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REVISTA CINECLUB UNED:Maquetación 1

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Perversidad<br />

Scarlet street, 1945<br />

Diana Productions – Universal<br />

Director: FRITZ LANG<br />

Guión: DUDLEY NICHOLS<br />

Sobre la obra “La Chienne” de GEORGES DE LA FOUCHAR-<br />

DIÈRE y MOUÉZY-EON<br />

Fotografía: MILTON KRASNER<br />

Música: HANS J. SALTER<br />

Montaje: ARTHUR HILTON<br />

Productor: FRITZ LANG<br />

Productor Ejecutivo: WALTER WANGER<br />

Intérpretes: EDWARD G. ROBINSON, JOAN BENNETT, DAN<br />

DURYEA, MARGARET LINDSAY, ROSALIND IVAN, SAMUEL<br />

S. HINDS<br />

Duración: 100 minutos<br />

proyección<br />

16 /febrero /2009<br />

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Esta historia de un hombre bueno y con talento,<br />

destruido por una frívola mujer fatal, es<br />

una nueva versión de la obra La Chienne de<br />

Georges de la Fouchardière y Mouézy-Eon,<br />

que ya había sido llevada al cine por Jean Renoir<br />

en La golfa (La chienne, 1931). Lubitsch<br />

había intentado trasladar esta historia a Estados<br />

Unidos, pero no logró resolver el guión.<br />

Lang tuvo la idea de situarla en Greenwich Village,<br />

Nueva York, un barrio de artistas que<br />

podía servir de equivalente al parisino Montmartre.<br />

Christopher Cross (Edward G. Robinson) es<br />

el ejemplar cajero de una empresa. La película<br />

se abre con la cena-homenaje en la que se premian<br />

sus veinte años de eficaces y honrados<br />

servicios, en la que su jefe le regala un reloj de<br />

oro. Cross es bueno y servicial, acompaña a un<br />

colega a coger el autobús y ambos hablan<br />

sobre sueños que no se realizarán, como ser<br />

pintor o que le mire una belleza... Su única pasión<br />

es la pintura, a la que dedica sus ratos libres.<br />

Está casado con Adele (Rosalind Ivan),<br />

una mujer adusta y autoritaria, que lo desprecia<br />

(“ojalá siguiera viuda”), lo compara siempre<br />

desfavorablemente con su anterior marido,<br />

sólo le permite pintar en el cuarto de baño, le<br />

amenaza con tirar sus cuadros a la basura y comenta<br />

agriamente que lo siguiente que hará<br />

es pintar mujeres desnudas (“¡Nunca he visto a<br />

una mujer desnuda!”, responde él, en una frase<br />

que lo dice todo sobre su relación). La noche<br />

de la cena, en vez de coger el tren, decide volver<br />

dando un paseo, y así es como la perdición<br />

se cruza en su camino: Cross interviene para<br />

salvar a una mujer hermosa, que está siendo<br />

agredida por un tipo. La mujer es Kitty March<br />

(Joan Bennett). Toman algo juntos (él está deslumbrado,<br />

claro) y empiezan a verse... Ella cree<br />

que Cross es rico (le ha dicho que es pintor), y<br />

su novio Johnny (el sin par canalla Dan Duryea)<br />

ve una oportunidad dorada: incita a Kitty<br />

para que desplume al inocente.<br />

En la primera película producida con su<br />

compañía Diana (fundada junto a Walter Wanger<br />

y Joan Bennett), Lang volvió a reunir al trío<br />

protagonista de La mujer del cuadro (Robinson,<br />

Bennett, Duryea) para una historia mucho<br />

más negra. Kitty (llamada Lazy Legs porque, si<br />

puede evitarlo, no se levanta del sofá) es una<br />

arquetípica femme fatale despiadada. Para<br />

mantenerla, y mantener la mentira de que es<br />

pintor, Cross empieza pidiendo dinero pres-<br />

tado, y luego pasa a saquear los fondos de la<br />

empresa. Le pone un piso. Acepta todas las humillaciones<br />

e incluso, en un momento dado,<br />

acepta que Kitty haga pasar los cuadros (que,<br />

de repente, empiezan a cotizarse) como suyos.<br />

Pero, al mismo tiempo, es tonta del bote: realmente<br />

idolatra a su Johnny, un completo inútil,<br />

chulo, tontorrón y maltratador (y hay que repetir<br />

que el gran Dan Duryea bordaba estos<br />

papeles de canalla). Finalmente, cuando él ya<br />

lo ha perdido todo por ella, Kitty termina escupiéndole<br />

a Cross su desprecio: “He estado esperando<br />

para reírme en tu cara desde que te<br />

conocí. Eres viejo y feo y me das asco, asco,<br />

asco”... Después de matar a la mujer y permitir<br />

que culpen a Johnny (culpable de muchas<br />

cosas, pero inocente de este crimen), que es<br />

ejecutado, Cross se convierte en un vagabundo<br />

sin trabajo ni casa, un mendigo sin afeitar,<br />

olvidado y desconocido (mientras sus<br />

cuadros, que nadie sabe que son suyos, suben<br />

de valor). Comido por la culpa y el dolor, sigue<br />

pensando en Kitty y oyendo su voz por las esquinas<br />

(“Johnny, Johnny”).<br />

La amenaza de la oficina de censura se abatió<br />

sobre la película (el Código de Producción<br />

señalaba que todo asesino debía morir o ser<br />

condenado), pero la prohibición se evitó porque<br />

Cross, si bien no es juzgado formalmente<br />

por un tribunal, sufre un castigo aún peor a<br />

manos de su conciencia. Lang había rodado<br />

una secuencia en la que se veía a Cross subido<br />

a un poste de la luz frente a la cárcel, y mirando<br />

su reloj ansiosamente, esperando la ejecución<br />

de Johnny... Esta escena fue cortada. En<br />

fin, Perversidad, la historia de tres vidas destruidas,<br />

es una de las películas más negras del<br />

género negro, y una de las grandes obras<br />

maestras de Lang.

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