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historia de la conquista y población de la provincia de venezuela

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y habiendo caminado todo el día, llegó a hacer noche a otra loma alta y limpia<br />

<strong>de</strong> montaña, pob<strong>la</strong>da <strong>de</strong> diferentes caserías, que halló <strong>de</strong>samparadas <strong>de</strong><br />

sus dueños, <strong>de</strong> una <strong>de</strong> <strong>la</strong>s cuales era natural aquel indio Guayauta, que<br />

(como referimos en el capítulo cuarto <strong>de</strong> este libro) aprisionaron los españoles<br />

en <strong>la</strong> refriega en que murió Diego <strong>de</strong> Pare<strong>de</strong>s, quien habiendo estado<br />

en compañía <strong>de</strong> Losada más <strong>de</strong> un año, con licencia suya había dado vuelta<br />

a sus países, llevando tan arraigado al corazón el odio contra los nuestros, que<br />

sin haber sido po<strong>de</strong>rosa <strong>la</strong> comunicación, con los agasajos y buen trato que<br />

había experimentado en ellos, para apagar el incendio <strong>de</strong> su vengativo pecho,<br />

luego que tuvo <strong>la</strong> noticia <strong>de</strong> que Losada se encaminaba a su pueblo,<br />

valiéndose <strong>de</strong> ardi<strong>de</strong>s militares, que como <strong>la</strong>drón <strong>de</strong> casa había observado<br />

en los nuestros, sabiendo que lo primero había <strong>de</strong> buscar el agua, retiró<br />

todos los indios al secreto <strong>de</strong> una emboscada, que dispuso en <strong>la</strong>s márgenes<br />

<strong>de</strong> un arroyo, que corría por <strong>la</strong> falda <strong>de</strong> una loma; y como nuestra gente con<br />

el cansancio y calor había llegado sedienta, Alonso Quintano, Pedro Serrato<br />

y Diego Mén<strong>de</strong>z, que iban <strong>de</strong> los <strong>de</strong><strong>la</strong>nteros, sin esperar a los otros, llevados<br />

<strong>de</strong> <strong>la</strong> fatiga que pa<strong>de</strong>cían con <strong>la</strong> sed, ocurrieron al arroyo, <strong>de</strong>scuidados<br />

<strong>de</strong>l mal que les esperaba y experimentaron luego, pues atravesados,<br />

Serrato con una flecha por los pechos y Mén<strong>de</strong>z por <strong>la</strong>s entrañas con otra,<br />

cayeron muertos, rabiando con <strong>la</strong> fuerza <strong>de</strong>l veneno; Alonso Quintano<br />

viéndose en aquel peligro, aconsejado <strong>de</strong> <strong>la</strong> necesidad en que se hal<strong>la</strong>ba<br />

hincó <strong>la</strong> rodil<strong>la</strong> en tierra y encogiendo el cuerpo cuanto pudo, se abroqueló<br />

<strong>de</strong> una ro<strong>de</strong><strong>la</strong> que llevaba, ofreciéndo<strong>la</strong> por b<strong>la</strong>nco a aquel diluvio <strong>de</strong> flechas,<br />

que disparaban sobre él hasta que llegando los <strong>de</strong>más a socorrerlo, se<br />

retiraron los indios <strong>de</strong>jando libre el arroyo.<br />

Sentidísimo quedó Losada con <strong>la</strong> <strong>de</strong>sgracia sucedida en <strong>la</strong> muerte <strong>de</strong><br />

sus soldados, y para tomar alguna satisfacción <strong>de</strong> su venganza, mandó<br />

aquel<strong>la</strong> misma noche a Jerónimo <strong>de</strong> Tobar, que con cuarenta hombres se<br />

emboscase en <strong>la</strong> encrucijada que formaban dos caminos que bajaban <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

loma, disponiendo <strong>la</strong> gente con tal arte, que cogiendo <strong>la</strong> frente <strong>de</strong> todas<br />

cuatro veredas, ocupase el paso <strong>de</strong> cualquiera <strong>de</strong> ellos por don<strong>de</strong> los indios<br />

intentasen hacer su acometimiento: ejecutó Tobar su diligencia y al romper<br />

el alba al día siguiente se empezaron a <strong>de</strong>scubrir como quinientos gandules,<br />

que bajaban por uno <strong>de</strong> los caminos que venían a parar en <strong>la</strong> embosca-<br />

BIBLIOTECA AYACUCHO<br />

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