Dilemas éticos en odontología - Universidad Autónoma del Estado ...

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14.05.2013 Views

Hammurabi y el juramento Hipocrático son ejemplos del origen de los preceptos éticos que actualmente guían el quehacer del médico. Su antigüedad tal vez provenga de la necesidad social de regular el poder emanado del conocimiento sobre el cuerpo humano. Todo poder puede ser usado para producir mal y el del conocimiento médico no está exento de ese tipo de usos. Este saber se aplica en personas, que por estar enfermas, se encuentran debilitadas y a merced de cualquiera. De este modo, reconocer que todos somos susceptibles de sufrir alguna dolencia, fácilmente logra hacernos coincidir en lo benéfico que puede resultar poner límites a aquel que sabe cómo eliminar la enfermedad, retrasar la muerte o aliviar el dolor. En ese sentido, quienes hemos sido formados en esta ciencia humana, cursamos todo el proceso enseñanza aprendizaje de la profesión, sabiendo que seremos exigidos en el cumplimiento de patrones de comportamiento ético y que la violación de éstos genera tanto consecuencias legales como gremiales; llegando incluso a la pérdida de la licencia profesional, si se demuestra que carecemos de dicha disciplina ética. Por supuesto, los maestros que nos forman como médicos, siempre preferirán que cumplamos con las normas éticas por convicción y no por temor. Sin embargo existen dos problemas básicos para que, los médicos en general, asuman de modo idéntico y correcto la ética médica; el primero radica en que la ética profesional descrita en los códigos deontológicos es externa a las vivencias del estudiante, incluso puede resultar totalmente ajena a los valores que hasta entonces haya aprehendido. El segundo obstáculo, se deriva de las modificaciones que sufre la moral, ya que los valores morales que fueron dominantes en una época ahora no lo son y por tanto, la sociedad convierte en no éticas algunas acciones que antes si lo fueron 246 Sección 4 Dilemas médicos o permite conductas que anteriormente fueron consideradas inmorales, no éticas y hasta ilegales. Es decir, las fuentes de la ética profesional (la ética personal y la moral) son históricas y por ende, su práctica y concepción se encuentren en eterna revisión. Como todos recordaremos la ética es una rama de la filosofía y analiza de modo sistemático aquellas acciones que producen el bien o el mal. La moral por su parte recupera del imaginario social, aquello que al grupo histórico de ese momento le parece bueno o malo y con dicha base, establece lo que está permitido hacer en el grupo social, sea de modo público o privado. Así, se convierte en una especie de ley no escrita que controla nuestra vida íntima y social. La moral se aprende en el núcleo familiar, son nuestros parientes quienes nos enseñan qué es lo que esperan de nosotros, para sentirse orgullosos de ser nuestra familia y para que sigan amándonos; la moral por ello tiene una gran carga afectiva y puede producir en el sujeto que la trasgrede: malestar, vergüenza, culpa y desasosiego. Los valores morales que en general comparte un grupo social, da sustento a la ley y genera códigos escritos que tipifican, en la interacción social, lo que es legal o prohibido, así como la duración y tipo de castigo que merecen quienes no cumplen con la legalidad. De ahí la fuerte relación que guardan la ética, la moral y el derecho; además, las tres son formas de control social que regulan el comportamiento humano aceptable, en un grupo. Las tres coinciden en generar valores, es decir, crean concepciones sobre lo que debe ser. La ética personal se diferencia de las otras dos, porque es una interpretación individual de lo que los demás piensan que es bueno o malo, forma parte de nuestra consciencia y tiene mayor influencia en nuestro comportamiento cotidiano. Puede o no coincidir, en lo general o particular, con la moral dominante en nuestra familia

o sociedad y estar o no, acorde con la legalidad, pero se caracteriza por ser la base de la toma de nuestras decisiones. La ética personal es el freno afectivo-racional que permite el control de nuestras pasiones y favorece el comportamiento que hoy denominamos humano. Por su parte, la moral y la ley son fuerzas coercitivas externas de nuestra conducta, ya que podemos o no, estar de acuerdo con sus ordenamientos, pero sabemos que si incumplimos sus normas o valores recibiremos un castigo. La ley establece penalidades que incluyen reparaciones económicas o la pérdida de la libertad y la modalidad e intensidad de la condena, se dicta a partir de preceptos jurídicos que establecen, según el daño, el castigo correspondiente. La moral carece de lineamientos específicos para cada tipo de acción inmoral o amoral que presenten las personas, pero al influir en el comportamiento del grupo, puede producir conductas de segregación y marginación hacia sujeto considerado inmoral o amoral. Los códigos de ética profesionales tienen más características legales que morales, aunque sean acuerdos entre civiles que comparten una profesión, pero que se atribuyen como grupo, la capacidad de evaluar a sus pares y establecer estándares de comportamiento, mínimos e indispensables, para que un sujeto sea reconocido como parte del gremio. La función de estos códigos consiste en evitar que la ética personal se imponga a la moral social; por tanto, la deontología recupera valores esenciales de la sociedad y de la filosofía para exigirlos a los practicantes de una profesión. Así, como parte del currículo o como elemento de las aptitudes que se desarrollan en los profesionales, todos somos expuestos, de diversas formas, a los códigos de ética profesional. Los psiquiatras, antes de cursar la especialidad deben titularse como médicos y por tanto, saben de los cuatro valores deontológicos médicos esenciales: la no maleficiencia, la beneficiencia, la justicia y el respeto a la autonomía. No obstante, debe subrayarse que conocer el significado de estos conceptos, no garantiza su aplicación y menos aún, que todos los médicos desarrollemos la misma habilidad para diferenciar qué acciones médicas cumplen dichos preceptos deontológicos. La psiquiatría se vio obligada a generar su propio código ético, después de la segunda guerra mundial, pues como sabemos, algunos psiquiatras alemanes se vieron involucrados en experimentos poco científicos, además de participar en el exterminio de enfermos mentales, que en esa nación y época, habían sido definidos por el gobierno nazi como indeseables para la constitución de una raza superior. Por supuesto, hoy sabemos que ni las declaraciones de Helsinki, ni otras tantas a que nos referiremos más adelante, han podido evitar el abuso de los enfermos mentales, como tampoco la Declaración de los Derechos Humanos del Hombre, ha evitado que las mujeres, los niños, los ancianos, los grupos étnicos, ni los muchos otros grupos denominados vulnerables, aparentemente sanos, sean realmente respetados. Las razones para que esto suceda, exceden al ejercicio de la ética médica y al poder de los médicos. Básicamente el abuso sigue siendo cometido gracias a la protección que algunos estados-gobiernos, brindan a ciertos intereses económicos, que actúan impunemente después de comprar legalidad para acciones no éticas, en contra de los más pobres o desprotegidos. Situaciones como la experimentación de vacunas o fármacos en presos siguieron ocurriendo en la década de los años de 1980; hoy se aplican avances científicos no probados que pueden afectar la vida de la mayor parte de los habitantes, pero se fomenta su uso en las sociedades más pobres, porque los gobiernos siempre se encuentran necesitados de financiamiento, tanto para Capítulo 26 ¿Dilemas de la ética psiquiátrica moderna?: relación médico paciente… 247

Hammurabi y el juram<strong>en</strong>to Hipocrático<br />

son ejemplos <strong>del</strong> orig<strong>en</strong> de los preceptos<br />

<strong>éticos</strong> que actualm<strong>en</strong>te guían el quehacer<br />

<strong>del</strong> médico. Su antigüedad tal vez prov<strong>en</strong>ga<br />

de la necesidad social de regular el poder<br />

emanado <strong>del</strong> conocimi<strong>en</strong>to sobre el cuerpo<br />

humano. Todo poder puede ser usado<br />

para producir mal y el <strong>del</strong> conocimi<strong>en</strong>to<br />

médico no está ex<strong>en</strong>to de ese tipo de usos.<br />

Este saber se aplica <strong>en</strong> personas, que por<br />

estar <strong>en</strong>fermas, se <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tran debilitadas<br />

y a merced de cualquiera. De este modo,<br />

reconocer que todos somos susceptibles<br />

de sufrir alguna dol<strong>en</strong>cia, fácilm<strong>en</strong>te logra<br />

hacernos coincidir <strong>en</strong> lo b<strong>en</strong>éfico que puede<br />

resultar poner límites a aquel que sabe<br />

cómo eliminar la <strong>en</strong>fermedad, retrasar la<br />

muerte o aliviar el dolor.<br />

En ese s<strong>en</strong>tido, qui<strong>en</strong>es hemos sido<br />

formados <strong>en</strong> esta ci<strong>en</strong>cia humana, cursamos<br />

todo el proceso <strong>en</strong>señanza apr<strong>en</strong>dizaje de la<br />

profesión, sabi<strong>en</strong>do que seremos exigidos<br />

<strong>en</strong> el cumplimi<strong>en</strong>to de patrones de comportami<strong>en</strong>to<br />

ético y que la violación de éstos<br />

g<strong>en</strong>era tanto consecu<strong>en</strong>cias legales como<br />

gremiales; llegando incluso a la pérdida de<br />

la lic<strong>en</strong>cia profesional, si se demuestra que<br />

carecemos de dicha disciplina ética. Por supuesto,<br />

los maestros que nos forman como<br />

médicos, siempre preferirán que cumplamos<br />

con las normas éticas por convicción y<br />

no por temor.<br />

Sin embargo exist<strong>en</strong> dos problemas<br />

básicos para que, los médicos <strong>en</strong> g<strong>en</strong>eral,<br />

asuman de modo idéntico y correcto la ética<br />

médica; el primero radica <strong>en</strong> que la ética<br />

profesional descrita <strong>en</strong> los códigos deontológicos<br />

es externa a las viv<strong>en</strong>cias <strong>del</strong> estudiante,<br />

incluso puede resultar totalm<strong>en</strong>te<br />

aj<strong>en</strong>a a los valores que hasta <strong>en</strong>tonces haya<br />

apreh<strong>en</strong>dido. El segundo obstáculo, se deriva<br />

de las modificaciones que sufre la moral,<br />

ya que los valores morales que fueron<br />

dominantes <strong>en</strong> una época ahora no lo son<br />

y por tanto, la sociedad convierte <strong>en</strong> no éticas<br />

algunas acciones que antes si lo fueron<br />

246 Sección 4 <strong>Dilemas</strong> médicos<br />

o permite conductas que anteriorm<strong>en</strong>te<br />

fueron consideradas inmorales, no éticas y<br />

hasta ilegales. Es decir, las fu<strong>en</strong>tes de la ética<br />

profesional (la ética personal y la moral) son<br />

históricas y por <strong>en</strong>de, su práctica y concepción<br />

se <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tr<strong>en</strong> <strong>en</strong> eterna revisión.<br />

Como todos recordaremos la ética es<br />

una rama de la filosofía y analiza de modo<br />

sistemático aquellas acciones que produc<strong>en</strong><br />

el bi<strong>en</strong> o el mal. La moral por su parte recupera<br />

<strong>del</strong> imaginario social, aquello que al<br />

grupo histórico de ese mom<strong>en</strong>to le parece<br />

bu<strong>en</strong>o o malo y con dicha base, establece<br />

lo que está permitido hacer <strong>en</strong> el grupo social,<br />

sea de modo público o privado. Así, se<br />

convierte <strong>en</strong> una especie de ley no escrita<br />

que controla nuestra vida íntima y social. La<br />

moral se apr<strong>en</strong>de <strong>en</strong> el núcleo familiar, son<br />

nuestros pari<strong>en</strong>tes qui<strong>en</strong>es nos <strong>en</strong>señan qué<br />

es lo que esperan de nosotros, para s<strong>en</strong>tirse<br />

orgullosos de ser nuestra familia y para que<br />

sigan amándonos; la moral por ello ti<strong>en</strong>e<br />

una gran carga afectiva y puede producir <strong>en</strong><br />

el sujeto que la trasgrede: malestar, vergü<strong>en</strong>za,<br />

culpa y desasosiego.<br />

Los valores morales que <strong>en</strong> g<strong>en</strong>eral<br />

comparte un grupo social, da sust<strong>en</strong>to a la<br />

ley y g<strong>en</strong>era códigos escritos que tipifican,<br />

<strong>en</strong> la interacción social, lo que es legal o<br />

prohibido, así como la duración y tipo de<br />

castigo que merec<strong>en</strong> qui<strong>en</strong>es no cumpl<strong>en</strong><br />

con la legalidad. De ahí la fuerte relación<br />

que guardan la ética, la moral y el derecho;<br />

además, las tres son formas de control social<br />

que regulan el comportami<strong>en</strong>to humano<br />

aceptable, <strong>en</strong> un grupo. Las tres coincid<strong>en</strong><br />

<strong>en</strong> g<strong>en</strong>erar valores, es decir, crean concepciones<br />

sobre lo que debe ser.<br />

La ética personal se difer<strong>en</strong>cia de las<br />

otras dos, porque es una interpretación individual<br />

de lo que los demás pi<strong>en</strong>san que<br />

es bu<strong>en</strong>o o malo, forma parte de nuestra<br />

consci<strong>en</strong>cia y ti<strong>en</strong>e mayor influ<strong>en</strong>cia <strong>en</strong><br />

nuestro comportami<strong>en</strong>to cotidiano. Puede<br />

o no coincidir, <strong>en</strong> lo g<strong>en</strong>eral o particular,<br />

con la moral dominante <strong>en</strong> nuestra familia

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