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La Escritura Zapoteca por Javier Urcid – Texto - Famsi

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diferencia social o económica. 38 De hecho, el sacrificio de perros también era<br />

habitual en el caso de los entierros colocados en sepulcros o simples sepulturas<br />

(Winter et al. 1995: 20, 50-51). Por el contrario, el sacrificio de aves tiende a ser un<br />

fenómeno restringido a las tumbas de alto rango, y hasta el momento nunca se ha<br />

re<strong>por</strong>tado en asociación con entierros fuera de tumbas.<br />

El sacrificio de perros debe estar relacionado con una creencia pan-<br />

mesoamericana relacionada con el papel que dicho animal jugaba durante el<br />

período liminal, cuando el alma del muerto destinada al inframundo llegaba a su<br />

destino final. 39 Esto es lo que dice Sahagún, acerca de las ofrendas que los nahuas<br />

del centro de México colocaban cerca del cadáver durante su preparación:<br />

Y también hacían que él [el difunto] llevara un perrito, uno amarillo;<br />

fijaban en su cuello una cuerda floja de algodón. Se decía que [el<br />

perro] cargaba [al difunto] a través del lugar de los nueve ríos en la<br />

tierra de los muertos… Y cuando los cuatro años habían terminado,<br />

<strong>por</strong> consiguiente [el difunto] iba a las nueve tierras de los muertos,<br />

[donde] había un ancho río. Allí los perros lo cruzaban a uno. Se<br />

decía que quienquiera que llegara caminando [a la orilla] miraba a<br />

los perros. Y cuando uno reconocía a su amo, <strong>por</strong> consiguiente, se<br />

acercaba para arrojarse al agua a fin de cargar a su amo al otro lado.<br />

De ahí que los nativos se esmeraran <strong>por</strong> mantener a los perros. Y se<br />

decía que los perros blancos y los negros, aquellos que eran negros,<br />

no podían llevarlo a uno <strong>por</strong> el río a la tierra de los muertos. Se ha<br />

dicho que el perro blanco dijo: “Yo acabo de lavarme.” Y (uno que<br />

era negro dijo: “Yo acabo de mancharme de negro”. Sólo [uno]<br />

amarillo podía cargarlo a uno al otro lado. Y ahí en las nueve tierras<br />

de los muertos, los [muertos] eran completamente destruidos<br />

(Sahagún, en Anderson y Dibble 1952, Libro 3, Capítulo I del<br />

Apéndice: 41-42).<br />

<strong>La</strong> concepción de los perros que ayudaban al muerto a cruzar el río hacia el<br />

inframundo fue ampliamente documentada <strong>por</strong> la etnografía a principios del siglo 20<br />

en distintas partes de Oaxaca, entre ellas Mitla (E. Parsons 1936: 152-153), San<br />

Dionisio (idem: 152, nota 211), y en la región mazateca (Starr 1903). Sin embargo,<br />

estas relaciones dejan en claro una preferencia <strong>por</strong> parte de los vivos <strong>por</strong> los perros<br />

de color negro, y no <strong>por</strong> los blancos.<br />

38 En la Figura 3.18-B, las barras que señalan las frecuencias de perros y aves ilustran el número<br />

hallado <strong>por</strong> tumba, y no su representación en términos de números o artículos <strong>por</strong> individuo.<br />

39 En el caso de los otros dos destinos para el “alma” en el sistema de creencias de los nahuas del<br />

México Central, esto es, los reinos del dios de la Lluvia y el dios del Sol, el perro no jugaba papel<br />

alguno.<br />

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