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Critica 145 - Revista Crítica

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12<br />

común, calma el género de ardor que<br />

padecen los adolescentes; pues sin la<br />

aquiescencia parroquial, sin el matrimonio<br />

—albur audaz— las decantadas<br />

doncellas provincianas, aquellas vírge -<br />

nes hoscas y suaves, detentoras de “se -<br />

xos como sañudos escorpiones” eran<br />

punto menos que inexpugnable para los<br />

jóvenes coetáneos de López Velarde.<br />

Pero mientras la generalidad de sus<br />

jóvenes coetáneos, de extracción ordi -<br />

naria, encontraban con más o menos<br />

facilidad el sucedáneo de la medicina<br />

susodicha en el alcohol, en el matrimo -<br />

nio prematuro, en la carambola a tres<br />

bandas o en los sórdidos lupanares del<br />

lugar, la sensibilidad mórbida de Ra -<br />

món, refrenada por una incurable timi -<br />

dez y por un gratuito sentido de culpa -<br />

bilidad ante el simple deseo, destilaba<br />

ya las estrofas quejumbrosas de La san -<br />

gre devota, su primer libro: “Ser una<br />

casta pequeñez…”<br />

O bien:<br />

¿Imaginas acaso<br />

mi amargura impotente?<br />

O la suplicante Epístola a su inolvi -<br />

dable Fuensanta:<br />

Yo no sé si estoy triste por el alma<br />

de mis fieles difuntos<br />

o porque nuestros mustios corazones<br />

nunca estarán sobre la tierra juntos.<br />

O el melancólico frenesí de:<br />

Y pensar que pudimos<br />

enlazar nuestras manos<br />

(…)<br />

Y pensar que pudimos<br />

en una onda secreta<br />

de embriaguez, deslizarnos,<br />

valsando un vals sin fin, por el planeta...<br />

Podemos creer que el arte —y con<br />

el arte la poesía— es un don de la di -<br />

vinidad; podemos decir que es un re -<br />

sultado o producto de fuerzas físicas,<br />

fisiológicas, psicológicas, sociales, eco -<br />

nómicas o, incluso, metereológicas; po -<br />

demos afirmar que la poesía es o debe<br />

ser la expresión de la razón pura o de<br />

la voluntad creadora o bien de los im -<br />

pulsos irreflexivos que bullen en la sub -<br />

conciencia. Puede uno tener sobre la<br />

poesía, como sobre todas las cosas de<br />

este mundo, una opinión modesta o pre -<br />

tenciosa, pero casi resulta obvio suponer<br />

que siendo la poesía una de tantas ma -<br />

nifestaciones de la personalidad huma -<br />

na, debe estar, forzosamente tiene que<br />

estar influida, entre otras cosas, por las<br />

condiciones de vida del individuo, como<br />

—perdóneseme lo sobado del símil— la<br />

nota musical está condicionada, entre<br />

otras cosas, por la calidad del instrumento<br />

que la emite.<br />

Y tampoco cabe dudar que, en las<br />

voces que el instrumento hombre emi -<br />

te, tiene mucho que ver el funcionamiento<br />

normal o irregular de las vís-

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