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Critica 145 - Revista Crítica

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LIONEL TRILLING<br />

96<br />

al hombre actuar peor y sufrir más de lo que<br />

hacían estados menos desarrollados de la exis -<br />

tencia humana. Pero hasta ahora esas ideas<br />

habían sido formuladas en un sen tido mora -<br />

lizante —la civilización se presentaba como<br />

“corrupta”, como una divagación de un esta -<br />

do de inocencia—. Freud no se hace ilusio -<br />

nes sobre una inocencia primitiva, no concibe<br />

una alternativa práctica a la civi lización. En<br />

consecuencia, sólo hay una a la pregunta que<br />

plantea de si que remos civilización con to -<br />

das sus contradicciones, con todas sus penas<br />

—penas, para los “descontentos” no descri -<br />

be correctamente la idea que Freud tiene en<br />

mente—. Él tiene su propia respuesta a la cuestión —se la dicta su sentido de<br />

la vida, trágico, estoico: haríamos bien en aceptarla, aunque también habría<br />

que echar un ojo a las circunstancias que hacen que sea mejor que la acep -<br />

temos—. Como Nietzsche, Freud pensaba que la vida se justificaba por la<br />

res puesta heroica a este desafío.<br />

Pero la cuestión que Freud plantea no ha sido puesta a un lado o cancelada<br />

por la respuesta que él mismo da. Su respuesta, como la de Nietzsche,<br />

se encuentra en la línea del humanismo tradicional —lo podemos ver en la<br />

severidad con la que ordena a las mujeres no inteferir con el hombre en el<br />

cumplimiento de su deber natural, no reclamar al hombre por amor y por<br />

la familia en detrimento de su libre actividad en el mundo—. Pero es precisa -<br />

mente aquí donde reside la esencia de la cuestión que el mundo piensa cada<br />

vez más que Freud no responde. La pena que la civilización inflige es la de la<br />

renuncia al instinto, y parecería que cada vez más poca gente desea decir como<br />

Freud que la pérdida de la gratificación de los instintos, o el amor, es compen -<br />

sada por la seguridad de la vida civilizada o por los ascéticos placeres del<br />

carácter moral masculino.<br />

Con el ensayo de Freud terminé los prolegómenos para el primer curso.<br />

No haré mucho más que mencionar los libros con los que introduje el segundo<br />

curso, pero no quisiera dejar de hacerlo. Comencé con El sobrino de Rameau,

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