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V Jornadas No Mataras - Facultad de Filosofía y Letras ...

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Escuela <strong>de</strong> <strong>Filosofía</strong><br />

<strong>Facultad</strong> <strong>de</strong> <strong>Filosofía</strong> y <strong>Letras</strong><br />

Universidad <strong>de</strong>l Salvador<br />

Des<strong>de</strong> el año 2000 la Escuela <strong>de</strong> <strong>Filosofía</strong> lleva a cabo entre sus activida<strong>de</strong>s <strong>de</strong><br />

extensión las <strong>Jornadas</strong> Internacionales <strong>de</strong> Ética <strong>No</strong> Matarás. Se trata <strong>de</strong> una<br />

actividad bienal en la que se cuenta con la presencia <strong>de</strong> filósofos, artistas,<br />

pensadores y académicos <strong>de</strong> diversos países acomunados por el pensar ético.<br />

<strong>No</strong>s han acompañado a lo largo <strong>de</strong> estos años el Dr. Raúl Gabás Pallás (Universidad<br />

Autónoma <strong>de</strong> Barcelona, España), el Maestro Jorge Velázquez Delgado (UAM<br />

Iztapalapa, México), el Prof. Mauricio Langón (Universidad <strong>de</strong> la República, Uruguay),<br />

la Dra. Rosario Herrera Guido (Universidad Autónoma <strong>de</strong> Michoacán, México), el Dr.<br />

Medardo Plasencia (Universidad Iberoamericana, DF México), entre otros.<br />

Como parte <strong>de</strong>l Programa <strong>No</strong> Matarás se invitó al Prof. Dr. Roberto Esposito que<br />

abrió las activida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> extensión <strong>de</strong>l año 2009 <strong>de</strong> nuestra <strong>Facultad</strong> <strong>de</strong> <strong>Filosofía</strong> y<br />

<strong>Letras</strong> con la lección magistral Persona y vida humana.<br />

25-28 <strong>de</strong> Agosto <strong>de</strong> 2008<br />

V <strong>Jornadas</strong> Internacionales <strong>de</strong> Ética<br />

NO MATARÁS<br />

El <strong>No</strong> matarás es un mandato vigente en un mundo en el que la globalización ha llegado<br />

también a la exclusión y al terror. Más allá <strong>de</strong> que el fundamento sea ético, político o<br />

religioso, es imperativo a partir <strong>de</strong> la expresión mosaica retejer el lazo social que acune la<br />

emergencia <strong>de</strong> la vida en sus múltiples formas.<br />

El 25 <strong>de</strong> agosto <strong>de</strong> 2008, la Sra. Decana <strong>de</strong> nuestra <strong>Facultad</strong> <strong>de</strong> <strong>Filosofía</strong> y <strong>Letras</strong> Dra.<br />

Ana María Zagari abrió las V <strong>Jornadas</strong> internacionales <strong>de</strong> Ética <strong>No</strong> Matarás con las<br />

siguientes palabras:<br />

Des<strong>de</strong> la concepción trascen<strong>de</strong>nte <strong>de</strong>l mundo y <strong>de</strong>l hombre, hasta las teorías inmanentistas -<br />

filosóficas, antropológicas, sociológicas-, plantean como centro insoslayable el problema <strong>de</strong>l<br />

mal radical.<br />

Esto que parece una abstracción es en lo real aquello con lo que el hombre se encuentra: la<br />

posibilidad siempre cierta <strong>de</strong>l asesinato.<br />

<strong>No</strong> estamos entonces aludiendo al mal <strong>de</strong> los <strong>de</strong>nominados <strong>de</strong>sastres naturales, aunque<br />

también, ni estamos pensando en la supuesta maldad estrictamente animal (el león que se<br />

come al venado o el gato al pajarito) sino a la maldad propia <strong>de</strong> la libertad humana. <strong>No</strong> es en<br />

el or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> la necesidad sino en el alma humana don<strong>de</strong> se dan a la vez la capacidad <strong>de</strong> amar<br />

y la <strong>de</strong> odiar, y aún la <strong>de</strong> ser indiferente ante el dolor.<br />

El hombre es el único capaz <strong>de</strong> cometer asesinato.<br />

Allí está como nos enseñó Tomás <strong>de</strong> Aquino el por qué <strong>de</strong> los mandamientos enunciados<br />

como prohibiciones. Se prohíbe aquello que se pue<strong>de</strong> hacer.<br />

<strong>No</strong> Matarás que po<strong>de</strong>mos <strong>de</strong>clinar también a:<br />

El que roba, mata<br />

Quien corrompe, mata<br />

El que abandona, da muerte<br />

Ser injustos, es matar<br />

Si se <strong>de</strong>nigra, se mata<br />

Al discriminar, se da muerte<br />

Por mentir, también se mata<br />

1


Por eso este mandamiento negativo se subordina al amar al prójimo como a ti mismo, con la<br />

fuerza y con la <strong>de</strong>bilidad que en su enunciación da cuenta <strong>de</strong> la fragilidad humana. El mal y la<br />

tentación <strong>de</strong> ejecutarlo está siempre latente.<br />

Soportar esta premisa nos permite trabajar a favor <strong>de</strong> la paz y <strong>de</strong> la vida en común.<br />

La Conferencia Magistral Erasmo <strong>de</strong> Rotterdam y su opción por la paz estuvo a cargo<br />

<strong>de</strong>l Dr. Carlos Pérez Zavala <strong>de</strong> la Universidad Nacional <strong>de</strong> Río Cuarto.<br />

Contexto <strong>de</strong> las i<strong>de</strong>as <strong>de</strong> Erasmo.<br />

El humanismo.<br />

El humanismo no es una corriente filosófica homogénea, pero pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>cirse que constituye<br />

una perspectiva filosófica que sitúa al hombre como valor principal <strong>de</strong> todo lo existente. En<br />

este sentido, hay expresiones <strong>de</strong>l mismo ya entre griegos y romanos y en la misma Edad<br />

Media. En la actualidad encontramos humanismos marxistas, cristianos, existencialistas.<br />

Pero, limitando el tema, me referiré aquí al humanismo <strong>de</strong>l Renacimiento y, <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong>l mismo,<br />

a la educación en la perspectiva <strong>de</strong> Erasmo <strong>de</strong> Rotterdam.<br />

El humanismo renacentista.<br />

El humanismo <strong>de</strong>l Renacimiento respon<strong>de</strong> a la influencia <strong>de</strong> los estudios que se hicieron<br />

sobre la literatura y la filosofía griega y latina. Como la época registraba una fuerte influencia<br />

<strong>de</strong> la teología, y se imponía la comparación <strong>de</strong> la misma con los valores re<strong>de</strong>scubiertos, la<br />

primera caracterización <strong>de</strong>l humanismo se da distinguiendo aquellos valores <strong>de</strong> la fe<br />

religiosa. Aunque hubo humanistas que elevaron los tesoros <strong>de</strong> las humanida<strong>de</strong>s clásicas al<br />

nivel <strong>de</strong> paradigmas, fueron también numerosos los que consi<strong>de</strong>raron, como Erasmo, a estos<br />

valores seculares como compatibles con las creencias <strong>de</strong>l cristianismo. Para ellos el respeto<br />

por los valores profanos y la admiración por la antigüedad pagana fue un estímulo para la<br />

vuelta a la cristiandad primitiva, con revalorización <strong>de</strong> las fuentes bíblicas y patrísticas,<br />

opacadas por las discusiones <strong>de</strong> los escolásticos. (Pérez Zavala, 2000).<br />

El fundador <strong>de</strong>l Humanismo renacentista fue Petrarca (1304-74), poeta italiano y hombre <strong>de</strong><br />

letras, que trató <strong>de</strong> aplicar los valores y experiencias <strong>de</strong> la antigüedad a cuestiones <strong>de</strong> fe y<br />

moral <strong>de</strong> su tiempo. Al fines <strong>de</strong>l siglo XIV el término Studia humanitatis <strong>de</strong>signó un programa<br />

bien <strong>de</strong>finido <strong>de</strong> educación, incluyendo el estudio <strong>de</strong> la gramática, la retórica, la historia, la<br />

poesía y la filosofía moral, basándose en autores latinos y en textos clásicos.<br />

Los humanistas <strong>de</strong>l siglo XIV dieron preferencia a la cultura latina; sin embargo a comienzos<br />

<strong>de</strong>l siglo XV los clásicos griegos merecieron mayor atención y surgieron maestros con<br />

conocimientos más completos y <strong>de</strong>tallados <strong>de</strong> la civilización antigua. Se incluyeron obras <strong>de</strong><br />

Platón, la obras épicas <strong>de</strong> Homero, las tragedias griegas, las obras narrativas <strong>de</strong> Plutarco y<br />

Jenofonte. Poggio Bracciolini, canciller <strong>de</strong> Florencia y secretario papal, estudió a<strong>de</strong>más las<br />

ruinas y las inscripciones romanas e inició los estudios arqueológicos. Criticó la corrupción<br />

y la hipocresía <strong>de</strong> esta edad en mordaces sátiras y diálogos sólidos en su argumentación.<br />

Lorenzo Valla (1407-57), fue uno <strong>de</strong> los más gran<strong>de</strong>s maestros <strong>de</strong>l clasicismo y editor <strong>de</strong><br />

textos <strong>de</strong> su época. La fundación <strong>de</strong> la Aca<strong>de</strong>mia Platónica en Florencia por parte Cósimo <strong>de</strong><br />

Médici marcó un paso en los valores humanistas <strong>de</strong> los intereses políticos y sociales a la<br />

especulación sobre la naturaleza <strong>de</strong> la humanidad y <strong>de</strong>l cosmos. Maestros como Marsilio<br />

Ficino y Juan Pico <strong>de</strong>lla Mirandola usaron sus conocimientos <strong>de</strong> griego y hebreo para<br />

conciliar las enseñanzas platónicas con el misticismo hebreo, la tradición hermética y la<br />

ortodoxia cristiana, buscando crear una síntesis filosófica perdurable. (Pérez Zavala, 2000)<br />

La obra <strong>de</strong> los humanistas italianos se extendió muy pronto al norte <strong>de</strong> los Alpes,<br />

encontrando eco entre pensadores ingleses, como John Colet (1467- 1519), el cual aplicó al<br />

estudio <strong>de</strong> la Biblia los métodos críticos <strong>de</strong>sarrollados en Italia. (Pérez Zavala, 2000).<br />

Su amigo Mountjoy lo invita a visitar Inglaterra en 1499; en Londres traba amistad con el<br />

joven Tomás Moro. John Colet explicaba, por entonces, las Epístolas <strong>de</strong> San Pablo, haciendo<br />

patente “lo eternamente vivo <strong>de</strong>l cristianismo. Entonces se le reveló a Erasmo una religión<br />

puramente espiritual tan distinta <strong>de</strong>l formalismo monástico y <strong>de</strong> los silogismos sorbónicos<br />

como la ley nueva <strong>de</strong> la antigua” (Bataillon 1932: 8).<br />

Desi<strong>de</strong>rio Erasmo, en Holanda, fue el más influyente <strong>de</strong> los humanistas cristianos. El<br />

introdujo en el pueblo el espíritu clásico. (Huizinga, 1998: XXXVII).<br />

I<strong>de</strong>as pedagógicas <strong>de</strong>l Humanismo: camino a una cultura <strong>de</strong> la paz.<br />

Lo que se proponían los humanistas en su tarea educativa era imbuir a la ciudadanía <strong>de</strong> las<br />

cualida<strong>de</strong>s que ellos consi<strong>de</strong>raban esenciales para la cosa pública. La antigua noción griega<br />

<strong>de</strong> enkyklios pai<strong>de</strong>ia – que significa “educación general” – influyó sobre el i<strong>de</strong>al romano <strong>de</strong><br />

humanitas, el conjunto <strong>de</strong> cualida<strong>de</strong>s que distinguían a los hombres <strong>de</strong> los animales. “El<br />

humanismo <strong>de</strong>l Renacimiento <strong>de</strong>spertó la confianza <strong>de</strong> los clásicos en la existencia racional,<br />

autónoma, <strong>de</strong> la humanidad, <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> los procesos naturales e históricos”. (Encicl. Grolier).<br />

Los i<strong>de</strong>ales humanistas <strong>de</strong> educación acentuaron el valor <strong>de</strong> los estudios profanos,<br />

especialmente <strong>de</strong> la literatura clásica griega y romana, <strong>de</strong> la filosofía y <strong>de</strong> la historia y alentó<br />

el <strong>de</strong>sarrollo armonioso <strong>de</strong>l alma y <strong>de</strong>l cuerpo sin aten<strong>de</strong>r a un premio material o provecho<br />

utilitario. Hay que notar que Erasmo no vio el estudio <strong>de</strong> la ciencia como esencial para el<br />

<strong>de</strong>sarrollo <strong>de</strong> una personalidad culta, creyendo que la educación <strong>de</strong>be centrarse en los<br />

sujetos que tratan con valores y experiencias humanas.<br />

Hacia mediados <strong>de</strong>l siglo XVI, el humanismo ganó amplia aceptación como sistema<br />

educativo. Los pilares <strong>de</strong> dicho sistema fueron el respeto al buen <strong>de</strong>cir, el rescate <strong>de</strong>l valor<br />

2


<strong>de</strong> la naturaleza, la importancia asignada a la sabiduría antigua expresada en fábulas y<br />

adagios y en algunos casos, como veremos, la atención prestada a la educación <strong>de</strong> los niños<br />

y a la preparación <strong>de</strong> la mujer. Los primeros humanistas impulsaron un acercamiento flexible<br />

a los problemas <strong>de</strong> la sociedad y la vida activa al servicio <strong>de</strong> los seres humanos. Se elogia la<br />

antigüedad, sin aprobar por ello las costumbres <strong>de</strong>l mundo pagano en su aspecto<br />

reprobable.<br />

Uno <strong>de</strong> los hombres vistos como mo<strong>de</strong>lo en al arte <strong>de</strong>l buen <strong>de</strong>cir y a la vez interesado en la<br />

cosa pública es Marco Tulio Cicerón. De él dice Erasmo: “Cuanto a la doctrina, confesar<br />

quiero mis pensamientos, pues estoy entre mis amigos: que nunca leo las obras <strong>de</strong> Tulio que<br />

hizo De Senectute, De Amicitia, <strong>de</strong> Officiis, De Quaestionibus tusculanis, sin que muchas<br />

veces bese el libro en que estoy leyendo y tengo en gran<strong>de</strong> acatamiento aquel ánimo que,<br />

según yo creo, en mucho <strong>de</strong> lo que allí dijo fue guiado por gracia celestial. Lo contrario me<br />

acaece algunas veces que leo a esto doctores nuevos que han escrito preceptos <strong>de</strong><br />

república y <strong>de</strong> económica y <strong>de</strong> otras materias pertenecientes a la filosofía moral, los cuales<br />

cosa maravillosa es cuán fríamente proce<strong>de</strong>n en comparación <strong>de</strong> los antiguos...” (Erasmo,<br />

1998: 157).<br />

Se exaltan las Bonae Litterae, las bellas letras. Son bellas porque son buenas. Los<br />

humanistas sueñan con inculcar a través <strong>de</strong> ellas los Boni Mores, las buenas costumbres. La<br />

función propedéutica y el valor moral <strong>de</strong> la cultura clásica están garantizados porque los<br />

humanistas analizan los textos, los explican y, cuando es necesario, los expurgan. Asegurada<br />

la i<strong>de</strong>a central <strong>de</strong>l humanismo renacentista <strong>de</strong>l retorno a las fuentes, se insiste en el valor<br />

irremplazable <strong>de</strong> un texto leído en su lengua original. Y este criterio se aplicará tanto a los<br />

textos clásicos como a los <strong>de</strong> los libros sagrados. (Halkins, 1995: 401).<br />

“Erasmo, aunque surgió un siglo <strong>de</strong>spués <strong>de</strong>l primer humanismo, es, sin embargo, nuevo<br />

para su época. Erasmo logró realizar la unión <strong>de</strong>l espíritu clásico con el cristiano, unión que<br />

había exaltado la mente <strong>de</strong> Petrarca, el padre <strong>de</strong>l humanismo, y que sus discípulos,<br />

encantados con el brillo irresistible <strong>de</strong> la belleza <strong>de</strong> las formas clásicas, habían perdido <strong>de</strong><br />

vista”. (Huizinga, 1998: CXXXVI)<br />

La ciencia <strong>de</strong>l Renacimiento consistíó principalmente en el estudio <strong>de</strong> la medicina, <strong>de</strong> la<br />

física, <strong>de</strong> la matemática, <strong>de</strong>pendiendo <strong>de</strong> los antiguos maestros como Galeno, Aristóteles y<br />

Eucli<strong>de</strong>s. La ciencia experimental en anatomía y alquimia llevó a <strong>de</strong>scubrimientos, en ambos<br />

casos <strong>de</strong>ntro y fuera <strong>de</strong>l ámbito universitario. El Renacimiento pervive en el establecimiento<br />

<strong>de</strong> los cánones <strong>de</strong>l gusto y la literatura y en un estilo llamado Renacimiento en arte, música y<br />

arquitectura. El mismo suministró el mo<strong>de</strong>lo <strong>de</strong>l genio creativo, <strong>de</strong>l hombre “universal”, cuyo<br />

ejemplo es Leonardo <strong>de</strong> Vinci. Produjo la gran literatura vernácula <strong>de</strong> fines <strong>de</strong>l siglo XVI: las<br />

fantasías mundanas <strong>de</strong> Rabelais, los ensayos <strong>de</strong> Montaigne, los buceos en la condición<br />

humana <strong>de</strong> William Shakespeare y la obra <strong>de</strong> Miguel <strong>de</strong> Cervantes.<br />

El Irenismo <strong>de</strong> Erasmo<br />

Erasmo percibió con claridad que las raíces <strong>de</strong> la civilización europea se encontraban en<br />

Atenas, en Roma y en Jerusalén. <strong>No</strong> será por sí mismo un docente sino un investigador al<br />

servicio <strong>de</strong> los pedagogos, el profesor <strong>de</strong> los profesores. Redacta libros <strong>de</strong> iniciación a la<br />

cultura, escribe ejemplos <strong>de</strong> cartas, compendios <strong>de</strong> gramáticas, enriquece el vocabulario <strong>de</strong><br />

los futuros educadores, recomienda la mejor pronunciación. Pi<strong>de</strong> que la educación <strong>de</strong> los<br />

niños comience a la más temprana edad. “Su Programa <strong>de</strong> estudios es el manifiesto <strong>de</strong> una<br />

pedagogía mo<strong>de</strong>rna que va <strong>de</strong> las palabras a las cosas y planifica el estudio <strong>de</strong>tallado <strong>de</strong> los<br />

mejores autores griegos y latinos” (Halkin, 1995: 403).<br />

Naturalmente <strong>de</strong>stila conocimiento <strong>de</strong> los autores clásicos latinos y griegos, lo mismo que <strong>de</strong><br />

los Padres <strong>de</strong> la Iglesia y <strong>de</strong> las fuentes bíblicas. Domina el latín y se crea un estilo personal,<br />

vivo, brillante. El hombre que nace con la imprenta, nunca olvidará la <strong>de</strong>uda que tiene con<br />

ella y la llama “instrumento casi divino”. A ella le <strong>de</strong>be la inmensa difusión <strong>de</strong> sus obras en un<br />

tiempo increíblemente breve.<br />

El fundamento filosófico y teológico <strong>de</strong> su ten<strong>de</strong>ncia irenista se halla bien expresado en su<br />

famoso Enchiridion o Manual <strong>de</strong>l caballero cristiano. En ese libro precisa la naturaleza <strong>de</strong> la<br />

verda<strong>de</strong>ra lucha. (Pérez Zavala, 2002).<br />

El Enchiridion es “un manual <strong>de</strong> cristianismo interior, no un tratado <strong>de</strong> moral cristiana”, dice<br />

Bataillon (1932: 27).<br />

José Luis Abellán insiste en que se trata <strong>de</strong> una reforma mental, más que <strong>de</strong> costumbres, la<br />

que propone Erasmo. (Abellán 1982: 102) La i<strong>de</strong>a central <strong>de</strong>l libro es que la vida es una<br />

milicia, una lucha contra enemigos po<strong>de</strong>rosos, muchos <strong>de</strong> los cuales están en nosotros<br />

mismos (Erasmo 1995: 90) Es un manual <strong>de</strong>l soldado (“miles”) cristiano, <strong>de</strong>l cristiano<br />

militante no <strong>de</strong>l cruzado ni <strong>de</strong>l caballero cristiano. Erasmo se pronuncia enérgicamente<br />

contra las guerras ante los no cristianos y entre los príncipes cristianos. La base <strong>de</strong> la<br />

estrategia que propone está en el conocimiento <strong>de</strong> sí, en la valoración <strong>de</strong> lo humano y en el<br />

retorno a las fuentes y, como dice Huizinga, en “subvertir la concepción <strong>de</strong> la religión como<br />

una continua práctica <strong>de</strong> ceremonias” (Huizinga 1998: XLVI) El cristianismo es libertad, no<br />

yugo <strong>de</strong> esclavitud, recuerda, citando a San Pablo: “Uste<strong>de</strong>s no recibieron un espíritu <strong>de</strong><br />

siervos para recaer en el temor, sino un espíritu <strong>de</strong> hijos” (Gal. 5, 13-15). El Enchiridion será,<br />

pues, un libro <strong>de</strong> bolsillo, una daga para el combate contra la carne y la sangre. El libro está<br />

hecho para cristianos “en el mundo”, por eso es distinto <strong>de</strong> la Imitación, atribuida a Tomás <strong>de</strong><br />

Kempis y <strong>de</strong>stinada a alimentar la espiritualidad “monacal”. El Enchiridion es un entretejido<br />

<strong>de</strong> textos bíblicos (más <strong>de</strong> 500 citas). Después <strong>de</strong> los dos capítulos introductorios, el autor<br />

3


“nos lleva a <strong>de</strong>scubrir la esencia <strong>de</strong>l cristianismo y la correcta postura <strong>de</strong>l cristiano ante él”<br />

(Huizinga 1998: 20).<br />

Educación <strong>de</strong>l príncipe.<br />

Erasmo entrega a Carlos V, quien tenía 16 años, su Institutio principis christiani en 1516,<br />

tres años <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> que Maquiavelo publicara El Príncipe. Aunque el libro había sido<br />

escrito a pedido <strong>de</strong> los preceptores <strong>de</strong> Carlos, Erasmo era consciente <strong>de</strong> la proyección <strong>de</strong><br />

sus i<strong>de</strong>as en el mundo político <strong>de</strong> la época. Pensaba en la figura <strong>de</strong> un gobernante hábil en<br />

los problemas <strong>de</strong> su competencia, capaz <strong>de</strong> dominar los asuntos públicos, pero a la vez<br />

impregnado <strong>de</strong> valores humanos, como los antiguos tribunos insobornables, e iluminado por<br />

la Philosophia Christi, por la sabiduría proveniente <strong>de</strong> la revelación cristiana. Conviene<br />

recordar que, en la mente <strong>de</strong> Erasmo, la <strong>Filosofía</strong> <strong>de</strong> Cristo no es una filosofía “cristiana” en<br />

el sentido que grupos integristas preten<strong>de</strong>n darle hoy. La <strong>Filosofía</strong> <strong>de</strong> Cristo es en realidad<br />

una Teología cristiana, basada en la revelación y que es la forma más alta <strong>de</strong>l conocimiento, y<br />

más se muestra en “bien vivir” que en “bien argüir”. Cuando él habla <strong>de</strong> Teología<br />

generalmente está pensado en las Escuelas teológicas <strong>de</strong> la época, muy afectas a la disputa.<br />

En la Paráclesis se pone <strong>de</strong> relieve el valor <strong>de</strong> la utopía, <strong>de</strong> la vuelta al cristianismo primitivo,<br />

<strong>de</strong> la interioridad, <strong>de</strong> la lectura <strong>de</strong> la Biblia y su versión a las lenguas vernáculas. (Pérez<br />

Zavala, 2002)<br />

Erasmo era un irenista convencido. Su mayor ilusión al escribir el libro era constribuir a la<br />

paz universal, logrando la concordia entre los cuatro soberanos <strong>de</strong> Occi<strong>de</strong>nte: Maximiliano,<br />

Francisco I, Enrique VIII y Carlos. Para él, el príncipe <strong>de</strong>be ser sabio, cuanto más sabio sea,<br />

mejor contribuirá al bienestar <strong>de</strong> la república. El primer <strong>de</strong>ber, por tanto, y el “principal<br />

objetivo <strong>de</strong> un príncipe <strong>de</strong>bía ser procurar el bien común; todos sus actos <strong>de</strong>ben ir<br />

encaminados a alimentar la benevolencia <strong>de</strong> sus súbditos y a procurarles la mayor felicidad<br />

posible”. (Giménez Guijarro, 1996: XV )<br />

La monarquía, como la piensa Erasmo, supone un contrato entre el príncipe, que es el<br />

administrador y los súbditos, que son los administrados. Ella ha <strong>de</strong> estar templada por la<br />

aristocracia y la <strong>de</strong>mocracia; gobernar es mantener la justicia en el interior y la paz en el<br />

exterior. La base <strong>de</strong>l buen funcionamiento <strong>de</strong>l gobierno es la incoruptibilidad moral y la<br />

educación <strong>de</strong> la mente. El príncipe <strong>de</strong>be dar cuenta <strong>de</strong> su gestión a la república porque está<br />

a su servicio; él no está por encima <strong>de</strong> las leyes sino sometido a ellas. El rey no es dueño <strong>de</strong><br />

los bienes particulares <strong>de</strong> sus súbditos ni <strong>de</strong>l bien común propio <strong>de</strong>l Estado. Para Erasmo el<br />

buen gobernante es cristiano, el tirano no merece llamarse tal, es simplemente pagano.<br />

Aunque no está todavía formulada con claridad, la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> resistencia al tirano, está ya<br />

presente en la obra <strong>de</strong> Erasmo. Ha habido, piensa, un pacto político, que ha trasladado la<br />

autoridad <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el pueblo al monarca y los términos y alcances <strong>de</strong> esta traslación están<br />

perfectamente <strong>de</strong>finidos y limitados.<br />

Cuando escribe esta Institutio está todavía con la mente puesta en la Philophia Christi, en una<br />

sabiduría que se apoya en el conocimiento y <strong>de</strong>gustación <strong>de</strong> los clásicos, pero que tiene su<br />

culminación en la enseñanza <strong>de</strong> Jesús. Unoss años más tar<strong>de</strong> publica Querella Pacis y<br />

Paráclesis. En la Institutio aparecen temas <strong>de</strong>l Cuerpo Místico que ya había trabajado en el<br />

Enquiridion y en la Mori a . Puntos que <strong>de</strong>stacamos:<br />

- El evangelismo: “La figura <strong>de</strong> Cristo como arquetipo <strong>de</strong> la perfección <strong>de</strong>l hombre ha llegado<br />

a su más alta expresión, es al mismo tiempo imagen <strong>de</strong> una humanidad en la que todos los<br />

hombres son miembros <strong>de</strong> un cuerpo, cuya cabeza es Cristo, en conformidad con la<br />

inspiración paulina <strong>de</strong>l cristianismo interiorizado” (Giménez Guijarro, 1996: XXIII).<br />

- Pedagogía. La cultura no era un fin en sí misma sino un medio <strong>de</strong> influir y transformar las<br />

instituciones. Piensa que educando a la cabeza, educa a todo el cuerpo; el <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> Erasmo<br />

es ilustrar <strong>de</strong>s<strong>de</strong> arriba a la comunidad universal.<br />

- Irenismo. Es el primer pacifista radical <strong>de</strong> Europa. La belicidad no es una virtud. Todos<br />

pier<strong>de</strong>n con la guerra. Denuncia la falacia <strong>de</strong> la razón <strong>de</strong> Estado y el sofisma <strong>de</strong> la ambición<br />

dinástica. Hay antece<strong>de</strong>ntes <strong>de</strong> sus i<strong>de</strong>as en el pacifismo <strong>de</strong> Nicolás <strong>de</strong> Cusa. La guerra<br />

internacional es la ultima ratio, cuando han fallado todos los otros medios. Lo que más le<br />

escandaliza es la guerra entre reyes cristianos y el ver a sacerdotes y monjes predicando la<br />

guerra, a car<strong>de</strong>nales, a papas, metidos en activida<strong>de</strong>s guerreras. Hay en él una repulsa<br />

permanente a las Cruzadas (Giménez Guijarro, 1996: XXVI) “Sólo la práctica ejemplar <strong>de</strong>l<br />

cristianismo sería la condición y medio a<strong>de</strong>cuado para someter a los turcos”. Se pronuncia<br />

contra las Bulas <strong>de</strong> cruzada, que llama “extorsiones”. Ese dinero no llegaba a los soldados,<br />

que eran sus <strong>de</strong>stinatarios y entonces ellos apelaban al saqueo.<br />

De la acción violenta <strong>de</strong> la cruzada sólo se podían obtener dos resultados: una minoría <strong>de</strong><br />

falsas conversiones <strong>de</strong> infieles y el empobrecimieto <strong>de</strong> los cristianos. Pero la más<br />

escandalosa <strong>de</strong> las guerras, negación <strong>de</strong> los valores traídos al mundo por Cristo, era la<br />

guerra entre cristianos.<br />

Erasmo quisiera ser “ciudadano <strong>de</strong>l mundo, compatriota <strong>de</strong> todos o más bien extranjero a<br />

todos”. En <strong>de</strong>finitiva quisiera ser ciudadano <strong>de</strong> la ciudad <strong>de</strong> Dios, siguiendo la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> San<br />

Agustín, para el cual el cristiano, aún en su casa y en su país, se consi<strong>de</strong>ra como un<br />

extranjero, que no tiene aquí morada permanente. (Halkin, 1995: 409)<br />

Referencias bibliográficas:<br />

Abellán, José Luis, 1982 E l erasmismo español. Espasa-Calpe. Madrid.<br />

Bataillon, Marcel, 1932, Prólogo a Erasmo 1932 El Enchiridion o Manual <strong>de</strong>l Caballero cristiano.<br />

4


Enciclopedia Grolier “Humanities, Education ”, en C. D.<br />

Erasmo <strong>de</strong> Rotterdam 1932 El Enchiridion o Manual <strong>de</strong>l Caballero cristiano, Edición <strong>de</strong> Dámaso Alonso. Revista<br />

<strong>de</strong> Filología española. Madrid.<br />

1995 Enquiridion o Manual <strong>de</strong>l Caballero cristiano. Traducción y notas <strong>de</strong> Pedro<br />

Rodríguez Santidrián. B.A.C. Madrid.<br />

1996 Educación <strong>de</strong>l príncipe cristiano. Tecnos. Madrid.<br />

1998 Coloquios. Elogio <strong>de</strong> la locura. Editorial. Porrúa, México.<br />

Giménez Guijarro, Pedro, Introducción a Erasmo 1996.<br />

Halkins, León E. 1995 Erasmo ente nosotros. Her<strong>de</strong>r, Barcelona.<br />

Huizinga Johan, Introducción a 1998 Erasmo Coloquios. Elogio <strong>de</strong> la locura.<br />

Pérez Zavala, Carlos, 2000 “Humanismo renacentista y educación: el caso <strong>de</strong> Erasmo”, en Educación integral<br />

en un mundo científico y tecnológico. Ediciones <strong>de</strong>l Icala, Río Cuarto.<br />

2003 “La opción por la paz en la conquista y evangelización <strong>de</strong> América. El sello <strong>de</strong><br />

Erasmo en México”. Ediciones <strong>de</strong>l Icala, Río Cuarto.<br />

Selección <strong>de</strong> ponencias <strong>de</strong> las V <strong>Jornadas</strong> Internacionales <strong>de</strong> Ética <strong>No</strong> Matarás.<br />

¿ACASO NO ES UN HOMBRE?<br />

Alejandra A<strong>de</strong>la González-USAL<br />

Estas son ya las V <strong>Jornadas</strong> que llevan por Título “<strong>No</strong> Matarás”.<br />

En varias oportunida<strong>de</strong>s ha surgido una pregunta en torno a este nombre: ¿Por qué en lugar <strong>de</strong><br />

formular un imperativo negativo, no <strong>de</strong>finir directamente aquello que no hay que abolir, es<br />

<strong>de</strong>cir, la vida en su positividad?<br />

Intentaré pensar esto junto con uste<strong>de</strong>s. Para eso acudí a dos citas, y las elegí porque<br />

seguramente son familiares a sus oídos y por que son muy lejanas a nosotros en el tiempo pero<br />

extrañamente cercanas entre sí a pesar <strong>de</strong> su pertenencia a dos universos culturales tan<br />

distintos:<br />

Se han reído <strong>de</strong> mis pérdidas y burlado <strong>de</strong> mis ganancias, han afrentado a mi nación, han<br />

<strong>de</strong>salentado a mis amigos y azuzado a mis enemigos. ¿Y cuál es su motivo? Que soy judío. ¿El<br />

judío no tiene ojos? ¿El judío no tiene manos, órganos, dimensiones, sentidos, afectos,<br />

pasiones? ¿<strong>No</strong> es alimentado con la misma comida y herido por las mismas armas, víctima <strong>de</strong><br />

las mismas enfermeda<strong>de</strong>s y curado por los mismos medios, no tiene calor en verano y frío en<br />

invierno, como el cristiano? ¿Si lo pican, no sangra? ¿<strong>No</strong> se ríe si le hacen cosquillas? ¿Si nos<br />

envenenáis no morimos? ¿Si nos hacéis daño, no nos vengaremos?<br />

William Shakespeare. El merca<strong>de</strong>r <strong>de</strong> Venecia. 1594<br />

La segunda es:<br />

Decid ¿con qué <strong>de</strong>recho y con qué justicia tenéis en tan cruel y horrible servidumbre a estos<br />

indios? ¿Con qué autoridad habéis hecho tan <strong>de</strong>testables guerras a estas gentes que estaban<br />

en sus tierras mansas y pacíficas, don<strong>de</strong> tan infinitas <strong>de</strong> ellas, con muertes y estragos nunca<br />

oídos, habéis consumido? ¿Como los tenéis tan opresos y fatigados, sin darles <strong>de</strong> comer ni<br />

curarlos en sus enfermeda<strong>de</strong>s, que <strong>de</strong> los excesivos trabajos que les dais incurren y se os<br />

mueren, y por mejor <strong>de</strong>cir, los matáis, por sacar y adquirir oro cada día? ¿Y qué cuidado<br />

tenéis <strong>de</strong> quien los doctrina y conozcan a su Dios y creador, sean bautizados, oigan misa,<br />

guar<strong>de</strong>n las fiestas y domingos? ¿Éstos no son hombres? ¿<strong>No</strong> tienen almas racionales? ¿<strong>No</strong><br />

estáis obligados a amarlos como a vosotros mismos? ¿Esto no entendéis? ¿Esto no sentís?<br />

¿Como estáis en tal profundidad <strong>de</strong> sueño tan letárgico dormidos?<br />

Fray Antonio <strong>de</strong> Montesinos. 1511<br />

Antes que nada, un elogio <strong>de</strong> la interrogación. La verdad absoluta encarnada en una<br />

sentencia afirmativa es el discurso <strong>de</strong> los asesinos. Lo que nos <strong>de</strong>tiene antes <strong>de</strong> dar muerte<br />

es la pregunta. ¿Acaso no son hombres los judíos o los indios? ¿Acaso no son racionales las<br />

mujeres? ¿Los negros serán algo más que animales domésticos, como los <strong>de</strong>scribe Kant? Es<br />

cierto que la duda <strong>de</strong>tiene la acción. En ese sentido, no quisiera caer en un elogio <strong>de</strong> la<br />

quietud, tal vez sí <strong>de</strong> la espera. Pero también sabemos que actuar concreta una posibilidad, al<br />

mismo tiempo que niega las otras. Y la experiencia <strong>de</strong>l historicismo absoluto nos ha enseñado<br />

que no es verdad, como <strong>de</strong>cía Hegel, que siempre la realidad contenga todas las<br />

posibilida<strong>de</strong>s. O en todo caso, el límite <strong>de</strong> esa aserción es la muerte, como imposibilidad <strong>de</strong> las<br />

posibilida<strong>de</strong>s. Es cierto que esta discusión ya tuvo lugar entre Hei<strong>de</strong>gger y Sartre. Pero entre<br />

lo posible y lo imposible, se juegan los etnicidios <strong>de</strong> la conquista <strong>de</strong> América, la expoliación<br />

infinita <strong>de</strong> los africanos, los totalitarismos <strong>de</strong>l XX en Europa...<br />

5


Entonces, ¿por qué ese elogio <strong>de</strong> la interrogación? Porque el paso que va <strong>de</strong> la certeza a la<br />

verdad, aunque breve, <strong>de</strong>fine límites <strong>de</strong> vida y muerte. Y lo que me <strong>de</strong>tiene, es precisamente,<br />

que no hay un saber sobre la vida. <strong>No</strong> se trata <strong>de</strong> la vida biológica únicamente pero sí también<br />

<strong>de</strong> ella. <strong>No</strong> hay vida simbólica, <strong>de</strong> modo exclusivo, los cuerpos <strong>de</strong>spi<strong>de</strong>n mal olor, los nazis lo<br />

saben muy bien, y no es tan fácil hacer <strong>de</strong>saparecer la i<strong>de</strong>ntidad <strong>de</strong> los huesos, como plantean<br />

los equipos <strong>de</strong> antropología forense que han investigado en la Argentina los crímenes <strong>de</strong> la<br />

dictadura. Me pregunto qué consi<strong>de</strong>ración pue<strong>de</strong> inducirnos a la interrogación justo antes <strong>de</strong><br />

acabar con algo que no parece valer la pena. Quizás una duda, la propia <strong>de</strong> Antígona cuando<br />

Creón le grita cuerdamente que no es justo que un traidor sea enterrado con los mismos<br />

honores que un héroe. Y ella se interroga una vez más: “¿Quién sabe si en el otro mundo eso es<br />

legítimo?” De otro modo, ¿Cómo estoy tan segura <strong>de</strong> poseer la <strong>de</strong>finición <strong>de</strong>l bien, <strong>de</strong> la verdad<br />

o <strong>de</strong> la justicia? ¿<strong>No</strong> será en cambio más seguro <strong>de</strong>tenerse ante lo que parece el mal, ce<strong>de</strong>r un<br />

instante a la discordia interior, a las dos almas que nos habitan, <strong>de</strong> las que hablaba Platón?<br />

¿<strong>No</strong> será tal vez la tarea <strong>de</strong>l pensamiento no <strong>de</strong>finir sino al contrario <strong>de</strong>tener la precipitación<br />

en los diagnósticos, las sentencias, las taxonomías? Todas ellas acciones propias <strong>de</strong>l Discurso<br />

<strong>de</strong>l Amo, propias <strong>de</strong> la gramática (<strong>de</strong>l po<strong>de</strong>r), la vieja Bruja, que según Nietzsche ha<br />

sobrevivido a la muerte <strong>de</strong> Dios.<br />

Nuestra propuesta ha sido la <strong>de</strong>l <strong>No</strong> matarás. Un imperativo negativo. Vayamos a la<br />

negatividad. Ya Santo Tomás soluciona el problema <strong>de</strong> los preceptos negativos. Precisamente<br />

el <strong>No</strong> Matarás es uno <strong>de</strong> ellos. ¿Por qué está bien formulado <strong>de</strong> este modo? Tomás lo dice así:<br />

“A una afirmación se sigue la negación <strong>de</strong> su opuesto, pero no siempre se sigue <strong>de</strong> la negación<br />

<strong>de</strong> un opuesto la afirmación <strong>de</strong>l otro. Si una cosa es blanca se sigue que no es negra; pero no<br />

se sigue que sea blanca <strong>de</strong> que no sea negra, porque la negación se extien<strong>de</strong> más que la<br />

afirmación. De aquí es que el “no se ha <strong>de</strong> hacer injuria”, que es <strong>de</strong> los preceptos negativos se<br />

extien<strong>de</strong> a muchas más personas según el dictamen <strong>de</strong> la razón, que el <strong>de</strong>ber <strong>de</strong> prestar a otro<br />

un obsequio o un beneficio”. 1<br />

La negación en el precepto se justifica, entonces. Pero aún hace falta aclarar que es aquello<br />

con lo que no se pue<strong>de</strong> acabar. Ya hemos dicho en otras jornadas que no matar significa<br />

también no excluir, no robar la i<strong>de</strong>ntidad, no corromper, no prohibir la lengua o la cultura...<br />

Parece que se trata <strong>de</strong> no acabar con la vida no sólo biológica sino también simbólica <strong>de</strong> las<br />

personas. El personalismo en todas sus variantes ha suscitado corrientes <strong>de</strong> opinión diversas.<br />

Hoy una <strong>de</strong> sus formas es la <strong>de</strong> los <strong>de</strong>rechos humanos. En todos los casos, es claro que fue<br />

muy duro conquistar la forma <strong>de</strong> subjetivación que en cada época permitía ser consi<strong>de</strong>rado un<br />

sujeto <strong>de</strong> <strong>de</strong>recho, pero la noción <strong>de</strong> persona parece haber lastrado con un matiz sagrado esta<br />

categoría. En la antigüedad griega el discutido concepto <strong>de</strong> polites es el que está en cuestión.<br />

Discutible porque Aristóteles y Platón <strong>de</strong>baten cuáles sean los requisitos para acce<strong>de</strong>r a esta<br />

condición, en el camino quedan poetas, escultores, comerciantes artesanos, ni que hablar <strong>de</strong><br />

mujeres, niños, esclavos, extranjeros. Si bien la esclavitud es peri physeos, igual que la<br />

libertad humana, <strong>de</strong> la que no se pue<strong>de</strong> alienar a nadie, según Aristóteles, no encontramos en<br />

su <strong>de</strong>finición <strong>de</strong>l esclavo como un instrumento vivo, más que una nueva ratificación <strong>de</strong> que las<br />

<strong>de</strong>finiciones, establecen una jerarquía ontológica para justificar un or<strong>de</strong>n político. Y dan por<br />

terminadas las explicaciones por la vía <strong>de</strong> la naturaleza, para no dar cuenta <strong>de</strong> las condiciones<br />

materiales que tienen como efecto esas construcciones <strong>de</strong>l espacio público político.<br />

El <strong>de</strong>bate sobre la condición humana <strong>de</strong> grupos o individuos no tiene fin: pongamos por<br />

ejemplo criollo el famoso enfrentamiento entre el aristotélico y más mo<strong>de</strong>rno Sepúlveda y con<br />

el más anticuado dominico Bartolomé <strong>de</strong> las Casas, uno a favor <strong>de</strong> la superioridad natural <strong>de</strong><br />

unos pueblos sobre otros, el segundo <strong>de</strong>sesperado por preconizar la humanidad <strong>de</strong> los indios,<br />

pero proponiendo suplantarlos por los negros. Si a aborígenes, mujeres, negros, niños nos fue<br />

tan difícil adquirir un estatuto espiritual o jurídico, y a<strong>de</strong>más fue precisamente ese estatuto el<br />

que dio como efecto su condición subjetiva ¿no convendría <strong>de</strong>tenernos ante lo que aún hoy no<br />

parece alcanzar un <strong>de</strong>recho por sí mismo? <strong>No</strong> quiero <strong>de</strong>cir que los pingüinos empetrolados<br />

sean personas, pero sí que la consi<strong>de</strong>ración <strong>de</strong> que las especies en extinción son sujetos <strong>de</strong><br />

<strong>de</strong>recho es relativamente reciente. Y es muy difícil medir el itinerario <strong>de</strong> estas reflexiones. Pero<br />

<strong>de</strong>fen<strong>de</strong>r cierta “naturaleza” que por supuesto es otro modo <strong>de</strong> la cultura, no resulta en<br />

algunos casos muy ajenos a <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>r la posibilidad <strong>de</strong> la vida futura <strong>de</strong> los hombres en la<br />

Tierra. Entonces se torna difícil establecer qué es una vida a la que se le atribuyen <strong>de</strong>rechos<br />

inalienables, y aún sagrados, reconociendo en el estatuto <strong>de</strong> persona esa noción.<br />

Pero una pensadora escandalosa <strong>de</strong> este siglo, nos pone frente a un apuro. <strong>No</strong>s dice Simone<br />

Weill: “Si la persona humana fuera en él lo que hay <strong>de</strong> sagrado para mí, podría fácilmente<br />

sacarle los ojos. Una vez ciego, sería una persona humana exactamente igual que antes. <strong>No</strong><br />

habría tocado en absoluto la persona humana en él. Solo habría <strong>de</strong>strozado sus ojos” 2 Asi que<br />

no se trata únicamente <strong>de</strong>l concepto <strong>de</strong> persona lo que no hay que matar en alguien.<br />

Pensemos en la perspectiva sugerida por Weil, quien invirtiendo la posición <strong>de</strong> la justicia<br />

liberal que atribuye <strong>de</strong>rechos inalienables al individuo, <strong>de</strong>spojándolo <strong>de</strong>l lastre teológico, pero<br />

justificándose todavía en el <strong>de</strong>recho natural, establece una noción opuesta, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la cual<br />

1 Tomás <strong>de</strong> Aquino. Suma Teològica. Preceptos Morales <strong>de</strong> la ley. 1-2 quaestio 100 a.7<br />

2 Simone Weil. La persona y lo sagrado en Escritos <strong>de</strong> Londres. Madrid. Trotta. 2005 pág. 80<br />

6


po<strong>de</strong>mos volver al <strong>No</strong> Matarás. <strong>No</strong> se trata dice Weil <strong>de</strong> los <strong>de</strong>rechos que difusos no se sabe a<br />

quién atribuírselos, sino <strong>de</strong> los <strong>de</strong>beres que cada uno <strong>de</strong> nosotros, mejor dicho, que yo tengo.<br />

Ya que la estructura <strong>de</strong>l lenguaje es egológica, yo aquí y ahora tengo hacia todo lo <strong>de</strong>más el<br />

<strong>de</strong>ber <strong>de</strong> no dañarlo. Y no voy a plantear que no dañaré la vida. Sino simplemente, elogio <strong>de</strong> la<br />

interrogación otra vez, me preguntaré si esto no constituye una vida, me <strong>de</strong>tendré<br />

precisamente en el instante <strong>de</strong> dar la muerte. <strong>No</strong> matarás entonces es el <strong>de</strong>ber <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el que<br />

me constituyo en un sujeto hacia otros sujetos posibles, cuya <strong>de</strong>finición está incluso en<br />

suspenso. Hablo, me <strong>de</strong>tengo, me interrogo, intento no dañar, entonces existo como sujeto<br />

vacilante, en una proliferación <strong>de</strong> palabras y <strong>de</strong> acciones fallidas. Me <strong>de</strong>moro en una ética <strong>de</strong><br />

la interrogación. Pero no se trata <strong>de</strong> preguntarme sobre el estatuto ontológico <strong>de</strong>l otro, porque<br />

¿quién soy para andar diciendo quiénes son los <strong>de</strong>más o lo que <strong>de</strong>ben hacer? sino sólo me<br />

permitiré el instante <strong>de</strong> oscilación en don<strong>de</strong> la pregunta ¿Acaso no es un humano? pueda ser<br />

articulada <strong>de</strong>s<strong>de</strong> mi propia lugar. Y en ese silencio dice Weil se “penetra en el dominio <strong>de</strong> lo<br />

impersonal...don<strong>de</strong> se encuentra una responsabilidad respecto a todos los seres... La <strong>de</strong><br />

proteger en ellos, no la persona, sino todo lo que <strong>de</strong> frágiles posibilida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> tránsito a lo<br />

impersonal recubre la persona” 3 pero <strong>de</strong> un modo peculiar, reuniendo esa ética <strong>de</strong> la<br />

interrogación que permite anudar el silencio <strong>de</strong> la espera a una política que simplemente<br />

<strong>de</strong>jara escuchar el dolor para que pudiera expresarse en la palabra.<br />

Creo que el “<strong>No</strong> matarás” produce como efecto una auténtica donación <strong>de</strong> sentido en tanto se<br />

dirige a un futuro como prescripción pero también pue<strong>de</strong> actuar retrospectivamente sobre el<br />

pasado: <strong>No</strong> llenando <strong>de</strong> culpa o constituyendo una voz superyoica que vigile nuestros actos,<br />

sino haciendo lugar a la espera <strong>de</strong>l otro.<br />

El <strong>No</strong> Matarás ha sido también objetado porque se plantea que tiene un carga teológica en<br />

épocas <strong>de</strong> una ética secularizada. Podríamos discutir si efectivamente esto es así. Pero me<br />

parece más interesante conce<strong>de</strong>rlo <strong>de</strong> entrada. Sí, estamos en presencia <strong>de</strong> un precepto con<br />

un fuerte peso teológico. Pero recor<strong>de</strong>mos que <strong>de</strong>s<strong>de</strong> que Platón comenzó a utilizar este<br />

término para criticar a los dioses homéricos, la teología siempre ha surgido en momentos <strong>de</strong><br />

crisis religiosa. Y no hay duda <strong>de</strong> que estamos en un período en don<strong>de</strong> la crítica a la religión,<br />

luego <strong>de</strong> Marx, <strong>de</strong> Nietzsche y <strong>de</strong> Freud nos está permitiendo <strong>de</strong> un modo trabajoso y<br />

esforzado diferenciar la ilusión <strong>de</strong> la esperanza. Por otra parte, no lo planteamos como un<br />

precepto que se <strong>de</strong>sarrolle en nuevos <strong>de</strong>cálogos relativamente consensuados o<br />

imperativamente impuestos o racionalmente <strong>de</strong>ducidos. <strong>No</strong> matará alu<strong>de</strong> a un acto, al<br />

momento en que nuestra mano se <strong>de</strong>mora antes <strong>de</strong> golpear, o nuestra palabra antes <strong>de</strong> herir, o<br />

nuestra mirada antes <strong>de</strong> humillar. Es un acto en don<strong>de</strong> el otro crece en su estatura subjetiva<br />

porque permito un espacio que permite que la pulsión sorda dé un ro<strong>de</strong>o.<br />

Por eso creo que el <strong>No</strong>mbre elegido tiene aún vigencia: porque no nos obligamos a un<br />

imposible amor al prójimo. Una utopía ilusoria <strong>de</strong> un lazo social sólo basado en la caridad.<br />

Simplemente, un segundo <strong>de</strong> espera que sepa soportarse en la paradojal historia <strong>de</strong>l <strong>de</strong>venir<br />

humano: por un lado un <strong>de</strong>sarrollo creciente <strong>de</strong> ese espacio público don<strong>de</strong> las diferencias, las<br />

minorías, lo que carece <strong>de</strong> lengua y <strong>de</strong> voz puedan ir apareciendo para tomar la palabra y<br />

actuar, y por el otro el eterno retorno <strong>de</strong> la pulsión <strong>de</strong> muerte.<br />

LA FILOSOFÍA COMO EJERCICIO ESPIRITUAL<br />

Juan Horacio Lamarche-UNMdP<br />

El abordaje <strong>de</strong> Michel Foucault sobre los griegos, helenistas y romanos implica un cambio<br />

<strong>de</strong> mirada que sorprendió en su momento a sus estudiosos. Tanto en Historia <strong>de</strong> la sexualidad,<br />

T. 2 y 3 como en sus clases <strong>de</strong>l College La hermenéutica <strong>de</strong>l sujeto, el pensador indaga sobre<br />

la conformación <strong>de</strong> un sujeto ético como estética <strong>de</strong> la existencia <strong>de</strong>splegada a través <strong>de</strong><br />

variadas ascesis <strong>de</strong> configuración. En esos escritos Foucault reconoce la influencia <strong>de</strong> Pierre<br />

Hadot que actualmente sigue trabajando en esta línea interpretativa. En un libro recientemente<br />

traducido, Ejercicios espirituales y filosofía antigua, Hadot postula una tesis fuerte, la filosofía<br />

griega, por lo menos <strong>de</strong>s<strong>de</strong> los pitagóricos y la Aca<strong>de</strong>mia es asumida como un “ejercicio<br />

espiritual” en función <strong>de</strong> una transformación <strong>de</strong>l yo que permita conjurar los sufrimientos y<br />

pa<strong>de</strong>cimientos propios <strong>de</strong> la vida.<br />

La elección <strong>de</strong> la noción axial <strong>de</strong> ejercicio espiritual, extraña al pensamiento mo<strong>de</strong>rno, es<br />

justificada por Hadot, entre otras cosas, porque incluye no solo al pensamiento sino a la<br />

imaginación y la sensibilidad accediendo a una terapéutica <strong>de</strong> las pasiones y a una<br />

metamorfosis <strong>de</strong> la personalidad. La palabra espiritual, generalmente ligada a las religiones,<br />

implica en este caso que tales ejercicios o prácticas se sitúen en la perspectiva cósmica <strong>de</strong>l<br />

todo. Los ejercicios espirituales <strong>de</strong> San Ignacio <strong>de</strong> Loyola son para Hadot una versión cristiana<br />

que tiene ya avanzados y plenos antece<strong>de</strong>ntes en la ascesis griega, ligada a una filosofía como<br />

arte <strong>de</strong> vivir. La <strong>de</strong>ca<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong> estas formas <strong>de</strong> filosofía comienza con el nacimiento <strong>de</strong> las<br />

universida<strong>de</strong>s medievales, don<strong>de</strong> los profesores ejercen la mera enseñanza <strong>de</strong> teorías<br />

abstractas y las exégesis textuales que no involucran la transformación interior <strong>de</strong> los<br />

interlocutores.<br />

Las escuelas helenísticas, cínicos, escépticos, estoicos y epicúreos, proponen que la causa<br />

<strong>de</strong> los sufrimientos es el <strong>de</strong>sor<strong>de</strong>n <strong>de</strong> las pasiones, los <strong>de</strong>seos insaciables e insatisfechos, la<br />

3 Simone Weil. La persona y lo sagrado en Escritos <strong>de</strong> Londres. Madrid. Trotta. 2005 pág. 82<br />

7


filosofía es una terapia <strong>de</strong> las pasiones y reclama una conversión. Los estoicos aceptan un<br />

<strong>de</strong>stino ineluctable <strong>de</strong> causas y efectos ajenos a nuestro albedrío que <strong>de</strong>ben tomarse tal cual<br />

son. El bien moral es una a<strong>de</strong>cuación al <strong>de</strong>stino material <strong>de</strong> una naturaleza divina en una serie<br />

<strong>de</strong> ejercicios espirituales bien conocidos por los practicantes <strong>de</strong> la escuela. Hay un listado <strong>de</strong><br />

estas prácticas en los escritos <strong>de</strong> Filón <strong>de</strong> Alejandría: la lectura, la escucha, la atención, las<br />

meditaciones (meletaia) y el dominio <strong>de</strong> uno mismo (enkrateia), solidarios a la rememoración,<br />

el po<strong>de</strong>r terapéutico <strong>de</strong> la palabra y el <strong>de</strong>scubrimiento <strong>de</strong>l valor infinito <strong>de</strong>l instante. En<br />

resumen, la filosofía estoica juega la teoría en un entrenamiento o ejercitación que traspasa los<br />

límites <strong>de</strong> la individualidad reconociéndose parte <strong>de</strong> un cosmos racional, en el ejercicio <strong>de</strong> una<br />

rectitud moral <strong>de</strong> acción acor<strong>de</strong> a esa racionalidad, ello exige vigilancia, energía y tensión<br />

espiritual.<br />

Los epicúreos plantean similares prácticas <strong>de</strong> lectura, meditación amistosa y terapéuticas,<br />

una muestra es el célebre cuadrifarmaco: “Los dioses no son <strong>de</strong> temer, la muerte no es una<br />

<strong>de</strong>sgracia, el bien resulta fácil <strong>de</strong> obtener y el mal sencillo <strong>de</strong> soportar.” Este singular<br />

hedonismo epicúreo, que busca conformarse con lo mínimo, alejarse <strong>de</strong> los placeres<br />

sensuales y la política para encontrar la ataraxia, la imperturbabilidad <strong>de</strong>l alma en un sereno<br />

placer <strong>de</strong> existir. Un encuentro esencial a la comunidad <strong>de</strong> El jardín es la amistad, la confesión<br />

y meditación horizontal en la apertura <strong>de</strong>l diálogo y el afecto. En este sentido, el diálogo<br />

socrático es un mo<strong>de</strong>lo <strong>de</strong> pensamiento, acción, vida y asunción <strong>de</strong> la muerte, así lo presenta<br />

Hadot en su bello libro Elogio <strong>de</strong> Sócrates, haciendo mención al Alcibía<strong>de</strong>s <strong>de</strong> Platón, también<br />

analizado por Foucault. Sócrates es un maestro <strong>de</strong>l diálogo con los otros y consigo mismo, su<br />

estrategia <strong>de</strong>l no saber marca la huella <strong>de</strong> indigencia y gran<strong>de</strong>za <strong>de</strong>l filósofo, <strong>de</strong>l camino<br />

interminable hacia la sabiduría, que se eva<strong>de</strong> y renace recodo a recodo.<br />

En un artículo, Hadot rememora su primera conversación con Foucault a fines <strong>de</strong> 1980<br />

señalando su gran disposición y receptividad, lamentando la escasez <strong>de</strong> esos encuentros<br />

enriquecedores a raíz <strong>de</strong> su temprana muerte. Asimismo pon<strong>de</strong>ra la incorporación <strong>de</strong>l último<br />

Foucault <strong>de</strong> la ascesis antigua y la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> estilo griega, diferente <strong>de</strong> la mo<strong>de</strong>rna, ya que en<br />

aquella la palabra belleza (kalon) se vincula a la moral a través <strong>de</strong>l bien (agathon). En ese<br />

mismo texto toma distancias y enuncia diferencias con Foucault que resumiré brevemente: La<br />

primera es una crítica a la noción foucaultiana <strong>de</strong> cultivo o tecnología <strong>de</strong>l yo para conformar<br />

una vida bella, Hadot propone no una configuración <strong>de</strong>l yo sino la transformación,<br />

transfiguración y superación <strong>de</strong>l yo, que se diluye a sí mismo para incorporarse<br />

integradoramente al cosmos. A<strong>de</strong>más Foucault no menciona la palabra sabiduría, cuyo<br />

significado alu<strong>de</strong> a una forma inalcanzable que sin embargo opera como ten<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong><br />

superación a través <strong>de</strong> tres dimensiones: la paz espiritual (ataraxia), la libertad interior<br />

(autarkeia) y salvo en el caso <strong>de</strong> los escépticos, la conciencia cósmica. La segunda crítica<br />

refiere a que si bien Foucault compren<strong>de</strong> muy bien a la filosofía como terapéutica no da<br />

importancia a la paz <strong>de</strong>l espíritu, liberadora <strong>de</strong> las preocupaciones y temores <strong>de</strong> la vida<br />

cotidiana. Todas estas escuelas, según Hadot, buscan esa paz aunque difieran en el modo <strong>de</strong><br />

conseguirla. Otra diferencia es la interpretación <strong>de</strong>l punto histórico <strong>de</strong> ruptura <strong>de</strong> la filosofía<br />

como forma <strong>de</strong> vida, Hadot la ubica con el nacimiento <strong>de</strong> las universida<strong>de</strong>s medievales en la<br />

que la filosofía se convierte en auxiliar <strong>de</strong> la teología y en un vehículo <strong>de</strong> comentarios<br />

exegéticos <strong>de</strong> textos mientras que Foucault la localiza en Descartes y sus evi<strong>de</strong>ncias<br />

puramente inteligibles a las que consi<strong>de</strong>ra amorales. El autor rescata las meditaciones<br />

cartesianas como ejercicios espirituales tomados <strong>de</strong> la tradición antigua en la que también<br />

involucra a Spinoza. Por último, señala la escasa importancia asignada por Foucault al<br />

epicureismo, tal vez por su negación <strong>de</strong> los placeres sensuales y sexuales, otros autores han<br />

indicado esa ausencia.<br />

Foucault, en una entrevista, señaló la ausencia <strong>de</strong> la ascesis en el pensamiento disciplinario<br />

mo<strong>de</strong>rno y que su estudio sobre los antiguos no es una añoranza <strong>de</strong> un tiempo mejor sino la<br />

indicación <strong>de</strong> una falta que podría reclamar la asunción <strong>de</strong> una nueva perspectiva <strong>de</strong> vida.<br />

Hadot afirma, sin embargo, la presencia <strong>de</strong> ejercicios espirituales en pensadores <strong>de</strong> la<br />

mo<strong>de</strong>rnidad como Montaigne, Descartes, Spinoza, Kierkeggard, contemporáneos como<br />

Nietzsche, Merlau Ponty, Bergson, Wittgenstein, Hei<strong>de</strong>gger y Foucault. Señalo una curiosidad,<br />

un psicoanalista francés en plena producción Jean Allouch, en un libro reciente, El<br />

psicoanálisis ¿es un ejercicio espiritual? –Respuesta a Michel Foucault-, enuncia argumentos<br />

afirmativos para tal pregunta retórica.<br />

Concluyo con una frase <strong>de</strong> Nietzsche que cierra el trabajo comentado <strong>de</strong> Hadot: “El genio<br />

<strong>de</strong>l corazón, tal como lo posee aquel gran oculto, el dios-tentador y cazarratas nato <strong>de</strong> las<br />

consciencias, cuya voz sabe <strong>de</strong>scen<strong>de</strong>r hasta el inframundo <strong>de</strong> toda alma, que no dice una<br />

palabra, que no lanza una mirada en la que no hay un propósito y un guiño <strong>de</strong> seducción, el<br />

genio <strong>de</strong>l corazón, que a todo lo que es ruidoso y se complace en sí mismo lo hace enmu<strong>de</strong>cer<br />

y lo enseña a escuchar, que pule las almas rudas y les da a gustar un nuevo <strong>de</strong>seo –el <strong>de</strong> estar<br />

quietas como un espejo, para que el cielo profundo se refleje en ellas- el genio <strong>de</strong>l corazón, <strong>de</strong><br />

cuyo contacto todo el mundo sale más rico, no agraciado y sorprendido, no beneficiado y<br />

oprimido como por un bien ajeno, sino más rico <strong>de</strong> sí mismo, más nuevo que antes, removido,<br />

oreado y sonsacado por un viento tibio, tal vez más inseguro, más <strong>de</strong>licado, más frágil, más<br />

quebradizo, pero lleno <strong>de</strong> esperanzas que aun no tienen nombre.”<br />

Hadot, Pierre (2006) Ejercicios espirituales y filosofía antigua. Madrid. Siruela.<br />

Hador, Pierre (2008) Elogio <strong>de</strong> Sócrates. Madrid. Paidos.<br />

8


Allouch, Jean (2007) El psicoanálisis ¿es un ejercicio espiritual? Buenos Aires. El cuenco <strong>de</strong><br />

plata.<br />

MATAR CALLANDO: EL REVÉS DE LA TRAMA BIOPOLÍTICA<br />

Cristina López-USAL, UNSAM<br />

Introducción:<br />

La puesta en práctica <strong>de</strong>l dispositivo biopolítico <strong>de</strong> ejercicio <strong>de</strong>l po<strong>de</strong>r implicó la<br />

conversión <strong>de</strong> la mera vida biológica <strong>de</strong>l hombre en objeto <strong>de</strong> sus estrategias <strong>de</strong> gobierno. En<br />

este sentido, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> su conformación, todas las regulaciones <strong>de</strong> este dispositivo parecen<br />

estar exclusivamente <strong>de</strong>stinadas a proteger, conservar e incluso optimizar la vida <strong>de</strong> la<br />

población. Es sabido que no es en procura <strong>de</strong>l bienestar social sino por el rédito económico<br />

que una buena gestión <strong>de</strong> la vida produce que el biopo<strong>de</strong>r consagra sus mejores recursos a<br />

hacer vivir. De hecho, en pos <strong>de</strong> alcanzar este objetivo, se obstina en generar técnicas que<br />

le permitan controlar la natalidad, prevenir las enfermeda<strong>de</strong>s, reducir los riesgos, entre otras<br />

tantas medidas similares. Así las cosas, podría pensarse que la muerte no entra en sus<br />

cálculos salvo para aplazar su llegada cuanto fuera posible. Conforme a esto, su accionar se<br />

limitaría a <strong>de</strong>jar morir toda vez que resultara inviable cualquier intento por hacer perdurar la<br />

vida. En suma, tan abocada a promover la vida, sólo en el extremo la biopolítica se las vería<br />

con la muerte como con un peligro que <strong>de</strong>s<strong>de</strong> fuera amenaza su potestad. De allí que,<br />

intentara ocultar o con<strong>de</strong>nar al olvido a todo aquello que la evoque. Sin embargo, lejos <strong>de</strong><br />

confirmar esta presunción, como ponen en evi<strong>de</strong>ncia las investigaciones <strong>de</strong> los principales<br />

pensadores que se ocupan <strong>de</strong> esta cuestión 4, nuestra experiencia histórica la contraría<br />

fuertemente obligando a indagar al amparo <strong>de</strong> qué filosofía, bajo qué concepción <strong>de</strong> vida y<br />

muerte, por qué razones y <strong>de</strong> qué manera un po<strong>de</strong>r empeñado en hacer vivir es capaz <strong>de</strong><br />

<strong>de</strong>splegar las más variadas estrategias para hacer morir. Al respecto, la hipótesis que<br />

quisiera examinar aquí sostiene que sólo sobre la base <strong>de</strong> una concepción economicista y<br />

biologicista <strong>de</strong> la vida y <strong>de</strong> la muerte y en razón <strong>de</strong> sus propias pretensiones vitalistas la<br />

biopolítica se ve obligada a arbitrar <strong>de</strong> modo velado toda una serie <strong>de</strong> disposiciones y<br />

técnicas que la habilitan a matar. Por en<strong>de</strong>, en lo que sigue, intentaré, en primer lugar,<br />

i<strong>de</strong>ntificar la configuración filosófica sobre la que se funda la biopolítica, en segundo lugar,<br />

mostrar <strong>de</strong> qué manera llegan las disciplinas positivas <strong>de</strong>l momento a acuñar los conceptos<br />

<strong>de</strong> vida y <strong>de</strong> muerte que les son a tal punto funcionales que tanto les permiten incentivar la<br />

vida como procurar la muerte y, finalmente, caracterizar el modo en que lleva a cabo sus<br />

estrategias mortíferas.<br />

1. De la filosofía como analítica <strong>de</strong> la finitud.<br />

Si adoptamos como valida la periodización <strong>de</strong> Michel Foucault 5 según la cual el<br />

dispositivo biopolítico <strong>de</strong> ejercicio <strong>de</strong>l gobierno se conformó en la mo<strong>de</strong>rnidad, advertimos<br />

que es contemporáneo <strong>de</strong> una configuración <strong>de</strong>l pensamiento filosófico a la que el pensador<br />

francés <strong>de</strong>nominó “analítica <strong>de</strong> la finitud”. Con esta fórmula intentaba i<strong>de</strong>ntificar a aquella<br />

corriente <strong>de</strong> la filosofía que, por vez primera, se atrevía a intentar pensar la finitud en sí<br />

misma, esto es, sin contraponerla a lo infinito ni buscar fundamentarla a través <strong>de</strong> una<br />

reflexión <strong>de</strong> carácter metafísico u ontológico <strong>de</strong> lo absoluto. Como se advierte fácilmente, se<br />

trataba <strong>de</strong> un <strong>de</strong>safío mayor puesto que <strong>de</strong>mandaba no sólo encontrar el registro a<strong>de</strong>cuado<br />

<strong>de</strong>l pensamiento para llevar a cabo la empresa prevista sino también invertir la tradicional<br />

concepción negativa que se tenía <strong>de</strong> la finitud. Habiendo renunciado por igual a la metafísica<br />

y a la ontología e incluso en las versiones contemporáneas más osadas a la prece<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong><br />

un análisis <strong>de</strong> carácter transcen<strong>de</strong>ntal, el registro adoptado fue el <strong>de</strong> una analítica<br />

consistente en un abordaje inicialmente positivo <strong>de</strong> la finitud que necesariamente<br />

<strong>de</strong>semboca en un planteamiento fundamental y que, por lo mismo, oscila permanentemente<br />

entre un enfoque empírico y una consi<strong>de</strong>ración transcen<strong>de</strong>ntal <strong>de</strong> lo finito. La inversión <strong>de</strong> la<br />

concepción negativa se consiguió a partir <strong>de</strong>l momento en que la finitud fue concebida no<br />

tanto como un límite sino como una condición <strong>de</strong> posibilidad. Objetivo cumplido cuando la<br />

analítica yendo <strong>de</strong> un extremo al otro <strong>de</strong> su abordaje puso al <strong>de</strong>scubierto este doble carácter<br />

<strong>de</strong> la finitud. De esta manera, lo que antaño y hasta la filosofía clásica, era metafísicamente<br />

concebido como un término insuperable que ponía en condiciones <strong>de</strong> inferioridad a todo lo<br />

que concernía a lo humano, a partir <strong>de</strong> la implementación <strong>de</strong>l abordaje analítico era<br />

concebido como una instancia habilitante y, más aún auto-fundante.<br />

Así las cosas, la finitud <strong>de</strong>jaba <strong>de</strong> ser aquello a evitar o a justificar mediante la interposición<br />

<strong>de</strong> un principio superior para pasar a ser requerida por mor <strong>de</strong> su propia facticidad.<br />

4<br />

Me refiero a los trabajos <strong>de</strong> pensadores como G. Agamben, R. Esposito, T. Negri, entre otros.<br />

5<br />

Téngase en cuenta que respecto <strong>de</strong> la periodización <strong>de</strong> la biopolítica, hay divergencias entre los autores. G. Agamben, por<br />

ejemplo, en su texto Homo Sacer. El po<strong>de</strong>r soberano y la nuda vida, Valencia, 2003, sostiene que “La biopolítica es, en este<br />

sentido, tan antigua al menos como la excepción soberana. Al situar la vida biológica en el centro <strong>de</strong> sus cálculos, el Estado<br />

Mo<strong>de</strong>rno no hace, en consecuencia, otra cosa que volver a sacar a la luz el vínculo secreto que une el po<strong>de</strong>r con la nuda<br />

vida, reanudando así (según una correspon<strong>de</strong>ncia tenaz entre mo<strong>de</strong>rno y arcaico que se pue<strong>de</strong> encontrar en los ámbitos más<br />

diversos) el más inmemorial <strong>de</strong> los arcana imperii.”<br />

9


Conforme a esto, es al ser mismo <strong>de</strong> lo finito al que interrogará la analítica en cuestión toda<br />

vez que quiera dar cuenta <strong>de</strong> la finitud. El problema es que, como repetidamente advierte<br />

Foucault, por esta vía se acaba <strong>de</strong>sembocando “…en una antropología, es <strong>de</strong>cir en un modo<br />

<strong>de</strong> pensamiento en que los límites <strong>de</strong> <strong>de</strong>recho <strong>de</strong>l conocimiento (y por consecuencia <strong>de</strong> todo<br />

saber empírico) son al mismo tiempo las formas concretas <strong>de</strong> la existencia humana, tal como<br />

ellas se dan precisamente en este mismo saber empírico.” 6 Con estas palabras, el pensador<br />

francés quería llamar la atención sobre la ten<strong>de</strong>ncia a la empiricidad que acompaña a esta<br />

configuración <strong>de</strong>l pensar que, al elegir partir <strong>de</strong>l abordaje positivo <strong>de</strong> la finitud, acaba por<br />

i<strong>de</strong>ntificarla con las formas concretas <strong>de</strong> la existencia como el cuerpo, las necesida<strong>de</strong>s, etc.<br />

A simple vista podría pensarse que el riesgo <strong>de</strong> antropologización <strong>de</strong>nunciado aquí no<br />

comporta más que un problema epistemológico consistente en adjudicar dimensión<br />

transcen<strong>de</strong>ntal a categorías como las <strong>de</strong> vida, trabajo, lenguaje importadas <strong>de</strong> disciplinas<br />

positivas como la biología, la economía política, la filología. Sin embargo, basta con releer el<br />

opúsculo <strong>de</strong> E. Levinas 7 <strong>de</strong>stinado a reflexionar sobre el nexo entre el mal elemental que<br />

representa el nazismo y la filosofía occi<strong>de</strong>ntal contemporánea o la interpretación que<br />

formula G. Agamben en Homo Sacer I… respecto <strong>de</strong> los peligros que corre la filosofía al<br />

enraizarse resueltamente en la facticidad para advertir que el problema en cuestión exce<strong>de</strong><br />

largamente el plano <strong>de</strong> lo epistemológico. Ambos pensadores alertan sobre la cercanía que<br />

existiría entre las consecuencias más extremas <strong>de</strong> esta analítica <strong>de</strong> la finitud y algunos<br />

aspectos <strong>de</strong> la filosofía implícita <strong>de</strong> una <strong>de</strong> las experiencias más brutales <strong>de</strong>l revés <strong>de</strong> la<br />

trama biopolítica <strong>de</strong> nuestra historia reciente. En la <strong>de</strong>rivación <strong>de</strong> ciertas versiones <strong>de</strong> la<br />

analítica <strong>de</strong> la finitud hacia la postulación <strong>de</strong> las formas concretas <strong>de</strong> la existencia como<br />

fundamento <strong>de</strong> sí mismas, estos pensadores <strong>de</strong>tectan una adhesión a la facticidad similar a<br />

la proclamada en su momento por el nacionalsocialismo. Es que a consecuencia <strong>de</strong> esta<br />

<strong>de</strong>riva, según juzga Levinas, “Lo biológico con todo lo que comporta <strong>de</strong> fatalidad <strong>de</strong>viene<br />

mucho más que un objeto <strong>de</strong> la vida espiritual, <strong>de</strong>viene su centro” 8 De ser así, en su<br />

configuración como analítica <strong>de</strong> la finitud la filosofía estaría a punto <strong>de</strong> dar el paso que R.<br />

Esposito le atribuye al nazismo cuando sostiene que aquel “…no es, ni pue<strong>de</strong> ser, una<br />

filosofía realizada porque es una biología realizada” 9<br />

2. De la vida y la muerte concebidas positivamente.<br />

Aunque Foucault no hiló tan finamente las consecuencias <strong>de</strong> la analítica <strong>de</strong> la finitud,<br />

no ignoraba que a su par se conformaron disciplinas positivas como la economía política, la<br />

biología, y la filología. Saberes cuya aparición inicialmente relacionó con los <strong>de</strong>safíos<br />

epistemológicos <strong>de</strong> la mo<strong>de</strong>rnidad pero que luego en uno <strong>de</strong> sus cursos 10 <strong>de</strong> fines <strong>de</strong> la<br />

década <strong>de</strong>l ´70 asoció a la conformación <strong>de</strong> la biopolítica. Según sostenía allí, fue la aparición<br />

<strong>de</strong> la población como problema central <strong>de</strong>l gobierno lo que impulsó el surgimiento <strong>de</strong> estas<br />

disciplinas que habrían <strong>de</strong> ser las encargadas a partir <strong>de</strong> ese momento <strong>de</strong> lidiar con la vida y<br />

la muerte <strong>de</strong> los individuos según pautas que ellas mismas se dieron en cumplimiento <strong>de</strong><br />

objetivos políticos también fijados por ellas. En cualquier caso, lo importante es remarcar<br />

que ellas mismas acuñaron la concepción meramente positiva <strong>de</strong> vida y <strong>de</strong> muerte con que<br />

se manejaron y que, en cierto sentido, como acabamos <strong>de</strong> sugerir, terminaron exportando a<br />

otros ámbitos disciplinarios.<br />

En rigor <strong>de</strong> verdad, en el curso <strong>de</strong> sus investigaciones sobre el nacimiento <strong>de</strong> la<br />

biopolítica, M. Foucault advirtió que, más que el advenimiento, fue la conversión <strong>de</strong> la<br />

economía política promovida por la fisiocracia y el mercantilismo primero en racionalidad<br />

interna <strong>de</strong>l gobierno y luego, a instancias <strong>de</strong>l liberalismo, lisa y llanamente en forma <strong>de</strong><br />

gobierno el acontecimiento que promovió a la población con todas sus vicisitu<strong>de</strong>s a rango <strong>de</strong><br />

objeto <strong>de</strong> pon<strong>de</strong>ración. En sí misma tal promoción da cuenta <strong>de</strong> la puesta en marcha <strong>de</strong> un<br />

proceso <strong>de</strong> naturalización <strong>de</strong> las relaciones políticas que, a partir <strong>de</strong> allí, constituirá el sello<br />

<strong>de</strong> la forma <strong>de</strong> gobierno <strong>de</strong>l liberalismo. En efecto, el objeto población que <strong>de</strong>splazó al sujeto<br />

pergeñado por el mo<strong>de</strong>lo <strong>de</strong> soberanía <strong>de</strong> ejercicio <strong>de</strong>l po<strong>de</strong>r, no tiene entidad jurídica sino<br />

que solo es beneficiario <strong>de</strong> un reconocimiento en virtud <strong>de</strong> meritos tan naturales como su<br />

capacidad <strong>de</strong> procreación, sus dotes físicas, su rendimiento laboral, sus necesida<strong>de</strong>s, etc.<br />

En función <strong>de</strong>l reconocimiento <strong>de</strong> esta naturaleza, la vida ingresó en los cálculos <strong>de</strong>l<br />

gobierno: se trata en cada caso <strong>de</strong> <strong>de</strong>terminar con que capital humano se cuenta para llevar<br />

a<strong>de</strong>lante el principal proyecto <strong>de</strong> gobierno consistente en garantizar su propia rentabilidad.<br />

En un contexto semejante, ningún ámbito califica mejor que el mercado para <strong>de</strong>terminar en<br />

qué consiste y cual es el valor <strong>de</strong> la vida y, por en<strong>de</strong>, también <strong>de</strong> la muerte. La utilidad es el<br />

patrón aplicado por el mercado para <strong>de</strong>finir y medir a ambas. Conforme a este patrón, la vida<br />

6<br />

Foucault, M.; Les mots et les choses. Une archéologie <strong>de</strong>s sciences humaines, Paris, Gallimard, 1966, p. 261 : « …à une<br />

anthropologie, c´est à dire à un mo<strong>de</strong> <strong>de</strong> pensée où les limites <strong>de</strong> droit <strong>de</strong> la connaissance (et par conséquent <strong>de</strong> tout savoir<br />

empirique) sont en même temps les formes concrètes <strong>de</strong> l´existence, telles qu´elles se donnent précisément dans ce même<br />

savoir empirique. »<br />

7<br />

Me refiero al texto que el autor concibiera y publicara en 1934 en la revista Esprit titulado “Quelques réflexions sur la<br />

philosophie <strong>de</strong> l´hitlérisme” cuya traducción bajo el título Algunas reflexiones sobre la filosofía <strong>de</strong>l hitlerismo, fue<br />

publicada en Bs. As., FCE, 2002.<br />

8<br />

Ibid. p. 16.<br />

9<br />

Esposito, Roberto; Bíos. Biopolítica y filosofía, Bs. As., Amorrortu, 2006, p. 178.<br />

10<br />

Me refiero al curso publicado bajo el título Sécurité, Térritoire, Population. Cours au Collège <strong>de</strong> France. 1977-1978,<br />

Paris, Gallimard, 2004, don<strong>de</strong> al finalizar la tercera clase, según consta en p. 78, el autor se encarga <strong>de</strong> analizar el vínculo <strong>de</strong><br />

estos saberes con la biopolítica.<br />

10


se <strong>de</strong>fine por su capacidad para <strong>de</strong>sarrollar una actividad productiva. La pasividad, por el<br />

contrario, es síntoma <strong>de</strong> su <strong>de</strong>clive y, por consiguiente, <strong>de</strong> la inminencia <strong>de</strong> la muerte. La<br />

biología, por su parte, encontró en este contexto un suelo fecundo en el cual hacer prosperar<br />

sus más osadas teorías e investigaciones. Si aten<strong>de</strong>mos a los resultados <strong>de</strong> las<br />

investigaciones <strong>de</strong> Foucault, se advierte que ésta contribuyó, por ejemplo, a forjar la teoría<br />

<strong>de</strong> capital humano –a la que aludíamos un poco antes- que da cuenta <strong>de</strong>l doble proceso por<br />

el cual el análisis económico avanzó sobre un ámbito inexplorado hasta ese momento y, <strong>de</strong><br />

esta manera, abrió la posibilidad <strong>de</strong> interpretar en términos económicos dominios que, en lo<br />

más inmediato, le eran ajenos. Para el neoliberalismo, el capital humano está compuesto <strong>de</strong><br />

elementos innatos y elementos adquiridos. Sobre ambos le cabe a la biología indagar e<br />

intervenir sobre todo si con ello logra optimizar el capital en juego. En este marco se<br />

inscriben las teorías sobre la herencia y el equipamiento genético que han permitido<br />

anticipar las probabilida<strong>de</strong>s que tienen los individuos <strong>de</strong> contraer <strong>de</strong>terminadas<br />

enfermeda<strong>de</strong>s y esto, según <strong>de</strong>ja constancia P. Rosanvallon, “…conduce a una visión a la vez<br />

más individualista y más <strong>de</strong>terminista <strong>de</strong> lo social.” 11 En efecto, con sus avances la genética<br />

ha permitido reevaluar los riesgos <strong>de</strong> la salud, volviendo previsible lo que antaño se<br />

consi<strong>de</strong>raba meramente aleatorio. Al <strong>de</strong>scubrirse que ciertas enfermeda<strong>de</strong>s están inscriptas<br />

en los genes, actualmente, es posible establecer con cierto grado <strong>de</strong> precisión la<br />

predisposición individual a <strong>de</strong>sarrollarlas. De esta manera el cálculo <strong>de</strong>l riesgo se afina al<br />

punto <strong>de</strong> <strong>de</strong>jar <strong>de</strong> ser estadístico para pasar a ser personal. Al cambiar la noción <strong>de</strong> riesgo<br />

queda invalidada la lógica aseguradora articulada sobre el balance <strong>de</strong> las características<br />

generales <strong>de</strong> la población y, con ello, entra en crisis el sentimiento <strong>de</strong> solidaridad sobre el<br />

cual aquella se asentaba <strong>de</strong>jando, entonces, al individuo librado a su propia suerte genética,<br />

la única que importa habida cuenta que tamaño <strong>de</strong>terminismo no conce<strong>de</strong> oportunidad<br />

alguna a la ingerencia <strong>de</strong> la historia. Pon<strong>de</strong>rada, entonces, según los riesgos que comporta,<br />

la vida se cotiza tan en alza que ya nadie quiere hacerse cargo <strong>de</strong> ella y la muerte se vuelve la<br />

eventualidad más previsible.<br />

Con todo, los avances <strong>de</strong> la biología en este terreno no se limitan a estas<br />

contribuciones. Sus mayores aportes se producen en ese punto en que el dispositivo<br />

biopolítico tien<strong>de</strong> a transformarse en su contrario. De hecho, a principios <strong>de</strong>l siglo pasado, la<br />

biología instituyó criterios <strong>de</strong> diferenciación y selección que permitieron introducir, como<br />

bien señala Foucault 12, una ruptura en el continuum biológico <strong>de</strong> la especie humana<br />

habilitando, <strong>de</strong> este modo, a <strong>de</strong>terminar quienes merecían vivir y quienes tenían que morir<br />

para restablecer la continuidad interrumpida. Para ello se sirvió <strong>de</strong>l previo trabajo <strong>de</strong> esa<br />

forma <strong>de</strong> filología que, con la excusa <strong>de</strong> rastrear los orígenes <strong>de</strong> la lengua, terminó<br />

restaurando el discurso <strong>de</strong> la lucha <strong>de</strong> razas 13 y sirviéndose <strong>de</strong> él como principio <strong>de</strong><br />

discriminación que permitiera diferenciar un pueblo en el seno <strong>de</strong> la población. De modo que,<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> su implementación histórica, la categoría <strong>de</strong> raza se convirtió en una herramienta <strong>de</strong><br />

diferenciación y discriminación que ensalzaba la vida y la muerte <strong>de</strong> unos hombres en<br />

<strong>de</strong>trimento <strong>de</strong> las <strong>de</strong> otros. De gran valor simbólico, expropiada por la biología, la categoría<br />

<strong>de</strong> raza recibió el espaldarazo científico que necesitaba para justificar las acciones<br />

perpetradas en su nombre. En efecto, al darle estatuto científico, la biología procedió a<br />

legitimar no sólo los principios discriminatorios sino también prácticas tan controversiales<br />

como la eutanasia y la eugenesia. En pocas palabras, autorizó a matar en nombre <strong>de</strong> una<br />

vida mejor.<br />

3. De los sigilosos procedimientos tanáticos.<br />

En realidad, tal autorización solo sirvió para potenciar y hacer pública la actividad<br />

tanática que la biopolítica encubiertamente venía <strong>de</strong>splegando <strong>de</strong>s<strong>de</strong> su conformación. De<br />

hecho, basta con <strong>de</strong>tenerse a analizar las implicancias <strong>de</strong> la consi<strong>de</strong>ración <strong>de</strong> la vida como<br />

capital humano para advertir cuál es el <strong>de</strong>stino que aguarda a todo aquél que, por el motivo<br />

que fuera, ve mermada su capacidad productiva: en cierto sentido, está muerto en vida. En<br />

efecto, no es cuestión <strong>de</strong> eliminarlo realmente pero si <strong>de</strong> confinarlo a una vida<br />

económicamente tan restringida que es fácilmente asimilable a la muerte. La misma muerte<br />

en vida les está reservada a todos aquellos cuyo capital genético les juegue una mala<br />

pasada. Ni por un segundo los sistemas <strong>de</strong> salud o las aseguradoras dudarán en excluirlos en<br />

función <strong>de</strong>l riesgo que supuestamente comportan. Antes incluso <strong>de</strong> que se haga efectiva su<br />

herencia genética, se les <strong>de</strong>niega el acceso a la vida mejor que estas empresas pregonan<br />

toda vez que publicitan sus servicios. Como se les <strong>de</strong>niega a todos aquellos que pa<strong>de</strong>cen una<br />

incapacidad. Es que aunque no pertenezcan a otra raza ni se los til<strong>de</strong> ya <strong>de</strong> anormales,<br />

tampoco son consi<strong>de</strong>rados normales y esto en un doble sentido, por cuanto su naturaleza no<br />

se ajusta al canon <strong>de</strong> normalidad previsto para la especie y este <strong>de</strong>sajuste los pone también<br />

por fuera <strong>de</strong> las normas que rigen el mercado. En el extremo, podría pensarse que, a su<br />

manera, también interrumpen el continuum biológico y, por ello, es necesario eliminarlos <strong>de</strong>l<br />

sistema con las consecuencias que esto conlleva en nuestra sociedad. Para ello, ya no es<br />

necesario <strong>de</strong>sarrollar una excepcional maquinaria <strong>de</strong> muerte como la puesta en práctica en<br />

distintos momentos históricos por diferentes Estados (nazismo, stalinismo, entre nosotros, el<br />

11<br />

Rosanvallon, Pierre; La nueva cuestión social, Bs. As., Manantial, 2004, p. 33.<br />

12<br />

Foucault, M.; ´Il faut défendre la société´. Cours au Collège <strong>de</strong> France. 1976, Paris, Gallimard, 1997, p. 227.<br />

13<br />

Al respecto, véase en Ibíd. don<strong>de</strong>, sin hacer referencia estrictamente a la filología, en sus clases, el pensador francés<br />

expone como ciertos usos <strong>de</strong> la historia contribuyen a instalar el mito <strong>de</strong> la única raza.<br />

11


gobierno militar). Es suficiente con excluirlos sin más mediante la aplicación <strong>de</strong><br />

procedimientos <strong>de</strong> uso corriente y ello cuando por sí mismos no adviertan que están<br />

excluidos. En “condiciones normales” ni siquiera se requiere una comunicación al respecto.<br />

Sigilosamente, entonces, sin los estertores <strong>de</strong> la guerra pero con gran eficiencia, la<br />

biopolítica <strong>de</strong>spliega sus prácticas mortíferas.<br />

A modo <strong>de</strong> conclusión:<br />

Con sus matices, la justificación para tal mortificación -cuando la hay- es siempre la<br />

dignidad <strong>de</strong> la vida entendida ahora conforme lo manda el sistema, es <strong>de</strong>cir, en términos <strong>de</strong><br />

productividad. Se adivina, entonces, que no es por error o excepción que las mismas<br />

disciplinas que contribuyen a la instalación <strong>de</strong>l dispositivo biopolítico se empeñen en<br />

formular criterios o en activar prácticas tanáticas. Por el contrario, tales criterios y tales<br />

prácticas hacen a la eficiencia misma <strong>de</strong>l sistema diseñado para gestionar la vida y, en ese<br />

sentido, le son indispensables y, por en<strong>de</strong>, inevitables. Por lo <strong>de</strong>más, criterios –como el <strong>de</strong>l<br />

mercado- y prácticas –como la exclusión- se ajustan perfectamente a la concepción positiva<br />

<strong>de</strong> vida y <strong>de</strong> muerte que aquellas disciplinas acuñan. Por don<strong>de</strong> se ve que, en tanto sean<br />

estas “positivida<strong>de</strong>s” –tal la <strong>de</strong>nominación que asignó Foucault a este tipo <strong>de</strong> disciplinas- las<br />

encargadas <strong>de</strong> <strong>de</strong>finir y dictaminar políticas sobre la vida y la muerte, la ten<strong>de</strong>ncia tanática<br />

no <strong>de</strong>crecerá. En lo que nos concierne, y por paradójico que pueda sonar, tal vez la<br />

expectativa <strong>de</strong> una transformación posible provenga <strong>de</strong> la consumación <strong>de</strong> la tan proclamada<br />

muerte <strong>de</strong>l hombre por cuanto tal acontecimiento implicaría la cesación <strong>de</strong> la analítica <strong>de</strong> la<br />

finitud y con ella la <strong>de</strong> una filosofía positivamente encallada en la facticidad. Es claro que en<br />

este <strong>de</strong>safío se pone en juego algo más que la vigencia <strong>de</strong>l rol histórico <strong>de</strong> la propia filosofía:<br />

en más <strong>de</strong> un sentido, nos va la vida.<br />

LA DIMENSIÓN ESPECTRAL DE LA POLÍTICA: RELECTURAS DEL "NO MATARÁS" 14<br />

Rodrigo Miguel Benvenuto-USAL<br />

Quizás uno <strong>de</strong> los textos más provocadores que se hayan escrito en los últimos años en<br />

nuestro país sea la famosa carta <strong>de</strong>l filósofo Oscar <strong>de</strong>l Barco y la cantidad <strong>de</strong> respuestas que<br />

se sucedieron a la misma.<br />

Al solo efecto <strong>de</strong> ponernos en situación vamos a refrescar el origen <strong>de</strong> la polémica y los<br />

conceptos vertidos por el pensador cordobés. Fue en La Intemperie, revista <strong>de</strong> política y<br />

cultura, cuyo director es Sergio Schmucler, don<strong>de</strong> se realizó una entrevista a Héctor Jouvé<br />

quien, allá por mediados <strong>de</strong> la década <strong>de</strong>l '60, actuara en el Ejercito Guerrillero <strong>de</strong>l Pueblo<br />

bajo las ór<strong>de</strong>nes <strong>de</strong> Ricardo Masetti en el norte argentino. En dicha entrevista, Jouvé relata<br />

como su jefe le or<strong>de</strong>nara el fusilamiento <strong>de</strong> dos compañeros que habían <strong>de</strong>feccionado a la<br />

causa revolucionaria. A partir <strong>de</strong> la trágica exposición <strong>de</strong>l protagonista es que reacciona<br />

Oscar <strong>de</strong>l Barco enviando una carta a dicha revista en la que se expone, crudamente, su<br />

responsabilidad por estas muertes a partir <strong>de</strong> haber adherido a la causa <strong>de</strong> dicho<br />

movimiento. Concebida <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el grito, <strong>de</strong>l Barco dice:<br />

"…Más allá <strong>de</strong> todo y <strong>de</strong> todos, incluso hasta <strong>de</strong> un posible dios, hay el no matarás. Frente a<br />

una sociedad que asesina a millones <strong>de</strong> seres humanos mediante guerras, genocidios,<br />

hambrunas, enfermeda<strong>de</strong>s y toda clase <strong>de</strong> suplicios, en el fondo <strong>de</strong> cada uno se oye débil o<br />

imperioso el no matarás. Un mandato que no pue<strong>de</strong> fundarse o explicarse, y que sin embargo<br />

está aquí, en mí y en todos, como presencia sin presencia, como fuerza sin fuerza, como ser<br />

sin ser. <strong>No</strong> un mandato que viene <strong>de</strong> afuera, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> otra parte, sino que constituye nuestra<br />

inconcebible e inaudita inmanencia…" 15<br />

La carta <strong>de</strong> <strong>de</strong>l Barco es un grito, un clamor que emana <strong>de</strong> sentirse responsable <strong>de</strong> la muerte<br />

<strong>de</strong> sus compañeros <strong>de</strong> lucha; responsabilidad por la lógica implacable <strong>de</strong> las organizaciones<br />

revolucionarias en las cuales, la muerte, era la única certeza. Pero, a su vez, dicha carta<br />

revela una voluntad <strong>de</strong> arrepentimiento público, <strong>de</strong> responsabilidad frente a la comunidad y,<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> allí, pue<strong>de</strong> asumirse como un acto confesatorio. La confesión, como enseñara<br />

Foucault, es la manifestación visible y enunciable <strong>de</strong> un po<strong>de</strong>r que constriñe. Esto se<br />

14<br />

El siguiente trabajo no preten<strong>de</strong> ser original ni exhaustivo. Tan solo se ubica en la senda <strong>de</strong> trabajos anteriores y<br />

reflexiones <strong>de</strong> las cuales solo pue<strong>de</strong> sentirse un here<strong>de</strong>ro inmerecido. Citamos especialmente los trabajos <strong>de</strong> Eduardo<br />

Grüner. Las Formas <strong>de</strong> la Espada. Bs. As., Ed. Colihue, 1997; León Rozitchner. El Terror y la Gracia. Buenos Aires,<br />

Grupo Editorial <strong>No</strong>rma, 2002; Eduardo Luis Duhal<strong>de</strong>. El Estado terrorista Argentino. Quince años <strong>de</strong>spués, una mirada<br />

crítica. Bs. As., Eu<strong>de</strong>ba, 1999; Daniel Feierstein. El Genocidio como práctica social. Bs. As., FCE, 2007.<br />

15<br />

La carta fue publicada en La Intemperie – Revista <strong>de</strong> Política y Cultura, Córdoba, 2005. Las sucesivas respuestas a la<br />

misma fueron posteriormente publicadas en dicha revista y mereció una publicación especial, AA.VV. Sobre la<br />

Responsabilidad: <strong>No</strong> matar. Córdoba, El Cíclope ediciones-La Intemperie- Editorial <strong>de</strong> la Universidad Nacional <strong>de</strong><br />

Córdoba, 2007, 463 p. A su vez, otras revistas se hicieron eco <strong>de</strong> la polémica. Citamos aquí especialmente el número<br />

especial <strong>de</strong> la Revista El Ojo Mocho. Revistas <strong>de</strong> Crítica Política y Cultural. Nº 20, Buenos Aires, Invierno Primavera 2006<br />

y la revista Lucha Armada en la Argentina. Año 2, Nº 5, Febrero-Abril 2006.<br />

12


sostiene en la medida en que hay una relación <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r a partir <strong>de</strong> la presencia (real o<br />

virtual) <strong>de</strong> aquella instancia que impone la confesión y la juzga, castiga o perdona. Asimismo,<br />

el acontecimiento <strong>de</strong>scripto produce, en aquel <strong>de</strong>l cual emana el acto <strong>de</strong> contrición, una<br />

"liberación" o "purificación" según el caso. Se trata, sin más, <strong>de</strong>l <strong>de</strong>velamiento <strong>de</strong> una verdad<br />

escondida en nuestro fuero intimo. Des<strong>de</strong> esta perspectiva, Foucault <strong>de</strong>termina que la<br />

práctica <strong>de</strong> la confesión se encamina hacia la producción <strong>de</strong> un discurso con pretensión <strong>de</strong><br />

verdad. Como si una presencia ausente lo obligara a <strong>de</strong>cir su verdad mas oculta.<br />

Con esto no queremos <strong>de</strong>s<strong>de</strong>ñar la vivencia trágica <strong>de</strong> Oscar <strong>de</strong>l Barco traducida en<br />

un grito. Por el contrario, nos encontramos perplejos frente a los usos <strong>de</strong> la violencia, su<br />

legitimidad, la lógica concentratoria <strong>de</strong>l Estado Terrorista, la lógica violenta <strong>de</strong> las<br />

organizaciones armadas. Siguiendo a Ricardo Piglia, los sucesos se tornan asfixiantes y nos<br />

lleva a preguntar ¿cómo narrar el horror <strong>de</strong> los hechos reales?<br />

En todo caso, la vivencia <strong>de</strong>l pensador cordobés hay que situarla en el peso <strong>de</strong> los<br />

sobrevivientes, <strong>de</strong> saberse "salvado" cuando los compañeros no están. Como si un fantasma<br />

nos acosara <strong>de</strong>s<strong>de</strong> nuestra conciencia insinuando que los mejores son los que murieron<br />

mientras que nosotros recibimos inmerecidamente el don <strong>de</strong> la conservación <strong>de</strong> la vida.<br />

Sentimos, experimentamos aquello que Marx <strong>de</strong>scribe en “El 18 Brumario” “...la tradición <strong>de</strong><br />

todas las generaciones muertas oprime como una pesadilla el cerebro <strong>de</strong> los vivos...” 16<br />

Vamos a <strong>de</strong>tenernos en aquel imperativo ético <strong>de</strong>l “<strong>No</strong> Matarás” que <strong>de</strong>l Barco ubica en el<br />

plano <strong>de</strong> la inmanencia. Partimos <strong>de</strong>l inicio <strong>de</strong> la civilización que <strong>de</strong>scribe Freud en Tótem y<br />

Tabú. Para Freud, el hombre primitivo vivía en hordas pequeñas bajo el po<strong>de</strong>río <strong>de</strong> un jefe<br />

que ejercía su dominio con violencia y, a su vez, ejercía la propiedad bajo todas las mujeres<br />

<strong>de</strong> la horda. Ante un atisbo <strong>de</strong> celo o envidia <strong>de</strong> alguno <strong>de</strong> los miembros varones, los mismos<br />

eran sacrificados por el jefe. El paso <strong>de</strong>cisivo hacia la conformación <strong>de</strong> la sociedad surge a<br />

partir <strong>de</strong> la asociación <strong>de</strong> hermanos que vivían en la horda y convienen en dar muerte al<br />

padre para luego <strong>de</strong>vorarlo. Consumado el parricidio, los hermanos, iguales entre sí, <strong>de</strong>ci<strong>de</strong>n<br />

formalizar el pacto mediante el cual renuncian a la violencia a fin <strong>de</strong> no disputarse la herencia<br />

y, a su vez, no ocupar el rol <strong>de</strong>spótico <strong>de</strong>l padre.<br />

A Freud le sirve este mito para explicar la proce<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong>l tabú <strong>de</strong>l incesto y la institución <strong>de</strong><br />

la exogamia. Como pudimos ver, consumado el crimen, se conviene en establecer el<br />

imperativo “<strong>No</strong> Matarás” por el peso <strong>de</strong> la responsabilidad colectiva frente al parricidio. De<br />

esta manera la Ley garantiza aquello <strong>de</strong> que “los hermanos sean unidos” y se prohíba el<br />

ejercicio <strong>de</strong> la violencia reconociendo <strong>de</strong>beres recíprocos entre los iguales. Pero a su vez, la<br />

prohibición <strong>de</strong>l incesto y <strong>de</strong>l parricidio genera una organización social en la que se percibe<br />

una culpa originaria <strong>de</strong>lante <strong>de</strong>l padre. Esa culpa anida en el espacio comunitario como un<br />

espectro amenazante o, como expresa Slavoj Zizek;<br />

"…uno no llega a ser un miembro pleno <strong>de</strong> una comunidad al i<strong>de</strong>ntificarse<br />

sencillamente con su tradición simbólica explicita, sino solo cuando asume a<strong>de</strong>más la<br />

dimensión espectral que sostiene esa tradición, los fantasmas perdurables que atormentan a<br />

los vivos, la historia secreta <strong>de</strong> las fantasías traumáticas transmitidas `entre líneas', a través<br />

<strong>de</strong> las carencias y las <strong>de</strong>formaciones <strong>de</strong> la tradición simbólica explicita; como dijo Fernando<br />

Pessoa: `Todo muerto probablemente esté todavía vivo en alguna parte'…" 17<br />

En este sentido, el “<strong>No</strong> Matarás” es la Ley <strong>de</strong> los que ocupan el lugar <strong>de</strong>l padre y, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> ese<br />

lugar, conforma la Ley paterna. Es la Ley <strong>de</strong>l Dios Judío que pi<strong>de</strong> a Abraham que sacrifique a<br />

su único hijo. Sin embargo, previo a este mandato, y al cual alu<strong>de</strong> León Rozitchner para<br />

respon<strong>de</strong>r a Del Barco, está el “Vivirás” materno como “lo único inmanente histórico <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el<br />

vamos” 18. Es el rostro <strong>de</strong> la madre, el cobijo, la entrada al mundo por ojos y boca don<strong>de</strong><br />

mirada y alimento nos dan afecto frente al mundo hostil.<br />

Es mediante la negación <strong>de</strong> la afirmación (<strong>No</strong> matarás – Vivirás) que se construye la sociedad<br />

política. El “<strong>No</strong> Matarás”, al igual que el Leviatán <strong>de</strong> Hobbes, nace <strong>de</strong>l miedo y la amenaza<br />

frente a la muerte a manos <strong>de</strong> uno <strong>de</strong> nuestros pares. Muerto el Tótem, queda en pie el nuevo<br />

artificio, el Estado Soberano que preserva la vida frente a la “guerra <strong>de</strong> todos contra todos”.<br />

Ahora bien, la violencia fundamenta la ley a partir <strong>de</strong> la responsabilidad por el crimen<br />

común; pero, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> su fundamentación, se incorpora a ella legitimando su uso en casos<br />

<strong>de</strong>terminados y que <strong>de</strong>riva en el “monopolio <strong>de</strong> la fuerza” <strong>de</strong> Weber o el “monopolio <strong>de</strong> la<br />

coacción y coerción centralizados por el Estado” para la corriente positivista <strong>de</strong>l <strong>de</strong>recho. En<br />

este acto fundacional <strong>de</strong> la ley acontece la incorporación <strong>de</strong>l padre muerto, su fagocitación a<br />

efectos <strong>de</strong> i<strong>de</strong>ntificarse con su fuerza. Su fantasma, amenazante, requiere ser fagocitado y<br />

subsumido en la omnipresencia <strong>de</strong> la ley. La violencia se transforma así en fundadora <strong>de</strong> la<br />

legitimidad <strong>de</strong>l Estado en la medida en que el sacrificio primordial - el parricidio - requiere<br />

una nueva instancia sacrificial para conformar la corporeidad <strong>de</strong> ese espectro amenazante<br />

en la ley y el Estado. Debidamente conformado por el sacrificio, el Estado posee la<br />

legitimidad necesaria para ejercer la violencia.<br />

Recor<strong>de</strong>mos aquí la portada famosa <strong>de</strong> la edición <strong>de</strong>l Leviathan en la cual cada cuerpo se<br />

encuentra <strong>de</strong>bidamente insertado y encastrado uno con otro en el cuerpo <strong>de</strong>l soberano. <strong>No</strong><br />

16<br />

Cfr. Karl Marx. El 18 Brumario <strong>de</strong> Luis Bonaparte. Bs. As., Pluma y papel ediciones, 2003, p. 9<br />

17<br />

Cfr. Slavoj Zizek. El Títere y el enano. Bs. As., Edit. Paidos, 2005, p. 175<br />

18<br />

Cfr. León Rozitchner. “Primero hay que saber vivir. Del Vivirás materno al <strong>No</strong> matarás patriarcal” en El Ojo Mocho.<br />

Revista <strong>de</strong> crítica política y cultural. Bs. As., Invierno-Primavera <strong>de</strong> 2006, Nº 20, p. 25<br />

13


hay mejor escena <strong>de</strong>l sacrificio que aquella imagen. Pero, a su vez, no <strong>de</strong>bemos olvidar que<br />

todo cuerpo posee po<strong>de</strong>r. Entre los insterticios y pliegues sobre los que se afincan los<br />

sujetos hay relaciones <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r y por lo tanto enfrentamiento, choque <strong>de</strong> fuerzas, en fin;<br />

relaciones políticas. De aquí que sea preciso transformar aquel dictum <strong>de</strong> Von Clausewitz<br />

diciendo que la política es la continuación <strong>de</strong> la guerra pero por otros medios.<br />

En la asunción <strong>de</strong>l fantasma, <strong>de</strong>l trauma histórico que reconoce el origen <strong>de</strong> la política en el<br />

crimen, se construye el ejercicio <strong>de</strong>l po<strong>de</strong>r; en sus pliegues se administra la distribución y<br />

selección <strong>de</strong> los cuerpos para llevar a<strong>de</strong>lante sus fines. Opera a partir <strong>de</strong>l miedo a la<br />

<strong>de</strong>sintegración social y, <strong>de</strong> esta manera, impulsa los medios necesarios para mantener el<br />

or<strong>de</strong>n establecido. De esta manera, se pue<strong>de</strong> inferir que <strong>de</strong>venir sujeto, <strong>de</strong>venir cuerpo; no<br />

es mas que reconocer el paso <strong>de</strong> la mera individualidad, <strong>de</strong> la pura carne en una corporeidad<br />

surcada por la praxis histórico-social y que tiene su punto álgido en la relación política. Es<br />

que el cuerpo, como <strong>de</strong>cía Foucault, es la "superficie <strong>de</strong> inscripción <strong>de</strong> los acontecimientos",<br />

y por lo tanto, se constituye <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la praxis social y política en sentido amplio. Podríamos<br />

analizar aquí el ejercicio legítimo o ilegítimo <strong>de</strong> la violencia tal como lo analizara Benjamin<br />

entre otros. Sin embargo, nos interesa hacer visible los mecanismos <strong>de</strong> legitimación que<br />

permiten a un estado el ejercicio <strong>de</strong> la concentración y <strong>de</strong>saparición <strong>de</strong> estos cuerpos y la<br />

creación <strong>de</strong>l fantasma <strong>de</strong> una generación <strong>de</strong> <strong>de</strong>saparecidos.<br />

¿Que suce<strong>de</strong> cuando el Estado, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la legitimación <strong>de</strong>l uso <strong>de</strong> la violencia, adopta su faz<br />

terrorista y ejecuta una maquinaria concentratoria dispuesta al borramiento <strong>de</strong> esos<br />

cuerpos?. La historia reciente <strong>de</strong> nuestro país nos enseño, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el dolor, que la violencia es<br />

constitutiva <strong>de</strong>l Estado y que el pacto, con Hobbes y si queremos mas allá <strong>de</strong> él también el<br />

<strong>de</strong>mocrático, está garantizado con el terror <strong>de</strong> la espada. El auto<strong>de</strong>nominado "Proceso <strong>de</strong><br />

Reorganización Nacional", más allá <strong>de</strong> que en su nominación y su semántica refiere a la<br />

reformulación <strong>de</strong> un concepto <strong>de</strong> nación en el proceso histórico, postula la crisis <strong>de</strong>l pacto.<br />

La reorganización <strong>de</strong> lo que se convirtió en un caos requerirá una cesión <strong>de</strong> la<br />

representación <strong>de</strong> los ciudadanos que conforman el cuerpo social. Pero a su vez, y al igual<br />

que el estado <strong>de</strong> naturaleza hobbesiano, no hay guerra ni combate sino un "estado <strong>de</strong><br />

guerra" don<strong>de</strong> el miedo se instala. <strong>No</strong> hay muertos, ni <strong>de</strong>strucción que haga visible una<br />

guerra. El miedo es mas subrepticio y el cuerpo <strong>de</strong>saparece. La sensación <strong>de</strong> que "algo está<br />

pasando" se instala como un espectro que envuelve el Todo social y, la <strong>de</strong>saparición <strong>de</strong> los<br />

cuerpos se transforma en la metodología adoptada para la construcción <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r. <strong>No</strong> está<br />

<strong>de</strong> más recordar que nuestra <strong>de</strong>mocracia no nace <strong>de</strong>l <strong>de</strong>seo sino <strong>de</strong>l terror, no es fruto <strong>de</strong><br />

una conquista social sino <strong>de</strong> la <strong>de</strong>rrota <strong>de</strong> una guerra y, como tal, se constituye como una<br />

<strong>de</strong>mocracia atemorizada, terror interiorizado y amenazante. 19<br />

Hablar <strong>de</strong> los usos <strong>de</strong> la violencia nos <strong>de</strong>riva directamente a aquella diferencia que se<br />

establece entre violencia legítima e ilegítima y, a su vez, en la diferencia que establece<br />

Benjamin entre violencia que funda po<strong>de</strong>r y violencia que conserva po<strong>de</strong>r. Así tenemos que el<br />

Estado precisa <strong>de</strong> las fuerzas armadas para conservar ese po<strong>de</strong>r frente a la amenaza <strong>de</strong> la<br />

disolución.<br />

En tal sentido, el mandato "<strong>No</strong> Matarás" como afirma Benjamin no emite ningún juicio sobre<br />

la acción cumplida. Está antes <strong>de</strong>l acto o <strong>de</strong> la mera interrogación acerca <strong>de</strong> si es lícito<br />

matar, cualesquiera que sean los fines. Es en esta lógica como el po<strong>de</strong>r que <strong>de</strong>saparece<br />

sujetos en el Estado Terrorista actúa bajo la aprobación <strong>de</strong> que solo otorga una misión<br />

divina. <strong>No</strong> hay acto contrario a la moral cristiana que se <strong>de</strong>fien<strong>de</strong> porque no hay transgresión<br />

al quinto mandamiento. Y no hay transgresión al quinto mandamiento porque aquel está<br />

suspendido en el tiempo. La tortura, el asesinato y el acto <strong>de</strong>saparecedor no está siendo<br />

juzgado bajo el principio ético <strong>de</strong>l "<strong>No</strong> Matarás" porque aquel opera en la soledad y en el<br />

asumir conscientemente la responsabilidad <strong>de</strong> prescindir o no <strong>de</strong> él según el caso. Si Dios se<br />

lo pi<strong>de</strong>, Abraham pue<strong>de</strong> sacrificar a su hijo y será responsable <strong>de</strong> su acto frente a la<br />

intimidad <strong>de</strong> lo sagrado. Y en este sentido se compren<strong>de</strong> la actitud adoptada por Oscar Del<br />

Barco. Es frente a su "Dios sin Dios" o ante su consciencia, que el "<strong>No</strong> Matarás" lo interpela y<br />

le exige rendir cuentas. Cuando la Cámara Alemana <strong>de</strong>l Libro le entregara a Martín Walser el<br />

Premio <strong>de</strong> la Paz, el escritor dijo a la audiencia: "Cada uno está solo con su consciencia". Es<br />

que, para Walser, la memoria <strong>de</strong> Auschwitz <strong>de</strong>bería limitarse quizás a la consciencia, al fuero<br />

interno <strong>de</strong> cada hombre, antes que la organización instrumentalizada y con fines "non<br />

sanctos" <strong>de</strong>l discurso publico, casi la misma postura <strong>de</strong> Oscar <strong>de</strong>l Barco. Sin embargo, hay<br />

un mandato que emana <strong>de</strong> una memoria vinculante, que se asienta en ese "Vivirás" materno y<br />

que nos cuestiona e interpela según el dictum <strong>de</strong> Adorno <strong>de</strong> la siguiente manera: ¿Es posible<br />

seguir pensando igual <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> la ESMA? A nosotros, nos resta preguntarnos acerca <strong>de</strong><br />

los alcances <strong>de</strong> un po<strong>de</strong>r que tiene en sí la capacidad <strong>de</strong> hacer <strong>de</strong>saparecer, no <strong>de</strong>jar rastro<br />

alguno, <strong>de</strong> los sujetos que conforman una comunidad para llevar a<strong>de</strong>lante un proyecto<br />

político.<br />

Vivirás, Matarás, <strong>No</strong> Matarás; tal es el circuito mediante el cual se funda y se conserva el<br />

po<strong>de</strong>r. Y ese po<strong>de</strong>r genera la muerte para conservarse en el terrorismo <strong>de</strong> Estado. Allí<br />

aparecen los fantasmas que interrumpen la escena y, como Hamlet, se hace presente <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />

el reclamo por una muerte a <strong>de</strong>shora. Es allí don<strong>de</strong> surge una memoria más insidiosa que es<br />

la que reclama por la muerte <strong>de</strong> los semejantes a manos <strong>de</strong>l padre. Aquella memoria que<br />

exige, en nuestra historia mas reciente, la aparición con vida <strong>de</strong> 30000 cuerpos<br />

19 Cfr. Leon Rozitchner. Op. Cit., p. 79<br />

14


<strong>de</strong>saparecidos, ausentes por la acción genocida <strong>de</strong>l estado. Y entramos aquí en el último<br />

punto que queremos tratar en esta charla y es el doble movimiento <strong>de</strong> memoria y olvido en la<br />

construcción <strong>de</strong>l discurso <strong>de</strong>mocrático. El espectro está allí, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la ausencia pero<br />

amenazando con su presencia intempestiva. De eso se ha ocupado cierta organización y<br />

disposición <strong>de</strong>l los discursos generados por la <strong>de</strong>mocracia. El fantasma <strong>de</strong> los 30000<br />

<strong>de</strong>saparecidos se hace cuerpo en la figura <strong>de</strong> la disolución. Solo se trata <strong>de</strong> hacer el ejercicio<br />

<strong>de</strong> recordar aquello que algún presi<strong>de</strong>nte dijera una vez acerca <strong>de</strong> que "…no vaya a ser cosa<br />

que volvamos a tener madres <strong>de</strong> plaza <strong>de</strong> mayo…" o en ciertos manejos que <strong>de</strong>s<strong>de</strong> sectores<br />

<strong>de</strong>l po<strong>de</strong>r se han realizado en torno a la tragedia <strong>de</strong> Cromagnon aludiendo a cierto<br />

paralelismo con la dictadura militar. En todos los casos no se hace más que recobrar el<br />

miedo a la <strong>de</strong>sintegración social. El Estado aparece resguardando el pacto, en este caso<br />

<strong>de</strong>mocrático, que así y todo está garantizado por la espada.<br />

Estamos señalando, <strong>de</strong> alguna manera, una memoria que se forma <strong>de</strong>s<strong>de</strong> los estratos <strong>de</strong>l<br />

po<strong>de</strong>r tendiente a seleccionar, distribuir y clasificar aquello que <strong>de</strong>be <strong>de</strong>cirse, extendiéndolo<br />

hasta el hartazgo al solo efecto <strong>de</strong> impedir sus efectos in<strong>de</strong>seables; la misma lógica que<br />

Foucault asignara al discurso sobre la sexualidad. Sino, ¿Cómo se explica que la memoria <strong>de</strong>l<br />

terrorismo <strong>de</strong> estado recaiga en la mera reproducción museológica? Hay un uso <strong>de</strong> la<br />

memoria, una pervivencia en el tiempo que impi<strong>de</strong> rescatar aquellos cuerpos, su<br />

construcción como sujetos históricos, en fin, el motivo por el cual no están.<br />

Sostenemos como un hecho que el discurso <strong>de</strong> la dictadura militar <strong>de</strong> 1976 supone una<br />

continuidad resignificada <strong>de</strong> prácticas discursivas instaladas en el discurso acerca <strong>de</strong> la<br />

argentinidad. La diferencia <strong>de</strong> grado estriba quizás en que, el discurso estatuido por el<br />

Proceso <strong>de</strong> Reorganización Nacional, contiene una dinámica que pervive en las prácticas<br />

<strong>de</strong>mocráticas e impi<strong>de</strong> acercarse a un juicio histórico <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la memoria colectiva.<br />

El espectro <strong>de</strong> los <strong>de</strong>saparecidos se abate en la memoria colectiva como la posibilidad<br />

latente <strong>de</strong> que se reedite si no se cumplen con los requerimientos establecidos por el po<strong>de</strong>r<br />

político. Surge así una memoria fetiche, centralizada sobre todo en la frase "Nunca Más".<br />

Pero esa frase encierra en sí la posibilidad latente <strong>de</strong> que, cualquier pequeño acto <strong>de</strong><br />

contestación al estado <strong>de</strong> cosas, establezca nuevamente la lógica <strong>de</strong> la <strong>de</strong>saparición. Sin ir<br />

más lejos, <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> la <strong>de</strong>saparición <strong>de</strong> Jorge Julio López no hay otra cosa sino un mensaje<br />

certero: recuer<strong>de</strong>n sin percibir. Recuer<strong>de</strong>n lo que se estableció posible recordar, a saber, un<br />

duelo cuasi permanente con aquellos cuerpos que, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la esperanza, <strong>de</strong>cimos que no<br />

están muertos.<br />

BIBLIOGRAFÍA:<br />

CANDAUL, Joel. Antropología <strong>de</strong> la memoria. Bs. As., Nueva Visión, 2002<br />

CALVEIRO, Pilar. Po<strong>de</strong>r y Desaparición. Los Campos <strong>de</strong> concentración en Argentina. Bs. As., Colihue,<br />

2006<br />

BENJAMÍN, Walter. Para una Crítica <strong>de</strong> la Violencia. Bs. As., Leviatán, 1995<br />

BERNSTEIN, Richard. El Mal Radical. Una Indagación Filosófica. Bs. As., Lilmod, 2005<br />

FOUCAULT, Michel. El Or<strong>de</strong>n <strong>de</strong>l Discurso. Bs. As., Tusquets, 2004<br />

FOUCAULT, Michel. Historia <strong>de</strong> la Sexualidad. 1. La Voluntad <strong>de</strong>l Saber. Bs. As., Siglo XXI eds., 2008<br />

FREUD; Sigmund. Tótem y Tabú. Madrid, Alianza, 1985<br />

FREUD, Sigmund. Moisés y la religión Monoteísta. Bs. As., Losada, 1990<br />

GRÜNER, Eduardo. Las Formas <strong>de</strong> la Espada. Miserias <strong>de</strong> la Teoría Política <strong>de</strong> la Violencia. Bs. As.,<br />

Colihue, 1997<br />

HOBBES, Thomas. Leviathan. Bs. As., Losada, 2007<br />

LOPEZ, María Pia. Mutantes. Trazos sobre los cuerpos. Bs. As., Colihue, 1997<br />

ROZITCHNER, León. El Terror y la Gracia. Grupo Editorial <strong>No</strong>rma, 2002<br />

ELOGIO DEL PUDOR. UNA LECTURA DE HÉCUBA DE EURÍPIDES.<br />

Mariana Chendo-USAL<br />

“La justicia estará en la fuerza <strong>de</strong> las manos y<br />

no existirá pudor; el malvado tratará <strong>de</strong> perjudicar<br />

al varón más virtuoso con retorcidos discursos y a<strong>de</strong>más<br />

se valdrá <strong>de</strong>l juramento. La envidia murmuradora,<br />

gustosa <strong>de</strong>l mal y repugnante, acompañará a todos los<br />

hombres miserables.”<br />

(Hesíodo, Los trabajos y los días)<br />

Nunca fuimos oro, ni plata ni bronce. Nunca fuimos héroes. Seguimos siendo <strong>de</strong> hierro. Pero<br />

alguna vez el mundo estuvo encantado, y el hombre creyó en el oro, en la plata, en el bronce.<br />

Alguna vez, y el hombre creyó que héroe que inmortalidad y que dioses. Pero el mundo<br />

estaba encantado, y los hijos se parecían al padre, y el anfitrión apreciaba a su huésped, y el<br />

amigo se miraba en el amigo. El tiempo encantado, tiempo <strong>de</strong> seres completos y redondos,<br />

seres <strong>de</strong> forma esférica, imagen <strong>de</strong> totalidad y po<strong>de</strong>r. Pero vino el castigo, la <strong>de</strong>bilidad, el<br />

hierro. Y fuimos humanos, necesitados, inseguros, incompletos. La esfera se corta, y<br />

aparecen las piernas, los rostros, los miembros puntudos y salientes, las partes <strong>de</strong>snudas.<br />

La esfera se corta, y aparece el ombligo <strong>de</strong> la vergüenza como una emoción dolorosa,<br />

vergüenza primitiva que <strong>de</strong>lata nuestra carencia. La esfera se corta, y sentimos que<br />

15


<strong>de</strong>bemos ser redondos mientras nos vemos irregulares, fláccidos, arrugados. Vergüenza<br />

primitiva por el hecho <strong>de</strong> ser humanos. Vergüenza más allá <strong>de</strong> la <strong>de</strong>snu<strong>de</strong>z. Vergüenza<br />

metafísica. La reacción consiste en tapar las <strong>de</strong>snu<strong>de</strong>ces, en cubrir la <strong>de</strong>ficiencia. Los<br />

estoicos repiten la historia <strong>de</strong> un mundo bañado en oro, pero agregan que en esta era “el<br />

crimen está distante”: todo es completo, y no hay agresión porque todo es completo. Pero el<br />

<strong>de</strong>sencanto, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> las profundida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> la carnadura, nos trajo el hierro; y nada es<br />

completo, y hay agresión porque nada es completo. Y entonces, el crimen está cercano.<br />

Aparece un niño. Como flotando en el aire, un niño. Tal vez niño ángel. Flota. Se nos acerca,<br />

como flotando en el aire. Un niño. Tal vez ángel. “Héme aquí”, dice el niño. Y flota, liviano,<br />

como en el aire. “He venido <strong>de</strong> la oculta morada <strong>de</strong> los muertos y las puertas <strong>de</strong> la sombra”,<br />

nos dice el fantasma que ni niño ni ángel ni liviano. “Hijo <strong>de</strong> Hécuba y Príamo”; “me ha matado<br />

el huésped”, nos dice el cadáver.<br />

El huésped es Poliméstor. “El primero <strong>de</strong> mis amigos en cuanto a la hospitalidad”, no se<br />

cansa <strong>de</strong> repetir Hécuba. Suce<strong>de</strong> que la hospitalidad es la relación más sólida que existe por<br />

ley. Suce<strong>de</strong> que la hospitalidad es el vínculo convencional más hondo y sagrado que pueda<br />

establecerse entre dos habitantes <strong>de</strong> este mundo. En el universo común <strong>de</strong> la mirada entre<br />

huésped y anfitrión se juega la libertad. Pero suce<strong>de</strong> también que el vínculo convencional,<br />

por más hondo y sagrado que sea, pue<strong>de</strong> quebrantarse. “Oh, maldito, cómo has partido su<br />

cuerpo, cortando con la espada los miembros <strong>de</strong> este niño y no te compa<strong>de</strong>ciste”. Y se<br />

quebranta. Hécuba y Poliméstor, que habían sabido ser hombres políticos, pier<strong>de</strong>n la<br />

confianza. Y el nómos <strong>de</strong>ja <strong>de</strong> sujetarlos. Hécuba y Poliméstor, que habían sabido ser<br />

hombres <strong>de</strong> lenguaje, rompen el juramento. Y la comunicación se vuelve mutismo. “Inefable,<br />

innombrable, más que increíble. Impío, insoportable”, calla Hécuba a gritos.<br />

Aristóteles, en la Ética a Nicómaco, enseña que el pudor es una pasión subjetiva, un<br />

sentimiento digno <strong>de</strong> elogio. La vergüenza, en cambio, es una reacción pasional objetiva que<br />

resulta <strong>de</strong> los hechos <strong>de</strong>shonestos cometidos. El pudor evita el acto vergonzoso; la<br />

vergüenza indica su comisión. El sentimiento <strong>de</strong> vergüenza suce<strong>de</strong> cuando lo que <strong>de</strong>be<br />

quedar oculto sale a la luz <strong>de</strong>l día, sin ninguna mediación. El pudor está en el hombre para<br />

ce<strong>de</strong>r a la vergüenza antes <strong>de</strong> llevar a cabo los actos que la provocan. Pudor freno, pudor<br />

límite, pudor que impi<strong>de</strong> al hombre convertirse en soberbio o en miserable. El pudor está en<br />

el hombre para recordarle su vergüenza primitiva, la incompletud que señala un <strong>de</strong>seo <strong>de</strong><br />

totalidad imposible <strong>de</strong> ser saciado. “Pero no es el pudor algo <strong>de</strong> lo cual <strong>de</strong>beríamos sentir<br />

vergüenza”, dice Otto, “sino el recato sagrado frente a lo intocable, la <strong>de</strong>lica<strong>de</strong>za <strong>de</strong>l corazón<br />

y <strong>de</strong>l espíritu, la consi<strong>de</strong>ración, el respeto...” El pudor reconoce nuestra frágil condición<br />

humana, y la pone a resguardo. El pudor es “lo puro y el sagrado recato frente a lo puro. La<br />

aidós está con los reyes... pero también con el forastero, que necesita protección y<br />

hospitalidad...” 20<br />

Doble movimiento <strong>de</strong>l pudor que en el reconocimiento <strong>de</strong> nuestra fragilidad, la oculta para<br />

que no nos rompamos. El rechazo <strong>de</strong>l pudor, <strong>de</strong>sprecio <strong>de</strong> nuestra condición humana más<br />

profunda, prece<strong>de</strong> al acto vergonzoso. Y entonces el mundo <strong>de</strong>ja <strong>de</strong> sostenerse, el or<strong>de</strong>n se<br />

trastoca, sismo ontológico que <strong>de</strong>ja al hombre rojo <strong>de</strong> impudicia.<br />

“Me ha matado el huésped”, nos dice el cadáver. ¿Cuándo fue que el huésped perdió el<br />

pudor? ¿Cuándo fue que la hospitalidad se volvió hostil? ¿Cuándo que la hostilidad cedió al<br />

más vergonzoso <strong>de</strong> los crímenes? “¿Dón<strong>de</strong> está la justicia <strong>de</strong> la hospitalidad?”, grita Hécuba<br />

<strong>de</strong>sesperada. Y el cuerpo mutilado <strong>de</strong> su hijo, arrastrado a la orilla por las aguas, revela a<br />

Hécuba que no hay justicia porque ya no hay reglas porque el mundo ya no es mundo porque<br />

el hombre ya no es hombre. La traición más monstruosa ha trastocado el universo: la justicia<br />

se ha invertido, las palabras resultan engañosas, la confianza en el mundo se ha<br />

<strong>de</strong>svanecido. “Oh, hijo, hijo, empiezo a llorar tu muerte, la salvaje melodía que acaba <strong>de</strong><br />

enseñarme el espíritu <strong>de</strong> la venganza”. Hécuba apren<strong>de</strong> una nueva melodía que, también ella<br />

nómos 21, es una nueva forma <strong>de</strong> organizar el mundo. El antiguo nómos que estructuraba la<br />

vida social era una red <strong>de</strong> vínculos interpersonales. Pero Poliméstor cometió el más atroz <strong>de</strong><br />

los crímenes, y con él volvió el mundo inhabitable. Ni reglas, ni distinciones ni lenguaje; sólo<br />

quedaron sonidos, y la ley es reemplazada por la nueva melodía: la venganza solitaria, que<br />

solo respon<strong>de</strong> a los planes <strong>de</strong>l vengador. Hécuba y Poliméstor, que habían sabido ser<br />

amigos, buscando el reflejo propio en los ojos ajenos, no pue<strong>de</strong>n enfrentar sus miradas: “me<br />

da vergüenza mirarte <strong>de</strong> frente, Poliméstor, al encontrarme en tales <strong>de</strong>sdichas. Pues a la<br />

vista <strong>de</strong> alguien por el que he sido consi<strong>de</strong>rada feliz, me entra pudor <strong>de</strong> verme en esta<br />

situación don<strong>de</strong> estoy ahora, y no podría mirarte con los ojos fijos. <strong>No</strong> lo tomes como<br />

hostilidad hacia ti. A<strong>de</strong>más, la razón es el nómos... nómos <strong>de</strong> las mujeres que no <strong>de</strong>ben nunca<br />

mirar directamente a los hombres”. Pero no se trata ya <strong>de</strong> un pudor natural, profundo, <strong>de</strong>l<br />

pudor que evita el acto <strong>de</strong>shonesto. El nuevo pudor <strong>de</strong>l que habla Hécuba es un hilo <strong>de</strong> la<br />

trama <strong>de</strong> venganza, es la antesala <strong>de</strong>l crimen: confundir a Poliméstor, hacerlo notar que algo<br />

siniestro se avecina, alertar al criminal <strong>de</strong> que será castigado, y <strong>de</strong> que no habrá ley don<strong>de</strong><br />

ampararse.<br />

20 Otto, Walter. Teofanía. Buenos Aires, Eu<strong>de</strong>ba, 1978, 2° ed.<br />

21 La palabra que se traduce por “melodía” también es nómos.<br />

16


Al final <strong>de</strong> la tragedia, la justicia se pone en manos <strong>de</strong> Agamenón: “Pesado es para mí juzgar<br />

los males ajenos pero, sin embargo, es forzoso. Pues también causa vergüenza rechazar<br />

este asunto tras recibirlo en las manos.” Y castiga la injusticia <strong>de</strong> haber <strong>de</strong>struído el vínculo<br />

<strong>de</strong> hospitalidad, y exhorta a Hécuba a enterrar a los cadáveres. Al final <strong>de</strong> la tragedia, se ve<br />

un Agamenón dispuesto a reestablecer el or<strong>de</strong>n, con la esperanza <strong>de</strong> que “naveguemos bien<br />

hacia la patria, y que veamos para bien lo que está en nuestras casas, liberados <strong>de</strong> estos<br />

sufrimientos”. Pero el mundo ya se ha <strong>de</strong>sarticulado, y “Aidós y Némesis, cubiertos sus bellos<br />

cuerpos con blancos mantos, ya se fueron <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la tierra <strong>de</strong> anchos caminos hasta el Olimpo<br />

para vivir en la tribu <strong>de</strong> los Inmortales, abandonando a los hombres, y a los hombres mortales<br />

sólo les quedan amargos sufrimientos, y ya no existe remedio para el mal” 22. Hemos quedado<br />

en la impudicia. Y el crimen está cercano.<br />

Hécuba y Poliméstor, que habían sabido ser humanos, ya están convertidos en bestias.<br />

“Jamás pondrás en tus pupilas la mirada brillante, ni verás vivos a tus hijos, a los que yo he<br />

matado”, gime una Hécuba perra enfurecida <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> clavarle el alfiler en los ojos.<br />

Poliméstor, ciego, semi<strong>de</strong>snudo, bramando en busca <strong>de</strong> su enemiga “para que,<br />

arrebatándola con mis manos, la <strong>de</strong>stroce y le ensangriente la carne”.<br />

El hombre tiene dos modos <strong>de</strong> <strong>de</strong>jar <strong>de</strong> ser hombre. Ascen<strong>de</strong>r, y <strong>de</strong>snudarse en el ascenso,<br />

que nada se oculte, ascen<strong>de</strong>r bien arriba hasta <strong>de</strong>spren<strong>de</strong>rse <strong>de</strong>l cuerpo, sin que nada se<br />

oculte; ascen<strong>de</strong>r, soberbiamente ascen<strong>de</strong>r, hasta llegar a ser dioses. Descen<strong>de</strong>r,<br />

<strong>de</strong>snudarse en el <strong>de</strong>scenso, que nada se oculte, <strong>de</strong>scen<strong>de</strong>r bien abajo hasta quedarse sin<br />

alma, don<strong>de</strong> nada se oculta; <strong>de</strong>scen<strong>de</strong>r, miserablemente <strong>de</strong>scen<strong>de</strong>r, hasta llegar a ser<br />

bestias. Si el pudor es el sentimiento <strong>de</strong> respeto frente a un dios pero también el sentimiento<br />

<strong>de</strong> respeto humano que impi<strong>de</strong> al hombre la bajeza, en el ascenso a la cumbre más supra o<br />

en el <strong>de</strong>scenso al subsuelo más sub, el hombre pier<strong>de</strong> su pudor. Dios impúdico con ojos<br />

celestiales o bestia <strong>de</strong>svergonzada con ojos sedientos <strong>de</strong> sangre. En todo caso, en el hombre<br />

está la posibilidad <strong>de</strong>l no hombre. Y pen<strong>de</strong> <strong>de</strong> lo que haga con su pudor.<br />

Vergüenza primitiva por el hecho <strong>de</strong> ser humanos. Pudor original que sabe <strong>de</strong> nuestra fragil<br />

imperfección y la recubre. Volvernos impúdicos, cometer el acto vergonzoso, es <strong>de</strong>shonrar<br />

nuestra propia naturaleza. Volvernos impúdicos es <strong>de</strong>soír la naturaleza, que gusta <strong>de</strong><br />

ocultarse. “... Ya no creemos que la verdad siga siendo verdad cuando se le <strong>de</strong>scorren los<br />

velos, hemos vivido suficiente para creer en esto. Hoy consi<strong>de</strong>ramos como un asunto <strong>de</strong><br />

<strong>de</strong>cencia el no querer verlo todo <strong>de</strong>snudo, no querer estar presente en todas partes, no<br />

querer enten<strong>de</strong>rlo ni saberlo todo. ‘¿Es verdad que el amado Dios está presente en todas<br />

partes?’, preguntó una niña pequeña a su madre: ‘pero esto lo encuentro in<strong>de</strong>cente’ -¡una<br />

señal para los filósofos!- Se <strong>de</strong>bería respetar más el pudor con que la naturaleza se ha<br />

ocultado <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> enigmas e insegurida<strong>de</strong>s multicolores.” 23<br />

TORSIONES DE LA ÉTICA CONTEMPORÁNEA: IRONÍA, SOLIDARIDAD, CARIDAD<br />

Silvana <strong>de</strong> Robles<br />

Des<strong>de</strong> el último tercio <strong>de</strong>l siglo XX gran parte <strong>de</strong>l pensamiento ético contemporáneo viene<br />

registrando una serie <strong>de</strong> torsiones y cambios sutiles <strong>de</strong> orientación que, aunque esquivos a<br />

primeras aproximaciones, analizados con algo más <strong>de</strong> <strong>de</strong>tenimiento no cabe sino admitir<br />

como evi<strong>de</strong>ntes. Se trata <strong>de</strong> al menos cuatro gran<strong>de</strong>s puntos <strong>de</strong> inflexión que estarían dando<br />

forma a una suerte <strong>de</strong> nuevo “sentido común”, prácticamente consolidado como punto <strong>de</strong><br />

partida para el ejercicio <strong>de</strong>l pensamiento en esta área.<br />

La primera <strong>de</strong> estas torsiones es la que podría <strong>de</strong>nominarse, con R. Rorty, el abandono <strong>de</strong>l<br />

sustrato “epistemológico” en todas las áreas <strong>de</strong> la cultura, pero en terreno ético quizás con<br />

más fuerza que en ninguna otra. Como es sabido, ya hacia 1979 1 Rorty vaticina la llegada <strong>de</strong><br />

un tiempo en el que la filosofía en su totalidad <strong>de</strong>berá <strong>de</strong>jar, por fin, <strong>de</strong> intentar <strong>de</strong>cir “cómo<br />

son las cosas”, para pasar a asumir la más mo<strong>de</strong>sta intención <strong>de</strong> continuar “diciendo cosas”,<br />

esto es, haciendo que “la conversación <strong>de</strong> Occi<strong>de</strong>nte continúe”, aunque ahora sin la<br />

pretensión <strong>de</strong> que nuestra “esencia <strong>de</strong> vidrio” sea cada vez más “pulida” a fin <strong>de</strong> reflejar<br />

mejor la realidad. Asumir esta actitud significa para Rorty, ya en este contexto, ser capaces<br />

<strong>de</strong> dar el paso <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el paradigma “epistemológico” al “hermenéutico”, es <strong>de</strong>cir, aquél más<br />

parecido a la tertulia socrática que al ascenso platónico hacia la luz.<br />

22<br />

Hesíodo. Los trabajos y los días, 197. La cita fue modificada en los tiempos verbales, se le agregaron algunas<br />

conjunciones y plurales. La cita textual reza: “Es entonces cuando Aidós y Némesis, cubierto su bello cuerpo con blancos<br />

mantos, irán <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la tierra <strong>de</strong> anchos caminos hasta el Olimpo para vivir entre la tribu <strong>de</strong> los Inmortales, abandonando a los<br />

hombres; a los hombres mortales sólo les quedarán amargos sufrimientos y ya no existirá remedio para el mal.”<br />

Aidós es la vergüenza que se siente ante el quebrantamiento <strong>de</strong> la justicia, el obstáculo que ha <strong>de</strong> impedir al ser humano la<br />

comisión indiscriminada <strong>de</strong> actos injustos.<br />

Némesis es la exacta retribución que cada cual obtiene por su comportamiento injusto y que actúa, por lo tanto, como<br />

catalizador <strong>de</strong> las acciones humanas.<br />

23<br />

Nietzsche, F. Prólogo a la 2° edición <strong>de</strong> la Gaya Ciencia.<br />

17


<strong>No</strong> otra cosa hace que, en sintonía con este enfoque, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el viejo continente G. Vattimo dé<br />

muestras <strong>de</strong> que para él también ha llegado la hora <strong>de</strong> asumir esta torsión fundamental y<br />

crea po<strong>de</strong>r expresarla gráficamente invirtiendo la célebre sentencia <strong>de</strong> la tradición<br />

aristotélica “Amicus Plato, sed magis amica veritas” ahora bajo la fórmula “Amica veritas,<br />

sed magis amicus Plato” 2, en don<strong>de</strong>, precisamente, “Plato” es entendido como un<br />

interlocutor más en la caverna, que no abandona ya a aquellos que comparten su suerte en<br />

las sombras <strong>de</strong> la incertidumbre para salir en busca <strong>de</strong>l “sol” <strong>de</strong> la verdad.<br />

Pero aquí es, entonces, don<strong>de</strong> -una vez diluida la posibilidad <strong>de</strong> una “racionalidad central” -,<br />

tiene lugar la segunda torsión <strong>de</strong>tectada, dado que tal como ambos autores lo ven, esta<br />

conversación en comunidad no pue<strong>de</strong> ya enten<strong>de</strong>rse a sí misma como la única posible; ni<br />

siquiera como la “mejor interpretación”. Es cierto que siempre se habla sólo <strong>de</strong>s<strong>de</strong> un<br />

<strong>de</strong>terminado “dialecto”, pero éste <strong>de</strong>be ser consciente <strong>de</strong> que lo es, asumiéndose como uno<br />

más entre otros, y sin tener que dar por sentado que sólo existen “bárbaros” a su alre<strong>de</strong>dor.<br />

Esto es a lo que Vattimo <strong>de</strong>nomina “<strong>de</strong>sarraigo”, o con Nietzsche, “seguir soñando sabiendo<br />

que estoy soñando” 3. En todo caso se trata <strong>de</strong> “la mejor interpretación para nosotros”, y<br />

“mejor” no por estar más cerca <strong>de</strong> la verdad, sino en su sentido pragmático, como la<br />

“re<strong>de</strong>scripción que mejor funciona”, aunque advertida ya <strong>de</strong> su provisoriedad y con ello <strong>de</strong> la<br />

conveniencia <strong>de</strong> mantener activa la capacidad para la ironía 4 respecto <strong>de</strong> las propias<br />

metáforas utilizadas.<br />

Es que tal como se lo ve aquí, esta segunda torsión, historicista y pragmatista, es la que ha<br />

contribuido a que Occi<strong>de</strong>nte comience a <strong>de</strong>jar <strong>de</strong> lado su obsesión por escapar <strong>de</strong> factores<br />

tales como el tiempo y el azar. 5 Es la que insiste en que las cosas se nos aparecen en el<br />

mundo sólo porque estamos ya en medio <strong>de</strong> ellas, interesadamente dispuestos a<br />

encontrarles significado en relación con nuestro propio tiempo y lugar. De modo que al abrir<br />

nuevos mundos posibles y permitirse a su vez sospecharlos, tal “pertenencia” y<br />

“<strong>de</strong>sasimiento” diluyen, para la hermenéutica, las expectativas <strong>de</strong> una unívoca verdad, a la<br />

vez que multiplican las chances emancipatorias, favoreciendo más bien, la libertad. 6<br />

Sin embargo, justamente cuando la posibilidad <strong>de</strong> quedar atrapadas en un cierto vértigo<br />

perspectivista y, con ello, por momentos, relativista, comienza a amenazar a estas<br />

concepciones –ya que, evi<strong>de</strong>ntemente, <strong>de</strong> volverse extrema aquella actitud se convierte en el<br />

más claro antagonista <strong>de</strong> algo que inteligiblemente pueda seguir <strong>de</strong>nominándose “ética”-,<br />

empieza también a tomar forma la tercera torsión <strong>de</strong>tectada, al ir quedando <strong>de</strong> manifiesto en<br />

estas posiciones cierta cauta intención <strong>de</strong> hallar todavía algún asi<strong>de</strong>ro en medio <strong>de</strong>l temporal<br />

<strong>de</strong> particularidad y contingencia que hasta este momento venía cobrando prepon<strong>de</strong>rancia<br />

central. Esto se da cuando la hermenéutica y el neopragmatismo reconocen estar, ellos<br />

mismos, situados <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> dos tradiciones concretas en las que, sin embargo, es posible<br />

encontrar algunos elementos firmes a los que aferrarse en tiempos en que la tan saludable<br />

ironía comienza también a gestar perplejidad.<br />

Así por ejemplo, si bien la tradición cristiana <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la que Vattimo asume estar hablando,<br />

<strong>de</strong>be ser capaz <strong>de</strong> aceptar ahora, a la luz <strong>de</strong>l prisma hermenéutico, que “no creemos en el<br />

Evangelio porque sepamos que Cristo ha resucitado, sino que creemos que ha resucitado<br />

porque lo leemos en el Evangelio” 7, también es cierto para él que ser cristiano no pue<strong>de</strong> ya<br />

significar enten<strong>de</strong>rse como parte <strong>de</strong> la pequeña secta fundamentalista que esta tradición<br />

conformara en sus inicios, sino que, por el contrario, <strong>de</strong>be enten<strong>de</strong>rse, más bien, como la<br />

posibilidad <strong>de</strong> situarnos ahora más cerca <strong>de</strong>l principio <strong>de</strong> “caridad” que <strong>de</strong> los preambula<br />

fi<strong>de</strong>i en los que ella se afianzara con el paso <strong>de</strong> los siglos 8. Es <strong>de</strong>cir, que si hay un sentido<br />

re<strong>de</strong>ntor <strong>de</strong>l mensaje cristiano, si cabe todavía insistir en la exhortación al trato fraternal<br />

entre los seres humanos, esta exhortación no pue<strong>de</strong> sino consistir hoy en el reconocimiento<br />

por parte <strong>de</strong> todos <strong>de</strong> la necesidad <strong>de</strong> “disolución <strong>de</strong> las pretensiones <strong>de</strong> objetividad” <strong>de</strong><br />

aquello que creemos y <strong>de</strong>seamos.<br />

Del mismo modo, Rorty asume con contun<strong>de</strong>ncia estar situado en el seno <strong>de</strong> la tradición<br />

liberal, a la que -coherentemente con sus premisas historicistas- presenta como el resultado<br />

<strong>de</strong>l nuevo “léxico” que los utopistas políticos <strong>de</strong>l siglo XVIII, sencillamente, habrían<br />

comenzado a utilizar. Léxico, sin embargo, que –tras reconocer como la reformulación<br />

mo<strong>de</strong>rna <strong>de</strong> aquel mismo legado cristiano a través <strong>de</strong> Kant-, Rorty con<strong>de</strong>nsa ahora en la muy<br />

concreta consigna <strong>de</strong>l aborrecimiento <strong>de</strong> la “humillación y la crueldad” 9.<br />

Pero entonces, esta tercera torsión está teniendo lugar cuando aquellas dos tradiciones <strong>de</strong><br />

base dan muestras <strong>de</strong> un potencial que sus propios mentores, aunque visiblemente<br />

entusiasmados por ello, no llegan a explicitar con claridad. Esto es, su capacidad para dar<br />

una pru<strong>de</strong>nte interpretación acerca <strong>de</strong> en qué consisten, en <strong>de</strong>finitiva, las formas <strong>de</strong><br />

interacción realmente viables en el complejo contexto contemporáneo. Y esto es posible<br />

cuando se llega a la aceptación <strong>de</strong> que el único recurso superviviente, capaz <strong>de</strong> mantener a<br />

flote la “conversación <strong>de</strong> Occi<strong>de</strong>nte”, sigue siendo, tal como a<strong>de</strong>lantara Kant, <strong>de</strong> tipo formal y<br />

negativo, aun cuando su propia versión tuviera que ser comprensiblemente rechazada por el<br />

18


giro pragmático-hermenéutico porque lejos <strong>de</strong> ser presentada como la resultante <strong>de</strong> todo el<br />

camino anterior, lo fue como el comienzo abstracto, necesario y universal, nacido<br />

dogmáticamente <strong>de</strong>l a priori <strong>de</strong> la racionalidad.<br />

Sin embargo, ya la Crítica <strong>de</strong> la razón práctica presentaba lo sustancial <strong>de</strong>l argumento que<br />

ahora reaparece solapadamente en el pensamiento contemporáneo: que cuando en lugar <strong>de</strong><br />

una exigencia <strong>de</strong> tipo “formal” –es <strong>de</strong>cir, el respeto por cada persona y sus propios objetivos<br />

<strong>de</strong> vida- lo que se alienta es una concordancia “material” -tal como la búsqueda <strong>de</strong> felicidad,<br />

o la persecución <strong>de</strong> una <strong>de</strong>terminada i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> bien-, suele terminar produciéndose “el peor<br />

conflicto”, porque las diversas volunta<strong>de</strong>s no tienen, entonces, el mismo objetivo –esto es,<br />

hacer posible una pacífica interacción-, sino que cada cual proyecta sobre él el suyo propio,<br />

es <strong>de</strong>cir, lo que cree que lo conducirá a su propio bienestar. Así ocurre, en <strong>de</strong>finitiva, en el<br />

ejemplo mencionado por Kant respecto <strong>de</strong> la “armonía espiritual” <strong>de</strong> aquellos dos cónyuges<br />

que comparten el objeto material <strong>de</strong> sus motivaciones: arruinar la vida <strong>de</strong>l otro: “Oh,<br />

maravillosa armonía -ironiza la poesía humorística aludida por Kant- lo que él quiere, quiérelo<br />

ella también…” 10<br />

Es <strong>de</strong>cir que, una vez asumida la contradicción a la que pue<strong>de</strong> conducir el poner el acento en<br />

torno <strong>de</strong> la elección <strong>de</strong> bienes e intencionalida<strong>de</strong>s positivas, -objetivos en los que, aun<br />

cuando hay coinci<strong>de</strong>ncias <strong>de</strong> <strong>de</strong>nominación, el fin aludido cambia <strong>de</strong> contenido en función <strong>de</strong><br />

quién es el hablante-, se tien<strong>de</strong> ahora a coincidir en la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> que es muy posible que lo más<br />

cerca que pueda llegar a estarse <strong>de</strong>l “bien” sea, en <strong>de</strong>finitiva, apartarse, por igual, <strong>de</strong>l “mal”,<br />

propuesta evi<strong>de</strong>ntemente muy ambigua, pero que en este contexto se expresa primero<br />

tímidamente en la intención formal <strong>de</strong> Vattimo <strong>de</strong> estimular una piadosa aceptación <strong>de</strong> las<br />

diferencias, para alcanzar luego su más firme momento negativo en la insistencia rortyana en<br />

que aquella aceptación tiene que tener como límite no negociable la capacidad <strong>de</strong> ejercer<br />

sobre los <strong>de</strong>más la humillación y la crueldad.<br />

Por eso es que, sólo tras la recuperación, al menos, <strong>de</strong> este esquemático asi<strong>de</strong>ro, logra<br />

tomar forma la concreción <strong>de</strong>l cuarto y último viraje <strong>de</strong>tectado, ya que es aquel parámetro<br />

mínimo el que posibilita recomponer una vez más los intentos <strong>de</strong> orientar la interacción tanto<br />

entre las diferentes “tertulias socráticas” como entre las más disímiles “cavernas” <strong>de</strong> muy<br />

diversas latitu<strong>de</strong>s.<br />

En esta cuarta torsión, por tanto, se observa que la recuperación vattimeana <strong>de</strong> la caritas<br />

tiene como objetivo final alimentar su optimismo en que todavía quepa alguna posibilidad<br />

para aquella “fusión <strong>de</strong> horizontes” tan cara a la hermenéutica 11 , por la que esta tradición<br />

preten<strong>de</strong> evitar ante todo cualquier forma <strong>de</strong> encapsulamiento inhabilitante para la<br />

comunicación; y <strong>de</strong>l mismo modo es en la extensión <strong>de</strong> la capacidad <strong>de</strong> evitar el daño a otros<br />

don<strong>de</strong> Rorty encuentra la única forma <strong>de</strong> “solidaridad” susceptible <strong>de</strong> ser extendida sin<br />

sospechas <strong>de</strong> abusos etnocéntricos más allá <strong>de</strong> “nosotros” local. 12<br />

En suma, ambos viendo aquí la posibilidad -en términos <strong>de</strong> Rorty- <strong>de</strong> un nuevo “focus<br />

imaginarius, borroso pero inspirador”, que, aun partiendo <strong>de</strong>l nivel local no cierre las puertas<br />

a una cierta tensión cosmopolita, en absoluto ya entendida en sentido positivo -como<br />

expansión <strong>de</strong> la propia visión <strong>de</strong> mundo-, sino como extensión <strong>de</strong> aquel criterio mínimo<br />

capaz, todavía, <strong>de</strong> poner al diálogo en algún lugar seguro.<br />

Sin embargo, si bien es cierto que el núcleo intuitivo kantiano es indirectamente recuperado<br />

por estas nuevas vías <strong>de</strong> pensamiento, también lo es el hecho <strong>de</strong> que la filosofía práctica<br />

actual se rehúsa a interpretarlo como el producto <strong>de</strong> a prioris generadores <strong>de</strong> obligaciones<br />

incondicionales frente a todo ser racional para enten<strong>de</strong>r ahora su origen en la urgencia<br />

plenamente empírica <strong>de</strong> revitalizar la capacidad para la compasión ante el dolor <strong>de</strong> seres<br />

humanos concretos, empezando por los más cercanos. 13<br />

En síntesis entonces, el camino recorrido hasta aquí ha seguido las siguientes sinuosida<strong>de</strong>s:<br />

Primero, la torsión que va <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la “<strong>de</strong>scripción privilegiada” <strong>de</strong> una cierta racionalidad<br />

común que intentaba, todavía, <strong>de</strong>cir universalmente “cómo son las cosas”, a la preocupación<br />

por seguir diciéndonos cosas en medio <strong>de</strong> una conversación situada.<br />

Segundo, aquélla por la que toda conversación situada asume que en esa misma localización<br />

están las razones por las que <strong>de</strong>be aceptar ser interna y externamente “ironizada”.<br />

Tercero, el giro que encuentra en algunas <strong>de</strong> estas tradiciones, ciertas pautas elementales<br />

capaces <strong>de</strong> potenciar sin riesgos la continuidad <strong>de</strong> aquellas dos conquistas anteriores, por lo<br />

que no <strong>de</strong>berían ser, ellas mismas, “relativizadas”.<br />

Y cuarto, aquél por el que la supervivencia <strong>de</strong> todas estas conversaciones –situadas y<br />

contingentes- <strong>de</strong>pen<strong>de</strong>rá, paradójicamente, <strong>de</strong> que aquellos criterios se expandan con<br />

aliento cosmopolita, es <strong>de</strong>cir, <strong>de</strong>sarraigadamente.<br />

19


Por lo que, más allá <strong>de</strong> las torsiones y contorsiones que pudiera haber sufrido, y lejos <strong>de</strong><br />

<strong>de</strong>bilitarse en ello, la ética contemporánea viene dando muestras <strong>de</strong> su propia flexibilidad; en<br />

especial al haber sido capaz <strong>de</strong> dar el paso <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la pregunta clave en Occi<strong>de</strong>nte, -causante,<br />

a su vez, <strong>de</strong> tanto sufrimiento-: “¿Crees y <strong>de</strong>seas lo que creemos y <strong>de</strong>seamos?” –al<br />

interrogante más viceral, y en esto mismo más universalizable, acerca <strong>de</strong> si tu sufrimiento se<br />

<strong>de</strong>be, en <strong>de</strong>finitiva, a algo que yo, o que nosotros, pudiéramos haberte hecho.<br />

Citas bibliográficas:<br />

1. Cfr. R. Rorty, La <strong>Filosofía</strong> y el espejo <strong>de</strong> la naturaleza, (Philosophy and the Mirror of<br />

Nature, 1979), trad. Jesús Fernán<strong>de</strong>z Zulaica, 3ª ed., Madrid, Cátedra, 1995, caps.<br />

VII y VIII.<br />

2. G. Vattimo, Más allá <strong>de</strong> la interpretación, ( Oltre l’ínterpretazione, 1994), trad. Pedro<br />

Aragón Rincón, 1ª ed., Barcelona, Paidós 1995, p. 84.<br />

3. G. Vattimo, “Posmo<strong>de</strong>rnidad: ¿una sociedad transparente?”, en AA.VV, En torno a la<br />

posmo<strong>de</strong>rn dad, i Barcelona, Ed. Anthropos, 1994, p. 17.<br />

4. Cfr. R. Rorty, Contingencia, ironía y solidaridad, (Contingency, irony and solidarity,<br />

1989), trad. Alfredo Sinnot, Barcelona, Paidós, 1991, “Introducción”, p. 17.<br />

5. R. Rorty, ibid. p. 15.<br />

6. Cfr. G. Vattimo, “Posmo<strong>de</strong>rnidad: ¿una sociedad transparente?”, en op. cit., p. 17-19.<br />

7. Cfr. G. Vattimo, “La edad <strong>de</strong> la interpretación” en R. Rorty y G. Vattimo, E l futuro <strong>de</strong> la<br />

religión. Solidaridad, caridad, ironía, ( Il futuro <strong>de</strong>lla religione, 2005), trad. Teresa<br />

Oñate, 1ª ed., Buenos Aires, Paidós, 2006, p. 68.<br />

8. Cfr. G. Vattimo, ibid., p. 72-81.<br />

9. R. Rorty, Contingencia, ironía y solidaridad, op. cit., p. 17.<br />

10. Cfr. I. Kant, Crítica <strong>de</strong> la razón práctica, (Kritik <strong>de</strong>r praktischen Vernunft, 1788), trad.<br />

José Rovira Amengol, Buenos Aires, Losada, 1961, pp. 33-34.<br />

11. Cfr. G. Vattimo, “La edad <strong>de</strong> la interpretación”, en op. cit., p.76.<br />

12. R. Rorty, Contingencia, ironía y solidaridad, op. cit., p. 208 y ss.<br />

13. R. Rorty, ibid., p. 211.<br />

IDENTIDADES POLÍTICAS Y EL FIN DE LA POLÍTICA<br />

Susana Raquel Barbosa –USAL, CONICET<br />

La sugerencia <strong>de</strong> reunirnos hoy para pensar las i<strong>de</strong>ntida<strong>de</strong>s políticas en la constitución <strong>de</strong><br />

los sujetos colectivos no pue<strong>de</strong> ser más oportuna. El Cono Sur está convulsionado y sus<br />

tensiones variables oscilan entre el rankeo <strong>de</strong> los puntos urgentes y el <strong>de</strong> los importantes.<br />

Porque si bien conocemos todos la urgencia <strong>de</strong>l hambre no ignoramos la importancia <strong>de</strong> una<br />

formación no <strong>de</strong>ficitaria <strong>de</strong> nuestra civilidad, y, aunque advertimos la urgencia <strong>de</strong> la<br />

educación observamos que la <strong>de</strong>bilidad institucional es tarea importante, y aun distinguiendo<br />

la urgencia <strong>de</strong> recomponer el sistema <strong>de</strong> salud bien notamos que la <strong>de</strong>saceleración <strong>de</strong>l<br />

proyecto energético es importante. Vale <strong>de</strong>cir que lo urgente parece siempre y en cada caso,<br />

referir a lo social mientras lo importante parece confluir en una senda unidireccional, lo<br />

político.<br />

Fracciono mi colaboración en dos para plantear primeramente la atribución <strong>de</strong> i<strong>de</strong>ntida<strong>de</strong>s<br />

políticas a los sujetos colectivos <strong>de</strong>s<strong>de</strong> un marco que por encima <strong>de</strong> los tradicionales que<br />

enfrentan lo social a lo político, tanto como lo urgente a lo importante, comprenda lo político<br />

en lo social diluyendo las fijas fronteras anteriores y signifique lo social <strong>de</strong>s<strong>de</strong> lo político, y en<br />

segundo lugar imagino un contexto para la discusión <strong>de</strong> las i<strong>de</strong>ntida<strong>de</strong>s políticas: el <strong>de</strong>l<br />

discurso <strong>de</strong>l fin <strong>de</strong> la política.<br />

1-I<strong>de</strong>ntida<strong>de</strong>s políticas<br />

Como la lógica <strong>de</strong> las i<strong>de</strong>ntida<strong>de</strong>s políticas constituye procesos constructivos complejos,<br />

Ernesto Laclau y Chantal Mouffe, proponen un punto <strong>de</strong> partida capaz <strong>de</strong> tomar como unidad<br />

<strong>de</strong> análisis político un fenómeno también complejo que tradicionalmente mereciera con<strong>de</strong>na<br />

ética por parte <strong>de</strong> la aca<strong>de</strong>mia, el populismo. Generada menos por mera retórica expositiva<br />

que por una revisión <strong>de</strong>l discurso <strong>de</strong> la teoría sociológica y política en sus textos, esta<br />

elección <strong>de</strong>ja <strong>de</strong> lado la tentación <strong>de</strong> comenzar por el grupo tanto como la <strong>de</strong> por alguna<br />

abstracción conceptual <strong>de</strong>l tipo <strong>de</strong> las suministradas por el primer funcionalismo o el último<br />

estructuralismo.<br />

En la medida en que la unidad <strong>de</strong> un grupo se configura en el cruce <strong>de</strong> una articulación <strong>de</strong><br />

<strong>de</strong>mandas, y <strong>de</strong>bido a que aquella articulación no apunta a ninguna totalidad unificada, los<br />

autores justifican su intervención con la apelación al populismo como un modo <strong>de</strong> construir<br />

lo político. Como una categoría <strong>de</strong> análisis, el populismo, en la sociología y en la teoría<br />

política no fue ni <strong>de</strong>scriptivo ni normativo sino que intentó abordar una multiplicidad <strong>de</strong><br />

movimientos políticos <strong>de</strong>s<strong>de</strong> una supuesta esencialidad y con una serie <strong>de</strong> rasgos<br />

invariantes. Vale <strong>de</strong>cir que la proliferación <strong>de</strong> estudios sobre el campo lejos <strong>de</strong> agregar<br />

reflexión teórica que aportara precisión al concepto sumó ensayísticas y miradas<br />

casuísticas ampliatorias <strong>de</strong> las folklóricas nacionales, y ello pareció colocar al análisis<br />

20


político en una impotencia teórica don<strong>de</strong> populismo era el obstáculo. Pero es precisamente<br />

en este punto don<strong>de</strong> la tradición <strong>de</strong> la teoría social se revela limitada, cuando tiene que<br />

abordar la cuestión <strong>de</strong>l modo en que los agentes sociales totalizan el conjunto <strong>de</strong> su<br />

experiencia. Por ello el populismo, tan improductivo como aparece en la tradición <strong>de</strong>l<br />

pensamiento social don<strong>de</strong> lo que hay para <strong>de</strong>cir es lo que le falta o lo que le sobra, es incapaz<br />

<strong>de</strong> implementar lógica alguna si no se trastoca la mirada para que el concepto sea<br />

propositivo, potenciado como expresividad y como estructurador <strong>de</strong> la acción política.<br />

En una palabra creo que los autores colocan al populismo como un concepto heurístico<br />

capaz él mismo <strong>de</strong> exponer los límites y nudos axiales <strong>de</strong> la política actual al postular que la<br />

in-<strong>de</strong>rivabilidad teórica sobre el fenómeno se <strong>de</strong>be acaso a limitaciones en las herramientas<br />

ontológicas disponibles para análisis político, acaso al exceso <strong>de</strong> experiencia que hace que<br />

los actores totalicen su intervención y la preserven allen<strong>de</strong> toda conceptualización.<br />

Si bien Laclau y Mouffe usan retórica como lo vacuo en lo irreflexivo <strong>de</strong> cierta tradición<br />

también la usan en otra dirección: no como lo superfluo <strong>de</strong>l lenguaje que <strong>de</strong>jara intocados<br />

sus contenidos sino como mecanismos discursivos que son instrumentos <strong>de</strong> la racionalidad<br />

práctica implicada. Des<strong>de</strong> este punto <strong>de</strong> vista, imprecisión y vacío en los símbolos políticos<br />

se vuelven productivos. Los juegos <strong>de</strong>l lenguaje involucran intercambios lingüísticos no<br />

menos que las acciones en las que se imbrican, por lo cual todo discurso como “totalidad<br />

estructurada”, articula elementos también extra-lingüísticos. Por ello la separación entre una<br />

fuerza política y su i<strong>de</strong>ología se vuelve superflua y transforma en excéntrico nuestro foco que<br />

es ahora la especificación <strong>de</strong> la ruta <strong>de</strong> secuencias discursivas por las que un movimiento<br />

consuma su acción política global. El populismo, menos ligado a un élan social incontrolable<br />

que a cierta representación en la que interviene el espacio <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> un contexto social<br />

acotado, menos relacionado con un tipo <strong>de</strong> organización i<strong>de</strong>ológica que con la dimensión <strong>de</strong><br />

una específica cultura política, no admite i<strong>de</strong>ntificación con la clase como entidad social<br />

<strong>de</strong>cisiva, y sospecha ante la con<strong>de</strong>na ética con que la teoría política tradicional se expedía<br />

sobre su carácter pretendiendo con ello clausurar la discusión.<br />

La imposibilidad <strong>de</strong> <strong>de</strong>finir esta i<strong>de</strong>a compleja es porque sus intentos fueron tales que<br />

exigieron como principio la exclusión a priori <strong>de</strong> su lógica política, con lo que la diferencia<br />

específica inalcanzada nos alejaba <strong>de</strong> lo positivo. Valga ahora una estrategia, la <strong>de</strong><br />

reorientar las preguntas sobre “los qué” <strong>de</strong>l populismo hacia “los <strong>de</strong> qué”, ya que ésta<br />

parece ser la salida: porque toda respuesta a “los qué” retrotrae al esencialismo racionalista<br />

<strong>de</strong> la teoría tradicional y, porque pesquisar “los <strong>de</strong> qué” rompe el aislamiento y sustituye<br />

entida<strong>de</strong>s por relaciones y ahora habilita a preguntar <strong>de</strong> qué es expresión el populismo, por<br />

ejemplo. Y po<strong>de</strong>mos también encarar una historia crítica <strong>de</strong> las fases constitutivas y<br />

disolutorias <strong>de</strong> las fronteras <strong>de</strong> la normalidad y la patología y dar entonces con el locus<br />

don<strong>de</strong> se inscribieran parte <strong>de</strong> las interpretaciones <strong>de</strong>l populismo como algo anormal y<br />

aberrante y todo para <strong>de</strong>sembozar la operación <strong>de</strong>l proyecto discursivo cuyo fin era la<br />

<strong>de</strong>nigración <strong>de</strong> lo popular como masivo y lo masivo como popular. Admitir que lo racional no<br />

pier<strong>de</strong> su carácter por el atravesamiento <strong>de</strong> lo afectivo es aceptar que la matriz afectiva<br />

constituye el lazo social y no mera cualidad <strong>de</strong> la acción política informe y <strong>de</strong>forme. Aquí es<br />

don<strong>de</strong> lo que había sido reducido a <strong>de</strong>svío y expulsado <strong>de</strong>l canon vuelve para colocarse en el<br />

centro <strong>de</strong> una teoría que quiera dar cuenta no ya <strong>de</strong> la masa sino <strong>de</strong> toda acción política.<br />

El lugar <strong>de</strong>l populismo se revela como el lugar <strong>de</strong> articulación <strong>de</strong> <strong>de</strong>mandas que no son<br />

incorporadas <strong>de</strong> manera institucional y que, como insatisfechas puedan generar una<br />

i<strong>de</strong>ntidad popular que las unifique en torno a un nombre. El acto <strong>de</strong> nombrar da unidad al<br />

conjunto que nombra.<br />

Las condiciones <strong>de</strong> esta lógica política se separan en la imposibilidad <strong>de</strong>l sistema <strong>de</strong><br />

absorber cada una <strong>de</strong> las <strong>de</strong>mandas en tanto que <strong>de</strong>mandas singulares, y en la articulación<br />

<strong>de</strong> estas <strong>de</strong>mandas singulares insatisfechas en una ca<strong>de</strong>na equivalencial que las comprenda,<br />

conformándose en esta operación una i<strong>de</strong>ntidad política <strong>de</strong>terminada y, concomitantemente,<br />

una frontera social antagónica.<br />

Po<strong>de</strong>mos pensar entonces si la vaguedad teórica y la imprecisión conceptual no equivalen a<br />

una configuración <strong>de</strong> la experiencia que, en tanto tal, es inasible porque ella misma es vaga e<br />

imprecisa a<strong>de</strong>más <strong>de</strong> distinta en cada caso.<br />

Alejado <strong>de</strong>l cliché que lo concibe como el resplandor <strong>de</strong> la armonía o la i<strong>de</strong>alidad <strong>de</strong> un<br />

diálogo para el consenso, lo político no pue<strong>de</strong> sancionar la prepotencia <strong>de</strong> la experiencia. Lo<br />

político se transforma y empuja su concepto hacia contenidos que no tenía. Se tensiona entre<br />

dos puntas que sacan chispas, lo que fue expulsado <strong>de</strong> su canon y su propio pasado.<br />

2-El fin <strong>de</strong> lo social y e l fin <strong>de</strong> lo político en el discurso postmetafísico<br />

La fuerza <strong>de</strong>l contenido <strong>de</strong> verdad <strong>de</strong> afirmaciones como el 'fin <strong>de</strong> la política' en el discurso<br />

postmetafísico pue<strong>de</strong> sostenerse por la recuperación <strong>de</strong> propuestas antiguas y clásicas <strong>de</strong><br />

convivencia política y contigüidad social.<br />

La culminación <strong>de</strong>l sistema <strong>de</strong>l i<strong>de</strong>alismo alemán en sus versiones trascen<strong>de</strong>ntal y absoluta<br />

instaló la certeza <strong>de</strong>l ocaso <strong>de</strong> lo mo<strong>de</strong>rno y <strong>de</strong> la metafísica que se había <strong>de</strong>sarrollado a su<br />

abrigo. Nietzsche y Hei<strong>de</strong>gger dieron cuenta <strong>de</strong> ello. La implicación <strong>de</strong> este ocaso en el<br />

21


discurso filosófico fue su repentino <strong>de</strong>bilitamiento, tanto o más que la <strong>de</strong>potenciación <strong>de</strong>l<br />

discurso religioso. Sin lo metafísico, sin lo religioso, sin fundamento extrapositivo ni<br />

trascen<strong>de</strong>nte a la inmediatez <strong>de</strong> lo mundano sensible, la palabra filosófica marchó aliada con<br />

una multiplicidad <strong>de</strong> saberes fragmentarios, distribuidos en disciplinas in<strong>de</strong>finidas y en<br />

monádicas experiencias <strong>de</strong> mundo.<br />

Mientras el pensamiento metafísico or<strong>de</strong>naba su discurso en torno a la i<strong>de</strong>ntidad, el principio<br />

<strong>de</strong> diferencia es el nexo articulatorio <strong>de</strong>l discurso postmetafísico; aquél apuntaba a convocar<br />

al ser a presentarse en el ente para conferirle unidad y estabilidad, éste se encien<strong>de</strong> y estalla<br />

en la particular inestabilidad que colorea el nuevo <strong>de</strong>rrotero <strong>de</strong>l pensamiento. La<br />

postmetafísica, dice Hei<strong>de</strong>gger, reemplaza la unidad por una diversidad múltiple, montando<br />

un mundo para el cual la diferencia es el rasgo característico <strong>de</strong>l ser.<br />

En este breve rastreo recorro el discurso <strong>de</strong> Chantal Mouffe y Ernesto Laclau para mostrar<br />

que la forma <strong>de</strong> negar lo social o lo político se ejerce al costo <strong>de</strong> encontrar morada en<br />

discursos anteriores en algunos casos, y al <strong>de</strong> negar aspectos <strong>de</strong> la tradición <strong>de</strong> pertenencia<br />

en el esfuerzo por lograr ex post facto proyecciones teóricas alternativas.<br />

Hegemonía o la nueva lógica <strong>de</strong> i<strong>de</strong>ntida<strong>de</strong>s políticas<br />

Entre los fenómenos que indican que la comprensión que las socieda<strong>de</strong>s tienen <strong>de</strong> sí ha<br />

cambiado se da el hecho paradójico por ejemplo, que al aumento <strong>de</strong> la intervención humana<br />

en el mundo y en la sociedad se genera un efecto contrario a su control, ya que crece la<br />

incertidumbre en forma exponencial. Esto lo percibimos en catástrofes naturales y<br />

nucleares, y también en la relación entre lo social y lo político. Ciertos entramados <strong>de</strong><br />

dominaciones parecen ser más complejos <strong>de</strong> lo que permitía vislumbrar el mo<strong>de</strong>lo <strong>de</strong><br />

dominio elaborado por la crítica marxista al sistema capitalista. Ciertos modos <strong>de</strong><br />

organización <strong>de</strong> las acciones humanas se configuran cuestionando las distinciones clásicas<br />

entre sociedad y política y sus modos <strong>de</strong> aparición en el marco <strong>de</strong> la sociedad civil movió a<br />

ciertos autores al cultivo <strong>de</strong> expectativas sobre una fuerza emancipatoria renovada <strong>de</strong> los<br />

movimientos sociales, cuya consigna gira sobre una pretendida resurrección <strong>de</strong> la sociedad<br />

civil.<br />

Para Mouffe y Laclau lo político no tiene rango superestructural sino estatuto <strong>de</strong> una<br />

ontología <strong>de</strong> lo social, argumento <strong>de</strong>l cual se sigue que la división social es inherente a la<br />

política. En tal sentido el fin <strong>de</strong> lo político equivale a la disolución <strong>de</strong>l conflicto y el<br />

antagonismo como centro <strong>de</strong> la política, tal como lo hace la teoría social <strong>de</strong> la Tercera Vía en<br />

las propuestas <strong>de</strong> A. Gid<strong>de</strong>ns y U. Beck. El triunfo <strong>de</strong>l neoliberalismo, dicen nuestros<br />

autores, ha afectado negativamente al discurso <strong>de</strong>l marxismo ya que bajo la excusa <strong>de</strong><br />

mo<strong>de</strong>rnizar algunos lineamientos teóricos <strong>de</strong> la tradición <strong>de</strong> pertenencia, terminó<br />

confirmando una hegemonía cuyo dictum era la disolución <strong>de</strong>l antagonismo. Laclau y Mouffe,<br />

contrariamente, apuestan al objetivo <strong>de</strong> establecer una hegemonía que requiere la creación<br />

<strong>de</strong> nuevas fronteras políticas, pero nunca su <strong>de</strong>saparición.<br />

3-Conclusiones. Para Laclau y Mouffe el fin <strong>de</strong> la sociedad llega cuando el sociólogo<br />

tradicional no acepta que la sociedad no es una entidad fija que uno pueda observar sino una<br />

construcción social. Y el fin <strong>de</strong> la política adviene con el aplanamiento <strong>de</strong> propuestas que<br />

impone la hegemonía <strong>de</strong> la tercera vía neoliberal, ya mediante un diálogo racional en terreno<br />

neutral, ya mediante un campo discursivo sin fisuras ni antagonismos.<br />

Cierro mi aporte con dos observaciones finales: la primera es que Laclau y Mouffe el fin <strong>de</strong> lo<br />

político y el fin <strong>de</strong> lo social se ejerce al costo <strong>de</strong> encontrar morada en discursos anteriores,<br />

<strong>de</strong> Luxemburgo a Gramsci y Wittgenstein, pasando por Hei<strong>de</strong>gger. La segunda observación<br />

es que en los discursos tratados se generan propuestas <strong>de</strong>s<strong>de</strong> una fuerza práctica con lo<br />

que parece quebrarse el mo<strong>de</strong>lo disciplinar clásico <strong>de</strong> una filosofía social emparentada con<br />

una filosofía moral, y enfrente, una filosofía política filiada con una ética. Parece entonces<br />

armarse el esqueleto para una construcción cuyo final <strong>de</strong>pen<strong>de</strong> <strong>de</strong> nuestra tarea reflexiva y<br />

<strong>de</strong> la manera como podamos recrear para los jóvenes <strong>de</strong>l siglo XXI, postdisciplinariamente y<br />

en nuestras prácticas, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la ética y la política surgidas a partir <strong>de</strong> una pragmática en<br />

conjunto, este legado.<br />

SUEÑO DE PABLO A LOS POSMODERNOS<br />

María Haydée Badano - USAL<br />

TERCERA CARTA A TIMOTEO<br />

Pablo, apóstol <strong>de</strong> Cristo Jesús, por mandato <strong>de</strong> Dios nuestro Salvador y <strong>de</strong> Cristo Jesús<br />

nuestra esperanza, a Timoteo, verda<strong>de</strong>ro hijo mío en la fe.<br />

Gracia, misericordia y paz <strong>de</strong> parte <strong>de</strong> Dios Padre y <strong>de</strong> Cristo Jesús, Señor nuestro.<br />

Tal vez sea la última carta que escriba, Timoteo.<br />

Sobre mi pesa la con<strong>de</strong>na a per<strong>de</strong>r mi cabeza por ser fiel testigo <strong>de</strong> fe en Cristo Jesús.<br />

Y aunque el largo cautiverio me abruma y se avecinan momentos difíciles, procuro estar en<br />

paz para po<strong>de</strong>r presentarme en gracia ante Dios.<br />

22


Acaso sea por el poco tiempo que me resta, que siento la necesidad <strong>de</strong> escribiros, pues he<br />

tenido un sueño revelador, don<strong>de</strong> el futuro se hace presente y el presente parece fundirse<br />

con el porvenir.<br />

Sabes, mi amigo que hay muchas formas <strong>de</strong> viajar.<br />

A<strong>de</strong>más <strong>de</strong> mis varios viajes, a visitar ya sea a nuestros hermanos romanos, corintios,<br />

gálatas o los <strong>de</strong> Tesalónica, anoche <strong>de</strong>scubrí otra manera <strong>de</strong> superar el espacio y el tiempo.<br />

En mi sueño, tan vívido como profundo, he podido conversar con un hermano <strong>de</strong> tierras<br />

lejanas, más lejanas que las <strong>de</strong> Hispania que reconozco como las más alejadas.<br />

Hermano mío, he podido conversar con un gentil <strong>de</strong> Posmo<strong>de</strong>rna. Su nombre es Badiou. <strong>No</strong><br />

es <strong>de</strong> la comunidad <strong>de</strong>l pez, y sin embargo me conoce.<br />

Dice que dos veces mil años <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> ahora no sólo están hablando <strong>de</strong> la buena nueva que<br />

llevamos en cada viaje: que Cristo ha resucitado sino que él, aún no creyendo en el mensaje,<br />

cree en mi persona como referente político <strong>de</strong> su tiempo en Posmo<strong>de</strong>rna.<br />

Badiou me cuenta que el imperio que a ellos los oprime, tiene un mensaje absoluto, y eso, mi<br />

querido hermano, no me llama la atención.<br />

Sabemos por el imperio romano que ahora nos oprime y nos impi<strong>de</strong> hablar libremente y<br />

públicamente <strong>de</strong> nuestra creencia para po<strong>de</strong>r dirigirla a todos y cada uno <strong>de</strong> los hijos <strong>de</strong> este<br />

mundo.<br />

Sabemos, querido hermano, y sin embargo, el mensaje que llevamos <strong>de</strong>ntro nos ar<strong>de</strong> <strong>de</strong> tal<br />

manera que se convierte en verdad para todos, no distinguiendo gentiles <strong>de</strong> judíos, mujeres<br />

<strong>de</strong> varones, esclavos <strong>de</strong> ciudadanos romanos.<br />

Parece que en Posmo<strong>de</strong>rna la religión se ha opacado, la política sufre embates <strong>de</strong> los<br />

pensamientos absolutos y siempre sordos a las quejas <strong>de</strong>l esclavo, <strong>de</strong> la mujer, <strong>de</strong>l pagano,<br />

<strong>de</strong>l perdido, <strong>de</strong>l olvidado, <strong>de</strong>l que no pertenece al imperio.<br />

Me admira y me preocupa que pasado tanto tiempo los imperios no hayan aprendido a ser<br />

diferentes. Que recurran a las mismas formas <strong>de</strong> convencer, a las mismas armas, a los<br />

mismos silencios.<br />

Porque ante todo está, lo que Badiou llama el Acontecimiento. Eso y no otra cosa es lo que al<br />

fin funda nuestra fe: Cristo Jesús como muerto en cruz y resucitado. Nada anterior a ello,<br />

nada posterior sin esa Resurrección.<br />

Me llama militante, y aunque fui soldado romano creo que me consi<strong>de</strong>ra un soldado <strong>de</strong>l<br />

Acontecimiento, la vasija <strong>de</strong> barro 24 que contiene el mensaje, el fuerte mensaje que<br />

<strong>de</strong>muestra lo débil que soy ante lo que porto <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> mí.<br />

Cuando, en la carta a los Gálatas, digo “en nada cuenta ni la circuncisión, ni la incircuncisión,<br />

sino la creación nueva. Y para todos los que se sometan a esta regla, paz y misericordia, lo<br />

mismo que para el Israel <strong>de</strong> Dios.”, es que llevo sobre mi cuerpo las señales <strong>de</strong> Jesús y no las<br />

señales que requería la antigua Ley. El Acontecimiento <strong>de</strong> la Resurrección nos hace libres,<br />

tenemos fe, pero una fe viva que se <strong>de</strong>be mostrar en el ejercicio <strong>de</strong> la caridad. Y es en<br />

nuestra liberación <strong>de</strong> la Ley que Badiou encuentra algo valioso para su tiempo futuro: lo<br />

singular que se abre a lo universal, la buena nueva que tu y yo creemos y distribuimos por<br />

todo el mundo, al que nuestro futuro hermano llama universo, y que donamos sin<br />

condiciones. Y este mensaje es más fuerte y más universal que cualquier Ley, este mensaje,<br />

esta nueva por la que me entrego al martirio, mañana mismo, mi hermano, es aquella que no<br />

se queda en el pueblo elegido <strong>de</strong> Dios, en el pueblo judío en don<strong>de</strong> nació, ni siquiera se<br />

encierra en la comunidad <strong>de</strong>l pez <strong>de</strong> algún pueblo. Este mensaje es para todos y en ese para<br />

todos es don<strong>de</strong> Badiou consi<strong>de</strong>ra que somos <strong>de</strong> la misma época porque tenemos una<br />

búsqueda común. ¿Cómo sería posible tal cosa, dos mil años <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> ahora, dos mil años<br />

antes <strong>de</strong> entonces? ¿Qué nos une, si él mismo no cree en el mensaje <strong>de</strong> Cristo? ¿Cómo<br />

analiza este hombre mis palabras, en qué clase <strong>de</strong> poeta político me constituyo yo, Pablo,<br />

para este hombre <strong>de</strong> Posmo<strong>de</strong>rna?<br />

Toma mi mensaje como revolucionario, como insurgente frente a las palabras <strong>de</strong>l César, y<br />

frente a las palabras y ritos <strong>de</strong> la Ley judía. Si ser revolucionario es elevar por sobre la Ley el<br />

mismo Acontecimiento <strong>de</strong> la Resurrección, la Fe en aquél que resucitó y venció a la muerte,<br />

entonces <strong>de</strong>bo serlo.<br />

Badiou me explicó anoche, que Cristo es para mi lo que nos suce<strong>de</strong>: la vida; mientras que la<br />

Ley nos ata a la muerte, cuestión que no comprendió nuestro hermano Bernabé.<br />

Me <strong>de</strong>bo por igual a los griegos y a los bárbaros, a los sabios y a los necios, dije en la primera<br />

carta que envié a los romanos, para hacer llegar el acontecimiento <strong>de</strong> la vida contra el reino<br />

<strong>de</strong> la muerte. El Acontecimiento está por fuera <strong>de</strong> la muerte y que piense éso le parece<br />

valioso a nuestro lejano amigo Badiou.<br />

Y coinci<strong>de</strong> conmigo que en esa resurrección se suprimen las diferencias a favor <strong>de</strong> un<br />

mensaje para todos, sin excepción. Todos, fuimos salvados gratuitamente, cuando Cristo<br />

resucitó. Por don y no por Ley es que tenemos el carisma <strong>de</strong> ser igualmente hijos <strong>de</strong> Dios: por<br />

sobreabundancia <strong>de</strong> gracia. Ninguno <strong>de</strong> nosotros merecemos esa gracia, cierto es que<br />

cuando se multiplicó el pecado, más abundó la gracia, otorgando vida ante la muerte.<br />

24<br />

Badiou, Alain. San Pablo. La fundación <strong>de</strong>l universalismo. P.57<br />

El autor piensa que el acontecimiento mismo es un haber-ocurrido totalmente precario, que se lo <strong>de</strong>be portar humil<strong>de</strong>mente<br />

y en esa <strong>de</strong>bilidad está la fuerza. Dice Badiou, que no será logos, ni signo, ni arrebato por lo in<strong>de</strong>cible; que tendrá la ru<strong>de</strong>za<br />

pobre <strong>de</strong> la acción pública, <strong>de</strong> la <strong>de</strong>claración <strong>de</strong>snuda sin otro prestigio que su contenido real. “Sólo tendrá lo que cada uno<br />

pue<strong>de</strong> ver y oír. Esto es la vasija <strong>de</strong> barro”.<br />

23


Timoteo, la palabra está cerca <strong>de</strong> ti; en tu boca y en tu corazón: Anúnciala y serás salvado.<br />

Eso mismo me aclara Badiou, cuando me dice que según mis propias palabras no es el<br />

corazón el que salva sino la boca: lo que vale es la fe que actúa por medio <strong>de</strong>l amor.<br />

Y entonces el hombre nuevo se guía por la Ley <strong>de</strong>l amor al prójimo, que resume todos los<br />

preceptos <strong>de</strong> la ley. El amor es la plenitud <strong>de</strong> la ley dije a los romanos, y en ellos a todos los<br />

que se llamen seguidores <strong>de</strong> Cristo.<br />

A Badiou le llama la atención en mi mensaje la fi<strong>de</strong>lidad al acontecimiento que es Cristo,<br />

porque dice que el amor es lo que hace <strong>de</strong>l pensamiento una fuerza. Y por esto, el amor y no<br />

la fe, tiene la fuerza <strong>de</strong> la salvación, cuestión que traté en la primera carta a los <strong>de</strong> Corinto.<br />

Escribí entonces que aunque hablara lengua <strong>de</strong> ángeles, si no tengo amor, soy como<br />

campana que suena, y aunque mi fe pudiera trasladar montañas, si no tengo amor, no soy<br />

nada. Amor es una labor, pues la fe actúa por medio <strong>de</strong>l amor.<br />

Por medio <strong>de</strong> la fe me abro a la Verdad, por medio <strong>de</strong>l amor camino junto con todos hacia esa<br />

Verdad, por medio <strong>de</strong> la esperanza persevero en el caminar.<br />

Badiou me ve como un apóstol <strong>de</strong> pueblos, que ha entendido lo que los posmo<strong>de</strong>rnos<br />

proclaman, es <strong>de</strong>cir que a través <strong>de</strong> las diferencias: <strong>de</strong>l esclavo y <strong>de</strong>l libre, <strong>de</strong>l pagano y <strong>de</strong>l<br />

judío, <strong>de</strong> la mujer y el hombre, y buscando nuevas diferencias, nos <strong>de</strong>splazamos por fuera <strong>de</strong><br />

nuestra comunidad. A los corintios les confesé que siendo libre me he hecho esclavo <strong>de</strong><br />

todos, para ganar a todos los que pueda. Para mi, mi ley es Cristo. He tratado <strong>de</strong> adaptarme<br />

lo más posible a todos, con una indiferencia tolerante con todas las diferencias.<br />

Y le repetí, Timoteo, aquello que os repito a ti a quién seguramente no vuelva a ver en este<br />

mundo, no os acomodéis a los criterios <strong>de</strong> vuestro siglo, transformaos, renovad vuestro<br />

pensamiento 25. Y Badiou rió: Lo sé Pablo, somos muchos los que pensamos así. Le advertí lo<br />

que a vosotros: no basta pensarlo sino llevarlo a la acción.<br />

Y me volvió a llamar revolucionario. Y le contesté que mi revolución es el Acontecimiento, que<br />

es ruptura con la ley judía y con el imperio romano. Ruptura que es escándalo y locura. Fue<br />

mi caída en el camino a Damasco, la visión <strong>de</strong>l Resucitado.<br />

Y el acontecimiento, fiel Timoteo, no pue<strong>de</strong> pre<strong>de</strong>cirse: Sabéis muy bien que el día <strong>de</strong>l Señor<br />

vendrá como un ladrón en plena noche.<br />

Que la gracia <strong>de</strong>l Señor sea con tu espíritu.<br />

Bibliografía<br />

Badiou, Alain, San Pablo. La fundación <strong>de</strong>l universalismo, Anthropos, Barcelona, 1999.<br />

Nueva Biblia <strong>de</strong> Jerusalén, Editorial española Desclée De Brouwer S.A., Bilbao, 1975.<br />

25 Badiou, Alain. San Pablo. La fundación <strong>de</strong>l universalismo. P.13.<br />

Badiou cree que un proceso <strong>de</strong> la verdad no pue<strong>de</strong> anclarse en lo i<strong>de</strong>ntitario. La singularidad universalizable rompe con la<br />

singularidad i<strong>de</strong>ntitaria y comunitarista. Las políticas i<strong>de</strong>ntitarias consecuentes son guerreras y criminales, menciona al<br />

nazismo como ejemplo. Encuentra al mundo contemporáneo doblemente hostil a los procesos <strong>de</strong> verdad, dado que recurre a<br />

los “recubrimientos nominales”, don<strong>de</strong> <strong>de</strong>bería estar el nombre <strong>de</strong> un procedimiento <strong>de</strong> verdad, viene otro nombre y lo<br />

<strong>de</strong>splaza. “El nombre cultura obstruye el <strong>de</strong> arte. La palabra técnica obstruye la palabra ciencia. La palabra gestión obstruye<br />

la palabra política. La palabra sexualidad obstruye el amor. El sistema cultura-técnica-gestión-sexualidad, que tienen el<br />

inmenso mérito <strong>de</strong> ser homogéneo con el mercado, y <strong>de</strong>l cual a<strong>de</strong>más todos los términos <strong>de</strong>signan una rúbrica <strong>de</strong> la<br />

representación mercante, es el recubrimiento nominal mo<strong>de</strong>rno <strong>de</strong>l sistema arte-ciencia-política-amor, el cual i<strong>de</strong>ntifica<br />

topológicamente los procedimientos <strong>de</strong> verdad”.<br />

24

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