Critica 145 - Revista Crítica
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HEREDAR A ELISEO DIEGO<br />
—Pienso que el libro fue una ma -<br />
nera de pedir perdón a la finca, al pue -<br />
blo, por nuestra partida. Traté de contar<br />
allí esos momentos que vivimos y que<br />
tanto bien nos hicieron. Un poco agra -<br />
decerle al abuelo asturiano, pero tam -<br />
bién a los otros abuelos, a mis padres,<br />
por regalarnos un lugar así. Fue un re -<br />
conocimiento a todos y a todo lo que<br />
hizo posible nuestra felicidad en esos<br />
años tan importantes que son los de la<br />
infancia y la adolescencia temprana.<br />
—¿Cuándo comenzó a descubrir ELISEO DIEGO EN EL ESTUDIO DE SU CASA DEL VEDADO, RODEA -<br />
en los poemas de Eliseo Diego la DO DE SU FAMILIA. ENERO, 1970 (FOTO: LIBORIO NOVAL)<br />
misma perfección y pulcritud con que di bujaba los uniformes de sus soldaditos?<br />
—Con los años. Papá primero fue mi papá. (Sonríe). Fue el poeta Eliseo<br />
Diego después, porque ya les digo, dejé a Cortázar y a Lezama con la palabra<br />
en la boca y me fui. Sí lo miraba pintar —pintaba muy bien— los soldaditos,<br />
no los de plomo (esos se perdieron), sino unos de goma para unos juegos que<br />
él mismo inventó. No recuerdo cuándo lo leí por primera vez, pero fue en ese<br />
momento del preuniversitario, con diecipico de años: “Bueno, papá es un es -<br />
critor famoso, vamos a ver qué escribe.” Lo primero fue Divertimentos, uno<br />
de los libros suyos que más me ha gustado siempre.<br />
—¿Percibía los momentos de aprehensión en que Eliseo atendía a los<br />
colores y sombras de su patria, las costumbres de sus familias y la manera<br />
en que se decían las cosas?<br />
—Tiene que ver con su forma de ser, su atención a “las pequeñas co -<br />
sas”, y su comprensión, su acercamiento, a los demás y a la naturaleza que<br />
lo rodeaba, siempre con respeto, con un cuidado. Papá rechazaba esa poesía<br />
fabricada, la detectaba muy bien: buenos poemas, pero que no conmueven,<br />
no emocionan. Sabía que era un buen poeta, no les digo que no, le complacía<br />
que se lo dijeran. Tenía esa pequeña vanidad, pero una vanidad un poco infan -<br />
til, me parece. Le gustaba que lo visitaran los jóvenes, entraban a casa como<br />
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