Versión completa en pdf - IES La Arboleda

Anima esta sección:
Juan Villegas
Pocas figuras tan especiales como la de Georges
Brassens ha dado la canción francesa, tan pródiga
sin embargo en grandes mitos musicales. Su temperamento
ácido y crítico, unido a una fascinante capacidad
de comunicar con las palabras justas sus directos y agudos
pensamientos lo colocan en una posición, a mi juicio,
no igualada, indudablemente adelantada a su tiempo
y precursora de la modernidad.
La canción “Les amoureux des bancs publics”
presenta una visión del amor muy alejada de los estereotipos
al uso. Impregnada de realismo, esta visión
“Brassens” es poco compatible con la sensiblería de
otros músicos y poetas, y nos pone el contrapunto a tanto
tópico como se oye en fechas como las que vivimos.
He intentado, consciente de la dificultad que esto entraña
en la poesía o en la canción, ofrecer una traducción
algo libre, que queda, como era de esperar, muy lejos de
la capacidad expresiva del texto original. Espero, sin
embargo, que podrá orientar a los que se manejen regular
en la hermosa lengua de Molière.
E COIN du FRANÇAIS
Les amoureux
des bancs publics
(Georges Brassens)
Les gens qui voient de travers
pensent que les bancs verts
qu’on voit sur les trottoirs
sont faits pour les impotents
ou les ventripotents,
mais c’est une absurdité,
car, à la vérité,
ils sont là, c’est notoire,
pour accueillir quelque temps
les amours débutants.
Les amoureux qui se bécotent sur les bancs publics,
en se foutant pas mal du regard oblique
des passants honnêtes,
les amoureux qui se bécotent sur les bancs publics,
en se disant des « je t’aime » pathétiques,
ont de petites gueules bien sympathiques.
Ils se tiennent par la main,
parlent du lendemain,
du papier bleu d’azur
que revêtiront les murs
de leur chambre à coucher.
Ils se voient déjà doucement
elle cousant lui fumant
dans un bien-être sûr
et choisissent le prénom
de leur premier bébé.
(…)
Quand les mois seront passés,
quand seront apaisés leurs beaux rêves flambants,
quand leur ciel se couvrira de gros nuages lourds,
ils s’apercevront émus
que c’est au hasard des rues
sur un de ces fameux bancs
qu’ils ont vécu le meilleur morceau de leur amour.
La gente que mira de reojo piensa
que los verdes bancos que vemos en las
aceras están hechos para los lisiados o
para los barrigones, pero esto es absurdo
pues es notorio que realmente están allí
para acoger por un tiempo a los amores
debutantes.
Los enamorados que se besuquean
en los bancos públicos, pasando de
la mirada torcida de los transeúntes decentes;
los enamorados que se besuquean
en los bancos públicos, diciéndose patéticos
“te quiero”, tienen una pinta simpática.
Se cogen de la mano, hablan
del porvenir, del papel azul cielo que
pondrán en las paredes de su habitación.
Ya se ven, dulcemente, ella cosiendo, él
fumando, en un seguro bienestar, y eligen
el nombre de su primer niño.
Cuando los meses pasen, cuando
se aplaquen sus hermosos y flamantes
sueños, cuando su cielo se cubra de gruesas
y pesadas nubes, se darán cuenta,
conmovidos, de que fue al azar de las
calles, en uno de esos célebres bancos,
cuando vivieron el pedazo mejor de sus
amores.
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