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Critica 145 - Revista Crítica

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escondidillas o alimentar a la bebé—, res -<br />

tan minutos al tiempo que podría pasar<br />

tecleando en la computadora; minutos que,<br />

sumados, son los más: “Los ciclos de aho -<br />

ra son breves y necesarios. Es imposible<br />

tratar de escribir.”<br />

Ella, en los archivos de su computadora,<br />

en apariencia, va tejiendo lo que su<br />

esposo piensa puede ser su vida de solte -<br />

ra. Aunque ella afirma que es una nove -<br />

la: “Todo es ficción, le digo a mi marido,<br />

pero no me cree.” Y le damos el beneficio<br />

de la duda al hombre; además de que<br />

la vida de la joven editora parece muy cer -<br />

cana, muchas veces la obra guarda algún<br />

dato autobiográfico de su autor.<br />

En esa otra vida de bibliotecas, libros<br />

prestados y traducciones, de amigos que<br />

llegan a dormir, a desayunar o a bañar -<br />

se, de viviendas casi vacías y bares, va<br />

abriéndose paso el poeta Gilberto Owen.<br />

La biografía del autor nacido en El Ro -<br />

sario, Sinaloa, en 1904 es, en un principio,<br />

tan porosa y llena de huecos como el<br />

libro en Los ingrávidos. Esto, consecuencia<br />

de un empleo en la embajada mexicana.<br />

Owen salió de México desde muy<br />

joven, en 1928, radicando en Nueva York,<br />

por lo que “su regreso al país fue… un<br />

pretexto de curiosidad para aquellos que<br />

nunca antes lo habíamos tratado”, dice<br />

Alí Chumacero en su prólogo a las Obras<br />

de Owen.<br />

Valeria Luiselli aprovecha esta estructura<br />

llena de huecos y la amuebla, tal<br />

vez, con más de un dato ficticio —aunque<br />

también retoma fragmentos de las cartas<br />

de Gilberto Owen incluidas en sus Obras—.<br />

Del primero es responsable la joven editora<br />

de “piernas fuertes y flacas”. Mien -<br />

tras hojea libros en la biblioteca, da con<br />

una carta de Owen dirigida a Xavier Vi -<br />

llaurrutia: “Vivo en Mourningside Av. 63.”<br />

Y luego, quizás impulsada por un cierto<br />

entusiasmo que se siente cuando nos en -<br />

teramos que vivimos cerca de donde vive<br />

o vivió alguien importante, o alguien famo -<br />

so, decide proponer al poeta en la editorial<br />

donde trabaja. Y para terminar de<br />

convencer a su jefe, White, decide presen -<br />

tarle un manuscrito que es una traducción<br />

de varios de sus poemas a cargo de<br />

Louis Zukofsky. Manuscrito hecho por ella<br />

misma con ayuda de un amigo, Moby.<br />

Es a partir de entonces que los tres<br />

hilos forman un solo conjunto. La autora<br />

va esbozando lo que bien podría ser una<br />

réplica a palabras del “Drawing hands”<br />

de M. C. Escher. Al tiempo que la madre<br />

del niño mediano escribe “un libro sobre<br />

el fantasma de Gilberto Owen”, el poeta<br />

planea escribir una novela narrada en pri -<br />

mera persona “por una mujer de rostro<br />

moreno y ojeras hondas que tal vez ya se<br />

haya muerto”. Se escriben uno al otro,<br />

como en el trabajo de Escher, donde dos<br />

manos que emergen de la página empu -<br />

ñan cada una un bolígrafo y esbozan el<br />

puño de la camisa de la otra.<br />

Consinrostro, el fantasma en la casa<br />

del niño mediano, y el fantasma —“o va -<br />

rios”— en el departamento de Gilberto<br />

Owen en Filadelfia, el árbol plantado en<br />

una maceta, sequísimo en solo dos sema -<br />

nas, abandonado por el poeta en la azo -<br />

tea de su edificio, y luego encontrado por

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