El trabajo del director y el proyecto de la escuela - Repositorio ...
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<strong>El</strong> <strong>trabajo</strong> <strong>d<strong>el</strong></strong> <strong>director</strong> y <strong>la</strong> norma 87<br />
En esta misma línea, muy estrechamente asociada al término norma, aparece <strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra<br />
disciplina. Here<strong>de</strong>ra <strong>d<strong>el</strong></strong> momento fundacional <strong>d<strong>el</strong></strong> sistema <strong>de</strong> educación en nuestro<br />
país, <strong>la</strong> escu<strong>el</strong>a “normal” tenía que lograr “disciplinar”, poner a todos bajo <strong>la</strong> misma<br />
norma, formar un cuerpo homogéneo. Sólo era posible enseñar y hacer ciudadano a un<br />
alumno disciplinado.<br />
Des<strong>de</strong> esta perspectiva, pareciera que <strong>la</strong> norma está por <strong>d<strong>el</strong></strong>ante <strong>de</strong> todos los objetivos<br />
institucionales, como si fuera preexistente a <strong>la</strong> institución misma. Así, <strong>el</strong> cumplimiento <strong>de</strong><br />
<strong>la</strong> norma se convierte en un fuerte mandato, que protege <strong>de</strong> cualquier riesgo o amenaza,<br />
en todo momento y circunstancia. Como coro<strong>la</strong>rio <strong>de</strong> esta manera <strong>de</strong> concebir a <strong>la</strong> norma,<br />
es necesario contro<strong>la</strong>r, hacer<strong>la</strong> cumplir para evitar todo posible <strong>de</strong>svío.<br />
La norma entendida como preexistente a <strong>la</strong> institución pareciera no tener historia, ni<br />
ser fruto <strong>de</strong> discusiones, <strong>de</strong> búsquedas, <strong>de</strong> <strong>de</strong>cisiones políticas que vinieron a dar respuesta<br />
a algunas problemáticas. Se olvida, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> esta perspectiva, que toda regu<strong>la</strong>ción fue<br />
construida en un contexto <strong>de</strong>terminado para preservar <strong>de</strong>terminados <strong>de</strong>rechos y v<strong>el</strong>ar<br />
por <strong>el</strong> cumplimiento <strong>de</strong> ciertos <strong>de</strong>beres. Y que, justamente por esto, probablemente haya<br />
estado cargada <strong>de</strong> sentido en aqu<strong>el</strong> momento, en aqu<strong>el</strong> contexto don<strong>de</strong> tuvo su origen.<br />
Pero que lo pier<strong>de</strong> cuando se convierte en ritual y comienza a realizarse “porque sí”. Una<br />
norma que parece haber existido siempre, con<strong>de</strong>nada a perpetuarse y a repetirse, aunque<br />
a su alre<strong>de</strong>dor todo cambie. Una norma que parece repetir “<strong>el</strong> cuento <strong>d<strong>el</strong></strong> banquito”,<br />
<strong>de</strong> Eduardo Galeano (1996). Lo invitamos a leerlo.<br />
Sixto Martínez cumplió <strong>el</strong> servicio militar en un cuart<strong>el</strong> <strong>de</strong> Sevil<strong>la</strong>.<br />
En medio <strong>d<strong>el</strong></strong> patio <strong>de</strong> ese cuart<strong>el</strong>, había un banquito, un soldado hacía guardia.<br />
Nadie sabía por qué se hacía <strong>la</strong> guardia <strong>d<strong>el</strong></strong> banquito. La guardia se hacía porque se<br />
hacía, noche y día, todas <strong>la</strong>s noches, todos los días, y <strong>de</strong> generación en generación los<br />
oficiales transmitían <strong>la</strong> or<strong>de</strong>n y los soldados <strong>la</strong> obe<strong>de</strong>cían. Nadie nunca dudó, nadie<br />
nunca preguntó. Si así se hacía, y siempre se había hecho, por algo sería.<br />
Y así siguió hasta que alguien, no sé qué general o coron<strong>el</strong>, quiso conocer <strong>la</strong> or<strong>de</strong>n<br />
original. Hubo que revolver a fondo los archivos. Y <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> mucho hurgar, se supo.<br />
Hacía treinta años, dos meses y cuatro días, un oficial había mandado montar guardia<br />
junto al banquito, que estaba recién pintado, para que a nadie se le ocurriera sentarse<br />
sobre <strong>la</strong> pintura fresca.<br />
Pero, <strong>de</strong>cíamos, para algunos primero está <strong>el</strong> cumplimiento <strong>de</strong> <strong>la</strong> norma. Y entonces,<br />
aunque todo cambie, igual hay que cumplir<strong>la</strong>. Vista <strong>de</strong> este modo, <strong>la</strong> norma se convierte,<br />
por momentos, en una suerte <strong>de</strong> abrazo que aprieta tan fuerte, que ahoga. Una norma que