REVISTA CINECLUB UNED:Maquetación 1
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Durante ese período intentó trasladar al<br />
cine, protagonizada por Warren Beatty, la recién<br />
editada novela autobiográfica de Henri<br />
Charriere Papillón –nuevo proyecto frustrado<br />
que acabaría dirigiendo Franklin J. Schaffner<br />
en 1973, con Steve McQueen y Dustin Hoffman–,<br />
pero sería Lownes quien le sacaría de la<br />
inactividad, produciéndole, con respaldo económico<br />
del propietario de Playboy Hugh Hefner,<br />
Macbeth (1971), según la tragedia de<br />
Shakespeare y con adaptación del prestigioso<br />
crítico teatral Kenneth Tynan y el propio Polanski.<br />
La crudeza y sombría aridez del film reflejaron<br />
fielmente el estado anímico del<br />
realizador, que aprovechó –quizá inconscientemente–<br />
secuencias como la matanza de la<br />
guardia real, o el asesinato de Lady Macduff y<br />
sus hijos, para exorcizar el recuerdo de la<br />
muerte de su esposa. La película, sumamente<br />
original y lograda a pesar de su tono mortecino<br />
y exceso de texto, fue el primer fracaso<br />
económico de Polanski, seguido muy de cerca<br />
por el fiasco de otro film menospreciado e incomprendido<br />
en su momento, ¿Qué?, un divertimento<br />
escrito por él y Gérard Brach con<br />
la intención de resucitar el humor surrealista y<br />
las situaciones Beckettianas a través de un tratamiento<br />
similar al de Alicia en el país de las<br />
maravillas, pero en versión picante.<br />
Tras esta época de transición, Polanski volvió<br />
a la actualidad cinematográfica de la mano de<br />
quien le había regalado con La semilla del diablo<br />
su mayor éxito, Robert Evans. La propuesta fue<br />
rodar un guión firmado por el prestigioso Robert<br />
Towne –auténtica leyenda en los círculos de<br />
guionistas a partir de entonces– que, bajo el sugerente<br />
título de Chinatown, recrearía toda la<br />
magia del genuino cine negro americano. El<br />
éxito fue monumental tanto dentro como fuera<br />
de los Estados Unidos, y la película está considerada<br />
hoy día como uno de los títulos fundamentales<br />
de los 70, así como un clásico<br />
imperecedero de la historia del cine. Antes incluso<br />
del estreno, Polanski viajó a Italia para dirigir<br />
el montaje de la ópera dodecafónica Lulu,<br />
del vienés Alban Berg, en la ciudad de Spoleto –<br />
más adelante dirigiría también Rigoletto, de Giuseppe<br />
Verdi, en Munich en 1976, y Los cuentos de<br />
Hoffmann de Jacques Offenbach, en París y Munich<br />
en 1992–, y comenzó a madurar con Gérard<br />
Brach la que podría haber sido su siguiente película,<br />
una desenfadada aventura de piratas para<br />
la que ya habían dado su consentimiento Jack Nicholson<br />
(como el caricaturesco capitán Red), el<br />
propio Polanski (como su leal lacayo Renacuajo),<br />
y la nueva musa del cine francés Isabelle Adjani.<br />
Efectivamente se trataba del primer intento del<br />
cineasta por poner en pie un proyecto que aún<br />
tardaría dieciséis años en ver la luz, Piratas, y<br />
cuyos principales intérpretes serían finalmente<br />
Walter Matthau, Cris Campion y Charlotte Lewis.<br />
Lo cierto es que Polanski debió aparcarlo por<br />
desavenencias monetarias con los responsables<br />
de Paramount, pero, sin embargo, de esa misma<br />
productora surgiría su siguiente largometraje,<br />
producido íntegramente con capital francés y<br />
basado en un libro corto de Roland Topor: un<br />
nuevo film de terror psicológico tras la estela de<br />
Repulsión y La semilla del diablo titulado El quimérico<br />
inquilino. Aprovechando el rodaje en<br />
París, Polanski solicita la ciudadanía francesa,<br />
que le es concedida. Después, en un tiempo récord<br />
–tan sólo transcurrieron ocho meses desde<br />
el inicio de escritura del guión hasta el estreno<br />
del film– concluye la película y la presenta en el<br />
festival de Cannes con una recepción bastante<br />
fría. Lamentablemente el film no gustó ni a la crítica<br />
ni al público, aunque con los años se ha revalorizado<br />
y a día de hoy encabeza no pocas<br />
listas con lo mejor de Polanski.<br />
En el lapso de tiempo comprendido entre El<br />
quimérico inquilino y Tess sucede otro hecho tris-<br />
temente célebre en la ajetreada vida del director<br />
polaco. Mientras trabaja como fotógrafo en<br />
los Estados Unidos para la revista francesa<br />
Vogue, es acusado de abusar sexualmente de una<br />
menor –situación que varios años después la<br />
presunta víctima matizó exculpando al condenado–,<br />
y consecuentemente encerrado en el<br />
penal de alta seguridad de Chino, al norte de Los<br />
Angeles. Una serie de malentendidos entre el<br />
juez y los abogados, ocasionados principalmente<br />
por el fenómeno mediático que se origina, enturbian<br />
la situación hasta el punto de proponer<br />
la deportación de Polanski una vez haya cumplido<br />
la condena, cuyo tiempo aún quedaba por<br />
determinar. Podrían ser días, meses o años. Polanski<br />
acelera el exilio voluntario y desaparece<br />
del país en cuestión de horas. Como ya es sabido,<br />
desde entonces no ha pisado suelo estadounidense<br />
ni siquiera para recoger el Oscar<br />
concedido en Marzo de 2003 por El pianista, y<br />
en ese país se le considera un prófugo de la justicia.<br />
La forzada huida de Polanski en Enero de<br />
1978 le produce una sensación amarga que le<br />
desubica nuevamente, como ya sucedió tras el<br />
final de la guerra. Se refugia en París, y tras unos<br />
meses de penurias económicas, el productor<br />
Claude Berri le refresca la memoria sobre un proyecto<br />
que Polanski y Sharon Tate habían planeado<br />
abordar algún día. Se trataba de una<br />
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