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RAP 22.indb - Revista d'Arqueologia de Ponent

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extensible al resto <strong>de</strong> las tierras albacetenses, lo que<br />

no <strong>de</strong>be ser ajeno, en gran medida, a la característica<br />

orografía <strong>de</strong> este sector <strong>de</strong> la Submeseta Sur, aunque<br />

no falten, como en el imponente oppidum <strong>de</strong> Peñas<br />

<strong>de</strong> San Pedro, la elección <strong>de</strong> emplazamientos inexpugnables,<br />

ro<strong>de</strong>ados <strong>de</strong> cortados, a modo <strong>de</strong> fosos<br />

naturales (fig. 11, B).<br />

Fosos y <strong>de</strong>fensa activa<br />

El análisis <strong>de</strong> los fosos ibéricos conocidos en el<br />

Levante centro-meridional sugiere una cierta variabilidad,<br />

con ejemplos en forma <strong>de</strong> ‘V’ o <strong>de</strong> ‘U’, tallados<br />

siempre en el suelo geológico, en ocasiones modificando<br />

parcialmente la roca natural, cuando no regularizando<br />

la pared rocosa sobre la que se alzan las restantes<br />

<strong>de</strong>fensas, a menudo un torreón, generando ‘fosos<br />

abiertos’, al carecer <strong>de</strong> contraescarpa. Su anchura se<br />

sitúa en torno a los 5-6 m, aunque pue<strong>de</strong>n llegar a<br />

tener 8, o incluso 10 m, mientras que su altura varía<br />

entre los 2 m <strong>de</strong> profundidad <strong>de</strong>l camino-foso <strong>de</strong> Meca,<br />

con varios ejemplos más, aunque todos parcialmente<br />

colmatados, hasta los 6 <strong>de</strong>l foso abierto que <strong>de</strong>fien<strong>de</strong><br />

el istmo <strong>de</strong> Meca, dimensiones no muy diferentes<br />

<strong>de</strong> las aportadas por La Picola. Mayor variabilidad<br />

se observa en sus longitu<strong>de</strong>s, que oscilan entre los<br />

6,25 m <strong>de</strong> El Pico <strong>de</strong> los Ajos hasta los más <strong>de</strong> 80<br />

<strong>de</strong> La Plaza <strong>de</strong> Sobrarias (tab. 1). Igualmente variable<br />

en sus dimensiones es la franja <strong>de</strong> terreno que<br />

separa el torreón o la muralla <strong>de</strong>l foso —la berma—,<br />

aunque al tratarse <strong>de</strong> fosos tallados en la roca la<br />

función esencial <strong>de</strong> este espacio —reducir la presión<br />

que pudiera causar el <strong>de</strong>rrumbe <strong>de</strong> las estructuras<br />

(Lawrence 1979: 276)— pasaría a un segundo término,<br />

lo que explicaría la anchura tan reducida que a<br />

menudo presenta. Los fosos estudiados respon<strong>de</strong>n al<br />

mo<strong>de</strong>lo habitual en el mundo ibérico, una trinchera <strong>de</strong><br />

trazado lineal dispuesta en el lado más vulnerable <strong>de</strong>l<br />

asentamiento, don<strong>de</strong> se localiza el acceso principal o,<br />

al menos, una poterna, muy distintos, por tanto, <strong>de</strong>l<br />

foso perimetral i<strong>de</strong>ntificado en La Picola, yacimiento<br />

para el que se ha propuesto una influencia griega,<br />

aunque esté igualmente documentado en la zona en<br />

contextos fenicios anteriores, como sería posiblemente<br />

el caso <strong>de</strong> La Fonteta, tratándose en ambos casos<br />

fosos <strong>de</strong> sección en ‘V’.<br />

Según se ha venido proponiendo en el mundo clásico,<br />

los fosos comenzaron siendo simplemente la cantera<br />

<strong>de</strong> extracción <strong>de</strong> los materiales <strong>de</strong> la muralla, no apareciendo<br />

como verda<strong>de</strong>ros obstáculos hasta finales <strong>de</strong>l<br />

siglo v a.C. (Garlan 1974: 150). El uso <strong>de</strong>l foso como<br />

cantera para la extracción <strong>de</strong> material <strong>de</strong> construcción<br />

por necesida<strong>de</strong>s arquitectónicas sería un fenómeno<br />

frecuente, pues su proximidad al recinto facilitaría<br />

enormemente las labores <strong>de</strong> acarreo (Lawrence 1979:<br />

276). Tal uso se ha señalado en El Pico <strong>de</strong> los Ajos<br />

(vid. supra, Díes y Gimeno 1995: 87) y en El Molón<br />

<strong>de</strong> Camporrobles, don<strong>de</strong> se observan con claridad<br />

las marcas <strong>de</strong> extracción <strong>de</strong> los sillares (Lorrio et al.<br />

2011: 195 ss.), lo que no contradice en absoluto su<br />

valor táctico (Lawrence 1979: 279; Fre<strong>de</strong>riksen 2011:<br />

79, 92 y 97 s.).<br />

Más complejo resulta analizar, por falta <strong>de</strong> datos,<br />

la presencia <strong>de</strong> otros elementos registrados igual-<br />

Alberto J. Lorrio, Fosos en los sistemas <strong>de</strong>fensivos <strong>de</strong>l Levante ibérico (siglos viii-ii a.C.)<br />

mente en La Picola, como son los antemurales y,<br />

sobre todo, las poternas, que ponen <strong>de</strong> manifiesto<br />

el carácter cada vez más activo <strong>de</strong> los sistemas <strong>de</strong>fensivos<br />

<strong>de</strong> la época (Garlan 1974: 191), aunque su<br />

presencia ha podido ser documentada en El Molón<br />

<strong>de</strong> Camporrobles. El sistema <strong>de</strong>fensivo i<strong>de</strong>ntificado en<br />

este yacimiento se a<strong>de</strong>cua con bastante fi<strong>de</strong>lidad a<br />

un mo<strong>de</strong>lo <strong>de</strong>l helenismo temprano en el que parece<br />

haberse inspirado (Lorrio 2007a: 222), basado en la<br />

i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> <strong>de</strong>fensa activa, en el que juegan un papel<br />

<strong>de</strong>terminante los antemurales y las poternas, al permitir<br />

la rápida salida <strong>de</strong> los <strong>de</strong>fensores, organizada y<br />

bien protegida, atacando por sorpresa las posiciones<br />

enemigas (Garlan 1972: 131 ss.; Gracia 2000: 148 s.),<br />

con ejemplos en otros yacimientos valencianos, como<br />

El Castellar <strong>de</strong> Meca.<br />

No hay razón, por tanto, para dudar <strong>de</strong>l valor<br />

táctico <strong>de</strong> fosos como los <strong>de</strong> La Picola, El Molón o<br />

Meca, aunque, como ha señalado Moret (2001: 143),<br />

no conviene olvidar que todas las <strong>de</strong>fensas avanzadas<br />

que conocemos en el mundo ibérico están muy cerca<br />

<strong>de</strong> la muralla, por lo que carecerían <strong>de</strong> utilidad<br />

contra un ataque con artillería <strong>de</strong> largo alcance. 25 En<br />

cualquier caso, como <strong>de</strong>staca Quesada (2007: 80) para<br />

La Picola, esto no quiere <strong>de</strong>cir que tales poblados<br />

estuvieran insuficientemente <strong>de</strong>fendidos para repeler<br />

ataques a pequeña o mediana escala, sin duda el<br />

tipo <strong>de</strong> guerra más habitual entre los iberos. En el<br />

caso <strong>de</strong> El Molón la orografía <strong>de</strong>l terreno dificultaría<br />

notablemente el uso <strong>de</strong> máquinas <strong>de</strong> guerra en las<br />

inmediaciones <strong>de</strong>l asentamiento, lo que no elimina la<br />

necesidad <strong>de</strong> <strong>de</strong>sarrollar un sistema <strong>de</strong>fensivo complejo<br />

en los puntos más vulnerables, como la puerta<br />

principal y el istmo, que, en caso <strong>de</strong> asalto, permitiera<br />

una respuesta ‘ofensiva’ por parte <strong>de</strong> los habitantes <strong>de</strong>l<br />

oppidum, y que pone <strong>de</strong> manifiesto un conocimiento<br />

<strong>de</strong> las técnicas poliorcéticas mediterráneas, aunque<br />

adaptadas a las propias necesida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> <strong>de</strong>fensa <strong>de</strong><br />

la población y al <strong>de</strong>sarrollo táctico <strong>de</strong>l momento. El<br />

diseño es, por tanto, alóctono en origen, posiblemente<br />

difundido a partir <strong>de</strong>l fenómeno <strong>de</strong>l mercenariado,<br />

aunque pudieron existir otros (Gracia 2006: 77; vid.,<br />

en contra, Quesada 1994), pero su puesta en práctica<br />

sería puramente indígena, lo que explica las singularida<strong>de</strong>s<br />

que presentan en cada caso. 26<br />

25. Vid. los trabajos <strong>de</strong> Gracia (2000: 134; 2006) y Quesada<br />

(2001; 2007), a favor y en contra, respectivamente, <strong>de</strong>l conocimiento<br />

por parte <strong>de</strong> los iberos <strong>de</strong> las máquinas <strong>de</strong> asedio y<br />

<strong>de</strong> técnicas poliorcéticas sofisticadas.<br />

26. La efectividad <strong>de</strong>l mo<strong>de</strong>lo se pone <strong>de</strong> manifiesto en la<br />

ausencia <strong>de</strong> niveles <strong>de</strong> <strong>de</strong>strucción en El Molón, relativamente<br />

frecuentes en cambio en asentamientos <strong>de</strong> la misma comarca,<br />

como evi<strong>de</strong>ncian los casos <strong>de</strong> Kelin o el Cerro <strong>de</strong> San Cristóbal<br />

(Bonet y Mata 2002b: 239), en lo que no sería ajeno su emplazamiento<br />

prácticamente inexpugnable y sus <strong>de</strong>stacadas <strong>de</strong>fensas. El<br />

hallazgo <strong>de</strong> un nutrido conjunto <strong>de</strong> glan<strong>de</strong>s <strong>de</strong> plomo proce<strong>de</strong>ntes<br />

<strong>de</strong> la vaguada que separa El Molón <strong>de</strong>l cerro <strong>de</strong> El Picarcho, al<br />

noroeste <strong>de</strong> aquel, a una distancia que ronda o, incluso, supera<br />

los 300 m, pone <strong>de</strong> manifiesto las dificulta<strong>de</strong>s <strong>de</strong> aproximación<br />

<strong>de</strong> un grupo atacante —que <strong>de</strong>bemos consi<strong>de</strong>rar como sofisticado<br />

militarmente, pues <strong>de</strong>be enmarcarse en los conflictos sertorianos,<br />

que supusieron la <strong>de</strong>strucción <strong>de</strong>l importante oppidum <strong>de</strong><br />

Kelin, localizado a pocos kilómetros <strong>de</strong> El Molón— a la zona<br />

más vulnerable <strong>de</strong>l poblado, explicable por el fuerte <strong>de</strong>snivel, <strong>de</strong><br />

más <strong>de</strong> 30 m, entre ambas zonas, incrementado, a<strong>de</strong>más, por<br />

la propia altura <strong>de</strong> las fortificaciones.<br />

78 <strong>Revista</strong> d’Arqueologia <strong>de</strong> <strong>Ponent</strong> 22, 2012, 59-86, ISSN: 1131-883-X

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