Experiencia participativa con adolescentes y jòvenes - BVSDE

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Experiencia participativa con adolescentes y jòvenes ejercen contra sí mismos y contra otros. De acuerdo con esto, pueden ser tanto receptores como emisores de violencia. Dicho en otros términos, son víctimas y protagonistas. No hay un factor que explique por sí solo la aparición de las conductas violentas en este grupo de edad; de hecho, sería erróneo considerar que la pobreza por sí misma tiene una relación causal en la formación de jóvenes violentos, ya que sociedades avanzadas —en Estados Unidos y Europa, por ejemplo— muestran que también han «avanzado» en cuanto a sus cifras de violencia. Sin embargo, es indudable que en el Perú la inequidad social y económica, la crisis política y la corrupción institucional han abonado la desesperanza y la frustración de la juventud, especialmente en las zonas rurales. No es casual que un importante número de jóvenes hayan sido presa fácil de grupos terroristas, de pandillas o de grupos delincuenciales. 1.2.2 Violencia sufrida La juventud de hoy ha crecido siendo testigo o víctima de la época de mayor violencia política en nuestro país, siendo este escenario mucho más dramático entre las poblaciones pobres y rurales. Además, un significativo grupo ha vivido o vive en hogares con violencia familiar, entorno inmediato en el cual la violencia se practica de padre a madre, de ambos progenitores a los hijos, de los hermanos mayores a los más pequeños, etcétera; al mismo tiempo, puede ocurrir que abuelos, tíos o hermanos mayores abusen sexualmente de los menores, en especial de las niñas y las adolescentes. A esto hay que sumarle que la escuela pública aún es un agente social violento que no 18 ha logrado cambiar su estructura vertical para avanzar hacia una convivencia democrática y pacífica. De acuerdo con un estudio de José Anicama (1999), uno de cada tres limeños maltrata psicológicamente a sus hijas o hijos (36,2%) y dos de cada cuatro o cinco lo hacen físicamente (43,2%). Ese mismo año, el Instituto de Defensa Legal reportó más de 3.000 denuncias de adolescentes por maltrato y violencia familiar (de estas, 70% de adolescentes mujeres); 11.000 por lesiones (60% causadas a adolescentes hombres) y más de 5.400 por abuso o agresión sexual (91% de mujeres). Es decir, la violencia sexual es mayor contra las mujeres adolescentes, y la de tipo físico contra los adolescentes hombres (Ragúz 2002: 44). Estudios del Centro de Estudios y Promoción del Desarrollo, DESCO, realizados en el 2000, mostraron que 21,9% de los casos de violencia sexual ocurren dentro de las propias familias y 15,5% en casas de amigos y familiares. Sobre la edad de los abusadores, la misma fuente muestra que 60% de agresiones sexuales es cometida por adolescentes de sexo masculino menores de 18 años (MINSA 2004: 31). El Instituto de Medicina Legal informó en el año 2001 que de todos los casos de delito contra la libertad sexual, 73% de las personas afectadas eran mujeres de todas las edades y 94% eran hombres menores de 17 años. Del total de casos, 9,7% tenían entre 0 y 5 años; 27,5% entre 6 y 12 años; y 51,1% entre 13 y 17 años. Estos datos señalan a la infancia y la adolescencia como los grupos más vulnerables a la violencia sexual (MINSA 2004: 31).

En relación con especificidad de la violencia ejercida contra adolescentes y jóvenes, el año 2002 la Policía Nacional del Perú registró en el país 4.364 denuncias por violación sexual a niñas y adolescentes mujeres, y 371 violaciones a niños y adolescentes varones. Ese mismo año, los Centros Emergencia Mujer del Ministerio de la Mujer y Desarrollo Social (MIMDES) registraron 769 denuncias por violencia física contra mujeres de 12 a 17 años y 215 a varones de las mismas edades. Un estudio realizado por INPPARES en el año 2002 encontró que alrededor de 10% de jóvenes que cursaban cuarto o quinto de secundaria habían sido o estaban siendo víctimas de abuso sexual. La proporción era de dos mujeres por cada hombre abusado. En el año 2003 las mujeres afectadas por violencia sexual que acudieron al Instituto de Medicina Legal en el primer semestre del año, tenían entre 6 y 17 años de edad (Movimiento Manuela Ramos 2004). El Ministerio de Educación, desde su Oficina de Tutoría y Prevención Integral, recogió las opiniones de escolares sobre la violencia en una encuesta aplicada en el año 2003. Los datos revelaron que 81,5% percibían la existencia de peleas físicas en su centro educativo, durante las horas de recreo y de salida. Ese mismo año, encontraron que el 63,8% de escolares de uno y otro sexo opinaban que ellos eran los más expuestos a la violencia dentro y fuera del centro educativo. 1. Marco referencial Cifras registradas por el MIMDES sobre casos atendidos en los Centros de Emergencia Mujer de enero a octubre del 2004 revelan que del total de casos (25.614), 33,86% correspondieron a población con edades comprendidas entre los 15 y los 29 años de edad (8.273 mujeres y 399 hombres). 3 1.2.3 Comportamiento violento Son múltiples los factores asociados al comportamiento juvenil violento; entre estos, el tipo de relaciones tempranas, el modo como se encausa la agresividad y se resuelven los conflictos y las crisis evolutivas, y la influencia de la escuela en la configuración de la personalidad y del proyecto de vida. Todos estos son aspectos fundamentales para la comprensión de la violencia, sin dejar de lado el conjunto de elementos del contexto marcado por las pautas culturales y el momento social e histórico. Pero pesan mucho, también, los factores asociados a la pobreza (infraconsumo, desnutrición, vivienda precaria, y falta de acceso a la educación, a la sanidad y a formas de integración al aparato productivo), la anomia y la exclusión social. Desde la perspectiva psicológica, la violencia expresada por la juventud sería un síntoma de la dinámica psíquica que revela un drama personal, cuyo impacto trasciende y configura una problemática social. 3 Datos proporcionados por el Programa Nacional de Violencia Familiar. Ministerio de la Mujer y Desarrollo Social. 19

<strong>Experiencia</strong> <strong>participativa</strong> <strong>con</strong> <strong>adolescentes</strong> y <strong>jòvenes</strong><br />

ejercen <strong>con</strong>tra sí mismos y <strong>con</strong>tra otros.<br />

De acuerdo <strong>con</strong> esto, pueden ser tanto<br />

receptores como emisores de violencia.<br />

Dicho en otros términos, son víctimas y<br />

protagonistas.<br />

No hay un factor que explique por sí solo<br />

la aparición de las <strong>con</strong>ductas violentas<br />

en este grupo de edad; de hecho, sería<br />

erróneo <strong>con</strong>siderar que la pobreza por sí<br />

misma tiene una relación causal en la<br />

formación de jóvenes violentos, ya que<br />

sociedades avanzadas —en Estados Unidos<br />

y Europa, por ejemplo— muestran que<br />

también han «avanzado» en cuanto a sus<br />

cifras de violencia. Sin embargo, es<br />

indudable que en el Perú la inequidad<br />

social y e<strong>con</strong>ómica, la crisis política y la<br />

corrupción institucional han abonado la<br />

desesperanza y la frustración de la<br />

juventud, especialmente en las zonas<br />

rurales. No es casual que un importante<br />

número de jóvenes hayan sido presa fácil<br />

de grupos terroristas, de pandillas o de<br />

grupos delincuenciales.<br />

1.2.2 Violencia sufrida<br />

La juventud de hoy ha crecido siendo<br />

testigo o víctima de la época de mayor<br />

violencia política en nuestro país, siendo<br />

este escenario mucho más dramático<br />

entre las poblaciones pobres y rurales.<br />

Además, un significativo grupo ha vivido<br />

o vive en hogares <strong>con</strong> violencia familiar,<br />

entorno inmediato en el cual la violencia<br />

se practica de padre a madre, de ambos<br />

progenitores a los hijos, de los hermanos<br />

mayores a los más pequeños, etcétera;<br />

al mismo tiempo, puede ocurrir que<br />

abuelos, tíos o hermanos mayores abusen<br />

sexualmente de los menores, en especial<br />

de las niñas y las <strong>adolescentes</strong>. A esto<br />

hay que sumarle que la escuela pública<br />

aún es un agente social violento que no<br />

18<br />

ha logrado cambiar su estructura vertical<br />

para avanzar hacia una <strong>con</strong>vivencia<br />

democrática y pacífica.<br />

De acuerdo <strong>con</strong> un estudio de José<br />

Anicama (1999), uno de cada tres limeños<br />

maltrata psicológicamente a sus hijas o<br />

hijos (36,2%) y dos de cada cuatro o cinco<br />

lo hacen físicamente (43,2%). Ese mismo<br />

año, el Instituto de Defensa Legal reportó<br />

más de 3.000 denuncias de <strong>adolescentes</strong><br />

por maltrato y violencia familiar (de<br />

estas, 70% de <strong>adolescentes</strong> mujeres);<br />

11.000 por lesiones (60% causadas a<br />

<strong>adolescentes</strong> hombres) y más de 5.400<br />

por abuso o agresión sexual (91% de<br />

mujeres). Es decir, la violencia sexual es<br />

mayor <strong>con</strong>tra las mujeres <strong>adolescentes</strong>,<br />

y la de tipo físico <strong>con</strong>tra los <strong>adolescentes</strong><br />

hombres (Ragúz 2002: 44).<br />

Estudios del Centro de Estudios y<br />

Promoción del Desarrollo, DESCO, realizados<br />

en el 2000, mostraron que 21,9% de los<br />

casos de violencia sexual ocurren dentro<br />

de las propias familias y 15,5% en casas de<br />

amigos y familiares. Sobre la edad de los<br />

abusadores, la misma fuente muestra que<br />

60% de agresiones sexuales es cometida<br />

por <strong>adolescentes</strong> de sexo masculino<br />

menores de 18 años (MINSA 2004: 31).<br />

El Instituto de Medicina Legal informó en<br />

el año 2001 que de todos los casos de<br />

delito <strong>con</strong>tra la libertad sexual, 73% de<br />

las personas afectadas eran mujeres de<br />

todas las edades y 94% eran hombres<br />

menores de 17 años. Del total de casos,<br />

9,7% tenían entre 0 y 5 años; 27,5% entre<br />

6 y 12 años; y 51,1% entre 13 y 17 años.<br />

Estos datos señalan a la infancia y la<br />

adolescencia como los grupos más<br />

vulnerables a la violencia sexual (MINSA<br />

2004: 31).

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