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Critica 145 - Revista Crítica

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22<br />

sía de Huerta. Cada uno de sus poemas,<br />

a decir verdad, funciona como un órga -<br />

no del tacto, y cada una de sus pala -<br />

bras actúa como una suerte de ventosa<br />

o papila sensible a lo rugoso, a lo liso, a<br />

lo poroso, a lo seco, a lo húmedo, a lo<br />

frío, a lo caliente de la realidad. El tac -<br />

to es, desde luego, un asunto de la piel,<br />

de la piel viva, cuya profundidad —si<br />

se me permite parafrasear a Eduardo<br />

Lizalde— no está sino en la superficie.<br />

Obsérvese, por si lo anterior fuera po -<br />

co, cómo se habla de un manojo de ner -<br />

vios en “Conjuro desde septiembre”,<br />

poema de La calle blanca (libro de<br />

Huerta publicado en 2006):<br />

Que la mano se abra hacia el espejo del<br />

sueño<br />

Que el ojo se cierre hacia el manojo de<br />

los nervios<br />

Que la espalda se suavice en el reposo<br />

cristalino<br />

Que la boca se distienda bajo la electricidad<br />

de la noche<br />

Que el cuello se afloje en la flor del<br />

reposo<br />

Que la nariz se eleve en el perfume<br />

blanco del día<br />

Que la pierna se alargue detrás del<br />

magnetismo del viaje<br />

Que el pubis se encienda en el terciopelo<br />

del abrazo<br />

Que la cadera se curve en el esplendor<br />

de la brisa<br />

Que la oreja se despierte bajo el tintineo<br />

del contacto<br />

Que el pelo se derrame desde el muro<br />

del cráneo<br />

Que el pecho se ilumine entre las astillas<br />

del grito<br />

Que el hombro se duerma ante la huella<br />

del neblí<br />

Que el pie se extravíe entre las magias<br />

del tiempo<br />

Que la garganta se oscurezca con la sílaba<br />

del espacio<br />

Meticulosa travesía del cuerpo, la<br />

poesía de Huerta es notoriamente acu -<br />

mulativa y enumerativa. Las percepcio -<br />

nes la guían (si bien los datos del tacto<br />

más elemental, insisto, la guían por en -<br />

cima del resto de percepciones) y toda<br />

percepción es acumulativa. La sofisticación<br />

del tacto es, al mismo tiempo,<br />

su vastedad, su amplitud, ya que ningún<br />

roce, ninguna pulsación es concluyen -<br />

te ni excluyente con respecto al roce,<br />

a la pulsación inmediatamente anterior.<br />

Desde sus primeros libros, David Huer -<br />

ta sabe muy bien que no está compitiendo<br />

en una carrera ni siguiendo un<br />

camino, sino buscando repetir una cari -<br />

cia y, al hacerlo, reproducir un es tre -<br />

mecimiento.<br />

RAÚL BAÑUELOS:<br />

TARDANZA DE NOMBRAR LO DICHO<br />

Alguna vez oí decir que hay dos tipos<br />

de artistas: los que tienen vocación de<br />

maestros y los que tienen vocación de dis -

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