REVISTA CINECLUB UNED:Maquetación 1

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mer intento recién ingresado en la Escuela de Lodz, y en él trató de narrar su percance con el asesino Dziuba. Lamentablemente, las dos primeras bobinas de película se extraviaron durante el viaje al laboratorio –que se encontraba en la URSS–, y el director no pudo completar su ópera prima. Sin embargo se han conservado los detallados esquemas de rodaje, en los que se aprecia la gran atención que prestaba un Polanski de 22 años a cuestiones como el emplazamiento de la cámara y el movimiento de los actores dentro del encuadre. A lo largo del siguiente año Polanski se concentró en un estudio más teórico del cine, descubriendo a cineastas como Buñuel, Fellini, Hitchcock, Welles y Kurosawa, y aplicando sus recién adquiridos conocimientos en sus posteriores trabajos. Morderstwo [Asesinato] y Usmiech zebiczny [Sonrisa entre dientes] (ambos de 1957) fueron sus siguientes cortometrajes, realizados durante su tercer año en la Escuela. En ellos se aprecia sobre todo la influencia de Buñuel, por cuanto tienen de recreación surrealista de unos hechos que parecen extraídos de un sueño breve, sin intención de continuidad. El primero narra la irrupción de un hombre vestido de negro y armado con una navaja barbera en el dormitorio de una futura víctima, que asesina durante el sueño. El segundo muestra a un elegante voyeur espiando a su vecina por un ventanuco mientras ésta, con los pechos desnudos y la cabeza envuelta en una toalla, se seca el pelo. Silenciosos primeros planos, como el de la navaja justo antes de clavarse en el pecho del durmiente, o el rostro del mirón mostrando una lasciva sonrisa con los ojos entreabiertos, casi parecen imágenes extraídas directamente de alguno de los primeros filmes de Luis Buñuel. Su siguiente trabajo, realizado durante ese mismo curso, muestra una mayor complejidad, tanto en su estructura como en las intenciones del director. Rozbijemi zabawe… [Los aguafiestas] (1957) fue un experimento narrativo que estuvo a punto de costarle a su autor la expulsión de la Escuela. Con la intención de filmar un documental, Polanski organizó un baile al aire libre en el campus, al que fueron invitados estudiantes de diversas especialidades. Sin que lo supiera ninguno de los otros alumnos, un grupo de gamberros de la calle también habían sido invitados por el director con unas instrucciones muy concretas: deberían entrar por la fuerza en el recinto al caer la medianoche y comenzar a molestar a los bailarines poco a poco hasta que la fiesta se convirtiera en un caos total. Polanski lo rodaría todo captando la sorpresa y los comportamientos imprevisibles de sus invitados. Sin embargo, los maleantes prefirieron no esperar y se presentaron antes de tiempo, e igualmente su interrupción pasó de ser escalonada a convertirse en una instantánea pelea multitudinaria. La habilidad con que Polanski organizó y rodó la pantomima fue tenida en cuenta por sus profesores que, en lugar de expulsarle, le permitieron montar y sonorizar todo el material rodado. Sus siguientes trabajos muestran ya una madurez asombrosa y una conciencia extraordinariamente lúcida de las posibilidades narrativas y expresivas del medio audiovisual Considerados estos tres cortos como meros ejercicios de aprendizaje, sus siguientes trabajos muestran ya una madurez asombrosa y una conciencia extraordinariamente lúcida de las posibilidades narrativas y expresivas del medio audiovisual. Estos cinco nuevos cortometrajes, rodados en un período de cuatro años, aportan una importante novedad a la filmografía de Polanski: el uso de la música como elemento descriptivo no diegético en sustitución de los diálogos y, en numerosas ocasiones, también de los efectos sonoros. El autor de las cinco bandas sonoras es Krzysztof T. Komeda, antiguo médico convertido en uno de los más influyentes músicos de jazz de Polonia, que entablaría una gran amistad con el director de cine hasta su prematura muerte, a los 38 años de edad, en 1969 –Komeda escribiría también para Polanski la música de cuatro de sus primeros largometrajes, El cuchillo en el agua, Callejón sin salida, El baile de los vampiros y La semilla del diablo–. El primer cortometraje perteneciente a su segunda etapa fue Dwaj ludzie z szafa [Dos hombres y un armario] (1958), por el que Polanski obtuvo la medalla de bronce en la Feria Internacional de Bruselas de 1958. El argumento es tan sencillo como absurdo, pero, precisamente por ello, susceptible de múltiples interpretaciones. Dos hombres de aspecto bufonesco surgen del mar portando un armario. Cuando llegan a la ciudad se percatan de que no pueden subir al autobús, ni entrar en un restaurante ni alojarse en la habitación de un hotel con semejante armatoste. Para el resto de transeúntes se trata de dos bichos raros que no tienen cabida en la sociedad – incluso los delincuentes comunes (unos pandilleros liderados por el propio Polanski, un carterista y un asesino fugitivo) parecen encajar mejor que ellos entre sus semejantes–, por lo que deciden volver a sumergirse en el océano del que salieron con su aparatosa carga. Lampa [Lámpara] (1959) da un paso cualitativo importante respecto al trabajo anterior en cuanto a la creación de una atmósfera más ela- 15 15 15 85 85 85 85

86 86 86 86 borada, para lo cual la fotografía y la dirección artística son cuidadas con extrema delicadeza. La acción transcurre ahora en el interior de un taller donde un anciano artesano repara juguetes –especialmente muñecas que se apilan tras él en interminables y sombrías estanterías– a la luz de una lámpara de aceite. Unos operarios instalan un contador eléctrico que no parece ser del agrado de las muñecas. Por la noche, cuando el anciano cierra para irse a dormir, un pertinaz murmullo surge de los estantes. Se produce un cortocircuito y las muñecas arden sin que los viandantes que pasean frente a la tienda se percaten del accidente. El tenebrismo onírico de este corto, con esos pequeños cuerpecitos apilados en la penumbra siendo devorados por las llamas, resulta tristemente familiar para quien conozca las prácticas llevadas a cabo en los campos de exterminio nazis. Por lo demás, el surrealismo de la propuesta deja vía libre, una vez más, para todo tipo de interpretaciones. 15 15 15 Polanski resume nada menos que tres generaciones y dos guerras a través de los recuerdos de la anciana, ofreciendo unos decorados elaboradísimos, complejos efectos especiales y un lirismo plástico repleto de simbología que, en más de una ocasión, anticipa imágenes y situaciones que años después recrearía en Tess Como trabajo de graduación Polanski realizó una soberbia película de 20 minutos, planteada con la misma ambición técnica y artística que si se hubiera tratado de una superproducción de largo metraje. Gdy spadaja anioly [Los ángeles caídos] (1959) cuenta la desgarradora historia de una anciana que trabaja en unos urinarios públicos, y que, durante las interminables horas que pasa en su interior, rememora con nostalgia una vida trágica repleta de pérdidas, desengaños y frustraciones. Combinando el color –que ilustra con preciosismo los numerosos flash-backs– y el blanco y negro –para el tiempo presente–, Polanski resume nada menos que tres generaciones y dos guerras a través de los recuerdos de la anciana, ofreciendo unos decorados elaboradísi- mos, complejos efectos especiales y un lirismo plástico repleto de simbología que, en más de una ocasión, anticipa imágenes y situaciones que años después recrearía en Tess, su film más pictórico. La actriz que interpretaba a la anciana en sus años de juventud fue la bella Barbara Kwiatkowska –conocida después internacionalmente como Barbara Lass–, que ya había coincidido con Polanski en Dwaj ludzie z szafa y con la que el director contraería matrimonio poco después de finalizar el rodaje, divorciándose de mutuo acuerdo en 1962. La mujer en edad madura, vista cuando despide a su hijo que desfila hacia el frente, fue interpretada, sorprendentemente, por el propio Polanski. El director denuncia con su característico sentido del humor absurdo la falta de libertad del régimen comunista, e incide de forma poética en la idea de que nadie puede privar a sus semejantes de la capacidad para soñar Con la excusa de presentar su magistral cortometraje en diversos festivales internacionales –entre ellos el de San Sebastián, en España– Polanski obtiene un permiso para abandonar Polonia temporalmente y se instala en París, donde vive durante dos años. Allí completa su siguiente trabajo con la ayuda financiera de Jean-Pierre Rousseau, haciendo de Le gros et le maigre [El gordo y el flaco] (1961) su film más abiertamente político. El director denuncia con su característico sentido del humor absurdo la falta de libertad del régimen comunista, e incide de forma poética en la idea de que nadie puede privar a sus semejantes de la capacidad para soñar. De regreso a su país rueda el que será último cortometraje de su filmografía, Ssaki [Mamíferos] (1962), especie de revisión de su anterior trabajo, pero intensificando el tono de comedia del absurdo y suavizando las referencias de carácter político. Aunque la subvención estatal para realizar el corto le fue denegada, Polanski consiguió el dinero necesario de sus amigos Wojtek Frykowski y, especialmente, Gene Gutowski, que seguiría colaborando con él en algunos de sus primeros largometrajes. Tanto en el corto realizado en Francia como en su versión polaca, el argumento gira en torno a las relaciones entre el amo (el gobierno) y el siervo (el ciudadano), pero en el segundo caso la frontera entre el uno y el otro se difumina por la alternancia de roles entre los dos personajes. El paisaje nevado, el trineo en el que viajan, la relación maestro-discípulo que se establece entre los dos viajeros, la visión caricaturesca –como de dibujo animado– de estas dos figuras recortadas en la nieve, parecen apuntes de lo que más tarde será la relación entre el profesor Abronsius y el atolondrado Alfred de El baile de los vampiros. Contemplando estos cortometrajes en conjunto, no es difícil detectar en ellos una de las constantes que más adelante repetirá Polanski en los filmes de largo metraje. Me refiero a la estructura circular del relato. Las imágenes de inicio y cierre de sus películas suelen coincidir en un afán por dejar todos los cabos bien atados, pero entre esos dos planos hemos asistido al desarrollo de una auténtica aventura existencial. Este aparente hermetismo expresa de forma nihilista la fatalidad del destino, la imposibilidad de escapar de una trayectoria que empieza y acaba en sí misma. Sin embargo, aunque exista esa repetición, el personaje retratado ya no es la misma persona. Su percepción del mundo ha

mer intento recién ingresado en la Escuela de<br />

Lodz, y en él trató de narrar su percance con el<br />

asesino Dziuba. Lamentablemente, las dos primeras<br />

bobinas de película se extraviaron durante<br />

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en la URSS–, y el director no pudo completar su<br />

ópera prima. Sin embargo se han conservado los<br />

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aprecia la gran atención que prestaba un Polanski<br />

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de la cámara y el movimiento de los<br />

actores dentro del encuadre. A lo largo del siguiente<br />

año Polanski se concentró en un estudio<br />

más teórico del cine, descubriendo a cineastas<br />

como Buñuel, Fellini, Hitchcock, Welles y Kurosawa,<br />

y aplicando sus recién adquiridos conocimientos<br />

en sus posteriores trabajos.<br />

Morderstwo [Asesinato] y Usmiech zebiczny<br />

[Sonrisa entre dientes] (ambos de 1957) fueron sus<br />

siguientes cortometrajes, realizados durante su<br />

tercer año en la Escuela. En ellos se aprecia sobre<br />

todo la influencia de Buñuel, por cuanto tienen de<br />

recreación surrealista de unos hechos que parecen<br />

extraídos de un sueño breve, sin intención de<br />

continuidad. El primero narra la irrupción de un<br />

hombre vestido de negro y armado con una navaja<br />

barbera en el dormitorio de una futura víctima,<br />

que asesina durante el sueño. El segundo<br />

muestra a un elegante voyeur espiando a su vecina<br />

por un ventanuco mientras ésta, con los pechos<br />

desnudos y la cabeza envuelta en una toalla,<br />

se seca el pelo. Silenciosos primeros planos, como<br />

el de la navaja justo antes de clavarse en el pecho<br />

del durmiente, o el rostro del mirón mostrando<br />

una lasciva sonrisa con los ojos entreabiertos, casi<br />

parecen imágenes extraídas directamente de alguno<br />

de los primeros filmes de Luis Buñuel.<br />

Su siguiente trabajo, realizado durante ese<br />

mismo curso, muestra una mayor complejidad,<br />

tanto en su estructura como en las intenciones<br />

del director. Rozbijemi zabawe… [Los aguafiestas]<br />

(1957) fue un experimento narrativo que estuvo<br />

a punto de costarle a su autor la expulsión<br />

de la Escuela. Con la intención de filmar un documental,<br />

Polanski organizó un baile al aire libre<br />

en el campus, al que fueron invitados estudiantes<br />

de diversas especialidades. Sin que lo supiera<br />

ninguno de los otros alumnos, un grupo de gamberros<br />

de la calle también habían sido invitados<br />

por el director con unas instrucciones muy concretas:<br />

deberían entrar por la fuerza en el recinto<br />

al caer la medianoche y comenzar a molestar a<br />

los bailarines poco a poco hasta que la fiesta se<br />

convirtiera en un caos total. Polanski lo rodaría<br />

todo captando la sorpresa y los comportamientos<br />

imprevisibles de sus invitados. Sin embargo,<br />

los maleantes prefirieron no esperar y se presentaron<br />

antes de tiempo, e igualmente su interrupción<br />

pasó de ser escalonada a convertirse en<br />

una instantánea pelea multitudinaria. La habilidad<br />

con que Polanski organizó y rodó la pantomima<br />

fue tenida en cuenta por sus profesores<br />

que, en lugar de expulsarle, le permitieron montar<br />

y sonorizar todo el material rodado.<br />

Sus siguientes trabajos muestran<br />

ya una madurez asombrosa y una<br />

conciencia extraordinariamente lúcida<br />

de las posibilidades narrativas<br />

y expresivas del medio audiovisual<br />

Considerados estos tres cortos como meros<br />

ejercicios de aprendizaje, sus siguientes trabajos<br />

muestran ya una madurez asombrosa y una conciencia<br />

extraordinariamente lúcida de las posibilidades<br />

narrativas y expresivas del medio<br />

audiovisual. Estos cinco nuevos cortometrajes,<br />

rodados en un período de cuatro años, aportan<br />

una importante novedad a la filmografía de Polanski:<br />

el uso de la música como elemento descriptivo<br />

no diegético en sustitución de los<br />

diálogos y, en numerosas ocasiones, también de<br />

los efectos sonoros. El autor de las cinco bandas<br />

sonoras es Krzysztof T. Komeda, antiguo médico<br />

convertido en uno de los más influyentes músicos<br />

de jazz de Polonia, que entablaría una gran<br />

amistad con el director de cine hasta su prematura<br />

muerte, a los 38 años de edad, en 1969 –Komeda<br />

escribiría también para Polanski la música<br />

de cuatro de sus primeros largometrajes, El cuchillo<br />

en el agua, Callejón sin salida, El baile de<br />

los vampiros y La semilla del diablo–.<br />

El primer cortometraje perteneciente a su segunda<br />

etapa fue Dwaj ludzie z szafa [Dos hombres<br />

y un armario] (1958), por el que Polanski<br />

obtuvo la medalla de bronce en la Feria Internacional<br />

de Bruselas de 1958. El argumento es tan<br />

sencillo como absurdo, pero, precisamente por<br />

ello, susceptible de múltiples interpretaciones.<br />

Dos hombres de aspecto bufonesco surgen del<br />

mar portando un armario. Cuando llegan a la ciudad<br />

se percatan de que no pueden subir al autobús,<br />

ni entrar en un restaurante ni alojarse en la<br />

habitación de un hotel con semejante armatoste.<br />

Para el resto de transeúntes se trata de dos bichos<br />

raros que no tienen cabida en la sociedad –<br />

incluso los delincuentes comunes (unos<br />

pandilleros liderados por el propio Polanski, un<br />

carterista y un asesino fugitivo) parecen encajar<br />

mejor que ellos entre sus semejantes–, por lo<br />

que deciden volver a sumergirse en el océano del<br />

que salieron con su aparatosa carga.<br />

Lampa [Lámpara] (1959) da un paso cualitativo<br />

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