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REVISTA CINECLUB UNED:Maquetación 1

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Los cronocrímenes<br />

Los cronocrímenes<br />

España, 2007<br />

Ibarretxe & Co. S.L. / KV Entertainment / Zip Films<br />

Director: NACHO VIGALONDO<br />

Guión: NACHO VIGALONDO<br />

Fotografía: FLAVIO MARTÍNEZ LABIANO<br />

Música: EUGENIO MIRA<br />

Montaje: JOSÉ LUIS ROMEU<br />

Dirección Artística: JOSÉ LUIS ARRIZABALAGA y BIAFFRA<br />

Vestuario: ESTÍBALIZ MARKIEGI<br />

Productores: EDUARDO CARNEROS, SANTI CAMUÑAS y<br />

JORGE GÓMEZ<br />

Productores Ejecutivos: ESTEBAN IBARRETXE, JAVIER IBA-<br />

RRETXE, NAHIKARI IPIÑA, NORBERT LLARAS, JORDI<br />

REDIU y CORMAC REGAN<br />

Intérpretes: KARRA ELEJALDE, CANDELA FERNÁNDEZ,<br />

BÁRBARA GOENAGA, NACHO VIGALONDO, JUAN IN-<br />

CIARTE<br />

Duración: 88 minutos<br />

Idioma: Español<br />

proyección<br />

26 /febrero /2009<br />

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Atrapado en el tiempo<br />

Si ya es difícil encontrar películas pertenecientes<br />

al fantástico entre la producción nacional,<br />

todavía más complicado resulta dar con<br />

algún título de ciencia ficción. Curiosamente,<br />

este año hemos podido disfrutar de dos estrenos<br />

españoles encuadrables dentro del género,<br />

Tres días (2008) y Los cronocrímenes, y,<br />

curiosamente también, ambos títulos suponen<br />

sendas óperas primas para sus respectivos directores<br />

(y guionistas): el andaluz F. Javier Gutiérrez<br />

y el cántabro Nacho Vigalondo. En<br />

nuestro afán por reivindicar estos esfuerzos<br />

patrios en temáticas tan poco frecuentadas<br />

dentro de nuestro cine –el año pasado pudimos<br />

ver La caja Kovak (2006/ Daniel Monzón),<br />

otra estimulante rareza autóctona–, hemos seleccionado<br />

el film de Vigalondo, aparte de por<br />

su indiscutible interés, también por tratarse<br />

del primer largometraje de un cineasta nominado<br />

al Oscar. En efecto, Vigalondo estuvo a<br />

punto de ganar la preciada estatuilla en el año<br />

2005 por el cortometraje 7:35 de la mañana<br />

(2003), y de él también proyectamos hace un<br />

par de años en el certamen de cortos de nuestra<br />

ciudad Choque (2005), otro excelente trabajo<br />

en formato reducido.<br />

Pues bien, siguiendo la trayectoria profesional<br />

y artística de este joven director, nos<br />

llega ahora Los cronocrímenes, un film que entronca<br />

directamente con una de las temáticas<br />

más genuinas y fascinantes de la ciencia ficción:<br />

los viajes en el tiempo. Héctor (un recuperado<br />

Karra Elejalde) acaba de trasladarse<br />

con su mujer Clara (Candela Fernández) a un<br />

chalet en las afueras. Durante el ajetreo de la<br />

mudanza recibe una llamada telefónica anónima.<br />

Molesto por el silencio del interlocutor,<br />

Héctor devuelve la llamada para pedir explicaciones,<br />

pero le responde el contestador automático<br />

de una desconocida empresa. Poco<br />

después, curioseando con sus prismáticos<br />

entre los bosques circundantes, observa a una<br />

muchacha que parece desnudarse ante él (Bárbara<br />

Goenaga). Atraído e intrigado por lo que<br />

acaba de ver se adentra en la espesura, pero<br />

inesperadamente es atacado por un hombre<br />

de aspecto siniestro que lleva el rostro vendado.<br />

Huyendo de su agresor, Héctor llega<br />

hasta un laboratorio aislado en el monte,<br />

donde un joven científico (Nacho Vigalondo)<br />

le ofrece cobijo ocultándole en el interior de<br />

un extraño tanque. Cuando al cabo de un rato<br />

Héctor sale a la superficie, el joven no parece<br />

reconocerle. Sumido en una gran confusión,<br />

nuestro protagonista busca un teléfono para<br />

avisar a su esposa, pero no será la voz de una<br />

mujer la que escuche al otro lado del aparato…<br />

Este es el enigmático y prometedor inicio<br />

de Los cronocrímenes, un film cuyas principales<br />

virtudes habrán de encontrarse en la originalidad<br />

de su argumento, y en la habilidad de<br />

Vigalondo para construir un guión de milimétrica<br />

precisión, donde se despliegan un buen<br />

número de posibilidades especulativas sobre<br />

las paradojas espaciotemporales. Otro mérito<br />

del guionista lo encontramos en el cartesiano<br />

rigor con que despoja a su narración de todo<br />

fuego de artificio, poniendo en escena, como<br />

si se tratase de una coqueta pieza de cámara,<br />

los mínimos elementos necesarios para teorizar<br />

sobre los viajes en el tiempo, la terrible lógica<br />

de sus consecuencias, y la imposibilidad<br />

de rectificar el orden natural una vez que ha<br />

sido quebrantado. Cuatro personajes (los ya<br />

citados) y dos decorados (la casa de Héctor y<br />

el modesto centro de investigaciones) es suficiente<br />

para que Vigalondo enrede los acontecimientos<br />

hasta límites insospechados.<br />

Buscando los extremos, vienen a la mente los<br />

disfrutables excesos de Robert Zemeckis para<br />

la trilogía de Regreso al futuro (1985-1990),<br />

frente a la sequedad filosófico-científica de la<br />

fascinante Primer (2004) –realizada por Shane<br />

Carruth y vista en nuestro Cine Club hace tres<br />

años–. Aunque la cinta de Vigalondo sea más<br />

afín al enfoque de Carruth que al brillante espectáculo<br />

de Zemeckis, evita caer en el cripticismo<br />

de aquél y ofrece una peripecia que, sin

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