La Escritura Zapoteca por Javier Urcid – Texto - Famsi
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desarticulados de varios adultos de ambos sexos, sugiere que las tumbas no fueron<br />
el resultado de un sólo evento (Figura 3.11-B). 32 Si uno redefine los restos<br />
desarticulados como entierros primaros perturbados in situ en vez de “entierros<br />
secundarios”, los datos sobre edad y sexo podrían reflejar la presencia de parejas,<br />
cabezas de familias que conformaron una sucesión a lo largo de varias<br />
generaciones. Esta interpretación, que se verá más adelante, pro<strong>por</strong>ciona un<br />
paradigma para interpretar los murales pintados y el registro epigráfico inscripto en<br />
las tumbas, permite estimar el lapso de tiempo mínimo aproximado para el uso de<br />
una tumba y de su casa asociada. Como ejemplo, el montículo 190 de <strong>La</strong>mbityeco<br />
incluía una tumba (no. 2) asociada al menos con 5 casas superpuestas (Paddock,<br />
Mogor y Lind 1968). <strong>La</strong> cripta fue ampliada durante la ocupación de la segunda casa<br />
<strong>–</strong>también con dos Complejos de Patio contiguos<strong>–</strong> agregando una cámara enfrente<br />
de la que ya existía. <strong>La</strong> tumba contenía los restos de al menos 7 adultos, tres de los<br />
cuales fueron identificados como de mujeres y tres como de varones. El sexo del<br />
individuo restante no pudo ser determinado. Siete individuos podrían representar 4<br />
generaciones sucesivas de parejas conyugales, lo cual implica <strong>–</strong>asumiendo unos 25<br />
años entre cada generación humana<strong>–</strong> que el montículo 190 y sus cinco casas<br />
superpuestas fueron el resultado de unos 100 años de ocupación. Por lo tanto, a<br />
menos que se hubieran producido instancias de múltiples muertes simultáneas, la<br />
tumba 2 debió haberse reabierto al menos siete veces durante ese lapso de tiempo.<br />
Entre otras evidencias osteológicas que apoyan la idea de que los depósitos<br />
de la tumba fueron el resultado de eventos acumulativos, está la presencia de<br />
pigmento rojo (cinabrio) en algunos de los restos humanos y la concordancia de<br />
pares antiméricos <strong>–</strong>los huesos izquierdos y derechos del mismo elemento<br />
anatómico<strong>–</strong> entre los huesos pequeños hallados fuera y dentro de las tumbas. A.<br />
Miller (1995:249, nota 5) plantea que el pigmento rojo se le pudo haber aplicado a<br />
un cadáver, quedando adherido a los huesos a través del proceso de<br />
descomposición. Sin embargo, en las tumbas de <strong>La</strong>mbityeco, los casos de cinabrio<br />
aplicado sobre la superficie ya erosionada de los huesos en el endocráneo y en las<br />
superficies distales de los dientes, implica que la pintura también fue aplicada a<br />
huesos ya secos. Inclusive, se han detectado dos formas de aplicación: <strong>por</strong><br />
32 Romero (1983:92) ya había anticipado esta conclusión al comentar que “los entierros secundarios<br />
consisten en el amontonamiento de las partes de un entierro primario, que en el caso de las tumbas<br />
se hace con el objeto de utilizar el espacio para el enterramiento de otro cadáver”.<br />
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