REVISTA CINECLUB UNED:Maquetación 1

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ha contado con el acelerado y camaleónico Jack Black (“la sonrisa menos tranquilizadora desde Jack Nicholson”, según el crítico Roger Ebert), con el actor y músico de hip hop Mos Def, con la energía de Melonie Diaz (Memorias de Queens), y con la solidez de Danny Glover y Mia Farrow. En coherencia con la idea del film, Michel Gondry llegó a suecar hasta el trailer de su propia película, haciendo él todos los papeles (lo pueden ver en http://es.you tu be.com/ - Be KindMovie). Y no ha sido el único: muchas otra personas, con pasión e imaginación (y mucho tiempo libre), han suecado otros filmes (pueden verlos en www.swededmovies.org y http://swededfilms.com/films.html). No era fácil presentar de manera verosímil la insólita premisa de Rebobine por favor y, efectivamente, parece más interesante sobre el papel que vista en la pantalla (querríamos ver más películas suecadas y menos cháchara tontorrona –de apariencia improvisada- entre Jack y Mike). Pero la película conmueve y arrastra por su reivindicación del cine como memoria compartida, como mitología común de nuestra sociedad. Y se trata del cine más popular (2001 sí, pero también Cazafantasmas). En plena era digital, se invoca el espíritu pionero de Meliès para recordarnos que se puede crear ilusión y magia con maderas, cartón, cuerdas, papel de aluminio, una cámara, e imaginación... Y, puesto que se trata de ilusión, nada importa cuál es la verdad ni dónde vivió o dejó de vivir Fats Waller (Sra. Falewicz: “Nuestro pasado nos pertenece, podemos cambiarlo”). Y, sí, es posible que se le note un poco la voluntad prefabricada de convertirse en película de culto... Pero Gondry nos regala por el camino algunos momentos de puro genio visual (la escena del camuflaje) y, sobre todo, orquesta una catarsis final en la que el espíritu de Cinema Paradiso renace en esta pequeña ciudad de New Jersey, una celebración colectiva en torno a una película (lamentable) proyectada sobre una sábana, en la calle, que nos arranca una emoción genuina y nos recuerda por qué un día nos enamoramos del cine... (RGM) FILMOGRAFÍA MICHEL GONDRY Director Vingt p’tites tours (1989) co-dir. Philippe Truffaut (cortos documentales) La lettre (1998) cortometraje One day (2001) cortometraje Human nature (2001) Pecan pie (2003) cortometraje Olvídate de mí (Eternal sunset of the spotless mind, 2004) Block party (2005) La ciencia del sueño (The science of sleep, 2006) Rebobine, por favor (Be kind rewind, 2008) BSO REBOBINE POR FAVOR (Be kind rewind) Varios. Música original de Jean-Michel Bernard CD: Lakeshore Records LKS- 339692 Esta banda sonora no está, estrictamente, suecada, en tanto que emplea músicos e instrumentos de verdad, pero sí contiene un repertorio bastante peculiar, que incluye clásicos del jazz, del soul y del blues, en versiones originales o recreadas (¿suecadas?), vocales o instrumentales, junto a piezas de partitura original. Esta música original ha sido compuesta por Jean-Michel Bernard (Francia, 1961), pianista, músico de jazz y autor de bandas sonoras para cine, televisión y anuncios (ver www.jmbernard.net). Ha colaborado con Lalo Schifrin, Claude Bolling, Ennio Morricone y Zubin Mehta, y en el período 1999-2004 trabajó regularmente con Ray Charles. En el cine, debutó con la música del cortometraje Chamane (1987) y ha trabajado para películas como Días tranquilos en Clichy (1990), Madame Bovary (1991), ambas de Claude Chabrol, y El pabellón de los oficiales (2001) de François Dupeyron. Su primera colaboración con Michel Gondry fueron las canciones de Human nature (2001), a la que han seguido las bandas sonoras de La ciencia del sueño (2006) y Rebobine por favor (2008). Esta partitura original es necesariamente ecléctica, integrando desde guiños setenteros hasta momentos intimistas, pasando por las referencias a las películas suecadas... Se ha grabado en París, con una orquesta sinfónica. En el disco, sirve de elemento de cohesión de los temas clásicos de jazz. Mos Def, más conocido como rapero y músico de hip hop ejerce brillantemente de crooner en nuevas versiones (muy respetuosas) de temas como “Ain’t misbehabin”, “Your feets too big” o “Ain’t got nobody”; en estas grabaciones, Bernard participa como pianista (también como solista en otras versiones), e incluso Michel Gondry se apunta a la batería. Y no falta la conexión local: algunas nuevas versiones se han grabado en la Primera Iglesia Presbiteriana de Passaic, y en la versión de “Lulu’s back in town” toca la Passaic High School Marching Band... Pero, por supuesto, también escuchamos a Fats Waller en persona (“Swing low, sweet chariot”, “Your feets too big”). Y la descacharrante versión suecada por Jack Black del tema de Los Cazafantasmas de Ray Parker Jr. (RGM) 15 15 15 55 55 55 55

56 56 56 56 Mil años de oración A thousand years of good prayers USA, 2007 Entertainment Films / Good Prayers Director: WAYNE WANG Guión: YIYUN LI, sobre su relato Fotografía: PATRICK LINDENMAIER Música: LESLEY BARBER Montaje: DEIRDRE SLEVIN Diseño de Producción: VINCENT DeFELICE Productores: YUKIE KITO, RICH COWAN y WAYNE WANG Productores Ejecutivos: YASUSHI KOTANI y TAIZO SON Intérpretes: FAYE YU, HENRY O, VIDA GHAHREMANI, PASHA LYCHNIKOFF Duración: 83 minutos Idiomas: Inglés, Chino y Persa (VOSE) Internet: www.karmafilms.es/milanosdeoraciones/index.html proyección 16 /abril /2009 15 15 15 Padres e hijos Un proverbio dice que hacen falta trescientos años de oración para cruzar un río con alguien en una barca, y mil años de oración para compartir una almohada con alguien... El señor Shi (Henry O) es un jubilado chino que vive en Pekín (perdón, Beijing) y que viaja a Estados Unidos para visitar a su hija Yilan (Faye Yu), que habita en una (relativamente) pequeña ciudad americana. Enseguida, el señor Shi llega a la conclusión de que Yilan no es feliz: acaba de divorciarse (su ex marido ha vuelto a China) y mantiene una relación con un ruso casado (Pasha Lychnikoff)... El padre considera que el hogar y la vida de su hija, incluso su manera de comer, son tristes y sin alegría. Le pregunta por sus relaciones sentimentales, le compra utensilios de cocina, le prepara copiosas y suculentas comidas chinas (vayan al cine bien cenados)... Pero a Yilan no le hace ninguna gracia que su padre pretenda meterse en su vida y se cierra en banda, no está dispuesta a dar explicaciones. Entre tanto, el hombre dedica los días, mientras ella trabaja (es bibliotecaria), a recorrer los alrededores. Con su precario inglés, intenta comunicarse con diferentes personas, recordando a veces su pasado de científico aeroespacial en China... En el banco de un parque, conoce a una mujer iraní (Vida Ghahremani), con la que pasa las tardes hablando, aunque cada uno lo haga en su idioma y sólo se encuentren ocasionalmente en un inglés tortuoso... Al final, el empeño del señor Shi por descubrir la verdad de la vida de su hija, bajo su silencio huraño, revelará también los aspectos oscuros de su propio pasado: “Sus historias están entretejidas, puesto que son padre e hija y ninguno de ellos puede escapar al legado de la China de la Revolución Cultural”, explica el director Wayne Wang. Este cuento sencillo y agridulce, de tranquila apariencia y enorme profundidad, logra suscitar ideas y reflexiones sobre muchos temas. La familia (Wang: “La esencia de las familias me interesa; la globalización y americanización han afectado mucho a las familias chinas”). La incomunicación entre padres e hijos: los padres se nos van convirtiendo en extraños a medida que crecemos, pero hay una base de amor que nunca desaparece. El choque entre culturas: Yilan ha pretendido esca- par de la China de su padre, pero la libertad alcanzada en Estados Unidos tampoco la ha hecho feliz (Wang: “Ahora es libre para amar a otro hombre, libre para divorciarse, libre para mantenerse ella misma, libre para estar terriblemente sola; yo quise explorar esa paradoja”). Y la incomunicación: Yilan prefiere utilizar el inglés (“si te educan en una lengua que jamás se utiliza para expresar sentimientos, te será fácil adoptar otra y hablar más en ella”, dice la joven); padre e hija comparten el idioma chino y, en parte, el inglés (que él habla con dificultad), pero apenas se entienden, porque sus vidas se han vuelto muy diferentes; en cambio, el Sr. Shi y la mujer iraní mantienen largas conversaciones, cada uno en su propio idioma (con muy pocas incursiones comunes en el inglés), y parecen comunicarse perfectamente, porque comparten problemas similares, el mismo extrañamiento... (Wang: “Estoy muy interesado en la evolución de las lenguas; en la película, cuando el hombre chino y la mujer iraní hablan, cada uno en su idioma, no he querido poner subtítulos, porque la intención es que el público sienta el sonido y la emoción de los idiomas”). La película se basa en un relato de Yiyun Li, escritora china afincada en Estados Unidos, incluido en un libro de cuentos (editado en España como Los buenos deseos, ed. Lumen, 2007). A Wayne Wang, que había conocido al editor del libro, Michael Ray, estas historias le recordaron el cine de Ozu, que tanto admira, y convenció a la autora para escribir el guión (dándole unas orientaciones, porque ella nunca había escrito para el cine). El director localizó el rodaje en Spokane, una ciudad de unos 200.000 habitantes en la zona oriental del Estado de Washington. Para el papel central del Sr. Shi, eligió al veterano Henry O, actor chino a quien hemos visto, entre otras, en El último emperador y Mientras nieva sobre los cedros. Wang descubrió que existían paralelismos entre la vida del personaje y la del actor, dado que Henry O había sido perseguido y apartado del teatro durante la Revolución Cultural. Puesto que está instalado desde hace tiempo en Seattle y habla un inglés perfecto, tuvo que esforzarse para sonar como alguien recién llegado de China. Para el papel de su hija, el director se acordó de Faye Yu, que había interpretado un pequeño papel para él en El club de la buena estrella. Por otra parte,

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Mil años de oración<br />

A thousand years of good prayers<br />

USA, 2007<br />

Entertainment Films / Good Prayers<br />

Director: WAYNE WANG<br />

Guión: YIYUN LI, sobre su relato<br />

Fotografía: PATRICK LINDENMAIER<br />

Música: LESLEY BARBER<br />

Montaje: DEIRDRE SLEVIN<br />

Diseño de Producción: VINCENT DeFELICE<br />

Productores: YUKIE KITO, RICH COWAN y WAYNE WANG<br />

Productores Ejecutivos: YASUSHI KOTANI y TAIZO SON<br />

Intérpretes: FAYE YU, HENRY O, VIDA GHAHREMANI,<br />

PASHA LYCHNIKOFF<br />

Duración: 83 minutos<br />

Idiomas: Inglés, Chino y Persa (VOSE)<br />

Internet:<br />

www.karmafilms.es/milanosdeoraciones/index.html<br />

proyección<br />

16 /abril /2009<br />

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Padres e hijos<br />

Un proverbio dice que hacen falta trescientos<br />

años de oración para cruzar un río con alguien<br />

en una barca, y mil años de oración para compartir<br />

una almohada con alguien... El señor Shi<br />

(Henry O) es un jubilado chino que vive en<br />

Pekín (perdón, Beijing) y que viaja a Estados<br />

Unidos para visitar a su hija Yilan (Faye Yu),<br />

que habita en una (relativamente) pequeña<br />

ciudad americana. Enseguida, el señor Shi<br />

llega a la conclusión de que Yilan no es feliz:<br />

acaba de divorciarse (su ex marido ha vuelto a<br />

China) y mantiene una relación con un ruso<br />

casado (Pasha Lychnikoff)... El padre considera<br />

que el hogar y la vida de su hija, incluso su manera<br />

de comer, son tristes y sin alegría. Le pregunta<br />

por sus relaciones sentimentales, le<br />

compra utensilios de cocina, le prepara copiosas<br />

y suculentas comidas chinas (vayan al cine<br />

bien cenados)... Pero a Yilan no le hace ninguna<br />

gracia que su padre pretenda meterse en<br />

su vida y se cierra en banda, no está dispuesta<br />

a dar explicaciones. Entre tanto, el hombre dedica<br />

los días, mientras ella trabaja (es bibliotecaria),<br />

a recorrer los alrededores. Con su<br />

precario inglés, intenta comunicarse con diferentes<br />

personas, recordando a veces su pasado<br />

de científico aeroespacial en China... En<br />

el banco de un parque, conoce a una mujer<br />

iraní (Vida Ghahremani), con la que pasa las<br />

tardes hablando, aunque cada uno lo haga en<br />

su idioma y sólo se encuentren ocasionalmente<br />

en un inglés tortuoso... Al final, el empeño<br />

del señor Shi por descubrir la verdad de<br />

la vida de su hija, bajo su silencio huraño, revelará<br />

también los aspectos oscuros de su propio<br />

pasado: “Sus historias están entretejidas,<br />

puesto que son padre e hija y ninguno de ellos<br />

puede escapar al legado de la China de la Revolución<br />

Cultural”, explica el director Wayne<br />

Wang.<br />

Este cuento sencillo y agridulce, de tranquila<br />

apariencia y enorme profundidad, logra<br />

suscitar ideas y reflexiones sobre muchos<br />

temas. La familia (Wang: “La esencia de las familias<br />

me interesa; la globalización y americanización<br />

han afectado mucho a las familias<br />

chinas”). La incomunicación entre padres e<br />

hijos: los padres se nos van convirtiendo en extraños<br />

a medida que crecemos, pero hay una<br />

base de amor que nunca desaparece. El choque<br />

entre culturas: Yilan ha pretendido esca-<br />

par de la China de su padre, pero la libertad alcanzada<br />

en Estados Unidos tampoco la ha<br />

hecho feliz (Wang: “Ahora es libre para amar a<br />

otro hombre, libre para divorciarse, libre para<br />

mantenerse ella misma, libre para estar terriblemente<br />

sola; yo quise explorar esa paradoja”). Y<br />

la incomunicación: Yilan prefiere utilizar el inglés<br />

(“si te educan en una lengua que jamás se<br />

utiliza para expresar sentimientos, te será fácil<br />

adoptar otra y hablar más en ella”, dice la<br />

joven); padre e hija comparten el idioma chino<br />

y, en parte, el inglés (que él habla con dificultad),<br />

pero apenas se entienden, porque sus<br />

vidas se han vuelto muy diferentes; en cambio,<br />

el Sr. Shi y la mujer iraní mantienen largas conversaciones,<br />

cada uno en su propio idioma<br />

(con muy pocas incursiones comunes en el inglés),<br />

y parecen comunicarse perfectamente,<br />

porque comparten problemas similares, el<br />

mismo extrañamiento... (Wang: “Estoy muy interesado<br />

en la evolución de las lenguas; en la película,<br />

cuando el hombre chino y la mujer iraní<br />

hablan, cada uno en su idioma, no he querido<br />

poner subtítulos, porque la intención es que el<br />

público sienta el sonido y la emoción de los idiomas”).<br />

La película se basa en un relato de Yiyun Li,<br />

escritora china afincada en Estados Unidos, incluido<br />

en un libro de cuentos (editado en España<br />

como Los buenos deseos, ed. Lumen,<br />

2007). A Wayne Wang, que había conocido al<br />

editor del libro, Michael Ray, estas historias le<br />

recordaron el cine de Ozu, que tanto admira, y<br />

convenció a la autora para escribir el guión<br />

(dándole unas orientaciones, porque ella<br />

nunca había escrito para el cine). El director<br />

localizó el rodaje en Spokane, una ciudad de<br />

unos 200.000 habitantes en la zona oriental<br />

del Estado de Washington. Para el papel central<br />

del Sr. Shi, eligió al veterano Henry O,<br />

actor chino a quien hemos visto, entre otras,<br />

en El último emperador y Mientras nieva sobre<br />

los cedros. Wang descubrió que existían paralelismos<br />

entre la vida del personaje y la del<br />

actor, dado que Henry O había sido perseguido<br />

y apartado del teatro durante la Revolución<br />

Cultural. Puesto que está instalado desde<br />

hace tiempo en Seattle y habla un inglés perfecto,<br />

tuvo que esforzarse para sonar como alguien<br />

recién llegado de China. Para el papel de<br />

su hija, el director se acordó de Faye Yu, que<br />

había interpretado un pequeño papel para él<br />

en El club de la buena estrella. Por otra parte,

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