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Critica 145 - Revista Crítica

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viajante de comercio;<br />

Sólo, pues, un problema que se opone al<br />

constructor de puentes.<br />

Una vez resuelto el problema, el pardo<br />

dios es casi olvidado<br />

Por los moradores de las ciudades<br />

—siempre, sin embargo, implacable,<br />

Conservando sus épocas y sus iras,<br />

destructor, recordando<br />

Lo que los hombres prefieren olvidar.<br />

El manierismo es acaso la mayor ten -<br />

tación —y, por lo tanto, el mayor peligro—<br />

en la poesía del primer Sicilia.<br />

Pero no se trata nada más de un peligro<br />

y una tentación para el poeta: lo es igual -<br />

mente para el crítico y, en general, para<br />

todo lector, desconcertado por los re -<br />

ferentes formales de un estilo que, al<br />

menos en el México posterior al mo -<br />

dernismo, no tiene casi representantes,<br />

como no se trate de Manuel Ponce y<br />

dos o tres poetas afines a él que, una<br />

vez más, deben sobrellevar la etiqueta<br />

o estigma de poetas católicos. Adherir -<br />

le al Javier Sicilia de Permanencia en<br />

los puertos (1982), Oro (1990), el ya<br />

citado Trinidad (1992), Vigilias (1994),<br />

Resurrección (1995) y Pascua (2000)<br />

la etiqueta de versificador tradicional<br />

y epígono de tales o cuales maestros no<br />

aclararía, sin embargo, ni la sonoridad<br />

ni el misterio de un verso en apariencia<br />

reiterativo, incluso redundante, pero en<br />

verdad atractivo y sugerente, amasado<br />

en un ritmo de yambos y percusiones<br />

EL SUEÑO DE LA ALDEA<br />

arcaicas: “en este instante eterno y sus -<br />

pendido”.<br />

Pero hay otro Javier Sicilia: el de<br />

Lectio (2004) y Tríptico del desierto<br />

(2009). Y es necesario volver al diá -<br />

logo entablado en Trinidad con T. S.<br />

Eliot para entender de lo que hablo.<br />

Ese mismo pasaje de los Cuatro cuartetos<br />

resuena en los primeros versos<br />

del Tríptico, al grado que su muy particular<br />

planteamiento sintáctico, casi<br />

el propio de una frase adversativa, se<br />

comprende mejor —o sólo se compren -<br />

de bien— cuando se admite que detrás,<br />

en palimpsesto, hay un texto que se<br />

deja oír con persistencia. Eliot, y Herá -<br />

clito en Eliot, pero también Jorge Luis<br />

Borges, y el Juan Ramón Jiménez de<br />

madurez y el Octavio Paz de La esta -<br />

ción violenta, conviven aquí:<br />

No sólo el río, tiempo incontenible,<br />

sino la carne es un hermoso dios desnudo,<br />

un puente edificado entre el allá y el acá,<br />

débil, a veces fuerte y, no obstante, pleno<br />

en sus límites<br />

como un ave tendida en el viento,<br />

un signo en el abismo,<br />

no una mera consecuencia de los dioses,<br />

sino Dios mismo en su hueco,<br />

en su presencia retraída<br />

como un canto que emerge de los<br />

excavamientos del tiempo<br />

y nos permite ser, habitar en su abismo…<br />

Hace algún tiempo, el filósofo Geor -<br />

ges Didi-Huberman estuvo en la Feria<br />

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