Experiencia participativa con adolescentes y jòvenes - BVSDE

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Experiencia participativa con adolescentes y jòvenes 1.2.4 Violencia contra sí mismos o autoinfligida El Instituto de Medicina Legal reportó en el año 2001 que los suicidios ocuparon el cuarto lugar entre las causas de muerte violenta en Lima (8% de las muertes), muchos de adolescentes (Castro Morales 2001). Según una encuesta aplicada en la Gran Lima por Acción por los Niños, entre 402 menores de 11 a 17 años de diversas condiciones económicas (42,9%) plantearon que no sentirse queridos por sus padres era una razón suficiente para el suicidio. Las decepciones con la pareja aparecieron mencionadas como posible móvil por 11,1% de encuestados (Bonfim 2004, citado en MINSA 2004). La Comisión Nacional para el Desarrollo y Vida sin Drogas (DEVIDA) ha informado sobre un inicio más temprano del consumo de drogas entre la población: adolescentes de entre 12 y 19 años de edad consumen sobre todo alcohol y tabaco. Casi 15% de adolescentes ya han consumido marihuana, y entre los 17 y los 19 años hay una mayor proporción de consumo de pasta básica y de clorhidrato de cocaína (DEVIDA 2002). Asociados al consumo de alcohol se hallan el ejercicio irresponsable de la sexualidad, el embarazo adolescente y la infección de adolescentes con VIH-sida. 1.2.5 Violencia contra pares y otros: pandillas, barras bravas y manchas escolares violentas Las pandillas, agrupaciones con una fuerte identidad de grupo y sentido de pertenencia al barrio, defienden su territorio frente a otras pandillas; las barras 20 bravas que, como agrupaciones juveniles están unidas por la pasión por su equipo de fútbol y su identificación con este, se enfrentan a sus similares de equipos contrarios; y las manchas escolares violentas (o pandillas escolares) se disputan el territorio en torno a sus colegios enfrentándose a otras manchas. Estudiosos sobre el tema sostienen que las familias de estos jóvenes pueden o no ser desestructuradas. Lo común, afirman, son el autoritarismo, los métodos violentos de crianza y la carencia de expresión de los afectos con profundos bloqueos en la comunicación. Integran las pandillas quienes tienen problemas familiares y encuentran en esos espacios su afirmación de grupo: viven la pandilla como un sustituto de la familia (CEAPAZ 2003: 12). Hasta febrero del año 2000, la Dirección de Participación Ciudadana (DIPARCI) de la Policía Nacional empadronó a 390 pandillas de Lima y Callao e identificó a 12.300 adolescentes, jóvenes y adultos. De esta muestra (que no es la totalidad del fenómeno), hasta 88% eran menores de 24 años de edad, con predominancia del grupo correspondiente a adolescentes de entre 12 y 17 años (53%); de este total, el pandillaje barrial era el de mayor incidencia y proporciones (79,82%), seguido por el escolar (10,9%) y finalmente por las barras bravas (9,29%) (DIPARCI 2004: 5). Diversos medios de comunicación informaron en el 2002 que el número de pandillas llegaba a 1.200 solo en Lima, sin contar otras formas de prácticas violentas ejecutadas por jóvenes, tales como las barras bravas o las manchas de escolares que protagonizan batallas

campales en la vía pública. 4 Estos datos fueron manejados con un marcado sensacionalismo. Las pandillas y las barras bravas se constituyen en espacios de socialización. Jóvenes de ambos sexos encuentran en ellas referentes que no poseen en su familia o su escuela y establecen en su interior lazos emocionales y de identidad, así como sentimientos de pertenencia muy fuertes. Por esta razón, en algunos casos pasan de ser líderes generadores de violencia a activos promotores del desarrollo de sus comunidades (CONAJU 2004: 18). Respecto a la violencia en la escuela, 42,1% de escolares consultados señalaron la presencia de estudiantes pandilleros. Resulta revelador que alrededor de 20% opine que la violencia es necesaria en el hogar, la escuela y el barrio; 5 es decir, uno de cada cinco escolares muestra una tendencia favorable al uso de la violencia en la vida cotidiana. Especialistas en salud afirman que la violencia juvenil es un problema social con claros componentes asociados a la salud mental, y que aún es insuficiente la investigación sobre el tema. Por otra parte, señalan que las conductas violentas se deben afrontar mediante la promoción de valores, el fomento del uso adecuado del tiempo libre y el desarrollo de acciones de prevención, recuperación y reinserción frente a este tipo de conductas (Ragúz 2002: 44). Sin 1. Marco referencial embargo, hasta hace unos años la respuesta del Estado ha sido represiva, e incluso se consideró un avance la ley contra el pandillaje pernicioso. Expertos de la Dirección Nacional de Participación Ciudadana señalan que el denominado pandillaje pernicioso ha sido englobado en el campo de la delincuencia, pero que esta medida no soluciona el problema. Debe ubicarse más bien, afirman, donde realmente se encuentra: en la responsabilidad de todos, pues este fenómeno es consecuencia de una profunda crisis estructural (DIPARCI 2004: 3). 1.3 Políticas sociales sobre juventud El Estado es el principal agente responsable de las políticas orientadas a la juventud; estas expresan el compromiso que asume el Estado en un determinado momento histórico, así como el propósito o fin que busca alcanzar. Por ello, depende de la capacidad de negociación que logren los distintos sectores de la juventud y la sociedad civil que esas políticas expresen no solo los intereses del Estado sino también los de la sociedad civil (CONAJU 2004). Las directrices estatales referidas a la juventud están relacionadas con las circunstancias de la vida política del país. En este contexto, es posible afirmar que la juventud ha permanecido excluida de 4 Información del Conaju referida al diario La Republica del 9 de julio del 2002 (p. 16). 5 Datos proporcionados por el equipo de especialistas de la Oficina de Tutoría y Prevención Integral del Ministerio de Educación, enero del 2005. 21

campales en la vía pública. 4 Estos datos<br />

fueron manejados <strong>con</strong> un marcado<br />

sensacionalismo.<br />

Las pandillas y las barras bravas se<br />

<strong>con</strong>stituyen en espacios de socialización.<br />

Jóvenes de ambos sexos encuentran en<br />

ellas referentes que no poseen en su<br />

familia o su escuela y establecen en su<br />

interior lazos emocionales y de<br />

identidad, así como sentimientos de<br />

pertenencia muy fuertes. Por esta razón,<br />

en algunos casos pasan de ser líderes<br />

generadores de violencia a activos<br />

promotores del desarrollo de sus<br />

comunidades (CONAJU 2004: 18).<br />

Respecto a la violencia en la escuela,<br />

42,1% de escolares <strong>con</strong>sultados señalaron<br />

la presencia de estudiantes pandilleros.<br />

Resulta revelador que alrededor de 20%<br />

opine que la violencia es necesaria en el<br />

hogar, la escuela y el barrio; 5 es decir,<br />

uno de cada cinco escolares muestra una<br />

tendencia favorable al uso de la violencia<br />

en la vida cotidiana.<br />

Especialistas en salud afirman que la<br />

violencia juvenil es un problema social<br />

<strong>con</strong> claros componentes asociados a la<br />

salud mental, y que aún es insuficiente<br />

la investigación sobre el tema. Por otra<br />

parte, señalan que las <strong>con</strong>ductas<br />

violentas se deben afrontar mediante la<br />

promoción de valores, el fomento del uso<br />

adecuado del tiempo libre y el desarrollo<br />

de acciones de prevención, recuperación<br />

y reinserción frente a este tipo de<br />

<strong>con</strong>ductas (Ragúz 2002: 44). Sin<br />

1. Marco referencial<br />

embargo, hasta hace unos años la<br />

respuesta del Estado ha sido represiva,<br />

e incluso se <strong>con</strong>sideró un avance la ley<br />

<strong>con</strong>tra el pandillaje pernicioso.<br />

Expertos de la Dirección Nacional de<br />

Participación Ciudadana señalan que el<br />

denominado pandillaje pernicioso ha sido<br />

englobado en el campo de la delincuencia,<br />

pero que esta medida no soluciona<br />

el problema. Debe ubicarse más<br />

bien, afirman, donde realmente se<br />

encuentra: en la responsabilidad de<br />

todos, pues este fenómeno es<br />

<strong>con</strong>secuencia de una profunda crisis<br />

estructural (DIPARCI 2004: 3).<br />

1.3 Políticas sociales sobre<br />

juventud<br />

El Estado es el principal agente<br />

responsable de las políticas orientadas a<br />

la juventud; estas expresan el<br />

compromiso que asume el Estado en un<br />

determinado momento histórico, así<br />

como el propósito o fin que busca<br />

alcanzar. Por ello, depende de la<br />

capacidad de negociación que logren los<br />

distintos sectores de la juventud y la<br />

sociedad civil que esas políticas expresen<br />

no solo los intereses del Estado sino<br />

también los de la sociedad civil (CONAJU<br />

2004).<br />

Las directrices estatales referidas a la<br />

juventud están relacionadas <strong>con</strong> las<br />

circunstancias de la vida política del país.<br />

En este <strong>con</strong>texto, es posible afirmar que<br />

la juventud ha permanecido excluida de<br />

4 Información del Conaju referida al diario La Republica del 9 de julio del 2002 (p. 16).<br />

5 Datos proporcionados por el equipo de especialistas de la Oficina de Tutoría y Prevención Integral del<br />

Ministerio de Educación, enero del 2005.<br />

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