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á usted <strong>un</strong> consejo más sincero, es ¡que se mant<strong>en</strong>ga alejado de todo lo extranjero!<br />
Tolva callejera. A cada paso, <strong>un</strong> roce. Burton t<strong>en</strong>ía que apartarse continuam<strong>en</strong>te de <strong>un</strong> salto, su<br />
at<strong>en</strong>ción se c<strong>en</strong>traba <strong>en</strong> los que cargaban, arrastraban, empujaban. En la marea humana sólo eran<br />
visibles las cargas, bultos descom<strong>un</strong>ales que flotaban y se balanceaban sobre el oleaje de cabezas<br />
oscilantes. Traperías. Talleres debajo de <strong>un</strong> montón de talleres iguales. Los v<strong>en</strong>dedores se<br />
abanicaban sobre las esteras; a sus espaldas, <strong>en</strong>tradas angostas que conducían a antros barrigudos<br />
como la rutina, infestados de moscas. Burton casi tuvo que suplicar a esos t<strong>en</strong>deros para que le<br />
v<strong>en</strong>dieran algo, y cuando se prestaban a ello, le ofrecían lo peor de lo que disponían, juraban la<br />
excel<strong>en</strong>cia de la mercancía bajo palabra de honor, hasta que él aceptaba el puñal o la deidad de<br />
piedra. Entonces com<strong>en</strong>zaba <strong>un</strong> tira y afloja por el precio, acompañado por reiterados suspiros y<br />
muecas.<br />
Hablas bi<strong>en</strong> el dialecto de estos tipos, com<strong>en</strong>tó el sanitario con retintín. Burton rió: las damas del<br />
día anterior se habrían quedado horrorizadas. Seguram<strong>en</strong>te pi<strong>en</strong>san que compartir <strong>un</strong> idioma es<br />
lo mismo que compartir el lecho. La Ciudad Negra, la parte más antigua de Bombay. De pronto,<br />
ante ellos <strong>un</strong> templo, <strong>un</strong>a mezquita, con manchas polícromas y adorno monocromo. Al sanitario<br />
le asqueaba la diosa deforme cuya grotesca cabeza era mucho más grande que el cuerpo.<br />
Alégrate de la sorpresa, al fin y al cabo ésta es la patrona de la ciudad con múltiples l<strong>en</strong>guas<br />
vernáculas, a<strong>un</strong>que la diosa <strong>en</strong> sí es muda. Pasaron j<strong>un</strong>to a <strong>un</strong>a tumba. Unas mazas p<strong>en</strong>dían de la<br />
pared al lado del cadáver, cubierto con <strong>un</strong>a tela verde bordada. El instrum<strong>en</strong>to mágico del santo<br />
Baba, les explicó <strong>un</strong> vigilante, calabazas de África. Leprosos y perros intocables. Los miembros<br />
secos de los m<strong>en</strong>digos estaban recubiertos del color sagrado; al lado vagaba <strong>un</strong>a vaca deforme,<br />
con su corta quinta pata pintada de naranja; algo más lejos <strong>un</strong> hombre sin miembros yacía sobre<br />
<strong>un</strong>a estera <strong>en</strong> medio de la calleja que conducía a la <strong>en</strong>trada trasera de la Gran Mezquita, a su<br />
alrededor monedas esparcidas como pústulas caídas. Un hombre desnudo de piel oscura det<strong>en</strong>ía<br />
la circulación. Iba embadurnado de grasa de la cabeza a los pies y <strong>un</strong> pañuelo rojo ceñía su<br />
fr<strong>en</strong>te. Empuñaba <strong>un</strong>a espada. Una nutrida multitud se congregaba <strong>en</strong> torno a sus alaridos<br />
inf<strong>un</strong>dados. Mostradme el camino recto, gritaba el hombre blandi<strong>en</strong>do la espada <strong>en</strong> el aire. Al<br />
lado de Burton, <strong>un</strong> anciano musitaba algo con la átona monotonía de <strong>un</strong>a oración, mi<strong>en</strong>tras el<br />
hombre desnudo blandía la espada a modo<br />
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