y sólo de unos pocos,<br />

únicamente ellos<br />

no abrirán el corazón<br />

a la mirada triste<br />

de los niños sin pan<br />

y los perros sin dueño.<br />

—¡Madre:<br />

los caballos de Suro<br />

vienen por el viento!<br />

No le digas a nadie<br />

que los pinos son hechos<br />

con el canto crecido<br />

de los pájaros muertos.<br />

No le digas a nadie<br />

que la tarde te hastía,<br />

con su mirada enorme<br />

de bestia fatigada.<br />

La humanidad se cansa<br />

de la desdicha ajena,<br />

del llanto que no brota<br />

del fondo de sus ojos.<br />

—¡Madre:<br />

los caballos de Suro<br />

vienen por el viento,<br />

114


y está lloviendo siempre<br />

–siempre– una lluvia de cielo<br />

por la noche del aire!<br />

Fábula inefable de la niña loca<br />

FRANKLIN MIESES BURGOS | ANTOLOGÍA<br />

¡Tambor! ¡Tambor!<br />

¡hermana, yo no quiero ser tambor!<br />

¡Me duelen demasiado los ojos en el agua<br />

desde que tengo abierta esta herida en el viento!<br />

Una vez me sembraron el alma de recuerdos<br />

en las hondas riberas de la noche del tiempo,<br />

en donde esta cayendo<br />

como una sola gota, para siempre, el silencio…<br />

¡Tambor! ¡Tambor!<br />

¡hermana, yo no quiero ser tambor!<br />

¡Aquella dulce niña, que como yo tenía<br />

dos blancas manos locas tendidas a la luna,<br />

daba pena mirarla porque sólo decía<br />

que la luna había vuelto sus manos mariposas.<br />

mariposas que iban por nevados caminos,<br />

entre lirios tronchados y azucenas sin novias.<br />

¡Tambor! ¡Tambor!<br />

¡hermana, yo no quiero ser tambor!<br />

Me basta con mi ancho corazón de voces,<br />

mis caminos de humos enterrados,<br />

mis campanas de nieblas doblando entre las sombras;<br />

me basta con mis pinos sonámbulos que miran<br />

cómo crece de trinos la bondad de mis manos.<br />

¡Tambor! ¡Tambor!<br />

¡hermana, yo no quiero ser tambor!<br />

Tú lloras porque piensas que yo no estoy presente;<br />

supones que me he ido hacia los lirios rotos heridos por el aire,<br />

hacia el mundo de sombras que desangra la noche;<br />

supones que me he ido, desvanecida toda,<br />

hacia el cielo difunto donde devoran albas tardías los gusanos.<br />

Yo estoy ausente, sí, ausente de la carne<br />

sin sueños ni sangre de tus huecas palabras,<br />

más allá de tu muerta nominación de cosas.<br />

Yo estoy ausente, sí, de tu forma distinta de pronunciar alondra,<br />

sepultada en un pecho nublado por el llanto.<br />

115


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

¡Tambor! ¡Tambor!<br />

¡hermana, ya no quiero ser tambor!<br />

Ahora que dolencias de sombras angustiadas<br />

ascienden por el agua desnuda de mis ojos<br />

y mi herida no sangra en la carne del viento;<br />

ahora que estoy hecha de cosas enterradas<br />

y toda estoy henchida de estrellas como un río,<br />

no dejes que se vayan mis manos por el alba,<br />

¡no dejes que se vayan!,<br />

tengo miedo de un ángel oscuro que las llama.<br />

Tambor! ¡Tambor!<br />

¡hermana, yo no quiero ser tambor!<br />

Elegía por la muerte de Tomás Sandoval<br />

¿quién ahora, llorando,<br />

te alzará desde el fondo solitario del mar,<br />

para sólo pensar desesperadamente<br />

en el vidrio desnudo de tu limpia sonrisa,<br />

o en aquella tu carne color de azúcar parda,<br />

después que los peces hambrientos se comieron<br />

el último paisaje de sol que había en tus ojos?<br />

¿quién ahora, llorando,<br />

te alzará desde el fondo solitario del mar?<br />

¡Oh príncipe mulato de la verde escafandra!<br />

¡Tronco joven de ceiba y corazón de nardo!<br />

Después que la muerte dejó sobre tus sienes<br />

una polar caricia de puñales de hielo…<br />

Por esos ojos tuyos –dolor– por esos ojos<br />

tan llenos de luceros distantes y neblinas.<br />

Por esos ojos tuyos<br />

derramarán su llanto de alero las palomas;<br />

la noche que te clama sin cesar desde el cielo<br />

colgará sus crespones de sombras ateridas<br />

sobre un mundo salobre de guitarras y lonas.<br />

Pero tú desde el fondo no la podrás mirar.<br />

No la podrás mirar porque ya se habrá ido<br />

el alba que alumbraba por dentro de tus ojos<br />

de terciopelo oscuro;<br />

porque ya se habrá ido sin campanas tu vida<br />

hacia una madrugada de sal y caracoles,<br />

más allá de la noche liviana de las algas,<br />

116


FRANKLIN MIESES BURGOS | ANTOLOGÍA<br />

a donde –todavía–<br />

la luna no ha podido llegar para mirarte<br />

definitivamente dormido bajo el agua.<br />

¡Arena y sólo arena<br />

para el ancla caliente de tus ingles desnudas;<br />

para tus ojos, sombras de los corales mudos!<br />

¡Arena y sólo arena para enterrar tus sueños<br />

marítimos de nubes y de gaviotas blancas,<br />

sobre un cielo de coco nublado de sardinas!<br />

¡Arena y sólo arena<br />

para hundirte en tu inmenso silencio terminado<br />

entre besos impuros de hermafroditas peces!<br />

¡Ay! ¡que ya no habrá más música marina de acordeones<br />

en tu lecho de limos y pleamares eternos!<br />

Sin un puerto posible para tu despedida,<br />

en la noche se fueron llorando las estrellas.<br />

querida entre tus brazos, habrás tenido sólo<br />

una coquetería de manatíes hembras,<br />

porque ya las abejas que anidaban tus labios<br />

se habrán llevado toda la cera de tus besos.<br />

¡Oh amante ineludible para quien la marisma<br />

tendía el más oculto fluir de sus mareas!<br />

¿qué has hecho con el rostro pálido de las lunas<br />

caídas en el fondo solitario del mar?<br />

¿qué has hecho con el rostro de amor de aquellas lunas?<br />

¿Traslúcida y radiante como un cristal muy fino<br />

deambulará tu sombra en torno de estas islas<br />

caribes que te dieron<br />

ese estupor de cielo mojado de aguardiente?<br />

¿quién ahora dolido escuchará tu voz herida de violetas,<br />

y le dará a tu gesto de varón suicida<br />

todos los crisantemos crecidos en la tarde?<br />

En litoral amargo de llanto sin pañuelos<br />

las verdes hojas anchas sacudidas<br />

por tropicales ráfagas de horno,<br />

te están diciendo adiós,<br />

y tú no miras…<br />

117


De<br />

COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

Seis cantos para una sola muerte<br />

Primer canto<br />

“Que un día, superada la temible intuición”.<br />

Rilke.<br />

Todo pensamiento<br />

es una soledad y un aislamiento;<br />

toda soledad, una renunciación<br />

y una constante agonía.<br />

(Escribo por hallar<br />

una voz que me defina,<br />

que me diga quién soy<br />

y alce mi nombre, mi rótulo mortal,<br />

con exactitud y propiedad interior de contenido).<br />

Pero en el sitio real<br />

donde despierto, me procuro;<br />

en este sitio, el sueño<br />

–inmensa flor ideal que se deshoja–<br />

cae lento y pesado lo mismo que una sombra…<br />

Y es que para ser,<br />

o bien para existir,<br />

no basta sólo pensar.<br />

hay urgente necesidad<br />

de otro menester, no tan riguroso,<br />

ni precisamente tan solitario en su agonía<br />

(Escribo para hallar una voz,<br />

no un pensamiento).<br />

En la voz –mi voz–,<br />

oscuramente,<br />

siempre me descubro<br />

como algo más que una soledad,<br />

o que una muerte viviente.<br />

Segundo canto<br />

“Heme aquí,<br />

Oh formas de Eternidad”.<br />

Textos egipcios.<br />

hay algo que perece<br />

sin contacto de mundo sensible<br />

en la palabra.<br />

118


hay algo que se evade,<br />

sin que ésta pueda encadenarlo<br />

al sonoro universo de su cuerpo,<br />

e inconquistado, solitario, muere;<br />

muere libre para el eco,<br />

allí donde todo humano vocablo<br />

edifica su último destino.<br />

El hombre (preocupado<br />

de suyo en lo profundo)<br />

se desgarra por esta defunción<br />

íntima de cosa que le es propia<br />

y sin embargo, desconocida<br />

en su más pura esencia.<br />

FRANKLIN MIESES BURGOS | ANTOLOGÍA<br />

Mas este comportamiento terrible<br />

se le impone,<br />

por ley de una existencia<br />

que lo lleva hacia términos extremos.<br />

Todavía el ángel de la plenitud interior<br />

no ha descendido, generoso, hasta él;<br />

ni el verbo que le es dable utilizar<br />

aún se ha desatado<br />

de la rutina de su orbe cotidiano.<br />

habla, sí, pero al hacerlo,<br />

la pesadez impotente de su voz<br />

le hace cerrar los puños y los labios<br />

por no gritar. ¡Tal es la enorme<br />

naturaleza de su asombro!<br />

Pero el hombre<br />

se lanza jubilosamente,<br />

porque para él todo riesgo<br />

es una nueva vigilia que procura.<br />

¿Detenerse? ¿Retroceder?<br />

Piensa: es una forma cobarde de morir.<br />

Y él no quiere morir:<br />

sus sentimientos son heroicos<br />

y aspiran a la inmortalidad.<br />

De aquí lo hondo de su soledad<br />

y lo siempre angustiado de su canto,<br />

de ese fluir místico de voces<br />

por el que desfallece<br />

en interior desvelo<br />

de espíritu y de sangre.<br />

119


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

Si danza, escribe, pinta o canta<br />

–y todo esto es ya danzar<br />

en una más conspicua forma–<br />

es sólo por buscar<br />

un gesto perdurable.<br />

Lo demás, es sólo el río<br />

simple de su existir;<br />

un agua sin rostro<br />

definido que transita<br />

–oscuramente–<br />

entre la vida y la muerte.<br />

¿quién entonces, además de la voz,<br />

se aúna a este morir<br />

y muere con lo que muere de la voz?<br />

¿Es sólo el poeta<br />

quien afronta este destino<br />

insólito del Verbo,<br />

o hay alguien más, que como él<br />

muere también de esta callada muerte?<br />

Él dice:<br />

no es lo alto el peligro, sino el aire,<br />

la atmósfera en que crecen las palabras.<br />

Pero ay, las palabras; las palabras también<br />

tienen su altura,<br />

su aire propio y su profundidad;<br />

esa profundidad inconquistable, suya,<br />

en la que el ojo del poeta<br />

es sólo un ancla enceguecida…<br />

¿Dónde entonces<br />

la lúcida presencia de su lámpara?<br />

¿Dónde entonces, y para qué, realmente?<br />

De las tinieblas<br />

surgió la voz de Dios.<br />

Así el poeta (pequeño dios<br />

de un cielo sumergido)<br />

de las tinieblas también alza su voz.<br />

Esa, su voz<br />

cerrada toda, por oscura;<br />

en la que el ángel de la luz no alumbra,<br />

ni la verdad de los demás es suya.<br />

120


Tercer canto<br />

“Yo, sin embargo, estoy solo”<br />

Hölderlin.<br />

FRANKLIN MIESES BURGOS | ANTOLOGÍA<br />

Sólo se es libre<br />

cuando se está solo.<br />

Y también somos únicamente<br />

un prisionero de la soledad,<br />

de esa terrible soledad<br />

en que lo oculto de la sangre bate,<br />

de nuestro mar más intimo, sus olas…<br />

que la realidad resida en tu conciencia<br />

y no fuera de ella;<br />

que ningún aspecto externo<br />

de cosa material perecedera,<br />

empañe la limpia<br />

transparencia de luz de tu mirada.<br />

hoy hay en el hombre<br />

ciertas peligrosas actitudes,<br />

que son únicamente asumidas por temor.<br />

Por miedo a esa insondable soledad del espíritu<br />

de la cual se huye como de un abismo,<br />

y en donde, de caer,<br />

flotaría lo mismo que una débil brizna<br />

en medio de un inconmensurable<br />

espacio de eternidad,<br />

de ojo vacío, universal, sin fondo,<br />

de ojo enceguecido para el Bien o para el Mal;<br />

y en donde sólo la inmensa<br />

noche de un cielo sin edades,<br />

fija en perpetuidad de última muerte<br />

su desolado rostro de tinieblas.<br />

Puebla de vigorosas<br />

realidades la más íntima soledad del espíritu.<br />

Llenarla hasta los bordes de sí mismo,<br />

y, con ello, de un más hondo,<br />

más profundo sentido místico y humano<br />

de la vida. he ahí la condición privilegiada<br />

de aquellos nobles seres que valientemente<br />

saben libertarse y se libertan<br />

de toda otra forma de pasión<br />

que no sea la de su propia apasionada soledad.<br />

121


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

¿Por qué hablar tanto y tan alto<br />

de la humanidad y no en particular<br />

del individuo?<br />

La voz “humanidad”<br />

es sólo una abstracción equivalente<br />

a desvalido mar sin fondo,<br />

a regresión reaccionaria<br />

en procura<br />

de la forma originaria<br />

del clan primitivo idealizado:<br />

una especie de oscuro<br />

sentimiento de añoranza<br />

por la rasera comunidad de la tribu.<br />

Pero no: la posesión de la individualidad<br />

ha sido una conquista;<br />

una lucha entre los rudos elementos primigenios<br />

y una de las más altas determinaciones<br />

del espíritu, puesta al servicio y logro<br />

de un verdadero propósito de liberación humana.<br />

Más que un número simple,<br />

sé un hombre determinado,<br />

una propia individualidad<br />

libre de toda servidumbre,<br />

elaborada y realizada<br />

en la profunda soledad del espíritu;<br />

en esa incomparable soledad, en donde<br />

se está más cerca de sí<br />

y de la ya casi olvidada<br />

divinidad del hombre…<br />

Todas las nuevas formas<br />

de vida creadas por el intelecto,<br />

no son nada comparado<br />

con esta maravillosa conquista del espíritu,<br />

en que la integridad humana ha sido liberada<br />

mediante una valerosa imposición de sí misma.<br />

No, no permitas que falsas<br />

claridades te hundan en las sombras eternas<br />

del no ser; no, no lo permitas;<br />

repliégate hacia ti, y recuerda que<br />

siendo el poeta una síntesis cabal de humanidad<br />

es a la vez, no obstante,<br />

la individualidad por excelencia.<br />

122


Sexto canto<br />

FRANKLIN MIESES BURGOS | ANTOLOGÍA<br />

Decidme ahora, áureo varón del día,<br />

fidelísimo amante de la luz inmemorial<br />

que nos alumbra.<br />

¿Debe marcharse aquél<br />

por cuyos dulces labios elegidos,<br />

el espíritu de lo alto dejó caer la voz<br />

leal de su mensaje?<br />

El que una vez habló, y lo hizo<br />

porque en su boca el soplo de lo eterno<br />

estaba aposentado,<br />

no callará jamás, áureo varón del día;<br />

no callará jamás<br />

aun cuando en lo adelante<br />

estén desprovistas de sentido sublime las palabras:<br />

tal es la fuerte naturaleza de lo que dijo antes,<br />

tal la huella indeleble que dejó su canción<br />

de amor sobre las cosas…<br />

Podrán los otros venir<br />

desde su ciega noche,<br />

podrán venir para acarrear tinieblas a su nombre<br />

y oscurecer el agua más honda de su voz.<br />

Podrán venir<br />

para aportar su absurdo cielo de cenizas<br />

allí donde una muerte mejor<br />

ya ha sido para siempre conquistada.<br />

Pero aquél<br />

por cuyos dulces labios elegidos<br />

fluyó lo eterno en desnudez de río,<br />

en júbilo de ser y soledades,<br />

¿quién, quién podrá hacerle ahora enmudecer?<br />

Pero aquél, ¿quién es<br />

si cual caverna de mar que repercute<br />

al oleaje de lo inmenso, él es?<br />

123


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

Dionisio vulnerado<br />

I<br />

Es Dionisio quien canta<br />

en la noche anterior<br />

a la liberación<br />

formal de las Bacantes.<br />

Cuando todo era aún<br />

sujeto a las cerradas<br />

tinieblas del Abismo.<br />

Atrás queda el Objeto.<br />

El Objeto inicial<br />

develando sus formas.<br />

Inventando presencias<br />

futuras para ser.<br />

¡Es Dionisio quien canta!<br />

En él, la soledad<br />

es ya toda una humana<br />

conciencia que es angustia.<br />

¡Es ya un hombre! ¡Un dolor!<br />

Es Dionisio. ¡Dionisio!<br />

II<br />

¡Oh humano libertado!<br />

Cielo solo por donde<br />

la memoria transita<br />

arrastrando las sombras<br />

de su mentido ayer.<br />

—¿qué cosa harás ahora,<br />

con la sagacidad<br />

de tu yo conquistado?<br />

¿Del yo tuyo, liberto;<br />

liberto para siempre,<br />

como una maldición?<br />

Tú solo. Sí. Tú solo.<br />

Dios terrestre o ceniza.<br />

Raudo río de días.<br />

Apagado rumor<br />

de un agua que acontece,<br />

en torno del inmóvil<br />

presente en que yaces.<br />

(único tiempo tuyo.<br />

único y verdadero<br />

124


para testificar<br />

del mundo de las cosas).<br />

En ti es sólo el presente.<br />

Eternamente él.<br />

Lo demás, no es el tiempo.<br />

Es solamente un río.<br />

Un río solamente,<br />

donde tu imagen queda<br />

mientras las aguas siguen<br />

pasando, como siempre.<br />

III<br />

Desata, oh Dios, desata<br />

tu eternidad y clama:<br />

Es tu ebriedad que quiero<br />

y no la majestad<br />

glacial de los anillos<br />

que alrededor de ti<br />

colocan en señal<br />

de gracia funeraria,<br />

por la inmovilidad<br />

que –transitoriamente–<br />

te adjudica la Muerte.<br />

Tú eres ágil. Pues nada<br />

es más ágil que tú.<br />

Por esto te transformas<br />

cada estación y eres<br />

el joven Dios eterno<br />

de las resurrecciones.<br />

Del continuo volver.<br />

Ninguno es como tú.<br />

Ni ninguno tampoco<br />

posee el ebulliciente<br />

delirio de tu espíritu:<br />

fuente délfica en donde<br />

ruge la inmensidad.<br />

Ruge como el mar.<br />

IV<br />

Dame ahora la copa.<br />

La eterna copa viva.<br />

El redondel sin fondo.<br />

La subjetiva noche<br />

donde tus ojos vueltos<br />

FRANKLIN MIESES BURGOS | ANTOLOGÍA<br />

125


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

contemplan el obsceno<br />

vacío de la Nada.<br />

quiero entrar en el orbe<br />

de tus desolaciones.<br />

En la lúcida sombra<br />

donde chispean tus soles<br />

humanos de pasión.<br />

De furor y de muerte.<br />

(¡De muerte, sí, de muerte,<br />

porque también la muerte<br />

es un furor helado!)<br />

V<br />

¿quién ahora sus labios<br />

no apresta para un grito<br />

de terror o de angustia?<br />

¿Es Dionisio quien canta<br />

o es alguna otra voz?<br />

La noche tiene estrellas<br />

como peces el mar.<br />

Y el mundo<br />

no es el mundo.<br />

Es su sombra extendida.<br />

¡Su sombra! Nada más.<br />

126


De<br />

Presencia de los días<br />

Anillo de Dios<br />

FRANKLIN MIESES BURGOS | ANTOLOGÍA<br />

I<br />

Desvelado existir<br />

del extremoso amante que edifica,<br />

solícito de un ámbito de holgura,<br />

su más ancho universo en un anillo.<br />

(Orbe menudo de metal que grita,<br />

que solloza de lumbre enardecido,<br />

desde la humana torre que levanta<br />

su vigilia de sangre, su vigilia).<br />

Preciosa eternidad hecha sortija,<br />

maravilla que encauza su destino<br />

hacia una forma única y cerrada.<br />

¡Mundo poblado sólo por un dedo!<br />

¿quién se goza de ti? ¿quién labra un sueño<br />

de igual naturaleza<br />

en tu silencio mineral de siempre?<br />

¿quién es capaz de penetrar al fondo<br />

de tu desconocido<br />

o acaso fabuloso acontecer?<br />

¿qué solitario inclinará sus ojos,<br />

hasta llegar al alma<br />

deshabitada toda de tu espejo?<br />

II<br />

Te inventaré la historia que no tienes,<br />

el existir patético que ignoras,<br />

sólo con un decir<br />

de palabras amables que convienen.<br />

que precisan llegar<br />

a tu mejor sentir. O a la premura<br />

de ese rayo de sol –gozoso– que desciende<br />

por disipar su lumbre en tus orillas.<br />

Todo un río repleto<br />

de distintos objetos cotidianos,<br />

fluyendo desde el mundo desemboca<br />

en tumultuosa profusión de formas<br />

sobre la leve superficie tuya.<br />

127


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

Y es ya una estrella solitaria, un cielo<br />

de candorosos ángeles que pasan,<br />

camino de la noche de siempre o del olvido.<br />

La cabeza de un hombre en cuyas sienes<br />

el dueño del invierno, madrugando,<br />

vendimia lo peor de sus espigas.<br />

Un rostro transeúnte que se asoma<br />

tan sólo por mirar; una linterna<br />

donde el espectro de la luz provoca<br />

un despertar de mágicas serpientes.<br />

La aurora de una rosa amaneciendo<br />

por dentro de su misma transparencia;<br />

un pedestal, un nido, una bandeja;<br />

el fantasma de piedra de una torre,<br />

desde donde las horas van cayendo<br />

en perezosa lentitud de gota.<br />

O bien, sólo la sombra,<br />

la fugitiva sombra de un pájaro que cruza<br />

solitario, volando sobre el viento…<br />

III<br />

Alguna vez el mar<br />

viene también desmelenado en olas,<br />

en verdeoscuro corazón de algas<br />

o en frágil mármol de vencida espuma.<br />

Alguna vez el mar<br />

viene también desposeídamente,<br />

en voluntaria soledad de agua,<br />

sólo fiel a la lumbre de su cuerpo,<br />

de su cristal unido a cielo entero,<br />

desnudo en sencillez de espacio grande.<br />

Nada queda por ver a tu mirada<br />

de lámina tendida a que converge<br />

un concurrir de jubilosas fuentes.<br />

A veces son figuras<br />

que llegan hasta ti, no sé de donde.<br />

Elementos de un Greco ironizado,<br />

fugaces estructuras<br />

de inauditas presencias luminosas,<br />

que pugnan por herir la córnea insomne<br />

del inédito ojo con que miras.<br />

128


FRANKLIN MIESES BURGOS | ANTOLOGÍA<br />

En otras, sólo un cielo desolado,<br />

un mundo sin memoria en que el olvido<br />

–solitario lo mismo que una estatua–<br />

edifica su rostro en el vacío.<br />

Y nada ocurre entonces por tu cauce<br />

de apretado metal enceguecido:<br />

la absorta transparencia de un espejo<br />

colocado delante de la nada<br />

viene a tu ser, como paloma oscura,<br />

parecido a silencio sin pupilas,<br />

a noche desatada que te cubre,<br />

que te llena de sí, y te aniquila…<br />

Viene la noche y permanece tuya<br />

por una inmensidad que es agonía;<br />

que es muerte y abandono en la negrura<br />

de un existir inútil del que ha huido<br />

la cotidiana brega de la vida…<br />

IV<br />

Pasó la muerte y te cerró los ojos.<br />

Todo es ahora en tu metal: olvido.<br />

Cerrada noche en que la sombra cubre<br />

la fina soledad de tus orillas.<br />

huyó la luz como lebrel herido;<br />

huyó de ti hacia su propio cielo.<br />

Nada acontece en el caudal que ocultas<br />

bajo el cristal de tu apagado río.<br />

Tu cuerpo yace ahora en otro goce<br />

nacido a la delicia de lo inerte.<br />

Ciego total, sin fábula de lumbre,<br />

desposeído del antiguo brillo,<br />

ya ausente de la luz y sin noticia<br />

de aquella realidad que a ti fluía,<br />

como un agua purísima del mundo.<br />

Y es un secreto a voces tu secreto;<br />

casi nacen campanas que lo anuncian<br />

desde la limpia desnudez del aire.<br />

Sólo yo que te invento ignoro el nombre,<br />

la sonrisa leal, el gesto puro,<br />

de aquél que entre sus manos te sostiene,<br />

en amorosa eternidad suspenso.<br />

129


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

Las dos rosas<br />

“Pero nunca sabremos<br />

lo que la rosa es fuera de nosotros”<br />

Leopoldo Marechal.<br />

I<br />

La rosa del jardín.<br />

La simple rosa fácil para todos,<br />

al tallo del rosal, crucificada.<br />

La que asomada pública y desnuda,<br />

al borde de la brisa vocifera<br />

como el mejor pregón de su perfume.<br />

La rosa muerta<br />

en su nacer más pronto…<br />

Rosa mortal<br />

de vida transitoria.<br />

Pequeño sol botánico encendido.<br />

¡Cerrado nudo de color y aroma!<br />

La que varada a orillas de sí misma,<br />

a orillas de sí misma se abandona<br />

hacia la fina levedad del aire.<br />

La rosa mariposa encadenada<br />

a su única forma llevadera.<br />

Aquella vegetal rosa que sueña<br />

con un viajero corazón de alas.<br />

La distraída rosa sin memoria.<br />

La rosa que se olvida de la oscura<br />

proletaria raíz que la levanta.<br />

La que empieza a morir todos los días,<br />

en su ataúd de pétalos atados,<br />

con el solo contacto jubiloso<br />

del ojo enamorado que la mira.<br />

La rosa estatua de sí misma erguida<br />

sobre su verde pedestal de hojas:<br />

intacta forma, material, sin fuga.<br />

La rosa soledad desgarradora,<br />

entre sus propios límites<br />

cautiva.<br />

130


La rosa eso: ¡nada más que rosa!<br />

Sola y externa, estricta y objetiva,<br />

en su hueca presencia realizada.<br />

La otra rosa también,<br />

la simulada:<br />

fantasma corporal de otro fantasma,<br />

rostro espectral donde el color tan sólo<br />

suscita otra mentira,<br />

otra historia banal que se deshoja<br />

en torno a la ilusión de los sentidos.<br />

II<br />

Ninguna de estas rosas<br />

de afuera, es la rosa.<br />

La íntima. La rosa recatada<br />

en su existir más hondo y verdadero.<br />

¡La que el ángel defiende con su espada!<br />

La obscura rosa abstracta,<br />

la ambiciosa sugestiva palabra que edifica<br />

múltiples formas de su propio origen.<br />

La rosa del poeta,<br />

fidedigna.<br />

FRANKLIN MIESES BURGOS | ANTOLOGÍA<br />

La que nace de sí para quebrarse<br />

en diferentes orbes y cometas.<br />

Cuando la rosa del rosal perece,<br />

esta rosa de sangre resucita.<br />

Torna a buscar su eternidad de siempre<br />

al labio conmovido que muriendo la nombra por su nombre.<br />

que dice rosa sólo y aparece<br />

un bello rostro inmaterial, herido;<br />

una forma tan leve, que en el viento<br />

su cuerpo no fatiga.<br />

Inespacial presencia de un objeto<br />

de pura irrealidad que construimos<br />

para goce y deleite de ese amoroso dios de soledades<br />

que clamando, por dentro nos habita.<br />

131


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

Flor de sueño<br />

Aquella jubilosa flor de nadie,<br />

solitaria abstracción de los espejos.<br />

Paloma de la sangre desatada<br />

que en la fugaz iniciación del vuelo<br />

llena su eternidad de claridades.<br />

Hablo de aquella flor<br />

onírica, sin dueño. De aquella<br />

leve flor de irrealidades<br />

que va cayendo sola desde el sueño.<br />

Rostro de soledad entre sollozos,<br />

entre carne que grita por el cielo.<br />

Palabra que en el aire muere sola,<br />

abandonada de su propio cuerpo.<br />

Flor ideal<br />

sin tierra labrantía<br />

para sembrar la oscura,<br />

desolada semilla de su eco.<br />

¿qué desvelado arcángel desentierra<br />

de la noche total tu cabellera?<br />

Ese río que nunca desemboca,<br />

que no sale jamás de sus arenas,<br />

del lecho inmaterial donde reposan<br />

sus tenebrosas aguas de tinieblas…<br />

¡Hablo de aquella flor,<br />

única flor!<br />

huésped leal que hospeda el pensamiento<br />

en su sonora inmensidad sin mundo,<br />

suscitada presencia en el recuerdo.<br />

Flor que no es<br />

y sin embargo alumbra<br />

su descarnada imagen de fantasma,<br />

de ceniza que triunfa de la muerte.<br />

Cuando la rosa muere<br />

Cuando la rosa muere<br />

deja un hueco en el aire<br />

que no lo llena nada:<br />

132


ni el eco que sepulta<br />

su desolado rostro en otra arena,<br />

ni la luz que va sola<br />

en río transparente<br />

hecho por serafines,<br />

ni la sombra que es ala<br />

de un pájaro de nieblas<br />

nacido sobre el viento.<br />

Cuando la rosa muere<br />

deja un hueco en el aire<br />

que no lo llena nadie.<br />

Sólo el llanto lo anega<br />

con sus blancas estatuas<br />

de sal petrificada,<br />

con sus astros caídos<br />

y sus nubes viajeras;<br />

sólo el llanto lo anega<br />

–redondo como un nido–<br />

para acunar tu pena.<br />

FRANKLIN MIESES BURGOS | ANTOLOGÍA<br />

133


Sonetos<br />

COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

<strong>Poesía</strong><br />

Justa Precisa Estricta Estructurada<br />

Concisa Vaga Leve Estremecida<br />

Amorosa Sensible Apasionada<br />

Desnuda Reluciente Amanecida<br />

Solitaria Profunda Desolada<br />

Fresca Primaveral humedecida<br />

Telúrica Celeste Idealizada<br />

Infinita Finita Sorprendida<br />

Atenta Desvelada Vigilante<br />

Cavilosa Serena Delirante<br />

humana Religiosa Grave Impía<br />

Enigmática Franca Misteriosa<br />

Entrañable Ligera Vaporosa<br />

única Eterna Universal <strong>Poesía</strong>.<br />

Humilde mayo<br />

Mayo trajo la flor. La milagrosa<br />

palabra vegetal que arrulla el viento.<br />

Mayo pobló su propio firmamento<br />

con la sola presencia de una rosa.<br />

Yo la miré ascender tan jubilosa<br />

a su pequeño, débil, monumento,<br />

que fue como si viera el nacimiento<br />

de una terrestre aurora luminosa.<br />

Era su viva lumbre madrugada<br />

una encendida hoguera encarcelada<br />

en el cielo cerrado de su esfera.<br />

única roja rosa amanecida.<br />

Rosa de una estación empobrecida.<br />

¡Sólo con ella fue la primavera!<br />

Rosa en vigilia<br />

Rosa en vigilia que delira en vano<br />

desde el alto silencio de su orilla.<br />

Aurora vegetal que maravilla,<br />

más cerca de lo azul que de lo humano.<br />

134


Rojo fanal en la delgada mano<br />

del tallo que sostiene la sencilla<br />

luz que prende su sol, en la semilla<br />

oscura de su hondo meridiano.<br />

Para ti la palabra iluminada<br />

por donde alza plástica la vida<br />

su soledad más viva y perfumada.<br />

Ninguna forma igual a tu desgaire<br />

para ser como tú, sólo una herida<br />

abierta y desangrándose en el aire.<br />

Viva muerte<br />

huésped del cuerpo humano que me cierra<br />

en mortales mortajas hospedado,<br />

transito con mi ser resucitado<br />

como una viva muerte, por la tierra.<br />

Y cuanto miro en torno es una guerra<br />

suscitada en un tiempo limitado,<br />

por donde va cayendo derramado<br />

el instante de vida que la encierra.<br />

Sólo de muerte en muerte caminando.<br />

Sólo de vida en vida cada día<br />

igual que una semilla germinando.<br />

Va mi vivir hacia su cielo incierto<br />

llevando, sin saber, en su agonía,<br />

la muerte en vida y con la vida, muerto.<br />

El río<br />

FRANKLIN MIESES BURGOS | ANTOLOGÍA<br />

Con su húmeda espada reluciente<br />

(caballero de niebla y de rocío)<br />

camino que camina pasa el río,<br />

solitario, desnudo y transparente.<br />

Desde su pie descalzo hasta su frente,<br />

como clavada hoja en el vacío,<br />

sube a su piel un hondo escalofrío<br />

de misterioso hielo permanente.<br />

En torno de la luz que le enajena<br />

(desolada, metálica, de cobre)<br />

hay una voz oculta que resuena.<br />

135


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

Por esta voz que eterna le reclama<br />

hacia la inmensa soledad salobre,<br />

¡su corazón de agua se derrama!<br />

A la sangre<br />

Agua de soledad, agua sin ruido,<br />

desatado cristal de pura fuente.<br />

Agua que va cayendo interiormente<br />

en mi cielo más hondo y escondido.<br />

¿qué misterioso viento sumergido<br />

tu natural hechura de torrente<br />

transfigura ideal y simplemente<br />

en un rojo clavel enardecido?<br />

hay un íntimo dios que te construye.<br />

El mismo dios que lento de ti fluye<br />

por los labios abiertos de la herida…<br />

Vivo clavel humano que perdura<br />

sujeto por la leve arquitectura<br />

de la fugaz estatua de la vida.<br />

136


Homenaje a Sor Juana Inés de la Cruz<br />

Vida<br />

I<br />

“¡Oh cielo riguroso! ¡Oh triste suerte!<br />

¡Que tantas muertes das con una muerte!”<br />

FRANKLIN MIESES BURGOS | ANTOLOGÍA<br />

El cielo destruido por que llora<br />

mi acongojado corazón humano,<br />

no es ese mismo cielo cotidiano<br />

donde el rostro del tiempo se cobra.<br />

El hondo cielo que mi ser añora<br />

por ser de íntimo sol su meridiano,<br />

ese cielo cayó desde mi mano<br />

hacia una eterna noche, sin aurora.<br />

Nada queda de él; sólo el recuerdo<br />

a mitad del camino en que me pierdo,<br />

alza el hueco fantasma de su nombre.<br />

¡Cielo mejor, del ser, en su mañana!<br />

A cambio del sabor de una manzana,<br />

perdido para siempre por el hombre.<br />

II<br />

“Quién a las llamas del amor no muere”<br />

que es el amor en todas las edades<br />

del ser que valeroso lo frecuenta,<br />

una oscura semilla que fermenta<br />

en etapas de calma y tempestades.<br />

Más dado a lo irreal que a realidades<br />

del suelo material donde se asienta,<br />

va como oveja dulce que apacienta<br />

en prados de celestes claridades.<br />

Arquitecto del cielo que idealiza:<br />

arde desde la lava a la ceniza<br />

de sus propios volcanes desatados.<br />

Hasta que por el fuego que lo inflama<br />

es consumido, por la misma llama,<br />

“¡en soledad de dos acompañados!”<br />

137


Pasión<br />

COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

I<br />

“Que del arte ostentando los primores”<br />

Allí, donde hay un ángel que revela<br />

su celeste palabra iluminada,<br />

allí mi alma eterna se desvela<br />

sola, de madrugada a madrugada.<br />

Por esa voz eterna que se anhela<br />

verla en carne de estatua edificada,<br />

hay una fría caricia que la hiela<br />

y un fuego que la enciende en llamarada.<br />

No da el ángel su voz porque<br />

la tira desde el alto desolado clima<br />

de la noche cerrada en que delira.<br />

hay que bajar del cielo a lo más hondo,<br />

presintiendo el hallazgo de la sima,<br />

a recoger su voz, que está en el fondo.<br />

II<br />

“Con falsos silogismos de colores<br />

es cauteloso engaño del sentido”<br />

Este tacto solícito que abruma.<br />

Este vivir más hondo en los sentidos<br />

va descubriendo cielos escondidos,<br />

nuevos mares ocultos en la espuma.<br />

Ignorados espacios por la pluma<br />

de misteriosos pájaros caídos,<br />

mundos de claridades suspendidos<br />

tras la noche pequeña de la bruma.<br />

Nada perdura inédito al contacto<br />

de este absorto mirar inquisitivo<br />

de las pupilas íntimas del tacto.<br />

Así de mi interior huyen las nieblas,<br />

porque si ciego para el mundo vivo,<br />

lleno de luz estoy en mis tinieblas.<br />

Muerte<br />

“Bella ilusión, por la que alegre muero”<br />

Llueve mi soledad de noche oscura,<br />

de eslabones de sangre desatados.<br />

138


Y una más alta claridad fulgura<br />

debajo de los párpados cerrados.<br />

Todo fuera de mí se hace negrura,<br />

amasijo de lienzos apretados,<br />

donde no es necesario ni perdura<br />

el aire de los cielos libertados.<br />

La luz que irrumpe súbita en la sombra<br />

de nuestra humana claridad terrena,<br />

como un destello lívido que asombra.<br />

Esa lograda claridad postrera,<br />

llena de eternidad y de mí llena,<br />

¡es la única lumbre verdadera!<br />

FRANKLIN MIESES BURGOS | ANTOLOGÍA<br />

139


De<br />

COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

Demonio de ceniza<br />

Demonio de ceniza<br />

Demonio de ceniza…<br />

Criatura a quien el fuego le dio su último nombre:<br />

¿en cuál cerrado anillo del humano existir<br />

se debate, furiosa, tu impotencia;<br />

ese golpear insomne de campana que clama perdida en sus tinieblas;<br />

grito de bestia herida<br />

que muriendo denuncia desesperadamente su agonía,<br />

esa su oculta muerte merecida?<br />

Demonio de ceniza<br />

a quien el dulce viento de Dios no eleva al cielo,<br />

mar que cierra en sí mismo sus últimas orillas.<br />

¿Cuál encono terrestre oscurece la noche de tu cielo por dentro?<br />

¿Es que anhelas acaso cambiar a voluntad la noche de tu origen<br />

o suscitar laureles aún sin verdecer para tu torva frente?<br />

Demonio de ceniza…<br />

Cielo apartado y solo como el cielo<br />

la gloria es un rumor que llega desde fuera,<br />

un mar enardecido cuyas olas se abaten al pie de las estatuas,<br />

eco donde la noche terrible del olvido también irá cayendo,<br />

nada más que un rumor,<br />

un lejano rumor salido de otros labios,<br />

inaprensible voz donde un júbilo niño apenas ilumina su sonrisa.<br />

Demonio de ceniza…<br />

Presencia y realidad de lo incompleto.<br />

No hay cielo que soporte gozoso tu osamenta,<br />

el hielo de tus manos; no hay cielo que se mire sereno por tus ojos,<br />

ni aun aquel en que crecen desmesuradamente las semillas del odio.<br />

(Cielo para la muerte total de la lealtad del hombre)<br />

¡Demonio de ceniza<br />

a quien el dulce viento de Dios no eleva al cielo!<br />

Saber no es repetir el nombre terrestre de las cosas.<br />

Tampoco es recoger como un mendigo el eco caído de otras voces,<br />

ni cosechar en huerto de ajena sementera,<br />

una escuálida fruta en donde lo infecundo fermenta su amargura.<br />

Saber es sepultar un nombre en lo más hondo.<br />

Tal vez una palabra de amor únicamente.<br />

140


Saber es el pensar de un dios desmemoriado<br />

que tiene que inventarse continuamente el mundo.<br />

hay una edad que pone solícita su tiempo de amor al crecimiento:<br />

no se salta de ésta ni se engaña tampoco lo que viene del árbol<br />

madurando por dentro. Aquella savia suya<br />

de vigoroso aliento que lo ensancha,<br />

que lo abre en conciencia y en plenitud de fruto.<br />

Ello sabe de siempre.<br />

Pero el árbol jamás lo precipita.<br />

—¡he aquí toda la fuente de su sabiduría!<br />

Su realidad no excluye –para ser– la presencia<br />

de ningún otro árbol igual que le acompañe:<br />

él es, y goza en ser de un modo leal y suficiente.<br />

Demonio de ceniza:<br />

tú no estás en el árbol,<br />

en esa edad sensible de los brazos abiertos.<br />

No te das generoso como la espiga al viento;<br />

y es por esto que hay algo que te niega a ti mismo<br />

por la voz, cuando cantas; algo amargo que a todos<br />

te denuncia lo mismo que el cristal de un espejo;<br />

algo oscuro e insondable en su propio designio,<br />

que te hace morder con diente de rencor<br />

tu propia sedienta primavera…<br />

Demonio de ceniza:<br />

¡nada vale en la tierra<br />

si no ha sido amasado con nuestra propia sangre!<br />

¡Nada es útil al hombre si no sale de él por la piedad y el llanto!<br />

Propiedad del recuerdo<br />

FRANKLIN MIESES BURGOS | ANTOLOGÍA<br />

Sujeto por designios redondos como anillos,<br />

como aros profundos enroscados en torno de su propia osamenta.<br />

Entre una muda carne cerrada y sus marfiles.<br />

Sin huir de la orilla,<br />

de la cálida tierra más próxima a la noche primera de su muerte.<br />

Desesperado e inmóvil<br />

hecho de insomnes pájaros azules y cadenas.<br />

Sin el más leve atisbo de un objeto de fuga real, de una salida<br />

para su sed distante de labios y gargantas.<br />

Sino de un agua última, espiritual, compuesta de espacios, de cometas.<br />

141


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

Seguido de una huella descalza, de una sombra<br />

que reclama el sonido de su voz más antigua.<br />

Entre edades por donde desemboca jadeante, sudoroso, corriendo<br />

el furioso caballo de nieblas que galopa debajo de su instinto;<br />

debajo de la espuma sin rostro, de la ola<br />

soberbia que se bate contra el rojo arrecife<br />

de su pulso más hondo.<br />

Exactamente entonces, por igual, como siempre:<br />

en el instante mismo en que estrujó sus ingles calientes sobre el orbe,<br />

sobre el mundo pequeño, todavía sin nombre de una sola manzana.<br />

hora oscura en que el ángel –enardecidamente–<br />

se arrancó los cabellos<br />

y no tuvo en su angustia más cómplice de lumbre que el espejo del agua,<br />

que el cristal donde siempre se ahoga una paloma de amor, una guitarra.<br />

En ese mismo instante de estupor solitario,<br />

de uñas recién crecidas, de íntimos dedos largos<br />

con que el horror procura descubrir una estatua de silencio en el barro.<br />

En ese mismo instante, fue subiendo a su árbol, a su más propia rama,<br />

en donde latía oculta la gota milenaria de su última sangre,<br />

de su más vieja tribu de lágrimas reunidas…<br />

142


Sin mundo ya y herido por el cielo<br />

Imploración<br />

Tema<br />

FRANKLIN MIESES BURGOS | ANTOLOGÍA<br />

Sin mundo ya y herido por el cielo<br />

voy hacia ti en mi carne de angustia iluminada,<br />

como en busca de otra pretérita ribera,<br />

en donde serafines más altos y mejores harán por ti más blanco y preferible<br />

éste mi humano corazón de tierra.<br />

¡Oh tú, la que sonríes magnífica y sublime<br />

desde tu eternidad desfalleciente! En tu vértigo de altura dolorosa,<br />

parte mi vida en dos como tus trenzas.<br />

No quiero que te digan ya más: ¡mira tu hijo!<br />

El de tu humilde barro fabricado con sus hondos infiernos y sus cielos<br />

en la terrible noche de sus polos,<br />

muriendo sin morir, petrificado y solo.<br />

Tu hijo de tierra y de huracanes hecho, en la unidad universal del cosmos;<br />

tu hijo, el de las briznas de fuego y los cantos<br />

en su sumergida isla de llanto y de dolores.<br />

El que te mira a ti, transfigurado, en clima de distintos hemisferios,<br />

uno y plural ¡en tu palabra eterna!<br />

Aquí, compañero impasible, aquí:<br />

donde todos los cuerpos creados se procuran; aquí donde se buscan<br />

los cuerpos y se encuentran lo mismo que la imagen<br />

que en procura va siempre de algún vidrio inmediato,<br />

como una flor marina sujeta por los ocho tentáculos del pulpo,<br />

lo mismo que una estrella mordida por el diente nevado de su cielo;<br />

materia fija y dura; materia desde donde<br />

crecen mil manos largas para sólo agarrarse;<br />

para sólo buscarse<br />

en presencia de un mundo que tan sólo es presencia,<br />

color, forma y substancia de un mismo y continuo ardoroso contacto<br />

hecho de superficies varadas a la orilla,<br />

callada y solitaria<br />

de la noche del aire.<br />

Aquí, compañero impasible, aquí:<br />

donde todas las hojas urgidas por el fuego de una terrible ansia<br />

van buscando la carne desnuda de la brisa con sus labios de lanza;<br />

aquí donde el anillo tiene un sueño de dedos<br />

alzados como cinco columnas suplicantes,<br />

y el mar es sólo un ojo,<br />

un ojo melodioso con riberas de espumas para mirar el cielo.<br />

143


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

Aquí donde las yerbas van pensando tan sólo<br />

cómo hundirse hasta el fondo de la entraña terrestre,<br />

¡yo no quiero encontrarte cuerpo sólo y presencia!<br />

¡yo no quiero encontrarte concreta o sucedida<br />

de otro modo distinto que no fueras de sueños,<br />

que no fueras de nube, de estupor o de grito,<br />

en la isla profunda de mi llanto enterrada!<br />

Aquí no quiero hallarte: posible; realizada; aquí no quiero hallarte,<br />

porque yo sólo busco, tu no ser en las cosas para ser en mi esencia,<br />

para ser en mi árbol, en mi poblada selva de raíces muy hondas,<br />

por donde están fluyendo las aguas luminosas de otro cauce del mundo<br />

sin estatuas perennes sonreídas al fondo.<br />

¡Oh dulce voz crecida del tamaño de un nombre!<br />

¡De la misma estatura de una pena callada!<br />

Sin labios todavía donde sembrar sus letras,<br />

los signos expresivos para su oscura y nueva<br />

subterránea vendimia de maduras angustias,<br />

en donde nunca, nunca, hallarán las semillas de sus extraños frutos.<br />

Pues para hacer tu risa que nunca había nacido,<br />

¡cuántos nardos hubieron de morir en el alba!<br />

¡Cuántos granos de arena<br />

en la margen opuesta del litoral del mundo!<br />

Desde el dolor primero que nació con nodriza de afiladas espinas,<br />

hasta el llanto sepulto de las piedras sin ojos,<br />

de las rosas sin alas,<br />

¡todo ha sido un anhelo de epidermis heridas!<br />

Todo ha sido un continuo y furioso buscarse<br />

entre cuerpos y cuerpos de una terrestre carne de cielo despoblada,<br />

en donde a toda hora una soberbia soledad rugía,<br />

o un enorme silencio terminaba.<br />

¡Ay! ¿De qué pecho caliente de huracanes marinos<br />

viene ese oscuro viento? ¿Viene ese oscuro viento<br />

para mesar los finos cabellos de las rosas que nacen en los pechos,<br />

que nacen en las manos<br />

y mueren en los blancos jardines de los dientes?<br />

Ese viento es el viento eterno del contacto del mundo con las cosas.<br />

El formidable viento que hace girar de amor al universo entero:<br />

desde el pequeño germen oculto entre las hojas<br />

hasta la fe de aquellos que no mataron nunca su alma ni sus ojos.<br />

Aquellos que han seguido creyendo que la brisa es un ala tendida,<br />

y la noche, una negra paloma degollada más allá de las sombras.<br />

144


(Impenetrables sombras de donde muchas veces<br />

descienden en legiones mis musicales ángeles borrachos)<br />

Los que ya van sin cuerpo porque se despojaron en el propio camino<br />

que retorna del mundo de su íntimo llanto;<br />

los que van siempre heridos de paisajes por dentro,<br />

éstos únicamente quedarán liberados de la terrible lucha<br />

del humano contacto,<br />

en el que cada objeto creado es como un brazo,<br />

una garra tendida hacia otra presencia de su ser inmediata.<br />

¡que nada estará libre del sentido del tacto!<br />

¡que nada estará libre del crecido sentido!<br />

Ni la hormiga ni el cardo;<br />

ni la estrella ni el nido;<br />

ni la tierra ni el agua,<br />

ni la noche ni el aire;<br />

ni la selva que muere en un ardiente pecho de pezones flotantes;<br />

la boca que ríe encendida de rojos claveles a lo lejos,<br />

ni los ojos tampoco,<br />

en donde un agua oscura va llena de sonámbulos violines delirantes,<br />

ni esas claras gotas del celeste rocío,<br />

en donde un dulce cielo de pájaros habita.<br />

¡Que nada estará libre del firme y decidido clamor de su mandato!<br />

¡que nada estará libre!<br />

Ni el asno pensativo ni la piedra callada;<br />

ni el silencioso amante enamorado;<br />

ni la madre ni el hijo,<br />

ni tú, que has sido hecha de ardorosas palabras,<br />

en medio de los rubios arcángeles dormidos.<br />

¡que nada estará libre!<br />

Aquí, en esta tierra, en este mismo espacio en que morimos<br />

en una eterna muerte, sin reposo.<br />

Presagio<br />

FRANKLIN MIESES BURGOS | ANTOLOGÍA<br />

Yo estoy muerto con ella<br />

sin rumoroso llanto de azucenas,<br />

desde un pecho que extingue sus ardientes cenizas,<br />

desde la misma rosa de hielo en que ella habita,<br />

desde la misma niebla donde sus ojos miran la soledad del mundo,<br />

desde todas las cosas –inevitablemente– yo estoy muerto con ella.<br />

No valen los clarines que golpean desde el fondo terrible de los sueños;<br />

no valen los clarines con el eterno y duro gemir de sus cristales<br />

145


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

de amor resquebrajados;<br />

no vale nada ahora desde que ella se ha ido:<br />

ni el musgo que nos brinda su refugio tranquilo,<br />

ni la amarilla voz de los otoños,<br />

ni la piedra ni el nardo, ni la arcilla madura<br />

donde moldea el silencio su recóndita estatura;<br />

no vale nada ahora desde que ella se ha ido…<br />

A la orilla del llanto sereno de la noche,<br />

a la orilla del llanto donde caen las estrellas,<br />

no sé desde que sombra yo escucho sus campanas<br />

(palabras que se han ido de amor entre las gentes).<br />

Yo estoy muerto con ella<br />

–inevitablemente– desde todas las cosas que ignoren su presencia:<br />

el mar… la tierra… el viento…<br />

La brizna más pequeña que esté lejos de ella.<br />

La que no haya podido colgar su primavera<br />

furiosa de sonrisas o de besos<br />

sobre el mármol sonoro que le cubre la frente,<br />

el traje que no tiene,<br />

los ojos con que mira,<br />

o esas lluviosas manos donde vienen<br />

a reposar en ella los astros sonrientes…<br />

Yo estoy muerto con ella –inevitablemente– desde donde su pena estremecida grita,<br />

donde un río como ella pasa callando siempre.<br />

Primera variación<br />

¿De qué cielo distante, solitario, sin nombre,<br />

aquella espada vino desnuda como un río?<br />

¿Aquella muda espada tan fría como el vidrio desolado del aire,<br />

tan honda como el agua sin riberas del llanto,<br />

donde el dolor agita su inmensa cabellera?<br />

Para que se quebraran tus senderos de aroma<br />

hubieron de habitarle caracoles al viento,<br />

arenas retorcidas como torres de humo,<br />

como manos oscuras,<br />

como terribles dientes,<br />

hubieron de habitarle para siempre.<br />

¡Rosa muerta sin llanto de campanas de bronce!<br />

¡Isla sola, sin nubes sobre el rosal anclada!<br />

¡Mariposa sin alas, cuyo sueño era el cielo!<br />

Por tus propias raíces tendidas como escala:<br />

—¿habrá, para morirte, que nacer un lucero?<br />

146


Pero no fue la muerte helada, sino el beso, el gemido profundo<br />

de tus propias espinas, quien apagó la aurora vegetal de tus pétalos.<br />

Pues ya desde un antiguo dolor tú te morías.<br />

Te morías por dentro –como todos– un poco.<br />

Segunda variación<br />

Ahora que en mí siento la inconmovible eternidad gritando,<br />

como un árbol erguido, como una oscura piedra caída en lo profundo<br />

en un grito que cobra su precisa medida de estatura de cielo.<br />

Ahora que en mi carne yo sé que está esculpiendo<br />

la soledad su estatua de silencio,<br />

porque no soy un bosque, sino un hombre<br />

limitado en la forma de su humana presencia.<br />

Devuélveme mi mar de otras edades, mi fino mar de vidrio transparente,<br />

desmelenado igual que los leones,<br />

con su náufrago cielo solitario en la aurora salobre de sus conchas,<br />

con sus yodos terribles, sus salitres de milenarios miedos oxidados<br />

en el bronce sonoro de sus negras campanas.<br />

¡Mi mar!<br />

¡Mi viejo mar,<br />

poblado todo de corales profundos y tenebrosos légamos primarios!<br />

El que vive aún en mí –petrificado–<br />

en olas submarinas de pretéritos llantos congelados.<br />

El mar que no se ha ido,<br />

porque en mí está varado como en el tallo del rosal la rosa,<br />

como mi corazón, sobre la tierra.<br />

¡Oh! Dame tu oscura lámpara de sombras.<br />

quiero irme de nuevo desnudando hasta volver al mar<br />

y ser sus olas…<br />

Tercera variación<br />

FRANKLIN MIESES BURGOS | ANTOLOGÍA<br />

¡Oh llanto inagotable de no saber en dónde sembrar nuestras palabras!<br />

Nuestros signos sin nombres designados,<br />

seco árbol en donde<br />

no crece ningún sueño, ninguna voz vibrante, madrugada tampoco<br />

en el cielo remoto de los otros vocablos,<br />

de los otros sollozos caídos en el coro celeste de los ángeles.<br />

¡Reino éste cerrado, igual que los melones!<br />

¡Negro como la entraña profunda de la tierra en que habitamos todos,<br />

con el solo destino vegetal de las ramas,<br />

147


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

de los troncos que existen mordidos por la tierra,<br />

sin ayer, sin mañana, sino siempre!<br />

—¿No crees que como ellos también hemos vivido<br />

desde el espanto mudo de nuestra inmensa y honda desolación humana?<br />

Alguien conmigo ahora no obstante lloraría<br />

mi ruiseñor de luna,<br />

muerto de soledad entre los lirios, si no fuera por esa<br />

pared hecha de manos, de uñas y de dedos, de bocas y de dientes.<br />

en donde todo acto<br />

realizado se queda como una flor herida,<br />

como una cabellera destrozada,<br />

lo mismo que una estrella, sobre su cielo, muerta.<br />

Estamos frente a frente<br />

de una eterna verdad que nos derrumba a todos<br />

como a livianas torres,<br />

como a espigas quebradas por la mano del viento;<br />

ni tú ni yo podremos abrir un solo surco para sembrar su sombra,<br />

su endurecido aliento.<br />

Todos hemos crecido debajo de su cielo.<br />

Todos hemos crecido<br />

y ahora nuestros pechos tocan el rojo fuego crepitante.<br />

que incendia sus cabellos tendidos sobre el mundo.<br />

—¿Somos ceniza o brasa para el tiempo feliz en que lloramos?<br />

¿Somos ceniza o brasa? ¡Ni tú ni yo sabemos!<br />

Conclusión<br />

¿qué descarnada mano de arcángel o demonio<br />

en la insondable noche donde termina el mundo<br />

me está cerrando siempre tu ventana más alta?<br />

¿Esa ventana tuya por donde yo he querido lanzar mi último grito,<br />

mi más pesada piedra de soledad crecida?<br />

No es con trino de pájaros tirados a la orilla desolada del viento,<br />

con que yo quiero hacer<br />

la música seráfica de tu inefable nombre;<br />

no es con trino de pájaros ni con temblor de agua recién amanecida<br />

con que yo quiero hacer la selva de rumores que puebla tus cabellos,<br />

la sumergida arena que cruje temerosa por dentro de tus pétalos,<br />

en donde alguna playa solitaria<br />

agoniza de albatros y de espumas;<br />

no es con trino de pájaros, sino con tierra y hojas,<br />

148


FRANKLIN MIESES BURGOS | ANTOLOGÍA<br />

con buriles oscuros de espanto y de ceniza,<br />

en donde otras campanas<br />

–sin torres ni palomas–<br />

vayan tocando solas, vayan tocando solas sobre el mundo.<br />

Yo sé que el cristal tiene detrás de la perenne sonrisa de su cielo<br />

otros cielos despiertos madrugados de voces,<br />

madrugados de lirios en otras primaveras distintas a tus flores,<br />

y que no es éste ahora<br />

el más preciso instante para arrancarle sordas palabras a las sombras;<br />

a ese universo tuyo,<br />

en donde arrodilladas están todas las cosas.<br />

Yo tendré que buscarte de nuevo en mis confines: ¡rosa propia o estrella!<br />

Yo tendré que buscarte: ¡quizá sombra caída de crespones espesos!<br />

Pero siempre mordida, toda mordida siempre de realidades mías.<br />

Sin embargo ya nunca podrá venir la muerte para llevarte ahogada.<br />

Sin embargo ya nunca habrá quien te destruya de amor o te deshaga<br />

de la más pura infancia donde enterraste todas tus raíces oscuras.<br />

Un soberbio verano te ha clavado en la entraña terrestre de mi cielo;<br />

un soberbio verano, y ya –siempre desnuda–<br />

estarás para el fuego de mis besos humanos,<br />

resuelta para el ansia de tenerte en mis labios,<br />

en donde mil demonios habrán de recibirte terribles y voraces,<br />

con un fino y hambriento presente de marfiles.<br />

No importa que te sueñe o piense trastornada.<br />

No importa que te mire en otras más profundas soledades,<br />

mi amor te irá siguiendo tendido como un brazo,<br />

te irá siguiendo siempre<br />

tras todas las mudables presencias en que habitas:<br />

oruga, pez o nube; luna que irá alumbrando por otros cielos altos,<br />

por otras más lejanas riberas desoladas,<br />

en donde sólo el viento de cerca te persiga,<br />

allí estará mi brazo; allí estará mi brazo como un odio crecido,<br />

como una inmensa torre para ceñir tu talle,<br />

tus tenebrosas trenzas, tu aliento desvaído;<br />

allí estará mi brazo partiendo tus corales,<br />

las auroras enanas de tus dorados senos de amor recién nacidos;<br />

hurgando en las ocultas ciudades de tus manos,<br />

en donde algún prodigio irá de nuevos soles lejanos despertando,<br />

el cielo que dormita pequeño en tus anillos.<br />

Allí estará mi brazo:<br />

mi cuerpo se habrá ido hacia otras torturas;<br />

hacia otras cadenas más hondas y distantes se habrá ido mi cuerpo.<br />

149


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

Sabrá Dios por qué rutas mortales irá huyendo con los ojos vacíos<br />

como un árbol perdido,<br />

lo mismo que una oscura semilla siempre sola muriendo!…<br />

¡Pero mi brazo no;<br />

mi brazo estará aquí, al lado tuyo,<br />

soberbiamente siempre, como una eternidad clavada en su destino!<br />

150


De<br />

Clima de eternidad<br />

Prometeo mortal<br />

FRANKLIN MIESES BURGOS | ANTOLOGÍA<br />

Ellos todos se irán cuando la nueva luz intrépida levante<br />

del uno al otro lado sus traslúcidas lámparas matinales de vidrio<br />

por dentro de la noche sonámbula que aún siembra<br />

negras rosas de sombras a la orilla del viento donde llueven violines,<br />

donde llueven guitarras de musicales cuerdas como gotas de río.<br />

Ellos se irán cantando, cantando alegremente,<br />

cuando ya madrugada la mañana disponga de un par de golondrinas<br />

que humanicen de alas temblorosas el rostro inhumano del cielo.<br />

Se irán enardecidos hacia el filial ambiente dejado por sus cuerpos,<br />

para cubrir el hueco de atmósfera cavada de donde procedían.<br />

Porque nada ni nadie puede tener dos sitios iguales en el aire,<br />

dos rendijas abiertas para unos mismos ojos,<br />

para una misma voz,<br />

sin que se quiebre el orbe pequeño en que habitamos.<br />

¡Cada uno a su propia cavidad primitiva!<br />

¡Cada uno a su cueva personal aborigen de donde fue sacado!<br />

¡Cada uno a su hoyo, a su terrible hoyo<br />

proporcional y justo que responde a la exacta medida de su talla!<br />

¡que allí estarán los moldes intactos de sus manos,<br />

de la primer sonrisa que floreció en sus labios como una flor pequeña!<br />

¡que allí estará sangrando la imagen espantosa de su dolor primero,<br />

como una muda esfinge de sal petrificada!<br />

¡que allí estarán las huellas, las digitales huellas<br />

de su voz aguardando<br />

el debido retorno de sus propias vocales!<br />

Una espera impaciente<br />

desde el confín del aire del mundo está clamando por todas estas cosas<br />

como claman las sombras por sus cuerpos<br />

vacíos, sin ninguna realidad en ausencia del perfume del nardo.<br />

Ellos todos se irán: en cambio, solitarios, nosotros nos quedamos;<br />

nos quedamos anclados frente a la misma noche desolada de siempre,<br />

bajo la misma luna eterna de forzados,<br />

sin ningún árbol propio<br />

donde colgar un nombre diferente a la angustia humana que nos hiere.<br />

Nos quedamos en medio de nuestra imperturbable<br />

soledad estancada<br />

de abismos sin balcones,<br />

para pagar la libre inmensidad del cielo,<br />

151


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

sujetos Prometeos a la roca invencible de carne sin alas,<br />

donde esculpe el silencio sus estatuas perennes de rencor y de miedo.<br />

¿Dónde encontrar entonces la asequible garganta abierta para el río<br />

caudaloso y profundo de nuestro propio llanto de fuego derramado?<br />

¡Llanto que clama siempre por un mar encrespado de vivas muchedumbres<br />

en olas colectivas<br />

de una humana marea de almas agitadas!<br />

Ellos todos se irán; nosotros, nos quedamos.<br />

Nos quedamos nosotros hundidos en la entraña del terrible tambor<br />

donde golpea furiosa la sangre derramada de los últimos muertos,<br />

sin ninguna presencia que derribe la noche donde crece el olvido,<br />

sin ninguna posible catástrofe que impela a un gesto perdurable.<br />

¡Pobres dioses humanos a un inmenso dolor de eternidad atados!<br />

152


De<br />

El ángel destruido<br />

Barro inaugural<br />

FRANKLIN MIESES BURGOS | ANTOLOGÍA<br />

Sólo una gran piedad pudo crear los mundos<br />

eternos sin hastiarse.<br />

Sólo una gran ternura pudo sembrar la vida<br />

como se siembra un árbol:<br />

la jubilosa voz de una semilla.<br />

No pudo ningún otro posible sentimiento<br />

alzar nuestro destino;<br />

nuestra meta mayor ante la eternidad<br />

absorta que nos mira,<br />

desde sus hondos ojos<br />

de solitaria estatua preferida.<br />

Una gran campanada resquebrajó los altos<br />

cristales de la noche.<br />

Y chirriaron los goznes, los metales mohosos<br />

de la casa vacía<br />

donde cavaba él solo para enterrar el agua<br />

sin rostro de su llanto,<br />

de su íntima noche caída hasta la angustia.<br />

Aún no transitaba por el cielo el relámpago<br />

de pluma de los pájaros,<br />

ni el viento, todavía, era un sepulcro abierto<br />

para enterrar palabras;<br />

voces precipitadas desde los rojos labios<br />

donde el amor fabrica muriendo sus campanas.<br />

Ignorado de sí –lo mismo que la nada–<br />

clamaba por un nombre;<br />

por una voz tan llena de sangre que lo hiciera.<br />

A sus pies el silencio del orbe era un gran río<br />

de soledad cayendo,<br />

un mudo serafín de bronce arrodillado:<br />

—quiero un labio que esculpa<br />

mi nombre sobre el aire.<br />

Un eco que responda preciso a mis palabras.<br />

No, no es posible que exista sin que me piense nadie.<br />

Mi realidad se hastía de ser para mí sólo.<br />

Sin otro que me sienta temblar<br />

yo no sería…<br />

153


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

Entonces fue la infancia desnuda de la luz<br />

su limpio nacimiento.<br />

Entonces, su niñez,<br />

anécdota de espejo.<br />

Memoria de la lámpara de bruñida sonrisa<br />

de vidrio adolescente,<br />

de ángel verdadero que delata el relieve<br />

más fino de las cosas.<br />

Entonces fue su aliento un solo resplandor<br />

de fuego bajo el agua,<br />

en medio de la noche sin alba de los peces.<br />

Ninguna fuerza pudo quebrar su pensamiento;<br />

su soplo forjador crecido como un brazo<br />

de luz en las tinieblas,<br />

en el ojo vacío donde moldeaba el tiempo<br />

su estatura de sombra,<br />

la forma de su rostro perdido hasta la ausencia.<br />

Mensaje a las palomas<br />

Id ahora a decirles a todas las palomas<br />

que el milagro de Dios nos estaba esperando<br />

oculto bajo el agua.<br />

que además de la luz –viva entraña del verbo–<br />

igualmente fue el beso; la caricia del ala<br />

de su sombra en las algas,<br />

en medio de la noche sin alba de los peces.<br />

Id ahora a decirles<br />

que cuando la luz fue la primera sonrisa<br />

caída de su espejo,<br />

algo dejó de ser en torno de la luz,<br />

algo rodó en pedazos debajo de su lámpara.<br />

También id a decirles<br />

que el solo hecho de ser<br />

es ya una destrucción.<br />

Porque sólo no siendo<br />

es posible lo intacto.<br />

154


Adán de angustia<br />

FRANKLIN MIESES BURGOS | ANTOLOGÍA<br />

Ahora tengo el anillo cerrado de su nombre<br />

como una gran cadena sobre mi corazón.<br />

Todo él me circunda y sin embargo lloro<br />

vencido por la angustia de su cielo de siempre;<br />

el dolor de su pecho cubierto de raíces;<br />

la inmóvil permanencia de su mundo inmutable<br />

donde todas las formas lograron su presencia,<br />

su realidad concreta de cosa terminada.<br />

queda mi incertidumbre destruida a la orilla<br />

terrible de su orbe, donde ya nada empieza,<br />

donde nada comienza después de sus palabras.<br />

Ahora soy el objeto final de sus bondades.<br />

El más noble fantasma que colma su deleite.<br />

Sin embargo yo tiemblo de horror, yo me devoro<br />

sepulto en este clima salido de sus manos,<br />

en medio de esta arena caliente donde él puso<br />

toda su enorme fuerza para crear el aire,<br />

la noche de esa fruta donde madura el alba.<br />

Aquí fueron los peces, las palomas, los nardos;<br />

aquí los caracoles primeros, los corales<br />

de enrojecida voz despierta entre las aguas.<br />

Aquí fueron las rosas lo mismo que los pájaros.<br />

Ningún ángel valiente traspone mis umbrales.<br />

El mismo fuego aún es propiedad del cielo.<br />

Fundo de los demonios que pueblan la intemperie.<br />

Sólo el gran abandono del tiempo está conmigo.<br />

¡Oh señor de la voz donde nacen los soles!<br />

¿qué quieres tú de mí que me dejas tan solo,<br />

clavado ante el silencio de esta atmósfera tuya,<br />

donde ningún esfuerzo derrumba las murallas,<br />

la gran pared eterna que limita tu rostro?<br />

¿Eres sólo una máscara cubriendo su misterio,<br />

una piedra cerrada donde sueña mi infancia?<br />

¿Aquella oscura infancia que en tus manos no tuve?<br />

Algo me está por dentro creciendo como un río.<br />

Algo me está quemando como una llama viva.<br />

Siento como una espada caliente entre mis ingles.<br />

Una espada de fuego que incendia mis entrañas.<br />

155


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

¿qué puedo hacer ahora de nuevo con tu nombre<br />

después que estas palabras cayeron de mi árbol?<br />

¿qué puedo hacer de nuevo con ellas, Alfarero?<br />

Ya estoy lejos del barro con que te entretenías.<br />

Ahora soy un brazo que siembra una semilla,<br />

un gran surco despierto, una luz en vigilia.<br />

¿De quién aquella voz humana que me nombra<br />

desde la oculta rama de mi propia costilla?<br />

¿De quién aquella voz, aquel hondo vagido<br />

que resopla en mis venas profundo como un río?<br />

¿quién en mí está clamando,<br />

erguido ante el abismo de su propio delirio?<br />

Su nombre lo presiento tras un cielo de hojas<br />

mordidas por los dientes pequeños de la brisa,<br />

ante la voz posible de una anciana serpiente,<br />

en la era redonda de todas las manzanas.<br />

Soledad segunda<br />

Tengo la soledad segunda entre mis manos<br />

como una ciudad muerta,<br />

como un cielo olvidado donde no van los pájaros<br />

de la luz o del beso<br />

a picotear los altos racimos donde cuelgan<br />

las uvas del silencio.<br />

Desolada y terrestre soledad en que habito:<br />

mi Edén, mi Paraíso, mi tálamo de espadas.<br />

Aquí ahora mi llanto más íntimo, la fuente<br />

de desatadas aguas que me inundan por dentro,<br />

de los ríos que vienen muriendo por mis ojos.<br />

¡Esta no es la ventana para mirar lo eterno,<br />

aquello que limita mi ser y lo destruye<br />

en dos tiempos de sombra para una misma angustia!<br />

Prefiero la difunta ceniza de una rosa,<br />

la huella de otro viento, de otra ciudad de nuevo<br />

mil veces destruida.<br />

Pero que nada sea perenne en torno mío:<br />

ni la piedra, ni el árbol, ni el eco de su voz<br />

lleno de eternidades.<br />

156


Que nada tenga un mismo destino prefijado<br />

de antiguo por su mano,<br />

que el río un día de nuevo retorne con sus aguas<br />

profundas hacia arriba,<br />

hacia el cristal desnudo de su primera gota;<br />

que no parta el origen tan sólo de su verbo,<br />

sino que muchas rutas distintas se eslabonen<br />

para llegar al hombre.<br />

No es tu mundo de objetos amables lo que quiero:<br />

me es igual la presencia de todas tus estatuas<br />

de luz perecedera.<br />

quiero algo que sangre –en mí– siendo de otro,<br />

para que así mi llanto también tenga otros ojos.<br />

Eva recién hallada<br />

FRANKLIN MIESES BURGOS | ANTOLOGÍA<br />

Tú que habitas ahora despierta sobre el agua<br />

rota de los diamantes.<br />

Tú que habitas ahora, como una llama viva,<br />

lo mismo que una lámpara desvelada en su propio<br />

mundo de claridades.<br />

No eres la luz terrible, la fulgurante luz<br />

que llega de los cielos.<br />

Eres la espada fina, la silenciosa espada<br />

que siega las tinieblas,<br />

el más agudo grito salido de las mismas<br />

entrañas de las sombras.<br />

Eres el río de siempre cubierto de ceniza.<br />

El río inevitable<br />

donde mi amor aguarda la primitiva lumbre<br />

que quiebra sus metales,<br />

sus desoladas selvas, sus ópalos del aire.<br />

Eres la iluminada,<br />

la solitaria esquiva que defiende los bronces<br />

de la noche y del alba.<br />

¡Radiante forma anclada de los vivientes orbes,<br />

traspasado por ti derrumbo mis orillas,<br />

hago rosas de hielo de mis propias palabras!<br />

—¿En cuál lecho de otras arenas diferentes<br />

creció de soledades?<br />

157


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

la noche que en tus pulsos moja en agua celeste<br />

su roja llamarada?<br />

En la ola de vidrio furiosa que te envuelve<br />

lo mismo que una torre,<br />

como una firme hiedra de sed devoradora,<br />

construida de ciegos arcángeles te elevas<br />

más allá de las nieblas,<br />

hacia los nuevos soles que laten en tu sangre<br />

llovida de amapolas.<br />

—¿Es al amor que esperas erguida en el umbral<br />

de la rosa más alta?<br />

¿De la encendida rosa que el verano calcina<br />

con sus labios de fuego?<br />

Debajo de la muerte total otras campanas<br />

desesperadas claman,<br />

claman otras campanas<br />

debajo del silencio donde crece el vacío<br />

como una flor helada.<br />

Primera evasión<br />

Lo redondo es un ángel caído en el vacío<br />

de su propio universo,<br />

donde la oscura voz de su verdad resuena<br />

llena de eternidad cerrada y de infinito.<br />

Lo redondo es un río que sale y que retorna<br />

de nuevo hacia sí mismo, hacia la hueca nada<br />

donde su ser gravita.<br />

Por su forma la lengua de Dios está explicando<br />

su gracia preferida,<br />

la imagen con que muestra la sombra de su rostro<br />

desnuda sobre el mundo.<br />

—¿No es su ley la que esculpe la manzana del orbe,<br />

el anillo que muerde el pedestal del árbol,<br />

la cabeza del hombre?<br />

Lo redondo es un ángel cautivo que no sueña,<br />

que no se traslimita de su cerrado cielo;<br />

un ángel prisionero<br />

que está sujeto a Dios como un objeto más<br />

de amor entre sus dedos.<br />

158


Segunda evasión<br />

—¿quién encendió la lámpara perenne de la rosa?<br />

¿quién desató el pequeño enigma de la hoja?<br />

Cuando el ángel pregunta ya deja de ser ángel;<br />

la ignorancia es la espada desnuda que defiende<br />

su rosa de inocencia:<br />

la rosa que no sabe ella misma el origen<br />

terrible de su nombre,<br />

de su propio fantasma cerrado como un nudo<br />

de aroma hasta la muerte.<br />

Desvelado Caín<br />

FRANKLIN MIESES BURGOS | ANTOLOGÍA<br />

A la orilla del aire yo destruyo la sombra<br />

delgada de los pájaros<br />

solitarios que habitan caídos en el cielo<br />

pequeño del rocío,<br />

de ese húmedo espejo donde todas las cosas<br />

del alba se derrumban,<br />

se hunden en el frío metal en donde el trino<br />

sonámbulo se hermana con la niñez del agua.<br />

A la orilla del aire yo destruyo la rosa<br />

del rosal, la azucena,<br />

la nube y la guitarra que también es alondra<br />

nacida en una nueva<br />

presencia quejumbrosa de metales heridos.<br />

A la orilla del aire yo destruyo el aliento<br />

del ángel, la paloma.<br />

Nada queda en mis manos que no rompa en procura<br />

de mí mismo en el fondo,<br />

en la íntima entraña sepulta de las cosas<br />

donde lo eterno esculpe su máscara de siempre,<br />

su soledad más honda.<br />

¡Oh Padre imaginado<br />

tras el terrible cielo por donde pasa el viento<br />

del misterio soplando la voz de sus campanas!<br />

—¿qué cosa es que supongo hallar<br />

tras de tu niebla?<br />

¿Cuál enigma vislumbro oculto tras la negra<br />

semilla de tu árbol?<br />

159


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

La noche milenaria<br />

que enroscada descansa sin rostro entre mis huesos,<br />

la noche que me oprime por dentro y me devora,<br />

¿no es la misma que cava con sus dedos de sombra<br />

su abismo en los objetos?<br />

Por aquí desemboco rodando hasta la gota<br />

donde la más antigua de mis voces descansa.<br />

Si tú el cálido aliento de tu pulmón soplaste<br />

para forjar del barro miserable la estatua<br />

preciosa de la vida,<br />

yo levanté mi mano valiente hasta tu rostro,<br />

para inventar la humana presencia de la Muerte.<br />

Desde entonces yo he sido también un dios creador,<br />

único arquitecto de ese orbe distinto<br />

donde el fecundo cielo no hizo luz del verbo<br />

sorda parte de un mundo donde la intacta sombra<br />

es virgen todavía.<br />

No es Abel el que muere herido por el golpe<br />

salido de mi mano, no es Abel el que muere.<br />

Con él sólo destruyo las formas permanentes<br />

del objeto primero:<br />

igual me hubiera sido la presencia del alba,<br />

lo inmutable del cielo.<br />

160


Juicios<br />

alFonseca, IV á n<br />

“La labor poética de Franklin Mieses Burgos es asombrosamente fecunda. Este destacado<br />

poeta que nació en Santo Domingo de Guzmán –hoy Ciudad Trujillo–, el 4 de<br />

diciembre de 1907, pertenece a la escuela surrealista. Entre sus libros inéditos y en<br />

preparación podemos citar sus obras teatrales La Ciudad Inefable y La Isla de los Estetas.<br />

Otras en verso y de ensayos como La Torre de las Voces y El Ciudadano de la Luna.<br />

Por su gran cultura y acervo de conocimiento, podría decirse que es el prototipo del<br />

autodidacto. Desde muy joven se manifestaron en él, el estro y el numen del artista,<br />

cuando publicó sus primeros versos a la edad de 22 años, vaciados en moldes clásicos<br />

en periódicos y revistas dominicanos, tales como Blanco y Negro, Listín Diario y Baoruco.<br />

Antología Biográfica (La juventud de Santo Domingo en la poesía contemporánea, 1942) .<br />

“…Franklin Mieses Burgos… ha sufrido… una evolución en su afán de alcanzar la<br />

suprema belleza de su arte. Antes, su poesía de tambor, (queremos decir rimada),<br />

revestida de la solemnidad pomposa de un clasicismo riguroso, ha ido progresivamente<br />

cambiándose en poesía silenciosa, subjetiva, despojada un tanto de esa<br />

ornamentación arcaica de rima y métrica inviolables. Mas, ¿quién no diría que en<br />

ésta como en aquélla, está patentizada la emoción espontánea de un poeta? Sus<br />

incipientes poemas, en los cuales el verso era sonoro, vibrante y emotivo, nos señalaron<br />

un Franklin Mieses Burgos como poeta auténtico. Como una prueba de ello,<br />

escuchamos al poeta de entonces:<br />

¡qué me importa que tenga los cabellos de oro!<br />

¡qué me importa que lleve en sus ojos el mar!<br />

Mi anhelo sólo anhela que sea pálida y triste.<br />

Intensamente triste, como un rayo lunar…”<br />

“Para la época de su génesis poético, Franklin Mieses Burgos se destruye por primera<br />

vez y se sumerge en su mundo interior para retornar de nuevo y externarse con una<br />

nueva ideología poética. Así, su poesía se va espiritualizando y haciéndose más etérea<br />

cada día, a medida que su espíritu se hace más tenso de sensibilidad y su sensibilidad se<br />

refina más. Entonces él se hace dueño de esta gran verdad: …Los espíritus que no pueden<br />

cambiar de opinión, dejan de ser espíritus. Y fue entonces cuando el poeta dijo:<br />

ba e z a Fl o r e s, al b e rTo<br />

FRANKLIN MIESES BURGOS | ANTOLOGÍA<br />

“Lloremos por la rosa que ya casi no es rosa,<br />

sino un trino de pétalos clavados,<br />

sobre la vertical resignación de un tallo”<br />

(De La <strong>Poesía</strong> de Franklin Mieses Burgos y su evolución).<br />

“La poesía en Santo Domingo tiene que responder, necesariamente, a su “naturaleza<br />

distinta, y al vivir del hombre más encerrado en sus comienzos y en sus fines. Así<br />

esta poesía, tan herméticamente dominicana, en su espíritu, y tan universalmente<br />

de lo lírico mejor, en su estilo, de Franklin Mieses Burgos”.<br />

161


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

“Gran trabajador solitario, se ha construido, como todo gran poeta, un mundo mágico<br />

donde resuena el ancho corazón de fuera y cobra vasta medida y equivalencia<br />

lírica. Angustia y corazón, imaginación y pureza, intensidad y fervor lírico, pasión<br />

y gracia, dan la tónica d su poesía.<br />

“Como en Jorge Carrera Andrade, la metáfora adquiere importancia de brillo en<br />

él, pero como en Rilke, en Mieses Burgos, la ternura, el amor, la soledad, el mar, el<br />

milagro del existir, del contemplar, del conocer y del sollozar, se transforman en<br />

lúcida y profunda gracia poética. Se diría que todo él vive en mantenida conmoción<br />

poética, en medio de una isla circundada de sueños y de profundidades”. (De Una<br />

profunda y solitaria voz en la lírica dominicana - Edición de Presencia de los días por<br />

Brigadas Líricas, Mendoza, Argentina).<br />

“La infancia está viva en él, y como todo poeta verdadero, lleva sobre los hombros<br />

de esa poesía angélica, el peso encantador de una infancia cargada de poesía, que<br />

continúa hablando en sus actuales símbolos líricos.” (De Franklin Mieses Burgos y<br />

la fantasía salvadora).<br />

“Mieses Burgos, dueño de un paraíso final, se contenta con el radiante y peligroso<br />

oficio de iluminar los contornos de las cosas de la tierra, de llenarlas de resplandor ya<br />

casi al caer en el olvido o el vacío. Tenaz, enérgico, celeste a la vez que melancólico,<br />

quemado en lo terreno”. (De F. M. B. entre sus cosas: doble retrato).<br />

co n T í n ay b a r, Pe D r o re n é<br />

“La veta lírica de Franklin Mieses Burgos es inagotable. Cuando en la pubertad, ay!,<br />

un poco distanciada ya, inició la comunicación de su rítmico soliloquio, tocome a<br />

mí la contraria en la opinión de los amigos quienes le incitaban a la poesía erótica,<br />

acordes con el gusto y la ignorancia de una varonía apenas esbozada de una juventud<br />

demasiado joven. Trataban de torcerle al poeta en agraz el vuelo por el mundo del<br />

sueño, su bello sueño de siempre, para hacerle andar los terrenos caminos de todo<br />

el mundo. Fue discreto el poeta y nos complació a todos: Una balumba de versos de<br />

amor, de poemas eglógicos, de cantos patrióticos, dio al acervo de Franklin Mieses<br />

Burgos la nota ritualista del actor atento a su público.<br />

“A las callandas, sin embargo, renegaba él y conservaba intacto su estro delicado, profundo<br />

y luminoso, para dárnoslo ahora y desde siempre, en esas notas íntimas llenas de<br />

fuerza y con aliento augur que son su verdadera poesía. ¿Necesitaba el poeta gestar su<br />

mundo protegido tras los muros exteriores que a los insensatos detuviera? ¿O el tesoro<br />

le era tan querido hasta la avaricia de la fecunda soledad de su propio sueño?<br />

“…es preciso… reconocerle (a F. M. B.) el valor intrínseco y justipreciar su valor en<br />

mercado abierto, para emplear imágenes burocráticas, sin ironía. “ha sido labor<br />

solitaria, la suya, de depuración rigurosa, sometiendo el ímpetu al cauce necesario,<br />

por lo que el poeta, atento a su voz interior, ha impreso la voluntad de su alma exquisita<br />

a toda su obra, aceptando el reparo de las otras voces, oyendo y filtrando el<br />

concierto de todas las músicas. Vale decir, una alquitara consciente donde la esencia<br />

más pura de su ser se instila.<br />

“Muchos (poetas) actuales no calan esas aguas (las del postumismo). Franklin Mieses<br />

Burgos es uno de ellos. Y es él, también, otra de las figuras a cuyo arrimo han<br />

crecido, aparejadas, inquietudes distintas…”<br />

162


FRANKLIN MIESES BURGOS | ANTOLOGÍA<br />

“Franklin Mieses Burgos no es un improvisado, sino la resultancia feliz de una<br />

fuerza aplicada. ha habido en él un proceso formativo fácilmente seguible para<br />

los estudiosos que yo señalaría así: Impulso lírico dominante, período de ensayo,<br />

maduración en la Elegía por la Muerte de Manuel –léase Tomás– Sandoval (uno de sus<br />

más bellos poemas definitivos, donde reprocho una pequeña concesión al público,<br />

que el poeta debe eliminar cuando recoja su obra), culminante en Sin Mundo ya y<br />

Herido por el Cielo, reafirmado, –libre de toda espuria intromisión: apasionado amor<br />

a los ángeles de Blake, a la angustia de Rilke, a la rosa de Juan Ramón–, en estos Seis<br />

cantos para una sola muerte.<br />

“El soliloquio del poeta continúa. Su pesquisidora inquietud bucea en los terribles<br />

misterios de la vida y de la muerte, hijo del hombre, del hombre hermano y un<br />

hombre él mismo en la plenitud de su incontrolada fuerza universal. Es el hombre,<br />

la especie hombre, frente a todo lo demás, –su invención, su ignorancia, su consecuencia–,<br />

el interés del poeta. No es ya “su” problema sino “el” problema. A través<br />

de su conciencia él ha vivido la tragedia del hombre “de plus” en la existencia.<br />

“habría que considerar, posiblemente, actitudes en la formación poética de Franklin<br />

Mieses Burgos, con riesgo de parecernos verle cambiar de rumbo algunas veces, no<br />

por pecado de juventud entusiasmada, sino como quien, deliberadamente, deja una<br />

senda por convenirle otra. he aquí la esencia de esas “actitudes”: ha sido la lucha<br />

del sueño contra el intelectualismo, de la forma y de la esencia, del poeta y del ser<br />

social hijo del medio donde le ha cabido actuar.<br />

“Los elementos formativos de la poesía de Franklin Mieses Burgos conllevan flora y<br />

fauna, (principalmente marinas), abundosas, peculiarísimas, caso raro en la poética<br />

nacional, además de la propensión al sueño, la concepción aristocrática de la vida,<br />

el ansia de ascensión, y una mezcla de ironía filosófica y de paganía controlada por<br />

un poso romántico-católico. Musicaliza su verso con bien definido ritmo y gusta<br />

de construirlo en “arte mayor” moderno. A veces se deja apasionar por el poema<br />

corto, sin embargo, y compone, con experta mano de orfebre, deliciosos sonetos y.<br />

breves canciones.<br />

“Aunque los años lo situarían en un grupo inmediatamente anterior, el encantador<br />

lirismo de su siempre evolucionante poesía, lo tiene a la vanguardia en la moderna<br />

poética dominicana”. (Sobre Seis Cantos para una sola muerte, en Cuadernos <strong>Dominicano</strong>s<br />

de Cultura).<br />

Franklin Mieses Burgos, “poeta elegante y sugeridor. Su verso es la inquietud de un<br />

espíritu que sueña, pagado de las hermosas evocaciones y ardido de eufonía. Busca,<br />

en la musicalidad, ala para el viaje al misterio, y en la palabra hermosa, motivo para la<br />

justificación de la alegría del ocio espiritual y de esas sutiles filosofías donde la aristocracia<br />

de las ideas es culto a la aristocracia de la sangre y a la del talento”. (En Antología<br />

Poética Dominicana, 1ra. edición 1943).<br />

“Franklin Mieses Burgos tiene ya una labor estimable y la calidad de su poesía está<br />

ligada a las más nobles virtudes líricas, en su condición de clara emoción de un espíritu<br />

consagrado a la belleza. ha publicado, además de numerosas composiciones que aparecen<br />

en los números de la recién suspendida revista La <strong>Poesía</strong> Sorprendida, dos estimables<br />

cuadernos de poemas, que la crítica inteligente ha calificado con los más entusiastas y<br />

merecedores epítetos”. (En Antología Poética Dominicana, 2da. edición, 1951).<br />

163


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

cu a D e r n o s Do m I n I c a n o s D e cu lT u r a<br />

“Dionisio Vulnerado muestra a Franklin Mieses Burgos en las últimas edades poéticas<br />

de su fecunda creación. Aspectos no conocidos de esa labor cobran inusitado aliento<br />

en el poema, y lo reafirman como uno de los poetas que siguen una trayectoria definida<br />

y característica, en la que están ausentes los falseamientos y la insinceridad<br />

propios de quienes no se nutren de la verdadera poesía”. (No. 91, marzo 1951).<br />

Fe r n á n D e z sP e n c e r, an T o n I o<br />

“La poesía de Franklin Mieses Burgos no es para los desavisados que se quedan en<br />

el contorno armonioso, musical de sus versos, en el elegante hallazgo de su imagen.<br />

No está en “la poesía de las palabras”. Su poesía deviene angustiada, desesperada;<br />

realizándose desde planos subterráneos y subcelentes; pasando por climas telúricos<br />

y metafísicos, que ignoran los que engañados por lo que llaman “voluptuosidad de<br />

las palabras y de la imagen”, dejan escapar el perfume de su pensamiento, la entraña<br />

de su vivir atormentado. En Franklin la imagen brota arrebatada de su pensamiento,<br />

como galanura de su pensamiento dolorido, herido, misteriosamente, herido por<br />

una nostalgia del ser que ve, precisamente, a los hombres, varados en las palabras<br />

y en la más hueca realidad”. (De carta acogida en Ventana de cada día, columna de<br />

Alberto Baeza Flores).<br />

Ga r c í a He r n á n D e z, ma n u e l<br />

“Este libro (Presencia de los días)… es un alto exponente de la poesía de la ternura.<br />

Sin patetismos líricos; sin embrujamiento de un arte menor en extensión de otra<br />

fuerza que lo salve; todo en sencillez, en pleno dominio de lo que muestra el corazón,<br />

este poeta de la tierra dominicana produce sus sueños en una lírica realidad<br />

de acentuados tonos.<br />

“Burgos salva esa discordia extra humana: canta con su amor inefable a lo que es<br />

digno de que no muera jamás. Lo hace con exultación, con deleite y a veces con lujuria<br />

de colores. No es para menos. La tierra de la isla (de Santo Domingo) incita como el<br />

buen vino”.<br />

“…el eterno poema del isleño. El mar es cuanto se ama y se respeta. Es el elemento<br />

turgente que grita en los oídos y en los corazones y este poeta dominicano no se<br />

evade de tanta sugestión física para enardecer lo que haya de amarse por siempre en<br />

los años de juventud, picantes años y en los que se reserva el tiempo, para quietud<br />

y armonía de soñar”.<br />

“Este poeta de Santo Domingo es encendido de fe en su poesía. La ama, la siente<br />

y la denuncia ante el mundo y así nos lo dice con su voz generosa”. (De Cartas de<br />

Buenos Aires, septiembre, 1948).<br />

la P o e s í a s o r P r e n D I D a<br />

Franklin Mieses Burgos “defiende un aislamiento elegante, solitario, cultivado para<br />

una obra fina, honda, imaginativa, múltiple, constituyendo un doble ejemplo de<br />

selección en vida y poesía”. (No. 3, diciembre 1943).<br />

164


“El afán depurador constante, la búsqueda insatisfecha de sus fondos mayores<br />

líricos y humanos –poéticos siempre– había impedido, por la demasiada exigencia,<br />

el inicio de la edición de la obra de Mieses Burgos, no obstante figurar desde hace<br />

años como uno de los aportes más importantes y definitivos –antológico siempre– a<br />

la lírica dominicana de todos los tiempos.<br />

“La finura de Italia, el sol de las islas Canarias, la firmeza de Asturias, entran<br />

por las sangres de sus antepasados explicando su lírica. Infancia de poeta<br />

ejemplar. Luego de apasionada adolescencia, su nombre ha figurado en los<br />

movimientos principales de poesía en la República. Colaboró en el Listín Diario,<br />

en Bahoruco, en Recta y en Cosmopolita. Redactó Agora. Fue miembro del grupo<br />

literario La Cueva.<br />

…Sin Mundo ya y herido por el Cielo, un cuaderno poético ejemplar, no sólo a la lírica<br />

dominicana moderna, sino a la antillana y a la americana en general”. (Edición Sin<br />

Mundo ya y herido por el Cielo, enero 1944).<br />

“Sigue imperando (en Clima de Eternidad) su verso de respiración solitaria y profunda,<br />

apeteciendo campos cada vez más de hombre interior para la poesía, y esta vez de<br />

hombre interior preocupado de su tiempo y de sus años”.<br />

“Lo amoroso está, dirigido como flecha clarísima a Ariel y Prometeo, que son símbolos<br />

mayores de su obra… Ambos merecen reunir todo un alto homenaje a los<br />

muchos leales trabajadores de conducta leal española y, por lo mismo, universal<br />

eterna, de nuestra España en América, merecido homenaje a quienes nos han dado<br />

tanto a cambio de nada.<br />

“Ariel y Prometeo viven en el peregrino pueblo español en nuestras tierras, y toca<br />

ahora al poeta decir con belleza esta emoción que desgraciadamente no todos los<br />

americanos alcanzan a mirar en su importancia grande y bella: la presencia maravillosa<br />

de los mejores hijos de la mejor raíz de América en nuestro continente. (Edición<br />

Clima de Eternidad, julio 1944)”.<br />

le b r ó n saV I ñ ó n, ma r I a n o<br />

FRANKLIN MIESES BURGOS | ANTOLOGÍA<br />

“Franklin Mieses Burgos es poeta entero. Antítesis de esa fuerza telúrica que es<br />

la poesía de héctor Incháustegui Cabral, en Mieses Burgos, fecundo como aquél,<br />

predomina el elemento del sueño; viene de más adentro su poesía.<br />

“Sin ese exquisito coqueteo de Contín Aybar, sin ese tono sereno y bíblico de Moreno<br />

Jimenes, hay en Mieses, hondos temblores y emociones. Sobre todo emoción.<br />

“Imágenes puras y misteriosas con zonas brillantes, dan la tónica exacta de su<br />

alma:<br />

“Después de que los peces voraces se comieron<br />

el último paisaje de sol que había en sus ojos”<br />

“Así es su poesía: iluminada y bella. Todo en él es angustia; por el desaparecido<br />

paisaje de sol, por el dolor de las rosas que no nacen, por una grande muerte junto<br />

al alba…” (Cita de Presagio).<br />

“he ahí un viento que pasa. Ese viento es el viento del eterno contacto del mundo<br />

con las cosas. El formidable viento que hace girar de amor al universo entero. Es<br />

165


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

el viento del poeta, su amor hecho palabra, pero palabra limpia del contacto con el<br />

hombre que no sueña, y limpia de la piedra, que esconde su retina para cosas eternas.<br />

La palabra de Mieses –vale decir, su canto– ha florecido en un cielo: el luminoso<br />

cielo desde donde<br />

“aquella espada vino<br />

desnuda como un río”.<br />

“Y escuchamos toda su canción; tú, yo; aquél que llorará con él su ruiseñor de luna.<br />

Porque ha quedado eterno muerto con su palabra<br />

“sin rumoroso llanto de azucena…”<br />

desde todas las cosas, terriblemente muerto, sin estrellas; muerto desde su<br />

sombra, para surgir triunfalmente, blanco fénix del alba, repleto de los astros<br />

que a los otros les faltan y las lunas serenas con que a todos les llama”. (De Luces<br />

del Trópico, 1949)<br />

Pé r e z, ca r l o s Fe D e r I c o<br />

“Me refiero a Presencia de los Días. A mi entender ahí se encuentran no pocas de<br />

las notas más depuradas de tu obra. Cada una de ellas sería merecedora de una<br />

ponderación específica, pues abunda la luz deleitosa de la genuina creación poética,<br />

pero se destaca, con alardes de goce íntimo, una ejercitación magistral de<br />

los más elevados niveles de la sugestión artística. Este aspecto es singularmente<br />

interesante, tanto por lo que vale por sí mismo cuanto por lo que representa como<br />

ejemplo para la poesía dominicana moderna, que con harta frecuencia mengua o<br />

ignora su privativa finalidad estética en aras de otros intereses que podrán ser de<br />

todo menos poéticos”.<br />

“Los tres poemas de Presencia de los Días constituyen un ejemplo magnífico,<br />

repito, dentro de la poesía dominicana de nuestros días. Los versos de estos<br />

poemas conducen ágilmente al espíritu, en forma ingrávida, de una sugestión a<br />

otra, hasta depararle la sorpresiva y ansiada fruición de lo bello como el goce de<br />

una luz que resbala con suavidad por el contorno de las cosas. Y no obstante su<br />

formulación introvertida, esto es que se limita casi en absoluto a la manipulación<br />

de los elementos de la intimidad psíquica, no llegan jamás a la desolación de lo<br />

incomprensible.<br />

“Lo valioso del ejemplo no es para ponerse en dudas. La poesía dominicana en estos<br />

días encauza su expresión a tono de las corrientes universales aunque siempre, al<br />

igual que antes, con retraso y dándose solamente a imitarlas sin que por lo regular<br />

haya conciencia ni siquiera de sus procedimientos. Si la manipulación eficaz de<br />

éstos es asaz difícil, aun para aquellos en condiciones de comprenderlas, puede<br />

presumirse cuán frustratoria resultara su mera imitación externa. De ahí que sea<br />

abundante entre nosotros el pecado artístico en materia de poesía. La arbitrariedad<br />

lógica que no depara hallazgo emotivo alguno; el prosaísmo sin ningún rango<br />

estético; la acentuación del sentido de tesis con perjuicio de la fluidez artística, son<br />

desnaturalizaciones corrientes, entre otras.<br />

166


FRANKLIN MIESES BURGOS | ANTOLOGÍA<br />

“Es hora ya de que las afirmaciones que me he permitido hacer cuenten con el testimonio<br />

de tu poesía.<br />

“Como se deja entrever a lo largo de esta carta y como lo anuncio en sus comienzos,<br />

ese testimonio se limitará a ilustrar la poderosa capacidad de sugestión estética que<br />

es fúlgida presea de Presencia de los Días, pero ello no implica ni remotamente que<br />

estos poemas carezcan de otras proyecciones.<br />

“Cuando dices, refiriéndote al anillo:<br />

“Maravilla que encauza su destino<br />

hacia una forma única y cerrada!”<br />

se percibe al instante, junto a la resonancia estética, por ejemplo, un mundo de trascendencia<br />

filosófica cuyo origen podemos remontar hasta aquella concepción aristotélica<br />

del movimiento circular como el movimiento perfecto porque es continuo y empieza<br />

y termina en sí mismo.<br />

“Es la sugestión estética, sin embargo, la que me interesa, tal como se percibe en<br />

“La aurora de una rosa amaneciendo<br />

por dentro de su propia transparencia…”<br />

donde un encadenamiento de cosas indefinidas tiene fuerza de expresividad suficiente<br />

para desbordar la latitud de los vocablos aurora, rosa, amanecer, transparencia, y alertar<br />

el espíritu hacia una clase de sensaciones similares que ofrecen una síntesis de<br />

carácter estético indudable.<br />

“Esta búsqueda de la confluencia de las sensaciones psíquicas que, cargadas de evocaciones,<br />

ofrecen ciertas palabras, florece constantemente a lo largo de los tres poemas<br />

en verdaderos hallazgos de la más amplia capacidad de sugestión. Por vía de ejemplo<br />

se muestra en los tres versos del apartado segundo de Anillo de Dios, en el cual se<br />

refuerzan, en ese sentido, una serie de vocablos unidos por los hilos invisibles de<br />

una simpatía subconsciente:<br />

“O bien, sólo la sombra,<br />

la fugitiva sombra de un pájaro que cruza<br />

solitario volando sobre el viento”<br />

“Los términos empleados, por lo que sugieren, conducen a una definición por encima<br />

de su alcance expresivo de lo fugaz, definición ingrávida e imprecisa, desde luego:<br />

sombra, fugitiva, pájaro, solitario, cruza, volando, viento.<br />

“El procedimiento se depura a veces hasta límites increíbles. hay uno que otro verso<br />

que alcanza rango paradigmático, a mi entender, en cuanto a su resonancia auditiva<br />

y psíquica, equiparable a los mejores del idioma. Véase por ejemplo el tercero de la<br />

primera estrofa del último apartado de Anillo de Dios,<br />

“desde la limpia desnudez del aire”<br />

“Este verso tiene toda la dignidad armoniosa de un endecasílabo clásico, acentuado<br />

en cuarta y octava, junto a la fina asimilación psíquica de tres vocablos hermanados<br />

en los misteriosos predios del espíritu: limpia, desnudez, aire.<br />

167


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

“La pulcritud, la desnudez y el aire podrían constituir, en realidad, una escala de<br />

gradación de lo etéreo e impalpable que, una vez percibida, asoma el espíritu al<br />

panorama amplísimo, acariciado por la luz de la belleza, en que se siente palpitar<br />

la sinfonía infinita de la íntima simpatía de ciertas cosas.<br />

“En los otros dos poemas del cuaderno, dedicados a la rosa, hay mucho qué<br />

espigar. Tú tienes una ejecutoria muy depurada acerca de este tema de preclara<br />

tradición en nuestra lengua. El Siglo de Oro es fecundo en el poetizar acerca de la<br />

rosa y en verdad que, reunido cuanto inspiró entonces su solitaria belleza, se tendrá<br />

una de las zonas más densas del lirismo hispano. Ese ha sido uno de los temas que<br />

nuestra época ha tratado de recrear, moldeándolo a veces dentro del formulismo<br />

clásico, otras remozándolo con las nuevas tendencias. Dentro de la contribución<br />

dominicana a este movimiento común al ámbito literario de habla española, la<br />

debida a tu estro es de singular importancia. hay dos muestras insignes de ello<br />

en Presencia de los Días. Ambas recogen una formulación poética nutrida de las<br />

más vigorosas esencias de tu rica intimidad estética. En ellas se nos ofrece, al igual<br />

que en Anillo de Dios, una constante incidencia sobre las capas más profundas de<br />

la expresividad del idioma.<br />

“La que varada a orillas de sí misma<br />

a orillas de sí misma se abandona<br />

hacia la fina levedad del aire”.<br />

“Así te acercas a la descripción de la rosa objetiva, “la que al borde de la brisa vocifera”,<br />

y al hacerlo la trasmutas tan vigorosamente a esencias introvertidas que<br />

no tendrá que envidiar nada a la otra rosa, a la que se “recata en su existir más<br />

hondo y verdadero”. Las dos, en realidad, son hijas del poeta y no podrían negar<br />

los vínculos fraternales que les unen, no obstante la aparente contraposición. En la<br />

estrofa citada se repite la confluencia ya advertida en Anillo de Dios para desbordar<br />

la latitud expresiva de las palabras y dar al verso una vigorosa resonancia psíquica<br />

de carácter estético.<br />

“Varada-orillas-sí misma-se abandona son términos que producen la sensación de<br />

estatismo y recogimiento de algo que tiene vuelta la mirada hacia su propio intimismo,<br />

postura adecuada para que luego se perciba su impalpabilidad mediante la<br />

resonancia de los vocablos del último verso de la estrofa: fina, levedad, aire.<br />

“Esa es la misma rosa de la cual, apenas dos breves estrofas antes, nos pretendes<br />

ofrecer una imagen saturada de espiritual impudicia, llamémosle así, por virtud del<br />

elocuente esplendor de su belleza objetiva.<br />

“La que asomada pública y desnuda<br />

al borde de la brisa vocifera<br />

como el mejor pregón de su perfume”.<br />

“Aquí también otra sucesión de términos orientados hacia una misma sensación: pública,<br />

desnuda, vocifera, pregón, pero su estridencia queda atenuada por la depurada<br />

manipulación del poeta mediante otros de recatada resonancia: asomada, borde, brisa,<br />

perfume.” (De Carta a mi amigo Franklin, Altiplano No. 10, marzo 1951).<br />

168


u e D a, ma n u e l<br />

FRANKLIN MIESES BURGOS | ANTOLOGÍA<br />

“hénos aquí entrando de lleno en el símbolo, en una multitud de formas acrisoladas,<br />

en el furor mesurado de una poesía dueña de su finalidad.<br />

“Cada poeta está, sin duda, bajo dos advocaciones bien notorias: una de orden espiritual<br />

y otra de orden material. Ellas vienen a ser como sus emblemas, sus blasones<br />

heráldicos.<br />

“El símbolo espiritual que nos introduce en la poesía de Franklin Mieses Burgos<br />

son los ángeles, aunque no siempre todo lo angélico que se pueda presumir. Ellos<br />

transitan en legión por sus preocupaciones con una dignidad de innegable rango,<br />

aun cuando a veces el poeta hostigado por ellos mismos, aborde metafísicamente<br />

el problema de su destrucción. Ahí está uno de sus poemas de más aliento, y que<br />

él titula El Angel Destruido. “Toda una jerarquía de ángeles, aun implícitamente se<br />

mueve en esta poesía que transcurre, por regla general, en un más-allá quimérico,<br />

en un mundo inmediato a ras de manos, cuando éstas están levantadas y el hombre<br />

entero empinado con una solicitud afanosa: ahí mismo, en ese punto en que el hombre<br />

no es otra cosa que el pedestal del ángel. Y cuando el ángel no está revelado por<br />

completo, percibimos claramente su huella, sea ésta leve o tremenda.<br />

“Encarnado así el símbolo espiritual de la dualidad establecida, trataremos de encontrar<br />

ahora la fórmula material que le corresponde. Uno de los más extraordinarios<br />

fenómenos de la técnica consiste en la trasmutación que el poeta realiza en las palabras.<br />

Vertiéndolas en un crisol ideal ellas se amalgaman, se transfieren sus cualidades y significados,<br />

prueban con solidaridad sus más profundas reacciones y salen convertidas<br />

en algo insospechado: una materia, un elemento, una temperatura.<br />

“Cuando resolvemos que una poesía es vegetal, o aérea, o pétrea, podemos estar<br />

seguros de que existe una captación de la propia consistencia poética, siendo ella el<br />

lógico producto de una mezcla expresiva.<br />

“En Franklin Mieses Burgos encontramos una transformación que denominaremos<br />

“diamantina”.<br />

“Más bien su materia podría ser el cristal, pues se está en medio de una dura transparencia.<br />

Todo rutila aquí como una gema y los paisajes, las figuras, el ardor mismo del<br />

pensar y el sentir, se traduce en un destello súbito, como si se contemplara a través de<br />

un maravilloso acuárium. Sin embargo, del otro lado del cristal transcurre el espacio,<br />

el torbellino de las fuerzas cósmicas. Su penetración agranda las células más pequeñas.<br />

La tesitura trágica lo hace vasto aun dentro de lo mínimo y sus versos no necesitan de<br />

desbordamientos para producir las necesarias tempestades: todo su mundo de cristal<br />

templado al rojo resiste sin peligrar las temperaturas del incendio.<br />

“No hay nunca una rotura extrema, una herida en carne viva. El cristal lo resguarda<br />

todo con esmero.<br />

“En ocasiones, constatamos con pavor una trizadura, un resquebrajamiento.<br />

“Citamos:<br />

“Son cristales de amor resquebrajados…”<br />

“La redondez de un orbe que se quiebra”.<br />

“Mas las quebraduras se han producido en el interior del acuárium. hay un<br />

cristal sobrepuesto a otro cristal, pero siempre se conserva intacto el último,<br />

169


el que construye la pared exterior. Es el cristal que nos detiene cuando queremos<br />

aproximarnos demasiado y recuperar ciertos recuerdos, ciertas formas que nos han<br />

saludado al pasar. Tal vez el poeta quiere evitar el espectáculo de las asperezas humanas,<br />

de los relieves grotescos, sin destruir, por otra parte, la visión de sus formas.<br />

“Esta es su técnica, su manera de ser pudoroso.<br />

“Tal vez si pudiésemos traspasar, como Orfeo, ese mundo de espejos fascinadores,<br />

encontraríamos, con terror, el otro lado, la revelación del más-allá, el secreto mismo<br />

de la muerte.<br />

“Un ángel sobre una plataforma transparente, he aquí el símbolo completo de esta<br />

poesía trascendental. Elevemos pues este esplendor, esta diafanidad de espejo, y<br />

temblemos si oímos el rayo cerca”. (Presentación en el Club de Música de Ciudad<br />

Trujillo, 29 de enero de 1952)<br />

uG a rT e, ma r í a<br />

COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

“En Anillo de Dios Mieses Burgos se empeña en reducir a un límite lo que es infinito,<br />

en apresar en estrechas fronteras materiales la inmensa eternidad de lo divino.<br />

hay en todas las estrofas del poema una inquietud por desentrañar los misterios<br />

inconmensurables de la creación y hacerlos río, estrella solitaria, fantasma, sombra,<br />

mar y cielo desolado”.<br />

“hay en Anillo de Dios unidad de tema, desarrollo dramático y acertada elección de<br />

la forma. La sucesión de las estrofas, de número cambiable de versos –cuatro, tres,<br />

cinco, seis, siete y dos– dan al poema un sentido musical de gran efecto, especialmente<br />

logrado en los tonos bajos representados por las estrofas cortas, en las que se<br />

recogen las ideas más profundas, en contraposición a las estrofas más largas, que<br />

tienen carácter marcadamente descriptivo. “El ritmo es perfecto, totalmente conseguido.<br />

La metáfora está hábilmente manejada; sin intelectualismos exagerados,<br />

pero con originalidad. Algunas tienen aciertos gongorianos”. (De Franklin Mieses<br />

Burgos representa al país en Brigadas Líricas).<br />

Va l l D e P e r e s, ma n u e l<br />

Franklin Mieses Burgos “es una voz original. Actúa desde una posición simbolista<br />

moderna, en la que cada símbolo es el reflejo de los restantes símbolos, o sea que<br />

al través del análisis introspectivo halla la intensidad anímica que da a cada objeto<br />

proyección universal.<br />

“Sus poemas responden a un equilibrio perfecto entre el hombre y su actitud frente<br />

a la vida, descubrimos el hondo sentido de la supervivencia humana, porque en<br />

cada eco de su voz hallamos significado real y una intensidad que va más allá de<br />

su propia realidad.<br />

“En los poemas de Franklin Mieses Burgos se descubre noble afán: la búsqueda<br />

total de la verdad, aunque en sus proyecciones íntimas la manifestación del espíritu<br />

quede desvinculada del realismo que limita. Es la búsqueda de la verdad pura en sus<br />

esencias y no en su potencia porque el símbolo poético es, no sólo una representación<br />

auténtica de la verdad, sino una revelación figurativa de todo cuanto está contenido<br />

en las profundidades del alma. Lo intuitivo, en su poesía, no es embriaguez poética,<br />

170


FRANKLIN MIESES BURGOS | ANTOLOGÍA<br />

sino clasicismo alucinante en la integridad de su pureza temática y formal.<br />

“En el proceso evolutivo de Mieses Burgos, aparte de su originalidad, advertimos la<br />

intención de expresar siempre, por medio de la representación figurativa, la vida del<br />

hombre y sus designios, con la permanente presencia espiritual que asigna a cada ser<br />

u objeto la ley de la existencia. Además, ha dado a su poesía una función espiritual<br />

que parte de su propia función como hombre íntegramente vinculado a la naturaleza<br />

y con múltiples acentos subordinados a la vida” (De la conferencia Rutas actuales de<br />

la poesía dominicana, octubre 1949).<br />

“Franklin Mieses Burgos, que en Sin mundo ya y herido por el cielo se movía casi exclusivamente<br />

en las zonas íntimas en las que el poeta busca su presencia espiritual<br />

para transformarla en poesía, no ha dejado, en Clima de eternidad, de profundizar en<br />

la búsqueda de los elementos humanos que perviven a través del símbolo, porque<br />

en cada uno de ellos hallamos, en su representación íntima, una verdad universal.<br />

Analizada su poesía desde las profundidades íntimas, advertimos que el poeta parte<br />

de sí mismo como sujeto y como objeto. Es decir, que de su facultad de atención nace<br />

su facultad creadora. El autor de Canción de los ojos que se fueron siente las emociones<br />

exteriores, por las que la poesía supervive, no en su totalidad realista, sino como<br />

el elemento positivo de la verdad poética. Así los sujetos y los objetos exteriores<br />

se manifiestan plenamente en su poesía a través de la recreación íntima, pero de<br />

tal manera unidas su facultad creadora y su facultad receptiva, que la fantasía y el<br />

sueño no son más que zonas de tránsito –quizás mejor de elaboración– en el proceso<br />

de la creación”.<br />

“Pese a su profundo misterio –tal es la razón de cierta oscuridad en el conjunto de<br />

la poesía de Franklin Mieses Burgos–, el equilibrio entre el hombre y la razón de<br />

ser del hombre –”Cada uno a su hoyo a su terrible hoyo proporcional y justo”– se<br />

manifiesta con claridad meridiana en cada verso del poeta, y en su actitud frente a<br />

la vida descubrimos una intención universal que va más allá de la propia realidad<br />

del poeta, y, como consecuencia, de la realidad del hombre”.<br />

“En Clima de eternidad descubrimos un canto a la emoción eterna, a la honda emoción<br />

universal del hombre por el hombre. Y sin embargo, el poeta parte de la soledad, de su<br />

propia presencia, de sus reacciones íntimas, con la misma sana virtud que caracteriza<br />

a casi todos los poetas dominicanos: el optimismo. Pero en Franklin Mieses Burgos<br />

el optimismo es sereno y razonado.” (De Poetas <strong>Dominicano</strong>s Contemporáneos).<br />

171


N O. 8 N O. 9<br />

JUAN ANTONIO ALIX<br />

DÉCIMAS<br />

–Tomos I y II–<br />

Selección y prólogo<br />

Jo a q u í n ba l a G u e r


Tomo I<br />

Entrada<br />

La <strong>Colección</strong> <strong>Pensamiento</strong> <strong>Dominicano</strong> ha satisfecho hasta ahora los fines iniciales propuestos<br />

por sus editores. Los volúmenes han sido acogidos con beneplácito por el público<br />

y ello es estímulo para seguir mejorando la serie, como una contribución al actual auge cultural<br />

que vive el país. En interés de orientar al lector e incluir los representativos de todas<br />

las actividades intelectuales, se han llevado al cabo reformas en la misma. Al subdividir en<br />

materias las ediciones, con sus colores respectivos, no sólo se ha querido renovar el formato,<br />

sino abrir la puerta a un nutrido grupo de autores nacionales clásicos y modernos, cuyas<br />

obras, agotadas o inéditas, es necesario ir presentando para su debida valorización. Este es<br />

el propósito inmediato de los editores y en ello se complacen y estimulan.<br />

Al iniciar esta nueva etapa, se publican dos volúmenes de las décimas de Juan Antonio<br />

Alix. Era tiempo ya de que fuese recogida la obra de este genuino cantor popular.<br />

Lo disperso de la misma impedía valorizar a tan interesante figura de nuestra literatura.<br />

La labor de selección ha sido realizada por el escritor doctor Joaquín Balaguer, Secretario<br />

de Estado de Educación y Bellas Artes, quien prologa la edición con un ensayo<br />

de encomiable valor crítico. El trabajo del doctor Balaguer sienta bases para ulteriores<br />

estudios que se hagan del poeta.<br />

Los editores expresan las gracias al historiador Vetilio Alfau Durán, por su novedosa<br />

contribución al encuentro de las décimas de Juan Antonio Alix, y al escritor Manuel Emilio<br />

Suncar Chevalier, por la útil labor prestada a la edición de estos volúmenes.<br />

La moral y la literatura<br />

I<br />

La publicación de este volumen de Juan Antonio Alix, en el que se han recogido muchas<br />

de sus composiciones pornográficas, plantea, acaso por primera vez en la República,<br />

el problema de la moral en la literatura. ¿Deben o no proscribirse de la obra literaria las<br />

creaciones reñidas con la urbanidad y con las buenas costumbres? Una respuesta afirmativa,<br />

dada en forma categórica y sin ninguna clase de reservas, condenaría a la destrucción o al<br />

olvido una gran parte de las mejores joyas de las letras universales. Semejante sentencia<br />

privaría a la humanidad de los madrigales a Lesbia, obras de pornografía encantadora que<br />

valen tanto, entre las creaciones inspiradas por la sociedad de entonces a las musas del<br />

Alto Imperio, como los discursos de Catón y los aforismos de Séneca. Nadie se resignaría,<br />

sin duda, a que los tesoros literarios de la humanidad fueran mermados con la destrucción<br />

de los cuentos de Bocaccio, manjar saboreado en las mesas de todos los papas y de todos<br />

los príncipes del Renacimiento, o con la pérdida de los aciertos de ingenio y de dicción<br />

que el olvido de la urbanidad y de la moral han inspirado en el mundo entero a las musas<br />

de la invención dramática.<br />

Los epigramas de Marcial, que escandalizaban a Trajano, hacían la delicia de Plinio<br />

el joven, hombre también de gusto severo y de rigidez puritana. Pero independientemente<br />

del respeto que merecen, en la literatura como en la vida, los fueros del criterio y<br />

175


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

el gusto personales, siempre sujetos a condiciones no sólo de educación sino también de<br />

temperamento y de sensibilidad, existe cierta relación, desde el punto de vista de la moral,<br />

entre lo que el escritor escribe y el ambiente que lo rodea, entre el clima social y el<br />

clima literario. En cuanto a lo que atañe al gusto en sí, esto es, el paladar con que cada<br />

persona saborea las producciones del ingenio humano, ¿no sería permitido disculpar la<br />

afición de muchos lectores al chiste grueso y a la pornografía ingeniosa por las mismas<br />

razones con que excusamos la preferencia de la Titania de Shakespeare por las cabezas<br />

de asno, a las que prodiga tiernas caricias y a las que corona dulcemente de flores? Si se<br />

prescinde de la sensibilidad o del gusto que es a cada uno de nosotros característico, ¿no es<br />

lógico hacer al ambiente o a la atmósfera social responsable de una gran parte de la inmoralidad<br />

reinante en la obra literaria? Tan descabellado sería pedir comedimiento a Petronio,<br />

que escribió cuando ya Roma se había trocado en una casa de prostitución, como pretender<br />

que bajo Felipe II, que vistió con los paños negros del Santo Oficio el pensamiento español<br />

de su época, continuara la musa de la alegría popular surtiendo el teatro de gracejos como<br />

en los días en que la risa fluía con libertad de las fuentes inexhaustas de las comedias de<br />

costumbres. La política y otros factores exteriores de la misma naturaleza, también influyen<br />

poderosamente en la moralidad verdadera o superficial de la producción literaria. Cuando<br />

envejeció Luis XIV, quien quiso hacer olvidar al mundo en sus últimos años los excesos de su<br />

vida estragada, el arte francés, con Molière y Fenelón a la cabeza, se hizo tan casto y piadoso<br />

como las cortesanas que rodeaban al viejo rey reconciliado con la austeridad religiosa. Pero<br />

apenas murió el monarca, se reanudaron las orgías de Capua bajo el esplendor sin freno de<br />

la Regencia, y la literatura se quitó también la careta para situarse dentro de la atmósfera<br />

moral en que respiraba aquella sociedad licenciosa.<br />

Pero si el ambiente es en gran parte responsable de la temperatura ética que prevalece<br />

en la obra de arte, reflejo casi siempre del medio en que esa flor de selección se produce,<br />

¿no cabe a su vez atribuir cierta culpa a la literatura por la influencia no siempre benéfica<br />

que ejerce sobre las costumbres y sobre los sentimientos populares? El problema, así<br />

planteado, trae enseguida a la memoria el Arte de Amar de Ovidio, y la defensa que el gran<br />

proscrito hizo de su obra, símbolo de la deliciosa civilización que amenazaba desplomarse<br />

bajo la plúmbea pesadez de la reforma moral intentada por Augusto. “¿En qué medida,<br />

se preguntaba el desterrado, es responsable el arte del relajamiento de las costumbres?”.<br />

Sea cual sea el resultado de esa disputa milenaria, planteada desde las playas siempre<br />

áridas del ostracismo por un discípulo de Epicuro que se sentó ocasionalmente a la mesa<br />

de Séneca para discurrir sobre la moral y las conveniencias sociales, lo cierto es que la<br />

humanidad sigue leyendo a Ovidio y que los propios admiradores de las reformas moralizadoras<br />

intentadas por Augusto, continúan sentándose bajo la sombra propicia del árbol<br />

en que florecieron sus canciones.<br />

Acaso la verdadera inmoralidad de la obra literaria reside, más que en las formas<br />

mismas, en el estrago que puedan causar las ideas cuando se presentan revestidas de<br />

apariencias falsas o cuando tienden, a sustituir con hombre fiel a sus convicciones, es<br />

más digno de admiración ante la moral y ante la historia, aunque sus ideas acerca de los<br />

gobiernos monárquicos nos parezcan hoy equivocadas, que el propio Milton que un día<br />

hace el elogio del tiranicidio y de la libertad, y otro día se acoge a la sombra del poder para<br />

transformarse en un conservador rabioso. La suprema inmoralidad literaria, ¿no es acaso<br />

la que se exhibe en la obra del escritor venal o del poeta perdulario, dignos uno y otro<br />

176


JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I<br />

de los célebres apóstrofes de Alfieri contra las letras asalariadas? Decía el abate Galiani,<br />

refiriéndose a la literatura de la época del Terror, que la elocuencia consistía entonces en el<br />

arte de decirlo todo, sin ser llevado a la Bastilla. La palabra, esa mano del espíritu, según la<br />

admirable definición de Charrón, ¿puede en esas circunstancias conservar su virtud como<br />

fuerza educadora del sentido moral del hombre? ¡Desconsoladora condición del genio!<br />

¡Miseria del destino! ¡Fatalidad de la inteligencia! El hombre escribe, y busca la eternidad<br />

prometida en las propias criaturas de su dolor, en los propios hijos de su espíritu, pero las<br />

miserables circunstancias de la existencia anulan en él la llama inmortal y lo convierten a<br />

menudo en un esclavo de la vida y del tiempo.<br />

II<br />

En la literatura pornográfica, es menester distinguir lo que es verdaderamente inmoral<br />

de lo que es simplemente sucio, lo que se halla en oposición con las buenas costumbres de lo<br />

que sólo afecta a la urbanidad y a la cultura. Algunos capítulos del quijote, como aquel en<br />

que se narran los apuros de Sancho tras la aventura de su amo con un cuerpo muerto (Parte<br />

Primera, Cap. XX), opiniones ingeniosas las leyes y las verdades universalmente consagradas.<br />

Mayores males que los chistes de quevedo y que las sátiras de Luciano, han causado en el<br />

mundo los libros en que hace Proudhon la apología del anarquismo y los versos sublimemente<br />

cínicos en que hace Shelley el elogio del incesto entre hermanos. La risa de Rebelais ha hecho<br />

sin duda menos daño que la rebeldía blasfema del Himno a Satanás de Carducci, o que las<br />

páginas en que Voltaire parece haber vertido, con alegría morbosa, todo el veneno encerrado<br />

en las siete copas del Apocalipsis.<br />

Lo que hace más inmoral la literatura no es, por otra parte, el empleo de expresiones<br />

pornográficas o el uso de formas incultas y de maneras poco urbanas, sino más bien el rebajamiento<br />

de la palabra escrita que abdica de su potestad orientadora para trocarse en arma<br />

quebradiza, capaz de romperse al toque del temor o al de la lisonja. Nunca lució más triste<br />

el trono de la palabra que el día en que la cabeza de Cicerón, clavada en Los Rostros, anunció<br />

al mundo la muerte de la libertad antigua y la ruina de la elocuencia romana. La pluma<br />

vale, como garantía del equilibrio social, cuando la mueve la pasión del bien, o cuando la<br />

inspira la verdad; pero representa menos que la esclavina del mercader y que la argolla del<br />

esclavo cuando contribuye a hacer más grande el desamparo de la virtud, sacrificada por<br />

los galanteadores de la historia. Muchas veces lo que merece respeto no es la idea de que<br />

se hace eco la pluma; no es la concordancia entre la ley moral y la palabra que la expresa,<br />

sino la convicción con que el escritor sostiene sus principios y la lealtad con que los defiende<br />

frente al mundo. Jeremías Collier, símbolo del batallador irreductible, de él respiran<br />

mal olor y están llenos de cierta gracia natural, pero inurbana en la que todo sobra menos<br />

el pudor y la limpieza. Nadie, sin embargo, osaría condenar en nombre del decoro o del<br />

pudor esas páginas malolientes que a todos nos cautivan no sólo por el arte que el autor ha<br />

empleado en la narración de sucesos tan viles, aunque tan humanos, sino también porque<br />

las faltas que allí se cometen contra la urbanidad no ofenden ni nuestro sentido moral ni<br />

nuestra delicadeza. De desacatos de esa especie está lleno el arte primitivo. En los poemas<br />

de homero, el más grandioso de los monumentos literarios de aquella época, se describen<br />

las escenas más vulgares con una simplicidad de estilo y de imagen que no se concebirían<br />

en la literatura moderna, es decir, que no podrían tener cabida en un arte hecho por hombres<br />

que han perdido el sentido directo de la naturaleza. Los reyes homéricos, echados<br />

177


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

de bruces sobre la tierra, beben en las fuentes sagradas el agua de los ríos, y pronuncian,<br />

con palabras estercolarias, terribles juramentos, espantosas admoniciones que salen de<br />

sus bocas coloreadas con la espuma sangrienta de la venganza. La nodriza de Orestes, en<br />

una de las tragedias de Esquilo, habla con graciosa intimidad de los sitios en que el niño<br />

cumplía sus actos naturales, y la de Julieta, en el drama de Shakespeare, alude con igual<br />

desembarazo a escenas semejantes de la niñez de la heroína del más delicado de los poemas<br />

de amor concebidos por el genio del hombre.<br />

Las imágenes naturales, la expresión directa, las formas libres, las frases desembarazadas,<br />

desaparecen de la literatura cuando el romanticismo pone de moda las perífrasis y<br />

desarrolla el culto por la elocución retorcida.<br />

III<br />

La inclusión en este volumen de algunas composiciones pornográficas de Juan Antonio<br />

Alix, se justifica para los que piensan como Oscar Wilde, que en literatura no hay obras morales<br />

ni inmorales, sino obras mal o bien escritas. Para los que no admitan, como el famoso<br />

presidiario de Reading, semejante paradoja, la inserción de tales poesías en un libro destinado<br />

a toda clase de lectores, se explica porque la mayoría de esos versos ofenden el olfato antes<br />

que el sentido moral y contienen más inmundicias que conceptos lúbricos o expresiones<br />

contrarias a las buenas costumbres. Composiciones como la intitulada El Follón de Yamasá,<br />

verdadero monumento de dicción pedestre, pero a la vez ágil e ingeniosa, se leen con gusto<br />

porque debajo de ese torrente de inmundicias corre un hilo de gracia que no aparece empañado<br />

por ningún pensamiento lascivo.<br />

Compárese el fondo de esas poesías, fruto de un vate popular y de temperamento<br />

inculto que logró por adivinación ennoblecer su arte grotesco con cierta vena de humorista<br />

instintivo y con cierta melancolía epicúrea, con el romance de quevedo que lleva<br />

por epígrafe Pinta los principios de la juventud, o con aquellos en que el Luciano español<br />

imita algunos de los más soeces epigramas de Marcial, y se verá cuán grande es la distancia<br />

que separa esas dos clases de poesías: las unas, llenas de refinamientos, pero envueltas en<br />

un perfume que enajena peligrosamente los sentidos como el del pañuelo que ha pasado<br />

por las manos de muchas mujeres; y las otras, toscas y nudosas, pero despidiendo todo el<br />

candor de la naturaleza, como la rama que ha sido cortada sobre el fango para lucirla con<br />

todas sus hojas.<br />

178<br />

Joaquín Balaguer.


Tocinos y longaniza<br />

Saliendo de una gallera<br />

Donde fue mi suerte poca,<br />

Tomé el camino de Moca<br />

Por la Ceiba de Madera.<br />

Como ya de noche era<br />

Y estaba más que nublada,<br />

entré a pedir posada<br />

Para estar más al abrigo;<br />

En casa de un amigo<br />

Gente buena y acomodada.<br />

Con mi panza no muy llena<br />

A la puerta le toqué,<br />

Y el amo dijo: “—quién é?”<br />

Y contesté “Gente buena!”<br />

Mi amigo tuvo la pena<br />

De abrir la puerta en seguida,<br />

Y con la vela encendida,<br />

Me dijo muy sorprendido:<br />

“De dónde diablo ha salido<br />

Esta cabeza perdida?”<br />

A mi amigo referí<br />

De dónde salí ese día,<br />

Y si él me permitía<br />

El pasar la noche allí.<br />

El me contestó que sí,<br />

haciéndome desmontar,<br />

Y un chico peninsular<br />

que en la casa se encontró,<br />

Mi caballo se llevó<br />

Dizque, a darle de cenar.<br />

Un chuzco andaluz allí<br />

Tan pronto me desmonté,<br />

Me dijo “Despense ozté,<br />

Ozté é Juan Entoño Elí”.<br />

Al contestarle que sí<br />

La mano me la apretó,<br />

Y me dijo: “Pue zeñó<br />

zi ozté fuere a la Laguna<br />

JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I<br />

179


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

Pregunte ozté pór fortuna<br />

Po mi Pancho el Epañó”.<br />

—”Oiga ozté zeñó Gelí<br />

Y no he chanela mía,<br />

Pue jaze dieziocho día<br />

que de mi caza zalí;<br />

No paro eta noche aquí<br />

Poque mi jembra me epera,<br />

Me bó de cuaquié manera<br />

Manque así chipao jetoi,<br />

A caza eta noche boi<br />

quéralo Dió jonoquiera”.<br />

—”De Pueto Plata zalí<br />

Ma racao de lo que toi,<br />

Y a caza con Dió me boi<br />

zi con migo quié vení.<br />

Y zi Dió no quiere dí,<br />

que ze quie zi le dá la gana,<br />

Con mi daga zebillana<br />

Con mi manta y mi trabuco,<br />

Pa Dió zanto que me luco<br />

Y peleo jata mañana.<br />

‘’Ese gachón que ta echao 1<br />

De Pueto Plata me trae.<br />

Can dié cajone de zal<br />

Y un quintá de bacalao.<br />

Y manque tó achicharrao<br />

Créa!o ozté zeñó Gelí,<br />

No paro eta noche aquí<br />

En la Ceiba de Maera<br />

Pué quiera Dió jo no quiera,<br />

A caza tengo que dí!<br />

—”Aguarde salga la luna<br />

Le dijo allí una Señora.<br />

—Ná me bó agora<br />

A dumí a la Laguna.<br />

No tengo pena ninguna<br />

Yo con eta nabajilla,<br />

1 Un caballito.<br />

180


que zalga eza gente pilla<br />

Eso que dan machetazo,<br />

que con tá que jalle pazo<br />

Yrá su merda a zebilla”.<br />

El Pancho con poco tino<br />

Dijo: “queén con Dió!<br />

ze ba Pancho El epañó<br />

Jombre guapo é mú ladino.<br />

zalgan pillo jalcamino<br />

Pa que bean lo quo zo yó,<br />

Pancho aquí se caga en tó<br />

En la tierra y en el zielo,<br />

En el jo…be de mi abuelo,<br />

Y en la mae que me parió”.<br />

Pancho tomó su camino<br />

Y con él otros se marcharon,<br />

Y una hamaca me colgaron<br />

Debajo de un tocino.<br />

Pues llegué casi sin tino<br />

Porque me atacó un calambre,<br />

Mis tripas como un alambre<br />

Delgaditas las tenía.<br />

Y al no comer en el día.<br />

Mé hallaba muerto del hambre.<br />

Lo malo es el soñar<br />

Entre todos mis defectos,<br />

Pues sueño siempre con muertos<br />

Si me acuesto sin cenar.<br />

Pero aquí he de mascar<br />

Dije para mí en Madera,<br />

Pues al ver la tazajera<br />

Con tocino y longaniza,<br />

Dije “Ajitera preciza<br />

Y esta noche … corredera!”<br />

Un grano de ají montesino<br />

Por fortuna conseguí,<br />

Porque le viene el ají<br />

A un Sancocho de tocino.<br />

JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I<br />

181


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

Busqué allí con un vecino<br />

De naranja un vinagrito,<br />

Y para más apetito<br />

Eché un trago de aguardiente,<br />

Y arreglé mi limpiadiente<br />

Con la punta de un palito.<br />

Ya yo estaba como mocho<br />

que punta desea tener,<br />

Pensando sólo en comer<br />

De tocino un buen sancocho.<br />

Como a eso de las ocho<br />

Ya yo estaba bostezando,<br />

Pero siempre relojeando<br />

Con una malicia fina<br />

Si había humo en la cocina<br />

O candela allí ajuntando.<br />

Estuve en conversación<br />

Con mi amigo largo rato,<br />

Y no oí sonar ni plato<br />

Ni vi luz en el fogón.<br />

Me causó admiración<br />

No ver luz en la cocina,<br />

Y al no oír gritar gallina<br />

Ni tampoco rajar cuaba,<br />

Demasiado me inquietaba<br />

Y me daba mala espina.<br />

Las doce oí sonar<br />

De un reloj despertador,<br />

Cuando me dijo el Señor:<br />

“Ya me voy a retirar;<br />

Usted querrá descansar<br />

Como en su cara se vé,<br />

Solamente desearé<br />

que pase una noche fresca,<br />

Y cuando a Ud. le parezca<br />

La lámpara apagaré”.<br />

Yo nada le respondí<br />

Porque perdí la esperanza,<br />

De meter allí en mi panza<br />

El sancocho con ají.<br />

182


Y así que sólo me ví<br />

Lo dije medio sin tino:<br />

“Adiós ají montecino<br />

Limpiadiente y vinagrito,<br />

Adiós Sancocho maldito<br />

De longaniza y tocino.<br />

No tuve más que aguantar<br />

Y a acostarme muy tristón<br />

Porque mi amigo Lescón<br />

Nada me dio de cenar.<br />

Después pude averiguar<br />

que como tarde ya era,<br />

No estaba la cocinera<br />

Ni quien fuera a la cocina,<br />

Y pasé buena canina<br />

En la Ceiba de Madera.<br />

Como tuve gran desvelo<br />

Temprano me levanté,<br />

Y un caballo encontré<br />

Colgado de un ciruelo.<br />

Como limpio estaba el suelo<br />

Yerba no pude encontrar,<br />

Pero pude averiguar<br />

que en lugar de estar comiendo,<br />

Pasó la noche leyendo<br />

El Correo de Ultramar.<br />

Cuando fui a ensillar<br />

Me dijo el amigo mío:<br />

“Aguárdese Ud. a almorzar”.<br />

Mas no me quise esperar<br />

Yo no recuerdo por qué,<br />

Pero el café tomaré,<br />

Le dije “Si Ud. permite”<br />

Y él me dijo: “Te cojiste<br />

Nadie aquí toma café”.<br />

Gracias al amigo dí<br />

Por haberlo molestado,<br />

Y por haberme dejado<br />

El pasar la noche allí.<br />

JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I<br />

183


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

Después que me despedí<br />

Salí para Moca a misa,<br />

Y aunque iba muy de prisa<br />

No dejé de ir sintiendo,<br />

Pasar una noche oliendo<br />

Tocinos y longaniza.<br />

Marzo, 1878.<br />

El follón de Yamasá<br />

Siento mucho relatar<br />

Lo que al fin relato hoy,<br />

Porque ya dirán que soy<br />

Amigo de exajerar;<br />

Y al que me han de murmurar<br />

Desde ahora ya sabrá,<br />

que tres pitos se me da<br />

Que figuren que es un cuento<br />

Lo que pasó en el convento<br />

Del pueblo de Yamasá.<br />

Pues un día de la Asunción<br />

Etando yo en Yamasá,<br />

Vino el Cura de Boyá,<br />

A celebrar la función.<br />

A mediado del sermón<br />

hubo allí un pelotero<br />

que hasta vino un tal Peguero<br />

que es el Jefe del lugar,<br />

queriendo allí disparar<br />

Un trabuco naranjero.<br />

Un ahíto que por cierto<br />

Fue a gozar de la función,<br />

Se largó allí un follón<br />

que hedía a perro muerto;<br />

Yo no diré que es incierto<br />

que estuve al perder el tino,<br />

Pues el follón tan dañino<br />

De aquel ahíto infeliz,<br />

Me picó en la nariz<br />

Como un ají montesino.<br />

184


Del púlpito descendió<br />

De cabeza el reverendo,<br />

Y al caer iba diciendo:<br />

“qué peo se han tirado, fo!”<br />

Y al Sacristán que le dio<br />

Esa brisa tan impura,<br />

Dijo “fo! y es de asadura,<br />

Aquí no lo aguanto yo!!;<br />

Y en seguida se tiró<br />

De cabeza tras del Cura.<br />

Como el campanero es ciego<br />

Al oír la corredera,<br />

Sin preguntar siquiera<br />

Comenzó a tocar á fuego.<br />

Salió el Cura sin sosiego<br />

Con la frente en un chichón 2<br />

Gritando más que un lechón<br />

Y preguntando igualmente:<br />

“¿quién ha sido el indecente<br />

que se largó ese follón?”<br />

A una vieja de la Jagua<br />

Le tumbaron el pañuelo,<br />

Y se vio caer al suelo<br />

Una peineta de yagua;<br />

Dejaron allí una enagua<br />

Por el maldito follino,<br />

que por tener palomino,<br />

Nadie la quiso tocar;<br />

Al Alcalde del lugar<br />

Le aplastaron el gallino (Bombo).<br />

Según la opinión del Cura<br />

Y del Sacristán también,<br />

El follón fue de lerén<br />

De mondongo, o de asadura.<br />

Pronto irá á la sepultura<br />

quien soltó ese marrano,<br />

Pues si no se hallaba sano,<br />

Ese maldito cochino,<br />

JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I<br />

2 El Chichón, cuatro veces más grande que la frente.<br />

185


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

No debió en lugar divino<br />

Follonear así al cristiano.<br />

Después que aquello pasó<br />

Y que fue calmado todo,<br />

Dijo el Cura de mal modo<br />

“Ese follón me mató!<br />

Pero ahora quiero yo,<br />

En bien de la religión<br />

Echarle la excomunión<br />

Si no declara al momento,<br />

El que vino a este convento<br />

A largarse ese follón”.<br />

Salió un viejo setentón<br />

hinchado y descolorido,<br />

Y al Cura dijo: “Yo he sido<br />

El que me tiré el follón”.<br />

No fue esa mi intención<br />

Le digo, Padre bendito,<br />

Sepa usted que estoy agito<br />

Y creo que no tengo cura,<br />

Calcule que es de asadura<br />

que comí cuando chiquito”.<br />

El Sacristán dijo al Cura<br />

Saltando y con alegría:<br />

¿Mi amo, no le decía<br />

que el follón fue de asadura?<br />

Tú tienes razón criatura<br />

Son buenas tus condiciones,<br />

Rogaré en mis oraciones<br />

Al Divino Sacramento,<br />

que no salgas del convento<br />

Para que huela follones.<br />

Santiago, 1882.<br />

“El negro tras de la oreja”.<br />

Como hoy la preocupación<br />

A más de una gente abruma.<br />

Emplearé mi débil pluma<br />

Para darle una lección;<br />

Pues esto en nuestra Nación<br />

186


Ni buen resultado deja<br />

Eso era en la España vieja<br />

Según desde chico escucho,<br />

Pero hoy abunda mucho<br />

“El negro tras de la oreja”.<br />

Todo aquel que es blanco fino<br />

Jamás se fija en blancura,<br />

Y el que no es de sangre pura<br />

Por ser blanco pierde el tino.<br />

Si hay baile en algún CASINO,<br />

Alguno siempre se queja,<br />

Pues a la blanca aconseja<br />

que no baile con negrillo;<br />

Teniendo aunque es amarillo,<br />

“El negro tras de la oreja”.<br />

Falta sí a la obligación<br />

Negarse una señorita<br />

A bailar cuando la invita,<br />

Sea quien sea en un salón.<br />

El que tiene invitación<br />

Ninguna sospecha deja<br />

De que sea mala pareja,<br />

Pues allí lo han invitado,<br />

Aunque tenga remachado<br />

“El negro tras de la oreja”.<br />

El blanco que tuvo abuela<br />

Tan prieta como el carbón,<br />

Nunca de ella hace mención<br />

Aunque le peguen candela.<br />

Y a la tía Doña habichuela,<br />

Como que era blanca vieja<br />

De mentarla nunca deja;<br />

Para dar a comprender,<br />

que nunca puede tener<br />

“El negro tras de la oreja”.<br />

De la parienta Fulana<br />

El pelo siempre se mienta;<br />

Pero nunca la pimienta<br />

De la tía siña Sutana,<br />

Por ser muy blanco se afana<br />

Y del negro hasta se aleja,<br />

Nublando siempre una ceja<br />

JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I<br />

187


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Cuando aquel a hablarle viene,<br />

Porque se cree que no tiene<br />

“El negro tras de la oreja”.<br />

Ahora la gente dique<br />

Llaman a los preocupados<br />

Los biscochuelos lustrados<br />

Con melado de alambique.<br />

Y por Dios que causa pique<br />

Creer que hay gente… coneja<br />

Cuando no hay persona vieja<br />

que ya no haya contado<br />

De aquel que tiene pegado<br />

“El negro tras de la oreja’’.<br />

El que se crea preocupado<br />

que se largue allá a La habana,<br />

que en tierra dominicana<br />

No les da buen resultado.<br />

Y el biscochuelo lustrado<br />

Aunque sea con miel de abeja,<br />

No dé motivo de queja<br />

que todo esto es tontería,<br />

Pues está a la moda hoy día<br />

“El negro tras de la oreja’’.<br />

15 de julio de 1883.<br />

Los curanderos<br />

(en bien de la Humanidad).<br />

Un crimen que causa horror<br />

Y diezma a la población,<br />

Merece hoy la atención<br />

Del Gobierno Superior.<br />

Y del público el clamor<br />

Por compasión y piedad<br />

Suplica a la autoridad<br />

que de la Ley que haga uso,<br />

Para cortar un abuso<br />

“En bien de la humanidad”.<br />

Yo me refiero, señores,<br />

A unos tantos curanderos<br />

Charlatanes y embusteros<br />

Y de crímenes autores.<br />

Pues estos falsos doctores<br />

188


Sin ninguna facultad,<br />

Matan gente sin piedad<br />

Corno el público es testigo<br />

Sin merecer un castigo<br />

“En bien de la humanidad”.<br />

La vida humana es muy bella<br />

Y sumamente importante,<br />

Para entregarla a un tunante<br />

Para que juegue con ella.<br />

Y toda persona aquella<br />

que se aprecie de verdad,<br />

Es mucha barbaridad<br />

Entregarse a esa gente,<br />

que no obra dignamente<br />

“En bien de la humanidad”.<br />

Conocer el cuerpo humano<br />

Y administrar medicinas<br />

No es curar con resinas<br />

Ni con miao en frasco hermano!<br />

Pues debe ser inhumano<br />

quien con toda libertad,<br />

Ejerce la Sanidad<br />

Sin haber nunca estudiado,<br />

Y sin haberse educado<br />

“En bien de la humanidad”.<br />

También esos asesinos<br />

Se las dan de cirujanos,<br />

Cortando piernas y manos<br />

Como si fueran tocinos.<br />

Y después que estos dañinos<br />

Cometen su atrocidad,<br />

Mandan a la Eternidad,<br />

Al que en sus manos se puso,<br />

Y nadie corta ese abuso<br />

“En bien de la humanidad”.<br />

No es tan sólo amputaciones<br />

que hacen los matagentes,<br />

hacen autopsia igualmente<br />

Y cesárea operaciones.<br />

Y esos tales corazones<br />

De hiena, ¡qué atrocidad!<br />

Solamente por maldad<br />

Matan al enfermo y cobran.<br />

JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I<br />

189


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

Y después dicen que obran,<br />

“En bien de la humanidad”.<br />

Para ser buen cirujano<br />

Y manejar la cuchilla,<br />

La cosa no es tan sencilla<br />

Como pelar a un marrano.<br />

Ignorando el cuerpo humano<br />

Nadie tiene facultad,<br />

Pues es de necesidad<br />

En el colegio aprender<br />

Para esta ciencia ejercer<br />

“En bien de la humanidad”<br />

Todas las enfermedades<br />

No se curan con yerbitas<br />

Con le ruá ni florecitas<br />

Ni otras inferioridades.<br />

Todas las dificultades<br />

Las vence la Facultad<br />

Y Ja gran capacidad<br />

Del médico que ha estudiado<br />

Y que se ha sacrificado<br />

“En bien de la humanidad”.<br />

El que busca baratura<br />

En médico, economiza,<br />

Pero baja más de prisa<br />

Los pies a la sepultura.<br />

El buen médico no cura<br />

Sin de Dios la voluntad,<br />

Pero hay más probabilidad<br />

El que cura con la ciencia<br />

Pues ese obra en conciencia<br />

“En bien de la humanidad’’.<br />

¿Y qué diremos por cierto<br />

De las médicas aquellas<br />

que preparan sus botellas<br />

hediondas a perro muerto?<br />

“Ah! esa si es mujer de acierto!<br />

Dicen por brutalidad<br />

Cuando por casualidad<br />

Se ha escapado una criatura,<br />

De manos de quien no cura<br />

“En bien de la humanidad”.<br />

190


hay médicas atrevidas<br />

En campos y poblaciones<br />

que curan con oraciones<br />

Y con velas encendidas.<br />

Y a las personas creídas<br />

Dicen sin dificultad,<br />

que cualquiera enfermedad<br />

La curan muy fácilmente,<br />

Y que lo hacen solamente<br />

“En bien de la humanidad”<br />

Donde reina la ignorancia<br />

Ahí verán a esos doctores,<br />

Cometiendo mil horrores<br />

Y dándose allí importancia.<br />

hablan con mucha arrogancia<br />

Sobre toda enfermedad,<br />

Se pasean con majestad<br />

Mientras están recetando,<br />

Y total, no están obrando<br />

“En bien de la humanidad”.<br />

Por doquiera que estos van<br />

De contar tienen derecho<br />

Las grandes curas que han hecho,<br />

Pues darse fama es de afán.<br />

El médico charlatán<br />

Descredita por maldad<br />

Al médico en propiedad<br />

Entre la gente ignorante<br />

Para hacerse interesante<br />

“En bien de la humanidad”.<br />

Los médicos salteadores<br />

Para poder recetar,<br />

No necesitan mirar<br />

A los enfermos señores;<br />

Pues para estos doctores<br />

Conocer la enfermedad,<br />

Le envían sin dificultad<br />

Los orines del paciente,<br />

Pues así cura esa gente<br />

“En bien de la humanidad”.<br />

Para que juzgue el lector<br />

Y tenga una idea completa,<br />

JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I<br />

191


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

Vea la siguiente receta<br />

que dio un charlatán doctor.<br />

Y así por ese tenor<br />

Juegan con la cristiandad<br />

Esa grande cantidad<br />

De médicos matagentes<br />

que se creen inteligentes<br />

“En bien de la humanidad”.<br />

(Receta para indigestión)<br />

Dos botellas de aguardiente,<br />

Dos, idem miao de becerro<br />

Tres onzas sica de perro<br />

Y tres de fete de gente.<br />

Se tomará diariamente<br />

De una copa la mitad,<br />

Y a la Santa Trinidad<br />

Y al Nonnato San Ramón,<br />

Rezarán una Oración<br />

“En bien de la humanidad”.<br />

¿qué le parece lectores<br />

Dónde iremos a parar,<br />

Si no quieren castigar<br />

A tantos despobladores?<br />

Y al pobre de Alix señores,<br />

Lo atacó la autoridad<br />

Porque era inmoralidad<br />

Los epigramas que hizo;<br />

Y el Juez aplastarlo quiso<br />

“En bien de la humanidad”.<br />

Julio 2 de 1883.<br />

Una fiesta curiosa<br />

Una enorme cantidad<br />

De perros, chivos y burros<br />

Andaban ayer muy curros<br />

De fiesta en esta ciudad.<br />

“¡que viva la libertad!”<br />

Decía uno muy contento<br />

Y respondían al momento<br />

Los demás dando repingo:<br />

Ay tingo! Ay tingo!<br />

que viva el Ayuntamiento!<br />

192


Como veinte mil cochinos<br />

Esos marchaban detrás,<br />

Fastidiando por demás<br />

De este pueblo a los vecinos.<br />

Como animales dañinos<br />

En la plaza hubo lamento<br />

Pues sin ningún miramiento<br />

Entraron allí pillando<br />

Como siempre, y gritando<br />

que viva el Ayuntamiento!<br />

Parece que por despecho<br />

Salió con su tiplecito<br />

Doña Cuesta Gurabito<br />

Cantando daños que ha hecho;<br />

Y después de trecho en trecho<br />

Callaba el tiple al momento<br />

Y con arrogante acento<br />

Decía, pero sin recelo:<br />

‘’Nadie a mí me quita un pelo,<br />

¡Qué viva el Ayuntamiento!’’<br />

La santa iglesia Mayor<br />

Iba detrás bamboleando,<br />

Como siempre, y amenazando<br />

Desgracia que causa horror.<br />

Y el de este peligro autor<br />

La veía muy desatento;<br />

Pero el pueblo no contento<br />

Decía con mucha elocuencia:<br />

“¡Cuánta gente sin conciencia!”<br />

¡que viva el Ayuntamiento!<br />

De fiesta estaba igualmente<br />

La esquina Viuda García,<br />

Y en sus cánticos decía:<br />

“De cajones, tuve un puente”<br />

Por él Lilí, el Presidente,<br />

Estando en su alojamiento<br />

Pasaba a cada momento<br />

Por mi laguna tan fea,<br />

Pero como no hay quien vea<br />

“¡que viva el Ayuntamiento!”<br />

Y hasta el público alumbrado<br />

Salió con su guitarrita<br />

JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I<br />

193


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

Disfrazado de animita<br />

Porque siempre está eclipsado.<br />

Y aunque el pueblo está enojado<br />

Y lleno de sufrimiento<br />

Se veía con sentimiento<br />

Y mientras decía ¡qué ganga!<br />

Respondía la mojiganga:<br />

“¡qué viva el Ayuntamiento!”<br />

Doña hidráulica bombita<br />

Andaba en esta jandinga<br />

Imitando a una jeringa<br />

Y cantando esta coplita:<br />

“Yo soy aquella bombita<br />

que al pueblo con sentimiento<br />

Vio por mí aflojar doscientos<br />

Pesitos, muy bien contados,<br />

Pero si fueron botados<br />

“¡qué viva el Ayuntamiento!”<br />

Los incendios se acabaron!<br />

También decía la bombita,<br />

Porque a mí la jeringuita<br />

Con ese fin me compraron.<br />

Y aunque no me fabricaran<br />

Para el terrible elemento<br />

Serviré en cualquier momento<br />

Al jardín Municipal,<br />

Y como todo es igual<br />

“¡qué viva el Ayuntamiento!”<br />

Después salió la Injusticia<br />

Al más débil criticando<br />

Y al más fuerte respetando<br />

Por temor a una caricia.<br />

Después se vio la Justicia<br />

Y con imperioso acento<br />

Dijo a la injusticia así:<br />

Perseguiste a Sinaí 3<br />

“¡qué viva el Ayuntamiento!”<br />

Y la injusticia sencilla<br />

Disfrazada de barraco<br />

Contestó: “Yo no me raco<br />

En espinosa jabilla”.<br />

3 Pseudónimo usado en artículos contra el Ayuntamiento.<br />

194


Y tomando ésta la trilla<br />

Por tan jocoso argumento,<br />

Se fue al cachimbo el talento;<br />

Y el pueblo que está indignado<br />

No escuchaba con agrado<br />

“¡qué viva el Ayuntamiento!”<br />

Abril 1 de 1884.<br />

La pobreza<br />

Es la pobreza en el hombre<br />

Una horrible enfermedad,<br />

Y estremece en realidad<br />

Sólo pronunciar su nombre.<br />

al que le ataca este mal<br />

Pierde la voz y el semblante,<br />

Vive siempre delirante<br />

Pensando en gran capital.<br />

Por doquiera ve señal<br />

De botijuela enterrada,<br />

Si duerme es de madrugada<br />

Con los ojos entreabiertos,<br />

Y sueña siempre con muertos<br />

Si en el día no come nada.<br />

Para un pobre es grande atraque<br />

Y más si tiene familia,<br />

haber de guardar vigilia<br />

Sin decirlo el almanaque.<br />

Y si no haya quien lo saque<br />

De tormentos y aflicciones<br />

Se lo llevan mil regiones<br />

De diablos para el infierno<br />

Y el que paga es el Gobierno<br />

Echándole maldiciones.<br />

Cuando un pobre coje un peso<br />

Y se dirige al Mercado<br />

Inviértelo en buen pescado<br />

Pero no en pan y queso,<br />

Aquel día compra seso<br />

Y lo guisa con jamón,<br />

Se provee de un buen capón<br />

Y lo arregla con repollo<br />

JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I<br />

195


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

Aunque al fin lo lleve al hoyo<br />

Una fuerte indigestión.<br />

Un pobre llega a su hogar<br />

Creyendo tener su cuenta,<br />

Mas le falta la pimienta<br />

Y la leña por comprar.<br />

Si el dinero va a buscar,<br />

Si lo haya, es con trabajo<br />

Al volver, que falta el ajo,<br />

Y así va todo faltando<br />

Y el pobre siempre acarreando<br />

Se vuelve un escarabajo.<br />

El pobre a comer se sienta<br />

Y dice: “Ya descansé!”<br />

En esto llega el Francé 4<br />

Del pan, a arreglar su cuenta.<br />

Montado en su burriquito,<br />

O el muchacho se presenta<br />

A cobrar su mediecito<br />

Del agua que dejó fiada,<br />

Que si al fin no tiene nada<br />

hasta pierde el apetito.<br />

Después que uno se acalora<br />

Su siestica quiere hacer,<br />

Y le dice a su mujer:<br />

“Aquí está la planchadora”.<br />

que ha venido a mala hora<br />

Dile con buena manera,<br />

que a buscarle voy afuera<br />

Su dinero con empeño;<br />

Volviendo a cojer el sueño;<br />

que aquí está la lavandera.<br />

Si el pobre manda a lavar<br />

Siempre le falta el jabón,<br />

Y si compra el almidón<br />

Algo más le ha de faltar.<br />

El azul no va alcanzar<br />

Le dice la lavandera,<br />

Deme la leña y la cera<br />

Y dispense que lo atraque,<br />

4 Un vendedor de pan.<br />

196


que si no fuera por Yaque<br />

Agua también le pidiera.<br />

Si un dolor a un pobre inquieta<br />

Y solicita a un doctor,<br />

Le ataca más el dolor<br />

Si no tiene una peseta.<br />

Si el Médico le receta<br />

Ayuda en suposición<br />

Se verá en la precisión<br />

De bailar la jorominga<br />

Si no tiene una jeringa<br />

De la última invención.<br />

Para un pobre es mala broma<br />

En caso de enfermedad,<br />

No hallar con facilidad<br />

Una jeringa de goma.<br />

El pobre siempre se embroma<br />

Y a veces le causa lloro<br />

Si le falla el as de oro<br />

Como si fuera un caballo<br />

Con canuto de papayo.<br />

Y con vejiga de toro.<br />

El pobre se desespera,<br />

Y pierde a veces el tino,<br />

Cuando ve un remolino<br />

De su casa en la cumbrera.<br />

Si el bohío tiene gotera<br />

Dice a Dios en oraciones:<br />

Disuelve esos nubarrones<br />

Te lo suplico, Dios mío,<br />

Ve que tengo mi bohío<br />

Con tamaños goterones.<br />

Si un pobre demanda a un rico<br />

Y el pobre tiene razón,<br />

Pierde aqueste la cuestión<br />

Sin poder meter el pico.<br />

El grande se come al chico<br />

Esto siempre se ha de ver<br />

Si no tiene qué ofrecer<br />

El pobre por garantía,<br />

No vale Santa María<br />

Porque al fin se ha de… perder.<br />

JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I<br />

197


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

Si un pobre le pide a un rico<br />

Algún caballo prestado.<br />

Le dice con desagrado<br />

—Ahora no puedo chico—<br />

—Pues présteme Ud. un borrico,<br />

que bien yo agradeceré”<br />

—Para el campo lo mandé—”<br />

Y se finje que lo siente<br />

Y el pobre por consiguiente<br />

Tiene que jalar a pié.<br />

Dicen de un rico borracho:<br />

—”¡Cuidado que está jocoso!”—<br />

¿Y a un pobre? ”¡qué fastidioso!—<br />

Perdido está ese muchacho”—<br />

Si el pobre suelta su cacho<br />

Le dicen que es embustero;<br />

¿Y a un rico? ¡dizque guacero!<br />

Puesto que así no se ofende,<br />

Y el pobre que esto comprende<br />

Se lo lleva el diablo entero.<br />

De una niña que es honrada,<br />

Mas si le falta dinero,<br />

Dicen al punto que es cuero,<br />

Y la juzgan deshonrada.<br />

Si la ven engalanada<br />

Con su trabajo ganado<br />

Dicen que el enamorado<br />

Le ha dado la galanura.<br />

No dicen con su costura<br />

Este lujito ha comprado.<br />

En la pobre se ha notado<br />

que si vive amancebada<br />

No la invitan, para nada<br />

Si el querido es arrancado,<br />

Si es rico, no hay cuidado,<br />

La querida es señorita,<br />

Todo el mundo la visita,<br />

Y a los bailes se convida,<br />

Y así una pervertida<br />

El dinero la acredita.<br />

Al que por rico se dé<br />

hoy le dice la riqueza,<br />

198


que no diga con certeza<br />

De esta agua no beberé.<br />

En esta tierra se ve<br />

que toda riqueza es yana,<br />

Uno pierde lo que gana<br />

Lo juro como quien soy,<br />

Pues uno sabe lo de hoy<br />

Pero no lo de mañana.<br />

Mayo de 1885.<br />

Al Ciud. Gen. Don Gregorio Luperón<br />

en su manifestación a favor de la candidatura<br />

HeUReaUX e imBeRT.<br />

Ya el gallo indio cantó:<br />

Bajen la cola, pollitos,<br />

que pollos tan pequeñitos<br />

No cantan: “Cocoro-ó-o”<br />

Ya el indio se declaró<br />

Manifestando que está<br />

Y que por siempre estará<br />

Por Lilís y por Imbert,<br />

Porque así tiene que ser<br />

“El que no puede no va”.<br />

Y no es cosa tan pequeña<br />

que el general Luperón<br />

Se mezcle en esta cuestión<br />

Con su prestigio por seña.<br />

Si su palabra la empeña<br />

Como la ha empeñado ya,<br />

A la presidencia irá<br />

Más de prisa el gefe heró,<br />

Pues como el indio cantó<br />

“El que no puede no va”.<br />

Luperón que nunca ceja<br />

Por doquiera que se mete,<br />

Estará en nuestro banquete<br />

Pero sin comer moyeja.<br />

Porque Moya nada deja<br />

Si ese güiro se le da;<br />

Pero como lejos está<br />

De empuñar esa batuta,<br />

Lo que es en esta disputa<br />

“El que no puede no va”.<br />

JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I<br />

199


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

Moya no tiene experiencia<br />

Pues por poca que tuviera,<br />

Claramente ya lo viera<br />

que no irá a la presidencia.<br />

Los hombres de más potencia<br />

En contra los tiene ya,<br />

Y como es Lilís quien da<br />

Al país más garantía,<br />

Lo dice la mayoría:<br />

“El que no puede no va”.<br />

Luperón el general<br />

Es la potencia mayor,<br />

que de Lilís a favor<br />

Trabaja, pero puntual.<br />

Y ya lo ha dicho formal<br />

que su palabra la da,<br />

Y a Lilís apoyará<br />

Para que salga triunfante,<br />

Pues en lucha semejante<br />

“El que no puede no va”.<br />

El comercio principal<br />

Lo desea por conveniencia,<br />

que ocupe la presidencia<br />

quien dio la paz general.<br />

Lilís es hombre legal<br />

que bien conocido está,<br />

Y el único que dará<br />

Garantía a las propiedades;<br />

Y como estas son verdades<br />

“El que no puede no va”.<br />

Si Moya juicio tuviera<br />

Todo lo hubiera deshecho,<br />

Porque ya sí es un hecho<br />

que perdió esa tetera.<br />

Y estando el indio de vera<br />

Metido así como está,<br />

Más trabajo le dará<br />

A Moya la presidencia,<br />

Porque esta es su sentencia:<br />

“El que no puede no va”.<br />

Si Moya fuera advertido<br />

Se chaqueteara, por Dios,<br />

200


Pues con esta serán dos<br />

Las veces que ya ha perdido.<br />

Y a las tres será vencido<br />

Si volviere a la picá,<br />

Pues sin ese gran Papá<br />

que se llama Luperón,<br />

No habiendo su protección<br />

“El que no puede no va”.<br />

Ya es inútil propagar<br />

que Lilís el ciudadano,<br />

Ya con el triunfo en la mano<br />

Pretenda hoy renunciar,<br />

Y como él ha de triunfar<br />

Porque más votos tendrá,<br />

Déjense de caballá<br />

que Moya irá otro día,<br />

Pero en esta es bobería<br />

“El que no puede no va”.<br />

Santiago, Mayo 6 de 1886.<br />

Alborada<br />

Para la fiesta de la bendición de una imagen del Patrono.<br />

SanTiaGo el maYoR,<br />

que el H. ayuntamiento ha dado esta ciudad.<br />

Santiagueros, ¡atención!<br />

Empecemos la alegría,<br />

Porque hoy es un gran día<br />

Para esta población.<br />

hoy está la bendición<br />

Con grande festividad,<br />

Del Patrón de esta ciudad<br />

Santiago Apóstol bendito,<br />

Ginete, guapo y bonito<br />

Y guerrero de verdad.<br />

Siempre se ha visto con pena<br />

No darse este pueblo tono,<br />

Celebrando a su Patrono<br />

Con una fiesta muy buena.<br />

Solamente el Padre Mena<br />

Como metido en currú,<br />

Con caña y no de bambú<br />

quiere al Patrón festejar<br />

JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I<br />

201


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

Con una fiesta, ¡LA MAR!<br />

De P P y doble U.<br />

Y dejarse de creer<br />

que esta función es tan boba,<br />

Para no cojer la escoba<br />

Y sus calles bien barrer.<br />

Por esta noche ha de haber<br />

Bastante iluminación,<br />

Para que esta población<br />

Comprenda en lo venidero,<br />

que celebrar con esmero<br />

Debe siempre a su Patrón.<br />

Las niñas que sean madrinas<br />

que alisten sus polizones,<br />

Y las viejas sus mantones<br />

Enaguas y crinolinas.<br />

Y dejarse de pamplinas<br />

que las que son pobrecitas,<br />

Pueden dar sus pesetitas’<br />

Pero en siendo ricas, no;<br />

Porque me figuro yo<br />

que pueden dar sus onzitas.<br />

Todo aquel que sea Padrino<br />

De nuestro Patrón Santiago,<br />

Esta advertencia le hago,<br />

que venga con mucho tino.<br />

Pues, si no trae ni un comino<br />

Para cumplir con su ahijado,<br />

que ande con mucho cuidado<br />

Porque dicen que el Patrón<br />

Como no es muy rascón<br />

Pelará por su encabado.<br />

En fin ei que quiera sabei<br />

Si ei gá hiede de beidá,<br />

hoy lo aguaidan por acá<br />

Juan Eli y Meicadei.<br />

Poique eta taide han de bey<br />

Cuatro mi pollo enterrao,<br />

Saiten y palo ensebao<br />

202


Ramos, banderas, cojete<br />

Y en la esquina un molinete<br />

Pa bei muchacho agoipiao.<br />

Santiago 18 de junio de 1887.<br />

Jatuai con le puela pueta<br />

En los campos de San Juan,<br />

Un pueblo de esta Nación,<br />

habita un rico bribón<br />

El avaro más brigán.<br />

Muy temprano lo verán<br />

que así que su cama deja,<br />

Se encaja una espuela vieja<br />

que en el día no se la quita<br />

Y lo más de mañanita<br />

Coje el burro y lo apareja.<br />

Pero no con intención<br />

De salir a parte alguna,<br />

Pues él por causa ninguna<br />

Sale de su habitación.<br />

El que llega a su mansión<br />

que le preste una peseta,<br />

Le responde esa alma prieta:<br />

“Mi jijo será otro día<br />

Poique boy de propaitía<br />

Jatuai con le puela pueta”.<br />

Toda persona que llega,<br />

A que le preste el jumento,<br />

Fingiendo un gran sentimiento<br />

Del cuello hasta se le pega:<br />

—”El burro no se le niega<br />

Ni tampoco se le preta,<br />

Poique decile me cueta<br />

que mírelo, aparejao,<br />

Y yo en ei casi montao<br />

Jatuai con le puela pueta”.<br />

Le dijo un día una muchacha,<br />

Vecina de por allá.<br />

“Le mandó a decí papá<br />

que si le preta su jacha!”<br />

JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I<br />

203


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

“Dímele que toi de macha<br />

En pó de una sigua prieta,<br />

quei diablo de mi carreta<br />

hoy memo se me crebó,<br />

Y dile como ando yo<br />

Jatuai con le puela pueta”.<br />

El que por su mala estrella<br />

Le pide agua a ese maldito<br />

Le contesta “Ay jijito!<br />

Agorita boi por ella.<br />

Poique a mí me jace mella<br />

que en mi rancho uno se meta,<br />

Y que no me comprometa<br />

A epantaile aquí la sé;<br />

Pero en fin uté me vé<br />

Jatuai con le puela pueta”.<br />

Un guajiro con su quimbo<br />

Le dijo al marchante un día:<br />

“Casero, yo no podría,<br />

Prendei aquí mi cachimbo?<br />

Boto a lo niño del limbo!<br />

Contestó el anacoreta;<br />

De fósforo una cajeta<br />

Al pueblo a compraila boy,<br />

No me be ya como toi?<br />

Jatuai con le puela pueta”.<br />

Le dice otro bengo abei<br />

Si me preta un dinerito,<br />

—”Ofrécome a Jesucrito!<br />

Poique no benite ayei?<br />

que yo deseaba tenei<br />

Una entrá así como eta,<br />

Poique siempre ta dipueta<br />

Mi casa pa lo jamigos;<br />

Pero bea lo que le digo:<br />

Jatuai con le puela pueta”.<br />

El pobre que llega allí<br />

A pedir su limosnita,<br />

—Poi la jánima bendita<br />

Peidone eimano que aquí,<br />

hoy no tengo ni un ají<br />

Ni un grano de malagueta,<br />

204


Poique este arranque me aprieta.<br />

Poi no decí me afucila;<br />

Y ademá que boi de jila<br />

“Jatuai con le puela pueta”.<br />

El que allí se le presenta<br />

A que le fíe un marrano,<br />

Al punto exclama el tirano,<br />

“Ay diablo siempre le tienta!<br />

Peisona así tan atenta<br />

Tan jonrá y tan joneta,<br />

que mi familia repeta<br />

Denje bía de mi taita,<br />

Pero aguaita jijo, aguaita,<br />

Jatuai con le puela pueta”.<br />

Cuando pasa un caminante<br />

Y le pide allí posada,<br />

Da en el suelo tina patada<br />

Y exclama: “Miren ei diante!<br />

Y yo que soi tan amante<br />

que la gente aquí se meta,<br />

Beni a la hora deta<br />

Eto probe peligrino,<br />

Cuando ya boi de camino<br />

Jatuai con le puela pueta”.<br />

Pero nada se ha peidío<br />

Cojan ese caminito,<br />

que lo lleva derechito<br />

A casa un compadre mío.<br />

que ahí tarán tan recibío<br />

Con la atención ma joneta,<br />

Poique son jente cumpleta<br />

que lo tratarán muy bien,<br />

Pero utede ya me ben<br />

Jatuai con le puela pueta”.<br />

Así los hechos son tantos<br />

Del avariento terrible,<br />

que todo no es posible,<br />

que los cite en estos cantos.<br />

Ni al mismo Dios ni a sus santos<br />

hace un bien esa alma prieta,<br />

Porque a todo el mundo aprieta,<br />

Ese avaro condenado,<br />

JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I<br />

205


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

Con su burro aparejado<br />

Y jatuai con le puela pueta”.<br />

Santiago, agosto 9 de 1890.<br />

Di coloni italiani<br />

Italianis prepárate<br />

Con tute le necesari,<br />

que di Patroni acercari,<br />

Con di muchi celerate.<br />

E il falere celebrate<br />

Con tuta la pompanata,<br />

Facienda di candalata,<br />

E ponienda banderete<br />

Di ramoni e farolete<br />

E di cosi delicata.<br />

Como tuti santiagueri<br />

A di colone apreciata,<br />

Pur le vende dimaciata<br />

A lo gento sin dineri.<br />

Le populi tute esperi<br />

Di la frateli colone,<br />

Festejate di Patrone<br />

Con demasiata esplendori,<br />

Lanzanta muchi di flori<br />

E alegrari muchi bone.<br />

Di pública ya sabeli<br />

qui colone aquí morata,<br />

Arqui triunfe preparata<br />

Cosa richi e mucho beli.<br />

Pur la festa di frateli<br />

Di Jacobis la Mayori<br />

Pur qui tute le sinori<br />

Dominicane mirate,<br />

que italiani festejate<br />

Di Patrone con honori.<br />

Di Angelo Pelerani<br />

E di Alejandre Eschufino,<br />

E di Pascuali Marino<br />

Tute di bone italiani.<br />

Di Genari Cantesani<br />

Panchi Blois frateli bone,<br />

206


E tute son di persone<br />

qui populi santiagueri<br />

Esperata con placeri,<br />

Fetejate di Patrone.<br />

Di Pelerani Lorensa<br />

Di Joveneta apreciata,<br />

A di festa preparata,<br />

Con di placeri comenza.<br />

Di bone Luis Paonensa<br />

E Forestieri frateli,<br />

quisep e di bone Feli,<br />

Tuti con gusta sapresta<br />

A solemnare di festa<br />

Di Jacobis santis beli.<br />

Frateli Blas e Gusé,<br />

Nicoleta Marchantori,<br />

E di Ganlote sinori<br />

Tuta an festa ajustaré<br />

E la di Varna José<br />

Facerán di zaragata,<br />

E a la festa celebrata<br />

Di santiagueri Patrone,<br />

Ponienda la pabilone<br />

E gastanda muchi plata.<br />

Di frateli Sabatini<br />

E la Guisep Eschufino,<br />

Como di Rocco Turquino<br />

Tuti di bone italiani.<br />

E Franchisca Pelerani,<br />

Tuta ella son dipuesta<br />

A solemnare di festa<br />

Con mia caro santiaguere<br />

que a di colone le quere<br />

Pur tuti di gento honesta.<br />

E di Pilade ingeniere<br />

Giometra profesori,<br />

E di bone agricultori<br />

Anunciate a tute quere.<br />

qui pur la festa tenere<br />

Muche pape, lechugueta,<br />

Carolete rabaneta,<br />

Por la di bona manllata,<br />

JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I<br />

207


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E hacer di la zalata<br />

E celebrate di festa.<br />

Pedra Estéfani avisata,<br />

qui vandete santis belis,<br />

que facen miracle an celis<br />

E tan di bone abogata.<br />

E también ella anunciata,<br />

qui tiena para vendé<br />

La Patriarca Sen Gusé,<br />

E Santiague rife Mayoré,<br />

que pur tante rife agore<br />

Tuta la facienda a pié. 5<br />

Suplico al lector amado,<br />

Me disimule un poquito<br />

Si al lenguaje más bonito<br />

El más dulce y delicado<br />

En algo lo he maltratado;<br />

Pero sabrás que este idioma<br />

Desde que salí de Roma<br />

No lo he cursado jamás,<br />

Por eso dispensarás<br />

Si le falta alguna coma.<br />

Santiago, julio 20 de 1891.<br />

Refrán campesino<br />

Lo viejo van pa la maya<br />

Señores, la ancianidad<br />

Parece que se lamenta,<br />

Por tenerla de su cuenta<br />

La graceja mocedad.<br />

Pues tanto en esta ciudad<br />

Y en los campos la canalla,<br />

Muy divertida se halla<br />

Con un refrán campesino,<br />

que dice que de camino<br />

Lo viejo van pa la maya.<br />

Este insípido refrán,<br />

que celebran los gracejos<br />

5 Y hace muy bien, pues si lo hace a caballo como debía de ser, al momento le rifan el jaco,<br />

porque ya las rifas de caballos tienen al público soliviantado de atrás. Siga el amigo Pedro<br />

haciendo los Patrones Santiago a pié, para que vayan los rifadores de bestias a freír buñuelos.<br />

208


Debe ser porque los viejos<br />

Con un pié en el hoyo están.<br />

Pero ahí también gotearán<br />

Los mozos como papalla<br />

Pues el joven de más talla<br />

Entrando en mayor edad,<br />

Le dirá otra mocedad<br />

Lo viejo van pa la maya.<br />

El joven que esté más sano<br />

Y de vida más gozando,<br />

que un viejo que esté chochando<br />

Tal vez se va más temprano.<br />

Y queda siempre el anciano<br />

Picando en la misma raya,<br />

Pues de sabido se calla<br />

que con toda exactitud,<br />

Con la bella juventud<br />

Lo viejo van pa la maya.<br />

hay viejos que están Chispeando<br />

Por tan simple bobería,<br />

Cuando es una tontería<br />

La charla que están usando.<br />

Otros están alegando<br />

que están en su guardaraya,<br />

Y con enreos de alilaya,<br />

Dicen los viejos toditos,<br />

que con todo esos mocitos<br />

Lo viejo van pa la maya.<br />

Esos que suelen decir<br />

que los viejos ya se van,<br />

Tal vez se figurarán<br />

que ellos también no han de ir.<br />

Y no querrán convenir<br />

que en el mundo todo falla.<br />

Y el que anda y no se avalla<br />

Con tal que su ruta siga,<br />

Atrás vendrá quien le diga<br />

Lo viejo van pa la maya.<br />

Contraorden dizque vino<br />

De lugares muy lejanos,<br />

JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I<br />

209


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Prohibiendo a los ancianos<br />

De no tomar el camino.<br />

Pero el superior destino,<br />

que es el jefe de la valla,<br />

Dice que hasta la escurralla<br />

Deberán marchar los mozos<br />

Pues con todo esos graciosos<br />

Lo viejo van pa la maya.<br />

hay muchos viejos que están<br />

Por no emprender ese viaje,<br />

Y les da hasta coraje<br />

Cuando les dicen que van.<br />

El viejo que es haragán,<br />

que dondequiera se encalla,<br />

Así dice: ¡caracaya!<br />

Los mozos tienen razón<br />

Con su capa y su bordón<br />

Lo viejo van pa la maya.<br />

Donde hay vieja con joroba<br />

Ese viaje no se mienta,<br />

Porque tanto se violenta<br />

que ataca como una loba.<br />

Y no falta vieja boba<br />

que dice que no se calla<br />

Y que a cualquiera le estralla<br />

De mear la jigüerita,<br />

Al que le diga: Mamita,<br />

Lo viejo van pa la maya.<br />

El viejo Taita José<br />

Parece que va de jila,<br />

Pues no se apea la mochila<br />

Aunque así durmiendo esté.<br />

Y dice que marcha a pié,<br />

Con su báculo de yaya<br />

Y dondequiera que vaya<br />

Cantará siempre en la cueida:<br />

“Lo mozo van pa la mieida!”<br />

Lo viejo van pa la maya.<br />

Y el viejo siñó Ramón<br />

Se encuentra muy pensativo<br />

210


Y lo mismo Juan Olivo<br />

Con esta disposición.<br />

Y ambos dicen que son<br />

Dizque harina de otra laya<br />

Y que entrarán en batalla<br />

Cada uno con su espiga<br />

Con cualquiera que le diga:<br />

Lo viejo van pa la maya.<br />

Y a muchísimas ancianas<br />

Ya no les van ni gustando<br />

que las estén jeringando<br />

Con estas santas jaranas.<br />

Y aunque ya pintando en canas<br />

Mi cabeza hoy se halla,<br />

Por cosa así tan caballa<br />

A mí se me da tres pitos<br />

que a mí me digan: Viejito,<br />

Lo viejo van pa la maya.<br />

Pues ya lo dice el destino<br />

que nadie se deje imbuir,<br />

Porque todos deben ir<br />

Por ese mismo camino.<br />

Y si el refrán campesino<br />

Tiene a los viejos a raya,<br />

A ensuciarse en la canalla<br />

Los viejos listos están,<br />

Y en el que inventó el refrán<br />

Lo viejo van pa la maya.<br />

Un viejo.<br />

Santiago, septiembre 15 de 1891.<br />

Tributo del cantor popular del Yaque<br />

al Gran Cristóbal Colón<br />

hasta un cantor popular<br />

De escasa imaginación,<br />

Su ofrenda al noble Colón<br />

Viene aquí a depositar.<br />

Pues hoy le viene a cantar<br />

Este cantor infecundo,<br />

JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I<br />

211


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A ese sabio tan profundo;<br />

que primero imaginó,<br />

Encontrar como encontró<br />

Las puertas del Nuevo Mundo.<br />

Después de surgir el Cristo<br />

No ha nacido otro varón,<br />

Grandioso como Colón<br />

Pues otro así no se ha visto.<br />

Y en mi pensamiento insisto<br />

Porque en derecho me fundo<br />

que Colón es el segundo<br />

Del que sucumbió en la cruz,<br />

Porque él abrió con su luz<br />

Las puertas del Nuevo Mundo.<br />

Ni aquellos grandes de Oriente<br />

Guerreros conquistadores,<br />

No merecen los honores<br />

Del navegante eminente.<br />

De aquel sabio prepotente,<br />

De aquel genio sin segundo,<br />

que con acento profundo<br />

Le dijo a los océanos,<br />

Yo voy a abrir con mis manos<br />

Las puertas del Nuevo Mundo.<br />

Y aseguro que Moisés<br />

Y el gran sabio Salomón,<br />

No igualaron a Colón<br />

A ese Ilustre Genovés.<br />

Y desatino no es<br />

Esta frase que difundo,<br />

Porque el Moisés profundo,<br />

Y Salomón, ignoraban,<br />

que al occidente se hallaban<br />

Las puertas del Nuevo Mundo.<br />

Ni Alejandro aquel varón<br />

El Grande según la historia,<br />

No ha merecido la gloria<br />

Del Gran Cristóbal Colón.<br />

Y al primer Napoleón<br />

Conquistador sitibundo,<br />

212


Con los demás lo confundo,<br />

Como enanos en resumen,<br />

Para el que abrió con su numen<br />

Las puertas del Nuevo Mundo.<br />

Así pues, Patria adorada,<br />

Cíñete hoy la aureola,<br />

Porque tú eres la Española<br />

De Colón la idolatrada.<br />

El título de Primada<br />

Te dio el sabio más fecundo,<br />

Y yo con amor profundo<br />

Le dedico este cantar,<br />

Al que abrió de par en par<br />

Las puertas del Nuevo Mundo.<br />

Santiago, l0 de octubre de 1892.<br />

A los habitantes de Juana Núñez<br />

Señores, por el presente<br />

Se ve que en esta región,<br />

Aumenta la población<br />

De manera sorprendente.<br />

Y una Iglesia más decente<br />

Espaciosa y más bonita,<br />

Juana Núñez necesita<br />

Para que honre lo mejor,<br />

A Dios, nuestro Redentor,<br />

Y a este pueblo progresista.<br />

Y además ya causa pena<br />

Que un lugar que bien florece,<br />

Y que tanto se enaltece<br />

No tenga una Iglesia buena.<br />

De tristeza mucho llena<br />

que tan bonito poblado,<br />

No tenga un templo adecuado<br />

A su bella posición,<br />

Mas siendo una población<br />

que bastante ha progresado.<br />

Y al tener preponderancia<br />

Este pueblo en el Cibao,<br />

JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I<br />

213


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Por su café y cacao<br />

que cosecha en abundancia,<br />

De alguna más importancia<br />

Iglesia debe tener;<br />

Y por eso es menester<br />

que la que hay en construcción,<br />

Se vea ya su conclusión,<br />

Sin más tiempo qué perder.<br />

Ya debe todo habitante<br />

De este pueblo religioso,<br />

Cooperar lo más gustoso<br />

A este bien tan importante.<br />

Y una limosna constante,<br />

que no le nieguen al cura,<br />

que tanto, tanto se apura<br />

Por esta Iglesia acabar,<br />

Y darle honra al lugar,<br />

Importancia y hermosura.<br />

Si a Dios con tanta frecuencia<br />

Le pedimos sin cesar,<br />

Y él nos suele siempre dar<br />

Cada día la subsistencia.<br />

Y con toda su clemencia<br />

Y su bondad infinita,<br />

Todo se lo facilita<br />

Al que lo adora y aprecia,<br />

¿Por qué negarle a su Iglesia<br />

Una chica limosnita?<br />

Nadie diga que yo di<br />

Y por eso no doy más,<br />

Porque siempre para atrás,<br />

ha de ir quien diga así.<br />

Para Dios digan que sí<br />

Cuando les suelen pedir,<br />

Porque deben advertir,<br />

que en esta vida tremenda,<br />

Dueño de vida y hacienda<br />

Dios lo es, no hay que decir.<br />

Con que vamos feligreses<br />

De esta noble población,<br />

214


Concluir esta mansión<br />

Donde hacemos nuestras preces,<br />

Y así os pidan cien veces<br />

Nadie se debe negar,<br />

Porque ese Dios del altar,<br />

Por mucho agradecimiento,<br />

Devuelve, sin duda, ciento<br />

Al que uno le suele dar.<br />

Y también que por honor<br />

O ya sea por dignidad,<br />

Deba esta localidad<br />

Tener un Templo mejor.<br />

El que tiene, causa horror,<br />

Porque es un rancho apurado,<br />

Con un foco soberado,<br />

que dizque se llama coro!<br />

¿Y no es acaso un desdoro,<br />

Para tan bello poblado?<br />

Por Dios, no más irrisión!<br />

Y no se hagan esperar,<br />

Porque eso es profanar<br />

Nuestra Santa Religión.<br />

quemen ya ese ranchón<br />

que dizque se llama Iglesia.<br />

que el pueblo que a Dios aprecia<br />

No lo sopla en una choza;<br />

Pues no indica otra cosa<br />

Sino que a Dios se desprecia.<br />

Con que a la carga, señores,<br />

Y apurar esos trabajos,<br />

Antes que Dios cuatro ajos,<br />

Les eche con mil amores.<br />

Este pueblo está de flores<br />

Con su excesivo adelanto,<br />

Y ese Dios que tanto y tanto!<br />

Por siempre lo ha bendecido,<br />

Ya quiere ver concluido<br />

Su Templo Divino y Santo.<br />

Santiago, diciembre 20 de 1893.<br />

JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I<br />

215


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Eso e paja pa la gaiza<br />

A mi compae Tomasico Cocco<br />

como hombre de mucho aquei en ete idoma guajiro.<br />

Si señoi!<br />

En lo campo é jei lugai<br />

que preducen ma rifrane<br />

Y en donde ma chailatane<br />

Se juntan pa jaraniai.<br />

Agora pa deplicai<br />

que una cosa no reaisa,<br />

Y que la tienen poi faisa<br />

Poique en nada se ebalora,<br />

Así é que dicen agora:<br />

“Eso é paja pa la gaisa”.<br />

Dicen que mucho mosito<br />

Farolerio y pisaflore,<br />

Tienen su jangá de amore<br />

Sin tenei un mediesito.<br />

que de cuenta de bonito<br />

Tienen la jembra poi baisa,<br />

Y que toa esa compaisa<br />

Manque se quieran casai,<br />

Como no tienen un riai<br />

“Eso é paja pa la gaisa”.<br />

Otro le jacen figura<br />

A toitica la muchacha,<br />

Y la probe que se agacha<br />

Se mete en mile amaigura.<br />

La que cré que ta sigura<br />

Poique su novio la ensaisa,<br />

La detingue y la reaisa<br />

Y le ofrece casamiento,<br />

Totitico eso jaigumento<br />

“Eso é paja pa la gaisa”.<br />

La muchacha que figura<br />

Le jase a tó lo mosito,<br />

Y poi cuaiquiei cariñito<br />

Enseña la dentidura,<br />

No tiene hora sigura<br />

De gotiai pronto en la naisa,<br />

Pue toa la que se refaisa<br />

Poi coquetiai con afán,<br />

216


En cuaiquiera boyobán<br />

“Eso é paja pa la gaisa”.<br />

La vieja que tiene cana<br />

Si se tiñe o se la rapa,<br />

Por una niña muy guapa<br />

De pasai tendrá la gana.<br />

La vieja que se engalana<br />

Y ei moño mucho se aisa,<br />

O ei sombrero se le caisa<br />

Con pluma y jangá de flore,<br />

Cuaiquiera que la enamore<br />

“Eso é paja pa la gaisa”.<br />

Ei viejo que se casó<br />

Con una muchacha jobe,<br />

Todo le dicen: “ei probe<br />

Ei diablo se lo llevó”.<br />

Otro dicen: lo cojió<br />

San Coinelio en su tenaisa!<br />

Pue jei viejo que se engaisa<br />

Con pollita, ¡ai que bobo!<br />

Como é caine pa lo bobo<br />

“Eso é paja pa la gaisa”.<br />

Ei que tiene buena plata<br />

Y buen gusto no se dá,<br />

Taibé se figurará<br />

quei diablo nunca lo mata.<br />

Pue si de comei no trata<br />

Manjare fino poi baisa,<br />

Ni se bite ni se caisa<br />

Con ropa buena y bonita,<br />

Esa riquesa maidita<br />

“Eso é paja pa la gaisa”.<br />

Todo ei que tiene con qué<br />

Y no tiene un buen hogai,<br />

Ameblao y con ajuai<br />

Pa que buen tono se dé,<br />

Cuando venga Lucifé,<br />

Y de diablo una compaisa,<br />

Y le digan aisa, aisa!<br />

Rico sucio y pijotero,<br />

Le dirán lo jeredero<br />

“Eso é paja pa la gaisa”.<br />

JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I<br />

217


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Eso abariento señore<br />

que biben así tan charro,<br />

Sin fumai un buen sigarro<br />

Ni toman bueno licore,<br />

Ni saben lo qué jamore<br />

Ni tienen hembra poi baisa<br />

Como si tomaran saisa<br />

Biben en continua dieta,<br />

Y en dándole una churreta,<br />

“Eso é paja pa la gaisa”.<br />

Ej jijo de un degraciao<br />

De la jecuela en aiguna,<br />

No aprende cencia ninguna<br />

Si no é a jacei mandao.<br />

Poique hai maetro maibao<br />

que ai niño rico lo ensaisa,<br />

Lo acaricia y lo reaisa<br />

Y se empeña en educalo,<br />

Y ai que no lleba regalo<br />

“Eso é paja pa la gaisa”.<br />

Agora lo cosechero<br />

Dique tan ya preparao,<br />

Pa trei dique enmanillao<br />

Su tabaco a lo tiendero.<br />

Eso é bueno y placentero<br />

Pa daile a su fruto aisa,<br />

Y to el que lo enrelaisa<br />

Con mácula como diante,<br />

Le dirán lo comeiciante:<br />

“Eso é paja pa la gaisa”.<br />

Pero sepa el comeiciante<br />

que si el cambio de monea<br />

Lo caicula con su idea<br />

Pa bendele a lo maichante,<br />

E juto que al habitante<br />

Le ponga su fruto en aisa,<br />

Y no le soplen poi baisa<br />

Poi un peso ei mejicano<br />

Pue le dirá ei campusano<br />

“Eso é paja pa la gaisa”.<br />

Señore, con su peimisio<br />

Ya se ba ete payasito<br />

218


Y dispensen lo poquito,<br />

Que le dice en ete oficio;<br />

quedando siempre ai seibicio<br />

De la gente que no é faisa<br />

Y de toa la democraisa<br />

Como seibidoi antento;<br />

Y ei que no quede contento<br />

“Eso é paja pa la gaisa”.<br />

Santiago, febrero 4 de 1894.<br />

La jambre<br />

Si Dios no mete su mano<br />

El hambre nos sacrifica,<br />

El pobre tira su anzuelo<br />

Pero el peje no le pica.<br />

Señores, ya no es posible<br />

que un pobre pueda vivir<br />

Sin comer y sin vestir,<br />

Porque eso es imposible.<br />

En un tiempo tan terrible,<br />

Tan cruel y tan inhumano,<br />

No hay pobre con pecho sano<br />

Ni que tenga buena sangre,<br />

Porque se muere de jambre<br />

Si Dios no mete su mano.<br />

La comida está abundante,<br />

De todo hay un buen surtido,<br />

Pero el precio es tan subido<br />

que no hay pobre que lo aguante.<br />

El grito se oye constante<br />

De la gente que no es rica,<br />

Y al ver como no se achica<br />

Tan terrible situación;<br />

Merecemos compasión;<br />

El hambre nos sacrifica.<br />

¿qué hace un pobre con mirar<br />

La carne en la tasajera,<br />

Si hoy no encuentra la manera<br />

Para poderla comprar?<br />

JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I<br />

219


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El que suele trabajar<br />

Se afana con mucho anhelo,<br />

Pero como tiene pelo<br />

La pájara macuquina,<br />

Para cojer gambusina<br />

El pobre tira su anzuelo.<br />

hoy me quejo con razón<br />

Aunque al diablo no le cuadre,<br />

Pues soy de familia un padre<br />

Sin amparo y protección.<br />

Mi única profesión<br />

Son las décimas de sica,<br />

Y si el canto se me achica<br />

Diré de todo por sobre;<br />

que hoy sale a pescar el pobre<br />

Pero el peje no le pica.<br />

Santiago, junio 18 de 1894.<br />

¡Aguanta Pepe! y van cinco<br />

Al General Pedro Pepín,<br />

Gobernador Civil y Militar de la Provincia de Santiago.<br />

Vuelvo al palo, compañeros,<br />

Sin andar titubeando,<br />

Pues debo seguir cantando<br />

hasta el veintiuno de Enero.<br />

que aunque humilde cancionero<br />

De nuestro Yaque imperial,<br />

que cante es muy natural,<br />

hasta verla colocada,<br />

Bendecida y consagrada<br />

Nuestra Iglesia principal.<br />

Así, pues, animación<br />

Y atraquemos santiagueses,<br />

Sin que nadie en pequeñeces<br />

Se fije en esta ocasión.<br />

Candela siempre al cañón<br />

Y adelante, compañeros,<br />

que los hijos verdaderos<br />

Del Yaque en este lugar,<br />

No saben lo que es llorar<br />

Pues todos son candeleros.<br />

220


Lo que es Rosendo Negrete<br />

Ofrece que los hoyeros<br />

Con él, serán los primeros<br />

que estarán de rechupete.<br />

Y también se compromete<br />

El José Antonio Espinal,<br />

En todo ese litoral<br />

Con el Tavares Pedrito,<br />

Y el buen Figueroa Toñito<br />

A empeñarse cada cual.<br />

El Juan Isidro Pichardo<br />

Poco se le ve la cara,<br />

Pero en ésta Baltasara<br />

Lo echa afuera sin retardo.<br />

De los tuertos el Eduardo<br />

Es un hombre caballero,<br />

Y como es tan buen boyero<br />

Lo veremos de paquete,<br />

Pero, si en currú se mete…<br />

Alborota al mundo entero!…<br />

De los Martínez, Daniel<br />

Con sus dos hijos, Mayía<br />

Y el Juanico, en ese día<br />

Los veremos en tropel.<br />

Y si no hacen buen papel<br />

En esta fiesta, verán<br />

que Espinal el Capitán,<br />

Como Jefe del recinto,<br />

Con el Reinoso Jacinto<br />

A Los Guandules irán.<br />

Porque sea Ramón Valbuena<br />

Abuelo de la paciencia,<br />

Él entrará en competencia<br />

En esta fiesta tan buena.<br />

Y echando pestes sin pena<br />

A Papá Franco verán,<br />

Y con el machete, plan<br />

Le echará a todo hoyero<br />

que se muestre cicatero,<br />

Desidioso y haragán.<br />

JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I<br />

221


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De los Abreu, el Simón<br />

Como tiene tenería,<br />

Vende zuela en demasía<br />

Para esta diversión.<br />

Y ese que llaman Mon<br />

Ortega, que es carnicero,<br />

Con su peso muy ligero<br />

En estos días andará<br />

Porque en la hoya tendrá<br />

que gastar mucho dinero.<br />

Como Martínez Ramón<br />

Ya no es carne ni pescado,<br />

Papá Franco lo ha dejado<br />

De reserva en el cantón.<br />

—Compé Dimoné, pardón!<br />

Como uté no tá pañol<br />

Ma parlé ú nan creol,<br />

Nan Iang de Musié Tusén,<br />

Le guap yéneral haicién<br />

Can Frans li murí nan yo!<br />

E bien, compé Dimoné,<br />

Il fó ú meté nan fieto<br />

E tirá mucho cojeto<br />

Pur iglesio de Bonyé.<br />

A papá! si ú pa rantré<br />

A presant nan gran currú,<br />

Sigur Bonyé puní ú;<br />

E pur es yo aconsejá,<br />

Con buene gelle cantá:<br />

Cucurucú! cucurucú!…<br />

Y a esa colonia china<br />

que en esa rehoya habita,<br />

Le dedico una coplita<br />

En esta fiesta divina.<br />

Lo que es la lengua canina<br />

De esa gente, poco entiendo,<br />

Pero como algo comprendo<br />

En su mismito lenguaje,<br />

Voy a mandarles un viaje.<br />

Para irlos previniendo.<br />

222


Milen, chino, polta bien<br />

Agota en eto feleta,<br />

que tolito chino cueta<br />

Meté an culú también.<br />

E lo can culú no ten<br />

Se bloman, como palece,<br />

Po que a tolito le oflece<br />

Aquí Pelico Pepín,<br />

Mándalo tolo a Pekín<br />

A peliá con Ciponese. 6<br />

El Juan Pablo Coronado<br />

Le dijo a Rodríguez Lolo,<br />

que ya tiene un protocolo<br />

De cantos que él ha sacado.<br />

Y solo aguarda un recado<br />

Del viejo Siñó Tomás,<br />

Para cantar a compás,<br />

El Rosario de María,<br />

Pues suelto en esta alegría<br />

Debe de andar Satanás.<br />

Sí, señor, que no hay tu tía!<br />

Lo dice el viejo Tomás,<br />

De que suelto Barrabás<br />

Andará en esta alegría.<br />

Y al Rosario de María<br />

Le puede quitar el paso,<br />

Y sin ningún embarazo<br />

Echarles tres caracoles,<br />

Y con los mismos faroles<br />

Acabarlo a farolazo.<br />

¡AqUÍ VA LA RABIzA!<br />

Al que tenga Nochebuena<br />

Yo le vengo a suplicar<br />

que no deje de invitar,<br />

Aunque sea para la cena,<br />

A este cantor popular.<br />

Santiago, diciembre 24 de 1894.<br />

6 Japoneses.<br />

JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I<br />

223


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Al Sr. Don Edward Hall<br />

Director principal de los trabajos del Ferrocarril Central<br />

de Puerto Plata a Santiago y Moca.<br />

En decir hoy me apresuro<br />

Y con alegría no poca,<br />

que pronto Santiago y Moca<br />

No tendrán ya más apuro.<br />

Porque ya si es seguro<br />

Sacudir la suerte ingrata;<br />

Pues de serio se trata<br />

Y el empeño es muy formal,<br />

que el ferrocarril Central<br />

Nos una con Puerto Plata.<br />

Sabemos que ya llegó<br />

Una grande embarcación 7<br />

Con rieles, y una porción<br />

De otras cosas que aportó.<br />

Y en el vapor Saginó<br />

que ha llegado últimamente,<br />

ha traído mucha gente<br />

Y materiales la mar!<br />

Para a la carga activar<br />

Los trabajos prontamente.<br />

De Nueva York ha venido<br />

Un cablegrama que avisa,<br />

A don Tomás Pastoriza<br />

que todo está convenido. 8<br />

Contrato firmado ha sido<br />

Con dificultad muy poca,<br />

Para llevar hasta Moca<br />

El Ferrocarril Central,<br />

que todos en general<br />

Pedimos a raja boca.<br />

De esta línea el director,<br />

Nos dan por noticia grata,<br />

7 La barca “Lelia Smith” trajo a Puerto Plata 450 toneladas de rieles, cemento romano, herramientas, etc., etc.,<br />

y el “Sagomaw”, que llegó últimamente una porción de empleados y materiales.<br />

8 Cablegrama de Nueva York: “Tomás Pastoriza.- Santiago.- Sto. Domingo.- Firmado contrato Whalens<br />

Ferrocarril Santiago.- Moca. WELLS”.<br />

224


que regresó a Puerto Plata<br />

Viniendo del exterior.<br />

Mister hall, este señor<br />

Fue a buscar expresamente<br />

De Bajabonico al puente,<br />

que aguardan sin dilación,<br />

para su colocación<br />

hacer inmediatamente.<br />

Trescientos hombres están<br />

Como es notorio ya,<br />

De Bajabonico acá,<br />

Trabajando con afán.<br />

Y otros tantos se verán<br />

Sin la menor dilación<br />

Por Guanábano, Limón,<br />

Las Lavas y Palmarejo,<br />

La Ciénega y Pueblo Viejo,<br />

Cerca de esta población.<br />

Y también de esta ciudad<br />

Principiarán prontamente<br />

Los trabajos igualmente<br />

Con bastante actividad.<br />

Y al ver con la seriedad<br />

que hoy los trabajos van,<br />

Los Santos Tomás están<br />

Creyendo ya con certeza,<br />

Pero por delicadeza<br />

Por vencidos no se dan.<br />

Y en dudar tenían razón<br />

Muchas gentes maliciosas,<br />

Pues se han visto tantas cosas<br />

En esta infeliz nación…<br />

que ha dado, pues, la ocasión<br />

Para no creer la gente<br />

En nada absolutamente;<br />

Y como que vive esquiva<br />

Siempre cree que es lavatica 9<br />

Lo que le es más conveniente.<br />

9 Algunos dicen mechero.<br />

JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I<br />

225


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

Los terraplenes se hallan<br />

De Pérez por esos llanos,<br />

Donde cuatrocientas manos<br />

Abriendo trochas batallan.<br />

Y los que duden que vayan<br />

A ver por esos lugares,<br />

que volverán a sus lares<br />

Pidiendo miles albricias,<br />

Y afirmando las noticias<br />

que anuncio en estos cantares.<br />

En esta obra tamaña<br />

Por la primera ocasión,<br />

Se verá en nuestra nación<br />

Perforar una montaña<br />

Para cruzar por la entraña<br />

De la muy nombrada Sierra,<br />

El coloso que destierra<br />

El atraso y malestar<br />

Y que hace progresar<br />

A la más inculta tierra.<br />

Conque, no hay más que hablar<br />

Sino abrirle más la puerta<br />

Al que a carrera abierta<br />

Nos viene pronto a salvar.<br />

Dios nunca suele olvidar<br />

A nada de lo que cría,<br />

Y con esta férrea vía<br />

que pertenece al Gobierno,<br />

Ya querrá el Padre Eterno<br />

Sacarnos de esta agonía.<br />

Los que más habían dudado<br />

Ya no creen que es cosa vaga,<br />

Porque muchos a la llaga<br />

Con el dedo le han tocado.<br />

Y el material que ha llegado<br />

Ahora últimamente,<br />

Al ver todo eso la gente<br />

Cada cual viene diciendo:<br />

“Compae, ya si no hay remiendo<br />

La cosa viene caliente!”<br />

226


El Ministro de Fomento,<br />

“que ya cantará aleluya<br />

De salirse con la suya,<br />

Se le aproxima el momento.<br />

Y no le dirán que es cuento<br />

Los que aquí le discutían<br />

Y en amistad le decían<br />

Al oído y en voz baja:<br />

“Corderito, eso es paja<br />

Pa la gaisa”, y se reían.<br />

Santiago, mayo 25 de 1894.<br />

Inauguración del Ferrocarril<br />

que toca en San Francisco de Macorís.<br />

El que suscribe, tiene la honra de dedicar este humilde trabajo<br />

al Ilustre Ayuntamiento de Macorís del Norte, y a los dignos empresarios<br />

de esta vía férrea, que son los señores: Don Ulises Heureaux,<br />

Don Teófilo Cordero y Bidó, Don Zoilo García, Don Uladislao Fernández,<br />

Don Juan Antonio Lora, Don Manuel M. Castillo, Presidente de la Directiva,<br />

Don Genaro Pérez, Vicepresidente, Don Thomas Me Lelland, Tesorero,<br />

Don José A. Puente y Don José E. López, Vocales.<br />

Con gusto hacemos saber,<br />

Por medio de este resorte,<br />

que ya Macorís del Norte<br />

Experimenta el placer<br />

De un Ferrocarril tener<br />

que toca en dicho lugar<br />

Y que lo ha de inaugurar<br />

Del modo más conveniente,<br />

El dieciséis del corriente<br />

Sin nada que desear.<br />

De la Capital vendrá<br />

El Gefe de la Nación,<br />

Y de gente una porción<br />

que al Gefe acompañará:<br />

De Sánchez, de Samaná,<br />

Vega, Moca, Puerto Plata,<br />

Y hasta de Santiago trata<br />

Gran gentío allí pasar,<br />

Para con gusto gozar<br />

De una fiesta así tan grata.<br />

JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I<br />

227


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

Del Cotuí saldrán en bando<br />

Los que a esta fiesta bendrán,<br />

Porque allí no quedarán<br />

Ni siquiera los mamando.<br />

No hay más que irse afilando,<br />

Toda esta población,<br />

Y empeñar hasta el copón;<br />

Pues de no, se compromete<br />

Si Macorís no se mete<br />

De lleno en esta ocasión.<br />

Lo que es ya se ve afanar<br />

La entusiasta y veterana<br />

Juventud macorisana<br />

Por la honra del lugar.<br />

Y aunque suele tropezar<br />

Con varios inconvenientes<br />

que presentan los agentes<br />

Del atraso y retroceso,<br />

Ni un pelo le quita eso<br />

A esos jóvenes fervientes.<br />

El pueblo macorisano<br />

hará un esfuerzo inaudito,<br />

Por presentarse bonito,<br />

Alegre y lo más galano.<br />

Este pueblo es veterano<br />

Y no le falta decencia,<br />

Y aunque hoy la impertinencia<br />

De la crisis lo acribilla,<br />

Macorís no se mancilla<br />

Por falta de diligencia.<br />

Pues todos aquí saldrán<br />

Al monte con sus mochitos.<br />

En busca de arbolitos.<br />

que en sus puertas plantarán.<br />

Y en las calles se verán<br />

Miles de miles banderas,<br />

Y una infinidad de hogueras<br />

No dejarán de arreglar<br />

Para el público pasear<br />

En noches tan placenteras.<br />

228


Todo el mundo así lo hará,<br />

Con placer engalanar<br />

El frente de cada hogar<br />

Como convenido está.<br />

Ninguno se negará<br />

A este buen procedimiento<br />

que del buen comportamiento<br />

De todos en general,<br />

quedará este festival<br />

Con el mayor lucimiento.<br />

Y es preciso convenir<br />

que al pueblo macorisano<br />

El Santo Dios Soberano<br />

Se ha dignado bendecir.<br />

Pues lo que va a recibir<br />

Esta agrícola región<br />

Con esa inauguración<br />

Del ferrocarril ramal,<br />

Es de Dios la celestial<br />

Y muy santa bendición.<br />

Así diremos por tanto<br />

que es preciso celebrar<br />

Ese bien tan singular<br />

que baja del cielo santo,<br />

Conduciendo el adelanto<br />

Y el gran progreso que encierra,<br />

Así es que a muerte guerra<br />

Ninguno le debe hacer,<br />

Al que viene a engrandecer<br />

Esta bendecida tierra.<br />

Macorís sabrá apreciar<br />

Y agradecer igualmente,<br />

El bien que el Omnipotente<br />

Le acaba de prodigar.<br />

Y lo mismo debe estar<br />

Este pueblo agradecido<br />

De aquellos que le han traído<br />

Con su propio capital<br />

El ferrocarril ramal<br />

que hoy se ve ya concluido.<br />

JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I<br />

229


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

Por muchísimas razones<br />

Deberían los campesinos<br />

De estas comarcas vecinos<br />

Contribuir a estas funciones<br />

Porque ellos sus producciones<br />

Mucho mejor venderán<br />

Y el lienzo conseguirán<br />

Con alguna más rebaja,<br />

Y de todo más ventaja<br />

Los del campo sacarán.<br />

El pueblo macorisano<br />

No debe fijarse en costo<br />

Para el dieciséis de agosto<br />

Mostrarse lo más galano.<br />

No hay más que echarle mano<br />

A todo lo que se pueda,<br />

Porque ya si no le queda<br />

Recurso ni apelación;<br />

Sino candela al fogón,<br />

Suceda lo que suceda!<br />

Santiago, agosto 8 de 1895.<br />

El arranque o “mañana te pagaré”<br />

Este arranque cada día<br />

No se puede soportar,<br />

Invoquemos a María<br />

Para poder escapar.<br />

Sólo se oye el clamoreo<br />

Del arranque por doquiera,<br />

Y en moda la fajadera<br />

Es todo cuanto yo veo.<br />

Los gallos es el recreo<br />

que en este pueblo se ve<br />

Pero a mí me han dicho que<br />

Es juego de apunte y raya,<br />

Pues solo se oye en la vaya:<br />

“Mañana te pagaré”.<br />

Al músico santiaguero.<br />

No le da su profesión<br />

Pues ya no hay más diversión<br />

230


Por la escasez del dinero;<br />

No trabaja el jornalero<br />

Porque ya no encuentra qué<br />

Y el que trabajo le dé<br />

Le dirá al terminar:<br />

No tengo con qué pagar<br />

“Mañana te pagaré”.<br />

Viene al pueblo el habitante<br />

Con sus frutos a vender.<br />

Y costoso le es cojer<br />

El pago en plata sonante.<br />

Y si dice a un comerciante<br />

que algún crédito le dé,<br />

Si es hombre de buena fe<br />

(que el serlo es una rareza),<br />

Dirá con toda certeza:<br />

“Mañana te pagaré”.<br />

El artesano se afana<br />

Y trabaja sin cesar,<br />

Pero al tiempo de cobrar<br />

Le dicen: “Vuelva mañana”.<br />

El tendero hoy no gana<br />

Ni para tomar café,<br />

Y así a menudo se ve<br />

que le dicen al recuero:<br />

“Por ahora no hay dinero”,<br />

“Mañana te pagaré”.<br />

Los médicos por ahora<br />

Aunque algo tienen qué hacer<br />

También tienen que cojer<br />

Su dinero con demora:<br />

Esta crisis nos devora<br />

Y el arranque que hoy se ve;<br />

Abunda la mala fe<br />

Los robos y asesinatos,<br />

Y decir siempre en los tratos<br />

“Mañana te pagaré”.<br />

De dinero están escasos<br />

Los pobres los defensores<br />

Porque las causas mejores<br />

hoy se arreglan a balazos.<br />

Echémonos en los brazos<br />

JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I<br />

231


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Del Patriarca San José,<br />

Para que plata nos dé<br />

Con qué comprar al contado<br />

Y no decir demasiado<br />

“Mañana te pagaré”.<br />

Sólo el Clero está a su gusto<br />

En esto que está pasando<br />

Pasan su vida cantando<br />

Sin tener que pasar susto.<br />

El fondista buen disgusto<br />

Pasa en su fonda o café,<br />

Pues le comen su mancié<br />

Y le toman su bebida<br />

Diciendo a la despedida<br />

“Mañana te pagaré”.<br />

El arranque por un lado<br />

Por otro seca y decreto 10<br />

Concluyeron por completo<br />

Con la carne en el mercado.<br />

El hatero su ganado<br />

Prefiere como se ve,<br />

Llevarlo para el Mañé,<br />

Mejor dicho para haití,<br />

Porque no dicen aquí<br />

“Mañana te pagaré”.<br />

El escribano se apura<br />

Y se queja amargamente,<br />

Porque no hay quien se presente<br />

A que le hagan escritura.<br />

El juez civil asegura<br />

Y dice de buena fe,<br />

Que en la oficina no ve<br />

Sacando actas de bautismos<br />

Y si van, dice lo mismo,<br />

“Mañana te pagaré”.<br />

Se lamenta el boticario<br />

De que despacha recetas,<br />

Pero no ve dos pesetas<br />

Ni siquiera para el diario<br />

De baile soy empresario<br />

10 Decreto del Gobierno prohibiendo la matanza de reses hembras.<br />

232


Lo juro que no seré<br />

Porque al otro día veré<br />

Al que pasa por decente<br />

Decirme: “No me atormentes!<br />

Mañana te pagaré”.<br />

Y en qué mal tiempo han venido<br />

De Santhomas a cobrar,<br />

Si no hay con qué pagar<br />

Aunque el plazo esté vencido.<br />

Al deudor que esté afligido<br />

Un consejo le daré,<br />

que diga que no hay con qué<br />

Pero que no dé esperanza,<br />

Y ni diga ni aun de chanza<br />

“Mañana te pagaré”.<br />

Ahora que no hay dinero<br />

Y la cosa está peor,<br />

Es que tratan con rigor<br />

Al infeliz carnicero.<br />

Trae sus reses el hatero<br />

Y venderlas pronto cree,<br />

El carnicero las ve<br />

Y no hay duda que las trata,<br />

Mas luego dice: “No hay plata”<br />

“Mañana te pagaré”.<br />

Algunos van al Casino<br />

A hablar de los buenos gallos<br />

De los famosos caballos<br />

Pero no toman ni vinos.<br />

No gastan allí un comino<br />

Como en otro tiempo fue,<br />

Si alguno jugar se ve<br />

Al billar o dominó,<br />

Dicen como digo yo<br />

“Mañana te pagaré”.<br />

Concluyo esta tontería<br />

Diciendo a los muy guagüeros,<br />

que por Dios no sean groseros<br />

que la guagua es grosería.<br />

El que mis décimas fíe<br />

Obra de muy mala fe,<br />

Y si las pide es por qué<br />

JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I<br />

233


No tiene un chin de conciencia;<br />

que decirme es imprudencia<br />

“Mañana te pagaré”.<br />

19 de agosto de 1895.<br />

Felicitación<br />

COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

del cancionero del Yaque a su buen amigo Don Evaristo Demorizi (a) BUL,<br />

Delegado del Gobierno en el Distrito Marítimo de Samaná.<br />

Como están casi al llegar<br />

Las Pascuas y año nuevo,<br />

Bastante gusto que llevo<br />

A usted en felicitar.<br />

Y poderle desear<br />

Como en prueba de amistad,<br />

Salud y prosperidad,<br />

Larga vida y agradable,<br />

Y a su familia apreciable<br />

Eterna felicidad.<br />

Y a sus miles o millones<br />

Matas de coco y guineo,<br />

Amigo BUL, les deseo<br />

Del cielo las bendiciones.<br />

Y a sus grandes plantaciones<br />

De cacao y de café,<br />

que también dirige usté<br />

En ese bendito suelo,<br />

Lo mismo deseo que el cielo<br />

Un buen porvenir les dé.<br />

Y Con toda el alma mía<br />

Igualmente le deseo,<br />

Que su finca de guineo<br />

Progrese más cada día.<br />

Y que esa gran Bahía<br />

que envidian grandes naciones,<br />

Por miles embarcaciones<br />

Se vea siempre frecuentada<br />

Y de su finca en la rada<br />

Cargando sus producciones.<br />

También mi gusto sería<br />

que esos tan vastos terrenos,<br />

234


De bosques inmensos llenos<br />

Y vírgenes todavía,<br />

que Dios y Santa María<br />

Se los dignen conservar,<br />

Por no poderse encontrar<br />

Otros en nuestra Nación,<br />

Como en la fértil región<br />

De Sabana de la Mar.<br />

En ese inmenso desierto<br />

hay lugares todavía,<br />

En donde la luz del día<br />

No penetra aún por cierto.<br />

Solo se oye el concierto<br />

Del melodioso gilguero,<br />

O si no, un hormiguero,<br />

De cuervos algarabiando,<br />

Y en parte quizá ladrando<br />

Los perros de algún montero.<br />

La inculta y vasta región<br />

De la bahía San Lorenzo,<br />

Es un valle muy extenso<br />

Y aún sin explotación<br />

Propio para plantación<br />

De cuanto suelan desear<br />

Porque no hay otro lugar<br />

Del mundo, ni más allá,<br />

Mejor que el de Samaná<br />

Y Sabana de la Mar.<br />

En esa hermosa bahía,<br />

En ese mar tan profundo<br />

Todos los buques del mundo<br />

Pueden fondear sin porfía.<br />

Con respecto a pesquería<br />

Todas sus aguas serenas,<br />

Están repletas o llenas<br />

De ricos y grandes peces,<br />

Y en donde pescan a veces<br />

Las más terribles ballenas.<br />

Por eso la muy nombrada<br />

Península Samaná.<br />

JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I<br />

235


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ha sido y siempre será<br />

De extrangeros codiciada.<br />

Por su bahía renombrada<br />

Por su terreno excelente,<br />

Y por su cabo eminente<br />

que es el primer centinela,<br />

que divisa toda vela,<br />

que se dirige de Oriente.<br />

Esta no es la descripción<br />

que merece la grandiosa,<br />

La rica joya preciosa<br />

De quisqueya la Nación.<br />

Arenque de otro cajón<br />

Por cierto se necesita,<br />

Para cosa más bonita<br />

Y más elegante ya,<br />

Dedicarle a Samaná<br />

De Dios la tierra bendita.<br />

Amigo BUL, he concluido,<br />

Y le envío en la actualidad<br />

Esta prueba de amistad<br />

Y de aprecio distinguido.<br />

Por ahora me despido<br />

Saludándolo también<br />

Nan Iang de Musié Tusén<br />

La quel li di comsá:<br />

Compé BUL, adieu Papá!<br />

Mon cher, porté-vous bien.<br />

Su amigo y servidor,<br />

Santiago, 16 de diciembre de 1895.<br />

¡Suba la güira musié…! y van ocho<br />

Al Presbítero don Angel Rusterucci,<br />

Cura de la Parroquia de la Altagracia,<br />

y a don Emilio Cordero.<br />

Al recibir una esquela<br />

Del cura de la Altagracia,<br />

Diciéndome, por desgracia,<br />

que hace falta una pajuela<br />

Para meter en candela<br />

A la calle de la Unión:<br />

236


Pasaré con mi tizón,<br />

Para verla allí prendida,<br />

Alegre y lo más lucida<br />

En esta celebración.<br />

La candela empezará<br />

Sin que la sujete nada,<br />

Por la barba tan poblada<br />

Del amigo Mañaná;<br />

que con eso ya verá<br />

Fonso, el español nombrado,<br />

A su vecino raspado,<br />

Y ya sea por un antojo<br />

De echar la suya en remojo<br />

Ya tendrá él buen cuidado.<br />

Y al ver en su vecindad<br />

La candela tan cerquita,<br />

Lucas de Castro y Lupita<br />

Se afanarán de verdad.<br />

Y con mucha actividad<br />

Guillermito quinipín,<br />

Empuñará su clarín,<br />

Conforme dice la ley,<br />

Para darle aviso al Rey<br />

que se prepare al festín.<br />

Y después que al Rey verán<br />

Presentarse a la palestra<br />

María Jorge la maestra<br />

Y las Mercedes Desan,<br />

Al momento ya saldrán<br />

Con las Tavares de enfrente,<br />

A engalanar prontamente<br />

Con mil ramos y banderas,<br />

El lado de sus aceras<br />

Como lo hacen comúnmente.<br />

Las señoritas Rosié<br />

Plácido e Isabelita,<br />

En esta fiesta bonita<br />

Los tentará Lucifé.<br />

Pues de seguro lo sé<br />

Por boca de Emilio Ureña;<br />

JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I<br />

237


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Otro tío, que si empeña<br />

Como tiene qué gastar,<br />

Al fuego en ese lugar<br />

Puede echarle mucha leña.<br />

Y lo mismo ya verán<br />

En la chispa a Bernabela,<br />

Prendiendo cabos de vela<br />

Y lámparas con afán,<br />

Para ver si su Lorán<br />

Esa Altagracia bendita,<br />

Se lo afloja, o se lo quita<br />

El tornillo que le han puesto,<br />

De dos años en arresto<br />

Por su desgracia maldita.<br />

Ya veremos a la viuda<br />

Encarnación afanando,<br />

Y miles cosas plantando<br />

En su puerta allí sin duda.<br />

Otro tanto hará en su ayuda<br />

La Pérez Isabelita,<br />

Y el Otacilio y Panchita,<br />

Ya se sabe por demás<br />

que no quedarán atrás<br />

En esta fiesta inaudita.<br />

El Martínez don José,<br />

Aunque anciano ya se halla,<br />

Ofrece entrar en batalla<br />

Pero no con los de a pié.<br />

A caballo, ya se ve,<br />

En su sitio allí jefeando<br />

Y a los mozos desafiando<br />

que salgan todos al frente,<br />

A ver un viejo caliente,<br />

A caballo figurando.<br />

¿Por qué será vida mía<br />

(Como dice Juan Pelú)<br />

que está Panchito Monclú<br />

Dando brincos de alegría?<br />

¿Por qué será que en el día<br />

De esta fiesta tan bonita,<br />

238


Veremos allí a Lolita<br />

La de Pancho figurando,<br />

Y de contentura hablando<br />

Como una cotorrita?<br />

En la calle de la Unión<br />

Cantando más que un gilguero,<br />

Se encuentra Emilio Cordero<br />

Con bastante animación.<br />

Y corno él es un Rogrón<br />

De su gente allí vecina,<br />

Entre él y Carlos Medina<br />

Le han pasado allí una nota,<br />

Preparando a la hermosota<br />

De la señora Gabina.<br />

Frente al Parque dice Juana<br />

Y sus hijas igualmente,<br />

que allí de su casa al frente<br />

Ya verán cosa galana.<br />

Pero allí quien más se afana<br />

Como más tarde verán,<br />

Es el Toño, Sacristán<br />

Del Templo de la Altagracia,<br />

Porque le sobra la gracia<br />

Y que no es un haragán.<br />

Dice el Cura Parroquial<br />

De Altagracia a sus vecinos,<br />

Sean del pueblo o campesinos<br />

A todos en general<br />

que en este gran festival,<br />

Muestren todos gran fervor,<br />

que la grandeza mejor<br />

Para esta población,<br />

Es ver la consagración<br />

De su Iglesia superior.<br />

Al entusiasta Cortina<br />

Casi nada le diremos<br />

Pues de seguro sabemos<br />

que se lucirá en su esquina.<br />

Y hará meter en fajina<br />

Al Disla don Emeterio,<br />

JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I<br />

239


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Y este como hombre serio,<br />

Ya saldrá con su patrulla<br />

Para hacer meter en bulla<br />

También a Eugenio Valerio.<br />

El Martínez Victoriano,<br />

Y Siana su buena Esposa,<br />

No son gente lagañosa<br />

Para emplear el mejicano.<br />

Y es seguro que un galano<br />

En su barrio ya lo harán,<br />

Y a Juana la obligarán<br />

Como es de Siana Sobrina,<br />

que adorne también su esquina<br />

Y se embulle con afán.<br />

Gil Pepín no hará gran cosa<br />

Por causa de su billar,<br />

Pero queda en su lugar<br />

Ana Josefa su esposa.<br />

Espléndida y orgullosa<br />

Y también media privona,<br />

que cualquiera hasta lo abona<br />

que lo que es Ana Josefa,<br />

No es ninguna mequetrefa<br />

Con Gracita la Patrona.<br />

La Rodríguez Bernardina<br />

Dizque tiene una guitarra,<br />

Para volverse chicharra<br />

Cantando la mangulina.<br />

Y Ciriaca allí en su esquina<br />

Con sus dos hijas Toñita<br />

Y Lola nadie le quita<br />

que han tenido siempre gracia,<br />

Para honrar a la Altagracia<br />

Con la pompa más bonita.<br />

En siendo las Majesú<br />

No hay más que pedir de boca,<br />

Pues allí cuando les toca<br />

Se las lleva Belcebú.<br />

Porque anda allí el bambú<br />

Galano que cachachea,<br />

240


Y si Lilo tirotea<br />

Con su revolver marmita,<br />

Ave María, Santa Rita!<br />

Magnífica anima mea!<br />

Santiago, 14 de enero de 1895.<br />

El cementerio de Hatillo Palma<br />

Señores, hago saber<br />

Y por la presente digo,<br />

Lo que me escribe el amigo<br />

Don Federico Fonder.<br />

que no doy a conocer<br />

Con más detalles y calma,<br />

Por saber que no hay un alma<br />

A quien sea desconocido<br />

Este amigo distinguido<br />

Viviente en hatillo Palma.<br />

Pues el amigo Fonder<br />

Me escribe con buen criterio,<br />

que un regular cementerio<br />

Allí pretenden hacer.<br />

Y al efecto suele haber<br />

De Fábrica, ya instalada,<br />

Una junta muy honrada<br />

Bajo cuya dirección,<br />

Esa de muertos mansión<br />

Será pronto terminada.<br />

Y hacemos también saber<br />

que lo es por el presente,<br />

De esa junta el presidente<br />

El referido Fonder.<br />

Y el vice lo suele ser<br />

El Pérez José Ramón,<br />

Y de esa obra en cuestión<br />

Tiene la tesorería,<br />

El Pérez José María,<br />

Digno de tal comisión.<br />

De la junta el Secretario<br />

Según noticias nos dan,<br />

Es el Eusebio Guzmán,<br />

Entusiasta extraordinario.<br />

JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I<br />

241


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

Y el Fernández Nasario<br />

Y el Ortega Bacilicio,<br />

Como ya están de oficio<br />

Nombrados recaudadores,<br />

Ejercen estos señores<br />

El más penoso servicio.<br />

Porque hay muchos que de boca<br />

Suelen decir con encanto,<br />

Apúnteme a mí con tanto<br />

Sin dificultad muy poca.<br />

Pero cuando ya les toca<br />

El pico ese aflojar,<br />

Al que suele recaudar,<br />

hacen dar miles de viajes,<br />

Y al fin estos personajes<br />

Se quedan sin nada dar.<br />

Y eso no es humanitario<br />

Ni tampoco regular,<br />

Una limosna negar<br />

Para bien tan necesario.<br />

Y no sólo el vecindario<br />

Debe ser contribuyente,<br />

Porque puede casualmente<br />

Morir allí un forastero,<br />

Y su cuerpo hallar, empero,<br />

Un hotel lo más decente. 11<br />

hay muchos que para gallos<br />

Y para juegos de azar,<br />

Con placer suelen jugar<br />

Cientos de pesos de rayos.<br />

Burros, vacas y caballos<br />

Y una porción de dineros<br />

Botan estos caballeros,<br />

Como granitos de arena<br />

Y para una obra buena<br />

No los hay más pijoteros.<br />

Esta importante sección<br />

De Hatillo Palma por fin,<br />

11 Uno sabe donde nace, pero no sabe dónde muere. Si los cementerios son para todo el mundo,<br />

todos deben contribuir de esta obra de bien.<br />

242


Cuenta hoy con Guayubín<br />

Y aguarda su protección<br />

Como de esa población<br />

De Montecristy igualmente,<br />

Ya tendrá buen contingente,<br />

Pues como es Cabecera<br />

Del Distrito, mucho espera<br />

De toda esa buena gente.<br />

Con la mejor intención<br />

Esta junta o Sociedad,<br />

Pretende con brevedad<br />

Abrir una suscrición,<br />

De hatillo en esta sección<br />

Y en aquellas más cercanas,<br />

Pues si todas son hermanas<br />

Así es que debe ser,<br />

Porque ya es un deber<br />

Entre personas cristianas.<br />

Según se oye decir<br />

Unas tantas señoritas<br />

Y señoras infinitas<br />

quieren todas contribuir.<br />

Y se van a suscribir<br />

Con la mejor voluntad,<br />

Con una mensualidad<br />

Según sea la proporción,<br />

De la que tenga intención<br />

De hacer esa caridad.<br />

Ya la señora Fonder<br />

Con diez pesos se anotó,<br />

Y con ocho se apuntó<br />

La de Núñez don Javier.<br />

Y con el mayor placer<br />

Para esta obra de bien,<br />

La doña Carmen también<br />

De Fernández apellido,<br />

Cinco pesos ha ofrecido,<br />

Y si la atracan da cien.<br />

De hatillo la buena gente<br />

Como sabe que Lilís,<br />

JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I<br />

243


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

ha sido en este País<br />

El jefe más complaciente<br />

Y amigo muy consecuente<br />

Del progreso y adelanto,<br />

Para ese camposanto<br />

Le pide un enverjadito<br />

De hierro y como es chiquito,<br />

No le costará ni tanto.<br />

que con eso el buen lugar<br />

De hatillo Palma tendría,<br />

Con más razón todavía<br />

A Lilís que recordar.<br />

Y el buen nombre perpetuar<br />

Del Gran Pacificador,<br />

que le ha cabido el honor<br />

De engrandecer la Nación,<br />

Con paz, progreso, fusión<br />

Y el adelanto mejor.<br />

Seguros deben estar<br />

De hatillo los habitantes,<br />

De conseguir cuanto antes<br />

Lo que suelen desear.<br />

Pues no hay pueblo ni lugar<br />

En nuestro país querido,<br />

que no hayan merecido<br />

Favores del Jefe heró;<br />

Pues él no ha dicho que no<br />

Jamás al que le ha pedido<br />

Esa es la pura verdad;<br />

lo dice el público y lo digo yo.<br />

Santiago, 2 de mayo de 1896.<br />

244


Santiagueses!<br />

Primer cartucho<br />

El Ferrocarril Central se encuentra ya en Las Lavas<br />

y el 16 del próximo agosto hará su entrada triunfal en esta ciudad.<br />

Así es que no hay más que prepararnos para obsequiar con el más grande entusiasmo<br />

a tan digna y bienhechora visita, de la cual dependerá la felicidad de todos.<br />

Viva el progreso material e intelectual de la República Dominicana!<br />

Viva el Gran Pacificador, verdadero autor del bienestar de la Nación!<br />

Viva el muy progresista Ayuntamiento de esta ciudad! Y viva yo, que digo así:<br />

Como es cosa ya formal<br />

que muy pronto llegará,<br />

E inaugurado será<br />

El Ferrocarril Central,<br />

Por cierto que es natural<br />

No andar con tanta demora,<br />

Sino empezar desde ahora<br />

A trabajar con ardor,<br />

Por la gloria y el honor<br />

Del Yaque la gran Señora.<br />

Puerto Plata, dicen ya<br />

que tomó la delantera,<br />

Y de la mejor manera<br />

Se preparan por allá.<br />

Y nosotros por acá<br />

De Eva los desterrados,<br />

En vez de estar animados,<br />

Porque más nos interesa,<br />

Estamos con la cabeza<br />

Lo mismo que desyuncados.<br />

Los que pueden francamente<br />

Meter la cosa en candela,<br />

La sangre no se les hiela<br />

Por milagro puramente.<br />

Pues no se ha visto una gente<br />

De más concha y apatía,<br />

Como si la férrea vía<br />

Fuera cosa baladí,<br />

Para inaugurarla así<br />

Con cualquiera bobería.<br />

El Ilustre Ayuntamiento<br />

Como el Comercio también,<br />

Ya debían tenerlo a bien<br />

hacer algún movimiento.<br />

JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I<br />

245


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

Y el Comercio más contento<br />

que ninguno debe estar,<br />

Y más debe cooperar<br />

Para días tan placenteros,<br />

Porque ya de los recueros<br />

Se va pronto a divorciar.<br />

El público está esperando<br />

que tomen la iniciativa,<br />

Y que haya una Directiva<br />

que algo vaya preparando.<br />

A menos que estén dejando<br />

Con esa tanta demora,<br />

que se presente la hora<br />

Y oigamos en Gurabito<br />

El más simpático pito<br />

De alguna locomotora.<br />

Para entonces poco a poco<br />

Darle fuego al proyectil,<br />

A fin que el ferrocarril<br />

Nos coja… chipiando en coco.<br />

Así es que yo le toco<br />

Y le canto desde ahora,<br />

Del Yaque a la gran señora<br />

Para hacerle un bello halago<br />

A su tocaya Santiago<br />

La mejor locomotora.<br />

Santiago, mayo 20 de 1896.<br />

Manifestación de la moneda mexicana<br />

Al pueblo dominicano.<br />

Señores, ya voy de ruta<br />

Para otra tierra lejana,<br />

queda hoy con la batuta<br />

La plata Dominicana.<br />

hoy me quejo con razón<br />

De algunos que me trajeron,<br />

Y conmigo consiguieron<br />

Una bella posición.<br />

Ayer en esta nación<br />

Era la dueña absoluta,<br />

Pero si ha de haber disputa<br />

246


Y más geringa por mí,<br />

Como yo no soy de aquí…<br />

Señores, ya voy de ruta.<br />

El Comercio, que me trajo<br />

Y me dio por alto precio,<br />

hoy me trata con desprecio<br />

Y me mira cabizbajo.<br />

Si me coje, es con rebajo,<br />

Rabiando y de mala gana;<br />

Y como soy mejicana<br />

Tan despreciada me miro,<br />

que por eso me retiro<br />

Para otra tierra lejana.<br />

¡Pobres pesos mejicanos!<br />

Después que hicieron milagros,<br />

Convirtiendo pollos magros,<br />

En muy gordos y muy sanos,<br />

Esas almas de gitanos,<br />

Los tratan con mano bruta,<br />

Y ya, como van de ruta…<br />

En santa paz y muy sana,<br />

La moneda ciudadana<br />

queda hoy con la batuta.<br />

Todos esos que importaron<br />

Pesetas agujereadas,<br />

Desteñidas y rayadas<br />

que de otra tierra botaron.<br />

Después que al País le echaron<br />

La más solemne canana<br />

Con esa moneda insana,<br />

Ahora le hacen el fó…<br />

Pero eso, ya lo acabó<br />

La plata dominicana.<br />

que bueiban con su basura<br />

De plata de por allá!…<br />

que agora tenemo acá<br />

Una monea muy sigura.<br />

Ella… no será muy pura,<br />

Pero é dominicana!<br />

y como ella é suidadana<br />

JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I<br />

247


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

Aquí siempre debe etai,<br />

Sin que se la puean llebai<br />

Para otra tierra lejana.<br />

Santiago, 27 de octubre de 1897.<br />

El Ferrocarril Central<br />

Al Honorable Ayuntamiento de esta ciudad.<br />

Según un parte oficial<br />

que tiene el Ayuntamiento,<br />

Damos hoy conocimiento<br />

Al público en general,<br />

que el Ferrocarril Central<br />

De cierto se sabe ya,<br />

que inaugurado será<br />

A fines del mes entrante;<br />

Y que ya en lo adelante,<br />

Más demora no tendrá.<br />

La fiesta de referencia<br />

No será más transferida,<br />

Como es cosa bien sabida,<br />

que lo ha sido con frecuencia,<br />

Pues según correspondencia<br />

De Lilís el General,<br />

Lo aseguro como tal<br />

El Municipio de ésta,<br />

Que en junio será la fiesta<br />

Del Ferrocarril Central.<br />

Y esa tal festividad<br />

Mucho me ha hecho mentir;<br />

Pero hoy si puedo decir<br />

que se cuaja de verdad,<br />

Pues sé con seguridad<br />

que el Ilustre Ayuntamiento,<br />

Ya le dio conocimiento<br />

A la Junta de festejo,<br />

La cual se halla de viejo<br />

En activo movimiento.<br />

Y la Junta referida<br />

hoy se mueve de verdad,<br />

A fin que nuestra Ciudad<br />

quede pues lo más lucida,<br />

248


Y también muy complacida<br />

De fuera la concurrencia,<br />

que de toda procedencia<br />

Vendrá a gozar con exceso,<br />

De la fiesta del progreso<br />

Y del bien por excelencia.<br />

Y esta culta población<br />

Agrícola y comercial,<br />

Al Ferrocarril Central<br />

honrará con profusión.<br />

Y al Jefe de la Nación<br />

Con vivas recibiremos,<br />

Y bien ya festejaremos<br />

Al bienhechor del País,<br />

El Gran General Lilís,<br />

A quien tanto agradecemos.<br />

Y más que nadie Santiago<br />

Debe obsequiar lo mejor,<br />

Al Gran Pacificador<br />

Y hacerle un bonito halago.<br />

Pues nunca será bien pago<br />

Por nuestro pueblo querido,<br />

Todo el bien que ha recibido<br />

De Lilís, el grande hombre,<br />

que loado sea su nombre<br />

Y por siempre bendecido.<br />

Mas siendo el iniciador<br />

Lilís de tan grande fiesta,<br />

A nuestro pueblo le cuesta<br />

Comportarse lo mejor.<br />

Y el entusiasmo mayor<br />

Tenemos que desplegar,<br />

Y con ahínco ayudar<br />

Al Municipal Concejo,<br />

Y a la Junta de Festejo<br />

Para todos bien quedar.<br />

El que esté aún rezagado<br />

Con el piquito ofrecido,<br />

Para el festejo aludido<br />

Del Ferrocarril citado,<br />

JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I<br />

249


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

Antes que le sea cobrado<br />

que no se haga el chivo loco,<br />

Y afloje ese pico foco<br />

que la Junta de Festejo,<br />

Si no ha largado el pellejo,<br />

Ya no le faltará muy poco.<br />

Y comprendan la razón<br />

que la junta por sí sola,<br />

Imposible que dé bola<br />

Si no encuentra protección.<br />

Y todos sin distinción<br />

Con tal que sean pudientes,<br />

Deban ser contribuyentes,<br />

Pero nunca faltan ricos,<br />

que son peores que los micos<br />

Para miserables gentes.<br />

Santiago, mayo 23 de 1897.<br />

Lo laidrone<br />

De la Jurisdicción de Quiminduñe, a Siño Juan Antoño Alí,<br />

decimero del Cibao, contetamo lo siguiente:<br />

Siño Juan Antoño Alí,<br />

Laidrón que roba a laidrón,<br />

En ei tribunai debino<br />

Gana cien día de peidón.<br />

Con pena y grande pesai<br />

hamo bito su cansione,<br />

Maitratando lo laidrone<br />

que no quieren trabajai.<br />

Y uno tiene que robai<br />

Pa no dejaise morí,<br />

Poique lo rico de aquí<br />

Poi do peseta sensilla,<br />

No rebientan la cotilla,<br />

Siño Juan Antonio Alí.<br />

Con una agüita jeibía<br />

que no dan poi la mañana,<br />

quiere esa gente enumana<br />

que uno aguante ai medio día;<br />

A la doce la comía,<br />

No se jaita ni un ratón;<br />

Y como eto diablo son<br />

250


Diremo dei memo oficio,<br />

Eso no se ñama bisio<br />

Laidrón que roba a laidrón.<br />

Si uno le coje pretao<br />

A ese demonio jambriento,<br />

Le cobran siento poi siento<br />

Ai cosecho y decontao.<br />

Y ei probe que tá apurao,<br />

No le quea otro camino,<br />

que bucai a la sesino<br />

Pa que le ajute ei cuchillo;<br />

Pero, qué dirán lo pillo<br />

En ei tribunai debino!<br />

Pa un enfelí trabajai<br />

Con jambre, soi y barato<br />

Ma bale meteise a gato,<br />

que tenei que rebentai.<br />

Si le supieran pagai<br />

Con juticia a un probe pión,<br />

Y con buena mantención,<br />

No se diría que un ratero,<br />

que roba a su compañero<br />

Gana cien día de peidón.<br />

¡Jutamente! ¡Ay, siño Juan Antonio Alí! Si nuetro Señoi Jesucrito se<br />

propusiera daile fin a toitico lo laidrones, casimente ei mundo quedaría bacío.<br />

quiminduñe, junio 10 de 1898.<br />

Felicitación<br />

A mi apreciable Compadre.<br />

Como yo lo aprecio tanto,<br />

Compadre del alma mía,<br />

Como de año nuevo día<br />

Esta coplita le canto,<br />

Y le deseo con encanto<br />

que el año nuevo le sea<br />

Conforme usté lo desea,<br />

De contento y bienestar,<br />

Y la paz en vuestro hogar<br />

Reinando siempre la vea.<br />

Su compadre que lo aprecia.<br />

Enero 1898.<br />

JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I<br />

251


Felicitación<br />

COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

A mi apreciable Comadre.<br />

Con placer, comadre mía,<br />

Su compadre le desea<br />

que el año nuevo le sea,<br />

De contento y alegría.<br />

Y en este dichoso día<br />

Le deseo de buena fe,<br />

que Jesús, María y José<br />

Le den salud y fortuna,<br />

Y sin novedad alguna<br />

que su casa siempre esté.<br />

Es cuanto le desea su compadre.<br />

Enero, 1898.<br />

Los ladrones<br />

El que no siembra no coje;<br />

El que cuida siempre tiene,<br />

El que no trabaja roba,<br />

Porque, ¿con qué se mantiene?<br />

Esos que suelen andar<br />

De noche como cocuyo,<br />

Buscando lo que no es suyo<br />

Para poderse llevar,<br />

Debían de considerar<br />

que el que lo ajeno recoje,<br />

Es fácil que un día se moje<br />

Si no sigue aquel refrán,<br />

que le dijo Dios a Adán:<br />

El que no siembre no coje.<br />

Todo el que suele afanar<br />

Para buscarse la vida,<br />

Con el juego y la bebida<br />

Nunca debe encompadrar.<br />

El que suele trabajar<br />

El pan con que se mantiene,<br />

Mucho mejor le conviene<br />

que lo suyo economice,<br />

Porque la razón lo dice:<br />

El que cuida siempre tiene.<br />

252


El que sabe trabajar<br />

Y se duele de lo suyo,<br />

Puede siempre con orgullo<br />

Con su trabajo gozar.<br />

Sin necesidad de andar<br />

Arrasando como escoba,<br />

Ni causándole joroba<br />

A ninguna propiedad,<br />

Porque es la pura verdad:<br />

El que no trabaja… roba.<br />

Por eso los campesinos<br />

Dicen que en sus vecindarios,<br />

Abundan los perdularios<br />

Perturbando a los vecinos.<br />

Y que esos hombres dañinos<br />

Oficio ninguno tiene,<br />

Y como esa plaga viene<br />

Por los caminos vagando,<br />

Tiene que vivir robando<br />

Porque, ¿con qué se mantiene?<br />

Santiago, mayo 2 de 1898.<br />

La fiesta de Las Lagunas<br />

El 24 de los corrientes tendrá lugar la bendición<br />

del nuevo Cementerio de “Las Lagunas”<br />

en la Estación del Ferrocarril Central <strong>Dominicano</strong><br />

y para más pormenores diremos:<br />

Señores, un gran festejo<br />

Lo habrá sin falta ninguna,<br />

En la Estación de Laguna<br />

Inmediato a Palmarejo.<br />

Y por lo que dicho dejo<br />

Me autorizan a decir<br />

que allí pueden todos ir<br />

Para ver un acto serio,<br />

De un famoso Cementerio<br />

que tratan de bendecir.<br />

Y se puede asegurar<br />

que a esa gran festividad,<br />

Pasará de esta Ciudad<br />

La música militar.<br />

JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I<br />

253


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Como obsequio singular<br />

Del señor Gobernador,<br />

que ya desean con ardor<br />

que la santa bendición<br />

De esa fúnebre mansión<br />

No carezca de esplendor.<br />

Y don Melitón Fonder<br />

que preside allí una Junta,<br />

Sus pies de cebo se unta<br />

Porque le suelen doler.<br />

De tanto andar y correr<br />

Por cumplir bien con su empleo;<br />

Y yo todo eso lo creo,<br />

Porque sé que Melitón,<br />

Cuando tiene una misión<br />

No se vuelve bulla y peo.<br />

Y Manuel González, Vice<br />

De dicha Junta también,<br />

Asegura que no hay quien<br />

Los jarretes se los pise.<br />

Pues allí cantando dice<br />

Al son de tambora y güiro,<br />

que no queda mal ni a tiro,<br />

Y que si en esta alegría,<br />

No queda bien ese día<br />

Pide al punto su retiro.<br />

Y el buen Mera Sebastián<br />

¿Qué no hará ese amigo fiel,<br />

Viendo a su yerno Manuel<br />

Metido en tan grande afán?<br />

Y más como el viejo Chan<br />

Siempre a lo bueno se presta,<br />

Y la referida fiesta,<br />

honrará su vecindario,<br />

¿qué importa que hasta el Calvario<br />

Lleve Chan la cruz a cuesta?<br />

Para ese acto divino<br />

Del cementerio aludido,<br />

Nombrado también ha sido<br />

Mister hall como Padrino.<br />

254


Pues como allí no hay vecino<br />

que al Director principal,<br />

Del Ferrocarril Central<br />

No le guarde simpatía,<br />

Para tan solemne día<br />

Lo han nombrado como tal.<br />

Los Gómez y los Fermines,<br />

Los Almonte y Toribios,<br />

Ya se mostrarán bien tibios<br />

En esos días de festines.<br />

Los Betancourt y Martínez<br />

Los Campo y los Silverio,<br />

En un acto así tan serio<br />

Pajaritos pintarán,<br />

Festejando con afán<br />

Su famoso Cementerio.<br />

Y también los del lugar<br />

Como los de otros puntos,<br />

que sus muertos o difuntos<br />

Allí los han de enterrar;<br />

También deben cooperar<br />

A esa célebre función,<br />

Por deber y obligación<br />

Porque allí los que se van,<br />

Sus restos reposarán<br />

Libres de perro y lechón.<br />

Los padrinos y madrinas<br />

Del bendito Cementerio,<br />

Si son gente de criterio<br />

No salgan con gambucinas,<br />

Porque de lenguas dañinas<br />

Miles habrá reparando,<br />

Para salir elogiando<br />

A los que se portan bien,<br />

Y a los míseros también,<br />

Salirlos despellejando.<br />

Conque vamos, caballeros<br />

Señoras y Señoritas,<br />

Por las ánimas benditas<br />

Pasemos allí lijeros.<br />

JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I<br />

255


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que dos días muy placenteros<br />

Gozando los pasaremos,<br />

Y después regresaremos<br />

Dándole fresco sin mengua,<br />

A esa maldita lengua<br />

que por desgracia tenemos.<br />

Santiago 17 de septiembre de 1898.<br />

El 27 de febrero<br />

Al Señor don Rafael de J. Espaillat,<br />

hijo del Egregio Patricio don Ulises Francisco Espaillat.<br />

Señores, no hay por ni pero,<br />

Sino que con fantasía,<br />

Es preciso honrar el día<br />

Veintisiete de Febrero.<br />

Y tú, pueblo santiaguero,<br />

O del Yaque la Señora,<br />

Debes recordar ahora<br />

También la de Marzo treinta<br />

que en la lucha más sangrienta<br />

fuiste tú la vencedora.<br />

Cuando en tú bella sabana<br />

Por cierto se presentó,<br />

El insolente Pierró<br />

Con su gran falange haitiana<br />

Y tú, ciudad espartana,<br />

En las orillas del Yaque<br />

Le diste tan duro ataque<br />

Al atrevido invasor,<br />

que fue a llorar su dolor<br />

Del lado allá del Masacre.<br />

Y tus hijos que en Beler<br />

Y en Sabana Larga fueron<br />

Los que más se distinguieron<br />

Cumpliendo con su deber,<br />

Por todo eso ha de ser,<br />

En festejar con esmero,<br />

Ese gran día de Febrero,<br />

Pues de ahí es que dimana<br />

La Patria dominicana<br />

Y ser libre un pueblo entero!<br />

256


Y que no es bueno olvidar<br />

Una fecha así tan bella,<br />

que a nuestra digna quisqueya<br />

Libre la hizo llamar.<br />

Y que esto haga recordar<br />

A los libres ciudadanos<br />

que vivamos como hermanos,<br />

Para morir combatiendo<br />

Contra los que estén creyendo<br />

Fácilmente echarnos mano.<br />

Más vale pobres vivir<br />

Y ser libres con exceso,<br />

que con pie en el pescuezo<br />

Llenos de oro lucir.<br />

El tiempo no ha de seguir<br />

Como está por el presente,<br />

Pues cuando pasa realmente<br />

De tabaco la cosecha,<br />

La cosa se pone estrecha,<br />

Pero vuelve floreciente.<br />

Conque vamos, santiagueses,<br />

Con toda magnificencia<br />

La fecha de referencia<br />

honremos como otras veces.<br />

Para que vean los musieses,<br />

Y también el mundo entero,<br />

que el patriotismo sincero<br />

Del pueblo dominicano<br />

Se conserva siempre sano<br />

Y por siempre duradero.<br />

Santiago, febrero 27 de 1899.<br />

La Religión y el Estado<br />

Como cantor popular<br />

Y como amigo que soy,<br />

Del buen Congreso de hoy<br />

que no deja que desear;<br />

Yo le vengo a suplicar<br />

A ese Poder Ilustrado,<br />

que se empeñe demasiado<br />

JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I<br />

257


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

Para que la Religión,<br />

Del Cristo en nuestra Nación<br />

No se aparte del Estado.<br />

Ya empiezan a respingar<br />

Por acá los habitantes,<br />

Por las nuevas alarmantes<br />

que se oyen circular,<br />

De que intentan separar<br />

La Religión del Estado,<br />

Y que más de un diputado<br />

ha presentado moción<br />

Respecto a esa cuestión.<br />

En el Congreso citado.<br />

Por acá el santo clero<br />

Parece indudablemente<br />

que a esa religiosa gente<br />

Le han meneado un avispero.<br />

Porque no hay un campanero<br />

Monaguillo o monigote<br />

que no ande hoy al trote<br />

Por los centros y arrabales,<br />

Con las protestas curiales<br />

que andan jugando al garrote.<br />

Las mujeres religiosas<br />

hacen votos con exceso,<br />

Para que el sabio Congreso<br />

Se ocupe hoy de otras cosas.<br />

que ya sean más provechosas<br />

Y de mayor dimensión,<br />

Pero eso de religión<br />

Y asuntos del Padre Eterno,<br />

No le conviene al Gobierno<br />

que toquen esa cuestión.<br />

Ese proyecto insensato,<br />

No deben de darle paso,<br />

Pues sería en todo caso<br />

Buscarle tres pies al gato,<br />

Y hoy que se ve tan grato<br />

Con Jiménez todo el clero,<br />

Para evitar pelotero<br />

Entre curas y el Estado,<br />

Lo más bello y acertado<br />

No menear ese avispero.<br />

258


que siga la Religión<br />

Del que fue crucificado,<br />

Siendo siempre del Estado<br />

Y también de la Nación.<br />

La general opinión<br />

Del pueblo dominicano,<br />

Y de todo ciudadano<br />

De criterio y de valer,<br />

Dice que así debe ser<br />

Porque el pueblo es soberano.<br />

Bien dicho.<br />

Santiago, diciembre 19, 1899.<br />

Entre Lucas y Juan Mejía (Refrán)<br />

Al Señor don Ulises Espaillat,<br />

dueño de la espléndida farmacia “La Normal”,<br />

calle del Sol No. 61.<br />

Señores, ya si es verdad<br />

Que se acerca el fin del mundo,<br />

Con este sufrir profundo<br />

Y tanta calamidad.<br />

Y ahora que la bondad<br />

De Dios, Jesús y María,<br />

Con cánticos de alegría,<br />

Para el cielo se marchó,<br />

A los pobres nos dejó<br />

Entre Luca y Juan Mejía.<br />

“Lucas” son los comerciantes,<br />

“Juan Mejía” los campesinos,<br />

Que cual fieros asesinos<br />

Se trozan esos marchantes,<br />

Los que no son habitantes<br />

Ni especulan hoy en día,<br />

Con frutos ni mercancía,<br />

Pagan hoy las consecuencias,<br />

De esas grandes divergencias<br />

Entre Luca y Juan Mejia.<br />

El comercio importador<br />

Batalla con más pujanza,<br />

Por tener tan buena lanza<br />

Como la del labrador.<br />

JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I<br />

259


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

El terrible agricultor<br />

Le embiste con energía,<br />

Al que vende mercancía,<br />

Y en pelea con todos entra;<br />

Mal está el que se encuentra<br />

Entre Luca y Juan Mejía.<br />

Los pobres no encuentran brecha<br />

En esta crisis malvada,<br />

Porque tienen remachada<br />

Con siete clavos la mecha.<br />

El que nada no cosecha<br />

Ni su animalito cría,<br />

Ni tiene su bobería,<br />

Ese no puede vivir,<br />

Porque tiene que morir<br />

Entre Luca y Juan Mejía.<br />

En tiempos tan infernales<br />

Se quejan los artesanos,<br />

que ya no mueven sus manos,<br />

Por caro los materiales.<br />

Y además que en tiempos tales<br />

De tristeza y agonía,<br />

Por tan grande carestía<br />

No hay quien estrene ya,<br />

Porque el mundo está<br />

Entre Luca y Juan Mejía.<br />

Y si es el que tiene oficio<br />

O el que vive de su arte,<br />

El alma hoy se la parte<br />

Sin el menor beneficio.<br />

Todo le causa perjuicio,<br />

Geringa y majadería<br />

Por no encontrar todavía<br />

El nivel correspondiente,<br />

que existe por el presente<br />

Entre Luca y Juan Mejía.<br />

Del sueldista no se diga<br />

A menos que alguna ganga,<br />

Le gotee en la remanga<br />

A quien Dios se la bendiga.<br />

260


Pues de no el que no figa<br />

Y en sueldo solo confía,<br />

Lo revienta la heregía,<br />

La usura y tanta crueldad,<br />

que gozan de inmunidad<br />

Entre Luca y Juan Mejía.<br />

Pero nada hay que temer<br />

Mientras que el grande Lilís,<br />

Se encuentre en nuestro país<br />

Con las riendas del Poder.<br />

Pues el que ha podido hacer<br />

O dar con sabiduría,<br />

Paz, progreso y garantía,<br />

Y de bien así un conjunto,<br />

Pronto arreglará ese asunto<br />

Entre Luca y Juan Mejía.<br />

Santiago, 26 de abril de 1899.<br />

El ciego de las cocineras<br />

Una cocinera sacaba un buen plato de comida para su amante,<br />

en cuya operación la sorprende la dueña de la casa quien le pregunta:<br />

¿Esa comida? –“Doña, responde aquella, esta comida es para un pobre ciego”.<br />

Por eso es que llaman ahora “ciegos” a los amantes de las cocineras<br />

y aun al plato que sacan de su cocina, y para más detalles,<br />

dice Juan Antonio Alix:<br />

hay muchos ciegos ahora<br />

De cuenta de Señoritos,<br />

Con una porción de esclavas<br />

que los mantienen bonitos.<br />

Así hay una porción<br />

que viven como unos lores,<br />

Porque hacen de los amores<br />

Muy buena especulación.<br />

Ropa buena, mantención<br />

Lavandera y planchadora,<br />

Eso encuentra el que enamora<br />

Una burra que trabaja:<br />

Pues con esa gran ventaja<br />

hay muchos ciegos ahora.<br />

Y el que tiene una querida<br />

Cocinando en casa grande.<br />

JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I<br />

261


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

No espere que Dios le mande<br />

Fortuna más bendecida.<br />

Pues de la mejor comida<br />

manjares más esquisitos,<br />

Les sacan sus bocaditos<br />

Primero que a nadie allí;<br />

Porque ellos viven así,<br />

De cuenta de Señoritos.<br />

Lo que gana en su alquiler,<br />

De carga la burriquita,<br />

El querido se lo quita<br />

Para jugar y beber,<br />

Y darle a otra mujer<br />

De aquellas que cuecen habas,<br />

Pero sin quitar aldabas<br />

De sus puertas a holgazanes,<br />

que viven como sultanes<br />

Con una porción de esclavas.<br />

La que tenga así algún tío,<br />

Tomando la sopa boba,<br />

Con el palo de la escoba<br />

que lo espante del bohío;<br />

Y a la calle con el lío,<br />

que se larguen los cieguitos<br />

A freir sus buñuelitos;<br />

Y que las dominicanas,<br />

No imiten a las haitianas<br />

que los mantienen bonitos.<br />

Santiago, 12 de enero de 1899.<br />

Saludo del pueblo santiagués<br />

Al ciudadano Juan I. Jimenes, Presidente de la República,<br />

en su visita oficial a esta ciudad.<br />

(Al Señor José Ml. Jiménez, Pto. Plata).<br />

¡Salve, Señor Presidente!<br />

¡Salve, ilustre ciudadano!<br />

Y un buen estrechón de mano<br />

Reciba sinceramente.<br />

De toda la buena gente<br />

De este pueblo agradecido,<br />

262


que tanta honra ha tenido<br />

De aquí verle y saludarle,<br />

Y un buen arribo desearle<br />

Al Jefe más distinguido.<br />

Y los buenos que componen<br />

La comarca de Santiago,<br />

Al dedicarle este halago<br />

A sus órdenes se ponen;<br />

Pues todos ya se disponen<br />

A ofrecerle su amistad,<br />

Y ayudarle con lealtad<br />

A conducir la Nación,<br />

A punto de salvación<br />

Con toda felicidad.<br />

Y al darla, la bienvenida,<br />

Este pueblo santiagués,<br />

No abriga otro interés<br />

que darle buena acogida,<br />

Y quedar lo más lucida<br />

Del Yaque la Soberana,<br />

Con el hombre que se afana,<br />

En que el bienestar avance,<br />

Y salvan a todo trance<br />

La Patria dominicana.<br />

Y en todas estas regiones,<br />

Las comarcas cibaeñas,<br />

Con fiestas muy halagüeñas<br />

Lo colmarán de atenciones.<br />

Y sinceras impresiones<br />

Recojerá por doquiera,<br />

Porque todo el mundo espera<br />

que con vuestra autoridad,<br />

No muere la libertad<br />

Y el país se regenera.<br />

Santiago hoy le desea<br />

Mucho goce en esta fiesta,<br />

Y que su estada en ésta<br />

Muy provechosa le sea,<br />

Y que claramente vea<br />

que este gran Departamento,<br />

JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I<br />

263


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

Se encuentra lo más contento<br />

Con el buen Jefe de Estado<br />

Y con su Gobierno honrado<br />

Ancora de salvamento.<br />

En fin, Señor Presidente!<br />

Estas coplas concluirán<br />

Deseándole a Don Juan<br />

El patricio consecuente,<br />

Una salud permanente,<br />

Larga vida y mucho tino,<br />

Para guiar por buen camino<br />

A la aflijida Nación<br />

que con tan noble intención<br />

La dirije a buen destino.<br />

Santiago, agosto 8 de 1900.<br />

A mis compueblanos<br />

A la Compañía Inglesa que trata de construir<br />

el acueducto de esta Ciudad,<br />

tengo la honra de dedicar este humildísimo trabajo.<br />

Señores, por la presente<br />

Diré que sin dilación,<br />

Tendrá esta población<br />

Un acueducto excelente.<br />

Pues se trata seriamente<br />

Y con mucha actividad,<br />

De darle a esta ciudad<br />

Sin pérdida de momento,<br />

Ese grandioso elemento<br />

De tanta necesidad.<br />

Pues el Yaque aunque pasa<br />

Besando nuestra ciudad,<br />

Es mayor comodidad<br />

Cada cual tenerlo en casa;<br />

Y tomar el agua en masa<br />

Para beber y fregar,<br />

Bañarse y también lavar<br />

De madera todo piso,<br />

Y lavar, si es preciso,<br />

La ropa en el mismo hogar.<br />

264


Para incendio, no se diga,<br />

Pues con agua suficiente,<br />

Se combate prontamente<br />

Con mucho menos fatiga.<br />

Y evitándose que siga<br />

En más grande proporción;<br />

Pues cualquiera habitación<br />

Teniendo su pluma de agua,<br />

La casa aunque sea de yagua<br />

Encuentra su salvación.<br />

Y los que tengan sembrados,<br />

En los tiempos de sequía,<br />

Tendrán agua en demasía<br />

Para verlos inundados.<br />

Y en los patios y cercados<br />

El que tenga su animal,<br />

No le será ni tan mal<br />

Darle agua en abundancia<br />

Por una insignificancia<br />

que se pagará mensual.<br />

Y lo mismo todo dueño<br />

De alambique, gozará,<br />

Pues agua siempre tendrá<br />

Sin mucho costo ni empeño.<br />

Y también lo más risueño<br />

Por siempre tendrá que estar,<br />

Todo dueño de telar;<br />

Y bastante economía,<br />

Para la mampostería<br />

El que quiera fabricar.<br />

Y ese polvo maldecido<br />

Desgracia de esta Ciudad,<br />

Tendrá con seguridad<br />

que ser pronto combatido.<br />

Porque ya es bien sabido,<br />

que las calles cada día,<br />

En los tiempos de sequía<br />

Muy bien se podrán regar,<br />

Para uno descansar<br />

De tan terrible agonía.<br />

JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I<br />

265


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

Y también los desdichados<br />

hijos de esta población,<br />

Ya saldrán de una porción<br />

De chicos desvergonzados,<br />

Insolentes y malcriados<br />

Que en vez de tener oficio,<br />

De mucho más beneficio,<br />

Se dedican a aguadores,<br />

Y de ahí a malhechores<br />

Sin el menor sacrificio.<br />

Una compañía inglesa<br />

De bastante capital,<br />

Sin pedirle a nadie un real<br />

Se hará cargo de la empresa.<br />

Y con mucha ligereza<br />

Darnos acueducto trata,<br />

Como el que ya no dilata<br />

En entregar por momento<br />

Al Ilustre Ayuntamiento<br />

De la culta Puerto Plata.<br />

Un entendido ingeniero<br />

De la dicha compañía,<br />

Con Bogard, que es sin porfía,<br />

Otro hábil caballero.<br />

han pasado al Saltadero,<br />

De San Francisco nombrado,<br />

Arroyo que está situado<br />

Al norte de esta Ciudad,<br />

Y con gran facilidad,<br />

Puede ser bien explotado.<br />

El señor Ramón Imbert<br />

Intérprete hoy en día,<br />

De esa rica compañía<br />

También le cupo el placer,<br />

De pasar también a ver<br />

El referido lugar,<br />

Y tan supo analizar<br />

El agua de San Francisco,<br />

que se quedó medio bizco<br />

Por tan buena resultar.<br />

266


Don Beningno Díaz y yo<br />

Pasamos allí también,<br />

Pero que se entienda bien<br />

que como ingenieros no;<br />

Pues Bogard nos invitó<br />

Nada más como mirones,<br />

Pero en aquellas regiones<br />

Benigno como es condueño<br />

En algo sacó de empeño<br />

Con varias indicaciones.<br />

Y después de terminar<br />

Esa gente su trabajo,<br />

El buen Benigno nos trajo<br />

A su casa a descansar,<br />

Y nos dieron de almorzar<br />

Con tantísima abundancia,<br />

que así digo con jactancia<br />

que no fue mejor la mesa,<br />

De una casa francesa<br />

A los alcaldes de Francia.<br />

Santiago, noviembre 19, 1900.<br />

Lilís en la puerta de la Iglesia Mayor<br />

Donde fue sepultado y en donde dicen sale penando.<br />

En la puerta de la Iglesia<br />

Dicen que sale Lilís,<br />

Preguntándole al que pasa<br />

Cómo se encuentra el País.<br />

Y una vieja que lo vio<br />

Le dijo a ese condenado,<br />

“El país que tú has matado<br />

Y en tus manos se arruinó,<br />

Un buen gobierno encontró<br />

que la gente buena aprecia,<br />

Pero nunca lo desprecia,<br />

Como a tu maldito mando,<br />

que por eso estás penando<br />

En la puerta de la Iglesia”.<br />

“Ahora no hay bancarrota<br />

Ni mamerum sempiterno,<br />

Porque hoy figura un gobierno<br />

JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I<br />

267


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

honrado, noble y patriota.<br />

Ya nadie coje ni bota<br />

Ni un solo maravedí”<br />

La vieja le dijo así,<br />

Pero hay también testigos,<br />

que llamando a sus amigos<br />

‘“Dicen que sale Lilí.<br />

“Ya no se dan concesiones,<br />

Privilegios ni franquicias,<br />

Ni se tratan con caricias<br />

A los empleados ladrones.<br />

Ni libres importaciones<br />

No recibe nadie en masa,<br />

Ni hay de comercio casa<br />

Que sacrifique al Estado,<br />

Ni hay un diablo condenado<br />

Preguntándole al que pasa”.<br />

“A nadie ya se castiga<br />

Como tú cuando eras rey,<br />

que pisoteabas la ley<br />

En obsequio de la intriga.<br />

Por capricho no hay quien diga<br />

que hoy padece un infeliz,<br />

Porque ya no es un Lilís<br />

El que se halla en el poder;<br />

Con que ya tú puedes ver<br />

Cómo se encuentra el País”.<br />

qué diablo de vieja!…<br />

Santiago 19 de marzo de 1900.<br />

Consejo de una abuela a su nieta<br />

Tú no vayas, nieta mía<br />

Eso me dijo mi abuela,<br />

A esos bailes de disfraz<br />

que te muerde la culebra.<br />

En estas fiestas mundanas,<br />

Ya no van pollitas finas,<br />

Sino como yo, gallinas<br />

De… poner con almorranas.<br />

Y al no ir pollas galanas<br />

A esos bailes hoy en día<br />

De disfraz o porquería,<br />

Si no quieres ver tu quiebra,<br />

268


A bailar esa culebra 12<br />

Tú no vayas, nieta mía.<br />

Como ahora hay libertad,<br />

No quedó cuero pelado,<br />

que no se haya merengueado<br />

En esta festividad.<br />

Pues se vio en realidad<br />

que en siendo gente de espuela,<br />

Todita cojió candela<br />

En esos bailes muy bien,<br />

Y como ella fue también<br />

Eso me dijo mi abuela.<br />

Allí bailaban muy bien<br />

Olorosas mascaritas,<br />

Pero también infinitas<br />

Con un bajo a comején.<br />

Y miles había también<br />

Más malas que Barrabás;<br />

que por eso y algo más,<br />

Te lo vuelvo a repetir,<br />

Nunca se te antoje ir<br />

A esos bailes de disfraz.<br />

Como yo soy medio bruja<br />

Y de chispa una escopeta,<br />

Aunque me ponga careta<br />

Yo soy gallina papuja.<br />

Pero tú que eres aguja<br />

que no has conocido hebra,<br />

Ni borracha con ginebra<br />

Tú no vayas, Eliodora,<br />

A esos bailes de ahora<br />

que te muerde la culebra.<br />

Santiago, 28 de febrero de 1900.<br />

La buena vida del gato<br />

A mis queridos nietos Mercedes, Juan, Octavio,<br />

y Miguel Angel Goico; Graciela, Rafael, Mercedes<br />

y José Tomás Benedicto; María y Teresa Bonilla.<br />

La vida, que pasa el gato<br />

Cualquiera la envidiaría<br />

JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I<br />

12 La Culebra, Danza muy tibia del buen compositor Don Nicanor Espinal.<br />

269


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

El día lo pasa durmiendo<br />

Y de noche en correría.<br />

Cuando un gato se enamora<br />

Para entrar en relaciones,<br />

Empieza a cantar canciones<br />

De la noche a toda hora.<br />

Y así que le canta y llora<br />

A su novia largo rato,<br />

Entra sin pagar barato<br />

En relación amorosa;<br />

Conque, miren si es dichosa<br />

La vida que pasa el gato.<br />

Cuando son gatos ladrones<br />

De pollos y de gallinas,<br />

Con esas comidas finas<br />

No piensan en los ratones<br />

Y así viven, como dones<br />

De alta categoría;<br />

Y como no hay policía<br />

Ni juez que les dé mal trato,<br />

La suerte que tiene el gato<br />

Cualquiera la envidiaría.<br />

Un gato muy consentido<br />

Duerme tranquilo y risueño<br />

En la cama de su dueño<br />

Como un niñito querido.<br />

Rompe todo y hace ruido<br />

Sin andar nada temiendo;<br />

Y cuando no está corriendo<br />

O con algo retozando,<br />

Y en rincones escarbando<br />

El día lo pasa durmiendo.<br />

El trabajo nada más<br />

Del gato es arar la tierra,<br />

Porque en ella es que entierra<br />

Lo que bota por atrás.<br />

Pues no se olvida jamás<br />

De enterrar su bobería…<br />

Pero lo que es en el día<br />

Cuando no está comiendo,<br />

Así lo pasa, durmiendo,<br />

Y de noche, en correría.<br />

Santiago, noviembre de 1900.<br />

270


Por súplica<br />

De un millón de jugadores doy a luz la presente glosa.<br />

A los pobres jugadores<br />

Los tienen dando alarido<br />

Como pájaros culecos<br />

que les han quemado el nido.<br />

La ley que prohíbe el juego.<br />

Pudiera ser más legal,<br />

Si ella fuera general<br />

Para todos desde luego.<br />

Pero como dice un ciego<br />

Que ciertos grandes señores,<br />

Juegan plata como lores<br />

Sin que nadie los persiga,<br />

Porque solo se castiga<br />

A los pobres jugadores.<br />

Si el juego no es conveniente<br />

Porque es un vicio ruinoso,<br />

No lo es también peligroso<br />

El vicio del aguardiente?<br />

Y mientras la ley consiente<br />

Ese licor maldecido,<br />

Autor que por siempre ha sido<br />

De los crímenes mayores<br />

A los pobres jugadores<br />

Los tienen dando alarido.<br />

La ley que el Gobierno dio<br />

Bajo todo punto es buena,<br />

Pero lo que causa pena<br />

que unos jueguen y otros no.<br />

Y esto no lo digo yo<br />

que nos echan grandes tecos<br />

Y que los hijos de Becos, 13<br />

No puedan tirar sus dados<br />

Porque los tienen echados<br />

Como pájaros culecos.<br />

Y no puede ser justicia<br />

que unos puedan jugar,<br />

Con esa misma franquicia.<br />

Y otros no puedan gozar<br />

13 Refrán.<br />

JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I<br />

271


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

Pero como la injusticia<br />

Siempre, siempre se ha lucido<br />

Con el pobre desvalido,<br />

Ahora se oyen los clamores<br />

de los pobres jugadores<br />

que les han quemado el nido.<br />

Cuando la ley es para todos,<br />

para todos debe ser.<br />

Santiago, noviembre 15, 1900.<br />

Remisión de tinajas, jarros<br />

y ollas de barro 14<br />

Con gusto, prima María,<br />

Le envío dos tinajitas,<br />

Dos jarros y dos ollitas,<br />

que aunque humilde regalía,<br />

Puede ser de que algún día<br />

De hielo allá se carezca,<br />

Y en caso que se le ofrezca<br />

Con las tinajas de barro<br />

Y con ese par de jarro,<br />

Ya tomará agua fresca.<br />

Y sepa, prima María,<br />

que ese par de tinajitas,<br />

Son gemelas hermanitas<br />

Nombradas, una Lucía<br />

Y la otra Rosalía;<br />

Lo mismo el par de jarrito,<br />

Uno se llama Mundito,<br />

Y el otro Juan Cuasimodo,<br />

Pero que el público todo<br />

Lo titula Juaniquito.<br />

La tinajita Lucía<br />

Tiene amores con Mundito,<br />

Y lo mismo Juaniquito<br />

Los tiene con Rosalía;<br />

Por eso bueno sería<br />

Andar con mucha cautela,<br />

Y vivir por siempre en vela,<br />

Porque no deben estar,<br />

14 Dedicado por el autor, a su prima Doña María Teresa Julia; de Puerto Plata.<br />

272


Muy juntos en un lugar<br />

La pólvora y la candela.<br />

Con la mejor voluntad<br />

Le remito las ollitas,<br />

Porque son dos señoritas<br />

De bastante utilidad<br />

Y de gran necesidad,<br />

que no se puede negar:<br />

Pues en Roma ante un altar<br />

Dijo el Cardenal Rampolla,<br />

que no hay como una olla<br />

De barro para guisar.<br />

También dicen que a Pizarro<br />

Conquistador del Perú<br />

Le guisaron un cucú<br />

En una olla de barro.<br />

Y el navegante bizarro<br />

Tan sabroso lo encontró,<br />

que ni un huesito dejó<br />

De aquel guiso delicado,<br />

que al darlo por terminado<br />

Los dedos se los chupó.<br />

No mire, prima María,<br />

El regalo de su primo,<br />

Lo hago porque la estimo<br />

Y le guardo simpatía.<br />

Y esta humilde regalía<br />

Es también con el intento,<br />

De tener conocimiento<br />

que a Ud., quien la complace<br />

Y algún cariño le hace,<br />

Ya tiene a Puente contento.<br />

Y estos son los deseos de su primo y amigo.<br />

Juan A. Alix<br />

Santiago, 22 de noviembre, 1902.<br />

A los que les cae la chupa que se la pongan<br />

Al valiente y muy liberal Don Carlos Morales,<br />

Gobernador de Puerto Plata.<br />

Parece que suele haber<br />

Todavía tan mala gente,<br />

JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I<br />

273


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

que por gusto solamente<br />

Más sangre quisiera ver,<br />

De la que ha corrido ayer;<br />

Pues no falta quien desea<br />

que haya guerra y más pelea<br />

Por deseos de ciertos nenes,<br />

que a la fuerza sea Jimenes<br />

El dueño de La hicotea.<br />

Pero puede ser que no<br />

Sea todo lo que pretenden<br />

Porque ellos mismos comprenden<br />

que Jimenes renunció,<br />

Y él mismo fue que apoyó<br />

A Wos y Gil y Deschamps,<br />

Y unidos los tres están<br />

De la mejor buena fe,<br />

Y los tres como se ve<br />

Por la Patria mucho harán.<br />

Lo que hay que a cierta gente<br />

Ya la paz no le conviene,<br />

Ni mucha cuenta le tiene<br />

El vivir tranquilamente;<br />

Porque la paz no consiente<br />

que el País se vuelva escombro,<br />

Ni hace ver con tanto asombro<br />

A millares de holgazanes,<br />

Cometiendo mil desmanes<br />

Con la carabina al hombro.<br />

Ni la paz, como es tan buena<br />

No permite que en cantones,<br />

Engorden los mamalones<br />

Con chivos y vaca ajena.<br />

Ni consiente a gente llena<br />

De salud y lozanía,<br />

Tirándose cada día<br />

Algunos mangos bajitos<br />

De varios dólares mansitos<br />

que no es una tontería.<br />

Y es bueno de ir tratando<br />

De ver si la paz impera,<br />

274


que vivir de esa manera<br />

Continuamente luchando<br />

Y a la nación acabando<br />

Con guerras encarnizadas,<br />

Como han sido las pasadas<br />

Terribles y desastrosas,<br />

Por cierto que no son cosas<br />

De gentes civilizadas.<br />

Démosle tiempo sobrado<br />

Al Gobierno superior,<br />

Para que pueda mejor<br />

Ocuparse del Estado,<br />

Y ver todo encarrilado,<br />

que es lo que más se desea,<br />

Y olvidar la inicua idea,<br />

De vivir continuamente<br />

Desgarrándose la gente<br />

De la manera más fea.<br />

El Gobierno Gil Deschamps<br />

Se compone de hombres buenos,<br />

Y de patriotismo llenos<br />

Como pruebas dando están<br />

que se empeñan con afán<br />

De su cumplimiento fiel,<br />

Los Ministros Despradel,<br />

Brache, Deetjen y Polín<br />

Como los demás en fin<br />

Ministros que están con él.<br />

Por eso, ¿qué más se quiere?<br />

¿qué diablo más se desea?<br />

Para que el País se vea<br />

Como el orden lo requiere.<br />

Y es bueno que el pueblo espere<br />

Lleno de fe y confianza<br />

Y abrigando la esperanza<br />

que tanto Gil y Deschamps,<br />

A la Patria colmarán<br />

De gloria, paz y bonanza.<br />

Santiago, 19 de junio de 1903.<br />

JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I<br />

275


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Juramento constitucional<br />

De los Ciudadanos Generales Alejandro W. y Gil<br />

y Eugenio Deschamps, para Presidente y Vice-Presidente de la República<br />

Al General Hermógenes García, Gobernador civil y militar<br />

de la Provincia de La Vega.<br />

hoy es el día señalado<br />

Por la ley fundamental,<br />

El juramento legal<br />

De aquellos que han designado.<br />

Como Jefes del Estado<br />

Para guiar a la Nación<br />

Con una administración<br />

Patriótica sumamente,<br />

Como es de un buen presidente<br />

La puntual obligación.<br />

Y hoy también debían jurar<br />

Todos los dominicanos,<br />

Vivir siempre como hermanos<br />

Sin pleitos qué lamentar.<br />

Y al Gobierno no estorbar<br />

La marcha de todo plan<br />

Político, y con afán,<br />

Mantener la paz que alienta,<br />

Para que dé buena cuenta<br />

El Gobierno Gil-Deschamps.<br />

Pues tanto Gil y Deschamps<br />

Como muy capaces son<br />

Y patriotas sin baldón<br />

Al país levantarán<br />

Y ya lo redimirán<br />

Del progreso por la vía;<br />

Y el crédito y garantía,<br />

Del país en general<br />

Lo conservarán cabal<br />

habiendo buena armonía.<br />

Porque ya es de rigor<br />

que el pueblo dominicano,<br />

Sea más cuerdo y más humano<br />

Y piense mucho mejor,<br />

Sin causar ya más horror<br />

Con la guerra fratricida,<br />

276


Para conservar la vida<br />

Y los bienes cada cual;<br />

Más la honra nacional<br />

Cuasimente ya perdida.<br />

Dejemos ya descansar<br />

Esta tierra infortunada,<br />

que está la pobre, extenuada<br />

De miseria y malestar.<br />

Y demos tiempo y lugar<br />

Al Gobierno para hacer,<br />

A la Nación florecer,<br />

Sin obligarlo realmente<br />

A luchar continuamente<br />

Por no dejarse caer.<br />

Así, en tan fausto día<br />

Roguemos al Padre Eterno<br />

que colme al nuevo Gobierno<br />

De luz, paz, Sabiduría.<br />

Y que la buena armonía<br />

Jamás sea interrumpida<br />

Para conservar la vida<br />

Y sus bienes cada cual,<br />

Más la honra nacional<br />

Cuasimente ya perdida.<br />

Ya no hay más que convenir<br />

Y ver detenidamente,<br />

que con la paz solamente<br />

Es que podemos vivir.<br />

Para poder conseguir<br />

Del País el bienestar,<br />

Y al mismo tiempo cuidar<br />

que vengan blancos de fuera,<br />

Pero de mala manera<br />

A querer intermediar.<br />

Los ingleses, ya lo dicen<br />

que se les da tres chichones<br />

que las pequeñas naciones<br />

De América se destricen.<br />

Para que las fiscalicen,<br />

Los yanquis americanos,<br />

JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I<br />

277


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

Así, queridos hermanos<br />

Al movimiento más chico,<br />

Pueden bien cojer su pico<br />

Los pobres dominicanos.<br />

Santiago, 1 de agosto de 1903.<br />

Los mangos bajitos 15<br />

Dice don Martín Garata,<br />

Persona de alto rango,<br />

que le gusta mucho el mango<br />

Porque es una fruta grata.<br />

Pero treparse en la mata<br />

Y verse en los cogollitos,<br />

Y en aprietos infinitos…<br />

Como eso es tan peligroso,<br />

El encuentra más sabroso<br />

Coger los mangos bajitos.<br />

Don Martín dice también<br />

que le gusta la castaña,<br />

Pero cuando mano extraña<br />

La saca de la sartén,<br />

Y que se la pelen bien<br />

Con todos los requisitos;<br />

Pero arderse los deditos<br />

Metiéndolos en la flama,<br />

Eso sí que no se llama<br />

Coger los mangos bajitos.<br />

Por eso la suerte ingrata<br />

De la Patria no mejora<br />

Porque muchos son ahora<br />

Como don Martín Garata.<br />

que quieren meterse en plata<br />

Ganando cuartos mansitos<br />

Con monopolios bonitos,<br />

Con chivos o contrabando,<br />

O así, de cuenta de mando,<br />

Coger los mangos bajitos.<br />

Cuando hay revolución<br />

Maña es la más antigua,<br />

Despachar a la manigua,<br />

15 Dedicado por su autor al antiguo Listín Diario.<br />

278


De brutos a una porción.<br />

que al mandarlos algún don,<br />

Ya se marchan derechitos,<br />

Y los dones quietecitos<br />

Cada cual queda en su casa.<br />

Para cuando todo pasa,<br />

Coger los mangos bajitos.<br />

Cuando el toro está plantado,<br />

Se verán miles toreros,<br />

Allí en los burladeros<br />

Con el pitirrio apretado.<br />

Cuando el toro otro ha matado<br />

Al punto salen toditos,<br />

Echando vivas a gritos<br />

Y a empuñar buenos empleos,<br />

que son todos sus deseos<br />

Coger los mangos bajitos.<br />

Dejen ya la maña vieja<br />

De mandar al monte gente,<br />

para tumbar presidente<br />

Sin dar motivos de queja;<br />

que la prudencia aconseja,<br />

que vivamos tranquilitos,<br />

Como buenos hermanitos,<br />

que mucha sangre ha costado<br />

Y la ruina del Estado<br />

Coger los mangos bajitos.<br />

Y que vean lo que ha costado<br />

La tumba de dos poderes,<br />

que han muerto miles de seres<br />

que la tierra se ha tragado.<br />

Cuántas viudas no han quedado,<br />

Y huérfanos infinitos!<br />

Cuántas miserias y gritos!<br />

Y cuánta sangre correr!…<br />

Por unos cuantos querer<br />

Coger los mangos bajitos.<br />

Ahora lo que han de hacer<br />

Echarlo todo al olvido,<br />

Y al Presidente elegido<br />

Ayudarlo a sostener.<br />

Y evitar que vuelva a haber<br />

JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I<br />

279


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

Más viudas y huerfanitos,<br />

Más crímenes y delitos<br />

Y lárguense a trabajar,<br />

Los que quieren, SIN SUDAR,<br />

Coger los mangos bajitos.<br />

Santiago, mayo 18 de 1903.<br />

Un muchacho que se lo llevó el diablo<br />

En una sección de Moca<br />

El diablo se ha presentado,<br />

Y a un muchacho se ha llevado<br />

Dejando a su madre loca;<br />

Por insolencia no poca,<br />

Con la madre que le dio<br />

El ser, y lo sustentó<br />

Con sus pechos, cuando niño,<br />

Y con el mayor cariño,<br />

Tanto que lo acarició.<br />

Así lo suelen contar:<br />

“Que aquella madre aflijida<br />

No tenía un día comida<br />

A su familia qué dar;<br />

Y un pollo pudo matar<br />

De su hijo, y lo guisó,<br />

Y el ingrato, cuando vio<br />

que era suyo el pollo muerto,<br />

Cuantas aves vio por cierto<br />

De su madre las mató”.<br />

Y por eso aquella fiera<br />

A su madre la insultó,<br />

Y al respeto le faltó<br />

Pero de mala manera.<br />

Y todo por la friolera<br />

De un pollito miserioso;<br />

Cuando bueno y generoso<br />

Debe un hijo siempre ser,<br />

Con el hombre y la mujer<br />

que le han dado el ser dichoso.<br />

Por tan criminal acción<br />

La madre así lo maldijo:<br />

280


“Espero que el diablo, hijo,<br />

Te lleve sin dilación”.<br />

La maternal maldición<br />

Pronto se cumplió por cierto,<br />

Pues a poco en un desierto<br />

Al hijo desventurado,<br />

Con el cuerpo ensangrentado<br />

Allí lo encontraron muerto.<br />

Pero lo más sorprendente<br />

Fue que al irlo a enterrar,<br />

Los que lo solían cargar<br />

Notaron completamente.<br />

que el cadáver cuasimente<br />

Apenas nada pesaba;<br />

Pero quién se figuraba<br />

El más tremendo misterio,<br />

que al llegar al cementerio<br />

¡El difunto allí no estaba!<br />

La gente salió al momento<br />

huyendo del campo santo,<br />

Llena de terror y espanto<br />

Y un temblor el más violento.<br />

¿Con tal acontecimiento<br />

quién demonio se paraba<br />

Cuando todo el mundo daba<br />

Un ojo por un boquete,<br />

Y salir como un cohete<br />

Del aprieto en que se hallaba?<br />

Todo el mundo ha opinado<br />

Con sano criterio y calma<br />

que al muchacho en cuerpo y alma<br />

El diablo se lo ha llevado,<br />

Por miserable y malcriado<br />

con su madre cariñosa,<br />

Cuando no hay otra cosa<br />

En la vida que más cuadre,<br />

Como es el amor de madre;<br />

De un hilo bueno la diosa.<br />

El hijo desobediente<br />

Con sus padres y malcriado,<br />

JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I<br />

281


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

Extraño no es demasiado<br />

que el diablo se le presente,<br />

Y todo hijo insolente<br />

Sujétese bien la boca,<br />

Para ver si no le toca<br />

La suerte del hijo aquél,<br />

que el diablo cargó con él<br />

En un campo allá de Moca.<br />

Santiago, septiembre de 1903.<br />

El Jockey Club santiagués<br />

Y su espléndido baile del 23 de los corrientes.<br />

Con gusto daré razón<br />

Y su fama la propago,<br />

De un baile en el Club Santiago<br />

que ha llamado la atención.<br />

Por su grande animación,<br />

Y concurrencia igualmente;<br />

Tanto que, perfectamente<br />

El Jockey Club se lució,<br />

Con su gran baile que dio<br />

El veintitrés del corriente.<br />

En el local espacioso<br />

Del Club Santiago nombrado,<br />

Bellamente iluminado<br />

Y un adorno muy lujoso,<br />

Un concurso numeroso<br />

De personas distinguidas<br />

Lujosamente vestidas<br />

honraban aquel salón,<br />

Y a esta digna población<br />

Con verse allí reunida.<br />

Ochenta damas había<br />

Y cuasi todas pollitas,<br />

Elegantes y bonitas<br />

Como la estrella del día,<br />

Y niñas que todavía<br />

Ni a quince suelen llegar,<br />

Y los que solían bailar<br />

Con ellas cuasi pollones,<br />

282


De puntica o de botones<br />

que ahora empiezan a cantar.<br />

Además de las pollonas<br />

que tanto resplandecían,<br />

Su pico también cogían<br />

Unas cuantas muchachas,<br />

que aunque no tan mozetonas<br />

De baile en cualquier salón,<br />

Llaman siempre la atención<br />

Como antiguas veteranas;<br />

Complacientes y muy llanas<br />

Y que bailadoras son.<br />

Los jóvenes maduritos<br />

También hacían sus figuras,<br />

Entre tan bellas criaturas,<br />

Como entre tantos pollitos<br />

Elegantes y bonitos<br />

que honraban aquel salón.<br />

Colmando allí de atención<br />

Y de tratos muy decentes,<br />

A todos los concurrentes<br />

Sin andar con distinción.<br />

En todo departamento<br />

Incluso la galería<br />

Tantísima gente había<br />

que se escaseaba el asiento;<br />

Pero nunca más contento,<br />

Ni tanta satisfacción;<br />

Y que a pesar de un millón<br />

De licores como hubo,<br />

Siempre el orden se mantuvo<br />

Sin ninguna alteración.<br />

Señoras y señoritas<br />

que ocupaban aposentos,<br />

Y otros departamentos<br />

Se han obsequiado a toditas,<br />

que el dulce, que las copitas,<br />

A menudo les brindaban,<br />

Y de todos se acordaban,<br />

JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I<br />

283


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

Con la mayor complacencia,<br />

Y con la mayor decencia<br />

A todo el mundo obsequiaban.<br />

El pavo que suele hacer<br />

siempre en bailes su figura,<br />

Ni siquiera en miniatura<br />

Pudo allí, aparecer.<br />

Pavo no podían comer<br />

Las que en el salón estaban,<br />

Porque muy listos andaban<br />

Allí los comisionados;<br />

Pues debido a sus cuidados<br />

Sentada a nadie dejaban<br />

La orquesta bien se lució<br />

En esa dichosa noche,<br />

De gusto haciendo derroche<br />

Por lo bien que ejecutó;<br />

Todo lo que se brindó<br />

En ese baile afamado,<br />

Todo ha sido delicado,<br />

O riquísimo, diremos;<br />

Como que también sabemos<br />

que allí de todo ha sobrado.<br />

Esta corta descripción<br />

Satisfactoria me es,<br />

Al Jockey Club Santiagués<br />

Dedicarla en atención,<br />

De su verdadera acción<br />

De cultura y de adelanto;<br />

Deseándole por tanto<br />

Con toda sinceridad,<br />

Años de felicidad<br />

Y un porvenir de encanto.<br />

Santiago, 29 de agosto de 1903.<br />

Un buen consejo a los campesinos de la República<br />

Dedicada al General Miguel Febles, Ministro de lo Interior y Policía<br />

del Gobierno Provisional.<br />

Del campo a todo habitante<br />

Como soy gallo viejo,<br />

284


En coplas un buen consejo<br />

Le doy para que lo cante.<br />

Y lo observe en lo adelante<br />

De Dios como una sentencia;<br />

Y es que nadie su existencia<br />

La debe sacrificar,<br />

Porque otro vaya a gozar<br />

De la mejor conveniencia.<br />

Los honrados campesinos<br />

Cuando hay revoluciones,<br />

Para mantener cantones<br />

Ellos son los paganinos.<br />

Porque los hombres dañinos<br />

Como no tienen qué hacer<br />

Sino jugar y beber<br />

Las revueltas les agrada,<br />

Pues como no tienen nada<br />

Nada tienen qué perder.<br />

Pero el hombre que trabaja<br />

Y de alguna posición,<br />

Meterse en revolución…<br />

Bien merece una mortaja.<br />

Pues ¿qué diablo de ventaja<br />

Sacará ese maldecido,<br />

Con asunto de partido<br />

Si después que el pleito pasa,<br />

Si acaso, vuelve a su casa,<br />

Todo lo encuentra perdido?<br />

Así es que un campesino<br />

No debe politiquear,<br />

Porque nunca ha de alcanzar<br />

Un lucrativo destino.<br />

Lo que encuentra es el camino<br />

De su trabajo perder.<br />

Pues tiene que mantener<br />

Los cantones con su crianza,<br />

Y también con su labranza<br />

Para nada merecer.<br />

No hay duda, los de levitas<br />

Y muchos grandes señores,<br />

JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I<br />

285


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

Siempre han sido los autores<br />

De las revueltas malditas.<br />

Y desgracias infinitas<br />

Por sus muchas pretensiones<br />

A los empleos y galones;<br />

Pero eso sería pamplina,<br />

Si la gente campesina<br />

No consintiera cantones.<br />

Por eso en cada sección<br />

De nuestros campos debían,<br />

Los que trabajan y crían<br />

Formar una asociación.<br />

Para que ningún cantón<br />

Se establezca en el lugar;<br />

Como también denunciar<br />

A todo propagandista,<br />

que vaya en son de conquista<br />

A quererlos perturbar.<br />

El Ministro de la Guerra<br />

Polín, nuestro compueblano,<br />

Y el Jefe el más veterano<br />

Muy buena intención encierra.<br />

Pues ha venido a esta tierra<br />

Cibaeña a armonizar,<br />

Y a todos unificar<br />

Para que la paz impere,<br />

Y todo el mundo prospere<br />

Por medio del bienestar.<br />

Pronto llegará el momento<br />

que Alejandro Wos y Gil<br />

Entre aclamaciones mil<br />

Ya prestará juramento,<br />

Y como hombre de talento,<br />

De honor y sabiduría<br />

Y de mucha valentía.<br />

El salvará a la Nación<br />

Es decir, habiendo unión,<br />

Vergüenza, paz y armonía.<br />

Santiago, julio 9 de 1903.<br />

286


Certamen industrial<br />

Dedicado por la Sociedad “Liceo del Yaque” al aniversario<br />

del veintisiete de febrero.<br />

Al Ilustre Ayuntamiento y a la Sociedad “Liceo del Yaque”.<br />

En decir hoy me adelanto,<br />

Pero así, sinceramente,<br />

que no me creo competente<br />

Para dedicarle un canto.<br />

Al acto más sacrosanto<br />

De progreso verdadero,<br />

Con que el pueblo Santiaguero<br />

Se ha dignado festejar,<br />

Y por siempre perpetuar<br />

El Veintisiete Febrero.<br />

Pero al fin por complacer<br />

De unos cuantos la exigencia,<br />

Y no con indiferencia<br />

Tan sublime obra ver.<br />

Algo he tenido que hacer<br />

Como cantor popular,<br />

Por no poderle negar<br />

Estas coplitas de aliento,<br />

A un nuevo acontecimiento<br />

El más digno de admirar.<br />

Así es, que me refiero<br />

Al “Certamen Industrial”,<br />

Delicado al festival<br />

Del “Veintisiete Febrero”,<br />

Donde el laborioso obrero<br />

Con grata satisfacción,<br />

ha puesto en exhibición<br />

Su trabajo delicado,<br />

Para verlo allí premiado<br />

Por su magna condición.<br />

Al mundo entero ha cojido<br />

De susto, mil novedades,<br />

Y tantas curiosidades<br />

que ahora se han exhibido.<br />

Del Certamen aludido<br />

La importancia es sin igual,<br />

JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I<br />

287


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

Pues la opinión general<br />

Completamente ignoraba,<br />

que nuestra tierra abrigaba<br />

Tanta gloria nacional.<br />

El Certamen francamente<br />

hizo salir de casillas,<br />

Un sin fin de maravillas<br />

que estaban hasta el presente,<br />

Ocultas completamente;<br />

Pero no hay que negar,<br />

que esa obra singular,<br />

Se debe al buen deseo,<br />

De la Sociedad Liceo<br />

Del Yaque en este lugar.<br />

Porque ella ha sido la autora<br />

Del Certamen Industrial,<br />

Y la dueña principal<br />

De esa obra bienhechora,<br />

Y muy civilizadora,<br />

Pues con gusto y mil amores,<br />

Cientos de expositores,<br />

Todos han depositado,<br />

En el Certamen citado<br />

Las obras más superiores.<br />

La maquinita a vapor,<br />

Del joven David de Lora<br />

Tanto admira como azora<br />

Al más sabio expectador,<br />

Y más, a quien al Señor<br />

David suele conocer,<br />

que no ha tenido el placer<br />

De salir al extranjero,<br />

Ni estudio para ingeniero<br />

Ninguno suele tener.<br />

Los sombreros guraberos<br />

De cana, se han lucido,<br />

Pues de cierto han recibido<br />

Los elogios más sinceros.<br />

Y también otros sombreros<br />

del lugar de “San José’’,<br />

288


Pues todo el que allí los ve<br />

Se admira de ver aquello,<br />

Porque es un trabajo bello<br />

De paja de malcoté.<br />

Lo que a todos admiró<br />

Y ha tenido mucho eco,<br />

Es el curioso muñeco<br />

Del Señor Julio Tió.<br />

que en Jaibón lo fabricó<br />

Y ha llamado la atención<br />

Con muy sobrada razón<br />

Del concurso numeroso<br />

Por ser lo más ingenioso<br />

El muñeco de Jaibón.<br />

Labores hay infinitas<br />

Admirables y curiosas,<br />

Y en centenares de cosas<br />

Pero a cual más exquisitas<br />

que no pueden ser descritas<br />

En tan corta relación<br />

Ni tengo la pretensión<br />

De llegar donde no puedo,<br />

Así es que aquí me quedo<br />

Del lector con el perdón.<br />

Pero no han de fallar<br />

Mil plumas autorizadas,<br />

que noticias detalladas<br />

Ya podrán suministrar.<br />

De esa obra singular<br />

Puesta en ejecución,<br />

Por tan noble asociación<br />

Liceo del Yaque bendita,<br />

que la Patria hoy felicita<br />

Con todo su corazón.<br />

La junta Organizadora<br />

Del Certamen referido,<br />

Grandemente se ha lucido<br />

Con su obra encantadora.<br />

Y el público no lo ignora,<br />

que esta Junta meritoria,<br />

JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I<br />

289


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

ha puesto en ejecutoria<br />

La energía más admirable,<br />

Y un esfuerzo imponderable<br />

hasta cubrirse de gloria.<br />

Santiago, 5 de marzo de 1903.<br />

De quién es la hicotea<br />

A mi amigo Julio Saleta Santiago.<br />

En una honda laguna<br />

Un pescador zabulló,<br />

Y una hicotea paseó<br />

Por una buena fortuna.<br />

Pero sin demora alguna<br />

La hicotea otro desea,<br />

Y quiere que suya sea<br />

Porque a él se le escapó;<br />

Así es que no sé yo<br />

De quién es la jicotea.<br />

La mitad del mundo entero<br />

Dice que según parece<br />

La hicotea le pertenece<br />

A don Juan el caballero,<br />

que fue su dueño primero;<br />

Pero al perder su tarea<br />

Por aquella acción tan fea<br />

Del veinticinco de Abril;<br />

que diga Alejandro Gil<br />

De quién es la jicotea.<br />

Del mundo la otra mitad<br />

Así lo proclama a grito,<br />

que le toca a Alejandrito<br />

La hicotea en propiedad.<br />

Porque él fue en realidad<br />

El que rompió la manea<br />

De trillos, y en la pelea<br />

La gloria también le cabe;<br />

Así es que nadie sabe<br />

De quién es la jicotea.<br />

Como el amigo Deschamps<br />

De méritos no carece,<br />

290


La hicotea le pertenece<br />

Como a Alejandro y don Juan.<br />

Porque él ha sido el titán,<br />

Más terrible con la idea,<br />

Y donde su voz emplea<br />

Produce de luz un foco;<br />

Pero él no sabe tampoco<br />

De quién es la jicotea.<br />

El hombre que el pueblo elija<br />

Para guiar a la Nación<br />

A punto de salvación,<br />

Dejarlo que la dirija.<br />

Sin apretón de clavija,<br />

Sin repingos ni pelea,<br />

Para que más no se vea<br />

Correr la sangre a torrente,<br />

Ni pregunte más la gente<br />

De quién es la jicotea.<br />

Pidamos todos ufanos<br />

Al cielo misericordia,<br />

Porque reine la concordia<br />

Y paz entre los cristianos.<br />

que todos somos hermanos<br />

Y el País que bambolea,<br />

Lo que ahora más desea<br />

que no lo dejen caer,<br />

que vale más que saber<br />

De quién es la jicotea.<br />

Santiago, mayo 7 de 1903.<br />

JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I<br />

291


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

Tomo II<br />

Proemio<br />

Este segundo volumen de las décimas de Juan Antonio Alix, completa la selección realizada<br />

por el escritor Dr. Joaquín Balaguer, quien ha prologado la obra, la cual se edita como un<br />

homenaje póstumo al gran poeta popular.<br />

Los trabajos y afanes de todos los que han contribuido a la presentación de estos volúmenes,<br />

constituyen el mejor estímulo para los editores, interesados siempre en coadyuvar a la<br />

divulgación de la cultura dominicana y al enriquecimiento de la bibliografía nacional.<br />

292


Al público<br />

Lo que ha pasado en la Otra Banda del Yaque<br />

el día 7 del presente mes.<br />

Ya que el público lo manda<br />

Diremos por la presente,<br />

que el día siete del corriente<br />

Por la noche, en Otra Banda<br />

De pilluelos una tanda<br />

Y de armamento provista,<br />

Después de pasar revista<br />

A siete chivos robados,<br />

Dieron muerte los malvados<br />

Al pedáneo Juan Batista.<br />

Los pillos un burro prieto<br />

Listo de un todo llevaron,<br />

Y de carne lo cargaron<br />

Sin desollar por completo.<br />

Batista, bello sujeto,<br />

Y Alcalde de la Sección,<br />

Por cumplir su obligación<br />

Y sus bienes defender,<br />

Vino el pobre a perecer<br />

A las manos de un ladrón.<br />

Dicen que fue acompañado<br />

De dos o tres compañeros,<br />

que se mandaron ligeros<br />

Cuando Juanico ha goteado.<br />

Y que un joven buen soldado<br />

Lelo Marte, el muy valiente,<br />

quien venció a los bandidos,<br />

Dejó allí a dos heridos<br />

Y un prisionero igualmente.<br />

Según cuentan los vecinos<br />

De Otra Banda y más lugares,<br />

Dizque pasan de millares<br />

Los chivos y los cochinos,<br />

Y ovejos, que esos dañinos<br />

Por todas partes cogían,<br />

Y los cueros no vendían<br />

En bruto los malhechores,<br />

Pues, como son curtidores,<br />

Ellos mismos los curtían.<br />

JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II<br />

293


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

También suelen declarar<br />

Vecinos de Rafael,<br />

que en todo el lugar aquel<br />

No se oye un chivo berrear,<br />

Ni un ovejito balar<br />

Ni otras clases de animales,<br />

Porque los pilluelos tales<br />

haciendo de carne líos,<br />

han dejado allí vacíos<br />

Los chiqueros y corrales.<br />

hoy se encuentra en el Juzgado<br />

De Instrucción el burro prieto,<br />

El que vino bien repleto<br />

De chivos muertos cargado,<br />

Con el cuero aún pegado;<br />

Pues dicen que los chiveros<br />

Por querer andar ligeros<br />

Nada más los degollaban,<br />

Y el mondongo lo dejaban<br />

En los mismos mataderos.<br />

Del pueblo la mayoría<br />

Deseaba que los malvados<br />

Fueran todos fusilados,<br />

que de ejemplo serviría.<br />

Y la Autoridad quería<br />

Al público complacer,<br />

Pero que por atender<br />

A unos cuantos consejeros,<br />

hoy se encuentran los chiveros<br />

De la Justicia en poder.<br />

Esta corta relación<br />

Con gusto he publicado,<br />

Porque me lo ha suplicado<br />

Entera esta población.<br />

Para con más atención<br />

que obren los tribunales,<br />

Y se empeñen los fiscales<br />

En emplear más energía,<br />

Para darle garantía<br />

A la crianza de animales.<br />

Santiago, agosto 10 de 1903<br />

294


Al Gobierno Provisional de la<br />

República, Santiago<br />

Como cantor nacional<br />

Yo no puedo prescindir,<br />

De marchar o de seguir<br />

A la opinión general.<br />

Por eso es muy natural<br />

Cantar lo que ella desea:<br />

que para evitar pelea<br />

O no más guerra civil,<br />

Le diga a Alejandro Gil:<br />

Afloja la jicotea.<br />

De Alejandro siempre he sido<br />

Amigo particular,<br />

Y no lo puedo negar<br />

que le estoy agradecido;<br />

Y como amigo querido<br />

Este amigo le desea,<br />

que en salvamento se vea;<br />

Y si de cerca le viera<br />

Lo abrazaría y le dijera:<br />

Afloja la jicotea.<br />

Si el País entero ya<br />

Desconoce tu poder,<br />

No hagas la sangre correr<br />

que hasta Dios se enojará.<br />

Vete, que tú volverás<br />

Cuando en paz todo se vea.<br />

A tu Patria que desea<br />

que no haya más bancarrota;<br />

Conque, si eres buen patriota:<br />

Afloja la jicotea.<br />

Cantando estoy como un grillo<br />

Sin a nadie maltratar,<br />

Sin subir ni arrempujar<br />

A partido ni a caudillo.<br />

Ni canto por darle brillo<br />

Ni al Jesús de Galilea,<br />

Canto con la buena idea,<br />

De lo que mejor conviene,<br />

Y decirle al que la tiene:<br />

Afloja la jicotea.<br />

JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II<br />

295


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

A ninguno adularé<br />

Con atronadores vivas,<br />

Y ni con flores ni olivas<br />

A nadie coronaré.<br />

A la paz le cantaré<br />

Y a la Unión que hoy campea;<br />

Esa es toda mi tarea,<br />

Evitar guerra civil,<br />

Diciéndole a Woss y Gil:<br />

Afloja la jicotea.<br />

El País por el momento<br />

Poco a poco se fusiona,<br />

Sin distinción de persona<br />

Y sin apasionamiento.<br />

No ha habido atropellamiento<br />

Ni quien arriba se crea,<br />

De la discordia la tea,<br />

Ya no hay ni quien la nombre;<br />

Con que Gil, si eres buen hombre:<br />

Afloja la jicotea.<br />

En la más completa unión<br />

Se encuentran greñudo y bolo:<br />

Formando un partido sólo<br />

Como hermanitos que son.<br />

No ha habido una discusión<br />

Ni una palabrita fea,<br />

Pues si lo que se desea<br />

Es en paz todos vivir,<br />

Gil, si te quieres lucir,<br />

Afloja la jicotea.<br />

Formando un sólo partido<br />

Se encuentra todo el Cibao,<br />

Desde Masacre al Bonao<br />

Como ya es bien sabido.<br />

El Este y Sur se han unido<br />

Al Cibao con esa idea,<br />

Y como la unión florea,<br />

Con placer y gusto mil,<br />

Amigo Alejandro Gil:<br />

Afloja la jicotea.<br />

De todo corazón te desea un feliz viaje,<br />

tu siempre amigo, Juan Ant. Alix.<br />

Santiago, 2 de noviembre de 1903<br />

296


Las Juntas de Fomento<br />

Establecidas por el progresista Don Eugenio Deschamps,<br />

Vicepresidente y Delegado del Gobierno en el Cibao<br />

Para dar conocimiento<br />

Al público en general,<br />

De lo que el Gobierno actual<br />

Práctica por el momento,<br />

Como asuntos de fomento,<br />

De riqueza y bienestar,<br />

Debo de manifestar<br />

que si el Gobierno consigue<br />

Lo que con afán persigue<br />

El país se ha de salvar.<br />

Sabido es, que el habitante<br />

Del campo, que trae su fruto,<br />

Como gato entre macuto<br />

Se lo endosa al comerciante;<br />

Y al momento el negociante,<br />

Ya sea por ambición<br />

O por la mala intención<br />

De trancar a un tercero,<br />

Se lo compra al cosechero,<br />

Sea cual sea su condición.<br />

Por eso más criminal<br />

Es sin duda el comerciante,<br />

que el gitanillo habitante<br />

Y mucho más ilegal;<br />

Pues si el cosechero tal,<br />

Convencido ya estuviera<br />

que su fruto no vendiera<br />

En pésima condición<br />

Jamás a la población,<br />

Ni de chepa lo trajera.<br />

Pero como saben bien<br />

que si ellos traen basura<br />

El comerciante se apura<br />

En comprarla en su almacén,<br />

Eso yo lo haría también<br />

Si yo fuera cosechero,<br />

Pues de casa el basurero<br />

Al comercio le trajera<br />

Aunque así después se hundiera<br />

Enviándolo al extranjero<br />

JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II<br />

297


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

El Gobierno superior<br />

No tiene más ideales,<br />

que a los frutos nacionales<br />

Darle crédito y valor.<br />

Para que en el exterior<br />

Sean siempre solicitados,<br />

Y no tan desmeritados,<br />

Como están a la sazón<br />

Por su mala condición<br />

Y tan mal clasificados.<br />

En todo el Departamento<br />

Del Cibao están nombradas<br />

Por Deschamps e instaladas<br />

Varias Juntas de Fomento.<br />

Para darle crecimiento<br />

De una manera segura,<br />

A comercio, agricultura,<br />

Y a otras cosas igualmente,<br />

Para que el País realmente<br />

Se coloque en grande altura.<br />

El Gobierno ha concedido<br />

Sin pérdida de momento,<br />

A las Juntas de Fomento<br />

Cuanto ellas han pedido,<br />

Y en todo está decidido<br />

Dichas Juntas a apoyar,<br />

Y hacerlas bien respetar<br />

Con la mayor energía,<br />

Porque es la única vía<br />

De la cosa organizar.<br />

Ya con esto es suficiente<br />

Para que el agricultor,<br />

Y todo especulador<br />

Estén lo más al corriente,<br />

que el Gobierno no consiente<br />

que salga de la Nación,<br />

Sea cual sea la producción,<br />

Si no está bien comprobada,<br />

Y bastante examinada<br />

Su exquisita condición.<br />

Así todo agricultor<br />

Como todo comerciante,<br />

298


Ya sabrán que en lo adelante<br />

El Gobierno superior<br />

Castigará con rigor,<br />

Con multas y con prisión,<br />

Al que tenga la ocasión<br />

De comprar o de vender<br />

Frutos de poco valer<br />

Y de mala condición.<br />

Lo que pretende el Gobierno<br />

Con esa sabia medida,<br />

Es sacar, pero en seguida,<br />

Al País de tanto infierno,<br />

Y de un padecer eterno,<br />

Pues en los tiempos actuales<br />

La miseria y tantos males<br />

Que afligen a la Nación,<br />

Es la mala condición<br />

De los frutos nacionales.<br />

Santiago, 14 de octubre de 1903.<br />

Un hijo desobediente<br />

Que fue a una fiesta en contra del gusto de su padre.<br />

A mi amigo el Gral. Pedro M. Espaillat. Santo Domingo.<br />

hoy también contar me toca<br />

Otro caso parecido,<br />

Al del hijo maldecido<br />

En un campo allá de Moca.<br />

que por una cosa poca<br />

O es decir, por un pollito,<br />

Ese muchacho maldito<br />

A su madre maltrató,<br />

Y el diablo se lo llevó<br />

Al infierno derechito.<br />

Pues en Jacagua ha pasado<br />

Otro caso cuasi igual,<br />

que lo contaré tal cual<br />

Como a mí me lo han contado.<br />

“Un padre de familia honrado<br />

A un hijo le aconsejó<br />

Y mucho le suplicó<br />

Que no fuera a una fiesta,<br />

que esa noche había propuesta<br />

En qué parte no sé yo”<br />

JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II<br />

299


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

Y el hijo sin más espera<br />

Al padre así le contesta:<br />

“Pues yo sí voy a la fiesta<br />

Aunque el demonio no quiera,<br />

Me voy de cualquier manera<br />

Sin que nadie me sujete,<br />

Y el primero que se mete<br />

En privarme de mi gusto,<br />

Cuatro balazos le ajusto<br />

Como cinco y dos son siete”.<br />

Otra vez le dijo el padre:<br />

“Tú no vayas a la fiesta<br />

que en tu cama hago una apuesta<br />

que no hay perro que te ladre.<br />

—Por la salud de mi madre<br />

A esa fiesta sí que voy,<br />

Porque listo ya lo estoy<br />

Y el que me salga al encuentro<br />

Del pecho en el mismo centro<br />

Cuatro balazos le doy”.<br />

El padre quedó abismado<br />

Contemplando largo rato,<br />

Aquel hijo tan ingrato<br />

Desobediente y malcriado.<br />

Y al fin, le dijo indignado:<br />

“hijo mío, jamás te hablo;<br />

Pero yo espero en San Pablo<br />

Y en el gran Poder Divino,<br />

que al marcharte, en el camino,<br />

Ojalá te lleve el diablo”.<br />

El hijo sin atender<br />

A más nada se marchó,<br />

Y al festín se dirigió<br />

Lleno de gusto y placer;<br />

Pero pronto pudo ver<br />

que salía de una emboscada<br />

Un hombre de grande alzada<br />

Con dos cuernos en la frente,<br />

Y los ojos puramente<br />

De fuego una llamarada.<br />

El joven así que vio<br />

Aquella infernal figura,<br />

300


Con muy notable bravura<br />

Al momento se cuadró<br />

Y el revólver lo sacó,<br />

Sin andar con pareceres;<br />

Y al hombre dijo: ¡quién eres!<br />

Si en el mundo andas penando,<br />

De parte de Dios te mando<br />

que me digas lo que quieres”.<br />

“Cállate esa boca perro:<br />

El fantasma contestó,<br />

que a arreglarte vengo yo<br />

Con estas uñas de hierro.<br />

Yo soy el diablo que encierro<br />

A todo el que no me cuadre,<br />

Y al perro que a mí me ladre<br />

Como tú, que así me gruñas,<br />

Le enseño con estas uñas<br />

A respetar a su padre”.<br />

De una vez entró con él<br />

El demonio y lo tumbó,<br />

Y las uñas le clavó<br />

Con una fiereza cruel;<br />

que si no es por San Miguel<br />

que de encima se lo quita<br />

De virtud con su varita,<br />

El joven ya estuviera<br />

Junto con aquella fiera<br />

que maltrató a su mamita.<br />

El hijo, de tal manera<br />

Llegó a su casa estropeado,<br />

Con todo el cuerpo aruñado<br />

Y la camisa por fuera,<br />

Gritando al padre le abriera<br />

La puerta sin dilación,<br />

Para pedirle perdón,<br />

Y el padre así que lo vio<br />

hincado, lo perdonó<br />

Y le echó la bendición.<br />

Viva la paz! Viva la unión!<br />

Y abajo los cogedores de mangos bajitos! Allé.<br />

Allé, a buscar qué hacer, y dejen al País tranquilo.<br />

Santiago, 6 de octubre de 1903.<br />

JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II<br />

301


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

El 14 de febrero<br />

continuación de las décimas<br />

Unidos los santiagueros<br />

Con un grupo de mocanos<br />

Valientes como espartanos<br />

Y rabudos espueleros,<br />

A los bolos majaderos<br />

Tanto el dado le cargaron<br />

que unos cuantos ni atinaron<br />

A salir de la ciudad,<br />

Pidiendo hospitalidad<br />

Donde ocultos se quedaron.<br />

Los bolos razón tenían<br />

En temerle tanto al foete,<br />

Porque ya en el mismo ojete<br />

La rabiza la sentían.<br />

Y mucho más cuando oían<br />

“que atájenlos por allá”,<br />

“que atráquenlos por acá”,<br />

Y el fun fun de las abejas<br />

Tan cerca de las orejas,<br />

que el más valiente se va.<br />

¡Pero cuánto patriotismo!<br />

¡Oh valientes veteranos!<br />

Estrechen aquí sus manos!<br />

¡qué heroísmo! ¡qué heroísmo!<br />

Y cuánto valor: lo mismo<br />

Les decían los camarones,<br />

Pero al verlos en pelotones<br />

huyendo que se mataban,<br />

Indignados les voceaban:<br />

¡qué pelones, qué pelones!<br />

No se hallaron en la acción<br />

Varios bolos generales<br />

Por temor que en los panales<br />

Les picara un abejón.<br />

Fuera de la población<br />

quedarse allá resolvieron<br />

Pero que cuando sintieron<br />

El bajo de la tollina,<br />

Pues al que le dan camina,<br />

En sus jacos se tendieron.<br />

302


Entre ambos que lucharon,<br />

Con seguridad se cuenta,<br />

que han pasado de sesenta<br />

Las bajas que resultaron.<br />

Los bolos aquí dejaron<br />

Muertos y algunos heridos<br />

Los que fueron recogidos<br />

Por la Cruz Roja bendita<br />

que con piedad inaudita<br />

Fueron todos socorridos.<br />

Después de la gran tollina<br />

A los pájaros sin rabo<br />

En los Cerros de Gurabo<br />

Les dieron otra propina.<br />

Teniendo aquella colina<br />

Fuertemente atrincherada<br />

En donde no hicieron nada<br />

Trescientos que allí se hallaron,<br />

Porque todos se panquearon<br />

Para Cuesta Colorada.<br />

Al salir de propartida<br />

De los Cerros los zancudos<br />

Continuaron los rabudos<br />

Dándoles la despedida.<br />

Y en la Cuesta referida<br />

El derrote fue tan cruel,<br />

que echando cuasi la hiel<br />

Por la boca, de cansados,<br />

Llegaron desgaritados<br />

A Llanos de Rafael.<br />

JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II<br />

Así pues, que no valieron<br />

Las misas a San Antonio,<br />

Ni los brujos del demonio,<br />

Ni los judú que se dieron.<br />

Ni mil promesas que hicieron<br />

Porque todo fue pamplina;<br />

La Providencia Divina<br />

Como ella está con Morales<br />

En vano son los cordiales<br />

Y los caldos de gallina.<br />

Y a quien Dios le da la jicotea que se la bendiga<br />

San JUAN A. ALIX. Amén Jesús.<br />

Santiago, mayo de 1904.<br />

303


Viva la paz<br />

COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

La República Dominicana se encuentra por el momento<br />

en plena paz y tranquilidad. Loado sea Dios!<br />

DEDICATORIA:<br />

Al Ilustre Caballero Mr. Tomás Cleveland, Ministro Americano<br />

cerca del Gobierno <strong>Dominicano</strong>, residente en la Capital de nuestra República.<br />

El señor Cleveland ha sido bien obsequiado en todas las Comarcas del Cibao<br />

que ha visitado; que para bien sea.<br />

Con toda satisfacción<br />

Damos hoy publicidad<br />

que ya la tranquilidad<br />

Reina en toda la Nación;<br />

Pues la cruel revolución<br />

ha bajado su estandarte<br />

En ese mismo baluarte<br />

que de cuna le sirvió;<br />

Y la paz enarboló<br />

El suyo por toda parte.<br />

Los dos Jefes principales<br />

De la tal revolución,<br />

Viendo ya con atención<br />

Las consecuencias fatales<br />

De esas luchas criminales,<br />

Con el Gobierno pactaron,<br />

Y fielmente celebraron<br />

El Demetrio y Desiderio,<br />

Un pacto bastante serio<br />

Que en Montecristy firmaron.<br />

La Provincia de La Vega<br />

Se encuentra toda de gala,<br />

Porque Perico Lasala<br />

Tampoco quiere más brega;<br />

haciendo su gente entrega<br />

De sus armas principales;<br />

Inclusos los generales<br />

Pimentel y otros varios,<br />

Los que ya no son contrarios<br />

Del Gobierno de Morales.<br />

Y hay quien diga con afán<br />

que ya Perico Lasala,<br />

Jamás tirará una bala<br />

Por su compadre don Juan<br />

El araña capitán,<br />

que después que le ofreció<br />

304


La ínsula, se embarcó<br />

A gozar a Puerto Rico,<br />

Y al infeliz del Perico<br />

En la estaca lo dejó. 16<br />

Por lo dicho se verá<br />

que ya todo está tranquilo,<br />

Y por ese mismo estilo<br />

Mucho tiempo lo estará.<br />

Aunque nunca faltará<br />

Algún hijuelo de perra,<br />

que desee otra vez la guerra;<br />

Pero si cualquiera abusa,<br />

Ya encontrará su tusa<br />

Con los blancos de otra tierra.<br />

Pues, ¿quién es el que no sabe<br />

que el Gobierno yanqui ha sido<br />

quien más ha contribuido<br />

A que la guerra se acabe?<br />

Y que esa gloria le cabe<br />

A los norteamericanos,<br />

que alzadas tienen las manos<br />

Para aplastar a cualquiera,<br />

que intente encender la hoguera<br />

Entre los dominicanos.<br />

Toda nación europea<br />

Y los norteamericanos,<br />

Entre los dominicanos<br />

No consienten más pelea.<br />

que cual gobierno que sea<br />

Ellos lo han de proteger<br />

Y por la fuerza han de hacer<br />

que no se altere la paz,<br />

Como remedio eficaz<br />

Para el País florecer.<br />

Ya un Ministro americano<br />

Reside en la Capital,<br />

Y lo que es el litoral<br />

Del País dominicano<br />

Nunca faltará a la mano<br />

Muy grandes buques de guerra,<br />

JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II<br />

16 El refrán que dice: “quedó como perico en la estaca”.<br />

305


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

que echarán gentes a tierra<br />

Por millones si se ofrece;<br />

Y el que se mueve, perece,<br />

Y que de una vez se entierra.<br />

El pueblo dominicano<br />

Será siempre independiente,<br />

Como promete fielmente<br />

El coloso americano;<br />

Y no habrá poder humano<br />

que le toque en realidad,<br />

Viviendo en tranquilidad<br />

En paz, en buena armonía,<br />

Pero, si es en anarquía,<br />

Perderá su libertad.<br />

Así es que desgraciado<br />

Del que ahora se menea,<br />

que prontamente gotea<br />

Y es de una vez sepultado.<br />

Morales está apoyado<br />

Y su Gobierno igualmente,<br />

Con buques, dinero y gente,<br />

y ya con revolución<br />

Lo que es en nuestra Nación<br />

No se tumba presidente.<br />

Eso es bueno con batata, como dice un refrán.<br />

Santiago, 11 de julio de 1904.<br />

La oreja de Ñico el loco<br />

A mi amigo Octaviano Estrella<br />

Ciudad.<br />

El Pobre de ñico el loco<br />

Es un infeliz idiota,<br />

que solamente se bota<br />

Cuando lo cuquean un poco.<br />

Ni le hace daño tampoco<br />

A nadie ese desgraciado;<br />

Pero como es alocado,<br />

Donde la noche le coge,<br />

En el suelo se recoge<br />

Y allí duerme engurruñado.<br />

Esa infeliz criatura<br />

Cuando no está embriagado,<br />

306


Se ocupa de hacer mandado<br />

Y adquiere su valedura;<br />

En la plaza de verdura<br />

Allí gana sus cuartillas,<br />

Cargando mesas y sillas,<br />

Cajones y otras frioleras,<br />

A unas cuantas canasteras<br />

que venden en las casillas.<br />

Pues a ese desdichado<br />

Sin dar motivos de queja,<br />

Le mocharon una oreja<br />

Sin duda algún condenado,<br />

que viéndolo allí acostado<br />

Durmiendo en una calzada.<br />

La oreja le fue cortada<br />

Por algún ser inhumano,<br />

que no tiene de cristiano<br />

Ni siquiera una pulgada.<br />

El maldito criminal<br />

que a ñico lo ha señalado<br />

Dicen que mocho y bocado<br />

Le puso como señal,<br />

Como de crianza animal;<br />

Y aunque no es de juicio sano,<br />

El ñico no es un marrano;<br />

Es hijo de Dios lo mismo,<br />

Por el agua del bautismo<br />

que tiene como cristiano.<br />

El que cometió por cierto<br />

Ese crimen tan horrendo.<br />

que vaya previniendo<br />

Con Dios que vive despierto,<br />

Con su tribunal abierto<br />

Y su ley siempre pareja:<br />

Y como ese Dios no deja<br />

Sin castigo al delincuente,<br />

que tengan eso presente<br />

Los cortadores de oreja.<br />

Estas coplas las publico<br />

Para que el mundo lo sepa,<br />

que aquí se vive de chepa<br />

Tanto el pobre como el rico.<br />

JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II<br />

307


Porque cuando el pobre ñico<br />

que no debe culpas viejas,<br />

Lo han dejado sin orejas<br />

Si a esta tierra viene el Papa,<br />

Como ya nadie se escapa<br />

Le arrancan hasta las cejas.<br />

Avenuncio, Satanás!; toma la cruz, perro mataluz!<br />

y líbrenos Dios de tanta vagabundería. Sí, señor!<br />

Santiago, 11 de junio de 1904.<br />

Los niñitos<br />

COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

Que se oían gritando en noches pasadas<br />

en la iglesia de Nuestra Señora de la Altagracia.<br />

El caso que resultó<br />

En la Iglesia de Altagracia,<br />

Aunque falto soy de gracia<br />

A cantarlo vengo yo.<br />

Tal cual como lo contó<br />

De aquel templo una vecina,<br />

que se halló en la fajina,<br />

Dizque de unos niñitos<br />

Trancados y dando gritos<br />

En esa mansión divina.<br />

Los niños dizque decían<br />

¡Ay mamá! ¡ay mamá!…<br />

¡Ay papá! ¡ay papá!…<br />

Y a carcajadas reían.<br />

Pero tanta bulla hacían<br />

que la policía corrió,<br />

Y el vecindario acudió<br />

Lleno de miedo profundo;<br />

Y así fue que todo el mundo<br />

Por allí se alborotó.<br />

Unos cuantos que miraban<br />

Por el abra de una puerta.<br />

Decían como cosa cierta<br />

que en el coro se encontraban.<br />

Unos niños que cantaban<br />

En fila todos parados;<br />

Y a otros veían sentados<br />

Desnuditos en los bancos;<br />

Y que todos eran blancos<br />

Con gorritos colorados.<br />

308


El sacristán de la Ermita<br />

que se apareció en chancleta.<br />

Armado de una escopeta<br />

Y de un revólver marmita.<br />

Tocó allí una campanita<br />

Y reunió al vecindario,<br />

Para cantar el rosario<br />

Por aquellos angelitos<br />

que de los cielos benditos<br />

Bajaron a aquel santuario.<br />

“que salga una comisión<br />

–dijo allí un mequetrefe–<br />

Para darle parte al Jefe<br />

De esta sagrada mansión”.<br />

Así fue, sin dilación,<br />

El cura al momento vino,<br />

Y al abrir con mucho tino<br />

De la Sacristía la puerta,<br />

Salió a carrera abierta<br />

huyendo un perro barcino.<br />

Es todo cuanto ha pasado<br />

En la Parroquia Altagracia,<br />

que no ha sido una desgracia<br />

Como ya se ha propagado;<br />

Un pobre perro trancado<br />

En la iglesia dando gritos;<br />

Eran pues los angelitos<br />

que ¡ay mamá! dizque decían,<br />

Y que también los veían<br />

Con gorros y desnuditos.<br />

Lo que sí es cosa cierta,<br />

Y se puede asegurar,<br />

que no pueden ya dejar<br />

Iglesia ninguna abierta.<br />

Ya es preciso andar alerta<br />

Con los brujos hoy en día,<br />

Pues toda esa ratería<br />

En las iglesias divinas,<br />

Son los brujos y adivinas<br />

Para arreglar brujería.<br />

JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II<br />

Y es cierto que al Padre Armando<br />

Le han robado del altar,<br />

309


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

Un vaso que suele usar<br />

Cuando él está consagrando.<br />

Y Luis Pérez predicando<br />

Se ha quejado ya con pena,<br />

que alguna persona buena,<br />

Creyendo hacerle un favor<br />

Entró a la Iglesia Mayor<br />

Y le robó su patena.<br />

Los brujos y las adivinas están de plácemes!<br />

No hay quien les llegue al cuero.<br />

Así memo, así!<br />

Santiago, octubre 19 de 1904.<br />

Lamentaciones<br />

De una dicha de 35 carnavales que está por casarse que no ve.<br />

A la juventud universal, porque en todas partes se cuecen habas.<br />

Caramba! quiero casarme,<br />

Aunque mi mamá lo sienta;<br />

Porque paso de los treinta<br />

Y yo no quiero quedarme;<br />

Yo estoy ya por colocarme<br />

Pero de cualquier manera,<br />

Sin andar con más espera<br />

Ni más vuelta al pensamiento;<br />

Yo estoy ya por casamiento<br />

Y me caso con cualquiera.<br />

Cansada estoy de esperar<br />

Y me moriré de vieja,<br />

Esperando esta pareja<br />

Con quien me quieren casar,<br />

que del cielo ha de bajar;<br />

Blanco, noble y millonario,<br />

De un talento extraordinario,<br />

Buen mozo, muy elegante<br />

que toque el piano, y que cante<br />

Más bonito que un canario.<br />

Mi mamá culpa ha tenido<br />

que llegara yo a esta edad,<br />

Sin esa felicidad<br />

De tener un buen marido;<br />

Porque a ella le ha cogido<br />

Conque debo ser casada,<br />

310


Con ministro o embajada,<br />

De Alemania o Inglaterra;<br />

Cuando aquí en nuestra tierra<br />

No valemos cuasi nada.<br />

Envidia me causa ver<br />

Miles mujeres casadas,<br />

que están muy bien colocadas<br />

Por no ponerse a escoger;<br />

Pues el mucho pretender<br />

Y ese orgullo mal fundado,<br />

No da ningún resultado;<br />

Pero ni luce ni cabe,<br />

Donde todo el mundo sabe<br />

Del pie que uno ha cojeado.<br />

Mi mamá siempre se pone<br />

Con miles de sacaliñas,<br />

Cuando de cacas y tiñas<br />

Este mundo se compone;<br />

El que a eso se dispone<br />

Se olvida de ciertas cosas,<br />

que no son ni tan honrosas<br />

Para que anden repingando<br />

Y narices aventando<br />

Como las vacas rabiosas.<br />

Y mi mama en otra era<br />

Nunca frecuentó un salón<br />

que mereciera atención<br />

Y ni mirarlo siquiera;<br />

Pero hoy que en la primera<br />

De verse tanto se alegra<br />

Le sopla su bola negra<br />

A tantos jóvenes buenos,<br />

Porque dizque tiene a menos<br />

De que la tengan por suegra.<br />

Yo me muero por bailar<br />

Y mi mama no me deja,<br />

Por no haber noble pareja<br />

Con quien pueda yo danzar.<br />

La juventud del lugar<br />

No puede ser más decente,<br />

Más culta y más complaciente,<br />

Y a mi mama le ha cogido,<br />

JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II<br />

311


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

Conque el mundo está perdido<br />

Y en los bailes comen gente.<br />

No quiere que tenga amores,<br />

Ni quiere que al Parque vaya,<br />

Porque no falta canalla<br />

Entre los visitadores.<br />

Ni por los alrededores<br />

De casa pisa varón<br />

Porque dizque todos son<br />

Unas aves de rapiñas,<br />

que se llevan a las niñas<br />

Como a paloma un gorrión.<br />

Así es, que quiero casarme<br />

Con el hombre que me cuadre,<br />

Y no con el que mi madre<br />

Por esposo quiera darme.<br />

Pues yo no quiero quedarme<br />

Como otras que están penando,<br />

que por estar esperando<br />

Casarse con un Sultán,<br />

Vistiendo santos están<br />

Y en las iglesias cantando.<br />

Para tanta esclavitud,<br />

Seguro que me coloco,<br />

Así sea con ñico el loco,<br />

Si no anda con prontitud<br />

La piadosa juventud,<br />

Pues cualquiera se condena<br />

Viviendo con tanta pena<br />

Y así tan mortificada,<br />

Como una monja encerrada<br />

Sin saber de cosa buena.<br />

La probe! Ojalá encuentre un viejo bobo que la saque de pena,<br />

así sea como el decimero.<br />

Santiago, 29 de septiembre, 1904.<br />

El chivo motón<br />

A los amigos Rodolfo Lithgow y Enrique Pastoriza.<br />

ha llegado a la Estación<br />

Del Ferrocarril Central,<br />

Un chivo fenomenal<br />

que ha causado admiración.<br />

312


Es un chivato motón<br />

De larga barba poblado<br />

Y entre patas bien pegado,<br />

Un talego regular,<br />

Con el que puede probar<br />

que nunca ha sido capado.<br />

El chivo de referencia<br />

A Montecristi llegó,<br />

Y por la Aduana pasó<br />

Con la mayor insolencia,<br />

Pues sin pedirle licencia<br />

Al jefe de aquel bufete,<br />

Se ajustó por un boquete,<br />

Pasó por la población,<br />

Sin ninguna interrupción<br />

hasta verse en Navarrete.<br />

Francamente ahí llegó<br />

Montado en varias carretas,<br />

Con barriles y maletas<br />

que allí las depositó.<br />

Más tarde se trasladó<br />

Al tren de la vía Central,<br />

Y con gran ceremonial<br />

Tuvo en esta población,<br />

La más bella recepción<br />

Por la autoridad local.<br />

Allí fue el Gobernador,<br />

El Alcalde y el Fiscal.<br />

Los Jueces del Tribunal,<br />

Los de orden Superior;<br />

También le cupo ese honor<br />

Al Señor Juez de Instrucción,<br />

Y de gente una porción<br />

Lo mismo pasó en seguida,<br />

A darle la bienvenida<br />

Al caballero motón.<br />

Mas después de celebrada<br />

La recepción oficial,<br />

Con un proceso verbal<br />

La fiesta fue terminada.<br />

Pero, que a la llegada,<br />

De un señor facultativo,<br />

que observó que dicho chivo<br />

JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II<br />

313


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

El vientre tenía inflamado<br />

Al punto le fue aplicado<br />

De emético un vomitivo.<br />

Con ese medicamento<br />

El motón se mejoró,<br />

Porque al instante arrojó<br />

Mucha bilis y excremento,<br />

Envuelto aquello en cemento<br />

Romano, varios barriles<br />

Y un sin fin de proyectiles<br />

Explosivos, igualmente,<br />

y revólver de patente,<br />

Pero no arrojó fusiles.<br />

Como el Laudo en Puerto Plata<br />

ha puesto los mangos altos,<br />

Van los chivos dando saltos<br />

En busca de mejor mata;<br />

Donde no es preciso lata<br />

Ni otros cuantos requisitos,<br />

Sino seguir derechitos<br />

Y entrar por aquel boquete,<br />

Por donde el chivo se mete<br />

A coger mangos bajitos.<br />

Y la Impruven 17 ¿qué dirá<br />

Del motón y su regalo?<br />

Dirá que por ese palo<br />

Nunca se le pagará;<br />

Pues si todo el mundo va<br />

En busca de los totones,<br />

Ya vendrán otros motones<br />

Buscando el mismo boquete,<br />

Y pasar a Navarrete<br />

Francamente en carretones.<br />

Santiago, 7 de noviembre de 1904.<br />

Las bailarinas del Judú en la calle “Santa Ana” 18<br />

A los amigos Domingo Russo y Ventura Silverio, Ciudad.<br />

Cumpliendo con sus deberes<br />

La señora policía,<br />

17 Improvement.<br />

18 A última hora hemos sabido que el baile judú tuvo lugar en la calle de la Victoria<br />

y no en la de Santa Ana.<br />

314


Ayer como a mediodía<br />

Sorprendió cuatro mujeres<br />

que bailaban con placeres<br />

El judú con un haitiano<br />

que también le echaron mano<br />

Y lo tienen en chirona,<br />

Porque esa buena persona<br />

Del judú es buen hermano.<br />

En la calle ‘Santa Ana”<br />

Allí fue la fiesta armada,<br />

Pero que a puerta cerrada<br />

Celebraban su bacana.<br />

Y como costumbre haitiana<br />

El baile tuvo lugar,<br />

Delante de un altar<br />

Cubierto de lamparitas,<br />

Con siete mechas toditas<br />

Para más iluminar.<br />

Y unos infelices santos<br />

En dicho altar se encontraban,<br />

Y aquel baile presenciaban<br />

Sin cubrirlos con sus mantos.<br />

Y al son del tambor y cantos,<br />

Bailarinas y gazones<br />

hacían miles contorsiones<br />

Pero el chans, o proserpina,<br />

Atacó a una bailarina<br />

Con muy crueles convulsiones.<br />

También en aquel altar<br />

había un plátano asado,<br />

Maíz y maní tostado,<br />

Pimienta y sal de la mar.<br />

Y en ese mismo lugar<br />

Encontró la policía,<br />

Una lata que tenía<br />

Agua verde y tan hedionda,<br />

que con repugnancia honda<br />

El público la veía.<br />

Entre dichas bailarinas<br />

había tres dominicanas,<br />

Fragatas de cuatro andanas,<br />

Y con buenas culebrinas.<br />

JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II<br />

315


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

La otra es de las vecinas<br />

De la tierra borinqueña,<br />

Corbeta puertorriqueña<br />

De cien cañones por banda<br />

que por estos trigos anda<br />

Alegre y siempre risueña.<br />

El gran musié del judú<br />

O ya sea el gran papá,<br />

Es un tal musié Grambuá,<br />

De la societé D’Otrú.<br />

Pájaro muy lugarú<br />

Y gran profesor haitiano,<br />

De ese fandango africano<br />

que se nos mete de lleno;<br />

Y si no hay Gobierno bueno<br />

Adiós pueblo quisqueyano!<br />

Al fin comeremos gente, si<br />

Dios no mete su mano.<br />

Santiago, julio 30 de 1904.<br />

Un campesino dominicano<br />

Que estuvo en Haití vendiendo unos andullos<br />

y a su regreso tuvo una entrevista muy curiosa con el que suscribe.<br />

(A dos amigos puertoplateños).<br />

Del campo un dominicano<br />

que pasó a vender andullos,<br />

En dos borriquitos suyos<br />

A no sé que pueblo haitiano,<br />

Así me contó: “Critiano<br />

¡Ni Dió comprende esa gente!<br />

Caicule que laguaidiente<br />

Allá le dicen tafiá,<br />

A lo jalitao llengá<br />

Y penchó ai pan caliente.<br />

Los frijoles colorao<br />

Puá rus lo llaman allá,<br />

A la brujería guango<br />

Y a lo sombrero chapó<br />

Malfiní e guaraguao<br />

Lo guandule puá congó<br />

Bonyé le dicen a Dió,<br />

A lo brujo lugarú<br />

316


Y a lo jefe del judú<br />

Le dicen papá Bocó.<br />

Lo memo la macarela,<br />

La titulan macrilló<br />

Lo molondrone gombó<br />

Y difé a la candela.<br />

A la paila o cazuela<br />

Le dicen allá shodié;<br />

A lo zapato sulié,<br />

Puesón ai peje o pecao<br />

Y en siendo el arró graniao<br />

Le dicen durí grené.<br />

Yo andube toitico haití<br />

Y no encontré un condenao,<br />

que dijera bacalao<br />

Sino todo la murí.<br />

Al arró llaman durí,<br />

A la cebolla loñón,<br />

A lo cochino cochón.<br />

Lo fideo vermichel<br />

A la sal le dicen sel<br />

Y creviche ai camarón.<br />

En siendo peje salao<br />

Le dicen puesón salé<br />

Como banán bucané<br />

Llaman ai plátano asao.<br />

Pero siendo sancochao<br />

Le dicen banán bullí,<br />

A la ñica saloprí,<br />

A lo sajice pimán,<br />

Lo mamone cachimán<br />

Y a lo niño anfán pití.<br />

Al agua le dicen gló,<br />

Ai queso llaman fromalle,<br />

Una rí e juna calle<br />

Y finí que se acabó;<br />

¡Allí nadie dice fó<br />

Como nojotro jaquí,<br />

Cuando viene a la narí<br />

Ei bajo de aigún parrá!<br />

El haitiano dice allá:<br />

“¡A la peté quí santí!”<br />

JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II<br />

317


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Un sancocho, e ebullón<br />

ñon eguille, es una aguja<br />

Como ei casabe de bruja<br />

Ello lo llaman llonllón.<br />

A lo caibone, charbón,<br />

Ai quitasoi, paresol,<br />

Guanábana, corosol,<br />

ñon chandel, e juna vela;<br />

Y a la maidita viruela<br />

Le dicen pití verol.<br />

Al aceite llaman huil,<br />

Aguacate sabocá,<br />

Y a la piña ananá<br />

Como porcanel, cajuil;<br />

Allá perejil, persil,<br />

El melao allí siró,<br />

Lo mameye, abricó,<br />

La yuca llaman mañoc,<br />

A lo gallo viejo coc,<br />

Y ai sapo llaman grapó.<br />

Lo que aquí llaman letrina<br />

Por allá e cae brulé,<br />

Como si dijera Uté<br />

La casa quemada en ruina<br />

Donde allí la chamuchina<br />

O gente de poca nota,<br />

Entra allí y se ñangota<br />

En un brulé o aposento,<br />

Y se despacha al momento<br />

Dejando allí su pelota.<br />

Conque saque usté la cuenta<br />

Siño Juan Antoño Elí,<br />

Y dígame si en haití<br />

Cuaiquiera no se revienta;<br />

En eso de compra y benta<br />

Yo le pueo asegurai,<br />

que si no sabe coitai<br />

De esa Gente ei lenguaraje,<br />

Ni la toitilla dei biaje<br />

Uté no la pué sacai.<br />

Jata otro día, con su licencia,<br />

Juan A. ALIX<br />

Santiago, 17 de octubre de 1905.<br />

318


Una mujer de color que desprecia<br />

a un compañero suyo porque es blanco<br />

Te vengo a dar un consejo<br />

Por lo mucho que te quiero.<br />

No niegues nunca tu raza<br />

que el negro es tu compañero.<br />

Si quieres de blanco amor<br />

Tu raza no la desprecies.<br />

que no hay blanco que te aprecie<br />

Como uno de tu color.<br />

En la honradez y el honor<br />

Busca siempre tu acotejo.<br />

que si no es en el pellejo.<br />

Donde está el buen sentimiento,<br />

Con este grande argumento<br />

Te vengo a dar un consejo.<br />

En el mundo esta verdad,<br />

A negarme hay quien se atreva,<br />

que sólo de Adán y Eva<br />

Desciende la humanidad.<br />

Y si Dios con igualdad<br />

Formó al hombre primero.<br />

De ese tronco verdadero<br />

Vino el negro y vino el blanco,<br />

Y así te lo digo franco<br />

Por lo mucho que te quiero.<br />

Si de hombre y de mujer<br />

Depende el género humano,<br />

El blanco del africano<br />

Su hermano tiene que ser.<br />

Y si Dios con su poder<br />

A todo color abraza,<br />

Y a ninguno lo rechaza<br />

En el reino de su cielo,<br />

Por andar buscando pelo<br />

No niegues nunca a tu raza.<br />

Ante Dios no hay distinción<br />

De sangre ni de color,<br />

Porque a todos con amor<br />

Los recibe en su mansión.<br />

Y si tú por pretensión<br />

Al negro le pones pero,<br />

JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II<br />

319


Tú debes de ver primero,<br />

Y con juicio calcular,<br />

que aunque lo quieras negar<br />

El negro es tu compañero.<br />

Aguanta y no pujes, te dice<br />

Juan A. ALIX.<br />

Santiago, enero de 1906.<br />

El edén<br />

COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

Créalo, seña Colasa, que así se llaman los cuatro famosos bailes de disfraz que harán<br />

los empresarios Lithgow y Rivera en la calle de las Rosas, frente a doña Carolina Reyna.<br />

Compae, esos bailes serán la tusa y recumina del carnaval 9, 10, 11 y 12 del corriente.<br />

Mamita, dame licencia,<br />

que ya Lithgow y Rivera<br />

han mandado a la carrera<br />

A invitarme con urgencia,<br />

Y con la mayor decencia<br />

A sus bailes de disfraz;<br />

Y como estaría demás<br />

Decir que serán sin liga,<br />

Mamita, usté no me diga<br />

No te vistas, que no vas.<br />

A los bailes del Edén,<br />

La licencia te la doy<br />

Pues yo aunque beata soy<br />

Me los fumaré también,<br />

Porque yo comprendo bien<br />

que Lithgow y el Rivera<br />

A esa gente callejera<br />

Seguro que le dirán<br />

No se vistan, que no van<br />

Ni a la puerta tan siquiera.<br />

¡Ay mamita, qué salón!,<br />

Lo vi anoche en el ensayo,<br />

que hasta me causó desmayo<br />

Ver tanta decoración.<br />

¡Y cuánta iluminación!<br />

Mire mamá, parecía<br />

que aquello era de día,<br />

Pues nunca vi en mi vida<br />

Otra sala más lucida<br />

Ni de mayor alegría.<br />

320


La música le diré<br />

que no merece reproche,<br />

Sí, mamita, la de anoche<br />

Estaba de chupe usté,<br />

No hay una danza Bollé,<br />

Todas nuevas, se lo juro,<br />

Y me vi en tal apuro,<br />

que si yo no me sujeto,<br />

Al verme en tamaño aprieto<br />

El tiro se va seguro.<br />

Porque danzas más bonitas<br />

Nunca las había oído,<br />

El ensayo fue lucido<br />

Con graciosas mascaritas.<br />

Decir que eran tortolitas<br />

Eso sí que no diré,<br />

Pero creo de buena fe,<br />

Por lo que yo vi realmente,<br />

que no eran de aquella gente<br />

Tentadas de Lucifé.<br />

Nunca faltará gran cena<br />

En los días de carnaval,<br />

Donde el buche más formal<br />

Cualquiera allí se lo llena,<br />

Pero de cosa muy buena;<br />

Y el que quiera coger fiado,<br />

Como todo es al contado,<br />

Le dirán los cantineros:<br />

“Compae, si no trae dineros<br />

A mascar por otro lado!”<br />

Los dulces y los licores<br />

Butifarras, pan y queso,<br />

Pastelitos y todo eso<br />

Ya serán de los mejores;<br />

Pero lean los bailadores,<br />

Sean de buena o mala fama,<br />

De la empresa esta proclama:<br />

“que los que quieran bailar<br />

Sin falta deben pagar<br />

Antes de sacar la dama”.<br />

En los días de carnaval<br />

También le aseguro a usté<br />

JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II<br />

321


que habrá siempre matiné<br />

Allí en el mismo local.<br />

Toda la gente formal<br />

Y de buena condición<br />

La empresa a disposición<br />

Allí estará de todos,<br />

Con cariño y buenos modos<br />

Y la mayor atención.<br />

El que no afloja tres clavados, que no se vista…<br />

Y esa jangá de niños y mujeres que no dejan leche y van a ocupar asientos<br />

para que a los bailadores les dé cañera por no encontrar donde sentarse,<br />

que no se vistan que no van! Y no van!<br />

Consejo del amigo ALIX.<br />

Santiago, febrero 4 de 1907.<br />

Cánticos<br />

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Para los Aguinaldos de las próximas Pascuas de Navidad.<br />

Al Pbro. don M. de J. González, Cura de la Parroquia de la Altagracia, de esta ciudad.<br />

Alabemos todos<br />

Al Niño Jesús<br />

que nació en Belén<br />

Y murió en la Cruz.<br />

También alabemos<br />

Con suma alegría,<br />

A sus santos padres,<br />

San José y María.<br />

Después de alabar<br />

Al Rey de los cielos,<br />

Con los de esta casa<br />

Nos entenderemos.<br />

Y les cantaremos<br />

De Dios con la gracia,<br />

Deseando a todos<br />

Muy felices Pascuas.<br />

Y un año feliz<br />

Con prosperidad;<br />

Salud y dinero,<br />

Y felicidad.<br />

que el Niño Jesús<br />

Muy a bien lo tenga<br />

322


Librarlos a todos<br />

De las malas lenguas.<br />

que los libre el Niño<br />

De los envidiosos,<br />

que hacen mala sangre<br />

Y viven rabiosos.<br />

Y los libre el cielo<br />

De un vecino malo<br />

que es mucho peor<br />

que un incendio al lado.<br />

Señores, ¡silencio!<br />

que el sonido empieza,<br />

De plato y cubiertos,<br />

Y arreglos de mesa.<br />

Por el agujero<br />

De la cerradura,<br />

Ya se siente el bajo<br />

de fritanga pura.<br />

Y allá en la cocina,<br />

Ruidos de sartenes,<br />

que sacan del horno<br />

Pavos y pasteles.<br />

Pues, según señales,<br />

Esta gente buena<br />

Trata de obsequiarnos<br />

Con tamaña cena.<br />

Así, pues, señores,<br />

Los dueños de casa<br />

Abran ya sus puertas<br />

que el tiempo se pasa.<br />

Y al entrar, Señores,<br />

Mucha precaución,<br />

Con los que se meten<br />

Sin invitación.<br />

Y en los aguinaldos<br />

Los pulpos nombrados,<br />

Se sientan primero<br />

que los invitados.<br />

JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II<br />

323


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

Y al ir a la mesa<br />

Los primeros son,<br />

En comer de todo<br />

Con mucha ambición.<br />

Y son los primeros<br />

En damas sacar<br />

Y hasta los registros<br />

Los suelen bailar.<br />

Entremos, señores,<br />

A esta honrada casa,<br />

Saludando a todos<br />

Y dando las gracias.<br />

Y después de entrar<br />

Esa gente buena,<br />

que no tarde mucho<br />

En poner la cena.<br />

Así, pues, señores,<br />

Sin más dilación<br />

Entremos cantando:<br />

ARANDELAS SON.<br />

Santiago, noviembre 16, 1908.<br />

Ya se fue el Cometa Halley, se fue…<br />

Señores, se fue el Cometa,<br />

Diciendo que se marchaba,<br />

Porque miedo le causaba<br />

Este maldito planeta;<br />

Armado de bayoneta<br />

De fusiles y cañones,<br />

Y de guerra embarcaciones<br />

Con torpedos inauditos,<br />

Y ejércitos infinitos<br />

De pícaros y ladrones.<br />

Y la cola del cometa,<br />

No quiso tocar en tierra,<br />

Por la gente ser tan perra,<br />

habladora y alcahueta,<br />

que cundió en todo el planeta<br />

que era un foco de infecciones,<br />

De gases y pudriciones;<br />

Cuando este mundo malvado<br />

324


De viejo está infestado<br />

De pícaros y ladrones.<br />

De espanto el cometa lleno,<br />

Se marchó echando peste,<br />

que otro mundo no hay como éste<br />

Más amigo de lo ajeno;<br />

que no hay un empleado bueno<br />

En todas estas regiones,<br />

Porque todos son tragones,<br />

Y, aunque fingen ser honrados,<br />

Cuasi todos son bandados<br />

De pícaros y ladrones.<br />

También refiere el Cometa,<br />

Pero con dolor profundo,<br />

que no parece otro mundo<br />

Más amigo de una teta;<br />

que se cambia la chaqueta<br />

Y arman revoluciones<br />

Cuando no le dan raciones<br />

Para poner la marmita<br />

En esta tierra maldita<br />

De pícaros y ladrones.<br />

Lo que mayor novedad<br />

Causó al Cometa halley,<br />

Es el título de rey<br />

Como a Dios, Su Majestad,<br />

Y al Papa Su Santidad,<br />

Cuando todos son varones<br />

Con tamaños espolones,<br />

Y que Santo no hay ninguno<br />

En este mundo importuno<br />

De pícaros y ladrones.<br />

Y el Cometa se lamenta<br />

De que a la Iglesia cristiana<br />

Mucha gente de sotana 19<br />

La tiene hoy de su cuenta;<br />

Vive el Papa de su renta<br />

que le producen millones,<br />

Y los frailes regordones<br />

Cogiendo mangos bajitos<br />

JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II<br />

19 No me refiero a toda gente de sotana, sino a aquellos que no sacan una gata…<br />

Y no le sirven ni al gallo de la pasión con un granito de maíz. Miserables!<br />

325


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

En conventos infinitos<br />

De pícaros y ladrones<br />

Santiago, Julio 7 de 1910.<br />

Amor y geografía<br />

Salí de mi casa un día<br />

En busca de una mujer,<br />

A quien pudiera querer<br />

Como te quiero, alma mía.<br />

Me dirigí a La Bahía,<br />

A Sabaneta y Chacuei,<br />

A Montecristi y Copei,<br />

Guayubín, Jánico y Mao,<br />

Pasando por el Bonao,<br />

De Dajabón hasta Higüei.<br />

Pasé de Santiago a Moca,<br />

Santo Cerro y el Cotuí,<br />

Altamira y Macorí<br />

Y de Matanza a la Boca.<br />

Y andando tierra no poca<br />

De Puerto Plata al Camú,<br />

Otra mujer como tú<br />

Yo no la pude encontrar,<br />

Ni en Sabana de la Mar,<br />

Ni del Seibo al Petitrú.<br />

También llegué a Samaná<br />

A las Cañitas y Guerra,<br />

A los Llanos y la Sierra<br />

Monte Plata y Yamasá.<br />

A San Carlos y Boyá,<br />

Y hato Mayor pude ver,<br />

Y no hallé a quien querer<br />

Con todo mi amor profundo,<br />

Porque no hallo en este mundo<br />

Como tú, otra mujer.<br />

Estuve en la Capital,<br />

San Cristóbal y Baní,<br />

San Pedro de Macorí<br />

En busca de tu rival.<br />

Pero no hallé ni señal<br />

De quien me agradara allí<br />

Pues si muchas hembras vi<br />

326


Glosa<br />

que me causaron encanto,<br />

No pude quererlas tanto<br />

Como yo te quiero a ti.<br />

Del Maniel puse la proa<br />

A Neiba, Azua y San Juan.<br />

Y a las Matas de Farfán<br />

hasta San José de Ocoa.<br />

Estuve en Jarabacoa,<br />

En Bánica y San Miguel,<br />

En hincha y San Rafael,<br />

Pero tuve la fortuna<br />

De no amar allí a ninguna<br />

Porque soy tu amante fiel.<br />

Después pasé a Barahona<br />

A las Damas y Cercado,<br />

Y aunque estuve enamorado<br />

A nadie amé en esa zona.<br />

Y al no haber otra persona<br />

Dueña de mi amor constante<br />

Con eso es lo bastante<br />

Para que vean que te adoro.<br />

Y sepas que no hay tesoro<br />

Como tú para tu amante.<br />

En fin no temas mi vida<br />

De ver en mí falsedad,<br />

Pues ya con seguridad<br />

Eres tú mi preferida,<br />

Y al estar mi alma henchida<br />

De pasión y amor constante,<br />

Jamás te olvido un instante;<br />

Y para más complacerte,<br />

Siempre seré hasta la muerte<br />

Tu más cariñoso amante.<br />

Perder lo más por lo menos<br />

Juega para no ganar,<br />

El que alante nunca mira<br />

Siempre atrás se ha de quedar.<br />

Si piensas con más cuidado<br />

Y reflexionas un momento<br />

Ya verás que sentimiento<br />

Ninguno a mí me ha quedado.<br />

JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II<br />

327


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

Tú mismo te has engañado<br />

Pues aunque te amé de lleno,<br />

Tú mismo hiciste el veneno<br />

Con que la muerte te diste,<br />

Porque así tú lo quisiste<br />

Perder lo más por lo menos.<br />

Yo en un tiempo te adoré<br />

Y puse en ti mi confianza,<br />

Pero perdí la esperanza<br />

Cuando vi tu mala fe.<br />

Yo muy bien me comporté<br />

Para poderte agradar,<br />

Pero al verte retirar<br />

Abandonándolo todo,<br />

El que juega de ese modo<br />

Juega para no ganar.<br />

Si tú me hubieras querido<br />

Sin intención maliciosa,<br />

Una suerte más dichosa<br />

quizá la hubieras tenido.<br />

Pero si tú lo has querido<br />

Pasar conmigo tu ira,<br />

Mi corazón no suspira<br />

Por quien no lo sabe amar.<br />

Pues así le ha de pasar<br />

Al que alante nunca mira.<br />

Si algún día tú reflexionas<br />

Ya estarás arrepentido,<br />

Pues hallar un bien perdido<br />

No siempre se proporciona.<br />

Y el que su dicha abandona<br />

Para cambiar de lugar,<br />

Cuando la vuelve a buscar,<br />

hallará de Dios la ira,<br />

Pues el que alante no mira<br />

Siempre atrás se ha de quedar.<br />

Al dueño de varios amores<br />

Ya que tienes otra dama<br />

Dime cuál será mi estrella,<br />

Si tú te quedas conmigo<br />

O te quedas tú con ella.<br />

328


háblame con claridad<br />

Como si hablaras con Dios,<br />

A cuál será de las dos<br />

que le das segundad;<br />

Si es a mí, no hay novedad<br />

Pero si tu amor se inflama<br />

Y en resumen se proclama<br />

Por aquélla, y no por mí,<br />

No puedo seguir así<br />

Ya que tienes otra dama.<br />

Yo quisiera que tu amor<br />

Para mí solita fuera,<br />

Sin que otra se metiera<br />

A gozar de ese primor;<br />

Yo no quiero más dolor<br />

Por causa de otra aquella,<br />

Y al ponerte mi querella,<br />

Como juez de tu conciencia.<br />

Para saber tu sentencia,<br />

Dime cuál será mi estrella.<br />

¿Cuál será la suerte mía?<br />

¿A dónde iré a parar?<br />

Eso quiero averiguar<br />

Antes de que llegue el día<br />

De verme en más agonía.<br />

Y como penando sigo,<br />

Por último así te digo<br />

que te ofrezco mi amistad<br />

Para siempre, y de verdad,<br />

Si tú te quedas conmigo.<br />

Si eres hombre de verdad<br />

No temas en declarar<br />

Con quién te vas a quedar<br />

Con toda puntualidad;<br />

En esta conformidad<br />

Concluyo así mi querella,<br />

que quiero saber mi estrella<br />

Pues con franqueza te digo,<br />

que o te quedas tú conmigo,<br />

O te quedas tú con ella.<br />

Estoy resuelta a una cosa o la otra;<br />

que Dios determine. AMÉN!<br />

JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II<br />

329


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

Un pasaporte dado en tiempo<br />

de la España Vieja<br />

Doy pasapoite siguro<br />

Ai Citoyen don Pacuai<br />

Paque asina ei puea pasai<br />

Ai Guarico sin apuro. 20<br />

Lo que sí yo no asiguro<br />

Si son suyo o no son suyo<br />

Una caiguita de andullo<br />

que en llagua lo lleva liao,<br />

Ei aquí no ha sío mentao<br />

Pero e medio saramullo.<br />

Sigún su felusumía<br />

E jún hombre bajitón,<br />

Con ojo de carritón<br />

Y un lunai en una ancía.<br />

Boca tiene de jutía<br />

Y medio tuéito de un ojo,<br />

De la pata iquieida cojo<br />

y narí de molondrón,<br />

Ei pelo como un pajón<br />

Y cundiíto de piojo.<br />

Lleba pueta su presilla<br />

Como oficiai de dragone<br />

De tapa son lo caisone<br />

que le dan a la rodilla.<br />

Su chaqueta e de Olandilla<br />

Y su chaleco morao,<br />

Ei aquí ha declarao<br />

que lleva un caballo manco<br />

Con ei peisinai muy blanco 21<br />

Y ei amén Jesú matao 22<br />

Declara ei Siño Pacuai<br />

De que lleba un compañero<br />

Y un burro caigan de cuero<br />

Pa trocailo allí poi sai.<br />

Pa que no le jagan mai<br />

Como allí son el demonio,<br />

Le acompaña un San Antonio<br />

20 Guarico, Cabo haitiano.<br />

21 La frente.<br />

22 El remate o trasero.<br />

330


Y una bingen poi receiba;<br />

Y pa libraise de lleiba<br />

Lleba también alicoinio. 23<br />

Suplico a la autoridad<br />

De ese gran depaitamento<br />

No poneile empedimento<br />

Cuando balla para allá.<br />

Y si ei quie boibei pacá<br />

Suplico ai Jefe de haití<br />

que no lo dejen biní<br />

Poique tiene mala maña,<br />

Y el otro que lo acompaña<br />

que no bueiba ma jaquí.<br />

Ete pase lo otoigamo<br />

Como la ley ricomienda,<br />

Maite de caine tolienda<br />

Fecha dei mé en que tamo.<br />

Como aquí no no acoidamo<br />

De ete año ni dei pasao<br />

Lo dejaremo a un lao<br />

Y lo firmaremo así:<br />

Secretario Juan Elí<br />

Y el capitán Baidonao.<br />

El cuatro y el acordeón<br />

Si otra cosa mejoi viene<br />

No preguntarán mañana:<br />

¿Maichantico, uté no tiene<br />

Encoidione de campana?<br />

Tengo oigullo en sei Boyé,<br />

Dijo ei cuatro al acordeón,<br />

Poique soy en mi Nación<br />

Ei primero que soñé.<br />

Y si hoy me dan con ei pié<br />

Será poique me combiene,<br />

Y ei que a ti amoi te tiene<br />

Aunque tú lo vea así,<br />

Te jará peoi que a mí,<br />

Si otra cosa mejoi viene.<br />

JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II<br />

23 El vulgo cree que el unicornio lo libra de toda hechicería y de envenenamiento.<br />

331


Ante de habei acoideone<br />

Poi sonaile sarambito,<br />

Me andaban esos mositos<br />

Con mile jadulacione.<br />

Agora en la dibeicione<br />

No bailan de buena gana<br />

Sin acoideón de campana<br />

Como todo ei mundo sabe,<br />

Y poi jóigano de llabe<br />

No preguntarán mañana.<br />

Cuando a ti te tan tocando,<br />

que te avientan como maco,<br />

Parece que eres tabaco<br />

que lo están enmanojando.<br />

La música ya pujando<br />

Con to ese va y viene<br />

Dicen que tú no combiene<br />

Y que pronto no dirán:<br />

¿De lo de la maica “Ruan”<br />

“Maichantico uté no tiene?’<br />

Encoideón yo te haré bei<br />

que aunque me tienen en poco,<br />

En todo tono yo toco<br />

Lo que tú no pué jasei.<br />

En mi tierra yo he de sei<br />

La música suidadana,<br />

Y ei día que me dé la gana<br />

No dirán má en lo adelante,<br />

¿Uté no tiene maichante<br />

Encoidione de campana?<br />

Dizque<br />

COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

Dizque estamos progresando<br />

Dizque así dice la gente,<br />

Dizque dijo un imprudente<br />

Dizque dijo: “ello cuando!”<br />

Dizque ya Joaquín Beltrán<br />

Dizque recibió acordeones 24<br />

24 La generalidad de nuestras gentes de los campos todos saben tocar acordeón.<br />

332


Dizque como cien serones<br />

Dizque de la marca Ruan.<br />

Dizque Felka el alemán<br />

Dizque nos está inundando<br />

Dizque de armas, y esperando<br />

Dizque mil revólver más; 25<br />

Duque no vamos atrás<br />

Dizque estamos progresando.<br />

Dizque ya dicen los ecos<br />

Dizque ya Vila se fue,<br />

Dizque Leoncio y Busqué<br />

Dizque a buscar más muñecos; 26<br />

Dizque ya nos tienen mecos,<br />

Dizque con tanto aguardiente,<br />

Dizque como ciento veinte<br />

Dizque son los alambiques,<br />

Dizque en este pueblo, dizque<br />

Dizque así dice la gente.<br />

Dizque vienen los Cesarios 27<br />

Dizque aumentar el progreso,<br />

Dizque con santos de yeso<br />

Dizque con ecapularios;<br />

Dizque muy buenos rosarios<br />

Dizque traerán esa gente;<br />

Dizque traerán igualmente<br />

Dizque retratos del Papa,<br />

Dizque ni Dios nos escapa<br />

Dizque dijo un imprudente.<br />

Dizque un surtido bonito<br />

Dizque de finas barajas,<br />

Dizque recibió mil cajas<br />

Dizque Eugenio Gonzalito.<br />

Dizque este arranque maldito<br />

Dizque nos está acabando,<br />

Dizque estamos progresando,<br />

Dizque dice el ciego Diego,<br />

Dizque otro que no es ciego,<br />

Dizque dijo: “¡ello cuándo!”<br />

JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II<br />

25 Importador de revólveres, para que nos destruyamos unos con otros.<br />

26 Importadores de estas porquerías.<br />

27 Unos italianos.<br />

333


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

Un buen consejo a los hombres<br />

Un alerta a las mujeres<br />

El que hoy no halle el modo<br />

De gozar sin nada hacer,<br />

que se busque una mujer<br />

que lo mantenga de un todo.<br />

Así vive a su acomodo<br />

Siempre harto y galanito,<br />

Sin faltarle un mediecito<br />

De continuo en el bolsillo<br />

Para el dulce, el cigarrillo,<br />

Y tomar el putonsito.<br />

Al que la suerte le toca<br />

De hallar así una madama,<br />

Le lleva el agua a la cama<br />

Para enjuagarse la boca.<br />

Como ella se vuelve loca<br />

Agradando a su musié,<br />

También le lleva el café,<br />

A la cama en su cacharro<br />

Candela para el cigarro<br />

Y gozando vive usté.<br />

Ella le lava los pies<br />

Y le limpia los zapatos,<br />

Compra, vende y hace tratos<br />

Porque de su cuenta es.<br />

Ella también paga el mes<br />

O el alquiler de la casa,<br />

El diario para la plaza<br />

Ella también lo trabaja;<br />

Y así con esta ventaja<br />

¿qué demonio no se casa?<br />

A las diez de la mañana<br />

El que quiere se levanta,<br />

Y una cancioncita canta<br />

Mientras tanto se engalana.<br />

Y a correr la caravana<br />

Puede marcharse en seguida,<br />

Pero antes de la salida,<br />

Ya conviene esta amenaza:<br />

“Pringá si al volver a casa<br />

No está lista la comida”.<br />

334


Y si acaso al mediodía<br />

Le guarda un rico bocado,<br />

Le dice usté con agrado:<br />

Ven, dame un beso, alma mía,<br />

Tú eres toda mi alegría,<br />

Tú eres mi ángel verdadero,<br />

Y el día que coja dinero<br />

Ya tendré la precaución,<br />

De comprarte un polizón,<br />

Una manta y un sombrero.<br />

Como las mujeres son<br />

Todas a cual más creída,<br />

La mujer lo cree en seguida<br />

Y comienza a dar razón,<br />

Donde venden polizón,<br />

Las mantas y sombreritos,<br />

Donde los hay más bonitos<br />

Y de la clase más buena,<br />

Y usté con su timba llena<br />

Le pinta allí pajaritos.<br />

Pero cuando llega el día<br />

que no hay nada que mascar,<br />

El garrote empieza a obrar<br />

Con toda su jerarquía.<br />

Entonces no hay alma mía,<br />

Ni mi vida, ni mi cielo,<br />

Aquél es un día de duelo<br />

Pues de loza habrá mil bajas,<br />

Y los tiestos de tinajas<br />

Rodando allí por el suelo.<br />

Cuando un caso así acontece<br />

Los vecinos van llegando,<br />

Y cada cual preguntando:<br />

Señores, ¿qué cuento es ese?<br />

Y si el hombre no carece<br />

De chispa y disposición,<br />

No hay otra contestación<br />

Por cierto más adecuada:<br />

“Vecinos, aquí no hay nada,<br />

Era matando un ratón”.<br />

Y la mujer por tapar<br />

Los leñazos que le han dado,<br />

JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II<br />

335


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

No dirá lo que ha pasado<br />

Al que le va a preguntar.<br />

Y si no puede ocultar<br />

En la frente algún chichón,<br />

Dará por contestación<br />

que ese golpe ha recibido<br />

Sin querer, de su marido,<br />

Por darle un palo al ratón.<br />

Y si acaso hay mudanza<br />

De parte de la mujer,<br />

El hombre la hace volver<br />

A la casa sin tardanza.<br />

En dándole usté esperanza<br />

que no habrá más cud batón<br />

O si no en comparación,<br />

Le habla usté de amor sincero,<br />

De la manta y el sombrero<br />

Y también del polizón.<br />

Pero hay otra manera<br />

De poner la pica en Flandes,<br />

Y es buscar de casa grande<br />

Una buena cocinera.<br />

La comida sobrancera<br />

Siempre tendrá el queridito,<br />

Andará siempre bonito<br />

Sin saber lo que es miseria,<br />

Pues a algunas en la feria<br />

Siempre les queda un piquito.<br />

El que obtiene una querida<br />

que cocina en casa rica,<br />

Eso muy claro se explica<br />

que tendrá buena comida.<br />

Y además de buena vida<br />

Vendrá a ser un Flammarión,<br />

Pues siempre en observación<br />

Vive con su astronomía,<br />

Mirando al astro del día<br />

Para saber qué hora son.<br />

Así el que tenga gana<br />

De vivir lo más bonito,<br />

Buscándose así un palito<br />

Vivirá a la moda haitiana.<br />

336


La mujer allí es que afana.<br />

El hombre vive planchado,<br />

De bombo y cuello parado<br />

Sin levantar una paja,<br />

Pues el mañé que trabaja<br />

Sin duda está condenado.<br />

Y apuesto una burra hermosa<br />

Con un 8 bajo el rabo,<br />

que las mujeres al cabo<br />

Todas dirán esta cosa:<br />

“¡Ay! ¡qué gracia tan mohosa!<br />

Con que la pobre mujer<br />

Se obligue así a mantener<br />

A guagüeros mamalones,<br />

que viven de zangandones<br />

¡Gozando y sin nada hacer!<br />

Chúpense ese cajuil, bien dicha.<br />

“Mis creencias”<br />

Al Señor Don Vicente Flores,<br />

Director del “Propagador”,<br />

Puerto Plata.<br />

Para que veas mi creencia<br />

Mi muy amigo Vicente,<br />

Te dirijo la presente<br />

haciéndote esta advertencia:<br />

“Tú sabes que inteligencia<br />

No tengo como deseo,<br />

Y aunque escribo medio feo<br />

Te envío estas decimitas<br />

que así concluyen toditas:<br />

“En eso sí que no creo”.<br />

Empiezo, amigo Vicente,<br />

Por decir que soy cristiano,<br />

Apostólico romano<br />

Y creo en Dios firmemente.<br />

Creo en el Omnipotente<br />

Porque yo no soy ateo,<br />

Y creo aunque no lo veo<br />

Porque Él es ciencia infusa;<br />

Pero en huevos de lechuza!<br />

“En eso sí que no creo”.<br />

JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II<br />

337


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

Creo en Dios porque es Creador<br />

De todo lo que es visible,<br />

Y de lo que es invisible<br />

También creo que es el Autor.<br />

Yo creo que ese gran Señor<br />

Es de perfección recreo,<br />

Y creo tanto, que hasta veo<br />

que en el Cielo está de veras,<br />

¡Pero en tantas tintoreras!<br />

“En eso sí que no creo”.<br />

Creo en el Dios de Israel,<br />

Porque Él solo es infalible<br />

Y no puede ser posible<br />

que haya otro justo como Él.<br />

De Dios soy amante fiel,<br />

Y de verle es mi deseo,<br />

Y aunque otro esté en apogeo,<br />

Y sea un sabio profundo,<br />

Con tal que sea de este mundo<br />

“En eso sí que no creo”.<br />

Y creo en la autoridad<br />

De San Pedro el Sucesor,<br />

Porque ese digno Señor<br />

Gobierna la cristiandad;<br />

En su infalibilidad<br />

De creer tendría deseo,<br />

Y creo porque lo veo<br />

que cada día más se anula,<br />

Pero creer en la Bula<br />

“En eso sí que no creo”.<br />

Padre, hijo y Espíritu Santo,<br />

Estoy en la convicción,<br />

que los tres albures son,<br />

Aunque al Diablo cause espanto.<br />

Y creo que hasta oigo el canto<br />

De Gloria in excelsis Deo.<br />

que cantan como recreo<br />

Angeles y serafines;<br />

¡Pero en tantos tragantines!<br />

“En eso sí que no creo”.<br />

Y creo que el Angel Gabriel<br />

A María le anunció,<br />

338


que pariría y parió<br />

Al Niño Dios de Israel.<br />

Y creo en su esposo fiel<br />

De María Madre de Deo,<br />

que hoy por lo que veo<br />

que todo es comercio y teje,<br />

Aunque me digan hereje<br />

“En eso sí que no creo”.<br />

Y creo que de Nazaret<br />

Vino María a Belén,<br />

Y con su esposo también,<br />

El Patriarca San José.<br />

Y que en un pesebre fue<br />

que sin amparo y aseo,<br />

Nació el Niño Galileo<br />

El verdadero Mesías;<br />

¡Pero en tantas pillerías!<br />

“En eso sí que no creo”.<br />

Y que la Virgen parió<br />

De creerlo no me harto,<br />

Y lo creo que antes del parto<br />

Y después virgen quedó.<br />

Todo esto lo creo yo<br />

Pero en palito mameo,<br />

Y tener un buen cacheo 28<br />

¡Para hartarse bien de oro!<br />

Digo como dijo un loro:<br />

“En eso sí que no creo”.<br />

Y creo que el Bautista Juan<br />

Propagaba el cristianismo,<br />

Sin cobrar por un bautismo<br />

Dos pesos en el Jordán. 29<br />

Y según noticia dan,<br />

Los libros de un sabio hebreo,<br />

Entonces no había mameo<br />

Ni se conocía la draga;<br />

Y si hoy todo se paga,<br />

“En eso sí que no creo”.<br />

Y creo que por herodía<br />

Del Bautista fue cortada,<br />

JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II<br />

28 El cacheo es como la palma real y el corazón, mientras más lo chupan más jugo da; y es inagotable.<br />

29 Como cobran en la República Dominicana.<br />

339


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

Su cabeza y presentada<br />

A la hija de esa impía.<br />

Y como Antipas cumplía<br />

De Salomé el deseo,<br />

hizo traer de aquel reo<br />

En un plato su cabeza;<br />

¡Pero en lujo y en grandeza!<br />

“En eso sí que no creo”.<br />

que los Apóstoles fueron<br />

Modelo de mansedumbre,<br />

Estoy en la certidumbre<br />

Porque miles pruebas dieron.<br />

que predicando anduvieron<br />

En desierto y pueblo hebreo,<br />

Solamente algún ateo<br />

Negará lo que relato,<br />

Pero, ¡escogiendo curato!<br />

“En eso sí que no creo”.<br />

Y creo que no debe ser<br />

que de hambre deban morir;<br />

Pero cobren por vivir<br />

Y no para enriquecer.<br />

La pobreza es el placer<br />

Del que les legó ese empleo,<br />

Pero riqueza y apogeo<br />

Orgullo y mucha ambición<br />

Como eso no es religión<br />

“En eso sí que no creo”.<br />

Los Apóstoles andaban<br />

Según dice San Cornelio,<br />

Predicando el Evangelio<br />

Y en cavernas habitaban.<br />

Con frutas se sustentaban<br />

Y no buscaban cacheo,<br />

Pues lo dice San Mateo<br />

que el mameo era veneno,<br />

Pero como hoy es bueno,<br />

“En eso sí que no creo”.<br />

Yo creo en la religión<br />

Del que fue crucificado,<br />

Y creo a puño cerrado<br />

Del Verbo en la Encarnación.<br />

340


Creo en la muerte y pasión<br />

De Jesús el Galileo,<br />

Y creo que en el pueblo hebreo<br />

Convertía a sus habitantes,<br />

¡Pero en varios traficantes!<br />

“En eso sí que no creo”.<br />

Creo que Jesús ayunó<br />

Cuarenta días en desierto,<br />

Y pan y agua fue cierto<br />

que solamente comió.<br />

Y que el diablo lo tentó<br />

Y le armó tamaño enreo,<br />

Lo afirmo, y no titubeo,<br />

¡Pero en tener buena mesa,<br />

Beber buen vino y cerveza!<br />

“En eso sí que no creo”.<br />

Y creo hasta reventar<br />

que Jesús nunca mató,<br />

Ni a nadie encarceló<br />

Ni ambicionó gobernar.<br />

Ni después de consagrar<br />

No sentenció ningún reo,<br />

Y creo que el buen Galileo<br />

Era piadoso y clemente,<br />

¡Pero en Curas matagente!<br />

“En eso sí que no creo”.<br />

Y que en Bethania, creo yo,<br />

que de cuatro días de muerto,<br />

Lázaro fue muy cierto<br />

que Jesús resucitó.<br />

Y que a ciegos vista dio<br />

Esto dice San Mateo,<br />

Y lo creo porque lo veo<br />

En la Sagrada Escritura<br />

¡Pero en político cura!<br />

“En eso sí que no creo”.<br />

De Judas creo que entregó<br />

A su maestro divino,<br />

Y de manos de un rabino<br />

Treinta dineros cobró.<br />

Y creo que se arrepintió<br />

De su crimen grande y feo,<br />

JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II<br />

341


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

Y creo que a juez fariseo<br />

Le volvió a entregar su plata<br />

Pero en gato atrás de gata,<br />

“En eso sí que no creo”.<br />

Y creo que Pedro negó<br />

A Jesús ¡cosa bien rara!<br />

Antes que el gallo cantara<br />

Tres veces como cantó.<br />

Y que el buen Pedro cortó<br />

La oreja a un fariseo<br />

Lo creo y no titubeo;<br />

Pero que algunos benditos,<br />

¡No tienen sus amoritos!<br />

“En eso sí que no creo”.<br />

Y que Jesús fue llevado<br />

De herodes en casa de Anás<br />

Donde Pilatos y Caifás<br />

Para ser allí juzgado<br />

Y creo que fue sentenciado<br />

Por tribunal fariseo,<br />

Y que Simón Cirineo<br />

Le ayudó a llevar la cruz,<br />

¡Pero en ningún avestruz!<br />

“En eso sí que no creo”.<br />

También creo fue arrastrado<br />

Por la calle de Amargura,<br />

Y su sangre fina y pura<br />

Por todos ha derramado.<br />

Y creo que estando enclavado<br />

De beber tuvo deseo,<br />

Y un demonio de un hebreo<br />

hiel y vinagre le dio,<br />

¡Pero en teje y abusos no! 30<br />

“En eso sí que no creo”.<br />

Y creo que cuando expiró<br />

Las piedras se dividieron<br />

Y los sepulcros se abrieron<br />

Y que el Sol se oscureció.<br />

Del Centurión lo creo yo<br />

que dijo y dio un bambaleo:<br />

“Este es el hijo de Deo<br />

¡Misericordia Señor!”<br />

30 Teje: marrulla, enredo.<br />

342


¡Pero en especulador!<br />

“En eso sí que no creo”.<br />

que un José de Arimatea<br />

Muerto Jesús lo pidió.<br />

Y en sábana lo envolvió<br />

Según la costumbre hebrea.<br />

Y que en fosa de Judea<br />

Y todo con mucho aseo,<br />

El cuerpo del Galileo<br />

Allí fue depositado;<br />

Pero en cura interesado,<br />

“En eso sí que no creo”.<br />

Y creo que resucitó<br />

Después de tres días de muerto,<br />

Y con ángeles fue cierto<br />

que a los cielos ascendió.<br />

Más tarde se presentó<br />

No sé en qué punto hebreo,<br />

A su madre el Galileo<br />

Y a otras tantas mujeres,<br />

¡Pero curas con placeres!<br />

“En eso sí que no creo”.<br />

Yo creo en los religiosos<br />

que al prójimo hacen bien,<br />

Y que son por siempre amén,<br />

De sus Iglesias celosos.<br />

Creo en esos virtuosos<br />

que cumplen bien con su empleo,<br />

Como yo conozco y veo<br />

que en este país hay varios,<br />

Pero en revolucionarios<br />

“En eso sí que no creo”.<br />

En María Virgen creo yo<br />

Madre de los pecadores,<br />

Por las penas y Dolores<br />

que por su hijo sufrió.<br />

Y como ella no pecó<br />

Creo en ella sin rodeo,<br />

Y creo como si lo veo<br />

que es Reina de profetas,<br />

Pero en beatas alcagüetas,<br />

“En eso sí que no creo”.<br />

JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II<br />

343


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

Creo en esa Virgen pura<br />

Consuelo de desvalidos,<br />

Por sus tormentos sufridos,<br />

En la calle de Amargura.<br />

Pero en beata que a cura<br />

Le anda buscando enreo,<br />

Aunque me den un saleo<br />

Y me coronen de rosas,<br />

Lo que es en esas chismosas,<br />

“En eso sí que no creo”.<br />

Creo en esa gran Señora<br />

Porque es la Reina del Cielo,<br />

Y por ser nuestro consuelo<br />

De nuestra muerte en la hora.<br />

Pero en beata que llora<br />

Como las he visto y veo,<br />

Untándose con el deo<br />

¡La salivita en los ojos! 31<br />

Como lloran por antojos<br />

“En eso sí que no creo”.<br />

Creo en esa Virgen bella<br />

Porque es Madre de Dios,<br />

Y porque ruega por nos<br />

Y de mal nos libra ella.<br />

Pero en beata con botella<br />

Y ese tanto saboreo,<br />

No diré porque no veo<br />

Lo que hay en la botellita,<br />

Pero que es agua bendita<br />

“En eso sí que no creo”.<br />

Creo en María Magdalena<br />

que sus riquezas dejó,<br />

Por seguir como siguió<br />

A Cristo en su grande pena.<br />

Pero no creo en novena<br />

De viejita tirapeo,<br />

que la reza por enreo<br />

Y cabrería de Fulana;<br />

No, no me da gana,<br />

“En eso sí que no creo”.<br />

31 Para hacer ver que son lágrimas.<br />

344


Creo en María Salomé<br />

En Cleofa y otras mujeres,<br />

que riquezas y placeres<br />

Despreciaron por la fe.<br />

Pero que en el templo esté<br />

La beata con su agarreo,<br />

Y echando como las veo<br />

De tabaco salivotas,<br />

No, aunque sean devotas,<br />

“En eso sí que no creo”.<br />

Creo en varias hermanas<br />

De la Santa Caridad,<br />

Porque esas son de verdad<br />

Las verdaderas cristianas.<br />

Estas no andan galanas<br />

Con tontillo y solideo,<br />

Y en su andar no hay tongoneo<br />

Pues son verdaderas beatas,<br />

Pero en otras mentecatas,<br />

“En eso sí que no creo”.<br />

No creo en tantas y tantos<br />

que de cuenta de hermandad,<br />

Cobran de cuenta y mitad<br />

La limosna de los santos.<br />

¡Cuántos yo conozco! ¡cuántos!<br />

que no tienen otro empleo<br />

que recoger, como veo,<br />

En campos y en poblaciones,<br />

Y como son mamalones<br />

“En eso sí que no creo”.<br />

En fin, amigo Vicente,<br />

No quiero cansarte más,<br />

Pues con esto ya sabrás<br />

En lo que creo firmemente.<br />

Y aunque yo de alguna gente<br />

Sus abusos hallo feo,<br />

No por eso soy ateo<br />

Ni tengo nada de hereje;<br />

Pero que “la rana e peje” 32<br />

“En eso sí que no creo”.<br />

32 Refrán de nuestra gente.<br />

JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II<br />

345


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Siento, Vicente querido,<br />

Molestar hoy tu atención<br />

Y tu grande ocupación<br />

que por mí hayas perdido.<br />

Y si acaso te he aturdido<br />

Con mi tanto cacareo,<br />

Solamente te deseo<br />

que vuelvas muy pronto en ti,<br />

que no diré más así:<br />

“En eso sí que no creo”.<br />

Al pueblo dominicano<br />

<strong>Dominicano</strong>s, ¡alerta!<br />

Y al hombro con el fusil,<br />

que el gobierno Woss y Gil<br />

Mirando su causa muerta,<br />

Dicen como cosa cierta,<br />

Y de buena procedencia,<br />

que a una extranjera potencia,<br />

Ese gobierno nefando,<br />

De vender está tratando<br />

Nuestra santa independencia.<br />

Manuel de Jesús Galván,<br />

Ministro dominicano,<br />

Y un agente americano<br />

En un buque dizque van,<br />

Con el más cínico plan<br />

De firmar con insolencia<br />

De muerte nuestra sentencia,<br />

O de la Patria, diremos,<br />

Pues sin duda perderemos<br />

Nuestra santa independencia.<br />

En un peligro inaudito<br />

Se encuentra la Patria amada,<br />

Y será sacrificada<br />

Sin remedio ningunito,<br />

Si no suena pronto el grito<br />

De alarma y de resistencia,<br />

Y se marcha con violencia<br />

A extinguir y devorar,<br />

A los que quieran tratar<br />

Nuestra santa independencia.<br />

346


hoy es que se necesita<br />

El entusiasmo y valor,<br />

De los que ayer sin temor<br />

Luchaban por la marmita.<br />

Así pues, la patria invita<br />

A sus hijos con vehemencia<br />

Para luchar con potencia<br />

Y con fiereza de tigre,<br />

Para evitar que peligre<br />

Nuestra santa independencia.<br />

Abracémonos, hermanos,<br />

Bajo nuestro pabellón,<br />

Y en la más completa unión<br />

Combatiremos ufanos,<br />

Con las armas en las manos<br />

Rientes y con decencia,<br />

Destrozando sin clemencia<br />

De Patria a los mercaderes,<br />

que negocian con placeres<br />

Nuestra santa independencia.<br />

¡Unión, señores, Unión!<br />

que es el único remedio<br />

O el más ventajoso medio<br />

De salvar a la Nación.<br />

que el que lucha con razón<br />

Y con muy sana conciencia,<br />

Lo ayuda la Providencia,<br />

Como también castigar,<br />

Al que quiera negociar<br />

Nuestra santa independencia.<br />

Viva la Unión!<br />

Vivan los Padres de la Patria!<br />

Y maldición eterna a los que venden Patria!<br />

Los brujos y adivinos expendedores<br />

de guanguá<br />

Señores, no hay más que hablar<br />

Sino empuñar los motetes,<br />

Y meniemos los jarretes<br />

Si nos queremos salvar.<br />

Ya no hay más sino emigrar<br />

Para países lejanos,<br />

JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II<br />

347


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

Porque hay dominicanos<br />

Tan fuertes con el guanguá,<br />

que aquí los tenemos ya<br />

Peores que los haitianos.<br />

En los campos y poblados<br />

Abundan muchos rabinos,<br />

que se las dan de adivinos<br />

O de brujos muy templados.<br />

Y también de muy letrados<br />

Se las dan, no digo yo,<br />

Algunos papá bocó,<br />

que muchos de esos pilluelos,<br />

Aunque usan espejuelos<br />

No conocen ni la O.<br />

Cuando así en comparación<br />

Pierden algo en una casa,<br />

El dueño en seguida pasa<br />

Donde un brujo mamalón.<br />

Y al rezarle una oración<br />

Con vela y rosario en mano,<br />

Y con la pimienta un grano<br />

De guinea o de demonio,<br />

Le soplan un testimonio<br />

Al vecino más cercano.<br />

De continuo una plebeya<br />

Le paga a un brujo tunante,<br />

Por tener dizque a su amante<br />

Metido en una botella.<br />

También la niña doncella<br />

Donde un brujo suele ir,<br />

Para poder conseguir<br />

que su novio no la deje,<br />

Ni que tampoco se queje<br />

Cuando ella lo haga sufrir.<br />

Otras van muy abrigadas<br />

Por no darse a conocer,<br />

De noche, para tener<br />

Sus consultas muy privadas.<br />

De allí salen pertrechadas<br />

De polvos y de bebidas,<br />

De unturas y de comidas,<br />

Y de unas cuantas recetas,<br />

348


Para poner en muletas<br />

De su macho a otras queridas.<br />

Otros les suelen llevar<br />

A un brujo su arma de fuego,<br />

Para que ella desde luego<br />

Jamás que pueda mancar.<br />

A esto llaman ensalmar<br />

Como a los niños también,<br />

Para que libres estén<br />

De mal de ojo y brujería,<br />

Y otras miles tonterías<br />

que los brutos tanto creen.<br />

Muchos van allí a comprar<br />

Los bolcicos o macutos,<br />

Pues con esto creen los brutos<br />

que no les pueden tocar.<br />

Ni les pueden nunca entrar<br />

Las balas cuando pelean,<br />

Y todos esos que emplean<br />

Tan atroz superstición,<br />

En la guerra casi son<br />

Los primeros que gotean.<br />

Aunque lo dicen los ecos<br />

No son más que disparates,<br />

que existen ciertos magnates<br />

que consultan con muñecos.<br />

Esos son huevos culecos.<br />

Lo que vale es energía,<br />

Talento y sabiduría<br />

Marrulla, plata y valor,<br />

que en el mundo es la mejor<br />

Y más grande brujería.<br />

Al público santiagués<br />

Y a la empresa del Acueducto<br />

y Alumbrado Eléctrico de esta Ciudad.<br />

Como estoy bien enterado<br />

Por un seguro conducto,<br />

que es un hecho el acueducto<br />

Y un eléctrico alumbrado,<br />

que tendrá no dilatado<br />

Esta culta población,<br />

JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II<br />

349


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

Con toda satisfacción<br />

Comunico estas noticias,<br />

Y les pido las albricias<br />

A todos, sin distinción.<br />

Todo está por el presente<br />

Convenido y Contratado;<br />

Acueducto y alumbrado<br />

Del modo más conveniente<br />

De la empresa el proponente<br />

Señor don Ramón Imbert,<br />

Acaba pues de obtener<br />

Del Ilustre Ayuntamiento<br />

Todo el buen consentimiento<br />

Para esa obra emprender.<br />

Un entusiasmo inaudito<br />

Reina en toda esta ciudad,<br />

Por ahora sí es verdad<br />

que tendremos segurito<br />

Un acueducto exquisito<br />

Y un espléndido alumbrado;<br />

Porque todo está arreglado<br />

Con esos blancos ingleses<br />

que ofrecen en pocos meses<br />

Dejarlo todo acabado.<br />

Las plumas de agua tomadas<br />

Alcanzan a setecientas,<br />

Y pasan ya de quinientas<br />

Las lámparas contratadas,<br />

Y miles más colocadas<br />

Ya serán por consiguiente:<br />

Pues tan pronto vea la gente<br />

De bien esa grande suma,<br />

Todos ya querrán su pluma<br />

Y su lámpara igualmente.<br />

Cuando sepan lo que es<br />

Tener agua así abundante,<br />

Y una luz la más brillante<br />

Por una friolera al mes<br />

No quedará Santiagués<br />

que deje de colocar<br />

En su bendecido hogar<br />

De agua una plumita,<br />

350


Y también su lamparita<br />

que poco le ha de costar.<br />

Y la empresa o compañía<br />

Dice que podría llevar,<br />

El agua a cualquier lugar<br />

Del pueblo en la cercanía,<br />

Donde sufren de sequía<br />

Por no haber ni un arroyito,<br />

Como en hoya del Caimito,<br />

Rincón Largo y la Totuma,<br />

Pues de agua allí una pluma<br />

Sería un tesoro inaudito.<br />

Si quieren ver claramente<br />

Si el negocio es importante,<br />

Calcule cada habitante<br />

Lo que gasta diariamente.<br />

En agua, tan solamente<br />

Por tenerla a gran distancia,<br />

Y no con mucha abundancia;<br />

Pero con estos raudales<br />

De plumas y de canales<br />

Cada cual riega su estancia.<br />

Y también podrán lavar<br />

La ropa allí, desde luego,<br />

Y en caso fatal de fuego<br />

Sus casas podrían salvar.<br />

Y también para regar<br />

El que tenga su jardín,<br />

Y miles cosas, en fin,<br />

De muchísimo producto,<br />

Siempre ofrece un acueducto<br />

Del mundo en cualquier confín.<br />

Así es que es necesario<br />

que Santiago y sus vecinos<br />

Los cercanos campesinos<br />

Con esfuerzo extraordinario<br />

hagan que en el vecindario<br />

No desechen el consuelo,<br />

Y trabajen con anhelo<br />

Por brindarle protección;<br />

Porque es una bendición<br />

que baja del mismo cielo.<br />

JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II<br />

351


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

Toda gente admiradora<br />

Del adelanto y progreso<br />

que se empeñe con exceso<br />

En obra tan bienhechora,<br />

Y que sea alentadora<br />

De todos la protección<br />

Para que esta población<br />

En el número se cuente<br />

De pueblo culto y decente,<br />

Y de mucha distinción.<br />

También hay que agradecer<br />

Este gran departamento,<br />

A su Ilustre Ayuntamiento<br />

que ha sabido defender<br />

Con honra y buen proceder<br />

Del pueblo los intereses,<br />

Tratando con los ingleses,<br />

O sea con su apoderado,<br />

Asunto muy delicado<br />

Y en bien de los Santiagueses.<br />

Y el señor Ramón Imbert,<br />

Nunca pues será bien pago,<br />

Por tanto bien a Santiago<br />

que se ha propuesto hacer.<br />

Y lo mismo agradece<br />

A todo el que se ha empeñado<br />

En darle a este poblado<br />

Del modo más ventajoso,<br />

Un acueducto famoso<br />

Y un eléctrico alumbrado.<br />

Y Dios se lo pague a JUAN A. ALIX<br />

por la buena noticia.<br />

La gallera de “Laguna Prieta”<br />

Perteneciente a los socios Domingo Marrero, comandante de Marilópez,<br />

Francisco García, y Celestino de Peña.<br />

Con satisfacción completa<br />

Se anuncia de esta manera<br />

Una famosa gallera<br />

que existe en Laguna Prieta.<br />

Donde allí la gente quieta<br />

Y de orden, puede bien<br />

352


Divertirse a tutiplén<br />

Jugando hasta baquiní,<br />

Comiendo y bebiendo allí<br />

Con tranquilidad también.<br />

A esa gallera halagüeña<br />

Puede ir todo gallero,<br />

Pues allí Mingo Matrero<br />

Y Celestino de Peña,<br />

Cada cual mucho se empeña<br />

En que no haya pillería;<br />

Y el socio Pancho García<br />

Dice que la buena gente<br />

Allí encuentra igualmente<br />

honradez y garantía.<br />

Tocante a legalidad<br />

Allí en Laguna Prieta,<br />

No habrá pillo que se meta<br />

Con tanta facilidad<br />

A causar dificultad.<br />

El comandante Marrero,<br />

Los socios y el garitero,<br />

De gallos en la batalla,<br />

hacen de jueces de valla<br />

Para evitar pelotero.<br />

Los socios en su gaitera<br />

Invitan los de Licey,<br />

Las Palomas y el Mamey<br />

Y a la gente gurabera;<br />

Y con la mejor manera<br />

También a los de Puñal,<br />

San José y el Guayabal,<br />

Estancia Nueva, Arenoso,<br />

Canabacoa y el Corozo,<br />

Las Charcas y el Uberal.<br />

Lo mismo con atención<br />

Se invita a la buena gente<br />

De Nibaje desde el puente;<br />

Rincón Largo y Fundación,<br />

El Caimito y Barrancón,<br />

A los de Moca y La Vega,<br />

Arroyo hondo y Noriega,<br />

JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II<br />

353


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Y a los de López también,<br />

Para que tengan a bien<br />

Gozar de todo y sin brega.<br />

A toda gente que quiera<br />

Del pueblo y hato Mayor,<br />

Gozar de tanto primor<br />

que venga a esta gallera;<br />

que con la mejor manera<br />

Y la más fina atención,<br />

A todos sin distinción,<br />

Con tal que sea buena gente,<br />

Puede llegar francamente<br />

Con toda satisfacción.<br />

En esa buena gallera<br />

Por cierto no falta nada;<br />

Comida muy delicada<br />

Y bebida placentera;<br />

Dulces de toda manera<br />

Y mucha comodidad,<br />

Cariño y mucha amistad,<br />

Por los dueños de la valla;<br />

Y de gallo en la batalla<br />

Bastante legalidad.<br />

Para las Pascuas se invita<br />

A todo el que sea gallero<br />

Divertido y parrandero<br />

Y que juegue su cosita.<br />

que junten pues su platita,<br />

Para el que en currú se meta,<br />

No le falte una peseta;<br />

que en las Pascuas sin trabajo,<br />

Viene la gallera abajo<br />

Gozando en Laguna Prieta.<br />

El bale Juan y el bale José<br />

—Barajo! bale José<br />

¡Uté si que ta Peidio!,<br />

Dónde diablo tá metío<br />

¿qué dichoso ei que lo ve?<br />

—Compai Juan, yo le diré<br />

que yo andaba poi la Mata<br />

354


Dipué me juí a Pueito Plata<br />

A trabajai de aiquilao<br />

Y me cogién pa soidao<br />

Poique soy de mala cata.<br />

—Conque mi bale e soidao<br />

—Sí señoi! y e que por eso<br />

Ando así como lo preso<br />

To rompío y maitratao.<br />

—Y ai beime tan apurao<br />

Le jablo a uté la veidá.<br />

que me jullí para acá<br />

Pa bei si ei cielo me ayúa,<br />

A conseguí una múa<br />

Y boibeime para allá.<br />

—Dígame bale, y peidone<br />

que le jaga eta pregunta:<br />

“¿Ei militai no se junta<br />

Por allá con la racione?”<br />

—”Sí señoi! pero hay tragone<br />

que no tienen enchonao,<br />

Comprándole a lo soidao<br />

La racione a poco precio,<br />

Poique agora e buen comeicio<br />

Eplotai a lo soidao”.<br />

—Dígame bale José<br />

¿Y nadie se mete en eso?<br />

O e que a to le guta ei queso<br />

que ese abuso no se ve.<br />

—Jun… ¡Yo no sé! ¡yo no sé!<br />

Ei caso e que ai soidao,<br />

Cuando no tá acuaitelao<br />

Tá de guaidia y sentinela,<br />

Boca a bajo la casuela<br />

Decaiso y tó maitratao.<br />

—Lo que eplotan lo soidao<br />

Tienen tale corazone,<br />

que ata un año de racione<br />

Le meican adelantao.<br />

Y ei militai apurao<br />

Tiene ai fin que dai la boca,<br />

Con esa gente de poca<br />

Conciencia y tan mala fe,<br />

JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II<br />

355


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que si bien claro se ve<br />

Sei soidao también le toca.<br />

—Si e jun negocio eplotai<br />

A lo probe lo soidao,<br />

Si la tienen arruinao<br />

¿quién diablo la pá le trai?<br />

Ai soidao se ha de tratai<br />

Con mucha delicadeza<br />

Paque siempre tenga fueiza<br />

Conque podei resetí<br />

Y que puea combatí<br />

Con balói y con fiereza.<br />

—Pero a un probe militai<br />

Se lo lleba jata ei biento,<br />

Si le quitan ei sutento<br />

Poique no se pué parai;<br />

Eso deben caiculai<br />

Lo que biben de ese enreo,<br />

Poique cuando suena un peo<br />

Andan lo de pecho malo,<br />

De saito y de barapalo<br />

Y ensuciándose dei mieo.<br />

—E beidá bale Jasé,<br />

Tiene uté mucha razón;<br />

Gente de mai corazón<br />

Mucha bese así se ve.<br />

—Bale Juan, yo le diré<br />

que yo quisiera mejoi<br />

que biera ai Propagadoi<br />

Gaceta de Pueito Plata<br />

Paque bea como maitrata<br />

Ai sucio epeculadoi.<br />

—Poi Dió con ese papei<br />

Créalo uté, bale Juan,<br />

que lo militare etán<br />

Lo má contento con ei;<br />

quien lo ecribe debe sei<br />

Un hombre de mucha sencia,<br />

Buen patriota y de concencia<br />

que quié que ai probe soidao,<br />

Lo traten con ma cuidao<br />

Con denidá y decencia.<br />

356


—Dique ese “Propagadoi”<br />

Dice que tiene una llaga 33<br />

que bá acabai con la plaga<br />

Tan sólo con ei jedoi;<br />

Pué dice ei buen escritoi,<br />

Y e una juta razón,<br />

que ai probe sin proteción<br />

E que cojen pa soidao,<br />

Cuando etán tan obligao<br />

A seibile a la Nación.<br />

—Dice que ei rico afamao,<br />

Ei probe, ei blanco y ei prieto,<br />

No debe ocupai buen pueto<br />

Sin que ante sea soidao;<br />

Y que se haiga reboicao<br />

En ei cuaitei o cantón,<br />

Y que ei pan de monición<br />

Batante lo haya macao<br />

Y ei fucí lo haiga liriao<br />

En honoi de la Nación.<br />

—Dique e jun buen ciudadano<br />

Ei soidado, poique e soidao,<br />

Y que debe sei tratao<br />

Como buen dominicano.<br />

Pero aiguno jenumano<br />

En lugai de protejeilo,<br />

Siempre quien embileceilo<br />

Y eperan que tenga jambre,<br />

Pa sacaile ata la sangre<br />

A no dicí pa… peideilo.<br />

—Uté cre, bale José,<br />

Y peidone que lo atajo,<br />

Ei que jiso ese trabajo<br />

E jombre de buena fe;<br />

Pué sigún me cuenta uté,<br />

Esa e la pura beidá;<br />

Y que eso a la bita etá<br />

que lo probe lo soidao,<br />

Tan úte son ai Etao<br />

Como a toa la sociedá.<br />

JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II<br />

33 Este es el epígrafe del remitido que trata de la condición del soldado.<br />

357


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

—Pué como le iba diciendo,<br />

Uté no be bale Juan,<br />

que lo militare etán<br />

Casimente pereciendo,<br />

Por ese teje tremendo<br />

que tiene bario entremano,<br />

Sacrificando ai critiano<br />

Con peijuicio dei Gobieino.<br />

¡Poi tenei en un infieino<br />

Ai soidao dominicano!<br />

—Si semo jijo toitico<br />

De nuetra Patria enfelí,<br />

Lo memo probe que rico,<br />

Blanco y prieto ha de seibí.<br />

Y poiqué ha de sei quei chico<br />

ha de caigai con ei peso,<br />

Si ei grande no fuma eso<br />

¡Y etá gozando en su casa!<br />

Ei que se come la masa<br />

No e malo que rulla el güeso.<br />

—Ese que no ha sío soidao,<br />

Lo dice ei “Propagadoi”,<br />

No puede sei eletoi<br />

Ni tampoco sei nombrao;<br />

que un pueto desocupao<br />

No puede sei que se pase<br />

A uno que nada jace<br />

Ni ha jecho poi la Nación,<br />

Poique eso no e razón<br />

que uno ataje y otro enlace.<br />

—Si to tubiean obligao,<br />

A seibile a su paí,<br />

No tuviera un enfelí<br />

Beinte año siendo soidao;<br />

Pue siendo siempre mudao<br />

Siempre tubiera decanso,<br />

Y no andubiea como ganso<br />

Siempre con la cru jacueta,<br />

Y otro mamando su teta<br />

Y cogiendo ei sueido manso.<br />

—Párese, bale José:<br />

Su combeisación e buena,<br />

358


Pero ando en betia ajena<br />

Y e muy juto que me apé;<br />

Ma taide yo lo beré<br />

Si muy pronto no se bá.<br />

—Sí, señoi bueno etá,<br />

Y yo lo beré también,<br />

Me alegro de beilo bien<br />

Besamano por allá.<br />

Los vagos en nuestros campos<br />

Todo el hombre sin oficio<br />

Vive lleno de alegría,<br />

De pulpería en pulpería<br />

Alimentando su vicio.<br />

No se toma el sacrificio<br />

De levantar una paja,<br />

Con el dado y la baraja<br />

Y su frasco de aguardiente,<br />

Vive así alegremente<br />

quien su lomo nunca baja.<br />

Muy de mañana se ve<br />

que va donde la vecina,<br />

A velar en la cocina<br />

El traguito de café.<br />

Y aunque allí sentado esté,<br />

Ni un palo de leña raja,<br />

Ni le empuña la tinaja<br />

Para ir al río por agua,<br />

Pues quiere vivir de guagua<br />

quien su lomo nunca baja.<br />

Después coge su acordeón<br />

Y se va a una taberna,<br />

Se sienta, y cruza una pierna<br />

Y principia la función.<br />

Otro dando en un cajón<br />

Y cantando que se raja,<br />

Arman tamaña sonaja,<br />

Y, si llega algún marchante,<br />

Le pide un trago al instante<br />

quien su lomo nunca baja.<br />

Cuando están en su elemento<br />

Y llega algún hombre honrado<br />

JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II<br />

359


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Le ponen con mucho agrado<br />

En los pies cada instrumento.<br />

Como saca su ventaja,<br />

Así es que llena su caja,<br />

Con la vagancia maldita,<br />

Pues allí es que visita,<br />

quien su lomo nunca baja.<br />

El que no encuentra bebida<br />

De guagua allí en una cantina,<br />

Invade alguna cocina<br />

De algún vecino en seguida.<br />

Y después de la comida<br />

Si el plan allí se le cuaja,<br />

En algún montón de paja<br />

Duerme allí como un cochino,<br />

Porque vive del vecino<br />

quien su lomo nunca baja.<br />

Después que duerme se ve<br />

Levantarse el caballero,<br />

A escurrir el muy guagüero<br />

Algún morro de café.<br />

De allí sale el gran musié,<br />

Sacudiéndose la paja,<br />

Pero como ya es alhaja,<br />

ha dormido bien su siesta,<br />

Vuelve otra vez a la fiesta<br />

quien su lomo nunca baja.<br />

Si tiene casa, al volver,<br />

Llega como un toro bravo,<br />

Pues sin dejar un centavo<br />

quiere encontrar qué comer.<br />

Y a la pobre su mujer<br />

Como un demonio le faja,<br />

Y le rompe la tinaja<br />

Y su losita igualmente,<br />

Por no hallar qué darle al cliente,<br />

quien su lomo nunca baja.<br />

Y si de comer no halla,<br />

Ya mandará los hijitos,<br />

En busca de unos huevitos<br />

De gallina ajena en maya.<br />

360


O si no el muy canalla,<br />

El puerco del que trabaja<br />

En el hombro se lo encaja<br />

Y, al pulpero que consiente,<br />

Lo trueca por aguardiente<br />

quien su lomo nunca baja.<br />

En el campo hay pulperos,<br />

Y también en poblaciones,<br />

que de vagos y ladrones<br />

Son socios y compañeros.<br />

Pues hay muchos taberneros<br />

que así por tener ventaja,<br />

Compran siempre alguna alhaja<br />

Sabiendo que es mal habida,<br />

Y así pasa bien su vida<br />

quien su lomo nunca baja.<br />

Todos los agricultores<br />

Se quejan de la vagancia,<br />

Y la poca vigilancia,<br />

Entre alcaldes e inspectores;<br />

Pues hay muchos tapadores<br />

Cuando pueden sacar raja,<br />

Y al tener así ventaja<br />

Tapando mil travesuras,<br />

Vive siempre a sus anchuras<br />

quien su lomo nunca baja.<br />

Del campo en varias secciones<br />

Dicen que no hay justicia,<br />

Pero sí mucha malicia<br />

De muchos Jefes tragones.<br />

En arreglos de cuestiones<br />

Pierde siempre el que trabaja,<br />

Pues lleva la desventaja<br />

Si en el campo dan sentencia;<br />

Porque encuentra más clemencia<br />

quien su lomo nunca baja.<br />

De los campos cada día<br />

Traen muertos a la Ciudad,<br />

Pues se matan sin piedad<br />

Por cualquiera bobería.<br />

Ni alcaldes ni policía<br />

En las fiestas nadie ataja,<br />

JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II<br />

361


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Pues lo que más agasaja<br />

Es cobrarse la licencia,<br />

Pero no ve su sentencia<br />

quien su lomo nunca baja.<br />

hay alcaldes e inspectores<br />

Tan cumplidos y despiertos,<br />

Que cogen siempre a los muertos<br />

Y nunca a los matadores.<br />

Y otros no lo hacen peores<br />

Porque son de rompe y raja,<br />

que andan con la baraja<br />

Y la botella en el seno,<br />

Porque así lo halla bueno<br />

quien su lomo nunca baja.<br />

Los buenos hombres se quejan<br />

Porque a fiestas los invitan,<br />

Y sus armas se las quitan<br />

Y a los malos se las dejan.<br />

Y que los jefes se alejan<br />

Del pilón y del que maja,<br />

Porque dicen que el que ataja<br />

Le viene el toro de frente,<br />

Y así vive alegremente<br />

quien su lomo nunca baja.<br />

De cuenta de autoridades<br />

En los campos, con frecuencia,<br />

Sin ser de su competencia<br />

Se toman mil facultades.<br />

En ajenas propiedades.<br />

Uno quita, otro rebaja,<br />

Y en encontrando ventaja<br />

De notarios se la dan;<br />

Y así vive de holgazán<br />

quien su lomo nunca baja.<br />

Y otros se la dan de curas,<br />

Casan y hacen bautismo<br />

Pues tanto es su cinismo<br />

que echan agua a las criaturas.<br />

Derechos de sepulturas<br />

Ellos cobran sin rebaja,<br />

Pues de todo sacan raja<br />

Tantos Caciques, Señores,<br />

362


Pues vive con más honores<br />

quien su lomo nunca baja.<br />

Ya lo creo!<br />

Como no!<br />

Con el mameo,<br />

No digo yo!<br />

Santo Domingo, febrero 22, 1893.<br />

Origen del nombre del pueblo de Dajabón<br />

Al Ciudº. Don Tomás Morales, Ministro de Guerra y Marina, Santo Domingo.<br />

Aunque me digan quijote<br />

Porque canto desatinos,<br />

Yo mis cantos campesinos<br />

No los dejo ni a garrote.<br />

Seré Juan de los palotes,<br />

Cantaré sin ton ni son,<br />

Pero así daré razón<br />

Y hoy sabrá el mundo entero<br />

El origen verdadero<br />

Del nombre de Dajabón.<br />

Pues, cuando la vieja España<br />

En el que hoy es Dajabón,<br />

No había más habitación<br />

que una mísera cabaña<br />

De una tal María Castaña, 34<br />

que allí fue a recalar,<br />

Y en la ribera a plantar<br />

Del Masacre allí su fundo,<br />

Ignorando todo el mundo<br />

El nombre de aquel lugar.<br />

Pero un día un jefe haitiano<br />

A la dueña visitó,<br />

Y ésta al punto lo obsequió<br />

Con un dajao soberano<br />

que en el Masacre rayano<br />

Sin duda que fue pescado,<br />

Y por la vieja arreglado,<br />

que se supone así,<br />

A la criolla, en aguají<br />

Y muy bien condimentado.<br />

JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II<br />

34 En los tiempos de María Castaña, caiculen!<br />

363


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

Pero así que el jefe va<br />

Mandando viajes sin tasa,<br />

A la dueña de la casa<br />

Preguntóle en buen patuá:<br />

Comer, qui puesson cilá? 35<br />

Ce pa puesson lamurí! 36<br />

—”¡No señoi!, peje de aquí,<br />

Diferente ai bacalao,<br />

Ete se ñama dajao,<br />

¡Si señoi, beidá que sí!<br />

—A la ñon dajá quí bon 37<br />

Daja-bón, tré bon, comer, 38<br />

Can yo tá llegá Valier,<br />

Yo ta piens nan cet puesson.<br />

Ce ñon cos de entimación,<br />

Ce ta bagee saloprí! 39<br />

—Si musié, beidá que sí,<br />

Un peje muy etimao,<br />

Y ma cuando ta guisao<br />

Como ése, en aguají.<br />

Oui, sí, comer, dajabón! 40<br />

Yo nunco yo tá comé,<br />

De pejo ñon calité<br />

Com cilá nan má nación.<br />

Después que el muy mamalón<br />

Su daja-bón se tiró,<br />

Con tantas ganas quedó<br />

De matarse la canina,<br />

que ni una sola espina<br />

Sin repasarla dejó.<br />

Cuando terminó el musié<br />

De ponerse bien la bota,<br />

Montando una yegua rota<br />

Dijo así: “—Comer, m’alé, 41<br />

Otre dí yo ba turné<br />

Pur en otre dajabón<br />

Comer, escusé, pardón, 42<br />

35 Comadre, ¿qué pescado es ese?<br />

36 Ese no es peje bacalao!<br />

37 qué dajao tan bueno!<br />

38 Dajao bueno, muy bueno, comadre.<br />

39 Eso no es cosa de porquería.<br />

40 Sí, Comadre, dajao bueno.<br />

41 Comadre, me marcho.<br />

42 Excúseme, Comadre, perdón.<br />

364


Bon curage, porté vu bien 43<br />

Contao con ñon buen haicien<br />

qui ta a votre disposición”.<br />

La Seña María Castaña<br />

De su casa allí en la puerta,<br />

quedó con la boca abierta<br />

En ver tanta musaraña.<br />

Y no es cosa muy extraña<br />

Ser un haitiano cortés,<br />

Y más cuando hay interés<br />

De volver sin dilación<br />

En pos de otro daja-bón,….<br />

Mayor el cumplido es.<br />

El referido musié<br />

Después de hacer como Blas,<br />

Ya comiste ya te vas,<br />

Cruzó el Masacre y se fue.<br />

Pero dizque el retapé,<br />

De ese personaje alto,<br />

De tamaño no era falto,<br />

Pues la tradición lo cuenta,<br />

que tenía de tabla treinta<br />

Y cuarenta de peralto.<br />

En fin la vieja Castaña<br />

Tantísimo celebró,<br />

Todo aquello que pasó<br />

En su modesta cabaña,<br />

que en nombre del Rey de España,<br />

Levantó sin dilación,<br />

Un acta dando razón,<br />

Y haciéndolo bien constar<br />

que le daba a aquel lugar<br />

El nombre de Dajabón.<br />

¿Qué tal? Ya el Niño Bitongo no dirá que nadie se ocupa de averiguar<br />

el origen de los nombres patronímicos de nuestro afortunado terruño.<br />

Todo es empezar, más vale algo que nada.<br />

Adiós, Bitonguito de mi vida. Adiós, Juan Antonio Alix de mi corazón;<br />

no dejes de mandar otro viaje como el presente, que te quedará muy agradecido<br />

tu siempre amigo, BITONGUITO.<br />

Santiago, 20 de marzo de 1898.<br />

43 Ánimo, y que le vaya bien.<br />

JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II<br />

365


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

Para mi lindo clavel<br />

Mi vida, mi corazón<br />

Te quiero, porque te quiero,<br />

Si no te quisiera tanto<br />

No te llamara mi cielo.<br />

En el mundo yo lo sé<br />

que hay millones de mujeres,<br />

que te brindarán placeres<br />

Pero no de buena fe;<br />

Como yo no hay quien te dé<br />

Tanto amor y estimación,<br />

Y como eres e botón<br />

Más bonito de alelí;<br />

Por eso te llamo así:<br />

Mi vida, mi corazón.<br />

Yo no tengo ya otro espejo<br />

De una luz tan brillante,<br />

Para verme a cada instante<br />

Y gozar con tu reflejo;<br />

Por eso es que no te dejo,<br />

Ni por todo el mundo entero;<br />

Y como eres el lucero<br />

Más lindo de la mañana<br />

Con la voluntad más sana<br />

Te quiero, porque te quiero.<br />

hoy te vengo a dar razón<br />

Para que vivas tranquilo,<br />

que yo no me descarrilo,<br />

Ni cambiaré de opinión<br />

Mientras vea tu corazón<br />

que me quiere con encanto<br />

Y como eres tú mi santo<br />

Más bonito de mi altar<br />

Tal vez te podría olvidar<br />

Si no te quisiera tanto.<br />

Como no tengo otra cosa<br />

que mandarte en la ocasión<br />

Te mando mi corazón<br />

Para ti, botón de rosa:<br />

Y al contarme por dichosa<br />

Con tu amor que es mi consuelo,<br />

366


No tengo ningún recelo,<br />

Y si yo no te quisiera<br />

Con mi alma toda entera<br />

No te llamaría mí cielo.<br />

Tu Mejor Amiga.<br />

A la reina de mi amor<br />

Mi vida, hojita de Rosa,<br />

Botoncito de azucena,<br />

Mientras dure en mí tu amor<br />

Yo seré tu centinela.<br />

Si la tierra se menea<br />

Y el mundo se viene abajo,<br />

Ni mi amor te lo rebajo<br />

Ni puedo cambiar de idea,<br />

Y por mucho que se vea<br />

En esta vida azarosa,<br />

Como es tan grande cosa<br />

El amor que puse en ti,<br />

Por eso te digo así:<br />

Mi vida, hojita de rosa.<br />

Como yo te lo juré<br />

Tiene así que resultar<br />

que no te he de olvidar<br />

Mientras yo en el mundo esté<br />

Y mi amor te guardaré<br />

Como una prenda buena;<br />

Y como eres la sirena,<br />

que me cantas mi alegría,<br />

Por eso te llamo así:<br />

Botoncito de azucena.<br />

No he conocido mujer<br />

que yo quiera más que a ti,<br />

Ni puedo vivir así,<br />

Sin tu amor y tu querer,<br />

Por eso tienes que ser<br />

Mi delicia y mi primor,<br />

Y como eres tú la flor<br />

Más bella de mi jardín,<br />

Mi querer no tiene fin<br />

Mientras dure en mí tu amor.<br />

JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II<br />

367


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

En fin, palomita mía,<br />

Por esta buena ocasión<br />

Te mando más de un millón<br />

De caricias y simpatía;<br />

Y como eres mi alegría<br />

que me agrada y me consuela,<br />

Y todo eso revela<br />

que tu amor anda derecho;<br />

Mientras duermas en mi pecho<br />

Yo seré tu centinela.<br />

Tuyo, y Siempre Tuyo.<br />

<strong>Dominicano</strong>s!<br />

Ya, ya nuestra patria amada<br />

De sus hijos necesita,<br />

Y a todos hoy nos invita<br />

Con desenvainada espada.<br />

Ya la hora está llegada<br />

De no pensar en quehaceres,<br />

Ni en los hijos, ni en mujeres,<br />

Ni en nada, dominicanos,<br />

Sólo en destrozar haitianos<br />

A esos miserables seres.<br />

No pensemos en vivir<br />

Ni en nuestros bienes pensar,<br />

Pensemos en batallar<br />

Para vencer o morir.<br />

¿Pues podremos permitir<br />

que esas bárbaras gavillas,<br />

Crucen jamás las orillas<br />

De la Línea divisoria,<br />

Esa inmundicia, esa escoria<br />

Afrenta de las Antillas?<br />

—No, dominicanos, no!<br />

Recordaremos primero,<br />

Esa fecha de febrero<br />

Y lo que ella nos legó.<br />

El vil haitiano cacó<br />

Ni toda su descendencia,<br />

Jamás hallarán clemencia,<br />

Ni piedad, ni compasión,<br />

Invadiendo a esta Nación<br />

Y a su santa Independencia.<br />

368


Si existe en la raza humana<br />

Una que se llame escoria,<br />

No queda redibitoria<br />

que no es otra que la haitiana.<br />

En esa raza inhumana<br />

El “Judú” es su religión;<br />

Y allí civilización<br />

Jamás llegará a su puerta,<br />

Porque para ella abierta<br />

No lo está en esa nación.<br />

Esa casta descendiente<br />

De Tusén y Desalina,<br />

No aspira más que a la ruina<br />

De esta nación floreciente.<br />

Pero este pueblo valiente,<br />

Siempre dispuesto se halla<br />

A trozar a esa canalla<br />

Con el machete y colín,<br />

Destruyéndola por fin<br />

Donde fuere la batalla.<br />

Recuerda, pueblo mañé,<br />

Aquellas pelas tan fieras,<br />

Del Número, Las Carreras,<br />

De Santiago y Santomé.<br />

Recuerda cómo te fue<br />

Por allá en Sabana Larga<br />

Con aquella toma amarga<br />

que te dimos a beber;<br />

Y no olvides a Beler<br />

Si no deseas otra carga.<br />

No olvides los machetazos<br />

Del célebre Cachimán,<br />

Donde hacíamos de un jirrbán,<br />

De un haitiano dos pedazos.<br />

Y recuerda los lanzazos<br />

De nuestros bravos guerreros,<br />

Que hoy afilan sus aceros<br />

Para tenerlos cortantes;<br />

Pues éstos no son los de antes<br />

que empuñaban prisioneros.<br />

¡A la lid, dominicanos!<br />

Y alistemos los machetes,<br />

JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II<br />

369


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

que haitianos culefretes 44<br />

Siempre han sido y son haitianos.<br />

Y si antes nuestros hermanos<br />

Se portaron con valor,<br />

Castigando al invasor,<br />

Con vergonzosas derrotas,<br />

A la lid, compatriotas,<br />

que hoy no lo haremos peor.<br />

El acordeón y el cuatro 45<br />

El óigano en moa está;<br />

Dei cuatro naide se acueida;<br />

Por eso no se oye ya,<br />

“¿Maichantico, tienen cueida?”<br />

Poi Beinabé y Beitrán<br />

Traei tanto jacoideone<br />

En campo y en poblacione<br />

No ma se oye ei fuinfuán.<br />

Lo cuatro de baja etán<br />

Y ei músico peiderá,<br />

Pue de continuo etará<br />

Echando mil maldicione<br />

Poique ya en la dibeicione<br />

Ei jóigano en moa etá.<br />

“Dió se lo pague a Beitrán”<br />

Dijo uno, y a Beinabé,<br />

Poique me ha traído con qué<br />

Poneino ma jaragán.<br />

Agora no quitarán<br />

Para balletilla y cueida<br />

A lo caballo la ceida<br />

que lo dejaban pelone<br />

Poique ya en la dibeicione<br />

Dei cuatro naide se acueida.<br />

Ya no habrá ma que decí<br />

que la prima se paitió,<br />

que la segunda faitó<br />

Ni entoichao que añadí.<br />

44 Así les dice Camilito.<br />

45 Instrumento de cuerda.<br />

370


que la cueida jagan “tá”,<br />

Ni ai músico se verá<br />

Pasai su tiempo templando,<br />

Ni poi cueida preguntando,<br />

Por eso no se oye ya.<br />

Lo cuatro y lo tiplesito, 46<br />

Galano como ecofieta<br />

Ya ma nunca irán a fieta<br />

En funda de retasito.<br />

Y ei que toca violinsito<br />

De encoidadura de ceida<br />

Pa que su tiempo no pieida<br />

Eta profesión no siga,<br />

Poique ya no hai quien diga:<br />

“¿Maichantico, tiene cueida?”<br />

El Niño de Atocha<br />

Una vieja medio chocha<br />

Me decía: Siño Juan<br />

Béame ete niño de Atocha<br />

Pa bei si e jalemán.<br />

Como uté e muy detruío<br />

Y hombre de mucho aquei 47<br />

Le traigo ete niño a bei<br />

Si e de Atocha conocío.<br />

Pue poi Mao yo he sabío<br />

que no quiere ei Padre Rocha<br />

Bendecí Niño de Atocha<br />

Si son de lo jalemane<br />

Poique no cree en musuimane<br />

Una vieja medio chocha.<br />

Agora lo jitaliano<br />

No traen Santo beidadero<br />

Como traían den primero<br />

En bía dei pae Solano.<br />

Y uté puede crei heimano<br />

que lo de juera son tan<br />

que ata en idomia alemán<br />

Lo rótulo le han ponío:<br />

46 Tiple, instrumento de cuerda.<br />

47 De mucha inteligencia.<br />

JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II<br />

371


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

“Y ete mundo ta peidío”<br />

Me dijo un día, Siño Juan.<br />

Ya nojotro lo critiano<br />

No podemos nian resai<br />

Y ei mundo se ba acabai<br />

Si Dió no mete su mano.<br />

Poique le asiguro heimano<br />

que el Obipo Arrócacocha<br />

Le ha mandao ai Padre Rocha<br />

Una caita patorai,<br />

Y yo para no pecai<br />

Béame ete Niño de Atocha.<br />

“Yo tenía un San José<br />

que era ei pato en milagriai<br />

Y lo mandé a retocai<br />

Y me lo dañó un francé.<br />

Pues me le puso musié<br />

En ve de poneile San,<br />

Y créalo Siño Juan<br />

que ata le peidí ei cariño;<br />

Y agora béame ete Niño<br />

Pa bei si e jalemán.<br />

La gallina gira<br />

La pobre de mi vecina<br />

Amiga de dar perjuicio,<br />

¿qué dirá de mi gallina<br />

En llegando el día del juicio?<br />

Me han dicho en mi vecindad<br />

que una polla me ha robado<br />

Y en su casa la ha pelado<br />

Con toda seguridad.<br />

Y lo creo que es verdad<br />

Pues ella tiene ese vicio,<br />

Y al ser vieja en ese oficio<br />

Esta vecina malvada,<br />

ha de salir emplumada<br />

Al llegar el día del juicio.<br />

Con robar gallina vive<br />

Según estoy enterado,<br />

Pues las plumas ha botado<br />

Por cierto en un viejo aljibe.<br />

372


La justicia lo prohíbe<br />

Y bien castiga este vicio,<br />

Pues es grande sacrificio<br />

que usté críe su gallina<br />

Para una mala vecina<br />

Amiga de dar perjuicio.<br />

Como yo soy Comisario<br />

Me han dado ya la querella,<br />

que la que roba es ella<br />

Gallina en mi vecindario.<br />

Pensé que era un tal Sandario,<br />

Que en robar es ficha fina<br />

Sin saber que mi vecina,<br />

Podía tener ese vicio;<br />

Pero ella el día del juicio<br />

¿qué dirá de mi gallina?<br />

¡Oh! qué cosa tan atroz,<br />

Tener mi gallina gira,<br />

Y venir esa triunvira 48<br />

A guisarla con arroz!<br />

Pero así lo espero en Dios<br />

Y en Su Majestad Divina,<br />

que con plumas de gallina<br />

Y cantando el cocoriaco,<br />

Cargará el diablo en un saco<br />

A la pobre mi vecina.<br />

Un hijo natural a su padre<br />

Si usté tiene un alma buena<br />

Se ‘lo pido por favor<br />

Saque a mi madre de pena<br />

Devolviéndole su honor.<br />

Su hijo del corazón<br />

Le suplica como a padre<br />

que no le mate a su madre<br />

Que hoy se ve en aflicción.<br />

Le partiría el corazón<br />

Si hoy la ve con tanta pena<br />

Y como ella estaba ajena<br />

De verse hoy tan desgraciada,<br />

JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II<br />

48 Partidaria de los triunviros, contrarios de los baecistas.<br />

373


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Cumpla su palabra honrada<br />

Si usted tiene un alma buena.<br />

Por ese amor tan fecundo<br />

que en Ud. puso mamita<br />

Procure ver si me quita<br />

que me llame hijo del mundo.<br />

Me causa un dolor profundo<br />

Ver a mi madre sin honor<br />

Y como usted es el autor<br />

De mi madre esa desgracia<br />

que me conceda esta gracia<br />

Se lo pido por favor.<br />

Padre mío por su vidita!<br />

¡Por lo que le sea más grato!<br />

No se muestre tan ingrato<br />

Con la pobre de mamita.<br />

Ella está ¡la pobrecita!<br />

De tristeza toda llena<br />

Y, como ella es tan buena,<br />

De amarlo a Ud. nunca deja<br />

Y para que Dios lo proteja<br />

Saque a mi madre de pena.<br />

Si su alma es generosa<br />

Yo le aseguro de fijo<br />

que yo le seré buen hijo<br />

Y mi madre buena esposa.<br />

Y si usted por buena cosa<br />

Le tiene a su hijo amor<br />

Le suplico por favor<br />

Y por la Virgen bendita<br />

que se case con mamita<br />

Devolviéndole Su honor.<br />

Seña Dolores la tuerta<br />

Seña Dolores la tuerta<br />

Un día sufría la pena<br />

De verse en una reyerta<br />

Por mezclarse en vida ajena.<br />

Mejor que busque un rosario<br />

Y se dedique a rezar<br />

Y se deje de enredar<br />

Con chismes el vecindario.<br />

374


Ella carga escapulario<br />

Y se hace la boquimuerta<br />

Para andar de puerta en puerta<br />

Llevando y trayendo enreo,<br />

que se ha vuelto hasta correo<br />

Seña Dolores la tuerta.<br />

Si esa viejita tuviera<br />

Dos ojos en vez de uno<br />

No hubiera faltado alguno<br />

que la muerte a ella le diera.<br />

Por habladora y embustera<br />

Todo el mundo la condena<br />

Y como ella en vida ajena<br />

Se mete y todo lo enreda<br />

Por el ojo que le queda<br />

Un día sufrirá la pena.<br />

Esa vieja del demonio<br />

Ahora se ha dedicado<br />

A todo hombre casado<br />

Levantarle testimonio;<br />

Pero espero en San Antonio<br />

También en Santa Ruperta<br />

que a Seña Lola la tuerta<br />

Por chismosa y habladora<br />

Le ha de llegar su hora<br />

De verse en una reyerta.<br />

A todas en este día<br />

Les digo que anden alerta,<br />

que a Seña Lola la tuerta<br />

Ya la tenemos de espía.<br />

Y según sentencia mía<br />

Esa vieja se condena,<br />

Porque se toma la pena<br />

De alcagüetear por antojo,<br />

Y va a perder el otro ojo<br />

Por mezclarse en vida ajena.<br />

Los revólveres de Marmita o “párate ahí”<br />

Señores, hago presente<br />

Por medio de estas canciones,<br />

que en campos y poblaciones<br />

Anda la muerte caliente;<br />

JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II<br />

375


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

Porque hoy se mata la gente<br />

Por todas partes aquí;<br />

Y ahora más, resulta así<br />

Por esa charla maldita,<br />

que a los revólveres maimita<br />

Le dicen: párate ahí.<br />

Y el que suele hoy salir<br />

Con su marma en la cintura,<br />

Ya no puede hacer figura<br />

Sin que tenga que reñir.<br />

Pues vergüenza da decir,<br />

que en los campos del Cotuí,<br />

Moca, Vega y Macorí,<br />

Y de Santiago igualmente,<br />

Se desgarre tanta gente<br />

Por ese “párate ahí”.<br />

El que va por su camino<br />

Y lo mandan a parar,<br />

De una vez suele pelar<br />

Por su caldero dañino.<br />

Creyendo que es un mangrino<br />

que le ha salido allí,<br />

Vagabundo y baladí,<br />

Y como en son de bromita,<br />

Al verlo con su marmita<br />

Le ha dicho: párate ahí.<br />

Entre allá los sinvergüenza,<br />

O entre ese mundo atrasado,<br />

El párate ahí mentado<br />

Es una terrible ofensa.<br />

Y el que para su defensa<br />

Carga su marmita así,<br />

Se pica más que un ají,<br />

Y acomete como fiera,<br />

Cuando le dice cualquiera,<br />

Amigo: párate ahí.<br />

Y lo mismo entre esa gente<br />

que al aire le dicen adre,<br />

De familia llaman padre<br />

Al revólver de patente.<br />

que en este año solamente<br />

han gastado un potosí,<br />

376


En lo reboibe de Emí,<br />

que Dios confunda y maldiga,<br />

Por tal de que nadie le diga<br />

“Compae, párate ahí”.<br />

Y en los pueblos y ciudades<br />

De estas comarcas también<br />

Continuamente se ven<br />

Un sin fin de atrocidades.<br />

Pues digo que son verdades<br />

que hasta los niños chichí,<br />

No se apean el buen Esmit,<br />

Y al más respetable anciano,<br />

Con el pájaro en la mano<br />

Le dicen: ¡párate ahí!<br />

Con el juego y aguardiente,<br />

Los nombres y los refranes<br />

que inventan los charlatanes<br />

De los campos diariamente,<br />

Los hombres completamente<br />

Se destrozan por allí<br />

Como los carabalí,<br />

O como cafres, diremos;<br />

Y qué remedio pondremos<br />

Con esos “párate ahí”.<br />

También en las poblaciones<br />

Se ven fieras infinitas,<br />

Pero como usan levitas<br />

Se pasean en los salones<br />

Con tamaños salchichones<br />

De los que llaman de Esmí,<br />

Y mostrándolas allí<br />

De lujo sus bellas cachas,<br />

Para que vean las muchachas<br />

que no son “párate ahí”.<br />

Quién se menea, quién se saiba! Santo Dios!<br />

en ete siglo dique de la luce.<br />

Fábula de los tres leones<br />

JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II<br />

A los generales G. Luperón, B. Monción y U. Heureaux.<br />

Tres bravos leones lucharon,<br />

Unidos se defendieron,<br />

377


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

Después que se separaron,<br />

Uno por uno murieron.<br />

Por los valles y montañas<br />

A tres leones perseguían,<br />

Pero jamás los vencían;<br />

Por temor a sus hazañas<br />

En mil refriegas tamañas<br />

Como unidos batallaron,<br />

Los tres amigos triunfaron<br />

Venciendo a sus cazadores<br />

Y contra sus perseguidores<br />

Tres leones bravos lucharon.<br />

Aquellos que perseguían<br />

A los tres de las montañas,<br />

Se valían de mil mañas<br />

Para ver si los vencían,<br />

Pero no lo conseguían<br />

Porque los tres combatieron<br />

Y en sus campañas se vieron<br />

De acuerdo y en perfecta unión<br />

Y así por esa razón<br />

Unidos se defendieron.<br />

Pero astutos cazadores<br />

Para poder combatir,<br />

Trataron de dividir<br />

A sus grandes vencedores.<br />

Enviando disociadores<br />

Con chismes que se inventaron,<br />

que con los cuales lograron<br />

Realizar sus intenciones,<br />

Venciendo a los tres leones<br />

Después que se separaron.<br />

En esto deben fijarse<br />

Las tres potencias iguales,<br />

Y como amigos leales<br />

Nunca deben separarse;<br />

Y si desean escaparse<br />

Sean unidos como fueron<br />

Porque si se dividieron,<br />

Hagan estas reflexiones:<br />

que por eso tres leones<br />

Uno por uno murieron.<br />

378


Corpus Cristi<br />

Con grande satisfacción<br />

Y entusiasmo singular,<br />

Venimos hoy a anunciar<br />

A esta culta población,<br />

que del Corpus la función<br />

No se encuentra muy lejana,<br />

Y que una fiesta galana<br />

Requiere la Eucaristía,<br />

Por ser el más grande día<br />

que existe en la fe cristiana.<br />

Como es el día favorito<br />

De su Santa Majestad,<br />

Por eso la cristiandad<br />

Lo celebra tan bonito.<br />

Y este festejo bendito<br />

Se dedica al Dios piadoso<br />

Padre Santo y bondadoso<br />

que nos da vida y consuelo,<br />

Y es en tierra, mar y cielo,<br />

El más grande y poderoso.<br />

Con demasiado contento<br />

honraremos el gran día<br />

De la Santa Eucaristía<br />

O el Divino Sacramento.<br />

Debajo del firmamento<br />

El Corpus Cristi sagrado<br />

Siempre ha sido celebrado<br />

Por todo el mundo cristiano,<br />

Apostólico, romano,<br />

Conforme está decretado.<br />

Todo cristiano creyente<br />

Para esta fiesta bonita,<br />

Con algunas limosnita<br />

Prestará su contingente.<br />

que el buen Dios Omnipotente<br />

Buena nota tomará,<br />

Y como sabemos ya<br />

que él paga ciento por uno,<br />

El día más oportuno<br />

De pagar se acordará.<br />

JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II<br />

379


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

Como cosa muy segura<br />

El que algo quiera dar,<br />

Se lo debe de llevar<br />

De Parroquia a cada cura.<br />

Y aunque nadie se figura<br />

que todo el mundo es gitano,<br />

Es mejor que un cristiano<br />

Cuando dé su limosnita,<br />

Se la entregue contadita<br />

Al cura en su propia mano.<br />

que en estos tiempos malditos<br />

Ciertas aves de rapiñas,<br />

Andan hoy por las campiñas<br />

Matando sus borreguitos,<br />

Y a los pastores benditos<br />

que reciben tantas quejas,<br />

Se les prenden las orejas<br />

Por saber estos señores,<br />

que muchos sin ser pastores<br />

Les trasquilan sus ovejas.<br />

¡Vamos queridos hermanos!<br />

Con el debido esplendor,<br />

Este gran día del Señor<br />

Celebraremos ufanos.<br />

Sabed que somos cristianos<br />

Y, es deber de cada cual,<br />

Cumplir, pero muy puntual,<br />

Con lo que la Iglesia manda<br />

Porque es la ley veneranda<br />

Del mismo Dios inmortal.<br />

En fin, nada más diremos<br />

Para de una vez concluir,<br />

que es preciso contribuir<br />

Sin que en nada nos fijemos.<br />

De obsequiar a Dios tenemos<br />

Por deber y obligación,<br />

Y esta noble población,<br />

Como culta y religiosa,<br />

Cumplirá lo más gustosa<br />

Con Dios y su religión.<br />

Y el que no lo haga así, que apriete.<br />

380


Cuatro bailes de disfraz<br />

De rechupete, en Las Aguas, común de Montecristi,<br />

para el carnaval. Por la presente invita Luis Caballero a tutilimundi,<br />

sin escaparse ni los mamandos.<br />

Para más aclaración, allá va la mía folla.<br />

Anuncia Luis Caballero<br />

Cuatro bailes de disfraz,<br />

Para el que se halle capaz<br />

De gozar con su dinero.<br />

El día quince de febrero,<br />

Víspera de Carnaval,<br />

Empezará el festival<br />

En estas Aguas benditas<br />

Con máscaras infinitas<br />

Y una bulla sin igual.<br />

Estos bailes aludidos<br />

Serán de cucumancola,<br />

Pues no habrá esa majapola<br />

De cuerambres pervertidos.<br />

Aquí serán escogidos<br />

Toditos los concurrentes,<br />

Porque todas son decentes<br />

Las máscaras invitadas<br />

Para las fiestas citadas<br />

En estas Aguas calientes.<br />

De música no se hable<br />

Porque eso se sabe ya,<br />

De Montecristi vendrá<br />

La orquesta más admirable<br />

Y que Luis, como es probable<br />

Espera gente un millón<br />

Del Copey y Dajabón<br />

Montecristi, Guayubín,<br />

Y de Sabaneta, en fin,<br />

Vendrán sin comparación.<br />

Osí de Foliberté<br />

De Uanament é d’Otrú,<br />

Capaicién, Maribarú<br />

Ampil mund yo va rivé.<br />

Pur se venir amusé<br />

Nan la fet de mardi grá<br />

An prenan di bon tafiá<br />

E dansé an paix tré bien<br />

JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II<br />

381


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Aqué fam dominiquen<br />

Qui coné shuqué bondá.<br />

El señor Luis Caballero<br />

Ya tendrá una cantina,<br />

que será la recumina<br />

Y el trato más placentero.<br />

El que llega con dinero<br />

Y sabe de cosa buena<br />

La barriga se la llena<br />

De licores sabrositos,<br />

Los dulces más exquisitos<br />

Y una magnífica cena.<br />

Como Luis e caballero<br />

Poi título y apellío<br />

Caiculen si ete endebío<br />

Se poitará con emero.<br />

Y má cuando be dinero<br />

En lo que llegan allí,<br />

No hay quien depache así<br />

Tan bibo y con tanto agrao<br />

¡Pero cuando e de fiao!<br />

¿quién aguanta a siño Luis?<br />

Venid, por Dios, señoritas<br />

A las Aguas a gozar<br />

Cuatro noches sin cesar,<br />

Y al buen gusto de toditas.<br />

Venid amables pollitas<br />

A aumentar la concurrencia,<br />

que no habrá desavenencia,<br />

Follica ni pelotero,<br />

Porque don Luis Caballero<br />

Trata a todos con decencia.<br />

La que mucho ha tropezado<br />

Por tentación del demonio,<br />

Le dice Alix Juan Antonio<br />

que por eso no hay cuidado:<br />

Que Jesús Crucificado,<br />

Dice la Santa Escritura,<br />

En la calle de Amargura<br />

Dio un sin fin de tropezones.<br />

Y allá en las altas regiones,<br />

Como Dios allí figura.<br />

382


Por fin el Luis Caballero<br />

tútili-mundi espera,<br />

En sus bailes y gallera<br />

El quince de este Febrero,<br />

Con gallos y con dinero,<br />

Porque ya valdrá la pena,<br />

Una corrida tan buena<br />

En estas Aguas pasar;<br />

Y el que no esté por gozar…<br />

En muriendo se condena.<br />

¡A las Aguas muchachonas!<br />

Disfrazadas a bailar,<br />

que esto será de rajar,<br />

En estas fiestas privonas.<br />

Con que arreglar sus caconas,<br />

Mejor dicho el buen disfraz,<br />

Para con gusto eficaz,<br />

que gocen en la gallera,<br />

De Luis, de toda manera<br />

En unión y santa paz.<br />

Así memo.<br />

Las Aguas, 2 de febrero de 1896.<br />

Al público<br />

El 15 de los corrientes, gran festividad en La Vega<br />

en obsequio de su divina Patrona, Ntra. Sra. de La Antigua.<br />

Señores, vamos a ver<br />

Si el café y el cacaíto<br />

Y el resto del tabaquito<br />

Los llevamos a vender.<br />

Porque es preciso saber<br />

Que la fiesta muy ruidosa<br />

De la Antigua milagrosa,<br />

Patrona de los veganos,<br />

La tenemos en las manos<br />

Y será tamaña cosa.<br />

Y que debemos marchar<br />

Todo el mundo en gran tropel,<br />

Porque al Padre Adolfo Nouel<br />

Lo tenemos que ayudar.<br />

Porque él nos suele tratar<br />

A todos con distinción,<br />

JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II<br />

383


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Y nosotros con razón<br />

También debemos portarnos<br />

Con quien quiere Iglesia darnos<br />

Digna de esta población.<br />

Lo que es zoilo García<br />

Seguro que se derrite,<br />

Pues sin que nadie lo evite<br />

Tendrá en la fiesta un día.<br />

Calculen que esa María<br />

ha sido siempre su apoyo,<br />

que de plata un buen arroyo<br />

Le da con su protección<br />

Y que, en más de una ocasión,<br />

Le sacó los pies del hoyo.<br />

Y ese Fernández Laíto,<br />

Dimas Sánchez, Juan Ramón,<br />

Telésforo Calderón,<br />

Ya se menearán bonito,<br />

Pues si tienen su piquito<br />

Esos nenes referidos,<br />

Es que han sido protegidos<br />

Por la Antigua milagrosa,<br />

Y hoy harán tamaña cosa<br />

Porque son agradecidos.<br />

Lo mismo Marcos de Lora,<br />

Y el Meléndez don Manuel,<br />

Ya le harán un gran papel<br />

Del Cielo a la gran Señora.<br />

Porque ella es su bienhechora,<br />

que los protege a la carga,<br />

Y de ayudarlos se encarga<br />

En sus negocios por cierto,<br />

A trabajar con acierto<br />

Y ganarse plata larga.<br />

También el Robles Casiano<br />

Ya festejará a María,<br />

que con eso la Alcaldía<br />

Volverá a su digna mano.<br />

El Espaillat Emiliano<br />

Correrá por todos lados,<br />

Porque en estos días feriados<br />

Si no entra en alegría,<br />

384


Lo que es la Virgen María<br />

No les salva los pasmados. 49<br />

Y el Pablo Ramos también<br />

A la Antigua obsequiará,<br />

Pues según parece va<br />

En sus negocios muy bien.<br />

San Julián o Sen Julién<br />

que no se haga el mamalón<br />

Y saque en esta función<br />

Eso que tiene enterrado,<br />

que la Antigua se lo ha dado<br />

Mediante su protección.<br />

En el segundo aguacero<br />

Muchos más se mojarán,<br />

que en este viaje no van<br />

Por andar aun más ligero.<br />

En la Antigua sólo espero<br />

que salud me ha de dar<br />

Para poderlos mojar<br />

Aunque así le dé coraje<br />

A todo el que en este viaje<br />

Se me ha podido escapar.<br />

Santiago, agosto 6 de 1893.<br />

La graciosa mascarita<br />

A mis amigos Doctor Morillo y Emilio Almonte.<br />

Cuento un caso original<br />

Como así me lo han contado,<br />

De uno que fue disfrazado<br />

A un baile en el Carnaval,<br />

que se enamoró formal<br />

De una bella mascarita,<br />

Y a la que en seguida invita<br />

Para bailar una danza,<br />

Creyendo a toda confianza<br />

que sería alguna pollita.<br />

Tan pronto como empezó<br />

A bailar con su pareja,<br />

JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II<br />

49 Este buen señor, con la ayuda de N. S. de la Antigua ha salvado a una porción de personas<br />

atacadas del tétano o pasmo. Vamos a ver cómo se las averigua hoy con la Antigua su protectora.<br />

385


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Se le pegó de una oreja<br />

Y su amor le declaró!<br />

Por su madre le juró<br />

que si él la conseguía<br />

Para siempre la amaría<br />

Con todo su corazón,<br />

Y con poca dilación<br />

Con ella se casaría.<br />

La graciosa mascarita<br />

Temprano enseñó la oreja,<br />

De que era gallina vieja<br />

Y de espuela no chiquita;<br />

Porque sin decirle quita,<br />

Ni déjame el alma quieta,<br />

Amparada en la careta,<br />

que es la ruina del pudor,<br />

Le correspondió su amor<br />

Con fidelidad completa.<br />

La mascarita citada,<br />

Declaró a su tierno amante<br />

que sentía pero bastante<br />

Decirle que era casada;<br />

Y que estaba disfrazada<br />

Sin saberlo su marido,<br />

A quien dejó muy dormido,<br />

Por una copa de vino<br />

que le dio un médico chino<br />

¡Para dejarlo rendido!<br />

Los amantes continuaron<br />

Bailando lo más contentos,<br />

Y con miles juramentos<br />

Mutuo amor se profesaron;<br />

Y con disimulo entraron<br />

A una cámara secreta,<br />

Y con polvo de violeta<br />

que había en un tocador<br />

Se empolvaron lo mejor<br />

Sin quitarse la careta.<br />

Como por lo regular<br />

En esa clase de empresa<br />

Nunca falta buena mesa<br />

Dispuesta para cenar,<br />

386


Allí fueron a parar<br />

Aquellos enamorados;<br />

Pero cuando ya sentados<br />

A la mesa que se vieron,<br />

Y ambos se reconocieron,<br />

han caído desmayados.<br />

Pues la bella mascarita<br />

Vino a dar por resultado,<br />

Ser la madre de su amado<br />

Por su desgracia maldita.<br />

Con un revólver marmita<br />

El hijo se suicidó,<br />

Y ella también rodó<br />

Por el suelo sin aliento,<br />

Pues de pena y sentimiento<br />

Muertecita allí quedó.<br />

Si la cosa fue pesada<br />

Para hijo y para madre,<br />

No fue tanto para el padre,<br />

Porque nunca supo nada<br />

De su suerte desgraciada,<br />

Y de ese caso tremendo,<br />

Porque ya están diciendo<br />

que por la copa de vino<br />

que le dio el médico chino<br />

Todavía está durmiendo.<br />

Santiago, 12 de febrero de 1907.<br />

En la Sección de La Zanja<br />

y al lado del buen señor Pedro Díaz, se encuentra<br />

el establecimiento de tienda y pulpería del buen amigo<br />

Fofín Pichardo, joven buenmozo, enamorado, guapo<br />

y con mucha plata. Según Juan A. Alix.<br />

Y eso mismo canta un bardo:<br />

que al lado de Pedro Día,<br />

Buena tienda y pulpería<br />

Tiene allí Fofín Pichardo.<br />

Y que, un surtido gallardo<br />

hay también de miles cosas,<br />

Como purcianas preciosas,<br />

Linoces y muselinas,<br />

Percales y percalinas,<br />

Y otras telas muy famosas.<br />

JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II<br />

387


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Las telas para colchón,<br />

Forros de catres y hamaca,<br />

Parecen cueros de vaca<br />

Por lo fuerte que ellas son.<br />

El amarillo algodón,<br />

El cotín y buen listado,<br />

El fuerte diablo afamado,<br />

Y muchos driles famosos.<br />

De colores muy preciosos<br />

que a Fofín le han llegado.<br />

También para caballeros<br />

Excelentes panamaces,<br />

Calzados, buenos fulaces,<br />

Panza de burro sombreros.<br />

Casimires piqueteros<br />

Y muy buena imitación,<br />

Calzoncillos de algodón<br />

Y las mejores camisas,<br />

Las hay bordadas y lisas<br />

Y muy bonitas que son.<br />

Con Fofín encontrarán<br />

La más buena cotonía,<br />

Como en parte hoy en día<br />

iguales no la hallarán.<br />

Chancletas de cordobán,<br />

De toda clase pañuelos,<br />

Para camisas gemelos,<br />

Buenas mantas de algodón,<br />

Buen hilo de carretón<br />

Y de bollito sin pelos.<br />

Falso batista a escoger,<br />

Blanco y de otros colores,<br />

Y medias muy superiores<br />

Para hombres y mujer.<br />

Agujetas de tejer,<br />

Camisillas de algodón,<br />

De mil colores albión,<br />

Frente de hilo camisas,<br />

De algodón y lana, frisas,<br />

Salpurias y candelón.<br />

Y tocante a pulpería<br />

Casi no hay que preguntar,<br />

388


Porque allí se ha de encontrar<br />

De todo, que no hay tutía.<br />

Allí hay en demasía<br />

Las más frescas provisiones,<br />

Como harina, arroz, jamones,<br />

Arenques, petisalé,<br />

Bacalao, sal, café,<br />

Mantequilla y salchichones.<br />

Sardinas de chupe usté<br />

Manteca y famosos vinos,<br />

Fideos gordos y entrefinos<br />

Y buen aceite francé.<br />

Azúcar también se ve<br />

Y buena loza de venta,<br />

Malagueta, anís, pimienta,<br />

Nuez moscada, ajo, canela,<br />

Cebolla, clavos y vela<br />

Y algo más que no se mienta.<br />

Buen ron, anís, aguardiente,<br />

Cerveza de la mejor,<br />

Y para damas, licor<br />

Como ginebra excelente.<br />

Amargo bueno igualmente,<br />

Machetes de trabajar,<br />

Buenos clavos de entinglar<br />

Cuchillos, hachas, azadas,<br />

De Colín muy afamadas<br />

Y de otras cosas, la mar!<br />

Y Fofín hace saber<br />

que compra frutos al contado,<br />

Bien medido o bien pesado<br />

Lo que lleven a vender.<br />

Porque allí es un placer<br />

Vender por peso y medida,<br />

Y comprar cuanto se pida,<br />

Pues allí, claro se ve,<br />

que hay conciencia y buena fe<br />

Y honradez la más cumplida.<br />

Fofín es un comerciante<br />

que se empeña en agradar,<br />

Y en su casa acotejar<br />

Con cariño a su marchante.<br />

JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II<br />

389


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Y con honradez bastante<br />

Su deber sabe cumplir,<br />

que no hay quien pueda decir<br />

que vende bueno y barato,<br />

Y después se vuelve gato<br />

Con la vara de medir.<br />

Como hacen algunos pájaros que suelen haber por estos lugares, que si fían,<br />

apuntan con tenedores; y si venden al contado, nunca miden el lienzo con legalidad;<br />

por eso, el que le compre a esos pájaros, lleve lo que compre a medirlo por la vara<br />

de Fofín que es completa; y a que no le sale la cuenta. Lo mejor de todo es comprarle<br />

a Fofín, por eso de que a lo tuyo con razón o sin ella.<br />

Tiene razón JUAN A. ALIX.<br />

Santiago, abril 16 de 1903.<br />

La vanguardia<br />

Es el nombre de cuatro bailes de disfraz para el Carnaval en los días 9, 10, 11 y 12 del mes de febrero,<br />

y en el vastísimo y lujosísimo salón del casino de Laíto Guerrero, frente al Parque Central.<br />

Empresarios: Laíto Guerrero y Enrique Méndez.<br />

Compae esos bailes serán la tusa de todos los bailes del Carnaval.<br />

Vamos, pueblo santiaguero,<br />

A gozar lo más bonito<br />

En el salón de Laíto,<br />

El salón más piquetero.<br />

Como lujo, es el primero,<br />

Y de más capacidad;<br />

Como es también verdad<br />

que es el mejor adornado,<br />

Y el más bien iluminado<br />

que existe en esta ciudad.<br />

La Empresa pretende dar<br />

Cuatro bailes regulares<br />

De personas singulares<br />

que se dan a respetar;<br />

Pues la casa ni el lugar,<br />

Jamás pueden consentir<br />

que gente de mal vivir<br />

Y de poca estimación<br />

En tan decente salón<br />

Se vayan a divertir.<br />

La máscara que no está<br />

Invitada legalmente,<br />

La empresa por consiguiente<br />

La entrada le negará;<br />

390


Al efecto allí estará<br />

Nombrada una comisión<br />

Para que sin distinción<br />

La que entrare disfrazada<br />

Sin haber sido invitada,<br />

Arrojarla del salón.<br />

Como no consentirán<br />

A las pájaras aquellas,<br />

Cargadoras de botellas,<br />

No se vistan que no van.<br />

Ni menos admitirán<br />

Tantos niños majaderos<br />

que en bailes son los primeros<br />

En empuñar los asientos<br />

Causándoles sufrimientos<br />

A damas y caballeros.<br />

La empresa tiene conciencia<br />

que en los bailes que dará<br />

Complacida dejará<br />

A toda la concurrencia.<br />

Orden y mucha decencia,<br />

Escogidas mascaritas,<br />

Señoras y señoritas<br />

que si no son del arito,<br />

El gran salón de Laíto<br />

Se lo merecen toditas.<br />

Laíto y Enrique están<br />

Resueltos y decididos,<br />

A no entregar pedidos<br />

De cuenta de voyován;<br />

Si no aflojan el tin tán,<br />

Esos picos de alcatraz,<br />

Como no les queda más<br />

que pasar a retaguardia,<br />

Le dirán en la Vanguardia<br />

“No te vistas que no vas”.<br />

Como es cosa muy sabida<br />

que en el billar de Laíto<br />

El surtido más bonito,<br />

Nunca falta de bebida,<br />

Buenos lotes de comida<br />

Y confituría muy fina;<br />

JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II<br />

391


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Por eso que se adivina<br />

que en esos bailes famosos,<br />

que preparan tan lujosos,<br />

Cómo estará esa cantina!<br />

Si de música se trata,<br />

Se puede hacer una apuesta,<br />

que una gran famosa orquesta<br />

Ya vendrá de Puerto Plata,<br />

que aseguran que es muy grata<br />

Y unas danzas exquisitas,<br />

Todas nuevas y bonitas,<br />

Y así de cucamancola<br />

Para la Vanguardia sola,<br />

Y entusiastas mascaritas<br />

El que no asista a los bailes de “La Vanguardia” en el muy espacioso salón<br />

del casino de Laíto, se la ñaña, porque no gozará de lo mejor que habrá en el Carnaval.<br />

Lo digo yo: JUAN A. ALIX.<br />

Santiago, 21 de enero, 1907.<br />

Al honorable Ayuntamiento<br />

Señoi Don Ayuntamiento,<br />

Le mandó a dicí ei reló<br />

que lo jaga de poi Dió<br />

De alibiaile su toimento. 50<br />

que ei pueblo no ta contento<br />

Con uté ni con su mando,<br />

Poique ya lo ta mirando<br />

que todo e un miterio,<br />

Teneilo en un cautiberio<br />

En be de tai funcionando.<br />

Le mandó a dicí también<br />

que si tiene un chin de honoi,<br />

que le jaga ese favoi<br />

De no beilo con dedén.<br />

que en este pueblo no hay quién<br />

Deje hoy de muimurai<br />

que no lo quien colocai<br />

En su beidadero pueto.<br />

Poique… jun! dejemo eto…<br />

que ma bale ata callai…<br />

50 Un reloj público que regaló el Gral. Lilís a Santiago de los Caballeros, hace dos años<br />

que lo tienen arrumbado en un cuarto y no hay manera de que el Ayuntamiento lo coloque<br />

en el lugar que le corresponde.<br />

392


Y que le mande su cuaito<br />

que ganó en su lotería 51<br />

que ei no entra en felusofía<br />

Sino que aflojen aisaito;<br />

que de tai preso ta jaito<br />

En ese cuaito metío,<br />

Y que lo que ha recogío<br />

En un poición de saiteo<br />

Que lo aflojen, que eso e feo<br />

En ei no habeilo embeitío.<br />

Y que el Presidente heró<br />

Lo mandó a esta ciudá<br />

Para tai en libeitá<br />

Pero como preso no.<br />

Y quei ta rogando a Dió<br />

que uté deje pronto ei mando,<br />

Poique ya lo ta mirando<br />

Señoi don Ayuntamiento<br />

que uté no tiene ei intento<br />

De hacei que te funcionando. 52<br />

El pleito de Pontezuela<br />

Ocurrido en dicho lugar en la noche del día de Santa Rosa.<br />

El día de Santa Rosa<br />

Gran pleito en la Pontezuela,<br />

Dos muertos y dos heridos<br />

quedaron en la refriega.<br />

En casa de un tal Silverio<br />

hubo una gran diversión,<br />

La que fue sin dilación<br />

Convertida en cementerio.<br />

Pues ya se dice de serio<br />

que por una simple cosa,<br />

En esa fiesta azarosa<br />

quedaron allí tendidos<br />

Dos muertos y dos heridos<br />

En el día de Santa Rosa.<br />

JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II<br />

51 El Ayuntamiento estableció una lotería con el fin de montar el reloj y después de apercibir<br />

como dos mil pesos o más, lo invirtió en otras cosas contrariando las leyes del Ayuntamiento.<br />

52 Por estas décimas condenó a Juan Antonio Alix, el Tribunal correccional de Santiago<br />

de los Caballeros a $8.00 de multa y cinco días de prisión.<br />

393


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Todo fue por cuatro reales<br />

De juego en una partida,<br />

que allí se quitó la vida<br />

Aquel par de irracionales.<br />

Y más de cien criminales<br />

Al ver el apaga vela,<br />

Se prendieron en candela<br />

Con los revólver, to, to, to!…<br />

Y la fiesta se volvió<br />

Gran pleito en la Pontezuela.<br />

También hay que declarar<br />

que en medio del tiroteo,<br />

hubo grito y pataleo<br />

De mujeres con el mar;<br />

Y caballos relinchar<br />

Se oían, despavoridos,<br />

Y de perros los aullidos,<br />

Las gallinas cacareando,<br />

Y las familias gritando<br />

Dos muertos y dos heridos.<br />

Y los dos que perecieron<br />

Por un castigo de Dios,<br />

José Rodríguez, los dos<br />

El mismo nombre tuvieron.<br />

Y José los que salieron<br />

heridos en esa brega;<br />

Así es que nadie niega<br />

Lo que muy claro se ve,<br />

De que allí cuatro José<br />

quedaron en la refriega.<br />

Muertos:<br />

José Rodríguez Rosario,<br />

José Rodríguez Rosario.<br />

(Primos hermanos y amigos).<br />

Heridos:<br />

José Fernández,<br />

José Eugenio Blanco.<br />

Aprieta, Colasa! qué tal?<br />

Santiago, 4 de setiembre de 1901.<br />

394


Revolución en Haití<br />

Los generales Leconte y Juan Gil a la cabeza del movimiento revolucionario<br />

en la parte Norte de la República; pronunciamiento de Cabo Haitiano,<br />

Fort Liberté, Juanaméndez y otros pueblos del Norte.<br />

A los Gobernadores de Puerto Plata y Montecristi, por lo demás así diremos:<br />

Damos hoy conocimiento<br />

que ya los Jefes Leconte<br />

Y Juan Gil se han ido al monte<br />

Donde han puesto en movimiento<br />

A todo el departamento<br />

Del Norte, donde campea<br />

Esa gente que pelea<br />

Por derrocar a Simón<br />

Del mando de la Nación<br />

Y empuñar la jicotea.<br />

Pero también no hay quien<br />

Asegure si Leconte<br />

Y Juan Gil se han ido al Monte<br />

Por su cuenta o de Fermén,<br />

Porque todo el pueblo haicién<br />

A Fermén es que desea<br />

Y por él es que pelea,<br />

Lo que hace suponer<br />

que Fermén ha de coger<br />

Sin duda la jicotea.<br />

Cojeró si siembro! (Cojerá si siembra; refrán dominicano).<br />

La jicoté apartien a Leconte é Jean Gil qui se tiró nan gló pu cojelo.<br />

Musié Fermén apé promené a l’etranger li pa cone<br />

sa qui pasé nan Buá d’Haití.<br />

Non comper, musié Fermén<br />

Cet un hom de gran talan<br />

E ñon des plis savan<br />

Orguei di Peple haicién,<br />

honorable citoayen<br />

E patriot bien estimé,<br />

Tré habil pur guverné<br />

A la Republique d’Haití<br />

E pur le bien di peí<br />

Il prandrá la jicoté.<br />

Vive Fermén!<br />

Fermén cé ñon bon garson<br />

E tré bon acreditá<br />

JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II<br />

395


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Come le premié candidá<br />

Pur comandé la Nación.<br />

La general opinión<br />

A Fermén cé qui jemé<br />

E com li bien relacioné<br />

Du mond nan tu le peí,<br />

Dan la Republique d’Haití<br />

Cojeró la jicoté.<br />

Vive Fermén!<br />

An eto guerro civil<br />

A la fen sa viendrá,<br />

Ca Fermén sucederá<br />

Lo que a Jimeno con Gil,<br />

La que coja la fusil<br />

E se tiró nan difé<br />

Ni tan boba ella seré,<br />

Pur su vido comprometo<br />

Pa qui vengo otre soqueto<br />

A empuñá la jicoté.<br />

Vive Leconte et Jean Gil.<br />

Camarad Antuén Simón<br />

Tamprí, camarad, tamprí!<br />

Chef Leconte ape viní<br />

Pu meté ú nan prison<br />

E avec ñon gran divison<br />

Parfecteman equipe<br />

Chef Jean Gil duéta rivé<br />

De Leconte an compañí<br />

Et ben, si pá vlé murí<br />

Largué vit la jicoté.<br />

Vive Fermén et Jean Gil.<br />

LE DECIMER DU YAQUE.<br />

Fevrier 13 de 1911.<br />

La Purísima Concepción<br />

A la distinguida Señora Doña Elisa Rancier de Pérez,<br />

y demás iniciadoras de la fiesta que se prepara el día 8 de los corrientes<br />

a la Purísima Concepción de María.<br />

El día de la Concepción,<br />

que es el ocho del corriente,<br />

Se avisa a todo creyente<br />

que habrá una grande función;<br />

396


Como en esta población<br />

Se usaba en la antigüedad<br />

que una piadosa hermandad<br />

Festejaba el grande día,<br />

De la muy pura María<br />

Con toda solemnidad.<br />

Y como la tradición<br />

Refiere que, en San Antonio,<br />

Era enantes patrimonio<br />

Celebrar la Concepción,<br />

Por esa misma razón<br />

Se prepara el vecindario<br />

Con júbilo extraordinario<br />

A solemnizar el día,<br />

De la Divina María<br />

En ese mismo Santuario.<br />

La distinguida Señora<br />

que es doña Elisa Rancié,<br />

De la fiesta así diré<br />

que es la principal autora,<br />

Y también la iniciadora<br />

De que en tan glorioso día,<br />

Reviva la cofradía<br />

De la invicta Concepción,<br />

Como en esta población<br />

En otro tiempo existía.<br />

Para esa función sagrada<br />

Se invita a todo vecino,<br />

Sea del pueblo o campesino<br />

Pues será bien celebrada<br />

Con una alegre alborada,<br />

Música, tambores, dianas,<br />

Las cornetas y campanas<br />

Y al son de los atabales,<br />

Los fuegos artificiales,<br />

Y algunas calles galanas. 53<br />

La víspera de la fiesta<br />

En San Antonio, igualmente,<br />

habrá una salve excelente<br />

Como ya está propuesta;<br />

53 Las del barrio de San Antonio.<br />

JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II<br />

397


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

Una magnífica orquesta,<br />

Candeladas y fanales,<br />

Los fuegos artificiales<br />

Lucirán en el festín,<br />

Y de dicha salve en fin<br />

Romperán los atabales.<br />

El día de la Concepción<br />

El acto será bonito<br />

Con gran misa y pan bendito<br />

Y un magnífico sermón.<br />

Y los fieles con razón,<br />

Con fervor y alegría,<br />

Asistirán ese día<br />

Para dejar complacida<br />

A la por siempre lucida,<br />

La Purísima María.<br />

La cofradía de la Concepción dejó de existir por causa<br />

del terrible terremoto del año 42, por cuya razón pretenden ahora levantar<br />

el espíritu de los fieles y revivir dicha cofradía.<br />

El 23 del corriente<br />

Se empieza en Jánico la fiesta de Nuestra Señora de las Mercedes,<br />

patrona de ese lugar; y el 24 pertenecerá al pueblo, cuyos encargados<br />

serán Victoriano Pérez hijo, Daniel Báez y Daniel Pichardo.<br />

Señores, hago saber,<br />

Por medio de estas canciones,<br />

Las grandes preparaciones<br />

que Jánico suele hacer<br />

Para mejor complacer<br />

En esa bendita zona,<br />

A la divina Patrona,<br />

Las Mercedes bendecida,<br />

que no desampara en vida<br />

Ni en muerte nunca abandona.<br />

El Presbítero Ramón<br />

Antonio Pérez, sabemos,<br />

que al frente allí lo tenemos<br />

En esta celebración.<br />

Pues con mucha antelación<br />

La Iglesia hizo pintar,<br />

Y todo bien adornar<br />

Para que sea más lucida,<br />

398


La fiesta a la bendecida<br />

Patrona de aquel lugar.<br />

Daniel Báez, Comandante<br />

O Jefe allí Comunal,<br />

Se empeña lo más formal<br />

En quedar lo más triunfante;<br />

Pues con gente allí bastante<br />

De a pie y caballería<br />

Y salvas de artillería,<br />

Recibirá lo mejor<br />

A Mon el Gobernador,<br />

que irá el veintiocho día.<br />

El Pichardo Danielito,<br />

Como Alcalde del lugar,<br />

que se afana sin cesar<br />

Por el bien del pueblecito;<br />

Un discurso muy bonito<br />

Tiene ya en preparación,<br />

Para cuando llegue Mon<br />

Pronunciarlo en su presencia,<br />

Con tan lucida elocuencia<br />

que causará admiración.<br />

Dicen que Pancho de Luna<br />

Echará en esta jarana<br />

La casa por la ventana<br />

Sin dificultad ninguna.<br />

Cambiaso, sin duda alguna,<br />

En chispa se meterá,<br />

Y más hoy como él está<br />

Dizque, medio regordón,<br />

Por eso con más razón<br />

Atrás no se quedará.<br />

Dicen que el Cura Ramón<br />

ha invertido buenos reales<br />

En fuegos artificiales<br />

que habrá con profusión.<br />

Y en esta celebración<br />

habrá una famosa orquesta,<br />

Pues según está propuesta<br />

De Santiago ha de pasar<br />

Para más solemnizar<br />

Esa referida fiesta.<br />

JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II<br />

399


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

Y según parte oficial<br />

Del Alcalde Danielito,<br />

quedará lo más bonito<br />

Ese bello festival,<br />

Pues todos en general<br />

Entusiasmados están,<br />

Y se alistan con afán<br />

Para todos bien quedar,<br />

Y complacidos dejar<br />

A los que allí pasarán.<br />

También nos dice Daniel<br />

Con un empeño tenaz,<br />

que habrá bailes de disfraz<br />

Y que el empresario es él.<br />

Así es, que un gran papel<br />

En todo hará Danielito,<br />

Y quedará lucidito,<br />

Porque el muchacho promete;<br />

Pero cuando el pico mete<br />

Pone a cualquiera blandito.<br />

Y que varios curas van<br />

A la fiesta, según creo,<br />

Pues van el Padre Eliseo,<br />

Lamarche y Manuel Román,<br />

Y algunos predicarán<br />

En esa fiesta bendita,<br />

Y para más exquisita<br />

Misa habrá de revestido,<br />

Según así he sabido<br />

Por mi vecina Julita.<br />

En fin, el Padre Ramón<br />

Y el Jefe allí Comunal,<br />

Al público en general<br />

Les pasan invitación,<br />

Y a todos, sin distinción,<br />

Les suplican asistir<br />

Para poderle pedir<br />

A las Mercedas piadosa,<br />

que una vida más dichosa<br />

Nos ayude a conseguir.<br />

Y allá nos veremos, les dice también su amigo y servidor,<br />

JUAN A. ALIX.<br />

Santiago, septiembre 19 de 1900.<br />

400


Diálogo entre la Paz y la Guerra<br />

Tuvieron grande cuestión<br />

La Paz y la Guerra un día.<br />

La Guerra a la Paz decía:<br />

Ya verás mi condición,<br />

La Guerra:<br />

Aunque me nombran por Guerra<br />

Yo me llamo destructora,<br />

Pues destruyo en una hora<br />

Todo lo que hay en la tierra.<br />

Lo malo todo se encierra<br />

En mi pecho de tal suerte<br />

que la sangre que se vierte<br />

Para mí es de gran contento;<br />

Sangre humana es mi alimento<br />

Y mi placer es la muerte.<br />

La Paz:<br />

Dijo al hombre Jesucristo:<br />

“La Paz con vosotros sea”.<br />

Todo el mundo me desea<br />

Porque desgracias evito.<br />

La tierra donde yo habito<br />

Se ve siempre florecida;<br />

En mi reino no hay cabida<br />

Para grillos ni prisiones,<br />

Patíbulos ni expulsiones,<br />

Y mi placer es dar vida.<br />

La Guerra:<br />

Cuando estoy en mi elemento<br />

El comercio no figura,<br />

Se acaba la agricultura<br />

Y la miseria la aumento.<br />

El hombre su pensamiento<br />

Lo tiene en la carabina,<br />

Roba, incendia y asesina;<br />

Y el hijo quito a la madre<br />

Y al hijo le quito al padre<br />

Y de todos soy la ruina.<br />

La Paz:<br />

El Presidente González<br />

Me ha traído a este país<br />

Para hacerlo más feliz<br />

Y remediar tantos males.<br />

JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II<br />

401


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

Ya se acabarán los vales<br />

Y así acabará la cosa,<br />

La Patria será dichosa,<br />

Y el hombre trabajará<br />

Y buen fruto cogerá<br />

con sus hijos y su esposa.<br />

La Guerra:<br />

En mi reino no hay bonanza,<br />

Todo es pesar y aflicciones,<br />

hago yo formar cantones<br />

Para acabar con la crianza.<br />

La cosecha y la labranza<br />

Por mí pierde el habitante,<br />

También pierde el comerciante<br />

El crédito y capital,<br />

Y si todo marcha mal<br />

De todo soy la causante.<br />

La Paz:<br />

Yo soy la prenda preciosa<br />

que esta Patria ha de guardar,<br />

Pues doy tiempo a trabajar<br />

Y sin mí nada se goza;<br />

Del progreso soy la diosa<br />

Y de todos preferida,<br />

Al comercio le doy vida<br />

Y trabajo al jornalero,<br />

Y haré todo cuanto quiero<br />

Si no soy interrumpida.<br />

La Guerra:<br />

Yo soy la madre del vicio<br />

Y del crimen la Patrona,<br />

Todo por mí se abandona<br />

Pues el hombre pierde el juicio.<br />

El artesano su oficio<br />

Lo deja por el cantón,<br />

Pierde el niño su instrucción,<br />

Pierde la hacienda en seguida,<br />

Y al fin se pierde la vida<br />

Siempre que hay revolución.<br />

La Paz:<br />

huye, guerra, de este suelo,<br />

El poder está en mis manos,<br />

402


Ya son los dominicanos<br />

Perdonados por el Cielo!<br />

he venido a dar consuelo<br />

Por la Providencia enviada,<br />

Y que tú seas desterrada<br />

Por mí que me llamo Paz<br />

Y que no vuelvas jamás<br />

A esta Patria desgraciada.<br />

La Guerra:<br />

Adiós Paz, ya me retiro,<br />

Para nunca más volver.<br />

hoy te dejo en el poder<br />

Con el baecista y triunviro;<br />

que no se dispare un tiro,<br />

que no haya revolución,<br />

Vivan todos en unión,<br />

Ved que sois dominicanos<br />

Y como buenos hermanos<br />

Decid: viva la fusión!<br />

(1875)<br />

Inauguración del Ferrocarril Central<br />

Al Ciudadano General Don Teófilo Cordero y Bidó,<br />

Ministro de Fomento y Obras Públicas.<br />

Con toda seguridad<br />

Damos hoy conocimiento,<br />

que el Ministro de Fomento<br />

ha llegado a esta Ciudad.<br />

Y que viene en realidad<br />

Según la voz general,<br />

Con carácter oficial.<br />

Y como de Santiago hijo,<br />

A tratar del regocijo<br />

Del Ferrocarril Central.<br />

¿Conque ha llegado don Telo?<br />

Anjá! miren qué bueno!<br />

Eso dice el pueblo lleno<br />

De regocijo y consuelo;<br />

Y no porque en este suelo<br />

Falten pues autoridades<br />

Y una porción de entidades<br />

que en todo muy listos andan;<br />

JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II<br />

403


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

Pero donde muchos mandan<br />

Siempre hay dificultades.<br />

Como hasta ahora programa<br />

No se ha visto de la fiesta,<br />

Ya con don Telo en ésta<br />

Verá como se proclama;<br />

Y el público lo reclama<br />

Para noticia tener,<br />

De lo que intentan hacer<br />

En esta festividad,<br />

Pues con toda seguridad<br />

que no hay quien pueda saber.<br />

Pero el pueblo santiagués<br />

Con programa o sin programa,<br />

En esta fiesta de fama<br />

Se portará como es,<br />

Atento siempre, y cortés<br />

Como en él es natural;<br />

Y así debe cada cual<br />

No ver esto con desdén,<br />

Sino portarse muy bien<br />

Todo el mundo en general.<br />

El Gran Pacificador<br />

Y el Ministro de Fomento,<br />

Tomarían a sentimiento<br />

Y a un desagrado mayor,<br />

Si Santiago con fervor<br />

Y bastante animación,<br />

No celebra esta función<br />

Como lo merece tal,<br />

El Ferrocarril Central<br />

que honra a esta población.<br />

Y esos Jefes Gobernantes<br />

que tantísimo han luchado,<br />

Por dar a este pueblo amado<br />

Y a todos sus habitantes,<br />

Caminos tan importantes<br />

Para poder transportar,<br />

A las orillas del mar<br />

Sus frutos del interior,<br />

Sería la infamia mayor<br />

No saberlos agradar.<br />

404


Por eso es necesario<br />

que todo el mundo se afane,<br />

Y cada cual engalane<br />

Lo mejor su vecindario;<br />

Y este pueblo hospitalario<br />

hará esfuerzos verdaderos,<br />

Para que los forasteros<br />

Después de estas diversiones,<br />

Lleven buenas impresiones,<br />

De todos los Santiagueros.<br />

El que no se porte bien, se moja! Lo digo yo,<br />

JUAN ANTº. ALIX.<br />

Santiago, 7 de agosto de 1897.<br />

JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II<br />

405


N O. 19<br />

SALOMÉ UREñA<br />

DE hENRÍqUEz<br />

POESÍAS ESCOGIDAS


Salomé Ureña de Henríquez<br />

(Noticia biográfica) 1<br />

Salomé Ureña de henríquez nació en Santo Domingo, capital de la República Dominicana,<br />

el 21 de octubre de 1850. Sus padres: Nicolás Ureña de Mendoza (1822-1875) y Gregoria<br />

Díaz y León (1819-1914). Nunca salió de su país. Durante su infancia no asistió a otras escuelas<br />

que las de primeras letras, únicas abiertas entonces a las mujeres; pero su padre, poeta<br />

discreto y abogado de buena reputación, que ocupó puestos de senador y de magistrado, le<br />

dio la mejor educación literaria que allí podía alcanzarse en aquellos años: fundamento de<br />

ella fue la lectura de los clásicos castellanos.<br />

Nunca escribió mucho. Comenzó a componer versos a los quince años; a los diez y siete<br />

comenzó a publicarlos bajo el seudónimo de herminia; desde 1874 los publica siempre con<br />

su firma. Ya para entonces llamaban la atención en Santo Domingo, y aun en países vecinos,<br />

las composiciones patrióticas en que predicaba paz y progreso. Paz y progreso fueron sus<br />

temas desde 1873 hasta 1880; y la constancia de su prédica le conquistó la admiración y<br />

afecto de aquel pueblo que, vegetando en pobre vida patriarcal interrumpida por desastrosas<br />

guerras civiles, había luchado desesperadamente durante ochenta años por conservar su<br />

carácter de pueblo de lengua castellana y de civilización española, y aspiraba, fortalecido<br />

por los recuerdos de su ilustre pasado colonial, a existir nuevamente como factor de cultura<br />

en América. La preocupación patriótica llegó a sobreponerse a toda otra idea en el espíritu<br />

de la joven poetisa: la literatura fue para ella consideración secundaria junto al deseo de<br />

hacer llegar su prédica a la conciencia de toda la nación. Servir fue para ella, como para el<br />

poeta griego, la aspiración única. El país premió su devoción dedicándole como homenaje,<br />

en 1878, una medalla costeada por suscripción popular. 2<br />

Durante los años de 1878 y 1879 se dedicó a completar metódicamente su cultura científica<br />

y literaria, bajo la dirección de Francisco henríquez y Carvajal. Con él contrajo matrimonio<br />

el 11 de febrero de 1880.<br />

En 1881 sus esperanzas patrióticas sufren grave decepción: el gobierno de Meriño, de<br />

cuyas singulares dotes de inteligencia y de cultura se esperaba mucho, fracasa moralmente<br />

al creerse obligado a medidas de fuerza para mantenerse en el poder; el fracaso era augurio<br />

de nuevas tiranías… La poetisa escribe Sombras, y, sin proponérselo, desde entonces compone<br />

y publica versos raras veces.<br />

Entretanto había llegado a la República el pensador antillano Eugenio María hostos, y<br />

se le había encomendado la organización de la Escuela Normal en la ciudad de Santo Domingo<br />

(1880): Francisco henríquez y Carvajal, fue uno de sus colaboradores más activos.<br />

Salomé Ureña, que acababa de decir adiós a sus ilusiones juveniles de poetisa patriótica,<br />

1Esta noticia biográfica de Salomé Ureña fue escrita por su ilustre hijo Pedro Henríquez Ureña, para la edición<br />

de 1920 de las <strong>Poesía</strong>s de la egregia poetisa. Apareció sin firma, por delicadeza del autor, ya que se trataba de su progenitora:<br />

de ahí su sobriedad y la ausencia del entusiasmo ditirámbico que ella siempre despertara por lo que fue y<br />

lo que significó en la sociedad –en las letras y la civilidad– de su época. (Los Editores).<br />

2Fue un contagio sublime! Muchedumbre<br />

de almas adolescentes la seguía<br />

al viaje inaccesible de la cumbre<br />

que su palabra ardiente prometía…<br />

Gastón F. Deligne. ¡Muerta!<br />

409


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

emprende ahora nueva labor constructora: se convierte en educadora de la mujer, y funda,<br />

en noviembre de 1881, el Instituto de Señoritas, primer plantel femenino de enseñanza superior<br />

que ha existido en el país. En medio de dificultades, como plantel particular en que<br />

las alumnas pagaban muy poco o no pagaban, el Instituto vivió doce años (hasta diciembre<br />

de 1893): las alumnas que de él salieron han difundido la instrucción de la mujer en el sur<br />

de la República Dominicana.<br />

Como magno acontecimiento se saludó, en abril de 1887, la investidura de las seis primeras<br />

maestras: Leonor Feltz, Luisa Ozema Pellerano, Ana Josefa Puello, Mercedes Laura<br />

Aguiar, Altagracia henríquez Perdomo, Catalina Pou. Para aquella ocasión Salomé Ureña<br />

de henríquez rompió su silencio y escribió la historia de sus aspiraciones y de sus esfuerzos<br />

en Mi ofrenda a la Patria:<br />

¡hace ya tanto tiempo! Silenciosa,<br />

si indiferente no, Patria bendita,<br />

yo he seguido la lucha fatigosa<br />

con que llevas de bien tu ansia infinita…<br />

Te miro en el comienzo del camino,<br />

clavada siempre allí la inmóvil planta…<br />

De su matrimonio tuvo cuatro hijos: Francisco, Pedro, Max y Camila. A su hogar dedicó<br />

la mayor parte de las poesías que compuso desde 1881 hasta su muerte, y que a menudo<br />

dejaba inéditas largo tiempo. Fuera de esas composiciones, y de Mi ofrenda a la Patria, sólo<br />

escribió otras ocho.<br />

Minada su salud por el trabajo cuando se decidió a cerrar el Instituto de Señoritas, no<br />

logró recobrarla; vivió tres años más, y murió en su ciudad natal el 6 de marzo de 1897.<br />

Su muerte fue duelo de todo el país. Está enterrada en el templo de Las Mercedes, en cuyo<br />

convento ejerció el maestro Tirso de Molina.<br />

<br />

No se incluyen en la presente edición todas las producciones de Salomé Ureña de<br />

henríquez; se han omitido poco más de veinte composiciones, escritas en su mayor parte<br />

durante la primera juventud, y el poema Anacaona, escrito en 1879. Se han omitido también<br />

los trabajos en prosa (discursos y cartas), que se procurará reunir en pequeños volúmenes<br />

más adelante. 3<br />

3 Las poesías de Salomé Ureña se publicaban generalmente en periódicos de Santo Domingo y a veces, por<br />

excepción, aparecían por primera vez en Cuba. La antología de José Castellanos, Lira de Quisqueya (Santo Domingo,<br />

1874), recogió unas diez composiciones suyas. De su obra poética ya contamos con cuatro ediciones: las <strong>Poesía</strong>s, de<br />

1880, edición de la Sociedad Amigos del País, con Prólogo de Meriño, y una biografía escrita por José Lamarche; la<br />

edición de 1920, de Madrid, con la presente noticia biográfica escrita por Pedro Henríquez Ureña; las <strong>Poesía</strong>s completas,<br />

de 1950, edición conmemorativa del Centenario de su nacimiento, con una breve Advertencia del poeta Manuel E.<br />

Suncar Chevalier y un bello Prólogo –el más cabal estudio de la poesía de Salomé Ureña– por el Dr. Joaquín Balaguer.<br />

La edición de 1950 es semejante, en cuanto a las poesías recogidas, a la del 1880; y la presente es semejante a la de<br />

1920. En una obra de próxima publicación, de Emilio Rodríguez Demorizi, El Instituto de Salomé Ureña (Para la historia<br />

de la espiritualidad dominicana), se incluyen diversos escritos de Salomé Ureña, prosa y verso, y, además de algunos<br />

documentos, escritos literarios, también en prosa y en verso, consagrados a la insigne Educadora.<br />

En el opúsculo de Silveria R. de Rodríguez Demorizi, Salomé Ureña de Henríquez, Buenos Aires, 1944, figura una<br />

bibliografía acerca de la celebrada poetisa. (Los Editores).<br />

410


SALOMÉ UREñA DE hENRÍqUEz | POESÍAS ESCOGIDAS<br />

El texto de las poesías ha sido objeto de especial atención. Las ligeras modificaciones<br />

que en él se adviertan comparándolo con el que generalmente se conoce fueron indicadas<br />

por la autora durante los últimos años de su vida o están autorizadas por la existencia de<br />

dos versiones de una composición: por ejemplo, A los dominicanos y A la Patria, en que ha<br />

parecido adecuado restaurar frases expresivas que se encuentran en las versiones de 1874,<br />

corregidas en 1880. Sólo en dos o tres casos, en que el texto parecía estragado en la trasmisión,<br />

se han introducido retoques, con la esperanza de acercarse a lo que realmente haya<br />

escrito la autora.<br />

411<br />

Pedro henríquez Ureña.


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

<strong>Poesía</strong>s escogidas<br />

Recuerdos a un proscrito<br />

Al Sr. D. Alejandro Román.<br />

¡Oh Patria, voz divina, sublime y dulce nombre,<br />

a cuyo acento el alma palpita de emoción;<br />

palabra sacrosanta que encierras para el hombre<br />

cuanto hay aquí en el mundo de grato al corazón!<br />

Tú guardas de mi infancia las risas hechiceras;<br />

tú guardas el idilio del maternal amor;<br />

aquí ensayó mi lira sus cánticas primeras;<br />

aquí entregó a los vientos sus notas de dolor.<br />

Así, aunque de otras playas jamás me vi en la arena<br />

ni de otros horizontes las líneas contemplé,<br />

concibo del proscrito la abrumadora pena,<br />

y su mortal angustia por tu ascendiente sé.<br />

Y sé cuán dulce llega, al pecho dolorido<br />

del que entre ajenos lares la suerte desterró,<br />

un eco, una memoria del suelo bendecido<br />

do el beso de una madre primero recibió.<br />

Por eso yo un recuerdo te mando enternecida,<br />

a ti que solo vagas, proscrito del edén<br />

que guarda tus afectos, la historia de tu vida,<br />

que guarda de mi vida las páginas también.<br />

Momentos hay que triste parece que te miro<br />

vagar meditabundo, sumido en ansiedad,<br />

y envuelta una memoria del alma en un suspiro<br />

temblando entre la brisa te manda mi amistad.<br />

Si alguna vez tu frente se dobla pensativa<br />

con pena recordando tus goces y tu hogar,<br />

también los que aquí siempre te amamos con fe viva<br />

tenemos horas lentas de triste meditar.<br />

¡Si vieras, caro amigo, si vieras qué mudanza<br />

el tiempo y los dolores obraron en mi ser!<br />

¡Si vieras cuánto sueño de gloria y esperanza<br />

mi mente sorprendida miró desvanecer!<br />

¡Ay, cuántas, cuántas veces en mi dolor vehemente<br />

tu ausencia ha deplorado mi triste corazón!<br />

412


Pensaba que tú fueras aquí mi confidente<br />

y hallara en tus palabras consuelo mi aflicción.<br />

Mas ¡ah! que tras de tantos recónditos pesares<br />

como de angustia el alma transida devoró,<br />

volver seguro debes a tus amantes lares,<br />

al suelo bendecido que nunca te olvidó.<br />

Y entonces contemplando, ya libre de congojas,<br />

de nuestros verdes campos la pompa tropical,<br />

oyendo los deliquios del aura con las hojas,<br />

gozando de las aves la música ideal,<br />

así como a la sombra contara a sus amigos<br />

el hijo de los bosques la historia de su amor,<br />

así bajo las palmas, de tu placer testigos,<br />

nos contarás tu ausencia, tus horas de dolor.<br />

Y entonces te diremos con lánguida ternura<br />

también nuestros dolores, que harante conmover;<br />

y entonces, sólo entonces, sabrás nuestra amargura<br />

y nuestras horas lentas de lento padecer.<br />

En tanto, sólo puede mi afecto dilatado<br />

mandarte una protesta sincera de su fe;<br />

decirte que, del alma por siempre venerado,<br />

doquiera tu recuerdo conmigo llevaré.<br />

¡Adiós! Cuando discurra la brisa bulliciosa,<br />

rumores de la Patria fingiéndote al pasar,<br />

entonces en mí piensa, que, siempre cariñosa,<br />

te mando entre sus alas recuerdos del hogar.<br />

1872.<br />

La gloria del progreso 4<br />

SALOMÉ UREñA DE hENRÍqUEz | POESÍAS ESCOGIDAS<br />

A la sociedad “La Juventud”.<br />

No basta a un pueblo libre<br />

la corona ceñirse de valiente;<br />

no importa, no, que cuente<br />

orgulloso mil páginas de gloria,<br />

ni que la lira del poeta vibre<br />

sus hechos pregonando y su victoria,<br />

4 Fue la primera composición en que la autora expresó su ansia patriótica de progreso.<br />

A pesar de los defectos juveniles que en ella se advierten, fue muy elogiada en la prensa<br />

de las Antillas. (Not. Ed. 1920, pág. 4.)<br />

413


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

cuando sobre sus lauros se adormece<br />

y al progreso no mira,<br />

e, insensible a los bienes que le ofrece,<br />

de sabio el nombre a merecer no aspira.<br />

El mundo se conmueve<br />

cual de una fuerza mágica impulsado;<br />

el progreso su luz extiende breve<br />

desde la zona ardiente al mar helado<br />

y vida y movimiento a todo imprime.<br />

Por eso las naciones convocadas<br />

en lucha tan sublime<br />

dispútanse agrupadas<br />

el lauro insigne del saber divino<br />

y cada pueblo aspira<br />

a llenar con honor su alto destino. 5<br />

Lucha sublime, sí, donde se mira<br />

en héroe convertido al ciudadano<br />

ceñir triunfante la inmortal corona,<br />

desde el pobre artesano<br />

que en su taller humilde se aprisiona<br />

hasta el genio que escala el firmamento<br />

y fija al ígneo sol su inmoble asiento.<br />

Contemplad al que atento y cuidadoso<br />

se desvela en su estancia, retirado,<br />

indagando la ciencia. Al que afanoso<br />

sorprende los secretos de natura,<br />

y con mano segura<br />

a lienzo los traslada trasportado.<br />

Mirad al que, domando<br />

del mármol o del bronce la dureza,<br />

de forma le reviste y de belleza;<br />

al hábil arquitecto que elevando<br />

hasta el cielo la cúpula gigante,<br />

sublime y arrogante,<br />

parece desafiar del tiempo cano<br />

la destructora acción. Ved al que ufano<br />

el ánimo sorprende y maravilla<br />

trocando fácil con su diestra mano<br />

en deslumbrante vidrio humilde arcilla;<br />

al incansable obrero<br />

que sobre su telar constante vela,<br />

5 En ed. 1880, pág. 13: con afán de cumplir su alto destino.<br />

414


SALOMÉ UREñA DE hENRÍqUEz | POESÍAS ESCOGIDAS<br />

que sin cesar se afana,<br />

y con prolijo esmero<br />

hace que de algodón o tosca lana<br />

brote bajo sus dedos rica tela;<br />

al que tenaz horada las montañas<br />

y en sus rudas entrañas<br />

abre a la industria salvadora senda;<br />

al que su rica hacienda<br />

no consume en estéril opulencia,<br />

y con afán loable<br />

acorre presuroso a la indigencia,<br />

y el pan de la instrucción le brinda afable.<br />

Mirad al que a su imperio<br />

hace que salve el líquido elemento<br />

y atraviese, más rápida que el viento,<br />

la palabra veloz otro hemisferio.<br />

Miradlos todos, vedlos agrupados<br />

oponer una valla al retroceso:<br />

ellos son los guerreros denodados<br />

que forman la vanguardia del progreso.<br />

¡Oh, dichosas mil veces las naciones<br />

cuyos nobles campeones,<br />

deponiendo la espada vengadora<br />

de la civil contienda asoladora,<br />

anhelan de la paz en dulce calma<br />

conquistar del saber la insigne palma!<br />

Esa del genio inmarcesible gloria<br />

es el laurel más santo,<br />

es la sola victoria<br />

que sin dolor registrará la historia<br />

porque escrita no está con sangre y llanto.<br />

¡Oh juventud, que de la Patria mía 6<br />

eres honor y orgullo y esperanza!<br />

Ella entusiasta su esplendor te fía,<br />

en pos de gloria al porvenir te lanza.<br />

haz que de ese profundo<br />

y letárgico sueño se levante,<br />

y, entre el aplauso inteligente, al mundo<br />

el gran hosanna del Progreso cante.<br />

1873.<br />

6 En ed. 1880, pág. 15: Tú, Juventud, que de la Patria mía…<br />

415


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

A los dominicanos 7<br />

Los que anheláis del templo de la gloria<br />

la Patria levantar a lo eminente;<br />

que supísteis luchar heroicamente<br />

por darle en los anales de la historia<br />

el renombre de un pueblo independiente,<br />

venid y saludad la nueva aurora<br />

que baña en luz la dilatada esfera;<br />

saludad la celeste mensajera<br />

que en nombre de la unión, que el libre adora,<br />

abre del bien la suspirada era. 8<br />

Y vosotros que el cáliz de amargura<br />

distantes apuráis de vuestros lares,<br />

salvad gozosos los tendidos mares,<br />

volved a saludar en la llanura<br />

de la Antilla preciada los palmares.<br />

Volad a recibir el tierno abrazo<br />

de la madre amorosa que os dio vida,<br />

y juradle con voz enternecida,<br />

cuando os miréis en su feliz regazo,<br />

darle otra vez la majestad perdida.<br />

Todos venid, y en fraternal alianza<br />

estrechad vuestros nobles corazones,<br />

reprimid de la guerra las pasiones, 9<br />

y revivan, al sol de la esperanza,<br />

del patriota las dulces ilusiones.<br />

Y pues grandes ayer en Capotillo<br />

asombro fuisteis a la hispana gente, 10<br />

aún reclama el esfuerzo del valiente<br />

para dar a sus triunfos nuevo brillo<br />

quisqueya la gentil, la independiente.<br />

Mas deponed la poderosa espada<br />

con que abrís el camino a la victoria;<br />

guardadla, de hechos grandes en memoria:<br />

que en esta nueva singular cruzada<br />

no será de las armas la alta gloria.<br />

7 Suprimido el subtítulo de la edición de 1880: “Después de la Revolución de noviembre”.<br />

Se refiere a la revolución del 25 de noviembre de 1873.<br />

8 En ed. 1880, pág. 19: del suspirado bien abre la era.<br />

9 En ed. 1880, pág. 19: reprimid el rencor y las pasiones…<br />

10 En ed. 1880, pág. 19: espanto fuisteis a la hispana gente…<br />

416


Unidos, con intrépida constancia,<br />

el firme pecho de virtud seguro,<br />

salvad triunfantes el altivo muro<br />

que levanta en su orgullo la ignorancia<br />

y arrancad al error su cetro impuro.<br />

Ya os brinda el triunfo su gloriosa palma<br />

¡oh de mi Patria nobles campeones!<br />

Atónitas os miran las naciones<br />

al progreso elevar en grata calma<br />

con honra y libertad nuevos pendones.<br />

Dando al olvido vuestro ciego encono,<br />

al ara de la paz tended la mano,<br />

y con vivo entusiasmo soberano<br />

asegurad en su perdido trono<br />

a la reina del piélago antillano.<br />

Enero 1874.<br />

A la Patria 11<br />

SALOMÉ UREñA DE hENRÍqUEz | POESÍAS ESCOGIDAS<br />

Desgarra, Patria mía, el manto que vilmente,<br />

sobre tus hombros puso la bárbara crueldad;<br />

levanta ya del polvo la ensangrentada frente,<br />

y entona el himno santo de unión y libertad.<br />

Levántate a ceñirte la púrpura de gloria<br />

¡oh tú, la predilecta del mundo de Colón!<br />

Tu rango soberano dispútale a la historia,<br />

demándale a la fama tu lauro y tu blasón.<br />

Y pídele a tus hijos, llamados a unión santa,<br />

te labren de virtudes grandioso pedestal,<br />

do afirmes para siempre la poderosa planta,<br />

mostrando a las naciones tu título inmortal.<br />

Y deja, Patria amada, que en el sonoro viento<br />

se mezclen a los tuyos mis himnos de placer;<br />

permite que celebre tu dicha y tu contento,<br />

cual lamenté contigo tu acerbo padecer.<br />

Yo vi a tus propios hijos uncirte al férreo yugo<br />

haciéndote instrumento de su venganza cruel;<br />

11 La autora publicó estos alejandrinos con la siguiente nota: “Esta composición no alude<br />

a hechos de tal o cual gobierno determinado, pues desde nuestra independencia política<br />

principió a ensayarse el bárbaro sistema que reprobamos.” (Not. ed. 1920, pág. 11.)<br />

417


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

por cetro te pusieron el hacha del verdugo,<br />

y fúnebres cipreses formaron tu dosel.<br />

Y luego los miraste proscritos, errabundos,<br />

por playas extranjeras llorosos divagar;<br />

y tristes y abatidos los ojos moribundos<br />

te vi volver al cielo cansados de llorar.<br />

Tú sabes cuántas veces con tu dolor aciago<br />

lloré tu desventura, lloré tu destrucción, 12<br />

así cual de sus muros la ruina y el estrago<br />

lloraron otro tiempo las hijas de Sión.<br />

Y sabes que, cual ellas, colgué de tus palmares 13<br />

el arpa con que quise tus hechos discantar,<br />

porque al mirar sin tregua correr tu sangre a mares<br />

no pude ni un acorde sonido preludiar.<br />

Mas hoy que ya parece renaces a otra vida,<br />

con santo regocijo descuelgo mi laúd,<br />

para decir al mundo, si te juzgó vencida,<br />

que, fénix, resucitas con nueva juventud; 14<br />

que ostentas ya por cetro del libre el estandarte<br />

y por dosel tu cielo de nácar y zafir,<br />

y vas con el progreso, que vuela a iluminarte,<br />

en pos del que te halaga brillante porvenir;<br />

que ya tus nuevos hijos se abrazan como hermanos,<br />

y juran devolverte tu augusta dignidad,<br />

y entre ellos no se encuentran ni siervos ni tiranos,<br />

y paz y bien nos brindan unión y libertad.<br />

¡Oh Patria idolatrada! Ceñida de alta gloria<br />

prepárate a ser reina del mundo de Colón:<br />

tu rango soberano te guarda ya la historia,<br />

a fama te presenta tu lauro y tu blasón.<br />

1874.<br />

Diez y seis de agosto<br />

Tendida muellemente<br />

sobre su lecho de flotante espuma,<br />

sin ver la densa bruma<br />

que el cielo de sus glorias envolvía,<br />

12 En ed. 1880, pág. 22: lloré tu desventura, tu propia destrucción…<br />

13 En ed. 1880, pág. 22: Y sabes que gimiendo colgué de tus palmares…<br />

14 En ed. 1880, pág. 22: que te alzas victoriosa con nueva juventud…<br />

418


SALOMÉ UREñA DE hENRÍqUEz | POESÍAS ESCOGIDAS<br />

quisqueya, en abandono, indiferente,<br />

al rumor de sus olas se adormía.<br />

Y, en su fugaz letargo,<br />

no vio de la ambición la hidra gigante<br />

por un metal brillante<br />

honor sacrificando y patriotismo,<br />

un porvenir en esperanzas largo<br />

hundir ¡oh Dios! en el profundo abismo.<br />

Cual fatigado atleta<br />

cayó de libertad la fiel divisa;<br />

del trópico la brisa<br />

triste plegó sus alas sin mancilla,<br />

por no agitar, al discurrir inquieta,<br />

el pabellón extraño de Castilla.<br />

Del libre la alta palma<br />

destrozada inclinó la erguida frente;<br />

el pecho del valiente<br />

de secreto dolor se estremecía;<br />

quisqueya, en tanto, en aparente calma,<br />

al rumor de sus olas se adormía.<br />

Mas, de arrogancia lleno,<br />

dicta el ibero servidumbre y muerte<br />

por ley al pueblo fuerte,<br />

y quisqueya sacude su desmayo<br />

al oprimir su delicado seno<br />

el arnés de los hijos de Pelayo.<br />

Levántase indignada<br />

buscando el lema con su sangre escrito;<br />

y a su potente grito,<br />

presintiendo el baldón de su fortuna,<br />

temblaron las legiones que en Granada<br />

miraron a sus pies la media luna.<br />

Osténtase en la liza<br />

de la Cruz el magnífico oriflama;<br />

en pos de eterna fama<br />

se agrupan a su sombra mil leales,<br />

cuyos triunfos, que el tiempo inmortaliza,<br />

fatigaron los ecos nacionales.<br />

Y el grito de victoria<br />

se extendió por el valle y la montaña,<br />

419


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

y en vano, en vano España<br />

sofocarlo intentó con su bravura:<br />

que quisqueya en los campos de la gloria<br />

a su orgullo cavó tumba segura.<br />

Y cual ejemplo fiero<br />

y escarmiento tal vez de otras naciones,<br />

por tierra los pendones,<br />

confusas, destrozadas y vencidas,<br />

vuelta la faz al aterrado ibero,<br />

devolviole sus huestes aguerridas.<br />

¡honor, eterna gloria<br />

de Agosto a los gigantes adalides,<br />

que en desiguales lides,<br />

luchando con la fe del patriotismo,<br />

la grandeza volvieron a su historia,<br />

dando ruda lección al despotismo!<br />

De lauros mil ceñida<br />

por ellos hoy la Patria alza la frente,<br />

y con afán ardiente,<br />

bañada por el sol de la esperanza,<br />

en pos de nueva luz, de nueva vida,<br />

al porvenir intrépida se lanza.<br />

1874.<br />

Homenaje a Billini 15<br />

De admiración henchida,<br />

al sacro fuego que mi mente inflama,<br />

levanto conmovida<br />

un himno fiel de gratitud sentida<br />

que tu ejemplar abnegación reclama.<br />

que si mi pobre lira<br />

calla ante el vicio y la maldad del hombre,<br />

siempre lo grande admira;<br />

y pues que digna tu virtud me inspira,<br />

quiero en mis trovas celebrar tu nombre:<br />

tu nombre bendecido,<br />

que adora el pueblo fiel dominicano,<br />

15 El canónigo Francisco Xavier Billini, fundador del Colegio de San Luis Gonzaga<br />

y del Hospicio de Beneficencia. (Not. Ed. 1920, pág. 17.)<br />

Esta nota de la edición de 1920, Madrid, reproduce el título con que figura esta poesía<br />

en la edición de 1880.<br />

420


SALOMÉ UREñA DE hENRÍqUEz | POESÍAS ESCOGIDAS<br />

y siempre repetido<br />

se escucha con amor del desvalido,<br />

del niño tierno, del inerme anciano;<br />

tu nombre, que venera<br />

la nueva juventud que se levanta,<br />

de quien la Patria espera<br />

ciencia y honor y gloria duradera,<br />

fruto del germen que tu celo planta. 16<br />

Tú, con afán ardiente,<br />

un templo elevas al saber amigo,<br />

y la razón naciente<br />

corre a buscar de la instrucción la fuente<br />

bajo tu dulce paternal abrigo.<br />

Y lleno de entereza<br />

vas preparando, por tu amor llevado,<br />

un trono de grandeza<br />

al porvenir que a vislumbrar empieza<br />

este suelo de luz infortunado.<br />

¡Espíritu sediento<br />

que en pos del bien y la virtud caminas!<br />

En triste abatimiento<br />

nunca se torne el vigoroso aliento<br />

que te da impulso en tu misión divina.<br />

Tan ejemplar desvelo<br />

bien de los hombres y alto honor merece;<br />

pero tu noble anhelo<br />

tiende más lejos su gigante vuelo,<br />

y albergue y pan a la indigencia ofrece.<br />

¡Genio de paz sublime<br />

que alivio das con tus virtudes bellas<br />

al que en angustia gime!<br />

A cada paso que tu planta imprime<br />

dejas grabadas de tu amor las huellas.<br />

Ministro digno y santo<br />

del Dios de caridad omnipotente,<br />

que calmas el quebranto<br />

y das consuelo al llanto<br />

de la afligida humanidad doliente:<br />

16 En ed. 1880, pág. 38: debido al germen que tu celo planta.<br />

421


si grato es a tu alma<br />

el respeto de un pueblo que te admira,<br />

contempla en dulce calma<br />

de tanto afán la merecida palma<br />

y oye el aplauso que tu nombre inspira.<br />

Escucha en tu alabanza<br />

la voz de gratitud que al cielo sube,<br />

y el himno de esperanza<br />

que alza la Patria y hasta Dios avanza<br />

como de incienso vaporosa nube. 17<br />

1875.<br />

Ruinas 18<br />

COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

Memorias venerandas de otros días,<br />

soberbios monumentos,<br />

del pasado esplendor reliquias frías,<br />

donde el arte vertió sus fantasías,<br />

donde el alma expresó sus pensamientos:<br />

al veros ¡ay! con rapidez que pasma<br />

por la angustiada mente<br />

que sueña con la gloria y se entusiasma,<br />

discurre como alígero fantasma<br />

la bella historia de otra edad luciente.<br />

¡Oh quisqueya! Las ciencias agrupadas<br />

te alzaron en sus hombros<br />

del mundo a las atónitas miradas;<br />

y hoy nos cuenta tus glorias olvidadas<br />

la brisa que solloza en tus escombros.<br />

Ayer, cuando las artes florecientes<br />

su imperio aquí fijaron,<br />

y tuviste creaciones eminentes, 19<br />

fuiste pasmo y asombro de las gentes,<br />

y la Atenas moderna te llamaron.<br />

Águila audaz que rápida tendiste<br />

tus alas al vacío<br />

17 En ed. 1880, pág. 39: cual del incienso vaporosa nube.<br />

18 habla de las ruinas de la Universidad, de los conventos y de los palacios de la época colonial,<br />

la época en que Santo Domingo se ufanaba llamándose Atenas del Nuevo Mundo.<br />

(Not. Ed. 1920, pág. 20.)<br />

19 Versión recomendada por su autora; pero olvidada, involuntariamente, en la edición de 1920,<br />

Madrid, según nota de henríquez Ureña. En ed. cit. pág. 21: y creaciones tuvistes eminentes…<br />

422


SALOMÉ UREñA DE hENRÍqUEz | POESÍAS ESCOGIDAS<br />

y por sobre las nubes te meciste: 20<br />

¿por qué te miro desolada y triste?<br />

¿do está de tu grandeza el poderío?<br />

Vinieron años de amarguras tantas,<br />

de tanta servidumbre,<br />

que hoy esa historia al recordar te espantas,<br />

porque inerme, de un dueño ante las plantas,<br />

humillada te vio la muchedumbre.<br />

Y las artes entonces, inactivas,<br />

murieron en tu suelo,<br />

se abatieron tus cúpulas altivas,<br />

y las ciencias tendieron, fugitivas,<br />

a otras regiones, con dolor, su vuelo.<br />

¡Oh mi Antilla infeliz que el alma adora!<br />

Doquiera que la vista<br />

ávida gira en tu entusiasmo ahora 21<br />

una ruina denuncia acusadora<br />

las muertas glorias de tu genio artista 22<br />

¡Patria desventurada! ¿qué anatema<br />

cayó sobre tu frente?<br />

Levanta ya de tu indolencia extrema:<br />

la hora sonó de redención suprema<br />

y ¡ay, si desmayas en la lid presente!<br />

Pero vano temor: ya decidida<br />

hacia el futuro avanzas;<br />

ya del sueño despiertas a la vida,<br />

y a la gloria te vas engrandecida<br />

en alas de risueñas esperanzas.<br />

Lucha, insiste, tus títulos reclama:<br />

que el fuego de tu zona<br />

preste a tu genio su potente llama,<br />

y entre el aplauso que te dé la fama<br />

vuelve a ceñirte la triunfal corona.<br />

que mientras sueño para ti una palma,<br />

y al porvenir caminas,<br />

no más se oprimirá de angustia el alma<br />

20 En ed. 1880, pág. 41: y allá sobre las nubes te meciste…<br />

21 En ed. 1880, pág. 42: ávida gira en su entusiasmo ahora,…<br />

22 En ed. 1880, pág. 42: pasadas glorias de tu genio artista…<br />

423


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

cuando contemple en la callada calma<br />

la majestad solemne de tus ruinas.<br />

1876.<br />

Para la distribución de premios<br />

del Colegio San Luis Gonzaga 23<br />

¡Levanta, musa mía,<br />

tus alas al alcázar de la gloria,<br />

y arranca a la armonía<br />

un himno de esperanza y de victoria!<br />

Un himno que pregone<br />

las conquistas del bien y la constancia,<br />

y el triunfo galardone<br />

con que ufana y feliz brilla la infancia.<br />

La infancia que estudiosa<br />

de este plantel en el honroso gremio,<br />

sonriendo venturosa<br />

recibe de su afán el alto premio;<br />

la infancia, tierna planta,<br />

que oculto el germen del futuro lleva,<br />

y crece y se levanta<br />

y a las regiones de la luz se eleva.<br />

Ya irradia en lontananza<br />

iris de paz que el porvenir colora,<br />

y rayos de esperanza<br />

de la niñez en su primera aurora.<br />

Seguid, alumnos tiernos,<br />

del ardua ciencia la segura vía,<br />

que lucen siempre eternos,<br />

los triunfos del saber con lumbre pía.<br />

Y tú, varón egregio,<br />

que con rara entereza y virtud tanta,<br />

encumbras el Colegio<br />

que de dos lustros la cerviz quebranta;<br />

no dejes las regiones<br />

del pueblo fiel donde tu amor reside,<br />

23 Excluida de esta edición de 1920.<br />

424


ni al huérfano abandones<br />

que en desamparo protección te pide.<br />

¿No sabes que al abrigo<br />

del insigne plantel que así diriges,<br />

para este suelo amigo<br />

templo de luz y de esperanza eriges?<br />

¿No sabes que tu nombre<br />

repite acorde el nacional murmullo,<br />

y te proclama el hombre<br />

prez de la Iglesia y de la Patria orgullo?<br />

Del gozo el pecho expande<br />

que el error pasa como niebla oscura,<br />

y refulgente y grande<br />

la memoria del bien vive y perdura.<br />

¡De amor y paz caudillo!<br />

prosigue la ardua empresa que te inflama,<br />

que así a tu afán das brillo<br />

y gloria a Dios y a nuestra Antilla fama.<br />

1876.<br />

27 de Febrero<br />

SALOMÉ UREñA DE hENRÍqUEz | POESÍAS ESCOGIDAS<br />

¡Oh fecha generosa<br />

que el patriota saluda y reverencia;<br />

en que libre flotara victoriosa<br />

la enseña de la patria independencia!<br />

En que a la voz de fama<br />

de Dios y Libertad, el fuerte acero<br />

requiriendo a la lid, que el pecho inflama,<br />

triunfar o perecer juró el guerrero.<br />

Y la servil librea<br />

al desechar audaz, con ira santa,<br />

entre aplausos de asombro, gigantea,<br />

espléndida, quisqueya se levanta.<br />

¡Venciste, oh Dios, qué gloria!<br />

Venciste, Patria, y tu preclaro nombre<br />

con destellos de luz graba la historia,<br />

y te tributa admiración el hombre.<br />

Mas ¡ah! ¿piensas que basta<br />

ese triunfo de hazañas y grandezas?<br />

425


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

¡A más altura tu bandera enasta!<br />

De otra lucha te aguardan las proezas.<br />

Convoca tus legiones,<br />

no ya el festín de la matanza fiera,<br />

sino a la santa lid de las naciones<br />

donde el talento vencedor impera;<br />

donde el soldado errante<br />

su ingénito valor, su fuerza augusta,<br />

templa del orden al respeto amante<br />

y del trabajo en la gallarda justa.<br />

Tus campos sin cultivo,<br />

que se dilatan bajo un sol de fuego,<br />

en su vigor aguardan primitivo<br />

de fecundante paz el blando riego.<br />

Aguardan, del celoso<br />

y activo agricultor, vastos plantíos<br />

que tu crédito alzando poderoso<br />

te den aliento y esperanza y bríos.<br />

De la segur al filo<br />

dobleguen la cerviz tus selvas graves,<br />

para dar a los pueblos un asilo,<br />

vida al comercio, y a los puertos naves.<br />

¡Ay, abre nuevas sendas;<br />

que se levanta el sol, y el iris raya,<br />

y el progreso benéfico sus tiendas<br />

viene a sentar en tu desierta playa!<br />

Acoge al huésped regio<br />

que a ti se acerca recorriendo climas,<br />

y albergue digno a su esplendor egregio<br />

presurosa levántale en tus cimas.<br />

Acude, que la suerte<br />

le conduce feliz a tus regiones;<br />

y grande, y libre, y poderosa, y fuerte,<br />

de la industria llevando los blasones,<br />

la que hoy en tus baluartes<br />

enseña nacional la brisa ondea,<br />

tremolando en el templo de las artes,<br />

de nueva gloria monumento sea.<br />

Febrero de 1877<br />

426


La llegada del invierno<br />

SALOMÉ UREñA DE hENRÍqUEz | POESÍAS ESCOGIDAS<br />

Llega en buen hora, mas no presumas<br />

ser de estos valles regio señor,<br />

que en el espacio mueren tus brumas<br />

cuando del seno de las espumas<br />

emerge el astro de esta región. 24<br />

En otros climas, a tus rigores<br />

pierden los campos gala y matiz,<br />

paran las aguas con sus rumores,<br />

no hay luz ni brisas, mueren las flores,<br />

huyen las aves a otro confín.<br />

En mi adorada gentil quisqueya,<br />

cuando el otoño pasando va,<br />

la vista en vano busca tu huella:<br />

que en esta zona feliz descuella<br />

perenne encanto primaveral.<br />

que en sus contornos el verde llano,<br />

que en su eminencia la cumbre azul,<br />

la gala ostentan que al suelo indiano<br />

con rica pompa viste el verano<br />

y un sol de fuego baña de luz.<br />

Y en esos campos donde atesora<br />

naturaleza tanto primor,<br />

bajo esa lumbre que el cielo dora,<br />

tiende el arroyo su onda sonora<br />

y alzan las aves tierna canción.<br />

Nunca abandonan las golondrinas<br />

por otras playas mi hogar feliz:<br />

que en anchas grutas al mar vecinas<br />

su nido arrullan, de algas marinas,<br />

rumor de espumas y auras de abril.<br />

Aquí no hay noches aterradoras<br />

que horror al pobre ni angustia den,<br />

ni el fuego ansiando pasa las horas<br />

de las estufas restauradoras<br />

que otras regiones han menester.<br />

Pasa ligero, llega a otros climas<br />

donde tus brumas tiendas audaz,<br />

24 En ed. 1880, pág. 58: surge el planeta de esta región…<br />

427


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

donde tus huellas de muerte imprimas,<br />

que aunque amenaces mis altas cimas<br />

y aunque pretendas tu cetro alzar,<br />

siempre mis aguas tendrán rumores,<br />

blancas espumas mi mar azul,<br />

mis tiernas aves cantos de amores,<br />

gala mis campos, vida mis flores,<br />

mi ambiente aromas, mi esfera luz.<br />

1877.<br />

La fe en el porvenir<br />

A la Sociedad “Amigos del País”<br />

Cual gladiador valiente<br />

que al circo peligroso se abalanza<br />

y lidia tenazmente,<br />

trémulo de valor y de esperanza,<br />

y sólo cesa en la tremenda lucha<br />

cuando aclamarse vencedor escucha<br />

tal, de entusiasmo llena,<br />

se lanza audaz la juventud fogosa<br />

con pecho firme en la vital arena.<br />

El alma generosa,<br />

de impaciencia y ardor estremecida,<br />

rasgar intenta del futuro el velo,<br />

penetrar los misterios de la vida,<br />

salvar los mundos, escalar el cielo.<br />

Eterna soñadora<br />

de triunfos y grandezas inmortales,<br />

con viva luz sus horizontes dora.<br />

Decidle que ideales<br />

son los portentos que su mente crea,<br />

que es vana la esperanza que la agita: 25<br />

triunfante el orbe mostrará su idea<br />

si le infunde valor la fe bendita.<br />

¡Ah, no la detengáis! Dejad que ardiente<br />

de su noble ambición el rumbo siga;<br />

dejadla al cielo levantar la frente; 26<br />

dejad que un rayo de esa lumbre amiga<br />

su corazón encienda,<br />

25 En ed. 1880, pág. 62: que es Vana la esperanza que le agita…<br />

26 En ed. 1880, pág. 62: dejadle el cielo levantar la frente,<br />

428


SALOMÉ UREñA DE hENRÍqUEz | POESÍAS ESCOGIDAS<br />

y la veréis inquebrantable, osada,<br />

por el honor y la virtud llevada,<br />

lauros segar en su espinosa senda.<br />

Si el arte peregrino<br />

con sus prodigios mágicos la alienta, 27<br />

dejadla proseguir en su camino;<br />

que allá a lo lejos brilladora palma<br />

un futuro de gloria le presenta,<br />

y a conquistarla volará su alma.<br />

Si al campo de la ciencia<br />

con entusiasta admiración la guía 28<br />

ansiosa de saber su inteligencia, 29<br />

espacio dadle, y triunfadora un día<br />

veréis cuál se levanta,<br />

leyes dictando a la creación entera,<br />

la tierra a sujetar bajo su planta<br />

y a medir de los astros la carrera. 30<br />

Dejadla proseguir. ¡Ay del que nunca 31<br />

sintió inflamarse en entusiasmo santo,<br />

y de la Patria la esperanza trunca!<br />

Miserable existir, inútil vida<br />

la que se aduerme en el error, en tanto<br />

que en lucha activa se estremece el mundo,<br />

siguiendo tras la luz apetecida<br />

de gloria y bienestar germen fecundo.<br />

Avanza ¡oh juventud! lucha, conquista<br />

del bien supremo la eminente cumbre,<br />

tiende al futuro la impaciente vista,<br />

y a la fulgente lumbre<br />

que allá te muestra tu inmortal anhelo,<br />

con la virtud por guía,<br />

sigue inspirada de tu mente el vuelo<br />

y llévete doquieras tu osadía.<br />

Atleta infatigable,<br />

del bien y el mal en la contienda ruda,<br />

te alzarás invencible, formidable,<br />

si el entusiasmo, si la fe te escuda.<br />

27 En ed. 1880, pág. 62: con sus prodigios mágicos le alienta<br />

28 En ed. 1880, pág. 62: con entusiasta admiración le guía,<br />

29 En ed. 1880, pág. 63: sedienta de saber su inteligencia,<br />

30 En ed. 1880, pág. 63: y medir de los astros la carrera.<br />

31 En ed. 1880, pág. 63: Dejadle proseguir. ¡Ay del que nunca…<br />

429


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

que atraviese tu voz el aire vago 32<br />

las almas convocando a la victoria:<br />

tuya es la lucha del presente aciago,<br />

tuya será del porvenir la gloria.<br />

1878.<br />

En la muerte de Espaillat 33<br />

¿qué acento de amargura,<br />

del Yaque hasta el Ozama, en raudo vuelo,<br />

cruza en el viento que gimiendo pasa?<br />

¿qué nueva infausta difundir procura?<br />

¿qué nuevo desconsuelo,<br />

qué angustia nueva el corazón traspasa<br />

y a quisqueya infeliz cubre de duelo?<br />

Nuncio de muerte y luto<br />

que al alma libre estremeciendo llega<br />

y una lágrima fiel pide en tributo;<br />

llanto de amor con que la tumba riega<br />

del hombre esclarecido<br />

el pueblo en sus entrañas conmovido.<br />

Sí, que la noche eterna<br />

cayó sobre la frente del patriota,<br />

del alma inmaculada y grande y tierna:<br />

por eso el llanto de los ojos brota,<br />

y la Patria laméntase, no en vano,<br />

y acongojada en su dolor se agita:<br />

que ha perdido el deber un ciudadano,<br />

y un defensor la libertad bendita.<br />

¡Oh Patria sin ventura!<br />

¡Cómo sucumben los que el pecho fuerte<br />

supieron con bravura<br />

exponer en defensa de tu suerte!<br />

¡Cómo sucumbe el adalid preclaro<br />

que a restaurar tus fueros<br />

en tus horas de triste desamparo<br />

a salvarte voló con los primeros!<br />

Soldado de la Patria generoso,<br />

nunca rindió su corazón honrado,<br />

32 En ed. 1880, pág. 63: Que atraviese tu voz el aire libre.<br />

33 En ed. 1880, pág. 64: En la Muerte del Esclarecido Patriota Ulises F. Espaillat, ex-Presidente de la República.<br />

430


SALOMÉ UREñA DE hENRÍqUEz | POESÍAS ESCOGIDAS<br />

de honores ni de mando codicioso.<br />

Si el triunfo deseado<br />

su esfuerzo coronó, su heroico empeño, 34<br />

gozarlo quiso en el hogar tranquilo,<br />

y de sí mismo y de sus obras dueño,<br />

haciendo el bien sin esperar renombre,<br />

a la par le siguieron en su asilo<br />

la admiración y la maldad del hombre.<br />

¡Ah, cómo yaces desolada y triste,<br />

oh Patria de los grandes, oh quisqueya!<br />

¡Cómo en tu frente que la sombra viste<br />

la desgracia y el mal graban su huella!<br />

Abate el pabellón de las victorias,<br />

que se desploman con fragor violento<br />

las soberbias columnas de tus glorias.<br />

Y el que fue timbre tuyo y ornamento<br />

no habita ya tus lares,<br />

ejemplo a las virtudes militares;<br />

ni ya su diestra mueve<br />

la pluma que dictó consejos sabios,<br />

ni más responde a la calumnia aleve<br />

con la paz y el perdón sobre los labios. 35<br />

quisqueya, tú que un día<br />

le alzaste en triunfo a presidir tu suerte<br />

y admiraste su honor y su hidalguía,<br />

ven, y en su tumba vierte<br />

las lágrimas de amor, las bendiciones<br />

que merecen los grandes corazones.<br />

Inclínate y escucha:<br />

del seno de esa tumba esclarecida<br />

se eleva conmovida<br />

voz que la unión y la concordia clama,<br />

y los males deplora de tu lucha,<br />

y al goce de la paz tus hijos llama.<br />

Restaña tus heridas,<br />

de la civil discordia fruto aciago;<br />

levanta tus miradas abatidas;<br />

34 En ed. pág. 65: su esfuerzo coronó y heroico empeño,<br />

35 Suprimidos en la ed. 1920, pág. 33, los siguientes versos que, en ed. 1880, pág. 66, continúan la estrofa:<br />

Si tuvo Cincinatos<br />

de memoria ejemplar la Roma libre,<br />

fecundo en rasgos de virtud innatos,<br />

arrebatado vibre<br />

del egregio varón dominicano<br />

mas claro el nombre en el confín lejano.<br />

431


mira del porvenir el fiero amago<br />

que amenaza tal vez con golpes ciertos<br />

convertir tus ciudades en desiertos<br />

y tus campiñas en sangriento lago.<br />

¡Ah! Si el dolor pudiera<br />

del yugo redimirte con que fiera<br />

la furia del error tu frente oprime,<br />

de tus timbres gloriosos en ultraje,<br />

hoy ofrecieras al varón sublime<br />

la paz del porvenir en homenaje.<br />

¡Y no! que sorda al ruego<br />

la senda propia del abismo marcas,<br />

pábulo dando al devorante fuego<br />

que consume tus fértiles comarcas.<br />

Mas yo, que en mi quebranto<br />

la esperanza del bien para ti aliento,<br />

y conmovida tus victorias canto<br />

y tu dolor lamento,<br />

sigo esperando con tenaz porfía<br />

de paz el claro día<br />

y rindo al justo en despedida eterna<br />

de ardiente gratitud lágrima tierna.<br />

1878.<br />

Quisqueya 36<br />

COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

¿Será que al grito solo<br />

del combate feroz estremecida<br />

valor y fuerza y vida<br />

despliegues ¡ay! con insensato alarde,<br />

mientras cunde la luz de polo a polo<br />

y en noble sed el universo arde?<br />

¿No sientes cuál se agita<br />

en sus cimientos conmovido el orbe,<br />

y sin traba que estorbe 37<br />

del genio activo el vigoroso vuelo,<br />

en pos de la verdad se precipita,<br />

de la ignorancia desgarrando el velo?<br />

¿Por qué tú sola yaces<br />

insensible a esa vida de victorias,<br />

36 Leída en la conferencia literaria del 18 de mayo (1878), celebrada por la Sociedad Amigos<br />

del País. (Nota ed. 1880, pág. 68.)<br />

37 En ed. 1880, pág. 69: y sin que nada estorbe…<br />

432


SALOMÉ UREñA DE hENRÍqUEz | POESÍAS ESCOGIDAS<br />

de perdurables glorias,<br />

a ese triunfo inmortal del pensamiento<br />

y del bien a la lucha no renaces<br />

y sigues del progreso el movimiento?<br />

Contempla las naciones<br />

en muchedumbre férvida agruparse,<br />

ufanas levantarse<br />

del arte y de la industria los blasones<br />

en justa lid a disputar serenas.<br />

¿No ves? Las que cobija<br />

con su palio de luz la ardiente zona;<br />

las que eternal corona<br />

ciñen del Norte los perennes hielos,<br />

con la mirada en el futuro fija<br />

confunden en un punto sus anhelos.<br />

Y todas, en la frente<br />

de esperanza feliz llevando un rayo,<br />

en generoso ensayo<br />

las fuerzas nobles del talento miden,<br />

y la palma conquistan eminente,<br />

y víctores los ámbitos despiden.<br />

Tú sola, de ese gremio<br />

desconocida, en tu confín vegetas,<br />

y al yugo te sujetas<br />

en que el error con mengua te aprisiona,<br />

cuando el trabajo y el saber en premio<br />

ciñen de gloria la triunfal corona.<br />

Es esa la lid santa<br />

en donde el siglo a combatir te reta;<br />

donde tu vida inquieta,<br />

que en contiendas inútiles se agota,<br />

ensayando vigor y fuerza tanta<br />

fecunde el germen que en tu seno brota.<br />

¡quisqueya! Tú, la libre<br />

del antillano piélago en las olas,<br />

la que el pendón tremolas<br />

de las naciones que la gloria exalta:<br />

¿cuándo será que en el espacio vibre<br />

la fama de tu gloria en voz más alta?<br />

¿Cuándo será que altiva,<br />

regenerada por el bien te eleves,<br />

433


y de tu industria lleves<br />

al festín de los pueblos muestra rara,<br />

y un puesto pidas en la lucha activa<br />

en que el triunfo sus lauros te prepara?<br />

¿qué importa el alto nombre<br />

con que premió la libertad un día<br />

tu ingénita osadía?<br />

¿qué importa, si olvidada en lo profundo<br />

nunca tu historia la recuerda el hombre,<br />

nunca tu fama la repite el mundo?<br />

Llega con pie seguro<br />

del templo del saber a los dinteles,<br />

conquista los laureles<br />

de la virtud y de la ciencia humana,<br />

y el velo desgarrando del futuro<br />

muéstrate al orbe de tu gloria ufana.<br />

Entonces, de la cumbre<br />

de la fortuna en elevado asiento,<br />

tendiendo el pensamiento<br />

libre y seguro al porvenir lejano,<br />

astro serás de fecundante lumbre,<br />

de esperanzas al mundo americano.<br />

Mayo de 1878.<br />

Hecatombe<br />

COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

Escuchad: mi Patria un día<br />

fue vendida al extranjero,<br />

y la enseña del ibero<br />

en sus torres se veía.<br />

El honor y la hidalguía,<br />

la libertad y la gloria<br />

huyeron de la memoria<br />

del pueblo dominicano,<br />

que abandonara al hispano 38<br />

sus laureles y su historia.<br />

Sólo allá, con noble ardor,<br />

un grupo digno y valiente<br />

que no doblegó su frente<br />

al yugo del invasor,<br />

38 En ed. 1880, pág. 83: abandonando al hispano…<br />

434


SALOMÉ UREñA DE hENRÍqUEz | POESÍAS ESCOGIDAS<br />

en los campos del honor,<br />

lleno de coraje fiero,<br />

el pabellón de Febrero<br />

enarboló en lid apuesta,<br />

arrojando una protesta<br />

que oyó asombrado el ibero.<br />

Y ciego de ira se lanza<br />

sobre el grupo decidido<br />

que no quiso envilecido<br />

existir sin esperanza,<br />

ante la fatal pujanza<br />

de aguerridos batallones,<br />

los heroicos campeones<br />

de la Patria desgraciada<br />

rindieron al fin la espada,<br />

pero no los corazones.<br />

Que al fin cautivos se vieron<br />

en el combate los bravos<br />

que al vivir de los esclavos<br />

un fin digno prefirieron.<br />

Y los tigres que vencieron<br />

porque así plugo a la suerte,<br />

con la arrogancia del fuerte,<br />

con insolente cinismo,<br />

dictaron al patriotismo<br />

una sentencia de muerte.<br />

Y los patriotas cayeron<br />

bajo el plomo del hispano,<br />

y el suelo dominicano<br />

con sangre libre tiñeron.<br />

Allí los héroes sufrieron<br />

crudo martirio sangriento;<br />

pero en sus tumbas el viento<br />

con voz de venganza vibra,<br />

despertando en cada fibra<br />

el nacional ardimiento.<br />

En ese polvo sagrado,<br />

entre esos héroes, inerte,<br />

sucumbió el atleta fuerte,<br />

el vencedor no premiado:<br />

aquel que el pendón cruzado<br />

alzó en Febrero triunfante,<br />

435


Sánchez, meteoro gigante<br />

de nuestro cielo de gloria,<br />

nombre que guarda la historia<br />

con cifra de oro brillante.<br />

Mas la sangre meritoria<br />

que corriera en El Cercado,<br />

para el español osado<br />

fue vil mancha infamatoria;<br />

y los lauros de la gloria<br />

que trajo de allende el mar,<br />

destrozados vio rodar<br />

en el polvo americano,<br />

cuando el pueblo soberano<br />

le arrojó del libre hogar.<br />

hoy, que el glorioso estandarte<br />

de libertad bendecida<br />

la Primada esclarecida<br />

tremola en cada baluarte;<br />

hoy, Patria, que formas parte<br />

de los pueblos vencedores<br />

cuya fama entre loores<br />

de un polo al otro retumba, 39<br />

inclínate ante la tumba,<br />

que guarda a tus defensores. 40<br />

Y bendice, Patria mía,<br />

aquella tierra empapada<br />

con la sangre inmaculada<br />

que a los libres dio energía.<br />

Acaso, acaso algún día,<br />

cual fantasma funerario<br />

que al viajero solitario<br />

cuente ese drama sangriento,<br />

alzarás un monumento<br />

en ese nuevo Calvario.<br />

Julio de 1878.<br />

A mi Patria<br />

COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

De nuevo el arpa ensaya<br />

un himno en tu favor ¡oh Patria mía!<br />

39 En ed. 1880, pág. 85: de un pueblo al otro retumba,…<br />

40 En ed. 1880, pág. 85: que guarda tus defensores.<br />

436


SALOMÉ UREñA DE hENRÍqUEz | POESÍAS ESCOGIDAS<br />

De nuevo el corazón que no desmaya<br />

en su inmortal porfía<br />

su voz eleva que el deber alienta,<br />

y a tus fuerzas vigor prestar intenta.<br />

Yo sé que no importuna<br />

mi amarga queja tu vivir cansado 41<br />

tu inquieta brisa remeció mi cuna,<br />

y el pecho alborozado<br />

aliento libre respiró en su esencia,<br />

y fue lo grande de tu amor la herencia.<br />

Y arrebatada, luego,<br />

ávida el alma recorrió tu historia;<br />

y en el arranque de entusiasmo ciego,<br />

espléndida tu gloria<br />

gozosa imaginó la fantasía<br />

que de uno al otro polo se extendía.<br />

Mas ¡ah! nueva existencia<br />

la mente absorta descubrió entre asombros<br />

y descender te vi de la eminencia;<br />

y triste, en tus escombros<br />

fui a llorar en la tarde que declina<br />

tu muerta gloria y tu presente ruina.<br />

Sí, que el marcial trofeo<br />

del combate entre el polvo recogido<br />

sólo en tus palmas triunfadoras veo;<br />

y el lauro entretejido<br />

que la victoria te ciñó fulgente<br />

sin brillo luce en tu guerrera frente.<br />

Y por la lucha impía<br />

que fuiste, olvidas, en gallarda justa,<br />

rival preclara de la Grecia un día,<br />

cuando la ciencia augusta<br />

en sus hombros te alzó, y entre loores<br />

irradiaron al mundo tus fulgores.<br />

¡Oh, basta! No demandes<br />

al genio de la lid nuevas coronas:<br />

si acciones buscas de memorias grandes,<br />

si lauros ambicionas,<br />

41 En ed. 1880, pág. 87: mi amarga queja tu vigor cansado;<br />

437


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

tremola de la paz el estandarte<br />

y abre tus campos al saber y al arte.<br />

En el concurso egregio<br />

de pueblos que en famosa muchedumbre<br />

reclaman del invento el privilegio,<br />

a la esplendente lumbre<br />

del siglo que ilumina soberano<br />

la lucha audaz del pensamiento humano,<br />

allí desierto, solo,<br />

el puesto de tu honor con mengua miro,<br />

mientras que vuela desde polo a polo<br />

la fama en raudo giro<br />

nombres llevando, y esparciendo al viento<br />

los prodigios de arte y del talento.<br />

De tu presente vida<br />

nada un recuerdo a despertar alcanza:<br />

que el pensamiento tu memoria olvida,<br />

porque, en perpetua holganza<br />

sobre laureles de ignorado nombre,<br />

no llega a ti la admiración del hombre.<br />

En la encendida hoguera<br />

del sol que en tus espacios se derrama<br />

y ardiente reverbera,<br />

de mi entusiasmo se templó la llama,<br />

y a su calor el alma estremecida<br />

bebió la inspiración, la luz, la vida.<br />

¿Y su fecundo rayo<br />

no basta a reanimar el fuego puro<br />

del genio vigoroso que en desmayo,<br />

sin sueños de futuro,<br />

tendido sobre el lecho de tus flores,<br />

en tu seno vegeta sin amores?<br />

¡Oh, no será! ¡Despierta!<br />

que ya la historia tu renombre aguarda<br />

y el himno de tu fama se concierta:<br />

si en el progreso tarda<br />

te mira el mundo indiferente ahora,<br />

muévele al fin a saludar tu aurora.<br />

qué bella, refulgente,<br />

de ciencia y libertad corona doble<br />

ceñir podrás a la radiosa frente<br />

438


si con empeño noble<br />

al orbe muestras de virtud en prenda,<br />

la paz del porvenir en digna ofrenda.<br />

Diciembre de 1878<br />

Colón 42<br />

Al Sr. D. Emiliano Tejera.<br />

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¡Silencio! que ya herido 43<br />

siento latir el corazón opreso 44<br />

de tantas emociones bajo el peso.<br />

Silencio, sí; dejad que estremecido<br />

el espíritu libre se remonte<br />

de luz ansioso, de verdad sediento,<br />

y busque sobre el viento<br />

el espacio, la esfera, el horizonte<br />

donde el humano orgullo<br />

vencido acalla su falaz murmullo.<br />

Levanta victoriosa<br />

la egregia frente de entusiasmo llena<br />

¡oh Patria de mi amor, cuna famosa<br />

del mundo americano!<br />

Álzate ya con majestad serena,<br />

que la calumnia en vano<br />

a ti sus dardos con empeño lanza<br />

ante el orbe asombrado que te admira;<br />

en vano, que no alcanza<br />

su encono fiero, que desdén inspira,<br />

tu honor a mancillar: luciente, claro,<br />

como el astro que fúlgido amanece<br />

rasgando sombras en triunfal camino,<br />

así brilla, y se eleva, y resplandece<br />

ceñido de esplendores tu destino.<br />

¡qué voz, qué humano acento<br />

digno seré de discantar al mundo<br />

el sin igual portento!<br />

En pobre tumba que ignoró la historia<br />

y próvido el olvido<br />

en silente quietud guardó profundo,<br />

42 Con motivo del hallazgo de sus restos en la Catedral de Santo Domingo. (Nota Ed. 1920. pág. 47.)<br />

En ed. 1880, pág. 96, figura con el siguiente título: Con motivo del hallazgo de los restos de Colón.<br />

Dedicada a mi ilustrado compatriota Emiliano Tejera.<br />

43 En ed. 1880, pág. 96: Silencio! que ya opreso…<br />

44 En ed. 1880, pág. 96: siento latir el corazón herido…<br />

439


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sin mármoles, sin nombre, sin memoria,<br />

durmieron en descuido<br />

los despojos del nauta esclarecido.<br />

Y el voto se cumplió; cumpliose entera<br />

del genio audaz la voluntad postrera.<br />

Propicia la fortuna,<br />

tumba concede al genovés marino<br />

del Nuevo Mundo en la preclara cuna.<br />

¡Oh Patria! Eleva al cielo<br />

el hosanna triunfal con gozo vivo;<br />

gózate ya sin pesadumbre alguna<br />

en tu gloriosa suerte: que si alarde<br />

de insensato poder haciendo altivo<br />

ruge el despecho con furor cobarde,<br />

y el férvido clamor de tu entusiasmo<br />

y tu impaciente anhelo<br />

con acentos recibe de sarcasmo,<br />

atónita la historia<br />

sus fastos abre a confirmar tu gloria. 45<br />

Del Támesis al Volga, al Rin, al Tíber,<br />

al Marañón, al Niágara potente,<br />

un himno cruza en el espacio libre;<br />

himno de amor, de gratitud ferviente,<br />

que acordes te levantan<br />

pueblos que al orbe tu victoria cantan.<br />

¿No escuchas? En el viento,<br />

voz que domina la algazara impía<br />

responde placentera<br />

al hondo grito, al indecible acento<br />

de asombro y de alegría<br />

que estremecido conmovió la esfera<br />

cuando, en el rapto de emoción dichosa,<br />

triunfante, la preciosa<br />

urna sagrada que el despojo encierra<br />

del nauta peregrino<br />

al secreto arrancaste de la tierra,<br />

y en súbita locura<br />

¡Colón! clamaste, y resonó en la altura.<br />

¿qué mucho que en su saña<br />

contra ti se levante el error necio,<br />

si al genio mismo se atrevió, engreído,<br />

45 En ed. 1880, pág. 98: sus fastos abre a consignar tu gloria…<br />

440


SALOMÉ UREñA DE hENRÍqUEz | POESÍAS ESCOGIDAS<br />

con risas de desprecio,<br />

y condenarlo pretendió al olvido?<br />

Mas ¡ay de su arrogancia!<br />

Vencer no pudo la tenaz constancia<br />

ni estorbo ser a que, tras lucha rara,<br />

firme y audaz el genovés piloto,<br />

del hemisferio ignoto<br />

las extensas regiones saludara.<br />

Tu nombre sin mancilla<br />

También ¡oh Patria! lucirá radiante,<br />

que pasa el tiempo, y el error se humilla,<br />

y eterna la verdad surge triunfante.<br />

No será, no, que la injusticia intente<br />

la historia dominar, haciendo al hombre<br />

postrar el alma, doblegar la frente<br />

sobre un sepulcro de mentido nombre;<br />

no será, no, sin que el heroico aliento<br />

de la santa virtud noble ardimiento<br />

al corazón infunda<br />

de cada pecho que en el bien se inflama,<br />

y al fuego de su llama<br />

la fábrica del mal tiemble y se hunda.<br />

¡Colón, genio preclaro,<br />

de la ciencia y la fe mártir sublime!<br />

¿qué destino fatal, qué numen raro<br />

persigue tu memoria,<br />

y se complace en abatir tu gloria,<br />

y el polvo mismo de tu ser oprime?<br />

Un nombre inmerecido<br />

tu mundo lleva, y a sepulcro extraño,<br />

con lauros tuyos, imprevisto engaño<br />

favoreció rendido.<br />

Mas ¡ah! que en dulce calma<br />

tras el duelo y la duda y la porfía, 46<br />

quisqueya te contempla en su regazo.<br />

¿quisqueya! La que un día<br />

la palma de tu amor tuvo por suerte,<br />

y por herencia santa esos despojos;<br />

la que de angustia inerte<br />

regó con llanto tu memoria egregia,<br />

cuando en hora fatal vieron sus ojos<br />

46 En ed. 1880, pág. 100: tras el duelo y la lucha y la porfía.<br />

441


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llevar en pompa regia<br />

los restos ignorados<br />

con tu nombre a su seno arrebatados.<br />

¡Colón! Duerme al abrigo<br />

del suelo de tu afán, mi Patria bella,<br />

y paz le brinde tu recuerdo amigo<br />

en sus noches de angustia y de querella;<br />

tu aliento soberano<br />

avive de su fe la llama pura,<br />

la esperanza del bien, que al soplo insano<br />

de la desgracia trémula vacila;<br />

y con paterno amor, desde la altura<br />

donde tu alma entre esplendores vuela,<br />

el mal ahuyenta de la edad futura,<br />

por los destinos de tu Antilla vela.<br />

1879.<br />

A la música 47<br />

¡Espíritu de luz y de armonía!<br />

En torno de mi frente<br />

las alas agitad, y el alma ardiente<br />

con vencedor arranque en su porfía<br />

allá del éter por la esfera ignota<br />

al himno universal lleve su nota.<br />

¡Arte divino ¡oh música! el idioma<br />

de lo infinito eres;<br />

el solemne concierto que los seres<br />

alzan acordes cuando el alba asoma<br />

y vida nueva por doquier imprime,<br />

tu gloria canta y tu poder sublime.<br />

¡Mas qué! ¿dónde no vibra y se dilata<br />

con majestad extrema<br />

tu omnipotente voz, tu voz suprema?<br />

El universo conmovido acata<br />

tu ley de amor, que los espacios llena<br />

y los orbes dirige y encadena.<br />

Al soberano acento, de la nada<br />

apareció a la vida<br />

radiante la creación estremecida;<br />

47 En ed. 1880, pág. 101, subtítulo: Con motivo de un concierto dado por el profesor Carlos A. Serrano.<br />

442


SALOMÉ UREñA DE hENRÍqUEz | POESÍAS ESCOGIDAS<br />

y en rápida carrera concertada<br />

mundos poblaron la extensión vacía<br />

ligados por incógnita armonía.<br />

Y llenan del espacio las regiones<br />

sonidos inmortales,<br />

preludio de las voces celestiales,<br />

palpitantes, ignotas vibraciones<br />

que absorta el alma a percibir alcanza<br />

en horas de ilusión y de esperanza.<br />

Del alba a los destellos peregrinos,<br />

en el murmullo leve<br />

del aura errante que las flores mueve,<br />

del ave amante en los alegres trinos,<br />

del llanto matinal en cada gota,<br />

palpita el ritmo de tu ardiente nota.<br />

Y palpita en la voz de la tormenta,<br />

del mar en el bramido,<br />

del rayo en el terrífico estallido,<br />

del cráter en la cima turbulenta,<br />

y el hombre, que te admira en todas partes,<br />

tu solio encumbra a dominar las artes.<br />

Tu atmósfera sublime vivifica<br />

el espíritu grande;<br />

tu acento grave el entusiasmo expande,<br />

y el genio que tus ecos centuplica<br />

en ardorosa inspiración se enciende<br />

y tus secretos íntimos sorprende.<br />

Y espléndido, elevándose a la altura<br />

de la armonía suprema,<br />

intérprete feliz, con ansia extrema,<br />

en raudales de plácida dulzura<br />

recoge el himno que en el éter vaga<br />

y con notas del cielo nos embriaga.<br />

Y despertando en los ocultos senos<br />

del alma adormecida<br />

las memorias que fueron en la vida,<br />

con tonos de expresión y magia llenos,<br />

en éxtasis purísimo, indecible,<br />

arranca al corazón llanto apacible.<br />

Fija tu planta en el preciado suelo<br />

de mi quisqueya libre,<br />

443


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

arte divino, y que tu acento vibre<br />

llevado por el céfiro en su vuelo<br />

y los ámbitos llene pregonando<br />

ya de las artes el imperio blando.<br />

Aquí también espíritus sedientos<br />

de ignotas armonías,<br />

tras largas noches de color sombrías, 48<br />

demandan tus arcanos a los vientos,<br />

para alzar, entre asombro, el soberano<br />

himno del porvenir dominicano.<br />

Desciende ya, que de tu voz augusta<br />

al eco generoso,<br />

unidas en consorcio venturoso 49<br />

vendrán las ciencias a la heroica justa,<br />

y en quisqueya tendrán, para alto ejemplo<br />

culto las artes y el saber un templo.<br />

1879.<br />

El cantar de mis cantares 50<br />

Cuando los vientos murmuradores<br />

llevan los ecos de mi laúd 51<br />

con los acentos de mis amores<br />

resuena un nombre, que de rumores<br />

pasa llenando la esfera azul.<br />

que en ese nombre que tanto adoro<br />

y al labio acude con dulce afán,<br />

de aves y brisas amante coro,<br />

rumor de espumas, eco sonoro<br />

de ondas y palmas y bosques hay.<br />

Y para el alma que en ese ambiente<br />

vive y respira sin inquietud,<br />

y las delicias del cielo siente,<br />

guarda ese nombre puro y ferviente<br />

todo un poema de amor y luz.<br />

quisqueya ¡oh Patria! ¿quién, si en tu suelo<br />

le dio la suerte nacer feliz,<br />

quién, si te adora con fiel desvelo,<br />

48 En ed. 1880, pág. 104: tras esas noches de dolor sombrías,<br />

49 En ed. 1880, pág. 104: unidos en consorcio venturoso,<br />

50 Leída en una conferencia literaria que celebró la Sociedad Amigos del País.<br />

(Subtítulo ed. 1880, pág. 105.)<br />

51 En ed. 1880, pág. 105: llevan los sones de mi laúd.<br />

444


SALOMÉ UREñA DE hENRÍqUEz | POESÍAS ESCOGIDAS<br />

cuando te nombra no oye en su anhelo<br />

músicas gratas reproducir?<br />

Bella y hermosa cual la esperanza,<br />

lozana y joven, así eres tú;<br />

a copiar nunca la mente alcanza<br />

tus perfecciones, tu semejanza,<br />

de sus delirios en la inquietud.<br />

Tus bellos campos que el sol inunda,<br />

tus altas cumbres de enhiesta sien,<br />

de tus torrentes la voz profunda,<br />

la palpitante savia fecunda<br />

con que la vida bulle en tu ser,<br />

todo seduce, todo arrebata,<br />

todo, en conjunto fascinador,<br />

en armoniosa corriente grata,<br />

hace en tu suelo la dicha innata<br />

y abre horizontes a la ilusión.<br />

Y ¡ay, si oprimirte con mano ruda<br />

quiere en su saña la iniquidad!<br />

Tu espada pronto brilla desnuda,<br />

te alzas potente, y en la lid cruda<br />

segando lauros triunfante vas.<br />

Naturaleza te dio al crearte<br />

belleza, genio, fuerza y valor;<br />

y es mi delirio con fe cantarte<br />

y entre lo grande siempre buscarte<br />

con el empeño del corazón.<br />

Por eso el alma te buscó un día<br />

con ansia ardiente, con vivo afán,<br />

entre las luchas y la porfía<br />

y entre los triunfos de gallardía<br />

con que el progreso gigante va.<br />

Mas ¡ay! en vano pregunté ansiosa<br />

si entre el tumulto cruzabas tú:<br />

llevó la brisa mi voz quejosa;<br />

silencio mudo, sombra enojosa<br />

miré en tu puesto solo y sin luz.<br />

Tú, la preciada, la libre Antilla,<br />

la más hermosa perla del mar,<br />

la que de gloria radiante brilla<br />

445


¿huyes la senda que ufana trilla<br />

con planta firme la humanidad?<br />

A tu corona rica y luciente<br />

falta la joya de más valor;<br />

búscala presto, que ya presiente<br />

para ti el alma, con gozo ardiente,<br />

grandes victorias de bendición.<br />

¡Patria bendita! ¡Numen sagrado<br />

Raudal perenne de amor y luz!<br />

Tu dulce nombre siempre adorado,<br />

que el pecho lleva con fe grabado,<br />

vibra en los sones de mi laúd.<br />

Y pues que mueve nombre tan puro<br />

de mis cantares la inspiración,<br />

y ansiando vivo tu bien seguro,<br />

la sien levanta, mira al futuro,<br />

y oye mis cantos, oye mi voz!…<br />

1879.<br />

Sueños 52<br />

COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

En horas gratas, cuando serena<br />

reposa el alma libre de afán,<br />

y el aura amena<br />

pasa, de agrestes rumores llena,<br />

y es todo calma, todo solaz;<br />

cuando la Patria suspende el ruido<br />

de las contiendas aterrador,<br />

y confundido<br />

quedar parece bajo el olvido<br />

cuanto es angustias al corazón,<br />

castas visiones vienen ligeras,<br />

y en bullicioso giro fugaz,<br />

cual mensajeras<br />

de paz y dicha, nuevas esferas<br />

al pensamiento mostrando van;<br />

nuevas esferas donde la mente<br />

vislumbra absorta mares de luz,<br />

donde se siente<br />

52 Posterior a la edición de <strong>Poesía</strong>s, 1880. Posiblemente corresponda a la última mitad de dicho año.<br />

446


SALOMÉ UREñA DE hENRÍqUEz | POESÍAS ESCOGIDAS<br />

que extraños sones lleva el ambiente<br />

sobre las nubes del cielo azul.<br />

Enajenada la fantasía,<br />

de esas visiones corriendo en pos,<br />

mira a porfía<br />

pueblos y pueblos buscar la vía<br />

de esas regiones de eterno albor.<br />

Rasga el destino su denso velo,<br />

y a sus fulgores el porvenir<br />

muestra a mi anhelo<br />

cómo a esa altura, con libre vuelo,<br />

quisqueya asciende grande y feliz.<br />

Sueños de gloria que halagadores<br />

el alma sigue llena de fe;<br />

bien que traidores<br />

huyen a veces, y sus fulgores<br />

envuelven sombras de lobreguez.<br />

¡Ay! Es que entonces, Patria bendita<br />

cubre tus campos ruido fatal,<br />

que a la infinita<br />

región se eleva, y el alma agita<br />

con emociones de hondo pesar.<br />

Mas cuando calla la voz terrible,<br />

cuando sereno luce el confín,<br />

y bonancible<br />

pasa la brisa, con apacible<br />

giro de blandos rumores mil,<br />

cándidas vuelven esas visiones<br />

arrobadoras en multitud<br />

y esas regiones<br />

a poblar vuelven extraños sones<br />

y claridades de viva luz.<br />

A esas esferas del pensamiento<br />

quiero llevarte, Patria gentil;<br />

si oyes mi acento,<br />

si verte quieres en alto asiento,<br />

dominadora del porvenir,<br />

¡ah! quede Siempre suspenso el ruido<br />

de las contiendas aterrador;<br />

447


Luz 53<br />

COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

que enternecido<br />

desde su trono de luz ceñido<br />

sueños de gloria te ofrece Dios!<br />

1880.<br />

¿Adónde el alma incierta<br />

pretende el vuelo remontar ahora?<br />

¿qué rumor de otra vida la despierta?<br />

¿qué luz deslumbradora<br />

inunda los espacios y reviste<br />

de lujoso esplendor cuanto era triste?<br />

¿La inquieta fantasía<br />

finge otra vez en la tiniebla oscura<br />

los destellos vivísimos del día,<br />

lanzándose insegura,<br />

enajenada en su delirio vago,<br />

de un bien engañador tras el halago?<br />

¡Ah, no! que ya desciende<br />

sobre quisqueya, a iluminar las almas,<br />

rayo de amor que el entusiasmo enciende,<br />

y de las tristes calmas<br />

el espíritu en ocio, ya contento,<br />

surge a la actividad del pensamiento.<br />

Y surge a la existencia,<br />

al trabajo, a la paz, la Patria mía,<br />

a la egregia conquista de la ciencia,<br />

que en inmortal porfía<br />

los pueblos y los pueblos arrebata<br />

y del error las nieblas desbarata.<br />

Ayer, meditabunda,<br />

lloré sobre tus ruinas ¡oh quisqueya!<br />

toda una historia en esplendor fecunda,<br />

al remover la huella<br />

del arte, de la ciencia, de la gloria<br />

allí esculpida en perennal memoria.<br />

Y el ánimo intranquilo<br />

llorando preguntó si nunca al suelo<br />

53 Posterior a la edición de <strong>Poesía</strong>s, 1880.<br />

448


SALOMÉ UREñA DE hENRÍqUEz | POESÍAS ESCOGIDAS<br />

donde tuvo el saber preclaro asilo,<br />

a detener su vuelo<br />

el genio de la luz en fausto día<br />

con promesas de triunfos volvería.<br />

Y de esperanzas llena<br />

temerosa aguardé, y al viento ahora,<br />

cuando amanece fúlgida, serena,<br />

del bienestar la aurora,<br />

lanzo del pecho, que enajena el gozo,<br />

las notas de mi afán y mi alborozo.<br />

Sí, que ensancharse veo<br />

las aulas, del saber propagadoras,<br />

y de fama despiértase el deseo,<br />

brindando protectoras<br />

las ciencias sus tesoros al talento,<br />

que inflamado en ardor corre sediento,<br />

Ya de la patria esfera<br />

los horizontes dilatarse miro:<br />

el futuro sonriendo nos espera,<br />

que en entusiasta giro,<br />

ceñida de laurel, a la eminencia<br />

se levanta feliz la inteligencia.<br />

Es esa la futura<br />

prenda de paz, de amor y de grandeza,<br />

la que el bien de los pueblos asegura,<br />

la base de firmeza<br />

donde al mundo, con timbres y blasones,<br />

se elevan prepotentes las naciones.<br />

¡Cuántas victorias altas<br />

el destino te guarda, Patria mía,<br />

si con firme valor la cumbre asaltas!<br />

Escúchame y porfía;<br />

escucha una vez más, oye ferviente<br />

la palabra de amor que nunca miente:<br />

yo soy la voz que canta<br />

del polvo removiendo tus memorias,<br />

el himno que a tus triunfos se adelanta,<br />

el eco de tus glorias…<br />

No desmayes, no cejes, sigue, avanza:<br />

¡tuya del porvenir es la esperanza!<br />

Julio de 1880.<br />

449


Sombras<br />

COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

Alzad del polvo inerte,<br />

del polvo arrebatad el arpa mía,<br />

melancólicos genios de mi suerte.<br />

Buscad una armonía<br />

triste como el afán que me tortura,<br />

que me cercan doquier sombras de muerte<br />

y rebosa en mi pecho la amargura.<br />

Venid, que el alma siente<br />

morir la fe que al porvenir aguarda;<br />

venid, que se acobarda<br />

fatigado el espíritu doliente<br />

mirando alzar con ímpetu sañudo<br />

su torva faz al desencanto rudo,<br />

y al entusiasmo ardiente<br />

plegar las alas y abatir la frente.<br />

¿No veis? Allá a lo lejos<br />

nube de tempestad siniestra avanza<br />

que oscurece a su paso los reflejos<br />

del espléndido sol de la esperanza.<br />

Mirad cual fugitivas<br />

las ilusiones van, del alma orgullo;<br />

no como ayer, altivas,<br />

hasta el éter azul tienden el vuelo,<br />

ni a recibirlas, con piadoso arrullo,<br />

sus pórticos de luz entreabre el cielo.<br />

¿Cuál será su destino?<br />

Proscritas, desoladas, sin encanto,<br />

en el vértigo van del torbellino,<br />

y al divisarlas, con pavor y espanto<br />

sobre mi pecho la cabeza inclino.<br />

Se estremece el alcázar opulento<br />

de bien, de gloria, de grandeza suma,<br />

que fabrica tenaz el pensamiento;<br />

¡bajo el peso se rinde que le abruma!<br />

Conmuévese entre asombros,<br />

de la suerte a los ímpetus terribles,<br />

y se apresta a llorar en sus escombros<br />

el ángel de los sueños imposibles.<br />

Venid, genios, venid, y al blando halago<br />

de vuestros himnos de inmortal tristeza,<br />

para olvidar el porvenir aciago<br />

450


se aduerma fatigada mi cabeza.<br />

Del arpa abandonada<br />

al viento dad la gemebunda nota,<br />

mientras que ruge la tormenta airada,<br />

y el infortunio azota<br />

la ilusión por el bien acariciada,<br />

y huye la luz de inspiración fecunda,<br />

y la noche del alma me circunda.<br />

Mas ¡ah! venid en tanto<br />

y adormeced el pensamiento mío<br />

al sonoro compás de vuestro canto.<br />

¡Meced con vuestro arrullo el alma sola!<br />

Dejad que pase el huracán bravío,<br />

y que pasen del negro desencanto<br />

las horas en empuje turbulento,<br />

como pasa la ola,<br />

como pasa la ráfaga del viento.<br />

Dejad que pase, y luego<br />

a la vida volvedme, a la esperanza,<br />

al entusiasmo en fuego:<br />

que es grato, tras la ruda<br />

borrasca de la duda,<br />

despertar a la fe y a la confianza,<br />

y tras la noche de dolor, sombría,<br />

cantar la luz y saludar el día.<br />

Junio de 1881.<br />

Mi ofrenda a la Patria 54<br />

SALOMÉ UREñA DE hENRÍqUEz | POESÍAS ESCOGIDAS<br />

En la investidura de sus discípulas,<br />

las primeras maestras normales de Santo Domingo.<br />

hace ya tanto tiempo!… Silenciosa,<br />

si indiferente no, Patria bendita,<br />

yo he seguido la lucha fatigosa<br />

con que llevas de bien tu ansia infinita.<br />

ha tiempo que no llena<br />

tus confines la voz de mi esperanza,<br />

ni el alma, que contigo se enajena,<br />

a señalarte el porvenir se lanza.<br />

he visto a las pasiones<br />

levantarse en tu daño conjuradas<br />

54 Salomé Ureña de henríquez, en vez de un discurso, recitó este poema en el acto<br />

de investidura del primer grupo de sus discípulas, nuestras primeras maestras normales.<br />

451


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

para ahogar tus supremas ambiciones,<br />

tus anhelos de paz y de progreso,<br />

y rendirse tus fuerzas fatigadas<br />

al abrumante peso.<br />

¿Por qué, siempre que el ruido<br />

de la humana labor que al mundo asombra,<br />

recorriendo el espacio estremecido<br />

a sacudir tu indiferencia viene,<br />

oculta mano férrea, entre la sombra,<br />

tus generosos ímpetus detiene?<br />

¡Ah! Yo quise indagar de tu destino<br />

la causa aterradora:<br />

te miro en el comienzo del camino,<br />

clavada siempre allí la inmóvil planta,<br />

como si de algo que en llegar demora,<br />

de algo que no adelanta,<br />

la potencia aguardaras impulsora…<br />

¡quién sabe si tus hijos<br />

esperan una voz de amor y aliento!<br />

dijo el alma, los ojos en ti fijos,<br />

dijo en su soledad mi pensamiento.<br />

¿Y ese amoroso acento<br />

de qué labio saldrá, que así sacuda<br />

el espíritu inerme, y lo levante,<br />

la fe llevando a reemplazar la duda,<br />

y del deber la religión implante?<br />

¡Ah! La mujer encierra,<br />

a despecho del vicio y su veneno,<br />

los veneros inmensos de la tierra,<br />

el germen de lo grande y de lo bueno.<br />

Más de una vez en el destino humano<br />

su imperio se ostentó noble y fecundo:<br />

ya es Veturia, y desarma a Coriolano;<br />

ya Isabel, y Colón halla otro mundo.<br />

hágase luz en la tiniebla oscura<br />

que el femenil espíritu rodea,<br />

y en sus alas de amor irá segura<br />

del porvenir la salvadora idea.<br />

Y si progreso y paz e independencia<br />

mostrar al orbe tu ambición ansía,<br />

fuerte, como escudada en su conciencia,<br />

de sus propios destinos soberana,<br />

para ser del hogar lumbrera y guía<br />

formemos la mujer dominicana.<br />

452


SALOMÉ UREñA DE hENRÍqUEz | POESÍAS ESCOGIDAS<br />

Así, de tu futura<br />

suerte soñando con el bien constante,<br />

las fuerzas consagré de mi ternura,<br />

instante tras instante,<br />

a dar a ese ideal forma y aliento,<br />

y rendirte después como tributo,<br />

cual homenaje atento,<br />

de mi labor el recogido fruto.<br />

hoy te muestro ferviente<br />

las almas que mi afán dirigir pudo:<br />

yo les di de verdad rica simiente,<br />

y razón y deber forman su escudo.<br />

En patrio amor sublime<br />

templadas al calor de mis anhelos,<br />

ya sueñan que tu suerte se redime,<br />

ya ven de tu esperanza abrir los cielos.<br />

Digna de ti es la prenda<br />

que mi esfuerzo vivísimo corona<br />

y que traigo a tus aras en ofrenda:<br />

¡el don acepta que mi amor te abona!<br />

que si cierto es cual puro<br />

mi entusiasta creer en esas glorias<br />

que siempre, siempre, con placer te auguro;<br />

si no mienten victorias<br />

la voz que en mi interior se inspira y canta,<br />

los sueños que en mi espíritu se elevan,<br />

ellas al porvenir que se adelanta<br />

de ciencia y de virtud gérmenes llevan.<br />

Abril de 1887.<br />

453


Páginas íntimas<br />

Melancolía<br />

COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

hay un ser apacible y misterioso<br />

que en mis horas de lánguido reposo<br />

me viene a visitar;<br />

yo le cuento mis penas interiores,<br />

porque siempre, calmando mis dolores,<br />

mitiga mi penar.<br />

Como el ángel del bien y la constancia,<br />

en los últimos sueños de la infancia<br />

aparecer le vi;<br />

contemplome un instante con ternura,<br />

y “Oye –dijo–: las horas de ventura<br />

pasaron para ti.<br />

“Yo vengo a despertar tu alma dormida,<br />

porque un genio funesto, de la vida<br />

te aguarda en el umbral;<br />

y benigno jamás, siempre iracundo,<br />

te encontrará, de agitado mundo<br />

en el inmenso erial.<br />

“Yo elevaré tu espíritu doliente;<br />

disiparé las nubes que en tu frente<br />

las penas formarán;<br />

consagra sólo a mí tus horas largas,<br />

y enjugaré tus lágrimas amargas<br />

y calmaré tu afán.<br />

“Seré de tu vivir guarda constante,<br />

y mi pálido tinte a tu semblante<br />

trasmitirá mi amor.<br />

Y te daré una lira en tus pesares,<br />

porque al eco fugaz de tus cantares<br />

se exhale tu dolor.<br />

“Y te daré mi lánguida armonía,<br />

que los himnos que entona de alegría<br />

la ardiente juventud<br />

jamás ensayarás, pobre cantora,<br />

porque siempre la musa inspiradora<br />

seré de tu laúd.”<br />

Dijo, y de entonces, cual amiga estrella<br />

alumbra siempre, misteriosa y bella,<br />

mi noche de dolor;<br />

454


y me arrulla sensible y amorosa,<br />

como arrulla la madre cariñosa 55<br />

al hijo de su amor.<br />

Y haciendo que en sus alas me remonte<br />

a otro mundo de luz sin horizonte, 56<br />

de dicha voy en pos;<br />

y entonces de mi lira se desprende<br />

nota sin nombre que la brisa extiende,<br />

y escucha sólo Dios.<br />

Yo te bendigo, fiel Melancolía;<br />

tú los seres que anima la alegría<br />

no vas a adormecer;<br />

porque eres el consuelo de las almas<br />

que del martirio las fecundas palmas 57<br />

lograron obtener.<br />

Por ti en los aires resonó mi acento,<br />

y para dar un generoso aliento<br />

al pobre corazón,<br />

alguna vez la Patria bendecida<br />

benévola me escucha sonreída<br />

y aplaude mi canción.<br />

No pido más: bien pueden los dolores<br />

destrozar sin piedad las bellas flores<br />

de la ilusión que amé;<br />

que jamás, bajo el peso que me oprime,<br />

mientras un rayo de virtud me anime,<br />

la frente inclinaré.<br />

1874.<br />

¡Padre mío!<br />

SALOMÉ UREñA DE hENRÍqUEz | POESÍAS ESCOGIDAS<br />

Muda yace la alcoba solitaria<br />

donde naciste a la existencia un día,<br />

do, desdeñando la fortuna varia,<br />

tu vida entre el estudio discurría.<br />

¡Ay! De una madre en el regazo tierno<br />

por vez primera te adormiste allí,<br />

y allí, de hinojos, tu suspiro eterno<br />

entre sollozos tristes recogí.<br />

55 En ed. 1880, pág. 25: cual arrulla la madre cariñosa…<br />

56 En ed. 1880, pág. 25: a ese mundo de luz sin horizonte…<br />

57 En ed. 1880, pág. 26: que del martirio las brillantes palmas…<br />

455


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hoy, al entrar en tu mansión doliente,<br />

donde reina silencio sepulcral,<br />

nadie a posar vendrá sobre mi frente<br />

el beso del cariño paternal.<br />

Ninguna voz halagará mi acento,<br />

ni un eco grato halagará mi oído:<br />

sólo memorias de tenaz tormento<br />

tendré a la vista de tu hogar querido.<br />

Sí, que a la tumba descender te viera<br />

tras largas horas de perenne afán,<br />

horas eternas de congoja fiera<br />

que en el alma por siempre vivirán.<br />

Cuando de angustia desgarrado el pecho<br />

te sostuve en mis brazos moribundo;<br />

cuando tu cuerpo recosté en el lecho<br />

donde el postrer adiós dijiste al mundo;<br />

cuando, de hinojos, anegada en llanto,<br />

llevé mis labios a tu mano fría,<br />

y entre tanta amargura y duelo tanto<br />

miraba palpitante tu agonía;<br />

después ¡oh Dios! cuando besé tu frente<br />

y a mi beso filial no respondiste,<br />

de horror y espanto se turbó mi mente…<br />

Y aún teme recordarlo el alma triste.<br />

¡Momento aciago! Su fatal memoria<br />

cubre mi frente de dolor sombrío.<br />

Siempre en el alma vivirá su historia,<br />

y vivirá tu imagen, padre mío…<br />

Cuando las sombras con su velo denso<br />

dejan el orbe en lobreguez sumido,<br />

en el misterio de la noche pienso<br />

que aún escucho doliente tu gemido;<br />

y finge verte mi amoroso anhelo<br />

bajo el abrigo de tu dulce hogar,<br />

y me brindas palabras de consuelo<br />

y mis lágrimas llegas a enjugar.<br />

Sombra querida que incesante vagas<br />

en torno de la huérfana errabunda,<br />

456


visión perenne que mi sueño halagas,<br />

alma del alma que mi ser inunda:<br />

si de ese mundo que el dolor extraña<br />

mi llanto has visto y mi amargura extrema,<br />

sobre mi frente, que el pesar empaña,<br />

haz descender tu bendición suprema.<br />

1875.<br />

Quejas<br />

SALOMÉ UREñA DE hENRÍqUEz | POESÍAS ESCOGIDAS<br />

Te vas, y el alma dejas<br />

sumida en amargura, solitaria,<br />

y mis ardientes quejas,<br />

y la tímida voz de mi plegaria,<br />

indiferente y frío<br />

desoyes ¡ay! para tormento mío.<br />

¿No basta que cautiva<br />

de fiero padecer entre las redes<br />

agoniza viva? 58<br />

¡Ay, que mi angustia comprender no puedes,<br />

que por mi mal ignoras<br />

cuán lentas son de mi existir las horas!<br />

Sí, que jamás supiste<br />

cuál se revuelve en su prisión estrecha,<br />

desconsolado y triste,<br />

el pobre corazón, que en lid deshecha<br />

con su tormento rudo<br />

morir se siente y permanece mudo.<br />

Y en vano, que indiscretos<br />

mis ojos, sin cesar, bajo el encanto<br />

de tu mirar sujetos,<br />

fijo en los tuyos con empeño tanto,<br />

que el corazón desmaya<br />

cuando esa fuerza dominar ensaya.<br />

Deja que pueda al menos<br />

bañándome en su luz beber la vida,<br />

y disfrutar serenos<br />

breves instantes en tu unión querida,<br />

que es para mi amargura<br />

bálsamo de purísima dulzura.<br />

58 En ed. 1880, pág. 90: agonizando viva?<br />

457


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

Deja que al vivo acento<br />

que de tus labios encendidos brota,<br />

mi corazón sediento,<br />

que en pos va siempre de ilusión ignota,<br />

presienta enajenado<br />

las glorias todas de tu edén soñado. 59<br />

¡Ah, si escuchar pudieras<br />

cuanto a tu nombre mi ternura dijo!<br />

¡Si en horas lisonjeras<br />

me fuera dado, con afán prolijo,<br />

contarte sin recelo<br />

todo el delirio de mi amante anhelo!<br />

Mas no, que mi suspiro<br />

comprimo dentro el pecho acongojado.<br />

Me basta si te miro,<br />

si la dicha y el bien sueño a tu lado,<br />

porque tu vista calma<br />

los agudos tormentos de mi alma.<br />

¡Ay! que sin ti, bien mío,<br />

mi espíritu cansado languidece<br />

cual planta sin rocío,<br />

y con sombras mi frente se oscurece.<br />

y entre congoja tanta<br />

mi corazón herido se quebranta.<br />

Oye mi ardiente ruego,<br />

oye las quejas de mi angustia suma,<br />

y generoso luego<br />

olvida que la pena que me abruma<br />

te reveló mi acento<br />

en horas ¡ay! de sin igual tormento.<br />

Escúchame y perdona:<br />

que ya mi labio enmudecido calla,<br />

y el alma se abandona<br />

con nuevo ardor a su febril batalla,<br />

y débil mi suspiro<br />

se pierde de las auras en el giro.<br />

1879.<br />

59 En ed. 1880, pág. 91: las glorias todas de su edén soñado.<br />

458


A mi madre<br />

SALOMÉ UREñA DE hENRÍqUEz | POESÍAS ESCOGIDAS<br />

Dedicatoria del tomo de poesías publicado en 1880.<br />

Aquí, a la sombra tranquila y pura<br />

con que nos brinda grato el hogar,<br />

oye el acento de la ternura<br />

que en tus oídos blanda murmura<br />

la dulce nota de mi cantar.<br />

La voz escucha del pecho amante<br />

que hoy te consagra su inspiración,<br />

a ti que aún eres tierna, incesante,<br />

de amor sublime, de fe constante,<br />

raudal que aliento da al corazón.<br />

Mi voz escucha: la lira un día<br />

un canto alzarte quiso feliz,<br />

y en el idioma de la armonía<br />

débil el numen ¡oh madre mía!<br />

no halló un acento digno de ti.<br />

¿Cómo tu afecto cantar al mundo,<br />

grande, infinito, cual en sí es?<br />

¿Cómo pintarte mi amor profundo?<br />

Empeño inútil, sueño infecundo<br />

que en desaliento murió después<br />

De entonces, madre, buscando en prenda,<br />

con las miradas al porvenir,<br />

voy en mi vida, voy en mi senda,<br />

de mis amores íntima ofrenda<br />

que a tu cariño pueda rendir.<br />

Yo mis cantares lancé a los vientos,<br />

yo di a las brisas mi inspiración;<br />

tu amor grandeza dio a mis acentos:<br />

que fueron tuyos mis pensamientos<br />

en esos himnos del corazón.<br />

Notas dispersas que en libres vuelos<br />

y a merced fueron del huracán,<br />

pero llevando con mis anhelos<br />

los mil suspiros, los mil desvelos<br />

con que a la Patria paga mi afán.<br />

hoy que reunirlas plugo al destino,<br />

quiero que abrigo y amor les des:<br />

459


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

esa es la prenda que en mi camino<br />

al soplo arranco del torbellino,<br />

y a colocarla vengo a tus pies.<br />

1879.<br />

Amor y anhelo 60<br />

quiero contarte, dueña del alma,<br />

las tristes horas de mi dolor;<br />

quiero decirte que no hallo calma,<br />

que de tu afecto quiero la palma,<br />

que ansiando vivo sólo tu amor.<br />

quiero decirte que a tu mirada<br />

me siento débil estremecer,<br />

que me enajena tu voz amada,<br />

que en tu sonrisa vivo extasiada,<br />

que tú dominas todo mi ser.<br />

Por ti suspiro, por ti yo vierto<br />

llanto de oculto, lento sufrir;<br />

sin ti es el mundo triste desierto<br />

donde camino sin rumbo cierto,<br />

viendo entre sombras la fe morir.<br />

Y con tu imagen en desvarío<br />

vivo encantando mi soledad,<br />

desde que absorta te vi, bien mío,<br />

y arrebatada, sin albedrío,<br />

rendí a tus plantas mi libertad.<br />

Deja que el alma temblando siga<br />

de una esperanza soñada en pos,<br />

que enajenada su amor te diga,<br />

mientras un rayo de luz amiga<br />

pido al futuro para los dos.<br />

¡Oh ¡si a tu lado pasar la vida<br />

me diera el cielo por todo bien!<br />

¡Si a tu destino mi suerte unida,<br />

sobre tu seno de amor rendida<br />

pudiera en calma doblar la sien!<br />

¿qué a mí la saña del hado crudo?<br />

¿qué los amagos del porvenir?<br />

Tu amor llevando por todo escudo,<br />

60 Excluida en la edición de 1920. Madrid.<br />

460


yo desafiara su embate rudo<br />

y así me fuera grato vivir.<br />

¡Ay en las horas de hondo tormento<br />

que al alma asedian con ansia cruel,<br />

vuela en tu busca mi pensamiento,<br />

mientras el labio trémulo al viento<br />

tu nombre amado murmura fiel.<br />

Ven y tu mano del pecho amante<br />

calme amorosa las penas mil,<br />

¡oh de mis ansias único objeto!<br />

en que a ti sólo quiero en secreto<br />

contar mis sueños de amor febril.<br />

Mas no, que nunca mi amante anhelo<br />

podré decirte libre de afán,<br />

gimiendo a solas, en desconsuelo,<br />

cual mis suspiros, en raudo vuelo<br />

mis ilusiones perdidas van.<br />

Tuya es mi vida, tuya mi suerte,<br />

de ti mi dicha pende o mi mal;<br />

si al dolor quieres que venza fuerte,<br />

sobre mi frente pálida vierte<br />

de tu ternura todo el raudal.<br />

1879.<br />

Vespertina<br />

A mi esposo ausente.<br />

SALOMÉ UREñA DE hENRÍqUEz | POESÍAS ESCOGIDAS<br />

Reina la tarde en nuestro hogar bendito,<br />

la tarde tropical, limpia, serena,<br />

que el ánimo enajena<br />

alzando el pensamiento a lo infinito.<br />

Sin nubes está el cielo,<br />

sin celajes la luz, diáfano el aire,<br />

y de la brisa, que en gracioso vuelo<br />

refrescando la tierra se pasea,<br />

al suave impulso, con gentil donaire<br />

el plátano sus hojas balancea,<br />

mientras la flor se inclina<br />

presintiendo la sombra ya vecina.<br />

Todo respira en nuestro hogar la calma:<br />

todo es paz y quietud; sólo mi alma<br />

461


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

de extraño sinsabor la hiel apura,<br />

y a su pensar rendida<br />

suspira en su amargura<br />

con la triste emoción del que en la vida<br />

por vez primera siente<br />

las ansias todas del cariño ausente.<br />

¿En dónde, en dónde estás? Así intranquilo<br />

con su ansiedad el corazón luchando,<br />

te busca sin cesar, hora tras hora;<br />

la casa, el aura, el cielo interrogando.<br />

huérfano del hogar está el asilo;<br />

huérfano, sí, de tu presencia ahora;<br />

que, el alma en su entusiasmo sacudida,<br />

y de admirar ufano<br />

las galas del pensil dominicano,<br />

y sus pueblos y villas diferentes<br />

recorrer, estudiando los futuros<br />

gérmenes del progreso y de la vida<br />

que allí duermen latentes,<br />

sentiste estrechos a tu afán los muros<br />

de la ciudad nativa,<br />

y en alas de esos sueños tentadores,<br />

ardiendo en ansia viva,<br />

el bendecido hogar de los amores<br />

sonriendo abandonaste<br />

y a los mares y campos te lanzaste.<br />

Torna, torna a decirme<br />

cuanto a la pluma revelar no es dado:<br />

las mil fatigas del camino rudo;<br />

tus nuevas impresiones de viajero;<br />

de tu criterio firme<br />

el juicio, recto siempre, nunca errado;<br />

de cuanto viste y merecerle pudo<br />

con mágico atractivo<br />

atención a tu espíritu severo,<br />

admiración a tu entusiasmo altivo.<br />

Ven a decirme a solas<br />

si mi recuerdo acompañó tu viaje<br />

cuando cruzabas las movibles olas;<br />

cuando del sol a los ardientes lampos,<br />

cansado viajador, los patrios campos<br />

te dieron hospedaje.<br />

462


Ya la tórrida lumbre<br />

una vez y otra vez y otras en fuego<br />

desde la etérea cumbre<br />

envió a la zona de su amor el riego,<br />

desde el lejano día<br />

en que, guiado por feliz bonanza,<br />

perdiéndose el bajel en lontananza<br />

te llevó lejos de la vista mía.<br />

¡Oh, qué largas las horas, qué momentos<br />

los de la ausencia triste!<br />

Son siglos de dolor que pasan lentos,<br />

que ignora el corazón cómo resiste.<br />

¡Oh angustia desmedida! ¡quién me diera<br />

salvar espacios y a tu lado ansiosa<br />

llegar en mi carrera!<br />

Y en esta hora dulcísima y dichosa<br />

en que al destello amigo<br />

del sol que palidece<br />

suspensa la creación hacer parece<br />

de paz solemne majestuoso alarde,<br />

verte, sentirte y respirar contigo<br />

la bienhechora calma de la tarde.<br />

Enero de 1881.<br />

En el nacimiento de mi primogénito<br />

A mi esposo.<br />

SALOMÉ UREñA DE hENRÍqUEz | POESÍAS ESCOGIDAS<br />

¡Levántate, alma mía,<br />

por el materno amor transfigurada,<br />

y a los confines del espacio envía<br />

el himno de la dicha inesperada!<br />

Y tú, que abres conmigo<br />

a esa ternura nueva el pecho en gozo,<br />

tú que compartes cuanto sueño abrigo,<br />

cuanta ilusión feliz es mi alborozo,<br />

ven, y los dos a una<br />

el cántico de amor juntos alcemos,<br />

y del pequeño ser ante la cuna<br />

el alba del futuro saludemos:<br />

el alba de esa vida<br />

que a iluminar nuestro horizonte alcanza,<br />

463


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

y a cuya luz vislumbra estremecida<br />

espacios infinitos de esperanza.<br />

Los cielos se inclinaron,<br />

y descendió al hogar entre armonías<br />

el ángel que mis sueños suspiraron,<br />

nuncio de bendiciones y alegrías.<br />

¡Oh, cómo se estremece<br />

engrandecida la existencia ufana<br />

pensando de esa aurora que amanece<br />

vivir reproducida en el mañana!<br />

De hoy más, un sueño solo,<br />

una sola ambición tras el destino,<br />

a nuestras almas servirá de polo,<br />

del tiempo al avanzar en el camino.<br />

¡Oh, sí! Limpiar de abrojos<br />

la senda preparada al ser que nace,<br />

al bien y a la virtud abrir sus ojos,<br />

y el peligro desviar que le amenace.<br />

Y así, como entre flores,<br />

ajeno a la maldad, al vicio ajeno,<br />

verle a lo grande tributar honores<br />

y el alto aprecio merecer del bueno.<br />

Y así a la Patria, al mundo,<br />

como prenda de paz y de amor santo,<br />

en acciones magnánimas fecundo<br />

un miembro digno regalar en tanto.<br />

¡Doblemos el aliento!<br />

Vamos al porvenir, la fe en el alma,<br />

para él a conquistar con ardimiento<br />

de ciencia, de virtud, de bien la palma.<br />

Diciembre de 1882.<br />

En horas de angustia<br />

En la enfermedad de mi segundo hijo.<br />

Sin brillo la mirada,<br />

bañado el rostro en palidez de muerte,<br />

casi extinta la vida, casi inerte,<br />

te miró con pavor el alma mía<br />

464


SALOMÉ UREñA DE hENRÍqUEz | POESÍAS ESCOGIDAS<br />

cuando a otros brazos entregué, aterrada,<br />

tu cuerpo que la fiebre consumía.<br />

En ruego entonces sobre el suelo frío,<br />

y de angustia y dolor desfalleciente,<br />

aguardé de rodillas ¡oh hijo mío!<br />

que descendiese el celestial rocío,<br />

el agua bautismal, sobre tu frente.<br />

Después, en mi regazo<br />

volví a tomarte, sin concierto, loca,<br />

de cabezal sirviéndote mi brazo,<br />

mientras en fuego vivo<br />

se escapaba el aliento de tu boca;<br />

y allí cerca, con treguas de momentos,<br />

el hombre de la ciencia, pensativo,<br />

espiaba de tu ser los movimientos.<br />

Pasaron intranquilas<br />

horas solemnes de esperanza y duda;<br />

latiendo el pecho con violencia ruda<br />

erraban mis pupilas<br />

de uno en otro semblante, sin sosiego,<br />

con delirio cercano a la demencia;<br />

y entre el temor y el ruego<br />

juzgaba, de mi duelo en los enojos,<br />

escrita tu sentencia<br />

hallar de los amigos en los ojos.<br />

¡Oh terrible ansiedad! ¡Dolor supremo<br />

que nunca a describir alcanzaría!<br />

Al cabo, de esa angustia en el extremo,<br />

reanimando mi pecho en agonía,<br />

con voz sin nombre ahora<br />

que a pintar su expresión habrá que cuadre,<br />

¡salvo! –dijo la ciencia triunfadora<br />

¡salvo! –gritó mi corazón de madre.<br />

¡Salvo, gran Dios! El hijo de mi vida,<br />

tras largo padecer, de angustia lleno,<br />

vástago tierno a quien la luz convida,<br />

salud respira en el materno seno.<br />

hermoso cual tus ángeles, sonríe<br />

de mi llamado al cariñoso arrullo,<br />

y el alma contemplándole se engríe<br />

de amor feliz y de inocente orgullo.<br />

465


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

Por eso la mirada<br />

convierto al cielo, de mi bien testigo,<br />

y, de santa emoción arrebatada,<br />

tu nombre ensalzo y tu poder bendigo.<br />

Diciembre de 1884.<br />

¿Qué es Patria?<br />

¿qué es Patria? ¿Sabes acaso<br />

lo que preguntas, mi amor?<br />

Todo un mundo se despierta<br />

en mi espíritu a esa voz.<br />

Todo un mundo de recuerdos<br />

que han dejado en mi interior<br />

esperanzas que no mueren<br />

en la fe del corazón.<br />

¿qué es Patria? De tu inocencia<br />

al purísimo candor<br />

para hablarle de la Patria<br />

no halla el labio una expresión.<br />

En mis ojos arder siento<br />

de una lágrima el calor,<br />

meditando lo que ansías<br />

avanzar a tu razón;<br />

que tan sólo tres abriles<br />

a tu frente dan su albor,<br />

y te mueve ya ese nombre<br />

a curiosa indagación;<br />

ese nombre que mis cantos<br />

en el céfiro veloz<br />

suspirando siempre llevan<br />

con los ecos de mi amor.<br />

Mas es fuerza que te diga<br />

de la Patria alguna voz;<br />

que te diga cuanto en ella<br />

tu niñez cautiva hoy.<br />

Este hogar, donde inocente,<br />

de tus padres al calor,<br />

juegas tú con tus hermanos<br />

en gozosa animación;<br />

466


esos campos donde ufano<br />

del insecto vas en pos,<br />

donde charlas y sonríes<br />

con el pájaro y la flor!<br />

esas nubes de oro y grana<br />

de bellísimo color<br />

que tu júbilo alborozan<br />

cuando el alba anuncia el sol;<br />

esos astros que arrebatan<br />

tu infantil admiración;<br />

ese mar que te amedrenta<br />

con su acento atronador,<br />

son halagos y rumores<br />

y reflejos y alma y voz<br />

de esa Patria cuya idea<br />

se anticipa a tu razón.<br />

Y mañana serán ellos,<br />

que tu vida llenan hoy,<br />

los recuerdos inefables<br />

de la Patria y de su amor.<br />

1887.<br />

Tristezas<br />

A mi esposo ausente.<br />

SALOMÉ UREñA DE hENRÍqUEz | POESÍAS ESCOGIDAS<br />

Nuestro dulce primogénito,<br />

que sabe sentir y amar,<br />

con tu recuerdo perenne<br />

viene mi pena a aumentar.<br />

Fijo en ti su pensamiento.<br />

no te abandona jamás;<br />

sueña contigo, y despierto<br />

habla de ti nada más.<br />

Anoche, cuando, de hinojos.<br />

con su voz angelical<br />

dijo las santas palabras<br />

de su oración nocturnal;<br />

cuando allí junto a su lecho<br />

senteme amante a velar.<br />

467


esperando que sus ojos<br />

viniese el sueño a cerrar.<br />

incorporándose inquieto,<br />

cual presa de intenso afán,<br />

con ese acento que al labio<br />

las penas tan sólo dan,<br />

exclamó como inspirado:<br />

“¿Tú no te acuerdas, mamá?<br />

El sol qué bonito era<br />

cuando estaba aquí papá!”<br />

1888.<br />

Angustias<br />

COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

A mi esposo, ausente en Europa.<br />

Torna a morir el sol. Así pasando<br />

van de tu ausencia los terribles días,<br />

en mi semblante pálido marcando<br />

la huella de profundas agonías.<br />

Torna a morir el sol. El hogar mío<br />

de arpegios infantiles está lleno;<br />

pero rueda del párpado sombrío<br />

una rebelde lágrima a mi seno.<br />

¿Podré, cuando regreses a mi lado,<br />

rico de porvenir, rico de ciencia,<br />

presentarte el tesoro inmaculado<br />

de este grupo de amor y de inocencia?<br />

¡Yo no lo sé! Cuando la muerte lanza<br />

su aliento destructor sobre este suelo,<br />

desfallece en mi pecho la esperanza<br />

y me finge el terror mi hogar en duelo.<br />

Yo no he visto en los círculos de Dante<br />

más terrible ansiedad, más cruel angustia;<br />

se rinde el corazón agonizante,<br />

y el alma siento desolada y mustia.<br />

¡Y tú sufres también! También los brazos<br />

extiendes a tu hogar con el deseo,<br />

y luchas del deber entre los lazos,<br />

cual otro encadenado Prometeo.<br />

468


¿Por qué dejé que tan prolija ausencia<br />

así emprendieras en momento aciago,<br />

si me siento morir sin tu presencia,<br />

si en todo miro aterrador amago?<br />

¿Si miramos los dos, lentas y frías,<br />

entre duda y afán pasar las horas,<br />

sin que calmen futuras alegrías<br />

las nubes del pesar abrumadoras?<br />

Imposible vivir así, llevando<br />

la angustia en el espíritu, la muerte;<br />

imposible vivir agonizando,<br />

sin luz el mundo y la existencia inerte.<br />

¡Acaba, llega! ¡que el hogar sin calma<br />

es de mis penas íntimas remedo;<br />

que tiemblo por los hijos de mi alma;<br />

que la vida sin ti me causa miedo!<br />

Diciembre de 1888.<br />

¡Adelante!<br />

A mi esposo.<br />

SALOMÉ UREñA DE hENRÍqUEz | POESÍAS ESCOGIDAS<br />

Deja a las turbas revolver audaces<br />

de tus limpias acciones el tesoro,<br />

buscando con qué herir de tu decoro<br />

la austera dignidad.<br />

que ni la envidia ni ambición cobarde<br />

dentro del pecho generoso abrigas,<br />

ni los favores pérfidos mendigas<br />

del aura popular.<br />

Tú que del bien por la espinosa vía<br />

firme, tranquilo, imperturbable avanzas,<br />

y tus nobles y grandes esperanzas<br />

en el estudio ves;<br />

alta la frente, el ánimo sereno,<br />

fija la vista al porvenir soñado,<br />

irás contra los golpes escudado<br />

de la pasión soez.<br />

Irás, aunque se crucen a tu paso<br />

los escollos que el mundo opone al bueno,<br />

aunque apures la copa de veneno<br />

que es premio a la virtud.<br />

469


que allá, como fanal que alumbra y guía<br />

tras de las nieblas del presente oscuro,<br />

brilla en los horizontes del futuro<br />

del ideal la luz.<br />

¿qué son a la conciencia del honrado<br />

los aplausos o el odio de un momento?<br />

Rumores que se pierden con el viento<br />

sin eco y sin valor.<br />

Sólo perdura en brillo permanente<br />

de la verdad la antorcha peregrina,<br />

y tú vas, como a luz que te ilumina,<br />

de la verdad en pos.<br />

Julio de 1889.<br />

Umbra<br />

A mi esposo.<br />

La mirada sin luz, la mente ansiosa,<br />

corto el aliento al pecho,<br />

en ruda agitación se va la vida…<br />

Allá perderse en la penumbra vaga<br />

miro las prendas del hogar benditas,<br />

mis hijos, en su cándido abandono,<br />

ajenos al amago<br />

de la suerte sobre ellos suspendida,<br />

y tú, de pie, bajo el dolor inmenso,<br />

nublada por el llanto la pupila.<br />

Resurrexit<br />

COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

Brota la luz en deslumbrantes ondas,<br />

el aire al pecho afluye,<br />

el espíritu absorto se reanima,<br />

y cunde y se dilata en las arterias<br />

el ritmo palpitante de la vida.<br />

Y bajo el ala cándida que extiende<br />

sobre el hogar en gozo<br />

ángel nuevo de paz que el cielo brinda,<br />

surgiendo victorioso de las sombras<br />

el cuadro de mi amor esplende al día.<br />

Abril de 1894.<br />

470


Mi Pedro 61<br />

SALOMÉ UREñA DE hENRÍqUEz | POESÍAS ESCOGIDAS<br />

Mi Pedro no es soldado; no ambiciona<br />

de César ni Alejandro los laureles;<br />

si a sus sienes aguarda una corona,<br />

la hallará del estudio en los vergeles.<br />

Si lo vierais jugar! Tienen sus juegos<br />

algo de serio que a pensar me inclina.<br />

Nunca la guerra le inspiró sus fuegos:<br />

la fuerza del progreso lo domina.<br />

hijo del siglo, para el bien creado,<br />

la fiebre de la vida lo sacude;<br />

busca la luz, como el insecto alado,<br />

y en sus fulgores a inundarse acude.<br />

Amante de la Patria, y entusiasta,<br />

el escudo conoce, en él se huelga,<br />

y de una caña, que transforma en asta,<br />

el cruzado pendón trémulo cuelga.<br />

Así es mi Pedro, generoso y bueno;<br />

todo lo grande le merece culto;<br />

entre el ruido del mundo irá sereno,<br />

que lleva de virtud germen oculto.<br />

Cuando sacude su infantil cabeza<br />

el pensamiento que le infunde brío,<br />

estalla en bendiciones mi terneza<br />

y digo al porvenir: Te lo confío!<br />

61 Esta composición se considera como la última que escribió la autora: en realidad, sólo<br />

las dos últimas estrofas son del mes de julio de 1896; las cuatro primeras fueron escritas<br />

en mayo de 1890. (Nota ed. 1920, pág. 109).<br />

471


Varias<br />

COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

Contestación 62<br />

Al joven poeta T. R. 63<br />

Más grato que del ave<br />

el cántico armonioso,<br />

que el ruido cadencioso<br />

del aura en el palmar;<br />

más tierno que el gemido<br />

de tórtola doliente,<br />

o de una mansa fuente<br />

el leve susurrar;<br />

oí yo de tu lira<br />

la suave melodía<br />

que diera al alma mía<br />

momentos de placer.<br />

Mas ¡ay! en esos dulces<br />

y plácidos acentos<br />

de tu alma los tormentos<br />

se dejan comprender.<br />

Si Cuba con sus bosques,<br />

sus vegas y sus flores,<br />

no brinda a tus dolores<br />

alivio ni solaz;<br />

si en medio de su encanto<br />

e ingénita belleza<br />

te sigue allí tenaz;<br />

la margen abandona<br />

del límpido Almendares,<br />

y vuelve, de tus lares,<br />

la brisa a respirar;<br />

y vuelve, del Ozama<br />

que corre dulcemente,<br />

la rápida corriente<br />

feliz a contemplar.<br />

Sí, bardo, torna al suelo<br />

que forma tu contento.<br />

do en blando movimiento<br />

tu cuna se meció.<br />

62 Excluida en la edición de 1920. Madrid.<br />

63 Temístocles A. Ravelo.<br />

472


Verás los anchos bosques<br />

y los amenos prados,<br />

do libre, sin cuidados,<br />

tu infancia transcurrió.<br />

Verás los altos robles,<br />

los grupos de palmeras<br />

que mece en las praderas<br />

la brisa tropical.<br />

Aún guarda el arroyuelo<br />

sus plácidos rumores;<br />

los pardos ruiseñores<br />

su cántico genial.<br />

De nuestra amada Patria<br />

el cielo transparente,<br />

bullir hará en tu mente<br />

la dulce inspiración;<br />

y al entonar gozoso<br />

tus fáciles cantares,<br />

el tedio y los pesares<br />

huirán del corazón.<br />

1870.<br />

Una lágrima 64<br />

En la muerte de L. P. A 65<br />

SALOMÉ UREñA DE hENRÍqUEz | POESÍAS ESCOGIDAS<br />

Proscrito, solo, errante y sin consuelo<br />

al extranjero suelo<br />

te arrojó sin piedad la suerte instable,<br />

pero su golpe rudo, lamentable,<br />

te vimos soportar con noble calma,<br />

sin que nunca tu alma<br />

cobarde se abatiera y miserable.<br />

Tu corazón que ante el dolor ajeno<br />

sensible se mostrara<br />

y que el propio arrostró siempre sereno;<br />

tu noble corazón, do se albergara<br />

el patrio sentimiento<br />

hora yace sin ser ni movimiento.<br />

Rauda elevose a la mansión etérea<br />

el ánima que ufana,<br />

64 Excluida en la edición de 1920. Madrid.<br />

65 Lorenzo Puente Acosta, poeta puertorriqueño.<br />

473


en su ilusión aérea<br />

ansiaba sólo con vehemente anhelo,<br />

ver tremolar en el nativo suelo<br />

de libertad la enseña soberana.<br />

Tu patria idolatrada<br />

nunca borraste de tu fiel memoria;<br />

mil veces la lloraste encadenada<br />

y en tono melodioso<br />

tu lira lamentó su triste historia;<br />

tu lira que templabas afanoso<br />

para ensalzarla en su futura gloria.<br />

La patria, bardo, para ti formaba<br />

tu bien mayor y tu ilusión más bella;<br />

tu pecho la adoraba<br />

con ciega idolatría;<br />

acaso con afán en tu agonía<br />

aun clamaste por ella.<br />

Mas, en vano, que bárbara, implacable<br />

no te dejó la muerte inexorable<br />

ver de tu libertad el fausto día.<br />

Pero ya libre de miseria y llanto<br />

el suelo abandonaste,<br />

y raudo te elevaste<br />

a ese mundo de luz do no hay quebranto;<br />

ya huellas, ¡mártir! la celeste esfera,<br />

mansión de eterna vida;<br />

habitas ya la Patria verdadera<br />

al justo prometida,<br />

en donde el alma con fervor profundo<br />

himnos entona al hacedor del mundo.<br />

1870.<br />

Un gemido 66<br />

COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

Sobre la tumba de mi malogrado amigo<br />

José Francisco Pichardo.<br />

Yo no vengo a la tierra donde yaces<br />

a sembrar una flor, no puedo tanto,<br />

yo no vengo a ofrecerte un nuevo canto,<br />

en notas de sublime inspiración;<br />

66 Excluida en la edición de 1920. Madrid.<br />

474


SALOMÉ UREñA DE hENRÍqUEz | POESÍAS ESCOGIDAS<br />

no brotan flores en mi senda estéril,<br />

ni el arpa del dolor tiene armonía<br />

gemidos sólo guarda el alma mía<br />

y un gemido te rinde el corazón.<br />

Un gemido no más, solo tributo<br />

que te brinda mi pecho lacerado,<br />

a ti que fuiste siempre condenado<br />

a gemir en la tierra como Job.<br />

Y que aguardar supiste resignado<br />

el término de tanto sufrimiento,<br />

abismándose en Dios tu pensamiento<br />

soñando en otro mundo cual Jacob.<br />

Yo te vi padecer, sin que pudiera<br />

de tus males la bárbara fiereza<br />

abatir de tu pecho la entereza<br />

ni tu heroica paciencia contrastar.<br />

Superior al destino que en tu frente<br />

descargara su inmensa pesadumbre,<br />

supiste del saber a la ardua cumbre<br />

el vuelo poderoso levantar.<br />

Y en la arena revuelta de la vida<br />

arrojado en combate permanente,<br />

sucumbiste luchando heroicamente<br />

sin ceder al destino tu valor.<br />

hoy por eso en el polvo removido<br />

que de tu ser oculta los despojos,<br />

derraman una lágrima mis ojos<br />

recordando tu historia de dolor.<br />

Mas ahora, ya sin penas en la altura<br />

del ángel a las suaves armonías,<br />

unirás las acordes melodías,<br />

con que supo arrobarnos tu laúd.<br />

Y duerme en paz: no turbe tu reposo<br />

de mi dolor el lánguido gemido<br />

mientras ciñes en premio merecido<br />

los lauros del martirio y la virtud.<br />

1873.<br />

475


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

A los leutones<br />

Consagrados el 24 de junio (1873), en la logia<br />

“Cuna de América No. 2” 67<br />

Cual águila caudal con noble anhelo,<br />

a la región vacía<br />

levanta, ¡oh musa! el majestuoso vuelo:<br />

raudales de armonía<br />

pide a la inspiración, y al sol radiante<br />

roba un destello de su luz brillante.<br />

Y ven conmigo al templo luminoso<br />

donde la unión se mira;<br />

ven y contempla en su interior suntuoso<br />

el cuadro que me inspira;<br />

el que hace, ¡oh musa! que de ti demande<br />

un himno nuevo, melodioso y grande.<br />

Templo de amor donde la luz impera<br />

sin término ni ocaso,<br />

donde feliz la humanidad entera<br />

se estrecha en dulce lazo;<br />

y donde ajeno al mundanal tumulto<br />

a Dios se rinde reverente culto;<br />

do se desborda de su inmensa fuente<br />

la caridad preciada,<br />

donde siempre el clamor del indigente<br />

halló fácil entrada,<br />

y el huérfano infeliz en su amargura<br />

apoyo firme, protección segura;<br />

donde hoy gozosa, con amante halago<br />

entre variadas flores<br />

que del incienso con el humo vago<br />

confunden sus olores,<br />

conducida la infancia placentera<br />

recibe del amor la unción primera.<br />

Vosotros, niños, esperanza bella<br />

del porvenir incierto,<br />

de vuestros padres la marcada huella<br />

seguid con digno acierto,<br />

y seréis, imitando su alto ejemplo,<br />

firmes columnas de tan noble templo.<br />

67 Excluida en la edición de 1920. Madrid.<br />

476


Este momento con tenaz porfía<br />

grabad en la memoria,<br />

y pueda por vosotros algún día,<br />

con majestad y gloria,<br />

de la eterna verdad el sol fecundo<br />

más bello alzarse a iluminar el mundo.<br />

1873.<br />

Gratitud 68<br />

SALOMÉ UREñA DE hENRÍqUEz | POESÍAS ESCOGIDAS<br />

A mi buen amigo el distinguido poeta<br />

Federico Henríquez y Carvajal.<br />

¡Oh! ¡cuán grato es para el alma<br />

una voz amiga oír!<br />

¡Oh! ¡cuán grato es para el alma<br />

de amistad en dulce calma<br />

una ofrenda recibir!<br />

Yo escuché tu blando acento<br />

con vivísima emoción;<br />

yo escuché tu blando acento,<br />

y expresarte lo que siento<br />

no pudiera mi canción.<br />

¡Ah! perdona si una ofrenda<br />

no hallo digna para ti;<br />

¡Ah! perdona si una ofrenda<br />

de la tuya en rica prenda<br />

yo no vengo a darte aquí.<br />

Auras libres, ecos graves,<br />

dadle acordes al laúd;<br />

auras libres, ecos graves,<br />

id, y al bardo en tonos suaves<br />

murmurad mi gratitud.<br />

1874.<br />

En la muerte de María Isabel<br />

Rodríguez de García 69<br />

¡Murió! triste en mi oído<br />

ese lamento lúgubre resuena<br />

por un eco doliente repetido.<br />

68Excluida en la edición de 1920. Madrid.<br />

69Excluida en la edición de 1920. Madrid.<br />

477


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

¡Murió! la brisa gime…<br />

voló radiante a la mansión serena<br />

del eterno reposo su alma justa;<br />

que aquí en la tierra, de virtud sublime,<br />

cumplida estaba su misión augusta.<br />

¡Alma llena de angélica ternura!<br />

¡Cuánta lágrima, cuánto sollozo<br />

de afán y de amargura<br />

acompaña tu viaje misterioso!<br />

Tu ingénita bondad, tu trato afable<br />

que la amistad desconsolada llora,<br />

harán eterna tu memoria amable<br />

para esta sociedad que, en duelo ahora,<br />

tu pérdida lamenta, irreparable.<br />

Allá en las horas de la infancia mía,<br />

joven, alegre, cariñosa y buena,<br />

ornada de virtudes te veía,<br />

de orgullo libre, de ambición ajena:<br />

yo vi cuando ataviada<br />

de boda con el traje reluciente,<br />

de juventud radiante, y coronada<br />

de purísimas flores la alba frente,<br />

ante el ara nupcial fuiste llevada.<br />

Madre te vi después en grata calma<br />

rodeada de tu prole bulliciosa<br />

abrir a tanta dicha libre el alma;<br />

y amante, amada y excelente esposa,<br />

del respeto del mundo protegida<br />

gozar en paz de tu ventura cierta.<br />

Luego… cercada de aflicción y lloro,<br />

a mi atónita vista sorprendida<br />

apareces inmóvil, muda, yerta,<br />

rotos de tu existir los suaves lazos,<br />

sorda al clamor del inocente coro<br />

que en vano busca tus maternos brazos.<br />

En vano, ¡ay Dios! en vano,<br />

extinto yace el corazón que ufano<br />

en bien fecundo y en piedad constante<br />

de la virtud a impulsos latió un día;<br />

y amor, y dicha, y juventud brillante,<br />

todo lo guarda ya la tumba fría.<br />

Lloremos, ¡ay! el ánimo intranquilo<br />

gime acatando del destino el fallo,<br />

478


que en el hogar, de la ventura asilo,<br />

cual iracundo rayo<br />

descargó de la muerte la inclemencia,<br />

y orfandad y viudez dejó en herencia.<br />

Mas, no; ¡silencio! del pesar profundo<br />

cese en los aires el clamor perenne;<br />

no vaya a interrumpir la voz del mundo<br />

de su sueño eternal la paz solemne.<br />

Dichosa el alma generosa y pura<br />

que en el amor del bien su dicha encierra,<br />

que llena de ternura<br />

como un ángel de paz cruza la tierra<br />

digna aureola de virtud ciñendo;<br />

y de este valle de aflicción y luto<br />

al éter ascendiendo,<br />

lamento general lleva en tributo!<br />

1876.<br />

A la niña I. A. C. 70<br />

SALOMÉ UREñA DE hENRÍqUEz | POESÍAS ESCOGIDAS<br />

Con motivo de haberme dedicado su leyenda<br />

“Higuenamota”.<br />

Cándida niña, la del alma grande,<br />

la de entusiasta numen feliz,<br />

la que a mis playas grata llegando,<br />

goza, admirando<br />

el cielo hermoso de mi país;<br />

la que en mis bosques embalsamados<br />

ricas esencias bebe al pasar,<br />

y, temerosa, mira fervientes<br />

las imponentes<br />

olas que encumbra mi altivo mar;<br />

la que en la historia de mi quisqueya<br />

sus tradiciones buscando fiel,<br />

tiende al pasado la fantasía<br />

y al alma mía<br />

página tierna viene a ofrecer;<br />

¿sabes acaso que al patrio suelo<br />

perenne culto rinde mi amor?<br />

70 Inés Aminta Consuegra. Excluida en la edición de 1920. Madrid.<br />

479


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

¿Sabes que todo cuanto atesora<br />

férvido adora<br />

con fiel delirio mi corazón?<br />

¿Sabes, ¡oh niña! que amante siempre<br />

de Patria el nombre, con tierno afán,<br />

trémulo el labio murmura al viento,<br />

y el pensamiento<br />

siempre con ella soñando va?<br />

¿Sabes que gimo cuando ella gime?<br />

que si en su frente rayo gentil<br />

de dichas luce cual mensajero<br />

con ella espero<br />

triunfos y lauros del porvenir?<br />

¡Oh! sí, lo sabes, tú que me brindas<br />

con voz del alma, con tierna fe,<br />

las impresiones arrobadoras<br />

que en dulces horas<br />

pudo inspirarte mi patrio edén.<br />

¡Oh! sí, lo sabes, tú que en la historia<br />

de su pasado triste y fatal,<br />

inspiraciones tiernas hallando,<br />

grata, enlazando<br />

con ellas, niña, mi nombre vas.<br />

¡Guárdete el cielo! tu generoso,<br />

tu puro acento blando y sutil<br />

como el suspiro del aura errante,<br />

del pecho amante<br />

las fibras todas hizo latir.<br />

¡Oh! ¡Si pudiera recompensarte<br />

las emociones de ignoto bien,<br />

la paz serena, la suave calma<br />

que allá en el alma<br />

tu ofrenda santa supo verter!<br />

Mas, sólo puedo, cuando en mi oído<br />

voces del cielo murmuras tú,<br />

del puro idioma del sentimiento<br />

débil acento<br />

darte en las notas de mi laúd.<br />

1877.<br />

480


Una esperanza 71<br />

Al Sr. D. Enrique Coronado 72<br />

SALOMÉ UREñA DE hENRÍqUEz | POESÍAS ESCOGIDAS<br />

Oh, tú, que errante vagas, ausente de tus lares,<br />

vertiendo en tristes notas tu amarga decepción!<br />

Escúchame un momento, da tregua a tus pesares<br />

y entrega a la esperanza tu mártir corazón.<br />

No pueden, no, calmando tus horas de amargura,<br />

llevarte mis cantares un eco del hogar;<br />

mas pueden anunciarte que vívido fulgura<br />

de redención el iris sobre el Caribe Mar.<br />

Y pueden, sí, llevarte los votos que del alma,<br />

colmados de esperanza, se elevan hasta Dios,<br />

pidiendo para Cuba la bienhechora palma<br />

que busca en los combates y del martirio en pos.<br />

Mil veces ¡ay! me trajo la brisa confidente<br />

de víctimas inermes los ayes de dolor,<br />

y el grito de los héroes, enérgico y potente,<br />

y de los bravos mártires el himno redentor.<br />

Y a cada nuevo lauro que alcanza en la pelea<br />

la perla de los mares del mundo tropical,<br />

dilátanse las fibras del alma que desea<br />

levante victoriosa la frente virginal.<br />

Se abate ya el orgullo de la arrogante España;<br />

ya tiembla y retrocede, sin fuerzas, el león;<br />

y en vívidos fulgores el horizonte baña<br />

la Estrella Solitaria de augusta redención.<br />

La perla codiciada del mundo americano,<br />

la tímida cautiva, potente se alza ya;<br />

y, el carcomido yugo rompiendo del hispano.<br />

triunfante, de los libres el himno entonará.<br />

La América Latina con palmas y con flores<br />

se apresta de ese triunfo la gloria a celebrar,<br />

y anhela entre el estruendo de aplausos y loores<br />

la redimida sierva sonriendo coronar.<br />

1875.<br />

71 A pesar de su fecha, 1875, no figura en la edición de <strong>Poesía</strong>s, 1880.<br />

72 En respuesta a versos que el poeta cubano dedicó a la autora. (Nota ed. 1920, pág. 113).<br />

481


El ave y el nido<br />

¿Por qué te asustas, ave sencilla?<br />

¿Por qué tus ojos fijas en mí?<br />

Yo no pretendo, pobre avecilla,<br />

llevar tu nido lejos de aquí.<br />

Aquí, en el hueco de piedra dura,<br />

tranquila y sola te vi al pasar,<br />

y traigo flores de la llanura<br />

para que adornes tu libre hogar.<br />

Pero me miras y te estremeces,<br />

y el ala bates con inquietud,<br />

y te adelantas, resuelta, a veces,<br />

con amorosa solicitud.<br />

Porque no sabes hasta qué grado<br />

yo la inocencia sé respetar,<br />

que es, para el alma tierna, sagrado<br />

de tus amores el libre hogar.<br />

¡Pobre avecilla! Vuelve a tu nido<br />

mientras del prado me alejo yo;<br />

en él mi mano lecho mullido<br />

de hojas y flores te preparó.<br />

Mas si tu tierna prole futura<br />

en duro lecho miro al pasar,<br />

con flores y hojas de la llanura<br />

deja que adorne tu libre hogar.<br />

1875.<br />

Impresiones<br />

COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

A José Joaquín Pérez, en respuesta a la dedicatoria<br />

de su colección de Fantasías indígenas. 73<br />

quejas del alma, vagos rumores,<br />

lejanas brumas, rayos de luz,<br />

fragante aroma de índicas flores,<br />

himnos de guerra, cantos de amores<br />

brotan al ritmo de tu laúd.<br />

¿quién, recorriendo tus Fantasías,<br />

hijas del trópico abrasador,<br />

73 En ed. 1880, pág. 49: Al distinguido poeta J. J. Pérez, autor de las “Fantasías indígenas”.<br />

482


SALOMÉ UREñA DE hENRÍqUEz | POESÍAS ESCOGIDAS<br />

vibrar no siente las armonías<br />

de aquella raza que en otros días<br />

poblar sus selvas quisqueya vio?<br />

Sobre la cumbre de las montañas,<br />

de las palmeras bajo el dosel,<br />

al grato abrigo de las cabañas,<br />

y hasta en las grutas al hombre extrañas,<br />

haces del indio la sombra ver.<br />

Y el aire cruza triste lamento.<br />

y el eco suena del tamboril,<br />

y al valle indiano, y al ave, al viento.<br />

a todo presta tu blando acento<br />

fuego, armonía, vida y matiz.<br />

Y el junco verde que en la onda gira,<br />

la tumba sola que arrulla el mar,<br />

y el ave errante que allá suspira,<br />

notas perennes dan a tu lira,<br />

tristes historias llenas de afán.<br />

Entre sus bosques afortunados<br />

no escuchó nunca a indiana grey<br />

dulces areitos tan acordados<br />

como tus cantos privilegiados,<br />

vagos preludios de ignoto edén.<br />

Parece, bardo, que el genio ardiente<br />

de estas regiones habitador<br />

templó tu lira suave y doliente,<br />

y en viva lumbre bañó tu frente<br />

dando a tus ritmos inspiración.<br />

que si inspirado suena tu canto<br />

poblando aéreo la soledad,<br />

ávida el alma te sigue, en tanto<br />

que dulces notas de nuevo encanto<br />

fascinadoras haces vibrar.<br />

Cuando al transporte del numen cedes,<br />

cuando tu mano pulsa el laúd<br />

y en la armonía fácil excedes,<br />

¡ay, quién pudiera, como tú puedes,<br />

dar a sus trovas música y luz!<br />

Pues de una fama ya merecida<br />

tus Fantasías vuelan en pos,<br />

483


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

mientras acepto, reconocida,<br />

de esos cantares llenos de vida<br />

con noble orgullo la ofrenda yo,<br />

¡oh de la patria de Anacaona<br />

cantor amante, bardo feliz!<br />

ciñe con flores de nuestra zona<br />

la que prepara digna corona<br />

para tus sienes el porvenir.<br />

1877.<br />

En defensa de la sociedad 74<br />

Pasad, pasad por las puertas,<br />

preparad la calle al pueblo;<br />

allanad el camino,<br />

y alzad el estandarte a los pueblos.<br />

Isaías, LXII, 10.<br />

Espíritu creador, numen fecundo<br />

que en incansable actividad dilatas<br />

de tu excelso poder las maravillas,<br />

tú que perenne brillas<br />

en las obras del bien, tú que arrebatas<br />

a regiones sin fin el pensamiento<br />

y extiendes con tu amor de mundo a mundo<br />

las leyes del eterno movimiento:<br />

¿será que la preciada<br />

sublime hechura de tu augusta diestra<br />

condenes al reposo de la nada?<br />

¿Será que aletargada,<br />

de tu activo poder ante la muestra,<br />

en indolente ociosidad rendida<br />

admirándote ¡oh Dios! pasa la vida?<br />

No: despertad, los que del campo ameno<br />

en la florida alfombra<br />

sólo buscáis al ánimo sereno<br />

horas de paz en ignorada sombra.<br />

Alzad, los que siguiendo<br />

de la corriente el agradable giro,<br />

un anatema al popular estruendo<br />

lanzáis, soñando más feliz retiro.<br />

74 En ed. 1880, pág. 72: A los científicos y artistas. (Dedicatoria).<br />

484


SALOMÉ UREñA DE hENRÍqUEz | POESÍAS ESCOGIDAS<br />

No es el orgullo quien levanta al cielo<br />

pirámide grandiosa<br />

y alzar pretende a lo infinito el vuelo:<br />

es la chispa inmortal, que poderosa<br />

la inmensidad fatiga,<br />

y en constante anhelar y afán interno<br />

hace que el hombre en su delirio siga<br />

algo de grande cual su fin eterno.<br />

El solo es quien anima<br />

del yerto mármol la materia dura,<br />

el que las obras del Creador sublima<br />

en paisajes de espléndida pintura<br />

y al fuego fecundante de la idea<br />

descubre mundos y portentos crea.<br />

No todo es paz y amor, delicia grata,<br />

allá del campo en el silencio amigo,<br />

ni en cuanto abarca la inocencia mora:<br />

también allí la tempestad desata<br />

su furia destructora,<br />

el áspid en las flores tiene abrigo,<br />

y el ave de rapiña, turbulenta,<br />

la presa entre sus garras atormenta.<br />

No todo es vicio y confusión y horrores<br />

entre el social tumulto:<br />

tras ese velo de maldad y errores<br />

luz halla el genio, y el Eterno culto,<br />

palmas el bien y la virtud loores.<br />

De un Dios también la majestad potente<br />

se dilata en espacios sin medida<br />

allí do el alma pensadora siente<br />

bullir el mundo y palpitar la vida.<br />

En solitaria calma<br />

no se alza sólo hasta el Creador el alma,<br />

ni del campo en la paz siempre vivieron<br />

los pocos sabios que en el mundo fueron.<br />

La sociedad que avanza<br />

sus destinos altísimos comprende,<br />

y al ocio opone varonil pujanza,<br />

y a realizar su perfección asciende.<br />

Es ella la que, activa,<br />

los bíblicos asombros hoy renueva,<br />

Moisés moderno que al desierto lleva<br />

raudales de agua viva,<br />

485


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

que al pueblo del Señor la senda traza<br />

y resignado escucha<br />

las voces de la turba que amenaza;<br />

nuevo Josué que en gigantesca lucha<br />

detiene allá en su esfera<br />

del padre de los astros la carrera.<br />

Por ella en lid de fama<br />

raros prodigios el ingenio luce<br />

y del mundo los ámbitos inflama;<br />

al imperioso empuje de su vuelo,<br />

vencida la distancia se reduce,<br />

divídense los istmos,<br />

descorren los espacios su ancho velo,<br />

descubren sus secretos los abismos,<br />

y preso en redes que la industria labra<br />

lleva atónito el rayo la palabra.<br />

Y esa es del hombre la misión sublime:<br />

disipar del error la sombra densa,<br />

y a la ignorancia que en tinieblas gime<br />

llevar la luz de la verdad que piensa.<br />

¡ Oh soñadoras almas<br />

que en perenne quietud y paz cumplida<br />

anheláis a la sombra de las palmas<br />

en ocio estéril enervar la vida!<br />

Volved, no es ese el puesto<br />

donde el deber, la humanidad que llora,<br />

y el mismo Dios, a la inacción opuesto,<br />

os mandan combatir hora tras hora.<br />

Volad a las regiones<br />

donde en lucha de honor el bien levanta<br />

glorioso sus pendones<br />

y a conquistar el orbe se adelanta.<br />

¡El mundo pide luz, dadle ese rayo<br />

que amortiguáis en criminal desmayo!<br />

habite ufano el labrador activo<br />

los campos que fecunda,<br />

mostrando al ocio esquivo<br />

la honrada frente que el sudor inunda.<br />

Corra el audaz minero<br />

que fatiga la tierra y arrebata<br />

espléndido el venero<br />

que en su seno preciado se dilata.<br />

486


Vuele a poblar el campo abandonado,<br />

abriendo al porvenir dignas contiendas,<br />

el que de ciencia y de virtud llevado<br />

domeña la cerviz de altivos montes,<br />

descubre nuevas sendas,<br />

ensancha los cerrados horizontes<br />

y del desierto hasta el confín lejano<br />

lleva los triunfos del progreso humano.<br />

Mas ¡ah! los que rendidos<br />

de la arena del mundo en el combate<br />

lleváis del desencanto los gemidos<br />

al corazón que de entusiasmo late:<br />

¡paso a la inteligencia!<br />

Desmayados atletas, apartaos!<br />

Y vosotros, alumnos de la ciencia,<br />

que fecundáis el caos<br />

poblándolo de espléndidas creaciones,<br />

no deis tregua al destino:<br />

alzad el estandarte a las naciones,<br />

abrid a las virtudes el camino.<br />

1878.<br />

La Transfiguración<br />

SALOMÉ UREñA DE hENRÍqUEz | POESÍAS ESCOGIDAS<br />

Al Pbro. Dr. Fernando Arturo de Meriño.<br />

¡Oh musa! El vuelo tiende<br />

sobre la cumbre del Tabor radiante,<br />

y al fuego de la llama en que se enciende<br />

la nube centellante,<br />

alza de gloria el cántico triunfante.<br />

Y di cómo en su altura,<br />

postrado el Cristo en oración sublime,<br />

al cielo eleva la mirada pura;<br />

mas no el pesar le oprime<br />

ni acongojado en su plegaria gime.<br />

Ni el ángel mensajero<br />

le ofrece del dolor la copa amarga,<br />

ni del suplicio que le aguarda fiero<br />

la pesadumbre larga<br />

rinde sus fuerzas ni su mente embarga.<br />

No, que al martirio infausto<br />

antes de humilde doblegar el cuello,<br />

487


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

de las culpas del hombre en holocausto,<br />

dejar patente y bello<br />

de su divinidad quiere un destello.<br />

Mirad: a la ardua cumbre<br />

sube inspirado, con segura planta,<br />

y deja tras de sí la muchedumbre:<br />

que para gloria tanta,<br />

seguido de tres sólo se adelanta.<br />

Y llega, y prosternado,<br />

en éxtasis sublime se recrea,<br />

y, al fuego de la fe transfigurado,<br />

su frente centellea<br />

encendida en los rayos de la idea;<br />

y evoca entre el misterio<br />

de la pasada edad sombras gloriosas<br />

que dóciles se inclinan a su imperio,<br />

viniendo presurosas<br />

homenaje a rendirle fervorosas.<br />

Allí su talla muestra<br />

la gigante figura enaltecida<br />

que a la luz del relámpago siniestra<br />

sobre la cumbre erguida<br />

promulgó del Sinaí la ley de vida.<br />

Y allí el profeta ardiente,<br />

el profeta del bien, que, peregrino<br />

sin tregua perseguido entre la gente,<br />

con ímpetu divino<br />

en alas ascendió del torbellino.<br />

Con ellos, inspirado,<br />

de su trágico fin habla el Mesías;<br />

de Moisés toma el código sagrado<br />

y del divino Elías<br />

la fe de las antiguas profecías.<br />

Y así combina el Justo<br />

los elementos de la Ley moderna,<br />

el nuevo Credo, el Testamento augusto<br />

que cual ofrenda tierna<br />

legó a los hombres en memoria eterna.<br />

¿Do están los que sus huellas<br />

siguieron al Tabor entusiasmados<br />

488


SALOMÉ UREñA DE hENRÍqUEz | POESÍAS ESCOGIDAS<br />

y vieron de su faz las luces bellas?<br />

Miradlos deslumbrados<br />

y de asombro y pavor allí postrados.<br />

Y en férvido arrebato,<br />

el pecho ardiendo en sacrosanto fuego,<br />

Pedro, el apóstol de la Iglesia ornato,<br />

en exaltado ruego<br />

la rienda suelta a su entusiasmo ciego;<br />

y alzar en lo eminente<br />

de la cumbre tendidos pabellones<br />

pide en el rapto de su amor ardiente,<br />

soñando en sus regiones<br />

detener de la Ley a los varones;<br />

cuando quedara inerte<br />

mudo de asombro, porque el éter baña<br />

fúlgida nube que destellos vierte<br />

de claridad extraña<br />

y enciende en viva lumbre la montaña.<br />

Y voz de eco profundo<br />

repite como el trueno en la eminencia:<br />

“Mirad al hijo en quien mi gloria fundo,<br />

mi eterna complacencia:<br />

oíd de su palabra la excelencia.”<br />

La faz contra la tierra<br />

los apóstoles vuelven con espanto<br />

al eco de esa voz que los aterra; 75<br />

y se disipa en tanto<br />

de aquel prodigio el misterioso encanto.<br />

Alzad, alzad la frente;<br />

desierta está la cumbre centellante<br />

que habéis de eternizar entre la gente,<br />

y sólo allí, radiante,<br />

sereno, al hombre-Dios se ve triunfante.<br />

Así fortalecidos<br />

por un portento que la mente abruma,<br />

seguido en vuestro asombro confundidos: 76<br />

ni el labio ni la pluma<br />

el brillo cuenten de su gloria suma.<br />

75 En ed. 1880, pág. 80: al eco de esa voz que les aterra;<br />

76 En ed. 1880, pág. 80: seguidle en vuestro asombro confundidos;<br />

489


Dejad que, entre el tumulto<br />

de la iracunda plebe turbulenta,<br />

blanco se mire de cobarde insulto,<br />

y apure de la afrenta<br />

la amarga hiel sobre la cruz sangrienta.<br />

Dejad que el hombre ciego<br />

desconozca su origen soberano;<br />

que de esa sangre al generoso riego<br />

germinará, lozano,<br />

fecundo, el bien del porvenir humano.<br />

Y luego, cuando el mundo<br />

se encienda al rayo que en su frente brilla,<br />

al orbe puesto en estupor profundo<br />

cantad con fe sencilla<br />

del Tabor inmortal la maravilla.<br />

1878.<br />

Caridad 77<br />

COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

Pasó la tempestad… ¡Emprende el vuelo<br />

como el ave del arca,<br />

espíritu de amor y de consuelo!<br />

que ya el iris de paz su franja enarca,<br />

se alegra el firmamento<br />

y se adormece el mar y calla el viento.<br />

De nuevo olivo la celeste rama<br />

en horrorosa angustia<br />

desventurada multitud reclama:<br />

los seres ¡ay! que con el alma mustia<br />

contemplan entre asombros<br />

deshechos sus hogares en escombros.<br />

Llega trayendo con amante giro<br />

en voz conmovedora,<br />

en la rítmica nota del suspiro,<br />

un eco de esperanza bienhechora,<br />

de caridad sublime.<br />

que la fe aliente y el valor reanime.<br />

Recorre de quisqueya las hermosas<br />

comarcas florecientes:<br />

77 Escrita para la velada benéfica celebrada con motivo del huracán que azotó<br />

la zona sur del país. Esta poesía no fue incluida en la edición de 1920.<br />

Madrid.<br />

490


SALOMÉ UREñA DE hENRÍqUEz | POESÍAS ESCOGIDAS<br />

escenas de amargura, lastimosas,<br />

los ojos miran al girar dolientes,<br />

¡y yermas, desoladas,<br />

las campiñas del sur infortunadas!…<br />

Sopló sobre ellas en momento aciago,<br />

con ímpetu sin nombre,<br />

la pavura sembrando y el estrago,<br />

conturbando el espíritu del hombre,<br />

indómito, furente,<br />

el huracán del trópico rugiente…<br />

¿No ves sobre la playa los despojos<br />

del contrastado leño<br />

que atestiguan del ponto los enojos?<br />

Allá los restos del hogar sin dueño<br />

despedazados mira<br />

publicando el furor del viento en ira.<br />

Y los campos también ayer cubiertos<br />

de mieses productoras<br />

desnudos ¡ay! aparecer desiertos:<br />

¡se encresparon las aguas, bramadoras,<br />

y el desbordado río<br />

sorbió feroz el bienhechor plantío!…<br />

Todo ceder al general trastorno<br />

en rápidos instantes<br />

de esa bella región mirose en torno,<br />

y haciendas pingües y riquezas de antes,<br />

y generosas vidas,<br />

del estrago en la ruina confundidas.<br />

Llega buscando el óbolo bendito,<br />

la cariñosa ofrenda<br />

que atesora de bien precio infinito;<br />

y así llevando la valiosa prenda,<br />

volemos en ayuda<br />

del desvalido, el huérfano, la viuda.<br />

Escucha la plegaria que levantan<br />

en numeroso coro;<br />

ya las manos se extienden, se adelantan<br />

a enjugar de sus párpados el lloro;<br />

a preparar abrigo<br />

al que sin techo se encontró mendigo.<br />

491


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

Y a más allá de do la vista alcanza,<br />

del viento y de la nube,<br />

¡oh santa caridad! en tu alabanza<br />

eco de gratitud al cielo sube,<br />

y ufanos te bendicen<br />

seres que al mundo tu excelencia dicen.<br />

Septiembre 24, 1883.<br />

Víctor Hugo<br />

¡Vedlo! Allí está! De pie sobre la cumbre,<br />

¡mirando a todos con piedad suprema;<br />

allí lo encontrará la muchedumbre<br />

cuando en horas de afán y pesadumbre<br />

del genio y la virtud busque el emblema.<br />

1885.<br />

En la muerte de F. X. Billini<br />

¡Dejadlo descansar! heroico, fuerte,<br />

ungido para el bien, se irguió en la vida;<br />

cayó luchando, y alcanzó en la muerte<br />

alta victoria y fama esclarecida.<br />

¿A qué llorar? De su labor fecunda<br />

Mirad las obras en conjunto vario:<br />

Bien puede reposar quien labra y funda<br />

Y edifica y combate: es necesario.<br />

Al afligido, al huérfano, al anciano,<br />

al demente infeliz, tended los ojos,<br />

tended el corazón, tended la mano,<br />

si honrar queréis del bueno los despojos.<br />

Esas obras que ayer de su alma pía<br />

surgieron al esfuerzo formidable<br />

levantad en magnánima porfía<br />

con base firme y vida perdurable.<br />

Eso pide, eso espera el que, hoy dormido,<br />

amar y redimir tuvo por gloria:<br />

salvar sus ideales del olvido<br />

es digno monumento a su memoria.<br />

Abril de 1890.<br />

492


¡Pobre niño!<br />

En la muerte de José María Pichardo Patín,<br />

discípulo de Hostos.<br />

Ayer no más, al beso<br />

de maternal ternura peregrina,<br />

la vida te sonrió con embeleso,<br />

dejando un rayo de la luz divina<br />

sobre tu frente impreso.<br />

Al verte, los que alzamos<br />

el pendón sacrosanto de los buenos,<br />

los que la fe del porvenir guardamos,<br />

en ti, gozosos, de entusiasmo llenos,<br />

un lidiador miramos.<br />

Y ¡ay! el dolor se avanza,<br />

se interpone a tu paso en el camino,<br />

desfalleces al golpe que te alcanza,<br />

y al peso abrumador de tu destino<br />

se extingue de la Patria una esperanza.<br />

1886.<br />

Mi óbolo<br />

SALOMÉ UREñA DE hENRÍqUEz | POESÍAS ESCOGIDAS<br />

Para la fiesta a beneficio de las víctimas del incendio<br />

del 3 de mayo en la Ciudad Nueva, de Santo Domingo.<br />

Escombros y cenizas en el suelo,<br />

angustia en el espíritu sin calma,<br />

eso guarda no más en desconsuelo<br />

quien hogar tuvo ayer y en paz el alma,<br />

hoy abatida y contristada llora<br />

la ruina y destrucción de sus hogares<br />

inquieta multitud que al cielo implora<br />

de su perdido bien en los lugares.<br />

¡Ayudemos al triste en la contienda<br />

para alzar las moradas destruidas!<br />

Al concurso yo traigo por ofrenda<br />

estas notas del arpa desprendidas.<br />

¡Paso abridles! La lira del poeta<br />

tiene tonos enérgicos y extraños,<br />

que vibran como acentos de profeta<br />

y almas conmueven y conjuran daños.<br />

493


Fe<br />

COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

¡Paso abridles! La risa del sarcasmo<br />

huya del labio que entreabrió la duda:<br />

yo vengo con la fe del entusiasmo,<br />

con esa fe que las montañas muda.<br />

Allá en tiempos remotos, muy remotos,<br />

en playas de estas playas muy distantes,<br />

cuando en los climas vírgenes e ignotos<br />

fijaban su mansión pueblos errantes,<br />

de la lira a los mágicos acentos,<br />

bajo un cielo de eternas claridades,<br />

se vieron sobre sólidos cimientos<br />

surgir muros y alzarse las ciudades.<br />

¡Paso abrid a las notas de mi canto,<br />

que intentan, con poder desconocido,<br />

ir a enjugar del infortunio el llanto<br />

y alzar los muros del hogar caído!<br />

Espíritus que abate el desconsuelo<br />

y vais sin tregua en la desgracia ruda:<br />

hay seres que lamentan vuestro duelo,<br />

hay socorros que van en vuestra ayuda.<br />

Os brinda la esperanza alientos puros<br />

que al pecho tornen la perdida calma:<br />

tendréis albergue en que vivir seguros,<br />

hogar tendréis en que espaciar el alma.<br />

Mayo de 1890.<br />

En el cuarto centenario del descubrimiento de América.<br />

Lejos la costa y el hogar lejos,<br />

mares y mares en la extensión;<br />

no hay luz que alumbre con sus reflejos,<br />

bate sus alas el aquilón.<br />

¿Do va la nave, si no hay un puerto<br />

que abrigo al nauta ni amparo dé;<br />

si todo es sombra, si todo incierto,<br />

si sólo abismos el terror ve?<br />

¡Ay del piloto! La airada turba<br />

con fiero amago blande el puñal;<br />

494


pero al piloto nada conturba,<br />

fijo en la imagen de su ideal.<br />

Torpe en el eje la aguja oscila,<br />

se muestra indócil al norte fiel;<br />

pero el piloto nunca vacila<br />

y el rumbo marca de su bajel.<br />

Avante, avante la nave sigue,<br />

rugiendo el hombre, rugiendo el mar;<br />

avante, avante, mas no consigue<br />

ver una orilla ni un puerto hallar.<br />

Olas tras olas, mares y mares,<br />

un sol que muere y otro después,<br />

lejos, muy lejos los patrios lares,<br />

y el negro abismo bajo los pies.<br />

“Muera el aleve!” –la turba estalla–.<br />

“¡Muera el que arrastra la muerte en post!”<br />

Pero el piloto la turba acalla<br />

con este acento que inspira Dios:<br />

“Dejad que brille la nueva aurora.”<br />

La blanca aurora torna a lucir,<br />

y de las ondas que el sol colora<br />

surge la tierra del porvenir.<br />

Octubre de 1892.<br />

¡Tierra!<br />

SALOMÉ UREñA DE hENRÍqUEz | POESÍAS ESCOGIDAS<br />

¡Tierra! ¡Tierra! Los siglos conmovidos<br />

evocan ese grito de la historia,<br />

despertando los ecos adormidos<br />

y al orbe haciendo estremecer de gloria.<br />

Rasgado el velo del error oscuro,<br />

ebria de luz, cual astro soberano,<br />

de ese grito magnético al conjuro<br />

la América surgió del océano.<br />

El enigma cayó: mudas de asombros<br />

las vencidas edades se inclinaron,<br />

y, el manto desciñendo de sus hombros,<br />

al genio vencedor glorificaron.<br />

No más el horizonte en lejanía<br />

para el nauta será sombra y misterios<br />

495


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

ya se abre ruta en la extensión bravía,<br />

ya toca triunfador otro hemisferio.<br />

Ya no es el hombre el paria condenado,<br />

ludibrio de las turbas en cinismo:<br />

el torpe mundo, del error dechado,<br />

con recio trepidar se hundió al abismo.<br />

Contórnase la tierra en el espacio,<br />

alcanza de los astros las carreras,<br />

y concierta al espíritu reacio<br />

el himno universal de las esferas.<br />

Ancho campo que esplende en claridades<br />

brilla deslumbrador ante la ciencia;<br />

y es luz cuanto palpita en sus verdades,<br />

y es luz cuanto se yergue en la conciencia.<br />

Rotas las infamantes ligaduras<br />

entrabadoras de la humana idea,<br />

descoge el pensamiento alas seguras,<br />

vuela, investiga, y elabora, y crea.<br />

Grito de bendición y de esperanza,<br />

resuenas en los aires todavía…<br />

Ningún acento de la historia alcanza<br />

tan hondo a socavar la tiranía.<br />

Germen de libertad y de progreso<br />

a su acento brotó, fecundo y grande,<br />

que desenvuelto en vigoroso exceso<br />

fuerza de vida al universo expande.<br />

¡Salve a la humanidad regenerada!<br />

La inteligencia el porvenir encierra,<br />

y audaz y firme, en su poder confiada,<br />

avanza libre a conquistar la tierra.<br />

Mientras el bronce al genio inmortaliza,<br />

timbre y orgullo de la humana historia,<br />

¡salve al grito de amor que simboliza<br />

progreso y luz y redención y gloria!<br />

Octubre de 1892.<br />

496


Pa l a b r a s<br />

SALOMÉ UREñA DE hENRÍqUEz | POESÍAS ESCOGIDAS<br />

De la Directora del “Instituto de Señoritas” en la segunda investidura de alumnas suyas,<br />

en la Escuela Normal de Santo Domingo, diciembre de 1888. 78<br />

Vengo a cumplir un deber sagrado, vengo a satisfacer en leve parte una deuda de<br />

inmensa gratitud. ¡Ah! por más que extreme el caudal inagotable del reconocimiento,<br />

esa deuda no se satisface por completo.<br />

hablo, señores, de la deuda contraída con el Director de la Escuela Normal, con<br />

el implantador sincero y consciente del método racional de la enseñanza moderna<br />

en la sociedad dominicana. 79<br />

Le vi aparecer trayendo por séquito los rayos de las nuevas ideas, de las ideas<br />

redentoras, de las ideas de la civilización actual, y yo, que siempre he suspirado, que<br />

suspiro aún, que suspiraré mientras aliente, por el engrandecimiento moral y material<br />

de mi país, batí palmas de gozo y esperé. Pero la porción más preciosa de esta juventud<br />

a quien está encomendado el porvenir no tomaba parte en este desarrollo de luz y<br />

de conciencia. La mujer, la madre, necesitaba fortalecerse también con la posesión de<br />

la verdad y de la moral científica, para preparar y fortalecer a su vez, por medio de<br />

ese arte que sólo ella posee, la conciencia de las generaciones del futuro. Propúseme<br />

entonces, aunque con débiles fuerzas, coadyuvar a la magna obra, y, alentada por el<br />

generoso compañero de mi vida, que lleva por ideal el triunfo del bien, de la virtud y<br />

de la ciencia, emprendí la difícil labor. No quiero saber si la ignorancia me ha regalado<br />

con los dicterios de su encono. Voces de aliento se levantaron para animarme en<br />

la tarea, entre ellas la del mismo doctrinario que ha tenido especial complacencia en<br />

aplaudir mi obra y coronar el triunfo de mis esfuerzos desinteresados.<br />

Mas ¡ah! él, pronto siempre a dar su apoyo en favor de las nobles ideas y a contribuir<br />

al logro de toda obra de bien, de luz y de progreso que se inicia en derredor<br />

suyo mal juzgado porque ha sido mal comprendido, lucha contra los elementos<br />

desencadenados de una oposición injusta; y fatigado del largo y rudo combate, si<br />

bien firme y serena la conciencia, se aleja de nosotros para ir a apacentar su espíritu<br />

en otra esfera de más amplios horizontes para la vida intelectual. ¿Pero qué de extraño?<br />

Esa suele ser la cosecha que recogen los productores del bien. Así es a veces la<br />

humanidad: tiene para los reformadores, para los civilizadores, la cicuta y la cruz.<br />

Y bien, he dicho a mis discípulas, vamos a verter una gota de miel en su copa de<br />

acíbar: llevémosle, como prenda de gratitud y despedida, un nuevo fruto de nuestras<br />

labores, para que lo consagre con su palabra amorosa. Y henos aquí llenando el<br />

sagrado deber. Nuestra presencia en este lugar es la expresión de un voto de gracias<br />

y de un adiós.<br />

¡Ah! yo adoro esta patria donde nacieron mis padres, donde vine yo al mundo,<br />

donde he visto irradiar sobre mis hijos la luz de la existencia, y tú llegaste a ella con<br />

los estímulos del bien, y enamorado de su belleza y presintiendo altos destinos para<br />

su porvenir, quisiste lanzarla en la corriente civilizadora de las ideas. ¡Sé bendito!<br />

Yo no olvidaré el noble empeño con que te consagraste a dignificarla en su puesto<br />

de nación libre.<br />

78 De la Revista de Educación, No. 17, de fecha 31 de marzo de 1933, pág. 58.<br />

79 Eugenio María de hostos.<br />

497


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

Te vas; pero germinará la simiente que dejas en el surco, y los frutos del porvenir<br />

se fecundarán con la savia de tus doctrinas pedagógicas.<br />

¡Adiós! Cuando en las horas tranquilas que te esperan bajo otro cielo, acuda a tu<br />

memoria un pensamiento de amargura en el cual palpite el nombre de mi patria,<br />

piensa también que hay en ella corazones amigos que te recuerdan y almas agradecidas<br />

que te bendicen.<br />

Salomé Ureña de henríquez<br />

Pa l a b r a s<br />

De la Directora del “Instituto de Señoritas” en la última investidura<br />

de alumnas suyas en la Escuela Normal de Santo Domingo, diciembre de 1893. 80<br />

henos aquí por la tercera vez consagrando, bajo los auspicios de la Escuela Normal,<br />

nuevas sacerdotisas para el apostolado de la enseñanza. Ya nos parecen comunes<br />

estas fiestas del espíritu, y ayer no más estaba vedada a la mujer en nuestro país<br />

toda aspiración fuera de límites del hogar y la familia.<br />

Abrió sus aulas esta institución docente, de privilegio exclusivo para el hombre,<br />

y tuvo el niño campo y guía para desenvolver su razón y transformarse poco a poco<br />

en el profesor consciente, capaz de dirigir a su vez y desarrollar vigorosamente las<br />

inteligencias infantiles. Ya no se confiará la educación de la niñez al primer intruso,<br />

sin dotes para el alto ministerio, sin conocimientos científicos, sin plan, sin propósito<br />

en esta obra de luz y de conciencia, en esta obra generadora de los grandes destinos<br />

del futuro. De hoy más tendrá el niño en cada maestro un mentor, un guía para el<br />

desarrollo de sus facultades, para el desenvolvimiento de su espíritu.<br />

¡Y qué! La razón de la niña, la razón de la mujer, la razón de la madre, ¿palpará<br />

las tinieblas cuando su compañero vive en plena luz? ¡Cuánta injusticia! ¡qué desequilibrio<br />

en ese hogar donde el niño puede dar lecciones a la madre! ¡Imposible,<br />

imposible! Preparemos también, a esa mitad importantísima de la humanidad, mentores<br />

y guías que desenvuelvan su razón y la capaciten para dirigir y alentar a los<br />

tiernos seres que la naturaleza le confía y que la amarán entonces con doble amor y<br />

veneración. Preparémosla para coadyuvar inteligentemente a la reforma social que<br />

se inicia con el desarrollo de la conciencia.<br />

¿Pero dónde? ¿Pero cómo? he aquí el problema que hace doce años quise resolver,<br />

y al cual he sacrificado mi reposo y no escasa parte de mi salud.<br />

¡Ah! Ese centro que se creó exclusivamente para el hombre nos abrirá sus puertas<br />

cuando llamemos en demanda de igual derecho para la mujer. Eso dije, eso dijimos;<br />

y, trabajando incansables en la medida de nuestras fuerzas, llamamos humildemente,<br />

y el generoso educador 81 cuya efigie suspendida sobre nuestras cabezas asiste muda,<br />

pero elocuente, a la continuación de su obra, el educador eximio, oyó absorto y complacido<br />

nuestra demanda; y las puertas de la Normal se abrieron con alborozo, y<br />

entramos entre aplausos de júbilo a ungir también, para el magisterio de las nuevas<br />

ideas, las frentes femeniles.<br />

80 De la Revista de Educación, No. 17, de fecha 31 de marzo de 1933, pág. 60.<br />

81 Eugenio María de hostos.<br />

498


SALOMÉ UREñA DE hENRÍqUEz | POESÍAS ESCOGIDAS<br />

hemos venido otra y otra vez, y ya no parece extraña nuestra presencia, ni atrevido<br />

nuestro arrojo. ¡Gracias!<br />

Pero ¡ah! rendida por la fatiga de la lucha, sin recursos, sin medios de ninguna<br />

especie para continuar de pie sobre el palenque, solicitada por el santo deber de la<br />

educación de mis hijos, que reclama por entero todas las energías de mi espíritu, sello,<br />

con esta última prueba de mi trabajosa labor, la obra iniciada hace doce años.<br />

Pláceme ver que no ha sido infructuosa, ya que su crédito tomó vuelos hasta merecer<br />

de la representación nacional, por voto unánime, el que el Instituto de Señoritas<br />

fuese elevado por decreto a la categoría de Escuela Normal para Maestras, y ya que<br />

las profesoras tituladas en la Escuela Normal de Santo Domingo se ven solicitadas<br />

con empeño, ora para clases en familia y en planteles de educación, ora para algunos<br />

puntos de la República, llamamiento este último al cual no han atendido hasta ahora<br />

por las dificultades que apareja el cambio de residencia.<br />

Bástame, señores, con la satisfacción íntima de ver el cambio que va operándose<br />

gradualmente en la educación de la mujer dominicana; y si alguna gloria hay en ello,<br />

la reclamo toda entera para los que conmigo han coadyuvado a la realización de la<br />

obra. Para el compañero de mi vida, sin cuyo generoso esfuerzo y fecunda labor no<br />

se hubiera iniciado ni hubiera dado sus primeros frutos; para los profesores Dubeau,<br />

Prud’homme, Zafra y Federico Henríquez, que prestaron su concurso eficacísimo<br />

en las primeras pruebas del Instituto; para esas mismas jóvenes profesoras, que, sin<br />

remuneración apenas, con abnegación ejemplar, han venido por más de seis años<br />

sosteniendo la carga sobre sus débiles hombros; para los que generosamente han<br />

contribuido con su óbolo personal a dar un año más de vida al plantel moribundo,<br />

y por fin para la Escuela Normal y su distinguido fundador, sin cuyo valioso apoyo<br />

no hubiera podido realizar su propósito ni coronar sus faenas el “Instituto de Señoritas”.<br />

Salomé Ureña de henríquez<br />

aD H e s I ó n D e l “In s T I T u T o D e se ñ o r I Ta s”<br />

a l P r o y e c T o D e e s TaT u a a Du a rT e 82<br />

Instituto de Señoritas<br />

Santo Domingo,<br />

Noviembre 3 de 1893.<br />

Señor Presidente de la Junta Central Directiva del<br />

Proyecto de Estatua a Duarte.<br />

Señor:<br />

hoy, en el decimosegundo aniversario de la apertura de este plantel de educación,<br />

se dio cuenta con la atenta circular de invitación de ese centro, del nobilísimo propósito<br />

nacional iniciado por el Ayuntamiento de Santo Domingo y cuya realización<br />

se ha encomendado al patriotismo de esa respetable Junta.<br />

La escuela, que es el laboratorio de las ideas de verdad y de bien que en el porvenir<br />

han de difundirse y convertirse en actos, así en el hogar como en la patria, no<br />

82 El borrador de esta comunicación fue escrito por la directora de dicho Instituto. (M. henríquez Ureña).<br />

499


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

debe quedarse fuera del universal concierto de voluntades reflexivas que en todo<br />

el país, y aun en el exterior, se disponen a contribuir con su óbolo de justicia y de<br />

reconocimiento a la erección del monumento representativo del egregio Fundador<br />

de la República.<br />

Desde hoy se ha abierto en este plantel una suscripción semanal, voluntaria, para<br />

formar un óbolo que, aunque por su modestia no corresponda a las aspiraciones de<br />

la escuela, sea digno de la obra emprendida en honra del Patricio inmaculado, cuya<br />

vida es alto ejemplo de las virtudes que informan un acendrado patriotismo y un<br />

carácter eminente.<br />

Servíos aceptar, señor, con el ofrecimiento del citado modesto óbolo para la<br />

estatua, el voto de adhesión que a ese acto de justicia, como a cualesquiera otros<br />

que se realicen en la patria, os presenta el Instituto de Señoritas.<br />

B.V.M.<br />

La Secretaria, La Directora,<br />

Luisa Ozema Pellerano. S. Ureña de henríquez.<br />

500


N O. 43<br />

POESÍA DOMINICANA<br />

Selección y prólogo<br />

Pe D r o re n é co n T í n ay b a r


POESÍA DOMINICANA<br />

La poesía dominicana, abundosa de poetas y de cantos, no tuvo un verdadero carácter<br />

propio sino hasta la aparición del Postumismo y, por ende, con Domingo Moreno Jimenes.<br />

El postumismo marca, quiera que no, el principio de la nacionalidad en la poesía dominicana.<br />

Es a partir de él cuando los poetas sienten verdaderamente la Patria. La Patria más<br />

allá de las formas exteriores, en el hondón y en la sangre.<br />

Anteriormente, para expresar esta idea, los poetas habían recurrido a formas que, por<br />

inexistentes realmente devinieron falsas o, inmediatamente, efímeras. El ejemplo de José Joaquín<br />

Pérez, quien quiso traducir la nacionalidad en una rebuscada ascendencia indigenista,<br />

que no consistió, muchas veces, sino en el empleo erudito de voces lucayas o guaraníes para<br />

ambientar una serie de leyendas escritas en verso noble y elevado, acerca de la raza de los<br />

pobladores de la Isla en la época del Descubrimiento.<br />

O el de Arturo Benito Pellerano Castro, Byron, de fina sensibilidad poética, el cual<br />

creando su género peculiarísimo, criollas, referido al modo campesino, y al habla popular,<br />

el modo de ser dominicano.<br />

O quienes, como mucho más tarde Tomás hernández Franco y Tomás Morel, verbigracia,<br />

buscaron en el colorismo del elemento negro la forma mejor de dar ambiente patrio,<br />

cuando la verdad es que, ni en el caso indigenista, ni en el criollista, ni, mucho menos en el<br />

negroide, había fuerzas suficientes, por no existir la debida tradición de donde partiere en<br />

verdad el movimiento, para desarrollar un sentido nacional. Más todavía, ni un solo aspecto<br />

real de lo peculiar nuestro.<br />

La labor de todos ellos es encomiable desde otros puntos de vista. No pongo en duda,<br />

ni por un momento, ¡líbreme Dios!, su buena intención y la calidad de su poesía. Me refiero<br />

nomás a la circunstancia poesía dominicana, poesía de ambiente nacional, (aunque con sentido<br />

universalista, porque si no, se entra en el campo, terrible, de lo simplemente folklórico, o<br />

en lo que es algo peor, en el chauvinismo literario), y la cual advino luego, a partir, como ya<br />

dije, de Domingo Moreno Jimenes.<br />

Aclaro estos conceptos porque este volumen de la <strong>Colección</strong> <strong>Pensamiento</strong> <strong>Dominicano</strong><br />

se intitula <strong>Poesía</strong> Dominicana, esto es, poesía escrita, hasta el 1951, por poetas dominicanos.<br />

Y que viene a suplir, en parte, las ediciones de mi Antología Poética Dominicana, 1945<br />

y 1951, agotadas.<br />

Para obviar esta falta he compuesto este volumen, a pedido del director de la <strong>Colección</strong>,<br />

Julio D. Postigo. No se incluyen otros poetas que los aparecidos en la primera edición, algunos<br />

de los cuales, por razones obvias, debieron ser suprimidos en la segunda.<br />

Sin embargo, a partir de entonces –y tuve el placer de presentar yo a trece de ellos, en los<br />

Cuadernos <strong>Dominicano</strong>s de Cultura–, muchos otros poetas han tomado sitio preeminente<br />

en la poesía dominicana, que me propongo seleccionar y estudiar en un próximo volumen,<br />

como, por ejemplo, Manuel Rueda, Máximo Avilés Blonda, Víctor Villegas, Miguel Alfonseca,<br />

Pedro Caro, Freddy Gatón Arce, René del Risco Bermúdez, Rafael Valera Benítez, Ramón<br />

Cifré Navarro, Antonio Fernández Spencer, Josefina Romano Pou, y muchos otros más.<br />

El sentido dominicano adquiere toda su vigencia en ellos, después de la lección de<br />

Domingo Moreno Jimenes y de héctor Incháustegui Cabral. Palabras como libertad, independencia,<br />

geografía, frontera, Patria, y por ende, hogar, familia, esposa, madre, novia, así<br />

como también paz, progreso, río, pueblo, están plenas de valor. El sueño es promesa viable,<br />

el valor es dignidad, la significación de raíz, árbol, fruto, tierra, están ligados a la intensificación<br />

de la agricultura, a los regadíos de tierras estériles por irrigación artificial.<br />

503


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

Asimismo, en ellos, amor es confianza, seguridad, procreación sana. La vida es profunda,<br />

polifacética, innumerable y pródiga, es abundancia, y mejoramiento, y sosiego, y trabajo.<br />

Los poetas se acercan a los vocablos con reverencia. No son simples recursos fonéticos.<br />

Todos ellos saben de su entraña fecunda, de su responsabilidad creadora. La adjetivación<br />

está reducida a la mínima expresión, por eso. Cada palabra es un ser vivo en esta nueva<br />

poesía dominicana.<br />

Este volumen es, pues, una especie de repetición de los anteriores y viene a suplir la falta<br />

de información, que será completada en el volumen de la Nueva <strong>Poesía</strong> Dominicana.<br />

504<br />

Pedro René Contín Aybar


PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA<br />

Poetas nacidos<br />

entre 1845 y 1900<br />

JoSé JoAQUíN PérEZ<br />

El Amor de Magdalena<br />

(Croquis bíblico)<br />

Blonda como un trigal la cabellera<br />

que al viento en rizos i al desgaire vaga;<br />

los ojos de un azul color de cielo,<br />

con reflejos de aurora en la mirada;<br />

erguido el busto escultural; los labios<br />

con la expresión de la bondad del alma;<br />

i la luz i la brisa jugueteando<br />

en los contornos de su veste blanca;<br />

va Jesús, sobre el lago Tiberíades,<br />

de pie en la copa de su frájil barca.<br />

En la orilla del lago, recogiendo<br />

conchas i flores i campestres galas<br />

para adornar su espléndida hermosura,<br />

que es asombro i orgullo de su raza,<br />

está la galilea de ojos de fuego,<br />

la voluble i fastuosa cortesana,<br />

ante la cual los corazones tiemblan<br />

i en el deleite del amor se embriagan.<br />

Ve a Jesús, i algo siente que la turba;<br />

pero no es la ansiedad lasciva i vana<br />

que despierta su ser cuando a otros hombres<br />

tiende la red de sus desnudas gracias,<br />

sino el ardor de una pasión intensa<br />

que la enciende, seduce i avasalla<br />

i hace olvidar el mundo i sus placeres:<br />

¡es un amor en que se abisma el alma!<br />

La tarde ya adormece sus fulgores<br />

en las linfas del lago, en la montaña;<br />

el crepúsculo en sombra va envolviéndose,<br />

i hai como convulsiones de borrasca<br />

en el rujido del soplar del viento,<br />

contra el que lucha con vigor la barca.<br />

Por la orilla del lago, jadeante,<br />

con los cabellos en desorden, pálida,<br />

505


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

como la evocación de un sueño lúgubre,<br />

la infeliz hija ardiente de Magdala<br />

corre, invocando la piedad divina,<br />

para que salve del peligro al nauta<br />

a quien quiere ofrecer el sacrificio<br />

de morir junto a él entre las aguas.<br />

Jesús, entonces, a la vista atónita<br />

de aquella que lo sigue i que lo ama,<br />

tiende la mano; i al conjuro, cesa<br />

el ímpetu bravío de la borrasca;<br />

i, al suspiro apacible del favonio,<br />

la leve arena de la orilla alcanza.<br />

A los pies del gallardo nazareno,<br />

Magdalena la impúdica se abraza,<br />

e imprime en ellos como ofrenda un beso<br />

de amor, purificado por sus lágrimas.<br />

Jesús de la ignominia la redime:<br />

su amor le da también– la pura i casta<br />

pasión que Él siente por quien cae, rendido<br />

sin fe en un Dios que las conciencias salva;<br />

i envolviéndola en luz, dándole el beso<br />

feliz de su perdón i de su gracia,<br />

hace así de la triste pecadora<br />

la más bella i sublime de las santas!<br />

El junco verde<br />

Jueves 11 de octubre…<br />

Vieron pardelas y un junco verde junto a la nao…<br />

Con estas señales respiraron y alegráronse todos.<br />

(Diario de navegación del Almirante).<br />

I<br />

Fugaz sobre el cerúleo mar Caribe,<br />

al soplo inquieto de la brisa, vuela,<br />

i el dulce rayo matinal recibe<br />

del inmortal Colón la carabela.<br />

Él, de pie i en la proa, absorto mira<br />

que, cual juguete de las ondas, jira,<br />

i en la vasta extensión del mar se pierde.<br />

—“A virar!” grita trémulo, ajitado<br />

con la emoción del que, temiendo, espera,<br />

506


PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA<br />

i ve en el porvenir ya realizado<br />

lo que un sueño falaz tan sólo era!…<br />

Dócil cede la nave: en pos se lanza<br />

de eso que informe en el abismo vuela:<br />

¡dulce i vago vislumbre de esperanza<br />

con que el alma del nauta se consuela!<br />

En febril ansiedad Colón suspira,<br />

sus ojos el espacio devorando;<br />

i ya –a la luz crepuscular– se mira<br />

cerca el objeto ante la proa flotando…<br />

“hosanna! Gloria!” de rodilla entona<br />

“oh! bendito el Señor por siempre sea!”<br />

i a un éxtasis de dicha se abandona<br />

aquel genio inmortal que un mundo crea.<br />

Agrúpase la turba que, insolente,<br />

sacrificarlo a su furor quería;<br />

i dobla humilde, con fervor, la frente<br />

ante el noble coloso que la guía.<br />

Pero… ¿qué ha despertado así el delirio<br />

de esos hijos del mar? ¿cuál es el bello<br />

talismán de esa fe, cuando el martirio<br />

graba en sus almas tan horrible sello?…<br />

“Mirad! –dice Colón– he aquí mi gloria;<br />

i del océano su potente mano<br />

recoge un junco verde, cuya historia<br />

guarda un profundo i misterioso arcano.<br />

Aquel junco viajero solitario<br />

en la vasta extensión del mar, encierra<br />

el fiat fecundo, poderoso i vario;<br />

la esperanza inmortal de luz –la Tierra!<br />

Reliquia del amor que la ígnea zona<br />

ofreciera al intrépido marino;<br />

rico florón de la primer corona<br />

que sonriendo le ciñe ya el destino.<br />

Por eso él a su seno lo comprime,<br />

i en él sus labios afanoso sella;<br />

pues ese junco el corazón redime,<br />

donde el pesar profundizó su huella.<br />

507


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

II<br />

Mientras la brisa nocturnal soplando<br />

rauda empuja la frájil carabela,<br />

el extenso horizonte contemplando,<br />

en dulce insomnio, el Almirante vela.<br />

¡Noche de sombras, de perenne anhelo,<br />

en que cada celaje que fulgura<br />

–Débil reflejo de la luz del cielo–<br />

el nuevo mundo que soñó le augura!…<br />

Del tope de “La Pinta”, que se avanza,<br />

tierra! dice una voz; i el eco vibra;<br />

i ese grito sublime de esperanza<br />

conmueve el corazón en cada fibra…<br />

Allá –entre la infinita muchedumbre<br />

de las galas que espléndida atesora,<br />

tras la bruma lejana–, enhiesta cumbre<br />

surje el beso del rayo de la aurora.<br />

“Mundo de amor, risueño paraíso<br />

“verde oasis de luz en mi desierto!<br />

“yo te bendigo, porque en ti Dios quiso<br />

“brindarme al fin de salvación el puerto!”<br />

Así exclama Colón; i en la ribera<br />

de esa ignota rejión de maravilla,<br />

en el nombre de Dios, con fe sincera,<br />

tremola el estandarte de Castilla…<br />

La hermosa Guanahaní, 1 donde el lucayo<br />

en su cabaña, que ceñía de flores,<br />

viera pasar en lánguido desmayo<br />

una vida de paz, dicha i amores.<br />

Fue la primera do la ruda planta<br />

estampó esa falanje triunfadora<br />

que –al dulce amparo de la fe– levanta<br />

suplicio vil junto a la cruz que adora.<br />

III<br />

Después que de Colón i de Castilla<br />

la fama el triunfo por doquier pregona,<br />

1 Llamada por Colón El Salvador.<br />

508


PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA<br />

i ya Quisqueya, conquistada, brilla<br />

cual joya de la ibérica corona;<br />

Colón regresa a sus antiguos lares,<br />

i al pie de los monarcas protectores,<br />

de sus conquistas en lejanos mares<br />

depone los magníficos primores.<br />

Pero en su pecho, i recamado de oro,<br />

de ricas perlas i coral, se mira<br />

portentoso i espléndido tesoro,<br />

reliquia santa que entusiasmo inspira.<br />

Es un pedazo de aquel junco verde<br />

que en las algas del mar vio confundido,<br />

i que allí guarda, porque allí recuerde<br />

que está su corazón agradecido.<br />

Con él lleva doquiera vinculado<br />

un mundo de esperanzas i delirio;<br />

con él adversidad ha consolado<br />

cuando la ingratitud le dio el martirio.<br />

En la prisión, en el fatal camino<br />

de su infortunio, lo llevó a sus labios;<br />

con él lloró su singular destino:<br />

la gloria que a la envidia causó agravios.<br />

I cuando aquella frente victoriosa,<br />

donde un mundo encerró la Omnipotencia,<br />

al rudo peso de calumnia odiosa,<br />

sobre un lecho de mísera indijencia,–<br />

El reposo encontró que nunca hallara<br />

en el seno radiante de su gloria,<br />

fue su tumba del junco verde el ara<br />

donde el mundo hoi venera su memoria.<br />

La vuelta al hogar<br />

Ondas i brisas, brumas, rumores,<br />

suspiros i ecos del ancho mar,<br />

adiós! que aromas de puras flores,<br />

adiós! que todo cuanto se alcanza,<br />

dicha, esperanza,<br />

i amor me llaman allá en mi hogar.<br />

509


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

¡Ya ve el proscrito sus patrios lares!<br />

Ve azules cumbres lejos sombrear<br />

grupos de nieblas crepusculares,<br />

i el ansia siente del paraíso<br />

que darle quiso<br />

Dios en el seno del dulce hogar…!<br />

Si peregrino, si solitario,<br />

otras rejiones se fue a cruzar<br />

la lei temiendo de un victimario,<br />

¿el caos qué importa si un sol luciente<br />

brilla en su frente<br />

i hoi sonriendo vuelve al hogar?<br />

¡No más torturas en su alma libre!<br />

¡No más memoria de su pesar!<br />

¡No el odio estéril sus rayos vibre,<br />

que el patriotismo ya sólo espera<br />

por vez primera<br />

calma i consuelo bajo el hogar!<br />

Virjen de América, suspiradora<br />

cautiva indiana, vuelve a gozar;<br />

si atrás hai sangre, luz hai ahora…<br />

Ayer el hierro i hoi es la idea…<br />

¡Tu gloria sea<br />

ver a tus hijos junto al hogar!<br />

¡Cuán bella eres acariciando<br />

todos unidos los que al vagar<br />

–errantes unos i otros luchando–<br />

sufrieron ruda la tiranía<br />

que hacer quería<br />

huérfanos tristes sin pan ni hogar!…<br />

¡Ya no hai festines patibularios!<br />

¡Ya no hai venganzas con que saciar<br />

su vil conciencia crueles sicarios<br />

¡Ya no hai vencidos ni vencedores!<br />

¡Sólo hai de flores<br />

castas coronas en el hogar…!<br />

¡Mi dulce Ozama! tu bardo amante,<br />

a tus riberas torna a cantar,<br />

i tras él deja, por ti anhelante,<br />

lejanos climas i humilde historia,<br />

tierna memoria<br />

del peregrino vuelto al hogar…!<br />

510


Bajo tus ceibas i tus palmares,<br />

sobre tu césped i entre el manglar<br />

aún se oye el eco de los cantares<br />

de aquella infancia, fugaz, que en horas<br />

engañadoras,<br />

llenó sus sueños de amor i hogar!<br />

I ven! le dice cada paloma<br />

tímida i mansa que ve cruzar<br />

desde la cumbre de enhiesta loma,<br />

cuando las alas tiende i su arrullo<br />

mezcla al murmullo<br />

del río que baña su dulce hogar!<br />

I ven! le dice ronco el estruendo<br />

que hace en las rocas lejos el mar…<br />

El mar! que un día su adiós oyendo<br />

fue de ola en ola su adiós llevando<br />

luego tornando<br />

con hondos ayes del pobre hogar!<br />

I todo cuanto su ser le diera!<br />

Ven! dice el polvo que va a besar,<br />

donde mañana como postrera<br />

ráfaga cruce su vida breve,<br />

donde se eleve<br />

su tumba humilde junto al hogar!<br />

Así, –suspiros, brisas, rumores,<br />

lánguidas ondas i ecos del mar–,<br />

adiós decidme, que todo: amores,<br />

gloria, esperanza, paz bendecida,<br />

tiene hoi la vida<br />

del pobre bardo vuelto al hogar…!<br />

Símbolo<br />

PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA<br />

Pinta el vasto, rojo incendio del crepúsculo,<br />

donde flotan los jirones de azul pálido<br />

que abrillántanse i confúndense en el piélago<br />

de las sombras que cayendo lentas van.<br />

Pinta esa hora en que la tierra, con el vértigo<br />

de las últimas caricias del sol, duérmese,<br />

i asomando las estrellas vierten lágrimas,<br />

i le canta su salmodia triste el mar.<br />

511


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

Pinta todas esas vagas, leves, múltiples,<br />

centelleantes gradaciones que en los diáfanos<br />

horizontes siderales, a la atmósfera<br />

dan reflejos de perenne oscilación.<br />

Pinta el bosque, templo augusto i melancólico,<br />

sostenido por sus árboles inmóviles,<br />

do sollozan los rumores en el céfiro<br />

que temblando busca el cáliz de la flor.<br />

Pinta el río, de murmullos de ondas lánguidas,<br />

i las ruinas centenarias de sus márgenes,<br />

que parecen los espectros de las víctimas<br />

de otros siglos de implacable esclavitud.<br />

Pinta, junto de magníficos alcázares,<br />

los tugurios bamboleantes i misérrimos;<br />

e irradiando profusión de focos vívidos<br />

en enormes charcas fétidas su luz.<br />

Pinta todo cuanto enciérrase en los ámbitos<br />

de la antigua ciudad, cuna de la América;<br />

lo que en esta postrer hora del crepúsculo<br />

es angustia de la fe del corazón.<br />

I en el cuadro que así pintes habrá el símbolo<br />

de esta pobre tierra virgen de los trópicos,<br />

de esta tierra de los héroes i los mártires<br />

¡donde siempre seca lágrimas el sol!…<br />

SALoMé UrEñA DE HENríQUEZ<br />

La llegada del invierno<br />

Llega en buen hora, mas no presumas<br />

ser de estos valles regio señor,<br />

que en el espacio mueren tus brumas<br />

cuando del seno de las espumas<br />

emerge el astro de esta región.<br />

En otros climas, a tus rigores<br />

pierden los campos gala y matiz,<br />

paran las aguas con sus rumores,<br />

no hay luz ni brisas, mueren las flores,<br />

huyen las aves a otro confín.<br />

En mi adorada gentil quisqueya,<br />

cuando el otoño pasando va,<br />

512


la vista en vano busca tu huella:<br />

que en esta zona feliz descuella<br />

perenne encanto primaveral.<br />

que en sus contornos el verde llano,<br />

que en su eminencia la cumbre azul,<br />

la gala ostentan que al suelo indiano<br />

con rica pompa viste el verano<br />

y un sol de fuego baña de luz.<br />

Y en esos campos donde atesora<br />

naturaleza tanto primor,<br />

bajo esa lumbre que el cielo dora,<br />

tiende el arroyo su onda sonora<br />

y alzan las aves tierna canción.<br />

Nunca abandonan las golondrinas<br />

por otras playas mi hogar feliz:<br />

que en anchas grutas al mar vecinas<br />

su nido arrullan, de algas marinas,<br />

rumor de espumas y auras de abril.<br />

Aquí no hay noches aterradoras<br />

que horror al pobre ni angustia den,<br />

ni el fuego ansiando pasa las horas<br />

de las estufas restauradoras<br />

que otras regiones han menester.<br />

Pasa ligero, llega a otros climas<br />

donde tus brumas tiendas audaz,<br />

donde tus huellas de muerte imprimas,<br />

que aunque amenaces mis altas cimas<br />

y aunque pretendas tu cetro alzar,<br />

siempre mis aguas tendrán rumores,<br />

blancas espumas mi mar azul,<br />

mis tiernas aves cantos de amores,<br />

gala mis campos, vida mis flores,<br />

mi ambiente aromas, mi esfera luz.<br />

Ruinas<br />

PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA<br />

Memorias venerandas de otros días,<br />

soberbios monumentos<br />

del pasado esplendor reliquias frías,<br />

donde el arte vertió sus fantasías,<br />

donde el alma expresó sus pensamientos:<br />

513


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

Al veros ¡ay! con rapidez que pasma<br />

por la angustiada mente<br />

que sueña con la gloria y se entusiasma<br />

la bella historia de otra edad luciente.<br />

¡Oh quisqueya! Las ciencias agrupadas<br />

te alzaron en sus hombros<br />

del mundo a las atónitas miradas;<br />

y hoy nos cuenta tus glorias olvidadas<br />

la brisa que solloza en tus escombros.<br />

Ayer, cuando las artes florecientes<br />

su imperio aquí fijaron,<br />

y creaciones tuviste eminentes,<br />

fuiste pasmo y asombro de las gentes,<br />

y la Atenas moderna te llamaron.<br />

Águila audaz que rápida tendiste<br />

tus alas al vacío<br />

y por sobre las nubes te meciste:<br />

¿por qué te miro desolada y triste?<br />

¿dó está de tu grandeza el poderío?<br />

Vinieron años de amarguras tantas,<br />

de tanta servidumbre,<br />

que hoy esa historia al recordar te espantas,<br />

porque inerme, de un dueño ante las plantas,<br />

humillada te vio la muchedumbre.<br />

Y las artes entonces, inactivas,<br />

murieron en tu suelo,<br />

se abatieron tus cúpulas altivas,<br />

y las ciencias tendieron, fugitivas,<br />

a otras regiones, con dolor, su vuelo.<br />

¡Oh mi Antilla infeliz que el alma adora!<br />

Doquiera que la vista<br />

ávida gira en tu entusiasmo ahora,<br />

una ruina denuncia acusadora<br />

las muertas glorias de tu genio artista.<br />

¡Patria desventurada! ¿qué anatema<br />

cayó sobre tu frente?<br />

Levanta ya de tu indolencia extrema:<br />

la hora sonó de redención suprema<br />

y ¡ay, si desmayas en la lid presente!<br />

514


PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA<br />

Pero vano temor: ya decidida<br />

hacia el futuro avanzas;<br />

ya del sueño despiertas a la vida,<br />

y a la gloria te vas engrandecida<br />

en alas de risueñas esperanzas.<br />

Lucha, insiste, tus títulos reclama:<br />

que el fuego de tu zona<br />

preste a tu genio su potente llama,<br />

y entre el aplauso que te dé la fama<br />

vuelve a ceñirte la triunfal corona.<br />

que mientras sueño para ti una palma,<br />

y al porvenir caminas,<br />

no más se oprimirá de angustia el alma<br />

cuando contemple en la callada calma<br />

la majestad solemne de tus ruinas.<br />

ENriQUE HENríQUEZ<br />

El Anjelus<br />

Debajo de los álamos mi languidez reclina<br />

su ansia de divagar<br />

Con su escuadrón de sombras la noche se avecina.<br />

Pasa una golondrina. Viene otra golondrina.<br />

“Golondrinas! –exclamo– ¿Tendréis un mismo alar?”.<br />

Las copas de los álamos, del viento sacudidas,<br />

sufren fugaz temblor.<br />

Caen dos hojas. Semejan dos erráticas vidas.<br />

“¿Tendréis, dolientes hojas de igual dolor heridas,<br />

dos páramos distantes para un mismo dolor?”<br />

¡Oh muerta inextinguible! Tú eres fulgor inerte<br />

i yo tiniebla huérfana de tu dulce fulgor.<br />

En dos desolaciones nos disyuntó la suerte:<br />

a ti te aisló en la estática soledad de la muerte<br />

i a mí me aisló en la errante soledad del dolor!<br />

Te clamo i no me oyes; te busco y no te encuentro.<br />

Te clamo noche i día con insano pavor.<br />

Te clamo i no me oyes; te busco i no te encuentro.<br />

I estás, no obstante, dentro, con toda tu alma dentro<br />

de la desgarradura de mi propio clamor.<br />

Desciende de la torre de un viejo campanario,<br />

por la escala sonora del viento, un triste son.<br />

515


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

Y como si tu nombre fuese –¡oh muerta!– un santuario,<br />

tu santo nombre evoco, la rodilla doblego<br />

i en un raudal de lágrimas místicamente anego<br />

mi trémula oración.<br />

Silenció el campanario. Permanezco de hinojos.<br />

Y alzando hacia su torre mis implorantes ojos,<br />

“Campanario –he irrumpido<br />

con acento apagado–:<br />

¿habrá, al fin, horadado<br />

el seno de la muerte mi doliente jemido?”<br />

La torre se ha inclinado.<br />

En lo alto del silencio vibró un largo tañido…<br />

Supersticiosamente<br />

me hice un signo en la frente<br />

con fanática unción.<br />

–Oh mísero creyente!–<br />

Después, con ciego ímpetu, cual un corcel sin brida,<br />

comenzó a galopar en su estrecha guarida,<br />

sin saber hacia dónde, mi injenuo corazón!<br />

La canción del avaro<br />

Por galardón, Señor, me despojaste<br />

de la carga del oro que al avaro,<br />

por castigo impusiste.<br />

Gracias por este raro,<br />

por este paradójico contraste!<br />

Gracias! Me exoneraste<br />

del oro con que a él le empobreciste,<br />

el yugo con que a él lo esclavizaste.<br />

Gracias! Así le hiciste,<br />

con el agobiamiento de esa carga,<br />

la entraña estéril, la abundancia triste,<br />

la casa grande i el hogar vacío,<br />

la noche corta i la vijilia larga…<br />

Gracias te doi por tu piedad, Dios mío!<br />

La escena del Café Martín<br />

Frente a mi aislada mesa, aquella noche<br />

cenaban ella i él.<br />

516


Él era un anfitrión de porte austero<br />

i ella una dulce, espiritual mujer.<br />

La miré. Declamaron en secreto<br />

mis pupilas un rítmico rondel.<br />

Sus pestañas, oyéndolo, aletearon<br />

ebrias de languidez;<br />

i yo, absorto, con éxtasis pagano<br />

mi alma de cenobita arrodillé<br />

sin cesar repitiendo el ondulante<br />

susurro de mi rítmico rondel.<br />

Alcé luego mi copa; i sacudiéndola<br />

con fujitiva insinuación, tracé<br />

un jesto suspirante que decía:<br />

“junta al mío tu vino de jerez<br />

como si copular tú i yo quisiéramos<br />

mi azul sonambulismo con tu sien,<br />

mi erótica orfandad con tu regazo,<br />

tus labios con mi sed!”.<br />

Ella exploró un celaje en la penumbra<br />

i dejó en paz su copa de jerez,<br />

el anfitrión juntó ceja con ceja,<br />

miró en torno con tétrica altivez,<br />

echó media docena de doblones<br />

encima de la altura del mantel.<br />

Volvió a escrutar en torno.<br />

Se levantó. Se fue…<br />

¡Cuán agoreramente aquella noche<br />

finó la cena! asida al brazo de él<br />

partió confiada la mujer hermosa.<br />

Partió confiada… y no la he vuelto a ver!<br />

Lejanía<br />

PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA<br />

Tu dulce nombre evoco<br />

suspiradoramente noche i día;<br />

i a veces, evocándolo, he impregnado<br />

de nupcial alegría<br />

este anchuroso corazón, que es tuyo;<br />

i esta congoja sin igual, que es mía:<br />

la congoja sin término<br />

de nuestra inexorable lejanía.<br />

Tu dulce nombre evoco<br />

tal como si tu dulce nombre fuera<br />

517


el de un jemelo mástil<br />

que sepulto estuviera<br />

bajo un inmensurable alud, en una<br />

ignorada ribera;<br />

i como si mi vida<br />

el otro desolado mástil fuera!<br />

Tu dulce nombre evoco<br />

hechizado de azul melancolía.<br />

Mas, no es para que llegue<br />

a ti mi evocación, Señora mía;<br />

ni para que la aguda pena calmes<br />

de nuestra inexorable lejanía,<br />

pues yo, sin el licor de mi dolor,<br />

de asfixia espiritual sucumbiría.<br />

Y por eso tu dulce nombre evoco,<br />

suspiradoramente, noche y día.<br />

Never more<br />

COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

Por las interminables avenidas,<br />

en busca de pretéritos mesones,<br />

veo plazas desiertas,<br />

luces enmustiecidas,<br />

graníticos balcones,<br />

ventanas ojivales<br />

i monásticas puertas<br />

que, vistas a través de sus cristales,<br />

finjen estar de par en par abiertas.<br />

Camino a la ventura. Monologo<br />

sobre un dolor de siglos que ahora es mío.<br />

El silencio interrogo:<br />

i grabando mi planta en el vacío<br />

de la noche callada,<br />

en torno de las cosas espacío<br />

la inquisición febril de una mirada.<br />

¿En cuál de estos cristales fue que un día<br />

el pájaro siniestro<br />

sacudió sin calmar su ala sombría,<br />

enseñándole al lóbrego maestro<br />

del canto y del dolor<br />

un dolor infinito en la elejía<br />

del monótono i lento Never More?<br />

518


PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA<br />

Subitáneo celaje<br />

pone a mi inquisición tétrico punto:<br />

es la última hoja de un follaje.<br />

El otoño la azota;<br />

i simula, cayendo, el ala rota<br />

de un agorero pájaro difunto.<br />

Monologo mui quedo,<br />

porque mi propia voz me infunde miedo!<br />

Sobre un cristal vecino<br />

un álamo hace un trazo<br />

con la desnuda sombra de su brazo.<br />

quiero huir. Mas la anchura del camino<br />

–nublada de otra proyección de trazos–<br />

tras la congoja de mi planta mueve<br />

el ademán de un escuadrón aleve<br />

de esqueléticos brazos.<br />

quiero huir. Mas mi planta no se atreve.<br />

I me detengo. Una espectral figura<br />

nace del fondo de la noche oscura:<br />

crece, avanza, se acerca, se aproxima<br />

a la desolación de mi pavura;<br />

i al transitar, su grave paso suena<br />

cual si fuera el remedo de una rima<br />

de honda i letal desesperanza llena.<br />

¡Oh sombra! Eres la sombra del insano<br />

poeta peregrino<br />

que invadió la tiniebla de lo arcano,<br />

con un jesto de horror,<br />

al compás de su lento Never More.<br />

¡Oh sombra! Te adivino:<br />

eres la sombra de un dolor hermano.<br />

Dame el laurel divino<br />

que floreció en la gracia de tu mano,<br />

sin darme la siniestra<br />

copa de vino que escanció tu diestra.<br />

Se va la noche. Imperativamente<br />

su pupila entreabre en el oriente<br />

el sol de un nuevo día;<br />

i su lumbre me encuentra todavía<br />

monologando en frente<br />

de una casa vetusta que es la mía!<br />

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GASTÓN F. DELIGNE<br />

Angustias<br />

Su mano de mujer está grabada<br />

hasta en el lazo azul de la cortina;<br />

no hay jarrones de China,<br />

pero es toda la estancia una monada.<br />

Con un chico detalle,<br />

gracia despliega y bienestar sin tasa,<br />

a pesar de lo pobre de la casa,<br />

a pesar de lo triste de la calle.<br />

Cuando el ardiente hogar chispas difunde,<br />

cuando la plancha su trabajo empieza,<br />

para cercar de lumbre su cabeza,<br />

en sólo un haz se aduna<br />

el brillo de dos luces soberanas:<br />

un fragmento de sol, en las ventanas;<br />

un destello de aurora, en una cuna!<br />

¡qué sima del ayer a lo presente!…<br />

Allá, en retrospectivos horizontes,<br />

la desgracia pasó sobre su frente,<br />

cual una tempestad sobre los montes.<br />

Era muy bella, ¡por extremo bella!<br />

y estuvo en su mirada<br />

la candente centella<br />

donde prendió su roja llamarada<br />

la pira que más tarde la consume,<br />

la que le hurtó, de tímida violeta<br />

con el tierno matiz, todo el perfume.<br />

Fue su triste caída,<br />

lo mismo solitaria que completa;<br />

y como en casos tales de amargura,<br />

desde ella hasta Luzbel todo es lo mismo;<br />

una vez desprendida de la altura,<br />

cebó en ella sus garras el abismo.<br />

quedó al horror sumisa<br />

con expresión que por tranquila, espanta;<br />

apagada en los labios la sonrisa,<br />

extinguida la nota en la garganta.<br />

Flotó en la hirviente ola<br />

con el raudo vaivén del torbellino,<br />

y se encontró… sentada en el camino,<br />

entristecida, macilenta, y sola!…<br />

520


PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA<br />

Pero así como planta que caída,<br />

después que la desnuda<br />

rama por rama la tormenta cruda;<br />

a pesar de la fuerza que la azota,<br />

de la raíz asida<br />

queda, y más tiernos sus renuevos brota;<br />

cuando estaba su oriente más distante,<br />

y más desfallecida la materia;<br />

brotó la salvación dulce y radiante<br />

por donde entró señora la miseria.<br />

Si es cierto que invisibles<br />

pueblan los aires almas luminosas,<br />

hubieron de acudir a aquel milagro,<br />

como van a la luz las mariposas.<br />

Así el suceso su mansión inunda<br />

con tintes apacibles:<br />

la gran madre fecunda,<br />

naturaleza sabia y bienhechora,<br />

miró piadosa su profunda pena,<br />

palpó la enfermedad que la devora;<br />

y en su amor infinito,<br />

la puso frente a frente de una cuna;<br />

a la vez que vocero del delito,<br />

de calma y redención anunciadora!<br />

¡quién dirá lo que siente<br />

al verse de la cuna frente a frente!…<br />

Su corazón de madre se deslíe,<br />

y al hijo que es su gloria y su embeleso,<br />

le premia con un beso, si es que ríe;<br />

le acalla, si es que llora, con un beso.<br />

Al calor que la enciende<br />

¡cuántas cosas le dice,<br />

que el diminuto infante no comprende,<br />

tan tiernas a la par como sencillas!…<br />

Es un desbordamiento de ternuras,<br />

sin valladares, límites ni orillas!…<br />

De pronto, en su alma sube<br />

la hiel de sus pasadas desventuras;<br />

y mientras surca y moja sus mejillas<br />

llanto a la vez de dicha y desconsuelo,<br />

cual si Dios la empujase desde el cielo,<br />

¡cayó junto a la cuna de rodillas!<br />

521


Y ante el espacio estrecho<br />

que ocupa aquella cuna temblorosa,<br />

como se abre el botón de un alba rosa,<br />

la rosa del deber se abrió en su pecho!<br />

¡Reída alborescencia<br />

la que de Angustias el camino ensancha,<br />

escrita en surcos de la urente plancha<br />

y en serena quietud de la conciencia!<br />

¿hay algo oculto y serio<br />

entre los pliegues de su afán constante?…<br />

¿Anubla su semblante<br />

la vagarosa bruma de un misterio?…<br />

La audaz de la vecina<br />

que, cual prójima toda, es muy ladina,<br />

quita al misterio la tupida venda,<br />

desparrama la cosa<br />

con todo este chispear de vivas ascuas:<br />

–“El chiquitín, un sol; cerca las Pascuas;<br />

y le trae preocupada y afanosa<br />

el trajecito aquel que vio en la tienda”.<br />

Por eso, y así el Bóreas yazga inerme<br />

o airado sople con violento empuje,<br />

Angustias canta, el pequeñuelo duerme,<br />

la plancha suena, la madera cruje.<br />

De luto<br />

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Tu oscuro traje en que la noche late,<br />

fue maligna invención –por tal la tengo–<br />

de una de esas blancuras de abolengo,<br />

rabiosamente mate.<br />

Una blancura astral de azules venas,<br />

como la tuya, inmaculada y suave;<br />

formada adrede con plumón de ave<br />

y con pulpa de nardos y azucenas.<br />

De ese luto ¡cuán noble privilegio!:<br />

¡cómo en halos gloriosos te aurifica!<br />

¡qué elegancia a tus formas comunica,<br />

y qué porte más regio!…<br />

Del traje negro, y de su negro broche,<br />

surgen las líneas de tu faz, marmóreas,<br />

522


como el sereno sol de media-noche<br />

en las desolaciones hiperbóreas.<br />

Mi alma, a tu paso, atónita se inclina<br />

y en una muda imploración te adora.<br />

Y exclama el ditirambo: triunfadora!<br />

y el corazón: divina!…<br />

Pudiera ser de tu corpiño cierre,<br />

y pregonar tu imperio –no tu duelo–<br />

algo vibrante y fúlgido que encierre<br />

todos los hipnotismos del anhelo.<br />

Algo para hechizar toda mirada;<br />

algo para obligar todo tributo;<br />

algo anormal en medio de tu luto,<br />

una rosa inflamada!<br />

En el Botado<br />

PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA<br />

Cacique de una tribu de esmeralda,<br />

aquel palacio indígena, el bohío<br />

de la corta heredad a que respalda<br />

un monte, que a su vez respalda un río;<br />

cuando el idilio de un Adán silvestre<br />

y su costilla montaraz, le hiciera<br />

venturoso hospedaje,<br />

paraíso terrestre;<br />

lo más saliente y copetudo era<br />

del ameno paisaje.<br />

Su flamante armazón de tabla oscura,<br />

su gris penacho de lucientes yaguas,<br />

hacían reverberar con nuevas aguas<br />

la circunstante joya de verdura.<br />

Aplanada en el techo,<br />

se oxidaba la luz cual plata vieja;<br />

o se colgaba a lomos y antepecho,<br />

en rubia palidísima crineja.<br />

No era sino común que se trepase<br />

un ruiseñor a su cumbrera holgada,<br />

y en fugitivas notas ensayase<br />

la trémula canción de la alborada.<br />

O que bajo su alero, en que pendía<br />

mazorcado maíz de granos de oro,<br />

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COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

el gallo, al enervante mediodía<br />

victorease sonoro!<br />

Entonces, ese albergue en que bullía<br />

la vida crepitante,<br />

más que un detalle de la huerta era<br />

o su tono, o su arteria, o su semblante.<br />

Pero en una lluviosa primavera,<br />

la débil cerca desligada y rota<br />

empujó la pareja enamorada<br />

a otra huerta remota;<br />

¡ y en medio a tanta flor recién abierta,<br />

quedóse la heredad abandonada,<br />

y la mansión desierta!<br />

Advertido, no tanto del saqueo,<br />

entre cuyo costal desaparece<br />

de la ventana en pos la que fue puerta;<br />

ni tanto del goloso merodeo,<br />

de la turba infantil, donde perece<br />

aún no puesto en sazón, el verde fruto;–<br />

mas del monte advertido, porque invade<br />

con apretadas filas de maleza<br />

la botada heredad, el Tiempo hirsuto<br />

a comprender empieza<br />

que hay algo allí que estorba;<br />

y aferra en la mansión su garra corva!<br />

Fue primero una horrible puñalada,<br />

y después una serie,<br />

con que se abrió por la techumbre entrada<br />

a la malsana y húmeda intemperie.<br />

Si el sol que se filtraba por el techo,<br />

solía escapar por los abiertos vanos,<br />

no así las aguas del turbión deshecho;<br />

cavaban y cavaban hondo lecho<br />

a turbias miniaturas de pantanos.<br />

Furiosa ventolera<br />

por allí no pasara que no hiciera<br />

de las yaguas decrépitas, añicos;<br />

y tragedia mayor aconteciera,<br />

si el júcaro el más negro y más bravío<br />

no angulara el bohío.<br />

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PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA<br />

Torcido, deslustrado,<br />

por reptiles del cieno visitado;<br />

el albergue que fuera de la huerta<br />

lo más noble y sereno,<br />

gozo, atracción y gala deleitosas,<br />

ni es más que una verruga del terreno,<br />

ni menos que un sarcasmo de las cosas!<br />

Como al herido por la suerte aleve,<br />

hasta la misma timidez se atreve!…<br />

Un bejucal de plantas trepadoras,<br />

que en torno a la vivienda<br />

cerraban toda senda;<br />

avanzando traidoras,<br />

e indicando a la ruina, cuchicheaban:<br />

“ni se defiende, ni hay quién la defienda!”<br />

Y enlazando sus ramos<br />

como para animarse, murmuraban:<br />

“si tal pasa, y tal vemos, ¿qué esperamos?”…<br />

Fue un aguinaldo lívido quien dijo:<br />

“o es que trepais, o treparé de fijo!”<br />

A lo que una “saudosa” pasionaria<br />

expuso, comentando la aventura:<br />

“por cierto que es bizarra coyuntura<br />

para mirar el sol desde más alto!”<br />

Fue la palabra fulminante!, todas<br />

clamaron en un punto<br />

trémulas y erizadas, “al asalto!”…<br />

¡qué embrollado conjunto<br />

de hojas antenas, vástagos, sarmientos!…<br />

Y cuán terrible asalto presenciaron<br />

los troncos azorados y los vientos.<br />

Cuál, por la tabla escueta<br />

tal sube que parece que resbala;<br />

cuál se columpia inquieta<br />

de algún clavo saliente haciendo escala!<br />

Cuál la mansión en torno circunvala,<br />

vuelta enroscado caracol, y asciende<br />

con estrechura tal y tan precisa,<br />

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COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

que es cuestión insoluble e indecisa<br />

si ahogarla o si medirla es lo que emprende.<br />

Cuál, errando el camino,<br />

con impaciente afán la puerta allana;<br />

y luego adentro, recobrado el tino,<br />

sus músculos asoma a la ventana.<br />

No hay menudo resquicio<br />

en que su flujo de invasión no apuren;<br />

ni hueco ni intersticio<br />

que sus hojas no tapien y no muren.<br />

Ya el albergue sombrío<br />

es un alcor en forma de bohío;<br />

ya su contorno lúgubre se pierde<br />

en la gama riquísima del verde;<br />

ya brota en tanta planta que le enreda,<br />

con matizada y colosal guirnalda,<br />

satinados renuevos de esmeralda,<br />

iris de tul, campánulas de seda!…<br />

Transformación magnífica y divina!<br />

cómo de ti se cuida generosa,<br />

Naturaleza, el hada portentosa,<br />

Naturaleza, el hada peregrina!…<br />

Renovación piadosa<br />

que en tan grande esplendor cubre una ruina!;<br />

desde inerte hechura<br />

a la humana criatura,<br />

con hilos invisibles cuán intensa<br />

relación estableces!…<br />

¿quién dentro, en lo que siente o lo que piensa<br />

por el dolor severo fulminadas,<br />

no se ha dejado a veces<br />

alcázar, quinta o choza abandonadas?…<br />

quizás quien no!… Mas a la oculta mina<br />

labrada por recónditos dolores,<br />

alguna trepadora se avecina;<br />

algo que sube a cobijar la ruina,<br />

algo lozano que revienta en flores!…<br />

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PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA<br />

ARTURO B. PELLERANO CASTRO<br />

(BYRON)<br />

A Mercedes Alfau<br />

Toda la cera virgen de mis panales,<br />

toda la blanca lana de mis ovejas,<br />

he ofrecido a la Virgen, si hace el milagro,<br />

de que me quieras!<br />

Del caimital silvestre, que frente al río,<br />

limita de mis campos la fértil vega,<br />

hoy le traje a mi madre, como regalo,<br />

los mejores racimos de la cosecha.<br />

Y en una petaquita, que en los palmares<br />

fabriqué de una yagua, flexible y tierna,<br />

escogí de la carga, para ti ¡ingrata!<br />

las frutas más hermosas, blandas y frescas.<br />

Mi padre, que en asuntos de amores sabe<br />

muchas coplas del caso, muchas novelas,<br />

y a quien duelen los vientos de señorío<br />

que te das por la calle cuando me encuentras,<br />

al mirar mis cuidados, –rasgueando el tiple,<br />

(ay! tú tienes la culpa, que no eres buena!)<br />

cantó esta copla amarga que improvisara<br />

allá en sus mocedades a otra llanera.<br />

Las mujeres y las hojas<br />

del CAIMITAL se asemejan<br />

en que TOAS tienen dos caras<br />

con la color muy diversa.<br />

no es cosa rara,<br />

que siempre la perfidia<br />

tuvo dos caras!<br />

No le gustó a mi madre la copla amarga,<br />

y alzando la tonada por la indirecta,<br />

a raíz de la injuria que llegó al alma<br />

contestole a mi padre con esta endecha:<br />

EL CAIMITO es una fruta<br />

que a la mujer se asemeja,<br />

tiene miel en las entrañas<br />

pero amarga la corteza.<br />

Madura o verde,<br />

deja hiel en los labios<br />

de quien la muerde.<br />

527


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

Aquí arreció del canto la cruel porfía;<br />

y aunque rota saltara más de una cuerda,<br />

irritado mi padre, con una sola,<br />

de seguida, y más alto dio la respuesta.<br />

La fruta que está en sazón<br />

y no ha de ser duradera,<br />

bien se merece una JÁQUIMA<br />

todo aquel que la cosecha.<br />

Verde o madura,<br />

que se pierda no importa<br />

si es que no dura<br />

Porque te quiero tanto que me parece que las estrellas,<br />

Dios las puso allá arriba para tus ojos,<br />

al igual que de flores sembró la tierra;<br />

porque te quiero tanto, fue que no pude<br />

escuchar el remate de aquella réplica,<br />

que el insulto del honra llevaba en alto<br />

cada vez en cantares de más crudeza.<br />

Y más triste que enantes volvime al monte;<br />

y al volver por los trillos, por donde mengua<br />

el camino de flores que va a tu casa,<br />

desde el ancho declive de la meseta<br />

vi venir tu persona que se traía<br />

una gala y un porte de pura reina;<br />

y al galope la jaca, pasé a tu lado,<br />

y a pesar de lo angosto de la vereda,<br />

ni siquier te volviste para mirarme,<br />

ni siquier me dijiste “las tenga buenas!”<br />

Cuando entré por los claros de la sabana,<br />

y vi abierta a mis ojos toda la vega,<br />

y de sangre de Cristo, los horizontes,<br />

y encendidas las nubes, y azul la sierra,<br />

y pensé en tus desaires y en tu falsía,<br />

recordé de mi padre la copla aquélla,<br />

y parando el galope, la canté al punto<br />

con toditas las voces de mi tristeza.<br />

Las mujeres y las hojas<br />

del caimital se asemejan,<br />

en que TOAS tienen dos caras<br />

con la color muy diversa.<br />

No es cosa rara,<br />

que siempre la perfidia<br />

tuvo dos caras…!<br />

528


A ti<br />

PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA<br />

Yo quisiera, mi vida, ser burro,<br />

ser burro de carga,<br />

y llevarte, en mi lomo, a la fuente,<br />

en busca del agua,<br />

con que riega tu madre el conuco,<br />

con que tú, mi trigueña, te bañas.<br />

Yo quisiera, mi vida, ser burro,<br />

ser burro de carga,<br />

y llevar, al mercado, tus frutos,<br />

y traer, para ti, dentro el árgana,<br />

el vestido que ciña tu cuerpo,<br />

el pañuelo que cubra tu espalda,<br />

el rosario de cuentas de vidrio<br />

con Cristo de plata,<br />

que cual rojo collar de cerezas<br />

rodee tu garganta…<br />

Yo quisiera, mi vida, ser burro,<br />

ser burro de carga…<br />

............................................<br />

Desde el día que en el cierre del monte<br />

cojida la falda,<br />

el arroyo al cruzar, me dijiste<br />

sonriendo: –¿Me pasas?…<br />

y tus brazos ciñeron mi cuello,<br />

y al pasarte sentí muchas ganas,<br />

de que fuera muy ancho el arroyo,<br />

de que fueran muy hondas sus aguas,…<br />

desde el día que te cuento, trigueña,<br />

yo quisiera ser burro de carga!…<br />

Y llevarte, en mi lomo, a la fuente,<br />

y contigo cruzar la cañada,<br />

y sentirme arrear por ti misma,<br />

cuando, a vuelta del pueblo, te traiga,<br />

el vestido que ciña tu cuerpo,<br />

el pañuelo que cubra tu espalda,<br />

el rosario de cuentas de vidrio,<br />

con Cristo de plata,<br />

que cual rojo collar de cerezas<br />

rodee tu garganta…<br />

...........................................<br />

Yo quisiera, mi vida, ser burro,<br />

ser burro de carga!<br />

529


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

En el cementerio<br />

Junto a una cruz, al expirar el día,<br />

una pobre mujer, de angustias llena,<br />

sus lágrimas vertía…<br />

Dolió a mi corazón su amarga pena<br />

y ante el sepulcro de la madre ajena<br />

lloré la muerte de la madre mía.<br />

FABIO FIALLO<br />

Con mi sonrisa plácida<br />

Con mi sonrisa plácida de siempre,<br />

cuya retama sólo yo probé,<br />

me iré por los caminos de la vida…<br />

Nadie mis huellas hallará después.<br />

Doquiera vaya por el ancho mundo<br />

tristeza y soledad encontraré…<br />

Lejos de ellos, ¡cuán buenos los amigos!<br />

Y la amada, ¡qué dulce en su querer!<br />

Cien leyendas en tanto con mi nombre<br />

la fantasía se dará a tejer;<br />

ora, soy bandolero en la Calabria,<br />

ya, sátrapa feliz en un harén.<br />

Como en la mente tierna de los niños<br />

la ausencia nunca se trocó en vejez,<br />

para mis nietos, el abuelo de antes,<br />

magnánimo y viril, siempre seré.<br />

Y en cierta noche de retozo y cuentos,<br />

el más pequeño inventará a su vez<br />

esta nueva fantástica: –Mañana,<br />

vendrá abuelito en el vapor francés.<br />

La gran noticia iniciará un revuelo<br />

de mil juguetes que traerá el bajel:<br />

carros y aviones, bates y pelotas,<br />

y un tambor, y una lanza y un arnés.<br />

En tanto, sabe Dios bajo qué pena,<br />

–honda guarida de monstruoso pez–<br />

o en qué caverna de animal salvaje,<br />

blancos mis huesos dormirán tal vez!<br />

530


En el Atrio<br />

Deslumbradora de hermosura y gracia,<br />

en el atrio del templo apareció,<br />

y todos a su paso se inclinaron,<br />

menos yo.<br />

Como enjambre de alegres mariposas,<br />

volaron los elogios en redor:<br />

un homenaje le rindieron todos,<br />

menos yo.<br />

Y tranquilo después, indiferente,<br />

a su morada cada cual volvió,<br />

e indiferentes viven y tranquilos<br />

ay! todos, menos yo!<br />

Esquiva<br />

Nunca su mano se posó en mi mano,<br />

nunca gocé su cándida sonrisa,<br />

y el murmullo que debe ser su acento,<br />

ni una vez refrescó mi oculta herida.<br />

Cuando el azar la pone en mi sendero,<br />

ella me esquiva, casta y temblorosa,<br />

y yo finjo no verla, en mi cuidado<br />

de no causarle la menor congoja.<br />

Mas, cuando voy ya lejos en mi ruta,<br />

siento detrás de mí volar sus ojos,<br />

cual dos abejas que su dulce carga<br />

vinieron a dejar sobre mis hombros.<br />

For Ever<br />

PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA<br />

Cuando esta frágil copa de mi vida,<br />

que de amargura rebosó el destino,<br />

en la revuelta bacanal del mundo<br />

ruede en pedazos, no lloréis, amigos.<br />

haced en un rincón del Cementerio,<br />

sin cruz ni mármol, mi postrer asilo,<br />

después, oh! mis alegres camaradas,<br />

seguid vuestro camino.<br />

531


Allí, solo, mi amada misteriosa,<br />

bajo el sudario inmenso del olvido,<br />

¡cuán corta encontraré la noche eterna<br />

para soñar contigo!<br />

Gólgota rosa<br />

Del cuello de la amada pende un Cristo,<br />

joyel en oro de un buril genial,<br />

y parece este Cristo en su agonía<br />

dichoso de la vida al expirar.<br />

Tienen sus dulces ojos moribundos,<br />

tal expresión de goce mundanal,<br />

que a veces pienso si el genial artista<br />

diole a su Cristo el alma de don Juan.<br />

hay en la frente inclinación equívoca,<br />

curiosidad astuta en el mirar,<br />

y la intención del labio, si es de angustia,<br />

al mismo tiempo es contracción sensual.<br />

Oh, pequeño Jesús Crucificado,<br />

déjame a mí morir en tu lugar,<br />

sobre la tentación de ese Calvario<br />

hecho en las dos colinas de un rosal.<br />

Dame tu puesto, o teme que mi mano,<br />

con impulso de arranque pasional,<br />

la faz te vuelva contra el cielo y cambie<br />

la oblicua dirección de tu mirar.<br />

Misterio<br />

COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

Flota su imagen pensativa y casta<br />

en mis versos de amor,<br />

como flota en los pétalos de un lirio<br />

perfume embriagador.<br />

Pero en mis ritmos no busquéis el nombre<br />

de la que causa mi perpetuo afán,<br />

que nunca en los alambres de mi lira<br />

su nombre vibrará.<br />

Sólo al morir revelaré el misterio<br />

que guarda el corazón.<br />

532


Sólo al morir… cuando en mis labios sea<br />

su dulce nombre mi postrer canción!<br />

Noche Buena<br />

(Cantares de la ausencia)<br />

El que lejos de su casa<br />

ve pasar la Nochebuena,<br />

ese sabe lo que es frío,<br />

y sabe lo que es tristeza.<br />

Estrellita que en el cielo<br />

me pareces una lágrima,<br />

cuéntame si estás mirando<br />

lo que cenan en mi casa.<br />

Dando tumbos dos borrachos<br />

pasaron frente a mi puerta,<br />

y esta vez sentí en el alma<br />

envidia a la dicha ajena!<br />

Falta a los unos el vino,<br />

a los otros falta el pan,<br />

infeliz de mí que sólo<br />

me falta con quien cenar!<br />

Pierrot<br />

PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA<br />

hablábase de amor, que es tema siempre<br />

selecto en todo frívolo salón,<br />

y como yo callara, hermosa dama<br />

pidió mi parecer en alta voz:<br />

—“El amor?… Bah, señora!…” y dije entonces<br />

tan lindos chistes puestos en razón,<br />

con tanta gracia y tan sutil donaire<br />

supe burlarme del pequeño dios,<br />

que a poco vi la concurrencia entera<br />

aplaudir mi sarcástica opinión,<br />

y más de una preciosa boca roja<br />

me otorgó su mohín encantador…<br />

Ay! sólo tú, en tu oscura cárcel gélida,<br />

no reías, llorabas, corazón!<br />

533


Plenilunio<br />

COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

Por la verde alameda, silenciosos,<br />

íbamos ella y yo:<br />

la luna tras los montes ascendía,<br />

en la fronda cantaba el ruiseñor.<br />

Y la dije… No sé lo que la dijo<br />

mi temblorosa voz…<br />

En el éter detúvose la luna,<br />

interrumpió su canto el ruiseñor,<br />

y la amada gentil, turbada y muda,<br />

al cielo interrogó.<br />

¿Sabéis de esas preguntas misteriosas<br />

que una respuesta son?…<br />

Guarda, oh luna, el secreto de mi alma!<br />

Cállalo, ruiseñor!<br />

ANDREJULIO AYBAR<br />

Cantemos al Señor<br />

Ah! los niños enclenques que pululan<br />

por calles y por plazas. Ah! los viejos<br />

que imploran caridad con tristes dejos,<br />

que si lacerias tienen más simulan.<br />

Ah! los leprosos, que en fealdad emulan,<br />

cuyo hedor los anuncia desde lejos<br />

Ah! los que males han –al vicio anejos–<br />

que a fuer de corrompidos se inoculan.<br />

Ah! tantos cuyo aspecto aflige y haga,<br />

yo un ser humano soy, un egoísta,<br />

repúgnanme fealdad, miseria y plaga.<br />

Yo adoro la belleza, soy artista,<br />

y horror me infunde vuestra suerte aciaga,<br />

quitaos, miserables, de mi vista!<br />

De pordiosero<br />

Venías cual la luna<br />

al levantarse.<br />

Ya mi alma te esperaba<br />

para humillarse.<br />

534


PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA<br />

Y ya a la puerta<br />

del templo alza un pobre<br />

su henchida espuerta.<br />

Prendióse en mis entrañas<br />

un fuego intenso.<br />

Mi corazón fue brasa<br />

quemando incienso.<br />

Mi fantasía<br />

tocaba las campanas<br />

de la alegría.<br />

A ese otro una moneda<br />

donaste, oh amada.<br />

Yo quise más, yo quise<br />

una mirada!<br />

Mas tú volviste<br />

la cara al otro lado,<br />

y ni me viste!<br />

Después, aunque en mis ojos<br />

fue nube el llanto,<br />

quedé, de haberte visto,<br />

bajo un encanto!<br />

De más fervor<br />

enriquecido, oh! amada,<br />

y más amor!<br />

En donde brillas<br />

En busca voy del lirio.<br />

El blando césped, donde el pie lo huella,<br />

pozo es de olor. Y un cirio<br />

que alumbra mi sendero es cada estrella.<br />

El lirio está en el valle,<br />

no lo he encontrado en donde lo buscaba.<br />

Cuando a su lado me halle<br />

tendré el contento que el amor recaba.<br />

Con ansia el valle exploro.<br />

El lirio es un lucero reflejado.<br />

Su corazón es de oro,<br />

su manto está de púrpura bordado.<br />

Es ideal bandera.<br />

La Luna castamente lo arrebola,<br />

y la sutil quimera<br />

le llena de ilusiones la corola.<br />

535


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

—En dónde brillas, lirio?<br />

De tu viviente luz estoy sediento.<br />

Gobierna mi delirio<br />

con la olorosa mano de tu aliento!<br />

Mi anhelo ardiente vacía!<br />

Tus almos pechos dame por avío!<br />

Dame tu miel de gracia<br />

y escánciame tu copa de rocío!<br />

haz, lirio, que mi huerto<br />

sea jardín. Sé estrella de mi viaje,<br />

sé faro, y dame puerto,<br />

que un corazón de amor es mi equipaje!<br />

Interesada ofrenda<br />

A verla voy, de noche,<br />

por el sendero en flor,<br />

a verla, por la noche,<br />

con mi jornal de amor.<br />

Se ciernen las estrellas<br />

hasta el celeste azul<br />

que va cerniendo estrellas<br />

con su cendal de tul.<br />

La tierra se hace alfombra<br />

porque no dé un traspié.<br />

La tierra es siempre alfombra<br />

si va el contento a pie.<br />

La tibia yerba huele<br />

a menta y serpol.<br />

Y hasta la sombra huele,<br />

como la tierra, a sol.<br />

El corazón, –a saltos<br />

primero hacia ella en ir–,<br />

qué brincos da y qué saltos!<br />

Ay, se me va a partir!<br />

Y él es entero suyo,<br />

y así lo he de entregar,<br />

para que entero el suyo<br />

me quiera entonces dar.<br />

536


Recrecimiento<br />

PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA<br />

Niño, y todo candor, todo ternura,<br />

al beber de la fuente de la vida,<br />

hallé, angustiosa el alma y sorprendida,<br />

de mi vaso en el fondo la amargura.<br />

Después la fuente vi de linfa impura,<br />

en bramador raudal ya convertida,<br />

salto a salto y caída tras caída,<br />

con la dicha mezclar la desventura.<br />

Pero hoy, si el mal de ayer un punto olvido,<br />

si en éxtasis, el alma, con empeño,<br />

a una ilusión de luz abre sus puertas.<br />

Si en pos se lanza abre un dorado ensueño,<br />

el dolor… mi dolor… –tú, maldecido,<br />

con hórridas punzadas, me despiertas!<br />

ViGiL DíAZ<br />

Tímpano de la montaña<br />

Mi querida,<br />

que es una negra retinta,<br />

dulce y armoniosa como el cuello de una cítara de ébano,<br />

con pulpa de coco en la sonrisa<br />

y esencia de mandrágora en los dobleces,<br />

me aguardó en la talanquera<br />

para decirme:<br />

“El cabrón ha muerto”.<br />

En un lecho de piedras,<br />

junto a los corrales,<br />

pulido por su cuerpo velludo y rijoso,<br />

está tendido el padre<br />

y señor<br />

del aprisco.<br />

La luna de anoche amortajó su cadáver,<br />

y el sol de esta mañana,<br />

calentó las esponjas de sus barbas patriarcales.<br />

En los libros de amor de Publio Ovidio Nasón<br />

aprendió el arte de amar,<br />

y conquistó mil borregas<br />

con la sirynga de Pan.<br />

537


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

Para que no coman de su lúbrica carroña famélicos canes,<br />

le haremos exequias griegas en la sabana.<br />

Visión lunar<br />

Señora luna yo te he visto:<br />

sobre las cumbres altivas;<br />

sobre las cataratas bravías;<br />

sobre los ríos musicales y errabundos;<br />

sobre el mar veleidoso y pérfido;<br />

sobre las lagunas extáticas;<br />

sobre las envergaduras de las naves perdidas;<br />

Señora luna yo te he visto:<br />

sobre los caminos polvorientos y sabios;<br />

sobre las ruinas solitarias;<br />

sobre el plumaje de los cisnes dormidos;<br />

sobre la pampa inmensa;<br />

sobre las tristezas de las necrópolis;<br />

sobre los campamentos bárbaros;<br />

sobre el marfil de los cadáveres;<br />

sobre los charcos de sangre;<br />

sobre las carroñas de las bestias;<br />

sobre los jardines solitarios;<br />

sobre el espejo de las fuentes olvidadas;<br />

sobre el dolor de los hospitales;<br />

sobre el arabesco de los frailes;<br />

sobre los pámpanos de las fiestas;<br />

Señora luna, yo tengo un anhelo exótico y profundo:<br />

quiero verte dormida, sobre las gemas de sus<br />

ojos y sobre las pálidas ojivas de sus manos<br />

góticas.<br />

RAFAEL DAMIRÓN<br />

Campesina<br />

Dende que ese indino me se fue con otra<br />

ni pisca yo siento de querer por naiden,<br />

con lo que lo quise me basta y me sobra<br />

pa que ningún otro se atreva a mirarme.<br />

Manque las mujeres semo como semos,<br />

caña pa el ingenio no soy que me cargan;<br />

538


soy de las que digo, que a lo hecho pecho,<br />

paque naiden goce mirando mis lágrimas.<br />

¿que se fue con otra? ¿que ya no me quiere?<br />

que su gusto sea lo que Dios disponga,<br />

yo no diba a hincarme pa que me desprecie<br />

ni por una caja de doscientas onzas.<br />

Mesmamente asina, como me ha dejao,<br />

sin que yo lo ñame, lo veré en mi puerta,<br />

y como a los hombres se le mete el Diablo,<br />

que no pasó nada, yo me adré de cuenta.<br />

Criolla<br />

PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA<br />

Debajo de los palmares<br />

tengo plantado un bohío<br />

que entre olorosos pomares<br />

y renuevos de azahares<br />

copia el espejo del río.<br />

Bajo su oscura techumbre<br />

tengo mi hamaca colgada,<br />

sin una luz que me alumbre<br />

pues nadie enciende la lumbre<br />

que tu dejaste apagada.<br />

Cuando la tarde declina<br />

después de dura faena<br />

se adueña de mí la pena<br />

que tu recuerdo envenena<br />

con tu ingratitud mezquina.<br />

Tengo en mi pecho clavada<br />

como un puñal traicionero<br />

la voz de aquella tonada<br />

con que dejaste burlada<br />

la fe de mi amor primero.<br />

Cuando me quieras, te quiero<br />

cuando me olvides, te olvido<br />

como el pájaro señero<br />

lo mismo puedo en tu alero<br />

que en la selva hacer mi nido.<br />

Debajo de los palmares<br />

tengo plantado un bohío<br />

539


que entre olorosos pomares<br />

y renuevos de azahares<br />

copia el espejo del río.<br />

VALENTÍN GIRO<br />

Alma<br />

La hermosa, arrebatada, lo envolvió en sus ardores<br />

sus brazos lo anudaron sobre su seno astral.<br />

Y entre besos, mordiscos, suspiros y estertores,<br />

–toda la ardiente gama de los rojos amores–<br />

pasó la noche entera, satánico y sensual.<br />

La aurora en la montaña divina sonreía<br />

cuando el mancebo dijo: “Suéltame, siento hastío”.<br />

Después… domaba un potro, tumbaba un monte, abría<br />

para su siembra, riegos: luego, se zambullía,<br />

como un pez, en el río…<br />

Ensueño<br />

COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

Escucha, encantadora fugitiva<br />

que interpretar mi corazón no quieres:<br />

tu palidez mortal me tiene enfermo<br />

y presiento, al mirarte, que te mueres…<br />

Es tan débil tu cuerpo delicado,<br />

tu vida está de levedad tan llena<br />

que un hálito veloz puede quebrarte<br />

como un pétalo frágil de azucena.<br />

Surgir parece a tu redor la niebla<br />

como para envolverte en un misterio,<br />

y en tu camino palpitando dejas<br />

un lejano rumor de cementerio.<br />

Finas esquilas en tu voz sollozan,<br />

blancor de leche en tu pupila vaga,<br />

y tu reír parece hilo de luna<br />

que en la espuma del mar vibra y se apaga.<br />

Frágil, blanca de niebla, y errabunda<br />

como del aura Leda suspendida,<br />

pareces una virgen temblorosa<br />

del hondo seno de la tumba huida.<br />

540


Frágil, blanca de niebla, y errabunda<br />

y cuando más sutil y visionaria<br />

pasas por mi fantástico camino<br />

más pura es tu belleza funeraria,<br />

Y más te quiero, fugitiva niña<br />

que temes al contacto de mi mano<br />

porque vamos, yo ardor, hacia la vida<br />

y tú, vapor de ensueño, hacia el arcano!<br />

Virgínea<br />

PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA<br />

Se murió Natalia. Virgen que tenía<br />

en los ojos muchos sueños y delirios,<br />

y en los tristes labios todos los martirios<br />

de la cruel anemia que la consumía.<br />

En el blanco lecho su cara fulgía<br />

como nívea estrella sobre un mar de lirios,<br />

mientras en la alcoba los trémulos cirios<br />

llovían miradas de melancolía…<br />

............................................<br />

Después, cuando todos a casa volvían<br />

mudos, pensativos…, como rubios trigos<br />

vieron que en el cielo, radiosas de encanto,<br />

todas las estrellas reían… reían…<br />

FEDEriCo BErMÚDEZ<br />

Campanas de la tarde<br />

La tarde.<br />

Gris de perla.<br />

Los árboles en una<br />

meditación ambigua, de ensoñación o duelo;<br />

pupila de la tarde romántica: la luna,<br />

colmado el gris plomizo del solitario cielo!<br />

Por momentos sus alas: inmóviles al vuelo,<br />

recoge la penumbra que finge ser la ojera<br />

de la pupila blanca, sonámbula y viajera<br />

que calma el gris plomizo del solitario cielo!<br />

El angelus.<br />

Esquilas…<br />

Lamentos funerarios<br />

541


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

que vuelan de los bronces de viejos campanarios<br />

con un compás doliente de apesarado vuelo!<br />

Yo sueño bajo el oro de estas horas tranquilas,<br />

y en embriaguez de amores recojen mis pupilas<br />

tu imagen en la errante del solitario cielo!<br />

Oh! tardes adorables…!<br />

Oh! tardes adorables de aquel lejano estío!<br />

oh! siesta de mis sueños sobre su pecho en flor,<br />

venid rasgando brumas y sombras de mi olvido<br />

a orar cabe el sepulcro de aquel perdido amor…!<br />

Orad en el divino lenguaje del silencio<br />

por todos los ensueños de aquella casta edad,<br />

doliente margarita que aquellos blancos dedos<br />

acaso no recuerdan que deshojaron, ya…!<br />

Oh! tardes adorables de aquel lejano estío…<br />

Volar de blancos besos en alas del idilio,<br />

arrullos de las almas bajo el sereno azul…<br />

quiméricas visiones de mi universo efímero,<br />

traed a los oscuros rincones de mi olvido,<br />

blancas reminiscencias de aromas y de luz!<br />

Pareces una tarde<br />

Pareces una tarde que va a morir, Señora!<br />

tan honda es de tus ojos la intensa languidez<br />

y el velo de profunda tristeza evocadora<br />

que cae sobre la cera de tu anemiada tez!<br />

Al fondo de tus ojos, por tu pupila mustia<br />

se asoma tu alma triste con nimbo de pesar,<br />

y vaga en tu mirada con la infinita angustia<br />

de un pájaro cautivo con ansias de volar!<br />

Pareces una tarde que va a morir… Señora!<br />

y si bajo la intensa tristeza evocadora<br />

que cae sobre la cera de tu ideal perfil,<br />

te abismas en tus sueños de pálida Madona,<br />

parece que tu alma de virgen te abandona,<br />

y finges una estatua de pálido marfil…!<br />

542


Símbolo<br />

PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA<br />

Aquel viejo enigmático y sereno,<br />

de tristes palideces marfilinas<br />

y miradas de dulce Nazareno,<br />

echose a descansar bajo las ruinas…!<br />

Y en el vasto silencio vespertino,<br />

tras un largo suspiro y un bostezo,<br />

cerráronse del sueño al hondo beso<br />

sus ojos de cansado peregrino…!<br />

Cuando la tarde huyó triste y doliente,<br />

con la noche se entró por el oriente<br />

la luna, y al verter sus argentadas<br />

claridades silentes en las ruinas,<br />

bañó con sus miradas argentinas,<br />

¡dos míseras grandezas olvidadas!<br />

Serenamente gris<br />

La lluvia, tornadiza como una polvareda,<br />

más flota que desciende, serenamente gris…!<br />

el viento, adormilado, sobre la tarde queda<br />

y sobre los ramales la nébula sutil…<br />

Cabalgan por el éter tristezas invernales,<br />

y en la tranquila estancia, serenamente gris,<br />

mientras la vaga niebla se asoma a los umbrales<br />

te duermes en mi pecho como una flor de lis!<br />

Tu joven pecho cándido me brinda sus latidos<br />

y tus fragantes labios, dulces y sonreídos<br />

me invitan para el beso romántico sutil,<br />

y mientras que yo beso tus labios virginales,<br />

envuelta en sus dolientes crespones invernales<br />

muriendo va la tarde, serenamente gris…!<br />

oSVALDo BAZiL<br />

Pequeño nocturno<br />

Ella, la que yo hubiera amado tanto,<br />

la que hechizó de músicas mi alma,<br />

la que más blando susurrar de égloga<br />

derramó en el azul de mis mañanas,<br />

me dice con ternura que la olvide,<br />

que la olvide sin odios y sin lágrimas.<br />

543


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

Ella, la que me ha dado más ensueños<br />

y más noches amargas,<br />

se aleja dulcemente,<br />

como una vela blanca.<br />

Yo, que llevo enterrados tantos sueños<br />

que cuento tantas tumbas en el alma,<br />

no sé por qué sollozo y por qué tiemblo<br />

al cavar una más en mis entrañas.<br />

VÍCTOR GARRIDO<br />

Aria de otoño<br />

Un rubicundo amanecer de estío<br />

me engalana de rosas la tristeza<br />

cuando se juntan tu mirar y el mío,<br />

y llenas con idílica promesa<br />

la soledad de mi rincón vacío.<br />

Te quisiera apartar de mi camino<br />

por toda la ilusión que me despiertas,<br />

cuando en tus pesadumbres adivino<br />

que son hermanas nuestras cosas muertas.<br />

quisiera huir del sueño que te nombra<br />

por todo el mundo que de mí te aleja;<br />

pero hay algo interior que no me deja<br />

y que me acerca a ti como tu sombra.<br />

Siento que es tarde para alzar mi tienda<br />

en el recinto en paz de tus aduares<br />

y que me enluta la espinosa senda<br />

un desmayo de soles tutelares.<br />

Mas el hondo dolor de no tenerte<br />

y la congoja de tu amor distante,<br />

no valen la ventura de quererte<br />

en la orfandad de mi existencia errante.<br />

Te busco a mi pesar como la escala<br />

que ha de subir mi corazón al cielo;<br />

tu amor me da la vibración del ala<br />

y el impulso recóndito del vuelo.<br />

Eres la imagen de un ensueño puro<br />

que solloza perdido en una estrella;<br />

544


PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA<br />

eres la voz, partida de querella,<br />

que se levanta del misterio oscuro,<br />

y me llama con una melodía<br />

que es toda vaguedad de lejanía.<br />

Eres la niebla que besó a la aurora<br />

la cabellera de verdor del prado,<br />

lo que he visto y soñado<br />

en la mágica hora<br />

en que la luz de la razón fulgura<br />

entre sombras de olvido y de locura…<br />

Por todo lo que has puesto de retoño<br />

en mi pálido otoño;<br />

por todo lo que tiene de martirio<br />

la blancura de lirio<br />

que me separa de tu ruta de oro;<br />

por todo este silencio en que te adoro<br />

sin violencia ni lloro,<br />

te bendice mi pena,<br />

que es tan dulce y tan buena<br />

desde que el alma se me va muriendo<br />

por ti soñando y por tu amor viviendo.<br />

Elegía blanca…<br />

Estoy triste, Señor, porque se muere<br />

la amada de mi vida;<br />

la que nunca me enoja ni me hiere,<br />

la que puso en mi alma que la quiere<br />

la blancura de un ala bendecida.<br />

Me la llevas… después que me la diste<br />

como una rosa blanca…<br />

Si en mi jardín de ensueños la pusiste<br />

toda alma, toda dulce, toda triste,<br />

por qué, Señor, Tu mano me la arranca?<br />

Para tu gloria tienes, cuanto aspira<br />

el santo anhelo tuyo…<br />

yo no tengo más luz que si me mira,<br />

más gloria divinal que si suspira<br />

ni más tierna ventura que su arrullo.<br />

No la lleves, Señor, para tu lado!<br />

No me quites mi aurora!…<br />

545


Pax<br />

COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

Permite que mi ser por ella amado,<br />

viva en la gracia de su amor bañado<br />

cual si fuera en tu gracia redentora.<br />

Yo era malo, Señor; ahora soy bueno…<br />

Ella me dio su albura…<br />

Dejé para volar cuanto de cieno<br />

había en mi ser… y estoy de azul tan lleno<br />

como lo está la fuente de frescura.<br />

Era la vida para mí un sudario<br />

que en hielos me envolvía…<br />

En mi rudo camino solitario<br />

cada paso en la sombra era un calvario…<br />

y ella juntó su mano con la mía…<br />

Y cuando todo para mí se anima<br />

y es la vida una gloria,<br />

quieres tronchar la perfumada rima<br />

que me enseñó a vivir sobre la cima,<br />

y trocar mis alburas en escoria!<br />

Ten piedad de su boca que es un lirio,<br />

de sus ojos azules,<br />

de sus manos nevadas como un cirio,<br />

y del cruel y recóndito martirio<br />

que me darás al desgarrar sus tules.<br />

Señor… la quiero porque me hizo bueno,<br />

porque me dio pureza…<br />

y está mi corazón de ella tan lleno…<br />

y es su amor para mí como un sereno<br />

resplandor de bondad y de belleza…<br />

Si deshojas, Señor, entre mis brazos<br />

la amada bendecida,<br />

me darás el negror de los ocasos<br />

y dudaré de ti que en tus regazos<br />

tienes la luz del bien y de la vida.<br />

(En las ruinas de San Francisco)<br />

Un silencio profundo en tus arcadas<br />

llena de paz histórica el convento.<br />

Afuera arrastra su plumaje el viento<br />

sobre las callejuelas desoladas.<br />

546


PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA<br />

Penetro en el recinto. Mis pisadas<br />

prolongan su rumor como un lamento<br />

y en lo infinito de mi alma siento<br />

el peso de las bóvedas calladas.<br />

Doblo en el polvo la abatida frente<br />

para alzar mi recóndita plegaria<br />

en la calma beatífica y doliente;<br />

Y contempla mi mente visionaria,<br />

que la sombra de Ojeda, lentamente,<br />

se incorpora en la nave solitaria.<br />

r. EMiLio JiMéNEZ<br />

Boda de ruiseñores<br />

Era un trío admirable de dulces ruiseñores<br />

disputándose, a trinos, de una hembra el amor,<br />

que, junto al grupo alado,<br />

picoteando alegre la encendida corteza de una fruta en sazón<br />

por cuya abierta herida, la sangre de la pulpa<br />

manchaba el suelo de arrebol,<br />

provocaba la lucha de los picos abiertos<br />

para su dulce boda con el mejor cantor.<br />

<strong>Teatro</strong> de la escena: la fronda virgen húmeda<br />

por el rocío, apenas, de la noche anterior,<br />

y comenzó la fiebre del lírico torneo<br />

como a la media hora de haber salido el sol.<br />

El primero dio al aire la joya de su flauta<br />

que el bosque acompañó<br />

con la variada música del viento y del arroyo<br />

que fluye adulador.<br />

El segundo, internándose esmeraldas adentro,<br />

penetró en lo más íntimo de la fronda, y cantó<br />

como para que el hueco del follaje sirviérale<br />

de amplio resonador.<br />

Faltaba el más osado de aquellos trovadores:<br />

voló a la rama más enhiesta, el pico<br />

sobre ella limpié.<br />

de toda huella inútil de festín mañanero,<br />

y se entregó al divino fluir de la canción.<br />

547


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

En la panida música se adivinaron quejas,<br />

rumor de alas, sueños, inquietud,<br />

la ilusión de tres perlas en un nido<br />

y el final de aquel nido en el azul.<br />

La hembra, enamorada,<br />

dejó el fruto sangrando como un arrebol,<br />

ganó la débil rama que el canto estremecía,<br />

y culminó la escena con un triunfo de amor…<br />

Después, los dos vencidos, miraban alejarse,<br />

soñando con el nido, bajo el oro del sol,<br />

cuatro alas tendidas en fuga victoriosa<br />

sobre los aplausos del viento adulador.<br />

Mis dos madres muertas<br />

Dos madres tuve un día y no tengo ninguna:<br />

la que me dio su sangre y me llevó en su seno,<br />

y la que completando la obra que hizo una,<br />

recogió mi pobreza del fondo de una cuna<br />

desde la edad de un año, y me enseñó a ser bueno.<br />

También tiene dos madres la simiente cautiva:<br />

la planta genitora que en su verdor la encierra,<br />

la gran madre tierra,<br />

que la toma en sus brazos como hija adoptiva,<br />

le ofrece el hueco de una cuna<br />

escondida a los ojos del pajarillo hambriento,<br />

y luego, espiga tierna, la mece a sol y luna<br />

en la hamaca del viento.<br />

Y cuando el árbol también, la bella espiga asombra<br />

con la melena al viento florida y cancionera,<br />

a la madre adoptiva le paga con su sombra<br />

y honra la madre propia en cada primavera.<br />

Tal ha sido mi suerte:<br />

una me ha dado el ser,<br />

y me enseñó la otra la virtud de ser fuerte,<br />

la misma de la planta que sabe florecer<br />

sin temor a las hachas que fabrican su muerte.<br />

Al darme una su sangre mirose en dos partida<br />

y una de esas mitades fue mi vida;<br />

la madre es siempre una constante abnegación;<br />

548


PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA<br />

al tenderme la otra sus brazos redentores,<br />

como carga llevada sobre rieles de amores,<br />

mi cuerpo, entre caricias, llevó a su corazón.<br />

Yo era débil criatura,<br />

enferma y pobre era<br />

la madre verdadera,<br />

y Dios, compadecido de tanta desventura,<br />

me dio una nueva madre, que en ritmo de ternura<br />

fue igual a la primera.<br />

Rosal que de un terreno empobrecido<br />

pasa a la maravilla de un cantero<br />

al amor de otro barro que termina<br />

la obra del barro en que vivió primero,<br />

así yo de la vida en la faena,<br />

barca que tuvo un nuevo timonero,<br />

pájaro que del nido tutelar<br />

pasó al jergón de la pollada ajena<br />

y el ave nueva le enseñó a cantar;<br />

sus propios goces y su propia pena.<br />

Si el ofrecer la vida para dar nueva vida<br />

en el calvario de la maternidad<br />

es sacrificio heroico que mantiene encendida<br />

la llama redentora de la fecundidad,<br />

¿qué nombre ha de tener<br />

la que no siendo madre por la naturaleza<br />

se eleva a la más alta virtud de la belleza<br />

y es madre por deber?<br />

¿qué nombre tiene en la moral escrita<br />

esta ofrenda infinita<br />

de dar el alma a la criatura ajena<br />

la que no es madre suya,<br />

pareciendo decirle, ya que Dios me hizo buena,<br />

si te falta tu madre yo seré madre tuya?<br />

Murió la madre propia<br />

y la que me enseñara lo que por ella sé,<br />

aquélla de quien soy como una débil copia<br />

y la que supo ungirme con bálsamo de fe;<br />

pero llevo en el pecho la dulce sensación<br />

de que a las dos amé,<br />

y con las dos fui bueno, partiendo el corazón,<br />

y a las dos enterré…<br />

549


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

EMILIO A. MOREL<br />

San Francisco de Asís entre los pájaros<br />

I<br />

San Francisco de Asís erraba un día<br />

por remotos parajes, preguntando<br />

a cuanto ser veía<br />

si lo acosaba el hambre, si quería<br />

pan del pan que su mano iba dejando<br />

a la miseria cruda y sin abrigo:<br />

pan de resignación y pan de trigo.<br />

San Francisco de Asís buscaba un día<br />

vidas atormentadas<br />

por el dolor, cuando en el seno agreste<br />

y hojoso de la Umbría<br />

encontró la piedad de sus miradas<br />

a un ruiseñor que estaba en la agonía.<br />

—hermano Ruiseñor… –exclamó el Santo,<br />

con los brazos en cruz,– hermano mío,<br />

dime si tu quebranto<br />

lo concibió la voluntad del cielo,<br />

o si fue la del suelo<br />

para secar las fuentes de tu canto.<br />

El ruiseñor no contestó. La suave<br />

bondad del Santo se inclinó hacia el ave<br />

para decirle: —hermano,<br />

ven a mi soledad hasta que vuelva<br />

la salud a tus carnes;<br />

allí no encontrarás florida selva<br />

ni paraje florido,<br />

sino el crudo rigor de los veranos:<br />

mas, para darte la ilusión de un nido<br />

fresco y amable, te daré mis manos.<br />

Y San Francisco se llevó consigo<br />

al ruiseñor enfermo. Y fue tan dulce<br />

el amoroso abrigo,<br />

y tan hijo del cielo<br />

el infinito celo<br />

que el ave halló en el corazón del Santo,<br />

que a poco tiempo levantaron, juntos,<br />

una oración el uno: el otro un canto.<br />

550


PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA<br />

II<br />

Enfermo y solo… Lejos de la gente,<br />

que ignoraba su mal, pensaba el Santo<br />

en que ya la Implacable<br />

rondaba ansiosamente<br />

la tosca celda en que la limpia fuente<br />

de su misericordia inagotable<br />

cantaba el bien, tan armoniosamente.<br />

Y dijo al ruiseñor: —Mi buen hermano,<br />

muy pronto a mí me faltará el aliento,<br />

y a ti la débil mano<br />

que te busca el sustento;<br />

vuélvete, pues, al bosque y que te ayude<br />

la mansa diestra del hermano Viento.<br />

Y así dijo a los otros<br />

pájaros: —Vuestro nido<br />

os espera, volved a vuestro prado;<br />

y si encontráis que ha sido destrozado<br />

vuestro hogar venturoso, como he sido<br />

yo para con vosotros, sed vosotros<br />

con el que hubiere roto vuestro nido.<br />

¿No sabéis que se encuentra<br />

la hermana Muerte en el umbral, queriendo<br />

que mi conformidad le diga: entra?<br />

Y gimió el desconsuelo<br />

del ruiseñor: —;Oh, déjame a tu lado<br />

para verte cruzar, transfigurado,<br />

los caminos del cielo!<br />

La turba alada dijo entonces: .—¡Falta<br />

que nos enseñes la virtud más alta,<br />

la de morir sonriendo!<br />

Y cuando hablaron todos de tal suerte,<br />

San Francisco de Asís sonrió, diciendo:<br />

—Entrad, hermana Muerte…<br />

Aquel Lucero Blanco<br />

Aquel blanco lucero,<br />

al cerrarse los párpados del día,<br />

era siempre el primero<br />

que los ojos abría.<br />

551


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

Y semejaba un pájaro cautivo<br />

en el azul, imaginando vuelos<br />

y convirtiendo su mirada en vivo<br />

juego de claridad sobre los cielos.<br />

Y siempre que el lucero aparecía<br />

en su invariable senda,<br />

una envidiosa rana le decía<br />

desde el lúteo rincón de su vivienda:<br />

—¿Por qué te asomas a mis soledades<br />

furtivamente? Dime lo que quieres<br />

al deslizar tus tibias claridades<br />

en la quietud de mis anocheceres.<br />

¿No sabes que la sombra es toda mía,<br />

lo mismo que el azul es todo tuyo,<br />

y que a veces me hastía<br />

hasta el fulgor errátil de un cocuyo?<br />

Haciendo florecer en mi laguna<br />

frágil rosa de perla,<br />

viene a verme la luna<br />

sin que yo me moleste para verla.<br />

Y sin embargo, tú, que nunca prendes<br />

una ilusión de luz en rosa alguna,<br />

me pides alabanzas, ¡y pretendes<br />

tener la aristocracia de la luna!<br />

Así el reptil hablaba<br />

cuando el blanco lucero aparecía;<br />

y, después de croar, se acurrucaba<br />

en su lúteo rincón, y se dormía…<br />

Era la media noche<br />

cuando el aristocrático lucero<br />

fingía descender, en un derroche<br />

de luces blancas, sobre el mundo entero.<br />

Y despertó el reptil. Con hosco ceño<br />

fijó los ojos turbios en el hondo<br />

caudal del agua, y vio el perfil risueño<br />

de su rival moviéndose en el fondo.<br />

¡Cuán irónica fue su carcajada<br />

cuando creyó tenerlo prisionero,<br />

552


PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA<br />

y figurose ver, mustia y ahogada,<br />

la argentina belleza del lucero!<br />

—Ya ves, astro infeliz! Estabas ciego<br />

de pueril vanidad. Tanto ufanarte<br />

de unas galas efímeras: y luego<br />

caer entre mis aguas para ahogarte!<br />

............................................<br />

Y ajeno a ese lenguaje rencoroso,<br />

desde una altura cenital el astro<br />

bañaba el lomo gris del envidioso<br />

con un blancor sereno de alabastro…<br />

APOLINAR PERDOMO<br />

Amo y odio a la vez tu albo sombrero<br />

Amo y odio a la vez tu albo sombrero!<br />

Tu carita, una rosa en miniatura<br />

gozosa en él se está como una perla<br />

en un gigante caracol de plumas!<br />

Bajo su alón gallardo, luminoso<br />

encanto de tus ojos se insinúa<br />

como un rayo de sol que, huyendo al día,<br />

se escondiera temblando entre la espuma.<br />

Amo y odio a la vez tu albo sombrero!<br />

Odio su aspiración graciosa y culta<br />

de besarte en la espalda, porque ignores<br />

que tiene la obsesión de tus alburas;<br />

la galante y gentil hipocresía<br />

con que aprisiona tu cabeza oscura,<br />

y con que, en regia ondulación, esquiva<br />

el beso casto de tu frente púdica;<br />

la obstinación, cruelísima y discreta,<br />

de hacerse rara flor de tu escultura,<br />

y frente al limpio espejo, de adularte<br />

más que mi verso pálido te adula!<br />

Amo y odio a la vez tu albo sombrero!<br />

Amo el sueño de amor que en él oculta<br />

la vaguedad de luz de tu sonrisa,<br />

que apenas si tu boca disimula;<br />

todo el sereno afán con que hace marco<br />

a tu sonriente faz, y con que triunfa:<br />

bajo el sol, de la lumbre que caldea,<br />

553


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

y de la indiscreción, bajo la luna;<br />

amo, en fin, tu sombrero, porque a veces<br />

en egoísmo heroico, te sepulta<br />

la dulce faz entre su alón gallardo,<br />

y en ella se complace y se perfuma;<br />

porque en él, orgulloso de tal gracia,<br />

tu carita, una rosa en miniatura,<br />

gozosa está, como animada perla<br />

en un gigante caracol de plumas!<br />

Canción de amor<br />

Tu ventana está abierta… Estás dormida?…<br />

quién pudiera saber adónde el vuelo<br />

habrá alzado tu alma bendecida!…<br />

¿Se ha fugado un momento de la vida<br />

para estar con los ángeles del cielo?…<br />

¿O escoltada por blancos serafines,<br />

intangible, sutil, plena de olores,<br />

correteará, traviesa, en los jardines<br />

con el alma fragante de las flores?…<br />

Tu ventana está abierta. Te importuna<br />

con sus caricias la nocturna brisa,<br />

mientras un rayo de la casta luna<br />

juega a besos de luz con tu sonrisa.<br />

Sueñas?… Oh sí! tú sueñas y sonríes!…<br />

¿Reproduce tu sueño algún instante<br />

de amor? ¿la hora del te amo vacilante<br />

que hizo un temblor extraño de rubíes<br />

sobre tu boca breve e incitante?<br />

O aquel idilio, cuando yo de hinojos<br />

contemplaba tu faz, y se tendía<br />

desde mis ojos a tus tiernos ojos<br />

como un puente ideal, por do venía,<br />

de tus caricias entre el vago arrullo,<br />

tu alma divina a perfumar la mía<br />

e iba mi amor a despertar el tuyo?…<br />

Tu ventana está abierta! Están ansiosas<br />

las flores que cuidaste en tu ventana<br />

por mirarte otra vez: para tus rosas<br />

tú eres más que la luz de la mañana.<br />

554


PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA<br />

Una tarde, desde esas que ahora miro<br />

rejas divinas en tranquila, calma,<br />

todo tu amor, deshecho en un suspiro,<br />

cayó desde tu boca hasta mi alma.<br />

Y es de entonces que encienden los rubores<br />

la albura de tu rostro de querube,<br />

cuando a tus rejas, floreciendo amores,<br />

la enredadera de mi verso sube.<br />

Ahora, en silencio, solo, las cortinas<br />

de tu albo lecho el pensamiento ronda,<br />

y contemplo, tras ansias peregrinas,<br />

la artística actitud con que reclinas<br />

tu perfumada cabecita blonda;<br />

la mano sobre el pecho, blanca y bella,<br />

movida levemente, que parece<br />

el reflejo intangible de una estrella<br />

que un mar de espumas acaricia y mece;<br />

el brazo ebúrneo, blanco como un cirio,<br />

que está fuera del lecho, y es lo mismo<br />

que un tallo enorme que sostiene un lirio<br />

desmayándose al borde de un abismo;<br />

y sobre el oro de tu cabellera<br />

tu blanca faz, y en ella tu sonrisa,<br />

como un ala rosada que durmiera<br />

sobre tu boca, el sueño de tu risa…<br />

No despiertes, mi amor!… Te ve mi ensueño<br />

tan ideal, tan bella así dormida,<br />

que no sé si quisiera que tu sueño<br />

durara para mí toda la vida!<br />

Mas no! que están en la ventana abierta<br />

tus flores, y por verte están ansiosas:<br />

no para mí, que te mirara aun muerta,<br />

pues vives en mi ser: ¡por Dios! despierta<br />

para la vida de tus pobres rosas!…<br />

ENRIQUE AGUIAR<br />

A San Francisco de Asís<br />

Señor de las humildes indulgencias,<br />

Oh, divino Señor,<br />

Tu piedad evangélica perfuma<br />

Lo mismo que una flor.<br />

555


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

Asocias a la fiera con el hombre,<br />

Y luchas con afán<br />

Al ver las vanidades en tropeles<br />

Vestidas de oropeles<br />

¡Cómo van!<br />

Perdonas a tu hermano lo que tiene<br />

De mezquino y pueril,<br />

Y conviertes en óleo el virulento<br />

Veneno del reptil.<br />

Ostentas como canon de tu vida<br />

Un nimbo celestial,<br />

Y le ofreces a Dios como a los pájaros<br />

Tu mínimo rosal.<br />

Yo, que no puedo ser como tú eres<br />

En mi vida infeliz,<br />

Le sonrío al placer y a la desgracia,<br />

Al vino alegre y al dolor suicida…<br />

Es otra forma de apreciar la vida,<br />

¡Oh, Francisco de Asís!<br />

Asno, paciente asno<br />

Asno, paciente asno, las nieblas del Olvido<br />

Revelan en tus ojos la dulzura del bien,<br />

La dulzura que tienes por haber conducido<br />

Tu carga de virtudes para Jerusalén.<br />

Sobre la mansedumbre de tu lomo mugriento<br />

Por tierras de Bethania peregrinó Jesús,<br />

Tú ibas con dos alas, ligero como el viento,<br />

Con mucha luz delante, siempre con mucha luz.<br />

Manso como Babieca, noble como Pegaso;<br />

Dijérase que todas las épocas te ven<br />

Andar con la paciencia de tu bíblico paso<br />

Buscando en el misterio la Estrella de Belén.<br />

La cruz de Jesucristo surgió de los vestigios;<br />

¡Y hoy miras los vestigios rodar ante la Cruz<br />

Con la misma mirada con que hace veinte siglos<br />

Miraste los humildes pañales de Jesús!<br />

556


La excusa<br />

PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA<br />

En otra, oh, muerta, tu recuerdo amo;<br />

Como yo te sentía<br />

huraña a la intención de mi reclamo,<br />

Así la siento a ella, muerta mía!<br />

Es otra y eres tú: rosa y estrella,<br />

El perfume y la luz a un tiempo mismo;<br />

Turbada por extraño pesimismo<br />

Asoma a mi vivir su alma doncella<br />

Como asoma una estrella en el abismo.<br />

Yo la he visto reír, y su sonrisa<br />

Velada sombra de dolor esconde;<br />

Su amor como tu amor evangeliza;<br />

Su voz es una Misa<br />

que yo he escuchado sin saber en donde,<br />

Es otra y eres tú… Para quererte<br />

Surges en ella de la tumba fría,<br />

¡Así podré llamarte y podré verte<br />

A pesar de la muerte: vida mía!<br />

r. PérEZ ALFoNSECA<br />

Oda de un yo<br />

A través del camino sin fin vibra la oda<br />

del Verano; la Tierra es un inmensa oda<br />

de silencio que piensa y de rumor que habla.<br />

Sobre una piedra blanca del gran camino, le habla<br />

a un joven un anciano: el uno es un poeta<br />

ya pleno, el otro, un germen preclaro de poeta.<br />

Las rosas sonreían al viejo como labios<br />

inocentes, y al joven besaban como labios<br />

pecadores; los montes invitaban al uno<br />

al reposo, y al otro a la ascensión; el uno<br />

miraba siempre a Dios al mirar en sí mismo,<br />

el otro, le ignoraba pues fuera de sí mismo<br />

lo iba buscando; el viejo, sin buscarle, le hallaba,<br />

en tanto el joven le buscaba y no le hallaba.<br />

—¿qué hay que hacer, maestro, para que yo conozca a Dios?<br />

—Conociéndote a ti conocerás a Dios.<br />

Los brazos del anciano, mientras hablaba, fingían<br />

un círculo espontáneo de confianza, y fingían<br />

en tanto, los del joven, un círculo de duda.<br />

557


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

—Para mí, dijo el joven, la Vida es una duda.<br />

—Para mí, dijo el viejo, es una afirmación;<br />

No se vive de duda, sino de afirmación;<br />

el que vive en la duda vive en una agonía.<br />

¿Cómo haces de tu vida, poeta, una agonía?<br />

No es muerte sino vida lo que se advierte en todo:<br />

di “Yo existo” y verás que por ti existe todo:<br />

—Ah! la vida es muy breve y el arte es infinito.<br />

—De tu vivir, Poeta, surge el arte infinito.<br />

Te quejas de la Vida porque la encuentras breve…<br />

Es el vivir humano, no la Vida, lo breve.<br />

La rosa que ha vivido un instante, nos deja<br />

un recuerdo que vive durante nuestra vida:<br />

tal la obra pura de arte que todo artista deja<br />

es inmortal, pues vive mientras vive la Vida.<br />

—¿Cómo hacer para ser original, cual lo eres?<br />

—Ser como eres, y solamente como eres.<br />

Natural en los hombres es el ser diferentes,<br />

(las hojas de un mismo árbol son todas diferentes)<br />

y lo contranatura es querer ser iguales:<br />

tan sólo en apariencia son los hombres iguales.<br />

Y eso es la diferencia: originalidad:<br />

¿Por qué negar, entonces, la originalidad?<br />

No imites: no eres simio; origina: eres hombre;<br />

el Poeta no es nunca el hombre, sino un hombre.<br />

—Oigo decir que nada hay nuevo bajo el sol.<br />

—Mas, tampoco no hay nada de viejo bajo el sol.<br />

El Arte no renace ni decae: se transforma.<br />

Y es en línea ondulosa que el Arte se transforma:<br />

se dice que renace cuando la línea sube,<br />

que decae, cuando baja; pero la línea sube<br />

aun cuando baja: motes: subir, bajar;<br />

es un modo, no más, de subir el bajar.<br />

Somos nosotros quienes cambiamos, y no el Mundo;<br />

nada se inventa, todo se descubre en el Mundo.<br />

—Mas, de todos los ritmos, el mejor es el tuyo.<br />

—El mejor, para ti, tiene que ser el tuyo;<br />

de todos los poemas, es mejor mi poema,<br />

para mí; para ti, debe ser tu poema.<br />

¿Por qué me crees más rico, si, como yo eres rico?<br />

Deja sólo al que es pobre demandar al que es rico,<br />

el que es pobre, es decir: aquel que su riqueza<br />

ignora, deslumbrado por la ajena riqueza.<br />

558


PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA<br />

Cree que de lo que se hace, lo tuyo es lo mejor,<br />

pero tratando siempre de hacer siempre mejor.<br />

No me llames maestro, tu maestro es tu instinto,<br />

el mentor que jamás se engaña es el instinto,<br />

por ser lo que es más de uno, y lo que está más cerca<br />

del Misterio, y, por eso de la Verdad, más cerca.<br />

Sé a manera de un dios que a sí mismo se adora<br />

porque no hay nadie digno de adorarlo, y adora<br />

de esa manera a Dios: el culto de los héroes<br />

sólo pueden rituarlo aquellos que son héroes.<br />

Procura no perder la confianza en tu genio<br />

sobrepasar, no a los demás, sino a tu genio.<br />

Sé el primero que adopte las últimas verdades<br />

y el último que olvide las antiguas verdades.<br />

Nunca insultes ni imites a las obras ilustres<br />

si quieres que tus obras también sean ilustres.<br />

que tu psiquis no sea depósito de libros<br />

sino una pira donde ardan todos los libros,<br />

a fin de que así leas aquel que es el más sabio<br />

el libro de ti mismo, que es el único sabio.<br />

Ten la sinceridad fatal del Universo,<br />

y sé la concreción total del Universo,<br />

y serás como un monte, sereno a todo viento,<br />

no como en las tormentas un molino de viento.<br />

—Dicen que porque soy joven, falsa es mi queja,<br />

porque la juventud es sonrisa y no queja.<br />

—Si el hombre nace vivo se anuncia con un grito:<br />

la primera palabra del hombre, es pues, un grito.<br />

Por tal, no te preocupes de aquellos que te escuchan,<br />

como el pájaro canta sin saber que lo escuchan.<br />

Y créete que si al Todo lo vaciaran en versos,<br />

esos versos saldrían iguales a tus versos.<br />

Cada obra de arte es tan sólo una hipótesis<br />

de la Belleza, dice un poeta: haz tu hipótesis<br />

y cree que de entre todas la tuya es la más cierta,<br />

pues siempre la más bella ha de ser la más cierta.<br />

El valor de las cosas jamás está en las cosas<br />

sino en tus ojos: valen tus ojos, no las cosas.<br />

haz sentir a los hombres esas cosas ocultas<br />

que cada uno y todos los hombres muy ocultas<br />

en sí llevan: revélaselas, muéstraselas por medio<br />

de alegorías y símbolos, así como por medio<br />

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COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

de cuneiformidades –como plasma el Poeta–<br />

se hace leer el ciego. Por eso se es poeta.<br />

Con un verso se alumbra la sombra del Destino,<br />

se hace que exclame: “Te amo!” la esfinge del Destino…<br />

que nadie se interese como tú mismo, nada,<br />

tú que puedes, cual Dios, hacer todo de nada.<br />

No creas que es el cielo misterioso condensado,<br />

sino el reflejo de tu mirar, condensado.<br />

—Dime cómo he de ser para ser feliz. —Bueno;<br />

sólo que ningún hombre puede ser todo bueno,<br />

pues que siendo la síntesis de la Naturaleza,<br />

a un tiempo es bueno y malo cual la Naturaleza.<br />

Sí, desgraciadamente, no nos es dado serlo,<br />

por lo menos podemos, debemos, querer serlo.<br />

Y, de ese modo, cuanto más nos aproximamos,<br />

del Bien, tal de la Dicha más nos aproximamos.<br />

La Vida es triste, triste, triste; la Tristeza<br />

está en todo: es un árbol proteico la Tristeza,<br />

que se nutre con todos los jugos de la Tierra,<br />

y cuyas ramas graves cubren toda la Tierra.<br />

Y, por eso, alabado el poeta que puede<br />

cantar: “Amad la vida, hermanos, porque es buena,<br />

pues la naturaleza es, por ser madre, buena;<br />

y no desesperéis si el presente no es bello,<br />

que el porvenir, ¡oh! hermanos, es muy vuestro y muy bello…”.<br />

Ojalá que tu canto sea un canto de esperanza,<br />

que el hombre tiene sed de agua de esperanza,<br />

pero nota que digo: “ojalá”, mas, no “debes”<br />

pues que es tu canto el único, poeta, el que tú debes<br />

cantar, tu canto, sea de esperanza o de duelo:<br />

bellamente cantado consuela, a la vez, un duelo…<br />

Si llegó la Esperada y se ausentó, tú puedes,<br />

a pesar de la ausencia, mantenerla a tu lado<br />

con sólo recordarla; si aún no ha llegado, puedes,<br />

con tan sólo esperarla, sentir que está a tu lado…<br />

que cuando entre tus manos mires que la fragante<br />

rosa que recogiste al azar del sendero<br />

se te mustie, no llores, confiado en que el sendero<br />

te ofrecerá, más lejos, otra flor más fragante.<br />

que todo aquel que llegue a la paz de tu casa,<br />

se acomode, lo mismo que si fuera en su casa,<br />

y pienses que, así como un albergue le has dado<br />

560


PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA<br />

la ocasión de que tú fueras bueno, él te ha dado.<br />

que cuando algún amigo te traicione, tan sólo<br />

te haga sufrir, no el hecho de que te deje solo,<br />

sino de que tu amigo tal, se haya corrompido:<br />

eso te probará que no estás corrompido.<br />

que cuando alguna mano lamentable te hiera<br />

hagas porque tu mano, sabiamente, no hiera<br />

por venganza: sé justo, la venganza es curarle<br />

al que te hirió su mano que te pide el curarle,<br />

pues si una mano hiere es porque ella está herida,<br />

por eso la venganza es curarle la herida.<br />

De esa misma manera asesina al hambriento<br />

y se castiga el crimen dando pan al hambriento.<br />

Procura que te admiren o te odien o te amen,<br />

pero que no te tengan piedad; mas porque te amen,<br />

haz porque no te falte jamás algo qué amar:<br />

lo que importa no es ser amado, sino amar.<br />

Mas porque se realicen todos tus ideales<br />

haz porque no te falten jamás los ideales…<br />

Oh, tú que huyes del lodo por tenerte puro<br />

sumérgete en el lodo y sabrás si eres puro<br />

si ves tu pureza como una impenetrable<br />

armadura, del todo te hace impenetrable.<br />

Date sin preocuparte de si te lo agradecen,<br />

y date aun cuando sepas que no te lo agradecen,<br />

y serás bueno como el árbol del camino<br />

que, sin saber, da todas sus hojas al camino…<br />

que el que corte tus rosas no te cause algún daño<br />

sino el que las espine le causen algún daño<br />

a las manos enferma de envidia que las corten:<br />

lo propio de las rosas bellas es que las corten…<br />

que cuando esté inclinada tu testa no parezca<br />

la de aquél que se abate; que, al contrario, parezca,<br />

la del toro, que sólo la inclina para luego<br />

acometer; inclínala para imponerla luego…<br />

Y que al morir, no tengas en tu actitud, el gesto<br />

de odio de los débiles, sino el sublime gesto<br />

de recordar, Poeta, que en el lecho grandioso<br />

de la Tierra, has tenido un momento grandioso<br />

a la Belleza, virgen y magnífica, y que<br />

de aquélla unión sagrada surgirá el hijo que<br />

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COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

será tu interminable prolongación, y sientas<br />

la oda renaciente de tu obra, y que sientas<br />

bajo tus pies la Tierra, sobre tu frente el Cielo,<br />

como una flor, la Tierra y un lauro azul, el Cielo.<br />

Sí, que al morir, el Mundo te parezca de fiesta,<br />

como para tus bodas con la Victoria, fiesta<br />

universal y única. Y, así, pasa venciendo,<br />

pues que sobre la Tierra se ha de pasar venciendo.<br />

Vive así como en marcha perenne hacia una cima,<br />

y al morir, te hallarás encima de la cima…<br />

DOMINGO MORENO JIMENES<br />

A mi hija<br />

Cuando muera…<br />

¿qué puedo yo darte que no sea yo mismo?<br />

Sombra de sombra,<br />

aliento de aliento,<br />

amago de perfume…<br />

¡Tal vez nada!<br />

Toda la existencia de la Tierra es una inmensa niebla<br />

y el afán del hombre contra el Mundo, la Nada de la Nada.<br />

(Dios está palpable en el hombre, cuando se siente triste).<br />

El poema de la hija reintegrada<br />

Agonía<br />

I<br />

hija, ya no sé decirte si la muerte es buena<br />

o si la vida es amarga;<br />

sólo te aconsejo que despiertes, adulta de comprensión más que tu Padre!<br />

II<br />

hija, ya no habrá oriente ni poniente para tu porvenir:<br />

una sábana blanca serán tus días,<br />

una sábana blanca será tu pasado<br />

¡y tu recuerdo una estrella que frente a frente me iluminará el porvenir!<br />

III<br />

No sé por qué tu agotamiento<br />

me trae una recóndita dicha anegada en lágrimas<br />

que me hace auscultar el corazón de la tarde.<br />

562


PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA<br />

IV<br />

Tu infancia y tu silencio me parecen hermanos.<br />

V<br />

hija, hazme tomar la resolución de los otros:<br />

vuelve mi proa añicos<br />

y mi voluntad una piragua;<br />

que nada sea mío desde hoy, que no quiera poseer nada mañana;<br />

desnudo de bienes y desnudo de virtudes hazme;<br />

sin egoísmo de lealtades y sin egoísmo de pureza;<br />

¡hazme entero el milagro de darme todo a los elementos<br />

como si fuera en sustanciación un ser increado!…<br />

VI<br />

Tu vida fue microscópica, pero grande;<br />

¡el segundo de tu inexistir, eterno!<br />

VII<br />

hija, ¡cuántas nubes,<br />

cuántos pájaros,<br />

cuántos horizontes insospechados me abre en el amanecer tu ruta!<br />

VIII<br />

hija mía, para ti la mañana no será clara ni fresca;<br />

verás envuelta el alba en la noche<br />

y las cosas de mayor transparencia<br />

tomarán ante tus ojos la actitud de un largo crepúsculo.<br />

IX<br />

En este mundo donde sólo se premia la capacidad de fingir mejor<br />

era justo que llegaras, y después de breves instantes,<br />

ya estuvieras confundida con la cal y con la mariposa, con el carbón y con la piedra.<br />

X<br />

¡Cómo me alivianas la sombra, al advertir desde que te dormiste<br />

que en mi derredor todo es sombra!<br />

XI<br />

¡Oh tú que me enseñaste desde que naciste<br />

a ver la vida con ojo más sabio<br />

y a la humanidad con ojo más triste!<br />

Triste, triste; ¿y no es acaso la suprema alegría de los seres mudables el ser tristes?<br />

¡Triste fue la faz de la tierra cuando se desperezó el primer hombre!<br />

¡Triste tiene que quedar la tierra cuando se desentuma en su regazo el último hombre!<br />

563


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

XII<br />

¡Oh tú, que desde que naciste pude decir: boleta de la tumba!<br />

¡Oh tú, que ya crecida pude decir, por tu desvalidez, la preferida mía!<br />

XIII<br />

Por ti quise cambiar y que la fortuna me sonriera;<br />

¡y por ti no cambié<br />

y la fortuna no me sonreirá nunca!<br />

XIV<br />

hija, cada vez que examino tu vida<br />

me doy cuenta que tú eres como mi vida<br />

¡una sombra entre dos crepúsculos!<br />

XV<br />

Iba a decir entre dos agotadoras auroras<br />

y ya ves, reincidí, sin querer, ¡entre dos crepúsculos!<br />

XVI<br />

¿Por qué tan pura, tan casta y tan leve, te debas parecer al crepúsculo?<br />

XVII<br />

Olvidaba que toda adjetivación es cruel y ruda:<br />

Dios dio desnudo a los hombres el verbo,<br />

y del lenguaje, ¡sólo debe quedar desnudo el verbo!<br />

XVIII<br />

Toda filigrana de síntesis es una profanación, ¿verdad hija mía?<br />

Ya te puedo buscar sin parcializaciones, sin atributo contingente:<br />

¡serás en mi incompleto nombrar, sencillamente, el vaho de las cosas!<br />

XIX<br />

No te puedo asir con una palabra,<br />

y no debe extrañarte, recónditamente,<br />

¡porque tú estás para mí más alta que la región de las palabras!<br />

XX<br />

Y vuelvo a caer en las comparaciones.<br />

¡Oh, hija, cuán subordinado estoy a la vida!<br />

XXI<br />

¡Miserable del hombre que osa creer que después de la sombra la vida es vida!<br />

564


PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA<br />

XXII<br />

¡De imperfecciones se forman nuestras excelencias<br />

y es toda la existencia del hombre un brazo tendido<br />

hacia el turbio por qué de los enigmas!<br />

XXIII<br />

–Tiene el pulso demasiado débil,<br />

pero este letargo no es la muerte–.<br />

Su médico era mi propia almohada de cabecera<br />

¡y yo quedé perplejo ante su callado sufrimiento y la miseria de la vida!<br />

XXIV<br />

Si fuera bizco de pensamiento<br />

y tuviera la boca siempre llena de mentidas palabras;<br />

¡hija, iba a blasfemar por tu dolor… pero, perdona!<br />

XXV<br />

¡Compran caro el suelo donde colocan a los muertos<br />

y ellos son más dueños de la tierra que los hombres que comercian con ellos!<br />

XXVI<br />

¡Al través de los milenios, los hombres son puñados de tierra<br />

que se deforman a su antojo!<br />

XXVII<br />

hija, ya han venido a avisarme que tus pies están fríos.<br />

hija, resígnate a que lo blanco no sea blanco y a que lo negro no sea negro.<br />

XXVIII<br />

hija, ¡cuánto crece el sol sobre la sombra de los tilos,<br />

cómo se agiganta la nada sobre la soledad de tu aposento,<br />

cómo nace y renace la esperanza por entre los ámbitos de la vida!<br />

XXIX<br />

Tibien la leche terciada con agua<br />

para si mi chiquitina despierta.<br />

Cuídenmela hasta que se vuelva esperma como capullo inmortal el cuidado.<br />

Ella es carne de mi vida, flor de mi pensamiento, cemento de mi alma.<br />

XXX<br />

(¡Eres, amada mía,<br />

como la flor del higüero joven,<br />

como el azogue del crepúsculo,<br />

como la diafanidad de la naturaleza toda!)<br />

565


XXXI<br />

—No seas padre, sé hombre,<br />

sencillamente.<br />

Gira tu vista a tu derredor<br />

y que tu amor a una abstracta “humanidad”<br />

no te haga olvidar jamás de que eres hombre!<br />

Los últimos canjilones de la primavera…<br />

I<br />

—Buen viejo., ¿de dónde brota el canto?<br />

—Los cantos borbotan de la sangre.<br />

II<br />

—Madriguera,<br />

¿y el amor?<br />

—De sí.<br />

III<br />

Mar,<br />

¿cuál es la melodía de las campanas en el crepúsculo?<br />

IV<br />

Dolor, ¿cuál es tu friso, a dónde tiende el hálito de tu propulsión?<br />

Infinito, tú sólo me bastas hoy para estar triste.<br />

Maestra<br />

COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

Maestra: recuerda el amanecer con su vaca lechera,<br />

su humo de sol,<br />

su organillo de pájaro…<br />

háblanos del plátano que amarillaba junto al oreganito.<br />

Del maizal que nos confirma que en América<br />

no es exótico ni lo rubio ni lo negro.<br />

¡Maestra, no te muestres tan distraída ante tus parroquianos hombres!…<br />

Piensa que ser mujer,<br />

y mujer con m minúscula,<br />

es de todas las cosas lo que en verdad te importa.<br />

Trocar los sexos, ¿y con qué objeto,<br />

siendo, como eres, en realidad, de un sentir prolijo y tierno?<br />

Así: minuciosa, sensible y sumisa<br />

te soñó mi egoísmo,<br />

¡y te anhelan mis hijos que están en gestación desde la infancia!<br />

566


Siesta<br />

PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA<br />

El cielo estrellado de hojas.<br />

El aire de seda en la sombra.<br />

Versos de amor y de misterio<br />

En todas las horas de la ausencia mis manos<br />

te tomaron la nuca,<br />

te oprimieron los senos;<br />

palparon el más desnudo tacto de tu boca<br />

naufragaron en la lejanía de tus ojos…<br />

Tan mía como fuiste;<br />

y sin embargo,<br />

por la ausencia,<br />

inexplicablemente,<br />

junto a la soledad,<br />

¡cuán poco mía!<br />

Me dormía con tus piernas oprimidas<br />

junto a los brazaletes de mis manos;<br />

sentía el dulce rumor de tus cabellos<br />

y hasta el eco de tu mirar lejano.<br />

Después, al despertar me bebía el alba,<br />

y veía una cana de mi cabeza,<br />

la última,<br />

¡gemir de dolor entre tus dedos!<br />

VirGiLio DíAZ orDóñEZ<br />

A mi bastón<br />

Tras de mis huellas –que borró el destino–<br />

tú escribiste los suspensivos puntos<br />

en la empolvada faz de aquel camino<br />

que ya jamás recorreremos juntos.<br />

De aquel camino amado<br />

que para mí tenía<br />

un encanto atrayente y obstinado<br />

que al pie de su balcón me conducía…<br />

Tú, silencioso amigo,<br />

gozaste de mi cálida emoción<br />

cuando en las noches claras la oíste hablar conmigo<br />

en la penumbra azul de su balcón.<br />

567


En tu cordial y noble empuñadura,<br />

posó el cansancio de su mano pura<br />

la novia casta de perfil risueño.<br />

Y luego, en otras playas, tú, fecundo<br />

hermano silencioso, fuiste buril amable,<br />

y tu ferrado extremo, inquieto y vagabundo,<br />

grabó en la arena el Nombre Inolvidable…<br />

Compañero de mi alma aventurera:<br />

te amo como un hermano<br />

y si yo te perdiera<br />

se sentiría huérfana mi mano!<br />

Tu amistad, mansa y fuerte,<br />

puede que me acompañe hasta en la muerte:<br />

si tu madera pálida y clemente<br />

no alcanza para hacer un ataúd,<br />

al menos, oh! bastón, es suficiente<br />

para hacer una cruz…<br />

Intimismo<br />

COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

Vieja camisa rota;<br />

ya no hay quien te remiende.<br />

Al mirarte de mi memoria brota<br />

un recuerdo que poco a poco enciende<br />

un fanal misterioso<br />

en tu oscuro pasado y en el mío.<br />

Yo te compré en un día muy lluvioso,<br />

húmedo, desolado, hosco y frío.<br />

Al cruzar una esquina<br />

te vi arrinconada en la vitrina<br />

de una tienda de lujo. El sitio de notoria preferencia<br />

lo ocupaban camisas de la seda más fina,<br />

hechas de rico género importado de China,<br />

–camisas para gentes que visten con decencia–.<br />

Tú eras de algodón;<br />

eras el llamativo disparate,<br />

el comercial modelo para comparación;<br />

tú eras el baldón de aquel escaparate.<br />

Y mi intención fue recta;<br />

la habitual escasez de mi difícil plata<br />

568


PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA<br />

te eligió predilecta:<br />

eras la más barata.<br />

¡Qué extraña paradoja! Las finas y las buenas<br />

he oído que se compran a veces por docenas.<br />

Las que son como tú, no hay duda alguna,<br />

son de esas que se compran una a una.<br />

No lo recuerdo bien, pero es seguro<br />

que la primera vez te usé en un día de fiesta;<br />

quizás una mañana, en un domingo puro,<br />

y, después de aquel día, toda tu historia es ésta;<br />

de mis hombros cansados<br />

al húmedo tormento de afanosos lavados,<br />

y luego, sin apenas<br />

gozar de algún descanso en el armario,<br />

volver a las faenas<br />

de mis cansados hombros y del servicio diario.<br />

Más tarde se inició la imprecisa comedia<br />

de tu envejecimiento. Te desteñiste tanto<br />

que fingías, en rápida tragedia,<br />

palidecer de espanto.<br />

Después te amenazó la injuria de un remiendo<br />

y, en callada amargura,<br />

junto con tu primer desgarradura<br />

lloraste hilachas de dolor. ¡Comprendo!<br />

Y entonces fue cuando afanosamente<br />

unas manos que tanto conociste<br />

hicieron sobre ti, pobre convaleciente,<br />

cien zurcidos que ahora son un recuerdo triste.<br />

Manos santas aquéllas que a los dos nos cuidaron;<br />

que en silencio profundo, diáfano, pensativo,<br />

apegaron a ti el botón fugitivo<br />

y, en mi alma, ¡cuánta herida dolorosa curaron!<br />

Camisa: y quién dijera que habrías de durar<br />

más que la mano aquella que te solía cuidar!<br />

En tus zurcidos vive aún la huella<br />

de esas manos de paz, blancas y puras.<br />

Pobre camisa mía; ven, comprende:<br />

¡para ser tan barata, cuánto duras!<br />

Tú bien sabes por qué mi llanto brota:<br />

ya no hay quien te remiende,<br />

vieja camisa rota…<br />

569


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

MANUEL LLANES<br />

Oración a la madre ida<br />

Ayer, hoy, mañana, y siempre aquí; muerto<br />

de hambre sin hambre, he abierto las alas en un grito…<br />

Tu espíritu es un perfume de mi nostalgia que queda,<br />

hasta en la noche.<br />

En el triste aposento<br />

mis pasos cautelosos<br />

eran como el enigma de la muerte.<br />

Ronca fuerte la demencia de la aurora<br />

con la dulzura que fallece<br />

en el viento y en las hojas del otoño.<br />

Un hálito me apagó en la mañana<br />

tu lámpara risueña;<br />

y entre la casa,<br />

somos los tres hermanos<br />

como púberes almas inocentes<br />

que acordinan la neurosis<br />

de los grillos;<br />

(la casa de los muertos<br />

es como un patíbulo a las seis…)<br />

Mi piedad dormita<br />

como los stradivarius<br />

en la serenata de los arcángeles,<br />

y concuerda con mi tristeza<br />

un viento frío.<br />

Sonríe la noche en mis labios<br />

entre un coro de campanas,<br />

pero de campanas dolientes<br />

en medio de la noche<br />

estruendosa.<br />

Tú cruzas por mi memoria,<br />

silenciosamente,<br />

como una púdica azucena virgen<br />

entre mi voluptuosidad ya triste.<br />

¡Oh la noche en la carne de los lirios!<br />

¡Oh la noche que para mí se pudre!<br />

¡Oh la noche con el rumor de mayo huérfano<br />

y el aire frío del mar!<br />

En una noche de la ciudad lóbrega,<br />

con un beso salobre que avasalla,<br />

la muerta ciudad me da su calma<br />

y a mis pies, sus largas calles en silencio…<br />

570


PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA<br />

Rutas nocturnas<br />

Duermen. Oíd insectos: ¿sabéis algo del misterio<br />

en la blasfemia azul de la oración que fenece…?<br />

Cuando tocan las tímidas esquilas del recuerdo,<br />

a veces lloro sin saber por qué lloro los muertos.<br />

Y se volvieron alegres, mucho más alegres las campanas…<br />

Soñaba perderme en la ruta de los mecheros,<br />

y mi corazón torpe, estaba ebrio de demencias nocturnas<br />

imaginando dolores en los rincones de mis penas.<br />

En el caos de las almas las campanas negras duermen…<br />

Mientras se excita mi espíritu irritado<br />

la piedad sube conmigo a la indolencia del alba,<br />

y la brisa lleva un presentimiento de egoísmo a la flor…!<br />

Entre el secreto del campanario, el olvido de la noche.<br />

Ancló desde esa hora el pesar de pensar las cosas;<br />

vagos fueron mis sueños sin ninguna visión.<br />

El destino de la cuerda tendida sobre un abismo,<br />

un equilibrio mis ritmos. Tiembla como la primera estrella.<br />

rAFAEL AMériCo HENríQUEZ<br />

Canción de cuna<br />

¡Oh destino fiero!…<br />

¡Oh canción humosa<br />

de sepulturero!…<br />

Con filo de estrellas,<br />

cavando su fosa,<br />

rompieron la tierra<br />

de toda la sierra.<br />

Voces de campana,<br />

dedos de rocío<br />

abren la ventana.<br />

El hueco titila<br />

en la paz de acero<br />

de un blanco sendero;<br />

y se enreda el cielo<br />

en la frente yerta<br />

de la niña muerta.<br />

Velan a su vera dolientes colores:<br />

el verde oloroso que lanzan las flores,<br />

el rosa andariego que viaja en los vientos<br />

el vago violeta de los pensamientos<br />

el gris y el bermejo de la cordillera,<br />

y el verdín sonoro de la primavera.<br />

571


El sol vespertino sirvió de mortaja.<br />

De vaho montañero le hicieron la caja;<br />

bujías de aurora vestirán de luz<br />

dos alas de alondra que serán la cruz.<br />

Paisaje nocturno,<br />

duro, taciturno.<br />

Ringlas de silencio<br />

huellan la campiña<br />

que espejó la niña.<br />

Y es canción de cuna<br />

el canto amarillo<br />

que canta la luna…<br />

Diez doncellas<br />

Por sendas de soledades<br />

Y cielos de paz desnuda<br />

Las manos de diez doncellas<br />

Tejen que tejen la luna.<br />

que ya pronto será noche,<br />

Y más que cesta con fruta,<br />

Y tanto como mozuela<br />

perfumará la llanura,<br />

Y para puerto lejano<br />

El silencio será ruta…<br />

¡Agobio de sangre quieta!<br />

¡Espera de luz profunda!<br />

Sin huellas de mar y monte<br />

Van fabricando la luna,<br />

La fabrican diez doncellas,<br />

que ha de llevar vagabunda<br />

Por paisajes interiores<br />

¡Ausencia de cosa tuya!<br />

El hurto<br />

COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

La luna cabalgaba<br />

En ramas de pino.<br />

Espinas morenas,<br />

Moreno el silencio,<br />

I más que morenas<br />

Las aguas del río.<br />

Tus manos hurtaron<br />

La lumbre del surco:<br />

572


Un hurto de nácar<br />

Con manchas hendidas<br />

De tierra bermeja,<br />

Son luces tus dedos,<br />

Diez luces que trepan<br />

Buscando la luna…<br />

Se quiebran las sombras,<br />

I el pino recrece<br />

Con luna cimera.<br />

Temiéndose un robo<br />

Los vientos apriscan<br />

Ovejas dormidas<br />

En cielo nocturno<br />

La jornada<br />

PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA<br />

Desnuda, despereza, sus carnes requemadas<br />

De moza campesina… Y de cegar rendijas<br />

En las horas nocturnas, húmedas, estrujadas<br />

Rebrillan telas rojas, las de su vestimenta.<br />

Con pecado se viste: grácil, lúbrica, lenta,<br />

Aprisca pechos duros, cual ayer a las hijas<br />

De la cabra difunta. Y sale, y salpicando<br />

Gotas de la tinaja irrumpe en los bancales.<br />

Ladridos. Luz. Fugando<br />

Las estrellas son vuelos<br />

De canciones rurales.<br />

En moza van mudando los verdes de la era;<br />

El paisaje enarbola dos manos por bandera:<br />

Porque son sembradoras de paz en el cortijo,<br />

Y porque desde el llano hasta los ventorreros,<br />

Aprontan sombra firme –la misma del cobijo–<br />

Si fatiga la brega o hay sol en los senderos.<br />

Cuando la luz rebota y cruje la espesura,<br />

Y los pinos se enfiestan con fanfarria de fragua,<br />

La moza sueña; abreva, deja olor de frescura<br />

En los dorsos de piedras y en los brincos del agua<br />

La tarde cuaja santa en paz de campanadas.<br />

Ocurrencias jocundas avientan las semillas,<br />

Propias en gente moza. Unas manos sencillas<br />

573


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

hogareñas, sin joyas, de rezar adobadas,<br />

Recogen lo sembrado. Y mintiendo, los ojos,<br />

Ya ciertos de la prenda, hacen por dar enojos…<br />

Dispersos los balidos, bajan de la montaña,<br />

Y a bueyes desuncidos, un perro les regaña.<br />

Finita la jornada de sol y de labranza<br />

Crecen sobre los surcos las escenas de holganza.<br />

Y un jayán del cortijo y la moza pastora<br />

Caminan a la zaga de luces perseguidas<br />

Y alcahueta, la luna, se torna albergadora<br />

De morenas vergüenzas y de audacias fallidas.<br />

Va cantando<br />

Amarillos<br />

sus pezones.<br />

Amarillas<br />

las estrellas en las charcas del sendero.<br />

Va descalza, va desnuda, va sin miedo<br />

cuesta arriba.<br />

Son sus huellas,<br />

huellas vagas de una luna ya difunta.<br />

Canta un gallo. Cantan ciento.<br />

Amanece.<br />

Verde y rojo<br />

en el viento<br />

y en el filo de la sombra:<br />

colorido montañero.<br />

Algún día<br />

sus pezones y sus ojos y sus manos<br />

serán joyas de silencio,<br />

serán tierra, serán nada.<br />

Monte arriba,<br />

con los ojos en las luces de la aurora,<br />

va sin miedo, va descalza, va desnuda,<br />

va cantando.<br />

J. FURCY PICHARDO<br />

Hora de estudio<br />

La bienamada se quedó dormida<br />

sobre el sofá, mientras yo en paz<br />

Poeta: no teorices más la vida.<br />

574


PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA<br />

La bienamada es la mejor teoría.<br />

Sonrío. Por un hueco del corpiño<br />

que asombra un gajo de la trenza obscura,<br />

se asoma un seno que parece un niño<br />

conjurado para una travesura.<br />

Talvez para hacer burla al pensamiento<br />

que tras tanta ilusión de haber volado<br />

se queda en el umbral del aposento,<br />

donde el lecho, cubierto de edredones,<br />

se le antoja un altar ya preparado<br />

para las más excelsas oraciones.<br />

575


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

Paréntesis femenino<br />

ALTAGRACIA SAVIÑÓN<br />

Mi vaso verde<br />

Mi vaso glauco, pálido y amado,<br />

donde guardo mis flores predilectas,<br />

tiene el color de las marinas algas,<br />

tiene el color de la esperanza muerta…<br />

Las flores tristes, las dolientes flores<br />

en el agua del vaso se refrescan,<br />

y bañan sus corolas pensativas<br />

en una blanca idealidad de perlas.<br />

Y luego se van lejos… se marchitan<br />

abandonadas, pálidas, enfermas,<br />

muy lejos del cariño de ese vaso<br />

que es del color de la esperanza muerta.<br />

Y cuando sola, pensativa, herida<br />

por la eterna nostalgia<br />

siento un perfume triste, moribundo,<br />

que llega hasta mi alma…<br />

pienso en mis pobres flores, las marchitas,<br />

las enfermas, dolientes y olvidadas,<br />

que antes de marchitarse se despiden<br />

tristísimas y trágicas<br />

de ese vaso de pálidos reflejos<br />

que es del color de las marinas algas!…<br />

AMADA NIVAR DE PITTALUGA<br />

Roja tinaja generosa<br />

I<br />

Roja tinaja que al extremo<br />

del solitario corredor<br />

eres cual una fresca boca<br />

bajo el claro surtidor.<br />

Roja tinaja voluptuosa<br />

como una virgen campesina<br />

junto a la fuente de la piedra<br />

tras la selvática cortina.<br />

Musgo de fresco terciopelo<br />

y finas plumas del helecho,<br />

576


PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA<br />

hilo de perlas cantarinas<br />

que desgranaban en tu pecho.<br />

II<br />

Bajo el derruido tinajero<br />

–remedo de un confesionario–<br />

las confidencias escuchabas<br />

como un buen cura solitario.<br />

A los dos novios protegías<br />

tu fiel alianza les juraste,<br />

y tu agua clara –tu alma pura–<br />

como un consejo, les brindaste.<br />

Cuando eludiendo las pupilas<br />

que maternales vigilaban<br />

con el pretexto de beberla<br />

junto a tu linfa, se besaban…<br />

III<br />

Roja tinaja generosa<br />

igual que un joven corazón<br />

fresca tu agua y cristalina<br />

sabrosa a río y a terrón!<br />

Allá en la noche silenciosa<br />

la dulce niña suspiraba,<br />

mientras su clara perlería<br />

la vieja piedra desgranaba.<br />

Y en blando eco cariñoso<br />

repercutía su canción<br />

cabe tu pecho fresco y hondo<br />

y en el amante corazón.<br />

IV<br />

Roja tinaja abandonada<br />

–por la flamante innovación<br />

de las costumbres ancestrales–<br />

al viejo patio, en un rincón.<br />

Con negra tierra el jardinero<br />

llenó tu pecho generoso;<br />

y en ti el penacho de una palma<br />

su esbelta forma alzó graciosa.<br />

Roja tinaja: el agua fresca<br />

no más tu pecho colmará;<br />

577


ni ya tu gracia campesina<br />

junto a la fuente lucirá!<br />

No más tu voz dulce y profunda<br />

dirá su cándida canción…<br />

Tan sólo tierra y una palma<br />

como en mi triste corazón!<br />

DELIA WEBER<br />

Encuentro<br />

Nada<br />

COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

Iba por el campo pisando las espigas.<br />

Mis pies eran ligeros y mi cuerpo como una sombra. Me reñiste por no saber lo que<br />

hacía. Oí al viento sollozar; pero no comprendía…<br />

De lo alto del campo venía el río cantando como un coro de niños… quise sentir<br />

el frío del agua y posé mis pies gozosos, dando la alegría de mi corazón. Me reñiste<br />

por no saber lo que hacía. Se nublaba el cielo pero no comprendí…<br />

Distraída, jugaba en el olvido de todo. Me llamaste desde lejos… Corrí a tu encuentro…<br />

Cuando llegué estabas pálido, volviste la espalda y, yéndote, me señalabas<br />

atrás. Yo me senté a llorar; pero no comprendí…<br />

Un día me fui espigando flores, inocentemente, por el campo… Y las regaba por<br />

donde habías pasado tú… Mi cuerpo ligero velaba sobre tus huellas, escondido;<br />

pero no viniste…<br />

Después (como si la claridad hubiese dicho lo que era…) cogí agua, flores y espigas,<br />

y fui a ti, que me esperabas, y las regué sobre tu cuerpo… Sonriendo me diste<br />

el conocimiento: aquel campo era mío.<br />

Y besé tu agua, tus espigas y tus flores…<br />

—Ese hombre que pasa llevó un día mi alma…<br />

Corre, mira si en los ojos tiene la señal; si su espalda está aún encorvada, si lleva<br />

en la boca todavía luz, y sus manos están extendidas…<br />

—Veo el camino solo. Va a salir la luna entre nubes oscuras.<br />

—Pero ¿alguien pasa?<br />

—Un hombre que no lleva nada.<br />

Reencarnación<br />

Yo he estado contigo, sí, he estado contigo. No vas a recordarlo, pero una vez,<br />

fuimos una vida entera, tú y yo…<br />

hiriéndome la mirada de dulzura, tus ojos hacen oriente de mi senda, y me llenan<br />

de amor sin descanso. (Una vez yo he visto tus ojos…)<br />

578


No abras tu alma recelosa como flor al viento; sé todo lo que tienes que decirme.<br />

Te he escuchado en una sombra remota, por un vago camino… Allá, al extremo de<br />

toda idea… (Un día has abierto tu alma…)<br />

Sin que hayas dicho el sentido de tus palabras, surge en mi corazón una alegría<br />

que revive, porque una vez aclaraste su sentido en mi corazón…<br />

No sé quién eres: el recuerdo es oscuro y despierta temeroso del silencio nuestro…<br />

En una bella mañana, cuando el sol se dilata esplendente, como una pupila tremenda<br />

del círculo eterno, me seguiste por una palabra mía. Y temblaron mis labios, y se<br />

quedaron mudos, porque (aunque lo hayas olvidado con esta vida) una vez te dije<br />

una palabra…)<br />

Voz errante<br />

PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA<br />

…Ay de ti si probaste una vez la miel de mi vino… no olvidarás…<br />

Si te clavaron las espinas de mis rosales, ay de ti… no curarás…<br />

Si te rozó, leve, la orla de mi vestido, no fingirás indiferente gozo.<br />

Aunque te vayas lejos… Aunque no vuelvas más… Te agitará el corazón, te subirá<br />

la sangre loca, y, en un trastorno de tu vida, tornarás al punto en que bebiste mi vino<br />

o te clavaron mis espinas…<br />

MARTHA MARÍA LAMARCHE<br />

Como la espiga<br />

El alma<br />

se balancea al soplo de la brisa,<br />

como la espiga.<br />

En busca de luz alza<br />

el tallo de su inquieta y frágil vida,<br />

como la espiga.<br />

Para que el Sol dibuje<br />

de oro sus granos que el viento abanica,<br />

como la espiga.<br />

Luego, el raudal de oro<br />

se desparrama prófugo en la vía,<br />

como la espiga.<br />

Junto a la corriente<br />

Dormí en el lecho de arena<br />

que refresca la corriente,<br />

y fui en la noche serena<br />

579


otra linfa transparente.<br />

Bésame, agua cristalina,<br />

mientras mi lira se hermana<br />

con la canción que trina<br />

en la fresca mañana.<br />

Bésame mientras el cortejo<br />

de las cándidas estrellas<br />

apagándose a lo lejos,<br />

deja en nuestra alma el reflejo<br />

de sus temblorosas huellas.<br />

Bésame, somos hermanas,<br />

como tú, mi alma salvaje<br />

guarda oculto su linaje<br />

y no le inquieta el mañana.<br />

A las dos, mansas corrientes,<br />

bástanos ser transparentes<br />

y dar en una canción<br />

matinal el corazón…<br />

La carga<br />

COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

Aligérame, Amado,<br />

pon mi carga a la vera del cambio<br />

o espárcela a los vientos,<br />

para tener el alma<br />

tan pura y tan sencilla<br />

como una flor silvestre.<br />

Aligérame, Amado,<br />

y seré libre corderita<br />

que en la verde sabana<br />

corre, retoza, brinca,<br />

del arroyuelo bebe<br />

agua límpida y fresca,<br />

y de la tierra pasta<br />

hierbas recién nacidas<br />

Aligérame, Amado,<br />

quítame de los hombros esta carga<br />

de locas ambiciones,<br />

que desfallece mi alma…<br />

Aligérame, Amado,<br />

y otra vez en las noches<br />

seré la chiquitina<br />

que en tus brazos se duerme<br />

soñando como niña.<br />

580


Llueve<br />

Llueve. Las gotas caen acompasadas<br />

con música monótona y cansada<br />

y contenta les voy así cantando:<br />

Caigan, caigan, que el cielo<br />

se despeja llorando.<br />

Como una quimera vana que atrae<br />

me atrae el gemido del agua que cae<br />

y contenta les voy así cantando:<br />

llorad, llorad, que el cielo<br />

se despeja llorando.<br />

También cayeron gotas de amargura<br />

de mi alma que ahora luce pura,<br />

y contenta les voy así cantando:<br />

Caigan, caigan, que el cielo<br />

se despeja llorando…<br />

Viento<br />

Viento:<br />

llegas tan fresco, suave y reposado,<br />

que adormeciendo vas mi pensamiento.<br />

Viento,<br />

que las mejillas hazme refrescado,<br />

de qué país tan bello<br />

llegas alborozado?<br />

¡Mira, como has puesto mis cabellos!<br />

Viento,<br />

inútil es que ahora al hogar<br />

entres y hagas crujir el ventanal;<br />

¿piensas tú que tu aullido he de temer?<br />

me río y digo: ¡déjateme ver!<br />

Viento,<br />

mis manos y mis pies has vuelto fríos;<br />

pero en mi pensamiento<br />

voy musitando locos versos míos…<br />

Ya en tus redes<br />

PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA<br />

Ya en tus redes me hiciste presa, Amado,<br />

ya fui pez de tu mar.<br />

Fruición de gozo antes no soñado<br />

mi sangre hace saltar!<br />

581


Turbión de dicha que inundó mi ser<br />

con tierno bienestar.<br />

Rubia espiga de oro, ardiente estrella<br />

que a mi paso brotó.<br />

Deleite dulce, de quietud me llenas.<br />

Amor de mi Jesús!<br />

Ya en tus redes me hiciste presa, Amado.<br />

Ya fui pez de tu mar…<br />

CARMEN NATALIA<br />

Aquí me tienes tú<br />

Aquí me tienes tú, como dormida…<br />

Vengo de un largo viaje<br />

por no sé qué regiones desoladas.<br />

Vengo a tenderme aquí, bajo la sombra<br />

de cualquier árbol bueno y compasivo,<br />

de esos que se levantan<br />

a la orilla de todos los caminos.<br />

Llevaba entre mis manos<br />

una rama florida.<br />

La brisa dispersó todas las flores<br />

y el verano ardoroso<br />

gota a gota sorbió toda la savia.<br />

Seca quedó la rama… Por mi lado<br />

pasó un viento de fuego esa mañana…<br />

Ahora, ya lo ves… Vuelvo, a tenderme<br />

bajo un árbol cualquiera del camino.<br />

Dormiré largamente, largamente…<br />

Pero mi rama seca no la quiebres,<br />

déjala junto a mí, bajo la sombra…<br />

Tal vez tendrá una flor cuando despierte…!<br />

Darse<br />

COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

Darse cual la brisa, sin saber a quién:<br />

al árbol, al nido, al espino cruel…<br />

Darse plenamente, darse con el sol,<br />

que al lodo y al ave brinda su calor.<br />

Darse como el agua que riega la mies,<br />

y baña al cerezo igual que al ciprés.<br />

582


Darse, siempre darse en aroma o sol,<br />

en brisa y en agua, en dulce canción…<br />

Darse en un perfume: nardo o azahar,<br />

azucena, lirio… Darse en un cantar…<br />

Darse en armonías, trino y vibración…<br />

Darse, darse toda en Arte y Amor…<br />

Y hacer que al conjuro de un mago sutil<br />

(de dedos oscuros y blanco marfil)<br />

el alma remonte a la azul región<br />

donde hay luz y trinos, Belleza, Ilusión…<br />

Y en alas de ensueño duerme el Corazón…!<br />

Mi risa<br />

PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA<br />

Disuelta en la brisa<br />

se me va la risa<br />

–cascabel de plata de argentino son–…<br />

No sé dónde nace, ni sé por qué vino,<br />

sólo sé que siento su temblor divino<br />

dentro del corazón…<br />

Viajero, Viajero,<br />

detén la jornada…<br />

Déjame decirte lo feliz que soy…<br />

No sé por qué río… No sé, ni me importa…<br />

pero así, Viajero, la senda es más corta<br />

y riendo yo voy…<br />

Viajero, Viajero,<br />

detén la jornada<br />

y escucha mi risa de argentino son…<br />

No sé dónde nace ni sé por qué vino,<br />

mas desde que siento su temblor divino<br />

yo voy desgranando por todo el camino<br />

la loca alegría de mi corazón.<br />

Una tarde sin sol en tu cabaña<br />

Yo detendré mi paso en tu cabaña<br />

una tarde sin sol, dulce y serena.<br />

Tocaré levemente la ancha puerta<br />

y esperaré en silencio hasta que abras.<br />

Entonces seré huésped de tu cena.<br />

583


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

Cuánta luz en redor y qué infinita<br />

quietud de monasterio en tu cabaña!<br />

Cenaremos sin prisa y sin palabras,<br />

mientras las horas tejerán su ronda<br />

y hablarán en silencio nuestras almas.<br />

Después, me iré muy lejos con mis ansias,<br />

sin una frase inútil y sin una<br />

lágrima de amargura o de nostalgia,<br />

te quedará tan sólo mi sonrisa…<br />

Me llevaré tan sólo tu mirada…<br />

Una triste sonrisa… Una mirada…<br />

Y lo que no dijimos ni diremos:<br />

un suspiro, un recuerdo y una lágrima.<br />

Toda una vida y toda una tragedia<br />

una tarde sin sol en tu cabaña.<br />

584


PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA<br />

Poetas nacidos en el siglo XX<br />

ARMANDO OSCAR PACHECO<br />

Motivos de Pierrot<br />

Ni el agrio Schopenhauer con su experiencia extraña,<br />

ni el Kempis con su clara síntesis de la vida<br />

brindáronme en su copa el licor del suicida,<br />

ni la ciencia que estaña<br />

la voluntad de hierro y el alma del más fuerte<br />

con la confusa histeria corrosiva de muerte!<br />

Fue una rara muñeca sin mejillas rosa,<br />

sin carmín en los labios, una dulce oración<br />

convertida en juguete: sencilla, ruborosa,<br />

y que, muñeca al fin, no tuvo corazón…<br />

Y fue por ella misma por quien odié la vida,<br />

por quien llegaron penas y huyeron alegrías;<br />

por quien sentí en mis labios el licor del suicida<br />

y vi a la muerte hermosa con sus filosofías!<br />

Anoche, en el encanto de su convalecencia<br />

la vi más atrayente que cuando estaba buena;<br />

la miré muchas veces fingiendo indiferencia<br />

y vi que también guarda tesoros de una pena…<br />

Un pañuelito blanco cubriendo su garganta,<br />

un traje azul celeste –sencillo como ella–<br />

y su mirada triste que mi ensueño quebranta<br />

haciendo de ella misma más absurda mi estrella.<br />

Fue así como vi anoche la estrella que me alumbra,<br />

en el difuso marco de una media penumbra!<br />

Muñequita insensible, tranquila muñequita<br />

sin mejillas de rosa ni labios de carmín:<br />

tú que fuiste bendita<br />

con lágrimas de estrellas, y que muñeca al fin<br />

no tienes corazón;<br />

tú que fuiste juguete hecho de una oración:<br />

allí, donde el amor era con su grandeza,<br />

ven y cultivaremos los dos nuestra tristeza!<br />

Así rezando quedo sólo con mi congoja;<br />

pasa así por mis labios la infantil oración<br />

585


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

y de mi flor de ensueños los pétalos deshoja<br />

mientras mi corazón,<br />

ese rojo fantoche que se viste de raso<br />

y ante su propia pena ríe como un payaso,<br />

ese rojo fantoche,<br />

grita en su neurastenia mientras su dicha podas;<br />

todas mis inquietudes y mis tristezas todas<br />

no valen la ventura de haberla visto anoche!<br />

Porque vino de ti<br />

Cuando escribo mis versos, cuando cruje mi pluma<br />

como si desgarrara frágil copo de espuma:<br />

cuando tiembla mi mano –del amor al abrigo–<br />

y sigue temerosa, palabra por palabra<br />

y el alma vibra en mí.<br />

mi exaltación adoro, mi temor yo bendigo<br />

porque viene de ti…<br />

En mis horas de hastío, en mis horribles horas<br />

en que el Averno luce sus mil lenguas sonoras;<br />

al margen de la vida viuda de ensoñaciones<br />

y de esperanzas viuda<br />

porque tristeza y pena llegaron hasta mí,<br />

no le temo al misterio, no le temo a la duda<br />

porque vienen de ti…<br />

En el misterio inmenso, en el enigma rudo<br />

que a las llamas me acerca su secreto mudo,<br />

y dentro las llamas me convierte en su llama<br />

fantástica e imprecisa,<br />

en esta incertidumbre que me tortura así<br />

hacia la muerte misma camino más aprisa<br />

porque viene de ti…<br />

Y cuando pase el tiempo su brochazo de olvido<br />

sobre las timideces que tú no has conocido,<br />

al decir que mis versos no son como antes,<br />

que son rosas de trapo,<br />

responderé sin fuerzas como un triste Rabí;<br />

es que no tengo alma, sólo tengo este harapo<br />

porque vino de ti…<br />

586


LUCAS PICHARDO<br />

A una casita<br />

Siempre he sentido una misma emoción cuando veo esta casita de piedra.<br />

Ya está acurrucadita y replegadita como si hubiera caído en el fondo de sí misma.<br />

Pero no es por eso por lo que yo siento la inaplazable emoción de arrojarle mi<br />

pañuelo.<br />

Todo es porque, como tiene la cornisa rota, cuando llueve se le deben llenar los<br />

ojos de agua.<br />

A una tinaja<br />

Nació sin dolor. Fue ni más ni menos como cuando apareció la primera criatura<br />

humana sobre la tierra: barro y fuego. Barro y fuego. Barro y fango. Y unos dedazos<br />

torpes modelando una y otra vez la arcilla original.<br />

Luego soplaron para animar su alma semejante a una buena, gorda, fresca y<br />

colorada campesina.<br />

La piedra<br />

Muchos creen que tiene pupila rota para toda clase de paisaje. Y no es así: de la<br />

piedra al sol no hay secretos.<br />

El agua, el viento y el fuego no se han gastado inútilmente sobre la fisonomía<br />

cerrada de la piedra.<br />

Además ¿no se ahogarían las piedras cuando la tierra se volvió una gota de agua<br />

grande?<br />

Yo he sentido a más de una piedra gritar al mediodía!<br />

Otoño<br />

PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA<br />

Va a morir. Acentúa el trazo seco de su sonrisa desdeñosa.<br />

Se está muriendo. A esa hora de la despedida de nuestras cosas queridas reacentúa<br />

aún más el trazo seco de su sonrisa desdeñosa.<br />

ha muerto. Cada hoja que cae es una gota más de dolor.<br />

Luego: cualquiera ventolina levantará un largo rumor de llanto fácil.<br />

ToMAS HErNáNDEZ FrANCo<br />

Contigo<br />

qué dulce la sal del mar<br />

bajo este cielo tan claro<br />

y qué hondo tu mirar.<br />

587


qué dulce la sal del mar<br />

qué tranquila la pleamar<br />

en esta noche de luna<br />

y qué bueno tu besar.<br />

qué dulce la sal del mar!<br />

qué bueno es irse muriendo<br />

de tu mirar y besar!<br />

qué dulce es irse queriendo<br />

qué dulce la sal del mar!<br />

Proyecto<br />

COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

Tengo lista mi aventura<br />

de besos largos y barcos,<br />

desmayos trasnochadores<br />

en luna-park de horizontes.<br />

Montañas rusas de excesos<br />

para vértigos de estrellas<br />

zarparán de tu caricia<br />

con risas de fruta fresca!<br />

–Versos de pulpa suicida<br />

para las horas de hastío<br />

y vientre suave de vela<br />

en viento sabio de rutas–<br />

Brújulas anarquistas<br />

de libertades sumisas<br />

irán cazando caminos<br />

en azares de sorpresas,<br />

los timoneles más ebrios<br />

en redes de espumas tensas<br />

te harán coros de sirenas<br />

en crepúsculos de canto,<br />

grumetes enardecidos<br />

de noches de espejismos<br />

pondrán música a los nombres<br />

de las islas de tu ensueño<br />

y en el golfo de tu beso<br />

un naufragio de recuerdos<br />

desatará su bandera<br />

de equinoccios de tragedia!<br />

Estrellas de mar, dormidas<br />

en cielos de arena blanda,<br />

constelarán de silencio<br />

tu gracia de fiera mansa…<br />

Tengo lista mi aventura<br />

588


PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA<br />

de ensenadas y de jarcias,<br />

de mástiles y baupreses<br />

de banderas y tormentas.<br />

Salutación a Pancho Alegría<br />

Capitán de Goleta<br />

¡Salud, don Pancho Alegría<br />

buen Capitán de goleta,<br />

matador de tiburones,<br />

rico en naufragios y rutas,<br />

conocedor de los vientos,<br />

–crucigramas de las islas–<br />

buzo de la noche negra,<br />

buen hablador de dialectos,<br />

rezador de avemarías<br />

por aduaneros y puertos!<br />

Salud, don Pancho Alegría,<br />

parrandero de tormentas,<br />

dormilón de calmas chichas,<br />

marrullero de corrientes!<br />

En la noche del Ozama<br />

no se te ve ni la cara<br />

–alquitrán de cara limpia–<br />

luz de bengala, tan sólo,<br />

los nombres que vas cantando:<br />

Puerto Plata, Las Bahamas,<br />

Aruba, la petrolera<br />

Turkilán de sal estéril,<br />

Curazao de ron bueno,<br />

Paramaribo y San Thomas,<br />

Jamaica en costa de cocos…<br />

y la muchachita aquella,<br />

Capitán, dulce de plenas,<br />

de San Juan de Puerto Rico!<br />

Salud, don Pancho Alegría<br />

Sin brújula se te va<br />

el alma, recuerdo afuera!<br />

El alma si se te ve<br />

blanca de espuma en bahía,<br />

gallardete de tu cuerpo,<br />

el alma si se te ve<br />

Capitán Pancho Alegría!<br />

mañana, –“pa’ Venezuela”–,<br />

por los mares del ciclón<br />

589


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

tu cargamento de frutas<br />

irá alegre, Capitán!<br />

Vendrás, con lastre de piedras<br />

y con vientos de canción<br />

–alguna historia en tu casa,<br />

miles en el malecón–<br />

y en la taberna del muelle<br />

un solo trago de ron!<br />

Salud, don Pancho Alegría,<br />

buen Capitán de Goleta!<br />

FRANKLIN MIESES BURGOS<br />

Canción de la niña que iba sola<br />

Sonó lenta y sin alarde<br />

la ronca voz de una torre.<br />

Por el camino sin nadie<br />

venía un perfume<br />

de cobre.<br />

¡Por el camino sin nadie<br />

de la tarde!<br />

—¡Oh, linda te lo diré<br />

ahora que estamos solos,<br />

un redondo mar sin peces<br />

son tus ojos!<br />

—La tarde borda jacintos<br />

de tafetán sobre el cielo.<br />

—¿Si quieres uno yo puedo<br />

sobre tus trenzas ponerlo?<br />

—No, déjame sin jacintos<br />

lucir así mis cabellos.<br />

—¿Flotando sueltos al viento<br />

como las alas de un cuervo?<br />

—¡O de un retazo de noche,<br />

caido desde los cielos!<br />

—¡Oh linda, linda no puedo<br />

con la sombra de tu pelo!<br />

Suena lenta y sin alarde<br />

la ronca voz de la tarde.<br />

Por el camino sin nadie<br />

vino un perfume<br />

salobre;<br />

por el camino sin nadie<br />

de la tarde.<br />

590


PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA<br />

Canción de los ojos que se fueron<br />

Se me fueron los ojos por mirar la presencia<br />

posible de las cosas que pasan como el río,<br />

como el pájaro blanco de una luna sin alas,<br />

como el cristal en donde<br />

se desnuda el silencio.<br />

Desde niño se fueron…<br />

Y ahora tengo en la sangre<br />

otros ojos que miran por encima del aire,<br />

por encima de toda transparencia distante.<br />

Y esta es mi pena ahora, el término y distancia:<br />

el que yo muera siempre mientras los otros cantan,<br />

cuando yo me deshago de llanto entre las yerbas<br />

buscando las sonrisas que olvidan las estrellas<br />

al huir presurosas ante la luz del día<br />

Yo me iría tirando también como los otros,<br />

en un cauce perfecto, mis redondas palabras…<br />

Pero no puedo, no; hay otras formas mudas<br />

que me llaman más hondo<br />

que la voz de las aguas.<br />

Yo sé que nadie ignora la vida de mis ojos<br />

allí donde la niebla<br />

tiene rosas moradas.<br />

Y el silencio devora la imagen de otra luna<br />

hecha de anochecidas<br />

canciones apagadas.<br />

Allí donde los nardos son palomas crecidas<br />

con las alas quebradas.<br />

Y la alondra no es sólo la dulzura de un canto,<br />

sino una ruta ancha por donde llega el alba.<br />

Allí donde las hojas todas tienen por dentro,<br />

en el cielo inmutable de sus verdes entrañas,<br />

el silencio de una primavera enterrada,<br />

en donde están gritando de angustia por la vida<br />

las rosas que no nacen.<br />

¡Allí están mis ojos! ¡Los ojos de mi sangre!<br />

Los que miran tan sólo<br />

por encima del aire,<br />

por encima de toda transparencia distante.<br />

¡Los ojos que me dieron, que no fueron de carne!<br />

¡Allí están, en la sangre!<br />

Mirando el lado opuesto, la forma diferente,<br />

el oculto sentido de la carne y la esencia.<br />

Porque todas las cosas tienen su doble sombra,<br />

hasta la voz y el viento.<br />

591


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

Elegía por la muerte de Tomás Sandoval<br />

¿quién ahora, llorando, te alzará desde el fondo<br />

solitario del mar, para sólo pensar desesperadamente,<br />

en el vidrio desnudo de tu limpia sonrisa,<br />

o en aquella tu carne color de azúcar parda,<br />

después de que los peces hambrientos se comieron<br />

el último paisaje de sol que había en tus ojos?<br />

¿quién ahora, llorando, te alzará desde el fondo<br />

solitario del mar?<br />

¡Oh príncipe mulato de la verde escafandra!<br />

¡Tronco joven de ceiba y corazón de nardo!<br />

Después de que la muerte dejó sobre tus sienes<br />

una polar caricia de puñales de hielo.<br />

Por esos ojos tuyos –¡dolor! – por esos ojos<br />

tan llenos de luceros distantes y neblinas,<br />

Por esos ojos tuyos derramarán su llanto<br />

de alero las palomas;<br />

la noche que te clama sin cesar desde el cielo<br />

colgará sus crespones de sombras ateridas<br />

sobre un mundo salobre de guitarras y lonas.<br />

Pero tú desde el fondo no las podrás mirar:<br />

no la podrás mirar, porque ya se habrá ido<br />

el alba que alumbraba por dentro de tus ojos<br />

de terciopelo oscuro;<br />

porque ya se habrá ido sin campanas tu vida<br />

hacia una madrugada de sal y caracoles,<br />

más allá de la noche pequeña de las algas,<br />

en donde todavía la luna no ha podido<br />

llegar para mirarte, definitivamente,<br />

dormido bajo el agua.<br />

¡Arena y sólo arena para el ancla caliente<br />

de tus ingles desnudas;<br />

para tus ojos sombras de los corales mudos!<br />

¡Arena y sólo arena para enterrar tus sueños<br />

marítimos de nubes y de gaviotas blancas,<br />

sobre un cielo de coco nublado de sardinas!<br />

¡Arena y sólo arena<br />

para hundirte en tu inmenso silencio terminado<br />

entre besos impuros de hermafroditas peces!<br />

¡Ay! ¡qué ya no habrá más música marina de acordeones<br />

en tu lecho de limos y pleamares eternos!<br />

592


PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA<br />

Sin un puerto posible para tu despedida,<br />

en la noche se fueron llorando las estrellas.<br />

querida entre tus brazos, habrás tenido sólo<br />

una coquetería de manatíes hembras,<br />

porque ya las abejas que anidaban tus labios,<br />

se habrán llevado toda la cera de tus besos.<br />

¡Oh amante ineludible para quien la marisma<br />

tendía el más oculto fluir de sus mareas!<br />

¿qué has hecho con el rostro pálido de las lunas<br />

caídas en el fondo solitario del mar?<br />

¿qué has hecho con el rostro de amor de aquellas lunas?<br />

¿Traslúcida y radiante como un cristal muy fino<br />

deambulará tu sombra en torno de estas islas<br />

caribes que te dieron<br />

ese estupor de cielo mojado de aguardiente?<br />

¿quién ahora dolido escuchará tu voz herida de violetas,<br />

y le dará a tu gesto de varón suicida<br />

todos los crisantemos crecidos en la tarde?<br />

En litoral amargo de llanto sin pañuelos<br />

las verdes hojas anchas sacudidas<br />

por tropicales ráfagas de horno,<br />

te están diciendo adiós,<br />

y tú no miras…<br />

Sin mundo ya y herido por el cielo<br />

Imploración<br />

Sin mundo ya y herido por el cielo<br />

voy hacia ti en mi carne de angustia iluminada,<br />

como en busca de otra pretérita ribera,<br />

en donde serafines más altos y mejores harán por ti más blando y preferible<br />

éste mi humano, corazón de tierra.<br />

¡Oh, tú la que sonríes magnífica y sublime<br />

desde tu eternidad desfalleciente! En vértigo de altura dolorosa,<br />

parte mi vida en dos como tus trenzas.<br />

No quiero que te digan ya más: ¡Mira tu hijo!<br />

El de tu humilde barro fabricado con sus hondos infiernos y sus cielos<br />

en la terrible noche de sus polos,<br />

muriendo sin morir, petrificado y solo.<br />

Tu hijo de tierra y de huracanes hecho, en la unidad universal del cosmos;<br />

tu hijo; el de las briznas de fuegos y los cantos<br />

593


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

en sumergida isla de llanto y de dolores.<br />

El que te mira a ti, transfigurado, en clima de distintos hemisferios,<br />

uno y plural ¡en tu palabra eterna!<br />

Tema<br />

Aquí, compañero impasible; aquí:<br />

Donde todos los cuerpos creados se procuran; aquí donde se buscan<br />

los cuerpos y se encuentran lo mismo que la imagen<br />

que en procura va siempre de algún vidrio inmediato,<br />

como una flor marina sujeta por los ocho tentáculos de un pulpo,<br />

lo mismo que una estrella mordida por el diente nevado de su cielo;<br />

materia fija y dura; materia desde donde<br />

crecen mil manos largas para sólo agarrarse;<br />

para sólo buscarse<br />

en presencia de un mundo que tan sólo es presencia,<br />

color, forma y substancia en un mismo y continuo ardoroso contacto,<br />

hecho de superficies varadas a la orilla,<br />

callada y solitaria<br />

de la noche del aire.<br />

Aquí, compañero impasible; aquí:<br />

Donde todas las hojas urgidas por el fuego de una terrible ansia<br />

van buscando la carne desnuda de la brisa con sus labios de lanza;<br />

aquí donde el anillo tiene un sueño de dedos<br />

alzados como cinco columnas suplicantes,<br />

y el mar es sólo un ojo;<br />

un ojo melodioso con riberas de espumas para mirar el cielo.<br />

Aquí donde las yerbas van pensando tan sólo<br />

cómo hundirse hasta el fondo de la entraña terrestre:<br />

¡yo no quiero encontrarte cuerpo sólo y presencia!<br />

¡yo no quiero encontrarte concreta o sucedida<br />

de otro modo distinto que no fueras de sueños,<br />

que no fueras de nube, de estupor o de grito,<br />

en la isla profunda de mi llanto enterrada!<br />

Aquí no quiero hallarte: posible, realizada; aquí no quiero hallarte,<br />

porque yo sólo busco, tu no ser en las cosas para ser en mi esencia,<br />

para ser en mi árbol, en mi poblada selva de raíces muy hondas,<br />

en donde están fluyendo las aguas luminosas de otro cauce del mundo<br />

sin estatuas perennes sonreídas al fondo.<br />

¡Oh, dulce voz crecida del tamaño de un hombre!<br />

¡De la misma estatura de una pena callada!<br />

Sin labios todavía donde sembrar sus letras,<br />

los signos expresivos para su oscura y nueva<br />

subterránea vendimia de maduras angustias,<br />

en donde nunca, nunca, hallarán las semillas de sus extraños frutos.<br />

Pues para hacer tu risa que nunca había nacido:<br />

594


PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA<br />

¡Cuántos nardos hubieron de morir en el alba!<br />

¡Cuántos granos de arena<br />

en la margen opuesta del litoral del mundo!<br />

Desde el dolor primero que nació con nodriza de afiladas espinas<br />

hasta el llanto sepulto de las piedras sin ojos,<br />

de las rosas sin alas,<br />

¡todo ha sido un anhelo de epidermis heridas!<br />

Todo ha sido un continuo y furioso buscarse<br />

entre cuerpos y cuerpos de una terrestre carne de cielo despoblada,<br />

en donde a toda hora: una soberbia soledad rugía,<br />

o un enorme silencio terminaba.<br />

¡Ay! ¿De qué pecho caliente de huracanes marinos<br />

viene ese oscuro viento? ¿Viene ese oscuro viento<br />

para mesar los finos cabellos de las rosas que nacen en los pechos,<br />

que nacen en las manos<br />

y mueren en los blancos jardines de los dientes?<br />

Ese viento es el viento del eterno contacto del mundo con las cosas.<br />

El formidable viento que hace girar de amor al universo entero:<br />

Desde el pequeño germen oculto entre las hojas<br />

hasta la fe de aquellos que no mataron nunca su alma ni sus ojos.<br />

Aquellos que han seguido creyendo que la brisa es un ala tendida,<br />

y la noche una negra paloma degollada más allá de las sombras.<br />

(Impenetrables sombras de donde muchas veces,<br />

descienden en legiones mis musicales ángeles borrachos).<br />

Los que ya van sin cuerpos porque se despojaron en el propio camino<br />

que retorna del mundo de su intimo llanto;<br />

los que van siempre heridos de paisajes por dentro,<br />

éstos únicamente quedarán liberados de la terrible lucha<br />

del humano contacto,<br />

en donde cada objeto creado es como un brazo,<br />

una garra tendida hacia otra presencia de su ser inmediata.<br />

¡qué nada estará libre del sentido del tacto!<br />

¡qué nada estará libre del crecido sentido!<br />

Ni la hormiga ni el cardo;<br />

ni la estrella ni el nido;<br />

ni la tierra ni el agua;<br />

ni la noche ni el aire;<br />

ni la selva que muere en un ardiente pecho de pezones flotantes;<br />

ni la boca que ríe encendida de rojos claveles a lo lejos;<br />

ni los ojos tampoco<br />

en donde un agua oscura va llena de sonámbulos violines delirantes;<br />

ni en esas claras gotas del celeste rocío,<br />

en donde un dulce cielo de pájaros habita.<br />

¡Que nada estará libre del firme y decidido clamor de su mandato!<br />

¡que nada estará libre!<br />

595


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

Ni el asno pensativo ni la piedra callada;<br />

ni el silencioso amante enamorado;<br />

ni la madre ni el hijo;<br />

ni tú, que has sido hecha de ardorosas palabras,<br />

en medio de los rubios arcángeles dormidos.<br />

¡que nada estará libre!<br />

Aquí, en esta tierra; en este mismo espacio en que morimos,<br />

en una eterna muerte, sin reposo.<br />

Presagio<br />

Yo estoy muerto con ella<br />

sin rumoroso llanto de azucenas,<br />

desde un pecho que extingue sus ardientes cenizas,<br />

desde la misma rosa de hielo en que ella habita,<br />

desde la misma niebla donde sus ojos miran la soledad del mundo,<br />

desde todas las cosas –inevitablemente– yo estoy muerto con ella.<br />

No valen los clarines que golpean desde el fondo terrible de los sueños;<br />

no valen los clarines con el eterno y duro gemir de sus cristales<br />

de amor resquebrajados;<br />

no vale nada ahora desde que ella se ha ido:<br />

ni el musgo que nos brinda su refugio tranquilo,<br />

ni la amarilla voz de los otoños,<br />

ni la piedra ni el nardo, ni la arcilla madura<br />

donde moldea el silencio su recóndita estatua;<br />

no vale nada ahora desde que ella se ha ido…<br />

A la orilla del llanto sereno de la noche;<br />

a la orilla del llanto donde caen las estrellas,<br />

no sé desde qué sombra yo escucho sus campanas,<br />

(palabras que se han ido de amor entre las gentes).<br />

Yo estoy muerto con ella<br />

–inevitablemente– desde todas las cosas que ignoren su presencia:<br />

El mar… la tierra… el viento.<br />

La brizna más pequeña que esté lejos de ella.<br />

La que no haya podido colgar su primavera<br />

furiosa de sonrisas o de besos,<br />

sobre el mármol sonoro que le cubre la frente,<br />

el traje que no tiene,<br />

los ojos con que mira,<br />

o esas lluviosas manos donde vienen<br />

a reposar en ella los astros sonrientes.<br />

Yo estoy muerto con ella<br />

–inevitablemente– desde donde su pena estremecida grita,<br />

donde un río como ella pasa callando siempre.<br />

596


PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA<br />

Primera variación<br />

¿De qué cielo distante, solitario, sin nombre,<br />

aquella espada vino desnuda como un río?<br />

Aquella muda espada tan fría como el vidrio desolado del aire,<br />

tan honda como el agua sin riberas del llanto,<br />

donde el dolor agita su inmensa cabellera?<br />

Para que se quebraran tus senderos de aroma<br />

hubieron de habitarle caracoles al viento,<br />

arenas retorcidas como torres de humo,<br />

como manos oscuras,<br />

como terribles dientes,<br />

hubieron de habitarle para siempre.<br />

¡Rosa muerta sin llanto de campanas de bronce!<br />

¡Isla sola, sin nubes, sobre el rosal anclada!<br />

¡Mariposa sin alas, cuyo sueño, era el cielo!<br />

Por tus propias raíces tendidas como escala:<br />

¿habrá, para morirte, que nacer un lucero?<br />

Pero no fue la muerte helada, sino el beso; el gemido profundo<br />

de tus propias espinas quien apagó la aurora vegetal de tus pétalos.<br />

Pues ya desde un antiguo dolor tú te morías.<br />

Te morías por dentro –como todos– un poco.<br />

Segunda variación<br />

Ahora que en mí siento la inconmovible eternidad gritando,<br />

como árbol erguido, como una oscura piedra caída en lo profundo<br />

en un grito que cobra su precisa medida de estatua de cielo.<br />

Ahora que en mi carne yo sé que está esculpiendo<br />

la soledad su estatua de silencio,<br />

porque no soy un bosque, sino un hombre,<br />

limitado en la forma de su humana presencia.<br />

Devuélveme mi mar de otras edades; mi fino mar de vidrio transparente<br />

desmelenado igual que los leones,<br />

con su náufrago cielo solitario en la aurora salobre de sus conchas,<br />

con sus yodos terribles, sus salitres de milenarios miedos oxidados<br />

en el bronce sonoro de sus negras campanas.<br />

¡Mi mar!<br />

¡Mi viejo mar,<br />

poblado todo de corales profundos y tenebrosos légamos primarios!<br />

El que vive aún en mí –petrificado–<br />

en olas submarinas de pretéritos llantos congelados.<br />

El mar que no se ha ido,<br />

porque en mí está varado como en el tallo del rosal la rosa,<br />

como mi corazón, sobre la tierra.<br />

¡Oh! Dame tu oscura lámpara de sombras.<br />

quiero irme de nuevo desnudando hasta volver al mar y ser sus olas…<br />

597


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

Tercera variación<br />

¡Oh llanto inagotable de no saber en dónde sembrar nuestras palabras!<br />

¡Nuestros signos sin nombres resignados,<br />

seco árbol en donde<br />

no crece ningún sueño, ninguna voz vibrante, madrugada tampoco<br />

en el cielo remoto de los otros vocablos,<br />

de los otros sollozos caídos en el coro celeste de los ángeles!<br />

¡Reino éste cerrado, igual que los melones!<br />

¡Negro como la entraña profunda de la tierra en que habitamos todos,<br />

con el solo destino vegetal de las ramas,<br />

de los troncos que existen mordidos por la tierra,<br />

sin ayer, sin mañana sino siempre!<br />

—¿No crees que como ellos también hemos vivido<br />

desde el espanto mudo de nuestra inmensa y honda desolación humana?<br />

Alguien conmigo ahora no obstante lloraría mi ruiseñor de luna,<br />

muerto de soledad entre los lirios, si no fuera por esa<br />

pared hecha de manos, de uñas y de dedos, de bocas y de dientes,<br />

en donde todo acto<br />

realizado se queda como una flor herida,<br />

como una cabellera destrozada,<br />

lo mismo que una estrella, sobre su cielo, muerta.<br />

Estamos frente a frente<br />

de una eterna verdad que nos derrumba a todos,<br />

como a livianas torres<br />

como a espigas quebradas por la mano del viento;<br />

ni tú ni yo podremos abrir un solo surco para sembrar su sombra,<br />

su endurecido aliento.<br />

Todos hemos crecido debajo de su cielo.<br />

Todos hemos crecido<br />

y ahora nuestros pechos tocan el rojo fuego crepitante<br />

que incendia sus cabellos tendidos sobre el mundo.<br />

—¿Somos ceniza o brasa para el tiempo feliz en que lloramos?<br />

¿Somos ceniza o brasa? ¡Ni tú ni yo sabemos!<br />

En una muerte larga, solitaria, sin fondo;<br />

en una muerte eterna,<br />

hecha de eternidades,<br />

siempre estamos muriendo desde todas las cosas…<br />

Conclusión<br />

¿qué descarnada mano de arcángel o demonio<br />

en la insondable noche donde termina el mundo<br />

me está cerrando siempre tu ventana más alta?<br />

¡Esa ventana tuya por donde yo he querido lanzar mi último grito,<br />

mi más pesada piedra de soledad crecida!<br />

598


PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA<br />

No es con trino de pájaros tirados a la orilla desolada del viento,<br />

con que yo quiero hacer<br />

la música seráfica de tu inefable nombre;<br />

no es con trino de pájaros ni con temblor de agua recién amanecida<br />

con que yo quiero hacer la selva de rumores que puebla tus cabellos,<br />

la sumergida arena que cruje temerosa por dentro de tus pétalos,<br />

en donde alguna playa solitaria,<br />

agoniza de albatros<br />

y de espumas;<br />

no es con trino de pájaros, sino con tierra y hojas,<br />

con buriles oscuros de espanto y de ceniza,<br />

en donde otras campanas<br />

–sin torres ni palomas–<br />

vayan tocando solas; vayan tocando solas sobre el mundo.<br />

Yo sé que el cristal tiene detrás de la perenne sonrisa de su cielo<br />

otros cielos despiertos madrugados de voces,<br />

madrugados de lirios en otras primaveras distintas a tus flores,<br />

y que no es éste ahora,<br />

el más preciso instante para arrancarle sordas palabras a las sombras;<br />

a ese universo tuyo,<br />

en donde arrodilladas están todas las cosas.<br />

Yo tendré que buscarte de nuevo en mis confines: ¡rosa propia o estrella!<br />

Yo tendré que buscarte: ¡quizá sombra caída de crespones espesos!<br />

Pero siempre mordida; toda mordida siempre de realidades mías.<br />

Sin embargo ya nunca podrá venir la muerte para llevarte ahogada.<br />

Sin embargo ya nunca habrá quien te destruya de amor o te deshaga<br />

de la más pura infancia donde enterraste todas tus raíces oscuras:<br />

Un soberbio verano te ha clavado en la entraña terrestre de mi cielo;<br />

un soberbio verano, y ya –siempre desnuda–<br />

estarás para el fuego de mis besos humanos,<br />

resuelta para el ansia de tenerte en mis labios,<br />

en donde mil demonios habrán de recibirte terribles y voraces<br />

con un fino y hambriento presente de marfiles.<br />

No importa que te sueñe o piense trastornada.<br />

No importa que te mire en otras más profundas soledades,<br />

mi amor te irá siguiendo tendido como un brazo,<br />

te irá siguiendo siempre<br />

tras todas las mudables presencias en que habites:<br />

oruga, pez o nube; luna que irá alumbrando por otros cielos altos,<br />

por otras más lejanas riberas desoladas,<br />

en donde sólo el viento de cerca te persiga,<br />

allí estará mi brazo; allí estará mi brazo como un odio crecido,<br />

como una inmensa torre para ceñir tu talle;<br />

tus tenebrosas trenzas; tu aliento desvaído;<br />

allí estará mi brazo partiendo tus corales,<br />

599


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

las auroras enanas de tus dorados senos de amor recién nacidos;<br />

hurgando en las ocultas ciudades de tus manos,<br />

en donde algún prodigio irá de nuevos soles lejanos despertando,<br />

el cielo que dormita pequeño en tus anillos.<br />

Allí estará mi brazo:<br />

mi cuerpo se habrá ido hacia otras torturas;<br />

hacia otras cadenas más hondas y distantes se habrá ido mi cuerpo.<br />

¡Sabrá Dios por qué rutas mortales irá huyendo con los ojos vacíos<br />

como un árbol perdido,<br />

lo mismo que una oscura semilla siempre sola muriendo!…<br />

¡Pero mi brazo no; mi brazo estará aquí, al lado tuyo,<br />

soberbiamente siempre como una eternidad clavada en su destino!<br />

MANUEL DEL CABRAL<br />

A Concho Primo<br />

Bajo tu potro es un juguete el llano,<br />

bajo tu potro tan dominicano<br />

que le sirve de espuela la corneta<br />

y vuela más que la guinea inquieta<br />

que en las plumas se pinta municiones<br />

para robarle el blanco a la escopeta.<br />

Mucho más que penetras y perduras<br />

cuando desgranas tus aventuras<br />

ante el espanto de la llanera<br />

que puso al cuello de los soldados<br />

el amuleto como trinchera.<br />

qué bien recuerdo tu apretón lejano:<br />

un corazón se te volvió la mano!<br />

Se me quedó tu azúcar en la hiel,<br />

como a los negros cuando cortan cañas<br />

que se les queda en el machete, miel.<br />

Y se agiganta mucho más tu historia<br />

en la alcancía de mi memoria,<br />

loro de los refranes, triunfo de las mujeres,<br />

cuando volando las cabalgaduras,<br />

eran sobre las lomas y las llanuras<br />

un tiroteo los amaneceres.<br />

hoy lo que rueda, Vale Concho, es rueda;<br />

asoma la vitrina en las vitrinas<br />

de los ojazos de las campesinas,<br />

y bajo la sotana o la moneda<br />

su flor a la santica se le queda.<br />

Mira una cruz como se pierde al vuelo:<br />

600


enredada en la hélice<br />

se va la carretera por el cielo.<br />

Mas hoy, compadre Concho, también se ve tu llano<br />

–míralo en el bolsillo del norteamericano–.<br />

Acordeón<br />

Novela del corazón<br />

cuando las manos te aprietan.<br />

—Acordeón,<br />

por tu sendero:<br />

el azul,<br />

ancho como los vientos.<br />

Viajeros blancos los negros<br />

por tu paisaje sin tierra.<br />

Acuarela<br />

PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA<br />

Fresca y repleta de cañas<br />

la mañanita de miel<br />

siente frío y se acurruca<br />

en las pupilas del buey.<br />

La carreta con su paso<br />

matinal y paulatino<br />

rechinando despertaba<br />

los guijarros del camino.<br />

Regala campos de azúcar<br />

el oro de la mañana.<br />

El humo asciende lo mismo<br />

que la oración aldeana.<br />

La calle del terruño<br />

En la puerta se queja una guitarra.<br />

La calle es una historia que camina.<br />

Mientras queriendo comentar, amarra<br />

la luna su barquita en una esquina.<br />

Se bebían los guapos del país:<br />

iba de boca en boca la botella<br />

como la boca de la meretriz.<br />

En la puerta la emoción<br />

desgranaba esta canción:<br />

mañana vendré por ti,<br />

y si no quieres venir,<br />

lo mismo que a la moneda<br />

te habrá de pasar a ti:<br />

601


de mano en mano rodando<br />

llegarás después a mí.<br />

Saltó un puñal y se clavó en la voz,<br />

y a poco tiempo el cancionero estaba<br />

caminito hacia Dios…<br />

Trasnochadora como las estrellas,<br />

bodeguita más joven que el destino:<br />

tienes aprisionada en tus botellas<br />

la tragedia del barrio y del camino.<br />

Mulata<br />

Por el camino del acordeón<br />

te vi meterte sin pasaporte<br />

en el chico país del corazón.<br />

A ratos<br />

machacas rumbas con tus zapatos,<br />

y tu cadera<br />

que padece una vieja borrachera,<br />

y tu aliento<br />

que a veces quema hasta el fular del viento,<br />

saben a la locura de tu barro mezclado<br />

de mula tropical, de sol quemado.<br />

Mulata que te hicieron de la noche y del día,<br />

en el café con leche<br />

bebo tu carne de fantasía.<br />

Tabaco para hacerlo picadura<br />

con el cuchillo de la dentadura:<br />

tu talle<br />

que le roba los ojos a la calle.<br />

Sobre el azabache de su piel lampiña<br />

meces tu carcajada de maraca,<br />

igual que la oleada tentadora<br />

de tu piel hecha en cuero de tambora.<br />

Alma de raspadura y piel de ají,<br />

quema y endulza tu mordedura.<br />

Voy a decir que te metiste en mí<br />

como si fueras una calentura.<br />

Piedra y sol<br />

COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

Los haitianos pican sobre la llanura,<br />

tienen en sus picos enredado el sol.<br />

Sobre el azabache de su piel lampiña<br />

602


lloran sus espaldas gotas de charol.<br />

hacen reverencias paulatinamente<br />

al compás del pico y la voz del son.<br />

Y como un teclado de retintas teclas<br />

riman enfilados su brutal canción.<br />

Sobre la blancura de la carretera<br />

los haitianos pican bajo un sol de ron.<br />

Las piedras chispean, y al chispear parece<br />

que los negros rompen pedazos del sol.<br />

Sinfonía negra<br />

Danzan los cocolos bajo los cocales,<br />

y su danza evoca monos de Ceilán.<br />

Carcajadas blancas rompen la armonía<br />

de sus tenebrosas carnes de alquitrán.<br />

Nórticos turistas riendo los contemplan;<br />

piel color de rosa trópico quemó;<br />

pipas newyorquinas, tufo de cerveza;<br />

se tragó la kodak los Papá-bocó.<br />

Bulle en las haitianas plática de loros,<br />

viendo como danzan hombres de alquitrán<br />

y entre sus corpiños tiemblan cocos negros<br />

que los haitianitos chupan con afán.<br />

Tierra familiar<br />

PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA<br />

Tierra,<br />

tengo en la brisa los ojos,<br />

para llevarte por ellos<br />

más allá del alfabeto.<br />

Ancha de asombro y simple de horizonte,<br />

te recogí en mis manos<br />

fatigadas de alba,<br />

para romperte como la madrugada<br />

que revienta en los picos de los gallos.<br />

Tierra-carne!<br />

te fumaban<br />

diplomáticos de seda,<br />

y te vi en la neblina de sus pipas<br />

como entre la neblina de sus frases.<br />

(Tienen<br />

educación francesa tus ciclones<br />

603


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

ante los vientos del norte).<br />

Desnuda como el instinto<br />

recién crecido en tus dientes,<br />

gritaste<br />

con la voz cimarrona de los negros<br />

bobos de cielo.<br />

Y,<br />

desde tu miniatura de bohío,<br />

se espigaba<br />

tu viento,<br />

bajo un cielo sin tiempo<br />

limpio como las casas de mis manos.<br />

Tierra clara,<br />

chica de mapa y alta de palabras.<br />

Yo desenredo el trompo de tu vida<br />

que se me dio en el sueño de la almohada,<br />

manso como los ojos de los niños<br />

triste como la risa de los negros.<br />

Tierra nueva<br />

Tierra:<br />

tu cansancio,<br />

es el mismo cansancio de la mujer encinta.<br />

Tierra:<br />

tu ventana, de par en par,<br />

hoy está del tamaño del cielo.<br />

Tus semillas son anchas como músicas grandes;<br />

y tu carne ha tomado la estatura de un grito.<br />

Tiene tu barro ahora como ademán de torre,<br />

de torre siempre abierta como el sueño del viento.<br />

Llega un soplo de horas que quieren<br />

preñar las alondras;<br />

un soplo que llega lo mismo<br />

que un pedazo de alba que se riega en el mar.<br />

El hombre te espera, tierra nueva,<br />

pan para todas las hambres.<br />

Igual que el instinto que alumbra los tiempos<br />

que ha tiempo no vieron los mudos del tiempo,<br />

la palabra camino te alarga<br />

sin el grito magnate que aprieta silencios humildes,<br />

silencios que aguardan porque tienen,<br />

aún en la sombra,<br />

la sombra cargada de rutas.<br />

604


PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA<br />

La mañana del hombre,<br />

ya se estrena en las voces de los madrugadores;<br />

la mañana que viene<br />

sobre carretas pobres,<br />

carretas que traen de lejos su catedral de fatiga.<br />

No es la América mansa,<br />

la del viento camello de las seis de la tarde<br />

suave como la muerte del cabello del indio;<br />

es la América-ovario presente y futuro.<br />

Alientos comunes<br />

siente la arcilla,<br />

siente que todos los dedos la mueven y ensanchan,<br />

los dedos que a fuerza de hambre<br />

sintieron el crimen… y no lo complacieron.<br />

Bajo el cielo de ahora<br />

la calle antigua acaba de nacer.<br />

hierve el aire,<br />

la canción de la urbe lo quema.<br />

Machos color de sueño,<br />

con la sonrisa joven y el sudor de cien años,<br />

le arrancan a la tierra<br />

las viejas cabezas,<br />

las viejas raíces del barro<br />

que sólo abonaba la sombra.<br />

Desde las azoteas del paisaje reciente,<br />

nubes nuevas (alumnas de la brisa moderna)<br />

lavan el horizonte.<br />

Saquearon la esperanza los obreros,<br />

los obreros<br />

que traen en los filos de picos y hachas<br />

el oro democrático de los amaneceres.<br />

Y romperán las puertas<br />

tus palabras.<br />

Ya lo dijo tu vuelo sin la escuela del tiempo;<br />

ya lo dijo tu aliento perfumado de altura.<br />

América:<br />

epidemia de voces,<br />

como la yerba terca por todos los caminos.<br />

En tanto,<br />

ya eriza el aire<br />

la aurora de las manos.<br />

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COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

PEDro MAríA CrUZ<br />

Llanto por la hermanita<br />

que murió a los catorce años<br />

Lo mismo.<br />

Siempre lo mismo:<br />

La muerte de tu vida<br />

que la vida de tu muerte,<br />

tus catorce años de alba<br />

que tu alba enterrada a los catorce.<br />

Lo mismo.<br />

Desesperadamente lo mismo.<br />

Tener tus párpados enterrados<br />

que abrirte en el tiempo mis párpados.<br />

Lo mismo.<br />

Pero, yo puedo proseguir, ¿que es lo mismo?<br />

Bien sé que tu desvalidez me hundía<br />

y que un propósito fiel es tu aposento<br />

que aún tiene tu constancia simple<br />

¡y donde tu amiga te arregló las dalias!<br />

Catorce años tengo<br />

porque si tengo veintiocho<br />

los otros catorce están en tu entierro.<br />

Resúmete en mis cosas<br />

y hasta en lo torvo de todas las cosas,<br />

que yo rasgaré la sombra de unas alas<br />

para que ni siquiera en la muerte<br />

te oprima el roce de una sombra!…<br />

Signo melancólico<br />

Para ti mis sueños machaqué con luceros<br />

y me fui con los besos que flechaban tus albas<br />

y tus ojos conmigo derrotaban la sombra.<br />

¡qué derrumbe de astros me causó la quimera!<br />

Yo te quise tan pulcro que te habló mi silencio<br />

y tan leve te tuve, que yo mismo interrogo<br />

si estuviste a mi lado o yo cerca de un lirio.<br />

Seré siempre mi canto para todas tus cosas,<br />

pero tan dulcemente que me quede en el canto,<br />

con lo azul en lo azul y la risa en los árboles.<br />

que bendigo la vida a pesar de tu vida,<br />

que envenena esta otra que se rompe en el pino<br />

y el puñal perfumado de este olvido sereno<br />

con tus crímenes todos que se vuelven fragancia.<br />

606


PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA<br />

TOMÁS MOREL<br />

Acordeón<br />

El acordeón,<br />

cuando lo cuelgan en la tramería<br />

de la pulpería<br />

parece un juguete<br />

que pierde su policromía…<br />

Y, sin embargo,<br />

se vuelve alegría<br />

cuando llega Mon a la pulpería.<br />

Lo traen del otro lado de los mares<br />

y parece de aquí el acordeón.<br />

Sólo que cuando viene por radio<br />

no suena como cuando lo toca Vale Mon.<br />

Con viejas cuentas<br />

El negro canta<br />

y hay una mano como que saca<br />

de su garganta<br />

notas de hiel…<br />

Y en su mirada mansa de vaca<br />

a cada paso se le atrabancan<br />

los grandes ojos de su mujer.<br />

Frente a la paila de la mulata<br />

con quien el pobre su tiempo mata,<br />

entre los cuentos y el buen café,<br />

el negro blanco de Monte Adentro<br />

ayer me dijo de un querer<br />

que se le fue:<br />

Negra que baile como ninguna<br />

allá en la fiesta de Navidá<br />

Paciente y güena comuna<br />

luna<br />

de la que salen de madrugá!<br />

La negra aquella de quien me hablaba<br />

es una negra de “Los Sirises”,<br />

por quien la cara, el Vale Pancho,<br />

la tiene llena de cicatrices.<br />

Y el pobre negro ya nunca puede<br />

aquel camino “voivé” a pasar<br />

porque lo espera el Vale Pancho<br />

con viejas cuentas que hay que arreglar.<br />

607


Framboyán<br />

COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

“Arrea, jaragana, arrea<br />

pa vei si llegamo con la frequesita de la madrugá!”<br />

Y por el camino<br />

van los campesinos<br />

rompiendo el silencio de la oscuridad.<br />

Cuentos de fantasmas y de aparecidos<br />

salen de la boca del Vale Julián,<br />

y se entera el niño de que a la muchacha<br />

la codicia el diablo desde el framboyán.<br />

Si no fuera por taita<br />

Yo no tengo derecho a quejaime,<br />

si me hubiera llevao<br />

dei consejo e máma,<br />

no me hubiera pasao…<br />

quise dejai mi rancho, mi bojío, mi amoi<br />

y toa mi pobresa,<br />

pa vení pa este pueblo<br />

a pasai trabajo rompiéndome la cabesa.<br />

Máma me desía,<br />

cuando yo e’nei bajío a to le jablaba<br />

de venime pa’ca…<br />

“No te vaya pai pueblo,<br />

no te vaya pa’llá,<br />

que lo pueblita son malo.<br />

Y la mujei que tá sola,<br />

solo jase caballá”.<br />

Y taita me aguaitaba<br />

y dipué me coitaba lo’sojo.<br />

Jata quiún día, jué peidiendo la coloi<br />

y la pasensia… y me dijo:<br />

“Ponte tu traje rojo<br />

pa que te laigue diaquí,<br />

que tu no jase faita pa ná,<br />

¡pa naíta!<br />

Jalo pronto, si no quié<br />

que le oidene a la mujei<br />

que te saque a tabaná.<br />

Láigate de prontico y no lo repita má…<br />

Y puaquí no te me arrime<br />

cuando un pueblita te jaga una desgrasiá”…<br />

608


PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA<br />

Taita me lo desía…<br />

Y dipué toa eta gente<br />

disen que lo campuno no sabemo ná.<br />

Ete pueblote grande jué la desgrasia mía.<br />

Ei día que lo ví, ¡Jesú! la calle Soi<br />

jué mi peidisión…<br />

Me acoidé de mi gente,<br />

dei conuco, dei rancho, ¡jata de mi bojío!<br />

y lo peói de tó, jue que u’nombre tallao<br />

se vino derechito y se me puso ai lao<br />

con su palabrerío,<br />

hecho el fresco, como si yo lo hubiera autorisao,<br />

Y me peidí de amoi.<br />

Me quedé alelaita<br />

oyendo como jablaba aquei ombre pueblita.<br />

Ay, así e, veidá son.<br />

Máma me lo desía. Taita tenía rasón.<br />

No nasí pa sei mala,<br />

pero una mujei si’nonra no sirve pa ná.<br />

Si no viviera e’nei pueblo<br />

fuera una mujei honrá!<br />

Me da pena pensai en mi campo.<br />

Ei probe Miguei debe tai agora<br />

mesiéndose en la hamaca y pensando<br />

lo que yo jago pua’cá…<br />

¡Si supiera que yo no baigo ná!<br />

Ei conuco, ei bojío y e’lamoisito aquéi<br />

me dan gana e voivei.<br />

¡Pero taita!<br />

Si no juera por taita yo volviera pa’allá.<br />

GLADIO HIDALGO<br />

Compañera<br />

Huerto de sacrificios que perfuma mi vida:<br />

derramas en mis noches tus abriles en flor,<br />

y gozas el instante de saberte perdida<br />

por mis negros caminos de trajín y dolor.<br />

Deparaste tus playas a mi barco suicida<br />

porque tienes la luz de un faro salvador,<br />

y así fue como el barco retornó en su partida<br />

del puerto de los Vicios al puerto del Amor.<br />

609


Es justo que se sigan mis pasos y tus huellas,<br />

así será mi vida, dentro de tu crisol,<br />

un alcázar de sombras en un jardín de estrellas…<br />

Y un día, por el triunfo de tu ideal fecundo,<br />

yo venceré a la Muerte, y en el puerto del Sol<br />

perseguiré el milagro de regalarte un mundo…!<br />

El hospedaje<br />

COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

En sombras de ignorancia, duerme la audacia.<br />

Los eternos fantasmas de la desgracia<br />

se ocultan tras la risa de sus caretas…<br />

Y un bullicio de radios, vuela a la loca<br />

entre menesterosos y alma de roca,<br />

sobre la muchedumbre de mil casetas.<br />

Oh, casetas hijastras del Improviso,<br />

de cal embadurnadas, de negro piso<br />

cuyo interior trasciende a laceria y yodo,<br />

donde el hado Refugio tiembla de frío,<br />

se muere la Vergüenza, reina el Hastío,<br />

se despereza el hombre y bosteza el Lodo!.<br />

Revuela el oro alado de las abejas.<br />

Por entre los fangales de las callejas<br />

cruzan las carretillas con sus farolas,<br />

y bajo la techumbre de los aleros<br />

duerme una fosca banda de pordioseros<br />

y la Suerte y el Sino charlan a solas…<br />

Como a un oasis llega la caravana<br />

que anhela las caricias de la mañana.<br />

Persiguiendo la pista de las pastoras,<br />

bajo anticuada veste, ronda el labriego;<br />

y avivan sus doradas muecas de fuego<br />

y sus cabellos de humo: las “humeadoras”<br />

Se abren las ricas pilas al sucio suelo<br />

por donde entre las cargas, cruza el pilluelo<br />

con ojillos de astucia y gestos de charro,<br />

mientras un negro corro de campesinos<br />

refiere los asaltos de los caminos<br />

fumando sus negruzcas pipas de barro.<br />

Suenan tras la enramada las rudas coces<br />

entre un disperso coro de escasas voces,<br />

610


PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA<br />

y sobre el rubio junco de las esteras<br />

al nocturno bochorno de las arcadas,<br />

duermen las campesinas, abandonadas,<br />

y ruedan los infantes de las cualquieras…<br />

La implacable Miseria se alza en su trono<br />

sobre los pedestales del abandono.<br />

Mercurio hace codicia de sus aletas,<br />

hasta que la silente fortuna acuda<br />

y la canción del oro se torna muda<br />

cerca de las esteras y las mesetas.<br />

Cesaron las canturías de los voceros.<br />

Ante los mostradores de los tenderos<br />

sube azul de tabaco y olor a alcohol,<br />

y en medio de la turba de las gitanas<br />

prestas al sortilegio de albas mundanas,<br />

creando paradojas, charla Sampol.<br />

La luz de las ampollas, en charcos, erra.<br />

Sobre la podredumbre de negra tierra,<br />

bajo inmisericorde toldo de cielo,<br />

divagan los pollinos aparejados<br />

junto a los hortelanos, que amontonados<br />

dormitan sobre frutos del patrio suelo.<br />

Indiferente al tizne del recipiente<br />

sahumó el rubí de brasas, el agua hirviente<br />

que aguardan, cenicientos, los coladores,<br />

para tornar el áureo café caliente<br />

en sorbo que amenice la incoherente<br />

charla de los cuentistas trasnochadores.<br />

Al par de los relatos de las triviales<br />

historias picarescas, sentimentales<br />

revuelan los preludios de las guitarras<br />

con las rojas luciérnagas de los braseros,<br />

y el punto de partida de los troveros<br />

ameniza el concierto de las cigarras<br />

Olor a viñas muertas vaga a distancia.<br />

El vaho de las aves, con la fragancia<br />

de los racimos huéspedes de los rincones<br />

mézclanse mientras vibran en los sitiales<br />

los acres alaridos de los timbales<br />

y harto se desperezan los acordeones.<br />

611


La luna irguió sus oros plenilunares.<br />

Al eco sonoroso de los cantares,<br />

humedecido y fétido, sueña el establo,<br />

en tanto que se yerguen como panteras<br />

las belicosas turbas de las rameras<br />

torvas como Lujuria: la hija del Diablo.<br />

La promesa a la madre<br />

Tú lo comprenderás… ¡pero muy tarde!<br />

cuando mi escasa juventud, rendida,<br />

sea, tan sólo, la nube de un alarde,<br />

bajo el azul del cielo de tu vida.<br />

Esta inutilidad que en mí vislumbras<br />

es un clarín de alerta entre barrancas,<br />

porque adoro el silencio y las penumbras,<br />

los días negros… y las noches blancas.<br />

Nada me importa la existencia enferma<br />

desta Villa Esmeralda que irrisoria,<br />

tragó miserias, y, a la luz de esperma,<br />

nubló mi cuarto y se perdió en mi historia.<br />

he sufrido, al azar, las decepciones<br />

que aniquilan el ansia de ser bueno,<br />

porque virtud sin oro ni blasones…<br />

maldito el lirio que surgió del cieno!<br />

Pero yo he de llegar… tal como el río<br />

que las heridas de un desierto estaña;<br />

sin estos ímpetus de mar bravío<br />

que toca cielo si se alzó montaña.<br />

Sé que juzgas pueril esta agonía<br />

de arte sin luz y soledad pagana<br />

que florece en los cardos de mi vía…<br />

Tú lo comprenderás… ¡Pero mañana!<br />

Tu antojo<br />

COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

Tu antojo ha perfumado mi vida sin fortuna,<br />

y hoy mi verso es el pájaro que viola tus linderos<br />

porque eres el jardín bajo el claro de luna:<br />

llenas de claridades los senderos…!<br />

612


PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA<br />

Por llegar a tu huerta florecida<br />

donde fueran mis versos: tus mirlos prisioneros,<br />

quién pudiera llegar hasta tu vida<br />

por un azul camino de luceros!<br />

HÉCTOR INCHÁUSTEGUI CABRAL<br />

Canto triste a la patria bien amada<br />

Patria…<br />

y en la amplia bandeja del recuerdo,<br />

dos o tres casi ciudades,<br />

luego,<br />

un paisaje movedizo,<br />

visto desde un auto veloz:<br />

empalizadas bajas y altos matorrales,<br />

las casas agobiadas por el peso de los años y la miseria,<br />

la triste sonrisa de las flores<br />

que salpican de vivos carmesíes<br />

las diminutas sendas.<br />

…una mujer que va arrastrando su fecundidad tremenda,<br />

un hombre que exprime paciente su inutilidad,<br />

los asnos y los mulos,<br />

miserable coloquio del hueso y el pellejo;<br />

las aves de corral son pluma y canto apenas,<br />

el sembrado sombra,<br />

lo demás es ruina…<br />

Patria<br />

es mi corazón un acerico<br />

en donde el recuerdo va dejando<br />

lanzas de bien aguzadas puntas<br />

que una vez clavadas temblorosas quedarán<br />

por los siglos de los siglos.<br />

Patria,<br />

sin ríos,<br />

los treinta mil que vio Las Casas<br />

están naciendo de mi corazón…<br />

Patria,<br />

jaula de bambúes<br />

para un pájaro mudo que no tiene alas,<br />

Patria,<br />

palabra hueca y torpe<br />

para mí, mientras los hombres<br />

miren con desprecio los pies sucios y arrugados,<br />

613


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

y maldigan las proles largas,<br />

y en cada cruce de caminos claven una bandera<br />

para lucir sus colores nada más…<br />

Mientras el hombre tenga que arrastrar<br />

enfermedad y hambre,<br />

y sus hijos se esparzan por el mundo<br />

como insectos dañinos,<br />

y rueden por montañas y sabanas,<br />

extraños en su tierra,<br />

no deberá haber sosiego,<br />

ni deberá haber paz,<br />

ni es sagrado el ocio,<br />

y que sea la hartura castigada…<br />

Mientras haya promiscuidad en el triste aposento campesino<br />

y sólo se coma por las noches,<br />

a todo buen dominicano hay que cortarle los párpados<br />

y llevarle por extraviadas sendas,<br />

por los ranchos,<br />

por las cuevas infectas<br />

y por las fiestas malditas de los hombres…<br />

Patria…<br />

y en la amplia bandeja del recuerdo,<br />

dos o tres casi ciudades,<br />

luego,<br />

un paisaje movedizo,<br />

visto desde un auto veloz:<br />

empalizadas y altos matorrales…<br />

Invitación a los de arriba<br />

Sí, a vosotros yo os invito;<br />

si queréis bajar,<br />

podéis hacerlo.<br />

¿que no tenéis cuerdas,<br />

ni escaleras de mano,<br />

ni los deseos ni los impulsos necesarios?<br />

Tanto peor para vosotros,<br />

para vosotros que vivís<br />

nada más que para la blanca superficie:<br />

o mantel o sábana o pañuelo,<br />

el fino pañuelo de hilo perfumado<br />

con la mentida artificial fragancia de los azahares.<br />

Me diréis que tengo cara de ahorcado,<br />

614


PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA<br />

dedos de mecanografista y un gesto,<br />

bastante subrayado,<br />

de viajante de comercio que no ha echado todavía<br />

el pie a una mala bicicleta.<br />

Lo veis, moscas, lo veis,<br />

os conformáis con el perímetro,<br />

el perfume y la apariencia;<br />

os invito a bajar al centro de mi sangre<br />

y por miopes os prestaré<br />

lentes racionalistas<br />

y ese sencillo y claro estado de alma<br />

del pobre que compra,<br />

pasado mediodía,<br />

el desayuno de los hijos hambrientos.<br />

Si no habéis sufrido hambre todavía<br />

y puede que sí, por culpa, es natural,<br />

de la científica dietética,<br />

yo os daré la clave para llegar a mi corazón:<br />

y cuando lleguéis, gratamente asustados,<br />

en voz muy baja, que tendrá tembores<br />

propios de la alcoba y del jardín diréis:<br />

Comenzaré por descreerlo todo,<br />

por negar cuanto me dijeron que era grande;<br />

desde la pluma del militar gorrión<br />

hasta la pluma del escritor pagado<br />

de sí mismo y con oros ensangrentados e inicuos.<br />

Creeré en la mansa igualdad de los hombres<br />

y en la sencilla complejidad de las cosas pequeñas,<br />

en el apretón de manos del amigo,<br />

y en el cigarrillo y los fósforos prestos<br />

a ser dados,<br />

en el minúsculo miedo a las voladoras cucarachas,<br />

y en ese sagrado temor a las mujeres<br />

que no hablan casi y miran mucho,<br />

enlutadas tras un silencio,<br />

como emboscadas y tremendamente alertas,<br />

esperando el momento propicio para saltar diciendo:<br />

porque me compadeces eres mío…<br />

Ya sé que he hablado de más,<br />

pero soy de esos a quienes satisface mejor<br />

el pago hecho en sonrisas<br />

que en flamantes billetes de banco.<br />

615


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

No bajaréis, no, os quedaréis<br />

en vuestro mundo,<br />

con el corazón seco y amarillo,<br />

sí, os quedaréis, vosotros<br />

los de la astucia amanerada,<br />

y no será porque os faltan los dos pies,<br />

que indican que estáis más cerca<br />

del ridículo mono<br />

que del caballero chivato<br />

cuyas barbas pecadoras no tenéis derecho ni a besar.<br />

Os invité de buena fe,<br />

¿y qué le vamos a hacer?…<br />

Pero creedme, sufro mucho con los animales pequeños<br />

cuando están heridos o enfermos,<br />

el mulo con su pata partida<br />

me parte el corazón;<br />

la avaricia y la incomprensión<br />

también me hacen derramar lágrimas amargas,<br />

unas lágrimas que tengo reservadas<br />

para esa patética hora<br />

en que la mujer nos pide<br />

o un poquito de llanto<br />

o un tanto así de recitación…<br />

Pero tanto mejor, quedaos arriba,<br />

con vuestros entorchados y vuestras libretas<br />

cuyas cuentas están cargadas de sudores ajenos,<br />

los de abajo tenemos algo que crece y fructifica,<br />

algo que nace sin que sepamos cómo<br />

y que no muere nunca: el odio y el desprecio…<br />

Además, contamos con vuestro apego a la vida,<br />

y por ello somos camorristas,<br />

y debajo de la americana llevamos<br />

periódicos doblados en tal forma<br />

que os hacen ver que hasta los dientes<br />

vamos armados.<br />

Inventamos las intoxicaciones<br />

y las huelgas,<br />

los ladrones y los asesinos que no dejan huella,<br />

las prostitutas vestidas de negro,<br />

que cobran su virginidad en cada día;<br />

los duendes, las quiebras, los fantasmas,<br />

las locuras, las paranoias,<br />

los ciclones, las vitaminas,<br />

todo para vuestro susto,<br />

616


PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA<br />

lo hemos inventado nosotros los de abajo,<br />

los del indiscreto microscopio,<br />

los de la gacetilla larga,<br />

los de la escoba,<br />

los de la paciencia,<br />

los del telescopio y los del asador.<br />

Retorno al hombre<br />

¿Y el hombre?<br />

Sí, esa forma regular de lodo,<br />

espíritu y microbios…<br />

Ese mismo que puso la primera piedra de la base<br />

y la última teja del tejado,<br />

el que secó su cabeza en fiebres redentoras,<br />

el que comió del pan amargo y tragó lágrimas,<br />

mientras en su pecho se cocían,<br />

mejores, sus hijos y los hijos de sus hijos…<br />

Ese ha de contar,<br />

pero no le tiréis delante cosas materiales,<br />

no levantéis ante su frente sin nubes<br />

y sus manos pecadoras<br />

decididas murallas de prejuicios y cal y piedras.<br />

Respetadle,<br />

no es el gusano que pide podridas hojas y sombra,<br />

no,<br />

es el hijo descarriado que Dios amó<br />

que busca la perdida senda<br />

y sangra y llora,<br />

mientras sobre sus hombros se abren<br />

encarnadas rosas,<br />

y sus pies, heridos y cansados,<br />

van enterrando los últimos delicados nardos.<br />

No le insultéis con abstracciones,<br />

quitadle la pesada cadena que lleva en la cintura,<br />

dadle agua limpia,<br />

luz que no hayan cernido sucias nubes,<br />

polvo sin humanos huesos,<br />

tierra que no hayan hollado<br />

férreos y matemáticos corceles;<br />

alojadle junto a vuestro corazón,<br />

llamadle hermano,<br />

tratadle como al vagabundo pequeño<br />

617


que añora no el consejo sabihondo<br />

sino el cuento de hadas,<br />

el muñeco que siempre está de pie,<br />

la sombra generosa de Charlot<br />

y los manjares sin cruces de merengue.<br />

Llamadle hermano<br />

y no miréis sus uñas<br />

ni su camisa rota;<br />

respetad su barba sucia<br />

y sus palabras ligeras que se remontan a la nube y al ensueño;<br />

respetad su llanto,<br />

perdonad su triste continente;<br />

en el nombre de los que sufren lo pedimos<br />

nosotros los de la palabra hueca y torpe,<br />

los que nos anudamos la corbata todas las mañanas<br />

y tenemos el calor de la cabeza de los hijos<br />

para comprender y serenarnos.<br />

que tu casa sea su casa,<br />

donde hay un techo sobran lechos.<br />

La tierra es madre común<br />

y los hombres, sus bestias predilectas.<br />

Pero que no se levante un solo hogar,<br />

ni uno solo,<br />

en la tierra que envenenó la furia fría<br />

de imbéciles irresistibles caballos<br />

y que agotó de dulces posibilidades<br />

el pie limpio y ladino del mercader.<br />

En esas tierras no se da el hombre,<br />

nace porque dos seres se aparearon<br />

para desgracia suya y de los suyos.<br />

Jóvenes, golpead con vuestros puños,<br />

viejos, con el regatón de los bastones,<br />

los monstruos con patas de bélicas orugas<br />

y veréis que están vacíos y que si el hombre fuera cuerdo<br />

se pudrirían sobre la tierra<br />

como las frutas venenosas,<br />

como las aguas muertas.<br />

Secreto<br />

COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

Eres algo más que un recuerdo que viene<br />

por un camino trazado bajo aguas azules<br />

con peces insomnes y algas tranquilas.<br />

618


PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA<br />

Eres algo más que lumbre de estrellas<br />

madurada en el calor de las hojas<br />

que el viento despierta por las madrugadas,<br />

porque estás hecha de la sustancia<br />

con que el sueño fabrica sus figuras,<br />

con que la fiebre expresa lo que halló<br />

en el fondo tembloroso de la angustia que no tiene nombre.<br />

he oído tu voz en otros mundos,<br />

he sentido tu presencia en los humildes valles<br />

en donde vuelven a crearse la penumbra, los lagartos y el silencio.<br />

he tocado tus manos en las manos de los niños,<br />

siempre insumisas y locas;<br />

y en las manos ásperas y mansas<br />

de los que están a pique de caer<br />

en el vacío de la muerte.<br />

Te he sentido en el rumor blando y triste<br />

de las aguas de los arroyos pequeños,<br />

que arrastran con dolor y sin premura<br />

sus rotas sandalias por un fango en donde crecerán,<br />

más luego, allá por el estío,<br />

las yerbas bobas que hundirán sus raíces<br />

en los abandonados camarones,<br />

en los ridículos y torpes esqueletos de los pecesillos<br />

que fueron grises una vez y que son siempre<br />

la gracia de las aguas tranquilas<br />

cuando están bajo árboles muy grandes,<br />

con muchas hojas,<br />

sin un solo pájaro,<br />

y que encierran entre las serenas ramas<br />

un ambiente que invita quedamente al sueño<br />

y que nos obliga a pensar como huérfanos del mundo.<br />

he oído tu voz cuando lo agradable<br />

abrió las anchas puertas de la risa<br />

o cuando la sonrisa abrió su ventana sobre un día<br />

en que éramos inexplicablemente felices.<br />

he visto el brillo de tus ojos<br />

en las minúsculas cosas amadas,<br />

en las naderías en que sólo se detienen<br />

los que andan mal de la cabeza<br />

y los que saben que tras la brisa del atardecer<br />

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COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

lloran niños perdidos<br />

y las vírgenes que envejecen a la sombra de las costumbres.<br />

Te he visto y te he sentido y te tengo<br />

en todo lo que los otros creen sin importancia,<br />

en lo que no mencionan nunca,<br />

en lo que he tenido que descubrir<br />

para saberte junto a mí por siempre…<br />

PEDRO MIR<br />

Abulia<br />

¡Mi vida va de viaje en un bostezo!<br />

Desflorada de rutas,<br />

mi vida se ha olvidado del camino<br />

y se orienta en mi barro.<br />

¡Cuántas volutas de pensamiento<br />

salen de las cenizas de mi cigarro!<br />

Mi carne se hace plástica de hastío<br />

y se da en la amplitud de un desperezo.<br />

Después de todo, yo soy mío.<br />

Mi vida es un navío<br />

que ha cabido en el charco de un bostezo.<br />

Alegría de la mañana blanca<br />

Son,<br />

las nubes<br />

de almidón.<br />

¡Estoy de versos henchido<br />

como una vela blanca!<br />

Alza mi alma un sonoro<br />

cáliz de ritmos de plata,<br />

en la misa del sol y del verso<br />

bajo los cúmulos de almidón.<br />

¡Esta es la fiesta de un hombre<br />

que emborrachó de emoción!<br />

¿quién te llevó por el río<br />

para besarte la falda?<br />

¿quién te decía los versos<br />

y te confiaba las cartas?<br />

¿quién te apretaba el meñique<br />

y los besos te robaba?<br />

Ah, las nubes de almidón<br />

620


me poetizan la mañana!<br />

Nadie te cuenta mis gozos<br />

de almidón de nube blanca!<br />

Y tu sombra me persigue<br />

por esta alegría larga…<br />

¡Siga el canto! ¡Siga el canto!<br />

¡que el pecho me da en merengues<br />

un corazón de guitarras!<br />

Están de almidón los días<br />

y de almidón las semanas:<br />

días,<br />

semanas,<br />

días,<br />

semanas,<br />

y siempre las alegrías<br />

de almidón por las mañanas.<br />

¿quién sorprendió los cariños<br />

de tu boca recitada?<br />

¿quién te enseñó los caminos<br />

y te contó las pisadas?<br />

¿quién se achicó en tus pupilas<br />

por culpa de una mirada?<br />

Ah, la mañana se asombra<br />

de nubes almidonadas!…<br />

Fiebres de luz y de sombra<br />

violentamente contrastan,<br />

las mismas que me dibujan<br />

y en tus ojos me retratan.<br />

¿Fiesta? la de tus ojos.<br />

¡Parranda! la de tu cara.<br />

Felicidad y alegría.<br />

¡Triunfo de nubes blancas!<br />

Conviérteme todo en besos<br />

para estamparme en tu alma!<br />

Pour Toi<br />

PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA<br />

Estoy de ti florecido<br />

como los tiestos de rosas,<br />

estoy en mí floreciendo<br />

de tus cosas…<br />

Menudo limo de amores<br />

abona mis noches tuyas<br />

y me florecen de sueños<br />

como los cielos de luna…<br />

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COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

Como tú mudo los pasos<br />

y la distancia es más corta,<br />

hablo en tu idioma de amor<br />

y me comprenden las rosas…<br />

Es que ya estoy florecido.<br />

Es que ya estoy floreciendo<br />

de tus cosas…<br />

RUBÉN SURO GARCÍA-GODOY<br />

Alba escrita en la tarde<br />

hablaré más allá de mis palabras.<br />

Llegaré más allá de tus oídos.<br />

Si pudiera penetrar a tu alma<br />

a través de tus ojos,<br />

le hubiera ya dicho<br />

que tu imagen fatigó mi fatiga.<br />

Y ahora,<br />

cuando tu presencia no es carne<br />

y puedo decir en voces<br />

que tu recuerdo<br />

—que es espíritu<br />

es una tentativa de felicidad;<br />

cuando más me siento<br />

esclavo de tu cariño ignorado,<br />

empiezo a darme cuenta<br />

de que este amor naciente,<br />

nutrido con miradas,<br />

dormido con pensamientos albos,<br />

puede edificar destinos<br />

y adelantar futuros.<br />

No le temo al gris-tristeza de esta tarde;<br />

tu boca trae el rojo-alegre de los levantes mozos,<br />

tu gesto, la gallardía de las razas caribes.<br />

Elegida:<br />

tú puedes eternizar los amaneceres<br />

y hacer sonreír al Dolor;<br />

por eso voy a ti,<br />

tan impalpablemente como tu silencio.<br />

Caminante ayer,<br />

hoy me siento camino<br />

para recibir la caricia de tu planta!<br />

622


PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA<br />

CUATRO POEMAS Y UNA SOLA INTENCIÓN<br />

Estrofas de pueblo para muchacha de campo<br />

I<br />

¡qué traje el que yo te traje<br />

del pueblo aquella mañana;<br />

luciéndolo siete días<br />

se endominga una semana!<br />

Martes en el calendario,<br />

pero domingo en tu traje.<br />

Agua limpia, brisa y sol,<br />

¡qué fácil tu maquillaje!<br />

Muchacha de la sabana,<br />

retina para verdores,<br />

en tu voz hallaron jaulas<br />

alondras y ruiseñores.<br />

Cómo me río del río;<br />

que, ambicionando agua clara,<br />

en tus pupilas mil veces<br />

lo vi lavarse la cara.<br />

Ruborizado y arisco,<br />

cuando desnuda tú asomas,<br />

cambia su azul en verdores<br />

el camaleón de las lomas.<br />

Y al baño, muchacha, al baño!<br />

sin dueños del caserío:<br />

bebiendo sus transparencias<br />

le quitas la sed al río.<br />

Cuidado con quien te toque<br />

la epidermis quinceañera;<br />

caricia para tus carnes;<br />

¡el agua de la chorrera!<br />

Estrofas de campo para muchacha de campo<br />

II<br />

Causa juite e mi condena,<br />

degrasiá de mi esití;<br />

con saboi a yeiba güena,<br />

con oloi a pachulí,<br />

623


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

te saborié vueita pena<br />

i en ei recueido te olí.<br />

Si aifilei jue tu mirá<br />

mi pecho jue prendedoi;<br />

si jue grande la pinchá<br />

jue ma grande mi doloi.<br />

El fogón tando apagao<br />

i etando trite el bojío,<br />

señai e de enamorao<br />

que jue correpondío.<br />

¡Ai si aguaitara ei conuco!<br />

dende ei día e tu despresio<br />

loj matojo y loj bejuco<br />

pusién puei suelo su presio.<br />

Cojí en ei chaico un lucero<br />

pa alumbrai al amoi tuyo,<br />

lo econdí dentre ei sombrero<br />

i en ei ta vueito cucuyo.<br />

Mi aima ta condená<br />

a sufrí de mai de amoi;<br />

tan mala e mi enfeimedá<br />

que ni en la sana ei dotoi!<br />

Poi ti siento yo un calambre<br />

que me ará vetí moitaja<br />

Ei pan no mata mi jambre<br />

ni mi sé tiene tinaja.<br />

Estrofas de campo para muchacha de pueblo<br />

III<br />

Ei día que yo la vide<br />

no sé lo que jué de mí:<br />

ai cosa quei cueipo pide<br />

no debiéndola pedí.<br />

Ella vino con la fresca<br />

dei lao en que sale ei soi,<br />

era entonces tiempo e seca<br />

i en seca nació mi amoi.<br />

Mi amoi jué planta maidita<br />

que no debió de nacei,<br />

624


ni la mema agua bendita<br />

la via jecho florecei.<br />

La peché por ti trillito…<br />

a decile mi pasión,<br />

vide yo aquello sojito<br />

i me faitó desisión.<br />

Bailé con ella una noche…<br />

noche que jué como ei día.<br />

La cabesa me se moche<br />

si no e cosa e brujería:<br />

¡ei merengue de esa noche<br />

lo toi oyendo toavía!<br />

Tre mese pasó en la finca<br />

sin podeilo yo evitai;<br />

tre mese un amoi que junca<br />

no e pa podeise contai.<br />

Envío:<br />

PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA<br />

Coitante sin sei cuchillo,<br />

mujei de la población,<br />

tu amoi jué como un cadillo<br />

pegao en ei corazón!<br />

Estrofas de pueblo para muchacha de pueblo<br />

IV<br />

¿Amor?<br />

Este amor de la ciudad,<br />

que ve antes que a la novia<br />

los caudales del papá.<br />

Labios cargados de “rouge”<br />

para un beso artificial,<br />

enseñado en el cinema<br />

por el último galán.<br />

(La Vergüenza está “knock-out”<br />

y en camillas la Moral).<br />

Muchachas –flores de “flirt”–<br />

marchitada castidad:<br />

la cabeza en hollywood,<br />

los pies en tierra natal.<br />

Amor: sed de gasolina.<br />

Amor a velocidad,<br />

625


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

que habla en libretas de banco<br />

para poderse expresar.<br />

¿Amor?<br />

Este amor de la ciudad,<br />

que encuentra en el “Beauty Parlor”<br />

una fórmula industrial<br />

–maravilla de cosmético–<br />

para detener la edad.<br />

Amor a base de química<br />

–Max Factor dictatorial–.<br />

Amor que piso con “dollars”<br />

poseer la Felicidad;<br />

que sabe más de finanzas<br />

que de cosas del hogar…<br />

¿Amor?<br />

Este amor de la ciudad,<br />

¡que cubre sus desnudeces<br />

con trajes de celofán!<br />

Palabras de niebla en presente de olvido<br />

1<br />

Borrada de lejanía.<br />

Ausente de mis horas y de mi tiempo.<br />

No eres una cicatriz<br />

porque el pasado no fue una herida.<br />

Divorciada de mi realidad:<br />

Muerta<br />

como los días de un calendario antiguo.<br />

¡Olvidada!<br />

verso que no se recuerda;<br />

canto que no se canta;<br />

palabra que no se repite.<br />

2<br />

Mes y medio<br />

mirando aquel mar de fotografía<br />

sonriéndole a una sonrisa que no era la tuya;<br />

mes y medio<br />

perdido en unos ojos-faros<br />

que no eran tus ojos.<br />

626


PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA<br />

3<br />

No olvido que olvidaste<br />

que mi verso se compra con verso;<br />

que ritmo es más que cifra;<br />

que arte es más que moneda.<br />

4<br />

Perdida.<br />

Lejanamente perdida.<br />

Pañuelo de niebla<br />

que no se agitó para la despedida.<br />

Pañuelo de niebla<br />

que no secó lágrimas.<br />

5<br />

El corazón es el mismo:<br />

¡simplicidad de asta que cambió de bandera!<br />

Soneto de yodo y sal<br />

El mar quiere ser cielo y hace nubes de espuma;<br />

su epidermis friolenta se da baños de sol;<br />

hace poco quitose sus frazadas de bruma<br />

y en pijamas azules lo ha visto un caracol.<br />

“Reservoir” de idealismos. Disolvente de penas.<br />

Los ojos, los anhelos… mirarlo es navegar.<br />

Las olas se suicidan cumpliendo las condenas<br />

que ante los arrecifes les dicta el mismo mar.<br />

Un barco fuma pipa quemando el horizonte.<br />

Siento que mi Alegría se eleva como un monte;<br />

(dudo del alpinismo de mi antiguo Dolor…).<br />

Las palmeras de playas son gigantes sombrillas.<br />

El viento riza el agua que cortaron las quillas,<br />

¡mientras dos garzas blancas se enrojecen de amor!<br />

FrANCiSCo DoMíNGUEZ CHArro<br />

Grave<br />

La corola de nardo de tu<br />

piel taciturna, retorna<br />

en las pupilas de los<br />

silencios largos.<br />

627


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

¡Oh, pestañas afiladas<br />

de los recuerdos grávidos!<br />

¡Oh dedos de la duda<br />

sugeridos!<br />

Oh, cicatrices azules!<br />

¡Oh cauces del anhelo!<br />

Luciérnagas de ámbar!…<br />

Las manos del destino se estremecen<br />

volteadas en mis himnos<br />

de plata.<br />

Las tragedias humanas<br />

abren cauces de acero de duda<br />

en mis portales.<br />

Y mi frente dolida ha espigado<br />

la duda en los rosales.<br />

¿Tendrán mis plenilunios al fin<br />

de la jornada sangre de otros<br />

dolores?<br />

Yo no puedo dudarlo…<br />

Viejo negro del puerto<br />

Viejo negro del puerto,<br />

hace mucho que vengo mirando<br />

la oscura silueta de tu cuerpo manso,<br />

deslizarse, en silencio, en las noches,<br />

del muelle a lo largo;<br />

por recintos cargados de sombra<br />

con tu fardo de penas a espaldas,<br />

yo te he visto escrutando, a lo lejos,<br />

algún raro misterio<br />

perdido en lo alto…<br />

Y te he visto, sumiso,<br />

responder al reclamo,<br />

–de ese grito silente de tu alma–<br />

cuando aspiras el humo en tu pipa<br />

en profundas y lentas bocanadas…<br />

Y te he visto, también,<br />

deshilar el fulgor<br />

628


PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA<br />

de tus ojos noctámbulos<br />

por las aguas plateadas…<br />

¡Viejo negro del puerto!<br />

Esta noche de niebla es propicia<br />

al rito mudo de tu fervor atávico;<br />

prende tu pipa fuerte,<br />

embriágate de trópico<br />

sumérgete en ti mismo<br />

y apura tu nostalgia…<br />

Escancia la tortura de tu alma<br />

en un festín inmóvil con tus ansias:<br />

Insúflate en la nada,<br />

penetra los abismos insondables,<br />

fija la indescriptible quietud<br />

de tu mirada,<br />

y acorta la jornada redentora<br />

de tu retorno al África…<br />

Viejo negro del puerto,<br />

retorna en el espíritu<br />

a tu selva sagrada.<br />

Embárcate en la leve piragua imaginaria<br />

de tu inconsciencia mártir,<br />

–y llora inconsolable–<br />

que en esta noche lánguida<br />

sólo un millón de estrellas<br />

verán correr tus lágrimas…<br />

Viejo negro olvidado;<br />

beodo iluso de agonías nocturnales;<br />

yo he visto: muchas veces, tu herida destilando<br />

llamaradas intensas de fugas ilusorias,<br />

y tus pupilas mansas<br />

se han teñido de selva<br />

en actitud fantástica…<br />

¡Viejo negro del puerto!<br />

¿qué deseo te taladra?<br />

¿qué mística idolátrica<br />

penetra tus entrañas<br />

que, inmóvil como estatua,<br />

te embriagas de fulgor<br />

de mil estrellas lánguidas…?<br />

................................................<br />

…Inútilmente sueñas<br />

con tu retorno al África.<br />

629


COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

Si pudieras tejer con tus brazos<br />

un pedazo de jungla flotante<br />

y dejarte arrastrar por los mares…<br />

o tejer con clarores de luna<br />

un velamen muy blanco y extraño<br />

y dejarte impulsar por el aire:<br />

–¡qué aventura tan grande!–<br />

¡Viejo negro del puerto!:<br />

quisiera consolarte!<br />

Yo que no he visto nunca<br />

(Leyenda Verdadera)<br />

Tú eras en lo profundo de mis alas<br />

una hundida quimera de puñales;<br />

y de tu primavera hasta mi piel,<br />

un diluvio de flechas orquestales!<br />

Eras como caricia intravolcada<br />

para mi vastedad de corazón.<br />

Y en mi emoción ardías prisionera,<br />

y aromada de nardos!<br />

¡Oh, moreno trigal anisperado<br />

de tu pávido seno!<br />

Yo que no he visto nunca los trigales<br />

presentí el ámbar tibio de tu pecho…<br />

honda… Lenta… Solemne… Introvertida.<br />

Dormida intimidad!<br />

Cuajada cera tersa de panales!<br />

Flor de silencio…<br />

................................................<br />

Cóncava unción de luz eran tus ojos.<br />

Rosa crema de sol era tu gesto.<br />

Y eras la lejanía de la albahaca…<br />

¡maciza plenitud serían tus besos!<br />

¡Mi amor divinizó el sublime anhelo<br />

de triunfarte a mi sol!<br />

Arroyuelo en delirio fue mi intento!<br />

................................................<br />

Yo interrogo las alas de esta ausencia<br />

que imagina retornos de marfil!<br />

Yo interrogo tu ocaso, luna sepia!<br />

y acaricio tu imagen, tarde azul…<br />

630


Yo que jamás he visto los trigales,<br />

presentí los trigales de tu cuerpo.<br />

Yo que no los he visto –Amada–<br />

estoy en el trigal de tu recuerdo.<br />

Me han dicho los poetas de mi tierra<br />

que es blanco el cisne, de plumaje, y lento;<br />

yo no lo digo Amada, pero puede<br />

ser cierto…<br />

Me han hablado de góndolas azules,<br />

y dulces barcarolas de Venecia.<br />

Amada, yo que no he visto nunca<br />

las grandes maravillas de la Grecia,<br />

de Roma ni Estambules,<br />

yo que no he visto nunca los trigales…<br />

regálame la espiga de tu cuerpo!<br />

MARIANO LEBRÓN SAVIÑÓN<br />

Canción<br />

En tu casa puso el viento<br />

un canto verde de pino.<br />

El mango meció en sus ramas<br />

una floración de nidos.<br />

Formó una alfombra de sangre<br />

el flamboyán florecido.<br />

Y en tu casa puso el viento<br />

un canto verde de pino.<br />

El algarrobo robusto<br />

perpetuó el eco de un grito<br />

de lechuza. Era de noche<br />

y había luz en el camino.<br />

Y en tu casa puso el viento<br />

un canto verde de pino.<br />

Canción<br />

PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA<br />

Estaba frente a frente a tu sonrisa.<br />

Estaba frente a frente a tu mirada.<br />

Miramos a la bóveda infinita<br />

y no tuve noción de dónde estaba.<br />

Un árbol, un camino y unas flores.<br />

(La noche vive aún en mi recuerdo)<br />

631


Pronunciaste mi nombre quedamente<br />

y vagamente te busqué en el cielo.<br />

Canción<br />

Partiré sin olvido ni rencores.<br />

La caricia del aire se hará blanda.<br />

Seré un niño mimado en el arrullo<br />

de la noche clara,<br />

y tendré<br />

una sonrisa blanca y una mirada suave.<br />

Tenderé mis brazos a tus ojos<br />

en un desesperado aliento de partida,<br />

y miraré en tus ojos la cadencia<br />

de mis sueños benditos.<br />

Un punto ya en el horizonte<br />

y aún llevaré en mis labios<br />

tus lágrimas amargas de tristeza.<br />

Canción<br />

COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

Sombrío caminante me detuve.<br />

Tú estabas como sol de primavera.<br />

había una canción de ecos lejanos<br />

en el silencio azul de la alameda.<br />

quise escrutar en tu vivir temprano<br />

el sueño que se esconde en tu mirada.<br />

(Se apagó la canción. Nació en mi pecho<br />

otra canción de amor. Cantó mi alma).<br />

Me acerqué a tus pupilas. Me abrasaba la sed.<br />

Te pedí agua. Te tendí los brazos.<br />

Y en el silencio azul de la alameda<br />

me brindaste la fuente de tus labios.<br />

Todo fue entonces azul. No ya el silencio<br />

sino la luna y los astros y tu boca.<br />

Y seguí mi vagar de peregrino<br />

por una nueva floración de rosas.<br />

632


<strong>Teatro</strong><br />

manuel rueda. la TrInITarIa BlanCa


manuel rueda<br />

la TrInITarIa BlanCa<br />

(ComedIa dramáTICa en Tres aCTos)<br />

Prólogo<br />

N o. 14<br />

Ju a n Go n z á l e z-Ch a m o r r o


PrÓloGo<br />

es indudable que toda obra dramática adquiere su verdadero sentido, su exacto significado,<br />

al tomar realidad escénica, al ser representada; pero también es cierto que nada<br />

tan efímero como la vida física de una realización teatral. en la inexorable mecánica de los<br />

escenarios, un montaje, que supone semanas de afanes y de lucha, desaparece en unas horas<br />

para dejar paso al siguiente, y de esa magia de luz y color que avivó un día la ilusión del<br />

espectador sólo queda en su recuerdo como el leve destello de un relámpago. El texto puede<br />

quedar aprisionado en las páginas del libro y algunas veces la fotografía fija determinados<br />

momentos de la plástica de una realización; pero tanto el lector, como el afortunado espectador<br />

de un día, desconocen la pequeña historia que tiene toda comedia, ese segundo proceso de<br />

creación de la obra teatral, desde que se inician los ensayos hasta la noche del estreno. Por<br />

eso al pedirme Manuel Rueda un prólogo para la edición de su comedia pensé que lo mejor<br />

era relatar al lector esa pequeña historia de La Trinitaria Blanca, el camino que siguió desde<br />

que la recibí de manos de su autor hasta la hora en que se levantó el telón.<br />

La Trinitaria Blanca fue escrita en principio para el Cuadro Experimental María Martínez<br />

de Trujillo, y aunque su autor no había dado por terminado su trabajo, que retocaba y pulía<br />

con sumo cuidado, nos la leyó una tarde al Dr. Horacio Vicioso, entonces Director General<br />

de Bellas Artes, y a mí.<br />

La obra me causó una excelente impresión, pero dándome cuenta de las complejidades<br />

que encerraban sus personajes, le aconsejé que no tuviera prisa en estrenar, que cuidara su<br />

presentación y que, con tiempo, meditara sobre algunas escenas donde, a mi juicio, la gran<br />

vena lírica de Rueda se dejaba sentir quizá con exceso y en perjuicio del lenguaje directo y<br />

teatral que la intensa acción dramática de la obra requería. Por otra parte, en su construcción,<br />

estaba concebida y desarrollada con tal maestría que reflejaba un seguro dominio del<br />

difícil arte teatral. La peripecia argumental llevaba un interés ascendente; y escenas que en<br />

otras manos hubieran representado un temible escollo, habían sido resueltas de una manera<br />

valiente, con un extraordinario acierto y sin fáciles concesiones al público.<br />

Manuel Rueda, después de esta primera lectura, cuidadoso y exigente con su trabajo,<br />

siguió laborando en la comedia hasta que un día y previo acuerdo con el Cuadro Experimental,<br />

me la entregó para que fuese montada por el <strong>Teatro</strong>-Escuela y entramos en esa etapa<br />

apasionante de los ensayos.<br />

En la sorprendente y variada flora antillana, la trinitaria es una planta trepadora que<br />

cubre los muros de muchas casas de Santo Domingo y que se da en distintas variedades<br />

cromáticas, siendo la blanca una de las menos frecuentes. el color blanco de esta trinitaria<br />

adquiere un alto sentido simbólico en la obra de Manuel Rueda, cuyo problema gira en torno<br />

a la frustración motivada por los prejuicios familiares y sociales que pesan sobre el carácter<br />

de una mujer, cohibiendo sus instintos naturales y encerrándola en una forzada soltería a<br />

la que no quiere resignarse.<br />

la soltería como situación dramática tiene en el teatro antecedentes ilustres. entre ellos,<br />

Doña Rosita la soltera, de Federico García Lorca, y Frenesí, de Peyret-Chappuis, pero frente<br />

a estos dos tipos de mujer la Miguelina de Manuel Rueda posee características propias. Lo<br />

que en Lorca es pura atmósfera lírica encerrando las perdidas ilusiones de Doña Rosita en<br />

una tranquila resignación neorromántica, en Rueda el carácter de su protagonista tiene un<br />

superior alcance humano. Por otra parte, este calor de humanidad de que reviste nuestro<br />

637


ColeCCIÓn PensamIenTo domInICano | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

autor a su heroína falta por completo en la Esther de Frenesí que es un tipo por completo<br />

deshumanizado, esquemático y lleno de resentimiento. Y aunque entre ambas exista cierta<br />

semejanza, ya que en los dos casos se trata de mujeres que desconocen el amor sin razones<br />

físicas para ello, la solución dada por Manuel Rueda al conflicto es más valiente y posee,<br />

indudablemente, mayor intensidad dramática.<br />

Planteado en el primer acto el problema de La Trinitaria Blanca de una manera clara y<br />

directa, era difícil mantener este tono sin caer en la concesión fácil, pero Manuel Rueda,<br />

con una extraordinaria habilidad de dramaturgo, consigue un espléndido segundo acto<br />

perfectamente estructurado en todas sus escenas, con un interés en aumento hasta culminar<br />

en el diálogo entre Miguelina y Sebastián donde el clima dramático de la obra adquiere su<br />

máxima tensión basada en una situación de sorprendente efecto teatral y apoyada en un<br />

diálogo cortante, incisivo, ágil y de gran agresividad, que Rueda sabe mantener, con pulso<br />

firme, hasta el final de la pieza, resuelta de una manera original y valiente.<br />

El reparto no era fácil. A esa maravillosa pléyade de vocación y entusiasmo que son nuestros<br />

actores dominicanos les falta edad para incorporar determinados papeles. Por ejemplo,<br />

Esperanza de Álvarez, la actriz que podía encarnar la protagonista, no tiene, afortunadamente<br />

para ella, los años que requiere el personaje de Miguelina, y todos sabemos lo difícil que<br />

resulta para una actriz joven dar ese tipo medio para que sin la ayuda del maquillaje resulte<br />

convincente. Gracias a su inagotable entusiasmo y vocación disciplinada pudo llegar a una<br />

exacta compenetración con el personaje. El Sebastián era otro serio problema. Se requiere<br />

un actor de gran sensibilidad, ya que su aparición en el primer acto debe ser arrolladora,<br />

elástica, plena de transiciones y de matices, para luego ir perdiendo realidad, de una forma<br />

gradual hasta el tercer acto en que su presencia es casi imagen, símbolo. Luis José Germán<br />

a fuerza de estudio y de paciencia consiguió incorporar este complejo papel y transmitir al<br />

público todo lo que el autor había puesto en él.<br />

Monina Solá, Nubia Ulloa y Máximo Avilés Blonda tenían a su cargo caracteres de<br />

menores dificultades interpretativas y, por otra parte, su ya probada veteranía y disciplina<br />

escénicas representaban para mí un esperanzador margen de confianza. Armando<br />

Hoepelman y Camilo Carrau completaban el reparto con Ilander Selig, a quien confié ese<br />

brevísimo, pero peligroso papel del Jardinero. Peligroso porque su intervención cierra<br />

la obra en una escena de fuerte tensión dramática y su aparición puede desconcertar al<br />

público. Su actuación debe ceñirse a la máxima sobriedad y saberse mantener a foro como<br />

un silencioso símbolo.<br />

Aunque la obra había sido repartida con anterioridad, otros compromisos del TEAN, no<br />

nos permitieron iniciar los ensayos hasta primeros de febrero y el estreno había sido fijado<br />

para el 28 de ese mes. El tiempo, teniendo en cuenta el horario de ensayos a que tiene que<br />

ajustarse nuestro Cuadro de Comedias, era sobradamente escaso, pero todos comprendieron<br />

que era necesario el esfuerzo máximo, y con un ritmo intenso de ensayos el montaje<br />

de La Trinitaria avanzaba rápidamente. Muchas noches Manuel Rueda asistía a los ensayos<br />

sin poder controlar sus nervios cuando la sintaxis de un párrafo saltaba deshecha en esa<br />

lucha diaria de la letra contra el actor. Poco a poco las ideas iban entrando dóciles en el<br />

terreno de la comprensión y hasta aquellos vocablos que se resistían tercos una y otra vez,<br />

iban siendo domados por el estudio y la paciencia infatigable de ser repetidos docenas y<br />

docenas de veces, hasta que las réplicas adquirían su exacta velocidad y el ritmo de una<br />

escena se mantenía en su justa medida. el autor tenía, como es lógico, sus felices momentos<br />

638


la TrInITarIa BlanCa | manuel rueda | Pr ó l o G o: Ju a n Go n z á l e z Ch a m o r r o<br />

de optimismo y sus amargas horas de desfallecimiento, en que al terminar un ensayo nos<br />

reuníamos bajo el telar vacío y discutíamos la conveniencia de aligerar una escena, de cambiar<br />

en el texto una palabra que hasta entonces nos había parecido perfecta y que al ser dicha por<br />

el actor resultaba artificiosa y poco teatral. Aquella noche, al volver a su casa, Rueda, con<br />

esa exigencia para su propio trabajo que le caracteriza, y ese agudo sentido crítico que no<br />

le abandona jamás, rehacía la escena que pasaba mecanografiada a los actores al comenzar<br />

el ensayo siguiente. De esta forma la comedia tenía un segundo proceso de elaboración que<br />

permitía corregir la conveniente dimensión de una escena, o el ritmo apropiado de un diálogo.<br />

Ya no era la cuartilla lo que el autor tenía delante, era el elemento humano, el actor, al<br />

que se moldeaba directamente, y en definitiva, la obra salía siempre ganando.<br />

De los tres bocetos de decorado que habíamos solicitado, elegimos el de Rafael Márquez<br />

que era el que mejor había interpretado el “clima” necesario para la obra y que pacientemente<br />

colaboró luego en todas las sugestiones que se le hicieron. Luis Acevedo montó el<br />

decorado con su pericia acostumbrada. Clara Ledesma puso a nuestro servicio la gracia de<br />

su inspiración para diseñar los figurines del vestuario.<br />

La utilería nos trajo de cabeza durante varios días, hasta que la amabilidad de Rafael<br />

Andrés Ortega nos abrió las puertas de esa maravillosa casa-museo que posee en la calle<br />

Arzobispo Meriño, facilitándonos todo lo necesario para que la escena quedase servida con<br />

propiedad y justeza.<br />

El ensayo general al que llegamos con un ambiente sobrecargado de nervios, no pudo<br />

ser más desastroso. Fallos en la luminotecnia, agotamiento de los actores, en fin, todo parecía<br />

confabulado para que aquella noche el más negro pesimismo se cerniese sobre el estreno<br />

de La Trinitaria Blanca. En el teatro sabemos que esto suele ser presagio de éxito, pero, por<br />

si acaso, horas antes del estreno se volvieron a ensayar efectos y luces.<br />

A la hora prevista, el telón se abrió ante una espectación desconocida y el estreno transcurrió<br />

sin una vacilación, con el ritmo justo en cada escena; los nervios de la noche anterior<br />

habían desaparecido y la confianza había vuelto a renacer en los actores. Sólo hubo un momento<br />

de peligro, al final del segundo acto, al fallar un arma que ha de utilizarse en escena.<br />

Fue escasamente una fracción de segundo lo que tardó en sonar el disparo entre cajas. Iván<br />

García, en funciones de regidor, había cumplido exactamente su anónimo cometido en la<br />

compleja maquinaria del teatro.<br />

Y así, La Trinitaria Blanca entraba en la historia del teatro dominicano con todos los honores.<br />

El <strong>Teatro</strong>-Escuela se apuntaba un nuevo éxito, con él nacía para la escena nacional<br />

un auténtico valor: Manuel Rueda.<br />

639<br />

Juan González Chamorro.


Personajes<br />

ColeCCIÓn PensamIenTo domInICano | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

don anTonIo<br />

doÑa InÉs, su mujer<br />

LUISA, hija de ambos<br />

MIGUELINA, hermana de don Antonio<br />

enrIQue, novio de luisa<br />

seBasTIán, un aventurero<br />

el doCTor<br />

EL JARDINERO<br />

La obra 1<br />

En esta obra he querido pintar aquella soltería que entraña una frustración, dejando<br />

de lado el caso de quienes por libre decisión o por un voluntario renunciamiento,<br />

han decidido encauzar sus impulsos hacia más altos fines, trasmutándolos en puros<br />

valores espirituales.<br />

Concibo la soltería, en algunos casos, como preservación de elementos valiosos a los<br />

que un estado de interioridad ilumina más allá de todo lazo material. Tales seres,<br />

escogidos, quedan fuera de los alcances meramente conflictivos de esta obra.<br />

Hasta qué punto los prejuicios familiares y sociales pueden ser, llegado el caso,<br />

un impedimento para lo particular y distintivo de un carácter, es accidente que no<br />

contradice, por ello, la sagrada finalidad de ambas instituciones. El alma humana es<br />

un abismo y las leyes de conducta, por demasiado generales, suelen quedar a veces<br />

en la periferia de los acontecimientos: rastrean el hecho, consignan los fenómenos<br />

resultantes en una dirección plana, horizontal, mientras que la verdad, ese rayo de<br />

clarividencia divina, se mueve de arriba hacia abajo y sólo alcanza a coincidir con<br />

ellas en un punto.<br />

Ésta no pretende ser, por lo demás, una obra de polémica, defensora de ciertas actitudes<br />

extremas del ser. Este es el drama de una vida cuyas justificaciones escénicas estriban,<br />

tanto en el alcance dramático, como en su incuestionable realidad sicológica.<br />

Por suerte no somos un pueblo apegado a morbosidades. Sabemos ver con rectitud<br />

y asimilar con propiedad cuanto se nos quiere dar a entender. Esto nos salva. Lo que<br />

alcanza un poco de belleza puede y debe ser, en sí mismo, moral aun a despecho de<br />

quienes no estén en condiciones de reconocerlo.<br />

Si somos valientes o, lo que es igual, sinceros, nuestro teatro podrá alcanzar un verdadero<br />

rango nacional y universal. El arte confronta un destino demasiado valioso<br />

y urgente. Por fidelidad a este principio no debemos volver atrás la cabeza como si<br />

no quisiésemos mirar.<br />

Los personajes<br />

DON ANTONIO. Es el típico señor de pueblo, simple y afectuoso, tolerante siempre<br />

que no estén en juego costumbres y conceptos heredados, en cuya preservación<br />

1 Antecrítica. (Nota al programa).<br />

640


manuel rueda | la TrInITarIa BlanCa<br />

cifra su honorabilidad de esposo y padre de familia. No se opone, como muchos<br />

de sus congéneres, a los adelantos de la vida moderna, siempre y cuando éstos<br />

contribuyan a cierto placentero decoro, necesario para mantenerse, en el plano<br />

social, dentro del rango que ya se posee por tradición. En cuanto a las incitaciones<br />

espirituales que los nuevos tiempos traen consigo, no las entiende y aunque<br />

no mantiene una actitud hostil, trata de permanecer lo suficientemente alejado<br />

de ellas.<br />

Ha cumplido en todo momento con su deber, motivo de más para vivir satisfecho.<br />

La educación que ha proporcionado a su hija lo llena de un justo orgullo, aunque no<br />

considera la posibilidad de que tal educación pueda dar ventajas a una muchacha<br />

que, como principal timbre de honor, debe ostentar el de “hija de familia”.<br />

La conciencia de su superioridad ha creado en él una fuerza aparente. Bastará ponerlo<br />

a prueba para que descubramos sus puntos vulnerables. Sin razón alguna que lo<br />

justifique, puesto que otros en el pasado han trabajado para él, se siente estimulado,<br />

con bastante frecuencia, por la idea halagüeña de que gran parte de su prosperidad<br />

la debe al propio esfuerzo. El respeto que los demás le evidencian viene a ser como<br />

una confirmación de ello.<br />

DOÑA INÉS. Es una mujer robusta, pero llena de fragilidades. Refinada y sutil,<br />

parece moverse dentro de algo vago e irreal. Como la vida de pueblo es monótona,<br />

ella ha creado su propia realidad en donde sólo caben las cosas hermosas, como su<br />

jardín. Se mueve en una atmósfera vaporosa, idealizada, y sólo su estado de esposa<br />

y madre la aleja de lo extremadamente banal.<br />

Nunca se ha preguntado cómo marcha su casa. El que las cosas prosigan como es<br />

debido es para ella algo tan natural que el menor contratiempo tendría las mismas<br />

proyecciones de una catástrofe: sería inconcebible. Si pudiéramos pedirle una definición<br />

del dolor, o de lo que significan para ella las vicisitudes de la vida, de seguro<br />

nos diría algo semejante a esto: “Es lo que puede ocurrirle a los demás”.<br />

LUISA. Es una muchacha encantadora de unos 18 años de edad, con el suficiente<br />

talento y cualidades morales como para poder ser alegre sin superficialidad. A veces<br />

parece abandonarse al frenesí de la juventud, pero en seguida vuelve a un sano reposo,<br />

como si estuviera preparada para sufrir cualquier dura prueba sin doblegarse.<br />

Ha hecho estudios superiores y eso la coloca en un sitial de privilegio, aun ante sus<br />

mismos padres para quienes el único culto posible es el de la experiencia. Ella no se<br />

aprovecha de tales ventajas. Goza con que la traten como a una muchacha cualquiera<br />

de su edad y si alguna vez recurre a actitudes intelectualizadas es cuando piensa que<br />

tal cosa pueda ser de alguna utilidad. Desea tener responsabilidades, deberes qué<br />

cumplir. Después de todo, una educación que ha costado dinero y esfuerzo deberá,<br />

tarde o temprano, llenar un cometido.<br />

mIGuelIna. su actitud más frecuente ante la vida es la de reserva. aun en medio<br />

de inusitados arranques de locuacidad y de exaltadas confesiones, parece rodearse<br />

de una atmósfera hermética, como si algún juramento íntimo la ligara a un vergonzoso<br />

secreto. Sin embargo su actitud es digna y un tanto altiva, pudiendo llegar<br />

641


ColeCCIÓn PensamIenTo domInICano | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

hasta lo sibilino. Es amable, pero sin blandura. La entonación de su voz es severa,<br />

salvo en los pasajes de transición, para los que se sirve de una gama que va de lo<br />

lírico a lo delirante, debiendo evitarse todo extremismo que pueda propender hacia<br />

lo caricaturesco. En general sus actitudes deberán ser sobrias y justas.<br />

Personaje central de la comedia, las circunstancias la convierten en el tema obligado<br />

de quienes la rodean. Todos quieren hallarle una explicación convincente. Aunque<br />

la primera en explicarse es ella misma, las cosas siguen tan problemáticas como<br />

antes. El autor deberá dejar el caso en manos de los demás personajes. Si de alguna<br />

complicidad se hace reo, deberá ser la de su comprensión, que lo ha llevado a mirar,<br />

tal vez con demasiada cercanía, sobre la intimidad ajena. Por consiguiente, todas<br />

las escenas de Miguelina y Sebastián han sido observadas y reproducidas a través<br />

de la primera. Su certidumbre, pues, deberá ser dilucidada por el testimonio de<br />

aquellos que intervienen directamente en el problema, quedando el autor ajeno a<br />

toda situación comprometida.<br />

ENRIQUE. No es inteligente. Lo sabe, aunque no sufre por ello. A veces piensa que<br />

la inteligencia de Luisa es un obstáculo a sus relaciones, pero la admira tanto que se<br />

resigna con quedar reducido a su exigua posición de adorador. Por otra parte tiene<br />

atractivos físicos y unas maneras tan suaves, provenientes de su misma timidez, que<br />

hacen de él un tipo interesante para las muchachas sagaces como Luisa. Si trata de<br />

conseguir un título universitario se debe a que la posesión de Luisa, y no el bienestar<br />

económico futuro, será la coronación de sus esfuerzos, el premio que verdaderamente<br />

le importa. Sus planes no apuntan en otra dirección.<br />

SEBASTIÁN. Su descripción está más allá de nuestras prerrogativas. Deberá poseer<br />

juventud (aunque no tanta que lo haga blando e inconsistente), y atractivos como<br />

para que su sola presencia provoque asombro e intrigue. Se moverá en un plano<br />

intermedio entre la realidad y lo irreal, que no desentone con el ambiente ni con<br />

su posible significado simbólico. La libertad es su elemento natural. Podrá adoptar<br />

actitudes varias, desde la del seductor sin escrúpulos hasta la del enamorado romántico,<br />

siendo aconsejable una utilización extensa de recursos que vayan amoldándose<br />

a las complejas actitudes interiores de Miguelina, como si tratara de provocarlas y<br />

de secundarlas a la vez.<br />

Quien, ateniéndose a una primera impresión, le atribuya una naturaleza ruda y excesivamente<br />

atlética, estará lejos de representarse las condiciones físicas de este personaje.<br />

Su fortaleza más bien es ideal y lo inclina hacia un mundo de gráciles equilibrios. La<br />

suya es una fuerza que se plasma en la pirueta súbita, antes que en el golpe. Esto, llevado<br />

más allá de toda conveniencia podrá, igualmente, constituirse en un factor peligroso;<br />

con todo, resultará menos grave que si se lo sustituye por la actitud contraria.<br />

Sebastián irá perdiendo realidad en cada acto, a consecuencia del dilema entablado<br />

entre Miguelina y los demás personajes. Por tanto, el actor que lo encarne debe cuidarse<br />

muy bien de no repetir, en sus apariciones del segundo y tercer actos, las actitudes<br />

vitales y avasalladoras que sólo es posible utilizar al comienzo de la obra. Como ya<br />

se ha dicho, la realidad de Sebastián depende de las afirmaciones y negaciones de los<br />

demás personajes. Él asomará y desaparecerá según el juego de las circunstancias.<br />

642


Terminará sostenido por un débil hilo de fe o de remota esperanza, interiorizado<br />

en Miguelina, que lo trae desde muy lejos, casi exento de gravedad, a sobrevivirse<br />

en un trasfondo vago de recuerdos. Por tales razones deberá eludirse cualquier recargado<br />

matiz melodramático en la escena final del segundo acto. En medio de su<br />

grave patetismo, el momento deberá quedar trascendido a la pura sugerencia.<br />

EL DOCTOR . Ha empezado su carrera en la provincia. Talento, buenos modales,<br />

empaque varonil que él trata de asemejar a la majestad, le han granjeado la simpatía<br />

de todos, muy especialmente de las damas, por razones obvias de las cuales el talento<br />

es la de menos peso. Su apariencia profesional está cifrada en unos gruesos espejuelos<br />

negros. Un médico joven en un pueblo, como primera tarea a cumplir, tendrá<br />

que ganarse la confianza de los viejos, invistiéndose de una apariencia respetable.<br />

Los espejuelos le sirven al dedillo. Los lleva como podría llevar un antifaz, para<br />

esconder su juventud detrás de ellos. Estas y otras argucias semejantes lo preservan<br />

además, del alocado romanticismo de las muchachas, cuyos suspiros constituyen<br />

los principales síntomas de sus graves y engañosas dolencias.<br />

En el tercer acto don Antonio dice su mayor elogio: “La salvación de nuestros pueblos<br />

está en esos jóvenes que comienzan sus carreras modestamente, lejos de la competencia<br />

capitaleña y que aún no han sido corrompidos por ella. Ejercen su profesión<br />

denodadamente, como si cada paciente debiera cubrirlos de gloria”.<br />

EL JARDINERO. Un personaje sin importancia.<br />

La escena<br />

manuel rueda | la TrInITarIa BlanCa<br />

Casa de familia acomodada, en algún pueblo de la República. Sala interior amplia<br />

separada de una terraza por arcadas y columnas de tipo colonial. Jardín al fondo,<br />

al que se llega descendiendo varios peldaños.<br />

Como en los pueblos la sala principal se destina a visitas que deben ser tratadas con<br />

cierta ceremoniosa cortesía, esta sala interior viene a ser el sitio más íntimo de la<br />

casa. Allí se reúne la familia después de las comidas y cada vez que sus miembros<br />

desean tomar el fresco o cambiar impresiones.<br />

Pocos muebles, los necesarios para dar el ambiente de tradición y de confort. A la<br />

izquierda un diván y una lámpara de pie; asimismo una mesita para revistas. Junto<br />

a la pared un bargueño de caoba labrada donde se guardan copas y botellas. Al lado<br />

de una mecedora antigua, un alto costurero de paja y de caoba. En alguna parte, un<br />

espejo de época.<br />

Hacia la derecha, dos puertas. La de primer término conduce a un pasillo, invisible<br />

para el espectador, que da acceso a la sala principal y que remata en la galería exterior.<br />

La otra, un poco más elevada, como toda la terraza, y a la cual se sube mediante<br />

un peldaño, comunica con la habitación de Miguelina. Enfrente, y siguiendo por la<br />

terraza, salida al comedor. La única puerta visible de la izquierda dará a los demás<br />

dormitorios y dependencias de la casa.<br />

La austeridad del ambiente está atemperada por la cambiante luminosidad del jardín,<br />

desde donde se asoman, algunos follajes y enredaderas, junto a una sugerencia<br />

de cielo.<br />

643


A pesar de ello, una colección de viejos retratos familiares, desde las paredes, produce<br />

una agobiante sensación de ahogo. A simple vista se puede ver que en esta casa son<br />

lo más importante. Ellos están en su ambiente, hecho por el cual no entorpecerán en<br />

su abigarrada diversidad la armonía de la escena. Se enseñorean del espacio con un<br />

derecho mayor que el de los vivos. Si los dejásemos, serían los verdaderos personajes<br />

de la obra. Allí están, silenciosos y tiránicos, desde el borroso pastel que representa<br />

a una señora, cuya sonrisa, un tanto forzada, parece revolotear entre el consabido<br />

ramo de rosas que no se le olvidaba nunca al artista como complemento a un noble<br />

rostro de mujer, hasta el medallón de marco dorado donde un caballero de roja<br />

guerrera, la mano eternamente sobre el corazón, recuerda a sus descendientes que<br />

el honor es lo primero. Las miradas de todos ellos deberán caer irremisiblemente<br />

sobre los actores, dando la impresión de una perpetua vigilancia.<br />

Una lámpara central que desciende del techo, proveerá la escena de una luminosidad<br />

intensa, mientras que la lámpara de pie, junto al diván, dará una mayor intimidad<br />

en su media luz grata, permitiendo así que en el segundo acto la brusca irrupción<br />

de la luz del jardín sea de un efecto fulminante.<br />

Reparto<br />

ColeCCIÓn PensamIenTo domInICano | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

Esta obra fue estrenada en el Palacio de Bellas Artes por el <strong>Teatro</strong> Escuela de Arte<br />

Nacional, el día 28 de febrero de 1957, formando parte del programa de actos conmemorativos<br />

del 113 aniversario de la Independencia de la República, y con el siguiente<br />

Reparto:<br />

D. ANTONIO: Máximo Avilés Blonda<br />

MIGUELINA: Esperanza P. de Álvarez<br />

LUISA: Monina Solá<br />

DOÑA INÉS: Nubia Ulloa<br />

ENRIQUE: Camilo Carrau<br />

SEBASTIÁN: Luis Jorge Germán<br />

EL DOCTOR: Armando Hoepelman<br />

EL JARDINERO: Ilander Selig<br />

Dirección y realización:<br />

JUAN GONZÁLEZ CHAMORRO<br />

Escenografía de Rafael Márquez.- Vestuario de Miguelina, sobre diseños de Clara<br />

Ledesma.- Maquinaria y Montaje: Luis Acevedo.- Maquillaje, Juan Lacrespeaux.-<br />

electricista, danilo manzano.- regidor de escena, oscar Iglesias.- secretaria de<br />

dirección, Carmen rull.<br />

El <strong>Teatro</strong> Escuela de Arte Nacional presentó esta obra por primera vez en la ciudad de Santiago<br />

de los Caballeros durante el Festival artístico de santiago, el 4 de julio de 1957, en<br />

el <strong>Teatro</strong> Colón. Los papeles de Enrique y el Jardinero fueron representados esta vez por los<br />

actores Antonio Estévez y Rafael Vázquez, respectivamente.<br />

644


Acto primero<br />

don anTonIo<br />

(Asomándose a la puerta de la habitación de Miguelina).<br />

Miguelina, ¿puedes ayudarme?<br />

(Miguelina aparece. Lleva un sencillo vestido de entrecasa. Toda su persona acusa desaliño y cierta sequedad<br />

propia de quien ya nada espera de la vida).<br />

No he nacido para esto. Me quedan mejor las botas y los pantalones de montar que el smoking.<br />

Nunca he sido un petimetre de ciudad. Pero el hombre propone y la mujer dispone.<br />

Hay que ir a la fiesta de esos presumidos de al lado. Los quince años de la señorita,<br />

(citando)<br />

“para lo cual se solicita, muy gentilmente, su asistencia”. Mi mujer dice que debo ir de<br />

smoking, pues eso es lo respetable y que además ellos lo van a agradecer como una<br />

atención.<br />

mIGuelIna<br />

¡Rarezas de nuestro pueblo!<br />

(Ha terminado de hacer el lazo).<br />

don anTonIo<br />

Gracias. Tienes especialidad en hacer estos menesteres primorosamente. ¿Por qué no te<br />

has preparado para ir a la fiesta?<br />

mIGuelIna<br />

Tengo jaqueca. Además… ¿para qué?<br />

manuel rueda | la TrInITarIa BlanCa<br />

(Es de noche. La escena está completamente iluminada por la lámpara central y se escucha una música<br />

suave junto a los rumores apagados de una fiesta. Don Antonio aparece por la izquierda. Viste pantalón<br />

don anTonIo<br />

Te hace falta un poco de diversión, querida hermana. No puedes pasarte la vida encerrada,<br />

consumiéndote inútilmente. Ni siquiera el campo te atrae…<br />

mIGuelIna<br />

Aquí todo me parece más mío. Para una mujer vieja su cama y unos cuantos árboles<br />

que le sirvan de apoyo, son suficientes. Agradezco tu invitación, pero no es divertido<br />

ver cómo los demás se divierten. sobre todo cuando a una no le queda más remedio<br />

que estarse muy quieta en su silla, abanicándose desesperadamente. Eso si el corset no<br />

te molesta durante toda la noche.<br />

don anTonIo<br />

Sin duda nos parecemos: tú odias el corset y yo las corbatas de lazo. Pero en cambio está<br />

la gente…<br />

645


mIGuelIna<br />

Sí, la gente… ¡Aburridísima! No me divierte hablar del tiempo con las señoras, o de la<br />

mejor manera de hacer un flan; ni de las cosechas o de la última epidemia del ganado<br />

con los señores; ni de novios con esas niñas tontas y sentimentales. El amor ya tiene<br />

algo de indecoroso para mí… Y no me vuelvas a decir que aún estoy joven; tal cosa ha<br />

dejado ya de serme consoladora.<br />

don anTonIo<br />

Soy mayor que tú y sin embargo me siento en la flor de la edad.<br />

mIGuelIna<br />

Hasta esa ventaja nos llevan ustedes los hombres. Ustedes maduran lenta y espontáneamente.<br />

Son los amos del tiempo. A nosotras hay que hacernos madurar, de lo<br />

contrario nos quedamos verdes para siempre. He ahí la diferencia. Viejas y con la<br />

madurez detenida, esperando a que el azar traiga a nuestro lado el galán que necesitamos<br />

para dar de nosotras mismas cuanto tenemos retenido. Estoy en una edad en<br />

que nadie me debe ser necesario. Sola. Eso es lo que soy: una mujer sola. Contra ello<br />

es imposible luchar.<br />

don anTonIo<br />

Nunca te había oído hablar así… ¡Es peligroso!<br />

mIGuelIna<br />

(Recuperándose)<br />

¡Olvídalo! Será esa bendita música. La música le llena a una la cabeza de tonterías.<br />

(Llevándose una mano a la frente)<br />

además, este dolor de cabeza…<br />

(Como si prontamente se sintiera aliviada)<br />

Anda, Antonio, apura a tu mujer y a tu hija o de lo contrario llegarán tarde a la fiesta.<br />

luIsa<br />

(Apareciendo por la izquierda, ataviada con un primoroso traje de fiesta que la hace ver aun más juvenil.)<br />

En cuanto a mí, ya estoy lista.<br />

don anTonIo<br />

O casi lista. Vienes a que Miguelina te dé el último toque. Debes molestarla lo menos<br />

posible; no se siente bien.<br />

mIGuelIna<br />

Después de todo no es gran cosa lo que tengo.<br />

(A Luisa.)<br />

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Ven a que te mire.<br />

luIsa<br />

Una vez enlazado papá, debes hacer lo mismo conmigo.<br />

646


(Se vuelve para que ella vea los extremos de la cinta que quiere anudarse en la espalda. Don Antonio<br />

sonríe y sale.)<br />

María nos ha hecho falta. Es inútil pensar que yo sola pueda arreglarme como es<br />

debido.<br />

mIGuelIna<br />

María también quería tener su fiesta.<br />

luIsa<br />

El que una prima suya se case no es motivo para que haya pedido permiso por tantos días.<br />

mIGuelIna<br />

Una semana es lo tradicional en el campo; a la novia hay que ayudarla a dar ese paso y<br />

ello precisa festejos. Y sobre todo, lágrimas.<br />

luIsa<br />

Eso: lágrimas. Pueden renunciar a todo menos al derecho que creen tener a esas lágrimas.<br />

maría no debió…<br />

mIGuelIna<br />

(Interrumpiéndola)<br />

Hay que tener tolerancia.<br />

luIsa<br />

Pero tía, ¿no tienes miedo a quedarte sola?<br />

mIGuelIna<br />

No estaré sola. La fiesta es ahí al lado y la música me acompañará.<br />

(Termina de hacerle el lazo y de dar unos toques a su peinado)<br />

¡Ya está!<br />

luIsa<br />

Mírame ahora… ¿Qué te parezco?<br />

(Da una vuelta)<br />

mIGuelIna<br />

Eres joven y bonita, ¿qué más quieres?<br />

luIsa<br />

¿Crees que le gustaré?<br />

manuel rueda | la TrInITarIa BlanCa<br />

mIGuelIna<br />

Enrique es como todos los hombres: vanidoso de la muchacha que le pertenece. Le<br />

gustarás de todas maneras.<br />

luIsa<br />

Es tan bueno, el pobre, que a veces pienso con horror que me querría lo mismo si fuese<br />

vieja y fea.<br />

647


mIGuelIna<br />

¡Tonterías!<br />

(Hace un gesto de dolor, llevándose los puños cerrados a las sienes.)<br />

luIsa<br />

(Alarmada.)<br />

Oh, tía, dijiste que no era nada.<br />

mIGuelIna<br />

Es que de repente pareció aumentar… Como un zumbido dentro de mi cabeza.<br />

luIsa<br />

Toma un calmante.<br />

mIGuelIna<br />

Sí, más tarde… Ya se me pasa otra vez.<br />

luIsa<br />

Debes acostarte y descansar.<br />

mIGuelIna<br />

¡Lo haré!<br />

ColeCCIÓn PensamIenTo domInICano | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

luIsa<br />

(Se ha tranquilizado y escucha la música que por momentos se hace más intensa)<br />

En cuanto a mí, pocas veces me he sentido mejor. Bailaré toda la noche. Una muchacha<br />

es feliz cuando se siente amada y cuando tiene la oportunidad de mover los pies. Sobre<br />

todo en estos pueblos tan tristes. Cuando bailo, quisiera desquitarme de todo el tiempo<br />

que me he visto obligada a permanecer quieta. En un pueblo una tiene que estarse quieta,<br />

ese es el problema. Dormir, rezar, estudiar, para que después diga la gente: “La señorita<br />

Luisa es muy educada”. Ah, gracias a Dios que tengo a Enrique. El me proporciona la<br />

necesaria impaciencia, lo justo para no morirme de inanición.<br />

(Ensaya unos pasos de baile)<br />

Oh, qué bello. Tía, ¿no te gustaba bailar cuando eras joven?<br />

mIGuelIna<br />

La pregunta me parece innecesaria.<br />

luIsa<br />

¿Es que no tienes ni siquiera recuerdos?<br />

mIGuelIna<br />

Trato de no tener más tiempo que éste. El presente debe bastarme.<br />

luIsa<br />

Alguien debió de haberte cortejado mientras bailabas al compás de uno de esos valses<br />

dulces y tristones.<br />

648


mIGuelIna<br />

¡Me fastidias!<br />

luIsa<br />

(Embriagada.)<br />

Juventud, música, amor… No hay combinación más sublime.<br />

mIGuelIna<br />

¿Estás hablando de la receta de un nuevo cóctel? Trata de que no se te suba a la cabeza.<br />

El más leve mareo puede ser fatal.<br />

luIsa<br />

Pero, tía, ¿por qué te empeñas en no comprenderme? Una mujer no debe morir antes<br />

de que un hombre la tome entre sus brazos y le diga algunas cosas… Claro que hay que<br />

saberlo hacer… Tú dejas que él pase su brazo alrededor de tu cintura y te recuestas,<br />

tímidamente, sobre su hombro. Luego tratas de hacerte pequeña, pequeñita, como si<br />

hubieras perdido todo peso. Como si fueras una hoja y él un viento inmenso que te<br />

trajera y llevara, girando, en mil vueltas… Entonces ya no sientes el tiempo… Eres el<br />

tiempo… Un ritmo suspendido entre la tierra y el cielo.<br />

(Da algunas vueltas al compás de la música.)<br />

¡El baile es una entrega deliciosa!<br />

mIGuelIna<br />

Creo que me estás faltando el respeto.<br />

(Inicia el mutis cuando suena el timbre de la calle.)<br />

luIsa<br />

Oh, es Enrique que viene por nosotros. Hazlo pasar mientras traigo a papá de un brazo<br />

y desprendo a mamá del espejo.<br />

(Miguelina se devuelve y sale por la primera puerta de la derecha. Casi al mismo tiempo doña Inés aparece por la<br />

izquierda. Viste con elegancia. Su traje, tal vez demasiado alegre para su edad, la envuelve en un halo de candoroso<br />

encanto. Trae en sus manos un bolso cuajado de piedras y un abanico que maneja con estudiada displicencia.)<br />

doÑa InÉs<br />

Tu madre ya está lista. Quede constancia de que por esta vez le he ganado a tu padre.<br />

¿No ha llegado Enrique todavía?<br />

luIsa<br />

¡Ahí lo tienes!<br />

(Sale. Doña Inés permanece a la expectativa. Entretanto vuelve Miguelina, precedida por Enrique.)<br />

enrIQue<br />

Buenas noches.<br />

doÑa InÉs<br />

En este momento preguntaba por usted.<br />

manuel rueda | la TrInITarIa BlanCa<br />

649


(Se acerca a la puerta de la izquierda y llama en alta voz.)<br />

antonio, luisa, no es de buen tono llegar demasiado tarde.<br />

enrIQue<br />

Ya habremos perdido unas cuentas piezas.<br />

doÑa InÉs<br />

La juventud sólo piensa en bailes. Yo prefiero los placeres de la conversación, son más<br />

profundos y estimulantes.<br />

enrIQue<br />

Bailando también podemos…<br />

doÑa InÉs<br />

(Interrumpiéndolo.)<br />

Sí, sí… Bailando se pueden también muchas cosas. Eso es lo malo, lo fundamentalmente<br />

malo. Agregando que esos bailes de hoy…<br />

luIsa<br />

(Apareciendo del brazo de don Antonio que ahora tiene un aire sombrío, como si alguien lo hubiese metido a<br />

la fuerza dentro de sus ropas.)<br />

Enrique, no le hagas caso a mamá. Ella no comprende…<br />

don anTonIo<br />

o tiene mala memoria, lo que no es igual.<br />

(Luisa se acerca a Enrique y le presenta una mejilla que él besa rápidamente, temeroso de estropearle el maquillaje.)<br />

doÑa InÉs<br />

Oh, ustedes son insoportables.<br />

(Acordándose, de pronto.)<br />

Ah, el collar… ¿Podrías ponérmelo, Miguelina?<br />

don anTonIo<br />

Está visto, Miguelina es la persona más necesaria en esta casa. Sin el último toque de<br />

sus manos no estamos presentables.<br />

doÑa InÉs<br />

Es solamente el collar, querido. El broche está descompuesto y como todavía no me ha<br />

salido un ojo en la nuca…<br />

(Miguelina comienza a ponerle el collar. Don Antonio procede a encender uno de sus acostumbrados cigarros,<br />

a cuyas delicias se entrega como quien cumple con un sagrado y antiquísimo ritual.)<br />

luIsa<br />

(A Enrique.)<br />

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Deseo bailar hasta caer rendida. La música parece buena. Como vuelves a la Universidad<br />

dentro de unos días, tendré que replegarme en mi rutina de siempre. No me gusta bailar<br />

si no es contigo.<br />

650


enrIQue<br />

en cuanto a mí…<br />

luIsa<br />

Ni qué decir. En la capital tú bailas con cuantas muchachas se te ponen por delante. Y<br />

haces bien. Para eso eres hombre. No haces más que aprovecharte de tu ventaja.<br />

enrIQue<br />

No debes decirlo así, tan duramente. El estudio me ocupa todo el tiempo.<br />

doÑa InÉs<br />

Gracias, Miguelina… ¡mi chal!, Antonio, por Dios, corre!<br />

don anTonIo<br />

Hace un rato me dijiste en la habitación que estabas lista. Debí suponerlo: ¡era una broma!<br />

(Sale.)<br />

doÑa InÉs<br />

(A Enrique.)<br />

Como habrá usted notado, mi marido carece de toda elemental cortesía.<br />

luIsa<br />

Papá te ha complacido esta noche. Se ve elegantísimo con su smoking.<br />

doÑa InÉs<br />

He dicho que es descortés, pero no desobediente.<br />

(Realmente complacida.)<br />

El smoking es un traje que infunde respeto.<br />

(Enrique echa una mirada de reojo a su traje, como si tratara de excusarse.)<br />

luIsa<br />

(Observándolo.)<br />

Eso no va contigo. No estás aún en edad de ser respetable. Ya te sobrará tiempo para ello.<br />

doÑa InÉs<br />

(A don Antonio, que llega con el chal.)<br />

Te has demorado demasiado; llegaremos tarde.<br />

don anTonIo<br />

(Suspirando y con expresión resignada.)<br />

Vamos…<br />

(Luisa y Enrique salen por la derecha.)<br />

doÑa InÉs<br />

(Volviéndose cuando se disponía a salir.)<br />

manuel rueda | la TrInITarIa BlanCa<br />

Miguelina, me dijo Antonio que no te sentías bien. ¿Necesitas algo?<br />

651


mIGuelIna<br />

(Se ha mantenido en el fondo, apoyada de la barandilla que da al jardín.)<br />

Gracias por tu amabilidad. Ve tranquila. Tomaré un poco de fresco y luego me acostaré.<br />

don anTonIo<br />

Trataremos de volver temprano. Estas fiestas me aburren.<br />

doÑa InÉs<br />

¡Vaya con el par de hermanitos!… Buenas noches, Miguelina.<br />

don anTonIo<br />

mejórate bien.<br />

mIGuelIna<br />

Buenas noches.<br />

(Todos han salido. Miguelina parece ahora otra mujer. Está laxa y como más vieja. Se alisa el pelo un poco<br />

en desorden. Se asoma al jardín, mira unas posibles estrellas y aspira profundamente. La música ha cesado<br />

un momento. Va a una mesa y coge una revista. Enciende la lámpara de pie que está junto al diván. Apaga<br />

las luces del techo, quedando una media luz grata y un tanto lechosa, como de luna intensa. Comienza a hojear<br />

la revista, reclinada en el diván. La música se deja oír otra vez, suave y romántica. Algunas risas y rumores de<br />

fiesta. Miguelina se detiene en su lectura. Piensa. Se incorpora y de repente comienza a sollozar con el rostro<br />

entre las manos. Luego se repone y se recuesta de nuevo, dejando caer la revista al suelo. Parece dormir. Esta<br />

escena será todo lo extensa que se pueda, sin que llegue a aflojarse, por ello, la tensión expresiva del personaje.<br />

Cada gesto expresará el abandono, la renuncia a lo que, sin embargo, parece estar al alcance de la mano. La<br />

soledad deberá sentirse presionando el ambiente y los rumores próximos de la fiesta contribuirán a agudizarla<br />

aun más. Una atmósfera de sueño precede a la entrada de Sebastián. Éste avanza en puntillas desde el jardín.<br />

Es fuerte, atlético, con una mezcla de cinismo y de dulzura que mueve en seguida a simpatía. Con su pantalón<br />

azul fuerte y su camisa negra abierta sobre el pecho, es la imagen del aventurero. Sus movimientos son elásticos,<br />

aunque a veces denotan cierta languidez. Él se detiene al pie del diván, mirando fijamente a Miguelina. Ésta<br />

abre los ojos poco a poco. Al fin lo ve. Sobresaltada se pone en pie y va a gritar cuando él le oprime la boca con<br />

una mano y le traba los brazos con la otra. Ella forcejea inútilmente.)<br />

seBasTIán<br />

Le ruego no hacer disparates. Ganaremos tiempo… ¿Lo promete?<br />

(Ella hace un signo afirmativo con la cabeza. Cuando él la suelta queda jadeante, apoyada en alguno de los<br />

muebles. Él saca entonces un cuchillo. Le da vueltas en sus manos, como si jugara con él.)<br />

mIGuelIna<br />

¿Quién es usted? ¿Qué ha venido a hacer aquí? ¿Cómo se atreve a entrar en una casa de<br />

familia en forma tan descarada?<br />

seBasTIán<br />

¿Hubiera preferido que me portara con más caballerosidad? Pues bien, con sumo placer,<br />

“tía Miguelina”.<br />

(Hace una reverencia.)<br />

mIGuelIna<br />

¿Cómo?…<br />

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652


seBasTIán<br />

Un caballero no puede permitir que una dama permanezca sola mientras su familia<br />

se divierte. Y mucho menos si esa dama se encuentra quebrantada, si le duele la<br />

cabeza.<br />

mIGuelIna<br />

(Sin salir de su asombro.)<br />

¿Pero quién le ha dicho…? ¿Pero cómo…?<br />

(Mirando hacia el jardín.)<br />

¡Ah…!<br />

seBasTIán<br />

¿Comprende ahora? Fue muy sencillo, aunque sumamente incómodo, quedarse una hora<br />

en el jardín, agachado entre esas enredaderas que lo desgarran a uno todo, esperando<br />

a que “la tía Miguelina” se quedara sola.<br />

mIGuelIna<br />

¡Es usted un perfecto bandido!<br />

seBasTIán<br />

Gracias. Es usted muy perspicaz.<br />

mIGuelIna<br />

¿Qué desea?<br />

seBasTIán<br />

Vaya con calma. Primeramente, estirar las piernas. Reponerme de esa hora de oscuridad<br />

pasada en la compañía de unas cuentas hojas que me cosquilleaban en el cuello y de<br />

unos malditos hormigones que se aprovechaban de mi inmovilidad. Créame, casi sentí<br />

ganas de marcharme.<br />

mIGuelIna<br />

Hubiera sido mejor para usted.<br />

seBasTIán<br />

¿Y el placer de esta velada?…<br />

mIGuelIna<br />

¿Cómo se atreve? ¿No sabe quienes somos? Cuando el pueblo se entere lo pasará usted<br />

muy mal, se lo aseguro. Somos personas decentes.<br />

seBasTIán<br />

¿Pero cree usted que yo entraría en una casa que no fuera de personas decentes? No<br />

debo ser confundido con un vulgar ratero. Al fin de cuentas este cuchillo no goza más<br />

que de una apariencia de crimen. Podría cortar una garganta, así… de un solo golpe,<br />

(Miguelina retrocede.)<br />

Pero se abstiene. Está educado por mí.<br />

manuel rueda | la TrInITarIa BlanCa<br />

653


mIGuelIna<br />

¡Lo denunciaré a la policía!<br />

seBasTIán<br />

Le aseguro que no existe policía capaz de vérselas conmigo. Vengo y voy con la facilidad<br />

del aire. Estoy en todas partes y en ninguna y cuando menos lo piensan,<br />

(Hace chasquear los dedos.)<br />

desaparezco.<br />

mIGuelIna<br />

Sus palabras carecen de sentido.<br />

seBasTIán<br />

(Con cierta pedantería consciente.)<br />

Es que no está usted viva. Yo, en cambio, he nacido para absorber toda la experiencia<br />

de la vida.<br />

mIGuelIna<br />

Habla de experiencia como podría hacerlo una persona respetable.<br />

seBasTIán<br />

La experiencia no es solamente lo aburrido y reglamentado. No se enseña diciendo:<br />

“Deja de hacer esto, porque yo lo hice y no me fue bien”. Es lo que aprendemos cuando<br />

hacemos una cosa porque otro la hizo, o porque otro aún no la ha hecho y alguien tiene<br />

que decidirse, ganarle la delantera.<br />

mIGuelIna<br />

Perversidades dignas de un vagabundo…<br />

seBasTIán<br />

Y que todos pensamos alguna vez. Usted las piensa, pero se resigna con quedarse inmóvil<br />

y sola, provocando la compasión de los demás.<br />

mIGuelIna<br />

¿Cómo se atreve? ¿Quién es usted para hablarme así?<br />

seBasTIán<br />

Alguien con intenciones precisas. Vivo, libre y dispuesto a todo.<br />

mIGuelIna<br />

¿Olvida usted que la fiesta es ahí al lado y que mi familia puede volver de un momento<br />

a otro, sobre todo sabiéndome enferma?<br />

seBasTIán<br />

los que se divierten son egoístas.<br />

mIGuelIna<br />

La empleada…<br />

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654


seBasTIán<br />

(Interrumpiéndola)<br />

María anda con permiso por unos días. Se casa una prima suya. ¿Lo olvidaba usted?<br />

mIGuelIna<br />

Entonces dígame, por Dios, ¿a qué ha venido aquí esta noche?<br />

seBasTIán<br />

(Acercándosele.)<br />

Se lo diré, y me obedecerá sin oponer resistencia.<br />

mIGuelIna<br />

(Retrocediendo.)<br />

No se atreverá usted… No me pondrá las manos encima. Soy una mujer honrada. Preferiría<br />

que me diera la muerte antes de…<br />

seBasTIán<br />

(Astuto.)<br />

¿Prefiere morir a entregarme su dinero?<br />

mIGuelIna<br />

(Sorprendida.)<br />

¡Ah!, ¿pero sólo se trataba de dinero?<br />

seBasTIán<br />

¿Qué creía usted…? ¡Está bien claro!<br />

mIGuelIna<br />

(Como diciéndoselo a sí misma.)<br />

dinero, sí, dinero…<br />

seBasTIán<br />

Dinero no quiere decir más que eso: di-ne-ro.<br />

mIGuelIna<br />

(Reaccionando, a media voz.)<br />

Pues se ha equivocado. Aquí no lo hay. A menos que espere a mi hermano.<br />

seBasTIán<br />

No me moveré de aquí.<br />

mIGuelIna<br />

Puede hacerlo. Esperaremos los dos.<br />

(Se sienta en el diván. Lo mira.)<br />

manuel rueda | la TrInITarIa BlanCa<br />

seBasTIán<br />

(Desabrochándose la camisa comienza a frotarse la nuca, como si la tuviera adolorida.)<br />

655


¡Maldita posición!<br />

(Se abotona la camisa que queda sin embargo entreabierta sobre el pecho. Se cuadra ante ella en actitud agresiva,<br />

enarbolando el cuchillo en una mano y con la otra mano extendida.)<br />

Pronto, ¡el dinero! ¡Dejémonos de juegos estúpidos!<br />

mIGuelIna<br />

(Quien lo ha observado con turbación.)<br />

¿Ha resuelto el “caballero” dejar a un lado su compostura? No sé si debo quedarle agradecida<br />

de que no haya tratado de abusar de mi persona.<br />

seBasTIán<br />

¿Pero qué dice?… ¿De su persona?… ¿Tengo cara de andar en “eso”?<br />

mIGuelIna<br />

(Levantándose.)<br />

¡Así lo pensé!<br />

seBasTIán<br />

Pues quédese tranquila, “tía Miguelina”.<br />

mIGuelIna<br />

(Volviéndose súbitamente.)<br />

Le prohíbo que vuelva a llamarme tía Miguelina.<br />

(Una breve pausa en la que parece librar una batalla. Luego, estallando.)<br />

¿Es que no ha visto en mí ningún atractivo? ¿Es que soy realmente una vieja solterona a<br />

la que nadie debe mirar con deseo? Yo misma me lo he dicho infinidad de veces, aunque<br />

ahora no parezca conformarme. Ya ve, hasta usted…<br />

seBasTIán<br />

Le he dicho que ese no es mi oficio.<br />

mIGuelIna<br />

(Amargamente.)<br />

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Si yo fuera más joven me habría deseado. De haber encontrado a Luisa en mi lugar, la<br />

hubiera seducido. ¡Lo sé!… ¡titubea!…<br />

seBasTIán<br />

Una cosa está bien clara: usted infunde respeto. No sé por qué su rostro se me parece, de<br />

pronto, al de todas las mujeres que me han hablado con seriedad tratando de llevarme<br />

al buen camino. Mujeres que son un poco madres y un poco maestras… de esas que se<br />

nos suelen aparecer, como fantasmas de bondad, en la primera esquina.<br />

mIGuelIna<br />

Tiene razón: soy uno de esos fantasmas. Un fantasma de luto que se alimenta de su<br />

propia sombra, sin más camino que recorrer que el que va de una habitación a otra, de<br />

656


un objeto a otro; sin acontecimientos qué relatar, a menos que no sean las incesantes<br />

minucias diarias, un dolor de cabeza, la torpeza de algún sirviente, o un chisme de la<br />

vecindad.<br />

(Suspirando profundamente.)<br />

Y como único alivio el cielo, algunos árboles, la trinitaria blanca del jardín…<br />

seBasTIán<br />

¿Se refiere a la que me sirvió de peldaño para llegar a este paraíso de amenidad que me<br />

acaba de pintar?<br />

mIGuelIna<br />

Sí; he pasado años mirando blanquear la trinitaria sobre la tapia del jardín, depositando<br />

en ella sueños envejecidos… No parece sino que ahora me devuelve esos sueños<br />

reunidos en la apariencia de un hombre al que se puede desear con libertad porque no<br />

forma parte de nuestro mundo. Aunque usted me produzca temor, tal vez sea usted<br />

lo que yo esperaba. No deja de ser curioso y hasta incitante este momento. Una mujer<br />

como yo, que ha pasado su vida entregada a una fría desesperación, verse enfrentada<br />

a un hombre joven, un desconocido, en una noche donde sólo él y ella parecen existir,<br />

tibiamente rodeados por la música.<br />

seBasTIán<br />

¡Va usted demasiado lejos! No he venido a escuchar confesiones. Sus problemas no tienen<br />

nada que ver conmigo. Le repito que sólo deseo dinero.<br />

mIGuelIna<br />

(Con una idea súbita.)<br />

Y si en vez de dinero yo le diese una joya, algo de valor… ¿lo aceptaría?<br />

seBasTIán<br />

Las joyas no son una mercancía recomendable. Cuesta deshacerse de ellas.<br />

mIGuelIna<br />

Podrá venderla fácilmente. No haré ninguna reclamación.<br />

seBasTIán<br />

He venido a robar no a negociar. Además, me parece que usted se porta, de repente, de<br />

una manera extraña.<br />

mIGuelIna<br />

Me comprenderá mejor cuando le diga que no le doy esa joya por nada. Usted deberá<br />

ganársela simplemente.<br />

seBasTIán<br />

Ganarme el dinero que necesito me resulta divertido. ¿De qué se trata?<br />

mIGuelIna<br />

(Después de un momento.)<br />

manuel rueda | la TrInITarIa BlanCa<br />

657


ColeCCIÓn PensamIenTo domInICano | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

De un simple deseo: hágame el amor. Ámeme o hágame creer que me ama. ¿Qué mejor<br />

que un desconocido para cumplir esta delicada misión? ¿Ha venido a robar? Adelante;<br />

robe lo más precioso que puede encontrar.<br />

seBasTIán<br />

¡Nunca pensé que la faena de esta noche fuera tan difícil!…<br />

mIGuelIna<br />

¿No queda en mi cuerpo nada que le atraiga? Míreme, míreme… Trate de descubrir en<br />

mí algo digno de ser amado. ¡Se lo suplico! ¿Puede una mujer ser tan miserable que se<br />

encuentre despojada del menor atractivo? Míreme a los ojos; ¿no hay ansia y desesperación<br />

en ellos?…<br />

seBasTIán<br />

Sus ojos son negros y fosforecen. Exigen en medio de un gran vacío.<br />

mIGuelIna<br />

Exigen algo que les falta: el derecho de sentirse mirados a su vez.<br />

seBasTIán<br />

¿Debo cobrar por ello?<br />

mIGuelIna<br />

No son unos cuantos brillantes lo que le ofrezco. Es un medallón de mi madre, pero no<br />

lo quiero. Amé a mi madre, pero ella fue para mí el encierro, las lágrimas sorbidas contra<br />

la almohada.<br />

seBasTIán<br />

Debo decirle que no la creía capaz de semejante rebelión. En cierto modo es usted<br />

admirable.<br />

mIGuelIna<br />

¿Acepta, entonces…?<br />

seBasTIán<br />

Hay cosas que un hombre, joven y libre, no puede rehusar. Acepto, Miguelina.<br />

mIGuelIna<br />

Eso; no más tía Miguelina, señorita Miguelina. ¡Cuán distinto es oírse llamar así,<br />

Miguelina, por alguien a quien no nos ata parentesco alguno! Prométame que no me<br />

tratará usted como a una de esas mujeres que quisieron enseñarle una virtud llena de<br />

seriedad. Hágame sentir una mujer como las demás. Lléguese a mí con delicadeza… o<br />

por la fuerza; infúndame confianza o temor, no importa. Una hora de frenesí es lo que<br />

necesito. La estoy esperando desde hace cuarenta años.<br />

seBasTIán<br />

¿Qué razón ha tenido al escogerme?<br />

mIGuelIna<br />

Por estar lo suficientemente alejado de mi costumbre. Usted se encuentra allí donde<br />

acaba mi sombra, donde la trinitaria empieza a blanquear y mis sueños viven por mí.<br />

658


seBasTIán<br />

Creí tenerla en mi poder y me he convertido en su prisionero. ¡La trinitaria blanca! Una<br />

primorosa trampa para el amor de una solterona.<br />

mIGuelIna<br />

¿Es que nunca dejaré de ser llamada así? ¿Es que estoy marcada para siempre por ese<br />

mote sarcástico? ¿Qué hay de distinto en mí, qué me falta para ser como las demás mujeres?<br />

seBasTIán<br />

¡La seducción!… Transfigurarse y sonreír. Para ser mujer hay que sentirse serlo. Traer<br />

desde dentro hacia fuera el torrente de la feminidad. No es solamente un color lo que la<br />

mujer pone sobre sus labios: es un fuego que invita, que llama, que abrasa desde lejos.<br />

Entonces llega la presa y arde. Es como la inteligencia de los sentidos. Transfigúrese,<br />

Miguelina. Es el primer paso para salir al encuentro de la vida.<br />

mIGuelIna<br />

(Henchida de nuevas fuerzas.)<br />

La vida es el secreto que usted me revelará, que ya me está empezando a revelar. Esta noche<br />

seré otra. ¡Seré Miguelina! Abajo estas ropas. En mi armario hay otras que siempre encontré<br />

impropias y excesivas para mí. Creo que ahora me sentarán bien. ¡Espere! Cuando salga<br />

de esa habitación daré comienzo a nuestra gran aventura en común. Usted será el hombre<br />

que he esperado toda la vida, el hombre que ha venido a amarme, a hacerme suya. Una<br />

nueva mujer saldrá por esa puerta. No permita que se vuelva atrás o titubee. Sólo hay<br />

tiempo para que el pacto que hemos hecho se cumpla. Es mi reto a varias generaciones<br />

de rigurosa virtud. Todas las frustraciones de mi familia quieren expresarse en mí esta<br />

noche, esa procesión de mujeres solas que han muerto esperando… Somos los héroes<br />

de una gran aventura, de una aventura inimaginable. esos muertos alientan en mí con<br />

una fuerza a la que es inútil resistir. ¡Sólo por ellos seré perdonada!<br />

(Mutis.)<br />

(Sebastián queda pensativo. Recorre la habitación con la mirada, observando con minuciosidad todo cuanto le<br />

rodea. Guarda el cuchillo. Va al bar y se sirve una copa. Se acerca a la puerta de la habitación de Miguelina y<br />

trata de escuchar.)<br />

seBasTIán<br />

(En voz alta)<br />

No trate de jugarme una mala pasada o se acordará de mí. Puede que todo esto no sea<br />

más que un ardid.<br />

(Bajando la voz.)<br />

manuel rueda | la TrInITarIa BlanCa<br />

De todos modos es la aventura más curiosa que me haya sucedido. La aventura de la<br />

bella durmiente y del príncipe que la despierta. ¡Una pareja extraña! Miguelina…<br />

(Va hasta el fondo de la escena y se asoma al jardín. Toma un sorbo de su copa. Lo paladea.)<br />

Hermosa noche. ¿No habrá tenido ella la culpa?<br />

659


(Pausa.)<br />

La trinitaria parece tener luz propia; una luz casi lunar, llena de vibraciones misteriosas.<br />

Hace daño mirarla fijamente; parece cambiar de forma y de lugar.<br />

(Termina su copa y lentamente vuelve a primer término. Miguelina aparece vestida con una primorosa bata<br />

blanca, el cabello recogido sobre la nuca. Su bata recuerda el traje de una novia. Sebastián se vuelve y la mira<br />

deslumbrado.)<br />

¡Increíble!<br />

(Adelantándose, le tiende una mano.)<br />

Está usted blanca y hermosa como la flor misma de la trinitaria.<br />

mIGuelIna<br />

(Avanzando)<br />

Como introducción a un canto de amor no está mal. Brindemos por nuestro amor.<br />

(Llena las copas y levanta la suya.)<br />

Qué, ¿no crees en nuestro amor?<br />

seBasTIán<br />

Te amo, miguelina.<br />

mIGuelIna<br />

Repítelo conmigo: ¡Por nuestro amor!<br />

seBasTIán<br />

¡Por nuestro amor!<br />

(Toman. Él rápidamente, ella sorbo a sorbo y con los ojos cerrados.)<br />

mIGuelIna<br />

¡Oh, qué delicia!<br />

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(Música, un vals romántico. Mientras continúa hablando deja su copa en la mesita de las revistas, junto al<br />

diván. Sebastián hace lo mismo.)<br />

Soy joven otra vez, tengo la edad de Luisa. Podría empezar a reír ahora y no terminar<br />

nunca. La vida no se ha perdido todavía. Bailaremos. Luisa lo hace rodeada de miradas.<br />

Hace de su amor una complacencia, un espectáculo decente. Tú y yo bailaremos en<br />

secreto; será nuestra superioridad y nuestro triunfo. Rodéame con toda la fuerza y la<br />

delicadeza de que seas capaz. Así…<br />

(Él le rodea la cintura con uno de sus brazos. Bailan muy lentamente.)<br />

Una pequeña hoja en tu hombro… Oh, sí, Luisa, tenías razón, el baile es una entrega<br />

deliciosa.<br />

seBasTIán<br />

Eres cálida y bailas con tanto empeño como si te fuera en ello la vida.<br />

660


mIGuelIna<br />

(Deteniéndose.)<br />

¡Qué extraño! Me he visto, de repente como la joven que yo era, bailando bajo la mirada<br />

de mi madre. No eras tú, era José (ya le empezaba a crecer el bigote). Era Romero. Era<br />

Ignacio… Todos parecían amarme desde lejos, aunque nunca se atrevieron a decirme<br />

una sola frase de amor. Nos cogíamos las manos con delicadeza, protegida la mía con<br />

un pañuelo de seda y bailábamos, muy lejos uno del otro, como si el menor contacto<br />

pudiera mancharme. Teníamos que bailar bajo la mirada de mamá, rígidos y mudos. La<br />

mirada de mamá impedía que yo levantara mis ojos hacia ellos.<br />

(Pausa.)<br />

seBasTIán<br />

Yo te hubiese obligado a amarme. Te hubiera raptado bajo las miradas mismas de tu<br />

madre.<br />

mIGuelIna<br />

Uno de ellos me estaba destinado y lo perdí…<br />

seBasTIán<br />

A ese, sea quien fuese, le faltó valor, decisión. La decisión es lo propio del amor.<br />

(La vuelve a ceñir por la cintura y continúa el baile hasta que la música cesa. Luego se detienen, arrobados.)<br />

mIGuelIna<br />

Bailar contigo es hacerlo por primera vez.<br />

seBasTIán<br />

Me complace. Y me complace también que seas la que eres actualmente y no otra. Me<br />

gustas tú, con tu dolor y tu desesperación. Tu entrega es distinta. Te prefiero a ti porque<br />

es como estar cerca de lo imposible.<br />

mIGuelIna<br />

No pares de hablar. ¡Adelante! Una mujer no debe morir antes de que le deslicen en el<br />

oído palabras como esas. Es el momento… ¡Dilas!<br />

seBasTIán<br />

(Enervado.)<br />

Tu pelo es suave. Tu nuca es suave. Tus ojos son suaves y terribles. Tu boca…<br />

(Va acariciándola mientras habla.)<br />

mIGuelIna<br />

(Incitándolo aún más.)<br />

sí, mi boca… mi boca…<br />

manuel rueda | la TrInITarIa BlanCa<br />

(Él la besa con furia. Ella forcejea, de pronto, y se deshace de él.)<br />

no debemos extremar las cosas. no debemos ir demasiado lejos.<br />

661


seBasTIán<br />

¿Qué quieres? Acabamos de cerrar un trato, no puedes volverte atrás.<br />

mIGuelIna<br />

Déjame acostumbrarme. Así, de improviso, no… ¡No está bien! Soy todavía una mujer<br />

decente. ¡Compréndelo!<br />

seBasTIán<br />

Tú me indicaste el camino. No debo dejarte retroceder. Ahora, aunque quisieras arrepentirte,<br />

te lo impediría. Estás llena de posibilidades maravillosas.<br />

¡Te deseo! ¡Te amo!<br />

mIGuelIna<br />

(Desfalleciendo).<br />

¡Calla…<br />

seBasTIán<br />

Te amo y no hay tiempo que perder. Esta noche te has ganado una experiencia incomparable.<br />

mIGuelIna<br />

No debo ser débil, pero temo… Te deseo y te temo. ¿No comprendes? ¿No ves que tengo<br />

que luchar contra esta casa, contra la virtud de estos objetos, de estos muebles, de estas<br />

paredes cuajadas de retratos? Una virtud más tiránica que la de los vivos, porque no<br />

cambia, no fluye, sino que se mantiene fija, siempre igual, pesando sobre mí con un peso<br />

de tumba. Toda una costumbre rodeándome, puesta de pie para reprocharme…<br />

(Alucinada)<br />

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¿No oyes a mi hermano andar en la habitación de al lado…? ¿No oyes a Luisa reír en el<br />

comedor?… ¿No escuchas a Inés canturrear en el jardín, plantando sus rosas?<br />

seBasTIán<br />

Nada oigo, sino tu voz que me dice “ámame”, “ven”, “soy tuya”.<br />

mIGuelIna<br />

Hablan y me reprochan, mientras las otras me dan ánimo, me incitan a que las libere.<br />

seBasTIán<br />

Atiéndelas. ¡Sálvalas!<br />

mIGuelIna<br />

No; mi hermano me mira, y es la mirada de mi madre que me acusa. Atrás, atrás. ¡Márchate!<br />

Todo ha sido un juego. No puede ser. ¡No puede ser! No soy una cualquiera.<br />

¡Respétame! Te odio, te odio, te odiaré siempre si lo haces…<br />

(Ella ha retrocedido hasta la puerta de su habitación. Él la toma en sus brazos. Ella, ya sin oponerse, desfallece<br />

sobre su hombro. Ambos desaparecen.<br />

(Pausa. Un silencio lleno de sonoridades vagas. Oscuridad súbita. La música asciende a un primer plano,<br />

brillante y levemente sarcástica. La transición de una escena a otra será discreta, tanto en su duración como en<br />

662


su intensidad, evitándose cualquier caída hacia lo innecesariamente morboso. Poco a poco la escena se ilumina<br />

de nuevo y la música es relegada a su rol de mera ambientadora. Luisa y Enrique entran por la derecha).<br />

luIsa<br />

Dios quiera que tía Miguelina se sienta mejor. He estado inquieta por ella.<br />

enrIQue<br />

Sólo era un simple dolor de cabeza; se le habrá pasado. Por lo demás, tu tía Miguelina<br />

lucía como siempre. Nunca ha sido muy jovial, que digamos.<br />

luIsa<br />

De pronto, mientras bailábamos, tuve el presentimiento de que algo le sucedía. No me<br />

quedó más remedio que pedirte que vinieras conmigo.<br />

enrIQue<br />

(Desde la altura de su hombría.)<br />

Las mujeres sufren más por esos pequeños detalles que por las grandes cosas. No hay<br />

quien las entienda.<br />

luIsa<br />

(Resentida, aunque no tanto que ello le impida usar un tono de coquetería.)<br />

¿Te es difícil entenderme, Enrique?<br />

enrIQue<br />

(Tomándola por la cintura.)<br />

¡Tonta! Tú eres distinta.<br />

(La besa con naturalidad, casi sin pasión.)<br />

luIsa<br />

(Mirando hacia la habitación de Miguelina.)<br />

¿Se habrá dormido? Debemos volver al baile de una vez. Como nos escapamos sin decirlo,<br />

no está bien que nos demoremos. Papá y mamá podrían inquietarse.<br />

enrIQue<br />

Están demasiado entretenidos. Le sustrajiste la llave a tu madre del bolso y ni siquiera<br />

se ha dado cuenta.<br />

luIsa<br />

¿Entretenidos? Nunca me olvidaré de la cara que puso papá cuando descubrió que era<br />

el único vestido de smoking. Mamá no se le ha acercado en toda la noche: le teme.<br />

enrIQue<br />

Y con razón; le noté a tu padre una mirada asesina.<br />

luIsa<br />

aguarda.<br />

(Se acerca a la puerta de la habitación y escucha.)<br />

manuel rueda | la TrInITarIa BlanCa<br />

663


enrIQue<br />

Déjala. No debemos molestarla.<br />

luIsa<br />

(Empecinada, llamando.)<br />

Tía miguelina. Tía miguelina.<br />

(Silencio. Luego, más fuerte.)<br />

¡Tía Miguelina!<br />

mIGuelIna<br />

(Desde adentro.)<br />

¿Eres tú, Luisa?<br />

luIsa<br />

Sí, soy yo. He venido a saber cómo estabas.<br />

mIGuelIna<br />

(Siempre desde adentro.)<br />

Para eso no había que venir. ¡Márchate! ¡Vuélvete de una vez!<br />

luIsa<br />

Así lo haré, tía.<br />

(Preocupada avanza hacia el diván. Ve las dos copas que permanecen en la mesita. Las toma en sus manos y<br />

parece considerar la situación.)<br />

enrIQue<br />

(Que se ha mantenido a un lado de la escena.)<br />

¿Ves? No era nada. La has despertado sin necesidad.<br />

luIsa<br />

(Deja las copas en su sitio. Con rapidez, tomándolo del brazo.)<br />

Tienes razón; no era nada. Volvamos, ¡volvamos pronto!<br />

(Salen.)<br />

mIGuelIna<br />

(Apareciendo, después de un rato.)<br />

Se han ido.<br />

ColeCCIÓn PensamIenTo domInICano | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

(Sebastián asoma, desperezándose.)<br />

Luisa se ha preocupado por mí; es una muchacha seria. Piensa que me pasa algo, algo<br />

más grave que un simple dolor de cabeza. Oh, Dios mío. No debí consentir. Lo que acabo<br />

de hacer es horrible. ¡Horrible!…<br />

seBasTIán<br />

No me parece decoroso un arrepentimiento tan prematuro: no es convincente.<br />

664


mIGuelIna<br />

Acabo de deshonrar esta casa y ni siquiera tengo la excusa de la juventud.<br />

seBasTIán<br />

¡Miguelina…!<br />

mIGuelIna<br />

Ahora tú no entenderías. Has llegado y has acariciado a una desconocida entre tus brazos<br />

groseros. ¿Qué sabes tú de mí, tú, que me has reducido a lo más bajo de la existencia: al<br />

asco?<br />

seBasTIán<br />

Tal vez te has entregado demasiado a la insatisfacción. Estás tan fusionada a tu propia<br />

culpa que no ves en mí más que otro síntoma de tu imposibilidad. Soy algo tuyo desde<br />

hace tiempo. Te pertenezco como te pertenece cada uno de tus deseos. No había más<br />

remedio: he tenido que aparecer y no pareces comprenderlo. Soy el único que ha sabido<br />

vencerte.<br />

mIGuelIna<br />

Nada has vencido. Tú sólo acabas de servir mis propósitos.<br />

seBasTIán<br />

¿Crees en verdad, que me has comprado?<br />

mIGuelIna<br />

(Sacando algo del bolsillo de la bata.)<br />

Por un medallón de brillantes. aquí lo tienes.<br />

seBasTIán<br />

Pude haberlo obtenido a la fuerza.<br />

mIGuelIna<br />

Lo has considerado tarde. Cumpliste tu parte; ahora cumpliré yo la mía. ¡Tómalo!<br />

(Le alarga el medallón.)<br />

manuel rueda | la TrInITarIa BlanCa<br />

seBasTIán<br />

No como un pago. Te amo, Miguelina. Volveré, y tú me estarás esperando.<br />

mIGuelIna<br />

No osarás poner de nuevo los pies en esta casa. ¡Te lo prohíbo! No me he entregado a ti<br />

por amor. Mi odio te ha escogido, no yo.<br />

seBasTIán<br />

Ahora soy yo quien te escoge. Te amo; ya tienes un secreto de que estar orgullosa.<br />

mIGuelIna<br />

Un secreto que deberé gritar a todos los vientos. Una noticia que atravesará el pueblo<br />

como un rayo. “La señorita Miguelina ha sido poseída por un vagabundo”. Mi nombre<br />

será una vergüenza… y yo sonreiré satisfecha.<br />

665


seBasTIán<br />

Pareces resucitar para la venganza.<br />

mIGuelIna<br />

Es preciso que todos sufran; que los que me han compadecido, sufran. ¡No más tesoros<br />

que guardar! Abajo las virginidades que hacen de nosotras, pobres mujeres viejas, unos<br />

monstruos de virtud. Ya me encuentro debidamente ultrajada. Tu trabajo ha terminado;<br />

nada tienes que hacer aquí. ¡Adiós!<br />

seBasTIán<br />

Seré puntual. ¡Esperarás por mí!<br />

mIGuelIna<br />

Eres cobarde y te odio. ¡Te odio!<br />

(Le va a pegar en la cara, pero Sebastián le aferra los brazos y la besa. Ella se desase y se limpia la boca con el<br />

puño, iracunda, mientras él sonríe, sintiéndose dueño de la situación.)<br />

Ten piedad de tu sierva, Dios mío y Señor mío.<br />

(Está de rodillas, con la cabeza baja y los brazos cruzados sobre el pecho.)<br />

seBasTIán<br />

Hasta pronto. Acuérdate de mí. Ya nunca más estarás sola. Te lo prometo.<br />

(Miguelina parece rezar con los ojos cerrados. El rumor de una oración se escapa de sus labios, mezclado a<br />

sollozos intermitentes. Sebastián se detiene antes de salir.)<br />

Ah, me olvidaba: mi nombre es Sebastián.<br />

(Sale por el fondo.)<br />

mIGuelIna<br />

(Levantando la voz.)<br />

He pecado y tu misericordia deberá ser mayor que mi miseria.<br />

(Deja de sollozar. Se incorpora lentamente, aún con los ojos cerrados. Parece escuchar los últimos pasos de<br />

Sebastián. Sonríe, la expresión de religiosidad se convierte en otra sensual y triunfante.)<br />

TelÓn<br />

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Sí, te espero. Hasta pronto… ¡Sebastián!<br />

666


Acto segundo<br />

(Dos días después. La tarde está en su plenitud, aunque la luz ya empieza a ceder suavemente.<br />

Don Antonio se pasea nervioso. Viste pantalón color kaki y sobre la camisa, chaleco marrón<br />

sin abotonar, atravesado por una pesada leontina de oro. Fiel a sus principios, no lleva corbata.<br />

Vestido así se siente cómodo y respetable. Luisa, desde el sitio en que permanece sentada,<br />

observa sus idas y venidas. No es la muchacha alegre del primer acto. Ahora descubrimos en<br />

ella a la persona consciente y juiciosa: analítica.)<br />

don anTonIo<br />

Nuestra casa está construida sobre virtudes demasiado sólidas para que una historia<br />

tan extraña nos convierta en la comidilla de los demás.<br />

luIsa<br />

¿Podemos decir de nuestras virtudes que son demasiado sólidas?…<br />

don anTonIo<br />

Todo hubiera sido más decoroso de estar envuelto en una adecuada desesperación.<br />

Las lágrimas son las atenuadoras de la culpa. Miguelina, sin embargo, parece haber<br />

quedado poseída por un espíritu maligno. Casi está envanecida de su deshonra. Me lo<br />

ha contado sin que siquiera le temblara la voz. “No soy más tu hermana”, me ha dicho.<br />

“He deshonrado tu casa; puedes hacer lo que quieras”. Dios me perdone, pero por su<br />

boca me hablaba una de esas mujerzuelas…<br />

luIsa<br />

¡Cálmate, papá!<br />

don anTonIo<br />

Un hombre ha entrado en mi casa. Debo remover el pueblo piedra a piedra hasta dar con él.<br />

luIsa<br />

¿Evitarías de ese modo el escándalo?<br />

(Pausa.)<br />

Creo, querido papá, que tratas de vengarte de un fantasma.<br />

don anTonIo<br />

no entiendo lo que quieres decir.<br />

manuel rueda | la TrInITarIa BlanCa<br />

luIsa<br />

He pensado el asunto con calma y llegado a conclusiones asombrosas.<br />

don anTonIo<br />

Siempre fuiste una muchacha inteligente. Podemos hablar con toda claridad y discreción,<br />

sobre todo cuando tu propio nombre está en juego, aunque indirectamente.<br />

luIsa<br />

Te lo diré sin preámbulos. Tengo el presentimiento de que ese joven violador de solteronas<br />

no existe, de que lo ha inventado ella, casi sin quererlo, sin darse cuenta de lo que hacía.<br />

667


ColeCCIÓn PensamIenTo domInICano | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

don anTonIo<br />

Entonces, ¿con cuál propósito nos engaña?<br />

luIsa<br />

Mejor sería preguntarnos con cuál propósito se engaña ella a sí misma.<br />

don anTonIo<br />

¿Quieres decir que es víctima de una alucinación?<br />

luIsa<br />

Más bien creo que tía Miguelina actúa guiada por su imaginación. Su imaginación es<br />

un arma que esgrime contra ti, especialmente contra ti, que eres el guardián del buen<br />

nombre de esta casa.<br />

don anTonIo<br />

¿Pero por qué tanto odio?<br />

luIsa<br />

Una cosa es evidente: ella se ha inventado una historia absurda, demasiado teatral<br />

para ser verdadera. Después de tantos años de estar relegada a su opacidad de mujer<br />

sin historia, trata de convertirse, de repente, en un ser importante; trata de ser la<br />

heroína de un drama asombroso, tan asombroso que nadie sea capaz de olvidarlo.<br />

Entonces comienza la farsa; el hombre que salta la tapia del jardín y la lucha que<br />

termina en una lírica posesión arrullada por la música. La noche del baile, debo<br />

decírtelo, vine sola hasta aquí con Enrique. Tal vez hice mal, pero la salud de tía<br />

Miguelina me tenía preocupada. Ella estaba en su habitación y no me abrió, aunque<br />

me di cuenta, de inmediato, de que seguía levantada. Su voz sonaba brusca y<br />

perturbada. Me pidió que me marchara. Había una ola de perfume flotando en el<br />

ambiente y lo que es más significativo aun, sobre la mesa permanecían dos copas de<br />

coñac a medio consumir.<br />

don anTonIo<br />

Pero Miguelina no usa perfumes, ni toma bebidas alcohólicas. Además esa noche decía<br />

tener un horrible dolor de cabeza.<br />

luIsa<br />

Exactamente. Fue un momento extraño para mí. Enrique no pareció darse cuenta; por<br />

otra parte, nada que no sea yo misma le interesa.<br />

don anTonIo<br />

¿No vendría a ser esto una prueba de que, en realidad, algo ha sucedido…?<br />

luIsa<br />

¿No sería, mejor, parte del rompecabezas que ella ha querido armar ante nuestros ojos?<br />

Fue una escena preparada para que alguien la viese.<br />

don anTonIo<br />

¿Y si estás equivocada, si ella ha sido incapaz de preparar un engaño semejante?<br />

668


luIsa<br />

Habrá que inclinarse a lo más prudente. ¿No te das cuenta de lo peligroso que sería para<br />

ella y para nosotros, el dar crédito a su fantasía? Tía Miguelina está obsesionada, no nos<br />

perdona nuestra felicidad, mientras que ella es sólo una sombra que ha permanecido<br />

recostada durante años contra las paredes, tal vez demasiado honorables, de esta casa.<br />

don anTonIo<br />

¿Qué hacer? Debe existir una causa, un hecho que al ser eliminado le devuelva el equilibrio.<br />

luIsa<br />

¡Quién sabe! Puede extirparse un tumor, eliminarse una fiebre, pero ¿quién puede luchar<br />

contra un sueño, contra el fantasma de una noche? Este suceso me hace temblar mucho<br />

más que si tuviéramos que enfrentarnos a hechos conocidos.<br />

don anTonIo<br />

¿Está Inés enterada?<br />

luIsa<br />

No lo sé. Nunca podremos darnos cuenta de lo que sabe o ignora mamá.<br />

don anTonIo<br />

Sí, su jardín es lo único que parece preocuparla. Lo cuida como si fuera un paraíso en<br />

el cual pudiera vivir eternamente dichosa. El dolor es un lenguaje que ella trata de no<br />

entender. ¡Pobre Inés! No quisiera que estos problemas la afectaran.<br />

luIsa<br />

¿Dónde está ahora tía Miguelina?<br />

don anTonIo<br />

Ha permanecido toda la tarde en la galería, mirando la calle de un lado a otro, como si<br />

esperase a alguien.<br />

(Se acerca a la primera puerta de la derecha y la abre cuidadosamente.)<br />

luIsa<br />

¿La ves desde ahí?<br />

don anTonIo<br />

Sí, la veo pasar a través de la vidriera del pasillo. Arriba y abajo, con una pasión extraña<br />

en el rostro. Me parece una desconocida, y sin embargo es mi hermana.<br />

(Apartándose de la puerta que permanece abierta.)<br />

manuel rueda | la TrInITarIa BlanCa<br />

Sólo cuando murió nuestra madre tuvo una reacción parecida. No lloró. Estuvo mirándola<br />

muy fijamente, con un brillo de victoria en la mirada. Nunca me olvidaré de esa<br />

mirada. me miró de la misma manera cuando me dijo que ese desconocido… Pero allí,<br />

delante del cadáver de nuestra madre, esa mirada tenía algo de especialmente monstruoso.<br />

Era como decirle: “Al fin estás muerta y yo te sobrevivo, quedo libre de ti”. Fue<br />

una mirada que rezumaba odio y sin embargo, ¡cuánto parecía quererla! Durante una<br />

669


ColeCCIÓn PensamIenTo domInICano | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

semana no me dirigió la palabra. Yo estaba deshecho; ella, en cambio, permanecía erguida,<br />

orgullosa, como complacida en medio de la tragedia. Una noche –estábamos en la finca–<br />

montó a caballo y galopó durante horas. Oímos el galope toda la noche, cercano a la casa,<br />

un redoble solitario y fúnebre repercutiendo en medio de la soledad. Fue su manera de<br />

llorar, de descargarse de su dolor; una forma demasiado brutal y salvaje, pero que a fin de<br />

cuentas la trajo a la normalidad, A la mañana siguiente ya era otra vez la hermana dócil.<br />

Tenía los ojos inflamados y parecía abrumada dentro de sus ropas de luto.<br />

luIsa<br />

Pensar que no la conozco y he vivido toda una vida a su lado.<br />

don anTonIo<br />

¿La conozco yo mejor, acaso?<br />

luIsa<br />

Estamos, tal vez, asistiendo a la repetición de un mismo hecho.<br />

don anTonIo<br />

esa mirada, esa actitud de triunfo…<br />

luIsa<br />

(Quien se ha acercado a la puerta y mira hacia el pasillo.)<br />

Parece que termina su vigilancia. Siéntate. No debes dejar traslucir tu preocupación.<br />

Trata de sonreír.<br />

(Don Antonio toma asiento. Luisa abre el costurero y se pone a repasar, maquinalmente, algunas madejas de<br />

hilo, o alguna tela bordada. Miguelina aparece por la derecha. Un momento de silencio, lleno de expectación.<br />

Luisa es la primera en hablar.)<br />

Papá me decía que deberíamos ir a la finca a pasar una temporada. Está esplendorosa<br />

y disfrutaríamos de la época de los baños.<br />

mIGuelIna<br />

Comprendo que tu padre quiera alejarme de esta casa. Constituyo algo peligroso para<br />

su reputación.<br />

luIsa<br />

(Como quien no ha escuchado.)<br />

Desea que invitemos a unas cuantas amigas. Enrique se va y estaré demasiado sola.<br />

don anTonIo<br />

(Con forzada jovialidad.)<br />

Eso es. En el campo los días suelen ser más entretenidos que en el pueblo.<br />

mIGuelIna<br />

(En actitud grave, dirigiéndose a Luisa.)<br />

Tu padre sabe que ya no soy la misma. No debe contar conmigo como si nada hubiese<br />

pasado.<br />

670


don anTonIo<br />

(Enfrentándose, al fin, a la situación.)<br />

Miguelina, quiero que sepas una cosa: ¡nada, en realidad, ha pasado! Quiero que recuerdes<br />

esto con toda claridad.<br />

mIGuelIna<br />

(Provocativa y como si la hirieran en lo más profundo.)<br />

¿He oído mal o es que no me hice entender lo suficiente? ¿Así guardas la “dignidad” de<br />

tu hogar,<br />

(La palabra “dignidad” ha sido dicha enfáticamente.)<br />

complaciéndote en la humillación, poniendo oídos sordos a un incidente escandaloso?<br />

En vez de golpearme, de insultarme, de llorar de vergüenza, me hablas con la sonrisa<br />

en los labios; en vez de avisar a la policía te quedas aquí, en el mismo lugar donde tu<br />

hermana ha sido ultrajada.<br />

don anTonIo<br />

(Tratando de suavizar, con el tono de la voz, el significado de sus palabras.)<br />

¿Te has encerrado tú, has llorado, has tenido siquiera un momento de desesperación?<br />

¿Cómo creerte, entonces?… ¡Avisar a la policía! ¿Es eso lo que hubieras preferido…?<br />

mIGuelIna<br />

(Inconmovible.)<br />

Era tu deber; aunque él no es de los que se dejan atrapar con facilidad. Ha venido y<br />

volverá. Esta historia sólo acaba de comenzar. Pero, no; prosigue en la preparación de<br />

tus paseos campestres, da la espalda a tu propia vergüenza…<br />

don anTonIo<br />

¿Es que no temes tus palabras?<br />

mIGuelIna<br />

(Se nota que su propósito no es solamente el de contestar, sino el de descargarse de algo que hace tiempo la<br />

ahogaba.)<br />

¡El miedo!… El miedo no es más que esa cadena que nos impide vivir; la virtud de esa<br />

casta de mujeres temblorosas que envejecen con las dos manos sobre los ojos, como<br />

si el mundo fuera una estampa obscena cuya contemplación bastara a sumirlas en los<br />

infiernos.<br />

luIsa<br />

(Quien ha observado la palidez creciente que se apodera de su padre.)<br />

¡Basta!<br />

don anTonIo<br />

(Trémulo y a punto de estallar.)<br />

manuel rueda | la TrInITarIa BlanCa<br />

¿Cómo te atreves a hablar en esa forma delante de mí?<br />

671


luIsa<br />

Papá, acuérdate,<br />

(Pone intención en la frase.)<br />

tía Miguelina no se encuentra bien desde hace unos días.<br />

don anTonIo<br />

(Frenando sus impulsos.)<br />

Lo sé, hija. Miguelina sabrá perdonarme si estuve a punto de perder la compostura.<br />

mIGuelIna<br />

(Con altivez.)<br />

Estoy perfectamente bien. Nunca me he sentido mejor en la vida.<br />

don anTonIo<br />

Concluiremos más tarde esta conversación. Voy a ponerme un saco para la cena.<br />

(Sale.)<br />

luIsa<br />

(Después de una pausa, en la que ha parecido fluctuar entre la impaciencia y una forzosa pasividad.)<br />

¡Tú en los brazos de un hombre…! Nada más inconcebible ni grotesco. Sí, estás enferma;<br />

eso lo explica todo.<br />

mIGuelIna<br />

Tú dudarías del sol si no pudieras verlo. ¡Pobre Luisa! No puedes tú tampoco comprenderme.<br />

(Retadora.)<br />

Sé más que tú, ahora. Mientras tú bailabas ahí al lado, la tía Miguelina era apretada entre<br />

unos brazos rudos; la tía Miguelina bebía coñac con un hombre; la pobre solterona era<br />

conducida a su lecho nupcial.<br />

luIsa<br />

Te lo repito: no podrás hacerte creer. Lo que dices es falso y hasta monstruoso. Has<br />

empezado a odiarnos sin que nos diéramos cuenta. Arrepiéntete de esas locas palabras,<br />

arrodíllate en tu habitación y reza, como siempre lo has hecho, para que Dios te perdone<br />

esos pensamientos desdichados.<br />

mIGuelIna<br />

(Ansiosa.)<br />

ColeCCIÓn PensamIenTo domInICano | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

¡Es preciso que me creas!<br />

luIsa<br />

No puedes probar nada de lo que dices.<br />

mIGuelIna<br />

¿Qué debo probarte?<br />

672


luIsa<br />

Que ese hombre existe.<br />

mIGuelIna<br />

Me ha poseído. Ha estado aquí. Se llama Sebastián.<br />

luIsa<br />

¿Son esas tus pruebas?… Ya ves, es inútil que te empeñes…<br />

mIGuelIna<br />

Le pediré que venga, que se presente aquí en pleno día.<br />

luIsa<br />

Sabes que ello es imposible.<br />

mIGuelIna<br />

Dile a tu padre que lo busque, que trate de encontrarlo.<br />

luIsa<br />

¿Cómo daría con él? ¿Cómo lo reconocería?<br />

mIGuelIna<br />

Le encontrarán en el pecho un medallón de brillantes con un mechón de pelo dentro.<br />

luIsa<br />

¿Un medallón…?<br />

mIGuelIna<br />

Sí, el medallón de mi madre. Se lo he regalado.<br />

luIsa<br />

Di la verdad, ¿qué has hecho con él? ¿No te habrás atrevido a…<br />

mIGuelIna<br />

¿Empiezas a creerme, Luisa?<br />

luIsa<br />

…a destruirlo, no querrás decir que lo has perdido?<br />

mIGuelIna<br />

Siento que ya no pueda ser tuyo como querías que fuese.<br />

luIsa<br />

No quiero oírte más. Me fatigas. El medallón aparecerá oportunamente. Es un ardid<br />

como todo lo demás.<br />

(Trata de irse.)<br />

manuel rueda | la TrInITarIa BlanCa<br />

mIGuelIna<br />

Tal vez quieras otra prueba. Una prueba que nadie podrá dejar de ver, una prueba que<br />

proclamará a los cuatro vientos que Sebastián existe…<br />

673


luIsa<br />

(Con un viso de ironía.)<br />

¿Me llamarás cuando él llegue, después de haberse descolgado por la trinitaria?<br />

mIGuelIna<br />

Un hijo es la prueba que necesito. Sí, Sebastián, tú me darás ese hijo y entonces ya nadie<br />

se atreverá a dudar.<br />

luIsa<br />

(Acercándosele, súbitamente enternecida.)<br />

En cierto modo tú eres también madre. Me has criado, has estado a mi lado desde que<br />

nací…<br />

mIGuelIna<br />

No quiero ser madre de niñas, sino de varones. Quiero hombres a los que no pueda<br />

aprisionar demasiado, ni hacer desgraciados a costa de mi avidez.<br />

luIsa<br />

(Persuasiva.)<br />

Compréndelo, tía Miguelina, te queremos y no puedes abjurar de tu virtud, renunciar<br />

al sitio que te corresponde entre nosotros. Tú eres parte del decoro de nuestra casa.<br />

mIGuelIna<br />

Debes creer en mí, en Sebastián, en mi verdad que para mí significa más que la vida.<br />

luIsa<br />

¡Cuánto sufres! Si yo pudiera decirte: “Sí, creo”… Y tal vez debería decírtelo.<br />

mIGuelIna<br />

(Con ansiedad.)<br />

¡Dímelo! ¡Que yo lo lea en tus ojos! ¡Que yo sienta en esa afirmación tuya la certeza de<br />

mi liberación!<br />

luIsa<br />

¿Te aliviaría ello? Los amantes se pierden con mayor facilidad que como se ganan. Sobre<br />

todo a tu edad y si él es un hombre joven… Lo tienes un día y te abandona para toda la<br />

vida.<br />

mIGuelIna<br />

(Casi en un grito de angustia.)<br />

¡No! Lo tendré siempre. Volverá, me lo ha prometido.<br />

luIsa<br />

(Consoladora.)<br />

ColeCCIÓn PensamIenTo domInICano | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

Nunca podrás tener un amante, tía Miguelina. Quisiera comprenderte, darte el calor<br />

que pareces necesitar, de pronto. Mírame, soy tu hija; estás entre nosotros que no te<br />

abandonaremos nunca.<br />

674


mIGuelIna<br />

(Tratando de no oír.)<br />

Vendrá aunque no creas en él. Saltará sobre la trinitaria con sus músculos tensos y me<br />

estrechará entre sus brazos.<br />

luIsa<br />

¡Que Dios se apiade de tu alma!<br />

mIGuelIna<br />

Hasta Dios ha dejado de asustarme. Y es que me siento fuerte, demasiado llena de confianza<br />

para temer o arrepentirme.<br />

doÑa InÉs<br />

(Entrando desde el jardín con algunas rosas en las manos.)<br />

Nadie tiene rosas como las mías en el pueblo; tal vez porque nadie ama las flores como yo.<br />

(Las huele, aspirando profundamente.)<br />

luIsa<br />

A veces pienso que amas tus rosas más que a las personas.<br />

doÑa InÉs<br />

Son más mías. Las personas crecen y se nos van, se hacen distintas a nosotros.<br />

luIsa<br />

Eres demasiado sentimental. Las rosas son un adorno, no una preocupación.<br />

doÑa InÉs<br />

La juventud no comprende estas cosas. Está demasiado llena de sí misma. Miguelina<br />

y yo sí podemos, en cambio, comprenderlas; ya no esperamos nada de la vida. Es el<br />

consuelo de las que, como nosotras, van para viejas.<br />

luIsa<br />

Cuando aún se es joven, el llamarse viejo es una coquetería, mamá.<br />

doÑa InÉs<br />

Tal vez lo que estamos esperando, para sentirnos definitivamente viejas, es que te cases<br />

y seas feliz. Claro que a Enrique le falta todavía una carrera… ¿Quieres poner un poco<br />

de agua a estas rosas?<br />

(Las ha colocado en un jarrón que le entrega a Luisa.)<br />

luIsa<br />

sí, mamá.<br />

(Sale.)<br />

manuel rueda | la TrInITarIa BlanCa<br />

mIGuelIna<br />

Somos casi de la misma edad y sin embargo cuán distintamente envejecemos. Tú esperas<br />

la vejez como un alivio, yo como una frustración. La vejez es como un estado<br />

675


de alma: se gana viviendo. No he sido joven nunca y nunca podré ser vieja como lo<br />

serás tú.<br />

doÑa InÉs<br />

Entre tú y yo no hay más diferencia que un marido y una hija.<br />

mIGuelIna<br />

¿Es esa una pequeña diferencia?<br />

doÑa InÉs<br />

…Un marido y una hija que hemos compartido, aunque ese marido sea tu hermano.<br />

mIGuelIna<br />

El paraíso que me pintas tiene algo de abominable.<br />

doÑa InÉs<br />

¿Te acuerdas de la trinitaria?<br />

(Mirando hacia un punto lejano del jardín.)<br />

La plantamos antes de que Luisa naciera.<br />

mIGuelIna<br />

Sí, la trinitaria… He vivido años con los ojos clavados en ella, esperando.<br />

doÑa InÉs<br />

Cubría todo el muro cuando nació.<br />

(Luisa entra con el jarrón de las flores.)<br />

mIGuelIna<br />

Pero yo seguí esperando… Me acostumbré a mirarla y a esperar…<br />

(Exaltada.)<br />

Ahora la han desgarrado, han maltratado su blancura. La han violado, Inés. La pureza<br />

de esos días está lejana.<br />

doÑa InÉs<br />

Debo confesar que no me he dado cuenta de ello.<br />

luIsa<br />

(Interviniendo con rapidez.)<br />

Tía Miguelina se refiere a los niños del vecindario, que algunas veces se encaraman al muro.<br />

doÑa InÉs<br />

Pues debemos quejarnos a sus padres. Nadie se ha atrevido jamás a escalar esa pared y<br />

mucho menos a maltratar mis flores.<br />

mIGuelIna<br />

(Con intención.)<br />

ColeCCIÓn PensamIenTo domInICano | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

Alguien más ha escalado ese muro, Luisa… ¡Lo sabes bien!<br />

676


luIsa<br />

Habrá tiempo para que le cuentes a mamá lo sucedido. Mientras tanto, papá nos espera<br />

para cenar. Está impaciente, dando paseos alrededor de la mesa.<br />

doÑa InÉs<br />

Ciertamente, se ha hecho tarde. ¿Vamos, Miguelina?<br />

mIGuelIna<br />

Cenen sin mí; no tengo apetito.<br />

doÑa InÉs<br />

Después terminarás con lo de la pureza de la trinitaria. Puede ser una historia interesante.<br />

(Luisa se la lleva.)<br />

(Miguelina queda en pie, como sumida en graves recuerdos. Camina por la habitación retorciéndose las manos. De<br />

pronto ve su imagen en el espejo. Se acerca, mirándose, como extrañada de sí misma. Se acaricia el pelo suelto, vuelve<br />

a recogérselo en el antiguo moño y lo deja caer de nuevo sobre sus hombros. Se lleva las manos a la cara y cierra los<br />

ojos fuertemente, con furia o desesperación. La tarde ha ido cayendo y la habitación está en penumbra.)<br />

enrIQue<br />

(Entrando por la derecha.)<br />

La puerta estaba abierta y no he tenido más remedio que pasar. Supuse que todavía<br />

estaban cenando.<br />

mIGuelIna<br />

Encenderé las luces.<br />

(Enciende la luz del techo.)<br />

Siéntese. Es usted un enamorado puntual.<br />

enrIQue<br />

(Tomando asiento.)<br />

No quiero que Luisa se inquiete por mí. Son mis últimos días en el pueblo. Los amigos<br />

quieren despedirme todos a la vez. Ya sabe usted, tragos, música, paseos a la playa.<br />

mIGuelIna<br />

Un buen programa de despedida.<br />

enrIQue<br />

No soy más que el pretexto. Ellos hacen sus fiestas de todos modos. Yo, en cambio,<br />

prefiero pasar aquí, con Luisa…<br />

mIGuelIna<br />

(Encarándolo.)<br />

¡Usted no quiere de verdad a Luisa!<br />

enrIQue<br />

¿Qué dice?<br />

manuel rueda | la TrInITarIa BlanCa<br />

677


mIGuelIna<br />

Que debe demostrarle que la quiere.<br />

enrIQue<br />

Eso trato de hacer.<br />

mIGuelIna<br />

Sí; llegando antes de la hora, cogiéndole las manos y asediándola hasta que consigue<br />

besarla…<br />

enrIQue<br />

(Enrojeciendo.)<br />

La amo y la respeto.<br />

mIGuelIna<br />

¡Bravo! Ser respetada hasta ese extremo es casi lo mismo que ser temida. De ello puede<br />

resultar que Luisa no se case con usted… ni con nadie. Usted terminará por aburrirse a<br />

su lado y al fin la abandonará.<br />

enrIQue<br />

antes me abandona ella a mí.<br />

mIGuelIna<br />

las mujeres como nosotras no abandonamos nunca lo que amamos. usted, en cambio,<br />

se marcha… Escribirá todos los días hasta el momento en que empiece a decirse: “Hoy<br />

no tengo nada que contarle, lo dejaré para mañana”. Y es que ya habrá comenzado a<br />

traicionar su recuerdo.<br />

enrIQue<br />

(Dolido.)<br />

¡No sucederá como dice! Usted nunca había hablado conmigo más de dos o tres palabras.<br />

Me miraba con recelo. ¿Ha roto su silencio sólo para descorazonarme?<br />

mIGuelIna<br />

¡Quiero salvarlos! No vaya usted a la capital. No abandone a Luisa ni siquiera por unos<br />

días. Ese tiempo puede ser fatal. Míreme a mí: soy como una culpa en medio de esta<br />

casa. No permita que Luisa corra mi suerte. Abandone sus estudios. ¡Cásese!…<br />

enrIQue<br />

Pero yo… ella… Sus padres no consentirían.<br />

mIGuelIna<br />

Haga entonces algo arriesgado. Pero no la deje entregada a tantos peligros. ¿No comprende<br />

usted que para una mujer sola la noche es un tiempo demasiado largo? Óigalo<br />

bien: tengo miedo por ella. ¡Sálvela!<br />

enrIQue<br />

(Lleno de zozobras.)<br />

ColeCCIÓn PensamIenTo domInICano | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

¿Es que algún peligro la amenaza? ¡Contésteme!<br />

678


mIGuelIna<br />

Sería inútil Únicamente me está permitido ponerlo sobre aviso y mostrarle el camino…<br />

la solución.<br />

enrIQue<br />

¿Cree, entonces que debo renunciar a mi carrera si quiero conservar a Luisa?<br />

mIGuelIna<br />

Es lo que estoy tratando de decirle.<br />

enrIQue<br />

Hace un momento estaba feliz y lleno de proyectos para el futuro. De pronto, todo se<br />

ha oscurecido a mi alrededor.<br />

mIGuelIna<br />

¡Súfralo! Es el precio que estamos condenados a pagar. Es cuanto tenía que decirle.<br />

Buenas noches.<br />

(Sale por la puerta que da a su habitación. Enrique, después de haberse levantado, se desploma de nuevo sobre<br />

el asiento. Luisa entra por la izquierda. Él no la siente venir. Ella le desliza un brazo por la espalda.)<br />

luIsa<br />

¿Qué pides por esos pensamientos?<br />

enrIQue<br />

(Sobresaltándose. Luego, tratando de sonreír.)<br />

Oh, Luisa, ¿eres tú?<br />

(Le toma las manos.)<br />

Te los ofrezco gratuitamente: pensaba en ti.<br />

luIsa<br />

(Satisfecha.)<br />

Me alegro de que hayas venido temprano esta noche.<br />

enrIQue<br />

(Levantándose.)<br />

Evito interrumpirles la cena.<br />

luIsa<br />

Sólo tomé un vaso de leche; no tenía apetito. Papá y mamá me regañaron por ello. Me<br />

levanté en seguida de la mesa… ¿Pero, qué tienes? Pareces preocupado.<br />

enrIQue<br />

(Después de una lucha interior, resolviéndose.)<br />

manuel rueda | la TrInITarIa BlanCa<br />

Dime, Luisa, ¿no me encuentras un poco soso la mayoría de las veces? No soy el tipo<br />

de galán que parece atraer a las muchachas.<br />

luIsa<br />

¿Y se puede saber cuál es el tipo de galán que atrae a las muchachas?<br />

679


enrIQue<br />

(Tomándola en sus brazos.)<br />

Podría ser más apasionado, si me lo propusiera, más romántico… Oh, Luisa, te amo<br />

tanto que podría ser lo que tú quisieras.<br />

luIsa<br />

Que seas un poco más tú mismo es cuanto deseo. Y no me abraces así, tan efusiva y<br />

teatralmente. Papá y mamá saldrán de un momento a otro del comedor; te tienen por<br />

un muchacho serio y esa opinión no hay que echarla a perder.<br />

enrIQue<br />

(Desilusionado, soltándola de su abrazo.)<br />

¿Quieres, en realidad, que sea un muchacho serio?<br />

luIsa<br />

no deseo que cambies.<br />

enrIQue<br />

(Después de una pausa.)<br />

Pudiera ser que yo me enamorara de otra por allá.<br />

luIsa<br />

(Con naturalidad.)<br />

Entonces no habría remedio.<br />

enrIQue<br />

Eso es lo malo, ¿no te das cuenta?<br />

luIsa<br />

Si te enamoraras de otra, ya no te importaría perderme. ¡Es una tontería!<br />

enrIQue<br />

Trato de darte celos y sólo consigo angustiarme más. Tu tía Miguelina…<br />

luIsa<br />

¡Oh! Debí suponérmelo: ¡tía Miguelina!<br />

enrIQue<br />

no llegó a decirme más que frases vagas, que sí inquietantes.<br />

luIsa<br />

(Eludiendo su mirada.)<br />

ColeCCIÓn PensamIenTo domInICano | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

Tía Miguelina no sabe lo que dice: está enferma. Se imagina cosas…<br />

enrIQue<br />

algo tratas de ocultarme.<br />

luIsa<br />

…no nos concierne a ninguno de los dos.<br />

680


enrIQue<br />

entonces, era cierto…<br />

luIsa<br />

¡Compréndeme!<br />

enrIQue<br />

Tienes el deber de confiar en mí… ¡Te lo suplico! ¡Te lo exijo!<br />

(Silencio obstinado de Luisa. Con desesperación.)<br />

Oh, Luisa, ya no eres la misma; ¡me has traicionado!<br />

luIsa<br />

¡Estás imposible! ¡Te detesto!<br />

enrIQue<br />

¿Lo ves? Al fin confiesas.<br />

luIsa<br />

(Tratando de contenerse.)<br />

No he confesado nada.<br />

enrIQue<br />

acabas de decirlo claramente.<br />

(Don Antonio y Doña Inés vienen desde el comedor, a tiempo de oír las últimas palabras de Enrique.)<br />

doÑa InÉs<br />

¿Qué es lo que Luisa acaba de decirle, Enrique?<br />

enrIQue<br />

Este… yo… le decía a Luisa… ella…<br />

don anTonIo<br />

(Acudiendo en su ayuda.)<br />

Inés, los muchachos están peleándose como es natural entre novios. Eso es todo.<br />

doÑa InÉs<br />

Progresas, querido antonio. Posees una tolerancia demasiado juvenil, que no va de<br />

acuerdo con tu edad.<br />

don anTonIo<br />

¿Va el smoking de acuerdo con mi edad?<br />

(Doña Inés toma asiento en el diván sin atreverse a replicar. Don Antonio la mira y sonríe para sí.)<br />

Luisa, sírvele a Enrique una copita de anís. Le hará de reactivo. Puedes traerme una,<br />

también.<br />

luIsa<br />

¿Y tú, mamá, no deseas?<br />

manuel rueda | la TrInITarIa BlanCa<br />

681


doÑa InÉs<br />

No, hija, el licor me da sueño y creo que de eso ya no puedo tener más. Un vistazo a esta<br />

revista de floricultura y a la cama. Mañana debo madrugar si quiero planear la nueva<br />

forma del jardín. Antonio, quiero decirte que desde mañana tendremos jardinero. Es<br />

nuevo en el pueblo y necesita trabajo. Como María va a estar unos días más en el campo,<br />

me es imprescindible.<br />

don anTonIo<br />

Te mantienes fiel a tu costumbre; me lo comunicas cuando ya no hay más remedio que<br />

aceptar. ¿Qué sería de ti si no inventaras algo nuevo constantemente?<br />

doÑa InÉs<br />

¿Y qué sería de ti, querido, si yo no tratara de embellecerte la vida?<br />

don anTonIo<br />

Ya me la has embellecido lo suficiente. ¡Me siento colmado!<br />

doÑa InÉs<br />

No sé si hablas en serio o irónicamente. De todos modos, ¡gracias!<br />

(Mientras tanto Luisa ha extendido una copa a Enrique, quien la toma después de carraspear nerviosamente.<br />

Luisa mira hacia otro lado. Luego da la otra copa a su padre y queda en pie, lejos del sitio que ocupa Enrique.)<br />

don anTonIo<br />

(A Enrique.)<br />

Por tu próxima partida. Te deseo éxito y rápidos progresos.<br />

enrIQue<br />

(Temeroso de lo que va a decir.)<br />

Creo, don Antonio, que no me iré todo lo pronto que yo esperaba.<br />

don anTonIo<br />

¿Cuándo tomaste semejante resolución?<br />

enrIQue<br />

En realidad hace poco… sólo unos momentos…<br />

(Atreviéndose.)<br />

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Tal vez si Luisa y yo nos casásemos ahora.<br />

doÑa InÉs<br />

(Levantando los ojos de la revista y como si hubiera oído el anuncio del fin del mundo.)<br />

¿Qué ha dicho?<br />

enrIQue<br />

Que tal vez si Luisa y yo…<br />

doÑa InÉs<br />

Luisa, ¿formas tú parte de este complot?<br />

682


luIsa<br />

(Con ira.)<br />

Ni estoy metida en eso, ni quiero casarme con nadie.<br />

doÑa InÉs<br />

Menos mal que tú no apruebas una idea tan descabellada.<br />

(A Enrique.)<br />

Luisa no aceptaría a un muchacho sin porvenir…<br />

enrIQue<br />

¿Es que no se toman en cuenta para nada mis sentimientos?<br />

don anTonIo<br />

ustedes los jóvenes, suelen equivocarse casi con tanta frecuencia como nosotros los<br />

viejos. ¡Comprendemos! Quieres a Luisa y te aceptamos.<br />

enrIQue<br />

(Con un destello de esperanza en los ojos.)<br />

¿Entonces?…<br />

don anTonIo<br />

…siempre que las cosas sigan su curso normal.<br />

enrIQue<br />

(Desarmado.)<br />

He fracasado. Les ruego que me perdonen.<br />

(Después de un momento.)<br />

Pido permiso para retirarme.<br />

doÑa InÉs<br />

Sin duda; puede hacerlo.<br />

enrIQue<br />

(Sin atreverse a mirar a nadie, levantándose.)<br />

Buenas noches.<br />

manuel rueda | la TrInITarIa BlanCa<br />

don anTonIo<br />

Ve con Dios y descansa, hijo. Mañana lo verás todo mucho más claro.<br />

(Enrique sale. Luisa tiene el rostro entre las manos. Una pausa.)<br />

doÑa InÉs<br />

En nuestra juventud no nos sucedían cosas como éstas.<br />

don anTonIo<br />

Es que nunca tuve la suficiente inspiración como para proporcionártelas.<br />

683


(Mirando a Luisa.)<br />

Buen muchacho, Enrique. Un tanto apasionado, pero será un yerno maravilloso.<br />

doÑa InÉs<br />

Bueno, si sigo levantada un rato más, las emociones terminarán por quitarme el sueño.<br />

Buenas noches, hija. Todo se arreglará. La felicidad necesita de unas cuantas lágrimas.<br />

luIsa<br />

(Más calmada.)<br />

Buenas noches, mamá.<br />

(La besa.)<br />

doÑa InÉs<br />

¿Vienes, Antonio?<br />

don anTonIo<br />

Terminaré esta copa.<br />

(Doña Inés sale.)<br />

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luIsa<br />

(Sintiendo que ya puede hablar sin peligro.)<br />

Tía Miguelina tiene la culpa. Estuvo hablándole, aunque según parece no le relató su<br />

historia. Ahora se interesa por mi felicidad. Pasamos de un absurdo a otro mayor.<br />

don anTonIo<br />

Tu tía Miguelina se nos ha convertido en un problema.<br />

luIsa<br />

Tenemos que hacer algo… ¡Pronto!<br />

don anTonIo<br />

Esperaremos a mañana. Hablaré con ella y veremos lo que conviene hacer.<br />

luIsa<br />

La someterás a una estricta vigilancia médica o te la llevarás a la Capital. Un cambio tal<br />

vez la favorezca.<br />

don anTonIo<br />

No sé aún lo que mejor le convendría.<br />

luIsa<br />

Últimamente nada parece salirnos bien. También está lo del medallón. Dice que se lo ha<br />

regalado a ese enigmático sebastián.<br />

don anTonIo<br />

¿El medallón de nuestra madre?<br />

luIsa<br />

Sí. Forma parte de su comedia. No temas, aparecerá.<br />

684


don anTonIo<br />

De pronto me siento fatigado, temeroso…<br />

luIsa<br />

No luches, no te tortures. Vete y descansa.<br />

don anTonIo<br />

Para mí sólo existe esta casa y esta familia. ¿No seré ya impotente para defenderlas?<br />

Desearía darte fuerzas y lo único que consigo es comunicarte mi temor.<br />

luIsa<br />

Tu compañía es mi mayor consuelo.<br />

don anTonIo<br />

Gracias, hija. Enrique y tú deben ser felices. Perdónalo. No sabía lo que decía.<br />

luIsa<br />

Me sería imposible no perdonarlo.<br />

don anTonIo<br />

Esperaremos con impaciencia el día de mañana.<br />

luIsa<br />

Vete, que yo apagaré las luces. Sólo me quedaré el tiempo de buscar alguna revista.<br />

(Le da un beso en la mejilla.)<br />

don anTonIo<br />

(Desde la puerta.)<br />

Trata de dormirte de una vez. es lo mejor.<br />

(Luisa acaba de apagar la lámpara del techo, quedando la habitación iluminada por la lámpara de pie. Miguelina<br />

aparece en el umbral de su habitación ataviada con la suntuosa bata blanca del primer acto. Toda ella está mejor<br />

acicalada y acusa arrogancia y determinación. Don Antonio y Luisa la contemplan anonadados. Don Antonio<br />

pretende hablar y no le salen las palabras.)<br />

luIsa<br />

(Reaccionando rápidamente.)<br />

Hasta mañana, papá.<br />

manuel rueda | la TrInITarIa BlanCa<br />

(Los dos se miran un momento. La mirada de Luisa es una súplica para que él se marche. Don Antonio ha<br />

comprendido y sale.)<br />

mIGuelIna<br />

¿Por qué tanta extrañeza? Tengo una cita esta noche. Nada más claro.<br />

luIsa<br />

Una cita con un fantasma. ¡Has llevado las cosas demasiado lejos!<br />

mIGuelIna<br />

Una cita con un hombre joven que se llama Sebastián.<br />

685


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luIsa<br />

sebastián no existe.<br />

mIGuelIna<br />

Quien ha estado una hora entre sus brazos no puede dudar.<br />

luIsa<br />

Estás jugando con fuego. Tú sabes que esta es una farsa indigna de crédito. Lo has inventado<br />

todo para rebajarte y rebajarnos. Pero aún es tiempo. Tal vez estés confundida. Trata<br />

de distinguir la realidad de lo que no pasa de ser un sueño. Reconsidera tu situación.<br />

Da un paso atrás. Sálvate, tía Miguelina.<br />

mIGuelIna<br />

Lo llamo y me responde. ¿Qué más prueba? Todo lo que responde a un deseo, vive.<br />

Puedo dudar de todo menos de él, que me ha convertido en mujer para siempre.<br />

luIsa<br />

¡Si tan siquiera pudieras dudar!…<br />

mIGuelIna<br />

De los milagros no se duda. Son, y eso basta. Sebastián existe. Por él ya no estoy sola, ni<br />

despreciada, ni muerta. He logrado, al fin, lo que se me debía. No, no debo dudar. Lo<br />

acepto con toda mi alma y sigo adelante.<br />

luIsa<br />

Es un desconocido. ¿No le temes?<br />

mIGuelIna<br />

¿Temerías tú lo que te ofrece por primera vez en la vida un poco de seguridad?<br />

luIsa<br />

Te dejará de nuevo los brazos vacíos. Piénsalo bien. Cuando te hayas convencido, apaga<br />

la lámpara y vete a tu habitación, sola como siempre. Si somos valientes la verdad puede<br />

ser un gran consuelo. Destruye ese sueño, antes de que él te destruya.<br />

mIGuelIna<br />

Nadie podrá quitarme la realidad que he ganado para mí. ¡Vete de aquí! Esta hora me<br />

pertenece. ¿Quién eres tú? Una intrusa a quien apenas conozco. ¡Fuera de aquí, o se<br />

oirán mis gritos a varias leguas de distancia!<br />

(Luisa sale apresuradamente. Miguelina recorre la habitación con la mirada. Arregla las rosas. Luego parece<br />

escuchar, inmóvil y como en vilo. Su rostro se transfigura. Se vuelve y tiende los brazos hacia el jardín.<br />

Sebastián aparece, lentamente. Ya no es el personaje fogoso del primer acto. Toda su figura emana poesía y<br />

serenidad.)<br />

mIGuelIna<br />

Oh, Sebastián, por fin has vuelto. Estás aquí de nuevo…<br />

seBasTIán<br />

Sí, he vuelto, Miguelina.<br />

686


mIGuelIna<br />

Estás aquí y eres mío, mío para siempre.<br />

seBasTIán<br />

suena como algo irremediable.<br />

mIGuelIna<br />

El verdadero amor es para siempre. ¡Dime que amas para siempre!<br />

seBasTIán<br />

¿No es suficiente decir que te amo?<br />

mIGuelIna<br />

¡Abrázame! Que yo te sienta vivir pegado a mi misma realidad.<br />

(Él permanece inmóvil.)<br />

¿Qué te pasa? Pareces fatigado.<br />

seBasTIán<br />

(Desprendiéndose de ella, suavemente.)<br />

manuel rueda | la TrInITarIa BlanCa<br />

A veces estoy lejos. Me acordaba de un niño a quien esa palabra: “siempre”, le causaba<br />

terror. Ese niño dejaba resbalar una piedra desde el borde de los aljibes y ella caía, caía,<br />

adelgazando su sonido hasta que sólo era perceptible la levísima punción del agua al<br />

absorberla. Ese era, para él, el significado de la palabra “siempre”: un gran silencio en<br />

el fondo de los aljibes.<br />

mIGuelIna<br />

Sí; ahora te siento lejano, como si fuera a perderte.<br />

seBasTIán<br />

Tal vez nos vamos a perder, momentáneamente. Quise dominarte, llevarte de la mano<br />

por lo desconocido. No sé si he sido bueno o perverso contigo, Miguelina. Perdóname,<br />

pero debo marcharme de este pueblo. Algo superior a mí me reclama, una fuerza que<br />

me mueve incesantemente de un lado para otro.<br />

mIGuelIna<br />

¿Es que acaso no puedes, por mi amor, renunciar a todo lo demás?<br />

seBasTIán<br />

Mientras me siga descolgando por esa enredadera como un lagarto alocado, me haré<br />

traición a mí mismo. Me estoy convirtiendo en una costumbre. En tu costumbre,<br />

Miguelina. Desde que nací no he hecho otra cosa que luchar por dejar de ser una<br />

costumbre. No me traicionaré ahora que lo he perdido todo, hasta mi alma, según<br />

creo.<br />

mIGuelIna<br />

¿Es posible que sólo por tan corto tiempo hayas sido capaz de mantener en mí este sueño<br />

maravilloso? ¿Pero he dicho sueño? ¿Entonces ellos tenían razón? Quieres dejarme sin<br />

esa realidad que tanto he defendido…<br />

687


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seBasTIán<br />

¡Cuán dulce sería que me convirtieras en ese sueño!<br />

mIGuelIna<br />

Mi única locura ha sido la de creer en ti; no quiero que me la quiten. Deseo probarles que<br />

tú existes. Prefiero quedar manchada por una culpa irremediable a ser esa santurrona<br />

ante la que nadie se atrevería a decir una palabra descompuesta. Cuando no creen en<br />

ti es que no creen en mis posibilidades de mujer. No me encuentran capaz de cometer<br />

esta clase de pecado. ¡Oh, Dios mío, nunca supuse que el pecado podría cometerse con<br />

tanta fruición y esperanza!<br />

seBasTIán<br />

sobre todo, amas tu venganza. más que mi abandono te tortura el que no te crean.<br />

mIGuelIna<br />

No puedes marcharte. ¡Ayúdame! Preséntate a ellos y diles “yo soy Sebastián”. Solamente<br />

eso: “Soy el amante de Miguelina. Existo”. Necesito que me des esa prueba de amor.<br />

seBasTIán<br />

Me voy, Miguelina.<br />

mIGuelIna<br />

Y yo que pretendía tener un hijo tuyo. ¿Tendrás el valor de irte, dejándome así, abandonada<br />

a los míos, vejada y sin contar con la prueba que me hará libre a sus ojos?<br />

seBasTIán<br />

Volveré cuando menos lo esperes. Creo que no te olvidaré nunca, Miguelina… Guardaré<br />

el medallón de tu madre; él será tu victoria sobre mí.<br />

mIGuelIna<br />

¡El medallón de mi madre! Te lo llevas y me dejas sin pasado y sin futuro. Me llevas<br />

el recuerdo y lo que es peor, la esperanza. Oh, Sebastián, soy tuya, ¿qué más deseas?<br />

No me desprecies; no agregues tu desprecio al de los otros. Todo te lo doy, pero no me<br />

abandones…<br />

seBasTIán<br />

¿Podrías darme esa ración de libertad que me hace vivir? No, Miguelina. No he venido<br />

a consolarte. Te traje un hálito de vida y ahora debo desaparecer.<br />

mIGuelIna<br />

¡Un sueño! No debes ser sólo un sueño para mí. Lucharé hasta hacer de ti una realidad.<br />

Existes: puedo verte, tocarte, estremecerme toda ante ti. No debo permitir que tu ausencia<br />

te destruya, sin que hayas dejado constancia de tu verdad. Te retendré a la fuerza,<br />

sebastián.<br />

seBasTIán<br />

No creas demasiado en mí. Es como si la noche me esperara. Piensa en mí como en una<br />

sombra más… adiós, miguelina.<br />

(Le da la espalda y avanza unos pasos hacia el jardín.)<br />

688


mIGuelIna<br />

¡No! No puedes abandonarme tan fácilmente. ¡Detente! No des un paso más…<br />

(Saca un revólver del bolsillo de la bata. Él se detiene y se vuelve, enfrentándola.)<br />

¿Creías que no estaba preparada para esto? Te mataré. Quien no existe no puede morir.<br />

Con tu muerte me probaré a mí misma tu existencia y se la probaré a los demás.<br />

Una bala en el corazón y ya nadie podrá dudar. Dirán “ella lo ha matado” y estaré<br />

satisfecha.<br />

(Él retrocede hacia el jardín.)<br />

¡Detente!<br />

seBasTIán<br />

Te quiero, Miguelina. ¡Adiós!<br />

mIGuelIna<br />

¡Detente, te digo!<br />

(Él sigue retrocediendo. Ella dispara. Él se agarra el pecho y cae dando una vuelta con la elegancia de un bailarín.<br />

Su desaparición es súbita; se ha sumergido en la oscuridad con cierta levedad misteriosa, como si antes<br />

de caer se lo hubiera visto flotar.)<br />

¿Lo ves? ¿Lo ves? ¡Ya está hecho! Te he quitado la vida. Ahora existes. ¡Ahora es cuando<br />

realmente comienzas a existir!<br />

(Llega Don Antonio por la izquierda, en zapatillas. Puede notarse la precipitación con que se ha puesto la bata<br />

sobre la pijama. Detrás de él irrumpe Luisa, jadeante. Viste de la misma forma que en las escenas anteriores.)<br />

don anTonIo<br />

¿Pero qué pasa en esta casa? ¿Y ese disparo? Sonó aquí mismo, con tus gritos.<br />

luIsa<br />

¿Qué ha sucedido, tía? ¿Estás bien?<br />

mIGuelIna<br />

Tranquilícense. No me he quitado la vida. He sido yo la que ha matado a alguien.<br />

don anTonIo<br />

¿A quién has podido tú matar?<br />

mIGuelIna<br />

A mi amante… ¡A Sebastián! ¿No reconoces tu pistola? La sustraje de tu habitación esta<br />

mañana…<br />

(Don Antonio se apresura a recuperarla.)<br />

Él está en el jardín, desangrándose. La hora de la verdad no podía tardar.<br />

don anTonIo<br />

(Mira a Luisa lo que dura un relámpago. Luego corre precipitadamente hacia el jardín.)<br />

¡La luz, hija, pronto, la luz!…<br />

manuel rueda | la TrInITarIa BlanCa<br />

689


(Luisa enciende la luz del jardín, que reluce al fondo como si fuera de día. Sale detrás de su padre. Miguelina se<br />

sienta en el diván y espera, con calma, en actitud de triunfo. Luisa vuelve muy lentamente, con una serenidad<br />

cargada de significado.)<br />

mIGuelIna<br />

¿Lo has visto? Siento que lo hayas conocido muerto. Era fuerte y hermoso y la muerte<br />

no debe sentarle bien.<br />

luIsa<br />

(Después de una pausa.)<br />

No hay nadie en el jardín, tía Miguelina.<br />

mIGuelIna<br />

(Asombrada, se levanta.)<br />

Acabo de dispararle con mis propias manos. Lo he visto caer y arrastrarse hacia el<br />

jardín.<br />

luIsa<br />

Lo has imaginado, como todo lo demás.<br />

mIGuelIna<br />

(Casi en un grito.)<br />

¡Imposible! ¡Traman algo contra mí! Él está allí, muerto. Es imposible que sea de otro<br />

modo. Busca cerca de la trinitaria. ¡Es necesario que lo encuentren!<br />

don anTonIo<br />

(Subiendo desde el jardín.)<br />

Nadie hay cerca de la trinitaria, ni en parte alguna. Trata de despertar, Miguelina. Estás<br />

enloqueciendo. Si te empecinas no podremos ayudarte.<br />

mIGuelIna<br />

¡Ha huido!… Ha tenido tiempo de huir, no existe otra explicación. Su sangre, sí, su sangre<br />

debe estar allí, en el primer peldaño, por donde lo he visto desaparecer.<br />

luIsa<br />

(Con resolución súbita.)<br />

Acércate… Ven…<br />

(La toma de un brazo y la arrastra hacia el sitio. Miguelina vuelve la cabeza, como si temiera.)<br />

Mira, tía Miguelina, ¿es este el sitio?… ¿Tienes miedo de mirar hacia acá?… Aquí debe<br />

estar la sangre de Sebastián… ¿Por qué no miras, entonces?…<br />

mIGuelIna<br />

ColeCCIÓn PensamIenTo domInICano | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

(Volviendo el rostro lentamente, mira. Da un grito agudo, como si la hubiesen herido de muerte, y se tambalea.<br />

Luisa la sostiene. Luego, sollozando:)<br />

¡No puede ser posible! No estoy loca… Él existe. ¡Existe!…<br />

690


luIsa<br />

Alégrate, tía Miguelina. Sólo has matado un sueño, un mal sueño. Ahora puedes volver<br />

a tu paz, sanarte, descansar. Vamos a tu habitación. Debes dormir… Mañana estarás<br />

mejor.<br />

mIGuelIna<br />

(Se deja conducir, vencida. Al llegar a la puerta de su habitación mira hacia el jardín con un dolor infinito.<br />

Casi en un murmullo:)<br />

¿Por qué tenías que abandonarme?<br />

(Sale. Luisa entra con ella y vuelve inmediatamente, cerrando la puerta tras de sí.)<br />

luIsa<br />

Ve, papá, cerciórate de que mamá no se haya despertado.<br />

don anTonIo<br />

Cuando sonó el disparo dormía profundamente. Tiene el sueño pesado; no hay que<br />

temer…<br />

luIsa<br />

La enfermedad de tía Miguelina acaba de llegar a su punto culminante. Puede que<br />

sea para su bien. Ha sido un golpe para ella, pero ha empezado a darse cuenta de su<br />

error.<br />

don anTonIo<br />

(Sacando algo del bolsillo.)<br />

Luisa, ¿sabes qué es esto?<br />

luIsa<br />

¡El medallón! ¿Cómo lo conseguiste?<br />

don anTonIo<br />

¡Hace un rato!… Al pie de la trinitaria.<br />

TelÓn<br />

(Se miran asombrados mientras cae el<br />

manuel rueda | la TrInITarIa BlanCa<br />

691


Acto tercero<br />

(Al día siguiente. Primeras horas de la tarde. La escena está bañada por una luminosidad<br />

intensa, cegadora hacia la parte del jardín. Don Antonio está de pie y parece fatigado. Se acerca<br />

a la puerta del cuarto de Miguelina y escucha. Silencio. Suspira con un dejo de preocupación.<br />

Suena el timbre de calle. Sale por la derecha y reaparece con Enrique.)<br />

enrIQue<br />

No tengo cómo pagarle lo que usted ha hecho por mí.<br />

don anTonIo<br />

Olvídate, hijo mío.<br />

ColeCCIÓn PensamIenTo domInICano | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

enrIQue<br />

¡Yo, dudar de Luisa!… Tuvo usted que revelarme esa historia tan íntima y dolorosa. Ha<br />

sido usted un verdadero padre para mí.<br />

don anTonIo<br />

De nada tienes que avergonzarte. Luisa, en parte, fue responsable por callar; se sentía<br />

perturbada como si aquella hipotética culpa la hubiese alcanzado.<br />

enrIQue<br />

Pero yo debí comprender… Estaba exaltado después de la conversación con la señorita<br />

miguelina.<br />

don anTonIo<br />

Sí, hijo mío, Miguelina ha estado mal. El doctor ha venido dos veces esta mañana y dentro de<br />

poco estará aquí otra vez. Sus visitas han realizado milagros. La salvación de nuestros pueblos<br />

está en esos jóvenes que comienzan sus carreras modestamente, lejos de la competencia<br />

capitaleña y que aún no han sido corrompidos por ella. Ejercen su profesión denodadamente,<br />

como si cada paciente debiera cubrirlos de gloria. Ha hecho maravillas en sus visitas de esta<br />

mañana. Súbitamente Miguelina ha parecido calmarse. En mis tiempos no se conocía casi<br />

nada sobre esa nueva ciencia, y lo poco que se conocía era considerado como indecente. No<br />

deja de tener algo de hechicería esa manera suave e insistente con que realiza sus sesiones.<br />

Una palabra tras otra, palabras comunes, tan comunes que apenas si podemos creer que con<br />

ellas se logre curación alguna. Entonces, el paciente despierta a la realidad. En eso consiste<br />

la misión de esos hombres, en suministrar la realidad como una medicina. No sé si después<br />

los pacientes quedan felices, pero vuelven a la normalidad.<br />

enrIQue<br />

Sabe usted mucho de todo eso.<br />

don anTonIo<br />

Al menos puedo repetir exactamente lo que el doctor me ha dicho. Cuando no sabemos<br />

una cosa lo mejor es repetir cuanto nos dicen acerca de ella. Es el secreto de ciertas erudiciones<br />

de salón.<br />

enrIQue<br />

Me asombra que la señorita Miguelina haya podido mejorar tan rápidamente.<br />

692


don anTonIo<br />

El doctor parece pensar lo mismo. Miguelina luchaba entre la realidad y el sueño sin<br />

conocer sus límites. ¿Cómo puede haber aceptado la realidad tan fácilmente, después de<br />

haberse aferrado al sueño?… Sin duda la pregunta le preocupa. Piensa que todavía no<br />

ha pasado el peligro, puesto que la mente arma trampas insospechadas y ese estado de<br />

aceptación de Miguelina bien puede ser una de ellas. Veremos lo que saca en limpio de<br />

la sesión de esta tarde.<br />

(Luisa entra por la izquierda. Enrique la mira, sobresaltado, y ella baja la cabeza.)<br />

Hija mía, acércate. Enrique vino a preguntar por la salud de Miguelina.<br />

luIsa<br />

¡Ah, sí! Muy amable de su parte.<br />

don anTonIo<br />

También quiere que lo perdones.<br />

enrIQue<br />

(Asintiendo.)<br />

¡Eso es! He sido un tonto.<br />

luIsa<br />

¿Lo dices de veras?<br />

enrIQue<br />

Oh, Luisa, tú sabes muy bien que sí. No hice más que disparatar. Iré a la capital y estudiaré.<br />

Estoy seguro, nunca estuve tan seguro, tú me esperarás!…<br />

luIsa<br />

(Precipitándose en sus brazos.)<br />

Te perdono de todo corazón.<br />

don anTonIo<br />

(Carraspeando.)<br />

Bueno, bueno… asunto concluido. La felicidad ha vuelto a reinar entre nosotros.<br />

luIsa<br />

¿Y tía Miguelina?<br />

don anTonIo<br />

Descansa. En la penumbra de su habitación ha logrado serenarse. Creo que vamos ganando<br />

terreno.<br />

luIsa<br />

¿No teme el doctor una recaída?<br />

manuel rueda | la TrInITarIa BlanCa<br />

don anTonIo<br />

¿Quién puede asegurarlo?… Por ahora todo marcha a las mil maravillas. Ni siquiera tu<br />

madre ha tenido que enterarse de los detalles enojosos. Anoche los ignoró porque dormía;<br />

693


hoy los sigue ignorando porque está despierta. Sus preocupaciones le impiden ahondar<br />

en las personas. Eso la salva. Sólo parece extrañada con lo de la enredadera…<br />

luIsa<br />

¿Le dijiste que el doctor quería que fuese cortada inmediatamente?<br />

don anTonIo<br />

sí.<br />

luIsa<br />

¿Qué excusa le has dado?<br />

don anTonIo<br />

La alergia: está de moda. Le expliqué que a Miguelina parecía hacerle daño la proximidad<br />

de esa trinitaria, con lo que no hizo ya más preguntas. Cualquiera explicación es buena<br />

para ella.<br />

enrIQue<br />

No alcanzo a comprender el papel que juega la trinitaria en todo esto. Es hermosa.<br />

luIsa<br />

Demasiado hermosa: en ello estriba su peligrosidad. No sé qué simbolismo tiene para tía<br />

Miguelina. Lo que sí parece cierto es que ha sido el punto de partida de su imaginación.<br />

Algo así como el peldaño entre la realidad y el sueño. Sobre ese peldaño se ha deslizado<br />

hacia ella ese fantasma que la estaba enloqueciendo poco a poco.<br />

enrIQue<br />

¡Un fantasma!<br />

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don anTonIo<br />

Te parecen, como a mí, creencias de gentes ignorantes. Simples supersticiones.<br />

luIsa<br />

Sin embargo hay una gran verdad en ello. ¿En qué piensa una muchacha cuando ve sobre<br />

un muro alto descender una cascada de flores blanquísimas? A cada imagen responde<br />

una idea. Pensamos en la única cosa blanca que puede pensar una muchacha que ya ha<br />

dejado, por supuesto, de ser una niña. Pensamos en boda, en tules, en el novio esperando<br />

a través de tanta blancura…<br />

don anTonIo<br />

Siempre he dicho que la imaginación es un peligro para las mujeres. No hay por qué<br />

asociar a una simple enredadera, por el solo hecho de que sea blanca y esté pegada a<br />

un muro, tantas visiones extraordinarias.<br />

luIsa<br />

Tía Miguelina pasaba horas contemplándola. Hasta que imaginó toda la historia, los<br />

escalamientos nocturnos…<br />

enrIQue<br />

es extraordinario, increíble…<br />

694


luIsa<br />

Queda, también, el asunto del medallón.<br />

don anTonIo<br />

Ella misma lo habrá puesto allí, al pie de la enredadera. No podemos creer que su galán lo<br />

perdiera en la fuga. Sería darle la razón a esos sueños que estamos tratando de destruir.<br />

luIsa<br />

¡La destrucción de los sueños! No sé por qué me da miedo oír hablar de ello. La mejoría<br />

de tía Miguelina, ¿no podrá traernos un trastorno mayor que el de todas sus imaginaciones?<br />

Necesitamos en cierta manera nuestros sueños, tanto como nuestra realidad.<br />

Dejar sin sueños a un ser humano, ¿no es dejarlo, también, sin su realidad?<br />

don anTonIo<br />

Hija mía, no permitas que tu inteligencia llegue a torturarte. Lo que hacemos es lógico<br />

y necesario y Miguelina parece aceptarlo como un bien. No pienses más en ello.<br />

luIsa<br />

Está bien, papá. Trataré.<br />

enrIQue<br />

Ahora necesito que pienses un poco más en mí.<br />

doÑa InÉs<br />

(Entrando desde el jardín.)<br />

acabo de ordenar al jardinero que corte la trinitaria. ¿Cómo se llama la enfermedad que<br />

produce?<br />

don anTonIo<br />

alergia, querida.<br />

manuel rueda | la TrInITarIa BlanCa<br />

doÑa InÉs<br />

¡Qué no inventarán los médicos hoy en día! Buenas tardes, Enrique. ¿Ha vuelto usted<br />

a insistir en lo del matrimonio? Me parece inexplicable su conducta de anoche. Sólo el<br />

sueño que tenía me quitó los deseos de discutir el asunto con usted.<br />

enrIQue<br />

He venido a disculparme… Verdaderamente lo lamento, doña Inés.<br />

doÑa InÉs<br />

Pues vuelve usted a contar con mis simpatías. Luisa es demasiado joven para casarse y<br />

usted… pues ya ve, usted no tiene edad todavía.<br />

luIsa<br />

¡Mamá! Si Enrique y yo no podemos casarnos es porque él tiene que terminar sus estudios.<br />

Por otra parte, somos capaces de llenarte de nietos.<br />

don anTonIo<br />

Inés, has puesto el dedo en la llaga. Decir joven a la juventud viene a ser como despreciarla.<br />

695


doÑa InÉs<br />

¡Nietos! ¿No podía ocurrírsete otra cosa mejor ahora que estoy rehaciendo el jardín? No<br />

quiero muchachos traviesos que me maltraten las plantas.<br />

(Todos sonríen.)<br />

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¿Era necesario obedecer tan ciegamente al médico en eso de cortar la trinitaria?<br />

don anTonIo<br />

Indispensable, querida.<br />

doÑa InÉs<br />

Bueno, plantaré dalias y claveles… alegran más. Además la trinitaria es una flor que no<br />

huele… una flor demasiado triste. Sin contar con lo de la alergia.<br />

(Miguelina sale desde su habitación. Viste el traje sencillo del primer acto.)<br />

mIGuelIna<br />

¿A qué hora dijo el doctor que volvería?<br />

don anTonIo<br />

No tardará. Será cosa de media hora a lo sumo.<br />

doÑa InÉs<br />

Miguelina querida, ¿estás bien?<br />

mIGuelIna<br />

Me siento perfectamente.<br />

luIsa<br />

Pareces esperar al médico con agrado.<br />

mIGuelIna<br />

No debo temerle; me está curando. Ah, Enrique, le debo a usted una satisfacción. Anoche<br />

tenía un poco de fiebre, estaba fuera de mis cabales y le dije a usted unas cosas de las<br />

que realmente me avergüenzo.<br />

enrIQue<br />

No tiene importancia. Olvídelo; fue debido a su enfermedad.<br />

mIGuelIna<br />

(Como repitiendo algo que ya se le ha dicho.)<br />

Sí; la enfermedad es la causante. He tenido alucinaciones. Eso dicen. La falta de pruebas<br />

es aplastante. Eran necesarias algunas pruebas. Debemos esgrimir a cada instante nuevos<br />

datos. Nos damos la mano para reconocernos, para estar ciertos de que la apariencia<br />

no nos engaña. Todo contacto es un dato que debemos acumular y asociar a los demás.<br />

Nada de lo que me acaba de suceder es real, puesto que no ha dejado constancia alguna<br />

que lo haga reconocible. Ni un testigo, ni una huella,<br />

(Ligeramente perturbada.)<br />

ni una gota de sangre.<br />

696


doÑa InÉs<br />

(Entre divertida y extrañada.)<br />

¿Sangre? ¿Has matado a alguien, Miguelina?<br />

(Hay un momento de tensión.)<br />

mIGuelIna<br />

La prueba aún no aparece.<br />

doÑa InÉs<br />

es realmente gracioso, miguelina, graciosísimo…<br />

(Ríe. Los demás respiran, aliviados.)<br />

Hace tiempo que no te oía decir algo semejante. Sí, Antonio, Miguelina está mejor. Debo<br />

felicitar al doctor. avísame cuando llegue. es gracioso, graciosísimo.<br />

(Sale riendo.)<br />

enrIQue<br />

Ven, Luisa, esperaremos en la sala. No debemos estorbar cuando llegue el médico.<br />

(Salen por la derecha.)<br />

don anTonIo<br />

Iré a esperarlo fuera. Descansa, mientras tanto.<br />

mIGuelIna<br />

(Tomándole una mano de manera fría y formal.)<br />

Gracias, antonio…<br />

don anTonIo<br />

Hago lo que debo, Miguelina.<br />

mIGuelIna<br />

¿Qué esperas tú que deba decirte? Porque algo debería decirte…<br />

don anTonIo<br />

No te esfuerces. Descansa. Nada ha trascendido fuera de esta casa.<br />

mIGuelIna<br />

Lo sé. Esa es tu fuerza: creas honorabilidad. Sí, es bueno vivir aquí, sentirse formar parte<br />

de todo esto. Gracias, Antonio. Has hecho muchísimo por mí.<br />

(Don Antonio, sinceramente turbado, sale por la derecha. Miguelina queda sola, sentada en el diván, de espaldas<br />

al jardín. La tarde cae suavemente. Silencio. Sebastián entra por el fondo con el brazo herido levemente<br />

soliviantado. Hay una gran expectativa en el rostro de Miguelina. Volviéndose, con ansiedad, murmura:)<br />

¿Eres tú?<br />

manuel rueda | la TrInITarIa BlanCa<br />

seBasTIán<br />

Quiero que me oigas un momento, pero conservando tu serenidad. Nada de arrebatos<br />

y sobre todo, nada de pasión. Esta es una entrevista que casi sucede en el recuerdo, más<br />

allá de toda posibilidad. Acuérdate: te está prohibido creer en mí.<br />

697


ColeCCIÓn PensamIenTo domInICano | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

mIGuelIna<br />

¿Cómo has podido llegar hasta aquí?<br />

seBasTIán<br />

Como las demás veces.<br />

mIGuelIna<br />

Sí, pero la noche te era más propicia. Ahora, contemplándote así, de día, me pareces algo<br />

incongruente, vacío de significado. ¿No tienes miedo a que te encuentren?<br />

seBasTIán<br />

De momento no hay peligro. Te han dejado sola para que medites, antes de enfrentarte<br />

por última vez, en el día de hoy, a tu médico. Debes descansar y no pensar en nada. ¡Ni<br />

siquiera en mí!<br />

mIGuelIna<br />

Te miro y siento que un mundo de imposibilidades nos separa. Es como si te rodeara<br />

un vacío que ya no me fuera permitido atravesar.<br />

seBasTIán<br />

Es el vacío en que suceden las despedidas. Debo desaparecer.<br />

mIGuelIna<br />

Has vuelto. Has vuelto cuando más te necesito.<br />

seBasTIán<br />

¿Es que aún existo, Miguelina?<br />

mIGuelIna<br />

Quieren privarme de ti, arrebatárteme. Tengo miedo, Sebastián, un miedo atroz a carecer<br />

de tu amor.<br />

seBasTIán<br />

Acuérdate: ¡tú me has matado! Has disparado sobre mí y ese es ya mi verdadero fin.<br />

Comienza a serlo. El resto viene después, en el recuerdo mismo. He venido a ayudarte<br />

a matar ese recuerdo.<br />

mIGuelIna<br />

¡No! Nunca me quitarán este recuerdo. Dicen que no debo creer en ti. Trataré de<br />

recordar toda la vida que no debo creer en ti para que de esa forma me sea imposible<br />

olvidarte. Además te veo, estás ahí, me llenas el corazón de verdad. Conservas mi<br />

disparo en el hombro: he ahí la prueba. Tu sangre no estaba allí donde la vi caer;<br />

estoy dispuesta a declarar que en eso sí me engañé. Pero tu herida no me engaña.<br />

Ella me prueba que vives, es la señal que te hace mío. Pobre amor mío, y yo te creí<br />

muerto.<br />

(Se acerca y va a tocarle la herida.)<br />

698


seBasTIán<br />

(Retrocediendo.)<br />

¡No te acerques! Esa evidencia no la tendrás más. Ya no te será dado tocarme. Me has<br />

convertido en un fantasma. Tus ojos, tus oídos pueden engañarte, pero deja que nuestros<br />

cuerpos se ignoren mutuamente.<br />

mIGuelIna<br />

Mi cuerpo, que ha sido tuyo, no podrá ignorarte nunca.<br />

seBasTIán<br />

He muerto anoche, Miguelina.<br />

mIGuelIna<br />

¿A qué has venido, entonces?<br />

seBasTIán<br />

Para ayudarte.<br />

mIGuelIna<br />

¿Cómo podrás hacerlo?<br />

seBasTIán<br />

Dándote valor para que des el paso decisivo. Debes amarme hasta el punto de renunciar<br />

a mí. Reniega de mí y me tendrás para siempre. “Para siempre”, ¿te acuerdas?<br />

mIGuelIna<br />

(En un susurro.)<br />

el fondo del aljibe.<br />

seBasTIán<br />

Allí, ignorados de todos, hasta de nosotros mismos. Apenas un leve círculo de agua.<br />

Algo como el último temblor de un recuerdo. Sumérgete sin miedo. Olvida. Cierra los<br />

ojos, y me ganarás para siempre.<br />

mIGuelIna<br />

Tengo miedo. me siento mal, sebastián. no me abandones. un velo nubla mi vista.<br />

¿Dónde estás? ¿Dónde?<br />

(Cierra los ojos fuertemente.)<br />

seBasTIán<br />

a tu lado.<br />

mIGuelIna<br />

(Sin abrir los ojos.)<br />

Dame tu mano, ayúdame.<br />

seBasTIán<br />

Gira sobre ti misma.<br />

manuel rueda | la TrInITarIa BlanCa<br />

699


(Ella queda de espaldas a él.)<br />

No debes moverte hasta que me vaya. Un solo movimiento tuyo apresuraría mi partida.<br />

mIGuelIna<br />

(Abriendo los ojos.)<br />

¿Tampoco debo verte?<br />

seBasTIán<br />

Sólo oírme. Es preciso que te despojes de mí. Cuando el médico vuelva, todo habrá<br />

concluido entre nosotros. Vivirás una nueva vida.<br />

mIGuelIna<br />

no deseo vivir sin ti.<br />

seBasTIán<br />

Acuérdate, tú y yo seguiremos… Sólo deberás entregarte a las transformaciones.<br />

Nada se pierde. Verás cómo la vida sigue, igual, reconocible aun dentro de las nuevas<br />

apariencias. En todas ellas me reconocerás. Volveré y tú lo sabrás. No sé con qué nombre,<br />

no sé con cuál rostro, pero para ti será lo mismo que seguirme estrechando entre tus<br />

brazos.<br />

mIGuelIna<br />

Suena como una promesa maravillosa.<br />

seBasTIán<br />

Sólo debes decir: consiento.<br />

mIGuelIna<br />

(Levantando los brazos, perdida.)<br />

Me es imposible, Sebastián.<br />

seBasTIán<br />

(Con firmeza.)<br />

Debes decir: consiento.<br />

mIGuelIna<br />

(Repitiendo como en un ensalmo.)<br />

Consiento.<br />

seBasTIán<br />

Desaparece de mí, de mi memoria…<br />

mIGuelIna<br />

Desaparece de mí, de mi memoria<br />

seBasTIán<br />

(Retrocediendo.)<br />

ColeCCIÓn PensamIenTo domInICano | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

muere, sebastián…<br />

700


mIGuelIna<br />

(Con esfuerzo sobrehumano.)<br />

muere… sebastián.<br />

(Él ha desaparecido. Ella se vuelve. Corre hacia el jardín y llama patéticamente con un último destello de memoria.)<br />

¡Sebastián!<br />

(El doctor ha entrado seguido de don Antonio, quien lo mira acongojado, comprendiendo que algo acaba de<br />

pasar. El doctor le hace una seña para que los deje solos. Don Antonio sale.)<br />

doCTor<br />

¿Llamaba usted a alguien, señorita Miguelina?<br />

mIGuelIna<br />

(Volviéndose. En su rostro hay angustia y extrañeza.)<br />

Es curioso. No me he dado cuenta.<br />

doCTor<br />

¿Qué nombre decía usted, al yo entrar?<br />

mIGuelIna<br />

(Tratando de recordar.)<br />

Estoy confundida… lo llamaba a él… pero…<br />

doCTor<br />

le es difícil a usted decir ese nombre. Buen síntoma. las fuerzas defensoras de su cerebro<br />

tratan de echar una cortina sobre ciertos recuerdos que le son nocivos, perjudiciales.<br />

mIGuelIna<br />

No he olvidado, todavía.<br />

doCTor<br />

Ya ha comenzado a hacerlo.<br />

mIGuelIna<br />

Acabo de tener una entrevista… Sin embargo, no juraría que ha ocurrido en realidad. No<br />

debo de creer en tales cosas. La recuerdo, sí, pero como puede recordarse un sueño.<br />

doCTor<br />

Sus propias experiencias, ¿no han ido tal vez debilitándose? Su primer encuentro con<br />

él, ¿no fue acaso mucho más vívido que este último?<br />

mIGuelIna<br />

Lee usted mis pensamientos.<br />

manuel rueda | la TrInITarIa BlanCa<br />

doCTor<br />

Es que ha comenzado usted a vencer ese fantasma que oscurecía su mente. Basta razonar,<br />

comprender, para salir vencedores de tales demonios. Antiguamente a los endemoniados<br />

701


se los exorcizaba con palabras mágicas… Lo mágico, ahora, es el conocimiento. Ahora<br />

usted comprende, conoce las razones de lo que ha sucedido… Usted acaba de pasar por<br />

un estado de fiebre y ansiedad que le provocó una suerte de espejismos a los que su<br />

mente se aferró con desesperación.<br />

mIGuelIna<br />

Sí. Estuve endemoniada. Sólo visiones de pecado y de muerte quedan en mi alma.<br />

doCTor<br />

Resígnese. Vuelva usted a su vida de antes, a su familia, a sus ocupaciones, a su…<br />

mIGuelIna<br />

Sí, dígalo… ¡A su soledad!<br />

doCTor<br />

A su verdad, diría yo.<br />

mIGuelIna<br />

(Aferrada aún a ciertos pensamientos.)<br />

Espere, doctor, ¿y el medallón? ¿Dónde está el medallón de mi madre? Él lo tiene, lo<br />

guarda sobre su corazón, esa fue su promesa. No me engaño, doctor… Él guarda mi<br />

medallón sobre su pecho.<br />

doCTor<br />

(Sacándolo del bolsillo.)<br />

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He aquí su medallón. Fue encontrado al pie de la trinitaria, la noche en que usted disparó<br />

al vacío…<br />

mIGuelIna<br />

¡Imposible! Él no me dijo que lo había perdido…<br />

doCTor<br />

Usted misma puso el medallón en aquel sitio. Fue usted quien urdió todo el engaño de<br />

punta a cabo. No recuerda los hechos porque no le conviene recordarlos, porque a su<br />

mente enferma no le conviene recordar más que aquello de que usted estaba ávida.<br />

mIGuelIna<br />

(Como si hablara consigo misma.)<br />

Me dijo que todo se transformaría, que lo aceptara todo, si quería unirme a él para siempre.<br />

doCTor<br />

¿Se siente usted mal de nuevo?<br />

mIGuelIna<br />

Un pequeño malestar, pero me recobro.<br />

doCTor<br />

Haga memoria. Esfuércese en que la mente le traiga el recuerdo justo. ¿Puso usted el<br />

medallón, allí donde fue encontrado?<br />

702


mIGuelIna<br />

Sí. Lo puse.<br />

doCTor<br />

¿Con cuál motivo?<br />

mIGuelIna<br />

Con el de engañar.<br />

doCTor<br />

¿Acepta usted que todo fue una comedia hilvanada por su subconsciente para dar una<br />

válvula de escape a su vida gris y monótona? ¿Cree usted realmente en ello?<br />

mIGuelIna<br />

Lo acepto. Lo creo.<br />

doCTor<br />

¿Está usted decidida a no dejarse ofuscar más por meras fantasías y a poner sus ojos<br />

solamente en el mundo real e inmediato?<br />

mIGuelIna<br />

Estoy decidida a ello. Esto es una silla, aquello una lámpara, allá hay un ramo de rosas,<br />

usted es mi médico y ésta soy yo, una mujer nueva, ya sin sueños, retornando a una<br />

realidad que no la asusta.<br />

doCTor<br />

Y éste es el medallón de su madre. Guárdelo.<br />

mIGuelIna<br />

(Tomándolo. Lo mira lentamente.)<br />

Hermosos brillantes. He tenido suerte al recobrarlo.<br />

doCTor<br />

Está usted en disposición de enfrentarse nuevamente a su familia, libre ya de su error.<br />

Salvo su cuñada, quien lo ignora todo, se han mantenido angustiados pensando en que<br />

éste fuera un caso incurable.<br />

mIGuelIna<br />

Han sido demasiado buenos conmigo. ¡Pobre hermano y pobre Luisa! No han merecido<br />

esta prueba. Llámelos usted y que me vean transformada de nuevo en la verdadera tía<br />

miguelina.<br />

doCTor<br />

los llenará de felicidad.<br />

manuel rueda | la TrInITarIa BlanCa<br />

(Abre la puerta de la derecha y hace una señal. Entran don Antonio, Enrique y Luisa. Un momento de silencio.)<br />

mIGuelIna<br />

Me siento apenada por lo sucedido. Estuve sumida en la oscuridad y el error. Pido que<br />

me perdonen.<br />

703


don anTonIo<br />

Has estado enferma. No tienes la culpa.<br />

mIGuelIna<br />

enrique, en cuanto a usted, celebro que desee estudiar. un título universitario es el<br />

verdadero cimiento del bienestar. El tiempo pasa pronto y Luisa, por otra parte, es una<br />

muchacha paciente. ¡Lo esperará!<br />

enrIQue<br />

Vuelve usted a darme los ánimos necesarios. Gracias.<br />

mIGuelIna<br />

(A Luisa, entregándole el medallón.)<br />

Tómalo. Es tuyo. Te pertenece.<br />

luIsa<br />

Oh, tía, tía querida.<br />

(La besa.)<br />

ColeCCIÓn PensamIenTo domInICano | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

Siempre lo quise poseer, aunque no pensé que lo mereciera. Es un recuerdo demasiado<br />

precioso.<br />

mIGuelIna<br />

Sí, Luisa, dejamos un poco de nuestra vida encerrada en esos objetos.<br />

don anTonIo<br />

Doctor, no sabemos cómo pagarle lo que ha hecho por mi hermana. Nos la ha devuelto<br />

usted más sana y con una seguridad que verdaderamente nos sorprende.<br />

mIGuelIna<br />

Lo que mi hermano quiere decir es que me ha perfeccionado usted.<br />

doÑa InÉs<br />

(Entrando por la izquierda.)<br />

Creo que algo está sucediendo aquí sin mi permiso. ¿Se va usted, doctor, o es que acaba<br />

de llegar?<br />

doCTor<br />

Creo que nada tengo ya que hacer en esta casa.<br />

doÑa InÉs<br />

¿Ha pasado ya todo peligro de contagio? Le temo mucho a esas nuevas enfermedades.<br />

doCTor<br />

Ah, sí, por supuesto.<br />

mIGuelIna<br />

Querida Inés, moriría de pena si pensara que, por un momento, he podido causarte el<br />

más leve trastorno.<br />

704


doÑa InÉs<br />

Pero Miguelina, ¡qué palabras tan bellas estás diciendo!<br />

(Al doctor)<br />

¿Es usted médico o profesor de buenos modales?<br />

mIGuelIna<br />

Es que de pronto he comprendido lo mucho que te debo.<br />

doÑa InÉs<br />

(Al borde de las lágrimas.)<br />

¡Cuánto has tardado en hacerme justicia! Pero te lo perdono. Y para que veas lo bien<br />

dispuesta que estoy, propongo una celebración. Se quedarán todos a cenar. Usted doctor,<br />

usted enrique.<br />

doCTor<br />

Me uno a tan bella idea aunque lamento no poder aceptar. Los médicos no podemos<br />

darnos esos placeres. Nos llaman cuando menos lo esperamos y debemos estar siempre<br />

listos. Los dejo a ustedes, pues, en el mejor de los mundos posibles.<br />

mIGuelIna<br />

realmente sentimos que no se quede usted, doctor.<br />

don anTonIo<br />

es lamentable.<br />

doÑa InÉs<br />

Puede volver cuando lo desee.<br />

(Mirando a Miguelina.)<br />

Entre la alergia y usted han obrado milagros.<br />

don anTonIo<br />

Lo acompaño, doctor.<br />

(El doctor hace una reverencia.)<br />

mIGuelIna<br />

adiós, doctor.<br />

(Don Antonio y el doctor salen.)<br />

doÑa InÉs<br />

(A Miguelina.)<br />

manuel rueda | la TrInITarIa BlanCa<br />

Será una doble celebración. Tu restablecimiento y la despedida de Enrique.<br />

enrIQue<br />

Dentro de unos días comienzan las inscripciones en la Universidad.<br />

luIsa<br />

Trataré de convencer a papá para que demos un viaje a la Capital antes de tus vacaciones.<br />

705


doÑa InÉs<br />

No nos vendrían mal algunas compras.<br />

luIsa<br />

(A Enrique, con malicia.)<br />

Sí; además una novia debe preparar su ajuar con anticipación.<br />

(El rostro de Enrique está iluminado.)<br />

mIGuelIna<br />

En la mesa brindaremos por su porvenir y el de Luisa.<br />

don anTonIo<br />

(Volviendo.)<br />

Por ellos y por ti, que bien te lo mereces después de tan dura prueba.<br />

doÑa InÉs<br />

Antonio, acompáñame. Te encargarás de algunos detalles, mientras yo dispongo la cena.<br />

don anTonIo<br />

Me llevan de un lado para otro y no debo objetar. Eso quiere decir que, después de todo,<br />

soy indispensable.<br />

(Con sorna.)<br />

No hay que hablar, Inés, tú ordenas y yo obedezco.<br />

luIsa<br />

No te queda otro remedio, papá.<br />

(Don Antonio se siente renacer. Coge el brazo de su mujer, quien lo mira extrañada. Le palmotea la mano con<br />

ternura. Salen como dos jóvenes que disfrutasen de su luna de miel.)<br />

No hay nadie como ellos. A su modo, son inmensamente felices.<br />

enrIQue<br />

Es el ejemplo que trataremos de imitar.<br />

luIsa<br />

Ahora pondremos un poco de música en la sala.<br />

enrIQue<br />

Buena idea.<br />

ColeCCIÓn PensamIenTo domInICano | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

luIsa<br />

Primero un vals para ti, tía Miguelina.<br />

mIGuelIna<br />

Siempre me ha gustado el vals…<br />

(Miguelina queda sola. Enciende la luz de la lámpara de pie. Mira a su alrededor. Está cansada, vacía. Se<br />

recuesta en el diván y suspira. Toma una revista. La deja. Se oye un vals lento. La escena es extrañamente la<br />

706


misma del primer acto. Por el fondo aparece el jardinero; trae un ramo de trinitaria blanca en la mano. Viste<br />

un pantalón marrón oscuro y camisa a cuadros. Aunque su vestimenta no es parecida a la de Sebastián, su<br />

aparición está cargada de resonancias anteriores.)<br />

JARDINERO<br />

¿Está la señora? Ya he terminado mi trabajo.<br />

mIGuelIna<br />

(Incorporándose. Lo mira fijamente, extrañada. Luego le sonríe, como si le hubiese reconocido.)<br />

¿Entonces, eres tú?<br />

JARDINERO<br />

Verá usted. Yo soy el nuevo jardinero y…<br />

mIGuelIna<br />

Te reconozco. Has vuelto como me lo tenías prometido. No has tardado.<br />

JARDINERO<br />

No la comprendo, en absoluto…<br />

mIGuelIna<br />

Es maravilloso. A pesar de la transformación, sé que eres tú, no ya un sueño, tú en<br />

carne y hueso, esperándome con tus brazos fuertes tendidos hacia mí y el ramo de<br />

novia en tu mano.<br />

JARDINERO<br />

Acabo de cortar la trinitaria como la señora me lo ha mandado. He venido a decírselo.<br />

mIGuelIna<br />

¿Has cortado tú, tú mismo, nuestra hermosa trinitaria blanca? ¿Por dónde te descolgarás<br />

entonces cada vez que quieras volver a mí?… Ah, ya veo… Hemos vencido al fin.<br />

¡Hemos vencido! Cortaremos todas las trinitarias del mundo. Ya no las necesitaremos<br />

más. Soy tuya. Voy hacia ti… Tú has venido a quedarte para siempre…<br />

(El jardinero se mantiene al fondo de la escena como un símbolo. Suelta poco a poco,<br />

el ramo de trinitaria mientras Miguelina, transfigurada, tiende sus brazos hacia él.<br />

sigue el vals mientras cae el<br />

TelÓn FInal<br />

manuel rueda | la TrInITarIa BlanCa<br />

707


Jorge Tena Reyes<br />

Nació en Juan Barón, sección de la Provincia<br />

de San Cristóbal, República Dominicana, el 5<br />

de julio de 1927. Historiador, ensayista, filósofo<br />

y maestro. Como servidor público ejerció por<br />

varios años las funciones de Subsecretario de<br />

educación, encargado de asuntos culturales. a<br />

él se debe la creación de la Feria Nacional del<br />

Libro en 1973, y de los Premios Anuales que<br />

actualmente patrocina la Secretaría de Estado<br />

de Cultura. Como investigador y editor ha publicado<br />

entre otros libros y ensayos: Notas acerca<br />

del Cuento y la Novela en la República Dominicana<br />

(1974); De mi Patria, antología de Pedro Henríquez<br />

Ureña (1974); Duarte en la Historiografía<br />

Dominicana (1976); La Trinitaria: Fundación,<br />

desarrollo y actuaciones (1975); Apolinar Tejera,<br />

Rectificaciones Históricas (1976); Manuel Arturo<br />

Peña Batlle en la Historiografía Dominicana (1988);<br />

Familia Henríquez Ureña, Epistolario, 2 tomos<br />

(1996); Catálogo de la Biblioteca de Clásicos <strong>Dominicano</strong>s,<br />

Ediciones de la Fundación Corripio, así<br />

como numerosos artículos y conferencias.<br />

708


ePÍloGo<br />

Presencia del libro en Santo Domingo<br />

desde el siglo XVI hasta Julio Postigo<br />

Jo r g e Te N a re y e s<br />

Desde el siglo XVI hasta la incursión de don Julio D. Postigo en el mercado y difusión del<br />

libro, se nota la ausencia de una bibliografía dominicana, de un compendio que facilite el<br />

conocimiento del libro en Santo Domingo. Sólo tenemos disponibles artículos y ensayos<br />

aislados que recogen escuetas informaciones acerca de la actividad empresarial. Es un hecho<br />

cierto que desde los albores de la dominación española se registra la presencia de importantes<br />

colecciones de libros, así como la residencia en la isla de connotados hombres de letras,<br />

tanto peninsulares como criollos.<br />

Al efecto dejó dicho José María Morillos (1809-1890): “Así como a la Divina Providencia<br />

plugo que la antigua Española fuese la primera tierra de este nuevo mundo en que brillara<br />

la luz del Evangelio, de la misma manera alcanzó la gloria de haber sido la cuna del saber<br />

o el punto céntrico desde donde irradiase en la América el sol de la inteligencia”. (Siete<br />

Biografías Dominicanas: Racionero Licenciado don Antonio Sánchez Valverde. academia dominicana<br />

de la Historia. Introducción y notas de Max Henríquez Ureña (1885-1969). Imprenta<br />

san Francisco, 1946).<br />

Sirva como ejemplo de esta premisa el caso de Diego Méndez Segura, osado compañero<br />

de Cristóbal Colón en su penoso cuarto y último viaje a las tierras “encontradas”<br />

en el Nuevo Mundo. Fue célebre no sólo por el viaje que junto a Bartolomé Fiesto hizo<br />

en una canoa desde Jamaica, hasta La Española, sino también porque se inscribe su<br />

nombre en la extraña relación de erasmistas, (seguidores de las ideas de desiderio erasmo<br />

1469-1536), que pasaron al Nuevo Mundo en los primeros años de la conquista y colonización<br />

hispánica.<br />

Resulta oportuno recordar la original monografía del infortunado profesor José Almoina<br />

Mateos (1903-1960) titulada: Biblioteca Erasmista de Diego Méndez. universidad de santo<br />

Domingo. Centenario de la República. 1844-1944. Méndez Segura sirvió también a Diego<br />

Colón (1474-1536) y llegó a ser Alguacil Mayor de La Española. Murió en Valladolid en 1539,<br />

legando a sus descendientes su curioso patrimonio bibliográfico<br />

Lo curioso es que con esa afiliación la corona española otorgara licencia para venir al Nuevo<br />

Mundo a un confeso erasmista, si partimos del profundo antagonismo existente entre esta<br />

corriente humanística y la política de la España de los Reyes Católicos. El libro de Marcel<br />

Bataillon. Erasmo y España. Estudio de la Historia Espiritual del Siglo XVI. (Fondo de Cultura<br />

Económica, 1966), sigue siendo la mejor fuente para el estudio de ese conflicto; pero el caso<br />

de Diego Méndez tal vez se puede explicar aduciendo que aún el Tribunal de la Inquisición<br />

no había puesto en práctica los controles de los que hizo gala posteriormente. En efecto, el 21<br />

de septiembre de 1543 se instruía a la Real Audiencia para que no permitiera la entrada en<br />

la isla de “libros de romance de materias profanas y fábulas, ansí como son libros de Amadís<br />

y otros desta calidad de mentirosas historias (Utrera. Noticias Históricas. Vol. 11. p.79,<br />

editora Taller, 1978) Otro ejemplo acerca del absolutismo político de España lo evidencia el<br />

709


ColeCCIÓn PensamIenTo domInICano | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

siguiente párrafo también dirigido a la audiencia de Santo Domingo: “para que informe si<br />

conviene establecer en la isla el tribunal de la Inquisición; qué número de ministros podrán<br />

haber, y el distrito que se le daría sería la Isla, San Juan, Jamaica y Margarita; qué costos<br />

tendría sostener este tribunal, etc., para evitar los daños que franceses, ingleses y luteranos<br />

que con sus comercios introducen libros de sus herejías” (Utrera. p.215).<br />

Alrededor de 1519 llegó a La Española, con rango de obispo, Alessandro Gerardini, quien<br />

al decir del Dr. Américo Lugo (1884-1952): “nos trajo en ánforas latinas mieles del renacimiento”.<br />

Este encumbrado personaje, integrante del selecto grupo de humanistas italianos<br />

que sirvieron a la corte de los Reyes Católicos, le dedicó una oda a la Catedral Primada de<br />

América, tal vez la primera creación poética en versos latinos producida en el Nuevo Mundo.<br />

(Véase: Alessandro Gerardini. Itinerario por las regiones Subequinocciales. Fundación rodríguez<br />

Demorizi. Vol. 1. Editora del Caribe, 1977).<br />

Una elocuente muestra del ambiente cultural que desde el siglo XVI se respiraba en La<br />

Española, por lo que fue llamada la “Atenas del Nuevo Mundo”, lo evidencian los versos de<br />

las Elegías de Varones Ilustres de las Indias, del Homero Colombiano, como ha sido llamado<br />

Juan de Castellanos, quien escribe, refiriéndose a la sublevación de Enriquillo:<br />

“Por faltar pues entonces fuerte gente y usarse ya sonetos y canciones,<br />

el Enrique se hizo tan valiente,<br />

saliendo siempre con sus intenciones<br />

andando, pues el indio delincuente<br />

cuando semejantes turbaciones,<br />

y dando de valor bastante prueba,<br />

al gran emperador llegó la nueva”.<br />

(Elegía V, Canto Segundo. T.I.p.228, Bogotá. Editorial ABC, 1955).<br />

La hegemonía cultural de La Española se evidencia, además, por el hecho de que fue la<br />

única posesión española de ultramar que tuvo dos instituciones educativas en el siglo XVI<br />

con categoría universitaria, las cuales sirvieron de inspiración para otras entidades similares<br />

en Hispanoamérica, por donde le vino a la ciudad de Santo Domingo el calificativo de<br />

“Atenas del Nuevo Mundo”. Estos Estudios, convertidos luego en universidades, fueron el<br />

de Santo Tomás de Aquino (1538), regenteado por los padres dominicos, fruto del colegio<br />

que establecieron poco después de su llegada a la colonia, y en 1540 obtuvo similar distinción<br />

del afamado Estudio, emanado de la escuela pública fundada por Sebastián Ramírez<br />

de Fuenleal. Este centro, con el nombre de Francisco Javier, dirigido por los jesuitas, contó<br />

con el patrocinio del acaudalado medinense, Hernando de Gorjón. Todo parece indicar que<br />

definitivamente el 14 de septiembre de 1748 mediante el Breve “insupereminent” del Papa<br />

Benedicto XIV, se confirió el deseado rango de Universidad Pontificia, y desde entonces fue<br />

Universidad Real y Pontificia de Santiago de la Paz y de Gorjón, en vez de San Francisco<br />

Javier como se le conocía.<br />

Así quedó facultada, en su condición de Universidad de Estudios Generales, para que<br />

sus “profesores pudieran leer gramática, retórica, lógica, física y teología escolástica moral,<br />

sagrados cánones, así como derecho canónico y civil para los oyentes seglares, medicina y<br />

otros estudios literarios” (Antonio Valle Llano, S. J. La Compañía de Jesús en Santo Domingo.<br />

Seminario de Santo Tomás, 1950. pp.187-188).<br />

710


ePÍloGo | PresenCIa del lIBro en sanTo domInGo | Jo r G e Te n a re y e s<br />

En este centro ocuparon cátedra reconocidos profesionales dominicanos: Padre Diego<br />

Ramírez, Cristóbal de Llerena, Francisco Tostado de la Peña, Diego de Alvarado y Luis<br />

Jerónimo de Alcocer (Pedro Henríquez Ureña. La Cultura y las Letras Coloniales en Santo<br />

Domingo. Biblioteca de Dialectología Hispanoamericana. Anejo II. Buenos Aires, 1936. Cap.<br />

III; Fray Cipriano de Utrera. Universidad de Santiago de la Paz y Santo Tomás de Aquino y Seminario<br />

Conciliar de la Ciudad de Santo Domingo de la Isla Española. Padres Franciscanos. santo<br />

domingo, r. d. mCmXXXII).<br />

Por lo dicho hasta aquí sobra la imaginación para deducir la existencia de un ambiente<br />

cultural de gran interés en nuestra isla desde las primeras décadas del siglo XVI. Esto implica<br />

también que por alguna parte debían llegar los libros requeridos para satisfacer la demanda<br />

académica y la satisfacción intelectual de particulares interesados en la cultura humanística. Sin<br />

embargo, este aspecto aún no está debidamente identificado, por lo que debemos limitarnos, en<br />

muchas cosas, a apreciaciones de carácter deductivo, aunque por ello no dejamos de estimar<br />

su existencia, abundante por demás, en los albores de la historia de nuestra cultura.<br />

Gracias a los eruditos artículos de Fray Vicente Rubio y de otros investigadores, conocemos<br />

la existencia de importantes bibliotecas o librerías, términos que él usaba indistintamente,<br />

en La Colonia, propiedad de funcionarios civiles y eclesiásticos, como es el caso de<br />

la librería privada de Gonzalo Fernández de Oviedo, alcaide de la fortaleza más antigua del<br />

Nuevo Mundo y Primer Cronista de Indias.<br />

E. Dymond Turner elaboró un extenso trabajo titulado La Biblioteca de Gonzalo Fernández<br />

de Oviedo y Valdés, (Eme-Eme. Estudios <strong>Dominicano</strong>s. Vol. VI. Núm. 32. Septiembre-octubre<br />

1977).<br />

Fray Vicente también nos ha dejado información de la “pequeña biblioteca que poseyó<br />

aquel desdichado vástago del gran poeta Garcilaso de la Vega, llamado don Lorenzo Suárez<br />

de Figueroa, quien se halló en nuestra primada urbe un matrimonio impuesto con conveniencia<br />

de una rica familia, también encontró una trágica muerte en el patíbulo que al efecto se<br />

levantó para él una tarde de enero de 1549 en la Plaza Mayor de esta ciudad del Ozama”.<br />

Posteriormente dio a “conocer una nutrida y enorme librería jurídica, propiedad del<br />

culto abogado de nuestra Real Audiencia, licenciado don Juan Rodríguez”. Pero de todos<br />

los inventarios realizados por Fray Vicente, el más rico y variado es el que se consigna en<br />

el artículo titulado: La Biblioteca que traía a Santo Domingo el Arzobispo Juan Salcedo, con 81<br />

autores diferentes y arrojaba un total de 130 volúmenes.<br />

El doctor Juan Salcedo fue presentado para arzobispo de Santo Domingo, el 20 de junio<br />

de 1560. Se embarcó para Santo Domingo en marzo de 1563, pero murió durante la travesía<br />

de una “enfermedad que le había dado navegando en la mar”. El inventario de su nutrida<br />

biblioteca fue localizado por Fray Vicente en el Archivo General de Indias, la cual nos revela<br />

por la rica variedad de su contenido, el nivel cultural del erudito abogado y prelado. Este<br />

catálogo contiene obras de Guillermo de Budé (Budeo), jurista, filólogo y erudito, nacido en<br />

París, quien fue “Secretario del Rey Carlos VIII de Francia que sin menosprecio de nadie,<br />

era el mejor helenista de su época”, afirma el padre Vicente Rubio, así como “otra repetición<br />

del Dr. Juan Palacios Rubio, el primer jurista español que se preocupó de los problemas de<br />

las Indias y algunas producciones de Antonio de Nebrija”.<br />

Lamentablemente este tesoro bibliográfico no permaneció en Santo Domingo a causa<br />

de la muerte del erudito prelado, pues al parecer fue embarcado para la Nueva España y la<br />

embarcación en que iba naufragó en las proximidades de la costa de Cuba.<br />

711


ColeCCIÓn PensamIenTo domInICano | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

Coincidimos con el citado articulista en el sentido de que “resulta así indudable, por<br />

lo que antecede, que el conocimiento de esas librerías particulares ayuda a tener una idea<br />

acerca de los libros que circularon o podían circular durante el siglo XVI en esta primera<br />

población. Todavía este conjunto de bibliotecas puede ser susceptible de ensanchamiento con<br />

nuevas aportaciones documentales” (Artículo citado. El Caribe, 23 de noviembre de 1991, O,<br />

11; Américo Lugo: Historia de Santo Domingo desde el 1556 hasta 1608. librería dominicana.<br />

Ciudad Trujillo, R. D. 1952).<br />

Por su parte Esteban Mira Caballos en un artículo publicado en la Revista Ecos, con el<br />

título Algunas Consideraciones en torno a la Primera Biblioteca de Santo Domingo, nos ofrece un<br />

ilustrativo inventario de la biblioteca de doña Inés de la Peña:<br />

“La biblioteca que ahora vamos a estudiar nos va a aportar multitud de informaciones<br />

dignas de interés, dado lo temprano de su fecha y escasez de documentación que para estos<br />

momentos se nos ha conservado. La propietaria de ella era una tal doña Inés de la Peña,<br />

quien fue, hasta su fallecimiento en 1521, mujer de un espadero vecino de la ciudad de Santo<br />

Domingo llamado Francisco de la Pedrosa. No tenemos noticias que puedan explicar el<br />

hecho de poseer una biblioteca tan nutrida de obras clásicas y medievales, pues ni ella ni su<br />

marido pertenecían a la élite ni, por supuesto, al grupo de los intelectuales. De entre la lista<br />

de encomenderos del repartimiento que en 1514 llevaron a cabo Rodrigo de Alburquerque y<br />

el licenciado Ibarra aparece Francisco Pedrosa, vecino de Puerto Real, al que se le repartieron<br />

3 indios, sin embargo pensamos que no se trata del marido de doña Inés de la Peña. Por lo<br />

tanto, hemos de descartar la hipótesis de que doña Inés poseyese la biblioteca para su uso<br />

personal, sino que hay que buscar otra explicación más satisfactoria”.<br />

Es presumible, según deduce el autor que ahora reseñamos, y que más bien se debe<br />

pensar en la posibilidad de que estos libros fuesen inicialmente del padre de doña Inés, un<br />

cerrajero vecino de Santo Domingo, llamado Antón Ruiz, quien es muy probable que se<br />

dedicara de manera más o menos constante al comercio de obras literarias. El hecho de que<br />

estos libros estuviesen destinados a la venta se justifica por la existencia de numerosas obras<br />

repetidas; especialmente cartillas de gramática de las que había más de noventa ejemplares,<br />

además de tres docenas del libro Perla Preciosa, devocionario muy usado y difundido en<br />

Castilla hasta 1559 en que fue incluido en el índice libros prohibidos”.<br />

Si admitimos esta hipótesis tal vez sea el susodicho Ruiz el colega más distante en<br />

nuestra isla del consagrado librero y editor petromacorisano Julio Desiderio Postigo, cuya<br />

trayectoria empresarial en el mercado del libro reivindica el Banco de Reservas de la República<br />

dominicana con la reedición de la emblemática <strong>Colección</strong> <strong>Pensamiento</strong> dominicano,<br />

auspiciada visionariamente por Postigo.<br />

El inventario de los bienes de doña Inés de la Peña, evidencia, además la presencia en<br />

la isla de libros recién publicados en España, como es el caso de la Comedia de Calixto y Melibea,<br />

denominación genérica que al parecer tuvo la obra de Fernando de Rojas en su edición<br />

aparecida a principios de 1499.<br />

Otro dato curioso de este inventario es que en él aparece también la obra de Erasmo<br />

titulada El Arte de Bien Morir, así como algunas novelas a pesar de que la corona había<br />

instruido a los oficiales de la casa de Contratación para que no “consintieran el paso de novelas<br />

y de libros como el Amadís de Gaula a los indios, porque si los indios los leen dejarán<br />

los libros de teología y leerán sólo historias mentirosas”. Ante la temprana presencia de la<br />

venta de libros de variado contenido: “lo que se pide y se vende en La Española son libros<br />

712


ePÍloGo | PresenCIa del lIBro en sanTo domInGo | Jo r G e Te n a re y e s<br />

de rezos, para consolar los desfallecimientos de ánimo y encauzar al cristiano por la senda<br />

de la perfección”.<br />

En total, la biblioteca de doña Inés de la Peña la componían “128 volúmenes más 98<br />

cuartillas de Gramática para enseñar a leer a los muchachos”. Mira Caballos en la conclusión<br />

de su artículo a modo de resumen expresa que hay que advertir, a la luz de este inventario<br />

de los bienes de doña Inés de la Peña, que los libros llegaron a las Indias en más cantidad de<br />

lo que se ha venido sospechando hasta ahora. Se confirma así que había paso, más o menos<br />

ilegal, de muchas obras dadas las constantes prohibiciones de la corona hacia determinados<br />

géneros de libros. Debieron ser los mismos marineros, los que, en sus “matalotajes”, o los<br />

pasajeros en sus equipajes, quienes debieron pasar sin registrar muchos de los libros que se<br />

leyeron en América en los primeros tiempos, a juzgar por los libros que poseía doña Inés<br />

de la Peña”. (Ecos. Año 2. 1994. No. 3. Universidad Autónoma de Santo Domingo. Facultad<br />

de Humanidades. Instituto de Historia).<br />

La política restrictiva de las autoridades españolas fue el pretexto para decretar el<br />

abandono de la “banda del norte”, a fin de detener el contrabando y la venta de “biblias<br />

luteranas”, publicaciones que una vez incautadas su destino era la hoguera. Se pretendía con<br />

esta desacertada orden del rey Felipe III, inducido por el Memorial de Arbitrio presentado<br />

por Baltasar López de Castro, “poner los remedios que le parecieron más eficaces para que<br />

se estorben los rescates (contrabando) que en la Isla Española se hacen con los herejes”.<br />

Se colige de esta precedente afirmación que en la isla circulaban, junto al crecimiento del<br />

contrabando, alentado por las naciones europeas que adversaban la política hegemónica de<br />

los Austrias, textos considerados nocivos para el fortalecimiento de la política evangelizadora<br />

que España llevaba a cabo en el Nuevo Mundo. (Dr. Américo Lugo: Baltasar López de Castro y<br />

la despoblación del Norte de La Española. Editorial Cultura. México, D. F., 1947).<br />

Esta medida fue el primer eslabón de la cadena de infortunios que impidieron el desarrollo<br />

armónico de la isla de Santo Domingo hasta el Tratado de Basilea en 1795, proceso<br />

que ha sido ampliamente debatido por intelectuales dominicanos de la categoría de Manuel<br />

Arturo Peña Batlle (1902-1954), Máximo Coiscou Henríquez, Hugo Tolentino, Roberto Cassá<br />

y Franklin Franco, entre otros.<br />

El interés de demostrar, aunque sea parcialmente, la presencia del libro dentro de la<br />

realidad social de la colonia quedaría inconcluso si en él no incluimos al Licenciado Antonio<br />

Sánchez Valverde, autor de numerosas obras sobre teología y filosofía, así como también<br />

Idea del Valor de la Isla Española y utilidad que de ella puede sacar su Monarquía (Madrid, 1785) y<br />

poseedor, asimismo, de una biblioteca de la que tenemos confiables conocimientos.<br />

Egresado del Colegio Francisco Javier que, luego se convirtió en Seminario y Universidad<br />

Santiago de la Paz y de Gorjón, es, hoy por hoy, el primer gran escritor dominicano entre los<br />

nacidos en el siglo XVIII. Fue un ilustrado que evidencia, además, que si existió en la isla<br />

un apreciable ambiente cultural y académico él es su mejor ejemplo. Aunque religioso, fue<br />

un hombre de avanzadas ideas liberales, propias del siglo de la Ilustración.<br />

resulta que el racionero de la Catedral de santo domingo, en su condición de abogado<br />

se vio envuelto en el conflicto surgido entre Fray Matero Álvarez y José Beltrán, por la venta<br />

de un esclavo que envolvía la suma de 368 pesos. Sánchez Valverde asumió la defensa del<br />

“fullero” en forma tan vehemente que la audiencia declaró el 9 de septiembre de 1781, “que<br />

el escrito presentado en nombre de aquel –Beltrán– ante el Provisor estaba “lleno de proposiciones<br />

sediciosas, escandalosas, abusivamente aplicadas, denigrativas de los institutos<br />

713


ColeCCIÓn PensamIenTo domInICano | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

religiosos y por consiguiente de la soberanía del Rey, bajo cuya protección estaban, especialmente<br />

en las posesiones de Indias, hallándose sus doctrinas proscritas, por el Tribunal<br />

de la Inquisición”.<br />

Aunque se disponía en tan “gravoso y denigrante acto” que al abogado Sánchez Valverde<br />

se le suspendiese por dos años el ejercicio de la profesión y que se le “diese cuenta al<br />

Monarca” lo más grave era la acusación en la que se involucraba a los “institutos religiosos”,<br />

pues automáticamente esa acusación pasaba a la jurisdicción de la Inquisición con todas las<br />

consecuencias que esto podía ocasionarle, como en efecto sucedió. El competente defensor<br />

fue a parar a la cárcel luego de ser detenido tras un frustrado intento de fuga a la vecina<br />

Haití, con la finalidad de evadir el peso de la grave sentencia que implícitamente le imponía<br />

el informe de la audiencia.<br />

En el inventario de los bienes que se incautaron al Racionero se aprecia no sólo su alto<br />

nivel intelectual, su abundante cultura clásica y su variada producción como escritor. Este<br />

arqueo se realizó el 24 de octubre de 1781, en el Guarico, y lo suscribe Don Nicolás Montenegro,<br />

“comandante de la Frontera de San Rafael”. Consta el inventario de veinte legajos y<br />

legajitos, comenzando con uno de cuarenta y nueve pliegos, cuyo título es Reflexiones sobre<br />

el estado actual del púlpito y medios de su reforma e instrucción de predicadores.<br />

Pero lo más útil para nuestro propósito de identificar la presencia del libro durante el<br />

dominio español en la isla es que Sánchez Valverde tenía en su poder, entre otras publicaciones,<br />

un libro de Gramática griega y el Nuevo Testamento en Griego; una Gramática inglesa<br />

y dos diccionarios, uno de inglés y el otro de francés: una cajita con varias curiosidades<br />

de Historia Natural; un tomito de raíces griegas, la Instituta de Monsieur Columbert, y su<br />

Breviario; otro Compendio de la Nueva Gramática Griega, así como también las Reglas de<br />

entender las Sagradas Escrituras, por Francisco Ruíz, abad de San Facundo.<br />

Esta relación no sólo muestra la formación cultural de Antonio Sánchez Valverde, nuestro<br />

gran humanista de factura clásica, sino que al mismo tiempo nos plantea la interrogante<br />

acerca de la vía utilizada por el autor de la Idea del Valor de La Española, para adquirir tan<br />

variada como selecta colección de libros. Estos no debieron ser los únicos existentes en su<br />

biblioteca, porque presumimos que en su intento de huida solo se llevaría los que para él<br />

resultaban de uso cotidiano. Deducimos también por esta relación que además de dominar<br />

el latín que era el idioma oficial de la Iglesia, conocía el griego, el inglés y el francés. En fin,<br />

un verdadero humanista.<br />

Entre las causas que impidieron durante la colonia el sostenido florecimiento de un<br />

mercado del libro más abierto, en consonancia con el auge académico y cultural de la colonia,<br />

deben señalarse las estrictas medidas de control que ejercía la Inquisición en ese tipo de<br />

actividad. A esto habría que agregar la evidente limitación del mercado local por las penurias<br />

de la colonia. Los dos grandes mercados del libro durante la dominación hispánica fueron<br />

La Nueva España y Perú.<br />

Esto queda demostrado cuando leemos obras como: Bibliografía Mexicana, de Joaquín<br />

García Icazbálceta; El Libro, la Imprenta y el Periodismo en América durante la dominación española,<br />

de José Torre Rovello e Irving Leonard; Los Libros del Conquistador y Libros y Libreros en<br />

el siglo XVI, Francisco Fernández Castillo (compiladores: El contenido de esta obra es una<br />

elocuente demostración de la intolerancia de la Inquisición con respecto a los libros que<br />

llegaban al Nuevo Mundo, así como también con los libreros y los impresores que osaban<br />

instalarse de este lado del atlántico.<br />

714


ePÍloGo | PresenCIa del lIBro en sanTo domInGo | Jo r G e Te n a re y e s<br />

La obra de Sánchez Valverde expresa un cuidadoso análisis acerca de la situación en<br />

la que se encontraba la isla de Santo Domingo a finales del siglo XVII a pesar de ostentar<br />

el título de Primada de América, fruto de los desaciertos políticos de la monarquía española<br />

en franca decadencia. La idea del valor de la isla Española es, a nuestra manera de ver, la primera<br />

obra de gran dimensión que registra el nacionalismo literario dominicano y “debe<br />

reputarse, apunta Fray Cipriano de Utrera, por sus elementos extensivos como prodigio de<br />

buena voluntad para no incidir en apreciaciones resbaladizas que apuntasen a los efectos<br />

de la administración general practicada en la Isla durante siglos, causa primordial del escaso<br />

valor efectivo de ella: no era Sánchez Valverde sujeto improporcionado para señalar<br />

con vivacidad, con las varias vicisitudes de los tiempos la constante razón de tanto atraso,<br />

decadencia [...] puede decirse que el libro Idea del Valor de la Isla Española, es prenda de su<br />

talento, no de su temperamento, lo que se hace casi evidente no ya por inducción lógica,<br />

antes por el testimonio mismo del autor, cuyas palabras, aunque enderezadas a persuadir<br />

una cosa, persuaden su contraria (Utrera: Idea del Valor de la Isla Española.)<br />

“Esta obra, que se reproduce con el exorno de notas confirmativas, explicativas, ampliativas<br />

y correctivas del texto original, servirá desde luego (y en atención a que en los actuales<br />

tiempos se tiene más intensa y extensivamente noticia del pasado). De grande auxilio a los<br />

estudiosos, hecha cantera de materiales históricos y bibliográficos justificante de su exhumación<br />

del sepulcro de las rarezas bibliográficas de Hispanoamérica”. p.39<br />

En una ocasión conversaba con el señor Postigo acerca del contenido de la <strong>Colección</strong><br />

<strong>Pensamiento</strong> <strong>Dominicano</strong> y le advertía la ausencia en ella de la obra de Sánchez Valverde<br />

y nos confesó que en verdad con él debió comenzar pero que “solo esperaba el regreso de<br />

Fray Cipriano de Utrera de España para pedirle que realizara la presentación de esta obra<br />

para incluirla en la <strong>Colección</strong>”. Lamentablemente la muerte del padre Utrera en 1958 impidió<br />

que esa idea se materializara.<br />

Don Julio Postigo en sus nobles propósitos de divulgación del libro contó siempre con tres<br />

colaboradores de primer orden: Fray Cipriano de Utrera (1886-1958), Lic. Emilio Rodríguez Demorizi<br />

(1904-1986) y el Dr. Vetilio Alfau Durán (1909-1985). Todos vecinos de él, pues el primero<br />

residía en la Iglesia de Las Mercedes; el segundo en la calle Las Mercedes 81, a poca distancia de<br />

la Librería, y el tercero en la Salomé Ureña, a tiro de escopeta, de la Librería Dominicana.<br />

en más de una ocasión le sugerimos a don emilio que elaborara una bibliografía dominicana<br />

completa. Aunque le apasionaba el tema nunca lo abordó con su proverbial firmeza.<br />

Era el más idóneo para realizarlo, vacío que el Doctor Frank Moya Pons se propone cubrir<br />

en seis volúmenes, de los cuales sólo le faltan dos, que corresponden, según nos ha dicho,<br />

a la bibliografía de la Historia Dominicana.<br />

A Fray Cipriano de Utrera le encargó don Julio la revisión de la Historia de Santo Domingo,<br />

del Dr. Américo Lugo, cuya publicación auspició en 1952. La puesta en circulación de<br />

esta obra se llevó a cabo en la casa de don Américo, calle Bernardo Pichardo No. 6, Gazcue,<br />

debido al delicado estado de salud en que se encontraba su autor. El padre Utrera, y quien<br />

estas líneas escribe estuvieron presentes en dicho acto: El Dr. Lugo murió meses después de<br />

publicarse la obra y el editor formó parte de la escasa concurrencia que asistió a su sepelio<br />

del que fuimos testigos de excepción.<br />

Por su parte el Doctor Vetilio Alfau Durán realizó la selección del tomo de la <strong>Colección</strong><br />

<strong>Pensamiento</strong> <strong>Dominicano</strong> dedicado a don Américo, y del que don Emilio es autor, junto a<br />

Juan Bosch, el de mayor presencia en la referida <strong>Colección</strong>.<br />

715


ColeCCIÓn PensamIenTo domInICano | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

La mini-biblioteca incautada al Racionero Antonio Sánchez Valverde, se suma a la evidente<br />

presencia del libro durante el período colonial, a pesar de los controles y la técnica que<br />

aplicaban la Casa de Contratación de Sevilla y la Inquisición, con el manifiesto propósito de<br />

evitar la profanación de los dogmas eclesiásticos, actitud que no explica la impresión de obras<br />

consideradas profanas y contrarias a las normas y costumbres establecidas por el implacable<br />

tribunal. Su actitud en nuestro continente en el área de la cultura y por ende, del libro, se<br />

hace más evidente en las ricas posesiones de Tierra Firme; Nueva España y Perú.<br />

Faltaríamos a nuestro propósito de ofrecer un breve inventario de la presencia del libro<br />

en nuestro país desde el siglo XVI, si omitimos el nombre de un contemporáneo de Sánchez<br />

Valverde, nos referimos a Luis José Peguero (¿ + 1779), extraño personaje casi desconocido<br />

entre los estudiosos de la cultura dominicana, nacido en el Valle de Peravia. Es autor de<br />

una Historia de la Conquista de la Isla Española de Santo Domingo que permaneció inédita en la<br />

Biblioteca Nacional de Madrid hasta 1975, cuando la publicó el Museo de las Casas Reales,<br />

bajo el cuidado del fallecido investigador, Lic. Pedro Julio Santiago, con Prólogo de Fray<br />

Vicente Rubio.<br />

Esta obra, en dos tomos, fue escrita por Peguero alrededor de 1663, en el “Valle de Baní<br />

en su hato de San Francisco y el Rosario”. Es el primer texto que con esa intención escribe un<br />

dominicano, pues antecede casi un siglo a la Historia de Santo Domingo, de antonio delmonte<br />

y Tejada, cuyo primer tomo apareció en La Habana, en 1852.<br />

Peguero escribió también un Romance a los Valientes <strong>Dominicano</strong>s, composición en la que<br />

aparece por primera vez el gentilicio “dominicano”. Pero lo que nos interesa destacar de este<br />

culto banilejo del siglo XVII, “mezcla de historiador, de moralista y de poeta”, es que, independientemente<br />

de las producciones citadas, dejó también inéditas unas notas, apuntes y versos”.<br />

Borradores autobiográficos, donde se advierten reminiscencias gongorinas, pero también citas<br />

de aristóteles, lo cual demuestra que en la segunda mitad del siglo el estagirita andaba regando<br />

sabiduría por el Valle de Baní, y que uno de sus hijos se alimentó de su cosecha.<br />

La pregunta que queda en el aire es “¿por dónde entró Aristóteles a Baní? Tal vez en las<br />

valijas de la nutrida emigración canaria que se asentó en esa región (Ver Emilio Rodríguez<br />

Demorizi: <strong>Poesía</strong> Popular Dominicana. Vol. 1. Editorial La Nación, República Dominicana,<br />

1938, Del Romancero <strong>Dominicano</strong>. Editorial El Diario. Santiago, R. D. 1943 y Luis José<br />

Peguero: Historia de la Conquista de la Isla Española de Santo Domingo, 1762. Edición realizada<br />

por Pedro Julio Santiago. 2 tomos. Publicaciones del Museo de las Casas Reales. Santo<br />

Domingo, 1975).<br />

A pesar de sus prolongadas vicisitudes, la primogénita de las colonias españolas de<br />

Ultramar pudo conservar, en la medida de lo posible, el legado cultural de sus primeros<br />

pobladores hispanos, con sus matices indo-africanos, generados por los efectos del mestizaje<br />

que permeó la vida de la colonia, situación que es perceptible en muchas de las posesiones<br />

españolas que emergieron tras el hallazgo de 1492.<br />

Este impulso civilizador que trascendió hasta el siglo XIX se expresa en figuras como<br />

los doctores José Núñez de Cáceres (1772-1846), Pedro Valera y Jiménez (1757-1853), Juan<br />

Vicente Moscoso (1773-1837), Antonio María Pineda (1781-?), Andrés López de Medrano<br />

(1780?-185?), Bernardo Correa y Cidrón (1756-1837), quienes junto a otros notables dominicanos<br />

de las dos primeras décadas del referido siglo, mantuvieron en alto las raíces hispánicas<br />

de su conformación cultural, hasta el eclipse de 1822, provocado por la invasión del dictador<br />

haitiano Jean Pierre Boyer.<br />

716


ePÍloGo | PresenCIa del lIBro en sanTo domInGo | Jo r G e Te n a re y e s<br />

Los intelectuales que irradiaban sus luces en este período se formaron en la primogénita<br />

Universidad Santo Tomás de Aquino, quer si bien había cesado en sus actividades académicas,<br />

vivía en el recuerdo de sus egresados, quienes le inyectaron nuevos alientos en 1815,<br />

bajo la rectoría del Dr. José Núñez de Cáceres, tal vez el más lúcido de los intelectuales de<br />

su generación. El claustro de la clásica academia lo integraban, además, muchos de los profesionales<br />

mencionados anteriormente.<br />

“La Universidad, anota César Herrera, se vio en poco tiempo poblada de alumnos nativos<br />

de Santo Domingo, o procedentes de Puerto Rico y Venezuela. Asombra la vitalidad de la<br />

recién instalada Universidad en medio de tantas penurias y amenazas, como las que vivía<br />

Santo Domingo en esos días históricos”. (La Reinstalación de la Universidad de Santo Tomás de<br />

Aquino en 1815. Publicaciones de la Universidad Autónoma de Santo Domingo. Vol. DLXXI.<br />

<strong>Colección</strong> Archivo Histórico, No. 3, 1987).<br />

Otro signo de avance cultural en la parte española de la isla de Santo Domingo en este<br />

período lo constituye la aparición en 1801, de la primera imprenta que se estableció durante<br />

el dominio francés, cuyo propietario fue el señor Andrés Josef Blacquerst, aunque Moreau<br />

de Saint-Mery, en Descripción de la parte Española de Santo Domingo, publicada en Filadelfia<br />

en 1776, señala su existencia con anterioridad a la fecha:<br />

“Hay también una imprenta que solo se emplea en la impresión de periódicos, registros,<br />

resúmenes y otras cosas del mismo género, para las diferentes ramas de la administración”.<br />

(p.349. Ed., 1934).<br />

Pedro Henríquez Ureña estima probable que en la imprenta citada por Saint-Mery” se<br />

imprimiera, entre otros documentos, la Oración Fúnebre sobre Colón, del Arzobispo Portillo,<br />

1795, y antes los Estatutos de la Universidad Santo Tomás de Aquino (Emilio Rodríguez<br />

Demorizi: La Imprenta y los Primeros Periódicos de Santo Domingo. Biblioteca nacional, Feria<br />

del Libro, 1973. Vol. 1).<br />

Al Señor Blocquerst, además de ser el primer impresor conocido de Santo Domingo, le<br />

cabe la gloria de haber sido compañero de armas del Marqués de Lafayette, y héroe de la<br />

batalla de York Town, del 19 de octubre de 1781”, coronación de la asombrosa serie de acciones<br />

realizadas por el genio militar de Washington. (Emilio Rodríguez Demorizi: Recuerdos<br />

de Filadelphia. Impresor en Santo Domingo y Soldado en York Town. la nación, santo domingo,<br />

19 de febrero de 1942).<br />

Aquí formó parte de las tropas del general Luis Ferrand y abandonó la isla en 1809<br />

después de la derrota de Palo Hincado. Su imprenta se asienta en la historia de los impresos<br />

dominicanos con la publicación en 1800 de la Novena para implorar la protección de María<br />

Santísima por medio de la imagen de Altagracia. Este, según asienta don Emilio Rodríguez Demorizi,<br />

le asigna a Santo Domingo el tercer lugar entre las ciudades que tuvieron imprenta<br />

en el continente. Le adelantaron México y Perú.<br />

El mismo año en que se publicó la Novena apareció el Proceso verbal de la toma de posesión<br />

de la parte española de la Isla de Santo Domingo (Impreso en francés, 1801. Convenio entre<br />

Joaquín García y Toussaint Louverture, 1801). En su condición de impresor del gobierno<br />

francés Blocquerst tuvo a su cargo también el Boletín de Santo Domingo que circuló entre<br />

1807 y 1809.<br />

Le siguen a esta imprenta la de la Capitanía General, donde se imprimieron, entre otras<br />

obras, la Memoria sobre la Vacuna, del Dr. Antonio Pineda (1814), y Lógica de Andrés López<br />

medrano (1814).<br />

717


ColeCCIÓn PensamIenTo domInICano | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

En este período nace el periodismo dominicano, pues, además del Boletín de Santo Domingo,<br />

que presumiblemente debió ser un periódico bilingüe por las circunstancias históricas<br />

en las que se encontraba la parte del Este de la Isla, entonces bajo el dominio francés,<br />

se publicó en 1821 El Duende, dirigido por el Dr. José Núñez de Cáceres, en el que insertó<br />

la fábula El Águila y el Escarabajo, “dejando por ella conocer su proyecto de independencia,<br />

en venganza contra España por no haber logrado de la Corte lo que tanto ambicionaba”,<br />

según se hace constar en un artículo publicado por una Anciana en El <strong>Dominicano</strong> (No. 22)<br />

del 5 de febrero de 1846.<br />

al Duende le siguió El Telégrafo Constitucional de Santo Domingo, publicado en 1821 en la<br />

Imprenta del Gobierno, cuya redacción estuvo a cargo del Dr. Antonio Maña Pineda, título<br />

que refleja el efecto que produjo en la isla la “libertad de imprenta” consagrada en la Constitución<br />

de Cádiz de 1812. Leonidas García Lluberes: La Imprenta en Santo Domingo, y Periódicos<br />

<strong>Dominicano</strong>s del Siglo XX, en Crítica Histórica, 1964, y Manuel A. Amiama: El Periodismo en la<br />

República Dominicana, 1933).<br />

Este fervor constitucionalista, acompañado de visibles ansias de libertad fue ahogado por<br />

la invasión haitiana de 1822, que produjo una especie de letargo en las expresiones culturales<br />

de origen hispánico, lo cual dio como resultado el éxodo de sus principales exponentes, y,<br />

por vía de consecuencia, el cierre de la fuente principal de esa cultura, la Universidad de<br />

santo Tomás de aquino.<br />

Un nuevo movimiento nacionalista surgió con la fundación de La Trinitaria en 1838, y el<br />

periodismo fue un instrumento idóneo para la propaganda política de los Trinitarios. Alguno<br />

de estos periódicos circulaban en forma clandestina y manuscritos, otros eran de impresión muy<br />

pobre, entre ellos El Grillo <strong>Dominicano</strong>, con la intervención del trinitario Juan Nepomuceno<br />

Ravelo. Alcides García Lluberes considera que el segundo apellido de este trinitario era<br />

Tejera, y no Ravelo (1815-1885). También circularon La Chicharra y El Alacrán sin Ponzoña.<br />

Otro trinitario, José María Serra (1819-1888) tomó parte de esta labor propagandística, con la<br />

orientación del líder del movimiento independentista, Juan Pablo Duarte y Diez (1813-1876),<br />

quien, además, puso a disposición de sus prosélitos sus libros, “libros que quería tanto”, como<br />

dice su hermana Rosa Duarte. Sierra fue de los redactores del periódico El <strong>Dominicano</strong>.<br />

Tras el advenimiento de la República se produce, consecuentemente, un movimiento<br />

cultural inspirado en la nueva coyuntura política que se presentaba en el país. Del periodismo<br />

artesanal y clandestino se pasó a una forma de expresión más abierta y crítica. El poeta romántico<br />

Félix María Del Monte (1819-1899) escribe el primer himno que entonaron los soldados de<br />

la guerra de la independencia, es introductor del colorismo costumbrista en nuestra poesía.<br />

Él y Nicolás Ureña de Mendoza (1822-1875) son ejemplos, junto a otras notables figuras<br />

vinculadas al nuevo rumbo de la cultura dominicana, de los que exaltaban el nacionalismo,<br />

el costumbrismo y las veleidades románticas. No faltaban los apologistas del progreso que<br />

sucumbía ante el peso abrumador de la anarquía y el canibalismo que con sus efectos corrosivos<br />

marcaron la vida de la sociedad dominicana en la segunda mitad del siglo XIX.<br />

Dos años después de la proclamación de la República, se constituyó, en la casa de<br />

Manuel María Valencia (1810-1872), la Sociedad Amigos del País, impregnada del espíritu<br />

duartiano por los nombres de sus integrantes: Félix María del Monte (1819-1899), Jacinto de<br />

la Concha (1819-1886), José María Serra (1819-1888), Felipe Alfau (1819-1878). Félix María<br />

Ruiz (1815-1891). Esta sociedad , homónima de la que surgió en 1871 puede ser también la<br />

primera que surgió después de la independencia.<br />

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ePÍloGo | PresenCIa del lIBro en sanTo domInGo | Jo r G e Te n a re y e s<br />

Pero, a pesar de las sucesivas crisis políticas, en el ámbito de la cultura se aprecian<br />

manifestaciones de gran aliento, donde algunos de los protagonistas excepcionales de esa<br />

degradante situación son ejemplos también de conducta cívica en el ejercicio de las funciones<br />

políticas que debieron asumir, alentadores igualmente de un ejercicio periodístico doctrinario<br />

y la producción literaria, tanto en prosa como en verso. Por lo tanto, a los nombres de Del<br />

Monte y Ureña de Mendoza cabría agregar los de Ulises Francisco Espaillat, (1823-1878),<br />

Benigno Filomeno Rojas, Gregorio Luperón (1839-1897), en su doble condición de militar,<br />

líder político e historiador; Emiliano Tejera (1839-1897), José Gabriel García (1834-1910),<br />

Francisco Gregorio Billini (1844-1898), los hermanos Alejandro (1823-1906) y Francisco Xavier<br />

(1816-1884) Angulo Guridi y el Arzobispo Fernando Arturo de Meriño (1823-1906), figura<br />

descollante no sólo como prelado, sino también como político, escritor y maestro.<br />

Al lado de estos próceres del civismo y de la cultura, habría que colocar a los tres grandes<br />

poetas de su siglo: Salomé Ureña de Henríquez (1850-1897), además de poetisa, maestra;<br />

José Joaquín Pérez (1845-1900), quien también ejerció la docencia, el periodismo y la política,<br />

y el malogrado Fernando Gastón Deligne (1861-1913), cuya acción literaria la consagró a la<br />

poesía y al periodismo.<br />

Pero en la línea que nos hemos trazado para situar a don Julio Desiderio Postigo en un<br />

marco histórico convergente con su actividad como empresario del libro y editor, conviene<br />

destacar que en la segunda mitad del siglo XIX surgieron numerosas imprentas, así como<br />

también las primeras librerías de las que históricamente tengamos noticias concretas.<br />

Este rodeo, que tal vez se considere excesivo, lo hemos realizado con el propósito de<br />

situar en su contexto la extraordinaria labor realizada por don Julio Postigo como editor y<br />

librero con una amplia visión social, aspecto en el que se distancia de sus antecesores en esa<br />

área empresarial, pues de lo contrario sería como presentar en una galería un hermoso cuadro<br />

sin el marco que lo complemente. Algo parecido sucedería con la emblemática Librería<br />

Dominicana si nos limitáramos a exhibirla como un gran espacio cultural, sin colocar a su<br />

lado los antecedentes del mismo género que nos permitan establecer sus peculiaridades.<br />

Esta ha sido la razón que nos ha movido a orientar nuestro estudio en una dirección<br />

más abarcadora, donde el señor Postigo enaltece una tradición que nace en los albores del<br />

período colonial, y adquiere certificado de dominicanidad en el período en el que prolifera<br />

el periodismo, junto a una modesta editorial, donde tiene mayor presencia la Imprenta de<br />

García Hermanos, en la que aparecieron, entre otras publicaciones: Los Restos de Cristóbal<br />

Colón en la Catedral de Santo Domingo, de Monseñor Roque Cochía (1879); Los Restos de<br />

Cristóbal Colón exhumados en la Catedral de Santo Domingo en (1795-1877), de don Emiliano<br />

Tejera, y Lira de Quisqueya, <strong>Poesía</strong>s Dominicanas, de José Castellanos (1874).<br />

En esa misma imprenta se publicó en 1882 el Informe sobre los Restos de Colón presentado<br />

a la Sociedad “Amigos del País”, relativo a los últimos opúsculos escritos en el extranjero<br />

acerca del hallazgo del 10 de septiembre de 1882; con igual sello editorial se imprimió en<br />

1893 la Descripción de los límites de la ciudad de Santo Domingo, así como también en 1885, la<br />

triste “leyenda en verso” de Félix María del Monte: Las Vírgenes de Galindo o la Invasión de<br />

los haitianos sobre la parte española de la Isla de Santo Domingo, el 9 de febrero de 1822. Dos años<br />

antes, igualmente Amigos del País publicó la primera selección de la producción de la insigne<br />

poetisa Salomé Ureña de Henríquez.<br />

Consecuente con su objetivo principal “el desenvolvimiento intelectual de sus miembros”,<br />

esta honorable sociedad fue un canal abierto a las inquietudes intelectuales y a la vida<br />

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ColeCCIÓn PensamIenTo domInICano | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

cultural de la República, desde su creación en 1871 hasta su desaparición en 1905”, cuando<br />

en un acto de violencia gubernativa se incautó el local que ocupaba. A esta sociedad se debe<br />

la creación en 1876 de una biblioteca pública; la fundación en 1879 de la revista Estudio, y<br />

patrocinó la publicación de las poesías de la señorita Josefa Perdomo (1834-1876) en 1885,<br />

con un prólogo de José Joaquín Pérez (Flor de Palma), y en 1888 editó la obra del poeta y<br />

político, Manuel Rodríguez Objío (1833-1871). Pero realmente su mayor aporte a la bibliografía<br />

dominicana fue la edición en 1890, en cuatro tomos, de la Historia de Santo Domingo,<br />

de Antonio del Monte y Tejada (1783-1861).<br />

El Dr. Vetilio Alfau Durán nos ofrece una valiosa síntesis acerca de la trayectoria de la benemérita<br />

Sociedad Literaria Amigos del País (Vetilio Alfau Durán en Clío. Escritos 1. Compilación de<br />

Arístides Incháustegui y Blanca Malagón. Publicaciones del Sesquicentenario de la Independencia<br />

Nacional. Vol. 11. Gobierno <strong>Dominicano</strong>. Santo Domingo, R. D., 1994. pp.400-401).<br />

Resulta oportuno señalar que todas estas obras llevan el sello de la Imprenta de García<br />

Hermanos, lo cual demuestra que fue realmente una empresa de gran capacidad productiva<br />

en su época, pues no se limitó como haría don Julio Postigo después, a la impresión, sino que<br />

también regenteó una librería, de la que se hizo eco Fernando Arturo de Meriño en 1867 en<br />

sus Elementos de Geografía, Física, Política e Historia de la República Dominicana, en la que, con<br />

el título: Biblioteca Nacional de Venta en la Librería García Hermanos, cita dieciséis obras, entre<br />

ellas la Memoria para la Historia de Quisqueya y el Compendio de Historia de Santo Domingo,<br />

de uno de los propietarios del establecimiento, don José Gabriel García. Se citan, además,<br />

la Idea del Valor de la Isla Española de Antonio Sánchez Valverde y las Fantasías Indígenas de<br />

José Joaquín Pérez Matos.<br />

Pero la dinámica editorial de la Imprenta de García Hermanos no se limitaba a las obras<br />

de los principales escritores de la época, sino que en sus talleres se imprimió en 1882 la<br />

<strong>Colección</strong> de Leyes, Decretos y Resoluciones emanadas de los Poderes Legislativo y Ejecutivo de la<br />

República Dominicana, práctica que se mantuvo hasta muy entrado el siglo XX, con el nombre:<br />

Imprenta J. R. Vda. García, Sucesores. Originalmente su domicilio estaba situado en la Calle<br />

Separación, hoy Calle El Conde.<br />

Otra imprenta y librería del siglo XIX de la que tenemos noticias fue la de José Ricardo<br />

Roques y Cía. De ésta poseemos un ejemplar de su catálogo que data de 1894. Este catálogo<br />

lleva como título: Cuna de América. Catálogo General de la Librería, Papelería y Almacén de Música<br />

de Santo Domingo, 1894.<br />

Por su parte, Max Henríquez Ureña nos relata, en Hermano y Maestro, la afición por la lectura<br />

que desde su infancia se despertó en Pedro Henríquez Ureña, lo cual provocó su interés por<br />

leer a Romeo y Julieta, de Shakespeare, y para satisfacer ese deseo recurrieron a la gran Librería<br />

Selecta de don Félix Evaristo Mejía, quien “le requirió, por su temprana edad, la presencia de<br />

su padre, cosa que hicieron al día siguiente y obtuvieron las obras del celebrado dramaturgo,<br />

al que posteriormente Pedro le dedicó varios estudios (Librería Dominicana, 1959).<br />

En 1879, en la imprenta del Colegio San Luis Gonzaga, vio la luz la Primera Parte de<br />

Enriquillo. Leyenda Histórica, de Manuel de Jesús Galván (1834-1910), y que habría de convertirse<br />

en la obra más divulgada de la literatura dominicana, traducida al inglés y al francés.<br />

Poseemos un curioso ejemplar de esta edición, pues tiene anexas sendas cartas manuscritas,<br />

dirigidas por Galván al Director del Eco de la Opinión (Francisco Gregorio Billini) y a José<br />

Joaquín Pérez. Esta última fechada el 8 de octubre de 1879, la anterior el 25 de noviembre<br />

de 1887.<br />

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El autor de esta célebre novela es considerado junto a Antonio del Monte y Tejada<br />

(1783-1861) y a Emiliano Tejera, los más altos exponentes de la prosa castellana en nuestro<br />

país durante el siglo XIX. Como periodista defendió abiertamente la anexión a España a<br />

través del semanario La Razón, fundado por él con ese propósito. Fue, además, cofundador<br />

del Oasis, que vio la luz pública el 26 de noviembre de 1854, el cual sirvió de vocero a la<br />

Sociedad Amantes de las Letras, presidida por el resaltado prosista.<br />

Nuestro siglo XIX por el desbordado laborantismo político que se vivió en el país, también<br />

fue pródigo en la existencia de medios de comunicación. Muchos de ellos servían de voceros de<br />

las distintas facciones políticas que interactuaban en el país (Manuel Amiama. El Periodismo en<br />

la República Dominicana, Santo Domingo, Talleres Tipográficos La Nación, 1933).<br />

Por lo anteriormente expuesto, la segunda mitad del siglo XIX, y a pesar de la crónica<br />

anarquía política que permeaba todos los estamentos de la vida dominicana, se caracterizó<br />

por la existencia de numerosas publicaciones periódicas, sociedades culturales, edición de<br />

libros; la existencia de tres reconocidas librerías, lejanos antecedentes de la actividad empresarial<br />

en la que se destacó el señor Julio Postigo con resonante éxito, en un medio donde<br />

se sufrían los efectos de una vida política muy agitada, pero a pesar de eso contaba, como<br />

se ha visto, con una tradición cultural en la que el libro era el principal protagonista. Así lo<br />

expresan los repertorios bibliográficos siguientes:<br />

Pedro Henríquez Ureña: Bibliografía Literaria de Santo Domingo (Repertorio Americano. San<br />

José, Costa Rica, 7-14-21, de septiembre de 1920. Se inserta en De mi Patria. santo domingo,<br />

1974); Carlos Manuel Trolles: (1866-1951), “sagaz bibliógrafo cubano”, autor de un Ensayo<br />

de bibliografía cubana de los siglos XVII y XVIII. seguidos de unos Apuntes para la bibliografía<br />

dominicana y puertorriqueña. Matanzas, 1907; Emilio Rodríguez Demorizi: La Imprenta y los<br />

primeros periódicos de Santo Domingo. Imprenta San Francisco. Ciudad Trujillo, R. D., 1944;<br />

luis Floren lozano. Bibliografía de la República Dominicana. Roques Román, C. por A. Ciudad<br />

Trujillo, R. D. 1948; Vetilio Alfau Durán en Clío. Escritos I. Compiladores Arístides Incháustegui<br />

y Blanca Malagón. Gobierno <strong>Dominicano</strong>. Publicaciones del Sesquicentenario de la<br />

Independencia. Vol. II. Santo Domingo, R. D., 1944; Vetilio Alfau Durán en el Listín Diario.<br />

Escritos (1) Compiladores... Publicaciones del sesquicentenario de la Independencia Nacional.<br />

Santo Domingo, R. D., 1944; Dato Pagán Perdomo. Bibliografía General de la Isla de Santo<br />

Domingo. Contribución a su estudio. 2 tomos. Universidad Central del Este. Serie Científica<br />

IX, San Pedro de Macorís, 1979; Frank Moya Pons: Bibliografía de la Literatura Dominicana<br />

(1820-1990), 2 volúmenes. Comisión Permanente de la Feria Nacional del Libro. Imprenta<br />

Amigo del Hogar. Santo Domingo, 1997; del mismo autor y de Marisol Floren: Bibliografía<br />

del Derecho <strong>Dominicano</strong> (1844-1998). Edición auspiciada por la Asociación Hipólito Herrera<br />

Billini, Inc. y la Fundación Institucionalidad y Justicia, Inc. (FINJUS). Editora Judicial. Santo<br />

domingo, 1999.<br />

El consagrado historiador Moya Pons prepara, una tercera obra bibliográfica acerca de<br />

la historia dominicana. El tema de la bibliografía dominicana ha sido abordado por autores<br />

de incuestionable competencia; sin embargo, notamos que aún hay márgenes para estudios<br />

más exhaustivos, sobre todo en la producción colonial, aunque contamos con los valiosos<br />

trabajos ya citados del padre Vicente Rubio, Esteban Mira Caballos, así como el de la Dra.<br />

en Arq. Virginia Flores Sasso: La presencia de libros de arquitectura en las bibliotecas coloniales<br />

(Anuario No. 4 del Centro de Estudios Humanísticos y del Idioma Español, adscrito a la<br />

Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña, 2008. En esta línea de trabajo puede servir<br />

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ColeCCIÓn PensamIenTo domInICano | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

de modelo el erudito libro del puertorriqueño Antonio S. Pedreira: Bibliografía Puertorriqueña<br />

(1493-1930), Monografías de la Universidad de Puerto Rico. Serie A. Estudios Hispánicos.<br />

Núm. 1. Madrid, 1932. Con el mismo tema apareció en 1924 la obra de José Gérgel y Abelardo<br />

Morales Ferrer, aunque menos exhaustivas que la de Pedreira, no por ello deja de<br />

tener gran importancia. Como nota de interés para nosotros citan el Informe de Manuel de<br />

Jesús Galván titulado: Arreglo de la Cuestión Domínico-Española de 1879. Rectificaciones a un<br />

opúsculo del Dr. Ponce de León. Impreso en Santo Domingo. Un folleto de 50 páginas. Año<br />

1880”. (Op. Cit. p.142).<br />

Max Henríquez Ureña cita este documento en la semblanza que le dedica a Galván en sus<br />

Memorias de Relaciones Exteriores (Imprenta de J. R. Vda. García, Sucesores. Santo Domingo,<br />

R. D., 1933. pp.72-73).<br />

Los anhelos de paz, progreso y libertad que se advierten en amplios segmentos de la<br />

población dominicana en la segunda mitad del siglo XIX y expresados en la dicotomía<br />

hostosiana de “civilización o muerte”, se aprecian en la existencia de sus abundantes<br />

publicaciones periódicas, así como también en la constitución de sociedades culturales y<br />

recreativas. Muchas de ellas creaban sus propios periódicos y bibliotecas, como las mencionadas<br />

Amigos del País y Amantes de las Letras. Con igual propósito nació en La Vega,<br />

en septiembre de 1878, la Sociedad La Progresista, cuya biblioteca se instaló el mismo año<br />

de su fundación. Amplía esta honorable relación, La Republicana, 1867, la cual sostuvo<br />

una sala de teatro en su local instalado en el antiguo Seminario Conciliar por concesión del<br />

Arzobispo Meriño. El 17 de enero del 1880 se fundieron las bibliotecas de La Republicana<br />

y la de Amigos del País.<br />

Sería un error imperdonable silenciar en este relato el nombre de la Sociedad Amantes<br />

de la Luz, fundada en Santiago por Manuel de Jesús Peña y Reynoso (1834-1915) el 14 de<br />

junio de 1884, institución que aún sigue ofreciendo sus luces a la sociedad con su histórica<br />

biblioteca. Peña y Reynoso promovió también la creación de la Biblioteca Municipal de<br />

Puerto Plata, la cual abrió sus puertas en 1881.<br />

Llegó a ser tan notable la existencia de las bibliotecas en el país que don Federico García<br />

Godoy, en su condición de diputado, propuso en 1892 la creación de una Biblioteca Nacional,<br />

convirtiéndose así en el precursor de esta idea.<br />

Pero si en verdad la existencia de una biblioteca debe ser valorada como símbolo de cultura,<br />

esta estimación le corresponde a la primera biblioteca pública que existió en la capital<br />

de la República, enriquecida con los fondos donados por el filólogo y ensayista domínicovenezolano,<br />

rafael maría Baralt (1810-1860).<br />

El célebre autor del Diccionario de Galicismos era hijo de padre venezolano y de madre<br />

dominicana. Vivió en nuestro país y le sirvió como diplomático en España. Al morir,<br />

en un gesto de imponderable generosidad le donó su valiosa biblioteca personal a la<br />

República Dominicana, su “segunda patria”. Por este gesto y los servicios prestados a<br />

nuestro país fue declarado “benemérito de la patria”, a la que le dedicó, con expresión<br />

de amor filial, su poesía Adiós a la patria, la que vio la luz en el periódico Oasis, el 18 de<br />

marzo de 1861.<br />

Los libros donados en vida por Baralt a la República Dominicana, reiterada “ya en artículo<br />

mortis”, según lo confirma Felilpe Alfau y Bustamante, nuestro representante diplomático<br />

en la Corte de Madrid en esa época, amigo personal del donante, y quien tuvo a su cargo<br />

todos los trámites para el envío a nuestro país del valioso donativo.<br />

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ePÍloGo | PresenCIa del lIBro en sanTo domInGo | Jo r G e Te n a re y e s<br />

En carta fechada en Cádiz el 2 de junio de 1860 expresa el embajador Alfau: “Por el vapor<br />

transporte de guerra de S. M. Católica, el Velasco, que va destinado a la isla de Cuba, con<br />

orden expresa de hacer antes escala en esa capital, tengo el honor de remitir a usted, tres<br />

grandes cajas de libros que el señor D. Rafael M. Baralt legó a la República a su fallecimiento.<br />

Por más que nos sea tan sensible como es natural el donativo de esta preciosa adquisición<br />

siempre será honroso para nuestro país el que un literato de fama universal en tan supremo<br />

acto, haya puesto la intención de su gratitud en la República Dominicana para favorecerla<br />

con la joya más rica de su brillante existencia.<br />

Don Emilio Rodríguez Demorizi publica el catálogo de la afamada Biblioteca en Apuntes y<br />

Documentos. Estaba formado por unos 300 títulos incluyendo la obra titulada Guerras Civiles<br />

d´Haití, sin indicar el autor.<br />

La Biblioteca de Baralt permaneció en el Palacio de Gobierno hasta el 10 de enero de<br />

1867, fecha en la que el Pbro. Fernando Arturo de Meriño, Apolinar de Castro, José Gabriel<br />

García (1834-1910), Mariano Antonio Cestero (1838-1909), Juan Bautista Zafra (1892-1939) y<br />

Emiliano Tejera, iniciaron la “formación de una biblioteca para abrirla al público en la planta<br />

baja del Colegio Seminario Conciliar, residencia de Meriño, entonces Vicario y Gobernador<br />

Eclesiástico”. Para el logro de este propósito solicitaron los libros de Baralt depositados se<br />

ha dicho, en la casa de gobierno, “donde se encontraban ya muy desmejorados y empobrecidos,<br />

según dice César Nicolás Penson (1855-1901), en su Reseña Histórico Crítica de la <strong>Poesía</strong><br />

en Santo Domingo, lo cual demuestra que la mentalidad depredadora de los dominicanos es<br />

un enfermedad endémica.<br />

La Sociedad Literaria La Juventud pidió permiso para restaurarla, y la sostuvo hasta<br />

su disolución, pasando en 1875 a ser administrada por la Sociedad Amigos del País, institución<br />

que “auspició su crecimiento. Pero lamentablemente, y muy a pesar del cuidado<br />

desplegado por esta competente Sociedad, siguió sufriendo menoscabo debido al clima y a<br />

los insectos”; pero “también los sucesos políticos de aquellos tiempos frustraron el proyecto<br />

iniciado por el Arzobispo Meriño y demás compañeros, por lo cual no fue sino la noche<br />

del 11 de noviembre de 1874 cuando se pudo inaugurar la Biblioteca Pública que con tanta<br />

ilusión habían concebido”.<br />

La Biblioteca de Amigos del País formada con los fondos donados por Baralt, reunió<br />

también los que pertenecieron a la Sociedad de la Juventud, La Republicana y con algunas<br />

obras adquiridas con los escasos fondos que lograban recabar de los socios de “Amigos del<br />

País”, de tan brillante y fecundísima historia,”. Como apunta el Dr. Vetilio Alfau Durán, este<br />

centro de cultura se estableció originalmente en el edificio de la Cárcel Vieja, restaurado para<br />

esos fines, situado frente a la Plaza Colón, donde estuvo hasta 1955 la Cámara de Diputados.<br />

Allí permaneció varios años, hasta que un día sin lumbre de 1905, siendo Secretario<br />

de la benemérita Sociedad don Enrique Deschamps, un grupo con violencia gubernativa<br />

se incautó del local y dispersó la biblioteca. Este fue el triste final de la primera Biblioteca<br />

Pública Dominicana.<br />

El docto historiador antes citado, expresa al final de su artículo:“Cabe recordar que la<br />

primera disposición gubernativa a favor de las bibliotecas públicas fue dictada durante la<br />

administración del presidente Cesáreo Guillermo (1847-1895), en 1879, de cuyo ministerio<br />

formaba parte el general Segundo Imbert (1837-1905), a quien se debe la fundación en 1874<br />

de la primera biblioteca pública que tuvo Puerto Plata y fue, según creemos, la segunda<br />

ciudad que tuvo establecimiento de este género. Gracias a la ayuda oficial decretada en 1879<br />

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ColeCCIÓn PensamIenTo domInICano | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

continuada por sucesivas administraciones, y al entusiasmo de asociaciones culturales, se<br />

establecieron bibliotecas públicas en Santiago, La Vega, Montecristi, Higüey, El Seybo, Baní,<br />

Azua, Samaná, Macorís; alguna de estas existen todavía. En esta capital, con el nombre de<br />

Biblioteca Popular, se inauguró el 27 de febrero de 1886 en un salón de la planta baja del<br />

Colegio San Luis Gonzaga, fundado por el filántropo Francisco Xavier Billini (1837-1890)<br />

(Consúltese, Lic. Emilio Rodríguez Demorizi: Apuntes y Documentos. Vol. 1. Talleres Tipográficos.<br />

Librería Dominicana. Ciudad Trujillo, 1957); Vetilio Alfau Durán: Nuestra Primera<br />

Biblioteca Pública, en Vetilio Alfau Durán en Clío. Escritos. Compiladores Arístides Incháustegui<br />

y Blanca Malagón. Publicaciones del sesquicentenario de la Independencia Nacional.<br />

Gobierno dominicano. santo domingo, r. d., 1994).<br />

Finalmente, con los restos de nuestra primera biblioteca pública se creó por Resolución<br />

del Ayuntamiento del Distrito Nacional, del 11 de octubre de 1922, la Biblioteca Municipal,<br />

que tuvo su sede en el templo de la Tercera Orden Dominica, asiento que fue posteriormente<br />

de la Escuela Normal fundada por Eugenio María de Hostos (1833-1901). No sabemos donde<br />

se encuentra actualmente ni que se han hecho los escasos libros que finalmente poseía de su<br />

desmedrado catálogo. Recordamos haber leído allí Historia de las Guerras Civiles en Francia,<br />

de Henrico Calarino Dávila, y Las Noticias Secretas de América, por Jorge Juan y don Antonio<br />

Ulloa, así como también la Vida Religiosa y Política de Tallarrand, desde su nacimiento hasta<br />

su muerte.<br />

Un balance exhaustivo de la vida cultural dominicana luego del nacimiento de la República<br />

ofrecerá resultados positivos dentro de las anómalas circunstancias que prevalecían,<br />

ya que se percibe la voluntad de amplios segmentos de nuestra sociedad, que se resistía a<br />

perecer bajo el peso de la barbarie, resultado del ejercicio infecundo de la epidemia política<br />

que afectó a nuestro país en ese período.<br />

Con fe en el porvenir como consigna social recibimos al siglo XX, no exento de los efectos<br />

disolventes que se incubaron tras la decapitación de la dictadura de Ulises Heureaux,<br />

anarquía que sólo se detuvo con la indeseable intervención norteamericana de 1916. El poder<br />

de la moral hostosiana no pudo impedir el triste espectáculo de las discordias políticas, los<br />

cuartelazos y la intolerancia, que finalmente aceleraron por “asfixia moral” la muerte en<br />

1903 del excelso maestro domínico-puertorriqueño.<br />

Muchos de los creadores y promotores de la cultura del siglo XIX sirvieron de inspiración<br />

a las nuevas generaciones, aunque algunos de ellos no sobrepasaron la segunda década del<br />

nuevo siglo: Galván murió en 1910, año en el que también falleció el “historiador nacional”<br />

José Gabriel García; el influyente Arzobispo Meriño, falleció en 1906; Emiliano Tejera, en<br />

1823; el autor de las Fantasías Indígenas, en 1900, y Deligne en 1913.<br />

En fin, la obra de los próceres del civismo y de la cultura que brillaron en el siglo XIX,<br />

alcanzó los umbrales del siguiente con positivos resultados; pues iluminaban el oscuro panorama<br />

que heredaba la nueva centuria, lo cual fue el colapso de nuestra soberanía. Mientras<br />

San Pedro de Macorís, se convirtió en la meca de las oportunidades de las Antillas por el<br />

auge de la industria azucarera. Allí nació, el 4 de febrero de 1904, Julio Desiderio Postigo.<br />

Fueron sus padres don José Monserrat Postigo Collazo, comerciante de origen puertorriqueño,<br />

y doña Isabel María Arias, nacida en Santiago de los Caballeros, pero que residió en<br />

la Sultana del Este desde temprana edad.<br />

Con la autoría del Señor J. Adalberto Martínez, la Fundación Evangélica Dr. Julio D.<br />

Postigo, publicó en 1994 un valioso compendio sobre Julio Postigo y la Librería Dominicana.<br />

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Semblanza e Historia, en la que se resume la exitosa labor de difusión cultural realizada por<br />

don Julio en su calidad de Gerente de la Librería Dominicana.<br />

El autor de esta obra apunta: “En la República Dominicana se vivían días de incertidumbre<br />

hacia finales del siglo XIX. La muerte del presidente Ulises Hereaux, a mediados<br />

de 1899 puso fin a la dictadura; pero ya el país estaba prácticamente hipotecado. A fin de<br />

sostener su proyecto político, Heureaux había endeudado el país con capitales holandeses,<br />

franceses, alemanes, ingleses y norteamericanos. A ello se reunió la lucha política entre el<br />

comerciante Juan Isidro Jimenes y sus seguidores, y el general Horacio Vásquez y sus partidarios,<br />

provocando que el presidente de los Estados Unidos de América Teodoro Roosevelt<br />

se apropiara de la administración de las aduanas dominicanas”. (Op. Cit. pp.39-40).<br />

En medio del caos se sentía el aliento de la cultura con los consecutivos aportes de los<br />

intelectuales que venían del pasado siglo, y los que emergían con la esperanza puesta en<br />

el futuro. Entre 1900 y 1919 se editaron tres tomos de la Historia de Santo Domingo de José<br />

Gabriel García, incluyendo la Historia Moderna de la República Dominicana (1906), todas en<br />

la imprenta de la que él era co-propietario. Otra imprenta y librería que continuó laborando<br />

hasta muy entrado el siglo XIX fue la Cuna de América, de Roques Román Hermanos,<br />

quienes editaban la revista del mismo nombre, una de las de mayor auge y contenido que<br />

hemos tenido, por lo que aún sigue siendo fuente de primer orden para el estudio de la<br />

cultura humanística dominicana.<br />

Como expresión de reconocimiento y gratitud a Eugenio María de Hostos, la Imprenta<br />

Olgo publicó en 1904, un importante libro testimonio, con el título: Eugenio María de Hostos.<br />

Ofrenda a su Memoria, donde se recogen las más variadas manifestaciones de duelo que se<br />

produjeron dentro y fuera de nuestro país, en ocasión de la muerte del eximio pensador<br />

antillano.<br />

Otra muestra de la presencia de realizaciones de valor cultural en este agitado período de<br />

nuestra vida republicana lo constituye la publicación en 1913, del Libro Primero del Bosquejo<br />

Histórico del Descubrimiento y Conquista de la Isla de Santo Domingo, del político y geógrafo<br />

Casimiro N. de Moya, con el sello de la Imprenta La Cuna de América. Viuda de Roques y<br />

Cía, donde años después también se publicaba (en 1926) la biografía de Fernando Arturo<br />

de Meriño, la de la novelista Amelia Francasci (Amelia Francisca de Leyba 1850-1941).<br />

Este mismo año se publicaba en la Imprenta de J. R. Vda. García, la segunda edición de<br />

Los Restos de Colón en Santo Domingo y Los dos Restos de Cristóbal Colón, de don emiliano<br />

Tejera. Son estos algunos de los autores ya consagrados que compartieron su experiencia y<br />

prestigio con otros autores, algunos nacidos en las postrimerías del siglo XIX, pero que si<br />

bien saborearon en forma tardía las mieles del romanticismo, se nutrieron del canto azul de<br />

Rubén Darío. Arquetipos inequívocos de esta metamorfosis fueron Fabio Federico Fiallo<br />

Cabral (1866-1942); Osvaldo Bazil Leyba (1884-1947); Federico Ramón Ortega Bermúdez<br />

(1884-1921); Virgilio Díaz Ordóñez (1895-1968); Ricardo Pérez Alfonseca (1892-1950) y Tulio<br />

Manuel Cestero (1877-1954).<br />

Los hermanos Pedro (1884-1946) y Maximiliano (1885-1967), Henríquez Ureña, sintieron<br />

en los inicios de su carrera literaria el influjo del modernismo. Así se constata en la Breve<br />

Historia del Modernismo escrita por este último, inclusive se llega a decir que Flores de<br />

Otoño (1901) de Pedro es la primera poesía de “tipo francamente modernista que lleva la<br />

firma de un autor dominicano”. Otros nombres que podrían incluirse dentro de esta tendencia<br />

en el ámbito de la poesía son el de Altagracia Saviñón (1886-1942) y el de Valentín<br />

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Giró (1883-1949) “quien se limitó simplemente, a recoger algunas novedades métricas y<br />

dos o tres ideas poéticas que el modernismo había puesto en circulación” (Max Henríquez<br />

Ureña: Breve Historia del Modernismo, 1954; Emilio Rodríguez Demorizi: Rubén Darío y sus<br />

amigos dominicanos, 1948).<br />

Con la presencia del modernismo que irrumpe en nuestro país a principios del nuevo<br />

siglo, según Max Henríquez Ureña, el movimiento del Paladión (1971), el Postumismo<br />

(1921), y la innovadora tendencia de la <strong>Poesía</strong> Sorprendida (1943), se define así, con caracteres<br />

propios la cultura humanística dominicana que se asienta desde las primeras décadas<br />

del siglo XVI.<br />

Un elemento digno de consideración en este intenso proceso ha sido la existencia de la<br />

imprenta con más de dos siglos de incuestionable existencia.<br />

Nos hemos referido a la Imprenta de García Hermanos y a su librería La Retreta, así<br />

como también a la Cuna de América, imprenta y librería de Roques Hermanos, que al parecer<br />

desde 1910 fue conocida como símbolo de una sostenida producción editorial, desde<br />

finales del siglo XIX, hasta muy entrada la siguiente centuria. Sin embargo, estimamos<br />

oportuno agregar a esta exigua lista algunos de los nombres que dignifican este ángulo<br />

de la actividad empresarial de nuestro país, y desde donde han salido diversas obras que<br />

hoy enriquecen nuestra bibliografía. Para este breve inventario hemos observado cientos<br />

de obras existentes en nuestra biblioteca, limitándonos a los nombres de algunos de ellos:<br />

Rafael Montalvo-Editores, nombre con el que operaba en 1922 la Imprenta Montalvo, muy<br />

favorecida por los escritores, incluso por el gobierno; Tipografía El Progreso, Emiliano Espinal<br />

(1919); Talleres Tipográficos La Opinión (1933); Imprenta Montalvo (1938); La Opinión, C.<br />

por A. (1932); Editorial Stella (1954). Tip. El Progreso, Quírico y Sanabia (1922); Imprenta<br />

Listín Diario (1930). Este año aparece en la misma imprenta otra publicación que poseemos,<br />

lo cual demuestra que la editora Listín Diario también realizó labor de imprenta; Talleres<br />

Gráficos Itesa, la Información, y Editorial El Diario de Santiago.<br />

En esta última editorial, situada en Santiago de los Caballeros se imprimieron los tomos<br />

de la <strong>Colección</strong> Trujillo (1944) y los Discursos, Mensajes y Proclamas del Honorable Dr. Rafael<br />

L. Trujillo, Presidente de la República. La primera de estas publicaciones se realizó en ocasión<br />

de la conmemoración del primer centenario de la República, que en verdad sólo tiene de<br />

Trujillo el nombre; pero no así la <strong>Colección</strong> de Discursos y Proclamas, pues a nuestra manera<br />

de ver, por el estilo de su impresión forma parte del faraonismo político que vivió el<br />

país (1930-1961). En esta misma tendencia debemos inscribir los 20 tomos de la <strong>Colección</strong><br />

(Impresora Dominicana, 1955) La Era de Trujillo. 25 años de Historia Dominicana.<br />

Independientemente de la obvia atención política que subyacía en estas publicaciones, es<br />

innegable que en el curso de la dictadura que durante tres décadas le impuso su omnímoda<br />

voluntad a la sociedad dominicana, se produjo una apreciable actividad cultural con dos perfiles<br />

característicos: el tono laudatorio y la simulación con una delirante presencia del primero.<br />

En medio de este ambiente se mueve don Julio Postigo en calidad de importador, expendedor<br />

y productor de libros. Esta última actividad se consolida con un novedoso proyecto editorial:<br />

La <strong>Colección</strong> <strong>Pensamiento</strong> <strong>Dominicano</strong>, que se inaugura en 1950 con las Narraciones Dominicanas<br />

del Dr. Manuel de Jesús Troncoso de la Concha, connotado colaborador de la dictadura,<br />

pero al mismo tiempo uno de los más lúcidos intelectuales de esa época.<br />

Parecería que con su presencia don Julio pretendiera garantizar la supervivencia de su<br />

más apreciado aporte a la cultura dominicana.<br />

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Otras publicaciones dignas de señalar son la Enciclopedia Dominicana en ocho tomos (1976),<br />

y los Cuadernos <strong>Dominicano</strong>s de Cultura, también en ocho tomos, compilados por Arístides<br />

Incháustegui y Blanca Malagón, con el patrocinio del Banco de Reservas.<br />

En efecto don Julio introdujo un nuevo concepto en la comercialización del libro. No se<br />

tienen noticias, sin embargo, de una formación académica que le sirviera de soporte a sus<br />

audaces iniciativas. Hombre de visible modestia, era dueño de un desarrollado instinto de<br />

persuasión que lo expresaba con naturalidad y franqueza. Sabía administrar sus palabras<br />

y honrar sus compromisos.<br />

Durante los numerosos encuentros que sostuvimos, ya como cliente de la Librería,<br />

primero, y de la Hispaniola, después, o en las reuniones que compartimos para la organización<br />

de algún evento relacionado con el libro. Nunca lo vimos alterarse, pero tampoco<br />

admitir situaciones que violentaran sus convicciones, sobre todo en lo que respecta al<br />

manejo de recursos era rigurosamente estricto. Esto puedo afirmarlo con verdadero conocimiento<br />

de causa.<br />

En una ocasión nos confesó que su mayor escuela había sido la rectitud de su padre. Don<br />

Julio, ha dicho el Dr. Mariano Lebrón Saviñón era “un hombre bueno, cordial y piadoso”<br />

(Prólogo. Julio Postigo...).<br />

Nació en el curso del prolongado y conflictivo proceso de transición política que causó la<br />

muerte de Ulises Heureaux, y San Pedro de Macorís no estuvo exento de sus consecuencias.<br />

Sin embargo, la explotación de la caña de azúcar hizo cambiar la vida económica del país,<br />

pues varias corporaciones norteamericanas aprovechando esa coyuntura intervencionista<br />

de 1916, hicieron sustanciales inversiones en el desarrollo de la industria azucarera, hasta<br />

convertirse en los mayores accionistas de ese sector industrial, desplazando a los expertos<br />

cubanos que lo lidereaban.<br />

San Pedro de Macorís se convirtió en la metrópoli del azúcar en la República Dominicana<br />

desde finales del siglo XIX hasta la primera mitad de la siguiente centuria, situación que<br />

provocó que reconocidos representantes de la intelectualidad dominicana y profesionales en<br />

otras áreas se asentaran en esa ciudad, como el Dr. Américo Lugo Herrera, el doctor Francisco<br />

Eugenio Moscoso Puello (1885-1959), los infortunados hermanos Fernando (1861-1913) y<br />

Rafael Alfredo Gastón Deligne Figueroa (1863-1902).<br />

La Sultana del Este, al tiempo que generaba riquezas también producía un número considerable<br />

de escritores y profesionales en distintas disciplinas. Vale mencionar a Federico<br />

Ramón Bermúdez (1884-1921); Pedro Julio Mir Valentín (1913-2002); Francisco Domínguez<br />

Charro (1910-1943); Virgilio Díaz Ordóñez (Ligio Vizardi( (1895-1968); Carmen Natalia Martínez<br />

Bonilla (1917-1976); Freddy Manuel Gatón Arce (1920-1994); René del Risco Bermúdez<br />

(1937-1974); Víctor Villegas (1924), y Federico Jovine Bermúdez (1944).<br />

En esta breve galería de petromacorisanos ilustres merecen mención especial la Dra.<br />

andrea evangelina rodríguez Perozo (1879-1947), quien si bien no nació en san Pedro, fue<br />

petromacorisana por adopción y de corazón. Le cabe el mérito de haber sido la primera<br />

mujer dominicana graduada en medicina (1911). Durante cuatro años realizó estudios especializados<br />

en París, alentada por otra ilustre dama de gratos recuerdos para la sociedad<br />

de San Pedro, la profesora Anacaona Moscoso Puello (1876-1907), quien, aunque nacida<br />

en la ciudad de Santo Domingo, sentó raíces en la atractiva ciudad del Higuamo hasta su<br />

muerte. Al regresar, la Dra. Evangelina a San Pedro de Macorís puso sus conocimientos al<br />

servicio de las clases más necesitadas. Creó, entre otras obras, el Club de Madres “Gota de<br />

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Leche”. Sin embargo, incomprendida por el medio que debió honrarla, abandonó el pueblo<br />

e inició una interminable peregrinación por colonias agrícolas y bateyes, ofreciendo atenciones<br />

médicas a los necesitados y alfabetizando a la masa campesina. Tildada de “loca”<br />

murió esquizofrénica, sola e ignorada por las mismas gentes a la que sirvió”. Como escritora<br />

escribió poesías y cuentos, y un ensayo titulado Grano de Polen.<br />

Otra distinguida dama nacida en San Pedro de Macorís, Esthervina Matos Pérez<br />

(1913-1999), nuestra condiscípula en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de<br />

Santo Domingo. Con una vasta formación humanística y una apreciable producción literaria<br />

sigue siendo hoy una gran desconocida. Fue poetisa, ensayista, doctora en derecho.<br />

San Pedro de Macorís también fue sede de una apreciable labor periodística desde<br />

1883 con la aparición de La Voz del Este, fundada por Justiniano y Pedro Antonio Bobea; La<br />

República (1905). Interdiario Político Comercial y de Interés general; El Cable, que contó con<br />

la colaboración de los hermanos Deligne Figueroa; pero como vocero del sentir petromacorisano<br />

y en sintonía con la reivindicación de los mejores intereses de la nación dominicana,<br />

nació en 1922 El Diario de Macorís, bajo la dirección del periodista Horacio A. Febles, tal vez<br />

el más importante de la región en su época, y el cual tuvo como contraparte a Patria (1921)<br />

fundado por el doctor Américo Lugo, comprometido con el rescate de la soberanía nacional,<br />

ya que su director formaba parte activa del Movimiento Nacionalista, fundado con ese<br />

patriótico propósito; Patria, tuvo una segunda etapa en Santo Domingo, en cuyas páginas<br />

aparece la firma del humanista Pedro Henríquez Ureña.<br />

En ese San Pedro de Macorís circundado por el silencioso Higuamo y el Mar Caribe,<br />

impregnado del fuerte olor de la melaza y la caña de azúcar quemada, donde el Viejo Negro<br />

del Puerto, de Domínguez Charro, se “desliza en silencio, en las noches, del muelle largo”, y<br />

donde la fusión de razas se expresa cadenciosa en la coreografía de los “Guloyas”, a quienes<br />

el maestro Bienvenido Bustamente, otro reconocido petromacorisano les rinde homenaje en<br />

el 3er. movimiento de su Sinfonía Macorís.<br />

Ese es Macorís en donde se hizo ciudadano Julio Desiderio Postigo Arias. Es decir, su<br />

crecimiento y formación se desarrolló plenamente en esa ciudad, en la que convergían inmigrantes<br />

procedentes de las antillas, tanto de habla inglesa como los de origen hispánico,<br />

atraídos por la floreciente prosperidad, gracias al auge de la industria azucarera en esa región,<br />

quienes llegaban con sus hábitos y costumbres, incluyendo la introducción de nuevos cultos<br />

religiosos, como la Iglesia Evangélica en el año 1921. Y a la que se incorporó de inmediato<br />

el joven Julio Postigo cuando apenas tenía 14 años.<br />

La ciudad de San Pedro de Macorís, señala Adalberto Martínez en su citada obra, Julio<br />

Postigo. La Librería Dominicana (Semblanza), es relativamente joven, comparada con otras<br />

de la misma región. Sin embargo, su riqueza cultural y sus niveles de desarrollo la definen<br />

como progresista, y es poseedora de un envidiable potencial para incidir en el desarrollo<br />

del país.<br />

En esa ciudad también Julio Postigo inició sus contactos con las necesidades espirituales<br />

y materiales de la vida de la que supo extraer sus mejores prendas (Op. Cit. p.47 y 48).<br />

Poco después de contraer matrimonio con la señorita Cruz Minerva Vilanova, también<br />

petromacorisana, el joven Postigo obtuvo el título de contable, expedido por la Academia<br />

de Comercio, Industria y Agricultura de San Pedro de Macorís; pero en verdad su mayor<br />

grado académico lo obtuvo en la escuela de la vida, gracias a su natural instinto de asimilación<br />

y habilidad.<br />

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Como era de esperarse, esta nueva modalidad de servir a Cristo chocaba con la tradición<br />

cristiana que prevalecía en el país desde los días de la colonización española. Así explica el<br />

señor J. Adalberto Martínez este hecho:<br />

“Este proyecto múltiple, complejo, que arrancara en forma resuelta en San Pedro de<br />

Macorís y en Santo Domingo en 1921, fue determinante para superar los criterios distorsionados<br />

que sobre los protestantes y evangélicos tenía y tiene una parte de la población,<br />

incluidos algunos de los propios afectados (p.189).<br />

Don Julio contribuyó, de manera efectiva, a mejorar ese distorsionamiento del que nos<br />

habla su biógrafo en el párrafo anterior, porque por instinto o vocación innata, logró que en<br />

sus acciones se diluyera ese distanciamiento. Y la Librería Dominicana de la que hablaremos<br />

más adelante, fue el escenario del que se valió para lograr ese propósito. Al entrar a ella,<br />

sin cuestionar la inclinación religiosa del visitante, el Sr. Postigo le obsequiaba un ejemplar<br />

del Nuevo Testamento, independientemente de la obvia presencia de la Biblia como fuente<br />

indispensable para alcanzar la solidaridad humana.<br />

Desde que ingresó a esta congregación religiosa el señor Julio Postigo se destacó como<br />

promotor de la doctrina religiosa a la que pertenecía, pero al mismo tiempo procuró, hasta<br />

la muerte, que tanto la iglesia evangélica como la católica armonizaran sin fisura sus fines<br />

y propósitos.<br />

En este sentido el señor Martínez expresa:“Haciendo camino, señalando y concretizando<br />

realizaciones; obras de filantropía, fomento de la literatura y de la cultura en general; acercamiento<br />

entre religiones en los más diversos credos, predicación del evangelio –si mal no<br />

recuerdo en la Librería Dominicana– se hacía diariamente un ejercicio de oración, en el que<br />

participaban algunos devotos y los empleados de la Librería, promoción de las relaciones<br />

interpersonales de la cooperación y de la conjunción de voluntades, y hasta protagonismo<br />

político, constituyen el haber de un hombre que siendo aún muy joven fue tocado por el<br />

evangelio salvador de Jesucristo. (p.188).<br />

Por el comportamiento que exhibió don Julio tan pronto se instaló en la ciudad de Santo<br />

Domingo como gerente de la Librería Dominicana, tenemos que admitir, como bueno y<br />

válido, el juicio precedentemente citado, porque en verdad la referida librería se convirtió<br />

en una casa de cultura válida para todos, o sea, laicos, católicos y de otras religiones, preferentemente<br />

evangélicos.<br />

Por esa casa pasaron figuras como Fray Cipriano de Utrera, Monseñor Eduardo Polanco<br />

Brito, Oscar Robles Toledano y el aplaudido orador jesuita Tamargo, entre otros dignos<br />

representantes de la Iglesia Católica.<br />

Estimulado por la expansión de los servicios sociales que emprendió la Iglesia Evangélica<br />

desde que inició sus actividades formales en nuestro país, Don Julio fue desarrollando,<br />

simultáneamente, sus aptitudes de líder en perfecta sintonía con los fines y propósitos de<br />

la iglesia a la que pertenecía, lo cual le permitió concitar la estimación de sus más altos<br />

dirigentes locales y extranjeros hasta merecer la gerencia de la Librería Dominicana, organizada<br />

en 1922 “correspondiendo a los planes de la Junta para Servicio Cristiano de Santo<br />

Domingo” (Hernán González Roca. Horizontes de Esperanza. Historia de la Iglesia Evangélica<br />

Dominicana. Tomo I. p.218).<br />

Entre este autor y el señor Adalberto Martínez, que hemos citado, existe una visible<br />

contradicción en lo que respecta a la fundación de la Librería Dominicana, y la entrada en<br />

ella del señor Postigo como gerente. Para Roca la historia es como sigue:<br />

729


ColeCCIÓn PensamIenTo domInICano | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

“Le correspondió al Dr. Nathan H. Fuman, Superintendente de la Iglesia Evangélica<br />

Dominicana, esbozar los lineamientos que habrían de regir tan importante institución, la<br />

cual habría de ser la primera en su género, no solo en la República Dominicana, sino en<br />

toda el área. (p.218).<br />

El primer gerente de la Librería, anota Roca, fue el señor Juan Rodríguez, cargo que<br />

desempeñó por breve tiempo, y fue sustituido por el señor Prudencio V. Serrano.<br />

En 1923, el primer informe del Superintendente acerca del funcionamiento de la Librería<br />

expresa “que el importe fue más del doble del año anterior, y así consecutivamente, cada<br />

año iba aumentando considerablemente su labor, realizando eficazmente los planes por los<br />

cuales había sido organizada”. (p.218).<br />

En el mes de marzo de 1927 el señor Prudencio renunció como gerente, “nombrando en<br />

su lugar al señor Homero Vallejo, a quien sucedió Clodomiro Henríquez, quien a su vez fue<br />

reemplazado al año siguiente por Aquiles Echevarría. El año de esta designación, la Librería<br />

fue movida de lugar en dos ocasiones, pero siempre en la misma calle Las Mercedes. En el<br />

Informe del Superintendente de este año se consigna que desde “1926 la Librería se sostenía<br />

sin la subvención de los fondos de la misión”.<br />

El Dr. Samuel Gray Inman, quien se desempeñaba como Secretario del Comité Protestante<br />

para la cooperación en América, visitó nuestro país en 1929, luego de ser designado<br />

Secretario Ejecutivo de la Junta para los Servicios Cristianos en Santo Domingo, quien tuvo<br />

palabras de elogios para la referida Librería:<br />

“Esta institución establecida recientemente bajo el auspicio norteamericano, es el<br />

único lugar en la capital que ofrece a los dominicanos una sala de lectura, clases nocturnas<br />

y la posibilidad de conocer amigos sin necesidad de pagar un trago o pagar cuotas.<br />

Pudimos notar que la Librería es una institución de interés particular, el único en la<br />

República donde se pueden conseguir libros modernos sobre temas sociales, religiosos<br />

y científicos”. (Roca p.119). Aunque este juicio luce visiblemente complaciente, pone de<br />

manifiesto la importancia que había adquirido la Librería Dominicana en el mercado del<br />

libro en la capital de la República, donde operaban otros establecimientos de importancia<br />

en esa área de negocios, como la librería nueva, de Francisco Celio Carías lavandieur,<br />

fundada en la Calle El Conde, también en la década de los años veinte. Funcionó hasta<br />

1960 cuando fallece su fundador.<br />

Por el informe del Superintendente de 1935 sabemos que la Librería Dominicana: “ha<br />

tenido un buen año, a pesar de los inconvenientes del local. Ya está instalada en dos cuartos<br />

del nuevo edificio y tiene no solamente nuevas comodidades, sino un aspecto más atrayente<br />

[...], estamos muy interesados en encontrar algún medio de aumentar la venta y distribución<br />

de Biblias, pues el pueblo necesita del Libro de los libros, más que nunca. (Horizontes de<br />

Esperanza. p.219).<br />

Un nuevo establecimiento destinado al expendio del libro nació en la Capital alrededor<br />

de 1937. Nos referimos a la Librería Amengual, fundada en la calle El Conde No. 5, por Sebastián<br />

Amengual Rivas y su señora esposa, doña Ana Lucía Martínez, año en el que por los<br />

informes que poseemos, renunció el señor Aquiles Echeverría como Gerente de la Librería<br />

Dominicana y en su lugar fue designado el señor Julio Postigo Arias.<br />

El señor Aquiles Echeverría, renunció en 1937 y en su lugar fue designado el señor Julio<br />

desiderio Postigo arias. Queda así demostrado que la librería tuvo cinco gerentes antes de<br />

que entrara don Julio a dirigirla.<br />

730


ePÍloGo | PresenCIa del lIBro en sanTo domInGo | Jo r G e Te n a re y e s<br />

Esta versión difiere sustancialmente de la reseñada por J. Adalberto Martínez en su<br />

mencionada obra, pues para él es el señor Samuel Gray Inman quien “bosqueja los planes<br />

para la apertura de la Librería”, mientras que González Roca le confiere este privilegio al<br />

Superintendente de la Iglesia Evangélica Dominicana, Dr. Nathan H. Huffman. Difieren<br />

también en la fecha de la fundación. Para Roca comienza en 1922, mientras que Martínez,<br />

señala que la apertura de la Librería se produjo en 1921:<br />

“La Librería Dominicana, ubicada en un saloncito de la casa colonial que la Misión había<br />

comprado en la Calle Las Mercedes. Se encarga de la misma a Julio Postigo, quien para la<br />

época residía en San Pedro de Macorís”.<br />

En este punto nos inclinamos a favor de la versión de Collado que ofrece González Roca,<br />

quien señala, además, que “al hacerse cargo de la administración de la Librería, Postigo le<br />

imprimió su dinamismo y entusiasmo, sacando la institución unos años más tarde del lugar<br />

en que la encontró; trasladándose a su edificio, contiguo al templo de la Primera Iglesia,<br />

que aún existe, en la Calle Las Mercedes a esquina 19 de Marzo, siguiendo la misma línea<br />

arquitectónica y estética. El informe presentado por el gerente de la Librería a la Asamblea<br />

General da cuenta de que:<br />

“Durante el año que pasó fue la inauguración del nuevo edificio de la librería, donde<br />

tiene ahora todas las comodidades para llevar su programa de servir a la comunidad. El<br />

acto de inauguración revistió los caracteres de un acontecimiento nacional. lo mejor de<br />

nuestros intelectuales y artistas se dio cita, para hacer de esa noche algo inolvidable. Como<br />

homenaje póstumo a un gran dominicano y amigo, hacemos constar que fue la última noche<br />

en que el gran poeta dominicano Fabio Fiallo apareció en público para recitar una de<br />

sus mejores poesías”. (Acta 21 de la Asamblea General de la IED - Iglesia Evangélica Dominicana:<br />

Santo Domingo, 1943).<br />

En lo concerniente a la inauguración del emblemático edificio que alojó a la Librería,<br />

discrepan también Martínez y Roca, porque según lo dicho por Roca, basado en el informe<br />

del Gerente de la Librería –en este caso lo era ya don Julio– el acto de inauguración se realizó<br />

en 1943, mientras que Martínez apunta que fue en 1946 cuando “se da apertura a una sala<br />

de lectura en el edificio que inauguró la Librería Dominicana en esta fecha. Para la ocasión<br />

declamó allí el poeta Fabio Fiallo” (p.197).<br />

Del cotejo de estos dos textos se colige que sus autores al parecer abrevaron en fuentes diferentes<br />

por la visible discrepancia en la interpretación de hechos relativamente recientes.<br />

En lo que si coinciden es en destacar la novedosa y eficaz labor empresarial y cultural<br />

realizada por el señor Postigo desde que asumió la dirección de la Librería Dominicana.<br />

Es innegable que bajo la dirección del señor Postigo Arias, la Librería se convirtió en una<br />

especie de ateneo abierto a todas las manifestaciones de la cultura dominicana: declamaciones,<br />

conferencias, exposiciones de libros en el país y en el extranjero, ediciones de libros,<br />

salones de lectura. Estableció relaciones con importantes editoras de América y de Europa y<br />

asumió la distribución de prestigiosas revistas internacionales, como Selecciones del Readers’<br />

Digest y la revista “devocional” El Aposento Alto, cuya edición para El Caribe llegó a dirigir<br />

don Julio Postigo.<br />

Pero, además, la Librería fue también un activo centro de lectura y divulgación de la Biblia,<br />

ya que don Julio fue un activo divulgador del Evangelio. Con justicia apunta el señor Roca:<br />

“Postigo fue un evangélico militante, fue de los primeros convertidos cuando empezó<br />

la Iglesia Evangélica Dominicana, estando presente en el acto de organización el 10 de enero<br />

731


ColeCCIÓn PensamIenTo domInICano | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

de 1922. Postigo tuvo en la Librería Dominicana, un eficaz soporte para sobresalir por sus<br />

hechos. Fue objeto de numerosos reconocimientos por parte de diferentes instituciones,<br />

recibiendo varias condecoraciones nacionales y extranjeras. (pp.221-225).<br />

Bien ganado tuvo, pues, la distinción que le confirió la Iglesia Evangélica de su<br />

ciudad natal, designándolo en 1938, miembro honorario, con voz y voto. Luego de éste,<br />

la misma institución le otorgó otros reconocimientos: en 1948, Comisionado “para que<br />

atendiera algunas de las responsabilidades del Superintendente de la Iglesia, Dr. Barney<br />

N. Morgan, a quien se recuerda por el hospital que lleva su nombre; en 1949, Julio Postigo<br />

es nombrado subgerente de la Sociedad Bíblica Dominicana, año éste en el que también<br />

fue distinguido por la Asociación de Iglesias Evangélicas de la República Dominicana<br />

como delegado ante la Conferencia Evangélica Latinoamericana, que tendría lugar en la<br />

ciudad de Buenos Aries, oportunidad que aprovechó para promover el libro dominicano<br />

en esa ciudad y hacer contactos comerciales con la entonces pujante industria editorial<br />

argentina, como la librería El Ateneo Editorial, una especie de contraparte de la Librería<br />

Dominicana que también era librería y editorial. La más codiciada obra del Ateneo era la<br />

<strong>Colección</strong> de Clásicos Inolvidables, con la que al parecer se pretendía reeditar la Biblioteca<br />

Clásica de la Librería de Pestado, Pérez y Cía. Sucesores de Hernando, destruida durante<br />

la guerra civil española.<br />

Aquí circularon, por los años cincuenta, bastantes obras de esa magnífica colección,<br />

mercadeadas por un librero de origen colombiano de apellido Cohén. La Biblioteca del<br />

Congreso aún conserva muchas de esas obras en estado de vergonzoso reposo, sin que nadie<br />

se interese por el contenido civilizador de tan importantes obras. Esa fue la impresión que<br />

nos dejaron la última vez que lo vimos hace algunos años.<br />

Según se consolidaba la Librería, el señor Postigo diversificaba sus actividades, incluyendo<br />

ediciones de libros de textos como la <strong>Colección</strong> Estudios con la finalidad de abaratar<br />

sus costos (1946). Por sus relaciones con los Contín Aybar, residentes a pocos metros de la<br />

Librería, en el segundo piso de la casa que ocupaba la tienda La Ópera, calle Duarte esquina<br />

El Conde, frente al antiguo cine Rialto, fueron asiduos contertulios, hasta que se mudaron<br />

a la calle Dr. Delgado próximo a la Ave. Independencia, Margarita fue invitada a ofrecer un<br />

recital en la serie Noches de <strong>Poesía</strong>, (1943), en la que participaron, además, Maricusa Ornes,<br />

y el juglar jarabacoeño, Ángel Torres Solares, a quien recordamos por su repertorio cargado<br />

de poesías puertorriqueñas, donde residió por muchos años.<br />

Entre las primeras publicaciones patrocinadas por la Librería Dominicana se registra<br />

la Antología Poética Dominicana (1943), ordenada por el crítico y poeta Pedro René<br />

Contín Aybar (1907-1981), hermano de la declamadora y profesora Margarita Contín,<br />

mencionada anteriormente. Esta antología tiene un valor histórico indiscutible, pues<br />

hasta la fecha eran escasas en la bibliografía dominicana las obras realizadas con igual<br />

propósito, si descartamos la Lira de Quisqueya, de José Castellanos Vargas (1835-1907) y<br />

la Reseña Histórico Crítica de la <strong>Poesía</strong> Dominicana, redactada por César Nicolás Penson<br />

(1855-1901).<br />

A éstas les siguieron, hasta donde sepamos, El Parnaso <strong>Dominicano</strong>, de osvaldo Bazil<br />

(1913); Nuestra <strong>Poesía</strong>, de Rafael Emilio Sanabia /1943), publicada según él indica con motivo<br />

del Primer Centenario de la República (1943). Con ese mismo propósito apareció en 1944<br />

la Antología de la Literatura Dominicana (Serie IV. Literatura. Dos Volúmenes. El primero de<br />

ellos dedicado a la poesía).<br />

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Con el título Nueva <strong>Poesía</strong> Dominicana apareció en Madrid en 1953 la compilación antológica<br />

de Antonio Fernández Spencer (1922-1995) con un importante estudio de este autor<br />

(Cultura Hispánica, 1953).<br />

Otras Antologías poéticas que enriquecen nuestra bibliografía son la Antología biográfica<br />

de Poetas Petromacorisanos, de Inés Díaz de Soñé, patrocinada por la Universidad Central del<br />

Este con motivo del Centenario de San Pedro de Macorís (1882-1982); Antología Histórica de<br />

la <strong>Poesía</strong> Dominicana del Siglo XX (1912-1995), estudio y selección, Franklin Gutiérrez (New<br />

York, 1995); Al Filo del Agua; XX Años de <strong>Poesía</strong> Dominicana (1979-1999) miguel antonio<br />

Jiménez; Taller Literario César Vallejo. 2 Tomos (1999). Pero la que a nuestro juicio domina<br />

el espacio de las antologías en la literatura dominicana por la extensión de su contenido<br />

y la cuidadosa selección que hicieron sus compiladores, Manuel Rueda González y Lic.<br />

José Alcántara Almánzar: Dos Siglos de Literatura Dominicana, en cuatro tomos, en verso<br />

y prosa, obra que forma parte de la labor editorial que realizamos durante nuestro paso<br />

por la Secretaría de Estado de Educación (1996), luego la Fundación Corripio realizó una<br />

segunda edición de esta obra con el título Antología Mayor de la Literatura Dominicana<br />

(<strong>Colección</strong> Prisma, 2001).<br />

Esta relación podría aumentarse con las antologías dedicadas a las llamadas generaciones<br />

literarias y a los autores que han hecho selección de su producción poética. La poesía<br />

contemporánea de Santiago, (1977-2005) es compilada por Enegildo Peña, la que es un buen<br />

ejemplo de las Antologías Generacionales que abundan tanto en la ciudad de Santo Domingo<br />

como en el interior de la República, donde el concepto “generación literaria” se emplea en<br />

forma evidentemente simplista.<br />

En 1947 la Secretaría de Estado de Educación, Bellas Artes y Cultos inició la publicación<br />

de la Biblioteca Dominicana, a través de la Sección de Canje, Difusión y Publicaciones, que<br />

dirigía el poeta Ernesto Suncar Chevalier, esposo de la meritísima maestra, Dra. Zoraida<br />

Heredia Vda. Suncar. La primera obra que vio la luz en esta colección fue la Idea del Valor<br />

de la Isla Española, de la autoría de Sánchez Valverde, con prólogo y notas de Fray Cipriano<br />

de Utrera, y le siguieron en orden sucesivo: Narraciones Dominicanas, de Manuel de Jesús<br />

Troncoso de la Concha (1948); Galaripsos, de Gastón F. Deligne (1946), con prólogo de Pedro<br />

Henríquez Ureña; <strong>Poesía</strong>s Completas (1950), de Salomé Ureña de Henríquez, con Prólogo de<br />

Joaquín Balaguer; Cosas Añejas (1951), de César Nicolás Penson, e Historia de Santo Domingo,<br />

tres tomos (1955), de Antonio del Monte y Tejeda, edición al cuidado de Gustavo Adolfo<br />

Mejía Ricart (1893-1962). En una Segunda Serie se publicó la obra Sánchez, en dos tomos<br />

(1951), de Ramón Lugo Lovatón, y De Soslayo, de rafael damirón (1946).<br />

En la Biblioteca Popular de Cultura, patrocinada también por la Secretaría de Educación<br />

se publicaron de Manuel de Jesús Galván: Enriquillo (Selección, 1991); de Antonio del<br />

Monte y Tejada: Historia de Santo Domingo (Selección, 1961), y de Rafael L. Trujillo: Cartilla<br />

Cívica para el Pueblo <strong>Dominicano</strong>. Talleres Tipográficos Americalee. Buenos Aires, 1951. Las<br />

dos publicaciones anteriores aparecieron en la Editora del Caribe, C. por A.<br />

En la década del cincuenta, y dentro de la campaña iniciada por el régimen de turno a<br />

favor de la construcción del mega-proyecto del Faro a Colón, se creó el Comité Ejecutivo<br />

Permanente del Faro a Colón que dentro de su programa de acción auspició la publicación<br />

del Boletín del Faro a Colón, bajo la activa dirección del señor Fernando Garrido. En sus páginas<br />

no sólo encontramos datos relacionados con los restos de Cristóbal Colón, sino también<br />

con investigaciones de gran interés histórico.<br />

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Retomando el tema de la evolución de la Librería Dominicana, cuyos beneficios en sus<br />

primeros años fueron tan auspiciosos que en ocasiones fueron entregados, por decisión de<br />

la Junta de Servicios Cristianos a la Iglesia Evangélica Dominicana, como colaboración para<br />

impulsar los diferentes proyectos sociales, religiosos y educativos que patrocinaba. Estos<br />

beneficios deben atribuirse a la competencia gerencial de don Julio Postigo, quien no limitó su<br />

acción a la comercialización de libros y revistas, sino que introdujo una serie de actividades<br />

hasta entonces inéditas en nuestro país, tales como conferencias y recitales que si bien no<br />

producían beneficios económicos directos, pero sí contribuían a promover la Librería entre<br />

los potenciales compradores de libros. Algo parecido intentaron llevar a cabo los hermanos<br />

Brea Branco, en el Salón de Tertulias instalado en la segunda planta de la librería que instalaron<br />

en la década de los años setenta, en la calle Doctor Delgado esquina Santiago, con un<br />

amplio y actualizado catálogo bibliográfico.<br />

entre los connotados intelectuales que disertaron en el Patio de la librería, recordamos<br />

entre otros, a Delia Weber, (1900-1982), poetisa ungida de la mística tagoriana; Manuel<br />

Valldepares (1902-1970), activo periodista, fumador de puros, que desde las columnas de<br />

La Nación, hacía gala de una inagotable fecundidad literaria; Flérida García de Nolasco<br />

(1891-1976), polifacética y fecunda escritora, quien abordó el tema: Tradición Musical,<br />

área de su especialidad como pianista y consagrada folclorista. Otra consagrada artista<br />

que ocupó la tribuna de la L.D. (Librería Dominicana) fue la pintora Celeste Woss Gil<br />

(1891-1985), quien desarrolló un tema muy en consonancia con el lugar: El Arte a través<br />

de la Religión.<br />

En el ciclo de conferencias intervinieron, además, José Vela Zanetti (1913-1997), reconocido<br />

muralista de origen español, quien dejó su impronta en numerosos establecimientos<br />

públicos de nuestro país. Su conferencia llevó como título: La transfiguración del<br />

paisaje, José Almoina Mateos (1913-1960), exiliado español como el anterior, el título de su<br />

comparecencia fue Consideraciones en torno al erasmismo, tema que al parecer le era grato;<br />

con el título Bosquejo histórico de la literatura mexicana, ocupó la tribuna de la Librería, José<br />

de Jesús Núñez Domínguez, notable historiador, quien se desempañaba entonces como<br />

Embajador de México en nuestro país. Durante su estancia en el país sostuvo intercambio<br />

de opiniones con Fray Cipriano de Utrera acerca de la leyenda del misterioso personaje de<br />

la colonia, conocido sólo por el nombre de El Tapao, y que dio origen al libro El Tapado de<br />

México y Santo Domingo, de Núñez Domínguez; El Tapado de México, de Utrera, y El tapado<br />

de Santo Domingo, también de ese mismo autor. Tipografía Franciscana. Ciudad Trujillo,<br />

República Dominicana, 1950.<br />

La elocuente voz del reverendo Armando Tamargo se escuchó también en esa tribuna<br />

abierta a todas las manifestaciones de la cultura que fue el patio de la Librería Dominicana.<br />

Habló acerca del Cristianismo y la Política.<br />

El culto prelado Oscar Robles Toledano, el afamado periodista Rafael Herrera, el dramaturgo<br />

Franklin Domínguez, el político y escritor Francisco Prats Ramírez, el Dr. Germán<br />

Emilio Ornes Coiscou, el médico y poeta, Dr. Mariano Lebrón Saviñón, y su hermano Carlos,<br />

enriquecen la selecta relación de las personalidades que dejaron oír su voz desde la tribuna<br />

de la librería dominicana.<br />

Aunque muchas de esas conferencias fueron escritas, lamentablemente no hemos localizado,<br />

a pesar de nuestras pesquisas, ninguna de las conferencias en la versión original<br />

que se pronunciaron en la Librería.<br />

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En 1949 se hizo pública la aparición de la edición de las Tradiciones Dominicanas del<br />

Dr. Jesús María Troncoso de la Concha (1878-1955), con prólogo de Ramón Emilio Jiménez<br />

(1886-1976), con la cual como ya se ha dicho, se le daba inicio al más ambicioso proyecto<br />

editorial de don Julio Postigo, la <strong>Colección</strong> <strong>Pensamiento</strong> <strong>Dominicano</strong>. Este proyecto es también<br />

el de mayor extensión emprendido en el país hasta ese momento.<br />

Varios de los tomos publicados aparecen prologados por reconocidos especialistas en<br />

los temas que tratan. Así aparece la selección de Emiliano Tejera prologada por el Lic. Manuel<br />

Arturo Peña Batlle; García Godoy, prólogo y notas de Joaquín Balaguer, quien también<br />

tuvo a su cargo el que acompaña la selección de las Décimas de Juan Antonio Alix; Antología<br />

de Franklin Mieses Burgos, selección y prólogo a cargo de Freddy Gatón Arce; El Cuento en<br />

Santo Domingo (dos tomos) selección y prólogo de Sócrates Nolasco; La Trinitaria Blanca, de<br />

Manuel Rueda (1921-1999), prólogo de Juan González Chamorro (1884-1980); Cuentos de Política<br />

Criolla, compilación del Lic. Emilio Rodríguez Demorizi (1904-1986), con un magnífico<br />

prólogo del profesor Juan Bosch (1909-2001). Don Emilio aparece con otro libro más en la<br />

<strong>Colección</strong> <strong>Pensamiento</strong> <strong>Dominicano</strong>: Pintura y Escultura en Santo Domingo.<br />

A doña Flérida de Nolasco /1891-1976) se le confirió el prólogo de la selección poética<br />

de Domingo Moreno Jimenes (1894-1986); el profesor Vetilio Alfau Durán (1885-1909), realizó<br />

una magnífica selección de los escritos del Dr. Américo Lugo, y Monseñor Hugo Eduardo<br />

Polanco Brito (1918-1996) y Enrique de Marchena Dujarric escribieron el prólogo y el perfil<br />

de la obra de Monseñor Arturo de Meriño Íntimo, de Amelia Francisca Marchena de Leyba<br />

(1850-1941).<br />

Con la finalidad de atraer a los jóvenes creadores dominicanos, don Julio incorporó en<br />

la colección, Judas, el Buen Ladrón, de Marcio Veloz Maggiolo (1962).<br />

La <strong>Colección</strong> alcanzó el medio centenar, superado sólo en lo que a volúmenes se refiere,<br />

por colecciones como la del Banco Central que ya alcanza el número (100), gracias al apoyo<br />

sostenido de las autoridades de esa institución bancaria, y al dinamismo del director de su<br />

departamento cultural, Lic. José Alcántara Almánzar.<br />

El Banco de Reservas auspicia la <strong>Colección</strong> Banreservas que supera ya los cuarenta volúmenes,<br />

en la que se incluyen autores de la valía de Camila Henríquez Ureña (1884-1973) María<br />

Ugarte (1914), Germán Emilio Ornes Coiscou, Manuel Valldeperes y Lupo Hernández Rueda<br />

(1930), para sólo citar algunos nombres que en realidad prestigian esta selecta colección.<br />

Como parte de su política editorial, el Banco de Reservas patrocinó también la publicación<br />

especial, en ocho tomos, de los Cuadernos <strong>Dominicano</strong>s de Cultura, compilados por Arístides<br />

Incháustegui y Blanca Malagón. Esta labor editorial se enriquece ahora con la reimpresión<br />

de la <strong>Colección</strong> <strong>Pensamiento</strong> dominicano, gracias a la decisión de sus autoridades.<br />

Merece mención destacada la <strong>Colección</strong> Bibliófilos-Banreservas, iniciativa que ya ha<br />

dado sus primeros frutos.<br />

Los Bibliófilos, por su parte iniciaron en 1974, la <strong>Colección</strong> Cultura Dominicana con una<br />

reedición facsimilar de La República Dominicana, de Enrique Deschamps, una labor editorial<br />

que aún se mantiene con más de ochenta y cinco volúmenes publicados, cifra que supera<br />

numéricamente la <strong>Colección</strong> <strong>Pensamiento</strong> <strong>Dominicano</strong>, con la diferencia de que muchas de las<br />

obras de esta colección llevan prólogo y notas, lo que no sucede con la de los Bibliófilos.<br />

no sería justo excluir de este recuento la valiosa tradición editorial de la actual universidad<br />

Autónoma de Santo Domingo, donde el libro ha tenido, desde 1538, fecha de su<br />

fundación, un tratamiento de primer orden como difusor de cultura. Resulta, sin embargo,<br />

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un tanto difícil inventariar la línea de publicación de esa alta casa de estudios, debido a que<br />

después de obtener su autonomía se diversificó su política editorial en los distintos órganos<br />

de gobierno y de acción académica que la componen, con la sola excepción de sus anales que<br />

siguen siendo la expresión del conjunto de la vida institucional de la Universidad.<br />

Como nota curiosa traigo a colación el hecho de que en el volumen 11. fasc. 1, enero 1938,siendo<br />

rector el Lic. Manuel de Jesús Troncoso de la Concha, la Universidad recibió un donativo de<br />

10,000 ejemplares de la obra Reajuste de la Deuda Externa, con la finalidad de que con el aporte<br />

de su venta se iniciara la construcción del edificio principal de la academia. Lo curioso es<br />

que hasta esa fecha no registramos ningún libro del que se haya hecho una tirada de esa<br />

magnitud, ni creemos que se haya hecho después, con excepción de los textos escolares.<br />

Con anterioridad a esta fecha, Pedro Henríquez Ureña durante su última permanencia<br />

en el país (1931-1933) donó a la Universidad parte de su biblioteca. Conservamos una copia<br />

de la lista completa de las obras donadas por el ilustre maestro.<br />

Los autores de mayor presencia en la <strong>Colección</strong> <strong>Pensamiento</strong> <strong>Dominicano</strong> fueron el<br />

profesor Juan Bosch, cuatro obras, el Lic. Emilio Rodríguez Demorizi con igual número, y<br />

quien es, además, el más prolífero entre nuestros escritores, pues si nos asentamos en su<br />

Biografía e Iconografía por el Lic. Orlando Inoa, comprobaremos que en un país tan árido<br />

como el nuestro para el trabajo intelectual don Emilio. que estampó su nombre en unos 454<br />

títulos, entre libros y folletos. Comentarios de libros, artículos de revistas, artículos de periódicos,<br />

prólogos y notas bibliográficas. Hasta ahora sólo le supera Pedro Henríquez Ureña<br />

con 657, según la crono-bibliografía elaborada por Emma Susana Speratti Peñero (1960), con<br />

la salvedad de que su mayor producción la realizó fuera de nuestro país. Esta bibliografía<br />

de la Dra. Speratti no creemos que deba reputarse como exhaustiva, como tampoco lo es la<br />

más reciente, elaborada por la escritora y profesora venezolana Laura Febres.<br />

La bibliofilia del Lic. Demorizi se aprecia, de manera ostensible, en su paso por la Dirección<br />

del Archivo General de la Nación y por la Presidencia de la Academia Dominicana de<br />

la Historia, donde desarrolló un programa editorial que se prolongó por algo más de medio<br />

siglo. El ritmo de publicaciones de estas dos instituciones se ha encontrado con la presencia<br />

de José Chez Checo y Emilio Cordero Michel, en la Academia Dominicana de la Historia, y<br />

Roberto Cassá en el Archivo General de la Nación<br />

Cerramos este paréntesis con la Biblioteca de Clásicos <strong>Dominicano</strong>s que auspicia la<br />

Fundación Corripio, Inc., cuyo catálogo aún en proceso registra cuarenta volúmenes, así<br />

como también las Colecciones Prisma y Premios Nacionales.<br />

Por su parte el Grupo Empresarial León Jimenes edita la <strong>Colección</strong> Centenario, que le<br />

ha dado un novedoso impulso a la bibliografía dominicana en el área de la investigación<br />

científica (La Naturaleza Dominicana, 6 Tomos, 2006) y en el rescate de nuestro patrimonio<br />

artístico (Memoria de la Pintura Dominicana, obra de gran formato y de la que se han publicado<br />

8 volúmenes).<br />

La Fundación Cultural Dominicana que preside el Lic. Bernardo Vega realiza una encomiable<br />

labor con numerosas obras publicadas fruto de las investigaciones realizadas en<br />

archivos nacionales y extranjeros. También publica obras de reputados autores.<br />

La Compañía Dominicana de Teléfonos ha publicado lujosos volúmenes con temas diversos<br />

acerca de la realidad dominicana, bajo la coordinación del Lic. José Rafael Lantigua.<br />

Ha sido notorio el descenso en la producción bibliográfica de la Pontificia Universidad<br />

Católica Madre y Maestra, si la comparamos con el dinámico impulso que alcanzó en sus<br />

736


ePÍloGo | PresenCIa del lIBro en sanTo domInGo | Jo r G e Te n a re y e s<br />

inicios bajo la dirección del gran poeta Héctor Incháustegui Cabral. Dos publicaciones emblemáticas<br />

de ese floreciente período son las Revistas Eme-Eme, cuya publicación se inició<br />

en 1972, y el Pueblo <strong>Dominicano</strong> (1850-1900). Hoetink (1971).<br />

En cuanto a la Universidad Pedro Henríquez Ureña, su labor editorial se ha extinguido<br />

totalmente y la Católica de Santo Domingo inició la publicación de una Revista de la que salieron<br />

dos números, bajo la dirección del Lic. Francisco Cruz Pascual. El Instituto Tecnológico<br />

de santo domingo (InTeC) exhibe en su catálogo la extensa obra de Julio Ernesto Ravelo de<br />

la Fuente: Apreciación Musical. Notas a los Programas de la Orquesta Sinfónica Nacional. (2007),<br />

y ha mantenido su Revista Ciencia y Sociedad por más de 30 años.<br />

En lo que respecta a la Universidad Central del Este, su labor editorial ha decaído después<br />

de haber patrocinado públicaciones tan apreciables como la Bibliografía General de Santo<br />

Domingo, en dos tomos, del profesor Dato Pagán Perdomo (1979), entre otros importantes<br />

libros. Su publicación más reciente es una obra que recoge aspectos acerca de la vida del<br />

patriarca de la familia, don José Hazim (2007). Se realizó bajo el cuidado de los doctores<br />

Manuel Mañón y Vetillo Alfau Durán, con una inusual nota del Editor, don Julio Postigo.<br />

Se ha dicho que fue el Señor Postigo quien sugirió en 1950 que se montara cada año una<br />

Feria del Libro (Julio Postigo/Librería Dominicana. p.199). Sin embargo, este mismo fue<br />

designado el Dr. Joaquín Balaguer, como Secretario de Educación y en sus Memorias de un<br />

Cortesano en la Era de Trujillo señala, entre las iniciativas emprendidas durante su gestión:<br />

“Por primera vez se organizó la Feria del Libro como una actividad regular que debía<br />

celebrarse en todo el país cada año” (p.138). Todo parece indicar que fue una iniciativa generada<br />

desde el despacho del Secretario de Educación, incluyendo, por supuesto a la capital de<br />

la República, donde Postigo se había erigido en un dinámico defensor del libro, por lo que<br />

no debe descartarse su activa participación en esta iniciativa que originalmente se realizaba<br />

en el Parque Colón, incluyendo la arcada del Palacio Consistorial. Entonces se creó también<br />

el premio Pedro Henríquez Ureña para reconocer el mejor libro del año.<br />

En el ostentoso programa elaborado para la celebración en 1955 de la Feria de la Paz y<br />

Confraternidad del Mundo Libre, se incluyó una feria del libro que llevó el nombre de la<br />

esposa del dictador María Martínez, a la que concurrió la mayoría de los países de habla<br />

hispana, ocasión en la que Postigo fue comisionado (1954) , para gestionar en Europa, ante<br />

instituciones oficiales y librerías de Italia, Francia y España, su participación en la exposición<br />

del libro que se montaría en la capital de la República, dentro del programa de la referida<br />

Feria de la Paz (Julio Postigo/Librería Dominicana, p.203).<br />

Ironía del destino al año siguiente de haber sido concluido este magno evento, don Julio<br />

estuvo desterrado durante una semana acusado de comunista, calificativo de moda en esa<br />

época y bajo el régimen que conducía los destinos del país.<br />

Luego de la Feria de 1959, se celebró otra de carácter internacional (1970), en el cuarto<br />

piso del edificio donde hasta hace poco funcionaba la Dirección General de Aduanas. La<br />

presidió el Doctor Pedro Troncoso Sánchez, y el arquitecto José Antonio Caro Álvarez fungió<br />

de tesorero. Don Julio y yo formamos parte de la Comisión organizadora.<br />

En sus inicios la Feria del Libro tuvo sus limitaciones y sus inconvenientes hasta el año<br />

de 1973, cuando, por iniciativa exclusivamente del entonces Director General de Cultura, se<br />

le dio una dimensión y una estructura diferente con el nombre de Feria Nacional del Libro,<br />

denominación que se mantuvo hasta que se le cambió el nombre por el de Feria Internacional<br />

del libro.<br />

737


ColeCCIÓn PensamIenTo domInICano | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

Por la aplaudida dimensión de su liderazgo cívico, don Julio D. Postigo desempeñó<br />

varias funciones públicas y de servicio. Fue Miembro de la Comisión Nacional de<br />

Literatura Infantil y Juvenil (Decreto No. 592, 1955); Miembro Vitalicio de la Gran Logia<br />

de la República Dominicana, y en 1960 ocupó el cargo de Regidor del Ayuntamiento de<br />

Santo Domingo, al tiempo que continuaba su labor editorial, centrada principalmente en<br />

la <strong>Colección</strong> <strong>Pensamiento</strong> <strong>Dominicano</strong>, sin descuidar el creciente prestigio de la Librería<br />

dominicana.<br />

Conviene destacar que, en consideración al valor histórico y documental de la <strong>Colección</strong><br />

<strong>Pensamiento</strong> <strong>Dominicano</strong>, han sido desplazadas de la estimación colectiva otras<br />

publicaciones que contaron con el patrocinio del señor Julio Postigo. Sirvan de ejemplos<br />

la voluminosa obra, en cinco tomos, Apuntes para la Historia de la Medicina de la isla de Santo<br />

Domingo, del Dr. Francisco E. Moscoso Puello, con Prólogo y Notas de los doctores Manuel<br />

Mañón Arredondo y Vetilio Alfau Durán (1977), y El destino dominicano, discutida obra de<br />

John Bartlow Martin (1967). El autor de esta obra desempeñó un papel de primer orden en<br />

el conflicto surgido con motivo de la guerra civil de abril de 1965. Su mayor crítico fue el<br />

doctor Juan Isidro Jimenes Grullón.<br />

En el mes de noviembre de 1961 se fundó la Asociación Dominicana de Rehabilitación,<br />

en el patio de la Librería regenteada por Postigo y organizada por la Iglesia<br />

Evangélica Dominicana. Aunque la presidencia se le asignó a su gestora doña Mary de<br />

Marranzini, cargo que todavía ostenta , don Julio y otros miembros mantuvieron una<br />

activa participación en esta prestigiosa institución, que bien puede ser considerada<br />

como modelo en su género. Dejemos que sea la señora Marranzini quien nos explique<br />

esta participación:<br />

“En una tarde de noviembre de 1961, un grupo de personas concurrimos al patio de la<br />

Librería Dominicana, correspondiendo a una invitación que nos hiciera don Julio Postigo:<br />

esa tarde nació lo que es hoy la Asociación Dominicana de Rehabilitación..., fue él el primer<br />

Secretario, y fue él quien donó el primer cheque”. (Horizontes de Esperanza. p.420).<br />

Por los servicios prestados a la Asociación, la señora Marranzini le otorgó a Postigo un<br />

diploma de reconocimiento.<br />

Debido a los cambios experimentados en el país a partir de 1961, sobre todo en el ámbito<br />

político, el sistema electoral fue consolidando sus funciones de árbitro de este proceso<br />

hasta caer en manos del reputado ciudadano Lic. Angel María Liz, quien tuvo la feliz idea<br />

de poner en ejecución un plan de formación cívico-cultural del pueblo dominicano, de grato<br />

recuerdo por el valor de su contenido y la intención que dio origen a su existencia. Idea ésta<br />

que bien podría retomar la Junta Central Electoral para contrarrestar el evidente deterioro<br />

cívico que se advierte en la sociedad dominicana.<br />

Como resultado de la situación política que se creó en el país tras la guerra civil de 1965,<br />

don Julio Postigo aceptó formar parte del denominado Gobierno de Reconstrucción Nacional,<br />

presidido por el General Antonio Imbert Barrera, opuesto al constitucionalista, que presidía<br />

el Coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó.<br />

Esta decisión, que a nuestra manera de ver no fue suficientemente ponderada por un<br />

ciudadano tan respetado como Julio D. Postigo, generó de inmediato la reacción de la Iglesia<br />

Evangélica Dominicana a la que pertenecía y a cuyas directrices estaba obligado a obedecer<br />

en su calidad de gerente de uno de los estamentos de servicio más importantes que en esos<br />

momentos se sostenían en el país.<br />

738


ePÍloGo | PresenCIa del lIBro en sanTo domInGo | Jo r G e Te n a re y e s<br />

En consecuencia, el Reverendo Maurice C. Daily, Superintendente de la Iglesia Evangélica<br />

Dominicana y Representante de la Junta Misionera, se dirigió al Dr. Donald E. Harris,<br />

Presidente para Servicio Cristiano, en los siguientes términos:<br />

“El Sr. Julio Postigo, Gerente de la Librería Dominicana, aceptó un cargo como líder<br />

cívico de la Junta Cívico-Militar de cinco hombres, formada para contrarrestar los esfuerzos<br />

de Caamaño Deñó. La acción del Sr. Postigo ha involucrado la Iglesia, porque se ha identificado<br />

como evangélico, ha presentado la posición de la Librería Dominicana y de la Iglesia<br />

Evangélica Dominicana... Por 40 años, la posición que habíamos acordado, especialmente<br />

durante los últimos 10 años, fue de estricta neutralidad como organización, oficialmente no<br />

favorecer a ningún partido. La acción del Sr. Postigo ha situado a la Librería Dominicana bajo<br />

sospecha y amenaza abierta de ser destruida por destrozos y fuego. Está siendo custodiada<br />

por soldados armados... a través del Sr. Malcoln Mc Lean, de la Embajada de los Estados<br />

Unidos, la recomendación de la Junta fue al Sr. Postigo de que a la luz de su posición en el<br />

gobierno Cívico-Militar, él deberá renunciar como Gerente de la Librería Dominicana, con<br />

el entendido de que al dejar el gobierno y el restablecimiento de las condiciones normales,<br />

él podría ser restituido a su posición original de gerente... Mc Lean reportó verbalmente que<br />

el Sr. Postigo había acordado renunciar y que una declaración pública se haría a tal efecto”.<br />

(Horizontes de Esperanza. Tomo 2. p.432).<br />

Aunque Postigo fue conminado a renunciar, se negó a ello y esto provocó una crisis que<br />

afectó el futuro de la Librería. Su paso por el gobierno de Reconstrucción fue breve, pues<br />

renunció al cargo, pero no pudo volver de inmediato a la Librería, pues la Junta de Síndicos<br />

del establecimiento decidió jubilarlo en 1960, después de una exitosa labor como gerente,<br />

por lo cual un destacado dirigente de la Unidad Presbiteriana, Donald Harris, le escribió<br />

expresándole la admiración y respeto que sentía por él.<br />

Tras el duro golpe recibido de la jerarquía de la Iglesia Evangélica Dominicana, fundó, en<br />

1967 la Librería Hispaniola, en la calle José Reyes 50, muy próximo a la Librería Dominicana.<br />

Continuó con su política editorial como Julio D. Postigo, C. por A.; otras veces como Julio<br />

Postigo e Hijos. También se realizaron algunos encuentros de carácter cultural, pero no con<br />

el esplendor de la etapa anterior. El nuevo establecimiento exhibió siempre muy surtido y<br />

con excelentes obras.<br />

Es cierto que la crisis de 1966 afectó sensiblemente el éxito alcanzado por Julio Postigo<br />

como librero, no así a su prestigio personal como lo evidencian los sucesivos reconocimientos<br />

que recibió posteriormente de distintos sectores de la sociedad dominicana: Miembro<br />

de la Sociedad Dominicana de Geografía (1970); Miembro de la Comisión especial para<br />

estudiar las medidas pertinentes para prevenir y controlar la incidencia de las drogas en la<br />

sociedad dominicana (1974); Diploma del Patronato contra la diabetes (1974); Diploma del<br />

Patronato de las Escuelas de Patio (1977); Socio básico vitalicio de la Asociación Cristiana<br />

de Jóvenes (1978); Reconocimiento del Instituto del Libro y Director de la Revista Rotaria<br />

(1979); Homenaje de reconocimiento ofrecido por la Comisión Organizadora de la Feria del<br />

Libro, Asociación Dominicana de Rehabilitación, y el Club Rotario, entre otras instituciones<br />

(1981). El Dr. Julio Genaro Campillo propuso que la Feria del Libro llevara el nombre de<br />

Postigo y que se le condecorara con la Orden de Juan Pablo Duarte. (1982).<br />

La Secretaría de Educación le entregó un pergamino de reconocimiento, y figura entre los<br />

miembros del Comité Moralizador (1982); fue reconocido por la unesCo, onaP y el Cerlal<br />

(1983); También fue incluido en Who’s The Word, Consagrado a personalidades de relieve<br />

739


ColeCCIÓn PensamIenTo domInICano | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

mundial en 1984, año en el que expresa su extrañeza por el hecho de no haber sido invitado<br />

a ninguna de las Asambleas de la Iglesia Evangélica, de la cual era miembro vitalicio<br />

desde 1946.<br />

La Universidad APEC lo invistió como doctor Honoris Causa en Ciencias de la Administración<br />

(1985); fue miembro vitalicio de la Asociación Nacional de Periodistas y Escritores<br />

(1989); recibió El Canoabo de Oro de esta misma Asociación (1990) y el Ayuntamiento del<br />

Distrito Nacional lo consagró como munícipe distinguido de la Ciudad de Santo Domingo<br />

(1991).<br />

Uno de los últimos honores recibidos por don Julio Postigo fue su reconocimiento como<br />

socio Paul Harris del rotarismo internacional, imponiéndole el botón correspondiente, el 14<br />

de noviembre de 1993, aspiración máxima de todo rotario.<br />

Desde la Librería Hispaniola continuó ejecutando su proyecto editorial, especialmente<br />

en lo concerniente a su <strong>Colección</strong> <strong>Pensamiento</strong> <strong>Dominicano</strong>. De esta nueva etapa se publica<br />

el tomo Primero de las Obras Escogidas de Manuel Arturo Peña Batlle, único que vio la luz<br />

(1968), esta vez con el pie de imprenta, Julio D. Postigo e Hijos, Editores. De esta época son<br />

también (con el pie de Julio D. Postigo, C. por A.) Los Negros y la Esclavitud en Santo Domingo,<br />

de Carlos Larrázabal Blanco (1968); Estudios de Historia Política Dominicana, de Pedro Troncoso<br />

Sánchez (1968); Cuentos Escritos en el exilio, y Apuntes sobre el Arte de Escribir Cuentos, de Juan<br />

Bosch (1968); Moral Social, de Eugenio María de Hostos (1968); Antología Poética Dominicana,<br />

de Pedro René Contín Aybar (1969); Tradiciones y Cuentos <strong>Dominicano</strong>s, de Emilio Rodríguez<br />

Demorizi (1969), de quien publicó en 1980, esta vez en Editora Taller, Frases Dominicanas, número<br />

54, el último volumen, aplaudida colección que ahora el Banco de Reservas incorpora<br />

a su política editorial.<br />

Después de seis años de ausencia, don Julo volvió a la Librería Dominicana en 1972, esta<br />

vez en calidad de dueño, pero la crisis de 1966 afectó considerablemente la existencia de este<br />

pujante establecimiento. Después de Postigo ocuparon el puesto de gerente el reverendo<br />

Raymundo García, miembro de la Junta de Síndicos de la Librería. En lugar de García, por<br />

renuncia de éste fue designado Guillermo Asencio, quien fue sustituido a su vez por Ramón<br />

Chevalier.<br />

Con la entrada de Postigo, la Librería fue reinaugurada en 1973, pero no volvió a “funcionar<br />

con la calidad y esplendor de los años anteriores, hasta que finalmente Postigo se<br />

retiró del negocio en 1981, dándole a sus hijos la administración del establecimiento, quienes<br />

no lograron encauzarlo, al tiempo que languidecía progresivamente. Entonces fue puesto<br />

en venta y quien estas líneas escribe, junto al Dr. José Nicolás Almánzar, realizamos su inventario,<br />

ya que un amigo común mostró su interés en el negocio que finalmente no cuajó<br />

por la dificultad del parqueo.<br />

El Pastor de la Iglesia Evangélica Dominicana, profesor Hernán González Roca en su<br />

citada obra, Horizontes de Esperanza. Historia de la Iglesia Evangélica Dominicana, narra en un<br />

tono airado la historia final de esta emblemática Librería:<br />

“La Librería Dominicana volvió a funcionar pero no con la calidad y esplendor de los<br />

años pasados, hasta que finalmente Postigo se retiró en 1981, dejando a sus hijos la administración<br />

de la Librería”.<br />

“El local de la Librería Dominicana fue alquilado por varios años. Finalmente, la Primera<br />

Iglesia Evangélica Dominicana, adquirió el primer nivel por compra. Luego adquirió<br />

el segundo nivel. En ambas transacciones, hubo sumas millonarias. El local de la antigua<br />

740


Librería es usado por la Escuela Parroquial Olga Villanova, que auspicia la indicada congregación”.<br />

“Sin embargo, las cosas no se sucedieron tan fácilmente, pues a la hora de comprar el<br />

primer nivel del edificio, estaba alquilado a particulares. Resultó muy trabajoso el hacer que<br />

los inquilinos abandonaran la propiedad, teniendo sus nuevos propietarios que recurrir a<br />

los tribunales, en una lucha que duró cinco años. Cuando al fin se retiraron los inquilinos,<br />

dejaron el edificio sucio y deteriorado. Gracias a Dios que al fin se pudo conseguir la propiedad,<br />

la que está siendo usada, tanto para la Escuela Parroquial, como para los servicios<br />

sociales de la Iglesia”.<br />

Las cosas de la vida. Una propiedad que fuera adquirida con los fondos de las ganancias<br />

de la Librería y por consiguiente, perteneciente a la Iglesia Evangélica Dominicana, para<br />

adquirirla finalmente para nuestro uso, hubo que erogar una fuerte cantidad de dinero. Pero<br />

ahí está el local, sacándole el provecho que todos deseábamos.<br />

Independientemente de las circunstancias que provocaron la salida de Julio D. Postigo<br />

de la Librería Dominicana, en momentos en que prácticamente dominaba el mercado del<br />

libro en la Capital, por el limitado número de establecimientos de esta naturaleza, cuando<br />

retorna en 1973 la situación era totalmente diferente, pues los niveles de competencia se<br />

habían incrementado con importantes librerías. Pero con lo que sí no tuvo competencia fue<br />

con el aprecio y la distinción que se le dispensó hasta su muerte el 21 de julio de 1976.<br />

Si bien nuestro trabajo debió centrarse en la figura de don Julio Desiderio Postigo como<br />

librero y exitoso editor de la <strong>Colección</strong> <strong>Pensamiento</strong> <strong>Dominicano</strong>, hemos extendido nuestras<br />

consideraciones más allá de este limitado propósito, con la finalidad de presentar un panorama<br />

más amplio del libro y los libreros en nuestro país, en cuyo ámbito don Julio Postigo<br />

tiene reservado un lugar de primer orden por su entrega a la divulgación del libro y por su<br />

activa participación en múltiples causas de bien común.<br />

Servir fue la mayor pasión de don Julio Desiderio Postigo Arias.<br />

Fuentes<br />

ePÍloGo | PresenCIa del lIBro en sanTo domInGo | Jo r G e Te n a re y e s<br />

El Epitome de Pinelo, Primera Bibliografía del Nuevo Mundo. Unión Panamericana. Washington, D.<br />

C. 1959: Carlos M. Treilles, Ensayo de Bibliografía Cubana de los Siglos XVII y XVIII. Apuntes para la<br />

Bibliografía Dominicana y Puertorriqueña. Matanzas. Imprenta El Escritorio, 1907 ⁄⁄ Libros y Libreros en<br />

el Siglo XVI. Francisco Fernández del Castillo (Compilador) Fondo de Cultura Económica, México,<br />

1982 ⁄⁄ Antonio S. Pedreira: Bibliografía Puertorriqueña (1493-1930). Madrid. Imprenta de la Librería y<br />

Casa Editorial Hernando, S. A. 1932 ⁄⁄ Emilio Rodríguez Demorizi: La Imprenta y los Periódicos en Santo<br />

Domingo. Taller de Impresiones. Santo Domingo, R. D. 1973 ⁄⁄ Manuel Amiama: El Periodismo en la<br />

República Dominicana. Santo Domingo. Talleres Tipográficos. La Nación, 1933 ⁄⁄ Fray Vicente Rubio: La<br />

Biblioteca que traería a Santo Domingo el Arzobispo Juan de Salcedo constaba de 81 autores diferentes<br />

y arrojaba un total de 130 volúmenes. El Caribe, 23 de noviembre de 1991. p.10 ⁄⁄ Raymd Turner:<br />

Los Libros del Alcaide: La Biblioteca del Alcaide: de Oviedo y Veldes. Eme-Eme. Estudios <strong>Dominicano</strong>s.<br />

<strong>Volumen</strong> VI. Número 32. Septiembre-octubre de 1977 ⁄⁄ Esteban Mira Caballos: Algunas consideraciones<br />

en torno a la Primera Biblioteca de Santo Domingo. Ecos. Año 2 , No. 3, Universidad Autónoma de<br />

Santo Domingo (1944) ⁄⁄ Virginia Flores Sasso: La Presencia de los libros de arquitectura en las bibliotecas<br />

coloniales (SF) ⁄⁄ Max Henríquez Ureña: Panorama Histórico de la Literatura Dominicana, Río de Janeiro,<br />

1945 ⁄⁄ Alejandro Paulino Ramos: Historia de la Primera Biblioteca Universitaria de Santo Domingo.<br />

Editora Universitaria de Santo Domingo, República Dominicana, 1997 ⁄⁄ J. Adalberto Martínez:<br />

741


ColeCCIÓn PensamIenTo domInICano | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

Julio Postigo, La Librería Dominicana. Semblanza e Historia, 1994 ⁄⁄ Hernán González Roca: Horizontes de<br />

Esperanza. Historia de la Iglesia Evangélica Dominicana. 2 tomos. Editorial Letra Gráfica, Santo Domingo,<br />

R. D. 2006 ⁄⁄ Juan Francisco Sánchez: Filosofía Española en el siglo XVI. Su influencia en Santo Domingo.<br />

La Española. Ciudad Trujillo, República Dominicana. Editorial Stella, 1955 ⁄⁄ Dato Pagán Perdomo:<br />

Bibliografía General de la Isla de Santo Domingo. Contribución a su estudio. 2 tomos. Universidad Central<br />

del Este. Editorial de la UCE, 1979 ⁄⁄ Miguel Collado. Apuntes bibliográficos sobre la literatura dominicana.<br />

Biblioteca Nacional. Santo Domingo, R. D., 1993 ⁄⁄ Américo Lugo Herrera. Bibliografía. santo domingo.<br />

Imp. La Cuna de América, 1906 ⁄⁄ Pedro Henríquez Ureña: Bibliografía Literaria de Santo Domingo en<br />

De mi Patria. Selección, juicios, presentación y notas de Jorge Tena Reyes. Publicaciones de la Secretaría<br />

de Estado de Educación. Santo Domingo, 1974 ⁄⁄ Manuel Arturo Peña Batlle. Bibliografía Dominicana.<br />

La Cuna de América, 21 y 24 , febrero, 1912 ⁄⁄ Damián Báez. Bibliografía Dominicana. Listín Diario.<br />

1, 4, 6, 12 , 15 y 21 de marzo, 1935 ⁄⁄ Vetillo Alfau Durán: Apuntes para la bibliografía poética dominicana<br />

(I-IV); Escritos I, <strong>Volumen</strong> II, Publicaciones del Sesquicentenario de la Independencia Nacional. Gobierno<br />

<strong>Dominicano</strong>, Santo Domingo, República Dominicana, 1944. Compiladores: Arístides Incháustegui<br />

y Blanca Delgado Malagón; Minucias Bibliográficas y Reseñas de Libros en Vetillo Alfau Durán en<br />

Clío. Escritos (1) publicaciones del Sesquicentenario de la Independencia Nacional. Vol II compiladores<br />

Arístides Incháustegui y Blanca Delgado Malagón. Gobierno <strong>Dominicano</strong>. Santo Domingo, R.D., 1994;<br />

del mismo autor, en anales. Escritos y documentos. Banco de Reservas de la República Dominicana.<br />

Publicación especial. Compiladores Arístides Incháustegui y Blanca Delgado Malagón. Santo Domingo,<br />

D. N. República Dominicana, 1997 ⁄⁄ Fray Cipriano de Utrera. Noticias Históricas de Santo Domingo,<br />

Vol 11. Edición de Emilio Rodríguez Demorizi. Fundación Emilio Rodríguez Demorizi. Editora<br />

Taller. Santo Domingo, R. D., 1878 ⁄⁄ José Almoina Mateos,. La Biblioteca Erasmista de Diego Méndez.<br />

Universidad de Santo Domingo. Ciudad Trujillo. Centenario de la República (1844-1944). Vol. XXXV.<br />

Editora Montalvo, 1945 ⁄⁄ Esteban Mira Caballos. Primera Biblioteca de Santo Domingo. Ecos. Año 2. No.<br />

3. Universidad Autónoma de Santo Domingo, 1994) ⁄⁄ Luis Floren Lozano: Bibliografía Dominicana.<br />

Roques Román, C. por A. Ciudad Trujillo, R. D., 1948 ⁄⁄ Haring, Clarence H.: El Imperio Hispánico<br />

en América, Editora Solar/Hachette, Buenos Aires, 1966 ⁄⁄ Agustín Millares Carvas: Introducción<br />

a la Historia de los Libros y de los Bibliotecos Fondo de Cultura Económica, México, 1971.<br />

742


Julio D. Postigo Arias.<br />

Foto: Cortesía del Reverendo<br />

Hernán González Roca.<br />

Semblanza de Julio D. Postigo,<br />

editor de la <strong>Colección</strong><br />

<strong>Pensamiento</strong> <strong>Dominicano</strong><br />

Don Julio Postigo, prominente hombre público<br />

dominicano del siglo XX. ejerció durante su<br />

dilatada existencia labores como librero, editor<br />

y pastor evangélico. Nació en San Pedro de<br />

macorís el 11 de febrero de 1904.<br />

desde joven fue designado como encargado<br />

de la pequeña librería evangélica que se abrió en<br />

la ciudad de Santo Domingo, y en 1937, la Junta<br />

para el Servicio Cristiano en Santo Domingo lo<br />

designó como gerente de la librería dominicana,<br />

que don Julio, en pocos años, transforma en un<br />

importante Centro Cultural donde se organizaban<br />

tertulias, recitales y conferencias, así como<br />

exposiciones de libros nacionales y extranjeros,<br />

principalmente latinoamericanos.<br />

En 1938 la Junta Oficial de la Iglesia Evangélica<br />

Dominicana designa a don Julio, Miembro<br />

Honorario, y en 1946 se le nombra Miembro<br />

Permanente.<br />

en 1946 la librería dominicana comienza a<br />

publicar la colección Estudios, dedicada a servir<br />

de material de lectura para estudiantes, a quienes,<br />

además, se permitía leer, estudiar y copiar<br />

gratuitamente un fondo bibliográfico puesto a su<br />

disposición en los salones de la librería, donde<br />

también se había habilitado una sala de lectura.<br />

en 1949 se comienza a editar la <strong>Colección</strong><br />

<strong>Pensamiento</strong> <strong>Dominicano</strong>, que en un primer momento<br />

se compone de Antologías, como aquella<br />

de Narraciones Dominicanas, de Manuel de Jesús<br />

Troncoso de la Concha, los poemas de Domingo<br />

Moreno Jimenes, de la obra de don Américo<br />

Lugo, y la Antología Poética Dominicana, del<br />

crítico Pedro René Contín Aybar, entre otras<br />

notables selecciones bibliográficas.<br />

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ColeCCIÓn PensamIenTo domInICano | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

Don Julio Postigo fue un permanente promotor del libro dominicano. En efecto, fue<br />

designado como delegado dominicano ante la Conferencia Evangélica Latinoamericana,<br />

en Buenos Aires, Argentina, y aprovecha la ocasión para montar una exposición<br />

de libros dominicanos en esa ciudad, en colaboración con la embajada dominicana.<br />

Fue, además, el pionero de las ferias del libro en el país. En 1950, a sugerencia suya, se<br />

instituye el 23 de abril como el Día del Libro, en honor a Miguel de Cervantes Saavedra.<br />

Un año después se realiza la primera Feria Nacional del Libro, en el Parque Colón y en<br />

las arcadas del Palacio Consistorial.<br />

En 1951 don Julio Postigo propone la creación del premio Pedro Henríquez Ureña al<br />

mejor libro del año, y los libreros aportan los RD$500.00 de su primera dotación. El jurado<br />

escoge como ganadoras las obras: La Isla de la Tortuga, de Manuel Arturo Peña Batlle, y<br />

El problema de la fundamentación de una lógica pura, de Andrés Avelino.<br />

En 1954 el Gobierno <strong>Dominicano</strong> le designa como Comisionado para Europa con el<br />

propósito de promover y organizar una gran exposición de libros, dentro de la programación<br />

de la Feria de la Paz en 1955.<br />

La Gran Logia de la República Dominicana lo nombra, en 1957, Miembro Vitalicio. En<br />

1960 se le designa como regidor de la ciudad capital. Llega a ser, en 1962, Vicepresidente<br />

del Ayuntamiento de la capital dominicana. Fue, además, a partir de 1963, presidente del<br />

Consejo de directores del Instituto Cultural domínico-americano, del Club rotario, de<br />

la Alianza para el Progreso y de la Asociación Cristiana de Jóvenes.<br />

En 1965 don Julio Postigo fue designado como miembro del Gobierno de Reconstrucción<br />

Nacional, pero presenta renuncia posteriormente, en comunicación pública dirigida<br />

al General antonio Imbert Barreras.<br />

Fue jubilado en 1966, después de 29 años de regencia, por la Junta de Directores de la<br />

Librería Dominicana, y funda la Librería La Hispaniola. Posteriormente, en 1972, adquiere<br />

la propiedad de la Librería Dominicana, y al año siguiente reinaugura el local.<br />

Don Julio fue miembro de la Sociedad Dominicana de Geografía, de las Aldeas Infantiles<br />

de la República Dominicana, de la Comisión de la Feria Nacional del Libro, del<br />

Patronato Contra la Diabetes, del Círculo de Coleccionistas y de la Asociación Dominicana<br />

de Rehabilitación.<br />

La Secretaría de Estado de Educación le otorga un diploma de reconocimiento en<br />

1982, y el año siguiente es reconocido por organismos internacionales, como la UNESCO<br />

y el CERLAL. En 1985 la Universidad APEC le otorga un Doctorado Honoris Causa en<br />

Ciencias de la educación.<br />

En la década de los noventa recibe el premio Caonabo de Oro de la asociación de<br />

Escritores y Periodistas, el Ayuntamiento de Santo Domingo lo designa como Munícipe<br />

Distinguido y la Universidad Evangélica Dominicana le concede un Doctorado Honoris<br />

Causa en ministerios.<br />

Falleció a la edad de 92 años, el 21 de julio de 1996, en la ciudad de Santo Domingo.<br />

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Jeannette Miller<br />

Nació en Santo Domingo, República Dominicana,<br />

el 2 de agosto de 1944. Poeta, narradora,<br />

ensayista e historiadora de arte; se inició como<br />

escritora con el grupo llamado Generación del<br />

60, junto a Miguel Alfonseca, Jacques Viaux,<br />

René del Risco Bermúdez y otros. Ha ganado<br />

numerosos premios, entre los que destaca el<br />

Premio nacional Feria del libro eduardo<br />

León Jimenes (2007), a su ensayo Importancia del<br />

contexto histórico en el desarrollo del arte dominicano.<br />

Entre sus obras fundamentales se encuentran:<br />

El Viaje –poemas– (Cuadernos Hispanoamericanos,<br />

1967); Fórmulas para Combatir el Miedo<br />

–poemas– (Taller, 1972); Fichas de identidad/<br />

Estadías –poemas– (Taller, 1972); Historia de la<br />

pintura dominicana –ensayo– (Amigo del Hogar,<br />

1979); Cuentos de Mujeres –cuentos– (Cole, 2002),<br />

Paisaje <strong>Dominicano</strong>: Pintura y <strong>Poesía</strong> –ensayo–<br />

(Amigo del Hogar, 1992); Cuentos <strong>Dominicano</strong>s<br />

–antología– (<strong>Colección</strong> Letra Grande, Coedición<br />

Unesco y Editorial Popular, 2000) (amigo del<br />

Hogar, 1997); Fernando Peña Defilló –monografía–<br />

(Vista Color, 2000); Arte dominicano: 1844-2000<br />

–2 tomos– (Verizon, 2001 y 2002); La Mujer en el<br />

Arte <strong>Dominicano</strong> (Amigo del Hogar, 2005); y La<br />

vida es otra cosa –novela– (Alfaguara, 2006).<br />

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ColeCCIÓn PensamIenTo domInICano | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />

<strong>Colección</strong> <strong>Pensamiento</strong> <strong>Dominicano</strong><br />

1. Narraciones Dominicanas. Ml. de Js. Troncoso de la Concha. 215 páginas. 1971. (Sexta edición).<br />

2. Américo Lugo: Antología I. Vetilio Alfau Durán. 191 páginas. 1949.<br />

3. Domingo Moreno Jimenes. Flérida de Nolasco. 194 páginas. 1970. (Tercera edición).<br />

4. Pedro Henríquez Ureña I: Antología. Max Henríquez Ureña. 169 páginas. 1950.<br />

5. Emiliano Tejera: Antología. Manuel Arturo Peña Batlle. 221 páginas. 1951.<br />

6. F. García Godoy: Antología. Joaquín Balaguer. 223 páginas. 1951.<br />

7. Franklin Mieses Burgos. Freddy Gatón Arce. 162 páginas. 1952.<br />

8. Juan Antonio Alix. Décimas I. Joaquín Balaguer. 208 páginas. 1953.<br />

9. Juan Antonio Alix. Décimas II. Joaquín Balaguer. 195 páginas. 1961 (segunda edición).<br />

10. La Sangre. Tulio M. Cestero. 231 páginas. 1955.<br />

11. El Problema de los Territorios Independientes. Enrique de Marchena. 244 páginas. 1956.<br />

12. El Cuento en Santo Domingo I. Sócrates Nolasco. 205 páginas. 1957.<br />

13. El Cuento en Santo Domingo II. Sócrates Nolasco. 225 páginas. 1957.<br />

14. La Trinitaria Blanca. Manuel Rueda. 188 páginas. 1957.<br />

15. El Arte de Nuestro Tiempo. Manuel Valldeperes. 182 páginas. 1957.<br />

16. El Candado. J. M. Sanz Lajara. 160 páginas. 1959.<br />

17. El Pozo Muerto. Héctor Incháustegui Cabral. 201 páginas. 1960.<br />

18. Narraciones y Tradiciones Sureñas. E. O. Garrido Puello. 119 páginas. 1960.<br />

19. <strong>Poesía</strong>s Escogidas. Salomé Ureña de Henríquez. 189 páginas. 1960.<br />

20. Engracia y Antoñita. Francisco Gregorio Billini. 353 páginas. 1962.<br />

21. Judas. El Buen Ladrón. Marcio Veloz Maggiolo. 174 páginas. 1962.<br />

22. La Independencia Efímera. Max Henríquez Ureña. 207 páginas. 1962.<br />

23. Cuentos Escritos en el Exilio. Juan Bosch. 236 páginas. 1968. (Segunda edición).<br />

24. Moral Social. Eugenio María de Hostos. 253 páginas. 1962.<br />

25. David, Biografía de un Rey. Juan Bosch. 215 páginas. 1963.<br />

26. Over: Novela. Ramón Marrero Aristy. 225 páginas. 1970.<br />

27. La Huelga Obrera. José E. García Aybar. 284 páginas. 1963.<br />

28. Cuentos de Política Criolla. E. Rodríguez Demorizi. 244 páginas. 1977.<br />

29. Guanuma. F. García Godoy. 269 páginas. 1963.<br />

30. Páginas Dominicanas. Eugenio María de Hostos. 279 páginas. 1963.<br />

31. Resumen de Historia Patria. Bernardo Pichardo. 388 páginas. 1964. (Cuarta edición).<br />

32. Más Cuentos Escritos en el Exilio. Juan Bosch. 287 páginas. 1964. (Segunda edición).<br />

33. Panorama Histórico de la Literatura Dominicana I. Max Henríquez Ureña. 272 páginas. 1965.<br />

34. Panorama Histórico de la Literatura Dominicana II. Max Henríquez Ureña. 185 páginas. 1966. (Segunda edición).<br />

35. Los Negros y la Esclavitud. Carlos Larrazábal Blanco. 202 páginas. 1967.<br />

36. La Mañosa: La Novela de las Revoluciones. Juan Bosch. 172 páginas. 1966. (Tercera edición).<br />

37. El Cristo de la Libertad: Vida de Juan Pablo Duarte. Joaquín Balaguer. 216 páginas. 1966 (Tercera edición).<br />

38. Crónicas de Altocerro. Virgilio Díaz. 110 páginas. 1966.<br />

39. Obras Escogidas. Manuel Arturo Peña Batlle. 242 páginas. 1968.<br />

40. Estudios de Historia Política Dominicana. Pedro Troncoso Sánchez. 175 páginas. 1968.<br />

41. El Montero: Novela de Costumbres. Prefacio de Rodríguez Demorizi. 115 páginas. 1968.<br />

42. Tradiciones y Cuentos <strong>Dominicano</strong>s. Emilio Rodríguez Demorizi. 276 páginas. 1969.<br />

43. <strong>Poesía</strong> Dominicana. P. R. Contín Aybar. 216 páginas. 1969.<br />

44. Enriquillo: Leyenda Histórica Dominicana (1503-1538). Manuel de Jesús Galván. 491 páginas. 1970.<br />

45. Rebelión de Bahoruco. Manuel Arturo Peña Batlle. 261 páginas. 1970.<br />

46. Reminiscencias. Enrique Apolinar Henríquez. 303 páginas. 1970.<br />

47. El Centinela de La Frontera: Vida y hazañas de Antonio Duvergé. Joaquín Balaguer. 202 páginas. 1970.<br />

48. Música y Baile en Santo Domingo. Emilio Rodríguez Demorizi. 227 páginas. 1971.<br />

49. Pintura y Escultura. Emilio Rodríguez Demorizi. 264 páginas. 1972.<br />

50. Autobiografía. Heriberto Pieter. 215 páginas. 1972.<br />

51. Documentos Históricos. Antonio Hoepelman y Juan A. Senior. 374 páginas. 1973.<br />

52. Mis Bodas de Oro con la Medicina. Arturo Damirón Ricart. 207 páginas. 1974.<br />

53. Monseñor de Meriño Íntimo. Amelia Francasci. 300 páginas. 1975.<br />

54. Frases Dominicanas. Emilio Rodríguez Demorizi. 160 páginas. 1980.<br />

Las obras resaltadas en negritas son las que incluye este volumen.<br />

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esta obra<br />

<strong>Poesía</strong> y <strong>Teatro</strong><br />

VOLUMEN I<br />

de la<br />

<strong>Colección</strong> <strong>Pensamiento</strong> <strong>Dominicano</strong><br />

reeditada por el Banco de Reservas de la República Dominicana<br />

y la Sociedad Dominicana de Bibliófilos, Inc.<br />

terminó de imprimirse en el mes de abril de 2008,<br />

en los talleres de Amigo del Hogar,<br />

Santo Domingo, Ciudad Primada de América,<br />

República Dominicana.

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