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Harry Potter and The Deathly Hallows - Gif Animados

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CAPÍTULO 17. EL SECRETO DE BATHILDA 194<br />

Dieron un paso hacia la mujer y, de inmediato, ella cambió de dirección y cojeó regres<strong>and</strong>o<br />

por donde había venido. Guiándoles junto a varias casas, se giró hacia una verja.<br />

La siguieron por el camino delantero a través de un jardín casi tan crecido como el que<br />

acababan de dejar. Ella tanteó un momento con una llave en la puerta principal, luego la<br />

abrió y retrocedió un paso atrás para dejarles pasar.<br />

Olía mal, o quizá fuera la casa. <strong>Harry</strong> arrugó la nariz mientras pasaban junto a ella<br />

y se quitaban la capa. Ahora que estaba junto a ella, se percataba de lo pequeña que<br />

era; encorvada por la edad apenas le llegaba al nivel del pecho. Cerró la puerta tras<br />

de ellos, sus nudillos eran azules y moteados contra la pintura desconchada, entonces se<br />

volvió y estudió con atención la cara de <strong>Harry</strong>. Sus ojos estaban velados por las cataratas y<br />

hundidos en pliegues de piel transparente. Se preguntó si podía verle en absoluto. Aunque<br />

si podía, sería al muggle medio calvo, cuya identidad había robado, lo que vería.<br />

El olor a vejez, a polvo, a ropas sin lavar y comida rancia se intensificó cu<strong>and</strong>o se<br />

desenrolló el chal negro comido por las polillas, revel<strong>and</strong>o una cabeza canosa a través de<br />

la cual se veía claramente el cuero cabelludo.<br />

“¿Bathilda?” repitió <strong>Harry</strong><br />

Asintió con la cabeza otra vez. <strong>Harry</strong> fue consciente de pronto del guardapelo contra<br />

su piel. La cosa que había dentro, que algunas veces hacía tictac o golpeaba, se había<br />

despertado, podía sentirla puls<strong>and</strong>o a través del frío oro. ¿Sabía, podía sentir, que su<br />

destrucción estaba cerca?<br />

Bathilda pasó junto a ellos arrastr<strong>and</strong>o los pies, ech<strong>and</strong>o a un lado a Hermione como<br />

si no la hubiera visto, y desapareciendo en lo que parecía una sala de estar.<br />

“<strong>Harry</strong>, no estoy segura de esto” susurró Hermione.<br />

“Mira su tamaño. Creo que podríamos dominarla si tuviéramos que hacerlo” dijo<br />

<strong>Harry</strong>. “Mira, debería de habértelo dicho. No está en sus cabales. Muriel la llamó chiflada.”<br />

“¡Ven!” le llamó Bathilda desde la habitación de al lado.<br />

Hermione saltó y aferró el brazo de <strong>Harry</strong>.<br />

“Está bien” dijo <strong>Harry</strong> tranquilizadoramente, y abrió el camino hasta la sala de estar.<br />

Bathilda se tambaleaba por el lugar encendiendo velas, pero todavía estaba muy oscuro,<br />

por no mencionar que estaba sumamente sucio. Un polvo espeso crujía bajo sus<br />

pies, y la nariz de <strong>Harry</strong> detectó, debajo del malsano, húmedo y enmohecido olor, algo<br />

peor, que parecía carne podrida. Se preguntó cu<strong>and</strong>o había sido la última vez que alguien<br />

había estado dentro de la casa de Bathilda para comprobar si esta vivía. Parecía haberse<br />

olvidado, además, de que podía hacer magia, pues encendía las velas torpemente a mano,<br />

arrastr<strong>and</strong>o constantemente el puño de su camisa de encaje con peligro de que comenzara<br />

a arder.<br />

“Déjeme hacer eso” ofreció <strong>Harry</strong> y le quitó las cerillas. Ella se quedó mir<strong>and</strong>o como<br />

encendía las velas que se sostenían en platitos alrededor del cuarto, posados precariamente<br />

sobre montones de libros y sobre mesitas desconchadas con grietas y mohosos clips.<br />

La última superficie sobre la cual <strong>Harry</strong> divisó una vela fue una cómoda inclinada<br />

precariamente sobre la cual había colocadas un gran número de fotos. Cu<strong>and</strong>o la llama<br />

bailó volviendo a la vida, su reflejo fluctuó en un vaso de plata polvoriento. Vio algunos<br />

diminutos movimientos en los portaretratos. Mientras Bathilda toqueteaba los leños para<br />

el fuego, masculló: “Tergeo.” El polvo desapareció de las fotos, y vio de inmediato que<br />

faltaban media docena, la mayoría de los marcos más gr<strong>and</strong>es, meticulosamente ador-

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