RE Inframundo - La Biblioteca del Cuadrado de Binomio
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S.D. PERRY RESIDENT EVIL 4 INFRAMUNDO Un momento después, los dos se tiraron de cabeza al suelo y rodaron sobre sí mismos. Las explosiones fueron casi simultáneas, ¡BOOUUUMM! Oyeron el ruido de los trozos de roca cayendo y los chillidos increíblemente agudos que sonaban procedentes de algún lugar… —¡Los habéis pillado! ¡Los habéis pillado! Cole estaba de pie delante de ellos, con una expresión de júbilo incontenible y de no poco asombro en su estrecho rostro. John se irguió, León le imitó, y ambos se giraron para ver lo ocurrido. No los habían matado a todos. Dos de los cuatro que se habían quedado al otro lado estaban casi intactos, vivos… pero cegados y rotos, con las patas partidas y con un fluido negro que tapaba lo que quedaba de sus caras mientras chillaban de rabia, como el mismo sonido de un conejillo de indias al ser pisado. Los otros dos debieron estar situados justo delante de la explosión: no eran más que bolsas de carne rotas y sangrantes, con huesos que sobresalían del montón de restos como… como huesos rotos. Del barranco artificial también salían chillidos agudos, y del mismo no surgió ninguna criatura dispuesta a atacarlos. Aquel enfrentamiento se había acabado a todos los efectos. John se puso en pie y miró detenidamente el dorso de la mano herida. Al contrario de lo que se esperaba por lo que había sentido, la piel no se había derretido. Vio que se estaban formando unas cuantas ampollas, y que la piel parecía quemada, pero no estaba sangrando. —¿Estás bien? —le preguntó León mientras se ponía en pie y se sacudía la ropa. Sus rasgos juveniles ya no le parecieron tan juveniles a John. No pienso volver a llamarle novato. John se encogió de hombros. —Creo que me he roto una uña, pero sobreviviré. Vio que Cole seguía mirándolos, con el cuerpo todavía tembloroso por la adrenalina descargada que seguía en su cuerpo. Parecía incapaz de encontrar las palabras adecuadas para hablar, y John recordó de repente y con toda claridad cómo se había sentido después de su primer combate, el primero en el que había actuado con valentía. Lo exultante que se había notado sin poder evitarlo. Lo increíblemente vivo. —Henry, eres un tipo curioso —le dijo a Cole al mismo tiempo que le daba una palmada en la espalda al hombrecillo y le sonreía. El electricista le sonrió a su vez, inseguro, y los tres se dirigieron hacia la puerta que los conduciría hasta la fase Cuatro, dejando atrás los furiosos chillidos de los animales moribundos. Cuando el polvo se aclaró y vio que los tres hombres seguían con vida, Reston golpeó con el puño el tablero de mandos sintiendo a la vez ira y un miedo creciente. El estómago le dio un salto, y se quedó con los ojos abiertos de par en par por la incredulidad que sentía. —¡No, no, no, estúpidos cabrones, estáis muertos! La voz le salía un poco pastosa, pero estaba demasiado asombrado como para darse cuenta, demasiado cabreado. No sobrevivirían a los cazadores, de eso estaba seguro… 112
S.D. PERRY RESIDENT EVIL 4 INFRAMUNDO Pero tampoco hubieran tenido que sobrevivir a los Ca6. Reston no podía creerse que hubieran llegado hasta allí. No podía creerse que de los veinticuatro especímenes con los que se habían enfrentado, sólo hubiese sobrevivido uno de los dáctilos, y que todos los demás habían acabado muertos o moribundos. Sobre todo, no podía creerse haber permitido que siguiera aquella situación, que su orgullo y ambición le hubieran impedido hacer lo que tendría que haber hecho en primer lugar. No es que estuviese fuera de su terreno, pertenecía al círculo interior, ya tenía superadas toda aquella clase de inseguridades… pero debería haber hablado con Sidney, al menos, o con Duvall. No en busca de consejo, sino para cubrirse las espaldas. Después de todo, no podía ser responsable de todo aquel asunto si había consultado a uno de los otros miembros más antiguos… Todavía no era tarde. Llamaría y les explicaría su plan, les explicaría que estaba algo preocupado… Podía decir que los intrusos todavía estaban en la fase Dos, eso ayudaría, ya modificaría la hora que aparecía en los vídeos más tarde… y los cazadores ya habían sido puestos a prueba con anterioridad, en cierto sentido, no los de la clase 3K, pero sí los 121. Algunos se habían escapado de la propiedad Spencer, y por los datos que se habían recopilado sobre aquello, sabía que los tres hombres morirían en la fase Cuatro. Incluso si no los mataban, no podrían salir de allí, y con el apoyo de la oficina central, casi se saldría con la suya y quedaría limpio. Satisfecho por haber tomado la decisión correcta, Reston alargó la mano bajo el tablero de control y levantó el auricular. —Umbrella, Divisiones Especiales y… Silencio. La suave voz femenina al otro lado de la línea se interrumpió en mitad de la frase, ni siquiera se oía el ruido de la estática. —Soy Reston —dijo con un tono de voz perentorio, y se dio cuenta de que una sensación helada se estaba apoderando de su corazón, ahogándolo—. ¿Hola? ¡Soy Reston! Nada. De repente, un momento después, se dio cuenta de que la luz de la estancia había cambiado, de que se había hecho más intensa. Se dio la vuelta sobre la silla, deseando fervientemente no ver lo que le parecía que era… En toda la hilera de pantallas que mostraban lo que ocurría en la superficie sólo se veía estática. Las siete, fuera de servicio…. y pocos segundos después, antes de que Reston ni siquiera pudiera darse cuenta de lo que estaba ocurriendo, las siete se apagaron de golpe y se quedaron completamente negras. —¿Hola? —le susurró al teléfono inútil, y su febril aliento cargado de alcohol empañó el auricular. Silencio. Estaba solo. Andrew “Asesino” Berman tenía un frío de narices, además de estar aburrido y de preguntarse por qué el sargento se había molestado en poner a nadie de guardia al lado de la furgoneta. Los malos no iban a volver, ya se habían marchado hacía rato… e incluso si decidían regresar, estaba muy claro que no iban a intentar llegar hasta su vehículo. Sería un suicidio. 113
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Un momento <strong>de</strong>spués, los dos se tiraron <strong>de</strong> cabeza al suelo y rodaron<br />
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Oyeron el ruido <strong>de</strong> los trozos <strong>de</strong> roca cayendo y los chillidos increíblemente<br />
agudos que sonaban proce<strong>de</strong>ntes <strong>de</strong> algún lugar…<br />
—¡Los habéis pillado! ¡Los habéis pillado!<br />
Cole estaba <strong>de</strong> pie <strong><strong>de</strong>l</strong>ante <strong>de</strong> ellos, con una expresión <strong>de</strong> júbilo<br />
incontenible y <strong>de</strong> no poco asombro en su estrecho rostro. John se irguió, León le<br />
imitó, y ambos se giraron para ver lo ocurrido.<br />
No los habían matado a todos. Dos <strong>de</strong> los cuatro que se habían quedado al<br />
otro lado estaban casi intactos, vivos… pero cegados y rotos, con las patas<br />
partidas y con un fluido negro que tapaba lo que quedaba <strong>de</strong> sus caras mientras<br />
chillaban <strong>de</strong> rabia, como el mismo sonido <strong>de</strong> un conejillo <strong>de</strong> indias al ser pisado.<br />
Los otros dos <strong>de</strong>bieron estar situados justo <strong><strong>de</strong>l</strong>ante <strong>de</strong> la explosión: no eran más<br />
que bolsas <strong>de</strong> carne rotas y sangrantes, con huesos que sobresalían <strong><strong>de</strong>l</strong> montón<br />
<strong>de</strong> restos como… como huesos rotos. Del barranco artificial también salían<br />
chillidos agudos, y <strong><strong>de</strong>l</strong> mismo no surgió ninguna criatura dispuesta a atacarlos.<br />
Aquel enfrentamiento se había acabado a todos los efectos.<br />
John se puso en pie y miró <strong>de</strong>tenidamente el dorso <strong>de</strong> la mano herida. Al<br />
contrario <strong>de</strong> lo que se esperaba por lo que había sentido, la piel no se había<br />
<strong>de</strong>rretido. Vio que se estaban formando unas cuantas ampollas, y que la piel<br />
parecía quemada, pero no estaba sangrando.<br />
—¿Estás bien? —le preguntó León mientras se ponía en pie y se sacudía la<br />
ropa. Sus rasgos juveniles ya no le parecieron tan juveniles a John.<br />
No pienso volver a llamarle novato.<br />
John se encogió <strong>de</strong> hombros.<br />
—Creo que me he roto una uña, pero sobreviviré.<br />
Vio que Cole seguía mirándolos, con el cuerpo todavía tembloroso por la<br />
adrenalina <strong>de</strong>scargada que seguía en su cuerpo. Parecía incapaz <strong>de</strong> encontrar<br />
las palabras a<strong>de</strong>cuadas para hablar, y John recordó <strong>de</strong> repente y con toda<br />
claridad cómo se había sentido <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> su primer combate, el primero en el<br />
que había actuado con valentía. Lo exultante que se había notado sin po<strong>de</strong>r<br />
evitarlo. Lo increíblemente vivo.<br />
—Henry, eres un tipo curioso —le dijo a Cole al mismo tiempo que le daba<br />
una palmada en la espalda al hombrecillo y le sonreía.<br />
El electricista le sonrió a su vez, inseguro, y los tres se dirigieron hacia la<br />
puerta que los conduciría hasta la fase Cuatro, <strong>de</strong>jando atrás los furiosos<br />
chillidos <strong>de</strong> los animales moribundos.<br />
Cuando el polvo se aclaró y vio que los tres hombres seguían con vida,<br />
Reston golpeó con el puño el tablero <strong>de</strong> mandos sintiendo a la vez ira y un<br />
miedo creciente. El estómago le dio un salto, y se quedó con los ojos abiertos <strong>de</strong><br />
par en par por la incredulidad que sentía.<br />
—¡No, no, no, estúpidos cabrones, estáis muertos!<br />
<strong>La</strong> voz le salía un poco pastosa, pero estaba <strong>de</strong>masiado asombrado como<br />
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