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Tezozómoc, Crónica Mexicáyotl - Histomesoamericana

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Fué Tenochtitlan la que guardó esta relación de cuando reinaran todos los grandes, los<br />

amados ancianos, los señores y reyes de los tenochcas.<br />

3. Tlatelolco nunca nos lo quitará, porque no es en verdad legado suyo. Esta antigua<br />

relación y escrito admonitorios son efectivamente nuestro legado; por ello es que, al morir<br />

nosotros, lo legaremos {6} a nuestra vez a nuestros hijos y nietos, a nuestra sangre y color,<br />

a nuestros descendientes, a fin de que también ellos por siempre lo guarden. Fijaos bien en<br />

esta relación de los ancianos que aquí queda asentada, vosotros que sois nuestros hijos, y<br />

vosotros todos que sois mexicanos, que sois tenochcas; aquí aprenderéis cómo principiara<br />

la referida gran población, la "ciudad" de México Tenochtitlan, que está dentro del tular,<br />

del cañaveral, y en la que vivimos y nacimos nosotros los tenochcas.<br />

4. Y al redactar este libro ya dijimos arriba que somos muy muchos los nobles a quienes<br />

entonces se nos honró y se nos hizo merecer con primacía sobre todos cuando llegó el<br />

espíritu, el verbo y la luz de nuestro verdadero señor Jesucristo, hijo verdadero de Dios.<br />

Ved bien que aquí concluye la relación de los ancianos nobles quienes primeramente<br />

fueron cristianos, fueron catequizados.<br />

{7} 5. Y hoy en el año de 1609, yo mismo, Don Hernando de Alvarado Tezozomoc, que soy<br />

nieto de la persona que fuera el gran rey Moteuczoma el menor, quien gobernara y rigiera<br />

la gran población de México Tenochtitlan, y que provine de su apreciada hija, de la<br />

persona de la princesa, mi amadísima madre, Doña Francisca de Moteuczoma, cuyo<br />

cónyuge fuera la persona de Don Diego de Alvarado Huanitzin, padre mío preciadísimo,<br />

noble; son ellos quienes me engendraron y en toda verdad soy hijo suyo yo quien aquí me<br />

nombro; precisamente yo mismo certifico y doy fe, en este mencionado año, de esta<br />

antigua herencia, de esta antigua amonestación, con la cual Dios nuestro señor me<br />

fortalece, la cual nos dejaran los nobles ancianos mexicanos a quienes arriba se nombrara,<br />

y a quienes perdonara y se llevara consigo Dios nuestro señor; lo que ellos dijeran y<br />

asentaran en sus escrituras ocurrió todo, es todo verdad, {8} no es mentira, no lo<br />

inventaron ni fingieron así nada más al asentarlo.<br />

6. Y también por eso, yo Don Hernando de Alvarado Tezozomoc certifico y confirmo a los<br />

mencionados ancianos, ya que no es tan sólo de la boca de unos cuantos la relación que<br />

aquí comparo; por ellos atribuyo el relato a los ya nombrados, a los ancianos que la<br />

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