ESTUDIOS DE ANTROPOLOGÍA E HISTORIA Arqueología y ...

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136 estUdios de antropología e Historia / arqUeología y patrimonio en el estado de Hidalgo serían muy fáciles de monopolizar, además de que la riolita o el basalto, al ser materiales recurrentes en la composición geológica del estado de Hidalgo, no debieron haber sido muy valiosos, puesto que para que algo sea considerado como demarcador de elite debe tener el carácter de “exótico” o “lejano” (cf. Helms 1993, 1999). Es interesante mencionar que en la región de estudio no se han detectado talleres líticos o áreas de producción de artefactos de obsidiana, ya que la única fuente disponible en la región que contiene vidrio volcánico no es susceptible de ser utilizada, ya que se tratan de pequeños nódulos muy duros, mismos que sólo podrían utilizarse para producir raspadores muy pequeños. En este sentido, la obsidiana fue un bien que no fue controlado directamente por los habitantes de la región rural aquí estudiada. Otro acceso general a los recursos pudo ser el de las vasijas de cerámica, al menos de carácter utilitario, ya que aunque se encuentran vasijas asociadas con grupos de elite (como el Plumbate o el Texcoco Compuesto), concebimos que su distribución debiera ser de menor cantidad de lo que encontraríamos en emplazamientos urbanos o de elite. No podemos argumentar que la concha haya sido un bien del dominio público rural, ya que las evidencias notables de su producción provienen de un solo emplazamiento doméstico, además de que los materiales recabados en superficie son sumamente fragmentarios y no permiten establecer una consistente hipótesis sobre la propiedad y distribución de estos materiales. Con base en lo anterior, concebimos que este material pudiera ser un recurso explotado por la gente común mediante específicos procesos de trabajo 14 . Por lo que respecta a los productos textiles, durante el Posclásico Tardío, el proceso de trabajo textil se convirtió en una labor importante dentro de las provincias tributarias de la Triple Alianza (Smith 2005: 93-94), por lo que concebimos que una parte de la producción permaneció en manos de los productores primarios, mientras que otra fue destinada a las arcas del imperio azteca. A partir de lo anterior, consideramos que los pobladores de las comunidades rurales de Tepetitlán construyeron una experiencia espacial abocada a producir bienes, tanto para su subsistencia básica como para su eventual tributación. No obstante, el hecho de que hayan tenido acceso a ciertos objetos de trabajo, quizá no monopolizados por los centros rectores, les haya impreso un halo de confianza. Asimismo, siguiendo la tesis de Michel Smith para los emplazamientos rurales mexicas del Valle de Morelos (2005: 95), es factible que las unidades domésticas y de elite de los centros urbanos secundarios y de las áreas rurales no hayan tenido un acceso tan diferencial a los recursos. Simplemente podría haber mayor cantidad de bienes de lujo en las unidades urbanas, pero sólo en 14 De hecho (Patricia Fournier 2005; comunicación personal), después de analizar los materiales conquiológicos, se logró establecer que las conchas eran de río, por lo que estos materiales fueron de índole local. Arqueología.indd 136 06/12/10 17:54

7 / las ComUnidades agroartesanales del asentamiento de tepetitlÁn, Hidalgo. Una… 137 mayor proporción que en las zonas rurales. Siguiendo esta premisa, es posible que en la época del apogeo tolteca esta entidad política haya proveído de obsidiana a la región rural de Tepetitlán 15 , misma que en retribución debería canalizarle recursos alimenticios. Bajo la dominación mexica las tasas de tributación se vieron aumentadas, aunado al hecho de que los aztecas controlaron la producción y distribución de obsidiana verde de la Sierra de las Navajas (cf. Pastrana 1998, 2004). 2. Percepción espacial y espacio imaginado Es necesario que se haya legitimado la autoridad de un centro político complejo ante los ojos de los asentamientos rurales. En este sentido consideramos relevante la categoría de autorización (cf. Smith 2003), donde se entiende por la misma la expresión legítima del poder ante el paisaje político. Así, la construcción del centro urbano tolteca o mexica demarcó la grandeza de sus regímenes políticos ante las humildes unidades arquitectónicas de la periferia. Con esto referimos que la magnificencia de las construcciones de las entidades políticas complejas podría justificar la extracción sistemática de excedentes, bajo el amparo de que ellos eran los encargados de velar por el orden social geopolítico. El espacio rural se vio imbuido por un proceso de emulación arquitectónica de los centros hegemónicos. Esto lo podemos aplicar respecto a las unidades domésticas toltecas de Tepetitlán, donde se repite el mismo patrón constructivo de las unidades del núcleo urbano tolteca (toltec small stone technique [cf. Healan 1989; Paredes 1992; Cobean y Mastache 1999]), además de los altares en el centro de los patios, característicos de las construcciones de la urbe de Tollan. Esto tiene fuertes implicaciones en la conciencia social o habitus (cf. Bordieu 1977) de los pobladores rurales, ya que se conformó una homologación de la ideología religiosa, además de que paulatinamente se constituyó una preponderancia por los elementos urbanos. De esta forma, la percepción espacial del paisaje político describe las relaciones de dominación, al menos en lo concerniente a los procesos simbólicos e identitarios de la cultura urbana. Adoptar parte de los elementos distintivos de las entidades políticas toltecas o mexicas nos habla de la gradual aceptación de un estereotipo urbano (cf. Brumfiel 1994), mismo que fue seguido por las comunidades rurales. Asimismo, el hecho de adoptar patrones culturales e identitarios de las entidades políticas prepon- 15 Existen evidencias materiales de la extracción y procesamiento de la obsidiana de Sierra de las Navajas por parte de grupos toltecas (cf. Domínguez 2004), por lo que sostenemos que la urbe de los atlantes monopolizó parte de la producción de artefactos de obsidiana verde, mismos que probablemente fueron canalizados a los asentamientos periféricos de Tula. Arqueología.indd 137 06/12/10 17:54

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serían muy fáciles de monopolizar, además de que la riolita o el basalto, al ser materiales<br />

recurrentes en la composición geológica del estado de Hidalgo, no debieron haber sido<br />

muy valiosos, puesto que para que algo sea considerado como demarcador de elite debe<br />

tener el carácter de “exótico” o “lejano” (cf. Helms 1993, 1999). Es interesante mencionar<br />

que en la región de estudio no se han detectado talleres líticos o áreas de producción<br />

de artefactos de obsidiana, ya que la única fuente disponible en la región que contiene<br />

vidrio volcánico no es susceptible de ser utilizada, ya que se tratan de pequeños nódulos<br />

muy duros, mismos que sólo podrían utilizarse para producir raspadores muy pequeños.<br />

En este sentido, la obsidiana fue un bien que no fue controlado directamente por los<br />

habitantes de la región rural aquí estudiada. Otro acceso general a los recursos pudo ser<br />

el de las vasijas de cerámica, al menos de carácter utilitario, ya que aunque se encuentran<br />

vasijas asociadas con grupos de elite (como el Plumbate o el Texcoco Compuesto),<br />

concebimos que su distribución debiera ser de menor cantidad de lo que encontraríamos<br />

en emplazamientos urbanos o de elite.<br />

No podemos argumentar que la concha haya sido un bien del dominio público rural,<br />

ya que las evidencias notables de su producción provienen de un solo emplazamiento<br />

doméstico, además de que los materiales recabados en superficie son sumamente<br />

fragmentarios y no permiten establecer una consistente hipótesis sobre la propiedad y<br />

distribución de estos materiales. Con base en lo anterior, concebimos que este material<br />

pudiera ser un recurso explotado por la gente común mediante específicos procesos de<br />

trabajo 14 . Por lo que respecta a los productos textiles, durante el Posclásico Tardío, el<br />

proceso de trabajo textil se convirtió en una labor importante dentro de las provincias<br />

tributarias de la Triple Alianza (Smith 2005: 93-94), por lo que concebimos que una<br />

parte de la producción permaneció en manos de los productores primarios, mientras que<br />

otra fue destinada a las arcas del imperio azteca.<br />

A partir de lo anterior, consideramos que los pobladores de las comunidades rurales<br />

de Tepetitlán construyeron una experiencia espacial abocada a producir bienes, tanto<br />

para su subsistencia básica como para su eventual tributación. No obstante, el hecho de<br />

que hayan tenido acceso a ciertos objetos de trabajo, quizá no monopolizados por los<br />

centros rectores, les haya impreso un halo de confianza. Asimismo, siguiendo la tesis de<br />

Michel Smith para los emplazamientos rurales mexicas del Valle de Morelos (2005: 95),<br />

es factible que las unidades domésticas y de elite de los centros urbanos secundarios y<br />

de las áreas rurales no hayan tenido un acceso tan diferencial a los recursos. Simplemente<br />

podría haber mayor cantidad de bienes de lujo en las unidades urbanas, pero sólo en<br />

14 De hecho (Patricia Fournier 2005; comunicación personal), después de analizar los materiales conquiológicos, se<br />

logró establecer que las conchas eran de río, por lo que estos materiales fueron de índole local.<br />

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