ESTUDIOS DE ANTROPOLOGÍA E HISTORIA Arqueología y ...

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188 estUdios de antropología e Historia / arqUeología y patrimonio en el estado de Hidalgo Es factible que la región experimentara un decremento poblacional o bien que se dieran procesos de concentración de la población en Ozocalpan y en otras zonas que se ubican al noroeste de la región, caso de San José Atlán (Torres et al. 1999). Ozocalpan pudo representar un área óptima dada la disponibilidad de recursos naturales (terrenos agrícolas fértiles, fuentes de agua, bosques, cantos de basalto de grano fino en abundancia, entre otros), mientras que los asentamientos del sur de la región sufren un decline y se abandonan. Durante el periodo Clásico, la baja densidad poblacional en la región de Tula posiblemente implica su limitada importancia económica y política dentro del imperio teotihuacano, por lo que esta zona periférica debe haber jugado un papel de poca relevancia en el desarrollo y fortalecimiento de la metrópolis, aun cuando Chingú y Ozacalpan como centros regionales garantizaron al parecer la ampliación de la zona de dominio estatal. De cualquier manera, todo parece indicar que el imperio teotihuacano controló de manera indirecta a las provincias que se encontraban fuera de la cuenca de México (Smith y Montiel 2001). Durante el periodo de hegemonía de este Estado, la metrópolis redistribuyó distintos bienes de consumo entre las poblaciones de las zonas periféricas, caso de la cerámica y de la obsidiana; es altamente probable que la región de Tula, a su vez, canalizara hacia Teotihuacan materias primas y excedentes agrícolas. La prosperidad de Chingú tal vez se vinculó con la extracción de cal y el asentamiento se abandonó antes del decline del imperio, o bien durante el periodo que eventualmente concluyó con su desarticulación, época en que las actividades constructivas o de remodelación no eran intensas en la Ciudad de los Dioses; por otra parte, en Ozocalpan se concentró la población y las tradiciones regionales de fines del Clásico florecieron como una respuesta al ocaso de Teotihuacan. Algunos investigadores han considerado que para las fases Xolalpan y Metepec arriban a la región de Tula migrantes procedentes de áreas septentrionales (Mastache 1996a; Mastache y Cobean 1989; Mastache et al. 2002), hipótesis que no ha sido contrastada empíricamente y que, al parecer, se pretende sustentar en una interpretación laxa de algunas fechas de radiocarbono así como en algunos atributos estilísticos poco claros en la cerámica, que carecen de adscripción temporal precisa. Desde nuestra perspectiva, existen indicadores arqueológicos de que hubo tendencias a la regionalización hacia fines del periodo Clásico, con la consecuente fundación de nuevos asentamientos o el fortalecimiento de algunos preexistente por parte de la población local. Hemos interpretado estos procesos como un resultado de la retracción del control teotihuacano en zonas periféricas del imperio (Fournier en prensa; Torres et al. 1999), lo cual provocó que las poblaciones autóctonas de la región de Tula dejaran de participar en el sistema económico y político de la Ciudad de los Dioses y se iniciaran una serie de transformaciones estructurales, base de la conformación de nuevas unidades sociopolíticas en el Epiclásico (Torres et al. 1999). Arqueología.indd 188 06/12/10 17:54

9 / el modo de vida preColombino de los otomíes de la región de tUla 189 Si bien parte del utillaje lítico del periodo teotihuacano puede relacionarse con la explotación del agave, característica del modo de vida otomí, consideramos que no se trata de una evidencia unívoca de la presencia de este grupo en la región de Tula durante el periodo teotihuacano. No obstante, al menos hacia fines del Clásico en el Valle de Toluca se ha identificado con base en análisis de ADN que las poblaciones eran de filiación otomí (Yoko Sugiura, comunicación personal, 2005); por otra parte y como ya señalamos, en la región de Tula muy probablemente se asentaron en algunas zonas grupos zapotecos que mantenían nexos con los residentes del barrio oaxaqueño de Teotihuacan, es decir hablantes de una lengua del tronco lingüístico otomangue. Por lo tanto, son sugerentes los hallazgos en el Valle de Toluca, colindante con el Valle del Mezquital, así como la presencia de grupos otomangues en nuestra región de estudio, aun cuando se requieren futuros estudios para determinar el papel de los zapotecos en los desarrollos culturales intrarregionales y su probable relación con la instauración del modo de vida otomí en la región de Tula desde el periodo Clásico. Cabe destacar que en los sitios donde se han llevado a cabo excavaciones (El Calvario y Ozocalpan) (Fournier en prensa; Fournier y Chávez 2003; Polgar 1998) no se encontraron enterramientos humanos, de manera que hasta ahora no se han realizado análisis de ADN para determinar si las poblaciones del periodo teotihuacano eran genéticamente otomíes, como fundamentaremos para el Epiclásico en la siguiente sección de este ensayo (Fournier y Vargas Sanders 2002). Epiclásico Durante el Epiclásico (ca. 600-900 d.C.) ocurrieron una serie de transformaciones socioculturales en amplios territorios del centro de México debidos a la desestructuración del sistema hegemónico teotihuacano, ante una fragmentación sociopolítica que se refleja en la constitución de sistemas de ciudades-estado independientes, el abandono parcial o total de los centros del Clásico y las consecuentes modificaciones en los patrones de asentamiento, el surgimiento o consolidación de elementos asociados con la ritualidad y la cosmovisión, además del desarrollo del complejo cerámico Coyotlatelco que se produjo en tres regiones de los valles centrales con variante en cada una de ellas, es decir la Cuenca de México, el Valle de Toluca y la región de Tula (Fournier et al. 2006). En otra parte hemos analizado en detalle los procesos sociales y los complejos artefactuales de la época (Fournier 2006; Fournier et al. 2006; Fournier et al. en prensa), además de que recientemente se compendiaron diversos estudios asociados con el fenómeno Coyotlatelco (Solar Valverde 2006) que, en su mayoría y la luz de nuevas evidencias, ponen en tela de juicio las interpretaciones que se habían planteado con anterioridad acerca Arqueología.indd 189 06/12/10 17:54

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Si bien parte del utillaje lítico del periodo teotihuacano puede relacionarse con<br />

la explotación del agave, característica del modo de vida otomí, consideramos que no<br />

se trata de una evidencia unívoca de la presencia de este grupo en la región de Tula<br />

durante el periodo teotihuacano. No obstante, al menos hacia fines del Clásico en el<br />

Valle de Toluca se ha identificado con base en análisis de ADN que las poblaciones<br />

eran de filiación otomí (Yoko Sugiura, comunicación personal, 2005); por otra parte y<br />

como ya señalamos, en la región de Tula muy probablemente se asentaron en algunas<br />

zonas grupos zapotecos que mantenían nexos con los residentes del barrio oaxaqueño<br />

de Teotihuacan, es decir hablantes de una lengua del tronco lingüístico otomangue. Por<br />

lo tanto, son sugerentes los hallazgos en el Valle de Toluca, colindante con el Valle del<br />

Mezquital, así como la presencia de grupos otomangues en nuestra región de estudio,<br />

aun cuando se requieren futuros estudios para determinar el papel de los zapotecos en<br />

los desarrollos culturales intrarregionales y su probable relación con la instauración del<br />

modo de vida otomí en la región de Tula desde el periodo Clásico. Cabe destacar que en<br />

los sitios donde se han llevado a cabo excavaciones (El Calvario y Ozocalpan) (Fournier<br />

en prensa; Fournier y Chávez 2003; Polgar 1998) no se encontraron enterramientos<br />

humanos, de manera que hasta ahora no se han realizado análisis de ADN para determinar<br />

si las poblaciones del periodo teotihuacano eran genéticamente otomíes, como<br />

fundamentaremos para el Epiclásico en la siguiente sección de este ensayo (Fournier y<br />

Vargas Sanders 2002).<br />

Epiclásico<br />

Durante el Epiclásico (ca. 600-900 d.C.) ocurrieron una serie de transformaciones socioculturales<br />

en amplios territorios del centro de México debidos a la desestructuración del<br />

sistema hegemónico teotihuacano, ante una fragmentación sociopolítica que se refleja<br />

en la constitución de sistemas de ciudades-estado independientes, el abandono parcial<br />

o total de los centros del Clásico y las consecuentes modificaciones en los patrones de<br />

asentamiento, el surgimiento o consolidación de elementos asociados con la ritualidad y<br />

la cosmovisión, además del desarrollo del complejo cerámico Coyotlatelco que se produjo<br />

en tres regiones de los valles centrales con variante en cada una de ellas, es decir<br />

la Cuenca de México, el Valle de Toluca y la región de Tula (Fournier et al. 2006). En<br />

otra parte hemos analizado en detalle los procesos sociales y los complejos artefactuales<br />

de la época (Fournier 2006; Fournier et al. 2006; Fournier et al. en prensa), además de<br />

que recientemente se compendiaron diversos estudios asociados con el fenómeno Coyotlatelco<br />

(Solar Valverde 2006) que, en su mayoría y la luz de nuevas evidencias, ponen<br />

en tela de juicio las interpretaciones que se habían planteado con anterioridad acerca<br />

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