REVISTA CINECLUB UNED:Maquetación 1
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adaptación de la voluminosa novela decimonónica<br />
de Thomas Hardy Tess de los d’Urberville. La<br />
operación fue económica y humanamente costosa<br />
y se prolongó de forma desproporcionada<br />
en el tiempo. Tras una tibia recepción en algunos<br />
países europeos, fue precisamente en Estados<br />
Unidos donde la película fue valorada como<br />
debía. Auténtica obra maestra, de una belleza<br />
sublime y dotada con un alma imposible de encontrar<br />
en otras producciones de la época, Tess<br />
supone una de las cúspides del talento polanskiano.<br />
Un punto y aparte en la carrera de su director<br />
que cierra esplendorosamente su primera<br />
y mejor etapa.<br />
Polanski pensó muy seriamente abandonar el<br />
cine tras el mayúsculo desgaste que le había supuesto<br />
Tess, su particular declaración de amor a<br />
Sharon Tate. Podría haberse dedicado exclusivamente<br />
a la interpretación y a dirigir óperas y<br />
montajes teatrales. A principios de los 80 interpretó<br />
y dirigió Amadeus en el teatro, y comenzó<br />
a escribir su autobiografía, publicada en 1984<br />
con el título Roman por Polanski (William Morrow<br />
ed.), una obra fascinante y conmovedora en la<br />
que relata su infancia, su época como fugitivo<br />
durante la guerra, los tiempos de estudiante en<br />
Lodz, su manera de entender el arte, el amor por<br />
Sharon Tate y como se derrumbó emocionalmente<br />
tras su muerte, sus años de abandono y<br />
todos los avatares del rodaje de sus películas,<br />
desde el primer cortometraje hasta la finalización<br />
de Tess. Da la impresión de que Polanski hubiera<br />
cerrado capítulo, como si hubiera<br />
concluido una parte apasionante de su existencia<br />
y ya no quisiera volver la vista atrás. Sin em-<br />
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Auténtica obra maestra, de una belleza<br />
sublime y dotada con un alma<br />
imposible de encontrar en otras<br />
producciones de la época, Tess supone<br />
una de las cúspides del talento<br />
polanskiano<br />
Polanski pensó muy seriamente<br />
abandonar el cine tras el mayúsculo<br />
desgaste que le había supuesto<br />
Tess, su particular declaración de<br />
amor a Sharon Tate<br />
bargo, a los 53 años vuelve a picar el anzuelo tentado<br />
por su añorado proyecto de Piratas, y ataca<br />
de nuevo, aunque ahora se muestra como un Polanski<br />
más sereno y reflexivo. Sus siguientes películas,<br />
aun manteniendo indemne el indiscutible<br />
pulso de su mano experta, no alcanzan la genialidad<br />
de sus primeros títulos, e incluso algunos,<br />
como Piratas y, sobre todo, La novena puerta,<br />
flojean visiblemente. No obstante, en todos ellos<br />
se aprecia el buen gusto y la atención al detalle<br />
de Polanski como narrador excepcional y auténtico<br />
maestro del lenguaje cinematográfico. Frenético<br />
es un inquietante thriller de<br />
reminiscencias hitchcockianas que le permitió<br />
conocer a Emmanuelle Seigner, su actual esposa<br />
y madre de sus dos hijos; Lunas de hiel (1992) supone<br />
uno de los trabajos más meritorios de esta<br />
segunda etapa, con su acertada multiplicidad de<br />
puntos de vista –que coincide con el cuestionamiento<br />
constante de posturas éticas y eróticas–<br />
, su creciente morbosidad y su ritmo tenso y<br />
perturbador; La muerte y la doncella (1994) parte<br />
de un texto teatral para desarrollar magníficamente<br />
el habitual discurso audiovisual de su realizador,<br />
repleto de observaciones que<br />
enriquecen sobremanera la relación entre los<br />
personajes, y planteando, como sucedía en<br />
El pianista es, sin lugar a dudas, la<br />
obra maestra de este período, donde<br />
por fin Polanski exteriorizó toda la<br />
amargura residual acumulada durante<br />
su infancia y expresó, con una<br />
compasión absoluta por el hombre,<br />
el enfrentamiento entre la crueldad<br />
absurda de la guerra y la suprema<br />
humanidad que encierra el arte<br />
Lunas de hiel, una ambigüedad moral que raya<br />
con el nihilismo; El pianista es, sin lugar a dudas,<br />
la obra maestra de este período, donde por fin<br />
Polanski exteriorizó toda la amargura residual<br />
acumulada durante su infancia –los golfillos protagonistas<br />
de Oliver Twist (2005) quizá también<br />
personifiquen, de forma más dulce, un recuerdo<br />
de aquellos tiempos–, y expresó, con una compasión<br />
absoluta por el hombre, el enfrentamiento<br />
entre la crueldad absurda de la guerra y<br />
la suprema humanidad que encierra el arte. Prevista<br />
para estreno en 2010, su siguiente película<br />
se titulará The ghost, un film de intriga basado