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Critica 145 - Revista Crítica

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HEREDAR A ELISEO DIEGO<br />

—No puedo decir nada sobre eso, porque no sé si fue algo que papá<br />

dijo ni de dónde sacaron esa información. Toda la vida se habló de María Zam -<br />

brano en casa como una referencia, alguien que los había marcado con sus<br />

clases en la Universidad. Ella vivió varios años en Cuba, se marchó en el 53<br />

y nunca más volvió. En 1986, mis padres viajaron a Madrid. Zambrano hacía<br />

no mucho había regresado a España del exilio. Papá contaba que la llamó por<br />

teléfono: “María, ¿sabes quién te habla?” Y Zambrano dijo: “¡Ah, esa voz…!”,<br />

y recitó de memoria la dedicatoria de papá en el ejemplar que le regaló de En<br />

la calzada de Jesús del Monte. Se encontraron, y de ahí son las fotos muy<br />

bonitas de papá, mamá y María Zambrano.<br />

—¿Cuáles son las razones demasiado tristes que los obligaron a abandonar<br />

en 1968 la casa de Arroyo Naranjo?<br />

—El plan era conservar esa casa para siempre. Mi abuela paterna, Berta<br />

Fernández-Cuervo, la única con sentido práctico en la familia —los demás<br />

hemos sido un desastre hasta el sol de hoy—, no era rica ni mucho menos. De<br />

hecho, mi abuelo quebró durante la crisis del 29. Pero como ella (que nació<br />

en 1891 y se la llevaron muy pequeña a Estados Unidos, por la guerra) había<br />

aprendido a hablar inglés antes que español, comenzó a dar clases del idioma.<br />

Preparó un libro de texto en tres tomos, Exercises in Functional Grammar,<br />

y en la década del cincuenta llegó a ser inspectora general de los Centros<br />

Especiales de Inglés de Cuba. (Las personas de mi edad y un poco mayores<br />

recuerdan que en esos lugares se aprendía muy bien a hablar inglés.) De las<br />

entradas de los libros, y de la renta de unos apartamentos en la calle Com -<br />

postela —que heredó también de María del Calvo—, unidas a su mentalidad<br />

práctica —imagino que aprendida en Estados Unidos— compró terrenos para<br />

construir en Alamar y Nuevo Vedado, además de una propiedad suya en Va -<br />

radero. Lo hizo previendo el momento en que sus nietos crecieran, fuesen a<br />

estudiar a la Universidad o a trabajar, y conservaran siempre la finca de Arro -<br />

yo Naranjo como casa de campo. Ése era su plan. Dos cosas mi abuela no<br />

pudo prever: uno, que las nuevas leyes revolucionarias, aún vigentes, prohibían<br />

mantener dos casas en la ciudad; y dos, que esos terrenos, los tres, cayeron<br />

en zonas que llaman “congeladas”. Creo que en el de Nuevo Vedado cavaron<br />

un refugio; en el de Alamar construyeron un edificio; y, en Varadero, debe<br />

existir un hotel.<br />

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