REVISTA CINECLUB UNED:Maquetación 1
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“Yo era algo que todo el mundo<br />
odiaba en Hollywood: un perfeccionista”<br />
cos dominan, el negocio rodó colina abajo. Naturalmente,<br />
no digo que se debieran hacer películas<br />
que perdiesen dinero. Creo que es absolutamente<br />
necesario que una película amortice su coste con<br />
un cierto beneficio. En los viejos tiempos, una productora<br />
hacía 50 películas al año, era fácil digerir<br />
un fracaso, porque si se tenía un gran éxito, uno se<br />
podía permitir unos pocos fracasos. Hoy, que hacen<br />
muy pocas películas, no tienen esa seguridad... Yo<br />
voy también a la taquilla, y me alegro cuando una<br />
película hace un gran negocio, pero para mí eso significa<br />
algo diferente. ¡Significa que he llegado a<br />
mucha, mucha más gente con mis ideas, que he llegado<br />
realmente al gran público!”<br />
Dicho de forma más breve (y desencantada):<br />
“Considero el cine de hoy una industria, pero podía<br />
haber sido un arte. Se ha hecho de él una industria<br />
y han matado el arte y con ello también la industria”.<br />
Pero tal vez el mejor resumen de los problemas<br />
de Fritz Lang en América sea esta<br />
contundente frase: “Yo era algo que todo el mundo<br />
odiaba en Hollywood: un perfeccionista”.<br />
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Fritz Lang en Alemania<br />
Friedrich Christian Anton Lang nació el 5 de<br />
diciembre de 1890 en Viena, Austria (“provengo<br />
de una familia burguesa por los cuatro costados”,<br />
dijo después). Su padre era arquitecto, e intentó<br />
dirigir a su hijo hacia ese camino. Pero el joven<br />
Lang dejó pronto la arquitectura y comenzó a estudiar<br />
pintura, además de leer mucho (desde<br />
niño, sus aficiones habían sido la pintura y la escritura).<br />
En esta época, Viena era una capital de<br />
la modernidad, donde bullían el arte y la cultura.<br />
Lang frecuentó los cafés y los cabarets, llegando<br />
a trabajar en algunos como dibujante de carteles<br />
y pintor de decorados... Entre 1909 y 1912, con<br />
cuatro duros en el bolsillo, se lanzó a viajar por el<br />
mundo (aunque el episodio haya sido posiblemente<br />
exagerado por la leyenda, diversas fuentes<br />
mencionan, como estaciones de este periplo,<br />
Alemania, Bélgica, Holanda, Norte de África,<br />
Rusia, China, Japón, Turquía, Asia Menor y Bali).<br />
En este período, vivió de sus dibujos y de trabajos<br />
ocasionales (desde el cabaret a un circo ambulante).<br />
En París, habitó en Montmartre,<br />
estudió pintura y empezó a interesarse seriamente<br />
por el nuevo arte del cine (“yo ya sentía de<br />
una manera subconsciente que un nuevo arte estaba<br />
a punto de nacer, lo que más tarde denominé<br />
como el arte de nuestro siglo”).<br />
El estallido de la Gran Guerra (1914) lo sorprendió<br />
en la capital francesa. Lang volvió precipitadamente<br />
a Viena y se enroló en el ejército.<br />
Fue herido y condecorado varias veces, y sufrió<br />
largos períodos de convalecencia hospitalaria.<br />
En uno de ellos (1916), se dedicó a idear argumentos<br />
para futuros guiones de cine. Acabada la<br />
guerra, volvió a Viena, donde conoció a Joe May,<br />
productor y director de éxito. May llevó a la pantalla<br />
algunos de los primeros guiones de Lang:<br />
Die Hochzeit im Exzentrik Club (“La boda en el<br />
Club de los Excéntricos”, 1917), que era una aventura<br />
detectivesca de la serie de Joe Debbs, y el<br />
melodrama Hilde Warren und der Tod (“Hilde<br />
Warren y la Muerte”, 1917), en la que también intervino<br />
como actor. Pero May se apropió del crédito<br />
de sus guiones e incumplió sus promesas de<br />
dejarle dirigir.<br />
La suerte de Lang mejoró al conocer a Erich<br />
Pommer. El mandamás de la Decla le había visto<br />
en una obra de teatro (“Der Hias”) que había dirigido<br />
e interpretado, y en 1918 se lo llevó a Berlín<br />
como guionista. Empezó a escribir para<br />
películas Decla, rodadas después por directores<br />
como Otto Rippert, Erich Kober o Alwin Neuss<br />
(ver filmografía adjunta). Pero, como les ha ocurrido<br />
a tantos guionistas en la historia del cine, la<br />
impotencia sufrida al ver su trabajo en manos de<br />
otros convenció a Lang de que tenía que hacerse<br />
director.<br />
Su primera película como director fue Halbblut<br />
(“Sangre mestiza”, 1919), un drama de obsesión<br />
sexual, venganza y asesinato, actualmente<br />
perdida. Tampoco se conserva la segunda, Der<br />
Herr der Liebe (“El señor del amor”, 1919), un melodrama<br />
de celos y venganza, sobre guión ajeno<br />
(Leo Koffler). El primer film de Lang que aún se<br />
puede ver es Die Spinnen (“Las Arañas”), una historia<br />
con vocación de serial, sobre las peripecias<br />
del aventurero Kay Hoog (Carl de Vogt), en su<br />
lucha contra la banda de Las Arañas, liderada por<br />
la malvada y fascinante Lio Sha (Ressel Orla). Se<br />
rodaron dos partes: Der goldene See (“El lago de<br />
oro”, 1919) y Das Brillantenschiff (“El barco de los<br />
brillantes”, 1920). Estaban previstos otros dos capítulos,<br />
que no llegaron a filmarse. Entre estas<br />
aventuras, Lang dirigió Hara-Kiri (1919), una versión<br />
libre de la historia de Madame Butterfly.<br />
También estuvo a punto de dirigir El gabinete del<br />
doctor Caligari (Das Kabinett des Dr. Caligari,