RE Inframundo - La Biblioteca del Cuadrado de Binomio
RE Inframundo - La Biblioteca del Cuadrado de Binomio
RE Inframundo - La Biblioteca del Cuadrado de Binomio
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
S.D. PERRY <strong>RE</strong>SIDENT EVIL 4 INFRAMUNDO<br />
ellos, acercándose a toda velocidad, ganando terreno, con su inmenso cuerpo<br />
pasando <strong><strong>de</strong>l</strong> marrón edificio al negro asfalto y viceversa y sus garras <strong>de</strong>jando<br />
gran<strong>de</strong>s arañazos el suelo.<br />
¡Mátalos, vamos, salta, mátalos!<br />
John llegó a la abertura y sus manos se agarraron al bor<strong>de</strong> inferior, para<br />
meterse luego en el interior con un ágil salto.<br />
Sacó una <strong>de</strong> las manos, Rojizo llegó un instante <strong>de</strong>spués, la agarró y John<br />
lo metió <strong>de</strong> un tirón en el interior…<br />
Cole lo alcanzó al momento siguiente, y también iba a lograr pasar, la<br />
puerta no se cerraría a tiempo y ya había dos manos esperándolo…<br />
Entonces, el cazador que lo perseguía alargó sus dos brazos y los bajó <strong>de</strong><br />
golpe. <strong>La</strong>s garras <strong>de</strong>strozaron la espalda <strong>de</strong> Cole, atravesando la camisa, la piel,<br />
el músculo y quizás incluso los huesos.<br />
Los otros metieron a Cole <strong>de</strong> un tirón mientras la puerta acababa <strong>de</strong> bajar.<br />
Cole no gritó mientras lo <strong>de</strong>jaban con cuidado en el suelo, aunque <strong>de</strong>bía<br />
estar sufriendo una dolorosa agonía. Lo colocaron boca abajo con tanta<br />
suavidad como pudieron. León se sintió embargado por la pena cuando vio el<br />
<strong>de</strong>strozo <strong>de</strong> carne que antes había sido la espalda <strong>de</strong> Cole.<br />
Se está muriendo, muriendo.<br />
En pocos segundos, el suelo bajo su cuerpo quedó cubierto por un charco<br />
<strong>de</strong> sangre. León pudo distinguir la carne <strong>de</strong>sgarrada a través <strong>de</strong> los jirones <strong>de</strong><br />
su camisa húmeda y ya <strong>de</strong> color rojo, las fibras musculares rotas y el brillo<br />
fresco <strong><strong>de</strong>l</strong> hueso por <strong>de</strong>bajo, hueso aplastado. El daño había sido hecho a lo<br />
largo <strong>de</strong> dos extensas heridas, <strong>de</strong> arriba abajo, y cada una comenzaba por<br />
encima <strong>de</strong> los omóplatos y acababa en la cintura. Eran heridas mortales.<br />
Cole respiraba <strong>de</strong> forma superficial y ja<strong>de</strong>ante, con los ojos cerrados y las<br />
manos temblorosas.<br />
Estaba inconsciente. León miró a John, vio su expresión <strong>de</strong> angustia y<br />
apartó la vista. No podían hacer nada por él.<br />
Estaban en el interior <strong>de</strong> una jaula gigantesca que apestaba a animales<br />
salvajes, al final <strong>de</strong> un profundo pasillo <strong>de</strong> cemento, uno que al parecer recorría<br />
a lo largo las cuatro áreas <strong>de</strong> prueba. Estaba casi a oscuras, con tan sólo unas<br />
cuantas bombillas encendidas, y se vislumbraban las jaulas en la penumbra.<br />
Cada una <strong>de</strong> ellas estaba separada por unas pare<strong>de</strong>s con unas inmensas<br />
ventanas acristaladas, y León pudo ver con mayor claridad la que tenía justo al<br />
lado, el hogar <strong>de</strong> los escupidores. Estaba cubierta por un plástico grueso y<br />
transparente, con el suelo repleto <strong>de</strong> huesos.<br />
<strong>La</strong> jaula <strong>de</strong> los cazadores estaba vacía, y era <strong>de</strong> al menos diez metros <strong>de</strong><br />
ancho y el doble <strong>de</strong> larga, con un par <strong>de</strong> abreva<strong>de</strong>ros bajos adosados a las<br />
pare<strong>de</strong>s <strong>de</strong> rejilla metálica. Era un lugar triste y solitario don<strong>de</strong> morir, pero al<br />
menos estaba inconsciente y no sentía ningún…<br />
—Dad… me la vuelta —susurró Cole. Tenía los ojos abiertos, y los labios<br />
temblorosos.<br />
—Eh, quédate tranquilo —le dijo John con voz suave—. Te vas a poner<br />
bien, Henry, tú quédate don<strong>de</strong> estás, no te muevas, ¿vale?<br />
—Y una… mierda —le respondió Cole—. Dadme… la vuelta. Me… muero.<br />
126