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historia de la conquista y población de la provincia de venezuela

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una parte, o por otra asegurado el escape, en caso que lo buscasen; y llegados<br />

Garci-González y su gente al centro <strong>de</strong> <strong>la</strong> montaña, aunque con mucho<br />

trabajo por lo áspero <strong>de</strong> los riscos y cerrado <strong>de</strong> los árboles, <strong>de</strong>scubrieron <strong>la</strong><br />

casa, a tiempo que Paramaconi, sintiendo el ruido, con una macana en <strong>la</strong><br />

mano ocurrió a <strong>la</strong> puerta <strong>de</strong>l <strong>de</strong>speña<strong>de</strong>ro para poner en salvo por allí cuatro<br />

mujeres que tenía consigo, mientras otros seis gandules, armados <strong>de</strong><br />

arcos y flechas, hacían cara por <strong>la</strong> otra puerta para divertir los nuestros.<br />

Pero Garci-González advertido, <strong>de</strong>jando sus soldados batal<strong>la</strong>ndo con<br />

los gandules, cogió <strong>la</strong> vuelta a <strong>la</strong> casa para cerrar el paso a <strong>la</strong> <strong>la</strong><strong>de</strong>ra; y siendo<br />

en ocasión que iba saliendo el Cacique, al encontrarse con él le tiró un tajo<br />

con <strong>la</strong> espada; mas reparándolo el bárbaro en los tercios últimos <strong>de</strong> <strong>la</strong> macana,<br />

tuvo lugar para metérsele <strong>de</strong>ntro y darle con <strong>la</strong>s manos tan fuerte golpe<br />

en los pechos, que falseando toda <strong>la</strong> fortaleza <strong>de</strong> Garci-González fue<br />

dando traspiés, hasta caer <strong>de</strong> espaldas en el suelo; entonces Paramaconi,<br />

sin aten<strong>de</strong>r a otra cosa, que a poner en seguro sus mujeres, aprovechándose<br />

<strong>de</strong> aquel acci<strong>de</strong>nte favorable, <strong>la</strong>s escondió por el monte y sin esperar a<br />

que pudiese ponerse en pie su contrario, con resolución <strong>de</strong>sesperada se<br />

<strong>de</strong>jó caer por el <strong>de</strong>speña<strong>de</strong>ro al valle; pero levantándose Garci-González<br />

con presteza, o ignorante <strong>de</strong> <strong>la</strong> profundidad <strong>de</strong>l precipicio, o arrebatado<br />

<strong>de</strong>l incendio <strong>de</strong> su cólera, sin reparar en <strong>la</strong> inconsi<strong>de</strong>rada temeridad que<br />

ejecutaba el valor, se arrojó <strong>de</strong> <strong>la</strong> <strong>la</strong><strong>de</strong>ra con <strong>la</strong> espada en <strong>la</strong> mano tras el<br />

bárbaro; y aunque bastantemente atormentado con los golpes que recibió<br />

rodando por <strong>la</strong>s peñas, como al llegar abajo hal<strong>la</strong>se a Paramaconi, que armado<br />

con <strong>la</strong> macana le esperaba prevenido, sin tener lugar, ni aun para tomar<br />

aliento en su fatiga, le fue preciso entrar <strong>de</strong>s<strong>de</strong> luego en el combate,<br />

don<strong>de</strong> echando cada cual el resto por quedar superior a su enemigo, unas<br />

veces usando <strong>de</strong> <strong>la</strong>s armas y otras valiéndose <strong>de</strong> los brazos, hicieron bien<br />

trabajosa <strong>la</strong> porfía, hasta que Garci-González, logrando como diestro los<br />

movimientos <strong>de</strong>l Cacique, pudo llegar a herirlo, metiéndole <strong>la</strong> espada por<br />

el vacío <strong>de</strong>recho; Paramaconi entonces, bramando con el sentimiento <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

herida, soltó en el suelo <strong>la</strong> macana y abrazándose con Garci-González intentó<br />

oprimirlo para quitarle <strong>la</strong> vida entre los brazos; pero conociendo que<br />

aunque le sobraba el coraje para empren<strong>de</strong>rlo, le faltaban <strong>la</strong>s fuerzas para<br />

conseguirlo, por <strong>la</strong> mucha sangre que vertía <strong>de</strong> <strong>la</strong> herida, se <strong>de</strong>svió luego<br />

BIBLIOTECA AYACUCHO<br />

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