Dilemas éticos en odontología - Universidad Autónoma del Estado ...
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La persona entonces, es una totalidad objetiva o corpórea, indivisiblemente fundida otra no objetiva, en la que radican las dimensiones mental, emocional, espiritual y social, al mismo tiempo. El cuerpo es parte intrínseca de la persona; no es un traje que puede ponerse quitarse a voluntad, no tenemos un cuerpo, somos nuestro cuerpo y esta verdad, tiene implicaciones importantísimas de índole moral, el deber ser. Ser persona es obligarse a cumplir deberes frente a otras personas, así como tener la facultad de reclamar derechos frente a terceros. Ser persona es estar en disposición de hacer planes y programar nuestra vida, pero no sólo eso, sino también poder formar parte de los planes y programas, a corto o largo plazo, de otras personas. Incluso, desde luego, de los programas y planes que son incompatibles con los propios, aquellos cuya confrontación implica una convivencia violenta, no sólo la convivencia pacífica. Así es el mundo real. Ser persona es una multi-dimensión. Significa una estrecha cercanía con las demás personas, en forma objetiva o no objetiva, como lo señalé antes, es estar disponible a los otros, reconociéndonos en los demás, sabiéndonos iguales. Ser persona es estar en unión con el otro. La relación, la comunicación, es lo que nos permite esa unión, juntos nos convertimos en nosotros. Ser para todos sin dejar de ser yo, reconociendo la existencia de diferencias, étnicas, culturales, de edad, sexo, etc. Ser persona es la posibilidad de trascender la naturaleza. Ser para servir a los demás, de otra forma carece de sentido. Hay una canción de Joan Manuel Serrat que sintetiza estas ideas musicalmente, en “Te guste o no”, Serrat encuentra similitudes y diferencias entre él mismo y alguien originario de África, esta es parte de la letra: “…Puede que a ti te guste o puede que no pero el caso es que tenemos mucho en común. Bajo un mismo cielo, más o menos azul, 272 Sección 5 Conocimiento del hombre compartimos el aire y adoramos al sol. Los dos tenemos el mismo miedo a morir, idéntica fragilidad, un corazón, dos ojos y un sexo similar y los mismos deseos de amar y de que alguien nos ame a su vez… por suerte somos distintos también. Yo tengo una esposa, tú tienes un harén, tú cultivas el valle yo navego la mar… yo blanco y tú como el betún y, fíjate, no sé si me gusta más de ti lo que te diferencia de mí o lo que tenemos en común… me caes bien por ambas cosas. Lo común me reconforta, lo distinto me estimula. Te guste o no…” Retomando nuestro planteamiento inicial ¿cómo esperan las personas ser tratadas por los demás?, esto es ¿por otras personas?, sin duda alguna con las consideraciones que implica tener la condición de ese ser objetivo corporal y no objetivo inteligente, emocional, espiritual y social. En nuestra dimensión corpórea, todos esperamos ser tomados en cuenta al pasar, al estar junto a otros, en la medida que las circunstancias nos vinculan o no, por ejemplo: si estamos en un autobús, en una fila para pagar en una caja o caminando por la calle, esperamos que nos vean, que se respete nuestro espacio vital y no nos atropellen, aunque no nos dirijan siquiera la palabra; por otra parte, nos molesta u ofende que nos ignoren, que los demás pasen de largo ante nosotros sin siquiera advertir nuestra presencia. Más aún cuando nos encontramos en una situación que contenga elementos de relación más estrechos, como ocurre en la familia, entre estudiantes y profesores o en la relación médico paciente, en cuyo caso, lo esperado es una actitud de atención, de escucha, de comunicación en sus diferentes formas. La comunicación corporal y la proximidad son situaciones de apertura y de permisividad que tienen sus códigos y se da en situaciones específicas, el análisis de esas situaciones tiene su lugar en la esfera de lo no objetivo. Y si esperamos esas consideraciones en lo físico o corpóreo, no es menos importante lo esperado en el plano de lo no objetivo,
es decir, no ser violentados en nuestra inteligencia, nuestros sentimientos, la forma de percibir nuestra espiritualidad y en la manera como se da nuestra relación interpersonal. De hecho históricamente, después de las épocas en que se vivió la esclavitud, se sufre la violencia contra el intelecto, se agreden los sentimientos, los ideales, la fe, se discrimina y con ello se excluye socialmente, lo que significa dar un trato que no se considera humano. Lo anterior no quiere decir que a nadie se le contradiga y como decimos coloquialmente, “podamos hacer todo lo que nos dé la gana”, de ninguna manera, precisamente, en el deber ser radica la posibilidad de requerir la existencia de normas morales y legales que pongan límites en nuestro comportamiento y admitir que las personas somos poseedoras de este ser objetivo y no objetivo, lo mismo que dimensiones física, mental, emocional, espiritual y social, lo cual es contar con elementos para percibir y entender la igualdad entre las personas, la posibilidad de expandir nuestras cualidades humanas y por tanto, de encontrar formas Bibliografía Eco, U (2008). ¿En qué creen los que no creen? Editorial Taurus, México. Jaramillo, H (2004). Valor para vivir. Ediciones Koala. Promolibro. de relación interpersonal más eficaces, más aceptables, más respetuosas y respetables, dignas de humanos. Entonces, el trato humano o personal, no está condicionado al nivel intelectual, cultural o socioeconómico, porque todos estos factores nada tienen que ver con las dimensiones ya explicadas. Desde luego, es posible esperar que las personas con mayor cultura demuestren actitudes más humanitarias, porque se han sometido a ciertos procesos cognitivos, pero esto no es suficiente ni sigue siempre una relación directa. El hecho de poseer la naturaleza humana ya explicada, es suficiente para el esperado trato humano, que es más una experiencia de vida, más intuición que razón y pone en movimiento al ser y deber ser en todas sus dimensiones: física, mental, emocional, espiritual y social de las personas. Cabe ahora preguntarnos ¿qué trato doy a los demás?, ¿cómo acepto ser tratado?, ¿doy a los demás el trato que se merecen?, ¿recibo el trato que me he ganado? La vida diaria, es una oportunidad inmejorable para contestar estas preguntas. Jaspers, K (1973). La filosofía desde el punto de vista de la existencia. FCE Buenos Aires. Capítulo 28 Ser humano… ser persona 273
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La persona <strong>en</strong>tonces, es una totalidad<br />
objetiva o corpórea, indivisiblem<strong>en</strong>te fundida<br />
otra no objetiva, <strong>en</strong> la que radican las<br />
dim<strong>en</strong>siones m<strong>en</strong>tal, emocional, espiritual y<br />
social, al mismo tiempo. El cuerpo es parte<br />
intrínseca de la persona; no es un traje que<br />
puede ponerse quitarse a voluntad, no t<strong>en</strong>emos<br />
un cuerpo, somos nuestro cuerpo y<br />
esta verdad, ti<strong>en</strong>e implicaciones importantísimas<br />
de índole moral, el deber ser.<br />
Ser persona es obligarse a cumplir deberes<br />
fr<strong>en</strong>te a otras personas, así como t<strong>en</strong>er<br />
la facultad de reclamar derechos fr<strong>en</strong>te<br />
a terceros.<br />
Ser persona es estar <strong>en</strong> disposición de<br />
hacer planes y programar nuestra vida, pero<br />
no sólo eso, sino también poder formar parte<br />
de los planes y programas, a corto o largo<br />
plazo, de otras personas. Incluso, desde luego,<br />
de los programas y planes que son incompatibles<br />
con los propios, aquellos cuya<br />
confrontación implica una conviv<strong>en</strong>cia viol<strong>en</strong>ta,<br />
no sólo la conviv<strong>en</strong>cia pacífica. Así es<br />
el mundo real.<br />
Ser persona es una multi-dim<strong>en</strong>sión.<br />
Significa una estrecha cercanía con las demás<br />
personas, <strong>en</strong> forma objetiva o no objetiva,<br />
como lo señalé antes, es estar disponible a<br />
los otros, reconociéndonos <strong>en</strong> los demás,<br />
sabiéndonos iguales. Ser persona es estar <strong>en</strong><br />
unión con el otro. La relación, la comunicación,<br />
es lo que nos permite esa unión, juntos<br />
nos convertimos <strong>en</strong> nosotros. Ser para todos<br />
sin dejar de ser yo, reconoci<strong>en</strong>do la exist<strong>en</strong>cia<br />
de difer<strong>en</strong>cias, étnicas, culturales, de<br />
edad, sexo, etc. Ser persona es la posibilidad<br />
de trasc<strong>en</strong>der la naturaleza. Ser para servir a<br />
los demás, de otra forma carece de s<strong>en</strong>tido.<br />
Hay una canción de Joan Manuel Serrat<br />
que sintetiza estas ideas musicalm<strong>en</strong>te,<br />
<strong>en</strong> “Te guste o no”, Serrat <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tra similitudes<br />
y difer<strong>en</strong>cias <strong>en</strong>tre él mismo y algui<strong>en</strong><br />
originario de África, esta es parte de la letra:<br />
“…Puede que a ti te guste o puede que<br />
no pero el caso es que t<strong>en</strong>emos mucho <strong>en</strong> común.<br />
Bajo un mismo cielo, más o m<strong>en</strong>os azul,<br />
272 Sección 5 Conocimi<strong>en</strong>to <strong>del</strong> hombre<br />
compartimos el aire y adoramos al sol. Los dos<br />
t<strong>en</strong>emos el mismo miedo a morir, idéntica fragilidad,<br />
un corazón, dos ojos y un sexo similar<br />
y los mismos deseos de amar y de que algui<strong>en</strong><br />
nos ame a su vez… por suerte somos distintos<br />
también. Yo t<strong>en</strong>go una esposa, tú ti<strong>en</strong>es un<br />
harén, tú cultivas el valle yo navego la mar…<br />
yo blanco y tú como el betún y, fíjate, no sé si<br />
me gusta más de ti lo que te difer<strong>en</strong>cia de mí<br />
o lo que t<strong>en</strong>emos <strong>en</strong> común… me caes bi<strong>en</strong><br />
por ambas cosas. Lo común me reconforta, lo<br />
distinto me estimula. Te guste o no…”<br />
Retomando nuestro planteami<strong>en</strong>to inicial<br />
¿cómo esperan las personas ser tratadas<br />
por los demás?, esto es ¿por otras personas?,<br />
sin duda alguna con las consideraciones que<br />
implica t<strong>en</strong>er la condición de ese ser objetivo<br />
corporal y no objetivo intelig<strong>en</strong>te, emocional,<br />
espiritual y social.<br />
En nuestra dim<strong>en</strong>sión corpórea, todos<br />
esperamos ser tomados <strong>en</strong> cu<strong>en</strong>ta al pasar, al<br />
estar junto a otros, <strong>en</strong> la medida que las circunstancias<br />
nos vinculan o no, por ejemplo:<br />
si estamos <strong>en</strong> un autobús, <strong>en</strong> una fila para<br />
pagar <strong>en</strong> una caja o caminando por la calle,<br />
esperamos que nos vean, que se respete nuestro<br />
espacio vital y no nos atropell<strong>en</strong>, aunque<br />
no nos dirijan siquiera la palabra; por otra<br />
parte, nos molesta u of<strong>en</strong>de que nos ignor<strong>en</strong>,<br />
que los demás pas<strong>en</strong> de largo ante nosotros<br />
sin siquiera advertir nuestra pres<strong>en</strong>cia. Más<br />
aún cuando nos <strong>en</strong>contramos <strong>en</strong> una situación<br />
que cont<strong>en</strong>ga elem<strong>en</strong>tos de relación<br />
más estrechos, como ocurre <strong>en</strong> la familia,<br />
<strong>en</strong>tre estudiantes y profesores o <strong>en</strong> la relación<br />
médico paci<strong>en</strong>te, <strong>en</strong> cuyo caso, lo esperado<br />
es una actitud de at<strong>en</strong>ción, de escucha, de<br />
comunicación <strong>en</strong> sus difer<strong>en</strong>tes formas. La<br />
comunicación corporal y la proximidad son<br />
situaciones de apertura y de permisividad<br />
que ti<strong>en</strong><strong>en</strong> sus códigos y se da <strong>en</strong> situaciones<br />
específicas, el análisis de esas situaciones<br />
ti<strong>en</strong>e su lugar <strong>en</strong> la esfera de lo no objetivo.<br />
Y si esperamos esas consideraciones <strong>en</strong><br />
lo físico o corpóreo, no es m<strong>en</strong>os importante<br />
lo esperado <strong>en</strong> el plano de lo no objetivo,