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REVISTA CINECLUB UNED:Maquetación 1

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bría de tomar su vida. Becado para estudiar<br />

electrotecnia en el Colegio de Ingenieros de<br />

Minas de Cracovia en 1948, sufre durante su segundo<br />

curso el asalto de un asesino en serie, Janusz<br />

Dziuba, que está a punto de costarle la<br />

vida –episodio reflejado en su primer cortometraje,<br />

Rower (1955), realizado al poco tiempo de<br />

ingresar en la Escuela de Cine de Lodz–. A consecuencia<br />

de las heridas sufridas en la cabeza<br />

tuvo que ser hospitalizado, pero gracias a su<br />

posterior declaración el agresor fue detenido y<br />

ejecutado por ahorcamiento. Tras esa traumática<br />

experiencia entra en contacto con una<br />

compañía teatral en la que ejerce de actor y titiritero,<br />

y abandona sus estudios de ingeniería<br />

matriculándose, en 1950, en la Escuela de Bellas<br />

Artes de Cracovia, de la que es expulsado por<br />

rebeldía antes de completar su primer curso. En<br />

esta época Polanski vive exclusivamente para<br />

enriquecer su intelecto devorando libros y películas<br />

occidentales al tiempo que practica el ciclismo<br />

–su deporte favorito junto al esquí–,<br />

aprende todo cuanto puede sobre la actualidad<br />

de las artes visuales y entrena incansable sus<br />

dotes de seductor entre las chicas que se le<br />

acercan. Durante un tiempo se ve obligado a refugiarse<br />

en el campo para evitar ser reclutado<br />

para el servicio militar, hasta que, en un momento<br />

dado, descubre que el gobierno ha dejado<br />

de reclamarle y le ha archivado en la<br />

categoría de “paradero desconocido”. En una<br />

pirueta del destino absolutamente kafkiana,<br />

Roman Polanski no existe oficialmente y ha perdido<br />

todo signo de identidad social, convirtiéndose<br />

en un “sin papeles” en su propio hogar.<br />

Por supuesto esta situación se solucionaría más<br />

tarde, una vez que el polifacético Polanski comenzara<br />

a trabajar como actor cinematográfico,<br />

primero con una intervención anecdótica<br />

en la película propagandística Trzy opowiesci<br />

(1953), y después, ya como protagonista, en el<br />

film de Andrzej Wajda Pokoleine (1955), primera<br />

parte de una trilogía emprendida por el consagrado<br />

director polaco sobre los horrores de la<br />

guerra, en la que se describe el dramático cambio<br />

experimentado por un grupo de adolescentes<br />

a consecuencia del conflicto bélico. El éxito<br />

de esta película tanto dentro como fuera de su<br />

país consolidó el prestigio de Wajda, quien recomendó<br />

a Polanski ese mismo año para que<br />

fuera admitido en la Lodz Szkola Filmowa [Escuela<br />

de Cine de Lodz] como alumno en el<br />

curso de dirección cinematográfica.<br />

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Elogio del cine mudo<br />

El crítico e historiador Roberto Cueto acierta de<br />

pleno cuando distingue la autonomía de los primeros<br />

trabajos en pequeño formato de Polanski,<br />

frente a los apuntes de largometraje realizados<br />

por otros cortometrajistas: “Estudiante de la Escuela<br />

de Cinematografía de Lodz, el joven Polanski<br />

realiza en esos años varias piezas breves donde se<br />

rastrean (tentación lógica a la hora de enfrentarnos<br />

con un cineasta de su talla) esbozos, ideas, imágenes<br />

y temas que desarrollará en su obra posterior.<br />

Y sin embargo, y por evidente que sea el germen del<br />

futuro Polanski, sus cortometrajes han gozado<br />

siempre de mayor popularidad y difusión que los<br />

primeros trabajos de otros grandes directores. Tal<br />

vez porque conservan una absoluta entidad, un desconcertante<br />

sentido del humor y un perturbador<br />

atractivo. Nos hallamos lejos de la pieza arqueológica<br />

descubierta en una excavación, del fragmento<br />

de ánfora romana que se contempla como indicio<br />

de la belleza que fue (o, en el caso del corto, de la<br />

belleza que será) y no de la belleza que es. Su concepción<br />

del corto como una totalidad lo acerca más<br />

al artista de vanguardia que al aspirante a entrar<br />

en la gran industria con una buena carta de presentación.<br />

El corto como terreno de experimentación<br />

y libertad es lo que Polanski explora con su<br />

radical renuncia a ‘cualquier tema realista’ y su ten-<br />

Polanski no reniega de la narrativa<br />

tradicional, sino que decide explorarla<br />

desde sus inicios acudiendo<br />

hasta la prehistoria del cinematógrafo,<br />

hasta los primeros cortometrajes<br />

del cine mudo<br />

dencia a prescindir de los diálogos, ejercicio de depuración<br />

de lo verbal que cultivará en algunos de<br />

sus mejores largometrajes”.<br />

En efecto, es cierto que sus primeros trabajos<br />

se asemejan a las demostraciones de modernidad<br />

cultivadas por algunos artistas primerizos,<br />

ansiosos por dinamitar los cimientos más academicistas<br />

del arte; al fin y al cabo éste es el<br />

motor de todas las vanguardias. Empero, en el<br />

caso de Polanski, lo que llama la atención de<br />

estas películas iniciales es que parecen ir hacia<br />

atrás en el tiempo, más que indagar sobre las posibles<br />

formas de expresión cinematográfica del<br />

futuro. En ese retroceso Polanski no reniega de<br />

la narrativa tradicional, sino que decide explorarla<br />

desde sus inicios acudiendo hasta la prehistoria<br />

del cinematógrafo, hasta los primeros<br />

cortometrajes del cine mudo. Polanski siempre<br />

se ha mostrado muy lúcido en sus planteamientos<br />

sobre este particular: “Tenía las ideas bastante<br />

claras acerca de lo que eran los cortos. Había visto<br />

muchos trabajos de mis compañeros y sabía que el<br />

principal peligro al filmar un corto era que éste pareciera<br />

un fragmento de largometraje (…). Para mí,<br />

un cortometraje es una película caricaturesca o un<br />

documental. Cuando los protagonistas de un corto<br />

se ponen a hablar, el espectador espera que la película<br />

dure dos horas como mínimo. No es natural,<br />

no es formalmente adecuado”. Así que, en cierto<br />

modo, estas piezas breves de Polanski, por muy<br />

íntegras o autónomas que resulten, sí pueden<br />

verse como un campo de entrenamiento para<br />

llegar a la industria del cine en un futuro próximo.<br />

Por lo tanto, se puede afirmar que Polanski<br />

lleva a cabo durante esta época un aprendizaje<br />

riguroso, estudiando concienzudamente la articulación<br />

del discurso fílmico a partir de la combinación<br />

de sus normas gramaticales básicas. Si<br />

algo ha caracterizado el estilo narrativo de Polanski<br />

a lo largo de los años, ha sido la pulcritud<br />

y la economía de su escritura cinematográfica,<br />

que algunos han querido menospreciar tachándola<br />

de aplicada caligrafía, pero que tras su aparente<br />

sencillez encierra la esencia misma de<br />

cualquier lenguaje, ya sea visual, escrito o hablado:<br />

la eficacia. Después vendrían las cuestiones<br />

técnicas, que a través del uso de una óptica<br />

y una iluminación adecuadas servirían para reforzar<br />

la expresividad de ese lenguaje.<br />

Sus tres primeros cortometrajes son completamente<br />

mudos. No hay diálogos, ni música ni<br />

efectos sonoros, y su duración nunca sobrepasa<br />

los tres minutos. Rower [La bicicleta] fue su pri-

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