Colección Pensamiento Dominicano, Volumen I: Poesía y Teatro
Colección Pensamiento Dominicano, Volumen I: Poesía y Teatro
Colección Pensamiento Dominicano, Volumen I: Poesía y Teatro
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COLECCIÓN<br />
PENSAMIENTO DOMINICANO<br />
VOLUMEN I<br />
<strong>Poesía</strong> y <strong>Teatro</strong>
COLECCIÓN<br />
PENSAMIENTO DOMINICANO<br />
VOLUMEN I<br />
<strong>Poesía</strong> y <strong>Teatro</strong><br />
<strong>Poesía</strong><br />
DOMINGO MORENO JIMENES | ANTOLOGÍA<br />
FRANKLIN MIESES BURGOS | ANTOLOGÍA<br />
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMOS I Y II<br />
SALOMÉ UREñA DE hENRÍqUEz | POESÍAS ESCOGIDAS<br />
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA<br />
<strong>Teatro</strong><br />
MANUEL RUEDA | LA TRINITARIA BLANCA. COMEDIA DRAMÁTICA EN TRES ACTOS<br />
INTRODUCCIóN: Jeannette Miller<br />
EPÍLOGO: Jorge Tena Reyes<br />
Santo Domingo, República Dominicana<br />
2008
Sociedad dominicana<br />
de BiBliófiloS<br />
CONSEJO DIRECTIVO<br />
Mariano Mella, Presidente<br />
Dennis R. Simó Torres, Vicepresidente<br />
Tomás Fernández W., Tesorero<br />
Manuel García Arévalo, Vicetesorero<br />
Octavio Amiama de Castro, Secretario<br />
Sócrates Olivo Álvarez, Vicesecretario<br />
VOCALES<br />
Eugenio Pérez Montás • Miguel de Camps<br />
Edwin Espinal • Julio Ortega Tous • Mu-Kien Sang Ben<br />
Antonio Morel, Comisario de Cuentas<br />
ASESORES<br />
José Alcántara Almánzar • Andrés L. Mateo • Manuel Mora Serrano<br />
Eduardo Fernández Pichardo • Virtudes Uribe • Amadeo Julián<br />
Guillermo Piña Contreras • Emilio Cordero Michel • Raymundo González<br />
María Filomena González • Eleanor Grimaldi Silié<br />
EX-PRESIDENTES<br />
Enrique Apolinar henríquez +<br />
Gustavo Tavares Espaillat • Frank Moya Pons • Juan Tomás Tavares K.<br />
Bernardo Vega • José Chez Checo • Juan Daniel Balcácer<br />
Jesús R. Navarro zerpa, Director Ejecutivo
BANCO DE RESERVAS<br />
DE LA REPúBLICA DOMINICANA<br />
Daniel Toribio<br />
Administrador General<br />
Miembro ex oficio<br />
CONSEJO DE DIRECTORES<br />
Lic. Vicente Bengoa<br />
Secretario de Estado de hacienda<br />
Presidente ex oficio<br />
Lic. Mícalo E. Bermúdez<br />
Miembro<br />
Vicepresidente<br />
Dra. Andreína Amaro Reyes<br />
Secretaria General<br />
VOCALES<br />
Ing. Manuel Guerrero V.<br />
Lic. Domingo Dauhajre Selman<br />
Lic. Luis A. Encarnación Pimentel<br />
Dr. Joaquín Ramírez de la Rocha<br />
Lic. Luis Mejía Oviedo<br />
Lic. Mariano Mella<br />
SUPLENTES DE VOCALES<br />
Lic. Danilo Díaz<br />
Lic. héctor herrera Cabral<br />
Ing. Ramón de la Rocha Pimentel<br />
Ing. Manuel Enrique Tavárez Mirabal<br />
Lic. Estela Fernández de Abreu<br />
Lic. Ada N. Wiscovitch C.
Esta publicación, sin valor comercial,<br />
es un producto cultural de la conjunción de esfuerzos<br />
del Banco de Reservas de la República Dominicana<br />
y la Sociedad Dominicana de Bibliófilos, Inc.<br />
COMITÉ DE EVALUACIóN Y SELECCIóN<br />
Orión Mejía<br />
Director General de Comunicaciones y Mercadeo, Coordinador<br />
Luis O. Brea Franco<br />
Gerente de Cultura, Miembro<br />
Juan Salvador Tavárez Delgado<br />
Gerente de Relaciones Públicas, Miembro<br />
Emilio Cordero Michel<br />
Sociedad Dominicana de Bibliófilos<br />
Asesor<br />
Raymundo González<br />
Sociedad Dominicana de Bibliófilos<br />
Asesor<br />
María Filomena González<br />
Sociedad Dominicana de Bibliófilos<br />
Asesora<br />
Jesús Navarro zerpa<br />
Director Ejecutivo de la Sociedad Dominicana de Bibliófilos<br />
Secretario<br />
Los editores han decidido respetar los criterios gramaticales utilizados por los autores<br />
en las ediciones que han servido de base para la realización de este volumen<br />
COLECCIÓN<br />
PENSAMIENTO DOMINICANO<br />
VOLUMEN I<br />
<strong>Poesía</strong> y <strong>Teatro</strong><br />
<strong>Poesía</strong><br />
DOMINGO MORENO JIMENES | ANTOLOGÍA<br />
FRANKLIN MIESES BURGOS | ANTOLOGÍA<br />
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMOS I Y II<br />
SALOMÉ UREñA DE hENRÍqUEz | POESÍAS ESCOGIDAS<br />
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA<br />
<strong>Teatro</strong><br />
MANUEL RUEDA | LA TRINITARIA BLANCA. COMEDIA DRAMÁTICA EN TRES ACTOS<br />
ISBN: <strong>Colección</strong> completa: 978-9945-8613-9-6<br />
ISBN: <strong>Volumen</strong> I: 978-9945-457-00-1<br />
Coordinadores:<br />
Luis O. Brea Franco, por Banreservas; y<br />
Jesús Navarro Zerpa, por la Sociedad Dominicana de Bibliófilos<br />
Ilustración de la portada: Rafael Hutchinson | Diseño y arte final: Ninón León de Saleme<br />
Corrección de pruebas: Juan Freddy Armando | Impresión: Amigo del hogar<br />
Santo Domingo, República Dominicana. Abril, 2008<br />
8
CONTENIDO<br />
Presentación<br />
Origen de la <strong>Colección</strong> <strong>Pensamiento</strong> <strong>Dominicano</strong> y criterios de reedición ............................. 11<br />
DA N i E l TORiBiO<br />
Administrador General del Banco de Reservas de la República Dominicana<br />
Exordio<br />
Reedición de la <strong>Colección</strong> <strong>Pensamiento</strong> <strong>Dominicano</strong>: una realidad ........................................ 15<br />
MA R i A N O ME l l A<br />
Presidente de la Sociedad Dominicana de Bibliófilos<br />
Introducción<br />
Rescatando la poesía y el teatro con la <strong>Colección</strong> <strong>Pensamiento</strong> <strong>Dominicano</strong> .......................... 17<br />
JE A N N E T T E Mi l l E R<br />
<strong>Poesía</strong><br />
DOMINGO MORENO JIMENES. ANTOLOGÍA<br />
(Selección y prólogo): Domingo Moreno Jimenes. Una interpretación de su poesía ....... 31<br />
Fl É R i D A D E NO l A s C O<br />
FRANKLIN MIESES BURGOS. ANTOLOGÍA<br />
(Selección y prólogo): Un aspecto de la poesía de Franklin Mieses Burgos. Ubicación ...... 107<br />
FR E D D Y GA T ó N AR C E<br />
JUAN ANTONIO ALIX. DÉCIMAS –TOMOS I Y II–<br />
(Selección y prólogo): La moral y la literatura ................................................................. 175<br />
JO A q u Í N BA l A G u E R<br />
SALOMÉ UREñA DE hENRÍqUEz. POESÍAS ESCOGIDAS<br />
Salomé Ureña de Henríquez ....................................................................................... 409<br />
PE D R O HE N R Í q u E z uR E ñ A<br />
POESÍA DOMINICANA. ANTOLOGÍA<br />
(Selección y prólogo): <strong>Poesía</strong> dominicana ....................................................................... 503<br />
<strong>Teatro</strong><br />
PE D R O RE N É CO N T Í N AY B A R<br />
MANUEL RUEDA. lA TRiNiTARiA BlANCA (COMEDIA DRAMÁTICA EN TRES ACTOS)<br />
(Prólogo) ....................................................................................................................... 637<br />
Ju A N GO N z á l E z CH A M O R R O<br />
Epílogo<br />
Presencia del libro en Santo Domingo desde el siglo XVI hasta Julio Postigo<br />
JO R G E TE N A RE Y E s ...................................................................................................................... 709<br />
Semblanza de Julio D. Postigo, editor de la <strong>Colección</strong> <strong>Pensamiento</strong> <strong>Dominicano</strong> ....... 743<br />
9
PRESENTACIóN<br />
Origen de la <strong>Colección</strong> <strong>Pensamiento</strong> <strong>Dominicano</strong><br />
y criterios de reedición<br />
Es con suma complacencia que, en mi calidad de Administrador General del Banco de<br />
Reservas de la República Dominicana, presento al país la reedición completa de la <strong>Colección</strong><br />
<strong>Pensamiento</strong> <strong>Dominicano</strong> realizada con la colaboración de la Sociedad Dominicana de Bibliófilos,<br />
que abarca cincuenta y cuatro tomos de la autoría de reconocidos intelectuales y clásicos de<br />
nuestra literatura, publicada entre 1949 y 1980.<br />
Esta compilación constituye un memorable legado editorial nacido del tesón y la entrega<br />
de un hombre bueno y laborioso, don Julio Postigo, que con ilusión y voluntad de quijote<br />
se dedica plenamente a la promoción de la lectura entre los jóvenes y a la difusión del libro<br />
dominicano, tanto en el país como en el exterior, durante más de setenta años.<br />
Don Julio, originario de San Pedro de Macorís, en su dilatada y fecunda existencia ejerce<br />
como pastor y librero, y se convierte en el editor por antonomasia de la cultura dominicana<br />
de su generación.<br />
El conjunto de la <strong>Colección</strong> versa sobre temas variados. Incluye obras que abarcan desde<br />
la poesía y el teatro, la historia, el derecho, la sociología y los estudios políticos, hasta incluir<br />
el cuento, la novela, la crítica de arte, biografías y evocaciones.<br />
Don Julio Postigo es designado en 1937 gerente de la Librería Dominicana, una dependencia<br />
de la Iglesia Evangélica Dominicana, y es a partir de ese año que comienza la<br />
prehistoria de la <strong>Colección</strong>.<br />
Como medida de promoción cultural para atraer nuevos públicos al local de la Librería<br />
y difundir la cultura nacional organiza tertulias, conferencias, recitales y exposiciones de<br />
libros nacionales y latinoamericanos, y abre una sala de lectura permanente para que los<br />
estudiantes puedan documentarse.<br />
Es en ese contexto que en 1943, en plena guerra mundial, la Librería Dominicana publica<br />
su primer título, cuando aún no había surgido la idea de hacer una colección que reuniera<br />
las obras dominicanas de mayor relieve cultural de los siglos XIX y XX.<br />
El libro publicado en esa ocasión fue Antología Poética Dominicana, cuya selección y prólogo<br />
estuvo a cargo del eminente crítico literario don Pedro René Contín Aybar. Esa obra<br />
viene posteriormente recogida con el número 43 de la <strong>Colección</strong> e incluye algunas variantes<br />
con respecto al original y un nuevo título: <strong>Poesía</strong> Dominicana.<br />
En 1946 la Librería da inicio a la publicación de una colección que denomina Estudios,<br />
con el fin de poner al alcance de estudiantes en general, textos fundamentales para complementar<br />
sus programas académicos.<br />
Es en el año 1949 cuando se publica el primer tomo de la <strong>Colección</strong> <strong>Pensamiento</strong> <strong>Dominicano</strong>,<br />
una antología de escritos del Lic. Manuel Troncoso de la Concha titulada Narraciones<br />
Dominicanas, con prólogo de Ramón Emilio Jiménez. Mientras que el último volumen, el<br />
número 54, corresponde a la obra Frases dominicanas, de la autoría del Lic. Emilio Rodríguez<br />
Demorizi, publicado en 1980.<br />
11
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Una reimpresión de tan importante obra pionera de la bibliografía dominicana del<br />
siglo XX, como la <strong>Colección</strong> <strong>Pensamiento</strong> <strong>Dominicano</strong>, presenta graves problemas para editarse<br />
acorde con parámetros vigentes en nuestros días, debido a que originariamente no<br />
fue diseñada para desplegarse como un conjunto armónico, planificado y visualizado en<br />
todos sus detalles.<br />
Esta hazaña, en sus inicios, se logra gracias a la voluntad incansable y al heroísmo<br />
cotidiano que exige ahorrar unos centavos cada día, para constituir el fondo necesario que<br />
permita imprimir el siguiente volumen –y así sucesivamente– asesorándose puntualmente<br />
con los más destacados intelectuales del país, que sugerían medidas e innovaciones adecuadas<br />
para la edición y títulos de obras a incluir. A veces era necesario que ellos mismos<br />
crearan o seleccionaran el contenido en forma de antologías, para ser presentadas con un<br />
breve prólogo o un estudio crítico sobre el tema del libro tratado o la obra en su conjunto,<br />
del autor considerado.<br />
Los editores hemos decidido establecer algunos criterios generales que contribuyen a<br />
la unidad y coherencia de la compilación, y explicar el porqué del formato condensado en<br />
que se presenta esta nueva versión. A continuación presentamos, por mor de concisión, una<br />
serie de apartados de los criterios acordados:<br />
Al considerar la cantidad de obras que componen la <strong>Colección</strong>, los editores, atendiendo<br />
a razones vinculadas con la utilización adecuada de los recursos técnicos y financieros<br />
disponibles, hemos acordado agruparlas en un número reducido de volúmenes, que<br />
podrían ser 7 u 8. La definición de la cantidad dependerá de la extensión de los textos<br />
disponibles cuando se digitalicen todas las obras.<br />
Se han agrupado las obras por temas, que en ocasiones parecen coincidir con algunos<br />
géneros, pero ésto sólo ha sido posible hasta cierto punto. Nuestra edición comprenderá<br />
los siguientes temas: poesía y teatro, cuento, biografía y evocaciones, novela, crítica de<br />
arte, derecho, sociología, historia, y estudios políticos.<br />
Cada uno de los grandes temas estará precedido de una introducción, elaborada por<br />
un especialista destacado de la actualidad, que será de ayuda al lector contemporáneo,<br />
para comprender las razones de por qué una determinada obra o autor llegó a considerarse<br />
relevante para ser incluida en la <strong>Colección</strong> <strong>Pensamiento</strong> <strong>Dominicano</strong>, y lo auxiliará<br />
para situar en el contexto de nuestra época, tanto la obra como al autor seleccionado.<br />
Al final de cada tomo se recogen en una ficha técnica los datos personales y profesionales<br />
de los especialistas que colaboran en el volumen, así como una semblanza de don Julio<br />
Postigo y la lista de los libros que componen la <strong>Colección</strong> en su totalidad.<br />
De los tomos presentados se hicieron varias ediciones, que en algunos casos modificaban<br />
el texto mismo o el prólogo, y en otros casos más extremos se podía agregar<br />
otro volumen, al anteriormente publicado. Como no era posible realizar un estudio<br />
filológico para determinar el texto correcto críticamente establecido, se ha tomado como<br />
ejemplar original la edición cuya portada aparece en facsímil en la página preliminar<br />
de cada obra.<br />
12
PRESENTACIóN | Da n I e l TorIbIo, aD m I n I s T r a D o r Ge n e r a l D e ba n r e s e rVa s<br />
Se decidió, igualmente, respetar los criterios gramaticales utilizados por los autores<br />
o curadores de las ediciones que han servido de base para la realización de esta publicación.<br />
Las portadas de los volúmenes se han diseñado para esta ocasión, ya que los planteamientos<br />
gráficos de los libros originales variaban de una publicación a otra, así como<br />
la tonalidad de los colores que identificaban los temas incluidos.<br />
Finalmente se decidió que, además de incluir una biografía de don Julio Postigo y<br />
una relación de los contenidos de los diversos volúmenes de la edición completa, agregar,<br />
en el último tomo, un índice onomástico de los nombres de las personas citadas, y otro<br />
índice, también onomástico, de los personajes de ficción citados en la <strong>Colección</strong>.<br />
En Banreservas nos sentimos jubilosos de poder contribuir a que los lectores de nuestro<br />
tiempo, en especial los más jóvenes, puedan disfrutar y aprender de una colección bibliográfica<br />
que representa una selección de las mejores obras de un período áureo de nuestra<br />
cultura. Con ello resaltamos y auspiciamos los genuinos valores de nuestras letras, ampliamos<br />
nuestro conocimiento de las esencias de la dominicanidad y renovamos nuestro orgullo de<br />
ser dominicanos.<br />
13<br />
Daniel Toribio<br />
Administrador General
EXORDIO<br />
Reedición de la <strong>Colección</strong> <strong>Pensamiento</strong> <strong>Dominicano</strong>:<br />
una realidad<br />
Como presidente de la Sociedad Dominicana de Bibliófilos siento una gran emoción al poner<br />
a disposición de nuestros socios y público en general la reedición completa de la <strong>Colección</strong><br />
<strong>Pensamiento</strong> <strong>Dominicano</strong> cuyo creador y director fue don Julio Postigo. Los 54 libros que<br />
componen la <strong>Colección</strong> original fueron editados entre 1949 y 1980.<br />
Salomé Ureña, Sócrates Nolasco, Juan Bosch, Manuel Rueda, Emilio Rodríguez Demorizi,<br />
son algunos autores de una constelación de lo más excelso de la intelectualidad dominicana<br />
del siglo XIX y del pasado siglo XX, cuyas obras fueron seleccionadas para conformar los<br />
cincuenta y cuatro tomos de la <strong>Colección</strong> <strong>Pensamiento</strong> <strong>Dominicano</strong>. A la producción intelectual<br />
de todos ellos debemos principalmente que dicha colección se haya podido conformar por<br />
iniciativa y dedicación de ese gran hombre que se llamó don Julio Postigo.<br />
qué mejor que las palabras del propio señor Postigo para saber cómo surge la idea o la inspiración<br />
de hacer la <strong>Colección</strong>. En 1972, en el tomo n.º 50 titulado Autobiografía de Heriberto Pieter,<br />
en el prólogo, Julio Postigo escribió lo siguiente: (...) “Reconociedo nuestra poca idoneidad en<br />
estos menesteres editoriales, un sentimiento de gratitud nos embarga hacia Dios, que no sólo<br />
nos ha ayudado en esta labor, sino que creemos fue Él quien nos inspiró para iniciar esta publicación”<br />
(...); y luego añade: (...) “nuestra más ferviente oración a Dios es que esta <strong>Colección</strong><br />
continúe publicándose y que sea exponente dentro y fuera de nuestra tierra, de nuestros más<br />
altos valores”. En estos extractos podemos percibir la gran humildad de la persona que hasta<br />
ese momento llevaba 32 años editando lo mejor de la literatura dominicana.<br />
La reedición de la <strong>Colección</strong> <strong>Pensamiento</strong> <strong>Dominicano</strong> es fruto del esfuerzo mancomunado<br />
de la Sociedad Dominicana de Bibliófilos, institución dedicada al rescate de obras clásicas<br />
dominicanas agotadas, y del Banco de Reservas de la República Dominicana, el más importante<br />
del sistema financiero dominicano, en el ejercicio de una función de inversión social de<br />
extraordinaria importancia para el desarrollo cultural. Es justo valorar el permanente apoyo<br />
del Lic. Daniel Toribio, Administrador General de Banreservas, para que esta reedición sea<br />
una realidad.<br />
Agradecemos al señor José Antonio Postigo, hijo de don Julio, por ser tan receptivo con<br />
nuestro proyecto y dar su permiso para la reedición de la <strong>Colección</strong> <strong>Pensamiento</strong> <strong>Dominicano</strong>.<br />
Igualmente damos las gracias a los herederos de los autores por conceder su autorización<br />
para reeditar las obras en el nuevo formato que condensa en 7 u 8 volúmenes los 54 tomos<br />
de la colección original.<br />
Mis deseos se unen a los de Postigo para que esta colección se dé a conocer en nuestro territorio<br />
y en el extranjero, como exponente de nuestros más altos valores.<br />
15<br />
Mariano Mella<br />
Presidente<br />
Sociedad Dominicana de Bibliófilos
INTRODUCCIóN<br />
Rescatando la poesía y el teatro<br />
con la <strong>Colección</strong> <strong>Pensamiento</strong> <strong>Dominicano</strong><br />
JE A N N E T T E Mi l l E R<br />
I<br />
El Banco de Reservas de la República Dominicana inicia un programa de reedición de las<br />
obras publicadas por la <strong>Colección</strong> <strong>Pensamiento</strong> <strong>Dominicano</strong>, con el interés de ofrecer al<br />
público importantes selecciones de connotados autores nuestros en los campos de poesía<br />
y teatro, cuento, novela, ensayo, biografía, crítica de arte, derecho, historia, ensayos sociológicos<br />
y narraciones; muchos de estos renglones recogidos en antologías de distinto<br />
orden.<br />
El proyecto editorial que cuenta con el padrinazgo de la Sociedad Dominicana de<br />
Bibliófilos, comienza incluyendo en un solo tomo los libros de poesía que fueron editados<br />
por la <strong>Colección</strong>; a saber, cuatro antologías personales: Salomé Ureña (1850-1897),<br />
Domingo Moreno Jimenes (1894-1986), Juan Antonio Alix (1833-1918) y Franklin Mieses Burgos<br />
(1907-1976); y una antología general, <strong>Poesía</strong> Dominicana, realizada por Pedro René Contín<br />
Aybar (1907-1981). Además, se incluye en esta misma edición la obra de teatro La Trinitaria<br />
Blanca de Manuel Rueda (1921-1999), única de este género que publicó la <strong>Colección</strong> <strong>Pensamiento</strong><br />
<strong>Dominicano</strong>, y que por ser su autor uno de nuestros poetas más importantes,<br />
encontramos en muchos de sus parlamentos, el ritmo que aporta un oído acostumbrado al<br />
manejo de la versificación.<br />
La <strong>Colección</strong> <strong>Pensamiento</strong> <strong>Dominicano</strong> fue probablemente el primer proyecto editorial<br />
que clasificó sus ediciones por género, y que tuvo una especie de comité de publicaciones<br />
formado por grandes intelectuales entre quienes se encontraban Julio Postigo (1904-1991) 1 ,<br />
director y dueño de la <strong>Colección</strong>; don Emilio Rodríguez Demorizi (1906-1986), historiador<br />
y compilador nuestro de primer orden; y otros escritores de renombre.<br />
La similitud del diseño: fachada de la Catedral Primada de América en las portadas,<br />
un retrato o dibujo del rostro de los autores o de los que eran motivo de los estudios al<br />
principio del libro, igual tipo de letra… crearon un estilo, que permitía al lector identificar<br />
de inmediato la edición.<br />
La <strong>Colección</strong> <strong>Pensamiento</strong> <strong>Dominicano</strong> inicia sus publicaciones en 1949, con la edición<br />
de Narraciones dominicanas de Manuel de Jesús Troncoso de la Concha, con prólogo de Ramón<br />
Emilio Jiménez 2 ; desde entonces, y de manera ininterrumpida, fueron saliendo ediciones de<br />
tomos de gran valor que abarcaban variables propias de la creatividad y del pensamiento<br />
dominicanos.<br />
Como su nombre lo indica las ediciones fueron siempre de obras de escritores nuestros,<br />
a excepción de Moral Social y Páginas Dominicanas de Eugenio María de hostos, humanista<br />
puertorriqueño que se integró a República Dominicana con trabajos y proyectos que lo<br />
convierten en parte del pensamiento nacional.<br />
17
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Importantizar lo dominicano adicionó al valor de la propuesta editorial un tomar en<br />
cuenta lo nacional que todavía no había arraigado completamente en el espíritu del escritor<br />
criollo, y esto podemos encontrarlo en muchos de los prólogos a los libros editados.<br />
En lo concerniente al renglón poesía hemos considerado tanto al autor antologado como<br />
a los prologuistas de las cinco ediciones. Firmas tales como: Flérida de Nolasco (1891-1976),<br />
quien analiza la obra de Domingo Moreno Jimenes (1894–1986); Joaquín Balaguer (1906-2002)<br />
a Juan Antonio Alix (1833-1918); Freddy Gatón Arce (1920-1994) a Franklin Mieses Burgos<br />
(1907–1976); Pedro henríquez Ureña (1884-1946) con una biografía de Salomé Ureña de<br />
henríquez (1850–1897); y Pedro René Contín Aybar (1907-1981), con una breve explicación<br />
de los criterios adoptados en su antología <strong>Poesía</strong> Dominicana.<br />
En el prólogo a la obra de teatro La Trinitaria Blanca de Manuel Rueda, el español Juan<br />
González Chamorro (¿?-¿?), quien en 1957, año de la publicación, era director del <strong>Teatro</strong><br />
Escuela de Arte Nacional 3 , afirma: ”El color blanco de esta trinitaria adquiere un alto sentido<br />
simbólico en la obra de Manuel Rueda, cuyo problema gira en torno a la frustración<br />
motivada por los prejuicios familiares y sociales que pesan sobre el carácter de una mujer,<br />
cohibiendo sus instintos naturales y encerrándola en una forzada soltería a la que no quiere<br />
resignarse… apoyada en un diálogo cortante, incisivo, ágil y de gran agresividad… en<br />
su construcción, estaba concebida y desarrollada con tal maestría que reflejaba un seguro<br />
dominio del difícil arte teatral”. 4<br />
González Chamorro compara la obra de Rueda con quienes afirma son sus antecedentes en<br />
el tema de la soltería: Doña Rosita la soltera de García Lorca y Frenesí de Peyret-Chapuis, afirmando<br />
que el personaje “Miguelina” de Manuel Rueda tiene un ”superior alcance humano” y la solución<br />
de la obra cuenta con ”mayor intensidad dramática”. La excelencia de Rueda como autor teatral,<br />
sería confirmada en 1995, al otorgársele el Premio Internacional de <strong>Teatro</strong> Tirso de Molina a su<br />
obra Retablo de la Pasión y Muerte de Juana la loca.<br />
El texto que sobre la poesía de Domingo Moreno Jimenes escribe Flérida de Nolasco, resulta<br />
un verdadero ensayo de su obra. En Domingo Moreno Jimenes, una interpretación de su poesía, la<br />
experta analiza desde las primeras composiciones del poeta, hasta las aparecidas en la época de<br />
la edición hecha en 1949, que ella declara ser la primera antología del vate de la Colina Sacra. 5<br />
Imbuida de su decidido espíritu hispanista, la escritora hace gala del manejo de la poética<br />
castellana de “rancia entraña popular” y mientras analiza la métrica del poeta versolibrista,<br />
teje asociaciones de sus versos con los cantares de gesta, con Gonzalo de Berceo, Juan de la<br />
Encina, Boscán, Lope de Vega… hasta llegar a Garcilaso y San Juan de la Cruz, para terminar<br />
con Rubén Darío. Unos por la forma, otros por el sentido, todos son conectados a la obra de<br />
Moreno Jimenes a través de una lógica sapiente capaz de crear un cuerpo de unificaciones,<br />
donde la poesía del criollo, concuerda en sus distintas etapas, con los mejores versificadores<br />
de la lengua castellana.<br />
Flérida de Nolasco establece el valor de Moreno Jimenes como uno de los iniciadores<br />
del verso libre en la poesía nacional, destacando su profundo nacionalismo que desbordaba<br />
amor a la tierra que lo vio nacer y su amplia formación, capaz de asociar los elementos<br />
clásicos de la cultura occidental con los de nuestro país.<br />
Sobre las reticencias que todavía, a la altura de 1949, pudiera motivar el decidido<br />
versolibrismo de Jimenes, de Nolasco señala: “Pasaron años, pasaron siglos, antes de que<br />
18
INTRODUCCIóN | RESCATANDO LA POESÍA Y EL TEATRO | Je a n n e T T e mIller<br />
la forma sin forma determinada que traduce mejor el genio propio del idioma, se hiciera<br />
carne en una visión de la belleza que, de puro Antigua, sorprendió y hasta escandalizó a<br />
los timoratos.” 6<br />
Esta afirmación va seguida del concepto del verso como ritmo, en un análisis profundo y<br />
completo de la obra de este gran iniciador de la poesía moderna dominicana, que permanece<br />
vigente gracias a la calidad de sus composiciones.<br />
El prólogo de Flérida de Nolasco es un excelente análisis crítico que no sólo confirma la<br />
importancia de Moreno Jimenes en la literatura dominicana, sino que establece los profundos<br />
conocimientos de la autora, indiscuiblemente, una de nuestras primeras y más valiosas<br />
ensayistas.<br />
Las décimas de Juan Antonio Alix abarcan dos tomos. Esta publicación resulta sumamente<br />
importante por ser la primera agrupación de la obra de Alix que se encontraba en papeles<br />
dispersos o en la memoria de sus admiradores; igualmente, por representar la versificación<br />
popular dominicana, ya destacada por el famoso improvisador Meso Mónica (s.XVIII),<br />
pero que en el caso de Alix, abarca las características de un realismo costumbrista donde la<br />
caricatura de personajes y situaciones exacerba una realidad que fluctúa entre lo sublime y<br />
lo ridículo, entre la risa y el drama, en busca de elementos que construyan su identificación<br />
en medio de guerras intestinas e inseguridades de pertenencia, como era el caso dominicano<br />
a lo largo del siglo XIX, época en que al decimero le tocó vivir.<br />
El prólogo La moral en la literatura escrito por Joaquín Balaguer se basa mayormente en un<br />
planteamiento de contenido que arranca del concepto de la “pornografía en la literatura”. 7<br />
Impecablemente escrito, Balaguer parte de los clásicos grecolatinos recorriendo el medioevo,<br />
el renacimiento y la ilustración, en busca de ejemplos que justificaran el uso de “malas<br />
palabras” o de situaciones comprometidas en la gran literatura de todos los tiempos.<br />
Los discursos de Catón, los aforismos de Séneca, los cuentos de Bocaccio, el Sueño de una<br />
noche de verano de William Shakspeare, se refieren como una manera de justificar la terminología<br />
“suelta” de Alix, pero principalmente la inclusión en la antología de la más famosa<br />
de sus décimas, El follón de Yamasá: “En la literatura ‘pornográfica’ es menester distinguir lo<br />
que es verdaderamente inmoral de lo que es simplemente sucio; lo que se halla en oposición<br />
a las buenas costumbres, de lo que sólo afecta a la urbanidad y a la cultura.” 8<br />
Tanto cuido sobre lo pornográfico sólo se justifica si nos vamos al contexto de época:<br />
una edición hecha en plena dictadura de Trujillo (1953), y siendo el prologuista Secretario<br />
de Estado de Educación. Por otro lado, la justificación de la terminología procaz<br />
“alixiana” ocupa el texto de Balaguer, excluyendo un análisis del valor formal de los<br />
textos antologados. 9<br />
Cuando un poeta escribe sobre otro poeta, y más si son cercanos, difícilmente su palabras<br />
logran la objetividad de reconocer en su verdadera dimensión la calidad de quien<br />
es el objeto del análisis. Sinembargo, este criterio se contradice ante la singular selección<br />
y presentación de la obra poética de Franklin Mieses Burgos (1907-1976), que hace Freddy<br />
Gatón Arce (1920-1994) en la Antología del primero, que publica la <strong>Colección</strong> <strong>Pensamiento</strong><br />
<strong>Dominicano</strong> en 1952.<br />
Miembros del Movimiento La <strong>Poesía</strong> Sorprendida (1943-1947) 10 ambos escritores se ubican<br />
entre los cimeros de la poesía dominicana de todas la épocas. Por otro lado, Gatón Arce fue<br />
19
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
periodista y ensayista de primera, y estas cualidades se traslucen en el trabajo que sirve de<br />
prólogo a la selección realizada por él.<br />
Publicada en 1952, Gatón Arce advierte que es la primera antología que se hace de la<br />
obra de Mieses Burgos, y naturalmente la selección abarca hasta lo producido a la altura<br />
del año de la edición.<br />
Partiendo de que Mieses Burgos realizó su labor poética “sin pausa y sin prisas”, 11 el<br />
prologuista establece los nexos del poeta con el barroco y el romanticismo; sinembargo, advierte<br />
que el escritor internaliza estos puntos de partida convirtiéndolos en suyos a través<br />
de una nacionalización de los elementos en juego.<br />
Franklin Mieses Burgos es un maestro del ritmo y la melodía, su lenguaje penetra a través<br />
de la escogencia de términos precisos y conmovedores que dan la imagen, el sentimiento de<br />
lo que él quiere trasmitir. “Musicalidad y limpidez lírica…” –dice Gatón Arce– “…unifican<br />
su obra…”. 12<br />
En esta Antología siempre hemos echado de menos Paisaje con un Merengue al Fondo publicado<br />
en 1943 13 . Este poema magistral se desarrolla entre lo lírico y lo épico, con una visión del<br />
ser humano basada en los sentimientos y sinembargo, estructurada a través de una historia<br />
dramática y llena de contradicciones –que simbólicamente alude a la dictadura– donde lo<br />
que se considera lastre cultural en la manera de “ser” del dominicano, emerge como una<br />
característica para poder existir a contratiempo, a contraespacio, logrando sobrevivir a un<br />
destino que para el poeta parece estar determinado.<br />
Nadie como Mieses Burgos para describir el paisaje criollo. Nadie como este poeta deslumbrante<br />
para dar la esencia del hombre dominicano y su manera de ser o no ser…<br />
La validez de influencias como enriquecimiento del escritor, sin caer en el calco o repetición<br />
de otras voces, queda establecida por Gatón Arce en la siguiente afirmación: “En<br />
los últimos siglos, y sobre todo en el mundo de hoy, las tansculturaciones son incesantes e<br />
intensas, y se escribe para todos los hombres y mujeres de la tierra y de su tiempo, acorde<br />
las circunstancias de cada quien”. 14<br />
“Mieses Burgos, poeta permeable y abierto, es por esto mismo, un creador auténtico,<br />
consciente de sus fuerzas. Y su canto será más fidedigno, dominicano y universal, cuanto<br />
mayor cantidad de bondades líricas de diversa tendencia asimile y participen en la depuración<br />
de su acérrimo intrumento expresivo”. 15<br />
Estas palabras acordes a lo que fue el lema de La <strong>Poesía</strong> Sorprendida: “<strong>Poesía</strong> con el<br />
hombre universal”, actúan como síntesis del concepto que primó en la excelente selección<br />
de la obra de Mieses Burgos hecha por Freddy Gatón Arce, que entre otros poemas incluye:<br />
Esta canción estaba tirada por el suelo, Elegía por la muerte de Tomás Sandoval, Rosa en vigilia…<br />
y al final, juicios críticos con las firmas de Iván Alfonseca (¿?-¿?), Alberto Baeza Flores<br />
(1914-1998), Pedro René Contín Aybar (1907-1981), Mariano Lebrón Saviñón (1922), Manuel<br />
Rueda (1921-1999), María Ugarte (1914) y Manuel Valldeperes(¿?-1970), entre otros, quienes<br />
completan una evaluación amplia y ponderada de Franklin Mieses Burgos, uno de los<br />
nombres principales –si no el principal– de la poesía dominicana.<br />
En las <strong>Poesía</strong>s Escogidas de Salomé Ureña de henríquez el prólogo se sustituye por<br />
una biografía objetiva y equilibrada escrita por su hijo, Pedro henríquez Ureña. Con una<br />
sinceridad conmovedora, henríquez Ureña advierte que los versos que aparecen en la<br />
20
INTRODUCCIóN | RESCATANDO LA POESÍA Y EL TEATRO | Je a n n e T T e mIller<br />
edición han sido corregidos y que no ha sido incluida toda la obra poética de su madre –más<br />
de veinte poemas de juventud y la poesía Anacaona, escrita en 1879–. Destaca que la formación<br />
de Salomé se basó en la lectura de los clásicos castellanos. Igualmente habla de la no<br />
muy extensa producción de la escritora en la que sobresale su poesía civil y patriótica, de la<br />
que Ruinas (1881) y Mi ofrenda a la Patria (1887), son quizás los mejores ejemplos. Asimismo,<br />
ubica su labor educativa como sin precedentes, y echa de menos sus cartas y otros textos en<br />
prosa donde Salomé Ureña de henríquez establece su manera de pensar y su compromiso<br />
con la patria, la civilización y el progreso. Igualmente afirma que para la insigne educadora<br />
y escritora, su labor docente fue más importante que su producción literaria: “La preocupación<br />
patriótica llegó a sobreponerse a toda otra idea en el espíritu de la joven poetisa: la<br />
literatura fue para ella consideración secundaria…” 16<br />
La antología <strong>Poesía</strong> Dominicana de Pedro René Contín Aybar resulta ser una selección de<br />
poetas nacionales aparecidos entre 1845 y 1951.<br />
quiérase o no, una antología es una escogencia basada en los gustos y preferencias del<br />
antólogo. que en algunos casos la selección se atenga a esfuerzos de objetividad más que<br />
en otros, es posible; pero las preferencias siempre saldrán a la vista. Este es el caso de la<br />
Antología de Pedro René Contín Aybar, donde el autor incluye poetas y trabajos de indiscutible<br />
calidad y permanencia, aunque también otros, –cuyos nombres no consideramos necesario<br />
reproducir– puedan parecer producto del capricho.<br />
hecha con conocimiento y desenfado, la antología de Contín Aybar tiene todavía una<br />
vigencia inaplazable para cualquier estudioso de la producción poética dominicana, pues<br />
abarca desde un año después de la Independencia (1845), hasta 1951, fecha de la segunda<br />
edición, a la que él afirma, en el prólogo que comentamos, no haber agregado ningún<br />
nombre, pero sí haber eliminado unos cuantos que se incluían en la primera edición de<br />
1945. Ambas publicaciones –la de 1945 y la de 1951– llevaron el nombre de Antología Poética<br />
Dominicana.<br />
Refiriéndose a Contín Aybar, Manuel Rueda escribió: “…el único libro que materializó<br />
su prestigio un tanto etéreo de charlista y crítico ocasional, fue su popular Antología Poética<br />
Dominicana, donde se dio a la tarea de realizar valoraciones “definitivas” de nuestros<br />
poetas y donde marginaba, especialmente en la segunda edición, a figuras proscritas por<br />
la dictadura.” 17<br />
En apenas dos páginas y media Pedro René Contín Aybar establece su criterio de poesía<br />
dominicana, entre otras cosas reforzado por el período que abarca su recolección, 1845-1951:<br />
“…este volumen de la <strong>Colección</strong> <strong>Pensamiento</strong> <strong>Dominicano</strong> se intitula <strong>Poesía</strong> Dominicana, esto<br />
es, poesía escrita hasta el 1951, por poetas dominicanos. Y que viene a suplir, en parte, las<br />
ediciones de mi Antología Poética Dominicana, 1945 y 1951, agotadas.<br />
Para obviar esta falta he compuesto este volumen, a pedido del director de la <strong>Colección</strong>,<br />
Julio D. Postigo. No se incluyen otros poetas que los aparecidos en la primera<br />
edición, algunos de los cuales, por razones obvias, debieron ser suprimidos en la segunda…”<br />
18<br />
En ella establece que la verdadera poesía dominicana nace con Domingo Moreno Jimenes<br />
y el Postumismo: “Me refiero nomás a la circunstancia ‘poesía dominicana’ poesía de<br />
ambiente nacional, (aunque con sentido universalista, porque si no se entra en el campo,<br />
21
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
terrible, de lo simplemente folklórico, o en lo que es algo peor, en el chauvinismo literario)<br />
y la cual advino luego, a partir, como ya dije, de Domingo Moreno Jimenes.” 19<br />
Los poetas con mayor cantidad de trabajos incluidos son: Fabio Fiallo (1866-1942), Domingo<br />
Moreno Jimenes (1894-1986), Franklin Mieses Burgos (1907-1976), Manuel del Cabral (1907-1999)<br />
y Rubén Suro (1916-2004); lo que nos ayuda a formar una idea sobre sus preferencias.<br />
Por el momento histórico y las características de la publicación, la Antología de Pedro<br />
René Contín Aybar fue piedra de escándalo y en ese mismo sentido, muy solicitada.<br />
II<br />
En los estudios críticos de carácter histórico las selecciones se aprietan con el tiempo y va quedando<br />
lo que realmente ha trascendido. En la poesía dominicana: clasicismo, romanticismo, modernismo,<br />
versolibrismo, surrealismo, simbolismo, coloquialismo se han venido sucediendo y llegan a<br />
nosotros a través de obras únicas o del conjunto de obras de los autores más prolíficos.<br />
Valorando los textos poéticos de la <strong>Colección</strong> <strong>Pensamiento</strong> <strong>Dominicano</strong> que hoy se reeditan<br />
en un solo tomo, resulta interesante compararar los distintos enfoques producto de la<br />
formación y preferencia de los prologuistas, lo que en cierto sentido nos permite tomar el<br />
pulso de la época en cuanto a las visiones críticas y evaluativas que se hacían a la producción<br />
literaria a mediados del siglo XX.<br />
Un factor importante es que los libros que tratamos –algunos de ellos, segundas o terceras<br />
ediciones– fueron publicados entre 1949 y 1961; es decir, durante los últimos doce años de<br />
la dictadura de Trujillo, en que la mordaza y los medios represivos llegaron a sus extremos,<br />
condiciones que indiscutiblemente pesaban tanto en las selecciones como en los ensayos<br />
críticos que servían como prólogos.<br />
Otro factor a tomar en cuenta es que a excepción de Gatón Arce sobre Franklin Mieses<br />
Burgos, y Contín Aybar en su Antología Dominicana, estos ensayos no toman en cuenta los<br />
referentes literarios nacionales como contexto e influencia.<br />
Pasado el tiempo, los dominicanos han ido tomando conciencia de su propia historia y de<br />
los elementos que los han distinguido e identificado como herederos de una serie de hechos<br />
que permanecen en lo que reconocemos como país, raza, entorno geográfico, habitat, modos<br />
y respuestas distintos, propios… La manera de hablar, el color de la piel, la forma de concebir<br />
nuestras edificaciones, lo que comemos, incluso nuestros sueños plasmados en la pintura, en<br />
la literatura, en la música, en el baile, en la artesanía… son parte de una identidad cambiante<br />
reforzada por la capacidad de inventar respuestas para poder sobrevivir. Todo lo acontecido<br />
hasta hoy nos ha condicionado, incluso a aquellos que no aceptan este punto de vista.<br />
Son los escritores de la década de 1960, que habiendo vivido los últimos años de la gran<br />
dictadura (1930-1961) y siendo protagonistas de la vorágine social, política, económica y<br />
humana que aconteció en ese decenio, se lanzan a la apertura y al cuestionamiento.<br />
Ya la belleza no es sólo blanca y marmórea, ya no sólo los alcázares y palacios mueven<br />
al poeta, tampoco hay que recurrir a fantasías indígenas, ni llorar por un negro visto desde<br />
Europa como esclavizado y dimensionalizado en su dolor. hoy, los mulatos somos la isla, en<br />
la que paisajes de ensueño coexisten con el hambre, las chozas, el atropello, el turismo socavante,<br />
el comercio humano, la propaganda y el consumo indiscriminado. Ahora escribimos<br />
22
INTRODUCCIóN | RESCATANDO LA POESÍA Y EL TEATRO | Je a n n e T T e mIller<br />
los nuevos sueños de la vieja migración tratando de definir a los habitantes de un espacio<br />
con frontera de mar y tierra: la melancolía de la hégira, la tristeza honda del autoexilio, el<br />
grito de la transculturación… y nombres innovadores como Norberto James (1945), Cayo<br />
Claudio Espinal (1955) y José Mármol (1960); o desacralizantes como Alexis Gómez Rosa<br />
(1950) y Soledad Álvarez (1950), se sumergen en la libido o reseñan la patria en una introspección<br />
que interactúa con el devenir histórico tratando de crear los nuevos códigos, las<br />
nuevas formas de existir, las lejanías… que en este caso reafirman la memoria.<br />
Igualmente, los enfoques de la producción literaria asumen nuestra propia historia y nombres<br />
como los de Manuel Rueda (1921-1999), José Alcántara Almánzar (1946), Tony Raful (1951), Pedro<br />
Peix (1952), Andrés L. Mateo (1946), Diógenes Céspedes (1941), Franklin Gutiérrez (1951), sin<br />
olvidar a ese gran chileno-dominicano, Alberto Baeza Flores (1914-1998), registran un acontecer<br />
donde esa “intelección de la idea nacional” 20 que llevamos a cabo de manera permanente, se<br />
nutre de las influencias externas digiriéndolas para mezclarlas con el sedimento de la isla,<br />
con la sal y el yodo del litoral, con la vegetación umbría y misteriosa, con la sangre cotidiana,<br />
con el ritmo extravagante, surreal y expresionista que nos ata a la existencia, con la “violenta<br />
alegría de la vida y de la muerte” 21 , en una tierra insólita que siempre nos sorprende<br />
modificando las respuestas, apropiándose de ellas.<br />
Y como prueba, los testimonios de Eugenio Fernández Granell (1912-2001), María Ugarte<br />
(1914), Manuel Valldeperes (¿?-1970), José Gausachs (1889-1959)… talentos europeos que fueron<br />
atrapados por la magia y el asombro de las “peinetas derretidas”, –como decía Wifredo<br />
Lam (1902-1982)– 22 en un entorno paradisíaco y contradictorio, donde el deslumbre de la<br />
naturaleza siempre ha contrastado con los profundos índices de miseria y escasez.<br />
La búsqueda de la respuesta a esa dicotomía todavía se mantiene y es parte nodal de nuestro<br />
cuestionamiento; eso somos y esos elementos son los que salen en nuestra poesía, una poesía<br />
rítmica y melódica que partiendo del siglo XIX toma de la mano a Salomé Ureña (1850-1897),<br />
Gastón Deligne (1861-1913), Federico Bermúdez (1884-1921), Altagracia Saviñón (1886-1942),<br />
Domingo Moreno Jimenes (1894-1986), Franklin Mieses Burgos (1907-1976), Freddy Gatón<br />
Arce (1920-1994), Manuel Rueda (1921-1999), Aída Cartagena Portalatín (1918-1994), René<br />
del Risco Bermúdez (1937-1972) y muchos más, alcanzando, al llegar al siglo XXI, adultez<br />
y calidad indiscutibles.<br />
La importancia de la reedición de la <strong>Colección</strong> <strong>Pensamiento</strong> <strong>Dominicano</strong> es innegable.<br />
Por un lado, rescata parte importante de nuestro pensamiento y de nuestra cultura durante<br />
un período (1949-1980) 23 que todavía estamos aireando; pone sobre el tapete nombres que,<br />
aunque parezca mentira, se han ido olvidando; y hace honor a un valioso editor, Julio Postigo,<br />
porque sin su empecinamiento en difundir las letras nacionales, hoy no tendríamos a<br />
la mano estos documentos.<br />
Por otro lado, los aportes de la publicación enriquecen, y hasta cierto punto modifican,<br />
el criterio editorial del Banco de Reservas de la República Dominicana, trazando pautas para<br />
un rescate de nuestra memoria como país en el aspecto de lo cultural, artístico y literario,<br />
campos de manifestación del intelecto y del espíritu que garantizan la permanencia de lo<br />
que debe ser considerado como valor nacional.<br />
Santo Domingo, noviembre de 2007.<br />
23
Citas y notas<br />
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1. Julio Postigo, reconocido editor y librero dominicano, tuvo su Librería Dominicana –luego<br />
Librería hispaniola– en la calle Mercedes, al lado del templo evangélico que hace esquina con 19 de<br />
Marzo, en el cual era pastor. Fue un gran promotor de las letras nacionales y entre sus logros se menciona,<br />
no sólo haber sido el editor de la <strong>Colección</strong> <strong>Pensamiento</strong> <strong>Dominicano</strong>, sino el responsable de que<br />
en 1950, se instituyera el 23 de abril como Día del Libro, en honor a Miguel de Cervantes Saavedra,<br />
y de que en 1951 se realizara la primera Feria del Libro en República Dominicana. Ver historia de la<br />
Feria del Libro: www.ferilibro.com<br />
2. Frank Moya Pons, Bibliografía de la Literatura Dominicana 1820-1990. Santo Domingo: Imprenta<br />
Amigo del hogar; 1997. 2 volúmenes. p.93.<br />
3. El <strong>Teatro</strong> Escuela de Arte Nacional se fundó el 19 de marzo de 1946. Ver bellasartes.gov.do<br />
4. La Trinitaria Blanca: comedia dramática en tres actos. Prólogo de Juan González Chamorro.<br />
<strong>Colección</strong> <strong>Pensamiento</strong> <strong>Dominicano</strong>. Talleres Tipográficos “Librería Dominicana”. Ciudad Trujillo,<br />
República Dominicana.1957. pp.12-14 .<br />
5. A partir de 1918, se llamó Colina Sacra a la casa de Domingo Moreno Jimenes en el sector de Villa<br />
Francisca, en Santo Domingo. Alllí se celebraban peñas literarias de escritores y literatos, en especial de<br />
los pertenecientes al Postumismo. Ver Biografía de Domingo Moreno Jimenes en wikipedia.com<br />
6. Domingo Moreno Jimenes. Antología. Selección y Prólogo Flérida de Nolasco. <strong>Colección</strong> <strong>Pensamiento</strong><br />
<strong>Dominicano</strong>. Librería Dominicana. Ciudad Trujillo, República Dominicana. 1949. p.9.<br />
7. Pornografía; obra literaria o artística de carácter obsceno. Ver Diccionario de la Lengua Española.<br />
Real Academia Española. Espasa-Calpe. Madrid, España 1970.<br />
8. Juan Antonio Alix. Décimas. Selección y prólogo Joaquín Balaguer. <strong>Colección</strong> <strong>Pensamiento</strong> <strong>Dominicano</strong>.<br />
Librería Dominicana . Ciudad Trujillo, República Dominicana. 1953. II tomos. Primer tomo. p.12.<br />
9. Nos referimos a un análisis de la décima en Santo Domingo y sus características en Juan<br />
Antonio Alix. La décima, esencia de la versificación popular, mayormente ha permanecido en la<br />
oralidad. En el caso de Alix, es importante la inclusión de términos propios del habla cibaeña, lo<br />
que adiciona valor a sus trabajos. Ver Luis Beiro Álvarez y huchi Lora. La Décima Escrita en la República<br />
Dominicana. (Antología Histórica). Fundación Barceló Procultura. Editora de Colores.1994. Santo<br />
Domingo, República Dominicana.<br />
10. La <strong>Poesía</strong> Sorprendida, agrupación literaria que surgió en Santo Domingo en 1943 con el lema<br />
“<strong>Poesía</strong> con el hombre universal”. Sus integrantes fueron: Rafael Américo henríquez, Manuel Llanes,<br />
Franklin Mieses Burgos, Aida Cartagena Portalatín, Manuel Valerio, Freddy Gatón Arce, Manuel Rueda,<br />
Mariano Lebrón Saviñón, Antonio Fernández Spencer y José Glass Mejía. Estuvieron unidos al grupo el poeta<br />
y ensayista chileno Alberto Baeza Flores, y el pintor, músico y escritor español Eugenio Fernández Granell.<br />
Permanecieron activos desde octubre de 1943, fecha de la aparición de la revista La <strong>Poesía</strong> Sorprendida,<br />
hasta mayo de 1947, cuando circuló el último número de dicha publicación. Durante esos cinco años<br />
salieron a la luz pública 21 números. Ver La <strong>Poesía</strong> Sorprendida en www.escritoresdominicanos.com<br />
11. Franklin Mieses Burgos. Antología. Selección y prólogo Freddy Gatón Arce. <strong>Colección</strong> <strong>Pensamiento</strong><br />
<strong>Dominicano</strong>. Librería Dominicana. Ciudad Trujillo, República Dominicana. 1952. p.7, sin numerar.<br />
12. Franklin Mieses Burgos. Antología. Selección y prólogo Freddy Gatón Arce. <strong>Colección</strong> <strong>Pensamiento</strong><br />
<strong>Dominicano</strong>. Librería Dominicana. Ciudad Trujillo, República Dominicana. 1952. p.7.<br />
13. La <strong>Poesía</strong> Sorprendida, 1943. Edición completa 1943-1947. Editora Cultural Dominicana, Santo<br />
Domingo. República Dominicana. 1973. Ver Núm. 3 de La <strong>Poesía</strong> Sorprendida.<br />
14. Franklin Mieses Burgos. Antología. Selección y prólogo Freddy Gatón Arce. <strong>Colección</strong> <strong>Pensamiento</strong><br />
<strong>Dominicano</strong>. Librería Dominicana. Ciudad Trujillo, República Dominicana. 1952. p.8.<br />
24
INTRODUCCIóN | RESCATANDO LA POESÍA Y EL TEATRO | Je a n n e T T e mIller<br />
15. Franklin Mieses Burgos. Antología. Selección y prólogo Freddy Gatón Arce. <strong>Colección</strong> <strong>Pensamiento</strong><br />
<strong>Dominicano</strong>. Librería Dominicana. Ciudad Trujillo, República Dominicana. 1952. p.10.<br />
16. Salomé Ureña de henríquez. <strong>Poesía</strong>s Escogidas. <strong>Colección</strong> <strong>Pensamiento</strong> <strong>Dominicano</strong>. Librería<br />
Dominicana. Ciudad Trujillo, República Dominicana. 1960. p.8, sin numerar.<br />
17. Manuel Rueda. Dos Siglos de Literatura Dominicana (S.XIX-XX). <strong>Poesía</strong>. Tomo II. <strong>Colección</strong><br />
Sesquicentenario de la Independencia Nacional. <strong>Volumen</strong> X. Editora Corripio C x A. 1996. Santo<br />
Domingo, República Dominicana. p.80.<br />
18. <strong>Poesía</strong> Dominicana. Antología. Selección y prólogo Pedro René Contín Aybar. <strong>Colección</strong> <strong>Pensamiento</strong><br />
<strong>Dominicano</strong>. Librería Dominicana. Ciudad Trujillo, República Dominicana. 1969. p.6.<br />
19. <strong>Poesía</strong> Dominicana. Antología. Selección y prólogo Pedro René Contín Aybar. <strong>Colección</strong> <strong>Pensamiento</strong><br />
<strong>Dominicano</strong>. Librería Dominicana. Ciudad Trujillo, República Dominicana- 1969. p.6.<br />
20. Emilio Rodríguez Demorizi. Pintura y Escultura en Santo Domingo. <strong>Colección</strong> <strong>Pensamiento</strong><br />
<strong>Dominicano</strong>. Librería hispaniola. Santo Domingo, República Dominicana. 1972. p.38.<br />
21. Jeannette Miller. Fichas de identidad / Estadías. Respuesta a una nota masoquista de mi amigo…<br />
Editora Taller. Santo Domingo, República Dominicana. 1985. p.77 de Fichas de Identidad<br />
22. Jeannette Miller y María Ugarte. Arte <strong>Dominicano</strong>, artistas españoles y modernidad. 1920-1961.<br />
Centro Cultural hispánico e Instituto de Cooperación Iberoamericana. Editora Corripio, Santo Domingo,<br />
República Dominicana. 1996; y Silvano Lora. Wifredo Lam y Santo Domingo. Galería Boinayel.<br />
Arte e Impresión Mograf S. A. Santo Domingo, República Dominicana. 1985.<br />
23. La primera publicación de la <strong>Colección</strong> <strong>Pensamiento</strong> <strong>Dominicano</strong> fue en 1949: Narraciones<br />
Dominicanas de Manuel de Jesús Troncoso de la Concha, con prólogo de Ramón Emilio Jiménez; y la<br />
útima, Frases dominicanas de Emilio Rodríguez Demorizi, en 1980. Ver Diógenes Céspedes La <strong>Colección</strong><br />
<strong>Pensamiento</strong> <strong>Dominicano</strong> son 55 libros, no 54. hoy Digital.<br />
Publicaciones de referencia<br />
Alcántara Almánzar, José. Antología de la literatura dominicana. Editora Cultural Dominicana. Santo<br />
Domingo, República Dominicana. 1972.<br />
Alcántara Almánzar, José. Estudios de poesía dominicana. Editora Alfa y Omega, Santo Domingo, República<br />
Dominicana. 1979.<br />
Antología Concurso de <strong>Poesía</strong>. Casa de <strong>Teatro</strong> 1984. Editora Corripio C x A. Santo Domingo, República<br />
Dominicana.1986.<br />
Baeza Flores, Alberto. Los Poetas <strong>Dominicano</strong>s del 1965: una generación importante y distinta. <strong>Colección</strong><br />
Orfeo, Biblioteca Nacional. Santo Domingo, República Dominicana. 1985.<br />
Baeza Flores, Alberto. La poesía dominicana en el siglo XX. <strong>Colección</strong> Estudios, Universidad Católica<br />
Madre y Maestra. Santiago, República Dominicana. 1977. bellasartes.gov.do<br />
Beiro Álvarez, Luis y Lora, huchi. La Décima Escrita en la República Dominicana. (Antología Histórica).<br />
Fundación Barceló Procultura. Editora de Colores.1994. Santo Domingo, República Dominicana.<br />
Céspedes, Diógenes. Lenguaje y <strong>Poesía</strong> en Santo Domingo en el Siglo XX.<strong>Colección</strong> Arte y Sociedad No.19.<br />
Editora Universitaria UASD. Santo Domingo, República Dominicana. 1985.<br />
Céspedes, Diógenes. Miniantología Poética del ’88. Cuadernos de Poética. Año V, Núm.14. Enero-abril<br />
de 1988. Editora Taller. Santo Domingo, República Dominicana.1988.<br />
Cortázar, Julio. Literatura en la Revolución y Revolución en la Literatura. Siglo XXI. Editores. México.<br />
Diccionario de la Lengua Española. Real Academia Española. Editorial Espasa-Calpe, S. A. Madrid,<br />
España. 1970.<br />
25
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Gutiérrez, Franklin. Antología Histórica de la <strong>Poesía</strong> Dominicana del Siglo XX (1912-1995). Ediciones<br />
Alcance. Nueva York. N. Y. EE.UU.<br />
Gatón Arce, Freddy. Franklin Mieses Burgos. Antología. <strong>Colección</strong> <strong>Pensamiento</strong> <strong>Dominicano</strong>. Librería<br />
Dominicana. Ciudad Trujillo, República Dominicana. 1952. genealogiadominicana.com<br />
La <strong>Poesía</strong> Sorprendida. Edición completa 1943-1947. Editora Cultural Dominicana. Santo Domingo,<br />
República Dominicana. 1973.<br />
Lora, Silvano. Wifredo Lam y Santo Domingo. Galería Boinayel. Arte e Impresión Mograf, S. A. Santo<br />
Domingo, República Dominicana.1985.<br />
Mateo, Andrés L. <strong>Poesía</strong> de Post-guerra/Joven <strong>Poesía</strong> Dominicana. Santo Domingo, República Dominicana.<br />
(1981).<br />
Miller, Jeannette. Fichas de identidad/Estadías. Editora Taller. Santo Domingo, República Dominicana.<br />
1985.<br />
Miller, Jeannette. Fredy Miller: realidad y leyenda. Cuentos, poemas y otros textos. Banco Central de la<br />
República Dominicana. Santo Domingo, República Dominicana. 2005.<br />
Miller, Jeannette y Gatón Arce, Freddy. El Paisaje <strong>Dominicano</strong>: Pintura y <strong>Poesía</strong>. Ediciones Empresas<br />
BhD. Impresora Amigo del hogar. Santo Domingo, República Dominicana. 1992.<br />
Miller, Jeannette y Ugarte, María. Arte <strong>Dominicano</strong>, artistas españoles y modernidad: 1920-1961. Centro<br />
Cultural hispánico e Instituto de Cooperación Iberoamericana. Editora Corripio. Santo Domingo,<br />
República Dominicana. 1996.<br />
Moya Pons, Frank, Bibliografía de la Literatura Dominicana 1820-1990. Santo Domingo: Imprenta Amigo<br />
del hogar; 1997. 2 volúmenes.<br />
Nolasco, Flérida de. Domingo Moreno Jimenes. Antología. <strong>Colección</strong> <strong>Pensamiento</strong> <strong>Dominicano</strong>.<br />
Librería Dominicana . Ciudad Trujillo, República Dominicana. 1949.<br />
Pueblo, Sangre y Canto. Publicación del Frente Cultural. Santo Domingo, República Dominicana 1965.<br />
Sin nombre de editora.<br />
Raful,Tony y Peix, Pedro. El Síndrome de Penélope en la <strong>Poesía</strong> Dominicana.<strong>Colección</strong> Orfeo. Editorial<br />
Santo Domingo. Santo Domingo, República Dominicana.1986.<br />
Rodríguez Demorizi, Emilio. Pintura y Escultura en Santo Domingo. <strong>Colección</strong> <strong>Pensamiento</strong> <strong>Dominicano</strong>.<br />
Librería hispaniola, Editores Julio D. Postigo e hijos. Santo Domingo, República Dominicana.<br />
1972.<br />
Rueda, Manuel. La Trinitaria Blanca: comedia dramática en tres actos. Prólogo de Juan González Chamorro.<br />
<strong>Colección</strong> <strong>Pensamiento</strong> <strong>Dominicano</strong>. Talleres Tipográficos “Librería Dominicana”. Ciudad Trujillo,<br />
República Dominicana.1957.<br />
Rueda, Manuel y hernández Rueda, Lupo. Antología Panorámica de la <strong>Poesía</strong> Dominicana Contemporánea<br />
(1912-1962). <strong>Colección</strong> Contemporáneos. Universidad Católica Madre y Maestra. Santiago de los<br />
Caballeros, República Dominicana. 1972.<br />
Sánchez, Enriquillo. La <strong>Poesía</strong> Bisoña (poesía dominicana 1960-1975) Reseña y Antología. Editora Casanova.<br />
Santo Domingo, República Dominicana. Sin fecha.<br />
Ureña de henríquez, Salomé. <strong>Poesía</strong>s Escogidas. Biografía de la autora por Pedro henríquez Ureña.<br />
<strong>Colección</strong> <strong>Pensamiento</strong> <strong>Dominicano</strong>. Librería Dominicana . Ciudad Trujillo, República Dominicana.<br />
1960.<br />
www.escritoresdominicanos.com<br />
www.ferilibro.com<br />
26
<strong>Poesía</strong><br />
DOMINGO MORENO JIMENES | ANTOLOGÍA<br />
FRANKLIN MIESES BURGOS | ANTOLOGÍA<br />
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMOS I Y II<br />
SALOMÉ UREñA DE hENRÍqUEz | POESÍAS ESCOGIDAS<br />
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA
DOMINGO MORENO JIMENES<br />
ANTOLOGÍA<br />
Selección y prólogo<br />
Fl é r I D a D e nolasco<br />
N O. 2
DOMINGO MORENO JIMENES<br />
Una interpretación de su poesía<br />
Por primera vez se reúne en volumen un manojo de poesías escogidas de nuestro poeta<br />
Domingo Moreno Jimenes. Su vasta obra, hasta ahora dispersa y aun maltratada en ediciones<br />
minúsculas de pésima calidad material, puede decirse que no es conocida en su valor<br />
verdadero. Al lanzar al público este libro es intención de los editores –intención que por sí<br />
misma se alaba– dar a conocer al poeta, haciendo resaltar lo más artístico y más noble de<br />
su producción.<br />
El material se ha dividido en tres momentos, y los dos últimos se subdividen en distintos<br />
planos de inspiración, facilitando así la comprensión del desarrollo intelectual y anímico del<br />
poeta. Los tres momentos corresponden a una ascensión gradual y constante: a un crecimiento<br />
de elevación y profundidad, a un latido espiritual y de penetración, al mismo tiempo de<br />
natural y espontánea intuición y de un atento cultivo artístico.<br />
En sus poesías de adolescencia y juventud Moreno Jimenes es uno de tantos iniciados<br />
que miran hacia atrás, hacia lo hecho, hacia lo tradicionalmente trazado y aceptado. Su buen<br />
gusto desde entonces lo guía, conduciéndolo por los caminos acostumbrados y aun por<br />
los entonces nuevos caminos. Pero se avecina la inquietud; ya tiembla en sus palabras, con<br />
la inseguridad y el temor de que pueda no ser cierto que viva dentro de sí lo inusitado, lo<br />
verdaderamente extraordinario. ¡Oh el desgarramiento de palparse, de sentirse que se es,<br />
de oírse llamado a seguir muy de cerca al dador de todo don y de toda gracia, e ir a tientas,<br />
sin saber el cómo ni el cuándo!<br />
Es la edad temprana, y ya tiene en los labios el zumo castizo, la rancia entraña popular<br />
que es savia de la poesía castellana. Lectura de los siglos de oro se entrevén en sus estrofas<br />
juveniles: salta sin extraños disfraces la copla irónica, risueña o nostálgica, como la hemos<br />
visto, rediviva, en los versos sencillos de Martí. Aparece asimismo una forma del viejo rondel,<br />
el casi milenario zéjel, el que siendo flor de campos sin cultivo también florece en los jardines<br />
de un Juan del Encina, de un Boscán, de un Garcilaso, o de un Lope de Vega.<br />
Empleará Moreno Jimenes, el joven, a más del típico octosílabo, el verso de siete, de<br />
diez, de once, de doce, de catorce sílabas; y, además ensayará combinaciones métricas, y<br />
airosamente se encerrará en el clásico y ceñido molde del Soneto. También manejará con<br />
soltura el infrecuente verso de nueve sílabas:<br />
Tras unos árboles diviso<br />
vagos celajes rosa y oro…<br />
los que inmortalizó Rubén Darío con<br />
Juventud, divino tesoro…<br />
hasta aquí es Moreno Jimenes un seguidor, a distancia de siglos, del buen Berceo, del<br />
que quiso bien trovar. Pero ya tienta y casi adivina una estética aun más atrevida y libre que<br />
la del mismo Rubén, que nos había hecho recorrer en embeleso de nuevo sabor, desde las<br />
formas más cultas, pasando por el movido y travieso Arcipreste, hasta el decir popular de<br />
31
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
la gaita gallega de que gustó el alado San Juan de la Cruz. Nos probó Rubén Darío que<br />
en el campo de la métrica no había desecho de hermosura para él vedado o desconocido.<br />
Pero con todo, es lo cierto que, desenterradas y manejadas con igual destreza todas las<br />
formas de poesía de sílabas contadas, todavía quedaban reservadas para futuros días,<br />
otras resurrecciones.<br />
El Cantar de Gesta ¿se quedaría para siempre como ejemplar momificado? Sus inauditas<br />
libertades que traían inquietos y confusos no sólo al mundo de los poetas estudiosos,<br />
sino a los propios investigadores de la lengua, ¿no habría quien se atreviera a intentarlas<br />
de nuevo?<br />
El arte español se caracteriza por su libertad de acción, que abunda en calor de verdad<br />
y vida. No triunfó Berceo con la medida exacta de sus versos: se abandonó lo que quiso<br />
imponer después del vigoroso ímpetu de los primitivos cantares, de una poesía anónima<br />
que no sacrificaba su lozanía a reglas convencionales. Se insistió en la irregularidad de<br />
la medida. El pulcro Marqués, de un popular españolismo en el repetido motivo de las<br />
serranas, presume de elegancia exótica en el molde impecable, y tras él se regulariza la<br />
versificación culta.<br />
Pasaron años, pasaron siglos antes de que la forma, sin forma determinada, que traduce<br />
mejor el genio propio del idioma, se hiciera carne en una visión de la belleza que, de puro<br />
antigua, sorprendió y hasta escandalizó a los timoratos del arte. ¿qué verso era éste que<br />
pretendía existir sin forma establecida? ¿En dónde encontraría su apoyo? ¿En la repetición<br />
de sonidos iguales? ¿En la mecánica de un ritmo sostenido y escogido a priori? No; abandonaba<br />
toda regla; no toleraba trabas, ni límites, ni moldes que constriñeran, tal vez helándolo,<br />
el soplo de la inspiración. Para descartar el justo y útil temor de que la poesía muriera en<br />
manos de tan extraña estética que así abandonaba los recursos propios del verso, se recordó<br />
a tiempo que poesía no es sólo el consonante, ni el asonante, ni la regularidad de la medida<br />
silábica; ni siquiera la colocación de los acentos; se tuvo presente que la poesía es máxima<br />
y recóndita belleza; que salta del manantial oculto del sentimiento, de lo no elaborado, de<br />
lo no aprendido, que surge del alma como no nacida, como no formulada, como creación<br />
que pudiera no ser creada. Eso es y será la poesía, no importa cómo sea escrita, y el que<br />
esto haga será poeta. La presencia del versificador, del que sabe cómo se fabrica el verso,<br />
ni sobrecoge ni sorprende. Tampoco interesa. El poeta, en cambio, es de aquellos milagros<br />
que todavía ocurren en el mundo, y que se producen donde menos se espera: lo mismo en<br />
la sabia Europa, en la exuberante y dilatada América, como en una mutilada Isla del Mar<br />
Caribe. Porque el Espíritu sopla donde quiere.<br />
En Moreno Jimenes tiene nuestra tierra, ¡la tierra de los inesperados milagros! un<br />
auténtico poeta. Su nombre merece devoción y respeto. Es un artista del pensamiento,<br />
del sentimiento, y de la palabra. Nos dice la verdad de su alma, y tanta verdad dice que a<br />
veces su sinceridad casi ahoga la forma. No es un poeta de imaginación; su mundo no es<br />
un mundo imaginado, es un mundo vivido, es un mundo suyo, que tanto se estremece en<br />
su conciencia como palpita delante de sus ojos. No mentirá si algún día nos asegura que<br />
todo el universo está comprendido en su alma. Todos los dolores, todas las esperanzas,<br />
todas las ternuras, la visión de todas las vidas humanas, convergen en su arte; él es en sí<br />
mismo el centro de toda vida y de toda muerte; y más de una vez lo hemos visto morir en<br />
la criatura que muere. ¿Extrañarán si se levanta a regiones incomprendidas, de las cuales<br />
nos falta la experiencia?<br />
32
DOMINGO MORENO JIMENES | ANTOLOGÍA<br />
Forma y pensamiento, aunque sean en la poesía partes de un todo, deben estudiarse deslindándose.<br />
La inquietud de encontrar una forma personal fue en Moreno Jimenes realidad<br />
temprana:<br />
quiero escribir un canto<br />
sin rima ni metro;<br />
sin armonía, sin ilación, sin nada…<br />
En 1918 publicó Paisaje, poesía con que inicia su revolución poética. La evolución, sin<br />
embargo, es gradual y se verifica cimentada por nuevos conocimientos. La versificación<br />
irregular en la poesía castellana, de Pedro henríquez Ureña, 1 lo afirma en la veracidad de su<br />
excepcional vocación. Algunos poetas de España, Juan Ramón Jiménez, Moreno Villa… habían<br />
acomodado su inspiración al verso nuevo, al que dibuja y sostiene el ritmo como onda<br />
que se desenvuelve sin pueriles escrúpulos, sin soportes innecesarios.<br />
En el arte contemporáneo el fenómeno de la santa libertad no se comprueba sólo en la<br />
poesía. Baste el ejemplo de la música, que ha llegado en nuestros días a libertades nunca<br />
soñadas ni siquiera por los que se creyeron novísimos románticos y que hoy empalagan el<br />
gusto moderno más sobrio, más dado al aliento rítmico que al sonido blando. El predominio<br />
del ritmo en el verso amétrico parece seco, puede llegar a ser agrio y hasta desconcertante, y<br />
es que lleva oculto el canto, y como encajado, o como prendido en peregrino equilibrio, en<br />
un diseño de invención muchas veces oscilante, cambiante, movedizo, como las ondas del<br />
mar, como el correr de los vientos, como los colores inconstantes y mudables del cielo.<br />
La magna revolución estética (la de nuestros días) que ha conseguido, en feliz retorno,<br />
acercarnos a la naturaleza, tardó en llegar; pero llegó en buen hora. Arte que emociona por<br />
su sinceridad; realizado, no con prácticas ilusas, sino con técnica más humana, más conforme<br />
a la razón de ser, más acorde, si es de mano maestra, con nuestros propios sentimientos.<br />
De los primeros poetas en adoptar la inusitada manera, fue nuestro Moreno Jimenes. La sorpresa<br />
desconcertó a muchos. No era para menos que un dominicano fuera de los creadores de la<br />
novísima poesía. Se formó un cenáculo: algunos creyeron en la renovación que en Santo Domingo<br />
se bautizó con el nombre de Postumismo; tal vez porque no contaba sino con una póstuma aceptación.<br />
Los profanos apuntaban el desdén; los más sonreían, y unos pocos sonríen todavía. Sin<br />
embargo, lo nuevo ya es casi viejo. En Puerto Rico, Llorens Torres acierta rompiendo diques; en<br />
España García Lorca, después del Romancero Gitano, olvidará exprofeso la tradición del romance<br />
por una más antigua y más nueva; revolucionará su técnica Juana de Ibarbourou; aparece en<br />
Chile Neruda… y ahora, si no todos gustan del último manjar de los dioses, ya nadie quiere<br />
pasar por anticuado tomando por cosa de broma el reinado del ritmo libre.<br />
En 1926 Leopoldo Marechal, en polémica con el maestro Lugones, trataba de convencerlo<br />
de que “en la hora actual el hombre está cansado de métrica y pide versos libres”.<br />
La actual invasión del verso sin medida ni rima es para muchos desazón y plaga, es la lluvia<br />
de fuego, la abominación de la desolación. Pero es. “Los poetas del verso libre son multitud<br />
ahora en toda Europa y toda América. Se les negará el derecho de existir; pero existen”. Dijo<br />
Pedro henríquez Ureña interviniendo con ponderadora autoridad en la disputa.<br />
A Domingo Moreno Jimenes su estrella fiel le dijo como a Paul Fort:<br />
1 Tengo noticias de que en la segunda edición de esta obra aparece un fragmento de Moreno Jimenes junto a<br />
otros de Juana de Ibarbourou, Jorge Luis Borges, Pablo Neruda y Jaime Torres Bodet, como ejemplos de la evolución<br />
del verso en América.<br />
33
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
—Sigue tu ruta, sencillamente, y ríete de la tempestad que amenaza. Prosigue hasta la<br />
muerte, donde se quiebra el misterio…<br />
Si el río lo ha de limitar a su estrecho curso, escogerá, él también, la amplitud del mar.<br />
Pedirá la barca y partirá solo.<br />
Pero no todo es paz y bonanza. La sacudida no se hará esperar: en medio del camino<br />
volverá hacia atrás la mirada nostálgica:<br />
“Yo siento vagos estupores por mi abandonado canto clásico”.<br />
Pero abatida, deshecha la tentación, en el íntimo y callado reposo escuchará la voz rectora<br />
de la hermana, de la hermana mayor:<br />
“Extasía montañas y desvela horizontes”.<br />
Y prestará oídos a la palabra del anciano que supo vaticinar el triunfo de la aurora sobre<br />
las ríspidas breñas.<br />
Oye voces interiores. ¿Sueña? Sueña. Pero no se ausenta de la realidad objetiva. Lo anima<br />
una doble visión, y disfruta a un tiempo de su realidad subjetiva y del mundo exterior que<br />
lo circunda. Doble e inseparable latido de su poesía.<br />
Se detiene arrobado ante el paisaje de la rústica aldea, donde ha ido a curarse de viejos males,<br />
porque tiene la mirada cansada de mirar cosas tristes. El reducido caserío de casas minúsculas no<br />
basta a interrumpir el dilatado horizonte. Recreo es contemplar la jubilosa cría, el dorado<br />
maíz que salta desgranado… La presencia inesperada de la muerte surge como mancha<br />
negruzca en el límpido lienzo… han pasado, junto a él, en conjunción extraña, la vida y<br />
la muerte. Y en su recóndito vivir pesa su inacabable carga de dolores, como un castigo.<br />
Insensiblemente regresa a su plano habitual de silenciosa meditación:<br />
“Montaña, que eres más que un hombre…”<br />
¡Oh, pueblecito pobre y escondido, “si algún día soy a ti deberé esta condescendencia<br />
con la cumbre!…” Y en la contemplación del estrecho villorrio, su labio quedará “transido de<br />
augurios”. El panorama se retrata en su alma, y en ella se diluye y con ella se confunde.<br />
Sobre el pueblo, él velará para que no muera: que si una conciencia sola vela a su lado,<br />
siempre estará despierto…<br />
La nota melancólica apenas abandona a nuestro poeta. Del dolor se sustenta, y hasta en el<br />
instante del fugitivo placer tiene presente ante sus ojos la muerte. En la mirada de la hembra<br />
cree ver “nostalgias de otoño”, “mixtura de infinito y de llanto…” Oímos el extraño ruego:<br />
“Comprende a tu hombre triste, salmodia tu muerto…”<br />
Y en la queja dolorosa, con dejos de reproche, nos da un esbozo de autorretrato:<br />
Oh, mujer, qué remoto debiste verme,<br />
con mis zapatos viejos,<br />
mi sombrero deteriorado,<br />
y mi doliente afán de ajuar antiguo…<br />
34
Porque Moreno Jimenes usa una indumentaria inconfundible, y, al verlo, sin querer se<br />
nos ocurre la absurda comparación con aquel bienaventurado Benito Labre: pobre entre<br />
ricos, humilde entre los soberbios, despreciador de lo transitorio, contrapeso de pecado, en<br />
“alocado afán de futuros inéditos”.<br />
El amor, que no es extraño al poeta del dolor y del silencio, sólo rara vez queda exento<br />
de la gota de acíbar. Así en La niña Pola, donde el matiz de gracia completa la factura esencialmente<br />
artística, ni cargada de pensamiento, ni cargada de ningún otro interés que no<br />
sea el puramente estético; así en La Siesta que, con pudores de marchitos deseos, repudia<br />
hoy el autor por parecerle sin misericordia, en la que la belleza resalta sin preocupaciones<br />
y los colores fulguran con plástica excepción: rostro negro, blancos dientes, verdes y rojizos<br />
naranjos, acacias de matices tiernos, brillantes tornasolados, azafranes, verdes y rojos encendidos<br />
de la cotorra, labios oscuros, senos de uva morada…<br />
Pasan los años, y el poeta del silencio ansía cada vez más el apartado retiro. quiere sentirse<br />
solo, aunque universal; singular, aunque múltiple. Para siempre quiere dejar el pueblo<br />
por la aldea callada:<br />
Partiré del pueblo.<br />
Me roerá la angustia que a los peregrinos<br />
acoge en silencio.<br />
Angustia. Porque su paz sigue siendo anhelo recóndito. Ama a los suyos; y al partirse<br />
de ellos lloró de sus ojos, como el despedido Señor de Vivar. Al ver que se aleja sin cayado,<br />
sin túnica, sin otra bolsa “que la mochila de su divagar”, “las perdices levantarán el vuelo;<br />
llorará en una palma una tórtola triste”.<br />
Desde entonces deambula solitario, cargado con los versos que escribe; acongojado,<br />
porque sabe de cuántas miserias visibles e invisibles está hecho el mundo: antítesis de amor,<br />
negación de misericordia. El mundo que asquea, el que aborreció Jesús cuando dijo al Padre:<br />
“No te pido por el mundo”.<br />
El poeta del silencio ya no lee en los libros. Para ilustrarse le basta con meditar en su propia<br />
vida: pobre, aunque todo lo posee; solitaria, aunque poblada de inefables misterios…<br />
“Mi vida tosca y triste; mi vida llena de miserias<br />
y de lampos de infortunio”.<br />
Sigue su camino:<br />
y:<br />
DOMINGO MORENO JIMENES | ANTOLOGÍA<br />
“como una luz crepuscular que entre las raudas sombras<br />
se apaga”<br />
“quisiera que el mundo se trocara en un gran silencio…”<br />
En adelante, no ansiará, no anhelará. Se ha desnudado de todo, y no tiene deseos.<br />
Este maravilloso desprendimiento de lo sensible, el desapego completo de toda sensualidad<br />
¿no será la noche oscura donde a nosotros, inútilmente, nos ha querido introducir San<br />
Juan de la Cruz? En ella, sin memoria de cosa alguna, en un olvido total de lo transitorio, en<br />
la ignorancia completa de lo intrascendente, encontrará un destello de luz en las tinieblas:<br />
la eterna compañía en la aparente soledad.<br />
35
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Después de esto, después que ha visto abiertas para él las puertas, después de introducirse<br />
en la cámara de los elegidos, donde se revelan los verdaderos nombres, donde se<br />
miden todas las dimensiones, donde se descubre el misterio de la verdad, ¿a dónde habrá<br />
de llegar? Llegará hasta la misma muerte; traspasará sus linderos. Conocerá que la muerte<br />
no es muerte, sino la vida que se proyecta en lampo de luz creciente y ascendente, como un<br />
raudal de amor que viene de lo eterno y va a lo eterno.<br />
Su pensamiento se vuelve metafísico: Dios, como Ser, como Verbo, como Belleza, como<br />
Ciencia, como Luz que ilumina a todo hombre; el Cosmos, como obra incomprensible; el<br />
hombre, como alma que no puede morir; el espíritu, como guía y gobernalle de la vida del<br />
mundo; nuestra vida, como inacabada en el tiempo, e inacabable en el seno de Dios…<br />
A toda hora estará abstraído en el misterio. Pasemos a su lado calladamente, no interrumpamos<br />
sus divagaciones que tocan, en los Poemas de la Muerte, lo verdaderamente<br />
sublime.<br />
Frente a la muerte se siente “adulto de comprensión”. Entre las sombras densas y las<br />
luces que fulguran “¡cuántos horizontes insospechados!” Se abisma en la desnudez de la<br />
palabra; porque el signo le falta en su incompleto nombrar. Dolor de dolores es sentirse todavía<br />
subordinado a la vida, luego de anegarse en los misterios abismales.<br />
La hija ha muerto. Lo sabe, porque “se agiganta la nada sobre la soledad de su aposento”.<br />
Y ahora quisiera amar, amar con ilimitado y violento amor, a “una abstracta humanidad”<br />
La muerte pasa; ha pasado ya congelando el suspiro y la esperanza. En tanto, la corriente<br />
prosigue su curso: el rico seguirá viviendo de su oro, y los otros… los otros continuarán<br />
mintiéndole a la vida con la carcajada del impuro goce.<br />
El poeta continuará como sonámbulo que desconociera el presente. Acudirá al arrullo<br />
de la tierra, de la madre tierra. Junto al Morro de Monte Cristi se le ha revelado un nuevo<br />
destino, quizás un último destino: América. Soñará cosas lejanas; porque la angustia lo ha<br />
apartado para siempre del mundo que pisan sus pies.<br />
Después de los incomparables Poemas de la Muerte, el culto a América, “la religión de<br />
América”, como él lo llama, parece ser el eje que sostiene su poesía. Su afecto, desbordado,<br />
adquiere dimensión universal. Ama la raza, nuestra raza mestiza, y abarca en síntesis admirable<br />
al hombre, al humano que padece y sufre sobre la tierra. Se ha hecho magnánimo.<br />
¿Profetiza? Vemos que su inspiración se agiganta generosamente, inflada por hálitos de Fe,<br />
de Esperanza y Amor. Con su canto quisiera envolver un mundo comprensivo y doliente. ha<br />
dejado atrás la nota sombría, último hilo que lo ataba a lo temporal. Ya no provoca pavores<br />
interiores; pero guarda su filtro de ternura que destila la nota noble y serena. La que hinchó<br />
de lágrimas la voz cuando dijo a la madre muerta:<br />
“Madre: deja que me siembre en la tierra para adorarte como debo”.<br />
Advertimos en el Moreno Jimenes de Plenitud, y más aún en el de Madurez, que el apoyo<br />
esencial de su verso es la rima de las ideas, el canto interno, el ritmo del pensamiento y del<br />
sentimiento, que cristalizan de tal manera unidos y de tal manera inseparables que dominan el<br />
ritmo del sonido. Peregrina invención que es estremecimiento y es arrobo en la poesía hebrea:<br />
Isaías, David… profecías y psalmos que impulsan nuestra sensibilidad hasta levantarla en<br />
espiral ascendente. La emoción, lanzada por su estímulo, se levanta en la curva del pensamiento<br />
que habrá de cerrarse, completándose, en descanso que es como cadencia musical,<br />
36
DOMINGO MORENO JIMENES | ANTOLOGÍA<br />
y que contiene no sólo un valor de sonido recóndito, sino un valor oculto de cantidad, de<br />
medida interna, que provoca deleitoso halago y saludable reposo.<br />
Para el poeta del silencio, mudo, con “mudez que tiene sabor de siglos”, es un mal subordinar<br />
la poesía a la palabra. Y en ascensión constante hacia mayor pureza, ha querido:<br />
liberar el verso; liberar la poesía del verso; y por último –casi inconcebible aspiración– liberar la<br />
poesía de la palabra.<br />
Valorizo la presente selección de poesías de Domingo Moreno Jimenes como no menor,<br />
en el maravilloso acoplamiento de forma, de intuición poética y de pensamiento elaborado,<br />
que la de los poetas contemporáneos sobresalientes de nuestra lengua. Pero he sentido la<br />
nostalgia de un mayor tamaño, de una mayor autoridad; pues si en expansión ideal y emotiva<br />
me sumerjo en su medida como si fuera mi propio recipiente espiritual, siento su urgencia<br />
para que la exaltación que he deseado hacer de la obra escogida de Moreno Jimenes, pudiera<br />
pesar con fuerza eficaz de convicción.<br />
Soy providencialista: una rezagada de mejores tiempos. Y cuando considero con espíritu<br />
desbordante y con unción respetuosa, de hacimiento de gracias, la complacencia excepcional<br />
de Dios por algunos seres, creo vislumbrar las razones misteriosas y ocultas de la economía<br />
divina en sus desiguales preferencias ¡tantas veces incomprensibles!<br />
Pero si ante la admiración, el signo se escapa y la palabra falta:<br />
“Tomad lo escrito como rizo de agua que el segundo disuelve…”<br />
37<br />
Flérida de Nolasco.
Versos de iniciación<br />
Saeta<br />
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Porque te he sido sincero<br />
me desdeñas, enemiga,<br />
en lugar de ser mi amiga,<br />
porque te he sido sincero.<br />
Por un capricho altanero<br />
de mi suerte, no mendiga<br />
mi alma tu afecto, enemiga,<br />
por un capricho altanero.<br />
Que al fin y al cabo tú has sido<br />
lo que debiste haber sido<br />
antes de yo conocerte:<br />
Insinuación petulante,<br />
liviandad, no amor constante,<br />
antes de yo conocerte…<br />
1914.<br />
A un poeta melancólico<br />
No entristezcas el amor,<br />
que el amor es siempre triste<br />
en este mundo en que existe<br />
la espina junto a la flor.<br />
.........................................................<br />
¡Tendrás al fin que sufrir!…<br />
Pues, olvida el sufrimiento<br />
y antes que venga da aliento<br />
a los que quieren morir.<br />
1912.<br />
Sinceramente<br />
Nunca dolor humano<br />
fue comparable al lento<br />
pesar, que va minando<br />
mi existencia a desvelos.<br />
Todos ríen alegres;<br />
todos miran el cielo<br />
cual si de él esperasen<br />
38
algo que, aunque está lejos,<br />
llegará como llegan<br />
al mar los arroyuelos<br />
en la cuitada noche,<br />
tras el murmurar poético<br />
de los ramajes tristes…<br />
A todos cuando el tedio<br />
se aleja, la esperanza<br />
impulsa al raudo vuelo!…<br />
A unos les acaricia<br />
el errabundo ensueño<br />
con su mano de gasa;<br />
otros tienen un tierno<br />
corazón oprimido;<br />
y los más, el consuelo<br />
de un niño, de una amiga,<br />
o de un amor eterno…<br />
Yo vivo solo siempre.<br />
Del cielo nada espero.<br />
En mi pasado sólo<br />
flota como un recuerdo,<br />
que por ser tan lejano<br />
no advierto sus destellos.<br />
Mi presente es el mismo<br />
que ayer, cuando a los vientos<br />
lanzaba mis canciones:<br />
sólo que ahora no sueño…<br />
¿Amor? El que tenía,<br />
la distancia y el tiempo<br />
van hiriendo de muerte…<br />
¿Anhelos? Sí, el anhelo<br />
de descansar muy pronto,<br />
una tarde de invierno,<br />
bajo un ciprés muy alto,<br />
allá, en el cementerio…<br />
1916.<br />
Atardecer campestre<br />
DOMINGO MORENO JIMENES | ANTOLOGÍA<br />
Ya se acerca la hora que los poetas cantan.<br />
Del sol algunos lampos aún doran la montaña.<br />
Corre tranquilamente el rumoroso río.<br />
Pregonan la llegada de la noche los grillos<br />
en la selva. Dos potros pacen sobre la grama;<br />
39
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
los dos son blancos; pero, uno tiene una mancha<br />
cerca del cuello, negra, como un lunar. Ya el frío<br />
va poniendo las manos y los rostros cenizos.<br />
Voy sosegadamente en dirección al pueblo.<br />
Sesgo para occidente y en los espacios veo<br />
arder el sol en una pira de llamas rojas,<br />
y colorear las nubes de azul, violeta, rosa.<br />
Mientras prorrumpe el ángelus en la vecina iglesia<br />
y en coro las mujeres pausadamente rezan.<br />
1914.<br />
Para un breviario<br />
Mientras un soplo exista vital y triste<br />
en mi ser, ese soplo será primero<br />
para el arte sublime que me subyuga:<br />
él derrama la lumbre de su consuelo;<br />
él sostiene la rosa de mi esperanza;<br />
él cuida de los lirios de mis ensueños…<br />
Si la dulce poesía que me conforta<br />
abandonara el mundo, quedara muerto<br />
el corazón que huye de los amores,<br />
pues los amores sólo dejan recuerdos<br />
que vierten sus congojas en el crepúsculo<br />
y yerguen sus espinas en el sendero.<br />
Nada tan arrobante como las horas<br />
pasadas en el dulce recogimiento<br />
de la armonía tenue de un verso raro,<br />
de la cadencia núbil de un ritmo nuevo.<br />
¡Oh el eternal oasis! Ningún amigo<br />
para curar heridas como éste, ¡oh, cielos!<br />
que en las horas de duda me presta alientos<br />
y preludia mis albas como un lucero!<br />
1916.<br />
La cita<br />
Llevaba una caléndula en la mano, entreabierta.<br />
Sus ojos parecían dos soles negros. Toda<br />
ella temblaba muda de pasión y de miedo.<br />
En su semblante pálido florecían dos rosas.<br />
Un estremecimiento su ser ya casi exánime<br />
40
ecorrió. Yo sentía su corazón ardiente<br />
latir. Nos separamos sin hablar. Un reloj<br />
que sonaba a esa hora me recordó la muerte.<br />
1917.<br />
Ofrenda muda<br />
DOMINGO MORENO JIMENES | ANTOLOGÍA<br />
I<br />
Maldije mi dolor, y ciegamente<br />
apuré los placeres de la vida;<br />
a la luz de la luna enternecida<br />
o enroscado en la fúlgida serpiente.<br />
Tras cada ignoto anhelo o ansia ardiente<br />
quedaba mi alma cándida sumida<br />
en un mar de estupor, y enmustecida<br />
la flor de gasa y oro de mi frente.<br />
Hube de despertar al fin, del sueño,<br />
y lejos de la senda del ensueño<br />
vagué mil veces con la faz tediosa.<br />
Mas, a poco, lancé mi alado ruego,<br />
y herido por la flecha del dios ciego<br />
fui a implorar a las puertas de una hermosa.<br />
II<br />
Abril sus armonías y sus flores<br />
iba esparciendo con albar dulzura;<br />
la fuente deshacíase en rumores<br />
y mil aves poblaban la espesura.<br />
Ella que es casta, silenciosa, pura,<br />
por esquiveces me mostró rubores,<br />
y temblando de célicos temores,<br />
confesóse ante mí, toda ternura.<br />
Si un día, por seguir mis ideales,<br />
tuviera que dejarla entristecida<br />
de la desilusión en los umbrales,<br />
hallaría, después de la victoria,<br />
de abismos el camino de la vida,<br />
de espinas la corona de la gloria.<br />
1917.<br />
41
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
A unas manos<br />
En vano es que mis ojos con ternura<br />
persigan la mirada de otros ojos;<br />
en vano que le tema a los abrojos;<br />
en vano que me mueva un ansia pura.<br />
Por la terrena lid sólo despojos<br />
encuentro de la diáfana ventura<br />
que de mí huyera ayer: claveles rojos,<br />
hijos del desenfreno o la impostura.<br />
Atado a la ignominia del deseo<br />
tanto tiempo viví, que ya no creo<br />
perderme en las eróticas escalas.<br />
Mas, como para amar vine a la vida,<br />
ahora inquietan mi alma entristecida<br />
dos manos, que pudieran ser dos alas!<br />
1916.<br />
Drogas para mi tedio<br />
OPIO<br />
El sol dorando las enhiestas cumbres.<br />
En un jardín florido<br />
mi amada se recrea<br />
viendo correr un niño.<br />
Bajo la verde sombra<br />
de unos pinos,<br />
yo sueño.<br />
¡Inmortal sueño el mío!<br />
ALOE<br />
El parque iluminado por la luna.<br />
Yo en él, y triste como siempre;<br />
los mancebos del brazo de las mozas,<br />
mil perfumes vagando por el éter;<br />
los acordes perdidos de una música<br />
terrenal o celeste;<br />
un “te adoro” que llega a mis oídos<br />
a la par que un “¿me quieres?”;<br />
el dolor que me muerde las entrañas;<br />
frío sudor que corre por mi frente;<br />
¡y un surtidor, oculto de indiscreta malicia,<br />
y una rosa de nácar caída sobre el césped!<br />
1917.<br />
42
De toda blanco<br />
Cuando te pongan de toda blanco<br />
acuérdate de mis largos besos tristes,<br />
de mi pasión por las violetas,<br />
de mi desinterés por el oro,<br />
de mis quietas nostalgias infinitas,<br />
de mi desenfrenado delirio de paz,<br />
y de otras cosas que silencio por no verte morir!…<br />
Y si esa noche<br />
el mar divisas desde la niebla de tu ventana<br />
lanza un gemido sobre la ruta de mis postreros adioses!…<br />
Cuando el cáliz de mi amor sea violado,<br />
trae a tu mente mis rebeldías que fueron flamas;<br />
y ten olvido para mi olvido,<br />
como un arrullo para mis mansos sueños de gloria:<br />
—Yo le perdono<br />
sus infidencias y sus desvíos, yo le perdono<br />
hasta su enlace con una sombra;<br />
y más que eso, hasta mi crimen,<br />
hasta mi crimen yo le perdono!<br />
1918.<br />
Oración<br />
Tras unos árboles diviso<br />
vagos celajes rosa y oro.<br />
La luna esplende de improviso<br />
sobre el pinar mudo y sonoro.<br />
Sin un rumor se pierde el río.<br />
Sólo una tórtola se queja.<br />
Los perros huyen. hace frío.<br />
De súbito pienso en mi vieja.<br />
(Ella estará sufriendo ahora<br />
los abandonos de mi ausencia;<br />
quizás le falte hasta un pan duro).<br />
Sobre la mar de mi existencia<br />
ya no navega ni una aurora:<br />
mi fe, mi arte… todo oscuro.<br />
1918.<br />
DOMINGO MORENO JIMENES | ANTOLOGÍA<br />
43
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Metamorfosis<br />
Por el postigo abierto de mi ventana fría<br />
entró una bruja negra;<br />
fue moviendo las alas con lentitud y pausa<br />
hasta que sobre un mueble de laca quedó inmóvil.<br />
Toda la noche estuvo ensimismada o muerta.<br />
No bien despuntó el alba,<br />
cuando meció los aires con vuelo fatigoso<br />
por el hogar. Ardían aún las constelaciones.<br />
Me decía: —Tal vez me trae alguna nueva<br />
horripilante y triste,<br />
vestiré luto rígido<br />
o el desamor desmayará mis flores.<br />
hice lo que no hacía en muchos años:<br />
orar y prometer a más ser bueno.<br />
1919.<br />
44
Versos de plenitud<br />
Rutas de estéticas<br />
Aspiración<br />
quiero escribir un canto<br />
sin rima ni metro;<br />
sin harmonía, sin ilación, sin nada<br />
de lo que pide a gritos la retórica.<br />
Canto que tuviera,<br />
sólo dos alas ágiles,<br />
que me llevaran hasta donde quiere,<br />
con su sed de infinito,<br />
en las noches eternas volar el alma.<br />
Canto que, como un río<br />
sereno, fuera diáfano;<br />
y en su fondo se vieran<br />
como piedras cambiantes, mis ilusiones,<br />
como conchas de nácar, mis pensamientos,<br />
como musgos perpetuos, mis ironías<br />
sobre los arenales de mi esperanza.<br />
Y allí mostrarme todo<br />
como soy en la vida<br />
y seré tras la muerte<br />
cuando la eternidad orle mi gloria<br />
con sus palmas de luz!<br />
1916.<br />
Melancolía<br />
DOMINGO MORENO JIMENES | ANTOLOGÍA<br />
Dejaré mis niños.<br />
Partiré del pueblo.<br />
Me roerá la angustia que a los peregrinos<br />
acoge en silencio.<br />
El día que parta,<br />
todos a sus puertas saldrán a verme;<br />
encontraré en mi senda alguna anciana<br />
de las que socorría algunas veces…<br />
Cuando unos pinos cruce<br />
fustigaré mi potro;<br />
y aunque el norte no empañe ni una nube,<br />
el pañuelo de hilo me llevaré a los ojos.<br />
45
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Al verme las perdices<br />
levantarán el vuelo;<br />
llorará en una palma una tórtola triste,<br />
y tal vez si un can sucio me seguirá a lo lejos…<br />
Por semanas y aun meses<br />
me instigará una sombra;<br />
luego… mis cantos en la mañana alegre.<br />
¿Y después?… el olvido y algunas muertas rosas.<br />
1918.<br />
Profesión de fe<br />
Si supieran tus débiles manos,<br />
hija,<br />
tus débiles manos.<br />
Dios<br />
creó<br />
al hombre<br />
para la gracia, el bien y la verdad.<br />
¿Te apartarás de tu camino?<br />
¿Confundirás la cal con el cieno?<br />
¿Serás sobre el ventisco un árbol más?<br />
No sé:<br />
¡Toda la dicha consiste en no cejar!<br />
1923.<br />
Paisaje<br />
Se ajan con el sol las rosas blancas;<br />
el día parece de oro,<br />
y el azul de los cielos se ha tornado cenizo.<br />
Se ajan con el sol las rosas blancas;<br />
sobre el mar hay una vela,<br />
y la paz triunfa hasta en el aire.<br />
Se ajan con el sol las rosas blancas;<br />
los ruiseñores van de huida,<br />
y una oración conmueve el bosque.<br />
Se ajan con el sol las rosas blancas;<br />
rima el camino su cinabrio,<br />
y el guayabal su verde perla.<br />
46
Se ajan con el sol las rosas blancas;<br />
entre la grama crece un tilo,<br />
y sin silbar corre una fuente.<br />
1918.<br />
Postumismo<br />
La hermana mayor,<br />
la hermana,<br />
me ha dicho palabras que no se ha llevado el viento.<br />
Palabras pétreas,<br />
eternas<br />
y claras.<br />
Mi hermana mayor,<br />
la que me dijo:<br />
extasía montañas y desvela horizontes.<br />
Lo que me mata:<br />
mi piedad;<br />
lo que me salva:<br />
la inquietud.<br />
Constatar que de mal,<br />
de un poquito de mal,<br />
dependen todos,<br />
¡hasta yo mismo!<br />
y desear<br />
amar<br />
a trueque de perder<br />
la gloria y la vida!<br />
DOMINGO MORENO JIMENES | ANTOLOGÍA<br />
Aquel joven pálido,<br />
yo lo conocía,<br />
yo presentía su existencia lejana<br />
a través de las brumas de mis sueños.<br />
Niño yo,<br />
y bobo<br />
como aquellos seres cuyas almas parecen péndulos<br />
y cuyos corazones<br />
destilan, destilan<br />
levedad y tristeza en el silencio.<br />
Su voz fatigaba la aldaba<br />
de mis augurios incógnitos,<br />
y yo seguía entregado a mis juegos locos,<br />
a mi pesar y a mi mutismo.<br />
47
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Y aquel anciano,<br />
¿no sabéis que mi alma<br />
cuando lo contemplaba quería romper a volar?<br />
¡Esperaba de su silencio tantas cosas!<br />
Su nombre se insinuó siempre bien,<br />
y su voz<br />
cavernosa y todo, me agradaba.<br />
De susto no me cogerá jamás<br />
saber<br />
que él<br />
vaticinó el triunfo de la aurora sobre las ríspidas breñas!<br />
Convencido más de una vez tengo que estar<br />
que la vida no acaba aquí.<br />
La vida que se vive no es sólo la vida.<br />
Todo acto crece en la eternidad.<br />
1923.<br />
Desaparición<br />
Alba: tráeme el canto,<br />
la canción loca o la sinfonía mansa;<br />
los turpiales entonan en los nidos himnos<br />
y yo mismo he sido impelido por una voz alta…<br />
Alba: seas purificación o armonía; ayúdame;<br />
como quieras o como te sea posible;<br />
con alas<br />
o con el impulso ciego que es más que alas;<br />
préstame alientos;<br />
dame tu báculo formado con madera de rosas…<br />
Alba: mi amada es vieja,<br />
pero en rostro joven hasta la noche luce…<br />
El té para mis decaimientos y mis achaques hierve<br />
y la luz en mi alma es escasa,<br />
¡por demás escasa!<br />
Te veo en el hilo de agua,<br />
en la roca,<br />
en el pichón de loro,<br />
en el alcatraz, en el cerdo,<br />
en la paloma y en su detentador el milano,<br />
en las innovaciones<br />
y en las reacciones sordas de los sórdidos ídolos clásicos:<br />
transfigurada en el loco perfume,<br />
o en la gracia pertinaz o leve,<br />
48
siempre eres un ascenso, una cumbre<br />
¡oh alba, halo de mis deliquios<br />
o refrigerio de mis nervios!<br />
1924.<br />
Macito de dalias<br />
Aquella sombra de mujer<br />
que saeteaba todos los días por mi vera.<br />
¿No ves en mis ojos el eco santo de lejanas canciones?<br />
.....................................................................................<br />
Yo siento vagos estupores por mi abandonado canto clásico,<br />
y si no suelto el cayado es porque me encuentro, aun sin<br />
sospecharlo, entre los bosques del Cosmos, perdido.<br />
1929.<br />
La colina sacra<br />
DOMINGO MORENO JIMENES | ANTOLOGÍA<br />
¡Ya es un pueblo!<br />
En el alero donde revoloteaban las golondrinas,<br />
ya hormiguean los hombres…<br />
Ya el poeta puede en la calenturienta noche<br />
ver la luz de la Religión Universal.<br />
Ya el filósofo puede<br />
sintetizarla y explicarla.<br />
zumbidos de nuevas conciencias andan por la tierra de América.<br />
Reverberaciones de estelares soles se insinúan y conciertan por el mundo.<br />
Ya mi casa no está en una calle ni en un barrio:<br />
¡mi visión iluminó el promontorio entero!<br />
1940.<br />
49
Amorosas<br />
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Mafalda<br />
¿habéis visto una rosa cuando comienza a abrirse,<br />
feliz por el rocío, la paz y el tibio sol,<br />
risueña sonreírse,<br />
presa a la vez de anhelo, de júbilo y temor?<br />
Pues converged la vista por el briznal camino,<br />
y la veréis allí,<br />
clavadas las pupilas en el azul divino,<br />
haciendo del pasado presente y porvenir.<br />
En sus dorados bucles luce una flor, y lleva<br />
un traje verde tierno, matizado de azul,<br />
que su ser más eleva<br />
a la mansión del beso, del trino y de la luz.<br />
Es casta, ingenua y ágil, como quien tuvo, pura,<br />
sólo una inquietud vaga que le inundó la faz<br />
de un rubor que aún perdura<br />
carminando y ungiendo sus mejillas al par.<br />
A veces una duda falaz la martiriza;<br />
mas, cuando llegue él,<br />
le ofrendará, añorosa, su más blanda sonrisa<br />
cediéndole las manos o los labios… tal vez!<br />
1918.<br />
Desasimiento<br />
Era blanca<br />
y me perseguía;<br />
era pálida<br />
y me perseguía;<br />
era casi diáfana<br />
y me perseguía.<br />
Mujer,<br />
¿no sabes que ya yo he olvidado la vida?<br />
Mujer,<br />
¿no sabes que ya yo he trocado mi corazón por un cayado?<br />
Mujer,<br />
¿ignoras que hasta la lumbre de mi sentir se ha desvanecido?<br />
1938.<br />
50
Siesta<br />
La negra de los dientes blancos<br />
me ha prometido<br />
darme una cita junto a los naranjos,<br />
a la hora de la umbría,<br />
en el momento que gorjean los pájaros.<br />
Se fue por la avenida de las acacias. Y en tanto<br />
que unas cotorras la empalizada brincan<br />
y ella por el andén se va alejando,<br />
por mi memoria cruza<br />
la visión de otro cuadro,<br />
vivido hace unos meses<br />
en el campo.<br />
La quietud y el bochorno<br />
me van amodorrando,<br />
y ya siento en mis brazos su cintura<br />
y en mis labios sus labios;<br />
tiemblan cual uvas sus morados senos;<br />
y como un tronco al cual ya ha herido un rayo<br />
cae su cuerpo por tierra, y en el bosque<br />
los ruidos cesan por un rato.<br />
Y ya desvanecido aquel mal sueño,<br />
con los ojos fijos en el término vago<br />
continúa mi impiedad, indiferente<br />
como si nada hubiera pasado.<br />
1919.<br />
Madrigal<br />
DOMINGO MORENO JIMENES | ANTOLOGÍA<br />
quisiera ser ahora lo encantadoramente bueno.<br />
Dejas correr tus trenzas con la placidez de una niña,<br />
piensas en las acacias, en los lirios de nieve,<br />
en las estefanotas de espuma ¡y sin embargo<br />
yo deslizara en la selva de tus cabellos un clavel rojo!<br />
Todos los días<br />
cuando el alba desciende de las montañas<br />
viene mi gato negro<br />
con un festón de luna sobre el mostacho<br />
a traerme la nueva<br />
de que el sol en la noche clavó su garra.<br />
(En este instante<br />
debes bordar bajo el crepúsculo<br />
o con la mano en la mejilla,<br />
51
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
estática,<br />
sonreír al amor venidero).<br />
1921.<br />
La niña Pola<br />
¿qué será de la niña Pola,<br />
que estaba en el campo,<br />
que su padre figuraba tonta<br />
y echaba a rodar a los vientos de la alborada su risa loca?…<br />
Crepúsculo y alma,<br />
ingenuidad y gloria;<br />
suspirillos de un pecho que no había tenido pesares nunca,<br />
inquietud de unos ojos que habían rondado por la montaña,<br />
tras el arco-iris que los corpúsculos tornasola…<br />
Sobre blanco rojo,<br />
y sobre rosado, moreno.<br />
Brillo como aquel brillo, yo no he encontrado ni en el diamante ni en el destello;<br />
castidad parecida,<br />
ni en la albahaca ni en el romero,<br />
ni en la petunia, ni en la magnolia, ni en la paciencia;<br />
(el sol de espaldas o el sol de hinojos junto del cerro!…<br />
—Es muy tranquilo; pero me lleva catorce años.<br />
(¡Oh, si supieras, cuántos abismos, cuántos obstáculos,<br />
salvo en la tarde, salvo en el alba, para tenerte junto a mi sueño!<br />
¿qué será de la niña Pola,<br />
que estaba en el campo,<br />
que su padre figuraba tonta<br />
y echaba a rodar a los vientos de la alborada su risa loca?<br />
La sangre aborta, y a las miradas que están en éxtasis<br />
no le es posible seguir el curso ya desarbolado de la égloga!…<br />
1927.<br />
Estéril<br />
¡Oh tú, vagabunda con quien me di el abrazo en el río,<br />
no te engañe el lucero del alba,<br />
no te engañe la luna de julio,<br />
no idolatres la gasa del monte<br />
ni profieras: La Patria es mentira!<br />
52
Yo alenté tus primeros impulsos,<br />
gasté en plata tus rútilas perlas<br />
y he incendiado las aguas de instintos;<br />
como he constatado en un rapto de suprema constancia<br />
la terrible igualdad de la risa, de la sal, de la sangre y el agua.<br />
Vivo yo, debes creer que ya he muerto;<br />
muerto yo, debes mirar que vivo<br />
hecho miedo en tu risa de histérica,<br />
hecho espasmo en la simultaneidad de la muerte y la vida!<br />
1932.<br />
Briznas de la colonia<br />
I<br />
quisqueyana, déjame besar los vellos de tus piernas;<br />
déjame inundar la inédita vía de tu anhelo…<br />
Mujer de los arqueados ojos<br />
y las crispadas manos:<br />
sostenme en el torbellino de mis aspiraciones y mis deseos;<br />
¡cunde mi plectro con la suavidad de tus manos<br />
y reverdece con tus palabras el apagado cenit de mi anhelo!<br />
Mujer, mixtura de infinito<br />
y de llanto:<br />
comprende a tu hombre triste, salmodia tu muerto,<br />
¡y coge al vuelo la paloma de los pies y de los ojos<br />
alados!<br />
…Calló la voz<br />
y el crepúsculo se derramó en cadencias<br />
sobre las puertas sin forma de lo desconocido.<br />
II<br />
Venía un vals lento.<br />
Todo el mundo callaba en la aldea.<br />
¿Si la música se parecerá a la muerte?<br />
1933.<br />
India<br />
DOMINGO MORENO JIMENES | ANTOLOGÍA<br />
India, desde la cabeza hasta los pies,<br />
in-dia;<br />
debí decir mestiza,<br />
pero ya ves, escribí india<br />
y no me arrepiento:<br />
¡a veces la salvación de un porvenir está en el pasado!<br />
53
No sé si vienes de Boyá,<br />
donde se consumió la indiada nuestra,<br />
o de Enriquillo<br />
¡dónde se sublevó el cacique que enarboló ese nombre!<br />
Con la tristeza de tu mirada<br />
y la majestad de tus senos,<br />
yo estoy comulgando horizonte arriba…<br />
(¡Oh, tú, que viniste a mí con la nostalgia del otoño<br />
y la reciedumbre de la primavera!)<br />
¿En mí estabas buscando un hijo que tal vez se te había perdido,<br />
o el primer varón del orbe que se había de tus sentidos eclipsado?<br />
Me sonreías de soslayo<br />
y me lanzabas responsos de diatribas.<br />
Ahora, ya ves, yo me he alejado…<br />
¡Y he dejado el presente a tus pies como una cosa muerta!..<br />
Seguiré en mi afán de realizar a América;<br />
aunque ya no en la voluta de la caricia<br />
ni en el volcán de la sangre,<br />
sino en este vislumbrar de rey vencido…<br />
(¡Trescientos siglos diluidos en cuarenta y cuatro años!)<br />
¡Oh, Mujer, qué remoto debiste verme,<br />
con mis zapatos viejos,<br />
mi sombrero deteriorado,<br />
y mi doliente afán de ajuar antiguo!…<br />
¡qué soso te debí parecer siempre<br />
con mi alocado afán de futuros inéditos!…<br />
1938.<br />
Óleo<br />
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
(A la manera antigua)<br />
La niña de la pampa,<br />
la flor del tabacuelo,<br />
el bucle en onda corta,<br />
el mirar, riachuelo.<br />
La faz canela brava,<br />
el pecho jardín ancho,<br />
visión de un sueño esclava,<br />
nitidez en el rancho.<br />
Amor tocó a su puerta.<br />
Canción sonó en su oído.<br />
54
La esperanza en el viento.<br />
Polen de alba en el nido…<br />
En tanto, cuatro o cinco<br />
nubes por el andén<br />
revuelan con ahínco<br />
sobre la tarde sen.<br />
1938.<br />
La inencontrada surge<br />
DOMINGO MORENO JIMENES | ANTOLOGÍA<br />
I<br />
Y seré, y vuelvo a ser…<br />
Y seré, y vuelvo a ser.<br />
¡Oh, amada: por ti mi rosal ha despabilado sus estrellas!<br />
Sólo a tu conjuro la noche me ha soliviantado en su ancho Océano…<br />
Me interné en la infancia;<br />
entré y salí del alba de la muerte<br />
por ti, y sólo por ti!<br />
II<br />
¡Oh, amada, el día que te desmayaste en mis brazos,<br />
abril era, la felicidad había estremecido mis ámbitos,<br />
y mi corazón no lo advertía!<br />
(Todavía tengo el corazón inflamado<br />
y un zahumerio de lilas que me cala el ser todo entero).<br />
III<br />
Parece que te he visto,<br />
porque hoy al despertar<br />
me ha sabido a azucena la brisa.<br />
IV<br />
única, tenías que ser así, única;<br />
misteriosa y altiva;<br />
risueña y triste;<br />
esclava de mis ansias;<br />
reina de mi ser;<br />
mía en el día que se agita;<br />
mía en la noche que renace;<br />
mía en el alba que despierta;<br />
mía en el crepúsculo de la raza futura que aún no ha germinado.<br />
¡Mía, mía, mía!<br />
Mía hasta antes de nacer<br />
¡y hasta más después de morir!<br />
55
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
V<br />
Cuando me ibas a mirar te sonreías<br />
y cuando te besé por primera vez lloraste.<br />
¡Oh, el dolor del beso primero!<br />
¡Oh, el martirio del beso primero!<br />
¡Oh, el infinito gozar y sufrir a un tiempo del beso primero!<br />
VI<br />
Ya en tu patio los rosales no dan rosas, sino estrellas<br />
No lo dudes: “me amas”, “me amas”, “me amas”.<br />
VII<br />
Y si no me amaras, ¿qué sería del orbe,<br />
y del pájaro solitario en la rama,<br />
y de la pobre onda líquida cuyo equilibrio es su desequilibrio?<br />
En ti laten causas de mundos;<br />
pero te vistes de levedad<br />
para que te ignore hasta el átomo.<br />
VIII<br />
¡Oh, amada, la que te me ocultabas<br />
a cada paso del camino,<br />
a cada sin razón de la jornada,<br />
y que ahora,<br />
inesperadamente,<br />
me vuelves de niebla los pies y las manos!<br />
Y junto a ti estoy siempre<br />
a despecho de la vida,<br />
del porvenir,<br />
y del pasado.<br />
1939.<br />
56
Varias<br />
Nuevos motivos<br />
I<br />
La flor de la maravilla<br />
se ha abierto para mí en la tarde;<br />
sus pétalos son afilados,<br />
su perfume es tenue;<br />
yo he comulgado con la melodía de su porvenir, ignotamente,<br />
y he sentido gemido de astros<br />
y levantarse un polvo de resplandor en mi camino.<br />
II<br />
Llegué hoy más tarde.<br />
El sol presentaba una nube.<br />
El jardín se contenía en su silencio.<br />
Llegué hoy más tarde.<br />
Las flores de su jardín estaban mustias.<br />
Llegué hoy más tarde.<br />
Ella era toda para mí y para sí misma.<br />
En nuestro derredor no hablaba ni una hoja.<br />
Llegué hoy más tarde.<br />
¿Conocemos la evolución del mundo<br />
a cada nueva ojeada del mundo?<br />
El hombre despertó, y en el libro abierto de la vida<br />
había una hoja en blanco!<br />
¿Diría mártir? ¿Diría libertador? ¿Diría poeta?<br />
1918.<br />
El haitiano<br />
DOMINGO MORENO JIMENES | ANTOLOGÍA<br />
Este haitiano que todos los días<br />
hace lumbre en su cuarto<br />
y me llena las fosas nasales de humo;<br />
este haitiano<br />
que no puede prescindir de la cuaba,<br />
y prefiere tabaco del fuerte<br />
y aguardiente del malo,<br />
es bueno a su modo,<br />
y a su modo rico<br />
y a su modo pobre.<br />
57
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
¡Benditos los seres que maltrata el hombre!<br />
¡Bienaventuradas las cosas humildes<br />
que se yerguen siempre sobre el polvo frío de todas las cosas!…<br />
1927.<br />
Maestra<br />
Maestra: recuerda el amanecer con su vaca lechera,<br />
su humo de sol,<br />
su organillo de pájaro…<br />
háblanos del plátano que rezaba a la sombra<br />
y del guineo que amarillaba junto al oreganito;<br />
del maizal que nos confirma que en américa<br />
no es exótico ni lo rubio ni lo negro.<br />
¡Maestra, no te muestres tan distraída ante tus parroquianos hombres!…<br />
Piensa que ser mujer,<br />
y mujer con m minúscula,<br />
es de todas las cosas lo que en verdad te importa.<br />
Trocar los sexos, ¿y con qué objeto,<br />
siendo, como eres, en realidad, de un sentir prolijo y tierno?<br />
Así: minuciosa, sensible y sumisa<br />
te soñó mi egoísmo,<br />
y te anhelan mis hijos que están en gestación desde la infancia!<br />
1938.<br />
Panacea<br />
Partió por el horizonte de la dicha<br />
y era una bandera santa de recuerdos.<br />
El pan medio quemado estaba sobre la mesa limpia<br />
y los niños ya no querían jugar ¡tenían como los rostros imprecisos!<br />
Sobre la mecedora el mechero de gas casi apagado,<br />
y bajo la plancha, mi camisa.<br />
La tarde hacía las veces de un gran salmo incoloro<br />
que estrangulaba entre sus manos la noche.<br />
1929.<br />
Nuevo madrigal<br />
El aguijón estaba perfumado.<br />
La herida estaba perfumada.<br />
58
Ascendió al cerro un velo de perfume.<br />
Una neblina de sándalo anunció la mañana.<br />
—¡La abeja ha muerto, madre!<br />
Y al irrumpir, quedaste ensimismada,<br />
cual si el dolor se te volviera aroma,<br />
iris el grito y tornasol la lágrima.<br />
hija mía,<br />
expía en tu vida la íntima fragancia!<br />
1930.<br />
Hora azul<br />
Ondas.<br />
Vuelos.<br />
Romanzas lejanas.<br />
Medialuz.<br />
Bisbiseos de sombras en el puerto.<br />
Gasas que cubren el horizonte reverberante.<br />
Crujir de jarcias recias.<br />
(Ay Dios! ¡qué será de las lilas<br />
con medio cuerpo bajo el cieno, y medio cuerpo sobre la vida!)<br />
1930.<br />
Hora gris<br />
Atravesé el cementerio de la aldea:<br />
no tenía dolientes:<br />
se estremeció mi alma junto a un jazmín triste,<br />
gimieron mis sentidos junto a una rosa cárdena.<br />
Después,<br />
lancé la rosa y los jazmines al viento,<br />
y sólo quedó flotando en el instante esta sola palabra:<br />
“Tierra”.<br />
1930.<br />
Campiña poblada<br />
DOMINGO MORENO JIMENES | ANTOLOGÍA<br />
Vi el sol desparramándose por las puertas;<br />
sentí la paz emergiendo dentro de las almas.<br />
Vi a los niños reír<br />
y sentí el amor que sonreía.<br />
La tarde tenía júbilos de mañana<br />
y un mango proyectaba en la soledad su ennochecida sombra.<br />
59
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Junto a la pareja estremecida por el cierzo, dije:<br />
¡Grato el desamparo que os une!<br />
¡Grande el dolor que os reconcentra!<br />
¡Leve la realidad que os eterniza!<br />
Todos los ojos de la Naturaleza<br />
querían como sumergirse en el crepúsculo de la tierra,<br />
y yo que avanzaba sobre la tierra,<br />
a duras penas comprendía<br />
que el cielo era más tierra que la tierra…<br />
1935.<br />
Los últimos canjilones de la primavera<br />
—Buen viejo, ¿de dónde brota el canto?<br />
—Los cantos borbotan de la sangre.<br />
—Madriguera,<br />
¿y el amor?<br />
—De sí.<br />
—Mar,<br />
¿cuál es la melodía de las campanas en el crepúsculo?<br />
—Dolor,<br />
¿cuál es tu friso, a dónde tiende el hálito de tu propulsión?<br />
—Infinito, tú solo me bastas hoy para estar triste.<br />
1925.<br />
Vislumbrar América<br />
En todo viaje<br />
hay una rosa náutica:<br />
el punto de partida,<br />
el lugar de llegada,<br />
los objetivos presentidos<br />
y las posibilidades exteriores.<br />
Me ofreció los labios en un arranque<br />
de entusiasmo,<br />
de timidez,<br />
de locura.<br />
¡Adiós, me decía su mano tranquila!<br />
¡Puede ser, me decían sus ojos turbados!<br />
¡Será, no será, me osó decir a un mismo tiempo su seno oprimido!<br />
Cuando me tengo que levantar de noche,<br />
porque la creación me quita el sueño;<br />
y tengo que continuar, mentón en mano,<br />
60
todo un cuarto de noche,<br />
todo un tercio de tarde<br />
y todo un crepúsculo de día;<br />
cuando la copian a mi lado<br />
vocablos que no son seres,<br />
pero que ni tampoco son fantasmas,<br />
y palpo el vacío de la vida,<br />
y la oscuridad de mi entendimiento,<br />
olvido el principio de las cosas,<br />
y parto del fin de las cosas,<br />
al principio de la irrealidad y de la vida.<br />
Lo vi como un sátrapa de todos los Continentes,<br />
asquearse del prójimo que le había enseñado el camino,<br />
traicionar al amigo que le había tendido la mano<br />
y hasta maldecir a la madre que lo había parido…<br />
Su mano en el horizonte turbaba las sombras,<br />
¡y su cabellera era una selva iluminada!<br />
¿Te convenciste?<br />
Con la cal de mis huesos está hecho todo:<br />
lo que palpas<br />
y lo que ni siquiera presumes.<br />
—Soy bella,<br />
es verdad;<br />
pero no puedo ser eterna.<br />
DOMINGO MORENO JIMENES | ANTOLOGÍA<br />
—Sigue prolongándote,<br />
hasta que te des de bruces con el silencio y con la muerte.<br />
Franqueado el primer paso,<br />
¿por qué vacilas en dar el último?<br />
Lo último cuaja el hecho en bramido de acto…<br />
Por eso los reciénllegados en la vida son hombres de coraje…<br />
Ojos absortos en los accidentes lejanos,<br />
manos de forasteros posadas en el lienzo de los destinos.<br />
Mujer u hombre, piedra o santo:<br />
¿ves la vida?<br />
Asómate a la claraboya de la nada.<br />
¿No ves nada? ¿No ves aún, todavía?<br />
¡Pues escucha, para que tu silencio se torne clamor pensante,<br />
y en el albear de una isla desierta, divises el claror de una reciénvenida vida!<br />
1926.<br />
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COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Cantos de la tierra<br />
El diario de la aldea<br />
¡Ay Dios, que ves el viento y ves la nube,<br />
compadécete de mi alma<br />
que es una nube fría en un cielo claro!<br />
Mi andar no es andar de consciente sino de sonámbulo;<br />
llevo las manos en el aire<br />
y el pensamiento en el azul;<br />
llamo “madre” a las plantas<br />
y a las margaritas “hermanas”;<br />
en cualquier riachuelo veo la faz de mi padre,<br />
y los luceros, carbunclos de la noche, son mis “hijos”.<br />
Esta síntesis del mundo que llevo conmigo a veces me sume en la tiniebla;<br />
pero siempre me arrastra a la luz!<br />
Oh naturaleza, ¿qué mal te he hecho<br />
para que me castigues con una carga tan desapacible?<br />
Yo sé que vine del misterio,<br />
pero los cambiantes de la vida son más inexplicables que<br />
las flaquezas de la muerte, o que la sencillez de la nada.<br />
Tú no me podrás dar la alegría riente<br />
de lejanos días y lejanos tiempos<br />
en ti vengo a curarme de viejos males,<br />
en ti vengo a reposar.<br />
El pájaro herido busca el antiguo albergue de sus dichas.<br />
Junto a aquella rama, yo soñé;<br />
bajo la sombra de aquel árbol yo medité;<br />
el susurrar del río ya no me sabe a música, pero a un despertar próximo me suena.<br />
Mariposillas: no voléis,<br />
brisas: no entremezcléis mi cabello cano.<br />
¡Siga mi frente erguida y luminosa como una antorcha!<br />
Este hueco de cañada me recuerda la vida<br />
y esta placidez de soledad me quiere como hablar de niñez.<br />
Yo fui un niño como todos los otros,<br />
aunque un poco más cándido y más triste.<br />
De ayer a hoy, ¡qué abismo!<br />
y de ayer a mañana, ¡qué universo!<br />
Con moras frescas me teñí las manos<br />
y tengo la mirada cansada de soñar cosas tristes.<br />
El cielo que tengo por delante no es doloroso;<br />
pero el horizonte de mi vida presente, sí que lo es!<br />
62
El maíz brillaba en las manos del hombre,<br />
la polla se internaba entre los matorrales,<br />
el cielo se encapotaba sereno.<br />
¡quién fuera madreselva!<br />
¡quién fuera río!<br />
¡quién fuera cañada!<br />
Flores,<br />
flores,<br />
flores.<br />
¡Oh Mayo!<br />
¡oh dolor!<br />
Tal cuando el sol tramonta,<br />
y las nubes obscuras se entretejen de grana<br />
y los aires se llenan de infinitos vapores;<br />
tal cuando la torcaz da el grito que espanta la nidada y el ruiseñor;<br />
tal cuando las montañas que están por arriba de mi cabeza sueñan;<br />
tal cuando los árboles tiemblan y los arroyos cantan.<br />
Relinchos de caballos en mi puerta,<br />
más luego, pasos y voces;<br />
a poco, un loco sobresalto de mi ser solamente;<br />
en seguida, el sol, la alegría de los pájaros, la mañana,<br />
dos aldeanas rientes,<br />
una mujer pálida,<br />
dos niñas, sus hijas, enmascaradas de riguroso luto,<br />
la cruz de un muerto,<br />
mi estupefacción al ver, hasta el dolor, metamorfoseado de esa manera;<br />
mi expresión: “vuestras lágrimas sean benditas”;<br />
al momento, mi pretexto de buscar la lechera.<br />
Después… el campo y yo con el campo y los pájaros, solo.<br />
1925.<br />
Islas mentales<br />
DOMINGO MORENO JIMENES | ANTOLOGÍA<br />
Cuando le puso la moneda en la mano,<br />
el esclavo se dijo: esta es mi libertad…<br />
y le volvió la espalda para siempre.<br />
Toda la tarde se desvanecía en un rosicler mustio,<br />
y el espejear de todos los días venideros estaba como pendiente<br />
de un arroyo de láudano,<br />
y de tinta.<br />
La charla de los sembradores ponía como la tierra mansa.<br />
Sabaneta parecía una forastera cargada de collares rojos<br />
63
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
y de lugares comunes blancos.<br />
Yaguajal ofrecía su reflejo verdoso<br />
Y Tomines enrostraba sus pedregales al caminante.<br />
La tarde que quería como venírsenos encima,<br />
nos envolvía en un ambiente de lunas y de pájaros.<br />
La trepidación de una espontaneidad superior<br />
hendía los aires y los recreaba,<br />
y ahorcajadas, sobre toda cosa viviente o presentida,<br />
el afilado diente de la noche.<br />
1929.<br />
Trozo de pueblo<br />
Esas casas de cana<br />
donde se respira felicidad.<br />
Esos albergues tímidos<br />
donde hasta la angustia es un silencio.<br />
Esa jovialidad de pecho joven<br />
que hace brava la gente.<br />
Esas canas de anciano que al sol vigilan vírgenes.<br />
Esa tranquilidad de perspectivas.<br />
Ese canturrear de la madrugada;<br />
ese respeto de la tarde;<br />
esa serenidad de la noche…<br />
Esos pasos ignorados de los héroes<br />
por campos de ausencia y de muerte.<br />
La tarde humeaba;<br />
el horizonte echaba chispas;<br />
al frente, unas luces,<br />
un poco distante…<br />
(¡Ay Bartolina, si yo volviera a verte<br />
como en la época de tu fresca hermosura!)<br />
1925.<br />
Impresiones de Sabaneta<br />
I<br />
Una mujer junto al río y una escuela junto a la montaña;<br />
un dulce creer en Dios y un grato olvido de las cosas mundanas.<br />
Todas las mañanas el humo,<br />
todos los días el sol,<br />
todas las tardes el alma;<br />
y un día y una hora no esperada, la muerte,<br />
64
cerca del pinar,<br />
con paz y sin miedo, junto al río y la montaña.<br />
II<br />
Veía con el pensamiento mis burros lentos,<br />
veía las grandes piedras que no los dejaban caminar,<br />
veía el agua de los bidones que se derramaba por el camino,<br />
y fui a una gramita pálida y medio mustia,<br />
donde conversé mucho conmigo mismo<br />
y puse en mi interior los puntales de estas palabras,<br />
que hoy son emoción,<br />
y entonces sólo eran reminiscencia de un recuerdo…<br />
III<br />
Pueblo: duerme tu sueño de catorce mil siglos,<br />
que si una sola conciencia vela a tu lado<br />
siempre estarás despierto, ¡aunque nunca llegues a despertar!<br />
IV<br />
Continúa abriéndome tu herida más honda,<br />
hasta que ya no exista.<br />
(O que yo y los hombres creamos que no exista!)<br />
1930.<br />
Voz interna<br />
¡Oh, generosidad que por doquiera nos haces crear espectros!<br />
¡Oh, lágrimas!<br />
¡Oh, razón de ser de la vida inútil!<br />
Bien está que nos nublen la esperanza y nos festinen el recuerdo;<br />
bien está que nos acorten la fuente del instante;<br />
bien está que nos truequen la dicha en una mariposa loca.<br />
Siempre habrá aldeas esparcidas por colinas abruptas,<br />
y silencios desconocidos…<br />
1930.<br />
Aleluya de invierno<br />
DOMINGO MORENO JIMENES | ANTOLOGÍA<br />
El rancho. La hembra. Salirse de la vida.<br />
El cielo. El prado. El bosque.<br />
Imágenes de sueños desvanecidos.<br />
Recuerdos de existencias remotas.<br />
La brisa. El humo. El túbano que comprime silencio.<br />
65
El niño; el perro; el asador de la cocina.<br />
Bosquejos incompletos de un porvenir hecho jirones.<br />
Gasas en el poniente y realidad sobre mi vida…<br />
¡Salve! a los poetas que renegaron la palabra.<br />
¡Salve! a los conductores de pueblos que se anegaron en la sombra.<br />
¡Salve! al brillo oculto de las sapiencias ignoradas.<br />
Arco iris de luz sobre la frente de la infancia;<br />
arco iris de paz sobre la inestabilidad de la vida.<br />
Un rumor de destinos me hace un signo en la frente.<br />
Una crucifixión de albores me distiende el oriente del camino.<br />
Miro para adentro y sigo la sesgada senda;<br />
le doy una ojeada al porvenir, y me pierdo en la inestabilidad de la vida!<br />
1930.<br />
Parábola de los dones<br />
Dije al río<br />
en la emoción de su desenvolvimiento apacible:<br />
—Padre del bosque,<br />
hermano de las sencilleces astrales.<br />
Dije al mujido de la vaca:<br />
—Fuerza, alegría, salud.<br />
Dije al manglar:<br />
—Tu sombra está más llena de perfumes que la noche.<br />
Dije a la montaña:<br />
—Verte es crecer,<br />
recordarte es comenzar a desandar la vida.<br />
1931.<br />
Salutación<br />
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Vi el desfile de las muchachas para Gurabo,<br />
el orto en siesta,<br />
el nácar de la luna sobre el crepúsculo,<br />
y he hundido mi planta en el río sin sentirlo y sin saberlo,<br />
como si estuviera atacado de Sonambulismo.<br />
Tú has cruzado a pie el destino,<br />
y desde el útero de la Naturaleza,<br />
te has llenado de cal y de aliento, de color y de canto;<br />
de la montaña tomaste el iris gris violeta<br />
y de la cinta del camino el alma.<br />
66
Recojamos en este grito de salutación todas las almas dispersas del mundo.<br />
y dejemos que la maravilla de tu palabra<br />
incendie el presente de mitos.<br />
1932.<br />
A la mujer ilustre de Santiago<br />
DOMINGO MORENO JIMENES | ANTOLOGÍA<br />
Mujer que ves a este peregrino<br />
llegar,<br />
¿comprendes su hastío de la vida,<br />
adviertes su anhelo no colmado,<br />
presientes las ortigas que rodean sus pies?<br />
Mujer que ves a este peregrino<br />
llegar,<br />
ábrete las venas de los deseos,<br />
y con la mirada en alto,<br />
convéncele que suba y que no ceje…<br />
Él había llegado a pensar que en la cúspide podían tornarse cuerdos sus sueños.<br />
Él huía, huía de las praderas de sus éxitos<br />
como si sonreír fuera crimen.<br />
A los árboles, prefería la sombra de los árboles;<br />
y al prado virgen, la soledad petrificada del prado virgen.<br />
Llegó a enloquecer en su anhelo de querer que nadie sufriera.<br />
Con la existencia trunca<br />
y algunas canas viriles todavía.<br />
Mujer, tú sola puedes<br />
darme un adiós,<br />
y un beso.<br />
(O en un adiós entretejido el ulular de un beso,<br />
como si fuera brisa de pinos que recortan en verde terroso el gris…)<br />
Tú sí sabes sentir como nadie en el mundo,<br />
alfarera de mi desnuda y desolada Patria;<br />
elíxir de los sentidos superiores;<br />
hoja de la tierra que expandes en cimas múltiples el barro…<br />
Reverencio en ti el alma de mi madre muerta<br />
y la carne de mi madre viva.<br />
¡Silenciaré<br />
para que me puedas interpretar mejor en esta soledad<br />
de páramo fuerte que es mi vida! …<br />
1932.<br />
67
Río pueblo<br />
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Alto.<br />
¡Jocundo!<br />
Pareces una bruma de noche…<br />
El alba siempre te está aguardando porque presiente que te entregarás pleno!…<br />
¡Mejor tálamo jamás pudo soñar la muerte!<br />
¡Mejor florón de inquietud jamás pudo imaginar la vida!<br />
Mejor espejo de horizontalidad jamás pudieron anhelar los vastos horizontes!<br />
¡Oh río; oh arteria; oh fuente,<br />
que haces posible en el común momento la inalcanzable cima,<br />
que recreas, alzándonos del rudo polvo de que todas las cosas están hechas!<br />
Si abajo, es el amor,<br />
si arriba, son las nubes;<br />
si en tu rostro, es la más dulce plática del viento!<br />
¡Tú que has hecho posible que la montaña se desnude,<br />
que se irga el árbol<br />
y que la pradera se peine!<br />
Si un pájaro canta, su armonía es espíritu,<br />
porque tú fecundas de ambrosía el gorjeo.<br />
Corona eres que rodeas a Santiago,<br />
y serpiente de eternidad que aseguras el Norte!<br />
—¡Oh las partidas sin partida del Atlántico,<br />
que palpan a Europa y dejan a la América intacta!<br />
Pulmón de ensueño,<br />
gasa de idealidad,<br />
corazón de infinito…<br />
Mis sienes esperan el descanso de tus márgenes,<br />
y a mis manos sobre tus ondas no les duele estar prematuramente marchitas!<br />
¡Río!… iba a decir puerto.<br />
La lluvia cayó sobre la montaña.<br />
Por el Este aparecieron tres astros de rostros minúsculos,<br />
pero el devenir de la humanidad estaba parado:<br />
entre la cruz y un alfanje giraba su mente!<br />
1934.<br />
A San Francisco de Macorís<br />
Macorís: ¡permite que al romper el alba te salude!<br />
Tú no sabes de espectacular vida muelle;<br />
tu noche es como el aura de tus mujeres de cabellera bruna;<br />
tu sol es más dulce que el sol del Este,<br />
68
más fuerte que el sol de Occidente,<br />
¡más rico y más complejo que ese todopoderoso sol del Norte!<br />
¡Oh pueblo, que tienes por los cuatro costados el campo!<br />
No reniegues de tu virtud,<br />
y que jamás te abofeteen el rostro<br />
los cintarazos de enmohecidas y pretéritas civilizaciones!<br />
En tu jolgorio alegre está tu fuerza;<br />
en tu sana jovialidad está tu mina;<br />
en tus silencios reconcéntricos están tus intactas dignidades latentes;<br />
tu sobriedad es una carcajada aguda y triste;<br />
tu honradez sabe a ampolla en los labios de los que mienten.<br />
¡Oh pueblo,<br />
grande en el gesto de morir y grande en el gesto de vivir:<br />
permite que me quite las orquídeas de mis meditaciones pálidas<br />
y sobre la frente de tu mujer de mirada más firme<br />
deje una cruz resplandeciente!<br />
(¡Oh pueblo, que tienes en tus sonrisas y en tus miradas crepusculares<br />
el más alto Tabor!…)<br />
1933<br />
16 años<br />
DOMINGO MORENO JIMENES | ANTOLOGÍA<br />
Mujercita del Yaque de la arteria caliente<br />
y la frente en luz baja:<br />
¿Me palpaste la sangre en la noche del lunes?<br />
¿Me rizaste el ojo en la tarde del sábado?<br />
Mujercita del Yaque de la tez de amapola<br />
y los senos de nardo:<br />
¿son tus pies una esfinge y un turpial tus cabellos<br />
en la lidia del día y en la fiesta del alba?<br />
Mujercita sumisa,<br />
dulce, altiva, serena!…<br />
¿Será cierto que he sido un aliento en tus plantas?<br />
¿Será cierto que he puesto un rumor en tu nido?<br />
Mujercita del Yaque de la arteria caliente<br />
y la frente en luz baja:<br />
¡qué dolor esta ausencia!<br />
¡Y qué hastío esta noche!<br />
¡Y qué frío en esta alba!<br />
Mujercita del Yaque de la arteria caliente<br />
y la frente en luz baja:<br />
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COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
el tiempo cuaja en boda la más leve sonrisa<br />
y el silencio es por siempre la más grande palabra!<br />
1934.<br />
El pueblo San Rafael<br />
A dos kilómetros y cuarto,<br />
a dos kilómetros y tercio,<br />
aproximadamente<br />
—no mido con los dedos la distancia sino con el espíritu—<br />
Lejos de la herrumbre de Puerto Plata,<br />
que tal vez hizo decir a una joven empingorotada<br />
a su comensal capitaleño:<br />
—¿No ha advertido que aquí no carecemos de la brisa marina?<br />
Cerca del pueblo de La Rosa, que contra deliquios y algazaras<br />
ofrece al sol sus soliloquios;<br />
de puntillas apenas junto al camino de la Línea.<br />
—¡Oh, Guayacanes con su balsié!<br />
¡Oh, Juan Gómez con su General!<br />
¡Oh, Villa González con sus hembras!—<br />
Cerca de la extinguida Exposición y a borrosos pasos de la hondonada de Gurabo<br />
estás, ¡oh, pueblecito! con tu parque de juguete,<br />
con tus colmados de juguete, con tus carnicerías y<br />
lecherías donde se siente hasta cruzar una mosca.<br />
Allí la mujer descarriada llega y se humilla;<br />
allí el leproso siente que en la noche florecen de azucenas sus llagas,<br />
el ciego, calor;<br />
el friolento, luz.<br />
El invierno vio llegar allí a un pobre,<br />
que algunos tienen por iluminado<br />
y la generosidad por loco.<br />
Lo que aconteció entre su alma sencilla y débil<br />
y el alma de huracán de ese hombre,<br />
sólo un silencio de cien centurias<br />
y un minuto de siglos<br />
voltearlo puede en el reposo de su olvido valetudinario.<br />
¡Oh, pueblo, que estando en laxitud estás vivito como el agua en la aurora,<br />
que siendo joven y teniendo sangre<br />
te aduermes como si nunca hubieras existido!<br />
Oye el secreto de mi corazón esta tarde:<br />
si algún día soy a ti deberé esta condescendencia con la cumbre.<br />
Eres el impulso de mi ideal grande<br />
y el mesurado fuego de mi sueño pequeño.<br />
70
A ti llegué, mondo,<br />
triste,<br />
y hoy me devuelves con una fijeza de claridad<br />
y una seguridad de visiones,<br />
como si en la sustancia de mi ser se hubiera periclitado el tiempo.<br />
1936.<br />
Villorrito La Rosa<br />
DOMINGO MORENO JIMENES | ANTOLOGÍA<br />
En cruz sobre la carretera de Gurabito,<br />
vio al hombre con su palo, su bulto y su niña.<br />
El sol respiraba a pulmón pleno;<br />
el palo no tenía cabeza,<br />
el bulto está deshilachado,<br />
la niña, etcétera, etcétera, etcétera…<br />
hacía semicírculos en mi cabeza el ideal.<br />
Creía en la paz, y hasta comenzaba a creer en el sueño.<br />
Dije instintivamente, ¡Oh olvido, qué grato me eres!<br />
Creo en ti, paz; porque me anulas el silencio y me confinas con el olvido.<br />
Desperté de mi ensimismamiento y ya era tarde:<br />
la luna doraba la yerba del camino,<br />
los perros aullaban fieros sobre el puente;<br />
quise avanzar, y me fue imposible;<br />
quise retroceder, y me fue imposible;<br />
quise mentir, y la conciencia de mi interior<br />
me dio a entender que hasta esto quizás me sería negado…<br />
Me sonreí, presentidamente.<br />
En una grande oscuridad, como noche de verano fresca,<br />
con la tiesura de las manos encallecidas por la labor,<br />
alguien se ladeó un poco, y mostrando al caminante<br />
un senderito recto:<br />
—hole, ¿no le han hablado nunca del pueblecito de “La Rosa”?<br />
Llegar y ver un montón de casas casi junto al río,<br />
tres perros sañudos,<br />
algunos falderos realengos,<br />
unas niñas que de tanto reír y sonreír estaban cansadas,<br />
algunas viejas cortas de vista,<br />
algunos hombres recios de palabra.<br />
En el bautismo de la sombra,<br />
y casi en el instante del requinto del grillo…<br />
la hora comenzaba a tornarse indecisa.<br />
Sin decir palabra di la espalda a la felicidad,<br />
y sin decir palabra me encontré entre las manos<br />
71
con ese cúmulo de cosas inertes que son una vida!…<br />
La noche me había cercado<br />
y yo no había decidido, si en lo sucesivo debía ser<br />
caballero u hombre.<br />
La carretera seguía instándome<br />
y yo seguía protestando con mis nervios y con mi sangre<br />
de la infalibilidad de la carretera.<br />
De improviso el sol hizo amago como si fuera a sobrevivir<br />
y yo balbuceé:<br />
¡Te amo, mundo, porque me haces olvidar de mi mismo!<br />
¡Te odio, silencio, porque reproduces todos mis actos!…<br />
Después quedé, hombre-átomo,<br />
con el labio transido de augurio<br />
y estas palabras sueltas como ascuas:<br />
¡hasta cuándo nos pesará la verdad<br />
tanto como nos pesa la vida!<br />
1936.<br />
La ceiba de mi barrio<br />
La ceiba centenaria que da sombra a las plantas,<br />
que da rocío a los niños,<br />
que pone su halo de espera sobre los caminantes,<br />
es buena, fuerte, mansa.<br />
Por su actitud, es virgen.<br />
Por su experiencia, anciana.<br />
Nadie que a su pie llega se aleja, defraudado.<br />
Es el alivio y la recordación de la comarca.<br />
Ceiba: a los que se preparan a convertirte en leña,<br />
les espera en tu silencio el filo de mi espada!<br />
1943.<br />
Simbología<br />
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Se cruzó en el lindero de la Vida<br />
con Bahoruco (la montaña) el devenir de sus distantes sueños<br />
y la sombra del padre Enriquillo.<br />
La tarde venía escasa,<br />
y el tiempo que había bordado de aldeas los montes<br />
quería y no quería tener el seño adusto.<br />
De repente, dominando la extensión, sonó una voz<br />
a manera del movimiento de un astro:<br />
72
Y el río Yaque del Sur fulguró como una espada de armonía<br />
en medio del mundo en desarmonía,<br />
en medio del ideal en desarmonía<br />
y el hombre perdido en la órbita de sí mismo.<br />
Apenas una chimenea de humo denso,<br />
apenas unos bueyes,<br />
apenas el sol,<br />
apenas unas cañas.<br />
(Dios y el infinito estuvieron largo rato tartamudeando la palabra “hombre”).<br />
Las estrellas se apagaban y se encendían,<br />
se encendían y se apagaban;<br />
el viento soplaba;<br />
la luna se tornaba opaca como si corriera a anonadarse,<br />
pero no amanecía, no amanecía…<br />
¿Se equivocó Dios en sus cálculos en la creación del mundo?<br />
No sé:<br />
¡sólo conozco que el hombre desde hace tiempo es extraño al hombre!<br />
1940.<br />
Palabras en el agua<br />
DOMINGO MORENO JIMENES | ANTOLOGÍA<br />
I<br />
he despertado enhiesto.<br />
La montaña pulimentó mis sueños.<br />
Por ella nació y creció en mi pecho el silencio.<br />
De su corazón salí virgen como el agua de manantial.<br />
Sensible al más ligero soplo sensible.<br />
Descorazonado de todo ideal grande.<br />
¡Crucificado de mí mismo!<br />
Con las alas abiertas a un imborrable empeño.<br />
La gracia era flor en mi mente.<br />
Ahora la gracia me guarda como cendal en el mundo pequeño.<br />
¡Bendito silencio!<br />
Sacrosanta verdad que me amparas: electriza mis ecos!<br />
Dios volvió al mundo cuando el mundo se anegaba en luchas,<br />
y Dios tiene que aparecer ahora en la planicie de la vida,<br />
sobre una cresta de silencio!<br />
Por ti salí, mundo;<br />
y por ti volví, montaña, a la vida de nuevo!<br />
hazme suspender de cimas no exhaustas;<br />
y si renuevo mi pensamiento,<br />
que nunca me abandone la armonía del pensamiento.<br />
que quede como partícula sola,<br />
73
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
aunque rastreen como nadadoras, los hombres,<br />
y como rebaños de cerdos, las plantas;<br />
y así, nota perdida en el cordaje de los siglos,<br />
que extinga Dios en mí su sed de infinito, sin límite ni término…<br />
II<br />
Montaña que asomo a ver todos los días:<br />
hoy me mostraste el rostro entrañable,<br />
derramaste sobre mí sombras que son luces.<br />
Montaña, montaña: ¡qué paz derramas sobre todo lo que te circunda!<br />
¡qué agobio de fuerzas internas!<br />
¡qué alegría de júbilos no exhaustos!<br />
Se diría que te cerniste sobre el Atlántico,<br />
para que sobre tu frente grabara su nido de ideales, el hombre.<br />
Montaña, montaña, ¿por qué esa adustez?<br />
¿Por qué esa insensibilidad de que a veces haces alarde?<br />
¿Se te escapa tu misión de orientar en los múltiples caminos de la multánime vida<br />
a los microscópicos seres?<br />
O acaso con tu ignorancia más sapiente que la sapiencia,<br />
dejas en blanco la palabra y el pensamiento,<br />
para que culmine Dios sobre las cosas?<br />
1943.<br />
Armonía cósmica<br />
I<br />
¡Oh mar de Monte Cristy!<br />
El viandante siente que la sangre se le va adormeciendo;<br />
que las colinas, los hombres y los árboles<br />
se le han de los ojos perdido<br />
y sólo un vaho de sol y de sueño<br />
le transforma en sopor los sentidos…<br />
El viandante siente músicas interiores arpegiarle las brisas,<br />
el descanso de los bueyes le llena el alma de silencio<br />
y la paz del recinto le puebla el recuerdo de pubertades tímidas.<br />
El viandante ha erguido la cabeza,<br />
y sobre los hombros, sus hombros,<br />
¡ha amanecido el mundo!<br />
El cerdo roncó a su lado<br />
y la mariposa se alejó, volandera…<br />
El viandante ha hecho un alto<br />
en su camino de tempestades<br />
y no es seguro que vuelva a inclinar la cabeza.<br />
La aldea le pinta a su vera mirajes de calma y de sueño,<br />
y un gallo que arquea la figura le trata, parece, de alentar, sonriendo.<br />
1932.<br />
74
Versos de madurez<br />
Íntimas<br />
El poniente de los horizontes inumerables<br />
quiero cerrar la boca siempre.<br />
quisiera que el mundo se trocara en un gran silencio<br />
largo y confuso,<br />
que se prolongara con el tiempo.<br />
“Cámbiame este oro porcino y vil<br />
por papeletas haitianas<br />
para no internarme por ninguna ruta lejos de Sabaneta”.<br />
Vengo asqueado de la ciudad.<br />
Traigo un escepticismo agudo por todo lo formal<br />
y exterior.<br />
A la prolongada agitación de la llegada<br />
le ha seguido un silencio que es un retorno.<br />
No ansiaré,<br />
no anhelaré,<br />
no me desorbitaré.<br />
DOMINGO MORENO JIMENES | ANTOLOGÍA<br />
Ni el ayer ni el hoy pesarán un adarme en la mochila de mi divagar.<br />
Amo el silencio por ser mármol<br />
y admiro el mármol por estar construido de calma y silencio.<br />
El muchacho que juega<br />
y la mujer que se deleita,<br />
igual asco y desprecio me dan.<br />
¡qué alegría ésta de vivir sólo para mí mismo!<br />
El verdadero camino conduce a todas las puertas del infinito.<br />
hay una forma ejemplar<br />
de seguir el flujo y reflujo del exterior:<br />
vivir.<br />
¿Te dirían egoísta?<br />
¿y qué?<br />
Tú te justificarás viviendo, que es la más bella forma de altruismo.<br />
Acuérdate:<br />
toda acción que desvía tu camino perjudica tu prójimo.<br />
75
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
El Universo,<br />
¡qué más bello prójimo del hombre!<br />
De regreso del campo,<br />
al atardecer,<br />
me dije:<br />
reflexionaré;<br />
y hoy, después del alba, en pleno pueblo,<br />
exclamo:<br />
el horizonte todo es una recta blanca,<br />
¿qué hacer? ¿qué camino me queda?<br />
Seguir.<br />
Alcanzaré el paraje donde se cruzan todos los caminos.<br />
Y, desde ese punto,<br />
escuchar,<br />
hender,<br />
¡columbrar!<br />
El instante de la dádiva no se hará esperar mucho tiempo.<br />
¡Oh, el día que ceda mi cuerpo a todos los devenires<br />
como una acción de gracias!…<br />
1926.<br />
Lirios tumbados<br />
I<br />
Exánime.<br />
¿Muerta? No puede ser. ¿Viva? Parece mentira.<br />
De ella no queda más que el pensamiento que va a todas partes.<br />
Su alma es lúcida pero sus ojos son profundos.<br />
¡Oh, la mujer que en una mirada vesperal me rescató la gloria!<br />
“Ella”, dice temblando mi palabra en la caverna de mí mismo.<br />
“Ella”, repite mi canción al sentirla correr en la<br />
inconsciencia de toda mi vida aniquilada<br />
Banderas a ambos lados de la meta.<br />
Cardos amagando heridas y escabrosidades proyectando sombras…<br />
IV<br />
Me empolvaré con esa almohadilla para hacerme<br />
de cuenta que me besas todas las noches.<br />
Me embriagaré con ese bordado para figurarme que me contemplas y sonríes.<br />
¡Oh, mis amores antes de conocerte! ¡Oh realidad del retorno cumplido!<br />
76
Tú eres dolor y almendra, mujer y ángel, estremecimiento<br />
e infinito, florescencia y miseria.<br />
Mi amor era caliche, y por ti se tornó hoja color de absintio.<br />
A la inmensidad di vueltas primero, y después me<br />
cercaron un temor, una duda, dos silencios distintos.<br />
hice como que no veía todo ese montón de tierra inútil.<br />
—Estiércol donde se sembraba toda la flor de un arte múltiple—<br />
Freno de mi vera: deja pasar la fuente de mis lágrimas.<br />
Manjar moreno: deja que en la selva de tus deseos se<br />
extiendan mis furores como serpientes.<br />
En ti la mañana abrió todo su sésamo de melodías.<br />
Eres como el rumor lejano de una magnolia, hundido,<br />
por la penumbra de un poniente.<br />
“Sigue virgen” sentí decir a la imposibilidad de la noche;<br />
mi cuerpo estaba envuelto en sábanas de margaritas,<br />
y mi pensamiento, —a ti menos que a nadie tengo que decirlo!—<br />
ardía en una llamarada de silencio azulado.<br />
La noche era cristalina,<br />
la yerba se había tornado gris por la niebla, en el plato de sangre del crepúsculo.<br />
Pensé en Judith, en holofernes, en el Manú, y hasta en la<br />
transfiguración de Jesucristo,<br />
y saludé –chistera en mano– a todos los reyes mendigos,<br />
a espaldas de la noche.<br />
1927.<br />
Canto grito<br />
Mi vida tosca<br />
y triste;<br />
mi vida llena de miserias y de lampos de infortunio, infinitos;<br />
mi vida ahuecada por el presente<br />
y paralizada por el futuro;<br />
mi vida poblada de infantes que piden pan y de mujeres que esquivan caricias;<br />
mi vida torpe y desgarrada como una pitahaya;<br />
mi vida, sin razón de ser y sin sentido, como la misma muerte que circunda la Vida.<br />
Mi vida, —¡oh, sopor de abismo; oh faro apagado por el<br />
pensamiento; oh destino que devuelve el destino!<br />
1931.<br />
Palabras sueltas<br />
DOMINGO MORENO JIMENES | ANTOLOGÍA<br />
No mascullo caldeo<br />
ni ninguna palabra antigua;<br />
pero no importa<br />
si la actitud de hablar me parece fosca<br />
77
y hasta la de pensar me parece risible.<br />
Soy todo acto de la cabeza hasta los pies;<br />
y de la intuición a la obra,<br />
¡quiero ser todo acto!<br />
“El mar, el mar…”<br />
¡Todavía queda sobre la tierra el mar,<br />
como huella del hombre contra el destino!<br />
¡qué sería del hombre y de sus anhelos<br />
si no existiera el mar!<br />
Por el mar nacemos,<br />
y por el mar tenemos que morir.<br />
he aquí, el mar, astros,<br />
como la única razón de ser del hombre!<br />
1934.<br />
Éxodos<br />
I<br />
Disfracé mi dolor con crueles frases:<br />
El campo…<br />
la hija de la lavandera de mi familia…<br />
¡Ay, yo mismo, que soy un dolorido corazón,<br />
ignoraba que en el fondo de toda gran desdicha existe un gran consuelo!<br />
Ignoraba o presentía que no lo sabía.<br />
¡Oh, humilde voz infantil y límpida!…<br />
El madrigal de mi desesperación es para ti ahora.<br />
II<br />
Al subir el barranco, la luna<br />
me advirtió que no era de tarde.<br />
Luna:<br />
¿qué te pasa?<br />
¿por qué en el oro de tu disco<br />
ofreces tonos encarnados?<br />
¿Mi vieja prosigue aún enferma<br />
o, sencillamente,<br />
tú le has susurrado levemente<br />
pláticas que son alboradas?<br />
1924.<br />
La vida<br />
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Tu palabra en la soledad de mi vida,<br />
tu palabra en la seguridad de mi muerte,<br />
78
tu palabra en la acidez de mis días amargos.<br />
Tu palabra:<br />
hecha un relámpago de piedad<br />
o una daga de dolor agudo.<br />
(El aire se ha tornado tibio<br />
como si el celaje de tu mano me penetrara…)<br />
1929.<br />
Ecuanimidad<br />
No me des la fortuna,<br />
Dios,<br />
no me des la fortuna.<br />
¡quiero vivir en paz con los hombres!<br />
Si tuviera demasiados amigos<br />
y hasta quizás cuidados,<br />
¿qué sería de mi albergue solitario,<br />
de mis cuitas,<br />
y de mis resplandores árticos?<br />
Deja en la paz tender mis días<br />
y en el nublado descifrarse mis últimas verdades.<br />
Déjame concluir sin ahínco<br />
y sin lucha,<br />
como una luz crepuscular que entre las raudas sombras se apaga.<br />
1930 .<br />
Inquietud<br />
DOMINGO MORENO JIMENES | ANTOLOGÍA<br />
¡Pasé como un soplo!<br />
Estremecido, delirante, triste;<br />
apresado en un zócalo, bajo los barrotes de la lluvia.<br />
¡Pasé como un soplo!<br />
Y la vida iba y venía a mi derredor<br />
sin que nadie se diera cuenta.<br />
¡Pasé como un soplo!<br />
¿Y acaso el porvenir de la humanidad<br />
podrá estar pendiente de algún leve pedúnculo de tiempo?<br />
La realidad podría ser en los otros,<br />
pero el infinito no era ni siquiera en mí…<br />
Y quedé pasmado en mi tremulación,<br />
¡no sé qué días! ¡qué horas! ¡qué años!<br />
79
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Parecía una vértebra perdida en la supra-realidad desconocida.<br />
Las agujas de mi reloj no medían números,<br />
y yo era una miseria de afilados suspiros sobre el segmento!<br />
1932.<br />
Confidencia<br />
Desde que naciste<br />
ya nos había separado el Destino.<br />
hijo, resígnate<br />
a tener un padre extranjero en el mundo.<br />
Los años pasan<br />
y aprehender el ritmo del día él no aprende.<br />
El egocentrismo lo hiere,<br />
¡y él permanece ante la estatua del Sanchopancismo,<br />
desnudo!<br />
Su mirada se vuelca,<br />
no para “el dos y dos son cuatro”<br />
sino para la estratosfera que existe en la raíz de todo hombre.<br />
Su pupila tiene un radio espiritual superior a su rostro,<br />
y es justo que sufras,<br />
hambre, tortura y desnudez aún después de la muerte.<br />
¡qué sería de ti y de los demás hombres,<br />
si así no fuera!<br />
1937.<br />
80
Los poemas de la muerte<br />
Mi vieja se muere<br />
I<br />
En este momento en que escribo el día es pálido,<br />
blanco el papel en que trazo estas líneas,<br />
y aun más blanca mi desolación fantástica.<br />
II<br />
¿Se creerá que duermo?<br />
¿o que estoy loco?<br />
¿o que me pasa algo anormal o absurdo?<br />
¿pensarán muchos que no puedo dialogar ni conmigo mismo?<br />
¿Tengo el mirar triste,<br />
manso,<br />
leve,<br />
ardiente,<br />
plácido? (Ignoro si cabría aquí el dicterio de plácido!)<br />
Sea como se desee, espero más que pienso…<br />
Se fue la noche sin rastro ni asomo de lumbre…<br />
La mañana en que he caído me hace soñar demasiado despacio…<br />
III<br />
Cuando veía a los niños ante el pizarrón<br />
sudar,<br />
trazar embelecos más o menos amables,<br />
callar o hacer preguntas,<br />
importunar o continuar toda la clase quietos,<br />
me dije por más de diez veces: “esto vale de veras<br />
toda su alba, todo su anhelo y toda su sonrisa”.<br />
IV<br />
Y el sábado tardaba…<br />
Apenas la víspera<br />
con su preludio de ilusiones<br />
y el caos, ¡oh el hosco caos del tedio!<br />
Sé distinguir los días que preceden a los faustos sucesos<br />
y las noches que preceden a los días de luto;<br />
los primeros son fríos, plomizos y grises;<br />
las últimas tienen una muda elocuencia abismal<br />
que nos engaña, porque en su seno los astros y las nubes brillan más y mejor.<br />
V<br />
¿ha anochecido?<br />
¿O amanecido?<br />
DOMINGO MORENO JIMENES | ANTOLOGÍA<br />
81
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
¡Oh, sus trenzas bordadas!<br />
su nombre,<br />
sus ternuras,<br />
sus reproches<br />
y su velada voz!<br />
Me parece que no he acertado a bosquejar un pensamiento ni a formular una<br />
palabra.<br />
Esqueletos de sensaciones y de ideas sólo reposan a mis plantas.<br />
VI<br />
hice a pie un trayecto muy largo,<br />
vadeé un río,<br />
me flageló el sol,<br />
columbré una montaña…<br />
¡Si para algo sirvieran estas escaramuzas y estas treguas!..<br />
Amar<br />
o no haber amado nunca, ¿no es lo mismo?<br />
Sí, o tal vez;<br />
pero yo querría decir, “me demudé,<br />
pero al fin pude realizar todos mis sueños…”<br />
La inacción de los ideales, ¿no es una muerte?<br />
VII<br />
En fin: oí sus risas<br />
y la tuve en mis manos,<br />
soporté las interminables esperas,<br />
fingí;<br />
pero como las olas del mar, volví a quedar por breves horas quieto.<br />
VIII<br />
El baño en el arroyo perfumado por su cuerpo joven y tibio<br />
y los sordos clamores de la noticia cruel y horrible,<br />
¡Oh dolor, que me obligas a buscar el amor como punto de apoyo<br />
en el dédalo de mis dóciles dudas humanas!<br />
IX<br />
Las monjitas de la Caridad;<br />
su cama blanca, o mejor, su cuna.<br />
que ensordezca;<br />
¡que no me lo digan!<br />
XI<br />
¡Ay! su apostolado.<br />
¡Oh! su sacrificio.<br />
¡Oh, su abnegación!<br />
¡Oh, su necia ternura de querer ser mi madre!<br />
82
XII<br />
Llegar,<br />
aunque me extravíe,<br />
aunque pierda los frenos,<br />
aunque sobrenade en el vacío de la espantosa noche, ¡habré de llegar!<br />
1923.<br />
La intocada<br />
DOMINGO MORENO JIMENES | ANTOLOGÍA<br />
I<br />
Ella es sol en mi vida,<br />
yo no sé,<br />
ella es la perla blanca dentro de mi sentir turbio.<br />
Ella es un ramo de miosotis en el torrente de mis días alocados.<br />
Ella es una bocanada de éter en la caverna de mis introspecciones.<br />
Ella es una luz radiosa, tenue,<br />
en mis caídas y mis alzadas en el mundo.<br />
Ella es anterior a mí,<br />
y posterior a todo lo que llegue en espíritu o en substancia.<br />
Es verdad que ha muerto;<br />
pero en mis actos está intacta,<br />
pero en mis sueños está intacta,<br />
pero en todas mis emociones está intacta.<br />
II<br />
hija: tú no conociste a mi madre;<br />
y yo temo a tus días venideros, ¡sólo por eso!<br />
III<br />
¿Acaso no me dijo ella una vez<br />
que amara a quien me odiara<br />
y huyera de las acciones interesadas, siempre…?<br />
IV<br />
¿Acaso, cuando el astro del amor se alzó en mi vida,<br />
no fue por el riego de sus palabras,<br />
la inclinación de sus ojos,<br />
y el contacto tenuísimo de sus manos?<br />
V<br />
¿Acaso este yo mío que esplende no es su obra,<br />
o el más burdo modelo de sus más pobres obras?<br />
VI<br />
Martirio del amor fue ayer su vida…<br />
¿Martirio del amor no es hoy su vida?…<br />
83
VII<br />
¡Madre: deja que me siembre en la tierra para adorarte como debo!<br />
¡Madre: no impidas que cuando sea albor de polvo, no te adore menos de como debo!<br />
1932.<br />
El poema de la hija reintegrada<br />
MARÍA JOSEFA MORENO. In Memoriam<br />
Agonía<br />
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
I<br />
hija, yo no sé decirte si la muerte es buena<br />
o si la vida es amarga;<br />
sólo te aconsejo que despiertes, adulta de comprensión más que tu Padre!<br />
II<br />
hija, ya no habrá oriente ni poniente para tu porvenir:<br />
una sábana blanca serán tus días,<br />
una sábana blanca será tu pasado<br />
y tu recuerdo una estrella que frente a frente me iluminará el porvenir!<br />
III<br />
No sé por qué tu agotamiento<br />
me trae una recóndita dicha anegada en lágrimas,<br />
que me hace amainar la pulsación de la tarde.<br />
IV<br />
Tu infancia y tu silencio me parecen hermanos.<br />
V<br />
hija, hazme tomar la resolución de los otros:<br />
vuelve mi proa añicos<br />
y mi voluntad una piragua;<br />
que nada sea mío desde hoy, que no quiera poseer nada mañana;<br />
desnudo de bienes y desnudo de virtudes hazme;<br />
sin egoísmo de lealtades y sin egoísmo de pureza;<br />
¡hazme entero el milagro de darme todo a los elementos,<br />
como si fuera en sustanciación un ser increado!…<br />
VI<br />
Tu vida fue microscópica, pero grande;<br />
el segundo de tu inexistir, eterno!<br />
VII<br />
hija, ¡cuántas nubes,<br />
cuántos pájaros,<br />
cuántos horizontes insospechados me abre en el amanecer tu ruta!<br />
84
DOMINGO MORENO JIMENES | ANTOLOGÍA<br />
VIII<br />
hija mía, para ti la mañana no será clara ni fresca;<br />
verás envuelta el alba en la noche,<br />
y las cosas de mayor transparencia<br />
tomarán ante tus ojos la actitud de un largo crepúsculo.<br />
IX<br />
En este mundo donde sólo se premia la capacidad de fingir mejor<br />
era justo que llegaras, y después de breves instantes,<br />
ya estuvieras confundida con la cal y con la mariposa, con el carbón y con la piedra.<br />
X<br />
¡Cómo me alivianas la sombra, al advertir desde que te dormiste<br />
que en mi derredor todo es sombra!<br />
XI<br />
¡Oh tú, que me enseñaste desde que naciste<br />
a ver la vida con ojo más sabio<br />
y a la humanidad con ojo más triste!<br />
Triste, triste; ¿y no es acaso la suprema alegría de los seres mudables el ser tristes?<br />
Triste fue la faz de la tierra cuando se desperezó el primer hombre.<br />
¡Triste tiene que quedar la tierra cuando se desentuma en su regazo el último hombre!<br />
XII<br />
¡Oh, tú, que desde que naciste pude decir: boleta de la tumba!<br />
Oh tú, que ya crecida pude decir, por tu desvalidez, la preferida mía!<br />
XIII<br />
Por ti quise cambiar y que la fortuna me sonriera;<br />
y por ti no cambié<br />
y la fortuna no me sonreirá nunca!<br />
XIV<br />
hija, cada vez que examino tu vida<br />
me doy cuenta que tú eres como mi vida:<br />
¡una sombra entre dos crepúsculos!<br />
XV<br />
Iba a decir entre dos agotadoras auroras<br />
y ya vez, reincidí, sin querer, ¡entre dos crepúsculos!<br />
XVI<br />
¿Por qué tan pura, tan casta y tan leve, te debas parecer al crepúsculo?<br />
XVII<br />
Olvidaba que toda adjetivación es cruel y ruda:<br />
Dios dio desnudo a los hombres el verbo,<br />
¡y del lenguaje sólo debe quedar desnudo el verbo!<br />
85
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
XVIII<br />
Toda filigrana de síntesis es una profanación, ¿verdad, hija mía?<br />
Ya te puedo buscar sin parcializaciones, sin atributo contingente:<br />
¡serás en mi incompleto nombrar, sencillamente, el vaho de las cosas!<br />
XIX<br />
No te puedo asir con una palabra,<br />
y no debe extrañarte, recónditamente,<br />
¡porque tú estás para mí más alta que la región de las palabras!<br />
XX<br />
Y vuelvo a caer en las comparaciones.<br />
¡Oh, hija, cuán subordinado estoy a la vida!<br />
XXI<br />
Miserable del hombre que osa creer que después de la sombra la vida es vida!<br />
XXII<br />
De imperfecciones se forman nuestras excelencias<br />
y es toda la existencia del hombre un brazo tendido<br />
hacia el turbio por qué de los enigmas.<br />
XXIII<br />
—Tiene el pulso demasiado débil,<br />
pero este letargo no es la muerte—<br />
Su médico era mi propia almohada de cabecera<br />
¡y yo quedé perplejo ante su callado sufrimiento y la miseria de la vida!<br />
XXIV<br />
Si fuera bizco de pensamiento<br />
y tuviera la boca siempre llena de mentidas palabras;<br />
¡hija, iba a blasfemar por tu dolor… pero, ¡perdona!<br />
XXV<br />
¡Compran caro el suelo donde colocan a los muertos<br />
y ellos son más dueños de la tierra que los hombres que comercian con ellos!<br />
XXVI<br />
Al través de los milenios, los hombres son puñados de tierra<br />
que se deforman a su antojo!<br />
XXVII<br />
hija, han venido a avisarme que tus pies están fríos.<br />
hija, resígnate a que lo blanco no sea blanco y a que lo negro no sea negro.<br />
XXVIII<br />
hija, ¡cuánto crece el sol sobre la sombra de los tilos,<br />
cómo se agiganta la nada sobre la soledad de tu aposento,<br />
cómo nace y renace la esperanza por entre los ámbitos de la vida!<br />
86
XXIX<br />
—Tibien la leche terciada con agua<br />
para si mi chiquitina despierta.<br />
Cuídenmela, hasta que se vuelva esperma como capullo inmortal el cuidado.<br />
Ella es carne de mi vida, flor de mi pensamiento, cemento de mi alma.<br />
XXX<br />
(¡Eres, amada mía,<br />
como la flor del higüero joven,<br />
como el azogue del crepúsculo,<br />
como la diafanidad de la Naturaleza toda!)<br />
XXXI<br />
—No seas padre, sé hombre,<br />
sencillamente.<br />
Gira tu vista a tu derredor<br />
y que tu amor a una abstracta “humanidad”,<br />
no te haga olvidar jamás de que eres hombre!<br />
¿La muerte?<br />
DOMINGO MORENO JIMENES | ANTOLOGÍA<br />
1<br />
Como quiera que las velas del ataúd estaban menguadas,<br />
cogí un tercer cirio<br />
e hice trizas la niebla que levantaba una penumbra gris sobre su rostro.<br />
Oprimí en mi interior “una muñeca”<br />
y quedé por largos instantes, perplejo, con el cirio pegado de la mano.<br />
2<br />
El tercer día de su nacimiento<br />
tuve como una clara preconciencia de su cercano fin;<br />
ardía el ascua del aceite en la pieza contigua;<br />
las hojas de un libro abierto se abanicaban leves,<br />
y un rumor de canto desvalido daba a la soledad trasunto de incienso.<br />
3<br />
La chiquillería se agita en la acera,<br />
las máscaras pasan;<br />
tal o cual voz lanza viandas o chistes<br />
y el día está igual, como el día de su nacimiento,<br />
como el día de su muerte,<br />
como antes de que presintiera que naciera…<br />
4<br />
(Para cambiar, Naturaleza, ¡para cambiar! ¿Si habrás de ser hasta tu postrera extinción<br />
madrastra del hombre?<br />
87
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
5<br />
La risa se me congela en los labios<br />
y quedo, por parco tiempo, con la vista perdida en las inmensidades presentes.<br />
6<br />
Un trazo de montaña al final de la calle,<br />
un framboyán en su inmediación,<br />
y el hospital a donde iba todas las mañanas a pedir una<br />
limosnita de salud para mi hija…<br />
7<br />
El sol caldea las tablas de mi vecindario modesto;<br />
la brisa fragua un nidal sobre la testa de los rapaces;<br />
¡estamos a 23 de Julio!<br />
8<br />
La hora parpadea en el péndulo de un anochecer polvoriento;<br />
se inicia una noche invertida en el horizonte de la tarde,<br />
concluye un amanecer preestablecido en la clarividencia de la noche.<br />
9<br />
Los trasnochadores apuran, a sorbos, el café medio amoscado;<br />
sobre el torrente de la sangre han caído algunas mostazas ariscas.<br />
¿ha llorado alguien?<br />
Se ha sentido un vagido circundar los ámbitos del cuarto.<br />
El paisaje está inmóvil: todo está adherido con agua y harina como para un retrato!<br />
10<br />
Llévenla a la falda de aquella colina,<br />
el enterrador no es estéril y señalará el sitio donde es más necesario regar la simiente.<br />
11<br />
¡qué bella nube!<br />
¡qué empinada montaña!<br />
¡qué inimaginado marco de horizonte!<br />
12<br />
En este sitio hubiera querido haber morado tu padre;<br />
reposa en él,<br />
y que las cuentas de tu destino no lo culpen de haberte amado mucho!<br />
13<br />
queda ahí;<br />
tu madrina te arreglará las flores,<br />
y tu madre sigue en la casa, deshecha en lágrimas…<br />
14<br />
Déjame volver,<br />
para ver si descubro en mi peregrinación la huella de tu existencia en alguna parte!<br />
88
Epílogo<br />
DOMINGO MORENO JIMENES | ANTOLOGÍA<br />
1<br />
Rasgué un pan y lo puse sobre la mesa sin probar ni bocado,<br />
eran las diez de la mañana,<br />
mis hijos no habían comido<br />
y por el postigo de mi puerta runruneaba un viento.<br />
Sentí un temblor cuando ya repartido en pedazos<br />
hice la llamada acostumbrada a los que me circundan.<br />
“Ella está ahí”, dije a mis aspiraciones de verla viva y grande,<br />
“en el sitio en que no puede hacer que los suyos se inquieten o delincan”.<br />
2<br />
Intacta, inmóvil, sin que un átomo intente envanecerla.<br />
ni un segundo pueda cambiarla!<br />
3<br />
La pradera ha comenzado a reverdecer con la reciente lluvia,<br />
el “pío” de la tarde empieza a ponerse triste con la noche que llega,<br />
una piedra de niño rompe el cristal del charco próximo,<br />
una consumación de hombre deslíe su negror en el silencio.<br />
4<br />
Ya estoy en la aldea de Sabaneta,<br />
en la aldea donde moró mi madre eterna dos años;<br />
he dejado hacer a los otros, algo que concierne a mi vida, a mi obra y a todos los míos;<br />
no puedo avanzar que medito, pero tampoco puedo<br />
confirmar que he dejado las horas en suspenso.<br />
Tengo como Oriental, un párpado medio cerrado,<br />
y como Occidental, el pensamiento, en la matriz, abierto!<br />
5<br />
Por el cielo veo asomarse, una, dos, tres estrellas tétricas,<br />
las cabañas tienen luz de gas humilde;<br />
la sombra ha restañado la sangre del crepúsculo<br />
y en mi pecho, la paz se ha agitado en la hora hasta zozobrar en el segundo!<br />
6<br />
En Monte Cristy, cerca a los arrecifes,<br />
y junto a la imponente montaña vecina:<br />
AMÉRICA, ESTA ANGUSTIA ME hA APARTADO DEL MUNDO<br />
Y YA PUEDO DARME A TU RELIGIóN TODO ENTERO.<br />
En el mar, la sombra de las nubes<br />
proyectaba una interrogación, a bruscos intervalos.<br />
7<br />
(habla el Morro, montaña de forma singular que se halla al frente de Monte Cristy)<br />
¡Presencié la desaparición de la Atlántida<br />
89
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
y hoy extiendo la indolencia de mi carne cobriza junto<br />
a unas aguas que tienen del plomo la pesadez y del aloe la pauta.<br />
Grito de agonía marca la ciencia en esta hora de crepusculización del mundo,<br />
una despereza de germinación presenta el arte frente a<br />
los procesos subjetivos de la materia cósmica.<br />
Ojo de cíclope, vuelca los ríos de tu retrospección para adentro.<br />
Matriz de unidad, haz parir una nueva conciencia unigénita al viento.<br />
8<br />
La mar seguía agitándose;<br />
y las estrellas se seguían mezclando a la onda del mar y a la desolación de la vida.<br />
1933.<br />
Extraño saludo<br />
A la hermana de la Hija Reintegrada<br />
I<br />
Llegas,<br />
¡y en qué tiempo!<br />
Todavía tengo dolores de la otra<br />
y tú asomas en el dintel de mi existencia,<br />
como bañada de tenue resplandor.<br />
¿Buscas asiento para palpar el mundo?<br />
¿Reclamas esencias de infinito?<br />
¿Serás no-ser en la ilusoria realidad de mis nublados días?<br />
hija,<br />
te esperaba,<br />
y hoy ante tus ojos me turbo,<br />
y tiemblo, por el ser que te di, aun a mi pesar.<br />
¿Ayer? ¿Mañana? ¿hoy?<br />
(¡En un instante!)<br />
II<br />
Llevarás su mismo nombre!<br />
Tú que naciste del embate entre mi pesar y el destino.<br />
En ti aprendí a querer mis otras obras póstumas.<br />
No lo necesitaba.<br />
Persistía en mí un vago paroxismo,<br />
unido a una realidad grave.<br />
(hija, tú llegas y sacudes el árbol de mi vida<br />
hasta la más íntima fibra!<br />
Pero haces bien:<br />
llega, llega;<br />
aunque de tanto esperarte<br />
yo casi ya no te esperaba…)<br />
1935.<br />
90
BURBUJAS EN EL VASO DE UNA VIDA BREVE<br />
El alba<br />
I.<br />
Es nacer tan doloroso como morir. Toma la actitud del silencio; intégrate o desintégrate,<br />
y toma la actitud de la palabra infinita del más allá! Con dos dedos de sol sobre<br />
la frente, y un paso casi cansado por la gravedad. Proximidad agobiante de reposo.<br />
Niños inútiles y mujeres fecundas. Bosque de cruces. Par de bípedos. La luz que nos<br />
ensombrece más la frente. Una voz grave que quiere ser alegre. Más de tres mil en un<br />
corto recinto. Los hombres cuando mueren humildes se acercan tal vez más. El mármol<br />
se hizo aquí como de yerba blanca, y la tierra se perfiló en montaña interior.<br />
El día<br />
DOMINGO MORENO JIMENES | ANTOLOGÍA<br />
I.<br />
Nos tienes por delante junto a una tumba compañera. El sol que abate tus flores orea<br />
nuestras frentes. Un niño, tal como vino al mundo, te guarda de los hombres y nosotros<br />
nos guardamos del mundo junto a tu dintel adorable. La tarde nos amortaja junto a tu<br />
pendiente y el silencio nos envuelve a todos como un himno presente y ausente.<br />
II.<br />
¿A qué prolongar la eternidad en el tiempo, cuando la eternidad no tiene tiempo?<br />
III.<br />
El cielo se ha rejuvenecido; la tierra se ha rejuvenecido; ella también se ha rejuvenecido,<br />
contemplándonos. Dejémosla por unos instantes en su soledad de eternidad<br />
anterior a la vida…<br />
IV.<br />
Para el poeta es amable el dolor y para el sacerdote adorable la vida.<br />
V.<br />
La vida es fea cuando el hombre quiere que lo sea. No hay vidas opacas posibles<br />
sin la voluntad del hombre.<br />
VI.<br />
Estamos regresando de la soledad para confundirnos con ella. Y nos entramos al<br />
camino que nos desenvuelve el angelito que fue nuestro acompañante en la hora<br />
solemne. La brisa se ha puesto eléctrica de dulzura, tierna como piel de reciénnacido,<br />
jovial como pascua de mañana. El sol con sus rayos de pelo lacio sólo nos<br />
besa la piel, como nos besan entre sueños.<br />
VII.<br />
¡qué pobres somos y qué ricos nos has vuelto! Parece que todos los dones de Dios<br />
y de los hombres nos sembraste en el camino, como árboles fecundos, para que nos<br />
saciáramos de eternidad aun en el dintel de la eternidad misma.<br />
VIII.<br />
La yerba se esmalta de amatistas, de rubíes y de ópalos. El niño canta al correr como<br />
si reciennaciera. El río torna de leche de cabra sus esmeraldas y sus jacintos. queda<br />
trunca la verdad y turbado el silencio.<br />
91
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
IX.<br />
Portal de almendro: regocíjate con la llegada de estos caminantes que portan unas<br />
andas invisibles que los humanos no presienten. hablé del silencio y caí en el silencio,<br />
sin advertir que era de silencio hasta la palabra con que me valía muchas<br />
veces para sacarla del silencio.<br />
X.<br />
Silencio, silencio y silencio, para que nadie ose cultivar otra rosa más pura que la<br />
soledad de tu ejemplo, que pone a las palabras proyecciones de astros y al silencio<br />
hace inútil ante cada uno de sus astros solos!<br />
XI.<br />
A tus odres no los podrá maltratar la vulgaridad. Dios te puso en la mano una antorcha<br />
para que nos ilumines en el infinito de la muerte.<br />
XII.<br />
Y en paz quedas tú con nosotros, que nos volvimos polvo esta tarde para confundirnos<br />
con tu polvo y resucitar en la eternidad unidos.<br />
XIII.<br />
(Por aquí no salen los vivos sino los muertos: los que se abrieron ellos mismos la<br />
puerta de todos los caminos; los que no tienen oriente ni poniente; norte ni sur;<br />
tiempo ni tierra; nadir ni cenit; los que quedaron en diálogo perenne con la inexistencia<br />
de la existencia…)<br />
XIV.<br />
Su vida fue excelsa y su muerte es excelsa también. Viva la vi como una madre tierna, y<br />
viva la presiento tal vez como una novia del mundo. Su severidad era alegre y su alegría<br />
muy triste. Andaba entre zarzas y parecía estar rodeada de estrellas y de ángeles!<br />
XV.<br />
Su sangre no le dolía a ella: su sangre para ella no era sangre sino ofrenda de regocijo…<br />
Hoy todas sus heridas se han petrificado y es una estatua de dignidad dominando<br />
el silencio del silencio.<br />
XVI.<br />
quedemos, en este valladar, hundidos; ante ella que nunca tuvo valladar para su<br />
esfuerzo! Salvemos el río con los dientes y hagamos trizas la sábana de las nubes<br />
con las uñas; pisoteemos las flores ojerosas y magullemos con nuestro aliento las<br />
palabras de la realidad que acabamos de sepultar ahora.<br />
XVII.<br />
Ahí está ella para enseñarnos que sólo tendrá vigencia el latido; la tempestad de las<br />
emociones; en fin, el mar del alma que ciega e ilumina a los hombres!<br />
XVIII.<br />
Nominé los hombres y me cubro de rubor los ojos; ¡porque jamás los hombres la alcanzaron<br />
en soledad, en martirio y en muerte! Pero blasfemo ahora que oso nombrar<br />
la muerte: sólo los fríos de corazón que no la comprendieron, quedan desde ahora<br />
muertos!<br />
92
XIX.<br />
Y que la música de las incoherencias rasgue la estulticia de la música infame, cruel,<br />
de los que están de espaldas, ignorando que sólo su espalda tiene por frente.<br />
XX.<br />
Esta carne que me tienta y que no me deja estar con la eternidad a solas… Pero estaba<br />
su hijo presente, para que se me volviera hasta eternidad la vida.<br />
El crepúsculo<br />
I.<br />
Desde hoy no sabemos si el 6 es el 5 o si el 5 es el 8; sólo sabemos que Dios parió a<br />
la tierra y la eternidad parió a la vida. Sus ojos desdeñosos miran la eternidad y le<br />
dicen a los hombres: “¿me comprendes? ¡Ah, me comprendes! ¡te tardaste un poco,<br />
pero me comprendiste al fin, cuando el abismo de mi muerte se te abrió a los pies<br />
como una herida; el cielo de mi muerte; la dicha de mi muerte; morir para que todos<br />
resuciten; y vivir muriendo para que todos ignoren que la muerte es la vida!” ¡Ah,<br />
siempre el juego de las palabras, hasta cuando se agote la garganta del infinito en<br />
la mente de Dios!… ¿Dios? El hombre no ha comenzado a amarse. Dios nacerá en<br />
verdad cuando los hombres se comprendan!<br />
La noche<br />
DOMINGO MORENO JIMENES | ANTOLOGÍA<br />
1.<br />
Su imperceptible palabra suena, y parece que está lejana. Pero su lejanía es de las lejanías<br />
que confunden y aturden… Lejana como parece estar, está tan cerca de nosotros<br />
como esta tarde o más aún. Su lejanía, hecha de recuerdos y de miradas furtivas, nos<br />
mantiene suspensos y apegados a todo lo existente. Su lejanía, hecha de montaña y<br />
de sopor de sima; compendio de barro y de nube; de azul y de noche; de aurora y de<br />
crepúsculo; de luz y de tinieblas. Su lejanía aparente y sutil, que vuelca el espacio y<br />
anonada el tiempo.<br />
2 .<br />
¿No habéis oído hablar de astros en la tierra? Los astros de tempestades y de clarividencias<br />
existen porque ella los promueve… Ella, la inconmovible; la desolada; que<br />
desvaneció en sí la nube de la desolación; por qué y conjuro del resplandor de lo absoluto;<br />
definición que apagó el abismo de la definición. Hoy nos atrae con mirada<br />
suspensa y palabra muda; con grito innominado, y sordo silencio. Penetración de<br />
Dios sobre el filo cortante de las posibilidades humanas. Con los ojos nublados por<br />
una lágrima que no estalla; pero que borra la alegría de los ojos; fijo el pensamiento<br />
que no es del infierno ni del paraíso, sino que abre longitudinalmente en tres partes<br />
la raíz del hombre.<br />
3 .<br />
Pareció morir la evolución ante su poder de mantener el segundo paralizado. La evolución<br />
que siempre fue aparente, porque no involucró el espíritu en la retorta de las<br />
arterias y los nervios. Nosotros te clamamos como a madre buena, y te imploramos<br />
que nos libres de la impureza del perdón, y nos permitas proyectar tu ejemplo sobre<br />
la eternidad que no tiene principio y tu heroísmo que nunca tendrá fin!<br />
93
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
4.<br />
A estas raíces verdes les nacen unas flores escarlatas para imponernos sus gritos desolados<br />
en el tiempo. Ella fue naturaleza como este aire, como este aliento letal, como<br />
esta luz apagada de los focos, como este resplandor vanidoso de las luces; como esta<br />
sombra si es sombra o no es sombra de la puerta; como este paso si es paso o no es<br />
paso del transeúnte; como esta vida si es vida o no es vida de la colectividad humana.<br />
Ahora su inanición, su inmovilidad, su silencio; su soledad, bordada de palabras; sus<br />
palabras, bordadas de silencio: partieron en dos la rutina de la razón cosmopolita e<br />
hicieron el universo múltiple y la realidad de sustancia de nada.<br />
5.<br />
Conmovida sin una posible conmoción que para todos no conmueve, nos ha amarrado<br />
por los pies a todos sus hijos, para dejarnos las luces de las frentes vagando por<br />
los espacios, como cocuyos carmesíes, o como mástiles errantes. Ella, ¡tan grande y<br />
tan igual a ella! Siempre toda para sí, que era una forma de darse en silencio para<br />
todos. Retorcida en servicios interiores para los suyos; en menesteres pequeños<br />
que anulaban su culminación haciéndola más grande. Tú ordenas desordenando<br />
la perfección, y haces imperfecto lo perfecto, para comunicarle una perfección que<br />
la razón apenas vislumbra. Llama carcomida que chamuscó la llama; barreno de<br />
corazón que en un gesto de inmortalidad paralizó su vida. Ahora quédate en paz<br />
algunas breves tardes, mientras el coloquio de los astros y los insectos detiene la<br />
ilusión de los vivos.<br />
6.<br />
(Ella muere; pero nace su poema para lavarla de la afrenta de no comprenderla el<br />
mundo. Este poema dice por qué se fue ahora, por qué vino a la tierra).<br />
7.<br />
¿Habrá que definirla cuando ya no tiene definición: cuando parece haberse escapado<br />
de los ámbitos de la definición misma?…<br />
8.<br />
Se divinizó de tan humana que era. Su amor casi hace trizas la palabra amor. Serías<br />
abatido por su realidad tan magnífica. Su silencio fue tan grande, que ahogó la palabra<br />
infinita. Se sintieron alas volar y de un solo hachazo caer un árbol.<br />
9.<br />
Yo soy un loco en la tierra, porque reiné allá, en el mundo de los espíritus. Ella, que<br />
no pudo reinar en el mundo de los espíritus, fue una majestad en la tierra, incomprendida<br />
del hombre.<br />
10.<br />
A mí no me importa que me comprendan, porque ya yo fui comprendido; ella murió<br />
con el pesar de la incomprensión a cuestas; pero esta incomprensión es su gloria y<br />
su honra, pues la torna rarísima y cara ¡hasta para ella misma!<br />
11.<br />
La ves a ella hasta en la majestad de ese árbol enano que desenvuelve sus grandes<br />
penachos a tu vista; ¡y habrá quien se atreva a creerla muerta ya! Muertos son<br />
94
los que no la ven ni la oyen, y sin embargo respiran con muelles de pulmones<br />
de mimbre; a los que por ignorarla, redujo a sombra y frío la muerte antes de que<br />
llegara la muerte.<br />
12.<br />
Sonrisa que comunica vitalidad hasta a la misma lividez de la angustia y a la soledad<br />
de la espalda indolente. Sonrisa que nos dejas inmóviles, como si el movimiento<br />
fuera un crimen y el cambio un anatema. Sonrisa que sacas a la magnolia del barro<br />
y al rubí de la estafanota de la desposada. Sonrisa que tienes la virtud de petrificar<br />
el gesto vasto y la soledad microscópica del hombre hormiga. Sonrisa que nos sirves<br />
en partes iguales la dicha y el mal, la desdicha y el bien. ¡Moral que integras y<br />
descompletas a la moral misma!<br />
13.<br />
El color amarillo ahora sonríe y ora; al azul, antes tan taciturno, tus manos le dieron<br />
limpidez de espejo claro. hablaste para que el verde no importunara a la adolescencia<br />
ni ruborizara a la vida. El gris junto a tu frente quedó inmóvil en la siega de<br />
las primeras luces. Rojo insospechado que hace rosado pálido lo rojo, y lo blanco<br />
transparente, y lo negro lúcido. ¡Oh gama tropical que anulas el trópico y haces nacer<br />
la flora invisible del perfume de la flora visible! ¡Meta que dejas en soledad la meta, e<br />
himno que modelaste en el silencio un himno!<br />
14 .<br />
Me duele que le den méritos, a lo que ella me tiene obligado sin un ligero olvido.<br />
Realidad que nace en mí inconsciente, y el mundo da conciencia cuando la ve nacida.<br />
Realidad de realidad que el mundo tiene tuerta y yo acuno en mis brazos como a<br />
un recién nacido.<br />
15.<br />
El que se asfixia en el ambiente de lo extraordinario, ése no puede ser elegido por ella.<br />
Ella es la extraordinaria parte del extraordinario todo de lo incompleto extraordinario.<br />
Ala que abatió todas las alas de las excelsitudes aladas. hito que constituyó el hito<br />
largo e incongruente donde tendría que venir a perecer el hito. Definición informulable<br />
del cuadrante de las absolutas definiciones. Letra inicial del nuevo alfabeto del<br />
silencio. Signo que borra el signo. Punto que detiene a Dios y le pone dos comillas<br />
en las manos para que el hombre se le entregue. Entrega que es trasiego del más allá<br />
al más acá del Todo. Rumor que al rumor suspendió en acto no cumplido. Nota que<br />
mantendrá por todos los siglos, paralizada y suspendida, la nota.<br />
El alba<br />
DOMINGO MORENO JIMENES | ANTOLOGÍA<br />
I.<br />
El sol sonríe ahora y se torna nodriza de la tierra. El sol puso gasas tibias sobre el<br />
asfalto de las calles. Ya no es un truhán rubio sino un hombre sereno. Él más que<br />
nadie la ha sentido en lo íntimo a ella, y se ofrece a Dios sin una rista, de espaldas<br />
a la Física y a la química, que desintegran el alma de su obra.<br />
1946.<br />
95
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Su majestad la muerte<br />
hendido así,<br />
de cara al Cosmos,<br />
lo vemos más cuando se rinde en lo incomprensible;<br />
cuando es halo y no cuerpo,<br />
cuando es luz y no vida.<br />
Pasa como si se perdiera hundiéndose en nosotros;<br />
y lejano y cerca de las cosas,<br />
vuelve y vuelve,<br />
pero no lo vemos,<br />
sino que lo advertimos muy junto,<br />
y como desleído en nosotros.<br />
El rayo iba a caer, pero no cayó,<br />
sino que quedó suspendido entre Dios y nosotros.<br />
Ahora vive en el agua;<br />
y en el niño que nos desconoce;<br />
y en la pisada tenue de la brisa;<br />
y en la religiosidad que nos arcana el dolor;<br />
y en la alegría superflua de todo humano triunfo;<br />
y en el goce mentido de la caricia de la tarde;<br />
y en la angustia compasiva de la ansiedad;<br />
y en el instante que se soñó un milenio;<br />
y en el milenio que fue un instante.<br />
quedó prendido en el cordaje de Dios, como nota que desnivela el tiempo<br />
que contrae el mundo hacia el átomo;<br />
y que en un átomo vuelve a recrear el mundo.<br />
¡Tan asequible y tan lejano<br />
¡Tan perdido y tan nuestro!…<br />
Ya no es de su esposa, ni de sus hijos, ni de su madre;<br />
sino mío y de todos…<br />
La muerte tentó a Dios;<br />
y los muertos no tienen estado, no tienen dimensión ni tienen domicilio.<br />
Los muertos son libres como el aire, y aún más.<br />
Nadie puede huirles; nadie es capaz de aprisionarlos;<br />
se salen de las manos del amor;<br />
miran al bien como un extraño;<br />
el rostro del mal desconocen;<br />
poseen una conciencia tan consciente, que llega a los linderos de la inconsciencia<br />
y Dios no los alcanza, porque toman su forma informe y<br />
su silencio de sonoridades desoídas.<br />
96
...........................................................................................<br />
El cadáver estaba caliente hace pocos ratos,<br />
pero yo ignoro el tiempo y hasta desconozco el astro porque he sido influido!<br />
1944.<br />
Sinfonía<br />
¿Suenan las esquilas?<br />
Una muerte.<br />
DOMINGO MORENO JIMENES | ANTOLOGÍA<br />
El aire está parado como una inexpresiva mirada.<br />
Alegros de niños y de vellones a lo lejos.<br />
Este paisaje entre montañas,<br />
que me hace,<br />
naturalmente, andar entre cumbres.<br />
La exaltación de todas mis fibras ante el dolor irremediable<br />
El lecho se me ofrece en el oasis para descansar o dormir.<br />
¿Si aun después de dormido me acibarrará la perdurabilidad de la vida?<br />
¿Si aun entre sueños se agitará la sombra de un lento aleteo?<br />
Oteo el prado, y por el lado de la fortaleza todo es niebla azul,<br />
y por el opuesto de la selva, todo albor lunático.<br />
Ya no se siente la emanación de los árboles ni el cuchicheo de las ranas en el estanque<br />
mal humorado.<br />
¡Y a no ser por un grito de perdiz, se diría que la<br />
Naturaleza había muerto!…<br />
1927.<br />
97
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
América<br />
Cantos de fe, de esperanza y de amor<br />
La encrucijada<br />
¡Oh pueblo futuro de América,<br />
que estás hecho con la amasija de todos los hombres perseguidos del mundo!<br />
Entre la montaña y tú,<br />
ya se inició el diálogo de los ponientes largos;<br />
entre el océano y tú,<br />
ya se iniciaron los silencios inaugurales.<br />
.............................................................................................<br />
Mi boca se cuarteó<br />
en el momento de irrumpir en la mueca de la palabra,<br />
y vi una cruz de ceniza a mis pies,<br />
y un sol resplandeciente en mi horizonte.<br />
A lo lejos, un cuerpo se estiró en arco<br />
y lanzó la flecha-grito<br />
contra la Nada que disuelve el Todo<br />
y que sin embargo, ¡es la Nada!…<br />
.............................................................................................<br />
Dios estiraba su cuerda<br />
y la amiba su vientre<br />
en la circunvolución de las conciencias milenarias.<br />
1936.<br />
Moderno apocalipsis<br />
Este olor penetrante de la noche.<br />
¿Por qué me hablará del más allá,<br />
de la muerte y de la duda?<br />
Este olor penetrante de la noche.<br />
¿Por qué dejará mis miembros fríos?<br />
¿No es mi alma un aspecto de la noche?<br />
¿No es mi ser un destello de la nada?<br />
Entonces, ¿por qué no me aquieto más y más<br />
ante el inevitable seguro de todas las cosas?<br />
¿No será la Creación realidad mía?<br />
¿Me inhibiré de ser actor del Cosmos?<br />
Todo lo que nace y muere<br />
nace y muere en mí,<br />
como si en mi débil humanidad se compendiara el mundo.<br />
Estoy dormido desde hace XII siglos:<br />
¿La humanidad ha muerto?<br />
98
hombre de la Era actual:<br />
¿Por qué donde estérilmente<br />
dibujaste verdad no grabas vida?<br />
Tu Ciencia es tuerta<br />
Y tu Arte es, ya lo ves, ¡terriblemente limitado!<br />
El continente no puede encadenar al contenido,<br />
y eres en este vacío de agua y simiente,<br />
el desencadenador del desequilibrio eterno.<br />
Soy del Nuevo Mundo.<br />
Vivo en el desierto de dos mares,<br />
y me consumo en la inanidad de dos mundos.<br />
¿Será esta la causa porque todo me suena a rellenado<br />
y desespero al no ver florecer en la actividad vital el sexto sentido?<br />
Esta falta de árboles,<br />
esta desolación,<br />
estos arroyos que agitan la inquietud de su murmuración<br />
por entre ríspidos barrancos,<br />
¿no están augurando una Civilización,<br />
que sentará sus inconmovibles yacimientos entre las rocas vivas?<br />
Ya para entonces, ¡oh América!<br />
tú te habrás estremecido de la bruma del alba y de la tiniebla de la noche,<br />
y entregada a la modelación de tu destino,<br />
no habrá saeta ni esquife que trate de dar cuerpo a la pulsación de tu propia sangre.<br />
Tú sola te bastarás para la dicha y el poniente,<br />
y quedarás guardada para la fecha sin término,<br />
como la sístole y la diástole del mundo.<br />
América, ¿qué vas a ser con el olor a cedro que despiden tus campos?<br />
¿Con el insospechado azul que distienden tus lomas?<br />
¿Con el no hollado oro de tu sol que nos tatúa la frente?<br />
Desenvolver las más radiantes realidades en una baja atmósfera,<br />
ese parece ser tu sino!<br />
Desesperanza del Presente<br />
y devaneo de la Inmortalidad:<br />
¿No puso, por ventura, sobre tu lomo sus arreos, la<br />
humanidad por siempre, yegua de la tierra?<br />
“Yegua de la tierra y costal del cielo”,<br />
como te nominarán en la mañana edénica los imberbes poetas.<br />
Primero fue una sombra,<br />
después fue un brazo,<br />
después fue un miembro,<br />
DOMINGO MORENO JIMENES | ANTOLOGÍA<br />
99
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
luego fue una cabeza.<br />
Los ojos eran tristes;<br />
el matiz de las pestañas era del color del bermellón subido;<br />
el hablar era precipitado como una veta de mil arroyos que no tuvieran cauce;<br />
el eco de la voz se escurría por los capilares del pecho<br />
como un hilo de tenue crepúsculo.<br />
Este era el continente del primer hombre que en América pudo releer la Inmensidad.<br />
Desinterés de todos los hartazgos de la razón.<br />
¡Ovulo en el útero de una extraña Mujer!<br />
El pico de diamante estaba sobre la pradera de plomo,<br />
pero los ojos del Hombre-lava lo miraban con desconfianza:<br />
¡se había mentido tanto desde los griegos!<br />
¡El mapa del futuro no está en los pies sino en la cabeza!<br />
hombre de la Era actual:<br />
¿Por qué donde estérilmente<br />
dibujaste verdad, no grabas vida?<br />
¿Oteaste en tu estabilidad trascendente algo, en substanciabilidad, superior a la vida?<br />
Inútilmente: la vida toda, fuera de la vida: nada.<br />
(Caen mis manos flácidas, con dejadez, y hasta con<br />
pesadumbre, sobre el libro del Tiempo).<br />
¿Los adelantos de La Mecánica?<br />
¿El Telégrafo? ¿el Teléfono?, ¿la Radiodifusora?<br />
Esto es artificial:<br />
me sabe a bebedizo de papel.<br />
Los acato; pero no me pueden suplir las montañas.<br />
Mi sed parte de adentro y no se puede satisfacer con simulacros de realidades.<br />
¡El futuro! ¡El futuro!<br />
No tiene objeto,<br />
para los que hemos esperado la edad de la tierra,<br />
probablemente cuatro cientos mil años!<br />
La realidad para mí ya no existe<br />
y sólo espero ver en mi derredor esparcir el silencio.<br />
No tengo nombre…<br />
Soy el Caos del principio del mundo.<br />
Levanto un dedo sólo:<br />
siento surgir un vago rumor de todo lo creado.<br />
Siete paletadas cayeron sobre mi ataúd, pero no importa:<br />
¡cien años antes que los hombres me ultimaran<br />
ya yo me había muerto!<br />
100
¡Y cómo no estar muerto,<br />
si estoy mudo,<br />
y mi mudez tiene sabor de siglos!<br />
Mi frente es un jeroglífico de interrogaciones sutiles<br />
y mi párpado vela el violeta de la luz de la tarde;<br />
por las ventanillas de mi nariz el aire llega sin compás,<br />
y mi boca en un rictus de inquietud, se hunde en el cráter de mi semblante.<br />
No he dicho nada; no he podido modular nada.<br />
Tomad lo escrito como un rizo de agua que el segundo disuelve.<br />
1934.<br />
América nace<br />
DOMINGO MORENO JIMENES | ANTOLOGÍA<br />
I<br />
Te quiero por última;<br />
te amo por irrealizada;<br />
te presiento así, incidiendo el mundo.<br />
“Una maravilla”, dijo la vida.<br />
“Una maravilla”, forjó la inmensidad.<br />
“Un nuevo astro”, insufló el viento.<br />
Miríadas de soles y de caminos.<br />
Se te vislumbra hasta en las vértebras.<br />
Miríadas de milagros opresos<br />
se bosquejan en tus cuadrantes.<br />
Miríadas de flujos y reflujos,<br />
que exaltan y anonadan a la nada y al hecho.<br />
Cima del cálculo y final de la cifra.<br />
¡Oh, virgen vendada con una cruz de ideal blanco!…<br />
Los caracoles suenan en las playas<br />
como un conjuro de nuevos sucesos.<br />
América, ¿estás abriendo el sésamo de la Tierra<br />
que ha siglos, ha milenios<br />
los hombres encontraron cerrado?<br />
¿O es que al enloquecer te desvaneces<br />
y descifras a la Esfinge,<br />
a ese fantasma de la insegura e inestable Civilización,<br />
una serie de inquietas e insondables preguntas?<br />
La frase se me enreda y mi intención balbuce.<br />
¡Si habrá poca esperma<br />
101
Vado<br />
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
en el piélago de la mente,<br />
para formar en el desierto de este aluvión de voces un positivo canto!<br />
Las olas creciendo y decreciendo<br />
son más elocuentes que todos los hombres.<br />
Una montaña muda<br />
es más leal que un hombre hablando.<br />
El cielo de la tarde protesta por una hendida frente<br />
y la oquedad de la noche<br />
es Dios mismo, sobrecogido de insólito cansancio.<br />
Una a una vi al Inca quebrar sus flechas de palabras<br />
y al Azteca enmudecer a una altura más alta que el silencio.<br />
¡Oh América, que haces trizas las razas;<br />
dialecto las lenguas,<br />
murmullo perenne y vivificador el murmullo!<br />
Creadora de algo no visto ni oído;<br />
pero instintivamente, por todos los seres de la creación,<br />
preoído y entrevisto.<br />
Reflejo e hito<br />
de la realidad irreal de la vida.<br />
Mar donde van a parar todos los ríos del mundo.<br />
Sin fisonomía, sin orientación:<br />
sin cohesión apenas en tus fronteras;<br />
pero sin embargo…<br />
Tu historia la hicieron con el trasunto de todas las historias,<br />
y la falsedad de los falsos ideales del hombre<br />
modelaron tu vida.<br />
Con todo, eres de veras grande;<br />
eres de veras original;<br />
eres de veras única.<br />
Inexistente para los demás: ¡existes!<br />
Y esperanzando o desesperanzando a tus moradores,<br />
¡eres la Esperanza del Mundo!<br />
1938.<br />
En medio de mi sentir opaco y doble;<br />
en medio de las cataratas de mis instintos encrespados;<br />
loco de paz y más loco de conciencia anímica;<br />
junto a estos hongos que mi espíritu separó de mi carne<br />
102
y que en mi carne florecieron de espíritu,<br />
¡América, fuiste sólo mi sueño!<br />
hoy ya no tengo sueño:<br />
me pierdo en una soledad más vasta que la vida.<br />
¡Soy el páramo de un ideal desvanecido!<br />
1940.<br />
DOMINGO MORENO JIMENES | ANTOLOGÍA<br />
103
FRANKLIN MIESES BURGOS<br />
ANTOLOGÍA<br />
Selección y prólogo<br />
Fr e D D y Ga T ó n ar c e<br />
N O. 7
Un aspecto de la poesía<br />
de Franklin Mieses Burgos<br />
Ubicación 1<br />
Esta serie del <strong>Pensamiento</strong> <strong>Dominicano</strong> se enriquece ahora con una selección amplia de<br />
la obra de Franklin Mieses Burgos, cuya poesía ha sido acogida con beneplácito en todos los<br />
círculos nacionales y extranjeros donde se la conoce. Reunidos en un volumen por primera<br />
vez, los poemas que aquí se ofrecen confirmarán los méritos de una labor realizada sin pausa<br />
y sin prisa, de suerte prodigiosa, en soledad abierta y atesorante.<br />
La poética de Mieses Burgos cautiva por su musicalidad y su limpidez lírica, sin par<br />
en la literatura dominicana. Estos atributos unifican su obra y al propio tiempo sigilan las<br />
ideas que expresan o insinúan sus versos, al extremo de parecer que un solo asunto, central<br />
y misterioso, es el objeto de su canto. quizá la repetición de imágenes, términos y giros<br />
idiomáticos disimule su pensamiento vario y sugerente, pero es obvio el predominio de la<br />
magia sobre lo sensible, sobre lo escuetamente objetivo y sistematizado.<br />
Su poesía, de raigambre barroca y romántica y abastecida por las corrientes literarias<br />
contemporáneas, es opulenta en bienes humanos y estéticos. Pero las influencias, rectoras<br />
o accesorias, están moduladas por la exuberancia, el brillo alucinante y la intuición desmedida<br />
peculiares a un hijo de los trópicos. Consecuente y audaz consigo mismo, Mieses<br />
Burgos esclaviza cuanto acaudala de otros y lo transforma en riqueza nueva y suya, por<br />
virtud de su primitiva y constante concepción harmónica del verso, de su lirismo inconfundible<br />
y de su acento.<br />
En este sentido, es nuestro poeta representativo. Las asimilaciones más diversas se<br />
acumulan en él sin hostilidad y operan con eficacia sobre el nervio todo de su poesía:<br />
son afluentes frescos que renuevan su canto personalísimo y vigoroso. Y esta es, si no<br />
la más excelsa, una de las mejores modalidades de ser nacional en literatura. En los<br />
últimos siglos, y sobre todo en el mundo de hoy, las transculturaciones son incesantes<br />
e intensas y se escribe para todos los hombres y mujeres de la tierra y de su tiempo,<br />
acorde las circunstancias de cada quien. Ineludible que así sea, pues la eternidad y el<br />
exilio, en el quehacer poético, son vicios igualmente reprobables, trampas que vuelven<br />
evasivos y falsos la escena y el presente del escritor; son un escamoteo a la persona<br />
como ente histórico y conducen a un memorismo excluyente y sustitutivo de lo vital;<br />
producen una vida precaria que se traduce en la obra, menguándola con todos los defectos<br />
de la superchería. Refiriéndose a Mieses Burgos, Manuel Valldeperes apunta que<br />
aquél “realiza el milagro de la revelación a través de poemas en los que sólo alienta el<br />
simbolismo del paisaje”. Pedro René Contín Aybar observa “flora y fauna, principalmente<br />
marinas, abundosas, peculiarísimas”, entre los elementos formativos de la obra<br />
del autor. Manuel García hernández dice sobre Presencia de los días: “La tierra de Santo<br />
Domingo incita como el buen vino… el eterno poema del isleño. El mar es cuanto se ama<br />
y se respeta. Es el elemento turgente que grita en los oídos y en los corazones y este poeta<br />
dominicano no se evade de tanta sugestión física”. Alberto Baeza Flores sintetiza: “La<br />
poesía en Santo Domingo tiene que responder, necesariamente, a su naturaleza distinta,<br />
1 Fue co-fundador de La <strong>Poesía</strong> Sorprendida.<br />
107
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
y al vivir del hombre más encerrado en sus comienzos y en sus fines”, al presentarlo en<br />
Brigadas Líricas.<br />
he aquí, pues, que la escena en que se mueve como hombre, cuenta en la lírica de Mieses<br />
Burgos. No es un desarraigado. No se exilia para escribir, no obstante su fuerte imaginación<br />
e incontrastable fantasía. Simplemente subyuga y exhibe su ámbito por estas dos virtudes poéticas<br />
suyas. Vemos que también de este otro modo se revela su dominicanidad.<br />
en pleno siglo veinte, un autor sin influencias sería un espécimen apócrifo y representaría un<br />
individualismo exacerbado. este extremo equivale a regreso y anquilosamiento, pues es irrefutable<br />
que en la creación poética es necesario partir de los supuestos líricos existentes, del pasado, y nutrirse<br />
de los buenos ejemplos que ofrecen los coetáneos magníficos. otra actitud espiritual auspiciaría una<br />
autosuficiencia perjudicial por impermeable y cerrada, a causa del aislamiento negativo que implica.<br />
Para el enriquecimiento y logro de una voz propia, el eclecticismo es la vía saludable. mieses Burgos,<br />
poeta permeable y abierto, es por esto mismo un creador auténtico, consciente de sus fuerzas. Y su<br />
canto será más fidedigno, dominicano y universal, cuanto mayores bondades líricas de diversa tendencia<br />
asimile y participen en la depuración de su acérrimo instrumento expresivo.<br />
domingo moreno Jimenes, Rafael américo Henríquez y Héctor incháustegui cabral, por sólo<br />
mencionar a los ahora más importantes, son poetas con asimilaciones menos heterogéneas que mieses<br />
Burgos; pero tanto en la obra de aquéllos como en la de éste, el ambiente entra con una dignidad<br />
literaria, si diferente, de igual jerarquía. adrede dejé fuera de este grupo a manuel del cabral, para<br />
mí con timbres humanos y estéticos comparables a los de los antes nombrados, porque en su caso<br />
no se puede hablar de influencias, sino de impregnación. Y a Tomás Hernández franco, por ser una<br />
figura aislada e interesante de la poética vernácula. mas lo cierto es que estos seis creadores amplían<br />
y consolidan la sensibilidad dominicana y la elevan a un grado que la hace cotejable con las más<br />
ilustres de Hispanoamérica.<br />
Ánimo Social<br />
Cualquiera maliciaría que haya de ingeniármelas para exhibir el aspecto social o socializante<br />
de la poética de Franklin Mieses Burgos, porque entienda que ese rasgo envuelve<br />
necesariamente una tendencia y un extremismo. Nada más lejos de mi empeño. Voy a examinar<br />
el ánimo literario de quien expone el amor, la bondad y la autonomía como conquistas<br />
personales; el ánimo de quien desea que los hombres aprendan a sentirse solos de veras, a<br />
contemplarse sin ataduras, para el logro de aquellos atributos.<br />
Si se le sigue el hilo al poeta que escribió “una balumba de versos de amor, de poemas<br />
eglógicos, de cantos patrióticos”, y que luego se retira al silencio y la solitud a realizar una obra<br />
de valía, justo es estimar que, al producirse su alejamiento, ya estaba nutrido, lo colmaba la<br />
vida. Iba, y fue, a devolverle a ésta, en bienes de hermosura, sus inquietudes y enseñanzas.<br />
Así se explica que Mieses Burgos diga:<br />
Esta canción estaba tirada por el suelo,<br />
como una hoja muerta, sin palabras.<br />
La hallaron unos hombres que luego me la dieron,<br />
porque tuvieron miedo de aprender a cantarla.<br />
El canto por tierra, sin corporeidad, sólo música, fervor temible. El poeta lo recibe informe de<br />
sus semejantes y le da expresión, existencia verdadera, en las diluidas sombras de los pájaros.<br />
108
FRANKLIN MIESES BURGOS | ANTOLOGÍA<br />
Su entusiasmo crece, ha entregado el mensaje, pero la orfandad y la queja lo conmueven:<br />
Y esta es mi pena ahora, el término y distancia.<br />
el que yo muera siempre mientras los otros cantan.<br />
Pasados el asombro, la euforia y el desengaño, viene la admonición:<br />
únicamente aquellos<br />
que todavía no saben<br />
que la tierra es muy grande<br />
y sólo de unos pocos,<br />
únicamente ellos<br />
no abrirán el corazón<br />
a la mirada triste<br />
de los niños sin pan<br />
y los perros sin dueño.<br />
Luego la impotencia, el saberse el poeta en un clima en que ni la verdad de los demás es<br />
suya, lo conduce por corredores soledosos y amplios, en donde la holgura es una ficción:<br />
Sólo se es libre<br />
cuando se está solo.<br />
Y también somos únicamente<br />
un prisionero de la soledad.<br />
El amor, la bondad, lo individual supremo, le ganan en el ámbito interior en que sus únicas<br />
servidumbres son el apartamiento estimulante y la contemplación de sí mismo como persona<br />
y como creyente, como ser alimentado por el vivir de los demás y por el suyo propio. El<br />
canto que un día le dieron los hombres y que él les devuelve ahora sin tasa, es ya una verdad<br />
mediatizada por su yo así enriquecido e individuado y por su fe corroborada en los otros;<br />
es ya un elemento hermoso que sólo Mieses Burgos puede arbitrar para todos. El poeta está<br />
apto, y ágilmente se lanza por los mundos de la sensibilidad y el espíritu, comunicándolos<br />
con júbilo y belleza.<br />
Y estoy seguro que el lector habrá hallado, al cerrar este volumen y excediendo lo meramente<br />
lírico, una canción que otrora rodaba por el suelo. Sea enhorabuena.<br />
109<br />
Freddy Gatón Arce.
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Orden del libro<br />
En la división de este libro no se ha seguido un orden cronológico, sino que se han<br />
agrupado las diversas secciones conforme su afinidad poética. Sin embargo, en la<br />
primera parte, Orígenes, sólo se incluyen poemas de la etapa inicial del autor.<br />
En Presencia de los días se le dio cabida a Cuando la rosa muere, canción que al principio<br />
no formaba parte de aquella obra.<br />
El ángel destruido estaba inédito hasta ahora. El poeta permitió que se escogieran los<br />
fragmentos que se ofrecen, como primicia y regalo para el lector.<br />
En Juicios se recogen algunas de las opiniones acerca de Franklin Mieses Burgos<br />
externadas por nacionales y extranjeros, con el propósito de satisfacer mejor las<br />
finalidades de divulgación de esta <strong>Colección</strong>.<br />
110
Orígenes<br />
Esta canción estaba tirada por el suelo<br />
Esta canción estaba tirada por el suelo,<br />
como una hoja muerta, sin palabras.<br />
La hallaron unos hombres que luego me la dieron,<br />
porque tuvieron miedo de aprender a cantarla.<br />
Yo entonces ignoraba que también las canciones,<br />
como las hojas muertas, caían de los árboles.<br />
No sabía que la luna se enredaba<br />
en las ramas que sueñan bajo el agua,<br />
ni que comían los peces<br />
pedacitos de estrellas<br />
en el silencio de las noches claras.<br />
Yo entonces ignoraba muchas cosas iguales<br />
que eran todas posibles<br />
en la tierra del viento.<br />
En donde la leyenda<br />
no es una hierba mala<br />
crecida en las riberas,<br />
sino un árbol de voces<br />
con las cuales dialogan<br />
las sombras y las piedras.<br />
Yo entonces ignoraba muchas cosas iguales<br />
cuando aún no era mía<br />
esta canción que estaba tirada por el suelo,<br />
como una hoja muerta, sin palabras.<br />
Pero ahora ya sé de las formas distintas<br />
que preceden al ojo<br />
de la carne que mira.<br />
Y hasta puedo decir por qué caen de rodillas,<br />
en las ojeras largas<br />
que circundan la noche,<br />
las diluidas sombras de los pájaros…<br />
Canción de los ojos que se fueron<br />
FRANKLIN MIESES BURGOS | ANTOLOGÍA<br />
Se me fueron los ojos para ver la presencia<br />
posible de las cosas que pasan como el río,<br />
como el pájaro blanco de una luna sin alas,<br />
111
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
como el cristal en donde<br />
se desnuda el silencio.<br />
Desde niño se fueron…<br />
Y ahora tengo en la sangre<br />
otros ojos que miran por encima del aire,<br />
por encima de toda transparencia distante.<br />
Y esta es mi pena ahora, el término y distancia:<br />
el que yo muera siempre mientras los otros cantan,<br />
cuando yo me deshago de llanto entre las yerbas<br />
buscando las sonrisas que olvidan las estrellas.<br />
Yo me iría tirando también como los otros,<br />
en un cauce perfecto, mis redondas palabras…<br />
Pero no puedo, no; hay otras formas mudas<br />
que me llaman más hondo<br />
que la voz de las aguas.<br />
Yo sé que nadie ignora la vida de mis ojos<br />
allí donde la niebla<br />
tiene toscas moradas.<br />
Y el silencio devora la imagen de otra luna<br />
hecha de anochecidas<br />
canciones apagadas.<br />
Allí donde los nardos son palomas crecidas<br />
con las alas quebradas.<br />
Y la alondra no es sólo la dulzura de un canto,<br />
sino una ruta ancha por donde llega el alba.<br />
Allí donde las hojas todas tienen por dentro,<br />
en el cielo inmutable de sus verdes entrañas,<br />
el silencio de una primavera enterrada,<br />
en donde están gritando de angustia por la vida<br />
las rosas que no nacen.<br />
¡Allí están mis ojos! ¡Los ojos de mi sangre!<br />
Los que miran tan sólo<br />
por encima del aire,<br />
por encima de toda transparencia distante.<br />
¡Los ojos que me dieron, que no fueron de carne!<br />
¡Allí están, en la sangre!<br />
Mirando el lado opuesto, la forma diferente,<br />
el oculto sentido de la carne y la esencia.<br />
Porque todas las cosas tienen su doble sombra,<br />
hasta la voz y el viento.<br />
¿Qué serafín es ese?<br />
Allí donde furiosos los pájaros devoran<br />
con el ámbar pulido de sus últimos cantos<br />
112
el crecido racimo de una luna madura;<br />
allí donde florecen todas las claridades<br />
mi amor está esperando que retorne tu risa,<br />
madrugada desnuda parida entre dos rosas,<br />
rumor de caracoles en las manos del viento.<br />
¡Yo no quiero que llores! Sólo quiero que digas<br />
qué serafín es ese, que en tus manos vendimia<br />
ternuras de azucena.<br />
¿qué serafín es ese?<br />
No es ilusión de nieblas crecidas en mis ojos,<br />
ni galanteo de pájaro que juegue entre las hojas;<br />
es sólo una pregunta que se asoma a mis labios<br />
cuando miro tus manos que recuerdan palomas…<br />
Todas las lumbres altas nos anuncian auroras;<br />
todas las mariposas, una ruta viajera.<br />
Pero por ello mismo recordamos la rosa,<br />
andariega de aromas<br />
en un tallo clavada.<br />
Un día yo te dije.<br />
—Mi verdad es tan sólo<br />
un reboso de luna derretido en el agua.<br />
Mi voz vive distante como un clamor ausente<br />
de la carne perenne que concreta las cosas.<br />
Pero a pesar de todo, yo sigo siendo un niño<br />
sorprendido entre tantos<br />
crespones transparentes,<br />
y entre tantas verdades<br />
podridas como sombras.<br />
Los caballos de Suro vienen por el viento<br />
Ya llegó la vendimia<br />
de los frutos sin nombres,<br />
por donde en cada germen<br />
que oculta la simiente<br />
hay un hálito macho<br />
gozando una doncella.<br />
Yo la vi desde el árbol<br />
donde el viento es nodriza<br />
de los retoños nuevos.<br />
Y ha llegado tan solo<br />
porque el rosal crecido<br />
tiene todas sus manos<br />
llenas de voces blancas.<br />
FRANKLIN MIESES BURGOS | ANTOLOGÍA<br />
113
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
—Madre:<br />
los caballos de Suro<br />
vienen por el viento!<br />
Un paso más, y ahora<br />
descolgarás la luna,<br />
sin que nadie nos diga<br />
que es una voz distante,<br />
una gardenia muerta<br />
o una canción redonda<br />
clavada sobre el cielo.<br />
—Madre:<br />
los caballos de Suro<br />
vienen por el viento!<br />
únicamente aquellos<br />
que todavía no saben<br />
que la tierra es muy grande<br />
y sólo de unos pocos,<br />
únicamente ellos<br />
no abrirán el corazón<br />
a la mirada triste<br />
de los niños sin pan<br />
y los perros sin dueño.<br />
—¡Madre:<br />
los caballos de Suro<br />
vienen por el viento!<br />
No le digas a nadie<br />
que los pinos son hechos<br />
con el canto crecido<br />
de los pájaros muertos.<br />
No le digas a nadie<br />
que la tarde te hastía,<br />
con su mirada enorme<br />
de bestia fatigada.<br />
La humanidad se cansa<br />
de la desdicha ajena,<br />
del llanto que no brota<br />
del fondo de sus ojos.<br />
—¡Madre:<br />
los caballos de Suro<br />
vienen por el viento,<br />
114
y está lloviendo siempre<br />
–siempre– una lluvia de cielo<br />
por la noche del aire!<br />
Fábula inefable de la niña loca<br />
FRANKLIN MIESES BURGOS | ANTOLOGÍA<br />
¡Tambor! ¡Tambor!<br />
¡hermana, yo no quiero ser tambor!<br />
¡Me duelen demasiado los ojos en el agua<br />
desde que tengo abierta esta herida en el viento!<br />
Una vez me sembraron el alma de recuerdos<br />
en las hondas riberas de la noche del tiempo,<br />
en donde esta cayendo<br />
como una sola gota, para siempre, el silencio…<br />
¡Tambor! ¡Tambor!<br />
¡hermana, yo no quiero ser tambor!<br />
¡Aquella dulce niña, que como yo tenía<br />
dos blancas manos locas tendidas a la luna,<br />
daba pena mirarla porque sólo decía<br />
que la luna había vuelto sus manos mariposas.<br />
mariposas que iban por nevados caminos,<br />
entre lirios tronchados y azucenas sin novias.<br />
¡Tambor! ¡Tambor!<br />
¡hermana, yo no quiero ser tambor!<br />
Me basta con mi ancho corazón de voces,<br />
mis caminos de humos enterrados,<br />
mis campanas de nieblas doblando entre las sombras;<br />
me basta con mis pinos sonámbulos que miran<br />
cómo crece de trinos la bondad de mis manos.<br />
¡Tambor! ¡Tambor!<br />
¡hermana, yo no quiero ser tambor!<br />
Tú lloras porque piensas que yo no estoy presente;<br />
supones que me he ido hacia los lirios rotos heridos por el aire,<br />
hacia el mundo de sombras que desangra la noche;<br />
supones que me he ido, desvanecida toda,<br />
hacia el cielo difunto donde devoran albas tardías los gusanos.<br />
Yo estoy ausente, sí, ausente de la carne<br />
sin sueños ni sangre de tus huecas palabras,<br />
más allá de tu muerta nominación de cosas.<br />
Yo estoy ausente, sí, de tu forma distinta de pronunciar alondra,<br />
sepultada en un pecho nublado por el llanto.<br />
115
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
¡Tambor! ¡Tambor!<br />
¡hermana, ya no quiero ser tambor!<br />
Ahora que dolencias de sombras angustiadas<br />
ascienden por el agua desnuda de mis ojos<br />
y mi herida no sangra en la carne del viento;<br />
ahora que estoy hecha de cosas enterradas<br />
y toda estoy henchida de estrellas como un río,<br />
no dejes que se vayan mis manos por el alba,<br />
¡no dejes que se vayan!,<br />
tengo miedo de un ángel oscuro que las llama.<br />
Tambor! ¡Tambor!<br />
¡hermana, yo no quiero ser tambor!<br />
Elegía por la muerte de Tomás Sandoval<br />
¿quién ahora, llorando,<br />
te alzará desde el fondo solitario del mar,<br />
para sólo pensar desesperadamente<br />
en el vidrio desnudo de tu limpia sonrisa,<br />
o en aquella tu carne color de azúcar parda,<br />
después que los peces hambrientos se comieron<br />
el último paisaje de sol que había en tus ojos?<br />
¿quién ahora, llorando,<br />
te alzará desde el fondo solitario del mar?<br />
¡Oh príncipe mulato de la verde escafandra!<br />
¡Tronco joven de ceiba y corazón de nardo!<br />
Después que la muerte dejó sobre tus sienes<br />
una polar caricia de puñales de hielo…<br />
Por esos ojos tuyos –dolor– por esos ojos<br />
tan llenos de luceros distantes y neblinas.<br />
Por esos ojos tuyos<br />
derramarán su llanto de alero las palomas;<br />
la noche que te clama sin cesar desde el cielo<br />
colgará sus crespones de sombras ateridas<br />
sobre un mundo salobre de guitarras y lonas.<br />
Pero tú desde el fondo no la podrás mirar.<br />
No la podrás mirar porque ya se habrá ido<br />
el alba que alumbraba por dentro de tus ojos<br />
de terciopelo oscuro;<br />
porque ya se habrá ido sin campanas tu vida<br />
hacia una madrugada de sal y caracoles,<br />
más allá de la noche liviana de las algas,<br />
116
FRANKLIN MIESES BURGOS | ANTOLOGÍA<br />
a donde –todavía–<br />
la luna no ha podido llegar para mirarte<br />
definitivamente dormido bajo el agua.<br />
¡Arena y sólo arena<br />
para el ancla caliente de tus ingles desnudas;<br />
para tus ojos, sombras de los corales mudos!<br />
¡Arena y sólo arena para enterrar tus sueños<br />
marítimos de nubes y de gaviotas blancas,<br />
sobre un cielo de coco nublado de sardinas!<br />
¡Arena y sólo arena<br />
para hundirte en tu inmenso silencio terminado<br />
entre besos impuros de hermafroditas peces!<br />
¡Ay! ¡que ya no habrá más música marina de acordeones<br />
en tu lecho de limos y pleamares eternos!<br />
Sin un puerto posible para tu despedida,<br />
en la noche se fueron llorando las estrellas.<br />
querida entre tus brazos, habrás tenido sólo<br />
una coquetería de manatíes hembras,<br />
porque ya las abejas que anidaban tus labios<br />
se habrán llevado toda la cera de tus besos.<br />
¡Oh amante ineludible para quien la marisma<br />
tendía el más oculto fluir de sus mareas!<br />
¿qué has hecho con el rostro pálido de las lunas<br />
caídas en el fondo solitario del mar?<br />
¿qué has hecho con el rostro de amor de aquellas lunas?<br />
¿Traslúcida y radiante como un cristal muy fino<br />
deambulará tu sombra en torno de estas islas<br />
caribes que te dieron<br />
ese estupor de cielo mojado de aguardiente?<br />
¿quién ahora dolido escuchará tu voz herida de violetas,<br />
y le dará a tu gesto de varón suicida<br />
todos los crisantemos crecidos en la tarde?<br />
En litoral amargo de llanto sin pañuelos<br />
las verdes hojas anchas sacudidas<br />
por tropicales ráfagas de horno,<br />
te están diciendo adiós,<br />
y tú no miras…<br />
117
De<br />
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Seis cantos para una sola muerte<br />
Primer canto<br />
“Que un día, superada la temible intuición”.<br />
Rilke.<br />
Todo pensamiento<br />
es una soledad y un aislamiento;<br />
toda soledad, una renunciación<br />
y una constante agonía.<br />
(Escribo por hallar<br />
una voz que me defina,<br />
que me diga quién soy<br />
y alce mi nombre, mi rótulo mortal,<br />
con exactitud y propiedad interior de contenido).<br />
Pero en el sitio real<br />
donde despierto, me procuro;<br />
en este sitio, el sueño<br />
–inmensa flor ideal que se deshoja–<br />
cae lento y pesado lo mismo que una sombra…<br />
Y es que para ser,<br />
o bien para existir,<br />
no basta sólo pensar.<br />
hay urgente necesidad<br />
de otro menester, no tan riguroso,<br />
ni precisamente tan solitario en su agonía<br />
(Escribo para hallar una voz,<br />
no un pensamiento).<br />
En la voz –mi voz–,<br />
oscuramente,<br />
siempre me descubro<br />
como algo más que una soledad,<br />
o que una muerte viviente.<br />
Segundo canto<br />
“Heme aquí,<br />
Oh formas de Eternidad”.<br />
Textos egipcios.<br />
hay algo que perece<br />
sin contacto de mundo sensible<br />
en la palabra.<br />
118
hay algo que se evade,<br />
sin que ésta pueda encadenarlo<br />
al sonoro universo de su cuerpo,<br />
e inconquistado, solitario, muere;<br />
muere libre para el eco,<br />
allí donde todo humano vocablo<br />
edifica su último destino.<br />
El hombre (preocupado<br />
de suyo en lo profundo)<br />
se desgarra por esta defunción<br />
íntima de cosa que le es propia<br />
y sin embargo, desconocida<br />
en su más pura esencia.<br />
FRANKLIN MIESES BURGOS | ANTOLOGÍA<br />
Mas este comportamiento terrible<br />
se le impone,<br />
por ley de una existencia<br />
que lo lleva hacia términos extremos.<br />
Todavía el ángel de la plenitud interior<br />
no ha descendido, generoso, hasta él;<br />
ni el verbo que le es dable utilizar<br />
aún se ha desatado<br />
de la rutina de su orbe cotidiano.<br />
habla, sí, pero al hacerlo,<br />
la pesadez impotente de su voz<br />
le hace cerrar los puños y los labios<br />
por no gritar. ¡Tal es la enorme<br />
naturaleza de su asombro!<br />
Pero el hombre<br />
se lanza jubilosamente,<br />
porque para él todo riesgo<br />
es una nueva vigilia que procura.<br />
¿Detenerse? ¿Retroceder?<br />
Piensa: es una forma cobarde de morir.<br />
Y él no quiere morir:<br />
sus sentimientos son heroicos<br />
y aspiran a la inmortalidad.<br />
De aquí lo hondo de su soledad<br />
y lo siempre angustiado de su canto,<br />
de ese fluir místico de voces<br />
por el que desfallece<br />
en interior desvelo<br />
de espíritu y de sangre.<br />
119
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Si danza, escribe, pinta o canta<br />
–y todo esto es ya danzar<br />
en una más conspicua forma–<br />
es sólo por buscar<br />
un gesto perdurable.<br />
Lo demás, es sólo el río<br />
simple de su existir;<br />
un agua sin rostro<br />
definido que transita<br />
–oscuramente–<br />
entre la vida y la muerte.<br />
¿quién entonces, además de la voz,<br />
se aúna a este morir<br />
y muere con lo que muere de la voz?<br />
¿Es sólo el poeta<br />
quien afronta este destino<br />
insólito del Verbo,<br />
o hay alguien más, que como él<br />
muere también de esta callada muerte?<br />
Él dice:<br />
no es lo alto el peligro, sino el aire,<br />
la atmósfera en que crecen las palabras.<br />
Pero ay, las palabras; las palabras también<br />
tienen su altura,<br />
su aire propio y su profundidad;<br />
esa profundidad inconquistable, suya,<br />
en la que el ojo del poeta<br />
es sólo un ancla enceguecida…<br />
¿Dónde entonces<br />
la lúcida presencia de su lámpara?<br />
¿Dónde entonces, y para qué, realmente?<br />
De las tinieblas<br />
surgió la voz de Dios.<br />
Así el poeta (pequeño dios<br />
de un cielo sumergido)<br />
de las tinieblas también alza su voz.<br />
Esa, su voz<br />
cerrada toda, por oscura;<br />
en la que el ángel de la luz no alumbra,<br />
ni la verdad de los demás es suya.<br />
120
Tercer canto<br />
“Yo, sin embargo, estoy solo”<br />
Hölderlin.<br />
FRANKLIN MIESES BURGOS | ANTOLOGÍA<br />
Sólo se es libre<br />
cuando se está solo.<br />
Y también somos únicamente<br />
un prisionero de la soledad,<br />
de esa terrible soledad<br />
en que lo oculto de la sangre bate,<br />
de nuestro mar más intimo, sus olas…<br />
que la realidad resida en tu conciencia<br />
y no fuera de ella;<br />
que ningún aspecto externo<br />
de cosa material perecedera,<br />
empañe la limpia<br />
transparencia de luz de tu mirada.<br />
hoy hay en el hombre<br />
ciertas peligrosas actitudes,<br />
que son únicamente asumidas por temor.<br />
Por miedo a esa insondable soledad del espíritu<br />
de la cual se huye como de un abismo,<br />
y en donde, de caer,<br />
flotaría lo mismo que una débil brizna<br />
en medio de un inconmensurable<br />
espacio de eternidad,<br />
de ojo vacío, universal, sin fondo,<br />
de ojo enceguecido para el Bien o para el Mal;<br />
y en donde sólo la inmensa<br />
noche de un cielo sin edades,<br />
fija en perpetuidad de última muerte<br />
su desolado rostro de tinieblas.<br />
Puebla de vigorosas<br />
realidades la más íntima soledad del espíritu.<br />
Llenarla hasta los bordes de sí mismo,<br />
y, con ello, de un más hondo,<br />
más profundo sentido místico y humano<br />
de la vida. he ahí la condición privilegiada<br />
de aquellos nobles seres que valientemente<br />
saben libertarse y se libertan<br />
de toda otra forma de pasión<br />
que no sea la de su propia apasionada soledad.<br />
121
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
¿Por qué hablar tanto y tan alto<br />
de la humanidad y no en particular<br />
del individuo?<br />
La voz “humanidad”<br />
es sólo una abstracción equivalente<br />
a desvalido mar sin fondo,<br />
a regresión reaccionaria<br />
en procura<br />
de la forma originaria<br />
del clan primitivo idealizado:<br />
una especie de oscuro<br />
sentimiento de añoranza<br />
por la rasera comunidad de la tribu.<br />
Pero no: la posesión de la individualidad<br />
ha sido una conquista;<br />
una lucha entre los rudos elementos primigenios<br />
y una de las más altas determinaciones<br />
del espíritu, puesta al servicio y logro<br />
de un verdadero propósito de liberación humana.<br />
Más que un número simple,<br />
sé un hombre determinado,<br />
una propia individualidad<br />
libre de toda servidumbre,<br />
elaborada y realizada<br />
en la profunda soledad del espíritu;<br />
en esa incomparable soledad, en donde<br />
se está más cerca de sí<br />
y de la ya casi olvidada<br />
divinidad del hombre…<br />
Todas las nuevas formas<br />
de vida creadas por el intelecto,<br />
no son nada comparado<br />
con esta maravillosa conquista del espíritu,<br />
en que la integridad humana ha sido liberada<br />
mediante una valerosa imposición de sí misma.<br />
No, no permitas que falsas<br />
claridades te hundan en las sombras eternas<br />
del no ser; no, no lo permitas;<br />
repliégate hacia ti, y recuerda que<br />
siendo el poeta una síntesis cabal de humanidad<br />
es a la vez, no obstante,<br />
la individualidad por excelencia.<br />
122
Sexto canto<br />
FRANKLIN MIESES BURGOS | ANTOLOGÍA<br />
Decidme ahora, áureo varón del día,<br />
fidelísimo amante de la luz inmemorial<br />
que nos alumbra.<br />
¿Debe marcharse aquél<br />
por cuyos dulces labios elegidos,<br />
el espíritu de lo alto dejó caer la voz<br />
leal de su mensaje?<br />
El que una vez habló, y lo hizo<br />
porque en su boca el soplo de lo eterno<br />
estaba aposentado,<br />
no callará jamás, áureo varón del día;<br />
no callará jamás<br />
aun cuando en lo adelante<br />
estén desprovistas de sentido sublime las palabras:<br />
tal es la fuerte naturaleza de lo que dijo antes,<br />
tal la huella indeleble que dejó su canción<br />
de amor sobre las cosas…<br />
Podrán los otros venir<br />
desde su ciega noche,<br />
podrán venir para acarrear tinieblas a su nombre<br />
y oscurecer el agua más honda de su voz.<br />
Podrán venir<br />
para aportar su absurdo cielo de cenizas<br />
allí donde una muerte mejor<br />
ya ha sido para siempre conquistada.<br />
Pero aquél<br />
por cuyos dulces labios elegidos<br />
fluyó lo eterno en desnudez de río,<br />
en júbilo de ser y soledades,<br />
¿quién, quién podrá hacerle ahora enmudecer?<br />
Pero aquél, ¿quién es<br />
si cual caverna de mar que repercute<br />
al oleaje de lo inmenso, él es?<br />
123
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Dionisio vulnerado<br />
I<br />
Es Dionisio quien canta<br />
en la noche anterior<br />
a la liberación<br />
formal de las Bacantes.<br />
Cuando todo era aún<br />
sujeto a las cerradas<br />
tinieblas del Abismo.<br />
Atrás queda el Objeto.<br />
El Objeto inicial<br />
develando sus formas.<br />
Inventando presencias<br />
futuras para ser.<br />
¡Es Dionisio quien canta!<br />
En él, la soledad<br />
es ya toda una humana<br />
conciencia que es angustia.<br />
¡Es ya un hombre! ¡Un dolor!<br />
Es Dionisio. ¡Dionisio!<br />
II<br />
¡Oh humano libertado!<br />
Cielo solo por donde<br />
la memoria transita<br />
arrastrando las sombras<br />
de su mentido ayer.<br />
—¿qué cosa harás ahora,<br />
con la sagacidad<br />
de tu yo conquistado?<br />
¿Del yo tuyo, liberto;<br />
liberto para siempre,<br />
como una maldición?<br />
Tú solo. Sí. Tú solo.<br />
Dios terrestre o ceniza.<br />
Raudo río de días.<br />
Apagado rumor<br />
de un agua que acontece,<br />
en torno del inmóvil<br />
presente en que yaces.<br />
(único tiempo tuyo.<br />
único y verdadero<br />
124
para testificar<br />
del mundo de las cosas).<br />
En ti es sólo el presente.<br />
Eternamente él.<br />
Lo demás, no es el tiempo.<br />
Es solamente un río.<br />
Un río solamente,<br />
donde tu imagen queda<br />
mientras las aguas siguen<br />
pasando, como siempre.<br />
III<br />
Desata, oh Dios, desata<br />
tu eternidad y clama:<br />
Es tu ebriedad que quiero<br />
y no la majestad<br />
glacial de los anillos<br />
que alrededor de ti<br />
colocan en señal<br />
de gracia funeraria,<br />
por la inmovilidad<br />
que –transitoriamente–<br />
te adjudica la Muerte.<br />
Tú eres ágil. Pues nada<br />
es más ágil que tú.<br />
Por esto te transformas<br />
cada estación y eres<br />
el joven Dios eterno<br />
de las resurrecciones.<br />
Del continuo volver.<br />
Ninguno es como tú.<br />
Ni ninguno tampoco<br />
posee el ebulliciente<br />
delirio de tu espíritu:<br />
fuente délfica en donde<br />
ruge la inmensidad.<br />
Ruge como el mar.<br />
IV<br />
Dame ahora la copa.<br />
La eterna copa viva.<br />
El redondel sin fondo.<br />
La subjetiva noche<br />
donde tus ojos vueltos<br />
FRANKLIN MIESES BURGOS | ANTOLOGÍA<br />
125
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
contemplan el obsceno<br />
vacío de la Nada.<br />
quiero entrar en el orbe<br />
de tus desolaciones.<br />
En la lúcida sombra<br />
donde chispean tus soles<br />
humanos de pasión.<br />
De furor y de muerte.<br />
(¡De muerte, sí, de muerte,<br />
porque también la muerte<br />
es un furor helado!)<br />
V<br />
¿quién ahora sus labios<br />
no apresta para un grito<br />
de terror o de angustia?<br />
¿Es Dionisio quien canta<br />
o es alguna otra voz?<br />
La noche tiene estrellas<br />
como peces el mar.<br />
Y el mundo<br />
no es el mundo.<br />
Es su sombra extendida.<br />
¡Su sombra! Nada más.<br />
126
De<br />
Presencia de los días<br />
Anillo de Dios<br />
FRANKLIN MIESES BURGOS | ANTOLOGÍA<br />
I<br />
Desvelado existir<br />
del extremoso amante que edifica,<br />
solícito de un ámbito de holgura,<br />
su más ancho universo en un anillo.<br />
(Orbe menudo de metal que grita,<br />
que solloza de lumbre enardecido,<br />
desde la humana torre que levanta<br />
su vigilia de sangre, su vigilia).<br />
Preciosa eternidad hecha sortija,<br />
maravilla que encauza su destino<br />
hacia una forma única y cerrada.<br />
¡Mundo poblado sólo por un dedo!<br />
¿quién se goza de ti? ¿quién labra un sueño<br />
de igual naturaleza<br />
en tu silencio mineral de siempre?<br />
¿quién es capaz de penetrar al fondo<br />
de tu desconocido<br />
o acaso fabuloso acontecer?<br />
¿qué solitario inclinará sus ojos,<br />
hasta llegar al alma<br />
deshabitada toda de tu espejo?<br />
II<br />
Te inventaré la historia que no tienes,<br />
el existir patético que ignoras,<br />
sólo con un decir<br />
de palabras amables que convienen.<br />
que precisan llegar<br />
a tu mejor sentir. O a la premura<br />
de ese rayo de sol –gozoso– que desciende<br />
por disipar su lumbre en tus orillas.<br />
Todo un río repleto<br />
de distintos objetos cotidianos,<br />
fluyendo desde el mundo desemboca<br />
en tumultuosa profusión de formas<br />
sobre la leve superficie tuya.<br />
127
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Y es ya una estrella solitaria, un cielo<br />
de candorosos ángeles que pasan,<br />
camino de la noche de siempre o del olvido.<br />
La cabeza de un hombre en cuyas sienes<br />
el dueño del invierno, madrugando,<br />
vendimia lo peor de sus espigas.<br />
Un rostro transeúnte que se asoma<br />
tan sólo por mirar; una linterna<br />
donde el espectro de la luz provoca<br />
un despertar de mágicas serpientes.<br />
La aurora de una rosa amaneciendo<br />
por dentro de su misma transparencia;<br />
un pedestal, un nido, una bandeja;<br />
el fantasma de piedra de una torre,<br />
desde donde las horas van cayendo<br />
en perezosa lentitud de gota.<br />
O bien, sólo la sombra,<br />
la fugitiva sombra de un pájaro que cruza<br />
solitario, volando sobre el viento…<br />
III<br />
Alguna vez el mar<br />
viene también desmelenado en olas,<br />
en verdeoscuro corazón de algas<br />
o en frágil mármol de vencida espuma.<br />
Alguna vez el mar<br />
viene también desposeídamente,<br />
en voluntaria soledad de agua,<br />
sólo fiel a la lumbre de su cuerpo,<br />
de su cristal unido a cielo entero,<br />
desnudo en sencillez de espacio grande.<br />
Nada queda por ver a tu mirada<br />
de lámina tendida a que converge<br />
un concurrir de jubilosas fuentes.<br />
A veces son figuras<br />
que llegan hasta ti, no sé de donde.<br />
Elementos de un Greco ironizado,<br />
fugaces estructuras<br />
de inauditas presencias luminosas,<br />
que pugnan por herir la córnea insomne<br />
del inédito ojo con que miras.<br />
128
FRANKLIN MIESES BURGOS | ANTOLOGÍA<br />
En otras, sólo un cielo desolado,<br />
un mundo sin memoria en que el olvido<br />
–solitario lo mismo que una estatua–<br />
edifica su rostro en el vacío.<br />
Y nada ocurre entonces por tu cauce<br />
de apretado metal enceguecido:<br />
la absorta transparencia de un espejo<br />
colocado delante de la nada<br />
viene a tu ser, como paloma oscura,<br />
parecido a silencio sin pupilas,<br />
a noche desatada que te cubre,<br />
que te llena de sí, y te aniquila…<br />
Viene la noche y permanece tuya<br />
por una inmensidad que es agonía;<br />
que es muerte y abandono en la negrura<br />
de un existir inútil del que ha huido<br />
la cotidiana brega de la vida…<br />
IV<br />
Pasó la muerte y te cerró los ojos.<br />
Todo es ahora en tu metal: olvido.<br />
Cerrada noche en que la sombra cubre<br />
la fina soledad de tus orillas.<br />
huyó la luz como lebrel herido;<br />
huyó de ti hacia su propio cielo.<br />
Nada acontece en el caudal que ocultas<br />
bajo el cristal de tu apagado río.<br />
Tu cuerpo yace ahora en otro goce<br />
nacido a la delicia de lo inerte.<br />
Ciego total, sin fábula de lumbre,<br />
desposeído del antiguo brillo,<br />
ya ausente de la luz y sin noticia<br />
de aquella realidad que a ti fluía,<br />
como un agua purísima del mundo.<br />
Y es un secreto a voces tu secreto;<br />
casi nacen campanas que lo anuncian<br />
desde la limpia desnudez del aire.<br />
Sólo yo que te invento ignoro el nombre,<br />
la sonrisa leal, el gesto puro,<br />
de aquél que entre sus manos te sostiene,<br />
en amorosa eternidad suspenso.<br />
129
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Las dos rosas<br />
“Pero nunca sabremos<br />
lo que la rosa es fuera de nosotros”<br />
Leopoldo Marechal.<br />
I<br />
La rosa del jardín.<br />
La simple rosa fácil para todos,<br />
al tallo del rosal, crucificada.<br />
La que asomada pública y desnuda,<br />
al borde de la brisa vocifera<br />
como el mejor pregón de su perfume.<br />
La rosa muerta<br />
en su nacer más pronto…<br />
Rosa mortal<br />
de vida transitoria.<br />
Pequeño sol botánico encendido.<br />
¡Cerrado nudo de color y aroma!<br />
La que varada a orillas de sí misma,<br />
a orillas de sí misma se abandona<br />
hacia la fina levedad del aire.<br />
La rosa mariposa encadenada<br />
a su única forma llevadera.<br />
Aquella vegetal rosa que sueña<br />
con un viajero corazón de alas.<br />
La distraída rosa sin memoria.<br />
La rosa que se olvida de la oscura<br />
proletaria raíz que la levanta.<br />
La que empieza a morir todos los días,<br />
en su ataúd de pétalos atados,<br />
con el solo contacto jubiloso<br />
del ojo enamorado que la mira.<br />
La rosa estatua de sí misma erguida<br />
sobre su verde pedestal de hojas:<br />
intacta forma, material, sin fuga.<br />
La rosa soledad desgarradora,<br />
entre sus propios límites<br />
cautiva.<br />
130
La rosa eso: ¡nada más que rosa!<br />
Sola y externa, estricta y objetiva,<br />
en su hueca presencia realizada.<br />
La otra rosa también,<br />
la simulada:<br />
fantasma corporal de otro fantasma,<br />
rostro espectral donde el color tan sólo<br />
suscita otra mentira,<br />
otra historia banal que se deshoja<br />
en torno a la ilusión de los sentidos.<br />
II<br />
Ninguna de estas rosas<br />
de afuera, es la rosa.<br />
La íntima. La rosa recatada<br />
en su existir más hondo y verdadero.<br />
¡La que el ángel defiende con su espada!<br />
La obscura rosa abstracta,<br />
la ambiciosa sugestiva palabra que edifica<br />
múltiples formas de su propio origen.<br />
La rosa del poeta,<br />
fidedigna.<br />
FRANKLIN MIESES BURGOS | ANTOLOGÍA<br />
La que nace de sí para quebrarse<br />
en diferentes orbes y cometas.<br />
Cuando la rosa del rosal perece,<br />
esta rosa de sangre resucita.<br />
Torna a buscar su eternidad de siempre<br />
al labio conmovido que muriendo la nombra por su nombre.<br />
que dice rosa sólo y aparece<br />
un bello rostro inmaterial, herido;<br />
una forma tan leve, que en el viento<br />
su cuerpo no fatiga.<br />
Inespacial presencia de un objeto<br />
de pura irrealidad que construimos<br />
para goce y deleite de ese amoroso dios de soledades<br />
que clamando, por dentro nos habita.<br />
131
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Flor de sueño<br />
Aquella jubilosa flor de nadie,<br />
solitaria abstracción de los espejos.<br />
Paloma de la sangre desatada<br />
que en la fugaz iniciación del vuelo<br />
llena su eternidad de claridades.<br />
Hablo de aquella flor<br />
onírica, sin dueño. De aquella<br />
leve flor de irrealidades<br />
que va cayendo sola desde el sueño.<br />
Rostro de soledad entre sollozos,<br />
entre carne que grita por el cielo.<br />
Palabra que en el aire muere sola,<br />
abandonada de su propio cuerpo.<br />
Flor ideal<br />
sin tierra labrantía<br />
para sembrar la oscura,<br />
desolada semilla de su eco.<br />
¿qué desvelado arcángel desentierra<br />
de la noche total tu cabellera?<br />
Ese río que nunca desemboca,<br />
que no sale jamás de sus arenas,<br />
del lecho inmaterial donde reposan<br />
sus tenebrosas aguas de tinieblas…<br />
¡Hablo de aquella flor,<br />
única flor!<br />
huésped leal que hospeda el pensamiento<br />
en su sonora inmensidad sin mundo,<br />
suscitada presencia en el recuerdo.<br />
Flor que no es<br />
y sin embargo alumbra<br />
su descarnada imagen de fantasma,<br />
de ceniza que triunfa de la muerte.<br />
Cuando la rosa muere<br />
Cuando la rosa muere<br />
deja un hueco en el aire<br />
que no lo llena nada:<br />
132
ni el eco que sepulta<br />
su desolado rostro en otra arena,<br />
ni la luz que va sola<br />
en río transparente<br />
hecho por serafines,<br />
ni la sombra que es ala<br />
de un pájaro de nieblas<br />
nacido sobre el viento.<br />
Cuando la rosa muere<br />
deja un hueco en el aire<br />
que no lo llena nadie.<br />
Sólo el llanto lo anega<br />
con sus blancas estatuas<br />
de sal petrificada,<br />
con sus astros caídos<br />
y sus nubes viajeras;<br />
sólo el llanto lo anega<br />
–redondo como un nido–<br />
para acunar tu pena.<br />
FRANKLIN MIESES BURGOS | ANTOLOGÍA<br />
133
Sonetos<br />
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
<strong>Poesía</strong><br />
Justa Precisa Estricta Estructurada<br />
Concisa Vaga Leve Estremecida<br />
Amorosa Sensible Apasionada<br />
Desnuda Reluciente Amanecida<br />
Solitaria Profunda Desolada<br />
Fresca Primaveral humedecida<br />
Telúrica Celeste Idealizada<br />
Infinita Finita Sorprendida<br />
Atenta Desvelada Vigilante<br />
Cavilosa Serena Delirante<br />
humana Religiosa Grave Impía<br />
Enigmática Franca Misteriosa<br />
Entrañable Ligera Vaporosa<br />
única Eterna Universal <strong>Poesía</strong>.<br />
Humilde mayo<br />
Mayo trajo la flor. La milagrosa<br />
palabra vegetal que arrulla el viento.<br />
Mayo pobló su propio firmamento<br />
con la sola presencia de una rosa.<br />
Yo la miré ascender tan jubilosa<br />
a su pequeño, débil, monumento,<br />
que fue como si viera el nacimiento<br />
de una terrestre aurora luminosa.<br />
Era su viva lumbre madrugada<br />
una encendida hoguera encarcelada<br />
en el cielo cerrado de su esfera.<br />
única roja rosa amanecida.<br />
Rosa de una estación empobrecida.<br />
¡Sólo con ella fue la primavera!<br />
Rosa en vigilia<br />
Rosa en vigilia que delira en vano<br />
desde el alto silencio de su orilla.<br />
Aurora vegetal que maravilla,<br />
más cerca de lo azul que de lo humano.<br />
134
Rojo fanal en la delgada mano<br />
del tallo que sostiene la sencilla<br />
luz que prende su sol, en la semilla<br />
oscura de su hondo meridiano.<br />
Para ti la palabra iluminada<br />
por donde alza plástica la vida<br />
su soledad más viva y perfumada.<br />
Ninguna forma igual a tu desgaire<br />
para ser como tú, sólo una herida<br />
abierta y desangrándose en el aire.<br />
Viva muerte<br />
huésped del cuerpo humano que me cierra<br />
en mortales mortajas hospedado,<br />
transito con mi ser resucitado<br />
como una viva muerte, por la tierra.<br />
Y cuanto miro en torno es una guerra<br />
suscitada en un tiempo limitado,<br />
por donde va cayendo derramado<br />
el instante de vida que la encierra.<br />
Sólo de muerte en muerte caminando.<br />
Sólo de vida en vida cada día<br />
igual que una semilla germinando.<br />
Va mi vivir hacia su cielo incierto<br />
llevando, sin saber, en su agonía,<br />
la muerte en vida y con la vida, muerto.<br />
El río<br />
FRANKLIN MIESES BURGOS | ANTOLOGÍA<br />
Con su húmeda espada reluciente<br />
(caballero de niebla y de rocío)<br />
camino que camina pasa el río,<br />
solitario, desnudo y transparente.<br />
Desde su pie descalzo hasta su frente,<br />
como clavada hoja en el vacío,<br />
sube a su piel un hondo escalofrío<br />
de misterioso hielo permanente.<br />
En torno de la luz que le enajena<br />
(desolada, metálica, de cobre)<br />
hay una voz oculta que resuena.<br />
135
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Por esta voz que eterna le reclama<br />
hacia la inmensa soledad salobre,<br />
¡su corazón de agua se derrama!<br />
A la sangre<br />
Agua de soledad, agua sin ruido,<br />
desatado cristal de pura fuente.<br />
Agua que va cayendo interiormente<br />
en mi cielo más hondo y escondido.<br />
¿qué misterioso viento sumergido<br />
tu natural hechura de torrente<br />
transfigura ideal y simplemente<br />
en un rojo clavel enardecido?<br />
hay un íntimo dios que te construye.<br />
El mismo dios que lento de ti fluye<br />
por los labios abiertos de la herida…<br />
Vivo clavel humano que perdura<br />
sujeto por la leve arquitectura<br />
de la fugaz estatua de la vida.<br />
136
Homenaje a Sor Juana Inés de la Cruz<br />
Vida<br />
I<br />
“¡Oh cielo riguroso! ¡Oh triste suerte!<br />
¡Que tantas muertes das con una muerte!”<br />
FRANKLIN MIESES BURGOS | ANTOLOGÍA<br />
El cielo destruido por que llora<br />
mi acongojado corazón humano,<br />
no es ese mismo cielo cotidiano<br />
donde el rostro del tiempo se cobra.<br />
El hondo cielo que mi ser añora<br />
por ser de íntimo sol su meridiano,<br />
ese cielo cayó desde mi mano<br />
hacia una eterna noche, sin aurora.<br />
Nada queda de él; sólo el recuerdo<br />
a mitad del camino en que me pierdo,<br />
alza el hueco fantasma de su nombre.<br />
¡Cielo mejor, del ser, en su mañana!<br />
A cambio del sabor de una manzana,<br />
perdido para siempre por el hombre.<br />
II<br />
“Quién a las llamas del amor no muere”<br />
que es el amor en todas las edades<br />
del ser que valeroso lo frecuenta,<br />
una oscura semilla que fermenta<br />
en etapas de calma y tempestades.<br />
Más dado a lo irreal que a realidades<br />
del suelo material donde se asienta,<br />
va como oveja dulce que apacienta<br />
en prados de celestes claridades.<br />
Arquitecto del cielo que idealiza:<br />
arde desde la lava a la ceniza<br />
de sus propios volcanes desatados.<br />
Hasta que por el fuego que lo inflama<br />
es consumido, por la misma llama,<br />
“¡en soledad de dos acompañados!”<br />
137
Pasión<br />
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
I<br />
“Que del arte ostentando los primores”<br />
Allí, donde hay un ángel que revela<br />
su celeste palabra iluminada,<br />
allí mi alma eterna se desvela<br />
sola, de madrugada a madrugada.<br />
Por esa voz eterna que se anhela<br />
verla en carne de estatua edificada,<br />
hay una fría caricia que la hiela<br />
y un fuego que la enciende en llamarada.<br />
No da el ángel su voz porque<br />
la tira desde el alto desolado clima<br />
de la noche cerrada en que delira.<br />
hay que bajar del cielo a lo más hondo,<br />
presintiendo el hallazgo de la sima,<br />
a recoger su voz, que está en el fondo.<br />
II<br />
“Con falsos silogismos de colores<br />
es cauteloso engaño del sentido”<br />
Este tacto solícito que abruma.<br />
Este vivir más hondo en los sentidos<br />
va descubriendo cielos escondidos,<br />
nuevos mares ocultos en la espuma.<br />
Ignorados espacios por la pluma<br />
de misteriosos pájaros caídos,<br />
mundos de claridades suspendidos<br />
tras la noche pequeña de la bruma.<br />
Nada perdura inédito al contacto<br />
de este absorto mirar inquisitivo<br />
de las pupilas íntimas del tacto.<br />
Así de mi interior huyen las nieblas,<br />
porque si ciego para el mundo vivo,<br />
lleno de luz estoy en mis tinieblas.<br />
Muerte<br />
“Bella ilusión, por la que alegre muero”<br />
Llueve mi soledad de noche oscura,<br />
de eslabones de sangre desatados.<br />
138
Y una más alta claridad fulgura<br />
debajo de los párpados cerrados.<br />
Todo fuera de mí se hace negrura,<br />
amasijo de lienzos apretados,<br />
donde no es necesario ni perdura<br />
el aire de los cielos libertados.<br />
La luz que irrumpe súbita en la sombra<br />
de nuestra humana claridad terrena,<br />
como un destello lívido que asombra.<br />
Esa lograda claridad postrera,<br />
llena de eternidad y de mí llena,<br />
¡es la única lumbre verdadera!<br />
FRANKLIN MIESES BURGOS | ANTOLOGÍA<br />
139
De<br />
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Demonio de ceniza<br />
Demonio de ceniza<br />
Demonio de ceniza…<br />
Criatura a quien el fuego le dio su último nombre:<br />
¿en cuál cerrado anillo del humano existir<br />
se debate, furiosa, tu impotencia;<br />
ese golpear insomne de campana que clama perdida en sus tinieblas;<br />
grito de bestia herida<br />
que muriendo denuncia desesperadamente su agonía,<br />
esa su oculta muerte merecida?<br />
Demonio de ceniza<br />
a quien el dulce viento de Dios no eleva al cielo,<br />
mar que cierra en sí mismo sus últimas orillas.<br />
¿Cuál encono terrestre oscurece la noche de tu cielo por dentro?<br />
¿Es que anhelas acaso cambiar a voluntad la noche de tu origen<br />
o suscitar laureles aún sin verdecer para tu torva frente?<br />
Demonio de ceniza…<br />
Cielo apartado y solo como el cielo<br />
la gloria es un rumor que llega desde fuera,<br />
un mar enardecido cuyas olas se abaten al pie de las estatuas,<br />
eco donde la noche terrible del olvido también irá cayendo,<br />
nada más que un rumor,<br />
un lejano rumor salido de otros labios,<br />
inaprensible voz donde un júbilo niño apenas ilumina su sonrisa.<br />
Demonio de ceniza…<br />
Presencia y realidad de lo incompleto.<br />
No hay cielo que soporte gozoso tu osamenta,<br />
el hielo de tus manos; no hay cielo que se mire sereno por tus ojos,<br />
ni aun aquel en que crecen desmesuradamente las semillas del odio.<br />
(Cielo para la muerte total de la lealtad del hombre)<br />
¡Demonio de ceniza<br />
a quien el dulce viento de Dios no eleva al cielo!<br />
Saber no es repetir el nombre terrestre de las cosas.<br />
Tampoco es recoger como un mendigo el eco caído de otras voces,<br />
ni cosechar en huerto de ajena sementera,<br />
una escuálida fruta en donde lo infecundo fermenta su amargura.<br />
Saber es sepultar un nombre en lo más hondo.<br />
Tal vez una palabra de amor únicamente.<br />
140
Saber es el pensar de un dios desmemoriado<br />
que tiene que inventarse continuamente el mundo.<br />
hay una edad que pone solícita su tiempo de amor al crecimiento:<br />
no se salta de ésta ni se engaña tampoco lo que viene del árbol<br />
madurando por dentro. Aquella savia suya<br />
de vigoroso aliento que lo ensancha,<br />
que lo abre en conciencia y en plenitud de fruto.<br />
Ello sabe de siempre.<br />
Pero el árbol jamás lo precipita.<br />
—¡he aquí toda la fuente de su sabiduría!<br />
Su realidad no excluye –para ser– la presencia<br />
de ningún otro árbol igual que le acompañe:<br />
él es, y goza en ser de un modo leal y suficiente.<br />
Demonio de ceniza:<br />
tú no estás en el árbol,<br />
en esa edad sensible de los brazos abiertos.<br />
No te das generoso como la espiga al viento;<br />
y es por esto que hay algo que te niega a ti mismo<br />
por la voz, cuando cantas; algo amargo que a todos<br />
te denuncia lo mismo que el cristal de un espejo;<br />
algo oscuro e insondable en su propio designio,<br />
que te hace morder con diente de rencor<br />
tu propia sedienta primavera…<br />
Demonio de ceniza:<br />
¡nada vale en la tierra<br />
si no ha sido amasado con nuestra propia sangre!<br />
¡Nada es útil al hombre si no sale de él por la piedad y el llanto!<br />
Propiedad del recuerdo<br />
FRANKLIN MIESES BURGOS | ANTOLOGÍA<br />
Sujeto por designios redondos como anillos,<br />
como aros profundos enroscados en torno de su propia osamenta.<br />
Entre una muda carne cerrada y sus marfiles.<br />
Sin huir de la orilla,<br />
de la cálida tierra más próxima a la noche primera de su muerte.<br />
Desesperado e inmóvil<br />
hecho de insomnes pájaros azules y cadenas.<br />
Sin el más leve atisbo de un objeto de fuga real, de una salida<br />
para su sed distante de labios y gargantas.<br />
Sino de un agua última, espiritual, compuesta de espacios, de cometas.<br />
141
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Seguido de una huella descalza, de una sombra<br />
que reclama el sonido de su voz más antigua.<br />
Entre edades por donde desemboca jadeante, sudoroso, corriendo<br />
el furioso caballo de nieblas que galopa debajo de su instinto;<br />
debajo de la espuma sin rostro, de la ola<br />
soberbia que se bate contra el rojo arrecife<br />
de su pulso más hondo.<br />
Exactamente entonces, por igual, como siempre:<br />
en el instante mismo en que estrujó sus ingles calientes sobre el orbe,<br />
sobre el mundo pequeño, todavía sin nombre de una sola manzana.<br />
hora oscura en que el ángel –enardecidamente–<br />
se arrancó los cabellos<br />
y no tuvo en su angustia más cómplice de lumbre que el espejo del agua,<br />
que el cristal donde siempre se ahoga una paloma de amor, una guitarra.<br />
En ese mismo instante de estupor solitario,<br />
de uñas recién crecidas, de íntimos dedos largos<br />
con que el horror procura descubrir una estatua de silencio en el barro.<br />
En ese mismo instante, fue subiendo a su árbol, a su más propia rama,<br />
en donde latía oculta la gota milenaria de su última sangre,<br />
de su más vieja tribu de lágrimas reunidas…<br />
142
Sin mundo ya y herido por el cielo<br />
Imploración<br />
Tema<br />
FRANKLIN MIESES BURGOS | ANTOLOGÍA<br />
Sin mundo ya y herido por el cielo<br />
voy hacia ti en mi carne de angustia iluminada,<br />
como en busca de otra pretérita ribera,<br />
en donde serafines más altos y mejores harán por ti más blanco y preferible<br />
éste mi humano corazón de tierra.<br />
¡Oh tú, la que sonríes magnífica y sublime<br />
desde tu eternidad desfalleciente! En tu vértigo de altura dolorosa,<br />
parte mi vida en dos como tus trenzas.<br />
No quiero que te digan ya más: ¡mira tu hijo!<br />
El de tu humilde barro fabricado con sus hondos infiernos y sus cielos<br />
en la terrible noche de sus polos,<br />
muriendo sin morir, petrificado y solo.<br />
Tu hijo de tierra y de huracanes hecho, en la unidad universal del cosmos;<br />
tu hijo, el de las briznas de fuego y los cantos<br />
en su sumergida isla de llanto y de dolores.<br />
El que te mira a ti, transfigurado, en clima de distintos hemisferios,<br />
uno y plural ¡en tu palabra eterna!<br />
Aquí, compañero impasible, aquí:<br />
donde todos los cuerpos creados se procuran; aquí donde se buscan<br />
los cuerpos y se encuentran lo mismo que la imagen<br />
que en procura va siempre de algún vidrio inmediato,<br />
como una flor marina sujeta por los ocho tentáculos del pulpo,<br />
lo mismo que una estrella mordida por el diente nevado de su cielo;<br />
materia fija y dura; materia desde donde<br />
crecen mil manos largas para sólo agarrarse;<br />
para sólo buscarse<br />
en presencia de un mundo que tan sólo es presencia,<br />
color, forma y substancia de un mismo y continuo ardoroso contacto<br />
hecho de superficies varadas a la orilla,<br />
callada y solitaria<br />
de la noche del aire.<br />
Aquí, compañero impasible, aquí:<br />
donde todas las hojas urgidas por el fuego de una terrible ansia<br />
van buscando la carne desnuda de la brisa con sus labios de lanza;<br />
aquí donde el anillo tiene un sueño de dedos<br />
alzados como cinco columnas suplicantes,<br />
y el mar es sólo un ojo,<br />
un ojo melodioso con riberas de espumas para mirar el cielo.<br />
143
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Aquí donde las yerbas van pensando tan sólo<br />
cómo hundirse hasta el fondo de la entraña terrestre,<br />
¡yo no quiero encontrarte cuerpo sólo y presencia!<br />
¡yo no quiero encontrarte concreta o sucedida<br />
de otro modo distinto que no fueras de sueños,<br />
que no fueras de nube, de estupor o de grito,<br />
en la isla profunda de mi llanto enterrada!<br />
Aquí no quiero hallarte: posible; realizada; aquí no quiero hallarte,<br />
porque yo sólo busco, tu no ser en las cosas para ser en mi esencia,<br />
para ser en mi árbol, en mi poblada selva de raíces muy hondas,<br />
por donde están fluyendo las aguas luminosas de otro cauce del mundo<br />
sin estatuas perennes sonreídas al fondo.<br />
¡Oh dulce voz crecida del tamaño de un nombre!<br />
¡De la misma estatura de una pena callada!<br />
Sin labios todavía donde sembrar sus letras,<br />
los signos expresivos para su oscura y nueva<br />
subterránea vendimia de maduras angustias,<br />
en donde nunca, nunca, hallarán las semillas de sus extraños frutos.<br />
Pues para hacer tu risa que nunca había nacido,<br />
¡cuántos nardos hubieron de morir en el alba!<br />
¡Cuántos granos de arena<br />
en la margen opuesta del litoral del mundo!<br />
Desde el dolor primero que nació con nodriza de afiladas espinas,<br />
hasta el llanto sepulto de las piedras sin ojos,<br />
de las rosas sin alas,<br />
¡todo ha sido un anhelo de epidermis heridas!<br />
Todo ha sido un continuo y furioso buscarse<br />
entre cuerpos y cuerpos de una terrestre carne de cielo despoblada,<br />
en donde a toda hora una soberbia soledad rugía,<br />
o un enorme silencio terminaba.<br />
¡Ay! ¿De qué pecho caliente de huracanes marinos<br />
viene ese oscuro viento? ¿Viene ese oscuro viento<br />
para mesar los finos cabellos de las rosas que nacen en los pechos,<br />
que nacen en las manos<br />
y mueren en los blancos jardines de los dientes?<br />
Ese viento es el viento eterno del contacto del mundo con las cosas.<br />
El formidable viento que hace girar de amor al universo entero:<br />
desde el pequeño germen oculto entre las hojas<br />
hasta la fe de aquellos que no mataron nunca su alma ni sus ojos.<br />
Aquellos que han seguido creyendo que la brisa es un ala tendida,<br />
y la noche, una negra paloma degollada más allá de las sombras.<br />
144
(Impenetrables sombras de donde muchas veces<br />
descienden en legiones mis musicales ángeles borrachos)<br />
Los que ya van sin cuerpo porque se despojaron en el propio camino<br />
que retorna del mundo de su íntimo llanto;<br />
los que van siempre heridos de paisajes por dentro,<br />
éstos únicamente quedarán liberados de la terrible lucha<br />
del humano contacto,<br />
en el que cada objeto creado es como un brazo,<br />
una garra tendida hacia otra presencia de su ser inmediata.<br />
¡que nada estará libre del sentido del tacto!<br />
¡que nada estará libre del crecido sentido!<br />
Ni la hormiga ni el cardo;<br />
ni la estrella ni el nido;<br />
ni la tierra ni el agua,<br />
ni la noche ni el aire;<br />
ni la selva que muere en un ardiente pecho de pezones flotantes;<br />
la boca que ríe encendida de rojos claveles a lo lejos,<br />
ni los ojos tampoco,<br />
en donde un agua oscura va llena de sonámbulos violines delirantes,<br />
ni esas claras gotas del celeste rocío,<br />
en donde un dulce cielo de pájaros habita.<br />
¡Que nada estará libre del firme y decidido clamor de su mandato!<br />
¡que nada estará libre!<br />
Ni el asno pensativo ni la piedra callada;<br />
ni el silencioso amante enamorado;<br />
ni la madre ni el hijo,<br />
ni tú, que has sido hecha de ardorosas palabras,<br />
en medio de los rubios arcángeles dormidos.<br />
¡que nada estará libre!<br />
Aquí, en esta tierra, en este mismo espacio en que morimos<br />
en una eterna muerte, sin reposo.<br />
Presagio<br />
FRANKLIN MIESES BURGOS | ANTOLOGÍA<br />
Yo estoy muerto con ella<br />
sin rumoroso llanto de azucenas,<br />
desde un pecho que extingue sus ardientes cenizas,<br />
desde la misma rosa de hielo en que ella habita,<br />
desde la misma niebla donde sus ojos miran la soledad del mundo,<br />
desde todas las cosas –inevitablemente– yo estoy muerto con ella.<br />
No valen los clarines que golpean desde el fondo terrible de los sueños;<br />
no valen los clarines con el eterno y duro gemir de sus cristales<br />
145
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
de amor resquebrajados;<br />
no vale nada ahora desde que ella se ha ido:<br />
ni el musgo que nos brinda su refugio tranquilo,<br />
ni la amarilla voz de los otoños,<br />
ni la piedra ni el nardo, ni la arcilla madura<br />
donde moldea el silencio su recóndita estatura;<br />
no vale nada ahora desde que ella se ha ido…<br />
A la orilla del llanto sereno de la noche,<br />
a la orilla del llanto donde caen las estrellas,<br />
no sé desde que sombra yo escucho sus campanas<br />
(palabras que se han ido de amor entre las gentes).<br />
Yo estoy muerto con ella<br />
–inevitablemente– desde todas las cosas que ignoren su presencia:<br />
el mar… la tierra… el viento…<br />
La brizna más pequeña que esté lejos de ella.<br />
La que no haya podido colgar su primavera<br />
furiosa de sonrisas o de besos<br />
sobre el mármol sonoro que le cubre la frente,<br />
el traje que no tiene,<br />
los ojos con que mira,<br />
o esas lluviosas manos donde vienen<br />
a reposar en ella los astros sonrientes…<br />
Yo estoy muerto con ella –inevitablemente– desde donde su pena estremecida grita,<br />
donde un río como ella pasa callando siempre.<br />
Primera variación<br />
¿De qué cielo distante, solitario, sin nombre,<br />
aquella espada vino desnuda como un río?<br />
¿Aquella muda espada tan fría como el vidrio desolado del aire,<br />
tan honda como el agua sin riberas del llanto,<br />
donde el dolor agita su inmensa cabellera?<br />
Para que se quebraran tus senderos de aroma<br />
hubieron de habitarle caracoles al viento,<br />
arenas retorcidas como torres de humo,<br />
como manos oscuras,<br />
como terribles dientes,<br />
hubieron de habitarle para siempre.<br />
¡Rosa muerta sin llanto de campanas de bronce!<br />
¡Isla sola, sin nubes sobre el rosal anclada!<br />
¡Mariposa sin alas, cuyo sueño era el cielo!<br />
Por tus propias raíces tendidas como escala:<br />
—¿habrá, para morirte, que nacer un lucero?<br />
146
Pero no fue la muerte helada, sino el beso, el gemido profundo<br />
de tus propias espinas, quien apagó la aurora vegetal de tus pétalos.<br />
Pues ya desde un antiguo dolor tú te morías.<br />
Te morías por dentro –como todos– un poco.<br />
Segunda variación<br />
Ahora que en mí siento la inconmovible eternidad gritando,<br />
como un árbol erguido, como una oscura piedra caída en lo profundo<br />
en un grito que cobra su precisa medida de estatura de cielo.<br />
Ahora que en mi carne yo sé que está esculpiendo<br />
la soledad su estatua de silencio,<br />
porque no soy un bosque, sino un hombre<br />
limitado en la forma de su humana presencia.<br />
Devuélveme mi mar de otras edades, mi fino mar de vidrio transparente,<br />
desmelenado igual que los leones,<br />
con su náufrago cielo solitario en la aurora salobre de sus conchas,<br />
con sus yodos terribles, sus salitres de milenarios miedos oxidados<br />
en el bronce sonoro de sus negras campanas.<br />
¡Mi mar!<br />
¡Mi viejo mar,<br />
poblado todo de corales profundos y tenebrosos légamos primarios!<br />
El que vive aún en mí –petrificado–<br />
en olas submarinas de pretéritos llantos congelados.<br />
El mar que no se ha ido,<br />
porque en mí está varado como en el tallo del rosal la rosa,<br />
como mi corazón, sobre la tierra.<br />
¡Oh! Dame tu oscura lámpara de sombras.<br />
quiero irme de nuevo desnudando hasta volver al mar<br />
y ser sus olas…<br />
Tercera variación<br />
FRANKLIN MIESES BURGOS | ANTOLOGÍA<br />
¡Oh llanto inagotable de no saber en dónde sembrar nuestras palabras!<br />
Nuestros signos sin nombres designados,<br />
seco árbol en donde<br />
no crece ningún sueño, ninguna voz vibrante, madrugada tampoco<br />
en el cielo remoto de los otros vocablos,<br />
de los otros sollozos caídos en el coro celeste de los ángeles.<br />
¡Reino éste cerrado, igual que los melones!<br />
¡Negro como la entraña profunda de la tierra en que habitamos todos,<br />
con el solo destino vegetal de las ramas,<br />
147
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
de los troncos que existen mordidos por la tierra,<br />
sin ayer, sin mañana, sino siempre!<br />
—¿No crees que como ellos también hemos vivido<br />
desde el espanto mudo de nuestra inmensa y honda desolación humana?<br />
Alguien conmigo ahora no obstante lloraría<br />
mi ruiseñor de luna,<br />
muerto de soledad entre los lirios, si no fuera por esa<br />
pared hecha de manos, de uñas y de dedos, de bocas y de dientes.<br />
en donde todo acto<br />
realizado se queda como una flor herida,<br />
como una cabellera destrozada,<br />
lo mismo que una estrella, sobre su cielo, muerta.<br />
Estamos frente a frente<br />
de una eterna verdad que nos derrumba a todos<br />
como a livianas torres,<br />
como a espigas quebradas por la mano del viento;<br />
ni tú ni yo podremos abrir un solo surco para sembrar su sombra,<br />
su endurecido aliento.<br />
Todos hemos crecido debajo de su cielo.<br />
Todos hemos crecido<br />
y ahora nuestros pechos tocan el rojo fuego crepitante.<br />
que incendia sus cabellos tendidos sobre el mundo.<br />
—¿Somos ceniza o brasa para el tiempo feliz en que lloramos?<br />
¿Somos ceniza o brasa? ¡Ni tú ni yo sabemos!<br />
Conclusión<br />
¿qué descarnada mano de arcángel o demonio<br />
en la insondable noche donde termina el mundo<br />
me está cerrando siempre tu ventana más alta?<br />
¿Esa ventana tuya por donde yo he querido lanzar mi último grito,<br />
mi más pesada piedra de soledad crecida?<br />
No es con trino de pájaros tirados a la orilla desolada del viento,<br />
con que yo quiero hacer<br />
la música seráfica de tu inefable nombre;<br />
no es con trino de pájaros ni con temblor de agua recién amanecida<br />
con que yo quiero hacer la selva de rumores que puebla tus cabellos,<br />
la sumergida arena que cruje temerosa por dentro de tus pétalos,<br />
en donde alguna playa solitaria<br />
agoniza de albatros y de espumas;<br />
no es con trino de pájaros, sino con tierra y hojas,<br />
148
FRANKLIN MIESES BURGOS | ANTOLOGÍA<br />
con buriles oscuros de espanto y de ceniza,<br />
en donde otras campanas<br />
–sin torres ni palomas–<br />
vayan tocando solas, vayan tocando solas sobre el mundo.<br />
Yo sé que el cristal tiene detrás de la perenne sonrisa de su cielo<br />
otros cielos despiertos madrugados de voces,<br />
madrugados de lirios en otras primaveras distintas a tus flores,<br />
y que no es éste ahora<br />
el más preciso instante para arrancarle sordas palabras a las sombras;<br />
a ese universo tuyo,<br />
en donde arrodilladas están todas las cosas.<br />
Yo tendré que buscarte de nuevo en mis confines: ¡rosa propia o estrella!<br />
Yo tendré que buscarte: ¡quizá sombra caída de crespones espesos!<br />
Pero siempre mordida, toda mordida siempre de realidades mías.<br />
Sin embargo ya nunca podrá venir la muerte para llevarte ahogada.<br />
Sin embargo ya nunca habrá quien te destruya de amor o te deshaga<br />
de la más pura infancia donde enterraste todas tus raíces oscuras.<br />
Un soberbio verano te ha clavado en la entraña terrestre de mi cielo;<br />
un soberbio verano, y ya –siempre desnuda–<br />
estarás para el fuego de mis besos humanos,<br />
resuelta para el ansia de tenerte en mis labios,<br />
en donde mil demonios habrán de recibirte terribles y voraces,<br />
con un fino y hambriento presente de marfiles.<br />
No importa que te sueñe o piense trastornada.<br />
No importa que te mire en otras más profundas soledades,<br />
mi amor te irá siguiendo tendido como un brazo,<br />
te irá siguiendo siempre<br />
tras todas las mudables presencias en que habitas:<br />
oruga, pez o nube; luna que irá alumbrando por otros cielos altos,<br />
por otras más lejanas riberas desoladas,<br />
en donde sólo el viento de cerca te persiga,<br />
allí estará mi brazo; allí estará mi brazo como un odio crecido,<br />
como una inmensa torre para ceñir tu talle,<br />
tus tenebrosas trenzas, tu aliento desvaído;<br />
allí estará mi brazo partiendo tus corales,<br />
las auroras enanas de tus dorados senos de amor recién nacidos;<br />
hurgando en las ocultas ciudades de tus manos,<br />
en donde algún prodigio irá de nuevos soles lejanos despertando,<br />
el cielo que dormita pequeño en tus anillos.<br />
Allí estará mi brazo:<br />
mi cuerpo se habrá ido hacia otras torturas;<br />
hacia otras cadenas más hondas y distantes se habrá ido mi cuerpo.<br />
149
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Sabrá Dios por qué rutas mortales irá huyendo con los ojos vacíos<br />
como un árbol perdido,<br />
lo mismo que una oscura semilla siempre sola muriendo!…<br />
¡Pero mi brazo no;<br />
mi brazo estará aquí, al lado tuyo,<br />
soberbiamente siempre, como una eternidad clavada en su destino!<br />
150
De<br />
Clima de eternidad<br />
Prometeo mortal<br />
FRANKLIN MIESES BURGOS | ANTOLOGÍA<br />
Ellos todos se irán cuando la nueva luz intrépida levante<br />
del uno al otro lado sus traslúcidas lámparas matinales de vidrio<br />
por dentro de la noche sonámbula que aún siembra<br />
negras rosas de sombras a la orilla del viento donde llueven violines,<br />
donde llueven guitarras de musicales cuerdas como gotas de río.<br />
Ellos se irán cantando, cantando alegremente,<br />
cuando ya madrugada la mañana disponga de un par de golondrinas<br />
que humanicen de alas temblorosas el rostro inhumano del cielo.<br />
Se irán enardecidos hacia el filial ambiente dejado por sus cuerpos,<br />
para cubrir el hueco de atmósfera cavada de donde procedían.<br />
Porque nada ni nadie puede tener dos sitios iguales en el aire,<br />
dos rendijas abiertas para unos mismos ojos,<br />
para una misma voz,<br />
sin que se quiebre el orbe pequeño en que habitamos.<br />
¡Cada uno a su propia cavidad primitiva!<br />
¡Cada uno a su cueva personal aborigen de donde fue sacado!<br />
¡Cada uno a su hoyo, a su terrible hoyo<br />
proporcional y justo que responde a la exacta medida de su talla!<br />
¡que allí estarán los moldes intactos de sus manos,<br />
de la primer sonrisa que floreció en sus labios como una flor pequeña!<br />
¡que allí estará sangrando la imagen espantosa de su dolor primero,<br />
como una muda esfinge de sal petrificada!<br />
¡que allí estarán las huellas, las digitales huellas<br />
de su voz aguardando<br />
el debido retorno de sus propias vocales!<br />
Una espera impaciente<br />
desde el confín del aire del mundo está clamando por todas estas cosas<br />
como claman las sombras por sus cuerpos<br />
vacíos, sin ninguna realidad en ausencia del perfume del nardo.<br />
Ellos todos se irán: en cambio, solitarios, nosotros nos quedamos;<br />
nos quedamos anclados frente a la misma noche desolada de siempre,<br />
bajo la misma luna eterna de forzados,<br />
sin ningún árbol propio<br />
donde colgar un nombre diferente a la angustia humana que nos hiere.<br />
Nos quedamos en medio de nuestra imperturbable<br />
soledad estancada<br />
de abismos sin balcones,<br />
para pagar la libre inmensidad del cielo,<br />
151
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
sujetos Prometeos a la roca invencible de carne sin alas,<br />
donde esculpe el silencio sus estatuas perennes de rencor y de miedo.<br />
¿Dónde encontrar entonces la asequible garganta abierta para el río<br />
caudaloso y profundo de nuestro propio llanto de fuego derramado?<br />
¡Llanto que clama siempre por un mar encrespado de vivas muchedumbres<br />
en olas colectivas<br />
de una humana marea de almas agitadas!<br />
Ellos todos se irán; nosotros, nos quedamos.<br />
Nos quedamos nosotros hundidos en la entraña del terrible tambor<br />
donde golpea furiosa la sangre derramada de los últimos muertos,<br />
sin ninguna presencia que derribe la noche donde crece el olvido,<br />
sin ninguna posible catástrofe que impela a un gesto perdurable.<br />
¡Pobres dioses humanos a un inmenso dolor de eternidad atados!<br />
152
De<br />
El ángel destruido<br />
Barro inaugural<br />
FRANKLIN MIESES BURGOS | ANTOLOGÍA<br />
Sólo una gran piedad pudo crear los mundos<br />
eternos sin hastiarse.<br />
Sólo una gran ternura pudo sembrar la vida<br />
como se siembra un árbol:<br />
la jubilosa voz de una semilla.<br />
No pudo ningún otro posible sentimiento<br />
alzar nuestro destino;<br />
nuestra meta mayor ante la eternidad<br />
absorta que nos mira,<br />
desde sus hondos ojos<br />
de solitaria estatua preferida.<br />
Una gran campanada resquebrajó los altos<br />
cristales de la noche.<br />
Y chirriaron los goznes, los metales mohosos<br />
de la casa vacía<br />
donde cavaba él solo para enterrar el agua<br />
sin rostro de su llanto,<br />
de su íntima noche caída hasta la angustia.<br />
Aún no transitaba por el cielo el relámpago<br />
de pluma de los pájaros,<br />
ni el viento, todavía, era un sepulcro abierto<br />
para enterrar palabras;<br />
voces precipitadas desde los rojos labios<br />
donde el amor fabrica muriendo sus campanas.<br />
Ignorado de sí –lo mismo que la nada–<br />
clamaba por un nombre;<br />
por una voz tan llena de sangre que lo hiciera.<br />
A sus pies el silencio del orbe era un gran río<br />
de soledad cayendo,<br />
un mudo serafín de bronce arrodillado:<br />
—quiero un labio que esculpa<br />
mi nombre sobre el aire.<br />
Un eco que responda preciso a mis palabras.<br />
No, no es posible que exista sin que me piense nadie.<br />
Mi realidad se hastía de ser para mí sólo.<br />
Sin otro que me sienta temblar<br />
yo no sería…<br />
153
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Entonces fue la infancia desnuda de la luz<br />
su limpio nacimiento.<br />
Entonces, su niñez,<br />
anécdota de espejo.<br />
Memoria de la lámpara de bruñida sonrisa<br />
de vidrio adolescente,<br />
de ángel verdadero que delata el relieve<br />
más fino de las cosas.<br />
Entonces fue su aliento un solo resplandor<br />
de fuego bajo el agua,<br />
en medio de la noche sin alba de los peces.<br />
Ninguna fuerza pudo quebrar su pensamiento;<br />
su soplo forjador crecido como un brazo<br />
de luz en las tinieblas,<br />
en el ojo vacío donde moldeaba el tiempo<br />
su estatura de sombra,<br />
la forma de su rostro perdido hasta la ausencia.<br />
Mensaje a las palomas<br />
Id ahora a decirles a todas las palomas<br />
que el milagro de Dios nos estaba esperando<br />
oculto bajo el agua.<br />
que además de la luz –viva entraña del verbo–<br />
igualmente fue el beso; la caricia del ala<br />
de su sombra en las algas,<br />
en medio de la noche sin alba de los peces.<br />
Id ahora a decirles<br />
que cuando la luz fue la primera sonrisa<br />
caída de su espejo,<br />
algo dejó de ser en torno de la luz,<br />
algo rodó en pedazos debajo de su lámpara.<br />
También id a decirles<br />
que el solo hecho de ser<br />
es ya una destrucción.<br />
Porque sólo no siendo<br />
es posible lo intacto.<br />
154
Adán de angustia<br />
FRANKLIN MIESES BURGOS | ANTOLOGÍA<br />
Ahora tengo el anillo cerrado de su nombre<br />
como una gran cadena sobre mi corazón.<br />
Todo él me circunda y sin embargo lloro<br />
vencido por la angustia de su cielo de siempre;<br />
el dolor de su pecho cubierto de raíces;<br />
la inmóvil permanencia de su mundo inmutable<br />
donde todas las formas lograron su presencia,<br />
su realidad concreta de cosa terminada.<br />
queda mi incertidumbre destruida a la orilla<br />
terrible de su orbe, donde ya nada empieza,<br />
donde nada comienza después de sus palabras.<br />
Ahora soy el objeto final de sus bondades.<br />
El más noble fantasma que colma su deleite.<br />
Sin embargo yo tiemblo de horror, yo me devoro<br />
sepulto en este clima salido de sus manos,<br />
en medio de esta arena caliente donde él puso<br />
toda su enorme fuerza para crear el aire,<br />
la noche de esa fruta donde madura el alba.<br />
Aquí fueron los peces, las palomas, los nardos;<br />
aquí los caracoles primeros, los corales<br />
de enrojecida voz despierta entre las aguas.<br />
Aquí fueron las rosas lo mismo que los pájaros.<br />
Ningún ángel valiente traspone mis umbrales.<br />
El mismo fuego aún es propiedad del cielo.<br />
Fundo de los demonios que pueblan la intemperie.<br />
Sólo el gran abandono del tiempo está conmigo.<br />
¡Oh señor de la voz donde nacen los soles!<br />
¿qué quieres tú de mí que me dejas tan solo,<br />
clavado ante el silencio de esta atmósfera tuya,<br />
donde ningún esfuerzo derrumba las murallas,<br />
la gran pared eterna que limita tu rostro?<br />
¿Eres sólo una máscara cubriendo su misterio,<br />
una piedra cerrada donde sueña mi infancia?<br />
¿Aquella oscura infancia que en tus manos no tuve?<br />
Algo me está por dentro creciendo como un río.<br />
Algo me está quemando como una llama viva.<br />
Siento como una espada caliente entre mis ingles.<br />
Una espada de fuego que incendia mis entrañas.<br />
155
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
¿qué puedo hacer ahora de nuevo con tu nombre<br />
después que estas palabras cayeron de mi árbol?<br />
¿qué puedo hacer de nuevo con ellas, Alfarero?<br />
Ya estoy lejos del barro con que te entretenías.<br />
Ahora soy un brazo que siembra una semilla,<br />
un gran surco despierto, una luz en vigilia.<br />
¿De quién aquella voz humana que me nombra<br />
desde la oculta rama de mi propia costilla?<br />
¿De quién aquella voz, aquel hondo vagido<br />
que resopla en mis venas profundo como un río?<br />
¿quién en mí está clamando,<br />
erguido ante el abismo de su propio delirio?<br />
Su nombre lo presiento tras un cielo de hojas<br />
mordidas por los dientes pequeños de la brisa,<br />
ante la voz posible de una anciana serpiente,<br />
en la era redonda de todas las manzanas.<br />
Soledad segunda<br />
Tengo la soledad segunda entre mis manos<br />
como una ciudad muerta,<br />
como un cielo olvidado donde no van los pájaros<br />
de la luz o del beso<br />
a picotear los altos racimos donde cuelgan<br />
las uvas del silencio.<br />
Desolada y terrestre soledad en que habito:<br />
mi Edén, mi Paraíso, mi tálamo de espadas.<br />
Aquí ahora mi llanto más íntimo, la fuente<br />
de desatadas aguas que me inundan por dentro,<br />
de los ríos que vienen muriendo por mis ojos.<br />
¡Esta no es la ventana para mirar lo eterno,<br />
aquello que limita mi ser y lo destruye<br />
en dos tiempos de sombra para una misma angustia!<br />
Prefiero la difunta ceniza de una rosa,<br />
la huella de otro viento, de otra ciudad de nuevo<br />
mil veces destruida.<br />
Pero que nada sea perenne en torno mío:<br />
ni la piedra, ni el árbol, ni el eco de su voz<br />
lleno de eternidades.<br />
156
Que nada tenga un mismo destino prefijado<br />
de antiguo por su mano,<br />
que el río un día de nuevo retorne con sus aguas<br />
profundas hacia arriba,<br />
hacia el cristal desnudo de su primera gota;<br />
que no parta el origen tan sólo de su verbo,<br />
sino que muchas rutas distintas se eslabonen<br />
para llegar al hombre.<br />
No es tu mundo de objetos amables lo que quiero:<br />
me es igual la presencia de todas tus estatuas<br />
de luz perecedera.<br />
quiero algo que sangre –en mí– siendo de otro,<br />
para que así mi llanto también tenga otros ojos.<br />
Eva recién hallada<br />
FRANKLIN MIESES BURGOS | ANTOLOGÍA<br />
Tú que habitas ahora despierta sobre el agua<br />
rota de los diamantes.<br />
Tú que habitas ahora, como una llama viva,<br />
lo mismo que una lámpara desvelada en su propio<br />
mundo de claridades.<br />
No eres la luz terrible, la fulgurante luz<br />
que llega de los cielos.<br />
Eres la espada fina, la silenciosa espada<br />
que siega las tinieblas,<br />
el más agudo grito salido de las mismas<br />
entrañas de las sombras.<br />
Eres el río de siempre cubierto de ceniza.<br />
El río inevitable<br />
donde mi amor aguarda la primitiva lumbre<br />
que quiebra sus metales,<br />
sus desoladas selvas, sus ópalos del aire.<br />
Eres la iluminada,<br />
la solitaria esquiva que defiende los bronces<br />
de la noche y del alba.<br />
¡Radiante forma anclada de los vivientes orbes,<br />
traspasado por ti derrumbo mis orillas,<br />
hago rosas de hielo de mis propias palabras!<br />
—¿En cuál lecho de otras arenas diferentes<br />
creció de soledades?<br />
157
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
la noche que en tus pulsos moja en agua celeste<br />
su roja llamarada?<br />
En la ola de vidrio furiosa que te envuelve<br />
lo mismo que una torre,<br />
como una firme hiedra de sed devoradora,<br />
construida de ciegos arcángeles te elevas<br />
más allá de las nieblas,<br />
hacia los nuevos soles que laten en tu sangre<br />
llovida de amapolas.<br />
—¿Es al amor que esperas erguida en el umbral<br />
de la rosa más alta?<br />
¿De la encendida rosa que el verano calcina<br />
con sus labios de fuego?<br />
Debajo de la muerte total otras campanas<br />
desesperadas claman,<br />
claman otras campanas<br />
debajo del silencio donde crece el vacío<br />
como una flor helada.<br />
Primera evasión<br />
Lo redondo es un ángel caído en el vacío<br />
de su propio universo,<br />
donde la oscura voz de su verdad resuena<br />
llena de eternidad cerrada y de infinito.<br />
Lo redondo es un río que sale y que retorna<br />
de nuevo hacia sí mismo, hacia la hueca nada<br />
donde su ser gravita.<br />
Por su forma la lengua de Dios está explicando<br />
su gracia preferida,<br />
la imagen con que muestra la sombra de su rostro<br />
desnuda sobre el mundo.<br />
—¿No es su ley la que esculpe la manzana del orbe,<br />
el anillo que muerde el pedestal del árbol,<br />
la cabeza del hombre?<br />
Lo redondo es un ángel cautivo que no sueña,<br />
que no se traslimita de su cerrado cielo;<br />
un ángel prisionero<br />
que está sujeto a Dios como un objeto más<br />
de amor entre sus dedos.<br />
158
Segunda evasión<br />
—¿quién encendió la lámpara perenne de la rosa?<br />
¿quién desató el pequeño enigma de la hoja?<br />
Cuando el ángel pregunta ya deja de ser ángel;<br />
la ignorancia es la espada desnuda que defiende<br />
su rosa de inocencia:<br />
la rosa que no sabe ella misma el origen<br />
terrible de su nombre,<br />
de su propio fantasma cerrado como un nudo<br />
de aroma hasta la muerte.<br />
Desvelado Caín<br />
FRANKLIN MIESES BURGOS | ANTOLOGÍA<br />
A la orilla del aire yo destruyo la sombra<br />
delgada de los pájaros<br />
solitarios que habitan caídos en el cielo<br />
pequeño del rocío,<br />
de ese húmedo espejo donde todas las cosas<br />
del alba se derrumban,<br />
se hunden en el frío metal en donde el trino<br />
sonámbulo se hermana con la niñez del agua.<br />
A la orilla del aire yo destruyo la rosa<br />
del rosal, la azucena,<br />
la nube y la guitarra que también es alondra<br />
nacida en una nueva<br />
presencia quejumbrosa de metales heridos.<br />
A la orilla del aire yo destruyo el aliento<br />
del ángel, la paloma.<br />
Nada queda en mis manos que no rompa en procura<br />
de mí mismo en el fondo,<br />
en la íntima entraña sepulta de las cosas<br />
donde lo eterno esculpe su máscara de siempre,<br />
su soledad más honda.<br />
¡Oh Padre imaginado<br />
tras el terrible cielo por donde pasa el viento<br />
del misterio soplando la voz de sus campanas!<br />
—¿qué cosa es que supongo hallar<br />
tras de tu niebla?<br />
¿Cuál enigma vislumbro oculto tras la negra<br />
semilla de tu árbol?<br />
159
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
La noche milenaria<br />
que enroscada descansa sin rostro entre mis huesos,<br />
la noche que me oprime por dentro y me devora,<br />
¿no es la misma que cava con sus dedos de sombra<br />
su abismo en los objetos?<br />
Por aquí desemboco rodando hasta la gota<br />
donde la más antigua de mis voces descansa.<br />
Si tú el cálido aliento de tu pulmón soplaste<br />
para forjar del barro miserable la estatua<br />
preciosa de la vida,<br />
yo levanté mi mano valiente hasta tu rostro,<br />
para inventar la humana presencia de la Muerte.<br />
Desde entonces yo he sido también un dios creador,<br />
único arquitecto de ese orbe distinto<br />
donde el fecundo cielo no hizo luz del verbo<br />
sorda parte de un mundo donde la intacta sombra<br />
es virgen todavía.<br />
No es Abel el que muere herido por el golpe<br />
salido de mi mano, no es Abel el que muere.<br />
Con él sólo destruyo las formas permanentes<br />
del objeto primero:<br />
igual me hubiera sido la presencia del alba,<br />
lo inmutable del cielo.<br />
160
Juicios<br />
alFonseca, IV á n<br />
“La labor poética de Franklin Mieses Burgos es asombrosamente fecunda. Este destacado<br />
poeta que nació en Santo Domingo de Guzmán –hoy Ciudad Trujillo–, el 4 de<br />
diciembre de 1907, pertenece a la escuela surrealista. Entre sus libros inéditos y en<br />
preparación podemos citar sus obras teatrales La Ciudad Inefable y La Isla de los Estetas.<br />
Otras en verso y de ensayos como La Torre de las Voces y El Ciudadano de la Luna.<br />
Por su gran cultura y acervo de conocimiento, podría decirse que es el prototipo del<br />
autodidacto. Desde muy joven se manifestaron en él, el estro y el numen del artista,<br />
cuando publicó sus primeros versos a la edad de 22 años, vaciados en moldes clásicos<br />
en periódicos y revistas dominicanos, tales como Blanco y Negro, Listín Diario y Baoruco.<br />
Antología Biográfica (La juventud de Santo Domingo en la poesía contemporánea, 1942) .<br />
“…Franklin Mieses Burgos… ha sufrido… una evolución en su afán de alcanzar la<br />
suprema belleza de su arte. Antes, su poesía de tambor, (queremos decir rimada),<br />
revestida de la solemnidad pomposa de un clasicismo riguroso, ha ido progresivamente<br />
cambiándose en poesía silenciosa, subjetiva, despojada un tanto de esa<br />
ornamentación arcaica de rima y métrica inviolables. Mas, ¿quién no diría que en<br />
ésta como en aquélla, está patentizada la emoción espontánea de un poeta? Sus<br />
incipientes poemas, en los cuales el verso era sonoro, vibrante y emotivo, nos señalaron<br />
un Franklin Mieses Burgos como poeta auténtico. Como una prueba de ello,<br />
escuchamos al poeta de entonces:<br />
¡qué me importa que tenga los cabellos de oro!<br />
¡qué me importa que lleve en sus ojos el mar!<br />
Mi anhelo sólo anhela que sea pálida y triste.<br />
Intensamente triste, como un rayo lunar…”<br />
“Para la época de su génesis poético, Franklin Mieses Burgos se destruye por primera<br />
vez y se sumerge en su mundo interior para retornar de nuevo y externarse con una<br />
nueva ideología poética. Así, su poesía se va espiritualizando y haciéndose más etérea<br />
cada día, a medida que su espíritu se hace más tenso de sensibilidad y su sensibilidad se<br />
refina más. Entonces él se hace dueño de esta gran verdad: …Los espíritus que no pueden<br />
cambiar de opinión, dejan de ser espíritus. Y fue entonces cuando el poeta dijo:<br />
ba e z a Fl o r e s, al b e rTo<br />
FRANKLIN MIESES BURGOS | ANTOLOGÍA<br />
“Lloremos por la rosa que ya casi no es rosa,<br />
sino un trino de pétalos clavados,<br />
sobre la vertical resignación de un tallo”<br />
(De La <strong>Poesía</strong> de Franklin Mieses Burgos y su evolución).<br />
“La poesía en Santo Domingo tiene que responder, necesariamente, a su “naturaleza<br />
distinta, y al vivir del hombre más encerrado en sus comienzos y en sus fines. Así<br />
esta poesía, tan herméticamente dominicana, en su espíritu, y tan universalmente<br />
de lo lírico mejor, en su estilo, de Franklin Mieses Burgos”.<br />
161
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
“Gran trabajador solitario, se ha construido, como todo gran poeta, un mundo mágico<br />
donde resuena el ancho corazón de fuera y cobra vasta medida y equivalencia<br />
lírica. Angustia y corazón, imaginación y pureza, intensidad y fervor lírico, pasión<br />
y gracia, dan la tónica d su poesía.<br />
“Como en Jorge Carrera Andrade, la metáfora adquiere importancia de brillo en<br />
él, pero como en Rilke, en Mieses Burgos, la ternura, el amor, la soledad, el mar, el<br />
milagro del existir, del contemplar, del conocer y del sollozar, se transforman en<br />
lúcida y profunda gracia poética. Se diría que todo él vive en mantenida conmoción<br />
poética, en medio de una isla circundada de sueños y de profundidades”. (De Una<br />
profunda y solitaria voz en la lírica dominicana - Edición de Presencia de los días por<br />
Brigadas Líricas, Mendoza, Argentina).<br />
“La infancia está viva en él, y como todo poeta verdadero, lleva sobre los hombros<br />
de esa poesía angélica, el peso encantador de una infancia cargada de poesía, que<br />
continúa hablando en sus actuales símbolos líricos.” (De Franklin Mieses Burgos y<br />
la fantasía salvadora).<br />
“Mieses Burgos, dueño de un paraíso final, se contenta con el radiante y peligroso<br />
oficio de iluminar los contornos de las cosas de la tierra, de llenarlas de resplandor ya<br />
casi al caer en el olvido o el vacío. Tenaz, enérgico, celeste a la vez que melancólico,<br />
quemado en lo terreno”. (De F. M. B. entre sus cosas: doble retrato).<br />
co n T í n ay b a r, Pe D r o re n é<br />
“La veta lírica de Franklin Mieses Burgos es inagotable. Cuando en la pubertad, ay!,<br />
un poco distanciada ya, inició la comunicación de su rítmico soliloquio, tocome a<br />
mí la contraria en la opinión de los amigos quienes le incitaban a la poesía erótica,<br />
acordes con el gusto y la ignorancia de una varonía apenas esbozada de una juventud<br />
demasiado joven. Trataban de torcerle al poeta en agraz el vuelo por el mundo del<br />
sueño, su bello sueño de siempre, para hacerle andar los terrenos caminos de todo<br />
el mundo. Fue discreto el poeta y nos complació a todos: Una balumba de versos de<br />
amor, de poemas eglógicos, de cantos patrióticos, dio al acervo de Franklin Mieses<br />
Burgos la nota ritualista del actor atento a su público.<br />
“A las callandas, sin embargo, renegaba él y conservaba intacto su estro delicado, profundo<br />
y luminoso, para dárnoslo ahora y desde siempre, en esas notas íntimas llenas de<br />
fuerza y con aliento augur que son su verdadera poesía. ¿Necesitaba el poeta gestar su<br />
mundo protegido tras los muros exteriores que a los insensatos detuviera? ¿O el tesoro<br />
le era tan querido hasta la avaricia de la fecunda soledad de su propio sueño?<br />
“…es preciso… reconocerle (a F. M. B.) el valor intrínseco y justipreciar su valor en<br />
mercado abierto, para emplear imágenes burocráticas, sin ironía. “ha sido labor<br />
solitaria, la suya, de depuración rigurosa, sometiendo el ímpetu al cauce necesario,<br />
por lo que el poeta, atento a su voz interior, ha impreso la voluntad de su alma exquisita<br />
a toda su obra, aceptando el reparo de las otras voces, oyendo y filtrando el<br />
concierto de todas las músicas. Vale decir, una alquitara consciente donde la esencia<br />
más pura de su ser se instila.<br />
“Muchos (poetas) actuales no calan esas aguas (las del postumismo). Franklin Mieses<br />
Burgos es uno de ellos. Y es él, también, otra de las figuras a cuyo arrimo han<br />
crecido, aparejadas, inquietudes distintas…”<br />
162
FRANKLIN MIESES BURGOS | ANTOLOGÍA<br />
“Franklin Mieses Burgos no es un improvisado, sino la resultancia feliz de una<br />
fuerza aplicada. ha habido en él un proceso formativo fácilmente seguible para<br />
los estudiosos que yo señalaría así: Impulso lírico dominante, período de ensayo,<br />
maduración en la Elegía por la Muerte de Manuel –léase Tomás– Sandoval (uno de sus<br />
más bellos poemas definitivos, donde reprocho una pequeña concesión al público,<br />
que el poeta debe eliminar cuando recoja su obra), culminante en Sin Mundo ya y<br />
Herido por el Cielo, reafirmado, –libre de toda espuria intromisión: apasionado amor<br />
a los ángeles de Blake, a la angustia de Rilke, a la rosa de Juan Ramón–, en estos Seis<br />
cantos para una sola muerte.<br />
“El soliloquio del poeta continúa. Su pesquisidora inquietud bucea en los terribles<br />
misterios de la vida y de la muerte, hijo del hombre, del hombre hermano y un<br />
hombre él mismo en la plenitud de su incontrolada fuerza universal. Es el hombre,<br />
la especie hombre, frente a todo lo demás, –su invención, su ignorancia, su consecuencia–,<br />
el interés del poeta. No es ya “su” problema sino “el” problema. A través<br />
de su conciencia él ha vivido la tragedia del hombre “de plus” en la existencia.<br />
“habría que considerar, posiblemente, actitudes en la formación poética de Franklin<br />
Mieses Burgos, con riesgo de parecernos verle cambiar de rumbo algunas veces, no<br />
por pecado de juventud entusiasmada, sino como quien, deliberadamente, deja una<br />
senda por convenirle otra. he aquí la esencia de esas “actitudes”: ha sido la lucha<br />
del sueño contra el intelectualismo, de la forma y de la esencia, del poeta y del ser<br />
social hijo del medio donde le ha cabido actuar.<br />
“Los elementos formativos de la poesía de Franklin Mieses Burgos conllevan flora y<br />
fauna, (principalmente marinas), abundosas, peculiarísimas, caso raro en la poética<br />
nacional, además de la propensión al sueño, la concepción aristocrática de la vida,<br />
el ansia de ascensión, y una mezcla de ironía filosófica y de paganía controlada por<br />
un poso romántico-católico. Musicaliza su verso con bien definido ritmo y gusta<br />
de construirlo en “arte mayor” moderno. A veces se deja apasionar por el poema<br />
corto, sin embargo, y compone, con experta mano de orfebre, deliciosos sonetos y.<br />
breves canciones.<br />
“Aunque los años lo situarían en un grupo inmediatamente anterior, el encantador<br />
lirismo de su siempre evolucionante poesía, lo tiene a la vanguardia en la moderna<br />
poética dominicana”. (Sobre Seis Cantos para una sola muerte, en Cuadernos <strong>Dominicano</strong>s<br />
de Cultura).<br />
Franklin Mieses Burgos, “poeta elegante y sugeridor. Su verso es la inquietud de un<br />
espíritu que sueña, pagado de las hermosas evocaciones y ardido de eufonía. Busca,<br />
en la musicalidad, ala para el viaje al misterio, y en la palabra hermosa, motivo para la<br />
justificación de la alegría del ocio espiritual y de esas sutiles filosofías donde la aristocracia<br />
de las ideas es culto a la aristocracia de la sangre y a la del talento”. (En Antología<br />
Poética Dominicana, 1ra. edición 1943).<br />
“Franklin Mieses Burgos tiene ya una labor estimable y la calidad de su poesía está<br />
ligada a las más nobles virtudes líricas, en su condición de clara emoción de un espíritu<br />
consagrado a la belleza. ha publicado, además de numerosas composiciones que aparecen<br />
en los números de la recién suspendida revista La <strong>Poesía</strong> Sorprendida, dos estimables<br />
cuadernos de poemas, que la crítica inteligente ha calificado con los más entusiastas y<br />
merecedores epítetos”. (En Antología Poética Dominicana, 2da. edición, 1951).<br />
163
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
cu a D e r n o s Do m I n I c a n o s D e cu lT u r a<br />
“Dionisio Vulnerado muestra a Franklin Mieses Burgos en las últimas edades poéticas<br />
de su fecunda creación. Aspectos no conocidos de esa labor cobran inusitado aliento<br />
en el poema, y lo reafirman como uno de los poetas que siguen una trayectoria definida<br />
y característica, en la que están ausentes los falseamientos y la insinceridad<br />
propios de quienes no se nutren de la verdadera poesía”. (No. 91, marzo 1951).<br />
Fe r n á n D e z sP e n c e r, an T o n I o<br />
“La poesía de Franklin Mieses Burgos no es para los desavisados que se quedan en<br />
el contorno armonioso, musical de sus versos, en el elegante hallazgo de su imagen.<br />
No está en “la poesía de las palabras”. Su poesía deviene angustiada, desesperada;<br />
realizándose desde planos subterráneos y subcelentes; pasando por climas telúricos<br />
y metafísicos, que ignoran los que engañados por lo que llaman “voluptuosidad de<br />
las palabras y de la imagen”, dejan escapar el perfume de su pensamiento, la entraña<br />
de su vivir atormentado. En Franklin la imagen brota arrebatada de su pensamiento,<br />
como galanura de su pensamiento dolorido, herido, misteriosamente, herido por<br />
una nostalgia del ser que ve, precisamente, a los hombres, varados en las palabras<br />
y en la más hueca realidad”. (De carta acogida en Ventana de cada día, columna de<br />
Alberto Baeza Flores).<br />
Ga r c í a He r n á n D e z, ma n u e l<br />
“Este libro (Presencia de los días)… es un alto exponente de la poesía de la ternura.<br />
Sin patetismos líricos; sin embrujamiento de un arte menor en extensión de otra<br />
fuerza que lo salve; todo en sencillez, en pleno dominio de lo que muestra el corazón,<br />
este poeta de la tierra dominicana produce sus sueños en una lírica realidad<br />
de acentuados tonos.<br />
“Burgos salva esa discordia extra humana: canta con su amor inefable a lo que es<br />
digno de que no muera jamás. Lo hace con exultación, con deleite y a veces con lujuria<br />
de colores. No es para menos. La tierra de la isla (de Santo Domingo) incita como el<br />
buen vino”.<br />
“…el eterno poema del isleño. El mar es cuanto se ama y se respeta. Es el elemento<br />
turgente que grita en los oídos y en los corazones y este poeta dominicano no se<br />
evade de tanta sugestión física para enardecer lo que haya de amarse por siempre en<br />
los años de juventud, picantes años y en los que se reserva el tiempo, para quietud<br />
y armonía de soñar”.<br />
“Este poeta de Santo Domingo es encendido de fe en su poesía. La ama, la siente<br />
y la denuncia ante el mundo y así nos lo dice con su voz generosa”. (De Cartas de<br />
Buenos Aires, septiembre, 1948).<br />
la P o e s í a s o r P r e n D I D a<br />
Franklin Mieses Burgos “defiende un aislamiento elegante, solitario, cultivado para<br />
una obra fina, honda, imaginativa, múltiple, constituyendo un doble ejemplo de<br />
selección en vida y poesía”. (No. 3, diciembre 1943).<br />
164
“El afán depurador constante, la búsqueda insatisfecha de sus fondos mayores<br />
líricos y humanos –poéticos siempre– había impedido, por la demasiada exigencia,<br />
el inicio de la edición de la obra de Mieses Burgos, no obstante figurar desde hace<br />
años como uno de los aportes más importantes y definitivos –antológico siempre– a<br />
la lírica dominicana de todos los tiempos.<br />
“La finura de Italia, el sol de las islas Canarias, la firmeza de Asturias, entran<br />
por las sangres de sus antepasados explicando su lírica. Infancia de poeta<br />
ejemplar. Luego de apasionada adolescencia, su nombre ha figurado en los<br />
movimientos principales de poesía en la República. Colaboró en el Listín Diario,<br />
en Bahoruco, en Recta y en Cosmopolita. Redactó Agora. Fue miembro del grupo<br />
literario La Cueva.<br />
…Sin Mundo ya y herido por el Cielo, un cuaderno poético ejemplar, no sólo a la lírica<br />
dominicana moderna, sino a la antillana y a la americana en general”. (Edición Sin<br />
Mundo ya y herido por el Cielo, enero 1944).<br />
“Sigue imperando (en Clima de Eternidad) su verso de respiración solitaria y profunda,<br />
apeteciendo campos cada vez más de hombre interior para la poesía, y esta vez de<br />
hombre interior preocupado de su tiempo y de sus años”.<br />
“Lo amoroso está, dirigido como flecha clarísima a Ariel y Prometeo, que son símbolos<br />
mayores de su obra… Ambos merecen reunir todo un alto homenaje a los<br />
muchos leales trabajadores de conducta leal española y, por lo mismo, universal<br />
eterna, de nuestra España en América, merecido homenaje a quienes nos han dado<br />
tanto a cambio de nada.<br />
“Ariel y Prometeo viven en el peregrino pueblo español en nuestras tierras, y toca<br />
ahora al poeta decir con belleza esta emoción que desgraciadamente no todos los<br />
americanos alcanzan a mirar en su importancia grande y bella: la presencia maravillosa<br />
de los mejores hijos de la mejor raíz de América en nuestro continente. (Edición<br />
Clima de Eternidad, julio 1944)”.<br />
le b r ó n saV I ñ ó n, ma r I a n o<br />
FRANKLIN MIESES BURGOS | ANTOLOGÍA<br />
“Franklin Mieses Burgos es poeta entero. Antítesis de esa fuerza telúrica que es<br />
la poesía de héctor Incháustegui Cabral, en Mieses Burgos, fecundo como aquél,<br />
predomina el elemento del sueño; viene de más adentro su poesía.<br />
“Sin ese exquisito coqueteo de Contín Aybar, sin ese tono sereno y bíblico de Moreno<br />
Jimenes, hay en Mieses, hondos temblores y emociones. Sobre todo emoción.<br />
“Imágenes puras y misteriosas con zonas brillantes, dan la tónica exacta de su<br />
alma:<br />
“Después de que los peces voraces se comieron<br />
el último paisaje de sol que había en sus ojos”<br />
“Así es su poesía: iluminada y bella. Todo en él es angustia; por el desaparecido<br />
paisaje de sol, por el dolor de las rosas que no nacen, por una grande muerte junto<br />
al alba…” (Cita de Presagio).<br />
“he ahí un viento que pasa. Ese viento es el viento del eterno contacto del mundo<br />
con las cosas. El formidable viento que hace girar de amor al universo entero. Es<br />
165
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
el viento del poeta, su amor hecho palabra, pero palabra limpia del contacto con el<br />
hombre que no sueña, y limpia de la piedra, que esconde su retina para cosas eternas.<br />
La palabra de Mieses –vale decir, su canto– ha florecido en un cielo: el luminoso<br />
cielo desde donde<br />
“aquella espada vino<br />
desnuda como un río”.<br />
“Y escuchamos toda su canción; tú, yo; aquél que llorará con él su ruiseñor de luna.<br />
Porque ha quedado eterno muerto con su palabra<br />
“sin rumoroso llanto de azucena…”<br />
desde todas las cosas, terriblemente muerto, sin estrellas; muerto desde su<br />
sombra, para surgir triunfalmente, blanco fénix del alba, repleto de los astros<br />
que a los otros les faltan y las lunas serenas con que a todos les llama”. (De Luces<br />
del Trópico, 1949)<br />
Pé r e z, ca r l o s Fe D e r I c o<br />
“Me refiero a Presencia de los Días. A mi entender ahí se encuentran no pocas de<br />
las notas más depuradas de tu obra. Cada una de ellas sería merecedora de una<br />
ponderación específica, pues abunda la luz deleitosa de la genuina creación poética,<br />
pero se destaca, con alardes de goce íntimo, una ejercitación magistral de<br />
los más elevados niveles de la sugestión artística. Este aspecto es singularmente<br />
interesante, tanto por lo que vale por sí mismo cuanto por lo que representa como<br />
ejemplo para la poesía dominicana moderna, que con harta frecuencia mengua o<br />
ignora su privativa finalidad estética en aras de otros intereses que podrán ser de<br />
todo menos poéticos”.<br />
“Los tres poemas de Presencia de los Días constituyen un ejemplo magnífico,<br />
repito, dentro de la poesía dominicana de nuestros días. Los versos de estos<br />
poemas conducen ágilmente al espíritu, en forma ingrávida, de una sugestión a<br />
otra, hasta depararle la sorpresiva y ansiada fruición de lo bello como el goce de<br />
una luz que resbala con suavidad por el contorno de las cosas. Y no obstante su<br />
formulación introvertida, esto es que se limita casi en absoluto a la manipulación<br />
de los elementos de la intimidad psíquica, no llegan jamás a la desolación de lo<br />
incomprensible.<br />
“Lo valioso del ejemplo no es para ponerse en dudas. La poesía dominicana en estos<br />
días encauza su expresión a tono de las corrientes universales aunque siempre, al<br />
igual que antes, con retraso y dándose solamente a imitarlas sin que por lo regular<br />
haya conciencia ni siquiera de sus procedimientos. Si la manipulación eficaz de<br />
éstos es asaz difícil, aun para aquellos en condiciones de comprenderlas, puede<br />
presumirse cuán frustratoria resultara su mera imitación externa. De ahí que sea<br />
abundante entre nosotros el pecado artístico en materia de poesía. La arbitrariedad<br />
lógica que no depara hallazgo emotivo alguno; el prosaísmo sin ningún rango<br />
estético; la acentuación del sentido de tesis con perjuicio de la fluidez artística, son<br />
desnaturalizaciones corrientes, entre otras.<br />
166
FRANKLIN MIESES BURGOS | ANTOLOGÍA<br />
“Es hora ya de que las afirmaciones que me he permitido hacer cuenten con el testimonio<br />
de tu poesía.<br />
“Como se deja entrever a lo largo de esta carta y como lo anuncio en sus comienzos,<br />
ese testimonio se limitará a ilustrar la poderosa capacidad de sugestión estética que<br />
es fúlgida presea de Presencia de los Días, pero ello no implica ni remotamente que<br />
estos poemas carezcan de otras proyecciones.<br />
“Cuando dices, refiriéndote al anillo:<br />
“Maravilla que encauza su destino<br />
hacia una forma única y cerrada!”<br />
se percibe al instante, junto a la resonancia estética, por ejemplo, un mundo de trascendencia<br />
filosófica cuyo origen podemos remontar hasta aquella concepción aristotélica<br />
del movimiento circular como el movimiento perfecto porque es continuo y empieza<br />
y termina en sí mismo.<br />
“Es la sugestión estética, sin embargo, la que me interesa, tal como se percibe en<br />
“La aurora de una rosa amaneciendo<br />
por dentro de su propia transparencia…”<br />
donde un encadenamiento de cosas indefinidas tiene fuerza de expresividad suficiente<br />
para desbordar la latitud de los vocablos aurora, rosa, amanecer, transparencia, y alertar<br />
el espíritu hacia una clase de sensaciones similares que ofrecen una síntesis de<br />
carácter estético indudable.<br />
“Esta búsqueda de la confluencia de las sensaciones psíquicas que, cargadas de evocaciones,<br />
ofrecen ciertas palabras, florece constantemente a lo largo de los tres poemas<br />
en verdaderos hallazgos de la más amplia capacidad de sugestión. Por vía de ejemplo<br />
se muestra en los tres versos del apartado segundo de Anillo de Dios, en el cual se<br />
refuerzan, en ese sentido, una serie de vocablos unidos por los hilos invisibles de<br />
una simpatía subconsciente:<br />
“O bien, sólo la sombra,<br />
la fugitiva sombra de un pájaro que cruza<br />
solitario volando sobre el viento”<br />
“Los términos empleados, por lo que sugieren, conducen a una definición por encima<br />
de su alcance expresivo de lo fugaz, definición ingrávida e imprecisa, desde luego:<br />
sombra, fugitiva, pájaro, solitario, cruza, volando, viento.<br />
“El procedimiento se depura a veces hasta límites increíbles. hay uno que otro verso<br />
que alcanza rango paradigmático, a mi entender, en cuanto a su resonancia auditiva<br />
y psíquica, equiparable a los mejores del idioma. Véase por ejemplo el tercero de la<br />
primera estrofa del último apartado de Anillo de Dios,<br />
“desde la limpia desnudez del aire”<br />
“Este verso tiene toda la dignidad armoniosa de un endecasílabo clásico, acentuado<br />
en cuarta y octava, junto a la fina asimilación psíquica de tres vocablos hermanados<br />
en los misteriosos predios del espíritu: limpia, desnudez, aire.<br />
167
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
“La pulcritud, la desnudez y el aire podrían constituir, en realidad, una escala de<br />
gradación de lo etéreo e impalpable que, una vez percibida, asoma el espíritu al<br />
panorama amplísimo, acariciado por la luz de la belleza, en que se siente palpitar<br />
la sinfonía infinita de la íntima simpatía de ciertas cosas.<br />
“En los otros dos poemas del cuaderno, dedicados a la rosa, hay mucho qué<br />
espigar. Tú tienes una ejecutoria muy depurada acerca de este tema de preclara<br />
tradición en nuestra lengua. El Siglo de Oro es fecundo en el poetizar acerca de la<br />
rosa y en verdad que, reunido cuanto inspiró entonces su solitaria belleza, se tendrá<br />
una de las zonas más densas del lirismo hispano. Ese ha sido uno de los temas que<br />
nuestra época ha tratado de recrear, moldeándolo a veces dentro del formulismo<br />
clásico, otras remozándolo con las nuevas tendencias. Dentro de la contribución<br />
dominicana a este movimiento común al ámbito literario de habla española, la<br />
debida a tu estro es de singular importancia. hay dos muestras insignes de ello<br />
en Presencia de los Días. Ambas recogen una formulación poética nutrida de las<br />
más vigorosas esencias de tu rica intimidad estética. En ellas se nos ofrece, al igual<br />
que en Anillo de Dios, una constante incidencia sobre las capas más profundas de<br />
la expresividad del idioma.<br />
“La que varada a orillas de sí misma<br />
a orillas de sí misma se abandona<br />
hacia la fina levedad del aire”.<br />
“Así te acercas a la descripción de la rosa objetiva, “la que al borde de la brisa vocifera”,<br />
y al hacerlo la trasmutas tan vigorosamente a esencias introvertidas que<br />
no tendrá que envidiar nada a la otra rosa, a la que se “recata en su existir más<br />
hondo y verdadero”. Las dos, en realidad, son hijas del poeta y no podrían negar<br />
los vínculos fraternales que les unen, no obstante la aparente contraposición. En la<br />
estrofa citada se repite la confluencia ya advertida en Anillo de Dios para desbordar<br />
la latitud expresiva de las palabras y dar al verso una vigorosa resonancia psíquica<br />
de carácter estético.<br />
“Varada-orillas-sí misma-se abandona son términos que producen la sensación de<br />
estatismo y recogimiento de algo que tiene vuelta la mirada hacia su propio intimismo,<br />
postura adecuada para que luego se perciba su impalpabilidad mediante la<br />
resonancia de los vocablos del último verso de la estrofa: fina, levedad, aire.<br />
“Esa es la misma rosa de la cual, apenas dos breves estrofas antes, nos pretendes<br />
ofrecer una imagen saturada de espiritual impudicia, llamémosle así, por virtud del<br />
elocuente esplendor de su belleza objetiva.<br />
“La que asomada pública y desnuda<br />
al borde de la brisa vocifera<br />
como el mejor pregón de su perfume”.<br />
“Aquí también otra sucesión de términos orientados hacia una misma sensación: pública,<br />
desnuda, vocifera, pregón, pero su estridencia queda atenuada por la depurada<br />
manipulación del poeta mediante otros de recatada resonancia: asomada, borde, brisa,<br />
perfume.” (De Carta a mi amigo Franklin, Altiplano No. 10, marzo 1951).<br />
168
u e D a, ma n u e l<br />
FRANKLIN MIESES BURGOS | ANTOLOGÍA<br />
“hénos aquí entrando de lleno en el símbolo, en una multitud de formas acrisoladas,<br />
en el furor mesurado de una poesía dueña de su finalidad.<br />
“Cada poeta está, sin duda, bajo dos advocaciones bien notorias: una de orden espiritual<br />
y otra de orden material. Ellas vienen a ser como sus emblemas, sus blasones<br />
heráldicos.<br />
“El símbolo espiritual que nos introduce en la poesía de Franklin Mieses Burgos<br />
son los ángeles, aunque no siempre todo lo angélico que se pueda presumir. Ellos<br />
transitan en legión por sus preocupaciones con una dignidad de innegable rango,<br />
aun cuando a veces el poeta hostigado por ellos mismos, aborde metafísicamente<br />
el problema de su destrucción. Ahí está uno de sus poemas de más aliento, y que<br />
él titula El Angel Destruido. “Toda una jerarquía de ángeles, aun implícitamente se<br />
mueve en esta poesía que transcurre, por regla general, en un más-allá quimérico,<br />
en un mundo inmediato a ras de manos, cuando éstas están levantadas y el hombre<br />
entero empinado con una solicitud afanosa: ahí mismo, en ese punto en que el hombre<br />
no es otra cosa que el pedestal del ángel. Y cuando el ángel no está revelado por<br />
completo, percibimos claramente su huella, sea ésta leve o tremenda.<br />
“Encarnado así el símbolo espiritual de la dualidad establecida, trataremos de encontrar<br />
ahora la fórmula material que le corresponde. Uno de los más extraordinarios<br />
fenómenos de la técnica consiste en la trasmutación que el poeta realiza en las palabras.<br />
Vertiéndolas en un crisol ideal ellas se amalgaman, se transfieren sus cualidades y significados,<br />
prueban con solidaridad sus más profundas reacciones y salen convertidas<br />
en algo insospechado: una materia, un elemento, una temperatura.<br />
“Cuando resolvemos que una poesía es vegetal, o aérea, o pétrea, podemos estar<br />
seguros de que existe una captación de la propia consistencia poética, siendo ella el<br />
lógico producto de una mezcla expresiva.<br />
“En Franklin Mieses Burgos encontramos una transformación que denominaremos<br />
“diamantina”.<br />
“Más bien su materia podría ser el cristal, pues se está en medio de una dura transparencia.<br />
Todo rutila aquí como una gema y los paisajes, las figuras, el ardor mismo del<br />
pensar y el sentir, se traduce en un destello súbito, como si se contemplara a través de<br />
un maravilloso acuárium. Sin embargo, del otro lado del cristal transcurre el espacio,<br />
el torbellino de las fuerzas cósmicas. Su penetración agranda las células más pequeñas.<br />
La tesitura trágica lo hace vasto aun dentro de lo mínimo y sus versos no necesitan de<br />
desbordamientos para producir las necesarias tempestades: todo su mundo de cristal<br />
templado al rojo resiste sin peligrar las temperaturas del incendio.<br />
“No hay nunca una rotura extrema, una herida en carne viva. El cristal lo resguarda<br />
todo con esmero.<br />
“En ocasiones, constatamos con pavor una trizadura, un resquebrajamiento.<br />
“Citamos:<br />
“Son cristales de amor resquebrajados…”<br />
“La redondez de un orbe que se quiebra”.<br />
“Mas las quebraduras se han producido en el interior del acuárium. hay un<br />
cristal sobrepuesto a otro cristal, pero siempre se conserva intacto el último,<br />
169
el que construye la pared exterior. Es el cristal que nos detiene cuando queremos<br />
aproximarnos demasiado y recuperar ciertos recuerdos, ciertas formas que nos han<br />
saludado al pasar. Tal vez el poeta quiere evitar el espectáculo de las asperezas humanas,<br />
de los relieves grotescos, sin destruir, por otra parte, la visión de sus formas.<br />
“Esta es su técnica, su manera de ser pudoroso.<br />
“Tal vez si pudiésemos traspasar, como Orfeo, ese mundo de espejos fascinadores,<br />
encontraríamos, con terror, el otro lado, la revelación del más-allá, el secreto mismo<br />
de la muerte.<br />
“Un ángel sobre una plataforma transparente, he aquí el símbolo completo de esta<br />
poesía trascendental. Elevemos pues este esplendor, esta diafanidad de espejo, y<br />
temblemos si oímos el rayo cerca”. (Presentación en el Club de Música de Ciudad<br />
Trujillo, 29 de enero de 1952)<br />
uG a rT e, ma r í a<br />
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
“En Anillo de Dios Mieses Burgos se empeña en reducir a un límite lo que es infinito,<br />
en apresar en estrechas fronteras materiales la inmensa eternidad de lo divino.<br />
hay en todas las estrofas del poema una inquietud por desentrañar los misterios<br />
inconmensurables de la creación y hacerlos río, estrella solitaria, fantasma, sombra,<br />
mar y cielo desolado”.<br />
“hay en Anillo de Dios unidad de tema, desarrollo dramático y acertada elección de<br />
la forma. La sucesión de las estrofas, de número cambiable de versos –cuatro, tres,<br />
cinco, seis, siete y dos– dan al poema un sentido musical de gran efecto, especialmente<br />
logrado en los tonos bajos representados por las estrofas cortas, en las que se<br />
recogen las ideas más profundas, en contraposición a las estrofas más largas, que<br />
tienen carácter marcadamente descriptivo. “El ritmo es perfecto, totalmente conseguido.<br />
La metáfora está hábilmente manejada; sin intelectualismos exagerados,<br />
pero con originalidad. Algunas tienen aciertos gongorianos”. (De Franklin Mieses<br />
Burgos representa al país en Brigadas Líricas).<br />
Va l l D e P e r e s, ma n u e l<br />
Franklin Mieses Burgos “es una voz original. Actúa desde una posición simbolista<br />
moderna, en la que cada símbolo es el reflejo de los restantes símbolos, o sea que<br />
al través del análisis introspectivo halla la intensidad anímica que da a cada objeto<br />
proyección universal.<br />
“Sus poemas responden a un equilibrio perfecto entre el hombre y su actitud frente<br />
a la vida, descubrimos el hondo sentido de la supervivencia humana, porque en<br />
cada eco de su voz hallamos significado real y una intensidad que va más allá de<br />
su propia realidad.<br />
“En los poemas de Franklin Mieses Burgos se descubre noble afán: la búsqueda<br />
total de la verdad, aunque en sus proyecciones íntimas la manifestación del espíritu<br />
quede desvinculada del realismo que limita. Es la búsqueda de la verdad pura en sus<br />
esencias y no en su potencia porque el símbolo poético es, no sólo una representación<br />
auténtica de la verdad, sino una revelación figurativa de todo cuanto está contenido<br />
en las profundidades del alma. Lo intuitivo, en su poesía, no es embriaguez poética,<br />
170
FRANKLIN MIESES BURGOS | ANTOLOGÍA<br />
sino clasicismo alucinante en la integridad de su pureza temática y formal.<br />
“En el proceso evolutivo de Mieses Burgos, aparte de su originalidad, advertimos la<br />
intención de expresar siempre, por medio de la representación figurativa, la vida del<br />
hombre y sus designios, con la permanente presencia espiritual que asigna a cada ser<br />
u objeto la ley de la existencia. Además, ha dado a su poesía una función espiritual<br />
que parte de su propia función como hombre íntegramente vinculado a la naturaleza<br />
y con múltiples acentos subordinados a la vida” (De la conferencia Rutas actuales de<br />
la poesía dominicana, octubre 1949).<br />
“Franklin Mieses Burgos, que en Sin mundo ya y herido por el cielo se movía casi exclusivamente<br />
en las zonas íntimas en las que el poeta busca su presencia espiritual<br />
para transformarla en poesía, no ha dejado, en Clima de eternidad, de profundizar en<br />
la búsqueda de los elementos humanos que perviven a través del símbolo, porque<br />
en cada uno de ellos hallamos, en su representación íntima, una verdad universal.<br />
Analizada su poesía desde las profundidades íntimas, advertimos que el poeta parte<br />
de sí mismo como sujeto y como objeto. Es decir, que de su facultad de atención nace<br />
su facultad creadora. El autor de Canción de los ojos que se fueron siente las emociones<br />
exteriores, por las que la poesía supervive, no en su totalidad realista, sino como<br />
el elemento positivo de la verdad poética. Así los sujetos y los objetos exteriores<br />
se manifiestan plenamente en su poesía a través de la recreación íntima, pero de<br />
tal manera unidas su facultad creadora y su facultad receptiva, que la fantasía y el<br />
sueño no son más que zonas de tránsito –quizás mejor de elaboración– en el proceso<br />
de la creación”.<br />
“Pese a su profundo misterio –tal es la razón de cierta oscuridad en el conjunto de<br />
la poesía de Franklin Mieses Burgos–, el equilibrio entre el hombre y la razón de<br />
ser del hombre –”Cada uno a su hoyo a su terrible hoyo proporcional y justo”– se<br />
manifiesta con claridad meridiana en cada verso del poeta, y en su actitud frente a<br />
la vida descubrimos una intención universal que va más allá de la propia realidad<br />
del poeta, y, como consecuencia, de la realidad del hombre”.<br />
“En Clima de eternidad descubrimos un canto a la emoción eterna, a la honda emoción<br />
universal del hombre por el hombre. Y sin embargo, el poeta parte de la soledad, de su<br />
propia presencia, de sus reacciones íntimas, con la misma sana virtud que caracteriza<br />
a casi todos los poetas dominicanos: el optimismo. Pero en Franklin Mieses Burgos<br />
el optimismo es sereno y razonado.” (De Poetas <strong>Dominicano</strong>s Contemporáneos).<br />
171
N O. 8 N O. 9<br />
JUAN ANTONIO ALIX<br />
DÉCIMAS<br />
–Tomos I y II–<br />
Selección y prólogo<br />
Jo a q u í n ba l a G u e r
Tomo I<br />
Entrada<br />
La <strong>Colección</strong> <strong>Pensamiento</strong> <strong>Dominicano</strong> ha satisfecho hasta ahora los fines iniciales propuestos<br />
por sus editores. Los volúmenes han sido acogidos con beneplácito por el público<br />
y ello es estímulo para seguir mejorando la serie, como una contribución al actual auge cultural<br />
que vive el país. En interés de orientar al lector e incluir los representativos de todas<br />
las actividades intelectuales, se han llevado al cabo reformas en la misma. Al subdividir en<br />
materias las ediciones, con sus colores respectivos, no sólo se ha querido renovar el formato,<br />
sino abrir la puerta a un nutrido grupo de autores nacionales clásicos y modernos, cuyas<br />
obras, agotadas o inéditas, es necesario ir presentando para su debida valorización. Este es<br />
el propósito inmediato de los editores y en ello se complacen y estimulan.<br />
Al iniciar esta nueva etapa, se publican dos volúmenes de las décimas de Juan Antonio<br />
Alix. Era tiempo ya de que fuese recogida la obra de este genuino cantor popular.<br />
Lo disperso de la misma impedía valorizar a tan interesante figura de nuestra literatura.<br />
La labor de selección ha sido realizada por el escritor doctor Joaquín Balaguer, Secretario<br />
de Estado de Educación y Bellas Artes, quien prologa la edición con un ensayo<br />
de encomiable valor crítico. El trabajo del doctor Balaguer sienta bases para ulteriores<br />
estudios que se hagan del poeta.<br />
Los editores expresan las gracias al historiador Vetilio Alfau Durán, por su novedosa<br />
contribución al encuentro de las décimas de Juan Antonio Alix, y al escritor Manuel Emilio<br />
Suncar Chevalier, por la útil labor prestada a la edición de estos volúmenes.<br />
La moral y la literatura<br />
I<br />
La publicación de este volumen de Juan Antonio Alix, en el que se han recogido muchas<br />
de sus composiciones pornográficas, plantea, acaso por primera vez en la República,<br />
el problema de la moral en la literatura. ¿Deben o no proscribirse de la obra literaria las<br />
creaciones reñidas con la urbanidad y con las buenas costumbres? Una respuesta afirmativa,<br />
dada en forma categórica y sin ninguna clase de reservas, condenaría a la destrucción o al<br />
olvido una gran parte de las mejores joyas de las letras universales. Semejante sentencia<br />
privaría a la humanidad de los madrigales a Lesbia, obras de pornografía encantadora que<br />
valen tanto, entre las creaciones inspiradas por la sociedad de entonces a las musas del<br />
Alto Imperio, como los discursos de Catón y los aforismos de Séneca. Nadie se resignaría,<br />
sin duda, a que los tesoros literarios de la humanidad fueran mermados con la destrucción<br />
de los cuentos de Bocaccio, manjar saboreado en las mesas de todos los papas y de todos<br />
los príncipes del Renacimiento, o con la pérdida de los aciertos de ingenio y de dicción<br />
que el olvido de la urbanidad y de la moral han inspirado en el mundo entero a las musas<br />
de la invención dramática.<br />
Los epigramas de Marcial, que escandalizaban a Trajano, hacían la delicia de Plinio<br />
el joven, hombre también de gusto severo y de rigidez puritana. Pero independientemente<br />
del respeto que merecen, en la literatura como en la vida, los fueros del criterio y<br />
175
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
el gusto personales, siempre sujetos a condiciones no sólo de educación sino también de<br />
temperamento y de sensibilidad, existe cierta relación, desde el punto de vista de la moral,<br />
entre lo que el escritor escribe y el ambiente que lo rodea, entre el clima social y el<br />
clima literario. En cuanto a lo que atañe al gusto en sí, esto es, el paladar con que cada<br />
persona saborea las producciones del ingenio humano, ¿no sería permitido disculpar la<br />
afición de muchos lectores al chiste grueso y a la pornografía ingeniosa por las mismas<br />
razones con que excusamos la preferencia de la Titania de Shakespeare por las cabezas<br />
de asno, a las que prodiga tiernas caricias y a las que corona dulcemente de flores? Si se<br />
prescinde de la sensibilidad o del gusto que es a cada uno de nosotros característico, ¿no es<br />
lógico hacer al ambiente o a la atmósfera social responsable de una gran parte de la inmoralidad<br />
reinante en la obra literaria? Tan descabellado sería pedir comedimiento a Petronio,<br />
que escribió cuando ya Roma se había trocado en una casa de prostitución, como pretender<br />
que bajo Felipe II, que vistió con los paños negros del Santo Oficio el pensamiento español<br />
de su época, continuara la musa de la alegría popular surtiendo el teatro de gracejos como<br />
en los días en que la risa fluía con libertad de las fuentes inexhaustas de las comedias de<br />
costumbres. La política y otros factores exteriores de la misma naturaleza, también influyen<br />
poderosamente en la moralidad verdadera o superficial de la producción literaria. Cuando<br />
envejeció Luis XIV, quien quiso hacer olvidar al mundo en sus últimos años los excesos de su<br />
vida estragada, el arte francés, con Molière y Fenelón a la cabeza, se hizo tan casto y piadoso<br />
como las cortesanas que rodeaban al viejo rey reconciliado con la austeridad religiosa. Pero<br />
apenas murió el monarca, se reanudaron las orgías de Capua bajo el esplendor sin freno de<br />
la Regencia, y la literatura se quitó también la careta para situarse dentro de la atmósfera<br />
moral en que respiraba aquella sociedad licenciosa.<br />
Pero si el ambiente es en gran parte responsable de la temperatura ética que prevalece<br />
en la obra de arte, reflejo casi siempre del medio en que esa flor de selección se produce,<br />
¿no cabe a su vez atribuir cierta culpa a la literatura por la influencia no siempre benéfica<br />
que ejerce sobre las costumbres y sobre los sentimientos populares? El problema, así<br />
planteado, trae enseguida a la memoria el Arte de Amar de Ovidio, y la defensa que el gran<br />
proscrito hizo de su obra, símbolo de la deliciosa civilización que amenazaba desplomarse<br />
bajo la plúmbea pesadez de la reforma moral intentada por Augusto. “¿En qué medida,<br />
se preguntaba el desterrado, es responsable el arte del relajamiento de las costumbres?”.<br />
Sea cual sea el resultado de esa disputa milenaria, planteada desde las playas siempre<br />
áridas del ostracismo por un discípulo de Epicuro que se sentó ocasionalmente a la mesa<br />
de Séneca para discurrir sobre la moral y las conveniencias sociales, lo cierto es que la<br />
humanidad sigue leyendo a Ovidio y que los propios admiradores de las reformas moralizadoras<br />
intentadas por Augusto, continúan sentándose bajo la sombra propicia del árbol<br />
en que florecieron sus canciones.<br />
Acaso la verdadera inmoralidad de la obra literaria reside, más que en las formas<br />
mismas, en el estrago que puedan causar las ideas cuando se presentan revestidas de<br />
apariencias falsas o cuando tienden, a sustituir con hombre fiel a sus convicciones, es<br />
más digno de admiración ante la moral y ante la historia, aunque sus ideas acerca de los<br />
gobiernos monárquicos nos parezcan hoy equivocadas, que el propio Milton que un día<br />
hace el elogio del tiranicidio y de la libertad, y otro día se acoge a la sombra del poder para<br />
transformarse en un conservador rabioso. La suprema inmoralidad literaria, ¿no es acaso<br />
la que se exhibe en la obra del escritor venal o del poeta perdulario, dignos uno y otro<br />
176
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I<br />
de los célebres apóstrofes de Alfieri contra las letras asalariadas? Decía el abate Galiani,<br />
refiriéndose a la literatura de la época del Terror, que la elocuencia consistía entonces en el<br />
arte de decirlo todo, sin ser llevado a la Bastilla. La palabra, esa mano del espíritu, según la<br />
admirable definición de Charrón, ¿puede en esas circunstancias conservar su virtud como<br />
fuerza educadora del sentido moral del hombre? ¡Desconsoladora condición del genio!<br />
¡Miseria del destino! ¡Fatalidad de la inteligencia! El hombre escribe, y busca la eternidad<br />
prometida en las propias criaturas de su dolor, en los propios hijos de su espíritu, pero las<br />
miserables circunstancias de la existencia anulan en él la llama inmortal y lo convierten a<br />
menudo en un esclavo de la vida y del tiempo.<br />
II<br />
En la literatura pornográfica, es menester distinguir lo que es verdaderamente inmoral<br />
de lo que es simplemente sucio, lo que se halla en oposición con las buenas costumbres de lo<br />
que sólo afecta a la urbanidad y a la cultura. Algunos capítulos del quijote, como aquel en<br />
que se narran los apuros de Sancho tras la aventura de su amo con un cuerpo muerto (Parte<br />
Primera, Cap. XX), opiniones ingeniosas las leyes y las verdades universalmente consagradas.<br />
Mayores males que los chistes de quevedo y que las sátiras de Luciano, han causado en el<br />
mundo los libros en que hace Proudhon la apología del anarquismo y los versos sublimemente<br />
cínicos en que hace Shelley el elogio del incesto entre hermanos. La risa de Rebelais ha hecho<br />
sin duda menos daño que la rebeldía blasfema del Himno a Satanás de Carducci, o que las<br />
páginas en que Voltaire parece haber vertido, con alegría morbosa, todo el veneno encerrado<br />
en las siete copas del Apocalipsis.<br />
Lo que hace más inmoral la literatura no es, por otra parte, el empleo de expresiones<br />
pornográficas o el uso de formas incultas y de maneras poco urbanas, sino más bien el rebajamiento<br />
de la palabra escrita que abdica de su potestad orientadora para trocarse en arma<br />
quebradiza, capaz de romperse al toque del temor o al de la lisonja. Nunca lució más triste<br />
el trono de la palabra que el día en que la cabeza de Cicerón, clavada en Los Rostros, anunció<br />
al mundo la muerte de la libertad antigua y la ruina de la elocuencia romana. La pluma<br />
vale, como garantía del equilibrio social, cuando la mueve la pasión del bien, o cuando la<br />
inspira la verdad; pero representa menos que la esclavina del mercader y que la argolla del<br />
esclavo cuando contribuye a hacer más grande el desamparo de la virtud, sacrificada por<br />
los galanteadores de la historia. Muchas veces lo que merece respeto no es la idea de que<br />
se hace eco la pluma; no es la concordancia entre la ley moral y la palabra que la expresa,<br />
sino la convicción con que el escritor sostiene sus principios y la lealtad con que los defiende<br />
frente al mundo. Jeremías Collier, símbolo del batallador irreductible, de él respiran<br />
mal olor y están llenos de cierta gracia natural, pero inurbana en la que todo sobra menos<br />
el pudor y la limpieza. Nadie, sin embargo, osaría condenar en nombre del decoro o del<br />
pudor esas páginas malolientes que a todos nos cautivan no sólo por el arte que el autor ha<br />
empleado en la narración de sucesos tan viles, aunque tan humanos, sino también porque<br />
las faltas que allí se cometen contra la urbanidad no ofenden ni nuestro sentido moral ni<br />
nuestra delicadeza. De desacatos de esa especie está lleno el arte primitivo. En los poemas<br />
de homero, el más grandioso de los monumentos literarios de aquella época, se describen<br />
las escenas más vulgares con una simplicidad de estilo y de imagen que no se concebirían<br />
en la literatura moderna, es decir, que no podrían tener cabida en un arte hecho por hombres<br />
que han perdido el sentido directo de la naturaleza. Los reyes homéricos, echados<br />
177
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
de bruces sobre la tierra, beben en las fuentes sagradas el agua de los ríos, y pronuncian,<br />
con palabras estercolarias, terribles juramentos, espantosas admoniciones que salen de<br />
sus bocas coloreadas con la espuma sangrienta de la venganza. La nodriza de Orestes, en<br />
una de las tragedias de Esquilo, habla con graciosa intimidad de los sitios en que el niño<br />
cumplía sus actos naturales, y la de Julieta, en el drama de Shakespeare, alude con igual<br />
desembarazo a escenas semejantes de la niñez de la heroína del más delicado de los poemas<br />
de amor concebidos por el genio del hombre.<br />
Las imágenes naturales, la expresión directa, las formas libres, las frases desembarazadas,<br />
desaparecen de la literatura cuando el romanticismo pone de moda las perífrasis y<br />
desarrolla el culto por la elocución retorcida.<br />
III<br />
La inclusión en este volumen de algunas composiciones pornográficas de Juan Antonio<br />
Alix, se justifica para los que piensan como Oscar Wilde, que en literatura no hay obras morales<br />
ni inmorales, sino obras mal o bien escritas. Para los que no admitan, como el famoso<br />
presidiario de Reading, semejante paradoja, la inserción de tales poesías en un libro destinado<br />
a toda clase de lectores, se explica porque la mayoría de esos versos ofenden el olfato antes<br />
que el sentido moral y contienen más inmundicias que conceptos lúbricos o expresiones<br />
contrarias a las buenas costumbres. Composiciones como la intitulada El Follón de Yamasá,<br />
verdadero monumento de dicción pedestre, pero a la vez ágil e ingeniosa, se leen con gusto<br />
porque debajo de ese torrente de inmundicias corre un hilo de gracia que no aparece empañado<br />
por ningún pensamiento lascivo.<br />
Compárese el fondo de esas poesías, fruto de un vate popular y de temperamento<br />
inculto que logró por adivinación ennoblecer su arte grotesco con cierta vena de humorista<br />
instintivo y con cierta melancolía epicúrea, con el romance de quevedo que lleva<br />
por epígrafe Pinta los principios de la juventud, o con aquellos en que el Luciano español<br />
imita algunos de los más soeces epigramas de Marcial, y se verá cuán grande es la distancia<br />
que separa esas dos clases de poesías: las unas, llenas de refinamientos, pero envueltas en<br />
un perfume que enajena peligrosamente los sentidos como el del pañuelo que ha pasado<br />
por las manos de muchas mujeres; y las otras, toscas y nudosas, pero despidiendo todo el<br />
candor de la naturaleza, como la rama que ha sido cortada sobre el fango para lucirla con<br />
todas sus hojas.<br />
178<br />
Joaquín Balaguer.
Tocinos y longaniza<br />
Saliendo de una gallera<br />
Donde fue mi suerte poca,<br />
Tomé el camino de Moca<br />
Por la Ceiba de Madera.<br />
Como ya de noche era<br />
Y estaba más que nublada,<br />
entré a pedir posada<br />
Para estar más al abrigo;<br />
En casa de un amigo<br />
Gente buena y acomodada.<br />
Con mi panza no muy llena<br />
A la puerta le toqué,<br />
Y el amo dijo: “—quién é?”<br />
Y contesté “Gente buena!”<br />
Mi amigo tuvo la pena<br />
De abrir la puerta en seguida,<br />
Y con la vela encendida,<br />
Me dijo muy sorprendido:<br />
“De dónde diablo ha salido<br />
Esta cabeza perdida?”<br />
A mi amigo referí<br />
De dónde salí ese día,<br />
Y si él me permitía<br />
El pasar la noche allí.<br />
El me contestó que sí,<br />
haciéndome desmontar,<br />
Y un chico peninsular<br />
que en la casa se encontró,<br />
Mi caballo se llevó<br />
Dizque, a darle de cenar.<br />
Un chuzco andaluz allí<br />
Tan pronto me desmonté,<br />
Me dijo “Despense ozté,<br />
Ozté é Juan Entoño Elí”.<br />
Al contestarle que sí<br />
La mano me la apretó,<br />
Y me dijo: “Pue zeñó<br />
zi ozté fuere a la Laguna<br />
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I<br />
179
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Pregunte ozté pór fortuna<br />
Po mi Pancho el Epañó”.<br />
—”Oiga ozté zeñó Gelí<br />
Y no he chanela mía,<br />
Pue jaze dieziocho día<br />
que de mi caza zalí;<br />
No paro eta noche aquí<br />
Poque mi jembra me epera,<br />
Me bó de cuaquié manera<br />
Manque así chipao jetoi,<br />
A caza eta noche boi<br />
quéralo Dió jonoquiera”.<br />
—”De Pueto Plata zalí<br />
Ma racao de lo que toi,<br />
Y a caza con Dió me boi<br />
zi con migo quié vení.<br />
Y zi Dió no quiere dí,<br />
que ze quie zi le dá la gana,<br />
Con mi daga zebillana<br />
Con mi manta y mi trabuco,<br />
Pa Dió zanto que me luco<br />
Y peleo jata mañana.<br />
‘’Ese gachón que ta echao 1<br />
De Pueto Plata me trae.<br />
Can dié cajone de zal<br />
Y un quintá de bacalao.<br />
Y manque tó achicharrao<br />
Créa!o ozté zeñó Gelí,<br />
No paro eta noche aquí<br />
En la Ceiba de Maera<br />
Pué quiera Dió jo no quiera,<br />
A caza tengo que dí!<br />
—”Aguarde salga la luna<br />
Le dijo allí una Señora.<br />
—Ná me bó agora<br />
A dumí a la Laguna.<br />
No tengo pena ninguna<br />
Yo con eta nabajilla,<br />
1 Un caballito.<br />
180
que zalga eza gente pilla<br />
Eso que dan machetazo,<br />
que con tá que jalle pazo<br />
Yrá su merda a zebilla”.<br />
El Pancho con poco tino<br />
Dijo: “queén con Dió!<br />
ze ba Pancho El epañó<br />
Jombre guapo é mú ladino.<br />
zalgan pillo jalcamino<br />
Pa que bean lo quo zo yó,<br />
Pancho aquí se caga en tó<br />
En la tierra y en el zielo,<br />
En el jo…be de mi abuelo,<br />
Y en la mae que me parió”.<br />
Pancho tomó su camino<br />
Y con él otros se marcharon,<br />
Y una hamaca me colgaron<br />
Debajo de un tocino.<br />
Pues llegué casi sin tino<br />
Porque me atacó un calambre,<br />
Mis tripas como un alambre<br />
Delgaditas las tenía.<br />
Y al no comer en el día.<br />
Mé hallaba muerto del hambre.<br />
Lo malo es el soñar<br />
Entre todos mis defectos,<br />
Pues sueño siempre con muertos<br />
Si me acuesto sin cenar.<br />
Pero aquí he de mascar<br />
Dije para mí en Madera,<br />
Pues al ver la tazajera<br />
Con tocino y longaniza,<br />
Dije “Ajitera preciza<br />
Y esta noche … corredera!”<br />
Un grano de ají montesino<br />
Por fortuna conseguí,<br />
Porque le viene el ají<br />
A un Sancocho de tocino.<br />
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I<br />
181
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Busqué allí con un vecino<br />
De naranja un vinagrito,<br />
Y para más apetito<br />
Eché un trago de aguardiente,<br />
Y arreglé mi limpiadiente<br />
Con la punta de un palito.<br />
Ya yo estaba como mocho<br />
que punta desea tener,<br />
Pensando sólo en comer<br />
De tocino un buen sancocho.<br />
Como a eso de las ocho<br />
Ya yo estaba bostezando,<br />
Pero siempre relojeando<br />
Con una malicia fina<br />
Si había humo en la cocina<br />
O candela allí ajuntando.<br />
Estuve en conversación<br />
Con mi amigo largo rato,<br />
Y no oí sonar ni plato<br />
Ni vi luz en el fogón.<br />
Me causó admiración<br />
No ver luz en la cocina,<br />
Y al no oír gritar gallina<br />
Ni tampoco rajar cuaba,<br />
Demasiado me inquietaba<br />
Y me daba mala espina.<br />
Las doce oí sonar<br />
De un reloj despertador,<br />
Cuando me dijo el Señor:<br />
“Ya me voy a retirar;<br />
Usted querrá descansar<br />
Como en su cara se vé,<br />
Solamente desearé<br />
que pase una noche fresca,<br />
Y cuando a Ud. le parezca<br />
La lámpara apagaré”.<br />
Yo nada le respondí<br />
Porque perdí la esperanza,<br />
De meter allí en mi panza<br />
El sancocho con ají.<br />
182
Y así que sólo me ví<br />
Lo dije medio sin tino:<br />
“Adiós ají montecino<br />
Limpiadiente y vinagrito,<br />
Adiós Sancocho maldito<br />
De longaniza y tocino.<br />
No tuve más que aguantar<br />
Y a acostarme muy tristón<br />
Porque mi amigo Lescón<br />
Nada me dio de cenar.<br />
Después pude averiguar<br />
que como tarde ya era,<br />
No estaba la cocinera<br />
Ni quien fuera a la cocina,<br />
Y pasé buena canina<br />
En la Ceiba de Madera.<br />
Como tuve gran desvelo<br />
Temprano me levanté,<br />
Y un caballo encontré<br />
Colgado de un ciruelo.<br />
Como limpio estaba el suelo<br />
Yerba no pude encontrar,<br />
Pero pude averiguar<br />
que en lugar de estar comiendo,<br />
Pasó la noche leyendo<br />
El Correo de Ultramar.<br />
Cuando fui a ensillar<br />
Me dijo el amigo mío:<br />
“Aguárdese Ud. a almorzar”.<br />
Mas no me quise esperar<br />
Yo no recuerdo por qué,<br />
Pero el café tomaré,<br />
Le dije “Si Ud. permite”<br />
Y él me dijo: “Te cojiste<br />
Nadie aquí toma café”.<br />
Gracias al amigo dí<br />
Por haberlo molestado,<br />
Y por haberme dejado<br />
El pasar la noche allí.<br />
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I<br />
183
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Después que me despedí<br />
Salí para Moca a misa,<br />
Y aunque iba muy de prisa<br />
No dejé de ir sintiendo,<br />
Pasar una noche oliendo<br />
Tocinos y longaniza.<br />
Marzo, 1878.<br />
El follón de Yamasá<br />
Siento mucho relatar<br />
Lo que al fin relato hoy,<br />
Porque ya dirán que soy<br />
Amigo de exajerar;<br />
Y al que me han de murmurar<br />
Desde ahora ya sabrá,<br />
que tres pitos se me da<br />
Que figuren que es un cuento<br />
Lo que pasó en el convento<br />
Del pueblo de Yamasá.<br />
Pues un día de la Asunción<br />
Etando yo en Yamasá,<br />
Vino el Cura de Boyá,<br />
A celebrar la función.<br />
A mediado del sermón<br />
hubo allí un pelotero<br />
que hasta vino un tal Peguero<br />
que es el Jefe del lugar,<br />
queriendo allí disparar<br />
Un trabuco naranjero.<br />
Un ahíto que por cierto<br />
Fue a gozar de la función,<br />
Se largó allí un follón<br />
que hedía a perro muerto;<br />
Yo no diré que es incierto<br />
que estuve al perder el tino,<br />
Pues el follón tan dañino<br />
De aquel ahíto infeliz,<br />
Me picó en la nariz<br />
Como un ají montesino.<br />
184
Del púlpito descendió<br />
De cabeza el reverendo,<br />
Y al caer iba diciendo:<br />
“qué peo se han tirado, fo!”<br />
Y al Sacristán que le dio<br />
Esa brisa tan impura,<br />
Dijo “fo! y es de asadura,<br />
Aquí no lo aguanto yo!!;<br />
Y en seguida se tiró<br />
De cabeza tras del Cura.<br />
Como el campanero es ciego<br />
Al oír la corredera,<br />
Sin preguntar siquiera<br />
Comenzó a tocar á fuego.<br />
Salió el Cura sin sosiego<br />
Con la frente en un chichón 2<br />
Gritando más que un lechón<br />
Y preguntando igualmente:<br />
“¿quién ha sido el indecente<br />
que se largó ese follón?”<br />
A una vieja de la Jagua<br />
Le tumbaron el pañuelo,<br />
Y se vio caer al suelo<br />
Una peineta de yagua;<br />
Dejaron allí una enagua<br />
Por el maldito follino,<br />
que por tener palomino,<br />
Nadie la quiso tocar;<br />
Al Alcalde del lugar<br />
Le aplastaron el gallino (Bombo).<br />
Según la opinión del Cura<br />
Y del Sacristán también,<br />
El follón fue de lerén<br />
De mondongo, o de asadura.<br />
Pronto irá á la sepultura<br />
quien soltó ese marrano,<br />
Pues si no se hallaba sano,<br />
Ese maldito cochino,<br />
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I<br />
2 El Chichón, cuatro veces más grande que la frente.<br />
185
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
No debió en lugar divino<br />
Follonear así al cristiano.<br />
Después que aquello pasó<br />
Y que fue calmado todo,<br />
Dijo el Cura de mal modo<br />
“Ese follón me mató!<br />
Pero ahora quiero yo,<br />
En bien de la religión<br />
Echarle la excomunión<br />
Si no declara al momento,<br />
El que vino a este convento<br />
A largarse ese follón”.<br />
Salió un viejo setentón<br />
hinchado y descolorido,<br />
Y al Cura dijo: “Yo he sido<br />
El que me tiré el follón”.<br />
No fue esa mi intención<br />
Le digo, Padre bendito,<br />
Sepa usted que estoy agito<br />
Y creo que no tengo cura,<br />
Calcule que es de asadura<br />
que comí cuando chiquito”.<br />
El Sacristán dijo al Cura<br />
Saltando y con alegría:<br />
¿Mi amo, no le decía<br />
que el follón fue de asadura?<br />
Tú tienes razón criatura<br />
Son buenas tus condiciones,<br />
Rogaré en mis oraciones<br />
Al Divino Sacramento,<br />
que no salgas del convento<br />
Para que huela follones.<br />
Santiago, 1882.<br />
“El negro tras de la oreja”.<br />
Como hoy la preocupación<br />
A más de una gente abruma.<br />
Emplearé mi débil pluma<br />
Para darle una lección;<br />
Pues esto en nuestra Nación<br />
186
Ni buen resultado deja<br />
Eso era en la España vieja<br />
Según desde chico escucho,<br />
Pero hoy abunda mucho<br />
“El negro tras de la oreja”.<br />
Todo aquel que es blanco fino<br />
Jamás se fija en blancura,<br />
Y el que no es de sangre pura<br />
Por ser blanco pierde el tino.<br />
Si hay baile en algún CASINO,<br />
Alguno siempre se queja,<br />
Pues a la blanca aconseja<br />
que no baile con negrillo;<br />
Teniendo aunque es amarillo,<br />
“El negro tras de la oreja”.<br />
Falta sí a la obligación<br />
Negarse una señorita<br />
A bailar cuando la invita,<br />
Sea quien sea en un salón.<br />
El que tiene invitación<br />
Ninguna sospecha deja<br />
De que sea mala pareja,<br />
Pues allí lo han invitado,<br />
Aunque tenga remachado<br />
“El negro tras de la oreja”.<br />
El blanco que tuvo abuela<br />
Tan prieta como el carbón,<br />
Nunca de ella hace mención<br />
Aunque le peguen candela.<br />
Y a la tía Doña habichuela,<br />
Como que era blanca vieja<br />
De mentarla nunca deja;<br />
Para dar a comprender,<br />
que nunca puede tener<br />
“El negro tras de la oreja”.<br />
De la parienta Fulana<br />
El pelo siempre se mienta;<br />
Pero nunca la pimienta<br />
De la tía siña Sutana,<br />
Por ser muy blanco se afana<br />
Y del negro hasta se aleja,<br />
Nublando siempre una ceja<br />
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I<br />
187
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Cuando aquel a hablarle viene,<br />
Porque se cree que no tiene<br />
“El negro tras de la oreja”.<br />
Ahora la gente dique<br />
Llaman a los preocupados<br />
Los biscochuelos lustrados<br />
Con melado de alambique.<br />
Y por Dios que causa pique<br />
Creer que hay gente… coneja<br />
Cuando no hay persona vieja<br />
que ya no haya contado<br />
De aquel que tiene pegado<br />
“El negro tras de la oreja’’.<br />
El que se crea preocupado<br />
que se largue allá a La habana,<br />
que en tierra dominicana<br />
No les da buen resultado.<br />
Y el biscochuelo lustrado<br />
Aunque sea con miel de abeja,<br />
No dé motivo de queja<br />
que todo esto es tontería,<br />
Pues está a la moda hoy día<br />
“El negro tras de la oreja’’.<br />
15 de julio de 1883.<br />
Los curanderos<br />
(en bien de la Humanidad).<br />
Un crimen que causa horror<br />
Y diezma a la población,<br />
Merece hoy la atención<br />
Del Gobierno Superior.<br />
Y del público el clamor<br />
Por compasión y piedad<br />
Suplica a la autoridad<br />
que de la Ley que haga uso,<br />
Para cortar un abuso<br />
“En bien de la humanidad”.<br />
Yo me refiero, señores,<br />
A unos tantos curanderos<br />
Charlatanes y embusteros<br />
Y de crímenes autores.<br />
Pues estos falsos doctores<br />
188
Sin ninguna facultad,<br />
Matan gente sin piedad<br />
Corno el público es testigo<br />
Sin merecer un castigo<br />
“En bien de la humanidad”.<br />
La vida humana es muy bella<br />
Y sumamente importante,<br />
Para entregarla a un tunante<br />
Para que juegue con ella.<br />
Y toda persona aquella<br />
que se aprecie de verdad,<br />
Es mucha barbaridad<br />
Entregarse a esa gente,<br />
que no obra dignamente<br />
“En bien de la humanidad”.<br />
Conocer el cuerpo humano<br />
Y administrar medicinas<br />
No es curar con resinas<br />
Ni con miao en frasco hermano!<br />
Pues debe ser inhumano<br />
quien con toda libertad,<br />
Ejerce la Sanidad<br />
Sin haber nunca estudiado,<br />
Y sin haberse educado<br />
“En bien de la humanidad”.<br />
También esos asesinos<br />
Se las dan de cirujanos,<br />
Cortando piernas y manos<br />
Como si fueran tocinos.<br />
Y después que estos dañinos<br />
Cometen su atrocidad,<br />
Mandan a la Eternidad,<br />
Al que en sus manos se puso,<br />
Y nadie corta ese abuso<br />
“En bien de la humanidad”.<br />
No es tan sólo amputaciones<br />
que hacen los matagentes,<br />
hacen autopsia igualmente<br />
Y cesárea operaciones.<br />
Y esos tales corazones<br />
De hiena, ¡qué atrocidad!<br />
Solamente por maldad<br />
Matan al enfermo y cobran.<br />
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I<br />
189
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Y después dicen que obran,<br />
“En bien de la humanidad”.<br />
Para ser buen cirujano<br />
Y manejar la cuchilla,<br />
La cosa no es tan sencilla<br />
Como pelar a un marrano.<br />
Ignorando el cuerpo humano<br />
Nadie tiene facultad,<br />
Pues es de necesidad<br />
En el colegio aprender<br />
Para esta ciencia ejercer<br />
“En bien de la humanidad”<br />
Todas las enfermedades<br />
No se curan con yerbitas<br />
Con le ruá ni florecitas<br />
Ni otras inferioridades.<br />
Todas las dificultades<br />
Las vence la Facultad<br />
Y Ja gran capacidad<br />
Del médico que ha estudiado<br />
Y que se ha sacrificado<br />
“En bien de la humanidad”.<br />
El que busca baratura<br />
En médico, economiza,<br />
Pero baja más de prisa<br />
Los pies a la sepultura.<br />
El buen médico no cura<br />
Sin de Dios la voluntad,<br />
Pero hay más probabilidad<br />
El que cura con la ciencia<br />
Pues ese obra en conciencia<br />
“En bien de la humanidad’’.<br />
¿Y qué diremos por cierto<br />
De las médicas aquellas<br />
que preparan sus botellas<br />
hediondas a perro muerto?<br />
“Ah! esa si es mujer de acierto!<br />
Dicen por brutalidad<br />
Cuando por casualidad<br />
Se ha escapado una criatura,<br />
De manos de quien no cura<br />
“En bien de la humanidad”.<br />
190
hay médicas atrevidas<br />
En campos y poblaciones<br />
que curan con oraciones<br />
Y con velas encendidas.<br />
Y a las personas creídas<br />
Dicen sin dificultad,<br />
que cualquiera enfermedad<br />
La curan muy fácilmente,<br />
Y que lo hacen solamente<br />
“En bien de la humanidad”<br />
Donde reina la ignorancia<br />
Ahí verán a esos doctores,<br />
Cometiendo mil horrores<br />
Y dándose allí importancia.<br />
hablan con mucha arrogancia<br />
Sobre toda enfermedad,<br />
Se pasean con majestad<br />
Mientras están recetando,<br />
Y total, no están obrando<br />
“En bien de la humanidad”.<br />
Por doquiera que estos van<br />
De contar tienen derecho<br />
Las grandes curas que han hecho,<br />
Pues darse fama es de afán.<br />
El médico charlatán<br />
Descredita por maldad<br />
Al médico en propiedad<br />
Entre la gente ignorante<br />
Para hacerse interesante<br />
“En bien de la humanidad”.<br />
Los médicos salteadores<br />
Para poder recetar,<br />
No necesitan mirar<br />
A los enfermos señores;<br />
Pues para estos doctores<br />
Conocer la enfermedad,<br />
Le envían sin dificultad<br />
Los orines del paciente,<br />
Pues así cura esa gente<br />
“En bien de la humanidad”.<br />
Para que juzgue el lector<br />
Y tenga una idea completa,<br />
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I<br />
191
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Vea la siguiente receta<br />
que dio un charlatán doctor.<br />
Y así por ese tenor<br />
Juegan con la cristiandad<br />
Esa grande cantidad<br />
De médicos matagentes<br />
que se creen inteligentes<br />
“En bien de la humanidad”.<br />
(Receta para indigestión)<br />
Dos botellas de aguardiente,<br />
Dos, idem miao de becerro<br />
Tres onzas sica de perro<br />
Y tres de fete de gente.<br />
Se tomará diariamente<br />
De una copa la mitad,<br />
Y a la Santa Trinidad<br />
Y al Nonnato San Ramón,<br />
Rezarán una Oración<br />
“En bien de la humanidad”.<br />
¿qué le parece lectores<br />
Dónde iremos a parar,<br />
Si no quieren castigar<br />
A tantos despobladores?<br />
Y al pobre de Alix señores,<br />
Lo atacó la autoridad<br />
Porque era inmoralidad<br />
Los epigramas que hizo;<br />
Y el Juez aplastarlo quiso<br />
“En bien de la humanidad”.<br />
Julio 2 de 1883.<br />
Una fiesta curiosa<br />
Una enorme cantidad<br />
De perros, chivos y burros<br />
Andaban ayer muy curros<br />
De fiesta en esta ciudad.<br />
“¡que viva la libertad!”<br />
Decía uno muy contento<br />
Y respondían al momento<br />
Los demás dando repingo:<br />
Ay tingo! Ay tingo!<br />
que viva el Ayuntamiento!<br />
192
Como veinte mil cochinos<br />
Esos marchaban detrás,<br />
Fastidiando por demás<br />
De este pueblo a los vecinos.<br />
Como animales dañinos<br />
En la plaza hubo lamento<br />
Pues sin ningún miramiento<br />
Entraron allí pillando<br />
Como siempre, y gritando<br />
que viva el Ayuntamiento!<br />
Parece que por despecho<br />
Salió con su tiplecito<br />
Doña Cuesta Gurabito<br />
Cantando daños que ha hecho;<br />
Y después de trecho en trecho<br />
Callaba el tiple al momento<br />
Y con arrogante acento<br />
Decía, pero sin recelo:<br />
‘’Nadie a mí me quita un pelo,<br />
¡Qué viva el Ayuntamiento!’’<br />
La santa iglesia Mayor<br />
Iba detrás bamboleando,<br />
Como siempre, y amenazando<br />
Desgracia que causa horror.<br />
Y el de este peligro autor<br />
La veía muy desatento;<br />
Pero el pueblo no contento<br />
Decía con mucha elocuencia:<br />
“¡Cuánta gente sin conciencia!”<br />
¡que viva el Ayuntamiento!<br />
De fiesta estaba igualmente<br />
La esquina Viuda García,<br />
Y en sus cánticos decía:<br />
“De cajones, tuve un puente”<br />
Por él Lilí, el Presidente,<br />
Estando en su alojamiento<br />
Pasaba a cada momento<br />
Por mi laguna tan fea,<br />
Pero como no hay quien vea<br />
“¡que viva el Ayuntamiento!”<br />
Y hasta el público alumbrado<br />
Salió con su guitarrita<br />
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I<br />
193
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Disfrazado de animita<br />
Porque siempre está eclipsado.<br />
Y aunque el pueblo está enojado<br />
Y lleno de sufrimiento<br />
Se veía con sentimiento<br />
Y mientras decía ¡qué ganga!<br />
Respondía la mojiganga:<br />
“¡qué viva el Ayuntamiento!”<br />
Doña hidráulica bombita<br />
Andaba en esta jandinga<br />
Imitando a una jeringa<br />
Y cantando esta coplita:<br />
“Yo soy aquella bombita<br />
que al pueblo con sentimiento<br />
Vio por mí aflojar doscientos<br />
Pesitos, muy bien contados,<br />
Pero si fueron botados<br />
“¡qué viva el Ayuntamiento!”<br />
Los incendios se acabaron!<br />
También decía la bombita,<br />
Porque a mí la jeringuita<br />
Con ese fin me compraron.<br />
Y aunque no me fabricaran<br />
Para el terrible elemento<br />
Serviré en cualquier momento<br />
Al jardín Municipal,<br />
Y como todo es igual<br />
“¡qué viva el Ayuntamiento!”<br />
Después salió la Injusticia<br />
Al más débil criticando<br />
Y al más fuerte respetando<br />
Por temor a una caricia.<br />
Después se vio la Justicia<br />
Y con imperioso acento<br />
Dijo a la injusticia así:<br />
Perseguiste a Sinaí 3<br />
“¡qué viva el Ayuntamiento!”<br />
Y la injusticia sencilla<br />
Disfrazada de barraco<br />
Contestó: “Yo no me raco<br />
En espinosa jabilla”.<br />
3 Pseudónimo usado en artículos contra el Ayuntamiento.<br />
194
Y tomando ésta la trilla<br />
Por tan jocoso argumento,<br />
Se fue al cachimbo el talento;<br />
Y el pueblo que está indignado<br />
No escuchaba con agrado<br />
“¡qué viva el Ayuntamiento!”<br />
Abril 1 de 1884.<br />
La pobreza<br />
Es la pobreza en el hombre<br />
Una horrible enfermedad,<br />
Y estremece en realidad<br />
Sólo pronunciar su nombre.<br />
al que le ataca este mal<br />
Pierde la voz y el semblante,<br />
Vive siempre delirante<br />
Pensando en gran capital.<br />
Por doquiera ve señal<br />
De botijuela enterrada,<br />
Si duerme es de madrugada<br />
Con los ojos entreabiertos,<br />
Y sueña siempre con muertos<br />
Si en el día no come nada.<br />
Para un pobre es grande atraque<br />
Y más si tiene familia,<br />
haber de guardar vigilia<br />
Sin decirlo el almanaque.<br />
Y si no haya quien lo saque<br />
De tormentos y aflicciones<br />
Se lo llevan mil regiones<br />
De diablos para el infierno<br />
Y el que paga es el Gobierno<br />
Echándole maldiciones.<br />
Cuando un pobre coje un peso<br />
Y se dirige al Mercado<br />
Inviértelo en buen pescado<br />
Pero no en pan y queso,<br />
Aquel día compra seso<br />
Y lo guisa con jamón,<br />
Se provee de un buen capón<br />
Y lo arregla con repollo<br />
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I<br />
195
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Aunque al fin lo lleve al hoyo<br />
Una fuerte indigestión.<br />
Un pobre llega a su hogar<br />
Creyendo tener su cuenta,<br />
Mas le falta la pimienta<br />
Y la leña por comprar.<br />
Si el dinero va a buscar,<br />
Si lo haya, es con trabajo<br />
Al volver, que falta el ajo,<br />
Y así va todo faltando<br />
Y el pobre siempre acarreando<br />
Se vuelve un escarabajo.<br />
El pobre a comer se sienta<br />
Y dice: “Ya descansé!”<br />
En esto llega el Francé 4<br />
Del pan, a arreglar su cuenta.<br />
Montado en su burriquito,<br />
O el muchacho se presenta<br />
A cobrar su mediecito<br />
Del agua que dejó fiada,<br />
Que si al fin no tiene nada<br />
hasta pierde el apetito.<br />
Después que uno se acalora<br />
Su siestica quiere hacer,<br />
Y le dice a su mujer:<br />
“Aquí está la planchadora”.<br />
que ha venido a mala hora<br />
Dile con buena manera,<br />
que a buscarle voy afuera<br />
Su dinero con empeño;<br />
Volviendo a cojer el sueño;<br />
que aquí está la lavandera.<br />
Si el pobre manda a lavar<br />
Siempre le falta el jabón,<br />
Y si compra el almidón<br />
Algo más le ha de faltar.<br />
El azul no va alcanzar<br />
Le dice la lavandera,<br />
Deme la leña y la cera<br />
Y dispense que lo atraque,<br />
4 Un vendedor de pan.<br />
196
que si no fuera por Yaque<br />
Agua también le pidiera.<br />
Si un dolor a un pobre inquieta<br />
Y solicita a un doctor,<br />
Le ataca más el dolor<br />
Si no tiene una peseta.<br />
Si el Médico le receta<br />
Ayuda en suposición<br />
Se verá en la precisión<br />
De bailar la jorominga<br />
Si no tiene una jeringa<br />
De la última invención.<br />
Para un pobre es mala broma<br />
En caso de enfermedad,<br />
No hallar con facilidad<br />
Una jeringa de goma.<br />
El pobre siempre se embroma<br />
Y a veces le causa lloro<br />
Si le falla el as de oro<br />
Como si fuera un caballo<br />
Con canuto de papayo.<br />
Y con vejiga de toro.<br />
El pobre se desespera,<br />
Y pierde a veces el tino,<br />
Cuando ve un remolino<br />
De su casa en la cumbrera.<br />
Si el bohío tiene gotera<br />
Dice a Dios en oraciones:<br />
Disuelve esos nubarrones<br />
Te lo suplico, Dios mío,<br />
Ve que tengo mi bohío<br />
Con tamaños goterones.<br />
Si un pobre demanda a un rico<br />
Y el pobre tiene razón,<br />
Pierde aqueste la cuestión<br />
Sin poder meter el pico.<br />
El grande se come al chico<br />
Esto siempre se ha de ver<br />
Si no tiene qué ofrecer<br />
El pobre por garantía,<br />
No vale Santa María<br />
Porque al fin se ha de… perder.<br />
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I<br />
197
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Si un pobre le pide a un rico<br />
Algún caballo prestado.<br />
Le dice con desagrado<br />
—Ahora no puedo chico—<br />
—Pues présteme Ud. un borrico,<br />
que bien yo agradeceré”<br />
—Para el campo lo mandé—”<br />
Y se finje que lo siente<br />
Y el pobre por consiguiente<br />
Tiene que jalar a pié.<br />
Dicen de un rico borracho:<br />
—”¡Cuidado que está jocoso!”—<br />
¿Y a un pobre? ”¡qué fastidioso!—<br />
Perdido está ese muchacho”—<br />
Si el pobre suelta su cacho<br />
Le dicen que es embustero;<br />
¿Y a un rico? ¡dizque guacero!<br />
Puesto que así no se ofende,<br />
Y el pobre que esto comprende<br />
Se lo lleva el diablo entero.<br />
De una niña que es honrada,<br />
Mas si le falta dinero,<br />
Dicen al punto que es cuero,<br />
Y la juzgan deshonrada.<br />
Si la ven engalanada<br />
Con su trabajo ganado<br />
Dicen que el enamorado<br />
Le ha dado la galanura.<br />
No dicen con su costura<br />
Este lujito ha comprado.<br />
En la pobre se ha notado<br />
que si vive amancebada<br />
No la invitan, para nada<br />
Si el querido es arrancado,<br />
Si es rico, no hay cuidado,<br />
La querida es señorita,<br />
Todo el mundo la visita,<br />
Y a los bailes se convida,<br />
Y así una pervertida<br />
El dinero la acredita.<br />
Al que por rico se dé<br />
hoy le dice la riqueza,<br />
198
que no diga con certeza<br />
De esta agua no beberé.<br />
En esta tierra se ve<br />
que toda riqueza es yana,<br />
Uno pierde lo que gana<br />
Lo juro como quien soy,<br />
Pues uno sabe lo de hoy<br />
Pero no lo de mañana.<br />
Mayo de 1885.<br />
Al Ciud. Gen. Don Gregorio Luperón<br />
en su manifestación a favor de la candidatura<br />
HeUReaUX e imBeRT.<br />
Ya el gallo indio cantó:<br />
Bajen la cola, pollitos,<br />
que pollos tan pequeñitos<br />
No cantan: “Cocoro-ó-o”<br />
Ya el indio se declaró<br />
Manifestando que está<br />
Y que por siempre estará<br />
Por Lilís y por Imbert,<br />
Porque así tiene que ser<br />
“El que no puede no va”.<br />
Y no es cosa tan pequeña<br />
que el general Luperón<br />
Se mezcle en esta cuestión<br />
Con su prestigio por seña.<br />
Si su palabra la empeña<br />
Como la ha empeñado ya,<br />
A la presidencia irá<br />
Más de prisa el gefe heró,<br />
Pues como el indio cantó<br />
“El que no puede no va”.<br />
Luperón que nunca ceja<br />
Por doquiera que se mete,<br />
Estará en nuestro banquete<br />
Pero sin comer moyeja.<br />
Porque Moya nada deja<br />
Si ese güiro se le da;<br />
Pero como lejos está<br />
De empuñar esa batuta,<br />
Lo que es en esta disputa<br />
“El que no puede no va”.<br />
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I<br />
199
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Moya no tiene experiencia<br />
Pues por poca que tuviera,<br />
Claramente ya lo viera<br />
que no irá a la presidencia.<br />
Los hombres de más potencia<br />
En contra los tiene ya,<br />
Y como es Lilís quien da<br />
Al país más garantía,<br />
Lo dice la mayoría:<br />
“El que no puede no va”.<br />
Luperón el general<br />
Es la potencia mayor,<br />
que de Lilís a favor<br />
Trabaja, pero puntual.<br />
Y ya lo ha dicho formal<br />
que su palabra la da,<br />
Y a Lilís apoyará<br />
Para que salga triunfante,<br />
Pues en lucha semejante<br />
“El que no puede no va”.<br />
El comercio principal<br />
Lo desea por conveniencia,<br />
que ocupe la presidencia<br />
quien dio la paz general.<br />
Lilís es hombre legal<br />
que bien conocido está,<br />
Y el único que dará<br />
Garantía a las propiedades;<br />
Y como estas son verdades<br />
“El que no puede no va”.<br />
Si Moya juicio tuviera<br />
Todo lo hubiera deshecho,<br />
Porque ya sí es un hecho<br />
que perdió esa tetera.<br />
Y estando el indio de vera<br />
Metido así como está,<br />
Más trabajo le dará<br />
A Moya la presidencia,<br />
Porque esta es su sentencia:<br />
“El que no puede no va”.<br />
Si Moya fuera advertido<br />
Se chaqueteara, por Dios,<br />
200
Pues con esta serán dos<br />
Las veces que ya ha perdido.<br />
Y a las tres será vencido<br />
Si volviere a la picá,<br />
Pues sin ese gran Papá<br />
que se llama Luperón,<br />
No habiendo su protección<br />
“El que no puede no va”.<br />
Ya es inútil propagar<br />
que Lilís el ciudadano,<br />
Ya con el triunfo en la mano<br />
Pretenda hoy renunciar,<br />
Y como él ha de triunfar<br />
Porque más votos tendrá,<br />
Déjense de caballá<br />
que Moya irá otro día,<br />
Pero en esta es bobería<br />
“El que no puede no va”.<br />
Santiago, Mayo 6 de 1886.<br />
Alborada<br />
Para la fiesta de la bendición de una imagen del Patrono.<br />
SanTiaGo el maYoR,<br />
que el H. ayuntamiento ha dado esta ciudad.<br />
Santiagueros, ¡atención!<br />
Empecemos la alegría,<br />
Porque hoy es un gran día<br />
Para esta población.<br />
hoy está la bendición<br />
Con grande festividad,<br />
Del Patrón de esta ciudad<br />
Santiago Apóstol bendito,<br />
Ginete, guapo y bonito<br />
Y guerrero de verdad.<br />
Siempre se ha visto con pena<br />
No darse este pueblo tono,<br />
Celebrando a su Patrono<br />
Con una fiesta muy buena.<br />
Solamente el Padre Mena<br />
Como metido en currú,<br />
Con caña y no de bambú<br />
quiere al Patrón festejar<br />
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I<br />
201
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Con una fiesta, ¡LA MAR!<br />
De P P y doble U.<br />
Y dejarse de creer<br />
que esta función es tan boba,<br />
Para no cojer la escoba<br />
Y sus calles bien barrer.<br />
Por esta noche ha de haber<br />
Bastante iluminación,<br />
Para que esta población<br />
Comprenda en lo venidero,<br />
que celebrar con esmero<br />
Debe siempre a su Patrón.<br />
Las niñas que sean madrinas<br />
que alisten sus polizones,<br />
Y las viejas sus mantones<br />
Enaguas y crinolinas.<br />
Y dejarse de pamplinas<br />
que las que son pobrecitas,<br />
Pueden dar sus pesetitas’<br />
Pero en siendo ricas, no;<br />
Porque me figuro yo<br />
que pueden dar sus onzitas.<br />
Todo aquel que sea Padrino<br />
De nuestro Patrón Santiago,<br />
Esta advertencia le hago,<br />
que venga con mucho tino.<br />
Pues, si no trae ni un comino<br />
Para cumplir con su ahijado,<br />
que ande con mucho cuidado<br />
Porque dicen que el Patrón<br />
Como no es muy rascón<br />
Pelará por su encabado.<br />
En fin ei que quiera sabei<br />
Si ei gá hiede de beidá,<br />
hoy lo aguaidan por acá<br />
Juan Eli y Meicadei.<br />
Poique eta taide han de bey<br />
Cuatro mi pollo enterrao,<br />
Saiten y palo ensebao<br />
202
Ramos, banderas, cojete<br />
Y en la esquina un molinete<br />
Pa bei muchacho agoipiao.<br />
Santiago 18 de junio de 1887.<br />
Jatuai con le puela pueta<br />
En los campos de San Juan,<br />
Un pueblo de esta Nación,<br />
habita un rico bribón<br />
El avaro más brigán.<br />
Muy temprano lo verán<br />
que así que su cama deja,<br />
Se encaja una espuela vieja<br />
que en el día no se la quita<br />
Y lo más de mañanita<br />
Coje el burro y lo apareja.<br />
Pero no con intención<br />
De salir a parte alguna,<br />
Pues él por causa ninguna<br />
Sale de su habitación.<br />
El que llega a su mansión<br />
que le preste una peseta,<br />
Le responde esa alma prieta:<br />
“Mi jijo será otro día<br />
Poique boy de propaitía<br />
Jatuai con le puela pueta”.<br />
Toda persona que llega,<br />
A que le preste el jumento,<br />
Fingiendo un gran sentimiento<br />
Del cuello hasta se le pega:<br />
—”El burro no se le niega<br />
Ni tampoco se le preta,<br />
Poique decile me cueta<br />
que mírelo, aparejao,<br />
Y yo en ei casi montao<br />
Jatuai con le puela pueta”.<br />
Le dijo un día una muchacha,<br />
Vecina de por allá.<br />
“Le mandó a decí papá<br />
que si le preta su jacha!”<br />
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I<br />
203
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
“Dímele que toi de macha<br />
En pó de una sigua prieta,<br />
quei diablo de mi carreta<br />
hoy memo se me crebó,<br />
Y dile como ando yo<br />
Jatuai con le puela pueta”.<br />
El que por su mala estrella<br />
Le pide agua a ese maldito<br />
Le contesta “Ay jijito!<br />
Agorita boi por ella.<br />
Poique a mí me jace mella<br />
que en mi rancho uno se meta,<br />
Y que no me comprometa<br />
A epantaile aquí la sé;<br />
Pero en fin uté me vé<br />
Jatuai con le puela pueta”.<br />
Un guajiro con su quimbo<br />
Le dijo al marchante un día:<br />
“Casero, yo no podría,<br />
Prendei aquí mi cachimbo?<br />
Boto a lo niño del limbo!<br />
Contestó el anacoreta;<br />
De fósforo una cajeta<br />
Al pueblo a compraila boy,<br />
No me be ya como toi?<br />
Jatuai con le puela pueta”.<br />
Le dice otro bengo abei<br />
Si me preta un dinerito,<br />
—”Ofrécome a Jesucrito!<br />
Poique no benite ayei?<br />
que yo deseaba tenei<br />
Una entrá así como eta,<br />
Poique siempre ta dipueta<br />
Mi casa pa lo jamigos;<br />
Pero bea lo que le digo:<br />
Jatuai con le puela pueta”.<br />
El pobre que llega allí<br />
A pedir su limosnita,<br />
—Poi la jánima bendita<br />
Peidone eimano que aquí,<br />
hoy no tengo ni un ají<br />
Ni un grano de malagueta,<br />
204
Poique este arranque me aprieta.<br />
Poi no decí me afucila;<br />
Y ademá que boi de jila<br />
“Jatuai con le puela pueta”.<br />
El que allí se le presenta<br />
A que le fíe un marrano,<br />
Al punto exclama el tirano,<br />
“Ay diablo siempre le tienta!<br />
Peisona así tan atenta<br />
Tan jonrá y tan joneta,<br />
que mi familia repeta<br />
Denje bía de mi taita,<br />
Pero aguaita jijo, aguaita,<br />
Jatuai con le puela pueta”.<br />
Cuando pasa un caminante<br />
Y le pide allí posada,<br />
Da en el suelo tina patada<br />
Y exclama: “Miren ei diante!<br />
Y yo que soi tan amante<br />
que la gente aquí se meta,<br />
Beni a la hora deta<br />
Eto probe peligrino,<br />
Cuando ya boi de camino<br />
Jatuai con le puela pueta”.<br />
Pero nada se ha peidío<br />
Cojan ese caminito,<br />
que lo lleva derechito<br />
A casa un compadre mío.<br />
que ahí tarán tan recibío<br />
Con la atención ma joneta,<br />
Poique son jente cumpleta<br />
que lo tratarán muy bien,<br />
Pero utede ya me ben<br />
Jatuai con le puela pueta”.<br />
Así los hechos son tantos<br />
Del avariento terrible,<br />
que todo no es posible,<br />
que los cite en estos cantos.<br />
Ni al mismo Dios ni a sus santos<br />
hace un bien esa alma prieta,<br />
Porque a todo el mundo aprieta,<br />
Ese avaro condenado,<br />
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I<br />
205
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Con su burro aparejado<br />
Y jatuai con le puela pueta”.<br />
Santiago, agosto 9 de 1890.<br />
Di coloni italiani<br />
Italianis prepárate<br />
Con tute le necesari,<br />
que di Patroni acercari,<br />
Con di muchi celerate.<br />
E il falere celebrate<br />
Con tuta la pompanata,<br />
Facienda di candalata,<br />
E ponienda banderete<br />
Di ramoni e farolete<br />
E di cosi delicata.<br />
Como tuti santiagueri<br />
A di colone apreciata,<br />
Pur le vende dimaciata<br />
A lo gento sin dineri.<br />
Le populi tute esperi<br />
Di la frateli colone,<br />
Festejate di Patrone<br />
Con demasiata esplendori,<br />
Lanzanta muchi di flori<br />
E alegrari muchi bone.<br />
Di pública ya sabeli<br />
qui colone aquí morata,<br />
Arqui triunfe preparata<br />
Cosa richi e mucho beli.<br />
Pur la festa di frateli<br />
Di Jacobis la Mayori<br />
Pur qui tute le sinori<br />
Dominicane mirate,<br />
que italiani festejate<br />
Di Patrone con honori.<br />
Di Angelo Pelerani<br />
E di Alejandre Eschufino,<br />
E di Pascuali Marino<br />
Tute di bone italiani.<br />
Di Genari Cantesani<br />
Panchi Blois frateli bone,<br />
206
E tute son di persone<br />
qui populi santiagueri<br />
Esperata con placeri,<br />
Fetejate di Patrone.<br />
Di Pelerani Lorensa<br />
Di Joveneta apreciata,<br />
A di festa preparata,<br />
Con di placeri comenza.<br />
Di bone Luis Paonensa<br />
E Forestieri frateli,<br />
quisep e di bone Feli,<br />
Tuti con gusta sapresta<br />
A solemnare di festa<br />
Di Jacobis santis beli.<br />
Frateli Blas e Gusé,<br />
Nicoleta Marchantori,<br />
E di Ganlote sinori<br />
Tuta an festa ajustaré<br />
E la di Varna José<br />
Facerán di zaragata,<br />
E a la festa celebrata<br />
Di santiagueri Patrone,<br />
Ponienda la pabilone<br />
E gastanda muchi plata.<br />
Di frateli Sabatini<br />
E la Guisep Eschufino,<br />
Como di Rocco Turquino<br />
Tuti di bone italiani.<br />
E Franchisca Pelerani,<br />
Tuta ella son dipuesta<br />
A solemnare di festa<br />
Con mia caro santiaguere<br />
que a di colone le quere<br />
Pur tuti di gento honesta.<br />
E di Pilade ingeniere<br />
Giometra profesori,<br />
E di bone agricultori<br />
Anunciate a tute quere.<br />
qui pur la festa tenere<br />
Muche pape, lechugueta,<br />
Carolete rabaneta,<br />
Por la di bona manllata,<br />
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I<br />
207
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
E hacer di la zalata<br />
E celebrate di festa.<br />
Pedra Estéfani avisata,<br />
qui vandete santis belis,<br />
que facen miracle an celis<br />
E tan di bone abogata.<br />
E también ella anunciata,<br />
qui tiena para vendé<br />
La Patriarca Sen Gusé,<br />
E Santiague rife Mayoré,<br />
que pur tante rife agore<br />
Tuta la facienda a pié. 5<br />
Suplico al lector amado,<br />
Me disimule un poquito<br />
Si al lenguaje más bonito<br />
El más dulce y delicado<br />
En algo lo he maltratado;<br />
Pero sabrás que este idioma<br />
Desde que salí de Roma<br />
No lo he cursado jamás,<br />
Por eso dispensarás<br />
Si le falta alguna coma.<br />
Santiago, julio 20 de 1891.<br />
Refrán campesino<br />
Lo viejo van pa la maya<br />
Señores, la ancianidad<br />
Parece que se lamenta,<br />
Por tenerla de su cuenta<br />
La graceja mocedad.<br />
Pues tanto en esta ciudad<br />
Y en los campos la canalla,<br />
Muy divertida se halla<br />
Con un refrán campesino,<br />
que dice que de camino<br />
Lo viejo van pa la maya.<br />
Este insípido refrán,<br />
que celebran los gracejos<br />
5 Y hace muy bien, pues si lo hace a caballo como debía de ser, al momento le rifan el jaco,<br />
porque ya las rifas de caballos tienen al público soliviantado de atrás. Siga el amigo Pedro<br />
haciendo los Patrones Santiago a pié, para que vayan los rifadores de bestias a freír buñuelos.<br />
208
Debe ser porque los viejos<br />
Con un pié en el hoyo están.<br />
Pero ahí también gotearán<br />
Los mozos como papalla<br />
Pues el joven de más talla<br />
Entrando en mayor edad,<br />
Le dirá otra mocedad<br />
Lo viejo van pa la maya.<br />
El joven que esté más sano<br />
Y de vida más gozando,<br />
que un viejo que esté chochando<br />
Tal vez se va más temprano.<br />
Y queda siempre el anciano<br />
Picando en la misma raya,<br />
Pues de sabido se calla<br />
que con toda exactitud,<br />
Con la bella juventud<br />
Lo viejo van pa la maya.<br />
hay viejos que están Chispeando<br />
Por tan simple bobería,<br />
Cuando es una tontería<br />
La charla que están usando.<br />
Otros están alegando<br />
que están en su guardaraya,<br />
Y con enreos de alilaya,<br />
Dicen los viejos toditos,<br />
que con todo esos mocitos<br />
Lo viejo van pa la maya.<br />
Esos que suelen decir<br />
que los viejos ya se van,<br />
Tal vez se figurarán<br />
que ellos también no han de ir.<br />
Y no querrán convenir<br />
que en el mundo todo falla.<br />
Y el que anda y no se avalla<br />
Con tal que su ruta siga,<br />
Atrás vendrá quien le diga<br />
Lo viejo van pa la maya.<br />
Contraorden dizque vino<br />
De lugares muy lejanos,<br />
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I<br />
209
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Prohibiendo a los ancianos<br />
De no tomar el camino.<br />
Pero el superior destino,<br />
que es el jefe de la valla,<br />
Dice que hasta la escurralla<br />
Deberán marchar los mozos<br />
Pues con todo esos graciosos<br />
Lo viejo van pa la maya.<br />
hay muchos viejos que están<br />
Por no emprender ese viaje,<br />
Y les da hasta coraje<br />
Cuando les dicen que van.<br />
El viejo que es haragán,<br />
que dondequiera se encalla,<br />
Así dice: ¡caracaya!<br />
Los mozos tienen razón<br />
Con su capa y su bordón<br />
Lo viejo van pa la maya.<br />
Donde hay vieja con joroba<br />
Ese viaje no se mienta,<br />
Porque tanto se violenta<br />
que ataca como una loba.<br />
Y no falta vieja boba<br />
que dice que no se calla<br />
Y que a cualquiera le estralla<br />
De mear la jigüerita,<br />
Al que le diga: Mamita,<br />
Lo viejo van pa la maya.<br />
El viejo Taita José<br />
Parece que va de jila,<br />
Pues no se apea la mochila<br />
Aunque así durmiendo esté.<br />
Y dice que marcha a pié,<br />
Con su báculo de yaya<br />
Y dondequiera que vaya<br />
Cantará siempre en la cueida:<br />
“Lo mozo van pa la mieida!”<br />
Lo viejo van pa la maya.<br />
Y el viejo siñó Ramón<br />
Se encuentra muy pensativo<br />
210
Y lo mismo Juan Olivo<br />
Con esta disposición.<br />
Y ambos dicen que son<br />
Dizque harina de otra laya<br />
Y que entrarán en batalla<br />
Cada uno con su espiga<br />
Con cualquiera que le diga:<br />
Lo viejo van pa la maya.<br />
Y a muchísimas ancianas<br />
Ya no les van ni gustando<br />
que las estén jeringando<br />
Con estas santas jaranas.<br />
Y aunque ya pintando en canas<br />
Mi cabeza hoy se halla,<br />
Por cosa así tan caballa<br />
A mí se me da tres pitos<br />
que a mí me digan: Viejito,<br />
Lo viejo van pa la maya.<br />
Pues ya lo dice el destino<br />
que nadie se deje imbuir,<br />
Porque todos deben ir<br />
Por ese mismo camino.<br />
Y si el refrán campesino<br />
Tiene a los viejos a raya,<br />
A ensuciarse en la canalla<br />
Los viejos listos están,<br />
Y en el que inventó el refrán<br />
Lo viejo van pa la maya.<br />
Un viejo.<br />
Santiago, septiembre 15 de 1891.<br />
Tributo del cantor popular del Yaque<br />
al Gran Cristóbal Colón<br />
hasta un cantor popular<br />
De escasa imaginación,<br />
Su ofrenda al noble Colón<br />
Viene aquí a depositar.<br />
Pues hoy le viene a cantar<br />
Este cantor infecundo,<br />
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I<br />
211
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A ese sabio tan profundo;<br />
que primero imaginó,<br />
Encontrar como encontró<br />
Las puertas del Nuevo Mundo.<br />
Después de surgir el Cristo<br />
No ha nacido otro varón,<br />
Grandioso como Colón<br />
Pues otro así no se ha visto.<br />
Y en mi pensamiento insisto<br />
Porque en derecho me fundo<br />
que Colón es el segundo<br />
Del que sucumbió en la cruz,<br />
Porque él abrió con su luz<br />
Las puertas del Nuevo Mundo.<br />
Ni aquellos grandes de Oriente<br />
Guerreros conquistadores,<br />
No merecen los honores<br />
Del navegante eminente.<br />
De aquel sabio prepotente,<br />
De aquel genio sin segundo,<br />
que con acento profundo<br />
Le dijo a los océanos,<br />
Yo voy a abrir con mis manos<br />
Las puertas del Nuevo Mundo.<br />
Y aseguro que Moisés<br />
Y el gran sabio Salomón,<br />
No igualaron a Colón<br />
A ese Ilustre Genovés.<br />
Y desatino no es<br />
Esta frase que difundo,<br />
Porque el Moisés profundo,<br />
Y Salomón, ignoraban,<br />
que al occidente se hallaban<br />
Las puertas del Nuevo Mundo.<br />
Ni Alejandro aquel varón<br />
El Grande según la historia,<br />
No ha merecido la gloria<br />
Del Gran Cristóbal Colón.<br />
Y al primer Napoleón<br />
Conquistador sitibundo,<br />
212
Con los demás lo confundo,<br />
Como enanos en resumen,<br />
Para el que abrió con su numen<br />
Las puertas del Nuevo Mundo.<br />
Así pues, Patria adorada,<br />
Cíñete hoy la aureola,<br />
Porque tú eres la Española<br />
De Colón la idolatrada.<br />
El título de Primada<br />
Te dio el sabio más fecundo,<br />
Y yo con amor profundo<br />
Le dedico este cantar,<br />
Al que abrió de par en par<br />
Las puertas del Nuevo Mundo.<br />
Santiago, l0 de octubre de 1892.<br />
A los habitantes de Juana Núñez<br />
Señores, por el presente<br />
Se ve que en esta región,<br />
Aumenta la población<br />
De manera sorprendente.<br />
Y una Iglesia más decente<br />
Espaciosa y más bonita,<br />
Juana Núñez necesita<br />
Para que honre lo mejor,<br />
A Dios, nuestro Redentor,<br />
Y a este pueblo progresista.<br />
Y además ya causa pena<br />
Que un lugar que bien florece,<br />
Y que tanto se enaltece<br />
No tenga una Iglesia buena.<br />
De tristeza mucho llena<br />
que tan bonito poblado,<br />
No tenga un templo adecuado<br />
A su bella posición,<br />
Mas siendo una población<br />
que bastante ha progresado.<br />
Y al tener preponderancia<br />
Este pueblo en el Cibao,<br />
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I<br />
213
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Por su café y cacao<br />
que cosecha en abundancia,<br />
De alguna más importancia<br />
Iglesia debe tener;<br />
Y por eso es menester<br />
que la que hay en construcción,<br />
Se vea ya su conclusión,<br />
Sin más tiempo qué perder.<br />
Ya debe todo habitante<br />
De este pueblo religioso,<br />
Cooperar lo más gustoso<br />
A este bien tan importante.<br />
Y una limosna constante,<br />
que no le nieguen al cura,<br />
que tanto, tanto se apura<br />
Por esta Iglesia acabar,<br />
Y darle honra al lugar,<br />
Importancia y hermosura.<br />
Si a Dios con tanta frecuencia<br />
Le pedimos sin cesar,<br />
Y él nos suele siempre dar<br />
Cada día la subsistencia.<br />
Y con toda su clemencia<br />
Y su bondad infinita,<br />
Todo se lo facilita<br />
Al que lo adora y aprecia,<br />
¿Por qué negarle a su Iglesia<br />
Una chica limosnita?<br />
Nadie diga que yo di<br />
Y por eso no doy más,<br />
Porque siempre para atrás,<br />
ha de ir quien diga así.<br />
Para Dios digan que sí<br />
Cuando les suelen pedir,<br />
Porque deben advertir,<br />
que en esta vida tremenda,<br />
Dueño de vida y hacienda<br />
Dios lo es, no hay que decir.<br />
Con que vamos feligreses<br />
De esta noble población,<br />
214
Concluir esta mansión<br />
Donde hacemos nuestras preces,<br />
Y así os pidan cien veces<br />
Nadie se debe negar,<br />
Porque ese Dios del altar,<br />
Por mucho agradecimiento,<br />
Devuelve, sin duda, ciento<br />
Al que uno le suele dar.<br />
Y también que por honor<br />
O ya sea por dignidad,<br />
Deba esta localidad<br />
Tener un Templo mejor.<br />
El que tiene, causa horror,<br />
Porque es un rancho apurado,<br />
Con un foco soberado,<br />
que dizque se llama coro!<br />
¿Y no es acaso un desdoro,<br />
Para tan bello poblado?<br />
Por Dios, no más irrisión!<br />
Y no se hagan esperar,<br />
Porque eso es profanar<br />
Nuestra Santa Religión.<br />
quemen ya ese ranchón<br />
que dizque se llama Iglesia.<br />
que el pueblo que a Dios aprecia<br />
No lo sopla en una choza;<br />
Pues no indica otra cosa<br />
Sino que a Dios se desprecia.<br />
Con que a la carga, señores,<br />
Y apurar esos trabajos,<br />
Antes que Dios cuatro ajos,<br />
Les eche con mil amores.<br />
Este pueblo está de flores<br />
Con su excesivo adelanto,<br />
Y ese Dios que tanto y tanto!<br />
Por siempre lo ha bendecido,<br />
Ya quiere ver concluido<br />
Su Templo Divino y Santo.<br />
Santiago, diciembre 20 de 1893.<br />
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I<br />
215
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Eso e paja pa la gaiza<br />
A mi compae Tomasico Cocco<br />
como hombre de mucho aquei en ete idoma guajiro.<br />
Si señoi!<br />
En lo campo é jei lugai<br />
que preducen ma rifrane<br />
Y en donde ma chailatane<br />
Se juntan pa jaraniai.<br />
Agora pa deplicai<br />
que una cosa no reaisa,<br />
Y que la tienen poi faisa<br />
Poique en nada se ebalora,<br />
Así é que dicen agora:<br />
“Eso é paja pa la gaisa”.<br />
Dicen que mucho mosito<br />
Farolerio y pisaflore,<br />
Tienen su jangá de amore<br />
Sin tenei un mediesito.<br />
que de cuenta de bonito<br />
Tienen la jembra poi baisa,<br />
Y que toa esa compaisa<br />
Manque se quieran casai,<br />
Como no tienen un riai<br />
“Eso é paja pa la gaisa”.<br />
Otro le jacen figura<br />
A toitica la muchacha,<br />
Y la probe que se agacha<br />
Se mete en mile amaigura.<br />
La que cré que ta sigura<br />
Poique su novio la ensaisa,<br />
La detingue y la reaisa<br />
Y le ofrece casamiento,<br />
Totitico eso jaigumento<br />
“Eso é paja pa la gaisa”.<br />
La muchacha que figura<br />
Le jase a tó lo mosito,<br />
Y poi cuaiquiei cariñito<br />
Enseña la dentidura,<br />
No tiene hora sigura<br />
De gotiai pronto en la naisa,<br />
Pue toa la que se refaisa<br />
Poi coquetiai con afán,<br />
216
En cuaiquiera boyobán<br />
“Eso é paja pa la gaisa”.<br />
La vieja que tiene cana<br />
Si se tiñe o se la rapa,<br />
Por una niña muy guapa<br />
De pasai tendrá la gana.<br />
La vieja que se engalana<br />
Y ei moño mucho se aisa,<br />
O ei sombrero se le caisa<br />
Con pluma y jangá de flore,<br />
Cuaiquiera que la enamore<br />
“Eso é paja pa la gaisa”.<br />
Ei viejo que se casó<br />
Con una muchacha jobe,<br />
Todo le dicen: “ei probe<br />
Ei diablo se lo llevó”.<br />
Otro dicen: lo cojió<br />
San Coinelio en su tenaisa!<br />
Pue jei viejo que se engaisa<br />
Con pollita, ¡ai que bobo!<br />
Como é caine pa lo bobo<br />
“Eso é paja pa la gaisa”.<br />
Ei que tiene buena plata<br />
Y buen gusto no se dá,<br />
Taibé se figurará<br />
quei diablo nunca lo mata.<br />
Pue si de comei no trata<br />
Manjare fino poi baisa,<br />
Ni se bite ni se caisa<br />
Con ropa buena y bonita,<br />
Esa riquesa maidita<br />
“Eso é paja pa la gaisa”.<br />
Todo ei que tiene con qué<br />
Y no tiene un buen hogai,<br />
Ameblao y con ajuai<br />
Pa que buen tono se dé,<br />
Cuando venga Lucifé,<br />
Y de diablo una compaisa,<br />
Y le digan aisa, aisa!<br />
Rico sucio y pijotero,<br />
Le dirán lo jeredero<br />
“Eso é paja pa la gaisa”.<br />
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I<br />
217
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Eso abariento señore<br />
que biben así tan charro,<br />
Sin fumai un buen sigarro<br />
Ni toman bueno licore,<br />
Ni saben lo qué jamore<br />
Ni tienen hembra poi baisa<br />
Como si tomaran saisa<br />
Biben en continua dieta,<br />
Y en dándole una churreta,<br />
“Eso é paja pa la gaisa”.<br />
Ej jijo de un degraciao<br />
De la jecuela en aiguna,<br />
No aprende cencia ninguna<br />
Si no é a jacei mandao.<br />
Poique hai maetro maibao<br />
que ai niño rico lo ensaisa,<br />
Lo acaricia y lo reaisa<br />
Y se empeña en educalo,<br />
Y ai que no lleba regalo<br />
“Eso é paja pa la gaisa”.<br />
Agora lo cosechero<br />
Dique tan ya preparao,<br />
Pa trei dique enmanillao<br />
Su tabaco a lo tiendero.<br />
Eso é bueno y placentero<br />
Pa daile a su fruto aisa,<br />
Y to el que lo enrelaisa<br />
Con mácula como diante,<br />
Le dirán lo comeiciante:<br />
“Eso é paja pa la gaisa”.<br />
Pero sepa el comeiciante<br />
que si el cambio de monea<br />
Lo caicula con su idea<br />
Pa bendele a lo maichante,<br />
E juto que al habitante<br />
Le ponga su fruto en aisa,<br />
Y no le soplen poi baisa<br />
Poi un peso ei mejicano<br />
Pue le dirá ei campusano<br />
“Eso é paja pa la gaisa”.<br />
Señore, con su peimisio<br />
Ya se ba ete payasito<br />
218
Y dispensen lo poquito,<br />
Que le dice en ete oficio;<br />
quedando siempre ai seibicio<br />
De la gente que no é faisa<br />
Y de toa la democraisa<br />
Como seibidoi antento;<br />
Y ei que no quede contento<br />
“Eso é paja pa la gaisa”.<br />
Santiago, febrero 4 de 1894.<br />
La jambre<br />
Si Dios no mete su mano<br />
El hambre nos sacrifica,<br />
El pobre tira su anzuelo<br />
Pero el peje no le pica.<br />
Señores, ya no es posible<br />
que un pobre pueda vivir<br />
Sin comer y sin vestir,<br />
Porque eso es imposible.<br />
En un tiempo tan terrible,<br />
Tan cruel y tan inhumano,<br />
No hay pobre con pecho sano<br />
Ni que tenga buena sangre,<br />
Porque se muere de jambre<br />
Si Dios no mete su mano.<br />
La comida está abundante,<br />
De todo hay un buen surtido,<br />
Pero el precio es tan subido<br />
que no hay pobre que lo aguante.<br />
El grito se oye constante<br />
De la gente que no es rica,<br />
Y al ver como no se achica<br />
Tan terrible situación;<br />
Merecemos compasión;<br />
El hambre nos sacrifica.<br />
¿qué hace un pobre con mirar<br />
La carne en la tasajera,<br />
Si hoy no encuentra la manera<br />
Para poderla comprar?<br />
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I<br />
219
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
El que suele trabajar<br />
Se afana con mucho anhelo,<br />
Pero como tiene pelo<br />
La pájara macuquina,<br />
Para cojer gambusina<br />
El pobre tira su anzuelo.<br />
hoy me quejo con razón<br />
Aunque al diablo no le cuadre,<br />
Pues soy de familia un padre<br />
Sin amparo y protección.<br />
Mi única profesión<br />
Son las décimas de sica,<br />
Y si el canto se me achica<br />
Diré de todo por sobre;<br />
que hoy sale a pescar el pobre<br />
Pero el peje no le pica.<br />
Santiago, junio 18 de 1894.<br />
¡Aguanta Pepe! y van cinco<br />
Al General Pedro Pepín,<br />
Gobernador Civil y Militar de la Provincia de Santiago.<br />
Vuelvo al palo, compañeros,<br />
Sin andar titubeando,<br />
Pues debo seguir cantando<br />
hasta el veintiuno de Enero.<br />
que aunque humilde cancionero<br />
De nuestro Yaque imperial,<br />
que cante es muy natural,<br />
hasta verla colocada,<br />
Bendecida y consagrada<br />
Nuestra Iglesia principal.<br />
Así, pues, animación<br />
Y atraquemos santiagueses,<br />
Sin que nadie en pequeñeces<br />
Se fije en esta ocasión.<br />
Candela siempre al cañón<br />
Y adelante, compañeros,<br />
que los hijos verdaderos<br />
Del Yaque en este lugar,<br />
No saben lo que es llorar<br />
Pues todos son candeleros.<br />
220
Lo que es Rosendo Negrete<br />
Ofrece que los hoyeros<br />
Con él, serán los primeros<br />
que estarán de rechupete.<br />
Y también se compromete<br />
El José Antonio Espinal,<br />
En todo ese litoral<br />
Con el Tavares Pedrito,<br />
Y el buen Figueroa Toñito<br />
A empeñarse cada cual.<br />
El Juan Isidro Pichardo<br />
Poco se le ve la cara,<br />
Pero en ésta Baltasara<br />
Lo echa afuera sin retardo.<br />
De los tuertos el Eduardo<br />
Es un hombre caballero,<br />
Y como es tan buen boyero<br />
Lo veremos de paquete,<br />
Pero, si en currú se mete…<br />
Alborota al mundo entero!…<br />
De los Martínez, Daniel<br />
Con sus dos hijos, Mayía<br />
Y el Juanico, en ese día<br />
Los veremos en tropel.<br />
Y si no hacen buen papel<br />
En esta fiesta, verán<br />
que Espinal el Capitán,<br />
Como Jefe del recinto,<br />
Con el Reinoso Jacinto<br />
A Los Guandules irán.<br />
Porque sea Ramón Valbuena<br />
Abuelo de la paciencia,<br />
Él entrará en competencia<br />
En esta fiesta tan buena.<br />
Y echando pestes sin pena<br />
A Papá Franco verán,<br />
Y con el machete, plan<br />
Le echará a todo hoyero<br />
que se muestre cicatero,<br />
Desidioso y haragán.<br />
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I<br />
221
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
De los Abreu, el Simón<br />
Como tiene tenería,<br />
Vende zuela en demasía<br />
Para esta diversión.<br />
Y ese que llaman Mon<br />
Ortega, que es carnicero,<br />
Con su peso muy ligero<br />
En estos días andará<br />
Porque en la hoya tendrá<br />
que gastar mucho dinero.<br />
Como Martínez Ramón<br />
Ya no es carne ni pescado,<br />
Papá Franco lo ha dejado<br />
De reserva en el cantón.<br />
—Compé Dimoné, pardón!<br />
Como uté no tá pañol<br />
Ma parlé ú nan creol,<br />
Nan Iang de Musié Tusén,<br />
Le guap yéneral haicién<br />
Can Frans li murí nan yo!<br />
E bien, compé Dimoné,<br />
Il fó ú meté nan fieto<br />
E tirá mucho cojeto<br />
Pur iglesio de Bonyé.<br />
A papá! si ú pa rantré<br />
A presant nan gran currú,<br />
Sigur Bonyé puní ú;<br />
E pur es yo aconsejá,<br />
Con buene gelle cantá:<br />
Cucurucú! cucurucú!…<br />
Y a esa colonia china<br />
que en esa rehoya habita,<br />
Le dedico una coplita<br />
En esta fiesta divina.<br />
Lo que es la lengua canina<br />
De esa gente, poco entiendo,<br />
Pero como algo comprendo<br />
En su mismito lenguaje,<br />
Voy a mandarles un viaje.<br />
Para irlos previniendo.<br />
222
Milen, chino, polta bien<br />
Agota en eto feleta,<br />
que tolito chino cueta<br />
Meté an culú también.<br />
E lo can culú no ten<br />
Se bloman, como palece,<br />
Po que a tolito le oflece<br />
Aquí Pelico Pepín,<br />
Mándalo tolo a Pekín<br />
A peliá con Ciponese. 6<br />
El Juan Pablo Coronado<br />
Le dijo a Rodríguez Lolo,<br />
que ya tiene un protocolo<br />
De cantos que él ha sacado.<br />
Y solo aguarda un recado<br />
Del viejo Siñó Tomás,<br />
Para cantar a compás,<br />
El Rosario de María,<br />
Pues suelto en esta alegría<br />
Debe de andar Satanás.<br />
Sí, señor, que no hay tu tía!<br />
Lo dice el viejo Tomás,<br />
De que suelto Barrabás<br />
Andará en esta alegría.<br />
Y al Rosario de María<br />
Le puede quitar el paso,<br />
Y sin ningún embarazo<br />
Echarles tres caracoles,<br />
Y con los mismos faroles<br />
Acabarlo a farolazo.<br />
¡AqUÍ VA LA RABIzA!<br />
Al que tenga Nochebuena<br />
Yo le vengo a suplicar<br />
que no deje de invitar,<br />
Aunque sea para la cena,<br />
A este cantor popular.<br />
Santiago, diciembre 24 de 1894.<br />
6 Japoneses.<br />
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I<br />
223
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Al Sr. Don Edward Hall<br />
Director principal de los trabajos del Ferrocarril Central<br />
de Puerto Plata a Santiago y Moca.<br />
En decir hoy me apresuro<br />
Y con alegría no poca,<br />
que pronto Santiago y Moca<br />
No tendrán ya más apuro.<br />
Porque ya si es seguro<br />
Sacudir la suerte ingrata;<br />
Pues de serio se trata<br />
Y el empeño es muy formal,<br />
que el ferrocarril Central<br />
Nos una con Puerto Plata.<br />
Sabemos que ya llegó<br />
Una grande embarcación 7<br />
Con rieles, y una porción<br />
De otras cosas que aportó.<br />
Y en el vapor Saginó<br />
que ha llegado últimamente,<br />
ha traído mucha gente<br />
Y materiales la mar!<br />
Para a la carga activar<br />
Los trabajos prontamente.<br />
De Nueva York ha venido<br />
Un cablegrama que avisa,<br />
A don Tomás Pastoriza<br />
que todo está convenido. 8<br />
Contrato firmado ha sido<br />
Con dificultad muy poca,<br />
Para llevar hasta Moca<br />
El Ferrocarril Central,<br />
que todos en general<br />
Pedimos a raja boca.<br />
De esta línea el director,<br />
Nos dan por noticia grata,<br />
7 La barca “Lelia Smith” trajo a Puerto Plata 450 toneladas de rieles, cemento romano, herramientas, etc., etc.,<br />
y el “Sagomaw”, que llegó últimamente una porción de empleados y materiales.<br />
8 Cablegrama de Nueva York: “Tomás Pastoriza.- Santiago.- Sto. Domingo.- Firmado contrato Whalens<br />
Ferrocarril Santiago.- Moca. WELLS”.<br />
224
que regresó a Puerto Plata<br />
Viniendo del exterior.<br />
Mister hall, este señor<br />
Fue a buscar expresamente<br />
De Bajabonico al puente,<br />
que aguardan sin dilación,<br />
para su colocación<br />
hacer inmediatamente.<br />
Trescientos hombres están<br />
Como es notorio ya,<br />
De Bajabonico acá,<br />
Trabajando con afán.<br />
Y otros tantos se verán<br />
Sin la menor dilación<br />
Por Guanábano, Limón,<br />
Las Lavas y Palmarejo,<br />
La Ciénega y Pueblo Viejo,<br />
Cerca de esta población.<br />
Y también de esta ciudad<br />
Principiarán prontamente<br />
Los trabajos igualmente<br />
Con bastante actividad.<br />
Y al ver con la seriedad<br />
que hoy los trabajos van,<br />
Los Santos Tomás están<br />
Creyendo ya con certeza,<br />
Pero por delicadeza<br />
Por vencidos no se dan.<br />
Y en dudar tenían razón<br />
Muchas gentes maliciosas,<br />
Pues se han visto tantas cosas<br />
En esta infeliz nación…<br />
que ha dado, pues, la ocasión<br />
Para no creer la gente<br />
En nada absolutamente;<br />
Y como que vive esquiva<br />
Siempre cree que es lavatica 9<br />
Lo que le es más conveniente.<br />
9 Algunos dicen mechero.<br />
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I<br />
225
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Los terraplenes se hallan<br />
De Pérez por esos llanos,<br />
Donde cuatrocientas manos<br />
Abriendo trochas batallan.<br />
Y los que duden que vayan<br />
A ver por esos lugares,<br />
que volverán a sus lares<br />
Pidiendo miles albricias,<br />
Y afirmando las noticias<br />
que anuncio en estos cantares.<br />
En esta obra tamaña<br />
Por la primera ocasión,<br />
Se verá en nuestra nación<br />
Perforar una montaña<br />
Para cruzar por la entraña<br />
De la muy nombrada Sierra,<br />
El coloso que destierra<br />
El atraso y malestar<br />
Y que hace progresar<br />
A la más inculta tierra.<br />
Conque, no hay más que hablar<br />
Sino abrirle más la puerta<br />
Al que a carrera abierta<br />
Nos viene pronto a salvar.<br />
Dios nunca suele olvidar<br />
A nada de lo que cría,<br />
Y con esta férrea vía<br />
que pertenece al Gobierno,<br />
Ya querrá el Padre Eterno<br />
Sacarnos de esta agonía.<br />
Los que más habían dudado<br />
Ya no creen que es cosa vaga,<br />
Porque muchos a la llaga<br />
Con el dedo le han tocado.<br />
Y el material que ha llegado<br />
Ahora últimamente,<br />
Al ver todo eso la gente<br />
Cada cual viene diciendo:<br />
“Compae, ya si no hay remiendo<br />
La cosa viene caliente!”<br />
226
El Ministro de Fomento,<br />
“que ya cantará aleluya<br />
De salirse con la suya,<br />
Se le aproxima el momento.<br />
Y no le dirán que es cuento<br />
Los que aquí le discutían<br />
Y en amistad le decían<br />
Al oído y en voz baja:<br />
“Corderito, eso es paja<br />
Pa la gaisa”, y se reían.<br />
Santiago, mayo 25 de 1894.<br />
Inauguración del Ferrocarril<br />
que toca en San Francisco de Macorís.<br />
El que suscribe, tiene la honra de dedicar este humilde trabajo<br />
al Ilustre Ayuntamiento de Macorís del Norte, y a los dignos empresarios<br />
de esta vía férrea, que son los señores: Don Ulises Heureaux,<br />
Don Teófilo Cordero y Bidó, Don Zoilo García, Don Uladislao Fernández,<br />
Don Juan Antonio Lora, Don Manuel M. Castillo, Presidente de la Directiva,<br />
Don Genaro Pérez, Vicepresidente, Don Thomas Me Lelland, Tesorero,<br />
Don José A. Puente y Don José E. López, Vocales.<br />
Con gusto hacemos saber,<br />
Por medio de este resorte,<br />
que ya Macorís del Norte<br />
Experimenta el placer<br />
De un Ferrocarril tener<br />
que toca en dicho lugar<br />
Y que lo ha de inaugurar<br />
Del modo más conveniente,<br />
El dieciséis del corriente<br />
Sin nada que desear.<br />
De la Capital vendrá<br />
El Gefe de la Nación,<br />
Y de gente una porción<br />
que al Gefe acompañará:<br />
De Sánchez, de Samaná,<br />
Vega, Moca, Puerto Plata,<br />
Y hasta de Santiago trata<br />
Gran gentío allí pasar,<br />
Para con gusto gozar<br />
De una fiesta así tan grata.<br />
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I<br />
227
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Del Cotuí saldrán en bando<br />
Los que a esta fiesta bendrán,<br />
Porque allí no quedarán<br />
Ni siquiera los mamando.<br />
No hay más que irse afilando,<br />
Toda esta población,<br />
Y empeñar hasta el copón;<br />
Pues de no, se compromete<br />
Si Macorís no se mete<br />
De lleno en esta ocasión.<br />
Lo que es ya se ve afanar<br />
La entusiasta y veterana<br />
Juventud macorisana<br />
Por la honra del lugar.<br />
Y aunque suele tropezar<br />
Con varios inconvenientes<br />
que presentan los agentes<br />
Del atraso y retroceso,<br />
Ni un pelo le quita eso<br />
A esos jóvenes fervientes.<br />
El pueblo macorisano<br />
hará un esfuerzo inaudito,<br />
Por presentarse bonito,<br />
Alegre y lo más galano.<br />
Este pueblo es veterano<br />
Y no le falta decencia,<br />
Y aunque hoy la impertinencia<br />
De la crisis lo acribilla,<br />
Macorís no se mancilla<br />
Por falta de diligencia.<br />
Pues todos aquí saldrán<br />
Al monte con sus mochitos.<br />
En busca de arbolitos.<br />
que en sus puertas plantarán.<br />
Y en las calles se verán<br />
Miles de miles banderas,<br />
Y una infinidad de hogueras<br />
No dejarán de arreglar<br />
Para el público pasear<br />
En noches tan placenteras.<br />
228
Todo el mundo así lo hará,<br />
Con placer engalanar<br />
El frente de cada hogar<br />
Como convenido está.<br />
Ninguno se negará<br />
A este buen procedimiento<br />
que del buen comportamiento<br />
De todos en general,<br />
quedará este festival<br />
Con el mayor lucimiento.<br />
Y es preciso convenir<br />
que al pueblo macorisano<br />
El Santo Dios Soberano<br />
Se ha dignado bendecir.<br />
Pues lo que va a recibir<br />
Esta agrícola región<br />
Con esa inauguración<br />
Del ferrocarril ramal,<br />
Es de Dios la celestial<br />
Y muy santa bendición.<br />
Así diremos por tanto<br />
que es preciso celebrar<br />
Ese bien tan singular<br />
que baja del cielo santo,<br />
Conduciendo el adelanto<br />
Y el gran progreso que encierra,<br />
Así es que a muerte guerra<br />
Ninguno le debe hacer,<br />
Al que viene a engrandecer<br />
Esta bendecida tierra.<br />
Macorís sabrá apreciar<br />
Y agradecer igualmente,<br />
El bien que el Omnipotente<br />
Le acaba de prodigar.<br />
Y lo mismo debe estar<br />
Este pueblo agradecido<br />
De aquellos que le han traído<br />
Con su propio capital<br />
El ferrocarril ramal<br />
que hoy se ve ya concluido.<br />
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I<br />
229
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Por muchísimas razones<br />
Deberían los campesinos<br />
De estas comarcas vecinos<br />
Contribuir a estas funciones<br />
Porque ellos sus producciones<br />
Mucho mejor venderán<br />
Y el lienzo conseguirán<br />
Con alguna más rebaja,<br />
Y de todo más ventaja<br />
Los del campo sacarán.<br />
El pueblo macorisano<br />
No debe fijarse en costo<br />
Para el dieciséis de agosto<br />
Mostrarse lo más galano.<br />
No hay más que echarle mano<br />
A todo lo que se pueda,<br />
Porque ya si no le queda<br />
Recurso ni apelación;<br />
Sino candela al fogón,<br />
Suceda lo que suceda!<br />
Santiago, agosto 8 de 1895.<br />
El arranque o “mañana te pagaré”<br />
Este arranque cada día<br />
No se puede soportar,<br />
Invoquemos a María<br />
Para poder escapar.<br />
Sólo se oye el clamoreo<br />
Del arranque por doquiera,<br />
Y en moda la fajadera<br />
Es todo cuanto yo veo.<br />
Los gallos es el recreo<br />
que en este pueblo se ve<br />
Pero a mí me han dicho que<br />
Es juego de apunte y raya,<br />
Pues solo se oye en la vaya:<br />
“Mañana te pagaré”.<br />
Al músico santiaguero.<br />
No le da su profesión<br />
Pues ya no hay más diversión<br />
230
Por la escasez del dinero;<br />
No trabaja el jornalero<br />
Porque ya no encuentra qué<br />
Y el que trabajo le dé<br />
Le dirá al terminar:<br />
No tengo con qué pagar<br />
“Mañana te pagaré”.<br />
Viene al pueblo el habitante<br />
Con sus frutos a vender.<br />
Y costoso le es cojer<br />
El pago en plata sonante.<br />
Y si dice a un comerciante<br />
que algún crédito le dé,<br />
Si es hombre de buena fe<br />
(que el serlo es una rareza),<br />
Dirá con toda certeza:<br />
“Mañana te pagaré”.<br />
El artesano se afana<br />
Y trabaja sin cesar,<br />
Pero al tiempo de cobrar<br />
Le dicen: “Vuelva mañana”.<br />
El tendero hoy no gana<br />
Ni para tomar café,<br />
Y así a menudo se ve<br />
que le dicen al recuero:<br />
“Por ahora no hay dinero”,<br />
“Mañana te pagaré”.<br />
Los médicos por ahora<br />
Aunque algo tienen qué hacer<br />
También tienen que cojer<br />
Su dinero con demora:<br />
Esta crisis nos devora<br />
Y el arranque que hoy se ve;<br />
Abunda la mala fe<br />
Los robos y asesinatos,<br />
Y decir siempre en los tratos<br />
“Mañana te pagaré”.<br />
De dinero están escasos<br />
Los pobres los defensores<br />
Porque las causas mejores<br />
hoy se arreglan a balazos.<br />
Echémonos en los brazos<br />
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I<br />
231
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Del Patriarca San José,<br />
Para que plata nos dé<br />
Con qué comprar al contado<br />
Y no decir demasiado<br />
“Mañana te pagaré”.<br />
Sólo el Clero está a su gusto<br />
En esto que está pasando<br />
Pasan su vida cantando<br />
Sin tener que pasar susto.<br />
El fondista buen disgusto<br />
Pasa en su fonda o café,<br />
Pues le comen su mancié<br />
Y le toman su bebida<br />
Diciendo a la despedida<br />
“Mañana te pagaré”.<br />
El arranque por un lado<br />
Por otro seca y decreto 10<br />
Concluyeron por completo<br />
Con la carne en el mercado.<br />
El hatero su ganado<br />
Prefiere como se ve,<br />
Llevarlo para el Mañé,<br />
Mejor dicho para haití,<br />
Porque no dicen aquí<br />
“Mañana te pagaré”.<br />
El escribano se apura<br />
Y se queja amargamente,<br />
Porque no hay quien se presente<br />
A que le hagan escritura.<br />
El juez civil asegura<br />
Y dice de buena fe,<br />
Que en la oficina no ve<br />
Sacando actas de bautismos<br />
Y si van, dice lo mismo,<br />
“Mañana te pagaré”.<br />
Se lamenta el boticario<br />
De que despacha recetas,<br />
Pero no ve dos pesetas<br />
Ni siquiera para el diario<br />
De baile soy empresario<br />
10 Decreto del Gobierno prohibiendo la matanza de reses hembras.<br />
232
Lo juro que no seré<br />
Porque al otro día veré<br />
Al que pasa por decente<br />
Decirme: “No me atormentes!<br />
Mañana te pagaré”.<br />
Y en qué mal tiempo han venido<br />
De Santhomas a cobrar,<br />
Si no hay con qué pagar<br />
Aunque el plazo esté vencido.<br />
Al deudor que esté afligido<br />
Un consejo le daré,<br />
que diga que no hay con qué<br />
Pero que no dé esperanza,<br />
Y ni diga ni aun de chanza<br />
“Mañana te pagaré”.<br />
Ahora que no hay dinero<br />
Y la cosa está peor,<br />
Es que tratan con rigor<br />
Al infeliz carnicero.<br />
Trae sus reses el hatero<br />
Y venderlas pronto cree,<br />
El carnicero las ve<br />
Y no hay duda que las trata,<br />
Mas luego dice: “No hay plata”<br />
“Mañana te pagaré”.<br />
Algunos van al Casino<br />
A hablar de los buenos gallos<br />
De los famosos caballos<br />
Pero no toman ni vinos.<br />
No gastan allí un comino<br />
Como en otro tiempo fue,<br />
Si alguno jugar se ve<br />
Al billar o dominó,<br />
Dicen como digo yo<br />
“Mañana te pagaré”.<br />
Concluyo esta tontería<br />
Diciendo a los muy guagüeros,<br />
que por Dios no sean groseros<br />
que la guagua es grosería.<br />
El que mis décimas fíe<br />
Obra de muy mala fe,<br />
Y si las pide es por qué<br />
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I<br />
233
No tiene un chin de conciencia;<br />
que decirme es imprudencia<br />
“Mañana te pagaré”.<br />
19 de agosto de 1895.<br />
Felicitación<br />
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
del cancionero del Yaque a su buen amigo Don Evaristo Demorizi (a) BUL,<br />
Delegado del Gobierno en el Distrito Marítimo de Samaná.<br />
Como están casi al llegar<br />
Las Pascuas y año nuevo,<br />
Bastante gusto que llevo<br />
A usted en felicitar.<br />
Y poderle desear<br />
Como en prueba de amistad,<br />
Salud y prosperidad,<br />
Larga vida y agradable,<br />
Y a su familia apreciable<br />
Eterna felicidad.<br />
Y a sus miles o millones<br />
Matas de coco y guineo,<br />
Amigo BUL, les deseo<br />
Del cielo las bendiciones.<br />
Y a sus grandes plantaciones<br />
De cacao y de café,<br />
que también dirige usté<br />
En ese bendito suelo,<br />
Lo mismo deseo que el cielo<br />
Un buen porvenir les dé.<br />
Y Con toda el alma mía<br />
Igualmente le deseo,<br />
Que su finca de guineo<br />
Progrese más cada día.<br />
Y que esa gran Bahía<br />
que envidian grandes naciones,<br />
Por miles embarcaciones<br />
Se vea siempre frecuentada<br />
Y de su finca en la rada<br />
Cargando sus producciones.<br />
También mi gusto sería<br />
que esos tan vastos terrenos,<br />
234
De bosques inmensos llenos<br />
Y vírgenes todavía,<br />
que Dios y Santa María<br />
Se los dignen conservar,<br />
Por no poderse encontrar<br />
Otros en nuestra Nación,<br />
Como en la fértil región<br />
De Sabana de la Mar.<br />
En ese inmenso desierto<br />
hay lugares todavía,<br />
En donde la luz del día<br />
No penetra aún por cierto.<br />
Solo se oye el concierto<br />
Del melodioso gilguero,<br />
O si no, un hormiguero,<br />
De cuervos algarabiando,<br />
Y en parte quizá ladrando<br />
Los perros de algún montero.<br />
La inculta y vasta región<br />
De la bahía San Lorenzo,<br />
Es un valle muy extenso<br />
Y aún sin explotación<br />
Propio para plantación<br />
De cuanto suelan desear<br />
Porque no hay otro lugar<br />
Del mundo, ni más allá,<br />
Mejor que el de Samaná<br />
Y Sabana de la Mar.<br />
En esa hermosa bahía,<br />
En ese mar tan profundo<br />
Todos los buques del mundo<br />
Pueden fondear sin porfía.<br />
Con respecto a pesquería<br />
Todas sus aguas serenas,<br />
Están repletas o llenas<br />
De ricos y grandes peces,<br />
Y en donde pescan a veces<br />
Las más terribles ballenas.<br />
Por eso la muy nombrada<br />
Península Samaná.<br />
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I<br />
235
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
ha sido y siempre será<br />
De extrangeros codiciada.<br />
Por su bahía renombrada<br />
Por su terreno excelente,<br />
Y por su cabo eminente<br />
que es el primer centinela,<br />
que divisa toda vela,<br />
que se dirige de Oriente.<br />
Esta no es la descripción<br />
que merece la grandiosa,<br />
La rica joya preciosa<br />
De quisqueya la Nación.<br />
Arenque de otro cajón<br />
Por cierto se necesita,<br />
Para cosa más bonita<br />
Y más elegante ya,<br />
Dedicarle a Samaná<br />
De Dios la tierra bendita.<br />
Amigo BUL, he concluido,<br />
Y le envío en la actualidad<br />
Esta prueba de amistad<br />
Y de aprecio distinguido.<br />
Por ahora me despido<br />
Saludándolo también<br />
Nan Iang de Musié Tusén<br />
La quel li di comsá:<br />
Compé BUL, adieu Papá!<br />
Mon cher, porté-vous bien.<br />
Su amigo y servidor,<br />
Santiago, 16 de diciembre de 1895.<br />
¡Suba la güira musié…! y van ocho<br />
Al Presbítero don Angel Rusterucci,<br />
Cura de la Parroquia de la Altagracia,<br />
y a don Emilio Cordero.<br />
Al recibir una esquela<br />
Del cura de la Altagracia,<br />
Diciéndome, por desgracia,<br />
que hace falta una pajuela<br />
Para meter en candela<br />
A la calle de la Unión:<br />
236
Pasaré con mi tizón,<br />
Para verla allí prendida,<br />
Alegre y lo más lucida<br />
En esta celebración.<br />
La candela empezará<br />
Sin que la sujete nada,<br />
Por la barba tan poblada<br />
Del amigo Mañaná;<br />
que con eso ya verá<br />
Fonso, el español nombrado,<br />
A su vecino raspado,<br />
Y ya sea por un antojo<br />
De echar la suya en remojo<br />
Ya tendrá él buen cuidado.<br />
Y al ver en su vecindad<br />
La candela tan cerquita,<br />
Lucas de Castro y Lupita<br />
Se afanarán de verdad.<br />
Y con mucha actividad<br />
Guillermito quinipín,<br />
Empuñará su clarín,<br />
Conforme dice la ley,<br />
Para darle aviso al Rey<br />
que se prepare al festín.<br />
Y después que al Rey verán<br />
Presentarse a la palestra<br />
María Jorge la maestra<br />
Y las Mercedes Desan,<br />
Al momento ya saldrán<br />
Con las Tavares de enfrente,<br />
A engalanar prontamente<br />
Con mil ramos y banderas,<br />
El lado de sus aceras<br />
Como lo hacen comúnmente.<br />
Las señoritas Rosié<br />
Plácido e Isabelita,<br />
En esta fiesta bonita<br />
Los tentará Lucifé.<br />
Pues de seguro lo sé<br />
Por boca de Emilio Ureña;<br />
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I<br />
237
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Otro tío, que si empeña<br />
Como tiene qué gastar,<br />
Al fuego en ese lugar<br />
Puede echarle mucha leña.<br />
Y lo mismo ya verán<br />
En la chispa a Bernabela,<br />
Prendiendo cabos de vela<br />
Y lámparas con afán,<br />
Para ver si su Lorán<br />
Esa Altagracia bendita,<br />
Se lo afloja, o se lo quita<br />
El tornillo que le han puesto,<br />
De dos años en arresto<br />
Por su desgracia maldita.<br />
Ya veremos a la viuda<br />
Encarnación afanando,<br />
Y miles cosas plantando<br />
En su puerta allí sin duda.<br />
Otro tanto hará en su ayuda<br />
La Pérez Isabelita,<br />
Y el Otacilio y Panchita,<br />
Ya se sabe por demás<br />
que no quedarán atrás<br />
En esta fiesta inaudita.<br />
El Martínez don José,<br />
Aunque anciano ya se halla,<br />
Ofrece entrar en batalla<br />
Pero no con los de a pié.<br />
A caballo, ya se ve,<br />
En su sitio allí jefeando<br />
Y a los mozos desafiando<br />
que salgan todos al frente,<br />
A ver un viejo caliente,<br />
A caballo figurando.<br />
¿Por qué será vida mía<br />
(Como dice Juan Pelú)<br />
que está Panchito Monclú<br />
Dando brincos de alegría?<br />
¿Por qué será que en el día<br />
De esta fiesta tan bonita,<br />
238
Veremos allí a Lolita<br />
La de Pancho figurando,<br />
Y de contentura hablando<br />
Como una cotorrita?<br />
En la calle de la Unión<br />
Cantando más que un gilguero,<br />
Se encuentra Emilio Cordero<br />
Con bastante animación.<br />
Y corno él es un Rogrón<br />
De su gente allí vecina,<br />
Entre él y Carlos Medina<br />
Le han pasado allí una nota,<br />
Preparando a la hermosota<br />
De la señora Gabina.<br />
Frente al Parque dice Juana<br />
Y sus hijas igualmente,<br />
que allí de su casa al frente<br />
Ya verán cosa galana.<br />
Pero allí quien más se afana<br />
Como más tarde verán,<br />
Es el Toño, Sacristán<br />
Del Templo de la Altagracia,<br />
Porque le sobra la gracia<br />
Y que no es un haragán.<br />
Dice el Cura Parroquial<br />
De Altagracia a sus vecinos,<br />
Sean del pueblo o campesinos<br />
A todos en general<br />
que en este gran festival,<br />
Muestren todos gran fervor,<br />
que la grandeza mejor<br />
Para esta población,<br />
Es ver la consagración<br />
De su Iglesia superior.<br />
Al entusiasta Cortina<br />
Casi nada le diremos<br />
Pues de seguro sabemos<br />
que se lucirá en su esquina.<br />
Y hará meter en fajina<br />
Al Disla don Emeterio,<br />
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I<br />
239
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Y este como hombre serio,<br />
Ya saldrá con su patrulla<br />
Para hacer meter en bulla<br />
También a Eugenio Valerio.<br />
El Martínez Victoriano,<br />
Y Siana su buena Esposa,<br />
No son gente lagañosa<br />
Para emplear el mejicano.<br />
Y es seguro que un galano<br />
En su barrio ya lo harán,<br />
Y a Juana la obligarán<br />
Como es de Siana Sobrina,<br />
que adorne también su esquina<br />
Y se embulle con afán.<br />
Gil Pepín no hará gran cosa<br />
Por causa de su billar,<br />
Pero queda en su lugar<br />
Ana Josefa su esposa.<br />
Espléndida y orgullosa<br />
Y también media privona,<br />
que cualquiera hasta lo abona<br />
que lo que es Ana Josefa,<br />
No es ninguna mequetrefa<br />
Con Gracita la Patrona.<br />
La Rodríguez Bernardina<br />
Dizque tiene una guitarra,<br />
Para volverse chicharra<br />
Cantando la mangulina.<br />
Y Ciriaca allí en su esquina<br />
Con sus dos hijas Toñita<br />
Y Lola nadie le quita<br />
que han tenido siempre gracia,<br />
Para honrar a la Altagracia<br />
Con la pompa más bonita.<br />
En siendo las Majesú<br />
No hay más que pedir de boca,<br />
Pues allí cuando les toca<br />
Se las lleva Belcebú.<br />
Porque anda allí el bambú<br />
Galano que cachachea,<br />
240
Y si Lilo tirotea<br />
Con su revolver marmita,<br />
Ave María, Santa Rita!<br />
Magnífica anima mea!<br />
Santiago, 14 de enero de 1895.<br />
El cementerio de Hatillo Palma<br />
Señores, hago saber<br />
Y por la presente digo,<br />
Lo que me escribe el amigo<br />
Don Federico Fonder.<br />
que no doy a conocer<br />
Con más detalles y calma,<br />
Por saber que no hay un alma<br />
A quien sea desconocido<br />
Este amigo distinguido<br />
Viviente en hatillo Palma.<br />
Pues el amigo Fonder<br />
Me escribe con buen criterio,<br />
que un regular cementerio<br />
Allí pretenden hacer.<br />
Y al efecto suele haber<br />
De Fábrica, ya instalada,<br />
Una junta muy honrada<br />
Bajo cuya dirección,<br />
Esa de muertos mansión<br />
Será pronto terminada.<br />
Y hacemos también saber<br />
que lo es por el presente,<br />
De esa junta el presidente<br />
El referido Fonder.<br />
Y el vice lo suele ser<br />
El Pérez José Ramón,<br />
Y de esa obra en cuestión<br />
Tiene la tesorería,<br />
El Pérez José María,<br />
Digno de tal comisión.<br />
De la junta el Secretario<br />
Según noticias nos dan,<br />
Es el Eusebio Guzmán,<br />
Entusiasta extraordinario.<br />
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I<br />
241
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Y el Fernández Nasario<br />
Y el Ortega Bacilicio,<br />
Como ya están de oficio<br />
Nombrados recaudadores,<br />
Ejercen estos señores<br />
El más penoso servicio.<br />
Porque hay muchos que de boca<br />
Suelen decir con encanto,<br />
Apúnteme a mí con tanto<br />
Sin dificultad muy poca.<br />
Pero cuando ya les toca<br />
El pico ese aflojar,<br />
Al que suele recaudar,<br />
hacen dar miles de viajes,<br />
Y al fin estos personajes<br />
Se quedan sin nada dar.<br />
Y eso no es humanitario<br />
Ni tampoco regular,<br />
Una limosna negar<br />
Para bien tan necesario.<br />
Y no sólo el vecindario<br />
Debe ser contribuyente,<br />
Porque puede casualmente<br />
Morir allí un forastero,<br />
Y su cuerpo hallar, empero,<br />
Un hotel lo más decente. 11<br />
hay muchos que para gallos<br />
Y para juegos de azar,<br />
Con placer suelen jugar<br />
Cientos de pesos de rayos.<br />
Burros, vacas y caballos<br />
Y una porción de dineros<br />
Botan estos caballeros,<br />
Como granitos de arena<br />
Y para una obra buena<br />
No los hay más pijoteros.<br />
Esta importante sección<br />
De Hatillo Palma por fin,<br />
11 Uno sabe donde nace, pero no sabe dónde muere. Si los cementerios son para todo el mundo,<br />
todos deben contribuir de esta obra de bien.<br />
242
Cuenta hoy con Guayubín<br />
Y aguarda su protección<br />
Como de esa población<br />
De Montecristy igualmente,<br />
Ya tendrá buen contingente,<br />
Pues como es Cabecera<br />
Del Distrito, mucho espera<br />
De toda esa buena gente.<br />
Con la mejor intención<br />
Esta junta o Sociedad,<br />
Pretende con brevedad<br />
Abrir una suscrición,<br />
De hatillo en esta sección<br />
Y en aquellas más cercanas,<br />
Pues si todas son hermanas<br />
Así es que debe ser,<br />
Porque ya es un deber<br />
Entre personas cristianas.<br />
Según se oye decir<br />
Unas tantas señoritas<br />
Y señoras infinitas<br />
quieren todas contribuir.<br />
Y se van a suscribir<br />
Con la mejor voluntad,<br />
Con una mensualidad<br />
Según sea la proporción,<br />
De la que tenga intención<br />
De hacer esa caridad.<br />
Ya la señora Fonder<br />
Con diez pesos se anotó,<br />
Y con ocho se apuntó<br />
La de Núñez don Javier.<br />
Y con el mayor placer<br />
Para esta obra de bien,<br />
La doña Carmen también<br />
De Fernández apellido,<br />
Cinco pesos ha ofrecido,<br />
Y si la atracan da cien.<br />
De hatillo la buena gente<br />
Como sabe que Lilís,<br />
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I<br />
243
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
ha sido en este País<br />
El jefe más complaciente<br />
Y amigo muy consecuente<br />
Del progreso y adelanto,<br />
Para ese camposanto<br />
Le pide un enverjadito<br />
De hierro y como es chiquito,<br />
No le costará ni tanto.<br />
que con eso el buen lugar<br />
De hatillo Palma tendría,<br />
Con más razón todavía<br />
A Lilís que recordar.<br />
Y el buen nombre perpetuar<br />
Del Gran Pacificador,<br />
que le ha cabido el honor<br />
De engrandecer la Nación,<br />
Con paz, progreso, fusión<br />
Y el adelanto mejor.<br />
Seguros deben estar<br />
De hatillo los habitantes,<br />
De conseguir cuanto antes<br />
Lo que suelen desear.<br />
Pues no hay pueblo ni lugar<br />
En nuestro país querido,<br />
que no hayan merecido<br />
Favores del Jefe heró;<br />
Pues él no ha dicho que no<br />
Jamás al que le ha pedido<br />
Esa es la pura verdad;<br />
lo dice el público y lo digo yo.<br />
Santiago, 2 de mayo de 1896.<br />
244
Santiagueses!<br />
Primer cartucho<br />
El Ferrocarril Central se encuentra ya en Las Lavas<br />
y el 16 del próximo agosto hará su entrada triunfal en esta ciudad.<br />
Así es que no hay más que prepararnos para obsequiar con el más grande entusiasmo<br />
a tan digna y bienhechora visita, de la cual dependerá la felicidad de todos.<br />
Viva el progreso material e intelectual de la República Dominicana!<br />
Viva el Gran Pacificador, verdadero autor del bienestar de la Nación!<br />
Viva el muy progresista Ayuntamiento de esta ciudad! Y viva yo, que digo así:<br />
Como es cosa ya formal<br />
que muy pronto llegará,<br />
E inaugurado será<br />
El Ferrocarril Central,<br />
Por cierto que es natural<br />
No andar con tanta demora,<br />
Sino empezar desde ahora<br />
A trabajar con ardor,<br />
Por la gloria y el honor<br />
Del Yaque la gran Señora.<br />
Puerto Plata, dicen ya<br />
que tomó la delantera,<br />
Y de la mejor manera<br />
Se preparan por allá.<br />
Y nosotros por acá<br />
De Eva los desterrados,<br />
En vez de estar animados,<br />
Porque más nos interesa,<br />
Estamos con la cabeza<br />
Lo mismo que desyuncados.<br />
Los que pueden francamente<br />
Meter la cosa en candela,<br />
La sangre no se les hiela<br />
Por milagro puramente.<br />
Pues no se ha visto una gente<br />
De más concha y apatía,<br />
Como si la férrea vía<br />
Fuera cosa baladí,<br />
Para inaugurarla así<br />
Con cualquiera bobería.<br />
El Ilustre Ayuntamiento<br />
Como el Comercio también,<br />
Ya debían tenerlo a bien<br />
hacer algún movimiento.<br />
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I<br />
245
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Y el Comercio más contento<br />
que ninguno debe estar,<br />
Y más debe cooperar<br />
Para días tan placenteros,<br />
Porque ya de los recueros<br />
Se va pronto a divorciar.<br />
El público está esperando<br />
que tomen la iniciativa,<br />
Y que haya una Directiva<br />
que algo vaya preparando.<br />
A menos que estén dejando<br />
Con esa tanta demora,<br />
que se presente la hora<br />
Y oigamos en Gurabito<br />
El más simpático pito<br />
De alguna locomotora.<br />
Para entonces poco a poco<br />
Darle fuego al proyectil,<br />
A fin que el ferrocarril<br />
Nos coja… chipiando en coco.<br />
Así es que yo le toco<br />
Y le canto desde ahora,<br />
Del Yaque a la gran señora<br />
Para hacerle un bello halago<br />
A su tocaya Santiago<br />
La mejor locomotora.<br />
Santiago, mayo 20 de 1896.<br />
Manifestación de la moneda mexicana<br />
Al pueblo dominicano.<br />
Señores, ya voy de ruta<br />
Para otra tierra lejana,<br />
queda hoy con la batuta<br />
La plata Dominicana.<br />
hoy me quejo con razón<br />
De algunos que me trajeron,<br />
Y conmigo consiguieron<br />
Una bella posición.<br />
Ayer en esta nación<br />
Era la dueña absoluta,<br />
Pero si ha de haber disputa<br />
246
Y más geringa por mí,<br />
Como yo no soy de aquí…<br />
Señores, ya voy de ruta.<br />
El Comercio, que me trajo<br />
Y me dio por alto precio,<br />
hoy me trata con desprecio<br />
Y me mira cabizbajo.<br />
Si me coje, es con rebajo,<br />
Rabiando y de mala gana;<br />
Y como soy mejicana<br />
Tan despreciada me miro,<br />
que por eso me retiro<br />
Para otra tierra lejana.<br />
¡Pobres pesos mejicanos!<br />
Después que hicieron milagros,<br />
Convirtiendo pollos magros,<br />
En muy gordos y muy sanos,<br />
Esas almas de gitanos,<br />
Los tratan con mano bruta,<br />
Y ya, como van de ruta…<br />
En santa paz y muy sana,<br />
La moneda ciudadana<br />
queda hoy con la batuta.<br />
Todos esos que importaron<br />
Pesetas agujereadas,<br />
Desteñidas y rayadas<br />
que de otra tierra botaron.<br />
Después que al País le echaron<br />
La más solemne canana<br />
Con esa moneda insana,<br />
Ahora le hacen el fó…<br />
Pero eso, ya lo acabó<br />
La plata dominicana.<br />
que bueiban con su basura<br />
De plata de por allá!…<br />
que agora tenemo acá<br />
Una monea muy sigura.<br />
Ella… no será muy pura,<br />
Pero é dominicana!<br />
y como ella é suidadana<br />
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I<br />
247
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Aquí siempre debe etai,<br />
Sin que se la puean llebai<br />
Para otra tierra lejana.<br />
Santiago, 27 de octubre de 1897.<br />
El Ferrocarril Central<br />
Al Honorable Ayuntamiento de esta ciudad.<br />
Según un parte oficial<br />
que tiene el Ayuntamiento,<br />
Damos hoy conocimiento<br />
Al público en general,<br />
que el Ferrocarril Central<br />
De cierto se sabe ya,<br />
que inaugurado será<br />
A fines del mes entrante;<br />
Y que ya en lo adelante,<br />
Más demora no tendrá.<br />
La fiesta de referencia<br />
No será más transferida,<br />
Como es cosa bien sabida,<br />
que lo ha sido con frecuencia,<br />
Pues según correspondencia<br />
De Lilís el General,<br />
Lo aseguro como tal<br />
El Municipio de ésta,<br />
Que en junio será la fiesta<br />
Del Ferrocarril Central.<br />
Y esa tal festividad<br />
Mucho me ha hecho mentir;<br />
Pero hoy si puedo decir<br />
que se cuaja de verdad,<br />
Pues sé con seguridad<br />
que el Ilustre Ayuntamiento,<br />
Ya le dio conocimiento<br />
A la Junta de festejo,<br />
La cual se halla de viejo<br />
En activo movimiento.<br />
Y la Junta referida<br />
hoy se mueve de verdad,<br />
A fin que nuestra Ciudad<br />
quede pues lo más lucida,<br />
248
Y también muy complacida<br />
De fuera la concurrencia,<br />
que de toda procedencia<br />
Vendrá a gozar con exceso,<br />
De la fiesta del progreso<br />
Y del bien por excelencia.<br />
Y esta culta población<br />
Agrícola y comercial,<br />
Al Ferrocarril Central<br />
honrará con profusión.<br />
Y al Jefe de la Nación<br />
Con vivas recibiremos,<br />
Y bien ya festejaremos<br />
Al bienhechor del País,<br />
El Gran General Lilís,<br />
A quien tanto agradecemos.<br />
Y más que nadie Santiago<br />
Debe obsequiar lo mejor,<br />
Al Gran Pacificador<br />
Y hacerle un bonito halago.<br />
Pues nunca será bien pago<br />
Por nuestro pueblo querido,<br />
Todo el bien que ha recibido<br />
De Lilís, el grande hombre,<br />
que loado sea su nombre<br />
Y por siempre bendecido.<br />
Mas siendo el iniciador<br />
Lilís de tan grande fiesta,<br />
A nuestro pueblo le cuesta<br />
Comportarse lo mejor.<br />
Y el entusiasmo mayor<br />
Tenemos que desplegar,<br />
Y con ahínco ayudar<br />
Al Municipal Concejo,<br />
Y a la Junta de Festejo<br />
Para todos bien quedar.<br />
El que esté aún rezagado<br />
Con el piquito ofrecido,<br />
Para el festejo aludido<br />
Del Ferrocarril citado,<br />
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I<br />
249
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Antes que le sea cobrado<br />
que no se haga el chivo loco,<br />
Y afloje ese pico foco<br />
que la Junta de Festejo,<br />
Si no ha largado el pellejo,<br />
Ya no le faltará muy poco.<br />
Y comprendan la razón<br />
que la junta por sí sola,<br />
Imposible que dé bola<br />
Si no encuentra protección.<br />
Y todos sin distinción<br />
Con tal que sean pudientes,<br />
Deban ser contribuyentes,<br />
Pero nunca faltan ricos,<br />
que son peores que los micos<br />
Para miserables gentes.<br />
Santiago, mayo 23 de 1897.<br />
Lo laidrone<br />
De la Jurisdicción de Quiminduñe, a Siño Juan Antoño Alí,<br />
decimero del Cibao, contetamo lo siguiente:<br />
Siño Juan Antoño Alí,<br />
Laidrón que roba a laidrón,<br />
En ei tribunai debino<br />
Gana cien día de peidón.<br />
Con pena y grande pesai<br />
hamo bito su cansione,<br />
Maitratando lo laidrone<br />
que no quieren trabajai.<br />
Y uno tiene que robai<br />
Pa no dejaise morí,<br />
Poique lo rico de aquí<br />
Poi do peseta sensilla,<br />
No rebientan la cotilla,<br />
Siño Juan Antonio Alí.<br />
Con una agüita jeibía<br />
que no dan poi la mañana,<br />
quiere esa gente enumana<br />
que uno aguante ai medio día;<br />
A la doce la comía,<br />
No se jaita ni un ratón;<br />
Y como eto diablo son<br />
250
Diremo dei memo oficio,<br />
Eso no se ñama bisio<br />
Laidrón que roba a laidrón.<br />
Si uno le coje pretao<br />
A ese demonio jambriento,<br />
Le cobran siento poi siento<br />
Ai cosecho y decontao.<br />
Y ei probe que tá apurao,<br />
No le quea otro camino,<br />
que bucai a la sesino<br />
Pa que le ajute ei cuchillo;<br />
Pero, qué dirán lo pillo<br />
En ei tribunai debino!<br />
Pa un enfelí trabajai<br />
Con jambre, soi y barato<br />
Ma bale meteise a gato,<br />
que tenei que rebentai.<br />
Si le supieran pagai<br />
Con juticia a un probe pión,<br />
Y con buena mantención,<br />
No se diría que un ratero,<br />
que roba a su compañero<br />
Gana cien día de peidón.<br />
¡Jutamente! ¡Ay, siño Juan Antonio Alí! Si nuetro Señoi Jesucrito se<br />
propusiera daile fin a toitico lo laidrones, casimente ei mundo quedaría bacío.<br />
quiminduñe, junio 10 de 1898.<br />
Felicitación<br />
A mi apreciable Compadre.<br />
Como yo lo aprecio tanto,<br />
Compadre del alma mía,<br />
Como de año nuevo día<br />
Esta coplita le canto,<br />
Y le deseo con encanto<br />
que el año nuevo le sea<br />
Conforme usté lo desea,<br />
De contento y bienestar,<br />
Y la paz en vuestro hogar<br />
Reinando siempre la vea.<br />
Su compadre que lo aprecia.<br />
Enero 1898.<br />
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I<br />
251
Felicitación<br />
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
A mi apreciable Comadre.<br />
Con placer, comadre mía,<br />
Su compadre le desea<br />
que el año nuevo le sea,<br />
De contento y alegría.<br />
Y en este dichoso día<br />
Le deseo de buena fe,<br />
que Jesús, María y José<br />
Le den salud y fortuna,<br />
Y sin novedad alguna<br />
que su casa siempre esté.<br />
Es cuanto le desea su compadre.<br />
Enero, 1898.<br />
Los ladrones<br />
El que no siembra no coje;<br />
El que cuida siempre tiene,<br />
El que no trabaja roba,<br />
Porque, ¿con qué se mantiene?<br />
Esos que suelen andar<br />
De noche como cocuyo,<br />
Buscando lo que no es suyo<br />
Para poderse llevar,<br />
Debían de considerar<br />
que el que lo ajeno recoje,<br />
Es fácil que un día se moje<br />
Si no sigue aquel refrán,<br />
que le dijo Dios a Adán:<br />
El que no siembre no coje.<br />
Todo el que suele afanar<br />
Para buscarse la vida,<br />
Con el juego y la bebida<br />
Nunca debe encompadrar.<br />
El que suele trabajar<br />
El pan con que se mantiene,<br />
Mucho mejor le conviene<br />
que lo suyo economice,<br />
Porque la razón lo dice:<br />
El que cuida siempre tiene.<br />
252
El que sabe trabajar<br />
Y se duele de lo suyo,<br />
Puede siempre con orgullo<br />
Con su trabajo gozar.<br />
Sin necesidad de andar<br />
Arrasando como escoba,<br />
Ni causándole joroba<br />
A ninguna propiedad,<br />
Porque es la pura verdad:<br />
El que no trabaja… roba.<br />
Por eso los campesinos<br />
Dicen que en sus vecindarios,<br />
Abundan los perdularios<br />
Perturbando a los vecinos.<br />
Y que esos hombres dañinos<br />
Oficio ninguno tiene,<br />
Y como esa plaga viene<br />
Por los caminos vagando,<br />
Tiene que vivir robando<br />
Porque, ¿con qué se mantiene?<br />
Santiago, mayo 2 de 1898.<br />
La fiesta de Las Lagunas<br />
El 24 de los corrientes tendrá lugar la bendición<br />
del nuevo Cementerio de “Las Lagunas”<br />
en la Estación del Ferrocarril Central <strong>Dominicano</strong><br />
y para más pormenores diremos:<br />
Señores, un gran festejo<br />
Lo habrá sin falta ninguna,<br />
En la Estación de Laguna<br />
Inmediato a Palmarejo.<br />
Y por lo que dicho dejo<br />
Me autorizan a decir<br />
que allí pueden todos ir<br />
Para ver un acto serio,<br />
De un famoso Cementerio<br />
que tratan de bendecir.<br />
Y se puede asegurar<br />
que a esa gran festividad,<br />
Pasará de esta Ciudad<br />
La música militar.<br />
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I<br />
253
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Como obsequio singular<br />
Del señor Gobernador,<br />
que ya desean con ardor<br />
que la santa bendición<br />
De esa fúnebre mansión<br />
No carezca de esplendor.<br />
Y don Melitón Fonder<br />
que preside allí una Junta,<br />
Sus pies de cebo se unta<br />
Porque le suelen doler.<br />
De tanto andar y correr<br />
Por cumplir bien con su empleo;<br />
Y yo todo eso lo creo,<br />
Porque sé que Melitón,<br />
Cuando tiene una misión<br />
No se vuelve bulla y peo.<br />
Y Manuel González, Vice<br />
De dicha Junta también,<br />
Asegura que no hay quien<br />
Los jarretes se los pise.<br />
Pues allí cantando dice<br />
Al son de tambora y güiro,<br />
que no queda mal ni a tiro,<br />
Y que si en esta alegría,<br />
No queda bien ese día<br />
Pide al punto su retiro.<br />
Y el buen Mera Sebastián<br />
¿Qué no hará ese amigo fiel,<br />
Viendo a su yerno Manuel<br />
Metido en tan grande afán?<br />
Y más como el viejo Chan<br />
Siempre a lo bueno se presta,<br />
Y la referida fiesta,<br />
honrará su vecindario,<br />
¿qué importa que hasta el Calvario<br />
Lleve Chan la cruz a cuesta?<br />
Para ese acto divino<br />
Del cementerio aludido,<br />
Nombrado también ha sido<br />
Mister hall como Padrino.<br />
254
Pues como allí no hay vecino<br />
que al Director principal,<br />
Del Ferrocarril Central<br />
No le guarde simpatía,<br />
Para tan solemne día<br />
Lo han nombrado como tal.<br />
Los Gómez y los Fermines,<br />
Los Almonte y Toribios,<br />
Ya se mostrarán bien tibios<br />
En esos días de festines.<br />
Los Betancourt y Martínez<br />
Los Campo y los Silverio,<br />
En un acto así tan serio<br />
Pajaritos pintarán,<br />
Festejando con afán<br />
Su famoso Cementerio.<br />
Y también los del lugar<br />
Como los de otros puntos,<br />
que sus muertos o difuntos<br />
Allí los han de enterrar;<br />
También deben cooperar<br />
A esa célebre función,<br />
Por deber y obligación<br />
Porque allí los que se van,<br />
Sus restos reposarán<br />
Libres de perro y lechón.<br />
Los padrinos y madrinas<br />
Del bendito Cementerio,<br />
Si son gente de criterio<br />
No salgan con gambucinas,<br />
Porque de lenguas dañinas<br />
Miles habrá reparando,<br />
Para salir elogiando<br />
A los que se portan bien,<br />
Y a los míseros también,<br />
Salirlos despellejando.<br />
Conque vamos, caballeros<br />
Señoras y Señoritas,<br />
Por las ánimas benditas<br />
Pasemos allí lijeros.<br />
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I<br />
255
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
que dos días muy placenteros<br />
Gozando los pasaremos,<br />
Y después regresaremos<br />
Dándole fresco sin mengua,<br />
A esa maldita lengua<br />
que por desgracia tenemos.<br />
Santiago 17 de septiembre de 1898.<br />
El 27 de febrero<br />
Al Señor don Rafael de J. Espaillat,<br />
hijo del Egregio Patricio don Ulises Francisco Espaillat.<br />
Señores, no hay por ni pero,<br />
Sino que con fantasía,<br />
Es preciso honrar el día<br />
Veintisiete de Febrero.<br />
Y tú, pueblo santiaguero,<br />
O del Yaque la Señora,<br />
Debes recordar ahora<br />
También la de Marzo treinta<br />
que en la lucha más sangrienta<br />
fuiste tú la vencedora.<br />
Cuando en tú bella sabana<br />
Por cierto se presentó,<br />
El insolente Pierró<br />
Con su gran falange haitiana<br />
Y tú, ciudad espartana,<br />
En las orillas del Yaque<br />
Le diste tan duro ataque<br />
Al atrevido invasor,<br />
que fue a llorar su dolor<br />
Del lado allá del Masacre.<br />
Y tus hijos que en Beler<br />
Y en Sabana Larga fueron<br />
Los que más se distinguieron<br />
Cumpliendo con su deber,<br />
Por todo eso ha de ser,<br />
En festejar con esmero,<br />
Ese gran día de Febrero,<br />
Pues de ahí es que dimana<br />
La Patria dominicana<br />
Y ser libre un pueblo entero!<br />
256
Y que no es bueno olvidar<br />
Una fecha así tan bella,<br />
que a nuestra digna quisqueya<br />
Libre la hizo llamar.<br />
Y que esto haga recordar<br />
A los libres ciudadanos<br />
que vivamos como hermanos,<br />
Para morir combatiendo<br />
Contra los que estén creyendo<br />
Fácilmente echarnos mano.<br />
Más vale pobres vivir<br />
Y ser libres con exceso,<br />
que con pie en el pescuezo<br />
Llenos de oro lucir.<br />
El tiempo no ha de seguir<br />
Como está por el presente,<br />
Pues cuando pasa realmente<br />
De tabaco la cosecha,<br />
La cosa se pone estrecha,<br />
Pero vuelve floreciente.<br />
Conque vamos, santiagueses,<br />
Con toda magnificencia<br />
La fecha de referencia<br />
honremos como otras veces.<br />
Para que vean los musieses,<br />
Y también el mundo entero,<br />
que el patriotismo sincero<br />
Del pueblo dominicano<br />
Se conserva siempre sano<br />
Y por siempre duradero.<br />
Santiago, febrero 27 de 1899.<br />
La Religión y el Estado<br />
Como cantor popular<br />
Y como amigo que soy,<br />
Del buen Congreso de hoy<br />
que no deja que desear;<br />
Yo le vengo a suplicar<br />
A ese Poder Ilustrado,<br />
que se empeñe demasiado<br />
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I<br />
257
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Para que la Religión,<br />
Del Cristo en nuestra Nación<br />
No se aparte del Estado.<br />
Ya empiezan a respingar<br />
Por acá los habitantes,<br />
Por las nuevas alarmantes<br />
que se oyen circular,<br />
De que intentan separar<br />
La Religión del Estado,<br />
Y que más de un diputado<br />
ha presentado moción<br />
Respecto a esa cuestión.<br />
En el Congreso citado.<br />
Por acá el santo clero<br />
Parece indudablemente<br />
que a esa religiosa gente<br />
Le han meneado un avispero.<br />
Porque no hay un campanero<br />
Monaguillo o monigote<br />
que no ande hoy al trote<br />
Por los centros y arrabales,<br />
Con las protestas curiales<br />
que andan jugando al garrote.<br />
Las mujeres religiosas<br />
hacen votos con exceso,<br />
Para que el sabio Congreso<br />
Se ocupe hoy de otras cosas.<br />
que ya sean más provechosas<br />
Y de mayor dimensión,<br />
Pero eso de religión<br />
Y asuntos del Padre Eterno,<br />
No le conviene al Gobierno<br />
que toquen esa cuestión.<br />
Ese proyecto insensato,<br />
No deben de darle paso,<br />
Pues sería en todo caso<br />
Buscarle tres pies al gato,<br />
Y hoy que se ve tan grato<br />
Con Jiménez todo el clero,<br />
Para evitar pelotero<br />
Entre curas y el Estado,<br />
Lo más bello y acertado<br />
No menear ese avispero.<br />
258
que siga la Religión<br />
Del que fue crucificado,<br />
Siendo siempre del Estado<br />
Y también de la Nación.<br />
La general opinión<br />
Del pueblo dominicano,<br />
Y de todo ciudadano<br />
De criterio y de valer,<br />
Dice que así debe ser<br />
Porque el pueblo es soberano.<br />
Bien dicho.<br />
Santiago, diciembre 19, 1899.<br />
Entre Lucas y Juan Mejía (Refrán)<br />
Al Señor don Ulises Espaillat,<br />
dueño de la espléndida farmacia “La Normal”,<br />
calle del Sol No. 61.<br />
Señores, ya si es verdad<br />
Que se acerca el fin del mundo,<br />
Con este sufrir profundo<br />
Y tanta calamidad.<br />
Y ahora que la bondad<br />
De Dios, Jesús y María,<br />
Con cánticos de alegría,<br />
Para el cielo se marchó,<br />
A los pobres nos dejó<br />
Entre Luca y Juan Mejía.<br />
“Lucas” son los comerciantes,<br />
“Juan Mejía” los campesinos,<br />
Que cual fieros asesinos<br />
Se trozan esos marchantes,<br />
Los que no son habitantes<br />
Ni especulan hoy en día,<br />
Con frutos ni mercancía,<br />
Pagan hoy las consecuencias,<br />
De esas grandes divergencias<br />
Entre Luca y Juan Mejia.<br />
El comercio importador<br />
Batalla con más pujanza,<br />
Por tener tan buena lanza<br />
Como la del labrador.<br />
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I<br />
259
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
El terrible agricultor<br />
Le embiste con energía,<br />
Al que vende mercancía,<br />
Y en pelea con todos entra;<br />
Mal está el que se encuentra<br />
Entre Luca y Juan Mejía.<br />
Los pobres no encuentran brecha<br />
En esta crisis malvada,<br />
Porque tienen remachada<br />
Con siete clavos la mecha.<br />
El que nada no cosecha<br />
Ni su animalito cría,<br />
Ni tiene su bobería,<br />
Ese no puede vivir,<br />
Porque tiene que morir<br />
Entre Luca y Juan Mejía.<br />
En tiempos tan infernales<br />
Se quejan los artesanos,<br />
que ya no mueven sus manos,<br />
Por caro los materiales.<br />
Y además que en tiempos tales<br />
De tristeza y agonía,<br />
Por tan grande carestía<br />
No hay quien estrene ya,<br />
Porque el mundo está<br />
Entre Luca y Juan Mejía.<br />
Y si es el que tiene oficio<br />
O el que vive de su arte,<br />
El alma hoy se la parte<br />
Sin el menor beneficio.<br />
Todo le causa perjuicio,<br />
Geringa y majadería<br />
Por no encontrar todavía<br />
El nivel correspondiente,<br />
que existe por el presente<br />
Entre Luca y Juan Mejía.<br />
Del sueldista no se diga<br />
A menos que alguna ganga,<br />
Le gotee en la remanga<br />
A quien Dios se la bendiga.<br />
260
Pues de no el que no figa<br />
Y en sueldo solo confía,<br />
Lo revienta la heregía,<br />
La usura y tanta crueldad,<br />
que gozan de inmunidad<br />
Entre Luca y Juan Mejía.<br />
Pero nada hay que temer<br />
Mientras que el grande Lilís,<br />
Se encuentre en nuestro país<br />
Con las riendas del Poder.<br />
Pues el que ha podido hacer<br />
O dar con sabiduría,<br />
Paz, progreso y garantía,<br />
Y de bien así un conjunto,<br />
Pronto arreglará ese asunto<br />
Entre Luca y Juan Mejía.<br />
Santiago, 26 de abril de 1899.<br />
El ciego de las cocineras<br />
Una cocinera sacaba un buen plato de comida para su amante,<br />
en cuya operación la sorprende la dueña de la casa quien le pregunta:<br />
¿Esa comida? –“Doña, responde aquella, esta comida es para un pobre ciego”.<br />
Por eso es que llaman ahora “ciegos” a los amantes de las cocineras<br />
y aun al plato que sacan de su cocina, y para más detalles,<br />
dice Juan Antonio Alix:<br />
hay muchos ciegos ahora<br />
De cuenta de Señoritos,<br />
Con una porción de esclavas<br />
que los mantienen bonitos.<br />
Así hay una porción<br />
que viven como unos lores,<br />
Porque hacen de los amores<br />
Muy buena especulación.<br />
Ropa buena, mantención<br />
Lavandera y planchadora,<br />
Eso encuentra el que enamora<br />
Una burra que trabaja:<br />
Pues con esa gran ventaja<br />
hay muchos ciegos ahora.<br />
Y el que tiene una querida<br />
Cocinando en casa grande.<br />
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I<br />
261
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
No espere que Dios le mande<br />
Fortuna más bendecida.<br />
Pues de la mejor comida<br />
manjares más esquisitos,<br />
Les sacan sus bocaditos<br />
Primero que a nadie allí;<br />
Porque ellos viven así,<br />
De cuenta de Señoritos.<br />
Lo que gana en su alquiler,<br />
De carga la burriquita,<br />
El querido se lo quita<br />
Para jugar y beber,<br />
Y darle a otra mujer<br />
De aquellas que cuecen habas,<br />
Pero sin quitar aldabas<br />
De sus puertas a holgazanes,<br />
que viven como sultanes<br />
Con una porción de esclavas.<br />
La que tenga así algún tío,<br />
Tomando la sopa boba,<br />
Con el palo de la escoba<br />
que lo espante del bohío;<br />
Y a la calle con el lío,<br />
que se larguen los cieguitos<br />
A freir sus buñuelitos;<br />
Y que las dominicanas,<br />
No imiten a las haitianas<br />
que los mantienen bonitos.<br />
Santiago, 12 de enero de 1899.<br />
Saludo del pueblo santiagués<br />
Al ciudadano Juan I. Jimenes, Presidente de la República,<br />
en su visita oficial a esta ciudad.<br />
(Al Señor José Ml. Jiménez, Pto. Plata).<br />
¡Salve, Señor Presidente!<br />
¡Salve, ilustre ciudadano!<br />
Y un buen estrechón de mano<br />
Reciba sinceramente.<br />
De toda la buena gente<br />
De este pueblo agradecido,<br />
262
que tanta honra ha tenido<br />
De aquí verle y saludarle,<br />
Y un buen arribo desearle<br />
Al Jefe más distinguido.<br />
Y los buenos que componen<br />
La comarca de Santiago,<br />
Al dedicarle este halago<br />
A sus órdenes se ponen;<br />
Pues todos ya se disponen<br />
A ofrecerle su amistad,<br />
Y ayudarle con lealtad<br />
A conducir la Nación,<br />
A punto de salvación<br />
Con toda felicidad.<br />
Y al darla, la bienvenida,<br />
Este pueblo santiagués,<br />
No abriga otro interés<br />
que darle buena acogida,<br />
Y quedar lo más lucida<br />
Del Yaque la Soberana,<br />
Con el hombre que se afana,<br />
En que el bienestar avance,<br />
Y salvan a todo trance<br />
La Patria dominicana.<br />
Y en todas estas regiones,<br />
Las comarcas cibaeñas,<br />
Con fiestas muy halagüeñas<br />
Lo colmarán de atenciones.<br />
Y sinceras impresiones<br />
Recojerá por doquiera,<br />
Porque todo el mundo espera<br />
que con vuestra autoridad,<br />
No muere la libertad<br />
Y el país se regenera.<br />
Santiago hoy le desea<br />
Mucho goce en esta fiesta,<br />
Y que su estada en ésta<br />
Muy provechosa le sea,<br />
Y que claramente vea<br />
que este gran Departamento,<br />
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I<br />
263
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Se encuentra lo más contento<br />
Con el buen Jefe de Estado<br />
Y con su Gobierno honrado<br />
Ancora de salvamento.<br />
En fin, Señor Presidente!<br />
Estas coplas concluirán<br />
Deseándole a Don Juan<br />
El patricio consecuente,<br />
Una salud permanente,<br />
Larga vida y mucho tino,<br />
Para guiar por buen camino<br />
A la aflijida Nación<br />
que con tan noble intención<br />
La dirije a buen destino.<br />
Santiago, agosto 8 de 1900.<br />
A mis compueblanos<br />
A la Compañía Inglesa que trata de construir<br />
el acueducto de esta Ciudad,<br />
tengo la honra de dedicar este humildísimo trabajo.<br />
Señores, por la presente<br />
Diré que sin dilación,<br />
Tendrá esta población<br />
Un acueducto excelente.<br />
Pues se trata seriamente<br />
Y con mucha actividad,<br />
De darle a esta ciudad<br />
Sin pérdida de momento,<br />
Ese grandioso elemento<br />
De tanta necesidad.<br />
Pues el Yaque aunque pasa<br />
Besando nuestra ciudad,<br />
Es mayor comodidad<br />
Cada cual tenerlo en casa;<br />
Y tomar el agua en masa<br />
Para beber y fregar,<br />
Bañarse y también lavar<br />
De madera todo piso,<br />
Y lavar, si es preciso,<br />
La ropa en el mismo hogar.<br />
264
Para incendio, no se diga,<br />
Pues con agua suficiente,<br />
Se combate prontamente<br />
Con mucho menos fatiga.<br />
Y evitándose que siga<br />
En más grande proporción;<br />
Pues cualquiera habitación<br />
Teniendo su pluma de agua,<br />
La casa aunque sea de yagua<br />
Encuentra su salvación.<br />
Y los que tengan sembrados,<br />
En los tiempos de sequía,<br />
Tendrán agua en demasía<br />
Para verlos inundados.<br />
Y en los patios y cercados<br />
El que tenga su animal,<br />
No le será ni tan mal<br />
Darle agua en abundancia<br />
Por una insignificancia<br />
que se pagará mensual.<br />
Y lo mismo todo dueño<br />
De alambique, gozará,<br />
Pues agua siempre tendrá<br />
Sin mucho costo ni empeño.<br />
Y también lo más risueño<br />
Por siempre tendrá que estar,<br />
Todo dueño de telar;<br />
Y bastante economía,<br />
Para la mampostería<br />
El que quiera fabricar.<br />
Y ese polvo maldecido<br />
Desgracia de esta Ciudad,<br />
Tendrá con seguridad<br />
que ser pronto combatido.<br />
Porque ya es bien sabido,<br />
que las calles cada día,<br />
En los tiempos de sequía<br />
Muy bien se podrán regar,<br />
Para uno descansar<br />
De tan terrible agonía.<br />
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I<br />
265
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Y también los desdichados<br />
hijos de esta población,<br />
Ya saldrán de una porción<br />
De chicos desvergonzados,<br />
Insolentes y malcriados<br />
Que en vez de tener oficio,<br />
De mucho más beneficio,<br />
Se dedican a aguadores,<br />
Y de ahí a malhechores<br />
Sin el menor sacrificio.<br />
Una compañía inglesa<br />
De bastante capital,<br />
Sin pedirle a nadie un real<br />
Se hará cargo de la empresa.<br />
Y con mucha ligereza<br />
Darnos acueducto trata,<br />
Como el que ya no dilata<br />
En entregar por momento<br />
Al Ilustre Ayuntamiento<br />
De la culta Puerto Plata.<br />
Un entendido ingeniero<br />
De la dicha compañía,<br />
Con Bogard, que es sin porfía,<br />
Otro hábil caballero.<br />
han pasado al Saltadero,<br />
De San Francisco nombrado,<br />
Arroyo que está situado<br />
Al norte de esta Ciudad,<br />
Y con gran facilidad,<br />
Puede ser bien explotado.<br />
El señor Ramón Imbert<br />
Intérprete hoy en día,<br />
De esa rica compañía<br />
También le cupo el placer,<br />
De pasar también a ver<br />
El referido lugar,<br />
Y tan supo analizar<br />
El agua de San Francisco,<br />
que se quedó medio bizco<br />
Por tan buena resultar.<br />
266
Don Beningno Díaz y yo<br />
Pasamos allí también,<br />
Pero que se entienda bien<br />
que como ingenieros no;<br />
Pues Bogard nos invitó<br />
Nada más como mirones,<br />
Pero en aquellas regiones<br />
Benigno como es condueño<br />
En algo sacó de empeño<br />
Con varias indicaciones.<br />
Y después de terminar<br />
Esa gente su trabajo,<br />
El buen Benigno nos trajo<br />
A su casa a descansar,<br />
Y nos dieron de almorzar<br />
Con tantísima abundancia,<br />
que así digo con jactancia<br />
que no fue mejor la mesa,<br />
De una casa francesa<br />
A los alcaldes de Francia.<br />
Santiago, noviembre 19, 1900.<br />
Lilís en la puerta de la Iglesia Mayor<br />
Donde fue sepultado y en donde dicen sale penando.<br />
En la puerta de la Iglesia<br />
Dicen que sale Lilís,<br />
Preguntándole al que pasa<br />
Cómo se encuentra el País.<br />
Y una vieja que lo vio<br />
Le dijo a ese condenado,<br />
“El país que tú has matado<br />
Y en tus manos se arruinó,<br />
Un buen gobierno encontró<br />
que la gente buena aprecia,<br />
Pero nunca lo desprecia,<br />
Como a tu maldito mando,<br />
que por eso estás penando<br />
En la puerta de la Iglesia”.<br />
“Ahora no hay bancarrota<br />
Ni mamerum sempiterno,<br />
Porque hoy figura un gobierno<br />
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I<br />
267
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
honrado, noble y patriota.<br />
Ya nadie coje ni bota<br />
Ni un solo maravedí”<br />
La vieja le dijo así,<br />
Pero hay también testigos,<br />
que llamando a sus amigos<br />
‘“Dicen que sale Lilí.<br />
“Ya no se dan concesiones,<br />
Privilegios ni franquicias,<br />
Ni se tratan con caricias<br />
A los empleados ladrones.<br />
Ni libres importaciones<br />
No recibe nadie en masa,<br />
Ni hay de comercio casa<br />
Que sacrifique al Estado,<br />
Ni hay un diablo condenado<br />
Preguntándole al que pasa”.<br />
“A nadie ya se castiga<br />
Como tú cuando eras rey,<br />
que pisoteabas la ley<br />
En obsequio de la intriga.<br />
Por capricho no hay quien diga<br />
que hoy padece un infeliz,<br />
Porque ya no es un Lilís<br />
El que se halla en el poder;<br />
Con que ya tú puedes ver<br />
Cómo se encuentra el País”.<br />
qué diablo de vieja!…<br />
Santiago 19 de marzo de 1900.<br />
Consejo de una abuela a su nieta<br />
Tú no vayas, nieta mía<br />
Eso me dijo mi abuela,<br />
A esos bailes de disfraz<br />
que te muerde la culebra.<br />
En estas fiestas mundanas,<br />
Ya no van pollitas finas,<br />
Sino como yo, gallinas<br />
De… poner con almorranas.<br />
Y al no ir pollas galanas<br />
A esos bailes hoy en día<br />
De disfraz o porquería,<br />
Si no quieres ver tu quiebra,<br />
268
A bailar esa culebra 12<br />
Tú no vayas, nieta mía.<br />
Como ahora hay libertad,<br />
No quedó cuero pelado,<br />
que no se haya merengueado<br />
En esta festividad.<br />
Pues se vio en realidad<br />
que en siendo gente de espuela,<br />
Todita cojió candela<br />
En esos bailes muy bien,<br />
Y como ella fue también<br />
Eso me dijo mi abuela.<br />
Allí bailaban muy bien<br />
Olorosas mascaritas,<br />
Pero también infinitas<br />
Con un bajo a comején.<br />
Y miles había también<br />
Más malas que Barrabás;<br />
que por eso y algo más,<br />
Te lo vuelvo a repetir,<br />
Nunca se te antoje ir<br />
A esos bailes de disfraz.<br />
Como yo soy medio bruja<br />
Y de chispa una escopeta,<br />
Aunque me ponga careta<br />
Yo soy gallina papuja.<br />
Pero tú que eres aguja<br />
que no has conocido hebra,<br />
Ni borracha con ginebra<br />
Tú no vayas, Eliodora,<br />
A esos bailes de ahora<br />
que te muerde la culebra.<br />
Santiago, 28 de febrero de 1900.<br />
La buena vida del gato<br />
A mis queridos nietos Mercedes, Juan, Octavio,<br />
y Miguel Angel Goico; Graciela, Rafael, Mercedes<br />
y José Tomás Benedicto; María y Teresa Bonilla.<br />
La vida, que pasa el gato<br />
Cualquiera la envidiaría<br />
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I<br />
12 La Culebra, Danza muy tibia del buen compositor Don Nicanor Espinal.<br />
269
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
El día lo pasa durmiendo<br />
Y de noche en correría.<br />
Cuando un gato se enamora<br />
Para entrar en relaciones,<br />
Empieza a cantar canciones<br />
De la noche a toda hora.<br />
Y así que le canta y llora<br />
A su novia largo rato,<br />
Entra sin pagar barato<br />
En relación amorosa;<br />
Conque, miren si es dichosa<br />
La vida que pasa el gato.<br />
Cuando son gatos ladrones<br />
De pollos y de gallinas,<br />
Con esas comidas finas<br />
No piensan en los ratones<br />
Y así viven, como dones<br />
De alta categoría;<br />
Y como no hay policía<br />
Ni juez que les dé mal trato,<br />
La suerte que tiene el gato<br />
Cualquiera la envidiaría.<br />
Un gato muy consentido<br />
Duerme tranquilo y risueño<br />
En la cama de su dueño<br />
Como un niñito querido.<br />
Rompe todo y hace ruido<br />
Sin andar nada temiendo;<br />
Y cuando no está corriendo<br />
O con algo retozando,<br />
Y en rincones escarbando<br />
El día lo pasa durmiendo.<br />
El trabajo nada más<br />
Del gato es arar la tierra,<br />
Porque en ella es que entierra<br />
Lo que bota por atrás.<br />
Pues no se olvida jamás<br />
De enterrar su bobería…<br />
Pero lo que es en el día<br />
Cuando no está comiendo,<br />
Así lo pasa, durmiendo,<br />
Y de noche, en correría.<br />
Santiago, noviembre de 1900.<br />
270
Por súplica<br />
De un millón de jugadores doy a luz la presente glosa.<br />
A los pobres jugadores<br />
Los tienen dando alarido<br />
Como pájaros culecos<br />
que les han quemado el nido.<br />
La ley que prohíbe el juego.<br />
Pudiera ser más legal,<br />
Si ella fuera general<br />
Para todos desde luego.<br />
Pero como dice un ciego<br />
Que ciertos grandes señores,<br />
Juegan plata como lores<br />
Sin que nadie los persiga,<br />
Porque solo se castiga<br />
A los pobres jugadores.<br />
Si el juego no es conveniente<br />
Porque es un vicio ruinoso,<br />
No lo es también peligroso<br />
El vicio del aguardiente?<br />
Y mientras la ley consiente<br />
Ese licor maldecido,<br />
Autor que por siempre ha sido<br />
De los crímenes mayores<br />
A los pobres jugadores<br />
Los tienen dando alarido.<br />
La ley que el Gobierno dio<br />
Bajo todo punto es buena,<br />
Pero lo que causa pena<br />
que unos jueguen y otros no.<br />
Y esto no lo digo yo<br />
que nos echan grandes tecos<br />
Y que los hijos de Becos, 13<br />
No puedan tirar sus dados<br />
Porque los tienen echados<br />
Como pájaros culecos.<br />
Y no puede ser justicia<br />
que unos puedan jugar,<br />
Con esa misma franquicia.<br />
Y otros no puedan gozar<br />
13 Refrán.<br />
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I<br />
271
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Pero como la injusticia<br />
Siempre, siempre se ha lucido<br />
Con el pobre desvalido,<br />
Ahora se oyen los clamores<br />
de los pobres jugadores<br />
que les han quemado el nido.<br />
Cuando la ley es para todos,<br />
para todos debe ser.<br />
Santiago, noviembre 15, 1900.<br />
Remisión de tinajas, jarros<br />
y ollas de barro 14<br />
Con gusto, prima María,<br />
Le envío dos tinajitas,<br />
Dos jarros y dos ollitas,<br />
que aunque humilde regalía,<br />
Puede ser de que algún día<br />
De hielo allá se carezca,<br />
Y en caso que se le ofrezca<br />
Con las tinajas de barro<br />
Y con ese par de jarro,<br />
Ya tomará agua fresca.<br />
Y sepa, prima María,<br />
que ese par de tinajitas,<br />
Son gemelas hermanitas<br />
Nombradas, una Lucía<br />
Y la otra Rosalía;<br />
Lo mismo el par de jarrito,<br />
Uno se llama Mundito,<br />
Y el otro Juan Cuasimodo,<br />
Pero que el público todo<br />
Lo titula Juaniquito.<br />
La tinajita Lucía<br />
Tiene amores con Mundito,<br />
Y lo mismo Juaniquito<br />
Los tiene con Rosalía;<br />
Por eso bueno sería<br />
Andar con mucha cautela,<br />
Y vivir por siempre en vela,<br />
Porque no deben estar,<br />
14 Dedicado por el autor, a su prima Doña María Teresa Julia; de Puerto Plata.<br />
272
Muy juntos en un lugar<br />
La pólvora y la candela.<br />
Con la mejor voluntad<br />
Le remito las ollitas,<br />
Porque son dos señoritas<br />
De bastante utilidad<br />
Y de gran necesidad,<br />
que no se puede negar:<br />
Pues en Roma ante un altar<br />
Dijo el Cardenal Rampolla,<br />
que no hay como una olla<br />
De barro para guisar.<br />
También dicen que a Pizarro<br />
Conquistador del Perú<br />
Le guisaron un cucú<br />
En una olla de barro.<br />
Y el navegante bizarro<br />
Tan sabroso lo encontró,<br />
que ni un huesito dejó<br />
De aquel guiso delicado,<br />
que al darlo por terminado<br />
Los dedos se los chupó.<br />
No mire, prima María,<br />
El regalo de su primo,<br />
Lo hago porque la estimo<br />
Y le guardo simpatía.<br />
Y esta humilde regalía<br />
Es también con el intento,<br />
De tener conocimiento<br />
que a Ud., quien la complace<br />
Y algún cariño le hace,<br />
Ya tiene a Puente contento.<br />
Y estos son los deseos de su primo y amigo.<br />
Juan A. Alix<br />
Santiago, 22 de noviembre, 1902.<br />
A los que les cae la chupa que se la pongan<br />
Al valiente y muy liberal Don Carlos Morales,<br />
Gobernador de Puerto Plata.<br />
Parece que suele haber<br />
Todavía tan mala gente,<br />
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I<br />
273
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
que por gusto solamente<br />
Más sangre quisiera ver,<br />
De la que ha corrido ayer;<br />
Pues no falta quien desea<br />
que haya guerra y más pelea<br />
Por deseos de ciertos nenes,<br />
que a la fuerza sea Jimenes<br />
El dueño de La hicotea.<br />
Pero puede ser que no<br />
Sea todo lo que pretenden<br />
Porque ellos mismos comprenden<br />
que Jimenes renunció,<br />
Y él mismo fue que apoyó<br />
A Wos y Gil y Deschamps,<br />
Y unidos los tres están<br />
De la mejor buena fe,<br />
Y los tres como se ve<br />
Por la Patria mucho harán.<br />
Lo que hay que a cierta gente<br />
Ya la paz no le conviene,<br />
Ni mucha cuenta le tiene<br />
El vivir tranquilamente;<br />
Porque la paz no consiente<br />
que el País se vuelva escombro,<br />
Ni hace ver con tanto asombro<br />
A millares de holgazanes,<br />
Cometiendo mil desmanes<br />
Con la carabina al hombro.<br />
Ni la paz, como es tan buena<br />
No permite que en cantones,<br />
Engorden los mamalones<br />
Con chivos y vaca ajena.<br />
Ni consiente a gente llena<br />
De salud y lozanía,<br />
Tirándose cada día<br />
Algunos mangos bajitos<br />
De varios dólares mansitos<br />
que no es una tontería.<br />
Y es bueno de ir tratando<br />
De ver si la paz impera,<br />
274
que vivir de esa manera<br />
Continuamente luchando<br />
Y a la nación acabando<br />
Con guerras encarnizadas,<br />
Como han sido las pasadas<br />
Terribles y desastrosas,<br />
Por cierto que no son cosas<br />
De gentes civilizadas.<br />
Démosle tiempo sobrado<br />
Al Gobierno superior,<br />
Para que pueda mejor<br />
Ocuparse del Estado,<br />
Y ver todo encarrilado,<br />
que es lo que más se desea,<br />
Y olvidar la inicua idea,<br />
De vivir continuamente<br />
Desgarrándose la gente<br />
De la manera más fea.<br />
El Gobierno Gil Deschamps<br />
Se compone de hombres buenos,<br />
Y de patriotismo llenos<br />
Como pruebas dando están<br />
que se empeñan con afán<br />
De su cumplimiento fiel,<br />
Los Ministros Despradel,<br />
Brache, Deetjen y Polín<br />
Como los demás en fin<br />
Ministros que están con él.<br />
Por eso, ¿qué más se quiere?<br />
¿qué diablo más se desea?<br />
Para que el País se vea<br />
Como el orden lo requiere.<br />
Y es bueno que el pueblo espere<br />
Lleno de fe y confianza<br />
Y abrigando la esperanza<br />
que tanto Gil y Deschamps,<br />
A la Patria colmarán<br />
De gloria, paz y bonanza.<br />
Santiago, 19 de junio de 1903.<br />
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I<br />
275
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Juramento constitucional<br />
De los Ciudadanos Generales Alejandro W. y Gil<br />
y Eugenio Deschamps, para Presidente y Vice-Presidente de la República<br />
Al General Hermógenes García, Gobernador civil y militar<br />
de la Provincia de La Vega.<br />
hoy es el día señalado<br />
Por la ley fundamental,<br />
El juramento legal<br />
De aquellos que han designado.<br />
Como Jefes del Estado<br />
Para guiar a la Nación<br />
Con una administración<br />
Patriótica sumamente,<br />
Como es de un buen presidente<br />
La puntual obligación.<br />
Y hoy también debían jurar<br />
Todos los dominicanos,<br />
Vivir siempre como hermanos<br />
Sin pleitos qué lamentar.<br />
Y al Gobierno no estorbar<br />
La marcha de todo plan<br />
Político, y con afán,<br />
Mantener la paz que alienta,<br />
Para que dé buena cuenta<br />
El Gobierno Gil-Deschamps.<br />
Pues tanto Gil y Deschamps<br />
Como muy capaces son<br />
Y patriotas sin baldón<br />
Al país levantarán<br />
Y ya lo redimirán<br />
Del progreso por la vía;<br />
Y el crédito y garantía,<br />
Del país en general<br />
Lo conservarán cabal<br />
habiendo buena armonía.<br />
Porque ya es de rigor<br />
que el pueblo dominicano,<br />
Sea más cuerdo y más humano<br />
Y piense mucho mejor,<br />
Sin causar ya más horror<br />
Con la guerra fratricida,<br />
276
Para conservar la vida<br />
Y los bienes cada cual;<br />
Más la honra nacional<br />
Cuasimente ya perdida.<br />
Dejemos ya descansar<br />
Esta tierra infortunada,<br />
que está la pobre, extenuada<br />
De miseria y malestar.<br />
Y demos tiempo y lugar<br />
Al Gobierno para hacer,<br />
A la Nación florecer,<br />
Sin obligarlo realmente<br />
A luchar continuamente<br />
Por no dejarse caer.<br />
Así, en tan fausto día<br />
Roguemos al Padre Eterno<br />
que colme al nuevo Gobierno<br />
De luz, paz, Sabiduría.<br />
Y que la buena armonía<br />
Jamás sea interrumpida<br />
Para conservar la vida<br />
Y sus bienes cada cual,<br />
Más la honra nacional<br />
Cuasimente ya perdida.<br />
Ya no hay más que convenir<br />
Y ver detenidamente,<br />
que con la paz solamente<br />
Es que podemos vivir.<br />
Para poder conseguir<br />
Del País el bienestar,<br />
Y al mismo tiempo cuidar<br />
que vengan blancos de fuera,<br />
Pero de mala manera<br />
A querer intermediar.<br />
Los ingleses, ya lo dicen<br />
que se les da tres chichones<br />
que las pequeñas naciones<br />
De América se destricen.<br />
Para que las fiscalicen,<br />
Los yanquis americanos,<br />
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I<br />
277
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Así, queridos hermanos<br />
Al movimiento más chico,<br />
Pueden bien cojer su pico<br />
Los pobres dominicanos.<br />
Santiago, 1 de agosto de 1903.<br />
Los mangos bajitos 15<br />
Dice don Martín Garata,<br />
Persona de alto rango,<br />
que le gusta mucho el mango<br />
Porque es una fruta grata.<br />
Pero treparse en la mata<br />
Y verse en los cogollitos,<br />
Y en aprietos infinitos…<br />
Como eso es tan peligroso,<br />
El encuentra más sabroso<br />
Coger los mangos bajitos.<br />
Don Martín dice también<br />
que le gusta la castaña,<br />
Pero cuando mano extraña<br />
La saca de la sartén,<br />
Y que se la pelen bien<br />
Con todos los requisitos;<br />
Pero arderse los deditos<br />
Metiéndolos en la flama,<br />
Eso sí que no se llama<br />
Coger los mangos bajitos.<br />
Por eso la suerte ingrata<br />
De la Patria no mejora<br />
Porque muchos son ahora<br />
Como don Martín Garata.<br />
que quieren meterse en plata<br />
Ganando cuartos mansitos<br />
Con monopolios bonitos,<br />
Con chivos o contrabando,<br />
O así, de cuenta de mando,<br />
Coger los mangos bajitos.<br />
Cuando hay revolución<br />
Maña es la más antigua,<br />
Despachar a la manigua,<br />
15 Dedicado por su autor al antiguo Listín Diario.<br />
278
De brutos a una porción.<br />
que al mandarlos algún don,<br />
Ya se marchan derechitos,<br />
Y los dones quietecitos<br />
Cada cual queda en su casa.<br />
Para cuando todo pasa,<br />
Coger los mangos bajitos.<br />
Cuando el toro está plantado,<br />
Se verán miles toreros,<br />
Allí en los burladeros<br />
Con el pitirrio apretado.<br />
Cuando el toro otro ha matado<br />
Al punto salen toditos,<br />
Echando vivas a gritos<br />
Y a empuñar buenos empleos,<br />
que son todos sus deseos<br />
Coger los mangos bajitos.<br />
Dejen ya la maña vieja<br />
De mandar al monte gente,<br />
para tumbar presidente<br />
Sin dar motivos de queja;<br />
que la prudencia aconseja,<br />
que vivamos tranquilitos,<br />
Como buenos hermanitos,<br />
que mucha sangre ha costado<br />
Y la ruina del Estado<br />
Coger los mangos bajitos.<br />
Y que vean lo que ha costado<br />
La tumba de dos poderes,<br />
que han muerto miles de seres<br />
que la tierra se ha tragado.<br />
Cuántas viudas no han quedado,<br />
Y huérfanos infinitos!<br />
Cuántas miserias y gritos!<br />
Y cuánta sangre correr!…<br />
Por unos cuantos querer<br />
Coger los mangos bajitos.<br />
Ahora lo que han de hacer<br />
Echarlo todo al olvido,<br />
Y al Presidente elegido<br />
Ayudarlo a sostener.<br />
Y evitar que vuelva a haber<br />
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I<br />
279
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Más viudas y huerfanitos,<br />
Más crímenes y delitos<br />
Y lárguense a trabajar,<br />
Los que quieren, SIN SUDAR,<br />
Coger los mangos bajitos.<br />
Santiago, mayo 18 de 1903.<br />
Un muchacho que se lo llevó el diablo<br />
En una sección de Moca<br />
El diablo se ha presentado,<br />
Y a un muchacho se ha llevado<br />
Dejando a su madre loca;<br />
Por insolencia no poca,<br />
Con la madre que le dio<br />
El ser, y lo sustentó<br />
Con sus pechos, cuando niño,<br />
Y con el mayor cariño,<br />
Tanto que lo acarició.<br />
Así lo suelen contar:<br />
“Que aquella madre aflijida<br />
No tenía un día comida<br />
A su familia qué dar;<br />
Y un pollo pudo matar<br />
De su hijo, y lo guisó,<br />
Y el ingrato, cuando vio<br />
que era suyo el pollo muerto,<br />
Cuantas aves vio por cierto<br />
De su madre las mató”.<br />
Y por eso aquella fiera<br />
A su madre la insultó,<br />
Y al respeto le faltó<br />
Pero de mala manera.<br />
Y todo por la friolera<br />
De un pollito miserioso;<br />
Cuando bueno y generoso<br />
Debe un hijo siempre ser,<br />
Con el hombre y la mujer<br />
que le han dado el ser dichoso.<br />
Por tan criminal acción<br />
La madre así lo maldijo:<br />
280
“Espero que el diablo, hijo,<br />
Te lleve sin dilación”.<br />
La maternal maldición<br />
Pronto se cumplió por cierto,<br />
Pues a poco en un desierto<br />
Al hijo desventurado,<br />
Con el cuerpo ensangrentado<br />
Allí lo encontraron muerto.<br />
Pero lo más sorprendente<br />
Fue que al irlo a enterrar,<br />
Los que lo solían cargar<br />
Notaron completamente.<br />
que el cadáver cuasimente<br />
Apenas nada pesaba;<br />
Pero quién se figuraba<br />
El más tremendo misterio,<br />
que al llegar al cementerio<br />
¡El difunto allí no estaba!<br />
La gente salió al momento<br />
huyendo del campo santo,<br />
Llena de terror y espanto<br />
Y un temblor el más violento.<br />
¿Con tal acontecimiento<br />
quién demonio se paraba<br />
Cuando todo el mundo daba<br />
Un ojo por un boquete,<br />
Y salir como un cohete<br />
Del aprieto en que se hallaba?<br />
Todo el mundo ha opinado<br />
Con sano criterio y calma<br />
que al muchacho en cuerpo y alma<br />
El diablo se lo ha llevado,<br />
Por miserable y malcriado<br />
con su madre cariñosa,<br />
Cuando no hay otra cosa<br />
En la vida que más cuadre,<br />
Como es el amor de madre;<br />
De un hilo bueno la diosa.<br />
El hijo desobediente<br />
Con sus padres y malcriado,<br />
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I<br />
281
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Extraño no es demasiado<br />
que el diablo se le presente,<br />
Y todo hijo insolente<br />
Sujétese bien la boca,<br />
Para ver si no le toca<br />
La suerte del hijo aquél,<br />
que el diablo cargó con él<br />
En un campo allá de Moca.<br />
Santiago, septiembre de 1903.<br />
El Jockey Club santiagués<br />
Y su espléndido baile del 23 de los corrientes.<br />
Con gusto daré razón<br />
Y su fama la propago,<br />
De un baile en el Club Santiago<br />
que ha llamado la atención.<br />
Por su grande animación,<br />
Y concurrencia igualmente;<br />
Tanto que, perfectamente<br />
El Jockey Club se lució,<br />
Con su gran baile que dio<br />
El veintitrés del corriente.<br />
En el local espacioso<br />
Del Club Santiago nombrado,<br />
Bellamente iluminado<br />
Y un adorno muy lujoso,<br />
Un concurso numeroso<br />
De personas distinguidas<br />
Lujosamente vestidas<br />
honraban aquel salón,<br />
Y a esta digna población<br />
Con verse allí reunida.<br />
Ochenta damas había<br />
Y cuasi todas pollitas,<br />
Elegantes y bonitas<br />
Como la estrella del día,<br />
Y niñas que todavía<br />
Ni a quince suelen llegar,<br />
Y los que solían bailar<br />
Con ellas cuasi pollones,<br />
282
De puntica o de botones<br />
que ahora empiezan a cantar.<br />
Además de las pollonas<br />
que tanto resplandecían,<br />
Su pico también cogían<br />
Unas cuantas muchachas,<br />
que aunque no tan mozetonas<br />
De baile en cualquier salón,<br />
Llaman siempre la atención<br />
Como antiguas veteranas;<br />
Complacientes y muy llanas<br />
Y que bailadoras son.<br />
Los jóvenes maduritos<br />
También hacían sus figuras,<br />
Entre tan bellas criaturas,<br />
Como entre tantos pollitos<br />
Elegantes y bonitos<br />
que honraban aquel salón.<br />
Colmando allí de atención<br />
Y de tratos muy decentes,<br />
A todos los concurrentes<br />
Sin andar con distinción.<br />
En todo departamento<br />
Incluso la galería<br />
Tantísima gente había<br />
que se escaseaba el asiento;<br />
Pero nunca más contento,<br />
Ni tanta satisfacción;<br />
Y que a pesar de un millón<br />
De licores como hubo,<br />
Siempre el orden se mantuvo<br />
Sin ninguna alteración.<br />
Señoras y señoritas<br />
que ocupaban aposentos,<br />
Y otros departamentos<br />
Se han obsequiado a toditas,<br />
que el dulce, que las copitas,<br />
A menudo les brindaban,<br />
Y de todos se acordaban,<br />
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I<br />
283
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Con la mayor complacencia,<br />
Y con la mayor decencia<br />
A todo el mundo obsequiaban.<br />
El pavo que suele hacer<br />
siempre en bailes su figura,<br />
Ni siquiera en miniatura<br />
Pudo allí, aparecer.<br />
Pavo no podían comer<br />
Las que en el salón estaban,<br />
Porque muy listos andaban<br />
Allí los comisionados;<br />
Pues debido a sus cuidados<br />
Sentada a nadie dejaban<br />
La orquesta bien se lució<br />
En esa dichosa noche,<br />
De gusto haciendo derroche<br />
Por lo bien que ejecutó;<br />
Todo lo que se brindó<br />
En ese baile afamado,<br />
Todo ha sido delicado,<br />
O riquísimo, diremos;<br />
Como que también sabemos<br />
que allí de todo ha sobrado.<br />
Esta corta descripción<br />
Satisfactoria me es,<br />
Al Jockey Club Santiagués<br />
Dedicarla en atención,<br />
De su verdadera acción<br />
De cultura y de adelanto;<br />
Deseándole por tanto<br />
Con toda sinceridad,<br />
Años de felicidad<br />
Y un porvenir de encanto.<br />
Santiago, 29 de agosto de 1903.<br />
Un buen consejo a los campesinos de la República<br />
Dedicada al General Miguel Febles, Ministro de lo Interior y Policía<br />
del Gobierno Provisional.<br />
Del campo a todo habitante<br />
Como soy gallo viejo,<br />
284
En coplas un buen consejo<br />
Le doy para que lo cante.<br />
Y lo observe en lo adelante<br />
De Dios como una sentencia;<br />
Y es que nadie su existencia<br />
La debe sacrificar,<br />
Porque otro vaya a gozar<br />
De la mejor conveniencia.<br />
Los honrados campesinos<br />
Cuando hay revoluciones,<br />
Para mantener cantones<br />
Ellos son los paganinos.<br />
Porque los hombres dañinos<br />
Como no tienen qué hacer<br />
Sino jugar y beber<br />
Las revueltas les agrada,<br />
Pues como no tienen nada<br />
Nada tienen qué perder.<br />
Pero el hombre que trabaja<br />
Y de alguna posición,<br />
Meterse en revolución…<br />
Bien merece una mortaja.<br />
Pues ¿qué diablo de ventaja<br />
Sacará ese maldecido,<br />
Con asunto de partido<br />
Si después que el pleito pasa,<br />
Si acaso, vuelve a su casa,<br />
Todo lo encuentra perdido?<br />
Así es que un campesino<br />
No debe politiquear,<br />
Porque nunca ha de alcanzar<br />
Un lucrativo destino.<br />
Lo que encuentra es el camino<br />
De su trabajo perder.<br />
Pues tiene que mantener<br />
Los cantones con su crianza,<br />
Y también con su labranza<br />
Para nada merecer.<br />
No hay duda, los de levitas<br />
Y muchos grandes señores,<br />
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I<br />
285
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Siempre han sido los autores<br />
De las revueltas malditas.<br />
Y desgracias infinitas<br />
Por sus muchas pretensiones<br />
A los empleos y galones;<br />
Pero eso sería pamplina,<br />
Si la gente campesina<br />
No consintiera cantones.<br />
Por eso en cada sección<br />
De nuestros campos debían,<br />
Los que trabajan y crían<br />
Formar una asociación.<br />
Para que ningún cantón<br />
Se establezca en el lugar;<br />
Como también denunciar<br />
A todo propagandista,<br />
que vaya en son de conquista<br />
A quererlos perturbar.<br />
El Ministro de la Guerra<br />
Polín, nuestro compueblano,<br />
Y el Jefe el más veterano<br />
Muy buena intención encierra.<br />
Pues ha venido a esta tierra<br />
Cibaeña a armonizar,<br />
Y a todos unificar<br />
Para que la paz impere,<br />
Y todo el mundo prospere<br />
Por medio del bienestar.<br />
Pronto llegará el momento<br />
que Alejandro Wos y Gil<br />
Entre aclamaciones mil<br />
Ya prestará juramento,<br />
Y como hombre de talento,<br />
De honor y sabiduría<br />
Y de mucha valentía.<br />
El salvará a la Nación<br />
Es decir, habiendo unión,<br />
Vergüenza, paz y armonía.<br />
Santiago, julio 9 de 1903.<br />
286
Certamen industrial<br />
Dedicado por la Sociedad “Liceo del Yaque” al aniversario<br />
del veintisiete de febrero.<br />
Al Ilustre Ayuntamiento y a la Sociedad “Liceo del Yaque”.<br />
En decir hoy me adelanto,<br />
Pero así, sinceramente,<br />
que no me creo competente<br />
Para dedicarle un canto.<br />
Al acto más sacrosanto<br />
De progreso verdadero,<br />
Con que el pueblo Santiaguero<br />
Se ha dignado festejar,<br />
Y por siempre perpetuar<br />
El Veintisiete Febrero.<br />
Pero al fin por complacer<br />
De unos cuantos la exigencia,<br />
Y no con indiferencia<br />
Tan sublime obra ver.<br />
Algo he tenido que hacer<br />
Como cantor popular,<br />
Por no poderle negar<br />
Estas coplitas de aliento,<br />
A un nuevo acontecimiento<br />
El más digno de admirar.<br />
Así es, que me refiero<br />
Al “Certamen Industrial”,<br />
Delicado al festival<br />
Del “Veintisiete Febrero”,<br />
Donde el laborioso obrero<br />
Con grata satisfacción,<br />
ha puesto en exhibición<br />
Su trabajo delicado,<br />
Para verlo allí premiado<br />
Por su magna condición.<br />
Al mundo entero ha cojido<br />
De susto, mil novedades,<br />
Y tantas curiosidades<br />
que ahora se han exhibido.<br />
Del Certamen aludido<br />
La importancia es sin igual,<br />
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I<br />
287
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Pues la opinión general<br />
Completamente ignoraba,<br />
que nuestra tierra abrigaba<br />
Tanta gloria nacional.<br />
El Certamen francamente<br />
hizo salir de casillas,<br />
Un sin fin de maravillas<br />
que estaban hasta el presente,<br />
Ocultas completamente;<br />
Pero no hay que negar,<br />
que esa obra singular,<br />
Se debe al buen deseo,<br />
De la Sociedad Liceo<br />
Del Yaque en este lugar.<br />
Porque ella ha sido la autora<br />
Del Certamen Industrial,<br />
Y la dueña principal<br />
De esa obra bienhechora,<br />
Y muy civilizadora,<br />
Pues con gusto y mil amores,<br />
Cientos de expositores,<br />
Todos han depositado,<br />
En el Certamen citado<br />
Las obras más superiores.<br />
La maquinita a vapor,<br />
Del joven David de Lora<br />
Tanto admira como azora<br />
Al más sabio expectador,<br />
Y más, a quien al Señor<br />
David suele conocer,<br />
que no ha tenido el placer<br />
De salir al extranjero,<br />
Ni estudio para ingeniero<br />
Ninguno suele tener.<br />
Los sombreros guraberos<br />
De cana, se han lucido,<br />
Pues de cierto han recibido<br />
Los elogios más sinceros.<br />
Y también otros sombreros<br />
del lugar de “San José’’,<br />
288
Pues todo el que allí los ve<br />
Se admira de ver aquello,<br />
Porque es un trabajo bello<br />
De paja de malcoté.<br />
Lo que a todos admiró<br />
Y ha tenido mucho eco,<br />
Es el curioso muñeco<br />
Del Señor Julio Tió.<br />
que en Jaibón lo fabricó<br />
Y ha llamado la atención<br />
Con muy sobrada razón<br />
Del concurso numeroso<br />
Por ser lo más ingenioso<br />
El muñeco de Jaibón.<br />
Labores hay infinitas<br />
Admirables y curiosas,<br />
Y en centenares de cosas<br />
Pero a cual más exquisitas<br />
que no pueden ser descritas<br />
En tan corta relación<br />
Ni tengo la pretensión<br />
De llegar donde no puedo,<br />
Así es que aquí me quedo<br />
Del lector con el perdón.<br />
Pero no han de fallar<br />
Mil plumas autorizadas,<br />
que noticias detalladas<br />
Ya podrán suministrar.<br />
De esa obra singular<br />
Puesta en ejecución,<br />
Por tan noble asociación<br />
Liceo del Yaque bendita,<br />
que la Patria hoy felicita<br />
Con todo su corazón.<br />
La junta Organizadora<br />
Del Certamen referido,<br />
Grandemente se ha lucido<br />
Con su obra encantadora.<br />
Y el público no lo ignora,<br />
que esta Junta meritoria,<br />
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I<br />
289
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
ha puesto en ejecutoria<br />
La energía más admirable,<br />
Y un esfuerzo imponderable<br />
hasta cubrirse de gloria.<br />
Santiago, 5 de marzo de 1903.<br />
De quién es la hicotea<br />
A mi amigo Julio Saleta Santiago.<br />
En una honda laguna<br />
Un pescador zabulló,<br />
Y una hicotea paseó<br />
Por una buena fortuna.<br />
Pero sin demora alguna<br />
La hicotea otro desea,<br />
Y quiere que suya sea<br />
Porque a él se le escapó;<br />
Así es que no sé yo<br />
De quién es la jicotea.<br />
La mitad del mundo entero<br />
Dice que según parece<br />
La hicotea le pertenece<br />
A don Juan el caballero,<br />
que fue su dueño primero;<br />
Pero al perder su tarea<br />
Por aquella acción tan fea<br />
Del veinticinco de Abril;<br />
que diga Alejandro Gil<br />
De quién es la jicotea.<br />
Del mundo la otra mitad<br />
Así lo proclama a grito,<br />
que le toca a Alejandrito<br />
La hicotea en propiedad.<br />
Porque él fue en realidad<br />
El que rompió la manea<br />
De trillos, y en la pelea<br />
La gloria también le cabe;<br />
Así es que nadie sabe<br />
De quién es la jicotea.<br />
Como el amigo Deschamps<br />
De méritos no carece,<br />
290
La hicotea le pertenece<br />
Como a Alejandro y don Juan.<br />
Porque él ha sido el titán,<br />
Más terrible con la idea,<br />
Y donde su voz emplea<br />
Produce de luz un foco;<br />
Pero él no sabe tampoco<br />
De quién es la jicotea.<br />
El hombre que el pueblo elija<br />
Para guiar a la Nación<br />
A punto de salvación,<br />
Dejarlo que la dirija.<br />
Sin apretón de clavija,<br />
Sin repingos ni pelea,<br />
Para que más no se vea<br />
Correr la sangre a torrente,<br />
Ni pregunte más la gente<br />
De quién es la jicotea.<br />
Pidamos todos ufanos<br />
Al cielo misericordia,<br />
Porque reine la concordia<br />
Y paz entre los cristianos.<br />
que todos somos hermanos<br />
Y el País que bambolea,<br />
Lo que ahora más desea<br />
que no lo dejen caer,<br />
que vale más que saber<br />
De quién es la jicotea.<br />
Santiago, mayo 7 de 1903.<br />
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO I<br />
291
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Tomo II<br />
Proemio<br />
Este segundo volumen de las décimas de Juan Antonio Alix, completa la selección realizada<br />
por el escritor Dr. Joaquín Balaguer, quien ha prologado la obra, la cual se edita como un<br />
homenaje póstumo al gran poeta popular.<br />
Los trabajos y afanes de todos los que han contribuido a la presentación de estos volúmenes,<br />
constituyen el mejor estímulo para los editores, interesados siempre en coadyuvar a la<br />
divulgación de la cultura dominicana y al enriquecimiento de la bibliografía nacional.<br />
292
Al público<br />
Lo que ha pasado en la Otra Banda del Yaque<br />
el día 7 del presente mes.<br />
Ya que el público lo manda<br />
Diremos por la presente,<br />
que el día siete del corriente<br />
Por la noche, en Otra Banda<br />
De pilluelos una tanda<br />
Y de armamento provista,<br />
Después de pasar revista<br />
A siete chivos robados,<br />
Dieron muerte los malvados<br />
Al pedáneo Juan Batista.<br />
Los pillos un burro prieto<br />
Listo de un todo llevaron,<br />
Y de carne lo cargaron<br />
Sin desollar por completo.<br />
Batista, bello sujeto,<br />
Y Alcalde de la Sección,<br />
Por cumplir su obligación<br />
Y sus bienes defender,<br />
Vino el pobre a perecer<br />
A las manos de un ladrón.<br />
Dicen que fue acompañado<br />
De dos o tres compañeros,<br />
que se mandaron ligeros<br />
Cuando Juanico ha goteado.<br />
Y que un joven buen soldado<br />
Lelo Marte, el muy valiente,<br />
quien venció a los bandidos,<br />
Dejó allí a dos heridos<br />
Y un prisionero igualmente.<br />
Según cuentan los vecinos<br />
De Otra Banda y más lugares,<br />
Dizque pasan de millares<br />
Los chivos y los cochinos,<br />
Y ovejos, que esos dañinos<br />
Por todas partes cogían,<br />
Y los cueros no vendían<br />
En bruto los malhechores,<br />
Pues, como son curtidores,<br />
Ellos mismos los curtían.<br />
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II<br />
293
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
También suelen declarar<br />
Vecinos de Rafael,<br />
que en todo el lugar aquel<br />
No se oye un chivo berrear,<br />
Ni un ovejito balar<br />
Ni otras clases de animales,<br />
Porque los pilluelos tales<br />
haciendo de carne líos,<br />
han dejado allí vacíos<br />
Los chiqueros y corrales.<br />
hoy se encuentra en el Juzgado<br />
De Instrucción el burro prieto,<br />
El que vino bien repleto<br />
De chivos muertos cargado,<br />
Con el cuero aún pegado;<br />
Pues dicen que los chiveros<br />
Por querer andar ligeros<br />
Nada más los degollaban,<br />
Y el mondongo lo dejaban<br />
En los mismos mataderos.<br />
Del pueblo la mayoría<br />
Deseaba que los malvados<br />
Fueran todos fusilados,<br />
que de ejemplo serviría.<br />
Y la Autoridad quería<br />
Al público complacer,<br />
Pero que por atender<br />
A unos cuantos consejeros,<br />
hoy se encuentran los chiveros<br />
De la Justicia en poder.<br />
Esta corta relación<br />
Con gusto he publicado,<br />
Porque me lo ha suplicado<br />
Entera esta población.<br />
Para con más atención<br />
que obren los tribunales,<br />
Y se empeñen los fiscales<br />
En emplear más energía,<br />
Para darle garantía<br />
A la crianza de animales.<br />
Santiago, agosto 10 de 1903<br />
294
Al Gobierno Provisional de la<br />
República, Santiago<br />
Como cantor nacional<br />
Yo no puedo prescindir,<br />
De marchar o de seguir<br />
A la opinión general.<br />
Por eso es muy natural<br />
Cantar lo que ella desea:<br />
que para evitar pelea<br />
O no más guerra civil,<br />
Le diga a Alejandro Gil:<br />
Afloja la jicotea.<br />
De Alejandro siempre he sido<br />
Amigo particular,<br />
Y no lo puedo negar<br />
que le estoy agradecido;<br />
Y como amigo querido<br />
Este amigo le desea,<br />
que en salvamento se vea;<br />
Y si de cerca le viera<br />
Lo abrazaría y le dijera:<br />
Afloja la jicotea.<br />
Si el País entero ya<br />
Desconoce tu poder,<br />
No hagas la sangre correr<br />
que hasta Dios se enojará.<br />
Vete, que tú volverás<br />
Cuando en paz todo se vea.<br />
A tu Patria que desea<br />
que no haya más bancarrota;<br />
Conque, si eres buen patriota:<br />
Afloja la jicotea.<br />
Cantando estoy como un grillo<br />
Sin a nadie maltratar,<br />
Sin subir ni arrempujar<br />
A partido ni a caudillo.<br />
Ni canto por darle brillo<br />
Ni al Jesús de Galilea,<br />
Canto con la buena idea,<br />
De lo que mejor conviene,<br />
Y decirle al que la tiene:<br />
Afloja la jicotea.<br />
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II<br />
295
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
A ninguno adularé<br />
Con atronadores vivas,<br />
Y ni con flores ni olivas<br />
A nadie coronaré.<br />
A la paz le cantaré<br />
Y a la Unión que hoy campea;<br />
Esa es toda mi tarea,<br />
Evitar guerra civil,<br />
Diciéndole a Woss y Gil:<br />
Afloja la jicotea.<br />
El País por el momento<br />
Poco a poco se fusiona,<br />
Sin distinción de persona<br />
Y sin apasionamiento.<br />
No ha habido atropellamiento<br />
Ni quien arriba se crea,<br />
De la discordia la tea,<br />
Ya no hay ni quien la nombre;<br />
Con que Gil, si eres buen hombre:<br />
Afloja la jicotea.<br />
En la más completa unión<br />
Se encuentran greñudo y bolo:<br />
Formando un partido sólo<br />
Como hermanitos que son.<br />
No ha habido una discusión<br />
Ni una palabrita fea,<br />
Pues si lo que se desea<br />
Es en paz todos vivir,<br />
Gil, si te quieres lucir,<br />
Afloja la jicotea.<br />
Formando un sólo partido<br />
Se encuentra todo el Cibao,<br />
Desde Masacre al Bonao<br />
Como ya es bien sabido.<br />
El Este y Sur se han unido<br />
Al Cibao con esa idea,<br />
Y como la unión florea,<br />
Con placer y gusto mil,<br />
Amigo Alejandro Gil:<br />
Afloja la jicotea.<br />
De todo corazón te desea un feliz viaje,<br />
tu siempre amigo, Juan Ant. Alix.<br />
Santiago, 2 de noviembre de 1903<br />
296
Las Juntas de Fomento<br />
Establecidas por el progresista Don Eugenio Deschamps,<br />
Vicepresidente y Delegado del Gobierno en el Cibao<br />
Para dar conocimiento<br />
Al público en general,<br />
De lo que el Gobierno actual<br />
Práctica por el momento,<br />
Como asuntos de fomento,<br />
De riqueza y bienestar,<br />
Debo de manifestar<br />
que si el Gobierno consigue<br />
Lo que con afán persigue<br />
El país se ha de salvar.<br />
Sabido es, que el habitante<br />
Del campo, que trae su fruto,<br />
Como gato entre macuto<br />
Se lo endosa al comerciante;<br />
Y al momento el negociante,<br />
Ya sea por ambición<br />
O por la mala intención<br />
De trancar a un tercero,<br />
Se lo compra al cosechero,<br />
Sea cual sea su condición.<br />
Por eso más criminal<br />
Es sin duda el comerciante,<br />
que el gitanillo habitante<br />
Y mucho más ilegal;<br />
Pues si el cosechero tal,<br />
Convencido ya estuviera<br />
que su fruto no vendiera<br />
En pésima condición<br />
Jamás a la población,<br />
Ni de chepa lo trajera.<br />
Pero como saben bien<br />
que si ellos traen basura<br />
El comerciante se apura<br />
En comprarla en su almacén,<br />
Eso yo lo haría también<br />
Si yo fuera cosechero,<br />
Pues de casa el basurero<br />
Al comercio le trajera<br />
Aunque así después se hundiera<br />
Enviándolo al extranjero<br />
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II<br />
297
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
El Gobierno superior<br />
No tiene más ideales,<br />
que a los frutos nacionales<br />
Darle crédito y valor.<br />
Para que en el exterior<br />
Sean siempre solicitados,<br />
Y no tan desmeritados,<br />
Como están a la sazón<br />
Por su mala condición<br />
Y tan mal clasificados.<br />
En todo el Departamento<br />
Del Cibao están nombradas<br />
Por Deschamps e instaladas<br />
Varias Juntas de Fomento.<br />
Para darle crecimiento<br />
De una manera segura,<br />
A comercio, agricultura,<br />
Y a otras cosas igualmente,<br />
Para que el País realmente<br />
Se coloque en grande altura.<br />
El Gobierno ha concedido<br />
Sin pérdida de momento,<br />
A las Juntas de Fomento<br />
Cuanto ellas han pedido,<br />
Y en todo está decidido<br />
Dichas Juntas a apoyar,<br />
Y hacerlas bien respetar<br />
Con la mayor energía,<br />
Porque es la única vía<br />
De la cosa organizar.<br />
Ya con esto es suficiente<br />
Para que el agricultor,<br />
Y todo especulador<br />
Estén lo más al corriente,<br />
que el Gobierno no consiente<br />
que salga de la Nación,<br />
Sea cual sea la producción,<br />
Si no está bien comprobada,<br />
Y bastante examinada<br />
Su exquisita condición.<br />
Así todo agricultor<br />
Como todo comerciante,<br />
298
Ya sabrán que en lo adelante<br />
El Gobierno superior<br />
Castigará con rigor,<br />
Con multas y con prisión,<br />
Al que tenga la ocasión<br />
De comprar o de vender<br />
Frutos de poco valer<br />
Y de mala condición.<br />
Lo que pretende el Gobierno<br />
Con esa sabia medida,<br />
Es sacar, pero en seguida,<br />
Al País de tanto infierno,<br />
Y de un padecer eterno,<br />
Pues en los tiempos actuales<br />
La miseria y tantos males<br />
Que afligen a la Nación,<br />
Es la mala condición<br />
De los frutos nacionales.<br />
Santiago, 14 de octubre de 1903.<br />
Un hijo desobediente<br />
Que fue a una fiesta en contra del gusto de su padre.<br />
A mi amigo el Gral. Pedro M. Espaillat. Santo Domingo.<br />
hoy también contar me toca<br />
Otro caso parecido,<br />
Al del hijo maldecido<br />
En un campo allá de Moca.<br />
que por una cosa poca<br />
O es decir, por un pollito,<br />
Ese muchacho maldito<br />
A su madre maltrató,<br />
Y el diablo se lo llevó<br />
Al infierno derechito.<br />
Pues en Jacagua ha pasado<br />
Otro caso cuasi igual,<br />
que lo contaré tal cual<br />
Como a mí me lo han contado.<br />
“Un padre de familia honrado<br />
A un hijo le aconsejó<br />
Y mucho le suplicó<br />
Que no fuera a una fiesta,<br />
que esa noche había propuesta<br />
En qué parte no sé yo”<br />
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II<br />
299
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Y el hijo sin más espera<br />
Al padre así le contesta:<br />
“Pues yo sí voy a la fiesta<br />
Aunque el demonio no quiera,<br />
Me voy de cualquier manera<br />
Sin que nadie me sujete,<br />
Y el primero que se mete<br />
En privarme de mi gusto,<br />
Cuatro balazos le ajusto<br />
Como cinco y dos son siete”.<br />
Otra vez le dijo el padre:<br />
“Tú no vayas a la fiesta<br />
que en tu cama hago una apuesta<br />
que no hay perro que te ladre.<br />
—Por la salud de mi madre<br />
A esa fiesta sí que voy,<br />
Porque listo ya lo estoy<br />
Y el que me salga al encuentro<br />
Del pecho en el mismo centro<br />
Cuatro balazos le doy”.<br />
El padre quedó abismado<br />
Contemplando largo rato,<br />
Aquel hijo tan ingrato<br />
Desobediente y malcriado.<br />
Y al fin, le dijo indignado:<br />
“hijo mío, jamás te hablo;<br />
Pero yo espero en San Pablo<br />
Y en el gran Poder Divino,<br />
que al marcharte, en el camino,<br />
Ojalá te lleve el diablo”.<br />
El hijo sin atender<br />
A más nada se marchó,<br />
Y al festín se dirigió<br />
Lleno de gusto y placer;<br />
Pero pronto pudo ver<br />
que salía de una emboscada<br />
Un hombre de grande alzada<br />
Con dos cuernos en la frente,<br />
Y los ojos puramente<br />
De fuego una llamarada.<br />
El joven así que vio<br />
Aquella infernal figura,<br />
300
Con muy notable bravura<br />
Al momento se cuadró<br />
Y el revólver lo sacó,<br />
Sin andar con pareceres;<br />
Y al hombre dijo: ¡quién eres!<br />
Si en el mundo andas penando,<br />
De parte de Dios te mando<br />
que me digas lo que quieres”.<br />
“Cállate esa boca perro:<br />
El fantasma contestó,<br />
que a arreglarte vengo yo<br />
Con estas uñas de hierro.<br />
Yo soy el diablo que encierro<br />
A todo el que no me cuadre,<br />
Y al perro que a mí me ladre<br />
Como tú, que así me gruñas,<br />
Le enseño con estas uñas<br />
A respetar a su padre”.<br />
De una vez entró con él<br />
El demonio y lo tumbó,<br />
Y las uñas le clavó<br />
Con una fiereza cruel;<br />
que si no es por San Miguel<br />
que de encima se lo quita<br />
De virtud con su varita,<br />
El joven ya estuviera<br />
Junto con aquella fiera<br />
que maltrató a su mamita.<br />
El hijo, de tal manera<br />
Llegó a su casa estropeado,<br />
Con todo el cuerpo aruñado<br />
Y la camisa por fuera,<br />
Gritando al padre le abriera<br />
La puerta sin dilación,<br />
Para pedirle perdón,<br />
Y el padre así que lo vio<br />
hincado, lo perdonó<br />
Y le echó la bendición.<br />
Viva la paz! Viva la unión!<br />
Y abajo los cogedores de mangos bajitos! Allé.<br />
Allé, a buscar qué hacer, y dejen al País tranquilo.<br />
Santiago, 6 de octubre de 1903.<br />
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II<br />
301
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
El 14 de febrero<br />
continuación de las décimas<br />
Unidos los santiagueros<br />
Con un grupo de mocanos<br />
Valientes como espartanos<br />
Y rabudos espueleros,<br />
A los bolos majaderos<br />
Tanto el dado le cargaron<br />
que unos cuantos ni atinaron<br />
A salir de la ciudad,<br />
Pidiendo hospitalidad<br />
Donde ocultos se quedaron.<br />
Los bolos razón tenían<br />
En temerle tanto al foete,<br />
Porque ya en el mismo ojete<br />
La rabiza la sentían.<br />
Y mucho más cuando oían<br />
“que atájenlos por allá”,<br />
“que atráquenlos por acá”,<br />
Y el fun fun de las abejas<br />
Tan cerca de las orejas,<br />
que el más valiente se va.<br />
¡Pero cuánto patriotismo!<br />
¡Oh valientes veteranos!<br />
Estrechen aquí sus manos!<br />
¡qué heroísmo! ¡qué heroísmo!<br />
Y cuánto valor: lo mismo<br />
Les decían los camarones,<br />
Pero al verlos en pelotones<br />
huyendo que se mataban,<br />
Indignados les voceaban:<br />
¡qué pelones, qué pelones!<br />
No se hallaron en la acción<br />
Varios bolos generales<br />
Por temor que en los panales<br />
Les picara un abejón.<br />
Fuera de la población<br />
quedarse allá resolvieron<br />
Pero que cuando sintieron<br />
El bajo de la tollina,<br />
Pues al que le dan camina,<br />
En sus jacos se tendieron.<br />
302
Entre ambos que lucharon,<br />
Con seguridad se cuenta,<br />
que han pasado de sesenta<br />
Las bajas que resultaron.<br />
Los bolos aquí dejaron<br />
Muertos y algunos heridos<br />
Los que fueron recogidos<br />
Por la Cruz Roja bendita<br />
que con piedad inaudita<br />
Fueron todos socorridos.<br />
Después de la gran tollina<br />
A los pájaros sin rabo<br />
En los Cerros de Gurabo<br />
Les dieron otra propina.<br />
Teniendo aquella colina<br />
Fuertemente atrincherada<br />
En donde no hicieron nada<br />
Trescientos que allí se hallaron,<br />
Porque todos se panquearon<br />
Para Cuesta Colorada.<br />
Al salir de propartida<br />
De los Cerros los zancudos<br />
Continuaron los rabudos<br />
Dándoles la despedida.<br />
Y en la Cuesta referida<br />
El derrote fue tan cruel,<br />
que echando cuasi la hiel<br />
Por la boca, de cansados,<br />
Llegaron desgaritados<br />
A Llanos de Rafael.<br />
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II<br />
Así pues, que no valieron<br />
Las misas a San Antonio,<br />
Ni los brujos del demonio,<br />
Ni los judú que se dieron.<br />
Ni mil promesas que hicieron<br />
Porque todo fue pamplina;<br />
La Providencia Divina<br />
Como ella está con Morales<br />
En vano son los cordiales<br />
Y los caldos de gallina.<br />
Y a quien Dios le da la jicotea que se la bendiga<br />
San JUAN A. ALIX. Amén Jesús.<br />
Santiago, mayo de 1904.<br />
303
Viva la paz<br />
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
La República Dominicana se encuentra por el momento<br />
en plena paz y tranquilidad. Loado sea Dios!<br />
DEDICATORIA:<br />
Al Ilustre Caballero Mr. Tomás Cleveland, Ministro Americano<br />
cerca del Gobierno <strong>Dominicano</strong>, residente en la Capital de nuestra República.<br />
El señor Cleveland ha sido bien obsequiado en todas las Comarcas del Cibao<br />
que ha visitado; que para bien sea.<br />
Con toda satisfacción<br />
Damos hoy publicidad<br />
que ya la tranquilidad<br />
Reina en toda la Nación;<br />
Pues la cruel revolución<br />
ha bajado su estandarte<br />
En ese mismo baluarte<br />
que de cuna le sirvió;<br />
Y la paz enarboló<br />
El suyo por toda parte.<br />
Los dos Jefes principales<br />
De la tal revolución,<br />
Viendo ya con atención<br />
Las consecuencias fatales<br />
De esas luchas criminales,<br />
Con el Gobierno pactaron,<br />
Y fielmente celebraron<br />
El Demetrio y Desiderio,<br />
Un pacto bastante serio<br />
Que en Montecristy firmaron.<br />
La Provincia de La Vega<br />
Se encuentra toda de gala,<br />
Porque Perico Lasala<br />
Tampoco quiere más brega;<br />
haciendo su gente entrega<br />
De sus armas principales;<br />
Inclusos los generales<br />
Pimentel y otros varios,<br />
Los que ya no son contrarios<br />
Del Gobierno de Morales.<br />
Y hay quien diga con afán<br />
que ya Perico Lasala,<br />
Jamás tirará una bala<br />
Por su compadre don Juan<br />
El araña capitán,<br />
que después que le ofreció<br />
304
La ínsula, se embarcó<br />
A gozar a Puerto Rico,<br />
Y al infeliz del Perico<br />
En la estaca lo dejó. 16<br />
Por lo dicho se verá<br />
que ya todo está tranquilo,<br />
Y por ese mismo estilo<br />
Mucho tiempo lo estará.<br />
Aunque nunca faltará<br />
Algún hijuelo de perra,<br />
que desee otra vez la guerra;<br />
Pero si cualquiera abusa,<br />
Ya encontrará su tusa<br />
Con los blancos de otra tierra.<br />
Pues, ¿quién es el que no sabe<br />
que el Gobierno yanqui ha sido<br />
quien más ha contribuido<br />
A que la guerra se acabe?<br />
Y que esa gloria le cabe<br />
A los norteamericanos,<br />
que alzadas tienen las manos<br />
Para aplastar a cualquiera,<br />
que intente encender la hoguera<br />
Entre los dominicanos.<br />
Toda nación europea<br />
Y los norteamericanos,<br />
Entre los dominicanos<br />
No consienten más pelea.<br />
que cual gobierno que sea<br />
Ellos lo han de proteger<br />
Y por la fuerza han de hacer<br />
que no se altere la paz,<br />
Como remedio eficaz<br />
Para el País florecer.<br />
Ya un Ministro americano<br />
Reside en la Capital,<br />
Y lo que es el litoral<br />
Del País dominicano<br />
Nunca faltará a la mano<br />
Muy grandes buques de guerra,<br />
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II<br />
16 El refrán que dice: “quedó como perico en la estaca”.<br />
305
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
que echarán gentes a tierra<br />
Por millones si se ofrece;<br />
Y el que se mueve, perece,<br />
Y que de una vez se entierra.<br />
El pueblo dominicano<br />
Será siempre independiente,<br />
Como promete fielmente<br />
El coloso americano;<br />
Y no habrá poder humano<br />
que le toque en realidad,<br />
Viviendo en tranquilidad<br />
En paz, en buena armonía,<br />
Pero, si es en anarquía,<br />
Perderá su libertad.<br />
Así es que desgraciado<br />
Del que ahora se menea,<br />
que prontamente gotea<br />
Y es de una vez sepultado.<br />
Morales está apoyado<br />
Y su Gobierno igualmente,<br />
Con buques, dinero y gente,<br />
y ya con revolución<br />
Lo que es en nuestra Nación<br />
No se tumba presidente.<br />
Eso es bueno con batata, como dice un refrán.<br />
Santiago, 11 de julio de 1904.<br />
La oreja de Ñico el loco<br />
A mi amigo Octaviano Estrella<br />
Ciudad.<br />
El Pobre de ñico el loco<br />
Es un infeliz idiota,<br />
que solamente se bota<br />
Cuando lo cuquean un poco.<br />
Ni le hace daño tampoco<br />
A nadie ese desgraciado;<br />
Pero como es alocado,<br />
Donde la noche le coge,<br />
En el suelo se recoge<br />
Y allí duerme engurruñado.<br />
Esa infeliz criatura<br />
Cuando no está embriagado,<br />
306
Se ocupa de hacer mandado<br />
Y adquiere su valedura;<br />
En la plaza de verdura<br />
Allí gana sus cuartillas,<br />
Cargando mesas y sillas,<br />
Cajones y otras frioleras,<br />
A unas cuantas canasteras<br />
que venden en las casillas.<br />
Pues a ese desdichado<br />
Sin dar motivos de queja,<br />
Le mocharon una oreja<br />
Sin duda algún condenado,<br />
que viéndolo allí acostado<br />
Durmiendo en una calzada.<br />
La oreja le fue cortada<br />
Por algún ser inhumano,<br />
que no tiene de cristiano<br />
Ni siquiera una pulgada.<br />
El maldito criminal<br />
que a ñico lo ha señalado<br />
Dicen que mocho y bocado<br />
Le puso como señal,<br />
Como de crianza animal;<br />
Y aunque no es de juicio sano,<br />
El ñico no es un marrano;<br />
Es hijo de Dios lo mismo,<br />
Por el agua del bautismo<br />
que tiene como cristiano.<br />
El que cometió por cierto<br />
Ese crimen tan horrendo.<br />
que vaya previniendo<br />
Con Dios que vive despierto,<br />
Con su tribunal abierto<br />
Y su ley siempre pareja:<br />
Y como ese Dios no deja<br />
Sin castigo al delincuente,<br />
que tengan eso presente<br />
Los cortadores de oreja.<br />
Estas coplas las publico<br />
Para que el mundo lo sepa,<br />
que aquí se vive de chepa<br />
Tanto el pobre como el rico.<br />
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II<br />
307
Porque cuando el pobre ñico<br />
que no debe culpas viejas,<br />
Lo han dejado sin orejas<br />
Si a esta tierra viene el Papa,<br />
Como ya nadie se escapa<br />
Le arrancan hasta las cejas.<br />
Avenuncio, Satanás!; toma la cruz, perro mataluz!<br />
y líbrenos Dios de tanta vagabundería. Sí, señor!<br />
Santiago, 11 de junio de 1904.<br />
Los niñitos<br />
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Que se oían gritando en noches pasadas<br />
en la iglesia de Nuestra Señora de la Altagracia.<br />
El caso que resultó<br />
En la Iglesia de Altagracia,<br />
Aunque falto soy de gracia<br />
A cantarlo vengo yo.<br />
Tal cual como lo contó<br />
De aquel templo una vecina,<br />
que se halló en la fajina,<br />
Dizque de unos niñitos<br />
Trancados y dando gritos<br />
En esa mansión divina.<br />
Los niños dizque decían<br />
¡Ay mamá! ¡ay mamá!…<br />
¡Ay papá! ¡ay papá!…<br />
Y a carcajadas reían.<br />
Pero tanta bulla hacían<br />
que la policía corrió,<br />
Y el vecindario acudió<br />
Lleno de miedo profundo;<br />
Y así fue que todo el mundo<br />
Por allí se alborotó.<br />
Unos cuantos que miraban<br />
Por el abra de una puerta.<br />
Decían como cosa cierta<br />
que en el coro se encontraban.<br />
Unos niños que cantaban<br />
En fila todos parados;<br />
Y a otros veían sentados<br />
Desnuditos en los bancos;<br />
Y que todos eran blancos<br />
Con gorritos colorados.<br />
308
El sacristán de la Ermita<br />
que se apareció en chancleta.<br />
Armado de una escopeta<br />
Y de un revólver marmita.<br />
Tocó allí una campanita<br />
Y reunió al vecindario,<br />
Para cantar el rosario<br />
Por aquellos angelitos<br />
que de los cielos benditos<br />
Bajaron a aquel santuario.<br />
“que salga una comisión<br />
–dijo allí un mequetrefe–<br />
Para darle parte al Jefe<br />
De esta sagrada mansión”.<br />
Así fue, sin dilación,<br />
El cura al momento vino,<br />
Y al abrir con mucho tino<br />
De la Sacristía la puerta,<br />
Salió a carrera abierta<br />
huyendo un perro barcino.<br />
Es todo cuanto ha pasado<br />
En la Parroquia Altagracia,<br />
que no ha sido una desgracia<br />
Como ya se ha propagado;<br />
Un pobre perro trancado<br />
En la iglesia dando gritos;<br />
Eran pues los angelitos<br />
que ¡ay mamá! dizque decían,<br />
Y que también los veían<br />
Con gorros y desnuditos.<br />
Lo que sí es cosa cierta,<br />
Y se puede asegurar,<br />
que no pueden ya dejar<br />
Iglesia ninguna abierta.<br />
Ya es preciso andar alerta<br />
Con los brujos hoy en día,<br />
Pues toda esa ratería<br />
En las iglesias divinas,<br />
Son los brujos y adivinas<br />
Para arreglar brujería.<br />
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II<br />
Y es cierto que al Padre Armando<br />
Le han robado del altar,<br />
309
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Un vaso que suele usar<br />
Cuando él está consagrando.<br />
Y Luis Pérez predicando<br />
Se ha quejado ya con pena,<br />
que alguna persona buena,<br />
Creyendo hacerle un favor<br />
Entró a la Iglesia Mayor<br />
Y le robó su patena.<br />
Los brujos y las adivinas están de plácemes!<br />
No hay quien les llegue al cuero.<br />
Así memo, así!<br />
Santiago, octubre 19 de 1904.<br />
Lamentaciones<br />
De una dicha de 35 carnavales que está por casarse que no ve.<br />
A la juventud universal, porque en todas partes se cuecen habas.<br />
Caramba! quiero casarme,<br />
Aunque mi mamá lo sienta;<br />
Porque paso de los treinta<br />
Y yo no quiero quedarme;<br />
Yo estoy ya por colocarme<br />
Pero de cualquier manera,<br />
Sin andar con más espera<br />
Ni más vuelta al pensamiento;<br />
Yo estoy ya por casamiento<br />
Y me caso con cualquiera.<br />
Cansada estoy de esperar<br />
Y me moriré de vieja,<br />
Esperando esta pareja<br />
Con quien me quieren casar,<br />
que del cielo ha de bajar;<br />
Blanco, noble y millonario,<br />
De un talento extraordinario,<br />
Buen mozo, muy elegante<br />
que toque el piano, y que cante<br />
Más bonito que un canario.<br />
Mi mamá culpa ha tenido<br />
que llegara yo a esta edad,<br />
Sin esa felicidad<br />
De tener un buen marido;<br />
Porque a ella le ha cogido<br />
Conque debo ser casada,<br />
310
Con ministro o embajada,<br />
De Alemania o Inglaterra;<br />
Cuando aquí en nuestra tierra<br />
No valemos cuasi nada.<br />
Envidia me causa ver<br />
Miles mujeres casadas,<br />
que están muy bien colocadas<br />
Por no ponerse a escoger;<br />
Pues el mucho pretender<br />
Y ese orgullo mal fundado,<br />
No da ningún resultado;<br />
Pero ni luce ni cabe,<br />
Donde todo el mundo sabe<br />
Del pie que uno ha cojeado.<br />
Mi mamá siempre se pone<br />
Con miles de sacaliñas,<br />
Cuando de cacas y tiñas<br />
Este mundo se compone;<br />
El que a eso se dispone<br />
Se olvida de ciertas cosas,<br />
que no son ni tan honrosas<br />
Para que anden repingando<br />
Y narices aventando<br />
Como las vacas rabiosas.<br />
Y mi mama en otra era<br />
Nunca frecuentó un salón<br />
que mereciera atención<br />
Y ni mirarlo siquiera;<br />
Pero hoy que en la primera<br />
De verse tanto se alegra<br />
Le sopla su bola negra<br />
A tantos jóvenes buenos,<br />
Porque dizque tiene a menos<br />
De que la tengan por suegra.<br />
Yo me muero por bailar<br />
Y mi mama no me deja,<br />
Por no haber noble pareja<br />
Con quien pueda yo danzar.<br />
La juventud del lugar<br />
No puede ser más decente,<br />
Más culta y más complaciente,<br />
Y a mi mama le ha cogido,<br />
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II<br />
311
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Conque el mundo está perdido<br />
Y en los bailes comen gente.<br />
No quiere que tenga amores,<br />
Ni quiere que al Parque vaya,<br />
Porque no falta canalla<br />
Entre los visitadores.<br />
Ni por los alrededores<br />
De casa pisa varón<br />
Porque dizque todos son<br />
Unas aves de rapiñas,<br />
que se llevan a las niñas<br />
Como a paloma un gorrión.<br />
Así es, que quiero casarme<br />
Con el hombre que me cuadre,<br />
Y no con el que mi madre<br />
Por esposo quiera darme.<br />
Pues yo no quiero quedarme<br />
Como otras que están penando,<br />
que por estar esperando<br />
Casarse con un Sultán,<br />
Vistiendo santos están<br />
Y en las iglesias cantando.<br />
Para tanta esclavitud,<br />
Seguro que me coloco,<br />
Así sea con ñico el loco,<br />
Si no anda con prontitud<br />
La piadosa juventud,<br />
Pues cualquiera se condena<br />
Viviendo con tanta pena<br />
Y así tan mortificada,<br />
Como una monja encerrada<br />
Sin saber de cosa buena.<br />
La probe! Ojalá encuentre un viejo bobo que la saque de pena,<br />
así sea como el decimero.<br />
Santiago, 29 de septiembre, 1904.<br />
El chivo motón<br />
A los amigos Rodolfo Lithgow y Enrique Pastoriza.<br />
ha llegado a la Estación<br />
Del Ferrocarril Central,<br />
Un chivo fenomenal<br />
que ha causado admiración.<br />
312
Es un chivato motón<br />
De larga barba poblado<br />
Y entre patas bien pegado,<br />
Un talego regular,<br />
Con el que puede probar<br />
que nunca ha sido capado.<br />
El chivo de referencia<br />
A Montecristi llegó,<br />
Y por la Aduana pasó<br />
Con la mayor insolencia,<br />
Pues sin pedirle licencia<br />
Al jefe de aquel bufete,<br />
Se ajustó por un boquete,<br />
Pasó por la población,<br />
Sin ninguna interrupción<br />
hasta verse en Navarrete.<br />
Francamente ahí llegó<br />
Montado en varias carretas,<br />
Con barriles y maletas<br />
que allí las depositó.<br />
Más tarde se trasladó<br />
Al tren de la vía Central,<br />
Y con gran ceremonial<br />
Tuvo en esta población,<br />
La más bella recepción<br />
Por la autoridad local.<br />
Allí fue el Gobernador,<br />
El Alcalde y el Fiscal.<br />
Los Jueces del Tribunal,<br />
Los de orden Superior;<br />
También le cupo ese honor<br />
Al Señor Juez de Instrucción,<br />
Y de gente una porción<br />
Lo mismo pasó en seguida,<br />
A darle la bienvenida<br />
Al caballero motón.<br />
Mas después de celebrada<br />
La recepción oficial,<br />
Con un proceso verbal<br />
La fiesta fue terminada.<br />
Pero, que a la llegada,<br />
De un señor facultativo,<br />
que observó que dicho chivo<br />
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II<br />
313
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
El vientre tenía inflamado<br />
Al punto le fue aplicado<br />
De emético un vomitivo.<br />
Con ese medicamento<br />
El motón se mejoró,<br />
Porque al instante arrojó<br />
Mucha bilis y excremento,<br />
Envuelto aquello en cemento<br />
Romano, varios barriles<br />
Y un sin fin de proyectiles<br />
Explosivos, igualmente,<br />
y revólver de patente,<br />
Pero no arrojó fusiles.<br />
Como el Laudo en Puerto Plata<br />
ha puesto los mangos altos,<br />
Van los chivos dando saltos<br />
En busca de mejor mata;<br />
Donde no es preciso lata<br />
Ni otros cuantos requisitos,<br />
Sino seguir derechitos<br />
Y entrar por aquel boquete,<br />
Por donde el chivo se mete<br />
A coger mangos bajitos.<br />
Y la Impruven 17 ¿qué dirá<br />
Del motón y su regalo?<br />
Dirá que por ese palo<br />
Nunca se le pagará;<br />
Pues si todo el mundo va<br />
En busca de los totones,<br />
Ya vendrán otros motones<br />
Buscando el mismo boquete,<br />
Y pasar a Navarrete<br />
Francamente en carretones.<br />
Santiago, 7 de noviembre de 1904.<br />
Las bailarinas del Judú en la calle “Santa Ana” 18<br />
A los amigos Domingo Russo y Ventura Silverio, Ciudad.<br />
Cumpliendo con sus deberes<br />
La señora policía,<br />
17 Improvement.<br />
18 A última hora hemos sabido que el baile judú tuvo lugar en la calle de la Victoria<br />
y no en la de Santa Ana.<br />
314
Ayer como a mediodía<br />
Sorprendió cuatro mujeres<br />
que bailaban con placeres<br />
El judú con un haitiano<br />
que también le echaron mano<br />
Y lo tienen en chirona,<br />
Porque esa buena persona<br />
Del judú es buen hermano.<br />
En la calle ‘Santa Ana”<br />
Allí fue la fiesta armada,<br />
Pero que a puerta cerrada<br />
Celebraban su bacana.<br />
Y como costumbre haitiana<br />
El baile tuvo lugar,<br />
Delante de un altar<br />
Cubierto de lamparitas,<br />
Con siete mechas toditas<br />
Para más iluminar.<br />
Y unos infelices santos<br />
En dicho altar se encontraban,<br />
Y aquel baile presenciaban<br />
Sin cubrirlos con sus mantos.<br />
Y al son del tambor y cantos,<br />
Bailarinas y gazones<br />
hacían miles contorsiones<br />
Pero el chans, o proserpina,<br />
Atacó a una bailarina<br />
Con muy crueles convulsiones.<br />
También en aquel altar<br />
había un plátano asado,<br />
Maíz y maní tostado,<br />
Pimienta y sal de la mar.<br />
Y en ese mismo lugar<br />
Encontró la policía,<br />
Una lata que tenía<br />
Agua verde y tan hedionda,<br />
que con repugnancia honda<br />
El público la veía.<br />
Entre dichas bailarinas<br />
había tres dominicanas,<br />
Fragatas de cuatro andanas,<br />
Y con buenas culebrinas.<br />
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II<br />
315
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
La otra es de las vecinas<br />
De la tierra borinqueña,<br />
Corbeta puertorriqueña<br />
De cien cañones por banda<br />
que por estos trigos anda<br />
Alegre y siempre risueña.<br />
El gran musié del judú<br />
O ya sea el gran papá,<br />
Es un tal musié Grambuá,<br />
De la societé D’Otrú.<br />
Pájaro muy lugarú<br />
Y gran profesor haitiano,<br />
De ese fandango africano<br />
que se nos mete de lleno;<br />
Y si no hay Gobierno bueno<br />
Adiós pueblo quisqueyano!<br />
Al fin comeremos gente, si<br />
Dios no mete su mano.<br />
Santiago, julio 30 de 1904.<br />
Un campesino dominicano<br />
Que estuvo en Haití vendiendo unos andullos<br />
y a su regreso tuvo una entrevista muy curiosa con el que suscribe.<br />
(A dos amigos puertoplateños).<br />
Del campo un dominicano<br />
que pasó a vender andullos,<br />
En dos borriquitos suyos<br />
A no sé que pueblo haitiano,<br />
Así me contó: “Critiano<br />
¡Ni Dió comprende esa gente!<br />
Caicule que laguaidiente<br />
Allá le dicen tafiá,<br />
A lo jalitao llengá<br />
Y penchó ai pan caliente.<br />
Los frijoles colorao<br />
Puá rus lo llaman allá,<br />
A la brujería guango<br />
Y a lo sombrero chapó<br />
Malfiní e guaraguao<br />
Lo guandule puá congó<br />
Bonyé le dicen a Dió,<br />
A lo brujo lugarú<br />
316
Y a lo jefe del judú<br />
Le dicen papá Bocó.<br />
Lo memo la macarela,<br />
La titulan macrilló<br />
Lo molondrone gombó<br />
Y difé a la candela.<br />
A la paila o cazuela<br />
Le dicen allá shodié;<br />
A lo zapato sulié,<br />
Puesón ai peje o pecao<br />
Y en siendo el arró graniao<br />
Le dicen durí grené.<br />
Yo andube toitico haití<br />
Y no encontré un condenao,<br />
que dijera bacalao<br />
Sino todo la murí.<br />
Al arró llaman durí,<br />
A la cebolla loñón,<br />
A lo cochino cochón.<br />
Lo fideo vermichel<br />
A la sal le dicen sel<br />
Y creviche ai camarón.<br />
En siendo peje salao<br />
Le dicen puesón salé<br />
Como banán bucané<br />
Llaman ai plátano asao.<br />
Pero siendo sancochao<br />
Le dicen banán bullí,<br />
A la ñica saloprí,<br />
A lo sajice pimán,<br />
Lo mamone cachimán<br />
Y a lo niño anfán pití.<br />
Al agua le dicen gló,<br />
Ai queso llaman fromalle,<br />
Una rí e juna calle<br />
Y finí que se acabó;<br />
¡Allí nadie dice fó<br />
Como nojotro jaquí,<br />
Cuando viene a la narí<br />
Ei bajo de aigún parrá!<br />
El haitiano dice allá:<br />
“¡A la peté quí santí!”<br />
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II<br />
317
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Un sancocho, e ebullón<br />
ñon eguille, es una aguja<br />
Como ei casabe de bruja<br />
Ello lo llaman llonllón.<br />
A lo caibone, charbón,<br />
Ai quitasoi, paresol,<br />
Guanábana, corosol,<br />
ñon chandel, e juna vela;<br />
Y a la maidita viruela<br />
Le dicen pití verol.<br />
Al aceite llaman huil,<br />
Aguacate sabocá,<br />
Y a la piña ananá<br />
Como porcanel, cajuil;<br />
Allá perejil, persil,<br />
El melao allí siró,<br />
Lo mameye, abricó,<br />
La yuca llaman mañoc,<br />
A lo gallo viejo coc,<br />
Y ai sapo llaman grapó.<br />
Lo que aquí llaman letrina<br />
Por allá e cae brulé,<br />
Como si dijera Uté<br />
La casa quemada en ruina<br />
Donde allí la chamuchina<br />
O gente de poca nota,<br />
Entra allí y se ñangota<br />
En un brulé o aposento,<br />
Y se despacha al momento<br />
Dejando allí su pelota.<br />
Conque saque usté la cuenta<br />
Siño Juan Antoño Elí,<br />
Y dígame si en haití<br />
Cuaiquiera no se revienta;<br />
En eso de compra y benta<br />
Yo le pueo asegurai,<br />
que si no sabe coitai<br />
De esa Gente ei lenguaraje,<br />
Ni la toitilla dei biaje<br />
Uté no la pué sacai.<br />
Jata otro día, con su licencia,<br />
Juan A. ALIX<br />
Santiago, 17 de octubre de 1905.<br />
318
Una mujer de color que desprecia<br />
a un compañero suyo porque es blanco<br />
Te vengo a dar un consejo<br />
Por lo mucho que te quiero.<br />
No niegues nunca tu raza<br />
que el negro es tu compañero.<br />
Si quieres de blanco amor<br />
Tu raza no la desprecies.<br />
que no hay blanco que te aprecie<br />
Como uno de tu color.<br />
En la honradez y el honor<br />
Busca siempre tu acotejo.<br />
que si no es en el pellejo.<br />
Donde está el buen sentimiento,<br />
Con este grande argumento<br />
Te vengo a dar un consejo.<br />
En el mundo esta verdad,<br />
A negarme hay quien se atreva,<br />
que sólo de Adán y Eva<br />
Desciende la humanidad.<br />
Y si Dios con igualdad<br />
Formó al hombre primero.<br />
De ese tronco verdadero<br />
Vino el negro y vino el blanco,<br />
Y así te lo digo franco<br />
Por lo mucho que te quiero.<br />
Si de hombre y de mujer<br />
Depende el género humano,<br />
El blanco del africano<br />
Su hermano tiene que ser.<br />
Y si Dios con su poder<br />
A todo color abraza,<br />
Y a ninguno lo rechaza<br />
En el reino de su cielo,<br />
Por andar buscando pelo<br />
No niegues nunca a tu raza.<br />
Ante Dios no hay distinción<br />
De sangre ni de color,<br />
Porque a todos con amor<br />
Los recibe en su mansión.<br />
Y si tú por pretensión<br />
Al negro le pones pero,<br />
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II<br />
319
Tú debes de ver primero,<br />
Y con juicio calcular,<br />
que aunque lo quieras negar<br />
El negro es tu compañero.<br />
Aguanta y no pujes, te dice<br />
Juan A. ALIX.<br />
Santiago, enero de 1906.<br />
El edén<br />
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Créalo, seña Colasa, que así se llaman los cuatro famosos bailes de disfraz que harán<br />
los empresarios Lithgow y Rivera en la calle de las Rosas, frente a doña Carolina Reyna.<br />
Compae, esos bailes serán la tusa y recumina del carnaval 9, 10, 11 y 12 del corriente.<br />
Mamita, dame licencia,<br />
que ya Lithgow y Rivera<br />
han mandado a la carrera<br />
A invitarme con urgencia,<br />
Y con la mayor decencia<br />
A sus bailes de disfraz;<br />
Y como estaría demás<br />
Decir que serán sin liga,<br />
Mamita, usté no me diga<br />
No te vistas, que no vas.<br />
A los bailes del Edén,<br />
La licencia te la doy<br />
Pues yo aunque beata soy<br />
Me los fumaré también,<br />
Porque yo comprendo bien<br />
que Lithgow y el Rivera<br />
A esa gente callejera<br />
Seguro que le dirán<br />
No se vistan, que no van<br />
Ni a la puerta tan siquiera.<br />
¡Ay mamita, qué salón!,<br />
Lo vi anoche en el ensayo,<br />
que hasta me causó desmayo<br />
Ver tanta decoración.<br />
¡Y cuánta iluminación!<br />
Mire mamá, parecía<br />
que aquello era de día,<br />
Pues nunca vi en mi vida<br />
Otra sala más lucida<br />
Ni de mayor alegría.<br />
320
La música le diré<br />
que no merece reproche,<br />
Sí, mamita, la de anoche<br />
Estaba de chupe usté,<br />
No hay una danza Bollé,<br />
Todas nuevas, se lo juro,<br />
Y me vi en tal apuro,<br />
que si yo no me sujeto,<br />
Al verme en tamaño aprieto<br />
El tiro se va seguro.<br />
Porque danzas más bonitas<br />
Nunca las había oído,<br />
El ensayo fue lucido<br />
Con graciosas mascaritas.<br />
Decir que eran tortolitas<br />
Eso sí que no diré,<br />
Pero creo de buena fe,<br />
Por lo que yo vi realmente,<br />
que no eran de aquella gente<br />
Tentadas de Lucifé.<br />
Nunca faltará gran cena<br />
En los días de carnaval,<br />
Donde el buche más formal<br />
Cualquiera allí se lo llena,<br />
Pero de cosa muy buena;<br />
Y el que quiera coger fiado,<br />
Como todo es al contado,<br />
Le dirán los cantineros:<br />
“Compae, si no trae dineros<br />
A mascar por otro lado!”<br />
Los dulces y los licores<br />
Butifarras, pan y queso,<br />
Pastelitos y todo eso<br />
Ya serán de los mejores;<br />
Pero lean los bailadores,<br />
Sean de buena o mala fama,<br />
De la empresa esta proclama:<br />
“que los que quieran bailar<br />
Sin falta deben pagar<br />
Antes de sacar la dama”.<br />
En los días de carnaval<br />
También le aseguro a usté<br />
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II<br />
321
que habrá siempre matiné<br />
Allí en el mismo local.<br />
Toda la gente formal<br />
Y de buena condición<br />
La empresa a disposición<br />
Allí estará de todos,<br />
Con cariño y buenos modos<br />
Y la mayor atención.<br />
El que no afloja tres clavados, que no se vista…<br />
Y esa jangá de niños y mujeres que no dejan leche y van a ocupar asientos<br />
para que a los bailadores les dé cañera por no encontrar donde sentarse,<br />
que no se vistan que no van! Y no van!<br />
Consejo del amigo ALIX.<br />
Santiago, febrero 4 de 1907.<br />
Cánticos<br />
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Para los Aguinaldos de las próximas Pascuas de Navidad.<br />
Al Pbro. don M. de J. González, Cura de la Parroquia de la Altagracia, de esta ciudad.<br />
Alabemos todos<br />
Al Niño Jesús<br />
que nació en Belén<br />
Y murió en la Cruz.<br />
También alabemos<br />
Con suma alegría,<br />
A sus santos padres,<br />
San José y María.<br />
Después de alabar<br />
Al Rey de los cielos,<br />
Con los de esta casa<br />
Nos entenderemos.<br />
Y les cantaremos<br />
De Dios con la gracia,<br />
Deseando a todos<br />
Muy felices Pascuas.<br />
Y un año feliz<br />
Con prosperidad;<br />
Salud y dinero,<br />
Y felicidad.<br />
que el Niño Jesús<br />
Muy a bien lo tenga<br />
322
Librarlos a todos<br />
De las malas lenguas.<br />
que los libre el Niño<br />
De los envidiosos,<br />
que hacen mala sangre<br />
Y viven rabiosos.<br />
Y los libre el cielo<br />
De un vecino malo<br />
que es mucho peor<br />
que un incendio al lado.<br />
Señores, ¡silencio!<br />
que el sonido empieza,<br />
De plato y cubiertos,<br />
Y arreglos de mesa.<br />
Por el agujero<br />
De la cerradura,<br />
Ya se siente el bajo<br />
de fritanga pura.<br />
Y allá en la cocina,<br />
Ruidos de sartenes,<br />
que sacan del horno<br />
Pavos y pasteles.<br />
Pues, según señales,<br />
Esta gente buena<br />
Trata de obsequiarnos<br />
Con tamaña cena.<br />
Así, pues, señores,<br />
Los dueños de casa<br />
Abran ya sus puertas<br />
que el tiempo se pasa.<br />
Y al entrar, Señores,<br />
Mucha precaución,<br />
Con los que se meten<br />
Sin invitación.<br />
Y en los aguinaldos<br />
Los pulpos nombrados,<br />
Se sientan primero<br />
que los invitados.<br />
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II<br />
323
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Y al ir a la mesa<br />
Los primeros son,<br />
En comer de todo<br />
Con mucha ambición.<br />
Y son los primeros<br />
En damas sacar<br />
Y hasta los registros<br />
Los suelen bailar.<br />
Entremos, señores,<br />
A esta honrada casa,<br />
Saludando a todos<br />
Y dando las gracias.<br />
Y después de entrar<br />
Esa gente buena,<br />
que no tarde mucho<br />
En poner la cena.<br />
Así, pues, señores,<br />
Sin más dilación<br />
Entremos cantando:<br />
ARANDELAS SON.<br />
Santiago, noviembre 16, 1908.<br />
Ya se fue el Cometa Halley, se fue…<br />
Señores, se fue el Cometa,<br />
Diciendo que se marchaba,<br />
Porque miedo le causaba<br />
Este maldito planeta;<br />
Armado de bayoneta<br />
De fusiles y cañones,<br />
Y de guerra embarcaciones<br />
Con torpedos inauditos,<br />
Y ejércitos infinitos<br />
De pícaros y ladrones.<br />
Y la cola del cometa,<br />
No quiso tocar en tierra,<br />
Por la gente ser tan perra,<br />
habladora y alcahueta,<br />
que cundió en todo el planeta<br />
que era un foco de infecciones,<br />
De gases y pudriciones;<br />
Cuando este mundo malvado<br />
324
De viejo está infestado<br />
De pícaros y ladrones.<br />
De espanto el cometa lleno,<br />
Se marchó echando peste,<br />
que otro mundo no hay como éste<br />
Más amigo de lo ajeno;<br />
que no hay un empleado bueno<br />
En todas estas regiones,<br />
Porque todos son tragones,<br />
Y, aunque fingen ser honrados,<br />
Cuasi todos son bandados<br />
De pícaros y ladrones.<br />
También refiere el Cometa,<br />
Pero con dolor profundo,<br />
que no parece otro mundo<br />
Más amigo de una teta;<br />
que se cambia la chaqueta<br />
Y arman revoluciones<br />
Cuando no le dan raciones<br />
Para poner la marmita<br />
En esta tierra maldita<br />
De pícaros y ladrones.<br />
Lo que mayor novedad<br />
Causó al Cometa halley,<br />
Es el título de rey<br />
Como a Dios, Su Majestad,<br />
Y al Papa Su Santidad,<br />
Cuando todos son varones<br />
Con tamaños espolones,<br />
Y que Santo no hay ninguno<br />
En este mundo importuno<br />
De pícaros y ladrones.<br />
Y el Cometa se lamenta<br />
De que a la Iglesia cristiana<br />
Mucha gente de sotana 19<br />
La tiene hoy de su cuenta;<br />
Vive el Papa de su renta<br />
que le producen millones,<br />
Y los frailes regordones<br />
Cogiendo mangos bajitos<br />
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II<br />
19 No me refiero a toda gente de sotana, sino a aquellos que no sacan una gata…<br />
Y no le sirven ni al gallo de la pasión con un granito de maíz. Miserables!<br />
325
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
En conventos infinitos<br />
De pícaros y ladrones<br />
Santiago, Julio 7 de 1910.<br />
Amor y geografía<br />
Salí de mi casa un día<br />
En busca de una mujer,<br />
A quien pudiera querer<br />
Como te quiero, alma mía.<br />
Me dirigí a La Bahía,<br />
A Sabaneta y Chacuei,<br />
A Montecristi y Copei,<br />
Guayubín, Jánico y Mao,<br />
Pasando por el Bonao,<br />
De Dajabón hasta Higüei.<br />
Pasé de Santiago a Moca,<br />
Santo Cerro y el Cotuí,<br />
Altamira y Macorí<br />
Y de Matanza a la Boca.<br />
Y andando tierra no poca<br />
De Puerto Plata al Camú,<br />
Otra mujer como tú<br />
Yo no la pude encontrar,<br />
Ni en Sabana de la Mar,<br />
Ni del Seibo al Petitrú.<br />
También llegué a Samaná<br />
A las Cañitas y Guerra,<br />
A los Llanos y la Sierra<br />
Monte Plata y Yamasá.<br />
A San Carlos y Boyá,<br />
Y hato Mayor pude ver,<br />
Y no hallé a quien querer<br />
Con todo mi amor profundo,<br />
Porque no hallo en este mundo<br />
Como tú, otra mujer.<br />
Estuve en la Capital,<br />
San Cristóbal y Baní,<br />
San Pedro de Macorí<br />
En busca de tu rival.<br />
Pero no hallé ni señal<br />
De quien me agradara allí<br />
Pues si muchas hembras vi<br />
326
Glosa<br />
que me causaron encanto,<br />
No pude quererlas tanto<br />
Como yo te quiero a ti.<br />
Del Maniel puse la proa<br />
A Neiba, Azua y San Juan.<br />
Y a las Matas de Farfán<br />
hasta San José de Ocoa.<br />
Estuve en Jarabacoa,<br />
En Bánica y San Miguel,<br />
En hincha y San Rafael,<br />
Pero tuve la fortuna<br />
De no amar allí a ninguna<br />
Porque soy tu amante fiel.<br />
Después pasé a Barahona<br />
A las Damas y Cercado,<br />
Y aunque estuve enamorado<br />
A nadie amé en esa zona.<br />
Y al no haber otra persona<br />
Dueña de mi amor constante<br />
Con eso es lo bastante<br />
Para que vean que te adoro.<br />
Y sepas que no hay tesoro<br />
Como tú para tu amante.<br />
En fin no temas mi vida<br />
De ver en mí falsedad,<br />
Pues ya con seguridad<br />
Eres tú mi preferida,<br />
Y al estar mi alma henchida<br />
De pasión y amor constante,<br />
Jamás te olvido un instante;<br />
Y para más complacerte,<br />
Siempre seré hasta la muerte<br />
Tu más cariñoso amante.<br />
Perder lo más por lo menos<br />
Juega para no ganar,<br />
El que alante nunca mira<br />
Siempre atrás se ha de quedar.<br />
Si piensas con más cuidado<br />
Y reflexionas un momento<br />
Ya verás que sentimiento<br />
Ninguno a mí me ha quedado.<br />
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II<br />
327
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Tú mismo te has engañado<br />
Pues aunque te amé de lleno,<br />
Tú mismo hiciste el veneno<br />
Con que la muerte te diste,<br />
Porque así tú lo quisiste<br />
Perder lo más por lo menos.<br />
Yo en un tiempo te adoré<br />
Y puse en ti mi confianza,<br />
Pero perdí la esperanza<br />
Cuando vi tu mala fe.<br />
Yo muy bien me comporté<br />
Para poderte agradar,<br />
Pero al verte retirar<br />
Abandonándolo todo,<br />
El que juega de ese modo<br />
Juega para no ganar.<br />
Si tú me hubieras querido<br />
Sin intención maliciosa,<br />
Una suerte más dichosa<br />
quizá la hubieras tenido.<br />
Pero si tú lo has querido<br />
Pasar conmigo tu ira,<br />
Mi corazón no suspira<br />
Por quien no lo sabe amar.<br />
Pues así le ha de pasar<br />
Al que alante nunca mira.<br />
Si algún día tú reflexionas<br />
Ya estarás arrepentido,<br />
Pues hallar un bien perdido<br />
No siempre se proporciona.<br />
Y el que su dicha abandona<br />
Para cambiar de lugar,<br />
Cuando la vuelve a buscar,<br />
hallará de Dios la ira,<br />
Pues el que alante no mira<br />
Siempre atrás se ha de quedar.<br />
Al dueño de varios amores<br />
Ya que tienes otra dama<br />
Dime cuál será mi estrella,<br />
Si tú te quedas conmigo<br />
O te quedas tú con ella.<br />
328
háblame con claridad<br />
Como si hablaras con Dios,<br />
A cuál será de las dos<br />
que le das segundad;<br />
Si es a mí, no hay novedad<br />
Pero si tu amor se inflama<br />
Y en resumen se proclama<br />
Por aquélla, y no por mí,<br />
No puedo seguir así<br />
Ya que tienes otra dama.<br />
Yo quisiera que tu amor<br />
Para mí solita fuera,<br />
Sin que otra se metiera<br />
A gozar de ese primor;<br />
Yo no quiero más dolor<br />
Por causa de otra aquella,<br />
Y al ponerte mi querella,<br />
Como juez de tu conciencia.<br />
Para saber tu sentencia,<br />
Dime cuál será mi estrella.<br />
¿Cuál será la suerte mía?<br />
¿A dónde iré a parar?<br />
Eso quiero averiguar<br />
Antes de que llegue el día<br />
De verme en más agonía.<br />
Y como penando sigo,<br />
Por último así te digo<br />
que te ofrezco mi amistad<br />
Para siempre, y de verdad,<br />
Si tú te quedas conmigo.<br />
Si eres hombre de verdad<br />
No temas en declarar<br />
Con quién te vas a quedar<br />
Con toda puntualidad;<br />
En esta conformidad<br />
Concluyo así mi querella,<br />
que quiero saber mi estrella<br />
Pues con franqueza te digo,<br />
que o te quedas tú conmigo,<br />
O te quedas tú con ella.<br />
Estoy resuelta a una cosa o la otra;<br />
que Dios determine. AMÉN!<br />
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II<br />
329
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Un pasaporte dado en tiempo<br />
de la España Vieja<br />
Doy pasapoite siguro<br />
Ai Citoyen don Pacuai<br />
Paque asina ei puea pasai<br />
Ai Guarico sin apuro. 20<br />
Lo que sí yo no asiguro<br />
Si son suyo o no son suyo<br />
Una caiguita de andullo<br />
que en llagua lo lleva liao,<br />
Ei aquí no ha sío mentao<br />
Pero e medio saramullo.<br />
Sigún su felusumía<br />
E jún hombre bajitón,<br />
Con ojo de carritón<br />
Y un lunai en una ancía.<br />
Boca tiene de jutía<br />
Y medio tuéito de un ojo,<br />
De la pata iquieida cojo<br />
y narí de molondrón,<br />
Ei pelo como un pajón<br />
Y cundiíto de piojo.<br />
Lleba pueta su presilla<br />
Como oficiai de dragone<br />
De tapa son lo caisone<br />
que le dan a la rodilla.<br />
Su chaqueta e de Olandilla<br />
Y su chaleco morao,<br />
Ei aquí ha declarao<br />
que lleva un caballo manco<br />
Con ei peisinai muy blanco 21<br />
Y ei amén Jesú matao 22<br />
Declara ei Siño Pacuai<br />
De que lleba un compañero<br />
Y un burro caigan de cuero<br />
Pa trocailo allí poi sai.<br />
Pa que no le jagan mai<br />
Como allí son el demonio,<br />
Le acompaña un San Antonio<br />
20 Guarico, Cabo haitiano.<br />
21 La frente.<br />
22 El remate o trasero.<br />
330
Y una bingen poi receiba;<br />
Y pa libraise de lleiba<br />
Lleba también alicoinio. 23<br />
Suplico a la autoridad<br />
De ese gran depaitamento<br />
No poneile empedimento<br />
Cuando balla para allá.<br />
Y si ei quie boibei pacá<br />
Suplico ai Jefe de haití<br />
que no lo dejen biní<br />
Poique tiene mala maña,<br />
Y el otro que lo acompaña<br />
que no bueiba ma jaquí.<br />
Ete pase lo otoigamo<br />
Como la ley ricomienda,<br />
Maite de caine tolienda<br />
Fecha dei mé en que tamo.<br />
Como aquí no no acoidamo<br />
De ete año ni dei pasao<br />
Lo dejaremo a un lao<br />
Y lo firmaremo así:<br />
Secretario Juan Elí<br />
Y el capitán Baidonao.<br />
El cuatro y el acordeón<br />
Si otra cosa mejoi viene<br />
No preguntarán mañana:<br />
¿Maichantico, uté no tiene<br />
Encoidione de campana?<br />
Tengo oigullo en sei Boyé,<br />
Dijo ei cuatro al acordeón,<br />
Poique soy en mi Nación<br />
Ei primero que soñé.<br />
Y si hoy me dan con ei pié<br />
Será poique me combiene,<br />
Y ei que a ti amoi te tiene<br />
Aunque tú lo vea así,<br />
Te jará peoi que a mí,<br />
Si otra cosa mejoi viene.<br />
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II<br />
23 El vulgo cree que el unicornio lo libra de toda hechicería y de envenenamiento.<br />
331
Ante de habei acoideone<br />
Poi sonaile sarambito,<br />
Me andaban esos mositos<br />
Con mile jadulacione.<br />
Agora en la dibeicione<br />
No bailan de buena gana<br />
Sin acoideón de campana<br />
Como todo ei mundo sabe,<br />
Y poi jóigano de llabe<br />
No preguntarán mañana.<br />
Cuando a ti te tan tocando,<br />
que te avientan como maco,<br />
Parece que eres tabaco<br />
que lo están enmanojando.<br />
La música ya pujando<br />
Con to ese va y viene<br />
Dicen que tú no combiene<br />
Y que pronto no dirán:<br />
¿De lo de la maica “Ruan”<br />
“Maichantico uté no tiene?’<br />
Encoideón yo te haré bei<br />
que aunque me tienen en poco,<br />
En todo tono yo toco<br />
Lo que tú no pué jasei.<br />
En mi tierra yo he de sei<br />
La música suidadana,<br />
Y ei día que me dé la gana<br />
No dirán má en lo adelante,<br />
¿Uté no tiene maichante<br />
Encoidione de campana?<br />
Dizque<br />
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Dizque estamos progresando<br />
Dizque así dice la gente,<br />
Dizque dijo un imprudente<br />
Dizque dijo: “ello cuando!”<br />
Dizque ya Joaquín Beltrán<br />
Dizque recibió acordeones 24<br />
24 La generalidad de nuestras gentes de los campos todos saben tocar acordeón.<br />
332
Dizque como cien serones<br />
Dizque de la marca Ruan.<br />
Dizque Felka el alemán<br />
Dizque nos está inundando<br />
Dizque de armas, y esperando<br />
Dizque mil revólver más; 25<br />
Duque no vamos atrás<br />
Dizque estamos progresando.<br />
Dizque ya dicen los ecos<br />
Dizque ya Vila se fue,<br />
Dizque Leoncio y Busqué<br />
Dizque a buscar más muñecos; 26<br />
Dizque ya nos tienen mecos,<br />
Dizque con tanto aguardiente,<br />
Dizque como ciento veinte<br />
Dizque son los alambiques,<br />
Dizque en este pueblo, dizque<br />
Dizque así dice la gente.<br />
Dizque vienen los Cesarios 27<br />
Dizque aumentar el progreso,<br />
Dizque con santos de yeso<br />
Dizque con ecapularios;<br />
Dizque muy buenos rosarios<br />
Dizque traerán esa gente;<br />
Dizque traerán igualmente<br />
Dizque retratos del Papa,<br />
Dizque ni Dios nos escapa<br />
Dizque dijo un imprudente.<br />
Dizque un surtido bonito<br />
Dizque de finas barajas,<br />
Dizque recibió mil cajas<br />
Dizque Eugenio Gonzalito.<br />
Dizque este arranque maldito<br />
Dizque nos está acabando,<br />
Dizque estamos progresando,<br />
Dizque dice el ciego Diego,<br />
Dizque otro que no es ciego,<br />
Dizque dijo: “¡ello cuándo!”<br />
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II<br />
25 Importador de revólveres, para que nos destruyamos unos con otros.<br />
26 Importadores de estas porquerías.<br />
27 Unos italianos.<br />
333
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Un buen consejo a los hombres<br />
Un alerta a las mujeres<br />
El que hoy no halle el modo<br />
De gozar sin nada hacer,<br />
que se busque una mujer<br />
que lo mantenga de un todo.<br />
Así vive a su acomodo<br />
Siempre harto y galanito,<br />
Sin faltarle un mediecito<br />
De continuo en el bolsillo<br />
Para el dulce, el cigarrillo,<br />
Y tomar el putonsito.<br />
Al que la suerte le toca<br />
De hallar así una madama,<br />
Le lleva el agua a la cama<br />
Para enjuagarse la boca.<br />
Como ella se vuelve loca<br />
Agradando a su musié,<br />
También le lleva el café,<br />
A la cama en su cacharro<br />
Candela para el cigarro<br />
Y gozando vive usté.<br />
Ella le lava los pies<br />
Y le limpia los zapatos,<br />
Compra, vende y hace tratos<br />
Porque de su cuenta es.<br />
Ella también paga el mes<br />
O el alquiler de la casa,<br />
El diario para la plaza<br />
Ella también lo trabaja;<br />
Y así con esta ventaja<br />
¿qué demonio no se casa?<br />
A las diez de la mañana<br />
El que quiere se levanta,<br />
Y una cancioncita canta<br />
Mientras tanto se engalana.<br />
Y a correr la caravana<br />
Puede marcharse en seguida,<br />
Pero antes de la salida,<br />
Ya conviene esta amenaza:<br />
“Pringá si al volver a casa<br />
No está lista la comida”.<br />
334
Y si acaso al mediodía<br />
Le guarda un rico bocado,<br />
Le dice usté con agrado:<br />
Ven, dame un beso, alma mía,<br />
Tú eres toda mi alegría,<br />
Tú eres mi ángel verdadero,<br />
Y el día que coja dinero<br />
Ya tendré la precaución,<br />
De comprarte un polizón,<br />
Una manta y un sombrero.<br />
Como las mujeres son<br />
Todas a cual más creída,<br />
La mujer lo cree en seguida<br />
Y comienza a dar razón,<br />
Donde venden polizón,<br />
Las mantas y sombreritos,<br />
Donde los hay más bonitos<br />
Y de la clase más buena,<br />
Y usté con su timba llena<br />
Le pinta allí pajaritos.<br />
Pero cuando llega el día<br />
que no hay nada que mascar,<br />
El garrote empieza a obrar<br />
Con toda su jerarquía.<br />
Entonces no hay alma mía,<br />
Ni mi vida, ni mi cielo,<br />
Aquél es un día de duelo<br />
Pues de loza habrá mil bajas,<br />
Y los tiestos de tinajas<br />
Rodando allí por el suelo.<br />
Cuando un caso así acontece<br />
Los vecinos van llegando,<br />
Y cada cual preguntando:<br />
Señores, ¿qué cuento es ese?<br />
Y si el hombre no carece<br />
De chispa y disposición,<br />
No hay otra contestación<br />
Por cierto más adecuada:<br />
“Vecinos, aquí no hay nada,<br />
Era matando un ratón”.<br />
Y la mujer por tapar<br />
Los leñazos que le han dado,<br />
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II<br />
335
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
No dirá lo que ha pasado<br />
Al que le va a preguntar.<br />
Y si no puede ocultar<br />
En la frente algún chichón,<br />
Dará por contestación<br />
que ese golpe ha recibido<br />
Sin querer, de su marido,<br />
Por darle un palo al ratón.<br />
Y si acaso hay mudanza<br />
De parte de la mujer,<br />
El hombre la hace volver<br />
A la casa sin tardanza.<br />
En dándole usté esperanza<br />
que no habrá más cud batón<br />
O si no en comparación,<br />
Le habla usté de amor sincero,<br />
De la manta y el sombrero<br />
Y también del polizón.<br />
Pero hay otra manera<br />
De poner la pica en Flandes,<br />
Y es buscar de casa grande<br />
Una buena cocinera.<br />
La comida sobrancera<br />
Siempre tendrá el queridito,<br />
Andará siempre bonito<br />
Sin saber lo que es miseria,<br />
Pues a algunas en la feria<br />
Siempre les queda un piquito.<br />
El que obtiene una querida<br />
que cocina en casa rica,<br />
Eso muy claro se explica<br />
que tendrá buena comida.<br />
Y además de buena vida<br />
Vendrá a ser un Flammarión,<br />
Pues siempre en observación<br />
Vive con su astronomía,<br />
Mirando al astro del día<br />
Para saber qué hora son.<br />
Así el que tenga gana<br />
De vivir lo más bonito,<br />
Buscándose así un palito<br />
Vivirá a la moda haitiana.<br />
336
La mujer allí es que afana.<br />
El hombre vive planchado,<br />
De bombo y cuello parado<br />
Sin levantar una paja,<br />
Pues el mañé que trabaja<br />
Sin duda está condenado.<br />
Y apuesto una burra hermosa<br />
Con un 8 bajo el rabo,<br />
que las mujeres al cabo<br />
Todas dirán esta cosa:<br />
“¡Ay! ¡qué gracia tan mohosa!<br />
Con que la pobre mujer<br />
Se obligue así a mantener<br />
A guagüeros mamalones,<br />
que viven de zangandones<br />
¡Gozando y sin nada hacer!<br />
Chúpense ese cajuil, bien dicha.<br />
“Mis creencias”<br />
Al Señor Don Vicente Flores,<br />
Director del “Propagador”,<br />
Puerto Plata.<br />
Para que veas mi creencia<br />
Mi muy amigo Vicente,<br />
Te dirijo la presente<br />
haciéndote esta advertencia:<br />
“Tú sabes que inteligencia<br />
No tengo como deseo,<br />
Y aunque escribo medio feo<br />
Te envío estas decimitas<br />
que así concluyen toditas:<br />
“En eso sí que no creo”.<br />
Empiezo, amigo Vicente,<br />
Por decir que soy cristiano,<br />
Apostólico romano<br />
Y creo en Dios firmemente.<br />
Creo en el Omnipotente<br />
Porque yo no soy ateo,<br />
Y creo aunque no lo veo<br />
Porque Él es ciencia infusa;<br />
Pero en huevos de lechuza!<br />
“En eso sí que no creo”.<br />
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II<br />
337
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Creo en Dios porque es Creador<br />
De todo lo que es visible,<br />
Y de lo que es invisible<br />
También creo que es el Autor.<br />
Yo creo que ese gran Señor<br />
Es de perfección recreo,<br />
Y creo tanto, que hasta veo<br />
que en el Cielo está de veras,<br />
¡Pero en tantas tintoreras!<br />
“En eso sí que no creo”.<br />
Creo en el Dios de Israel,<br />
Porque Él solo es infalible<br />
Y no puede ser posible<br />
que haya otro justo como Él.<br />
De Dios soy amante fiel,<br />
Y de verle es mi deseo,<br />
Y aunque otro esté en apogeo,<br />
Y sea un sabio profundo,<br />
Con tal que sea de este mundo<br />
“En eso sí que no creo”.<br />
Y creo en la autoridad<br />
De San Pedro el Sucesor,<br />
Porque ese digno Señor<br />
Gobierna la cristiandad;<br />
En su infalibilidad<br />
De creer tendría deseo,<br />
Y creo porque lo veo<br />
que cada día más se anula,<br />
Pero creer en la Bula<br />
“En eso sí que no creo”.<br />
Padre, hijo y Espíritu Santo,<br />
Estoy en la convicción,<br />
que los tres albures son,<br />
Aunque al Diablo cause espanto.<br />
Y creo que hasta oigo el canto<br />
De Gloria in excelsis Deo.<br />
que cantan como recreo<br />
Angeles y serafines;<br />
¡Pero en tantos tragantines!<br />
“En eso sí que no creo”.<br />
Y creo que el Angel Gabriel<br />
A María le anunció,<br />
338
que pariría y parió<br />
Al Niño Dios de Israel.<br />
Y creo en su esposo fiel<br />
De María Madre de Deo,<br />
que hoy por lo que veo<br />
que todo es comercio y teje,<br />
Aunque me digan hereje<br />
“En eso sí que no creo”.<br />
Y creo que de Nazaret<br />
Vino María a Belén,<br />
Y con su esposo también,<br />
El Patriarca San José.<br />
Y que en un pesebre fue<br />
que sin amparo y aseo,<br />
Nació el Niño Galileo<br />
El verdadero Mesías;<br />
¡Pero en tantas pillerías!<br />
“En eso sí que no creo”.<br />
Y que la Virgen parió<br />
De creerlo no me harto,<br />
Y lo creo que antes del parto<br />
Y después virgen quedó.<br />
Todo esto lo creo yo<br />
Pero en palito mameo,<br />
Y tener un buen cacheo 28<br />
¡Para hartarse bien de oro!<br />
Digo como dijo un loro:<br />
“En eso sí que no creo”.<br />
Y creo que el Bautista Juan<br />
Propagaba el cristianismo,<br />
Sin cobrar por un bautismo<br />
Dos pesos en el Jordán. 29<br />
Y según noticia dan,<br />
Los libros de un sabio hebreo,<br />
Entonces no había mameo<br />
Ni se conocía la draga;<br />
Y si hoy todo se paga,<br />
“En eso sí que no creo”.<br />
Y creo que por herodía<br />
Del Bautista fue cortada,<br />
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II<br />
28 El cacheo es como la palma real y el corazón, mientras más lo chupan más jugo da; y es inagotable.<br />
29 Como cobran en la República Dominicana.<br />
339
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Su cabeza y presentada<br />
A la hija de esa impía.<br />
Y como Antipas cumplía<br />
De Salomé el deseo,<br />
hizo traer de aquel reo<br />
En un plato su cabeza;<br />
¡Pero en lujo y en grandeza!<br />
“En eso sí que no creo”.<br />
que los Apóstoles fueron<br />
Modelo de mansedumbre,<br />
Estoy en la certidumbre<br />
Porque miles pruebas dieron.<br />
que predicando anduvieron<br />
En desierto y pueblo hebreo,<br />
Solamente algún ateo<br />
Negará lo que relato,<br />
Pero, ¡escogiendo curato!<br />
“En eso sí que no creo”.<br />
Y creo que no debe ser<br />
que de hambre deban morir;<br />
Pero cobren por vivir<br />
Y no para enriquecer.<br />
La pobreza es el placer<br />
Del que les legó ese empleo,<br />
Pero riqueza y apogeo<br />
Orgullo y mucha ambición<br />
Como eso no es religión<br />
“En eso sí que no creo”.<br />
Los Apóstoles andaban<br />
Según dice San Cornelio,<br />
Predicando el Evangelio<br />
Y en cavernas habitaban.<br />
Con frutas se sustentaban<br />
Y no buscaban cacheo,<br />
Pues lo dice San Mateo<br />
que el mameo era veneno,<br />
Pero como hoy es bueno,<br />
“En eso sí que no creo”.<br />
Yo creo en la religión<br />
Del que fue crucificado,<br />
Y creo a puño cerrado<br />
Del Verbo en la Encarnación.<br />
340
Creo en la muerte y pasión<br />
De Jesús el Galileo,<br />
Y creo que en el pueblo hebreo<br />
Convertía a sus habitantes,<br />
¡Pero en varios traficantes!<br />
“En eso sí que no creo”.<br />
Creo que Jesús ayunó<br />
Cuarenta días en desierto,<br />
Y pan y agua fue cierto<br />
que solamente comió.<br />
Y que el diablo lo tentó<br />
Y le armó tamaño enreo,<br />
Lo afirmo, y no titubeo,<br />
¡Pero en tener buena mesa,<br />
Beber buen vino y cerveza!<br />
“En eso sí que no creo”.<br />
Y creo hasta reventar<br />
que Jesús nunca mató,<br />
Ni a nadie encarceló<br />
Ni ambicionó gobernar.<br />
Ni después de consagrar<br />
No sentenció ningún reo,<br />
Y creo que el buen Galileo<br />
Era piadoso y clemente,<br />
¡Pero en Curas matagente!<br />
“En eso sí que no creo”.<br />
Y que en Bethania, creo yo,<br />
que de cuatro días de muerto,<br />
Lázaro fue muy cierto<br />
que Jesús resucitó.<br />
Y que a ciegos vista dio<br />
Esto dice San Mateo,<br />
Y lo creo porque lo veo<br />
En la Sagrada Escritura<br />
¡Pero en político cura!<br />
“En eso sí que no creo”.<br />
De Judas creo que entregó<br />
A su maestro divino,<br />
Y de manos de un rabino<br />
Treinta dineros cobró.<br />
Y creo que se arrepintió<br />
De su crimen grande y feo,<br />
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II<br />
341
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Y creo que a juez fariseo<br />
Le volvió a entregar su plata<br />
Pero en gato atrás de gata,<br />
“En eso sí que no creo”.<br />
Y creo que Pedro negó<br />
A Jesús ¡cosa bien rara!<br />
Antes que el gallo cantara<br />
Tres veces como cantó.<br />
Y que el buen Pedro cortó<br />
La oreja a un fariseo<br />
Lo creo y no titubeo;<br />
Pero que algunos benditos,<br />
¡No tienen sus amoritos!<br />
“En eso sí que no creo”.<br />
Y que Jesús fue llevado<br />
De herodes en casa de Anás<br />
Donde Pilatos y Caifás<br />
Para ser allí juzgado<br />
Y creo que fue sentenciado<br />
Por tribunal fariseo,<br />
Y que Simón Cirineo<br />
Le ayudó a llevar la cruz,<br />
¡Pero en ningún avestruz!<br />
“En eso sí que no creo”.<br />
También creo fue arrastrado<br />
Por la calle de Amargura,<br />
Y su sangre fina y pura<br />
Por todos ha derramado.<br />
Y creo que estando enclavado<br />
De beber tuvo deseo,<br />
Y un demonio de un hebreo<br />
hiel y vinagre le dio,<br />
¡Pero en teje y abusos no! 30<br />
“En eso sí que no creo”.<br />
Y creo que cuando expiró<br />
Las piedras se dividieron<br />
Y los sepulcros se abrieron<br />
Y que el Sol se oscureció.<br />
Del Centurión lo creo yo<br />
que dijo y dio un bambaleo:<br />
“Este es el hijo de Deo<br />
¡Misericordia Señor!”<br />
30 Teje: marrulla, enredo.<br />
342
¡Pero en especulador!<br />
“En eso sí que no creo”.<br />
que un José de Arimatea<br />
Muerto Jesús lo pidió.<br />
Y en sábana lo envolvió<br />
Según la costumbre hebrea.<br />
Y que en fosa de Judea<br />
Y todo con mucho aseo,<br />
El cuerpo del Galileo<br />
Allí fue depositado;<br />
Pero en cura interesado,<br />
“En eso sí que no creo”.<br />
Y creo que resucitó<br />
Después de tres días de muerto,<br />
Y con ángeles fue cierto<br />
que a los cielos ascendió.<br />
Más tarde se presentó<br />
No sé en qué punto hebreo,<br />
A su madre el Galileo<br />
Y a otras tantas mujeres,<br />
¡Pero curas con placeres!<br />
“En eso sí que no creo”.<br />
Yo creo en los religiosos<br />
que al prójimo hacen bien,<br />
Y que son por siempre amén,<br />
De sus Iglesias celosos.<br />
Creo en esos virtuosos<br />
que cumplen bien con su empleo,<br />
Como yo conozco y veo<br />
que en este país hay varios,<br />
Pero en revolucionarios<br />
“En eso sí que no creo”.<br />
En María Virgen creo yo<br />
Madre de los pecadores,<br />
Por las penas y Dolores<br />
que por su hijo sufrió.<br />
Y como ella no pecó<br />
Creo en ella sin rodeo,<br />
Y creo como si lo veo<br />
que es Reina de profetas,<br />
Pero en beatas alcagüetas,<br />
“En eso sí que no creo”.<br />
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II<br />
343
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Creo en esa Virgen pura<br />
Consuelo de desvalidos,<br />
Por sus tormentos sufridos,<br />
En la calle de Amargura.<br />
Pero en beata que a cura<br />
Le anda buscando enreo,<br />
Aunque me den un saleo<br />
Y me coronen de rosas,<br />
Lo que es en esas chismosas,<br />
“En eso sí que no creo”.<br />
Creo en esa gran Señora<br />
Porque es la Reina del Cielo,<br />
Y por ser nuestro consuelo<br />
De nuestra muerte en la hora.<br />
Pero en beata que llora<br />
Como las he visto y veo,<br />
Untándose con el deo<br />
¡La salivita en los ojos! 31<br />
Como lloran por antojos<br />
“En eso sí que no creo”.<br />
Creo en esa Virgen bella<br />
Porque es Madre de Dios,<br />
Y porque ruega por nos<br />
Y de mal nos libra ella.<br />
Pero en beata con botella<br />
Y ese tanto saboreo,<br />
No diré porque no veo<br />
Lo que hay en la botellita,<br />
Pero que es agua bendita<br />
“En eso sí que no creo”.<br />
Creo en María Magdalena<br />
que sus riquezas dejó,<br />
Por seguir como siguió<br />
A Cristo en su grande pena.<br />
Pero no creo en novena<br />
De viejita tirapeo,<br />
que la reza por enreo<br />
Y cabrería de Fulana;<br />
No, no me da gana,<br />
“En eso sí que no creo”.<br />
31 Para hacer ver que son lágrimas.<br />
344
Creo en María Salomé<br />
En Cleofa y otras mujeres,<br />
que riquezas y placeres<br />
Despreciaron por la fe.<br />
Pero que en el templo esté<br />
La beata con su agarreo,<br />
Y echando como las veo<br />
De tabaco salivotas,<br />
No, aunque sean devotas,<br />
“En eso sí que no creo”.<br />
Creo en varias hermanas<br />
De la Santa Caridad,<br />
Porque esas son de verdad<br />
Las verdaderas cristianas.<br />
Estas no andan galanas<br />
Con tontillo y solideo,<br />
Y en su andar no hay tongoneo<br />
Pues son verdaderas beatas,<br />
Pero en otras mentecatas,<br />
“En eso sí que no creo”.<br />
No creo en tantas y tantos<br />
que de cuenta de hermandad,<br />
Cobran de cuenta y mitad<br />
La limosna de los santos.<br />
¡Cuántos yo conozco! ¡cuántos!<br />
que no tienen otro empleo<br />
que recoger, como veo,<br />
En campos y en poblaciones,<br />
Y como son mamalones<br />
“En eso sí que no creo”.<br />
En fin, amigo Vicente,<br />
No quiero cansarte más,<br />
Pues con esto ya sabrás<br />
En lo que creo firmemente.<br />
Y aunque yo de alguna gente<br />
Sus abusos hallo feo,<br />
No por eso soy ateo<br />
Ni tengo nada de hereje;<br />
Pero que “la rana e peje” 32<br />
“En eso sí que no creo”.<br />
32 Refrán de nuestra gente.<br />
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II<br />
345
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Siento, Vicente querido,<br />
Molestar hoy tu atención<br />
Y tu grande ocupación<br />
que por mí hayas perdido.<br />
Y si acaso te he aturdido<br />
Con mi tanto cacareo,<br />
Solamente te deseo<br />
que vuelvas muy pronto en ti,<br />
que no diré más así:<br />
“En eso sí que no creo”.<br />
Al pueblo dominicano<br />
<strong>Dominicano</strong>s, ¡alerta!<br />
Y al hombro con el fusil,<br />
que el gobierno Woss y Gil<br />
Mirando su causa muerta,<br />
Dicen como cosa cierta,<br />
Y de buena procedencia,<br />
que a una extranjera potencia,<br />
Ese gobierno nefando,<br />
De vender está tratando<br />
Nuestra santa independencia.<br />
Manuel de Jesús Galván,<br />
Ministro dominicano,<br />
Y un agente americano<br />
En un buque dizque van,<br />
Con el más cínico plan<br />
De firmar con insolencia<br />
De muerte nuestra sentencia,<br />
O de la Patria, diremos,<br />
Pues sin duda perderemos<br />
Nuestra santa independencia.<br />
En un peligro inaudito<br />
Se encuentra la Patria amada,<br />
Y será sacrificada<br />
Sin remedio ningunito,<br />
Si no suena pronto el grito<br />
De alarma y de resistencia,<br />
Y se marcha con violencia<br />
A extinguir y devorar,<br />
A los que quieran tratar<br />
Nuestra santa independencia.<br />
346
hoy es que se necesita<br />
El entusiasmo y valor,<br />
De los que ayer sin temor<br />
Luchaban por la marmita.<br />
Así pues, la patria invita<br />
A sus hijos con vehemencia<br />
Para luchar con potencia<br />
Y con fiereza de tigre,<br />
Para evitar que peligre<br />
Nuestra santa independencia.<br />
Abracémonos, hermanos,<br />
Bajo nuestro pabellón,<br />
Y en la más completa unión<br />
Combatiremos ufanos,<br />
Con las armas en las manos<br />
Rientes y con decencia,<br />
Destrozando sin clemencia<br />
De Patria a los mercaderes,<br />
que negocian con placeres<br />
Nuestra santa independencia.<br />
¡Unión, señores, Unión!<br />
que es el único remedio<br />
O el más ventajoso medio<br />
De salvar a la Nación.<br />
que el que lucha con razón<br />
Y con muy sana conciencia,<br />
Lo ayuda la Providencia,<br />
Como también castigar,<br />
Al que quiera negociar<br />
Nuestra santa independencia.<br />
Viva la Unión!<br />
Vivan los Padres de la Patria!<br />
Y maldición eterna a los que venden Patria!<br />
Los brujos y adivinos expendedores<br />
de guanguá<br />
Señores, no hay más que hablar<br />
Sino empuñar los motetes,<br />
Y meniemos los jarretes<br />
Si nos queremos salvar.<br />
Ya no hay más sino emigrar<br />
Para países lejanos,<br />
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II<br />
347
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Porque hay dominicanos<br />
Tan fuertes con el guanguá,<br />
que aquí los tenemos ya<br />
Peores que los haitianos.<br />
En los campos y poblados<br />
Abundan muchos rabinos,<br />
que se las dan de adivinos<br />
O de brujos muy templados.<br />
Y también de muy letrados<br />
Se las dan, no digo yo,<br />
Algunos papá bocó,<br />
que muchos de esos pilluelos,<br />
Aunque usan espejuelos<br />
No conocen ni la O.<br />
Cuando así en comparación<br />
Pierden algo en una casa,<br />
El dueño en seguida pasa<br />
Donde un brujo mamalón.<br />
Y al rezarle una oración<br />
Con vela y rosario en mano,<br />
Y con la pimienta un grano<br />
De guinea o de demonio,<br />
Le soplan un testimonio<br />
Al vecino más cercano.<br />
De continuo una plebeya<br />
Le paga a un brujo tunante,<br />
Por tener dizque a su amante<br />
Metido en una botella.<br />
También la niña doncella<br />
Donde un brujo suele ir,<br />
Para poder conseguir<br />
que su novio no la deje,<br />
Ni que tampoco se queje<br />
Cuando ella lo haga sufrir.<br />
Otras van muy abrigadas<br />
Por no darse a conocer,<br />
De noche, para tener<br />
Sus consultas muy privadas.<br />
De allí salen pertrechadas<br />
De polvos y de bebidas,<br />
De unturas y de comidas,<br />
Y de unas cuantas recetas,<br />
348
Para poner en muletas<br />
De su macho a otras queridas.<br />
Otros les suelen llevar<br />
A un brujo su arma de fuego,<br />
Para que ella desde luego<br />
Jamás que pueda mancar.<br />
A esto llaman ensalmar<br />
Como a los niños también,<br />
Para que libres estén<br />
De mal de ojo y brujería,<br />
Y otras miles tonterías<br />
que los brutos tanto creen.<br />
Muchos van allí a comprar<br />
Los bolcicos o macutos,<br />
Pues con esto creen los brutos<br />
que no les pueden tocar.<br />
Ni les pueden nunca entrar<br />
Las balas cuando pelean,<br />
Y todos esos que emplean<br />
Tan atroz superstición,<br />
En la guerra casi son<br />
Los primeros que gotean.<br />
Aunque lo dicen los ecos<br />
No son más que disparates,<br />
que existen ciertos magnates<br />
que consultan con muñecos.<br />
Esos son huevos culecos.<br />
Lo que vale es energía,<br />
Talento y sabiduría<br />
Marrulla, plata y valor,<br />
que en el mundo es la mejor<br />
Y más grande brujería.<br />
Al público santiagués<br />
Y a la empresa del Acueducto<br />
y Alumbrado Eléctrico de esta Ciudad.<br />
Como estoy bien enterado<br />
Por un seguro conducto,<br />
que es un hecho el acueducto<br />
Y un eléctrico alumbrado,<br />
que tendrá no dilatado<br />
Esta culta población,<br />
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II<br />
349
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Con toda satisfacción<br />
Comunico estas noticias,<br />
Y les pido las albricias<br />
A todos, sin distinción.<br />
Todo está por el presente<br />
Convenido y Contratado;<br />
Acueducto y alumbrado<br />
Del modo más conveniente<br />
De la empresa el proponente<br />
Señor don Ramón Imbert,<br />
Acaba pues de obtener<br />
Del Ilustre Ayuntamiento<br />
Todo el buen consentimiento<br />
Para esa obra emprender.<br />
Un entusiasmo inaudito<br />
Reina en toda esta ciudad,<br />
Por ahora sí es verdad<br />
que tendremos segurito<br />
Un acueducto exquisito<br />
Y un espléndido alumbrado;<br />
Porque todo está arreglado<br />
Con esos blancos ingleses<br />
que ofrecen en pocos meses<br />
Dejarlo todo acabado.<br />
Las plumas de agua tomadas<br />
Alcanzan a setecientas,<br />
Y pasan ya de quinientas<br />
Las lámparas contratadas,<br />
Y miles más colocadas<br />
Ya serán por consiguiente:<br />
Pues tan pronto vea la gente<br />
De bien esa grande suma,<br />
Todos ya querrán su pluma<br />
Y su lámpara igualmente.<br />
Cuando sepan lo que es<br />
Tener agua así abundante,<br />
Y una luz la más brillante<br />
Por una friolera al mes<br />
No quedará Santiagués<br />
que deje de colocar<br />
En su bendecido hogar<br />
De agua una plumita,<br />
350
Y también su lamparita<br />
que poco le ha de costar.<br />
Y la empresa o compañía<br />
Dice que podría llevar,<br />
El agua a cualquier lugar<br />
Del pueblo en la cercanía,<br />
Donde sufren de sequía<br />
Por no haber ni un arroyito,<br />
Como en hoya del Caimito,<br />
Rincón Largo y la Totuma,<br />
Pues de agua allí una pluma<br />
Sería un tesoro inaudito.<br />
Si quieren ver claramente<br />
Si el negocio es importante,<br />
Calcule cada habitante<br />
Lo que gasta diariamente.<br />
En agua, tan solamente<br />
Por tenerla a gran distancia,<br />
Y no con mucha abundancia;<br />
Pero con estos raudales<br />
De plumas y de canales<br />
Cada cual riega su estancia.<br />
Y también podrán lavar<br />
La ropa allí, desde luego,<br />
Y en caso fatal de fuego<br />
Sus casas podrían salvar.<br />
Y también para regar<br />
El que tenga su jardín,<br />
Y miles cosas, en fin,<br />
De muchísimo producto,<br />
Siempre ofrece un acueducto<br />
Del mundo en cualquier confín.<br />
Así es que es necesario<br />
que Santiago y sus vecinos<br />
Los cercanos campesinos<br />
Con esfuerzo extraordinario<br />
hagan que en el vecindario<br />
No desechen el consuelo,<br />
Y trabajen con anhelo<br />
Por brindarle protección;<br />
Porque es una bendición<br />
que baja del mismo cielo.<br />
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II<br />
351
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Toda gente admiradora<br />
Del adelanto y progreso<br />
que se empeñe con exceso<br />
En obra tan bienhechora,<br />
Y que sea alentadora<br />
De todos la protección<br />
Para que esta población<br />
En el número se cuente<br />
De pueblo culto y decente,<br />
Y de mucha distinción.<br />
También hay que agradecer<br />
Este gran departamento,<br />
A su Ilustre Ayuntamiento<br />
que ha sabido defender<br />
Con honra y buen proceder<br />
Del pueblo los intereses,<br />
Tratando con los ingleses,<br />
O sea con su apoderado,<br />
Asunto muy delicado<br />
Y en bien de los Santiagueses.<br />
Y el señor Ramón Imbert,<br />
Nunca pues será bien pago,<br />
Por tanto bien a Santiago<br />
que se ha propuesto hacer.<br />
Y lo mismo agradece<br />
A todo el que se ha empeñado<br />
En darle a este poblado<br />
Del modo más ventajoso,<br />
Un acueducto famoso<br />
Y un eléctrico alumbrado.<br />
Y Dios se lo pague a JUAN A. ALIX<br />
por la buena noticia.<br />
La gallera de “Laguna Prieta”<br />
Perteneciente a los socios Domingo Marrero, comandante de Marilópez,<br />
Francisco García, y Celestino de Peña.<br />
Con satisfacción completa<br />
Se anuncia de esta manera<br />
Una famosa gallera<br />
que existe en Laguna Prieta.<br />
Donde allí la gente quieta<br />
Y de orden, puede bien<br />
352
Divertirse a tutiplén<br />
Jugando hasta baquiní,<br />
Comiendo y bebiendo allí<br />
Con tranquilidad también.<br />
A esa gallera halagüeña<br />
Puede ir todo gallero,<br />
Pues allí Mingo Matrero<br />
Y Celestino de Peña,<br />
Cada cual mucho se empeña<br />
En que no haya pillería;<br />
Y el socio Pancho García<br />
Dice que la buena gente<br />
Allí encuentra igualmente<br />
honradez y garantía.<br />
Tocante a legalidad<br />
Allí en Laguna Prieta,<br />
No habrá pillo que se meta<br />
Con tanta facilidad<br />
A causar dificultad.<br />
El comandante Marrero,<br />
Los socios y el garitero,<br />
De gallos en la batalla,<br />
hacen de jueces de valla<br />
Para evitar pelotero.<br />
Los socios en su gaitera<br />
Invitan los de Licey,<br />
Las Palomas y el Mamey<br />
Y a la gente gurabera;<br />
Y con la mejor manera<br />
También a los de Puñal,<br />
San José y el Guayabal,<br />
Estancia Nueva, Arenoso,<br />
Canabacoa y el Corozo,<br />
Las Charcas y el Uberal.<br />
Lo mismo con atención<br />
Se invita a la buena gente<br />
De Nibaje desde el puente;<br />
Rincón Largo y Fundación,<br />
El Caimito y Barrancón,<br />
A los de Moca y La Vega,<br />
Arroyo hondo y Noriega,<br />
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II<br />
353
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Y a los de López también,<br />
Para que tengan a bien<br />
Gozar de todo y sin brega.<br />
A toda gente que quiera<br />
Del pueblo y hato Mayor,<br />
Gozar de tanto primor<br />
que venga a esta gallera;<br />
que con la mejor manera<br />
Y la más fina atención,<br />
A todos sin distinción,<br />
Con tal que sea buena gente,<br />
Puede llegar francamente<br />
Con toda satisfacción.<br />
En esa buena gallera<br />
Por cierto no falta nada;<br />
Comida muy delicada<br />
Y bebida placentera;<br />
Dulces de toda manera<br />
Y mucha comodidad,<br />
Cariño y mucha amistad,<br />
Por los dueños de la valla;<br />
Y de gallo en la batalla<br />
Bastante legalidad.<br />
Para las Pascuas se invita<br />
A todo el que sea gallero<br />
Divertido y parrandero<br />
Y que juegue su cosita.<br />
que junten pues su platita,<br />
Para el que en currú se meta,<br />
No le falte una peseta;<br />
que en las Pascuas sin trabajo,<br />
Viene la gallera abajo<br />
Gozando en Laguna Prieta.<br />
El bale Juan y el bale José<br />
—Barajo! bale José<br />
¡Uté si que ta Peidio!,<br />
Dónde diablo tá metío<br />
¿qué dichoso ei que lo ve?<br />
—Compai Juan, yo le diré<br />
que yo andaba poi la Mata<br />
354
Dipué me juí a Pueito Plata<br />
A trabajai de aiquilao<br />
Y me cogién pa soidao<br />
Poique soy de mala cata.<br />
—Conque mi bale e soidao<br />
—Sí señoi! y e que por eso<br />
Ando así como lo preso<br />
To rompío y maitratao.<br />
—Y ai beime tan apurao<br />
Le jablo a uté la veidá.<br />
que me jullí para acá<br />
Pa bei si ei cielo me ayúa,<br />
A conseguí una múa<br />
Y boibeime para allá.<br />
—Dígame bale, y peidone<br />
que le jaga eta pregunta:<br />
“¿Ei militai no se junta<br />
Por allá con la racione?”<br />
—”Sí señoi! pero hay tragone<br />
que no tienen enchonao,<br />
Comprándole a lo soidao<br />
La racione a poco precio,<br />
Poique agora e buen comeicio<br />
Eplotai a lo soidao”.<br />
—Dígame bale José<br />
¿Y nadie se mete en eso?<br />
O e que a to le guta ei queso<br />
que ese abuso no se ve.<br />
—Jun… ¡Yo no sé! ¡yo no sé!<br />
Ei caso e que ai soidao,<br />
Cuando no tá acuaitelao<br />
Tá de guaidia y sentinela,<br />
Boca a bajo la casuela<br />
Decaiso y tó maitratao.<br />
—Lo que eplotan lo soidao<br />
Tienen tale corazone,<br />
que ata un año de racione<br />
Le meican adelantao.<br />
Y ei militai apurao<br />
Tiene ai fin que dai la boca,<br />
Con esa gente de poca<br />
Conciencia y tan mala fe,<br />
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II<br />
355
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
que si bien claro se ve<br />
Sei soidao también le toca.<br />
—Si e jun negocio eplotai<br />
A lo probe lo soidao,<br />
Si la tienen arruinao<br />
¿quién diablo la pá le trai?<br />
Ai soidao se ha de tratai<br />
Con mucha delicadeza<br />
Paque siempre tenga fueiza<br />
Conque podei resetí<br />
Y que puea combatí<br />
Con balói y con fiereza.<br />
—Pero a un probe militai<br />
Se lo lleba jata ei biento,<br />
Si le quitan ei sutento<br />
Poique no se pué parai;<br />
Eso deben caiculai<br />
Lo que biben de ese enreo,<br />
Poique cuando suena un peo<br />
Andan lo de pecho malo,<br />
De saito y de barapalo<br />
Y ensuciándose dei mieo.<br />
—E beidá bale Jasé,<br />
Tiene uté mucha razón;<br />
Gente de mai corazón<br />
Mucha bese así se ve.<br />
—Bale Juan, yo le diré<br />
que yo quisiera mejoi<br />
que biera ai Propagadoi<br />
Gaceta de Pueito Plata<br />
Paque bea como maitrata<br />
Ai sucio epeculadoi.<br />
—Poi Dió con ese papei<br />
Créalo uté, bale Juan,<br />
que lo militare etán<br />
Lo má contento con ei;<br />
quien lo ecribe debe sei<br />
Un hombre de mucha sencia,<br />
Buen patriota y de concencia<br />
que quié que ai probe soidao,<br />
Lo traten con ma cuidao<br />
Con denidá y decencia.<br />
356
—Dique ese “Propagadoi”<br />
Dice que tiene una llaga 33<br />
que bá acabai con la plaga<br />
Tan sólo con ei jedoi;<br />
Pué dice ei buen escritoi,<br />
Y e una juta razón,<br />
que ai probe sin proteción<br />
E que cojen pa soidao,<br />
Cuando etán tan obligao<br />
A seibile a la Nación.<br />
—Dice que ei rico afamao,<br />
Ei probe, ei blanco y ei prieto,<br />
No debe ocupai buen pueto<br />
Sin que ante sea soidao;<br />
Y que se haiga reboicao<br />
En ei cuaitei o cantón,<br />
Y que ei pan de monición<br />
Batante lo haya macao<br />
Y ei fucí lo haiga liriao<br />
En honoi de la Nación.<br />
—Dique e jun buen ciudadano<br />
Ei soidado, poique e soidao,<br />
Y que debe sei tratao<br />
Como buen dominicano.<br />
Pero aiguno jenumano<br />
En lugai de protejeilo,<br />
Siempre quien embileceilo<br />
Y eperan que tenga jambre,<br />
Pa sacaile ata la sangre<br />
A no dicí pa… peideilo.<br />
—Uté cre, bale José,<br />
Y peidone que lo atajo,<br />
Ei que jiso ese trabajo<br />
E jombre de buena fe;<br />
Pué sigún me cuenta uté,<br />
Esa e la pura beidá;<br />
Y que eso a la bita etá<br />
que lo probe lo soidao,<br />
Tan úte son ai Etao<br />
Como a toa la sociedá.<br />
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II<br />
33 Este es el epígrafe del remitido que trata de la condición del soldado.<br />
357
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
—Pué como le iba diciendo,<br />
Uté no be bale Juan,<br />
que lo militare etán<br />
Casimente pereciendo,<br />
Por ese teje tremendo<br />
que tiene bario entremano,<br />
Sacrificando ai critiano<br />
Con peijuicio dei Gobieino.<br />
¡Poi tenei en un infieino<br />
Ai soidao dominicano!<br />
—Si semo jijo toitico<br />
De nuetra Patria enfelí,<br />
Lo memo probe que rico,<br />
Blanco y prieto ha de seibí.<br />
Y poiqué ha de sei quei chico<br />
ha de caigai con ei peso,<br />
Si ei grande no fuma eso<br />
¡Y etá gozando en su casa!<br />
Ei que se come la masa<br />
No e malo que rulla el güeso.<br />
—Ese que no ha sío soidao,<br />
Lo dice ei “Propagadoi”,<br />
No puede sei eletoi<br />
Ni tampoco sei nombrao;<br />
que un pueto desocupao<br />
No puede sei que se pase<br />
A uno que nada jace<br />
Ni ha jecho poi la Nación,<br />
Poique eso no e razón<br />
que uno ataje y otro enlace.<br />
—Si to tubiean obligao,<br />
A seibile a su paí,<br />
No tuviera un enfelí<br />
Beinte año siendo soidao;<br />
Pue siendo siempre mudao<br />
Siempre tubiera decanso,<br />
Y no andubiea como ganso<br />
Siempre con la cru jacueta,<br />
Y otro mamando su teta<br />
Y cogiendo ei sueido manso.<br />
—Párese, bale José:<br />
Su combeisación e buena,<br />
358
Pero ando en betia ajena<br />
Y e muy juto que me apé;<br />
Ma taide yo lo beré<br />
Si muy pronto no se bá.<br />
—Sí, señoi bueno etá,<br />
Y yo lo beré también,<br />
Me alegro de beilo bien<br />
Besamano por allá.<br />
Los vagos en nuestros campos<br />
Todo el hombre sin oficio<br />
Vive lleno de alegría,<br />
De pulpería en pulpería<br />
Alimentando su vicio.<br />
No se toma el sacrificio<br />
De levantar una paja,<br />
Con el dado y la baraja<br />
Y su frasco de aguardiente,<br />
Vive así alegremente<br />
quien su lomo nunca baja.<br />
Muy de mañana se ve<br />
que va donde la vecina,<br />
A velar en la cocina<br />
El traguito de café.<br />
Y aunque allí sentado esté,<br />
Ni un palo de leña raja,<br />
Ni le empuña la tinaja<br />
Para ir al río por agua,<br />
Pues quiere vivir de guagua<br />
quien su lomo nunca baja.<br />
Después coge su acordeón<br />
Y se va a una taberna,<br />
Se sienta, y cruza una pierna<br />
Y principia la función.<br />
Otro dando en un cajón<br />
Y cantando que se raja,<br />
Arman tamaña sonaja,<br />
Y, si llega algún marchante,<br />
Le pide un trago al instante<br />
quien su lomo nunca baja.<br />
Cuando están en su elemento<br />
Y llega algún hombre honrado<br />
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II<br />
359
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Le ponen con mucho agrado<br />
En los pies cada instrumento.<br />
Como saca su ventaja,<br />
Así es que llena su caja,<br />
Con la vagancia maldita,<br />
Pues allí es que visita,<br />
quien su lomo nunca baja.<br />
El que no encuentra bebida<br />
De guagua allí en una cantina,<br />
Invade alguna cocina<br />
De algún vecino en seguida.<br />
Y después de la comida<br />
Si el plan allí se le cuaja,<br />
En algún montón de paja<br />
Duerme allí como un cochino,<br />
Porque vive del vecino<br />
quien su lomo nunca baja.<br />
Después que duerme se ve<br />
Levantarse el caballero,<br />
A escurrir el muy guagüero<br />
Algún morro de café.<br />
De allí sale el gran musié,<br />
Sacudiéndose la paja,<br />
Pero como ya es alhaja,<br />
ha dormido bien su siesta,<br />
Vuelve otra vez a la fiesta<br />
quien su lomo nunca baja.<br />
Si tiene casa, al volver,<br />
Llega como un toro bravo,<br />
Pues sin dejar un centavo<br />
quiere encontrar qué comer.<br />
Y a la pobre su mujer<br />
Como un demonio le faja,<br />
Y le rompe la tinaja<br />
Y su losita igualmente,<br />
Por no hallar qué darle al cliente,<br />
quien su lomo nunca baja.<br />
Y si de comer no halla,<br />
Ya mandará los hijitos,<br />
En busca de unos huevitos<br />
De gallina ajena en maya.<br />
360
O si no el muy canalla,<br />
El puerco del que trabaja<br />
En el hombro se lo encaja<br />
Y, al pulpero que consiente,<br />
Lo trueca por aguardiente<br />
quien su lomo nunca baja.<br />
En el campo hay pulperos,<br />
Y también en poblaciones,<br />
que de vagos y ladrones<br />
Son socios y compañeros.<br />
Pues hay muchos taberneros<br />
que así por tener ventaja,<br />
Compran siempre alguna alhaja<br />
Sabiendo que es mal habida,<br />
Y así pasa bien su vida<br />
quien su lomo nunca baja.<br />
Todos los agricultores<br />
Se quejan de la vagancia,<br />
Y la poca vigilancia,<br />
Entre alcaldes e inspectores;<br />
Pues hay muchos tapadores<br />
Cuando pueden sacar raja,<br />
Y al tener así ventaja<br />
Tapando mil travesuras,<br />
Vive siempre a sus anchuras<br />
quien su lomo nunca baja.<br />
Del campo en varias secciones<br />
Dicen que no hay justicia,<br />
Pero sí mucha malicia<br />
De muchos Jefes tragones.<br />
En arreglos de cuestiones<br />
Pierde siempre el que trabaja,<br />
Pues lleva la desventaja<br />
Si en el campo dan sentencia;<br />
Porque encuentra más clemencia<br />
quien su lomo nunca baja.<br />
De los campos cada día<br />
Traen muertos a la Ciudad,<br />
Pues se matan sin piedad<br />
Por cualquiera bobería.<br />
Ni alcaldes ni policía<br />
En las fiestas nadie ataja,<br />
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II<br />
361
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Pues lo que más agasaja<br />
Es cobrarse la licencia,<br />
Pero no ve su sentencia<br />
quien su lomo nunca baja.<br />
hay alcaldes e inspectores<br />
Tan cumplidos y despiertos,<br />
Que cogen siempre a los muertos<br />
Y nunca a los matadores.<br />
Y otros no lo hacen peores<br />
Porque son de rompe y raja,<br />
que andan con la baraja<br />
Y la botella en el seno,<br />
Porque así lo halla bueno<br />
quien su lomo nunca baja.<br />
Los buenos hombres se quejan<br />
Porque a fiestas los invitan,<br />
Y sus armas se las quitan<br />
Y a los malos se las dejan.<br />
Y que los jefes se alejan<br />
Del pilón y del que maja,<br />
Porque dicen que el que ataja<br />
Le viene el toro de frente,<br />
Y así vive alegremente<br />
quien su lomo nunca baja.<br />
De cuenta de autoridades<br />
En los campos, con frecuencia,<br />
Sin ser de su competencia<br />
Se toman mil facultades.<br />
En ajenas propiedades.<br />
Uno quita, otro rebaja,<br />
Y en encontrando ventaja<br />
De notarios se la dan;<br />
Y así vive de holgazán<br />
quien su lomo nunca baja.<br />
Y otros se la dan de curas,<br />
Casan y hacen bautismo<br />
Pues tanto es su cinismo<br />
que echan agua a las criaturas.<br />
Derechos de sepulturas<br />
Ellos cobran sin rebaja,<br />
Pues de todo sacan raja<br />
Tantos Caciques, Señores,<br />
362
Pues vive con más honores<br />
quien su lomo nunca baja.<br />
Ya lo creo!<br />
Como no!<br />
Con el mameo,<br />
No digo yo!<br />
Santo Domingo, febrero 22, 1893.<br />
Origen del nombre del pueblo de Dajabón<br />
Al Ciudº. Don Tomás Morales, Ministro de Guerra y Marina, Santo Domingo.<br />
Aunque me digan quijote<br />
Porque canto desatinos,<br />
Yo mis cantos campesinos<br />
No los dejo ni a garrote.<br />
Seré Juan de los palotes,<br />
Cantaré sin ton ni son,<br />
Pero así daré razón<br />
Y hoy sabrá el mundo entero<br />
El origen verdadero<br />
Del nombre de Dajabón.<br />
Pues, cuando la vieja España<br />
En el que hoy es Dajabón,<br />
No había más habitación<br />
que una mísera cabaña<br />
De una tal María Castaña, 34<br />
que allí fue a recalar,<br />
Y en la ribera a plantar<br />
Del Masacre allí su fundo,<br />
Ignorando todo el mundo<br />
El nombre de aquel lugar.<br />
Pero un día un jefe haitiano<br />
A la dueña visitó,<br />
Y ésta al punto lo obsequió<br />
Con un dajao soberano<br />
que en el Masacre rayano<br />
Sin duda que fue pescado,<br />
Y por la vieja arreglado,<br />
que se supone así,<br />
A la criolla, en aguají<br />
Y muy bien condimentado.<br />
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II<br />
34 En los tiempos de María Castaña, caiculen!<br />
363
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Pero así que el jefe va<br />
Mandando viajes sin tasa,<br />
A la dueña de la casa<br />
Preguntóle en buen patuá:<br />
Comer, qui puesson cilá? 35<br />
Ce pa puesson lamurí! 36<br />
—”¡No señoi!, peje de aquí,<br />
Diferente ai bacalao,<br />
Ete se ñama dajao,<br />
¡Si señoi, beidá que sí!<br />
—A la ñon dajá quí bon 37<br />
Daja-bón, tré bon, comer, 38<br />
Can yo tá llegá Valier,<br />
Yo ta piens nan cet puesson.<br />
Ce ñon cos de entimación,<br />
Ce ta bagee saloprí! 39<br />
—Si musié, beidá que sí,<br />
Un peje muy etimao,<br />
Y ma cuando ta guisao<br />
Como ése, en aguají.<br />
Oui, sí, comer, dajabón! 40<br />
Yo nunco yo tá comé,<br />
De pejo ñon calité<br />
Com cilá nan má nación.<br />
Después que el muy mamalón<br />
Su daja-bón se tiró,<br />
Con tantas ganas quedó<br />
De matarse la canina,<br />
que ni una sola espina<br />
Sin repasarla dejó.<br />
Cuando terminó el musié<br />
De ponerse bien la bota,<br />
Montando una yegua rota<br />
Dijo así: “—Comer, m’alé, 41<br />
Otre dí yo ba turné<br />
Pur en otre dajabón<br />
Comer, escusé, pardón, 42<br />
35 Comadre, ¿qué pescado es ese?<br />
36 Ese no es peje bacalao!<br />
37 qué dajao tan bueno!<br />
38 Dajao bueno, muy bueno, comadre.<br />
39 Eso no es cosa de porquería.<br />
40 Sí, Comadre, dajao bueno.<br />
41 Comadre, me marcho.<br />
42 Excúseme, Comadre, perdón.<br />
364
Bon curage, porté vu bien 43<br />
Contao con ñon buen haicien<br />
qui ta a votre disposición”.<br />
La Seña María Castaña<br />
De su casa allí en la puerta,<br />
quedó con la boca abierta<br />
En ver tanta musaraña.<br />
Y no es cosa muy extraña<br />
Ser un haitiano cortés,<br />
Y más cuando hay interés<br />
De volver sin dilación<br />
En pos de otro daja-bón,….<br />
Mayor el cumplido es.<br />
El referido musié<br />
Después de hacer como Blas,<br />
Ya comiste ya te vas,<br />
Cruzó el Masacre y se fue.<br />
Pero dizque el retapé,<br />
De ese personaje alto,<br />
De tamaño no era falto,<br />
Pues la tradición lo cuenta,<br />
que tenía de tabla treinta<br />
Y cuarenta de peralto.<br />
En fin la vieja Castaña<br />
Tantísimo celebró,<br />
Todo aquello que pasó<br />
En su modesta cabaña,<br />
que en nombre del Rey de España,<br />
Levantó sin dilación,<br />
Un acta dando razón,<br />
Y haciéndolo bien constar<br />
que le daba a aquel lugar<br />
El nombre de Dajabón.<br />
¿Qué tal? Ya el Niño Bitongo no dirá que nadie se ocupa de averiguar<br />
el origen de los nombres patronímicos de nuestro afortunado terruño.<br />
Todo es empezar, más vale algo que nada.<br />
Adiós, Bitonguito de mi vida. Adiós, Juan Antonio Alix de mi corazón;<br />
no dejes de mandar otro viaje como el presente, que te quedará muy agradecido<br />
tu siempre amigo, BITONGUITO.<br />
Santiago, 20 de marzo de 1898.<br />
43 Ánimo, y que le vaya bien.<br />
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II<br />
365
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Para mi lindo clavel<br />
Mi vida, mi corazón<br />
Te quiero, porque te quiero,<br />
Si no te quisiera tanto<br />
No te llamara mi cielo.<br />
En el mundo yo lo sé<br />
que hay millones de mujeres,<br />
que te brindarán placeres<br />
Pero no de buena fe;<br />
Como yo no hay quien te dé<br />
Tanto amor y estimación,<br />
Y como eres e botón<br />
Más bonito de alelí;<br />
Por eso te llamo así:<br />
Mi vida, mi corazón.<br />
Yo no tengo ya otro espejo<br />
De una luz tan brillante,<br />
Para verme a cada instante<br />
Y gozar con tu reflejo;<br />
Por eso es que no te dejo,<br />
Ni por todo el mundo entero;<br />
Y como eres el lucero<br />
Más lindo de la mañana<br />
Con la voluntad más sana<br />
Te quiero, porque te quiero.<br />
hoy te vengo a dar razón<br />
Para que vivas tranquilo,<br />
que yo no me descarrilo,<br />
Ni cambiaré de opinión<br />
Mientras vea tu corazón<br />
que me quiere con encanto<br />
Y como eres tú mi santo<br />
Más bonito de mi altar<br />
Tal vez te podría olvidar<br />
Si no te quisiera tanto.<br />
Como no tengo otra cosa<br />
que mandarte en la ocasión<br />
Te mando mi corazón<br />
Para ti, botón de rosa:<br />
Y al contarme por dichosa<br />
Con tu amor que es mi consuelo,<br />
366
No tengo ningún recelo,<br />
Y si yo no te quisiera<br />
Con mi alma toda entera<br />
No te llamaría mí cielo.<br />
Tu Mejor Amiga.<br />
A la reina de mi amor<br />
Mi vida, hojita de Rosa,<br />
Botoncito de azucena,<br />
Mientras dure en mí tu amor<br />
Yo seré tu centinela.<br />
Si la tierra se menea<br />
Y el mundo se viene abajo,<br />
Ni mi amor te lo rebajo<br />
Ni puedo cambiar de idea,<br />
Y por mucho que se vea<br />
En esta vida azarosa,<br />
Como es tan grande cosa<br />
El amor que puse en ti,<br />
Por eso te digo así:<br />
Mi vida, hojita de rosa.<br />
Como yo te lo juré<br />
Tiene así que resultar<br />
que no te he de olvidar<br />
Mientras yo en el mundo esté<br />
Y mi amor te guardaré<br />
Como una prenda buena;<br />
Y como eres la sirena,<br />
que me cantas mi alegría,<br />
Por eso te llamo así:<br />
Botoncito de azucena.<br />
No he conocido mujer<br />
que yo quiera más que a ti,<br />
Ni puedo vivir así,<br />
Sin tu amor y tu querer,<br />
Por eso tienes que ser<br />
Mi delicia y mi primor,<br />
Y como eres tú la flor<br />
Más bella de mi jardín,<br />
Mi querer no tiene fin<br />
Mientras dure en mí tu amor.<br />
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II<br />
367
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
En fin, palomita mía,<br />
Por esta buena ocasión<br />
Te mando más de un millón<br />
De caricias y simpatía;<br />
Y como eres mi alegría<br />
que me agrada y me consuela,<br />
Y todo eso revela<br />
que tu amor anda derecho;<br />
Mientras duermas en mi pecho<br />
Yo seré tu centinela.<br />
Tuyo, y Siempre Tuyo.<br />
<strong>Dominicano</strong>s!<br />
Ya, ya nuestra patria amada<br />
De sus hijos necesita,<br />
Y a todos hoy nos invita<br />
Con desenvainada espada.<br />
Ya la hora está llegada<br />
De no pensar en quehaceres,<br />
Ni en los hijos, ni en mujeres,<br />
Ni en nada, dominicanos,<br />
Sólo en destrozar haitianos<br />
A esos miserables seres.<br />
No pensemos en vivir<br />
Ni en nuestros bienes pensar,<br />
Pensemos en batallar<br />
Para vencer o morir.<br />
¿Pues podremos permitir<br />
que esas bárbaras gavillas,<br />
Crucen jamás las orillas<br />
De la Línea divisoria,<br />
Esa inmundicia, esa escoria<br />
Afrenta de las Antillas?<br />
—No, dominicanos, no!<br />
Recordaremos primero,<br />
Esa fecha de febrero<br />
Y lo que ella nos legó.<br />
El vil haitiano cacó<br />
Ni toda su descendencia,<br />
Jamás hallarán clemencia,<br />
Ni piedad, ni compasión,<br />
Invadiendo a esta Nación<br />
Y a su santa Independencia.<br />
368
Si existe en la raza humana<br />
Una que se llame escoria,<br />
No queda redibitoria<br />
que no es otra que la haitiana.<br />
En esa raza inhumana<br />
El “Judú” es su religión;<br />
Y allí civilización<br />
Jamás llegará a su puerta,<br />
Porque para ella abierta<br />
No lo está en esa nación.<br />
Esa casta descendiente<br />
De Tusén y Desalina,<br />
No aspira más que a la ruina<br />
De esta nación floreciente.<br />
Pero este pueblo valiente,<br />
Siempre dispuesto se halla<br />
A trozar a esa canalla<br />
Con el machete y colín,<br />
Destruyéndola por fin<br />
Donde fuere la batalla.<br />
Recuerda, pueblo mañé,<br />
Aquellas pelas tan fieras,<br />
Del Número, Las Carreras,<br />
De Santiago y Santomé.<br />
Recuerda cómo te fue<br />
Por allá en Sabana Larga<br />
Con aquella toma amarga<br />
que te dimos a beber;<br />
Y no olvides a Beler<br />
Si no deseas otra carga.<br />
No olvides los machetazos<br />
Del célebre Cachimán,<br />
Donde hacíamos de un jirrbán,<br />
De un haitiano dos pedazos.<br />
Y recuerda los lanzazos<br />
De nuestros bravos guerreros,<br />
Que hoy afilan sus aceros<br />
Para tenerlos cortantes;<br />
Pues éstos no son los de antes<br />
que empuñaban prisioneros.<br />
¡A la lid, dominicanos!<br />
Y alistemos los machetes,<br />
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II<br />
369
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
que haitianos culefretes 44<br />
Siempre han sido y son haitianos.<br />
Y si antes nuestros hermanos<br />
Se portaron con valor,<br />
Castigando al invasor,<br />
Con vergonzosas derrotas,<br />
A la lid, compatriotas,<br />
que hoy no lo haremos peor.<br />
El acordeón y el cuatro 45<br />
El óigano en moa está;<br />
Dei cuatro naide se acueida;<br />
Por eso no se oye ya,<br />
“¿Maichantico, tienen cueida?”<br />
Poi Beinabé y Beitrán<br />
Traei tanto jacoideone<br />
En campo y en poblacione<br />
No ma se oye ei fuinfuán.<br />
Lo cuatro de baja etán<br />
Y ei músico peiderá,<br />
Pue de continuo etará<br />
Echando mil maldicione<br />
Poique ya en la dibeicione<br />
Ei jóigano en moa etá.<br />
“Dió se lo pague a Beitrán”<br />
Dijo uno, y a Beinabé,<br />
Poique me ha traído con qué<br />
Poneino ma jaragán.<br />
Agora no quitarán<br />
Para balletilla y cueida<br />
A lo caballo la ceida<br />
que lo dejaban pelone<br />
Poique ya en la dibeicione<br />
Dei cuatro naide se acueida.<br />
Ya no habrá ma que decí<br />
que la prima se paitió,<br />
que la segunda faitó<br />
Ni entoichao que añadí.<br />
44 Así les dice Camilito.<br />
45 Instrumento de cuerda.<br />
370
que la cueida jagan “tá”,<br />
Ni ai músico se verá<br />
Pasai su tiempo templando,<br />
Ni poi cueida preguntando,<br />
Por eso no se oye ya.<br />
Lo cuatro y lo tiplesito, 46<br />
Galano como ecofieta<br />
Ya ma nunca irán a fieta<br />
En funda de retasito.<br />
Y ei que toca violinsito<br />
De encoidadura de ceida<br />
Pa que su tiempo no pieida<br />
Eta profesión no siga,<br />
Poique ya no hai quien diga:<br />
“¿Maichantico, tiene cueida?”<br />
El Niño de Atocha<br />
Una vieja medio chocha<br />
Me decía: Siño Juan<br />
Béame ete niño de Atocha<br />
Pa bei si e jalemán.<br />
Como uté e muy detruío<br />
Y hombre de mucho aquei 47<br />
Le traigo ete niño a bei<br />
Si e de Atocha conocío.<br />
Pue poi Mao yo he sabío<br />
que no quiere ei Padre Rocha<br />
Bendecí Niño de Atocha<br />
Si son de lo jalemane<br />
Poique no cree en musuimane<br />
Una vieja medio chocha.<br />
Agora lo jitaliano<br />
No traen Santo beidadero<br />
Como traían den primero<br />
En bía dei pae Solano.<br />
Y uté puede crei heimano<br />
que lo de juera son tan<br />
que ata en idomia alemán<br />
Lo rótulo le han ponío:<br />
46 Tiple, instrumento de cuerda.<br />
47 De mucha inteligencia.<br />
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II<br />
371
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
“Y ete mundo ta peidío”<br />
Me dijo un día, Siño Juan.<br />
Ya nojotro lo critiano<br />
No podemos nian resai<br />
Y ei mundo se ba acabai<br />
Si Dió no mete su mano.<br />
Poique le asiguro heimano<br />
que el Obipo Arrócacocha<br />
Le ha mandao ai Padre Rocha<br />
Una caita patorai,<br />
Y yo para no pecai<br />
Béame ete Niño de Atocha.<br />
“Yo tenía un San José<br />
que era ei pato en milagriai<br />
Y lo mandé a retocai<br />
Y me lo dañó un francé.<br />
Pues me le puso musié<br />
En ve de poneile San,<br />
Y créalo Siño Juan<br />
que ata le peidí ei cariño;<br />
Y agora béame ete Niño<br />
Pa bei si e jalemán.<br />
La gallina gira<br />
La pobre de mi vecina<br />
Amiga de dar perjuicio,<br />
¿qué dirá de mi gallina<br />
En llegando el día del juicio?<br />
Me han dicho en mi vecindad<br />
que una polla me ha robado<br />
Y en su casa la ha pelado<br />
Con toda seguridad.<br />
Y lo creo que es verdad<br />
Pues ella tiene ese vicio,<br />
Y al ser vieja en ese oficio<br />
Esta vecina malvada,<br />
ha de salir emplumada<br />
Al llegar el día del juicio.<br />
Con robar gallina vive<br />
Según estoy enterado,<br />
Pues las plumas ha botado<br />
Por cierto en un viejo aljibe.<br />
372
La justicia lo prohíbe<br />
Y bien castiga este vicio,<br />
Pues es grande sacrificio<br />
que usté críe su gallina<br />
Para una mala vecina<br />
Amiga de dar perjuicio.<br />
Como yo soy Comisario<br />
Me han dado ya la querella,<br />
que la que roba es ella<br />
Gallina en mi vecindario.<br />
Pensé que era un tal Sandario,<br />
Que en robar es ficha fina<br />
Sin saber que mi vecina,<br />
Podía tener ese vicio;<br />
Pero ella el día del juicio<br />
¿qué dirá de mi gallina?<br />
¡Oh! qué cosa tan atroz,<br />
Tener mi gallina gira,<br />
Y venir esa triunvira 48<br />
A guisarla con arroz!<br />
Pero así lo espero en Dios<br />
Y en Su Majestad Divina,<br />
que con plumas de gallina<br />
Y cantando el cocoriaco,<br />
Cargará el diablo en un saco<br />
A la pobre mi vecina.<br />
Un hijo natural a su padre<br />
Si usté tiene un alma buena<br />
Se ‘lo pido por favor<br />
Saque a mi madre de pena<br />
Devolviéndole su honor.<br />
Su hijo del corazón<br />
Le suplica como a padre<br />
que no le mate a su madre<br />
Que hoy se ve en aflicción.<br />
Le partiría el corazón<br />
Si hoy la ve con tanta pena<br />
Y como ella estaba ajena<br />
De verse hoy tan desgraciada,<br />
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II<br />
48 Partidaria de los triunviros, contrarios de los baecistas.<br />
373
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Cumpla su palabra honrada<br />
Si usted tiene un alma buena.<br />
Por ese amor tan fecundo<br />
que en Ud. puso mamita<br />
Procure ver si me quita<br />
que me llame hijo del mundo.<br />
Me causa un dolor profundo<br />
Ver a mi madre sin honor<br />
Y como usted es el autor<br />
De mi madre esa desgracia<br />
que me conceda esta gracia<br />
Se lo pido por favor.<br />
Padre mío por su vidita!<br />
¡Por lo que le sea más grato!<br />
No se muestre tan ingrato<br />
Con la pobre de mamita.<br />
Ella está ¡la pobrecita!<br />
De tristeza toda llena<br />
Y, como ella es tan buena,<br />
De amarlo a Ud. nunca deja<br />
Y para que Dios lo proteja<br />
Saque a mi madre de pena.<br />
Si su alma es generosa<br />
Yo le aseguro de fijo<br />
que yo le seré buen hijo<br />
Y mi madre buena esposa.<br />
Y si usted por buena cosa<br />
Le tiene a su hijo amor<br />
Le suplico por favor<br />
Y por la Virgen bendita<br />
que se case con mamita<br />
Devolviéndole Su honor.<br />
Seña Dolores la tuerta<br />
Seña Dolores la tuerta<br />
Un día sufría la pena<br />
De verse en una reyerta<br />
Por mezclarse en vida ajena.<br />
Mejor que busque un rosario<br />
Y se dedique a rezar<br />
Y se deje de enredar<br />
Con chismes el vecindario.<br />
374
Ella carga escapulario<br />
Y se hace la boquimuerta<br />
Para andar de puerta en puerta<br />
Llevando y trayendo enreo,<br />
que se ha vuelto hasta correo<br />
Seña Dolores la tuerta.<br />
Si esa viejita tuviera<br />
Dos ojos en vez de uno<br />
No hubiera faltado alguno<br />
que la muerte a ella le diera.<br />
Por habladora y embustera<br />
Todo el mundo la condena<br />
Y como ella en vida ajena<br />
Se mete y todo lo enreda<br />
Por el ojo que le queda<br />
Un día sufrirá la pena.<br />
Esa vieja del demonio<br />
Ahora se ha dedicado<br />
A todo hombre casado<br />
Levantarle testimonio;<br />
Pero espero en San Antonio<br />
También en Santa Ruperta<br />
que a Seña Lola la tuerta<br />
Por chismosa y habladora<br />
Le ha de llegar su hora<br />
De verse en una reyerta.<br />
A todas en este día<br />
Les digo que anden alerta,<br />
que a Seña Lola la tuerta<br />
Ya la tenemos de espía.<br />
Y según sentencia mía<br />
Esa vieja se condena,<br />
Porque se toma la pena<br />
De alcagüetear por antojo,<br />
Y va a perder el otro ojo<br />
Por mezclarse en vida ajena.<br />
Los revólveres de Marmita o “párate ahí”<br />
Señores, hago presente<br />
Por medio de estas canciones,<br />
que en campos y poblaciones<br />
Anda la muerte caliente;<br />
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II<br />
375
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Porque hoy se mata la gente<br />
Por todas partes aquí;<br />
Y ahora más, resulta así<br />
Por esa charla maldita,<br />
que a los revólveres maimita<br />
Le dicen: párate ahí.<br />
Y el que suele hoy salir<br />
Con su marma en la cintura,<br />
Ya no puede hacer figura<br />
Sin que tenga que reñir.<br />
Pues vergüenza da decir,<br />
que en los campos del Cotuí,<br />
Moca, Vega y Macorí,<br />
Y de Santiago igualmente,<br />
Se desgarre tanta gente<br />
Por ese “párate ahí”.<br />
El que va por su camino<br />
Y lo mandan a parar,<br />
De una vez suele pelar<br />
Por su caldero dañino.<br />
Creyendo que es un mangrino<br />
que le ha salido allí,<br />
Vagabundo y baladí,<br />
Y como en son de bromita,<br />
Al verlo con su marmita<br />
Le ha dicho: párate ahí.<br />
Entre allá los sinvergüenza,<br />
O entre ese mundo atrasado,<br />
El párate ahí mentado<br />
Es una terrible ofensa.<br />
Y el que para su defensa<br />
Carga su marmita así,<br />
Se pica más que un ají,<br />
Y acomete como fiera,<br />
Cuando le dice cualquiera,<br />
Amigo: párate ahí.<br />
Y lo mismo entre esa gente<br />
que al aire le dicen adre,<br />
De familia llaman padre<br />
Al revólver de patente.<br />
que en este año solamente<br />
han gastado un potosí,<br />
376
En lo reboibe de Emí,<br />
que Dios confunda y maldiga,<br />
Por tal de que nadie le diga<br />
“Compae, párate ahí”.<br />
Y en los pueblos y ciudades<br />
De estas comarcas también<br />
Continuamente se ven<br />
Un sin fin de atrocidades.<br />
Pues digo que son verdades<br />
que hasta los niños chichí,<br />
No se apean el buen Esmit,<br />
Y al más respetable anciano,<br />
Con el pájaro en la mano<br />
Le dicen: ¡párate ahí!<br />
Con el juego y aguardiente,<br />
Los nombres y los refranes<br />
que inventan los charlatanes<br />
De los campos diariamente,<br />
Los hombres completamente<br />
Se destrozan por allí<br />
Como los carabalí,<br />
O como cafres, diremos;<br />
Y qué remedio pondremos<br />
Con esos “párate ahí”.<br />
También en las poblaciones<br />
Se ven fieras infinitas,<br />
Pero como usan levitas<br />
Se pasean en los salones<br />
Con tamaños salchichones<br />
De los que llaman de Esmí,<br />
Y mostrándolas allí<br />
De lujo sus bellas cachas,<br />
Para que vean las muchachas<br />
que no son “párate ahí”.<br />
Quién se menea, quién se saiba! Santo Dios!<br />
en ete siglo dique de la luce.<br />
Fábula de los tres leones<br />
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II<br />
A los generales G. Luperón, B. Monción y U. Heureaux.<br />
Tres bravos leones lucharon,<br />
Unidos se defendieron,<br />
377
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Después que se separaron,<br />
Uno por uno murieron.<br />
Por los valles y montañas<br />
A tres leones perseguían,<br />
Pero jamás los vencían;<br />
Por temor a sus hazañas<br />
En mil refriegas tamañas<br />
Como unidos batallaron,<br />
Los tres amigos triunfaron<br />
Venciendo a sus cazadores<br />
Y contra sus perseguidores<br />
Tres leones bravos lucharon.<br />
Aquellos que perseguían<br />
A los tres de las montañas,<br />
Se valían de mil mañas<br />
Para ver si los vencían,<br />
Pero no lo conseguían<br />
Porque los tres combatieron<br />
Y en sus campañas se vieron<br />
De acuerdo y en perfecta unión<br />
Y así por esa razón<br />
Unidos se defendieron.<br />
Pero astutos cazadores<br />
Para poder combatir,<br />
Trataron de dividir<br />
A sus grandes vencedores.<br />
Enviando disociadores<br />
Con chismes que se inventaron,<br />
que con los cuales lograron<br />
Realizar sus intenciones,<br />
Venciendo a los tres leones<br />
Después que se separaron.<br />
En esto deben fijarse<br />
Las tres potencias iguales,<br />
Y como amigos leales<br />
Nunca deben separarse;<br />
Y si desean escaparse<br />
Sean unidos como fueron<br />
Porque si se dividieron,<br />
Hagan estas reflexiones:<br />
que por eso tres leones<br />
Uno por uno murieron.<br />
378
Corpus Cristi<br />
Con grande satisfacción<br />
Y entusiasmo singular,<br />
Venimos hoy a anunciar<br />
A esta culta población,<br />
que del Corpus la función<br />
No se encuentra muy lejana,<br />
Y que una fiesta galana<br />
Requiere la Eucaristía,<br />
Por ser el más grande día<br />
que existe en la fe cristiana.<br />
Como es el día favorito<br />
De su Santa Majestad,<br />
Por eso la cristiandad<br />
Lo celebra tan bonito.<br />
Y este festejo bendito<br />
Se dedica al Dios piadoso<br />
Padre Santo y bondadoso<br />
que nos da vida y consuelo,<br />
Y es en tierra, mar y cielo,<br />
El más grande y poderoso.<br />
Con demasiado contento<br />
honraremos el gran día<br />
De la Santa Eucaristía<br />
O el Divino Sacramento.<br />
Debajo del firmamento<br />
El Corpus Cristi sagrado<br />
Siempre ha sido celebrado<br />
Por todo el mundo cristiano,<br />
Apostólico, romano,<br />
Conforme está decretado.<br />
Todo cristiano creyente<br />
Para esta fiesta bonita,<br />
Con algunas limosnita<br />
Prestará su contingente.<br />
que el buen Dios Omnipotente<br />
Buena nota tomará,<br />
Y como sabemos ya<br />
que él paga ciento por uno,<br />
El día más oportuno<br />
De pagar se acordará.<br />
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II<br />
379
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Como cosa muy segura<br />
El que algo quiera dar,<br />
Se lo debe de llevar<br />
De Parroquia a cada cura.<br />
Y aunque nadie se figura<br />
que todo el mundo es gitano,<br />
Es mejor que un cristiano<br />
Cuando dé su limosnita,<br />
Se la entregue contadita<br />
Al cura en su propia mano.<br />
que en estos tiempos malditos<br />
Ciertas aves de rapiñas,<br />
Andan hoy por las campiñas<br />
Matando sus borreguitos,<br />
Y a los pastores benditos<br />
que reciben tantas quejas,<br />
Se les prenden las orejas<br />
Por saber estos señores,<br />
que muchos sin ser pastores<br />
Les trasquilan sus ovejas.<br />
¡Vamos queridos hermanos!<br />
Con el debido esplendor,<br />
Este gran día del Señor<br />
Celebraremos ufanos.<br />
Sabed que somos cristianos<br />
Y, es deber de cada cual,<br />
Cumplir, pero muy puntual,<br />
Con lo que la Iglesia manda<br />
Porque es la ley veneranda<br />
Del mismo Dios inmortal.<br />
En fin, nada más diremos<br />
Para de una vez concluir,<br />
que es preciso contribuir<br />
Sin que en nada nos fijemos.<br />
De obsequiar a Dios tenemos<br />
Por deber y obligación,<br />
Y esta noble población,<br />
Como culta y religiosa,<br />
Cumplirá lo más gustosa<br />
Con Dios y su religión.<br />
Y el que no lo haga así, que apriete.<br />
380
Cuatro bailes de disfraz<br />
De rechupete, en Las Aguas, común de Montecristi,<br />
para el carnaval. Por la presente invita Luis Caballero a tutilimundi,<br />
sin escaparse ni los mamandos.<br />
Para más aclaración, allá va la mía folla.<br />
Anuncia Luis Caballero<br />
Cuatro bailes de disfraz,<br />
Para el que se halle capaz<br />
De gozar con su dinero.<br />
El día quince de febrero,<br />
Víspera de Carnaval,<br />
Empezará el festival<br />
En estas Aguas benditas<br />
Con máscaras infinitas<br />
Y una bulla sin igual.<br />
Estos bailes aludidos<br />
Serán de cucumancola,<br />
Pues no habrá esa majapola<br />
De cuerambres pervertidos.<br />
Aquí serán escogidos<br />
Toditos los concurrentes,<br />
Porque todas son decentes<br />
Las máscaras invitadas<br />
Para las fiestas citadas<br />
En estas Aguas calientes.<br />
De música no se hable<br />
Porque eso se sabe ya,<br />
De Montecristi vendrá<br />
La orquesta más admirable<br />
Y que Luis, como es probable<br />
Espera gente un millón<br />
Del Copey y Dajabón<br />
Montecristi, Guayubín,<br />
Y de Sabaneta, en fin,<br />
Vendrán sin comparación.<br />
Osí de Foliberté<br />
De Uanament é d’Otrú,<br />
Capaicién, Maribarú<br />
Ampil mund yo va rivé.<br />
Pur se venir amusé<br />
Nan la fet de mardi grá<br />
An prenan di bon tafiá<br />
E dansé an paix tré bien<br />
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II<br />
381
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Aqué fam dominiquen<br />
Qui coné shuqué bondá.<br />
El señor Luis Caballero<br />
Ya tendrá una cantina,<br />
que será la recumina<br />
Y el trato más placentero.<br />
El que llega con dinero<br />
Y sabe de cosa buena<br />
La barriga se la llena<br />
De licores sabrositos,<br />
Los dulces más exquisitos<br />
Y una magnífica cena.<br />
Como Luis e caballero<br />
Poi título y apellío<br />
Caiculen si ete endebío<br />
Se poitará con emero.<br />
Y má cuando be dinero<br />
En lo que llegan allí,<br />
No hay quien depache así<br />
Tan bibo y con tanto agrao<br />
¡Pero cuando e de fiao!<br />
¿quién aguanta a siño Luis?<br />
Venid, por Dios, señoritas<br />
A las Aguas a gozar<br />
Cuatro noches sin cesar,<br />
Y al buen gusto de toditas.<br />
Venid amables pollitas<br />
A aumentar la concurrencia,<br />
que no habrá desavenencia,<br />
Follica ni pelotero,<br />
Porque don Luis Caballero<br />
Trata a todos con decencia.<br />
La que mucho ha tropezado<br />
Por tentación del demonio,<br />
Le dice Alix Juan Antonio<br />
que por eso no hay cuidado:<br />
Que Jesús Crucificado,<br />
Dice la Santa Escritura,<br />
En la calle de Amargura<br />
Dio un sin fin de tropezones.<br />
Y allá en las altas regiones,<br />
Como Dios allí figura.<br />
382
Por fin el Luis Caballero<br />
tútili-mundi espera,<br />
En sus bailes y gallera<br />
El quince de este Febrero,<br />
Con gallos y con dinero,<br />
Porque ya valdrá la pena,<br />
Una corrida tan buena<br />
En estas Aguas pasar;<br />
Y el que no esté por gozar…<br />
En muriendo se condena.<br />
¡A las Aguas muchachonas!<br />
Disfrazadas a bailar,<br />
que esto será de rajar,<br />
En estas fiestas privonas.<br />
Con que arreglar sus caconas,<br />
Mejor dicho el buen disfraz,<br />
Para con gusto eficaz,<br />
que gocen en la gallera,<br />
De Luis, de toda manera<br />
En unión y santa paz.<br />
Así memo.<br />
Las Aguas, 2 de febrero de 1896.<br />
Al público<br />
El 15 de los corrientes, gran festividad en La Vega<br />
en obsequio de su divina Patrona, Ntra. Sra. de La Antigua.<br />
Señores, vamos a ver<br />
Si el café y el cacaíto<br />
Y el resto del tabaquito<br />
Los llevamos a vender.<br />
Porque es preciso saber<br />
Que la fiesta muy ruidosa<br />
De la Antigua milagrosa,<br />
Patrona de los veganos,<br />
La tenemos en las manos<br />
Y será tamaña cosa.<br />
Y que debemos marchar<br />
Todo el mundo en gran tropel,<br />
Porque al Padre Adolfo Nouel<br />
Lo tenemos que ayudar.<br />
Porque él nos suele tratar<br />
A todos con distinción,<br />
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II<br />
383
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Y nosotros con razón<br />
También debemos portarnos<br />
Con quien quiere Iglesia darnos<br />
Digna de esta población.<br />
Lo que es zoilo García<br />
Seguro que se derrite,<br />
Pues sin que nadie lo evite<br />
Tendrá en la fiesta un día.<br />
Calculen que esa María<br />
ha sido siempre su apoyo,<br />
que de plata un buen arroyo<br />
Le da con su protección<br />
Y que, en más de una ocasión,<br />
Le sacó los pies del hoyo.<br />
Y ese Fernández Laíto,<br />
Dimas Sánchez, Juan Ramón,<br />
Telésforo Calderón,<br />
Ya se menearán bonito,<br />
Pues si tienen su piquito<br />
Esos nenes referidos,<br />
Es que han sido protegidos<br />
Por la Antigua milagrosa,<br />
Y hoy harán tamaña cosa<br />
Porque son agradecidos.<br />
Lo mismo Marcos de Lora,<br />
Y el Meléndez don Manuel,<br />
Ya le harán un gran papel<br />
Del Cielo a la gran Señora.<br />
Porque ella es su bienhechora,<br />
que los protege a la carga,<br />
Y de ayudarlos se encarga<br />
En sus negocios por cierto,<br />
A trabajar con acierto<br />
Y ganarse plata larga.<br />
También el Robles Casiano<br />
Ya festejará a María,<br />
que con eso la Alcaldía<br />
Volverá a su digna mano.<br />
El Espaillat Emiliano<br />
Correrá por todos lados,<br />
Porque en estos días feriados<br />
Si no entra en alegría,<br />
384
Lo que es la Virgen María<br />
No les salva los pasmados. 49<br />
Y el Pablo Ramos también<br />
A la Antigua obsequiará,<br />
Pues según parece va<br />
En sus negocios muy bien.<br />
San Julián o Sen Julién<br />
que no se haga el mamalón<br />
Y saque en esta función<br />
Eso que tiene enterrado,<br />
que la Antigua se lo ha dado<br />
Mediante su protección.<br />
En el segundo aguacero<br />
Muchos más se mojarán,<br />
que en este viaje no van<br />
Por andar aun más ligero.<br />
En la Antigua sólo espero<br />
que salud me ha de dar<br />
Para poderlos mojar<br />
Aunque así le dé coraje<br />
A todo el que en este viaje<br />
Se me ha podido escapar.<br />
Santiago, agosto 6 de 1893.<br />
La graciosa mascarita<br />
A mis amigos Doctor Morillo y Emilio Almonte.<br />
Cuento un caso original<br />
Como así me lo han contado,<br />
De uno que fue disfrazado<br />
A un baile en el Carnaval,<br />
que se enamoró formal<br />
De una bella mascarita,<br />
Y a la que en seguida invita<br />
Para bailar una danza,<br />
Creyendo a toda confianza<br />
que sería alguna pollita.<br />
Tan pronto como empezó<br />
A bailar con su pareja,<br />
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II<br />
49 Este buen señor, con la ayuda de N. S. de la Antigua ha salvado a una porción de personas<br />
atacadas del tétano o pasmo. Vamos a ver cómo se las averigua hoy con la Antigua su protectora.<br />
385
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Se le pegó de una oreja<br />
Y su amor le declaró!<br />
Por su madre le juró<br />
que si él la conseguía<br />
Para siempre la amaría<br />
Con todo su corazón,<br />
Y con poca dilación<br />
Con ella se casaría.<br />
La graciosa mascarita<br />
Temprano enseñó la oreja,<br />
De que era gallina vieja<br />
Y de espuela no chiquita;<br />
Porque sin decirle quita,<br />
Ni déjame el alma quieta,<br />
Amparada en la careta,<br />
que es la ruina del pudor,<br />
Le correspondió su amor<br />
Con fidelidad completa.<br />
La mascarita citada,<br />
Declaró a su tierno amante<br />
que sentía pero bastante<br />
Decirle que era casada;<br />
Y que estaba disfrazada<br />
Sin saberlo su marido,<br />
A quien dejó muy dormido,<br />
Por una copa de vino<br />
que le dio un médico chino<br />
¡Para dejarlo rendido!<br />
Los amantes continuaron<br />
Bailando lo más contentos,<br />
Y con miles juramentos<br />
Mutuo amor se profesaron;<br />
Y con disimulo entraron<br />
A una cámara secreta,<br />
Y con polvo de violeta<br />
que había en un tocador<br />
Se empolvaron lo mejor<br />
Sin quitarse la careta.<br />
Como por lo regular<br />
En esa clase de empresa<br />
Nunca falta buena mesa<br />
Dispuesta para cenar,<br />
386
Allí fueron a parar<br />
Aquellos enamorados;<br />
Pero cuando ya sentados<br />
A la mesa que se vieron,<br />
Y ambos se reconocieron,<br />
han caído desmayados.<br />
Pues la bella mascarita<br />
Vino a dar por resultado,<br />
Ser la madre de su amado<br />
Por su desgracia maldita.<br />
Con un revólver marmita<br />
El hijo se suicidó,<br />
Y ella también rodó<br />
Por el suelo sin aliento,<br />
Pues de pena y sentimiento<br />
Muertecita allí quedó.<br />
Si la cosa fue pesada<br />
Para hijo y para madre,<br />
No fue tanto para el padre,<br />
Porque nunca supo nada<br />
De su suerte desgraciada,<br />
Y de ese caso tremendo,<br />
Porque ya están diciendo<br />
que por la copa de vino<br />
que le dio el médico chino<br />
Todavía está durmiendo.<br />
Santiago, 12 de febrero de 1907.<br />
En la Sección de La Zanja<br />
y al lado del buen señor Pedro Díaz, se encuentra<br />
el establecimiento de tienda y pulpería del buen amigo<br />
Fofín Pichardo, joven buenmozo, enamorado, guapo<br />
y con mucha plata. Según Juan A. Alix.<br />
Y eso mismo canta un bardo:<br />
que al lado de Pedro Día,<br />
Buena tienda y pulpería<br />
Tiene allí Fofín Pichardo.<br />
Y que, un surtido gallardo<br />
hay también de miles cosas,<br />
Como purcianas preciosas,<br />
Linoces y muselinas,<br />
Percales y percalinas,<br />
Y otras telas muy famosas.<br />
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II<br />
387
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Las telas para colchón,<br />
Forros de catres y hamaca,<br />
Parecen cueros de vaca<br />
Por lo fuerte que ellas son.<br />
El amarillo algodón,<br />
El cotín y buen listado,<br />
El fuerte diablo afamado,<br />
Y muchos driles famosos.<br />
De colores muy preciosos<br />
que a Fofín le han llegado.<br />
También para caballeros<br />
Excelentes panamaces,<br />
Calzados, buenos fulaces,<br />
Panza de burro sombreros.<br />
Casimires piqueteros<br />
Y muy buena imitación,<br />
Calzoncillos de algodón<br />
Y las mejores camisas,<br />
Las hay bordadas y lisas<br />
Y muy bonitas que son.<br />
Con Fofín encontrarán<br />
La más buena cotonía,<br />
Como en parte hoy en día<br />
iguales no la hallarán.<br />
Chancletas de cordobán,<br />
De toda clase pañuelos,<br />
Para camisas gemelos,<br />
Buenas mantas de algodón,<br />
Buen hilo de carretón<br />
Y de bollito sin pelos.<br />
Falso batista a escoger,<br />
Blanco y de otros colores,<br />
Y medias muy superiores<br />
Para hombres y mujer.<br />
Agujetas de tejer,<br />
Camisillas de algodón,<br />
De mil colores albión,<br />
Frente de hilo camisas,<br />
De algodón y lana, frisas,<br />
Salpurias y candelón.<br />
Y tocante a pulpería<br />
Casi no hay que preguntar,<br />
388
Porque allí se ha de encontrar<br />
De todo, que no hay tutía.<br />
Allí hay en demasía<br />
Las más frescas provisiones,<br />
Como harina, arroz, jamones,<br />
Arenques, petisalé,<br />
Bacalao, sal, café,<br />
Mantequilla y salchichones.<br />
Sardinas de chupe usté<br />
Manteca y famosos vinos,<br />
Fideos gordos y entrefinos<br />
Y buen aceite francé.<br />
Azúcar también se ve<br />
Y buena loza de venta,<br />
Malagueta, anís, pimienta,<br />
Nuez moscada, ajo, canela,<br />
Cebolla, clavos y vela<br />
Y algo más que no se mienta.<br />
Buen ron, anís, aguardiente,<br />
Cerveza de la mejor,<br />
Y para damas, licor<br />
Como ginebra excelente.<br />
Amargo bueno igualmente,<br />
Machetes de trabajar,<br />
Buenos clavos de entinglar<br />
Cuchillos, hachas, azadas,<br />
De Colín muy afamadas<br />
Y de otras cosas, la mar!<br />
Y Fofín hace saber<br />
que compra frutos al contado,<br />
Bien medido o bien pesado<br />
Lo que lleven a vender.<br />
Porque allí es un placer<br />
Vender por peso y medida,<br />
Y comprar cuanto se pida,<br />
Pues allí, claro se ve,<br />
que hay conciencia y buena fe<br />
Y honradez la más cumplida.<br />
Fofín es un comerciante<br />
que se empeña en agradar,<br />
Y en su casa acotejar<br />
Con cariño a su marchante.<br />
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II<br />
389
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Y con honradez bastante<br />
Su deber sabe cumplir,<br />
que no hay quien pueda decir<br />
que vende bueno y barato,<br />
Y después se vuelve gato<br />
Con la vara de medir.<br />
Como hacen algunos pájaros que suelen haber por estos lugares, que si fían,<br />
apuntan con tenedores; y si venden al contado, nunca miden el lienzo con legalidad;<br />
por eso, el que le compre a esos pájaros, lleve lo que compre a medirlo por la vara<br />
de Fofín que es completa; y a que no le sale la cuenta. Lo mejor de todo es comprarle<br />
a Fofín, por eso de que a lo tuyo con razón o sin ella.<br />
Tiene razón JUAN A. ALIX.<br />
Santiago, abril 16 de 1903.<br />
La vanguardia<br />
Es el nombre de cuatro bailes de disfraz para el Carnaval en los días 9, 10, 11 y 12 del mes de febrero,<br />
y en el vastísimo y lujosísimo salón del casino de Laíto Guerrero, frente al Parque Central.<br />
Empresarios: Laíto Guerrero y Enrique Méndez.<br />
Compae esos bailes serán la tusa de todos los bailes del Carnaval.<br />
Vamos, pueblo santiaguero,<br />
A gozar lo más bonito<br />
En el salón de Laíto,<br />
El salón más piquetero.<br />
Como lujo, es el primero,<br />
Y de más capacidad;<br />
Como es también verdad<br />
que es el mejor adornado,<br />
Y el más bien iluminado<br />
que existe en esta ciudad.<br />
La Empresa pretende dar<br />
Cuatro bailes regulares<br />
De personas singulares<br />
que se dan a respetar;<br />
Pues la casa ni el lugar,<br />
Jamás pueden consentir<br />
que gente de mal vivir<br />
Y de poca estimación<br />
En tan decente salón<br />
Se vayan a divertir.<br />
La máscara que no está<br />
Invitada legalmente,<br />
La empresa por consiguiente<br />
La entrada le negará;<br />
390
Al efecto allí estará<br />
Nombrada una comisión<br />
Para que sin distinción<br />
La que entrare disfrazada<br />
Sin haber sido invitada,<br />
Arrojarla del salón.<br />
Como no consentirán<br />
A las pájaras aquellas,<br />
Cargadoras de botellas,<br />
No se vistan que no van.<br />
Ni menos admitirán<br />
Tantos niños majaderos<br />
que en bailes son los primeros<br />
En empuñar los asientos<br />
Causándoles sufrimientos<br />
A damas y caballeros.<br />
La empresa tiene conciencia<br />
que en los bailes que dará<br />
Complacida dejará<br />
A toda la concurrencia.<br />
Orden y mucha decencia,<br />
Escogidas mascaritas,<br />
Señoras y señoritas<br />
que si no son del arito,<br />
El gran salón de Laíto<br />
Se lo merecen toditas.<br />
Laíto y Enrique están<br />
Resueltos y decididos,<br />
A no entregar pedidos<br />
De cuenta de voyován;<br />
Si no aflojan el tin tán,<br />
Esos picos de alcatraz,<br />
Como no les queda más<br />
que pasar a retaguardia,<br />
Le dirán en la Vanguardia<br />
“No te vistas que no vas”.<br />
Como es cosa muy sabida<br />
que en el billar de Laíto<br />
El surtido más bonito,<br />
Nunca falta de bebida,<br />
Buenos lotes de comida<br />
Y confituría muy fina;<br />
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II<br />
391
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Por eso que se adivina<br />
que en esos bailes famosos,<br />
que preparan tan lujosos,<br />
Cómo estará esa cantina!<br />
Si de música se trata,<br />
Se puede hacer una apuesta,<br />
que una gran famosa orquesta<br />
Ya vendrá de Puerto Plata,<br />
que aseguran que es muy grata<br />
Y unas danzas exquisitas,<br />
Todas nuevas y bonitas,<br />
Y así de cucamancola<br />
Para la Vanguardia sola,<br />
Y entusiastas mascaritas<br />
El que no asista a los bailes de “La Vanguardia” en el muy espacioso salón<br />
del casino de Laíto, se la ñaña, porque no gozará de lo mejor que habrá en el Carnaval.<br />
Lo digo yo: JUAN A. ALIX.<br />
Santiago, 21 de enero, 1907.<br />
Al honorable Ayuntamiento<br />
Señoi Don Ayuntamiento,<br />
Le mandó a dicí ei reló<br />
que lo jaga de poi Dió<br />
De alibiaile su toimento. 50<br />
que ei pueblo no ta contento<br />
Con uté ni con su mando,<br />
Poique ya lo ta mirando<br />
que todo e un miterio,<br />
Teneilo en un cautiberio<br />
En be de tai funcionando.<br />
Le mandó a dicí también<br />
que si tiene un chin de honoi,<br />
que le jaga ese favoi<br />
De no beilo con dedén.<br />
que en este pueblo no hay quién<br />
Deje hoy de muimurai<br />
que no lo quien colocai<br />
En su beidadero pueto.<br />
Poique… jun! dejemo eto…<br />
que ma bale ata callai…<br />
50 Un reloj público que regaló el Gral. Lilís a Santiago de los Caballeros, hace dos años<br />
que lo tienen arrumbado en un cuarto y no hay manera de que el Ayuntamiento lo coloque<br />
en el lugar que le corresponde.<br />
392
Y que le mande su cuaito<br />
que ganó en su lotería 51<br />
que ei no entra en felusofía<br />
Sino que aflojen aisaito;<br />
que de tai preso ta jaito<br />
En ese cuaito metío,<br />
Y que lo que ha recogío<br />
En un poición de saiteo<br />
Que lo aflojen, que eso e feo<br />
En ei no habeilo embeitío.<br />
Y que el Presidente heró<br />
Lo mandó a esta ciudá<br />
Para tai en libeitá<br />
Pero como preso no.<br />
Y quei ta rogando a Dió<br />
que uté deje pronto ei mando,<br />
Poique ya lo ta mirando<br />
Señoi don Ayuntamiento<br />
que uté no tiene ei intento<br />
De hacei que te funcionando. 52<br />
El pleito de Pontezuela<br />
Ocurrido en dicho lugar en la noche del día de Santa Rosa.<br />
El día de Santa Rosa<br />
Gran pleito en la Pontezuela,<br />
Dos muertos y dos heridos<br />
quedaron en la refriega.<br />
En casa de un tal Silverio<br />
hubo una gran diversión,<br />
La que fue sin dilación<br />
Convertida en cementerio.<br />
Pues ya se dice de serio<br />
que por una simple cosa,<br />
En esa fiesta azarosa<br />
quedaron allí tendidos<br />
Dos muertos y dos heridos<br />
En el día de Santa Rosa.<br />
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II<br />
51 El Ayuntamiento estableció una lotería con el fin de montar el reloj y después de apercibir<br />
como dos mil pesos o más, lo invirtió en otras cosas contrariando las leyes del Ayuntamiento.<br />
52 Por estas décimas condenó a Juan Antonio Alix, el Tribunal correccional de Santiago<br />
de los Caballeros a $8.00 de multa y cinco días de prisión.<br />
393
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Todo fue por cuatro reales<br />
De juego en una partida,<br />
que allí se quitó la vida<br />
Aquel par de irracionales.<br />
Y más de cien criminales<br />
Al ver el apaga vela,<br />
Se prendieron en candela<br />
Con los revólver, to, to, to!…<br />
Y la fiesta se volvió<br />
Gran pleito en la Pontezuela.<br />
También hay que declarar<br />
que en medio del tiroteo,<br />
hubo grito y pataleo<br />
De mujeres con el mar;<br />
Y caballos relinchar<br />
Se oían, despavoridos,<br />
Y de perros los aullidos,<br />
Las gallinas cacareando,<br />
Y las familias gritando<br />
Dos muertos y dos heridos.<br />
Y los dos que perecieron<br />
Por un castigo de Dios,<br />
José Rodríguez, los dos<br />
El mismo nombre tuvieron.<br />
Y José los que salieron<br />
heridos en esa brega;<br />
Así es que nadie niega<br />
Lo que muy claro se ve,<br />
De que allí cuatro José<br />
quedaron en la refriega.<br />
Muertos:<br />
José Rodríguez Rosario,<br />
José Rodríguez Rosario.<br />
(Primos hermanos y amigos).<br />
Heridos:<br />
José Fernández,<br />
José Eugenio Blanco.<br />
Aprieta, Colasa! qué tal?<br />
Santiago, 4 de setiembre de 1901.<br />
394
Revolución en Haití<br />
Los generales Leconte y Juan Gil a la cabeza del movimiento revolucionario<br />
en la parte Norte de la República; pronunciamiento de Cabo Haitiano,<br />
Fort Liberté, Juanaméndez y otros pueblos del Norte.<br />
A los Gobernadores de Puerto Plata y Montecristi, por lo demás así diremos:<br />
Damos hoy conocimiento<br />
que ya los Jefes Leconte<br />
Y Juan Gil se han ido al monte<br />
Donde han puesto en movimiento<br />
A todo el departamento<br />
Del Norte, donde campea<br />
Esa gente que pelea<br />
Por derrocar a Simón<br />
Del mando de la Nación<br />
Y empuñar la jicotea.<br />
Pero también no hay quien<br />
Asegure si Leconte<br />
Y Juan Gil se han ido al Monte<br />
Por su cuenta o de Fermén,<br />
Porque todo el pueblo haicién<br />
A Fermén es que desea<br />
Y por él es que pelea,<br />
Lo que hace suponer<br />
que Fermén ha de coger<br />
Sin duda la jicotea.<br />
Cojeró si siembro! (Cojerá si siembra; refrán dominicano).<br />
La jicoté apartien a Leconte é Jean Gil qui se tiró nan gló pu cojelo.<br />
Musié Fermén apé promené a l’etranger li pa cone<br />
sa qui pasé nan Buá d’Haití.<br />
Non comper, musié Fermén<br />
Cet un hom de gran talan<br />
E ñon des plis savan<br />
Orguei di Peple haicién,<br />
honorable citoayen<br />
E patriot bien estimé,<br />
Tré habil pur guverné<br />
A la Republique d’Haití<br />
E pur le bien di peí<br />
Il prandrá la jicoté.<br />
Vive Fermén!<br />
Fermén cé ñon bon garson<br />
E tré bon acreditá<br />
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II<br />
395
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Come le premié candidá<br />
Pur comandé la Nación.<br />
La general opinión<br />
A Fermén cé qui jemé<br />
E com li bien relacioné<br />
Du mond nan tu le peí,<br />
Dan la Republique d’Haití<br />
Cojeró la jicoté.<br />
Vive Fermén!<br />
An eto guerro civil<br />
A la fen sa viendrá,<br />
Ca Fermén sucederá<br />
Lo que a Jimeno con Gil,<br />
La que coja la fusil<br />
E se tiró nan difé<br />
Ni tan boba ella seré,<br />
Pur su vido comprometo<br />
Pa qui vengo otre soqueto<br />
A empuñá la jicoté.<br />
Vive Leconte et Jean Gil.<br />
Camarad Antuén Simón<br />
Tamprí, camarad, tamprí!<br />
Chef Leconte ape viní<br />
Pu meté ú nan prison<br />
E avec ñon gran divison<br />
Parfecteman equipe<br />
Chef Jean Gil duéta rivé<br />
De Leconte an compañí<br />
Et ben, si pá vlé murí<br />
Largué vit la jicoté.<br />
Vive Fermén et Jean Gil.<br />
LE DECIMER DU YAQUE.<br />
Fevrier 13 de 1911.<br />
La Purísima Concepción<br />
A la distinguida Señora Doña Elisa Rancier de Pérez,<br />
y demás iniciadoras de la fiesta que se prepara el día 8 de los corrientes<br />
a la Purísima Concepción de María.<br />
El día de la Concepción,<br />
que es el ocho del corriente,<br />
Se avisa a todo creyente<br />
que habrá una grande función;<br />
396
Como en esta población<br />
Se usaba en la antigüedad<br />
que una piadosa hermandad<br />
Festejaba el grande día,<br />
De la muy pura María<br />
Con toda solemnidad.<br />
Y como la tradición<br />
Refiere que, en San Antonio,<br />
Era enantes patrimonio<br />
Celebrar la Concepción,<br />
Por esa misma razón<br />
Se prepara el vecindario<br />
Con júbilo extraordinario<br />
A solemnizar el día,<br />
De la Divina María<br />
En ese mismo Santuario.<br />
La distinguida Señora<br />
que es doña Elisa Rancié,<br />
De la fiesta así diré<br />
que es la principal autora,<br />
Y también la iniciadora<br />
De que en tan glorioso día,<br />
Reviva la cofradía<br />
De la invicta Concepción,<br />
Como en esta población<br />
En otro tiempo existía.<br />
Para esa función sagrada<br />
Se invita a todo vecino,<br />
Sea del pueblo o campesino<br />
Pues será bien celebrada<br />
Con una alegre alborada,<br />
Música, tambores, dianas,<br />
Las cornetas y campanas<br />
Y al son de los atabales,<br />
Los fuegos artificiales,<br />
Y algunas calles galanas. 53<br />
La víspera de la fiesta<br />
En San Antonio, igualmente,<br />
habrá una salve excelente<br />
Como ya está propuesta;<br />
53 Las del barrio de San Antonio.<br />
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II<br />
397
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Una magnífica orquesta,<br />
Candeladas y fanales,<br />
Los fuegos artificiales<br />
Lucirán en el festín,<br />
Y de dicha salve en fin<br />
Romperán los atabales.<br />
El día de la Concepción<br />
El acto será bonito<br />
Con gran misa y pan bendito<br />
Y un magnífico sermón.<br />
Y los fieles con razón,<br />
Con fervor y alegría,<br />
Asistirán ese día<br />
Para dejar complacida<br />
A la por siempre lucida,<br />
La Purísima María.<br />
La cofradía de la Concepción dejó de existir por causa<br />
del terrible terremoto del año 42, por cuya razón pretenden ahora levantar<br />
el espíritu de los fieles y revivir dicha cofradía.<br />
El 23 del corriente<br />
Se empieza en Jánico la fiesta de Nuestra Señora de las Mercedes,<br />
patrona de ese lugar; y el 24 pertenecerá al pueblo, cuyos encargados<br />
serán Victoriano Pérez hijo, Daniel Báez y Daniel Pichardo.<br />
Señores, hago saber,<br />
Por medio de estas canciones,<br />
Las grandes preparaciones<br />
que Jánico suele hacer<br />
Para mejor complacer<br />
En esa bendita zona,<br />
A la divina Patrona,<br />
Las Mercedes bendecida,<br />
que no desampara en vida<br />
Ni en muerte nunca abandona.<br />
El Presbítero Ramón<br />
Antonio Pérez, sabemos,<br />
que al frente allí lo tenemos<br />
En esta celebración.<br />
Pues con mucha antelación<br />
La Iglesia hizo pintar,<br />
Y todo bien adornar<br />
Para que sea más lucida,<br />
398
La fiesta a la bendecida<br />
Patrona de aquel lugar.<br />
Daniel Báez, Comandante<br />
O Jefe allí Comunal,<br />
Se empeña lo más formal<br />
En quedar lo más triunfante;<br />
Pues con gente allí bastante<br />
De a pie y caballería<br />
Y salvas de artillería,<br />
Recibirá lo mejor<br />
A Mon el Gobernador,<br />
que irá el veintiocho día.<br />
El Pichardo Danielito,<br />
Como Alcalde del lugar,<br />
que se afana sin cesar<br />
Por el bien del pueblecito;<br />
Un discurso muy bonito<br />
Tiene ya en preparación,<br />
Para cuando llegue Mon<br />
Pronunciarlo en su presencia,<br />
Con tan lucida elocuencia<br />
que causará admiración.<br />
Dicen que Pancho de Luna<br />
Echará en esta jarana<br />
La casa por la ventana<br />
Sin dificultad ninguna.<br />
Cambiaso, sin duda alguna,<br />
En chispa se meterá,<br />
Y más hoy como él está<br />
Dizque, medio regordón,<br />
Por eso con más razón<br />
Atrás no se quedará.<br />
Dicen que el Cura Ramón<br />
ha invertido buenos reales<br />
En fuegos artificiales<br />
que habrá con profusión.<br />
Y en esta celebración<br />
habrá una famosa orquesta,<br />
Pues según está propuesta<br />
De Santiago ha de pasar<br />
Para más solemnizar<br />
Esa referida fiesta.<br />
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II<br />
399
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Y según parte oficial<br />
Del Alcalde Danielito,<br />
quedará lo más bonito<br />
Ese bello festival,<br />
Pues todos en general<br />
Entusiasmados están,<br />
Y se alistan con afán<br />
Para todos bien quedar,<br />
Y complacidos dejar<br />
A los que allí pasarán.<br />
También nos dice Daniel<br />
Con un empeño tenaz,<br />
que habrá bailes de disfraz<br />
Y que el empresario es él.<br />
Así es, que un gran papel<br />
En todo hará Danielito,<br />
Y quedará lucidito,<br />
Porque el muchacho promete;<br />
Pero cuando el pico mete<br />
Pone a cualquiera blandito.<br />
Y que varios curas van<br />
A la fiesta, según creo,<br />
Pues van el Padre Eliseo,<br />
Lamarche y Manuel Román,<br />
Y algunos predicarán<br />
En esa fiesta bendita,<br />
Y para más exquisita<br />
Misa habrá de revestido,<br />
Según así he sabido<br />
Por mi vecina Julita.<br />
En fin, el Padre Ramón<br />
Y el Jefe allí Comunal,<br />
Al público en general<br />
Les pasan invitación,<br />
Y a todos, sin distinción,<br />
Les suplican asistir<br />
Para poderle pedir<br />
A las Mercedas piadosa,<br />
que una vida más dichosa<br />
Nos ayude a conseguir.<br />
Y allá nos veremos, les dice también su amigo y servidor,<br />
JUAN A. ALIX.<br />
Santiago, septiembre 19 de 1900.<br />
400
Diálogo entre la Paz y la Guerra<br />
Tuvieron grande cuestión<br />
La Paz y la Guerra un día.<br />
La Guerra a la Paz decía:<br />
Ya verás mi condición,<br />
La Guerra:<br />
Aunque me nombran por Guerra<br />
Yo me llamo destructora,<br />
Pues destruyo en una hora<br />
Todo lo que hay en la tierra.<br />
Lo malo todo se encierra<br />
En mi pecho de tal suerte<br />
que la sangre que se vierte<br />
Para mí es de gran contento;<br />
Sangre humana es mi alimento<br />
Y mi placer es la muerte.<br />
La Paz:<br />
Dijo al hombre Jesucristo:<br />
“La Paz con vosotros sea”.<br />
Todo el mundo me desea<br />
Porque desgracias evito.<br />
La tierra donde yo habito<br />
Se ve siempre florecida;<br />
En mi reino no hay cabida<br />
Para grillos ni prisiones,<br />
Patíbulos ni expulsiones,<br />
Y mi placer es dar vida.<br />
La Guerra:<br />
Cuando estoy en mi elemento<br />
El comercio no figura,<br />
Se acaba la agricultura<br />
Y la miseria la aumento.<br />
El hombre su pensamiento<br />
Lo tiene en la carabina,<br />
Roba, incendia y asesina;<br />
Y el hijo quito a la madre<br />
Y al hijo le quito al padre<br />
Y de todos soy la ruina.<br />
La Paz:<br />
El Presidente González<br />
Me ha traído a este país<br />
Para hacerlo más feliz<br />
Y remediar tantos males.<br />
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II<br />
401
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Ya se acabarán los vales<br />
Y así acabará la cosa,<br />
La Patria será dichosa,<br />
Y el hombre trabajará<br />
Y buen fruto cogerá<br />
con sus hijos y su esposa.<br />
La Guerra:<br />
En mi reino no hay bonanza,<br />
Todo es pesar y aflicciones,<br />
hago yo formar cantones<br />
Para acabar con la crianza.<br />
La cosecha y la labranza<br />
Por mí pierde el habitante,<br />
También pierde el comerciante<br />
El crédito y capital,<br />
Y si todo marcha mal<br />
De todo soy la causante.<br />
La Paz:<br />
Yo soy la prenda preciosa<br />
que esta Patria ha de guardar,<br />
Pues doy tiempo a trabajar<br />
Y sin mí nada se goza;<br />
Del progreso soy la diosa<br />
Y de todos preferida,<br />
Al comercio le doy vida<br />
Y trabajo al jornalero,<br />
Y haré todo cuanto quiero<br />
Si no soy interrumpida.<br />
La Guerra:<br />
Yo soy la madre del vicio<br />
Y del crimen la Patrona,<br />
Todo por mí se abandona<br />
Pues el hombre pierde el juicio.<br />
El artesano su oficio<br />
Lo deja por el cantón,<br />
Pierde el niño su instrucción,<br />
Pierde la hacienda en seguida,<br />
Y al fin se pierde la vida<br />
Siempre que hay revolución.<br />
La Paz:<br />
huye, guerra, de este suelo,<br />
El poder está en mis manos,<br />
402
Ya son los dominicanos<br />
Perdonados por el Cielo!<br />
he venido a dar consuelo<br />
Por la Providencia enviada,<br />
Y que tú seas desterrada<br />
Por mí que me llamo Paz<br />
Y que no vuelvas jamás<br />
A esta Patria desgraciada.<br />
La Guerra:<br />
Adiós Paz, ya me retiro,<br />
Para nunca más volver.<br />
hoy te dejo en el poder<br />
Con el baecista y triunviro;<br />
que no se dispare un tiro,<br />
que no haya revolución,<br />
Vivan todos en unión,<br />
Ved que sois dominicanos<br />
Y como buenos hermanos<br />
Decid: viva la fusión!<br />
(1875)<br />
Inauguración del Ferrocarril Central<br />
Al Ciudadano General Don Teófilo Cordero y Bidó,<br />
Ministro de Fomento y Obras Públicas.<br />
Con toda seguridad<br />
Damos hoy conocimiento,<br />
que el Ministro de Fomento<br />
ha llegado a esta Ciudad.<br />
Y que viene en realidad<br />
Según la voz general,<br />
Con carácter oficial.<br />
Y como de Santiago hijo,<br />
A tratar del regocijo<br />
Del Ferrocarril Central.<br />
¿Conque ha llegado don Telo?<br />
Anjá! miren qué bueno!<br />
Eso dice el pueblo lleno<br />
De regocijo y consuelo;<br />
Y no porque en este suelo<br />
Falten pues autoridades<br />
Y una porción de entidades<br />
que en todo muy listos andan;<br />
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II<br />
403
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Pero donde muchos mandan<br />
Siempre hay dificultades.<br />
Como hasta ahora programa<br />
No se ha visto de la fiesta,<br />
Ya con don Telo en ésta<br />
Verá como se proclama;<br />
Y el público lo reclama<br />
Para noticia tener,<br />
De lo que intentan hacer<br />
En esta festividad,<br />
Pues con toda seguridad<br />
que no hay quien pueda saber.<br />
Pero el pueblo santiagués<br />
Con programa o sin programa,<br />
En esta fiesta de fama<br />
Se portará como es,<br />
Atento siempre, y cortés<br />
Como en él es natural;<br />
Y así debe cada cual<br />
No ver esto con desdén,<br />
Sino portarse muy bien<br />
Todo el mundo en general.<br />
El Gran Pacificador<br />
Y el Ministro de Fomento,<br />
Tomarían a sentimiento<br />
Y a un desagrado mayor,<br />
Si Santiago con fervor<br />
Y bastante animación,<br />
No celebra esta función<br />
Como lo merece tal,<br />
El Ferrocarril Central<br />
que honra a esta población.<br />
Y esos Jefes Gobernantes<br />
que tantísimo han luchado,<br />
Por dar a este pueblo amado<br />
Y a todos sus habitantes,<br />
Caminos tan importantes<br />
Para poder transportar,<br />
A las orillas del mar<br />
Sus frutos del interior,<br />
Sería la infamia mayor<br />
No saberlos agradar.<br />
404
Por eso es necesario<br />
que todo el mundo se afane,<br />
Y cada cual engalane<br />
Lo mejor su vecindario;<br />
Y este pueblo hospitalario<br />
hará esfuerzos verdaderos,<br />
Para que los forasteros<br />
Después de estas diversiones,<br />
Lleven buenas impresiones,<br />
De todos los Santiagueros.<br />
El que no se porte bien, se moja! Lo digo yo,<br />
JUAN ANTº. ALIX.<br />
Santiago, 7 de agosto de 1897.<br />
JUAN ANTONIO ALIX | DÉCIMAS – TOMO II<br />
405
N O. 19<br />
SALOMÉ UREñA<br />
DE hENRÍqUEz<br />
POESÍAS ESCOGIDAS
Salomé Ureña de Henríquez<br />
(Noticia biográfica) 1<br />
Salomé Ureña de henríquez nació en Santo Domingo, capital de la República Dominicana,<br />
el 21 de octubre de 1850. Sus padres: Nicolás Ureña de Mendoza (1822-1875) y Gregoria<br />
Díaz y León (1819-1914). Nunca salió de su país. Durante su infancia no asistió a otras escuelas<br />
que las de primeras letras, únicas abiertas entonces a las mujeres; pero su padre, poeta<br />
discreto y abogado de buena reputación, que ocupó puestos de senador y de magistrado, le<br />
dio la mejor educación literaria que allí podía alcanzarse en aquellos años: fundamento de<br />
ella fue la lectura de los clásicos castellanos.<br />
Nunca escribió mucho. Comenzó a componer versos a los quince años; a los diez y siete<br />
comenzó a publicarlos bajo el seudónimo de herminia; desde 1874 los publica siempre con<br />
su firma. Ya para entonces llamaban la atención en Santo Domingo, y aun en países vecinos,<br />
las composiciones patrióticas en que predicaba paz y progreso. Paz y progreso fueron sus<br />
temas desde 1873 hasta 1880; y la constancia de su prédica le conquistó la admiración y<br />
afecto de aquel pueblo que, vegetando en pobre vida patriarcal interrumpida por desastrosas<br />
guerras civiles, había luchado desesperadamente durante ochenta años por conservar su<br />
carácter de pueblo de lengua castellana y de civilización española, y aspiraba, fortalecido<br />
por los recuerdos de su ilustre pasado colonial, a existir nuevamente como factor de cultura<br />
en América. La preocupación patriótica llegó a sobreponerse a toda otra idea en el espíritu<br />
de la joven poetisa: la literatura fue para ella consideración secundaria junto al deseo de<br />
hacer llegar su prédica a la conciencia de toda la nación. Servir fue para ella, como para el<br />
poeta griego, la aspiración única. El país premió su devoción dedicándole como homenaje,<br />
en 1878, una medalla costeada por suscripción popular. 2<br />
Durante los años de 1878 y 1879 se dedicó a completar metódicamente su cultura científica<br />
y literaria, bajo la dirección de Francisco henríquez y Carvajal. Con él contrajo matrimonio<br />
el 11 de febrero de 1880.<br />
En 1881 sus esperanzas patrióticas sufren grave decepción: el gobierno de Meriño, de<br />
cuyas singulares dotes de inteligencia y de cultura se esperaba mucho, fracasa moralmente<br />
al creerse obligado a medidas de fuerza para mantenerse en el poder; el fracaso era augurio<br />
de nuevas tiranías… La poetisa escribe Sombras, y, sin proponérselo, desde entonces compone<br />
y publica versos raras veces.<br />
Entretanto había llegado a la República el pensador antillano Eugenio María hostos, y<br />
se le había encomendado la organización de la Escuela Normal en la ciudad de Santo Domingo<br />
(1880): Francisco henríquez y Carvajal, fue uno de sus colaboradores más activos.<br />
Salomé Ureña, que acababa de decir adiós a sus ilusiones juveniles de poetisa patriótica,<br />
1Esta noticia biográfica de Salomé Ureña fue escrita por su ilustre hijo Pedro Henríquez Ureña, para la edición<br />
de 1920 de las <strong>Poesía</strong>s de la egregia poetisa. Apareció sin firma, por delicadeza del autor, ya que se trataba de su progenitora:<br />
de ahí su sobriedad y la ausencia del entusiasmo ditirámbico que ella siempre despertara por lo que fue y<br />
lo que significó en la sociedad –en las letras y la civilidad– de su época. (Los Editores).<br />
2Fue un contagio sublime! Muchedumbre<br />
de almas adolescentes la seguía<br />
al viaje inaccesible de la cumbre<br />
que su palabra ardiente prometía…<br />
Gastón F. Deligne. ¡Muerta!<br />
409
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
emprende ahora nueva labor constructora: se convierte en educadora de la mujer, y funda,<br />
en noviembre de 1881, el Instituto de Señoritas, primer plantel femenino de enseñanza superior<br />
que ha existido en el país. En medio de dificultades, como plantel particular en que<br />
las alumnas pagaban muy poco o no pagaban, el Instituto vivió doce años (hasta diciembre<br />
de 1893): las alumnas que de él salieron han difundido la instrucción de la mujer en el sur<br />
de la República Dominicana.<br />
Como magno acontecimiento se saludó, en abril de 1887, la investidura de las seis primeras<br />
maestras: Leonor Feltz, Luisa Ozema Pellerano, Ana Josefa Puello, Mercedes Laura<br />
Aguiar, Altagracia henríquez Perdomo, Catalina Pou. Para aquella ocasión Salomé Ureña<br />
de henríquez rompió su silencio y escribió la historia de sus aspiraciones y de sus esfuerzos<br />
en Mi ofrenda a la Patria:<br />
¡hace ya tanto tiempo! Silenciosa,<br />
si indiferente no, Patria bendita,<br />
yo he seguido la lucha fatigosa<br />
con que llevas de bien tu ansia infinita…<br />
Te miro en el comienzo del camino,<br />
clavada siempre allí la inmóvil planta…<br />
De su matrimonio tuvo cuatro hijos: Francisco, Pedro, Max y Camila. A su hogar dedicó<br />
la mayor parte de las poesías que compuso desde 1881 hasta su muerte, y que a menudo<br />
dejaba inéditas largo tiempo. Fuera de esas composiciones, y de Mi ofrenda a la Patria, sólo<br />
escribió otras ocho.<br />
Minada su salud por el trabajo cuando se decidió a cerrar el Instituto de Señoritas, no<br />
logró recobrarla; vivió tres años más, y murió en su ciudad natal el 6 de marzo de 1897.<br />
Su muerte fue duelo de todo el país. Está enterrada en el templo de Las Mercedes, en cuyo<br />
convento ejerció el maestro Tirso de Molina.<br />
<br />
No se incluyen en la presente edición todas las producciones de Salomé Ureña de<br />
henríquez; se han omitido poco más de veinte composiciones, escritas en su mayor parte<br />
durante la primera juventud, y el poema Anacaona, escrito en 1879. Se han omitido también<br />
los trabajos en prosa (discursos y cartas), que se procurará reunir en pequeños volúmenes<br />
más adelante. 3<br />
3 Las poesías de Salomé Ureña se publicaban generalmente en periódicos de Santo Domingo y a veces, por<br />
excepción, aparecían por primera vez en Cuba. La antología de José Castellanos, Lira de Quisqueya (Santo Domingo,<br />
1874), recogió unas diez composiciones suyas. De su obra poética ya contamos con cuatro ediciones: las <strong>Poesía</strong>s, de<br />
1880, edición de la Sociedad Amigos del País, con Prólogo de Meriño, y una biografía escrita por José Lamarche; la<br />
edición de 1920, de Madrid, con la presente noticia biográfica escrita por Pedro Henríquez Ureña; las <strong>Poesía</strong>s completas,<br />
de 1950, edición conmemorativa del Centenario de su nacimiento, con una breve Advertencia del poeta Manuel E.<br />
Suncar Chevalier y un bello Prólogo –el más cabal estudio de la poesía de Salomé Ureña– por el Dr. Joaquín Balaguer.<br />
La edición de 1950 es semejante, en cuanto a las poesías recogidas, a la del 1880; y la presente es semejante a la de<br />
1920. En una obra de próxima publicación, de Emilio Rodríguez Demorizi, El Instituto de Salomé Ureña (Para la historia<br />
de la espiritualidad dominicana), se incluyen diversos escritos de Salomé Ureña, prosa y verso, y, además de algunos<br />
documentos, escritos literarios, también en prosa y en verso, consagrados a la insigne Educadora.<br />
En el opúsculo de Silveria R. de Rodríguez Demorizi, Salomé Ureña de Henríquez, Buenos Aires, 1944, figura una<br />
bibliografía acerca de la celebrada poetisa. (Los Editores).<br />
410
SALOMÉ UREñA DE hENRÍqUEz | POESÍAS ESCOGIDAS<br />
El texto de las poesías ha sido objeto de especial atención. Las ligeras modificaciones<br />
que en él se adviertan comparándolo con el que generalmente se conoce fueron indicadas<br />
por la autora durante los últimos años de su vida o están autorizadas por la existencia de<br />
dos versiones de una composición: por ejemplo, A los dominicanos y A la Patria, en que ha<br />
parecido adecuado restaurar frases expresivas que se encuentran en las versiones de 1874,<br />
corregidas en 1880. Sólo en dos o tres casos, en que el texto parecía estragado en la trasmisión,<br />
se han introducido retoques, con la esperanza de acercarse a lo que realmente haya<br />
escrito la autora.<br />
411<br />
Pedro henríquez Ureña.
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
<strong>Poesía</strong>s escogidas<br />
Recuerdos a un proscrito<br />
Al Sr. D. Alejandro Román.<br />
¡Oh Patria, voz divina, sublime y dulce nombre,<br />
a cuyo acento el alma palpita de emoción;<br />
palabra sacrosanta que encierras para el hombre<br />
cuanto hay aquí en el mundo de grato al corazón!<br />
Tú guardas de mi infancia las risas hechiceras;<br />
tú guardas el idilio del maternal amor;<br />
aquí ensayó mi lira sus cánticas primeras;<br />
aquí entregó a los vientos sus notas de dolor.<br />
Así, aunque de otras playas jamás me vi en la arena<br />
ni de otros horizontes las líneas contemplé,<br />
concibo del proscrito la abrumadora pena,<br />
y su mortal angustia por tu ascendiente sé.<br />
Y sé cuán dulce llega, al pecho dolorido<br />
del que entre ajenos lares la suerte desterró,<br />
un eco, una memoria del suelo bendecido<br />
do el beso de una madre primero recibió.<br />
Por eso yo un recuerdo te mando enternecida,<br />
a ti que solo vagas, proscrito del edén<br />
que guarda tus afectos, la historia de tu vida,<br />
que guarda de mi vida las páginas también.<br />
Momentos hay que triste parece que te miro<br />
vagar meditabundo, sumido en ansiedad,<br />
y envuelta una memoria del alma en un suspiro<br />
temblando entre la brisa te manda mi amistad.<br />
Si alguna vez tu frente se dobla pensativa<br />
con pena recordando tus goces y tu hogar,<br />
también los que aquí siempre te amamos con fe viva<br />
tenemos horas lentas de triste meditar.<br />
¡Si vieras, caro amigo, si vieras qué mudanza<br />
el tiempo y los dolores obraron en mi ser!<br />
¡Si vieras cuánto sueño de gloria y esperanza<br />
mi mente sorprendida miró desvanecer!<br />
¡Ay, cuántas, cuántas veces en mi dolor vehemente<br />
tu ausencia ha deplorado mi triste corazón!<br />
412
Pensaba que tú fueras aquí mi confidente<br />
y hallara en tus palabras consuelo mi aflicción.<br />
Mas ¡ah! que tras de tantos recónditos pesares<br />
como de angustia el alma transida devoró,<br />
volver seguro debes a tus amantes lares,<br />
al suelo bendecido que nunca te olvidó.<br />
Y entonces contemplando, ya libre de congojas,<br />
de nuestros verdes campos la pompa tropical,<br />
oyendo los deliquios del aura con las hojas,<br />
gozando de las aves la música ideal,<br />
así como a la sombra contara a sus amigos<br />
el hijo de los bosques la historia de su amor,<br />
así bajo las palmas, de tu placer testigos,<br />
nos contarás tu ausencia, tus horas de dolor.<br />
Y entonces te diremos con lánguida ternura<br />
también nuestros dolores, que harante conmover;<br />
y entonces, sólo entonces, sabrás nuestra amargura<br />
y nuestras horas lentas de lento padecer.<br />
En tanto, sólo puede mi afecto dilatado<br />
mandarte una protesta sincera de su fe;<br />
decirte que, del alma por siempre venerado,<br />
doquiera tu recuerdo conmigo llevaré.<br />
¡Adiós! Cuando discurra la brisa bulliciosa,<br />
rumores de la Patria fingiéndote al pasar,<br />
entonces en mí piensa, que, siempre cariñosa,<br />
te mando entre sus alas recuerdos del hogar.<br />
1872.<br />
La gloria del progreso 4<br />
SALOMÉ UREñA DE hENRÍqUEz | POESÍAS ESCOGIDAS<br />
A la sociedad “La Juventud”.<br />
No basta a un pueblo libre<br />
la corona ceñirse de valiente;<br />
no importa, no, que cuente<br />
orgulloso mil páginas de gloria,<br />
ni que la lira del poeta vibre<br />
sus hechos pregonando y su victoria,<br />
4 Fue la primera composición en que la autora expresó su ansia patriótica de progreso.<br />
A pesar de los defectos juveniles que en ella se advierten, fue muy elogiada en la prensa<br />
de las Antillas. (Not. Ed. 1920, pág. 4.)<br />
413
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
cuando sobre sus lauros se adormece<br />
y al progreso no mira,<br />
e, insensible a los bienes que le ofrece,<br />
de sabio el nombre a merecer no aspira.<br />
El mundo se conmueve<br />
cual de una fuerza mágica impulsado;<br />
el progreso su luz extiende breve<br />
desde la zona ardiente al mar helado<br />
y vida y movimiento a todo imprime.<br />
Por eso las naciones convocadas<br />
en lucha tan sublime<br />
dispútanse agrupadas<br />
el lauro insigne del saber divino<br />
y cada pueblo aspira<br />
a llenar con honor su alto destino. 5<br />
Lucha sublime, sí, donde se mira<br />
en héroe convertido al ciudadano<br />
ceñir triunfante la inmortal corona,<br />
desde el pobre artesano<br />
que en su taller humilde se aprisiona<br />
hasta el genio que escala el firmamento<br />
y fija al ígneo sol su inmoble asiento.<br />
Contemplad al que atento y cuidadoso<br />
se desvela en su estancia, retirado,<br />
indagando la ciencia. Al que afanoso<br />
sorprende los secretos de natura,<br />
y con mano segura<br />
a lienzo los traslada trasportado.<br />
Mirad al que, domando<br />
del mármol o del bronce la dureza,<br />
de forma le reviste y de belleza;<br />
al hábil arquitecto que elevando<br />
hasta el cielo la cúpula gigante,<br />
sublime y arrogante,<br />
parece desafiar del tiempo cano<br />
la destructora acción. Ved al que ufano<br />
el ánimo sorprende y maravilla<br />
trocando fácil con su diestra mano<br />
en deslumbrante vidrio humilde arcilla;<br />
al incansable obrero<br />
que sobre su telar constante vela,<br />
5 En ed. 1880, pág. 13: con afán de cumplir su alto destino.<br />
414
SALOMÉ UREñA DE hENRÍqUEz | POESÍAS ESCOGIDAS<br />
que sin cesar se afana,<br />
y con prolijo esmero<br />
hace que de algodón o tosca lana<br />
brote bajo sus dedos rica tela;<br />
al que tenaz horada las montañas<br />
y en sus rudas entrañas<br />
abre a la industria salvadora senda;<br />
al que su rica hacienda<br />
no consume en estéril opulencia,<br />
y con afán loable<br />
acorre presuroso a la indigencia,<br />
y el pan de la instrucción le brinda afable.<br />
Mirad al que a su imperio<br />
hace que salve el líquido elemento<br />
y atraviese, más rápida que el viento,<br />
la palabra veloz otro hemisferio.<br />
Miradlos todos, vedlos agrupados<br />
oponer una valla al retroceso:<br />
ellos son los guerreros denodados<br />
que forman la vanguardia del progreso.<br />
¡Oh, dichosas mil veces las naciones<br />
cuyos nobles campeones,<br />
deponiendo la espada vengadora<br />
de la civil contienda asoladora,<br />
anhelan de la paz en dulce calma<br />
conquistar del saber la insigne palma!<br />
Esa del genio inmarcesible gloria<br />
es el laurel más santo,<br />
es la sola victoria<br />
que sin dolor registrará la historia<br />
porque escrita no está con sangre y llanto.<br />
¡Oh juventud, que de la Patria mía 6<br />
eres honor y orgullo y esperanza!<br />
Ella entusiasta su esplendor te fía,<br />
en pos de gloria al porvenir te lanza.<br />
haz que de ese profundo<br />
y letárgico sueño se levante,<br />
y, entre el aplauso inteligente, al mundo<br />
el gran hosanna del Progreso cante.<br />
1873.<br />
6 En ed. 1880, pág. 15: Tú, Juventud, que de la Patria mía…<br />
415
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
A los dominicanos 7<br />
Los que anheláis del templo de la gloria<br />
la Patria levantar a lo eminente;<br />
que supísteis luchar heroicamente<br />
por darle en los anales de la historia<br />
el renombre de un pueblo independiente,<br />
venid y saludad la nueva aurora<br />
que baña en luz la dilatada esfera;<br />
saludad la celeste mensajera<br />
que en nombre de la unión, que el libre adora,<br />
abre del bien la suspirada era. 8<br />
Y vosotros que el cáliz de amargura<br />
distantes apuráis de vuestros lares,<br />
salvad gozosos los tendidos mares,<br />
volved a saludar en la llanura<br />
de la Antilla preciada los palmares.<br />
Volad a recibir el tierno abrazo<br />
de la madre amorosa que os dio vida,<br />
y juradle con voz enternecida,<br />
cuando os miréis en su feliz regazo,<br />
darle otra vez la majestad perdida.<br />
Todos venid, y en fraternal alianza<br />
estrechad vuestros nobles corazones,<br />
reprimid de la guerra las pasiones, 9<br />
y revivan, al sol de la esperanza,<br />
del patriota las dulces ilusiones.<br />
Y pues grandes ayer en Capotillo<br />
asombro fuisteis a la hispana gente, 10<br />
aún reclama el esfuerzo del valiente<br />
para dar a sus triunfos nuevo brillo<br />
quisqueya la gentil, la independiente.<br />
Mas deponed la poderosa espada<br />
con que abrís el camino a la victoria;<br />
guardadla, de hechos grandes en memoria:<br />
que en esta nueva singular cruzada<br />
no será de las armas la alta gloria.<br />
7 Suprimido el subtítulo de la edición de 1880: “Después de la Revolución de noviembre”.<br />
Se refiere a la revolución del 25 de noviembre de 1873.<br />
8 En ed. 1880, pág. 19: del suspirado bien abre la era.<br />
9 En ed. 1880, pág. 19: reprimid el rencor y las pasiones…<br />
10 En ed. 1880, pág. 19: espanto fuisteis a la hispana gente…<br />
416
Unidos, con intrépida constancia,<br />
el firme pecho de virtud seguro,<br />
salvad triunfantes el altivo muro<br />
que levanta en su orgullo la ignorancia<br />
y arrancad al error su cetro impuro.<br />
Ya os brinda el triunfo su gloriosa palma<br />
¡oh de mi Patria nobles campeones!<br />
Atónitas os miran las naciones<br />
al progreso elevar en grata calma<br />
con honra y libertad nuevos pendones.<br />
Dando al olvido vuestro ciego encono,<br />
al ara de la paz tended la mano,<br />
y con vivo entusiasmo soberano<br />
asegurad en su perdido trono<br />
a la reina del piélago antillano.<br />
Enero 1874.<br />
A la Patria 11<br />
SALOMÉ UREñA DE hENRÍqUEz | POESÍAS ESCOGIDAS<br />
Desgarra, Patria mía, el manto que vilmente,<br />
sobre tus hombros puso la bárbara crueldad;<br />
levanta ya del polvo la ensangrentada frente,<br />
y entona el himno santo de unión y libertad.<br />
Levántate a ceñirte la púrpura de gloria<br />
¡oh tú, la predilecta del mundo de Colón!<br />
Tu rango soberano dispútale a la historia,<br />
demándale a la fama tu lauro y tu blasón.<br />
Y pídele a tus hijos, llamados a unión santa,<br />
te labren de virtudes grandioso pedestal,<br />
do afirmes para siempre la poderosa planta,<br />
mostrando a las naciones tu título inmortal.<br />
Y deja, Patria amada, que en el sonoro viento<br />
se mezclen a los tuyos mis himnos de placer;<br />
permite que celebre tu dicha y tu contento,<br />
cual lamenté contigo tu acerbo padecer.<br />
Yo vi a tus propios hijos uncirte al férreo yugo<br />
haciéndote instrumento de su venganza cruel;<br />
11 La autora publicó estos alejandrinos con la siguiente nota: “Esta composición no alude<br />
a hechos de tal o cual gobierno determinado, pues desde nuestra independencia política<br />
principió a ensayarse el bárbaro sistema que reprobamos.” (Not. ed. 1920, pág. 11.)<br />
417
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
por cetro te pusieron el hacha del verdugo,<br />
y fúnebres cipreses formaron tu dosel.<br />
Y luego los miraste proscritos, errabundos,<br />
por playas extranjeras llorosos divagar;<br />
y tristes y abatidos los ojos moribundos<br />
te vi volver al cielo cansados de llorar.<br />
Tú sabes cuántas veces con tu dolor aciago<br />
lloré tu desventura, lloré tu destrucción, 12<br />
así cual de sus muros la ruina y el estrago<br />
lloraron otro tiempo las hijas de Sión.<br />
Y sabes que, cual ellas, colgué de tus palmares 13<br />
el arpa con que quise tus hechos discantar,<br />
porque al mirar sin tregua correr tu sangre a mares<br />
no pude ni un acorde sonido preludiar.<br />
Mas hoy que ya parece renaces a otra vida,<br />
con santo regocijo descuelgo mi laúd,<br />
para decir al mundo, si te juzgó vencida,<br />
que, fénix, resucitas con nueva juventud; 14<br />
que ostentas ya por cetro del libre el estandarte<br />
y por dosel tu cielo de nácar y zafir,<br />
y vas con el progreso, que vuela a iluminarte,<br />
en pos del que te halaga brillante porvenir;<br />
que ya tus nuevos hijos se abrazan como hermanos,<br />
y juran devolverte tu augusta dignidad,<br />
y entre ellos no se encuentran ni siervos ni tiranos,<br />
y paz y bien nos brindan unión y libertad.<br />
¡Oh Patria idolatrada! Ceñida de alta gloria<br />
prepárate a ser reina del mundo de Colón:<br />
tu rango soberano te guarda ya la historia,<br />
a fama te presenta tu lauro y tu blasón.<br />
1874.<br />
Diez y seis de agosto<br />
Tendida muellemente<br />
sobre su lecho de flotante espuma,<br />
sin ver la densa bruma<br />
que el cielo de sus glorias envolvía,<br />
12 En ed. 1880, pág. 22: lloré tu desventura, tu propia destrucción…<br />
13 En ed. 1880, pág. 22: Y sabes que gimiendo colgué de tus palmares…<br />
14 En ed. 1880, pág. 22: que te alzas victoriosa con nueva juventud…<br />
418
SALOMÉ UREñA DE hENRÍqUEz | POESÍAS ESCOGIDAS<br />
quisqueya, en abandono, indiferente,<br />
al rumor de sus olas se adormía.<br />
Y, en su fugaz letargo,<br />
no vio de la ambición la hidra gigante<br />
por un metal brillante<br />
honor sacrificando y patriotismo,<br />
un porvenir en esperanzas largo<br />
hundir ¡oh Dios! en el profundo abismo.<br />
Cual fatigado atleta<br />
cayó de libertad la fiel divisa;<br />
del trópico la brisa<br />
triste plegó sus alas sin mancilla,<br />
por no agitar, al discurrir inquieta,<br />
el pabellón extraño de Castilla.<br />
Del libre la alta palma<br />
destrozada inclinó la erguida frente;<br />
el pecho del valiente<br />
de secreto dolor se estremecía;<br />
quisqueya, en tanto, en aparente calma,<br />
al rumor de sus olas se adormía.<br />
Mas, de arrogancia lleno,<br />
dicta el ibero servidumbre y muerte<br />
por ley al pueblo fuerte,<br />
y quisqueya sacude su desmayo<br />
al oprimir su delicado seno<br />
el arnés de los hijos de Pelayo.<br />
Levántase indignada<br />
buscando el lema con su sangre escrito;<br />
y a su potente grito,<br />
presintiendo el baldón de su fortuna,<br />
temblaron las legiones que en Granada<br />
miraron a sus pies la media luna.<br />
Osténtase en la liza<br />
de la Cruz el magnífico oriflama;<br />
en pos de eterna fama<br />
se agrupan a su sombra mil leales,<br />
cuyos triunfos, que el tiempo inmortaliza,<br />
fatigaron los ecos nacionales.<br />
Y el grito de victoria<br />
se extendió por el valle y la montaña,<br />
419
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
y en vano, en vano España<br />
sofocarlo intentó con su bravura:<br />
que quisqueya en los campos de la gloria<br />
a su orgullo cavó tumba segura.<br />
Y cual ejemplo fiero<br />
y escarmiento tal vez de otras naciones,<br />
por tierra los pendones,<br />
confusas, destrozadas y vencidas,<br />
vuelta la faz al aterrado ibero,<br />
devolviole sus huestes aguerridas.<br />
¡honor, eterna gloria<br />
de Agosto a los gigantes adalides,<br />
que en desiguales lides,<br />
luchando con la fe del patriotismo,<br />
la grandeza volvieron a su historia,<br />
dando ruda lección al despotismo!<br />
De lauros mil ceñida<br />
por ellos hoy la Patria alza la frente,<br />
y con afán ardiente,<br />
bañada por el sol de la esperanza,<br />
en pos de nueva luz, de nueva vida,<br />
al porvenir intrépida se lanza.<br />
1874.<br />
Homenaje a Billini 15<br />
De admiración henchida,<br />
al sacro fuego que mi mente inflama,<br />
levanto conmovida<br />
un himno fiel de gratitud sentida<br />
que tu ejemplar abnegación reclama.<br />
que si mi pobre lira<br />
calla ante el vicio y la maldad del hombre,<br />
siempre lo grande admira;<br />
y pues que digna tu virtud me inspira,<br />
quiero en mis trovas celebrar tu nombre:<br />
tu nombre bendecido,<br />
que adora el pueblo fiel dominicano,<br />
15 El canónigo Francisco Xavier Billini, fundador del Colegio de San Luis Gonzaga<br />
y del Hospicio de Beneficencia. (Not. Ed. 1920, pág. 17.)<br />
Esta nota de la edición de 1920, Madrid, reproduce el título con que figura esta poesía<br />
en la edición de 1880.<br />
420
SALOMÉ UREñA DE hENRÍqUEz | POESÍAS ESCOGIDAS<br />
y siempre repetido<br />
se escucha con amor del desvalido,<br />
del niño tierno, del inerme anciano;<br />
tu nombre, que venera<br />
la nueva juventud que se levanta,<br />
de quien la Patria espera<br />
ciencia y honor y gloria duradera,<br />
fruto del germen que tu celo planta. 16<br />
Tú, con afán ardiente,<br />
un templo elevas al saber amigo,<br />
y la razón naciente<br />
corre a buscar de la instrucción la fuente<br />
bajo tu dulce paternal abrigo.<br />
Y lleno de entereza<br />
vas preparando, por tu amor llevado,<br />
un trono de grandeza<br />
al porvenir que a vislumbrar empieza<br />
este suelo de luz infortunado.<br />
¡Espíritu sediento<br />
que en pos del bien y la virtud caminas!<br />
En triste abatimiento<br />
nunca se torne el vigoroso aliento<br />
que te da impulso en tu misión divina.<br />
Tan ejemplar desvelo<br />
bien de los hombres y alto honor merece;<br />
pero tu noble anhelo<br />
tiende más lejos su gigante vuelo,<br />
y albergue y pan a la indigencia ofrece.<br />
¡Genio de paz sublime<br />
que alivio das con tus virtudes bellas<br />
al que en angustia gime!<br />
A cada paso que tu planta imprime<br />
dejas grabadas de tu amor las huellas.<br />
Ministro digno y santo<br />
del Dios de caridad omnipotente,<br />
que calmas el quebranto<br />
y das consuelo al llanto<br />
de la afligida humanidad doliente:<br />
16 En ed. 1880, pág. 38: debido al germen que tu celo planta.<br />
421
si grato es a tu alma<br />
el respeto de un pueblo que te admira,<br />
contempla en dulce calma<br />
de tanto afán la merecida palma<br />
y oye el aplauso que tu nombre inspira.<br />
Escucha en tu alabanza<br />
la voz de gratitud que al cielo sube,<br />
y el himno de esperanza<br />
que alza la Patria y hasta Dios avanza<br />
como de incienso vaporosa nube. 17<br />
1875.<br />
Ruinas 18<br />
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Memorias venerandas de otros días,<br />
soberbios monumentos,<br />
del pasado esplendor reliquias frías,<br />
donde el arte vertió sus fantasías,<br />
donde el alma expresó sus pensamientos:<br />
al veros ¡ay! con rapidez que pasma<br />
por la angustiada mente<br />
que sueña con la gloria y se entusiasma,<br />
discurre como alígero fantasma<br />
la bella historia de otra edad luciente.<br />
¡Oh quisqueya! Las ciencias agrupadas<br />
te alzaron en sus hombros<br />
del mundo a las atónitas miradas;<br />
y hoy nos cuenta tus glorias olvidadas<br />
la brisa que solloza en tus escombros.<br />
Ayer, cuando las artes florecientes<br />
su imperio aquí fijaron,<br />
y tuviste creaciones eminentes, 19<br />
fuiste pasmo y asombro de las gentes,<br />
y la Atenas moderna te llamaron.<br />
Águila audaz que rápida tendiste<br />
tus alas al vacío<br />
17 En ed. 1880, pág. 39: cual del incienso vaporosa nube.<br />
18 habla de las ruinas de la Universidad, de los conventos y de los palacios de la época colonial,<br />
la época en que Santo Domingo se ufanaba llamándose Atenas del Nuevo Mundo.<br />
(Not. Ed. 1920, pág. 20.)<br />
19 Versión recomendada por su autora; pero olvidada, involuntariamente, en la edición de 1920,<br />
Madrid, según nota de henríquez Ureña. En ed. cit. pág. 21: y creaciones tuvistes eminentes…<br />
422
SALOMÉ UREñA DE hENRÍqUEz | POESÍAS ESCOGIDAS<br />
y por sobre las nubes te meciste: 20<br />
¿por qué te miro desolada y triste?<br />
¿do está de tu grandeza el poderío?<br />
Vinieron años de amarguras tantas,<br />
de tanta servidumbre,<br />
que hoy esa historia al recordar te espantas,<br />
porque inerme, de un dueño ante las plantas,<br />
humillada te vio la muchedumbre.<br />
Y las artes entonces, inactivas,<br />
murieron en tu suelo,<br />
se abatieron tus cúpulas altivas,<br />
y las ciencias tendieron, fugitivas,<br />
a otras regiones, con dolor, su vuelo.<br />
¡Oh mi Antilla infeliz que el alma adora!<br />
Doquiera que la vista<br />
ávida gira en tu entusiasmo ahora 21<br />
una ruina denuncia acusadora<br />
las muertas glorias de tu genio artista 22<br />
¡Patria desventurada! ¿qué anatema<br />
cayó sobre tu frente?<br />
Levanta ya de tu indolencia extrema:<br />
la hora sonó de redención suprema<br />
y ¡ay, si desmayas en la lid presente!<br />
Pero vano temor: ya decidida<br />
hacia el futuro avanzas;<br />
ya del sueño despiertas a la vida,<br />
y a la gloria te vas engrandecida<br />
en alas de risueñas esperanzas.<br />
Lucha, insiste, tus títulos reclama:<br />
que el fuego de tu zona<br />
preste a tu genio su potente llama,<br />
y entre el aplauso que te dé la fama<br />
vuelve a ceñirte la triunfal corona.<br />
que mientras sueño para ti una palma,<br />
y al porvenir caminas,<br />
no más se oprimirá de angustia el alma<br />
20 En ed. 1880, pág. 41: y allá sobre las nubes te meciste…<br />
21 En ed. 1880, pág. 42: ávida gira en su entusiasmo ahora,…<br />
22 En ed. 1880, pág. 42: pasadas glorias de tu genio artista…<br />
423
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
cuando contemple en la callada calma<br />
la majestad solemne de tus ruinas.<br />
1876.<br />
Para la distribución de premios<br />
del Colegio San Luis Gonzaga 23<br />
¡Levanta, musa mía,<br />
tus alas al alcázar de la gloria,<br />
y arranca a la armonía<br />
un himno de esperanza y de victoria!<br />
Un himno que pregone<br />
las conquistas del bien y la constancia,<br />
y el triunfo galardone<br />
con que ufana y feliz brilla la infancia.<br />
La infancia que estudiosa<br />
de este plantel en el honroso gremio,<br />
sonriendo venturosa<br />
recibe de su afán el alto premio;<br />
la infancia, tierna planta,<br />
que oculto el germen del futuro lleva,<br />
y crece y se levanta<br />
y a las regiones de la luz se eleva.<br />
Ya irradia en lontananza<br />
iris de paz que el porvenir colora,<br />
y rayos de esperanza<br />
de la niñez en su primera aurora.<br />
Seguid, alumnos tiernos,<br />
del ardua ciencia la segura vía,<br />
que lucen siempre eternos,<br />
los triunfos del saber con lumbre pía.<br />
Y tú, varón egregio,<br />
que con rara entereza y virtud tanta,<br />
encumbras el Colegio<br />
que de dos lustros la cerviz quebranta;<br />
no dejes las regiones<br />
del pueblo fiel donde tu amor reside,<br />
23 Excluida de esta edición de 1920.<br />
424
ni al huérfano abandones<br />
que en desamparo protección te pide.<br />
¿No sabes que al abrigo<br />
del insigne plantel que así diriges,<br />
para este suelo amigo<br />
templo de luz y de esperanza eriges?<br />
¿No sabes que tu nombre<br />
repite acorde el nacional murmullo,<br />
y te proclama el hombre<br />
prez de la Iglesia y de la Patria orgullo?<br />
Del gozo el pecho expande<br />
que el error pasa como niebla oscura,<br />
y refulgente y grande<br />
la memoria del bien vive y perdura.<br />
¡De amor y paz caudillo!<br />
prosigue la ardua empresa que te inflama,<br />
que así a tu afán das brillo<br />
y gloria a Dios y a nuestra Antilla fama.<br />
1876.<br />
27 de Febrero<br />
SALOMÉ UREñA DE hENRÍqUEz | POESÍAS ESCOGIDAS<br />
¡Oh fecha generosa<br />
que el patriota saluda y reverencia;<br />
en que libre flotara victoriosa<br />
la enseña de la patria independencia!<br />
En que a la voz de fama<br />
de Dios y Libertad, el fuerte acero<br />
requiriendo a la lid, que el pecho inflama,<br />
triunfar o perecer juró el guerrero.<br />
Y la servil librea<br />
al desechar audaz, con ira santa,<br />
entre aplausos de asombro, gigantea,<br />
espléndida, quisqueya se levanta.<br />
¡Venciste, oh Dios, qué gloria!<br />
Venciste, Patria, y tu preclaro nombre<br />
con destellos de luz graba la historia,<br />
y te tributa admiración el hombre.<br />
Mas ¡ah! ¿piensas que basta<br />
ese triunfo de hazañas y grandezas?<br />
425
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
¡A más altura tu bandera enasta!<br />
De otra lucha te aguardan las proezas.<br />
Convoca tus legiones,<br />
no ya el festín de la matanza fiera,<br />
sino a la santa lid de las naciones<br />
donde el talento vencedor impera;<br />
donde el soldado errante<br />
su ingénito valor, su fuerza augusta,<br />
templa del orden al respeto amante<br />
y del trabajo en la gallarda justa.<br />
Tus campos sin cultivo,<br />
que se dilatan bajo un sol de fuego,<br />
en su vigor aguardan primitivo<br />
de fecundante paz el blando riego.<br />
Aguardan, del celoso<br />
y activo agricultor, vastos plantíos<br />
que tu crédito alzando poderoso<br />
te den aliento y esperanza y bríos.<br />
De la segur al filo<br />
dobleguen la cerviz tus selvas graves,<br />
para dar a los pueblos un asilo,<br />
vida al comercio, y a los puertos naves.<br />
¡Ay, abre nuevas sendas;<br />
que se levanta el sol, y el iris raya,<br />
y el progreso benéfico sus tiendas<br />
viene a sentar en tu desierta playa!<br />
Acoge al huésped regio<br />
que a ti se acerca recorriendo climas,<br />
y albergue digno a su esplendor egregio<br />
presurosa levántale en tus cimas.<br />
Acude, que la suerte<br />
le conduce feliz a tus regiones;<br />
y grande, y libre, y poderosa, y fuerte,<br />
de la industria llevando los blasones,<br />
la que hoy en tus baluartes<br />
enseña nacional la brisa ondea,<br />
tremolando en el templo de las artes,<br />
de nueva gloria monumento sea.<br />
Febrero de 1877<br />
426
La llegada del invierno<br />
SALOMÉ UREñA DE hENRÍqUEz | POESÍAS ESCOGIDAS<br />
Llega en buen hora, mas no presumas<br />
ser de estos valles regio señor,<br />
que en el espacio mueren tus brumas<br />
cuando del seno de las espumas<br />
emerge el astro de esta región. 24<br />
En otros climas, a tus rigores<br />
pierden los campos gala y matiz,<br />
paran las aguas con sus rumores,<br />
no hay luz ni brisas, mueren las flores,<br />
huyen las aves a otro confín.<br />
En mi adorada gentil quisqueya,<br />
cuando el otoño pasando va,<br />
la vista en vano busca tu huella:<br />
que en esta zona feliz descuella<br />
perenne encanto primaveral.<br />
que en sus contornos el verde llano,<br />
que en su eminencia la cumbre azul,<br />
la gala ostentan que al suelo indiano<br />
con rica pompa viste el verano<br />
y un sol de fuego baña de luz.<br />
Y en esos campos donde atesora<br />
naturaleza tanto primor,<br />
bajo esa lumbre que el cielo dora,<br />
tiende el arroyo su onda sonora<br />
y alzan las aves tierna canción.<br />
Nunca abandonan las golondrinas<br />
por otras playas mi hogar feliz:<br />
que en anchas grutas al mar vecinas<br />
su nido arrullan, de algas marinas,<br />
rumor de espumas y auras de abril.<br />
Aquí no hay noches aterradoras<br />
que horror al pobre ni angustia den,<br />
ni el fuego ansiando pasa las horas<br />
de las estufas restauradoras<br />
que otras regiones han menester.<br />
Pasa ligero, llega a otros climas<br />
donde tus brumas tiendas audaz,<br />
24 En ed. 1880, pág. 58: surge el planeta de esta región…<br />
427
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
donde tus huellas de muerte imprimas,<br />
que aunque amenaces mis altas cimas<br />
y aunque pretendas tu cetro alzar,<br />
siempre mis aguas tendrán rumores,<br />
blancas espumas mi mar azul,<br />
mis tiernas aves cantos de amores,<br />
gala mis campos, vida mis flores,<br />
mi ambiente aromas, mi esfera luz.<br />
1877.<br />
La fe en el porvenir<br />
A la Sociedad “Amigos del País”<br />
Cual gladiador valiente<br />
que al circo peligroso se abalanza<br />
y lidia tenazmente,<br />
trémulo de valor y de esperanza,<br />
y sólo cesa en la tremenda lucha<br />
cuando aclamarse vencedor escucha<br />
tal, de entusiasmo llena,<br />
se lanza audaz la juventud fogosa<br />
con pecho firme en la vital arena.<br />
El alma generosa,<br />
de impaciencia y ardor estremecida,<br />
rasgar intenta del futuro el velo,<br />
penetrar los misterios de la vida,<br />
salvar los mundos, escalar el cielo.<br />
Eterna soñadora<br />
de triunfos y grandezas inmortales,<br />
con viva luz sus horizontes dora.<br />
Decidle que ideales<br />
son los portentos que su mente crea,<br />
que es vana la esperanza que la agita: 25<br />
triunfante el orbe mostrará su idea<br />
si le infunde valor la fe bendita.<br />
¡Ah, no la detengáis! Dejad que ardiente<br />
de su noble ambición el rumbo siga;<br />
dejadla al cielo levantar la frente; 26<br />
dejad que un rayo de esa lumbre amiga<br />
su corazón encienda,<br />
25 En ed. 1880, pág. 62: que es Vana la esperanza que le agita…<br />
26 En ed. 1880, pág. 62: dejadle el cielo levantar la frente,<br />
428
SALOMÉ UREñA DE hENRÍqUEz | POESÍAS ESCOGIDAS<br />
y la veréis inquebrantable, osada,<br />
por el honor y la virtud llevada,<br />
lauros segar en su espinosa senda.<br />
Si el arte peregrino<br />
con sus prodigios mágicos la alienta, 27<br />
dejadla proseguir en su camino;<br />
que allá a lo lejos brilladora palma<br />
un futuro de gloria le presenta,<br />
y a conquistarla volará su alma.<br />
Si al campo de la ciencia<br />
con entusiasta admiración la guía 28<br />
ansiosa de saber su inteligencia, 29<br />
espacio dadle, y triunfadora un día<br />
veréis cuál se levanta,<br />
leyes dictando a la creación entera,<br />
la tierra a sujetar bajo su planta<br />
y a medir de los astros la carrera. 30<br />
Dejadla proseguir. ¡Ay del que nunca 31<br />
sintió inflamarse en entusiasmo santo,<br />
y de la Patria la esperanza trunca!<br />
Miserable existir, inútil vida<br />
la que se aduerme en el error, en tanto<br />
que en lucha activa se estremece el mundo,<br />
siguiendo tras la luz apetecida<br />
de gloria y bienestar germen fecundo.<br />
Avanza ¡oh juventud! lucha, conquista<br />
del bien supremo la eminente cumbre,<br />
tiende al futuro la impaciente vista,<br />
y a la fulgente lumbre<br />
que allá te muestra tu inmortal anhelo,<br />
con la virtud por guía,<br />
sigue inspirada de tu mente el vuelo<br />
y llévete doquieras tu osadía.<br />
Atleta infatigable,<br />
del bien y el mal en la contienda ruda,<br />
te alzarás invencible, formidable,<br />
si el entusiasmo, si la fe te escuda.<br />
27 En ed. 1880, pág. 62: con sus prodigios mágicos le alienta<br />
28 En ed. 1880, pág. 62: con entusiasta admiración le guía,<br />
29 En ed. 1880, pág. 63: sedienta de saber su inteligencia,<br />
30 En ed. 1880, pág. 63: y medir de los astros la carrera.<br />
31 En ed. 1880, pág. 63: Dejadle proseguir. ¡Ay del que nunca…<br />
429
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
que atraviese tu voz el aire vago 32<br />
las almas convocando a la victoria:<br />
tuya es la lucha del presente aciago,<br />
tuya será del porvenir la gloria.<br />
1878.<br />
En la muerte de Espaillat 33<br />
¿qué acento de amargura,<br />
del Yaque hasta el Ozama, en raudo vuelo,<br />
cruza en el viento que gimiendo pasa?<br />
¿qué nueva infausta difundir procura?<br />
¿qué nuevo desconsuelo,<br />
qué angustia nueva el corazón traspasa<br />
y a quisqueya infeliz cubre de duelo?<br />
Nuncio de muerte y luto<br />
que al alma libre estremeciendo llega<br />
y una lágrima fiel pide en tributo;<br />
llanto de amor con que la tumba riega<br />
del hombre esclarecido<br />
el pueblo en sus entrañas conmovido.<br />
Sí, que la noche eterna<br />
cayó sobre la frente del patriota,<br />
del alma inmaculada y grande y tierna:<br />
por eso el llanto de los ojos brota,<br />
y la Patria laméntase, no en vano,<br />
y acongojada en su dolor se agita:<br />
que ha perdido el deber un ciudadano,<br />
y un defensor la libertad bendita.<br />
¡Oh Patria sin ventura!<br />
¡Cómo sucumben los que el pecho fuerte<br />
supieron con bravura<br />
exponer en defensa de tu suerte!<br />
¡Cómo sucumbe el adalid preclaro<br />
que a restaurar tus fueros<br />
en tus horas de triste desamparo<br />
a salvarte voló con los primeros!<br />
Soldado de la Patria generoso,<br />
nunca rindió su corazón honrado,<br />
32 En ed. 1880, pág. 63: Que atraviese tu voz el aire libre.<br />
33 En ed. 1880, pág. 64: En la Muerte del Esclarecido Patriota Ulises F. Espaillat, ex-Presidente de la República.<br />
430
SALOMÉ UREñA DE hENRÍqUEz | POESÍAS ESCOGIDAS<br />
de honores ni de mando codicioso.<br />
Si el triunfo deseado<br />
su esfuerzo coronó, su heroico empeño, 34<br />
gozarlo quiso en el hogar tranquilo,<br />
y de sí mismo y de sus obras dueño,<br />
haciendo el bien sin esperar renombre,<br />
a la par le siguieron en su asilo<br />
la admiración y la maldad del hombre.<br />
¡Ah, cómo yaces desolada y triste,<br />
oh Patria de los grandes, oh quisqueya!<br />
¡Cómo en tu frente que la sombra viste<br />
la desgracia y el mal graban su huella!<br />
Abate el pabellón de las victorias,<br />
que se desploman con fragor violento<br />
las soberbias columnas de tus glorias.<br />
Y el que fue timbre tuyo y ornamento<br />
no habita ya tus lares,<br />
ejemplo a las virtudes militares;<br />
ni ya su diestra mueve<br />
la pluma que dictó consejos sabios,<br />
ni más responde a la calumnia aleve<br />
con la paz y el perdón sobre los labios. 35<br />
quisqueya, tú que un día<br />
le alzaste en triunfo a presidir tu suerte<br />
y admiraste su honor y su hidalguía,<br />
ven, y en su tumba vierte<br />
las lágrimas de amor, las bendiciones<br />
que merecen los grandes corazones.<br />
Inclínate y escucha:<br />
del seno de esa tumba esclarecida<br />
se eleva conmovida<br />
voz que la unión y la concordia clama,<br />
y los males deplora de tu lucha,<br />
y al goce de la paz tus hijos llama.<br />
Restaña tus heridas,<br />
de la civil discordia fruto aciago;<br />
levanta tus miradas abatidas;<br />
34 En ed. pág. 65: su esfuerzo coronó y heroico empeño,<br />
35 Suprimidos en la ed. 1920, pág. 33, los siguientes versos que, en ed. 1880, pág. 66, continúan la estrofa:<br />
Si tuvo Cincinatos<br />
de memoria ejemplar la Roma libre,<br />
fecundo en rasgos de virtud innatos,<br />
arrebatado vibre<br />
del egregio varón dominicano<br />
mas claro el nombre en el confín lejano.<br />
431
mira del porvenir el fiero amago<br />
que amenaza tal vez con golpes ciertos<br />
convertir tus ciudades en desiertos<br />
y tus campiñas en sangriento lago.<br />
¡Ah! Si el dolor pudiera<br />
del yugo redimirte con que fiera<br />
la furia del error tu frente oprime,<br />
de tus timbres gloriosos en ultraje,<br />
hoy ofrecieras al varón sublime<br />
la paz del porvenir en homenaje.<br />
¡Y no! que sorda al ruego<br />
la senda propia del abismo marcas,<br />
pábulo dando al devorante fuego<br />
que consume tus fértiles comarcas.<br />
Mas yo, que en mi quebranto<br />
la esperanza del bien para ti aliento,<br />
y conmovida tus victorias canto<br />
y tu dolor lamento,<br />
sigo esperando con tenaz porfía<br />
de paz el claro día<br />
y rindo al justo en despedida eterna<br />
de ardiente gratitud lágrima tierna.<br />
1878.<br />
Quisqueya 36<br />
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
¿Será que al grito solo<br />
del combate feroz estremecida<br />
valor y fuerza y vida<br />
despliegues ¡ay! con insensato alarde,<br />
mientras cunde la luz de polo a polo<br />
y en noble sed el universo arde?<br />
¿No sientes cuál se agita<br />
en sus cimientos conmovido el orbe,<br />
y sin traba que estorbe 37<br />
del genio activo el vigoroso vuelo,<br />
en pos de la verdad se precipita,<br />
de la ignorancia desgarrando el velo?<br />
¿Por qué tú sola yaces<br />
insensible a esa vida de victorias,<br />
36 Leída en la conferencia literaria del 18 de mayo (1878), celebrada por la Sociedad Amigos<br />
del País. (Nota ed. 1880, pág. 68.)<br />
37 En ed. 1880, pág. 69: y sin que nada estorbe…<br />
432
SALOMÉ UREñA DE hENRÍqUEz | POESÍAS ESCOGIDAS<br />
de perdurables glorias,<br />
a ese triunfo inmortal del pensamiento<br />
y del bien a la lucha no renaces<br />
y sigues del progreso el movimiento?<br />
Contempla las naciones<br />
en muchedumbre férvida agruparse,<br />
ufanas levantarse<br />
del arte y de la industria los blasones<br />
en justa lid a disputar serenas.<br />
¿No ves? Las que cobija<br />
con su palio de luz la ardiente zona;<br />
las que eternal corona<br />
ciñen del Norte los perennes hielos,<br />
con la mirada en el futuro fija<br />
confunden en un punto sus anhelos.<br />
Y todas, en la frente<br />
de esperanza feliz llevando un rayo,<br />
en generoso ensayo<br />
las fuerzas nobles del talento miden,<br />
y la palma conquistan eminente,<br />
y víctores los ámbitos despiden.<br />
Tú sola, de ese gremio<br />
desconocida, en tu confín vegetas,<br />
y al yugo te sujetas<br />
en que el error con mengua te aprisiona,<br />
cuando el trabajo y el saber en premio<br />
ciñen de gloria la triunfal corona.<br />
Es esa la lid santa<br />
en donde el siglo a combatir te reta;<br />
donde tu vida inquieta,<br />
que en contiendas inútiles se agota,<br />
ensayando vigor y fuerza tanta<br />
fecunde el germen que en tu seno brota.<br />
¡quisqueya! Tú, la libre<br />
del antillano piélago en las olas,<br />
la que el pendón tremolas<br />
de las naciones que la gloria exalta:<br />
¿cuándo será que en el espacio vibre<br />
la fama de tu gloria en voz más alta?<br />
¿Cuándo será que altiva,<br />
regenerada por el bien te eleves,<br />
433
y de tu industria lleves<br />
al festín de los pueblos muestra rara,<br />
y un puesto pidas en la lucha activa<br />
en que el triunfo sus lauros te prepara?<br />
¿qué importa el alto nombre<br />
con que premió la libertad un día<br />
tu ingénita osadía?<br />
¿qué importa, si olvidada en lo profundo<br />
nunca tu historia la recuerda el hombre,<br />
nunca tu fama la repite el mundo?<br />
Llega con pie seguro<br />
del templo del saber a los dinteles,<br />
conquista los laureles<br />
de la virtud y de la ciencia humana,<br />
y el velo desgarrando del futuro<br />
muéstrate al orbe de tu gloria ufana.<br />
Entonces, de la cumbre<br />
de la fortuna en elevado asiento,<br />
tendiendo el pensamiento<br />
libre y seguro al porvenir lejano,<br />
astro serás de fecundante lumbre,<br />
de esperanzas al mundo americano.<br />
Mayo de 1878.<br />
Hecatombe<br />
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Escuchad: mi Patria un día<br />
fue vendida al extranjero,<br />
y la enseña del ibero<br />
en sus torres se veía.<br />
El honor y la hidalguía,<br />
la libertad y la gloria<br />
huyeron de la memoria<br />
del pueblo dominicano,<br />
que abandonara al hispano 38<br />
sus laureles y su historia.<br />
Sólo allá, con noble ardor,<br />
un grupo digno y valiente<br />
que no doblegó su frente<br />
al yugo del invasor,<br />
38 En ed. 1880, pág. 83: abandonando al hispano…<br />
434
SALOMÉ UREñA DE hENRÍqUEz | POESÍAS ESCOGIDAS<br />
en los campos del honor,<br />
lleno de coraje fiero,<br />
el pabellón de Febrero<br />
enarboló en lid apuesta,<br />
arrojando una protesta<br />
que oyó asombrado el ibero.<br />
Y ciego de ira se lanza<br />
sobre el grupo decidido<br />
que no quiso envilecido<br />
existir sin esperanza,<br />
ante la fatal pujanza<br />
de aguerridos batallones,<br />
los heroicos campeones<br />
de la Patria desgraciada<br />
rindieron al fin la espada,<br />
pero no los corazones.<br />
Que al fin cautivos se vieron<br />
en el combate los bravos<br />
que al vivir de los esclavos<br />
un fin digno prefirieron.<br />
Y los tigres que vencieron<br />
porque así plugo a la suerte,<br />
con la arrogancia del fuerte,<br />
con insolente cinismo,<br />
dictaron al patriotismo<br />
una sentencia de muerte.<br />
Y los patriotas cayeron<br />
bajo el plomo del hispano,<br />
y el suelo dominicano<br />
con sangre libre tiñeron.<br />
Allí los héroes sufrieron<br />
crudo martirio sangriento;<br />
pero en sus tumbas el viento<br />
con voz de venganza vibra,<br />
despertando en cada fibra<br />
el nacional ardimiento.<br />
En ese polvo sagrado,<br />
entre esos héroes, inerte,<br />
sucumbió el atleta fuerte,<br />
el vencedor no premiado:<br />
aquel que el pendón cruzado<br />
alzó en Febrero triunfante,<br />
435
Sánchez, meteoro gigante<br />
de nuestro cielo de gloria,<br />
nombre que guarda la historia<br />
con cifra de oro brillante.<br />
Mas la sangre meritoria<br />
que corriera en El Cercado,<br />
para el español osado<br />
fue vil mancha infamatoria;<br />
y los lauros de la gloria<br />
que trajo de allende el mar,<br />
destrozados vio rodar<br />
en el polvo americano,<br />
cuando el pueblo soberano<br />
le arrojó del libre hogar.<br />
hoy, que el glorioso estandarte<br />
de libertad bendecida<br />
la Primada esclarecida<br />
tremola en cada baluarte;<br />
hoy, Patria, que formas parte<br />
de los pueblos vencedores<br />
cuya fama entre loores<br />
de un polo al otro retumba, 39<br />
inclínate ante la tumba,<br />
que guarda a tus defensores. 40<br />
Y bendice, Patria mía,<br />
aquella tierra empapada<br />
con la sangre inmaculada<br />
que a los libres dio energía.<br />
Acaso, acaso algún día,<br />
cual fantasma funerario<br />
que al viajero solitario<br />
cuente ese drama sangriento,<br />
alzarás un monumento<br />
en ese nuevo Calvario.<br />
Julio de 1878.<br />
A mi Patria<br />
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
De nuevo el arpa ensaya<br />
un himno en tu favor ¡oh Patria mía!<br />
39 En ed. 1880, pág. 85: de un pueblo al otro retumba,…<br />
40 En ed. 1880, pág. 85: que guarda tus defensores.<br />
436
SALOMÉ UREñA DE hENRÍqUEz | POESÍAS ESCOGIDAS<br />
De nuevo el corazón que no desmaya<br />
en su inmortal porfía<br />
su voz eleva que el deber alienta,<br />
y a tus fuerzas vigor prestar intenta.<br />
Yo sé que no importuna<br />
mi amarga queja tu vivir cansado 41<br />
tu inquieta brisa remeció mi cuna,<br />
y el pecho alborozado<br />
aliento libre respiró en su esencia,<br />
y fue lo grande de tu amor la herencia.<br />
Y arrebatada, luego,<br />
ávida el alma recorrió tu historia;<br />
y en el arranque de entusiasmo ciego,<br />
espléndida tu gloria<br />
gozosa imaginó la fantasía<br />
que de uno al otro polo se extendía.<br />
Mas ¡ah! nueva existencia<br />
la mente absorta descubrió entre asombros<br />
y descender te vi de la eminencia;<br />
y triste, en tus escombros<br />
fui a llorar en la tarde que declina<br />
tu muerta gloria y tu presente ruina.<br />
Sí, que el marcial trofeo<br />
del combate entre el polvo recogido<br />
sólo en tus palmas triunfadoras veo;<br />
y el lauro entretejido<br />
que la victoria te ciñó fulgente<br />
sin brillo luce en tu guerrera frente.<br />
Y por la lucha impía<br />
que fuiste, olvidas, en gallarda justa,<br />
rival preclara de la Grecia un día,<br />
cuando la ciencia augusta<br />
en sus hombros te alzó, y entre loores<br />
irradiaron al mundo tus fulgores.<br />
¡Oh, basta! No demandes<br />
al genio de la lid nuevas coronas:<br />
si acciones buscas de memorias grandes,<br />
si lauros ambicionas,<br />
41 En ed. 1880, pág. 87: mi amarga queja tu vigor cansado;<br />
437
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
tremola de la paz el estandarte<br />
y abre tus campos al saber y al arte.<br />
En el concurso egregio<br />
de pueblos que en famosa muchedumbre<br />
reclaman del invento el privilegio,<br />
a la esplendente lumbre<br />
del siglo que ilumina soberano<br />
la lucha audaz del pensamiento humano,<br />
allí desierto, solo,<br />
el puesto de tu honor con mengua miro,<br />
mientras que vuela desde polo a polo<br />
la fama en raudo giro<br />
nombres llevando, y esparciendo al viento<br />
los prodigios de arte y del talento.<br />
De tu presente vida<br />
nada un recuerdo a despertar alcanza:<br />
que el pensamiento tu memoria olvida,<br />
porque, en perpetua holganza<br />
sobre laureles de ignorado nombre,<br />
no llega a ti la admiración del hombre.<br />
En la encendida hoguera<br />
del sol que en tus espacios se derrama<br />
y ardiente reverbera,<br />
de mi entusiasmo se templó la llama,<br />
y a su calor el alma estremecida<br />
bebió la inspiración, la luz, la vida.<br />
¿Y su fecundo rayo<br />
no basta a reanimar el fuego puro<br />
del genio vigoroso que en desmayo,<br />
sin sueños de futuro,<br />
tendido sobre el lecho de tus flores,<br />
en tu seno vegeta sin amores?<br />
¡Oh, no será! ¡Despierta!<br />
que ya la historia tu renombre aguarda<br />
y el himno de tu fama se concierta:<br />
si en el progreso tarda<br />
te mira el mundo indiferente ahora,<br />
muévele al fin a saludar tu aurora.<br />
qué bella, refulgente,<br />
de ciencia y libertad corona doble<br />
ceñir podrás a la radiosa frente<br />
438
si con empeño noble<br />
al orbe muestras de virtud en prenda,<br />
la paz del porvenir en digna ofrenda.<br />
Diciembre de 1878<br />
Colón 42<br />
Al Sr. D. Emiliano Tejera.<br />
SALOMÉ UREñA DE hENRÍqUEz | POESÍAS ESCOGIDAS<br />
¡Silencio! que ya herido 43<br />
siento latir el corazón opreso 44<br />
de tantas emociones bajo el peso.<br />
Silencio, sí; dejad que estremecido<br />
el espíritu libre se remonte<br />
de luz ansioso, de verdad sediento,<br />
y busque sobre el viento<br />
el espacio, la esfera, el horizonte<br />
donde el humano orgullo<br />
vencido acalla su falaz murmullo.<br />
Levanta victoriosa<br />
la egregia frente de entusiasmo llena<br />
¡oh Patria de mi amor, cuna famosa<br />
del mundo americano!<br />
Álzate ya con majestad serena,<br />
que la calumnia en vano<br />
a ti sus dardos con empeño lanza<br />
ante el orbe asombrado que te admira;<br />
en vano, que no alcanza<br />
su encono fiero, que desdén inspira,<br />
tu honor a mancillar: luciente, claro,<br />
como el astro que fúlgido amanece<br />
rasgando sombras en triunfal camino,<br />
así brilla, y se eleva, y resplandece<br />
ceñido de esplendores tu destino.<br />
¡qué voz, qué humano acento<br />
digno seré de discantar al mundo<br />
el sin igual portento!<br />
En pobre tumba que ignoró la historia<br />
y próvido el olvido<br />
en silente quietud guardó profundo,<br />
42 Con motivo del hallazgo de sus restos en la Catedral de Santo Domingo. (Nota Ed. 1920. pág. 47.)<br />
En ed. 1880, pág. 96, figura con el siguiente título: Con motivo del hallazgo de los restos de Colón.<br />
Dedicada a mi ilustrado compatriota Emiliano Tejera.<br />
43 En ed. 1880, pág. 96: Silencio! que ya opreso…<br />
44 En ed. 1880, pág. 96: siento latir el corazón herido…<br />
439
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
sin mármoles, sin nombre, sin memoria,<br />
durmieron en descuido<br />
los despojos del nauta esclarecido.<br />
Y el voto se cumplió; cumpliose entera<br />
del genio audaz la voluntad postrera.<br />
Propicia la fortuna,<br />
tumba concede al genovés marino<br />
del Nuevo Mundo en la preclara cuna.<br />
¡Oh Patria! Eleva al cielo<br />
el hosanna triunfal con gozo vivo;<br />
gózate ya sin pesadumbre alguna<br />
en tu gloriosa suerte: que si alarde<br />
de insensato poder haciendo altivo<br />
ruge el despecho con furor cobarde,<br />
y el férvido clamor de tu entusiasmo<br />
y tu impaciente anhelo<br />
con acentos recibe de sarcasmo,<br />
atónita la historia<br />
sus fastos abre a confirmar tu gloria. 45<br />
Del Támesis al Volga, al Rin, al Tíber,<br />
al Marañón, al Niágara potente,<br />
un himno cruza en el espacio libre;<br />
himno de amor, de gratitud ferviente,<br />
que acordes te levantan<br />
pueblos que al orbe tu victoria cantan.<br />
¿No escuchas? En el viento,<br />
voz que domina la algazara impía<br />
responde placentera<br />
al hondo grito, al indecible acento<br />
de asombro y de alegría<br />
que estremecido conmovió la esfera<br />
cuando, en el rapto de emoción dichosa,<br />
triunfante, la preciosa<br />
urna sagrada que el despojo encierra<br />
del nauta peregrino<br />
al secreto arrancaste de la tierra,<br />
y en súbita locura<br />
¡Colón! clamaste, y resonó en la altura.<br />
¿qué mucho que en su saña<br />
contra ti se levante el error necio,<br />
si al genio mismo se atrevió, engreído,<br />
45 En ed. 1880, pág. 98: sus fastos abre a consignar tu gloria…<br />
440
SALOMÉ UREñA DE hENRÍqUEz | POESÍAS ESCOGIDAS<br />
con risas de desprecio,<br />
y condenarlo pretendió al olvido?<br />
Mas ¡ay de su arrogancia!<br />
Vencer no pudo la tenaz constancia<br />
ni estorbo ser a que, tras lucha rara,<br />
firme y audaz el genovés piloto,<br />
del hemisferio ignoto<br />
las extensas regiones saludara.<br />
Tu nombre sin mancilla<br />
También ¡oh Patria! lucirá radiante,<br />
que pasa el tiempo, y el error se humilla,<br />
y eterna la verdad surge triunfante.<br />
No será, no, que la injusticia intente<br />
la historia dominar, haciendo al hombre<br />
postrar el alma, doblegar la frente<br />
sobre un sepulcro de mentido nombre;<br />
no será, no, sin que el heroico aliento<br />
de la santa virtud noble ardimiento<br />
al corazón infunda<br />
de cada pecho que en el bien se inflama,<br />
y al fuego de su llama<br />
la fábrica del mal tiemble y se hunda.<br />
¡Colón, genio preclaro,<br />
de la ciencia y la fe mártir sublime!<br />
¿qué destino fatal, qué numen raro<br />
persigue tu memoria,<br />
y se complace en abatir tu gloria,<br />
y el polvo mismo de tu ser oprime?<br />
Un nombre inmerecido<br />
tu mundo lleva, y a sepulcro extraño,<br />
con lauros tuyos, imprevisto engaño<br />
favoreció rendido.<br />
Mas ¡ah! que en dulce calma<br />
tras el duelo y la duda y la porfía, 46<br />
quisqueya te contempla en su regazo.<br />
¿quisqueya! La que un día<br />
la palma de tu amor tuvo por suerte,<br />
y por herencia santa esos despojos;<br />
la que de angustia inerte<br />
regó con llanto tu memoria egregia,<br />
cuando en hora fatal vieron sus ojos<br />
46 En ed. 1880, pág. 100: tras el duelo y la lucha y la porfía.<br />
441
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llevar en pompa regia<br />
los restos ignorados<br />
con tu nombre a su seno arrebatados.<br />
¡Colón! Duerme al abrigo<br />
del suelo de tu afán, mi Patria bella,<br />
y paz le brinde tu recuerdo amigo<br />
en sus noches de angustia y de querella;<br />
tu aliento soberano<br />
avive de su fe la llama pura,<br />
la esperanza del bien, que al soplo insano<br />
de la desgracia trémula vacila;<br />
y con paterno amor, desde la altura<br />
donde tu alma entre esplendores vuela,<br />
el mal ahuyenta de la edad futura,<br />
por los destinos de tu Antilla vela.<br />
1879.<br />
A la música 47<br />
¡Espíritu de luz y de armonía!<br />
En torno de mi frente<br />
las alas agitad, y el alma ardiente<br />
con vencedor arranque en su porfía<br />
allá del éter por la esfera ignota<br />
al himno universal lleve su nota.<br />
¡Arte divino ¡oh música! el idioma<br />
de lo infinito eres;<br />
el solemne concierto que los seres<br />
alzan acordes cuando el alba asoma<br />
y vida nueva por doquier imprime,<br />
tu gloria canta y tu poder sublime.<br />
¡Mas qué! ¿dónde no vibra y se dilata<br />
con majestad extrema<br />
tu omnipotente voz, tu voz suprema?<br />
El universo conmovido acata<br />
tu ley de amor, que los espacios llena<br />
y los orbes dirige y encadena.<br />
Al soberano acento, de la nada<br />
apareció a la vida<br />
radiante la creación estremecida;<br />
47 En ed. 1880, pág. 101, subtítulo: Con motivo de un concierto dado por el profesor Carlos A. Serrano.<br />
442
SALOMÉ UREñA DE hENRÍqUEz | POESÍAS ESCOGIDAS<br />
y en rápida carrera concertada<br />
mundos poblaron la extensión vacía<br />
ligados por incógnita armonía.<br />
Y llenan del espacio las regiones<br />
sonidos inmortales,<br />
preludio de las voces celestiales,<br />
palpitantes, ignotas vibraciones<br />
que absorta el alma a percibir alcanza<br />
en horas de ilusión y de esperanza.<br />
Del alba a los destellos peregrinos,<br />
en el murmullo leve<br />
del aura errante que las flores mueve,<br />
del ave amante en los alegres trinos,<br />
del llanto matinal en cada gota,<br />
palpita el ritmo de tu ardiente nota.<br />
Y palpita en la voz de la tormenta,<br />
del mar en el bramido,<br />
del rayo en el terrífico estallido,<br />
del cráter en la cima turbulenta,<br />
y el hombre, que te admira en todas partes,<br />
tu solio encumbra a dominar las artes.<br />
Tu atmósfera sublime vivifica<br />
el espíritu grande;<br />
tu acento grave el entusiasmo expande,<br />
y el genio que tus ecos centuplica<br />
en ardorosa inspiración se enciende<br />
y tus secretos íntimos sorprende.<br />
Y espléndido, elevándose a la altura<br />
de la armonía suprema,<br />
intérprete feliz, con ansia extrema,<br />
en raudales de plácida dulzura<br />
recoge el himno que en el éter vaga<br />
y con notas del cielo nos embriaga.<br />
Y despertando en los ocultos senos<br />
del alma adormecida<br />
las memorias que fueron en la vida,<br />
con tonos de expresión y magia llenos,<br />
en éxtasis purísimo, indecible,<br />
arranca al corazón llanto apacible.<br />
Fija tu planta en el preciado suelo<br />
de mi quisqueya libre,<br />
443
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
arte divino, y que tu acento vibre<br />
llevado por el céfiro en su vuelo<br />
y los ámbitos llene pregonando<br />
ya de las artes el imperio blando.<br />
Aquí también espíritus sedientos<br />
de ignotas armonías,<br />
tras largas noches de color sombrías, 48<br />
demandan tus arcanos a los vientos,<br />
para alzar, entre asombro, el soberano<br />
himno del porvenir dominicano.<br />
Desciende ya, que de tu voz augusta<br />
al eco generoso,<br />
unidas en consorcio venturoso 49<br />
vendrán las ciencias a la heroica justa,<br />
y en quisqueya tendrán, para alto ejemplo<br />
culto las artes y el saber un templo.<br />
1879.<br />
El cantar de mis cantares 50<br />
Cuando los vientos murmuradores<br />
llevan los ecos de mi laúd 51<br />
con los acentos de mis amores<br />
resuena un nombre, que de rumores<br />
pasa llenando la esfera azul.<br />
que en ese nombre que tanto adoro<br />
y al labio acude con dulce afán,<br />
de aves y brisas amante coro,<br />
rumor de espumas, eco sonoro<br />
de ondas y palmas y bosques hay.<br />
Y para el alma que en ese ambiente<br />
vive y respira sin inquietud,<br />
y las delicias del cielo siente,<br />
guarda ese nombre puro y ferviente<br />
todo un poema de amor y luz.<br />
quisqueya ¡oh Patria! ¿quién, si en tu suelo<br />
le dio la suerte nacer feliz,<br />
quién, si te adora con fiel desvelo,<br />
48 En ed. 1880, pág. 104: tras esas noches de dolor sombrías,<br />
49 En ed. 1880, pág. 104: unidos en consorcio venturoso,<br />
50 Leída en una conferencia literaria que celebró la Sociedad Amigos del País.<br />
(Subtítulo ed. 1880, pág. 105.)<br />
51 En ed. 1880, pág. 105: llevan los sones de mi laúd.<br />
444
SALOMÉ UREñA DE hENRÍqUEz | POESÍAS ESCOGIDAS<br />
cuando te nombra no oye en su anhelo<br />
músicas gratas reproducir?<br />
Bella y hermosa cual la esperanza,<br />
lozana y joven, así eres tú;<br />
a copiar nunca la mente alcanza<br />
tus perfecciones, tu semejanza,<br />
de sus delirios en la inquietud.<br />
Tus bellos campos que el sol inunda,<br />
tus altas cumbres de enhiesta sien,<br />
de tus torrentes la voz profunda,<br />
la palpitante savia fecunda<br />
con que la vida bulle en tu ser,<br />
todo seduce, todo arrebata,<br />
todo, en conjunto fascinador,<br />
en armoniosa corriente grata,<br />
hace en tu suelo la dicha innata<br />
y abre horizontes a la ilusión.<br />
Y ¡ay, si oprimirte con mano ruda<br />
quiere en su saña la iniquidad!<br />
Tu espada pronto brilla desnuda,<br />
te alzas potente, y en la lid cruda<br />
segando lauros triunfante vas.<br />
Naturaleza te dio al crearte<br />
belleza, genio, fuerza y valor;<br />
y es mi delirio con fe cantarte<br />
y entre lo grande siempre buscarte<br />
con el empeño del corazón.<br />
Por eso el alma te buscó un día<br />
con ansia ardiente, con vivo afán,<br />
entre las luchas y la porfía<br />
y entre los triunfos de gallardía<br />
con que el progreso gigante va.<br />
Mas ¡ay! en vano pregunté ansiosa<br />
si entre el tumulto cruzabas tú:<br />
llevó la brisa mi voz quejosa;<br />
silencio mudo, sombra enojosa<br />
miré en tu puesto solo y sin luz.<br />
Tú, la preciada, la libre Antilla,<br />
la más hermosa perla del mar,<br />
la que de gloria radiante brilla<br />
445
¿huyes la senda que ufana trilla<br />
con planta firme la humanidad?<br />
A tu corona rica y luciente<br />
falta la joya de más valor;<br />
búscala presto, que ya presiente<br />
para ti el alma, con gozo ardiente,<br />
grandes victorias de bendición.<br />
¡Patria bendita! ¡Numen sagrado<br />
Raudal perenne de amor y luz!<br />
Tu dulce nombre siempre adorado,<br />
que el pecho lleva con fe grabado,<br />
vibra en los sones de mi laúd.<br />
Y pues que mueve nombre tan puro<br />
de mis cantares la inspiración,<br />
y ansiando vivo tu bien seguro,<br />
la sien levanta, mira al futuro,<br />
y oye mis cantos, oye mi voz!…<br />
1879.<br />
Sueños 52<br />
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
En horas gratas, cuando serena<br />
reposa el alma libre de afán,<br />
y el aura amena<br />
pasa, de agrestes rumores llena,<br />
y es todo calma, todo solaz;<br />
cuando la Patria suspende el ruido<br />
de las contiendas aterrador,<br />
y confundido<br />
quedar parece bajo el olvido<br />
cuanto es angustias al corazón,<br />
castas visiones vienen ligeras,<br />
y en bullicioso giro fugaz,<br />
cual mensajeras<br />
de paz y dicha, nuevas esferas<br />
al pensamiento mostrando van;<br />
nuevas esferas donde la mente<br />
vislumbra absorta mares de luz,<br />
donde se siente<br />
52 Posterior a la edición de <strong>Poesía</strong>s, 1880. Posiblemente corresponda a la última mitad de dicho año.<br />
446
SALOMÉ UREñA DE hENRÍqUEz | POESÍAS ESCOGIDAS<br />
que extraños sones lleva el ambiente<br />
sobre las nubes del cielo azul.<br />
Enajenada la fantasía,<br />
de esas visiones corriendo en pos,<br />
mira a porfía<br />
pueblos y pueblos buscar la vía<br />
de esas regiones de eterno albor.<br />
Rasga el destino su denso velo,<br />
y a sus fulgores el porvenir<br />
muestra a mi anhelo<br />
cómo a esa altura, con libre vuelo,<br />
quisqueya asciende grande y feliz.<br />
Sueños de gloria que halagadores<br />
el alma sigue llena de fe;<br />
bien que traidores<br />
huyen a veces, y sus fulgores<br />
envuelven sombras de lobreguez.<br />
¡Ay! Es que entonces, Patria bendita<br />
cubre tus campos ruido fatal,<br />
que a la infinita<br />
región se eleva, y el alma agita<br />
con emociones de hondo pesar.<br />
Mas cuando calla la voz terrible,<br />
cuando sereno luce el confín,<br />
y bonancible<br />
pasa la brisa, con apacible<br />
giro de blandos rumores mil,<br />
cándidas vuelven esas visiones<br />
arrobadoras en multitud<br />
y esas regiones<br />
a poblar vuelven extraños sones<br />
y claridades de viva luz.<br />
A esas esferas del pensamiento<br />
quiero llevarte, Patria gentil;<br />
si oyes mi acento,<br />
si verte quieres en alto asiento,<br />
dominadora del porvenir,<br />
¡ah! quede Siempre suspenso el ruido<br />
de las contiendas aterrador;<br />
447
Luz 53<br />
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
que enternecido<br />
desde su trono de luz ceñido<br />
sueños de gloria te ofrece Dios!<br />
1880.<br />
¿Adónde el alma incierta<br />
pretende el vuelo remontar ahora?<br />
¿qué rumor de otra vida la despierta?<br />
¿qué luz deslumbradora<br />
inunda los espacios y reviste<br />
de lujoso esplendor cuanto era triste?<br />
¿La inquieta fantasía<br />
finge otra vez en la tiniebla oscura<br />
los destellos vivísimos del día,<br />
lanzándose insegura,<br />
enajenada en su delirio vago,<br />
de un bien engañador tras el halago?<br />
¡Ah, no! que ya desciende<br />
sobre quisqueya, a iluminar las almas,<br />
rayo de amor que el entusiasmo enciende,<br />
y de las tristes calmas<br />
el espíritu en ocio, ya contento,<br />
surge a la actividad del pensamiento.<br />
Y surge a la existencia,<br />
al trabajo, a la paz, la Patria mía,<br />
a la egregia conquista de la ciencia,<br />
que en inmortal porfía<br />
los pueblos y los pueblos arrebata<br />
y del error las nieblas desbarata.<br />
Ayer, meditabunda,<br />
lloré sobre tus ruinas ¡oh quisqueya!<br />
toda una historia en esplendor fecunda,<br />
al remover la huella<br />
del arte, de la ciencia, de la gloria<br />
allí esculpida en perennal memoria.<br />
Y el ánimo intranquilo<br />
llorando preguntó si nunca al suelo<br />
53 Posterior a la edición de <strong>Poesía</strong>s, 1880.<br />
448
SALOMÉ UREñA DE hENRÍqUEz | POESÍAS ESCOGIDAS<br />
donde tuvo el saber preclaro asilo,<br />
a detener su vuelo<br />
el genio de la luz en fausto día<br />
con promesas de triunfos volvería.<br />
Y de esperanzas llena<br />
temerosa aguardé, y al viento ahora,<br />
cuando amanece fúlgida, serena,<br />
del bienestar la aurora,<br />
lanzo del pecho, que enajena el gozo,<br />
las notas de mi afán y mi alborozo.<br />
Sí, que ensancharse veo<br />
las aulas, del saber propagadoras,<br />
y de fama despiértase el deseo,<br />
brindando protectoras<br />
las ciencias sus tesoros al talento,<br />
que inflamado en ardor corre sediento,<br />
Ya de la patria esfera<br />
los horizontes dilatarse miro:<br />
el futuro sonriendo nos espera,<br />
que en entusiasta giro,<br />
ceñida de laurel, a la eminencia<br />
se levanta feliz la inteligencia.<br />
Es esa la futura<br />
prenda de paz, de amor y de grandeza,<br />
la que el bien de los pueblos asegura,<br />
la base de firmeza<br />
donde al mundo, con timbres y blasones,<br />
se elevan prepotentes las naciones.<br />
¡Cuántas victorias altas<br />
el destino te guarda, Patria mía,<br />
si con firme valor la cumbre asaltas!<br />
Escúchame y porfía;<br />
escucha una vez más, oye ferviente<br />
la palabra de amor que nunca miente:<br />
yo soy la voz que canta<br />
del polvo removiendo tus memorias,<br />
el himno que a tus triunfos se adelanta,<br />
el eco de tus glorias…<br />
No desmayes, no cejes, sigue, avanza:<br />
¡tuya del porvenir es la esperanza!<br />
Julio de 1880.<br />
449
Sombras<br />
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Alzad del polvo inerte,<br />
del polvo arrebatad el arpa mía,<br />
melancólicos genios de mi suerte.<br />
Buscad una armonía<br />
triste como el afán que me tortura,<br />
que me cercan doquier sombras de muerte<br />
y rebosa en mi pecho la amargura.<br />
Venid, que el alma siente<br />
morir la fe que al porvenir aguarda;<br />
venid, que se acobarda<br />
fatigado el espíritu doliente<br />
mirando alzar con ímpetu sañudo<br />
su torva faz al desencanto rudo,<br />
y al entusiasmo ardiente<br />
plegar las alas y abatir la frente.<br />
¿No veis? Allá a lo lejos<br />
nube de tempestad siniestra avanza<br />
que oscurece a su paso los reflejos<br />
del espléndido sol de la esperanza.<br />
Mirad cual fugitivas<br />
las ilusiones van, del alma orgullo;<br />
no como ayer, altivas,<br />
hasta el éter azul tienden el vuelo,<br />
ni a recibirlas, con piadoso arrullo,<br />
sus pórticos de luz entreabre el cielo.<br />
¿Cuál será su destino?<br />
Proscritas, desoladas, sin encanto,<br />
en el vértigo van del torbellino,<br />
y al divisarlas, con pavor y espanto<br />
sobre mi pecho la cabeza inclino.<br />
Se estremece el alcázar opulento<br />
de bien, de gloria, de grandeza suma,<br />
que fabrica tenaz el pensamiento;<br />
¡bajo el peso se rinde que le abruma!<br />
Conmuévese entre asombros,<br />
de la suerte a los ímpetus terribles,<br />
y se apresta a llorar en sus escombros<br />
el ángel de los sueños imposibles.<br />
Venid, genios, venid, y al blando halago<br />
de vuestros himnos de inmortal tristeza,<br />
para olvidar el porvenir aciago<br />
450
se aduerma fatigada mi cabeza.<br />
Del arpa abandonada<br />
al viento dad la gemebunda nota,<br />
mientras que ruge la tormenta airada,<br />
y el infortunio azota<br />
la ilusión por el bien acariciada,<br />
y huye la luz de inspiración fecunda,<br />
y la noche del alma me circunda.<br />
Mas ¡ah! venid en tanto<br />
y adormeced el pensamiento mío<br />
al sonoro compás de vuestro canto.<br />
¡Meced con vuestro arrullo el alma sola!<br />
Dejad que pase el huracán bravío,<br />
y que pasen del negro desencanto<br />
las horas en empuje turbulento,<br />
como pasa la ola,<br />
como pasa la ráfaga del viento.<br />
Dejad que pase, y luego<br />
a la vida volvedme, a la esperanza,<br />
al entusiasmo en fuego:<br />
que es grato, tras la ruda<br />
borrasca de la duda,<br />
despertar a la fe y a la confianza,<br />
y tras la noche de dolor, sombría,<br />
cantar la luz y saludar el día.<br />
Junio de 1881.<br />
Mi ofrenda a la Patria 54<br />
SALOMÉ UREñA DE hENRÍqUEz | POESÍAS ESCOGIDAS<br />
En la investidura de sus discípulas,<br />
las primeras maestras normales de Santo Domingo.<br />
hace ya tanto tiempo!… Silenciosa,<br />
si indiferente no, Patria bendita,<br />
yo he seguido la lucha fatigosa<br />
con que llevas de bien tu ansia infinita.<br />
ha tiempo que no llena<br />
tus confines la voz de mi esperanza,<br />
ni el alma, que contigo se enajena,<br />
a señalarte el porvenir se lanza.<br />
he visto a las pasiones<br />
levantarse en tu daño conjuradas<br />
54 Salomé Ureña de henríquez, en vez de un discurso, recitó este poema en el acto<br />
de investidura del primer grupo de sus discípulas, nuestras primeras maestras normales.<br />
451
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
para ahogar tus supremas ambiciones,<br />
tus anhelos de paz y de progreso,<br />
y rendirse tus fuerzas fatigadas<br />
al abrumante peso.<br />
¿Por qué, siempre que el ruido<br />
de la humana labor que al mundo asombra,<br />
recorriendo el espacio estremecido<br />
a sacudir tu indiferencia viene,<br />
oculta mano férrea, entre la sombra,<br />
tus generosos ímpetus detiene?<br />
¡Ah! Yo quise indagar de tu destino<br />
la causa aterradora:<br />
te miro en el comienzo del camino,<br />
clavada siempre allí la inmóvil planta,<br />
como si de algo que en llegar demora,<br />
de algo que no adelanta,<br />
la potencia aguardaras impulsora…<br />
¡quién sabe si tus hijos<br />
esperan una voz de amor y aliento!<br />
dijo el alma, los ojos en ti fijos,<br />
dijo en su soledad mi pensamiento.<br />
¿Y ese amoroso acento<br />
de qué labio saldrá, que así sacuda<br />
el espíritu inerme, y lo levante,<br />
la fe llevando a reemplazar la duda,<br />
y del deber la religión implante?<br />
¡Ah! La mujer encierra,<br />
a despecho del vicio y su veneno,<br />
los veneros inmensos de la tierra,<br />
el germen de lo grande y de lo bueno.<br />
Más de una vez en el destino humano<br />
su imperio se ostentó noble y fecundo:<br />
ya es Veturia, y desarma a Coriolano;<br />
ya Isabel, y Colón halla otro mundo.<br />
hágase luz en la tiniebla oscura<br />
que el femenil espíritu rodea,<br />
y en sus alas de amor irá segura<br />
del porvenir la salvadora idea.<br />
Y si progreso y paz e independencia<br />
mostrar al orbe tu ambición ansía,<br />
fuerte, como escudada en su conciencia,<br />
de sus propios destinos soberana,<br />
para ser del hogar lumbrera y guía<br />
formemos la mujer dominicana.<br />
452
SALOMÉ UREñA DE hENRÍqUEz | POESÍAS ESCOGIDAS<br />
Así, de tu futura<br />
suerte soñando con el bien constante,<br />
las fuerzas consagré de mi ternura,<br />
instante tras instante,<br />
a dar a ese ideal forma y aliento,<br />
y rendirte después como tributo,<br />
cual homenaje atento,<br />
de mi labor el recogido fruto.<br />
hoy te muestro ferviente<br />
las almas que mi afán dirigir pudo:<br />
yo les di de verdad rica simiente,<br />
y razón y deber forman su escudo.<br />
En patrio amor sublime<br />
templadas al calor de mis anhelos,<br />
ya sueñan que tu suerte se redime,<br />
ya ven de tu esperanza abrir los cielos.<br />
Digna de ti es la prenda<br />
que mi esfuerzo vivísimo corona<br />
y que traigo a tus aras en ofrenda:<br />
¡el don acepta que mi amor te abona!<br />
que si cierto es cual puro<br />
mi entusiasta creer en esas glorias<br />
que siempre, siempre, con placer te auguro;<br />
si no mienten victorias<br />
la voz que en mi interior se inspira y canta,<br />
los sueños que en mi espíritu se elevan,<br />
ellas al porvenir que se adelanta<br />
de ciencia y de virtud gérmenes llevan.<br />
Abril de 1887.<br />
453
Páginas íntimas<br />
Melancolía<br />
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
hay un ser apacible y misterioso<br />
que en mis horas de lánguido reposo<br />
me viene a visitar;<br />
yo le cuento mis penas interiores,<br />
porque siempre, calmando mis dolores,<br />
mitiga mi penar.<br />
Como el ángel del bien y la constancia,<br />
en los últimos sueños de la infancia<br />
aparecer le vi;<br />
contemplome un instante con ternura,<br />
y “Oye –dijo–: las horas de ventura<br />
pasaron para ti.<br />
“Yo vengo a despertar tu alma dormida,<br />
porque un genio funesto, de la vida<br />
te aguarda en el umbral;<br />
y benigno jamás, siempre iracundo,<br />
te encontrará, de agitado mundo<br />
en el inmenso erial.<br />
“Yo elevaré tu espíritu doliente;<br />
disiparé las nubes que en tu frente<br />
las penas formarán;<br />
consagra sólo a mí tus horas largas,<br />
y enjugaré tus lágrimas amargas<br />
y calmaré tu afán.<br />
“Seré de tu vivir guarda constante,<br />
y mi pálido tinte a tu semblante<br />
trasmitirá mi amor.<br />
Y te daré una lira en tus pesares,<br />
porque al eco fugaz de tus cantares<br />
se exhale tu dolor.<br />
“Y te daré mi lánguida armonía,<br />
que los himnos que entona de alegría<br />
la ardiente juventud<br />
jamás ensayarás, pobre cantora,<br />
porque siempre la musa inspiradora<br />
seré de tu laúd.”<br />
Dijo, y de entonces, cual amiga estrella<br />
alumbra siempre, misteriosa y bella,<br />
mi noche de dolor;<br />
454
y me arrulla sensible y amorosa,<br />
como arrulla la madre cariñosa 55<br />
al hijo de su amor.<br />
Y haciendo que en sus alas me remonte<br />
a otro mundo de luz sin horizonte, 56<br />
de dicha voy en pos;<br />
y entonces de mi lira se desprende<br />
nota sin nombre que la brisa extiende,<br />
y escucha sólo Dios.<br />
Yo te bendigo, fiel Melancolía;<br />
tú los seres que anima la alegría<br />
no vas a adormecer;<br />
porque eres el consuelo de las almas<br />
que del martirio las fecundas palmas 57<br />
lograron obtener.<br />
Por ti en los aires resonó mi acento,<br />
y para dar un generoso aliento<br />
al pobre corazón,<br />
alguna vez la Patria bendecida<br />
benévola me escucha sonreída<br />
y aplaude mi canción.<br />
No pido más: bien pueden los dolores<br />
destrozar sin piedad las bellas flores<br />
de la ilusión que amé;<br />
que jamás, bajo el peso que me oprime,<br />
mientras un rayo de virtud me anime,<br />
la frente inclinaré.<br />
1874.<br />
¡Padre mío!<br />
SALOMÉ UREñA DE hENRÍqUEz | POESÍAS ESCOGIDAS<br />
Muda yace la alcoba solitaria<br />
donde naciste a la existencia un día,<br />
do, desdeñando la fortuna varia,<br />
tu vida entre el estudio discurría.<br />
¡Ay! De una madre en el regazo tierno<br />
por vez primera te adormiste allí,<br />
y allí, de hinojos, tu suspiro eterno<br />
entre sollozos tristes recogí.<br />
55 En ed. 1880, pág. 25: cual arrulla la madre cariñosa…<br />
56 En ed. 1880, pág. 25: a ese mundo de luz sin horizonte…<br />
57 En ed. 1880, pág. 26: que del martirio las brillantes palmas…<br />
455
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
hoy, al entrar en tu mansión doliente,<br />
donde reina silencio sepulcral,<br />
nadie a posar vendrá sobre mi frente<br />
el beso del cariño paternal.<br />
Ninguna voz halagará mi acento,<br />
ni un eco grato halagará mi oído:<br />
sólo memorias de tenaz tormento<br />
tendré a la vista de tu hogar querido.<br />
Sí, que a la tumba descender te viera<br />
tras largas horas de perenne afán,<br />
horas eternas de congoja fiera<br />
que en el alma por siempre vivirán.<br />
Cuando de angustia desgarrado el pecho<br />
te sostuve en mis brazos moribundo;<br />
cuando tu cuerpo recosté en el lecho<br />
donde el postrer adiós dijiste al mundo;<br />
cuando, de hinojos, anegada en llanto,<br />
llevé mis labios a tu mano fría,<br />
y entre tanta amargura y duelo tanto<br />
miraba palpitante tu agonía;<br />
después ¡oh Dios! cuando besé tu frente<br />
y a mi beso filial no respondiste,<br />
de horror y espanto se turbó mi mente…<br />
Y aún teme recordarlo el alma triste.<br />
¡Momento aciago! Su fatal memoria<br />
cubre mi frente de dolor sombrío.<br />
Siempre en el alma vivirá su historia,<br />
y vivirá tu imagen, padre mío…<br />
Cuando las sombras con su velo denso<br />
dejan el orbe en lobreguez sumido,<br />
en el misterio de la noche pienso<br />
que aún escucho doliente tu gemido;<br />
y finge verte mi amoroso anhelo<br />
bajo el abrigo de tu dulce hogar,<br />
y me brindas palabras de consuelo<br />
y mis lágrimas llegas a enjugar.<br />
Sombra querida que incesante vagas<br />
en torno de la huérfana errabunda,<br />
456
visión perenne que mi sueño halagas,<br />
alma del alma que mi ser inunda:<br />
si de ese mundo que el dolor extraña<br />
mi llanto has visto y mi amargura extrema,<br />
sobre mi frente, que el pesar empaña,<br />
haz descender tu bendición suprema.<br />
1875.<br />
Quejas<br />
SALOMÉ UREñA DE hENRÍqUEz | POESÍAS ESCOGIDAS<br />
Te vas, y el alma dejas<br />
sumida en amargura, solitaria,<br />
y mis ardientes quejas,<br />
y la tímida voz de mi plegaria,<br />
indiferente y frío<br />
desoyes ¡ay! para tormento mío.<br />
¿No basta que cautiva<br />
de fiero padecer entre las redes<br />
agoniza viva? 58<br />
¡Ay, que mi angustia comprender no puedes,<br />
que por mi mal ignoras<br />
cuán lentas son de mi existir las horas!<br />
Sí, que jamás supiste<br />
cuál se revuelve en su prisión estrecha,<br />
desconsolado y triste,<br />
el pobre corazón, que en lid deshecha<br />
con su tormento rudo<br />
morir se siente y permanece mudo.<br />
Y en vano, que indiscretos<br />
mis ojos, sin cesar, bajo el encanto<br />
de tu mirar sujetos,<br />
fijo en los tuyos con empeño tanto,<br />
que el corazón desmaya<br />
cuando esa fuerza dominar ensaya.<br />
Deja que pueda al menos<br />
bañándome en su luz beber la vida,<br />
y disfrutar serenos<br />
breves instantes en tu unión querida,<br />
que es para mi amargura<br />
bálsamo de purísima dulzura.<br />
58 En ed. 1880, pág. 90: agonizando viva?<br />
457
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Deja que al vivo acento<br />
que de tus labios encendidos brota,<br />
mi corazón sediento,<br />
que en pos va siempre de ilusión ignota,<br />
presienta enajenado<br />
las glorias todas de tu edén soñado. 59<br />
¡Ah, si escuchar pudieras<br />
cuanto a tu nombre mi ternura dijo!<br />
¡Si en horas lisonjeras<br />
me fuera dado, con afán prolijo,<br />
contarte sin recelo<br />
todo el delirio de mi amante anhelo!<br />
Mas no, que mi suspiro<br />
comprimo dentro el pecho acongojado.<br />
Me basta si te miro,<br />
si la dicha y el bien sueño a tu lado,<br />
porque tu vista calma<br />
los agudos tormentos de mi alma.<br />
¡Ay! que sin ti, bien mío,<br />
mi espíritu cansado languidece<br />
cual planta sin rocío,<br />
y con sombras mi frente se oscurece.<br />
y entre congoja tanta<br />
mi corazón herido se quebranta.<br />
Oye mi ardiente ruego,<br />
oye las quejas de mi angustia suma,<br />
y generoso luego<br />
olvida que la pena que me abruma<br />
te reveló mi acento<br />
en horas ¡ay! de sin igual tormento.<br />
Escúchame y perdona:<br />
que ya mi labio enmudecido calla,<br />
y el alma se abandona<br />
con nuevo ardor a su febril batalla,<br />
y débil mi suspiro<br />
se pierde de las auras en el giro.<br />
1879.<br />
59 En ed. 1880, pág. 91: las glorias todas de su edén soñado.<br />
458
A mi madre<br />
SALOMÉ UREñA DE hENRÍqUEz | POESÍAS ESCOGIDAS<br />
Dedicatoria del tomo de poesías publicado en 1880.<br />
Aquí, a la sombra tranquila y pura<br />
con que nos brinda grato el hogar,<br />
oye el acento de la ternura<br />
que en tus oídos blanda murmura<br />
la dulce nota de mi cantar.<br />
La voz escucha del pecho amante<br />
que hoy te consagra su inspiración,<br />
a ti que aún eres tierna, incesante,<br />
de amor sublime, de fe constante,<br />
raudal que aliento da al corazón.<br />
Mi voz escucha: la lira un día<br />
un canto alzarte quiso feliz,<br />
y en el idioma de la armonía<br />
débil el numen ¡oh madre mía!<br />
no halló un acento digno de ti.<br />
¿Cómo tu afecto cantar al mundo,<br />
grande, infinito, cual en sí es?<br />
¿Cómo pintarte mi amor profundo?<br />
Empeño inútil, sueño infecundo<br />
que en desaliento murió después<br />
De entonces, madre, buscando en prenda,<br />
con las miradas al porvenir,<br />
voy en mi vida, voy en mi senda,<br />
de mis amores íntima ofrenda<br />
que a tu cariño pueda rendir.<br />
Yo mis cantares lancé a los vientos,<br />
yo di a las brisas mi inspiración;<br />
tu amor grandeza dio a mis acentos:<br />
que fueron tuyos mis pensamientos<br />
en esos himnos del corazón.<br />
Notas dispersas que en libres vuelos<br />
y a merced fueron del huracán,<br />
pero llevando con mis anhelos<br />
los mil suspiros, los mil desvelos<br />
con que a la Patria paga mi afán.<br />
hoy que reunirlas plugo al destino,<br />
quiero que abrigo y amor les des:<br />
459
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
esa es la prenda que en mi camino<br />
al soplo arranco del torbellino,<br />
y a colocarla vengo a tus pies.<br />
1879.<br />
Amor y anhelo 60<br />
quiero contarte, dueña del alma,<br />
las tristes horas de mi dolor;<br />
quiero decirte que no hallo calma,<br />
que de tu afecto quiero la palma,<br />
que ansiando vivo sólo tu amor.<br />
quiero decirte que a tu mirada<br />
me siento débil estremecer,<br />
que me enajena tu voz amada,<br />
que en tu sonrisa vivo extasiada,<br />
que tú dominas todo mi ser.<br />
Por ti suspiro, por ti yo vierto<br />
llanto de oculto, lento sufrir;<br />
sin ti es el mundo triste desierto<br />
donde camino sin rumbo cierto,<br />
viendo entre sombras la fe morir.<br />
Y con tu imagen en desvarío<br />
vivo encantando mi soledad,<br />
desde que absorta te vi, bien mío,<br />
y arrebatada, sin albedrío,<br />
rendí a tus plantas mi libertad.<br />
Deja que el alma temblando siga<br />
de una esperanza soñada en pos,<br />
que enajenada su amor te diga,<br />
mientras un rayo de luz amiga<br />
pido al futuro para los dos.<br />
¡Oh ¡si a tu lado pasar la vida<br />
me diera el cielo por todo bien!<br />
¡Si a tu destino mi suerte unida,<br />
sobre tu seno de amor rendida<br />
pudiera en calma doblar la sien!<br />
¿qué a mí la saña del hado crudo?<br />
¿qué los amagos del porvenir?<br />
Tu amor llevando por todo escudo,<br />
60 Excluida en la edición de 1920. Madrid.<br />
460
yo desafiara su embate rudo<br />
y así me fuera grato vivir.<br />
¡Ay en las horas de hondo tormento<br />
que al alma asedian con ansia cruel,<br />
vuela en tu busca mi pensamiento,<br />
mientras el labio trémulo al viento<br />
tu nombre amado murmura fiel.<br />
Ven y tu mano del pecho amante<br />
calme amorosa las penas mil,<br />
¡oh de mis ansias único objeto!<br />
en que a ti sólo quiero en secreto<br />
contar mis sueños de amor febril.<br />
Mas no, que nunca mi amante anhelo<br />
podré decirte libre de afán,<br />
gimiendo a solas, en desconsuelo,<br />
cual mis suspiros, en raudo vuelo<br />
mis ilusiones perdidas van.<br />
Tuya es mi vida, tuya mi suerte,<br />
de ti mi dicha pende o mi mal;<br />
si al dolor quieres que venza fuerte,<br />
sobre mi frente pálida vierte<br />
de tu ternura todo el raudal.<br />
1879.<br />
Vespertina<br />
A mi esposo ausente.<br />
SALOMÉ UREñA DE hENRÍqUEz | POESÍAS ESCOGIDAS<br />
Reina la tarde en nuestro hogar bendito,<br />
la tarde tropical, limpia, serena,<br />
que el ánimo enajena<br />
alzando el pensamiento a lo infinito.<br />
Sin nubes está el cielo,<br />
sin celajes la luz, diáfano el aire,<br />
y de la brisa, que en gracioso vuelo<br />
refrescando la tierra se pasea,<br />
al suave impulso, con gentil donaire<br />
el plátano sus hojas balancea,<br />
mientras la flor se inclina<br />
presintiendo la sombra ya vecina.<br />
Todo respira en nuestro hogar la calma:<br />
todo es paz y quietud; sólo mi alma<br />
461
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
de extraño sinsabor la hiel apura,<br />
y a su pensar rendida<br />
suspira en su amargura<br />
con la triste emoción del que en la vida<br />
por vez primera siente<br />
las ansias todas del cariño ausente.<br />
¿En dónde, en dónde estás? Así intranquilo<br />
con su ansiedad el corazón luchando,<br />
te busca sin cesar, hora tras hora;<br />
la casa, el aura, el cielo interrogando.<br />
huérfano del hogar está el asilo;<br />
huérfano, sí, de tu presencia ahora;<br />
que, el alma en su entusiasmo sacudida,<br />
y de admirar ufano<br />
las galas del pensil dominicano,<br />
y sus pueblos y villas diferentes<br />
recorrer, estudiando los futuros<br />
gérmenes del progreso y de la vida<br />
que allí duermen latentes,<br />
sentiste estrechos a tu afán los muros<br />
de la ciudad nativa,<br />
y en alas de esos sueños tentadores,<br />
ardiendo en ansia viva,<br />
el bendecido hogar de los amores<br />
sonriendo abandonaste<br />
y a los mares y campos te lanzaste.<br />
Torna, torna a decirme<br />
cuanto a la pluma revelar no es dado:<br />
las mil fatigas del camino rudo;<br />
tus nuevas impresiones de viajero;<br />
de tu criterio firme<br />
el juicio, recto siempre, nunca errado;<br />
de cuanto viste y merecerle pudo<br />
con mágico atractivo<br />
atención a tu espíritu severo,<br />
admiración a tu entusiasmo altivo.<br />
Ven a decirme a solas<br />
si mi recuerdo acompañó tu viaje<br />
cuando cruzabas las movibles olas;<br />
cuando del sol a los ardientes lampos,<br />
cansado viajador, los patrios campos<br />
te dieron hospedaje.<br />
462
Ya la tórrida lumbre<br />
una vez y otra vez y otras en fuego<br />
desde la etérea cumbre<br />
envió a la zona de su amor el riego,<br />
desde el lejano día<br />
en que, guiado por feliz bonanza,<br />
perdiéndose el bajel en lontananza<br />
te llevó lejos de la vista mía.<br />
¡Oh, qué largas las horas, qué momentos<br />
los de la ausencia triste!<br />
Son siglos de dolor que pasan lentos,<br />
que ignora el corazón cómo resiste.<br />
¡Oh angustia desmedida! ¡quién me diera<br />
salvar espacios y a tu lado ansiosa<br />
llegar en mi carrera!<br />
Y en esta hora dulcísima y dichosa<br />
en que al destello amigo<br />
del sol que palidece<br />
suspensa la creación hacer parece<br />
de paz solemne majestuoso alarde,<br />
verte, sentirte y respirar contigo<br />
la bienhechora calma de la tarde.<br />
Enero de 1881.<br />
En el nacimiento de mi primogénito<br />
A mi esposo.<br />
SALOMÉ UREñA DE hENRÍqUEz | POESÍAS ESCOGIDAS<br />
¡Levántate, alma mía,<br />
por el materno amor transfigurada,<br />
y a los confines del espacio envía<br />
el himno de la dicha inesperada!<br />
Y tú, que abres conmigo<br />
a esa ternura nueva el pecho en gozo,<br />
tú que compartes cuanto sueño abrigo,<br />
cuanta ilusión feliz es mi alborozo,<br />
ven, y los dos a una<br />
el cántico de amor juntos alcemos,<br />
y del pequeño ser ante la cuna<br />
el alba del futuro saludemos:<br />
el alba de esa vida<br />
que a iluminar nuestro horizonte alcanza,<br />
463
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
y a cuya luz vislumbra estremecida<br />
espacios infinitos de esperanza.<br />
Los cielos se inclinaron,<br />
y descendió al hogar entre armonías<br />
el ángel que mis sueños suspiraron,<br />
nuncio de bendiciones y alegrías.<br />
¡Oh, cómo se estremece<br />
engrandecida la existencia ufana<br />
pensando de esa aurora que amanece<br />
vivir reproducida en el mañana!<br />
De hoy más, un sueño solo,<br />
una sola ambición tras el destino,<br />
a nuestras almas servirá de polo,<br />
del tiempo al avanzar en el camino.<br />
¡Oh, sí! Limpiar de abrojos<br />
la senda preparada al ser que nace,<br />
al bien y a la virtud abrir sus ojos,<br />
y el peligro desviar que le amenace.<br />
Y así, como entre flores,<br />
ajeno a la maldad, al vicio ajeno,<br />
verle a lo grande tributar honores<br />
y el alto aprecio merecer del bueno.<br />
Y así a la Patria, al mundo,<br />
como prenda de paz y de amor santo,<br />
en acciones magnánimas fecundo<br />
un miembro digno regalar en tanto.<br />
¡Doblemos el aliento!<br />
Vamos al porvenir, la fe en el alma,<br />
para él a conquistar con ardimiento<br />
de ciencia, de virtud, de bien la palma.<br />
Diciembre de 1882.<br />
En horas de angustia<br />
En la enfermedad de mi segundo hijo.<br />
Sin brillo la mirada,<br />
bañado el rostro en palidez de muerte,<br />
casi extinta la vida, casi inerte,<br />
te miró con pavor el alma mía<br />
464
SALOMÉ UREñA DE hENRÍqUEz | POESÍAS ESCOGIDAS<br />
cuando a otros brazos entregué, aterrada,<br />
tu cuerpo que la fiebre consumía.<br />
En ruego entonces sobre el suelo frío,<br />
y de angustia y dolor desfalleciente,<br />
aguardé de rodillas ¡oh hijo mío!<br />
que descendiese el celestial rocío,<br />
el agua bautismal, sobre tu frente.<br />
Después, en mi regazo<br />
volví a tomarte, sin concierto, loca,<br />
de cabezal sirviéndote mi brazo,<br />
mientras en fuego vivo<br />
se escapaba el aliento de tu boca;<br />
y allí cerca, con treguas de momentos,<br />
el hombre de la ciencia, pensativo,<br />
espiaba de tu ser los movimientos.<br />
Pasaron intranquilas<br />
horas solemnes de esperanza y duda;<br />
latiendo el pecho con violencia ruda<br />
erraban mis pupilas<br />
de uno en otro semblante, sin sosiego,<br />
con delirio cercano a la demencia;<br />
y entre el temor y el ruego<br />
juzgaba, de mi duelo en los enojos,<br />
escrita tu sentencia<br />
hallar de los amigos en los ojos.<br />
¡Oh terrible ansiedad! ¡Dolor supremo<br />
que nunca a describir alcanzaría!<br />
Al cabo, de esa angustia en el extremo,<br />
reanimando mi pecho en agonía,<br />
con voz sin nombre ahora<br />
que a pintar su expresión habrá que cuadre,<br />
¡salvo! –dijo la ciencia triunfadora<br />
¡salvo! –gritó mi corazón de madre.<br />
¡Salvo, gran Dios! El hijo de mi vida,<br />
tras largo padecer, de angustia lleno,<br />
vástago tierno a quien la luz convida,<br />
salud respira en el materno seno.<br />
hermoso cual tus ángeles, sonríe<br />
de mi llamado al cariñoso arrullo,<br />
y el alma contemplándole se engríe<br />
de amor feliz y de inocente orgullo.<br />
465
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Por eso la mirada<br />
convierto al cielo, de mi bien testigo,<br />
y, de santa emoción arrebatada,<br />
tu nombre ensalzo y tu poder bendigo.<br />
Diciembre de 1884.<br />
¿Qué es Patria?<br />
¿qué es Patria? ¿Sabes acaso<br />
lo que preguntas, mi amor?<br />
Todo un mundo se despierta<br />
en mi espíritu a esa voz.<br />
Todo un mundo de recuerdos<br />
que han dejado en mi interior<br />
esperanzas que no mueren<br />
en la fe del corazón.<br />
¿qué es Patria? De tu inocencia<br />
al purísimo candor<br />
para hablarle de la Patria<br />
no halla el labio una expresión.<br />
En mis ojos arder siento<br />
de una lágrima el calor,<br />
meditando lo que ansías<br />
avanzar a tu razón;<br />
que tan sólo tres abriles<br />
a tu frente dan su albor,<br />
y te mueve ya ese nombre<br />
a curiosa indagación;<br />
ese nombre que mis cantos<br />
en el céfiro veloz<br />
suspirando siempre llevan<br />
con los ecos de mi amor.<br />
Mas es fuerza que te diga<br />
de la Patria alguna voz;<br />
que te diga cuanto en ella<br />
tu niñez cautiva hoy.<br />
Este hogar, donde inocente,<br />
de tus padres al calor,<br />
juegas tú con tus hermanos<br />
en gozosa animación;<br />
466
esos campos donde ufano<br />
del insecto vas en pos,<br />
donde charlas y sonríes<br />
con el pájaro y la flor!<br />
esas nubes de oro y grana<br />
de bellísimo color<br />
que tu júbilo alborozan<br />
cuando el alba anuncia el sol;<br />
esos astros que arrebatan<br />
tu infantil admiración;<br />
ese mar que te amedrenta<br />
con su acento atronador,<br />
son halagos y rumores<br />
y reflejos y alma y voz<br />
de esa Patria cuya idea<br />
se anticipa a tu razón.<br />
Y mañana serán ellos,<br />
que tu vida llenan hoy,<br />
los recuerdos inefables<br />
de la Patria y de su amor.<br />
1887.<br />
Tristezas<br />
A mi esposo ausente.<br />
SALOMÉ UREñA DE hENRÍqUEz | POESÍAS ESCOGIDAS<br />
Nuestro dulce primogénito,<br />
que sabe sentir y amar,<br />
con tu recuerdo perenne<br />
viene mi pena a aumentar.<br />
Fijo en ti su pensamiento.<br />
no te abandona jamás;<br />
sueña contigo, y despierto<br />
habla de ti nada más.<br />
Anoche, cuando, de hinojos.<br />
con su voz angelical<br />
dijo las santas palabras<br />
de su oración nocturnal;<br />
cuando allí junto a su lecho<br />
senteme amante a velar.<br />
467
esperando que sus ojos<br />
viniese el sueño a cerrar.<br />
incorporándose inquieto,<br />
cual presa de intenso afán,<br />
con ese acento que al labio<br />
las penas tan sólo dan,<br />
exclamó como inspirado:<br />
“¿Tú no te acuerdas, mamá?<br />
El sol qué bonito era<br />
cuando estaba aquí papá!”<br />
1888.<br />
Angustias<br />
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
A mi esposo, ausente en Europa.<br />
Torna a morir el sol. Así pasando<br />
van de tu ausencia los terribles días,<br />
en mi semblante pálido marcando<br />
la huella de profundas agonías.<br />
Torna a morir el sol. El hogar mío<br />
de arpegios infantiles está lleno;<br />
pero rueda del párpado sombrío<br />
una rebelde lágrima a mi seno.<br />
¿Podré, cuando regreses a mi lado,<br />
rico de porvenir, rico de ciencia,<br />
presentarte el tesoro inmaculado<br />
de este grupo de amor y de inocencia?<br />
¡Yo no lo sé! Cuando la muerte lanza<br />
su aliento destructor sobre este suelo,<br />
desfallece en mi pecho la esperanza<br />
y me finge el terror mi hogar en duelo.<br />
Yo no he visto en los círculos de Dante<br />
más terrible ansiedad, más cruel angustia;<br />
se rinde el corazón agonizante,<br />
y el alma siento desolada y mustia.<br />
¡Y tú sufres también! También los brazos<br />
extiendes a tu hogar con el deseo,<br />
y luchas del deber entre los lazos,<br />
cual otro encadenado Prometeo.<br />
468
¿Por qué dejé que tan prolija ausencia<br />
así emprendieras en momento aciago,<br />
si me siento morir sin tu presencia,<br />
si en todo miro aterrador amago?<br />
¿Si miramos los dos, lentas y frías,<br />
entre duda y afán pasar las horas,<br />
sin que calmen futuras alegrías<br />
las nubes del pesar abrumadoras?<br />
Imposible vivir así, llevando<br />
la angustia en el espíritu, la muerte;<br />
imposible vivir agonizando,<br />
sin luz el mundo y la existencia inerte.<br />
¡Acaba, llega! ¡que el hogar sin calma<br />
es de mis penas íntimas remedo;<br />
que tiemblo por los hijos de mi alma;<br />
que la vida sin ti me causa miedo!<br />
Diciembre de 1888.<br />
¡Adelante!<br />
A mi esposo.<br />
SALOMÉ UREñA DE hENRÍqUEz | POESÍAS ESCOGIDAS<br />
Deja a las turbas revolver audaces<br />
de tus limpias acciones el tesoro,<br />
buscando con qué herir de tu decoro<br />
la austera dignidad.<br />
que ni la envidia ni ambición cobarde<br />
dentro del pecho generoso abrigas,<br />
ni los favores pérfidos mendigas<br />
del aura popular.<br />
Tú que del bien por la espinosa vía<br />
firme, tranquilo, imperturbable avanzas,<br />
y tus nobles y grandes esperanzas<br />
en el estudio ves;<br />
alta la frente, el ánimo sereno,<br />
fija la vista al porvenir soñado,<br />
irás contra los golpes escudado<br />
de la pasión soez.<br />
Irás, aunque se crucen a tu paso<br />
los escollos que el mundo opone al bueno,<br />
aunque apures la copa de veneno<br />
que es premio a la virtud.<br />
469
que allá, como fanal que alumbra y guía<br />
tras de las nieblas del presente oscuro,<br />
brilla en los horizontes del futuro<br />
del ideal la luz.<br />
¿qué son a la conciencia del honrado<br />
los aplausos o el odio de un momento?<br />
Rumores que se pierden con el viento<br />
sin eco y sin valor.<br />
Sólo perdura en brillo permanente<br />
de la verdad la antorcha peregrina,<br />
y tú vas, como a luz que te ilumina,<br />
de la verdad en pos.<br />
Julio de 1889.<br />
Umbra<br />
A mi esposo.<br />
La mirada sin luz, la mente ansiosa,<br />
corto el aliento al pecho,<br />
en ruda agitación se va la vida…<br />
Allá perderse en la penumbra vaga<br />
miro las prendas del hogar benditas,<br />
mis hijos, en su cándido abandono,<br />
ajenos al amago<br />
de la suerte sobre ellos suspendida,<br />
y tú, de pie, bajo el dolor inmenso,<br />
nublada por el llanto la pupila.<br />
Resurrexit<br />
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Brota la luz en deslumbrantes ondas,<br />
el aire al pecho afluye,<br />
el espíritu absorto se reanima,<br />
y cunde y se dilata en las arterias<br />
el ritmo palpitante de la vida.<br />
Y bajo el ala cándida que extiende<br />
sobre el hogar en gozo<br />
ángel nuevo de paz que el cielo brinda,<br />
surgiendo victorioso de las sombras<br />
el cuadro de mi amor esplende al día.<br />
Abril de 1894.<br />
470
Mi Pedro 61<br />
SALOMÉ UREñA DE hENRÍqUEz | POESÍAS ESCOGIDAS<br />
Mi Pedro no es soldado; no ambiciona<br />
de César ni Alejandro los laureles;<br />
si a sus sienes aguarda una corona,<br />
la hallará del estudio en los vergeles.<br />
Si lo vierais jugar! Tienen sus juegos<br />
algo de serio que a pensar me inclina.<br />
Nunca la guerra le inspiró sus fuegos:<br />
la fuerza del progreso lo domina.<br />
hijo del siglo, para el bien creado,<br />
la fiebre de la vida lo sacude;<br />
busca la luz, como el insecto alado,<br />
y en sus fulgores a inundarse acude.<br />
Amante de la Patria, y entusiasta,<br />
el escudo conoce, en él se huelga,<br />
y de una caña, que transforma en asta,<br />
el cruzado pendón trémulo cuelga.<br />
Así es mi Pedro, generoso y bueno;<br />
todo lo grande le merece culto;<br />
entre el ruido del mundo irá sereno,<br />
que lleva de virtud germen oculto.<br />
Cuando sacude su infantil cabeza<br />
el pensamiento que le infunde brío,<br />
estalla en bendiciones mi terneza<br />
y digo al porvenir: Te lo confío!<br />
61 Esta composición se considera como la última que escribió la autora: en realidad, sólo<br />
las dos últimas estrofas son del mes de julio de 1896; las cuatro primeras fueron escritas<br />
en mayo de 1890. (Nota ed. 1920, pág. 109).<br />
471
Varias<br />
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Contestación 62<br />
Al joven poeta T. R. 63<br />
Más grato que del ave<br />
el cántico armonioso,<br />
que el ruido cadencioso<br />
del aura en el palmar;<br />
más tierno que el gemido<br />
de tórtola doliente,<br />
o de una mansa fuente<br />
el leve susurrar;<br />
oí yo de tu lira<br />
la suave melodía<br />
que diera al alma mía<br />
momentos de placer.<br />
Mas ¡ay! en esos dulces<br />
y plácidos acentos<br />
de tu alma los tormentos<br />
se dejan comprender.<br />
Si Cuba con sus bosques,<br />
sus vegas y sus flores,<br />
no brinda a tus dolores<br />
alivio ni solaz;<br />
si en medio de su encanto<br />
e ingénita belleza<br />
te sigue allí tenaz;<br />
la margen abandona<br />
del límpido Almendares,<br />
y vuelve, de tus lares,<br />
la brisa a respirar;<br />
y vuelve, del Ozama<br />
que corre dulcemente,<br />
la rápida corriente<br />
feliz a contemplar.<br />
Sí, bardo, torna al suelo<br />
que forma tu contento.<br />
do en blando movimiento<br />
tu cuna se meció.<br />
62 Excluida en la edición de 1920. Madrid.<br />
63 Temístocles A. Ravelo.<br />
472
Verás los anchos bosques<br />
y los amenos prados,<br />
do libre, sin cuidados,<br />
tu infancia transcurrió.<br />
Verás los altos robles,<br />
los grupos de palmeras<br />
que mece en las praderas<br />
la brisa tropical.<br />
Aún guarda el arroyuelo<br />
sus plácidos rumores;<br />
los pardos ruiseñores<br />
su cántico genial.<br />
De nuestra amada Patria<br />
el cielo transparente,<br />
bullir hará en tu mente<br />
la dulce inspiración;<br />
y al entonar gozoso<br />
tus fáciles cantares,<br />
el tedio y los pesares<br />
huirán del corazón.<br />
1870.<br />
Una lágrima 64<br />
En la muerte de L. P. A 65<br />
SALOMÉ UREñA DE hENRÍqUEz | POESÍAS ESCOGIDAS<br />
Proscrito, solo, errante y sin consuelo<br />
al extranjero suelo<br />
te arrojó sin piedad la suerte instable,<br />
pero su golpe rudo, lamentable,<br />
te vimos soportar con noble calma,<br />
sin que nunca tu alma<br />
cobarde se abatiera y miserable.<br />
Tu corazón que ante el dolor ajeno<br />
sensible se mostrara<br />
y que el propio arrostró siempre sereno;<br />
tu noble corazón, do se albergara<br />
el patrio sentimiento<br />
hora yace sin ser ni movimiento.<br />
Rauda elevose a la mansión etérea<br />
el ánima que ufana,<br />
64 Excluida en la edición de 1920. Madrid.<br />
65 Lorenzo Puente Acosta, poeta puertorriqueño.<br />
473
en su ilusión aérea<br />
ansiaba sólo con vehemente anhelo,<br />
ver tremolar en el nativo suelo<br />
de libertad la enseña soberana.<br />
Tu patria idolatrada<br />
nunca borraste de tu fiel memoria;<br />
mil veces la lloraste encadenada<br />
y en tono melodioso<br />
tu lira lamentó su triste historia;<br />
tu lira que templabas afanoso<br />
para ensalzarla en su futura gloria.<br />
La patria, bardo, para ti formaba<br />
tu bien mayor y tu ilusión más bella;<br />
tu pecho la adoraba<br />
con ciega idolatría;<br />
acaso con afán en tu agonía<br />
aun clamaste por ella.<br />
Mas, en vano, que bárbara, implacable<br />
no te dejó la muerte inexorable<br />
ver de tu libertad el fausto día.<br />
Pero ya libre de miseria y llanto<br />
el suelo abandonaste,<br />
y raudo te elevaste<br />
a ese mundo de luz do no hay quebranto;<br />
ya huellas, ¡mártir! la celeste esfera,<br />
mansión de eterna vida;<br />
habitas ya la Patria verdadera<br />
al justo prometida,<br />
en donde el alma con fervor profundo<br />
himnos entona al hacedor del mundo.<br />
1870.<br />
Un gemido 66<br />
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Sobre la tumba de mi malogrado amigo<br />
José Francisco Pichardo.<br />
Yo no vengo a la tierra donde yaces<br />
a sembrar una flor, no puedo tanto,<br />
yo no vengo a ofrecerte un nuevo canto,<br />
en notas de sublime inspiración;<br />
66 Excluida en la edición de 1920. Madrid.<br />
474
SALOMÉ UREñA DE hENRÍqUEz | POESÍAS ESCOGIDAS<br />
no brotan flores en mi senda estéril,<br />
ni el arpa del dolor tiene armonía<br />
gemidos sólo guarda el alma mía<br />
y un gemido te rinde el corazón.<br />
Un gemido no más, solo tributo<br />
que te brinda mi pecho lacerado,<br />
a ti que fuiste siempre condenado<br />
a gemir en la tierra como Job.<br />
Y que aguardar supiste resignado<br />
el término de tanto sufrimiento,<br />
abismándose en Dios tu pensamiento<br />
soñando en otro mundo cual Jacob.<br />
Yo te vi padecer, sin que pudiera<br />
de tus males la bárbara fiereza<br />
abatir de tu pecho la entereza<br />
ni tu heroica paciencia contrastar.<br />
Superior al destino que en tu frente<br />
descargara su inmensa pesadumbre,<br />
supiste del saber a la ardua cumbre<br />
el vuelo poderoso levantar.<br />
Y en la arena revuelta de la vida<br />
arrojado en combate permanente,<br />
sucumbiste luchando heroicamente<br />
sin ceder al destino tu valor.<br />
hoy por eso en el polvo removido<br />
que de tu ser oculta los despojos,<br />
derraman una lágrima mis ojos<br />
recordando tu historia de dolor.<br />
Mas ahora, ya sin penas en la altura<br />
del ángel a las suaves armonías,<br />
unirás las acordes melodías,<br />
con que supo arrobarnos tu laúd.<br />
Y duerme en paz: no turbe tu reposo<br />
de mi dolor el lánguido gemido<br />
mientras ciñes en premio merecido<br />
los lauros del martirio y la virtud.<br />
1873.<br />
475
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
A los leutones<br />
Consagrados el 24 de junio (1873), en la logia<br />
“Cuna de América No. 2” 67<br />
Cual águila caudal con noble anhelo,<br />
a la región vacía<br />
levanta, ¡oh musa! el majestuoso vuelo:<br />
raudales de armonía<br />
pide a la inspiración, y al sol radiante<br />
roba un destello de su luz brillante.<br />
Y ven conmigo al templo luminoso<br />
donde la unión se mira;<br />
ven y contempla en su interior suntuoso<br />
el cuadro que me inspira;<br />
el que hace, ¡oh musa! que de ti demande<br />
un himno nuevo, melodioso y grande.<br />
Templo de amor donde la luz impera<br />
sin término ni ocaso,<br />
donde feliz la humanidad entera<br />
se estrecha en dulce lazo;<br />
y donde ajeno al mundanal tumulto<br />
a Dios se rinde reverente culto;<br />
do se desborda de su inmensa fuente<br />
la caridad preciada,<br />
donde siempre el clamor del indigente<br />
halló fácil entrada,<br />
y el huérfano infeliz en su amargura<br />
apoyo firme, protección segura;<br />
donde hoy gozosa, con amante halago<br />
entre variadas flores<br />
que del incienso con el humo vago<br />
confunden sus olores,<br />
conducida la infancia placentera<br />
recibe del amor la unción primera.<br />
Vosotros, niños, esperanza bella<br />
del porvenir incierto,<br />
de vuestros padres la marcada huella<br />
seguid con digno acierto,<br />
y seréis, imitando su alto ejemplo,<br />
firmes columnas de tan noble templo.<br />
67 Excluida en la edición de 1920. Madrid.<br />
476
Este momento con tenaz porfía<br />
grabad en la memoria,<br />
y pueda por vosotros algún día,<br />
con majestad y gloria,<br />
de la eterna verdad el sol fecundo<br />
más bello alzarse a iluminar el mundo.<br />
1873.<br />
Gratitud 68<br />
SALOMÉ UREñA DE hENRÍqUEz | POESÍAS ESCOGIDAS<br />
A mi buen amigo el distinguido poeta<br />
Federico Henríquez y Carvajal.<br />
¡Oh! ¡cuán grato es para el alma<br />
una voz amiga oír!<br />
¡Oh! ¡cuán grato es para el alma<br />
de amistad en dulce calma<br />
una ofrenda recibir!<br />
Yo escuché tu blando acento<br />
con vivísima emoción;<br />
yo escuché tu blando acento,<br />
y expresarte lo que siento<br />
no pudiera mi canción.<br />
¡Ah! perdona si una ofrenda<br />
no hallo digna para ti;<br />
¡Ah! perdona si una ofrenda<br />
de la tuya en rica prenda<br />
yo no vengo a darte aquí.<br />
Auras libres, ecos graves,<br />
dadle acordes al laúd;<br />
auras libres, ecos graves,<br />
id, y al bardo en tonos suaves<br />
murmurad mi gratitud.<br />
1874.<br />
En la muerte de María Isabel<br />
Rodríguez de García 69<br />
¡Murió! triste en mi oído<br />
ese lamento lúgubre resuena<br />
por un eco doliente repetido.<br />
68Excluida en la edición de 1920. Madrid.<br />
69Excluida en la edición de 1920. Madrid.<br />
477
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
¡Murió! la brisa gime…<br />
voló radiante a la mansión serena<br />
del eterno reposo su alma justa;<br />
que aquí en la tierra, de virtud sublime,<br />
cumplida estaba su misión augusta.<br />
¡Alma llena de angélica ternura!<br />
¡Cuánta lágrima, cuánto sollozo<br />
de afán y de amargura<br />
acompaña tu viaje misterioso!<br />
Tu ingénita bondad, tu trato afable<br />
que la amistad desconsolada llora,<br />
harán eterna tu memoria amable<br />
para esta sociedad que, en duelo ahora,<br />
tu pérdida lamenta, irreparable.<br />
Allá en las horas de la infancia mía,<br />
joven, alegre, cariñosa y buena,<br />
ornada de virtudes te veía,<br />
de orgullo libre, de ambición ajena:<br />
yo vi cuando ataviada<br />
de boda con el traje reluciente,<br />
de juventud radiante, y coronada<br />
de purísimas flores la alba frente,<br />
ante el ara nupcial fuiste llevada.<br />
Madre te vi después en grata calma<br />
rodeada de tu prole bulliciosa<br />
abrir a tanta dicha libre el alma;<br />
y amante, amada y excelente esposa,<br />
del respeto del mundo protegida<br />
gozar en paz de tu ventura cierta.<br />
Luego… cercada de aflicción y lloro,<br />
a mi atónita vista sorprendida<br />
apareces inmóvil, muda, yerta,<br />
rotos de tu existir los suaves lazos,<br />
sorda al clamor del inocente coro<br />
que en vano busca tus maternos brazos.<br />
En vano, ¡ay Dios! en vano,<br />
extinto yace el corazón que ufano<br />
en bien fecundo y en piedad constante<br />
de la virtud a impulsos latió un día;<br />
y amor, y dicha, y juventud brillante,<br />
todo lo guarda ya la tumba fría.<br />
Lloremos, ¡ay! el ánimo intranquilo<br />
gime acatando del destino el fallo,<br />
478
que en el hogar, de la ventura asilo,<br />
cual iracundo rayo<br />
descargó de la muerte la inclemencia,<br />
y orfandad y viudez dejó en herencia.<br />
Mas, no; ¡silencio! del pesar profundo<br />
cese en los aires el clamor perenne;<br />
no vaya a interrumpir la voz del mundo<br />
de su sueño eternal la paz solemne.<br />
Dichosa el alma generosa y pura<br />
que en el amor del bien su dicha encierra,<br />
que llena de ternura<br />
como un ángel de paz cruza la tierra<br />
digna aureola de virtud ciñendo;<br />
y de este valle de aflicción y luto<br />
al éter ascendiendo,<br />
lamento general lleva en tributo!<br />
1876.<br />
A la niña I. A. C. 70<br />
SALOMÉ UREñA DE hENRÍqUEz | POESÍAS ESCOGIDAS<br />
Con motivo de haberme dedicado su leyenda<br />
“Higuenamota”.<br />
Cándida niña, la del alma grande,<br />
la de entusiasta numen feliz,<br />
la que a mis playas grata llegando,<br />
goza, admirando<br />
el cielo hermoso de mi país;<br />
la que en mis bosques embalsamados<br />
ricas esencias bebe al pasar,<br />
y, temerosa, mira fervientes<br />
las imponentes<br />
olas que encumbra mi altivo mar;<br />
la que en la historia de mi quisqueya<br />
sus tradiciones buscando fiel,<br />
tiende al pasado la fantasía<br />
y al alma mía<br />
página tierna viene a ofrecer;<br />
¿sabes acaso que al patrio suelo<br />
perenne culto rinde mi amor?<br />
70 Inés Aminta Consuegra. Excluida en la edición de 1920. Madrid.<br />
479
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
¿Sabes que todo cuanto atesora<br />
férvido adora<br />
con fiel delirio mi corazón?<br />
¿Sabes, ¡oh niña! que amante siempre<br />
de Patria el nombre, con tierno afán,<br />
trémulo el labio murmura al viento,<br />
y el pensamiento<br />
siempre con ella soñando va?<br />
¿Sabes que gimo cuando ella gime?<br />
que si en su frente rayo gentil<br />
de dichas luce cual mensajero<br />
con ella espero<br />
triunfos y lauros del porvenir?<br />
¡Oh! sí, lo sabes, tú que me brindas<br />
con voz del alma, con tierna fe,<br />
las impresiones arrobadoras<br />
que en dulces horas<br />
pudo inspirarte mi patrio edén.<br />
¡Oh! sí, lo sabes, tú que en la historia<br />
de su pasado triste y fatal,<br />
inspiraciones tiernas hallando,<br />
grata, enlazando<br />
con ellas, niña, mi nombre vas.<br />
¡Guárdete el cielo! tu generoso,<br />
tu puro acento blando y sutil<br />
como el suspiro del aura errante,<br />
del pecho amante<br />
las fibras todas hizo latir.<br />
¡Oh! ¡Si pudiera recompensarte<br />
las emociones de ignoto bien,<br />
la paz serena, la suave calma<br />
que allá en el alma<br />
tu ofrenda santa supo verter!<br />
Mas, sólo puedo, cuando en mi oído<br />
voces del cielo murmuras tú,<br />
del puro idioma del sentimiento<br />
débil acento<br />
darte en las notas de mi laúd.<br />
1877.<br />
480
Una esperanza 71<br />
Al Sr. D. Enrique Coronado 72<br />
SALOMÉ UREñA DE hENRÍqUEz | POESÍAS ESCOGIDAS<br />
Oh, tú, que errante vagas, ausente de tus lares,<br />
vertiendo en tristes notas tu amarga decepción!<br />
Escúchame un momento, da tregua a tus pesares<br />
y entrega a la esperanza tu mártir corazón.<br />
No pueden, no, calmando tus horas de amargura,<br />
llevarte mis cantares un eco del hogar;<br />
mas pueden anunciarte que vívido fulgura<br />
de redención el iris sobre el Caribe Mar.<br />
Y pueden, sí, llevarte los votos que del alma,<br />
colmados de esperanza, se elevan hasta Dios,<br />
pidiendo para Cuba la bienhechora palma<br />
que busca en los combates y del martirio en pos.<br />
Mil veces ¡ay! me trajo la brisa confidente<br />
de víctimas inermes los ayes de dolor,<br />
y el grito de los héroes, enérgico y potente,<br />
y de los bravos mártires el himno redentor.<br />
Y a cada nuevo lauro que alcanza en la pelea<br />
la perla de los mares del mundo tropical,<br />
dilátanse las fibras del alma que desea<br />
levante victoriosa la frente virginal.<br />
Se abate ya el orgullo de la arrogante España;<br />
ya tiembla y retrocede, sin fuerzas, el león;<br />
y en vívidos fulgores el horizonte baña<br />
la Estrella Solitaria de augusta redención.<br />
La perla codiciada del mundo americano,<br />
la tímida cautiva, potente se alza ya;<br />
y, el carcomido yugo rompiendo del hispano.<br />
triunfante, de los libres el himno entonará.<br />
La América Latina con palmas y con flores<br />
se apresta de ese triunfo la gloria a celebrar,<br />
y anhela entre el estruendo de aplausos y loores<br />
la redimida sierva sonriendo coronar.<br />
1875.<br />
71 A pesar de su fecha, 1875, no figura en la edición de <strong>Poesía</strong>s, 1880.<br />
72 En respuesta a versos que el poeta cubano dedicó a la autora. (Nota ed. 1920, pág. 113).<br />
481
El ave y el nido<br />
¿Por qué te asustas, ave sencilla?<br />
¿Por qué tus ojos fijas en mí?<br />
Yo no pretendo, pobre avecilla,<br />
llevar tu nido lejos de aquí.<br />
Aquí, en el hueco de piedra dura,<br />
tranquila y sola te vi al pasar,<br />
y traigo flores de la llanura<br />
para que adornes tu libre hogar.<br />
Pero me miras y te estremeces,<br />
y el ala bates con inquietud,<br />
y te adelantas, resuelta, a veces,<br />
con amorosa solicitud.<br />
Porque no sabes hasta qué grado<br />
yo la inocencia sé respetar,<br />
que es, para el alma tierna, sagrado<br />
de tus amores el libre hogar.<br />
¡Pobre avecilla! Vuelve a tu nido<br />
mientras del prado me alejo yo;<br />
en él mi mano lecho mullido<br />
de hojas y flores te preparó.<br />
Mas si tu tierna prole futura<br />
en duro lecho miro al pasar,<br />
con flores y hojas de la llanura<br />
deja que adorne tu libre hogar.<br />
1875.<br />
Impresiones<br />
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
A José Joaquín Pérez, en respuesta a la dedicatoria<br />
de su colección de Fantasías indígenas. 73<br />
quejas del alma, vagos rumores,<br />
lejanas brumas, rayos de luz,<br />
fragante aroma de índicas flores,<br />
himnos de guerra, cantos de amores<br />
brotan al ritmo de tu laúd.<br />
¿quién, recorriendo tus Fantasías,<br />
hijas del trópico abrasador,<br />
73 En ed. 1880, pág. 49: Al distinguido poeta J. J. Pérez, autor de las “Fantasías indígenas”.<br />
482
SALOMÉ UREñA DE hENRÍqUEz | POESÍAS ESCOGIDAS<br />
vibrar no siente las armonías<br />
de aquella raza que en otros días<br />
poblar sus selvas quisqueya vio?<br />
Sobre la cumbre de las montañas,<br />
de las palmeras bajo el dosel,<br />
al grato abrigo de las cabañas,<br />
y hasta en las grutas al hombre extrañas,<br />
haces del indio la sombra ver.<br />
Y el aire cruza triste lamento.<br />
y el eco suena del tamboril,<br />
y al valle indiano, y al ave, al viento.<br />
a todo presta tu blando acento<br />
fuego, armonía, vida y matiz.<br />
Y el junco verde que en la onda gira,<br />
la tumba sola que arrulla el mar,<br />
y el ave errante que allá suspira,<br />
notas perennes dan a tu lira,<br />
tristes historias llenas de afán.<br />
Entre sus bosques afortunados<br />
no escuchó nunca a indiana grey<br />
dulces areitos tan acordados<br />
como tus cantos privilegiados,<br />
vagos preludios de ignoto edén.<br />
Parece, bardo, que el genio ardiente<br />
de estas regiones habitador<br />
templó tu lira suave y doliente,<br />
y en viva lumbre bañó tu frente<br />
dando a tus ritmos inspiración.<br />
que si inspirado suena tu canto<br />
poblando aéreo la soledad,<br />
ávida el alma te sigue, en tanto<br />
que dulces notas de nuevo encanto<br />
fascinadoras haces vibrar.<br />
Cuando al transporte del numen cedes,<br />
cuando tu mano pulsa el laúd<br />
y en la armonía fácil excedes,<br />
¡ay, quién pudiera, como tú puedes,<br />
dar a sus trovas música y luz!<br />
Pues de una fama ya merecida<br />
tus Fantasías vuelan en pos,<br />
483
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
mientras acepto, reconocida,<br />
de esos cantares llenos de vida<br />
con noble orgullo la ofrenda yo,<br />
¡oh de la patria de Anacaona<br />
cantor amante, bardo feliz!<br />
ciñe con flores de nuestra zona<br />
la que prepara digna corona<br />
para tus sienes el porvenir.<br />
1877.<br />
En defensa de la sociedad 74<br />
Pasad, pasad por las puertas,<br />
preparad la calle al pueblo;<br />
allanad el camino,<br />
y alzad el estandarte a los pueblos.<br />
Isaías, LXII, 10.<br />
Espíritu creador, numen fecundo<br />
que en incansable actividad dilatas<br />
de tu excelso poder las maravillas,<br />
tú que perenne brillas<br />
en las obras del bien, tú que arrebatas<br />
a regiones sin fin el pensamiento<br />
y extiendes con tu amor de mundo a mundo<br />
las leyes del eterno movimiento:<br />
¿será que la preciada<br />
sublime hechura de tu augusta diestra<br />
condenes al reposo de la nada?<br />
¿Será que aletargada,<br />
de tu activo poder ante la muestra,<br />
en indolente ociosidad rendida<br />
admirándote ¡oh Dios! pasa la vida?<br />
No: despertad, los que del campo ameno<br />
en la florida alfombra<br />
sólo buscáis al ánimo sereno<br />
horas de paz en ignorada sombra.<br />
Alzad, los que siguiendo<br />
de la corriente el agradable giro,<br />
un anatema al popular estruendo<br />
lanzáis, soñando más feliz retiro.<br />
74 En ed. 1880, pág. 72: A los científicos y artistas. (Dedicatoria).<br />
484
SALOMÉ UREñA DE hENRÍqUEz | POESÍAS ESCOGIDAS<br />
No es el orgullo quien levanta al cielo<br />
pirámide grandiosa<br />
y alzar pretende a lo infinito el vuelo:<br />
es la chispa inmortal, que poderosa<br />
la inmensidad fatiga,<br />
y en constante anhelar y afán interno<br />
hace que el hombre en su delirio siga<br />
algo de grande cual su fin eterno.<br />
El solo es quien anima<br />
del yerto mármol la materia dura,<br />
el que las obras del Creador sublima<br />
en paisajes de espléndida pintura<br />
y al fuego fecundante de la idea<br />
descubre mundos y portentos crea.<br />
No todo es paz y amor, delicia grata,<br />
allá del campo en el silencio amigo,<br />
ni en cuanto abarca la inocencia mora:<br />
también allí la tempestad desata<br />
su furia destructora,<br />
el áspid en las flores tiene abrigo,<br />
y el ave de rapiña, turbulenta,<br />
la presa entre sus garras atormenta.<br />
No todo es vicio y confusión y horrores<br />
entre el social tumulto:<br />
tras ese velo de maldad y errores<br />
luz halla el genio, y el Eterno culto,<br />
palmas el bien y la virtud loores.<br />
De un Dios también la majestad potente<br />
se dilata en espacios sin medida<br />
allí do el alma pensadora siente<br />
bullir el mundo y palpitar la vida.<br />
En solitaria calma<br />
no se alza sólo hasta el Creador el alma,<br />
ni del campo en la paz siempre vivieron<br />
los pocos sabios que en el mundo fueron.<br />
La sociedad que avanza<br />
sus destinos altísimos comprende,<br />
y al ocio opone varonil pujanza,<br />
y a realizar su perfección asciende.<br />
Es ella la que, activa,<br />
los bíblicos asombros hoy renueva,<br />
Moisés moderno que al desierto lleva<br />
raudales de agua viva,<br />
485
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
que al pueblo del Señor la senda traza<br />
y resignado escucha<br />
las voces de la turba que amenaza;<br />
nuevo Josué que en gigantesca lucha<br />
detiene allá en su esfera<br />
del padre de los astros la carrera.<br />
Por ella en lid de fama<br />
raros prodigios el ingenio luce<br />
y del mundo los ámbitos inflama;<br />
al imperioso empuje de su vuelo,<br />
vencida la distancia se reduce,<br />
divídense los istmos,<br />
descorren los espacios su ancho velo,<br />
descubren sus secretos los abismos,<br />
y preso en redes que la industria labra<br />
lleva atónito el rayo la palabra.<br />
Y esa es del hombre la misión sublime:<br />
disipar del error la sombra densa,<br />
y a la ignorancia que en tinieblas gime<br />
llevar la luz de la verdad que piensa.<br />
¡ Oh soñadoras almas<br />
que en perenne quietud y paz cumplida<br />
anheláis a la sombra de las palmas<br />
en ocio estéril enervar la vida!<br />
Volved, no es ese el puesto<br />
donde el deber, la humanidad que llora,<br />
y el mismo Dios, a la inacción opuesto,<br />
os mandan combatir hora tras hora.<br />
Volad a las regiones<br />
donde en lucha de honor el bien levanta<br />
glorioso sus pendones<br />
y a conquistar el orbe se adelanta.<br />
¡El mundo pide luz, dadle ese rayo<br />
que amortiguáis en criminal desmayo!<br />
habite ufano el labrador activo<br />
los campos que fecunda,<br />
mostrando al ocio esquivo<br />
la honrada frente que el sudor inunda.<br />
Corra el audaz minero<br />
que fatiga la tierra y arrebata<br />
espléndido el venero<br />
que en su seno preciado se dilata.<br />
486
Vuele a poblar el campo abandonado,<br />
abriendo al porvenir dignas contiendas,<br />
el que de ciencia y de virtud llevado<br />
domeña la cerviz de altivos montes,<br />
descubre nuevas sendas,<br />
ensancha los cerrados horizontes<br />
y del desierto hasta el confín lejano<br />
lleva los triunfos del progreso humano.<br />
Mas ¡ah! los que rendidos<br />
de la arena del mundo en el combate<br />
lleváis del desencanto los gemidos<br />
al corazón que de entusiasmo late:<br />
¡paso a la inteligencia!<br />
Desmayados atletas, apartaos!<br />
Y vosotros, alumnos de la ciencia,<br />
que fecundáis el caos<br />
poblándolo de espléndidas creaciones,<br />
no deis tregua al destino:<br />
alzad el estandarte a las naciones,<br />
abrid a las virtudes el camino.<br />
1878.<br />
La Transfiguración<br />
SALOMÉ UREñA DE hENRÍqUEz | POESÍAS ESCOGIDAS<br />
Al Pbro. Dr. Fernando Arturo de Meriño.<br />
¡Oh musa! El vuelo tiende<br />
sobre la cumbre del Tabor radiante,<br />
y al fuego de la llama en que se enciende<br />
la nube centellante,<br />
alza de gloria el cántico triunfante.<br />
Y di cómo en su altura,<br />
postrado el Cristo en oración sublime,<br />
al cielo eleva la mirada pura;<br />
mas no el pesar le oprime<br />
ni acongojado en su plegaria gime.<br />
Ni el ángel mensajero<br />
le ofrece del dolor la copa amarga,<br />
ni del suplicio que le aguarda fiero<br />
la pesadumbre larga<br />
rinde sus fuerzas ni su mente embarga.<br />
No, que al martirio infausto<br />
antes de humilde doblegar el cuello,<br />
487
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
de las culpas del hombre en holocausto,<br />
dejar patente y bello<br />
de su divinidad quiere un destello.<br />
Mirad: a la ardua cumbre<br />
sube inspirado, con segura planta,<br />
y deja tras de sí la muchedumbre:<br />
que para gloria tanta,<br />
seguido de tres sólo se adelanta.<br />
Y llega, y prosternado,<br />
en éxtasis sublime se recrea,<br />
y, al fuego de la fe transfigurado,<br />
su frente centellea<br />
encendida en los rayos de la idea;<br />
y evoca entre el misterio<br />
de la pasada edad sombras gloriosas<br />
que dóciles se inclinan a su imperio,<br />
viniendo presurosas<br />
homenaje a rendirle fervorosas.<br />
Allí su talla muestra<br />
la gigante figura enaltecida<br />
que a la luz del relámpago siniestra<br />
sobre la cumbre erguida<br />
promulgó del Sinaí la ley de vida.<br />
Y allí el profeta ardiente,<br />
el profeta del bien, que, peregrino<br />
sin tregua perseguido entre la gente,<br />
con ímpetu divino<br />
en alas ascendió del torbellino.<br />
Con ellos, inspirado,<br />
de su trágico fin habla el Mesías;<br />
de Moisés toma el código sagrado<br />
y del divino Elías<br />
la fe de las antiguas profecías.<br />
Y así combina el Justo<br />
los elementos de la Ley moderna,<br />
el nuevo Credo, el Testamento augusto<br />
que cual ofrenda tierna<br />
legó a los hombres en memoria eterna.<br />
¿Do están los que sus huellas<br />
siguieron al Tabor entusiasmados<br />
488
SALOMÉ UREñA DE hENRÍqUEz | POESÍAS ESCOGIDAS<br />
y vieron de su faz las luces bellas?<br />
Miradlos deslumbrados<br />
y de asombro y pavor allí postrados.<br />
Y en férvido arrebato,<br />
el pecho ardiendo en sacrosanto fuego,<br />
Pedro, el apóstol de la Iglesia ornato,<br />
en exaltado ruego<br />
la rienda suelta a su entusiasmo ciego;<br />
y alzar en lo eminente<br />
de la cumbre tendidos pabellones<br />
pide en el rapto de su amor ardiente,<br />
soñando en sus regiones<br />
detener de la Ley a los varones;<br />
cuando quedara inerte<br />
mudo de asombro, porque el éter baña<br />
fúlgida nube que destellos vierte<br />
de claridad extraña<br />
y enciende en viva lumbre la montaña.<br />
Y voz de eco profundo<br />
repite como el trueno en la eminencia:<br />
“Mirad al hijo en quien mi gloria fundo,<br />
mi eterna complacencia:<br />
oíd de su palabra la excelencia.”<br />
La faz contra la tierra<br />
los apóstoles vuelven con espanto<br />
al eco de esa voz que los aterra; 75<br />
y se disipa en tanto<br />
de aquel prodigio el misterioso encanto.<br />
Alzad, alzad la frente;<br />
desierta está la cumbre centellante<br />
que habéis de eternizar entre la gente,<br />
y sólo allí, radiante,<br />
sereno, al hombre-Dios se ve triunfante.<br />
Así fortalecidos<br />
por un portento que la mente abruma,<br />
seguido en vuestro asombro confundidos: 76<br />
ni el labio ni la pluma<br />
el brillo cuenten de su gloria suma.<br />
75 En ed. 1880, pág. 80: al eco de esa voz que les aterra;<br />
76 En ed. 1880, pág. 80: seguidle en vuestro asombro confundidos;<br />
489
Dejad que, entre el tumulto<br />
de la iracunda plebe turbulenta,<br />
blanco se mire de cobarde insulto,<br />
y apure de la afrenta<br />
la amarga hiel sobre la cruz sangrienta.<br />
Dejad que el hombre ciego<br />
desconozca su origen soberano;<br />
que de esa sangre al generoso riego<br />
germinará, lozano,<br />
fecundo, el bien del porvenir humano.<br />
Y luego, cuando el mundo<br />
se encienda al rayo que en su frente brilla,<br />
al orbe puesto en estupor profundo<br />
cantad con fe sencilla<br />
del Tabor inmortal la maravilla.<br />
1878.<br />
Caridad 77<br />
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Pasó la tempestad… ¡Emprende el vuelo<br />
como el ave del arca,<br />
espíritu de amor y de consuelo!<br />
que ya el iris de paz su franja enarca,<br />
se alegra el firmamento<br />
y se adormece el mar y calla el viento.<br />
De nuevo olivo la celeste rama<br />
en horrorosa angustia<br />
desventurada multitud reclama:<br />
los seres ¡ay! que con el alma mustia<br />
contemplan entre asombros<br />
deshechos sus hogares en escombros.<br />
Llega trayendo con amante giro<br />
en voz conmovedora,<br />
en la rítmica nota del suspiro,<br />
un eco de esperanza bienhechora,<br />
de caridad sublime.<br />
que la fe aliente y el valor reanime.<br />
Recorre de quisqueya las hermosas<br />
comarcas florecientes:<br />
77 Escrita para la velada benéfica celebrada con motivo del huracán que azotó<br />
la zona sur del país. Esta poesía no fue incluida en la edición de 1920.<br />
Madrid.<br />
490
SALOMÉ UREñA DE hENRÍqUEz | POESÍAS ESCOGIDAS<br />
escenas de amargura, lastimosas,<br />
los ojos miran al girar dolientes,<br />
¡y yermas, desoladas,<br />
las campiñas del sur infortunadas!…<br />
Sopló sobre ellas en momento aciago,<br />
con ímpetu sin nombre,<br />
la pavura sembrando y el estrago,<br />
conturbando el espíritu del hombre,<br />
indómito, furente,<br />
el huracán del trópico rugiente…<br />
¿No ves sobre la playa los despojos<br />
del contrastado leño<br />
que atestiguan del ponto los enojos?<br />
Allá los restos del hogar sin dueño<br />
despedazados mira<br />
publicando el furor del viento en ira.<br />
Y los campos también ayer cubiertos<br />
de mieses productoras<br />
desnudos ¡ay! aparecer desiertos:<br />
¡se encresparon las aguas, bramadoras,<br />
y el desbordado río<br />
sorbió feroz el bienhechor plantío!…<br />
Todo ceder al general trastorno<br />
en rápidos instantes<br />
de esa bella región mirose en torno,<br />
y haciendas pingües y riquezas de antes,<br />
y generosas vidas,<br />
del estrago en la ruina confundidas.<br />
Llega buscando el óbolo bendito,<br />
la cariñosa ofrenda<br />
que atesora de bien precio infinito;<br />
y así llevando la valiosa prenda,<br />
volemos en ayuda<br />
del desvalido, el huérfano, la viuda.<br />
Escucha la plegaria que levantan<br />
en numeroso coro;<br />
ya las manos se extienden, se adelantan<br />
a enjugar de sus párpados el lloro;<br />
a preparar abrigo<br />
al que sin techo se encontró mendigo.<br />
491
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Y a más allá de do la vista alcanza,<br />
del viento y de la nube,<br />
¡oh santa caridad! en tu alabanza<br />
eco de gratitud al cielo sube,<br />
y ufanos te bendicen<br />
seres que al mundo tu excelencia dicen.<br />
Septiembre 24, 1883.<br />
Víctor Hugo<br />
¡Vedlo! Allí está! De pie sobre la cumbre,<br />
¡mirando a todos con piedad suprema;<br />
allí lo encontrará la muchedumbre<br />
cuando en horas de afán y pesadumbre<br />
del genio y la virtud busque el emblema.<br />
1885.<br />
En la muerte de F. X. Billini<br />
¡Dejadlo descansar! heroico, fuerte,<br />
ungido para el bien, se irguió en la vida;<br />
cayó luchando, y alcanzó en la muerte<br />
alta victoria y fama esclarecida.<br />
¿A qué llorar? De su labor fecunda<br />
Mirad las obras en conjunto vario:<br />
Bien puede reposar quien labra y funda<br />
Y edifica y combate: es necesario.<br />
Al afligido, al huérfano, al anciano,<br />
al demente infeliz, tended los ojos,<br />
tended el corazón, tended la mano,<br />
si honrar queréis del bueno los despojos.<br />
Esas obras que ayer de su alma pía<br />
surgieron al esfuerzo formidable<br />
levantad en magnánima porfía<br />
con base firme y vida perdurable.<br />
Eso pide, eso espera el que, hoy dormido,<br />
amar y redimir tuvo por gloria:<br />
salvar sus ideales del olvido<br />
es digno monumento a su memoria.<br />
Abril de 1890.<br />
492
¡Pobre niño!<br />
En la muerte de José María Pichardo Patín,<br />
discípulo de Hostos.<br />
Ayer no más, al beso<br />
de maternal ternura peregrina,<br />
la vida te sonrió con embeleso,<br />
dejando un rayo de la luz divina<br />
sobre tu frente impreso.<br />
Al verte, los que alzamos<br />
el pendón sacrosanto de los buenos,<br />
los que la fe del porvenir guardamos,<br />
en ti, gozosos, de entusiasmo llenos,<br />
un lidiador miramos.<br />
Y ¡ay! el dolor se avanza,<br />
se interpone a tu paso en el camino,<br />
desfalleces al golpe que te alcanza,<br />
y al peso abrumador de tu destino<br />
se extingue de la Patria una esperanza.<br />
1886.<br />
Mi óbolo<br />
SALOMÉ UREñA DE hENRÍqUEz | POESÍAS ESCOGIDAS<br />
Para la fiesta a beneficio de las víctimas del incendio<br />
del 3 de mayo en la Ciudad Nueva, de Santo Domingo.<br />
Escombros y cenizas en el suelo,<br />
angustia en el espíritu sin calma,<br />
eso guarda no más en desconsuelo<br />
quien hogar tuvo ayer y en paz el alma,<br />
hoy abatida y contristada llora<br />
la ruina y destrucción de sus hogares<br />
inquieta multitud que al cielo implora<br />
de su perdido bien en los lugares.<br />
¡Ayudemos al triste en la contienda<br />
para alzar las moradas destruidas!<br />
Al concurso yo traigo por ofrenda<br />
estas notas del arpa desprendidas.<br />
¡Paso abridles! La lira del poeta<br />
tiene tonos enérgicos y extraños,<br />
que vibran como acentos de profeta<br />
y almas conmueven y conjuran daños.<br />
493
Fe<br />
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
¡Paso abridles! La risa del sarcasmo<br />
huya del labio que entreabrió la duda:<br />
yo vengo con la fe del entusiasmo,<br />
con esa fe que las montañas muda.<br />
Allá en tiempos remotos, muy remotos,<br />
en playas de estas playas muy distantes,<br />
cuando en los climas vírgenes e ignotos<br />
fijaban su mansión pueblos errantes,<br />
de la lira a los mágicos acentos,<br />
bajo un cielo de eternas claridades,<br />
se vieron sobre sólidos cimientos<br />
surgir muros y alzarse las ciudades.<br />
¡Paso abrid a las notas de mi canto,<br />
que intentan, con poder desconocido,<br />
ir a enjugar del infortunio el llanto<br />
y alzar los muros del hogar caído!<br />
Espíritus que abate el desconsuelo<br />
y vais sin tregua en la desgracia ruda:<br />
hay seres que lamentan vuestro duelo,<br />
hay socorros que van en vuestra ayuda.<br />
Os brinda la esperanza alientos puros<br />
que al pecho tornen la perdida calma:<br />
tendréis albergue en que vivir seguros,<br />
hogar tendréis en que espaciar el alma.<br />
Mayo de 1890.<br />
En el cuarto centenario del descubrimiento de América.<br />
Lejos la costa y el hogar lejos,<br />
mares y mares en la extensión;<br />
no hay luz que alumbre con sus reflejos,<br />
bate sus alas el aquilón.<br />
¿Do va la nave, si no hay un puerto<br />
que abrigo al nauta ni amparo dé;<br />
si todo es sombra, si todo incierto,<br />
si sólo abismos el terror ve?<br />
¡Ay del piloto! La airada turba<br />
con fiero amago blande el puñal;<br />
494
pero al piloto nada conturba,<br />
fijo en la imagen de su ideal.<br />
Torpe en el eje la aguja oscila,<br />
se muestra indócil al norte fiel;<br />
pero el piloto nunca vacila<br />
y el rumbo marca de su bajel.<br />
Avante, avante la nave sigue,<br />
rugiendo el hombre, rugiendo el mar;<br />
avante, avante, mas no consigue<br />
ver una orilla ni un puerto hallar.<br />
Olas tras olas, mares y mares,<br />
un sol que muere y otro después,<br />
lejos, muy lejos los patrios lares,<br />
y el negro abismo bajo los pies.<br />
“Muera el aleve!” –la turba estalla–.<br />
“¡Muera el que arrastra la muerte en post!”<br />
Pero el piloto la turba acalla<br />
con este acento que inspira Dios:<br />
“Dejad que brille la nueva aurora.”<br />
La blanca aurora torna a lucir,<br />
y de las ondas que el sol colora<br />
surge la tierra del porvenir.<br />
Octubre de 1892.<br />
¡Tierra!<br />
SALOMÉ UREñA DE hENRÍqUEz | POESÍAS ESCOGIDAS<br />
¡Tierra! ¡Tierra! Los siglos conmovidos<br />
evocan ese grito de la historia,<br />
despertando los ecos adormidos<br />
y al orbe haciendo estremecer de gloria.<br />
Rasgado el velo del error oscuro,<br />
ebria de luz, cual astro soberano,<br />
de ese grito magnético al conjuro<br />
la América surgió del océano.<br />
El enigma cayó: mudas de asombros<br />
las vencidas edades se inclinaron,<br />
y, el manto desciñendo de sus hombros,<br />
al genio vencedor glorificaron.<br />
No más el horizonte en lejanía<br />
para el nauta será sombra y misterios<br />
495
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
ya se abre ruta en la extensión bravía,<br />
ya toca triunfador otro hemisferio.<br />
Ya no es el hombre el paria condenado,<br />
ludibrio de las turbas en cinismo:<br />
el torpe mundo, del error dechado,<br />
con recio trepidar se hundió al abismo.<br />
Contórnase la tierra en el espacio,<br />
alcanza de los astros las carreras,<br />
y concierta al espíritu reacio<br />
el himno universal de las esferas.<br />
Ancho campo que esplende en claridades<br />
brilla deslumbrador ante la ciencia;<br />
y es luz cuanto palpita en sus verdades,<br />
y es luz cuanto se yergue en la conciencia.<br />
Rotas las infamantes ligaduras<br />
entrabadoras de la humana idea,<br />
descoge el pensamiento alas seguras,<br />
vuela, investiga, y elabora, y crea.<br />
Grito de bendición y de esperanza,<br />
resuenas en los aires todavía…<br />
Ningún acento de la historia alcanza<br />
tan hondo a socavar la tiranía.<br />
Germen de libertad y de progreso<br />
a su acento brotó, fecundo y grande,<br />
que desenvuelto en vigoroso exceso<br />
fuerza de vida al universo expande.<br />
¡Salve a la humanidad regenerada!<br />
La inteligencia el porvenir encierra,<br />
y audaz y firme, en su poder confiada,<br />
avanza libre a conquistar la tierra.<br />
Mientras el bronce al genio inmortaliza,<br />
timbre y orgullo de la humana historia,<br />
¡salve al grito de amor que simboliza<br />
progreso y luz y redención y gloria!<br />
Octubre de 1892.<br />
496
Pa l a b r a s<br />
SALOMÉ UREñA DE hENRÍqUEz | POESÍAS ESCOGIDAS<br />
De la Directora del “Instituto de Señoritas” en la segunda investidura de alumnas suyas,<br />
en la Escuela Normal de Santo Domingo, diciembre de 1888. 78<br />
Vengo a cumplir un deber sagrado, vengo a satisfacer en leve parte una deuda de<br />
inmensa gratitud. ¡Ah! por más que extreme el caudal inagotable del reconocimiento,<br />
esa deuda no se satisface por completo.<br />
hablo, señores, de la deuda contraída con el Director de la Escuela Normal, con<br />
el implantador sincero y consciente del método racional de la enseñanza moderna<br />
en la sociedad dominicana. 79<br />
Le vi aparecer trayendo por séquito los rayos de las nuevas ideas, de las ideas<br />
redentoras, de las ideas de la civilización actual, y yo, que siempre he suspirado, que<br />
suspiro aún, que suspiraré mientras aliente, por el engrandecimiento moral y material<br />
de mi país, batí palmas de gozo y esperé. Pero la porción más preciosa de esta juventud<br />
a quien está encomendado el porvenir no tomaba parte en este desarrollo de luz y<br />
de conciencia. La mujer, la madre, necesitaba fortalecerse también con la posesión de<br />
la verdad y de la moral científica, para preparar y fortalecer a su vez, por medio de<br />
ese arte que sólo ella posee, la conciencia de las generaciones del futuro. Propúseme<br />
entonces, aunque con débiles fuerzas, coadyuvar a la magna obra, y, alentada por el<br />
generoso compañero de mi vida, que lleva por ideal el triunfo del bien, de la virtud y<br />
de la ciencia, emprendí la difícil labor. No quiero saber si la ignorancia me ha regalado<br />
con los dicterios de su encono. Voces de aliento se levantaron para animarme en<br />
la tarea, entre ellas la del mismo doctrinario que ha tenido especial complacencia en<br />
aplaudir mi obra y coronar el triunfo de mis esfuerzos desinteresados.<br />
Mas ¡ah! él, pronto siempre a dar su apoyo en favor de las nobles ideas y a contribuir<br />
al logro de toda obra de bien, de luz y de progreso que se inicia en derredor<br />
suyo mal juzgado porque ha sido mal comprendido, lucha contra los elementos<br />
desencadenados de una oposición injusta; y fatigado del largo y rudo combate, si<br />
bien firme y serena la conciencia, se aleja de nosotros para ir a apacentar su espíritu<br />
en otra esfera de más amplios horizontes para la vida intelectual. ¿Pero qué de extraño?<br />
Esa suele ser la cosecha que recogen los productores del bien. Así es a veces la<br />
humanidad: tiene para los reformadores, para los civilizadores, la cicuta y la cruz.<br />
Y bien, he dicho a mis discípulas, vamos a verter una gota de miel en su copa de<br />
acíbar: llevémosle, como prenda de gratitud y despedida, un nuevo fruto de nuestras<br />
labores, para que lo consagre con su palabra amorosa. Y henos aquí llenando el<br />
sagrado deber. Nuestra presencia en este lugar es la expresión de un voto de gracias<br />
y de un adiós.<br />
¡Ah! yo adoro esta patria donde nacieron mis padres, donde vine yo al mundo,<br />
donde he visto irradiar sobre mis hijos la luz de la existencia, y tú llegaste a ella con<br />
los estímulos del bien, y enamorado de su belleza y presintiendo altos destinos para<br />
su porvenir, quisiste lanzarla en la corriente civilizadora de las ideas. ¡Sé bendito!<br />
Yo no olvidaré el noble empeño con que te consagraste a dignificarla en su puesto<br />
de nación libre.<br />
78 De la Revista de Educación, No. 17, de fecha 31 de marzo de 1933, pág. 58.<br />
79 Eugenio María de hostos.<br />
497
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Te vas; pero germinará la simiente que dejas en el surco, y los frutos del porvenir<br />
se fecundarán con la savia de tus doctrinas pedagógicas.<br />
¡Adiós! Cuando en las horas tranquilas que te esperan bajo otro cielo, acuda a tu<br />
memoria un pensamiento de amargura en el cual palpite el nombre de mi patria,<br />
piensa también que hay en ella corazones amigos que te recuerdan y almas agradecidas<br />
que te bendicen.<br />
Salomé Ureña de henríquez<br />
Pa l a b r a s<br />
De la Directora del “Instituto de Señoritas” en la última investidura<br />
de alumnas suyas en la Escuela Normal de Santo Domingo, diciembre de 1893. 80<br />
henos aquí por la tercera vez consagrando, bajo los auspicios de la Escuela Normal,<br />
nuevas sacerdotisas para el apostolado de la enseñanza. Ya nos parecen comunes<br />
estas fiestas del espíritu, y ayer no más estaba vedada a la mujer en nuestro país<br />
toda aspiración fuera de límites del hogar y la familia.<br />
Abrió sus aulas esta institución docente, de privilegio exclusivo para el hombre,<br />
y tuvo el niño campo y guía para desenvolver su razón y transformarse poco a poco<br />
en el profesor consciente, capaz de dirigir a su vez y desarrollar vigorosamente las<br />
inteligencias infantiles. Ya no se confiará la educación de la niñez al primer intruso,<br />
sin dotes para el alto ministerio, sin conocimientos científicos, sin plan, sin propósito<br />
en esta obra de luz y de conciencia, en esta obra generadora de los grandes destinos<br />
del futuro. De hoy más tendrá el niño en cada maestro un mentor, un guía para el<br />
desarrollo de sus facultades, para el desenvolvimiento de su espíritu.<br />
¡Y qué! La razón de la niña, la razón de la mujer, la razón de la madre, ¿palpará<br />
las tinieblas cuando su compañero vive en plena luz? ¡Cuánta injusticia! ¡qué desequilibrio<br />
en ese hogar donde el niño puede dar lecciones a la madre! ¡Imposible,<br />
imposible! Preparemos también, a esa mitad importantísima de la humanidad, mentores<br />
y guías que desenvuelvan su razón y la capaciten para dirigir y alentar a los<br />
tiernos seres que la naturaleza le confía y que la amarán entonces con doble amor y<br />
veneración. Preparémosla para coadyuvar inteligentemente a la reforma social que<br />
se inicia con el desarrollo de la conciencia.<br />
¿Pero dónde? ¿Pero cómo? he aquí el problema que hace doce años quise resolver,<br />
y al cual he sacrificado mi reposo y no escasa parte de mi salud.<br />
¡Ah! Ese centro que se creó exclusivamente para el hombre nos abrirá sus puertas<br />
cuando llamemos en demanda de igual derecho para la mujer. Eso dije, eso dijimos;<br />
y, trabajando incansables en la medida de nuestras fuerzas, llamamos humildemente,<br />
y el generoso educador 81 cuya efigie suspendida sobre nuestras cabezas asiste muda,<br />
pero elocuente, a la continuación de su obra, el educador eximio, oyó absorto y complacido<br />
nuestra demanda; y las puertas de la Normal se abrieron con alborozo, y<br />
entramos entre aplausos de júbilo a ungir también, para el magisterio de las nuevas<br />
ideas, las frentes femeniles.<br />
80 De la Revista de Educación, No. 17, de fecha 31 de marzo de 1933, pág. 60.<br />
81 Eugenio María de hostos.<br />
498
SALOMÉ UREñA DE hENRÍqUEz | POESÍAS ESCOGIDAS<br />
hemos venido otra y otra vez, y ya no parece extraña nuestra presencia, ni atrevido<br />
nuestro arrojo. ¡Gracias!<br />
Pero ¡ah! rendida por la fatiga de la lucha, sin recursos, sin medios de ninguna<br />
especie para continuar de pie sobre el palenque, solicitada por el santo deber de la<br />
educación de mis hijos, que reclama por entero todas las energías de mi espíritu, sello,<br />
con esta última prueba de mi trabajosa labor, la obra iniciada hace doce años.<br />
Pláceme ver que no ha sido infructuosa, ya que su crédito tomó vuelos hasta merecer<br />
de la representación nacional, por voto unánime, el que el Instituto de Señoritas<br />
fuese elevado por decreto a la categoría de Escuela Normal para Maestras, y ya que<br />
las profesoras tituladas en la Escuela Normal de Santo Domingo se ven solicitadas<br />
con empeño, ora para clases en familia y en planteles de educación, ora para algunos<br />
puntos de la República, llamamiento este último al cual no han atendido hasta ahora<br />
por las dificultades que apareja el cambio de residencia.<br />
Bástame, señores, con la satisfacción íntima de ver el cambio que va operándose<br />
gradualmente en la educación de la mujer dominicana; y si alguna gloria hay en ello,<br />
la reclamo toda entera para los que conmigo han coadyuvado a la realización de la<br />
obra. Para el compañero de mi vida, sin cuyo generoso esfuerzo y fecunda labor no<br />
se hubiera iniciado ni hubiera dado sus primeros frutos; para los profesores Dubeau,<br />
Prud’homme, Zafra y Federico Henríquez, que prestaron su concurso eficacísimo<br />
en las primeras pruebas del Instituto; para esas mismas jóvenes profesoras, que, sin<br />
remuneración apenas, con abnegación ejemplar, han venido por más de seis años<br />
sosteniendo la carga sobre sus débiles hombros; para los que generosamente han<br />
contribuido con su óbolo personal a dar un año más de vida al plantel moribundo,<br />
y por fin para la Escuela Normal y su distinguido fundador, sin cuyo valioso apoyo<br />
no hubiera podido realizar su propósito ni coronar sus faenas el “Instituto de Señoritas”.<br />
Salomé Ureña de henríquez<br />
aD H e s I ó n D e l “In s T I T u T o D e se ñ o r I Ta s”<br />
a l P r o y e c T o D e e s TaT u a a Du a rT e 82<br />
Instituto de Señoritas<br />
Santo Domingo,<br />
Noviembre 3 de 1893.<br />
Señor Presidente de la Junta Central Directiva del<br />
Proyecto de Estatua a Duarte.<br />
Señor:<br />
hoy, en el decimosegundo aniversario de la apertura de este plantel de educación,<br />
se dio cuenta con la atenta circular de invitación de ese centro, del nobilísimo propósito<br />
nacional iniciado por el Ayuntamiento de Santo Domingo y cuya realización<br />
se ha encomendado al patriotismo de esa respetable Junta.<br />
La escuela, que es el laboratorio de las ideas de verdad y de bien que en el porvenir<br />
han de difundirse y convertirse en actos, así en el hogar como en la patria, no<br />
82 El borrador de esta comunicación fue escrito por la directora de dicho Instituto. (M. henríquez Ureña).<br />
499
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
debe quedarse fuera del universal concierto de voluntades reflexivas que en todo<br />
el país, y aun en el exterior, se disponen a contribuir con su óbolo de justicia y de<br />
reconocimiento a la erección del monumento representativo del egregio Fundador<br />
de la República.<br />
Desde hoy se ha abierto en este plantel una suscripción semanal, voluntaria, para<br />
formar un óbolo que, aunque por su modestia no corresponda a las aspiraciones de<br />
la escuela, sea digno de la obra emprendida en honra del Patricio inmaculado, cuya<br />
vida es alto ejemplo de las virtudes que informan un acendrado patriotismo y un<br />
carácter eminente.<br />
Servíos aceptar, señor, con el ofrecimiento del citado modesto óbolo para la<br />
estatua, el voto de adhesión que a ese acto de justicia, como a cualesquiera otros<br />
que se realicen en la patria, os presenta el Instituto de Señoritas.<br />
B.V.M.<br />
La Secretaria, La Directora,<br />
Luisa Ozema Pellerano. S. Ureña de henríquez.<br />
500
N O. 43<br />
POESÍA DOMINICANA<br />
Selección y prólogo<br />
Pe D r o re n é co n T í n ay b a r
POESÍA DOMINICANA<br />
La poesía dominicana, abundosa de poetas y de cantos, no tuvo un verdadero carácter<br />
propio sino hasta la aparición del Postumismo y, por ende, con Domingo Moreno Jimenes.<br />
El postumismo marca, quiera que no, el principio de la nacionalidad en la poesía dominicana.<br />
Es a partir de él cuando los poetas sienten verdaderamente la Patria. La Patria más<br />
allá de las formas exteriores, en el hondón y en la sangre.<br />
Anteriormente, para expresar esta idea, los poetas habían recurrido a formas que, por<br />
inexistentes realmente devinieron falsas o, inmediatamente, efímeras. El ejemplo de José Joaquín<br />
Pérez, quien quiso traducir la nacionalidad en una rebuscada ascendencia indigenista,<br />
que no consistió, muchas veces, sino en el empleo erudito de voces lucayas o guaraníes para<br />
ambientar una serie de leyendas escritas en verso noble y elevado, acerca de la raza de los<br />
pobladores de la Isla en la época del Descubrimiento.<br />
O el de Arturo Benito Pellerano Castro, Byron, de fina sensibilidad poética, el cual<br />
creando su género peculiarísimo, criollas, referido al modo campesino, y al habla popular,<br />
el modo de ser dominicano.<br />
O quienes, como mucho más tarde Tomás hernández Franco y Tomás Morel, verbigracia,<br />
buscaron en el colorismo del elemento negro la forma mejor de dar ambiente patrio,<br />
cuando la verdad es que, ni en el caso indigenista, ni en el criollista, ni, mucho menos en el<br />
negroide, había fuerzas suficientes, por no existir la debida tradición de donde partiere en<br />
verdad el movimiento, para desarrollar un sentido nacional. Más todavía, ni un solo aspecto<br />
real de lo peculiar nuestro.<br />
La labor de todos ellos es encomiable desde otros puntos de vista. No pongo en duda,<br />
ni por un momento, ¡líbreme Dios!, su buena intención y la calidad de su poesía. Me refiero<br />
nomás a la circunstancia poesía dominicana, poesía de ambiente nacional, (aunque con sentido<br />
universalista, porque si no, se entra en el campo, terrible, de lo simplemente folklórico, o<br />
en lo que es algo peor, en el chauvinismo literario), y la cual advino luego, a partir, como ya<br />
dije, de Domingo Moreno Jimenes.<br />
Aclaro estos conceptos porque este volumen de la <strong>Colección</strong> <strong>Pensamiento</strong> <strong>Dominicano</strong><br />
se intitula <strong>Poesía</strong> Dominicana, esto es, poesía escrita, hasta el 1951, por poetas dominicanos.<br />
Y que viene a suplir, en parte, las ediciones de mi Antología Poética Dominicana, 1945<br />
y 1951, agotadas.<br />
Para obviar esta falta he compuesto este volumen, a pedido del director de la <strong>Colección</strong>,<br />
Julio D. Postigo. No se incluyen otros poetas que los aparecidos en la primera edición, algunos<br />
de los cuales, por razones obvias, debieron ser suprimidos en la segunda.<br />
Sin embargo, a partir de entonces –y tuve el placer de presentar yo a trece de ellos, en los<br />
Cuadernos <strong>Dominicano</strong>s de Cultura–, muchos otros poetas han tomado sitio preeminente<br />
en la poesía dominicana, que me propongo seleccionar y estudiar en un próximo volumen,<br />
como, por ejemplo, Manuel Rueda, Máximo Avilés Blonda, Víctor Villegas, Miguel Alfonseca,<br />
Pedro Caro, Freddy Gatón Arce, René del Risco Bermúdez, Rafael Valera Benítez, Ramón<br />
Cifré Navarro, Antonio Fernández Spencer, Josefina Romano Pou, y muchos otros más.<br />
El sentido dominicano adquiere toda su vigencia en ellos, después de la lección de<br />
Domingo Moreno Jimenes y de héctor Incháustegui Cabral. Palabras como libertad, independencia,<br />
geografía, frontera, Patria, y por ende, hogar, familia, esposa, madre, novia, así<br />
como también paz, progreso, río, pueblo, están plenas de valor. El sueño es promesa viable,<br />
el valor es dignidad, la significación de raíz, árbol, fruto, tierra, están ligados a la intensificación<br />
de la agricultura, a los regadíos de tierras estériles por irrigación artificial.<br />
503
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Asimismo, en ellos, amor es confianza, seguridad, procreación sana. La vida es profunda,<br />
polifacética, innumerable y pródiga, es abundancia, y mejoramiento, y sosiego, y trabajo.<br />
Los poetas se acercan a los vocablos con reverencia. No son simples recursos fonéticos.<br />
Todos ellos saben de su entraña fecunda, de su responsabilidad creadora. La adjetivación<br />
está reducida a la mínima expresión, por eso. Cada palabra es un ser vivo en esta nueva<br />
poesía dominicana.<br />
Este volumen es, pues, una especie de repetición de los anteriores y viene a suplir la falta<br />
de información, que será completada en el volumen de la Nueva <strong>Poesía</strong> Dominicana.<br />
504<br />
Pedro René Contín Aybar
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA<br />
Poetas nacidos<br />
entre 1845 y 1900<br />
JoSé JoAQUíN PérEZ<br />
El Amor de Magdalena<br />
(Croquis bíblico)<br />
Blonda como un trigal la cabellera<br />
que al viento en rizos i al desgaire vaga;<br />
los ojos de un azul color de cielo,<br />
con reflejos de aurora en la mirada;<br />
erguido el busto escultural; los labios<br />
con la expresión de la bondad del alma;<br />
i la luz i la brisa jugueteando<br />
en los contornos de su veste blanca;<br />
va Jesús, sobre el lago Tiberíades,<br />
de pie en la copa de su frájil barca.<br />
En la orilla del lago, recogiendo<br />
conchas i flores i campestres galas<br />
para adornar su espléndida hermosura,<br />
que es asombro i orgullo de su raza,<br />
está la galilea de ojos de fuego,<br />
la voluble i fastuosa cortesana,<br />
ante la cual los corazones tiemblan<br />
i en el deleite del amor se embriagan.<br />
Ve a Jesús, i algo siente que la turba;<br />
pero no es la ansiedad lasciva i vana<br />
que despierta su ser cuando a otros hombres<br />
tiende la red de sus desnudas gracias,<br />
sino el ardor de una pasión intensa<br />
que la enciende, seduce i avasalla<br />
i hace olvidar el mundo i sus placeres:<br />
¡es un amor en que se abisma el alma!<br />
La tarde ya adormece sus fulgores<br />
en las linfas del lago, en la montaña;<br />
el crepúsculo en sombra va envolviéndose,<br />
i hai como convulsiones de borrasca<br />
en el rujido del soplar del viento,<br />
contra el que lucha con vigor la barca.<br />
Por la orilla del lago, jadeante,<br />
con los cabellos en desorden, pálida,<br />
505
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
como la evocación de un sueño lúgubre,<br />
la infeliz hija ardiente de Magdala<br />
corre, invocando la piedad divina,<br />
para que salve del peligro al nauta<br />
a quien quiere ofrecer el sacrificio<br />
de morir junto a él entre las aguas.<br />
Jesús, entonces, a la vista atónita<br />
de aquella que lo sigue i que lo ama,<br />
tiende la mano; i al conjuro, cesa<br />
el ímpetu bravío de la borrasca;<br />
i, al suspiro apacible del favonio,<br />
la leve arena de la orilla alcanza.<br />
A los pies del gallardo nazareno,<br />
Magdalena la impúdica se abraza,<br />
e imprime en ellos como ofrenda un beso<br />
de amor, purificado por sus lágrimas.<br />
Jesús de la ignominia la redime:<br />
su amor le da también– la pura i casta<br />
pasión que Él siente por quien cae, rendido<br />
sin fe en un Dios que las conciencias salva;<br />
i envolviéndola en luz, dándole el beso<br />
feliz de su perdón i de su gracia,<br />
hace así de la triste pecadora<br />
la más bella i sublime de las santas!<br />
El junco verde<br />
Jueves 11 de octubre…<br />
Vieron pardelas y un junco verde junto a la nao…<br />
Con estas señales respiraron y alegráronse todos.<br />
(Diario de navegación del Almirante).<br />
I<br />
Fugaz sobre el cerúleo mar Caribe,<br />
al soplo inquieto de la brisa, vuela,<br />
i el dulce rayo matinal recibe<br />
del inmortal Colón la carabela.<br />
Él, de pie i en la proa, absorto mira<br />
que, cual juguete de las ondas, jira,<br />
i en la vasta extensión del mar se pierde.<br />
—“A virar!” grita trémulo, ajitado<br />
con la emoción del que, temiendo, espera,<br />
506
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA<br />
i ve en el porvenir ya realizado<br />
lo que un sueño falaz tan sólo era!…<br />
Dócil cede la nave: en pos se lanza<br />
de eso que informe en el abismo vuela:<br />
¡dulce i vago vislumbre de esperanza<br />
con que el alma del nauta se consuela!<br />
En febril ansiedad Colón suspira,<br />
sus ojos el espacio devorando;<br />
i ya –a la luz crepuscular– se mira<br />
cerca el objeto ante la proa flotando…<br />
“hosanna! Gloria!” de rodilla entona<br />
“oh! bendito el Señor por siempre sea!”<br />
i a un éxtasis de dicha se abandona<br />
aquel genio inmortal que un mundo crea.<br />
Agrúpase la turba que, insolente,<br />
sacrificarlo a su furor quería;<br />
i dobla humilde, con fervor, la frente<br />
ante el noble coloso que la guía.<br />
Pero… ¿qué ha despertado así el delirio<br />
de esos hijos del mar? ¿cuál es el bello<br />
talismán de esa fe, cuando el martirio<br />
graba en sus almas tan horrible sello?…<br />
“Mirad! –dice Colón– he aquí mi gloria;<br />
i del océano su potente mano<br />
recoge un junco verde, cuya historia<br />
guarda un profundo i misterioso arcano.<br />
Aquel junco viajero solitario<br />
en la vasta extensión del mar, encierra<br />
el fiat fecundo, poderoso i vario;<br />
la esperanza inmortal de luz –la Tierra!<br />
Reliquia del amor que la ígnea zona<br />
ofreciera al intrépido marino;<br />
rico florón de la primer corona<br />
que sonriendo le ciñe ya el destino.<br />
Por eso él a su seno lo comprime,<br />
i en él sus labios afanoso sella;<br />
pues ese junco el corazón redime,<br />
donde el pesar profundizó su huella.<br />
507
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
II<br />
Mientras la brisa nocturnal soplando<br />
rauda empuja la frájil carabela,<br />
el extenso horizonte contemplando,<br />
en dulce insomnio, el Almirante vela.<br />
¡Noche de sombras, de perenne anhelo,<br />
en que cada celaje que fulgura<br />
–Débil reflejo de la luz del cielo–<br />
el nuevo mundo que soñó le augura!…<br />
Del tope de “La Pinta”, que se avanza,<br />
tierra! dice una voz; i el eco vibra;<br />
i ese grito sublime de esperanza<br />
conmueve el corazón en cada fibra…<br />
Allá –entre la infinita muchedumbre<br />
de las galas que espléndida atesora,<br />
tras la bruma lejana–, enhiesta cumbre<br />
surje el beso del rayo de la aurora.<br />
“Mundo de amor, risueño paraíso<br />
“verde oasis de luz en mi desierto!<br />
“yo te bendigo, porque en ti Dios quiso<br />
“brindarme al fin de salvación el puerto!”<br />
Así exclama Colón; i en la ribera<br />
de esa ignota rejión de maravilla,<br />
en el nombre de Dios, con fe sincera,<br />
tremola el estandarte de Castilla…<br />
La hermosa Guanahaní, 1 donde el lucayo<br />
en su cabaña, que ceñía de flores,<br />
viera pasar en lánguido desmayo<br />
una vida de paz, dicha i amores.<br />
Fue la primera do la ruda planta<br />
estampó esa falanje triunfadora<br />
que –al dulce amparo de la fe– levanta<br />
suplicio vil junto a la cruz que adora.<br />
III<br />
Después que de Colón i de Castilla<br />
la fama el triunfo por doquier pregona,<br />
1 Llamada por Colón El Salvador.<br />
508
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA<br />
i ya Quisqueya, conquistada, brilla<br />
cual joya de la ibérica corona;<br />
Colón regresa a sus antiguos lares,<br />
i al pie de los monarcas protectores,<br />
de sus conquistas en lejanos mares<br />
depone los magníficos primores.<br />
Pero en su pecho, i recamado de oro,<br />
de ricas perlas i coral, se mira<br />
portentoso i espléndido tesoro,<br />
reliquia santa que entusiasmo inspira.<br />
Es un pedazo de aquel junco verde<br />
que en las algas del mar vio confundido,<br />
i que allí guarda, porque allí recuerde<br />
que está su corazón agradecido.<br />
Con él lleva doquiera vinculado<br />
un mundo de esperanzas i delirio;<br />
con él adversidad ha consolado<br />
cuando la ingratitud le dio el martirio.<br />
En la prisión, en el fatal camino<br />
de su infortunio, lo llevó a sus labios;<br />
con él lloró su singular destino:<br />
la gloria que a la envidia causó agravios.<br />
I cuando aquella frente victoriosa,<br />
donde un mundo encerró la Omnipotencia,<br />
al rudo peso de calumnia odiosa,<br />
sobre un lecho de mísera indijencia,–<br />
El reposo encontró que nunca hallara<br />
en el seno radiante de su gloria,<br />
fue su tumba del junco verde el ara<br />
donde el mundo hoi venera su memoria.<br />
La vuelta al hogar<br />
Ondas i brisas, brumas, rumores,<br />
suspiros i ecos del ancho mar,<br />
adiós! que aromas de puras flores,<br />
adiós! que todo cuanto se alcanza,<br />
dicha, esperanza,<br />
i amor me llaman allá en mi hogar.<br />
509
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
¡Ya ve el proscrito sus patrios lares!<br />
Ve azules cumbres lejos sombrear<br />
grupos de nieblas crepusculares,<br />
i el ansia siente del paraíso<br />
que darle quiso<br />
Dios en el seno del dulce hogar…!<br />
Si peregrino, si solitario,<br />
otras rejiones se fue a cruzar<br />
la lei temiendo de un victimario,<br />
¿el caos qué importa si un sol luciente<br />
brilla en su frente<br />
i hoi sonriendo vuelve al hogar?<br />
¡No más torturas en su alma libre!<br />
¡No más memoria de su pesar!<br />
¡No el odio estéril sus rayos vibre,<br />
que el patriotismo ya sólo espera<br />
por vez primera<br />
calma i consuelo bajo el hogar!<br />
Virjen de América, suspiradora<br />
cautiva indiana, vuelve a gozar;<br />
si atrás hai sangre, luz hai ahora…<br />
Ayer el hierro i hoi es la idea…<br />
¡Tu gloria sea<br />
ver a tus hijos junto al hogar!<br />
¡Cuán bella eres acariciando<br />
todos unidos los que al vagar<br />
–errantes unos i otros luchando–<br />
sufrieron ruda la tiranía<br />
que hacer quería<br />
huérfanos tristes sin pan ni hogar!…<br />
¡Ya no hai festines patibularios!<br />
¡Ya no hai venganzas con que saciar<br />
su vil conciencia crueles sicarios<br />
¡Ya no hai vencidos ni vencedores!<br />
¡Sólo hai de flores<br />
castas coronas en el hogar…!<br />
¡Mi dulce Ozama! tu bardo amante,<br />
a tus riberas torna a cantar,<br />
i tras él deja, por ti anhelante,<br />
lejanos climas i humilde historia,<br />
tierna memoria<br />
del peregrino vuelto al hogar…!<br />
510
Bajo tus ceibas i tus palmares,<br />
sobre tu césped i entre el manglar<br />
aún se oye el eco de los cantares<br />
de aquella infancia, fugaz, que en horas<br />
engañadoras,<br />
llenó sus sueños de amor i hogar!<br />
I ven! le dice cada paloma<br />
tímida i mansa que ve cruzar<br />
desde la cumbre de enhiesta loma,<br />
cuando las alas tiende i su arrullo<br />
mezcla al murmullo<br />
del río que baña su dulce hogar!<br />
I ven! le dice ronco el estruendo<br />
que hace en las rocas lejos el mar…<br />
El mar! que un día su adiós oyendo<br />
fue de ola en ola su adiós llevando<br />
luego tornando<br />
con hondos ayes del pobre hogar!<br />
I todo cuanto su ser le diera!<br />
Ven! dice el polvo que va a besar,<br />
donde mañana como postrera<br />
ráfaga cruce su vida breve,<br />
donde se eleve<br />
su tumba humilde junto al hogar!<br />
Así, –suspiros, brisas, rumores,<br />
lánguidas ondas i ecos del mar–,<br />
adiós decidme, que todo: amores,<br />
gloria, esperanza, paz bendecida,<br />
tiene hoi la vida<br />
del pobre bardo vuelto al hogar…!<br />
Símbolo<br />
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA<br />
Pinta el vasto, rojo incendio del crepúsculo,<br />
donde flotan los jirones de azul pálido<br />
que abrillántanse i confúndense en el piélago<br />
de las sombras que cayendo lentas van.<br />
Pinta esa hora en que la tierra, con el vértigo<br />
de las últimas caricias del sol, duérmese,<br />
i asomando las estrellas vierten lágrimas,<br />
i le canta su salmodia triste el mar.<br />
511
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Pinta todas esas vagas, leves, múltiples,<br />
centelleantes gradaciones que en los diáfanos<br />
horizontes siderales, a la atmósfera<br />
dan reflejos de perenne oscilación.<br />
Pinta el bosque, templo augusto i melancólico,<br />
sostenido por sus árboles inmóviles,<br />
do sollozan los rumores en el céfiro<br />
que temblando busca el cáliz de la flor.<br />
Pinta el río, de murmullos de ondas lánguidas,<br />
i las ruinas centenarias de sus márgenes,<br />
que parecen los espectros de las víctimas<br />
de otros siglos de implacable esclavitud.<br />
Pinta, junto de magníficos alcázares,<br />
los tugurios bamboleantes i misérrimos;<br />
e irradiando profusión de focos vívidos<br />
en enormes charcas fétidas su luz.<br />
Pinta todo cuanto enciérrase en los ámbitos<br />
de la antigua ciudad, cuna de la América;<br />
lo que en esta postrer hora del crepúsculo<br />
es angustia de la fe del corazón.<br />
I en el cuadro que así pintes habrá el símbolo<br />
de esta pobre tierra virgen de los trópicos,<br />
de esta tierra de los héroes i los mártires<br />
¡donde siempre seca lágrimas el sol!…<br />
SALoMé UrEñA DE HENríQUEZ<br />
La llegada del invierno<br />
Llega en buen hora, mas no presumas<br />
ser de estos valles regio señor,<br />
que en el espacio mueren tus brumas<br />
cuando del seno de las espumas<br />
emerge el astro de esta región.<br />
En otros climas, a tus rigores<br />
pierden los campos gala y matiz,<br />
paran las aguas con sus rumores,<br />
no hay luz ni brisas, mueren las flores,<br />
huyen las aves a otro confín.<br />
En mi adorada gentil quisqueya,<br />
cuando el otoño pasando va,<br />
512
la vista en vano busca tu huella:<br />
que en esta zona feliz descuella<br />
perenne encanto primaveral.<br />
que en sus contornos el verde llano,<br />
que en su eminencia la cumbre azul,<br />
la gala ostentan que al suelo indiano<br />
con rica pompa viste el verano<br />
y un sol de fuego baña de luz.<br />
Y en esos campos donde atesora<br />
naturaleza tanto primor,<br />
bajo esa lumbre que el cielo dora,<br />
tiende el arroyo su onda sonora<br />
y alzan las aves tierna canción.<br />
Nunca abandonan las golondrinas<br />
por otras playas mi hogar feliz:<br />
que en anchas grutas al mar vecinas<br />
su nido arrullan, de algas marinas,<br />
rumor de espumas y auras de abril.<br />
Aquí no hay noches aterradoras<br />
que horror al pobre ni angustia den,<br />
ni el fuego ansiando pasa las horas<br />
de las estufas restauradoras<br />
que otras regiones han menester.<br />
Pasa ligero, llega a otros climas<br />
donde tus brumas tiendas audaz,<br />
donde tus huellas de muerte imprimas,<br />
que aunque amenaces mis altas cimas<br />
y aunque pretendas tu cetro alzar,<br />
siempre mis aguas tendrán rumores,<br />
blancas espumas mi mar azul,<br />
mis tiernas aves cantos de amores,<br />
gala mis campos, vida mis flores,<br />
mi ambiente aromas, mi esfera luz.<br />
Ruinas<br />
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA<br />
Memorias venerandas de otros días,<br />
soberbios monumentos<br />
del pasado esplendor reliquias frías,<br />
donde el arte vertió sus fantasías,<br />
donde el alma expresó sus pensamientos:<br />
513
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Al veros ¡ay! con rapidez que pasma<br />
por la angustiada mente<br />
que sueña con la gloria y se entusiasma<br />
la bella historia de otra edad luciente.<br />
¡Oh quisqueya! Las ciencias agrupadas<br />
te alzaron en sus hombros<br />
del mundo a las atónitas miradas;<br />
y hoy nos cuenta tus glorias olvidadas<br />
la brisa que solloza en tus escombros.<br />
Ayer, cuando las artes florecientes<br />
su imperio aquí fijaron,<br />
y creaciones tuviste eminentes,<br />
fuiste pasmo y asombro de las gentes,<br />
y la Atenas moderna te llamaron.<br />
Águila audaz que rápida tendiste<br />
tus alas al vacío<br />
y por sobre las nubes te meciste:<br />
¿por qué te miro desolada y triste?<br />
¿dó está de tu grandeza el poderío?<br />
Vinieron años de amarguras tantas,<br />
de tanta servidumbre,<br />
que hoy esa historia al recordar te espantas,<br />
porque inerme, de un dueño ante las plantas,<br />
humillada te vio la muchedumbre.<br />
Y las artes entonces, inactivas,<br />
murieron en tu suelo,<br />
se abatieron tus cúpulas altivas,<br />
y las ciencias tendieron, fugitivas,<br />
a otras regiones, con dolor, su vuelo.<br />
¡Oh mi Antilla infeliz que el alma adora!<br />
Doquiera que la vista<br />
ávida gira en tu entusiasmo ahora,<br />
una ruina denuncia acusadora<br />
las muertas glorias de tu genio artista.<br />
¡Patria desventurada! ¿qué anatema<br />
cayó sobre tu frente?<br />
Levanta ya de tu indolencia extrema:<br />
la hora sonó de redención suprema<br />
y ¡ay, si desmayas en la lid presente!<br />
514
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA<br />
Pero vano temor: ya decidida<br />
hacia el futuro avanzas;<br />
ya del sueño despiertas a la vida,<br />
y a la gloria te vas engrandecida<br />
en alas de risueñas esperanzas.<br />
Lucha, insiste, tus títulos reclama:<br />
que el fuego de tu zona<br />
preste a tu genio su potente llama,<br />
y entre el aplauso que te dé la fama<br />
vuelve a ceñirte la triunfal corona.<br />
que mientras sueño para ti una palma,<br />
y al porvenir caminas,<br />
no más se oprimirá de angustia el alma<br />
cuando contemple en la callada calma<br />
la majestad solemne de tus ruinas.<br />
ENriQUE HENríQUEZ<br />
El Anjelus<br />
Debajo de los álamos mi languidez reclina<br />
su ansia de divagar<br />
Con su escuadrón de sombras la noche se avecina.<br />
Pasa una golondrina. Viene otra golondrina.<br />
“Golondrinas! –exclamo– ¿Tendréis un mismo alar?”.<br />
Las copas de los álamos, del viento sacudidas,<br />
sufren fugaz temblor.<br />
Caen dos hojas. Semejan dos erráticas vidas.<br />
“¿Tendréis, dolientes hojas de igual dolor heridas,<br />
dos páramos distantes para un mismo dolor?”<br />
¡Oh muerta inextinguible! Tú eres fulgor inerte<br />
i yo tiniebla huérfana de tu dulce fulgor.<br />
En dos desolaciones nos disyuntó la suerte:<br />
a ti te aisló en la estática soledad de la muerte<br />
i a mí me aisló en la errante soledad del dolor!<br />
Te clamo i no me oyes; te busco y no te encuentro.<br />
Te clamo noche i día con insano pavor.<br />
Te clamo i no me oyes; te busco i no te encuentro.<br />
I estás, no obstante, dentro, con toda tu alma dentro<br />
de la desgarradura de mi propio clamor.<br />
Desciende de la torre de un viejo campanario,<br />
por la escala sonora del viento, un triste son.<br />
515
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Y como si tu nombre fuese –¡oh muerta!– un santuario,<br />
tu santo nombre evoco, la rodilla doblego<br />
i en un raudal de lágrimas místicamente anego<br />
mi trémula oración.<br />
Silenció el campanario. Permanezco de hinojos.<br />
Y alzando hacia su torre mis implorantes ojos,<br />
“Campanario –he irrumpido<br />
con acento apagado–:<br />
¿habrá, al fin, horadado<br />
el seno de la muerte mi doliente jemido?”<br />
La torre se ha inclinado.<br />
En lo alto del silencio vibró un largo tañido…<br />
Supersticiosamente<br />
me hice un signo en la frente<br />
con fanática unción.<br />
–Oh mísero creyente!–<br />
Después, con ciego ímpetu, cual un corcel sin brida,<br />
comenzó a galopar en su estrecha guarida,<br />
sin saber hacia dónde, mi injenuo corazón!<br />
La canción del avaro<br />
Por galardón, Señor, me despojaste<br />
de la carga del oro que al avaro,<br />
por castigo impusiste.<br />
Gracias por este raro,<br />
por este paradójico contraste!<br />
Gracias! Me exoneraste<br />
del oro con que a él le empobreciste,<br />
el yugo con que a él lo esclavizaste.<br />
Gracias! Así le hiciste,<br />
con el agobiamiento de esa carga,<br />
la entraña estéril, la abundancia triste,<br />
la casa grande i el hogar vacío,<br />
la noche corta i la vijilia larga…<br />
Gracias te doi por tu piedad, Dios mío!<br />
La escena del Café Martín<br />
Frente a mi aislada mesa, aquella noche<br />
cenaban ella i él.<br />
516
Él era un anfitrión de porte austero<br />
i ella una dulce, espiritual mujer.<br />
La miré. Declamaron en secreto<br />
mis pupilas un rítmico rondel.<br />
Sus pestañas, oyéndolo, aletearon<br />
ebrias de languidez;<br />
i yo, absorto, con éxtasis pagano<br />
mi alma de cenobita arrodillé<br />
sin cesar repitiendo el ondulante<br />
susurro de mi rítmico rondel.<br />
Alcé luego mi copa; i sacudiéndola<br />
con fujitiva insinuación, tracé<br />
un jesto suspirante que decía:<br />
“junta al mío tu vino de jerez<br />
como si copular tú i yo quisiéramos<br />
mi azul sonambulismo con tu sien,<br />
mi erótica orfandad con tu regazo,<br />
tus labios con mi sed!”.<br />
Ella exploró un celaje en la penumbra<br />
i dejó en paz su copa de jerez,<br />
el anfitrión juntó ceja con ceja,<br />
miró en torno con tétrica altivez,<br />
echó media docena de doblones<br />
encima de la altura del mantel.<br />
Volvió a escrutar en torno.<br />
Se levantó. Se fue…<br />
¡Cuán agoreramente aquella noche<br />
finó la cena! asida al brazo de él<br />
partió confiada la mujer hermosa.<br />
Partió confiada… y no la he vuelto a ver!<br />
Lejanía<br />
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA<br />
Tu dulce nombre evoco<br />
suspiradoramente noche i día;<br />
i a veces, evocándolo, he impregnado<br />
de nupcial alegría<br />
este anchuroso corazón, que es tuyo;<br />
i esta congoja sin igual, que es mía:<br />
la congoja sin término<br />
de nuestra inexorable lejanía.<br />
Tu dulce nombre evoco<br />
tal como si tu dulce nombre fuera<br />
517
el de un jemelo mástil<br />
que sepulto estuviera<br />
bajo un inmensurable alud, en una<br />
ignorada ribera;<br />
i como si mi vida<br />
el otro desolado mástil fuera!<br />
Tu dulce nombre evoco<br />
hechizado de azul melancolía.<br />
Mas, no es para que llegue<br />
a ti mi evocación, Señora mía;<br />
ni para que la aguda pena calmes<br />
de nuestra inexorable lejanía,<br />
pues yo, sin el licor de mi dolor,<br />
de asfixia espiritual sucumbiría.<br />
Y por eso tu dulce nombre evoco,<br />
suspiradoramente, noche y día.<br />
Never more<br />
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Por las interminables avenidas,<br />
en busca de pretéritos mesones,<br />
veo plazas desiertas,<br />
luces enmustiecidas,<br />
graníticos balcones,<br />
ventanas ojivales<br />
i monásticas puertas<br />
que, vistas a través de sus cristales,<br />
finjen estar de par en par abiertas.<br />
Camino a la ventura. Monologo<br />
sobre un dolor de siglos que ahora es mío.<br />
El silencio interrogo:<br />
i grabando mi planta en el vacío<br />
de la noche callada,<br />
en torno de las cosas espacío<br />
la inquisición febril de una mirada.<br />
¿En cuál de estos cristales fue que un día<br />
el pájaro siniestro<br />
sacudió sin calmar su ala sombría,<br />
enseñándole al lóbrego maestro<br />
del canto y del dolor<br />
un dolor infinito en la elejía<br />
del monótono i lento Never More?<br />
518
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA<br />
Subitáneo celaje<br />
pone a mi inquisición tétrico punto:<br />
es la última hoja de un follaje.<br />
El otoño la azota;<br />
i simula, cayendo, el ala rota<br />
de un agorero pájaro difunto.<br />
Monologo mui quedo,<br />
porque mi propia voz me infunde miedo!<br />
Sobre un cristal vecino<br />
un álamo hace un trazo<br />
con la desnuda sombra de su brazo.<br />
quiero huir. Mas la anchura del camino<br />
–nublada de otra proyección de trazos–<br />
tras la congoja de mi planta mueve<br />
el ademán de un escuadrón aleve<br />
de esqueléticos brazos.<br />
quiero huir. Mas mi planta no se atreve.<br />
I me detengo. Una espectral figura<br />
nace del fondo de la noche oscura:<br />
crece, avanza, se acerca, se aproxima<br />
a la desolación de mi pavura;<br />
i al transitar, su grave paso suena<br />
cual si fuera el remedo de una rima<br />
de honda i letal desesperanza llena.<br />
¡Oh sombra! Eres la sombra del insano<br />
poeta peregrino<br />
que invadió la tiniebla de lo arcano,<br />
con un jesto de horror,<br />
al compás de su lento Never More.<br />
¡Oh sombra! Te adivino:<br />
eres la sombra de un dolor hermano.<br />
Dame el laurel divino<br />
que floreció en la gracia de tu mano,<br />
sin darme la siniestra<br />
copa de vino que escanció tu diestra.<br />
Se va la noche. Imperativamente<br />
su pupila entreabre en el oriente<br />
el sol de un nuevo día;<br />
i su lumbre me encuentra todavía<br />
monologando en frente<br />
de una casa vetusta que es la mía!<br />
519
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
GASTÓN F. DELIGNE<br />
Angustias<br />
Su mano de mujer está grabada<br />
hasta en el lazo azul de la cortina;<br />
no hay jarrones de China,<br />
pero es toda la estancia una monada.<br />
Con un chico detalle,<br />
gracia despliega y bienestar sin tasa,<br />
a pesar de lo pobre de la casa,<br />
a pesar de lo triste de la calle.<br />
Cuando el ardiente hogar chispas difunde,<br />
cuando la plancha su trabajo empieza,<br />
para cercar de lumbre su cabeza,<br />
en sólo un haz se aduna<br />
el brillo de dos luces soberanas:<br />
un fragmento de sol, en las ventanas;<br />
un destello de aurora, en una cuna!<br />
¡qué sima del ayer a lo presente!…<br />
Allá, en retrospectivos horizontes,<br />
la desgracia pasó sobre su frente,<br />
cual una tempestad sobre los montes.<br />
Era muy bella, ¡por extremo bella!<br />
y estuvo en su mirada<br />
la candente centella<br />
donde prendió su roja llamarada<br />
la pira que más tarde la consume,<br />
la que le hurtó, de tímida violeta<br />
con el tierno matiz, todo el perfume.<br />
Fue su triste caída,<br />
lo mismo solitaria que completa;<br />
y como en casos tales de amargura,<br />
desde ella hasta Luzbel todo es lo mismo;<br />
una vez desprendida de la altura,<br />
cebó en ella sus garras el abismo.<br />
quedó al horror sumisa<br />
con expresión que por tranquila, espanta;<br />
apagada en los labios la sonrisa,<br />
extinguida la nota en la garganta.<br />
Flotó en la hirviente ola<br />
con el raudo vaivén del torbellino,<br />
y se encontró… sentada en el camino,<br />
entristecida, macilenta, y sola!…<br />
520
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA<br />
Pero así como planta que caída,<br />
después que la desnuda<br />
rama por rama la tormenta cruda;<br />
a pesar de la fuerza que la azota,<br />
de la raíz asida<br />
queda, y más tiernos sus renuevos brota;<br />
cuando estaba su oriente más distante,<br />
y más desfallecida la materia;<br />
brotó la salvación dulce y radiante<br />
por donde entró señora la miseria.<br />
Si es cierto que invisibles<br />
pueblan los aires almas luminosas,<br />
hubieron de acudir a aquel milagro,<br />
como van a la luz las mariposas.<br />
Así el suceso su mansión inunda<br />
con tintes apacibles:<br />
la gran madre fecunda,<br />
naturaleza sabia y bienhechora,<br />
miró piadosa su profunda pena,<br />
palpó la enfermedad que la devora;<br />
y en su amor infinito,<br />
la puso frente a frente de una cuna;<br />
a la vez que vocero del delito,<br />
de calma y redención anunciadora!<br />
¡quién dirá lo que siente<br />
al verse de la cuna frente a frente!…<br />
Su corazón de madre se deslíe,<br />
y al hijo que es su gloria y su embeleso,<br />
le premia con un beso, si es que ríe;<br />
le acalla, si es que llora, con un beso.<br />
Al calor que la enciende<br />
¡cuántas cosas le dice,<br />
que el diminuto infante no comprende,<br />
tan tiernas a la par como sencillas!…<br />
Es un desbordamiento de ternuras,<br />
sin valladares, límites ni orillas!…<br />
De pronto, en su alma sube<br />
la hiel de sus pasadas desventuras;<br />
y mientras surca y moja sus mejillas<br />
llanto a la vez de dicha y desconsuelo,<br />
cual si Dios la empujase desde el cielo,<br />
¡cayó junto a la cuna de rodillas!<br />
521
Y ante el espacio estrecho<br />
que ocupa aquella cuna temblorosa,<br />
como se abre el botón de un alba rosa,<br />
la rosa del deber se abrió en su pecho!<br />
¡Reída alborescencia<br />
la que de Angustias el camino ensancha,<br />
escrita en surcos de la urente plancha<br />
y en serena quietud de la conciencia!<br />
¿hay algo oculto y serio<br />
entre los pliegues de su afán constante?…<br />
¿Anubla su semblante<br />
la vagarosa bruma de un misterio?…<br />
La audaz de la vecina<br />
que, cual prójima toda, es muy ladina,<br />
quita al misterio la tupida venda,<br />
desparrama la cosa<br />
con todo este chispear de vivas ascuas:<br />
–“El chiquitín, un sol; cerca las Pascuas;<br />
y le trae preocupada y afanosa<br />
el trajecito aquel que vio en la tienda”.<br />
Por eso, y así el Bóreas yazga inerme<br />
o airado sople con violento empuje,<br />
Angustias canta, el pequeñuelo duerme,<br />
la plancha suena, la madera cruje.<br />
De luto<br />
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Tu oscuro traje en que la noche late,<br />
fue maligna invención –por tal la tengo–<br />
de una de esas blancuras de abolengo,<br />
rabiosamente mate.<br />
Una blancura astral de azules venas,<br />
como la tuya, inmaculada y suave;<br />
formada adrede con plumón de ave<br />
y con pulpa de nardos y azucenas.<br />
De ese luto ¡cuán noble privilegio!:<br />
¡cómo en halos gloriosos te aurifica!<br />
¡qué elegancia a tus formas comunica,<br />
y qué porte más regio!…<br />
Del traje negro, y de su negro broche,<br />
surgen las líneas de tu faz, marmóreas,<br />
522
como el sereno sol de media-noche<br />
en las desolaciones hiperbóreas.<br />
Mi alma, a tu paso, atónita se inclina<br />
y en una muda imploración te adora.<br />
Y exclama el ditirambo: triunfadora!<br />
y el corazón: divina!…<br />
Pudiera ser de tu corpiño cierre,<br />
y pregonar tu imperio –no tu duelo–<br />
algo vibrante y fúlgido que encierre<br />
todos los hipnotismos del anhelo.<br />
Algo para hechizar toda mirada;<br />
algo para obligar todo tributo;<br />
algo anormal en medio de tu luto,<br />
una rosa inflamada!<br />
En el Botado<br />
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA<br />
Cacique de una tribu de esmeralda,<br />
aquel palacio indígena, el bohío<br />
de la corta heredad a que respalda<br />
un monte, que a su vez respalda un río;<br />
cuando el idilio de un Adán silvestre<br />
y su costilla montaraz, le hiciera<br />
venturoso hospedaje,<br />
paraíso terrestre;<br />
lo más saliente y copetudo era<br />
del ameno paisaje.<br />
Su flamante armazón de tabla oscura,<br />
su gris penacho de lucientes yaguas,<br />
hacían reverberar con nuevas aguas<br />
la circunstante joya de verdura.<br />
Aplanada en el techo,<br />
se oxidaba la luz cual plata vieja;<br />
o se colgaba a lomos y antepecho,<br />
en rubia palidísima crineja.<br />
No era sino común que se trepase<br />
un ruiseñor a su cumbrera holgada,<br />
y en fugitivas notas ensayase<br />
la trémula canción de la alborada.<br />
O que bajo su alero, en que pendía<br />
mazorcado maíz de granos de oro,<br />
523
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
el gallo, al enervante mediodía<br />
victorease sonoro!<br />
Entonces, ese albergue en que bullía<br />
la vida crepitante,<br />
más que un detalle de la huerta era<br />
o su tono, o su arteria, o su semblante.<br />
Pero en una lluviosa primavera,<br />
la débil cerca desligada y rota<br />
empujó la pareja enamorada<br />
a otra huerta remota;<br />
¡ y en medio a tanta flor recién abierta,<br />
quedóse la heredad abandonada,<br />
y la mansión desierta!<br />
Advertido, no tanto del saqueo,<br />
entre cuyo costal desaparece<br />
de la ventana en pos la que fue puerta;<br />
ni tanto del goloso merodeo,<br />
de la turba infantil, donde perece<br />
aún no puesto en sazón, el verde fruto;–<br />
mas del monte advertido, porque invade<br />
con apretadas filas de maleza<br />
la botada heredad, el Tiempo hirsuto<br />
a comprender empieza<br />
que hay algo allí que estorba;<br />
y aferra en la mansión su garra corva!<br />
Fue primero una horrible puñalada,<br />
y después una serie,<br />
con que se abrió por la techumbre entrada<br />
a la malsana y húmeda intemperie.<br />
Si el sol que se filtraba por el techo,<br />
solía escapar por los abiertos vanos,<br />
no así las aguas del turbión deshecho;<br />
cavaban y cavaban hondo lecho<br />
a turbias miniaturas de pantanos.<br />
Furiosa ventolera<br />
por allí no pasara que no hiciera<br />
de las yaguas decrépitas, añicos;<br />
y tragedia mayor aconteciera,<br />
si el júcaro el más negro y más bravío<br />
no angulara el bohío.<br />
524
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA<br />
Torcido, deslustrado,<br />
por reptiles del cieno visitado;<br />
el albergue que fuera de la huerta<br />
lo más noble y sereno,<br />
gozo, atracción y gala deleitosas,<br />
ni es más que una verruga del terreno,<br />
ni menos que un sarcasmo de las cosas!<br />
Como al herido por la suerte aleve,<br />
hasta la misma timidez se atreve!…<br />
Un bejucal de plantas trepadoras,<br />
que en torno a la vivienda<br />
cerraban toda senda;<br />
avanzando traidoras,<br />
e indicando a la ruina, cuchicheaban:<br />
“ni se defiende, ni hay quién la defienda!”<br />
Y enlazando sus ramos<br />
como para animarse, murmuraban:<br />
“si tal pasa, y tal vemos, ¿qué esperamos?”…<br />
Fue un aguinaldo lívido quien dijo:<br />
“o es que trepais, o treparé de fijo!”<br />
A lo que una “saudosa” pasionaria<br />
expuso, comentando la aventura:<br />
“por cierto que es bizarra coyuntura<br />
para mirar el sol desde más alto!”<br />
Fue la palabra fulminante!, todas<br />
clamaron en un punto<br />
trémulas y erizadas, “al asalto!”…<br />
¡qué embrollado conjunto<br />
de hojas antenas, vástagos, sarmientos!…<br />
Y cuán terrible asalto presenciaron<br />
los troncos azorados y los vientos.<br />
Cuál, por la tabla escueta<br />
tal sube que parece que resbala;<br />
cuál se columpia inquieta<br />
de algún clavo saliente haciendo escala!<br />
Cuál la mansión en torno circunvala,<br />
vuelta enroscado caracol, y asciende<br />
con estrechura tal y tan precisa,<br />
525
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
que es cuestión insoluble e indecisa<br />
si ahogarla o si medirla es lo que emprende.<br />
Cuál, errando el camino,<br />
con impaciente afán la puerta allana;<br />
y luego adentro, recobrado el tino,<br />
sus músculos asoma a la ventana.<br />
No hay menudo resquicio<br />
en que su flujo de invasión no apuren;<br />
ni hueco ni intersticio<br />
que sus hojas no tapien y no muren.<br />
Ya el albergue sombrío<br />
es un alcor en forma de bohío;<br />
ya su contorno lúgubre se pierde<br />
en la gama riquísima del verde;<br />
ya brota en tanta planta que le enreda,<br />
con matizada y colosal guirnalda,<br />
satinados renuevos de esmeralda,<br />
iris de tul, campánulas de seda!…<br />
Transformación magnífica y divina!<br />
cómo de ti se cuida generosa,<br />
Naturaleza, el hada portentosa,<br />
Naturaleza, el hada peregrina!…<br />
Renovación piadosa<br />
que en tan grande esplendor cubre una ruina!;<br />
desde inerte hechura<br />
a la humana criatura,<br />
con hilos invisibles cuán intensa<br />
relación estableces!…<br />
¿quién dentro, en lo que siente o lo que piensa<br />
por el dolor severo fulminadas,<br />
no se ha dejado a veces<br />
alcázar, quinta o choza abandonadas?…<br />
quizás quien no!… Mas a la oculta mina<br />
labrada por recónditos dolores,<br />
alguna trepadora se avecina;<br />
algo que sube a cobijar la ruina,<br />
algo lozano que revienta en flores!…<br />
526
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA<br />
ARTURO B. PELLERANO CASTRO<br />
(BYRON)<br />
A Mercedes Alfau<br />
Toda la cera virgen de mis panales,<br />
toda la blanca lana de mis ovejas,<br />
he ofrecido a la Virgen, si hace el milagro,<br />
de que me quieras!<br />
Del caimital silvestre, que frente al río,<br />
limita de mis campos la fértil vega,<br />
hoy le traje a mi madre, como regalo,<br />
los mejores racimos de la cosecha.<br />
Y en una petaquita, que en los palmares<br />
fabriqué de una yagua, flexible y tierna,<br />
escogí de la carga, para ti ¡ingrata!<br />
las frutas más hermosas, blandas y frescas.<br />
Mi padre, que en asuntos de amores sabe<br />
muchas coplas del caso, muchas novelas,<br />
y a quien duelen los vientos de señorío<br />
que te das por la calle cuando me encuentras,<br />
al mirar mis cuidados, –rasgueando el tiple,<br />
(ay! tú tienes la culpa, que no eres buena!)<br />
cantó esta copla amarga que improvisara<br />
allá en sus mocedades a otra llanera.<br />
Las mujeres y las hojas<br />
del CAIMITAL se asemejan<br />
en que TOAS tienen dos caras<br />
con la color muy diversa.<br />
no es cosa rara,<br />
que siempre la perfidia<br />
tuvo dos caras!<br />
No le gustó a mi madre la copla amarga,<br />
y alzando la tonada por la indirecta,<br />
a raíz de la injuria que llegó al alma<br />
contestole a mi padre con esta endecha:<br />
EL CAIMITO es una fruta<br />
que a la mujer se asemeja,<br />
tiene miel en las entrañas<br />
pero amarga la corteza.<br />
Madura o verde,<br />
deja hiel en los labios<br />
de quien la muerde.<br />
527
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Aquí arreció del canto la cruel porfía;<br />
y aunque rota saltara más de una cuerda,<br />
irritado mi padre, con una sola,<br />
de seguida, y más alto dio la respuesta.<br />
La fruta que está en sazón<br />
y no ha de ser duradera,<br />
bien se merece una JÁQUIMA<br />
todo aquel que la cosecha.<br />
Verde o madura,<br />
que se pierda no importa<br />
si es que no dura<br />
Porque te quiero tanto que me parece que las estrellas,<br />
Dios las puso allá arriba para tus ojos,<br />
al igual que de flores sembró la tierra;<br />
porque te quiero tanto, fue que no pude<br />
escuchar el remate de aquella réplica,<br />
que el insulto del honra llevaba en alto<br />
cada vez en cantares de más crudeza.<br />
Y más triste que enantes volvime al monte;<br />
y al volver por los trillos, por donde mengua<br />
el camino de flores que va a tu casa,<br />
desde el ancho declive de la meseta<br />
vi venir tu persona que se traía<br />
una gala y un porte de pura reina;<br />
y al galope la jaca, pasé a tu lado,<br />
y a pesar de lo angosto de la vereda,<br />
ni siquier te volviste para mirarme,<br />
ni siquier me dijiste “las tenga buenas!”<br />
Cuando entré por los claros de la sabana,<br />
y vi abierta a mis ojos toda la vega,<br />
y de sangre de Cristo, los horizontes,<br />
y encendidas las nubes, y azul la sierra,<br />
y pensé en tus desaires y en tu falsía,<br />
recordé de mi padre la copla aquélla,<br />
y parando el galope, la canté al punto<br />
con toditas las voces de mi tristeza.<br />
Las mujeres y las hojas<br />
del caimital se asemejan,<br />
en que TOAS tienen dos caras<br />
con la color muy diversa.<br />
No es cosa rara,<br />
que siempre la perfidia<br />
tuvo dos caras…!<br />
528
A ti<br />
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA<br />
Yo quisiera, mi vida, ser burro,<br />
ser burro de carga,<br />
y llevarte, en mi lomo, a la fuente,<br />
en busca del agua,<br />
con que riega tu madre el conuco,<br />
con que tú, mi trigueña, te bañas.<br />
Yo quisiera, mi vida, ser burro,<br />
ser burro de carga,<br />
y llevar, al mercado, tus frutos,<br />
y traer, para ti, dentro el árgana,<br />
el vestido que ciña tu cuerpo,<br />
el pañuelo que cubra tu espalda,<br />
el rosario de cuentas de vidrio<br />
con Cristo de plata,<br />
que cual rojo collar de cerezas<br />
rodee tu garganta…<br />
Yo quisiera, mi vida, ser burro,<br />
ser burro de carga…<br />
............................................<br />
Desde el día que en el cierre del monte<br />
cojida la falda,<br />
el arroyo al cruzar, me dijiste<br />
sonriendo: –¿Me pasas?…<br />
y tus brazos ciñeron mi cuello,<br />
y al pasarte sentí muchas ganas,<br />
de que fuera muy ancho el arroyo,<br />
de que fueran muy hondas sus aguas,…<br />
desde el día que te cuento, trigueña,<br />
yo quisiera ser burro de carga!…<br />
Y llevarte, en mi lomo, a la fuente,<br />
y contigo cruzar la cañada,<br />
y sentirme arrear por ti misma,<br />
cuando, a vuelta del pueblo, te traiga,<br />
el vestido que ciña tu cuerpo,<br />
el pañuelo que cubra tu espalda,<br />
el rosario de cuentas de vidrio,<br />
con Cristo de plata,<br />
que cual rojo collar de cerezas<br />
rodee tu garganta…<br />
...........................................<br />
Yo quisiera, mi vida, ser burro,<br />
ser burro de carga!<br />
529
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
En el cementerio<br />
Junto a una cruz, al expirar el día,<br />
una pobre mujer, de angustias llena,<br />
sus lágrimas vertía…<br />
Dolió a mi corazón su amarga pena<br />
y ante el sepulcro de la madre ajena<br />
lloré la muerte de la madre mía.<br />
FABIO FIALLO<br />
Con mi sonrisa plácida<br />
Con mi sonrisa plácida de siempre,<br />
cuya retama sólo yo probé,<br />
me iré por los caminos de la vida…<br />
Nadie mis huellas hallará después.<br />
Doquiera vaya por el ancho mundo<br />
tristeza y soledad encontraré…<br />
Lejos de ellos, ¡cuán buenos los amigos!<br />
Y la amada, ¡qué dulce en su querer!<br />
Cien leyendas en tanto con mi nombre<br />
la fantasía se dará a tejer;<br />
ora, soy bandolero en la Calabria,<br />
ya, sátrapa feliz en un harén.<br />
Como en la mente tierna de los niños<br />
la ausencia nunca se trocó en vejez,<br />
para mis nietos, el abuelo de antes,<br />
magnánimo y viril, siempre seré.<br />
Y en cierta noche de retozo y cuentos,<br />
el más pequeño inventará a su vez<br />
esta nueva fantástica: –Mañana,<br />
vendrá abuelito en el vapor francés.<br />
La gran noticia iniciará un revuelo<br />
de mil juguetes que traerá el bajel:<br />
carros y aviones, bates y pelotas,<br />
y un tambor, y una lanza y un arnés.<br />
En tanto, sabe Dios bajo qué pena,<br />
–honda guarida de monstruoso pez–<br />
o en qué caverna de animal salvaje,<br />
blancos mis huesos dormirán tal vez!<br />
530
En el Atrio<br />
Deslumbradora de hermosura y gracia,<br />
en el atrio del templo apareció,<br />
y todos a su paso se inclinaron,<br />
menos yo.<br />
Como enjambre de alegres mariposas,<br />
volaron los elogios en redor:<br />
un homenaje le rindieron todos,<br />
menos yo.<br />
Y tranquilo después, indiferente,<br />
a su morada cada cual volvió,<br />
e indiferentes viven y tranquilos<br />
ay! todos, menos yo!<br />
Esquiva<br />
Nunca su mano se posó en mi mano,<br />
nunca gocé su cándida sonrisa,<br />
y el murmullo que debe ser su acento,<br />
ni una vez refrescó mi oculta herida.<br />
Cuando el azar la pone en mi sendero,<br />
ella me esquiva, casta y temblorosa,<br />
y yo finjo no verla, en mi cuidado<br />
de no causarle la menor congoja.<br />
Mas, cuando voy ya lejos en mi ruta,<br />
siento detrás de mí volar sus ojos,<br />
cual dos abejas que su dulce carga<br />
vinieron a dejar sobre mis hombros.<br />
For Ever<br />
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA<br />
Cuando esta frágil copa de mi vida,<br />
que de amargura rebosó el destino,<br />
en la revuelta bacanal del mundo<br />
ruede en pedazos, no lloréis, amigos.<br />
haced en un rincón del Cementerio,<br />
sin cruz ni mármol, mi postrer asilo,<br />
después, oh! mis alegres camaradas,<br />
seguid vuestro camino.<br />
531
Allí, solo, mi amada misteriosa,<br />
bajo el sudario inmenso del olvido,<br />
¡cuán corta encontraré la noche eterna<br />
para soñar contigo!<br />
Gólgota rosa<br />
Del cuello de la amada pende un Cristo,<br />
joyel en oro de un buril genial,<br />
y parece este Cristo en su agonía<br />
dichoso de la vida al expirar.<br />
Tienen sus dulces ojos moribundos,<br />
tal expresión de goce mundanal,<br />
que a veces pienso si el genial artista<br />
diole a su Cristo el alma de don Juan.<br />
hay en la frente inclinación equívoca,<br />
curiosidad astuta en el mirar,<br />
y la intención del labio, si es de angustia,<br />
al mismo tiempo es contracción sensual.<br />
Oh, pequeño Jesús Crucificado,<br />
déjame a mí morir en tu lugar,<br />
sobre la tentación de ese Calvario<br />
hecho en las dos colinas de un rosal.<br />
Dame tu puesto, o teme que mi mano,<br />
con impulso de arranque pasional,<br />
la faz te vuelva contra el cielo y cambie<br />
la oblicua dirección de tu mirar.<br />
Misterio<br />
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Flota su imagen pensativa y casta<br />
en mis versos de amor,<br />
como flota en los pétalos de un lirio<br />
perfume embriagador.<br />
Pero en mis ritmos no busquéis el nombre<br />
de la que causa mi perpetuo afán,<br />
que nunca en los alambres de mi lira<br />
su nombre vibrará.<br />
Sólo al morir revelaré el misterio<br />
que guarda el corazón.<br />
532
Sólo al morir… cuando en mis labios sea<br />
su dulce nombre mi postrer canción!<br />
Noche Buena<br />
(Cantares de la ausencia)<br />
El que lejos de su casa<br />
ve pasar la Nochebuena,<br />
ese sabe lo que es frío,<br />
y sabe lo que es tristeza.<br />
Estrellita que en el cielo<br />
me pareces una lágrima,<br />
cuéntame si estás mirando<br />
lo que cenan en mi casa.<br />
Dando tumbos dos borrachos<br />
pasaron frente a mi puerta,<br />
y esta vez sentí en el alma<br />
envidia a la dicha ajena!<br />
Falta a los unos el vino,<br />
a los otros falta el pan,<br />
infeliz de mí que sólo<br />
me falta con quien cenar!<br />
Pierrot<br />
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA<br />
hablábase de amor, que es tema siempre<br />
selecto en todo frívolo salón,<br />
y como yo callara, hermosa dama<br />
pidió mi parecer en alta voz:<br />
—“El amor?… Bah, señora!…” y dije entonces<br />
tan lindos chistes puestos en razón,<br />
con tanta gracia y tan sutil donaire<br />
supe burlarme del pequeño dios,<br />
que a poco vi la concurrencia entera<br />
aplaudir mi sarcástica opinión,<br />
y más de una preciosa boca roja<br />
me otorgó su mohín encantador…<br />
Ay! sólo tú, en tu oscura cárcel gélida,<br />
no reías, llorabas, corazón!<br />
533
Plenilunio<br />
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Por la verde alameda, silenciosos,<br />
íbamos ella y yo:<br />
la luna tras los montes ascendía,<br />
en la fronda cantaba el ruiseñor.<br />
Y la dije… No sé lo que la dijo<br />
mi temblorosa voz…<br />
En el éter detúvose la luna,<br />
interrumpió su canto el ruiseñor,<br />
y la amada gentil, turbada y muda,<br />
al cielo interrogó.<br />
¿Sabéis de esas preguntas misteriosas<br />
que una respuesta son?…<br />
Guarda, oh luna, el secreto de mi alma!<br />
Cállalo, ruiseñor!<br />
ANDREJULIO AYBAR<br />
Cantemos al Señor<br />
Ah! los niños enclenques que pululan<br />
por calles y por plazas. Ah! los viejos<br />
que imploran caridad con tristes dejos,<br />
que si lacerias tienen más simulan.<br />
Ah! los leprosos, que en fealdad emulan,<br />
cuyo hedor los anuncia desde lejos<br />
Ah! los que males han –al vicio anejos–<br />
que a fuer de corrompidos se inoculan.<br />
Ah! tantos cuyo aspecto aflige y haga,<br />
yo un ser humano soy, un egoísta,<br />
repúgnanme fealdad, miseria y plaga.<br />
Yo adoro la belleza, soy artista,<br />
y horror me infunde vuestra suerte aciaga,<br />
quitaos, miserables, de mi vista!<br />
De pordiosero<br />
Venías cual la luna<br />
al levantarse.<br />
Ya mi alma te esperaba<br />
para humillarse.<br />
534
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA<br />
Y ya a la puerta<br />
del templo alza un pobre<br />
su henchida espuerta.<br />
Prendióse en mis entrañas<br />
un fuego intenso.<br />
Mi corazón fue brasa<br />
quemando incienso.<br />
Mi fantasía<br />
tocaba las campanas<br />
de la alegría.<br />
A ese otro una moneda<br />
donaste, oh amada.<br />
Yo quise más, yo quise<br />
una mirada!<br />
Mas tú volviste<br />
la cara al otro lado,<br />
y ni me viste!<br />
Después, aunque en mis ojos<br />
fue nube el llanto,<br />
quedé, de haberte visto,<br />
bajo un encanto!<br />
De más fervor<br />
enriquecido, oh! amada,<br />
y más amor!<br />
En donde brillas<br />
En busca voy del lirio.<br />
El blando césped, donde el pie lo huella,<br />
pozo es de olor. Y un cirio<br />
que alumbra mi sendero es cada estrella.<br />
El lirio está en el valle,<br />
no lo he encontrado en donde lo buscaba.<br />
Cuando a su lado me halle<br />
tendré el contento que el amor recaba.<br />
Con ansia el valle exploro.<br />
El lirio es un lucero reflejado.<br />
Su corazón es de oro,<br />
su manto está de púrpura bordado.<br />
Es ideal bandera.<br />
La Luna castamente lo arrebola,<br />
y la sutil quimera<br />
le llena de ilusiones la corola.<br />
535
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
—En dónde brillas, lirio?<br />
De tu viviente luz estoy sediento.<br />
Gobierna mi delirio<br />
con la olorosa mano de tu aliento!<br />
Mi anhelo ardiente vacía!<br />
Tus almos pechos dame por avío!<br />
Dame tu miel de gracia<br />
y escánciame tu copa de rocío!<br />
haz, lirio, que mi huerto<br />
sea jardín. Sé estrella de mi viaje,<br />
sé faro, y dame puerto,<br />
que un corazón de amor es mi equipaje!<br />
Interesada ofrenda<br />
A verla voy, de noche,<br />
por el sendero en flor,<br />
a verla, por la noche,<br />
con mi jornal de amor.<br />
Se ciernen las estrellas<br />
hasta el celeste azul<br />
que va cerniendo estrellas<br />
con su cendal de tul.<br />
La tierra se hace alfombra<br />
porque no dé un traspié.<br />
La tierra es siempre alfombra<br />
si va el contento a pie.<br />
La tibia yerba huele<br />
a menta y serpol.<br />
Y hasta la sombra huele,<br />
como la tierra, a sol.<br />
El corazón, –a saltos<br />
primero hacia ella en ir–,<br />
qué brincos da y qué saltos!<br />
Ay, se me va a partir!<br />
Y él es entero suyo,<br />
y así lo he de entregar,<br />
para que entero el suyo<br />
me quiera entonces dar.<br />
536
Recrecimiento<br />
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA<br />
Niño, y todo candor, todo ternura,<br />
al beber de la fuente de la vida,<br />
hallé, angustiosa el alma y sorprendida,<br />
de mi vaso en el fondo la amargura.<br />
Después la fuente vi de linfa impura,<br />
en bramador raudal ya convertida,<br />
salto a salto y caída tras caída,<br />
con la dicha mezclar la desventura.<br />
Pero hoy, si el mal de ayer un punto olvido,<br />
si en éxtasis, el alma, con empeño,<br />
a una ilusión de luz abre sus puertas.<br />
Si en pos se lanza abre un dorado ensueño,<br />
el dolor… mi dolor… –tú, maldecido,<br />
con hórridas punzadas, me despiertas!<br />
ViGiL DíAZ<br />
Tímpano de la montaña<br />
Mi querida,<br />
que es una negra retinta,<br />
dulce y armoniosa como el cuello de una cítara de ébano,<br />
con pulpa de coco en la sonrisa<br />
y esencia de mandrágora en los dobleces,<br />
me aguardó en la talanquera<br />
para decirme:<br />
“El cabrón ha muerto”.<br />
En un lecho de piedras,<br />
junto a los corrales,<br />
pulido por su cuerpo velludo y rijoso,<br />
está tendido el padre<br />
y señor<br />
del aprisco.<br />
La luna de anoche amortajó su cadáver,<br />
y el sol de esta mañana,<br />
calentó las esponjas de sus barbas patriarcales.<br />
En los libros de amor de Publio Ovidio Nasón<br />
aprendió el arte de amar,<br />
y conquistó mil borregas<br />
con la sirynga de Pan.<br />
537
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Para que no coman de su lúbrica carroña famélicos canes,<br />
le haremos exequias griegas en la sabana.<br />
Visión lunar<br />
Señora luna yo te he visto:<br />
sobre las cumbres altivas;<br />
sobre las cataratas bravías;<br />
sobre los ríos musicales y errabundos;<br />
sobre el mar veleidoso y pérfido;<br />
sobre las lagunas extáticas;<br />
sobre las envergaduras de las naves perdidas;<br />
Señora luna yo te he visto:<br />
sobre los caminos polvorientos y sabios;<br />
sobre las ruinas solitarias;<br />
sobre el plumaje de los cisnes dormidos;<br />
sobre la pampa inmensa;<br />
sobre las tristezas de las necrópolis;<br />
sobre los campamentos bárbaros;<br />
sobre el marfil de los cadáveres;<br />
sobre los charcos de sangre;<br />
sobre las carroñas de las bestias;<br />
sobre los jardines solitarios;<br />
sobre el espejo de las fuentes olvidadas;<br />
sobre el dolor de los hospitales;<br />
sobre el arabesco de los frailes;<br />
sobre los pámpanos de las fiestas;<br />
Señora luna, yo tengo un anhelo exótico y profundo:<br />
quiero verte dormida, sobre las gemas de sus<br />
ojos y sobre las pálidas ojivas de sus manos<br />
góticas.<br />
RAFAEL DAMIRÓN<br />
Campesina<br />
Dende que ese indino me se fue con otra<br />
ni pisca yo siento de querer por naiden,<br />
con lo que lo quise me basta y me sobra<br />
pa que ningún otro se atreva a mirarme.<br />
Manque las mujeres semo como semos,<br />
caña pa el ingenio no soy que me cargan;<br />
538
soy de las que digo, que a lo hecho pecho,<br />
paque naiden goce mirando mis lágrimas.<br />
¿que se fue con otra? ¿que ya no me quiere?<br />
que su gusto sea lo que Dios disponga,<br />
yo no diba a hincarme pa que me desprecie<br />
ni por una caja de doscientas onzas.<br />
Mesmamente asina, como me ha dejao,<br />
sin que yo lo ñame, lo veré en mi puerta,<br />
y como a los hombres se le mete el Diablo,<br />
que no pasó nada, yo me adré de cuenta.<br />
Criolla<br />
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA<br />
Debajo de los palmares<br />
tengo plantado un bohío<br />
que entre olorosos pomares<br />
y renuevos de azahares<br />
copia el espejo del río.<br />
Bajo su oscura techumbre<br />
tengo mi hamaca colgada,<br />
sin una luz que me alumbre<br />
pues nadie enciende la lumbre<br />
que tu dejaste apagada.<br />
Cuando la tarde declina<br />
después de dura faena<br />
se adueña de mí la pena<br />
que tu recuerdo envenena<br />
con tu ingratitud mezquina.<br />
Tengo en mi pecho clavada<br />
como un puñal traicionero<br />
la voz de aquella tonada<br />
con que dejaste burlada<br />
la fe de mi amor primero.<br />
Cuando me quieras, te quiero<br />
cuando me olvides, te olvido<br />
como el pájaro señero<br />
lo mismo puedo en tu alero<br />
que en la selva hacer mi nido.<br />
Debajo de los palmares<br />
tengo plantado un bohío<br />
539
que entre olorosos pomares<br />
y renuevos de azahares<br />
copia el espejo del río.<br />
VALENTÍN GIRO<br />
Alma<br />
La hermosa, arrebatada, lo envolvió en sus ardores<br />
sus brazos lo anudaron sobre su seno astral.<br />
Y entre besos, mordiscos, suspiros y estertores,<br />
–toda la ardiente gama de los rojos amores–<br />
pasó la noche entera, satánico y sensual.<br />
La aurora en la montaña divina sonreía<br />
cuando el mancebo dijo: “Suéltame, siento hastío”.<br />
Después… domaba un potro, tumbaba un monte, abría<br />
para su siembra, riegos: luego, se zambullía,<br />
como un pez, en el río…<br />
Ensueño<br />
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Escucha, encantadora fugitiva<br />
que interpretar mi corazón no quieres:<br />
tu palidez mortal me tiene enfermo<br />
y presiento, al mirarte, que te mueres…<br />
Es tan débil tu cuerpo delicado,<br />
tu vida está de levedad tan llena<br />
que un hálito veloz puede quebrarte<br />
como un pétalo frágil de azucena.<br />
Surgir parece a tu redor la niebla<br />
como para envolverte en un misterio,<br />
y en tu camino palpitando dejas<br />
un lejano rumor de cementerio.<br />
Finas esquilas en tu voz sollozan,<br />
blancor de leche en tu pupila vaga,<br />
y tu reír parece hilo de luna<br />
que en la espuma del mar vibra y se apaga.<br />
Frágil, blanca de niebla, y errabunda<br />
como del aura Leda suspendida,<br />
pareces una virgen temblorosa<br />
del hondo seno de la tumba huida.<br />
540
Frágil, blanca de niebla, y errabunda<br />
y cuando más sutil y visionaria<br />
pasas por mi fantástico camino<br />
más pura es tu belleza funeraria,<br />
Y más te quiero, fugitiva niña<br />
que temes al contacto de mi mano<br />
porque vamos, yo ardor, hacia la vida<br />
y tú, vapor de ensueño, hacia el arcano!<br />
Virgínea<br />
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA<br />
Se murió Natalia. Virgen que tenía<br />
en los ojos muchos sueños y delirios,<br />
y en los tristes labios todos los martirios<br />
de la cruel anemia que la consumía.<br />
En el blanco lecho su cara fulgía<br />
como nívea estrella sobre un mar de lirios,<br />
mientras en la alcoba los trémulos cirios<br />
llovían miradas de melancolía…<br />
............................................<br />
Después, cuando todos a casa volvían<br />
mudos, pensativos…, como rubios trigos<br />
vieron que en el cielo, radiosas de encanto,<br />
todas las estrellas reían… reían…<br />
FEDEriCo BErMÚDEZ<br />
Campanas de la tarde<br />
La tarde.<br />
Gris de perla.<br />
Los árboles en una<br />
meditación ambigua, de ensoñación o duelo;<br />
pupila de la tarde romántica: la luna,<br />
colmado el gris plomizo del solitario cielo!<br />
Por momentos sus alas: inmóviles al vuelo,<br />
recoge la penumbra que finge ser la ojera<br />
de la pupila blanca, sonámbula y viajera<br />
que calma el gris plomizo del solitario cielo!<br />
El angelus.<br />
Esquilas…<br />
Lamentos funerarios<br />
541
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
que vuelan de los bronces de viejos campanarios<br />
con un compás doliente de apesarado vuelo!<br />
Yo sueño bajo el oro de estas horas tranquilas,<br />
y en embriaguez de amores recojen mis pupilas<br />
tu imagen en la errante del solitario cielo!<br />
Oh! tardes adorables…!<br />
Oh! tardes adorables de aquel lejano estío!<br />
oh! siesta de mis sueños sobre su pecho en flor,<br />
venid rasgando brumas y sombras de mi olvido<br />
a orar cabe el sepulcro de aquel perdido amor…!<br />
Orad en el divino lenguaje del silencio<br />
por todos los ensueños de aquella casta edad,<br />
doliente margarita que aquellos blancos dedos<br />
acaso no recuerdan que deshojaron, ya…!<br />
Oh! tardes adorables de aquel lejano estío…<br />
Volar de blancos besos en alas del idilio,<br />
arrullos de las almas bajo el sereno azul…<br />
quiméricas visiones de mi universo efímero,<br />
traed a los oscuros rincones de mi olvido,<br />
blancas reminiscencias de aromas y de luz!<br />
Pareces una tarde<br />
Pareces una tarde que va a morir, Señora!<br />
tan honda es de tus ojos la intensa languidez<br />
y el velo de profunda tristeza evocadora<br />
que cae sobre la cera de tu anemiada tez!<br />
Al fondo de tus ojos, por tu pupila mustia<br />
se asoma tu alma triste con nimbo de pesar,<br />
y vaga en tu mirada con la infinita angustia<br />
de un pájaro cautivo con ansias de volar!<br />
Pareces una tarde que va a morir… Señora!<br />
y si bajo la intensa tristeza evocadora<br />
que cae sobre la cera de tu ideal perfil,<br />
te abismas en tus sueños de pálida Madona,<br />
parece que tu alma de virgen te abandona,<br />
y finges una estatua de pálido marfil…!<br />
542
Símbolo<br />
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA<br />
Aquel viejo enigmático y sereno,<br />
de tristes palideces marfilinas<br />
y miradas de dulce Nazareno,<br />
echose a descansar bajo las ruinas…!<br />
Y en el vasto silencio vespertino,<br />
tras un largo suspiro y un bostezo,<br />
cerráronse del sueño al hondo beso<br />
sus ojos de cansado peregrino…!<br />
Cuando la tarde huyó triste y doliente,<br />
con la noche se entró por el oriente<br />
la luna, y al verter sus argentadas<br />
claridades silentes en las ruinas,<br />
bañó con sus miradas argentinas,<br />
¡dos míseras grandezas olvidadas!<br />
Serenamente gris<br />
La lluvia, tornadiza como una polvareda,<br />
más flota que desciende, serenamente gris…!<br />
el viento, adormilado, sobre la tarde queda<br />
y sobre los ramales la nébula sutil…<br />
Cabalgan por el éter tristezas invernales,<br />
y en la tranquila estancia, serenamente gris,<br />
mientras la vaga niebla se asoma a los umbrales<br />
te duermes en mi pecho como una flor de lis!<br />
Tu joven pecho cándido me brinda sus latidos<br />
y tus fragantes labios, dulces y sonreídos<br />
me invitan para el beso romántico sutil,<br />
y mientras que yo beso tus labios virginales,<br />
envuelta en sus dolientes crespones invernales<br />
muriendo va la tarde, serenamente gris…!<br />
oSVALDo BAZiL<br />
Pequeño nocturno<br />
Ella, la que yo hubiera amado tanto,<br />
la que hechizó de músicas mi alma,<br />
la que más blando susurrar de égloga<br />
derramó en el azul de mis mañanas,<br />
me dice con ternura que la olvide,<br />
que la olvide sin odios y sin lágrimas.<br />
543
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Ella, la que me ha dado más ensueños<br />
y más noches amargas,<br />
se aleja dulcemente,<br />
como una vela blanca.<br />
Yo, que llevo enterrados tantos sueños<br />
que cuento tantas tumbas en el alma,<br />
no sé por qué sollozo y por qué tiemblo<br />
al cavar una más en mis entrañas.<br />
VÍCTOR GARRIDO<br />
Aria de otoño<br />
Un rubicundo amanecer de estío<br />
me engalana de rosas la tristeza<br />
cuando se juntan tu mirar y el mío,<br />
y llenas con idílica promesa<br />
la soledad de mi rincón vacío.<br />
Te quisiera apartar de mi camino<br />
por toda la ilusión que me despiertas,<br />
cuando en tus pesadumbres adivino<br />
que son hermanas nuestras cosas muertas.<br />
quisiera huir del sueño que te nombra<br />
por todo el mundo que de mí te aleja;<br />
pero hay algo interior que no me deja<br />
y que me acerca a ti como tu sombra.<br />
Siento que es tarde para alzar mi tienda<br />
en el recinto en paz de tus aduares<br />
y que me enluta la espinosa senda<br />
un desmayo de soles tutelares.<br />
Mas el hondo dolor de no tenerte<br />
y la congoja de tu amor distante,<br />
no valen la ventura de quererte<br />
en la orfandad de mi existencia errante.<br />
Te busco a mi pesar como la escala<br />
que ha de subir mi corazón al cielo;<br />
tu amor me da la vibración del ala<br />
y el impulso recóndito del vuelo.<br />
Eres la imagen de un ensueño puro<br />
que solloza perdido en una estrella;<br />
544
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA<br />
eres la voz, partida de querella,<br />
que se levanta del misterio oscuro,<br />
y me llama con una melodía<br />
que es toda vaguedad de lejanía.<br />
Eres la niebla que besó a la aurora<br />
la cabellera de verdor del prado,<br />
lo que he visto y soñado<br />
en la mágica hora<br />
en que la luz de la razón fulgura<br />
entre sombras de olvido y de locura…<br />
Por todo lo que has puesto de retoño<br />
en mi pálido otoño;<br />
por todo lo que tiene de martirio<br />
la blancura de lirio<br />
que me separa de tu ruta de oro;<br />
por todo este silencio en que te adoro<br />
sin violencia ni lloro,<br />
te bendice mi pena,<br />
que es tan dulce y tan buena<br />
desde que el alma se me va muriendo<br />
por ti soñando y por tu amor viviendo.<br />
Elegía blanca…<br />
Estoy triste, Señor, porque se muere<br />
la amada de mi vida;<br />
la que nunca me enoja ni me hiere,<br />
la que puso en mi alma que la quiere<br />
la blancura de un ala bendecida.<br />
Me la llevas… después que me la diste<br />
como una rosa blanca…<br />
Si en mi jardín de ensueños la pusiste<br />
toda alma, toda dulce, toda triste,<br />
por qué, Señor, Tu mano me la arranca?<br />
Para tu gloria tienes, cuanto aspira<br />
el santo anhelo tuyo…<br />
yo no tengo más luz que si me mira,<br />
más gloria divinal que si suspira<br />
ni más tierna ventura que su arrullo.<br />
No la lleves, Señor, para tu lado!<br />
No me quites mi aurora!…<br />
545
Pax<br />
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Permite que mi ser por ella amado,<br />
viva en la gracia de su amor bañado<br />
cual si fuera en tu gracia redentora.<br />
Yo era malo, Señor; ahora soy bueno…<br />
Ella me dio su albura…<br />
Dejé para volar cuanto de cieno<br />
había en mi ser… y estoy de azul tan lleno<br />
como lo está la fuente de frescura.<br />
Era la vida para mí un sudario<br />
que en hielos me envolvía…<br />
En mi rudo camino solitario<br />
cada paso en la sombra era un calvario…<br />
y ella juntó su mano con la mía…<br />
Y cuando todo para mí se anima<br />
y es la vida una gloria,<br />
quieres tronchar la perfumada rima<br />
que me enseñó a vivir sobre la cima,<br />
y trocar mis alburas en escoria!<br />
Ten piedad de su boca que es un lirio,<br />
de sus ojos azules,<br />
de sus manos nevadas como un cirio,<br />
y del cruel y recóndito martirio<br />
que me darás al desgarrar sus tules.<br />
Señor… la quiero porque me hizo bueno,<br />
porque me dio pureza…<br />
y está mi corazón de ella tan lleno…<br />
y es su amor para mí como un sereno<br />
resplandor de bondad y de belleza…<br />
Si deshojas, Señor, entre mis brazos<br />
la amada bendecida,<br />
me darás el negror de los ocasos<br />
y dudaré de ti que en tus regazos<br />
tienes la luz del bien y de la vida.<br />
(En las ruinas de San Francisco)<br />
Un silencio profundo en tus arcadas<br />
llena de paz histórica el convento.<br />
Afuera arrastra su plumaje el viento<br />
sobre las callejuelas desoladas.<br />
546
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA<br />
Penetro en el recinto. Mis pisadas<br />
prolongan su rumor como un lamento<br />
y en lo infinito de mi alma siento<br />
el peso de las bóvedas calladas.<br />
Doblo en el polvo la abatida frente<br />
para alzar mi recóndita plegaria<br />
en la calma beatífica y doliente;<br />
Y contempla mi mente visionaria,<br />
que la sombra de Ojeda, lentamente,<br />
se incorpora en la nave solitaria.<br />
r. EMiLio JiMéNEZ<br />
Boda de ruiseñores<br />
Era un trío admirable de dulces ruiseñores<br />
disputándose, a trinos, de una hembra el amor,<br />
que, junto al grupo alado,<br />
picoteando alegre la encendida corteza de una fruta en sazón<br />
por cuya abierta herida, la sangre de la pulpa<br />
manchaba el suelo de arrebol,<br />
provocaba la lucha de los picos abiertos<br />
para su dulce boda con el mejor cantor.<br />
<strong>Teatro</strong> de la escena: la fronda virgen húmeda<br />
por el rocío, apenas, de la noche anterior,<br />
y comenzó la fiebre del lírico torneo<br />
como a la media hora de haber salido el sol.<br />
El primero dio al aire la joya de su flauta<br />
que el bosque acompañó<br />
con la variada música del viento y del arroyo<br />
que fluye adulador.<br />
El segundo, internándose esmeraldas adentro,<br />
penetró en lo más íntimo de la fronda, y cantó<br />
como para que el hueco del follaje sirviérale<br />
de amplio resonador.<br />
Faltaba el más osado de aquellos trovadores:<br />
voló a la rama más enhiesta, el pico<br />
sobre ella limpié.<br />
de toda huella inútil de festín mañanero,<br />
y se entregó al divino fluir de la canción.<br />
547
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
En la panida música se adivinaron quejas,<br />
rumor de alas, sueños, inquietud,<br />
la ilusión de tres perlas en un nido<br />
y el final de aquel nido en el azul.<br />
La hembra, enamorada,<br />
dejó el fruto sangrando como un arrebol,<br />
ganó la débil rama que el canto estremecía,<br />
y culminó la escena con un triunfo de amor…<br />
Después, los dos vencidos, miraban alejarse,<br />
soñando con el nido, bajo el oro del sol,<br />
cuatro alas tendidas en fuga victoriosa<br />
sobre los aplausos del viento adulador.<br />
Mis dos madres muertas<br />
Dos madres tuve un día y no tengo ninguna:<br />
la que me dio su sangre y me llevó en su seno,<br />
y la que completando la obra que hizo una,<br />
recogió mi pobreza del fondo de una cuna<br />
desde la edad de un año, y me enseñó a ser bueno.<br />
También tiene dos madres la simiente cautiva:<br />
la planta genitora que en su verdor la encierra,<br />
la gran madre tierra,<br />
que la toma en sus brazos como hija adoptiva,<br />
le ofrece el hueco de una cuna<br />
escondida a los ojos del pajarillo hambriento,<br />
y luego, espiga tierna, la mece a sol y luna<br />
en la hamaca del viento.<br />
Y cuando el árbol también, la bella espiga asombra<br />
con la melena al viento florida y cancionera,<br />
a la madre adoptiva le paga con su sombra<br />
y honra la madre propia en cada primavera.<br />
Tal ha sido mi suerte:<br />
una me ha dado el ser,<br />
y me enseñó la otra la virtud de ser fuerte,<br />
la misma de la planta que sabe florecer<br />
sin temor a las hachas que fabrican su muerte.<br />
Al darme una su sangre mirose en dos partida<br />
y una de esas mitades fue mi vida;<br />
la madre es siempre una constante abnegación;<br />
548
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA<br />
al tenderme la otra sus brazos redentores,<br />
como carga llevada sobre rieles de amores,<br />
mi cuerpo, entre caricias, llevó a su corazón.<br />
Yo era débil criatura,<br />
enferma y pobre era<br />
la madre verdadera,<br />
y Dios, compadecido de tanta desventura,<br />
me dio una nueva madre, que en ritmo de ternura<br />
fue igual a la primera.<br />
Rosal que de un terreno empobrecido<br />
pasa a la maravilla de un cantero<br />
al amor de otro barro que termina<br />
la obra del barro en que vivió primero,<br />
así yo de la vida en la faena,<br />
barca que tuvo un nuevo timonero,<br />
pájaro que del nido tutelar<br />
pasó al jergón de la pollada ajena<br />
y el ave nueva le enseñó a cantar;<br />
sus propios goces y su propia pena.<br />
Si el ofrecer la vida para dar nueva vida<br />
en el calvario de la maternidad<br />
es sacrificio heroico que mantiene encendida<br />
la llama redentora de la fecundidad,<br />
¿qué nombre ha de tener<br />
la que no siendo madre por la naturaleza<br />
se eleva a la más alta virtud de la belleza<br />
y es madre por deber?<br />
¿qué nombre tiene en la moral escrita<br />
esta ofrenda infinita<br />
de dar el alma a la criatura ajena<br />
la que no es madre suya,<br />
pareciendo decirle, ya que Dios me hizo buena,<br />
si te falta tu madre yo seré madre tuya?<br />
Murió la madre propia<br />
y la que me enseñara lo que por ella sé,<br />
aquélla de quien soy como una débil copia<br />
y la que supo ungirme con bálsamo de fe;<br />
pero llevo en el pecho la dulce sensación<br />
de que a las dos amé,<br />
y con las dos fui bueno, partiendo el corazón,<br />
y a las dos enterré…<br />
549
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
EMILIO A. MOREL<br />
San Francisco de Asís entre los pájaros<br />
I<br />
San Francisco de Asís erraba un día<br />
por remotos parajes, preguntando<br />
a cuanto ser veía<br />
si lo acosaba el hambre, si quería<br />
pan del pan que su mano iba dejando<br />
a la miseria cruda y sin abrigo:<br />
pan de resignación y pan de trigo.<br />
San Francisco de Asís buscaba un día<br />
vidas atormentadas<br />
por el dolor, cuando en el seno agreste<br />
y hojoso de la Umbría<br />
encontró la piedad de sus miradas<br />
a un ruiseñor que estaba en la agonía.<br />
—hermano Ruiseñor… –exclamó el Santo,<br />
con los brazos en cruz,– hermano mío,<br />
dime si tu quebranto<br />
lo concibió la voluntad del cielo,<br />
o si fue la del suelo<br />
para secar las fuentes de tu canto.<br />
El ruiseñor no contestó. La suave<br />
bondad del Santo se inclinó hacia el ave<br />
para decirle: —hermano,<br />
ven a mi soledad hasta que vuelva<br />
la salud a tus carnes;<br />
allí no encontrarás florida selva<br />
ni paraje florido,<br />
sino el crudo rigor de los veranos:<br />
mas, para darte la ilusión de un nido<br />
fresco y amable, te daré mis manos.<br />
Y San Francisco se llevó consigo<br />
al ruiseñor enfermo. Y fue tan dulce<br />
el amoroso abrigo,<br />
y tan hijo del cielo<br />
el infinito celo<br />
que el ave halló en el corazón del Santo,<br />
que a poco tiempo levantaron, juntos,<br />
una oración el uno: el otro un canto.<br />
550
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA<br />
II<br />
Enfermo y solo… Lejos de la gente,<br />
que ignoraba su mal, pensaba el Santo<br />
en que ya la Implacable<br />
rondaba ansiosamente<br />
la tosca celda en que la limpia fuente<br />
de su misericordia inagotable<br />
cantaba el bien, tan armoniosamente.<br />
Y dijo al ruiseñor: —Mi buen hermano,<br />
muy pronto a mí me faltará el aliento,<br />
y a ti la débil mano<br />
que te busca el sustento;<br />
vuélvete, pues, al bosque y que te ayude<br />
la mansa diestra del hermano Viento.<br />
Y así dijo a los otros<br />
pájaros: —Vuestro nido<br />
os espera, volved a vuestro prado;<br />
y si encontráis que ha sido destrozado<br />
vuestro hogar venturoso, como he sido<br />
yo para con vosotros, sed vosotros<br />
con el que hubiere roto vuestro nido.<br />
¿No sabéis que se encuentra<br />
la hermana Muerte en el umbral, queriendo<br />
que mi conformidad le diga: entra?<br />
Y gimió el desconsuelo<br />
del ruiseñor: —;Oh, déjame a tu lado<br />
para verte cruzar, transfigurado,<br />
los caminos del cielo!<br />
La turba alada dijo entonces: .—¡Falta<br />
que nos enseñes la virtud más alta,<br />
la de morir sonriendo!<br />
Y cuando hablaron todos de tal suerte,<br />
San Francisco de Asís sonrió, diciendo:<br />
—Entrad, hermana Muerte…<br />
Aquel Lucero Blanco<br />
Aquel blanco lucero,<br />
al cerrarse los párpados del día,<br />
era siempre el primero<br />
que los ojos abría.<br />
551
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Y semejaba un pájaro cautivo<br />
en el azul, imaginando vuelos<br />
y convirtiendo su mirada en vivo<br />
juego de claridad sobre los cielos.<br />
Y siempre que el lucero aparecía<br />
en su invariable senda,<br />
una envidiosa rana le decía<br />
desde el lúteo rincón de su vivienda:<br />
—¿Por qué te asomas a mis soledades<br />
furtivamente? Dime lo que quieres<br />
al deslizar tus tibias claridades<br />
en la quietud de mis anocheceres.<br />
¿No sabes que la sombra es toda mía,<br />
lo mismo que el azul es todo tuyo,<br />
y que a veces me hastía<br />
hasta el fulgor errátil de un cocuyo?<br />
Haciendo florecer en mi laguna<br />
frágil rosa de perla,<br />
viene a verme la luna<br />
sin que yo me moleste para verla.<br />
Y sin embargo, tú, que nunca prendes<br />
una ilusión de luz en rosa alguna,<br />
me pides alabanzas, ¡y pretendes<br />
tener la aristocracia de la luna!<br />
Así el reptil hablaba<br />
cuando el blanco lucero aparecía;<br />
y, después de croar, se acurrucaba<br />
en su lúteo rincón, y se dormía…<br />
Era la media noche<br />
cuando el aristocrático lucero<br />
fingía descender, en un derroche<br />
de luces blancas, sobre el mundo entero.<br />
Y despertó el reptil. Con hosco ceño<br />
fijó los ojos turbios en el hondo<br />
caudal del agua, y vio el perfil risueño<br />
de su rival moviéndose en el fondo.<br />
¡Cuán irónica fue su carcajada<br />
cuando creyó tenerlo prisionero,<br />
552
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA<br />
y figurose ver, mustia y ahogada,<br />
la argentina belleza del lucero!<br />
—Ya ves, astro infeliz! Estabas ciego<br />
de pueril vanidad. Tanto ufanarte<br />
de unas galas efímeras: y luego<br />
caer entre mis aguas para ahogarte!<br />
............................................<br />
Y ajeno a ese lenguaje rencoroso,<br />
desde una altura cenital el astro<br />
bañaba el lomo gris del envidioso<br />
con un blancor sereno de alabastro…<br />
APOLINAR PERDOMO<br />
Amo y odio a la vez tu albo sombrero<br />
Amo y odio a la vez tu albo sombrero!<br />
Tu carita, una rosa en miniatura<br />
gozosa en él se está como una perla<br />
en un gigante caracol de plumas!<br />
Bajo su alón gallardo, luminoso<br />
encanto de tus ojos se insinúa<br />
como un rayo de sol que, huyendo al día,<br />
se escondiera temblando entre la espuma.<br />
Amo y odio a la vez tu albo sombrero!<br />
Odio su aspiración graciosa y culta<br />
de besarte en la espalda, porque ignores<br />
que tiene la obsesión de tus alburas;<br />
la galante y gentil hipocresía<br />
con que aprisiona tu cabeza oscura,<br />
y con que, en regia ondulación, esquiva<br />
el beso casto de tu frente púdica;<br />
la obstinación, cruelísima y discreta,<br />
de hacerse rara flor de tu escultura,<br />
y frente al limpio espejo, de adularte<br />
más que mi verso pálido te adula!<br />
Amo y odio a la vez tu albo sombrero!<br />
Amo el sueño de amor que en él oculta<br />
la vaguedad de luz de tu sonrisa,<br />
que apenas si tu boca disimula;<br />
todo el sereno afán con que hace marco<br />
a tu sonriente faz, y con que triunfa:<br />
bajo el sol, de la lumbre que caldea,<br />
553
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
y de la indiscreción, bajo la luna;<br />
amo, en fin, tu sombrero, porque a veces<br />
en egoísmo heroico, te sepulta<br />
la dulce faz entre su alón gallardo,<br />
y en ella se complace y se perfuma;<br />
porque en él, orgulloso de tal gracia,<br />
tu carita, una rosa en miniatura,<br />
gozosa está, como animada perla<br />
en un gigante caracol de plumas!<br />
Canción de amor<br />
Tu ventana está abierta… Estás dormida?…<br />
quién pudiera saber adónde el vuelo<br />
habrá alzado tu alma bendecida!…<br />
¿Se ha fugado un momento de la vida<br />
para estar con los ángeles del cielo?…<br />
¿O escoltada por blancos serafines,<br />
intangible, sutil, plena de olores,<br />
correteará, traviesa, en los jardines<br />
con el alma fragante de las flores?…<br />
Tu ventana está abierta. Te importuna<br />
con sus caricias la nocturna brisa,<br />
mientras un rayo de la casta luna<br />
juega a besos de luz con tu sonrisa.<br />
Sueñas?… Oh sí! tú sueñas y sonríes!…<br />
¿Reproduce tu sueño algún instante<br />
de amor? ¿la hora del te amo vacilante<br />
que hizo un temblor extraño de rubíes<br />
sobre tu boca breve e incitante?<br />
O aquel idilio, cuando yo de hinojos<br />
contemplaba tu faz, y se tendía<br />
desde mis ojos a tus tiernos ojos<br />
como un puente ideal, por do venía,<br />
de tus caricias entre el vago arrullo,<br />
tu alma divina a perfumar la mía<br />
e iba mi amor a despertar el tuyo?…<br />
Tu ventana está abierta! Están ansiosas<br />
las flores que cuidaste en tu ventana<br />
por mirarte otra vez: para tus rosas<br />
tú eres más que la luz de la mañana.<br />
554
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA<br />
Una tarde, desde esas que ahora miro<br />
rejas divinas en tranquila, calma,<br />
todo tu amor, deshecho en un suspiro,<br />
cayó desde tu boca hasta mi alma.<br />
Y es de entonces que encienden los rubores<br />
la albura de tu rostro de querube,<br />
cuando a tus rejas, floreciendo amores,<br />
la enredadera de mi verso sube.<br />
Ahora, en silencio, solo, las cortinas<br />
de tu albo lecho el pensamiento ronda,<br />
y contemplo, tras ansias peregrinas,<br />
la artística actitud con que reclinas<br />
tu perfumada cabecita blonda;<br />
la mano sobre el pecho, blanca y bella,<br />
movida levemente, que parece<br />
el reflejo intangible de una estrella<br />
que un mar de espumas acaricia y mece;<br />
el brazo ebúrneo, blanco como un cirio,<br />
que está fuera del lecho, y es lo mismo<br />
que un tallo enorme que sostiene un lirio<br />
desmayándose al borde de un abismo;<br />
y sobre el oro de tu cabellera<br />
tu blanca faz, y en ella tu sonrisa,<br />
como un ala rosada que durmiera<br />
sobre tu boca, el sueño de tu risa…<br />
No despiertes, mi amor!… Te ve mi ensueño<br />
tan ideal, tan bella así dormida,<br />
que no sé si quisiera que tu sueño<br />
durara para mí toda la vida!<br />
Mas no! que están en la ventana abierta<br />
tus flores, y por verte están ansiosas:<br />
no para mí, que te mirara aun muerta,<br />
pues vives en mi ser: ¡por Dios! despierta<br />
para la vida de tus pobres rosas!…<br />
ENRIQUE AGUIAR<br />
A San Francisco de Asís<br />
Señor de las humildes indulgencias,<br />
Oh, divino Señor,<br />
Tu piedad evangélica perfuma<br />
Lo mismo que una flor.<br />
555
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Asocias a la fiera con el hombre,<br />
Y luchas con afán<br />
Al ver las vanidades en tropeles<br />
Vestidas de oropeles<br />
¡Cómo van!<br />
Perdonas a tu hermano lo que tiene<br />
De mezquino y pueril,<br />
Y conviertes en óleo el virulento<br />
Veneno del reptil.<br />
Ostentas como canon de tu vida<br />
Un nimbo celestial,<br />
Y le ofreces a Dios como a los pájaros<br />
Tu mínimo rosal.<br />
Yo, que no puedo ser como tú eres<br />
En mi vida infeliz,<br />
Le sonrío al placer y a la desgracia,<br />
Al vino alegre y al dolor suicida…<br />
Es otra forma de apreciar la vida,<br />
¡Oh, Francisco de Asís!<br />
Asno, paciente asno<br />
Asno, paciente asno, las nieblas del Olvido<br />
Revelan en tus ojos la dulzura del bien,<br />
La dulzura que tienes por haber conducido<br />
Tu carga de virtudes para Jerusalén.<br />
Sobre la mansedumbre de tu lomo mugriento<br />
Por tierras de Bethania peregrinó Jesús,<br />
Tú ibas con dos alas, ligero como el viento,<br />
Con mucha luz delante, siempre con mucha luz.<br />
Manso como Babieca, noble como Pegaso;<br />
Dijérase que todas las épocas te ven<br />
Andar con la paciencia de tu bíblico paso<br />
Buscando en el misterio la Estrella de Belén.<br />
La cruz de Jesucristo surgió de los vestigios;<br />
¡Y hoy miras los vestigios rodar ante la Cruz<br />
Con la misma mirada con que hace veinte siglos<br />
Miraste los humildes pañales de Jesús!<br />
556
La excusa<br />
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA<br />
En otra, oh, muerta, tu recuerdo amo;<br />
Como yo te sentía<br />
huraña a la intención de mi reclamo,<br />
Así la siento a ella, muerta mía!<br />
Es otra y eres tú: rosa y estrella,<br />
El perfume y la luz a un tiempo mismo;<br />
Turbada por extraño pesimismo<br />
Asoma a mi vivir su alma doncella<br />
Como asoma una estrella en el abismo.<br />
Yo la he visto reír, y su sonrisa<br />
Velada sombra de dolor esconde;<br />
Su amor como tu amor evangeliza;<br />
Su voz es una Misa<br />
que yo he escuchado sin saber en donde,<br />
Es otra y eres tú… Para quererte<br />
Surges en ella de la tumba fría,<br />
¡Así podré llamarte y podré verte<br />
A pesar de la muerte: vida mía!<br />
r. PérEZ ALFoNSECA<br />
Oda de un yo<br />
A través del camino sin fin vibra la oda<br />
del Verano; la Tierra es un inmensa oda<br />
de silencio que piensa y de rumor que habla.<br />
Sobre una piedra blanca del gran camino, le habla<br />
a un joven un anciano: el uno es un poeta<br />
ya pleno, el otro, un germen preclaro de poeta.<br />
Las rosas sonreían al viejo como labios<br />
inocentes, y al joven besaban como labios<br />
pecadores; los montes invitaban al uno<br />
al reposo, y al otro a la ascensión; el uno<br />
miraba siempre a Dios al mirar en sí mismo,<br />
el otro, le ignoraba pues fuera de sí mismo<br />
lo iba buscando; el viejo, sin buscarle, le hallaba,<br />
en tanto el joven le buscaba y no le hallaba.<br />
—¿qué hay que hacer, maestro, para que yo conozca a Dios?<br />
—Conociéndote a ti conocerás a Dios.<br />
Los brazos del anciano, mientras hablaba, fingían<br />
un círculo espontáneo de confianza, y fingían<br />
en tanto, los del joven, un círculo de duda.<br />
557
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
—Para mí, dijo el joven, la Vida es una duda.<br />
—Para mí, dijo el viejo, es una afirmación;<br />
No se vive de duda, sino de afirmación;<br />
el que vive en la duda vive en una agonía.<br />
¿Cómo haces de tu vida, poeta, una agonía?<br />
No es muerte sino vida lo que se advierte en todo:<br />
di “Yo existo” y verás que por ti existe todo:<br />
—Ah! la vida es muy breve y el arte es infinito.<br />
—De tu vivir, Poeta, surge el arte infinito.<br />
Te quejas de la Vida porque la encuentras breve…<br />
Es el vivir humano, no la Vida, lo breve.<br />
La rosa que ha vivido un instante, nos deja<br />
un recuerdo que vive durante nuestra vida:<br />
tal la obra pura de arte que todo artista deja<br />
es inmortal, pues vive mientras vive la Vida.<br />
—¿Cómo hacer para ser original, cual lo eres?<br />
—Ser como eres, y solamente como eres.<br />
Natural en los hombres es el ser diferentes,<br />
(las hojas de un mismo árbol son todas diferentes)<br />
y lo contranatura es querer ser iguales:<br />
tan sólo en apariencia son los hombres iguales.<br />
Y eso es la diferencia: originalidad:<br />
¿Por qué negar, entonces, la originalidad?<br />
No imites: no eres simio; origina: eres hombre;<br />
el Poeta no es nunca el hombre, sino un hombre.<br />
—Oigo decir que nada hay nuevo bajo el sol.<br />
—Mas, tampoco no hay nada de viejo bajo el sol.<br />
El Arte no renace ni decae: se transforma.<br />
Y es en línea ondulosa que el Arte se transforma:<br />
se dice que renace cuando la línea sube,<br />
que decae, cuando baja; pero la línea sube<br />
aun cuando baja: motes: subir, bajar;<br />
es un modo, no más, de subir el bajar.<br />
Somos nosotros quienes cambiamos, y no el Mundo;<br />
nada se inventa, todo se descubre en el Mundo.<br />
—Mas, de todos los ritmos, el mejor es el tuyo.<br />
—El mejor, para ti, tiene que ser el tuyo;<br />
de todos los poemas, es mejor mi poema,<br />
para mí; para ti, debe ser tu poema.<br />
¿Por qué me crees más rico, si, como yo eres rico?<br />
Deja sólo al que es pobre demandar al que es rico,<br />
el que es pobre, es decir: aquel que su riqueza<br />
ignora, deslumbrado por la ajena riqueza.<br />
558
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA<br />
Cree que de lo que se hace, lo tuyo es lo mejor,<br />
pero tratando siempre de hacer siempre mejor.<br />
No me llames maestro, tu maestro es tu instinto,<br />
el mentor que jamás se engaña es el instinto,<br />
por ser lo que es más de uno, y lo que está más cerca<br />
del Misterio, y, por eso de la Verdad, más cerca.<br />
Sé a manera de un dios que a sí mismo se adora<br />
porque no hay nadie digno de adorarlo, y adora<br />
de esa manera a Dios: el culto de los héroes<br />
sólo pueden rituarlo aquellos que son héroes.<br />
Procura no perder la confianza en tu genio<br />
sobrepasar, no a los demás, sino a tu genio.<br />
Sé el primero que adopte las últimas verdades<br />
y el último que olvide las antiguas verdades.<br />
Nunca insultes ni imites a las obras ilustres<br />
si quieres que tus obras también sean ilustres.<br />
que tu psiquis no sea depósito de libros<br />
sino una pira donde ardan todos los libros,<br />
a fin de que así leas aquel que es el más sabio<br />
el libro de ti mismo, que es el único sabio.<br />
Ten la sinceridad fatal del Universo,<br />
y sé la concreción total del Universo,<br />
y serás como un monte, sereno a todo viento,<br />
no como en las tormentas un molino de viento.<br />
—Dicen que porque soy joven, falsa es mi queja,<br />
porque la juventud es sonrisa y no queja.<br />
—Si el hombre nace vivo se anuncia con un grito:<br />
la primera palabra del hombre, es pues, un grito.<br />
Por tal, no te preocupes de aquellos que te escuchan,<br />
como el pájaro canta sin saber que lo escuchan.<br />
Y créete que si al Todo lo vaciaran en versos,<br />
esos versos saldrían iguales a tus versos.<br />
Cada obra de arte es tan sólo una hipótesis<br />
de la Belleza, dice un poeta: haz tu hipótesis<br />
y cree que de entre todas la tuya es la más cierta,<br />
pues siempre la más bella ha de ser la más cierta.<br />
El valor de las cosas jamás está en las cosas<br />
sino en tus ojos: valen tus ojos, no las cosas.<br />
haz sentir a los hombres esas cosas ocultas<br />
que cada uno y todos los hombres muy ocultas<br />
en sí llevan: revélaselas, muéstraselas por medio<br />
de alegorías y símbolos, así como por medio<br />
559
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
de cuneiformidades –como plasma el Poeta–<br />
se hace leer el ciego. Por eso se es poeta.<br />
Con un verso se alumbra la sombra del Destino,<br />
se hace que exclame: “Te amo!” la esfinge del Destino…<br />
que nadie se interese como tú mismo, nada,<br />
tú que puedes, cual Dios, hacer todo de nada.<br />
No creas que es el cielo misterioso condensado,<br />
sino el reflejo de tu mirar, condensado.<br />
—Dime cómo he de ser para ser feliz. —Bueno;<br />
sólo que ningún hombre puede ser todo bueno,<br />
pues que siendo la síntesis de la Naturaleza,<br />
a un tiempo es bueno y malo cual la Naturaleza.<br />
Sí, desgraciadamente, no nos es dado serlo,<br />
por lo menos podemos, debemos, querer serlo.<br />
Y, de ese modo, cuanto más nos aproximamos,<br />
del Bien, tal de la Dicha más nos aproximamos.<br />
La Vida es triste, triste, triste; la Tristeza<br />
está en todo: es un árbol proteico la Tristeza,<br />
que se nutre con todos los jugos de la Tierra,<br />
y cuyas ramas graves cubren toda la Tierra.<br />
Y, por eso, alabado el poeta que puede<br />
cantar: “Amad la vida, hermanos, porque es buena,<br />
pues la naturaleza es, por ser madre, buena;<br />
y no desesperéis si el presente no es bello,<br />
que el porvenir, ¡oh! hermanos, es muy vuestro y muy bello…”.<br />
Ojalá que tu canto sea un canto de esperanza,<br />
que el hombre tiene sed de agua de esperanza,<br />
pero nota que digo: “ojalá”, mas, no “debes”<br />
pues que es tu canto el único, poeta, el que tú debes<br />
cantar, tu canto, sea de esperanza o de duelo:<br />
bellamente cantado consuela, a la vez, un duelo…<br />
Si llegó la Esperada y se ausentó, tú puedes,<br />
a pesar de la ausencia, mantenerla a tu lado<br />
con sólo recordarla; si aún no ha llegado, puedes,<br />
con tan sólo esperarla, sentir que está a tu lado…<br />
que cuando entre tus manos mires que la fragante<br />
rosa que recogiste al azar del sendero<br />
se te mustie, no llores, confiado en que el sendero<br />
te ofrecerá, más lejos, otra flor más fragante.<br />
que todo aquel que llegue a la paz de tu casa,<br />
se acomode, lo mismo que si fuera en su casa,<br />
y pienses que, así como un albergue le has dado<br />
560
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA<br />
la ocasión de que tú fueras bueno, él te ha dado.<br />
que cuando algún amigo te traicione, tan sólo<br />
te haga sufrir, no el hecho de que te deje solo,<br />
sino de que tu amigo tal, se haya corrompido:<br />
eso te probará que no estás corrompido.<br />
que cuando alguna mano lamentable te hiera<br />
hagas porque tu mano, sabiamente, no hiera<br />
por venganza: sé justo, la venganza es curarle<br />
al que te hirió su mano que te pide el curarle,<br />
pues si una mano hiere es porque ella está herida,<br />
por eso la venganza es curarle la herida.<br />
De esa misma manera asesina al hambriento<br />
y se castiga el crimen dando pan al hambriento.<br />
Procura que te admiren o te odien o te amen,<br />
pero que no te tengan piedad; mas porque te amen,<br />
haz porque no te falte jamás algo qué amar:<br />
lo que importa no es ser amado, sino amar.<br />
Mas porque se realicen todos tus ideales<br />
haz porque no te falten jamás los ideales…<br />
Oh, tú que huyes del lodo por tenerte puro<br />
sumérgete en el lodo y sabrás si eres puro<br />
si ves tu pureza como una impenetrable<br />
armadura, del todo te hace impenetrable.<br />
Date sin preocuparte de si te lo agradecen,<br />
y date aun cuando sepas que no te lo agradecen,<br />
y serás bueno como el árbol del camino<br />
que, sin saber, da todas sus hojas al camino…<br />
que el que corte tus rosas no te cause algún daño<br />
sino el que las espine le causen algún daño<br />
a las manos enferma de envidia que las corten:<br />
lo propio de las rosas bellas es que las corten…<br />
que cuando esté inclinada tu testa no parezca<br />
la de aquél que se abate; que, al contrario, parezca,<br />
la del toro, que sólo la inclina para luego<br />
acometer; inclínala para imponerla luego…<br />
Y que al morir, no tengas en tu actitud, el gesto<br />
de odio de los débiles, sino el sublime gesto<br />
de recordar, Poeta, que en el lecho grandioso<br />
de la Tierra, has tenido un momento grandioso<br />
a la Belleza, virgen y magnífica, y que<br />
de aquélla unión sagrada surgirá el hijo que<br />
561
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
será tu interminable prolongación, y sientas<br />
la oda renaciente de tu obra, y que sientas<br />
bajo tus pies la Tierra, sobre tu frente el Cielo,<br />
como una flor, la Tierra y un lauro azul, el Cielo.<br />
Sí, que al morir, el Mundo te parezca de fiesta,<br />
como para tus bodas con la Victoria, fiesta<br />
universal y única. Y, así, pasa venciendo,<br />
pues que sobre la Tierra se ha de pasar venciendo.<br />
Vive así como en marcha perenne hacia una cima,<br />
y al morir, te hallarás encima de la cima…<br />
DOMINGO MORENO JIMENES<br />
A mi hija<br />
Cuando muera…<br />
¿qué puedo yo darte que no sea yo mismo?<br />
Sombra de sombra,<br />
aliento de aliento,<br />
amago de perfume…<br />
¡Tal vez nada!<br />
Toda la existencia de la Tierra es una inmensa niebla<br />
y el afán del hombre contra el Mundo, la Nada de la Nada.<br />
(Dios está palpable en el hombre, cuando se siente triste).<br />
El poema de la hija reintegrada<br />
Agonía<br />
I<br />
hija, ya no sé decirte si la muerte es buena<br />
o si la vida es amarga;<br />
sólo te aconsejo que despiertes, adulta de comprensión más que tu Padre!<br />
II<br />
hija, ya no habrá oriente ni poniente para tu porvenir:<br />
una sábana blanca serán tus días,<br />
una sábana blanca será tu pasado<br />
¡y tu recuerdo una estrella que frente a frente me iluminará el porvenir!<br />
III<br />
No sé por qué tu agotamiento<br />
me trae una recóndita dicha anegada en lágrimas<br />
que me hace auscultar el corazón de la tarde.<br />
562
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA<br />
IV<br />
Tu infancia y tu silencio me parecen hermanos.<br />
V<br />
hija, hazme tomar la resolución de los otros:<br />
vuelve mi proa añicos<br />
y mi voluntad una piragua;<br />
que nada sea mío desde hoy, que no quiera poseer nada mañana;<br />
desnudo de bienes y desnudo de virtudes hazme;<br />
sin egoísmo de lealtades y sin egoísmo de pureza;<br />
¡hazme entero el milagro de darme todo a los elementos<br />
como si fuera en sustanciación un ser increado!…<br />
VI<br />
Tu vida fue microscópica, pero grande;<br />
¡el segundo de tu inexistir, eterno!<br />
VII<br />
hija, ¡cuántas nubes,<br />
cuántos pájaros,<br />
cuántos horizontes insospechados me abre en el amanecer tu ruta!<br />
VIII<br />
hija mía, para ti la mañana no será clara ni fresca;<br />
verás envuelta el alba en la noche<br />
y las cosas de mayor transparencia<br />
tomarán ante tus ojos la actitud de un largo crepúsculo.<br />
IX<br />
En este mundo donde sólo se premia la capacidad de fingir mejor<br />
era justo que llegaras, y después de breves instantes,<br />
ya estuvieras confundida con la cal y con la mariposa, con el carbón y con la piedra.<br />
X<br />
¡Cómo me alivianas la sombra, al advertir desde que te dormiste<br />
que en mi derredor todo es sombra!<br />
XI<br />
¡Oh tú que me enseñaste desde que naciste<br />
a ver la vida con ojo más sabio<br />
y a la humanidad con ojo más triste!<br />
Triste, triste; ¿y no es acaso la suprema alegría de los seres mudables el ser tristes?<br />
¡Triste fue la faz de la tierra cuando se desperezó el primer hombre!<br />
¡Triste tiene que quedar la tierra cuando se desentuma en su regazo el último hombre!<br />
563
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
XII<br />
¡Oh tú, que desde que naciste pude decir: boleta de la tumba!<br />
¡Oh tú, que ya crecida pude decir, por tu desvalidez, la preferida mía!<br />
XIII<br />
Por ti quise cambiar y que la fortuna me sonriera;<br />
¡y por ti no cambié<br />
y la fortuna no me sonreirá nunca!<br />
XIV<br />
hija, cada vez que examino tu vida<br />
me doy cuenta que tú eres como mi vida<br />
¡una sombra entre dos crepúsculos!<br />
XV<br />
Iba a decir entre dos agotadoras auroras<br />
y ya ves, reincidí, sin querer, ¡entre dos crepúsculos!<br />
XVI<br />
¿Por qué tan pura, tan casta y tan leve, te debas parecer al crepúsculo?<br />
XVII<br />
Olvidaba que toda adjetivación es cruel y ruda:<br />
Dios dio desnudo a los hombres el verbo,<br />
y del lenguaje, ¡sólo debe quedar desnudo el verbo!<br />
XVIII<br />
Toda filigrana de síntesis es una profanación, ¿verdad hija mía?<br />
Ya te puedo buscar sin parcializaciones, sin atributo contingente:<br />
¡serás en mi incompleto nombrar, sencillamente, el vaho de las cosas!<br />
XIX<br />
No te puedo asir con una palabra,<br />
y no debe extrañarte, recónditamente,<br />
¡porque tú estás para mí más alta que la región de las palabras!<br />
XX<br />
Y vuelvo a caer en las comparaciones.<br />
¡Oh, hija, cuán subordinado estoy a la vida!<br />
XXI<br />
¡Miserable del hombre que osa creer que después de la sombra la vida es vida!<br />
564
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA<br />
XXII<br />
¡De imperfecciones se forman nuestras excelencias<br />
y es toda la existencia del hombre un brazo tendido<br />
hacia el turbio por qué de los enigmas!<br />
XXIII<br />
–Tiene el pulso demasiado débil,<br />
pero este letargo no es la muerte–.<br />
Su médico era mi propia almohada de cabecera<br />
¡y yo quedé perplejo ante su callado sufrimiento y la miseria de la vida!<br />
XXIV<br />
Si fuera bizco de pensamiento<br />
y tuviera la boca siempre llena de mentidas palabras;<br />
¡hija, iba a blasfemar por tu dolor… pero, perdona!<br />
XXV<br />
¡Compran caro el suelo donde colocan a los muertos<br />
y ellos son más dueños de la tierra que los hombres que comercian con ellos!<br />
XXVI<br />
¡Al través de los milenios, los hombres son puñados de tierra<br />
que se deforman a su antojo!<br />
XXVII<br />
hija, ya han venido a avisarme que tus pies están fríos.<br />
hija, resígnate a que lo blanco no sea blanco y a que lo negro no sea negro.<br />
XXVIII<br />
hija, ¡cuánto crece el sol sobre la sombra de los tilos,<br />
cómo se agiganta la nada sobre la soledad de tu aposento,<br />
cómo nace y renace la esperanza por entre los ámbitos de la vida!<br />
XXIX<br />
Tibien la leche terciada con agua<br />
para si mi chiquitina despierta.<br />
Cuídenmela hasta que se vuelva esperma como capullo inmortal el cuidado.<br />
Ella es carne de mi vida, flor de mi pensamiento, cemento de mi alma.<br />
XXX<br />
(¡Eres, amada mía,<br />
como la flor del higüero joven,<br />
como el azogue del crepúsculo,<br />
como la diafanidad de la naturaleza toda!)<br />
565
XXXI<br />
—No seas padre, sé hombre,<br />
sencillamente.<br />
Gira tu vista a tu derredor<br />
y que tu amor a una abstracta “humanidad”<br />
no te haga olvidar jamás de que eres hombre!<br />
Los últimos canjilones de la primavera…<br />
I<br />
—Buen viejo., ¿de dónde brota el canto?<br />
—Los cantos borbotan de la sangre.<br />
II<br />
—Madriguera,<br />
¿y el amor?<br />
—De sí.<br />
III<br />
Mar,<br />
¿cuál es la melodía de las campanas en el crepúsculo?<br />
IV<br />
Dolor, ¿cuál es tu friso, a dónde tiende el hálito de tu propulsión?<br />
Infinito, tú sólo me bastas hoy para estar triste.<br />
Maestra<br />
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Maestra: recuerda el amanecer con su vaca lechera,<br />
su humo de sol,<br />
su organillo de pájaro…<br />
háblanos del plátano que amarillaba junto al oreganito.<br />
Del maizal que nos confirma que en América<br />
no es exótico ni lo rubio ni lo negro.<br />
¡Maestra, no te muestres tan distraída ante tus parroquianos hombres!…<br />
Piensa que ser mujer,<br />
y mujer con m minúscula,<br />
es de todas las cosas lo que en verdad te importa.<br />
Trocar los sexos, ¿y con qué objeto,<br />
siendo, como eres, en realidad, de un sentir prolijo y tierno?<br />
Así: minuciosa, sensible y sumisa<br />
te soñó mi egoísmo,<br />
¡y te anhelan mis hijos que están en gestación desde la infancia!<br />
566
Siesta<br />
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA<br />
El cielo estrellado de hojas.<br />
El aire de seda en la sombra.<br />
Versos de amor y de misterio<br />
En todas las horas de la ausencia mis manos<br />
te tomaron la nuca,<br />
te oprimieron los senos;<br />
palparon el más desnudo tacto de tu boca<br />
naufragaron en la lejanía de tus ojos…<br />
Tan mía como fuiste;<br />
y sin embargo,<br />
por la ausencia,<br />
inexplicablemente,<br />
junto a la soledad,<br />
¡cuán poco mía!<br />
Me dormía con tus piernas oprimidas<br />
junto a los brazaletes de mis manos;<br />
sentía el dulce rumor de tus cabellos<br />
y hasta el eco de tu mirar lejano.<br />
Después, al despertar me bebía el alba,<br />
y veía una cana de mi cabeza,<br />
la última,<br />
¡gemir de dolor entre tus dedos!<br />
VirGiLio DíAZ orDóñEZ<br />
A mi bastón<br />
Tras de mis huellas –que borró el destino–<br />
tú escribiste los suspensivos puntos<br />
en la empolvada faz de aquel camino<br />
que ya jamás recorreremos juntos.<br />
De aquel camino amado<br />
que para mí tenía<br />
un encanto atrayente y obstinado<br />
que al pie de su balcón me conducía…<br />
Tú, silencioso amigo,<br />
gozaste de mi cálida emoción<br />
cuando en las noches claras la oíste hablar conmigo<br />
en la penumbra azul de su balcón.<br />
567
En tu cordial y noble empuñadura,<br />
posó el cansancio de su mano pura<br />
la novia casta de perfil risueño.<br />
Y luego, en otras playas, tú, fecundo<br />
hermano silencioso, fuiste buril amable,<br />
y tu ferrado extremo, inquieto y vagabundo,<br />
grabó en la arena el Nombre Inolvidable…<br />
Compañero de mi alma aventurera:<br />
te amo como un hermano<br />
y si yo te perdiera<br />
se sentiría huérfana mi mano!<br />
Tu amistad, mansa y fuerte,<br />
puede que me acompañe hasta en la muerte:<br />
si tu madera pálida y clemente<br />
no alcanza para hacer un ataúd,<br />
al menos, oh! bastón, es suficiente<br />
para hacer una cruz…<br />
Intimismo<br />
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Vieja camisa rota;<br />
ya no hay quien te remiende.<br />
Al mirarte de mi memoria brota<br />
un recuerdo que poco a poco enciende<br />
un fanal misterioso<br />
en tu oscuro pasado y en el mío.<br />
Yo te compré en un día muy lluvioso,<br />
húmedo, desolado, hosco y frío.<br />
Al cruzar una esquina<br />
te vi arrinconada en la vitrina<br />
de una tienda de lujo. El sitio de notoria preferencia<br />
lo ocupaban camisas de la seda más fina,<br />
hechas de rico género importado de China,<br />
–camisas para gentes que visten con decencia–.<br />
Tú eras de algodón;<br />
eras el llamativo disparate,<br />
el comercial modelo para comparación;<br />
tú eras el baldón de aquel escaparate.<br />
Y mi intención fue recta;<br />
la habitual escasez de mi difícil plata<br />
568
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA<br />
te eligió predilecta:<br />
eras la más barata.<br />
¡Qué extraña paradoja! Las finas y las buenas<br />
he oído que se compran a veces por docenas.<br />
Las que son como tú, no hay duda alguna,<br />
son de esas que se compran una a una.<br />
No lo recuerdo bien, pero es seguro<br />
que la primera vez te usé en un día de fiesta;<br />
quizás una mañana, en un domingo puro,<br />
y, después de aquel día, toda tu historia es ésta;<br />
de mis hombros cansados<br />
al húmedo tormento de afanosos lavados,<br />
y luego, sin apenas<br />
gozar de algún descanso en el armario,<br />
volver a las faenas<br />
de mis cansados hombros y del servicio diario.<br />
Más tarde se inició la imprecisa comedia<br />
de tu envejecimiento. Te desteñiste tanto<br />
que fingías, en rápida tragedia,<br />
palidecer de espanto.<br />
Después te amenazó la injuria de un remiendo<br />
y, en callada amargura,<br />
junto con tu primer desgarradura<br />
lloraste hilachas de dolor. ¡Comprendo!<br />
Y entonces fue cuando afanosamente<br />
unas manos que tanto conociste<br />
hicieron sobre ti, pobre convaleciente,<br />
cien zurcidos que ahora son un recuerdo triste.<br />
Manos santas aquéllas que a los dos nos cuidaron;<br />
que en silencio profundo, diáfano, pensativo,<br />
apegaron a ti el botón fugitivo<br />
y, en mi alma, ¡cuánta herida dolorosa curaron!<br />
Camisa: y quién dijera que habrías de durar<br />
más que la mano aquella que te solía cuidar!<br />
En tus zurcidos vive aún la huella<br />
de esas manos de paz, blancas y puras.<br />
Pobre camisa mía; ven, comprende:<br />
¡para ser tan barata, cuánto duras!<br />
Tú bien sabes por qué mi llanto brota:<br />
ya no hay quien te remiende,<br />
vieja camisa rota…<br />
569
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
MANUEL LLANES<br />
Oración a la madre ida<br />
Ayer, hoy, mañana, y siempre aquí; muerto<br />
de hambre sin hambre, he abierto las alas en un grito…<br />
Tu espíritu es un perfume de mi nostalgia que queda,<br />
hasta en la noche.<br />
En el triste aposento<br />
mis pasos cautelosos<br />
eran como el enigma de la muerte.<br />
Ronca fuerte la demencia de la aurora<br />
con la dulzura que fallece<br />
en el viento y en las hojas del otoño.<br />
Un hálito me apagó en la mañana<br />
tu lámpara risueña;<br />
y entre la casa,<br />
somos los tres hermanos<br />
como púberes almas inocentes<br />
que acordinan la neurosis<br />
de los grillos;<br />
(la casa de los muertos<br />
es como un patíbulo a las seis…)<br />
Mi piedad dormita<br />
como los stradivarius<br />
en la serenata de los arcángeles,<br />
y concuerda con mi tristeza<br />
un viento frío.<br />
Sonríe la noche en mis labios<br />
entre un coro de campanas,<br />
pero de campanas dolientes<br />
en medio de la noche<br />
estruendosa.<br />
Tú cruzas por mi memoria,<br />
silenciosamente,<br />
como una púdica azucena virgen<br />
entre mi voluptuosidad ya triste.<br />
¡Oh la noche en la carne de los lirios!<br />
¡Oh la noche que para mí se pudre!<br />
¡Oh la noche con el rumor de mayo huérfano<br />
y el aire frío del mar!<br />
En una noche de la ciudad lóbrega,<br />
con un beso salobre que avasalla,<br />
la muerta ciudad me da su calma<br />
y a mis pies, sus largas calles en silencio…<br />
570
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA<br />
Rutas nocturnas<br />
Duermen. Oíd insectos: ¿sabéis algo del misterio<br />
en la blasfemia azul de la oración que fenece…?<br />
Cuando tocan las tímidas esquilas del recuerdo,<br />
a veces lloro sin saber por qué lloro los muertos.<br />
Y se volvieron alegres, mucho más alegres las campanas…<br />
Soñaba perderme en la ruta de los mecheros,<br />
y mi corazón torpe, estaba ebrio de demencias nocturnas<br />
imaginando dolores en los rincones de mis penas.<br />
En el caos de las almas las campanas negras duermen…<br />
Mientras se excita mi espíritu irritado<br />
la piedad sube conmigo a la indolencia del alba,<br />
y la brisa lleva un presentimiento de egoísmo a la flor…!<br />
Entre el secreto del campanario, el olvido de la noche.<br />
Ancló desde esa hora el pesar de pensar las cosas;<br />
vagos fueron mis sueños sin ninguna visión.<br />
El destino de la cuerda tendida sobre un abismo,<br />
un equilibrio mis ritmos. Tiembla como la primera estrella.<br />
rAFAEL AMériCo HENríQUEZ<br />
Canción de cuna<br />
¡Oh destino fiero!…<br />
¡Oh canción humosa<br />
de sepulturero!…<br />
Con filo de estrellas,<br />
cavando su fosa,<br />
rompieron la tierra<br />
de toda la sierra.<br />
Voces de campana,<br />
dedos de rocío<br />
abren la ventana.<br />
El hueco titila<br />
en la paz de acero<br />
de un blanco sendero;<br />
y se enreda el cielo<br />
en la frente yerta<br />
de la niña muerta.<br />
Velan a su vera dolientes colores:<br />
el verde oloroso que lanzan las flores,<br />
el rosa andariego que viaja en los vientos<br />
el vago violeta de los pensamientos<br />
el gris y el bermejo de la cordillera,<br />
y el verdín sonoro de la primavera.<br />
571
El sol vespertino sirvió de mortaja.<br />
De vaho montañero le hicieron la caja;<br />
bujías de aurora vestirán de luz<br />
dos alas de alondra que serán la cruz.<br />
Paisaje nocturno,<br />
duro, taciturno.<br />
Ringlas de silencio<br />
huellan la campiña<br />
que espejó la niña.<br />
Y es canción de cuna<br />
el canto amarillo<br />
que canta la luna…<br />
Diez doncellas<br />
Por sendas de soledades<br />
Y cielos de paz desnuda<br />
Las manos de diez doncellas<br />
Tejen que tejen la luna.<br />
que ya pronto será noche,<br />
Y más que cesta con fruta,<br />
Y tanto como mozuela<br />
perfumará la llanura,<br />
Y para puerto lejano<br />
El silencio será ruta…<br />
¡Agobio de sangre quieta!<br />
¡Espera de luz profunda!<br />
Sin huellas de mar y monte<br />
Van fabricando la luna,<br />
La fabrican diez doncellas,<br />
que ha de llevar vagabunda<br />
Por paisajes interiores<br />
¡Ausencia de cosa tuya!<br />
El hurto<br />
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
La luna cabalgaba<br />
En ramas de pino.<br />
Espinas morenas,<br />
Moreno el silencio,<br />
I más que morenas<br />
Las aguas del río.<br />
Tus manos hurtaron<br />
La lumbre del surco:<br />
572
Un hurto de nácar<br />
Con manchas hendidas<br />
De tierra bermeja,<br />
Son luces tus dedos,<br />
Diez luces que trepan<br />
Buscando la luna…<br />
Se quiebran las sombras,<br />
I el pino recrece<br />
Con luna cimera.<br />
Temiéndose un robo<br />
Los vientos apriscan<br />
Ovejas dormidas<br />
En cielo nocturno<br />
La jornada<br />
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA<br />
Desnuda, despereza, sus carnes requemadas<br />
De moza campesina… Y de cegar rendijas<br />
En las horas nocturnas, húmedas, estrujadas<br />
Rebrillan telas rojas, las de su vestimenta.<br />
Con pecado se viste: grácil, lúbrica, lenta,<br />
Aprisca pechos duros, cual ayer a las hijas<br />
De la cabra difunta. Y sale, y salpicando<br />
Gotas de la tinaja irrumpe en los bancales.<br />
Ladridos. Luz. Fugando<br />
Las estrellas son vuelos<br />
De canciones rurales.<br />
En moza van mudando los verdes de la era;<br />
El paisaje enarbola dos manos por bandera:<br />
Porque son sembradoras de paz en el cortijo,<br />
Y porque desde el llano hasta los ventorreros,<br />
Aprontan sombra firme –la misma del cobijo–<br />
Si fatiga la brega o hay sol en los senderos.<br />
Cuando la luz rebota y cruje la espesura,<br />
Y los pinos se enfiestan con fanfarria de fragua,<br />
La moza sueña; abreva, deja olor de frescura<br />
En los dorsos de piedras y en los brincos del agua<br />
La tarde cuaja santa en paz de campanadas.<br />
Ocurrencias jocundas avientan las semillas,<br />
Propias en gente moza. Unas manos sencillas<br />
573
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
hogareñas, sin joyas, de rezar adobadas,<br />
Recogen lo sembrado. Y mintiendo, los ojos,<br />
Ya ciertos de la prenda, hacen por dar enojos…<br />
Dispersos los balidos, bajan de la montaña,<br />
Y a bueyes desuncidos, un perro les regaña.<br />
Finita la jornada de sol y de labranza<br />
Crecen sobre los surcos las escenas de holganza.<br />
Y un jayán del cortijo y la moza pastora<br />
Caminan a la zaga de luces perseguidas<br />
Y alcahueta, la luna, se torna albergadora<br />
De morenas vergüenzas y de audacias fallidas.<br />
Va cantando<br />
Amarillos<br />
sus pezones.<br />
Amarillas<br />
las estrellas en las charcas del sendero.<br />
Va descalza, va desnuda, va sin miedo<br />
cuesta arriba.<br />
Son sus huellas,<br />
huellas vagas de una luna ya difunta.<br />
Canta un gallo. Cantan ciento.<br />
Amanece.<br />
Verde y rojo<br />
en el viento<br />
y en el filo de la sombra:<br />
colorido montañero.<br />
Algún día<br />
sus pezones y sus ojos y sus manos<br />
serán joyas de silencio,<br />
serán tierra, serán nada.<br />
Monte arriba,<br />
con los ojos en las luces de la aurora,<br />
va sin miedo, va descalza, va desnuda,<br />
va cantando.<br />
J. FURCY PICHARDO<br />
Hora de estudio<br />
La bienamada se quedó dormida<br />
sobre el sofá, mientras yo en paz<br />
Poeta: no teorices más la vida.<br />
574
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA<br />
La bienamada es la mejor teoría.<br />
Sonrío. Por un hueco del corpiño<br />
que asombra un gajo de la trenza obscura,<br />
se asoma un seno que parece un niño<br />
conjurado para una travesura.<br />
Talvez para hacer burla al pensamiento<br />
que tras tanta ilusión de haber volado<br />
se queda en el umbral del aposento,<br />
donde el lecho, cubierto de edredones,<br />
se le antoja un altar ya preparado<br />
para las más excelsas oraciones.<br />
575
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Paréntesis femenino<br />
ALTAGRACIA SAVIÑÓN<br />
Mi vaso verde<br />
Mi vaso glauco, pálido y amado,<br />
donde guardo mis flores predilectas,<br />
tiene el color de las marinas algas,<br />
tiene el color de la esperanza muerta…<br />
Las flores tristes, las dolientes flores<br />
en el agua del vaso se refrescan,<br />
y bañan sus corolas pensativas<br />
en una blanca idealidad de perlas.<br />
Y luego se van lejos… se marchitan<br />
abandonadas, pálidas, enfermas,<br />
muy lejos del cariño de ese vaso<br />
que es del color de la esperanza muerta.<br />
Y cuando sola, pensativa, herida<br />
por la eterna nostalgia<br />
siento un perfume triste, moribundo,<br />
que llega hasta mi alma…<br />
pienso en mis pobres flores, las marchitas,<br />
las enfermas, dolientes y olvidadas,<br />
que antes de marchitarse se despiden<br />
tristísimas y trágicas<br />
de ese vaso de pálidos reflejos<br />
que es del color de las marinas algas!…<br />
AMADA NIVAR DE PITTALUGA<br />
Roja tinaja generosa<br />
I<br />
Roja tinaja que al extremo<br />
del solitario corredor<br />
eres cual una fresca boca<br />
bajo el claro surtidor.<br />
Roja tinaja voluptuosa<br />
como una virgen campesina<br />
junto a la fuente de la piedra<br />
tras la selvática cortina.<br />
Musgo de fresco terciopelo<br />
y finas plumas del helecho,<br />
576
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA<br />
hilo de perlas cantarinas<br />
que desgranaban en tu pecho.<br />
II<br />
Bajo el derruido tinajero<br />
–remedo de un confesionario–<br />
las confidencias escuchabas<br />
como un buen cura solitario.<br />
A los dos novios protegías<br />
tu fiel alianza les juraste,<br />
y tu agua clara –tu alma pura–<br />
como un consejo, les brindaste.<br />
Cuando eludiendo las pupilas<br />
que maternales vigilaban<br />
con el pretexto de beberla<br />
junto a tu linfa, se besaban…<br />
III<br />
Roja tinaja generosa<br />
igual que un joven corazón<br />
fresca tu agua y cristalina<br />
sabrosa a río y a terrón!<br />
Allá en la noche silenciosa<br />
la dulce niña suspiraba,<br />
mientras su clara perlería<br />
la vieja piedra desgranaba.<br />
Y en blando eco cariñoso<br />
repercutía su canción<br />
cabe tu pecho fresco y hondo<br />
y en el amante corazón.<br />
IV<br />
Roja tinaja abandonada<br />
–por la flamante innovación<br />
de las costumbres ancestrales–<br />
al viejo patio, en un rincón.<br />
Con negra tierra el jardinero<br />
llenó tu pecho generoso;<br />
y en ti el penacho de una palma<br />
su esbelta forma alzó graciosa.<br />
Roja tinaja: el agua fresca<br />
no más tu pecho colmará;<br />
577
ni ya tu gracia campesina<br />
junto a la fuente lucirá!<br />
No más tu voz dulce y profunda<br />
dirá su cándida canción…<br />
Tan sólo tierra y una palma<br />
como en mi triste corazón!<br />
DELIA WEBER<br />
Encuentro<br />
Nada<br />
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Iba por el campo pisando las espigas.<br />
Mis pies eran ligeros y mi cuerpo como una sombra. Me reñiste por no saber lo que<br />
hacía. Oí al viento sollozar; pero no comprendía…<br />
De lo alto del campo venía el río cantando como un coro de niños… quise sentir<br />
el frío del agua y posé mis pies gozosos, dando la alegría de mi corazón. Me reñiste<br />
por no saber lo que hacía. Se nublaba el cielo pero no comprendí…<br />
Distraída, jugaba en el olvido de todo. Me llamaste desde lejos… Corrí a tu encuentro…<br />
Cuando llegué estabas pálido, volviste la espalda y, yéndote, me señalabas<br />
atrás. Yo me senté a llorar; pero no comprendí…<br />
Un día me fui espigando flores, inocentemente, por el campo… Y las regaba por<br />
donde habías pasado tú… Mi cuerpo ligero velaba sobre tus huellas, escondido;<br />
pero no viniste…<br />
Después (como si la claridad hubiese dicho lo que era…) cogí agua, flores y espigas,<br />
y fui a ti, que me esperabas, y las regué sobre tu cuerpo… Sonriendo me diste<br />
el conocimiento: aquel campo era mío.<br />
Y besé tu agua, tus espigas y tus flores…<br />
—Ese hombre que pasa llevó un día mi alma…<br />
Corre, mira si en los ojos tiene la señal; si su espalda está aún encorvada, si lleva<br />
en la boca todavía luz, y sus manos están extendidas…<br />
—Veo el camino solo. Va a salir la luna entre nubes oscuras.<br />
—Pero ¿alguien pasa?<br />
—Un hombre que no lleva nada.<br />
Reencarnación<br />
Yo he estado contigo, sí, he estado contigo. No vas a recordarlo, pero una vez,<br />
fuimos una vida entera, tú y yo…<br />
hiriéndome la mirada de dulzura, tus ojos hacen oriente de mi senda, y me llenan<br />
de amor sin descanso. (Una vez yo he visto tus ojos…)<br />
578
No abras tu alma recelosa como flor al viento; sé todo lo que tienes que decirme.<br />
Te he escuchado en una sombra remota, por un vago camino… Allá, al extremo de<br />
toda idea… (Un día has abierto tu alma…)<br />
Sin que hayas dicho el sentido de tus palabras, surge en mi corazón una alegría<br />
que revive, porque una vez aclaraste su sentido en mi corazón…<br />
No sé quién eres: el recuerdo es oscuro y despierta temeroso del silencio nuestro…<br />
En una bella mañana, cuando el sol se dilata esplendente, como una pupila tremenda<br />
del círculo eterno, me seguiste por una palabra mía. Y temblaron mis labios, y se<br />
quedaron mudos, porque (aunque lo hayas olvidado con esta vida) una vez te dije<br />
una palabra…)<br />
Voz errante<br />
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA<br />
…Ay de ti si probaste una vez la miel de mi vino… no olvidarás…<br />
Si te clavaron las espinas de mis rosales, ay de ti… no curarás…<br />
Si te rozó, leve, la orla de mi vestido, no fingirás indiferente gozo.<br />
Aunque te vayas lejos… Aunque no vuelvas más… Te agitará el corazón, te subirá<br />
la sangre loca, y, en un trastorno de tu vida, tornarás al punto en que bebiste mi vino<br />
o te clavaron mis espinas…<br />
MARTHA MARÍA LAMARCHE<br />
Como la espiga<br />
El alma<br />
se balancea al soplo de la brisa,<br />
como la espiga.<br />
En busca de luz alza<br />
el tallo de su inquieta y frágil vida,<br />
como la espiga.<br />
Para que el Sol dibuje<br />
de oro sus granos que el viento abanica,<br />
como la espiga.<br />
Luego, el raudal de oro<br />
se desparrama prófugo en la vía,<br />
como la espiga.<br />
Junto a la corriente<br />
Dormí en el lecho de arena<br />
que refresca la corriente,<br />
y fui en la noche serena<br />
579
otra linfa transparente.<br />
Bésame, agua cristalina,<br />
mientras mi lira se hermana<br />
con la canción que trina<br />
en la fresca mañana.<br />
Bésame mientras el cortejo<br />
de las cándidas estrellas<br />
apagándose a lo lejos,<br />
deja en nuestra alma el reflejo<br />
de sus temblorosas huellas.<br />
Bésame, somos hermanas,<br />
como tú, mi alma salvaje<br />
guarda oculto su linaje<br />
y no le inquieta el mañana.<br />
A las dos, mansas corrientes,<br />
bástanos ser transparentes<br />
y dar en una canción<br />
matinal el corazón…<br />
La carga<br />
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Aligérame, Amado,<br />
pon mi carga a la vera del cambio<br />
o espárcela a los vientos,<br />
para tener el alma<br />
tan pura y tan sencilla<br />
como una flor silvestre.<br />
Aligérame, Amado,<br />
y seré libre corderita<br />
que en la verde sabana<br />
corre, retoza, brinca,<br />
del arroyuelo bebe<br />
agua límpida y fresca,<br />
y de la tierra pasta<br />
hierbas recién nacidas<br />
Aligérame, Amado,<br />
quítame de los hombros esta carga<br />
de locas ambiciones,<br />
que desfallece mi alma…<br />
Aligérame, Amado,<br />
y otra vez en las noches<br />
seré la chiquitina<br />
que en tus brazos se duerme<br />
soñando como niña.<br />
580
Llueve<br />
Llueve. Las gotas caen acompasadas<br />
con música monótona y cansada<br />
y contenta les voy así cantando:<br />
Caigan, caigan, que el cielo<br />
se despeja llorando.<br />
Como una quimera vana que atrae<br />
me atrae el gemido del agua que cae<br />
y contenta les voy así cantando:<br />
llorad, llorad, que el cielo<br />
se despeja llorando.<br />
También cayeron gotas de amargura<br />
de mi alma que ahora luce pura,<br />
y contenta les voy así cantando:<br />
Caigan, caigan, que el cielo<br />
se despeja llorando…<br />
Viento<br />
Viento:<br />
llegas tan fresco, suave y reposado,<br />
que adormeciendo vas mi pensamiento.<br />
Viento,<br />
que las mejillas hazme refrescado,<br />
de qué país tan bello<br />
llegas alborozado?<br />
¡Mira, como has puesto mis cabellos!<br />
Viento,<br />
inútil es que ahora al hogar<br />
entres y hagas crujir el ventanal;<br />
¿piensas tú que tu aullido he de temer?<br />
me río y digo: ¡déjateme ver!<br />
Viento,<br />
mis manos y mis pies has vuelto fríos;<br />
pero en mi pensamiento<br />
voy musitando locos versos míos…<br />
Ya en tus redes<br />
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA<br />
Ya en tus redes me hiciste presa, Amado,<br />
ya fui pez de tu mar.<br />
Fruición de gozo antes no soñado<br />
mi sangre hace saltar!<br />
581
Turbión de dicha que inundó mi ser<br />
con tierno bienestar.<br />
Rubia espiga de oro, ardiente estrella<br />
que a mi paso brotó.<br />
Deleite dulce, de quietud me llenas.<br />
Amor de mi Jesús!<br />
Ya en tus redes me hiciste presa, Amado.<br />
Ya fui pez de tu mar…<br />
CARMEN NATALIA<br />
Aquí me tienes tú<br />
Aquí me tienes tú, como dormida…<br />
Vengo de un largo viaje<br />
por no sé qué regiones desoladas.<br />
Vengo a tenderme aquí, bajo la sombra<br />
de cualquier árbol bueno y compasivo,<br />
de esos que se levantan<br />
a la orilla de todos los caminos.<br />
Llevaba entre mis manos<br />
una rama florida.<br />
La brisa dispersó todas las flores<br />
y el verano ardoroso<br />
gota a gota sorbió toda la savia.<br />
Seca quedó la rama… Por mi lado<br />
pasó un viento de fuego esa mañana…<br />
Ahora, ya lo ves… Vuelvo, a tenderme<br />
bajo un árbol cualquiera del camino.<br />
Dormiré largamente, largamente…<br />
Pero mi rama seca no la quiebres,<br />
déjala junto a mí, bajo la sombra…<br />
Tal vez tendrá una flor cuando despierte…!<br />
Darse<br />
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Darse cual la brisa, sin saber a quién:<br />
al árbol, al nido, al espino cruel…<br />
Darse plenamente, darse con el sol,<br />
que al lodo y al ave brinda su calor.<br />
Darse como el agua que riega la mies,<br />
y baña al cerezo igual que al ciprés.<br />
582
Darse, siempre darse en aroma o sol,<br />
en brisa y en agua, en dulce canción…<br />
Darse en un perfume: nardo o azahar,<br />
azucena, lirio… Darse en un cantar…<br />
Darse en armonías, trino y vibración…<br />
Darse, darse toda en Arte y Amor…<br />
Y hacer que al conjuro de un mago sutil<br />
(de dedos oscuros y blanco marfil)<br />
el alma remonte a la azul región<br />
donde hay luz y trinos, Belleza, Ilusión…<br />
Y en alas de ensueño duerme el Corazón…!<br />
Mi risa<br />
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA<br />
Disuelta en la brisa<br />
se me va la risa<br />
–cascabel de plata de argentino son–…<br />
No sé dónde nace, ni sé por qué vino,<br />
sólo sé que siento su temblor divino<br />
dentro del corazón…<br />
Viajero, Viajero,<br />
detén la jornada…<br />
Déjame decirte lo feliz que soy…<br />
No sé por qué río… No sé, ni me importa…<br />
pero así, Viajero, la senda es más corta<br />
y riendo yo voy…<br />
Viajero, Viajero,<br />
detén la jornada<br />
y escucha mi risa de argentino son…<br />
No sé dónde nace ni sé por qué vino,<br />
mas desde que siento su temblor divino<br />
yo voy desgranando por todo el camino<br />
la loca alegría de mi corazón.<br />
Una tarde sin sol en tu cabaña<br />
Yo detendré mi paso en tu cabaña<br />
una tarde sin sol, dulce y serena.<br />
Tocaré levemente la ancha puerta<br />
y esperaré en silencio hasta que abras.<br />
Entonces seré huésped de tu cena.<br />
583
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Cuánta luz en redor y qué infinita<br />
quietud de monasterio en tu cabaña!<br />
Cenaremos sin prisa y sin palabras,<br />
mientras las horas tejerán su ronda<br />
y hablarán en silencio nuestras almas.<br />
Después, me iré muy lejos con mis ansias,<br />
sin una frase inútil y sin una<br />
lágrima de amargura o de nostalgia,<br />
te quedará tan sólo mi sonrisa…<br />
Me llevaré tan sólo tu mirada…<br />
Una triste sonrisa… Una mirada…<br />
Y lo que no dijimos ni diremos:<br />
un suspiro, un recuerdo y una lágrima.<br />
Toda una vida y toda una tragedia<br />
una tarde sin sol en tu cabaña.<br />
584
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA<br />
Poetas nacidos en el siglo XX<br />
ARMANDO OSCAR PACHECO<br />
Motivos de Pierrot<br />
Ni el agrio Schopenhauer con su experiencia extraña,<br />
ni el Kempis con su clara síntesis de la vida<br />
brindáronme en su copa el licor del suicida,<br />
ni la ciencia que estaña<br />
la voluntad de hierro y el alma del más fuerte<br />
con la confusa histeria corrosiva de muerte!<br />
Fue una rara muñeca sin mejillas rosa,<br />
sin carmín en los labios, una dulce oración<br />
convertida en juguete: sencilla, ruborosa,<br />
y que, muñeca al fin, no tuvo corazón…<br />
Y fue por ella misma por quien odié la vida,<br />
por quien llegaron penas y huyeron alegrías;<br />
por quien sentí en mis labios el licor del suicida<br />
y vi a la muerte hermosa con sus filosofías!<br />
Anoche, en el encanto de su convalecencia<br />
la vi más atrayente que cuando estaba buena;<br />
la miré muchas veces fingiendo indiferencia<br />
y vi que también guarda tesoros de una pena…<br />
Un pañuelito blanco cubriendo su garganta,<br />
un traje azul celeste –sencillo como ella–<br />
y su mirada triste que mi ensueño quebranta<br />
haciendo de ella misma más absurda mi estrella.<br />
Fue así como vi anoche la estrella que me alumbra,<br />
en el difuso marco de una media penumbra!<br />
Muñequita insensible, tranquila muñequita<br />
sin mejillas de rosa ni labios de carmín:<br />
tú que fuiste bendita<br />
con lágrimas de estrellas, y que muñeca al fin<br />
no tienes corazón;<br />
tú que fuiste juguete hecho de una oración:<br />
allí, donde el amor era con su grandeza,<br />
ven y cultivaremos los dos nuestra tristeza!<br />
Así rezando quedo sólo con mi congoja;<br />
pasa así por mis labios la infantil oración<br />
585
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
y de mi flor de ensueños los pétalos deshoja<br />
mientras mi corazón,<br />
ese rojo fantoche que se viste de raso<br />
y ante su propia pena ríe como un payaso,<br />
ese rojo fantoche,<br />
grita en su neurastenia mientras su dicha podas;<br />
todas mis inquietudes y mis tristezas todas<br />
no valen la ventura de haberla visto anoche!<br />
Porque vino de ti<br />
Cuando escribo mis versos, cuando cruje mi pluma<br />
como si desgarrara frágil copo de espuma:<br />
cuando tiembla mi mano –del amor al abrigo–<br />
y sigue temerosa, palabra por palabra<br />
y el alma vibra en mí.<br />
mi exaltación adoro, mi temor yo bendigo<br />
porque viene de ti…<br />
En mis horas de hastío, en mis horribles horas<br />
en que el Averno luce sus mil lenguas sonoras;<br />
al margen de la vida viuda de ensoñaciones<br />
y de esperanzas viuda<br />
porque tristeza y pena llegaron hasta mí,<br />
no le temo al misterio, no le temo a la duda<br />
porque vienen de ti…<br />
En el misterio inmenso, en el enigma rudo<br />
que a las llamas me acerca su secreto mudo,<br />
y dentro las llamas me convierte en su llama<br />
fantástica e imprecisa,<br />
en esta incertidumbre que me tortura así<br />
hacia la muerte misma camino más aprisa<br />
porque viene de ti…<br />
Y cuando pase el tiempo su brochazo de olvido<br />
sobre las timideces que tú no has conocido,<br />
al decir que mis versos no son como antes,<br />
que son rosas de trapo,<br />
responderé sin fuerzas como un triste Rabí;<br />
es que no tengo alma, sólo tengo este harapo<br />
porque vino de ti…<br />
586
LUCAS PICHARDO<br />
A una casita<br />
Siempre he sentido una misma emoción cuando veo esta casita de piedra.<br />
Ya está acurrucadita y replegadita como si hubiera caído en el fondo de sí misma.<br />
Pero no es por eso por lo que yo siento la inaplazable emoción de arrojarle mi<br />
pañuelo.<br />
Todo es porque, como tiene la cornisa rota, cuando llueve se le deben llenar los<br />
ojos de agua.<br />
A una tinaja<br />
Nació sin dolor. Fue ni más ni menos como cuando apareció la primera criatura<br />
humana sobre la tierra: barro y fuego. Barro y fuego. Barro y fango. Y unos dedazos<br />
torpes modelando una y otra vez la arcilla original.<br />
Luego soplaron para animar su alma semejante a una buena, gorda, fresca y<br />
colorada campesina.<br />
La piedra<br />
Muchos creen que tiene pupila rota para toda clase de paisaje. Y no es así: de la<br />
piedra al sol no hay secretos.<br />
El agua, el viento y el fuego no se han gastado inútilmente sobre la fisonomía<br />
cerrada de la piedra.<br />
Además ¿no se ahogarían las piedras cuando la tierra se volvió una gota de agua<br />
grande?<br />
Yo he sentido a más de una piedra gritar al mediodía!<br />
Otoño<br />
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA<br />
Va a morir. Acentúa el trazo seco de su sonrisa desdeñosa.<br />
Se está muriendo. A esa hora de la despedida de nuestras cosas queridas reacentúa<br />
aún más el trazo seco de su sonrisa desdeñosa.<br />
ha muerto. Cada hoja que cae es una gota más de dolor.<br />
Luego: cualquiera ventolina levantará un largo rumor de llanto fácil.<br />
ToMAS HErNáNDEZ FrANCo<br />
Contigo<br />
qué dulce la sal del mar<br />
bajo este cielo tan claro<br />
y qué hondo tu mirar.<br />
587
qué dulce la sal del mar<br />
qué tranquila la pleamar<br />
en esta noche de luna<br />
y qué bueno tu besar.<br />
qué dulce la sal del mar!<br />
qué bueno es irse muriendo<br />
de tu mirar y besar!<br />
qué dulce es irse queriendo<br />
qué dulce la sal del mar!<br />
Proyecto<br />
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Tengo lista mi aventura<br />
de besos largos y barcos,<br />
desmayos trasnochadores<br />
en luna-park de horizontes.<br />
Montañas rusas de excesos<br />
para vértigos de estrellas<br />
zarparán de tu caricia<br />
con risas de fruta fresca!<br />
–Versos de pulpa suicida<br />
para las horas de hastío<br />
y vientre suave de vela<br />
en viento sabio de rutas–<br />
Brújulas anarquistas<br />
de libertades sumisas<br />
irán cazando caminos<br />
en azares de sorpresas,<br />
los timoneles más ebrios<br />
en redes de espumas tensas<br />
te harán coros de sirenas<br />
en crepúsculos de canto,<br />
grumetes enardecidos<br />
de noches de espejismos<br />
pondrán música a los nombres<br />
de las islas de tu ensueño<br />
y en el golfo de tu beso<br />
un naufragio de recuerdos<br />
desatará su bandera<br />
de equinoccios de tragedia!<br />
Estrellas de mar, dormidas<br />
en cielos de arena blanda,<br />
constelarán de silencio<br />
tu gracia de fiera mansa…<br />
Tengo lista mi aventura<br />
588
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA<br />
de ensenadas y de jarcias,<br />
de mástiles y baupreses<br />
de banderas y tormentas.<br />
Salutación a Pancho Alegría<br />
Capitán de Goleta<br />
¡Salud, don Pancho Alegría<br />
buen Capitán de goleta,<br />
matador de tiburones,<br />
rico en naufragios y rutas,<br />
conocedor de los vientos,<br />
–crucigramas de las islas–<br />
buzo de la noche negra,<br />
buen hablador de dialectos,<br />
rezador de avemarías<br />
por aduaneros y puertos!<br />
Salud, don Pancho Alegría,<br />
parrandero de tormentas,<br />
dormilón de calmas chichas,<br />
marrullero de corrientes!<br />
En la noche del Ozama<br />
no se te ve ni la cara<br />
–alquitrán de cara limpia–<br />
luz de bengala, tan sólo,<br />
los nombres que vas cantando:<br />
Puerto Plata, Las Bahamas,<br />
Aruba, la petrolera<br />
Turkilán de sal estéril,<br />
Curazao de ron bueno,<br />
Paramaribo y San Thomas,<br />
Jamaica en costa de cocos…<br />
y la muchachita aquella,<br />
Capitán, dulce de plenas,<br />
de San Juan de Puerto Rico!<br />
Salud, don Pancho Alegría<br />
Sin brújula se te va<br />
el alma, recuerdo afuera!<br />
El alma si se te ve<br />
blanca de espuma en bahía,<br />
gallardete de tu cuerpo,<br />
el alma si se te ve<br />
Capitán Pancho Alegría!<br />
mañana, –“pa’ Venezuela”–,<br />
por los mares del ciclón<br />
589
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
tu cargamento de frutas<br />
irá alegre, Capitán!<br />
Vendrás, con lastre de piedras<br />
y con vientos de canción<br />
–alguna historia en tu casa,<br />
miles en el malecón–<br />
y en la taberna del muelle<br />
un solo trago de ron!<br />
Salud, don Pancho Alegría,<br />
buen Capitán de Goleta!<br />
FRANKLIN MIESES BURGOS<br />
Canción de la niña que iba sola<br />
Sonó lenta y sin alarde<br />
la ronca voz de una torre.<br />
Por el camino sin nadie<br />
venía un perfume<br />
de cobre.<br />
¡Por el camino sin nadie<br />
de la tarde!<br />
—¡Oh, linda te lo diré<br />
ahora que estamos solos,<br />
un redondo mar sin peces<br />
son tus ojos!<br />
—La tarde borda jacintos<br />
de tafetán sobre el cielo.<br />
—¿Si quieres uno yo puedo<br />
sobre tus trenzas ponerlo?<br />
—No, déjame sin jacintos<br />
lucir así mis cabellos.<br />
—¿Flotando sueltos al viento<br />
como las alas de un cuervo?<br />
—¡O de un retazo de noche,<br />
caido desde los cielos!<br />
—¡Oh linda, linda no puedo<br />
con la sombra de tu pelo!<br />
Suena lenta y sin alarde<br />
la ronca voz de la tarde.<br />
Por el camino sin nadie<br />
vino un perfume<br />
salobre;<br />
por el camino sin nadie<br />
de la tarde.<br />
590
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA<br />
Canción de los ojos que se fueron<br />
Se me fueron los ojos por mirar la presencia<br />
posible de las cosas que pasan como el río,<br />
como el pájaro blanco de una luna sin alas,<br />
como el cristal en donde<br />
se desnuda el silencio.<br />
Desde niño se fueron…<br />
Y ahora tengo en la sangre<br />
otros ojos que miran por encima del aire,<br />
por encima de toda transparencia distante.<br />
Y esta es mi pena ahora, el término y distancia:<br />
el que yo muera siempre mientras los otros cantan,<br />
cuando yo me deshago de llanto entre las yerbas<br />
buscando las sonrisas que olvidan las estrellas<br />
al huir presurosas ante la luz del día<br />
Yo me iría tirando también como los otros,<br />
en un cauce perfecto, mis redondas palabras…<br />
Pero no puedo, no; hay otras formas mudas<br />
que me llaman más hondo<br />
que la voz de las aguas.<br />
Yo sé que nadie ignora la vida de mis ojos<br />
allí donde la niebla<br />
tiene rosas moradas.<br />
Y el silencio devora la imagen de otra luna<br />
hecha de anochecidas<br />
canciones apagadas.<br />
Allí donde los nardos son palomas crecidas<br />
con las alas quebradas.<br />
Y la alondra no es sólo la dulzura de un canto,<br />
sino una ruta ancha por donde llega el alba.<br />
Allí donde las hojas todas tienen por dentro,<br />
en el cielo inmutable de sus verdes entrañas,<br />
el silencio de una primavera enterrada,<br />
en donde están gritando de angustia por la vida<br />
las rosas que no nacen.<br />
¡Allí están mis ojos! ¡Los ojos de mi sangre!<br />
Los que miran tan sólo<br />
por encima del aire,<br />
por encima de toda transparencia distante.<br />
¡Los ojos que me dieron, que no fueron de carne!<br />
¡Allí están, en la sangre!<br />
Mirando el lado opuesto, la forma diferente,<br />
el oculto sentido de la carne y la esencia.<br />
Porque todas las cosas tienen su doble sombra,<br />
hasta la voz y el viento.<br />
591
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Elegía por la muerte de Tomás Sandoval<br />
¿quién ahora, llorando, te alzará desde el fondo<br />
solitario del mar, para sólo pensar desesperadamente,<br />
en el vidrio desnudo de tu limpia sonrisa,<br />
o en aquella tu carne color de azúcar parda,<br />
después de que los peces hambrientos se comieron<br />
el último paisaje de sol que había en tus ojos?<br />
¿quién ahora, llorando, te alzará desde el fondo<br />
solitario del mar?<br />
¡Oh príncipe mulato de la verde escafandra!<br />
¡Tronco joven de ceiba y corazón de nardo!<br />
Después de que la muerte dejó sobre tus sienes<br />
una polar caricia de puñales de hielo.<br />
Por esos ojos tuyos –¡dolor! – por esos ojos<br />
tan llenos de luceros distantes y neblinas,<br />
Por esos ojos tuyos derramarán su llanto<br />
de alero las palomas;<br />
la noche que te clama sin cesar desde el cielo<br />
colgará sus crespones de sombras ateridas<br />
sobre un mundo salobre de guitarras y lonas.<br />
Pero tú desde el fondo no las podrás mirar:<br />
no la podrás mirar, porque ya se habrá ido<br />
el alba que alumbraba por dentro de tus ojos<br />
de terciopelo oscuro;<br />
porque ya se habrá ido sin campanas tu vida<br />
hacia una madrugada de sal y caracoles,<br />
más allá de la noche pequeña de las algas,<br />
en donde todavía la luna no ha podido<br />
llegar para mirarte, definitivamente,<br />
dormido bajo el agua.<br />
¡Arena y sólo arena para el ancla caliente<br />
de tus ingles desnudas;<br />
para tus ojos sombras de los corales mudos!<br />
¡Arena y sólo arena para enterrar tus sueños<br />
marítimos de nubes y de gaviotas blancas,<br />
sobre un cielo de coco nublado de sardinas!<br />
¡Arena y sólo arena<br />
para hundirte en tu inmenso silencio terminado<br />
entre besos impuros de hermafroditas peces!<br />
¡Ay! ¡qué ya no habrá más música marina de acordeones<br />
en tu lecho de limos y pleamares eternos!<br />
592
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA<br />
Sin un puerto posible para tu despedida,<br />
en la noche se fueron llorando las estrellas.<br />
querida entre tus brazos, habrás tenido sólo<br />
una coquetería de manatíes hembras,<br />
porque ya las abejas que anidaban tus labios,<br />
se habrán llevado toda la cera de tus besos.<br />
¡Oh amante ineludible para quien la marisma<br />
tendía el más oculto fluir de sus mareas!<br />
¿qué has hecho con el rostro pálido de las lunas<br />
caídas en el fondo solitario del mar?<br />
¿qué has hecho con el rostro de amor de aquellas lunas?<br />
¿Traslúcida y radiante como un cristal muy fino<br />
deambulará tu sombra en torno de estas islas<br />
caribes que te dieron<br />
ese estupor de cielo mojado de aguardiente?<br />
¿quién ahora dolido escuchará tu voz herida de violetas,<br />
y le dará a tu gesto de varón suicida<br />
todos los crisantemos crecidos en la tarde?<br />
En litoral amargo de llanto sin pañuelos<br />
las verdes hojas anchas sacudidas<br />
por tropicales ráfagas de horno,<br />
te están diciendo adiós,<br />
y tú no miras…<br />
Sin mundo ya y herido por el cielo<br />
Imploración<br />
Sin mundo ya y herido por el cielo<br />
voy hacia ti en mi carne de angustia iluminada,<br />
como en busca de otra pretérita ribera,<br />
en donde serafines más altos y mejores harán por ti más blando y preferible<br />
éste mi humano, corazón de tierra.<br />
¡Oh, tú la que sonríes magnífica y sublime<br />
desde tu eternidad desfalleciente! En vértigo de altura dolorosa,<br />
parte mi vida en dos como tus trenzas.<br />
No quiero que te digan ya más: ¡Mira tu hijo!<br />
El de tu humilde barro fabricado con sus hondos infiernos y sus cielos<br />
en la terrible noche de sus polos,<br />
muriendo sin morir, petrificado y solo.<br />
Tu hijo de tierra y de huracanes hecho, en la unidad universal del cosmos;<br />
tu hijo; el de las briznas de fuegos y los cantos<br />
593
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
en sumergida isla de llanto y de dolores.<br />
El que te mira a ti, transfigurado, en clima de distintos hemisferios,<br />
uno y plural ¡en tu palabra eterna!<br />
Tema<br />
Aquí, compañero impasible; aquí:<br />
Donde todos los cuerpos creados se procuran; aquí donde se buscan<br />
los cuerpos y se encuentran lo mismo que la imagen<br />
que en procura va siempre de algún vidrio inmediato,<br />
como una flor marina sujeta por los ocho tentáculos de un pulpo,<br />
lo mismo que una estrella mordida por el diente nevado de su cielo;<br />
materia fija y dura; materia desde donde<br />
crecen mil manos largas para sólo agarrarse;<br />
para sólo buscarse<br />
en presencia de un mundo que tan sólo es presencia,<br />
color, forma y substancia en un mismo y continuo ardoroso contacto,<br />
hecho de superficies varadas a la orilla,<br />
callada y solitaria<br />
de la noche del aire.<br />
Aquí, compañero impasible; aquí:<br />
Donde todas las hojas urgidas por el fuego de una terrible ansia<br />
van buscando la carne desnuda de la brisa con sus labios de lanza;<br />
aquí donde el anillo tiene un sueño de dedos<br />
alzados como cinco columnas suplicantes,<br />
y el mar es sólo un ojo;<br />
un ojo melodioso con riberas de espumas para mirar el cielo.<br />
Aquí donde las yerbas van pensando tan sólo<br />
cómo hundirse hasta el fondo de la entraña terrestre:<br />
¡yo no quiero encontrarte cuerpo sólo y presencia!<br />
¡yo no quiero encontrarte concreta o sucedida<br />
de otro modo distinto que no fueras de sueños,<br />
que no fueras de nube, de estupor o de grito,<br />
en la isla profunda de mi llanto enterrada!<br />
Aquí no quiero hallarte: posible, realizada; aquí no quiero hallarte,<br />
porque yo sólo busco, tu no ser en las cosas para ser en mi esencia,<br />
para ser en mi árbol, en mi poblada selva de raíces muy hondas,<br />
en donde están fluyendo las aguas luminosas de otro cauce del mundo<br />
sin estatuas perennes sonreídas al fondo.<br />
¡Oh, dulce voz crecida del tamaño de un hombre!<br />
¡De la misma estatura de una pena callada!<br />
Sin labios todavía donde sembrar sus letras,<br />
los signos expresivos para su oscura y nueva<br />
subterránea vendimia de maduras angustias,<br />
en donde nunca, nunca, hallarán las semillas de sus extraños frutos.<br />
Pues para hacer tu risa que nunca había nacido:<br />
594
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA<br />
¡Cuántos nardos hubieron de morir en el alba!<br />
¡Cuántos granos de arena<br />
en la margen opuesta del litoral del mundo!<br />
Desde el dolor primero que nació con nodriza de afiladas espinas<br />
hasta el llanto sepulto de las piedras sin ojos,<br />
de las rosas sin alas,<br />
¡todo ha sido un anhelo de epidermis heridas!<br />
Todo ha sido un continuo y furioso buscarse<br />
entre cuerpos y cuerpos de una terrestre carne de cielo despoblada,<br />
en donde a toda hora: una soberbia soledad rugía,<br />
o un enorme silencio terminaba.<br />
¡Ay! ¿De qué pecho caliente de huracanes marinos<br />
viene ese oscuro viento? ¿Viene ese oscuro viento<br />
para mesar los finos cabellos de las rosas que nacen en los pechos,<br />
que nacen en las manos<br />
y mueren en los blancos jardines de los dientes?<br />
Ese viento es el viento del eterno contacto del mundo con las cosas.<br />
El formidable viento que hace girar de amor al universo entero:<br />
Desde el pequeño germen oculto entre las hojas<br />
hasta la fe de aquellos que no mataron nunca su alma ni sus ojos.<br />
Aquellos que han seguido creyendo que la brisa es un ala tendida,<br />
y la noche una negra paloma degollada más allá de las sombras.<br />
(Impenetrables sombras de donde muchas veces,<br />
descienden en legiones mis musicales ángeles borrachos).<br />
Los que ya van sin cuerpos porque se despojaron en el propio camino<br />
que retorna del mundo de su intimo llanto;<br />
los que van siempre heridos de paisajes por dentro,<br />
éstos únicamente quedarán liberados de la terrible lucha<br />
del humano contacto,<br />
en donde cada objeto creado es como un brazo,<br />
una garra tendida hacia otra presencia de su ser inmediata.<br />
¡qué nada estará libre del sentido del tacto!<br />
¡qué nada estará libre del crecido sentido!<br />
Ni la hormiga ni el cardo;<br />
ni la estrella ni el nido;<br />
ni la tierra ni el agua;<br />
ni la noche ni el aire;<br />
ni la selva que muere en un ardiente pecho de pezones flotantes;<br />
ni la boca que ríe encendida de rojos claveles a lo lejos;<br />
ni los ojos tampoco<br />
en donde un agua oscura va llena de sonámbulos violines delirantes;<br />
ni en esas claras gotas del celeste rocío,<br />
en donde un dulce cielo de pájaros habita.<br />
¡Que nada estará libre del firme y decidido clamor de su mandato!<br />
¡que nada estará libre!<br />
595
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Ni el asno pensativo ni la piedra callada;<br />
ni el silencioso amante enamorado;<br />
ni la madre ni el hijo;<br />
ni tú, que has sido hecha de ardorosas palabras,<br />
en medio de los rubios arcángeles dormidos.<br />
¡que nada estará libre!<br />
Aquí, en esta tierra; en este mismo espacio en que morimos,<br />
en una eterna muerte, sin reposo.<br />
Presagio<br />
Yo estoy muerto con ella<br />
sin rumoroso llanto de azucenas,<br />
desde un pecho que extingue sus ardientes cenizas,<br />
desde la misma rosa de hielo en que ella habita,<br />
desde la misma niebla donde sus ojos miran la soledad del mundo,<br />
desde todas las cosas –inevitablemente– yo estoy muerto con ella.<br />
No valen los clarines que golpean desde el fondo terrible de los sueños;<br />
no valen los clarines con el eterno y duro gemir de sus cristales<br />
de amor resquebrajados;<br />
no vale nada ahora desde que ella se ha ido:<br />
ni el musgo que nos brinda su refugio tranquilo,<br />
ni la amarilla voz de los otoños,<br />
ni la piedra ni el nardo, ni la arcilla madura<br />
donde moldea el silencio su recóndita estatua;<br />
no vale nada ahora desde que ella se ha ido…<br />
A la orilla del llanto sereno de la noche;<br />
a la orilla del llanto donde caen las estrellas,<br />
no sé desde qué sombra yo escucho sus campanas,<br />
(palabras que se han ido de amor entre las gentes).<br />
Yo estoy muerto con ella<br />
–inevitablemente– desde todas las cosas que ignoren su presencia:<br />
El mar… la tierra… el viento.<br />
La brizna más pequeña que esté lejos de ella.<br />
La que no haya podido colgar su primavera<br />
furiosa de sonrisas o de besos,<br />
sobre el mármol sonoro que le cubre la frente,<br />
el traje que no tiene,<br />
los ojos con que mira,<br />
o esas lluviosas manos donde vienen<br />
a reposar en ella los astros sonrientes.<br />
Yo estoy muerto con ella<br />
–inevitablemente– desde donde su pena estremecida grita,<br />
donde un río como ella pasa callando siempre.<br />
596
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA<br />
Primera variación<br />
¿De qué cielo distante, solitario, sin nombre,<br />
aquella espada vino desnuda como un río?<br />
Aquella muda espada tan fría como el vidrio desolado del aire,<br />
tan honda como el agua sin riberas del llanto,<br />
donde el dolor agita su inmensa cabellera?<br />
Para que se quebraran tus senderos de aroma<br />
hubieron de habitarle caracoles al viento,<br />
arenas retorcidas como torres de humo,<br />
como manos oscuras,<br />
como terribles dientes,<br />
hubieron de habitarle para siempre.<br />
¡Rosa muerta sin llanto de campanas de bronce!<br />
¡Isla sola, sin nubes, sobre el rosal anclada!<br />
¡Mariposa sin alas, cuyo sueño, era el cielo!<br />
Por tus propias raíces tendidas como escala:<br />
¿habrá, para morirte, que nacer un lucero?<br />
Pero no fue la muerte helada, sino el beso; el gemido profundo<br />
de tus propias espinas quien apagó la aurora vegetal de tus pétalos.<br />
Pues ya desde un antiguo dolor tú te morías.<br />
Te morías por dentro –como todos– un poco.<br />
Segunda variación<br />
Ahora que en mí siento la inconmovible eternidad gritando,<br />
como árbol erguido, como una oscura piedra caída en lo profundo<br />
en un grito que cobra su precisa medida de estatua de cielo.<br />
Ahora que en mi carne yo sé que está esculpiendo<br />
la soledad su estatua de silencio,<br />
porque no soy un bosque, sino un hombre,<br />
limitado en la forma de su humana presencia.<br />
Devuélveme mi mar de otras edades; mi fino mar de vidrio transparente<br />
desmelenado igual que los leones,<br />
con su náufrago cielo solitario en la aurora salobre de sus conchas,<br />
con sus yodos terribles, sus salitres de milenarios miedos oxidados<br />
en el bronce sonoro de sus negras campanas.<br />
¡Mi mar!<br />
¡Mi viejo mar,<br />
poblado todo de corales profundos y tenebrosos légamos primarios!<br />
El que vive aún en mí –petrificado–<br />
en olas submarinas de pretéritos llantos congelados.<br />
El mar que no se ha ido,<br />
porque en mí está varado como en el tallo del rosal la rosa,<br />
como mi corazón, sobre la tierra.<br />
¡Oh! Dame tu oscura lámpara de sombras.<br />
quiero irme de nuevo desnudando hasta volver al mar y ser sus olas…<br />
597
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Tercera variación<br />
¡Oh llanto inagotable de no saber en dónde sembrar nuestras palabras!<br />
¡Nuestros signos sin nombres resignados,<br />
seco árbol en donde<br />
no crece ningún sueño, ninguna voz vibrante, madrugada tampoco<br />
en el cielo remoto de los otros vocablos,<br />
de los otros sollozos caídos en el coro celeste de los ángeles!<br />
¡Reino éste cerrado, igual que los melones!<br />
¡Negro como la entraña profunda de la tierra en que habitamos todos,<br />
con el solo destino vegetal de las ramas,<br />
de los troncos que existen mordidos por la tierra,<br />
sin ayer, sin mañana sino siempre!<br />
—¿No crees que como ellos también hemos vivido<br />
desde el espanto mudo de nuestra inmensa y honda desolación humana?<br />
Alguien conmigo ahora no obstante lloraría mi ruiseñor de luna,<br />
muerto de soledad entre los lirios, si no fuera por esa<br />
pared hecha de manos, de uñas y de dedos, de bocas y de dientes,<br />
en donde todo acto<br />
realizado se queda como una flor herida,<br />
como una cabellera destrozada,<br />
lo mismo que una estrella, sobre su cielo, muerta.<br />
Estamos frente a frente<br />
de una eterna verdad que nos derrumba a todos,<br />
como a livianas torres<br />
como a espigas quebradas por la mano del viento;<br />
ni tú ni yo podremos abrir un solo surco para sembrar su sombra,<br />
su endurecido aliento.<br />
Todos hemos crecido debajo de su cielo.<br />
Todos hemos crecido<br />
y ahora nuestros pechos tocan el rojo fuego crepitante<br />
que incendia sus cabellos tendidos sobre el mundo.<br />
—¿Somos ceniza o brasa para el tiempo feliz en que lloramos?<br />
¿Somos ceniza o brasa? ¡Ni tú ni yo sabemos!<br />
En una muerte larga, solitaria, sin fondo;<br />
en una muerte eterna,<br />
hecha de eternidades,<br />
siempre estamos muriendo desde todas las cosas…<br />
Conclusión<br />
¿qué descarnada mano de arcángel o demonio<br />
en la insondable noche donde termina el mundo<br />
me está cerrando siempre tu ventana más alta?<br />
¡Esa ventana tuya por donde yo he querido lanzar mi último grito,<br />
mi más pesada piedra de soledad crecida!<br />
598
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA<br />
No es con trino de pájaros tirados a la orilla desolada del viento,<br />
con que yo quiero hacer<br />
la música seráfica de tu inefable nombre;<br />
no es con trino de pájaros ni con temblor de agua recién amanecida<br />
con que yo quiero hacer la selva de rumores que puebla tus cabellos,<br />
la sumergida arena que cruje temerosa por dentro de tus pétalos,<br />
en donde alguna playa solitaria,<br />
agoniza de albatros<br />
y de espumas;<br />
no es con trino de pájaros, sino con tierra y hojas,<br />
con buriles oscuros de espanto y de ceniza,<br />
en donde otras campanas<br />
–sin torres ni palomas–<br />
vayan tocando solas; vayan tocando solas sobre el mundo.<br />
Yo sé que el cristal tiene detrás de la perenne sonrisa de su cielo<br />
otros cielos despiertos madrugados de voces,<br />
madrugados de lirios en otras primaveras distintas a tus flores,<br />
y que no es éste ahora,<br />
el más preciso instante para arrancarle sordas palabras a las sombras;<br />
a ese universo tuyo,<br />
en donde arrodilladas están todas las cosas.<br />
Yo tendré que buscarte de nuevo en mis confines: ¡rosa propia o estrella!<br />
Yo tendré que buscarte: ¡quizá sombra caída de crespones espesos!<br />
Pero siempre mordida; toda mordida siempre de realidades mías.<br />
Sin embargo ya nunca podrá venir la muerte para llevarte ahogada.<br />
Sin embargo ya nunca habrá quien te destruya de amor o te deshaga<br />
de la más pura infancia donde enterraste todas tus raíces oscuras:<br />
Un soberbio verano te ha clavado en la entraña terrestre de mi cielo;<br />
un soberbio verano, y ya –siempre desnuda–<br />
estarás para el fuego de mis besos humanos,<br />
resuelta para el ansia de tenerte en mis labios,<br />
en donde mil demonios habrán de recibirte terribles y voraces<br />
con un fino y hambriento presente de marfiles.<br />
No importa que te sueñe o piense trastornada.<br />
No importa que te mire en otras más profundas soledades,<br />
mi amor te irá siguiendo tendido como un brazo,<br />
te irá siguiendo siempre<br />
tras todas las mudables presencias en que habites:<br />
oruga, pez o nube; luna que irá alumbrando por otros cielos altos,<br />
por otras más lejanas riberas desoladas,<br />
en donde sólo el viento de cerca te persiga,<br />
allí estará mi brazo; allí estará mi brazo como un odio crecido,<br />
como una inmensa torre para ceñir tu talle;<br />
tus tenebrosas trenzas; tu aliento desvaído;<br />
allí estará mi brazo partiendo tus corales,<br />
599
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
las auroras enanas de tus dorados senos de amor recién nacidos;<br />
hurgando en las ocultas ciudades de tus manos,<br />
en donde algún prodigio irá de nuevos soles lejanos despertando,<br />
el cielo que dormita pequeño en tus anillos.<br />
Allí estará mi brazo:<br />
mi cuerpo se habrá ido hacia otras torturas;<br />
hacia otras cadenas más hondas y distantes se habrá ido mi cuerpo.<br />
¡Sabrá Dios por qué rutas mortales irá huyendo con los ojos vacíos<br />
como un árbol perdido,<br />
lo mismo que una oscura semilla siempre sola muriendo!…<br />
¡Pero mi brazo no; mi brazo estará aquí, al lado tuyo,<br />
soberbiamente siempre como una eternidad clavada en su destino!<br />
MANUEL DEL CABRAL<br />
A Concho Primo<br />
Bajo tu potro es un juguete el llano,<br />
bajo tu potro tan dominicano<br />
que le sirve de espuela la corneta<br />
y vuela más que la guinea inquieta<br />
que en las plumas se pinta municiones<br />
para robarle el blanco a la escopeta.<br />
Mucho más que penetras y perduras<br />
cuando desgranas tus aventuras<br />
ante el espanto de la llanera<br />
que puso al cuello de los soldados<br />
el amuleto como trinchera.<br />
qué bien recuerdo tu apretón lejano:<br />
un corazón se te volvió la mano!<br />
Se me quedó tu azúcar en la hiel,<br />
como a los negros cuando cortan cañas<br />
que se les queda en el machete, miel.<br />
Y se agiganta mucho más tu historia<br />
en la alcancía de mi memoria,<br />
loro de los refranes, triunfo de las mujeres,<br />
cuando volando las cabalgaduras,<br />
eran sobre las lomas y las llanuras<br />
un tiroteo los amaneceres.<br />
hoy lo que rueda, Vale Concho, es rueda;<br />
asoma la vitrina en las vitrinas<br />
de los ojazos de las campesinas,<br />
y bajo la sotana o la moneda<br />
su flor a la santica se le queda.<br />
Mira una cruz como se pierde al vuelo:<br />
600
enredada en la hélice<br />
se va la carretera por el cielo.<br />
Mas hoy, compadre Concho, también se ve tu llano<br />
–míralo en el bolsillo del norteamericano–.<br />
Acordeón<br />
Novela del corazón<br />
cuando las manos te aprietan.<br />
—Acordeón,<br />
por tu sendero:<br />
el azul,<br />
ancho como los vientos.<br />
Viajeros blancos los negros<br />
por tu paisaje sin tierra.<br />
Acuarela<br />
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA<br />
Fresca y repleta de cañas<br />
la mañanita de miel<br />
siente frío y se acurruca<br />
en las pupilas del buey.<br />
La carreta con su paso<br />
matinal y paulatino<br />
rechinando despertaba<br />
los guijarros del camino.<br />
Regala campos de azúcar<br />
el oro de la mañana.<br />
El humo asciende lo mismo<br />
que la oración aldeana.<br />
La calle del terruño<br />
En la puerta se queja una guitarra.<br />
La calle es una historia que camina.<br />
Mientras queriendo comentar, amarra<br />
la luna su barquita en una esquina.<br />
Se bebían los guapos del país:<br />
iba de boca en boca la botella<br />
como la boca de la meretriz.<br />
En la puerta la emoción<br />
desgranaba esta canción:<br />
mañana vendré por ti,<br />
y si no quieres venir,<br />
lo mismo que a la moneda<br />
te habrá de pasar a ti:<br />
601
de mano en mano rodando<br />
llegarás después a mí.<br />
Saltó un puñal y se clavó en la voz,<br />
y a poco tiempo el cancionero estaba<br />
caminito hacia Dios…<br />
Trasnochadora como las estrellas,<br />
bodeguita más joven que el destino:<br />
tienes aprisionada en tus botellas<br />
la tragedia del barrio y del camino.<br />
Mulata<br />
Por el camino del acordeón<br />
te vi meterte sin pasaporte<br />
en el chico país del corazón.<br />
A ratos<br />
machacas rumbas con tus zapatos,<br />
y tu cadera<br />
que padece una vieja borrachera,<br />
y tu aliento<br />
que a veces quema hasta el fular del viento,<br />
saben a la locura de tu barro mezclado<br />
de mula tropical, de sol quemado.<br />
Mulata que te hicieron de la noche y del día,<br />
en el café con leche<br />
bebo tu carne de fantasía.<br />
Tabaco para hacerlo picadura<br />
con el cuchillo de la dentadura:<br />
tu talle<br />
que le roba los ojos a la calle.<br />
Sobre el azabache de su piel lampiña<br />
meces tu carcajada de maraca,<br />
igual que la oleada tentadora<br />
de tu piel hecha en cuero de tambora.<br />
Alma de raspadura y piel de ají,<br />
quema y endulza tu mordedura.<br />
Voy a decir que te metiste en mí<br />
como si fueras una calentura.<br />
Piedra y sol<br />
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Los haitianos pican sobre la llanura,<br />
tienen en sus picos enredado el sol.<br />
Sobre el azabache de su piel lampiña<br />
602
lloran sus espaldas gotas de charol.<br />
hacen reverencias paulatinamente<br />
al compás del pico y la voz del son.<br />
Y como un teclado de retintas teclas<br />
riman enfilados su brutal canción.<br />
Sobre la blancura de la carretera<br />
los haitianos pican bajo un sol de ron.<br />
Las piedras chispean, y al chispear parece<br />
que los negros rompen pedazos del sol.<br />
Sinfonía negra<br />
Danzan los cocolos bajo los cocales,<br />
y su danza evoca monos de Ceilán.<br />
Carcajadas blancas rompen la armonía<br />
de sus tenebrosas carnes de alquitrán.<br />
Nórticos turistas riendo los contemplan;<br />
piel color de rosa trópico quemó;<br />
pipas newyorquinas, tufo de cerveza;<br />
se tragó la kodak los Papá-bocó.<br />
Bulle en las haitianas plática de loros,<br />
viendo como danzan hombres de alquitrán<br />
y entre sus corpiños tiemblan cocos negros<br />
que los haitianitos chupan con afán.<br />
Tierra familiar<br />
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA<br />
Tierra,<br />
tengo en la brisa los ojos,<br />
para llevarte por ellos<br />
más allá del alfabeto.<br />
Ancha de asombro y simple de horizonte,<br />
te recogí en mis manos<br />
fatigadas de alba,<br />
para romperte como la madrugada<br />
que revienta en los picos de los gallos.<br />
Tierra-carne!<br />
te fumaban<br />
diplomáticos de seda,<br />
y te vi en la neblina de sus pipas<br />
como entre la neblina de sus frases.<br />
(Tienen<br />
educación francesa tus ciclones<br />
603
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
ante los vientos del norte).<br />
Desnuda como el instinto<br />
recién crecido en tus dientes,<br />
gritaste<br />
con la voz cimarrona de los negros<br />
bobos de cielo.<br />
Y,<br />
desde tu miniatura de bohío,<br />
se espigaba<br />
tu viento,<br />
bajo un cielo sin tiempo<br />
limpio como las casas de mis manos.<br />
Tierra clara,<br />
chica de mapa y alta de palabras.<br />
Yo desenredo el trompo de tu vida<br />
que se me dio en el sueño de la almohada,<br />
manso como los ojos de los niños<br />
triste como la risa de los negros.<br />
Tierra nueva<br />
Tierra:<br />
tu cansancio,<br />
es el mismo cansancio de la mujer encinta.<br />
Tierra:<br />
tu ventana, de par en par,<br />
hoy está del tamaño del cielo.<br />
Tus semillas son anchas como músicas grandes;<br />
y tu carne ha tomado la estatura de un grito.<br />
Tiene tu barro ahora como ademán de torre,<br />
de torre siempre abierta como el sueño del viento.<br />
Llega un soplo de horas que quieren<br />
preñar las alondras;<br />
un soplo que llega lo mismo<br />
que un pedazo de alba que se riega en el mar.<br />
El hombre te espera, tierra nueva,<br />
pan para todas las hambres.<br />
Igual que el instinto que alumbra los tiempos<br />
que ha tiempo no vieron los mudos del tiempo,<br />
la palabra camino te alarga<br />
sin el grito magnate que aprieta silencios humildes,<br />
silencios que aguardan porque tienen,<br />
aún en la sombra,<br />
la sombra cargada de rutas.<br />
604
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA<br />
La mañana del hombre,<br />
ya se estrena en las voces de los madrugadores;<br />
la mañana que viene<br />
sobre carretas pobres,<br />
carretas que traen de lejos su catedral de fatiga.<br />
No es la América mansa,<br />
la del viento camello de las seis de la tarde<br />
suave como la muerte del cabello del indio;<br />
es la América-ovario presente y futuro.<br />
Alientos comunes<br />
siente la arcilla,<br />
siente que todos los dedos la mueven y ensanchan,<br />
los dedos que a fuerza de hambre<br />
sintieron el crimen… y no lo complacieron.<br />
Bajo el cielo de ahora<br />
la calle antigua acaba de nacer.<br />
hierve el aire,<br />
la canción de la urbe lo quema.<br />
Machos color de sueño,<br />
con la sonrisa joven y el sudor de cien años,<br />
le arrancan a la tierra<br />
las viejas cabezas,<br />
las viejas raíces del barro<br />
que sólo abonaba la sombra.<br />
Desde las azoteas del paisaje reciente,<br />
nubes nuevas (alumnas de la brisa moderna)<br />
lavan el horizonte.<br />
Saquearon la esperanza los obreros,<br />
los obreros<br />
que traen en los filos de picos y hachas<br />
el oro democrático de los amaneceres.<br />
Y romperán las puertas<br />
tus palabras.<br />
Ya lo dijo tu vuelo sin la escuela del tiempo;<br />
ya lo dijo tu aliento perfumado de altura.<br />
América:<br />
epidemia de voces,<br />
como la yerba terca por todos los caminos.<br />
En tanto,<br />
ya eriza el aire<br />
la aurora de las manos.<br />
605
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
PEDro MAríA CrUZ<br />
Llanto por la hermanita<br />
que murió a los catorce años<br />
Lo mismo.<br />
Siempre lo mismo:<br />
La muerte de tu vida<br />
que la vida de tu muerte,<br />
tus catorce años de alba<br />
que tu alba enterrada a los catorce.<br />
Lo mismo.<br />
Desesperadamente lo mismo.<br />
Tener tus párpados enterrados<br />
que abrirte en el tiempo mis párpados.<br />
Lo mismo.<br />
Pero, yo puedo proseguir, ¿que es lo mismo?<br />
Bien sé que tu desvalidez me hundía<br />
y que un propósito fiel es tu aposento<br />
que aún tiene tu constancia simple<br />
¡y donde tu amiga te arregló las dalias!<br />
Catorce años tengo<br />
porque si tengo veintiocho<br />
los otros catorce están en tu entierro.<br />
Resúmete en mis cosas<br />
y hasta en lo torvo de todas las cosas,<br />
que yo rasgaré la sombra de unas alas<br />
para que ni siquiera en la muerte<br />
te oprima el roce de una sombra!…<br />
Signo melancólico<br />
Para ti mis sueños machaqué con luceros<br />
y me fui con los besos que flechaban tus albas<br />
y tus ojos conmigo derrotaban la sombra.<br />
¡qué derrumbe de astros me causó la quimera!<br />
Yo te quise tan pulcro que te habló mi silencio<br />
y tan leve te tuve, que yo mismo interrogo<br />
si estuviste a mi lado o yo cerca de un lirio.<br />
Seré siempre mi canto para todas tus cosas,<br />
pero tan dulcemente que me quede en el canto,<br />
con lo azul en lo azul y la risa en los árboles.<br />
que bendigo la vida a pesar de tu vida,<br />
que envenena esta otra que se rompe en el pino<br />
y el puñal perfumado de este olvido sereno<br />
con tus crímenes todos que se vuelven fragancia.<br />
606
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA<br />
TOMÁS MOREL<br />
Acordeón<br />
El acordeón,<br />
cuando lo cuelgan en la tramería<br />
de la pulpería<br />
parece un juguete<br />
que pierde su policromía…<br />
Y, sin embargo,<br />
se vuelve alegría<br />
cuando llega Mon a la pulpería.<br />
Lo traen del otro lado de los mares<br />
y parece de aquí el acordeón.<br />
Sólo que cuando viene por radio<br />
no suena como cuando lo toca Vale Mon.<br />
Con viejas cuentas<br />
El negro canta<br />
y hay una mano como que saca<br />
de su garganta<br />
notas de hiel…<br />
Y en su mirada mansa de vaca<br />
a cada paso se le atrabancan<br />
los grandes ojos de su mujer.<br />
Frente a la paila de la mulata<br />
con quien el pobre su tiempo mata,<br />
entre los cuentos y el buen café,<br />
el negro blanco de Monte Adentro<br />
ayer me dijo de un querer<br />
que se le fue:<br />
Negra que baile como ninguna<br />
allá en la fiesta de Navidá<br />
Paciente y güena comuna<br />
luna<br />
de la que salen de madrugá!<br />
La negra aquella de quien me hablaba<br />
es una negra de “Los Sirises”,<br />
por quien la cara, el Vale Pancho,<br />
la tiene llena de cicatrices.<br />
Y el pobre negro ya nunca puede<br />
aquel camino “voivé” a pasar<br />
porque lo espera el Vale Pancho<br />
con viejas cuentas que hay que arreglar.<br />
607
Framboyán<br />
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
“Arrea, jaragana, arrea<br />
pa vei si llegamo con la frequesita de la madrugá!”<br />
Y por el camino<br />
van los campesinos<br />
rompiendo el silencio de la oscuridad.<br />
Cuentos de fantasmas y de aparecidos<br />
salen de la boca del Vale Julián,<br />
y se entera el niño de que a la muchacha<br />
la codicia el diablo desde el framboyán.<br />
Si no fuera por taita<br />
Yo no tengo derecho a quejaime,<br />
si me hubiera llevao<br />
dei consejo e máma,<br />
no me hubiera pasao…<br />
quise dejai mi rancho, mi bojío, mi amoi<br />
y toa mi pobresa,<br />
pa vení pa este pueblo<br />
a pasai trabajo rompiéndome la cabesa.<br />
Máma me desía,<br />
cuando yo e’nei bajío a to le jablaba<br />
de venime pa’ca…<br />
“No te vaya pai pueblo,<br />
no te vaya pa’llá,<br />
que lo pueblita son malo.<br />
Y la mujei que tá sola,<br />
solo jase caballá”.<br />
Y taita me aguaitaba<br />
y dipué me coitaba lo’sojo.<br />
Jata quiún día, jué peidiendo la coloi<br />
y la pasensia… y me dijo:<br />
“Ponte tu traje rojo<br />
pa que te laigue diaquí,<br />
que tu no jase faita pa ná,<br />
¡pa naíta!<br />
Jalo pronto, si no quié<br />
que le oidene a la mujei<br />
que te saque a tabaná.<br />
Láigate de prontico y no lo repita má…<br />
Y puaquí no te me arrime<br />
cuando un pueblita te jaga una desgrasiá”…<br />
608
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA<br />
Taita me lo desía…<br />
Y dipué toa eta gente<br />
disen que lo campuno no sabemo ná.<br />
Ete pueblote grande jué la desgrasia mía.<br />
Ei día que lo ví, ¡Jesú! la calle Soi<br />
jué mi peidisión…<br />
Me acoidé de mi gente,<br />
dei conuco, dei rancho, ¡jata de mi bojío!<br />
y lo peói de tó, jue que u’nombre tallao<br />
se vino derechito y se me puso ai lao<br />
con su palabrerío,<br />
hecho el fresco, como si yo lo hubiera autorisao,<br />
Y me peidí de amoi.<br />
Me quedé alelaita<br />
oyendo como jablaba aquei ombre pueblita.<br />
Ay, así e, veidá son.<br />
Máma me lo desía. Taita tenía rasón.<br />
No nasí pa sei mala,<br />
pero una mujei si’nonra no sirve pa ná.<br />
Si no viviera e’nei pueblo<br />
fuera una mujei honrá!<br />
Me da pena pensai en mi campo.<br />
Ei probe Miguei debe tai agora<br />
mesiéndose en la hamaca y pensando<br />
lo que yo jago pua’cá…<br />
¡Si supiera que yo no baigo ná!<br />
Ei conuco, ei bojío y e’lamoisito aquéi<br />
me dan gana e voivei.<br />
¡Pero taita!<br />
Si no juera por taita yo volviera pa’allá.<br />
GLADIO HIDALGO<br />
Compañera<br />
Huerto de sacrificios que perfuma mi vida:<br />
derramas en mis noches tus abriles en flor,<br />
y gozas el instante de saberte perdida<br />
por mis negros caminos de trajín y dolor.<br />
Deparaste tus playas a mi barco suicida<br />
porque tienes la luz de un faro salvador,<br />
y así fue como el barco retornó en su partida<br />
del puerto de los Vicios al puerto del Amor.<br />
609
Es justo que se sigan mis pasos y tus huellas,<br />
así será mi vida, dentro de tu crisol,<br />
un alcázar de sombras en un jardín de estrellas…<br />
Y un día, por el triunfo de tu ideal fecundo,<br />
yo venceré a la Muerte, y en el puerto del Sol<br />
perseguiré el milagro de regalarte un mundo…!<br />
El hospedaje<br />
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
En sombras de ignorancia, duerme la audacia.<br />
Los eternos fantasmas de la desgracia<br />
se ocultan tras la risa de sus caretas…<br />
Y un bullicio de radios, vuela a la loca<br />
entre menesterosos y alma de roca,<br />
sobre la muchedumbre de mil casetas.<br />
Oh, casetas hijastras del Improviso,<br />
de cal embadurnadas, de negro piso<br />
cuyo interior trasciende a laceria y yodo,<br />
donde el hado Refugio tiembla de frío,<br />
se muere la Vergüenza, reina el Hastío,<br />
se despereza el hombre y bosteza el Lodo!.<br />
Revuela el oro alado de las abejas.<br />
Por entre los fangales de las callejas<br />
cruzan las carretillas con sus farolas,<br />
y bajo la techumbre de los aleros<br />
duerme una fosca banda de pordioseros<br />
y la Suerte y el Sino charlan a solas…<br />
Como a un oasis llega la caravana<br />
que anhela las caricias de la mañana.<br />
Persiguiendo la pista de las pastoras,<br />
bajo anticuada veste, ronda el labriego;<br />
y avivan sus doradas muecas de fuego<br />
y sus cabellos de humo: las “humeadoras”<br />
Se abren las ricas pilas al sucio suelo<br />
por donde entre las cargas, cruza el pilluelo<br />
con ojillos de astucia y gestos de charro,<br />
mientras un negro corro de campesinos<br />
refiere los asaltos de los caminos<br />
fumando sus negruzcas pipas de barro.<br />
Suenan tras la enramada las rudas coces<br />
entre un disperso coro de escasas voces,<br />
610
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA<br />
y sobre el rubio junco de las esteras<br />
al nocturno bochorno de las arcadas,<br />
duermen las campesinas, abandonadas,<br />
y ruedan los infantes de las cualquieras…<br />
La implacable Miseria se alza en su trono<br />
sobre los pedestales del abandono.<br />
Mercurio hace codicia de sus aletas,<br />
hasta que la silente fortuna acuda<br />
y la canción del oro se torna muda<br />
cerca de las esteras y las mesetas.<br />
Cesaron las canturías de los voceros.<br />
Ante los mostradores de los tenderos<br />
sube azul de tabaco y olor a alcohol,<br />
y en medio de la turba de las gitanas<br />
prestas al sortilegio de albas mundanas,<br />
creando paradojas, charla Sampol.<br />
La luz de las ampollas, en charcos, erra.<br />
Sobre la podredumbre de negra tierra,<br />
bajo inmisericorde toldo de cielo,<br />
divagan los pollinos aparejados<br />
junto a los hortelanos, que amontonados<br />
dormitan sobre frutos del patrio suelo.<br />
Indiferente al tizne del recipiente<br />
sahumó el rubí de brasas, el agua hirviente<br />
que aguardan, cenicientos, los coladores,<br />
para tornar el áureo café caliente<br />
en sorbo que amenice la incoherente<br />
charla de los cuentistas trasnochadores.<br />
Al par de los relatos de las triviales<br />
historias picarescas, sentimentales<br />
revuelan los preludios de las guitarras<br />
con las rojas luciérnagas de los braseros,<br />
y el punto de partida de los troveros<br />
ameniza el concierto de las cigarras<br />
Olor a viñas muertas vaga a distancia.<br />
El vaho de las aves, con la fragancia<br />
de los racimos huéspedes de los rincones<br />
mézclanse mientras vibran en los sitiales<br />
los acres alaridos de los timbales<br />
y harto se desperezan los acordeones.<br />
611
La luna irguió sus oros plenilunares.<br />
Al eco sonoroso de los cantares,<br />
humedecido y fétido, sueña el establo,<br />
en tanto que se yerguen como panteras<br />
las belicosas turbas de las rameras<br />
torvas como Lujuria: la hija del Diablo.<br />
La promesa a la madre<br />
Tú lo comprenderás… ¡pero muy tarde!<br />
cuando mi escasa juventud, rendida,<br />
sea, tan sólo, la nube de un alarde,<br />
bajo el azul del cielo de tu vida.<br />
Esta inutilidad que en mí vislumbras<br />
es un clarín de alerta entre barrancas,<br />
porque adoro el silencio y las penumbras,<br />
los días negros… y las noches blancas.<br />
Nada me importa la existencia enferma<br />
desta Villa Esmeralda que irrisoria,<br />
tragó miserias, y, a la luz de esperma,<br />
nubló mi cuarto y se perdió en mi historia.<br />
he sufrido, al azar, las decepciones<br />
que aniquilan el ansia de ser bueno,<br />
porque virtud sin oro ni blasones…<br />
maldito el lirio que surgió del cieno!<br />
Pero yo he de llegar… tal como el río<br />
que las heridas de un desierto estaña;<br />
sin estos ímpetus de mar bravío<br />
que toca cielo si se alzó montaña.<br />
Sé que juzgas pueril esta agonía<br />
de arte sin luz y soledad pagana<br />
que florece en los cardos de mi vía…<br />
Tú lo comprenderás… ¡Pero mañana!<br />
Tu antojo<br />
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Tu antojo ha perfumado mi vida sin fortuna,<br />
y hoy mi verso es el pájaro que viola tus linderos<br />
porque eres el jardín bajo el claro de luna:<br />
llenas de claridades los senderos…!<br />
612
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA<br />
Por llegar a tu huerta florecida<br />
donde fueran mis versos: tus mirlos prisioneros,<br />
quién pudiera llegar hasta tu vida<br />
por un azul camino de luceros!<br />
HÉCTOR INCHÁUSTEGUI CABRAL<br />
Canto triste a la patria bien amada<br />
Patria…<br />
y en la amplia bandeja del recuerdo,<br />
dos o tres casi ciudades,<br />
luego,<br />
un paisaje movedizo,<br />
visto desde un auto veloz:<br />
empalizadas bajas y altos matorrales,<br />
las casas agobiadas por el peso de los años y la miseria,<br />
la triste sonrisa de las flores<br />
que salpican de vivos carmesíes<br />
las diminutas sendas.<br />
…una mujer que va arrastrando su fecundidad tremenda,<br />
un hombre que exprime paciente su inutilidad,<br />
los asnos y los mulos,<br />
miserable coloquio del hueso y el pellejo;<br />
las aves de corral son pluma y canto apenas,<br />
el sembrado sombra,<br />
lo demás es ruina…<br />
Patria<br />
es mi corazón un acerico<br />
en donde el recuerdo va dejando<br />
lanzas de bien aguzadas puntas<br />
que una vez clavadas temblorosas quedarán<br />
por los siglos de los siglos.<br />
Patria,<br />
sin ríos,<br />
los treinta mil que vio Las Casas<br />
están naciendo de mi corazón…<br />
Patria,<br />
jaula de bambúes<br />
para un pájaro mudo que no tiene alas,<br />
Patria,<br />
palabra hueca y torpe<br />
para mí, mientras los hombres<br />
miren con desprecio los pies sucios y arrugados,<br />
613
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
y maldigan las proles largas,<br />
y en cada cruce de caminos claven una bandera<br />
para lucir sus colores nada más…<br />
Mientras el hombre tenga que arrastrar<br />
enfermedad y hambre,<br />
y sus hijos se esparzan por el mundo<br />
como insectos dañinos,<br />
y rueden por montañas y sabanas,<br />
extraños en su tierra,<br />
no deberá haber sosiego,<br />
ni deberá haber paz,<br />
ni es sagrado el ocio,<br />
y que sea la hartura castigada…<br />
Mientras haya promiscuidad en el triste aposento campesino<br />
y sólo se coma por las noches,<br />
a todo buen dominicano hay que cortarle los párpados<br />
y llevarle por extraviadas sendas,<br />
por los ranchos,<br />
por las cuevas infectas<br />
y por las fiestas malditas de los hombres…<br />
Patria…<br />
y en la amplia bandeja del recuerdo,<br />
dos o tres casi ciudades,<br />
luego,<br />
un paisaje movedizo,<br />
visto desde un auto veloz:<br />
empalizadas y altos matorrales…<br />
Invitación a los de arriba<br />
Sí, a vosotros yo os invito;<br />
si queréis bajar,<br />
podéis hacerlo.<br />
¿que no tenéis cuerdas,<br />
ni escaleras de mano,<br />
ni los deseos ni los impulsos necesarios?<br />
Tanto peor para vosotros,<br />
para vosotros que vivís<br />
nada más que para la blanca superficie:<br />
o mantel o sábana o pañuelo,<br />
el fino pañuelo de hilo perfumado<br />
con la mentida artificial fragancia de los azahares.<br />
Me diréis que tengo cara de ahorcado,<br />
614
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA<br />
dedos de mecanografista y un gesto,<br />
bastante subrayado,<br />
de viajante de comercio que no ha echado todavía<br />
el pie a una mala bicicleta.<br />
Lo veis, moscas, lo veis,<br />
os conformáis con el perímetro,<br />
el perfume y la apariencia;<br />
os invito a bajar al centro de mi sangre<br />
y por miopes os prestaré<br />
lentes racionalistas<br />
y ese sencillo y claro estado de alma<br />
del pobre que compra,<br />
pasado mediodía,<br />
el desayuno de los hijos hambrientos.<br />
Si no habéis sufrido hambre todavía<br />
y puede que sí, por culpa, es natural,<br />
de la científica dietética,<br />
yo os daré la clave para llegar a mi corazón:<br />
y cuando lleguéis, gratamente asustados,<br />
en voz muy baja, que tendrá tembores<br />
propios de la alcoba y del jardín diréis:<br />
Comenzaré por descreerlo todo,<br />
por negar cuanto me dijeron que era grande;<br />
desde la pluma del militar gorrión<br />
hasta la pluma del escritor pagado<br />
de sí mismo y con oros ensangrentados e inicuos.<br />
Creeré en la mansa igualdad de los hombres<br />
y en la sencilla complejidad de las cosas pequeñas,<br />
en el apretón de manos del amigo,<br />
y en el cigarrillo y los fósforos prestos<br />
a ser dados,<br />
en el minúsculo miedo a las voladoras cucarachas,<br />
y en ese sagrado temor a las mujeres<br />
que no hablan casi y miran mucho,<br />
enlutadas tras un silencio,<br />
como emboscadas y tremendamente alertas,<br />
esperando el momento propicio para saltar diciendo:<br />
porque me compadeces eres mío…<br />
Ya sé que he hablado de más,<br />
pero soy de esos a quienes satisface mejor<br />
el pago hecho en sonrisas<br />
que en flamantes billetes de banco.<br />
615
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
No bajaréis, no, os quedaréis<br />
en vuestro mundo,<br />
con el corazón seco y amarillo,<br />
sí, os quedaréis, vosotros<br />
los de la astucia amanerada,<br />
y no será porque os faltan los dos pies,<br />
que indican que estáis más cerca<br />
del ridículo mono<br />
que del caballero chivato<br />
cuyas barbas pecadoras no tenéis derecho ni a besar.<br />
Os invité de buena fe,<br />
¿y qué le vamos a hacer?…<br />
Pero creedme, sufro mucho con los animales pequeños<br />
cuando están heridos o enfermos,<br />
el mulo con su pata partida<br />
me parte el corazón;<br />
la avaricia y la incomprensión<br />
también me hacen derramar lágrimas amargas,<br />
unas lágrimas que tengo reservadas<br />
para esa patética hora<br />
en que la mujer nos pide<br />
o un poquito de llanto<br />
o un tanto así de recitación…<br />
Pero tanto mejor, quedaos arriba,<br />
con vuestros entorchados y vuestras libretas<br />
cuyas cuentas están cargadas de sudores ajenos,<br />
los de abajo tenemos algo que crece y fructifica,<br />
algo que nace sin que sepamos cómo<br />
y que no muere nunca: el odio y el desprecio…<br />
Además, contamos con vuestro apego a la vida,<br />
y por ello somos camorristas,<br />
y debajo de la americana llevamos<br />
periódicos doblados en tal forma<br />
que os hacen ver que hasta los dientes<br />
vamos armados.<br />
Inventamos las intoxicaciones<br />
y las huelgas,<br />
los ladrones y los asesinos que no dejan huella,<br />
las prostitutas vestidas de negro,<br />
que cobran su virginidad en cada día;<br />
los duendes, las quiebras, los fantasmas,<br />
las locuras, las paranoias,<br />
los ciclones, las vitaminas,<br />
todo para vuestro susto,<br />
616
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA<br />
lo hemos inventado nosotros los de abajo,<br />
los del indiscreto microscopio,<br />
los de la gacetilla larga,<br />
los de la escoba,<br />
los de la paciencia,<br />
los del telescopio y los del asador.<br />
Retorno al hombre<br />
¿Y el hombre?<br />
Sí, esa forma regular de lodo,<br />
espíritu y microbios…<br />
Ese mismo que puso la primera piedra de la base<br />
y la última teja del tejado,<br />
el que secó su cabeza en fiebres redentoras,<br />
el que comió del pan amargo y tragó lágrimas,<br />
mientras en su pecho se cocían,<br />
mejores, sus hijos y los hijos de sus hijos…<br />
Ese ha de contar,<br />
pero no le tiréis delante cosas materiales,<br />
no levantéis ante su frente sin nubes<br />
y sus manos pecadoras<br />
decididas murallas de prejuicios y cal y piedras.<br />
Respetadle,<br />
no es el gusano que pide podridas hojas y sombra,<br />
no,<br />
es el hijo descarriado que Dios amó<br />
que busca la perdida senda<br />
y sangra y llora,<br />
mientras sobre sus hombros se abren<br />
encarnadas rosas,<br />
y sus pies, heridos y cansados,<br />
van enterrando los últimos delicados nardos.<br />
No le insultéis con abstracciones,<br />
quitadle la pesada cadena que lleva en la cintura,<br />
dadle agua limpia,<br />
luz que no hayan cernido sucias nubes,<br />
polvo sin humanos huesos,<br />
tierra que no hayan hollado<br />
férreos y matemáticos corceles;<br />
alojadle junto a vuestro corazón,<br />
llamadle hermano,<br />
tratadle como al vagabundo pequeño<br />
617
que añora no el consejo sabihondo<br />
sino el cuento de hadas,<br />
el muñeco que siempre está de pie,<br />
la sombra generosa de Charlot<br />
y los manjares sin cruces de merengue.<br />
Llamadle hermano<br />
y no miréis sus uñas<br />
ni su camisa rota;<br />
respetad su barba sucia<br />
y sus palabras ligeras que se remontan a la nube y al ensueño;<br />
respetad su llanto,<br />
perdonad su triste continente;<br />
en el nombre de los que sufren lo pedimos<br />
nosotros los de la palabra hueca y torpe,<br />
los que nos anudamos la corbata todas las mañanas<br />
y tenemos el calor de la cabeza de los hijos<br />
para comprender y serenarnos.<br />
que tu casa sea su casa,<br />
donde hay un techo sobran lechos.<br />
La tierra es madre común<br />
y los hombres, sus bestias predilectas.<br />
Pero que no se levante un solo hogar,<br />
ni uno solo,<br />
en la tierra que envenenó la furia fría<br />
de imbéciles irresistibles caballos<br />
y que agotó de dulces posibilidades<br />
el pie limpio y ladino del mercader.<br />
En esas tierras no se da el hombre,<br />
nace porque dos seres se aparearon<br />
para desgracia suya y de los suyos.<br />
Jóvenes, golpead con vuestros puños,<br />
viejos, con el regatón de los bastones,<br />
los monstruos con patas de bélicas orugas<br />
y veréis que están vacíos y que si el hombre fuera cuerdo<br />
se pudrirían sobre la tierra<br />
como las frutas venenosas,<br />
como las aguas muertas.<br />
Secreto<br />
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Eres algo más que un recuerdo que viene<br />
por un camino trazado bajo aguas azules<br />
con peces insomnes y algas tranquilas.<br />
618
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA<br />
Eres algo más que lumbre de estrellas<br />
madurada en el calor de las hojas<br />
que el viento despierta por las madrugadas,<br />
porque estás hecha de la sustancia<br />
con que el sueño fabrica sus figuras,<br />
con que la fiebre expresa lo que halló<br />
en el fondo tembloroso de la angustia que no tiene nombre.<br />
he oído tu voz en otros mundos,<br />
he sentido tu presencia en los humildes valles<br />
en donde vuelven a crearse la penumbra, los lagartos y el silencio.<br />
he tocado tus manos en las manos de los niños,<br />
siempre insumisas y locas;<br />
y en las manos ásperas y mansas<br />
de los que están a pique de caer<br />
en el vacío de la muerte.<br />
Te he sentido en el rumor blando y triste<br />
de las aguas de los arroyos pequeños,<br />
que arrastran con dolor y sin premura<br />
sus rotas sandalias por un fango en donde crecerán,<br />
más luego, allá por el estío,<br />
las yerbas bobas que hundirán sus raíces<br />
en los abandonados camarones,<br />
en los ridículos y torpes esqueletos de los pecesillos<br />
que fueron grises una vez y que son siempre<br />
la gracia de las aguas tranquilas<br />
cuando están bajo árboles muy grandes,<br />
con muchas hojas,<br />
sin un solo pájaro,<br />
y que encierran entre las serenas ramas<br />
un ambiente que invita quedamente al sueño<br />
y que nos obliga a pensar como huérfanos del mundo.<br />
he oído tu voz cuando lo agradable<br />
abrió las anchas puertas de la risa<br />
o cuando la sonrisa abrió su ventana sobre un día<br />
en que éramos inexplicablemente felices.<br />
he visto el brillo de tus ojos<br />
en las minúsculas cosas amadas,<br />
en las naderías en que sólo se detienen<br />
los que andan mal de la cabeza<br />
y los que saben que tras la brisa del atardecer<br />
619
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
lloran niños perdidos<br />
y las vírgenes que envejecen a la sombra de las costumbres.<br />
Te he visto y te he sentido y te tengo<br />
en todo lo que los otros creen sin importancia,<br />
en lo que no mencionan nunca,<br />
en lo que he tenido que descubrir<br />
para saberte junto a mí por siempre…<br />
PEDRO MIR<br />
Abulia<br />
¡Mi vida va de viaje en un bostezo!<br />
Desflorada de rutas,<br />
mi vida se ha olvidado del camino<br />
y se orienta en mi barro.<br />
¡Cuántas volutas de pensamiento<br />
salen de las cenizas de mi cigarro!<br />
Mi carne se hace plástica de hastío<br />
y se da en la amplitud de un desperezo.<br />
Después de todo, yo soy mío.<br />
Mi vida es un navío<br />
que ha cabido en el charco de un bostezo.<br />
Alegría de la mañana blanca<br />
Son,<br />
las nubes<br />
de almidón.<br />
¡Estoy de versos henchido<br />
como una vela blanca!<br />
Alza mi alma un sonoro<br />
cáliz de ritmos de plata,<br />
en la misa del sol y del verso<br />
bajo los cúmulos de almidón.<br />
¡Esta es la fiesta de un hombre<br />
que emborrachó de emoción!<br />
¿quién te llevó por el río<br />
para besarte la falda?<br />
¿quién te decía los versos<br />
y te confiaba las cartas?<br />
¿quién te apretaba el meñique<br />
y los besos te robaba?<br />
Ah, las nubes de almidón<br />
620
me poetizan la mañana!<br />
Nadie te cuenta mis gozos<br />
de almidón de nube blanca!<br />
Y tu sombra me persigue<br />
por esta alegría larga…<br />
¡Siga el canto! ¡Siga el canto!<br />
¡que el pecho me da en merengues<br />
un corazón de guitarras!<br />
Están de almidón los días<br />
y de almidón las semanas:<br />
días,<br />
semanas,<br />
días,<br />
semanas,<br />
y siempre las alegrías<br />
de almidón por las mañanas.<br />
¿quién sorprendió los cariños<br />
de tu boca recitada?<br />
¿quién te enseñó los caminos<br />
y te contó las pisadas?<br />
¿quién se achicó en tus pupilas<br />
por culpa de una mirada?<br />
Ah, la mañana se asombra<br />
de nubes almidonadas!…<br />
Fiebres de luz y de sombra<br />
violentamente contrastan,<br />
las mismas que me dibujan<br />
y en tus ojos me retratan.<br />
¿Fiesta? la de tus ojos.<br />
¡Parranda! la de tu cara.<br />
Felicidad y alegría.<br />
¡Triunfo de nubes blancas!<br />
Conviérteme todo en besos<br />
para estamparme en tu alma!<br />
Pour Toi<br />
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA<br />
Estoy de ti florecido<br />
como los tiestos de rosas,<br />
estoy en mí floreciendo<br />
de tus cosas…<br />
Menudo limo de amores<br />
abona mis noches tuyas<br />
y me florecen de sueños<br />
como los cielos de luna…<br />
621
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Como tú mudo los pasos<br />
y la distancia es más corta,<br />
hablo en tu idioma de amor<br />
y me comprenden las rosas…<br />
Es que ya estoy florecido.<br />
Es que ya estoy floreciendo<br />
de tus cosas…<br />
RUBÉN SURO GARCÍA-GODOY<br />
Alba escrita en la tarde<br />
hablaré más allá de mis palabras.<br />
Llegaré más allá de tus oídos.<br />
Si pudiera penetrar a tu alma<br />
a través de tus ojos,<br />
le hubiera ya dicho<br />
que tu imagen fatigó mi fatiga.<br />
Y ahora,<br />
cuando tu presencia no es carne<br />
y puedo decir en voces<br />
que tu recuerdo<br />
—que es espíritu<br />
es una tentativa de felicidad;<br />
cuando más me siento<br />
esclavo de tu cariño ignorado,<br />
empiezo a darme cuenta<br />
de que este amor naciente,<br />
nutrido con miradas,<br />
dormido con pensamientos albos,<br />
puede edificar destinos<br />
y adelantar futuros.<br />
No le temo al gris-tristeza de esta tarde;<br />
tu boca trae el rojo-alegre de los levantes mozos,<br />
tu gesto, la gallardía de las razas caribes.<br />
Elegida:<br />
tú puedes eternizar los amaneceres<br />
y hacer sonreír al Dolor;<br />
por eso voy a ti,<br />
tan impalpablemente como tu silencio.<br />
Caminante ayer,<br />
hoy me siento camino<br />
para recibir la caricia de tu planta!<br />
622
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA<br />
CUATRO POEMAS Y UNA SOLA INTENCIÓN<br />
Estrofas de pueblo para muchacha de campo<br />
I<br />
¡qué traje el que yo te traje<br />
del pueblo aquella mañana;<br />
luciéndolo siete días<br />
se endominga una semana!<br />
Martes en el calendario,<br />
pero domingo en tu traje.<br />
Agua limpia, brisa y sol,<br />
¡qué fácil tu maquillaje!<br />
Muchacha de la sabana,<br />
retina para verdores,<br />
en tu voz hallaron jaulas<br />
alondras y ruiseñores.<br />
Cómo me río del río;<br />
que, ambicionando agua clara,<br />
en tus pupilas mil veces<br />
lo vi lavarse la cara.<br />
Ruborizado y arisco,<br />
cuando desnuda tú asomas,<br />
cambia su azul en verdores<br />
el camaleón de las lomas.<br />
Y al baño, muchacha, al baño!<br />
sin dueños del caserío:<br />
bebiendo sus transparencias<br />
le quitas la sed al río.<br />
Cuidado con quien te toque<br />
la epidermis quinceañera;<br />
caricia para tus carnes;<br />
¡el agua de la chorrera!<br />
Estrofas de campo para muchacha de campo<br />
II<br />
Causa juite e mi condena,<br />
degrasiá de mi esití;<br />
con saboi a yeiba güena,<br />
con oloi a pachulí,<br />
623
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
te saborié vueita pena<br />
i en ei recueido te olí.<br />
Si aifilei jue tu mirá<br />
mi pecho jue prendedoi;<br />
si jue grande la pinchá<br />
jue ma grande mi doloi.<br />
El fogón tando apagao<br />
i etando trite el bojío,<br />
señai e de enamorao<br />
que jue correpondío.<br />
¡Ai si aguaitara ei conuco!<br />
dende ei día e tu despresio<br />
loj matojo y loj bejuco<br />
pusién puei suelo su presio.<br />
Cojí en ei chaico un lucero<br />
pa alumbrai al amoi tuyo,<br />
lo econdí dentre ei sombrero<br />
i en ei ta vueito cucuyo.<br />
Mi aima ta condená<br />
a sufrí de mai de amoi;<br />
tan mala e mi enfeimedá<br />
que ni en la sana ei dotoi!<br />
Poi ti siento yo un calambre<br />
que me ará vetí moitaja<br />
Ei pan no mata mi jambre<br />
ni mi sé tiene tinaja.<br />
Estrofas de campo para muchacha de pueblo<br />
III<br />
Ei día que yo la vide<br />
no sé lo que jué de mí:<br />
ai cosa quei cueipo pide<br />
no debiéndola pedí.<br />
Ella vino con la fresca<br />
dei lao en que sale ei soi,<br />
era entonces tiempo e seca<br />
i en seca nació mi amoi.<br />
Mi amoi jué planta maidita<br />
que no debió de nacei,<br />
624
ni la mema agua bendita<br />
la via jecho florecei.<br />
La peché por ti trillito…<br />
a decile mi pasión,<br />
vide yo aquello sojito<br />
i me faitó desisión.<br />
Bailé con ella una noche…<br />
noche que jué como ei día.<br />
La cabesa me se moche<br />
si no e cosa e brujería:<br />
¡ei merengue de esa noche<br />
lo toi oyendo toavía!<br />
Tre mese pasó en la finca<br />
sin podeilo yo evitai;<br />
tre mese un amoi que junca<br />
no e pa podeise contai.<br />
Envío:<br />
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA<br />
Coitante sin sei cuchillo,<br />
mujei de la población,<br />
tu amoi jué como un cadillo<br />
pegao en ei corazón!<br />
Estrofas de pueblo para muchacha de pueblo<br />
IV<br />
¿Amor?<br />
Este amor de la ciudad,<br />
que ve antes que a la novia<br />
los caudales del papá.<br />
Labios cargados de “rouge”<br />
para un beso artificial,<br />
enseñado en el cinema<br />
por el último galán.<br />
(La Vergüenza está “knock-out”<br />
y en camillas la Moral).<br />
Muchachas –flores de “flirt”–<br />
marchitada castidad:<br />
la cabeza en hollywood,<br />
los pies en tierra natal.<br />
Amor: sed de gasolina.<br />
Amor a velocidad,<br />
625
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
que habla en libretas de banco<br />
para poderse expresar.<br />
¿Amor?<br />
Este amor de la ciudad,<br />
que encuentra en el “Beauty Parlor”<br />
una fórmula industrial<br />
–maravilla de cosmético–<br />
para detener la edad.<br />
Amor a base de química<br />
–Max Factor dictatorial–.<br />
Amor que piso con “dollars”<br />
poseer la Felicidad;<br />
que sabe más de finanzas<br />
que de cosas del hogar…<br />
¿Amor?<br />
Este amor de la ciudad,<br />
¡que cubre sus desnudeces<br />
con trajes de celofán!<br />
Palabras de niebla en presente de olvido<br />
1<br />
Borrada de lejanía.<br />
Ausente de mis horas y de mi tiempo.<br />
No eres una cicatriz<br />
porque el pasado no fue una herida.<br />
Divorciada de mi realidad:<br />
Muerta<br />
como los días de un calendario antiguo.<br />
¡Olvidada!<br />
verso que no se recuerda;<br />
canto que no se canta;<br />
palabra que no se repite.<br />
2<br />
Mes y medio<br />
mirando aquel mar de fotografía<br />
sonriéndole a una sonrisa que no era la tuya;<br />
mes y medio<br />
perdido en unos ojos-faros<br />
que no eran tus ojos.<br />
626
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA<br />
3<br />
No olvido que olvidaste<br />
que mi verso se compra con verso;<br />
que ritmo es más que cifra;<br />
que arte es más que moneda.<br />
4<br />
Perdida.<br />
Lejanamente perdida.<br />
Pañuelo de niebla<br />
que no se agitó para la despedida.<br />
Pañuelo de niebla<br />
que no secó lágrimas.<br />
5<br />
El corazón es el mismo:<br />
¡simplicidad de asta que cambió de bandera!<br />
Soneto de yodo y sal<br />
El mar quiere ser cielo y hace nubes de espuma;<br />
su epidermis friolenta se da baños de sol;<br />
hace poco quitose sus frazadas de bruma<br />
y en pijamas azules lo ha visto un caracol.<br />
“Reservoir” de idealismos. Disolvente de penas.<br />
Los ojos, los anhelos… mirarlo es navegar.<br />
Las olas se suicidan cumpliendo las condenas<br />
que ante los arrecifes les dicta el mismo mar.<br />
Un barco fuma pipa quemando el horizonte.<br />
Siento que mi Alegría se eleva como un monte;<br />
(dudo del alpinismo de mi antiguo Dolor…).<br />
Las palmeras de playas son gigantes sombrillas.<br />
El viento riza el agua que cortaron las quillas,<br />
¡mientras dos garzas blancas se enrojecen de amor!<br />
FrANCiSCo DoMíNGUEZ CHArro<br />
Grave<br />
La corola de nardo de tu<br />
piel taciturna, retorna<br />
en las pupilas de los<br />
silencios largos.<br />
627
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
¡Oh, pestañas afiladas<br />
de los recuerdos grávidos!<br />
¡Oh dedos de la duda<br />
sugeridos!<br />
Oh, cicatrices azules!<br />
¡Oh cauces del anhelo!<br />
Luciérnagas de ámbar!…<br />
Las manos del destino se estremecen<br />
volteadas en mis himnos<br />
de plata.<br />
Las tragedias humanas<br />
abren cauces de acero de duda<br />
en mis portales.<br />
Y mi frente dolida ha espigado<br />
la duda en los rosales.<br />
¿Tendrán mis plenilunios al fin<br />
de la jornada sangre de otros<br />
dolores?<br />
Yo no puedo dudarlo…<br />
Viejo negro del puerto<br />
Viejo negro del puerto,<br />
hace mucho que vengo mirando<br />
la oscura silueta de tu cuerpo manso,<br />
deslizarse, en silencio, en las noches,<br />
del muelle a lo largo;<br />
por recintos cargados de sombra<br />
con tu fardo de penas a espaldas,<br />
yo te he visto escrutando, a lo lejos,<br />
algún raro misterio<br />
perdido en lo alto…<br />
Y te he visto, sumiso,<br />
responder al reclamo,<br />
–de ese grito silente de tu alma–<br />
cuando aspiras el humo en tu pipa<br />
en profundas y lentas bocanadas…<br />
Y te he visto, también,<br />
deshilar el fulgor<br />
628
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA<br />
de tus ojos noctámbulos<br />
por las aguas plateadas…<br />
¡Viejo negro del puerto!<br />
Esta noche de niebla es propicia<br />
al rito mudo de tu fervor atávico;<br />
prende tu pipa fuerte,<br />
embriágate de trópico<br />
sumérgete en ti mismo<br />
y apura tu nostalgia…<br />
Escancia la tortura de tu alma<br />
en un festín inmóvil con tus ansias:<br />
Insúflate en la nada,<br />
penetra los abismos insondables,<br />
fija la indescriptible quietud<br />
de tu mirada,<br />
y acorta la jornada redentora<br />
de tu retorno al África…<br />
Viejo negro del puerto,<br />
retorna en el espíritu<br />
a tu selva sagrada.<br />
Embárcate en la leve piragua imaginaria<br />
de tu inconsciencia mártir,<br />
–y llora inconsolable–<br />
que en esta noche lánguida<br />
sólo un millón de estrellas<br />
verán correr tus lágrimas…<br />
Viejo negro olvidado;<br />
beodo iluso de agonías nocturnales;<br />
yo he visto: muchas veces, tu herida destilando<br />
llamaradas intensas de fugas ilusorias,<br />
y tus pupilas mansas<br />
se han teñido de selva<br />
en actitud fantástica…<br />
¡Viejo negro del puerto!<br />
¿qué deseo te taladra?<br />
¿qué mística idolátrica<br />
penetra tus entrañas<br />
que, inmóvil como estatua,<br />
te embriagas de fulgor<br />
de mil estrellas lánguidas…?<br />
................................................<br />
…Inútilmente sueñas<br />
con tu retorno al África.<br />
629
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Si pudieras tejer con tus brazos<br />
un pedazo de jungla flotante<br />
y dejarte arrastrar por los mares…<br />
o tejer con clarores de luna<br />
un velamen muy blanco y extraño<br />
y dejarte impulsar por el aire:<br />
–¡qué aventura tan grande!–<br />
¡Viejo negro del puerto!:<br />
quisiera consolarte!<br />
Yo que no he visto nunca<br />
(Leyenda Verdadera)<br />
Tú eras en lo profundo de mis alas<br />
una hundida quimera de puñales;<br />
y de tu primavera hasta mi piel,<br />
un diluvio de flechas orquestales!<br />
Eras como caricia intravolcada<br />
para mi vastedad de corazón.<br />
Y en mi emoción ardías prisionera,<br />
y aromada de nardos!<br />
¡Oh, moreno trigal anisperado<br />
de tu pávido seno!<br />
Yo que no he visto nunca los trigales<br />
presentí el ámbar tibio de tu pecho…<br />
honda… Lenta… Solemne… Introvertida.<br />
Dormida intimidad!<br />
Cuajada cera tersa de panales!<br />
Flor de silencio…<br />
................................................<br />
Cóncava unción de luz eran tus ojos.<br />
Rosa crema de sol era tu gesto.<br />
Y eras la lejanía de la albahaca…<br />
¡maciza plenitud serían tus besos!<br />
¡Mi amor divinizó el sublime anhelo<br />
de triunfarte a mi sol!<br />
Arroyuelo en delirio fue mi intento!<br />
................................................<br />
Yo interrogo las alas de esta ausencia<br />
que imagina retornos de marfil!<br />
Yo interrogo tu ocaso, luna sepia!<br />
y acaricio tu imagen, tarde azul…<br />
630
Yo que jamás he visto los trigales,<br />
presentí los trigales de tu cuerpo.<br />
Yo que no los he visto –Amada–<br />
estoy en el trigal de tu recuerdo.<br />
Me han dicho los poetas de mi tierra<br />
que es blanco el cisne, de plumaje, y lento;<br />
yo no lo digo Amada, pero puede<br />
ser cierto…<br />
Me han hablado de góndolas azules,<br />
y dulces barcarolas de Venecia.<br />
Amada, yo que no he visto nunca<br />
las grandes maravillas de la Grecia,<br />
de Roma ni Estambules,<br />
yo que no he visto nunca los trigales…<br />
regálame la espiga de tu cuerpo!<br />
MARIANO LEBRÓN SAVIÑÓN<br />
Canción<br />
En tu casa puso el viento<br />
un canto verde de pino.<br />
El mango meció en sus ramas<br />
una floración de nidos.<br />
Formó una alfombra de sangre<br />
el flamboyán florecido.<br />
Y en tu casa puso el viento<br />
un canto verde de pino.<br />
El algarrobo robusto<br />
perpetuó el eco de un grito<br />
de lechuza. Era de noche<br />
y había luz en el camino.<br />
Y en tu casa puso el viento<br />
un canto verde de pino.<br />
Canción<br />
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR | POESÍA DOMINICANA | ANTOLOGÍA<br />
Estaba frente a frente a tu sonrisa.<br />
Estaba frente a frente a tu mirada.<br />
Miramos a la bóveda infinita<br />
y no tuve noción de dónde estaba.<br />
Un árbol, un camino y unas flores.<br />
(La noche vive aún en mi recuerdo)<br />
631
Pronunciaste mi nombre quedamente<br />
y vagamente te busqué en el cielo.<br />
Canción<br />
Partiré sin olvido ni rencores.<br />
La caricia del aire se hará blanda.<br />
Seré un niño mimado en el arrullo<br />
de la noche clara,<br />
y tendré<br />
una sonrisa blanca y una mirada suave.<br />
Tenderé mis brazos a tus ojos<br />
en un desesperado aliento de partida,<br />
y miraré en tus ojos la cadencia<br />
de mis sueños benditos.<br />
Un punto ya en el horizonte<br />
y aún llevaré en mis labios<br />
tus lágrimas amargas de tristeza.<br />
Canción<br />
COLECCIóN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Sombrío caminante me detuve.<br />
Tú estabas como sol de primavera.<br />
había una canción de ecos lejanos<br />
en el silencio azul de la alameda.<br />
quise escrutar en tu vivir temprano<br />
el sueño que se esconde en tu mirada.<br />
(Se apagó la canción. Nació en mi pecho<br />
otra canción de amor. Cantó mi alma).<br />
Me acerqué a tus pupilas. Me abrasaba la sed.<br />
Te pedí agua. Te tendí los brazos.<br />
Y en el silencio azul de la alameda<br />
me brindaste la fuente de tus labios.<br />
Todo fue entonces azul. No ya el silencio<br />
sino la luna y los astros y tu boca.<br />
Y seguí mi vagar de peregrino<br />
por una nueva floración de rosas.<br />
632
<strong>Teatro</strong><br />
manuel rueda. la TrInITarIa BlanCa
manuel rueda<br />
la TrInITarIa BlanCa<br />
(ComedIa dramáTICa en Tres aCTos)<br />
Prólogo<br />
N o. 14<br />
Ju a n Go n z á l e z-Ch a m o r r o
PrÓloGo<br />
es indudable que toda obra dramática adquiere su verdadero sentido, su exacto significado,<br />
al tomar realidad escénica, al ser representada; pero también es cierto que nada<br />
tan efímero como la vida física de una realización teatral. en la inexorable mecánica de los<br />
escenarios, un montaje, que supone semanas de afanes y de lucha, desaparece en unas horas<br />
para dejar paso al siguiente, y de esa magia de luz y color que avivó un día la ilusión del<br />
espectador sólo queda en su recuerdo como el leve destello de un relámpago. El texto puede<br />
quedar aprisionado en las páginas del libro y algunas veces la fotografía fija determinados<br />
momentos de la plástica de una realización; pero tanto el lector, como el afortunado espectador<br />
de un día, desconocen la pequeña historia que tiene toda comedia, ese segundo proceso de<br />
creación de la obra teatral, desde que se inician los ensayos hasta la noche del estreno. Por<br />
eso al pedirme Manuel Rueda un prólogo para la edición de su comedia pensé que lo mejor<br />
era relatar al lector esa pequeña historia de La Trinitaria Blanca, el camino que siguió desde<br />
que la recibí de manos de su autor hasta la hora en que se levantó el telón.<br />
La Trinitaria Blanca fue escrita en principio para el Cuadro Experimental María Martínez<br />
de Trujillo, y aunque su autor no había dado por terminado su trabajo, que retocaba y pulía<br />
con sumo cuidado, nos la leyó una tarde al Dr. Horacio Vicioso, entonces Director General<br />
de Bellas Artes, y a mí.<br />
La obra me causó una excelente impresión, pero dándome cuenta de las complejidades<br />
que encerraban sus personajes, le aconsejé que no tuviera prisa en estrenar, que cuidara su<br />
presentación y que, con tiempo, meditara sobre algunas escenas donde, a mi juicio, la gran<br />
vena lírica de Rueda se dejaba sentir quizá con exceso y en perjuicio del lenguaje directo y<br />
teatral que la intensa acción dramática de la obra requería. Por otra parte, en su construcción,<br />
estaba concebida y desarrollada con tal maestría que reflejaba un seguro dominio del<br />
difícil arte teatral. La peripecia argumental llevaba un interés ascendente; y escenas que en<br />
otras manos hubieran representado un temible escollo, habían sido resueltas de una manera<br />
valiente, con un extraordinario acierto y sin fáciles concesiones al público.<br />
Manuel Rueda, después de esta primera lectura, cuidadoso y exigente con su trabajo,<br />
siguió laborando en la comedia hasta que un día y previo acuerdo con el Cuadro Experimental,<br />
me la entregó para que fuese montada por el <strong>Teatro</strong>-Escuela y entramos en esa etapa<br />
apasionante de los ensayos.<br />
En la sorprendente y variada flora antillana, la trinitaria es una planta trepadora que<br />
cubre los muros de muchas casas de Santo Domingo y que se da en distintas variedades<br />
cromáticas, siendo la blanca una de las menos frecuentes. el color blanco de esta trinitaria<br />
adquiere un alto sentido simbólico en la obra de Manuel Rueda, cuyo problema gira en torno<br />
a la frustración motivada por los prejuicios familiares y sociales que pesan sobre el carácter<br />
de una mujer, cohibiendo sus instintos naturales y encerrándola en una forzada soltería a<br />
la que no quiere resignarse.<br />
la soltería como situación dramática tiene en el teatro antecedentes ilustres. entre ellos,<br />
Doña Rosita la soltera, de Federico García Lorca, y Frenesí, de Peyret-Chappuis, pero frente<br />
a estos dos tipos de mujer la Miguelina de Manuel Rueda posee características propias. Lo<br />
que en Lorca es pura atmósfera lírica encerrando las perdidas ilusiones de Doña Rosita en<br />
una tranquila resignación neorromántica, en Rueda el carácter de su protagonista tiene un<br />
superior alcance humano. Por otra parte, este calor de humanidad de que reviste nuestro<br />
637
ColeCCIÓn PensamIenTo domInICano | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
autor a su heroína falta por completo en la Esther de Frenesí que es un tipo por completo<br />
deshumanizado, esquemático y lleno de resentimiento. Y aunque entre ambas exista cierta<br />
semejanza, ya que en los dos casos se trata de mujeres que desconocen el amor sin razones<br />
físicas para ello, la solución dada por Manuel Rueda al conflicto es más valiente y posee,<br />
indudablemente, mayor intensidad dramática.<br />
Planteado en el primer acto el problema de La Trinitaria Blanca de una manera clara y<br />
directa, era difícil mantener este tono sin caer en la concesión fácil, pero Manuel Rueda,<br />
con una extraordinaria habilidad de dramaturgo, consigue un espléndido segundo acto<br />
perfectamente estructurado en todas sus escenas, con un interés en aumento hasta culminar<br />
en el diálogo entre Miguelina y Sebastián donde el clima dramático de la obra adquiere su<br />
máxima tensión basada en una situación de sorprendente efecto teatral y apoyada en un<br />
diálogo cortante, incisivo, ágil y de gran agresividad, que Rueda sabe mantener, con pulso<br />
firme, hasta el final de la pieza, resuelta de una manera original y valiente.<br />
El reparto no era fácil. A esa maravillosa pléyade de vocación y entusiasmo que son nuestros<br />
actores dominicanos les falta edad para incorporar determinados papeles. Por ejemplo,<br />
Esperanza de Álvarez, la actriz que podía encarnar la protagonista, no tiene, afortunadamente<br />
para ella, los años que requiere el personaje de Miguelina, y todos sabemos lo difícil que<br />
resulta para una actriz joven dar ese tipo medio para que sin la ayuda del maquillaje resulte<br />
convincente. Gracias a su inagotable entusiasmo y vocación disciplinada pudo llegar a una<br />
exacta compenetración con el personaje. El Sebastián era otro serio problema. Se requiere<br />
un actor de gran sensibilidad, ya que su aparición en el primer acto debe ser arrolladora,<br />
elástica, plena de transiciones y de matices, para luego ir perdiendo realidad, de una forma<br />
gradual hasta el tercer acto en que su presencia es casi imagen, símbolo. Luis José Germán<br />
a fuerza de estudio y de paciencia consiguió incorporar este complejo papel y transmitir al<br />
público todo lo que el autor había puesto en él.<br />
Monina Solá, Nubia Ulloa y Máximo Avilés Blonda tenían a su cargo caracteres de<br />
menores dificultades interpretativas y, por otra parte, su ya probada veteranía y disciplina<br />
escénicas representaban para mí un esperanzador margen de confianza. Armando<br />
Hoepelman y Camilo Carrau completaban el reparto con Ilander Selig, a quien confié ese<br />
brevísimo, pero peligroso papel del Jardinero. Peligroso porque su intervención cierra<br />
la obra en una escena de fuerte tensión dramática y su aparición puede desconcertar al<br />
público. Su actuación debe ceñirse a la máxima sobriedad y saberse mantener a foro como<br />
un silencioso símbolo.<br />
Aunque la obra había sido repartida con anterioridad, otros compromisos del TEAN, no<br />
nos permitieron iniciar los ensayos hasta primeros de febrero y el estreno había sido fijado<br />
para el 28 de ese mes. El tiempo, teniendo en cuenta el horario de ensayos a que tiene que<br />
ajustarse nuestro Cuadro de Comedias, era sobradamente escaso, pero todos comprendieron<br />
que era necesario el esfuerzo máximo, y con un ritmo intenso de ensayos el montaje<br />
de La Trinitaria avanzaba rápidamente. Muchas noches Manuel Rueda asistía a los ensayos<br />
sin poder controlar sus nervios cuando la sintaxis de un párrafo saltaba deshecha en esa<br />
lucha diaria de la letra contra el actor. Poco a poco las ideas iban entrando dóciles en el<br />
terreno de la comprensión y hasta aquellos vocablos que se resistían tercos una y otra vez,<br />
iban siendo domados por el estudio y la paciencia infatigable de ser repetidos docenas y<br />
docenas de veces, hasta que las réplicas adquirían su exacta velocidad y el ritmo de una<br />
escena se mantenía en su justa medida. el autor tenía, como es lógico, sus felices momentos<br />
638
la TrInITarIa BlanCa | manuel rueda | Pr ó l o G o: Ju a n Go n z á l e z Ch a m o r r o<br />
de optimismo y sus amargas horas de desfallecimiento, en que al terminar un ensayo nos<br />
reuníamos bajo el telar vacío y discutíamos la conveniencia de aligerar una escena, de cambiar<br />
en el texto una palabra que hasta entonces nos había parecido perfecta y que al ser dicha por<br />
el actor resultaba artificiosa y poco teatral. Aquella noche, al volver a su casa, Rueda, con<br />
esa exigencia para su propio trabajo que le caracteriza, y ese agudo sentido crítico que no<br />
le abandona jamás, rehacía la escena que pasaba mecanografiada a los actores al comenzar<br />
el ensayo siguiente. De esta forma la comedia tenía un segundo proceso de elaboración que<br />
permitía corregir la conveniente dimensión de una escena, o el ritmo apropiado de un diálogo.<br />
Ya no era la cuartilla lo que el autor tenía delante, era el elemento humano, el actor, al<br />
que se moldeaba directamente, y en definitiva, la obra salía siempre ganando.<br />
De los tres bocetos de decorado que habíamos solicitado, elegimos el de Rafael Márquez<br />
que era el que mejor había interpretado el “clima” necesario para la obra y que pacientemente<br />
colaboró luego en todas las sugestiones que se le hicieron. Luis Acevedo montó el<br />
decorado con su pericia acostumbrada. Clara Ledesma puso a nuestro servicio la gracia de<br />
su inspiración para diseñar los figurines del vestuario.<br />
La utilería nos trajo de cabeza durante varios días, hasta que la amabilidad de Rafael<br />
Andrés Ortega nos abrió las puertas de esa maravillosa casa-museo que posee en la calle<br />
Arzobispo Meriño, facilitándonos todo lo necesario para que la escena quedase servida con<br />
propiedad y justeza.<br />
El ensayo general al que llegamos con un ambiente sobrecargado de nervios, no pudo<br />
ser más desastroso. Fallos en la luminotecnia, agotamiento de los actores, en fin, todo parecía<br />
confabulado para que aquella noche el más negro pesimismo se cerniese sobre el estreno<br />
de La Trinitaria Blanca. En el teatro sabemos que esto suele ser presagio de éxito, pero, por<br />
si acaso, horas antes del estreno se volvieron a ensayar efectos y luces.<br />
A la hora prevista, el telón se abrió ante una espectación desconocida y el estreno transcurrió<br />
sin una vacilación, con el ritmo justo en cada escena; los nervios de la noche anterior<br />
habían desaparecido y la confianza había vuelto a renacer en los actores. Sólo hubo un momento<br />
de peligro, al final del segundo acto, al fallar un arma que ha de utilizarse en escena.<br />
Fue escasamente una fracción de segundo lo que tardó en sonar el disparo entre cajas. Iván<br />
García, en funciones de regidor, había cumplido exactamente su anónimo cometido en la<br />
compleja maquinaria del teatro.<br />
Y así, La Trinitaria Blanca entraba en la historia del teatro dominicano con todos los honores.<br />
El <strong>Teatro</strong>-Escuela se apuntaba un nuevo éxito, con él nacía para la escena nacional<br />
un auténtico valor: Manuel Rueda.<br />
639<br />
Juan González Chamorro.
Personajes<br />
ColeCCIÓn PensamIenTo domInICano | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
don anTonIo<br />
doÑa InÉs, su mujer<br />
LUISA, hija de ambos<br />
MIGUELINA, hermana de don Antonio<br />
enrIQue, novio de luisa<br />
seBasTIán, un aventurero<br />
el doCTor<br />
EL JARDINERO<br />
La obra 1<br />
En esta obra he querido pintar aquella soltería que entraña una frustración, dejando<br />
de lado el caso de quienes por libre decisión o por un voluntario renunciamiento,<br />
han decidido encauzar sus impulsos hacia más altos fines, trasmutándolos en puros<br />
valores espirituales.<br />
Concibo la soltería, en algunos casos, como preservación de elementos valiosos a los<br />
que un estado de interioridad ilumina más allá de todo lazo material. Tales seres,<br />
escogidos, quedan fuera de los alcances meramente conflictivos de esta obra.<br />
Hasta qué punto los prejuicios familiares y sociales pueden ser, llegado el caso,<br />
un impedimento para lo particular y distintivo de un carácter, es accidente que no<br />
contradice, por ello, la sagrada finalidad de ambas instituciones. El alma humana es<br />
un abismo y las leyes de conducta, por demasiado generales, suelen quedar a veces<br />
en la periferia de los acontecimientos: rastrean el hecho, consignan los fenómenos<br />
resultantes en una dirección plana, horizontal, mientras que la verdad, ese rayo de<br />
clarividencia divina, se mueve de arriba hacia abajo y sólo alcanza a coincidir con<br />
ellas en un punto.<br />
Ésta no pretende ser, por lo demás, una obra de polémica, defensora de ciertas actitudes<br />
extremas del ser. Este es el drama de una vida cuyas justificaciones escénicas estriban,<br />
tanto en el alcance dramático, como en su incuestionable realidad sicológica.<br />
Por suerte no somos un pueblo apegado a morbosidades. Sabemos ver con rectitud<br />
y asimilar con propiedad cuanto se nos quiere dar a entender. Esto nos salva. Lo que<br />
alcanza un poco de belleza puede y debe ser, en sí mismo, moral aun a despecho de<br />
quienes no estén en condiciones de reconocerlo.<br />
Si somos valientes o, lo que es igual, sinceros, nuestro teatro podrá alcanzar un verdadero<br />
rango nacional y universal. El arte confronta un destino demasiado valioso<br />
y urgente. Por fidelidad a este principio no debemos volver atrás la cabeza como si<br />
no quisiésemos mirar.<br />
Los personajes<br />
DON ANTONIO. Es el típico señor de pueblo, simple y afectuoso, tolerante siempre<br />
que no estén en juego costumbres y conceptos heredados, en cuya preservación<br />
1 Antecrítica. (Nota al programa).<br />
640
manuel rueda | la TrInITarIa BlanCa<br />
cifra su honorabilidad de esposo y padre de familia. No se opone, como muchos<br />
de sus congéneres, a los adelantos de la vida moderna, siempre y cuando éstos<br />
contribuyan a cierto placentero decoro, necesario para mantenerse, en el plano<br />
social, dentro del rango que ya se posee por tradición. En cuanto a las incitaciones<br />
espirituales que los nuevos tiempos traen consigo, no las entiende y aunque<br />
no mantiene una actitud hostil, trata de permanecer lo suficientemente alejado<br />
de ellas.<br />
Ha cumplido en todo momento con su deber, motivo de más para vivir satisfecho.<br />
La educación que ha proporcionado a su hija lo llena de un justo orgullo, aunque no<br />
considera la posibilidad de que tal educación pueda dar ventajas a una muchacha<br />
que, como principal timbre de honor, debe ostentar el de “hija de familia”.<br />
La conciencia de su superioridad ha creado en él una fuerza aparente. Bastará ponerlo<br />
a prueba para que descubramos sus puntos vulnerables. Sin razón alguna que lo<br />
justifique, puesto que otros en el pasado han trabajado para él, se siente estimulado,<br />
con bastante frecuencia, por la idea halagüeña de que gran parte de su prosperidad<br />
la debe al propio esfuerzo. El respeto que los demás le evidencian viene a ser como<br />
una confirmación de ello.<br />
DOÑA INÉS. Es una mujer robusta, pero llena de fragilidades. Refinada y sutil,<br />
parece moverse dentro de algo vago e irreal. Como la vida de pueblo es monótona,<br />
ella ha creado su propia realidad en donde sólo caben las cosas hermosas, como su<br />
jardín. Se mueve en una atmósfera vaporosa, idealizada, y sólo su estado de esposa<br />
y madre la aleja de lo extremadamente banal.<br />
Nunca se ha preguntado cómo marcha su casa. El que las cosas prosigan como es<br />
debido es para ella algo tan natural que el menor contratiempo tendría las mismas<br />
proyecciones de una catástrofe: sería inconcebible. Si pudiéramos pedirle una definición<br />
del dolor, o de lo que significan para ella las vicisitudes de la vida, de seguro<br />
nos diría algo semejante a esto: “Es lo que puede ocurrirle a los demás”.<br />
LUISA. Es una muchacha encantadora de unos 18 años de edad, con el suficiente<br />
talento y cualidades morales como para poder ser alegre sin superficialidad. A veces<br />
parece abandonarse al frenesí de la juventud, pero en seguida vuelve a un sano reposo,<br />
como si estuviera preparada para sufrir cualquier dura prueba sin doblegarse.<br />
Ha hecho estudios superiores y eso la coloca en un sitial de privilegio, aun ante sus<br />
mismos padres para quienes el único culto posible es el de la experiencia. Ella no se<br />
aprovecha de tales ventajas. Goza con que la traten como a una muchacha cualquiera<br />
de su edad y si alguna vez recurre a actitudes intelectualizadas es cuando piensa que<br />
tal cosa pueda ser de alguna utilidad. Desea tener responsabilidades, deberes qué<br />
cumplir. Después de todo, una educación que ha costado dinero y esfuerzo deberá,<br />
tarde o temprano, llenar un cometido.<br />
mIGuelIna. su actitud más frecuente ante la vida es la de reserva. aun en medio<br />
de inusitados arranques de locuacidad y de exaltadas confesiones, parece rodearse<br />
de una atmósfera hermética, como si algún juramento íntimo la ligara a un vergonzoso<br />
secreto. Sin embargo su actitud es digna y un tanto altiva, pudiendo llegar<br />
641
ColeCCIÓn PensamIenTo domInICano | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
hasta lo sibilino. Es amable, pero sin blandura. La entonación de su voz es severa,<br />
salvo en los pasajes de transición, para los que se sirve de una gama que va de lo<br />
lírico a lo delirante, debiendo evitarse todo extremismo que pueda propender hacia<br />
lo caricaturesco. En general sus actitudes deberán ser sobrias y justas.<br />
Personaje central de la comedia, las circunstancias la convierten en el tema obligado<br />
de quienes la rodean. Todos quieren hallarle una explicación convincente. Aunque<br />
la primera en explicarse es ella misma, las cosas siguen tan problemáticas como<br />
antes. El autor deberá dejar el caso en manos de los demás personajes. Si de alguna<br />
complicidad se hace reo, deberá ser la de su comprensión, que lo ha llevado a mirar,<br />
tal vez con demasiada cercanía, sobre la intimidad ajena. Por consiguiente, todas<br />
las escenas de Miguelina y Sebastián han sido observadas y reproducidas a través<br />
de la primera. Su certidumbre, pues, deberá ser dilucidada por el testimonio de<br />
aquellos que intervienen directamente en el problema, quedando el autor ajeno a<br />
toda situación comprometida.<br />
ENRIQUE. No es inteligente. Lo sabe, aunque no sufre por ello. A veces piensa que<br />
la inteligencia de Luisa es un obstáculo a sus relaciones, pero la admira tanto que se<br />
resigna con quedar reducido a su exigua posición de adorador. Por otra parte tiene<br />
atractivos físicos y unas maneras tan suaves, provenientes de su misma timidez, que<br />
hacen de él un tipo interesante para las muchachas sagaces como Luisa. Si trata de<br />
conseguir un título universitario se debe a que la posesión de Luisa, y no el bienestar<br />
económico futuro, será la coronación de sus esfuerzos, el premio que verdaderamente<br />
le importa. Sus planes no apuntan en otra dirección.<br />
SEBASTIÁN. Su descripción está más allá de nuestras prerrogativas. Deberá poseer<br />
juventud (aunque no tanta que lo haga blando e inconsistente), y atractivos como<br />
para que su sola presencia provoque asombro e intrigue. Se moverá en un plano<br />
intermedio entre la realidad y lo irreal, que no desentone con el ambiente ni con<br />
su posible significado simbólico. La libertad es su elemento natural. Podrá adoptar<br />
actitudes varias, desde la del seductor sin escrúpulos hasta la del enamorado romántico,<br />
siendo aconsejable una utilización extensa de recursos que vayan amoldándose<br />
a las complejas actitudes interiores de Miguelina, como si tratara de provocarlas y<br />
de secundarlas a la vez.<br />
Quien, ateniéndose a una primera impresión, le atribuya una naturaleza ruda y excesivamente<br />
atlética, estará lejos de representarse las condiciones físicas de este personaje.<br />
Su fortaleza más bien es ideal y lo inclina hacia un mundo de gráciles equilibrios. La<br />
suya es una fuerza que se plasma en la pirueta súbita, antes que en el golpe. Esto, llevado<br />
más allá de toda conveniencia podrá, igualmente, constituirse en un factor peligroso;<br />
con todo, resultará menos grave que si se lo sustituye por la actitud contraria.<br />
Sebastián irá perdiendo realidad en cada acto, a consecuencia del dilema entablado<br />
entre Miguelina y los demás personajes. Por tanto, el actor que lo encarne debe cuidarse<br />
muy bien de no repetir, en sus apariciones del segundo y tercer actos, las actitudes<br />
vitales y avasalladoras que sólo es posible utilizar al comienzo de la obra. Como ya<br />
se ha dicho, la realidad de Sebastián depende de las afirmaciones y negaciones de los<br />
demás personajes. Él asomará y desaparecerá según el juego de las circunstancias.<br />
642
Terminará sostenido por un débil hilo de fe o de remota esperanza, interiorizado<br />
en Miguelina, que lo trae desde muy lejos, casi exento de gravedad, a sobrevivirse<br />
en un trasfondo vago de recuerdos. Por tales razones deberá eludirse cualquier recargado<br />
matiz melodramático en la escena final del segundo acto. En medio de su<br />
grave patetismo, el momento deberá quedar trascendido a la pura sugerencia.<br />
EL DOCTOR . Ha empezado su carrera en la provincia. Talento, buenos modales,<br />
empaque varonil que él trata de asemejar a la majestad, le han granjeado la simpatía<br />
de todos, muy especialmente de las damas, por razones obvias de las cuales el talento<br />
es la de menos peso. Su apariencia profesional está cifrada en unos gruesos espejuelos<br />
negros. Un médico joven en un pueblo, como primera tarea a cumplir, tendrá<br />
que ganarse la confianza de los viejos, invistiéndose de una apariencia respetable.<br />
Los espejuelos le sirven al dedillo. Los lleva como podría llevar un antifaz, para<br />
esconder su juventud detrás de ellos. Estas y otras argucias semejantes lo preservan<br />
además, del alocado romanticismo de las muchachas, cuyos suspiros constituyen<br />
los principales síntomas de sus graves y engañosas dolencias.<br />
En el tercer acto don Antonio dice su mayor elogio: “La salvación de nuestros pueblos<br />
está en esos jóvenes que comienzan sus carreras modestamente, lejos de la competencia<br />
capitaleña y que aún no han sido corrompidos por ella. Ejercen su profesión<br />
denodadamente, como si cada paciente debiera cubrirlos de gloria”.<br />
EL JARDINERO. Un personaje sin importancia.<br />
La escena<br />
manuel rueda | la TrInITarIa BlanCa<br />
Casa de familia acomodada, en algún pueblo de la República. Sala interior amplia<br />
separada de una terraza por arcadas y columnas de tipo colonial. Jardín al fondo,<br />
al que se llega descendiendo varios peldaños.<br />
Como en los pueblos la sala principal se destina a visitas que deben ser tratadas con<br />
cierta ceremoniosa cortesía, esta sala interior viene a ser el sitio más íntimo de la<br />
casa. Allí se reúne la familia después de las comidas y cada vez que sus miembros<br />
desean tomar el fresco o cambiar impresiones.<br />
Pocos muebles, los necesarios para dar el ambiente de tradición y de confort. A la<br />
izquierda un diván y una lámpara de pie; asimismo una mesita para revistas. Junto<br />
a la pared un bargueño de caoba labrada donde se guardan copas y botellas. Al lado<br />
de una mecedora antigua, un alto costurero de paja y de caoba. En alguna parte, un<br />
espejo de época.<br />
Hacia la derecha, dos puertas. La de primer término conduce a un pasillo, invisible<br />
para el espectador, que da acceso a la sala principal y que remata en la galería exterior.<br />
La otra, un poco más elevada, como toda la terraza, y a la cual se sube mediante<br />
un peldaño, comunica con la habitación de Miguelina. Enfrente, y siguiendo por la<br />
terraza, salida al comedor. La única puerta visible de la izquierda dará a los demás<br />
dormitorios y dependencias de la casa.<br />
La austeridad del ambiente está atemperada por la cambiante luminosidad del jardín,<br />
desde donde se asoman, algunos follajes y enredaderas, junto a una sugerencia<br />
de cielo.<br />
643
A pesar de ello, una colección de viejos retratos familiares, desde las paredes, produce<br />
una agobiante sensación de ahogo. A simple vista se puede ver que en esta casa son<br />
lo más importante. Ellos están en su ambiente, hecho por el cual no entorpecerán en<br />
su abigarrada diversidad la armonía de la escena. Se enseñorean del espacio con un<br />
derecho mayor que el de los vivos. Si los dejásemos, serían los verdaderos personajes<br />
de la obra. Allí están, silenciosos y tiránicos, desde el borroso pastel que representa<br />
a una señora, cuya sonrisa, un tanto forzada, parece revolotear entre el consabido<br />
ramo de rosas que no se le olvidaba nunca al artista como complemento a un noble<br />
rostro de mujer, hasta el medallón de marco dorado donde un caballero de roja<br />
guerrera, la mano eternamente sobre el corazón, recuerda a sus descendientes que<br />
el honor es lo primero. Las miradas de todos ellos deberán caer irremisiblemente<br />
sobre los actores, dando la impresión de una perpetua vigilancia.<br />
Una lámpara central que desciende del techo, proveerá la escena de una luminosidad<br />
intensa, mientras que la lámpara de pie, junto al diván, dará una mayor intimidad<br />
en su media luz grata, permitiendo así que en el segundo acto la brusca irrupción<br />
de la luz del jardín sea de un efecto fulminante.<br />
Reparto<br />
ColeCCIÓn PensamIenTo domInICano | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Esta obra fue estrenada en el Palacio de Bellas Artes por el <strong>Teatro</strong> Escuela de Arte<br />
Nacional, el día 28 de febrero de 1957, formando parte del programa de actos conmemorativos<br />
del 113 aniversario de la Independencia de la República, y con el siguiente<br />
Reparto:<br />
D. ANTONIO: Máximo Avilés Blonda<br />
MIGUELINA: Esperanza P. de Álvarez<br />
LUISA: Monina Solá<br />
DOÑA INÉS: Nubia Ulloa<br />
ENRIQUE: Camilo Carrau<br />
SEBASTIÁN: Luis Jorge Germán<br />
EL DOCTOR: Armando Hoepelman<br />
EL JARDINERO: Ilander Selig<br />
Dirección y realización:<br />
JUAN GONZÁLEZ CHAMORRO<br />
Escenografía de Rafael Márquez.- Vestuario de Miguelina, sobre diseños de Clara<br />
Ledesma.- Maquinaria y Montaje: Luis Acevedo.- Maquillaje, Juan Lacrespeaux.-<br />
electricista, danilo manzano.- regidor de escena, oscar Iglesias.- secretaria de<br />
dirección, Carmen rull.<br />
El <strong>Teatro</strong> Escuela de Arte Nacional presentó esta obra por primera vez en la ciudad de Santiago<br />
de los Caballeros durante el Festival artístico de santiago, el 4 de julio de 1957, en<br />
el <strong>Teatro</strong> Colón. Los papeles de Enrique y el Jardinero fueron representados esta vez por los<br />
actores Antonio Estévez y Rafael Vázquez, respectivamente.<br />
644
Acto primero<br />
don anTonIo<br />
(Asomándose a la puerta de la habitación de Miguelina).<br />
Miguelina, ¿puedes ayudarme?<br />
(Miguelina aparece. Lleva un sencillo vestido de entrecasa. Toda su persona acusa desaliño y cierta sequedad<br />
propia de quien ya nada espera de la vida).<br />
No he nacido para esto. Me quedan mejor las botas y los pantalones de montar que el smoking.<br />
Nunca he sido un petimetre de ciudad. Pero el hombre propone y la mujer dispone.<br />
Hay que ir a la fiesta de esos presumidos de al lado. Los quince años de la señorita,<br />
(citando)<br />
“para lo cual se solicita, muy gentilmente, su asistencia”. Mi mujer dice que debo ir de<br />
smoking, pues eso es lo respetable y que además ellos lo van a agradecer como una<br />
atención.<br />
mIGuelIna<br />
¡Rarezas de nuestro pueblo!<br />
(Ha terminado de hacer el lazo).<br />
don anTonIo<br />
Gracias. Tienes especialidad en hacer estos menesteres primorosamente. ¿Por qué no te<br />
has preparado para ir a la fiesta?<br />
mIGuelIna<br />
Tengo jaqueca. Además… ¿para qué?<br />
manuel rueda | la TrInITarIa BlanCa<br />
(Es de noche. La escena está completamente iluminada por la lámpara central y se escucha una música<br />
suave junto a los rumores apagados de una fiesta. Don Antonio aparece por la izquierda. Viste pantalón<br />
don anTonIo<br />
Te hace falta un poco de diversión, querida hermana. No puedes pasarte la vida encerrada,<br />
consumiéndote inútilmente. Ni siquiera el campo te atrae…<br />
mIGuelIna<br />
Aquí todo me parece más mío. Para una mujer vieja su cama y unos cuantos árboles<br />
que le sirvan de apoyo, son suficientes. Agradezco tu invitación, pero no es divertido<br />
ver cómo los demás se divierten. sobre todo cuando a una no le queda más remedio<br />
que estarse muy quieta en su silla, abanicándose desesperadamente. Eso si el corset no<br />
te molesta durante toda la noche.<br />
don anTonIo<br />
Sin duda nos parecemos: tú odias el corset y yo las corbatas de lazo. Pero en cambio está<br />
la gente…<br />
645
mIGuelIna<br />
Sí, la gente… ¡Aburridísima! No me divierte hablar del tiempo con las señoras, o de la<br />
mejor manera de hacer un flan; ni de las cosechas o de la última epidemia del ganado<br />
con los señores; ni de novios con esas niñas tontas y sentimentales. El amor ya tiene<br />
algo de indecoroso para mí… Y no me vuelvas a decir que aún estoy joven; tal cosa ha<br />
dejado ya de serme consoladora.<br />
don anTonIo<br />
Soy mayor que tú y sin embargo me siento en la flor de la edad.<br />
mIGuelIna<br />
Hasta esa ventaja nos llevan ustedes los hombres. Ustedes maduran lenta y espontáneamente.<br />
Son los amos del tiempo. A nosotras hay que hacernos madurar, de lo<br />
contrario nos quedamos verdes para siempre. He ahí la diferencia. Viejas y con la<br />
madurez detenida, esperando a que el azar traiga a nuestro lado el galán que necesitamos<br />
para dar de nosotras mismas cuanto tenemos retenido. Estoy en una edad en<br />
que nadie me debe ser necesario. Sola. Eso es lo que soy: una mujer sola. Contra ello<br />
es imposible luchar.<br />
don anTonIo<br />
Nunca te había oído hablar así… ¡Es peligroso!<br />
mIGuelIna<br />
(Recuperándose)<br />
¡Olvídalo! Será esa bendita música. La música le llena a una la cabeza de tonterías.<br />
(Llevándose una mano a la frente)<br />
además, este dolor de cabeza…<br />
(Como si prontamente se sintiera aliviada)<br />
Anda, Antonio, apura a tu mujer y a tu hija o de lo contrario llegarán tarde a la fiesta.<br />
luIsa<br />
(Apareciendo por la izquierda, ataviada con un primoroso traje de fiesta que la hace ver aun más juvenil.)<br />
En cuanto a mí, ya estoy lista.<br />
don anTonIo<br />
O casi lista. Vienes a que Miguelina te dé el último toque. Debes molestarla lo menos<br />
posible; no se siente bien.<br />
mIGuelIna<br />
Después de todo no es gran cosa lo que tengo.<br />
(A Luisa.)<br />
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Ven a que te mire.<br />
luIsa<br />
Una vez enlazado papá, debes hacer lo mismo conmigo.<br />
646
(Se vuelve para que ella vea los extremos de la cinta que quiere anudarse en la espalda. Don Antonio<br />
sonríe y sale.)<br />
María nos ha hecho falta. Es inútil pensar que yo sola pueda arreglarme como es<br />
debido.<br />
mIGuelIna<br />
María también quería tener su fiesta.<br />
luIsa<br />
El que una prima suya se case no es motivo para que haya pedido permiso por tantos días.<br />
mIGuelIna<br />
Una semana es lo tradicional en el campo; a la novia hay que ayudarla a dar ese paso y<br />
ello precisa festejos. Y sobre todo, lágrimas.<br />
luIsa<br />
Eso: lágrimas. Pueden renunciar a todo menos al derecho que creen tener a esas lágrimas.<br />
maría no debió…<br />
mIGuelIna<br />
(Interrumpiéndola)<br />
Hay que tener tolerancia.<br />
luIsa<br />
Pero tía, ¿no tienes miedo a quedarte sola?<br />
mIGuelIna<br />
No estaré sola. La fiesta es ahí al lado y la música me acompañará.<br />
(Termina de hacerle el lazo y de dar unos toques a su peinado)<br />
¡Ya está!<br />
luIsa<br />
Mírame ahora… ¿Qué te parezco?<br />
(Da una vuelta)<br />
mIGuelIna<br />
Eres joven y bonita, ¿qué más quieres?<br />
luIsa<br />
¿Crees que le gustaré?<br />
manuel rueda | la TrInITarIa BlanCa<br />
mIGuelIna<br />
Enrique es como todos los hombres: vanidoso de la muchacha que le pertenece. Le<br />
gustarás de todas maneras.<br />
luIsa<br />
Es tan bueno, el pobre, que a veces pienso con horror que me querría lo mismo si fuese<br />
vieja y fea.<br />
647
mIGuelIna<br />
¡Tonterías!<br />
(Hace un gesto de dolor, llevándose los puños cerrados a las sienes.)<br />
luIsa<br />
(Alarmada.)<br />
Oh, tía, dijiste que no era nada.<br />
mIGuelIna<br />
Es que de repente pareció aumentar… Como un zumbido dentro de mi cabeza.<br />
luIsa<br />
Toma un calmante.<br />
mIGuelIna<br />
Sí, más tarde… Ya se me pasa otra vez.<br />
luIsa<br />
Debes acostarte y descansar.<br />
mIGuelIna<br />
¡Lo haré!<br />
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luIsa<br />
(Se ha tranquilizado y escucha la música que por momentos se hace más intensa)<br />
En cuanto a mí, pocas veces me he sentido mejor. Bailaré toda la noche. Una muchacha<br />
es feliz cuando se siente amada y cuando tiene la oportunidad de mover los pies. Sobre<br />
todo en estos pueblos tan tristes. Cuando bailo, quisiera desquitarme de todo el tiempo<br />
que me he visto obligada a permanecer quieta. En un pueblo una tiene que estarse quieta,<br />
ese es el problema. Dormir, rezar, estudiar, para que después diga la gente: “La señorita<br />
Luisa es muy educada”. Ah, gracias a Dios que tengo a Enrique. El me proporciona la<br />
necesaria impaciencia, lo justo para no morirme de inanición.<br />
(Ensaya unos pasos de baile)<br />
Oh, qué bello. Tía, ¿no te gustaba bailar cuando eras joven?<br />
mIGuelIna<br />
La pregunta me parece innecesaria.<br />
luIsa<br />
¿Es que no tienes ni siquiera recuerdos?<br />
mIGuelIna<br />
Trato de no tener más tiempo que éste. El presente debe bastarme.<br />
luIsa<br />
Alguien debió de haberte cortejado mientras bailabas al compás de uno de esos valses<br />
dulces y tristones.<br />
648
mIGuelIna<br />
¡Me fastidias!<br />
luIsa<br />
(Embriagada.)<br />
Juventud, música, amor… No hay combinación más sublime.<br />
mIGuelIna<br />
¿Estás hablando de la receta de un nuevo cóctel? Trata de que no se te suba a la cabeza.<br />
El más leve mareo puede ser fatal.<br />
luIsa<br />
Pero, tía, ¿por qué te empeñas en no comprenderme? Una mujer no debe morir antes<br />
de que un hombre la tome entre sus brazos y le diga algunas cosas… Claro que hay que<br />
saberlo hacer… Tú dejas que él pase su brazo alrededor de tu cintura y te recuestas,<br />
tímidamente, sobre su hombro. Luego tratas de hacerte pequeña, pequeñita, como si<br />
hubieras perdido todo peso. Como si fueras una hoja y él un viento inmenso que te<br />
trajera y llevara, girando, en mil vueltas… Entonces ya no sientes el tiempo… Eres el<br />
tiempo… Un ritmo suspendido entre la tierra y el cielo.<br />
(Da algunas vueltas al compás de la música.)<br />
¡El baile es una entrega deliciosa!<br />
mIGuelIna<br />
Creo que me estás faltando el respeto.<br />
(Inicia el mutis cuando suena el timbre de la calle.)<br />
luIsa<br />
Oh, es Enrique que viene por nosotros. Hazlo pasar mientras traigo a papá de un brazo<br />
y desprendo a mamá del espejo.<br />
(Miguelina se devuelve y sale por la primera puerta de la derecha. Casi al mismo tiempo doña Inés aparece por la<br />
izquierda. Viste con elegancia. Su traje, tal vez demasiado alegre para su edad, la envuelve en un halo de candoroso<br />
encanto. Trae en sus manos un bolso cuajado de piedras y un abanico que maneja con estudiada displicencia.)<br />
doÑa InÉs<br />
Tu madre ya está lista. Quede constancia de que por esta vez le he ganado a tu padre.<br />
¿No ha llegado Enrique todavía?<br />
luIsa<br />
¡Ahí lo tienes!<br />
(Sale. Doña Inés permanece a la expectativa. Entretanto vuelve Miguelina, precedida por Enrique.)<br />
enrIQue<br />
Buenas noches.<br />
doÑa InÉs<br />
En este momento preguntaba por usted.<br />
manuel rueda | la TrInITarIa BlanCa<br />
649
(Se acerca a la puerta de la izquierda y llama en alta voz.)<br />
antonio, luisa, no es de buen tono llegar demasiado tarde.<br />
enrIQue<br />
Ya habremos perdido unas cuentas piezas.<br />
doÑa InÉs<br />
La juventud sólo piensa en bailes. Yo prefiero los placeres de la conversación, son más<br />
profundos y estimulantes.<br />
enrIQue<br />
Bailando también podemos…<br />
doÑa InÉs<br />
(Interrumpiéndolo.)<br />
Sí, sí… Bailando se pueden también muchas cosas. Eso es lo malo, lo fundamentalmente<br />
malo. Agregando que esos bailes de hoy…<br />
luIsa<br />
(Apareciendo del brazo de don Antonio que ahora tiene un aire sombrío, como si alguien lo hubiese metido a<br />
la fuerza dentro de sus ropas.)<br />
Enrique, no le hagas caso a mamá. Ella no comprende…<br />
don anTonIo<br />
o tiene mala memoria, lo que no es igual.<br />
(Luisa se acerca a Enrique y le presenta una mejilla que él besa rápidamente, temeroso de estropearle el maquillaje.)<br />
doÑa InÉs<br />
Oh, ustedes son insoportables.<br />
(Acordándose, de pronto.)<br />
Ah, el collar… ¿Podrías ponérmelo, Miguelina?<br />
don anTonIo<br />
Está visto, Miguelina es la persona más necesaria en esta casa. Sin el último toque de<br />
sus manos no estamos presentables.<br />
doÑa InÉs<br />
Es solamente el collar, querido. El broche está descompuesto y como todavía no me ha<br />
salido un ojo en la nuca…<br />
(Miguelina comienza a ponerle el collar. Don Antonio procede a encender uno de sus acostumbrados cigarros,<br />
a cuyas delicias se entrega como quien cumple con un sagrado y antiquísimo ritual.)<br />
luIsa<br />
(A Enrique.)<br />
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Deseo bailar hasta caer rendida. La música parece buena. Como vuelves a la Universidad<br />
dentro de unos días, tendré que replegarme en mi rutina de siempre. No me gusta bailar<br />
si no es contigo.<br />
650
enrIQue<br />
en cuanto a mí…<br />
luIsa<br />
Ni qué decir. En la capital tú bailas con cuantas muchachas se te ponen por delante. Y<br />
haces bien. Para eso eres hombre. No haces más que aprovecharte de tu ventaja.<br />
enrIQue<br />
No debes decirlo así, tan duramente. El estudio me ocupa todo el tiempo.<br />
doÑa InÉs<br />
Gracias, Miguelina… ¡mi chal!, Antonio, por Dios, corre!<br />
don anTonIo<br />
Hace un rato me dijiste en la habitación que estabas lista. Debí suponerlo: ¡era una broma!<br />
(Sale.)<br />
doÑa InÉs<br />
(A Enrique.)<br />
Como habrá usted notado, mi marido carece de toda elemental cortesía.<br />
luIsa<br />
Papá te ha complacido esta noche. Se ve elegantísimo con su smoking.<br />
doÑa InÉs<br />
He dicho que es descortés, pero no desobediente.<br />
(Realmente complacida.)<br />
El smoking es un traje que infunde respeto.<br />
(Enrique echa una mirada de reojo a su traje, como si tratara de excusarse.)<br />
luIsa<br />
(Observándolo.)<br />
Eso no va contigo. No estás aún en edad de ser respetable. Ya te sobrará tiempo para ello.<br />
doÑa InÉs<br />
(A don Antonio, que llega con el chal.)<br />
Te has demorado demasiado; llegaremos tarde.<br />
don anTonIo<br />
(Suspirando y con expresión resignada.)<br />
Vamos…<br />
(Luisa y Enrique salen por la derecha.)<br />
doÑa InÉs<br />
(Volviéndose cuando se disponía a salir.)<br />
manuel rueda | la TrInITarIa BlanCa<br />
Miguelina, me dijo Antonio que no te sentías bien. ¿Necesitas algo?<br />
651
mIGuelIna<br />
(Se ha mantenido en el fondo, apoyada de la barandilla que da al jardín.)<br />
Gracias por tu amabilidad. Ve tranquila. Tomaré un poco de fresco y luego me acostaré.<br />
don anTonIo<br />
Trataremos de volver temprano. Estas fiestas me aburren.<br />
doÑa InÉs<br />
¡Vaya con el par de hermanitos!… Buenas noches, Miguelina.<br />
don anTonIo<br />
mejórate bien.<br />
mIGuelIna<br />
Buenas noches.<br />
(Todos han salido. Miguelina parece ahora otra mujer. Está laxa y como más vieja. Se alisa el pelo un poco<br />
en desorden. Se asoma al jardín, mira unas posibles estrellas y aspira profundamente. La música ha cesado<br />
un momento. Va a una mesa y coge una revista. Enciende la lámpara de pie que está junto al diván. Apaga<br />
las luces del techo, quedando una media luz grata y un tanto lechosa, como de luna intensa. Comienza a hojear<br />
la revista, reclinada en el diván. La música se deja oír otra vez, suave y romántica. Algunas risas y rumores de<br />
fiesta. Miguelina se detiene en su lectura. Piensa. Se incorpora y de repente comienza a sollozar con el rostro<br />
entre las manos. Luego se repone y se recuesta de nuevo, dejando caer la revista al suelo. Parece dormir. Esta<br />
escena será todo lo extensa que se pueda, sin que llegue a aflojarse, por ello, la tensión expresiva del personaje.<br />
Cada gesto expresará el abandono, la renuncia a lo que, sin embargo, parece estar al alcance de la mano. La<br />
soledad deberá sentirse presionando el ambiente y los rumores próximos de la fiesta contribuirán a agudizarla<br />
aun más. Una atmósfera de sueño precede a la entrada de Sebastián. Éste avanza en puntillas desde el jardín.<br />
Es fuerte, atlético, con una mezcla de cinismo y de dulzura que mueve en seguida a simpatía. Con su pantalón<br />
azul fuerte y su camisa negra abierta sobre el pecho, es la imagen del aventurero. Sus movimientos son elásticos,<br />
aunque a veces denotan cierta languidez. Él se detiene al pie del diván, mirando fijamente a Miguelina. Ésta<br />
abre los ojos poco a poco. Al fin lo ve. Sobresaltada se pone en pie y va a gritar cuando él le oprime la boca con<br />
una mano y le traba los brazos con la otra. Ella forcejea inútilmente.)<br />
seBasTIán<br />
Le ruego no hacer disparates. Ganaremos tiempo… ¿Lo promete?<br />
(Ella hace un signo afirmativo con la cabeza. Cuando él la suelta queda jadeante, apoyada en alguno de los<br />
muebles. Él saca entonces un cuchillo. Le da vueltas en sus manos, como si jugara con él.)<br />
mIGuelIna<br />
¿Quién es usted? ¿Qué ha venido a hacer aquí? ¿Cómo se atreve a entrar en una casa de<br />
familia en forma tan descarada?<br />
seBasTIán<br />
¿Hubiera preferido que me portara con más caballerosidad? Pues bien, con sumo placer,<br />
“tía Miguelina”.<br />
(Hace una reverencia.)<br />
mIGuelIna<br />
¿Cómo?…<br />
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652
seBasTIán<br />
Un caballero no puede permitir que una dama permanezca sola mientras su familia<br />
se divierte. Y mucho menos si esa dama se encuentra quebrantada, si le duele la<br />
cabeza.<br />
mIGuelIna<br />
(Sin salir de su asombro.)<br />
¿Pero quién le ha dicho…? ¿Pero cómo…?<br />
(Mirando hacia el jardín.)<br />
¡Ah…!<br />
seBasTIán<br />
¿Comprende ahora? Fue muy sencillo, aunque sumamente incómodo, quedarse una hora<br />
en el jardín, agachado entre esas enredaderas que lo desgarran a uno todo, esperando<br />
a que “la tía Miguelina” se quedara sola.<br />
mIGuelIna<br />
¡Es usted un perfecto bandido!<br />
seBasTIán<br />
Gracias. Es usted muy perspicaz.<br />
mIGuelIna<br />
¿Qué desea?<br />
seBasTIán<br />
Vaya con calma. Primeramente, estirar las piernas. Reponerme de esa hora de oscuridad<br />
pasada en la compañía de unas cuentas hojas que me cosquilleaban en el cuello y de<br />
unos malditos hormigones que se aprovechaban de mi inmovilidad. Créame, casi sentí<br />
ganas de marcharme.<br />
mIGuelIna<br />
Hubiera sido mejor para usted.<br />
seBasTIán<br />
¿Y el placer de esta velada?…<br />
mIGuelIna<br />
¿Cómo se atreve? ¿No sabe quienes somos? Cuando el pueblo se entere lo pasará usted<br />
muy mal, se lo aseguro. Somos personas decentes.<br />
seBasTIán<br />
¿Pero cree usted que yo entraría en una casa que no fuera de personas decentes? No<br />
debo ser confundido con un vulgar ratero. Al fin de cuentas este cuchillo no goza más<br />
que de una apariencia de crimen. Podría cortar una garganta, así… de un solo golpe,<br />
(Miguelina retrocede.)<br />
Pero se abstiene. Está educado por mí.<br />
manuel rueda | la TrInITarIa BlanCa<br />
653
mIGuelIna<br />
¡Lo denunciaré a la policía!<br />
seBasTIán<br />
Le aseguro que no existe policía capaz de vérselas conmigo. Vengo y voy con la facilidad<br />
del aire. Estoy en todas partes y en ninguna y cuando menos lo piensan,<br />
(Hace chasquear los dedos.)<br />
desaparezco.<br />
mIGuelIna<br />
Sus palabras carecen de sentido.<br />
seBasTIán<br />
(Con cierta pedantería consciente.)<br />
Es que no está usted viva. Yo, en cambio, he nacido para absorber toda la experiencia<br />
de la vida.<br />
mIGuelIna<br />
Habla de experiencia como podría hacerlo una persona respetable.<br />
seBasTIán<br />
La experiencia no es solamente lo aburrido y reglamentado. No se enseña diciendo:<br />
“Deja de hacer esto, porque yo lo hice y no me fue bien”. Es lo que aprendemos cuando<br />
hacemos una cosa porque otro la hizo, o porque otro aún no la ha hecho y alguien tiene<br />
que decidirse, ganarle la delantera.<br />
mIGuelIna<br />
Perversidades dignas de un vagabundo…<br />
seBasTIán<br />
Y que todos pensamos alguna vez. Usted las piensa, pero se resigna con quedarse inmóvil<br />
y sola, provocando la compasión de los demás.<br />
mIGuelIna<br />
¿Cómo se atreve? ¿Quién es usted para hablarme así?<br />
seBasTIán<br />
Alguien con intenciones precisas. Vivo, libre y dispuesto a todo.<br />
mIGuelIna<br />
¿Olvida usted que la fiesta es ahí al lado y que mi familia puede volver de un momento<br />
a otro, sobre todo sabiéndome enferma?<br />
seBasTIán<br />
los que se divierten son egoístas.<br />
mIGuelIna<br />
La empleada…<br />
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654
seBasTIán<br />
(Interrumpiéndola)<br />
María anda con permiso por unos días. Se casa una prima suya. ¿Lo olvidaba usted?<br />
mIGuelIna<br />
Entonces dígame, por Dios, ¿a qué ha venido aquí esta noche?<br />
seBasTIán<br />
(Acercándosele.)<br />
Se lo diré, y me obedecerá sin oponer resistencia.<br />
mIGuelIna<br />
(Retrocediendo.)<br />
No se atreverá usted… No me pondrá las manos encima. Soy una mujer honrada. Preferiría<br />
que me diera la muerte antes de…<br />
seBasTIán<br />
(Astuto.)<br />
¿Prefiere morir a entregarme su dinero?<br />
mIGuelIna<br />
(Sorprendida.)<br />
¡Ah!, ¿pero sólo se trataba de dinero?<br />
seBasTIán<br />
¿Qué creía usted…? ¡Está bien claro!<br />
mIGuelIna<br />
(Como diciéndoselo a sí misma.)<br />
dinero, sí, dinero…<br />
seBasTIán<br />
Dinero no quiere decir más que eso: di-ne-ro.<br />
mIGuelIna<br />
(Reaccionando, a media voz.)<br />
Pues se ha equivocado. Aquí no lo hay. A menos que espere a mi hermano.<br />
seBasTIán<br />
No me moveré de aquí.<br />
mIGuelIna<br />
Puede hacerlo. Esperaremos los dos.<br />
(Se sienta en el diván. Lo mira.)<br />
manuel rueda | la TrInITarIa BlanCa<br />
seBasTIán<br />
(Desabrochándose la camisa comienza a frotarse la nuca, como si la tuviera adolorida.)<br />
655
¡Maldita posición!<br />
(Se abotona la camisa que queda sin embargo entreabierta sobre el pecho. Se cuadra ante ella en actitud agresiva,<br />
enarbolando el cuchillo en una mano y con la otra mano extendida.)<br />
Pronto, ¡el dinero! ¡Dejémonos de juegos estúpidos!<br />
mIGuelIna<br />
(Quien lo ha observado con turbación.)<br />
¿Ha resuelto el “caballero” dejar a un lado su compostura? No sé si debo quedarle agradecida<br />
de que no haya tratado de abusar de mi persona.<br />
seBasTIán<br />
¿Pero qué dice?… ¿De su persona?… ¿Tengo cara de andar en “eso”?<br />
mIGuelIna<br />
(Levantándose.)<br />
¡Así lo pensé!<br />
seBasTIán<br />
Pues quédese tranquila, “tía Miguelina”.<br />
mIGuelIna<br />
(Volviéndose súbitamente.)<br />
Le prohíbo que vuelva a llamarme tía Miguelina.<br />
(Una breve pausa en la que parece librar una batalla. Luego, estallando.)<br />
¿Es que no ha visto en mí ningún atractivo? ¿Es que soy realmente una vieja solterona a<br />
la que nadie debe mirar con deseo? Yo misma me lo he dicho infinidad de veces, aunque<br />
ahora no parezca conformarme. Ya ve, hasta usted…<br />
seBasTIán<br />
Le he dicho que ese no es mi oficio.<br />
mIGuelIna<br />
(Amargamente.)<br />
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Si yo fuera más joven me habría deseado. De haber encontrado a Luisa en mi lugar, la<br />
hubiera seducido. ¡Lo sé!… ¡titubea!…<br />
seBasTIán<br />
Una cosa está bien clara: usted infunde respeto. No sé por qué su rostro se me parece, de<br />
pronto, al de todas las mujeres que me han hablado con seriedad tratando de llevarme<br />
al buen camino. Mujeres que son un poco madres y un poco maestras… de esas que se<br />
nos suelen aparecer, como fantasmas de bondad, en la primera esquina.<br />
mIGuelIna<br />
Tiene razón: soy uno de esos fantasmas. Un fantasma de luto que se alimenta de su<br />
propia sombra, sin más camino que recorrer que el que va de una habitación a otra, de<br />
656
un objeto a otro; sin acontecimientos qué relatar, a menos que no sean las incesantes<br />
minucias diarias, un dolor de cabeza, la torpeza de algún sirviente, o un chisme de la<br />
vecindad.<br />
(Suspirando profundamente.)<br />
Y como único alivio el cielo, algunos árboles, la trinitaria blanca del jardín…<br />
seBasTIán<br />
¿Se refiere a la que me sirvió de peldaño para llegar a este paraíso de amenidad que me<br />
acaba de pintar?<br />
mIGuelIna<br />
Sí; he pasado años mirando blanquear la trinitaria sobre la tapia del jardín, depositando<br />
en ella sueños envejecidos… No parece sino que ahora me devuelve esos sueños<br />
reunidos en la apariencia de un hombre al que se puede desear con libertad porque no<br />
forma parte de nuestro mundo. Aunque usted me produzca temor, tal vez sea usted<br />
lo que yo esperaba. No deja de ser curioso y hasta incitante este momento. Una mujer<br />
como yo, que ha pasado su vida entregada a una fría desesperación, verse enfrentada<br />
a un hombre joven, un desconocido, en una noche donde sólo él y ella parecen existir,<br />
tibiamente rodeados por la música.<br />
seBasTIán<br />
¡Va usted demasiado lejos! No he venido a escuchar confesiones. Sus problemas no tienen<br />
nada que ver conmigo. Le repito que sólo deseo dinero.<br />
mIGuelIna<br />
(Con una idea súbita.)<br />
Y si en vez de dinero yo le diese una joya, algo de valor… ¿lo aceptaría?<br />
seBasTIán<br />
Las joyas no son una mercancía recomendable. Cuesta deshacerse de ellas.<br />
mIGuelIna<br />
Podrá venderla fácilmente. No haré ninguna reclamación.<br />
seBasTIán<br />
He venido a robar no a negociar. Además, me parece que usted se porta, de repente, de<br />
una manera extraña.<br />
mIGuelIna<br />
Me comprenderá mejor cuando le diga que no le doy esa joya por nada. Usted deberá<br />
ganársela simplemente.<br />
seBasTIán<br />
Ganarme el dinero que necesito me resulta divertido. ¿De qué se trata?<br />
mIGuelIna<br />
(Después de un momento.)<br />
manuel rueda | la TrInITarIa BlanCa<br />
657
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De un simple deseo: hágame el amor. Ámeme o hágame creer que me ama. ¿Qué mejor<br />
que un desconocido para cumplir esta delicada misión? ¿Ha venido a robar? Adelante;<br />
robe lo más precioso que puede encontrar.<br />
seBasTIán<br />
¡Nunca pensé que la faena de esta noche fuera tan difícil!…<br />
mIGuelIna<br />
¿No queda en mi cuerpo nada que le atraiga? Míreme, míreme… Trate de descubrir en<br />
mí algo digno de ser amado. ¡Se lo suplico! ¿Puede una mujer ser tan miserable que se<br />
encuentre despojada del menor atractivo? Míreme a los ojos; ¿no hay ansia y desesperación<br />
en ellos?…<br />
seBasTIán<br />
Sus ojos son negros y fosforecen. Exigen en medio de un gran vacío.<br />
mIGuelIna<br />
Exigen algo que les falta: el derecho de sentirse mirados a su vez.<br />
seBasTIán<br />
¿Debo cobrar por ello?<br />
mIGuelIna<br />
No son unos cuantos brillantes lo que le ofrezco. Es un medallón de mi madre, pero no<br />
lo quiero. Amé a mi madre, pero ella fue para mí el encierro, las lágrimas sorbidas contra<br />
la almohada.<br />
seBasTIán<br />
Debo decirle que no la creía capaz de semejante rebelión. En cierto modo es usted<br />
admirable.<br />
mIGuelIna<br />
¿Acepta, entonces…?<br />
seBasTIán<br />
Hay cosas que un hombre, joven y libre, no puede rehusar. Acepto, Miguelina.<br />
mIGuelIna<br />
Eso; no más tía Miguelina, señorita Miguelina. ¡Cuán distinto es oírse llamar así,<br />
Miguelina, por alguien a quien no nos ata parentesco alguno! Prométame que no me<br />
tratará usted como a una de esas mujeres que quisieron enseñarle una virtud llena de<br />
seriedad. Hágame sentir una mujer como las demás. Lléguese a mí con delicadeza… o<br />
por la fuerza; infúndame confianza o temor, no importa. Una hora de frenesí es lo que<br />
necesito. La estoy esperando desde hace cuarenta años.<br />
seBasTIán<br />
¿Qué razón ha tenido al escogerme?<br />
mIGuelIna<br />
Por estar lo suficientemente alejado de mi costumbre. Usted se encuentra allí donde<br />
acaba mi sombra, donde la trinitaria empieza a blanquear y mis sueños viven por mí.<br />
658
seBasTIán<br />
Creí tenerla en mi poder y me he convertido en su prisionero. ¡La trinitaria blanca! Una<br />
primorosa trampa para el amor de una solterona.<br />
mIGuelIna<br />
¿Es que nunca dejaré de ser llamada así? ¿Es que estoy marcada para siempre por ese<br />
mote sarcástico? ¿Qué hay de distinto en mí, qué me falta para ser como las demás mujeres?<br />
seBasTIán<br />
¡La seducción!… Transfigurarse y sonreír. Para ser mujer hay que sentirse serlo. Traer<br />
desde dentro hacia fuera el torrente de la feminidad. No es solamente un color lo que la<br />
mujer pone sobre sus labios: es un fuego que invita, que llama, que abrasa desde lejos.<br />
Entonces llega la presa y arde. Es como la inteligencia de los sentidos. Transfigúrese,<br />
Miguelina. Es el primer paso para salir al encuentro de la vida.<br />
mIGuelIna<br />
(Henchida de nuevas fuerzas.)<br />
La vida es el secreto que usted me revelará, que ya me está empezando a revelar. Esta noche<br />
seré otra. ¡Seré Miguelina! Abajo estas ropas. En mi armario hay otras que siempre encontré<br />
impropias y excesivas para mí. Creo que ahora me sentarán bien. ¡Espere! Cuando salga<br />
de esa habitación daré comienzo a nuestra gran aventura en común. Usted será el hombre<br />
que he esperado toda la vida, el hombre que ha venido a amarme, a hacerme suya. Una<br />
nueva mujer saldrá por esa puerta. No permita que se vuelva atrás o titubee. Sólo hay<br />
tiempo para que el pacto que hemos hecho se cumpla. Es mi reto a varias generaciones<br />
de rigurosa virtud. Todas las frustraciones de mi familia quieren expresarse en mí esta<br />
noche, esa procesión de mujeres solas que han muerto esperando… Somos los héroes<br />
de una gran aventura, de una aventura inimaginable. esos muertos alientan en mí con<br />
una fuerza a la que es inútil resistir. ¡Sólo por ellos seré perdonada!<br />
(Mutis.)<br />
(Sebastián queda pensativo. Recorre la habitación con la mirada, observando con minuciosidad todo cuanto le<br />
rodea. Guarda el cuchillo. Va al bar y se sirve una copa. Se acerca a la puerta de la habitación de Miguelina y<br />
trata de escuchar.)<br />
seBasTIán<br />
(En voz alta)<br />
No trate de jugarme una mala pasada o se acordará de mí. Puede que todo esto no sea<br />
más que un ardid.<br />
(Bajando la voz.)<br />
manuel rueda | la TrInITarIa BlanCa<br />
De todos modos es la aventura más curiosa que me haya sucedido. La aventura de la<br />
bella durmiente y del príncipe que la despierta. ¡Una pareja extraña! Miguelina…<br />
(Va hasta el fondo de la escena y se asoma al jardín. Toma un sorbo de su copa. Lo paladea.)<br />
Hermosa noche. ¿No habrá tenido ella la culpa?<br />
659
(Pausa.)<br />
La trinitaria parece tener luz propia; una luz casi lunar, llena de vibraciones misteriosas.<br />
Hace daño mirarla fijamente; parece cambiar de forma y de lugar.<br />
(Termina su copa y lentamente vuelve a primer término. Miguelina aparece vestida con una primorosa bata<br />
blanca, el cabello recogido sobre la nuca. Su bata recuerda el traje de una novia. Sebastián se vuelve y la mira<br />
deslumbrado.)<br />
¡Increíble!<br />
(Adelantándose, le tiende una mano.)<br />
Está usted blanca y hermosa como la flor misma de la trinitaria.<br />
mIGuelIna<br />
(Avanzando)<br />
Como introducción a un canto de amor no está mal. Brindemos por nuestro amor.<br />
(Llena las copas y levanta la suya.)<br />
Qué, ¿no crees en nuestro amor?<br />
seBasTIán<br />
Te amo, miguelina.<br />
mIGuelIna<br />
Repítelo conmigo: ¡Por nuestro amor!<br />
seBasTIán<br />
¡Por nuestro amor!<br />
(Toman. Él rápidamente, ella sorbo a sorbo y con los ojos cerrados.)<br />
mIGuelIna<br />
¡Oh, qué delicia!<br />
ColeCCIÓn PensamIenTo domInICano | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
(Música, un vals romántico. Mientras continúa hablando deja su copa en la mesita de las revistas, junto al<br />
diván. Sebastián hace lo mismo.)<br />
Soy joven otra vez, tengo la edad de Luisa. Podría empezar a reír ahora y no terminar<br />
nunca. La vida no se ha perdido todavía. Bailaremos. Luisa lo hace rodeada de miradas.<br />
Hace de su amor una complacencia, un espectáculo decente. Tú y yo bailaremos en<br />
secreto; será nuestra superioridad y nuestro triunfo. Rodéame con toda la fuerza y la<br />
delicadeza de que seas capaz. Así…<br />
(Él le rodea la cintura con uno de sus brazos. Bailan muy lentamente.)<br />
Una pequeña hoja en tu hombro… Oh, sí, Luisa, tenías razón, el baile es una entrega<br />
deliciosa.<br />
seBasTIán<br />
Eres cálida y bailas con tanto empeño como si te fuera en ello la vida.<br />
660
mIGuelIna<br />
(Deteniéndose.)<br />
¡Qué extraño! Me he visto, de repente como la joven que yo era, bailando bajo la mirada<br />
de mi madre. No eras tú, era José (ya le empezaba a crecer el bigote). Era Romero. Era<br />
Ignacio… Todos parecían amarme desde lejos, aunque nunca se atrevieron a decirme<br />
una sola frase de amor. Nos cogíamos las manos con delicadeza, protegida la mía con<br />
un pañuelo de seda y bailábamos, muy lejos uno del otro, como si el menor contacto<br />
pudiera mancharme. Teníamos que bailar bajo la mirada de mamá, rígidos y mudos. La<br />
mirada de mamá impedía que yo levantara mis ojos hacia ellos.<br />
(Pausa.)<br />
seBasTIán<br />
Yo te hubiese obligado a amarme. Te hubiera raptado bajo las miradas mismas de tu<br />
madre.<br />
mIGuelIna<br />
Uno de ellos me estaba destinado y lo perdí…<br />
seBasTIán<br />
A ese, sea quien fuese, le faltó valor, decisión. La decisión es lo propio del amor.<br />
(La vuelve a ceñir por la cintura y continúa el baile hasta que la música cesa. Luego se detienen, arrobados.)<br />
mIGuelIna<br />
Bailar contigo es hacerlo por primera vez.<br />
seBasTIán<br />
Me complace. Y me complace también que seas la que eres actualmente y no otra. Me<br />
gustas tú, con tu dolor y tu desesperación. Tu entrega es distinta. Te prefiero a ti porque<br />
es como estar cerca de lo imposible.<br />
mIGuelIna<br />
No pares de hablar. ¡Adelante! Una mujer no debe morir antes de que le deslicen en el<br />
oído palabras como esas. Es el momento… ¡Dilas!<br />
seBasTIán<br />
(Enervado.)<br />
Tu pelo es suave. Tu nuca es suave. Tus ojos son suaves y terribles. Tu boca…<br />
(Va acariciándola mientras habla.)<br />
mIGuelIna<br />
(Incitándolo aún más.)<br />
sí, mi boca… mi boca…<br />
manuel rueda | la TrInITarIa BlanCa<br />
(Él la besa con furia. Ella forcejea, de pronto, y se deshace de él.)<br />
no debemos extremar las cosas. no debemos ir demasiado lejos.<br />
661
seBasTIán<br />
¿Qué quieres? Acabamos de cerrar un trato, no puedes volverte atrás.<br />
mIGuelIna<br />
Déjame acostumbrarme. Así, de improviso, no… ¡No está bien! Soy todavía una mujer<br />
decente. ¡Compréndelo!<br />
seBasTIán<br />
Tú me indicaste el camino. No debo dejarte retroceder. Ahora, aunque quisieras arrepentirte,<br />
te lo impediría. Estás llena de posibilidades maravillosas.<br />
¡Te deseo! ¡Te amo!<br />
mIGuelIna<br />
(Desfalleciendo).<br />
¡Calla…<br />
seBasTIán<br />
Te amo y no hay tiempo que perder. Esta noche te has ganado una experiencia incomparable.<br />
mIGuelIna<br />
No debo ser débil, pero temo… Te deseo y te temo. ¿No comprendes? ¿No ves que tengo<br />
que luchar contra esta casa, contra la virtud de estos objetos, de estos muebles, de estas<br />
paredes cuajadas de retratos? Una virtud más tiránica que la de los vivos, porque no<br />
cambia, no fluye, sino que se mantiene fija, siempre igual, pesando sobre mí con un peso<br />
de tumba. Toda una costumbre rodeándome, puesta de pie para reprocharme…<br />
(Alucinada)<br />
ColeCCIÓn PensamIenTo domInICano | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
¿No oyes a mi hermano andar en la habitación de al lado…? ¿No oyes a Luisa reír en el<br />
comedor?… ¿No escuchas a Inés canturrear en el jardín, plantando sus rosas?<br />
seBasTIán<br />
Nada oigo, sino tu voz que me dice “ámame”, “ven”, “soy tuya”.<br />
mIGuelIna<br />
Hablan y me reprochan, mientras las otras me dan ánimo, me incitan a que las libere.<br />
seBasTIán<br />
Atiéndelas. ¡Sálvalas!<br />
mIGuelIna<br />
No; mi hermano me mira, y es la mirada de mi madre que me acusa. Atrás, atrás. ¡Márchate!<br />
Todo ha sido un juego. No puede ser. ¡No puede ser! No soy una cualquiera.<br />
¡Respétame! Te odio, te odio, te odiaré siempre si lo haces…<br />
(Ella ha retrocedido hasta la puerta de su habitación. Él la toma en sus brazos. Ella, ya sin oponerse, desfallece<br />
sobre su hombro. Ambos desaparecen.<br />
(Pausa. Un silencio lleno de sonoridades vagas. Oscuridad súbita. La música asciende a un primer plano,<br />
brillante y levemente sarcástica. La transición de una escena a otra será discreta, tanto en su duración como en<br />
662
su intensidad, evitándose cualquier caída hacia lo innecesariamente morboso. Poco a poco la escena se ilumina<br />
de nuevo y la música es relegada a su rol de mera ambientadora. Luisa y Enrique entran por la derecha).<br />
luIsa<br />
Dios quiera que tía Miguelina se sienta mejor. He estado inquieta por ella.<br />
enrIQue<br />
Sólo era un simple dolor de cabeza; se le habrá pasado. Por lo demás, tu tía Miguelina<br />
lucía como siempre. Nunca ha sido muy jovial, que digamos.<br />
luIsa<br />
De pronto, mientras bailábamos, tuve el presentimiento de que algo le sucedía. No me<br />
quedó más remedio que pedirte que vinieras conmigo.<br />
enrIQue<br />
(Desde la altura de su hombría.)<br />
Las mujeres sufren más por esos pequeños detalles que por las grandes cosas. No hay<br />
quien las entienda.<br />
luIsa<br />
(Resentida, aunque no tanto que ello le impida usar un tono de coquetería.)<br />
¿Te es difícil entenderme, Enrique?<br />
enrIQue<br />
(Tomándola por la cintura.)<br />
¡Tonta! Tú eres distinta.<br />
(La besa con naturalidad, casi sin pasión.)<br />
luIsa<br />
(Mirando hacia la habitación de Miguelina.)<br />
¿Se habrá dormido? Debemos volver al baile de una vez. Como nos escapamos sin decirlo,<br />
no está bien que nos demoremos. Papá y mamá podrían inquietarse.<br />
enrIQue<br />
Están demasiado entretenidos. Le sustrajiste la llave a tu madre del bolso y ni siquiera<br />
se ha dado cuenta.<br />
luIsa<br />
¿Entretenidos? Nunca me olvidaré de la cara que puso papá cuando descubrió que era<br />
el único vestido de smoking. Mamá no se le ha acercado en toda la noche: le teme.<br />
enrIQue<br />
Y con razón; le noté a tu padre una mirada asesina.<br />
luIsa<br />
aguarda.<br />
(Se acerca a la puerta de la habitación y escucha.)<br />
manuel rueda | la TrInITarIa BlanCa<br />
663
enrIQue<br />
Déjala. No debemos molestarla.<br />
luIsa<br />
(Empecinada, llamando.)<br />
Tía miguelina. Tía miguelina.<br />
(Silencio. Luego, más fuerte.)<br />
¡Tía Miguelina!<br />
mIGuelIna<br />
(Desde adentro.)<br />
¿Eres tú, Luisa?<br />
luIsa<br />
Sí, soy yo. He venido a saber cómo estabas.<br />
mIGuelIna<br />
(Siempre desde adentro.)<br />
Para eso no había que venir. ¡Márchate! ¡Vuélvete de una vez!<br />
luIsa<br />
Así lo haré, tía.<br />
(Preocupada avanza hacia el diván. Ve las dos copas que permanecen en la mesita. Las toma en sus manos y<br />
parece considerar la situación.)<br />
enrIQue<br />
(Que se ha mantenido a un lado de la escena.)<br />
¿Ves? No era nada. La has despertado sin necesidad.<br />
luIsa<br />
(Deja las copas en su sitio. Con rapidez, tomándolo del brazo.)<br />
Tienes razón; no era nada. Volvamos, ¡volvamos pronto!<br />
(Salen.)<br />
mIGuelIna<br />
(Apareciendo, después de un rato.)<br />
Se han ido.<br />
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(Sebastián asoma, desperezándose.)<br />
Luisa se ha preocupado por mí; es una muchacha seria. Piensa que me pasa algo, algo<br />
más grave que un simple dolor de cabeza. Oh, Dios mío. No debí consentir. Lo que acabo<br />
de hacer es horrible. ¡Horrible!…<br />
seBasTIán<br />
No me parece decoroso un arrepentimiento tan prematuro: no es convincente.<br />
664
mIGuelIna<br />
Acabo de deshonrar esta casa y ni siquiera tengo la excusa de la juventud.<br />
seBasTIán<br />
¡Miguelina…!<br />
mIGuelIna<br />
Ahora tú no entenderías. Has llegado y has acariciado a una desconocida entre tus brazos<br />
groseros. ¿Qué sabes tú de mí, tú, que me has reducido a lo más bajo de la existencia: al<br />
asco?<br />
seBasTIán<br />
Tal vez te has entregado demasiado a la insatisfacción. Estás tan fusionada a tu propia<br />
culpa que no ves en mí más que otro síntoma de tu imposibilidad. Soy algo tuyo desde<br />
hace tiempo. Te pertenezco como te pertenece cada uno de tus deseos. No había más<br />
remedio: he tenido que aparecer y no pareces comprenderlo. Soy el único que ha sabido<br />
vencerte.<br />
mIGuelIna<br />
Nada has vencido. Tú sólo acabas de servir mis propósitos.<br />
seBasTIán<br />
¿Crees en verdad, que me has comprado?<br />
mIGuelIna<br />
(Sacando algo del bolsillo de la bata.)<br />
Por un medallón de brillantes. aquí lo tienes.<br />
seBasTIán<br />
Pude haberlo obtenido a la fuerza.<br />
mIGuelIna<br />
Lo has considerado tarde. Cumpliste tu parte; ahora cumpliré yo la mía. ¡Tómalo!<br />
(Le alarga el medallón.)<br />
manuel rueda | la TrInITarIa BlanCa<br />
seBasTIán<br />
No como un pago. Te amo, Miguelina. Volveré, y tú me estarás esperando.<br />
mIGuelIna<br />
No osarás poner de nuevo los pies en esta casa. ¡Te lo prohíbo! No me he entregado a ti<br />
por amor. Mi odio te ha escogido, no yo.<br />
seBasTIán<br />
Ahora soy yo quien te escoge. Te amo; ya tienes un secreto de que estar orgullosa.<br />
mIGuelIna<br />
Un secreto que deberé gritar a todos los vientos. Una noticia que atravesará el pueblo<br />
como un rayo. “La señorita Miguelina ha sido poseída por un vagabundo”. Mi nombre<br />
será una vergüenza… y yo sonreiré satisfecha.<br />
665
seBasTIán<br />
Pareces resucitar para la venganza.<br />
mIGuelIna<br />
Es preciso que todos sufran; que los que me han compadecido, sufran. ¡No más tesoros<br />
que guardar! Abajo las virginidades que hacen de nosotras, pobres mujeres viejas, unos<br />
monstruos de virtud. Ya me encuentro debidamente ultrajada. Tu trabajo ha terminado;<br />
nada tienes que hacer aquí. ¡Adiós!<br />
seBasTIán<br />
Seré puntual. ¡Esperarás por mí!<br />
mIGuelIna<br />
Eres cobarde y te odio. ¡Te odio!<br />
(Le va a pegar en la cara, pero Sebastián le aferra los brazos y la besa. Ella se desase y se limpia la boca con el<br />
puño, iracunda, mientras él sonríe, sintiéndose dueño de la situación.)<br />
Ten piedad de tu sierva, Dios mío y Señor mío.<br />
(Está de rodillas, con la cabeza baja y los brazos cruzados sobre el pecho.)<br />
seBasTIán<br />
Hasta pronto. Acuérdate de mí. Ya nunca más estarás sola. Te lo prometo.<br />
(Miguelina parece rezar con los ojos cerrados. El rumor de una oración se escapa de sus labios, mezclado a<br />
sollozos intermitentes. Sebastián se detiene antes de salir.)<br />
Ah, me olvidaba: mi nombre es Sebastián.<br />
(Sale por el fondo.)<br />
mIGuelIna<br />
(Levantando la voz.)<br />
He pecado y tu misericordia deberá ser mayor que mi miseria.<br />
(Deja de sollozar. Se incorpora lentamente, aún con los ojos cerrados. Parece escuchar los últimos pasos de<br />
Sebastián. Sonríe, la expresión de religiosidad se convierte en otra sensual y triunfante.)<br />
TelÓn<br />
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Sí, te espero. Hasta pronto… ¡Sebastián!<br />
666
Acto segundo<br />
(Dos días después. La tarde está en su plenitud, aunque la luz ya empieza a ceder suavemente.<br />
Don Antonio se pasea nervioso. Viste pantalón color kaki y sobre la camisa, chaleco marrón<br />
sin abotonar, atravesado por una pesada leontina de oro. Fiel a sus principios, no lleva corbata.<br />
Vestido así se siente cómodo y respetable. Luisa, desde el sitio en que permanece sentada,<br />
observa sus idas y venidas. No es la muchacha alegre del primer acto. Ahora descubrimos en<br />
ella a la persona consciente y juiciosa: analítica.)<br />
don anTonIo<br />
Nuestra casa está construida sobre virtudes demasiado sólidas para que una historia<br />
tan extraña nos convierta en la comidilla de los demás.<br />
luIsa<br />
¿Podemos decir de nuestras virtudes que son demasiado sólidas?…<br />
don anTonIo<br />
Todo hubiera sido más decoroso de estar envuelto en una adecuada desesperación.<br />
Las lágrimas son las atenuadoras de la culpa. Miguelina, sin embargo, parece haber<br />
quedado poseída por un espíritu maligno. Casi está envanecida de su deshonra. Me lo<br />
ha contado sin que siquiera le temblara la voz. “No soy más tu hermana”, me ha dicho.<br />
“He deshonrado tu casa; puedes hacer lo que quieras”. Dios me perdone, pero por su<br />
boca me hablaba una de esas mujerzuelas…<br />
luIsa<br />
¡Cálmate, papá!<br />
don anTonIo<br />
Un hombre ha entrado en mi casa. Debo remover el pueblo piedra a piedra hasta dar con él.<br />
luIsa<br />
¿Evitarías de ese modo el escándalo?<br />
(Pausa.)<br />
Creo, querido papá, que tratas de vengarte de un fantasma.<br />
don anTonIo<br />
no entiendo lo que quieres decir.<br />
manuel rueda | la TrInITarIa BlanCa<br />
luIsa<br />
He pensado el asunto con calma y llegado a conclusiones asombrosas.<br />
don anTonIo<br />
Siempre fuiste una muchacha inteligente. Podemos hablar con toda claridad y discreción,<br />
sobre todo cuando tu propio nombre está en juego, aunque indirectamente.<br />
luIsa<br />
Te lo diré sin preámbulos. Tengo el presentimiento de que ese joven violador de solteronas<br />
no existe, de que lo ha inventado ella, casi sin quererlo, sin darse cuenta de lo que hacía.<br />
667
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don anTonIo<br />
Entonces, ¿con cuál propósito nos engaña?<br />
luIsa<br />
Mejor sería preguntarnos con cuál propósito se engaña ella a sí misma.<br />
don anTonIo<br />
¿Quieres decir que es víctima de una alucinación?<br />
luIsa<br />
Más bien creo que tía Miguelina actúa guiada por su imaginación. Su imaginación es<br />
un arma que esgrime contra ti, especialmente contra ti, que eres el guardián del buen<br />
nombre de esta casa.<br />
don anTonIo<br />
¿Pero por qué tanto odio?<br />
luIsa<br />
Una cosa es evidente: ella se ha inventado una historia absurda, demasiado teatral<br />
para ser verdadera. Después de tantos años de estar relegada a su opacidad de mujer<br />
sin historia, trata de convertirse, de repente, en un ser importante; trata de ser la<br />
heroína de un drama asombroso, tan asombroso que nadie sea capaz de olvidarlo.<br />
Entonces comienza la farsa; el hombre que salta la tapia del jardín y la lucha que<br />
termina en una lírica posesión arrullada por la música. La noche del baile, debo<br />
decírtelo, vine sola hasta aquí con Enrique. Tal vez hice mal, pero la salud de tía<br />
Miguelina me tenía preocupada. Ella estaba en su habitación y no me abrió, aunque<br />
me di cuenta, de inmediato, de que seguía levantada. Su voz sonaba brusca y<br />
perturbada. Me pidió que me marchara. Había una ola de perfume flotando en el<br />
ambiente y lo que es más significativo aun, sobre la mesa permanecían dos copas de<br />
coñac a medio consumir.<br />
don anTonIo<br />
Pero Miguelina no usa perfumes, ni toma bebidas alcohólicas. Además esa noche decía<br />
tener un horrible dolor de cabeza.<br />
luIsa<br />
Exactamente. Fue un momento extraño para mí. Enrique no pareció darse cuenta; por<br />
otra parte, nada que no sea yo misma le interesa.<br />
don anTonIo<br />
¿No vendría a ser esto una prueba de que, en realidad, algo ha sucedido…?<br />
luIsa<br />
¿No sería, mejor, parte del rompecabezas que ella ha querido armar ante nuestros ojos?<br />
Fue una escena preparada para que alguien la viese.<br />
don anTonIo<br />
¿Y si estás equivocada, si ella ha sido incapaz de preparar un engaño semejante?<br />
668
luIsa<br />
Habrá que inclinarse a lo más prudente. ¿No te das cuenta de lo peligroso que sería para<br />
ella y para nosotros, el dar crédito a su fantasía? Tía Miguelina está obsesionada, no nos<br />
perdona nuestra felicidad, mientras que ella es sólo una sombra que ha permanecido<br />
recostada durante años contra las paredes, tal vez demasiado honorables, de esta casa.<br />
don anTonIo<br />
¿Qué hacer? Debe existir una causa, un hecho que al ser eliminado le devuelva el equilibrio.<br />
luIsa<br />
¡Quién sabe! Puede extirparse un tumor, eliminarse una fiebre, pero ¿quién puede luchar<br />
contra un sueño, contra el fantasma de una noche? Este suceso me hace temblar mucho<br />
más que si tuviéramos que enfrentarnos a hechos conocidos.<br />
don anTonIo<br />
¿Está Inés enterada?<br />
luIsa<br />
No lo sé. Nunca podremos darnos cuenta de lo que sabe o ignora mamá.<br />
don anTonIo<br />
Sí, su jardín es lo único que parece preocuparla. Lo cuida como si fuera un paraíso en<br />
el cual pudiera vivir eternamente dichosa. El dolor es un lenguaje que ella trata de no<br />
entender. ¡Pobre Inés! No quisiera que estos problemas la afectaran.<br />
luIsa<br />
¿Dónde está ahora tía Miguelina?<br />
don anTonIo<br />
Ha permanecido toda la tarde en la galería, mirando la calle de un lado a otro, como si<br />
esperase a alguien.<br />
(Se acerca a la primera puerta de la derecha y la abre cuidadosamente.)<br />
luIsa<br />
¿La ves desde ahí?<br />
don anTonIo<br />
Sí, la veo pasar a través de la vidriera del pasillo. Arriba y abajo, con una pasión extraña<br />
en el rostro. Me parece una desconocida, y sin embargo es mi hermana.<br />
(Apartándose de la puerta que permanece abierta.)<br />
manuel rueda | la TrInITarIa BlanCa<br />
Sólo cuando murió nuestra madre tuvo una reacción parecida. No lloró. Estuvo mirándola<br />
muy fijamente, con un brillo de victoria en la mirada. Nunca me olvidaré de esa<br />
mirada. me miró de la misma manera cuando me dijo que ese desconocido… Pero allí,<br />
delante del cadáver de nuestra madre, esa mirada tenía algo de especialmente monstruoso.<br />
Era como decirle: “Al fin estás muerta y yo te sobrevivo, quedo libre de ti”. Fue<br />
una mirada que rezumaba odio y sin embargo, ¡cuánto parecía quererla! Durante una<br />
669
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semana no me dirigió la palabra. Yo estaba deshecho; ella, en cambio, permanecía erguida,<br />
orgullosa, como complacida en medio de la tragedia. Una noche –estábamos en la finca–<br />
montó a caballo y galopó durante horas. Oímos el galope toda la noche, cercano a la casa,<br />
un redoble solitario y fúnebre repercutiendo en medio de la soledad. Fue su manera de<br />
llorar, de descargarse de su dolor; una forma demasiado brutal y salvaje, pero que a fin de<br />
cuentas la trajo a la normalidad, A la mañana siguiente ya era otra vez la hermana dócil.<br />
Tenía los ojos inflamados y parecía abrumada dentro de sus ropas de luto.<br />
luIsa<br />
Pensar que no la conozco y he vivido toda una vida a su lado.<br />
don anTonIo<br />
¿La conozco yo mejor, acaso?<br />
luIsa<br />
Estamos, tal vez, asistiendo a la repetición de un mismo hecho.<br />
don anTonIo<br />
esa mirada, esa actitud de triunfo…<br />
luIsa<br />
(Quien se ha acercado a la puerta y mira hacia el pasillo.)<br />
Parece que termina su vigilancia. Siéntate. No debes dejar traslucir tu preocupación.<br />
Trata de sonreír.<br />
(Don Antonio toma asiento. Luisa abre el costurero y se pone a repasar, maquinalmente, algunas madejas de<br />
hilo, o alguna tela bordada. Miguelina aparece por la derecha. Un momento de silencio, lleno de expectación.<br />
Luisa es la primera en hablar.)<br />
Papá me decía que deberíamos ir a la finca a pasar una temporada. Está esplendorosa<br />
y disfrutaríamos de la época de los baños.<br />
mIGuelIna<br />
Comprendo que tu padre quiera alejarme de esta casa. Constituyo algo peligroso para<br />
su reputación.<br />
luIsa<br />
(Como quien no ha escuchado.)<br />
Desea que invitemos a unas cuantas amigas. Enrique se va y estaré demasiado sola.<br />
don anTonIo<br />
(Con forzada jovialidad.)<br />
Eso es. En el campo los días suelen ser más entretenidos que en el pueblo.<br />
mIGuelIna<br />
(En actitud grave, dirigiéndose a Luisa.)<br />
Tu padre sabe que ya no soy la misma. No debe contar conmigo como si nada hubiese<br />
pasado.<br />
670
don anTonIo<br />
(Enfrentándose, al fin, a la situación.)<br />
Miguelina, quiero que sepas una cosa: ¡nada, en realidad, ha pasado! Quiero que recuerdes<br />
esto con toda claridad.<br />
mIGuelIna<br />
(Provocativa y como si la hirieran en lo más profundo.)<br />
¿He oído mal o es que no me hice entender lo suficiente? ¿Así guardas la “dignidad” de<br />
tu hogar,<br />
(La palabra “dignidad” ha sido dicha enfáticamente.)<br />
complaciéndote en la humillación, poniendo oídos sordos a un incidente escandaloso?<br />
En vez de golpearme, de insultarme, de llorar de vergüenza, me hablas con la sonrisa<br />
en los labios; en vez de avisar a la policía te quedas aquí, en el mismo lugar donde tu<br />
hermana ha sido ultrajada.<br />
don anTonIo<br />
(Tratando de suavizar, con el tono de la voz, el significado de sus palabras.)<br />
¿Te has encerrado tú, has llorado, has tenido siquiera un momento de desesperación?<br />
¿Cómo creerte, entonces?… ¡Avisar a la policía! ¿Es eso lo que hubieras preferido…?<br />
mIGuelIna<br />
(Inconmovible.)<br />
Era tu deber; aunque él no es de los que se dejan atrapar con facilidad. Ha venido y<br />
volverá. Esta historia sólo acaba de comenzar. Pero, no; prosigue en la preparación de<br />
tus paseos campestres, da la espalda a tu propia vergüenza…<br />
don anTonIo<br />
¿Es que no temes tus palabras?<br />
mIGuelIna<br />
(Se nota que su propósito no es solamente el de contestar, sino el de descargarse de algo que hace tiempo la<br />
ahogaba.)<br />
¡El miedo!… El miedo no es más que esa cadena que nos impide vivir; la virtud de esa<br />
casta de mujeres temblorosas que envejecen con las dos manos sobre los ojos, como<br />
si el mundo fuera una estampa obscena cuya contemplación bastara a sumirlas en los<br />
infiernos.<br />
luIsa<br />
(Quien ha observado la palidez creciente que se apodera de su padre.)<br />
¡Basta!<br />
don anTonIo<br />
(Trémulo y a punto de estallar.)<br />
manuel rueda | la TrInITarIa BlanCa<br />
¿Cómo te atreves a hablar en esa forma delante de mí?<br />
671
luIsa<br />
Papá, acuérdate,<br />
(Pone intención en la frase.)<br />
tía Miguelina no se encuentra bien desde hace unos días.<br />
don anTonIo<br />
(Frenando sus impulsos.)<br />
Lo sé, hija. Miguelina sabrá perdonarme si estuve a punto de perder la compostura.<br />
mIGuelIna<br />
(Con altivez.)<br />
Estoy perfectamente bien. Nunca me he sentido mejor en la vida.<br />
don anTonIo<br />
Concluiremos más tarde esta conversación. Voy a ponerme un saco para la cena.<br />
(Sale.)<br />
luIsa<br />
(Después de una pausa, en la que ha parecido fluctuar entre la impaciencia y una forzosa pasividad.)<br />
¡Tú en los brazos de un hombre…! Nada más inconcebible ni grotesco. Sí, estás enferma;<br />
eso lo explica todo.<br />
mIGuelIna<br />
Tú dudarías del sol si no pudieras verlo. ¡Pobre Luisa! No puedes tú tampoco comprenderme.<br />
(Retadora.)<br />
Sé más que tú, ahora. Mientras tú bailabas ahí al lado, la tía Miguelina era apretada entre<br />
unos brazos rudos; la tía Miguelina bebía coñac con un hombre; la pobre solterona era<br />
conducida a su lecho nupcial.<br />
luIsa<br />
Te lo repito: no podrás hacerte creer. Lo que dices es falso y hasta monstruoso. Has<br />
empezado a odiarnos sin que nos diéramos cuenta. Arrepiéntete de esas locas palabras,<br />
arrodíllate en tu habitación y reza, como siempre lo has hecho, para que Dios te perdone<br />
esos pensamientos desdichados.<br />
mIGuelIna<br />
(Ansiosa.)<br />
ColeCCIÓn PensamIenTo domInICano | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
¡Es preciso que me creas!<br />
luIsa<br />
No puedes probar nada de lo que dices.<br />
mIGuelIna<br />
¿Qué debo probarte?<br />
672
luIsa<br />
Que ese hombre existe.<br />
mIGuelIna<br />
Me ha poseído. Ha estado aquí. Se llama Sebastián.<br />
luIsa<br />
¿Son esas tus pruebas?… Ya ves, es inútil que te empeñes…<br />
mIGuelIna<br />
Le pediré que venga, que se presente aquí en pleno día.<br />
luIsa<br />
Sabes que ello es imposible.<br />
mIGuelIna<br />
Dile a tu padre que lo busque, que trate de encontrarlo.<br />
luIsa<br />
¿Cómo daría con él? ¿Cómo lo reconocería?<br />
mIGuelIna<br />
Le encontrarán en el pecho un medallón de brillantes con un mechón de pelo dentro.<br />
luIsa<br />
¿Un medallón…?<br />
mIGuelIna<br />
Sí, el medallón de mi madre. Se lo he regalado.<br />
luIsa<br />
Di la verdad, ¿qué has hecho con él? ¿No te habrás atrevido a…<br />
mIGuelIna<br />
¿Empiezas a creerme, Luisa?<br />
luIsa<br />
…a destruirlo, no querrás decir que lo has perdido?<br />
mIGuelIna<br />
Siento que ya no pueda ser tuyo como querías que fuese.<br />
luIsa<br />
No quiero oírte más. Me fatigas. El medallón aparecerá oportunamente. Es un ardid<br />
como todo lo demás.<br />
(Trata de irse.)<br />
manuel rueda | la TrInITarIa BlanCa<br />
mIGuelIna<br />
Tal vez quieras otra prueba. Una prueba que nadie podrá dejar de ver, una prueba que<br />
proclamará a los cuatro vientos que Sebastián existe…<br />
673
luIsa<br />
(Con un viso de ironía.)<br />
¿Me llamarás cuando él llegue, después de haberse descolgado por la trinitaria?<br />
mIGuelIna<br />
Un hijo es la prueba que necesito. Sí, Sebastián, tú me darás ese hijo y entonces ya nadie<br />
se atreverá a dudar.<br />
luIsa<br />
(Acercándosele, súbitamente enternecida.)<br />
En cierto modo tú eres también madre. Me has criado, has estado a mi lado desde que<br />
nací…<br />
mIGuelIna<br />
No quiero ser madre de niñas, sino de varones. Quiero hombres a los que no pueda<br />
aprisionar demasiado, ni hacer desgraciados a costa de mi avidez.<br />
luIsa<br />
(Persuasiva.)<br />
Compréndelo, tía Miguelina, te queremos y no puedes abjurar de tu virtud, renunciar<br />
al sitio que te corresponde entre nosotros. Tú eres parte del decoro de nuestra casa.<br />
mIGuelIna<br />
Debes creer en mí, en Sebastián, en mi verdad que para mí significa más que la vida.<br />
luIsa<br />
¡Cuánto sufres! Si yo pudiera decirte: “Sí, creo”… Y tal vez debería decírtelo.<br />
mIGuelIna<br />
(Con ansiedad.)<br />
¡Dímelo! ¡Que yo lo lea en tus ojos! ¡Que yo sienta en esa afirmación tuya la certeza de<br />
mi liberación!<br />
luIsa<br />
¿Te aliviaría ello? Los amantes se pierden con mayor facilidad que como se ganan. Sobre<br />
todo a tu edad y si él es un hombre joven… Lo tienes un día y te abandona para toda la<br />
vida.<br />
mIGuelIna<br />
(Casi en un grito de angustia.)<br />
¡No! Lo tendré siempre. Volverá, me lo ha prometido.<br />
luIsa<br />
(Consoladora.)<br />
ColeCCIÓn PensamIenTo domInICano | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Nunca podrás tener un amante, tía Miguelina. Quisiera comprenderte, darte el calor<br />
que pareces necesitar, de pronto. Mírame, soy tu hija; estás entre nosotros que no te<br />
abandonaremos nunca.<br />
674
mIGuelIna<br />
(Tratando de no oír.)<br />
Vendrá aunque no creas en él. Saltará sobre la trinitaria con sus músculos tensos y me<br />
estrechará entre sus brazos.<br />
luIsa<br />
¡Que Dios se apiade de tu alma!<br />
mIGuelIna<br />
Hasta Dios ha dejado de asustarme. Y es que me siento fuerte, demasiado llena de confianza<br />
para temer o arrepentirme.<br />
doÑa InÉs<br />
(Entrando desde el jardín con algunas rosas en las manos.)<br />
Nadie tiene rosas como las mías en el pueblo; tal vez porque nadie ama las flores como yo.<br />
(Las huele, aspirando profundamente.)<br />
luIsa<br />
A veces pienso que amas tus rosas más que a las personas.<br />
doÑa InÉs<br />
Son más mías. Las personas crecen y se nos van, se hacen distintas a nosotros.<br />
luIsa<br />
Eres demasiado sentimental. Las rosas son un adorno, no una preocupación.<br />
doÑa InÉs<br />
La juventud no comprende estas cosas. Está demasiado llena de sí misma. Miguelina<br />
y yo sí podemos, en cambio, comprenderlas; ya no esperamos nada de la vida. Es el<br />
consuelo de las que, como nosotras, van para viejas.<br />
luIsa<br />
Cuando aún se es joven, el llamarse viejo es una coquetería, mamá.<br />
doÑa InÉs<br />
Tal vez lo que estamos esperando, para sentirnos definitivamente viejas, es que te cases<br />
y seas feliz. Claro que a Enrique le falta todavía una carrera… ¿Quieres poner un poco<br />
de agua a estas rosas?<br />
(Las ha colocado en un jarrón que le entrega a Luisa.)<br />
luIsa<br />
sí, mamá.<br />
(Sale.)<br />
manuel rueda | la TrInITarIa BlanCa<br />
mIGuelIna<br />
Somos casi de la misma edad y sin embargo cuán distintamente envejecemos. Tú esperas<br />
la vejez como un alivio, yo como una frustración. La vejez es como un estado<br />
675
de alma: se gana viviendo. No he sido joven nunca y nunca podré ser vieja como lo<br />
serás tú.<br />
doÑa InÉs<br />
Entre tú y yo no hay más diferencia que un marido y una hija.<br />
mIGuelIna<br />
¿Es esa una pequeña diferencia?<br />
doÑa InÉs<br />
…Un marido y una hija que hemos compartido, aunque ese marido sea tu hermano.<br />
mIGuelIna<br />
El paraíso que me pintas tiene algo de abominable.<br />
doÑa InÉs<br />
¿Te acuerdas de la trinitaria?<br />
(Mirando hacia un punto lejano del jardín.)<br />
La plantamos antes de que Luisa naciera.<br />
mIGuelIna<br />
Sí, la trinitaria… He vivido años con los ojos clavados en ella, esperando.<br />
doÑa InÉs<br />
Cubría todo el muro cuando nació.<br />
(Luisa entra con el jarrón de las flores.)<br />
mIGuelIna<br />
Pero yo seguí esperando… Me acostumbré a mirarla y a esperar…<br />
(Exaltada.)<br />
Ahora la han desgarrado, han maltratado su blancura. La han violado, Inés. La pureza<br />
de esos días está lejana.<br />
doÑa InÉs<br />
Debo confesar que no me he dado cuenta de ello.<br />
luIsa<br />
(Interviniendo con rapidez.)<br />
Tía Miguelina se refiere a los niños del vecindario, que algunas veces se encaraman al muro.<br />
doÑa InÉs<br />
Pues debemos quejarnos a sus padres. Nadie se ha atrevido jamás a escalar esa pared y<br />
mucho menos a maltratar mis flores.<br />
mIGuelIna<br />
(Con intención.)<br />
ColeCCIÓn PensamIenTo domInICano | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Alguien más ha escalado ese muro, Luisa… ¡Lo sabes bien!<br />
676
luIsa<br />
Habrá tiempo para que le cuentes a mamá lo sucedido. Mientras tanto, papá nos espera<br />
para cenar. Está impaciente, dando paseos alrededor de la mesa.<br />
doÑa InÉs<br />
Ciertamente, se ha hecho tarde. ¿Vamos, Miguelina?<br />
mIGuelIna<br />
Cenen sin mí; no tengo apetito.<br />
doÑa InÉs<br />
Después terminarás con lo de la pureza de la trinitaria. Puede ser una historia interesante.<br />
(Luisa se la lleva.)<br />
(Miguelina queda en pie, como sumida en graves recuerdos. Camina por la habitación retorciéndose las manos. De<br />
pronto ve su imagen en el espejo. Se acerca, mirándose, como extrañada de sí misma. Se acaricia el pelo suelto, vuelve<br />
a recogérselo en el antiguo moño y lo deja caer de nuevo sobre sus hombros. Se lleva las manos a la cara y cierra los<br />
ojos fuertemente, con furia o desesperación. La tarde ha ido cayendo y la habitación está en penumbra.)<br />
enrIQue<br />
(Entrando por la derecha.)<br />
La puerta estaba abierta y no he tenido más remedio que pasar. Supuse que todavía<br />
estaban cenando.<br />
mIGuelIna<br />
Encenderé las luces.<br />
(Enciende la luz del techo.)<br />
Siéntese. Es usted un enamorado puntual.<br />
enrIQue<br />
(Tomando asiento.)<br />
No quiero que Luisa se inquiete por mí. Son mis últimos días en el pueblo. Los amigos<br />
quieren despedirme todos a la vez. Ya sabe usted, tragos, música, paseos a la playa.<br />
mIGuelIna<br />
Un buen programa de despedida.<br />
enrIQue<br />
No soy más que el pretexto. Ellos hacen sus fiestas de todos modos. Yo, en cambio,<br />
prefiero pasar aquí, con Luisa…<br />
mIGuelIna<br />
(Encarándolo.)<br />
¡Usted no quiere de verdad a Luisa!<br />
enrIQue<br />
¿Qué dice?<br />
manuel rueda | la TrInITarIa BlanCa<br />
677
mIGuelIna<br />
Que debe demostrarle que la quiere.<br />
enrIQue<br />
Eso trato de hacer.<br />
mIGuelIna<br />
Sí; llegando antes de la hora, cogiéndole las manos y asediándola hasta que consigue<br />
besarla…<br />
enrIQue<br />
(Enrojeciendo.)<br />
La amo y la respeto.<br />
mIGuelIna<br />
¡Bravo! Ser respetada hasta ese extremo es casi lo mismo que ser temida. De ello puede<br />
resultar que Luisa no se case con usted… ni con nadie. Usted terminará por aburrirse a<br />
su lado y al fin la abandonará.<br />
enrIQue<br />
antes me abandona ella a mí.<br />
mIGuelIna<br />
las mujeres como nosotras no abandonamos nunca lo que amamos. usted, en cambio,<br />
se marcha… Escribirá todos los días hasta el momento en que empiece a decirse: “Hoy<br />
no tengo nada que contarle, lo dejaré para mañana”. Y es que ya habrá comenzado a<br />
traicionar su recuerdo.<br />
enrIQue<br />
(Dolido.)<br />
¡No sucederá como dice! Usted nunca había hablado conmigo más de dos o tres palabras.<br />
Me miraba con recelo. ¿Ha roto su silencio sólo para descorazonarme?<br />
mIGuelIna<br />
¡Quiero salvarlos! No vaya usted a la capital. No abandone a Luisa ni siquiera por unos<br />
días. Ese tiempo puede ser fatal. Míreme a mí: soy como una culpa en medio de esta<br />
casa. No permita que Luisa corra mi suerte. Abandone sus estudios. ¡Cásese!…<br />
enrIQue<br />
Pero yo… ella… Sus padres no consentirían.<br />
mIGuelIna<br />
Haga entonces algo arriesgado. Pero no la deje entregada a tantos peligros. ¿No comprende<br />
usted que para una mujer sola la noche es un tiempo demasiado largo? Óigalo<br />
bien: tengo miedo por ella. ¡Sálvela!<br />
enrIQue<br />
(Lleno de zozobras.)<br />
ColeCCIÓn PensamIenTo domInICano | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
¿Es que algún peligro la amenaza? ¡Contésteme!<br />
678
mIGuelIna<br />
Sería inútil Únicamente me está permitido ponerlo sobre aviso y mostrarle el camino…<br />
la solución.<br />
enrIQue<br />
¿Cree, entonces que debo renunciar a mi carrera si quiero conservar a Luisa?<br />
mIGuelIna<br />
Es lo que estoy tratando de decirle.<br />
enrIQue<br />
Hace un momento estaba feliz y lleno de proyectos para el futuro. De pronto, todo se<br />
ha oscurecido a mi alrededor.<br />
mIGuelIna<br />
¡Súfralo! Es el precio que estamos condenados a pagar. Es cuanto tenía que decirle.<br />
Buenas noches.<br />
(Sale por la puerta que da a su habitación. Enrique, después de haberse levantado, se desploma de nuevo sobre<br />
el asiento. Luisa entra por la izquierda. Él no la siente venir. Ella le desliza un brazo por la espalda.)<br />
luIsa<br />
¿Qué pides por esos pensamientos?<br />
enrIQue<br />
(Sobresaltándose. Luego, tratando de sonreír.)<br />
Oh, Luisa, ¿eres tú?<br />
(Le toma las manos.)<br />
Te los ofrezco gratuitamente: pensaba en ti.<br />
luIsa<br />
(Satisfecha.)<br />
Me alegro de que hayas venido temprano esta noche.<br />
enrIQue<br />
(Levantándose.)<br />
Evito interrumpirles la cena.<br />
luIsa<br />
Sólo tomé un vaso de leche; no tenía apetito. Papá y mamá me regañaron por ello. Me<br />
levanté en seguida de la mesa… ¿Pero, qué tienes? Pareces preocupado.<br />
enrIQue<br />
(Después de una lucha interior, resolviéndose.)<br />
manuel rueda | la TrInITarIa BlanCa<br />
Dime, Luisa, ¿no me encuentras un poco soso la mayoría de las veces? No soy el tipo<br />
de galán que parece atraer a las muchachas.<br />
luIsa<br />
¿Y se puede saber cuál es el tipo de galán que atrae a las muchachas?<br />
679
enrIQue<br />
(Tomándola en sus brazos.)<br />
Podría ser más apasionado, si me lo propusiera, más romántico… Oh, Luisa, te amo<br />
tanto que podría ser lo que tú quisieras.<br />
luIsa<br />
Que seas un poco más tú mismo es cuanto deseo. Y no me abraces así, tan efusiva y<br />
teatralmente. Papá y mamá saldrán de un momento a otro del comedor; te tienen por<br />
un muchacho serio y esa opinión no hay que echarla a perder.<br />
enrIQue<br />
(Desilusionado, soltándola de su abrazo.)<br />
¿Quieres, en realidad, que sea un muchacho serio?<br />
luIsa<br />
no deseo que cambies.<br />
enrIQue<br />
(Después de una pausa.)<br />
Pudiera ser que yo me enamorara de otra por allá.<br />
luIsa<br />
(Con naturalidad.)<br />
Entonces no habría remedio.<br />
enrIQue<br />
Eso es lo malo, ¿no te das cuenta?<br />
luIsa<br />
Si te enamoraras de otra, ya no te importaría perderme. ¡Es una tontería!<br />
enrIQue<br />
Trato de darte celos y sólo consigo angustiarme más. Tu tía Miguelina…<br />
luIsa<br />
¡Oh! Debí suponérmelo: ¡tía Miguelina!<br />
enrIQue<br />
no llegó a decirme más que frases vagas, que sí inquietantes.<br />
luIsa<br />
(Eludiendo su mirada.)<br />
ColeCCIÓn PensamIenTo domInICano | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Tía Miguelina no sabe lo que dice: está enferma. Se imagina cosas…<br />
enrIQue<br />
algo tratas de ocultarme.<br />
luIsa<br />
…no nos concierne a ninguno de los dos.<br />
680
enrIQue<br />
entonces, era cierto…<br />
luIsa<br />
¡Compréndeme!<br />
enrIQue<br />
Tienes el deber de confiar en mí… ¡Te lo suplico! ¡Te lo exijo!<br />
(Silencio obstinado de Luisa. Con desesperación.)<br />
Oh, Luisa, ya no eres la misma; ¡me has traicionado!<br />
luIsa<br />
¡Estás imposible! ¡Te detesto!<br />
enrIQue<br />
¿Lo ves? Al fin confiesas.<br />
luIsa<br />
(Tratando de contenerse.)<br />
No he confesado nada.<br />
enrIQue<br />
acabas de decirlo claramente.<br />
(Don Antonio y Doña Inés vienen desde el comedor, a tiempo de oír las últimas palabras de Enrique.)<br />
doÑa InÉs<br />
¿Qué es lo que Luisa acaba de decirle, Enrique?<br />
enrIQue<br />
Este… yo… le decía a Luisa… ella…<br />
don anTonIo<br />
(Acudiendo en su ayuda.)<br />
Inés, los muchachos están peleándose como es natural entre novios. Eso es todo.<br />
doÑa InÉs<br />
Progresas, querido antonio. Posees una tolerancia demasiado juvenil, que no va de<br />
acuerdo con tu edad.<br />
don anTonIo<br />
¿Va el smoking de acuerdo con mi edad?<br />
(Doña Inés toma asiento en el diván sin atreverse a replicar. Don Antonio la mira y sonríe para sí.)<br />
Luisa, sírvele a Enrique una copita de anís. Le hará de reactivo. Puedes traerme una,<br />
también.<br />
luIsa<br />
¿Y tú, mamá, no deseas?<br />
manuel rueda | la TrInITarIa BlanCa<br />
681
doÑa InÉs<br />
No, hija, el licor me da sueño y creo que de eso ya no puedo tener más. Un vistazo a esta<br />
revista de floricultura y a la cama. Mañana debo madrugar si quiero planear la nueva<br />
forma del jardín. Antonio, quiero decirte que desde mañana tendremos jardinero. Es<br />
nuevo en el pueblo y necesita trabajo. Como María va a estar unos días más en el campo,<br />
me es imprescindible.<br />
don anTonIo<br />
Te mantienes fiel a tu costumbre; me lo comunicas cuando ya no hay más remedio que<br />
aceptar. ¿Qué sería de ti si no inventaras algo nuevo constantemente?<br />
doÑa InÉs<br />
¿Y qué sería de ti, querido, si yo no tratara de embellecerte la vida?<br />
don anTonIo<br />
Ya me la has embellecido lo suficiente. ¡Me siento colmado!<br />
doÑa InÉs<br />
No sé si hablas en serio o irónicamente. De todos modos, ¡gracias!<br />
(Mientras tanto Luisa ha extendido una copa a Enrique, quien la toma después de carraspear nerviosamente.<br />
Luisa mira hacia otro lado. Luego da la otra copa a su padre y queda en pie, lejos del sitio que ocupa Enrique.)<br />
don anTonIo<br />
(A Enrique.)<br />
Por tu próxima partida. Te deseo éxito y rápidos progresos.<br />
enrIQue<br />
(Temeroso de lo que va a decir.)<br />
Creo, don Antonio, que no me iré todo lo pronto que yo esperaba.<br />
don anTonIo<br />
¿Cuándo tomaste semejante resolución?<br />
enrIQue<br />
En realidad hace poco… sólo unos momentos…<br />
(Atreviéndose.)<br />
ColeCCIÓn PensamIenTo domInICano | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Tal vez si Luisa y yo nos casásemos ahora.<br />
doÑa InÉs<br />
(Levantando los ojos de la revista y como si hubiera oído el anuncio del fin del mundo.)<br />
¿Qué ha dicho?<br />
enrIQue<br />
Que tal vez si Luisa y yo…<br />
doÑa InÉs<br />
Luisa, ¿formas tú parte de este complot?<br />
682
luIsa<br />
(Con ira.)<br />
Ni estoy metida en eso, ni quiero casarme con nadie.<br />
doÑa InÉs<br />
Menos mal que tú no apruebas una idea tan descabellada.<br />
(A Enrique.)<br />
Luisa no aceptaría a un muchacho sin porvenir…<br />
enrIQue<br />
¿Es que no se toman en cuenta para nada mis sentimientos?<br />
don anTonIo<br />
ustedes los jóvenes, suelen equivocarse casi con tanta frecuencia como nosotros los<br />
viejos. ¡Comprendemos! Quieres a Luisa y te aceptamos.<br />
enrIQue<br />
(Con un destello de esperanza en los ojos.)<br />
¿Entonces?…<br />
don anTonIo<br />
…siempre que las cosas sigan su curso normal.<br />
enrIQue<br />
(Desarmado.)<br />
He fracasado. Les ruego que me perdonen.<br />
(Después de un momento.)<br />
Pido permiso para retirarme.<br />
doÑa InÉs<br />
Sin duda; puede hacerlo.<br />
enrIQue<br />
(Sin atreverse a mirar a nadie, levantándose.)<br />
Buenas noches.<br />
manuel rueda | la TrInITarIa BlanCa<br />
don anTonIo<br />
Ve con Dios y descansa, hijo. Mañana lo verás todo mucho más claro.<br />
(Enrique sale. Luisa tiene el rostro entre las manos. Una pausa.)<br />
doÑa InÉs<br />
En nuestra juventud no nos sucedían cosas como éstas.<br />
don anTonIo<br />
Es que nunca tuve la suficiente inspiración como para proporcionártelas.<br />
683
(Mirando a Luisa.)<br />
Buen muchacho, Enrique. Un tanto apasionado, pero será un yerno maravilloso.<br />
doÑa InÉs<br />
Bueno, si sigo levantada un rato más, las emociones terminarán por quitarme el sueño.<br />
Buenas noches, hija. Todo se arreglará. La felicidad necesita de unas cuantas lágrimas.<br />
luIsa<br />
(Más calmada.)<br />
Buenas noches, mamá.<br />
(La besa.)<br />
doÑa InÉs<br />
¿Vienes, Antonio?<br />
don anTonIo<br />
Terminaré esta copa.<br />
(Doña Inés sale.)<br />
ColeCCIÓn PensamIenTo domInICano | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
luIsa<br />
(Sintiendo que ya puede hablar sin peligro.)<br />
Tía Miguelina tiene la culpa. Estuvo hablándole, aunque según parece no le relató su<br />
historia. Ahora se interesa por mi felicidad. Pasamos de un absurdo a otro mayor.<br />
don anTonIo<br />
Tu tía Miguelina se nos ha convertido en un problema.<br />
luIsa<br />
Tenemos que hacer algo… ¡Pronto!<br />
don anTonIo<br />
Esperaremos a mañana. Hablaré con ella y veremos lo que conviene hacer.<br />
luIsa<br />
La someterás a una estricta vigilancia médica o te la llevarás a la Capital. Un cambio tal<br />
vez la favorezca.<br />
don anTonIo<br />
No sé aún lo que mejor le convendría.<br />
luIsa<br />
Últimamente nada parece salirnos bien. También está lo del medallón. Dice que se lo ha<br />
regalado a ese enigmático sebastián.<br />
don anTonIo<br />
¿El medallón de nuestra madre?<br />
luIsa<br />
Sí. Forma parte de su comedia. No temas, aparecerá.<br />
684
don anTonIo<br />
De pronto me siento fatigado, temeroso…<br />
luIsa<br />
No luches, no te tortures. Vete y descansa.<br />
don anTonIo<br />
Para mí sólo existe esta casa y esta familia. ¿No seré ya impotente para defenderlas?<br />
Desearía darte fuerzas y lo único que consigo es comunicarte mi temor.<br />
luIsa<br />
Tu compañía es mi mayor consuelo.<br />
don anTonIo<br />
Gracias, hija. Enrique y tú deben ser felices. Perdónalo. No sabía lo que decía.<br />
luIsa<br />
Me sería imposible no perdonarlo.<br />
don anTonIo<br />
Esperaremos con impaciencia el día de mañana.<br />
luIsa<br />
Vete, que yo apagaré las luces. Sólo me quedaré el tiempo de buscar alguna revista.<br />
(Le da un beso en la mejilla.)<br />
don anTonIo<br />
(Desde la puerta.)<br />
Trata de dormirte de una vez. es lo mejor.<br />
(Luisa acaba de apagar la lámpara del techo, quedando la habitación iluminada por la lámpara de pie. Miguelina<br />
aparece en el umbral de su habitación ataviada con la suntuosa bata blanca del primer acto. Toda ella está mejor<br />
acicalada y acusa arrogancia y determinación. Don Antonio y Luisa la contemplan anonadados. Don Antonio<br />
pretende hablar y no le salen las palabras.)<br />
luIsa<br />
(Reaccionando rápidamente.)<br />
Hasta mañana, papá.<br />
manuel rueda | la TrInITarIa BlanCa<br />
(Los dos se miran un momento. La mirada de Luisa es una súplica para que él se marche. Don Antonio ha<br />
comprendido y sale.)<br />
mIGuelIna<br />
¿Por qué tanta extrañeza? Tengo una cita esta noche. Nada más claro.<br />
luIsa<br />
Una cita con un fantasma. ¡Has llevado las cosas demasiado lejos!<br />
mIGuelIna<br />
Una cita con un hombre joven que se llama Sebastián.<br />
685
ColeCCIÓn PensamIenTo domInICano | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
luIsa<br />
sebastián no existe.<br />
mIGuelIna<br />
Quien ha estado una hora entre sus brazos no puede dudar.<br />
luIsa<br />
Estás jugando con fuego. Tú sabes que esta es una farsa indigna de crédito. Lo has inventado<br />
todo para rebajarte y rebajarnos. Pero aún es tiempo. Tal vez estés confundida. Trata<br />
de distinguir la realidad de lo que no pasa de ser un sueño. Reconsidera tu situación.<br />
Da un paso atrás. Sálvate, tía Miguelina.<br />
mIGuelIna<br />
Lo llamo y me responde. ¿Qué más prueba? Todo lo que responde a un deseo, vive.<br />
Puedo dudar de todo menos de él, que me ha convertido en mujer para siempre.<br />
luIsa<br />
¡Si tan siquiera pudieras dudar!…<br />
mIGuelIna<br />
De los milagros no se duda. Son, y eso basta. Sebastián existe. Por él ya no estoy sola, ni<br />
despreciada, ni muerta. He logrado, al fin, lo que se me debía. No, no debo dudar. Lo<br />
acepto con toda mi alma y sigo adelante.<br />
luIsa<br />
Es un desconocido. ¿No le temes?<br />
mIGuelIna<br />
¿Temerías tú lo que te ofrece por primera vez en la vida un poco de seguridad?<br />
luIsa<br />
Te dejará de nuevo los brazos vacíos. Piénsalo bien. Cuando te hayas convencido, apaga<br />
la lámpara y vete a tu habitación, sola como siempre. Si somos valientes la verdad puede<br />
ser un gran consuelo. Destruye ese sueño, antes de que él te destruya.<br />
mIGuelIna<br />
Nadie podrá quitarme la realidad que he ganado para mí. ¡Vete de aquí! Esta hora me<br />
pertenece. ¿Quién eres tú? Una intrusa a quien apenas conozco. ¡Fuera de aquí, o se<br />
oirán mis gritos a varias leguas de distancia!<br />
(Luisa sale apresuradamente. Miguelina recorre la habitación con la mirada. Arregla las rosas. Luego parece<br />
escuchar, inmóvil y como en vilo. Su rostro se transfigura. Se vuelve y tiende los brazos hacia el jardín.<br />
Sebastián aparece, lentamente. Ya no es el personaje fogoso del primer acto. Toda su figura emana poesía y<br />
serenidad.)<br />
mIGuelIna<br />
Oh, Sebastián, por fin has vuelto. Estás aquí de nuevo…<br />
seBasTIán<br />
Sí, he vuelto, Miguelina.<br />
686
mIGuelIna<br />
Estás aquí y eres mío, mío para siempre.<br />
seBasTIán<br />
suena como algo irremediable.<br />
mIGuelIna<br />
El verdadero amor es para siempre. ¡Dime que amas para siempre!<br />
seBasTIán<br />
¿No es suficiente decir que te amo?<br />
mIGuelIna<br />
¡Abrázame! Que yo te sienta vivir pegado a mi misma realidad.<br />
(Él permanece inmóvil.)<br />
¿Qué te pasa? Pareces fatigado.<br />
seBasTIán<br />
(Desprendiéndose de ella, suavemente.)<br />
manuel rueda | la TrInITarIa BlanCa<br />
A veces estoy lejos. Me acordaba de un niño a quien esa palabra: “siempre”, le causaba<br />
terror. Ese niño dejaba resbalar una piedra desde el borde de los aljibes y ella caía, caía,<br />
adelgazando su sonido hasta que sólo era perceptible la levísima punción del agua al<br />
absorberla. Ese era, para él, el significado de la palabra “siempre”: un gran silencio en<br />
el fondo de los aljibes.<br />
mIGuelIna<br />
Sí; ahora te siento lejano, como si fuera a perderte.<br />
seBasTIán<br />
Tal vez nos vamos a perder, momentáneamente. Quise dominarte, llevarte de la mano<br />
por lo desconocido. No sé si he sido bueno o perverso contigo, Miguelina. Perdóname,<br />
pero debo marcharme de este pueblo. Algo superior a mí me reclama, una fuerza que<br />
me mueve incesantemente de un lado para otro.<br />
mIGuelIna<br />
¿Es que acaso no puedes, por mi amor, renunciar a todo lo demás?<br />
seBasTIán<br />
Mientras me siga descolgando por esa enredadera como un lagarto alocado, me haré<br />
traición a mí mismo. Me estoy convirtiendo en una costumbre. En tu costumbre,<br />
Miguelina. Desde que nací no he hecho otra cosa que luchar por dejar de ser una<br />
costumbre. No me traicionaré ahora que lo he perdido todo, hasta mi alma, según<br />
creo.<br />
mIGuelIna<br />
¿Es posible que sólo por tan corto tiempo hayas sido capaz de mantener en mí este sueño<br />
maravilloso? ¿Pero he dicho sueño? ¿Entonces ellos tenían razón? Quieres dejarme sin<br />
esa realidad que tanto he defendido…<br />
687
ColeCCIÓn PensamIenTo domInICano | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
seBasTIán<br />
¡Cuán dulce sería que me convirtieras en ese sueño!<br />
mIGuelIna<br />
Mi única locura ha sido la de creer en ti; no quiero que me la quiten. Deseo probarles que<br />
tú existes. Prefiero quedar manchada por una culpa irremediable a ser esa santurrona<br />
ante la que nadie se atrevería a decir una palabra descompuesta. Cuando no creen en<br />
ti es que no creen en mis posibilidades de mujer. No me encuentran capaz de cometer<br />
esta clase de pecado. ¡Oh, Dios mío, nunca supuse que el pecado podría cometerse con<br />
tanta fruición y esperanza!<br />
seBasTIán<br />
sobre todo, amas tu venganza. más que mi abandono te tortura el que no te crean.<br />
mIGuelIna<br />
No puedes marcharte. ¡Ayúdame! Preséntate a ellos y diles “yo soy Sebastián”. Solamente<br />
eso: “Soy el amante de Miguelina. Existo”. Necesito que me des esa prueba de amor.<br />
seBasTIán<br />
Me voy, Miguelina.<br />
mIGuelIna<br />
Y yo que pretendía tener un hijo tuyo. ¿Tendrás el valor de irte, dejándome así, abandonada<br />
a los míos, vejada y sin contar con la prueba que me hará libre a sus ojos?<br />
seBasTIán<br />
Volveré cuando menos lo esperes. Creo que no te olvidaré nunca, Miguelina… Guardaré<br />
el medallón de tu madre; él será tu victoria sobre mí.<br />
mIGuelIna<br />
¡El medallón de mi madre! Te lo llevas y me dejas sin pasado y sin futuro. Me llevas<br />
el recuerdo y lo que es peor, la esperanza. Oh, Sebastián, soy tuya, ¿qué más deseas?<br />
No me desprecies; no agregues tu desprecio al de los otros. Todo te lo doy, pero no me<br />
abandones…<br />
seBasTIán<br />
¿Podrías darme esa ración de libertad que me hace vivir? No, Miguelina. No he venido<br />
a consolarte. Te traje un hálito de vida y ahora debo desaparecer.<br />
mIGuelIna<br />
¡Un sueño! No debes ser sólo un sueño para mí. Lucharé hasta hacer de ti una realidad.<br />
Existes: puedo verte, tocarte, estremecerme toda ante ti. No debo permitir que tu ausencia<br />
te destruya, sin que hayas dejado constancia de tu verdad. Te retendré a la fuerza,<br />
sebastián.<br />
seBasTIán<br />
No creas demasiado en mí. Es como si la noche me esperara. Piensa en mí como en una<br />
sombra más… adiós, miguelina.<br />
(Le da la espalda y avanza unos pasos hacia el jardín.)<br />
688
mIGuelIna<br />
¡No! No puedes abandonarme tan fácilmente. ¡Detente! No des un paso más…<br />
(Saca un revólver del bolsillo de la bata. Él se detiene y se vuelve, enfrentándola.)<br />
¿Creías que no estaba preparada para esto? Te mataré. Quien no existe no puede morir.<br />
Con tu muerte me probaré a mí misma tu existencia y se la probaré a los demás.<br />
Una bala en el corazón y ya nadie podrá dudar. Dirán “ella lo ha matado” y estaré<br />
satisfecha.<br />
(Él retrocede hacia el jardín.)<br />
¡Detente!<br />
seBasTIán<br />
Te quiero, Miguelina. ¡Adiós!<br />
mIGuelIna<br />
¡Detente, te digo!<br />
(Él sigue retrocediendo. Ella dispara. Él se agarra el pecho y cae dando una vuelta con la elegancia de un bailarín.<br />
Su desaparición es súbita; se ha sumergido en la oscuridad con cierta levedad misteriosa, como si antes<br />
de caer se lo hubiera visto flotar.)<br />
¿Lo ves? ¿Lo ves? ¡Ya está hecho! Te he quitado la vida. Ahora existes. ¡Ahora es cuando<br />
realmente comienzas a existir!<br />
(Llega Don Antonio por la izquierda, en zapatillas. Puede notarse la precipitación con que se ha puesto la bata<br />
sobre la pijama. Detrás de él irrumpe Luisa, jadeante. Viste de la misma forma que en las escenas anteriores.)<br />
don anTonIo<br />
¿Pero qué pasa en esta casa? ¿Y ese disparo? Sonó aquí mismo, con tus gritos.<br />
luIsa<br />
¿Qué ha sucedido, tía? ¿Estás bien?<br />
mIGuelIna<br />
Tranquilícense. No me he quitado la vida. He sido yo la que ha matado a alguien.<br />
don anTonIo<br />
¿A quién has podido tú matar?<br />
mIGuelIna<br />
A mi amante… ¡A Sebastián! ¿No reconoces tu pistola? La sustraje de tu habitación esta<br />
mañana…<br />
(Don Antonio se apresura a recuperarla.)<br />
Él está en el jardín, desangrándose. La hora de la verdad no podía tardar.<br />
don anTonIo<br />
(Mira a Luisa lo que dura un relámpago. Luego corre precipitadamente hacia el jardín.)<br />
¡La luz, hija, pronto, la luz!…<br />
manuel rueda | la TrInITarIa BlanCa<br />
689
(Luisa enciende la luz del jardín, que reluce al fondo como si fuera de día. Sale detrás de su padre. Miguelina se<br />
sienta en el diván y espera, con calma, en actitud de triunfo. Luisa vuelve muy lentamente, con una serenidad<br />
cargada de significado.)<br />
mIGuelIna<br />
¿Lo has visto? Siento que lo hayas conocido muerto. Era fuerte y hermoso y la muerte<br />
no debe sentarle bien.<br />
luIsa<br />
(Después de una pausa.)<br />
No hay nadie en el jardín, tía Miguelina.<br />
mIGuelIna<br />
(Asombrada, se levanta.)<br />
Acabo de dispararle con mis propias manos. Lo he visto caer y arrastrarse hacia el<br />
jardín.<br />
luIsa<br />
Lo has imaginado, como todo lo demás.<br />
mIGuelIna<br />
(Casi en un grito.)<br />
¡Imposible! ¡Traman algo contra mí! Él está allí, muerto. Es imposible que sea de otro<br />
modo. Busca cerca de la trinitaria. ¡Es necesario que lo encuentren!<br />
don anTonIo<br />
(Subiendo desde el jardín.)<br />
Nadie hay cerca de la trinitaria, ni en parte alguna. Trata de despertar, Miguelina. Estás<br />
enloqueciendo. Si te empecinas no podremos ayudarte.<br />
mIGuelIna<br />
¡Ha huido!… Ha tenido tiempo de huir, no existe otra explicación. Su sangre, sí, su sangre<br />
debe estar allí, en el primer peldaño, por donde lo he visto desaparecer.<br />
luIsa<br />
(Con resolución súbita.)<br />
Acércate… Ven…<br />
(La toma de un brazo y la arrastra hacia el sitio. Miguelina vuelve la cabeza, como si temiera.)<br />
Mira, tía Miguelina, ¿es este el sitio?… ¿Tienes miedo de mirar hacia acá?… Aquí debe<br />
estar la sangre de Sebastián… ¿Por qué no miras, entonces?…<br />
mIGuelIna<br />
ColeCCIÓn PensamIenTo domInICano | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
(Volviendo el rostro lentamente, mira. Da un grito agudo, como si la hubiesen herido de muerte, y se tambalea.<br />
Luisa la sostiene. Luego, sollozando:)<br />
¡No puede ser posible! No estoy loca… Él existe. ¡Existe!…<br />
690
luIsa<br />
Alégrate, tía Miguelina. Sólo has matado un sueño, un mal sueño. Ahora puedes volver<br />
a tu paz, sanarte, descansar. Vamos a tu habitación. Debes dormir… Mañana estarás<br />
mejor.<br />
mIGuelIna<br />
(Se deja conducir, vencida. Al llegar a la puerta de su habitación mira hacia el jardín con un dolor infinito.<br />
Casi en un murmullo:)<br />
¿Por qué tenías que abandonarme?<br />
(Sale. Luisa entra con ella y vuelve inmediatamente, cerrando la puerta tras de sí.)<br />
luIsa<br />
Ve, papá, cerciórate de que mamá no se haya despertado.<br />
don anTonIo<br />
Cuando sonó el disparo dormía profundamente. Tiene el sueño pesado; no hay que<br />
temer…<br />
luIsa<br />
La enfermedad de tía Miguelina acaba de llegar a su punto culminante. Puede que<br />
sea para su bien. Ha sido un golpe para ella, pero ha empezado a darse cuenta de su<br />
error.<br />
don anTonIo<br />
(Sacando algo del bolsillo.)<br />
Luisa, ¿sabes qué es esto?<br />
luIsa<br />
¡El medallón! ¿Cómo lo conseguiste?<br />
don anTonIo<br />
¡Hace un rato!… Al pie de la trinitaria.<br />
TelÓn<br />
(Se miran asombrados mientras cae el<br />
manuel rueda | la TrInITarIa BlanCa<br />
691
Acto tercero<br />
(Al día siguiente. Primeras horas de la tarde. La escena está bañada por una luminosidad<br />
intensa, cegadora hacia la parte del jardín. Don Antonio está de pie y parece fatigado. Se acerca<br />
a la puerta del cuarto de Miguelina y escucha. Silencio. Suspira con un dejo de preocupación.<br />
Suena el timbre de calle. Sale por la derecha y reaparece con Enrique.)<br />
enrIQue<br />
No tengo cómo pagarle lo que usted ha hecho por mí.<br />
don anTonIo<br />
Olvídate, hijo mío.<br />
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enrIQue<br />
¡Yo, dudar de Luisa!… Tuvo usted que revelarme esa historia tan íntima y dolorosa. Ha<br />
sido usted un verdadero padre para mí.<br />
don anTonIo<br />
De nada tienes que avergonzarte. Luisa, en parte, fue responsable por callar; se sentía<br />
perturbada como si aquella hipotética culpa la hubiese alcanzado.<br />
enrIQue<br />
Pero yo debí comprender… Estaba exaltado después de la conversación con la señorita<br />
miguelina.<br />
don anTonIo<br />
Sí, hijo mío, Miguelina ha estado mal. El doctor ha venido dos veces esta mañana y dentro de<br />
poco estará aquí otra vez. Sus visitas han realizado milagros. La salvación de nuestros pueblos<br />
está en esos jóvenes que comienzan sus carreras modestamente, lejos de la competencia<br />
capitaleña y que aún no han sido corrompidos por ella. Ejercen su profesión denodadamente,<br />
como si cada paciente debiera cubrirlos de gloria. Ha hecho maravillas en sus visitas de esta<br />
mañana. Súbitamente Miguelina ha parecido calmarse. En mis tiempos no se conocía casi<br />
nada sobre esa nueva ciencia, y lo poco que se conocía era considerado como indecente. No<br />
deja de tener algo de hechicería esa manera suave e insistente con que realiza sus sesiones.<br />
Una palabra tras otra, palabras comunes, tan comunes que apenas si podemos creer que con<br />
ellas se logre curación alguna. Entonces, el paciente despierta a la realidad. En eso consiste<br />
la misión de esos hombres, en suministrar la realidad como una medicina. No sé si después<br />
los pacientes quedan felices, pero vuelven a la normalidad.<br />
enrIQue<br />
Sabe usted mucho de todo eso.<br />
don anTonIo<br />
Al menos puedo repetir exactamente lo que el doctor me ha dicho. Cuando no sabemos<br />
una cosa lo mejor es repetir cuanto nos dicen acerca de ella. Es el secreto de ciertas erudiciones<br />
de salón.<br />
enrIQue<br />
Me asombra que la señorita Miguelina haya podido mejorar tan rápidamente.<br />
692
don anTonIo<br />
El doctor parece pensar lo mismo. Miguelina luchaba entre la realidad y el sueño sin<br />
conocer sus límites. ¿Cómo puede haber aceptado la realidad tan fácilmente, después de<br />
haberse aferrado al sueño?… Sin duda la pregunta le preocupa. Piensa que todavía no<br />
ha pasado el peligro, puesto que la mente arma trampas insospechadas y ese estado de<br />
aceptación de Miguelina bien puede ser una de ellas. Veremos lo que saca en limpio de<br />
la sesión de esta tarde.<br />
(Luisa entra por la izquierda. Enrique la mira, sobresaltado, y ella baja la cabeza.)<br />
Hija mía, acércate. Enrique vino a preguntar por la salud de Miguelina.<br />
luIsa<br />
¡Ah, sí! Muy amable de su parte.<br />
don anTonIo<br />
También quiere que lo perdones.<br />
enrIQue<br />
(Asintiendo.)<br />
¡Eso es! He sido un tonto.<br />
luIsa<br />
¿Lo dices de veras?<br />
enrIQue<br />
Oh, Luisa, tú sabes muy bien que sí. No hice más que disparatar. Iré a la capital y estudiaré.<br />
Estoy seguro, nunca estuve tan seguro, tú me esperarás!…<br />
luIsa<br />
(Precipitándose en sus brazos.)<br />
Te perdono de todo corazón.<br />
don anTonIo<br />
(Carraspeando.)<br />
Bueno, bueno… asunto concluido. La felicidad ha vuelto a reinar entre nosotros.<br />
luIsa<br />
¿Y tía Miguelina?<br />
don anTonIo<br />
Descansa. En la penumbra de su habitación ha logrado serenarse. Creo que vamos ganando<br />
terreno.<br />
luIsa<br />
¿No teme el doctor una recaída?<br />
manuel rueda | la TrInITarIa BlanCa<br />
don anTonIo<br />
¿Quién puede asegurarlo?… Por ahora todo marcha a las mil maravillas. Ni siquiera tu<br />
madre ha tenido que enterarse de los detalles enojosos. Anoche los ignoró porque dormía;<br />
693
hoy los sigue ignorando porque está despierta. Sus preocupaciones le impiden ahondar<br />
en las personas. Eso la salva. Sólo parece extrañada con lo de la enredadera…<br />
luIsa<br />
¿Le dijiste que el doctor quería que fuese cortada inmediatamente?<br />
don anTonIo<br />
sí.<br />
luIsa<br />
¿Qué excusa le has dado?<br />
don anTonIo<br />
La alergia: está de moda. Le expliqué que a Miguelina parecía hacerle daño la proximidad<br />
de esa trinitaria, con lo que no hizo ya más preguntas. Cualquiera explicación es buena<br />
para ella.<br />
enrIQue<br />
No alcanzo a comprender el papel que juega la trinitaria en todo esto. Es hermosa.<br />
luIsa<br />
Demasiado hermosa: en ello estriba su peligrosidad. No sé qué simbolismo tiene para tía<br />
Miguelina. Lo que sí parece cierto es que ha sido el punto de partida de su imaginación.<br />
Algo así como el peldaño entre la realidad y el sueño. Sobre ese peldaño se ha deslizado<br />
hacia ella ese fantasma que la estaba enloqueciendo poco a poco.<br />
enrIQue<br />
¡Un fantasma!<br />
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don anTonIo<br />
Te parecen, como a mí, creencias de gentes ignorantes. Simples supersticiones.<br />
luIsa<br />
Sin embargo hay una gran verdad en ello. ¿En qué piensa una muchacha cuando ve sobre<br />
un muro alto descender una cascada de flores blanquísimas? A cada imagen responde<br />
una idea. Pensamos en la única cosa blanca que puede pensar una muchacha que ya ha<br />
dejado, por supuesto, de ser una niña. Pensamos en boda, en tules, en el novio esperando<br />
a través de tanta blancura…<br />
don anTonIo<br />
Siempre he dicho que la imaginación es un peligro para las mujeres. No hay por qué<br />
asociar a una simple enredadera, por el solo hecho de que sea blanca y esté pegada a<br />
un muro, tantas visiones extraordinarias.<br />
luIsa<br />
Tía Miguelina pasaba horas contemplándola. Hasta que imaginó toda la historia, los<br />
escalamientos nocturnos…<br />
enrIQue<br />
es extraordinario, increíble…<br />
694
luIsa<br />
Queda, también, el asunto del medallón.<br />
don anTonIo<br />
Ella misma lo habrá puesto allí, al pie de la enredadera. No podemos creer que su galán lo<br />
perdiera en la fuga. Sería darle la razón a esos sueños que estamos tratando de destruir.<br />
luIsa<br />
¡La destrucción de los sueños! No sé por qué me da miedo oír hablar de ello. La mejoría<br />
de tía Miguelina, ¿no podrá traernos un trastorno mayor que el de todas sus imaginaciones?<br />
Necesitamos en cierta manera nuestros sueños, tanto como nuestra realidad.<br />
Dejar sin sueños a un ser humano, ¿no es dejarlo, también, sin su realidad?<br />
don anTonIo<br />
Hija mía, no permitas que tu inteligencia llegue a torturarte. Lo que hacemos es lógico<br />
y necesario y Miguelina parece aceptarlo como un bien. No pienses más en ello.<br />
luIsa<br />
Está bien, papá. Trataré.<br />
enrIQue<br />
Ahora necesito que pienses un poco más en mí.<br />
doÑa InÉs<br />
(Entrando desde el jardín.)<br />
acabo de ordenar al jardinero que corte la trinitaria. ¿Cómo se llama la enfermedad que<br />
produce?<br />
don anTonIo<br />
alergia, querida.<br />
manuel rueda | la TrInITarIa BlanCa<br />
doÑa InÉs<br />
¡Qué no inventarán los médicos hoy en día! Buenas tardes, Enrique. ¿Ha vuelto usted<br />
a insistir en lo del matrimonio? Me parece inexplicable su conducta de anoche. Sólo el<br />
sueño que tenía me quitó los deseos de discutir el asunto con usted.<br />
enrIQue<br />
He venido a disculparme… Verdaderamente lo lamento, doña Inés.<br />
doÑa InÉs<br />
Pues vuelve usted a contar con mis simpatías. Luisa es demasiado joven para casarse y<br />
usted… pues ya ve, usted no tiene edad todavía.<br />
luIsa<br />
¡Mamá! Si Enrique y yo no podemos casarnos es porque él tiene que terminar sus estudios.<br />
Por otra parte, somos capaces de llenarte de nietos.<br />
don anTonIo<br />
Inés, has puesto el dedo en la llaga. Decir joven a la juventud viene a ser como despreciarla.<br />
695
doÑa InÉs<br />
¡Nietos! ¿No podía ocurrírsete otra cosa mejor ahora que estoy rehaciendo el jardín? No<br />
quiero muchachos traviesos que me maltraten las plantas.<br />
(Todos sonríen.)<br />
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¿Era necesario obedecer tan ciegamente al médico en eso de cortar la trinitaria?<br />
don anTonIo<br />
Indispensable, querida.<br />
doÑa InÉs<br />
Bueno, plantaré dalias y claveles… alegran más. Además la trinitaria es una flor que no<br />
huele… una flor demasiado triste. Sin contar con lo de la alergia.<br />
(Miguelina sale desde su habitación. Viste el traje sencillo del primer acto.)<br />
mIGuelIna<br />
¿A qué hora dijo el doctor que volvería?<br />
don anTonIo<br />
No tardará. Será cosa de media hora a lo sumo.<br />
doÑa InÉs<br />
Miguelina querida, ¿estás bien?<br />
mIGuelIna<br />
Me siento perfectamente.<br />
luIsa<br />
Pareces esperar al médico con agrado.<br />
mIGuelIna<br />
No debo temerle; me está curando. Ah, Enrique, le debo a usted una satisfacción. Anoche<br />
tenía un poco de fiebre, estaba fuera de mis cabales y le dije a usted unas cosas de las<br />
que realmente me avergüenzo.<br />
enrIQue<br />
No tiene importancia. Olvídelo; fue debido a su enfermedad.<br />
mIGuelIna<br />
(Como repitiendo algo que ya se le ha dicho.)<br />
Sí; la enfermedad es la causante. He tenido alucinaciones. Eso dicen. La falta de pruebas<br />
es aplastante. Eran necesarias algunas pruebas. Debemos esgrimir a cada instante nuevos<br />
datos. Nos damos la mano para reconocernos, para estar ciertos de que la apariencia<br />
no nos engaña. Todo contacto es un dato que debemos acumular y asociar a los demás.<br />
Nada de lo que me acaba de suceder es real, puesto que no ha dejado constancia alguna<br />
que lo haga reconocible. Ni un testigo, ni una huella,<br />
(Ligeramente perturbada.)<br />
ni una gota de sangre.<br />
696
doÑa InÉs<br />
(Entre divertida y extrañada.)<br />
¿Sangre? ¿Has matado a alguien, Miguelina?<br />
(Hay un momento de tensión.)<br />
mIGuelIna<br />
La prueba aún no aparece.<br />
doÑa InÉs<br />
es realmente gracioso, miguelina, graciosísimo…<br />
(Ríe. Los demás respiran, aliviados.)<br />
Hace tiempo que no te oía decir algo semejante. Sí, Antonio, Miguelina está mejor. Debo<br />
felicitar al doctor. avísame cuando llegue. es gracioso, graciosísimo.<br />
(Sale riendo.)<br />
enrIQue<br />
Ven, Luisa, esperaremos en la sala. No debemos estorbar cuando llegue el médico.<br />
(Salen por la derecha.)<br />
don anTonIo<br />
Iré a esperarlo fuera. Descansa, mientras tanto.<br />
mIGuelIna<br />
(Tomándole una mano de manera fría y formal.)<br />
Gracias, antonio…<br />
don anTonIo<br />
Hago lo que debo, Miguelina.<br />
mIGuelIna<br />
¿Qué esperas tú que deba decirte? Porque algo debería decirte…<br />
don anTonIo<br />
No te esfuerces. Descansa. Nada ha trascendido fuera de esta casa.<br />
mIGuelIna<br />
Lo sé. Esa es tu fuerza: creas honorabilidad. Sí, es bueno vivir aquí, sentirse formar parte<br />
de todo esto. Gracias, Antonio. Has hecho muchísimo por mí.<br />
(Don Antonio, sinceramente turbado, sale por la derecha. Miguelina queda sola, sentada en el diván, de espaldas<br />
al jardín. La tarde cae suavemente. Silencio. Sebastián entra por el fondo con el brazo herido levemente<br />
soliviantado. Hay una gran expectativa en el rostro de Miguelina. Volviéndose, con ansiedad, murmura:)<br />
¿Eres tú?<br />
manuel rueda | la TrInITarIa BlanCa<br />
seBasTIán<br />
Quiero que me oigas un momento, pero conservando tu serenidad. Nada de arrebatos<br />
y sobre todo, nada de pasión. Esta es una entrevista que casi sucede en el recuerdo, más<br />
allá de toda posibilidad. Acuérdate: te está prohibido creer en mí.<br />
697
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mIGuelIna<br />
¿Cómo has podido llegar hasta aquí?<br />
seBasTIán<br />
Como las demás veces.<br />
mIGuelIna<br />
Sí, pero la noche te era más propicia. Ahora, contemplándote así, de día, me pareces algo<br />
incongruente, vacío de significado. ¿No tienes miedo a que te encuentren?<br />
seBasTIán<br />
De momento no hay peligro. Te han dejado sola para que medites, antes de enfrentarte<br />
por última vez, en el día de hoy, a tu médico. Debes descansar y no pensar en nada. ¡Ni<br />
siquiera en mí!<br />
mIGuelIna<br />
Te miro y siento que un mundo de imposibilidades nos separa. Es como si te rodeara<br />
un vacío que ya no me fuera permitido atravesar.<br />
seBasTIán<br />
Es el vacío en que suceden las despedidas. Debo desaparecer.<br />
mIGuelIna<br />
Has vuelto. Has vuelto cuando más te necesito.<br />
seBasTIán<br />
¿Es que aún existo, Miguelina?<br />
mIGuelIna<br />
Quieren privarme de ti, arrebatárteme. Tengo miedo, Sebastián, un miedo atroz a carecer<br />
de tu amor.<br />
seBasTIán<br />
Acuérdate: ¡tú me has matado! Has disparado sobre mí y ese es ya mi verdadero fin.<br />
Comienza a serlo. El resto viene después, en el recuerdo mismo. He venido a ayudarte<br />
a matar ese recuerdo.<br />
mIGuelIna<br />
¡No! Nunca me quitarán este recuerdo. Dicen que no debo creer en ti. Trataré de<br />
recordar toda la vida que no debo creer en ti para que de esa forma me sea imposible<br />
olvidarte. Además te veo, estás ahí, me llenas el corazón de verdad. Conservas mi<br />
disparo en el hombro: he ahí la prueba. Tu sangre no estaba allí donde la vi caer;<br />
estoy dispuesta a declarar que en eso sí me engañé. Pero tu herida no me engaña.<br />
Ella me prueba que vives, es la señal que te hace mío. Pobre amor mío, y yo te creí<br />
muerto.<br />
(Se acerca y va a tocarle la herida.)<br />
698
seBasTIán<br />
(Retrocediendo.)<br />
¡No te acerques! Esa evidencia no la tendrás más. Ya no te será dado tocarme. Me has<br />
convertido en un fantasma. Tus ojos, tus oídos pueden engañarte, pero deja que nuestros<br />
cuerpos se ignoren mutuamente.<br />
mIGuelIna<br />
Mi cuerpo, que ha sido tuyo, no podrá ignorarte nunca.<br />
seBasTIán<br />
He muerto anoche, Miguelina.<br />
mIGuelIna<br />
¿A qué has venido, entonces?<br />
seBasTIán<br />
Para ayudarte.<br />
mIGuelIna<br />
¿Cómo podrás hacerlo?<br />
seBasTIán<br />
Dándote valor para que des el paso decisivo. Debes amarme hasta el punto de renunciar<br />
a mí. Reniega de mí y me tendrás para siempre. “Para siempre”, ¿te acuerdas?<br />
mIGuelIna<br />
(En un susurro.)<br />
el fondo del aljibe.<br />
seBasTIán<br />
Allí, ignorados de todos, hasta de nosotros mismos. Apenas un leve círculo de agua.<br />
Algo como el último temblor de un recuerdo. Sumérgete sin miedo. Olvida. Cierra los<br />
ojos, y me ganarás para siempre.<br />
mIGuelIna<br />
Tengo miedo. me siento mal, sebastián. no me abandones. un velo nubla mi vista.<br />
¿Dónde estás? ¿Dónde?<br />
(Cierra los ojos fuertemente.)<br />
seBasTIán<br />
a tu lado.<br />
mIGuelIna<br />
(Sin abrir los ojos.)<br />
Dame tu mano, ayúdame.<br />
seBasTIán<br />
Gira sobre ti misma.<br />
manuel rueda | la TrInITarIa BlanCa<br />
699
(Ella queda de espaldas a él.)<br />
No debes moverte hasta que me vaya. Un solo movimiento tuyo apresuraría mi partida.<br />
mIGuelIna<br />
(Abriendo los ojos.)<br />
¿Tampoco debo verte?<br />
seBasTIán<br />
Sólo oírme. Es preciso que te despojes de mí. Cuando el médico vuelva, todo habrá<br />
concluido entre nosotros. Vivirás una nueva vida.<br />
mIGuelIna<br />
no deseo vivir sin ti.<br />
seBasTIán<br />
Acuérdate, tú y yo seguiremos… Sólo deberás entregarte a las transformaciones.<br />
Nada se pierde. Verás cómo la vida sigue, igual, reconocible aun dentro de las nuevas<br />
apariencias. En todas ellas me reconocerás. Volveré y tú lo sabrás. No sé con qué nombre,<br />
no sé con cuál rostro, pero para ti será lo mismo que seguirme estrechando entre tus<br />
brazos.<br />
mIGuelIna<br />
Suena como una promesa maravillosa.<br />
seBasTIán<br />
Sólo debes decir: consiento.<br />
mIGuelIna<br />
(Levantando los brazos, perdida.)<br />
Me es imposible, Sebastián.<br />
seBasTIán<br />
(Con firmeza.)<br />
Debes decir: consiento.<br />
mIGuelIna<br />
(Repitiendo como en un ensalmo.)<br />
Consiento.<br />
seBasTIán<br />
Desaparece de mí, de mi memoria…<br />
mIGuelIna<br />
Desaparece de mí, de mi memoria<br />
seBasTIán<br />
(Retrocediendo.)<br />
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muere, sebastián…<br />
700
mIGuelIna<br />
(Con esfuerzo sobrehumano.)<br />
muere… sebastián.<br />
(Él ha desaparecido. Ella se vuelve. Corre hacia el jardín y llama patéticamente con un último destello de memoria.)<br />
¡Sebastián!<br />
(El doctor ha entrado seguido de don Antonio, quien lo mira acongojado, comprendiendo que algo acaba de<br />
pasar. El doctor le hace una seña para que los deje solos. Don Antonio sale.)<br />
doCTor<br />
¿Llamaba usted a alguien, señorita Miguelina?<br />
mIGuelIna<br />
(Volviéndose. En su rostro hay angustia y extrañeza.)<br />
Es curioso. No me he dado cuenta.<br />
doCTor<br />
¿Qué nombre decía usted, al yo entrar?<br />
mIGuelIna<br />
(Tratando de recordar.)<br />
Estoy confundida… lo llamaba a él… pero…<br />
doCTor<br />
le es difícil a usted decir ese nombre. Buen síntoma. las fuerzas defensoras de su cerebro<br />
tratan de echar una cortina sobre ciertos recuerdos que le son nocivos, perjudiciales.<br />
mIGuelIna<br />
No he olvidado, todavía.<br />
doCTor<br />
Ya ha comenzado a hacerlo.<br />
mIGuelIna<br />
Acabo de tener una entrevista… Sin embargo, no juraría que ha ocurrido en realidad. No<br />
debo de creer en tales cosas. La recuerdo, sí, pero como puede recordarse un sueño.<br />
doCTor<br />
Sus propias experiencias, ¿no han ido tal vez debilitándose? Su primer encuentro con<br />
él, ¿no fue acaso mucho más vívido que este último?<br />
mIGuelIna<br />
Lee usted mis pensamientos.<br />
manuel rueda | la TrInITarIa BlanCa<br />
doCTor<br />
Es que ha comenzado usted a vencer ese fantasma que oscurecía su mente. Basta razonar,<br />
comprender, para salir vencedores de tales demonios. Antiguamente a los endemoniados<br />
701
se los exorcizaba con palabras mágicas… Lo mágico, ahora, es el conocimiento. Ahora<br />
usted comprende, conoce las razones de lo que ha sucedido… Usted acaba de pasar por<br />
un estado de fiebre y ansiedad que le provocó una suerte de espejismos a los que su<br />
mente se aferró con desesperación.<br />
mIGuelIna<br />
Sí. Estuve endemoniada. Sólo visiones de pecado y de muerte quedan en mi alma.<br />
doCTor<br />
Resígnese. Vuelva usted a su vida de antes, a su familia, a sus ocupaciones, a su…<br />
mIGuelIna<br />
Sí, dígalo… ¡A su soledad!<br />
doCTor<br />
A su verdad, diría yo.<br />
mIGuelIna<br />
(Aferrada aún a ciertos pensamientos.)<br />
Espere, doctor, ¿y el medallón? ¿Dónde está el medallón de mi madre? Él lo tiene, lo<br />
guarda sobre su corazón, esa fue su promesa. No me engaño, doctor… Él guarda mi<br />
medallón sobre su pecho.<br />
doCTor<br />
(Sacándolo del bolsillo.)<br />
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He aquí su medallón. Fue encontrado al pie de la trinitaria, la noche en que usted disparó<br />
al vacío…<br />
mIGuelIna<br />
¡Imposible! Él no me dijo que lo había perdido…<br />
doCTor<br />
Usted misma puso el medallón en aquel sitio. Fue usted quien urdió todo el engaño de<br />
punta a cabo. No recuerda los hechos porque no le conviene recordarlos, porque a su<br />
mente enferma no le conviene recordar más que aquello de que usted estaba ávida.<br />
mIGuelIna<br />
(Como si hablara consigo misma.)<br />
Me dijo que todo se transformaría, que lo aceptara todo, si quería unirme a él para siempre.<br />
doCTor<br />
¿Se siente usted mal de nuevo?<br />
mIGuelIna<br />
Un pequeño malestar, pero me recobro.<br />
doCTor<br />
Haga memoria. Esfuércese en que la mente le traiga el recuerdo justo. ¿Puso usted el<br />
medallón, allí donde fue encontrado?<br />
702
mIGuelIna<br />
Sí. Lo puse.<br />
doCTor<br />
¿Con cuál motivo?<br />
mIGuelIna<br />
Con el de engañar.<br />
doCTor<br />
¿Acepta usted que todo fue una comedia hilvanada por su subconsciente para dar una<br />
válvula de escape a su vida gris y monótona? ¿Cree usted realmente en ello?<br />
mIGuelIna<br />
Lo acepto. Lo creo.<br />
doCTor<br />
¿Está usted decidida a no dejarse ofuscar más por meras fantasías y a poner sus ojos<br />
solamente en el mundo real e inmediato?<br />
mIGuelIna<br />
Estoy decidida a ello. Esto es una silla, aquello una lámpara, allá hay un ramo de rosas,<br />
usted es mi médico y ésta soy yo, una mujer nueva, ya sin sueños, retornando a una<br />
realidad que no la asusta.<br />
doCTor<br />
Y éste es el medallón de su madre. Guárdelo.<br />
mIGuelIna<br />
(Tomándolo. Lo mira lentamente.)<br />
Hermosos brillantes. He tenido suerte al recobrarlo.<br />
doCTor<br />
Está usted en disposición de enfrentarse nuevamente a su familia, libre ya de su error.<br />
Salvo su cuñada, quien lo ignora todo, se han mantenido angustiados pensando en que<br />
éste fuera un caso incurable.<br />
mIGuelIna<br />
Han sido demasiado buenos conmigo. ¡Pobre hermano y pobre Luisa! No han merecido<br />
esta prueba. Llámelos usted y que me vean transformada de nuevo en la verdadera tía<br />
miguelina.<br />
doCTor<br />
los llenará de felicidad.<br />
manuel rueda | la TrInITarIa BlanCa<br />
(Abre la puerta de la derecha y hace una señal. Entran don Antonio, Enrique y Luisa. Un momento de silencio.)<br />
mIGuelIna<br />
Me siento apenada por lo sucedido. Estuve sumida en la oscuridad y el error. Pido que<br />
me perdonen.<br />
703
don anTonIo<br />
Has estado enferma. No tienes la culpa.<br />
mIGuelIna<br />
enrique, en cuanto a usted, celebro que desee estudiar. un título universitario es el<br />
verdadero cimiento del bienestar. El tiempo pasa pronto y Luisa, por otra parte, es una<br />
muchacha paciente. ¡Lo esperará!<br />
enrIQue<br />
Vuelve usted a darme los ánimos necesarios. Gracias.<br />
mIGuelIna<br />
(A Luisa, entregándole el medallón.)<br />
Tómalo. Es tuyo. Te pertenece.<br />
luIsa<br />
Oh, tía, tía querida.<br />
(La besa.)<br />
ColeCCIÓn PensamIenTo domInICano | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Siempre lo quise poseer, aunque no pensé que lo mereciera. Es un recuerdo demasiado<br />
precioso.<br />
mIGuelIna<br />
Sí, Luisa, dejamos un poco de nuestra vida encerrada en esos objetos.<br />
don anTonIo<br />
Doctor, no sabemos cómo pagarle lo que ha hecho por mi hermana. Nos la ha devuelto<br />
usted más sana y con una seguridad que verdaderamente nos sorprende.<br />
mIGuelIna<br />
Lo que mi hermano quiere decir es que me ha perfeccionado usted.<br />
doÑa InÉs<br />
(Entrando por la izquierda.)<br />
Creo que algo está sucediendo aquí sin mi permiso. ¿Se va usted, doctor, o es que acaba<br />
de llegar?<br />
doCTor<br />
Creo que nada tengo ya que hacer en esta casa.<br />
doÑa InÉs<br />
¿Ha pasado ya todo peligro de contagio? Le temo mucho a esas nuevas enfermedades.<br />
doCTor<br />
Ah, sí, por supuesto.<br />
mIGuelIna<br />
Querida Inés, moriría de pena si pensara que, por un momento, he podido causarte el<br />
más leve trastorno.<br />
704
doÑa InÉs<br />
Pero Miguelina, ¡qué palabras tan bellas estás diciendo!<br />
(Al doctor)<br />
¿Es usted médico o profesor de buenos modales?<br />
mIGuelIna<br />
Es que de pronto he comprendido lo mucho que te debo.<br />
doÑa InÉs<br />
(Al borde de las lágrimas.)<br />
¡Cuánto has tardado en hacerme justicia! Pero te lo perdono. Y para que veas lo bien<br />
dispuesta que estoy, propongo una celebración. Se quedarán todos a cenar. Usted doctor,<br />
usted enrique.<br />
doCTor<br />
Me uno a tan bella idea aunque lamento no poder aceptar. Los médicos no podemos<br />
darnos esos placeres. Nos llaman cuando menos lo esperamos y debemos estar siempre<br />
listos. Los dejo a ustedes, pues, en el mejor de los mundos posibles.<br />
mIGuelIna<br />
realmente sentimos que no se quede usted, doctor.<br />
don anTonIo<br />
es lamentable.<br />
doÑa InÉs<br />
Puede volver cuando lo desee.<br />
(Mirando a Miguelina.)<br />
Entre la alergia y usted han obrado milagros.<br />
don anTonIo<br />
Lo acompaño, doctor.<br />
(El doctor hace una reverencia.)<br />
mIGuelIna<br />
adiós, doctor.<br />
(Don Antonio y el doctor salen.)<br />
doÑa InÉs<br />
(A Miguelina.)<br />
manuel rueda | la TrInITarIa BlanCa<br />
Será una doble celebración. Tu restablecimiento y la despedida de Enrique.<br />
enrIQue<br />
Dentro de unos días comienzan las inscripciones en la Universidad.<br />
luIsa<br />
Trataré de convencer a papá para que demos un viaje a la Capital antes de tus vacaciones.<br />
705
doÑa InÉs<br />
No nos vendrían mal algunas compras.<br />
luIsa<br />
(A Enrique, con malicia.)<br />
Sí; además una novia debe preparar su ajuar con anticipación.<br />
(El rostro de Enrique está iluminado.)<br />
mIGuelIna<br />
En la mesa brindaremos por su porvenir y el de Luisa.<br />
don anTonIo<br />
(Volviendo.)<br />
Por ellos y por ti, que bien te lo mereces después de tan dura prueba.<br />
doÑa InÉs<br />
Antonio, acompáñame. Te encargarás de algunos detalles, mientras yo dispongo la cena.<br />
don anTonIo<br />
Me llevan de un lado para otro y no debo objetar. Eso quiere decir que, después de todo,<br />
soy indispensable.<br />
(Con sorna.)<br />
No hay que hablar, Inés, tú ordenas y yo obedezco.<br />
luIsa<br />
No te queda otro remedio, papá.<br />
(Don Antonio se siente renacer. Coge el brazo de su mujer, quien lo mira extrañada. Le palmotea la mano con<br />
ternura. Salen como dos jóvenes que disfrutasen de su luna de miel.)<br />
No hay nadie como ellos. A su modo, son inmensamente felices.<br />
enrIQue<br />
Es el ejemplo que trataremos de imitar.<br />
luIsa<br />
Ahora pondremos un poco de música en la sala.<br />
enrIQue<br />
Buena idea.<br />
ColeCCIÓn PensamIenTo domInICano | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
luIsa<br />
Primero un vals para ti, tía Miguelina.<br />
mIGuelIna<br />
Siempre me ha gustado el vals…<br />
(Miguelina queda sola. Enciende la luz de la lámpara de pie. Mira a su alrededor. Está cansada, vacía. Se<br />
recuesta en el diván y suspira. Toma una revista. La deja. Se oye un vals lento. La escena es extrañamente la<br />
706
misma del primer acto. Por el fondo aparece el jardinero; trae un ramo de trinitaria blanca en la mano. Viste<br />
un pantalón marrón oscuro y camisa a cuadros. Aunque su vestimenta no es parecida a la de Sebastián, su<br />
aparición está cargada de resonancias anteriores.)<br />
JARDINERO<br />
¿Está la señora? Ya he terminado mi trabajo.<br />
mIGuelIna<br />
(Incorporándose. Lo mira fijamente, extrañada. Luego le sonríe, como si le hubiese reconocido.)<br />
¿Entonces, eres tú?<br />
JARDINERO<br />
Verá usted. Yo soy el nuevo jardinero y…<br />
mIGuelIna<br />
Te reconozco. Has vuelto como me lo tenías prometido. No has tardado.<br />
JARDINERO<br />
No la comprendo, en absoluto…<br />
mIGuelIna<br />
Es maravilloso. A pesar de la transformación, sé que eres tú, no ya un sueño, tú en<br />
carne y hueso, esperándome con tus brazos fuertes tendidos hacia mí y el ramo de<br />
novia en tu mano.<br />
JARDINERO<br />
Acabo de cortar la trinitaria como la señora me lo ha mandado. He venido a decírselo.<br />
mIGuelIna<br />
¿Has cortado tú, tú mismo, nuestra hermosa trinitaria blanca? ¿Por dónde te descolgarás<br />
entonces cada vez que quieras volver a mí?… Ah, ya veo… Hemos vencido al fin.<br />
¡Hemos vencido! Cortaremos todas las trinitarias del mundo. Ya no las necesitaremos<br />
más. Soy tuya. Voy hacia ti… Tú has venido a quedarte para siempre…<br />
(El jardinero se mantiene al fondo de la escena como un símbolo. Suelta poco a poco,<br />
el ramo de trinitaria mientras Miguelina, transfigurada, tiende sus brazos hacia él.<br />
sigue el vals mientras cae el<br />
TelÓn FInal<br />
manuel rueda | la TrInITarIa BlanCa<br />
707
Jorge Tena Reyes<br />
Nació en Juan Barón, sección de la Provincia<br />
de San Cristóbal, República Dominicana, el 5<br />
de julio de 1927. Historiador, ensayista, filósofo<br />
y maestro. Como servidor público ejerció por<br />
varios años las funciones de Subsecretario de<br />
educación, encargado de asuntos culturales. a<br />
él se debe la creación de la Feria Nacional del<br />
Libro en 1973, y de los Premios Anuales que<br />
actualmente patrocina la Secretaría de Estado<br />
de Cultura. Como investigador y editor ha publicado<br />
entre otros libros y ensayos: Notas acerca<br />
del Cuento y la Novela en la República Dominicana<br />
(1974); De mi Patria, antología de Pedro Henríquez<br />
Ureña (1974); Duarte en la Historiografía<br />
Dominicana (1976); La Trinitaria: Fundación,<br />
desarrollo y actuaciones (1975); Apolinar Tejera,<br />
Rectificaciones Históricas (1976); Manuel Arturo<br />
Peña Batlle en la Historiografía Dominicana (1988);<br />
Familia Henríquez Ureña, Epistolario, 2 tomos<br />
(1996); Catálogo de la Biblioteca de Clásicos <strong>Dominicano</strong>s,<br />
Ediciones de la Fundación Corripio, así<br />
como numerosos artículos y conferencias.<br />
708
ePÍloGo<br />
Presencia del libro en Santo Domingo<br />
desde el siglo XVI hasta Julio Postigo<br />
Jo r g e Te N a re y e s<br />
Desde el siglo XVI hasta la incursión de don Julio D. Postigo en el mercado y difusión del<br />
libro, se nota la ausencia de una bibliografía dominicana, de un compendio que facilite el<br />
conocimiento del libro en Santo Domingo. Sólo tenemos disponibles artículos y ensayos<br />
aislados que recogen escuetas informaciones acerca de la actividad empresarial. Es un hecho<br />
cierto que desde los albores de la dominación española se registra la presencia de importantes<br />
colecciones de libros, así como la residencia en la isla de connotados hombres de letras,<br />
tanto peninsulares como criollos.<br />
Al efecto dejó dicho José María Morillos (1809-1890): “Así como a la Divina Providencia<br />
plugo que la antigua Española fuese la primera tierra de este nuevo mundo en que brillara<br />
la luz del Evangelio, de la misma manera alcanzó la gloria de haber sido la cuna del saber<br />
o el punto céntrico desde donde irradiase en la América el sol de la inteligencia”. (Siete<br />
Biografías Dominicanas: Racionero Licenciado don Antonio Sánchez Valverde. academia dominicana<br />
de la Historia. Introducción y notas de Max Henríquez Ureña (1885-1969). Imprenta<br />
san Francisco, 1946).<br />
Sirva como ejemplo de esta premisa el caso de Diego Méndez Segura, osado compañero<br />
de Cristóbal Colón en su penoso cuarto y último viaje a las tierras “encontradas”<br />
en el Nuevo Mundo. Fue célebre no sólo por el viaje que junto a Bartolomé Fiesto hizo<br />
en una canoa desde Jamaica, hasta La Española, sino también porque se inscribe su<br />
nombre en la extraña relación de erasmistas, (seguidores de las ideas de desiderio erasmo<br />
1469-1536), que pasaron al Nuevo Mundo en los primeros años de la conquista y colonización<br />
hispánica.<br />
Resulta oportuno recordar la original monografía del infortunado profesor José Almoina<br />
Mateos (1903-1960) titulada: Biblioteca Erasmista de Diego Méndez. universidad de santo<br />
Domingo. Centenario de la República. 1844-1944. Méndez Segura sirvió también a Diego<br />
Colón (1474-1536) y llegó a ser Alguacil Mayor de La Española. Murió en Valladolid en 1539,<br />
legando a sus descendientes su curioso patrimonio bibliográfico<br />
Lo curioso es que con esa afiliación la corona española otorgara licencia para venir al Nuevo<br />
Mundo a un confeso erasmista, si partimos del profundo antagonismo existente entre esta<br />
corriente humanística y la política de la España de los Reyes Católicos. El libro de Marcel<br />
Bataillon. Erasmo y España. Estudio de la Historia Espiritual del Siglo XVI. (Fondo de Cultura<br />
Económica, 1966), sigue siendo la mejor fuente para el estudio de ese conflicto; pero el caso<br />
de Diego Méndez tal vez se puede explicar aduciendo que aún el Tribunal de la Inquisición<br />
no había puesto en práctica los controles de los que hizo gala posteriormente. En efecto, el 21<br />
de septiembre de 1543 se instruía a la Real Audiencia para que no permitiera la entrada en<br />
la isla de “libros de romance de materias profanas y fábulas, ansí como son libros de Amadís<br />
y otros desta calidad de mentirosas historias (Utrera. Noticias Históricas. Vol. 11. p.79,<br />
editora Taller, 1978) Otro ejemplo acerca del absolutismo político de España lo evidencia el<br />
709
ColeCCIÓn PensamIenTo domInICano | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
siguiente párrafo también dirigido a la audiencia de Santo Domingo: “para que informe si<br />
conviene establecer en la isla el tribunal de la Inquisición; qué número de ministros podrán<br />
haber, y el distrito que se le daría sería la Isla, San Juan, Jamaica y Margarita; qué costos<br />
tendría sostener este tribunal, etc., para evitar los daños que franceses, ingleses y luteranos<br />
que con sus comercios introducen libros de sus herejías” (Utrera. p.215).<br />
Alrededor de 1519 llegó a La Española, con rango de obispo, Alessandro Gerardini, quien<br />
al decir del Dr. Américo Lugo (1884-1952): “nos trajo en ánforas latinas mieles del renacimiento”.<br />
Este encumbrado personaje, integrante del selecto grupo de humanistas italianos<br />
que sirvieron a la corte de los Reyes Católicos, le dedicó una oda a la Catedral Primada de<br />
América, tal vez la primera creación poética en versos latinos producida en el Nuevo Mundo.<br />
(Véase: Alessandro Gerardini. Itinerario por las regiones Subequinocciales. Fundación rodríguez<br />
Demorizi. Vol. 1. Editora del Caribe, 1977).<br />
Una elocuente muestra del ambiente cultural que desde el siglo XVI se respiraba en La<br />
Española, por lo que fue llamada la “Atenas del Nuevo Mundo”, lo evidencian los versos de<br />
las Elegías de Varones Ilustres de las Indias, del Homero Colombiano, como ha sido llamado<br />
Juan de Castellanos, quien escribe, refiriéndose a la sublevación de Enriquillo:<br />
“Por faltar pues entonces fuerte gente y usarse ya sonetos y canciones,<br />
el Enrique se hizo tan valiente,<br />
saliendo siempre con sus intenciones<br />
andando, pues el indio delincuente<br />
cuando semejantes turbaciones,<br />
y dando de valor bastante prueba,<br />
al gran emperador llegó la nueva”.<br />
(Elegía V, Canto Segundo. T.I.p.228, Bogotá. Editorial ABC, 1955).<br />
La hegemonía cultural de La Española se evidencia, además, por el hecho de que fue la<br />
única posesión española de ultramar que tuvo dos instituciones educativas en el siglo XVI<br />
con categoría universitaria, las cuales sirvieron de inspiración para otras entidades similares<br />
en Hispanoamérica, por donde le vino a la ciudad de Santo Domingo el calificativo de<br />
“Atenas del Nuevo Mundo”. Estos Estudios, convertidos luego en universidades, fueron el<br />
de Santo Tomás de Aquino (1538), regenteado por los padres dominicos, fruto del colegio<br />
que establecieron poco después de su llegada a la colonia, y en 1540 obtuvo similar distinción<br />
del afamado Estudio, emanado de la escuela pública fundada por Sebastián Ramírez<br />
de Fuenleal. Este centro, con el nombre de Francisco Javier, dirigido por los jesuitas, contó<br />
con el patrocinio del acaudalado medinense, Hernando de Gorjón. Todo parece indicar que<br />
definitivamente el 14 de septiembre de 1748 mediante el Breve “insupereminent” del Papa<br />
Benedicto XIV, se confirió el deseado rango de Universidad Pontificia, y desde entonces fue<br />
Universidad Real y Pontificia de Santiago de la Paz y de Gorjón, en vez de San Francisco<br />
Javier como se le conocía.<br />
Así quedó facultada, en su condición de Universidad de Estudios Generales, para que<br />
sus “profesores pudieran leer gramática, retórica, lógica, física y teología escolástica moral,<br />
sagrados cánones, así como derecho canónico y civil para los oyentes seglares, medicina y<br />
otros estudios literarios” (Antonio Valle Llano, S. J. La Compañía de Jesús en Santo Domingo.<br />
Seminario de Santo Tomás, 1950. pp.187-188).<br />
710
ePÍloGo | PresenCIa del lIBro en sanTo domInGo | Jo r G e Te n a re y e s<br />
En este centro ocuparon cátedra reconocidos profesionales dominicanos: Padre Diego<br />
Ramírez, Cristóbal de Llerena, Francisco Tostado de la Peña, Diego de Alvarado y Luis<br />
Jerónimo de Alcocer (Pedro Henríquez Ureña. La Cultura y las Letras Coloniales en Santo<br />
Domingo. Biblioteca de Dialectología Hispanoamericana. Anejo II. Buenos Aires, 1936. Cap.<br />
III; Fray Cipriano de Utrera. Universidad de Santiago de la Paz y Santo Tomás de Aquino y Seminario<br />
Conciliar de la Ciudad de Santo Domingo de la Isla Española. Padres Franciscanos. santo<br />
domingo, r. d. mCmXXXII).<br />
Por lo dicho hasta aquí sobra la imaginación para deducir la existencia de un ambiente<br />
cultural de gran interés en nuestra isla desde las primeras décadas del siglo XVI. Esto implica<br />
también que por alguna parte debían llegar los libros requeridos para satisfacer la demanda<br />
académica y la satisfacción intelectual de particulares interesados en la cultura humanística. Sin<br />
embargo, este aspecto aún no está debidamente identificado, por lo que debemos limitarnos, en<br />
muchas cosas, a apreciaciones de carácter deductivo, aunque por ello no dejamos de estimar<br />
su existencia, abundante por demás, en los albores de la historia de nuestra cultura.<br />
Gracias a los eruditos artículos de Fray Vicente Rubio y de otros investigadores, conocemos<br />
la existencia de importantes bibliotecas o librerías, términos que él usaba indistintamente,<br />
en La Colonia, propiedad de funcionarios civiles y eclesiásticos, como es el caso de<br />
la librería privada de Gonzalo Fernández de Oviedo, alcaide de la fortaleza más antigua del<br />
Nuevo Mundo y Primer Cronista de Indias.<br />
E. Dymond Turner elaboró un extenso trabajo titulado La Biblioteca de Gonzalo Fernández<br />
de Oviedo y Valdés, (Eme-Eme. Estudios <strong>Dominicano</strong>s. Vol. VI. Núm. 32. Septiembre-octubre<br />
1977).<br />
Fray Vicente también nos ha dejado información de la “pequeña biblioteca que poseyó<br />
aquel desdichado vástago del gran poeta Garcilaso de la Vega, llamado don Lorenzo Suárez<br />
de Figueroa, quien se halló en nuestra primada urbe un matrimonio impuesto con conveniencia<br />
de una rica familia, también encontró una trágica muerte en el patíbulo que al efecto se<br />
levantó para él una tarde de enero de 1549 en la Plaza Mayor de esta ciudad del Ozama”.<br />
Posteriormente dio a “conocer una nutrida y enorme librería jurídica, propiedad del<br />
culto abogado de nuestra Real Audiencia, licenciado don Juan Rodríguez”. Pero de todos<br />
los inventarios realizados por Fray Vicente, el más rico y variado es el que se consigna en<br />
el artículo titulado: La Biblioteca que traía a Santo Domingo el Arzobispo Juan Salcedo, con 81<br />
autores diferentes y arrojaba un total de 130 volúmenes.<br />
El doctor Juan Salcedo fue presentado para arzobispo de Santo Domingo, el 20 de junio<br />
de 1560. Se embarcó para Santo Domingo en marzo de 1563, pero murió durante la travesía<br />
de una “enfermedad que le había dado navegando en la mar”. El inventario de su nutrida<br />
biblioteca fue localizado por Fray Vicente en el Archivo General de Indias, la cual nos revela<br />
por la rica variedad de su contenido, el nivel cultural del erudito abogado y prelado. Este<br />
catálogo contiene obras de Guillermo de Budé (Budeo), jurista, filólogo y erudito, nacido en<br />
París, quien fue “Secretario del Rey Carlos VIII de Francia que sin menosprecio de nadie,<br />
era el mejor helenista de su época”, afirma el padre Vicente Rubio, así como “otra repetición<br />
del Dr. Juan Palacios Rubio, el primer jurista español que se preocupó de los problemas de<br />
las Indias y algunas producciones de Antonio de Nebrija”.<br />
Lamentablemente este tesoro bibliográfico no permaneció en Santo Domingo a causa<br />
de la muerte del erudito prelado, pues al parecer fue embarcado para la Nueva España y la<br />
embarcación en que iba naufragó en las proximidades de la costa de Cuba.<br />
711
ColeCCIÓn PensamIenTo domInICano | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Coincidimos con el citado articulista en el sentido de que “resulta así indudable, por<br />
lo que antecede, que el conocimiento de esas librerías particulares ayuda a tener una idea<br />
acerca de los libros que circularon o podían circular durante el siglo XVI en esta primera<br />
población. Todavía este conjunto de bibliotecas puede ser susceptible de ensanchamiento con<br />
nuevas aportaciones documentales” (Artículo citado. El Caribe, 23 de noviembre de 1991, O,<br />
11; Américo Lugo: Historia de Santo Domingo desde el 1556 hasta 1608. librería dominicana.<br />
Ciudad Trujillo, R. D. 1952).<br />
Por su parte Esteban Mira Caballos en un artículo publicado en la Revista Ecos, con el<br />
título Algunas Consideraciones en torno a la Primera Biblioteca de Santo Domingo, nos ofrece un<br />
ilustrativo inventario de la biblioteca de doña Inés de la Peña:<br />
“La biblioteca que ahora vamos a estudiar nos va a aportar multitud de informaciones<br />
dignas de interés, dado lo temprano de su fecha y escasez de documentación que para estos<br />
momentos se nos ha conservado. La propietaria de ella era una tal doña Inés de la Peña,<br />
quien fue, hasta su fallecimiento en 1521, mujer de un espadero vecino de la ciudad de Santo<br />
Domingo llamado Francisco de la Pedrosa. No tenemos noticias que puedan explicar el<br />
hecho de poseer una biblioteca tan nutrida de obras clásicas y medievales, pues ni ella ni su<br />
marido pertenecían a la élite ni, por supuesto, al grupo de los intelectuales. De entre la lista<br />
de encomenderos del repartimiento que en 1514 llevaron a cabo Rodrigo de Alburquerque y<br />
el licenciado Ibarra aparece Francisco Pedrosa, vecino de Puerto Real, al que se le repartieron<br />
3 indios, sin embargo pensamos que no se trata del marido de doña Inés de la Peña. Por lo<br />
tanto, hemos de descartar la hipótesis de que doña Inés poseyese la biblioteca para su uso<br />
personal, sino que hay que buscar otra explicación más satisfactoria”.<br />
Es presumible, según deduce el autor que ahora reseñamos, y que más bien se debe<br />
pensar en la posibilidad de que estos libros fuesen inicialmente del padre de doña Inés, un<br />
cerrajero vecino de Santo Domingo, llamado Antón Ruiz, quien es muy probable que se<br />
dedicara de manera más o menos constante al comercio de obras literarias. El hecho de que<br />
estos libros estuviesen destinados a la venta se justifica por la existencia de numerosas obras<br />
repetidas; especialmente cartillas de gramática de las que había más de noventa ejemplares,<br />
además de tres docenas del libro Perla Preciosa, devocionario muy usado y difundido en<br />
Castilla hasta 1559 en que fue incluido en el índice libros prohibidos”.<br />
Si admitimos esta hipótesis tal vez sea el susodicho Ruiz el colega más distante en<br />
nuestra isla del consagrado librero y editor petromacorisano Julio Desiderio Postigo, cuya<br />
trayectoria empresarial en el mercado del libro reivindica el Banco de Reservas de la República<br />
dominicana con la reedición de la emblemática <strong>Colección</strong> <strong>Pensamiento</strong> dominicano,<br />
auspiciada visionariamente por Postigo.<br />
El inventario de los bienes de doña Inés de la Peña, evidencia, además la presencia en<br />
la isla de libros recién publicados en España, como es el caso de la Comedia de Calixto y Melibea,<br />
denominación genérica que al parecer tuvo la obra de Fernando de Rojas en su edición<br />
aparecida a principios de 1499.<br />
Otro dato curioso de este inventario es que en él aparece también la obra de Erasmo<br />
titulada El Arte de Bien Morir, así como algunas novelas a pesar de que la corona había<br />
instruido a los oficiales de la casa de Contratación para que no “consintieran el paso de novelas<br />
y de libros como el Amadís de Gaula a los indios, porque si los indios los leen dejarán<br />
los libros de teología y leerán sólo historias mentirosas”. Ante la temprana presencia de la<br />
venta de libros de variado contenido: “lo que se pide y se vende en La Española son libros<br />
712
ePÍloGo | PresenCIa del lIBro en sanTo domInGo | Jo r G e Te n a re y e s<br />
de rezos, para consolar los desfallecimientos de ánimo y encauzar al cristiano por la senda<br />
de la perfección”.<br />
En total, la biblioteca de doña Inés de la Peña la componían “128 volúmenes más 98<br />
cuartillas de Gramática para enseñar a leer a los muchachos”. Mira Caballos en la conclusión<br />
de su artículo a modo de resumen expresa que hay que advertir, a la luz de este inventario<br />
de los bienes de doña Inés de la Peña, que los libros llegaron a las Indias en más cantidad de<br />
lo que se ha venido sospechando hasta ahora. Se confirma así que había paso, más o menos<br />
ilegal, de muchas obras dadas las constantes prohibiciones de la corona hacia determinados<br />
géneros de libros. Debieron ser los mismos marineros, los que, en sus “matalotajes”, o los<br />
pasajeros en sus equipajes, quienes debieron pasar sin registrar muchos de los libros que se<br />
leyeron en América en los primeros tiempos, a juzgar por los libros que poseía doña Inés<br />
de la Peña”. (Ecos. Año 2. 1994. No. 3. Universidad Autónoma de Santo Domingo. Facultad<br />
de Humanidades. Instituto de Historia).<br />
La política restrictiva de las autoridades españolas fue el pretexto para decretar el<br />
abandono de la “banda del norte”, a fin de detener el contrabando y la venta de “biblias<br />
luteranas”, publicaciones que una vez incautadas su destino era la hoguera. Se pretendía con<br />
esta desacertada orden del rey Felipe III, inducido por el Memorial de Arbitrio presentado<br />
por Baltasar López de Castro, “poner los remedios que le parecieron más eficaces para que<br />
se estorben los rescates (contrabando) que en la Isla Española se hacen con los herejes”.<br />
Se colige de esta precedente afirmación que en la isla circulaban, junto al crecimiento del<br />
contrabando, alentado por las naciones europeas que adversaban la política hegemónica de<br />
los Austrias, textos considerados nocivos para el fortalecimiento de la política evangelizadora<br />
que España llevaba a cabo en el Nuevo Mundo. (Dr. Américo Lugo: Baltasar López de Castro y<br />
la despoblación del Norte de La Española. Editorial Cultura. México, D. F., 1947).<br />
Esta medida fue el primer eslabón de la cadena de infortunios que impidieron el desarrollo<br />
armónico de la isla de Santo Domingo hasta el Tratado de Basilea en 1795, proceso<br />
que ha sido ampliamente debatido por intelectuales dominicanos de la categoría de Manuel<br />
Arturo Peña Batlle (1902-1954), Máximo Coiscou Henríquez, Hugo Tolentino, Roberto Cassá<br />
y Franklin Franco, entre otros.<br />
El interés de demostrar, aunque sea parcialmente, la presencia del libro dentro de la<br />
realidad social de la colonia quedaría inconcluso si en él no incluimos al Licenciado Antonio<br />
Sánchez Valverde, autor de numerosas obras sobre teología y filosofía, así como también<br />
Idea del Valor de la Isla Española y utilidad que de ella puede sacar su Monarquía (Madrid, 1785) y<br />
poseedor, asimismo, de una biblioteca de la que tenemos confiables conocimientos.<br />
Egresado del Colegio Francisco Javier que, luego se convirtió en Seminario y Universidad<br />
Santiago de la Paz y de Gorjón, es, hoy por hoy, el primer gran escritor dominicano entre los<br />
nacidos en el siglo XVIII. Fue un ilustrado que evidencia, además, que si existió en la isla<br />
un apreciable ambiente cultural y académico él es su mejor ejemplo. Aunque religioso, fue<br />
un hombre de avanzadas ideas liberales, propias del siglo de la Ilustración.<br />
resulta que el racionero de la Catedral de santo domingo, en su condición de abogado<br />
se vio envuelto en el conflicto surgido entre Fray Matero Álvarez y José Beltrán, por la venta<br />
de un esclavo que envolvía la suma de 368 pesos. Sánchez Valverde asumió la defensa del<br />
“fullero” en forma tan vehemente que la audiencia declaró el 9 de septiembre de 1781, “que<br />
el escrito presentado en nombre de aquel –Beltrán– ante el Provisor estaba “lleno de proposiciones<br />
sediciosas, escandalosas, abusivamente aplicadas, denigrativas de los institutos<br />
713
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religiosos y por consiguiente de la soberanía del Rey, bajo cuya protección estaban, especialmente<br />
en las posesiones de Indias, hallándose sus doctrinas proscritas, por el Tribunal<br />
de la Inquisición”.<br />
Aunque se disponía en tan “gravoso y denigrante acto” que al abogado Sánchez Valverde<br />
se le suspendiese por dos años el ejercicio de la profesión y que se le “diese cuenta al<br />
Monarca” lo más grave era la acusación en la que se involucraba a los “institutos religiosos”,<br />
pues automáticamente esa acusación pasaba a la jurisdicción de la Inquisición con todas las<br />
consecuencias que esto podía ocasionarle, como en efecto sucedió. El competente defensor<br />
fue a parar a la cárcel luego de ser detenido tras un frustrado intento de fuga a la vecina<br />
Haití, con la finalidad de evadir el peso de la grave sentencia que implícitamente le imponía<br />
el informe de la audiencia.<br />
En el inventario de los bienes que se incautaron al Racionero se aprecia no sólo su alto<br />
nivel intelectual, su abundante cultura clásica y su variada producción como escritor. Este<br />
arqueo se realizó el 24 de octubre de 1781, en el Guarico, y lo suscribe Don Nicolás Montenegro,<br />
“comandante de la Frontera de San Rafael”. Consta el inventario de veinte legajos y<br />
legajitos, comenzando con uno de cuarenta y nueve pliegos, cuyo título es Reflexiones sobre<br />
el estado actual del púlpito y medios de su reforma e instrucción de predicadores.<br />
Pero lo más útil para nuestro propósito de identificar la presencia del libro durante el<br />
dominio español en la isla es que Sánchez Valverde tenía en su poder, entre otras publicaciones,<br />
un libro de Gramática griega y el Nuevo Testamento en Griego; una Gramática inglesa<br />
y dos diccionarios, uno de inglés y el otro de francés: una cajita con varias curiosidades<br />
de Historia Natural; un tomito de raíces griegas, la Instituta de Monsieur Columbert, y su<br />
Breviario; otro Compendio de la Nueva Gramática Griega, así como también las Reglas de<br />
entender las Sagradas Escrituras, por Francisco Ruíz, abad de San Facundo.<br />
Esta relación no sólo muestra la formación cultural de Antonio Sánchez Valverde, nuestro<br />
gran humanista de factura clásica, sino que al mismo tiempo nos plantea la interrogante<br />
acerca de la vía utilizada por el autor de la Idea del Valor de La Española, para adquirir tan<br />
variada como selecta colección de libros. Estos no debieron ser los únicos existentes en su<br />
biblioteca, porque presumimos que en su intento de huida solo se llevaría los que para él<br />
resultaban de uso cotidiano. Deducimos también por esta relación que además de dominar<br />
el latín que era el idioma oficial de la Iglesia, conocía el griego, el inglés y el francés. En fin,<br />
un verdadero humanista.<br />
Entre las causas que impidieron durante la colonia el sostenido florecimiento de un<br />
mercado del libro más abierto, en consonancia con el auge académico y cultural de la colonia,<br />
deben señalarse las estrictas medidas de control que ejercía la Inquisición en ese tipo de<br />
actividad. A esto habría que agregar la evidente limitación del mercado local por las penurias<br />
de la colonia. Los dos grandes mercados del libro durante la dominación hispánica fueron<br />
La Nueva España y Perú.<br />
Esto queda demostrado cuando leemos obras como: Bibliografía Mexicana, de Joaquín<br />
García Icazbálceta; El Libro, la Imprenta y el Periodismo en América durante la dominación española,<br />
de José Torre Rovello e Irving Leonard; Los Libros del Conquistador y Libros y Libreros en<br />
el siglo XVI, Francisco Fernández Castillo (compiladores: El contenido de esta obra es una<br />
elocuente demostración de la intolerancia de la Inquisición con respecto a los libros que<br />
llegaban al Nuevo Mundo, así como también con los libreros y los impresores que osaban<br />
instalarse de este lado del atlántico.<br />
714
ePÍloGo | PresenCIa del lIBro en sanTo domInGo | Jo r G e Te n a re y e s<br />
La obra de Sánchez Valverde expresa un cuidadoso análisis acerca de la situación en<br />
la que se encontraba la isla de Santo Domingo a finales del siglo XVII a pesar de ostentar<br />
el título de Primada de América, fruto de los desaciertos políticos de la monarquía española<br />
en franca decadencia. La idea del valor de la isla Española es, a nuestra manera de ver, la primera<br />
obra de gran dimensión que registra el nacionalismo literario dominicano y “debe<br />
reputarse, apunta Fray Cipriano de Utrera, por sus elementos extensivos como prodigio de<br />
buena voluntad para no incidir en apreciaciones resbaladizas que apuntasen a los efectos<br />
de la administración general practicada en la Isla durante siglos, causa primordial del escaso<br />
valor efectivo de ella: no era Sánchez Valverde sujeto improporcionado para señalar<br />
con vivacidad, con las varias vicisitudes de los tiempos la constante razón de tanto atraso,<br />
decadencia [...] puede decirse que el libro Idea del Valor de la Isla Española, es prenda de su<br />
talento, no de su temperamento, lo que se hace casi evidente no ya por inducción lógica,<br />
antes por el testimonio mismo del autor, cuyas palabras, aunque enderezadas a persuadir<br />
una cosa, persuaden su contraria (Utrera: Idea del Valor de la Isla Española.)<br />
“Esta obra, que se reproduce con el exorno de notas confirmativas, explicativas, ampliativas<br />
y correctivas del texto original, servirá desde luego (y en atención a que en los actuales<br />
tiempos se tiene más intensa y extensivamente noticia del pasado). De grande auxilio a los<br />
estudiosos, hecha cantera de materiales históricos y bibliográficos justificante de su exhumación<br />
del sepulcro de las rarezas bibliográficas de Hispanoamérica”. p.39<br />
En una ocasión conversaba con el señor Postigo acerca del contenido de la <strong>Colección</strong><br />
<strong>Pensamiento</strong> <strong>Dominicano</strong> y le advertía la ausencia en ella de la obra de Sánchez Valverde<br />
y nos confesó que en verdad con él debió comenzar pero que “solo esperaba el regreso de<br />
Fray Cipriano de Utrera de España para pedirle que realizara la presentación de esta obra<br />
para incluirla en la <strong>Colección</strong>”. Lamentablemente la muerte del padre Utrera en 1958 impidió<br />
que esa idea se materializara.<br />
Don Julio Postigo en sus nobles propósitos de divulgación del libro contó siempre con tres<br />
colaboradores de primer orden: Fray Cipriano de Utrera (1886-1958), Lic. Emilio Rodríguez Demorizi<br />
(1904-1986) y el Dr. Vetilio Alfau Durán (1909-1985). Todos vecinos de él, pues el primero<br />
residía en la Iglesia de Las Mercedes; el segundo en la calle Las Mercedes 81, a poca distancia de<br />
la Librería, y el tercero en la Salomé Ureña, a tiro de escopeta, de la Librería Dominicana.<br />
en más de una ocasión le sugerimos a don emilio que elaborara una bibliografía dominicana<br />
completa. Aunque le apasionaba el tema nunca lo abordó con su proverbial firmeza.<br />
Era el más idóneo para realizarlo, vacío que el Doctor Frank Moya Pons se propone cubrir<br />
en seis volúmenes, de los cuales sólo le faltan dos, que corresponden, según nos ha dicho,<br />
a la bibliografía de la Historia Dominicana.<br />
A Fray Cipriano de Utrera le encargó don Julio la revisión de la Historia de Santo Domingo,<br />
del Dr. Américo Lugo, cuya publicación auspició en 1952. La puesta en circulación de<br />
esta obra se llevó a cabo en la casa de don Américo, calle Bernardo Pichardo No. 6, Gazcue,<br />
debido al delicado estado de salud en que se encontraba su autor. El padre Utrera, y quien<br />
estas líneas escribe estuvieron presentes en dicho acto: El Dr. Lugo murió meses después de<br />
publicarse la obra y el editor formó parte de la escasa concurrencia que asistió a su sepelio<br />
del que fuimos testigos de excepción.<br />
Por su parte el Doctor Vetilio Alfau Durán realizó la selección del tomo de la <strong>Colección</strong><br />
<strong>Pensamiento</strong> <strong>Dominicano</strong> dedicado a don Américo, y del que don Emilio es autor, junto a<br />
Juan Bosch, el de mayor presencia en la referida <strong>Colección</strong>.<br />
715
ColeCCIÓn PensamIenTo domInICano | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
La mini-biblioteca incautada al Racionero Antonio Sánchez Valverde, se suma a la evidente<br />
presencia del libro durante el período colonial, a pesar de los controles y la técnica que<br />
aplicaban la Casa de Contratación de Sevilla y la Inquisición, con el manifiesto propósito de<br />
evitar la profanación de los dogmas eclesiásticos, actitud que no explica la impresión de obras<br />
consideradas profanas y contrarias a las normas y costumbres establecidas por el implacable<br />
tribunal. Su actitud en nuestro continente en el área de la cultura y por ende, del libro, se<br />
hace más evidente en las ricas posesiones de Tierra Firme; Nueva España y Perú.<br />
Faltaríamos a nuestro propósito de ofrecer un breve inventario de la presencia del libro<br />
en nuestro país desde el siglo XVI, si omitimos el nombre de un contemporáneo de Sánchez<br />
Valverde, nos referimos a Luis José Peguero (¿ + 1779), extraño personaje casi desconocido<br />
entre los estudiosos de la cultura dominicana, nacido en el Valle de Peravia. Es autor de<br />
una Historia de la Conquista de la Isla Española de Santo Domingo que permaneció inédita en la<br />
Biblioteca Nacional de Madrid hasta 1975, cuando la publicó el Museo de las Casas Reales,<br />
bajo el cuidado del fallecido investigador, Lic. Pedro Julio Santiago, con Prólogo de Fray<br />
Vicente Rubio.<br />
Esta obra, en dos tomos, fue escrita por Peguero alrededor de 1663, en el “Valle de Baní<br />
en su hato de San Francisco y el Rosario”. Es el primer texto que con esa intención escribe un<br />
dominicano, pues antecede casi un siglo a la Historia de Santo Domingo, de antonio delmonte<br />
y Tejada, cuyo primer tomo apareció en La Habana, en 1852.<br />
Peguero escribió también un Romance a los Valientes <strong>Dominicano</strong>s, composición en la que<br />
aparece por primera vez el gentilicio “dominicano”. Pero lo que nos interesa destacar de este<br />
culto banilejo del siglo XVII, “mezcla de historiador, de moralista y de poeta”, es que, independientemente<br />
de las producciones citadas, dejó también inéditas unas notas, apuntes y versos”.<br />
Borradores autobiográficos, donde se advierten reminiscencias gongorinas, pero también citas<br />
de aristóteles, lo cual demuestra que en la segunda mitad del siglo el estagirita andaba regando<br />
sabiduría por el Valle de Baní, y que uno de sus hijos se alimentó de su cosecha.<br />
La pregunta que queda en el aire es “¿por dónde entró Aristóteles a Baní? Tal vez en las<br />
valijas de la nutrida emigración canaria que se asentó en esa región (Ver Emilio Rodríguez<br />
Demorizi: <strong>Poesía</strong> Popular Dominicana. Vol. 1. Editorial La Nación, República Dominicana,<br />
1938, Del Romancero <strong>Dominicano</strong>. Editorial El Diario. Santiago, R. D. 1943 y Luis José<br />
Peguero: Historia de la Conquista de la Isla Española de Santo Domingo, 1762. Edición realizada<br />
por Pedro Julio Santiago. 2 tomos. Publicaciones del Museo de las Casas Reales. Santo<br />
Domingo, 1975).<br />
A pesar de sus prolongadas vicisitudes, la primogénita de las colonias españolas de<br />
Ultramar pudo conservar, en la medida de lo posible, el legado cultural de sus primeros<br />
pobladores hispanos, con sus matices indo-africanos, generados por los efectos del mestizaje<br />
que permeó la vida de la colonia, situación que es perceptible en muchas de las posesiones<br />
españolas que emergieron tras el hallazgo de 1492.<br />
Este impulso civilizador que trascendió hasta el siglo XIX se expresa en figuras como<br />
los doctores José Núñez de Cáceres (1772-1846), Pedro Valera y Jiménez (1757-1853), Juan<br />
Vicente Moscoso (1773-1837), Antonio María Pineda (1781-?), Andrés López de Medrano<br />
(1780?-185?), Bernardo Correa y Cidrón (1756-1837), quienes junto a otros notables dominicanos<br />
de las dos primeras décadas del referido siglo, mantuvieron en alto las raíces hispánicas<br />
de su conformación cultural, hasta el eclipse de 1822, provocado por la invasión del dictador<br />
haitiano Jean Pierre Boyer.<br />
716
ePÍloGo | PresenCIa del lIBro en sanTo domInGo | Jo r G e Te n a re y e s<br />
Los intelectuales que irradiaban sus luces en este período se formaron en la primogénita<br />
Universidad Santo Tomás de Aquino, quer si bien había cesado en sus actividades académicas,<br />
vivía en el recuerdo de sus egresados, quienes le inyectaron nuevos alientos en 1815,<br />
bajo la rectoría del Dr. José Núñez de Cáceres, tal vez el más lúcido de los intelectuales de<br />
su generación. El claustro de la clásica academia lo integraban, además, muchos de los profesionales<br />
mencionados anteriormente.<br />
“La Universidad, anota César Herrera, se vio en poco tiempo poblada de alumnos nativos<br />
de Santo Domingo, o procedentes de Puerto Rico y Venezuela. Asombra la vitalidad de la<br />
recién instalada Universidad en medio de tantas penurias y amenazas, como las que vivía<br />
Santo Domingo en esos días históricos”. (La Reinstalación de la Universidad de Santo Tomás de<br />
Aquino en 1815. Publicaciones de la Universidad Autónoma de Santo Domingo. Vol. DLXXI.<br />
<strong>Colección</strong> Archivo Histórico, No. 3, 1987).<br />
Otro signo de avance cultural en la parte española de la isla de Santo Domingo en este<br />
período lo constituye la aparición en 1801, de la primera imprenta que se estableció durante<br />
el dominio francés, cuyo propietario fue el señor Andrés Josef Blacquerst, aunque Moreau<br />
de Saint-Mery, en Descripción de la parte Española de Santo Domingo, publicada en Filadelfia<br />
en 1776, señala su existencia con anterioridad a la fecha:<br />
“Hay también una imprenta que solo se emplea en la impresión de periódicos, registros,<br />
resúmenes y otras cosas del mismo género, para las diferentes ramas de la administración”.<br />
(p.349. Ed., 1934).<br />
Pedro Henríquez Ureña estima probable que en la imprenta citada por Saint-Mery” se<br />
imprimiera, entre otros documentos, la Oración Fúnebre sobre Colón, del Arzobispo Portillo,<br />
1795, y antes los Estatutos de la Universidad Santo Tomás de Aquino (Emilio Rodríguez<br />
Demorizi: La Imprenta y los Primeros Periódicos de Santo Domingo. Biblioteca nacional, Feria<br />
del Libro, 1973. Vol. 1).<br />
Al Señor Blocquerst, además de ser el primer impresor conocido de Santo Domingo, le<br />
cabe la gloria de haber sido compañero de armas del Marqués de Lafayette, y héroe de la<br />
batalla de York Town, del 19 de octubre de 1781”, coronación de la asombrosa serie de acciones<br />
realizadas por el genio militar de Washington. (Emilio Rodríguez Demorizi: Recuerdos<br />
de Filadelphia. Impresor en Santo Domingo y Soldado en York Town. la nación, santo domingo,<br />
19 de febrero de 1942).<br />
Aquí formó parte de las tropas del general Luis Ferrand y abandonó la isla en 1809<br />
después de la derrota de Palo Hincado. Su imprenta se asienta en la historia de los impresos<br />
dominicanos con la publicación en 1800 de la Novena para implorar la protección de María<br />
Santísima por medio de la imagen de Altagracia. Este, según asienta don Emilio Rodríguez Demorizi,<br />
le asigna a Santo Domingo el tercer lugar entre las ciudades que tuvieron imprenta<br />
en el continente. Le adelantaron México y Perú.<br />
El mismo año en que se publicó la Novena apareció el Proceso verbal de la toma de posesión<br />
de la parte española de la Isla de Santo Domingo (Impreso en francés, 1801. Convenio entre<br />
Joaquín García y Toussaint Louverture, 1801). En su condición de impresor del gobierno<br />
francés Blocquerst tuvo a su cargo también el Boletín de Santo Domingo que circuló entre<br />
1807 y 1809.<br />
Le siguen a esta imprenta la de la Capitanía General, donde se imprimieron, entre otras<br />
obras, la Memoria sobre la Vacuna, del Dr. Antonio Pineda (1814), y Lógica de Andrés López<br />
medrano (1814).<br />
717
ColeCCIÓn PensamIenTo domInICano | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
En este período nace el periodismo dominicano, pues, además del Boletín de Santo Domingo,<br />
que presumiblemente debió ser un periódico bilingüe por las circunstancias históricas<br />
en las que se encontraba la parte del Este de la Isla, entonces bajo el dominio francés,<br />
se publicó en 1821 El Duende, dirigido por el Dr. José Núñez de Cáceres, en el que insertó<br />
la fábula El Águila y el Escarabajo, “dejando por ella conocer su proyecto de independencia,<br />
en venganza contra España por no haber logrado de la Corte lo que tanto ambicionaba”,<br />
según se hace constar en un artículo publicado por una Anciana en El <strong>Dominicano</strong> (No. 22)<br />
del 5 de febrero de 1846.<br />
al Duende le siguió El Telégrafo Constitucional de Santo Domingo, publicado en 1821 en la<br />
Imprenta del Gobierno, cuya redacción estuvo a cargo del Dr. Antonio Maña Pineda, título<br />
que refleja el efecto que produjo en la isla la “libertad de imprenta” consagrada en la Constitución<br />
de Cádiz de 1812. Leonidas García Lluberes: La Imprenta en Santo Domingo, y Periódicos<br />
<strong>Dominicano</strong>s del Siglo XX, en Crítica Histórica, 1964, y Manuel A. Amiama: El Periodismo en la<br />
República Dominicana, 1933).<br />
Este fervor constitucionalista, acompañado de visibles ansias de libertad fue ahogado por<br />
la invasión haitiana de 1822, que produjo una especie de letargo en las expresiones culturales<br />
de origen hispánico, lo cual dio como resultado el éxodo de sus principales exponentes, y,<br />
por vía de consecuencia, el cierre de la fuente principal de esa cultura, la Universidad de<br />
santo Tomás de aquino.<br />
Un nuevo movimiento nacionalista surgió con la fundación de La Trinitaria en 1838, y el<br />
periodismo fue un instrumento idóneo para la propaganda política de los Trinitarios. Alguno<br />
de estos periódicos circulaban en forma clandestina y manuscritos, otros eran de impresión muy<br />
pobre, entre ellos El Grillo <strong>Dominicano</strong>, con la intervención del trinitario Juan Nepomuceno<br />
Ravelo. Alcides García Lluberes considera que el segundo apellido de este trinitario era<br />
Tejera, y no Ravelo (1815-1885). También circularon La Chicharra y El Alacrán sin Ponzoña.<br />
Otro trinitario, José María Serra (1819-1888) tomó parte de esta labor propagandística, con la<br />
orientación del líder del movimiento independentista, Juan Pablo Duarte y Diez (1813-1876),<br />
quien, además, puso a disposición de sus prosélitos sus libros, “libros que quería tanto”, como<br />
dice su hermana Rosa Duarte. Sierra fue de los redactores del periódico El <strong>Dominicano</strong>.<br />
Tras el advenimiento de la República se produce, consecuentemente, un movimiento<br />
cultural inspirado en la nueva coyuntura política que se presentaba en el país. Del periodismo<br />
artesanal y clandestino se pasó a una forma de expresión más abierta y crítica. El poeta romántico<br />
Félix María Del Monte (1819-1899) escribe el primer himno que entonaron los soldados de<br />
la guerra de la independencia, es introductor del colorismo costumbrista en nuestra poesía.<br />
Él y Nicolás Ureña de Mendoza (1822-1875) son ejemplos, junto a otras notables figuras<br />
vinculadas al nuevo rumbo de la cultura dominicana, de los que exaltaban el nacionalismo,<br />
el costumbrismo y las veleidades románticas. No faltaban los apologistas del progreso que<br />
sucumbía ante el peso abrumador de la anarquía y el canibalismo que con sus efectos corrosivos<br />
marcaron la vida de la sociedad dominicana en la segunda mitad del siglo XIX.<br />
Dos años después de la proclamación de la República, se constituyó, en la casa de<br />
Manuel María Valencia (1810-1872), la Sociedad Amigos del País, impregnada del espíritu<br />
duartiano por los nombres de sus integrantes: Félix María del Monte (1819-1899), Jacinto de<br />
la Concha (1819-1886), José María Serra (1819-1888), Felipe Alfau (1819-1878). Félix María<br />
Ruiz (1815-1891). Esta sociedad , homónima de la que surgió en 1871 puede ser también la<br />
primera que surgió después de la independencia.<br />
718
ePÍloGo | PresenCIa del lIBro en sanTo domInGo | Jo r G e Te n a re y e s<br />
Pero, a pesar de las sucesivas crisis políticas, en el ámbito de la cultura se aprecian<br />
manifestaciones de gran aliento, donde algunos de los protagonistas excepcionales de esa<br />
degradante situación son ejemplos también de conducta cívica en el ejercicio de las funciones<br />
políticas que debieron asumir, alentadores igualmente de un ejercicio periodístico doctrinario<br />
y la producción literaria, tanto en prosa como en verso. Por lo tanto, a los nombres de Del<br />
Monte y Ureña de Mendoza cabría agregar los de Ulises Francisco Espaillat, (1823-1878),<br />
Benigno Filomeno Rojas, Gregorio Luperón (1839-1897), en su doble condición de militar,<br />
líder político e historiador; Emiliano Tejera (1839-1897), José Gabriel García (1834-1910),<br />
Francisco Gregorio Billini (1844-1898), los hermanos Alejandro (1823-1906) y Francisco Xavier<br />
(1816-1884) Angulo Guridi y el Arzobispo Fernando Arturo de Meriño (1823-1906), figura<br />
descollante no sólo como prelado, sino también como político, escritor y maestro.<br />
Al lado de estos próceres del civismo y de la cultura, habría que colocar a los tres grandes<br />
poetas de su siglo: Salomé Ureña de Henríquez (1850-1897), además de poetisa, maestra;<br />
José Joaquín Pérez (1845-1900), quien también ejerció la docencia, el periodismo y la política,<br />
y el malogrado Fernando Gastón Deligne (1861-1913), cuya acción literaria la consagró a la<br />
poesía y al periodismo.<br />
Pero en la línea que nos hemos trazado para situar a don Julio Desiderio Postigo en un<br />
marco histórico convergente con su actividad como empresario del libro y editor, conviene<br />
destacar que en la segunda mitad del siglo XIX surgieron numerosas imprentas, así como<br />
también las primeras librerías de las que históricamente tengamos noticias concretas.<br />
Este rodeo, que tal vez se considere excesivo, lo hemos realizado con el propósito de<br />
situar en su contexto la extraordinaria labor realizada por don Julio Postigo como editor y<br />
librero con una amplia visión social, aspecto en el que se distancia de sus antecesores en esa<br />
área empresarial, pues de lo contrario sería como presentar en una galería un hermoso cuadro<br />
sin el marco que lo complemente. Algo parecido sucedería con la emblemática Librería<br />
Dominicana si nos limitáramos a exhibirla como un gran espacio cultural, sin colocar a su<br />
lado los antecedentes del mismo género que nos permitan establecer sus peculiaridades.<br />
Esta ha sido la razón que nos ha movido a orientar nuestro estudio en una dirección<br />
más abarcadora, donde el señor Postigo enaltece una tradición que nace en los albores del<br />
período colonial, y adquiere certificado de dominicanidad en el período en el que prolifera<br />
el periodismo, junto a una modesta editorial, donde tiene mayor presencia la Imprenta de<br />
García Hermanos, en la que aparecieron, entre otras publicaciones: Los Restos de Cristóbal<br />
Colón en la Catedral de Santo Domingo, de Monseñor Roque Cochía (1879); Los Restos de<br />
Cristóbal Colón exhumados en la Catedral de Santo Domingo en (1795-1877), de don Emiliano<br />
Tejera, y Lira de Quisqueya, <strong>Poesía</strong>s Dominicanas, de José Castellanos (1874).<br />
En esa misma imprenta se publicó en 1882 el Informe sobre los Restos de Colón presentado<br />
a la Sociedad “Amigos del País”, relativo a los últimos opúsculos escritos en el extranjero<br />
acerca del hallazgo del 10 de septiembre de 1882; con igual sello editorial se imprimió en<br />
1893 la Descripción de los límites de la ciudad de Santo Domingo, así como también en 1885, la<br />
triste “leyenda en verso” de Félix María del Monte: Las Vírgenes de Galindo o la Invasión de<br />
los haitianos sobre la parte española de la Isla de Santo Domingo, el 9 de febrero de 1822. Dos años<br />
antes, igualmente Amigos del País publicó la primera selección de la producción de la insigne<br />
poetisa Salomé Ureña de Henríquez.<br />
Consecuente con su objetivo principal “el desenvolvimiento intelectual de sus miembros”,<br />
esta honorable sociedad fue un canal abierto a las inquietudes intelectuales y a la vida<br />
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cultural de la República, desde su creación en 1871 hasta su desaparición en 1905”, cuando<br />
en un acto de violencia gubernativa se incautó el local que ocupaba. A esta sociedad se debe<br />
la creación en 1876 de una biblioteca pública; la fundación en 1879 de la revista Estudio, y<br />
patrocinó la publicación de las poesías de la señorita Josefa Perdomo (1834-1876) en 1885,<br />
con un prólogo de José Joaquín Pérez (Flor de Palma), y en 1888 editó la obra del poeta y<br />
político, Manuel Rodríguez Objío (1833-1871). Pero realmente su mayor aporte a la bibliografía<br />
dominicana fue la edición en 1890, en cuatro tomos, de la Historia de Santo Domingo,<br />
de Antonio del Monte y Tejada (1783-1861).<br />
El Dr. Vetilio Alfau Durán nos ofrece una valiosa síntesis acerca de la trayectoria de la benemérita<br />
Sociedad Literaria Amigos del País (Vetilio Alfau Durán en Clío. Escritos 1. Compilación de<br />
Arístides Incháustegui y Blanca Malagón. Publicaciones del Sesquicentenario de la Independencia<br />
Nacional. Vol. 11. Gobierno <strong>Dominicano</strong>. Santo Domingo, R. D., 1994. pp.400-401).<br />
Resulta oportuno señalar que todas estas obras llevan el sello de la Imprenta de García<br />
Hermanos, lo cual demuestra que fue realmente una empresa de gran capacidad productiva<br />
en su época, pues no se limitó como haría don Julio Postigo después, a la impresión, sino que<br />
también regenteó una librería, de la que se hizo eco Fernando Arturo de Meriño en 1867 en<br />
sus Elementos de Geografía, Física, Política e Historia de la República Dominicana, en la que, con<br />
el título: Biblioteca Nacional de Venta en la Librería García Hermanos, cita dieciséis obras, entre<br />
ellas la Memoria para la Historia de Quisqueya y el Compendio de Historia de Santo Domingo,<br />
de uno de los propietarios del establecimiento, don José Gabriel García. Se citan, además,<br />
la Idea del Valor de la Isla Española de Antonio Sánchez Valverde y las Fantasías Indígenas de<br />
José Joaquín Pérez Matos.<br />
Pero la dinámica editorial de la Imprenta de García Hermanos no se limitaba a las obras<br />
de los principales escritores de la época, sino que en sus talleres se imprimió en 1882 la<br />
<strong>Colección</strong> de Leyes, Decretos y Resoluciones emanadas de los Poderes Legislativo y Ejecutivo de la<br />
República Dominicana, práctica que se mantuvo hasta muy entrado el siglo XX, con el nombre:<br />
Imprenta J. R. Vda. García, Sucesores. Originalmente su domicilio estaba situado en la Calle<br />
Separación, hoy Calle El Conde.<br />
Otra imprenta y librería del siglo XIX de la que tenemos noticias fue la de José Ricardo<br />
Roques y Cía. De ésta poseemos un ejemplar de su catálogo que data de 1894. Este catálogo<br />
lleva como título: Cuna de América. Catálogo General de la Librería, Papelería y Almacén de Música<br />
de Santo Domingo, 1894.<br />
Por su parte, Max Henríquez Ureña nos relata, en Hermano y Maestro, la afición por la lectura<br />
que desde su infancia se despertó en Pedro Henríquez Ureña, lo cual provocó su interés por<br />
leer a Romeo y Julieta, de Shakespeare, y para satisfacer ese deseo recurrieron a la gran Librería<br />
Selecta de don Félix Evaristo Mejía, quien “le requirió, por su temprana edad, la presencia de<br />
su padre, cosa que hicieron al día siguiente y obtuvieron las obras del celebrado dramaturgo,<br />
al que posteriormente Pedro le dedicó varios estudios (Librería Dominicana, 1959).<br />
En 1879, en la imprenta del Colegio San Luis Gonzaga, vio la luz la Primera Parte de<br />
Enriquillo. Leyenda Histórica, de Manuel de Jesús Galván (1834-1910), y que habría de convertirse<br />
en la obra más divulgada de la literatura dominicana, traducida al inglés y al francés.<br />
Poseemos un curioso ejemplar de esta edición, pues tiene anexas sendas cartas manuscritas,<br />
dirigidas por Galván al Director del Eco de la Opinión (Francisco Gregorio Billini) y a José<br />
Joaquín Pérez. Esta última fechada el 8 de octubre de 1879, la anterior el 25 de noviembre<br />
de 1887.<br />
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El autor de esta célebre novela es considerado junto a Antonio del Monte y Tejada<br />
(1783-1861) y a Emiliano Tejera, los más altos exponentes de la prosa castellana en nuestro<br />
país durante el siglo XIX. Como periodista defendió abiertamente la anexión a España a<br />
través del semanario La Razón, fundado por él con ese propósito. Fue, además, cofundador<br />
del Oasis, que vio la luz pública el 26 de noviembre de 1854, el cual sirvió de vocero a la<br />
Sociedad Amantes de las Letras, presidida por el resaltado prosista.<br />
Nuestro siglo XIX por el desbordado laborantismo político que se vivió en el país, también<br />
fue pródigo en la existencia de medios de comunicación. Muchos de ellos servían de voceros de<br />
las distintas facciones políticas que interactuaban en el país (Manuel Amiama. El Periodismo en<br />
la República Dominicana, Santo Domingo, Talleres Tipográficos La Nación, 1933).<br />
Por lo anteriormente expuesto, la segunda mitad del siglo XIX, y a pesar de la crónica<br />
anarquía política que permeaba todos los estamentos de la vida dominicana, se caracterizó<br />
por la existencia de numerosas publicaciones periódicas, sociedades culturales, edición de<br />
libros; la existencia de tres reconocidas librerías, lejanos antecedentes de la actividad empresarial<br />
en la que se destacó el señor Julio Postigo con resonante éxito, en un medio donde<br />
se sufrían los efectos de una vida política muy agitada, pero a pesar de eso contaba, como<br />
se ha visto, con una tradición cultural en la que el libro era el principal protagonista. Así lo<br />
expresan los repertorios bibliográficos siguientes:<br />
Pedro Henríquez Ureña: Bibliografía Literaria de Santo Domingo (Repertorio Americano. San<br />
José, Costa Rica, 7-14-21, de septiembre de 1920. Se inserta en De mi Patria. santo domingo,<br />
1974); Carlos Manuel Trolles: (1866-1951), “sagaz bibliógrafo cubano”, autor de un Ensayo<br />
de bibliografía cubana de los siglos XVII y XVIII. seguidos de unos Apuntes para la bibliografía<br />
dominicana y puertorriqueña. Matanzas, 1907; Emilio Rodríguez Demorizi: La Imprenta y los<br />
primeros periódicos de Santo Domingo. Imprenta San Francisco. Ciudad Trujillo, R. D., 1944;<br />
luis Floren lozano. Bibliografía de la República Dominicana. Roques Román, C. por A. Ciudad<br />
Trujillo, R. D. 1948; Vetilio Alfau Durán en Clío. Escritos I. Compiladores Arístides Incháustegui<br />
y Blanca Malagón. Gobierno <strong>Dominicano</strong>. Publicaciones del Sesquicentenario de la<br />
Independencia. Vol. II. Santo Domingo, R. D., 1944; Vetilio Alfau Durán en el Listín Diario.<br />
Escritos (1) Compiladores... Publicaciones del sesquicentenario de la Independencia Nacional.<br />
Santo Domingo, R. D., 1944; Dato Pagán Perdomo. Bibliografía General de la Isla de Santo<br />
Domingo. Contribución a su estudio. 2 tomos. Universidad Central del Este. Serie Científica<br />
IX, San Pedro de Macorís, 1979; Frank Moya Pons: Bibliografía de la Literatura Dominicana<br />
(1820-1990), 2 volúmenes. Comisión Permanente de la Feria Nacional del Libro. Imprenta<br />
Amigo del Hogar. Santo Domingo, 1997; del mismo autor y de Marisol Floren: Bibliografía<br />
del Derecho <strong>Dominicano</strong> (1844-1998). Edición auspiciada por la Asociación Hipólito Herrera<br />
Billini, Inc. y la Fundación Institucionalidad y Justicia, Inc. (FINJUS). Editora Judicial. Santo<br />
domingo, 1999.<br />
El consagrado historiador Moya Pons prepara, una tercera obra bibliográfica acerca de<br />
la historia dominicana. El tema de la bibliografía dominicana ha sido abordado por autores<br />
de incuestionable competencia; sin embargo, notamos que aún hay márgenes para estudios<br />
más exhaustivos, sobre todo en la producción colonial, aunque contamos con los valiosos<br />
trabajos ya citados del padre Vicente Rubio, Esteban Mira Caballos, así como el de la Dra.<br />
en Arq. Virginia Flores Sasso: La presencia de libros de arquitectura en las bibliotecas coloniales<br />
(Anuario No. 4 del Centro de Estudios Humanísticos y del Idioma Español, adscrito a la<br />
Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña, 2008. En esta línea de trabajo puede servir<br />
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ColeCCIÓn PensamIenTo domInICano | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
de modelo el erudito libro del puertorriqueño Antonio S. Pedreira: Bibliografía Puertorriqueña<br />
(1493-1930), Monografías de la Universidad de Puerto Rico. Serie A. Estudios Hispánicos.<br />
Núm. 1. Madrid, 1932. Con el mismo tema apareció en 1924 la obra de José Gérgel y Abelardo<br />
Morales Ferrer, aunque menos exhaustivas que la de Pedreira, no por ello deja de<br />
tener gran importancia. Como nota de interés para nosotros citan el Informe de Manuel de<br />
Jesús Galván titulado: Arreglo de la Cuestión Domínico-Española de 1879. Rectificaciones a un<br />
opúsculo del Dr. Ponce de León. Impreso en Santo Domingo. Un folleto de 50 páginas. Año<br />
1880”. (Op. Cit. p.142).<br />
Max Henríquez Ureña cita este documento en la semblanza que le dedica a Galván en sus<br />
Memorias de Relaciones Exteriores (Imprenta de J. R. Vda. García, Sucesores. Santo Domingo,<br />
R. D., 1933. pp.72-73).<br />
Los anhelos de paz, progreso y libertad que se advierten en amplios segmentos de la<br />
población dominicana en la segunda mitad del siglo XIX y expresados en la dicotomía<br />
hostosiana de “civilización o muerte”, se aprecian en la existencia de sus abundantes<br />
publicaciones periódicas, así como también en la constitución de sociedades culturales y<br />
recreativas. Muchas de ellas creaban sus propios periódicos y bibliotecas, como las mencionadas<br />
Amigos del País y Amantes de las Letras. Con igual propósito nació en La Vega,<br />
en septiembre de 1878, la Sociedad La Progresista, cuya biblioteca se instaló el mismo año<br />
de su fundación. Amplía esta honorable relación, La Republicana, 1867, la cual sostuvo<br />
una sala de teatro en su local instalado en el antiguo Seminario Conciliar por concesión del<br />
Arzobispo Meriño. El 17 de enero del 1880 se fundieron las bibliotecas de La Republicana<br />
y la de Amigos del País.<br />
Sería un error imperdonable silenciar en este relato el nombre de la Sociedad Amantes<br />
de la Luz, fundada en Santiago por Manuel de Jesús Peña y Reynoso (1834-1915) el 14 de<br />
junio de 1884, institución que aún sigue ofreciendo sus luces a la sociedad con su histórica<br />
biblioteca. Peña y Reynoso promovió también la creación de la Biblioteca Municipal de<br />
Puerto Plata, la cual abrió sus puertas en 1881.<br />
Llegó a ser tan notable la existencia de las bibliotecas en el país que don Federico García<br />
Godoy, en su condición de diputado, propuso en 1892 la creación de una Biblioteca Nacional,<br />
convirtiéndose así en el precursor de esta idea.<br />
Pero si en verdad la existencia de una biblioteca debe ser valorada como símbolo de cultura,<br />
esta estimación le corresponde a la primera biblioteca pública que existió en la capital<br />
de la República, enriquecida con los fondos donados por el filólogo y ensayista domínicovenezolano,<br />
rafael maría Baralt (1810-1860).<br />
El célebre autor del Diccionario de Galicismos era hijo de padre venezolano y de madre<br />
dominicana. Vivió en nuestro país y le sirvió como diplomático en España. Al morir,<br />
en un gesto de imponderable generosidad le donó su valiosa biblioteca personal a la<br />
República Dominicana, su “segunda patria”. Por este gesto y los servicios prestados a<br />
nuestro país fue declarado “benemérito de la patria”, a la que le dedicó, con expresión<br />
de amor filial, su poesía Adiós a la patria, la que vio la luz en el periódico Oasis, el 18 de<br />
marzo de 1861.<br />
Los libros donados en vida por Baralt a la República Dominicana, reiterada “ya en artículo<br />
mortis”, según lo confirma Felilpe Alfau y Bustamante, nuestro representante diplomático<br />
en la Corte de Madrid en esa época, amigo personal del donante, y quien tuvo a su cargo<br />
todos los trámites para el envío a nuestro país del valioso donativo.<br />
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ePÍloGo | PresenCIa del lIBro en sanTo domInGo | Jo r G e Te n a re y e s<br />
En carta fechada en Cádiz el 2 de junio de 1860 expresa el embajador Alfau: “Por el vapor<br />
transporte de guerra de S. M. Católica, el Velasco, que va destinado a la isla de Cuba, con<br />
orden expresa de hacer antes escala en esa capital, tengo el honor de remitir a usted, tres<br />
grandes cajas de libros que el señor D. Rafael M. Baralt legó a la República a su fallecimiento.<br />
Por más que nos sea tan sensible como es natural el donativo de esta preciosa adquisición<br />
siempre será honroso para nuestro país el que un literato de fama universal en tan supremo<br />
acto, haya puesto la intención de su gratitud en la República Dominicana para favorecerla<br />
con la joya más rica de su brillante existencia.<br />
Don Emilio Rodríguez Demorizi publica el catálogo de la afamada Biblioteca en Apuntes y<br />
Documentos. Estaba formado por unos 300 títulos incluyendo la obra titulada Guerras Civiles<br />
d´Haití, sin indicar el autor.<br />
La Biblioteca de Baralt permaneció en el Palacio de Gobierno hasta el 10 de enero de<br />
1867, fecha en la que el Pbro. Fernando Arturo de Meriño, Apolinar de Castro, José Gabriel<br />
García (1834-1910), Mariano Antonio Cestero (1838-1909), Juan Bautista Zafra (1892-1939) y<br />
Emiliano Tejera, iniciaron la “formación de una biblioteca para abrirla al público en la planta<br />
baja del Colegio Seminario Conciliar, residencia de Meriño, entonces Vicario y Gobernador<br />
Eclesiástico”. Para el logro de este propósito solicitaron los libros de Baralt depositados se<br />
ha dicho, en la casa de gobierno, “donde se encontraban ya muy desmejorados y empobrecidos,<br />
según dice César Nicolás Penson (1855-1901), en su Reseña Histórico Crítica de la <strong>Poesía</strong><br />
en Santo Domingo, lo cual demuestra que la mentalidad depredadora de los dominicanos es<br />
un enfermedad endémica.<br />
La Sociedad Literaria La Juventud pidió permiso para restaurarla, y la sostuvo hasta<br />
su disolución, pasando en 1875 a ser administrada por la Sociedad Amigos del País, institución<br />
que “auspició su crecimiento. Pero lamentablemente, y muy a pesar del cuidado<br />
desplegado por esta competente Sociedad, siguió sufriendo menoscabo debido al clima y a<br />
los insectos”; pero “también los sucesos políticos de aquellos tiempos frustraron el proyecto<br />
iniciado por el Arzobispo Meriño y demás compañeros, por lo cual no fue sino la noche<br />
del 11 de noviembre de 1874 cuando se pudo inaugurar la Biblioteca Pública que con tanta<br />
ilusión habían concebido”.<br />
La Biblioteca de Amigos del País formada con los fondos donados por Baralt, reunió<br />
también los que pertenecieron a la Sociedad de la Juventud, La Republicana y con algunas<br />
obras adquiridas con los escasos fondos que lograban recabar de los socios de “Amigos del<br />
País”, de tan brillante y fecundísima historia,”. Como apunta el Dr. Vetilio Alfau Durán, este<br />
centro de cultura se estableció originalmente en el edificio de la Cárcel Vieja, restaurado para<br />
esos fines, situado frente a la Plaza Colón, donde estuvo hasta 1955 la Cámara de Diputados.<br />
Allí permaneció varios años, hasta que un día sin lumbre de 1905, siendo Secretario<br />
de la benemérita Sociedad don Enrique Deschamps, un grupo con violencia gubernativa<br />
se incautó del local y dispersó la biblioteca. Este fue el triste final de la primera Biblioteca<br />
Pública Dominicana.<br />
El docto historiador antes citado, expresa al final de su artículo:“Cabe recordar que la<br />
primera disposición gubernativa a favor de las bibliotecas públicas fue dictada durante la<br />
administración del presidente Cesáreo Guillermo (1847-1895), en 1879, de cuyo ministerio<br />
formaba parte el general Segundo Imbert (1837-1905), a quien se debe la fundación en 1874<br />
de la primera biblioteca pública que tuvo Puerto Plata y fue, según creemos, la segunda<br />
ciudad que tuvo establecimiento de este género. Gracias a la ayuda oficial decretada en 1879<br />
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continuada por sucesivas administraciones, y al entusiasmo de asociaciones culturales, se<br />
establecieron bibliotecas públicas en Santiago, La Vega, Montecristi, Higüey, El Seybo, Baní,<br />
Azua, Samaná, Macorís; alguna de estas existen todavía. En esta capital, con el nombre de<br />
Biblioteca Popular, se inauguró el 27 de febrero de 1886 en un salón de la planta baja del<br />
Colegio San Luis Gonzaga, fundado por el filántropo Francisco Xavier Billini (1837-1890)<br />
(Consúltese, Lic. Emilio Rodríguez Demorizi: Apuntes y Documentos. Vol. 1. Talleres Tipográficos.<br />
Librería Dominicana. Ciudad Trujillo, 1957); Vetilio Alfau Durán: Nuestra Primera<br />
Biblioteca Pública, en Vetilio Alfau Durán en Clío. Escritos. Compiladores Arístides Incháustegui<br />
y Blanca Malagón. Publicaciones del sesquicentenario de la Independencia Nacional.<br />
Gobierno dominicano. santo domingo, r. d., 1994).<br />
Finalmente, con los restos de nuestra primera biblioteca pública se creó por Resolución<br />
del Ayuntamiento del Distrito Nacional, del 11 de octubre de 1922, la Biblioteca Municipal,<br />
que tuvo su sede en el templo de la Tercera Orden Dominica, asiento que fue posteriormente<br />
de la Escuela Normal fundada por Eugenio María de Hostos (1833-1901). No sabemos donde<br />
se encuentra actualmente ni que se han hecho los escasos libros que finalmente poseía de su<br />
desmedrado catálogo. Recordamos haber leído allí Historia de las Guerras Civiles en Francia,<br />
de Henrico Calarino Dávila, y Las Noticias Secretas de América, por Jorge Juan y don Antonio<br />
Ulloa, así como también la Vida Religiosa y Política de Tallarrand, desde su nacimiento hasta<br />
su muerte.<br />
Un balance exhaustivo de la vida cultural dominicana luego del nacimiento de la República<br />
ofrecerá resultados positivos dentro de las anómalas circunstancias que prevalecían,<br />
ya que se percibe la voluntad de amplios segmentos de nuestra sociedad, que se resistía a<br />
perecer bajo el peso de la barbarie, resultado del ejercicio infecundo de la epidemia política<br />
que afectó a nuestro país en ese período.<br />
Con fe en el porvenir como consigna social recibimos al siglo XX, no exento de los efectos<br />
disolventes que se incubaron tras la decapitación de la dictadura de Ulises Heureaux,<br />
anarquía que sólo se detuvo con la indeseable intervención norteamericana de 1916. El poder<br />
de la moral hostosiana no pudo impedir el triste espectáculo de las discordias políticas, los<br />
cuartelazos y la intolerancia, que finalmente aceleraron por “asfixia moral” la muerte en<br />
1903 del excelso maestro domínico-puertorriqueño.<br />
Muchos de los creadores y promotores de la cultura del siglo XIX sirvieron de inspiración<br />
a las nuevas generaciones, aunque algunos de ellos no sobrepasaron la segunda década del<br />
nuevo siglo: Galván murió en 1910, año en el que también falleció el “historiador nacional”<br />
José Gabriel García; el influyente Arzobispo Meriño, falleció en 1906; Emiliano Tejera, en<br />
1823; el autor de las Fantasías Indígenas, en 1900, y Deligne en 1913.<br />
En fin, la obra de los próceres del civismo y de la cultura que brillaron en el siglo XIX,<br />
alcanzó los umbrales del siguiente con positivos resultados; pues iluminaban el oscuro panorama<br />
que heredaba la nueva centuria, lo cual fue el colapso de nuestra soberanía. Mientras<br />
San Pedro de Macorís, se convirtió en la meca de las oportunidades de las Antillas por el<br />
auge de la industria azucarera. Allí nació, el 4 de febrero de 1904, Julio Desiderio Postigo.<br />
Fueron sus padres don José Monserrat Postigo Collazo, comerciante de origen puertorriqueño,<br />
y doña Isabel María Arias, nacida en Santiago de los Caballeros, pero que residió en<br />
la Sultana del Este desde temprana edad.<br />
Con la autoría del Señor J. Adalberto Martínez, la Fundación Evangélica Dr. Julio D.<br />
Postigo, publicó en 1994 un valioso compendio sobre Julio Postigo y la Librería Dominicana.<br />
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Semblanza e Historia, en la que se resume la exitosa labor de difusión cultural realizada por<br />
don Julio en su calidad de Gerente de la Librería Dominicana.<br />
El autor de esta obra apunta: “En la República Dominicana se vivían días de incertidumbre<br />
hacia finales del siglo XIX. La muerte del presidente Ulises Hereaux, a mediados<br />
de 1899 puso fin a la dictadura; pero ya el país estaba prácticamente hipotecado. A fin de<br />
sostener su proyecto político, Heureaux había endeudado el país con capitales holandeses,<br />
franceses, alemanes, ingleses y norteamericanos. A ello se reunió la lucha política entre el<br />
comerciante Juan Isidro Jimenes y sus seguidores, y el general Horacio Vásquez y sus partidarios,<br />
provocando que el presidente de los Estados Unidos de América Teodoro Roosevelt<br />
se apropiara de la administración de las aduanas dominicanas”. (Op. Cit. pp.39-40).<br />
En medio del caos se sentía el aliento de la cultura con los consecutivos aportes de los<br />
intelectuales que venían del pasado siglo, y los que emergían con la esperanza puesta en<br />
el futuro. Entre 1900 y 1919 se editaron tres tomos de la Historia de Santo Domingo de José<br />
Gabriel García, incluyendo la Historia Moderna de la República Dominicana (1906), todas en<br />
la imprenta de la que él era co-propietario. Otra imprenta y librería que continuó laborando<br />
hasta muy entrado el siglo XIX fue la Cuna de América, de Roques Román Hermanos,<br />
quienes editaban la revista del mismo nombre, una de las de mayor auge y contenido que<br />
hemos tenido, por lo que aún sigue siendo fuente de primer orden para el estudio de la<br />
cultura humanística dominicana.<br />
Como expresión de reconocimiento y gratitud a Eugenio María de Hostos, la Imprenta<br />
Olgo publicó en 1904, un importante libro testimonio, con el título: Eugenio María de Hostos.<br />
Ofrenda a su Memoria, donde se recogen las más variadas manifestaciones de duelo que se<br />
produjeron dentro y fuera de nuestro país, en ocasión de la muerte del eximio pensador<br />
antillano.<br />
Otra muestra de la presencia de realizaciones de valor cultural en este agitado período de<br />
nuestra vida republicana lo constituye la publicación en 1913, del Libro Primero del Bosquejo<br />
Histórico del Descubrimiento y Conquista de la Isla de Santo Domingo, del político y geógrafo<br />
Casimiro N. de Moya, con el sello de la Imprenta La Cuna de América. Viuda de Roques y<br />
Cía, donde años después también se publicaba (en 1926) la biografía de Fernando Arturo<br />
de Meriño, la de la novelista Amelia Francasci (Amelia Francisca de Leyba 1850-1941).<br />
Este mismo año se publicaba en la Imprenta de J. R. Vda. García, la segunda edición de<br />
Los Restos de Colón en Santo Domingo y Los dos Restos de Cristóbal Colón, de don emiliano<br />
Tejera. Son estos algunos de los autores ya consagrados que compartieron su experiencia y<br />
prestigio con otros autores, algunos nacidos en las postrimerías del siglo XIX, pero que si<br />
bien saborearon en forma tardía las mieles del romanticismo, se nutrieron del canto azul de<br />
Rubén Darío. Arquetipos inequívocos de esta metamorfosis fueron Fabio Federico Fiallo<br />
Cabral (1866-1942); Osvaldo Bazil Leyba (1884-1947); Federico Ramón Ortega Bermúdez<br />
(1884-1921); Virgilio Díaz Ordóñez (1895-1968); Ricardo Pérez Alfonseca (1892-1950) y Tulio<br />
Manuel Cestero (1877-1954).<br />
Los hermanos Pedro (1884-1946) y Maximiliano (1885-1967), Henríquez Ureña, sintieron<br />
en los inicios de su carrera literaria el influjo del modernismo. Así se constata en la Breve<br />
Historia del Modernismo escrita por este último, inclusive se llega a decir que Flores de<br />
Otoño (1901) de Pedro es la primera poesía de “tipo francamente modernista que lleva la<br />
firma de un autor dominicano”. Otros nombres que podrían incluirse dentro de esta tendencia<br />
en el ámbito de la poesía son el de Altagracia Saviñón (1886-1942) y el de Valentín<br />
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Giró (1883-1949) “quien se limitó simplemente, a recoger algunas novedades métricas y<br />
dos o tres ideas poéticas que el modernismo había puesto en circulación” (Max Henríquez<br />
Ureña: Breve Historia del Modernismo, 1954; Emilio Rodríguez Demorizi: Rubén Darío y sus<br />
amigos dominicanos, 1948).<br />
Con la presencia del modernismo que irrumpe en nuestro país a principios del nuevo<br />
siglo, según Max Henríquez Ureña, el movimiento del Paladión (1971), el Postumismo<br />
(1921), y la innovadora tendencia de la <strong>Poesía</strong> Sorprendida (1943), se define así, con caracteres<br />
propios la cultura humanística dominicana que se asienta desde las primeras décadas<br />
del siglo XVI.<br />
Un elemento digno de consideración en este intenso proceso ha sido la existencia de la<br />
imprenta con más de dos siglos de incuestionable existencia.<br />
Nos hemos referido a la Imprenta de García Hermanos y a su librería La Retreta, así<br />
como también a la Cuna de América, imprenta y librería de Roques Hermanos, que al parecer<br />
desde 1910 fue conocida como símbolo de una sostenida producción editorial, desde<br />
finales del siglo XIX, hasta muy entrada la siguiente centuria. Sin embargo, estimamos<br />
oportuno agregar a esta exigua lista algunos de los nombres que dignifican este ángulo<br />
de la actividad empresarial de nuestro país, y desde donde han salido diversas obras que<br />
hoy enriquecen nuestra bibliografía. Para este breve inventario hemos observado cientos<br />
de obras existentes en nuestra biblioteca, limitándonos a los nombres de algunos de ellos:<br />
Rafael Montalvo-Editores, nombre con el que operaba en 1922 la Imprenta Montalvo, muy<br />
favorecida por los escritores, incluso por el gobierno; Tipografía El Progreso, Emiliano Espinal<br />
(1919); Talleres Tipográficos La Opinión (1933); Imprenta Montalvo (1938); La Opinión, C.<br />
por A. (1932); Editorial Stella (1954). Tip. El Progreso, Quírico y Sanabia (1922); Imprenta<br />
Listín Diario (1930). Este año aparece en la misma imprenta otra publicación que poseemos,<br />
lo cual demuestra que la editora Listín Diario también realizó labor de imprenta; Talleres<br />
Gráficos Itesa, la Información, y Editorial El Diario de Santiago.<br />
En esta última editorial, situada en Santiago de los Caballeros se imprimieron los tomos<br />
de la <strong>Colección</strong> Trujillo (1944) y los Discursos, Mensajes y Proclamas del Honorable Dr. Rafael<br />
L. Trujillo, Presidente de la República. La primera de estas publicaciones se realizó en ocasión<br />
de la conmemoración del primer centenario de la República, que en verdad sólo tiene de<br />
Trujillo el nombre; pero no así la <strong>Colección</strong> de Discursos y Proclamas, pues a nuestra manera<br />
de ver, por el estilo de su impresión forma parte del faraonismo político que vivió el<br />
país (1930-1961). En esta misma tendencia debemos inscribir los 20 tomos de la <strong>Colección</strong><br />
(Impresora Dominicana, 1955) La Era de Trujillo. 25 años de Historia Dominicana.<br />
Independientemente de la obvia atención política que subyacía en estas publicaciones, es<br />
innegable que en el curso de la dictadura que durante tres décadas le impuso su omnímoda<br />
voluntad a la sociedad dominicana, se produjo una apreciable actividad cultural con dos perfiles<br />
característicos: el tono laudatorio y la simulación con una delirante presencia del primero.<br />
En medio de este ambiente se mueve don Julio Postigo en calidad de importador, expendedor<br />
y productor de libros. Esta última actividad se consolida con un novedoso proyecto editorial:<br />
La <strong>Colección</strong> <strong>Pensamiento</strong> <strong>Dominicano</strong>, que se inaugura en 1950 con las Narraciones Dominicanas<br />
del Dr. Manuel de Jesús Troncoso de la Concha, connotado colaborador de la dictadura,<br />
pero al mismo tiempo uno de los más lúcidos intelectuales de esa época.<br />
Parecería que con su presencia don Julio pretendiera garantizar la supervivencia de su<br />
más apreciado aporte a la cultura dominicana.<br />
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Otras publicaciones dignas de señalar son la Enciclopedia Dominicana en ocho tomos (1976),<br />
y los Cuadernos <strong>Dominicano</strong>s de Cultura, también en ocho tomos, compilados por Arístides<br />
Incháustegui y Blanca Malagón, con el patrocinio del Banco de Reservas.<br />
En efecto don Julio introdujo un nuevo concepto en la comercialización del libro. No se<br />
tienen noticias, sin embargo, de una formación académica que le sirviera de soporte a sus<br />
audaces iniciativas. Hombre de visible modestia, era dueño de un desarrollado instinto de<br />
persuasión que lo expresaba con naturalidad y franqueza. Sabía administrar sus palabras<br />
y honrar sus compromisos.<br />
Durante los numerosos encuentros que sostuvimos, ya como cliente de la Librería,<br />
primero, y de la Hispaniola, después, o en las reuniones que compartimos para la organización<br />
de algún evento relacionado con el libro. Nunca lo vimos alterarse, pero tampoco<br />
admitir situaciones que violentaran sus convicciones, sobre todo en lo que respecta al<br />
manejo de recursos era rigurosamente estricto. Esto puedo afirmarlo con verdadero conocimiento<br />
de causa.<br />
En una ocasión nos confesó que su mayor escuela había sido la rectitud de su padre. Don<br />
Julio, ha dicho el Dr. Mariano Lebrón Saviñón era “un hombre bueno, cordial y piadoso”<br />
(Prólogo. Julio Postigo...).<br />
Nació en el curso del prolongado y conflictivo proceso de transición política que causó la<br />
muerte de Ulises Heureaux, y San Pedro de Macorís no estuvo exento de sus consecuencias.<br />
Sin embargo, la explotación de la caña de azúcar hizo cambiar la vida económica del país,<br />
pues varias corporaciones norteamericanas aprovechando esa coyuntura intervencionista<br />
de 1916, hicieron sustanciales inversiones en el desarrollo de la industria azucarera, hasta<br />
convertirse en los mayores accionistas de ese sector industrial, desplazando a los expertos<br />
cubanos que lo lidereaban.<br />
San Pedro de Macorís se convirtió en la metrópoli del azúcar en la República Dominicana<br />
desde finales del siglo XIX hasta la primera mitad de la siguiente centuria, situación que<br />
provocó que reconocidos representantes de la intelectualidad dominicana y profesionales en<br />
otras áreas se asentaran en esa ciudad, como el Dr. Américo Lugo Herrera, el doctor Francisco<br />
Eugenio Moscoso Puello (1885-1959), los infortunados hermanos Fernando (1861-1913) y<br />
Rafael Alfredo Gastón Deligne Figueroa (1863-1902).<br />
La Sultana del Este, al tiempo que generaba riquezas también producía un número considerable<br />
de escritores y profesionales en distintas disciplinas. Vale mencionar a Federico<br />
Ramón Bermúdez (1884-1921); Pedro Julio Mir Valentín (1913-2002); Francisco Domínguez<br />
Charro (1910-1943); Virgilio Díaz Ordóñez (Ligio Vizardi( (1895-1968); Carmen Natalia Martínez<br />
Bonilla (1917-1976); Freddy Manuel Gatón Arce (1920-1994); René del Risco Bermúdez<br />
(1937-1974); Víctor Villegas (1924), y Federico Jovine Bermúdez (1944).<br />
En esta breve galería de petromacorisanos ilustres merecen mención especial la Dra.<br />
andrea evangelina rodríguez Perozo (1879-1947), quien si bien no nació en san Pedro, fue<br />
petromacorisana por adopción y de corazón. Le cabe el mérito de haber sido la primera<br />
mujer dominicana graduada en medicina (1911). Durante cuatro años realizó estudios especializados<br />
en París, alentada por otra ilustre dama de gratos recuerdos para la sociedad<br />
de San Pedro, la profesora Anacaona Moscoso Puello (1876-1907), quien, aunque nacida<br />
en la ciudad de Santo Domingo, sentó raíces en la atractiva ciudad del Higuamo hasta su<br />
muerte. Al regresar, la Dra. Evangelina a San Pedro de Macorís puso sus conocimientos al<br />
servicio de las clases más necesitadas. Creó, entre otras obras, el Club de Madres “Gota de<br />
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Leche”. Sin embargo, incomprendida por el medio que debió honrarla, abandonó el pueblo<br />
e inició una interminable peregrinación por colonias agrícolas y bateyes, ofreciendo atenciones<br />
médicas a los necesitados y alfabetizando a la masa campesina. Tildada de “loca”<br />
murió esquizofrénica, sola e ignorada por las mismas gentes a la que sirvió”. Como escritora<br />
escribió poesías y cuentos, y un ensayo titulado Grano de Polen.<br />
Otra distinguida dama nacida en San Pedro de Macorís, Esthervina Matos Pérez<br />
(1913-1999), nuestra condiscípula en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de<br />
Santo Domingo. Con una vasta formación humanística y una apreciable producción literaria<br />
sigue siendo hoy una gran desconocida. Fue poetisa, ensayista, doctora en derecho.<br />
San Pedro de Macorís también fue sede de una apreciable labor periodística desde<br />
1883 con la aparición de La Voz del Este, fundada por Justiniano y Pedro Antonio Bobea; La<br />
República (1905). Interdiario Político Comercial y de Interés general; El Cable, que contó con<br />
la colaboración de los hermanos Deligne Figueroa; pero como vocero del sentir petromacorisano<br />
y en sintonía con la reivindicación de los mejores intereses de la nación dominicana,<br />
nació en 1922 El Diario de Macorís, bajo la dirección del periodista Horacio A. Febles, tal vez<br />
el más importante de la región en su época, y el cual tuvo como contraparte a Patria (1921)<br />
fundado por el doctor Américo Lugo, comprometido con el rescate de la soberanía nacional,<br />
ya que su director formaba parte activa del Movimiento Nacionalista, fundado con ese<br />
patriótico propósito; Patria, tuvo una segunda etapa en Santo Domingo, en cuyas páginas<br />
aparece la firma del humanista Pedro Henríquez Ureña.<br />
En ese San Pedro de Macorís circundado por el silencioso Higuamo y el Mar Caribe,<br />
impregnado del fuerte olor de la melaza y la caña de azúcar quemada, donde el Viejo Negro<br />
del Puerto, de Domínguez Charro, se “desliza en silencio, en las noches, del muelle largo”, y<br />
donde la fusión de razas se expresa cadenciosa en la coreografía de los “Guloyas”, a quienes<br />
el maestro Bienvenido Bustamente, otro reconocido petromacorisano les rinde homenaje en<br />
el 3er. movimiento de su Sinfonía Macorís.<br />
Ese es Macorís en donde se hizo ciudadano Julio Desiderio Postigo Arias. Es decir, su<br />
crecimiento y formación se desarrolló plenamente en esa ciudad, en la que convergían inmigrantes<br />
procedentes de las antillas, tanto de habla inglesa como los de origen hispánico,<br />
atraídos por la floreciente prosperidad, gracias al auge de la industria azucarera en esa región,<br />
quienes llegaban con sus hábitos y costumbres, incluyendo la introducción de nuevos cultos<br />
religiosos, como la Iglesia Evangélica en el año 1921. Y a la que se incorporó de inmediato<br />
el joven Julio Postigo cuando apenas tenía 14 años.<br />
La ciudad de San Pedro de Macorís, señala Adalberto Martínez en su citada obra, Julio<br />
Postigo. La Librería Dominicana (Semblanza), es relativamente joven, comparada con otras<br />
de la misma región. Sin embargo, su riqueza cultural y sus niveles de desarrollo la definen<br />
como progresista, y es poseedora de un envidiable potencial para incidir en el desarrollo<br />
del país.<br />
En esa ciudad también Julio Postigo inició sus contactos con las necesidades espirituales<br />
y materiales de la vida de la que supo extraer sus mejores prendas (Op. Cit. p.47 y 48).<br />
Poco después de contraer matrimonio con la señorita Cruz Minerva Vilanova, también<br />
petromacorisana, el joven Postigo obtuvo el título de contable, expedido por la Academia<br />
de Comercio, Industria y Agricultura de San Pedro de Macorís; pero en verdad su mayor<br />
grado académico lo obtuvo en la escuela de la vida, gracias a su natural instinto de asimilación<br />
y habilidad.<br />
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Como era de esperarse, esta nueva modalidad de servir a Cristo chocaba con la tradición<br />
cristiana que prevalecía en el país desde los días de la colonización española. Así explica el<br />
señor J. Adalberto Martínez este hecho:<br />
“Este proyecto múltiple, complejo, que arrancara en forma resuelta en San Pedro de<br />
Macorís y en Santo Domingo en 1921, fue determinante para superar los criterios distorsionados<br />
que sobre los protestantes y evangélicos tenía y tiene una parte de la población,<br />
incluidos algunos de los propios afectados (p.189).<br />
Don Julio contribuyó, de manera efectiva, a mejorar ese distorsionamiento del que nos<br />
habla su biógrafo en el párrafo anterior, porque por instinto o vocación innata, logró que en<br />
sus acciones se diluyera ese distanciamiento. Y la Librería Dominicana de la que hablaremos<br />
más adelante, fue el escenario del que se valió para lograr ese propósito. Al entrar a ella,<br />
sin cuestionar la inclinación religiosa del visitante, el Sr. Postigo le obsequiaba un ejemplar<br />
del Nuevo Testamento, independientemente de la obvia presencia de la Biblia como fuente<br />
indispensable para alcanzar la solidaridad humana.<br />
Desde que ingresó a esta congregación religiosa el señor Julio Postigo se destacó como<br />
promotor de la doctrina religiosa a la que pertenecía, pero al mismo tiempo procuró, hasta<br />
la muerte, que tanto la iglesia evangélica como la católica armonizaran sin fisura sus fines<br />
y propósitos.<br />
En este sentido el señor Martínez expresa:“Haciendo camino, señalando y concretizando<br />
realizaciones; obras de filantropía, fomento de la literatura y de la cultura en general; acercamiento<br />
entre religiones en los más diversos credos, predicación del evangelio –si mal no<br />
recuerdo en la Librería Dominicana– se hacía diariamente un ejercicio de oración, en el que<br />
participaban algunos devotos y los empleados de la Librería, promoción de las relaciones<br />
interpersonales de la cooperación y de la conjunción de voluntades, y hasta protagonismo<br />
político, constituyen el haber de un hombre que siendo aún muy joven fue tocado por el<br />
evangelio salvador de Jesucristo. (p.188).<br />
Por el comportamiento que exhibió don Julio tan pronto se instaló en la ciudad de Santo<br />
Domingo como gerente de la Librería Dominicana, tenemos que admitir, como bueno y<br />
válido, el juicio precedentemente citado, porque en verdad la referida librería se convirtió<br />
en una casa de cultura válida para todos, o sea, laicos, católicos y de otras religiones, preferentemente<br />
evangélicos.<br />
Por esa casa pasaron figuras como Fray Cipriano de Utrera, Monseñor Eduardo Polanco<br />
Brito, Oscar Robles Toledano y el aplaudido orador jesuita Tamargo, entre otros dignos<br />
representantes de la Iglesia Católica.<br />
Estimulado por la expansión de los servicios sociales que emprendió la Iglesia Evangélica<br />
desde que inició sus actividades formales en nuestro país, Don Julio fue desarrollando,<br />
simultáneamente, sus aptitudes de líder en perfecta sintonía con los fines y propósitos de<br />
la iglesia a la que pertenecía, lo cual le permitió concitar la estimación de sus más altos<br />
dirigentes locales y extranjeros hasta merecer la gerencia de la Librería Dominicana, organizada<br />
en 1922 “correspondiendo a los planes de la Junta para Servicio Cristiano de Santo<br />
Domingo” (Hernán González Roca. Horizontes de Esperanza. Historia de la Iglesia Evangélica<br />
Dominicana. Tomo I. p.218).<br />
Entre este autor y el señor Adalberto Martínez, que hemos citado, existe una visible<br />
contradicción en lo que respecta a la fundación de la Librería Dominicana, y la entrada en<br />
ella del señor Postigo como gerente. Para Roca la historia es como sigue:<br />
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ColeCCIÓn PensamIenTo domInICano | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
“Le correspondió al Dr. Nathan H. Fuman, Superintendente de la Iglesia Evangélica<br />
Dominicana, esbozar los lineamientos que habrían de regir tan importante institución, la<br />
cual habría de ser la primera en su género, no solo en la República Dominicana, sino en<br />
toda el área. (p.218).<br />
El primer gerente de la Librería, anota Roca, fue el señor Juan Rodríguez, cargo que<br />
desempeñó por breve tiempo, y fue sustituido por el señor Prudencio V. Serrano.<br />
En 1923, el primer informe del Superintendente acerca del funcionamiento de la Librería<br />
expresa “que el importe fue más del doble del año anterior, y así consecutivamente, cada<br />
año iba aumentando considerablemente su labor, realizando eficazmente los planes por los<br />
cuales había sido organizada”. (p.218).<br />
En el mes de marzo de 1927 el señor Prudencio renunció como gerente, “nombrando en<br />
su lugar al señor Homero Vallejo, a quien sucedió Clodomiro Henríquez, quien a su vez fue<br />
reemplazado al año siguiente por Aquiles Echevarría. El año de esta designación, la Librería<br />
fue movida de lugar en dos ocasiones, pero siempre en la misma calle Las Mercedes. En el<br />
Informe del Superintendente de este año se consigna que desde “1926 la Librería se sostenía<br />
sin la subvención de los fondos de la misión”.<br />
El Dr. Samuel Gray Inman, quien se desempeñaba como Secretario del Comité Protestante<br />
para la cooperación en América, visitó nuestro país en 1929, luego de ser designado<br />
Secretario Ejecutivo de la Junta para los Servicios Cristianos en Santo Domingo, quien tuvo<br />
palabras de elogios para la referida Librería:<br />
“Esta institución establecida recientemente bajo el auspicio norteamericano, es el<br />
único lugar en la capital que ofrece a los dominicanos una sala de lectura, clases nocturnas<br />
y la posibilidad de conocer amigos sin necesidad de pagar un trago o pagar cuotas.<br />
Pudimos notar que la Librería es una institución de interés particular, el único en la<br />
República donde se pueden conseguir libros modernos sobre temas sociales, religiosos<br />
y científicos”. (Roca p.119). Aunque este juicio luce visiblemente complaciente, pone de<br />
manifiesto la importancia que había adquirido la Librería Dominicana en el mercado del<br />
libro en la capital de la República, donde operaban otros establecimientos de importancia<br />
en esa área de negocios, como la librería nueva, de Francisco Celio Carías lavandieur,<br />
fundada en la Calle El Conde, también en la década de los años veinte. Funcionó hasta<br />
1960 cuando fallece su fundador.<br />
Por el informe del Superintendente de 1935 sabemos que la Librería Dominicana: “ha<br />
tenido un buen año, a pesar de los inconvenientes del local. Ya está instalada en dos cuartos<br />
del nuevo edificio y tiene no solamente nuevas comodidades, sino un aspecto más atrayente<br />
[...], estamos muy interesados en encontrar algún medio de aumentar la venta y distribución<br />
de Biblias, pues el pueblo necesita del Libro de los libros, más que nunca. (Horizontes de<br />
Esperanza. p.219).<br />
Un nuevo establecimiento destinado al expendio del libro nació en la Capital alrededor<br />
de 1937. Nos referimos a la Librería Amengual, fundada en la calle El Conde No. 5, por Sebastián<br />
Amengual Rivas y su señora esposa, doña Ana Lucía Martínez, año en el que por los<br />
informes que poseemos, renunció el señor Aquiles Echeverría como Gerente de la Librería<br />
Dominicana y en su lugar fue designado el señor Julio Postigo Arias.<br />
El señor Aquiles Echeverría, renunció en 1937 y en su lugar fue designado el señor Julio<br />
desiderio Postigo arias. Queda así demostrado que la librería tuvo cinco gerentes antes de<br />
que entrara don Julio a dirigirla.<br />
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Esta versión difiere sustancialmente de la reseñada por J. Adalberto Martínez en su<br />
mencionada obra, pues para él es el señor Samuel Gray Inman quien “bosqueja los planes<br />
para la apertura de la Librería”, mientras que González Roca le confiere este privilegio al<br />
Superintendente de la Iglesia Evangélica Dominicana, Dr. Nathan H. Huffman. Difieren<br />
también en la fecha de la fundación. Para Roca comienza en 1922, mientras que Martínez,<br />
señala que la apertura de la Librería se produjo en 1921:<br />
“La Librería Dominicana, ubicada en un saloncito de la casa colonial que la Misión había<br />
comprado en la Calle Las Mercedes. Se encarga de la misma a Julio Postigo, quien para la<br />
época residía en San Pedro de Macorís”.<br />
En este punto nos inclinamos a favor de la versión de Collado que ofrece González Roca,<br />
quien señala, además, que “al hacerse cargo de la administración de la Librería, Postigo le<br />
imprimió su dinamismo y entusiasmo, sacando la institución unos años más tarde del lugar<br />
en que la encontró; trasladándose a su edificio, contiguo al templo de la Primera Iglesia,<br />
que aún existe, en la Calle Las Mercedes a esquina 19 de Marzo, siguiendo la misma línea<br />
arquitectónica y estética. El informe presentado por el gerente de la Librería a la Asamblea<br />
General da cuenta de que:<br />
“Durante el año que pasó fue la inauguración del nuevo edificio de la librería, donde<br />
tiene ahora todas las comodidades para llevar su programa de servir a la comunidad. El<br />
acto de inauguración revistió los caracteres de un acontecimiento nacional. lo mejor de<br />
nuestros intelectuales y artistas se dio cita, para hacer de esa noche algo inolvidable. Como<br />
homenaje póstumo a un gran dominicano y amigo, hacemos constar que fue la última noche<br />
en que el gran poeta dominicano Fabio Fiallo apareció en público para recitar una de<br />
sus mejores poesías”. (Acta 21 de la Asamblea General de la IED - Iglesia Evangélica Dominicana:<br />
Santo Domingo, 1943).<br />
En lo concerniente a la inauguración del emblemático edificio que alojó a la Librería,<br />
discrepan también Martínez y Roca, porque según lo dicho por Roca, basado en el informe<br />
del Gerente de la Librería –en este caso lo era ya don Julio– el acto de inauguración se realizó<br />
en 1943, mientras que Martínez apunta que fue en 1946 cuando “se da apertura a una sala<br />
de lectura en el edificio que inauguró la Librería Dominicana en esta fecha. Para la ocasión<br />
declamó allí el poeta Fabio Fiallo” (p.197).<br />
Del cotejo de estos dos textos se colige que sus autores al parecer abrevaron en fuentes diferentes<br />
por la visible discrepancia en la interpretación de hechos relativamente recientes.<br />
En lo que si coinciden es en destacar la novedosa y eficaz labor empresarial y cultural<br />
realizada por el señor Postigo desde que asumió la dirección de la Librería Dominicana.<br />
Es innegable que bajo la dirección del señor Postigo Arias, la Librería se convirtió en una<br />
especie de ateneo abierto a todas las manifestaciones de la cultura dominicana: declamaciones,<br />
conferencias, exposiciones de libros en el país y en el extranjero, ediciones de libros,<br />
salones de lectura. Estableció relaciones con importantes editoras de América y de Europa y<br />
asumió la distribución de prestigiosas revistas internacionales, como Selecciones del Readers’<br />
Digest y la revista “devocional” El Aposento Alto, cuya edición para El Caribe llegó a dirigir<br />
don Julio Postigo.<br />
Pero, además, la Librería fue también un activo centro de lectura y divulgación de la Biblia,<br />
ya que don Julio fue un activo divulgador del Evangelio. Con justicia apunta el señor Roca:<br />
“Postigo fue un evangélico militante, fue de los primeros convertidos cuando empezó<br />
la Iglesia Evangélica Dominicana, estando presente en el acto de organización el 10 de enero<br />
731
ColeCCIÓn PensamIenTo domInICano | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
de 1922. Postigo tuvo en la Librería Dominicana, un eficaz soporte para sobresalir por sus<br />
hechos. Fue objeto de numerosos reconocimientos por parte de diferentes instituciones,<br />
recibiendo varias condecoraciones nacionales y extranjeras. (pp.221-225).<br />
Bien ganado tuvo, pues, la distinción que le confirió la Iglesia Evangélica de su<br />
ciudad natal, designándolo en 1938, miembro honorario, con voz y voto. Luego de éste,<br />
la misma institución le otorgó otros reconocimientos: en 1948, Comisionado “para que<br />
atendiera algunas de las responsabilidades del Superintendente de la Iglesia, Dr. Barney<br />
N. Morgan, a quien se recuerda por el hospital que lleva su nombre; en 1949, Julio Postigo<br />
es nombrado subgerente de la Sociedad Bíblica Dominicana, año éste en el que también<br />
fue distinguido por la Asociación de Iglesias Evangélicas de la República Dominicana<br />
como delegado ante la Conferencia Evangélica Latinoamericana, que tendría lugar en la<br />
ciudad de Buenos Aries, oportunidad que aprovechó para promover el libro dominicano<br />
en esa ciudad y hacer contactos comerciales con la entonces pujante industria editorial<br />
argentina, como la librería El Ateneo Editorial, una especie de contraparte de la Librería<br />
Dominicana que también era librería y editorial. La más codiciada obra del Ateneo era la<br />
<strong>Colección</strong> de Clásicos Inolvidables, con la que al parecer se pretendía reeditar la Biblioteca<br />
Clásica de la Librería de Pestado, Pérez y Cía. Sucesores de Hernando, destruida durante<br />
la guerra civil española.<br />
Aquí circularon, por los años cincuenta, bastantes obras de esa magnífica colección,<br />
mercadeadas por un librero de origen colombiano de apellido Cohén. La Biblioteca del<br />
Congreso aún conserva muchas de esas obras en estado de vergonzoso reposo, sin que nadie<br />
se interese por el contenido civilizador de tan importantes obras. Esa fue la impresión que<br />
nos dejaron la última vez que lo vimos hace algunos años.<br />
Según se consolidaba la Librería, el señor Postigo diversificaba sus actividades, incluyendo<br />
ediciones de libros de textos como la <strong>Colección</strong> Estudios con la finalidad de abaratar<br />
sus costos (1946). Por sus relaciones con los Contín Aybar, residentes a pocos metros de la<br />
Librería, en el segundo piso de la casa que ocupaba la tienda La Ópera, calle Duarte esquina<br />
El Conde, frente al antiguo cine Rialto, fueron asiduos contertulios, hasta que se mudaron<br />
a la calle Dr. Delgado próximo a la Ave. Independencia, Margarita fue invitada a ofrecer un<br />
recital en la serie Noches de <strong>Poesía</strong>, (1943), en la que participaron, además, Maricusa Ornes,<br />
y el juglar jarabacoeño, Ángel Torres Solares, a quien recordamos por su repertorio cargado<br />
de poesías puertorriqueñas, donde residió por muchos años.<br />
Entre las primeras publicaciones patrocinadas por la Librería Dominicana se registra<br />
la Antología Poética Dominicana (1943), ordenada por el crítico y poeta Pedro René<br />
Contín Aybar (1907-1981), hermano de la declamadora y profesora Margarita Contín,<br />
mencionada anteriormente. Esta antología tiene un valor histórico indiscutible, pues<br />
hasta la fecha eran escasas en la bibliografía dominicana las obras realizadas con igual<br />
propósito, si descartamos la Lira de Quisqueya, de José Castellanos Vargas (1835-1907) y<br />
la Reseña Histórico Crítica de la <strong>Poesía</strong> Dominicana, redactada por César Nicolás Penson<br />
(1855-1901).<br />
A éstas les siguieron, hasta donde sepamos, El Parnaso <strong>Dominicano</strong>, de osvaldo Bazil<br />
(1913); Nuestra <strong>Poesía</strong>, de Rafael Emilio Sanabia /1943), publicada según él indica con motivo<br />
del Primer Centenario de la República (1943). Con ese mismo propósito apareció en 1944<br />
la Antología de la Literatura Dominicana (Serie IV. Literatura. Dos Volúmenes. El primero de<br />
ellos dedicado a la poesía).<br />
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Con el título Nueva <strong>Poesía</strong> Dominicana apareció en Madrid en 1953 la compilación antológica<br />
de Antonio Fernández Spencer (1922-1995) con un importante estudio de este autor<br />
(Cultura Hispánica, 1953).<br />
Otras Antologías poéticas que enriquecen nuestra bibliografía son la Antología biográfica<br />
de Poetas Petromacorisanos, de Inés Díaz de Soñé, patrocinada por la Universidad Central del<br />
Este con motivo del Centenario de San Pedro de Macorís (1882-1982); Antología Histórica de<br />
la <strong>Poesía</strong> Dominicana del Siglo XX (1912-1995), estudio y selección, Franklin Gutiérrez (New<br />
York, 1995); Al Filo del Agua; XX Años de <strong>Poesía</strong> Dominicana (1979-1999) miguel antonio<br />
Jiménez; Taller Literario César Vallejo. 2 Tomos (1999). Pero la que a nuestro juicio domina<br />
el espacio de las antologías en la literatura dominicana por la extensión de su contenido<br />
y la cuidadosa selección que hicieron sus compiladores, Manuel Rueda González y Lic.<br />
José Alcántara Almánzar: Dos Siglos de Literatura Dominicana, en cuatro tomos, en verso<br />
y prosa, obra que forma parte de la labor editorial que realizamos durante nuestro paso<br />
por la Secretaría de Estado de Educación (1996), luego la Fundación Corripio realizó una<br />
segunda edición de esta obra con el título Antología Mayor de la Literatura Dominicana<br />
(<strong>Colección</strong> Prisma, 2001).<br />
Esta relación podría aumentarse con las antologías dedicadas a las llamadas generaciones<br />
literarias y a los autores que han hecho selección de su producción poética. La poesía<br />
contemporánea de Santiago, (1977-2005) es compilada por Enegildo Peña, la que es un buen<br />
ejemplo de las Antologías Generacionales que abundan tanto en la ciudad de Santo Domingo<br />
como en el interior de la República, donde el concepto “generación literaria” se emplea en<br />
forma evidentemente simplista.<br />
En 1947 la Secretaría de Estado de Educación, Bellas Artes y Cultos inició la publicación<br />
de la Biblioteca Dominicana, a través de la Sección de Canje, Difusión y Publicaciones, que<br />
dirigía el poeta Ernesto Suncar Chevalier, esposo de la meritísima maestra, Dra. Zoraida<br />
Heredia Vda. Suncar. La primera obra que vio la luz en esta colección fue la Idea del Valor<br />
de la Isla Española, de la autoría de Sánchez Valverde, con prólogo y notas de Fray Cipriano<br />
de Utrera, y le siguieron en orden sucesivo: Narraciones Dominicanas, de Manuel de Jesús<br />
Troncoso de la Concha (1948); Galaripsos, de Gastón F. Deligne (1946), con prólogo de Pedro<br />
Henríquez Ureña; <strong>Poesía</strong>s Completas (1950), de Salomé Ureña de Henríquez, con Prólogo de<br />
Joaquín Balaguer; Cosas Añejas (1951), de César Nicolás Penson, e Historia de Santo Domingo,<br />
tres tomos (1955), de Antonio del Monte y Tejeda, edición al cuidado de Gustavo Adolfo<br />
Mejía Ricart (1893-1962). En una Segunda Serie se publicó la obra Sánchez, en dos tomos<br />
(1951), de Ramón Lugo Lovatón, y De Soslayo, de rafael damirón (1946).<br />
En la Biblioteca Popular de Cultura, patrocinada también por la Secretaría de Educación<br />
se publicaron de Manuel de Jesús Galván: Enriquillo (Selección, 1991); de Antonio del<br />
Monte y Tejada: Historia de Santo Domingo (Selección, 1961), y de Rafael L. Trujillo: Cartilla<br />
Cívica para el Pueblo <strong>Dominicano</strong>. Talleres Tipográficos Americalee. Buenos Aires, 1951. Las<br />
dos publicaciones anteriores aparecieron en la Editora del Caribe, C. por A.<br />
En la década del cincuenta, y dentro de la campaña iniciada por el régimen de turno a<br />
favor de la construcción del mega-proyecto del Faro a Colón, se creó el Comité Ejecutivo<br />
Permanente del Faro a Colón que dentro de su programa de acción auspició la publicación<br />
del Boletín del Faro a Colón, bajo la activa dirección del señor Fernando Garrido. En sus páginas<br />
no sólo encontramos datos relacionados con los restos de Cristóbal Colón, sino también<br />
con investigaciones de gran interés histórico.<br />
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Retomando el tema de la evolución de la Librería Dominicana, cuyos beneficios en sus<br />
primeros años fueron tan auspiciosos que en ocasiones fueron entregados, por decisión de<br />
la Junta de Servicios Cristianos a la Iglesia Evangélica Dominicana, como colaboración para<br />
impulsar los diferentes proyectos sociales, religiosos y educativos que patrocinaba. Estos<br />
beneficios deben atribuirse a la competencia gerencial de don Julio Postigo, quien no limitó su<br />
acción a la comercialización de libros y revistas, sino que introdujo una serie de actividades<br />
hasta entonces inéditas en nuestro país, tales como conferencias y recitales que si bien no<br />
producían beneficios económicos directos, pero sí contribuían a promover la Librería entre<br />
los potenciales compradores de libros. Algo parecido intentaron llevar a cabo los hermanos<br />
Brea Branco, en el Salón de Tertulias instalado en la segunda planta de la librería que instalaron<br />
en la década de los años setenta, en la calle Doctor Delgado esquina Santiago, con un<br />
amplio y actualizado catálogo bibliográfico.<br />
entre los connotados intelectuales que disertaron en el Patio de la librería, recordamos<br />
entre otros, a Delia Weber, (1900-1982), poetisa ungida de la mística tagoriana; Manuel<br />
Valldepares (1902-1970), activo periodista, fumador de puros, que desde las columnas de<br />
La Nación, hacía gala de una inagotable fecundidad literaria; Flérida García de Nolasco<br />
(1891-1976), polifacética y fecunda escritora, quien abordó el tema: Tradición Musical,<br />
área de su especialidad como pianista y consagrada folclorista. Otra consagrada artista<br />
que ocupó la tribuna de la L.D. (Librería Dominicana) fue la pintora Celeste Woss Gil<br />
(1891-1985), quien desarrolló un tema muy en consonancia con el lugar: El Arte a través<br />
de la Religión.<br />
En el ciclo de conferencias intervinieron, además, José Vela Zanetti (1913-1997), reconocido<br />
muralista de origen español, quien dejó su impronta en numerosos establecimientos<br />
públicos de nuestro país. Su conferencia llevó como título: La transfiguración del<br />
paisaje, José Almoina Mateos (1913-1960), exiliado español como el anterior, el título de su<br />
comparecencia fue Consideraciones en torno al erasmismo, tema que al parecer le era grato;<br />
con el título Bosquejo histórico de la literatura mexicana, ocupó la tribuna de la Librería, José<br />
de Jesús Núñez Domínguez, notable historiador, quien se desempañaba entonces como<br />
Embajador de México en nuestro país. Durante su estancia en el país sostuvo intercambio<br />
de opiniones con Fray Cipriano de Utrera acerca de la leyenda del misterioso personaje de<br />
la colonia, conocido sólo por el nombre de El Tapao, y que dio origen al libro El Tapado de<br />
México y Santo Domingo, de Núñez Domínguez; El Tapado de México, de Utrera, y El tapado<br />
de Santo Domingo, también de ese mismo autor. Tipografía Franciscana. Ciudad Trujillo,<br />
República Dominicana, 1950.<br />
La elocuente voz del reverendo Armando Tamargo se escuchó también en esa tribuna<br />
abierta a todas las manifestaciones de la cultura que fue el patio de la Librería Dominicana.<br />
Habló acerca del Cristianismo y la Política.<br />
El culto prelado Oscar Robles Toledano, el afamado periodista Rafael Herrera, el dramaturgo<br />
Franklin Domínguez, el político y escritor Francisco Prats Ramírez, el Dr. Germán<br />
Emilio Ornes Coiscou, el médico y poeta, Dr. Mariano Lebrón Saviñón, y su hermano Carlos,<br />
enriquecen la selecta relación de las personalidades que dejaron oír su voz desde la tribuna<br />
de la librería dominicana.<br />
Aunque muchas de esas conferencias fueron escritas, lamentablemente no hemos localizado,<br />
a pesar de nuestras pesquisas, ninguna de las conferencias en la versión original<br />
que se pronunciaron en la Librería.<br />
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En 1949 se hizo pública la aparición de la edición de las Tradiciones Dominicanas del<br />
Dr. Jesús María Troncoso de la Concha (1878-1955), con prólogo de Ramón Emilio Jiménez<br />
(1886-1976), con la cual como ya se ha dicho, se le daba inicio al más ambicioso proyecto<br />
editorial de don Julio Postigo, la <strong>Colección</strong> <strong>Pensamiento</strong> <strong>Dominicano</strong>. Este proyecto es también<br />
el de mayor extensión emprendido en el país hasta ese momento.<br />
Varios de los tomos publicados aparecen prologados por reconocidos especialistas en<br />
los temas que tratan. Así aparece la selección de Emiliano Tejera prologada por el Lic. Manuel<br />
Arturo Peña Batlle; García Godoy, prólogo y notas de Joaquín Balaguer, quien también<br />
tuvo a su cargo el que acompaña la selección de las Décimas de Juan Antonio Alix; Antología<br />
de Franklin Mieses Burgos, selección y prólogo a cargo de Freddy Gatón Arce; El Cuento en<br />
Santo Domingo (dos tomos) selección y prólogo de Sócrates Nolasco; La Trinitaria Blanca, de<br />
Manuel Rueda (1921-1999), prólogo de Juan González Chamorro (1884-1980); Cuentos de Política<br />
Criolla, compilación del Lic. Emilio Rodríguez Demorizi (1904-1986), con un magnífico<br />
prólogo del profesor Juan Bosch (1909-2001). Don Emilio aparece con otro libro más en la<br />
<strong>Colección</strong> <strong>Pensamiento</strong> <strong>Dominicano</strong>: Pintura y Escultura en Santo Domingo.<br />
A doña Flérida de Nolasco /1891-1976) se le confirió el prólogo de la selección poética<br />
de Domingo Moreno Jimenes (1894-1986); el profesor Vetilio Alfau Durán (1885-1909), realizó<br />
una magnífica selección de los escritos del Dr. Américo Lugo, y Monseñor Hugo Eduardo<br />
Polanco Brito (1918-1996) y Enrique de Marchena Dujarric escribieron el prólogo y el perfil<br />
de la obra de Monseñor Arturo de Meriño Íntimo, de Amelia Francisca Marchena de Leyba<br />
(1850-1941).<br />
Con la finalidad de atraer a los jóvenes creadores dominicanos, don Julio incorporó en<br />
la colección, Judas, el Buen Ladrón, de Marcio Veloz Maggiolo (1962).<br />
La <strong>Colección</strong> alcanzó el medio centenar, superado sólo en lo que a volúmenes se refiere,<br />
por colecciones como la del Banco Central que ya alcanza el número (100), gracias al apoyo<br />
sostenido de las autoridades de esa institución bancaria, y al dinamismo del director de su<br />
departamento cultural, Lic. José Alcántara Almánzar.<br />
El Banco de Reservas auspicia la <strong>Colección</strong> Banreservas que supera ya los cuarenta volúmenes,<br />
en la que se incluyen autores de la valía de Camila Henríquez Ureña (1884-1973) María<br />
Ugarte (1914), Germán Emilio Ornes Coiscou, Manuel Valldeperes y Lupo Hernández Rueda<br />
(1930), para sólo citar algunos nombres que en realidad prestigian esta selecta colección.<br />
Como parte de su política editorial, el Banco de Reservas patrocinó también la publicación<br />
especial, en ocho tomos, de los Cuadernos <strong>Dominicano</strong>s de Cultura, compilados por Arístides<br />
Incháustegui y Blanca Malagón. Esta labor editorial se enriquece ahora con la reimpresión<br />
de la <strong>Colección</strong> <strong>Pensamiento</strong> dominicano, gracias a la decisión de sus autoridades.<br />
Merece mención destacada la <strong>Colección</strong> Bibliófilos-Banreservas, iniciativa que ya ha<br />
dado sus primeros frutos.<br />
Los Bibliófilos, por su parte iniciaron en 1974, la <strong>Colección</strong> Cultura Dominicana con una<br />
reedición facsimilar de La República Dominicana, de Enrique Deschamps, una labor editorial<br />
que aún se mantiene con más de ochenta y cinco volúmenes publicados, cifra que supera<br />
numéricamente la <strong>Colección</strong> <strong>Pensamiento</strong> <strong>Dominicano</strong>, con la diferencia de que muchas de las<br />
obras de esta colección llevan prólogo y notas, lo que no sucede con la de los Bibliófilos.<br />
no sería justo excluir de este recuento la valiosa tradición editorial de la actual universidad<br />
Autónoma de Santo Domingo, donde el libro ha tenido, desde 1538, fecha de su<br />
fundación, un tratamiento de primer orden como difusor de cultura. Resulta, sin embargo,<br />
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un tanto difícil inventariar la línea de publicación de esa alta casa de estudios, debido a que<br />
después de obtener su autonomía se diversificó su política editorial en los distintos órganos<br />
de gobierno y de acción académica que la componen, con la sola excepción de sus anales que<br />
siguen siendo la expresión del conjunto de la vida institucional de la Universidad.<br />
Como nota curiosa traigo a colación el hecho de que en el volumen 11. fasc. 1, enero 1938,siendo<br />
rector el Lic. Manuel de Jesús Troncoso de la Concha, la Universidad recibió un donativo de<br />
10,000 ejemplares de la obra Reajuste de la Deuda Externa, con la finalidad de que con el aporte<br />
de su venta se iniciara la construcción del edificio principal de la academia. Lo curioso es<br />
que hasta esa fecha no registramos ningún libro del que se haya hecho una tirada de esa<br />
magnitud, ni creemos que se haya hecho después, con excepción de los textos escolares.<br />
Con anterioridad a esta fecha, Pedro Henríquez Ureña durante su última permanencia<br />
en el país (1931-1933) donó a la Universidad parte de su biblioteca. Conservamos una copia<br />
de la lista completa de las obras donadas por el ilustre maestro.<br />
Los autores de mayor presencia en la <strong>Colección</strong> <strong>Pensamiento</strong> <strong>Dominicano</strong> fueron el<br />
profesor Juan Bosch, cuatro obras, el Lic. Emilio Rodríguez Demorizi con igual número, y<br />
quien es, además, el más prolífero entre nuestros escritores, pues si nos asentamos en su<br />
Biografía e Iconografía por el Lic. Orlando Inoa, comprobaremos que en un país tan árido<br />
como el nuestro para el trabajo intelectual don Emilio. que estampó su nombre en unos 454<br />
títulos, entre libros y folletos. Comentarios de libros, artículos de revistas, artículos de periódicos,<br />
prólogos y notas bibliográficas. Hasta ahora sólo le supera Pedro Henríquez Ureña<br />
con 657, según la crono-bibliografía elaborada por Emma Susana Speratti Peñero (1960), con<br />
la salvedad de que su mayor producción la realizó fuera de nuestro país. Esta bibliografía<br />
de la Dra. Speratti no creemos que deba reputarse como exhaustiva, como tampoco lo es la<br />
más reciente, elaborada por la escritora y profesora venezolana Laura Febres.<br />
La bibliofilia del Lic. Demorizi se aprecia, de manera ostensible, en su paso por la Dirección<br />
del Archivo General de la Nación y por la Presidencia de la Academia Dominicana de<br />
la Historia, donde desarrolló un programa editorial que se prolongó por algo más de medio<br />
siglo. El ritmo de publicaciones de estas dos instituciones se ha encontrado con la presencia<br />
de José Chez Checo y Emilio Cordero Michel, en la Academia Dominicana de la Historia, y<br />
Roberto Cassá en el Archivo General de la Nación<br />
Cerramos este paréntesis con la Biblioteca de Clásicos <strong>Dominicano</strong>s que auspicia la<br />
Fundación Corripio, Inc., cuyo catálogo aún en proceso registra cuarenta volúmenes, así<br />
como también las Colecciones Prisma y Premios Nacionales.<br />
Por su parte el Grupo Empresarial León Jimenes edita la <strong>Colección</strong> Centenario, que le<br />
ha dado un novedoso impulso a la bibliografía dominicana en el área de la investigación<br />
científica (La Naturaleza Dominicana, 6 Tomos, 2006) y en el rescate de nuestro patrimonio<br />
artístico (Memoria de la Pintura Dominicana, obra de gran formato y de la que se han publicado<br />
8 volúmenes).<br />
La Fundación Cultural Dominicana que preside el Lic. Bernardo Vega realiza una encomiable<br />
labor con numerosas obras publicadas fruto de las investigaciones realizadas en<br />
archivos nacionales y extranjeros. También publica obras de reputados autores.<br />
La Compañía Dominicana de Teléfonos ha publicado lujosos volúmenes con temas diversos<br />
acerca de la realidad dominicana, bajo la coordinación del Lic. José Rafael Lantigua.<br />
Ha sido notorio el descenso en la producción bibliográfica de la Pontificia Universidad<br />
Católica Madre y Maestra, si la comparamos con el dinámico impulso que alcanzó en sus<br />
736
ePÍloGo | PresenCIa del lIBro en sanTo domInGo | Jo r G e Te n a re y e s<br />
inicios bajo la dirección del gran poeta Héctor Incháustegui Cabral. Dos publicaciones emblemáticas<br />
de ese floreciente período son las Revistas Eme-Eme, cuya publicación se inició<br />
en 1972, y el Pueblo <strong>Dominicano</strong> (1850-1900). Hoetink (1971).<br />
En cuanto a la Universidad Pedro Henríquez Ureña, su labor editorial se ha extinguido<br />
totalmente y la Católica de Santo Domingo inició la publicación de una Revista de la que salieron<br />
dos números, bajo la dirección del Lic. Francisco Cruz Pascual. El Instituto Tecnológico<br />
de santo domingo (InTeC) exhibe en su catálogo la extensa obra de Julio Ernesto Ravelo de<br />
la Fuente: Apreciación Musical. Notas a los Programas de la Orquesta Sinfónica Nacional. (2007),<br />
y ha mantenido su Revista Ciencia y Sociedad por más de 30 años.<br />
En lo que respecta a la Universidad Central del Este, su labor editorial ha decaído después<br />
de haber patrocinado públicaciones tan apreciables como la Bibliografía General de Santo<br />
Domingo, en dos tomos, del profesor Dato Pagán Perdomo (1979), entre otros importantes<br />
libros. Su publicación más reciente es una obra que recoge aspectos acerca de la vida del<br />
patriarca de la familia, don José Hazim (2007). Se realizó bajo el cuidado de los doctores<br />
Manuel Mañón y Vetillo Alfau Durán, con una inusual nota del Editor, don Julio Postigo.<br />
Se ha dicho que fue el Señor Postigo quien sugirió en 1950 que se montara cada año una<br />
Feria del Libro (Julio Postigo/Librería Dominicana. p.199). Sin embargo, este mismo fue<br />
designado el Dr. Joaquín Balaguer, como Secretario de Educación y en sus Memorias de un<br />
Cortesano en la Era de Trujillo señala, entre las iniciativas emprendidas durante su gestión:<br />
“Por primera vez se organizó la Feria del Libro como una actividad regular que debía<br />
celebrarse en todo el país cada año” (p.138). Todo parece indicar que fue una iniciativa generada<br />
desde el despacho del Secretario de Educación, incluyendo, por supuesto a la capital de<br />
la República, donde Postigo se había erigido en un dinámico defensor del libro, por lo que<br />
no debe descartarse su activa participación en esta iniciativa que originalmente se realizaba<br />
en el Parque Colón, incluyendo la arcada del Palacio Consistorial. Entonces se creó también<br />
el premio Pedro Henríquez Ureña para reconocer el mejor libro del año.<br />
En el ostentoso programa elaborado para la celebración en 1955 de la Feria de la Paz y<br />
Confraternidad del Mundo Libre, se incluyó una feria del libro que llevó el nombre de la<br />
esposa del dictador María Martínez, a la que concurrió la mayoría de los países de habla<br />
hispana, ocasión en la que Postigo fue comisionado (1954) , para gestionar en Europa, ante<br />
instituciones oficiales y librerías de Italia, Francia y España, su participación en la exposición<br />
del libro que se montaría en la capital de la República, dentro del programa de la referida<br />
Feria de la Paz (Julio Postigo/Librería Dominicana, p.203).<br />
Ironía del destino al año siguiente de haber sido concluido este magno evento, don Julio<br />
estuvo desterrado durante una semana acusado de comunista, calificativo de moda en esa<br />
época y bajo el régimen que conducía los destinos del país.<br />
Luego de la Feria de 1959, se celebró otra de carácter internacional (1970), en el cuarto<br />
piso del edificio donde hasta hace poco funcionaba la Dirección General de Aduanas. La<br />
presidió el Doctor Pedro Troncoso Sánchez, y el arquitecto José Antonio Caro Álvarez fungió<br />
de tesorero. Don Julio y yo formamos parte de la Comisión organizadora.<br />
En sus inicios la Feria del Libro tuvo sus limitaciones y sus inconvenientes hasta el año<br />
de 1973, cuando, por iniciativa exclusivamente del entonces Director General de Cultura, se<br />
le dio una dimensión y una estructura diferente con el nombre de Feria Nacional del Libro,<br />
denominación que se mantuvo hasta que se le cambió el nombre por el de Feria Internacional<br />
del libro.<br />
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ColeCCIÓn PensamIenTo domInICano | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Por la aplaudida dimensión de su liderazgo cívico, don Julio D. Postigo desempeñó<br />
varias funciones públicas y de servicio. Fue Miembro de la Comisión Nacional de<br />
Literatura Infantil y Juvenil (Decreto No. 592, 1955); Miembro Vitalicio de la Gran Logia<br />
de la República Dominicana, y en 1960 ocupó el cargo de Regidor del Ayuntamiento de<br />
Santo Domingo, al tiempo que continuaba su labor editorial, centrada principalmente en<br />
la <strong>Colección</strong> <strong>Pensamiento</strong> <strong>Dominicano</strong>, sin descuidar el creciente prestigio de la Librería<br />
dominicana.<br />
Conviene destacar que, en consideración al valor histórico y documental de la <strong>Colección</strong><br />
<strong>Pensamiento</strong> <strong>Dominicano</strong>, han sido desplazadas de la estimación colectiva otras<br />
publicaciones que contaron con el patrocinio del señor Julio Postigo. Sirvan de ejemplos<br />
la voluminosa obra, en cinco tomos, Apuntes para la Historia de la Medicina de la isla de Santo<br />
Domingo, del Dr. Francisco E. Moscoso Puello, con Prólogo y Notas de los doctores Manuel<br />
Mañón Arredondo y Vetilio Alfau Durán (1977), y El destino dominicano, discutida obra de<br />
John Bartlow Martin (1967). El autor de esta obra desempeñó un papel de primer orden en<br />
el conflicto surgido con motivo de la guerra civil de abril de 1965. Su mayor crítico fue el<br />
doctor Juan Isidro Jimenes Grullón.<br />
En el mes de noviembre de 1961 se fundó la Asociación Dominicana de Rehabilitación,<br />
en el patio de la Librería regenteada por Postigo y organizada por la Iglesia<br />
Evangélica Dominicana. Aunque la presidencia se le asignó a su gestora doña Mary de<br />
Marranzini, cargo que todavía ostenta , don Julio y otros miembros mantuvieron una<br />
activa participación en esta prestigiosa institución, que bien puede ser considerada<br />
como modelo en su género. Dejemos que sea la señora Marranzini quien nos explique<br />
esta participación:<br />
“En una tarde de noviembre de 1961, un grupo de personas concurrimos al patio de la<br />
Librería Dominicana, correspondiendo a una invitación que nos hiciera don Julio Postigo:<br />
esa tarde nació lo que es hoy la Asociación Dominicana de Rehabilitación..., fue él el primer<br />
Secretario, y fue él quien donó el primer cheque”. (Horizontes de Esperanza. p.420).<br />
Por los servicios prestados a la Asociación, la señora Marranzini le otorgó a Postigo un<br />
diploma de reconocimiento.<br />
Debido a los cambios experimentados en el país a partir de 1961, sobre todo en el ámbito<br />
político, el sistema electoral fue consolidando sus funciones de árbitro de este proceso<br />
hasta caer en manos del reputado ciudadano Lic. Angel María Liz, quien tuvo la feliz idea<br />
de poner en ejecución un plan de formación cívico-cultural del pueblo dominicano, de grato<br />
recuerdo por el valor de su contenido y la intención que dio origen a su existencia. Idea ésta<br />
que bien podría retomar la Junta Central Electoral para contrarrestar el evidente deterioro<br />
cívico que se advierte en la sociedad dominicana.<br />
Como resultado de la situación política que se creó en el país tras la guerra civil de 1965,<br />
don Julio Postigo aceptó formar parte del denominado Gobierno de Reconstrucción Nacional,<br />
presidido por el General Antonio Imbert Barrera, opuesto al constitucionalista, que presidía<br />
el Coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó.<br />
Esta decisión, que a nuestra manera de ver no fue suficientemente ponderada por un<br />
ciudadano tan respetado como Julio D. Postigo, generó de inmediato la reacción de la Iglesia<br />
Evangélica Dominicana a la que pertenecía y a cuyas directrices estaba obligado a obedecer<br />
en su calidad de gerente de uno de los estamentos de servicio más importantes que en esos<br />
momentos se sostenían en el país.<br />
738
ePÍloGo | PresenCIa del lIBro en sanTo domInGo | Jo r G e Te n a re y e s<br />
En consecuencia, el Reverendo Maurice C. Daily, Superintendente de la Iglesia Evangélica<br />
Dominicana y Representante de la Junta Misionera, se dirigió al Dr. Donald E. Harris,<br />
Presidente para Servicio Cristiano, en los siguientes términos:<br />
“El Sr. Julio Postigo, Gerente de la Librería Dominicana, aceptó un cargo como líder<br />
cívico de la Junta Cívico-Militar de cinco hombres, formada para contrarrestar los esfuerzos<br />
de Caamaño Deñó. La acción del Sr. Postigo ha involucrado la Iglesia, porque se ha identificado<br />
como evangélico, ha presentado la posición de la Librería Dominicana y de la Iglesia<br />
Evangélica Dominicana... Por 40 años, la posición que habíamos acordado, especialmente<br />
durante los últimos 10 años, fue de estricta neutralidad como organización, oficialmente no<br />
favorecer a ningún partido. La acción del Sr. Postigo ha situado a la Librería Dominicana bajo<br />
sospecha y amenaza abierta de ser destruida por destrozos y fuego. Está siendo custodiada<br />
por soldados armados... a través del Sr. Malcoln Mc Lean, de la Embajada de los Estados<br />
Unidos, la recomendación de la Junta fue al Sr. Postigo de que a la luz de su posición en el<br />
gobierno Cívico-Militar, él deberá renunciar como Gerente de la Librería Dominicana, con<br />
el entendido de que al dejar el gobierno y el restablecimiento de las condiciones normales,<br />
él podría ser restituido a su posición original de gerente... Mc Lean reportó verbalmente que<br />
el Sr. Postigo había acordado renunciar y que una declaración pública se haría a tal efecto”.<br />
(Horizontes de Esperanza. Tomo 2. p.432).<br />
Aunque Postigo fue conminado a renunciar, se negó a ello y esto provocó una crisis que<br />
afectó el futuro de la Librería. Su paso por el gobierno de Reconstrucción fue breve, pues<br />
renunció al cargo, pero no pudo volver de inmediato a la Librería, pues la Junta de Síndicos<br />
del establecimiento decidió jubilarlo en 1960, después de una exitosa labor como gerente,<br />
por lo cual un destacado dirigente de la Unidad Presbiteriana, Donald Harris, le escribió<br />
expresándole la admiración y respeto que sentía por él.<br />
Tras el duro golpe recibido de la jerarquía de la Iglesia Evangélica Dominicana, fundó, en<br />
1967 la Librería Hispaniola, en la calle José Reyes 50, muy próximo a la Librería Dominicana.<br />
Continuó con su política editorial como Julio D. Postigo, C. por A.; otras veces como Julio<br />
Postigo e Hijos. También se realizaron algunos encuentros de carácter cultural, pero no con<br />
el esplendor de la etapa anterior. El nuevo establecimiento exhibió siempre muy surtido y<br />
con excelentes obras.<br />
Es cierto que la crisis de 1966 afectó sensiblemente el éxito alcanzado por Julio Postigo<br />
como librero, no así a su prestigio personal como lo evidencian los sucesivos reconocimientos<br />
que recibió posteriormente de distintos sectores de la sociedad dominicana: Miembro<br />
de la Sociedad Dominicana de Geografía (1970); Miembro de la Comisión especial para<br />
estudiar las medidas pertinentes para prevenir y controlar la incidencia de las drogas en la<br />
sociedad dominicana (1974); Diploma del Patronato contra la diabetes (1974); Diploma del<br />
Patronato de las Escuelas de Patio (1977); Socio básico vitalicio de la Asociación Cristiana<br />
de Jóvenes (1978); Reconocimiento del Instituto del Libro y Director de la Revista Rotaria<br />
(1979); Homenaje de reconocimiento ofrecido por la Comisión Organizadora de la Feria del<br />
Libro, Asociación Dominicana de Rehabilitación, y el Club Rotario, entre otras instituciones<br />
(1981). El Dr. Julio Genaro Campillo propuso que la Feria del Libro llevara el nombre de<br />
Postigo y que se le condecorara con la Orden de Juan Pablo Duarte. (1982).<br />
La Secretaría de Educación le entregó un pergamino de reconocimiento, y figura entre los<br />
miembros del Comité Moralizador (1982); fue reconocido por la unesCo, onaP y el Cerlal<br />
(1983); También fue incluido en Who’s The Word, Consagrado a personalidades de relieve<br />
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ColeCCIÓn PensamIenTo domInICano | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
mundial en 1984, año en el que expresa su extrañeza por el hecho de no haber sido invitado<br />
a ninguna de las Asambleas de la Iglesia Evangélica, de la cual era miembro vitalicio<br />
desde 1946.<br />
La Universidad APEC lo invistió como doctor Honoris Causa en Ciencias de la Administración<br />
(1985); fue miembro vitalicio de la Asociación Nacional de Periodistas y Escritores<br />
(1989); recibió El Canoabo de Oro de esta misma Asociación (1990) y el Ayuntamiento del<br />
Distrito Nacional lo consagró como munícipe distinguido de la Ciudad de Santo Domingo<br />
(1991).<br />
Uno de los últimos honores recibidos por don Julio Postigo fue su reconocimiento como<br />
socio Paul Harris del rotarismo internacional, imponiéndole el botón correspondiente, el 14<br />
de noviembre de 1993, aspiración máxima de todo rotario.<br />
Desde la Librería Hispaniola continuó ejecutando su proyecto editorial, especialmente<br />
en lo concerniente a su <strong>Colección</strong> <strong>Pensamiento</strong> <strong>Dominicano</strong>. De esta nueva etapa se publica<br />
el tomo Primero de las Obras Escogidas de Manuel Arturo Peña Batlle, único que vio la luz<br />
(1968), esta vez con el pie de imprenta, Julio D. Postigo e Hijos, Editores. De esta época son<br />
también (con el pie de Julio D. Postigo, C. por A.) Los Negros y la Esclavitud en Santo Domingo,<br />
de Carlos Larrázabal Blanco (1968); Estudios de Historia Política Dominicana, de Pedro Troncoso<br />
Sánchez (1968); Cuentos Escritos en el exilio, y Apuntes sobre el Arte de Escribir Cuentos, de Juan<br />
Bosch (1968); Moral Social, de Eugenio María de Hostos (1968); Antología Poética Dominicana,<br />
de Pedro René Contín Aybar (1969); Tradiciones y Cuentos <strong>Dominicano</strong>s, de Emilio Rodríguez<br />
Demorizi (1969), de quien publicó en 1980, esta vez en Editora Taller, Frases Dominicanas, número<br />
54, el último volumen, aplaudida colección que ahora el Banco de Reservas incorpora<br />
a su política editorial.<br />
Después de seis años de ausencia, don Julo volvió a la Librería Dominicana en 1972, esta<br />
vez en calidad de dueño, pero la crisis de 1966 afectó considerablemente la existencia de este<br />
pujante establecimiento. Después de Postigo ocuparon el puesto de gerente el reverendo<br />
Raymundo García, miembro de la Junta de Síndicos de la Librería. En lugar de García, por<br />
renuncia de éste fue designado Guillermo Asencio, quien fue sustituido a su vez por Ramón<br />
Chevalier.<br />
Con la entrada de Postigo, la Librería fue reinaugurada en 1973, pero no volvió a “funcionar<br />
con la calidad y esplendor de los años anteriores, hasta que finalmente Postigo se<br />
retiró del negocio en 1981, dándole a sus hijos la administración del establecimiento, quienes<br />
no lograron encauzarlo, al tiempo que languidecía progresivamente. Entonces fue puesto<br />
en venta y quien estas líneas escribe, junto al Dr. José Nicolás Almánzar, realizamos su inventario,<br />
ya que un amigo común mostró su interés en el negocio que finalmente no cuajó<br />
por la dificultad del parqueo.<br />
El Pastor de la Iglesia Evangélica Dominicana, profesor Hernán González Roca en su<br />
citada obra, Horizontes de Esperanza. Historia de la Iglesia Evangélica Dominicana, narra en un<br />
tono airado la historia final de esta emblemática Librería:<br />
“La Librería Dominicana volvió a funcionar pero no con la calidad y esplendor de los<br />
años pasados, hasta que finalmente Postigo se retiró en 1981, dejando a sus hijos la administración<br />
de la Librería”.<br />
“El local de la Librería Dominicana fue alquilado por varios años. Finalmente, la Primera<br />
Iglesia Evangélica Dominicana, adquirió el primer nivel por compra. Luego adquirió<br />
el segundo nivel. En ambas transacciones, hubo sumas millonarias. El local de la antigua<br />
740
Librería es usado por la Escuela Parroquial Olga Villanova, que auspicia la indicada congregación”.<br />
“Sin embargo, las cosas no se sucedieron tan fácilmente, pues a la hora de comprar el<br />
primer nivel del edificio, estaba alquilado a particulares. Resultó muy trabajoso el hacer que<br />
los inquilinos abandonaran la propiedad, teniendo sus nuevos propietarios que recurrir a<br />
los tribunales, en una lucha que duró cinco años. Cuando al fin se retiraron los inquilinos,<br />
dejaron el edificio sucio y deteriorado. Gracias a Dios que al fin se pudo conseguir la propiedad,<br />
la que está siendo usada, tanto para la Escuela Parroquial, como para los servicios<br />
sociales de la Iglesia”.<br />
Las cosas de la vida. Una propiedad que fuera adquirida con los fondos de las ganancias<br />
de la Librería y por consiguiente, perteneciente a la Iglesia Evangélica Dominicana, para<br />
adquirirla finalmente para nuestro uso, hubo que erogar una fuerte cantidad de dinero. Pero<br />
ahí está el local, sacándole el provecho que todos deseábamos.<br />
Independientemente de las circunstancias que provocaron la salida de Julio D. Postigo<br />
de la Librería Dominicana, en momentos en que prácticamente dominaba el mercado del<br />
libro en la Capital, por el limitado número de establecimientos de esta naturaleza, cuando<br />
retorna en 1973 la situación era totalmente diferente, pues los niveles de competencia se<br />
habían incrementado con importantes librerías. Pero con lo que sí no tuvo competencia fue<br />
con el aprecio y la distinción que se le dispensó hasta su muerte el 21 de julio de 1976.<br />
Si bien nuestro trabajo debió centrarse en la figura de don Julio Desiderio Postigo como<br />
librero y exitoso editor de la <strong>Colección</strong> <strong>Pensamiento</strong> <strong>Dominicano</strong>, hemos extendido nuestras<br />
consideraciones más allá de este limitado propósito, con la finalidad de presentar un panorama<br />
más amplio del libro y los libreros en nuestro país, en cuyo ámbito don Julio Postigo<br />
tiene reservado un lugar de primer orden por su entrega a la divulgación del libro y por su<br />
activa participación en múltiples causas de bien común.<br />
Servir fue la mayor pasión de don Julio Desiderio Postigo Arias.<br />
Fuentes<br />
ePÍloGo | PresenCIa del lIBro en sanTo domInGo | Jo r G e Te n a re y e s<br />
El Epitome de Pinelo, Primera Bibliografía del Nuevo Mundo. Unión Panamericana. Washington, D.<br />
C. 1959: Carlos M. Treilles, Ensayo de Bibliografía Cubana de los Siglos XVII y XVIII. Apuntes para la<br />
Bibliografía Dominicana y Puertorriqueña. Matanzas. Imprenta El Escritorio, 1907 ⁄⁄ Libros y Libreros en<br />
el Siglo XVI. Francisco Fernández del Castillo (Compilador) Fondo de Cultura Económica, México,<br />
1982 ⁄⁄ Antonio S. Pedreira: Bibliografía Puertorriqueña (1493-1930). Madrid. Imprenta de la Librería y<br />
Casa Editorial Hernando, S. A. 1932 ⁄⁄ Emilio Rodríguez Demorizi: La Imprenta y los Periódicos en Santo<br />
Domingo. Taller de Impresiones. Santo Domingo, R. D. 1973 ⁄⁄ Manuel Amiama: El Periodismo en la<br />
República Dominicana. Santo Domingo. Talleres Tipográficos. La Nación, 1933 ⁄⁄ Fray Vicente Rubio: La<br />
Biblioteca que traería a Santo Domingo el Arzobispo Juan de Salcedo constaba de 81 autores diferentes<br />
y arrojaba un total de 130 volúmenes. El Caribe, 23 de noviembre de 1991. p.10 ⁄⁄ Raymd Turner:<br />
Los Libros del Alcaide: La Biblioteca del Alcaide: de Oviedo y Veldes. Eme-Eme. Estudios <strong>Dominicano</strong>s.<br />
<strong>Volumen</strong> VI. Número 32. Septiembre-octubre de 1977 ⁄⁄ Esteban Mira Caballos: Algunas consideraciones<br />
en torno a la Primera Biblioteca de Santo Domingo. Ecos. Año 2 , No. 3, Universidad Autónoma de<br />
Santo Domingo (1944) ⁄⁄ Virginia Flores Sasso: La Presencia de los libros de arquitectura en las bibliotecas<br />
coloniales (SF) ⁄⁄ Max Henríquez Ureña: Panorama Histórico de la Literatura Dominicana, Río de Janeiro,<br />
1945 ⁄⁄ Alejandro Paulino Ramos: Historia de la Primera Biblioteca Universitaria de Santo Domingo.<br />
Editora Universitaria de Santo Domingo, República Dominicana, 1997 ⁄⁄ J. Adalberto Martínez:<br />
741
ColeCCIÓn PensamIenTo domInICano | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Julio Postigo, La Librería Dominicana. Semblanza e Historia, 1994 ⁄⁄ Hernán González Roca: Horizontes de<br />
Esperanza. Historia de la Iglesia Evangélica Dominicana. 2 tomos. Editorial Letra Gráfica, Santo Domingo,<br />
R. D. 2006 ⁄⁄ Juan Francisco Sánchez: Filosofía Española en el siglo XVI. Su influencia en Santo Domingo.<br />
La Española. Ciudad Trujillo, República Dominicana. Editorial Stella, 1955 ⁄⁄ Dato Pagán Perdomo:<br />
Bibliografía General de la Isla de Santo Domingo. Contribución a su estudio. 2 tomos. Universidad Central<br />
del Este. Editorial de la UCE, 1979 ⁄⁄ Miguel Collado. Apuntes bibliográficos sobre la literatura dominicana.<br />
Biblioteca Nacional. Santo Domingo, R. D., 1993 ⁄⁄ Américo Lugo Herrera. Bibliografía. santo domingo.<br />
Imp. La Cuna de América, 1906 ⁄⁄ Pedro Henríquez Ureña: Bibliografía Literaria de Santo Domingo en<br />
De mi Patria. Selección, juicios, presentación y notas de Jorge Tena Reyes. Publicaciones de la Secretaría<br />
de Estado de Educación. Santo Domingo, 1974 ⁄⁄ Manuel Arturo Peña Batlle. Bibliografía Dominicana.<br />
La Cuna de América, 21 y 24 , febrero, 1912 ⁄⁄ Damián Báez. Bibliografía Dominicana. Listín Diario.<br />
1, 4, 6, 12 , 15 y 21 de marzo, 1935 ⁄⁄ Vetillo Alfau Durán: Apuntes para la bibliografía poética dominicana<br />
(I-IV); Escritos I, <strong>Volumen</strong> II, Publicaciones del Sesquicentenario de la Independencia Nacional. Gobierno<br />
<strong>Dominicano</strong>, Santo Domingo, República Dominicana, 1944. Compiladores: Arístides Incháustegui<br />
y Blanca Delgado Malagón; Minucias Bibliográficas y Reseñas de Libros en Vetillo Alfau Durán en<br />
Clío. Escritos (1) publicaciones del Sesquicentenario de la Independencia Nacional. Vol II compiladores<br />
Arístides Incháustegui y Blanca Delgado Malagón. Gobierno <strong>Dominicano</strong>. Santo Domingo, R.D., 1994;<br />
del mismo autor, en anales. Escritos y documentos. Banco de Reservas de la República Dominicana.<br />
Publicación especial. Compiladores Arístides Incháustegui y Blanca Delgado Malagón. Santo Domingo,<br />
D. N. República Dominicana, 1997 ⁄⁄ Fray Cipriano de Utrera. Noticias Históricas de Santo Domingo,<br />
Vol 11. Edición de Emilio Rodríguez Demorizi. Fundación Emilio Rodríguez Demorizi. Editora<br />
Taller. Santo Domingo, R. D., 1878 ⁄⁄ José Almoina Mateos,. La Biblioteca Erasmista de Diego Méndez.<br />
Universidad de Santo Domingo. Ciudad Trujillo. Centenario de la República (1844-1944). Vol. XXXV.<br />
Editora Montalvo, 1945 ⁄⁄ Esteban Mira Caballos. Primera Biblioteca de Santo Domingo. Ecos. Año 2. No.<br />
3. Universidad Autónoma de Santo Domingo, 1994) ⁄⁄ Luis Floren Lozano: Bibliografía Dominicana.<br />
Roques Román, C. por A. Ciudad Trujillo, R. D., 1948 ⁄⁄ Haring, Clarence H.: El Imperio Hispánico<br />
en América, Editora Solar/Hachette, Buenos Aires, 1966 ⁄⁄ Agustín Millares Carvas: Introducción<br />
a la Historia de los Libros y de los Bibliotecos Fondo de Cultura Económica, México, 1971.<br />
742
Julio D. Postigo Arias.<br />
Foto: Cortesía del Reverendo<br />
Hernán González Roca.<br />
Semblanza de Julio D. Postigo,<br />
editor de la <strong>Colección</strong><br />
<strong>Pensamiento</strong> <strong>Dominicano</strong><br />
Don Julio Postigo, prominente hombre público<br />
dominicano del siglo XX. ejerció durante su<br />
dilatada existencia labores como librero, editor<br />
y pastor evangélico. Nació en San Pedro de<br />
macorís el 11 de febrero de 1904.<br />
desde joven fue designado como encargado<br />
de la pequeña librería evangélica que se abrió en<br />
la ciudad de Santo Domingo, y en 1937, la Junta<br />
para el Servicio Cristiano en Santo Domingo lo<br />
designó como gerente de la librería dominicana,<br />
que don Julio, en pocos años, transforma en un<br />
importante Centro Cultural donde se organizaban<br />
tertulias, recitales y conferencias, así como<br />
exposiciones de libros nacionales y extranjeros,<br />
principalmente latinoamericanos.<br />
En 1938 la Junta Oficial de la Iglesia Evangélica<br />
Dominicana designa a don Julio, Miembro<br />
Honorario, y en 1946 se le nombra Miembro<br />
Permanente.<br />
en 1946 la librería dominicana comienza a<br />
publicar la colección Estudios, dedicada a servir<br />
de material de lectura para estudiantes, a quienes,<br />
además, se permitía leer, estudiar y copiar<br />
gratuitamente un fondo bibliográfico puesto a su<br />
disposición en los salones de la librería, donde<br />
también se había habilitado una sala de lectura.<br />
en 1949 se comienza a editar la <strong>Colección</strong><br />
<strong>Pensamiento</strong> <strong>Dominicano</strong>, que en un primer momento<br />
se compone de Antologías, como aquella<br />
de Narraciones Dominicanas, de Manuel de Jesús<br />
Troncoso de la Concha, los poemas de Domingo<br />
Moreno Jimenes, de la obra de don Américo<br />
Lugo, y la Antología Poética Dominicana, del<br />
crítico Pedro René Contín Aybar, entre otras<br />
notables selecciones bibliográficas.<br />
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ColeCCIÓn PensamIenTo domInICano | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
Don Julio Postigo fue un permanente promotor del libro dominicano. En efecto, fue<br />
designado como delegado dominicano ante la Conferencia Evangélica Latinoamericana,<br />
en Buenos Aires, Argentina, y aprovecha la ocasión para montar una exposición<br />
de libros dominicanos en esa ciudad, en colaboración con la embajada dominicana.<br />
Fue, además, el pionero de las ferias del libro en el país. En 1950, a sugerencia suya, se<br />
instituye el 23 de abril como el Día del Libro, en honor a Miguel de Cervantes Saavedra.<br />
Un año después se realiza la primera Feria Nacional del Libro, en el Parque Colón y en<br />
las arcadas del Palacio Consistorial.<br />
En 1951 don Julio Postigo propone la creación del premio Pedro Henríquez Ureña al<br />
mejor libro del año, y los libreros aportan los RD$500.00 de su primera dotación. El jurado<br />
escoge como ganadoras las obras: La Isla de la Tortuga, de Manuel Arturo Peña Batlle, y<br />
El problema de la fundamentación de una lógica pura, de Andrés Avelino.<br />
En 1954 el Gobierno <strong>Dominicano</strong> le designa como Comisionado para Europa con el<br />
propósito de promover y organizar una gran exposición de libros, dentro de la programación<br />
de la Feria de la Paz en 1955.<br />
La Gran Logia de la República Dominicana lo nombra, en 1957, Miembro Vitalicio. En<br />
1960 se le designa como regidor de la ciudad capital. Llega a ser, en 1962, Vicepresidente<br />
del Ayuntamiento de la capital dominicana. Fue, además, a partir de 1963, presidente del<br />
Consejo de directores del Instituto Cultural domínico-americano, del Club rotario, de<br />
la Alianza para el Progreso y de la Asociación Cristiana de Jóvenes.<br />
En 1965 don Julio Postigo fue designado como miembro del Gobierno de Reconstrucción<br />
Nacional, pero presenta renuncia posteriormente, en comunicación pública dirigida<br />
al General antonio Imbert Barreras.<br />
Fue jubilado en 1966, después de 29 años de regencia, por la Junta de Directores de la<br />
Librería Dominicana, y funda la Librería La Hispaniola. Posteriormente, en 1972, adquiere<br />
la propiedad de la Librería Dominicana, y al año siguiente reinaugura el local.<br />
Don Julio fue miembro de la Sociedad Dominicana de Geografía, de las Aldeas Infantiles<br />
de la República Dominicana, de la Comisión de la Feria Nacional del Libro, del<br />
Patronato Contra la Diabetes, del Círculo de Coleccionistas y de la Asociación Dominicana<br />
de Rehabilitación.<br />
La Secretaría de Estado de Educación le otorga un diploma de reconocimiento en<br />
1982, y el año siguiente es reconocido por organismos internacionales, como la UNESCO<br />
y el CERLAL. En 1985 la Universidad APEC le otorga un Doctorado Honoris Causa en<br />
Ciencias de la educación.<br />
En la década de los noventa recibe el premio Caonabo de Oro de la asociación de<br />
Escritores y Periodistas, el Ayuntamiento de Santo Domingo lo designa como Munícipe<br />
Distinguido y la Universidad Evangélica Dominicana le concede un Doctorado Honoris<br />
Causa en ministerios.<br />
Falleció a la edad de 92 años, el 21 de julio de 1996, en la ciudad de Santo Domingo.<br />
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Jeannette Miller<br />
Nació en Santo Domingo, República Dominicana,<br />
el 2 de agosto de 1944. Poeta, narradora,<br />
ensayista e historiadora de arte; se inició como<br />
escritora con el grupo llamado Generación del<br />
60, junto a Miguel Alfonseca, Jacques Viaux,<br />
René del Risco Bermúdez y otros. Ha ganado<br />
numerosos premios, entre los que destaca el<br />
Premio nacional Feria del libro eduardo<br />
León Jimenes (2007), a su ensayo Importancia del<br />
contexto histórico en el desarrollo del arte dominicano.<br />
Entre sus obras fundamentales se encuentran:<br />
El Viaje –poemas– (Cuadernos Hispanoamericanos,<br />
1967); Fórmulas para Combatir el Miedo<br />
–poemas– (Taller, 1972); Fichas de identidad/<br />
Estadías –poemas– (Taller, 1972); Historia de la<br />
pintura dominicana –ensayo– (Amigo del Hogar,<br />
1979); Cuentos de Mujeres –cuentos– (Cole, 2002),<br />
Paisaje <strong>Dominicano</strong>: Pintura y <strong>Poesía</strong> –ensayo–<br />
(Amigo del Hogar, 1992); Cuentos <strong>Dominicano</strong>s<br />
–antología– (<strong>Colección</strong> Letra Grande, Coedición<br />
Unesco y Editorial Popular, 2000) (amigo del<br />
Hogar, 1997); Fernando Peña Defilló –monografía–<br />
(Vista Color, 2000); Arte dominicano: 1844-2000<br />
–2 tomos– (Verizon, 2001 y 2002); La Mujer en el<br />
Arte <strong>Dominicano</strong> (Amigo del Hogar, 2005); y La<br />
vida es otra cosa –novela– (Alfaguara, 2006).<br />
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ColeCCIÓn PensamIenTo domInICano | Vo l u m e n I | POESÍA Y TEATRO<br />
<strong>Colección</strong> <strong>Pensamiento</strong> <strong>Dominicano</strong><br />
1. Narraciones Dominicanas. Ml. de Js. Troncoso de la Concha. 215 páginas. 1971. (Sexta edición).<br />
2. Américo Lugo: Antología I. Vetilio Alfau Durán. 191 páginas. 1949.<br />
3. Domingo Moreno Jimenes. Flérida de Nolasco. 194 páginas. 1970. (Tercera edición).<br />
4. Pedro Henríquez Ureña I: Antología. Max Henríquez Ureña. 169 páginas. 1950.<br />
5. Emiliano Tejera: Antología. Manuel Arturo Peña Batlle. 221 páginas. 1951.<br />
6. F. García Godoy: Antología. Joaquín Balaguer. 223 páginas. 1951.<br />
7. Franklin Mieses Burgos. Freddy Gatón Arce. 162 páginas. 1952.<br />
8. Juan Antonio Alix. Décimas I. Joaquín Balaguer. 208 páginas. 1953.<br />
9. Juan Antonio Alix. Décimas II. Joaquín Balaguer. 195 páginas. 1961 (segunda edición).<br />
10. La Sangre. Tulio M. Cestero. 231 páginas. 1955.<br />
11. El Problema de los Territorios Independientes. Enrique de Marchena. 244 páginas. 1956.<br />
12. El Cuento en Santo Domingo I. Sócrates Nolasco. 205 páginas. 1957.<br />
13. El Cuento en Santo Domingo II. Sócrates Nolasco. 225 páginas. 1957.<br />
14. La Trinitaria Blanca. Manuel Rueda. 188 páginas. 1957.<br />
15. El Arte de Nuestro Tiempo. Manuel Valldeperes. 182 páginas. 1957.<br />
16. El Candado. J. M. Sanz Lajara. 160 páginas. 1959.<br />
17. El Pozo Muerto. Héctor Incháustegui Cabral. 201 páginas. 1960.<br />
18. Narraciones y Tradiciones Sureñas. E. O. Garrido Puello. 119 páginas. 1960.<br />
19. <strong>Poesía</strong>s Escogidas. Salomé Ureña de Henríquez. 189 páginas. 1960.<br />
20. Engracia y Antoñita. Francisco Gregorio Billini. 353 páginas. 1962.<br />
21. Judas. El Buen Ladrón. Marcio Veloz Maggiolo. 174 páginas. 1962.<br />
22. La Independencia Efímera. Max Henríquez Ureña. 207 páginas. 1962.<br />
23. Cuentos Escritos en el Exilio. Juan Bosch. 236 páginas. 1968. (Segunda edición).<br />
24. Moral Social. Eugenio María de Hostos. 253 páginas. 1962.<br />
25. David, Biografía de un Rey. Juan Bosch. 215 páginas. 1963.<br />
26. Over: Novela. Ramón Marrero Aristy. 225 páginas. 1970.<br />
27. La Huelga Obrera. José E. García Aybar. 284 páginas. 1963.<br />
28. Cuentos de Política Criolla. E. Rodríguez Demorizi. 244 páginas. 1977.<br />
29. Guanuma. F. García Godoy. 269 páginas. 1963.<br />
30. Páginas Dominicanas. Eugenio María de Hostos. 279 páginas. 1963.<br />
31. Resumen de Historia Patria. Bernardo Pichardo. 388 páginas. 1964. (Cuarta edición).<br />
32. Más Cuentos Escritos en el Exilio. Juan Bosch. 287 páginas. 1964. (Segunda edición).<br />
33. Panorama Histórico de la Literatura Dominicana I. Max Henríquez Ureña. 272 páginas. 1965.<br />
34. Panorama Histórico de la Literatura Dominicana II. Max Henríquez Ureña. 185 páginas. 1966. (Segunda edición).<br />
35. Los Negros y la Esclavitud. Carlos Larrazábal Blanco. 202 páginas. 1967.<br />
36. La Mañosa: La Novela de las Revoluciones. Juan Bosch. 172 páginas. 1966. (Tercera edición).<br />
37. El Cristo de la Libertad: Vida de Juan Pablo Duarte. Joaquín Balaguer. 216 páginas. 1966 (Tercera edición).<br />
38. Crónicas de Altocerro. Virgilio Díaz. 110 páginas. 1966.<br />
39. Obras Escogidas. Manuel Arturo Peña Batlle. 242 páginas. 1968.<br />
40. Estudios de Historia Política Dominicana. Pedro Troncoso Sánchez. 175 páginas. 1968.<br />
41. El Montero: Novela de Costumbres. Prefacio de Rodríguez Demorizi. 115 páginas. 1968.<br />
42. Tradiciones y Cuentos <strong>Dominicano</strong>s. Emilio Rodríguez Demorizi. 276 páginas. 1969.<br />
43. <strong>Poesía</strong> Dominicana. P. R. Contín Aybar. 216 páginas. 1969.<br />
44. Enriquillo: Leyenda Histórica Dominicana (1503-1538). Manuel de Jesús Galván. 491 páginas. 1970.<br />
45. Rebelión de Bahoruco. Manuel Arturo Peña Batlle. 261 páginas. 1970.<br />
46. Reminiscencias. Enrique Apolinar Henríquez. 303 páginas. 1970.<br />
47. El Centinela de La Frontera: Vida y hazañas de Antonio Duvergé. Joaquín Balaguer. 202 páginas. 1970.<br />
48. Música y Baile en Santo Domingo. Emilio Rodríguez Demorizi. 227 páginas. 1971.<br />
49. Pintura y Escultura. Emilio Rodríguez Demorizi. 264 páginas. 1972.<br />
50. Autobiografía. Heriberto Pieter. 215 páginas. 1972.<br />
51. Documentos Históricos. Antonio Hoepelman y Juan A. Senior. 374 páginas. 1973.<br />
52. Mis Bodas de Oro con la Medicina. Arturo Damirón Ricart. 207 páginas. 1974.<br />
53. Monseñor de Meriño Íntimo. Amelia Francasci. 300 páginas. 1975.<br />
54. Frases Dominicanas. Emilio Rodríguez Demorizi. 160 páginas. 1980.<br />
Las obras resaltadas en negritas son las que incluye este volumen.<br />
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esta obra<br />
<strong>Poesía</strong> y <strong>Teatro</strong><br />
VOLUMEN I<br />
de la<br />
<strong>Colección</strong> <strong>Pensamiento</strong> <strong>Dominicano</strong><br />
reeditada por el Banco de Reservas de la República Dominicana<br />
y la Sociedad Dominicana de Bibliófilos, Inc.<br />
terminó de imprimirse en el mes de abril de 2008,<br />
en los talleres de Amigo del Hogar,<br />
Santo Domingo, Ciudad Primada de América,<br />
República Dominicana.