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CTUALIDAD
28 de febrero,
Día de los andaluces
En la noche del 10 al 11 de
agosto de 1936, Blas Infante, en el
kilómetro 4 de la carretera de Sevilla
a Carmona, gritó dos veces “Viva
Andalucía libre” y cayó muerto sobre
la tierra andaluza que amaba.
El próximo 28 de febrero,
fecha en la que se conmemora el
vigésimo cuarto aniversario de
nuestro referéndum a favor de la
autonomía, es obligado volver atrás y
hacer un pequeño repaso histórico
hacia lo que hizo posible nuestra
todavía joven andadura en el terreno
autonómico.
En la historia contemporánea
de Andalucía, la autonomía se ha
presentado como una exigencia
sostenida, sucesiva e ininterrumpida y
con connotaciones diversas, pero no
excluyentes entre sí.
De una parte, autonomía ha
significado para los andaluces, ante
todo, organización federal del Estado;
después, este concepto ha coincidido
con el de nacionalidad para pasar por
último a significar instrumento y
proceso de liberación. El primero
significa la existencia de múltiples
pactos y confederaciones, el segundo
el reconocimiento de un pueblo con
personalidad propia, y el tercero la
convicción que coloque a Andalucía
al nivel de los demás pueblos libres,
abandonando definitivamente su
p o s t r a c i ó n , d e p e n d e n c i a y
subdesarrollo.
Estas tres acepciones definen
las tres fases por las que pasa el
proceso autonómico del Sur:
∗ Etapa federalista (1835-1883):
desde la Junta Soberana de
Andújar hasta la Constitución
de Antequera.
∗ Etapa nacionalista (1918-
1919): coincide con la
celebración de las Asambleas
de Ronda y Antequera.
∗ Y, por último, la propia
autonomía, que desembocó en
el reconocimiento general
p r e v i s t o e n n u e s t r a
Constitución y que dio lugar al
Estatuto de Autonomía,
verdadero punto de partida de
nuestro presente y futuro, pues
es el utensilio jurídico-político
dejado en nuestras manos para
dirigir nuestro propio destino
como andaluces. Desde
entonces, Andalucía se
organiza políticamente como
Comunidad Autónoma, y se
rige por la Junta de Andalucía,
integrada a su vez por el
Parlamento, el Consejo de
Gobierno y el Presidente.
Pero conviene recordar lo
difícil que resultó a los andaluces
acceder a la autonomía por la vía más
ventajosa posible.
José Antonio Muriel
La Constitución Española
contemplaba con carácter general la
vía prevista en su artículo 143 para
convertirse en Comunidad Autónoma,
pero aplazaba cinco años la
p o s i b i l i d a d d e a c c e d e r a l
autogobierno con competencias
plenas. Cuestión aparte en cuanto a su
trato eran las deno minadas
Comunidades Históricas (Cataluña,
País Vasco y Galicia), llamadas así
por haber votado anteriormente un
Estatuto de Autonomía y que se
encuadraban en la Disposición
T r a n s i t o r i a S e g u n d a d e l a
Constitución.
Desgraciadamente, Andalucía
tuvo su Anteproyecto, pero este no
llegó a buen fin. El primer Congreso
de Ronda en 1913 y el Anteproyecto
de Bases de la II República no
llegaron a buen puerto.
Finalmente, convencidos de
que Andalucía no debía salir
discriminada con respecto a Cataluña,
País Vasco y Galicia en su futuro
autonómico, el pueblo andaluz se
enfrentó al gobierno de entonces, se
echó a la calle en la masiva
manifestación del 4 de diciembre de
1979, reclamando una autonomía sin
trabas que acabó por fin en el
histórico referéndum del 28 de
febrero de 1980, en el que Andalucía
ratificó abrumadoramente la
autonomía plena.
El efecto faraón y el efecto moisés
Se produce cuando los pasillos del instituto se hacen más pequeños o más grandes dependiendo de quien los pisen.