La redoma encantada - Biblioteca Virtual Universal
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LAÍN.- ¡Garabito! Aún después de hecho cinco, ¿ha de perseguirme? Tal tenacidad en un<br />
muerto me admira.<br />
ECO.- Mira. (Caen las piernas de GARABITO por la chimenea.)<br />
PASCUALA.- ¿Qué es aquello que ha caído por la chimenea?<br />
LAÍN.- Alguna media canal que estaría al humo. (Lléganse los dos al hogar.)<br />
PASCUALA. ¡Qué horror! (Refúgiase en el cuarto donde estuvo DOROTEA.)<br />
LAÍN.- ¡<strong>La</strong>s piernas del maestro plomero! Muerto más ágil no lo he visto en mi vida. (Caen<br />
los brazos y después el cuerpo.) Un brazo... dos. El hombre se me viene aquí por menor,<br />
para darme un susto con cada cuarto. Pero falta lo principal. Apostara que alguna bruja se<br />
ha llevado ya la cabeza para arrancarle los dientes.<br />
ECO.- Mientes.<br />
LAÍN.- ¡Mientes! ¡Qué urbanidad gasta el eco consonantista! ¡Mientes! Lo que yo veo es<br />
que la prenda capital no asoma.<br />
ECO.- Toma. (Cae la cabeza.)<br />
LAÍN.- Tómela un peluquero francés para muestra.<br />
Escena IV<br />
LOS SOLDADOS.- DON LAÍN.<br />
LAÍN.- ¡Ay, hijos! ¡Qué falta me habéis hecho tan grande!<br />
UN SOLDADO.- ¿Warum?<br />
LAÍN.- Porque necesitaba repartir con vosotros una dosis de miedo, sobrado fuerte para mí<br />
solo, Mirad.<br />
SOLDADO.- ¿Was giebts?