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Critica 145 - Revista Crítica

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HACIA EL CASTILLO<br />

de incorporarse; pero las pieles y mantas impregnadas de barro y nieve, apel -<br />

mazadas por la helada nocturna, lo envolvían como una coraza impidiéndole<br />

todo movimiento. Tenía la cabeza pesada y se sentía aturdido como si antes<br />

de dormirse hubiera bebido demasiado vino de ese que solían diluir los posa -<br />

deros, agregándole ingredientes de todo tipo para ocultar el sabor del agua.<br />

Por qué no hubiera debido despertar de nuevo, repitió, todavía aturdido.<br />

La mujer no se dio por enterada de la pregunta. Qué atrevimiento, dijo.<br />

Primero el susto porque el castillo no nos informó nada de su inminente falle -<br />

cimiento, y ahora despierta de manera completamente normal, y para colmo aquí.<br />

El castillo, preguntó K.<br />

El castillo, sí, respondió la mujer en tono desagradable. Los presentes se -<br />

guían con la vista clavada en K. Otros se sumaron al grupo; sobre todo dos de<br />

ellos le llamaron la atención. Se parecían como si fueran gemelos y le apunta -<br />

ban con los dedos al modo de niños mal educados.<br />

Ja, dijo uno, y el otro repitió: ja.<br />

K. trató nuevamente de liberarse de su encierro. Hizo presión con las<br />

rodillas contra las pieles, martilló el suelo con los talones y con movimientos<br />

rítmicos del tronco dio empujones contra la coraza que lo encerraba y restrin -<br />

gía sus movimientos. Debía ser cómico verlo allí sacudiendo la cabeza para con -<br />

seguir al menos aflojar aquella apretura que le daba la sensación de que nunca<br />

más podría liberarse y de que pronto ni siquiera le sería posible respirar.<br />

Pero mayor aún era su temor de que perdieran el interés en él y lo dejaran<br />

librado a su inmovilidad, ahora que sabían que su estado no tenía nada de<br />

particular y que no se encontraba agonizando. He estado soñando, dijo, tra -<br />

tando de despertar el interés de los presentes —al menos que no lo dejaran<br />

solo—, y pensó en la fugaz impresión que siguió a su despertar. Había sido un<br />

sueño sin recuerdos, que supuestamente sucedía en su patria. Cuando uno está<br />

en lugares lejanos se supone que sueña con su patria y olvida lo soñado en cuan -<br />

to abre los ojos, a no ser que despierte de manera completamente vo luntaria<br />

y lenta en un espacio sin tiempo. Sin embargo, lo habían despertado las mira -<br />

das clavadas en él. Trató de nuevo de incorporarse, pero volvió a fracasar<br />

bajo las miradas de los presentes, que al parecer se estaban divirtiendo.<br />

Los dos hombres que tanto se asemejaban entonaron una extraña cantilena.<br />

No se muere, no se muere, no se lo permiten. Ja.<br />

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