Critica 145 - Revista Crítica
Critica 145 - Revista Crítica
Critica 145 - Revista Crítica
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
OLIVERIO COELHO<br />
110<br />
deras obesas, subrayan un efecto óptico: parece un muñeco de nieve deslizán -<br />
dose en el césped.<br />
El taxista negro se vuelve y mira a Park un poco aterrado, tiene las pu -<br />
pilas irritadas, como si hubiera fumado marihuana o no hubiera dormido en<br />
días. De inmediato Park se siente expulsado por esa mirada, sale, pero John<br />
Barreth, a diez metros, da un portazo, evidentemente fastidiado, o bien por la<br />
tarifa del taxi, o bien por los malos recuerdos que revivió al hablar de su aven -<br />
tura bonaerense. Park piensa que no debería haberlo dejado hablar o que no<br />
debería haber aceptado el convite. Vuelve a entrar al taxi y, como un perro que<br />
ha quedado fuera del hogar, a través de la ventanilla mira fijamente la puerta,<br />
esperando una señal que nunca llega.<br />
Retrospectivamente, el viaje en avión junto a John se le representa de una<br />
complicidad patética. Ya había ahí señales de una hipocresía que no supo de -<br />
tectar. A todo Park asintió; con una fe resignada lo escuchó hablar de su nego -<br />
cio informático y hasta creyó identificar en él un modelo de hombre americano<br />
exitoso, para descubrir luego, en un suburbio prolijo de Los Ángeles, a un ca -<br />
renciado afectivo que vivía en un chalet impersonal que quizás fuera parte de<br />
un plan de vivienda social.<br />
Cuando el taxista pierde la paciencia, sin pensarlo él le dice “al centro”.<br />
“El centro es demasiado grande”… Entonces le viene a la mente el recuerdo<br />
de su profesor de coreano, que alguna vez le dijo que en Los Ángeles residía<br />
la mayor comunidad coreana del mundo.<br />
“Al barrio coreano”.<br />
“¿A qué zona del barrio coreano?”, pregunta el otro, desconfiado, y apro -<br />
vecha para desabrocharse dos botones de la hawaiana.<br />
“Al centro”.<br />
El taxista sacude la cabeza, fastidiado. Apenas llegan a Korea Town, de -<br />
tiene el coche. “Son treinta dólares”, dice bruscamente. Park paga y se baja<br />
desconcertado. Nada indica en realidad que no esté en Corea: carteles en Han -<br />
gul, calles repletas de restaurantes de cuyas puertas entreabiertas mana la<br />
inconfundible fermentación del kimchi, nativos hablando en coreano y co -<br />
miendo samgyopsa, bulgogi y bibimpap. Algo, quizás su súbita argentinidad,<br />
lo detiene. Se avergüenza de no hablar la lengua de sus ancestros. Retroce -<br />
de… Cae en la cuenta de que es un error viajar a Corea, nada lo emparenta