RE Inframundo - La Biblioteca del Cuadrado de Binomio

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S.D. PERRY RESIDENT EVIL 4 INFRAMUNDO Capítulo 2 Rebecca se acomodó en el pequeño asiento del pequeño avión, se puso el cinturón de segundad y miró por la ventanilla, deseando que David hubiera alquilado un avión a reacción. Un avión sólido, grande, un reactor de los «no puede pasar nada malo porque soy gigantesco». Podía ver desde donde ella estaba sentada las hélices en una de las alas del aparato. Las hélices, como en el juguete de un niño. Apuesto a que este trasto se hundirá como una piedra en cuanto caiga desde el cielo a unos cuantos cientos de kilómetros por hora y se estampe contra el océano… —Para que lo sepas, éste es el tipo de avión en el que siempre se matan las estrellas de rock y gente así. Justo cuando despegan y se elevan en el aire, llega una ráfaga de viento y los estrella contra el suelo. Rebecca levantó los ojos y vio la sonriente cara de John. Se había asomado por encima de los asientos situados delante de ella, con sus enormes brazos apoyados en los respaldos. Probablemente necesitaría dos asientos para él solo. No es que John fuera muy grande, es que tenía la complexión de un levantador de pesas: ciento diez kilos de músculos concentrados en un cuerpo de un metro ochenta de altura. —Tendremos suerte si conseguimos despegar cargando ese culo tan gordo que has criado —le replicó Rebecca, y se vio recompensada por un atisbo de preocupación en los ojos negros de John. Se había roto un par de costillas y había sufrido una perforación en el pulmón en su última misión, menos de tres meses atrás, y todavía no estaba en condiciones de ponerse a trabajar en el banco de pesas. Rebecca sabía que a pesar de su actitud burda y machista, John era muy vanidoso y se preocupaba de su aspecto físico, y realmente odiaba no haber podido entrenar. La sonrisa de John se hizo todavía más amplia, y la piel de color marrón oscuro de su cara se agrietó con unas pequeñas arrugas. —Sí, probablemente tienes razón. Subiremos unos cuantos cientos de metros y luego, ¡pam!, se acabó la historia. Nunca debió decirle que era la segunda vez que iba a volar. La primera ocasión fue cuando acompañó a David a Exeter para participar en la misión de la ensenada de Calibán. Ése era exactamente el tipo de cosas de las que John sacaba continuamente partido para soltar chistes y burlarse… El avión comenzó a estremecerse cuando los motores empezaron gemir hasta que produjeron un rugido profundo que hizo que Rebecca apretara los dientes. No estaba dispuesta a permitir que John se diera cuenta de lo nerviosa que estaba. Volvió a mirar por la ventanilla y vio a León y a Claire acercándose a los peldaños metálicos de la escalerilla. Al parecer, todas las armas ya estaban cargadas. —¿Dónde está David? —preguntó Rebecca, y John se encogió de hombros. 14

S.D. PERRY RESIDENT EVIL 4 INFRAMUNDO —Creo que hablando con el piloto. Sólo tenemos uno, ¿sabes?, un amigo de un amigo de un tipo de Arkansas. Supongo que no existen demasiados pilotos que estén dispuestos a meter gente a escondidas en Europa… John se inclinó para acercarse a ella y bajó la voz hasta convertirla en un susurro fingido al tiempo que la sonrisa desaparecía de su rostro. —He oído decir que bebe. Lo conseguimos por un precio tan bajo porque estrelló su avión con todo un equipo de fútbol contra la ladera de una montaña… Rebecca soltó una carcajada y meneó la cabeza. —Tú ganas. Estoy aterrorizada, ¿te vale? —Me vale. Eso es lo único que quería —dijo con voz grave, y se giró para sentarse de nuevo mientras Claire y León entraban en el reducido espacio de pasajeros. Se colocaron en el centro del avión, acomodándose en los asientos situados al otro lado del pasillo de la misma fila donde estaba Rebecca. David había comentado que la zona ubicada justo encima de las alas era la más estable, aunque tampoco es que hubiera mucho donde escoger, el aparato tan sólo disponía de veinte asientos. —¿Has volado antes? —le preguntó Claire inclinándose sobre el pasillo que las separaba, y con aspecto de estar un poco nerviosa también. Rebecca se encogió de hombros. —Una vez. ¿Y tú? —Un par de veces, pero siempre en aviones de línea grandes, Boeing 747… o 727, no me acuerdo. Ni siquiera sé qué clase de avión es éste. —Es un DHC 8 Turbo —dijo León—. Eso creo. David lo ha comentado en algún momento… —Es un ataúd, eso es lo que es —les dijo la profunda voz de John flotando por encima de los asientos—. Una piedra con alas. —John, cariño… Cállate la boca —le dijo Claire con un tono de voz amistoso. John soltó una carcajada, obviamente encantado de haber encontrado alguien nuevo con quien jugar. David apareció tras las cortinas de la parte delantera, procedente de la cabina del piloto, y John se calló. Todos le prestaron atención inmediatamente. —Al parecer, ya estamos preparados para despegar —dijo David—. Nuestro piloto, el capitán Evans, me ha asegurado que todos los sistemas son completamente operacionales, y que despegaremos dentro de un momento. Me ha pedido que nos quedemos sentados hasta que nos indique lo contrario. Aahh… el lavabo está al otro lado de la cabina, y hay una nevera pequeña al otro extremo del avión con bocadillos y bebidas… Su voz fue apagándose poco a poco, y se quedó con aspecto de querer decir algo más, pero de no saber qué era exactamente. Era una apariencia que Rebecca había visto a menudo en las semanas anteriores, una especie de incertidumbre intranquila. Suponía que desde el día que Raccoon City había volado en mil pedazos hecha una mierda, todos habían tenido esa mirada en un momento u otro… 15

S.D. PERRY <strong>RE</strong>SIDENT EVIL 4 INFRAMUNDO<br />

Capítulo 2<br />

Rebecca se acomodó en el pequeño asiento <strong><strong>de</strong>l</strong> pequeño avión, se puso el<br />

cinturón <strong>de</strong> segundad y miró por la ventanilla, <strong>de</strong>seando que David hubiera<br />

alquilado un avión a reacción. Un avión sólido, gran<strong>de</strong>, un reactor <strong>de</strong> los «no<br />

pue<strong>de</strong> pasar nada malo porque soy gigantesco». Podía ver <strong>de</strong>s<strong>de</strong> don<strong>de</strong> ella<br />

estaba sentada las hélices en una <strong>de</strong> las alas <strong><strong>de</strong>l</strong> aparato. <strong>La</strong>s hélices, como en el<br />

juguete <strong>de</strong> un niño.<br />

Apuesto a que este trasto se hundirá como una piedra en cuanto caiga <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el<br />

cielo a unos cuantos cientos <strong>de</strong> kilómetros por hora y se estampe contra el océano…<br />

—Para que lo sepas, éste es el tipo <strong>de</strong> avión en el que siempre se matan las<br />

estrellas <strong>de</strong> rock y gente así. Justo cuando <strong>de</strong>spegan y se elevan en el aire, llega<br />

una ráfaga <strong>de</strong> viento y los estrella contra el suelo.<br />

Rebecca levantó los ojos y vio la sonriente cara <strong>de</strong> John. Se había asomado<br />

por encima <strong>de</strong> los asientos situados <strong><strong>de</strong>l</strong>ante <strong>de</strong> ella, con sus enormes brazos<br />

apoyados en los respaldos. Probablemente necesitaría dos asientos para él solo.<br />

No es que John fuera muy gran<strong>de</strong>, es que tenía la complexión <strong>de</strong> un levantador<br />

<strong>de</strong> pesas: ciento diez kilos <strong>de</strong> músculos concentrados en un cuerpo <strong>de</strong> un metro<br />

ochenta <strong>de</strong> altura.<br />

—Tendremos suerte si conseguimos <strong>de</strong>spegar cargando ese culo tan gordo<br />

que has criado —le replicó Rebecca, y se vio recompensada por un atisbo <strong>de</strong><br />

preocupación en los ojos negros <strong>de</strong> John.<br />

Se había roto un par <strong>de</strong> costillas y había sufrido una perforación en el<br />

pulmón en su última misión, menos <strong>de</strong> tres meses atrás, y todavía no estaba en<br />

condiciones <strong>de</strong> ponerse a trabajar en el banco <strong>de</strong> pesas. Rebecca sabía que a<br />

pesar <strong>de</strong> su actitud burda y machista, John era muy vanidoso y se preocupaba<br />

<strong>de</strong> su aspecto físico, y realmente odiaba no haber podido entrenar.<br />

<strong>La</strong> sonrisa <strong>de</strong> John se hizo todavía más amplia, y la piel <strong>de</strong> color marrón<br />

oscuro <strong>de</strong> su cara se agrietó con unas pequeñas arrugas.<br />

—Sí, probablemente tienes razón. Subiremos unos cuantos cientos <strong>de</strong><br />

metros y luego, ¡pam!, se acabó la historia.<br />

Nunca <strong>de</strong>bió <strong>de</strong>cirle que era la segunda vez que iba a volar. <strong>La</strong> primera<br />

ocasión fue cuando acompañó a David a Exeter para participar en la misión <strong>de</strong><br />

la ensenada <strong>de</strong> Calibán. Ése era exactamente el tipo <strong>de</strong> cosas <strong>de</strong> las que John<br />

sacaba continuamente partido para soltar chistes y burlarse…<br />

El avión comenzó a estremecerse cuando los motores empezaron gemir<br />

hasta que produjeron un rugido profundo que hizo que Rebecca apretara los<br />

dientes. No estaba dispuesta a permitir que John se diera cuenta <strong>de</strong> lo nerviosa<br />

que estaba. Volvió a mirar por la ventanilla y vio a León y a Claire acercándose<br />

a los peldaños metálicos <strong>de</strong> la escalerilla. Al parecer, todas las armas ya estaban<br />

cargadas.<br />

—¿Dón<strong>de</strong> está David? —preguntó Rebecca, y John se encogió <strong>de</strong> hombros.<br />

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