RE Inframundo - La Biblioteca del Cuadrado de Binomio

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14.05.2013 Views

S.D. PERRY RESIDENT EVIL 4 INFRAMUNDO sí mismo convirtiéndose en un cobarde tembloroso… y tampoco iba a reducir sus probabilidades de supervivencia convirtiéndose en esa carga. Cole sacó del bolsillo trasero el cargador que John le había dado y manoteó para cambiarlo por el de la pistola, ya vacío, con el corazón palpitante… y se quedó un poco sorprendido al comprobar que una vez tomada la decisión, una vez comprometido, se sentía más fuerte, más valiente. Puede que muera, se dijo a sí mismo, y esperó a que le asaltara una oleada de horror… pero no llegó. Ya habría muerto si no hubiera sido por John y por León, y quizás era su oportunidad para impedir que uno de ellos, o los dos, resultaran heridos. Los tres se dirigieron a la puerta sin intercambiar una sola palabra más. Cole pensó que su vida había cambiado más en las dos horas anteriores que en los últimos diez años de su vida… y que a pesar de cómo había llegado, le alegraba aquel cambio. Se sentía completo. Se sentía vivo. —Preparados… —dijo John, y Cole inspiró profundamente mientras León le sonreía bajo la escasa luz que llegaba por la ventana. —¡Ya! John abrió la puerta de par en par y salieron corriendo a la calle mientras a su alrededor la noche estallaba en la enorme algarabía de los feroces chillidos de los cazadores. Los ojos de Reston brillaron. Se inclinó sobre la pantalla y se quedó mirándola fijamente, encantado de que hubieran tomado aquella decisión suicida. Los tres salieron del lugar hacia la oscuridad como enloquecidos. Como muertos que no tenían la sensatez suficiente como para dejar de moverse. Corrieron hacia el sur, con John a la cabeza y Rojizo y Cole pegados a sus talones. Un cazador saltó desde una acera situada a su derecha, dispuesto a darles la bienvenida… y se vio un resplandor, un brillante estallido de luz anaranjada procedente de arriba, y unos cristales ardientes comenzaron a caer sobre la calle como una lluvia resplandeciente. Una de las farolas, le habían disparado a una de las farolas, y los 3K parecieron enloquecer cuando los cristales rotos cayeron sobre ellos. El cazador de color rojizo cambiante a gris retorció su cuerpo, frenético y aullante, en busca de su atacante… e hizo caso omiso por completo de los hombres que pasaron corriendo a su lado. Los tres pasaron de largo con las armas en alto, disparando al cielo, disparando contra más farolas, y Reston vio que otro de los cazadores saltaba a la calle, una sombra casi oculta entre las demás sombras… y Cole, Henry Cole, fintó a la izquierda y luego a la derecha, aplastó el cañón de su pistola contra la cabeza del 3K agachado y se vio surgir un surtidor de líquido, de cerebro y de sangre, procedente de su sien. El electricista le había pegado un tiro a quemarropa. Los brazos y las piernas del cazador se movieron espasmódicamente en todas direcciones, pero ya estaba muerto. Cole se apartó de un salto y siguió corriendo, alcanzando a los otros dos mientras más bombillas de las farolas estallaban haciendo volar fragmentos de cristal de las luces blancas estroboscópicas. 124

S.D. PERRY RESIDENT EVIL 4 INFRAMUNDO —No —susurró Reston, sin darse cuenta de que había hablado, pero bastante consciente de que todo iba horriblemente mal. John corrió, se detuvo para disparar, echó a correr de nuevo. Los feroces aullidos les seguían, la lluvia de cristales y el olor a metal recalentado les llegaba de todos lados… y vio a uno de ellos en mitad de la calle, justo delante del cruce que los llevaría hasta las jaulas, vio los extraños ojos centelleantes y el agujero negro de su boca aullante… No desperdicies la munición, Jesús, es igual que la calle… Siguió corriendo directamente hacia él, sin dejar de apuntarle, con los estampidos de nueve milímetros a su espalda, y el monstruo aullante a menos de tres metros cuando por fin disparó. ¡Ahora! Una ráfaga corta, medida, directamente al rostro antinatural y salvaje… y no cayó, y aunque giró para esquivarle, no llegó muy lejos. Su cara rugiente, cubierta de sangre, pareció quedarse a escasos centímetros de la suya, y uno de sus brazos, tan largo como increíble, se proyectó contra él y le pegó en el pecho. El golpe impactó en su pectoral izquierdo, y John esperó ser aplastado, volar por los aires con el cuerpo destrozado… pero la criatura debía estar debilitada por las balas, desorientada, quizá cegada, porque aunque sintió que el pecho se le contraía por el dolor, había sufrido golpes peores. Trastabilló, pero no cayó, y para cuando se quiso dar cuenta, ya lo había dejado atrás y giraba a la izquierda, en dirección oeste. Echó un vistazo a su espalda, vio que los otros lo seguían, miró hacia delante… ¡Ahí está! La calle acababa en una pared pintada a menos de un edificio de distancia, y una abertura se abría a unos tres metros del suelo, un agujero de dos metros y medio de ancho y de al menos tres metros de altura… Otro aullido a su derecha. No pudo ver al cazador camuflado, pero ¡bangbang! León o Cole dispararon contra la criatura, y el grito se volvió frenético por la rabia. John alzó su M-16 e hizo estallar la bombilla de otra farola. Diez segundos y ya estaremos… Un panel de color azul oscuro comenzó a bajar para tapar la abertura, de modo lento pero inexorable. En pocos segundos, se quedarían sin ruta de escape. Reston apretó frenéticamente el botón de cierre de la jaula, y la puerta siguió bajando como un puñetero caracol. Tenía las manos pegajosas por el sudor, y la mente, embriagada, le daba vueltas por la incredulidad. No, no, no, no… Había cerrado las jaulas de las fases Dos y Tres, pero uno de los cazadores se había quedado en el interior de la suya, así que la había dejado abierta, se había olvidado… y ahora el animal había salido y los tres hombres estaban a punto de escapar. De escapar de él, de la muerte que se les había asignado. ¡Más rápido! John estaba mirando a su espalda, gritando, con Rojizo justo detrás de él y con Cole casi al lado de éste… y vio a un cazador a menos de siete metros de 125

S.D. PERRY <strong>RE</strong>SIDENT EVIL 4 INFRAMUNDO<br />

—No —susurró Reston, sin darse cuenta <strong>de</strong> que había hablado, pero<br />

bastante consciente <strong>de</strong> que todo iba horriblemente mal.<br />

John corrió, se <strong>de</strong>tuvo para disparar, echó a correr <strong>de</strong> nuevo. Los feroces<br />

aullidos les seguían, la lluvia <strong>de</strong> cristales y el olor a metal recalentado les<br />

llegaba <strong>de</strong> todos lados… y vio a uno <strong>de</strong> ellos en mitad <strong>de</strong> la calle, justo <strong><strong>de</strong>l</strong>ante<br />

<strong><strong>de</strong>l</strong> cruce que los llevaría hasta las jaulas, vio los extraños ojos centelleantes y el<br />

agujero negro <strong>de</strong> su boca aullante…<br />

No <strong>de</strong>sperdicies la munición, Jesús, es igual que la calle…<br />

Siguió corriendo directamente hacia él, sin <strong>de</strong>jar <strong>de</strong> apuntarle, con los<br />

estampidos <strong>de</strong> nueve milímetros a su espalda, y el monstruo aullante a menos<br />

<strong>de</strong> tres metros cuando por fin disparó.<br />

¡Ahora!<br />

Una ráfaga corta, medida, directamente al rostro antinatural y salvaje… y<br />

no cayó, y aunque giró para esquivarle, no llegó muy lejos. Su cara rugiente,<br />

cubierta <strong>de</strong> sangre, pareció quedarse a escasos centímetros <strong>de</strong> la suya, y uno <strong>de</strong><br />

sus brazos, tan largo como increíble, se proyectó contra él y le pegó en el pecho.<br />

El golpe impactó en su pectoral izquierdo, y John esperó ser aplastado,<br />

volar por los aires con el cuerpo <strong>de</strong>strozado… pero la criatura <strong>de</strong>bía estar<br />

<strong>de</strong>bilitada por las balas, <strong>de</strong>sorientada, quizá cegada, porque aunque sintió que<br />

el pecho se le contraía por el dolor, había sufrido golpes peores. Trastabilló,<br />

pero no cayó, y para cuando se quiso dar cuenta, ya lo había <strong>de</strong>jado atrás y<br />

giraba a la izquierda, en dirección oeste.<br />

Echó un vistazo a su espalda, vio que los otros lo seguían, miró hacia<br />

<strong><strong>de</strong>l</strong>ante…<br />

¡Ahí está!<br />

<strong>La</strong> calle acababa en una pared pintada a menos <strong>de</strong> un edificio <strong>de</strong> distancia,<br />

y una abertura se abría a unos tres metros <strong><strong>de</strong>l</strong> suelo, un agujero <strong>de</strong> dos metros y<br />

medio <strong>de</strong> ancho y <strong>de</strong> al menos tres metros <strong>de</strong> altura…<br />

Otro aullido a su <strong>de</strong>recha. No pudo ver al cazador camuflado, pero<br />

¡bangbang! León o Cole dispararon contra la criatura, y el grito se volvió<br />

frenético por la rabia. John alzó su M-16 e hizo estallar la bombilla <strong>de</strong> otra<br />

farola.<br />

Diez segundos y ya estaremos…<br />

Un panel <strong>de</strong> color azul oscuro comenzó a bajar para tapar la abertura, <strong>de</strong><br />

modo lento pero inexorable. En pocos segundos, se quedarían sin ruta <strong>de</strong><br />

escape.<br />

Reston apretó frenéticamente el botón <strong>de</strong> cierre <strong>de</strong> la jaula, y la puerta<br />

siguió bajando como un puñetero caracol. Tenía las manos pegajosas por el<br />

sudor, y la mente, embriagada, le daba vueltas por la incredulidad.<br />

No, no, no, no…<br />

Había cerrado las jaulas <strong>de</strong> las fases Dos y Tres, pero uno <strong>de</strong> los cazadores<br />

se había quedado en el interior <strong>de</strong> la suya, así que la había <strong>de</strong>jado abierta, se<br />

había olvidado… y ahora el animal había salido y los tres hombres estaban a<br />

punto <strong>de</strong> escapar. De escapar <strong>de</strong> él, <strong>de</strong> la muerte que se les había asignado.<br />

¡Más rápido!<br />

John estaba mirando a su espalda, gritando, con Rojizo justo <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> él y<br />

con Cole casi al lado <strong>de</strong> éste… y vio a un cazador a menos <strong>de</strong> siete metros <strong>de</strong><br />

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