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le <strong>en</strong>tre sus ropas <strong>un</strong>a boquilla de madera y com<strong>en</strong>zó a aspirar de la pipa.<br />
No habría sido capaz de precisar cuánto tiempo bailaron y cantaron para él las mujeres, cantos<br />
asc<strong>en</strong>d<strong>en</strong>tes que se superaban a sí mismos, y ritmos que se solapaban, <strong>un</strong>os ritmos machacones,<br />
palpitantes, int<strong>en</strong>sos, y los textos que no ocultaban nada, y el efecto de la leche que no era leche,<br />
sino soma, eso lo había apr<strong>en</strong>dido de Naukaram, bebida del espíritu, bebida prodigiosa, bu<strong>en</strong>a<br />
para rezos y partos, y los dijes resplandeci<strong>en</strong>tes, fosforesc<strong>en</strong>tes, incandesc<strong>en</strong>tes, y las cad<strong>en</strong>as <strong>en</strong><br />
los pies y <strong>en</strong> los brazos, y el talle desnudo, la leve curva del vi<strong>en</strong>tre, la paradisiaca sinuosidad del<br />
ombligo, y la sonrisa fascinadora proced<strong>en</strong>te de ning<strong>un</strong>a parte, y el pelo suelto por el que se<br />
deslizaba sin cesar <strong>un</strong>a mano agitándolo. Después no habría podido decir si se decidió<br />
espontáneam<strong>en</strong>te por <strong>un</strong>a. Ella lo tomó de la mano, <strong>un</strong>a habitación <strong>en</strong> el primer piso, <strong>un</strong>a cama<br />
alta, y lo desnudó. Luego lavó su cuerpo con cuidado y agua cali<strong>en</strong>te. La mujer acercó <strong>un</strong>a flor a<br />
su cara. Recuerda el aroma. Este aroma te proporcionará recuerdos felices. Sobre todo las flores.<br />
Todo olía a flores, puerta y portal, retratos de los antepasados, vigas del techo, cojines y el<br />
cabello de esa mujer que se despojaba de sus ropas, <strong>un</strong>a nube tras otra, y él se <strong>en</strong>dureció como el<br />
cañón de <strong>un</strong> fusil, y ella le mordió suavem<strong>en</strong>te el lóbulo de la oreja y susurró algo que no<br />
<strong>en</strong>t<strong>en</strong>dió hasta que ella, recorriéndole el cuello con la l<strong>en</strong>gua, llegó al lóbulo de la otra oreja.<br />
Rath ki rani, murmuró ella, era fácil de <strong>en</strong>t<strong>en</strong>der, reina de la noche, pero ¿qué significaba? ¿Su<br />
nombre quizá, su apodo de cortesana? Ella exploraba su cuerpo con movimi<strong>en</strong>tos gratos y<br />
naturales, hasta que hizo algo que le estremeció, ella saboreaba su dureza, la dosificaba, no debía<br />
terminar, ni siquiera cuando ella deslizó sus pechos por el rostro masculino, ni cuando se dejó<br />
caer arrastrándolo al abismo y él se permitió <strong>un</strong>os gritos ahogados. Ella alzó la pelvis, él volvió a<br />
ver <strong>en</strong> su mano la flor, la mano desapareció bajo la pelvis de ella, y ya no pudo aguantar más, se<br />
deshizo d<strong>en</strong>tro de ella con <strong>un</strong>os empujones postreros y ruidosos, y la flor debió quedar aplastada,<br />
pues cuando se t<strong>en</strong>dió j<strong>un</strong>to a la mujer agotado, <strong>un</strong> blando aroma lo sedujo. El aroma de la reina<br />
de la noche.<br />
A él le habría gustado quedarse horas <strong>en</strong> la cama alta, pero cuando el aroma se desvaneció,<br />
percibió impaci<strong>en</strong>cia <strong>en</strong> el cuerpo desnudo que yacía a su lado. Mi tiempo ha pasado, p<strong>en</strong>só<br />
Burton. No, se corrigió, mi tiempo acaba de empezar, y m<strong>en</strong>udo comi<strong>en</strong>zo, se dijo cuando<br />
Naukaram y él abandonaban la casa del primer hechizo y se <strong>en</strong>-<br />
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