Critica 145 - Revista Crítica
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nos conducen a un territorio que no sólo<br />
fomenta el mito, el misterio y los dilemas,<br />
sino que pone en juego la atracción y repul -<br />
sión literarias como un sistema de fuerzas<br />
antagónicas: por un lado, Alfonso Reyes,<br />
una de las figuras por antonomasia de la<br />
ensayística en lengua castellana; y por otro,<br />
Jorge Luis Borges, quien de cierta mane -<br />
ra es dueño de una obra que sabe resistir<br />
y adaptarse mejor al paso del tiempo.<br />
¿Por qué la obra de Reyes se asemeja a<br />
un objeto monolítico del pasado, mientras<br />
que la de Borges es cada vez más imponente?<br />
En un plano más general, ¿en qué<br />
consiste la perdurabilidad y la vigencia<br />
de un texto? Quiero decir: la lógica de es -<br />
te sistema de fuerzas la impone el lector,<br />
e Hiriart responde a estas preguntas en la<br />
primera parte del libro bajo un consisten -<br />
te estilo que hace de lo simple y lo claro<br />
requisitos para que un ensayo sea extraordinariamente<br />
sofisticado. La segunda par -<br />
te está conformada por una colección de<br />
ensayos breves dedicados a la presencia<br />
de la luz en las artes pictóricas y litera rias.<br />
Si Reyes exhuma aquellas imágenes<br />
telúricas sobre nuestro origen cultural que<br />
alude en la Visión de Anáhuac [1519]<br />
(1917), que por su estilización literaria<br />
idealiza nuestra raíz, estableciendo a partir<br />
de allí una sensación y visión de mun -<br />
do semejante a la antigüedad clásica, es<br />
para instaurar y reivindicar nuestra Ilus -<br />
tración; y al mismo tiempo, para proponer<br />
dentro del género ensayístico otra lógica<br />
de argumentación: jurídica, científica y ar -<br />
tística, etc. El ensayo de Reyes se destaca<br />
por su elegancia, además de una lumi-<br />
nosidad meridiana sin igual. Siguiendo<br />
los razonamientos de Hiriart, y sin soslayar<br />
estas virtudes, ¿por qué entonces los<br />
ensayos de Reyes no siguen teniendo vi -<br />
gencia? Si se lee por primera vez a Reyes,<br />
se advierte de inmediato, y lo mismo suce -<br />
derá en la relectura, que esa luminosidad<br />
(des)favorablemente sublima al texto, y pa -<br />
ra deducir lo propuesto por Dionisio Lon -<br />
gino, lo sublime cohíbe y excluye. Reyes y<br />
Longino tienen algo en común: el monopo -<br />
lio del juicio. Para decirlo eufemísticamen -<br />
te: la manera soberana de Reyes para<br />
expresar sus razonamientos tiene algo de<br />
aristocratismo que resulta un desafío para<br />
el lector, pese a que el ensayo alfonsino,<br />
sostiene Hiriart, se sitúa siempre en el or -<br />
den de la conversación. Sin embargo, la<br />
prosa de Reyes transita sin estridencias,<br />
con armónica y aceitada suavidad, ad -<br />
vierte Hiriart; así, inevitablemente, estas<br />
virtudes nos conducen a lo sublime.<br />
Es difícil proponer una respuesta sólida<br />
partiendo de la posibilidad de que si<br />
Reyes hubiera sido un ensayista satírico<br />
y feroz polemista, como plantea Hiriart,<br />
más allá de su cuota de lectores, gozaría<br />
hoy de una recepción crítica más entusias -<br />
ta, porque da la impresión que las nuevas<br />
generaciones de lectores (y especialmente<br />
las conformadas por la academia), descono -<br />
cen su obra o si la conocen la consi deran<br />
un objeto anticuado e inútil. La de Reyes<br />
es producto de un largo periplo de lectu -<br />
ras que ayudó a transformar las convenciones<br />
del ensayo, como la de Borges, que<br />
revolucionó la manera de contar. Es cierto<br />
que el Reyes mundano revela un aura