You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
El ocaso de <strong>Ném<strong>es</strong>is</strong><br />
<strong>Ném<strong>es</strong>is</strong>, <strong>mi</strong> <strong>nombre</strong> <strong>es</strong> <strong>Ném<strong>es</strong>is</strong>. Soy la diosa de la venganza y la justicia.<br />
Aquella a la que todos temen, porque en <strong>mi</strong>s ojos ven reflejada su culpa, sus<br />
exc<strong>es</strong>os. Mi <strong>nombre</strong> recela del viento, se trans<strong>mi</strong>te sólo a <strong>mi</strong>s pasos, en cada<br />
movi<strong>mi</strong>ento sobre la tierra, y todos lo oyen, como un murmuro que se levanta, y<br />
lo temen, pero no <strong>es</strong>cuchan.<br />
Me imagino a <strong>mi</strong> <strong>mi</strong>sma ca<strong>mi</strong>nando entre la gente, una mujer exuberante, con<br />
tacon<strong>es</strong> altos y el pelo suelto. Todos me <strong>mi</strong>ran. Todos se apartan. Todos<br />
aplauden. He soñado muchas vec<strong>es</strong> que <strong>es</strong>taba en medio de un <strong>es</strong>cenario en<br />
el que había gran cantidad de gente, y todos me aplaudían, se acercaban a mí,<br />
me sonreían. No decían nada, sólo aplaudían…<br />
Ya ha llegado el momento en que no distingo el día de la noche, si <strong>es</strong>toy<br />
d<strong>es</strong>pierta o dor<strong>mi</strong>da. No sé de olor<strong>es</strong>, sólo recuerdo, y vagamente, el tacto lacio<br />
del pelo de <strong>mi</strong> niña. No recuerdo su color, y tampoco puedo oír su voz…<br />
¿Dónde <strong>es</strong>tará?, me pregunto. Llega tarde, pequeña.<br />
Tumbada en el suelo de la dura lona, intento levantarme. Él <strong>es</strong>tá ahí, riendo,<br />
<strong>mi</strong>rándome, d<strong>es</strong>afiante. Miro a <strong>mi</strong> alrededor, y consigo oír entre la<br />
muchedumbre <strong>mi</strong> <strong>nombre</strong>, y <strong>es</strong>os aplausos…<br />
Con gran <strong>es</strong>fuerzo, consigo levantarme. Nada más hacerlo, noto el sabor de la<br />
sangre en <strong>mi</strong> boca. Miro alrededor, el ring se hace pequeño y <strong>es</strong>os<br />
<strong>es</strong>pectador<strong>es</strong> que ant<strong>es</strong> aplaudían ahora envuelven el cuadrilátero. Las<br />
cuerdas se <strong>es</strong>trechan y él avanza. Se hace el silencio. Sé que me dicen algo,<br />
pero no acierto a saber el qué. Me toco con la mano izquierda el oído derecho,<br />
creo que me ha reventado el tímpano. Me <strong>mi</strong>ra, me asusto. Le tengo mucho<br />
más cerca de lo que había <strong>es</strong>perado, <strong>mi</strong>s pensa<strong>mi</strong>entos, una distracción, han<br />
hecho que lo tenga demasiado cerca. Así que no <strong>es</strong> de extrañar que me<br />
propine una suc<strong>es</strong>ión de duros golp<strong>es</strong>, entre ellos, el gancho de derecha que<br />
sacude contra <strong>mi</strong> mentón y hace que salga disparada hacia las cuerdas, me<br />
mantenga un segundo en el aire, y me d<strong>es</strong>plome en el frío y real suelo de la<br />
cocina. −“Kombat Out.”−, gritan.
Tumbada boca abajo noto <strong>es</strong>e frío duro que me hace <strong>es</strong>tremecer, pero <strong>es</strong>a<br />
sensación dura por poco tiempo, ya que el dolor me d<strong>es</strong>pierta y noto como él<br />
me grita al oído. No lo oigo, pero sé que me insulta.<br />
Miro el reloj, son las cinco y media, y tal como <strong>es</strong>te pensa<strong>mi</strong>ento cruza <strong>mi</strong><br />
mente, ella entra por la puerta. Me <strong>mi</strong>ra, se horroriza, lo leo en sus ojos. Se<br />
acerca a hablarme como lo ha hecho tantas otras vec<strong>es</strong>.<br />
Intento levantarme, pero él tiene un pie encima de <strong>mi</strong> <strong>es</strong>palda y me <strong>es</strong><br />
imposible moverme.<br />
Él la <strong>mi</strong>ra, y le dice que se largue. Sí pequeña, lárgate; hazle caso por <strong>es</strong>ta vez.<br />
Pero ella hace caso o<strong>mi</strong>so a sus palabras e intenta, con inocencia, empujarle y<br />
hacerle retroceder. Intenta protegerme.<br />
Él la abofetea, y la saca de la habitación por el pelo. Se la lleva, se lleva a <strong>mi</strong><br />
niña. No llor<strong>es</strong>, le digo, no llor<strong>es</strong>. Esto va a acabar. ¡Va a acabar ya!<br />
Mi cuerpo se levanta como potenciado por un r<strong>es</strong>orte. Él entra por la puerta y<br />
ríe, se burla de <strong>mi</strong>, pero no dejo que <strong>mi</strong> rabia se transforme en impotencia;<br />
simplemente, la canalizo hacia el cajón del <strong>es</strong>tante próximo, cojo un cuchillo e<br />
intento blandirlo.<br />
Cada vez ríe con más fuerza, me cree inútil, cobarde, aunque no dejo que me<br />
venzan los nervios. Sólo acércate un poco más y habrá acabado todo, todos<br />
<strong>es</strong>tos malditos años. Pero no. Forcejeamos. Él me arrebata el cuchillo de las<br />
manos; le golpeo, pero <strong>mi</strong>s reflejos llenos de cansancio no son lo<br />
suficientemente ágil<strong>es</strong> como para <strong>es</strong>quivar la hoja afilada que me penetra en el<br />
<strong>es</strong>tómago y hace que me quede inmóvil. Por poco tiempo, ya que casi<br />
involuntariamente hago <strong>es</strong>trellar contra él una de las botellas que hacía pocos<br />
<strong>mi</strong>nutos había utilizado contra mí. Me abrazo a él y le hundo el cristal en el<br />
cuello.<br />
Oigo a <strong>mi</strong> niña, me quita de encima el monstruo. Sé que me habla, <strong>es</strong>cucho<br />
atentamente cuando me dice que me quiere, yo le digo que no se preocupe.<br />
Una diosa, seré una diosa siempre.<br />
Consigo por fin abrir los ojos, la <strong>mi</strong>ro y pienso que <strong>es</strong> preciosa y que tiene un<br />
bonito pelo negro, <strong>es</strong> una princ<strong>es</strong>a, porque alguien me dijo una vez que todas<br />
las niñas algún día hemos sido princ<strong>es</strong>as. Me repite que me quiere y que me<br />
quede con ella. Le digo que no se preocupe, que ya oigo los aplausos…